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El tradicionista Ricardo Palma es una figura representativa en esta época de

la Biblioteca Nacional del Perú, quien además de recibir el encargo oficial de


reconstruirla, se convierte en el «Bibliotecario mendigo» al aprovechar sus relaciones
personales para con las figuras eminentes de América y España en beneficio del
incremento de la colección bibliográfica; logró recibir importantes donaciones de
amistades, intelectuales y entidades privadas y públicas del Perú y el exterior. El
impacto de la gestión de Palma se percibe tempranamente en 1884, cuando los estantes
de la Biblioteca están ocupados por 27824 volúmenes, de los cuales 8315, con el sello
de la antigua Biblioteca, habían sido devueltos por particulares; cifras que hacia el año
1900 se elevan a los 34750 volúmenes, 835 periódicos, 1326 volúmenes de folletos y
papeles varios, 340 manuscritos, prestando servicio a 2873 lectores, conforme la
Memoria de Ricardo Palma, de ese año. En 1912, Palma renuncia a la Dirección de la
Biblioteca, asumiendo el cargo de manera sucesiva diversas personalidades de la época:
Manuel González Prada (1912-1914 y 1916-1918), Luis Ulloa Cisneros (1914-1916),
Alejandro O. Deustua (1918-1928) y Carlos A. Romero Martínez (1928-1943).

El 10 de mayo de 1943 será presa de un incendio que la destruyera


casi en su totalidad, perdiéndose valiosas colecciones de incalculable valor histórico. Al
efecto se nombra una Comisión encargada de su reconstrucción y se llama a Jorge
Basadre para dirigir y organizar la Biblioteca, que debía resurgir de entre las cenizas. De
acuerdo con la Comisión, recomienda que por motivos históricos se levante el nuevo
local en el lugar que siempre había funcionado, sobre el que se encuentra emplazada a la
fecha. El historiador Jorge Basadre es otra figura importante en la historia de la
institución, ya que inicia lo que se conoce como la tercera Biblioteca, señalando al
hacerse cargo de la Dirección que la reconstrucción se haría sobre la base de un plan
técnico, que además contemplaba la creación de la Escuela de Bibliotecarios, como
centro de formación de los futuros responsables de la gestión bibliotecaria, asimismo se
edita en octubre del mismo año el primer número del Boletín de la Biblioteca Nacional
y en 1944 la revista Fénix, que con sus artículos de investigación ejerció fuerte
influencia sobre la ciencia histórica peruana.

En 1945 la Biblioteca se hace cargo de la compilación de la Bibliografía Nacional,


editando al efecto una publicación denominada Anuario Bibliográfico Peruano, cuyo
primer número correspondió a la producción bibliográfica peruana y peruanista de 1943

Héctor López Martínez ejercerá muy brevemente el cargo de director durante 1983, sin
embargo inicia el proceso para obtener la autonomía de la Biblioteca Nacional. Durante
la gestión de Franklin Pease García Irigoyen, 1983-1986, se implementa un laboratorio
de microfilmación con la cooperación internacional, se incrementa notablemente la
colección de incunables y libros raros, además de organizarse administrativamente el
Sistema Nacional de Bibliotecas. El 18 de agosto de 1986 asume la Dirección Juan
Mejía Baca, librero y editor reconocido de entonces, con quien se logra la autonomía
económica, administrativa y técnica de la Biblioteca, se publica la Colección Perulibros,
en 12 pequeños tomos, y se inician los trabajos editoriales para la futura publicación de
la Biblioteca Básica Peruana.

En 1991 se promueve la renovación de su organización e


infraestructura, nombrándose una comisión presidida por su director, Pedro Gjurinovic,
(1991-1992), tarea que luego será asumida por Martha Fernández (1992-2001). En esa
década se fortaleció la organización, remodelando su local, renovando las colecciones,
mejorando los servicios bibliotecarios y expandiendo notablemente el ámbito de
influencia del Sistema Nacional de Bibliotecas. Se actualizó la Ley de Depósito Legal y
se puso en funcionamiento la Agencia ISBN.

En el año 2001, Sinesio López Jiménez asume la dirección y se propone el objetivo de


integrar a la Biblioteca Nacional en un mundo globalizado, poniendo énfasis en la
difusión de información y la conservación efectiva de su patrimonio bibliográfico-
documental, además de impulsar la construcción de la nueva sede institucional del
primer repositorio bibliográfico documental del país.

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