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La Educación en 20 años.

Víctor Hugo Vergara Vergara*

Haciendo caso omiso de los actuales paradigmas de nuestra sociedad


capitalista, regida por el dinero y basada en principios de competencia hoy
llamados de competitividad de los mercados en un mundo globalizado, vale
la pena soñar un poco con el futuro de la humanidad y por ende de la
prospectiva que pudiera esperarse, si formamos parte de un cambio
espistemológico que permita romper los esquemas actuales y sobre todo el
pensamiento de dominio sobre el conocimiento y la innovación.

Muchas cosas pueden quererse, cayendo en el campo normativo e ideal,


alejados totalmente de la experiencia positiva, sustraídos de la realidad,
evocando tal vez utopías que otros han planteado, pero que no por ello
dejan de ser producidas por nuestra imaginación, brotando de nuestros
prejuicios, del afán de cambio y mejora de los valores de comportamiento
humano.

Víctimas del holocausto y del saqueo a los que nos vimos sometidos por los
conquistadores y por otros posteriormente, es el momento de superar ese
lastre cultural de facilismo, deshonestidad y atropello que pareciera
heredado en nuestros genes, por una cultura del esfuerzo, la superación, la
honradez, basada en la solidaridad y el compañerismo.

De hecho no podemos aceptar que somos un país “seguidor”, para poder


romper los lazos de la dependencia tanto tecnológica como intelectual. Lo
cual implica que somos capaces de construir conocimiento y desarrollar
nuestra propia tecnología. Otras serán las limitaciones que esto refleja, pero
que en suma debemos vencer.

En un país donde los recursos naturales abundantes, en lugar de haber


generado nuestro desarrollo, parece habernos conducido a la
improductividad y la pobreza, el individualismo y la violencia, es menester
reflexionar sobre su uso, su distribución y explotación, elaborando nuevas
formas de organización y usufructo.

Pero de qué serviría repartir la riqueza si no se sabe cómo aprovecharla.


Para que distribuir y organizar mejor la producción de bienes y servicios si
las personas no están en capacidad de usarlas racional y eficientemente.

Es aquí donde entra en escena el factor educativo, como el único


instrumento de cambio plausible, para poder en el tiempo transformar los
hechos adversos ya descritos. Obviamente, surge la pregunta y quién
liderará tal proceso? La respuesta no es tan difícil de obtener: el Estado,
compuesto por líderes sociales que entiendan el cambio de valores y
prospectiva social, acompañado de verdaderos educadores, comprometidos
con el futuro social de las generaciones venideras.

Las posibilidades de logro son altas, si se utilizan las potentes herramientas


de la informática y las comunicaciones, que en esta época facilitan la

*Administrador Público, con estudios de magister en Economía, catedrático


de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP. Versión 1.0, 2008,
noviembre.
La Educación en 20 años.
Víctor Hugo Vergara Vergara
producción de conocimiento, su almacenamiento y distribución para toda la
población.

Bajo estas nuevas condiciones no es difícil presagiar un modelo educativo


totalmente diferente al actual, inscrito en la “administración educativa”, que
implica un proceso de planeación, concebido dentro de la pertinencia de los
estudios, la participación laboral futura de los ciudadanos y un alto índice de
productividad y sostenibilidad del nuevo quehacer social.

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