UBA y Migracion

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Demoro un poco más en escribir sobre la educación pública, toco un teclado y lloro, tomo un

bondi y lloro, el tema toca hilos de tejes rotos en mi historia migrante, atados así no más con lo
que hubo.
17 años, Quito – Ecuador y la decisión desesperada de venir a estudiar a la Universidad de
Buenos Aires como un plan perfecto, un complot con mi seguridad que entendí después. Mi
familia me apoyaba económicamente al principio pues el plan era estudiar, si no, no viajaba, y
después veía que onda, no importaba, como el poema de Bolaño que memoricé en esa época
y repetía en el avión: había perdido un país pero ganaba un sueño y lo demás no importaba.
Ahora puedo decir que había ganado una transición y varias familias, y decir transición es
volver a hablar de ese complot como el ir no más a la aventura, en avión, en caballo, lo demás
no importaba. Y lo demás, el dolor, la saudade, la melancolía constante del destierro en el
duelo recurrente de haberse ido. Exilia diríamos después con mis hermanas travestis
inventándonos un apellido para nombrar el sexilio forzado al que tenemos que someternos
algunxs para huir de la violencia, el matrato y la humillación.

La Universidad pública no solo me dio un título, una noción ampliada del cuidado colectivo,
amistades, lógicas críticas de abordaje, sueños políticos imposibles y colegas.

Me salvó la vida.

Y les juro que busco alguna otra forma de decirlo, una metáfora que alivie, pero no puedo, es
así, me salvó en una balsa que me daba una vida posible de ser vivida. Lo demás, el olvido y la
pesadilla, que es el costo que una paga por irse y por mantener ciertas violencias en forma de
pesadilla y no de cotidiano.

Gracias, luchas históricas del pueblo del sur del Abya Yala llamado desde el Estado pueblo
Argentino, ley de migraciones del 2004, ley de identidad de género del 2012. Gracias a mi
familia quiteña que abrazó mis sueños, a mis abuelxs indígenas rurales.

Gracias ley de Universidad Pública, laica, autónoma, que hizo que esta travesti ecuatoriana,
perdida pero con ganas de vivir, no solo estudie, si no, efectivamente, viva.

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