(S. Lucas 12:13-21) En esta ocasión encontramos a un hombre que le presentó a Jesús un caso judicial, quería que Jesús convenza a su hermano de repartir la herencia con él (13). Jesús enseguida sale del rol que aquel hombre intentó hacer que juegue, el Señor no vino para ser juez o partidor en esos asuntos (14). Pero, como en otras ocasciones, Jesús utilizó esta situación concreta, para dar una enseñanza sobre los peligros de la avaricia. Comienza con una advertencia para todos aquellos que le seguimos; debemos cuidar nuestro corazón del apego desordenado por los bienes materiales (15). Algunas enseñanzas que podemos sacar de la parabola (15-19) que el Señor relata son: Todos las palabras y dialogos del hombre son consigo mismo, sobre sí mismo y sobre sus bienes. La avaricia produce un sentido de autosuficiencia y egocentrismo; aquel hombre no tenía el interés de ayudar a otros con sus bienes materiales. El hombre tenía su esperanza puesta en la seguridad material y la tranquilidad para su futuro, que le ofrecían sus abundantes bienes (1 Timoteo 6:17-19). Dios considera a las personas que tienen las actitudes y toman desiciones como la del hombre de la parábola, como necios (20); guiar nuestra vida con la brújula de la avaricia nos desenfoca del servicio y el amor a Dios y al prójimo, y eso para el Señor es una necedad. Las últimas palabras del Señor nos resumen otro principio del reino de Dios (21), se requiere que aquel que decide ser seguidor de Jesús no sea necio, no haga tesoros para sí mismo, sino mas bien que sea sabio haciéndose rico para con Dios, acumulando tesoros en el cielo (Mateo 6:19-21). Preguntas para reflexionar 1. ¿Que podemos hacer para estar alertas y cuidarnos de caer en la avaricia? 2. ¿Que tan buen administrador soy, de los bienes que el Señor ha puesto en mis manos? 3. ¿Que tan dispuesto estoy para dar abundantemente generosamente para causas del reino de Dios, aún renunciando a ciertas comodidades?
20. Cuidado con la avaricia
(S. Lucas 12:13-21) En esta ocasión encontramos a un hombre que le presentó a Jesús un caso judicial, quería que Jesús convenza a su hermano de repartir la herencia con él (13). Jesús enseguida sale del rol que aquel hombre intentó hacer que juegue, el Señor no vino para ser juez o partidor en esos asuntos (14). Pero, como en otras ocasciones, Jesús utilizó esta situación concreta, para dar una enseñanza sobre los peligros de la avaricia. Comienza con una advertencia para todos aquellos que le seguimos; debemos cuidar nuestro corazón del apego desordenado por los bienes materiales (15). Algunas enseñanzas que podemos sacar de la parabola (15-19) que el Señor relata son: Todos las palabras y dialogos del hombre son consigo mismo, sobre sí mismo y sobre sus bienes. La avaricia produce un sentido de autosuficiencia y egocentrismo; aquel hombre no tenía el interés de ayudar a otros con sus bienes materiales. El hombre tenía su esperanza puesta en la seguridad material y la tranquilidad para su futuro, que le ofrecían sus abundantes bienes (1 Timoteo 6:17-19). Dios considera a las personas que tienen las actitudes y toman desiciones como la del hombre de la parábola, como necios (20); guiar nuestra vida con la brújula de la avaricia nos desenfoca del servicio y el amor a Dios y al prójimo, y eso para el Señor es una necedad. Las últimas palabras del Señor nos resumen otro principio del reino de Dios (21), se requiere que aquel que decide ser seguidor de Jesús no sea necio, no haga tesoros para sí mismo, sino mas bien que sea sabio haciéndose rico para con Dios, acumulando tesoros en el cielo (Mateo 6:19-21). Preguntas para reflexionar 4. ¿Que podemos hacer para estar alertas y cuidarnos de caer en la avaricia? 5. ¿Que tan buen administrador soy, de los bienes que el Señor ha puesto en mis manos? 6. ¿Que tan dispuesto estoy para dar abundantemente generosamente para causas del reino de Dios, aún renunciando a ciertas comodidades?