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Fiorella Cademartori

Empleo estatal, procesos de trabajo


y reproducción del capital
Trabajo Social en tiempos de precarización laboral
Cademartori, Fiorella
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital : Trabajo Social en tiempos
de precarización laboral / Fiorella Cademartori. - 1a ed - Tandil : Mario Eduardo Gambandé,
2022.
186 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-88-3567-9

1. Trabajo Social. 2. Conflictos Laborales. 3. Estrés Laboral. I. Título.


CDD 361.3

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Grupo de Investigación y Acción Social (GIyAS)
Núcleo de Investigación Crítica sobre Sociedad y Estado (NICSE)

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Primera edición: Marzo 2022


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Fiorella Cademartori

Empleo estatal, procesos de trabajo


y reproducción del capital
Trabajo Social en tiempos de precarización laboral

Tandil
Puka Editora
— 2022 —
Para quienes la complicidad del silencio
fue siempre un lugar incómodo
y
para quienes saben que lo imposible
sólo tarda un poco más
Índice

Prólogo............................................................................................................9
Presentación.................................................................................................13
Introducción..................................................................................................15

Capítulo 1
El debate sobre las condiciones laborales y su expresión en el ámbito del
Trabajo Social en Argentina..........................................................................21
En torno al estudio y conceptualización de las condiciones laborales……23
Las investigaciones acerca de las condiciones laborales en Trabajo
Social a nivel nacional (1988 – 2011)…………………………………………………… 30
Armando el rompecabezas: aproximación a datos y estadísticas
en el país……………………………………………………………………………………………...34
Conclusiones parciales……………………………………………………………………………….46

Capítulo 2
Limitaciones y potencialidades del ejercicio profesional de las Trabajadoras
Sociales: su análisis bajo la categoría procesos de trabajo…..…………………….49
El Estado: de la relación social general a la atención de las
manifestaciones de la cuestión social …………………………………………………51
Los servicios sociales, el trabajo improductivo y la reproducción del
capital…………………………………………………………………………………………………..57
Trabajo y condición asalariada……………………………………………………………..64
La calificación y lectura del ejercicio profesional bajo la categoría
procesos de trabajo………………………………………………………………………………68
Conclusiones parciales……………………………………………………………………………….73

Capítulo 3
El sello contemporáneo en las relaciones laborales: ofensiva del capital,
mediación estatal y reproducción de la clase trabajadora………………………….75
De lo que se trata es de valorizar y acumular: internacional en su
contenido y nacional en su forma …………………………………………………….77
La singularidad de las y los trabajadores ligadas/os a dependencias
estatales……………………………………………………………………………………………….84
Conclusiones parciales……………………………………………………………………………….93
Capítulo 4
Características de las condiciones laborales de Trabajadoras Sociales
de la Provincia de Buenos Aires: la “foto” a explicar………………………………… 97
Aclaraciones metodológicas………………………………………………………………….98
Caracterización de la fuerza de trabajo……………………………………………….102
La compra de la fuerza de trabajo: Estado y organismos
empleadores.………………………………………………………………………………………107
Formas asumidas en la compra de la fuerza de trabajo de las
Trabajadoras Sociales …………………………………………………………………………112
Reproducción de la fuerza de trabajo: formación, calificación y
organización colectiva ………………………………………………………………………..131
Conclusiones parciales …………………………………………………………………………….139

Capítulo 5
Alcances e impactos de la precarización laboral: los procesos de trabajo
de Trabajadoras Sociales en disputa .......................................................... 143
La degradación de la fuerza de trabajo de las Trabajadoras
Sociales……………………………………………………………………………………………….147
La serialización en la atención de las manifestaciones de la cuestión
social…………………………………………………………………………………………………..154
Atender las manifestaciones de la cuestión social bajo un
doble disciplinamiento………………………………………………………………………..160
Conclusiones parciales …………………………………………………………………………….166

Conclusiones finales (y abiertas) ............................................................... 169

Bibliografía ................................................................................................. 174


Archivos, leyes y páginas web consultadas ................................................ 184
Anexo Digital .............................................................................................. 186
9

Prólogo

Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital. Trabajo


Social en tiempos de precarización laboral es parte de una lucha dentro del
colectivo profesional por tematizar la condición asalariada de nuestra
profesión, las formas de compra-venta de nuestra fuerza de trabajo y los
procesos de trabajo que explican nuestra actividad.
Partiendo de las manifestaciones concretas y el conocimiento acumulado
sobre la precarización laboral que atraviesa nuestro ejercicio profesional,
Fiorella pone la lupa sobre los procesos de trabajo que determinan tal
ejercicio. Elemento crucial cuando, aún hoy, abunda en la profesión una
perspectiva en la que el ejercicio profesional aparece desprovisto de
determinaciones y las trabajadoras sociales como estando “en el medio”
entre lo que el Estado provee como “garante del bien común” y les usuaries
con “sus problemas”, demandando asistencia. Como toda relación entre
compradores y vendedores de fuerza de trabajo, la relación de las
trabajadoras sociales con nuestro empleador es una de tipo antagónica. Al
momento de compra-venta quien la compra tratará de pagarla lo menor
posible y quien la vende, intentará hacerlo al mejor precio, como condición
de su propia reproducción. Esta relación antagónica toma nueva forma una
vez efectuada la compra-venta: a quien la compró le corresponderá hacerla
rendir lo mejor posible y a quien la vendió le tocará intentar preservarla para
poder volver a venderla, como condición de su propia reproducción. En el
caso de les trabajadores sociales esto sucede por medio de la coacción que
ejercen en el ámbito de las instituciones de la política social funcionarios u
otros poseedores de fuerza de trabajo que van a representarlos. Fiorella
evidencia con su investigación los mecanismos de disciplinamiento que se
ponen en marcha en el ámbito de las instituciones en que nos insertamos
como profesionales asalariados. Se trata de una coacción que no sale de
nuestros atributos como personas, sino de lo que debemos hacer en tanto
personificación de nuestras mercancías y que tiene como determinación a
nuestra libertad de doble cara, en el sentido de que estamos liberades de toda
relación de dependencia personal y, a su vez, no tenemos los medios de
10

trabajo para poner nuestra fuerza de trabajo en movimiento por nuestra


cuenta.
Ubicando al Trabajo Social como una profesión mayormente estatal y de
servicios, Fiorella profundiza en las implicancias que tiene que la utilidad que
provee esta capacidad particular para trabajar que tenemos las trabajadores
sociales, sea indistinguible del momento en que realizamos nuestro trabajo y
esté organizada estatalmente.
En Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital se
analizan los procesos de trabajo del colectivo profesional proveyendo los
elementos que explican la fragmentación y el empobrecimiento que viene
sufriendo la clase obrera local al menos desde mediados de los ‘70, con la
consecuente serie de transformaciones para el ejercicio profesional. Da
cuenta, por una parte, del proceso de empobrecimiento que sufre la clase
obrera local, con la consecuente expansión de la demanda por asistencia que
ejerce presión sobre los servicios sociales cuyos recursos se presentan como
siempre insuficientes. Por otra parte, señala la transformación en las
condiciones de reproducción de las propias trabajadoras sociales que
empiezan a vender su fuerza de trabajo de manera precaria. Como se sigue
del análisis de Fiorella, son las transformaciones del capital en su unidad
mundial y en su forma nacional en nuestro país la que explican la situación de
la clase obrera y no una supuesta retirada del Estado.
Entre los elementos que Fiorella desarrolla de manera original a partir de
su investigación se destacan, en primer lugar la degradación de nuestra fuerza
de trabajo por la vía de las modalidades contractuales precarias, sin derechos
sociales y por tiempo determinado; con bajos salarios; con la alta rotación y
movilidad en los puestos y tareas que conllevan una desespecialización; así
como la descalificación de la tarea. En segundo lugar, analiza cómo el medio
ambiente laboral y la falta de medios de trabajo adecuados, llevan a una
intensificación de la tarea y al desgaste profesional convirtiéndose en campo
fértil para la individualización y serialización de las respuestas a los problemas
que demanda la población usuaria. Por último, concluye que esta realidad de
vulnerabilidad opera como un mecanismo disciplinante tanto para las
trabajadoras sociales como para los usuarios de los servicios sociales.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital es un libro
que avanza en el conocimiento sobre las condiciones en que vendemos
nuestra fuerza de trabajo y los procesos de trabajo de quienes nos
desempeñamos en el marco del colectivo profesional, pero no sólo, pues ellas
11

son expresión concreta de la forma de compra-venta y uso de la fuerza de


trabajo en el sector público y de la forma que adquiere en nuestro país en
general. En la medida en que el reconocimiento de las determinaciones en
juego es un momento necesario de una acción que busque actuar con
conocimiento de causas, las páginas escritas por Fiorella son una herramienta
indispensable para todes quienes buscamos potenciar los procesos
organizativos del colectivo profesional para vender mejor nuestra fuerza de
trabajo y para mejorar la calidad de los servicios sociales. Pero, sobre todo,
en la mejor tradición del llamado Trabajo Social Crítico, este libro es una
herramienta potente en la medida en que es un avance del conocimiento
objetivo de la vida social en vistas de la construcción de una forma de
organización social en que la satisfacción de las necesidades humanas esté
puesta como un fin en sí mismo.

Tamara Seiffer
Buenos Aires, septiembre 2021
13

Presentación

Este libro es resultado de la investigación que realicé en el marco de mis


estudios doctorales. Para ello conté con becas del Consejo Nacional de
Ciencia y Técnica (CONICET) durante el período 2009 – 2014. La tesis fue
defendida en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en mayo de 2015.
Tiene como antecedente la investigación colectiva impulsada por la
agrupación universitaria Germinal – El Viejo Topo (UBA) cuya producción final
titulamos “Condiciones laborales de los trabajadores sociales: hacia un
proyecto profesional crítico” publicada por Espacio editorial en 2008. Entre
2011 y 2014, durante la primera gestión de “La Roja – Construcción Colectiva”
al frente del Colegio Profesional de Trabajadores Sociales de la Provincia de
Buenos Aires (CATSPBA), se impulsaron varios estudios sobre las condiciones
laborales de profesionales en ejercicio. En el primero de los estudios
impulsados, participamos junto a la Lic. Cecilia Pérez del armado de la
encuesta - instrumento, y luego en algunos de los numerosos escritos que se
produjeron como consecuencia del enorme relevamiento y caudal de datos.
Aquí se recupera y analiza información de la mencionada encuesta.
El libro llega al colectivo profesional por iniciativa de Andrea A. Oliva.
Andrea es una gran impulsora de propuestas en pos de la construcción y
socialización de perspectivas críticas en el Trabajo Social. Ella acompañó el
proceso de investigación como directora de mis becas CONICET junto a
Yolanda Guerra como co-directora. Silvia Roca y Juan Wahren, oficiaron como
directora y co-director de tesis. Sin ellos y de muchas compañeras con
quienes caminamos juntas a lo largo de mis años como becaria, esto no
hubiese sido posible ni tendría la potencia que brinda el trabajo colectivo.
Presento aquí el desarrollo y los debates colocados en la investigación
doctoral con importantes modificaciones de forma -sobre todo en el orden
expositivo- y resumido en su extensión. Intento superar cierta rigidez
académica, sin perder la rigurosidad científica que amerita la divulgación de
lo producido, con la idea que se socialice tanto en ámbitos de formación como
de ejercicio profesional. El objetivo de la publicación es dialogar y
14

problematizar sobre las condiciones laborales y su implicancia directa en la


constitución de los procesos de trabajo y, por tanto, en las características
asumidas por las políticas sociales.
Quiero, en estos últimos párrafos, agradecer y reconocer a quienes
fueron parte de la etapa que concluye con la publicación de este libro.
Mis compañeres de agrupación con quienes hicimos -allá por 2006- esa
primera experiencia de investigación en la temática y son pieza indispensable
de la historia de esta publicación: Jorgelina Matusevicius, Marina Dellville,
Tamara Seiffer, Julia Campos y Fabián Dinamarca, entre otres militantes de El
Viejo Topo.
Mirta Rivero y Marina Battilana posibilitaron que acceda a la base de
datos de la primera encuesta masiva sobre condiciones laborales que se
hiciera en el país en 2011 impulsada por el CATSPBA.
Agradezco a las más de mil TS que participaron de la encuesta y que
permitieron reflejar lo que les (y nos) sucede como colectivo.
Les integrantes del tribunal evaluador en el marco del doctorado de la
Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: Nuria Giniger, Agustín Santella y
María Virginia Siede, aportaron valiosas reflexiones y sugerentes nuevos
interrogantes.
A Tamara Seiffer por la atenta lectura y rigurosidad en sus observaciones.
A Mario Gambandé por la edición. Y a Andrea Oliva por el impulso y la
invitación a disfrutar del proceso.
Finalmente un agradecimiento a quienes apoyaron e insistieron para que
difundiera la tesis doctoral a pesar del tiempo transcurrido desde la defensa
de la misma, principalmente Fede, mi familia, amigues de la vida y aquellos/as
que encontré y me regaló la profesión.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 15

Introducción

“La elección teórica está determinada por los intereses propios


de las metas históricas que persigue el [la] investigador[a]
y será siempre, por esto mismo,
una elección teórico-política
que precede a la investigación misma,
esta, sí, pautada por la objetividad”
Rita Laura Segato (2013: 15)

La precarización del trabajo es el común denominador de las relaciones


laborales luego de numerosos derechos conquistados durante décadas a
escala global. Este sello contemporáneo se expresa con distintos niveles de
presencia e intensidad según sectores, contextos y geografías. Desbordan en
el período actual ejemplos del detrimento y retroceso de aquellas conquistas
obreras que fueran alcanzadas a lo largo del siglo XX. Las características que
presentan las condiciones laborales de les trabajadores ligados tanto al sector
privado como al sector público, dan cuenta de la profundidad de las
transformaciones y los corrimientos en los límites a la explotación de la fuerza
de trabajo.
El cambio en el régimen social de acumulación en Argentina a partir de
mediados de los ‘70, así como el proceso de reformas estatales de primera y
segunda generación suscitado entre 1989 y 1999 (al que connotamos como
contrarreformas 1), resultan hechos significativos en la reconfiguración del
mercado de trabajo en el país. Las trabajadoras sociales (TS)2 —en adelante,
foco de estudio—, profesionales empleadas mayoritariamente en

1 Con apoyatura en la caracterización realizada por Netto, J. P. y Braz, M. (2011: 237) calificamos asimismo
el proceso dado en Argentina. Sostienen los autores: “por primera vez en la historia del capitalismo, la
palabra reforma perdió su sentido tradicional de un conjunto de cambios para ampliar derechos; a partir
de los años ochenta del siglo XX, sobre el rótulo de reforma(s) lo que viene siendo conducido por el gran
capital es un gigantesco proceso de contrarreforma(s), destinado a la supresión o reducción de derechos y
garantías sociales” (Cursivas y negritas en original. Traducción propia).
2 A lo largo del libro la referencia a profesionales de Trabajo Social se realiza utilizando el género femenino.
A modo de agilizar la lectura pero principalmente porque la composición del colectivo profesional fue y es
actualmente integrada en su amplia mayoría por mujeres y cuerpos feminizados. Cuando la mención sea
al conjunto de la clase trabajadora se utilizará lenguaje inclusivo y/o femenino y masculino.
16 Fiorella Cademartori

dependencias estatales, no escapan a la tendencia general y, por tanto, a los


alcances de dichas reconfiguraciones. Sin embargo, transpolar lo que le
sucede a esta porción particular de trabajadoras de manera inmediata con lo
que le sucede al conjunto de la clase, imposibilita problematizar expresiones
concretas y/o visibilizar manifestaciones propias de la singularidad de este
sector.
En este libro se reflexiona y analiza la incidencia de las condiciones
laborales en los procesos de trabajo de TS en la jurisdicción de la provincia de
Buenos Aires. Se busca, en primer lugar, sumar a los abordajes sobre esta
temática en la propia profesión. En segundo lugar, dada la escasez de estudios
sobre el empleo público en general, dar cuenta de rasgos detectados al
interior de organismos de dependencia nacional, provincial y municipal a
partir de un recorte muestral. Finalmente, se profundizan lecturas sobre la
constitución de procesos de trabajo de profesionales que ligan su
intervención predominantemente a la ejecución de políticas sociales.
El recorte temporal en esta producción remite a procesos
contemporáneos. Se recuperan los cambios provocados por las
contrarreformas estatales de los ‘90 así como los efectos alcanzados una
década después. Los principales aportes y conclusiones refieren que: a) en los
procesos de trabajo de TS las condiciones laborales y los aspectos objetivos
materiales poseen un peso e incidencia tal que determinan los límites y
posibilidades de las intervenciones más allá de los lineamientos de las
políticas sociales; b) en la constitución de los procesos de trabajo, no sólo se
despliegan estrategias de control y disciplinamiento a usuarias/os de políticas
sociales (funciones inherentes a las mismas), sino también a las TS que las
ejecutan dando cuenta de un doble proceso de disciplinamiento habilitado y
reforzado por condiciones laborales precarias.

Aproximaciones sucesivas

Durante las últimas cuatro décadas en nuestro país, en todas las ramas y
sectores, se produjeron movimientos de entrada y salida de trabajadores del
mercado laboral. Asimismo, requerimientos estrictos y cambiantes para la
permanencia en dicho mercado. Alcanzó su límite la reproducción de la fuerza
de trabajo de la clase asalariada en condiciones relativamente indiferenciadas
(característica de los períodos “bienestaristas”), y se habilitó la alteración del
patrón preexistente de acumulación de capital. Tanto en el ámbito laboral
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 17

privado como en el público, se suscitaron quiebres y rupturas de las “rigideces


formales” de los vínculos contractuales precedentes. Sin embargo, las
características de empleabilidad en el sector público no resultan
homologables con aquellas bajo órbita privada. Resulta necesario desplegar
las mediaciones que vinculan al Estado con un sector de trabajadores que, en
su mayoría, son calificados como trabajadores improductivos. A su vez,
enmarcar los cambios generados por las contrarreformas de los ‘90 y, a
posterior, un sinnúmero de normativas y medidas de alto impacto en el
mercado de trabajo público estatal. Dos aspectos resultan destacables aquí:
el cuestionamiento a la estabilidad laboral para trabajadores del Estado -
principalmente de la órbita del Poder Ejecutivo-, y la oscilante accesibilidad y
garantía de derechos laborales previamente conquistados.
Dando cuenta de las numerosas transformaciones, comenzaron a
proliferar estudios e investigaciones provenientes de diversas disciplinas. En
especial, desde la sociología laboral los abordajes en torno a las condiciones
laborales fueron virando desde miradas llamadas “tradicionales” hacia
enfoques autodenominados “renovadores”. Como parte del estado de la
cuestión, en esta publicación, se toma lo concerniente al ámbito específico
del Trabajo Social conforme obras realizadas entre 1988 y 2011 en diversos
puntos del país. Este compilado de estudios confirma la íntima vinculación del
Estado en la contratación de TS, arrojando cifras que superan en todos los
casos el 80%. Por tanto, describir las condiciones laborales de dichas
trabajadoras es, a su vez, establecer características de empleabilidad estatal.
La lectura del ejercicio profesional de las TS se realiza a partir de las
categorías de trabajo y procesos de trabajo, lo que permite avanzar hacia la
ruptura del carácter voluntarista que interpela/interpeló a las tareas
realizadas por este colectivo. Como especialización de la división social, sexual
y técnica del trabajo, las TS encuentran su inserción en el mercado laboral
vendiendo su fuerza de trabajo calificada a organismos, principalmente,
públicos estatales. Para ser consumida y transformada en actividad, tal fuerza
de trabajo exige medios o instrumentos de trabajo y una materia prima u
objeto de trabajo que sufrirá alteraciones mediante la acción que quien
trabaja, ejecuta. Entre estos componentes, la entidad empleadora es quien
dispone de los medios de trabajo necesarios para implementar la acción
política programada.
Los siguientes interrogantes guían esta publicación y son desplegados a lo
largo de cinco capítulos ¿Qué características asumen los procesos de trabajo
18 Fiorella Cademartori

de TS post contrarreformas estatales en materia laboral? ¿De qué manera


inciden las condiciones laborales en la constitución de procesos de trabajo
realizados por estas agentes? ¿Qué relación se establece entre el Estado, las
políticas sociales, las TS y las intervenciones efectuadas?

De la indagación a la exposición

Para esta publicación se modificó el ordenamiento expositivo que tuvo el


esquema y presentación formal de la tesis doctoral. Esto a los fines de
dinamizar ciertos análisis y su potencial debate; a la vez que, habilitar una
secuencia argumental donde exponemos la “foto” y luego reconstruimos la
“película” que la explica.
El capítulo 1 inicia recuperando la raíz conceptual de la categoría
condiciones laborales en tanto eje rector del estudio. Fueron compilados
debates e investigaciones producidas desde la sociología laboral así como
desde el Trabajo Social. En relación a los últimos, se argumenta la existencia
de dos momentos en su producción: uno dado por la aparición episódica de
inquietudes en torno al tema (entre finales de los ‘80 y principios de los 2000),
y un segundo dado por el despliegue e instalación de la problemática en la
agenda profesional (a partir de mediados de los 2000).
En el capítulo 2 se comienza a desandar el hilo explicativo del cuadro de
situación precedente: las singularidades del sector de trabajadoras estatales
y las mediaciones que las vinculan con las instituciones empleadoras.
Primeramente se explicita la concepción de Estado que organiza las lecturas
y enmarca el ejercicio profesional del Trabajo Social, considerado asimismo
desde las categorías trabajo y procesos de trabajo. Los debates sobre
trabajadores improductivos y su participación en la distribución del valor y de
la plusvalía a través de los fondos públicos resulta la llave para indagar las
particularidades de quienes vendiendo su fuerza de trabajo para el Estado no
participan directamente del proceso de valorización del capital.
A partir del capítulo 3 la mirada está puesta en el papel que jugó el Estado
en la reconfiguración del mercado laboral desde la instauración del
diferenciado régimen de acumulación. A partir de 1976, con la dictadura
cívico–militar, se inicia el despliegue de las políticas neoliberales cuyo apogeo
se observó en la década del ‘90. De allí se retoma para repensar si en las
décadas subsiguientes se vivieron procesos de ruptura o continuidad,
evolución, estancamiento o retroceso en la dinámica laboral. Resultan
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 19

sustento empírico, las modificaciones de leyes y normativas en el ámbito del


Estado en el marco de las contrarreformas, y, el volumen y la modalidad de
contratación de trabajadores en todos los ministerios del Poder Ejecutivo
Nacional entre 2001 y 2011.
En el capítulo 4 se presenta y describe la información recogida de la
primera encuesta masiva sobre la temática de condiciones laborales
impulsada en 2011 por el Colegio Profesional de Trabajadores Sociales de
provincia de Buenos Aires (CATSPBA)3. Con una participación de 929 TS de
diversos distritos de dicha provincia, la muestra representa un 7,6% del total
de matriculadas en esa jurisdicción para aquel entonces. Se despliegan aquí
los datos y valores referidos a: la relación de compra-venta de la fuerza de
trabajo y su constitución como tal; las particularidades en esta relación; y, la
puesta en acto y reproducción de dicha fuerza de trabajo.
Por último, en el capítulo 5 se busca reconstruir el movimiento particular
de una fracción de trabajadores, en este caso las TS, en la tendencia general
del mercado de trabajo. Se habilitan aquí los análisis y lecturas sobre la
incidencia de las condiciones laborales (visiblemente precarias) en la
constitución de los procesos de trabajo de las profesionales, cuyo ejercicio se
desarrolla en las jurisdicciones de la provincia de Buenos Aires, tanto en
ámbitos laborales dependientes de la administración nacional, provincial y/o
municipal. Por tanto, se desarrolla y demuestra que la degradación de la
fuerza de trabajo, la serialización en la atención de las manifestaciones de la
“cuestión social” y un doble disciplinamiento hacia usuaries y ejecutores de
las políticas sociales, resultan características que van moldeando los procesos
de trabajo de las TS.

3 Hacia 2016 se realizó una segunda encuesta general, así como varios estudios particulares según áreas y
organismos empleadores. Para ampliación de información, se sugiere revisar lo producido e impulsado por
la Comisión Provincial sobre Condiciones de Laborales y Asuntos Profesionales del CATSPBA (en su totali-
dad disponible en la web institucional: https://catspba.org.ar/).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 21

Capítulo 1

El debate sobre las condiciones laborales y su expresión en


el ámbito del Trabajo Social en Argentina

Promediando la década del 2000, la preocupación acerca de las


condiciones laborales en las cuales se desarrollaban los procesos de trabajo
de las TS comienza a expresarse regularmente y proliferan los estudios, tanto
desde el sector académico universitario como desde los órganos de
colegiación del Trabajo Social. El período histórico de despliegue y aparición
de dichos estudios reviste algunos interrogantes en torno a la existencia de
investigaciones previas, las razones de aparición en ese contexto, las
instituciones y/o colectivos que dieron impulso a su instalación en la agenda
profesional y, por supuesto, las características de los cuadros de situación que
allí se describen.
El equipo dirigido por Virginia Siede4 —exponente de uno de los colectivos
que impulsó la instalación de la problemática en la agenda profesional—, da
cuenta en una de las primeras publicaciones como grupo de investigación de
la ausencia de material necesario para su abordaje y, por tanto, la necesidad
de su estudio. Sostienen:

[…] no existen suficientes estudios que den cuenta de las condiciones de


trabajo de los TS actualmente que nos permitan poder analizar y explicar
este fenómeno con mayor propiedad que las meras apreciaciones relativas
de trasponer la situación de los trabajadores en general a los trabajadores
de nuestro colectivo profesional (Siede et al., 2006: 4).

Asimismo encontramos lo esgrimido por Fuentes y Carlis:

[…] no conocemos estudios precisos, recientes y completos acerca de las


condiciones de trabajo de la/os trabajadores/as sociales. Sólo
empíricamente se constata a diario que, por ejemplo, muchos nos hemos
convertido en “monotributistas”, lo cual enmascara pseudo-relaciones de
dependencia. Prácticas flexibilizadas atentan a diario contra proyectos de

4 El equipo estuvo conformado también por Ximena López, Micaela Manteiga, Eve Simonotto, Pilar Fuen-
tes y Laura Riveiro. Varias de estas colegas continuaron profundizando la problemática y produjeron ma-
teriales que sugerimos recuperar para el abordaje del tema.
22 Fiorella Cademartori

mediano y largo plazo, condiciones de capacitación, etc. (Fuentes y Carlis,


2005: 33).

Una interpretación posible respecto de las razones del reciente


surgimiento de un cúmulo de ensayos sobre la temática se asocia a lo que
Oliva, Gardey, Pérez y Pagliaro (2005b) plantean como la imposibilidad de las
TS de quedar exentas de las políticas públicas implementadas durante la
década del ‘90. Las autoras enfatizan el fuerte apuntalamiento a la
desregularización en materia laboral de las conquistas históricas del
movimiento obrero y, por lo tanto, la consecuente pauperización de gran
parte del colectivo profesional. Asimismo la confluencia de dos aspectos
denota la necesidad de llenar ciertos vacíos de conocimiento: en primer lugar,
el contexto económico político de creciente desocupación y adversidad para
la compra-venta de la fuerza de trabajo. En segundo lugar, la ruptura con la
mirada endogenista en la profesión bajo el reconocimiento del Trabajo Social
como especialización del trabajo colectivo en la división social, sexual y
técnica del trabajo.
Analizar las transformaciones del trabajo, e inclusive los cambios de
concepción en los estudios del trabajo, requiere necesariamente incluir la
dimensión clave de ese engranaje: el conjunto de las y los trabajadores y su
participación, organización y reacción frente a los regímenes de acumulación
y sus variaciones. En este sentido, sostiene Marx “las condiciones de trabajo
comienzan a ser analizadas como categorías a partir de la participación de la
clase obrera en su defensa” (2004: 923 - 924). Desde la sociología del trabajo,
la renovación del interés por el estudio de las condiciones laborales oficia de
espejo de las transformaciones que el cambiante patrón de acumulación puso
en evidencia. En la publicación titulada 1eras Jornadas Interdisciplinarias
sobre Condiciones de Trabajo -realizadas en Buenos Aires en el año 1983-
Novick y Vasilachis de Gialdino (1983) sostienen que el interés no resulta
novedoso5 y remontan su origen al surgimiento del trabajo industrial 6, las
transformaciones de la economía política y las posteriores críticas que se

5 Sostiene Marta Novick que si bien la preocupación por las condiciones de trabajo nace simultáneamente
con la fábrica, hasta la década de 1950 en las Ciencias Sociales resultaba marginal. Luego, la categoría de
condiciones de trabajo, “resurge ya ampliada respecto a la vieja y limitada noción (jornada, mujeres y me-
nores, accidentes y enfermedades profesionales físicas) e incorpora -deplorándolas- las concepciones tay-
lorianas de organización del trabajo, mostrando no solamente la monotonía sino también la sobrecarga
que provocan” (Novick, 1983: 77).
6 Se refieren aquí a la consolidación de la revolución industrial y el surgimiento de las primeras grandes
manifestaciones de protesta y rebeldía obrera.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 23

realizaron en torno a las características que asumen las tareas y a las formas
en que se organizaba la fuerza de trabajo.
La preocupación por la problemática tiene larga data en ámbitos
laborales, sindicales, estatales y académicos; no obstante en dicha
publicación se refleja una renovada vocación por darle a las condiciones de
trabajo una mayor rigurosidad en la conceptualización así como realizar un
abordaje integral de la situación de les trabajadores. Este impulso heurístico
recupera los intentos de superación de la visión acotada de higiene y
seguridad que predominaba en los análisis anteriores y además incorpora los
triunfos en relación a las conquistas de derechos laborales logrados por la
clase obrera.

En torno al estudio y conceptualización de las condiciones


laborales

Rondando las décadas del ‘60-‘70 del siglo pasado, las investigaciones
ligadas a las condiciones laborales transitan una redefinición de su contenido.
Esta diversidad de enfoques y perspectivas, presenta consonancia con los
cambios históricos y el ascenso organizativo de la clase obrera (Novick y
Vasilachis de Gialdino: Op. cit). El surgimiento de una perspectiva
“renovadora” frente a una “tradicional” da cuenta del movimiento intrínseco
que experimentan los múltiples ámbitos laborales al compás de las
alteraciones del régimen de acumulación.
La obra de José Luis Neffa (1987) acerca de la temática detalla las
características de ambas perspectivas profundizando cómo se concibe al
trabajador/a en relación a la actividad, asimismo los efectos de tal o cual
concepción. Tradicionalmente las condiciones laborales se ligaban a las
características de higiene y seguridad de los espacios físicos donde se
desarrollaban las labores, y en un segundo plano hacia la medicina del
trabajo. Sintéticamente la lectura realizada por Neffa (1987: 14 – 21) ubica a
este enfoque tradicional en la dimensión de “reparación” y atención de
daños, siendo los riesgos considerados inherentes e inseparables del trabajo.
La mirada de quienes ofician de empleadores (fábricas, empresas,
organizaciones o instituciones) se sitúa casi exclusivamente a nivel
microeconómico o microsocial, desestimando causas estructurales; es decir,
sin una visión histórica que permita comprender cabalmente de dónde se
24 Fiorella Cademartori

viene y hacia dónde se dirigen los procesos de trabajo y sus repercusiones en


la integralidad de quien trabaja. Las y los trabajadores son reducidos, por
tanto, a una “simple fuerza física” en tanto dimensión biológica y se
desconocen dimensiones relacionales, afectivas y cognitivas. Se soslaya la
carga psíquica y mental del trabajo para evaluar situaciones de salud–
enfermedad. La consecuente homogeneización de la fuerza de trabajo,
reconoce solo a un/a trabajador/a promedio en su puesto, bajo análisis
parcializados e individualizantes de los riesgos. Siendo sinónimos trabajo y
riesgo -indisociables como dupla-, en nombre de la salud se comenzó a
valorizar la fuerza de trabajo (que repercutió en mayores salarios) en tareas
nocturnas e insalubres. Siguiendo al autor, el enfoque tradicional responde
“a la herencia directa del mecanismo y del fatalismo inspirados en el
positivismo del siglo XIX” donde de forma “unívoca y monocausal” se
entiende que el riesgo que enfrentan les trabajadores y los daños sufridos en
caso de accidentes los tienen como responsables y causantes por lo
acontecido (Ibíd.: 17).
Sin embargo, iniciada la década de 1970, la alteración de los regímenes
de acumulación a nivel mundial puso en tela de juicio dicha concepción
tradicional sobre el trabajo y sus condiciones. El cuestionamiento deviene de
los altos niveles de organización de la clase obrera y las conquistas obtenidas
en las décadas previas (regresivas para la valorización y el aumento de las
tasas de ganancia de pequeños, medianos y grandes capitales). El enfoque
renovador avanza rechazando la condición de “simple fuerza de trabajo” y la
mirada reduccionista de “cuerpo con vida biológica”, además de distanciarse
del criterio homogeneizador basado en el arquetipo de “trabajador
promedio”. Afirma, por entonces, que “la heterogeneidad es la regla y que la
normalidad es la excepción” (Neffa, 1987: 25). Se incorpora así la dimensión
objetiva y subjetiva puesta en acto al trabajar por parte del conjunto de las y
los asalariadas/os.
Tanto en la publicación resultante de las 1eras Jornadas Interdisciplinarias
sobre Condiciones de Trabajo realizadas en el año 1983 -nombradas
precedentemente- como en el texto de Neffa de 1987, se resalta la presencia
e influencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la
reformulación de lecturas y categorías. A la vez, se reconoce el estrecho
vínculo de la OIT con organizaciones sindicales y gremiales a nivel mundial
(por tanto, la incorporación de demandas y reivindicaciones obreras). En
escritos del organismo del año 1987 se sostiene que la expresión condiciones
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 25

y medio ambiente de trabajo abarca, por un lado la seguridad e higiene en el


trabajo y por otro las condiciones generales de trabajo. Allí se alude que “la
primera de estas dos nociones es suficientemente clara” en cambio la
segunda “es más vaga y puede abarcar realidades diferentes según los países
o las personas de que se trate”. Definidas entonces éstas últimas como “los
elementos que determinan la situación que vive el trabajador” donde se
admite que resultan parte “la duración del trabajo, la organización y el
contenido del trabajo, y los servicios sociales”. Se sostiene por último la
inclusión de las “remuneraciones dada su importancia y su vinculación con las
demás condiciones de trabajo” (Clerc en Neffa, 1987: 163 - 164). Se desliza
aquí una cierta equiparación de elementos constituyentes, soslayando la
condición determinante que acarrea el salario como vía directa de
reproducción de la fuerza de trabajo a partir del consumo de mercancías 7.
En lo que respecta específicamente a los planteos de Neffa, hallamos una
propuesta de definición hacia 1981 que luego es reconsiderada y redefinida
hacia 1987 resultando vigente en los numerosos escritos e investigaciones
dirigidos o compilados por el autor. Sostiene allí que:

Las condiciones y medio ambiente de trabajo están constituidas por un


conjunto de variables que a nivel de la sociedad en su conjunto, del
establecimiento o de la unidad de trabajo, de manera directa e indirecta, van
a influir sobre la vida y la salud física y mental de los trabajadores insertados
en sus colectivos de trabajo, influencia que va a depender en cada caso de
las respectivas capacidades de adaptación y de resistencia a los factores de
riesgo. Estas variables son, en primer lugar, el proceso de trabajo
predominante, en que a su vez determinará en mayor o en menor grado la
naturaleza, el contenido, la organización y la división del trabajo
correspondiente, la higiene, seguridad y salud ocupacionales, la ergonomía,
la duración y configuración del tiempo de trabajo, la carga física, psíquica y
mental del trabajo, el sistema de remuneraciones, el modo de gestión de la
fuerza de trabajo, las condiciones generales de vida y las posibilidades de
participar en el mejoramiento de dichas condiciones (Neffa, 1987: 165).

7 Siguiendo los planteos marxistas, en condiciones normales el valor de la fuerza de trabajo, expresado
bajo la forma precio, debe ser suficiente y necesario para intercambiarlo por las mercancías que deben
entrar en el consumo obrero. De esta forma se posibilita su reproducción con los atributos necesarios que
le permiten poner su fuerza de trabajo en movimiento, más allá de la existencia de patrones diferenciados
de reproducción.
26 Fiorella Cademartori

Siguiendo esta lectura, el proceso de trabajo es la variable constitutiva


predominante de las condiciones y medio ambiente de trabajo. Se resalta la
presencia de colectivos de trabajo y la inclusión como posibilidad de
participación en el mejoramiento de las mencionadas condiciones, dando al
trabajador y a su organización colectiva un papel destacado. Respecto del
medio ambiente de trabajo, contempla el autor factores relacionados al
riesgo de exposición en los lugares de trabajo: ruidos; vibraciones,
temperatura, iluminación, humedad, contaminantes químicos, biológicos,
factores tecnológicos y de seguridad estrechamente relacionados también a
la organización del trabajo. Las condiciones de trabajo se clasifican
separadamente. Se reproduce a continuación con base en la minuciosa
categorización que realiza Neffa (Ibíd.) los elementos y aspectos a considerar:

- organización y contenido del trabajo: ligada a la división de tareas por un


lado y por otro, a la naturaleza de la actividad, calificación personal, grado de
utilización de la calificación, grado de responsabilidad/ autonomía, carácter
individual o colectivo de la tarea, posibilidad de promoción/ascenso;
- duración y configuración del tiempo de trabajo: duración de la jornada
laboral, pausas y descansos, licencias, horas extras, entre otros;
- sistema de remuneración: referido al monto salarial percibido y su
establecimiento (sea producto del tiempo de trabajo prefijado o por el
rendimiento del trabajador);
- ergonomía y transferencia de tecnologías: dada por la adaptación del
medio ambiente de trabajo y sus herramientas para la mayor o menor calidad
del trabajador en situación de trabajo;
- modo de gestión de la fuerza de trabajo: dada por la estabilidad o
precariedad en el puesto; el sistema y niveles de autoridad, supervisión y
control; forma de ingreso al puesto y permanencia en el mismo;
- servicios sociales y asistenciales: aquello que contempla no sólo las
condiciones de trabajo sino lo relacionado directamente con las condiciones
de vida (lo que no implica pensarlas inescindibles). Aspectos generalmente
abordados por las organizaciones gremiales (servicios de salud, actividades
de ocio y recreación, facilidades de acceso a la vivienda, existencias de
guarderías, acceso a medios de transporte).

Lo distintivo en los planteos de Novick (1983) respecto de los de Neffa


reside, por un lado, en el rechazo a establecer el tema bajo un concepto
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 27

unívoco8 y, por otro, la descomposición de factores que inciden con mayor o


menor gradualidad en la salud–bienestar del trabajador/a. Novick sostiene
que en el estudio de las condiciones de trabajo “se concreta la real naturaleza
del trabajo, del vínculo del trabajador con su tarea, con la tecnología y con
sus compañeros, estableciendo así una red particular de relaciones que
condiciona en forma activa su vida social y familiar” (Ibíd.: 77). En un sentido
estricto, las define como “el conjunto de propiedades que caracterizan la
situación del trabajo, que influyen en la prestación del mismo y que pueden
afectar la salud física y mental del trabajador y su conducta” (Ibíd.: 84). Dado
el grado de inmediatez–mediatez en que inciden ciertos factores sobre la
salud o bienestar del trabajador/a, la autora diferencia las condiciones de
trabajo del puesto y condiciones de trabajo del lugar. En el primer grupo
nuclea: ambiente físico (ruidos, iluminación, riesgos físicos, ambiente
térmico, etc.); ambiente psicosocial (criterios de control y supervisión,
comunicación, responsabilidad, entre otros) y organización y contenido del
trabajo (carga física, mental y distribución del tiempo de trabajo), aspectos
que actúan “sobre la salud del trabajador en sentido integral y que influyen
sobre las facultades intelectuales del sujeto” (Ibíd.: 85). En el segundo grupo
concentra: aspectos organizacionales (niveles de autoridad, supervisión y
control); condiciones infraestructurales (locales, tecnología y equipamiento
social) y aspectos asistenciales y sociales (servicios asistenciales y beneficios
sociales) que “inciden en el mantenimiento y desarrollo de las
potencialidades del sujeto y en la preservación y promoción de su bienestar
integral” (Ibíd.: 87). Bajo la consideración de que las condiciones y medio
ambiente de trabajo son resultado de un complejo juego de interacciones,
destacamos la advertencia de la autora mediante el cual “no jerarquizar el
complejo juego de factores que las conforman y determinan, en forma
directa, indirecta, interviniente, y de forma permanente o coyuntural” resulta

8 Resulta interesante la sintética compilación de definiciones que recupera Novick en el texto citado (Ibíd.:
83-84) en función de acercar su propuesta conceptual. Compartimos los principales autores relevados y lo
expresado por cada uno: Syropoulos, G.: “conjunto de factores que influyen sobre el bienestar físico y
mental de los trabajadores” / Mothe, D.: “el conjunto de relaciones que establece el hombre con su tarea”
/ Guelaud, F.: “el contenido del trabajo y las repercusiones que pueda haber sobre la salud y sobre la vida
personal y social de los asalariados (…) todo aquello que pueda poner en peligro la salud del asalariado, su
equilibrio fisiológico y nervioso” / Bartoli, M.: “conjunto de exigencias propias del puesto dentro de un
sistema productivo y que son definidos como factores de carga de trabajo” / Christol, J.: “las condiciones
de trabajo pueden ser consideradas como el resultado de la interacción entre los diversos elementos téc-
nicos, organizacionales, humanos (individuos y colectivos) del complejo sistema que constituye toda em-
presa, establecimiento o taller, elementos que están ellos mismos en relación con el contexto económico,
tecnológico, institucional, cultural y social, cuyos constituyentes están en interacción”.
28 Fiorella Cademartori

a su criterio peligroso “tanto desde la especificidad teórica del tema como por
la necesaria acción “reformista” en procura de mejores condiciones concretas
de trabajo”.
Por su parte y en última instancia, previo a la consideración de las
concepciones y definiciones que subyacen en los estudios específicos desde
el Trabajo Social, recuperamos el planteo de Alberto Bialakowsky, en tanto
realiza una clara imbricación entre las condiciones de trabajo y de vida, las
que plantea como aspectos inescindibles teórica y empíricamente. Así lo
manifiesta: “sin duda, el empleo y el salario conforman la misma unidad, pero
no están en primer lugar, ni debajo, sino en el mismo nivel, puesto que se
debaten con la misma necesidad central: la vida” (Ibíd.: 95). El autor remarca
el hecho que subyace al estudio de las condiciones de trabajo, y que resulta
no sólo la probabilidad de vida de los trabajadores según el trabajo que
realizan, sino la subsistencia de éste y su familia9. De esta manera, desarrolla
su lectura considerando: condiciones vitales y condiciones básicas de trabajo
(cada una referida a necesidades vitales y/o básicas de hombres y mujeres en
la producción y reproducción de sus vidas). Las primeras “representan el
punto de partida, el límite necesario sobre el cual se asienta el resto de las
condiciones posibles o imaginables por la práctica social del trabajo”; las
segundas, “constituyen la vía de autorrealización a través del trabajo; son los
requisitos necesarios (puede que no suficientes) sobre los cuales se asienta la
posibilidad de una vida de sentido pleno o individualizada de acuerdo con las
variadas capacidades y condiciones” (Ibíd.: 97).
Resumidamente resaltamos las siguientes premisas con las que
dialogaremos en adelante: la consideración del proceso de trabajo como
variable constitutiva de las condiciones y medio ambiente de trabajo; el
rechazo a darle un carácter unívoco a las condiciones laborales; y la íntima
imbricación entre condiciones de trabajo y condiciones de vida.
En la particularidad del Trabajo Social, la diferenciación entre una mirada
tradicional y una renovadora no tuvo expresión en términos de
investigaciones que se enmarcaran en una u otra perspectiva. De alguna
manera, considerando los contextos de surgimiento de los estudios, sea en la
etapa episódica sea en la etapa de despliegue e instalación, coinciden con la
ampliación de dimensiones y elementos a considerar que se promueve desde
la segunda mirada.

9 Reproducirse como fuerza de trabajo ampliada implica una forma de reproducción que mantenga o am-
plíe los atributos productivos y los de su prole (familia), en tanto futura fuerza de trabajo.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 29

Siguiendo la interpelación de Siede et al. (2008a) y siendo parte de las


intenciones en el estudio de la temática, se explicita a continuación un esbozo
de los elementos necesarios a contemplar para el análisis de condiciones
laborales así como la perspectiva teórica adoptada.

[...] estudios realizados y difundidos en los últimos años por colegas preocupados
por la temática, no siempre realizan una explicitación de la problematización
sobre la categoría condiciones de trabajo en términos analíticos; sí realizan una
descripción de algunos ejes que consideran constitutivos de estas condiciones
(salario, modalidad contractual, tipo de actividad desarrollada, agremiación/
sindicalización, entre otros) (Siede et al. 2008a: 5).

En primer lugar, se concibe el carácter histórico del concepto, por tanto,


ni unívoco ni estático. Resulta menester considerar las condiciones laborales
en movimiento, tanto por las alteraciones que generan los regímenes sociales
de acumulación como por el grado de organización de la clase trabajadora en
la disputa por la apropiación de lo producido (en sentido genérico). Las
determinaciones del trabajo asalariado en el marco de las relaciones sociales
capitalistas, deviene clave para estudios que busquen describir y explicar sus
características. Es decir, reconocer en el trabajo la previa ideación por la cual
mujeres y hombres ponen en movimiento sus facultades físicas y mentales
para la satisfacción de necesidades vía su fuerza (de trabajo) puesta en acto,
así como la venta de la misma como única forma de reproducción en el
capitalismo. Las condiciones laborales comprenden no sólo que un/a
trabajador/a pueda sostener en el tiempo la venta de su fuerza de trabajo
sino la forma y los medios en que ese sostenimiento acontece. Visto así, la
reproducción para continuar la venta de la fuerza de trabajo nos remite al
salario; y, el trabajo como puesta en acto -posibilidad potencial de
transformación- nos remite a los medios para que lo potencial sea
concretizado (instrumentos, herramientas, espacio físico) tanto como la
organización, disposición y gestión de la mencionada fuerza de trabajo por
parte de quien compra ésta. Este posicionamiento fue asimismo desplegado
en una investigación colectiva divulgada hacia 2008, donde se realza el
sentido teórico y práctico político de problematizar esta dimensión del
ejercicio profesional. En dicha publicación sostuvimos —retomando planteos
de Iamamoto (2001, 2003)— que:
30 Fiorella Cademartori

La importancia de pensar las condiciones laborales -que no son más que parte
de los medios de trabajo con los que cuentan los trabajadores sociales- reside
en que no son una condición más de la práctica, meros condicionantes
externos, sino el organizador de esa práctica en tanto integrada a un proceso
de trabajo y en este sentido van a delinear los límites de lo posible
(Cademartori, Campos y Seiffer, 2007: 38).

Las investigaciones acerca de las condiciones laborales en


Trabajo Social a nivel nacional (1988 – 2011)10

Por ser una temática de escaso o reciente estudio, relevar estudios sobre
condiciones laborales de TS realizados en Argentina, implicó una minuciosa
búsqueda que comprendió publicaciones de amplia distribución, asimismo
rastreo de textos de insuficiente circulación, proyectos de investigación en
curso, a la vez que contacto directo con equipos y autores/as que
contribuyeron socializando sus pesquisas, inclusive, bases de datos. Para el
análisis de los documentos compilados se consideró: contexto de producción
de los escritos (expresión de las repercusiones de los cambios societales en la
coyuntura y en la vida cotidiana); categorías analíticas contempladas
(evidencia el grado de alcance analítico de la problemática para sus
autores/as); cuadro de situación de las condiciones laborales y características
asumidas en cada muestra seleccionada (siendo éstos mayoritariamente
datos cuantitativos y estadísticos). La sistematización habilita a rearmar los
ribetes particulares que tomó el mercado laboral del Trabajo Social en el
período consignado. Intentando evitar equívocos metodológicos, se agrupan
los datos dada su connotación heurística, aunque vale resaltar que no pueden
tomarse más que como expresiones concretas en los años consignados y de
las provincias referidas. No se pretende, ni sería correcto, extrapolar sus
resultados ni realizar generalizaciones. En función de los contextos de
realización y publicación de los distintos estudios, se visualizan dos momentos
en la aparición de los mismos. En este sentido, acordamos con el planteo de
Cecilia Pérez quien sostiene que:

10 La siguiente compilación y relevamiento de estudios se realizó hasta finales del 2011, dado que fue el
recorte temporal escogido para la presente investigación doctoral. Advertimos que durante ese decenio la
proliferación de investigaciones, textos y escritos en la temática fue muy importante en todo el país.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 31

[…] el interés por la temática no es sólo atribuible a una mera inclinación o


interés del grupo, sino que es expresión también de un contexto de
reconfiguraciones del mundo del trabajo, de cambios en los procesos de
producción capitalista, demodificaciones en las políticas sociales, en el que la
inquietud sobre las condiciones de trabajo comienza a vislumbrarse al
interior del colectivo profesional ante el avance de la precarización y la
flexibilización laboral (Pérez, 2012: 78).

Encontramos un primer momento dado por la aparición episódica de


inquietudes y estudios en torno al tema entre finales de los ‘80 y principios
de los ‘0011, y un segundo momento dado por el despliegue e instalación de
la problemática en la agenda profesional del país a partir de mediados de los
200012. En relación al primer grupo, a continuación, se sintetizan los alcances
de las producciones y parte de sus conclusiones. En relación al segundo grupo,
se recuperan las categorías, estadísticas y valores obtenidos de cara a mapear
el cuadro de situación. Nuevamente advertimos que los resultados a los que
se arribaron en dichos estudios no resultan generalizables, más allá del
alcance cuantitativo de cada muestra en el marco del recorte temporal y
espacial realizado. Sin embargo, al devenir en únicas fuentes secundarias
halladas del período, su recuperación adquiere particular significancia.
El estudio más antiguo relevado resulta el de las autoras Martínez y
Palomas (1988) titulado “Trabajadores sociales: condiciones de vida y trabajo
en la República Argentina”. No se cuenta con los valores estadísticos allí
volcados, pero sí con las categorías y variables utilizadas. Se expresa una
concepción integral de la situación de las y los trabajadores en tanto liga y
relaciona el trabajo a las condiciones de vida. Sus indicadores resultan, por un
lado, la conformación de grupo familiar, la situación habitacional y el acceso
a bienes y servicios; por otro, el binomio salud–enfermedad, utilización de
servicios de las obras sociales, uso de licencias y presencia de accidentes de
trabajo. Respecto de lo estrictamente laboral, se indaga: nivel de ingreso,

11 Contiene las obras de Martínez y Palomas (1988); Krmpotic, Tonon, De La Fare y Allen (1997); Páez,
Álvarez y Taneda (1998) y Velurtas (2001).
12 Contiene las obras de Oliva, Gardey, Pérez y Pagliaro (2005b); Britos (2006); Cademartori y Seiffer
(2006); Cademartori, Campos y Seiffer (2007); Siede, López, Manteiga, Simonotto, Fuentes y Rivero, L.
(2006); Siede, Fuentes, Carlis, Grandoso, López, Manteiga, Otero, Riveiro, Simonotto y Staffieri (2008a,
2008b); Roca, Lombardo, Vengar, Orozco (2007); Roca, Ronzoni y Salas (2011); Dieringer y De Perini (2011);
Aab, Martínez, Martínez Rizzo, Pérez Arrúa, Rivero y Tortarolo (2011), Cademartori (2011). Asimismo exis-
ten numerosas tesis finales de grado y posgrado provenientes de distintas unidades académicas donde la
temática fue abordada. Su aparición representa un reflejo de los alcances, inquietudes e instalación de la
problemática tanto en los trayectos formativos como en los ámbitos de trabajo a nivel nacional.
32 Fiorella Cademartori

identificación institucional, condición de empleo, distribución del tiempo de


la jornada laboral, relación con horas de descanso, tareas de riesgo, seguridad
e higiene en el trabajo y carrera profesional. Y, por último, dato relevante
contemplando la condición eminentemente femenina de la profesión, indaga
aspectos de control ginecológico y trabajo doméstico ubicando a éste como
parte de la doble jornada laboral (Martínez y Palomas en Oliva, 2005b: 5).
En el caso de “La inserción de los trabajadores sociales en el mercado de
trabajo” de Krmpotic, Tonon, De la Fare y Allen (1997), nos detenemos en una
de las pocas obras que enuncian conceptualmente qué se entiende y qué
elementos contemplar respecto de las condiciones laborales. Las autoras
sostienen que “esta dimensión contribuye a la descripción del marco de
relaciones laborales que caracterizan un puesto de trabajo ubicándolo en el
plano de las contingencias y los microcontextos, tanto desde indicadores
objetivos como subjetivos” (1997: 15). Dichas condiciones son englobadas
como “situación laboral” donde se refieren a éstas, así como a condición de
actividad, situación de trabajo, categoría de ocupación y sector de actividad.
Puntualmente entienden que las condiciones contractuales, el nivel de
remuneración, la antigüedad laboral y profesional son constituyentes de las
condiciones de trabajo (Ibíd.: 17). Motivadas por las “profundas
transformaciones ocurridas en el seno del Estado Argentino”, las autoras se
preguntan por las condiciones del ejercicio profesional [en aquel contexto]
para así surcar las características de la demanda laboral. Concluyen que esta
porción específica del mercado laboral se enfrentó a la pérdida de dinamismo
en la creación de empleo (Ibíd.: 36) que si bien no continuó en ese período en
una política de “reducción masiva” del empleo público, sí implicó “la
disminución de los salarios pagados al sector” (Ibíd.: 40). Promediando la
década del ´90 ya comienzan a detectarse prácticas flexibilizadoras de la
mano de “cambios en la modalidad de contratación así como una mayor
inestabilidad y precariedad” (Ibíd.: 41). Asimismo las autoras asocian la
modalidad contractual a procesos de desjerarquización de las tareas
profesionales: “extrema pobreza en los diseños, ambigüedad y superposición
de objetivos complejos” (Ibíd.: 71). La lectura respecto de las
transformaciones ocurridas en el Estado son entendidas en términos de
“reconversión” más que de achicamiento o reducción (Ibíd.: 107).
En el caso de la obra de las autoras Paéz, Álvarez y Taneda, titulada
“Situación ocupacional de los profesionales de Servicio Social de la provincia
de Córdoba” (1998), el relevamiento se realizó hacia 1996 a un 17% del total
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 33

del universo matriculado en las dependencias del Colegio Profesional de dicha


provincia. La conceptualización respecto de qué se entiende por “situación
laboral” puede desprenderse de las categorías utilizadas: formas de acceso al
mercado de trabajo y al trabajo actual, tipo de contratación, duración y
control de la jornada laboral, salario, actividades habituales del ejercicio
profesional, obstáculos en la intervención, y actualización en formación y
capacitación. El clima de época se refleja en la denostación del gasto social
provincial y legitimación de recortes fiscales, la reducción de entre un 20% y
un 30% del salario de trabajadores provinciales por la Ley Emergencia
Económico – Financiera y Previsional N. 8.472 del año 1995. Esos datos son
reflejados por las autoras en la comparación de montos salariales de las y los
Trabajadores Sociales encuestados y el valor de la canasta familiar en ese
contexto.
El último de los escritos del calificado primer momento, se titula
“Repercusiones en el mercado de trabajo profesional a partir de las
transformaciones del Estado y sus políticas sociales” de Velurtas (2001).
Basado en el contexto de lo que acontece en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (el segundo distrito con mayor cantidad de matriculados del país) y a
partir del servicio de empleo de la Secretaría de Asuntos Profesionales del
Consejo de esa jurisdicción, Velurtas expone la orientación del accionar de los
organismos contratantes vía las solicitudes de vacantes en puestos laborales
(principalmente en dependencias públicas aunque también vinculadas al
ámbito privado). Así refiere “en todos los casos, fue requisito de contratación
explícito, la facturación de los servicios profesionales” manifestando como
argumentación desde los organismos “las características de la tarea, la
informalidad de la institución que contrata, la novedad del proyecto en que
se insertan, la imposibilidad de contar con partidas presupuestarias de este
tipo, etc.” (2001: 4). Se califican como “privatización de la reproducción
social” (Ibíd.: 7) a los cambios en la intervención social del Estado. Se resalta
que durante los ‘90 se inicia el desempeño de las TS en “forma
independiente” por la venta de servicios y prestaciones cuya facturación los
y las asimila a trabajadores autónomos. Esta situación apreciada por la autora
como “absolutamente novedosa, resulta indicativa de las transformaciones
ocurridas al interior del Estado y su correlato en las políticas sociales, ámbito
que tradicionalmente dio ocupación mayoritaria a los Trabajadores Sociales y
también, aunque a nuestro criterio secundariamente, por la flexibilización
34 Fiorella Cademartori

laboral de la que ha sido objeto el mercado de trabajo en su conjunto” (Ibíd.:


1).
La distancia temporal entre uno y otro momento, y, el aumento
exponencial en el caso del segundo invita a profundizar lecturas en torno a
las razones de dicha proliferación. De igual manera, detectar los ámbitos
desde donde se protagonizaron las iniciativas. Los organismos colegiados que
nuclean a profesionales del Trabajo Social13, al constituirse en receptores de
numerosas consultas y denuncias respecto de las situaciones vivenciadas en
la cotidianidad laboral, impulsaron estudios que describían las realidades
denunciadas. Cuentan en su haber con iniciativas de este tipo los
Colegios/Consejos (distritales o provinciales) de: Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Neuquén, La Plata y Buenos Aires 14. A modo
de muestra, desde el Colegio de Profesionales de Neuquén se describe el
cuadro de situación sosteniendo que: “el 80 % de las demandas que recibe
nuestra organización están relacionadas con denuncias sobre irregularidades
en las condiciones laborales de los colegiados” (Roca, Lombardo y Vidal, 2007:
8).

Armando el rompecabezas: aproximación a datos y


estadísticas en el país

A modo de facilitar y agilizar la lectura, presentamos un cuadro donde se


sintetizan las producciones pertenecientes a lo que calificamos como
momento de despliegue e instalación de las condiciones laborales en la
agenda del Trabajo Social en el país (sumamos dos estudios del periodo
episódico, el 1 y 2, por el valor heurístico de sus respectivas muestras). Cabe
reiterar que de un amplio número de informes de investigación, ponencias

13 En Argentina al igual que en numerosos países de la región, el ejercicio profesional del Trabajo Social se
encuentra regulado por Asociaciones, Consejos o Colegios Profesionales. Estas instituciones surgen a partir
de la década del ‘80 en el país y se encuentran normativamente regidas por leyes provinciales en cada
caso. Las mismas ven transferidas desde el Estado la potestad de control, supervisión, formación y segui-
miento de las funciones e incumbencias de graduadas/os de esta carrera. Razón por la cual, las y los pro-
fesionales deben registrarse y matricularse en la localidad o distrito donde refieran domicilio. La matrícula
resulta habilitante para el ejercicio, en caso de no inscripción y/o desactualización en la renovación anual,
se incurre en ejercicio ilegal de la práctica profesional.
14 Resultan los estudios y ensayos a los que efectivamente tuvimos acceso en el rastreo bibliográfico. Sin
embargo, no podemos asegurar que otras asociaciones profesionales del país no hayan avanzado en in-
vestigaciones en la temática hasta finales de 2011.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 35

presentadas en jornadas y libros temáticos publicados, se contemplan sólo


aquellas producciones que realizaron una aproximación empírica mediada
por un instrumento (sea este encuesta, cuestionario o entrevista), lo que nos
permite considerar las categorías utilizadas y las estadísticas allí vertidas.
Aun pareciendo una obviedad, subrayamos que los escritos del
compendio seleccionado representan tanto diversos posicionamientos
teórico – metodológicos, como objetivos, alcances muestrales y unidades de
análisis. Si bien no se pretende lograr una evolución y/o caracterización
comparativa, consideramos un aporte significativo la sistematización,
socialización y lectura analítica de los datos (escasos pero existentes) para
puntualizar cómo vienen manifestándose las relaciones laborales hacia el
interior del conjunto profesional y, por tanto, la expresión concreta en sus
condiciones laborales, aún con las limitaciones metodológicas esgrimidas.
La composición del compendio abarca estudios a nivel municipal,
provincial y nacional. Los estudios municipales se refieren a las localidades de
La Matanza, Tandil, Ciudad de La Plata y Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Aquellos referidos a las provincias, contemplan el noreste del país: Santa Fe y
Misiones; centro: Buenos Aires y Córdoba; sur: Neuquén. El estudio a nivel
nacional, si bien con gran incidencia de Ciudad, Provincia y Gran Buenos Aires,
contempla en un 35,7% a profesionales del interior del país sobre una base
de poco menos de 300 profesionales de un total de casi 22.000 según la
Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social (FAUATS)
para el año 2006 (Cademartori et al. 2007: 26). Es ciertamente visible el
impulso dado por asociaciones profesionales: cinco han sido impulsados
desde allí, dos en articulación colegios profesionales–ámbito académico y
cuatro promovidos únicamente desde el ámbito académico–universitario.
38 Fiorella Cademartori

La profunda alteración en las relaciones laborales, interpela e invita a la


producción de conocimiento. En este sentido, Mirta Rivero 15 (2012: 8) refiere:
“revisar las condiciones laborales y los dispositivos institucionales donde
ejercemos nuestra profesión, [es necesario] para desmontar las buenas
intenciones, el voluntarismo ingenuo, para “ponernos al tanto” de las
contradicciones que componen el ensamble de un profesional asalariado”.
Recuperar los objetivos perseguidos en algunos de los ejemplos
compilados, permite condensar el espíritu que acompaña el surgimiento y
difusión de éstos. Desde el estudio de la ciudad de Misiones, se destaca “la
búsqueda epistémica de analizar la situación laboral en el marco de la
implementación de la política social y como espacio de inserción profesional”
(Dieringer y De Pierini, 2011). Por su parte, el colectivo de La Plata esboza
“aportar insumos en esta temática para aproximar a un diagnóstico de la
situación ocupacional” para así “pensar nuevas líneas de discusión y análisis
que favorezcan el ejercicio y cualificación profesional a partir de conocer:
forma de contratación laboral, ámbitos y dificultades laborales” (Aab, et al.
2011).
En la mayoría de los escritos analizados, se muestra la ausencia de
definiciones o aproximaciones sobre lo que se entiende por condiciones
laborales y por tanto, los elementos a indagar. Más que problematizar sobre
la categoría en términos analíticos, se avanza en descripciones de ejes
preestipulados. Podría sostenerse que escapan a esto los textos codificados
bajos los números 1 y 5. En relación al primero, realizamos una referencia en
párrafos anteriores, y, en relación al estudio 5 de Nora Britos (2006: 162) se
alude como elementos estructurantes de las condiciones de trabajo “los tipos
de vinculación laboral, ingresos salariales, las actividades realizadas en tanto
contenidos de la relación social de servicio”. En la investigación colectiva de
la que fui parte, se abordan las condiciones laborales como todos aquellos
medios de trabajo integrantes a su vez de los múltiples procesos de trabajo
(Cademartori, Op. cit.).
A continuación, se presentan el conjunto de categorías e indicadores que,
con menor o mayor grado de incidencia, constituyen y conforman las
condiciones laborales de las y los TS 16:

15 Presidenta del Colegio Profesional de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires durante la
gestión 2010 – 2013.
16 Se infiere que las categorías que dan cuerpo a las herramientas de recolección de datos indican lo que
para las autoras constituyen las condiciones laborales.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 39

- Condiciones de vida del/ de la trabajador/a: conformación del grupo


familiar; Situación habitacional; Acceso a bienes y servicios; Trabajo
doméstico; Salud y enfermedad.
- Condiciones y medio ambiente de trabajo: forma de acceso al
mercado de trabajo y forma de acceso al empleo actual; Entidad empleadora
y origen jurisdiccional (nacional, provincial, municipal); Tipo y/o modalidad de
contratación; Salario (básico, neto y bruto): participación del mismo en el
ingreso del hogar y respecto de la canasta básica de alimentos; Organización
del trabajo: área de intervención, tipo de abordaje y actividades
desarrolladas, formación, capacitación, calificación y su relación con la toma
de decisiones; Tiempo de jornada laboral: extensión, pago de horas extras;
Derechos laborales: licencias, antigüedad, aportes jubilatorios, vacaciones
pagas, aportes patronales; Carrera profesional: contemplación de ascensos,
jerarquías, antigüedad; Medios y herramienta de trabajo: recursos
disponibles; Medio ambiente de trabajo: características del espacio
ocupacional; Reclamos, reivindicaciones, riesgos y/o padecimientos;
Matriculación al Colegio o Asociación Profesional; Afiliación gremial - sindical.
En adelante, se profundiza el análisis recuperando datos y valores de los
estudios detallados en la Tabla 1 considerando características de organismos
empleadores, modalidades contractuales, salarios, constitución de procesos
de trabajo, espacios organizativos y estrategias de las trabajadoras frente a la
precarización laboral.

Los organismos empleadores


Del total de TS encuestadas, entre un 70 y un 95% trabaja en relación de
dependencia con el Estado (órbita municipal, provincial y nacional). Si
contemplamos sólo la década del 2000 en adelante, la oscilación se ve
comprimida entre el 82,5% y 95%. La gestión privada en la implementación
de las más variadas políticas sociales, refleja un notable descenso.
La información relevada habilita a la caracterización del Estado como
principal agente empleador de las y los TS en Argentina. Se reafirma la
histórica e inherente vinculación de la profesión con la estructura
administrativa estatal.
40 Fiorella Cademartori

Las modalidades contractuales


Las características contractuales de los puestos de trabajo generados, así
como la alteración de las modalidades de los ya existentes, demarcan el tipo
de estructura que tendió a consolidarse en el período abarcado por los
estudios.
La presencia de numerosas figuras contractuales: desde planta
permanente pasando por transitoria, política y de emergencia a contratos de
locación de servicios, obra u eventuales, incluyéndose becas y pasantías,
visibiliza no solo heterogeneidad en la contratación sino en la accesibilidad a
derechos laborales así como montos salariales que emanan de cada una de
éstas figuras.

Gráfico 1: Modalidad de contratación de TS en estudios seleccionados (en


porcentaje)17
100
44%
90
32% 41%
80 48%
54,6% 50,5%
70 61% 60,4%

60 80%
58,5%
50 98%
68%
40 56% 59%
30 52% 45,4%
20 39% 39,6% 49,5%
41,5% 20%
10
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
Contratación no
61 32 60,4 98 48 58,5 54,6 44 80 41 50,5
permanente
Contratación permanente 39 68 39,6 2 52 41,5 45,4 56 20 59 49,5
Elaboración propia. Fuente: Obras citadas

De la totalidad de las producciones que conforman el mapeo,


encontramos que la tasa de contratación permanente más alta pertenece al
estudio 2 de la provincia de Córdoba con un 68% para el año 1996. Se

17 La numeración de los estudios referidos en este gráfico corresponden con los códigos asignados en la
Tabla 1.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 41

presume que las contrarreformas estatales 18 en materia de legislación


laboral ya se encontraban en marcha, aunque no totalmente desplegadas
para aquel año, observándose un porcentaje de inestabilidad rondando el
32%. La situación más crítica, pero que no acompaña la oscilación que arrojan
las estadísticas, se ubica en el estudio 4 de la ciudad de Santa Fe con un 98%
de inestabilidad en el cargo. No se registran datos sobre el año de ingreso al
puesto de trabajo que permita descomponer el mismo. Se estima que la
participación en la encuesta tiene predominantemente a recién graduadas,
en un año cuyo contexto marca altos índices de desocupación y
subocupación en el país. Similar análisis se realiza del estudio 9 de la
provincia de Misiones, con 80% de contrataciones no permanentes: se
puntualiza allí que las TS encuestadas egresaron entre los años 2003–2008,
por tanto, su ingreso al mercado laboral se infiere en el mismo período.
En relación a las investigaciones con mayores niveles de
representatividad dado sus tamaños muestrales, encontramos el estudio 5
de la provincia de Córdoba: el 48% expresa contar con empleo no
permanente. Para el caso de la provincia de Neuquén, estudio 8, el 44%
reviste la misma condición. No podríamos afirmar, según los registros
relevados y dadas las variaciones muestrales, la presencia de una evolución
progresiva y sostenida de los índices de contratación no permanente. Sin
embargo, sí es posible concluir que a partir de mediados de la década del ‘90
y durante la década del 2000, crece abruptamente la proporción de
contrataciones bajo modalidad inestable por parte de organismos estatales.
La hipótesis de que aquellas trabajadoras que se encuentran con
contrataciones permanentes son egresadas anteriores a la década del 2000
y que ingresaron al Estado previo al proceso de contrarreformas, es
corroborada por el cruce de datos realizados por el estudio 6 (de alcance
nacional). Allí se visualiza que, mientras para aquellas TS egresadas entre los
años 1960 - 1979 las formas de contratación no permanentes se ubican en el
11,8%, para las egresadas de cohorte 2000 - 2005 están ubicadas en el 81,2%.
Esto significa que la situación de inestabilidad para este último grupo es casi
7 veces mayor que la inestabilidad para el primero (Cademartori et al. 71–
72).
Resulta válido vincular este análisis con el gráfico N. 2 (en capítulo 3 de
esta publicación) que muestra la evolución de trabajadoras bajo modalidad
permanente/transitoria/contratación del Ministerio de Desarrollo Social de

18 Ver desarrollo en capítulo 3 de esta publicación.


42 Fiorella Cademartori

la Nación. Siendo las TS asalariadas estatales en su gran mayoría, y


reconociendo la existencia de un ministerio que históricamente los nuclea,
resulta pertinente observar la dinámica allí adquirida. Inclusive porque las
pautas de comportamiento y gestión de nación, son plausibles de ser
replicadas en provincias y/o municipios. Se percibe a lo largo de una década,
entre 2001 y 2011, un alto crecimiento en la incorporación de personal cuyo
vínculo laboral está signado por la inestabilidad. Dicho crecimiento
representó pasar de menos de un/a trabajador/a contratado/a cada 100
trabajadores en el año 2001; para pasar a 80 de cada 100 trabajadores del
ministerio bajo modalidad de contratación no permanente.

Los salarios percibidos


En la totalidad de los estudios seleccionados la variable salario es incluida
en los instrumentos de recolección de datos. Por tanto, el aspecto vinculado
a la remuneración e ingreso que perciben las TS por las tareas realizadas
resulta indisociable de las condiciones laborales. El periodo que engloba los
relevamientos de datos en las producciones seleccionadas, resultó para el
país un período de recomposición salarial generalizada combinado con alza
inflacionaria lo que refleja montos con alta variabilidad año a año. Esto torna
dificultosa la tarea de análisis de los valores esgrimidos, puesto que es
preciso contar con ciertas precisiones tales como el criterio de definición de
los indicadores, fecha puntual del registro de datos e ingresos salariales
exactos para evaluar poder adquisitivo del mismo y/o habilitar estimaciones
con índices de referencia comparables. En función de un análisis
aproximativo que evite extrapolaciones erróneas, se tomarán por separado
los datos volcados en cada caso recuperando solamente aquellos que
además del monto salarial aluden otro tipo de referencia con otros índices
estadísticos que habilitan un encuadre contextual.
El estudio 2 de la provincia de Córdoba brinda un claro panorama de la
orientación de las políticas derivadas de los procesos de contrarreformas
estatales de los ‘90. A partir de la Ley de Emergencia Económica y Social entre
los años 1995 y 1996 se detecta una reducción salarial en la administración
pública con porcentajes que alcanzan el 20 y 30 %. Así, contemplando el valor
de la Canasta Básica Total (CBT) para el año 1996, las autoras aluden que el
69% de las TS se encuentra por debajo de la misma. A su vez, se connota aquí
que para el 28% del total de encuestadas su salario es el único ingreso del
hogar.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 43

En el ensayo proveniente de Tandil (4) cuyos datos referidos pertenecen


a TS empleadas en la órbita municipal, se afirma que el 76% de los cargos
presenta ingresos tan bajos que coloca a sus trabajadoras por debajo de la
Línea de Indigencia y de Pobreza. Sólo el 9% cuenta con ingresos que las
habilita al acceso a la Canasta Básica Total (CBT), establecida por organismos
privados y sindicales para entonces.
El estudio 6, que contempla en su muestra a TS de todo el país, sostiene
que para el año 2005 sólo el 9,1% percibe salarios por encima de este monto.
Teniendo en cuenta la CBT del INDEC, el 35,2% de los salarios se ubica por
debajo de la canasta.
En el caso de Neuquén, estudio que implicó un censo a las profesionales
matriculadas y contemplando la CBT el 24% de las profesionales se
encontraba por debajo de ésta y en igual porcentaje por arriba de la misma.
La mayoría de quienes tienen un salario por encima de la CBT, con ingresos
que apenas la superan.
Por último, haremos mención al estudio proveniente de Misiones (9)
donde se afirma que el 50% de las TS participantes del estudio supera la
canasta básica de alimentos (CBA) pero aclara que resultan trabajadoras
pluriempleadas. Contando con un gran número de hogares unipersonales, se
sostiene que sólo el 17% supera dicha canasta antes referenciada con sus
salarios.
Aun sin poder referir escenarios evolutivos en una línea de tiempo, un
mapeo general o conclusiones aproximativas referentes a los niveles
salariales -por las razones antes esgrimidas-, consideramos que no resultan
totalmente desestimables los datos presentados en tanto fotografías de
situación. Se evidencia como denominador común los porcentajes
sumamente bajos en relación comparativa con los valores de la CBT (sea el
valor de organismos oficiales u otras instituciones públicas).

Los impactos en la constitución de los procesos de trabajo


La dimensión que contempla obstáculos y dificultades, vinculada a su vez
a la disponibilidad de recursos en los espacios laborales, resulta el aspecto de
mayor heterogeneidad en términos de ítems incorporados en los estudios
relevados. El análisis de las categorías incluidas resulta expresión de las
principales necesidades y demandas percibidas por el colectivo profesional
para la constitución de los respectivos procesos de trabajo. Las categorías
halladas resultan susceptibles de enmarcarse en dos grandes grupos: aquellas
44 Fiorella Cademartori

vinculadas a aspectos objetivos, principalmente los medios de trabajo que


ofician de puente entre la voluntad de acción de transformación del objeto
de trabajo y la transformación misma; y aquellas referidas a los aspectos
subjetivos contenidas en la subjetividad individual de quien trabaja, el
elemento vivo del proceso. Esta subjetividad individual, a la vez, construye e
impacta en subjetividades colectivas.
En el primer grupo, calificadas como obstáculos, ubicamos: ingresos
salariales bajos (escasas oportunidades de movilidad ascendente);
inestabilidad laboral; falta de recursos y material de trabajo (materiales
tecnológicos y otros insumos); inadecuadas condiciones edilicias: falta de
ventilación, mobiliario, calefacción, problemas eléctricos y de humedad; falta
de lugar de trabajo; escasa información sobre recursos existentes; inexistente
financiamiento para desarrollo de proyectos institucionales y falta de
asesoramiento legal. En el segundo grupo ubicamos impedimentos hacia las
trabajadoras que en tanto elemento vivo de los procesos repercuten en su
utilización y reproducción como fuerza de trabajo: falta de oportunidades de
formación; escasas oportunidades para trabajar en equipo; falta de instancias
de participación en decisiones y/o escasa autonomía para decidir; sobrecarga
de tareas y alta demanda de trabajo para el volumen de personal;
organización del trabajo inadecuada para cumplir con la actividad laboral;
decisiones políticas en la orientación de las políticas sociales y por último, la
incidencia del conjunto de factores en la salud 19.
Como parte del conjunto de trabajadoras/es afectadas/os por las
tendencias flexibilizadoras y precarizantes de la dinámica laboral producto del
cambiante patrón de acumulación desde la década del ‘70, observamos en el
sector un accionar recurrente en torno a: búsqueda de otros empleos,
rotación laboral y pluriempleo. Entre los estudios y ensayos compilados, se
pudo detectar porcentajes entre un 27% y 47% de TS con más de un empleo.
Con un valor promedio podríamos considerar que cuatro de cada diez
profesionales tiene dos o más empleos. Expresión de la magnitud de esta
situación resulta la inclusión de este ítem en la totalidad de estudios
seleccionados. La obra de Britos (2006) avanza en su estudio indagando los
motivos de la doble y/o triple ocupación y refiere como respuesta de las
entrevistadas a “condiciones de precarización laboral, temor a la pérdida del
empleo y bajos sueldos” (2006: 163).

19 Algunos de los “padecimientos laborales” referidos: síndrome de burn out, mobbing (hostigamiento
psicológico), maltrato institucional – laboral, stress.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 45

Bajo este marco, no resulta llamativo que la rotación laboral y la búsqueda


de otros empleos se reflejen asimismo en altos porcentajes. Las profesionales
migran hacia otros espacios y oportunidades laborales debido a que
presentan contrataciones no permanentes, ante ofertas salariales más altas
o proyección de estabilidad. En este sentido, el estudio proveniente de
Neuquén (2007: 2) concluye “esta precarización laboral, expulsa
permanentemente a los/as profesionales perjudicando directamente a la
población atendida, puesto que implica una rotación de personal que impide
el sostenimiento del vínculo establecido y cuando se logra una capacitación
acorde a las necesidades del servicio se migra por mejores condiciones
laborales”20.

Los espacios organizativos del colectivo profesional


Respecto de las instituciones colectivas de potencial organización,
entendiendo por éstas tanto a organizaciones sindicales como a asociaciones
profesionales, se realizan dos observaciones. La primera, en alusión a la
supuesta yuxtaposición derivada de la coexistencia de ambas, y, la segunda
en relación a la proporción de estudios dentro del mapeo nacional que
interrogan acerca de la afiliación gremial–sindical. Vinculada a la primera, se
resalta el componente de obligatoriedad que se deriva de la matriculación
profesional. Como ya se mencionara, estas asociaciones ven delegado desde
el Estado vía diversas legislaciones la potestad de regulación y control del
ejercicio de las y los profesionales bajo su órbita. Los sindicatos, por su parte,
resultan la forma generalizada de organización económica–corporativa de
trabajadora/es vinculadas/os a un mismo oficio, sector o rama. Asociados
históricamente bajo la solidaridad que implica la defensa, pelea y conquista
colectiva de condiciones laborales favorables al conjunto, se constituye sobre
la base de libre afiliación. Diferenciado el componente de obligatoriedad
entre ambas, resta subrayar la competencia de cada organización en la
defensa de las condiciones laborales. No hay objeción alguna respecto de la
institución facultada para la negociación con quien oficia de empleador 21. Sin
embargo, no resulta tarea ajena a los colegios profesionales en el rol de
garante del pleno ejercicio profesional, las acciones necesarias para el

20 Documento de trabajo. Comisión Directiva del Colegio Profesional de Neuquén: Acta Nº 298 de agosto
de 2005.
21 Al respecto consultar Ley N. 23.551 de Asociaciones Sindicales.
46 Fiorella Cademartori

cumplimiento de dicho papel22. Residen aquí ciertas “yuxtaposiciones e


incompatibilidades” entre ambas instancias organizativas. En relación a la
segunda alusión (incorporación de interrogantes respecto de la afiliación
sindical–gremial) se advierte la baja inclusión en los instrumentos de
recolección de datos de preguntas referidas al aspecto organizativo–
reivindicativo como parte de la vida laboral. En cierta medida, para la mayoría
de las autoras, es desestimado como aspecto constituyente de las
condiciones laborales. Un posible factor explicativo de tal desestimación,
puede encontrarse en el debate respecto de la condición asalariada de las TS
y la ilusión de “profesional libre”23.
De allí se deriva que, en todos los estudios, los porcentajes de
matriculación de las profesionales superan el 90%. La vinculación gremial–
sindical, en cambio, no supera el 40%: de un mínimo de 26% del estudio 4 de
Santa Fe a un 37% del estudio 5 de Tandil, incluyendo los similares índices
arrojados por estudio 8 de Neuquén con el 36% y el 6 de alcance nacional con
el 33%.

Conclusiones parciales

La sistematización de estudios y ensayos sobre las condiciones laborales


al interior del Trabajo Social, demuestra los esfuerzos epistemológicos del
colectivo profesional por dar cuenta de los cambios y alteraciones en las
propias relaciones laborales, evitando trasladar automáticamente cuadros de
situación de la clase obrera en general al particular de dicho colectivo. Vale
aclarar que estos esfuerzos, impulsados desde grupos de investigación
independientes, asociaciones profesionales y desde el ámbito académico,
responden a distintos posicionamientos teórico-políticos y corrientes de

22 En la última década en el país se han desarrollado numerosas experiencias de articulación entre asocia-
ciones sindicales y colegios profesionales para la defensa de las condiciones laborales. Los colegios profe-
sionales de Neuquén y Buenos Aires resultan importantes precursores. Al respecto consultar Siede (comp.)
(2012).
23 Para ampliación de este debate se sugiere a Martinelli, M. L. (1997): Servicio Social: Identidad y Aliena-
ción, Ed. Cortez, Sao Pablo y el artículo de propia autoría “Reconstruir la historia: acerca de la ¿ausencia?
en el reconocimiento de clase de los trabajadores sociales” en Plaza Pública: Revista de Trabajo Social, Año
IV, N. 5, Julio de 2011 de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNICEN. Disponible en: http://plazapu-
blica.fch.unicen.edu.ar/docs/nro5/cademartori.pdf
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 47

pensamiento24. Lo que resulta un común denominador es haber logrado


instalar a las condiciones laborales como aspecto determinante vinculado al
ejercicio profesional en los debates del Trabajo Social en el país.
Las expresiones de vacíos, insuficiencias y desconocimiento de estudios
referentes en el tema planteados en escritos del 2005 y 2006 25, han sido
ciertamente superadas; no solo por lo aquí presentado sino por la importante
cantidad de investigaciones promovidas y materiales generados y difundidos
desde 2011 hasta el presente. A la vez, por la regular presencia que viene
teniendo la temática en foros, encuentros y jornadas de Trabajo Social
(organizados desde los ámbitos de formación y los del Colegiación, como por
las Federaciones representativas)26.
En el tránsito entre el momento de aparición episódica y el momento de
despliegue e instalación en la agenda profesional, subyace la premisa
marxiana de que la participación de la clase obrera en la defensa de sus
condiciones de trabajo resulta puntapié para el estudio y análisis de las
mismas. Esto se evidencia en aquellas iniciativas que buscaban diagnosticar
la situación a partir de consultas, denuncias y demandas realizadas por TS en
las asociaciones profesionales. De igual forma, las investigaciones
estimuladas desde la academia que tenían a TS en contacto directo con el
deterioro de la dinámica del mercado laboral; y que a la vez, eran parte del
enorme colectivo de trabajadores estatales que vivió y resistió las ofensivas
neoliberales en su década de apogeo, los ‘90, y sus trazos de continuidad a
partir de la década siguiente.
El rompecabezas armado sobre la base de los once estudios seleccionados
(cuyas matrices de datos se construyeron entre 1995 y 2011 provenientes de
TS empleadas tanto en la administración nacional, provincial y municipal)
dieron cuenta de un mercado laboral cuyas características resultaron: a) la
primacía y protagonismo -casi total- del Estado como organismo empleador;
b) la proliferación de un amplio abanico de modalidades contractuales; c)
altos porcentajes de profesionales cuyos salarios no alcanzaban o apenas
superaban los montos de la CBT; d) cierto desdibujamiento de las
asociaciones gremiales–sindicales como órganos de defensa colectiva de

24 Tal diversidad se expresó en los objetivos que se planteaban, en las lecturas de la información obtenida
y los análisis que se desprendían de éstas, así como en la intencionalidad política al realizarlos. Tales análisis
no fueron incluidos cabalmente dado que excede los objetivos de este apartado.
25 Ver referencias y citas en la introducción de este capítulo.
26 Nos referimos a la Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social (FAUATS) y a la
Federación Argentina de Asociaciones Profesionales en Servicio Social (FAAPSS).
48 Fiorella Cademartori

derechos; e) la rotación laboral y la búsqueda de otros empleos como


estrategias frente a empleos precarios.
Luego del recorrido que se realiza en este capítulo, resulta válido
recuperar qué se entiende por condiciones laborales: comprende que
trabajadores/as sostengan la venta de su fuerza de trabajo en el tiempo,
asimismo las formas y los medios en que ese sostenimiento acontece. La
reproducción nos remite al salario y el trabajo, como puesta en acto -
posibilidad potencial de transformación-, nos remite a los medios para que lo
potencial sea concretizado (instrumentos, herramientas, espacio físico, etc.)
tanto como la organización, disposición y gestión de la mencionada fuerza de
trabajo por parte de quien la compra. Dichas condiciones, parte de los medios
de trabajo, resultan el elemento organizador de la práctica profesional -no
una condición más, circunstancial, aleatoria o externa-, a su vez, integrantes
de un singular proceso de trabajo, sea limitándolo sea potenciándolo 27. De
esta manera, las condiciones laborales se conciben necesariamente en su
carácter histórico (en movimiento) tanto por las alteraciones que generan los
regímenes sociales de acumulación como por el grado de organización de la
clase trabajadora en la disputa por la apropiación de lo producido.
Contemplar las determinaciones del trabajo asalariado en el marco de la
sociabilidad capitalista deviene clave para estudios que busquen describir y
explicar sus características.

27 Esta última referencia es recuperada de Cademartori, Campos, Seiffer (2007).


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 49

Capítulo 2

Limitaciones y potencialidades del ejercicio profesional de


las Trabajadoras Sociales: su análisis bajo la categoría
procesos de trabajo

En la bibliografía especializada respecto de los fundamentos del Trabajo


Social, la relación constitutiva y mutua imbricación con el Estado presenta
absoluto predominio. En todo caso, los debates radican en la multiplicidad de
formas (históricas y presentes) en que se manifiesta esa dependencia. Sin
embargo, las características que brotan de la relación de mercantilización (la
compra–venta de la fuerza de trabajo) han sido bastante menos estudiadas si
comparamos los temas mayoritariamente investigados desde la profesión.
Asimismo al analizar estudios vinculados al mercado de trabajo, dinámica y
relaciones laborales -generalmente abordados desde otras disciplinas-, existe
una llamativa disparidad en cuanto a cantidad, tipos de estudio, alcances,
diversidad temática, recortes temporales y espaciales cuando se trata de
estudios con foco en trabajadores del sector privado respecto –o en
desmedro- de aquellas/os del sector público.
Para nuestro objeto de estudio, desplegamos aquellas mediaciones 28 que
reflejan las funciones específicas del Estado para con el sector de
trabajadores/as bajo su órbita, y en particular, hacia las TS que –reiteramos-
históricamente encontraron al Estado como su mayor empleador, resultado

28 Resulta pertinente recuperar la elaboración realizada por Gyorgy Lukács (2004; 2009) respecto del es-
tudio de la realidad a partir del trinomio categorial: singular, universal, particular. Oficia este trinomio
como proposición metodológica, directriz heurística y/o principio epistemológico. Permite la aprehensión
de las determinaciones y el interjuego que realizan las mediaciones. En la esfera de la universalidad, se
encuentran las grandes determinaciones y leyes de las tendencias en un complejo social dado. Leyes y
determinaciones que, en la esfera de la singularidad, quedan ocultas por la dinámica de los hechos (inme-
diatismo/ factualidad). En esta esfera, cada hecho parece explicarse a sí mismo, obedeciendo a una casua-
lidad caótica. En la dialéctica entre lo universal y lo singular, se encuentra la llave para desvendar el cono-
cimiento del modo de ser del ser social. Lukács caracteriza la particularidad como campo de mediaciones.
Es en ese campo de mediaciones que los hechos singulares se vitalizan con las grandes leyes tendenciales
de la universalidad y dialécticamente las leyes universales se saturan de realidad. La captura que hace la
razón de los sistemas de mediaciones, ocultos bajo los hechos sociales, permite a través de aproximaciones
sucesivas, ir negando la factualidad/inmediaticidad y develar las fuerzas y procesos que determinan la gé-
nesis (nacimiento) y, el modo de ser (funcionamiento) de los complejos y fenómenos que existen en una
determinada sociedad.
50 Fiorella Cademartori

de la constitución originaria de esta profesión como brazo ejecutor de las


políticas sociales (Grassi, 1989; Netto, 1992; Montaño, 2000).
En adelante, la lectura del ejercicio profesional se hará a partir de las
categorías trabajo y procesos de trabajo, lo que refuerza la ruptura con el
carácter voluntarista que interpeló, y aún lo hace, a las tareas realizadas por
este colectivo de trabajadoras. De esta forma, se busca “contribuir al
reconocimiento de los límites del ejercicio profesional, así como sus
posibilidades/potencialidades en el juego contradictorio de fuerzas que
figuran en la sociedad capitalista” 29 (Souza Araújo, 2008: 17).
Marilda Villela Iamamoto sostiene la existencia del predominio en el
reconocimiento de las TS como trabajadoras asalariadas y, en cuanto tales,
viviendo una situación con rasgos comunes a todos los demás asalariados
(Iamamoto, 1979; 1982; 2001) pero que no resultan directamente
trasladables. Dicho predominio requiere, en la especificidad de nuestro país,
la presentación de ciertos matices que dan como resultado, aún hoy, vacíos
epistemológicos respecto de la mencionada determinación 30. Siede et. al
(2006) lo manifiestan cuando sostienen que la condición de trabajadora de
las profesionales de trabajo social es un elemento de análisis que aparece
“recientemente” en los debates de la categoría, afirmando a su vez que “aún
en los procesos de mayor politización del debate profesional en el marco de
la Reconceptualización, el reconocimiento de la condición de trabajadores
asalariados fue tratada en forma muy lateral y episódica” (Ibíd.: 7).
Retomando el planteo de Iamamoto, nos convoca un aspecto aludido
dentro de esta determinación que no logró mayores estudios: la calificación
de las TS como trabajadoras improductivas31. Compartimos junto con la
autora que resulta la llave para explicar las particularidades de quienes
vendiendo su fuerza de trabajo para el Estado no participan directamente del
proceso de valorización del capital. En adelante, se profundizan en

29 Traducción propia. Las cursivas pertenecen al texto original.


30 En Argentina el debate e incluso todo lo que respecta a la formación académica para el reconocimiento
de la condición asalariada de las/os TS, no reviste total acuerdo y, por tanto, no se refleja con los niveles
de profundización necesarios en los contenidos curriculares de las diversas unidades académicas del país.
Podría afirmarse que la amplia mayoría de las obras y autores locales que han encaminado sus análisis y
lecturas respecto de las determinaciones profesionales en la clave antes citada (Grassi, 1989; Parra, 2001;
Oliva, 2005a y 2007b; Siede, 2006 y 2012) han retomado obras de autores de Brasil, especialmente los
pioneros Marilda Iamamoto y José Paulo Netto. Los mismos hicieron escuela a partir de sus lecturas recu-
perando las obras originales de Marx y una importante búsqueda, estudio y análisis de parte de la tradición
marxista que le sucedió a ésta.
31 Iamamoto recupera la categoría trabajo productivo/improductivo y su despliegue analítico de las obras
marxianas.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 51

consonancia con la propuesta de Iamamoto (2009), las implicancias del


trabajo de las TS en el circuito de valor, esto es, de la producción y distribución
del valor y de la plusvalía a través de los fondos públicos.
Se entiende que la profesionalización de las TS se liga a la creciente
intervención del Estado capitalista en los procesos de regulación y
reproducción social por medio de las políticas sociales públicas (Raichelis,
2009), ubicándose “en el centro mismo del proceso de constitución de la
forma mercancía de la fuerza de trabajo” (Danani, 2004: 13). La finalidad
objetiva resulta la legitimación de las necesidades que el capital exige al
trabajo y el control social para la continuidad de su sistema de dominación
(Grassi, 1989; 2006), por tanto, las profesionales que actúan en el área social
y desarrollan sus actividades en la esfera pública, poseen una doble inserción
en este contexto. A saber, primero, porque se insertan como trabajadoras
asalariadas que venden su fuerza de trabajo; segundo, porque actúan entre
las variaciones de la demanda y la posibilidad —bajo diversas formas— para
dar respuestas a dichas demandas desde las mencionadas políticas sociales
(Prédes Trindade, et. al 2007).
Al estudiar a profesionales vinculadas al diseño y/o implementación de
políticas sociales, resulta ineludible entonces recuperar la concepción de
Estado que atraviesa el análisis. No sólo por la imbricación de la institución
estatal con las profesionales bajo estudio sino principalmente por las
funciones que mediatizan dicha imbricación. Al respecto, abonamos lo
planteado por Thwaites Rey:

Cada concepción teórica del Estado implica una forma de interpretar a la


sociedad y al poder político que no es una mera descripción de lo “real”,
supone valoraciones que recortan y pueden influir (en mayor o menor
medida) en la realidad que pretende elucidar (Thwaites Rey, 2005: 13).

El Estado: de la relación social general a la atención de las


manifestaciones de la cuestión social

La potestad de intervención, acción y/u omisión concentrada en el Estado,


en tanto forma política en el escenario conflictivo y contradictorio del
antagonismo de clases, nos conduce a los siguientes interrogantes:
¿Representa un “lugar diferenciado” frente al antagonismo de clases? ¿Es
52 Fiorella Cademartori

factible la lectura de “posiciones equidistantes” frente a quienes encarnan tal


o cual lugar en la relación antagónica? ¿Es válida la “neutralidad” que se le
asigna?
En la contemporaneidad, a consecuencia de la influencia de corrientes de
pensamiento posmodernas, desde la teoría política resulta tendencia la
primacía de lecturas que ubican al Estado como un “regulador” de las
relaciones sociales, situado “por encima” de los intereses contrapuestos de
las clases y grupos sociales. Esto empalma a las claras con los postulados que
pregonan el fin de la mirada totalizante, histórica y contradictoria para
explicar los fenómenos sociales. Pensarlo como una “esfera” separada y
distinta de la “esfera económica” conduce inexorablemente a la fetichización
del Estado, es decir, a “concebirlo como una institución neutral, separada y
escindida de las relaciones sociales de producción, de poder y de fuerzas
entre las clases” (Kohan, 2011: 742).
En adelante, recurriremos al diálogo reflexivo a partir de diversos
autores/as que, en sus desarrollos teóricos respectivos, brindan elementos,
destacan matices y profundizan tensiones que permiten evitar la operación
“fetichista”. Un primer aporte donde se resalta la unidad del pensamiento
entre el Estado y la organización de la sociedad, se toma de la obra marxiana.
Marx subraya la lectura de la vida política como un todo, disgregando la
esencia (función) y la apariencia (acción de administración). En sus palabras
sostiene:

El Estado y la organización de la sociedad no son, desde el punto de vista


político, dos cosas diferentes. El Estado es el ordenamiento de la sociedad.
Cuando el Estado admite la existencia de problemas sociales, los busca en
leyes de la naturaleza, que ninguna fuerza humana puede comandar, o en la
vida privada, que es independiente de él, o en la ineficiencia de la
administración, que depende de él (…) Finalmente, todos los Estados buscan
la causa en deficiencias accidentales o intencionales de la administración y,
por eso, el remedio para sus males en medidas administrativas ¿Por qué?
Exactamente porque la administración es la actividad organizadora del
Estado. El Estado no puede eliminar la contradicción entre la función y la
buena voluntad de administración, de un lado, y sus medios y posibilidades,
de otro, sin eliminarse a sí mismo, una vez que reposa sobre esa
contradicción. El reposa sobre la contradicción entre la vida pública y
privada, sobre la contradicción entre los intereses generales y los intereses
particulares (Marx, 2010: 60).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 53

Si el Estado resulta el ordenador de la sociedad, precisamos explicar de


qué manera éste logra imponer su voluntad ordenadora (en el marco
contradictorio de “mediar” intereses particulares y generales), y que como
producto histórico social es responsable de preservar dicho “orden”
conforme los requerimientos coyunturales. El texto “Apuntes para una teoría
del Estado” de G. O'Donnell (1984) presenta plena vigencia explicativa
respecto de la conjunción “ambigua y engañosa” entre Sociedad y Estado.
Entiende el mencionado autor:

[resulta el Estado] el componente específicamente político de la dominación


en una sociedad territorialmente delimitada. Por dominación (o poder)
entiendo la capacidad, actual y potencial, de imponer regularme la voluntad
sobre otros, incluso pero no necesariamente, contra su resistencia
(O'Donnell, 1984: 200).

La dominación entendida como parte inherente y específica, que puede o


no ejercer su capacidad potencial de imponer lo que requiera la coyuntura
histórica, bajo el uso de ciertos recursos con mayor o menor grado de
intensidad. Sin calificación de un orden prioritario, el aspecto ideológico en el
que el autor apoya su lectura, requiere destaque para explicar la apariencia
de “árbitro neutral” con el que logra mostrarse el Estado en las oscilaciones
entre intereses generales y particulares. Nuevamente en palabras de
O'Donnell: “es así como el Estado, cosificado en sus instituciones, es la
máscara de la sociedad, apariencia de fuerza externa movida por una
racionalidad superior que se muestra (y se cree) encarnación de un orden
justo al que sirve como árbitro neutral” (Ibíd.: 225).
La mediación que encarna el Estado, pretendidamente neutral como un
tercer sujeto “por encima” de las clases antagónicas presenta en la
caracterización elementos y aspectos que además de remarcar la
contradicción de intereses a los que debe responder, resalta el interés general
de la sociedad como elemento homogeneizador. Como plantea Oszlak
requiere no sólo avanzar como institución entre la particularidad y
generalidad de intereses que reviste la sociedad en su conjunto, sino
manifestarse y ser invocado legítimamente como autoridad superior.
Observemos entonces el desarrollo esbozado:

En su objetivación institucional, el aparato del Estado se manifiesta como un


actor social, diferenciado y complejo, en el sentido de que sus múltiples
54 Fiorella Cademartori

unidades e instancias de decisión y acción traducen una presencia estatal


difundida -y a veces contradictoria- en el conjunto de relaciones sociales. El
referente común de su diversificado comportamiento, el elemento
homogeneizador de su heterogénea presencia es la legítima invocación de
una autoridad suprema que, en su formalización institucional, pretende
encarnar el interés general de la sociedad (Oszlak, 1985: 19).

Por último, apelamos a dos autores que logran dar cuenta del movimiento
ontológico que genera la contradicción subyacente entre las clases sociales
en el marco de las relaciones que emana el sistema capitalista. Recuperamos
las citas que plantean no sólo al Estado como forma política producto de la
lucha de clases como expresión de la personificación subsumida del obrero y
capitalista (Iñigo Carrera, 2004); sino el papel de las luchas históricas de los
trabajadores en las cristalizaciones que puede presentar el Estado en cada
lugar – momento (Thwaites Rey, 2005).

La moderna organización estatal de la producción social asume las formas


concretas más variadas y contrastantes. Pero, por más diversas que sean sus
formas concretas, esta organización es una modalidad conscientemente
regida de asignar porciones de la capacidad total de trabajo de la sociedad
bajo las distintas formas útiles de éste. Se trata, pues, de una relación social
directa de alcance general que subsume la acción consciente y voluntaria del
obrero y del capitalista en su condición de individuos libres poseedores de
mercancías (Iñigo Carrera, 2004: 80).

En el caso de Iñigo Carrera, nos convoca a detenemos en la determinación


general que destaca más allá de sus formas concretas y variantes,

Por su carácter de relación directa general, la lucha de clases presenta la


forma concreta general de lucha política. De modo que la personificación
específica del capital social es, ante todo, una representación de naturaleza
política. El estado es esta representación política general del capital social
(Iñigo Carrera, 2004: 85).

Para el caso de Thwaites Rey, interesa rescatar la presencia de la dinámica


que imprimen las luchas en las formas concretas y variantes que se asumen
en tal o cual período y, en tal o cual región:
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 55

Hay que tener presente que el Estado es una forma y también un lugar –
momento de la lucha de clases y, sin olvidar la naturaleza esencial que lo
define como capitalista –es decir, reproducir a la sociedad qua capitalista-,
no es inocuo rescatar el sentido de aquellas cristalizaciones que fueron
producto de luchas históricas y, a partir de allí, profundizar la confrontación
por cambiar la base de las relaciones sociales de explotación (Thwaites Rey,
2005: 63).

Por tanto, mientras el capital es la relación social general en este período


de la historia de la vida humana, el Estado es la forma política más
desarrollada que asume dicha relación social. Siguiendo a Iñigo Carrera
(2004), resulta entonces la institucionalización política, jurídica, militar e
ideológica de las relaciones sociales capitalistas. Dicha forma política cuenta
con medios de consenso y coerción que le permiten abstraer del proceso
inmediato de producción las relaciones de fuerza, es decir, instituir
mecanismos que desplazan de las instancias productivas particulares el
enfrentamiento directo propio de la lucha de clases. Para poder hacerlo debe
constituirse en un sujeto que puede enfrentarse tanto a una clase como a la
otra como una entidad aparte, ubicada por encima de ellas y, así devenir en
la representación política del capital total de la sociedad. La disociación del
Estado y el espacio de reproducción del capital resulta uno de los aspectos
singulares del modo de producción capitalista y, a su vez, el fundamento
principal del encubrimiento del Estado como co–constitutivo de la
dominación de clase (O'Donnell, Op. cit.).
La recapitulación efectuada sobre la conceptualización del Estado habilita
al avance respecto de la caracterización de sus instituciones y aparatos y, por
tanto, las funciones de éstos. La síntesis respecto de las principales funciones
efectuada en la obra “El capitalismo tardío” de Ernest Mandel (1982: 334 y
ss.) logra a partir de tres características dar cuenta del imponente
funcionamiento de la maquinaria estatal. A saber: crea las condiciones
generales de producción que no pueden ser aseguradas por las actividades
privadas de los miembros de la clase dominante; Reprime cualquier amenaza
de las clases dominadas o de fracciones particulares de las clases dominantes
al modo de producción corriente a través del Ejército, de la policía, del
sistema judicial y penitenciario; Integra a las clases dominadas, garantizando
que la ideología de la sociedad continúe siendo la de la clase dominante y, en
consecuencia, que las clases explotadas acepten su propia explotación sin el
ejercicio directo de represión contra ellas (porque consideran que eso es
56 Fiorella Cademartori

inevitable, o que es “de los males el menor” o la “voluntad suprema”, o


porque ni perciben la explotación) .
La posibilidad de que la maquinaria estatal despliegue sus movimientos,
requiere la integración de los sujetos sociales basada en la consideración de
todos éstos en tanto ciudadanos libres e iguales ante la ley. La afirmación de
libertad individual necesaria a partir de la generalización de la economía
mercantil, moldeó la figura de ciudadanos/as. El discurso de la igualdad y su
contracara, la realización de la desigualdad, habilita a suponer que la tarea
del Estado se suscribe a lograr que los derechos sean reconocidos y los
deberes cumplidos bajo un manto de ley igualitaria entre los participantes
integrales de la sociedad. Pues bien, esta visión hegemónica ha sido puesta
en cuestión por diversas corrientes de pensamiento justamente, entre otras
razones, porque la misma no da cuenta de la dimensión que atraviesa a
nuestras sociedades capitalistas: el carácter irreconciliable de la
contradicción de clases. El Estado no está por encima de los enfrentamientos
y de los conflictos de clases, sino que deviene en su expresión. Es cierto que,
por esto mismo, va cambiando de formas, modelos o regímenes, pero lo que
de una manera u otra permanece es su función de asegurar las condiciones
generales para la acumulación del capital. En relación a las formas asumidas,
Estela Grassi sostiene:

En tanto que la contradicción es constitutiva, empuja los problemas que la


ciencia política designa como problemas de legitimidad, al tener que hacer
compatibles la igualdad formal a partir de la desigualdad estructural que
constituye a la sociedad capitalista. Tales problemas, planteados en el seno
de la sociedad, se plasman en arreglos transitorios y en formas de Estado,
según sean las condiciones de lucha social (Grassi, 2006: 14-15).

En el desarrollo de este apartado precisamos que las formas asumidas por


los Estados, enmarcadas en los regímenes sociales de acumulación, operan
empalmadas a las contradicciones y a las luchas libradas en torno a éstas y
que varían históricamente. Observamos también que en tanto garante del
capital social y de las relaciones sociales generales, el Estado viabiliza un
cúmulo de funciones, entre las cuales encontramos los hilos conductores para
explicar el conjunto de prácticas, ramas de especialización y de instituciones
que le sirven de instrumento para el alcance de los fines económicos y
políticos que representa. Esto a su vez como consecuencia lógica de la
modalidad socio–histórica de tratamiento de la cuestión social (Guerra, 2003)
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 57

de donde entendemos puede darse cabal cuenta de las razones últimas de


existencia y despliegue de los servicios sociales.

Los servicios sociales, el trabajo improductivo y la


reproducción del capital

La materialidad que adquiere el Estado al precisar dar forma concreta y


tangible a las relaciones sociales que garantiza, ubica en adelante varios
niveles de análisis: por un lado, las instituciones; por otro, los sujetos ligados
a las tareas y servicios que cada institución promueve, y, por último, el papel
que dichas tareas y servicios imprimen en el interjuego consenso–coerción.
Cobra aquí especial pertinencia reflexionar acerca del trabajo en el sector
servicios32, marcando la distinción manual/ intelectual y productivo/
improductivo que engloba numerosas actividades y tareas de cara a las
funciones que el Estado cumple como garante general del capital social. Como
denota la expresión de O'Donnell, las instituciones estatales33 (su distribución
y densidad) en cada caso histórico, representan “los nudos de sutura de las
áreas que las contradicciones subyacentes han rasgado en su superficie”
(1984: 222). Interesa concentrarnos en aquellas áreas representadas por los
servicios sociales34 como ámbito generalizado de inserción laboral del Trabajo
Social. Presentaremos su determinación originaria, que dista de las miradas
“bienestaristas” y acríticas que explican una sola cara de la moneda: los
“derechos sociales” como la concreción de la igualdad ciudadana –discurso
de la igualdad, escondiendo en y por el mismo mecanismo la otra cara de

32 Se reconoce en la obra de Braverman, H. (1974) titulada Trabajo y capital monopolista la recuperación


del debate, hasta aquel entonces soslayado y ausente, sobre procesos de trabajo en el área de servicios.
El autor estudia los mecanismos de control de la fuerza de trabajo y la expansión acelerada del sector en
el marco de la dinámica de acumulación, cuyos signos de crisis eran apenas visualizados al inicio de la
década del ‘70.
33 Dicho autor fundamenta la emergencia de un tercer sujeto definido como las instituciones estatales,
dado que las relaciones sociales en el capitalismo no sólo implican que el trabajador está desposeído de
los medios de producción sino que el capitalista está desposeído de los medios de coacción, asumiendo
dichas instituciones estatales el ejercicio de la supremacía de la coacción. “El Estado no respalda directa-
mente al capitalista (ni como sujeto concreto ni como clase) sino a la relación social que lo hace tal (…)
suelen poner en acto esa garantía a las relaciones de dominación (incluso las relaciones capitalistas de
producción) cuando lo que es promesa virtual y subyacente de respaldo a las mismas es invocado para que
se efectivice” (1984: 205 - 206).
34 Remitimos a la significativa compilación de los debates acerca del trabajo de servicios en Britos (2006):
Capítulo 1 y 2.
58 Fiorella Cademartori

dicha moneda, la desigualdad de clases –realización de la desigualdad. Así


recurrimos nuevamente a la mirada de Iamamoto (2001) quien argumenta la
existencia de los servicios sociales a partir de la riqueza social apropiada y
distribuida por el Estado:

La riqueza social existente, fruto del trabajo humano, es redistribuida entre


los diversos grupos sociales bajo la forma de distintos rendimientos: el salario
de las clases trabajadoras, la renta de aquéllos que detentan la propiedad de
la tierra, el lucro en las distintas modalidades (industrial, comercial) y los
intereses de aquellos que detentan el capital (financiero). Parte de la riqueza
socialmente generada es canalizada para el Estado, principalmente bajo la
forma de impuestos y tasas pagadas por toda la población (…) Es así que tales
servicios, en su realidad sustancial, no son más que una forma transfigurada
de la porción del valor creado por los trabajadores y apropiado por los
capitalistas y por el Estado, que es devuelto a toda la sociedad (y en especial
a los trabajadores, que de ellos hacen más uso) bajo la forma transfigurada
de servicios sociales35 (Iamamoto, 2001: 107).

De lo que se deriva que, siendo parte las TS de los servicios que abonan a
diversos mecanismos elementales de preservación y control de la fuerza de
trabajo, y en simultáneo de reducción de un conjunto de trabas a la
valorización del capital (Netto, 1992) no desempeña “funciones productivas,
pero se insertan en las actividades que se tornaron auxiliares de procesos
específicamente monopólicos de la reproducción, de la acumulación y de la
[ya nombrada] valorización del capital” (Ibíd.: 71). Surge entonces el
interrogante acerca de las funciones auxiliares y no directamente
productivas, aunque indispensables y facilitadoras del movimiento del
capital. Expresa Iamamoto:

En la medida en que el ejercicio del Servicio Social36 está circunscrito dentro


del contexto referente a las condiciones y situación de vida de las clases
trabajadoras, éste se encuentra integrado al proceso de creación de
condiciones indispensables al funcionamiento de la fuerza de trabajo, a la
extracción de plusvalía […] pudiendo ser en general caracterizada como un
trabajo improductivo, figurando entre los falsos costos de producción […] en

35 Cursivas en original.
36 Vale aclarar, a riesgo de reiteración, que en los escritos provenientes de Brasil, se referencia a las y los
profesionales como asistentes sociales y a la profesión como Servicio Social. La mención de servicios socia-
les (en minúscula) alude a los ámbitos donde se despliegan propiamente las tareas.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 59

la tarea de implementar las condiciones necesarias al proceso de


reproducción en su conjunto, integrada como está a la división social y
técnica del trabajo (Iamamoto, 2001: 100-101). 37

Recapitulamos: las profesionales del Trabajo Social ligadas


originariamente a la atención de las manifestaciones de la cuestión social 38
vía los servicios sociales estatales, participan como trabajadoras asalariadas
del proceso de redistribución de la riqueza social39, no siendo su accionar
apenas un servicio útil, sino un eslabón que produce potenciales efectos tanto
en la producción como en la distribución del valor y de la plusvalía, es decir,
mayoritariamente en el proceso de redistribución de la plusvalía a través del
fondo público. Tornándose así un medio de reducción de los costos de
reproducción de la fuerza de trabajo (Iamamoto, 2011). En consonancia con
esta línea argumentativa, Mészáros (2010) expresa que aun constituyéndose
ciertos servicios en “falsos costos y gastos inútiles”, son absolutamente vitales
para la subsistencia del sistema, erigiéndose sobre los mismos fundamentos
materiales y las mismas premisas que para el conjunto de la clase asalariada.
Esto no exime de aclarar, aun considerándose una obviedad, que el conjunto
de actividades que impulsa el Estado y funciones que asume/ garantiza/
delega, mixtura trabajos de índole productiva tanto así como improductiva, y
por tanto contempla en su interior la existencia de trabajadores que revisten
categoría de productivos como también así improductivos40. Siendo clave la
distinción entre uno y otro -sea cual fuere la forma de consumo de la fuerza
de trabajo-, la potencialidad de que dicho consumo se convierta en valor de

37 Reproducimos la nota al pie que figura en la obra citada a modo de explicitar qué se entiende por falsos
costos: “El soldado pertenece a los fraux frais de production, como una gran parte de los trabajadores
improductivos que no producen nada personalmente, ni espiritualmente ni materialmente, pero que son
útiles, necesarios por las defectuosas relaciones sociales, es decir, que deben su existencia a los males
sociales”, Marx en Teorías sobre la plusvalía citado en Iamamoto (Ibíd.).
38 Definida en palabras de Iamamoto (2003: 41) como “el conjunto de las expresiones de las desigualdades
de la sociedad capitalista madura que tiene una raíz común: la producción social es cada vez más colectiva,
el trabajo se torna cada vez más social, mientras que la apropiación de sus frutos se mantiene privada,
monopolizada por una parte de la sociedad (…) expresión de las desigualdades económicas, políticas y
culturales de las clases sociales, mediatizadas por disparidades en las relaciones de género, características
étnico – raciales y formaciones regionales, poniendo en cuestión a amplios segmentos de la sociedad civil
para el acceso a los bienes de la civilización”.
39 Vale insistir con la siguiente aclaración: las necesidades humanas no son el fin del modo de producción
capitalista, sino apenas un medio para la valorización y/o acumulación.
40 Resulta superfluo especificar las proporciones y dimensiones en volumen de uno y otro, en tanto esto
presenta ligazón directamente con los regímenes sociales de acumulación en cada coyuntura histórica, la
orientación estatal respecto de éstos, y el grado de conflictividad que emerge de la lucha de clases.
60 Fiorella Cademartori

cambio, y que por tanto genere plusvalía y/o valorización del capital.
Observemos el desarrollo explicativo realizado por Marx, en el capítulo VI –
inédito- de El Capital:

Cuando se compra el trabajo para consumirlo como valor de uso, como


servicio, no para ponerlo como factor vivo en lugar del valor del capital
variable e incorporarlo al proceso capitalista de producción, el trabajo no es
trabajo productivo y el trabajador asalariado no es trabajador productivo. Se
consume su trabajo a causa de su valor de uso, no como trabajo que pone
valores de cambio; se le consume improductiva, no productivamente41 (Marx,
2011: 80).

Entonces los trabajos que sólo se disponen como servicios que no se


transforman en productos separables de las y los trabajadores y que no
valorizan capital, resultan en las propias palabras de Marx (Ibíd.: 87) “una
expresión para el valor de uso particular del trabajo, en la medida en que éste
no es útil como cosa sino como actividad. Doy para que hagas, hago para que
hagas, hago para que des, doy para que des (…)”42.
La extensa proliferación de servicios que comenzaron a desenvolverse
producto de los regímenes fordistas – tayloristas y sobre todo el de
acumulación flexible, sumado al volumen de trabajadores ligados a dicha
proliferación, devinieron en germen de los debates respecto de la
pertenencia de clase de quienes crean valor y quienes no lo hacen. Un lúcido
y sintético ensayo de Marini (1998) lo posiciona entre los autores que dieron
cuenta de esta polémica. Luego del desarrollo de ejemplos en relación a la
dinámica general de acumulación, principalmente en el ámbito de la
producción, el autor refiere que “la reproducción del capital no se agota en
ella, sino que comprende a la circulación y la distribución, cuyas actividades
corresponden, en general, al trabajo improductivo, desde que no afectan al
valor creado y no crean pues, directamente plusvalía” (Ibíd.: 2). Dentro de
éstos y haciendo explícita mención a vinculaciones laborales en las cuales se
enmarca a un sector de los trabajadores estatales, Marini (Ibíd.: 3) ubica a
“los trabajadores asalariados cuya remuneración corresponde simplemente a
gastos de la plusvalía, como el empleado doméstico, el burócrata, los
miembros del aparato represivo del Estado, por muy necesarios que sean al
capital y al régimen político que le corresponde”. Se considera entonces la

41 Cursivas en original.
42 Cursivas en original.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 61

existencia de este tipo de trabajadores en la órbita de los gastos antes que en


la de creación de plusvalor. En sintonía con esta lectura, y sobre la base de la
recuperación de las categorías marxianas, retomamos fragmentos de otros
autores.
Dada la condición ineludible de trabajos improductivos en el circuito total
de producción y reproducción de las relaciones sociales, y reconociendo que
tiene existencia tanto en el sector público como privado, veamos la sutileza
subrayada por Braverman (1974, citado en Almeida):

El trabajo improductivo contratado por el capitalista para ayudarlo en la


concretización o apropiación de valor excelente es, según mirada de Marx,
semejante al trabajo productivo en todos los sentidos, excepto en uno: el no
produce valor y valor excedente, y por consiguiente aumenta no como causa,
muy por el contrario, como consecuencia de la expansión de valor
excedente43 (Apud. Almeida, 1996: 357).

Siguiendo la línea de razonamiento expuesta por Braverman, los trabajos


de índole improductiva no se expanden para generar valor excedente sino por
el contrario porque hay valor excedente. Acompañando la lectura,
encontramos que Singer (1980) sujeta el empleo en actividades
gubernamentales a leyes diferentes de las que determinan el empleo en
general, en tanto éstas obedecen a la solvencia del excedente de la economía
capitalista (Ibíd.: 23 – 24). En este sentido, concluye que la expansión de las
actividades gubernamentales se liga necesariamente a la expansión de la
economía capitalista44.
Para Iamamoto45, el debate sobre la productividad del capital presenta
una importancia radical para elucidar el significado del trabajo asalariado en
la sociedad presente frente a “las transformaciones en el trabajo y en la
sociabilidad sobre el comando del capital financiero” (Iamamoto, 2008: 89).
Así sostiene que el resultado específico de la producción capitalista no es ni
el producto (valor de uso), ni la mercancía (valor de uso que posee valor de

43 Traducción propia.
44 Según Singer (Op. Cit.: 94) la actividades gubernamentales se nuclean en torno a la injerencia del Estado
en la economía (funciones de control y planeación); la atención de las tensiones sociales (funciones de
prevención, represión, información y propaganda); y, por último el mantenimiento de las condiciones de
vida de la población (servicios sociales).
45 Remitimos a la lectura del texto (principalmente entre las págs. 72 a 89) donde en un diálogo reflexivo
con todos los extractos de la obra de Marx que tratan el asunto, la autora agrega la interlocución con Rubin,
I., Dussel, E., Mandel, E.; Singer, P.; Napoleoni, C., y Rosdolsky, R.
62 Fiorella Cademartori

cambio), su resultado es la creación de plusvalía para el capital 46, esto es “la


conversión del dinero o de una mercadería en capital, una vez que la finalidad
directa de esa producción es la apropiación de trabajo ajeno no retribuido o
el enriquecimiento” (Ibíd.: 75 – 76). La clave depende de la explicación del
valor y consecuentemente de la plusvalía (Ibíd.: 82) y alienta a desmitificar
lecturas y análisis que sólo consideran trabajo lo que se traduce en cosas
materiales y que operan una transformación inmediata de la naturaleza.
Dicha desmitificación habilita a pensar hoy en la industrialización de los
servicios, que se observa como la tendencia del capital de absorber todas las
ramas de producción, subsumiendo éstas a su lógica de valorización y
acumulación. Es en el movimiento de las fases del capital
(producción/circulación) donde se determinan las características del trabajo
que se ejecuta o pone en acto (Rubin apud. Iamamoto, Ibíd.: 86)
Se subrayan en dicha obra tareas asociadas específicamente a la esfera
del Estado, es decir, vinculadas a la prestación de servicios públicos para
remarcar que no tienen relación alguna con el trabajo productivo en tanto no
se establezca una relación directa con el capital, o subsumido a éste (Ibíd.:
86). La distinción por entonces entre trabajo productivo e improductivo,
sostiene la autora, no se refiere “al contenido, al carácter de trabajo útil o de
sus productos, siendo indiferente la naturaleza material o inmaterial para
establecer su condición” (Ibíd.: 87)47.
Por su parte, incorporamos lo destacado por De la Garza Toledo (2001)
respecto de la producción inmaterial y el papel que posee en los procesos de
trabajo hacia la finalización del siglo XX. Expresa que, no existiendo de manera
separada de la propia actividad de producir, los elementos a ser considerados
en el trabajo improductivo devienen de la compresión de las fases
económicas tradicionales de producción, circulación y consumo en un solo
acto.

46 La cursiva es propia.
47 Sirve de sugerente ejemplo el brindado por Marx en El Capital (2004a: 616), también mencionado por
la autora con quien venimos dialogando “digamos que un maestro de escuela, por ejemplo, es un trabaja-
dor productivo cuando, además de cultivar cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al em-
presario. Que este último haya invertido su capital en una fábrica de enseñanza en vez de hacerlo en una
fábrica de embutidos, no altera en nada esta relación. El concepto de trabajo productivo, por ende, en
modo alguno implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre trabajador y producto
del trabajo, sino además una relación de producción específicamente social, que pone en el trabajador la
impronta de medio directo de valorización del capital”.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 63

Esta comprensión del proceso económico pone en relación directa en el acto


mismo de la producción, al productor con el consumidor – cliente,
complejizando las relaciones sociales de producción al hacer intervenir a un
tercer sujeto de manera inmediata en el proceso de producción junto al
trabajador y su patrón48 (De la Garza Toledo, 2001: 13).

Arribamos por último al aporte a destacar de la obra de Antunes (2005):


la consideración de una noción ampliada de clase trabajadora bajo la
expresión de “clase-que-vive-del-trabajo” (en referencia a la venta de la
propia fuerza de trabajo y no de la clase que se apropia del trabajo ajeno). Por
medio de ésta el autor pretende “dar contemporaneidad y amplitud al ser
social que trabaja, la clase trabajadora de hoy, aprender su carácter efectivo,
su carácter procesual y su forma concreta” (Ibíd.: 91). De esta manera, busca
incluir a todos aquellos vendedores/as de fuerza de trabajo, sin restringir al
trabajo manual directo, sino que “incorpora la totalidad del trabajo social, la
totalidad del trabajo colectivo asalariado” (Ibíd.)49. Sin alejarse de las
categorías marxianas que recupera y, a la que suma la mirada de Mészáros
(Op. cit.), refiere la creciente imbricación entre trabajo productivo e
improductivo en el capitalismo contemporáneo, hecho fundamental para la
comprensión actual del estado de situación de la clase obrera. Sin embargo
no deja de destacar que, si bien todo trabajador productivo es asalariado, no
todo asalariado es trabajador productivo, y son éstos últimos quienes tienen
papel central. Por su parte, los trabajadores improductivos abarcan “un
amplio abanico de asalariados” insertos en “sector de servicios, bancos,
comercio, turismo, servicios públicos, hasta aquellos que realizan actividades
en las fábricas pero que no crean valor en forma directa” (Ibíd.: 92)
presentándose en expansión generalizada.
Realizada la aproximación respecto del carácter improductivo del trabajo, a
modo de breve síntesis se refiere lo pertinente al productivo, que representa
el papel central al interior de la clase trabajadora y reúne mayoritariamente
las investigaciones, estudios y análisis sobre cambios, evolución y
transformaciones. En palabras de Marx:

Lo que constituye el valor de uso específico del trabajo productivo para el


capital no es su carácter útil determinado, como tampoco las cualidades

48 El autor se refiere a los casos de servicios de salud, educativos, esparcimiento, viajes, etc.
49 Cursivas en original.
64 Fiorella Cademartori

útiles particulares del producto en que se objetiva, sino su carácter de


elemento creador de valor de cambio (plusvalía)50 (Marx, 2011: 84).

En el capítulo donde el mencionado autor se dedica a profundizar la


naturaleza de la plusvalía51, encontramos mayores elementos que permiten
sumergirse en los desdoblamientos del carácter productivo o no del
trabajador/a. Reconociendo que el/la obrero/a no produce para sí, sino para
el capital, avanza Marx (2004: 616) “ya no basta con que produzca en general.
Tiene que producir plusvalor”. Su naturaleza productiva obedece entonces a
que “produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización
del capital” (Ibíd.).
Como se dijera al iniciar este apartado el desglose de la materialidad que
adquiere el Estado requería realizar aproximaciones reflexivas sobre las
instituciones, los sujetos ligados a las tareas que éstas impulsan, asimismo el
papel que dichas tareas juegan en la garantía de las relaciones sociales de
dominación. Dada la magnitud de este desglose, el foco fue puesto en los
servicios estatales, en el carácter improductivo de éstos y de sus trabajadores.
En los siguientes apartados, incluimos a los sujetos y a la profesión cuyas
mediaciones pretendemos visibilizar al resaltar la condición de
asalariamiento y la pertinencia de calificar el ejercicio profesional bajo la
categoría de proceso de trabajo.

Trabajo y condición asalariada

La inflexión en la perspectiva de entender al Trabajo Social como una


especialización del trabajo52, es decir, una profesión particular inscripta en la
división social, sexual y técnica del trabajo colectivo de la sociedad, se
atribuye a Iamamoto y Carvalho (1982) a partir de la obra titulada “Relações
Sociais e Serviço Social no Brasil: Esboço de uma interpretação histórico –

50 Cursivas en original.
51 Capítulo XIV: Plusvalor absoluto y relativo en El Capital, Tomo I, Vol. 2.
52 Las reflexiones e interrogantes aquí planteados dialogan, retoman y debaten principalmente con Iama-
moto (1984, 2001, 2003, 2008); Grassi (1989, 2006); Danani (2004, 2012); Siede (2005); Oliva (2007b);
Roca, Lombardo, Vengar y Orozco (2007).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 65

metodológica”53. La vasta producción de Marilda Iamamoto (1979; 1982;


2001; 2003; 2008; 2009)54, en cuya última obra coloca los debates sobre la
incidencia del capital financiero en el trabajo y, por tanto, en las
manifestaciones de la cuestión social y las repercusiones para con nuestra
profesión55, ha permitido desde la perspectiva histórica crítica la construcción
de un riguroso cuerpo teórico que devela tanto determinaciones como
mediaciones de nuestras prácticas profesionales.
Recuperamos entonces, como punto de partida, la singularidad de ser las
TS propietarias de una fuerza de trabajo especializada, producto de la
formación que capacita a realizar un “trabajo complejo” entendido éste en
términos marxianos (Iamamoto, 2009). En sus propias palabras,

[…] esa mercancía fuerza de trabajo es una potencia, que sólo se transforma
en actividad -en trabajo- cuando [se halla] aliada a los medios necesarios para
su realización, gran parte de los cuales se encuentra monopolizado por los
empleadores (Iamamoto, 2009: 352).

Para este conjunto de trabajadoras, el vínculo empleador es sinónimo –


casi en su totalidad- de instituciones públicas estatales. Entendiendo que la
fuerza o capacidad de trabajo constituye “el conjunto de las facultades físicas
y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser
humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de
cualquier índole” (Marx, 2004: 203). Ahora, la forma que asume la
reproducción de les trabajadores –en sentido genérico-, por tanto, de su
fuerza de trabajo, en el capitalismo en condiciones normales 56, es el consumo

53 Es antecedente directo de ese libro el texto “Hacia el estudio de la historia del Trabajo Social en América
Latina” realizado por Iamomoto en coautoría con Manuel Manrique Castro. Producida por el Centro Lati-
noamericano de Trabajo Social (CELATS) y la Asociación Latinoamericana de Trabajo Social. Está publicada
en Revista Acción Crítica # 5. Abril 1979. Lima – Perú.
54 Solo para mencionar sus principales textos, sin referenciar la innúmera cantidad de artículos en revistas
científicas y participaciones en jornadas y congresos a nivel mundial.
55 Serviço Social em tempo de capital fetiche: Capital financeiro, trabalho e questão social. São Paulo:
Cortez editora.
56 Entendemos como reproducción en condiciones normales, a la suma de los medios de subsistencia que
requiere el individuo para su continuidad como vendedor de fuerza de trabajo y que varían según los pe-
ríodos históricos. Así lo expresa Marx: “Si el propietario de la fuerza de trabajo ha trabajado en el día de
hoy es necesario que mañana pueda repetir el mismo proceso bajo condiciones iguales de vigor y salud. La
suma de los medios de subsistencia, pues, tiene que alcanzar para mantener al individuo laboral en cuanto
tal, en su condición normal de vida. Las necesidades naturales mismas -como alimentación, vestido, cale-
facción, vivienda, etc.- difieren según las peculiaridades climáticas y las demás condiciones naturales de
un país. Por lo demás, hasta el volumen de las llamadas necesidades imprescindibles, así como la índole de
66 Fiorella Cademartori

de mercancías. Dicho consumo se da, a su vez, vía intercambio de


equivalentes. En el intercambio de mercancías, se enfrentan en el mercado
aquellas/os que sólo poseen su fuerza de trabajo para ser intercambiada y
aquellas/os que disponen, no sólo de su fuerza de trabajo, sino de medios
para la producción de mercancías y/o valorizar su propio capital. En el caso
de les vendedores de fuerza de trabajo, se intercambia el uso de esa fuerza
de trabajo (por tanto, mercancía) por un salario. Con la obtención de este
salario, quienes venden la fuerza de trabajo se garantizan al acceso a otras
mercancías, ya que el salario -en tanto expresión dineraria del valor de la
fuerza de trabajo-, incluye el valor de las mercancías necesarias para la
reproducción del trabajador/a con los atributos y capacidades necesarias
para el proceso de acumulación en un momento histórico determinado.
Entonces en el proceso de compra y venta de la fuerza de trabajo, nos
preguntamos qué sujeto asume tal o cual acción. Marx sostiene:

[…] para extraer valor de consumo de una mercancía, nuestro poseedor de


dinero tendría que ser tan afortunado como para descubrir dentro de la
esfera de la circulación, en el mercado, una mercancía cuyo valor de uso
poseyera la peculiar propiedad de ser fuente de valor: cuyo consumo mismo,
pues, fuera objetivación de trabajo, y por tanto creación de valor. Y el
poseedor de dinero encuentra en el mercado esa mercancía específica: la
capacidad de trabajo o fuerza de trabajo (Marx, 2004: 203).

No siendo una excepción a las determinaciones desarrolladas, aunque sí


con una particularidad que identifica y distingue su actividad profesional,
coincidimos en afirmar con Iamamoto (2003: 37) que “ese proceso de compra
y venta de la fuerza de trabajo especializada a cambio de un salario hace que
el Servicio Social ingrese en el universo de la mercantilización, en el universo
del valor”. La existencia de esta relación de mercantilización liga su necesidad
de aparición a las funciones que los Estados asumen al procesar las
manifestaciones de la cuestión social produciendo y reproduciendo agentes
sociales particulares (Netto, 2003). Esto genera, a consecuencia, la creación
de estructuras, instituciones, políticas y prácticas para dar sustentación a los
niveles de producción y reproducción requeridos para cada momento
histórico (Guerra, 2003). Dichas/os agentes sociales particulares, a partir de

su satisfacción, es un producto histórico y depende por tanto en gran parte del nivel cultural de un país, y
esencialmente, entre otras cosas, también de las condiciones bajo las cuales se ha formado la clase de
trabajadores libre, y por tanto de sus hábitos y aspiraciones vitales” (2004: 208). Cursivas en original.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 67

una relación contractual–salarial, cumplen funciones a nivel del aparato del


Estado direccionadas hacia la vida cotidiana de las clases subalternas. Estela
Grassi realiza una acabada síntesis de dicha funcionalidad, al expresar que la
profesión,

[…] ejerce de polea de transmisión entre las clases, a nivel del aparato estatal,
en cuyo interior los conflictos entre éstas se reproducen y procesan. Sus
profesionales son, por lo tanto, asalariados -contratados por instituciones del
Estado mayormente- aunque también por organizaciones de la sociedad civil,
o eventualmente, de manera directa por las clases dominantes (empresas)
cuyos servicios se dirigen a las clases subalternas; y más específicamente, a
la vida cotidiana de estas clases (Grassi, 1989: 9).

Esta recuperación, lejos de exaltar el rol del Estado como único


propiciador de políticas sociales, pretende dar cuenta del circuito
contradictorio que impera en la regulación de las condiciones de venta y uso
de la fuerza de trabajo (Danani, 2004). Los conflictos provocados por dicha
regulación, parte constitutiva de la relación antagónica entre las clases,
constituyen la base sobre la cual Oliva (2007b) fundamenta la dinámica
contradictoria del Trabajo Social en su estudio sobre los orígenes históricos
de estas modalidades de intervención. La autora afirma que “las políticas de
asistencia social han sido producto de conquistas sociales, es decir: sin
demanda colectiva, sin organizaciones de lucha no se habría planteado la
necesidad de otorgar recursos” (2007b: 7)57. Oliva subraya la insostenibilidad
por parte del Estado de mantener con voluntariado la atención de las nuevas
demandas sociales y la instauración del sistema público de mantenimiento de
la fuerza de trabajo. Por tanto, la emergencia de una agente asalariada, dada
las propias condiciones histórico–sociales, se impuso al discurso de la
“bondad” y “ayuda” que enfrentaba al de la práctica rentada. En sus palabras:

Aunque parezca una paradoja, el Trabajo Social no surge por las demandas
individuales o pedidos de limosna, ni por las respuestas puntuales de caridad

57 Oliva sostiene —como coincidente más no casual— el surgimiento de las primeras carreras y la creación
de reparticiones de servicio social en Argentina, con el inicio del segundo ciclo de luchas de la clase obrera
(remite aquí a la caracterización realizada por Nicolás Iñigo Carrera para quien el primer ciclo se inicia con
las luchas de la década de 1870 y finaliza hacia 1920, estando el segundo ciclo comprendido entre 1930 y
1970). Por tanto, la penetración en el sistema institucional obedece al conjunto de luchas y reivindicacio-
nes emanadas de las necesidades de la clase obrera en aquellos contextos históricos. Al respecto consultar
especialmente el capítulo 3 de la obra.
68 Fiorella Cademartori

o beneficencia, sino que, históricamente se constituye una profesión cuando


se presentan organizaciones que reclaman mejoramiento de las condiciones
de vida de la clase trabajadora. Contradictoriamente, en la medida que se
articulan fuerzas que se enfrentan al orden del capital, se crearon más
instituciones para dar respuestas en el marco del sistema (Oliva, 2007b: 171).

Como sustento de la relación de mercantilización, entre las TS y el Estado


—principalmente—, se despliegan las funciones (instrumentadas por las
primeras, legitimadas por el segundo) inscriptas predominantemente en el
terreno político e ideológico “con refracciones en las condiciones materiales
de existencia de los sujetos vía servicios, programas y proyectos
implementados por las políticas públicas” (Iamamoto, 2009: 349).
En síntesis, cuando el Estado establece una relación contractual, las
profesionales se convierten en asalariadas que venden su fuerza de trabajo y,
sólo a partir de los medios ofrecidos por los organismos empleadores, brinda
los servicios para los cuales es contratada ¿Es esta relación contractual, los
medios de trabajo brindados –o no- y los servicios para los cuales se establece
el vínculo laboral, sólo condicionantes externos? ¿De qué manera analizamos
la relación entre los diversos condicionantes? Reflexionar sobre las múltiples
relaciones constitutivas del Trabajo Social como profesión y, sobretodo su
reproducción como tal, requiere pensarlas en términos de totalidad 58.

La calificación y lectura del ejercicio profesional bajo la


categoría procesos de trabajo

El debate y análisis de los procesos de trabajo en el sector servicios, y


específicamente en el ámbito profesional del Trabajo Social, cuenta con poco
más de dos décadas y fue asimismo pionero en los círculos académicos de
Brasil59. En Argentina, la investigación impulsada por Paéz, Álvarez y Taneda
(1996) comparte -de forma precursora- esta línea teórica. En el texto
“Condiciones laborales de los trabajadores sociales: hacia un proyecto
profesional crítico” (Cademartori et al. Op. cit) se resignifica este debate. Más
allá de constituir un salto epistemológico enfocar el trabajo profesional como

58 Parte de este último párrafo fue tomado de la producción colectiva ya referenciada, Cademartori, et al.
(2007: 36).
59 Almeida, N. L. (1996); Costa Cardoso, I. (1997); Iamamoto, M. (1998); Granemann, S. (1999).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 69

partícipe de procesos de trabajo (Iamamoto, 2003), el tratamiento en el


segundo texto mencionado fue apenas abordado, considerando la magnitud
e implicancias de analizar las condiciones laborales en el marco de esta
categoría analítica.
La condición de asalariamiento implica mucho más que un encuadre de la
trabajadora como vendedora de su fuerza de trabajo, cuyas competencias,
habilidades y saberes han sido orientadas a la atención de las refracciones de
la cuestión social. Implica que la fuerza de trabajo que es potencia, y que se
compra para convertirla en acción, cuente con los instrumentos de trabajo
que permita convertir el “gasto material del cuerpo” en la producción de un
resultado dado.
El estudio de los procesos de trabajo permite comprender en esencia la
vinculación del Estado con las políticas sociales, las TS y las intervenciones
efectuadas, sin desconocer que estos procesos suceden en un período
histórico del que también son expresión y resultado. El pasaje no significa un
cambio de nomenclatura, sino la posibilidad de comprender las expresiones
del ejercicio profesional, tanto en su potencia como en su limitación,
considerando los factores objetivos y subjetivos que las componen. El
despliegue de los elementos del proceso del trabajo conduce a descifrar los
aspectos estructurantes del ejercicio profesional abonando no sólo a la
competencia teórica sino a la fidelidad del movimiento de la realidad. Tal y
como lo justifica Iamamoto:

La exigencia de analizar el ejercicio profesional en el ámbito de procesos y


relaciones de trabajo se impone en función de la condición de trabajador
“libre”, propietario de su fuerza de trabajo calificada, que implica una
relación de compra y venta de esa mercancía. Por lo tanto, es la condición de
trabajador asalariado, como forma social asumida por el trabajo que revela
la insuficiencia de la interpretación corriente de la práctica profesional (…)
para explicar el ejercicio profesional en el conjunto de sus elementos
constitutivos. Aquella interpretación supone que la actividad del Asistente
Social depende fundamentalmente del profesional como si éste dispusiera de
la autonomía necesaria para accionarla y orientarla según sus propias y
exclusivas exigencias, hecho que choca con la condición de asalariamiento
(Iamamoto, 2003: 119).

Los elementos simples del proceso laboral están dados por “la actividad
orientada a un fin -o sea el trabajo mismo-, su objeto y sus medios” (Marx,
70 Fiorella Cademartori

2004: 216). Para que la potencia se efectivice, sea cualesquiera la actividad


que se desea desarrollar u objetivo que se desea alcanzar, se requiere la
voluntad de la persona orientada a un fin, para lo cual, necesitará de medios
de trabajo que hagan puente entre la voluntad de acción, de transformación
del objeto de trabajo (materia prima), y la transformación misma. Este puente
es posible en tanto la persona hace uso de sus capacidades físicas y mentales
y por la existencia de medios de trabajo, definidos como aquella “cosa o
conjunto de cosas que el trabajador interpone entre él y el objeto de trabajo
y que le sirve como vehículo de su acción sobre dicho objeto” (Ibíd.: 217).
Entre los medios de trabajo, además de los instrumentos, están también
todas las condiciones materiales que hacen posible la mediación con el objeto
de trabajo. Conforme Marx nuevamente:

En un sentido amplio, el proceso laboral cuenta entre sus medios –además


de las cosas que median las acciones del trabajo sobre su objeto, y que sirven
por ende de una u otra manera como vehículos de la actividad– con las
condiciones objetivas requeridas en general para que el proceso acontezca.
No se incorporan directamente al proceso, pero sin ellas éste no puede
efectuarse o sólo puede realizarse de manera imperfecta (Marx, 2004: 219).

De la misma forma que el trabajo realizado en el marco de los servicios


sociales le da características singulares dada su naturaleza improductiva en
relación a la valorización del capital o la generación de plusvalor, el proceso
de trabajo que dichos trabajadores moldean también presenta características
singulares dado que su resultado final no es un producto. Se afirma que,
siendo los medios de trabajo todo aquello de lo cual nos valemos para
trabajar: instrumentos, herramientas, instalaciones, no pueden calificarse
como “condicionantes externos” en tanto resultan vehículos que conforman
el “terreno” que posibilita la realización del trabajo (Netto y Braz: 2011). De
cara al proceso de trabajo de las TS, quien dispone de los principales e
insustituibles medios de trabajo resulta el organismo empleador, y si bien, la
profesional dispone de una relativa autonomía para encaminar las actividades
y tareas asignadas, éstos no pueden entenderse separados de quien emplea
o compra la fuerza laboral (que en la amplia mayoría de los casos resulta el
Estado en sus dependencias nacionales, provinciales y/o municipales). Al
respecto, recuperamos uno de los primeros escritos enmarcado bajo estas
premisas en manos de Costa Cardoso:
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 71

Al construir socialmente su significado vinculado a los mecanismos


institucionales de enfrentamiento de la cuestión social, a través de políticas
sociales, el asistente social [la trabajadora social] -para transformar su fuerza
de trabajo en cuanto potencia, en trabajo realizado en acción– necesita
vender su fuerza de trabajo a aquellos que detenten los recursos y los
instrumentos que organizan y operacionalizan su actividad (Costa Cardoso,
1997: 31).

Se arriba así al objeto o los objeto(s) de trabajo, es decir todo aquello


sobre lo que incide el trabajo (materia prima) y que sufrirá alteraciones
mediante la acción transformadora de éste. En función de nuestro recorte,
éstos se encuentran en la órbita de las múltiples manifestaciones de la
cuestión social. Traducidas como el amplio abanico de problemáticas 60 que el
Estado asume para ser atendidas/ controladas bajo sus instituciones, como
parte de su función en la garantía de reproducción de las relaciones sociales
imperantes. Así, fragmentadas y polarizadas, dichas problemáticas son
enfrentadas en sus consecuencias no así en las causas que las originan61.
Tanto los medios como el o los objetos de trabajo resultan los factores
objetivos del proceso laboral. Destacamos, una vez más, que la decisión sobre
los aspectos de una problemática a ser abordada y por ende convertida en
objeto de trabajo (entre otros profesionales para las TS) no resulta
unívocamente y/o unilateralmente establecida por las instituciones estatales
(Oliva, 2007b). Observemos lo resaltado por Grassi:

Su implementación [las políticas de asistencia], sin embargo, no es gratuita,


sino que responde a la propia presión de las luchas de los sectores
subalternos en el Estado y su significación depende, no sólo de quien la
produce, sino también de quien la implementa de manera directa y de las
transacciones que se operan con los destinatarios (Grassi, 1989: 18).

Por último, la fuerza de trabajo o el trabajo mismo resultan el factor


subjetivo, el elemento vivo del proceso. Como actividad del sujeto que se vale
de los factores objetivos y siendo un proceso de carácter individual, no hay

60 En esta línea, refiere Grassi (2006: 26): “corresponde referirse a la política social (en singular) como la
forma política de la cuestión social, que se expresa y materializa en las políticas sectoriales, incluyendo la
política laboral que, en primer lugar, delimita tales grados de libertad o de los alcances de la mercantiliza-
ción de la fuerza de trabajo”.
61 Al respecto se sugiere la lectura de Netto (1992) y el ensayo titulado Cinco notas a propósito de la
“cuestión social” (2003).
72 Fiorella Cademartori

forma de trabajar sino es gastando el propio cuerpo. Todas las potencias


productivas están en la subjetividad individual de quien trabaja. Respecto de
la voluntad de las y los sujetos en el proceso, destacamos lo expresado por
Guerra (2003) donde la autora subraya no sólo el esfuerzo de los órganos que
trabajan, sino la exigencia de orientar la voluntad a un fin. En sus propias
palabras:

El proceso de trabajo implica: una necesidad, diversas alternativas, la


proyección en la conciencia del resultado de cada una de ellas, la elección del
sujeto por la alternativa que le parece más viable para atender aquella
necesidad62 (Guerra, 2003: 174).

Entre la necesidad, las alternativas, la proyección y la elección reside -a


nuestro criterio- una tensión fundamental que no puede soslayarse o
minimizarse: considerando la dirección que pretenda “en potencial” darle la
profesional (ligada esto, claro está, a su relativa autonomía) conforme su
posicionamiento ético-político, las competencias teóricas-metodológicas
adquiridas, las herramientas técnico-instrumentales desplegadas y las
demandas de usuarios/as de las políticas públicas a través de los servicios
sociales, se hallan los factores objetivos que dan marco y organizan
predominantemente las tareas, controladas y sometidas al poder de quien
ejerce como empleador.
Por tanto, si bien el factor subjetivo tiene peso en la expresión final que
asuma tal o cual proceso de trabajo, es menester advertir que el análisis no
puede obviar el contexto histórico–político, evitando así caer una y otra vez
en un circuito endógeno–internista, donde separado de las bases sociales de
realización, es tratado sólo a nivel de la intencionalidad de la profesional. Tal
y como advierte Iamamoto (2009: 370) extrapolar el análisis sin el conjunto
de mediaciones respectivas “puede redundar en una incriminación moral de
la categoría por no adherir o no ser capaz de implementar el proyecto
idealizado”, constituyendo esto a su criterio una artimaña que esconde las
limitaciones propias de las políticas sociales. Concluye la autora “las
insuficiencias de interpretación teórico–metodológica de la práctica
profesional son transferidas para la categoría e imputadas las deficiencias a
su competencia profesional o a sus opciones sociopolíticas” (Ibíd.). No resulta
difícil de esa forma, desvirtuar la identificación de los límites del ejercicio

62 Cursivas en original.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 73

profesional que, bajo la transfiguración de “concesión – conquista” de


derechos, esconde los fundamentos últimos de existencia de las políticas
sociales.

Conclusiones parciales

Abordar los límites y potencialidades que emergen de la práctica


profesional del Trabajo Social, requirió a lo largo del capítulo considerar al
Estado, la vinculación laboral con un sector de la clase obrera bajo su órbita y
las particularidades de las TS que históricamente y en la actualidad
encuentran en los organismos estatales a sus principales empleadores. A su
vez, develar las mediaciones entre el Estado y las TS en tanto relación de
mercantilización, condujo a profundizar la condición asalariada, el papel de
los servicios sociales, los trabajos calificados como improductivos y su
función, y, por último, los elementos y formas de constitución de los procesos
de trabajo.
La recuperación de las diversas conceptualizaciones y lecturas respecto
del Estado buscó evitar la disociación de éste del espacio de reproducción del
capital demostrando que esta operación resulta el fundamento principal del
encubrimiento del Estado como co-constitutivo de la dominación de clase. Es
decir, buscamos superar aquellos análisis que fetichizan al Estado en tanto lo
conciben como una institución neutral, separada y escindida de las relaciones
sociales de producción, de poder y de fuerzas entre las clases.
Las y los trabajadores estatales a través de un conjunto de prácticas,
ramas de especialización e instituciones dan cuenta de las tareas y funciones
asignadas en cada período histórico. Es así como el Estado, de forma concreta
y tangible, adquiere materialidad en la sociabilidad capitalista que garantiza.
Los servicios sociales forman parte de la mencionada materialidad al
ocuparse de la atención de las manifestaciones de la cuestión social. Dichos
servicios, que se muestran como expresiones estatales en la garantía de
derechos derivados de la condición de ciudadanía, resultan, una forma
transfigurada de la porción del valor creado por las y los trabajadores (riqueza
social fruto del trabajo humano) y apropiado por los capitalistas y por el
Estado para ser devuelto a la sociedad velando el antagonismo de clases. De
esta forma, los servicios sociales resultan parte del proceso de redistribución
de la riqueza social a través del fondo público o gastos estatales.
74 Fiorella Cademartori

El conjunto de actividades que impulsa el Estado y las funciones que


asume/garantiza/delega, mixtura trabajos de índole productiva como
improductiva, y por tanto contempla en su interior la existencia de
trabajadores que revisten categoría de productivos/as e improductivos/as.
Ciertamente la problematización del carácter improductivo del trabajo cobra
relevancia para explicar las particularidades de quienes vendiendo su fuerza
de trabajo para el Estado, no producen valor o valor excedente, y allí la
singularidad de las TS entra en escena. Estas profesionales -entre otras-
contratadas por el Estado, por tanto asalariadas, participan del proceso de
redistribución de la riqueza social, siendo su accionar no solamente un
servicio útil, sino un eslabón que produce efectos tanto en la producción
como en la distribución del valor y de la plusvalía. Se compra su fuerza de
trabajo para consumirla como valor de uso, en este caso como servicio,
transformándose en productos no separables de las trabajadoras. El carácter
improductivo deviene de que participan del proceso de valorización de
capital, pero no producen valor y/o valor excedente de manera inmediata.
El análisis de la profesión del Trabajo Social como parte de la
especialización del trabajo colectivo posibilitó dilucidar las implicancias de la
condición de asalariamiento de las TS. Subrayamos la centralidad de la
categoría procesos de trabajo para comprender, en esencia, la vinculación del
Estado con las políticas sociales, las TS y las intervenciones efectuadas,
enmarcadas en un período histórico del que también son expresión y
resultado. El pasaje no significa un cambio de nomenclatura, sino la
posibilidad de comprender la función de la profesión, tanto en su potencia
como en su limitación, considerando los factores subjetivos (la actividad
orientada a un fin, o sea, el trabajo mismo-) y objetivos (el objeto y los medios
de trabajo) que moldean y constituyen los diversos procesos de trabajo de las
TS.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 75

Capítulo 3

El sello contemporáneo en las relaciones laborales:


ofensiva del capital, mediación estatal y reproducción de la
clase trabajadora

Tal como se planteó en el capítulo 1, no resulta riguroso ni


metodológicamente válido asimilar de forma directa lo que le sucede al
conjunto de la clase obrera con lo que expresa el colectivo de TS. Tampoco lo
es homologar las características de quienes están empleados en el sector
privado con quienes son empleados/as bajo órbita estatal. Lindenboim y
Graña (2006) sostienen que resulta una asignatura pendiente, tanto desde los
ámbitos académicos como desde las propias instancias políticas, elaborar
análisis que aborden la complejidad del empleo estatal, sean éstas de
dependencia nacional, pero sobretodo, de las administraciones provinciales
y municipales.
Realizada esta salvedad, reiteramos la necesidad de ubicar al concreto (el
fenómeno que se estudia) como expresión singular de las determinaciones
generales. Así lo plantea Karel Kosik, y compartimos:

Un hecho histórico en tanto y por cuanto se le examina como elemento de un


determinado conjunto y cumple por tanto un doble cometido que lo convierta
efectivamente en hecho histórico: de un lado, definirse a sí mismo, y, de otro
lado, definir al conjunto; ser simultáneamente productor y producto; ser
determinante y, a la vez, determinado; ser revelador y, a un tiempo,
descifrarse a sí mismo; adquirir su propio auténtico significado y conferir
sentido a algo distinto. Esta interdependencia y mediación de la parte y del
todo significa al mismo tiempo que los hechos aislados son abstracciones,
elementos artificiosamente separados del conjunto, que únicamente
mediante su acoplamiento al conjunto correspondiente adquieren veracidad
y concreción. Del mismo modo, el conjunto donde no son diferenciados y
determinados sus elementos es un conjunto abstracto y vacío (Kosik, 1969:
s/p) 63.

63 La cita pertenece al capítulo 1 de Dialéctica de lo concreto: estudio sobre los problemas del hombre y
el mundo. Versión digital sin referencia de páginas.
76 Fiorella Cademartori

Por tanto, sobre la base de un sistema que opera ontológicamente bajo


las mismas contradicciones, la reflexión sobre lo que sucede en las
estructuras que componen el mercado de trabajo interpela a dilucidar
¿estamos frente a procesos de ruptura o continuidad respecto de las
dinámicas laborales? ¿Evolución, estancamiento o retroceso en los índices y
valores del mercado de trabajo? Partiendo de la determinación que es la
necesidad de la venta de la fuerza de trabajo y no la forma particular en que
esa fuerza de trabajo se ejerce lo que constituye a las y los sujetas/os como
trabajadores en el capitalismo, nuestro esfuerzo intelectual retoma la
primera parte de la determinación para avanzar en la segunda. De cara a un
mercado laboral cuya condición del propio movimiento del capital concibe
que haya una parte de la clase obrera 64 que se encuentra imposibilitada de
acceder de manera normal al consumo necesario para su reproducción y que,

Prescindiendo de las diferencias formales periódicas de la sobrepoblación en


el cambio de las fases propias del ciclo industrial, en el cual aquella se
manifiesta ora de manera aguda en las crisis, ora crónicamente en los períodos
de negocios flojos, la sobrepoblación relativa adopta continuamente tres
formas: la fluctuante, la latente y la estancada65 (Marx, 2004: 798).

En Argentina, en las últimas cuatro décadas, se observa un movimiento


de entrada y salida de trabajadores/as del mercado laboral en todas las ramas
y sectores. La reproducción de la fuerza de trabajo en condiciones
relativamente indiferenciada para la clase trabajadora de los períodos
“bienestaristas”66 (Iñigo Carrera, 2004) alcanzó su límite, al canalizarse vía

64 En adelante podrá observarse el uso indistinto de clase obrera, trabajadora o asalariada que, sin desco-
nocer la existencia de diferencias (fracciones o capas) al interior de ésta, remite a una noción ampliada que
engloba a quienes expropiados de condiciones materiales de existencia deben venden su fuerza de trabajo
como medio de producción y reproducción. Remitimos al sintético y preciso texto de Iñigo Carrera, N.
(2003).
65 Cursivas en original.
66 El despliegue de los llamados “estados de bienestar” y el desarrollo de las razones últimas son sinteti-
zadas en Iñigo Carrera, J. (2004: 98-99) “En las condiciones vistas hasta aquí, al capital social le resulta más
barato tomar directamente en sus manos la producción relativamente indiferenciada y masiva de la clase
obrera (…) y esta pasa a estar a cargo del representante político general del capital social de los países en
cuestión, o sea, de los respectivos estados nacionales. La producción relativamente universal de la clase
obrera nacional cobra así una expresión específica, a saber, la de educación pública, salud pública, jubila-
ción pública, seguro de desempleo público, planes públicos de vivienda, transporte público, servicios pú-
blicos, recreación pública, etc. (…) Lo que la clase obrera paga con su propio trabajo para reproducirse
como fuerza de trabajo forzada para el capital, y cuyo logro le cuesta sangre y cárcel a cada paso, aparece
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 77

ruptura de las rigideces formales de las relaciones laborales, la alteración del


patrón de acumulación de capital preexistente (Harvey, 1998; Basualdo,
2006) allanando el camino que permitiría morigerar las “nuevas” crisis 67.
La mirada sobre el papel que jugó el Estado en la ofensiva del capital hacia
el trabajo, resulta clave para comprender normativas, instituciones y
situación de les trabajadores estatales, particularmente, las TS. La hipótesis
que recorre este análisis, se recupera del planteo realizado por la
investigadora Mariana González (2003: 104) quien indagó transformaciones -
de hecho y de derecho- en las relaciones laborales acontecidas en los años
noventa. La autora concluye que las políticas que regularon el mercado de
trabajo durante el apogeo neoliberal, resultan parte de una “estrategia a
largo plazo, consistente en buscar que estos cambios en las condiciones
laborales se institucionalicen y prevalezcan aun cuando la situación en el
mercado de trabajo no resulte tan desfavorable para los trabajadores”.
De allí el interrogante respecto de las rupturas y continuidades de las
políticas y de ciertas estructuras -absolutamente desfavorables hacia la clase
trabajadora- que tendieron a consolidarse en las dos décadas siguientes a
dicho apogeo. Se sostiene que las medidas protectorias conquistadas para el
conjunto del empleo público, a saber: estabilidad laboral y amplia
accesibilidad a derechos laborales, se vieron alteradas por las
contrarreformas de los ‘90 y que el Estado ratificó posteriormente su pérdida
para ciertas áreas específicas así como morigeró su cumplimiento atado a la
dinamicidad del mercado de trabajo y al mayor o menor grado de demanda y
conflictividad que generaban ciertos sectores dentro del empleo público.

De lo que se trata es de valorizar y acumular: internacional


en su contenido y nacional en su forma

A nivel mundial, los abruptos finales de las experiencias “bienestaristas”


trazaron los rasgos de la ofensiva del capital sobre el trabajo con una extensa

entonces ideológicamente invertido. Se lo presenta como las “concesiones” graciosamente otorgadas en


su abstracto beneficio por el “estado de bienestar”.
67 La utilización de comillas en “nueva” crisis responde al análisis realizado por O'Donnell, G. (1984: 223 -
224) que compartimos: “casi todo lo que ocurre en la superficie de la sociedad, desde la cual –ya lo sabe-
mos- es difícil llegar a las causas subyacentes que, con el ruido de sus manifestaciones como “crisis”, abru-
man la capacidad de atención de los sujetos y no aparecen como lo que son: el modo contradictorio de
reproducción de la sociedad capitalista”.
78 Fiorella Cademartori

lista de pérdidas y retrocesos sufridos por el conjunto de les trabajadores. Al


respecto, coincidimos con Lessa (2007) y Calvante y Prédes (2010) cuando
subrayan la rigurosidad que se precisa a la hora de referirse a las
“transformaciones del mundo del trabajo” porque se corre el riesgo de, bajo
la lectura de los cambios y “novedades”, velar determinaciones propias del
asalariamiento en el capitalismo. Aun así, no es menos preciso considerar
rasgos y elementos distintivos de la fase actual: “la ofensiva contra el trabajo
adquiere connotaciones extremas cuyo principal sentido es su más completa
subyugación” (Granemann y Alencar, 2009: 162).
La descripción a partir de índices y variaciones porcentuales nos acerca a
descifrar el patrón de acumulación en Argentina. El escenario
inmediatamente anterior a la instauración de la última dictadura cívico militar
(1976–1983) marcó, entre los cinco años transcurridos de 1969 a 197468, la
expansión de los salarios reales de la clase trabajadora en un 31,1% frente al
crecimiento de la productividad en un 14,6% (Arceo et al. 2008: 18). Según
los mismos autores, la participación salarial respecto del producto bruto
interno (PBI) alcanzaba el 48,5% en el registro del año ‘74. Si a esto agregamos
lo presentado por Basualdo, donde afirma que,

Entre 1963 y 1974 el PBI se expandió un 54%, que es equivalente a una tasa
de crecimiento anual acumulativa del 5,8%. Más acentuado aún fue el
aumento del PBI per cápita al llegar al 82%, lo que supone una tasa de
crecimiento anual acumulativa del 6% (Basualdo, 2006: 124).

El panorama para el conjunto de la clase trabajadora en el país resultaba


tanto alentadora como homogénea en la posibilidad de reproducción de sus
condiciones de vida. El movimiento obrero evidenciaba el espíritu de
organización acumulando conquistas laborales en un período ofensivo de
avances de sus propios intereses. Juan Iñigo Carrera sostiene que hasta
mediados de los ‘70 la demanda de fuerza de trabajo acompañaba el
crecimiento de la población argentina. Sin embargo, desde aquel entonces, el
ritmo de crecimiento devino dispar “a partir de entonces, el empleo ha
tendido a crecer en una proporción sustancialmente menor. De 1974 a 2004,
la población creció un 46% mientras que el empleo apenas lo hizo en un 34%”
(Iñigo Carrera, 2005: 1).

68 Una rápida revisión del comportamiento del mercado laboral desde la posguerra hasta 1991, puede
consultarse en Lindenboim (2002) y materiales elaborados desde el Centro de Estudios de Población, Em-
pleo y Desarrollo (CEPED) de la FCE – UBA.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 79

Un primer gran paso para dicha disparidad fueron las medidas


económicas de la dictadura cívico–militar69 que, apoyadas en el
aniquilamiento físico y la represión al movimiento obrero, pulverizó más de
500.000 puestos de trabajo en 7 años, reduciendo un 5,5% la proporción de
ocupados en el país (Arceo, Op. cit.). No sólo a partir del disciplinamiento
represivo y de la ruptura de los lazos de solidaridad entre trabajadores, sino
modificando sustancialmente el carácter de la estructura productiva
(Thwaites Rey, 2005). La industria presentó, en promedio, un nivel de
ocupación 35% menor hacia 1983 (Neffa, Oliveri y Persia, 2010). El ataque a
los salarios reales70 constituyó uno de los objetivos inmediatos del gobierno
de facto con unánime apoyo de las distintas fracciones del capital (Arceo, Op.
cit.); en sólo dos años la participación de los asalariados en el PBI se contrajo
en un 18%. Así la década del ochenta presentó estancamiento de los índices
laborales. El desempleo hasta el fin de la década no superaba el dígito,
aunque para quienes participaban del mercado laboral, sus salarios reales
habían sufrido una importante merma. “Las tendencias se profundizaron a
finales de la década como consecuencia de la espiral inflacionaria que afectó
a la economía argentina hasta el establecimiento del plan de convertibilidad
de abril de 1991” (Arceo, Op. cit.: 30). Una de las contradicciones centrales
fueron las disputas entre las fracciones del capital más concentradas en torno
a la apropiación del excedente, situación que se resuelve en los ‘90 a partir
de la conformación de “consorcios tripartitos entre capital concentrado local
y extranjero y los acreedores externos para los servicios privatizados” (Ibíd.:
35).
De la mano de las leyes nacionales de Emergencia Administrativa N.
23.696/89 y de Emergencia Económica N. 23.697/89, sancionadas y
promulgadas entre agosto y septiembre del citado año, se encaminaron las
medidas de redefinición del gasto público a nivel país. El rasgo principal
estuvo dado por el programa de privatizaciones y participación del capital

69 Resulta un interesante aporte la mirada de Basualdo (Op. cit., 126) respecto del cambio del patrón de
acumulación al sostener que el régimen cívico – militar introdujo “un giro en el funcionamiento económico
tan profundo que implicó un cambio en el régimen social de acumulación, dejando atrás la industrialización
basada en la sustitución de importaciones. Es decir que no se trató de la constitución de un nuevo patrón
de acumulación de capital que se instauró a partir del agotamiento económico del anterior sino de una
interrupción forzada por un nuevo bloque dominante cuando la industrialización sustitutiva estaba en los
albores de su consolidación”
70 Un análisis de onda larga de las formas asumidas por los salarios en el país puede verse en Kornblihtt,
J., T. Seiffer y N. Villanova (2014): “De la caída relativa a la caída absoluta del salario real en la Argentina
(1950-2013)”, Revista Científica Guillermo de Ockham, U. de San Buenaventura Cali, vol. 12, n° 2.
80 Fiorella Cademartori

privado, es decir, transferencia a dicho sector de actividades de producción


de bienes y servicios antes públicos de gestión estatal (Orlansky, 1994; Bozzo,
López y Zapata, 1999). La ley de Emergencia Económica constituyó el
instrumento jurídico para la puesta en marcha de la apertura de la economía,
la trasnacionalización de la producción y el comercio interno (apoyados
también en el decreto de la desregularización de finales de 1991). La
controversial década del ‘90, fue favorable y selectiva para con las diversas
fracciones del capital 71 -plan de convertibilidad mediante- como destructora
para el conjunto de la clase obrera. Mostró el despliegue y apogeo de las
medidas que venían adoptándose y que culminan el ciclo con la caída de
salarios reales promediando el 35% respecto de los inicios del ‘70 (Iñigo
Carrera, 2002). El control de salarios como estrategia antiinflacionaria devino
medida de primer orden luego del estallido del ‘89 conjugadas con: régimen
cambiario de tipo de cambio fijo, apertura comercial, desregulación de
mercados, privatizaciones (Lindenboim, 2003) y contrarreformas en el
aparato estatal. Aun con valores que evidenciaban crecimiento económico,
estos años mostraron un ascenso sostenido del desempleo. A la vez, un
incremento de la productividad y la intensidad para quienes aún lograban
vender su fuerza de trabajo. Neffa, Oliveri y Persia sostienen que “para el
conjunto de aglomerados urbanos, entre las ondas de mayo de 1994 y de
2002, las tasas de desocupación crecieron en todas las ramas y sectores” (Op.
cit.: 26).
Las propuestas económicas soslayaron continuamente la parte más débil
de la cadena, siendo el sello de época la flexibilización en el uso de la fuerza
de trabajo72 (Rofman, 1998; González, 2003; Bonofiglio y Fernández, 2003;
Diana Menéndez y Míguez, 2009). Bonofiglio y Fernández (Op. cit.: 4)
entienden la flexibilización como un “mayor grado de libertad en la
explotación de la fuerza de trabajo, en términos de su polifuncionalidad y de
la determinación de su remuneración así como la cantidad de trabajadores”.
Por su parte Diana Menéndez (2010: 122) 73 define la precariedad laboral

71 Remitimos a las obras de Azpiazu, D., Basualdo, E. y Khavisse, M. (2005) y Basualdo, E. (2006).
72 Una importante cantidad de autores/as analizan los procesos de flexibilización y precarización laboral
suscitados en Argentina como en numerosos países de la región. Ver entre otros: Gazzotti (1987); Sartan-
cángelo y Schorr (2000); Battistini (2001); Benza y Calvi (2006); Pierbattisti (2007); Figari y Palermo (2008);
Cifarelli y Martínez (2009); Belkin (2009); Asociación Trabajadores del Estado (2009); Rodríguez Llona y
Vidal (2013).
73 El artículo de Diana Menéndez (2010) recupera los orígenes del concepto de precariedad laboral ubi-
cándolo ya a comienzos de la década del ‘80. Sintetiza las dimensiones del mismo en: 1) Falta de estabilidad
en el empleo, 2) Deterioro de las condiciones de trabajo, 3) Incertidumbre e insuficiencia del ingreso, 4)
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 81

como “el incremento de la vulnerabilidad de los trabajadores tanto en la


estabilidad como en la calidad de las condiciones de trabajo”.
Cortés y Marshall (1996) sostienen que la legislación laboral atada a los
cambios en los modelos económicos deviene uno de los principales
instrumentos del Estado para regular la oferta, el precio y las condiciones de
uso de la fuerza de trabajo, así como también la conflictividad social.
Constituye una de las expresiones más visibles en las cuales se pueden colar
y representar los intereses de los sectores dominantes, siendo “el resultado
de la lucha política inherente al proceso legislativo” (Ibíd: 11). En la misma
tónica, González (Op. cit.: 100) sostiene que el contenido de la normativa
aparece como resultado y expresión de conflictos, compromisos políticos y
consensos entre intereses opuestos de distintos actores institucionales.
Bajo esta concepción pueden explicarse y entenderse la seguidilla de
leyes y reformas modificatorias de la Ley de Contrato de Trabajo del año
197474, sustancialmente dirigidas a la alteración en la indeterminación del
plazo de contratación y la protección indemnizatoria en caso de cese de la
relación. Comienzan a desencadenarse situaciones tales como “modalidades
contractuales de tiempo determinado, actividades laborales que no adoptan
las modalidades de un verdadero empleo (pasantías, becas, planes de empleo
de carácter administrativo, etc.), la modificación del período de prueba (para
ampliarlo), la instauración de un régimen paralelo de contratación laboral, la
contratación de trabajos o servicios temporarios o eventuales y por último la
modificación del régimen indemnizatorio” (Neffa, 2005: 11). Respecto de la
Ley Nacional de Empleo N. 24.013 de 1991 se destaca el sistema de
contrataciones promovidas por tiempo determinado si la modalidad
respondía a: fomento del empleo; lanzamiento de una nueva actividad;
práctica laboral de jóvenes y/o trabajo – formación. Todas estas opciones

Reducción de la protección y seguridad social, 5) Deterioro del reconocimiento práctico y simbólico de la


realidad del trabajo, 6) Inestabilidad política del vínculo laboral, 7) Heterogeneización laboral, mayor frag-
mentación y deterioro de los lazos y vínculos al interior del colectivo de trabajo, 8) Falta de representación
y cobertura sindical (Ibíd.: 126).
74 Un pormenorizado análisis de los cambios normativos y legislativos pueden encontrarse en la ya citada
obra de Neffa, 2005 (CEIL – PIETTE). Sólo a modo de denotar la magnitud de los cambios enumeramos las
siguientes: Ley 24.028/91 de Accidentes del Trabajo; Ley 24.185/92 de Convenios Colectivos de Trabajo en
la Administración Pública; Ley 24.465/95 de Flexibilización Laboral; Ley 24.467/95 de Marco Regulatorio
de pequeñas y medianas empresas; Ley 24.557/95 de Riesgos del Trabajo; Ley 25.013/98 de Régimen de
Pasantías de Formación Profesional; Ley 25.164/99 del Marco de Regulación del Empleo Público (deroga a
la Ley 22.140/80 del Régimen Jurídico Básico de la Función Pública); Ley 25.165/99 de Sistema de Pasantías
Educativas en el marco de la Ley de Educación Superior; Ley 25.250/00 de Reforma Laboral derogada par-
cialmente por Ley 25.877/04.
82 Fiorella Cademartori

contemplaban reducción de aportes patronales al sistema de seguridad social


y variación en las sumas de indemnización en caso de despido.

Todas estas modificaciones generaron la vulneración del principio


protectorio (base fundamental del derecho del trabajo) y de todas aquellas
conquistas alcanzadas por trabajadores y la sociedad en su conjunto en
materia de legislación laboral (Neffa, 2005: 12).

Los argumentos flexibilizadores para la creación de nuevos puestos de


trabajo, no fueron vislumbrados en la dinámica del mercado laboral ni el
período inmediato posterior ni siquiera a mediano plazo. Tras la reconversión,
“se observa una mayor y generalizada precariedad laboral, creciente
segmentación de los mercados, fuerte competencia laboral entre los mismos
trabajadores, desarticulación y vaciamiento de la vida gremial y política, entre
otras manifestaciones de fragmentación social” (Salvia apud. en Rofman, Op.
cit.: 65). Algunos autores sostienen que más allá de la copiosa cantidad de
leyes y decretos normativos, éstas no constituyeron una “verdadera
ingeniería institucional que programara por anticipado los cambios a
introducir y su secuencia” (Neffa, Op. cit.: 113) incluyendo un “alto contenido
de improvisación e imprecisión” (Rofman, Op. cit.: 70). Sin embargo, el
espíritu de las reformas laborales es resumido por Neffa:

Reducir los costos laborales directos e indirectos e incrementar la


productividad, para compensar de esa manera la pérdida de competitividad
internacional vía costo resultante de la apreciación de la tasa de cambio fijo;
pero para ello explícita o implícitamente utilizó como medios o instrumentos
la intensificación del trabajo, el disciplinamiento productivo de los
trabajadores, el control de los procesos de trabajo, la precarización y la
introducción de diversas modalidades de flexibilización (Neffa, 2005: 114).

La demanda de institucionalizar la “desprotección”, se cumplía en los


hechos comprando la fuerza de trabajo por debajo de su valor o, al menos,
intentando sistemáticamente la reducción salarial; asimismo gestionando la
entrada y salida de asalariados sin consecuencias altamente costosas y
tornando prescindible el uso de la misma ligada a los vaivenes de los ciclos
económicos. Vale la síntesis de Pérez Crespo respecto de los cambios:
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 83

Se enfrenta la trasmutación iniciada por la filosofía del derecho del trabajo,


donde lo que fuera considerado “principio protectorio” de la parte más débil
en la relación contractual, viró hacia una mirada de “extrema rigidez”
necesaria de superar (Pérez Crespo, 1998: 2).

La década del 2000 abre con un altísimo deterioro de los índices de


desocupación y subocupación (los más altos conocidos en el país al
momento); sumado al disciplinamiento coercitivo hacia el conjunto de las/os
asalariadas/os y el debilitamiento de sus estructuras sindicales–gremiales. De
la peor cifra conocida en Argentina de desocupación, 21,5% en mayo de 2002,
se pasó al 16,1% en el tercer trimestre de 2003 hasta 7,3% a fines de 2008.
Un año después un crecimiento que lo ubica en el 8,3% y se estabiliza hasta
llegar entre 2010 y 2013 a los siguientes valores: 7,7% - 6,7% - 6,9% - 7,9%
(Encuesta Permanente de Hogares, INDEC).
El trabajo no registrado si bien disminuye desde 2003, se mantiene
todavía en un porcentaje elevado: cerca del 35% de los asalariados
promediando finales de la década del 2000. Neffa, Oliveri y Persia sostienen
que,

La experiencia argentina pone en evidencia que elevados porcentajes de


empleos no registrados, informales y precarios pueden coexistir con el
crecimiento económico y la creación de nuevos empleos (Neffa, Oliveri y
Persia, 2010: 49-50).

El trabajo precario, es decir las formas específicas o particulares de


empleo –sin garantías de estabilidad y/o continuidad- se ha instalado desde
la década pasada y, promediando los valores de los 2000, a pesar de que un
porcentaje no menor de los nuevos empleos tienen esa garantía dada la
recomposición del mercado laboral, predominan ampliamente los contratos
de duración por tiempo determinado, los empleos por tiempo parcial, el
personal contratado como monotributista o autónomo, el provisto por las
empresas de servicios eventuales, los pasantes y personal en período de
prueba y directamente el empleo sin registro alguno.
84 Fiorella Cademartori

La singularidad de las y los trabajadores ligadas/os a


dependencias estatales

El retorno al sistema democrático hacia 1983 reflejó para la estructura


estatal, según lo puntualiza Dora Orlansky (1989: 69), la continuidad de las
“tendencias históricas que venían sucediéndose desde la década del ‘60 en
torno a la descentralización administrativa en favor de la generación de
empleo público provincial”. Pero no fue hasta la “modernización” iniciada en
1989 con las llamadas “I y II Reformas del Estado”, donde se generó una
profunda alteración en la relación Estado-Sociedad Civil75. Según López et al.
(2005) cambios sin precedentes, por su carácter estructural, en la historia del
Estado argentino.
Una mirada al interior de las estructuras nacionales, provinciales y
municipales requiere contemplar la intensa dinamicidad que imprimen los
cambios generados por los diversos gobiernos, gestiones y proyectos políticos
que asumen la conducción y orientación de las instituciones estatales. Dicha
contemplación resulta cuanto menos compleja en razón de mediciones
irregulares e inconstantes, cambios de criterios en registros estadísticos,
escasa sistematización por parte de los organismos competentes, e inclusive
de existir, el dificultoso acceso a las fuentes primarias. Características que se
tornan especialmente desalentadoras en ámbitos provinciales y más aún
municipales. Ouviña (2002: 249) sostiene la existencia excepcional de ciertos
trabajos en el marco de la “escasez de estudios serios que den cuenta de las
sustanciales transformaciones sufridas en las últimas décadas a nivel estatal”.
Aun considerando las excepcionalidades, el volumen de estudios que
profundizan los cambios normativos–institucionales a nivel del ejecutivo
nacional es tanto más amplio que aquellos referidos a los vaivenes sufridos
por los trabajadores pertenecientes a este ámbito.
En relación al desglose de las contrarreformas, sólo destacaremos
aquellos puntos que han tenido como objetivo directo el volumen y las

75 Un importante volumen de bibliografía recupera las transformaciones experimentadas al interior de las


instituciones estatales y sus repercusiones en el corto, mediano y largo plazo: de la crisis y transformación
del Estado “empleador” al “contratista” y al “concedente” (Orlansky, 1994); el desmonte de la “matriz
estado–céntrica” (Campione, 1997); el nuevo rol “desintegrador” (Rofman, 1998); la crónica de un fracaso
anunciado (Bozzo, López y Zapata, 1999); el mito del Estado mínimo (Oszlak, 2006; Hitnze, 2006); la meta-
morfosis (Ouviña, 2002); la redefinición de la totalidad de las relaciones sociales mediadas por el Estado
(Thwaites, 2005).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 85

dimensiones del empleo público como también así las condiciones laborales
suscitadas76. La condición de estabilidad laboral en los cargos, es decir, la
designación de trabajadores como planta permanente fue incorporada en
diversas legislaciones desde 1957 (Orlansky, 1989: 76) y, con mayor fuerza
legal, en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Para el año 1973 se
establece por decreto 1428/73 un cuadro único de escalonamiento salarial
contemplando categorías y escalafones 77. Dichas características marcaban “la
paulatina consolidación de la carrera burocrática en los Estados modernos”
(Zeller y Rivkin, 2005: 192). El período de la dictadura cívico–militar entre los
años 1976 – 1983 da curso a los primeros embates hacia la estabilidad: la Ley
N. 21.274 de Prescindibilidad del Empleo Público de 1976 que, junto al
Régimen Jurídico Básico de la Función Pública de 1979, permitían -
respectivamente- el despido sin causa y prohibían la práctica política, gremial
y de otras religiones a la oficial. Además, para alcanzar la estabilidad era
obligatorio cumplir un año de prueba sin ser suficiente el ingreso vía
concursos (Zeller y Rivkin, 2005). El descenso en el volumen total de
empleados públicos de la APN reflejan el espíritu de esta avanzada: de
247.118 trabajadores registrados entre 1973 y 1975 a 94.458 entre 1976 y
1977, es decir una variación porcentual negativa del 38,2% (Materiales de
investigación INAP, 1979).
Ya hacia finales de la década del ‘80 incluso la composición salarial se
presentaba como un “mosaico de situaciones muy diversas” 78 (Orlansky, Op.
cit.) producto de diferentes marcos jurídicos y disposiciones emanadas.
Hacemos propio el interrogante de la autora acerca de la magnitud alcanzada
por los salarios estatales deprimidos como factor “testigo” para la dinámica
salarial del sector privado (Ibíd.: 83). Entre 1983 y 1989 más que modificación
de normativas se buscó el consenso popular y político para las
contrarreformas que lograron imponerse finalizando el gobierno
constitucional del entonces presidente, Raúl Alfonsín. El discurso de la
“hipertrofia y satanización del Estado” consistió en homologarlo
sistemáticamente con una estructura burocrática, ineficiente y vetusta,

76 La mayoría de las estadísticas y registros citados refieren a datos del ámbito de la administración pública
nacional.
77 Con excepción de trabajadores docentes, del servicio diplomático, fuerzas armadas y de seguridad quie-
nes cuentan con propios estatutos (Ibíd.: 73)
78 A partir de los registros y estimaciones realizadas por Orlansky, podría afirmarse en el sector público el
fuerte deterioro del salario “en febrero de 1988 el salario mínimo equivalía al 57% en términos reales de
sus valores de 1964” (1989: 75).
86 Fiorella Cademartori

generadora -entre otras- de la “crisis fiscal” de la que la Nación debía


deshacerse en el menor tiempo posible. La primera generación de
contrarreformas (1989-1994), mediatizadas por las leyes de Emergencia
Administrativa y Económica, implicó la fuerte reducción del empleo público
en la jurisdicción nacional dada principalmente por las transferencias de les
trabajadores a las empresas privadas adjudicatarias de los servicios
privatizados, y el traspaso de servicios educativos y de la salud a las provincias
(Ouviña, 2002; Neffa, 2005; Oszlak, 2006).
Para aquellas/os trabajadora/es que permanecían ligados a las
estructuras nacionales, el decreto 435/90 de Reordenamiento del Estado
incentivó a la retirada por propia voluntad a partir de la jubilación obligatoria
para quienes cumplieran requisitos y la organización de cursos para quienes
voluntariamente aceptasen perfeccionamiento para la incorporación al
sector productivo. Esto sumado a la imposibilidad de mantener más de un
cargo, la supresión de pago de horarios extraordinarios, el congelamiento de
vacantes, el establecimiento de mínimos y máximos en la escala salarial en la
APN (Orlansky, Ibíd.: 15), no solo intentaba reacomodamiento sino
desincentivos, malestares y desaliento del ejercicio de la función pública. Por
otro lado, a finales de 1991 se crea el Sistema Nacional de Profesionalización
Administrativa (SINAPA) que reemplazó al sistema escalafonario 1428 que
regía desde 1973 (Neffa, 2005: 77)79 que, de alguna manera, abre las puertas
al deterioro después contemplado. Para el año 1992, la ley 24.185 de
Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) en la Administración Pública (con
decreto en el ‘93) establece, por primera vez, la modalidad de convenio
referida “al mecanismo de negociación de las condiciones de trabajo entre el
estado en su rol de empleador y los agentes públicos, representados por las
organizaciones sindicales” (Zeller y Rivkin, 2005: 203). Esta ley da por
finalizada la impronta de previsibilidad y orientación del Estado en sus
funciones y tareas más allá de las diversas gestiones y gobiernos de turno,
llevando a revisiones regulares la composición institucional, las condiciones
laborales y los salarios como parte de éstas. Así lo manifiestan Zeller y Rivkin
cuando sostienen que,

Los preceptos centrales de esta ley tienden a homogeneizar las relaciones


laborales de los trabajadores públicos con las vigentes en el sector privado
desde la sanción de la Ley de Empleo de 1991. Así, acuerda la pérdida de la

79 A su vez fue reemplazado en 2008 por el Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 87

estabilidad laboral por redefinición funcional u organizacional, por


desempeño inadecuado y por sanciones disciplinarias (…) se consagra la
figura de la polivalencia y la flexibilidad funcional para obtener mayores
niveles de productividad y se generaliza la evaluación de desempeño y la
capacitación permanente (Zeller y Rivkin, 2005: 204).

Según la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) el decreto de 1993


del 1er CCT80 vulneraba el espíritu original de la ley, entre otras razones,
porque generaba caída de puestos de trabajo y despidos compulsivos
conteniendo “cláusulas de flexibilización laboral, precarización del empleo
público y recorte de los derechos de los trabajadores, como por ejemplo, la
prohibición encubierta del derecho a huelga” (ATE, 2009: 3).
La segunda generación de contrarreformas (1995-1999)81 orientada a la
consolidación del cambio de las reglas de juego, colocaba al Estado como
actor secundario desligado de la prestación y administración de servicios
directos a la población y “concentrado en roles de regulación, promoción y
orientación de la iniciativa privada” (Bozzo, López y Zapata, 1999: 12). Entre
otros decretos generados, el 92/95, reglamenta finalmente la incorporación
transitoria de los profesionales y técnicos a la APN. Si bien se resaltaba que
dichas incorporaciones sólo podían sustanciarse en relación a proyectos y/o
programas especiales y no a funciones permanentes, no pudiendo en
cantidad superar el 20% del total de la planta permanente del organismo que
lo solicitase/incorporara, las puertas a la arbitrariedad estaban de alguna
manera sentenciadas bajo las formas contractuales de locación de servicio y
la locación de obra con inscriptos en el régimen de autónomos y “no
sometidos a la legislación de trabajo” (Neffa, Op. cit.: 77; Zeller y Rivkin,
2005). Este decreto 92/95 fue reemplazado por el 1184/01 que, entre otras
contribuciones al desmedro de las condiciones laborales, “establece un tope
para las remuneraciones del personal contratado, junto con los criterios para
la imputación del gasto en el presupuesto nacional” (Zeller y Rivkin, 2005:
204) incentivando a su vez un nuevo oleaje de retiros voluntarios 82.

80 El 1er CCT tuvo un decreto normativo en 1993, aunque su homologación fuera realizada recién hacia
1999 con la sola firma de uno de los dos sindicatos estatales: la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN).
El 2do CCT fue firmado en 2005 con la participación de ATE y UPCN y rubricado en 2006. Durante el año
2008 se rubricó un 3er CCT.
81 La deslegitimación con la que se inició esta nueva oleada de contrarreformas es descripto por las auto-
ras en el texto citado.
82 Esto debe contextualizarse con el recorte del 13 % que se estableció hacia 2001 computable a los sala-
rios de los trabajadores estatales tanto así como a las sumas de los haberes jubilatorios.
88 Fiorella Cademartori

Finalmente hacia 1999 se aprueba la Ley 25.164 Marco de Regulación de


Empleo Público Nacional83 que incorpora las pautas flexibilizadoras que
contenía el decreto del mismo año en el marco del CCT. Así el personal podía
enmarcarse bajo régimen de estabilidad, de contratación o como personal de
gabinete de las autoridades, siendo el régimen de contrataciones por tiempo
determinado considerado sólo para servicios transitorios y estacionales.
Luego de una década de despliegue de las contrarreformas estatales, nos
encontramos en primer lugar con una estructura institucional cuya reducción
se debió “pura y exclusivamente” a los procesos de privatización de las
empresas públicas y a la reducción del sector bancario oficial (Orlansky,
1994). En segundo lugar, ni el andamiaje organizacional (cantidad de
ministerios, secretarías, organismos) ni la magnitud del gasto se redujo
(Santarcángelo, 2005; Seiffer et al., 2012; Seiffer, 2013), sino que se alteró su
composición orientada a los requerimientos e imposiciones de organismos
internacionales vinculados a servicios de la deuda pública (Diana Menéndez y
Míguez, 2009). Lo que se puede comprobar fue la disminución y sobretodo el
estancamiento en el ritmo de crecimiento del volumen de empleados
públicos (Orlansky, 1989; López, Corrado y Ouviña, 2005: 142) respecto del
crecimiento poblacional.
Hacia 2001, un posible mapeo de las características del empleo público lo
encontramos en Zeller y López (2005 y 2011): mayor participación relativa del
personal dependiente de las fuerzas armadas, de seguridad y de los servicios
civiles vinculados a las mismas frente al personal que desempeña funciones
civiles como las administrativas, científicas, sociales y económicas84; baja
participación del gasto en salarios de la APN en el total del presupuesto
nacional; alta heterogeneidad entre las modalidades de contratación
permanentes y no permanentes; gran dispersión y diferenciación en los
sistemas de carrera y regímenes escalafonarios por lo tanto amplia brecha
entre los ingresos más bajos y los más elevados al interior de cada organismo;
extensa dispersión de las pirámides salariales entre los diversos regímenes
laborales; y la progresiva asimilación de cláusulas flexibilizadoras en la
normativa a partir de la Ley Marco de Regulación de Empleo Público
sancionada en 1999 y reglamentada por decreto 1421/2002.

83 Reglamentada por decreto 1421/02 y revisada por decreto 2345/08 (Berasueta y Biafore, 2010).
84 “progresivo aumento de los planteles burocráticos en las áreas de defensa y seguridad interior. Para el
año 2000 las reparticiones del Ministerio de Defensa y de Interior destinadas a tareas de control social
comprendían el 66% de los agentes del Poder Ejecutivo Nacional” en Lanouguere, López y Zeller (2003).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 89

Siendo el Estado partícipe y objeto del ajuste estructural llevado adelante


resultó, en numerosas oportunidades, caso testigo de políticas que luego
tomaban impulso y expansión en otros sectores ligados a la gestión privada
(Diana Menéndez y Míguez, 2009). Como refieren dichos autores:

De algún modo, al cobijarlas en su seno, éste –el Estado- les otorga una
legitimidad particular, que no adquiere en otras instancias sociales; además
de que asume desde allí el costo político de las medidas (Diana Menéndez y
Míguez, 2009: 109).

Acordamos así con la orientación denodadamente selectiva que tuvieron


estas medidas respecto de los sectores económicos a beneficiar (Rofman,
1998) y la modificación sustancial de las relaciones entre la esfera pública y
privada, transmutando su estructura al calor de la reestructuración capitalista
(Oszlak, 1985; 2006). Por tanto, más que el aspecto cuantitativo como sello
significativo, acordamos con Zeller (2005) que la alteración sustancial reside
en el cambio cualitativo que se imprimiera en las relaciones laborales por las
consecuencias a largo plazo de las mismas.
Si resulta cierto que la alteración esencial de las contrarreformas residió
en la posibilidad de alterar fenómenos que se consideraban inmodificables,
tales como la estabilidad en el empleo y la garantía de derechos laborales,
nos compete observar las características de la recomposición del mercado de
trabajo post crisis 2001. Como sostiene Arceo et al. (Op. cit. 69) el estudio de
la dinámica del mercado laboral requiere ser observada en su totalidad y
complejidad, y sobretodo considerar en las estadísticas de aumento de la tasa
de empleo cuáles son las “características de los puestos de trabajo generados
y el tipo de estructura que tiende a consolidarse en dicho mercado”.
Justamente porque como afirman los mencionados autores el crecimiento
económico no siempre tiene relación directa con la evolución del empleo y
los salarios85. En tanto la flexibilización laboral acaeció como uno de los
aspectos claves de la política “reformista” (Thwaites Rey, 2005), nuestra
mirada releva este aspecto tomando como insumo la evolución que presentó
la dinámica del empleo público en el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) entre
2001 y 2011.
Si contemplamos el total de cargos del PEN entre 2001 y 2011 observamos
un crecimiento del 26,3% de puestos de trabajo, en valores absolutos de

85 En la década del noventa el PBI creció de la mano del aumento del desempleo.
90 Fiorella Cademartori

249.218 a 314.921. Descomponiendo el dato, observamos que de los 65.703


nuevos cargos, el 63% representa modalidad temporal o contrato a término
y el 37% modalidad permanente o transitoria86. La variación porcentual de
personal contratado sobre el total de trabajadores pasó de 1,62% en 2001 a
16,88% en 2011. Una década atrás, la proporción resultaba 1 contratado/a
cada 60 trabajadores permanentes; en 2011 la ecuación es 1 contratado/a
cada 6 trabajadores permanentes. Siendo las TS, en su gran mayoría,
asalariadas estatales y reconociendo la existencia de un organismo que
nucleó y nuclea en su interior a una altísima cantidad de estas profesionales,
consideramos pertinente observar la dinámica adquirida por el Ministerio de
Desarrollo Social (MDS). Se estima que por ser la estructura de mayor
jerarquía a nivel nacional, da pautas de comportamiento y gestión en las
dependencias provinciales y/o municipales.
El MDS tuvo en una década un aumento exponencial del 270% pasando
de 2144 a 7894 trabajadores en su conjunto -más allá de la modalidad
contractual—, superando ampliamente el crecimiento del conjunto de
trabajadores del PEN. El inicio de la década presentaba 1 trabajador/a bajo
modalidad contratada cada 267 trabajadores en calidad de permanentes;
situación que invierte su proporción con tanta negatividad que para 2011 por
cada trabajador/a permanente se contabilizan 4 contratados/as. Es decir que,
si bien esta dependencia presenta gran dinamismo en la incorporación de
personal, en el transcurso de diez años, el nivel de trabajadores/as bajo
contratación permanente o transitoria refleja un alza entre 2001 y 2002 y
luego una sistemática disminución, mientras que los contratados tienen un
alza sin freno. Ese crecimiento representa pasar de un 0,37% de
contratados/as sobre el total de trabajadores en 2001 (menos de 1 cada 100)
a un 81% para 2011 (80 cada 100).

86 La planta transitoria asimila la garantía de derechos laborales a los cargos de planta permanente, siendo
su principal diferencia la posibilidad de rescindir la vinculación laboral. En la lectura de porcentajes de
creación de cargos “estables” debe contemplarse esta situación. El acceso a los datos diferenciados en
dichas categorías no fue posible debido a que su registro presenta unificadas a las mismas. Se presume
que los resultados difieren a los presentados dando un alto porcentaje de trabajadores en planta transito-
ria por sobre los permanentes, pero no podemos afirmar tal escenario.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 91

Tabla 2: Evolución de Trabajadores Permanentes (P), Transitorios (T) y


Contratados (C) del PEN

Crecim. Crecim.
total anual Crecim. C/Total Crecim.
Personal Personal (valor total (valor Crecim. P + T (valor Crecim. P +
Año P + T C Total P+T+C absoluto) anual absoluto) C/Total absoluto) T/Total

2001 245.180 4.038 249.218

2002 224.522 5.109 229.631 -19.587 -7,80% 1.071 5,40% -20.658 -8,40%

2003 226.250 15.133 241.383 11.752 5,10% 10.024 196,20% 1.728 0,70%

2004 225.641 17.538 243.179 1.796 0,70% 2.405 15,80% -609 0,20%

2005 230.198 18.734 248.932 5.753 2,30% 1.196 6,80% 4.557 2%

2006 236.393 22.882 259.275 10.343 4,10% 4.148 22,10% 6.195 2,60%

2007 239.457 28.083 267.540 8.265 3,10% 5.201 22,70% 3.064 1,20%

2008 247.432 33.758 281.190 13.650 5,10% 5.675 20,20% 7.975 3,30%

2009 252.177 37.414 289.591 8.401 2,90% 3.656 10,80% 4.745 1,90%

2010 266.240 39.353 305.593 16.002 5,50% 1.939 5,10% 14.063 5,50%

2011 269.432 45.489 314.921 9.328 3% 6.136 15,50% 3.192 1,10%


Elaboración propia. Fuente: Boletín Fiscal, Secretaría de Hacienda, Ministerio de Economía y
Finanzas Públicas.
92 Fiorella Cademartori

Tabla 3: Evolución de Trabajadores Permanente (P), Transitorios (T) y


Contratados (C) del MDS

Crecim. Crecim. Crecim.


total anual Crecim. C/Total P +T
Personal Personal Totales (valor total (valor Crecim. (Valor Crecim.
P+T C P+T+C absoluto) anual absoluto) C/Total absoluto) P+T

2001 2.136 8 2.144


2002 2.430 35 2.465 321 15 27 338% 294 13,8%
2003 1.924 1.369 3.293 828 33,6 1.334 3811,4% -506 -20,8%
2004 1.668 2.648 4.316 1.023 31,1 1.279 93,4% -256 -13,3%
2005 1.632 2.830 4.462 146 3,4 182 6,9% -36 -2,2%
2006 1.606 3.195 4.801 339 7,6 365 12,9% -26 -1,6%

2007 1.552 3.570 5.122 321 6,7 375 11,7% -54 -3,4%
2008 1.560 4.993 6.553 1.431 27,9 1.423 39,9% 8 0,5%
2009 1.564 5.093 6.657 104 1,6 100 2% 4 0,3%
2010 1.534 5.599 7.133 476 7,2 506 9,9% -30 -1,9%
2011 1.507 6.387 7.894 761 10,7 788 14,1% -27 -1,8%
Total 5.750 268 6.379 797% -629 -29,4%
Elaboración propia. Fuente: Boletín Fiscal, Secretaría de Hacienda, Ministerio de Economía y
Finanzas Públicas.

Como observamos el MDS profundiza la tendencia encabezada por el


Ejecutivo Nacional, en el sentido que las condiciones de contratación
desplegadas en su interior (y todo lo que se deriva de la misma) son aún más
nocivas para las/os trabajadoras/es que allí se emplean respecto de las del
conjunto de la APN.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 93

Gráfico 2: Cantidad de Trabajadores Permanentes (P), Transitorios (T) y


Contratados (C) del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación

9.000
8.000
7.000
6.000
5.000
4.000
3.000
2.000
1.000
0
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Personal P + C 2.136 2.430 1.924 1.668 1.632 1.606 1.552 1.560 1.564 1.534 1.507
Personal C 8 35 1.369 2.648 2.830 3.195 3.570 4.993 5.093 5.599 6.387
Totales P+T+C 2.144 2.465 3.293 4.316 4.462 4.801 5.122 6.553 6.657 7.133 7.894

Fuente: Boletín Fiscal, Secretaría de Hacienda, Ministerio de Economía y Producción.


Elaboración propia.

Conclusiones parciales

En este capítulo se buscó recuperar los cambios y alteraciones en la


dinámica del mercado laboral en Argentina en función del cambiante patrón
de acumulación desplegado a partir del ‘76.
Más allá de las determinaciones propias del asalariamiento, el propósito
fue analizar los impactos al interior de las estructuras estatales y
específicamente hacia las condiciones laborales de sus trabajadores/as, entre
las cuales, ubicamos a las TS.
Resultan intermitentes, escasos o inexistentes estudios que caractericen
el empleo público y la estructura administrativa en las dependencias
nacionales, provinciales y municipales del país. Una breve y sintética
aproximación se acerca en estas líneas, aunque se reconocen limitaciones
dada la dificultad de obtención de estadísticas.
94 Fiorella Cademartori

La descripción del escenario previo a la instauración de la última dictadura


cívico-militar y la presentación de indicadores laborales, tales como
promedios salariales de la clase obrera y participación respecto del PBI, así
como, niveles de actividad y ocupación respecto del crecimiento poblacional,
posibilitó una mirada comparativa y de onda larga sobre las transformaciones
acontecidas en el período de estudio escogido. Con el regreso de la
democracia, una dimensión recurrentemente cuestionada fue el “gasto
público de la administración nacional” y devino excusa para el replanteo de
todo el andamiaje estatal. La ofensiva de los sectores dominantes hacia los
principios protectorios de las leyes laborales, se vio reflejada en el Estado en
las leyes de Emergencia Administrativa y Económica a finales de los ‘80 (junto
a los numerosos decretos) y en las Reformas de I (1989 al 1994) y II generación
(1995 al 1999) que hemos denominado contrarreformas, por su innegable
carácter regresivo. Algunos autores calificaron esta ofensiva como un cambio
sin precedentes en la historia del Estado argentino dado su carácter
estructural. El ámbito público se mostró como “caso testigo” para la avanzada
en el sector privado. La primera generación de contrarreformas se orientó a
buscar consenso popular y político para las modificaciones. La segunda, por
su parte, consolidó el cambio de las reglas de juego. Colocó al Estado como si
fuese un actor secundario con legitimidad para desatender la administración
de servicios directos a la población y concentrarse en roles de regulación,
promoción y orientación de la iniciativa privada.
Fue avalada la demanda de institucionalizar la “desprotección laboral”,
que se cumplía en los hechos comprando la fuerza de trabajo por debajo de
su valor o, al menos, intentando sistemáticamente reducción salarial;
asimismo gestionando la entrada y salida de asalariados/as sin consecuencias
altamente costosas para empleadores y tornando prescindible el uso de la
fuerza de trabajo en función de los vaivenes de los ciclos económicos.
Luego de una década de despliegue de las contrarreformas estatales, el
escenario se caracterizaba por una estructura institucional cuya reducción se
debió “pura y exclusivamente” a los procesos de privatización de las empresas
públicas y a la reducción del sector bancario oficial; el mantenimiento del
andamiaje organizacional (cantidad de ministerios, secretarías, organismos)
así como la magnitud del gasto; y, por la disminución y sobretodo el
estancamiento en el ritmo de crecimiento del volumen de empleadas/os
públicas/os respecto del crecimiento poblacional.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 95

La hipótesis colocada87 respecto de que las políticas que regularon el


mercado de trabajo durante el apogeo neoliberal, resultaban parte de una
estrategia a largo plazo que buscaba institucionalizar los cambios en las
condiciones laborales y sobretodo que estos prevalezcan cuando la situación
en el mercado de trabajo resultara “favorable” a las y los trabajadores, fue
constatada. Aun considerando el importante descenso en las cifras de
desempleo, la generación de puestos de trabajo y el aumento de los acuerdos
normativos en torno a las negociaciones colectivas de trabajo, hacia finales
de la década del 2000 se observa que la protección laboral fue escasamente
reconstruida. La huella de la ofensiva resultó profunda haciéndose uso y
abuso de las alteraciones.
En síntesis, la sustancial modificación resultó la re-regularización, es decir,
su aspecto cualitativo. Los valores y porcentajes de trabajadores estatales en
planta permanente, planta transitoria y contrato por tiempo determinado,
demuestran que primó la posibilidad de disponer y gestionar la fuerza de
trabajo como variable de ajuste. Es claro que las crisis afectan no sólo al
conjunto de la clase obrera, sino que también cercenan el circuito de
valoración y acumulación que requieren las diversas fracciones del capital.
Salir de ellas se constituye requisito ineludible para el funcionamiento del
capital social general. En Argentina, la recuperación “favorable” de la
dinámica del mercado laboral se hizo sobre la base de pérdidas de conquistas
obreras.

87 Ver referencia en este capítulo de lo argumentado por González, M.


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 97

Capítulo 4

Características de las condiciones laborales de Trabajadoras


Sociales de la Provincia de Buenos Aires: la “foto” a explicar

“Las primeras [todas las formas de manifestación] se reproducen de manera


directamente espontánea, como formas comunes y corrientes del pensar; el otro [su
trasfondo oculto] tiene primeramente que ser
descubierto por la ciencia”
Karl Marx (2004: 660)

Hacia el año 2010, en el marco de la renovación de autoridades del


CATSPBA, la gestión “La Roja – Construcción Colectiva” decide impulsar una
investigación que permitiese develar la situación concreta y las
características particulares de las condiciones laborales presentes en los
ámbitos de trabajo de las y los profesionales bajo esa jurisdicción. El interés
del equipo directivo del Colegio Profesional radicaba en que “las
reivindicaciones colectivas, las denuncias y gestiones que podamos llevar
adelante ante diversos organismos, resultarán más potentes y contundentes
en su reclamo, si conocemos objetivamente las determinaciones y
condicionamientos en que el Trabajador Social lleva adelante su accionar” 88.
Asimismo se fundamentaba la iniciativa planteando que “diagnosticar las
características actuales del ejercicio profesional puntualizando en las
condiciones de trabajo” permitiría “caracterizar diversos aspectos de la
categoría profesional y pensar las acciones políticas más potentes” 89.
Por tanto, afín a estas pautas, se diseñó una herramienta (encuesta) 90
que profundizó el conocimiento de los siguientes aspectos: las características
presentes en el mercado laboral posterior a las contrarreformas estatales; la
presencia del Estado en tanto empleador de las TS a través de sus
dependencias nacionales, provinciales y/o municipales; las modalidades de
contratación y los niveles salariales percibidos; los niveles de garantía de los

88 Fundamentación en material instructivo para el relevamiento de la “Encuesta Condiciones de Trabajo y


Ejercicio Profesional de los Trabajadores Sociales – 2011”. Dicho material se socializó junto a la herra-
mienta de recolección de datos y fue ideado para ser utilizado por los diversos equipos que coordinaron el
trabajo de campo en cada distrito de la provincia.
89 Ídem anterior.
90 Realizada en co-autoría con la Lic. Cecilia Pérez (docente investigadora de la UNICEN y miembro del
equipo de trabajo del distrito Azul del CATSPBA).
98 Fiorella Cademartori

derechos laborales; las características de las jornadas de trabajo así como la


organización de la práctica laboral; las configuraciones del proceso de
trabajo; las condiciones físicas del espacios institucionales; la diferenciación
entre trabajadoras con formación terciaria y trabajadoras con formación
universitaria; la propia caracterización de las condiciones laborales y los
niveles de afiliación y participación en asociaciones gremiales.
Como parte de una estrategia más amplia en la defensa y garantía
del ejercicio profesional91, varios aspectos de una acción política más potente
fueron tomando forma y expresión concreta tras la realización de la encuesta
cuyo relevamiento culminó hacia finales del 2011: la publicación de parte del
enorme caudal de información en un libro 92; en los Foros sobre condiciones
laborales organizados por el propio Colegio en 2011 y 2013 93; en diversas
charlas y talleres donde resultó institución invitada y en la presencia como
organización en instancias concretas de visibilización de las condiciones del
ejercicio profesional (pronunciamientos públicos, presentaciones y
denuncias ante múltiples organismos e instituciones, manifestaciones y
marchas, entre otros).

Aclaraciones metodológicas

La provincia de Buenos Aires concentra en su territorio la mayor cantidad


de población del país, característica que se replica en relación a la categoría
profesional. El CATSPBA resulta la asociación con mayor cantidad de
matriculadas de Argentina: bajo su competencia se encuentran poco más del
50% de las profesionales de todo el país. Para el año 2011, año del registro y
relevamiento de datos, el número de matriculadas en el citado Colegio
ascendía a 13.132 (siendo 12.189 integrantes activas y 943 con matrícula en
suspensión)94 .

91 Vale reiterar que es una de las funciones principales de las Asociaciones, Consejos y/o Colegios Profe-
sionales.
92 Siede, M. V. (comp.) (2012). Trabajo social y mundo del trabajo: Reivindicaciones laborales y condicio-
nes de intervención. La Plata: Productora del Boulevard.
93 En el marco de diversas actividades dentro de las jornadas provinciales se realizaron: 1er Foro sobre
Condiciones Laborales en Bahía Blanca hacia julio de 2011; 2do Foro en la ciudad de Mar del Plata hacia
mayo de 2013. Se nombran solo estos dos foros, ya que son fuente de información en este trabajo. Estos
espacios de debate se continúan realizando bianualmente.
94 No contamos actualmente con datos oficiales nacionales respecto de la cantidad de profesionales en el
país. Los registros de la FAAPSS no resultan de libre (y fácil) acceso. Sin embargo, podría estimarse el nú-
mero considerando la cantidad de TS en la provincia de Buenos Aires: para el año 2020 el número asciende
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 99

En relación al instrumento que conformó la encuesta, intentó abarcar los


múltiples aspectos vinculados a las condiciones laborales. Aceptando que
algunas dimensiones presentan mayor énfasis, epistemológicamente lo que
primó al momento de definir los interrogantes contempló no solo la venta de
la fuerza de trabajo (y su reproducción) sino lo referente a la posibilidad
potencial de transformación del trabajo como puesta en acto, vía los medios
para concretarlo: instrumentos, herramientas, espacio físico, entre otros.
Asimismo la organización, disposición y gestión de la mencionada fuerza de
trabajo por parte de quien compra la misma. El resultado devino en un
cuestionario autoadministrado, de carácter anónimo, integrado
mayoritariamente por preguntas cerradas (con y sin gradación). Con un total
de 40 preguntas divididas en 3 grandes ejes y subejes:
- Datos personales: género, lugar de residencia, año de nacimiento,
institución académica de formación, año de graduación profesional y
distrito de matriculación.
- Datos laborales: ocupación, organismo empleador, tipo de
contratación, antigüedad en el cargo y en la institución, área de
trabajo, espacio de trabajo, jornada laboral, salario, derechos
laborales, organización del trabajo, medios y herramientas, calificación
y formación y caracterización de las condiciones laborales.
- Organización de los trabajadores: participación en instancias gremiales
y/o del Colegio Profesional.

El criterio inicial para lograr representatividad en el universo de TS


matriculadas fue que la muestra alcanzara el 10% del total de cada distrito,
bajo un tipo de muestreo no probabilístico. El relevamiento de datos se
realizó a partir del 2do al 4to trimestre de 2011. La carga y confección de la
base de datos se realizó durante el 2do y 3er trimestre de 2012. Hacia finales
de 2013, fue necesario una revisión y recarga en dicha base de datos para
posibilitar otros cruces estadísticos. La participación en la encuesta alcanzó a
1030 TS cuyos distritos de trabajo abarcan la provincia en su conjunto. La
muestra quedó finalmente constituida por 929 TS, representando el 7,62%
del total de matriculadas en Buenos Aires.
El procesamiento y análisis de la información se realizó a partir del programa
Statistical Package for Social Sciences (SPSS). Los porcentajes obtenidos se

a 16.278 (9200 profesionales con matrícula al día). Si se sigue la tendencia que la mitad de las TS del país
residen en dicha provincia, el total nacional rondaría en un número superior a las 30.000 profesionales.
100 Fiorella Cademartori

calcularon a partir del total de respuestas válidas y no del total de la muestra,


considerando respuestas no válidas (casos perdidos) aquellas que no fueron
contestadas. Si bien contamos con 929 cuestionarios pertenecientes a
profesionales en ejercicio, el número de puestos de trabajo suma 1370, ya
que la cantidad de empleos entre las encuestadas oscila entre 1 y 4. Esto
diversifica el análisis y las consecuentes lecturas, contando con una altísima
cantidad de variables potenciales de cruces para la descripción y búsqueda
de asociaciones/correlaciones. En cada caso se especificará si el foco se
concentra sobre los puestos de trabajo, sobre el total de TS, o sobre quienes
tienen uno, dos, tres o más empleos, siendo la variación en el número de
cálculo (n) en cada caso debidamente referenciado. A partir de la
información empírica se busca describir el mapa de situación como una
fotografía que permite inferir procesos, caracterizar estado actual y estimar
proyecciones. A continuación se presenta la Tabla 2 en la que se volcaron los
datos referidos a cantidad de TS matriculadas por distrito y la participación
de éstas en la encuesta según total distrital y provincial.
Algunos aspectos a destacar y aclaratorios de los números observados y
los porcentajes obtenidos:
- Los porcentajes de participación se realizan contemplando las
matriculadas activas (datos en primera columna) ascendiendo el total
provincial a 12.189 TS.
- El número total de TS participantes/encuestas relevadas asciende a
929. Los valores desagregados en la cuarta columna pertenecen al número
de TS participantes por distrito.
- La quinta columna refleja los valores porcentuales resultantes de
dividir el número de TS participantes respecto del total provincial,
obteniendo el porcentaje muestral que alcanza el 7,62% del total de TS
activas.
- La sexta columna refleja la participación que tuvo cada distrito
respecto del total provincial.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 101

Tabla 4: Cantidad de TS matriculadas y participación en la encuesta

Distrito Cantidad de Matriculadas Participación en la encuesta

En Cantidad Total Total por


Activas Total
suspensión de TS Provincial Distrito

Azul 616 111 727 109 0,89 11,73


Bahía Blanca 939 40 979 35 0,28 3,76
Dolores 367 4 371 2 0,01 0,21
Junín 461 2 463 2 0,01 0,21
La Plata 1809 120 1929 108 0,88 11,62
Lomas de
1527 112 1639 102 0,83 10,97
Zamora
Mar del Plata 687 21 708 22 0,18 2,36
Mercedes 937 53 990 46 0,37 4,95
Moreno/Gral
364 24 388 24 0,19 2,58
. Rodríguez
Morón 1399 141 1540 177 1,45 19,05
Necochea 112 42 154 19 0,15 2,04
Pergamino 188 30 218 26 0,21 2,79
Quilmes 380 76 456 76 0,62 8,18
San Isidro 646 27 673 27 0,22 2,9
San Martín 774 60 834 67 0,54 7,21
San Nicolás 358 22 380 22 0,18 2,36
Trenque
385 11 396 11 0,09 1,18
Lauquen
Zárate /
240 47 287 41 0,33 4,41
Campana
Sin Datos 13 0,09 1,39
Total 12189 943 13132 929 7,62% 100%

Si bien la muestra no alcanzó el 10% del total que se aspiraba inicialmente


y arroja distritos sub y/o sobre representados, permite -con las salvedades
de cada caso-, realizar análisis que, sin ser proyectados en la provincia en su
conjunto, resultan destacables puntos de referencia para el mapeo de la
situación de este conjunto numeroso de profesionales.
102 Fiorella Cademartori

El promedio de participación de TS por distrito en relación al total de


matriculados resulta del 5,5% lo que habilitaría a establecer lecturas
comparativas, en función de las proporciones que arrojan los distritos sobre
y sub representados.
Por debajo del promedio se encuentran: Bahía Blanca, Dolores, Junín,
Mar del Plata, Mercedes, Moreno–Gral. Rodríguez, Necochea, Pergamino,
San Isidro, San Nicolás, Trenque Lauquen, Zárate - Campana. Por encima:
Azul, La Plata, Lomas de Zamora, Morón, Quilmes y San Martín.

Caracterización de la fuerza de trabajo

En consonancia con los datos arrojados por los estudios presentados en


el capítulo anterior, el género en la muestra en cuestión no escapa a la
tendencia de absoluto predominio de mujeres en esta profesión. El estudio
que presentamos las contiene en un 95,1%, característica histórica que sigue
siendo tendencia, no solo en nuestro país sino también en la región. Estudios
provenientes de Chile (Vidal Molina, 2008) y Brasil (Predés Trindade, Amaral,
Tenório y Moraes Machado, 2007; Iamamoto, 2009), entre otros, ratifican
esta particularidad. Dicho predominio se relaciona con lo argumentado por
Grassi (1989) acerca de los orígenes del Trabajo Social y su función de control
social y disciplinamiento en el ámbito de la vida cotidiana de los sectores
populares, siendo parte de las estrategias que el Estado despliega en relación
a la familia y, dentro de ella, al rol de la mujer. La politización de lo doméstico
siendo la mujer objeto y sujeto de la intervención95. Este hilo argumental
abre líneas explicativas sobre los altos porcentajes hallados en los estudios
que anteceden este capítulo, donde la predominancia femenina en la
composición se encuentra siempre arriba del 80%.
Indagar sobre el mercado laboral y su dinámica para una profesión
eminentemente femenina es, sin dudas, dar cuenta de las características
particulares y diferenciadoras de la división sexual que se imprimen en los
procesos de trabajo cuando sus protagonistas son mujeres y cuerpos
feminizados. Siendo un objetivo, aunque implícito en esta investigación,
resulta necesario sugerir otras producciones que han colocado la cuestión de
género así como las desigualdades generadas a partir de la masiva

95 Karsz en Grassi (Op. cit.: 41) “Aquí juegan un papel fundamental las asistentes sociales (…) están paga-
das para saber, desde lo público, qué pasa en el espacio privado”.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 103

incorporación de la mujer en el mercado laboral hacia la última mitad de siglo


pasado, como principales dimensiones epistemológicas96.
La masiva incorporación de las mujeres en el mercado laboral -proceso
de dimensiones mundiales- reconfiguró la división social, técnica y sexual del
trabajo en la etapa histórica reciente. Al respecto, Antunes (2005) argumenta
que las mujeres en su doble actividad laboral (público y privado/doméstico)
posibilitaron nuevos ciclos para la reproducción y acumulación del capital.
Esta mirada se refuerza con los argumentos de Grassi (Ibíd.) respecto del
papel del Estado argentino y la propia necesidad de garantizar la
reproducción del capital general, al promover y legitimar el surgimiento,
desarrollo y expansión de agentes profesionales -como las asistentes
sociales- cuyas tareas y funciones contaban con características homologables
a los “hegemónicos mandatos sociales esperados para las mujeres”.
Más allá de la referencia directa al ingreso en el ámbito fabril, Antunes
(2005: 99) da cuenta, en la cita que se coloca a continuación, de la mutua
imbricación entre el trabajo en el ámbito privado y en el espacio público. La
réplica a diversos sectores y ámbitos laborales es igualmente apropiada:

La mujer trabajadora, en general, realiza una doble actividad laboral, dentro


y fuera de su casa o, si se quiere, dentro y fuera de la fábrica. Al hacerlo,
además de la duplicación del acto laboral, ella es doblemente explotada por
el capital: ejerce en el espacio público su trabajo productivo en el ámbito
fabril y, en el universo de su vida privada, consume horas decisivas en el
trabajo doméstico, con lo cual posibilita (al mismo capital) su reproducción,
en esa esfera del trabajo no directamente mercantil, donde se generan las
condiciones indispensables para la reproducción de la fuerza de trabajo de
sus maridos, hijos y la suya propia 97 (Antunes, 2005: 99).

96 Los estudios de género y las diversas corrientes feministas han desarrollado en el último decenio una
gigante, prolífica y amplísima producción donde son tematizadas las múltiples dimensiones de la opresión
(y explotación) de las mujeres y disidencias. No siendo objetivo dicha recuperación, sólo sugerimos remi-
tirse a obras de autoras pertenecientes al colectivo profesional donde el género y sus implicancias en el
mercado laboral es puesto como eje de debate. Además de Grassi (Op. cit.); Genolet, A. (2005). La profe-
sión de Trabajo Social ¿cosa de mujeres?: Estudio sobre el campo profesional desde la perspectiva de los
trabajadores sociales. Buenos Aires: Espacio editorial; Moljo, C. (2005). Trabajadores sociales en la historia:
una perspectiva transformadora. Buenos Aires: Espacio editorial; Oliva, A. (2007b). Trabajo Social y Lucha
de Clases (1era ed.), Buenos Aires: Imago mundi. Rivero, L. (comp.) (2019). Trabajo Social y feminismos:
perspectivas y estrategias en debate. La Plata: Colegio de Asistentes Sociales o Trabajadores Sociales de la
Provincia de Buenos Aires.
97 Cursivas en original.
104 Fiorella Cademartori

En este sentido, la pertinencia de indagar aspectos relacionados a las


condiciones de vida que exceden el ámbito estrictamente laboral (situación
habitacional, hijos/as o personas a cargo, horas dedicadas a tareas
domésticas, participación del propio salario en el ingreso del hogar),
contribuye a establecer las dimensiones y alcances que toma la doble jornada
laboral femenina98. Así lo expresa Pautassi (2007: 15) cuando indica que el
empleo remunerado es sólo una de las manifestaciones del trabajo, ya que
“el trabajo no sólo es aquel realizado y vinculado a los ámbitos productivos y
remunerados, sino que también debe considerarse como tal todo aquello que
garantice la reproducción social”. Dado los objetivos de la encuesta, en esta
oportunidad, sólo la dimensión del salario y la participación de éste en los
ingresos del hogar fueron indagados (se analiza más adelante). Otra
dimensión vinculante al describir esta muestra lo constituye el año de
nacimiento de las participantes que, sumado al año de graduación, permite
inferir períodos de ingreso al mercado laboral. A la vez enmarcarse como
reflejo de los flujos y dinámica de dicho mercado.
Como se observa en el gráfico I del anexo (para acceder al mismo -tablas
y gráficos aludidos- escanear el código QR que se encuentra al final del libro),
la franja etaria más numerosa pertenece al grupo ubicado entre los 30 y 35
años con el 27,2%, seguido por el grupo ubicado entre los 29 y 24 años con
el 16,6%. Ambos grupos se encuentran apenas por debajo de constituirse en
la mitad de la muestra (43,8%), es decir, una muestra mayoritariamente
compuesta por trabajadoras entre los 24 y 35 años que las ubica como
trabajadoras de reciente incorporación al mercado laboral. Dato que puede
constatarse con la información proveniente del año de graduación.
Para aquellas TS con formación universitaria (incluyendo quienes
primero realizaron trayectos terciarios), las egresadas a partir del 2000 hasta
el 2011 se constituyen en el 69,8% del total (ver tabla I en anexo). Para el
segundo grupo, únicamente de formación terciaria, el porcentaje asciende a
54,3%. Consideramos que dichos valores habilitan a enmarcar las lecturas
como corolario de las contrarreformas estatales (1989 - 1994 y 1995 - 1999)99
y dando cuenta del comportamiento del mercado laboral a partir de la
década del 2000. Se infiere que el ingreso al mercado de trabajo sucedió en

98 Las variables que caracterizan condiciones de vida y que exceden el ámbito laboral caben no solo para
trabajadoras mujeres sino para los trabajadores en general. Aquí se resalta la situación de las primeras
dada la composición mayoritariamente femenina que caracteriza al colectivo profesional de Trabajo Social.
99 Ver desarrollo del tema en el Capítulo 4 de esta publicación.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 105

un período temporal posterior y cercano al de graduación. En adelante, se


contemplarán cruces comparativos entre submuestras de modo de observar
la existencia de comportamientos diferenciales según año de graduación. A
continuación se presentan las instituciones de formación donde las TS
realizaron sus estudios y los porcentajes de participación en cada uno de los
niveles.

Gráfico 3: Porcentaje de graduación según tipo de institución de formación

Instituto Terciario Privado 3%

Universidad Privada/Terciario 4,4%

Universidad Pública/Terciario 8,1%

Universidad Privada 8,5%

Instituto Terciario Público 10,2%

Universidad Pública 65,7%

0 10 20 30 40 50 60 70

Las TS participantes de este estudio realizaron estudios de grado en


instituciones de educación superior universitaria en un 74,2%, porcentaje al
que resulta menester agregar a quienes iniciaron sus estudios en
instituciones terciarias y luego completaron el ciclo con formación
universitaria: el valor alcanza el 86,7%. La formación en instituciones
terciarias representa el 13,3% (ver tabla II en anexo).
En función de este último segmento, se intentó confirmar si la
incorporación al mercado de trabajo de TS con graduación terciaria resulta
una tendencia a la devaluación formativa del título profesional y una forma
de depreciación de salarios. Interrogante que se desprende de las
permanentes consultas de egresados/as de nivel terciario y/o tecnicaturas
diversas en relación a la matriculación para el ejercicio profesional bajo la
106 Fiorella Cademartori

jurisdicción del CATSPBA 100. Resultaba preocupante la apertura (y


coexistencia) de un sinnúmero de instituciones a lo largo de la provincia -y el
país- con titulaciones en Trabajo Social, Minoridad y familia; Orientador
social familiar; Operador familiar; etc. de carácter presencial y/o a distancia.
En este marco, la FAUATS elaboró una serie de documentos hacia finales de
la década del 2000 donde sostiene que tanto la implementación de la Ley
Federal de Educación y la Ley de Educación Superior durante los ’90,

[…] generaron una re-configuración de las instituciones de educación


superior universitaria y no universitaria. Este nuevo escenario abrió la
posibilidad de elaborar nuevas currículas, a la vez que condicionó las
discusiones en torno a las mismas, dado que las propuestas neoliberales
tuvieron una fuerte presencia en la direccionalidad del proyecto educativo
en sus distintos niveles101.

El efecto privatista y mercantilizador de la educación de la mano de la


legislación antes mencionada, generó la propagación de instituciones
terciarias que, contando con títulos oficiales, tendieron a la oferta de
propuestas de “rápida salida laboral”. Socavando así la formación rigurosa
que amerita la intervención en el marco de las condiciones de vida, de
producción y reproducción de los sectores subalternos. En la muestra que
analizamos, la presencia de estudios únicamente a nivel terciario es baja
alcanzando el 13,3%. Sin embargo, al contemplar quienes iniciaron estudios
en este nivel y luego completan el tramo a nivel universitario, el porcentaje
cobra mayor significancia con un 25,8%. La complejidad radica aquí en el
carácter privado y arancelado del primer tramo terciario, y posiblemente una
accesibilidad más condicionada. Asimismo, la tendencia a la degradación de

100 De alguna manera la tensión entre formación terciaria y de grado universitaria fue dirimida a poste-
rior por la sanción de la Ley Federal de Trabajo Social N. 27.072 promulgada el 16 de diciembre de 2014
que en su artículo n. 7 sostiene “Título habilitante profesional. La profesión de licenciatura en Trabajo
Social sólo podrá ser ejercida por personas físicas con título de grado habilitante expedido por universida-
des e institutos universitarios legalmente reconocidos en el país y que integren el sistema universitario
argentino”. Asimismo se entiende que toda adecuación y/o exigencia se estima a partir de la fecha de
promulgación y con plazos contemplados en cada caso.
101 Titulado “Fundamentos para una propuesta de lineamientos curriculares básicos para las carreras de
Trabajo Social de la República Argentina” cuya comisión redactora estuvo integrada por las docentes Pilar
Fuentes (UNLP), Carolina Mamblona (UNLP), Melisa Campana (UNR) y María Eugenia Garma (UNR). Remi-
timos también a la lectura del documento n. 4 titulado “Razones de la formación universitaria en Trabajo
Social” también perteneciente a la FAUATS disponibles en http://fauats.blogspot.com.ar.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 107

los procesos educativos–formativos cuando éstos resultan de “corta


duración” para el ingreso acelerado al mercado laboral.
Destacamos, por último, como rasgo descriptivo de la muestra lo
vinculado a la antigüedad que revisten las TS sea en el cargo como en la
institución. Los intervalos temporales en el instrumento de recolección de
datos se agruparon cada tres años en seis grupos. Al observar las
distribuciones en relación a tiempo en el cargo y en la institución, tanto en
función de los puestos laborales como en función de las TS con 1, 2 o 3
empleos, apreciamos una uniformidad en los porcentajes con oscilaciones
mínimas (ver tablas III en anexo). Esto nos lleva a considerar que no habiendo
diferencias entre unos y otros porcentajes, no se constata movilidad de las
TS en relación al ascenso de cargos una vez que se ingresa a la institución.
Caso contrario, los porcentajes en antigüedad de cargos deberían expresar
mayores amplitudes en los valores para distinguirse de antigüedad en la
institución.
Otro aspecto llamativo está dado por una importante disminución de
casos de antigüedad en cargos con más de 15 años (1996 o previo a este año)
entre primeros y terceros empleos -al considerar picos y alzas en las franjas
de los extremos de los intervalos: así se pasa de una antigüedad del 18,3% en
el primer empleo, a un 10,3% en el segundos para finalizar en un 4,1% en el
tercero. Esto refleja que la existencia de más de un empleo en las décadas
anteriores, era sensiblemente menor que hacia 2011 cuando se realizó el
relevamiento. A su vez, al observar los valores en la franja antigüedad de 1 a
3 años (entre los años 2010 y 2007), se detecta un alza de 42,8% en los
primeros empleos, a 55,9% en los segundos para culminar con un 57,1% en
los terceros. Aquí se expresa el progresivo aumento del pluriempleo en las
profesionales.

La compra de la fuerza de trabajo: Estado y organismos


empleadores

La compra de fuerza de trabajo –especializada- a cambio de un salario


por parte del Estado, da cuenta de las características asumidas por el empleo
público en sus diversas dependencias. Un primer aspecto donde detenerse
resulta el número de trabajadoras en comparación con el número de puestos
de trabajo. Siendo 929 las integrantes de la muestra y 1370 los puestos de
108 Fiorella Cademartori

trabajo, se observa la existencia de más de un empleo por profesional. A nivel


cuantitativo, se remarca que existen 1370 cargos con presencia de una
profesional de Trabajo Social cuyas intervenciones se despliegan a través de
programas y políticas en los distintos niveles territoriales. A nivel cualitativo,
en cambio, una profesional con más de un empleo nos invita a preguntarnos
por las razones del pluriempleo ¿Se asocia a la capacidad adquisitiva de los
salarios percibidos? ¿Incide la inestabilidad del tipo de contratación? ¿Se
busca diversidad, mayor formación y/o adquisición de experiencia
profesional?

Infografía 1: Cantidad de empleos por TS y puestos de trabajo

El cuadro de situación es el siguiente: 545 TS con un solo empleo, es decir,


el 58,7% de la muestra. Cuentan con dos empleos 330 TS, esta frecuencia
alcanza al 35,5% y, por último, quienes tienen 3 o más empleos, el 5,8% que
contabiliza 54 TS. Por tanto, para el año 2011 en provincia de Buenos Aires,
el 41,3% de las TS matriculadas en el Colegio Profesional homónimo resultan
pluriempleadas.
El 40% de los puestos de trabajo es ocupado por una TS con un solo
empleo frente al 48% que tiene a una misma trabajadora en dos funciones y
un 12% contempla a una misma TS en 3 o más empleos. El 60%, es decir, 825
puestos de trabajo son ocupados por TS pluriempleadas. Según desde qué
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 109

ángulo contemplemos el dato estadístico, la intensidad en el uso de la fuerza


de trabajo cobra mayor o menor carga. A saber: 4 de cada 10 TS se encuentran
pluriempleadas (sobreocupación) y en 6 de cada 10 puestos laborales se
encuentra una profesional que cumple funciones para más de un
empleador/programa/lugar de trabajo, etc. 102 Observemos en adelante, los
organismos y niveles estatales generadores de los puestos laborales así como
las áreas de intervención donde se concentran los mismos.

Gráfico 4: Organismo empleador por puesto de trabajo (n =1370)

Organización Gremial 0,2%


Otros 0,3%
Mutual - Cooperativa 0,5%
Obra Social 1%
Institución Privada 5,3%
ONG 7%
Público de Dependencia Nacional 11,9%
Público de Dependencia Municipal 24,8%
Público de Dependencia Provincial 49%
0 10 20 30 40 50 60

El 86% de los puestos de trabajo encuentran al Estado como organismo


empleador. En cuanto a las diversas dependencias, se diferencia la órbita
nacional con el 12% de los empleos, la provincial suma el 49% y las
administraciones municipales el 25%. El 14% restante pertenece al ámbito
privado o público de gestión privada: ONG´s, mutuales, cooperativas, obras
sociales, asociaciones gremiales (ver tabla IV en anexo).
La escasez de estudios a nivel de empleo en las dependencias públicas
provinciales y municipales, así como la irregularidad en el registro y
socialización de los mismos, dificulta la posibilidad de analizar series

102 La OIT, en sus publicaciones anuales tituladas “Tendencias mundiales del empleo” (2012 y 2013) sos-
tiene que, posterior a la década del setenta a nivel mundial, la tendencias de las olas de crecimiento de los
mercados laborales son “desafortunadamente débiles”, en tanto se ligan en mayor medida al aumento de
la productividad de la fuerza de trabajo que a la creación de nuevas fuentes laborales e incorporación de
fuerza de trabajo al mercado.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 111

¿Qué sucede cuando el foco se realiza sobre las trabajadoras? ¿Se


mantienen los porcentajes para quienes tienen 1, 2, 3 o más empleos? En los
casos de pluriempleo ¿se combina la vinculación laboral entre el ámbito
público y el privado? Para las TS que tienen un empleo (n=545) el porcentaje
de organismo empleador público nacional/provincial/municipal asciende al
94% frente al 6% del resto de las instituciones/organismos. Cuando
analizamos a quienes tienen dos empleos (n=330) observamos que para el
1er empleo el porcentaje es casi idéntico 93%. Sin embargo, cuando vemos
el organismo empleador del 2do empleo, la cifra es sensiblemente menor:
70%. Por su parte, quienes tienen 3 o más empleos (n=54) la secuencia es la
siguiente: 92%, 70%, 65% (del 1er al 3er empleo). Esto nos permite indicar
que para quienes están pluriempleadas la tendencia es la creciente
combinación del ámbito público con el ámbito privado y, por tanto, el
descenso de la presencia estatal. Si aquellas TS que venden su fuerza de
trabajo a más de un empleador tienen como primer empleador al Estado,
reside en el seno de las condiciones laborales por este generadas las razones
que explican la sobreocupación de las mismas.
A su vez, es relevante visibilizar aquellas TS que poseen otro empleo pero
no relacionado con el Trabajo Social y aquellas que no teniendo otro empleo
se encuentran en la búsqueda. Detengámonos en las respuestas en relación
a razones de búsqueda de otro empleo. En primera medida, quienes buscan
otro empleo resultan el 30,9% de la muestra (249 TS). Dentro de este grupo,
el 11,4% está empleada en otra actividad no relacionada con el ejercicio
profesional (95 TS). Si se toma el dato por separado en relación a la búsqueda
de empleo como TS, diríamos que 3 de cada 10 -de quienes efectivamente
respondieron este interrogante- busca otro empleo. Además, el 63,1% de
quienes buscan otro empleo tiene sólo uno y el 33,3% tiene dos. Las
características particulares de esta submuestra atendiendo a que son 249 TS
pero los puestos de trabajo ascienden a 350 son las siguientes (siempre en
relación a su primer empleo): un 37,3% se encuentra en planta permanente,
ascendiendo a formas inestables de contratación un 59,5%; el 72,6% trabaja
menos de 30 horas, entre 31 y más de 40 horas semanales un 26,5% y el
34,5% realiza horas extras que en un 92,6% no son pagas; un 54,2% considera
que las condiciones físicas del espacio de trabajo son regulares, malas o muy
malas.
Se anticipa con este subgrupo el uso de la fuerza de trabajo: alta
proporción de contrataciones inestables, profesionales trabajando
112 Fiorella Cademartori

mayoritariamente en jornadas de menos de 30 horas (subocupadas), y más


de la mitad calificando negativamente las condiciones físicas del espacio
laboral. Estos porcentajes brindan lineamientos explicativos sobre las
razones de la búsqueda de otras fuentes laborales.

Formas asumidas en la compra de la fuerza de trabajo de


las Trabajadoras Sociales

Tipo de contratación

En los textos e investigaciones relevadas sobre las condiciones laborales


del colectivo profesional se refleja, en todos los casos, una amplia diversidad
en modalidades de contratación y sistemas de acceso al puesto de trabajo
bajo distintas denominaciones y, por tanto, un diferencial acceso y
exigibilidad de derechos laborales. Además de la condición estable que
reviste la planta permanente -en sus distintas categorías y escalafones, se
encontraron: contratos de locación de obra, servicios, eventuales y de
emergencia; becas; pasantías; plantas transitorias y plantas políticas;
asistencia técnica; horas cátedra; entre otras. Al momento de confeccionar
el instrumento de recolección de datos se incluyeron las siguientes opciones:
planta permanente; planta transitoria; contrato con recibo de sueldo;
contrato con monotributo; monotributo sin contrato; beca; sin recibo, sin
factura y sin contrato; ad honorem; y otros.
El “mosaico de situaciones muy diversas” referida por Orlansky (1989)
para calificar la composición salarial en el empleo público a finales de los ‘80,
se aplica tres décadas después tanto a los montos salariales (no nos
referimos al escalafón o categoría sino a iguales tareas con distintas
remuneraciones) como a la vinculación contractual entre trabajadoras y
organismos empleadores. Se da lugar a una prolífica heterogeneización en la
contratación. De un total de 1331 puestos laborales, poco menos de la mitad
es de temporalidad determinada (inestabilidad). Aun diferenciando quienes
se encuentran bajo la figura de planta transitoria, encontramos al 34,2% de
las profesionales en situación de desprotección laboral. Esto enlaza
aleatoriedad en la garantía de los derechos laborales y fragmentación del
colectivo de trabajadoras. De esta manera, es factible hallar tareas y
funciones, duración de jornadas laborales y montos salariales “negociados”
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 113

individualmente entre cada trabajadora y quien la emplea (en tanto


representante estatal).

Tabla 5: Modalidad de Contratación por puestos de trabajo (n = 1370)

Frecuencia Porcentaje
Planta Permanente 675 50,7
Planta Transitoria 201 15,1
Contrato con recibo de sueldo 85 6,4
Contrato con monotributo 133 10
Monotributo sin contrato 87 6,5
Beca 67 5
Sin recibo, sin factura, sin contrato 42 3,2
Ad Honorem 23 1,7
Otros 18 1,4
Subtotales 1331 100
Sin Datos 39
Total 1370

En el ámbito de las relaciones laborales, las características en la compra–


venta de la fuerza de trabajo son producto (a grandes rasgos y sin complejizar
analíticamente hacia el interior de las mismas), por un lado, de la incidencia
de los patrones de acumulación según las coyunturas históricas y, por otro,
del grado de éxito de les trabajadores en la puja por el establecimiento del
precio de dicha fuerza de trabajo. En numerosas ocasiones producto de esta
puja (la de un sector por mejorar las condiciones de conservación y la del otro
por mejorar las condiciones de explotación), se cristalizan acuerdos,
normativas y/o leyes laborales: es decir, instrumentos jurídicos que varían
según correlaciones de fuerzas.
La condición de estabilidad laboral de los cargos estatales, con presencia
y garantía en diversas legislaciones a partir de la segunda mitad de la década
del ‘50, tuvo una gran embestida con la ley de Prescindibilidad del Empleo
Público (1976). A este puntapié, le siguió la Ley de Empleo (1991) y la Ley
Marco de Regulación del Empleo Público Nacional (1999)103. Al acordarse la
pérdida de estabilidad laboral por redefiniciones, desempeño y/o sanciones,

103 Una mayor profundización de la normativa y sus vaivenes, se desarrollan en el Capítulo 4.


114 Fiorella Cademartori

se logró cierta homogeneización entre trabajadores del ámbito público y el


sector privado. Asimismo se consagró la figura de polivalencia y flexibilidad
funcional (Zeller y Rivkin, 2005). El impacto de esta pérdida de derechos logra
observarse a partir del cruce de las variables año de egreso (e incorporación
al mercado laboral) y modalidad contractual.

Gráfico 5: Tipo de contratación según año de egreso de las TS

Contratación permanente
100%
Contratación no permanente
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Entre Entre Entre Entre Entre Entre Entre
1970 y 1976 y 1982 y 1988 y 1994 y 2000 y 2006 y
1975 1981 1987 1993 1999 2005 2011

A partir de este gráfico resulta factible considerar los cambios en la


dinámica laboral: de un mínimo en torno al 27% de contrataciones inestables
para el período comprendido entre 1970–1975 al 70% de las mismas en el
período 2006–2011 (considerando los valores de los extremos). La
distribución inversamente proporcional que se demuestra entre los extremos
temporales, resulta ejemplificadora de la transformación que enfrentó la
administración pública. Luego del amesetamiento entre principios de la
década del ‘80 y comienzos de la década del ‘90, la escalada de contrataciones
inestables no presenta freno. Por tanto, no fue el achicamiento de las
estructuras estatales lo que primó como orientación política, ya que el
volumen de trabajadoras/es que ingresaron bajo dependencias estatales no
dejó de presentar crecimiento: el cambio fue cualitativo antes que
cuantitativo, es decir, de contenido antes que de forma. Valen los
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 115

interrogantes respecto de qué habilita dicha transformación cualitativa


¿facilita a quien emplea la discrecionalidad en el uso de la fuerza de trabajo?
¿Posibilita asimismo procesos de intensificación? ¿Opera como mecanismo
de disciplinamiento de las trabajadoras?

Niveles salariales

En estudios que indagan la temática de las condiciones laborales resulta


innegable que el aspecto salarial adquiere relevancia e indiscutida presencia.
Fue constatado en el mapeo de investigaciones producidas desde el colectivo
profesional donde, aun no habiendo consenso sobre los elementos a
considerar cuando se toma la temática como objeto de estudio, los
interrogantes sobre remuneración y/o ingreso salarial se expresaron en
todos los casos como variable a considerar104.
El salario, en tanto valor de la fuerza de trabajo expresado bajo la forma
precio, debe ser suficiente para el intercambio de mercancías que entran en
el consumo de las/os trabajadoras/es para su reproducción (la propia y
además la de su familia) con los atributos necesarios que permiten que dicha
fuerza se ponga en movimiento105. Dichos atributos, que resultan los
requerimientos del mercado laboral respecto de las capacidades y
competencias que debe portar el o la trabajadora, varían en cada momento
histórico.
Para el caso de las TS participantes de la encuesta que analizamos, se
observa una importante diversificación de situaciones en la compra de la
fuerza de trabajo en términos de modalidad de contratación. Esto conduce a
suponer una réplica igualmente irregular en cuanto a las remuneraciones e
ingresos salariales. Cifarelli y Martínez (2009) sostienen que la segmentación
por diferenciales en salarios resulta una política denodada que caracterizó la
recomposición del mercado laboral post crisis del 2001 - 2002. Así refieren:

La ampliación de la diferenciación en los ingresos y la individualización de las


remuneraciones aparecen como una actitud impulsada conscientemente por
políticas gubernamentales y empresariales Cifarelli y Martínez (2009: 100).

104 Presentado en Tabla 1 y sucesivas páginas del Capítulo 1 de esta publicación.


105 Se entiende como atributos productivos a aquellos saberes, habilidades, valores o actitudes que re-
quiere portar un/a trabajador/a para la venta de su fuerza de trabajo (varían según patrones de acumula-
ción en las distintas etapas históricas y de quien demanda esa fuerza de trabajo).
116 Fiorella Cademartori

La encuesta incluyó tres preguntas para el registro y caracterización de


este aspecto: el monto salarial básico y neto 106 por un lado y la participación
de éste en los ingresos familiares (principal o complementaria), por otro. Es
necesario contemplar para la lectura de los datos relevados en 2011, que los
valores salariales como los índices inflacionarios sumados a procesos de
devaluación de la moneda argentina, tuvieron continua oscilación y
presencia en el país. Esto inhabilita la mirada sin reparos en los montos
presentados en este ítem. Sin embargo, presentaremos los valores aludidos
por las encuestadas de la mano de índices como la Canasta Básica Total (CBT)
o el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) que permitirán ciertos parámetros
de comparación. En la siguiente tabla observamos la evolución del salario
nominal y real entre 2003 y 2011 dado que resulta este último el año de la
encuesta y, por tanto, el período de referencia que consignaron las
participantes de la misma.

Tabla 6: Evolución del Salario mínimo, vital y móvil en pesos argentinos sin
centavos (2003 – 2011)*

Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Nominal 237 383 555 694 858 1.071 1.316 1.600 1.993
Real 235 362 475 538 612 707 814 $894 1.012
Fuente: Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) Elaboración propia.
*Promedio anual sobre la base de datos mensuales

Se analiza el ítem montos salariales a través de considerar los puestos de


trabajo: para el caso de salarios básicos el número asciende a 991 y para el
caso de salarios netos los mismos resultan 1115. A la vez, se reflexiona en
función de los montos de SMVM (salarios nominales y reales)
correspondientes al año en que las respuestas fueron dadas 107.

106 La pregunta respecto del salario básico aclaraba que el monto no incluye en su cifra valores por adi-
cionales, beneficios y/o aportes, solicitando a quienes fueron monotributistas que contestaran directa-
mente la pregunta respecto del salario neto. En este se consignaba que el mismo resultaba la suma recibida
de bolsillo, luego de sumar los adicionales y beneficios y descontados los aportes. Ver instrumento en
anexo.
107 Advertimos que en el cuestionario los interrogantes estaban formulados con respuestas de opción
múltiple con cifras de intervalos. Esto dificulta realizar cruces de valores y montos. Haremos las referencias
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 117

Si contemplamos montos salariales básicos para detectar el porcentaje


que se encuentra por debajo o por encima del SMVM (nominal), se detecta
que un 21,3% de los puestos no logra superar dicho valor. Dado que
prácticamente la mitad de la muestra, el 46%, sostiene que el salario básico
percibido en función del puesto de trabajo se encuentra en montos que
oscilan entre uno y dos SMVM (el equivalente a decir entre $1993,3 y
$3986,6 respectivamente), se realiza idéntica operación para ampliar
lecturas. Allí sí podemos afirmar que el 87,4% de los salarios básicos se
encuentra por debajo de 2 SMVM (ver tablas V en anexo). Quizás un ejercicio
posible sea considerar en la actualidad el monto de 2 SMVM y luego de tener
el valor, estimar que 9 de 10 puestos de trabajo hoy por hoy son
remunerados con montos por debajo del mismo.
Al mirar los montos salariales netos se encuentra una pequeña variación.
Solo podemos afirmar que el 10,4% están por debajo del SMVM (nominal),
aunque asimismo hay un alto porcentaje de los montos intervalares que
están entre los valores de uno y dos SMVM. Por tanto, es factible mostrar
que por encima de los dos SMVM se hallan el 23,4% de los puestos de trabajo
o bien que 7 de cada 10 (76,6%) de éstos son remunerados con el equivalente
a 2 SMVM (ver tabla VI en anexo).
Respecto de la CBT y reconociendo que las cifras oficiales del Ministerio
de Trabajo tomadas del INDEC difieren ampliamente de lo esgrimido por
organismos privados y/o sindicales, recuperamos datos publicados por Siede
(2012: 104) para la reconstrucción del cuadro de situación a pesar de la falta
de información oficial durante el periodo de relevamiento y lectura de datos.
En dicho escrito se estima, a partir de cálculos realizados por la Junta Interna
de ATE – INDEC, que la CBT para el año 2011 alcanzaba los $5502. Si
consideramos las mismas, y tomando montos salariales netos por puestos de
trabajo encontramos que el 76,6% está por debajo de la CBT ya que los
montos percibidos están por debajo de los $4000. Cabe la presunción de
agregar a ese porcentaje un 14,4% más de TS cuyos montos oscilan entre
$4001 y $6000 pesos. En todo caso, apenas cubriendo la misma.
Dada la relevancia del aspecto salarial en el conjunto de las condiciones
laborales y reconociendo que el mismo posibilita la reproducción de las
condiciones materiales de vida de las trabajadores a nivel individual
(asimismo familiar), consideramos necesario visualizar y profundizar qué

y precisiones necesarias para evitar extrapolar datos y porcentajes que no coinciden con lo expresado por
las TS.
118 Fiorella Cademartori

acontece a nivel de cada TS108. Asimismo el recorrido de este aspecto genera


hipótesis y/o estimaciones de comportamiento que intentaremos validar, a
saber: organismos empleadores de dependencia nacional siguen la tendencia
histórica de pagar salarios más altos que provincia y municipios; TS con
títulos terciarios cuentan con salarios inferiores a quienes poseen títulos
universitarios; el pluriempleo se presenta en TS con salarios en promedio
más bajos que el conjunto; TS con modalidad de contratación inestable se
encuentran generalmente entre los salarios más bajos; y, por último, salarios
más bajos pertenecen a las jornadas laborales más acotadas.
Al comparar los ingresos netos mensuales de los primeros empleos en
porcentajes para organismos empleadores nacional, provincial y municipal
(ver tabla VII en anexo) se observa que aquellas TS ligadas a empleadores
provinciales como nacionales arrojan mayores porcentajes en salarios más
altos que quienes se hallan bajo empleador municipal. La franja de salarios
más altos no registra organismos municipales.
En cuanto al ingreso básico mensual en relación al título universitario o
terciario no mostró asociaciones estadísticamente significativas. Al observar
los datos en porcentajes se puede apreciar similitud en la distribución, por lo
tanto se desestima la presunción anteriormente colocada.
El pluriempleo que entendemos deviene la estrategia de enfrentamiento
y compensación de bajos salarios, fue constatada a partir del cruce de las
variables pluriempleo–ingreso neto mensual, mostrando una asociación
estadísticamente significativa. Al observar los porcentajes se puede apreciar
que para aquellas TS con sueldos más altos, la proporción de pluriempleo es
ampliamente más baja. Se sostiene que frente a bajos salarios se opte por
sumar ingresos a partir de dos o más empleos (ver tabla VIII en anexo).
Al analizar salarios y modalidad de contratación detectamos que, salvo
para los ingresos en la franja más baja donde la distribución de la población
es diferente (aunque los datos son muy escasos y podrían ser desestimados)
en el resto de los intervalos de ingresos el porcentaje más alto pertenece a
la modalidad de contratación de planta permanente (ver tabla IX en anexo).
La presunción respecto de un mayor o menor salario ligado a cantidad de
horas trabajadas presenta alta significancia. A medida que incrementa el
ingreso mensual incrementa el porcentaje de TS con jornadas laborales más
extendidas en la mayoría de los casos.

108 Se realizarán cruces en adelante contemplando los primeros empleos, dado que éstos han sido con-
signados por las participantes de la encuesta como los empleos principales o más significativos.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 119

En relación a la participación de los salarios de las TS en el ingreso total


del hogar, se observa que en el 49,1% de los casos de la muestra (411 TS) los
ingresos percibidos por las mismas resultan los principales aportes
monetarios del hogar. Respecto del interrogante sobre la existencia de
franjas etarias más comprometidas, se desestima la hipótesis ya que
observamos una distribución uniforme en la mayoría de éstos salvo por la
franja de 30 a 35 años (donde es mayor el porcentaje de TS cuyos salarios
complementan ingresos).

Gráfico 6: Participación del salario en ingresos del hogar según rango etario

23 años o
menos

29 a 24 años

35 a 30 años Complementa los


Ingresos del Hogar
41 a 36 años

47 a 42 años Principal Ingreso del


Hogar
53 a 48 años

59 a 54 años

65 a 60 años

0,00% 5,00% 10,00% 15,00% 20,00% 25,00% 30,00%

Jornada laboral

La jornada de trabajo y la intensidad en ella exigida permiten analizar


cómo es utilizada o consumida esa fuerza de trabajo por quien establece un
contrato con la misma. Durante la jornada, quien emplea, se apropia -con
mayor o menor grado e intensidad- de los atributos productivos de quien es
empleado/a. El tiempo de la jornada que destina un/a trabajador/a para
120 Fiorella Cademartori

reproducir el valor de su fuerza de trabajo, es denominado tiempo de trabajo


necesario. Todo lo que trabaja por encima de esta necesidad es el tiempo de
trabajo excedente, es decir, tiempo que trabaja cuya producción es plausible
de ser apropiada por quien compró la fuerza de trabajo.
Las intervenciones desde el Trabajo Social, caracterizadas como trabajo
improductivo109, es decir, consumidas como valor de uso y no como trabajo
que crea valor de cambio, implican que la duración e intensidad de la jornada
laboral, se ligue al aumento o disminución de los falsos costos (Iamamoto,
2001; Antunes, 2005). En otras palabras, al aumento, mantención o
disminución del monto global destinado a gasto público social contemplado
en los presupuestos fiscales.
Se observa esta variable contemplando cantidad de empleos y luego se
compara horas trabajadas entre quienes tienen un empleo y quienes tienen
dos o más de dos empleos.
El análisis que se desprende del gráfico II (en anexo) muestra para el
grupo de 545 TS que se desempeñan en un sólo empleo, un predominio de
la franja horaria comprendida entre las 21 y 30 hs semanales con el 38% de
los casos, seguido por el 29% con jornadas entre 31 y 40 hs. El porcentaje de
quienes tienen jornadas por debajo de las 15hs es prácticamente
desestimable, no así el otro extremo de la serie que presenta un 10% de TS
cumpliendo más de 40 hs a la semana. Para el segundo grupo, quienes tienen
dos empleos, observamos un progresivo aumento de la franja comprendida
por jornadas de menos de 15 hs semanales (5,8% y 38,3%) y casi inexistente
presencia de jornadas de más de 40 hs (4,3% y 1,5%).
Resulta lógico que a medida que aumenta la cantidad de empleos,
disminuyan las franjas horarias trabajadas en cada uno de éstos. Sin
embargo, nos preguntamos si al contemplar la sumatoria de horas por
semana que realiza cada TS, las cifras de quienes se encuentran
pluriempleadas superan el promedio estipulado en la jornada normal. Dado
que las variables son intervalares no es posible confirmar tal estimación,
inclusive porque entre las TS con más de 1 empleo existen numerosas
combinaciones de jornadas laborales. De todas maneras, resaltamos lo ya
observado respecto de la asociación bajos salarios y pluriempleo, y por tanto,
extensión de tiempo de trabajo de las jornadas laborales en dichos casos.
Analizar diversos aspectos de las jornadas laborales nos lleva a indagar
un elemento poco reconocido -sobretodo monetariamente- en el ámbito de

109 Se sugiere acompañar el debate incluido en el Capítulo 2 de esta publicación.


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 121

la administración pública: las horas extras. El hecho de extender el tiempo


preestablecido de la jornada para la realización de tareas implica mayor
explotación de la fuerza de trabajo. Funciona como vía para abaratar costos
laborales en tanto se logra mayor producción con la misma cantidad de
trabajadoras. En este aspecto se detectó un 29% de respuestas afirmativas
(ver tabla X en anexo). Lo que equivale a plantear que de cada 10 puestos de
trabajo, 3 precisan que sus trabajadoras extiendan el tiempo estipulado por
contrato para cumplir con sus tareas. En cuanto a la cantidad de horas: un
57,7% estima que oscilan entre 1 y 3 hs semanales; un 31,4% entre 4 y 6 horas
semanales y luego un 5% entre 7 y 12 hs. Al consultar por el pago de dichas
horas extras, el 85,6% sostiene que no percibe remuneración o
compensación alguna por las mismas (ver tablas XI y XII en anexo).

Derechos laborales

La condición de estabilidad en el empleo y el acceso a los derechos


laborales resultaron durante las cuatro décadas anteriores a las
contrarreformas de los ‘90, una premisa de alta garantía en el empleo
público110. Por el contrario, las modalidades contractuales por tiempo
determinado/inestable se caracterizan por el individualizante, parcial y
heterogéneo acceso al salario indirecto. Sin normativa legal donde
ampararse, la posibilidad de acceso queda librada a vaivenes
presupuestarios, voluntades individuales y/o acuerdos personales.
Fue durante varias décadas del siglo XX que la clase trabajadora argentina
acumuló una importante serie de conquistas que aumentaron
progresivamente su poder social111: jornada laboral de 8 horas, limitaciones
horarias para trabajos considerados insalubres, descanso semanal
obligatorio, aportes jubilatorios, licencias varias con goce de sueldo
(maternidad, paternidad, enfermedad, matrimonio, cuidado de familiares,
día femenino, etc.), vacaciones pagas, aguinaldo, indemnización por
accidentes de trabajo y por despidos injustificados, prohibición del trabajo
infantil, asignaciones familiares, cobertura de salud, antigüedad, entre tantos

110 Esta referencia abarca la órbita nacional y provincial, los casos a nivel municipal requieren mayor
profundización para ser incluidos en dicha premisa.
111 Los avances que permitieron optimizar las condiciones de conservación de la clase trabajadora, es
decir la mejora en las condiciones de trabajo, son corrientemente denominadas conquistas obreras. Dos
de las más importantes se constatan en la existencia de leyes laborales y convenios colectivos de trabajo
(Belkin, 2009).
122 Fiorella Cademartori

otros. Tal como lo plantea A. Belkin (2009: 22) “a la insaciable voracidad de


la patronal para obtener cada vez mayores ganancias, los trabajadores
hemos logrado construir barreras, límites a la explotación y a la utilización
indiscriminada de la fuerza de trabajo”. Siendo parte y producto de las
luchas, las conquistas obreras denotan “una determinada relación de fuerza
entre las clases” (Ibíd.).
El escenario para la lectura de los datos que se presentan a continuación,
resulta la sumatoria de las contrarreformas estatales, los altísimos índices de
desocupación luego de la crisis 2001 y una generalizada depreciación del
salario real en el conjunto de las/os trabajadores.
Al tomar la totalidad de los puestos de trabajo observamos que cuentan
con aportes jubilatorios y obra social más del 80% de los casos. Apenas por
debajo encontramos los beneficios de vacaciones pagas (79,1%), aguinaldo
(78,1%), licencia por enfermedad (77,7%), ART (74,4%) y licencias por
maternidad/paternidad (72,2%). Resultan significativas este tipo de licencias
dada la cantidad de mujeres y las edades de las TS que componen esta
muestra. En un porcentaje menor hallamos el plus por antigüedad en el cargo
y/o institución con el 62,7%, los días por estudio con el 58,4% y las
asignaciones familiares con el 49,8%.Es decir que este último derecho
alcanza a la mitad de los puestos de trabajo. El interrogante respecto del uso
de licencia por día femenino incluido en la ley N. 10.430 representa un valor
sumamente bajo con el 12,4%, considerando una vez más que el 95,1% de la
muestra son mujeres112.

112 Ley 10.430 de la Provincia de Buenos Aires en artículo 47 sostiene “El agente gozará de licencia por
razones particulares, con goce íntegro de haberes por las causales que establezca la reglamentación. Sin
perjuicio de ello, el personal femenino gozará de un (1) día de licencia por mes calendario con goce de
haberes. El día de uso de esta licencia queda a elección de la interesada, debiendo dar aviso con anteriori-
dad a la iniciación de la jornada laboral”.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 123

Gráfico 7: Acceso a derechos laborales según puestos de trabajo (n=1370)

Licencia por enfermedad 77,7% 22,3%


Aseguradora de riesgos de trabajo 74,4% 25,6%
Día por estudio 58,4% 41,6%
Día Femenino 12,4% 87,6%
Antigüedad cargo/institución 62,7% 37,3%
Asignaciones Familiares 49,8% 50,2% Si
Licencia Maternidad/Paternidad 72,2% 27,8% No
Vacaciones Pagas 79,1% 20,9%
Aguinaldo 78,1% 21,9%
Obra Social 83,5% 16,5%
Aportes Jubilatorios 81,5% 18,5%

0 20 40 60 80 100

Al observar a quienes se encuentran en planta permanente, los


porcentajes en los aspectos de aportes jubilatorios, obra social, aguinaldo y
vacaciones pagas (98,7%, 98,8%, 99%, 963% respectivamente) son cercanos
a la cobertura total. Estos casos, al compararlos con los datos arrojados
respecto del acceso a derechos en la totalidad de los puestos laborales,
resultan muy superiores. Se habilita a establecer que la participación de esta
submuestra (TS en planta permanente) eleva los valores generales de la
muestra. Aquellas trabajadoras contratadas en sus funciones bajo la figura
de planta transitoria, suscriben en una proporción casi idéntica -valores
apenas por debajo en todos los ítems- a aquellas en condición estable. Dos
ítems denotan atención al observar comparativamente: la fuerte
disminución entre quienes perciben plus por antigüedad: 89,2% a 66,2% y,
una leve merma en el goce de asignaciones familiares: 65,9% y 62,7% (ver
tabla XIII en anexo).
En cuanto a la abrupta disminución de la condición de contratación
permanente del personal que ingresa en el empleo público a partir de la
década del 2000, interesa evaluar la situación respecto del mayor o menor
124 Fiorella Cademartori

acceso a los derechos laborales que revisten quienes se encuentran bajo


formas inestables de contratación. Se refleja, a simple vista, la reducción
constante de valores positivos con una abrupta caída a partir de los contratos
con monotributo: de porcentajes por arriba del 90% a no superar siquiera el
40% en el acceso a derechos.

Los medios bajo los cuales se pone en acto la fuerza de trabajo

El conjunto de elementos que la trabajadora interpone entre ella y el


objeto de trabajo involucra condiciones materiales e instrumentos; éstos le
sirven como vehículo de acción sobre dicho objeto. Así lo afirma Costa
Cardoso (1997: 8) al sostener que para transformar la potencia en acción se
requiere de “los recursos y los instrumentos que organizan y operativizan su
actividad”. Quien dispone de los principales e insustituibles medios de
trabajo resulta el organismo empleador y, si bien la profesional dispone de
una relativa autonomía para encaminar las actividades y tareas asignadas,
éstos no pueden entenderse separados de quien la emplea.
Oliva (2007a) caracteriza cuáles son y cómo pueden definirse los
instrumentos de trabajo utilizados en la intervención profesional. A destacar,
una primera diferencia ontológica entre recursos e instrumentos basada en
la disponibilidad de los mismos: “no se pueden caracterizar los instrumentos,
si primero no abordamos una caracterización de lo que está disponible para
la intervención profesional” (Oliva, 2007a: 13). Siguiendo su análisis, “los
instrumentos sólo son instrumentos cuando realizan su fin, es decir cuando se
utilizan como instrumentos, del mismo modo que los recursos se realizarían
en su disponibilidad como tales” (Ibíd.). Siendo éstos últimos definidos como
arsenal operativo, su diferenciación estaría dada por la disponibilidad y por
la utilización. Por tanto, por la asequibilidad del recurso (2007a: 44). La
autora clasifica y agrupa los mismos en: prestaciones, recursos de
funcionamiento, recursos escritos, recursos visuales, tiempo como recurso,
vínculos y los recursos profesionales (de ningún modo aislados sino
interdependientes).
En la misma línea recuperamos lo elaborado por Iamamoto (2003), quien
expresa que es “la entidad empleadora (pública o privada) quien dispone de
los medios de trabajo –materiales, humanos, financieros, etc.-, necesarios
para implementar los programas y proyectos de trabajo” (2003: 121). Por
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 125

tanto, no siendo los medios y recursos propiedad de quienes ejercen la


profesión ya que éstos en su condición de trabajadores libres,

[…] se encuentran alienados de una parte de los medios y condiciones


necesarias para concretizar su trabajo. Así, los medios y las condiciones para
realizar el trabajo –como por ejemplo: las directrices dictadas por las políticas
públicas […]- no se muestran como ‘condicionantes externos’ al trabajo
profesional. Al contrario son condiciones y vehículos para su realización,
indispensables como elementos constitutivos de ese trabajo. Aquellos
elementos conforman el ‘terreno’ que posibilita realizar el trabajo […]
contribuyen para moldearlo material y socialmente (Iamamoto, 2003: 122)113.

A continuación, se subdivide el análisis en los siguientes apartados:


calificación de las condiciones físicas de los espacios laborales, acceso a los
medios de trabajo114, y por último relación con las principales tareas y
funciones llevadas a la práctica en los procesos de trabajo.

Condiciones físicas de los espacios laborales

Es notorio que los espacios físicos donde se desarrolla la atención general


de los servicios sociales, resulten lugares poco destacados dentro de las
instituciones estatales. La impronta, la fisonomía y hasta la ubicación
geográfica de las dependencias ligadas a la implementación de políticas
sociales asistenciales suele develar la prioridad asignada. Esto se replica para
la realidad de oficinas, salas y/o espacios físicos en los cuales las TS
cumplimentan sus labores.
En la encuesta se solicitó que las participantes calificaran las condiciones
físicas del lugar donde cotidianamente ejercen sus funciones a partir de la
siguiente gradación: excelente, muy buenas, buenas, regulares, malas y muy
malas. A posterior, en el caso de elección de algunas de las tres últimas
opciones se solicitó explicitar causas. Describiremos los cuadros de situación
considerando los tres subgrupos: TS con un único empleo (n= 545); TS con 2
empleos (n= 330) y TS con 3 empleos (n = 54). Para el segundo y tercer
subgrupo a su vez se diferencian las calificaciones de sus primeros, segundos
y terceros empleos según corresponde (ver gráfico III en anexo).

113 Cursivas en original.


114 Lo que referimos como medios de trabajo es equiparable a lo considerado por Andrea Oliva (Op. cit.)
como arsenal operativo.
126 Fiorella Cademartori

Para aquellas TS que cuentan con un solo empleo se califican las


condiciones físicas del espacio laboral como excelentes en un 2,8%, muy
buenas en un 15,7% y buenas en un 26,3%. El 44,8% de las TS valora
positivamente aspectos ligados a la infraestructura, condiciones materiales y
físicas del ámbito laboral. Por su parte, las valoraciones negativas arrojan los
siguientes resultados: regulares un 33,5%, malas un 15,1% y muy malas un
6,6%. Por tanto, el 55,2% de las TS califica negativamente a las mencionadas
condiciones físicas (ver tablas XIV en anexo). Los datos arrojados para las TS
que se encuentran empleadas en 2 o más puestos laborales, nos enfrenta a
un aumento en las valoraciones positivas en todos los casos. Para el caso de
TS con 2 empleos, en el caso del 1er puesto laboral las calificaciones
excelentes, muy buenas y buenas alcanzan el 56,2% y las regulares, malas y
muy malas el 43,8%. En el caso del 2do puesto laboral, las valoraciones
positivas son mayores aún: 62,4% frente a 37,6% (tablas XV y XVI). Para las
TS con 3 empleos: las proporciones excelentes, muy buenas y buenas van del
48% al 56% culminando con el 72% (considerando 1, 2 y 3 puesto laboral
respectivamente). En cambio las proporciones regulares, malas y muy malas
van del 52% al 44% al 28% (tablas XVII, XVIII, XIX). La lectura denota que, en
caso de pluriempleo o variación de ámbito laboral, aumentan las
valoraciones positivas sobre las características físicas de los espacios. Esto
podría deberse a que los organismos empleadores vinculados a 2dos y 3eros
empleos resultan en mayor proporción organismos de dependencia nacional
y ONG´s, con lo que se estima que dichos ámbitos contarían con condiciones
mayormente satisfactorias de infraestructura y medio ambiente laboral que
los espacios de organismos de dependencia provincial, de allí el aumento en
las calificaciones positivas.
El instrumento de recolección de datos invitaba a consignar las
características deficitarias de los espacios laborales, solo cuando la TS
hubiese calificado en primer lugar a éstas como regulares, malas o muy
malas. Por lo tanto, este cruce de datos se realiza sobre la base de la
compilación total de respuestas que seguían la premisa previamente
puntualizada. Podemos dividir la lectura caracterizando que un 37,5% alude
un solo aspecto que desaprobaría de la infraestructura de su espacio laboral,
siendo en orden decreciente los siguientes: falta de espacio y/o
hacinamiento en un 28,5%, condiciones de ventilación deficientes en un
5,1%, ruidos molestos en un 2,4% y falta de luz en un 1,6%. Luego, un 29,6%
esgrime que al menos dos de las características mencionadas se hacen
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 127

presentes; en un porcentaje levemente menor se sostiene que tres de éstas


con un 25,6% de los casos; y, por último un 7,3% soporta la presencia del
conjunto de causas que generan malestar en el ámbito donde
cotidianamente se desenvuelven las tareas profesionales (ver tabla XX en
anexo).

Gráfico 8: Características deficitarias en condiciones físicas de espacios


laborales (n=629)

Falta de Luz 1,6%

Ruidos Molestos 2,4%

Condiciones de Ventilación… 5,1%

Todas las anteriores 7,3%

Más de dos de las anteriores 25,6%

Falta de Espacio / Hacinamiento 28,5%

Al menos dos de las anteriores 29,6%

0 5 10 15 20 25 30 35

Accesibilidad a los medios de trabajo

Ante la pregunta si considera que la institución u organismo empleador


le provee todas las herramientas de trabajo para desarrollar las tareas por las
cuales fue contratada, las participantes tenían la opción en caso de respuesta
negativa de especificar los recursos de funcionamiento que evaluaba escasos
o inexistentes.
128 Fiorella Cademartori

Gráfico 9: Provisión – escasez de medios de trabajo (n=1370)

En un 65,1% de las respuestas se establece que el organismo empleador


no provee de todos los instrumentos de trabajo, es decir entre 6 y 7 de cada
10 puestos laborales. La puntualización sobre las ausencias arroja el siguiente
panorama respecto de inexistencia/escasez: movilidad, transporte y/o
viáticos un 76%; computadora e impresoras 74,1%; telefonía e internet:
68,8%; artículos de librería: 56,4% (ver tablas XXI a XXIV en anexo).

Principales tareas y funciones en la organización del trabajo

Como expresamos con anterioridad, los medios de trabajo no pueden


calificarse como “condicionantes externos” en tanto resultan vehículos que
conforman el “terreno” que posibilita la realización del trabajo. En función
del tipo de tareas que realizan con mayor frecuencia las TS, indagaremos el
grado de limitación que genera la escasez o ausencia de recursos,
herramientas e instrumentos de trabajo.
Tomando en consideración el conjunto de puestos de trabajo que fueran
relevados (n = 1370) observamos que las cinco principales tareas realizadas
con mayor frecuencia en los mismos son (en orden decreciente): entrevistas
grupales e individuales en el 77% de los casos; elaboración de informes
sociales en el 74,5%; visitas domiciliarias en el 70,6%; orientación y
derivación casi equiparando el porcentaje anterior con el 70,4 %; y, por
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 129

último, la planificación y/o elaboración de proyectos y al registro de


actuaciones con el mismo porcentaje 45,5%. En el extremo opuesto
encontramos a las tareas de investigación y monitoreo de
políticas/programas/proyectos con un porcentaje de realización del 11,3%
de los casos; seguida de las tareas de supervisión y evaluación de proyectos
con el 17,4% y 18,1% respectivamente.
Esto nos permite caracterizar, más allá de las diferencias al interior de las
áreas de intervención, la naturaleza de las principales actividades que son
requeridas para la implementación de las políticas sociales, moldeando de
esta forma los procesos de trabajo. Dentro de las principales tareas
realizadas, tres de éstas se ligan al contacto directo con los/las usuarios/as
de los servicios sociales: entrevistas, visitas domiciliarias, orientación y
derivación. Sin embargo, dos labores a las que se liga la profesión
históricamente, gestión de recursos y ayuda directa cuentan con los
siguientes porcentajes: 39,1% y 27,7%, reflejando un cierto corrimiento de
esas funciones, la inasequibilidad de recursos para las intervenciones, o
ambas a la vez. Menos de la mitad de los puestos de trabajo requiere
planificar y/o elaborar proyectos (45,5%). Por último, actividades
relacionadas a la supervisión e investigación se presentan en porcentajes
bajos. Surgen así nuevos interrogantes respecto de la reafirmación del
ejercicio profesional asociado a la atención/asistencia directa con los/as
usuarios/as, de la mano de un escaso margen dentro de la jornada laboral
para tareas de supervisión, evaluación e investigación.
En este ítem, más allá de la inclusión de los porcentajes correspondientes
a las TS con 1, 2 y 3 empleos, y considerando que las distribuciones y sus
diferencias obedecen a las áreas de intervención y las tareas específicas de
ciertos programas en éstos, nos limitaremos al análisis en relación a los
puestos laborales. Esto en función de considerar que el conjunto de los
puestos laborales dan premisas de la orientación general que se le imprime
a las políticas sociales. Ahora, visto que entre las principales tareas con
porcentajes por encima del 70% se encuentran las entrevistas grupales e
individuales, la elaboración de informes sociales, las visitas domiciliarias y la
orientación y derivación, se estima que herramientas como computadora e
impresoras, artículos de librería, telefonía e internet, movilidad, transporte
y/o viáticos resultan condición no sólo para ciertas acciones puntuales de la
intervención, sino para la posibilidad misma que esta tenga existencia y
sustento. A su vez, dado que los espacios de los servicios sociales ofician de
130 Fiorella Cademartori

ámbitos para la realización de entrevistas con los/as usuarios/as de las


políticas sociales, la falta de espacio y/o hacinamiento cobra dimensiones
aún más graves debido a que su ausencia, en gran medida, inhabilita la
puesta en práctica de una tarea “clave” en la constitución de los procesos de
trabajo.

Tabla 7: Tareas realizadas por TS según puestos de trabajo, 1, 2 y 3 empleos

% s/el
total de % s/
puestos puestos de
Tareas realizadas por
de trabajo TS % s/ puestos de
TS
trabajo con 1 trabajo de TS con % s/ puestos de trabajo
(n= empleo (n = 2 empleos (n = de TS con 3 o más de 3
1370) 545) 330) empleos (n = 54)
1ero 2do 1ero 2do 3ero
Ayuda Directa 27,7 33,9 30,5 17,3 32,7 18 14,6
Planificación/
Elaboración de
Proyectos 45,5 41 49,7 51,7 42,9 36 35,4
Diseño de Instrumentos 28,9 26,8 33,2 30 26,5 20 25
Evaluación de
proyectos 18,1 14,4 18,9 22,3 28,6 20 8,3
Asesorías 28,4 28 33,2 23,5 49 18 18,8
Gestión de Recursos 39,1 41,7 45,4 30,3 51 32 18,8
Capacitación y
Educación 28,7 21 30,2 35 32,7 42 41,7
Investigación 11,3 6,6 13,1 13,3 18,4 18 22,9
Supervisión 17,4 17,3 15,2 15,5 26,5 30 25
Orientación y
Derivación 70,4 74,4 79,6 62,2 73,5 48 37,5
Elaboración de
Informes Sociales 74,5 81,5 80,2 65,9 71,4 50 43,8
Visitas Domiciliarias 70,6 73,1 79,9 65,9 67,3 56 33,3
Entrevistas
individuales/ grupales 77 84,9 79,9 68,1 75,5 58 47,9
Monitoreo políticas/
planes/ programas 11,3 12,5 11,6 8,7 20,4 8 6,3
Respuestas
expedientes/ planillas/
estadísticas 39,1 45,8 41,5 28,8 49 28 14,6
Registro de Actuaciones 45,6 46,5 54,6 42,1 42,9 30 18,8
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 131

Hacemos propias las palabras de Almeida (1996: 42) como síntesis


reflexiva del análisis que venimos desarrollando en este apartado, cuando la
misma expresa que “una separación operada en estos medios de trabajo
termina fortaleciendo sólidas bases para una actuación reiterativa,
pragmática y aprisionada por las rutina y por la burocracia de los
establecimientos prestadores de servicios sociales”.

Reproducción de la fuerza de trabajo: formación,


calificación y organización colectiva

Acceso y garantía en la formación profesional

En virtud de que la venta actual de la fuerza de trabajo no garantiza su


venta futura, la misma requiere adaptarse a los requerimientos llamados
“actualización profesional”. Nos detendremos a observar los medios de
calificación y formación del que hacen uso las TS y del que se desprenden
como consecuencia habilidades, competencias y capacidades. Por un lado,
esto referirá los rasgos formativos que poseen las TS y, por otro dilucidará
quién y cómo se garantiza el acceso a los mismos.
Tal como se vislumbra gráficamente la vía principal de acceso a la
información resulta internet siendo utilizada en un 89%. La actualización vía
jornadas y congresos presenta un porcentaje sumamente alto con un 78%, lo
cual expresaría un canal válido y masivamente aceptado de promoción,
generación y estimulación de instancias colectivas de debate y reflexión que
implican este tipo de eventos. En este sentido es necesario considerar que,
en su amplia mayoría, los eventos/cursos de actualización y formación
implican el pago de un arancel.
La tendencia es que dichos costos sean asumidos por las y los
profesionales115. A su vez, la realización de cursos y carreras de posgrado
alcanza el 69%, es decir que 7 de cada 10 TS avanzó en instancias superiores

115 Existe un álgido debate impulsado por profesionales tanto desde las unidades académicas como
desde los colegios profesionales en relación al arancelamiento/gratuidad de este tipo de eventos (jorna-
das, congresos, simposios) relacionados al Trabajo Social. Son exponentes de no arancelamiento las Jorna-
das Provinciales organizadas por el CATSPBA así como los masivos encuentros impulsados desde la carrera
de Trabajo Social de la UNICEN. Ambos eventos que suelen ser muy masivos han demostrado que el no
arancelamiento favorece enormemente la participación y el libre acceso.
132 Fiorella Cademartori

al estudio de grado inicial. En este aspecto, se subraya que las instancias de


formación de posgrado resultan asimismo pagas en su gran mayoría 116,
deduciéndose que los costos son absorbidos con los salarios percibidos.

Gráfico 10: Medios de Calificación y Formación Profesional

Frente a esta fuerza de trabajo altamente calificada, que en un 86,7%


culminó estudios superiores universitarios de cinco años de duración, nos
preguntamos si la intencionalidad de continuidad en la formación brota de la
práctica misma o responden a la posibilidad de hallar mejores ofertas
laborales. En el apartado sobre salarios detectamos que la realización de
cursos o carreras de posgrado no tenía asociación significativa con niveles
altos de ingresos, es decir que dicha calificación no se traduce en mayores
salarios. Esto es reafirmado con el cruce estadístico respecto de modalidades

116 La Facultad de Ciencias Humanas de la UNICEN es la única unidad académica en el país con una Maes-
tría en Trabajo Social no arancelada (al menos hasta 2021). Si es factible encontrar trayectos de posgrado
sin costo o bajo costo para docentes de la casa de estudios donde se realizan dichos trayectos; o con becas
financiadas por diversos organismos, entre otros, los sindicatos.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 133

contractuales, ya que se detecta que del total de respuestas afirmativas en


relación a la continuidad de estudios de posgrado, el 36% pertenece a planta
permanente y el 11,2% a planta transitoria. El resto de las figuras
contractuales oscila entre el 6% y el 2%, con lo cual podría estimarse que una
creciente calificación no necesariamente es reconocida con mayores
ingresos o mejores condiciones de contratación por los organismos
empleadores; pero de manera individual, las TS expresan que la continuidad
en la calificación y/o la actualización profesional es un práctica constante y
de alta valoración. Es posible que asocien que a mayor calificación de su
fuerza de trabajo, mayor la posibilidad de venta de la misma en mejores
condiciones.
Dado que internet se constituye en una vía de acceso a información a
nivel masivo entre las TS, y contemplando los datos respecto de la provisión
de éste por parte del organismo empleador, se infiere que su acceso no es
garantizado en el espacio laboral sino por las propias trabajadoras 117.
Podemos concluir que la tendencia es que los costos sean asumidos por cada
trabajadora a nivel personal, así como también deducir que el ámbito y
tiempo de utilización de este medio se realiza por fuera de la jornada de
trabajo. Respecto de la compra de libros especializados, 6 de cada 10 TS
escoge esta vía para la actualización profesional incorporando a su salario el
gasto que demanda.
Por otro lado, se vislumbra un distanciamiento respecto de la
participación en proyectos de investigación (21,5%) como también de las
instituciones académicas–universitarias (28%).
Al recuperar otros datos de la Tabla 7 (anteriormente presentada) y
considerar que de los 1370 puestos de trabajo solo un 29% liga tareas
realizadas en sus lugares de trabajo con la capacitación y educación, y un 11%
a tareas investigativas, se sostiene que los organismos contratantes no
promueven ampliamente instancias formativas, sino que éstas son
mayoritariamente garantizadas por cada trabajadora a nivel individual.

117 Vale la siguiente aclaración: al momento de relevamiento de datos en 2011, la telefonía celular en el
país no presentaba las características de “inteligencia móvil”, con lo cual la búsqueda de cualquier infor-
mación en línea se realizaba en espacios físicos que tuviesen conexión a internet por cable o inalámbrica.
134 Fiorella Cademartori

Calificando las propias condiciones laborales

La recuperación de estudios y producciones en relación a las condiciones


laborales de TS, permitió observar que los elementos constituyentes y/o
dimensiones a contemplar para su análisis son muy diversos, es decir, no se
expresan categorías hegemónicas o unívocas. Este hecho podría explicarse
en función de la escasa incorporación de la temática en los contenidos
curriculares de formación académica de grado (Cademartori, 2011a).
Asimismo, hasta mediados de la década del 2000 las lecturas sobre la
realidad laboral del colectivo profesional, se realizaban traspolando la
situación de la clase asalariada del país a las y los trabajadores sociales,
básicamente por falta de información directa y relevamientos específicos
(Siede, et al. 2006: 4).
Por tanto, si bien la encuesta presentó una pregunta dirigida a evaluar
este ítem, no podemos asegurar qué fue lo considerado o qué elementos
contempló cada participante al calificar sus propias condiciones laborales.

Gráfico 11: Calificación de las condiciones laborales de TS con 1, 2 y 3 empleos


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 135

En primer lugar, consideramos las respuestas analizando en función de la


cantidad de empleos, las frecuencias absolutas y relativas. De este modo,
observaremos si el pluriempleo genera mayor o menor tendencia a
calificaciones negativas respecto de esta variable.
Para quienes tienen un empleo, la proporción más alta corresponde a
buenas condiciones laborales en un 38%, seguido de ni buenas ni malas en
un 25,1%. Las valoraciones positivas enmarcadas entre excelentes y buenas
alcanza un porcentaje acumulado de 54,7%. Por su parte el bloque de
valoraciones negativas ni buenas ni malas a muy malas alcanza el 45,3%. Por
tanto, para el conjunto de TS con un solo empleo existe mayor proporción de
valoraciones positivas.
Para quienes tienen dos empleos las calificaciones otorgadas para el caso
de los primeros y los segundos es prácticamente idéntica, razón por la cual
establecimos el promedio de ambos. Calificaron de forma excelente un 2%;
muy buenas un 17,4%; buenas un 40,3%; ni buenas ni malas un 25,7%; malas
un 12%; y muy malas un 2,4%. El bloque de valoraciones positivas alcanza el
59,7% y el bloque de respuestas opuestas refleja un 40,3%.
En el caso de quienes cuentan con tres o más de tres empleos, se recurrió
igualmente a la obtención de promedios. Los resultados de este subgrupo de
54 TS son: calificaciones excelentes un 3,2%; muy buenas 18,8%; buenas un
33,6%; ni buenas ni malas un 23,7%; malas un 14,8%; y muy malas un 5,8%.
El bloque de valoraciones positivas es de 55,5% frente a 44,3% de las
correspondientes negativas.
La calificación respecto de las condiciones laborales no presenta grandes
variaciones al observar respuestas de las TS con 1, 2 o 3 empleos. Los
porcentajes oscilan entre 54,7% y 59,7% (valoraciones positivas) y 40,3% y
45,3% (valoraciones negativas). Por tanto, se observa que el hecho de estar
pluriempleadas no modifica la mirada de las TS respecto de sus condiciones
laborales. Varias lecturas se desprenden de esta observación considerando
que el pluriempleo se asocia a bajos salarios y a modalidades contractuales
inestables. A saber: que no es unívoco lo que cada colega entiende por
condiciones laborales por tanto su calificación; que estamos frente a la falta
de reconocimiento de los niveles de sobreexplotación de la fuerza de trabajo;
que considerar escasa o nula la provisión de medios de trabajo por parte de
organismos empleadores no es suficiente para valorar como limitantes a las
actuales condiciones laborales; que asistimos a una tendencia a naturalizar
136 Fiorella Cademartori

la precarización laboral; que los porcentajes reflejan los niveles de conciencia


de clase; entre otras posibles miradas explicativas.

Organización de las trabajadoras: agremiación, sindicalización y participación


en instancias colectivas

Las variables relacionadas a la organización del colectivo requieren ser


leídas contemplando componente de obligatoriedad en la matriculación
respecto de los colegios/asociaciones profesionales vs. la libre afiliación
gremial/sindical118.
El 97,6% de las TS participantes de la encuesta se encuentran
matriculadas en el CATSPBA. En cuanto a niveles de participación en
actividades e instancias sujetas al Colegio, los porcentajes resultan
sensiblemente menores: sólo el 8% refiere participar con mucha frecuencia
y un 19,8% con relativa frecuencia (ver gráfico IV en anexo).
En relación a la participación gremial–sindical, consideremos el
porcentaje general de “densidad sindical” en el país para establecer ciertos
parámetros comparativos. Para el 2011, según estudios del MTESS, el 37% de
les trabajadores privados registrados estaban afiliados/as sindicalmente119.
En referencia al empleo público resulta escasa la información a la vez que
subregistradas las estadísticas de gremios sujetos a la CTA (donde se
encuentra ATE, por ejemplo)120.
La proporción de afiliación o densidad sindical en la muestra de TS,
considerando los puestos de trabajo (n=1313), arroja un 40,3%. Se supera en
varios puntos porcentuales al índice general de densidad sindical en
Argentina. La composición de ese valor indica que un 18,1% lo aportan TS con
1 empleo, en igual proporción con un 18,7% TS con 2 empleos y un 3,3% TS
con 3 empleos.
Cuando analizamos al interior de los subgrupos, según cantidad de
empleos, vemos que registran afiliación sindical en un 43,9% las TS con 1

118 Para ampliación de este debate ver Capítulo VI “Espacios de lucha por las condiciones de trabajo”, en
Cademartori, et al. (2007).
119 Datos recuperados de la nota periodística titulada “Densidad…” de Javier Lewkowicz publicada en el
diario Página12 en agosto de 2011. Otros datos relevantes en el tema pueden ser allí consultados.
Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5374-2011-08-14.html.
120 Se sugiere revisar el artículo de Luis Campos y Alvaro Orsatti (2014) titulado “Densidad sindical en
Argentina en el largo plazo y sus determinantes estructurales” del Observatorio de Derecho Social/CTAA.
Disponible en: http://www.relats.org/documentos/HIST.CamposOrsatti.pdf
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 137

empleo; 29,5% aquellas TS con 2 empleos; y 13% TS con 3 empleos. Entre


quienes están pluriempleadas el nivel de afiliación es inversamente
proporcional al nivel de participación en instancias gremiales. El subgrupo
con mayor frecuencia de participación resultan las TS con 3 empleos que
superan en algunos puntos porcentuales a quienes poseen dos y uno: 12%,
9,8% y 8,5% respectivamente. La opción de relativa frecuencia abona a lo
planteado ya que representan asimismo el mayor porcentaje: 26%, 17,5% y
17,6%. Al contemplar las opciones que implican disminución en la
participación, la característica sigue su tendencia ya que el subgrupo con 3
empleos posee las menores proporciones en ítems poca y nula frecuencia
(ver gráfico V en anexo).
Intentando aproximar razones explicativas a las conductas positivas y
negativas frente a las instancias de organización colectiva, se considera la
incidencia de la modalidad contractual tanto en la afiliación como en la
participación en el gremio.

Gráfico 12: Afiliación sindical de TS según modalidad contractual

Otro
No
Trabajo ad honorem (no rentado)
Sin contrato, sin factura y sin…
Si
Beca (rentada)
Monotributo sin contrato
Contrato con monotributo
Contrato con recibo de sueldo
Planta Transitoria
Planta Permanente

0 200 400 600

Del 40,3% de TS bajo afiliación sindical, el 30,1% pertenece a trabajadoras


bajo contratación permanente seguido por un 6,4% de planta transitoria. El
resto de las modalidades contractuales contabiliza por debajo del 2%.
Evidentemente la estabilidad en el puesto laboral genera condiciones
138 Fiorella Cademartori

favorables a la sindicalización, de la misma manera que modalidades


contractuales por tiempo determinado –y su gran impulso a las continuas
rotaciones laborales- resulta una situación desalentadora.
En el gráfico VI (en anexo) se denota que quienes mayor frecuencia de
participación esgrimen resultan las TS pluriempleadas. Lo que lleva a asociar
mayor activismo a mayor vulnerabilidad, es decir la utilización de las
herramientas gremiales para revertir situaciones adversas en los espacios de
trabajo. Si esta asociación resulta válida, en los cruces de datos entre
participación sindical y modalidad de contratación, quienes se hallan bajo
contrataciones por tiempo determinado deberían reflejar altos porcentajes
en los ítems mucha y relativa frecuencia en la participación. Al no constatarse
dicha asociación, como se detecta en el gráfico 13, abonamos a la premisa
que relaciona significativamente la modalidad de contratación precaria con
el desaliento en la afiliación (revisar gráfico 12).

Gráfico 13: Nivel de participación sindical – gremial según modalidad de


contractual

Otro Nula Frecuencia


Trabajo ad honorem (no…
Poca Frecuencia
Sin contrato, sin factura y…
Beca (rentada) Relativa Frecuencia

Monotributo sin contrato Con Mucha Frecuencia


Contrato con monotributo
Contrato con recibo de…
Planta Transitoria
Planta Permanente

0 50 100 150 200 250


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 139

Conclusiones parciales

La extensa encuesta impulsada por el CATSPBA hacia 2011 arrojó una


amplia cantidad de información y posibilidad de cruces de variables a partir
de 40 preguntas. Así, las TS participantes de la misma, revelaron el impacto
de las determinaciones que impone el capital como relación social general
en sus procesos de trabajo121. A lo largo de este capítulo se observa la
dinámica del mercado de trabajo en las dependencias estatales. Si bien la
captura de datos se muestra como una fotografía (lo “real”, el “concreto”),
lejos de expresarse como imagen estanca, resulta síntesis de procesos socio–
históricos (y base de procesos futuros). La aproximación a las condiciones
laborales (“representación caótica del conjunto”) requiere analíticamente ir
hacia conceptos cada vez más simples; es decir, según las propias palabras
de Marx:

[…] de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles


hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría
que reemprender el viaje de retorno, (…) pero esta vez no tendría una
representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples
determinaciones y relaciones (Marx, 2011: 21)122.

Para continuar el avance hacia determinaciones más simples, se


presentan a continuación -de forma unificada y sintética, las características
asumidas en la compra–venta de la fuerza de trabajo de las TS participantes
de la encuesta.

121 “No hay práctica profesional sin sujeto que la realice, y no hay sujeto que esté libre de las determina-
ciones que le impone el capital como relación social general” (Cademartori, et al. 2007: 102).
122 En relación al método, siguiendo la argumentación del pensador alemán, “Esto último es, manifies-
tamente, el método científico correcto. Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples deter-
minaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como
resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el
punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la representación
plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas con-
ducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento” (Ídem). Se sugiere asimismo recu-
rrir al texto de Dussel, E. (1991). Allí el autor despliega con gran lucidez, en un texto breve y conciso, las
preocupaciones marxianas respecto del método así como el proceso intelectual para su correcto desplie-
gue.
140 Fiorella Cademartori

Los comportamientos tendenciales 123 detectados reflejan:

a) Aumento de la vulnerabilidad en los vínculos laborales en cohortes


egresadas posterior a las contrarreformas estatales con denodado
énfasis a partir de la década del 2000;
b) Proliferación de contrataciones por tiempo determinado en todos los
niveles de las dependencias estatales;
c) Salarios más altos ligados a contrataciones permanentes y a
organismos empleadores de dependencias nacionales y provinciales
en desmedro de las municipales;
d) Búsqueda de otros empleos y/o vinculación contractual con 2, 3 y
hasta 4 organismos empleadores como estrategias frente a los bajos
salarios;
e) Equiparación salarial entre TS egresadas de estudios universitarios y
estudios terciarios;
f) Alto porcentaje de TS cuyos salarios devienen principales ingresos de
los hogares que componen;
g) Jornadas laborales que superan la jornada laboral normal producto
del doble y triple empleo;
h) Realización de horas extras no consideradas como tales y por tanto
no retribuidas;
i) Abrupta disminución en el acceso y garantía de derechos laborales
entre TS bajo contrataciones permanentes y TS bajo contratación por
tiempo determinado;
j) Fuerza de trabajo con alta calificación cuya garantía de continuidad
recae principalmente en las posibilidades salariales de las propias TS;
k) Altos porcentajes de calificaciones negativas en las condiciones físicas
de los espacios laborales especialmente en TS con un sólo empleo;
l) Escasa, en ocasiones nula, provisión de medios de trabajo por parte
de los organismos empleadores;
m) Afiliación sindical y mayor frecuencia en la participación de instancias
gremiales en TS cuyas modalidades de contratación resultan por
tiempo indeterminado.

123 En adelante se apela como resultante de numerosos procesos a la noción de tendencia, entendida
ésta “como un movimiento que se impone por múltiples determinaciones, no de forma absoluta, sino con
elementos contrastantes” (Bill, 2007: 22).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 141

La enumeración de comportamientos tendenciales manifiesta el peso


específico que presenta para las TS la modalidad de contratación por tiempo
determinado o inestable en sus puestos de trabajo. De esta circunstancia se
deriva la disparidad de montos salariales, la garantía en acceso a derechos y
una menor participación en instancias gremiales. Con íntima vinculación con
los salarios percibidos, se entiende la búsqueda de otros empleos y/o el
pluriempleo. Por último, dos dimensiones a subrayar con fuerza resultan las
calificaciones respecto del medio ambiente laboral y sus condiciones físicas,
al igual que la tensión de existencia misma de espacio físico donde desarrollar
tareas; y combinado a esto, la escasez, y/o inexistencia de medios de trabajo.
La exposición de resultados posibilita (aún de forma caótica y como
punto de partida) comprender las mediaciones presentes en este sector
particular de la clase trabajadora; y también reflexionar sobre las acciones
políticas más potentes en un contexto signado por el avance precarizante de
las condiciones laborales, y por tanto, de las condiciones de vida del colectivo
profesional.
Reemprender el viaje de retorno para superar la “representación
caótica”, y dar cuenta de las “múltiples determinaciones y relaciones”, se
desarrolla en el próximo capítulo. Allí la condición de asalariamiento de las
profesionales, su íntima vinculación con el Estado, el carácter de los servicios
que prestan, la vinculación con la reestructuración del capital, la singularidad
de las trabajadoras bajo dependencias públicas estatales, asimismo el
impacto de estas dimensiones en la constitución de los procesos de trabajo
de las TS, son desplegadas como expresión de lo diverso dentro de la unidad.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 143

Capítulo 5

Alcances e impactos de la precarización laboral: los


procesos de trabajo de Trabajadoras Sociales en disputa

“Las condiciones de trabajo son nuestras condiciones de vida (…)


y expresan la mirada que existe sobre la población destinataria de los servicios”
Gabriela López y Luisa Pontelli (2012: 65 – 68)124

La precarización laboral resulta una problemática cercana para el


conjunto de las y los TS. Incluso existe cierta naturalización dada la profunda
extensión de esta realidad en el mercado de trabajo. Expresiones tales como
“son contratos precarios”, “estamos todas precarizadas”, “en esta condición,
no puedo exigir mucho”, “soy una precarizada más”, “basta de precarización
laboral” resultan frecuentes, con énfasis en la franja etaria de les jóvenes y/o
entre quienes tienen sus primeras inserciones en la dinámica laboral (tal
como quedó evidenciado en el capítulo anterior). Las referencias provienen
desde los más diversos lugares de trabajo, desde trabajadores de distintos
sectores, así como desde los ámbitos académicos y gremiales – sindicales.
Si bien las transformaciones del “mundo del trabajo” varían según cada
coyuntura histórica, se reconoce que a partir de la década del setenta la
ofensiva del capital hacia las conquistas y derechos de la clase obrera
configuró un escenario absolutamente desfavorable para la misma. Sin
embargo, no resultaría correcto entender la precarización laboral como
resultado “novedoso” y consecuente de dichas transformaciones. Los
procesos de precarización de la masa de trabajadores/as son consustanciales
y constitutivos del orden capitalista (Leite Lopez, 2011), es decir que, al
observar y explicar las manifestaciones contemporáneas del dominio del
capital sobre el trabajo (en todas sus dimensiones), no puede soslayarse su
condición latente de avanzada sobre los límites de explotación, por tanto, su
cíclica recurrencia.
Soul y Martínez (2009) expresan que el término precarización viene
siendo utilizado de forma diversa y, en ocasiones, ambigua. Para estos

124 Extraído del capítulo “Proyecto ético – político y condiciones de trabajo. Algunas reflexiones desde la
trinchera” en la compilación dirigida por Siede (2012).
144 Fiorella Cademartori

autores “la precarización del empleo supone la posibilidad (arbitrariedad) de


contratar o despedir trabajadores sin mayores trabas legales y/o económicas”
siendo una de las estrategias centrales para dicha precarización, la flexibilidad
del contrato. Allí aluden que “a través de las leyes o por la vía de los hechos,
se busca eliminar cualquier forma de estabilidad, efectividad o derecho de
permanencia en el puesto de trabajo” (2009: 2). Puntualizan asimismo en
otras estrategias precarizantes tales como la tercerización, trabajo no
registrado, subcontratación, que, en definitiva, repercuten en la organización
de las y los trabajadores porque las/os “diferencia, enfrenta y divide” (Ibíd.:
3). En dicho escrito se entiende que les autores enfatizan lo referente a la
posibilidad de compra–venta de la fuerza de trabajo sobre las formas que
asume el gasto material del cuerpo una vez puesta en acto la misma. A
nuestros fines, al indagar la forma en que las condiciones laborales moldean
los procesos de trabajo, es necesario ampliar la mirada sobre los alcances de
la precarización. Asimismo es necesario al considerar que la fuerza de trabajo
bajo análisis, por las características de los servicios que presta, es -en la
mayoría de los casos- inseparable de las y los trabajadores. Esto debido a que
el valor de uso particular de este trabajo es útil en tanto actividad y no como
cosa.
Habiendo analizado las alteraciones producidas en el espacio singular del
empleo público post contrarreformas estatales de los ‘90, reiteramos que, en
coincidencia con Diana Menéndez (2010: 122), se entiende que la
precarización abarca “el incremento de la vulnerabilidad de los trabajadores
tanto en la estabilidad como en la calidad de las condiciones de trabajo” 125.
En esta línea, también incorporamos la mirada de Montes Cató (2005),
quien sostiene que lo que pareciera una prueba más de la tendencia
generalizada a la precarización del empleo a nivel mundial y presente a nivel
local, implica tanto más que la pérdida de ciertos derechos conquistados y
una mayor vulnerabilidad de las y los trabajadores frente al detrimento de sus
condiciones laborales. Esgrime que resulta la combinación de procesos
objetivos y subjetivos de fuerte arraigo ideológico en la clase asalariada que
bajo dispositivos cada vez más especializados, ve regulada “las conductas más
cotidianas” en pos de la reproducción de las relaciones sociales del sistema
social imperante. Recuperando a M. Foucault 126, Montes Cató alude que,

125 Ver desarrollo en el capítulo 3 de esta publicación, especialmente nota al pie n. 72.
126 La obra de referencia es Saber y Verdad (Op. cit.: 51)
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 145

[…] resulta necesario destacar que las condiciones materiales en que está
organizado el trabajo se asientan en específicas relaciones de dominación y
de poder presentes en todos los intersticios de la sociedad, regimentando
las conductas más cotidianas.

Advierte el descuido de interpretar la relación entre disciplina y


acumulación subordinando la primera a la segunda, dado que dicha
acumulación se produce bajo relaciones laborales específicas, que no serán
cabalmente comprendidas si no se reflexiona sobre cómo operan en los
espacios de trabajo y en las condiciones que presentan los mismos.
Se reafirma que bajo distintos regímenes sociales de acumulación a lo largo
del tiempo, se generaron numerosas estrategias -de las más visibles a las más
sutiles- para moldear y adaptar a les trabajadores a los requerimientos de
valorización y acumulación. El uso de la violencia y disciplina en el sistema de
trabajo asalariado fue colocado por Marx en el capítulo sobre “La llamada
acumulación originaria” de El Capital. Al desarrollar algunas claves de lectura
sobre la forma en que opera, sostiene el autor que:

No basta con que las condiciones de trabajo se presenten en un polo como


capital y en el otro como hombres que no tienen nada que vender, salvo su
fuerza de trabajo. Tampoco basta con obligarlos a que se vendan
voluntariamente. En el transcurso de la producción capitalista se desarrolla
una clase trabajadora que, por educación, tradición y hábito reconoce las
exigencias de ese modo de producción como leyes naturales, evidentes por
sí mismas. La organización del proceso capitalista de producción desarrollado
quebranta toda resistencia; la generación constante de una sobrepoblación
relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo, y por tanto el
salario, dentro de carriles que convienen a las necesidades de valorización
del capital; la coerción sorda de las relaciones económicas pone su sello a la
dominación del capitalista sobre el obrero. Sigue usándose, siempre, la
violencia directa, extraeconómica, pero sólo excepcionalmente (Marx, 2004:
922).

La condición de venta de la fuerza de trabajo para la clase asalariada como


única forma de subsistir resulta necesaria más no suficiente. Se realza
entonces la existencia de formas variadas para la dominación capitalista cuyo
papel coercitivo resulta preciso identificar. En la cita precedente, Marx coloca
la educación, la tradición y los hábitos como vía de incorporación de las
exigencias del modo de producción. A su vez, se subraya la generación
146 Fiorella Cademartori

constante de una superpoblación relativa que, ligada al temor de no poder


vender su fuerza laboral, hace prescindible y evitable el uso de la violencia
directa. De este modo, como parte de la “coerción sorda de las relaciones
económicas”, prolifera el manejo y subordinación de las y los trabajadores
bajo diversas modalidades y, si bien la subordinación atraviesa la historia de
la humanidad127, el desarrollo de lo específicamente capitalista reside en un
cambio de “forma”. Bajo la apariencia del obrero “libre”, subordinar encierra
vigilar, coaccionar, disciplinar cuando sea necesario (Kohan, 2011: 731).
Entendiendo a su vez, que la dominación se presenta en términos relacionales
como vinculación entre sujetos sociales. Por tanto, el control y el
disciplinamiento dirigido hacia las/os vendedores de fuerza de trabajo,
aspecto garante de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas,
presenta plena vigencia. La complejidad reside en develar las diversas
mutaciones y las formas aparentes contemporáneas, no siempre valuadas por
el peso de su omnipresencia (Ibíd.: 2007). En sintonía con este planteo, para
el estudio de las condiciones laborales y sus transformaciones en la
cotidianidad de les trabajadores, Montes Cató sugiere recuperar no sólo
cómo se expresan aspectos técnicos en la dominación en el trabajo, sino las
formas de dominación simbólica de profundo arraigo suscitadas en base “al
miedo, la amenaza del desempleo y la precariedad” (Op. cit.: 51).
En los capítulos precedentes se explicitaron las características de la
precarización demostrando que da pautas de comportamiento a la dinámica
del mercado laboral. Aquel recorrido, principalmente enfocado en el vínculo
que se teje entre el Estado como comprador de la fuerza de trabajo y les
trabajadores como vendedores de la misma, no logra dar cuenta de los
impactos en su puesta en acto. En otras palabras, no aborda qué sucede con
el gasto material del cuerpo y su potencial resultado proyectado; que, en el
caso de análisis, se da en el marco de los servicios sociales y de la atención
brindada a las manifestaciones de la cuestión social.
Al concluir que las condiciones laborales bajo las cuales se constituyen los
procesos de trabajo de las TS se califican como precarias, nos preguntamos
¿cómo son moldeados dichos procesos y qué características reflejan? ¿Es
posible pensar que puedan sortear la tendencia precarizante en su resultado
final? ¿Puede disociarse la orientación de las políticas sociales de las

127 La dominación entre seres humanos que en períodos históricos esclavistas y feudales se realizara
sobre la base del uso directo de la fuerza, en el capitalismo es sustituida por la exigencia económica de
supervivencia (Katz, 2000).
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 147

características que presentan las condiciones laborales de quienes las


implementan? ¿Qué objetivos subyacentes se encuentran en procesos de
trabajo constituidos sobre la base de la vulnerabilidad de las y los
trabajadores?
A continuación se examina qué sucede con el gasto material del cuerpo
de las TS en los espacios laborales. Qué sucede allí donde se hace presente la
coerción sorda de las relaciones económicas, los dispositivos de coacción,
vigilancia y dominación simbólica. El recorrido trazado hasta aquí habilita a
postular que los procesos de trabajo de las TS se esculpen y moldean, entre
otros mecanismos, a partir de la degradación de la fuerza de trabajo, la
serialización en la atención de las manifestaciones de la cuestión social y el
doble disciplinamiento en dicha atención.

La degradación de la fuerza de trabajo de las Trabajadoras


Sociales
En el capítulo anterior se referenciaron los resultados de la encuesta a las
TS con el objeto de visibilizar la realidad laboral de este colectivo y contar con
evidencia para explicar comportamientos tendenciales. Se expuso la forma en
que se compra la fuerza de trabajo, el uso dado a las capacidades adquiridas
durante la formación, así como los límites y posibilidades que otorgan la
asequibilidad (o no) de los medios de trabajo.
A partir de allí sostuvimos que la modalidad de contratación por tiempo
determinado o inestable tenía un peso sensiblemente mayor que otras
características detectadas. Esto dado que la condición de vulnerabilidad da
pie a obstáculos y arbitrariedades en la tarea singular que emprende cada
trabajadora y, en términos colectivos, en los equipos técnicos y espacios
laborales. Resulta además de la pérdida de una conquista obrera -la
estabilidad y la garantía de acceso a derechos laborales en general- el
despliegue de impedimentos o frenos para la proyección de alternativas y,
por tanto, de sus posibles alcances.
La proliferación de variados tipos de contratación, la continua búsqueda
de otros empleos, la extensión de jornadas laborales en razón del
pluriempleo, la falta de garantías en acceso a licencias, vacaciones pagas, obra
social, aportes jubilatorios, etc., por un lado, ratifican la posición de
vulnerabilidad de quien vende su fuerza de trabajo. Por otro lado, constituyen
148 Fiorella Cademartori

sutiles mecanismos de degradación de la fuerza de trabajo 128. La calificación


que portan las TS así como su capacidad y potencia, bajo las condiciones
laborales caracterizadas, se ve obturada e inhibida. En la mayoría de los casos,
más allá de las diversas áreas donde las profesionales se desempeñan, sus
tareas están vinculadas a brindar un servicio, en palabras de Oliva (2007a),
ligados a funciones educativas, de gestión y/o asistenciales. Dicho servicio es
inseparable de la trabajadora que proyecta y lleva a la práctica tal o cual tarea.
En este paso, toda su expertise (recursos profesionales, formación previa,
capacitación continua), es decir, el trabajo mismo -la puesta en acto- se ponen
en juego. Aquí es cuando el resultado del proceso se tiñe de las modalidades
contractuales, los salarios percibidos, la movilidad y rotación de las TS por
diversos puestos laborales y la desestimación de la calificación. Bajo estos
aspectos, dominantes aunque no excluyentes, se asienta lo que se considera
un mecanismo de degradación de la fuerza de trabajo. El mismo no resulta
directamente observable, en razón de la sutileza del accionar y de cierta
invisibilización, lo que no quita su fuerte incidencia. En adelante, nos
detenemos en el desarrollo de cada uno de los aspectos referidos.

128 Tal como referimos en la nota al pie n. 32 de esta publicación, la obra de Braverman (Op. cit), editada
por primera vez en el año 1974, generó un renovado interés en torno al estudio de los procesos de trabajo.
A su vez, dio impulso a investigaciones -en el marco de las ciencias sociales- que visibilizaron la creciente
insatisfacción laboral que expresaban las y los trabajadores post “años dorados del capitalismo”. Según
García Calavia (1999: 195), el escrito de Braverman puso de manifiesto “cómo se producía la descualifica-
ción de determinados procesos de trabajo y cómo ésta servía a los intereses de los empresarios” aclarando
que no siempre ni en todo lugar. Asimismo expresa éste último autor que Trabajo y capital monopolista
colocó en debate y visibilizó la relación entre el género de la fuerza de trabajo y los procesos de recualifi-
cación/descualificación del trabajo; asimismo, lo relacionado al desarrollo de las fuerzas productivas y las
experiencias subjetivas e intersubjetivas de trabajadores y empresarios. Si bien al momento de escritura
de esta tesis doctoral, la idea y categoría de degradación de la fuerza de trabajo no fue recuperada de la
obra que venimos citando, a sugerencia del tribunal de tesis, la referencia vale ser colocada y su obra
mencionada. Recuperamos en la siguiente cita, una síntesis del abordaje que realiza Braverman (1974: 15)
“En un lado se enfatiza que el trabajo moderno, como resultado de la revolución científico-técnica y la
“automatización”, requiere cada vez más elevados niveles de educación, entrenamiento, mayor ejercicio
de la inteligencia y esfuerzo mental en general. Al mismo tiempo, parece contradecir esta visión una cre-
ciente insatisfacción con las condiciones del trabajo industrial y de oficina. Debido a ello también se dice—
a veces incluso por la misma gente que en otros tiempos apoyaba el primer concepto— que el trabajo se
ha subdividido de forma creciente en pequeñas operaciones que fracasan en sostener el interés o en em-
plear las habilidades humanas a los niveles de educación en boga, que estas pequeñas operaciones de-
mandan cada vez menos calificación y entrenamiento, y que la moderna corriente de trabajo con su “me-
nor empleo de la mente” y su “burocratización” está “alienando” sectores cada vez más grandes de la
población trabajadora”.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 149

Degradación vía modalidad contractual

Las modalidades contractuales observadas en las TS partícipes de la


encuesta arrojaron un porcentaje de inestabilidad muy cercano a la mitad de
la muestra: 49,3% incluyendo a quienes revisten planta transitoria y 34,2% sin
contemplar esa particularidad. Por tanto, 5 de cada 10 TS presenta una
situación de media y alta vulnerabilidad en el vínculo contractual con las
dependencias estatales. La renovación de contratos con plazos prefijados,
cuya duración oscila entre los tres y doce meses, entra en tensión con la
posible proyección y puesta en acto de diversas alternativas viables a las
necesidades detectadas, que requieren tiempos prolongados y no se
resuelven en un primer y único contacto con la problemática, la demanda o
les usuaries. Cuando la o las TS desconocen si tendrán continuidad en el
puesto de trabajo, se imposibilita una práctica y/o respuesta que, en sí misma,
requiere plazos no inmediatos.
Asimismo la multiplicidad de formas contractuales genera, a su vez,
encubrimiento de la relación de dependencia laboral con la parte
contratante, cierto desdibujamiento de la condición de asalariadas y como
corolario de las anteriores, fragmentación del colectivo. En relación a lo
primero, la existencia de vínculos intermedios tales como: entes privados,
universidades nacionales y organizaciones no gubernamentales que vía
pasantías o contratos de locación de servicio u obra (14% del total de puestos
laborales relevados) dificulta la identificación de responsabilidades en
relación a la garantía de los medios de trabajo y la exigencia en cuanto al
cumplimiento de derechos laborales. Huelga aclarar que la tercerización del
vínculo es promovida por organismos y dependencias estatales en tanto son
quienes viabilizan los contratos por otros canales. En relación a los derechos
laborales (licencias varias, antigüedad, vacaciones pagas, aportes jubilatorios,
obra social, etc.), al mirar cumplimiento y efectivización se observó que para
contrataciones permanentes la garantía alcanza al 90% de los casos, mientras
que para contrataciones inestables ronda el 40%. En relación a lo segundo y
a la identificación inmediata en tanto asalariadas con sindicatos como
potenciales órganos de defensa de las condiciones laborales, se detectó que
la tasa de agremiación alcanza el 30,1% en trabajadoras bajo contratación
permanente seguido de un 6,4% de planta transitoria. El resto de las
modalidades contractuales contabiliza por debajo del 2%. Estos escenarios
provocan una importante fragmentación al interior del colectivo de
150 Fiorella Cademartori

trabajadoras. Genera, en ocasiones, mayor solidaridad para revertirlos, así


como también mayor competencia para alcanzar estabilidad y/o mejores
acuerdos informales, etc. A la vez, complejiza el trabajo en equipo,
reduciendo, por el mismo efecto, la potencia colectiva.

Degradación vía salarios

Tanto en la encuesta, fuente principal de este libro, como en los estudios


relevados a nivel nacional129, la variable salario está incluida en los
instrumentos de recolección de datos. Se expresó que el aspecto vinculado a
la remuneración que perciben las TS resulta indisociable de las condiciones
laborales. A la vez, a partir de ese mapeo, se evidenció la existencia de altos
porcentajes de profesionales TS cuyos salarios no alcanzaban o apenas
superaban los montos de la CBT. El análisis de las relaciones laborales en la
contemporaneidad y el rol que tuvo el Estado frente a los profundos cambios
generados, mostró la función que cumplen los salarios en los procesos de
valorización y acumulación en las diversas coyunturas históricas. Allí se
afirmó que, durante las contrarreformas de los años noventa, el empleo del
ámbito público resultó “caso testigo” de los ataques a los derechos del
conjunto de la clase trabajadora, que luego fueron secundados por el sector
privado.
El salario como factor preponderante en las condiciones laborales (parte
a su vez de los medios de trabajo) fija no solamente pautas para la compra
sino también para el uso y reproducción de la fuerza de trabajo. En el análisis
de las respuestas de las 929 TS respecto de este ítem, podemos cotejar en
consonancia con el mapeo nacional, que el 76,6% está por debajo de la CBT
(tomando montos salariales netos por puestos de trabajo). Al tomar montos
salariales básicos, se detectó que el 87,4% se encontraba por debajo de los 2
SMVM para aquel entonces. La baja o insuficiente valoración salarial es
histórica en profesionales vinculadas a tareas dentro del área asistencial que,
en su mayoría, son mujeres, que a la vez implementan políticas sociales
dirigidas a sectores donde la demanda también proviene mayoritariamente
desde el género femenino. Recordemos que el 49,1% de las TS partícipes del

129 Remitirse al capítulo 1 de esta publicación.


Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 151

estudio sostuvo que los ingresos percibidos resultan los principales aportes
monetarios del hogar.
Al considerar remuneraciones, es preciso colocar el matiz de las
dependencias empleadoras (nacional, provincial, municipal) así como el
ámbito (ejecutivo o judicial). Se ha constatado que en la franja de ingresos
altos, las administraciones municipales no figuran como empleadoras. En el
ámbito del Poder Judicial se reconocen salarios generalmente más altos. En
la muestra, la proporción de TS insertas en estos espacios apenas alcanza el
10,8%, por tanto, no generó desbalances estadísticos respecto de los
porcentajes presentados.
El salario percibido combinado al tipo de contratación, se constituye en
un aspecto directamente influyente para la búsqueda de otros empleos
(29,2% de las TS) y en la presencia efectiva del pluriempleo (41,3% de las TS),
con la consecuente extensión de las jornadas laborales e intensificación del
desgaste durante las mismas. A las situaciones de pluriempleo es necesario
agregar que si se desarrollan las labores en distintas áreas hay una sobrecarga
extra propia de lo específico de cada cargo, función o tarea. Dado que el
salario debe ser capaz de posibilitar la compra de mercancías que entran en
el consumo de las TS para su reproducción (la propia y además la de su
familia) con los atributos necesarios que permiten que la fuerza de trabajo se
ponga en movimiento, resulta evidente que montos salariales insuficientes
repercuten directamente en la mencionada reproducción (a lo que tenemos
que sumar el tiempo de trabajo en tareas de organización social del cuidado)
y en las formas en que se pone en movimiento la fuerza de trabajo.

Degradación vía movilidad y rotación

La situación de vulnerabilidad no afecta solamente a la trabajadora en su


individualidad, sino a los equipos de trabajo que se conforman y a la calidad
del servicio que se presta de forma conjunta. En un contexto generalizado de
condiciones laborales precarias, el movimiento al interior de los colectivos
profesionales, por incorporación o desvinculación de trabajadoras, se torna
regular y, en ocasiones, en ciertas áreas o tipos de programas, sistemático 130.

130 En la encuesta del 2011 realizada a TS de Pcia. de Bs. As., la pregunta sobre la rotación laboral y las
razones de ésta no fue explícita. Sin embargo, en el relevamiento realizado en 2017 (considerado continui-
dad del 2011 ya que se realizó sobre la base del mismo instrumento para lograr comparaciones y cambios
en los comportamientos) se indagó acerca de los despidos y/o desvinculaciones para el periodo 2011–
152 Fiorella Cademartori

Como consecuencia de la no renovación de contratos, los despidos y las


renuncias por parte de trabajadoras que migran en busca de mejores
condiciones laborales, se desencadenan diversas modificaciones al interior de
los equipos de trabajo (eventualmente sucede también en los programas y
organismos): disminución de personal por mayores o menores períodos
temporales; sobrecarga de tareas para quienes permanecen en el equipo y/o
puesto laboral, dado que el volumen de demanda no necesariamente
disminuye si el equipo de atención se comprime (deviene una sobrecarga
constante para quienes revisten planta permanente); alteración de la
dinámica cotidiana creada; quiebre del vínculo establecido con los/as
usuarios/as bajo tutela, programa o asistidos/as; interrupción de la
experiencia adquirida por las profesionales en el servicio; y, pérdida de dicha
experiencia y trayectoria para el espacio laboral. A la vez, la incorporación de
nuevas trabajadoras a los equipos y/o ámbitos de trabajo repite algunos de
los efectos mencionados precedentemente, a la vez que: adecuación a una
dinámica novedosa; tiempo de formación en la especificidad de la tarea;
adaptación a otras normativas, disposiciones, reglamentos, protocolos, etc.
De un modo genérico al considerar las problemáticas que se abordan
desde las políticas sociales, y sin puntualizar en los contenidos programáticos
y/u objetivos que presentan éstas, es posible entender al tiempo como un
componente significativo en el devenir de los procesos de trabajo. Aun
considerando aquellos servicios asistenciales cuya función es la asignación
puntual de una prestación o recurso, dicho otorgamiento nunca es
instantáneo. La implementación de los lineamientos programáticos de las
políticas sociales, usualmente implica una intervención que se prolonga más
allá de un primer contacto entre TS y usuarios/as. Así fue detectado en la
muestra de TS de Pcia. de Buenos Aires donde las principales tareas
desarrolladas arrojaron los siguientes datos (considerando puestos de trabajo
que ascendían a 1370): gestión de recursos con un 39,1%, ayuda directa con
un 27,7%, registro de actuaciones con un 45,6%, respuestas a expedientes/
planillas/estadísticas con un 39,1%, planificación y elaboración de proyectos
con un 45,5%. Por su parte, los porcentajes más elevados detectados en 7 de
cada 10 puestos laborales fueron: orientación y derivación con un 70,4%,
visitas domiciliarias 70,6%, elaboración de informes sociales 74,5%,

2017. En el mismo se detectó que el 27,5% de las TS vivenció en esos años el quiebre de la relación con-
tractual. De ese porcentaje: el 55,6% se debió a la no renovación de contrato, un 34,4% a renuncias y un
10% a despidos.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 153

finalmente, entrevistas individuales y grupales con un 77% de los casos. Estos


últimos resultados abonan a pensar que subyacen tareas de
acompañamiento, seguimiento y procesualidad en la intervención.

Degradación vía descalificación

Indagar cómo se moldean los procesos de trabajo, implica también


dilucidar los atributos requeridos por quien compra la fuerza de trabajo, es
decir, los saberes, valores o actitudes que requiere portar quien se ofrece
para tal o cual empleo. En este aspecto, vinculado a las competencias de las
TS, se evidencia la presencia de una alta calificación y una continua formación
por parte de quienes integraron la muestra. En su amplia mayoría las TS
manifestaron contar con trayectos educativos de formación universitaria (una
pequeña parte inició estudios terciarios luego completados en grado
superior) alcanzando el 86,7% de los casos (casi 9 de cada 10 TS). Únicamente
realizaron estudios terciarios un 13,3% del conjunto. Vale resaltar que, en el
país, hasta la sanción de la Ley Federal de TS N. 27.072131, proliferaban
institutos terciarios privados y arancelados que, en poco tiempo y con títulos
intermedios, habilitaban intervenciones parcializadas enfocadas a
problemáticas y áreas específicas 132. En nuestra indagación, se buscó
observar qué sucedía con la variable salarios frente al nivel de formación. El
cruce no resultó estadísticamente significativo, lo que conduce a considerar
que si hay equiparación salarial entre TS con formación superior y TS con
formación terciaria, existe cierto desaliento a la continuidad en la formación
en la medida que ésta no es reconocida salarialmente.
En relación a dicha continuidad en la formación, un 77,7% sostuvo
participar en el año de jornadas, congresos y eventos científicos; un 68,7% se
encontraba realizando cursos o carreras de posgrado; un 60% aludió comprar
libros especializados; el 44,6% recurrir a revistas científicas y de divulgación
en temáticas vinculadas a la práctica profesional; un 27,7% refería vinculación
con instituciones académicas y un 21,5% con participación en proyectos de
investigación y/o grupos de estudio. En el análisis acumulado de datos se

131 Ver nota al pie 100 en esta publicación.


132 Tecnicaturas en Minoridad y Familia, Niñez y Adolescencia y Violencia Familiar como los casos emble-
máticos dictadas en numerosas provincias del país.
154 Fiorella Cademartori

concluyó que la tendencia, para aquel entonces 133, era que los costos sean
asumidos por cada trabajadora a nivel personal. Además, en la mayoría de las
situaciones, el tiempo destinado a la formación, acontecía por fuera de la
jornada de trabajo. Si la capacidad y potencia que portan las TS se despliegan
en las condiciones descriptas, se considera que hay una tendencia al “desuso”
de ciertos atributos, por tanto, un retroceso en el desarrollo de su calificación.
Entendiendo la descalificación como un fenómeno de deterioro del contenido
del trabajo a largo plazo (Bill, 2007). En otras palabras, que para las tareas y
funciones que se les exige a las profesionales, las mismas se encuentran
sobrecalificadas.

La serialización en la atención de las manifestaciones de la


cuestión social
Las diversas áreas de trabajo donde se insertan las TS resulta una de las
formas concretas y tangibles en que el Estado adquiere materialidad para la
atención de las manifestaciones de la cuestión social. Esta materialidad se
expresa en instituciones, un conjunto de prácticas y ramas de especialización,
entre las cuales, para el caso de les TS, se destacan la política social y los
servicios sociales134. Tanto la política como los servicios son parte del proceso
de redistribución de la plusvalía a través de los fondos públicos o gastos
sociales135, a la vez que garantizan derechos. Los alcances, el volumen, la
magnitud, la cobertura, accesibilidad y capacidad de incidencia (traducida en
presupuestos) de dichas políticas y servicios sociales responden, por un lado,
a la priorización de los Estados en la atención de las problemáticas (donde
operan asimismo las necesidades del capital), y por otro, a la presión de las

133 Hasta el 2011, previo a la asunción de la lista LaRoja – Construcción colectiva en la Mesa Ejecutiva del
CATSPBA, los eventos y jornadas de formación impulsados desde la colegiatura resultaban mayoritaria-
mente arancelados. Revertir esa situación, abriendo la posibilidad masiva de participación, es parte de las
apuestas políticas impulsadas y llevadas a la práctica por LaRoja. Ver también nota al pie 114 de esta pu-
blicación.
134 Ver desarrollo y ampliación en capítulo 2 de esta publicación.
135 Al respecto se sugiere recuperar los escritos de Seiffer, T. (2011, 2013) y Seiffer, T., Kornblihtt, J. y De
Luca, R. (2012) en relación a la evolución del gasto público social en el país. En diversos artículos se analizan,
en clave histórica, las políticas sociales y su papel en la reproducción de la clase obrera en el marco de los
diversos modelos de gobierno (desde 1940 hasta finales de los 2000). Esto a través de una importantísima
cantidad de fuentes primarias y datos estadísticos como evidencia empírica.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 155

luchas sociales que colocan la atención de sus demandas en la agenda


pública136.
Al observar la inserción laboral de las TS a través de las diversas áreas de
intervención y la densidad de puestos de trabajo en las mismas 137, es factible
estimar cuáles son las problemáticas con mayores niveles de intervención y
asistencia, así como dónde reside la priorización en los gastos sociales. En
primer, segundo y tercer lugar encontramos los siguientes ámbitos:
Educación con el 24,8%; Salud con el 15,3%; y Justicia con el 10,8% de los
puestos de trabajo. A continuación, los ámbitos con menos del 10%: Infancia
y Adolescencia: 8,3%; Acción Social – directa: 6,9%; Discapacidad: 4%. Entre
el 3 y 1%: Docencia – Investigación: Tercera edad; Sistema Penal, Seguridad.
Menos del 1%: Empleo, Adicciones, Movimientos sociales, Mujer y Familia.
Se observa un abanico de áreas que, dado el recorte de las problemáticas
y demandas que se abordan, requerirían de las TS cierta especialización y
especificidad en función de modalidades de trabajo, circuitos institucionales,
población objetivo, legislaciones vinculadas, protocolos, normativas, medios
de trabajo implicados, entre otros. Dicho abanico viene a ratificar la mirada
parcializada y fragmentada que caracteriza las intervenciones desde las
políticas sociales138 y, por tanto, la parcialización y fragmentación de la
asistencia para la reproducción cotidiana de los sujetos sociales usuarias/os
de las mismas.
De lo anterior se desprende una dimensión que tiene un peso vital para
nuestro objeto de estudio: la influencia de los medios de trabajo en el
resultado final de los procesos de trabajo. Definidos como todo aquello que
las y los trabajadores interponen entre ella/él y el objeto de trabajo, y que
sirve como vehículo de su acción sobre dicho objeto. Entre los medios de
trabajo, además de los instrumentos, están también todas las condiciones
materiales que hacen posible la mediación con el objeto de trabajo. Son

136 Vale la recuperación de O'Donnell (1984) al referirse a la distribución y densidad de las instituciones
estatales (en cada coyuntura) como los nudos de sutura de las áreas que las contradicciones subyacentes
han rasgado en su superficie.
137 Se reitera que la referencia es tomando la muestra de 929 encuestas realizadas a TS de Pcia de Bs.
As. (datos primarios que nutrieron este libro).
138 Como ya lo colocara Netto (1992: 22) “no puede ser de otro modo: tomar la “cuestión social” como
problemática configuradora de una totalidad procesual específica es remitir concretamente a la relación
capital / trabajo, lo que significa, preliminarmente, colocar en jaque el orden burgués (…) la política social
debe constituirse necesariamente en políticas sociales: las secuelas de la “cuestión social” son recortadas
como problemáticas particulares (el desempleo, el hambre, la carencia habitacional, el accidente de tra-
bajo, la falta de escuelas, la incapacidad física, etc.) y así enfrentadas”.
156 Fiorella Cademartori

requeridas en general para que el proceso acontezca. Como sostuviera Marx


(2004: 219) y ya fue referenciado en el capítulo 2 “no se incorporan
directamente al proceso, pero sin ellas éste no puede efectuarse o sólo puede
realizarse de manera imperfecta”. Los medios de trabajo, en el caso de las TS
y en gran parte de les trabajadores estatales, se encuentran ofrecidos,
proporcionados y gestionados por los organismos empleadores.
En el interrogante respecto de la presencia/ausencia de medios de
trabajo, las TS visibilizaron que entre 6 y 7 de cada 10 puestos laborales, éstos
resultan escasos. Al puntualizar cuáles eran los principales elementos
inexistentes o faltantes, los valores arrojados fueron: movilidad, transporte
y/o viáticos un 76%; computadora e impresoras 74,1%; telefonía e internet:
68,8%; artículos de librería: 56,4%. Más allá de la diversidad de áreas de
intervención, el porcentaje de escasez de recursos es altamente significativo.
Al cruzar estos datos con parte de las principales tareas realizadas: entrevistas
individuales y grupales, visitas domiciliarias y elaboración de informes
sociales (todas arriba del 70% de los casos), se avizoran las limitaciones. No
contar con movilidad, transporte o viáticos garantizados por la institución, o
bien anula la posibilidad de realizar visitas domiciliarias, o bien demora su
ejecución. A la vez, genera, acumulación de otras tareas; demora en los
seguimientos y en la realización de los informes; dificultad en el armado de
estrategias de intervención y en la continuidad de prácticas pautadas. De
igual manera, no contar con computadoras e impresoras, inhabilita, el
registro de las actuaciones, así como la realización de los informes y su
socialización con otros organismos -en caso de ser necesario-. La ausencia de
telefonía e internet, en ocasiones indispensables para coordinar entrevistas
y/o articular acciones con otras dependencias, también abona al
impedimento. Acciones y tareas -propias de la dinámica laboral cotidiana-
que podrían ser fácilmente resolubles, en tanto asequibles los recursos,
generan, por el contrario, otras gestiones y movimientos no previstos (con la
demora temporal y desgaste que producen). Así arribamos a situaciones
como: la utilización de vehículos propios para el traslado y realización de
visitas domiciliarias; la extensión de jornadas laborales debido al uso de
transporte público en localidades de largas distancias; la realización de
informes así como su impresión fuera del espacio de trabajo y la jornada
laboral; el traslado de tareas a los hogares; el uso de celulares propios en
razón de la falta de medios para la comunicación; la adecuación y/o alteración
de jornadas laborales para evitar superposición de trabajadores en los
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 157

espacios de trabajo y en el acceso a los medios existentes. Es usual hallar TS


que gestionan los medios necesarios para dar sustento a su accionar y/o
costean los mismos con sus propios ingresos salariales.
Siguiendo el análisis, vale recuperar el papel que cumple el medio
ambiente laboral o las condiciones físicas de los espacios de trabajo. Es
conocido que la sola existencia de un espacio físico propio donde desarrollar
las tareas, no resulta garantizado plenamente en las dependencias e
instituciones donde se emplean TS. Si una de las principales tareas implica el
contacto personal y presencial entre usuarios/as y profesionales -vía
entrevistas individuales/ grupales-, el no contar con un ámbito propicio para
el diálogo simboliza más que un obstáculo. En la caracterización y calificación
de este ítem en el marco de las encuestas, se pudo observar que el principal
elemento desaprobado del espacio laboral resulta la falta de espacio y/o
hacinamiento en el mismo. Otros aspectos relevados fueron: ventilación
deficiente, ruidos molestos y falta de luz. Un 29,6% de las TS sostuvieron que,
en sus ámbitos de trabajo, se presentan al menos dos de estas características;
y en casi idéntico porcentaje (25,6%) consideraron que se dan 3 de las 4
características nombradas.
Los escenarios descriptos, así como otros prefigurados bajo estas
condiciones, nos lleva a afirmar que el con qué (se hace) posibilita el cómo y
el qué (se hace). La ausencia y/o escasez de recursos entraña demoras,
extensión o directamente imposibilidad de puesta en acto y cercenamiento
en el desarrollo de tareas primordiales para la profesión. Es decir, las
características que presentan (o no) los procesos de trabajo se encuentran
fuertemente dominados por los medios que se interponen entre la voluntad
de acción, las alternativas, las proyecciones y el resultado dado 139. Vale
recordar que estos escenarios suceden en contextos de pluriempleo, de
salarios por debajo de la CBT, de contrataciones inestables, etc. De esta
manera, la desestimación de alternativas posibles ubica a las TS como sus
responsables directas, velando la responsabilidad estatal en garantizar las
condiciones objetivas para su acontecimiento.
Frente a una dinámica laboral con escasez de medios de trabajo que
provoca dificultad o impedimento de la acción proyectada, es plausible inferir

139 Recordemos que para que la potencia se efectivice, sea cualesquiera la actividad que se desea desa-
rrollar u objetivo que se desea alcanzar, se requiere la voluntad de la persona orientada a un fin, para lo
cual, necesitará de medios de trabajo que hagan puente entre la voluntad de acción, de transformación
del objeto de trabajo (materia prima), y la transformación misma. Este puente es posible en tanto la per-
sona hace uso de sus capacidades físicas y mentales y por la existencia misma de medios de trabajo.
158 Fiorella Cademartori

jornadas laborales con sobrecarga de tareas y saturación de las capacidades


físicas e intelectuales. Recordemos que 4 de cada 10 TS tiene dos o más de
dos empleos (y muchas realizan horas extras que exceden el tiempo
establecido por contrato). La búsqueda de incremento en los ingresos
salariales, acrecienta asimismo la intensidad en el uso de la fuerza de trabajo,
máxime cuando las áreas, problemáticas o programas donde las TS se
insertan difieren entre sí (por tanto la necesidad de formación y adquisición
de experiencia en cada cual). El parcelamiento de las profesionales tiende a
condicionar su capacidad dada la multiplicación de exigencias. Como
consecuencia, lo que efectivamente se facilita o habilita, es la homogeneidad,
rutinización y mecanicidad en las intervenciones. Más allá de que éstas
últimas se vinculen directamente a la orientación y funciones de distintas
áreas, programas y políticas, la ausencia/escasez de medios de trabajo,
sumada a la intensidad y el ritmo laboral, tornan dificultoso que la potencia
productiva contenida en la subjetividad individual no se halle limitada por
estas condiciones objetivas.
De profunda vinculación con la ausencia y/o escasez de recursos resulta
la tensión planteada por las TS cuando los niveles de demanda superan la
capacidad de los equipos de trabajo de dar respuesta en tiempo y forma ¿Qué
sucede en los espacios laborales cuando al aumento de la productividad -en
razón del aumento de la demanda-, se suma -como dificultad en sí misma- la
ausencia de medios de trabajo para dar respuestas? Es claro que la calidad de
respuesta que se brinda tiene íntima vinculación con el número de
trabajadoras/es y los niveles de demanda/exigencia que revisten los servicios
sociales (directamente asociados, a su vez, al tipo de necesidades que
asisten). Es factible inferir que los bajos porcentajes hallados en tareas ligadas
a la investigación, evaluación y supervisión; investigación y monitoreo de
programas; supervisión y evaluación de proyectos en los espacios laborales
se deban a la intensidad en el uso de la fuerza de trabajo (en ocasiones,
autoimpuesta, porque, en definitiva, muchas de las intervenciones son
respuestas a situaciones límites de vida de las y los sujetos) y a su saturación.
De la relación observada entre la disposición y el uso de los medios de
trabajo adecuados a los fines propuestos, los equipos de profesionales
insuficientes para los niveles de demandas, los abordajes individualizantes de
problemas estructurales, la sobrecarga de tareas e intensidad en el uso de la
fuerza de trabajo, se sostiene que la atención de las múltiples
manifestaciones de la cuestión social se produce bajo un formato de
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 159

“serialización”. Se desestima qué tipo de respuesta(s) se otorga a una


demanda en tal o cual servicio, tiene que existir alguna y en lo inmediato. Para
aquellas TS que, en sus puestos de trabajo, se encuentran limitadas por la
falta de medios de trabajo y saturadas en su capacidad, el vínculo con las/os
usuarias/os y la posibilidad de una alternativa distinta de la escucha, la
orientación y derivación individual a otras servicios, organismos o
dependencias encuentra exiguas posibilidades. En línea con esta reflexión,
Matusevicius refiere que hay implícito,

[…] un abordaje de los efectos visibles del problema a través de una


intervención paliativa ante la emergencia y sobre un supuesto de
transitoriedad del problema que encuentre sus causas estructurales. En
definitiva, abordando lo visible, invisibiliza los procesos que lo determinan
(Matusevicius, 2015: 230).

Las características bajo las cuales los procesos de trabajo toman forma se
encuentran determinadas por las condiciones objetivas, antes que por el
contenido programático de una política social (sus objetivos y orientación).
Así la autonomía relativa de les profesionales que otorga el poder de
establecer diversidad de alternativas y crear y recrear el carácter cualitativo
diferenciador a las intervenciones profesionales, sufre el recorte de su
potencia. La precarización de las condiciones laborales provoca contundentes
cercenamientos a la práctica misma, es decir, límites entre la demanda y la
posibilidad. Los distintos espacios de trabajo, devienen en escenarios fértiles
a la homogeneización, la rutina, los actos repetitivos y las prácticas
mecánicas. La instalación y/o profundización de la tendencia a la
“serialización” en la atención de las manifestaciones de la cuestión social,
implica para el Trabajo Social, un ataque a su desarrollo y una falta más en la
garantía de derechos sociales. Las consecuencias resultan de largo alcance
dado que el “producto final” de los procesos de trabajo de las TS, incide en
las condiciones de vida de sujetos/as que no pueden reproducir cabalmente
la materialidad de su existencia y la de su familia, y por tanto, recurren al
Estado para acceder a los servicios derivados de las políticas públicas. Es
imposible disociar la orientación de la política social (o de las políticas sociales
sectoriales) de las características de las condiciones laborales de quienes las
implementan, es decir, resultan las últimas un reflejo de dicha orientación.
De allí que las relaciones laborales precarias conduzcan a políticas sociales
condicionadas por dicha precarización. Aun contemplando el componente
160 Fiorella Cademartori

subjetivo y los posicionamientos de los profesionales, resulta menester


destacar el grado determinante en el resultado final del proceso de trabajo
que revisten las condiciones laborales bajo las cuales se esculpe el mismo.
A continuación y por último, se aborda y desarrolla de qué manera las
dimensiones que expusieron anteriormente se convierten en mecanismos de
control y disciplinamiento que asimismo moldean los procesos de trabajo.

Atender las manifestaciones de la cuestión social bajo un


doble disciplinamiento
En la primera parte de este capítulo, en diálogo con diversas obras y
autores, se afirmó que la precarización laboral generalizada a nivel mundial y
presente a nivel local, implica además de la pérdida de derechos
conquistados, el fomento de dispositivos especializados de regulación de las
conductas cotidianas que impactan del mismo modo en la producción y
reproducción de las relaciones sociales. Históricamente, se generaron
diversas estrategias -desde las más visibles a las más sutiles- para moldear y
adaptar a las y los trabajadores a los requerimientos de valorización y
acumulación de capital. La disciplina y la acumulación, resultan dos caras de
una misma moneda, operando en los espacios de trabajo y en las condiciones
laborales. En la obra Control y dominación, M. Pavarini (2002) sostiene que
para controlar a los sectores marginales, es necesario controlar a sus
controladores. Este argumento abrió camino para reflexionar sobre los
dispositivos de disciplinamiento que se crean y recrean desde las esferas
estatales en el marco de la implementación de políticas sociales, y en el que
las TS tienen participación clave. Dichas políticas, resultan la manera en que
la cuestión social deviene cuestión de Estado, y tienen la capacidad de
normatizar y normalizar el ámbito politizado de la reproducción (Grassi,
2006). En esencia, resultan una herramienta que oficia de puente de control,
coacción y vigilancia entre el Estado y las clases sociales.
En el país, desde la conformación del Estado moderno y de su
organización administrativa140, a lo largo de más de un siglo y medio, se ha

140 Al respecto se sugieren las lecturas, entre otras, de: Peña, M. (1974). Industria, Burguesía Industrial y
Liberación Nacional. Buenos Aires: Ediciones Fichas; Suriano, J. (comp.) (2000). La cuestión social en Argen-
tina: 1870 – 1943. Buenos Aires: Editorial La Colmena; Bertranou, J.; Palacio, J. M.; Serrano, G. (2004). En
el país del no me acuerdo. (Des) memoria institucional e historia de la política social en la Argentina. Buenos
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 161

generado un gigante abanico de acciones dirigidas a normatizar conductas en


todas las dimensiones de la vida social141. Gustavo Parra (2001) aportó a este
análisis estudiando los orígenes del Trabajo Social en Argentina y el proceso
de institucionalización profesional, desde donde afirma el carácter
conservador de su práctica en su trazo constitutivo. Sostiene el autor que la
intervención se fundamenta y apuntaba a,

[…] la justificación de las relaciones dadas, al disciplinamiento de la fuerza


de trabajo, al ejercicio del control social, a la naturalización y legitimación de
las desigualdades de la sociedad antes que la transformación de sus
contradicciones y el real ejercicio de los derechos sociales. Su
institucionalización y legitimación como profesión estuvo íntimamente
ligada también a las necesidades de un Estado que debía mantener sobre
todo el “orden social” (Parra, 2001: 182).

Más allá de la lectura en su trazo constitutivo, a partir del análisis en el


capítulo 2 y 3 de esta publicación, del papel y rol desplegado por el Estado a
partir del patrón de acumulación instaurado del ‘76 a esta parte, se constata
y afirma la integración del Trabajo Social a un proceso de legitimación de
necesidades que el capital exige al trabajo basado en el control social para
reproducir el sistema de dominación. La reproducción de las relaciones
sociales que sostienen el discurso de la igualdad y, su contracara, la
realización de la desigualdad, requirió y requiere en la actualidad, de
dispositivos y mecanismos que posibiliten su “legítima” vigencia, aceptación
y continuidad. En este sentido, Matusevicius (Op. cit.: 242) refiere que “la
búsqueda [estatal] de contención de conflictividad social, de despolitización
de la demanda, de fragmentación de las problemáticas”, ocultan el verdadero
origen de la cuestión social y es generalmente ocultado en los análisis de
derechos, velando que la conquista – concesión de los mismos esconde la
contradicción de su surgimiento como tales. Esta recuperación deviene
relevante para la caracterización de los fundamentos de las políticas sociales

Aires: Prometeo libros; Moreyra, B. I. (2009). Cuestión social y políticas sociales en la Argentina: la moder-
nidad periférica. Córdoba, 1900 – 1930. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes; Sabato, H. (2012). His-
toria de la Argentina 1852 - 1890 y Cattaruzza, A. (2016). Historia de la Argentina 1916 – 1955. Buenos
Aires: Siglo XXI editores.
141 Dicho abanico de mecanismos y acciones “buscan brindar legitimidad a la organización burocrática -
administrativa del Estado burgués y contribuir a la construcción de hegemonía de la clase dominante”
(Matusevicius, Op. cit.: 242).
162 Fiorella Cademartori

y, principalmente, para el reconocimiento de los atravesamientos cotidianos


en los espacios de trabajo y en las instituciones / organismos de inserción
laboral de las TS.
La pregunta es cómo opera dicha contradicción a través de las/os
propias/os trabajadores que ejecutan políticas sociales. Cómo resuelven la
“tensión contradictoria” que coloca Iamamoto (2003), la tensión entre dar
respuestas a las necesidades de los sectores subalternos y, a la vez, a las
exigencias que el Estado les demanda en tanto empleador. Asimismo, de qué
forma logra el Estado continuar con procesos de “ejercicio del control social”,
de “disciplinamiento de la fuerza de trabajo”, de “naturalización y
legitimación de las desigualdades de la sociedad” (Parra, Op. cit.), cuando
existe un sector dentro del colectivo profesional que devela las
contradicciones y exige efectivización de derechos en contextos de
pauperización y precarización general de las condiciones de vida del conjunto
de la clase trabajadora.
En mayor o menor medida, las modalidades contractuales, los niveles
salariales, la rotación laboral, la descalificación, la ausencia y escasez de
medios de trabajo, el impacto individual y colectivo de estas condiciones
laborales, devienen en estrategias de control hacia el conjunto de
trabajadoras. Por tanto, se entiende que aquellas características de la
realidad laboral de las TS que permitieron argumentar la existencia de
tendencias a la degradación de la fuerza de trabajo y la serialización en la
atención de las manifestaciones de la cuestión social, se convierten asimismo
en mecanismos disciplinantes y normativos del quehacer profesional, y, no
solamente hacia las trabajadoras bajo análisis sino también hacia los/as
usuarios/as. De allí que se postula que la atención de las manifestaciones de
la cuestión social se realiza sobre un continuo doble disciplinamiento.
Disciplinar, tanto en términos coactivos (presión y obligación que atenta
contra la voluntad) como coercitivos (forzando voluntades o conductas), se
entiende como aquellas formas de direccionamiento, intervención,
regulación y normatización a los fines tanto de legitimar y convalidar prácticas
y conductas, o bien, rechazar e impugnar las mismas. El reconocimiento de
una fuerza de trabajo “disciplinada” no resulta tampoco novedoso como
necesidad del capital. Campos, Martínez y Soul (2014: 113) sostienen que
“con nuevos mecanismos, se continúa intentando que la misma actúe
individualmente (proceso de individuación), competitivamente (proceso de
incrementación de competencias) y de manera dócil (proceso de
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 163

vulnerabilidad)”142. En adelante, se detallan algunos ejemplos de cómo se


ejerce, expresa y despliega el doble disciplinamiento a partir de los cuadros
de situación laboral que se vienen describiendo.
Tal como alude Oliva en un minucioso análisis sobre los recursos en la
intervención, y específicamente refiriéndose a los recursos profesionales 143,
un aspecto relevante a considerar es que en su trabajo, “el[a] profesional
“pone el cuerpo”, pone sus fuerzas, su destreza manual, su capacidad de
movimiento, su resistencia física” (2007a: 75). En este mismo sentido, nos
valemos de la reflexión de Paolo Virno sobre la relevancia y primacía de la
custodia y control de la vida. Sostiene el autor que ésta encierra “el sustrato
de una facultad, la fuerza de trabajo, que ha asumido el carácter de
mercancía” y que,

Por el sólo hecho de ser comprada y vendida, esta potencia pone en cuestión
también el receptáculo del cual ella es indistinguible, o sea el cuerpo
viviente; más aún lo pone a la vista en tanto objeto y blanco de innumerables
y diferenciadas estrategias de control (Virno, 2003: 88 - 89).

En 7 de cada 10 puestos de trabajo de TS, se revela que las principales


tareas resultan las visitas domiciliarias, elaboración de informes, la
orientación y derivación y la realización de entrevistas tanto individuales
como grupales y familiares. Descontando el armado de informes, el resto de
las tareas implican “poner el cuerpo” con y frente a otras personas ¿A qué se
expone ese cuerpo y cómo resulta dicha exposición de cara a sujetos/as que
expresan necesidades y/o demandas cuando prima la ausencia de medios de
trabajo (o en el mejor de los casos, cierta escasez)? Si la falta de movilidad,

142 Les autores aluden que a la individuación que portan las y los trabajadores por vender libremente su
fuerza de trabajo “se ve fortalecido por mecanismos de medición individual de productividad y rendi-
miento, por procesos de evaluación de desempeño y trato individual con jefe o quien supervisa”; siendo
la competencia una forma específica de individualización, continúan les autores, que esta “se fomenta
mediante los grupos o equipos de trabajo, los premios por producción, la posibilidad de obtener mejoras
en las condiciones laborales mediante favores personales”; y por último, sostienen que siendo la vulnera-
bilidad una condición necesaria para que se sostengan los anteriores procesos “se motoriza un feroz pro-
ceso de flexibilización de las condiciones de trabajo y una creciente inestabilidad en los puestos” (Op. cit.:
113).
143 “Los recursos profesionales son el bagaje de conocimientos y habilidades con que cuenta un profesio-
nal en un momento histórico determinado, donde entran en juego elementos objetivos y subjetivos. No
pueden asimilarse a la aprehensión de conocimientos teóricos, ni tampoco quedar amarrados a la lectura
de políticas sociales en general o instituciones en particular. Es necesario profundizar sobre los distintos
conocimientos y las llamadas habilidades y capacidades que se ponen en juego en la intervención” (Oliva,
Op. cit.: 67).
164 Fiorella Cademartori

transporte o viáticos es una constante ¿cómo y cuándo se termina


operativizando una visita domiciliaria? ¿Qué papel ocupa en las
intervenciones, la espera, sea de un recurso, de un acompañamiento y/o
seguimiento de abordajes?144 Cuando la falta de espacio físico o hacinamiento
en el medio ambiente laboral es la regla ¿qué tipo de encuadre brindamos a
les usuaries? Al observar altísimos porcentajes de orientación y derivación en
las tareas desarrolladas por las profesionales, nos interpela problematizar
sobre lo que sucede con la situación que se asiste (y sus protagonistas) en el
recorrido entre equipos profesionales y el tránsito de dicha derivación de
institución a institución.
La proyección incierta de permanencia en los espacios laborales impacta
asimismo en los cuerpos, destrezas, capacidad y resistencias de éstos.
Aquellas formas contractuales “precarias” o de tiempo determinado
propician escenarios de temor a la no renovación y, por tanto, la posible
pérdida del empleo y desocupación. Dicho temor facilita que la gestión de la
fuerza de trabajo sea permeable a excesos y extralimitaciones en el uso de la
misma. A saber, el aumento de la intensidad y extensión de la jornada laboral
(recordemos que el 41,3% de las TS participantes del estudio manifestó estar
pluriempleada dada la inestabilidad así como los salarios percibidos); la
realización de horas extras (un 29% de respuestas afirmativas lo que equivale
a plantear que de cada 10 puestos de trabajo, 3 precisan que sus trabajadoras
extiendan el tiempo estipulado por contrato para cumplir con sus tareas), no
pagas en su mayoría (85,6% sostiene que no percibe remuneración o
compensación alguna por las mismas); la tolerancia a la sobrecarga de trabajo
(el 60% de los puestos de trabajo tiene a una TS con más de un empleo). La
intensificación en el uso y el consecuente desgaste de la fuerza de trabajo,
favorece la presencia de cuerpos dóciles en los espacios laborales. Así el
acatamiento de acuerdos informales -altamente individualizante- convenidos
según voluntades personales y la aceptación de tareas que no concuerdan
con las funciones previstas, son difíciles de evitar y/o modificar.
Podría inferirse que quien oficia de organismo empleador alcanza una alta
productividad de la fuerza de trabajo, sin prácticas de coacción directa (por el
hecho de que la misma es comprada para consumirla como valor de uso,
como servicio en este caso, cuyos productos no son factibles de ser

144 Al respecto se sugiere la obra del sociólogo Javier Auyero titulada “Los pacientes del Estado” editada
por Eudeba en 2013. Allí se analiza la espera como herramienta de control (principalmente hacia sectores
pobres) y la producción de subjetividades en torno a estos mecanismos.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 165

separables de las trabajadoras). Bajo la necesidad de supervivencia e


incertidumbre respecto de la continuidad en el puesto de trabajo, se produce
un acertado canal para que las TS intensifiquen la atención de la demanda y,
en reiteradas oportunidades el tiempo de sus jornadas laborales, es decir, su
carga laboral diaria. A su vez, el nivel de vulnerabilidad que presentan quienes
recurren a los servicios sociales demandando respuestas estatales logra
ciertas sobrecargas autoimpuestas, de respuesta inmediatista sin posibilidad
de proyección a mediano - largo plazo. Los límites para dar respuestas se
expresan tanto en quienes implementan políticas sociales como en quienes
resultan sujetos/usuaries de las mismas.
Vinculado también a la permanencia en los espacios laborales, se
encuentra el componente temporal en una intervención, es decir, la
procesualidad que conlleva una práctica y su correspondiente extensión en el
tiempo. Esto se enfrenta con la movilidad y rotación de TS hacia otras áreas o
fuentes de empleo originada por las, ya nombradas, precarias condiciones
laborales. El despliegue de acciones que guían la voluntad de las profesionales
según fines preestablecidos, que no se resuelven en un único contacto con
quien demanda un servicio o con otres con quienes se busca articular dichas
acciones -profesionales, familiares, otros actores sociales y/o institucionales-,
provoca que el tiempo sea un factor de considerable incidencia en el
resultado final de los procesos de trabajo. Inclusive es necesario considerar
prioritario, como parte de nuestra práctica profesional, el tiempo de
reflexión. Las tareas ligadas a investigación, evaluación de proyectos,
monitoreo de programas y supervisión que implican tiempo destinado a
intercambiar, deliberar, crear, repensar, etc., se dan en porcentajes muy
bajos en los diversos puestos de trabajo: en un 11 y 18% de los mismos. Rotar
por diversas áreas de trabajo y/o carecer de tiempo suficiente para el
desarrollo de tareas fomenta el quiebre de vínculos con usuaries y otres con
quienes se articula; la pérdida de experiencia y/o desuso de atributos
adquiridos en el área y la temática; la alteración de la dinámica institucional,
entre otros. Por tanto, el escenario que se viene describiendo vuelve a cobrar
dimensiones que van en detrimento de las capacidades adquiridas y
direcciona hacia prácticas acríticas que mantienen lo dado.
Por último, y reconociendo que no se agotan aquí los dispositivos de
control, destacamos una dimensión más que atraviesa las características que
asumen los procesos de trabajo, dada por el gasto social y partidas
presupuestarias destinadas a la atención de las manifestaciones de la
166 Fiorella Cademartori

cuestión social. Vale reiterar que los servicios sociales resultan parte del
proceso de redistribución de la riqueza social a través del fondo público o
gastos estatales, y que éstos se dirimen sobre la base de la conflictividad y
luchas sociales por incidir en el destino de dichos fondos. Por tanto, el tipo de
problemáticas, políticas y servicios sociales que se priorice, el volumen y
magnitud del gasto, la cobertura, accesibilidad y capacidad de incidencia en
determinadas áreas y sectores de la clase trabajadora, resultan un factor
normativo en la arena política de disputas. Ligan la vigilancia y el control social
entre los diversos sectores sociales, los conflictos emergentes y el Estado en
su conjunto.
En numerosas áreas ligadas a la asistencia directa de los sectores más
pauperizados de la sociedad, la política que subyace resulta la ausencia y/o el
vacío. Lejos de enmarcarse como una “retirada” estatal es la forma de estar
presente: convalidando estas dinámicas y procesos. Mecanismos, a la vez, de
naturalización y legitimación de un lugar subalterno, tanto para quienes son
asistidas/os como para quienes asisten. Un sector de la clase trabajadora,
aquel con mayores dificultades en el acceso a derechos, recibe respuestas de
forma dilatada, parcial y fragmentada. El disciplinamiento, tanto en sus
aspectos y dimensiones más visibles cuanto en aquellas más ocultas, resulta
un mecanismo cotidiano en los espacios laborales.

Conclusiones parciales

Este capítulo final mostró, por un lado, aspectos y realidades laborales


conocidas para quienes se vinculan y desempeñan en áreas sociales y
ejecutan políticas sociales; y, por otro, buscó profundizar el análisis de
aspectos latentes e invisibilizados de esta misma realidad. Para comprender
la forma concreta en que la precarización laboral, en sus manifestaciones
contemporáneas, hace mella en el resultado final de los procesos de trabajo
de TS, se examinó la relación de la mercantilización que media entre el Estado
y las TS. Se recuperaron las características de la compra-venta de la fuerza de
trabajo, para avanzar desde allí en la comprensión de lo que sucede con el
“gasto material del cuerpo” en la producción de un resultado esperado.
El recorrido del objeto del estudio a través de la categoría procesos de
trabajo y trabajo improductivo posibilitó reconstruir las mediaciones entre el
Estado, las políticas sociales, las TS y las intervenciones efectuadas. Los
alcances generados por la precarización de las condiciones laborales en los
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 167

factores subjetivos y objetivos de los procesos de trabajo de TS, nos habilitó


a postular la existencia de tendencias a la degradación de la fuerza de trabajo
y la serialización en la atención de las manifestaciones de la cuestión social.
Éstos, convertidos, a la vez, en mecanismos disciplinantes y normativos del
quehacer profesional; y, no solamente hacia las trabajadoras bajo análisis
sino también hacia los/as usuarios/as. De allí que se argumenta que la
atención de las manifestaciones de la cuestión social se realiza sobre un
continuo doble disciplinamiento. En general el uso de la fuerza de trabajo de
las TS se caracteriza por su utilización como servicio inseparable de quien lo
pone en marcha. La actividad no se despliega sin la mediación directa del
cuerpo, por tanto, en este capítulo el foco fue allí colocado. Las estrategias de
dominación sobre los cuerpos de las y los trabajadores, si bien varían según
las coyunturas145, tienen constante presencia. Resultan estrategias tanto
sutiles y veladas como abiertamente observables, asimismo una combinación
de ambas.
La tendencia a la degradación de la fuerza de trabajo generada a través,
entre otros aspectos, de las modalidades contractuales, los salarios, la
movilidad y rotación y la descalificación, en ocasiones sutil en su accionar
pero con fuerte incidencia. Las capacidades y potencias de las TS se ven así
obturadas e inhibidas y, por tanto, se postula que el “desuso” de ciertos
atributos tiende al deterioro del contenido del trabajo a largo plazo. Respecto
de la tendencia a la serialización en la atención de las manifestaciones de la
cuestión social, a partir de los escenarios descriptos, se afirma que el con qué
(se hace) posibilita el cómo y el qué (se hace). La ausencia y/o escasez de
recursos entraña demoras, extensión o directamente imposibilidad de puesta
en acto y cercenamiento en el desarrollo de tareas primordiales para la
profesión, marcando límites entre la demanda y posibilidad. Para el Trabajo
Social resulta un ataque a su desarrollo, y, para quienes recurren al Estado
ante dificultades para reproducir sus condiciones de vida, una falta más en la
garantía de accesibilidad a derechos. Por último, el doble disciplinamiento en
la atención de las manifestaciones de la cuestión social fue observado como
un movimiento que impacta tanto en quienes asisten cuanto en quienes son
asistidos/as. La mirada de los cuerpos como foco de estrategias de control

145 Se ratifica la estrategia de institucionalización de formas precarizantes que va socavando los límites
a la explotación de la fuerza de trabajo que las/os trabajadores conquistaron -principalmente- a lo largo
del siglo XX. Esto provoca, en las nuevas generaciones que ingresan al mercado laboral, una naturalización
de condiciones laborales precarias. Ver desarrollo en el Capítulo 3 de esta publicación.
168 Fiorella Cademartori

social fue recorrida a través de la realidad laboral de las TS que participaron


de la encuesta. Estrategias de dominación frente al factor vivo del proceso, al
objeto de trabajo y a sus medios, generan cuerpos dóciles a mandatos,
normas e imposiciones. Bajo estos dispositivos, en mayor o menor grado, las
TS ven cercenada la relativa autonomía con la que cuentan, individual y
colectivamente, para el despliegue de posibles alternativas y acciones
proyectadas.
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 169

Conclusiones finales (y abiertas)


“(…) exceptuando el imprescindible espíritu realista ¿por qué los seres humanos
deberían conformarse en luchar por objetivos menores,
cuando pueden luchar por un objetivo mayor y más ambicioso?”
Leandro Konder (2009: 194)

A lo largo de estas páginas se visibilizó la situación laboral de una porción


de trabajadoras ligadas a la implementación de políticas sociales,
comprendidas en su amplia mayoría bajo dependencias de la administración
estatal en los distintos niveles (nacional, provincial y/o municipal). Tuvo un
desarrollo destacado la reconfiguración del mercado laboral, con especial
énfasis en el papel jugado por el Estado a partir de las contrareformas
iniciadas hacia 1989 y parte de sus consecuencias vislumbradas durante la
década del 2000 y años sucesivos.
Esta investigación sorteó un cierto vacío respecto de producciones
sistemáticas y estudios regulares que permitan dar cuenta de la evolución y
mutaciones en las relaciones laborales en el ámbito del empleo público
estatal. Por tanto, se considera un primer aporte el proveer una fotografía de
situación. En tanto el Estado resulta un significativo generador de puestos de
trabajo, deviene asimismo en propulsor de tendencias que inciden, alteran y
modifican la dinámica laboral en su conjunto.
Tiene aquí significativa presencia la polémica instalada en torno a la
recomposición del mercado de trabajo y la estructura que tendió a
consolidarse en Argentina luego de la profunda crisis que se viviera en el país
con índices pico de desocupación y pobreza en 2001-2002. Se afirma que en
el marco del empleo público hubo una ruptura respecto de los derechos
laborales conquistados por el conjunto de la clase trabajadora a lo largo del
siglo XX. El alineamiento internacional de corte neoliberal suscitó al interior
del país un despliegue de políticas que, desde el inicio de la última dictadura
cívico militar y a lo largo de cuatro décadas, demuestran medidas
conducentes -y exitosas- en torno a generar lo mínimo para los trabajadores,
y lo máximo para el capital. La demanda de institucionalizar la “desprotección
laboral” comenzó a instalarse. Las características de los puestos de trabajo
170 Fiorella Cademartori

generados demuestran que se lograron cambiar las condiciones de uso y


reproducción de la fuerza de trabajo y fueron las condiciones de precarización
un mecanismo provechosamente utilizado a partir de la década del 2000. La
recuperación “favorable” de la dinámica del mercado laboral se hizo sobre la
base de la pérdida de conquistas obreras anteriores.
La evidencia empírica con fuentes primarias y secundarias evitó
transpolar los rasgos que caracterizan la situación laboral de la clase en su
conjunto hacia el sector de TS sin las mediaciones correspondientes. Las
fuentes primarias involucraron la participación directa de trabajadoras/es
sociales en encuestas auto-administradas realizadas durante 2011. Las
secundarias resultaron el compilado de estudios sobre condiciones laborales
producidos al interior del Trabajo Social (entre 1988 – 2011) confeccionado
como un mapeo nacional. Esto permitió dar cuenta del estado del arte, los
debates suscitados y las características particulares en diversos contextos. A
su vez, encaminó a esgrimir una conceptualización con los elementos a
considerar en el estudio sobre las condiciones laborales. Entendidas bajo un
carácter histórico, al recrearse éstas sobre la base de las alteraciones de los
regímenes sociales de acumulación, así como por el grado de organización de
los trabajadores en la disputa por la apropiación de lo producido (en sentido
genérico). Esto conlleva inherentemente la cualidad de movimiento y no
exime de ubicar en el mismo plano (de movimiento) las determinaciones del
trabajo asalariado en el marco de las relaciones sociales capitalistas. Por
tanto, las condiciones laborales comprenden que trabajadores/as sostengan
la venta de su fuerza de trabajo en el tiempo, asimismo las formas y los
medios en que ese sostenimiento acontece. La reproducción remite al salario,
y el trabajo, como puesta en acto -posibilidad potencial de transformación,
remite a los medios para que lo potencial sea concretizado (instrumentos,
herramientas, espacio físico, etc.) tanto como la organización, disposición y
gestión de la mencionada fuerza de trabajo por parte de quien la compra.
Dichas condiciones, parte de los medios de trabajo, resultan el elemento
organizador de la práctica profesional -no una condición más, circunstancial,
aleatoria o externa-, a su vez, integrantes de un singular proceso de trabajo,
sea limitándolo sea potenciándolo.
La categoría procesos de trabajo que motoriza importantes debates en
los círculos académicos de Brasil (donde surgieron los mismos hacia mediados
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 171

de la década de los noventa), en nuestro país tiene escasa presencia.


Posiblemente ligada a una formación un tanto esquiva en el reconocimiento
de la condición asalariada de profesionales de Trabajo Social, asimismo de sus
determinaciones y mediaciones. Esta categoría analítica, junto al abordaje del
trabajo improductivo, permitió comprender, en esencia, la vinculación del
Estado con las políticas sociales, les profesionales y las intervenciones
efectuadas, enmarcadas en un período histórico del que también son
expresión y resultado.
El conjunto de TS de provincia de Buenos Aires que participó de la primera
encuesta masiva sobre condiciones laborales impulsada por la gestión de
“LaRoja” en el CATSPBA conformó una muestra cercana al 8% del total de
matriculadas/os de dicho Colegio. Sin que se haya planteado como un trabajo
que aborde explícitamente la desigualdad de género en la dinámica del
mercado de trabajo, dicha realidad resulta insoslayable en función de la
composición mayoritariamente femenina del colectivo profesional. La
profundización de las características asumidas por las condiciones laborales
fueron descriptas con la singularidad que las atraviesa, más allá de saberlas
enmarcadas en un contexto generalizado de precarización laboral. Así se
observó la primacía del Estado como organismo empleador de TS; el
crecimiento de la vulnerabilidad de los vínculos contractuales con la
consecuente diferenciación salarial, accesibilidad a derechos laborales y
niveles de afiliación gremial según el tipo de contratación; la extensión de
jornadas laborales y realización de horas extras no reconocidas; la
proliferación del pluriempleo; la escasa, y en ocasiones nula, provisión de
medios de trabajo por parte de los organismos empleadores; las masivas
calificaciones negativas en las condiciones físicas de los espacios laborales; y,
cierto corrimiento de las tareas ligadas históricamente a la profesión. La
desprotección laboral vislumbra así vetas de arraigo y consolidación.
La forma concreta en que la precarización laboral, en sus manifestaciones
contemporáneas, hace mella en el resultado final de los procesos de trabajo
de TS, contempló no sólo las características de la compra-venta de la fuerza
de trabajo, sino principal e ineludiblemente lo que sucede con el “gasto
material del cuerpo” en la producción de un resultado esperado. Los alcances
generados por la mencionada precarización en los factores subjetivos (la
actividad orientada a un fin, o sea, el trabajo mismo) y objetivos (el objeto y
172 Fiorella Cademartori

los medios de trabajo) de los procesos de trabajo de TS, permite esgrimir la


existencia de tendencias a la degradación de la fuerza de trabajo y la
serialización en la atención de las manifestaciones de la cuestión social. Estos
convertidos, a la vez, en mecanismos disciplinantes y normativos del
quehacer profesional; y, no solamente hacia las trabajadoras bajo análisis
sino también hacia los/as usuarios/as. De allí que se argumenta que la
atención de las manifestaciones de la cuestión social se realiza sobre un
continuo doble disciplinamiento.
Los objetivos de justificación, control y naturalización de las
desigualdades que persiguen, en mayor o menor nivel, el abanico de políticas
sociales, encaminan en estos contextos y escenarios menores posibilidades
de cuestionar lo dado. El seguimiento del orden establecido encuentra así
mayores garantías en su realización sin el control directo y omnipresente por
parte de quien compra la fuerza de trabajo. El carácter cualitativo
diferenciador y la diversidad de alternativas posibles a plantear desde las y
los profesionales de acuerdo a las necesidades y demandas de quien(es)
precisa(n) de la intervención del Estado vía políticas sociales, encuentra claros
y contundentes cercenamientos en escenarios y contextos como los
descriptos. Terreno fértil para la homogeneización, la rutina, así como actos
repetitivos y mecánicos, cuyos resultados y visibilización exterior resultan
prácticas en serie. Este escenario recobra dimensiones de largo alcance dado
que el servicio que se brinda involucra mayoritariamente las condiciones de
vida de seres humanos que, no pudiendo reproducir por sí mismos la
materialidad de su existencia y la de su familia, recurren al Estado a través de
instituciones y políticas.
Bajo estos dispositivos, en mayor o menor grado, las TS ven cercenada la
relativa autonomía con la que cuentan, individual y colectivamente, para el
despliegue de posibles alternativas y acciones proyectadas. De allí que, la
pelea por condiciones laborales que nos permitan desplegar nuestra potencia
es, sin dudas, una pelea que asimismo redunda en servicios y políticas sociales
que sean instrumentos de desarrollo de la potencia de otras y otros.
Para cerrar quisiera resaltar que, tanto durante la investigación como en
la reescritura de la tesis para esta publicación, la motivación principal por
profundizar el tema se vinculó a los procesos organizativos del colectivo
profesional en defensa de sus condiciones laborales. Contar con análisis y
Empleo estatal, procesos de trabajo y reproducción del capital 173

herramientas que posibiliten la transformación política de estas realidades de


la que no queremos ser parte ni seguir reproduciendo. Sin embargo, aquellos
procesos organizativos y aspectos subjetivos de las TS que inciden asimismo
en los procesos de trabajo han quedado por fuera de este estudio y requieren
ser recuperados y socializados: aquellos procesos de resistencia en los
espacios laborales donde las y los trabajadores ponen asimismo el cuerpo
para enfrentar las avanzadas precarizantes. Laura Iglesias, colega TS, víctima
de femicidio durante su jornada laboral en mayo de 2013 en Miramar – Bs.
As., es la expresión más cruda de que la precarización laboral, mata. Su
familia, compañeras/os, colegas y amigas, la expresión de búsqueda de
verdad y justicia.
Hay interrogantes que precisan ser abordados para mostrar el papel que
juegan los posicionamientos ideológicos, teóricos y ético - políticos en la
constitución de los procesos de trabajo; las estrategias individuales y
colectivas que se llevan a la práctica para subvertir contextos de precarización
laboral; y, la incidencia de los niveles de participación, organización y defensa
de las condiciones laborales u otras reivindicaciones en el resultado final de
los procesos de trabajo.
Será necesario recuperar las historias allí donde prima la defensa de lo
público, la creatividad en las luchas, la conquista de nuevos derechos, la
protección de lo colectivo frente a la individuación constante, las palabras
frente al silencio, la búsqueda del cambio radical frente a la perpetuación de
lo dado y la justificación de lo posible.
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Ley N. 24.467/95 de Marco Regulatorio de pequeñas y medianas empresas
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http://fauats.blogspot.com.ar/
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Revista de Trabajo, http://www.trabajo.gov.ar/left/estadisticas/descargas/
Organización Internacional del Trabajo, www.oit.org.ar/
Taller de Estudios Laborales, http://tel.org.ar/

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