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BONILLA, Elisa (1994) - El Prisionero de La Verdad. Bertrand Russell
BONILLA, Elisa (1994) - El Prisionero de La Verdad. Bertrand Russell
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Viajei-os del conocitniento
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R87 BONILLA, ELISA
.B66 EL PRISIONERO DE LA VERDAD: BERTRAND
1994 RUSSEI..L / ELISA BONILLA. - MÉXICO:
PANGEA, 1994.
112 P.: IL. - (COLECCIÓN VIAJEROS DEL CONOCIMIENTO).
156002
ISBN 968-6177-47-7
D. R. Derechos reservados conforn1e a la ley
Impreso y hecho en México
Printed in Mexico
Elisa Bonilla
•
El tnundo de Russell 9
Infancia y adolescencia en Pembroke Lodge 13
La Universidad de Cambridge 20
Tiempo de escoger una profesión 24
Los fundamentos de las matemáticas 27
La lógica simbólica 37
La formalización de las matemáticas 40
La lucha por la paz 41
Russell escritor 49
Vida en pareja 50
Vejez 57
Una especie de epílogo 59
Textos de Russell 63
¿Por qué me dediqué a la filosofía? 65
El individuo y el conocimiento social 75
El cantina de la felicidad 93
De nuevas esperanzas para un mundo que cambia 98
Reflexiones al cumplir mis ochenta años 98
,,,.
Indice analítico y glosario 1O1
•
A quienes sean demasiado jóvenes como
para recordar cómo era el mundo antes de
1914, les será dificil imaginar el contraste que
un hombre de mi edad encuentra entre las
memorias de su niñez y el mundo de hoy.
12
pesar de ello, supo adaptarse a las profundas transforma
ciones que, en todos los álllbitos, trajeron consigo dos gue
rras inundiales.
Corno veremos a continuación, la vida de Bertrand
Russell fue tan interesante, rica e insttuctiva como lo es su
obra.
13
guió que se invalida1..a el testa111ento y que se los non1brara
a él y a su esposa custodios de los niños. De esta tnanera,
pasó a hacerse cargo de la educación de Frank y Bertie.
Sus padres eran considerados excéntricos y de ideas
radicales para la época. Su n1adre, lady Amberly, organiza
ba tnitines en favor del voto para la tnujer, rrtientras que su
padre, lord Atnberly, era un librepensador y, con10 tal, de
fendía sus ideas excéntricas sobre religión, 111uy distintas
de las de la mayoría.
La actitud de los padres de Bertie no era bien vista por
la sociedad de entonces, que se expresaba de ellos con
escándalo. Esto inquietaba profundatnente a su abuelo,
quien decidió educar a Bertie y a Frank lo rr1ás lejos posible
de esas ideas. Sin e1I1bargo, esta situación duró poco tien1-
po, ya que el anciano lord Russell murió cuando Bertie
tenía apenas 6 años. Le sobrevivió su esposa, quien susti
tuyó a su 1I1arido en la tarea de educar a los niños. A partir
de entonces, y durante toda la infancia de Bertie, su abuela
habría de ser la persona tnás itnportante en su vida.
La abuela Russell era extremadamente estricta, sobre
todo en asuntos de moralidad. Padecía, cotno la tnayoría
de sus contetnporáneos victorianos, un afectado puritanis
tno que se caracterizaba por exagerar el amor a la patria y
a los hijos, la devoción por las tareas de interés público
y el desprecio a la ostentación, a la vanidad y al interés por
el poder.
Se cuenta que la abuela estaba siempre ocupada y que
sólo se sentaba a descansar en un sillón al llegar la noche.
Sin duda, el valor más apreciado en esa casa era la virtud;
la virtud, a costa del intelecto, de la salud, de la felicidad y
de cualquier otro bien considerado mundano.
Había una attnósfera de piedad y austeridad puritanas.
Todas las n1añanas, a las 8 en punto, había plegarias fami
liares. Antes, de 7:30 a 8, Bertie tenía la obligación diaria
de practicar el piano, aun en invierno, cuando no habían
encendido todavía la chitnenea.
Allí, independientemente de la época del año, la cos-
14
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15
tun1bre dictaba bañarse con agua fría, y aunque tenían
ocho sirvientes, la con1ida que servían era sirrlple y austera.
Cuando llegaba a haber postre, casi nunca se le servía a los
.-
runos.
La infancia de Bertie transcurrió en Petnbroke Lodge
regida tanto por esa moral victoriana como por las múlti
ples hazañas de su muy ilustre fa01ilia, que se contaban
repetidatnente, co010 para establecer el n1odelo de con
ducta a seguir.
La casa tnistna era un testigo n1udo de este estado de
cosas. En vida de los abuelos de Bertie Petnbroke Lodge
fue visitada por diversas personalidades de todas partes del
mundo. Durante el tielllpo que su abuelo fue primer tninis
tro el gabinete se reunió en esa casa en tnúltiples ocasiones
y la tnistna reina Victoria los visitaba. Bertie la vio por pri
inera vez allí, cuando tenía 2 años.
Cada rincón de Petnbroke Lodge estaba asociado con
al � a institución o acontecitniento ocurrido durante el si
---
glo pasado y que por alguna razón involucraba tatnbién a
algún tnietnbro de la familia Russell. En la sala, por ejeniplo,
había una exquisita niesa japonesa con incrustaciones que
el gobierno japonés le había regalado a su abuelo. Sobre
los aparadores del cotnedor había dos enormes jarrones de
porcelana, obsequio del rey de Sajonia. Había tatnbién un
estrecho espacio entre una tnesa y una vitrina chinas, por
el que Bertie tenía estrictamente prohibido pasar.
La rigidez de la abuela, las hazañas de la falllilia y la
casa misn1a lo abrumaban. Pasaba inuchas horas en su
refugio, que era el inmenso jardín, divagando, recolectando
hojas y huevos de pájaro. El tiempo que pasó en ese jardín
dejó en él irrlpresiones que lo inarcaron para siempre.
Durante toda su vida Russell prefuió las actividades que
ocurrían a la intemperie a las realizadas bajo techo, y afir
n1aba que las cosas Illás importantes de su vida, o de las
que tenía un recuerdo tnás vívido, le habían sucedido al
aire libre.
En 1877, cuando Bertie tenía apenas 5 años, Frank
16
dejó Pembroke Lodge para irse al colegio como interno.
Quedaban en su casa su abuela y los hernianos de su padre,
su tía Agatha y su tío Rollo. Así, pues, su infancia fue bas
tante solitaria; la pasó rodeado de adultos y rara vez tuvo
la opo • dad de tratar a otros niños de su edad. La na
turaleza, los libros y, tnás tarde, las 01ateináticas, las cuales
-decía- lo habían salvado de un total desaliento, fueron
los tnejores atnigos de su infancia. Esta soledad se fue
haciendo tnás opresiva a tnedida que Bertie se acercaba a
la adolescencia e iba ton1ando conciencia de ella.
No asistió al colegio hasta que culllplió los 16 años. En
Pen1broke Lodge aprendió las primeras letras auxiliado por
sus fa01iliares cercanos. De su tía Agatha, por ejetnplo,
aprendió la palabra ''o'', y este hecho le produjo tanto
interés que no lo olvidó jainás. Esto sería totaltnente intras
cendente si no fuera porque la ''disyunción'', expresada
por la palabra ''o'', desempeña un papel pritnordial en la
lógica, disciplina a la que Bertie dedicaría, años después,
niuchas de sus horas de estudio y creación.
Durante los años que pasó en casa de su abuela distin
tos tutores se instalaron en Petnbroke Lodge, convirtién
dose, tem.poraltnente, en otros Illietnbros de la fan1ilia. Se
los contrataba con el fin de que Bertie adquiriera una buena
educación, corno correspondía a un joven de su posición
social, pero él no era un chico como los detnás y los tutores
rara vez duraban tnás de tres meses en su puesto. Los ahu
yentaba su agudeza 1I1ental, los conocimientos que había
adquirido en forina autodidacta y el interés que detnostraba
por estudiar tetnas considerados entonces impropios para
un joven de su edad y posición.
Su interés por las tnaten1áticas floreció a tnuy tetnpra
na edad. Cuando apenas contaba 7 años hizo alarde de su
conocitniento de las fracciones arit111éticas y de su capaci
dad para realizar operaciones con ellas.
Un día, estando de visita en casa de lady Stanley, su
abuela rnaterria, quien se etnpeñaba en lllenospreciar su in
teligencia, Bertie, esforzándose por complacerla, le dijo:
17
''Abuela, sabes que he crecido 2 1/2 pulgadas en los
últiinos siete 111eses, por lo que si continúo creciendo a este
rittno, habré crecido 4 2/7 de pulgada en un año."
Pero la abuela era dificil de cotnplacer y le respondió
enfadada:
'' ¿No sabes que no se debe hablar de fracciones que
no sean tnitades o cuartos? ... ¡es de gente pedante!''
Se cotnprende que Bertie ten1iera a la fatnilia de su
madre y que no le gustara verla. Sin embargo, su interés
por las n1ate111áticas no se vio lllenoscabado por este inci
dente.
Cuando había cuinplido 11 años su hermano lo inició
en el estudio de la geotnetría, para lo cual usó los libros del
n1atetnático griego Euclides, quien vivió en el siglo IV a. C.
Este hecho lo tnarcó para siempre. A partir de ese rr101nen
to las tnateináticas se convirtieron, para él, en el n1ayor
placer del tnundo, sólo cotnparable -diría tnás tarde- a
enatnorarse por pritnera vez. Desde entonces, y hasta
los 38 años, cuando tertninó su libro Principia rnathe
niatica, las rnaten1áticas fueron su principal fuente de
felicidad.
Cotno parte del estudio de la obra de Euclides, Frank
le enseñó el llamado ''Quinto postulado'', que dice:
''Si una recta cae sobre otras dos rectas haciendo los án
gulos interiores del n1is1no lado tnenos que dos ángulos
rectos, las dos rectas, si se prolongan indefinidamente, se
encuentran del lado en que los ángulos son inenos que dos
rectos.''
O coino se expresa n1ás cotnú111I1ente hoy:
''Dados una recta 1 y un punto A, exterio1· a la recta,
.A
1
•
19
estado de ánin10, el diario n1uestra un gran pesitnisn10
acerca de la condición humana.
Con este diario inició, sin proponérselo, su actividad
cotno filósofo y conio escritor, que desarrollaría después
durante su vida. Aunque en realidad no fue el interés por
la literatura ni por la filosofía lo que lo n1ovió a escribirlo.
Fue, n1ás bien, su incapacidad de dialogar con los que le
rodeaban y de los que, aden1ás, sólo recibía censuras, lo
que lo llevó a registrar en una libreta sus reflexiones tnás
íntitnas. Estaba ávido de cotnunicarse, tanto que necesitó
convertirse en su propio interlocutor, y fue esta cotnuni
cación consigo tnistno la que le,, ayudó, durante su adoles-
.
. .
cenc1a, a tnantener vivo su esp1ntu.
Su necesidad de coinunicación se expresa ya en la
pritnera página del diario, donde cotnenta que sólo tnien
tras uno de sus tutores, el señor E'W"an, vivió en su casa,
tuvo la oportunidad de hablar libren1ente con alguien, pero
que desde su partida le era itnposible contar a nadie sus
pensantientos, por lo que escribir era su único desahogo.
Más adelante, en el tnismo diario, y después de haber
confesado que dudaba de cosas que antes creía verdaderas,
se pregunta a sí tnistno si ''será cierto que quien descubre
ciertas formas de verdad es, en realidad, un mártir cuya
infelicidad es el precio que debe pagar para que otros sean
felices''. Pensatniento que, a través de su claridad, tnuestra,
no sólo lo bien desarrollado de su estilo, sino, adetnás, la
extraordinaria tnadurez que había alcanzado para su edad.
La Universidad de Cambridge
21
111aten1áticas lo llevó a solicitar su adtnisión a la Universidad
de Catnbridge. Esta universidad, fundada en la edad tnedia,
gozaba desde hacía varios siglos del tnayor prestigio en la
enseñanza de las 1naten1áticas. En ella se habían fortnado,
antes que Russell, grandes tnatemáticos con10 Isaac Ba
rro�, Isaac Ne"Wton y Augustus De Margan, entre inuchos
otros.
En 1889 presentó un exatnen de ingreso con el flll de
obtener una beca para asistir a la universidad; tras aprobar
lo, en 1890 ingresó al Trinity College, donde su vida se fue
transfor1nando rápidan1ente. Al alejarse de casa de su abue
la Bertie etnpezó a desprenderse, al fin, de la attnósfera
opresiva que lo había rodeado durante casi 18 años.
Descubrió con alegria que el haber sido educado en
su casa, y no en una institución escolar, no constituía una
desventaja respecto a la formación del resto de los estu
diantes, por lo que gradualtnente fue perdiendo su soletn
nidad característica, para convertirse en un ser más afable
y relajado.
En Catnbridge se encontró en un tnundo donde se va
loraba la inteligencia y donde pensar con claridad se juzga
ba en forma positiva. Se halló entre gente que hablaba su
mismo lenguaje, que no se asustaba si expresaba exacta
tnente lo que pensaba, ni lo consideraba lunático o inmoral
por sus ideas. Desde sus primeros días en la universidad
entabló an1istades que conservó durante toda la vida y
nunca n1ás tuvo que soportar la soledad extrema de su
adolescencia.
Russell pasó sus primeros tres años en Cambridge
dedicado a las tnaternáticas, desplegando una habilidad
notable que� aunada a su brillante desempeño en trabajos
y exámenes, lo llevó a obtener el título de ivrangler, dis
tinción que sólo esa universidad otorga a aquellos pocos
que logran sobresalir en n1aten1áticas.
El cuarto año de su estancia corno estudiante en la
universidad lo dedicó a la filosofía. Este catnbio no es de
extrañar; responde precisan1ente a la atracción tan espe-
22
cial que sentía por la naturaleza de las n1aten1áticas y por
los problen1as relacionados con sus funda01entos.
Adetnás de sus habilidades acadétnicas, en Can1bridge
pudo desarrollar otros intereses, cotno su afición por la
naturaleza y las actividades al aire libre. Era un caminante
tenaz. Los dorrtingos desayunaba tarde y después salía a
carrtinar por el can1po casi hasta el anochecer. Conoció así
todos los caniinos y veredas en 35 kilótnetros a la redonda,
y a]gunos otros, todavía niás alejados.
Russell valoró su estancia en Catnbridge, fundatnental
inente, porque le proporcionó allligos y un rico intercatn
bio de ideas. Sin e111bargo, no dio nunca 1I1ucha illlportan
cia a la instrucción acadétnica que recibió en las aulas,
excepto por una cosa: la honestidad intelectual que le
inculcaron tanto cotnpañeros cotno maestros. Y aunque,
salvo por algunas excepciones, no sintió gran respeto por
is profesores, a todos les reconocía esa virtud, virtud que
él adquirió allí y que lo caracterizó a partir de entonces. La
honestidad intelectual fue algo que defendió hasta el últi
tno de sus días.
Allí conoció a Alfred itehead, quien pasó de ser su
profesor a ser su íntinlo an1igo. ""' itehead sintió sietnpre
una gran adrrtiración por Russell. Desde su primer encuen
tro, con n1otivo de su exainen de admisión, le causó una
impresión n1uy especial.
En su prilner año de estudiante Russell llevó la materia
de estática con él; un día Wl1itehead le pidió al grupo que
estudiara el artículo nún1ero 35 del libro de texto, y diri
giéndose a Ilertrand le señaló que él no necesitaba hacerlo,
porque ya lo sabía; recordaba que lo había citado en el
exatnen de admisión.
Russell, por su parte, consideraba a ·rehead un maes-
tro excepcional que se interesaba personalmente en los
alun1nos, hasta el punto de conocer a fando sus fortalezas
y sus debilidades, haciendo aflorar lo lllejor de cada uno.
Más tarde, cuando Russell terminó sus estudios en la uni
versidad, escribieron juntos el libro Principia rnathema-
23
tica, tarea que les llevó más de diez años de intensísimo
trabajo.
En Cambridge tuvo oportunidad de convivir tan1bién
con personas que, como él, se convertirían más tarde en
figuras públicas. Entre estos contemporáneos universita
rios hubo algunos cuya actitud le disgustaba y otros a los
que ad111iró especialtnente. Entre estos últitnos destacan
John Maynard Key11es y Lud"Wig Wittgenstein.
Por Keynes, quien destacaría luego coino econoinista
y genio de las finanzas, Russell sentía una adiniración n1uy
particular, pues lo consideraba el individuo tnás agudo y
claro que jatnás hubiera conocido. Wittgenstein fue pritne
ro su discípulo y tnás tarde lo sustituyó cotno profesor de
filosofía en Cambridge. A pesar de que Russell encontraba
el trato con él difícil, lo estimaba n1ucho. Desde su prin1er
encuentro lo impresionó 01uy positivatnente, y decía que
Wittgenstein era lo rnás cercano a la imagen tradicional de
genio que él había conocido jatnás: apasionado, profundo,
intenso y dominante. Atnbos atnaban el can1po y solían
con1partir largas catninatas.
Desde que llegó a la universidad, en 1890, hasta que
en1pezó la pritnera guerra inuntlial, en 1914, Catnbridge
fue el único lugar de la tierra que consideró realtnente su
casa.
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Pitágoras (que aparece aquí e11 u11 grabado de 1193) y sus seguidores se
enfre11taron a t111a de las prin1cras crisis maten1áticas al encontrar los
11Ú1ncros irracionales.
30
con un edificio muy alto, vefilos que esta disciplina no ha
sido construida de la n1anera tradicional en la que se le
vanta un edificio. Cuando los tnateináticos comenzaron su
tarea no ''excavaron'' para establecer unos cintientos pro
fundos. Más bien fueron construyendo directamente sobre
la superficie del terreno.
En su motnento, esto era razonable porque no habían
pensado construir un rascacielos y el terreno parecía brin
darles una base se:----�. De hecho su preocupación se cen
traba en las propiedades de los nún1eros y de las figuras
geotnétricas, propiedades que están fundatner1tadas en la
experiencia cotidiana.
Sin en1bargo, a tnedida que la estructura cotnenzó a
elevarse sobre el terreno resultó obvio que se tan1baleaba,
y que seguir constIUyendo podía poner en peligro el edificio
entero. Así, a diferencia de lo que hacen los ingenieros, los
n1aten1áticos han ido construyendo los citnientos paralela
tnente, o incluso con posterioridad, a la elevación del edificio.
Una de las prin1eras crisis en los fundan1entos de la que
se tiene noticia tuvo lugar en la Grecia clásica, en el siglo
VI a. C., cuando al hacer ciertos cálculos los n1atemáticos
de la escuela de Pitágoras se toparon con los núllleros que
hoy denominamos ''irracionales''. En aquella época sólo se
conocían los núineros enteros y los quebrados, o sea
expresiones que resultan de dividir dos nútneros enteros,
los que en la actualidad se denolllinan ''n(1n1eros racionales''.
El encuentro con los números irracionales se dio a
través de la aplicación del teorema de Pitágoras, el cual
establece que, dado un triángulo rectángulo, con catetos
de magnitud a y b e hipotenusa de magnitud e, se cum.ple
la siguiente relación:
31
Por lo tanto, si se conoce la magnitud de dos de los
lados de un triángulo rectángulo es posible calcular la
tnagnitud del tercero.
Si se tiene, por ejemplo, un triángulo rectángulo cuyos
catetos tengan atnbos magnitud 1, aplicando la fórmula
resulta que:
2 2 2
1 + 1 =c ,
2
pero 1 = 1, entonces:
2
1 + 1= c
2
2 = c ; despejando c, se tiene:
2= c
32
que se fundamentara la existencia de los nútneros irracio
nales.
Hoy sabeinos que el cociente de dos enteros sólo
puede ser de tres maneras:
129/ 4 = 32.25
53/ 11 = 4.818181818...
33
La crisis en los fundamentos de la tnatemáticas
Cotno dijinios arriba, la crisis en los funda1I1entos de
las tnatetnáticas se produjo por la aparición de paradojas
(o aparentes contradicciones) en la teoría de conjuntos,
cuyo creador fue el fllatetnático aleinán Georg Can·tor.
Si bien es cierto que la noción de ''conjunto'' es una
de las tnás sitnples de las tnatetnáticas, su concepto no se
hizo explícito hasta los últiinos veinticinco años del siglo
pasado, cuando Cantor estudió formalmente las propieda
des de la ''cardinalidad'', o nútnero de eleinentos de un
conjunto.
A Cantor le interesaron especialmente los conjuntos
infinitos y deinostró que existen conjuntos cuya cardinali
dad es igual a la de un subconjunto de éste. Detnostró que,
en ciertos casos, la cardinalidad del todo es equivalente a
la de una de sus partes, co010 en el caso del conjunto de
los nútneros naturales { 1, 2, 3,...} y de los números pares
{2, 4, 6, ...} que, cotno tnuestra la siguiente figura, pueden
ponerse en correspondencia uno a uno, de donde se de
duce que por cada nútnero natural hay un nútnero par, a
saber el doble de éste; y por lo tanto, la cardinalidad de
ambos conjuntos es la rrtistna.
1 2 3 4 5 7 8 9 1 O ...
6
¡ ! ¡ ¡ ! !! ! ¡ ¡
2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 . ..
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35
que había descubierto una paradoja que ponía en entredi
cho sus afirmaciones. Tras conocer esta paradoja Frege se
vio obligado a añadirle a su libro un apéndice en el que
aceptaba la debilidad de su teoría y le daba crédito a Russell
por el descubrimiento.
La paradoja de Russell se ha expresado de rnuchas
tnaneras. La siguiente es lllUY conocida y se la llatna tatn
bién la paradoja del barbero.
''En cierta aldea el barbero afeita únicamente a todos
los honibres que no se afeitan a sí tnisn1os. Entonces, ¿se
afeita el barbero a sí niistno?''
El probletna es que, si lo hace, entonces no afeita sólo
a los que no se afeitan a sí tnistnos, porque él sí se afeita a
sí tnisn10. Y si la respuesta es negativa, también hay una
contradicción en que no afeita a todos los que no se afeitan
a sí 1nis01os, le falta al menos uno, él n1is1no.
O dicho en 1naten1áticas:
''Sea A el conjunto de los hon1bres q11e únicatnente
afeitan a todos los que no se afeitan a sí 01isn10s; ¿pertenece
o no el barbero al conjunto A?''
Lo que descubrió Russell es la imposibilidad de decidir
si el barbero es nliem.bro o no del conjtmto A. Es decir que en
contró ciertas proposiciones Inaten1áticas sobre las que
no es posible decidir, a prim.era vista, si son falsas o verda
deras. Para su sorpresa, ¡había encontrado al n1enos un
ejetnplo en el que las tnatetnáticas podían no ser verdade
ras! Sin etnbargo, él nlistno encontraría, más tarde, la res
puesta a este probletna.
Russell demostró que no puede existir un conjunto --
A
con esas características, ya que la condición que se ref iere
a la unicidad de su actividad, en el ejemplo ''afeitar sólo a
los hotnbres que c�tnplen con cierto requisito'', no es com
patible con la otra condición que presenta esta paradoja, a
saber, la universalidad de su actividad, es decir que ''afeita
a todos los que no se afeitan a sí tnisinos''. O dicho de otra
manera, ambas condiciones son contradictorias, por lo que
no pueden presentarse en una tnistna persona, lo que lo
36
llevó a la conclusión de que no puede existir tal barbero.
Paradojas co1110 la anterior pusieron en duda la solidez
de los citnientos, haciendo que el edificio de las tnatetnáticas
empezara a tatnbalearse, lo que propició que se revisaran
sus fundamentos y que se hiciera necesario reconstniirlos.
A fin de lllantener en pie la estructura de las tnateináti
cas se requerían medidas drásticas, y los tnatetnáticos de
tnostraron ser capaces de totnarlas. Era claro que no había
un suelo sólido en la base del edificio, porque el terreno
aparenten1ente firme de la verdad había resultado ser enga
ñoso, por lo que pensaron que quizá la estructura podía
hacerse sólida excavando profundatnente en el terreno y
erigiendo citnientos de otra clase. Estos estarían coIT1puestos
/
La lógica siinbólica
Respecto a la tnaten1atización de la lógica, ven1os
cón10 ésta ha incorporado un lenguaje simbólico, tradicio
naltnente reservado a las tnatetnáticas, por lo que hoy se
lo conoce tan1bién conio ''lógica sitnbólica''. Los razona
Illientos y argumentos lógicos que antes sólo era posible
expresar a través del lenguaje se expresan hoy con lo que
parecen fórmulas filate111áticas.
Por medio de signos simples, tales cotn'o los que se
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Fragmento del libro de Russell y Whitehead,
donde se demuestra que 1 + 1 = 2.
38
ilustran a continuación, la lógica simbólica reduce proble
mas lógicos complejos a otros de proporciones maneja
bles. Entonces, cualquier frase o proposición lógica, conio
''hoy es lunes'' , puede representarse a través de una letra
del alfabeto, cotno la a, por ejetnplo.
Tatnbién hay símbolos especiales para mostrar relacio
nes entre las proposiciones lógicas. La palabra ''o'', que
representa la disyunción lógica, equivale al símbolo V. Así,
la afir01ación lógica ''desayuna a las 8 o sale a correr
tetnprano'' puede expresarse con10:
xvy
Mientras que la palabra ''y'', que representa la conjun
ción lógica, es equivalente al símbolo A. Así, la afirmación
''hoy es lunes y el sol está brillando'', puede expresarse
co010:
aAb
a => b
39
pués de haberlos traducido al lenguaje hablado, pueden
revelar nuevas relaciones o incluso inconsistencias.
Hoy en día la lógica simbólica tiene 111uchos campos
de aplicación.
40
La lucha por la paz
41
Culpó siempre a la primera guerra de la mayoría de los
males que más tarde asolaron al siglo xx, incluida la segun
da guerra tnundial.
Expresó de n1uchas tnaneras su oposición a la guerra.
Participó en manifestaciones, redactó peticiones y publicó
en los periódicos lo que pensaba. En 1916 escribió un texto
defendiendo a un hombre que había sido encarcelado por
algo que Bertrand Russell no consideraba un crimen. Este
hombre había defendido sus principios, negándose a ir a
la guerra.
Sin tnencionar el nornbre del autor, un grupo de paci
fistas itnpritnió ese texto para distribuirlo por las calles.
Fueron sorprendidos por la policía y más tarde encarcela
dos, acusados de hacer circular propaganda subversiva. Su
encarcelatniento indignó profunda01ente a Bertrand Rus
sell. Después de todo, si él era el autor, ¿por qué los casti
gaban a ellos y no a él?
Con este m.otivo escribió una carta al periódico The
Times, esclareciendo el hecho. Días después fue consigna
do, juzgado y lllUltado con cien libras esterlinas que se
negó a pagar. Por lo que, para cubrir el monto de la n1ulta,
algunos de sus bienes tuvieron que ser puestos a subasta
pública.
A raíz de este escándalo la Universidad de Ca01bridge
le canceló su contrato coino profesor del Trinity College.
Una vez terminada la guerra la universidad le ofreció reins
talarlo en su puesto, pero él declinó el ofrecimiento. Mu
chos años después, al finalizar la segunda guerra mundial,
Bertrand Russell aceptó regresar a Catnbridge cotno inaes
tro de filosofía.
El 3 de enero de 1918, cercano ya el fin de la guerra,
una publicación seinanal de tendencia pacifista, llan1ada
The Tribunal, con la que Russell colaboraba periódica
mente, publicó un artículo suyo en el que expresaba sus
ideas antigobiemistas. Por este artículo fue sentenciado a
seis ineses en la prisión de Brixton.
Su estancia en la cárcel no lo abatió, y logró sacarle el
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43
mayor provecho que pudo a su confina111iento. Durante
el tietnpo que pasó en Brixton se dio a la tarea de leer y
escribir, de tal inodo que, en un día nortnal, dedicaba
cuatro horas a escribir filosofía, cuatro a leer filosofía y
otras cuatro a lecturas generales. También ocupaba parte
del tien1po en reflexionar y en escribir car·tas, todo lo cual le
estaba pern1itido, siempre y cuando no hiciera propa
ganda pacifista. Fue allí donde escribió su libro Intro
ducción a la filosofta matemática, que publicó en 1919.
Tatnbién en1pezó a preparar, entonces, otro libro que
publicaría en 1921, El análisis de la mente.
Salió de Brixton en septietnbre de 1918, cuando la
guerra estaba a punto de terminar. El armisticio llegó el 11
de novietnbre; sin etnbargo, el fin de la pritnera guerra
tnundial no significó el fin de su aislantiento; por el contra
rio, fue tan sólo el preludio de otro aislantiento inucho tnás
largo.
En 1920 visitó Rusia, donde tres años antes se había
llevado a cabo la revolución de los bolcheviques. Allí lllan
tuvo largas conversaciones con Lenin y otros dirigentes
soviéticos de la época, para llegar a la conclusión de que
se trataba de un réginlen aborrecible. Situaba el origen del
tnal en el desprecio a la libertad y a la deinocracia, que para
él eran valores fundamentales. La Rusia soviética le parecía
una prisión inmensa donde los carceleros eran fanáticos
despiadados.
Este punto de vista lo llevó a distanciarse tainbién de
la n1ayoría de los atnigos que había hecho a raíz de sus
/
45
•
4
En febrero de 1958 se organizó en Gran Bretaña, la
Caillpaña para el Desarme Nuclear de la que Russell fue un
activo promotor y presidente durante algún tien1po. Esta
can1paña tuvo tnucho éxito, y logró la participación de
gran cantidad de personas. Sin embargo, y aunque en Gran
Bretaña había cam.biado el clitna político, no todo fue fácil.
En 1961, cuando estaba a punto de cumplir 80 años, volvió
a ser encarcelado durante varios días en la prisión de
Brixton, bajo la acusación de incitar a la desobediencia
civil; pero ni su avanzada edad ni la cárcel lo hicieron
retroceder. Russell continuó su lucha con el misn10 í1npetu
que en los días de la pritnera guerra. La catnpaña se trans
formó en una asociación conocida con10 CON, que todavía
sigue tnuy activa hoy.
Años antes, en 1949, Russell ya había reconquistado,
tras la segunda guerra m.undial, el respeto de buena parte
de sus co01patriotas, que habían dejado de verlo con10 un
traidor para reconocer que era un hon1bre adtnirable que
los llenaba de orgullo. A principios de 1950 recibió del rey
Jorge VI (padre de Isabel 11, la actual reina de Inglaterra) la
Orden al Mérito, una condecoración que sólo se otorga a
aquellos ciudadanos que han logrado cosas de gran in1por
tancia para la Gran Bretaña.
Después de condecorarlo el rey le dijo: ''Algunas veces
se ha comportado usted de una manera que, en general,
no es bien vista por nuestra sociedad.''
A lo que Russell le respondió: ''Bueno, en realidad la
fortna en que debe cotnportarse un hoinbre depende de
su profesión. Un cartero, por ejemplo, debe tocar en todas
las casas donde tiene cartas que entregar; pero si cualquier
otra persona fuera tocando puertas, sin ton ni son, se la
consideraría una atnenaza pública.''
Con esto Russell quiso decirle al rey que su objetivo
justificaba su conducta y que, aunque ésta se hubiera salido
de la nortna, tenía una razón de ser bien establecida, tanto,
que él lo estaba condecorando por ello.
•
47
•
Pese a sus mucl1os años de labor pacifista, RusseU 11unca recil)ió el premio
Nobel de la paz, sino ... ¡el de literatura!
48
Russell escritor
49
Su extensa obra -escribió n1ás de 60 libros y cientos
de at·tículos- nos ofrece un registro continuo del desarro
llo de sus ideas en distintos tópicos. Podernos dividir la obra
de Bertrand Russell en dos grandes grupos: el forinado por
sus escritos sobre maten1áticas, filosofía de las tnatetnáticas
y teoría del conocimiento, por una parte, y el constituido
por sus ensayos sociológicos, por otra.
Russell fue un prorifico escritor durante toda su vida.
En s11s libros y artículos trató ten1as n1uy diversos, cotno
las n1atetnáticas, la lógica, la filosofía, la religión, la política,
la vejez, el ocio, el matritnonio, la educación y tantos otros.
Si11 en1bargo, algunas de sus mejores obras están conteni
das e11 pequeños folletos y notas publicadas en diversos
periódicos. Esto es especialmente cierto en lo que se refie
re a estudios sobre religión, muchos de los cuales son poco
conocidos fuera de ciertos círculos especializados.
A t..ines de 1950 recibió el premio Nobel de literatura
por su controvertido libro Matri1rtonio y moral, publica
do e11 1929.
Vida en pareja
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53
los hijos no cometan sus mismos errores así como de que
continúen su obra cuando ellos ya no puedan hacerlo. Y
creía, en definitiva, que en un n1on1ento detertninado los
padres esperan que los hijos sean el ilnpulso y el lllOtivo
• •
para v1v1r.
Tan pronto como sus hijos empezaron a crecer Bertie
y Dora se plantearon cómo debían educarlos. A Russell le
interesaba, en particular, que John y Kate crecieran al lado
de otros niños y, por lo mis1110, no quería educarlos cotno
lo habían educado a él, totalmente alejado de niños de su
edad y rodeado sólo por adultos.
Por otra parte, las escuelas que habían visitado les pa
recían inadecuadas para inscribir a sus hijos, pues se aleja
ban inucho de su forma de pensar.
Lo anterior llevó al tnatritnonio Russell a fundar, en
1927, su propia escuela prilnaria y a realizar su ya célebre
experimento educativo. Beacon Hill, la escuela, que insta
laron al sur de Londres, en el condado de Sussex, se carac
terizó por sus tnétodos educativos, n1uy revolucionarios
para la época.
Este experitnento consU111ió mucho de su tiempo y e
nergía. La escuela no era un buen negocio y Bertie, además
de trabajar en ella, tenía que viajar constantemente para dar
conferencias y así obtener ingresos suficientes para m.an
tener a su faniilia y sostener la escuela.
Su relación con Dora duró 15 años. En 1935 ella
decidió separarse de Russell y se quedó al frente de la
escuela.
Fue en esa época cuando, al morir su hermano, Bertie
heredó el título nobiliario y se convirtió en tercer conde
de Russell. Si bien no le gustaba usar el título, pues no era
afecto a hacer alardes, no pudo renunciar a él, so pena de
ser acusado de alta traición. En su tnodestia, incluso llegó
a pedirle a su editor que no usara el título cotno señuelo
para hacerle publicidad a sus libros.
En 1936 se casó con Patricia Spence, su colaboradora
en la redacción de varios libros. En 1937 nació Conrad
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El famosísimo RusselJ fue descalificado como maestro tras u11 juicio iniciado
¡Jor la denuncia de t1n ama de casa neoyorquina.
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55
Sebastian Robert, el 1I1enor de sus hijos, y en 1938 se m.ar
charon los tres a vivir a Chicago. Allí Russell inlpartió un
sen1inario en la facultad de filosofía de la universidad, pero
al poco tietnpo de llegar aceptó una cátedra en la Univer
sidad de California, a donde se 1I1udó a vivir con su fatnilia
la prilllavera siguiente. Sus clases estaban program.adas pa
ra el otoño, así que decidió ocupar parte de ese lapso para re
correr varias instituciones acadén1icas del país, que lo
habían invitado a dar conferencias. El atnbiente académ.ico
de la Universidad de California le pareció n1uy pobre, y a
fines del año siguiente aceptó un ofrecitniento del City
College de Nueva York, una institución con características
inuy particulares.
El City College estaba adtninistrado por la 111unicipali
dad de la ciudad, y eran públicos sus nexos con el Vaticano.
Los estudiantes eran, en su tnayoría, católicos o judíos, y
la rivalidad entre las dos religiones era patente. Los profe
sores, por su parte, se esn1eraban por conservar cierta
libertad acadétnica. Esta es probableniente la razón por la
/
Vejez
A lo largo de sus 98 años de vida Russell nunca se con
sideró viejo; y cuando le pedían consejos sobre cótno en
vejecer él siempre respondía con ideas sobre cómo no
enveJecer.
Ins.istía en que si uno tiene suficientes cosas que lo
inantengan ocupado no hay tielllpo para darse cuenta de
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que se está envejeciendo. Alertaba contra la posibilidad
de no vivir en el presente y estar sie01pre recordando el
pasado, viviendo de recuerdos. Independientemente de
la edad, decía que los pensainientos deben estar dirigi
dos hacia el futuro, y hacia las cosas en las que uno puede
ser útil.
No tenía tniedo a la n1uerte y sietnpre dijo que desearía
tnorir en pleno trabajo, sabiendo que otros continuarían lo
que él ya no podría hacer; tnorir contento al pensar que
durante su vida había hecho todo aquello que le había sido
posible.
Y, en efecto, así 111urió, el 2 de febrero de 1970, en la
casa en que vivió con Edith los últitnos 15 años de su vida,
situada en Plas Penrhyn, al norte de Gales, no muy lejos de
donde vio la luz por pritnera vez.
59
por dos objetivos que, durante n1ucho tietnpo, se mantu
vieron separados y que, quizá, sólo hacia el final de su vida
se reunieron. Por una parte, deseaba saber si era posible
alcanzar la verdad a través del conocirrliento y, por otra,
hacer todo lo posible por lograr que el 111undo fuera un
lugar inás feliz para vivir.
Vivió con el propósito de lograr una anhelada visión,
tanto personal con10 social. Personal, al interesarse por
todo aquello que es de naturaleza noble, bella y gentil; para
pertnitir que momentos de reflexión íntiIIla llenaran de
sabiduría otros más mundanos. Social, para irnaginar la
sociedad que debe ser constniida, donde los individuos
puedan crecer libren1ente y donde el odio, la envidia y la
avaricia no tengan cabida, porque no haya nada q11e los
nutra.
Las tres pasiones de las que hablatnos al principio del
libro se originaron a 111uy ten1prana edad. Una infancia
solitaria, el matrimonio fallido con Alys y la oposición de
su fa111ilia a este matrimonio fueron los puntos de partida
para que Russell buscara, incansabletnente, el ainor y la
felicidad a lo largo de toda su vida.
Su búsqueda de conocimiento se inició en su infancia,
desde que se reft1giaba en el jardín y se hacía preguntas
sobre la naturaleza. Su encuentro con las n1ate1náticas, y
111ás tarde los pensatnientos guardados en su diario, tnues
tran el germen de lo que sería su vida l)Osterior, en buena
tnedida dedicada a convertir en literatura sus ideas y senti
mientos, por lo que n1ás tarde le darían el pren1io Nobel
de literatura.
El pesin1isn10 de sus años adolescentes se transformó
en coinpasión y cornprotniso político, que lo llevaron a
hacer
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todo lo que estuviese en sus tnanos para evitar el
suf riiniento y tnejorar las condiciones de vida de la huma
nidad.
Sin duda el ansia de a111ar, de conocer Y de encontrar
farmas para aliviar el sufrin1iento de los detnás guiaron su
vida, su conducta y dieron lugar a su obra. Lo n1istno escri-
60
bió sobre lo que deben ser las relaciones m.aritales que
tratados de m.atem.áticas y filosofía o discursos en defensa
de la paz y los derechos hun1anos.
En las páginas que siguen tendreinos oportunidad de
leer algunos de sus textos .
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"Cuando los griegos comenzaron a dudar de los dioses del Olimpo, algunos
buscaron en la filosofía algo que pudiera sustituir a las creencias
tradicionales.''
66
simple ojo o como aparecen vistas
por un microscopio?
Tales acertijos se fueron transfar
mando en un problema de mayor
itnportancia. Cuando los griegos co
menzaron a dudar de los dioses del
Olimpo, algunos buscaron en la ftlo
sofia algo que pudiera sustituir a las
creencias tradicionales.
Así surgió un movimiento filosó
fico dual: por una parte, creyeron
haber demostrado que mucho de
lo que se considera conocimiento
en la vida cotidiana no es conoci
miento real; y, por otra parte, que
existe una verdad filosófica más
profunda y en armonía con lo que
desearíamos que fuera el universo.
En casi todas las filosofías la duda
ha sido el aguijón y la certeza ha
sido el objetivo. Se ha dudado de
los sentidos, de la ciencia, de la teo
logía. En algunos filósofos esa duda
ha sido la principal; en otros lo fue
una distinta. Los filósofos han dife
rido también ampliamente en cuan
to a las respuestas que sugirieron
para aclarar esas dudas e, incluso,
en cuanto a si es posible una res
puesta.
Todas las razones tradicionales
influyeron para que me dedicara a
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67
la filosofía, pero hubo dos que in
fluyeron en mí de forma especial.
la que pritnero ejerció su • uencia,
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Examiné los do��as fundamenta
les uno por uno, esperando con toda
mi a.........a encontrar alguna razón para
aceptarlos. Escribí mis pensamien
tos en un libro de notas que todavía
poseo. Naturalmente, eran simples
y juveniles, pero en aquel momento
no encontré . . forma de solucionar
,,
el
agnost1c1smo que sugenan.
En Cambridge entré en contacto
con la filosofía de Hegel, el cual a
través de 19 volúmenes abstrusos
pretendía haber demostrado algo
que eqt1ivaldría muy bien a una ver
sión corregida y elaborada de las
creencias tradicionales. Hegel con
cebía el universo como una unidad
fim1emente estructurada.
Su universo era como la gelatina,
ya que si se tocaba una parte de él
temblaba todo el conjunto; pero di
fería de la gelatina porque realmente
no se podía cortar en partes. Según
él, su aparente consistencia en par
tes era una ilusión. La única realidad
era lo absoluto, que era como He
gel llamaba ,,
a dios. En esta filosofía
.
me sent1 a gusto por un tiempo,
pero en un momento decisivo ha
llé en el mismo Hegel un fárrago de
confusiones que me parecieron
•
poco mejores que juegos de pala-
73
bras. Por lo tanto abandoné su filo
sofía.
Por algún tiempo me sentí satisfe
cho con una doctrina derivada de
Platón, que dice que existe un mun
do eterno e i111nutable de ideas, del
cual el mundo de la percepción es
una copia inexacta e itnperfecta.
De acuerdo con esa concepción Tanto Pitágoras, que
.
las matemáticas se ocupan de un era n1atemat1co, como
,;
posteriormente Pla
mundo de ideas y, por lo tanto, po tón, que era filósofo,
seen una exactitud y una perfección consideraban que las
matemat1 cas no te-
que no existe en el mundo cotidiano.
,; .
74
E in ivi uo e
conocimiento socia*
75
los anales de sociedades académicas;
sin embargo no está al tanto de la
intimidad con la ·que se tejen el color
y la textura de una vida privada.
Cuando un hombre dice: "no po
dría expresar el horror que me in
vadió cuando vi [ el campo de con
centración de] Buchenwald'' , o
bien, ''no hay palabras para expre
sar mi emoción al ver el mar des
pués de estar tantos años en una
prisión", está diciendo algo que es
estricta y precisamente cierto: a tra
vés de su propia experiencia posee
un conocimiento que no poseen
aquellos cuya experiencia ha sido
distinta a la suya, y esta experien
cia no puede ser expresada com
pletamente de manera verbal.
En el caso de que este hombre
fuera un escritor excepcional, po
dría crear en los lectores sensibles
un estado mental muy cercano al
suyo, pero si en lugar de la literatu
ra recurre a métodos científicos, el
cúmulo de su experiencia se per
derá y quedará como esparcido en
un desierto polvoso.
El lenguaje es nuestro único me
dio de comunicar el conocimiento
cientí ico y tiene un origen y unas
funciones esencia_ ente sociales.
76
"El lengt1aje es nuestrrJ úr1ír.. <J medie, de r rJ,nur.�r....ar ei _.... ,nc,c1rnie
científico y tiene un origen y unas funr_ir.,nes ""Senc12i ne. te scx:ia c:s
fr.Jt'J Allx·rt I�instf.::1n en ur1� r_!'1.:·>r: J
'
Es cierto que si un matemático,
provisto de papel y lápiz, estuviese
varado en una isla desierta, lo más
probable es que tratara de hacer lle
vadera su soledad haciendo cálculos
en lenguaje matemático; aunque
también es cierto que otro hombre
podría escribir un diario sólo desti
nado para él, y para nadie más.
En un plano más cotidiano, la ma
yoría de nosotros emplea palabras al
pensar en solitario. De cualquier ma
nera, el propósito fundamental del
lenguaje es la comunicación, y para
cumplir con este propósito, el len
guaje necesita ser público, y no un
dialecto privado inventado por el
hablante.
Se ·---...... 1ere de esto que lo más pri
vado de cada experiencia individual
tiende a evaporarse durante el pro
ceso de traducción al lenguaje.
Lo que es más, lo verdaderamente
público del lenguaje es en realidad
una ilusión. Un arre:�o dado de pa
labras puede ser interpretado por
escuchas competentes de tal forma
que sea para todos falso o para todos
verdadero, pero, a pesar de ello, no
tiene por qué tener el mismo signi-
ficado para todos.
Las diferencias que no afectan la
78
verdad o falsedad de un enunciado
suelen tener poca importancia prác
tica, y por lo mismo se ignoran. De
aquí que todos creamos que nues
tro mundo privado se parezca más
al mundo público de lo que en
realidad se parece.
Esto se puede probar fác • ...ente si
se considera el proceso de aprendi
zaje para comprender el lenguaje.
Hay dos maneras de saber lo que
significa una palabra: una es defmir
la usando otras palabras, lo que se
conoce como defmición verbal; la
otra es a través de oírla repetidamente
en presencia del objeto que denota,
lo que se conoce como defmición
ostensiva.
Es obvio que la definición ostensi
va es la única posible en un princi
pio, dado que la defmición verbal
presupone un conocimiento de las
palabras empleadas en la defmición.
Tú puedes aprender, a través de
una definición verbal, que un pentá
gono es una figura plana de cinco la
dos, pero un niño no aprende de esta
n1isma manera el sil'::Y"-..... • 1cado de pala
bras que se emplean a diario, como
''lluvia'', ''sol'', ''comida'', ''cama''.
Éstas se enseñan empleando en
fáticamente la palabra adecuada, al
,
79
•
81
exactamente el mismo significado
para dos personas distintas que se
dediquen a la lógica. Los matemáti
cos puros trabajan con conceptos
que son completamente públicos e
impersonales. La razón para esto es
que dichos conceptos no se derivan
de los sentidos, y que los sentidos
son la fuente de la privacía.
El cuerpo es un instrumento de
registro sensible, que está transmi
tiendo sin cesar mensajes desde el
mundo exterior. Los mensajes que
recibe un cuerpo no son nunca
exactamente iguales a los que recibe
.. otro, a pesar de que las mismas exi
gencias sociales nos hayan obligado
a desarrollar formas para deshacer
nos de las diferencias que existen
entre nuestras percepciones y las de
otras personas que nos rodean.
Al construir la tísica hemos enfati
zado el aspecto espacio-temporal de
nuestras percepciones, que es el as
pecto más abstracto y más emparen
tado con la lógica y con las matemá
ticas. Esto lo hemos hecho buscando
la publicidad, con el frn de comuni
car lo que es comunicable y de es
conder el resto bajo el oscuro manto
del olvido.
Sin embargo, espacio y tiempo,
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tal como los conocen los seres hu
manos, no son en realidad tan im
personales como pretende la cien
cia. Los teólogos conciben a dios
observando el espacio y el tiempo
desde fuera,. imparcialmente. y con
aparente ex1to, pero este ex1to es,
/ /
en parte, ilusorio.
Los seres humanos difieren del
dios de los teólogos en el hecho de
que su espacio y su tiempo tiene un
aquí y un ahora. Lo que está aquí y
ahora es vívido; lo que es remoto
tiene una falta de claridad que au
menta gradualmente. Todo nuestro
conocimiento de los hechos pro
viene de un centro espacio-tiempo,
que es la pequeña región que ocu
pamos en ese preciso momento.
"Aquí" es un término vago: en cos
mología astronómica la Vía Láctea
puede aparecer como el "aquí"; al
estudiar la Vía Láctea, "aquí" es el
sistema solar; al estudiar el sistema
solar, "aquí" es la tierra; en geogra
fia, es la ciudad o distrito en el que
vivitnos; en estudios fisiológicos de
las sensaciones, es el cerebro, y no
el resto del cuerpo. Los "aquís" más
grandes contienen a los más peque-
ños, como partes de éstos; todos
los "aquís" contienen el cerebro
84
del que habla, o parte de él. Consi
deraciones similares pueden ha
cerse sobre el ''ahora''.
La ciencia aparentemente elimina
el "aquí" y el "ahora". Cuando un
acontecimiento ocurre en la super
ficie terrestre establecemos su posi
ción en el espacio y en el tiempo
asignándole una longitud, una lati
tud y una fecha. Hemos desarrollado
una técnica que asegura que todo
observador con instrumentos preci
sos llegará a la misma estimación de
latitud, longitud y fecha. Por lo tan
to, no hay nada personal en estas
estimaciones, ya que nos satisfacen
El ecuador, o paralelo los argumentos numéricos, cuyos
º
O , es una línea imagi
naria que pasa por el
significados no han sido suficiente
país sudamericano del mente investigados.
mismo nombre y que Tras decidir arbitrariamente que
divide a la tierra en he
misferio norte y hemis
la longitud de Greenwich y la. lati
ferio sur. Todas las la tud del ecuador corresponden al
titudes terrestres se valor cero, se asignarán otras lati
calculan a partir de él.
El meridiano de
tudes y longitudes. Pero, ¿qué es
/
87
do a hacer al interpretar las apa
riencias sensibles.
Hay un largo trecho recorrido
entre el niño que dibuja dos ojos
en un perftl y el físico que habla de
electrones y protones, pero a lo
largo de dicho recorrido hay un
propósito constante: eliminar la
subjetividad de la sensación y sus
tituirla por una clase de conoci
miento que pueda ser percibido de
la misma manera por todos.
Gradualmente crece la distancia
entre lo que se percibe y lo que se
cree es objetivo; el perftl con dos
ojos dibujado por el niño se parece
todavía bastante a lo que se ve, pero
los electrones y protones se parecen
tan sólo remotamente a una estruc
tura lógica. Los electrones y proto
nes, sin embargo, tienen el mérito
depoder ser lo que de hecho existe,
sin la intervención de órganos sen
soriales; mientras que, debido a su
subjetividad, nuestros datos visua
les inmediatos son prácticamente
lo que no ocurre en los objetos físi
cos que decimos que vemos.
Los electrones y protones -su
poniendo que sea científicamente
correcto creer en ellos- no depen
den para existir de ser percibidos;
88
por el contrario, hay suficiente ra-
,, . .
zon para creer que existieron por
tiempo inmemorial antes de que
existiera algún ser, en el universo
que pudiera percibirlos. Pero a pe
sar de que no se requiere la percep
ción para que existan, sí se la nece
sita para damos una razón para creer
en su existencia.
Hace cientos de .... -·.· es de años,
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una vasta y remota reg1on em1t1a un
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90
ocurre al final es la nebulosa, vasta,
remota y perteneciente al pasado
distante.
Al considerar las razones para creer
en un arg1unento empírico no pode
mos escapar a la percepción, con
to � sus litnitaciones �rsonales.
¿Cuánto puede purificarse, a tra
vés del filtro del método científico,
la información que obtenemos de
esta fuente impura, para emerger
resplandeciente, semejante a dios
en su imparcialidad?
Esta es, sin duda, una pregunta
difícil de responder...
Hay una cosa, sin embargo, que
es obvia desde el comienzo: sólo
en tanto es confiable el dato inicial
proveniente de la percepción hay
razón para aceptar el vasto edificio
de inferencia que se asienta en él.
No estoy sugiriendo que el dato
inicial proveniente de la percep
ción deba ser aceptado como irre
futable, de ninguna manera. Exis
ten métodos bien conocidos para
afianzar o debilitar la fi1erza de un
testimonio individ�; algunos de e
llos se emplean en las cortes judi
ciales, algunos, un tanto distintos
de los primeros, se utilizan en cien
•
cia.Pero todos dependen del prin-
91
cipio de que cierto peso debe atri
buírsele a cada trozo de testitnonio,
ya que es tan sólo en virtud de este
principio que a un número de testi
monios concordantes se le concede
una alta probabilidad.
Las percepciones individuales
son la base de todo nuestro cono
cimiento, y no existe otro método
a través del cual podamos desarro
llarlo con datos considerados pú
blicos para muchos observadores .
92
Durante dos � • años los moralis
tas más serios han desacreditado a la
felicidad, e ....... ibiéndola como algo
degradante y sin valor.
De hecho la hostilidad hacia la
felicidad es, por lo general, hostili
dad hacia la felicidad de los demás,
y constituye un elegante disfraz del
odio a la raza humana.
Incluso cuando un hombre sacri
fica sinceramente su propia felici
dad, en aras de algo que considera
más r1oble, tiende a envidiar a los
que gozan de un menor grado de
nobleza, y esta envidia a menudo
vuelve crueles y destructores a los
que se creen santos.
•Extractos de "TI1e co11quest ofhappiness'', del libr0Po1·t1·aits/01m memory and
other essays, 1 956.
93
La gente que profesa teorías so
bre cómo se debería vivir tiende a
olvidarse de las limitaciones de la
naturaleza.
Si con el fm de alcanzar un objeti
vo supremo tu modo de vida implica
una restricción constante de lo que
marca tu instinto, es posible que,
debido a los esfuerzos que exige, el
objetivo se vaya haciendo cada vez
más fastidioso. El instinto al que se le
niegan sus satisfacciones no1males
buscará otras, probablemente nega
tivas.
Si no te permites gozar de ningún
placer, terminarás por disociarlo
del sentido principal de tu vida,
convirtiéndolo en algo superficial
y frívolo. Semejante placer no será
capaz de proporcionar ninguna fe
licidad, sino tan sólo una desespe
ración todavía más profunda.
Los moralistas piensan que no se
puede alcanzar la felicidad si se la
busca, pero esto sólo es cierto si se
la busca incesantemente. Los tahú
res persiguen el dinero y lo que
consiguen la mayoría de ellos es
perderlo; pero existen otras mane
ras de buscar dinero que, con fre-
cuencia, tienen éxito. Lo mismo
sucede con la felicidad.
94
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"La ge11te que profesa teorías sobre cómo se debería vivir tiende a olvidarse
de las lin1itaciones de la naturaleza.))
95
Para la mayoría de la gente la
búsqueda de la felicidad, a no ser
que se complemente de diversas ma
neras, es demasiado abstracta y teóri
ca para ser adeclL"lda como norma
personal de vida. Independiente
mente de cuál sea la norma personal
de vida, no debería ser incompati
ble con la felicidad, salvo en un ca
so de heroísmo excepcional.
Hay muchísimas personas en las
que se dan las condiciones materia
les para la felicidad, como, por ejem
plo salud y medios económicos su
ficientes, y que, sin embargo, son
profundamente infelices.
Si observas a los hombres y las
mujeres a tu alrededor que mere
cen llamarse felices, comprobarás
que todos ellos tienen cosas en
común. Lo más importante es lina
actividad que, a mentido, propor
ciona por sí misma cierto placer y
que, además, es creativa.
Es imposible ser feliz sin tener
alguna actividad; pero, asimismo,
es imposible ser feliz si la actividad
rest1lta excesiva o repelente. La acti
vidad resl1lta agradable cuando está
claramente encan1inada hacia el fm
que se desea y no es contraria al
instinto.
96
Si un hombre o una mujer salu
dable y sin problemas económicos
quiere ser feliz, necesita dos cosas.
Primero, una estructura estable
construida alrededor de un propósi
to central y, después, lo que podría
mos llamar "juego", es decir lo que
se hace exclusivamente porque es
divertido y no cumple ninguna otra
finalidad seria .
97
•
e nuevas es eranzas
ara un mun o ue
cam ia*
98
sión personal y una visión social. La
personal: amar lo que es noble, lo
que es bello, lo que es benévolo,
perrnitir aquellos arrebatos del inte
lecto que ofrezcan sabiduría a tiem
pos más mundanos. La social: ver
con imaginación la sociedad que de
be ser creada, donde los individuos
se desarrollen libremente y donde el
odio, la codicia y la envidia se extin
gan porque no exista nada que pue
da alimentarlos.
Creo en estas cosas, y el mundo,
con todos sus horrores, no ha po
dido hacerme cambiar esa manera
de pensar .
•
,
In osario
101
Buchenwald: Campo de concentración de la Alemania nazi (en la provincia
de Turingia), con instalaciones anexas en las que se construían las bombas
vola11tes V-1 y V-2. Entre 1936 y 1945 mt1rieron ahí alrededor de 56 mil
prisioneros.
76
California
56
Cambridge
20, 22-26, 42, 71, 73
Cantor, Geor-g: Matemático alemán, famoso por su teoría de conjuntos. Nació
en 1845 y n1urió en 1918.
34
cardjnalidad: Número de eleme11tos de u11 conjunto.
34
cateto: E11 un triángulo rectángulo, ct1alquiera de los lados adyacentes al
ángulo recto.
31
CND: Campaña de Desan-ne Nuclear.
47
conjunción: Operaciót1 de e11lace entre proposiciones.
39
conjunto: Noció11 matemática qt1e se 1·efiere a un agregado de objetos que
tiene11 algt1na característica e11 con1(1n.
34,36
China
52
102
elipse: Curva cerrada que describe un punto al tJ1overse e11 un plano, de tal
n1anera que la suma de sus distancias a dos r --1r1tos fijos, llamados focos, es
constante.
87
empirismo: Actitud filosófica que consiste e.n atenerse a los l1ecl10s con1pro
bables; método basado en la observación, experime11tación e í11ducción;
doctrina que defie11de que la experiencia es la fuente ú11ica de conoci
n1iento.
91
espacio-tiempo: En física, el espacio y el tiempo están unidos en el movi
miento; y del estudio del movimiento de los cuerpos materiales y de las
señales lun1inosas resulta que el espacio y el tien1po son en realidad dos
aspectos inseparables de una sola estructura llamada espacio-tien1po.
84
Estados Unidos
26,51
Euclides: Matemático griego, aproxin1adamente del año 300 a. C. No se sabe
nada acerca de su vida; su contribución más in1portante es la compilación
del saber matemático desde Tales de Mileto (dos siglos y n1edio) en t111a sola
obra, conocida con10 Elementos.
18, 19,69
Europa
51
Filadelfia
51
Finch, Edith: Cuarta y últin1a esposa de Bertra11d Russell.
57, 59
fórmula: Expresión maten1ática que consta de variables y sirve para realizar
cálc11los.
26, 27, 37
fotón: Cuanto de radiació11 electromagnética en1itido o absorbido por la
materia.. Viaja a la velocidad de la luz y con e11ergía proporcio11al a su
frecuencia.
89
fracción: Expresió11 matemática del cocie11te de dos números enteros.
17, 18, 32
Francia
13
Frege, Gottlob: Matemático alemán nacido en 1848 y n1uerto en 1925. Creó
un conjunto de símbolos para la lógica distintos a los de las mater,1áticas.
34,36
Gales
13, 59
geon1etria; Parte de las maten1áticas que trata de las propiedades y n1cctida de
las supert'icies.
18, 25,69
103
gcometria 110 euclideana: Dur:.111te vci11tc siglos la geon1etría de Euclides
pen11a11eció i1u11t1tablc, JJero dt1ra11te el siglo XIX algunos matemáticos
tra11st·on11aro11 ciertos pri11ci¡lios euclide�111os (entre ellos el quinto postu-
1�1do) para cot1strt1ir geon1etrías de st1perf1cies 110 planas, con10 la esfera o
la sct1(ioest·era, qtic tie11e u11a forn1a parecida a t1n par de tron1petas unidas
por l()S extre111os aboci11ados con las partes n1ás finas extendiéndose infi11i
t�u11e11tc l1;1cia ;lf11cra.
26,69
Gran Bretaña
13,47
Greenwich
85, 8()
Jorge VI: Rey <.'Ot1stitt1cio11al de la G r-;111 Bretai1a ele 1936 l1asta su n1t1erte en
1952. N�1ció c11 189�.
47
Keynes, JolU1 Maynard: Eco110111isL'l l)ritánico n,1cido en 1883 y muerto en
1946. Set1:1ló la necesidad de la i11terve11ción del gobierno en la economía
a tr.1vés del g�1sto J)Ublict).
24
lan-ibert, Johann Heiru-ich: Mate111ático alen1á11, nacido en 1728 y muerto
c11 1777. Dc111ostró qt1é es u11 n(1n1ero irracio11al. Fue el prin1ero e11 idear
111ét0<.los tJara n1edir la i11te11sidad de la luz, co11 basta11te exactitud.
19
104
I...egendre, Adrien Marie: Célebre matemático francés nacido en 1752 y
n1t1crto en 1833.
19
Leibniz, Gottfried Wilhelm: Matemático y filósofo alen1án nacido en Sajonia
en 16/46 y n1t1crt<) t."n Hannover en 1716. Famoso porque descubrió el
cáJcti l<), ("()t1tc111 J)<)rá11ea e independientemente de Newton, su ten11inolo
gía es J)ft"fcric.l;l l1<)y a la que introdujo Newton.
26
Lenin, Vladimir Illich: Político y teórico ruso,nacido en 1870 y n1uerto en
192·1. lJíc.lc:r <.le l;1 rcvolt1ción rusa c11 1917 y fundador del estado soviético.
1·1
lógica: 1�11 c·I lc11gt1:tjc C<)loquial, lo '(lógico'' es lo ''razo11able'', e11 co11traposi
ci{>11 ;1 l<) ''ilé)gic<>'',o 1·;1lto de razó11. Así,la ''lógica'' es la discipli11a que trata
c.lc 1<)� 111ét<)clos y l<>s ¡)ri11cípios usados para disti11guir el razonan1iento
c<)rrccl<> c.lcl i11corrccto.
I 7, 29, 5 7, 19, 1 (), 5 O, 8 1 , 8 2
Londres
17, 51,86
105
número i-acional: Resultado de la división de dos números enteros. Es el
nombre matemático para denominar a las fracciones o quebrados.
30
106
tadio: Segmento que une cualquier punto de la circunferencia con el centro
de ésta.
69
raíz C\Jadrada: Es la opernción inversa de elevar un nútnero al cuadrado (es
decir, multiplicar un n(11nero por sí mismo). Para obtener la raíz cuadrada
de un ní11nero n, se debe encontrar un nl1111ero m, tal que multiplicado por
sí mismo sea igual a n. Su símbolo es r.
32,33
Richmond
13
R11sia
44
Rtissell, Agatha! 1ía paterna de Bertrand Russell.
17
Rl1ssell, Bertrand Arthur William
11-17, 19, 21-25, 27-29, 34, 36-38, 40-43, 45-60
R11ssell, Conrad Sebastian Robert: Hijo menor de Russell y Patricia Spence.
Nació en 1937.
54, 56
Russell, Fr-ank: Hern1ar10 n1ayor de Bertra11d. Nació e11 1865 y murió e11 1931.
12-14, 16, 18, 21
R11ssell,John: AlJuelo paterno de Bertra11d Russell. Prin1er conde de Russell
y dos veces prin1er mi11istro britá11ico en el siglo XIX.
14
Russell, John Conrad: HiJO mayor de Bertrand Russell y Dora Black. Nació
en 1921.
52, 54
R11ssell, KatherineJane: llija de Bertrand Russell y Dora Black.
52, 54
Russell, lady: Abuela paten1a de Bertrand Rt1ssell.
14, 15, 17
Rl1ssell, Rachel: Hermana de Bertrand Russell.
14, 15, 17
R11ssell, Rollo: Tío paterno de Bertrand Russell.
17
107
aines1s
•
,.._
T;I'
86
teorema: Proposición matemática demostrable cuyo enunciado consta de un
supuesto o hipótesis y de una conclusión o tesis.
28
teorema de Pitágoras: Proposición geométrica según la cual, en todo trián
gulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los
cuadrados de los catetos.
31
teoría de conjuntos: Teoría formulada por Cantor en 1874 con el fin de
sistematizar las ideas sobre la noción matemática de conjunto.
29,34
Tolomeo: Astrónomo y matemático que trabajó entre los años 127 y 151 de
nuestra era. Se desconoce su origen, aunque algunos afir1nan que era griego
y otros que era egipcio. Como Euclides, no destaca tanto por su trabajo
como por su labor de síntesis. Su sistema del universo establece que la Tierra
se encuentra en el centro del universo y que los distintos planetas giran
alrededor de ella.
19
Trelleck
13
triángulo rectángulo: Triángulo que contiene un ángulo recto.
31,32
Trinity College
22,25,42, 51,57
Vaticano
56
Vía Láctea: Nombre de la galaxia a la que pertenece nuestro sistema solar.
Contiene 100 billones de estrellas. Es posible verla como una ancha zona
de luz blanca difusa que atraviesa la esfera celeste de norte a st1r y que al
telescopio se ve formada por multitud de estrellas.
84,89
Victoria: Rei11a de Gra11 Bretaña desde 1837 l1asta su muerte en 1901. Su
rei11ado corresponde al apogeo del Imperio britá11ico. De rígida personali
dad y co11vicciones, i11spiró n1odos culturales y una moral profu11dan1ente
conve11cio11ales, que tuvieron an1plia repercusión.
13, 16
108
discípulo de Russell. Fue uno de los pensadores más influyentes en la
filosofia i11glesa dura.11te la prin1era mitad del siglo xx.
24
wra,igler: La traducció11 lite.al de este vocablo i11glés es "argumentador,,, y
se refiere a aquel individuo que convence a través de sus argumentos. Se
aplica al estudia11te al que la Universidad de Cambridge disti11gue co11 el más
alto l1onor en n1aten1áticas.
22
1 ()9
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YOLO COUNTY LIBRARY
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· 921. 2
R87 �-
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1
B66
• 1994
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ISBN 968-6177-47-7
1
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excepto por el
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MEXICANO 9 89686 1774 73