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BASÍLICA SAN PABLO EXTRAMUROS

Tras la ejecución del apóstol San Pablo en el siglo I d.C., sus


seguidores levantaron un santuario sobre la tumba. Entre
los años 1220 y 1241 se construyó el precioso claustro que
aún se conserva, prácticamente el último superviviente
al gran incendio de 1823.

Tras el incendio, el mundo entero se volcó en la restauración


de la iglesia, que posteriormente sería declarada
monumento nacional. El interior de la Basílica de San Pablo es grandioso, con enormes
columnas de alabastro y preciosos mosaicos dorados. Lamentablemente, debido al incendio
producido en 1823, son pocas las partes que se conservan intactas de la basílica medieval,
pero aún se pueden contemplar algunos mosaicos del siglo XIII, un gran candelabro del siglo
XII, o el baldaquino de mármol de 1285 bajo el cual se encuentra la sepultura de San Pablo.
En la parte superior de las paredes se pueden observar los retratos de los diferentes papas
que se han sucedido a lo largo de la historia, mientras una luz dorada ilumina al papa actual.
Probablemente la parte más llamativa de la iglesia sea el grandioso atrio dotado de 150
columnas desde el que se puede contemplar el exterior de la iglesia recubierto por un
enorme mosaico dorado realizado entre 1854 y 1874, que refleja los rayos del sol. El centro
del gran patio ajardinado está dominado por una colosal estatua de San Pablo. La parte más
antigua de la Basílica está constituida por el arco triunfal y el ábside. En el centro

Mediante una doble escalera se puede acceder, debajo del altar, a la Confesión que
alberga el sepulcro del apóstol Pablo. Aquí también se conserva un trozo de las cadenas que
lo ataron en su martirio. Es el lugar más sagrado de toda la Basílica.

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