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CUENTO: “PERRO DE LANA”

DE PIPO PESCADOR
Había una vez una anciana llamada Lana que era una gran tejedora. Con
dos finas agujas, que manejaba con destreza, le complicaba la vida a la
lana, eso es tejer, transformándola en prendas para el invierno. Cómo se
sentía bastante sola hizo un perro de compañía. Tomó un ovillo gigante y
con sus dos agujas comenzó a fabricar un pastor inglés de esos que
tienen tanto pelo que no se sabe dónde están ni los ojos ni las patas.
La mascota le quedó estupenda y recibió el nombre de MADEJA.
Una vez terminada cerró el último nudo lo puso en el piso, le dio una
suave palmada en el lomo para que empezara a corretear y a ladrar.
El perro Madeja se volvió un gran compañero de la anciana, defendía la
casa como un león y nadie podía acercarse a la puerta porque avisaba al
instante con su ladrido atronador. El único defecto que tenía el animal
(alguno tenía que tener) es que cuando veía el gato de la vecina se volvía
loco y salía perseguirlo por el callejón. La anciana lo llamaba con un
silbido y Madeja regresaba enseguida cansado de su carrera y se
sentaba junto al fuego del hogar. Un día ocurrió algo que debo contar
porque esto es un cuento: Madeja descansaba junto al calor como
siempre, la puerta de la calle estaba entreabierta porque doña Lana
despedía una clienta. Se oyó un maullido estremecedor que provenía de
la vereda, era el fastidioso gato anunciando su presencia. El perro salto
como si hubiera recibido un pinchazo y se lanzó tras del gato sin
percatarse que la punta de su cola había quedado enganchada en la pata
del protector de la estufa que era de pesadísimo hierro. Lo que ocurrió
fue espantoso Madeja se iba destejiendo velozmente. A medida que se
alejaba de la casa un largo hilo de lana enganchado en la forja de metal
se extendía por el cuarto pasaba el vano de la puerta y salía para afuera.
Madeja corría y se iba desintegrando rápidamente, primero la cola, luego
las patas, el lomo, la panza, las manos, el cogote y la cabeza. Cuando la
boca se destejió dejó de ladrar, el gato sorprendido por el silencio
repentino, se dio vuelta para mirar y quedó estupefacto, estaba siendo
perseguido por una larga hebra de lana. De un salto regresó a su casa y
se sumergió bajo la mesa de la cocina.
Esta historia termina bien porque Lana tomo las dos agujas y empezó a
retejer a su cachorro empezando por la cola, no tardó mucho. Recuperar
el perro era primordial para ella. En pocos días el trabajo estaba listo.
Bautizó con el mismo nombre al perro que acababa de rehacer
considerando que sí estaba hecho con la misma lana era el mismo animal.
Este cuento se termina espero que a partir de ahora tengan cuidado
cuando juegan cerca de alambre o de cosas que enganchen.

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