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El objetivo final de un diseño suele ser la comercialización de un producto. Es por tanto esencial
para un ingeniero conocer que características técnicas debe cumplir para su comercialización.
Este es uno de los objetivos de la asignatura y por ese motivo, muchos de los conceptos tratados
han sido directamente obtenidos de la legislación vigente.

Antes de tratar aspectos técnicos explicaremos que actores intervienen, qué papel desarrollan y
cual es el procedimiento final para sacar un producto al mercado. Existen tres tipos de actores
que describen estas características técnicas.

Comisión europea: Dictan Directivas que no son de obligado cumplimiento ya que la UE no tiene
poder legislativo. No obstante, existe un compromiso por los países miembros de dictar
reglamentos o leyes conformes a esta directivas. La descripción técnica de las directivas no suele
entrar en detalles y se limita a indicar los objetivos del diseño sin entrar en cómo conseguirlos. A
veces, detallan a modo de guía normas que sí lo describen. Esas normas se conocen como
normas armonizadas. No es necesario cumplir una norma armonizada para seguir la directiva,
pero su cumplimento lo asegura.

Países miembros: Dictan leyes o reglamentos que son de obligado cumplimiento por los
productos comercializados en ellos. Se derivan de las Directivas emitidas por la CE.

Comités técnicos: Están formados por expertos de la técnica. Pueden ser agrupaciones de
fabricantes, como AENOR, o comisión de expertos formada por la CE, como CEN, CENELC,
ETSI. Son únicamente recomendaciones de diseño.

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Veamos dos ejemplos de las Directivas de Europeas en cuanto al diseño de sistemas electrónicos.

La CE dictó una Directiva sobre Compatibilidad Electromagnética. Esta directiva regula la


inmunidad de los equipos a ser afectado su funcionamiento por interferencias, ya sean
interferencias conducidas por la red eléctrica o radiadas por el espacio. La idea es que un equipo
como un televisor siga funcionando sin problemas aunque otro equipo, como puede ser un secador
de pelo, esté provocando interferencias. También regula los límites máximos de interferencias
sobre otro equipo que puede provocar. Esta directiva fue transformada en un reglamento (ley) por
el gobierno español en el Real Decreto 1580/2006. Existen multitud de normas sobre
compatibilidad electromagnética, tanto españolas (UNE20503:1984,…) como internacionales, y
normalizadas (EN617:2001,…).

Otro ejemplo lo encontramos en la Directiva de Baja Tensión. Esta directiva regula la seguridad
de los equipos, de las instalaciones donde estén conectados y de los usuarios. Se transformó en
reglamento en el Real Decreto 842/2002 y al igual que la anterior, existen diversos organismos
técnicos que han emitido normas al respecto.

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En el proceso para sacar un producto al mercado deben diferenciarse entre los
potencialmente peligrosos, como por ejemplo sistemas electrónicos que emitan ondas
electromagnéticas ocupando parte del espectro, o los no peligrosos.

En el primer caso, el fabricante o distribuidor debe someter el equipo a ensayos en un


laboratorio homologado que asegure el cumplimiento de los reglamentos vigentes. No
obstante, el laboratorio únicamente puede confirmar el cumplimiento para los equipos
ensayados y no para el resto de la producción. Por este motivo, es necesario que el
fabricante o distribuidor entregue una “Declaración de Conformidad” asegurando que
todos los equipos comercializados cumplen la legislación. Mediante este documento se
hace responsable si sucede un accidente provocado por el no cumplimiento de la
legislación por parte de alguno de estos equipos. Además, deberá marcar cada producto
con la marca “CE”.

En el segundo caso, no es necesario realizar ensayos en un laboratorio homologado pero


debe igualmente entregarse una “Declaración de Conformidad” y marcar los productos
con “CE”.

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En una red eléctrica podemos distinguir tres partes; la generación de la energía eléctrica
(marcada en negro), la red de transporte (marcada en azul) y la red de distribución (marcada en
verde).

La generación de energía eléctrica tiene lugar en las centrales eléctricas, que pueden ser:
hidráulicas, térmicas (tanto convencionales como nucleares) y basadas en energías renovables
(fotovoltaicas, eólicas, …). Proporcionan una tensión alterna trifásica de media tensión (6 kV a 30
kV) mediante turbinas conectadas a generadores trifásicos (Tesla) o bien una tensión continua
(es el caso de los parques fotovoltaicos) que se convierte en alterna trifásica mediante
convertidores conmutados. Dicha tensión se eleva mediante los transformadores de salida de la
central, para ser inyectada en la red de transporte. La frecuencia del sistema de corriente alterna
que se genera es fija y está normalizada: 50 Hz en Europa y 60 Hz en gran parte de América.

La red de transporte y distribución está formada por las líneas que llevan la energía a los
consumidores finales. El transporte se hace en alta tensión (110 kV, 220 kV, 400 kV, 750 kV en
Europa Occidental) para disminuir las pérdidas. La red de alta tensión es geográficamente
extensa, va más allá de las fronteras de los países, y es mallada. En los nudos de esta malla se
encuentran las subestaciones que reducen las tensiones mediante transformadores. Las líneas
de salida a menor tensión forman las redes de distribución en media tensión (de 1 kV a 66 kV),
mucho menos malladas y de menor tamaño, en las que se encuentran los centros de
transformación en los que la tensión se va reduciendo hasta que finalmente, y conforme el
sistema llega hasta los últimos consumidores, se transforman en las redes de baja tensión (230 V
y 400 V), que son radiales.

Los consumidores de la energía, también llamados cargas, se conectan a la red en alta tensión
(grandes industrias), en media tensión (industrias, distribución a las ciudades) y en baja tensión
(pequeñas industrias y consumidores domésticos)

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Un centro de transformación transforma, mediante un transformador trifásico, la tensión
de la red en media tensión a la de la red en baja tensión. La red trifásica de media
tensión se transforma en baja tensión mediante un transformador trifásico. El punto de
unión de los secundarios (lado de baja tensión) es el terminal de neutro y los otros
terminales las fases R, S y T. A los consumidores domésticos les llega una red
monofásica compuesta por:
- Una de las fases R, S o T.
- El neutro del transformador.
Para que las cargas del transformador estén balanceadas (sean iguales para las tres
fases), se va distribuyendo cada una de las fases entre las diferentes viviendas.

En la mayoría de las redes de distribución, como veremos posteriormente, el neutro del


transformador se conecta a tierra. La puesta a tierra consiste en la unión eléctrica
directa, mediante un conductor o grupo de conductores, de una parte conductora (el
neutro en este caso) con un electrodo o grupos de electrodos enterrados en el suelo.

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Los esquemas de distribución en baja tensión se clasifican en función de las conexiones
a tierra de la red de distribución (red de alimentación), por un lado, y de las masas de la
instalación receptora, por otro. Se designan mediante dos letras, según el tipo. Según el
“Reglamento electrotécnico para baja tensión”, existen tres esquemas de distribución:
TT, TN y IT. La primera letra indica si el neutro de la red de alimentación está conectado a
tierra (letra “T”) o está aislado de tierra o conectado a ésta a través de una impedancia
de valor elevado (letra “I”). La segunda letra indica si las masas de los receptores (partes
conductoras, que pueden ser accesibles por los usuarios) están conectadas (mediante el
conductor de protección, CP) a tierra (letra “T”) o al neutro de la red de alimentación
(letra “N”).

Los esquemas de distribución no se pueden normalmente elegir por el usuario y además


pueden diferir según países. Los esquemas más empleados son el TT y el TN; algunos
países, principalmente Noruega, utilizan el régimen IT. Los países anglosajones (por
ejemplo Alemania y Gran Bretaña) utilizan sobre todo el esquema TN, mientras que el
resto del mundo, entre ellos España y Francia, emplean el esquema TT. No obstante, en
aplicaciones comerciales e industriales, se puede utilizar un esquema propio (por
ejemplo un esquema IT) si su conexión a la red se hace a través de un transformador de
distribución propio. Como veremos posteriormente, los sistemas de protección contra
choques eléctricos (en personas) van ligados a los esquemas de distribución.

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Una vez hemos visto la topología de la red eléctrica. Analizaremos los problemas de
seguridad que se pueden presentar en la red eléctrica y qué protecciones utilizar.
Básicamente, existen dos tipos de peligros. Los peligros hacia los circuitos, que incluyen
tanto la propia instalación eléctrica como los equipos, máquinas y aparatos conectados a
ella. Perturbaciones en la red, causadas por diferentes motivos, puede provocar
sobreintensidades y sobretensiones en los circuitos que pueden dañarlos. Por otra parte,
están los peligros de choque eléctrico que puede sufrir un usuario de la red eléctrica. La
magnitud de la tensión de red doméstica (230 V eficaces) puede tener efectos
fisiológicos sobre nuestro cuerpo, e incluso causar la muerte.

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Básicamente, existen dos problemas de seguridad para los circuitos, es decir para la propia red y los equipos
conectados a élla: las sobreintensidades y las sobretensiones. Las sobreintensidades provocan el calentamiento
excesivo de los circuitos (instalación, equipos, máquinas, aparatos y sus componentes) y, consecuentemente, la
degradación de sus características. Pueden estar motivadas por:
- Sobrecargas.
- Cortocircuitos.
- Sobretensiones debidas, entre otros, a descargas eléctricas atmosféricas.
En las sobrecargas, la corriente que atraviesa el circuito es superior a la corriente para la que se ha diseñado el
circuito, pero no necesariamente tan alta como para producir la destrucción instantánea del circuito, como sí ocurre
en los cortocircuitos. Las sobrecargas pueden deberse a la conexión de más receptores de los previstos en una
instalación; o a los previstos pero de potencia superior; o a defectos de aislamiento de impedancia suficientemente
baja como para producir corrientes significativas, pero que no son de la magnitud de los cortocircuitos. La corriente
de sobrecarga puede producir, con el tiempo, un sobrecalentamiento (riesgo de incendio) indebido del circuito, que
será tanto mayor cuanto más se sobrepase su corriente nominal y más tiempo transcurra hasta la eliminación de la
sobrecarga o hasta el corte de la corriente en el circuito, con lo que el objetivo de la protección será limitar la energía
que el circuito es capaz de disipar en un tiempo determinado. Es por ello que la característica fundamental de la
protección contra sobrecargas es térmica, también llamada de tiempo dependiente y que normalmente funciona
limitando la energía que atraviesa un elemento sensible a la temperatura como un bimental.
En los cortocircuitos, el objetivo de la protección es el corte de las elevadas corrientes en un tiempo suficientemente
corto como para evitar la destrucción de los conductores y otros elementos del circuito, así como de sus aislamientos.
Están producidos fundamentalmente por fallos en los aislamientos entre conductores de diferente potencial (por
ejemplo entre fase y neutro o tierra). En este caso, la característica fundamental de protección es de tipo magnético,
o también llamada de tiempo independiente, para asegurar que, cuando se produce el cortocircuito, actúa un sistema
instantáneo, tal como un relé o electroimán.
Por otra parte, las sobretensiones en las redes de alimentación, aparte de provocar un aumento de la corriente,
pueden provocar la ruptura de los dieléctricos y, por tanto, la perdida de aislamiento de los equipos así como la
degradación de sus componente, como condensadores y circuitos integrados, para los cuales existe una tensión
máxima de funcionamiento. Estas sobretensiones pueden ser de larga duración o transitorios rápidos. Las
sobretensiones de larga duración (temporales, peramanentes) provocan un aumento de la amplitud en la tensión de
red durante un periodo superior a 10 ms (un semiperiodo de la tensión de red). Suelen ser de valor moderadamente
alto y pueden durar hasta horas. Por otra parte, la sobretensiones transitorias provocan sobreimpulsos añadidos a la
tensión de red durante periodos inferiores a 10 ms (desde microsegundos a milisegundos).

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Las sobreintensidades y sobretensiones pueden causar el mal funcionamiento de la
instalación y los equipos o incluso su destrucción. La transparencia muestra la
disposición de los dispositivos para la protección de los circuitos frente a
sobreintensidades o sobretensiones.
Entre los dispositivos de protección a sobreintensidades, encontramos los fusibles,
bimetales, bobinas magnéticas, termistores PTC. Se conectan en serie con el equipo y
actúan, principalmente, como un cortocircuito en su funcionamiento normal y como un
circuito abierto cuando se supera cierto límite de corriente. De esta forma aíslan el
equipo de la red cuando hay una sobreintensidad.
Los dispositivos de protección a sobretensiones se conectan en paralelo con el equipo (o
entre cada línea y tierra). Los hay de dos tipos: 1) los descargadores, como por ejemplo
los tiristores y descargadores de gas, que pasan a ser un cortocircuito cuando se supera
cierto límite de tensión y 2) los limitadores, como los varistores y los diodos de
avalancha, que no permiten que la tensión supere cierto límite.

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La protección a sobreintensidades se consigue con los interruptores automáticos (IA)
magnetotérmicos, que combinan en un solo dispositivo la protección térmica y la
magnética.

En la figura de la derecha se muestra un dibujo esquemático de un interruptor


magnetotérmico, el cual combina la protección térmica (bimetal) y la magnética (bobina
magnética) en un solo dispositivo. La protección térmica es adecuada para sobrecargas
mientras que la magnética lo es para cortocircuitos. El bimetal, al calentarse por encima
de un cierto umbral (por una sobrecarga), abre el contacto principal. A su vez, la bobina
magnética también abre el contacto cuando la corriente supera un cierto umbral.

En la figura de la izquierda se muestra una curva característica (intensidad-tiempo) de un


interruptor magnetotérmico. Se observa una zona A de protección térmica, una zona B
de protección magnética y una zona C de solape.

La zona de tolerancia delimita las dos zonas características de "no desconexión" y de


"segura desconexión". Así, para una intensidad 2,5 In podría suceder la desconexión
entre los 15 s y los 60 s, siendo correcto cualquier tiempo intermedio de disparo.
Mecánicamente, estos interruptores disponen de desconexión libre, es decir, que
cuando se produce una desconexión, ya sea por sobrecarga o cortocircuito, el aparato
desconecta aunque se sujete la manecilla de conexión.

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Algunos parámetros característicos de los IA son: la tensión nominal, el número de
polos, la intensidad nominal y el poder de corte o cortocircuito.

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Las sobretensiones de larga duración (> 10 ms), también llamadas temporales o permanentes, se
pueden originar por diferentes causas:
- La desconexión o corte del neutro (en esquemas TT y TN). Por ejemplo, provocada por
excavaciones que rompan la línea de distribución. El corte del neutro provoca que éste, si las
cargas de las fases están desequilibradas, pueda adquirir un potencial distinto del de tierra (0 V)
y que las tensiones fase-neutro sean diferentes entre sí y para algunas de ellas superiores a las
condiciones normales (220 Vrms)
- Defectos a tierra. En una red IT, la pérdida de aislamiento entre una fase y tierra, se produce
una sobretensión por un factor 3 de las fases sin defecto respecto a tierra. Son averías típicas
en redes de cable subterráneo (rotura de cables por averías en manguitos, movimientos de
tierras, excavadoras, etc.), o en líneas aéreas (aisladores rotos, ramas de árbol, etc.).
-La desconexión o conexión repentinas de cargas de gran potencia. Si no son parecidos los
consumos en cada una de las fases, provocarían un desequilibrio y posibles sobretesiones.
- Resonancia. Aparece cuando en una línea se producen oscilaciones forzadas de una frecuencia
distinta a los 50 Hz. La resonancia aparece porque se compensa la impedancia inductiva con la
capacitiva de la línea y se pueden originar valores de tensiones y corrientes elevados. Son el
resultado de defectos en los circuitos, sobretodo en líneas de transporte y distribución largas.

Para este tipo de sobretensiones, la protección de la instalación se basa en medidas que afectan
en mayor medida a su propia construcción que a elementos específicamente diseñados para
proteger las perturbaciones. Así, por ejemplo, en el caso de las sobretensiones por desconexión
del neutro, la solución habitual es el control de la adecuada puesta a tierra del neutro en
diferentes puntos de la red de distribución, estableciéndose, por ejemplo, que el neutro debe
referirse a tierra cada 50 metros, como indica el RBT. Aún así, existen dispositivos de protección,
como los que desconectan el IA mediante una bobina de sobretensión acoplada a él y conectada
entre fase y neutro (tres bobinas en el caso de línea trifásica). La tensión de desconexión se fija a
276 V para líneas de 220 V (25 % de sobretensión).

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Las sobretensiones que mayores daños pueden provocar son las de mayor contenido energético, siendo los
fenómenos que las originan:
- Maniobras en la propia red. La conexión o desconexión de líneas de alta tensión (mediante seccionadores e
interruptores) utilizadas para el transporte provocan arcos voltaicos. Estos arcos generan trenes de pulsos de tensión
de frecuencias elevadas llamadas ráfagas (con tiempos de subida y bajada 5/50 ns). Aunque se reducen en la red de
alta tensión mediante dispositivos especiales, parte de estas señales se transmiten a la red de baja tensión y pueden
ocasionar desperfectos a los equipos conectados. Así mismo, la conmutación de transformadores, de motores o
inductancias en general, así como las variaciones bruscas de las cargas a través de la red de distribución eléctrica,
provocan también sobretensiones que serán más elevadas y variables según el abonado esté más o menos cerca de
una estación o subestación eléctrica.
- Por descargas atmosféricas. La sobretensión provocada es conducida si el rayo impacta sobre la línea eléctrica aérea
o por inducción electromagnética si el rayo impacta en las proximidades. Si el rayo cae a tierra o sobre un pararrayos,
el pulso de corriente asociado (centenares de kiloamperios en pocos microsegundos) provoca un aumento de
potencial de la toma de tierra. Un pararrayos, cuya misión es la de proteger de los riesgo directos de ryaos,
indirectamente, aumenta el riesgo de sufrir consecuencias destructivas para los equipos eléctricos conectados en la
red eléctrica situada en el mismo edificio o en su proximidad. El pararrayos desvía a tierra la corriente debida a la
descarga eléctrica, aumentando así, enormemente, el potencial de iterra cercano al edificio donde está instalado. Eso
crea un incremento de tensión en los equipos eléctricos así como sobretensiones en los cables subterráneos.
-Por último, tenemos la sobretensiones de origen interno, provocadas por conmutaciones de cargas propias o
próximas (parásitos). La tensión en la red no depende únicamente de las estaciones de generación sino que también
intervienen las cargas conectadas. Es decir, la tensión de red que le llega a un equipo dependerá de otros equipos
que también estén conectados. Considerando que las líneas de distribución tienen cierto comportamiento inductivo,
una variación rápida de la corriente consumida por un equipo puede implicar una sobretensión a otro. Provocan
transitorios: las conmutaciones de bancos de capacitores para la compensación del factor de potencia, conmutaciones
de transformadores, motores o inductancias, variaciones bruscas de carga en la red. Algunos ejemplos de parásitos
industriales son: hornos de arco, equipos de soldadura o lámparas de descarga. Como parásitos domésticos
encontramos: aire acondicionado, fotocopiadoras, tubos fluorescentes…
En general, las sobretensiones originadas por maniobras en las redes son inferiores, en valor de cresta, a las
atmosféricas y por ello generalmente, los requisitos de protección contra sobretensiones atmosféricas garantizan la
protección contra sobretensiones de maniobra. Por otra parte, las perturbaciones originadas por descargas
atmosféricas y parásitos se transmiten no sólo a través de la red eléctrica sino también a través de líneas de
telecomunicaciones. Los daños causados por las sobretensiones eléctricas transitorias dependen de su forma de onda,
que se define por tres parámetros:
- Tiempo de subida (ondas con frente muy escarpado son más peligrosas)
- Duración del impulso
- Valor de cresta
Se han definido ondas normalizadas a efectos de ensayos sobre los equipos, por ejemplo ondas de tensión 1,2/50 µs
(tiempo de subida / duración) y ondas de intensidad 10/350 µs (rayos directos) y 8/20 µs (rayos indirectos).

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Para la protección de circuitos (instalación y equipos) frente a sobretensiones debemos
tener en cuenta tres aspectos:
1- El tipo de equipo o material a proteger. Es decir, categoría del equipo según la
normativa.
2- La situación (natural o controlada) de la red de distribución.
3- En caso de ser necesario utilizar dispositivos para la limitación de sobretensiones
transitorias, sus características.

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El reglamento de Baja Tensión describe cuatro categorías de sobretensiones (o de
instalación), según los niveles de sobretensiones soportada en cada una de las partes de
la instalación, equipos y receptores. Estos niveles soportables se definen a partir de una
forma de onda de tensión del tipo 1,2/50 µs, como la mostrada en la figura.
- Categoria I: se aplica a los equipos muy sensibles y que están destinados a ser
conectados a la instalación eléctrica fija, como ordenadores u otros equipos electrónicos
muy sensibles. En este caso, las medidas de protección se toman fuera de los equipos a
proteger, ya sea en la instalación fija o entre la instalación fija y los equipos, con el
objeto de limitar la tensión a un nivel específico. Deben poder soportar picos de tensión
hasta 1,5 kV en una red monofásica de 220 V.
-Categoría II: equipos destinados a conectarse a una instalación eléctrica fija
convencional, como electrodomésticos, herramientas portátiles (por ejemplo taladros) y
otros equipos similares. La tensión a soportar ahora es de 2,5 kV.
- Categoría III: Equipos y materiales que forman parte de la instalación eléctrica fija y a
otros equipos que requieren un alto nivel de fiabilidad, como armarios de distribución,
embarrados, aparamenta de maniobra, canalizaciones y sus accesorios (cables, cajas de
derivación…), motores con conexión eléctrica fija (ascensores, máquinas industriales…),
etc. Deben soportar tensiones de hasta 4 kV.
-- Categoría IV: Equipos y materiales que se conectan en el origen o muy próximos al
origen de la instalación, aguas arriba del cuadro de distribución, como contadores de
energía, aparatos de telemedida y protecciones contra sobreintensidades. Deben
soportar tensiones de hasta 6 kV.

Los aparatos de medida, tal como osciloscopios y multímetros, de categoría I no se


deberían usar para medir la tensión de un enchufe de la red eléctrica. En este caso
habrían de ser al menos de categoría II

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El diseño de los sistemas de protección también depende de la situación de la red de
distribución. Se definen dos tipos de situaciones según el riesgo de sobretensiones en la
red: natural y controlada.

Cuando el riesgo de sobretensión es bajo se dice que la situación es natural. Esta


situación de bajo riesgo se da cuando la red de distribución es subterránea (no aérea).
La naturaleza conductora de la tierra protegería a las líneas frente a una caída directa de
rayos y reduciría la inducción de campo magnético provocada por rayos cercanos. En una
situación natural, el RBT en la Guía-BT-23 no obliga a utilizar otros sistemas de
protección suplementarios en la instalación de la red. Es suficiente con la protección
propia de los equipos y materiales.

Por otra parte, se define como situación controlada cuando existe un alto riesgo de
sobretensiones (pensemos por ejemplos en líneas aéreas de distribución que están muy
expuestas a la caída de rayos) o se requiere una mayor seguridad (por asegurar la
continuidad del servicio o por el valor económico del equipo). En este caso, deben
utilizarse protecciones a sobretensiones de origen atmosférico (caída de rayos) en la
instalación de la red que proporcionen un nivel de protección suficiente para la categoría
de los equipos y materiales conectados o presentes en la red.

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Los dispositivos de protección contra sobretensiones transitorias permiten limitarlas a valores tolerados por los
equipos conectados. Por lo tanto, deben seleccionarse de forma que su nivel de protección sea suficiente para la
categoría de los equipos y materiales que vaya a proteger. El objetivo a conseguir es que la actuación del dispositivo
de protección desvíe la sobrecarga de corriente hacia tierra (para disipar el máximo de energía) y limite la tensión a
un valor de tensión inferior a la soportada por el equipo protegido de acuerdo con su categoría de sobretensión.
Dichos dispositivos se conectarán entre cada uno de los conductores (fases y neutro) y la tierra de la instalación
En los sistemas y dispositivos de protección frente a sobretensiones se describen dos características fundamentales:
1- Su capacidad de derivar corrientes. Cuando se sobrepasa los niveles normales en la tensión de alimentación, por
una sobretensión, los sistemas de protección limitan la tensión en el equipo absorbiendo altos niveles de corriente.
Existen formas de onda normalizadas de estas corrientes correspondientes a la caída de un rayo directo (onda
intensidad 10/350 µs) e inducido o indirecto (onda intensidad 8/20 µs). El dispositivo de protección ha de tener la
capacidad para disipar la energía asociada sin alterar su funcionamiento y sin el peligro de provocar accidentes, como
por ejemplo incendios.
2- El nivel de protección de tensión que proporcionan. Esta característica determina cuales son los límites máximos de
sobretensiones que se propagarán a las cargas (equipos y materiales) cuando el sistema de protección esté
funcionando (absorviendo la corriente). Las formas de onda de tensión normalizadas son del tipo 1,2/50 µs, como se
ha visto anteriormente. Será necesario que la tensión máxima que permita el dispositivo (Up) sea inferior a la tensión
máxima soportada por los equipos y materiales según su categoría.
Considerando estas dos características se definen tres tipos de dispositivos de protección:
-Las protecciones tipo 1 (Protección basta) pueden soportar derivas de corriente causadas por rayos directos (onda
intensidad 10/350 µs). Los picos de corriente soportables (Iimp) deben ser muy altos, superiores a 20 kA. No obstante,
la tensión máxima que permiten (Up) puede ser de hasta 4kV, lo que les permite proteger únicamente a cargas de las
categoría III y IV. Los descargadores de tensión, como por ejemplo los descargadores de gas, son un ejemplo de este
tipo de dispositivos.
-Las protecciones tipo 2 (Protección media) pueden soportar derivas de corriente causadas por rayos indirectos (onda
intensidad 8/20 µs). Los picos de corriente soportables (Imax) deben ser superiores a 15 kA. La tensión máxima que
permiten es de hasta 2,5 kV, lo que les permite proteger a equipos a partir de la categoría II. Los varistores son un
ejemplo de este tipo de dispositivos.
- Las protecciones del tipo 3 (protección fina) pueden soportar derivas de corriente por rayos indirectos menores (5
kA) pero a cambio permiten niveles máximos de tensiones inferiores a 1,5 kV, lo que las hace válidas para los equipos
de la categoría I. Los diodos de avalancha son un ejemplo de este tipo de dispositivos.
Se puede observar en esta clasificación que existe un compromiso entre la capacidad de derivar corrientes y el nivel
de protección que proporcionan (tensión máxima que permiten). Por lo tanto, para alcanzar un nivel de protección
adecuado en una instalación puede ser necesario utilizar más de un dispositivo de protección.

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En el mercado podemos encontrar dispositivos discretos de protección, como
descargadores de gas, MOVs o diodos TVS, que podemos incorporar dentro de un
equipo, o bien módulos constituidos internamente por los dispositivos discretos, que
podemos conectar en la instalación de la red o en la propia conexión del equipo.
Algunos de los dispositivos se verán con más detalle en las prácticas.
En edificios o estructuras donde haya pararrayos habrá mayor probabilidad de que
aparezcan sobretensiones transferidas por tierra por la caída directa de rayos. En estos
casos, convendrá disponer protectores de tipo 1 en el origen de la instalación y de tipos
2 y 3, según proceda, en los circuitos interiores.

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Mediante el uso de diferentes dispostivos de protección en una instalación (de enlace en
el ejemplo) podemos conseguir la capacidad de derivar corriente y los niveles de
protección deseados. Este esquema muestra una disposición típica de los sistemas de
protección en un instalación de enlace. Se utiliza una protección del tipo 1 para proteger
la Línea General de Alimentación (LGA) y los contadores de los usuarios (categoría IV).
En los dispositivos de protección tipo 1 se derivaría la mayor parte de la corriente frente
a la caída directa (o indirecta) de un rayo, y por tanto, los sistemas de protección
conectados aguas-abajo tendrán que derivar niveles de corrientes menores. Aguas-
abajo, el cuadro general de distribución (categoría III) se protegería mediante una
protección tipo 2 que también serviría para proteger otros equipos de la categoría II
conectados a la red. Esta protección proporcionaría una protección adicional de
intensidad (a la ya conseguida con la protección tipo 1 conectada aguas arriba) pero
sobre todo limitaría la tensión de pico. Finalmente, la protección tipo 3 sería utilizada
para proporcionar el nivel de protección adecuada para los equipos electrónicos
(categoría I).

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Respecto a la seguridad del usuario, debemos pensar que el cuerpo humano es
conductor y al someterlo a una diferencia de potencial se comporta como una
impedancia algo superior a 500  (depende de la superficie de contacto, paso de
corriente, densidad de grasa,….). Por tanto, pasará una corriente que puede tener
diferentes efectos según cual sea su magnitud. Estos efectos evidentemente
dependerán del cuerpo y de las zona por donde circula la corriente (las diferentes
partes del cuerpo tienen diferente impedancia). A grandes rasgos, podemos marcar los
siguientes límites:
-Por debajo de 1 mA no se aprecia ningún tipo síntoma.
- A partir de 10 mA los músculos se contraen y el usuario no es capaz de huir del
contacto (let-go current).
- A partir de 100 mA se produce la fibrilación ventricular y puede ser letal.
- Finalmente, la electrocución se produce a partir de unos 200 mA, produciendo
quemaduras tanto externas como en los órganos internos.

Considerando estos efectos y que la tensión de red es 220 Vrms . ¿Qué nivel de
corriente pasaría por nuestro cuerpo si tocáramos el vivo y el neutro directamente con
nuestras manos?. Considerando una resistencia aproximadamente de 500 , pasarían
una corriente 420 mA. Es decir, una corriente letal si se mantiene durante un tiempo
suficientemente prolongado. Ahora bien, es difícil que toquemos accidentalmente a la
vez ambos cables. No obstante, existen otras circunstancias de choque eléctrico no tan
improbables accidentalmente.

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Los umbrales de corriente que determinan los efectos fisiológicos dependen de la zona
de paso de corriente y del tiempo de exposición. En esta gráfica podemos observar
como son estos umbrales cuando la corriente circula entre las manos y los pies.
Mientras que el umbral de reacción muscular (Let-go current) es de apenas 10 mA para
largos periodos de exposición, este umbral sube por encima de los 100 mA cuando el
tiempo de exposición es pequeño, por ejemplo 10 ms. No obstante, vemos que existe un
máximo en el umbral de fibrilación muscular (no aumenta más al disminuir el tiempo de
exposición) a unos 800 mA. Por tanto, el diseño de los sistema de protección debe ser
suficientemente rápidos para cortar esta corriente antes de sobrepasarse estos
umbrales.
Por otra parte, la corriente que circule dependerá de la diferencia de potencial y de la
impedancia equivalente del cuerpo. Ésta a su vez dependerá de las partes del cuerpo
consideradas, del área de contacto, de la humedad de la piel, y de la frecuencia de la
fuente de tensión. A fin de garantizar la seguridad del usuario, se establecen tensiones
límites (seguras). Para exposiciones largas (>5 s) se considera que la tensión segura es de
50 V AC. Según las condiciones del lugar considerado (baños, locales húmedos) la
tensión límite se reduce a 24 V o incluso a 12 V.

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La Guía BT-24 del RBT describe las medidas destinadas a asegurar la protección de las
personas contra los choques eléctricos, tanto para contactos directos como indirectos.
- El contacto directo se produce al tocar alguna parte activa (> 50 V) de los materiales
eléctricos. La solución consiste en poner las partes activas fuera del alcance o aislarlas
mediante aislantes, envolventes o barreras, u obstáculos. Una alternativa es trabajar con
equipos donde las partes activas no superen la tensión de seguridad (50 V en el caso
general), aparte de otros criterios de diseño.
-El contacto indirecto con las partes activas se produce al tocar alguna parte metálica
accesible del equipo o instalación en el que se ha producido un fallo (primer defecto) en
el aislamiento principal. La protección contra los contactos indirectos se consigue
mediante uno de los siguientes métodos:
• Puesta a tierra del equipo y desconexión automática de la alimentación.
• Doble aislamiento

A continuación describiremos los dos métodos. El primero va ligado a los esquemas de


distribución TT, TN e IT previamente vistos.

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PROTECCION POR PUESTA A TIERRA Y DESCONEXIÓN AUTOMÁTICA DE LA
ALIMENTACIÓN EN ESQUEMAS TT:
la red alimenta a un equipo cuyo consumo de corriente es Iequipo. El defecto de
aislamiento provoca una corriente adicional de defecto (Id) a través de la conexión a
Tierra del equipo hacia el Neutro de la red. La tensión presente en la carcasa (masa
metálica) del equipo será igual a Vd=Id×ZT donde ZT es la impedancia de puesta a tierra
del equipo. La tensión Vd ha de ser menor a 50 V en general (o 24 V o 12 V en casos
particulares) para evitar el riesgo de choque eléctrico en un usuario que esté en
contacto con la carcasa. Ello puede requerir un valor de ZT muy reducido que no siempre
es posible. Una solución, pues, es limitar Id mediante un circuito de protección que abra
la línea cuando se supere un valor de corriente umbral. Como Id será, en general, mucho
menor que Iequipo, no será posible detectar el problema con un dispositivo de detección a
sobreintensidades en la fase (IA) ya que no se producirá un aumento significativo de la
corriente total. Por otra parte, el defecto provoca una diferencia entre la corriente en la
fase y su retorno por el neutro (= Id).

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La detección de la diferencia de corriente entre fase y neutro se puede llevar a cabo con
los interruptores diferenciales. Cuando el valor absoluto de esta diferencia supera cierto
valor umbral, cortan la red indicando que ha habido un defecto de aislamiento. Los
diferenciales comerciales pueden tener distintas corrientes de defecto para el disparo
(30 mA, 100 mA, 300 mA, …). Los de 30 mA se suelen utilizar en líneas donde se
conectan equipos y receptores que pueden ser tocados por las personas.
Básicamente un diferencial de tipo doméstico consiste en un núcleo magnético que
rodea a todos los conductores activos del circuito (fase y neutro en la figura). En
condiciones normales, la suma de las corrientes instantáneas de todos los conductores
juntos es nula, pero si existe una fuga de corriente a tierra, el balance neto será diferente
a cero y se creará un flujo en el núcleo magnético que induce una corriente en una
bobina arrollada al núcleo y que acciona el disparador del diferencial.

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PROTECCION POR PUESTA A TIERRA Y DESCONEXIÓN AUTOMÁTICA DE LA
ALIMENTACIÓN EN ESQUEMAS TN:
Para el caso de un esquema TN, el defecto de aislamiento produce ahora una corriente
de defecto bastante mayor que la del equipo. Ello es debido a que la impedancia del
bucle del bucle de defecto es ahora mucho menor (prácticamente un cortocircuito). Por
este mismo motivo, la tensión generada en las masa metálica del equipo será reducida.
Aún así, conviene desconectar la línea por precaución y para indicar el fallo.

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Por lo tanto, en este caso, el defecto provoca un aumento significativo de la corriente de
fase. Este aumento puede ser detectado por un detector a sobreintensidades (fusible o
IA) que corta la red a partir de cierto umbral de corriente.
Aunque las redes TN necesitan menos protecciones (no necesitan diferencial y en
cambio las redes TT necesitan igualmente una protección contra sobreintensidades),
requieren de un mayor mantenimiento, ya que han de asegurar que la conexión del CP y
del Neutro están en óptimas condiciones. De los contrario, la impedancia podría ser
demasiado elevada generando tensiones peligrosas ante un primer defecto. A su vez, la
corriente por el bucle de defecto sería menor ahora (más impedancia) con lo que el
detector a sobreintensidades podría no dispararse.

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PROTECCIÓN EN ESQUEMAS IT:
Finalmente, un esquema IT, al no tener el neutro del transformador conectado a tierra, la
impedancia de bucle de defecto será muy grande. Por lo tanto, la corriente de defecto ante un
primer defecto de aislamiento será muy pequeña y no es necesario desconectar la alimentación.
El esquema IT es, pues, apropiado para instalaciones, equipos y aparatos eléctricos cuya
continuidad de funcionamiento es crítica (por ejemplo en quirófanos), de manera que aunque se
produzca un fallo de aislamiento del sistema, éste puede seguir funcionando sin que actúen las
protecciones, ni se pongan en riesgo las personas o bienes en el entorno. En algunas aplicaciones
industriales es habitual la utilización de redes IT para la conexión de grandes máquinas o
cadenas de fabricación, con el fin de evitar paradas intempestivas por fallos de aislamiento, o
por la actuación imprevista de protecciones cuando se supera transitoriamente el umbral de
disparo de los interruptores diferenciales o magnetotérmicos en uso normal.
Sin embargo, el primer defecto, aunque permite el funcionamiento seguro de la instalación,
somete a los aislamientos entre las fases y masas de los equipos conectados a éste a la tensión
nominal entre fases (3tensión fase-tierra que soportan en condiciones normales) y esto tiene
que considerarse a la hora de diseñar estos aislamientos. Por otra parte, después del primer
defecto, la instalación pasa a ser similar a una red TN o TT. Por lo tanto, la instalación, ante la
ocurrencia de un segundo defecto, habrá de contar con los sistemas de protección adecuados a
este tipo de redes. En cualquier caso será necesario disponer de un sistema de señalización de
primer defecto de aislamiento para solucionar el problema, si es posible, antes de producirse un
segundo defecto. Dicha función de aviso se realiza mediante un elemento denominado
Controlador Permanente de Aislamiento. Por este motivo, estas redes requieren de un mayor
mantenimiento.
Así pues, los esquema IT no son vulnerables a un primer defecto. No obstante requieren de
mayor mantenimiento y a fin de mantener alto el aislamiento de la red de alimentación con
respecto a tierra, puede resultar necesario limitar la extensión de la instalación, ya que a mayor
longitud mayor capacidad de las líneas a Tierra y menor impedancia equivalente a Tierra.
Además, se recomienda no distribuir el neutro para evitar que éste quede “conectado” a Tierra
en caso de defecto.

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La protección contra los fallos de aislamiento o contactos indirectos puede conseguirse
mediante el uso de doble aislamiento (o aislamiento reforzado según el caso) entre las
partes activas y las partes accesibles. Este método de protección puede utilizarse en el
conjunto de la instalación, equipo o aparato, o en partes de ellos. En caso de usar doble
aislamiento (o aislamiento reforzado) en un aparto, se dice que éste es de Clase II en lo
relativo a la protección contra los choque eléctricos. Los aparatos de Clase II se
identifican con un símbolo que consiste en un par de cuadrados concéntricos. Por el
contrario, los aparatos que tienen sólo aislamiento principal y partes conductoras
accesibles puestas a tierra, se denominan aparatos de Clase I, los cuales no requieren
identificación particular, entendiendo que la toma de tierra los distingue de los otros
tipos.

Esta clasificación de los equipos queda recogida en la norma UNE-EN 61440, donde se
define una clase adicional, la clase III para equipos cuyos circuitos internos trabajan por
debajo de 120 V DC o 50 V eficaces en alterna. En estos caso, el funcionamiento por
debajo de los umbrales de seguridad evitan el choque eléctrico.

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