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“Es en la Eucaristía donde nos congregamos como un solo cuerpo y un

solo Espíritu, así como el Padre y el Hijo son uno con el Espíritu Santo
que procede de esa unión de Amor.”
Queridos hnos., hoy la primera lectura nos habla de un pilar muy
importante para nuestra Comunidad, La fraternidad o la Vida
comunitaria. “El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola
alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían
todo en común.” Como bien sabemos en nuestras comunidades, en la vida
religiosa este testimonio es a lo que nosotros aspiramos vivir. A tener un
solo corazón y una sola alma, pero esto solo se puede vivir. sí solo nacemos
de nuevo. Solo a la luz de Cristo y con su Espíritu que se nos es dado
nosotros podremos vivir en esta fraternidad. Como dice en nuestras
Constituciones: “Como en la Iglesia apostólica, así entre nosotros, la
comunión se funda, construye y consolida en aquel mismo Espíritu en el
que de Dios Padre recibimos al Verbo en una sola fe, lo contemplamos con
un solo corazón y lo alabamos con una sola voz; en el que somos hechos
también un solo cuerpo, los que participamos de un solo pan; en el que
finalmente tenemos todas las cosas en común y somos destinados a la
misma obra de evangelización. (secc. 1, cap. 1, numeral 3, par. 1.) La
causa de que la primera comunidad viva unánime era El Espíritu del Padre
y del hijo, que es con ellos un solo Dios. Ese Espíritu que nos hace nacer de
nuevo,
Ahora bien, en el Evangelio, que acabamos de escuchar nos invita como
bien mencionamos en la primera lectura a “nacer de nuevo”. Con esto nos
está diciendo que es necesario una nueva vida para poder entrar en
la vida eterna. No es suficiente con un ir t irando para llegar al
Reino del Cielo, se necesita una vida nueva regenerada por la
acción del Espíritu de Dios. Esto es en el Bautismo, en la
Confirmación y en la Eucaristía.

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