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Octavio Deniz Los Cuatro Elementos Astrologia Alquimica
Octavio Deniz Los Cuatro Elementos Astrologia Alquimica
Introducción
Primera Parte Astrología alquímica para la transformación
interior
Vías de crecimiento personal
La Astrología alquímica
Segunda Parte Los cuatro elementos
Origen del sistema elemental
El elemento Tierra
El elemento Agua
El elemento Fuego
El elemento Aire
Tercera Parte Modificando los elementos
El proceso de cambio en los elementos
Transmutaciones elementales
Transmisión de la energía elemental
Amplificación de la energía elemental
Elevación de la energía elemental
Conclusión
Apéndice - Ejercicios en grupo
Bibliografía
Los Cuatro Elementos
Astrología alquímica para el
desarrollo personal
Introducción
La astrología representa una de las colecciones simbólicas más
completas y precisas que el ser humano haya creado a lo largo
de su historia. Esta disciplina, que nos ayuda a conectar el plano
humano con el cosmos, posee en su formulación tradicional una
gran cantidad de información teórica que nos ayuda a
conocernos mejor, a entender el por qué de nuestras
motivaciones. La astrología nos permite incluso planificar algunos
de nuestros pasos futuros, ya que los ciclos planetarios en los que
se basa están en continuo movimiento y se relacionan
directamente con las crisis y los aprendizajes que cada ser
humano afronta a lo largo de su existencia.
En todo caso, considero que esta astrología teórica, que tan
precisa resulta en el plano descriptivo, no ha sido excesivamente
desarrollada en el terreno práctico, transformativo. Los símbolos
que conforman nuestra individualidad no son elementos estáticos
que sólo puedan ser conocidos por la mente. En realidad, estos
símbolos pueden también ser ampliados y transformados en la
vida diaria con la ayuda práctica del saber alquímico. Este
antiguo conocimiento, que es perfectamente compatible con una
astrología moderna, puede ser enfocado a personas que desean
mejorar su vida para ser cada día un poco más conscientes y
felices.
De hecho, este no es un libro de astrología al uso. Aquí no se
encontrarán descripciones teóricas de signos, análisis de cartas
astrales ni técnicas de progresión del horóscopo. Ya existen
excelentes obras sobre el particular y poco se puede añadir a
tanta teoría.
Este es, en cambio, un libro de astrología práctica, volcada en
el día a día. Es una obra sobre la astrología desde una
perspectiva diferente, centrada en qué hacer cuando nos invade
la ira, cuando estamos bloqueados en nuestra vida laboral,
cuando la mente se obsesiona con ideas negativas o cuando los
sentimientos nos desbordan y nos ahogan. Aquí no importa
conocer qué elemento domina en tu carta astral, sino cómo
aprovechar lo mejor de cada energía elemental y cómo
transformar aquello que no te gusta de la misma.
El ser humano no se puede reducir al simbolismo de una carta
astral, sino que contiene dentro de sí infinitas posibilidades. Todos
tenemos todos los signos y todos los planetas en nuestra
natalidad, lo que equivale a decir que todos tenemos acceso al
mismo arsenal simbólico que el resto de los seres humanos.
Simplemente nos falta entender y sentir que no estamos limitados
por una etiqueta astrológica, por bella que sea, que nos somos
una persona con exceso de fuego o con carencia de agua.
Lo que pretendo que entiendas a lo largo de este libro y en
cada día de tu vida a partir de hoy, es que eres Todo, que
contienes todos los elementos, todos los signos y todos los
planetas. En definitiva, que puedes aspirar a la totalidad porque
el Todo es una semilla que se sembró en ti desde el primer
instante en que comenzaste a existir.
Conociendo las herramientas simbólicas que conforman
nuestro ser, podemos realizar esa tarea de transformación
permanente que nos convierta en seres humanos más plenos, más
desarrollados y felices.
A lo largo de este libro, que pretende ser el primero de una
serie, nos introduciremos en el mundo de la astrología práctica o
alquímica, estudiando un importantísimo grupo de símbolos
astrológicos que son los cuatro elementos de la tradición
occidental. El fuego, la tierra, el agua y el aire son, como veremos
en las páginas que siguen, una categoría simbólica que, cuando
se conoce y se domina, puede generar cambios extraordinarios
en nuestra existencia cotidiana.
Así, esta obra está dividida en tres partes. En la primera se
hará un breve repaso de los diversos caminos de crecimiento
personal que el ser humano ha transitado a lo largo del tiempo.
En uno de estos senderos, concretamente en el que denomino
"sendero filosófico", es donde podemos encuadrar tanto la
astrología como la alquimia tradicionales, así como la nueva
astrología alquímica que aquí se presenta.
El análisis de estos senderos de crecimiento no pretende ser
exhaustivo, pues dicho estudio requeriría dedicar un espacio muy
amplio que desvirtuaría el resto de la obra. Sirvan las ideas ahí
presentadas como un esbozo o introducción sobre el particular.
En la segunda parte de este libro se presentarán los cuatro
elementos de la tradición occidental dentro del contexto histórico
en el que estos símbolos se fueron definiendo. Al detenerme en
cada uno de los elementos, no sólo expondré cuál es la
naturaleza teórica de cada uno de ellos, sino que presentaré
ejercicios prácticos que permiten profundizar en su conocimiento.
Al fin, en la tercera parte, se muestra cuatro grandes vías
alquímicas que permiten transformar los elementos. Estas vías
prácticas han surgido tanto de mi propia práctica personal a lo
largo de los años como del trabajo de consejo astrológico
desarrollado con múltiples personas de toda edad y condición.
Conviene recordar que cada una de las sugerencias que se
presentan en esta obra tiene validez sólo si se pone en práctica,
pues como se ha indicado ya anteriormente, la visión que se
presenta en este libro está volcada en nuestras vivencias
cotidianas. Por tanto, recomiendo al lector que las ponga a
prueba y compruebe su eficacia en su propia experiencia
personal.
Este libro que ahora tienes en tus manos es fruto de mi trabajo
personal en las últimas tres décadas de investigación y práctica
astrológica. Hundiendo las raíces en un conocimiento que es
ancestral y que aúna la teoría astrológica con la práctica
alquímica, aquí se presenta un método práctico y efectivo que
permite conocer y transformar las energías que cada día están
presentes en nuestras vidas.
Como verás, es un libro práctico, lleno de ejercicios y
sugerencias que te permitirán no sólo entender, sino sentir los
elementos en tu vida, aprendiendo a transformarlos y a
desarrollarlos hasta sus niveles más elevados.
Por supuesto, aunque este es un trabajo profundamente
personal, no pretendo ser la única persona que haya descubierto
estos métodos transformativos, ni creo estar revelando nada que
no exista ya en el inconsciente colectivo de la humanidad.
Simplemente quiero presentar ante ti el fruto de mi experiencia. Si
te resulta válido este conocimiento, tal como deseo, ponlo en
práctica, hazlo tuyo y compártelo con las personas de tu entorno
para que ellos también se puedan beneficiar de estas técnicas.
Comencemos, pues, nuestro viaje de exploración.
Primera Parte
Astrología alquímica para
la transformación interior
Vías de crecimiento
personal
El ser humano en crecimiento
Más allá de nuestras diferencias individuales, existe una
característica que es común a todos los seres humanos,
independientemente del momento histórico o de la condición
social de cada individuo. Esa cualidad es el afán de mejorar en
todos los aspectos, de ser más sanos, de experimentar el amor, de
prosperar, y en definitiva, de prolongar los momentos de
felicidad.
La auténtica felicidad, lo sabemos, no viene dada por los
bienes materiales o por el éxito social, aunque sin duda, las
posesiones o el reconocimiento son elementos importantes para el
bienestar humano. Tampoco proviene exclusivamente del hecho
de sentirnos amados, aunque también éste sea un buen acicate
para estar mejor con nosotros mismos y con los demás.
La existencia de cada persona está atravesada por momentos
de tranquilidad, seguidos por otros de placer y por no pocas crisis
y momentos de dolor. En todos ellos, y especialmente en estos
últimos, nuestra naturaleza es puesta a prueba, y del mismo modo
que un niño debe aprender múltiples lecciones para convertirse en
adulto, los adultos nos sentimos examinados una y otra vez a lo
largo de nuestra vida.
De hecho, no existe un momento, desde la cuna hasta la
tumba, en que dejemos de aprender y de crecer.
La existencia se nos revela así como una continua
experimentación, en la que los sentimientos, las ideas, los deseos
y las necesidades se convierten a veces en aliados y otras en
enemigos de nuestra felicidad.
Pero si hay algo que resulta evidente en esta continua
experimentación es que una actitud positiva, una actitud de
aprendizaje, nos ayuda a desarrollarnos mejor, a disfrutar de más
momentos de felicidad y de un nivel más elevado de consciencia.
El afán de desarrollo, de mejorar nuestra naturaleza, es una
característica que nos acompaña como humanos desde el
principio de los tiempos. Este deseo de crecimiento, de mejora, se
produce en todos los ámbitos de la naturaleza humana, desde los
niveles más básicos hasta los más elevados.
Como ya expresó el psicólogo humanista Abraham Maslow
(1908-1970), existe en el ser humano una naturaleza interna que
es buena o de carácter neutro, pero no mala. Las emociones
negativas, tales como el miedo o la ira son la reacción violenta
que se desata cuando las necesidades básicas del ser humano no
son satisfechas. Estas necesidades, que Maslow estudió a fondo,
se pueden representar gráficamente como una pirámide.
En los niveles más bajos de dicha pirámide hallaremos los
requisitos básicos para la vida, como son el alimento, el cobijo o
la seguridad. En los superiores se encontrarán las necesidades de
autorrealización, tales como la autoestima, la creatividad o la
capacidad de resolver problemas.
De este modo, cuando las necesidades básicas están cubiertas
de un modo suficiente, el ser humano desea mostrar sus mejores
características internas, que son aquellas que nos permiten vivir y
desarrollarnos de un modo feliz, sano y provechoso. A esta
búsqueda del pleno potencial humano, más allá de los
condicionantes más básicos, la denominó Maslow
"metamotivación".
Posteriormente, la psicología transpersonal amplió el campo
de visión del desarrollo humano, asumiendo que las necesidades
de desarrollo interior y de trascendencia, que forman parte de
todas las tradiciones espirituales y que nos elevan más allá de
nuestro yo limitado, son parte del proceso básico de
enriquecimiento personal.
Basándose en el ansia humana de cubrir las necesidades
básicas, y a partir de éstas, de elevarse a realizaciones más
plenas, tanto las tradiciones espirituales, como la religión, la
filosofía, el arte o la terapia, han desarrollado multitud de
caminos que nos ayudan en la tarea de elevación personal. De
este modo, el conocimiento alquímico y astrológico que vamos a
desarrollar a lo largo de esta obra se enmarca dentro de estos
antiguos senderos de desarrollo interior.
Pero para poder comprender el verdadero alcance de esta
búsqueda, nos detendremos antes a analizar, aunque sea de
forma somera, los diversos caminos que el ser humano ha seguido
en este empeño de crecimiento. Esto nos permitirá situar nuestra
vía alquímico-astrológica en las coordenadas correctas.
Vías de crecimiento personal
Podemos clasificar las vías de crecimiento y desarrollo
personal en cuatro grandes categorías, que englobarían de un
modo aproximado a todos los caminos que el ser humano ha
seguido para despertar y acrecentar su conciencia.
Hay que aclarar que estas grandes vías no deben ser
contempladas como senderos exclusivos, ni sus límites están
siempre totalmente definidos, ya que por un lado, algunas
técnicas de desarrollo personal se pueden situar en dos o más
caminos y otras quizás no acaben de encuadrarse completamente
en ninguno. No se trata por tanto de trazar una cartografía
perfecta de un territorio que de por sí es bastante complejo, sino
de realizar una clasificación orientativa, el borrador de un mapa
que nos permita adentrarnos por el mundo del desarrollo personal
sin perdernos.
Así que aún a riesgo de no ser completamente precisos, estas
son las cuatro grandes vías que proponemos:
- Vías místicas que buscan unir al ser individual con la
totalidad de la existencia.
- Vías artísticas que se basan en el desarrollo de la
creatividad y la expresión.
- Vías terapéuticas que intentan sanar las heridas que nos
impiden crecer.
- Vías filosóficas que se interesan por el significado de la
existencia.
Todas ellas tienen en común una serie de características.
Todas parten de un estado inicial, poco desarrollado, para llevar
al ser humano a un estado final más evolucionado. Para lograr
ese tránsito, cada vía propone un medio concreto que se
relaciona con uno de los cuatro elementos que desarrollaremos a
lo largo de este libro. Como anticipo, a continuación presentamos
esquemáticamente estas vías.
Vía Mística
Estado Inicial: Separación, ego
Estado Final: Trascendencia, unidad
Medio: Devoción
Elemento: Agua
Vía Artística
Estado Inicial: Impotencia, esterilidad
Estado Final: Creatividad, fertilidad
Medio: Acto creativo
Elemento: Fuego
Vía Terapéutica
Estado Inicial: Enfermedad
Estado Final: Salud
Medio: Terapia
Elemento: Tierra
Vía Filosófica
Estado Inicial: Ignorancia
Estado Final: Conocimiento
Medio: Significado
Elemento: Aire
A continuación explicaremos las tres primeras vías de
desarrollo personal de un modo más detallado. La cuarta vía, la
que se desarrolla dentro del ámbito filosófico y en la que se
encuadra el sistema astrológico-alquímico que se muestra en este
libro, se presenta de un modo más detallado en el próximo
capítulo.
El significado
Como sucede en todas las vías de desarrollo personal que
hemos explorado hasta ahora, la vía filosófica también nos
provee de una herramienta que nos permitirá recorrer el camino
desde la ignorancia hasta la sabiduría. Esa herramienta es el
significado.
Los caminos filosóficos nos presentan la idea de "significado",
aplicando tal término no sólo a cuestiones de amplio espectro,
tales como el sentido de la existencia, sino también a temas de
orden cotidiano, como veremos a continuación.
En el contexto de las vías filosóficas de desarrollo personal,
podemos entender el significado como la comprensión teórica y
práctica de los diversos acontecimientos que van modelando
nuestra existencia, así como el deseo de profundización
permanente en la esencia y el propósito de dichos sucesos.
Como es sabido, toda existencia humana está marcada por la
vivencia de muchos acontecimientos, grandes o pequeños,
dolorosos o placenteros. Todos transitamos a través de épocas de
crisis, instantes de dolor, momentos de felicidad o incluso
períodos de apatía o aburrimiento. Pero lo que diferencia a una
existencia carente de sentido a otra que busca, de modo
consciente, el significado, es que en este último caso, los sucesos
de la vida son el catalizador de grandes movimientos internos.
Por un lado, cuando experimentamos la vida dentro del marco
del significado, queremos conocer el porqué de los sucesos
dolorosos a fin de evitar un dolor similar en el futuro, y a la vez,
deseamos desvelar los secretos que se esconden tras los
acontecimientos felices para encontrar las claves que nos permitan
perpetuar esa felicidad tanto tiempo como sea posible.
En un plano trascendente, muchas de las personas que siguen
estas vías filosóficas, observan la existencia presente como un
escalón más de la larga escalera que conduce a nuestra esencia
a posiciones cada vez más altas en el plano espiritual. En este
caso, el significado no sólo es importante para nuestra felicidad
presente, sino que es atesorado por nuestro espíritu inmortal para
unos fines que incluyen a nuestro yo actual y van más allá de él.
Sea cual sea el contexto en que queramos analizarlo, es decir,
sea en el plano de la felicidad presente o en el terreno del eterno
desarrollo espiritual, el significado es una pieza esencial para
dejar atrás las nieblas de la ignorancia y alcanzar, aunque sea
de un modo gradual, la luz de la sabiduría.
Una cuestión fundamental a la hora de entender la
importancia del significado es que para los seres humanos, tal
concepto es esencial. Todos sabemos que si no encontramos una
finalidad, un significado, a cualquier actividad que estemos
realizando, nuestra motivación para llevarla a cabo se desvanece
rápidamente. Si es nuestra vida la que sentimos como carente de
significado, con seguridad nos invadirá un estado de desidia que
acaba desembocando en una depresión grave.
Como proclama la psicología moderna, encontrar un
significado a lo que nos sucede, sean acontecimientos importantes
o de menor valor, es una de las claves básicas para nuestro
bienestar psíquico y emocional.
Uno de los autores que con mayor profundidad y perspicacia
ahondaron en la importancia psicológica del significado fue el
psiquiatra austríaco Viktor Frankl (1905-1997).
De origen judío, Frankl fue detenido en el otoño de 1942 por
las tropas nazis que habían invadido su país natal. Internado en
los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, Frankl tuvo
la fortuna de sobrevivir al Holocausto, aunque tanto su joven
esposa como sus padres y muchos de sus amigos, perecieron en
los campos de exterminio.
Tras su liberación en 1945, regresó a la ciudad de Viena,
donde reflexionando sobre sus terribles experiencias, escribió una
obra cuya lectura recomendamos: "El hombre en busca de
sentido". En este libro, Frankl explica que incluso en las
condiciones más difíciles, como pueden ser las de un campo de
concentración, el ser humano puede desarrollar motivos para
vivir. En su caso particular, el motivo para vivir fue el sueño de
poder salir algún día de su calvario y revelar los horrores sufridos
de modo que ningún ser humano volviera a pasar por un infierno
semejante.
Precisamente, según descubrió Frankl, el hecho de tener un
motivo para vivir, o en otras palabras, de encontrar un sentido a
la experiencia, significaba en muchos casos la diferencia entre
morir o sobrevivir al exterminio. Como observó repetidamente en
los campos nazis, aquellos que se rendían, los que abandonaban
toda ilusión, los que se dejaban llevar por la negatividad,
sucumbían sin remedio. En cambio, quienes como él veían un
sentido, fuera de carácter humanista o de tipo religioso que les
explicara o diera significado a la terrible experiencia, contaban
con algunas posibilidades extras para salir con vida.
Extrapolando su experiencia en los campos de exterminio a
toda su carrera posterior como psicoterapeuta, Frankl encontró
una y otra vez que aquellos pacientes que conseguían encontrar
un sentido a su experiencia vital mejoraban de un modo notable
de sus síntomas psíquicos.
Así, la psicología no hace otra cosa que dar la razón a los
antiguos senderos de crecimiento personal basados en el
significado, reconociendo que aquellas personas que encuentran
un sentido a lo que les sucede, alcanzan mayores cotas de
felicidad y bienestar.
Profundizando en el significado
Los símbolos
Elemento Tierra
Elemento Aire
Elemento Agua
La tierra en la Naturaleza
Sentir el elemento tierra en contacto con la naturaleza es
bastante fácil, ya que todos estamos rodeados de ella. Ahora
bien, no cualquier lugar es apropiado para experimentar este
elemento en toda su pureza. En primer lugar, hay que evitar las
zonas demasiado "humanizadas", pues su superficie está
recubierta de materiales sintéticos, como el asfalto o el cemento,
que te aíslan de la verdadera tierra.
Un parque público, un bosque, una playa, la orilla de un río o
tu propio jardín, si dispones de uno, son zonas donde poder
sentir la fuerza de la tierra en toda su vitalidad. Debe ser un lugar
donde la tierra no esté contaminada, al menos aparentemente, y
donde puedas rodearte de plantas y árboles.
Busca una zona tranquila, con poca gente alrededor, o mejor,
un sitio donde puedas disfrutar de cierta soledad y privacidad,
lejos de las molestias y las miradas curiosas. Si quieres, te puedes
hacer acompañar por alguna persona afín, sea un amigo, un
familiar o tu pareja. Compartir estos ejercicios puede ser muy
positivo.
A continuación se proponen varias ideas para disfrutar y sentir
la energía de la tierra en tu cuerpo.
Acuéstate a dormir sobre la tierra. Quizá, como muchas
personas, jamás has tenido la experiencia de tumbarte
directamente sobre la tierra y abandonarte al sueño, aunque sea
por breves minutos, o quizá durante una noche entera,
cubriéndote con una manta si es necesario.
Si no te atreves a hacerlo de noche, o simplemente tienes
miedo de que te puedan molestar, pide a alguien de confianza
que permanezca junto a ti. Al despertar, intenta recordar tus
sueños, o al menos procura sentir la energía de la tierra en todo
tu cuerpo. Gran parte de las tensiones físicas o emocionales se
diluyen después de dormir directamente sobre la tierra.
Una opción bastante viable consiste en ir de acampada con
algunas personas y descansar sobre el suelo, aunque sea dentro
de una tienda de campaña y de un saco de dormir. Es una
experiencia que, si nunca la has vivido, no debes dejar de
experimentar.
Otro ejercicio recomendable consiste en dejarse enterrar.
Busca la colaboración de una persona que te ayude a enterrar tu
cuerpo, excepto la cabeza, claro está, bajo una capa de tierra.
Este ejercicio es más fácil de realizar en la arena de la playa y es
especialmente recomendable para aquellas personas que se
sienten sin contacto con el mundo material y buscan una solución
radical para este problema. También es apropiado para aquellos
que tienen un miedo desmedido a la muerte.
Permanece bajo tierra tanto tiempo como desees, aunque
debes tener cuidado con los rayos del sol si tienes la piel sensible.
Cuando sientas que quieres renacer, emerge de la tierra con toda
tu energía. Grita si te apetece, o bien, echa a correr, o estira todo
tu cuerpo. Haz algo que te haga sentir de nuevo con vida. Si
estás cerca del mar o de un río, báñate para liberarte de los
restos de tierra.
Abraza a los árboles. Camina por un lugar donde se
encuentren varios árboles de cierto porte. Déjate llevar por tu
instinto y acércate a aquel con el que te sientas más a gusto, el
que más te atraiga. En tu interior, pide permiso al alma del árbol
para unirte a él y simplemente, abrázalo.
Puedes apoyar la frente, el vientre o incluso las rodillas en el
tronco. Quizás lleguen visiones a tu mente, o quizás simplemente
sientas una gran relajación. En cualquier caso, disfruta del árbol
tanto tiempo como puedas. Cuando desees terminar el encuentro,
vuelve a dar las gracias al árbol por su energía y vete.
Este ejercicio calma y renueva las energías de un modo
extraordinario. Como se ha indicado, en algunos casos, pueden
llegar a tu conciencia mensajes o visiones de gran interés.
Por último, puedes también cubrir tu cuerpo con arcilla
húmeda, o bien darte un baño de barro si tienes oportunidad.
No utilices tierra de cualquier lugar, pues podría estar sucia o
contaminada. Mejor, compra arcilla en una herboristería, ya que
esta está completamente limpia, y mézclala con agua,
aplicándola en todo tu cuerpo. Dedica unos minutos a sentir la
tierra secándose y cubriendo tu piel como una costra.
Deja que se seque completamente y luego, cuando lo desees,
te puedes dar una buena ducha o un baño. Como la arcilla
reseca la piel, aplícate a continuación una crema hidratante o un
aceite vegetal. Recuerda también que en muchos balnearios se
dan baños con arcillas curativas. Si no lo has probado, es una
experiencia que merece la pena.
El elemento Agua
Palabras clave: pasividad, ilimitado, sentimientos,
relaciones, amor, odio, víctima, conexión, compasión, unidad.
El elemento agua es esencialmente pasivo, pues necesita la
presencia de otras fuerzas para manifestar su poder. Este poder
se desarrolla en toda aquella experiencia en la que la realidad se
amplía. El agua representa la conexión con el todo, la falta de
límites, la fusión. Es un agente de unión que predomina en
aquellas experiencias en las que la conciencia crece hacia otras
conciencias.
En la naturaleza, el agua tiende a cubrir todos los huecos,
tapando las irregularidades del terreno. Como sabemos, bajo los
océanos hay cordilleras, montañas y valles, pero la superficie del
mar se nos presenta lisa y sin irregularidades. El agua muestra
todo el territorio como un continuo que no tiene separación
visible. El agua es también el gran disolvente universal, la materia
perfecta para acoger y deshacer una gran cantidad de
sustancias.
En el plano humano, el agua representa la energía de los
sentimientos, el mundo emocional que tan importante es en
nuestra percepción de la realidad. Los sentimientos de amor o de
odio y todas las variantes de la experiencia emocional pertenecen
a esta energía. De hecho, el amor y el odio son las grandes
energías afectivas del ser humano. Las energías del amor tienden
a unir a elementos diversos, mientras que las del odio separan,
como ya indicó Empédocles.
Este agente es la energía de la compasión y la empatía,
sentimientos que son esenciales en la experiencia emocional. La
compasión es la capacidad de sentir que el otro es un ser humano
tal como nosotros y que debemos entender sus errores como
entendemos los nuestros. La empatía, por su parte, es la
posibilidad de ponernos en el lugar de los demás, intentando ver
el mundo desde sus ojos.
Sentimientos como la empatía nos permiten comprender por
qué el agua no acepta límites. Si somos capaces de ponernos en
la piel del otro, ¿cuál es la diferencia entre nosotros y los demás?
La fusión que promueve el agua se ve bien reflejada en el acto
sexual. Durante el coito, dos personas se funden física y
emocionalmente en un solo cuerpo. Aunque esta fusión es siempre
breve, deja una huella duradera en todos los seres humanos, ya
que una vez que la experimentan en toda su plenitud, buscan
repetirla.
El agua penetra hasta la raíz de la conciencia y por eso
representa tanto la memoria como el mundo inconsciente. Frente
al aire, que se mueve en los territorios del tiempo cambiante, el
tiempo acuático se acerca a la eternidad, pues en el inconsciente
no existe el devenir. Todo se vive allí en un continuo presente.
En un plano menos positivo, el agua contiene también
sentimientos difíciles. No todas las emociones son buenas, y
ciertas expresiones negativas pueden limitar el desarrollo del ser
humano. Cultivar emociones positivas y abandonar sentimientos
como el odio, el victimismo o el chantaje afectivo, son algunas de
las cualidades que se desarrollan en el plano más evolucionado
del elemento agua.
En el cuerpo, el elemento agua se puede encontrar en la zona
del bajo vientre, en las ingles y en los órganos reproductivos
externos e internos. De hecho, toda la actividad sexual y
reproductiva se relaciona con distintos tipos de líquidos. La sangre
menstrual, las secreciones vaginales y el líquido amniótico en el
que flota el feto, forman parte de los fluidos que puede generar o
emitir el cuerpo de una mujer. En el hombre, también hay líquidos
asociados a la actividad sexual, como la sangre que llena los
cuerpos cavernosos del pene o el esperma que se eyacula en el
coito.
En general, toda la zona del vientre está asociada al elemento
agua, aunque el intestino grueso tiene una mayor conexión con el
elemento tierra, ya que es la zona donde se absorbe el líquido
que acompaña al bolo alimenticio.
Concretamente, los riñones son el órgano esencial donde se
manifiesta el elemento agua, ya que en ellos se filtra la sangre y
se mantiene el equilibrio hídrico de nuestro cuerpo. Cualquier
enfermedad asociada con estos órganos nos indicaría un
problema interior a la hora de asimilar o de vivir en armonía con
el agua.
Este agente se manifiesta en el mundo emocional a través de
los sentimientos más básicos del ser humano: el amor que nos une
a aquello que deseamos y el odio que nos distancia de lo que
aborrecemos. Siendo éstas las emociones básicas, todas las
demás no son sino una variación de las mismas.
La herramienta que nos permite acceder con mayor facilidad
hacia la comprensión o la vivencia del agua son los sentimientos,
nuestra experiencia emocional. El modo en que nos acercamos o
nos alejamos de los demás es también una vía muy adecuada
para acercarnos a la energía del agua.
El agua en equilibrio
Como todos los elementos, podemos encontrar el elemento
agua tanto en equilibrio como fuera del mismo. Si está en su
balance natural, el agua se manifiesta en el plano emocional a
través de sentimientos estables, que siendo positivos y moviéndose
siempre en la dirección de unificar al ser con la totalidad, aceptan
con placer todo aquello que nos ayuda a crecer y completarnos.
El agua está siempre deseosa de fundirse con todo aquello que
percibe como diferente, pero siempre dentro de unas
coordenadas de respeto tanto a sí misma como a la otra parte.
Un elemento agua equilibrado se observa a través de una
sana compasión hacia todos aquellos seres que se encuentran en
dificultad. Esta compasión proviene de la conciencia profunda de
que todo aquello que es diferente, es al mismo tiempo parte del
mismo mundo al que todos pertenecemos. Por tanto, en esencia,
todo es similar y está interconectado. En el plano humano, la
compasión implica ver a los demás como personas en un plano
de igualdad, con los mismos defectos, con las mimas necesidades
y con la misma capacidad para la virtud que uno mismo. Esta
compasión es la base de cualquier relación humana, pues sin ella,
resulta imposible fusionarse del todo con otra persona.
El agua, en su correcto punto de equilibrio, es un elemento
nutricio, que crea vida allá por donde pasa. Así, construye la
posibilidad de que todo lo que existe de un modo potencial, como
una semilla, se manifieste y emerja de la tierra.
Pero este elemento unificador, que ayuda a que el planeta
Tierra sea un territorio más amable y habitable para todos
nosotros, puede hallarse desequilibrado en algunos casos. Estos
desequilibrios pueden ser tanto por exceso como por defecto. En
los casos en que existe demasiada agua, se pueden dar síntomas
como los siguientes:
- Sentimientos exagerados, teatrales, que nublan las mentes y
hacen difícil llegar a ningún entendimiento entre las personas.
- Chantaje emocional, uso estratégico de los sentimientos
ajenos para obtener algún resultado espurio.
- Comportamientos asfixiantes hacia otras personas, en
especial hacia familiares o hacia la pareja. Actitudes que impiden
a los demás crecer o actuar de un modo autónomo.
- Incapacidad de separarse de los otros, dependencia.
- Personas demasiado abnegadas, que se pasan la vida
cuidando de otros mientras se descuidan por completo a sí
mismas.
Por el contrario, cuando el agua escasea o no existe, surgen
comportamientos o actitudes como las que siguen:
- Incapacidad de ponerse en el lugar del otro, frialdad
emocional, vacío afectivo. Límites estrictos.
- Personas que no saben cuidar de sus seres queridos,
especialmente de los más vulnerables, a los que dejan
completamente desprotegidos.
- Sequedad afectiva que impide a los demás acercarse a la
persona. Barreras que se interponen ante los otros. Sensación de
que las expresiones emocionales más básicas son ridículas o
peligrosas.
- Incapacidad para sentir ninguna compasión hacia los más
desfavorecidos por la sociedad. Sensación de que los problemas
del mundo no le atañen en absoluto.
- Independencia afectiva mal dirigida. Soledad orgullosa.
Cualidades esenciales del agua
El elemento agua tiene dos cualidades esenciales que
conforman su energía y la manera en que ésta se manifiesta en la
vida cotidiana. Estas cualidades son la pasividad y la carencia de
límites.
Como elemento pasivo, el agua necesita que se actúe sobre
ella, de modo que pueda dar vida a otros agentes. Debemos
aclarar que los elementos pasivos no están carentes de energía ni
de vida, sino que se trata de potencias que están la espera de ser
activadas por otros elementos como el fuego o el aire. En su
pasividad, el agua tiene un enorme potencial para generar vida,
para dar origen a algo nuevo, pero necesita el concurso de otros
elementos para hacerlo.
En su aspecto de falta de límites, el agua se muestra en toda
su real dimensión. Como sabemos, el agua se derrama en todas
direcciones siempre que tiene oportunidad. Si vaciamos un vaso
de agua sobre una superficie plana, ésta se expande
completamente. Solamente cando se le pone un límite, una
barrera, se puede acumular el agua en una cierta cantidad, tal
como ocurre en la naturaleza entre las riberas de un río, o como
hemos hecho los humanos al crear embalses, canales y tuberías
por las que el agua transcurre o se embalsa.
En general, el agua se puede comprender como aquel
elemento que es pasivo, es decir, estático y en espera de ser
activado, y al mismo tiempo, ilimitado e incontenible en su estado
más salvaje.
Conectando con el agua
La conexión estrecha y consciente con el elemento agua es
muy beneficiosa para desarrollar de un modo más armónico
nuestros sentimientos y la unión emocional con las personas que
nos rodean. Del agua podemos extraer valiosas lecciones sobre la
compasión y el afán de ayudar a los demás, aunque también
podemos aprender a ser compasivos y cuidadosos con nosotros
mismos. Este elemento nos ayuda a desarrollar emociones
positivas que nos ayudan a crecer y a desarrollarnos como seres
humanos más completos.
Si bien es necesario realizar ejercicios que nos conecten o que
actualicen nuestra conexión con el elemento agua, esto es
especialmente importante si notas que tu relación con este
elemento no es todo lo fluida que sería de desear. Si notas
carencias, sequedad en tus sentimientos, o si las emociones
negativas sobrepasan tus límites con demasiada facilidad, sería
muy recomendable realizar al menos uno de los ejercicios
siguientes que te ayudarán a conectar con este elemento de un
modo práctico y consciente.
Por otro lado, es aconsejable realizar al menos uno de los
ejercicios de cada elemento antes de pasar a las prácticas que se
analizan en la tercera parte de este volumen. Realizar una
actualización de los cuatro elementos desde una perspectiva
práctica es muy provechoso para obtener el mayor beneficio de
todo el conocimiento teórico y tangible que aquí se expone.
Algunos de los beneficios que vas a obtener de tu contacto
consciente con el elemento agua se pueden resumir en los puntos
siguientes:
- Mejorar la relación que tenemos con nuestros propios
sentimientos, abandonando aquellos que son negativos y que sólo
causan dolor (odio, tristeza, envidia, miedo) y aceptando aquellos
que son beneficiosos para nosotros (amor, alegría, ecuanimidad,
coraje).
- Desarrollar relaciones más empáticas, compasivas y
amorosas hacia las personas que nos rodean, lo que tiene el
resultado inmediato de convertirnos en seres más cariñosos. Como
contraprestación, de este modo vamos a recibir más cariño de los
otros.
- Ayudarnos a conectar mejor con los desfavorecidos, de un
modo que sea compasivo pero que también respete nuestra
propia individualidad, es decir sin que ese auxilio se convierta en
una carga para nuestra existencia.
- Mejorar la salud general y el funcionamiento los órganos
relacionados con el elemento agua: aquellos relacionados con el
aparato excretor, los órganos reproductores, así como toda la
zona del bajo vientre.
El agua en la naturaleza
El agua se encuentra muy bien representada en la naturaleza,
por lo que disponemos de múltiples oportunidades para
experimentarla en nuestro cuerpo.
Una experiencia muy sencilla, pero que puede tener gran
valor si se realiza de manera consciente es el baño en un
lugar de aguas tranquilas. Busca para ello un lugar natural:
un río, un lago o alguna playa en un día de poco oleaje. A
continuación, introdúcete en el agua poniendo toda tu atención en
las distintas sensaciones que tu cuerpo experimenta a medida que
entra en contacto con este elemento.
Es deseable realizar esta práctica en un sitio solitario y
apartado, en el que si lo deseas, puedas prescindir por completo
de la ropa y flotar en el agua con total entrega a la experiencia.
Este ejercicio es, como puedes ver, bien simple, pero requiere
de una cualidad que no es fácil de desarrollar: la capacidad de
estar presente en lo que se está haciendo. Si pones toda tu
atención en la temperatura del agua, en la sensación de tu cuerpo
flotando, en la tranquilidad de la naturaleza con todos sus
sonidos habituales alrededor, estarás experimentando una
profunda experiencia de carácter emocional y espiritual.
Este ejercicio se puede realizar también en una piscina,
aunque por razones energéticas es mejor hacerlo en un lugar
natural, introduciendo tu cuerpo en agua sin tratamientos
químicos.
Si te es posible, cuando estés dentro del agua, imagina que te
disuelves y que tu "yo" desaparece convertido en agua. Dentro de
unos márgenes de seguridad razonables, déjate llevar sin oponer
resistencia, aunque sea por unos instantes. Seguramente, si lo
haces en el estado de ánimo adecuado, vivirás una extraordinaria
experiencia de conexión con este elemento.
Si dispones de una buena bañera en casa, puedes realizar un
baño consciente en tu propio hogar. En este caso, la parte
central del ejercicio no será tanto flotar ni dejarte llevar, como la
sensación de disolverte en el agua.
Los fines de semana son muy apropiados para realizar este
ejercicio, pues se dispone de más tiempo libre. Escoge un
momento de completa tranquilidad, en el que haya silencio,
preferentemente al anochecer o en plena noche. Enciende una o
dos velas y sitúalas en lugares del baño donde puedan estar
ubicadas sin que supongan un peligro. Puedes prender algo de
incienso o bien usar velas aromáticas, pero de olor suave,
especialmente si tu cuarto de baño no es de grandes dimensiones.
Cuando te introduzcas en la bañera, imagina que estás
acudiendo a tu propio bautismo, aunque por supuesto, no se trata
de un ejercicio de carácter religioso ni es preciso tener ninguna
creencia para realizarlo. Simplemente piensa que vas a limpiar
todas las impurezas y conflictos de tu pasado, especialmente las
de carácter emocional, e introdúcete en la bañera como un bebé
en la pila bautismal.
Mientras estés en el agua, que debe estar a una temperatura
cálida, imagina que te disuelves y déjate llevar por la experiencia
todo el tiempo que te apetezca. Este ejercicio puede realizarse
también en pareja y es especialmente positivo para resolver
conflictos emocionales que puedan estar afectando a la unión.
Otro método muy simple para conectar con este elemento
consiste en beber una generosa cantidad de agua. A lo
largo de un día, bebe entre dos y tres litros de agua de manantial
de buena calidad. Hay que tener en cuenta que esta cantidad se
suma a la que normalmente ingieres a través del alimento o la
fruta que consumas durante la jornada.
Comienza bebiendo dos o tres vasos de agua en ayunas y
sigue a lo largo del día. Antes de cada ingesta, toma el vaso en
tus manos por unos segundos y envía mensajes positivos al líquido
que vas a beber, bien sea de manera mental o de viva voz. Como
ha demostrado Masaru Emoto, el agua tiene memoria, y puede
servir para canalizar buenas energías a nuestro organismo.
Si bebes una cantidad abundante de agua, notarás sus efectos
de manera casi inmediata, ya que se produce una limpieza
general de todo el organismo. Los intestinos funcionarán mejor y
los riñones harán su tarea de filtrado de la sangre de un modo
más eficaz. De este modo, debes esperar un incremento de la
defecación, la orina y el sudor. Cuando esta limpieza es
profunda, el efecto es muy positivo, pues genera sentimientos de
ligereza y positividad que emanan de tu cuerpo físico a otras
regiones de tu conciencia.
Al día siguiente, vuelve a tu consumo habitual de agua. Este
ejercicio es especialmente recomendable para las personas que
suelen ingerir poca agua, pues no sólo ayuda a liberar toxinas
del cuerpo, sino que permite que entre en la conciencia la
importancia de este elemento para nuestro bienestar físico y
emocional.
El elemento Fuego
Palabras clave: actividad, límites, pasión, movimiento,
creatividad, cambio, poder, sexualidad, deseos, inicios.
El elemento fuego representa el nivel de actividad básico en la
naturaleza. Su símbolo primordial, el Sol, es el responsable de
que exista vida en la tierra. No sólo porque su calor hace que la
temperatura del planeta sea la adecuada para las plantas,
animales o personas, que vivimos aquí, sino porque con su
energía se calientan las masas de aire que producen los vientos,
se genera el ciclo de las aguas, e incluso actúa sobre la propia
superficie de la tierra, avivándola y generando en ella la vida.
El fuego es por tanto, y de manera primordial, energía
creativa, generadora de vida. Acompaña los inicios de cualquier
acción, aunque realmente no es la más adecuada para perseverar
en el esfuerzo hasta el final. El fuego representa la energía de la
voluntad, la chispa que mueve al mundo. Es la base sobre la que
se asientan el resto de los elementos, pero también el agente de
mutación y regeneración que nos hace cambiar de dirección en
mitad de un camino.
La energía ígnea no busca adaptarse al mundo. Su objetivo es
la transformación. Es una fuerza creativa, expansiva, que genera
lo nuevo y lo sorprendente. No busca el mejor momento para
manifestarse, se presenta cuando lo desea y siguiendo sus propias
normas. Sus límites son precisos, pues una llama nunca arde
sobre las cenizas que acaba de dejar atrás, pero se acerca a su
objetivo, y si puede, lo engulle e intenta hacerlo arder.
Es una energía impaciente, que no sabe esperar el momento
más adecuado para manifestarse. Para esta fuerza, el momento
perfecto es el ahora y por eso en muchos momentos actúa con
una excesiva improvisación que, a pesar de todo, suele dar
buenos resultados. El fuego es también una energía generosa, que
derrama sus dones de un modo ampuloso pero efectivo.
En el plano humano, el fuego se relaciona en gran medida
con el enamoramiento y con el deseo sexual. Es la chispa que
hace que dos personas se sientan atraídas y que busquen
consumar ese magnetismo a través de un estallido de pasión.
Aunque el acto sexual esté más relacionado con el elemento agua
que con el fuego, no cabe duda de que la chispa del fuego es
muy importante para que la sexualidad humana se desarrolle tal y
como la conocemos.
En el plano de las relaciones personales, el fuego es también
importante en el desarrollo de las relaciones amistosas, pues está
en la base de la admiración, la lealtad y el profundo cariño que
existe entre los más íntimos amigos.
La pasión del fuego se demuestra en todos los ámbitos. Así
que cuando estamos viviendo esta energía en un plano puramente
humano, podemos reconocerla con facilidad por su cualidad
novedosa, chispeante y llena de energía activa. El fuego es
romántico, aventurero y positivo. Siempre tiene el impulso
suficiente para superar los problemas, independientemente del
tamaño de éstos, y en ocasiones puede rozar o incluso caer en los
extremos de la temeridad o la imprevisión.
La energía del elemento fuego, cuando se observa sobre el
cuerpo, se siente sobre todo en la zona del pecho, especialmente
sobre el corazón y en la zona central del mismo, en el hueso
esternón, donde se ubica la glándula timo.
Desde muy antiguo, el corazón se considera el núcleo central
del ser humano, la zona donde habita el espíritu. Aquí es
importante aclarar que no debemos confundir el espíritu con la
mente, la cual se ubica en el cerebro. El espíritu es el hálito de
vida que nos permite existir, el punto donde los dioses tocan al ser
humano para infundirle la vida, la zona donde se genera el calor
que mueve al individuo. Como sabemos, con la parada del
corazón se extingue la vida, así que este órgano se reconoce
desde siempre como la víscera esencial para la existencia.
Si bien el fuego del corazón es el asiento natural del fuego en
nuestro cuerpo, la energía de este elemento se puede
experimentar también en otras zonas del organismo. Aunque toda
la columna vertebral estaría asociada al elemento tierra, por el
hecho de ser el sostén natural de nuestro cuerpo, su sustancia
interior, la médula espinal, tiene también conexiones tanto con el
elemento aire, como con el fuego.
Del mismo modo, al igual que la parte inferior de la espalda
está claramente unida al elemento agua, la parte superior,
especialmente la zona entre los omóplatos es claramente una
puerta de entrada a las energías del fuego.
El elemento fuego se manifiesta en nuestra vida a través de los
deseos que nos motivan y que nos impulsan a realizar
actividades. También se demuestra a través de los apetitos
sexuales. Todos los actos creativos están impulsados por esta
energía ígnea. Cuando estamos actuando en estos ámbitos,
estamos sin duda, tocando la esencia de la energía fuego.
Conectamos con el fuego como ejercemos el poder o cuando
otras personas actúan sobre nosotros aplicando su influencia.
La herramienta que nos permite acceder a esta energía,
modificarla, ampliar su influencia o reducirla, es la observación y
la actuación sobre nuestros deseos. El mundo libidinal, es decir,
aquella parte de nuestra conciencia que se relaciona con las
energías instintivas que nos permiten experimentar la vida, es la
conexión más eficaz con la fuerza del fuego.
El fuego en equilibrio
Todos los elementos están actuando de un modo continuo en
nuestro ser y también en las personas o acontecimientos que nos
rodean. Esta dinámica hace que en determinados momentos, o
bien de manera crónica, uno o varios elementos se vuelvan más
fuertes o más débiles de lo necesario. Para reconocer los patrones
en los que la energía elemental está actuando de un modo
desequilibrado o armonizado, expondré algunos ejemplos
genéricos que nos permitan reconocer esos estados en nuestra
vida cotidiana.
Cuando el fuego se halla en equilibrio en una persona, ésta
tiene una tendencia natural a entusiasmarse por todo aquello que
es novedoso, interesante o atractivo a su conciencia. Este
entusiasmo discurre por unos patrones armónicos, que permiten
aceptar y reconocer la novedad, pero sin que ésta se convierta en
un elemento desestabilizador o distorsionador. Así, la persona no
abandonará ciegamente algo conocido que funciona bien, sino
que probará la novedad con interés y si le parece positiva, la
incorporará a todo lo que ya posee.
Este fuego en equilibrio es profundamente apasionado y
vitalista, tanto en el plano sentimental como en la visión general
que se tiene de la existencia. Los problemas se entenderán como
retos que buscan solución y esta respuesta será siempre creativa y
novedosa.
Cuando el fuego está actuando de un modo excesivo, puede
causar trastornos como los siguientes:
- Conflictos de poder en los cuales la persona invade el
espacio de los demás, o bien éstas se resienten de sus prisas, o
incluso se quejan por sentirse abusadas.
- Exceso de pasión que agota a los demás. En especial se
observa a través de una sexualidad desbordada, que se acomoda
con dificultad al resto de actividades de la existencia.
- Exceso de inspiración, ideas que surgen de un modo
continuo y que llenan la conciencia por completo durante un
breve espacio de tiempo para ser sustituidas por otras sin que
ninguna se materialice.
- Personas que comienzan muchos proyectos con una enorme
ilusión, para perderla con la misma rapidez. Desilusiones
sentimentales repetidas.
- Interés desmedido por todo lo nuevo, por las sorpresas o la
intriga. Curiosidad insaciable pero superficial.
Por el contrario, los síntomas de un defecto o carencia de
fuego podrían ser los siguientes:
- Falta de energía para vivir, apatía, desilusión, depresión,
tristeza crónica.
- Frialdad en las relaciones personales, falta de pasión
amorosa o de interés por los seres queridos. Inapetencia sexual.
- Falta de inspiración, creatividad anulada o severamente
restringida, ideas convencionales.
- Miedo a los cambios, a las novedades, a experimentar o a
explorar.
- Conflictos de poder en los que la persona se siente abusada
y es incapaz de decir "no".
Cualidades esenciales del fuego
Las cualidades esenciales del fuego son la actividad y la
aceptación de los límites.
Como elemento activo, no cabe duda de que el fuego
representa un agente de vida esencial, que es capaz de activar a
otros elementos. El fuego se mueve, y cuando descubre una
energía dormida o apagada, la despierta de su sueño. En un
plano humano, las personas que manifiestan este elemento son las
más móviles y activas, aquellas que claramente animan a los
demás a expresar su potencial.
El fuego se mueve siempre dentro de límites. De hecho, si
observamos la naturaleza, veremos una característica básica de
este elemento: el fuego nunca arde donde ha quemado con
anterioridad. De hecho, él nunca vuelve sobre sus pasos y ése es
su límite real. Por supuesto, mientras exista material combustible a
su alcance, el fuego siempre avanzará, alimentándose de esa
materia. Pero como decimos, estará siempre limitado por su
propio rastro de cenizas.
En la naturaleza, en el ser humano, en cualquier aspecto
donde encontremos una energía que es muy activa y que al
mismo tiempo acepte límites, estaremos observando la energía del
fuego.
Conectando con el fuego
La energía del fuego es activa y dinámica. Es una fuerza que
crea nuevos moldes en los que la experiencia puede crecer en
direcciones completamente inesperadas. Es por tanto, creativa y
renovadora. En los ejercicios que se presentan a continuación
vamos a aprender a conectar con la energía ígnea de un modo
inmediato y fácil, lo que nos permitirá asimilar esta energía en
nuestra propia vida.
Si sientes que la energía del fuego está debilitada en tu ser, o
si quieres regenerar tu fuego interior para realizar alguno de los
ejercicios que se muestran en la siguiente parte de este libro, es
muy recomendable que estudies con calma las propuestas que se
hacen a continuación. Elige al menos un ejercicio de fuego y
llévalo a cabo. Sin duda, sentirás rápidamente un fortalecimiento
de esta energía.
Por otra parte, como ya se ha indicado, es recomendable
realizar al menos un ejercicio con cada uno de los cuatro
elementos antes de pasar a realizar los que se proponen en la
siguiente parte de este libro. De este modo, actualizarás tu
experiencia con los elementos que ya manejas fácilmente en tu
vida y abrirás nuevas vías de conocimiento con aquellos que,
quizá como el fuego, aún no estén plenamente activos en tu
interior.
La conexión con el elemento fuego te permite, entre otras
cosas:
- Abrir las puertas a la creatividad, a nuevas ideas y a la
energía necesaria para ponerlas en práctica.
- Desarrollar más pasión por la vida, creando un vínculo más
positivo con las experiencias de la existencia y abriendo las
puertas de par en par a cambios y nuevas vivencias.
- Fortalecer el corazón, tanto en el plano físico, mejorando así
también todo el sistema circulatorio, como también en el plano
simbólico. Un corazón lleno de vitalidad abre la posibilidad a
vivir relaciones más cálidas con las personas de nuestro entorno.
- Desarrollar generosidad, desapego de lo superfluo y
optimismo. Los ejercicios con el fuego son especialmente
apropiados para las personas deprimidas, apáticas o para los
enfermos crónicos, sea cual sea su mal.
El fuego en la naturaleza
A continuación se proponen algunos ejercicios para conectar
de un modo más profundo con la energía del elemento fuego en
la naturaleza.
Concentración con el fuego. Un modo muy simple de
trabajar con la energía del fuego consiste en la ancestral práctica
de mirar fijamente una llama. Este ejercicio lo puedes realizar
tanto al aire libre como en un lugar cerrado. Si lo haces en el
exterior, puedes hacerlo frente a una hoguera. Si lo haces dentro
de casa, te bastará con encender una vela.
En el primer caso, extrema la precauciones para no hacerte
daño ni perjudicar al medio ambiente. Si nunca has encendido
una hoguera, deja que la realice una persona experta, que tome
todas las precauciones precisas. Por supuesto, debes conocer la
legislación vigente, pues no en todas partes está permitido hacer
fuego al aire libre, ni en todas las épocas del año. Si dispones de
chimenea en tu hogar, sin duda, es un lugar ideal para realizar
este ejercicio. Realiza tu fuego sólo con materiales naturales como
madera, yesca o papel, y evita prender las llamas con productos
derivados del petróleo que, además de peligrosos, son muy
tóxicos por inhalación.
Si lo que quieres utilizar es una vela, debes encenderla en un
lugar a cubierto de cualquier corriente de aire. Sitúala
preferentemente en una palmatoria y sobre una superficie estable,
como una mesa o en el suelo, eso sí, lejos de cualquier mantel,
alfombra o similar. Emplea velas blancas para este ejercicio,
preferiblemente de cera natural. Estas tienen la particularidad de
desprender un agradable aroma a medida que arden. Si no
puedes acceder a ellas, usa velas de parafina.
Una vez tengas tu fuego encendido, dedica todo el tiempo que
desees a mirar fijamente la llama. Si es una hoguera de cierto
tamaño, observa las lenguas de fuego que emergen en uno u otro
lugar de la llama principal. Si es una vela, fíjate en los colores
que, desde el celeste hasta el naranja, surgen a partir del pabilo
hasta la parte externa de la llama.
De vez en cuando cierra los ojos e imagina esa llama
ardiendo en el centro de tu pecho, juega a bajarla hasta el vientre
o a elevarla hasta la zona del entrecejo. Almacena esa imagen en
tu conciencia y déjate envolver por el calor de la hoguera o bien,
acerca, con cuidado, tus dedos a la llama de la vela para sentir
su energía. Cuando lo desees, abandona el ejercicio, procurando
mantener en tu interior las imágenes y sensaciones todo el tiempo
que te sea posible.
Otro método muy apropiado para conectar con la energía del
fuego consiste en captar la energía solar. Para ello,
aprovecha un día soleado, evitando las horas del mediodía, y
sitúate de pie frente al sol.
Cierra los ojos y eleva tu mirada a nuestro astro. Si realizas
este ejercicio a unas horas que no sean las centrales del día,
podrás hacerlo sin necesidad de forzar demasiado el cuello. De
todos modos, si sientes algún tipo de tensión en esa zona, baja un
poco la cabeza hasta alcanzar una postura cómoda. En ningún
caso mires directamente al sol, pues es muy peligroso, sino que
debes limitarte a sentir su luz y calor en tus párpados cerrados.
Por otra parte, si tu piel es demasiado sensible, protégela con
crema solar.
En esta posición, e intentando que tu cuerpo esté lo más
relajado posible, imagina que la luz entra en tu plexo solar, es
decir en la zona que está justo debajo del esternón. Esta luz
penetra en tu interior formando una espiral que visualizarás como
llena de luz y calor. Así, durante unos minutos, entre cinco y
quince, simplemente deja que tu imaginación recree esta imagen.
A continuación, abre los ojos, agradece al sol su energía y vuelve
a tus tareas cotidianas.
La razón de realizar este ejercicio de pie es que algunas
personas sienten una leve somnolencia al efectuarlo,
especialmente si el sol está brillando con demasiada fuerza.
Aunque este sueño es pasajero, no es deseable, ya que lo que se
debe esperar después de realizar esta práctica es un gran
incremento de la vitalidad y del optimismo. Es por tanto un
ejercicio que se puede realizar de manera cotidiana. Es
especialmente recomendable para las personas que sufren de
apatía, tristeza o depresión, ya que con él, el organismo se llena
de fuego y ganas de vivir.
En los días de verano se puede realizar también un ejercicio
muy poderoso para incrementar nuestras reservas de fuego
interno. Consiste en aprovechar el calor que desprende la
tierra después de un día soleado.
Este ejercicio se debe realizar mejor al atardecer, e incluso en
las primeras horas de la noche. Busca un terreno donde la tierra
esté desnuda, sin hierba, o mejor una gran piedra plana que
haya sido soleada durante todo el día. Siéntate sobre ella con las
piernas cruzadas e inmediatamente sentirás una gran cantidad de
calor en tus piernas, muslos y glúteos. Este fuego que surge de la
tierra es muy beneficioso, y puedes imaginar que penetra en tu
organismo desde abajo hacia arriba.
Una visualización muy poderosa para realizar con esta
energía es imaginar un gran sol que emerge desde la base de tu
columna vertebral, en el coxis, y que va ascendiendo, como el sol
real hace a lo largo del día, por toda tu espalda. Cuando llegue
a la zona del pecho, imagina que es tan fuerte, luminoso y
caluroso como el sol del mediodía y hazlo brillar desde tu pecho,
iluminando todo aquello que está frente a ti. Si lo deseas, puedes
subirlo hasta la cabeza, o bien puedes hacerlo descender de
nuevo hasta la tierra, tomando entonces los colores del sol cuando
atardece.
No realices este ejercicio bajo un sol demasiado fuerte, puesto
que puedes sufrir quemaduras en tu piel o exponerte a un golpe
de calor. Como se ha indicado, hazlo a media tarde o al inicio
de la noche.
El elemento Aire
Palabras clave: ilimitado, actividad, percepción, mente,
ideas, expresión, movimiento, imprevisible, inestable, tiempo.
El elemento aire es, por su propia naturaleza, ilimitado, libre,
desenvuelto. El aire no acepta ser encerrado y cuando se ve
aprisionado, reacciona redoblando su poder, empujando contra
las barreras que se le quieran imponer. Como bien sabemos, el
aire comprimido puede ser peligroso si no se maneja con cuidado
y por eso los seres humanos hemos inventado métodos seguros
para guardarlo.
El aire es el agente de las ideas y es profundamente
interpersonal. Como el fuego, es activo, pero a diferencia de este
elemento, que es muy individual, al aire se mezcla con todo y con
todos. La energía del aire es indirecta y en ocasiones abstracta,
pero su acción puede ser tan poderosa como la del propio fuego.
Este es el elemento más inestable de todo el conjunto, porque
muestra una gran dosis de imprevisibilidad. Nunca se sabe hacia
dónde va a soplar el viento, y por ello, cualquier cosa es posible
cuando este agente se pone en marcha. Su sentido de la
dirección, de la oportunidad, su deseo de cambios, hace que no
sea fácil de conocer su esencia, aunque es siempre muy
estimulante.
En el plano humano, el aire se desarrolla en los dominios de la
mente. La percepción, la racionalización y la expresión, son los
territorios donde se desenvuelve con naturalidad.
La percepción de la realidad es el primer paso para que la
mente pueda aprehender el mundo de un modo efectivo. Esta
percepción, que se realiza a través de los órganos de los
sentidos, permite que la información externa penetre en nuestro
interior. Así se da origen a un movimiento mental que incluye
procesos como la formación de ideas, la unión de éstas en
conceptos más complejos y su puesta a prueba.
Nuestra mente está continuamente trabajando con ideas, éstas
son el átomo elemental con el que construye moléculas más
complejas, que denominamos razonamientos. A partir de aquí
surge en nosotros el deseo o la necesidad de compartir esas ideas
y razonamientos con las personas que nos rodean. Este proceso
comunicativo genera a su vez una respuesta en el entorno, que a
su vez es captada por nuestros órganos sensoriales y da lugar a
nuevos razonamientos en un bucle que no tiene fin.
El aire es por tanto el eslabón que une el mundo interior de
nuestra conciencia con el mundo exterior que está conformado
por los sucesos, los objetos y las personas que nos rodean. Ahora
bien, como esta comunicación no se produce siempre en tiempo
real, el aire nos conecta también con otra dimensión muy
importante para el ser humano: el tiempo.
Estas líneas que lees en este momento presente fueron escritas
por mí en el pasado, pensando en los futuros lectores que, como
tú, las verán algún día. De este modo, el pasado, el presente y el
futuro, se unen en una línea de precepciones, ideas,
razonamientos y expresiones que conecta los tiempos y las
mentes. Es aquí donde percibimos la auténtica dimensión del
elemento aire, que como el viento, supera las barreras del tiempo
y los seres para conectarnos a todos de un modo persistente.
El deseo de cambio del aire, su carácter imprevisible, puede
ser tan grande que le lleve a ser demasiado superficial,
demasiado inestable. En el plano humano, el aire huye de los
sentimientos profundos. Puede ser muy divertido e interesante,
pero no hondo ni intenso. Incluso los huracanes se agotan, igual
que el aire cuando intenta ser demasiado poderoso. La
curiosidad, que es uno de sus mayores dones, se puede volver
negativa cuando es demasiado grande y demasiado frívola.
Ahora bien, cuando el aire decide conocer algo y llegar hasta el
final con el poder de su mente, sin duda alcanza resultados
notables.
Cuando la energía del elemento aire debe ser rastreada en
nuestro cuerpo, es en la parte superior del mismo donde la
podremos hallar con más facilidad. En la cabeza encontramos
algunos de los órganos perceptivos más importantes, como los
ojos, los oídos, la nariz o la boca. Como sabemos, es a través de
estas puertas como el mundo se manifiesta ante nuestra
conciencia.
En la cabeza está también el órgano encargado de recoger la
información perceptiva y convertirla en ideas más complejas, el
cerebro. Además, en la parte superior de nuestro cuerpo están
también los órganos que necesitamos para expresarnos
verbalmente: los pulmones, que no son otra cosa que grandes
bolsas donde el aire entra y sale; la garganta, donde se ubican
nuestras cuerdas vocales, y la boca, que es el último órgano
modulador de la expresión.
De este modo, y resumiendo todo lo expresado anteriormente,
los órganos específicamente relacionados con el aire son los
pulmones, la tráquea, la garganta, y toda la cabeza. No es
casual que estos órganos estén situados en la parte superior del
organismo, más cerca del cielo que de la tierra, dibujando así el
recorrido la energía vertical que asciende desde el suelo hasta lo
alto.
El elemento aire se manifiesta cuando observamos la realidad
que nos rodea y creamos una imagen mental de lo que
percibimos. Esta imagen mental, que forma parte del mundo de
las ideas, se forma a partir de esas percepciones, y genera, a
través de sucesivas combinaciones, aquellos conceptos más
elaborados que nuestra mente maneja cada día. Las ideas son a
su vez la fuente de nuestra expresión, que nos permite conectar
con otros seres. Al hablar, al escribir, o al comunicarnos por
cualquier medio, estamos haciendo uso del elemento aire.
La herramienta que nos permite acceder al elemento aire son
los conceptos que desarrollamos a partir de las percepciones e
ideas que recibimos continuamente. Del mismo modo, nuestras
palabras o aquellos gestos que usamos para comunicarnos son
también una vía para acceder a la energía del aire en nuestra
vida.
El aire en equilibrio
Cuando la energía del aire está en equilibrio, la percepción
que tenemos de la realidad se ajusta bastante a aquello que el
mundo nos está mostrando. Los órganos de los sentidos se alían
con una mente despierta para generar ideas precisas, que son a
su vez el germen de conceptos complejos que ayudan a describir
y comprender la realidad.
Una persona con un elemento aire equilibrado emplea su
mente de un modo certero, sin dejarse arrastrar por los
pensamientos, pero dándoles el valor y la importancia que sin
duda tienen. Su expresión es coherente con su forma de pensar, y
se manifiesta de un modo fluido sea de viva voz, por escrito,
corporalmente, o por el medio que le resulte más accesible.
Cuando la energía del aire está presente de un modo
exagerado en la persona, podemos hablar de un desequilibrio
por exceso de este elemento. Algunos síntomas de este problema
son los siguientes:
- Mente que no para de pensar, ideas obsesivas que no se
pueden dominar y que causan sufrimiento emocional.
- Mente paranoica, sentimiento de ser perseguido, de estar
vigilado. Ideas de suicidio, de muerte, de venganza, fantasías
apocalípticas.
- Excesos verbales, incapacidad para frenar la lengua incluso
cuando esto nos perjudica. Necesidad de hablar en todo
momento y con todo el mundo.
- Dificultad para escuchar o para entender las ideas de los
demás porque la mente está demasiado ocupada con las propias
percepciones.
- Necesidad de estar permanentemente conectados, activos. El
silencio o la falta de estímulos sensoriales causa nerviosismo y
ansiedad.
Por el contrario, cuando dicha energía está ausente o es muy
débil, se observa a través de claves como éstas:
- Mala percepción de la realidad, distorsiones perceptivas que
impiden comprender lo que sucede alrededor.
- Falta de interés por las ideas, incapacidad para concentrarse
o para comprender razonamientos elaborados.
- Dificultad a la hora de expresar los pensamientos, habla
torpe o demasiado lenta. Incapacidad para encontrar las
palabras correctas, para decir lo que se piensa.
- Los sonidos molestan, el estímulo externo, incluso el más leve,
se percibe como agresivo.
- Se da demasiada importancia a lo visto, oído o hablado.
Con frecuencia, la persona se adhiere a la última opinión
recibida, sin ejercer el sentido crítico.
Cualidades esenciales del aire
Las cualidades esenciales que definen al elemento aire son,
por un lado, la falta de límites y por el otro, la actividad.
Como elemento ilimitado, el aire no admite ninguna barrera a
su expresión, ni suele estar condicionado por ninguna estructura
demasiado estricta. El aire en la naturaleza vuela libremente y
toca con su soplo a personas, animales u objetos muy distantes
entre sí.
Ciertamente, los seres humanos hemos descubierto métodos
para controlar el aire, para comprimirlo, almacenarlo y moverlo
adonde queramos. Pero en la naturaleza, que es nuestra
referencia a la hora de entender los cuatro elementos, podemos
observar al aire como el más libre e ilimitado de los agentes de
nuestra realidad.
La parte activa del aire requiere ya poca explicación. El aire
en la naturaleza se mueve continuamente, nunca queda
estancado, y en su manifestación más clásica, desde cualquier
suave brisa hasta el más poderoso huracán, se presenta como un
elemento totalmente activo, móvil, generador, y en ocasiones
destructor. El aire permite que el polen de algunas flores se
disperse y que las semillas de muchas plantas vuelen. Es también
el viento quien destruye, erosiona y reconstruye la tierra,
moviéndola en una u otra dirección.
Conectando con el aire
Usar la energía del elemento aire es muy recomendable para
conectar con nuestra parte perceptiva, intelectual y comunicativa.
Allí donde gobierna el aire, las ideas se desarrollan de un modo
ordenado, lógico y dentro de unos límites razonables. El aire nos
permite conectar con el mundo que nos rodea de un modo dual.
Por un lado, nos ayuda a percibir mejor la realidad, y por otro,
mejora nuestra capacidad de estar en contacto de un modo
significativo con los demás.
Los siguientes ejercicios te ayudarán a conectar con el
elemento aire, tanto si sientes que careces de esta energía en tu
vida como si piensas realizar algún ejercicio que requiera una
mayor dosis de aire en tu ser. Como ya se ha indicado para otros
elementos, es muy recomendable realizar al menos uno de los
ejercicios que se proponen incluso si sientes que tienes una buena
conexión con este agente, especialmente antes de pasar a
realizar las prácticas que se proponen en la tercera parte de este
libro.
Los ejercicios que conectan con el elemento aire tienen
múltiples utilidades. Entre ellas vamos a destacar las siguientes:
- Refrescar la mente, dando entrada a nuevas ideas, y sobre
todo a formas más estructuradas de ordenar nuestro mundo
mental.
- Mejorar la comunicación a todos los niveles, tanto
verbalmente como por escrito, también a través de la expresión
física, no verbal, mejorando así nuestras relaciones con las
personas que nos rodean.
- Afinar todos los órganos perceptivos: ojos, boca, nariz, oídos
y piel, especialmente en las manos. También nos permitirá actuar
sobre los órganos respiratorios, especialmente la garganta y los
pulmones.
- Desarrollar proyectos que requieran el uso intensivo de la
mente, organizar grupos de trabajo y desarrollar una mayor
eficacia en nuestras ocupaciones cotidianas, facilitando así el
desarrollo de nuestra vida profesional y personal.
El aire en la naturaleza
Para transmitir una energía del aire que esté demostrando ser
demasiado activa en un capitulo de tu vida hacia el terreno del
amor y las relaciones, es conveniente dedicar más tiempo al
diálogo sentimental con la pareja. Expresar las emociones por
medio de la palabra, escribir cartas de amor o volcar los
sentimientos a través de poemas, son medios muy apropiados
para realizar esta transmisión. Todo aquello que esté relacionado
con los ámbitos del amor platónico, que no implica
necesariamente una conexión física sino un diálogo de las almas,
será muy apropiado para que esta energía aérea se mueva hacia
este ámbito y sea más equilibrada y mejor aprovechada.
Si lo que queremos activar con la energía del aire es la vida
familiar, es apropiado desarrollarla en el ámbito de las
experiencias compartidas. Afianzar el diálogo entre las personas
del clan, dedicar espacios y tiempos para que todos puedan
expresarse, sea verbalmente, sea por escrito, o de forma creativa,
serán claves esenciales para lograr esta transmisión energética.
Reunir a la familia, mantener el contacto con aquellos que están
lejos, reanudar el diálogo con los que hace tiempo que se
distanciaron, son también estrategias muy positivas.
Desarrollar el elemento aire en el terreno de la salud,
permitiendo que esta energía se desplace de otras zonas de
nuestra experiencia donde esté resultando demasiado poderosa
es tarea fácil. Una parte importante del trabajo a realizar consiste
en dar más importancia al bienestar de nuestra mente, dedicando
tiempo al estudio de nuevas terapias o volcándonos en la
realización de ejercicios de relajación o de meditación. Aprender
todo lo relativo a la salud física y mental desde una perspectiva
más ortodoxa puede ser también una buena vía. En todo caso, es
importante que haya espacios para calmar la mente, para
relajarnos y disfrutar de una lectura de evasión, del cine o de la
música.
Si lo que se desea es aplicar la energía del aire al mundo
económico y material es importante comprender que el mundo de
los conceptos que el aire propone debe ponerse al servicio de lo
más tangible. Es apropiado aquí generar ideas para mejorar la
economía, comunicar nuestros deseos a los demás o crear vías
diferentes para alcanzar la prosperidad a través de la
imaginación y la creatividad.
En el terreno laboral, la energía del aire se puede transmitir de
modo que se convierta en ideas novedosas para el desempeño
profesional. Realizar estudios que mejoren nuestras capacidades
profesionales o aplicar la creatividad al trabajo, serán también
buenas ideas para lograr esta transmisión. También es apropiado
reunirse con los compañeros, dialogar, desarrollar conceptos o
estrategias en común y dar vida a una nueva visión del trabajo.
Cuando aplicamos la energía del aire al mundo de la filosofía,
la creatividad y los estudios, es importante comprender que es
justamente en este ámbito donde este agente se puede manifestar
con mayor energía. Comenzar nuevos estudios o poner más
empeño en aquellos que ya estemos realizando, abrir vías de
comunicación con personas lejanas o cercanas que puedan
darnos nuevos conocimientos o reunirnos con grupos de
desarrollo personal, pueden ser algunas claves interesantes en
este ámbito. Tampoco se puede olvidar que la enseñanza es
también un ámbito positivo para desarrollar el elemento aire.
Usando la mente, desarrollando ideas, creando, estudiando,
compartiendo, dialogando o comunicándonos, estamos
realizando una efectiva transmisión de la energía aérea a estos
ámbitos de la existencia.