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Tratado de Derecho Penal. Tomo 1. Parte General. 2022. Sebastian Soler
Tratado de Derecho Penal. Tomo 1. Parte General. 2022. Sebastian Soler
Tratado
de
derecho penal
Parte general
ASTREA
SEBASTIÁN SOLER
Tratado
de
derecho penal
1
Parte general
Actualizador
JORGE EDUARDO BUOMPADRE
Doctor en Derecho (Universidad Nacional del Nordeste, Argentina, y Universidad
de Sevilla, España). Profesor extraordinario de la UNNE. Director de las
carreras de Doctorado en Derecho y Maestría en Ciencias Penales de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE.
alllln
ASTREA
BUENOS AIRES . BOGOTÁ - PORTO ALEGRE - SANTIAGO - ASUNCIÓN
2022
Soler, Sebastián
Tratado de derecho penal / Sebastián Soler
6* ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Astrea, 2022.
t. 1, 1040 p.; 23x16 cm.
CDD 345.001
cordemos que SOLER, en esta obra, tuvo que comentar la ley 17.567, de
1968, de efímera vigencia y cuyo articulado, en su gran mayoría, ha sido
desterrado del Código Penal) por la simple razón de que muchas figuras
de viejo cuño maquilladas por reformas parciales o nuevas incorpora-
ciones legislativas al digesto penal, aparecieron con posterioridad a su
desaparición física en 1980.
La cantidad de reformas penales que se produjeron en las últimas
décadas nos han obligado a analizarlas e incorporarlas a nuestro traba-
jo de actualización, aun a costa —insistimos— de emitir opiniones per-
sonales por lo nuevo de los temas abordados (también en otros no tan
nuevos, pero que entendimos que era necesario esbozar algún comen-
tario dentro de los límites que impone un trabajo de estas característi-
cas), opiniones que, como dijimos, hubiéramos preferido no expresarlas.
Ejemplos claros de los que no pudimos escapar como de muchos otros,
como podrá apreciar el lector— han sido la incorporación del Título XIII
del Código Penal por la ley 26.683 de 2011, modificando una sistemati-
zación legislativa casi centenaria, como también las reformas integrales
de los Títulos II —dedicado a los delitos contra el honor y II —dedica-
do a los delitos sexuales—, circunstancias que nos obligaron a realizar
comentarios que, pese a la extensión de los temas y relevancia de las
figuras contenidas en dichos títulos, no se salieran, como ya dijéramos,
de los límites que debe tener una labor de actualización. Este es el
norte en el que se han movilizado nuestros objetivos.
Para ello, hemos decidido también mantener —en la medida de lo
posible y ponderando su necesidad y actualización— una buena parte de
las opiniones de los anteriores actualizadores, fundamentalmente para
evitar reiteraciones inútiles en la explicación de los antecedentes legis-
lativos de las figuras, poniendo especial cuidado en la no repetición de
leyes ya derogadas. Por tal razón, no debe llamar la atención que se
repitan algunos párrafos de lo que en su oportunidad escribieran los
doctores FIERRO y BaYaLa BasomBRÍO, o bien que hayan sido suprimidos,
Esperamos que nuestra modesta labor no solo tenga la virtualidad
de satisfacer las expectativas de la EDITORIAL ASTREA —y de los lec-
tores, desde luego—, sino también que sea una buena compañía —nada
más que eso— para que este tratado siga siendo la extraordinaria obra
cumbre de SEBASTIÁN SOLER.
ALEJANDRO DEPALMA
ÍNDICE GENERAL
Tomo 1
PARTE GENERAL
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO PRIMERO
$ 4, FORMAS PRIMITIVAS
OTÍBOMOS connoconnonnnnnononarnnrnnnco
non nnnanann ano non non ronca noma n nin nan rnan ara nan anno 53
IL. Carácter pÚblicO occcocinonincnnioninnnocinorrnconcncio narco nr cora racorenorraancaos 54
IT. La República coccion 55
IV, 55
V. Rasgos esenciales c..ncnnnnnnnnnnnnnonncannninann
nr cnonn naar rca nan aanc cani 56
CaríTuLO II
NCAA 142
IL 146
IL. AMalogÍa coociciononnnccnnonorn cn rr noronrrronrnorarrorororo 150
IV. Distinciones según el SUJETO conosmmonsorsorsoncrransoroccnmecirnroanocasoss 153
V, Medios y procedimientos de interpretación ...cincomonooms. 155
VL Principales tendencias doctrinales .....onnninococinnnorionnnnonenocoross 157
VII Interpretación sistemática actual ...ooonnncninnccnoncininnnononccinononos 159
VIIL Límite jurídico de la interpretación secciones: 163
XVI ÍNDICE GENERAL
$ 16. FEXTRADICIÓN
L Defimición ..ooononninnnnnnninninnnnninccnnnnnoracrnrnonr
cc nr nr on cr rara ran rro rara rana AU]
O A
III. Relación internacional que la extradición SUpoNe ...icinioionoooo 212
IV. Condiciones relativas a la calidad del hecho ........oo...unn.o.o... 215
V. Condiciones relativas a la punibilidad ......icnicinininonmmmm.m.”. 219
VI. Condiciones relativas a las personas ..ciiincinnnmanicninecios 221
VII Especialidad en la extradición ..oocccnionnnonrmeerrseerre. 224
LL PrMCIPIOS cocacacocnannosansarcas
pan ersarsonsonroninnenia or G14nraGrGnaS 144 sa8 UA ANG Arond 225
IL. Distintas hipótesis de sucesión de leyes ..ooococoncinonocicronoooos» 226
HL. El principio DÁSICO ...occinonnnoniccnoninononcnncnnicncncnnanna
carne ncnnnrninonoos 297
ÍNDICE GENERAL
CarítuLO III
EL DELITO
CarítTULO IV
LA ACCIÓN
Concepto e
IL Acción típica A
TL El principio de exterioridad comcicinonncinnnoerornrncerrrrarrreranons
IV. Principio de subjetividad. Personas colectivas «comico...
Concepto e 316
Il. NATA 316
TL Caso fortuitoy violencia ..occoninnonnirrecrcrrrrrrrarrrcarss 317
INA La obediencia debida ....oooooonnnininonnncnnonnonononono
nono connnono no ncccnnnno 318
ÍNDICE GENERAL
¡AAA 330
IL Relación de causalidad ....ooonnnnnnnncnnnnninnionncinacanicnnccanccnccccnnccns 330
TL. Relación con los elementos del delito .......oooooooococnnnnoncrmmmm.. 331
IV. 333
V. Doctrina de la equivalencia de condiciones .....occonnncom... 334
VL La crítica de Mage ceneccconncanoncncnncnraranoncnrornanerarancanareneraroaninaros 337
VII Doctrinas individualizadoraS ...nnnnnninniniiniinne. 338
a) Causalidad eficiente y prÓxiMA .occococnncnnnoncnnarnennancaninncnnnos 338
b) Teoría de la causalidad adecuada ......onninicninnanncnonnnnnnnnnns 339
c) La doctrina de la causa típiCA cmcocoinnininnncnnonincncncarinnnnnconoss 943
$ 25. LA OMISIÓN
CAPÍTULO V
ANTIJURIDICIDAD Y JUSTIFICACIÓN
CarítULO VI
DoOCtTINAS c.ooonccnnnnnonnononononarcn
none rn canon n r rra rre an rra nn ner rr nena nn r rar nnnnns 418
IL Fundamento ..mcccccnnnnnnnnnnnnnnnnccinnnnn nono nr nn ro nono aran rn r rn rra nnrnan enanas 419
11. Lesiones deportivas ..omcomommpssesiononnsiorondesririaseocandassonos 422
$ 33. Exceso
408
ÍNDICE GENERAL XXXIII
469
FormMasS +.ommccccnnnnononnnnnroninonnnn oran rrnrnrnraaronoros 470
Carácter del excesO c.ommininininnnnninnnincnnnccc nana ro ronca nan r anna r cnn 473
Criterios de ENPTECIACIÓN. cooocccaccanannac
cano raccancanccncnaanacanaconcaneaneanenas 474
ATO
CaríruLO VII
CarítuLO VIII
LA IMPUTABILIDAD
Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN
920
IL Imputables
e inimputables ..ccnocicicicinoninnonnnccccenacoiacinnnnrnss 521
HL El principio de imputabilidad en el Código Penal .................. 923
IV. La imputabilidad como mínimo de condiciones ..mcccnonc.co. 526
V. “Actio libera in causa” ccconnoncccnnnononaconnnaccnccncnnnannnnn
rc cnn rnnonnrnn nes 526
CAPÍTULO IX
$ 41. COACCIÓN
CAPÍTULO X
FORMAS DE CULPABILIDAD
$ 42. DoLo
$ 43. CULPA
CaAríTULO XI
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN
CaArPíTULO XII
S 48. TENTATIVA
IL Comienzo de ejecución A
ll. Teoría de Carrara ...mmccnnconinnnnnnnaninananonana
nan r car rn anna rr cara 13
XXX ÍNDICE GENERAL
L, COMCSPdO ismencrnroninconosnranenconoracanrisócasicnerncaraciacecarcaen
crac I ZO
Il. Dos clases de imposibilidad ....cnicicicinnnonnnninnincsnimorcerccn 12
II
IV. La doctrina subjetiva coccion 129
$ 53. PARTICIPACIÓN
S 57. INSTIGACIÓN
COMCOPDO encnrensensenon o rro rreosnn rea ers er reReRRRRGReRRRta RI RRrRRrOPrR ran rare LR ena rars
IL Forma accesoria de participación eo.cccncnonnenrnreneeerrncares
MTL Instigación incumplida .ociincccnnnnnoninnnnonnerncorornrncrnncnrrcoranos
IV. Formas de acción IISTIGADES cccconconncnncannaniantancanoracanacnan
can rn canes
V, Instigación Airecta comccncinonninnncnonnnccorncnrrencnarnaca
cronicas
a) Voluntad de instigaT coccnnonnncnonnnnnnenancnnnroraroronrnrrrarncnoo
b) Voluntad del hecho. Agente provocador
VL Naturaleza del hecho ..0oooocccoconinicnnnonincccccnocanonanannc
cinco nnncnnos
VIL Exceso del instigado ..ocicininnoncnnnoninnonrnrnnorerorennscncnrncoronos
VIIL PMA concccccnnnncnnnnnononarinnonarnn
nono nana n errar ren ene rre r rr enn r carrer rar na nnnos
ÍNDICE GENERAL XXXIII
CarítTuLO XIII
$ 59. INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO XIV
LA PENA
Defimición ..ononnnnnnininininninananonanin o nara r onona nano narrar aan naar recrea 846
IT. Distintos ASPOCÍOS concociccrnnrnconon non nono noo non non nonno non non rencor cononcenrinrness 846
TL. La pena como retribución oncciccnnnnninnenecenerrcncncrccnrnnis 847
IV. La pena como disminución de un bien jurídico ...oncccoccnnncnnnos 851
Vv. El fin preventivo de la peda .miniicininnnnnnninicicnanncncinincncicanas 854
VI La prevención general een 855
VII La prevención especial rr 857
594
IL Importanciay CATaCteres comomonncnonnnncnnncnnncanencnnereronenancarinonnos 895
TL Fijación de la multa cocineros 897
IV. Conversión de la multa inn 898
V. Multa penal y multa administrativa conciencias: 900
Distinciones . 907
IL. Inhabilitación aceesoria .o.ooococnonnnonnnnanoooooccccnnconono
nc non nccccnnannns 908
ÍNDICE GENERAL XXXVII
911
IL. Teorías unitarias y dualistas cocinan 915
TIT. Penas y medidas de seguridad en el Código Penal .....ocinocioao.. 917
IV. Reclusión manicomial ..0onnnnnnnnnnnnnnnnnnnnncaancnnnncannccanccn
cnc cinco 918
V, Reclusión en establecimientos especiales c.ooconcinnnonecsmm.. 921
VI Medidas educativas cccoccionncnonnonncnnro nina ronon no conan nro r arar reno rra 921
VII Medidas contra reincidentes y habituales «o... 924
Distintas ÍasesS ...concnonccnnnicnnnnonannnnnco nana n nan ono nornc a nnnnnnnan rar rancia 928
IL. PA A 930
a) Sistema de circunstancias agravantes y atenuantes genéri-
930
b) Sistema de libre arbitrio judicial ...ocnicinnncinicnnnmrmmmm.m. 931
TIT. Exención de pena y perdón judicial ...innciinnininninicninnnciccos 932
IV. Condena de ejecución condicional conccnnnncnnnnonnncccnencnncos 933
V. Peligrosidad cocccicinicionininnnnomrrmrrrrrrerrrrrrrrrerrrrrarariacos 938
$ 72. REINCIDENCIA
CAPÍTULO XV
LA PRETENSIÓN PUNITIVA
NC A 957
IL. Distintas clases de acciones ..ccnncnnnnninoninnncinnanona
nono rari naaa cani 958
IT. Excepciones al principio de oficialidad de la acción ............. 960
IV, Acciones dependientes de instancia privada ..ccciicinnonncncncos 961
V, Acciones privadas RR eran earn anna ne ercnnnss 964
VI. Cuestiones previas ..mcsmsmresirisericiriecr
erre rro sees rasero erronea 967
procuran, pues, ora una reposición real de las cosas al estado anterior
(p.ej.. la devolución del objeto sustraído a su dueña), ora una reposición
simbólica que asume la forma de una reparación (la entrega de una suma
de dinero en lugar de la cosa misma), ora una retribución (la disminución de
un bien jurídico del transgresor).
Una norma del derecho es una norma penal cuando su sanción asume
carácter retributivo.
Así, el “derecho penal” es la parte del derecho compuesta por el
conjunto de normas dotadas de sanción retributiva?.
Esta definición corresponde a lo que suele llamarse derecho penal
sustantivo o material, por oposición al derecho penal adjetivo o formal;
esto es, al conjunto de normas que regulan el procedimiento penal. De
acuerdo con nuestro criterio, este derecho no es derecho penal, sino pro-
piamente derecho procesal, aun cuando, para la efectiva aplicación de la
ley penal, las formas procesales constituyan un verdadero presupuesto
constitucional (nulla poena sine legali iudicio). La sanción procesal más
2 Conf. Von LiszTy SCHMIDT, para quienes es el conjunto de reglas jurídicas del
Estado por las cuales al delito como hecho se une la pena como consecuencia jurídica
(Lehrbuch, $ 1). Para Vox BeLING, el derecho penal es el conjunto de preceptos
jurídicos por medio de los cuales se determina cuándo, cómo y bajo qué condiciones
debe alguien sufrir una pena (Grundzige des Strafrechts, $ 1). Según Von HiPPEL,
el derecho penal material vincula a una conducta humana materialmente perjudicial,
y formalmente antijurídica, con la pena como consecuencia jurídica; determina, pues,
cuáles acciones son punibles (delitos) y qué penas deben aplicarse (Deutsches Strafrecht,
L. p. 1).
Desde luego, en nuestra definición se emplea el concepto de “norma” en su sentido
formal y no como precepto jurídico gramaticalmente autónomo (véase infra, 3 13, V),
Para el concepto de retribución, ver $ 64, II,
Al respecto, SOLER consideró equívoca la definición —de las ediciones previas de su
obra- como la parte del derecho que se refiere al delito y las consecuencias que acarrea,
pues el derecho civil y el comercial también se refieren al delito. Entendió lo mismo
respecto de la referencia a las medidas de seguridad, según lo hacen MEzCER (Strafrecht,
$ 1), WezEL (Das Deutsche Strafrecht, $ 1) y Núñez (Derecho penal argentino, $ 1,
ID), en primer lugar, porque en todas las ramas del derecho existen medidas asegurativas
(p.ej., el embargo) y, en segundo término, porque las medidas de seguridad que penal.
mente interesan a la teoría son aquellas que funcionan en conexión con una norma penal
propiamente dicha. Esa conexión puede ser más o menos inmediata, pero es inevitable;
así, la internación de un menor díscolo o retardado, pero que no ha cometido delito al-
guno, no es penal. Una medida es penal solo cuando para su aplicación se requiere la
perpetración de un delito, es decir, que solo por medio una norma penal propiamente
dicha se llega eventualmente a medidas de otro carácter.
6 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
3 Por supuesto que en una ley procesal, como en cualquier otra, puede haber dis-
posiciones penales aisladas (multas).
4 Conf. PoLarno NaAvARRETE, Derecho penal. Modernas bases dogmáticas >
p. 9.
” Así, García-PaBLOs DE MoLINa, Derecho penal. Introducción, p. l y si-
guientes,
% Conf. PoLarxo NavARRETE, Derecho penal. Modernas bases dogmáticas,
p. 33.
INTRODUCCIÓN 7
del propio poder que el órgano ejerce!”, como el caso de las facultades de
las cámaras legislativas con respecto al público asistente.
Es generalmente admitido que el derecho penal disciplinario no se
rige por el principio nullum crimen nulla poena sine lege, ni por el de
legali iudicium!!. Debe afirmarse, sin embargo, que esto no constituye
un desiderátum, y que corresponde a una Administración arreglada la
genérica previsión de las infracciones y de las sanciones, aunque no sea con
el rigor exigido por el derecho penal común, y alguna garantía procesal de
audiencia del interesado, por simple y sumario que sea el procedimiento.
Generalmente estos derechos se hacen efectivos por la vía de recursos
jerárquicos.
El derecho penal administrativo” se distingue del disciplinario en
que este, según se ha dicho, supone una relación interna de una Admi-
nistración y, en consecuencia, sus destinatarios son siempre intraneus.
23 Conf. Von BeL1NG, Die Lehre vom Verbrechen, $ 2; SoLer, Derecho penal li-
beral, soviético y nacional-socialista, “Cursos y Conferencias”, 1938, separata, p. 16 y
siguientes. No acepta esta definición AFTALIÓN, quien considera que esa discontinuidad
es “común a toda rama del derecho”, porque no advierte que no es una cuestión de ramas
del derecho, sino de construcción de los conceptos jurídicos, y le parece imposible com-
12 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
parar el contrato y el delito por ser figuras heterogéneas (Por una definición realista del
delito, LL, 83-1078).. Compárense las figuras civiles homogéneas de contrato y de dere-
cho real, y también se verá que este último es un concepto cerrado o típico, y el primero
no. Nuestra construcción no pretende ser válida para todo derecho penal (p.ej., para la
Carolina). Aun cuando AFTALIÓN se declara políticamente partidario de que el derecho
penal esté compuesto de tipos cerrados, lo cual “no puede prestarse a divergencias, salvo
por los que postulen una dictadura”, no advirtió que aquel justo concepto limitativo no
era aplicable al derecho surgido durante el segundo gobierno peronista, que le merece
juicios muy benevolentes (Planeación de la política criminal de la Argentina, “Anuario
de Derecho Penal y Ciencias Penales”, t. VIT, 1954, p. 311), no obstante el hecho de que
ese derecho contenía tipos abiertos que efectivamente le sirvieron a Perón de comodines
penales (v.gr., desacato, seguridad del Estado, sabotaje). Sobre el efecto producido en
un sistema jurídico por la presencia de figuras delictivas atípicas, ver SOLER, “La formu-
lación actual del principio nullum crimen”, en Fe en el derecho, p. 277, En realidad,
ya MONTESQUIEU había observado que, para que un gobierno degenere en despotismo,
basta con que el crimen de lesa majestad sea vago (Leesprit des loís, cap. VII, lib.
XID. Con uno solo basta; el peronismo empleó cerca de media docena (con reservas
sobre el criterio de SoLer, Fracoso, Conduta punível, p. 203). El problema consiste
siempre en el carácter abierto o cerrado de los tipos, y en la existencia de un concepto
genérico,
2 Conf. (QUINTERO OLIVARES, Curso de derecho penal, p. 5 y siguientes.
25 Conf. García Cavero, Derecho penal. Parte general, p. 110.
INTRODUCCIÓN 13
A ,
26 Conf. ZucaLpía Espinar, Fundamentos de derecho penal, p. 42.
97 e A , o
+ Damos a la distinción entre derecho público y privado los limitados alcances que
le acuerda KELSEN, Teoría general del Estado, $ 17.
14 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
47 Sobre la formulación elíptica de las normas, ver KAUFMANN, Logik und Rechts-
wissenschaft, p. 89 y siguientes. De ello se hace referencia más adelante ($ 13, V).
18 Conf. Luzón Peña, Curso. Parte general, L, p. 71 y siguientes. En un mis-
mo sentido, Cerezo Mir, Derecho penal. Parte general, p- DT y ss; García-PABLOS
DE MoLINa, Derecho penal. Fundamentos, p. 46 y ss.; extensamente, ver QUINTERO
OLIVAREs, Curso de derecho penal, p- 63 y ss.; ZAFFARONI - ÁLAGIA - SLOKAR, Derecho
penal. Parte general, p. 92 y siguientes.
20 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
la escuela histórica no nos debe inducir a creer que aquella sea un invento
alemán; “SAvIGNyY, IHERING y los demás, al construirla, no hicieron más
que interpretar el espíritu del derecho romano, poniendo al desnudo la
enorme riqueza de principios teóricos latentes en las enseñanzas de los
jurisconsultos””.
Lo que caracteriza a toda dogmática jurídica no ya solamente a la
dogmática penal- consiste en el objeto estudiado por ella, que es siempre un
derecho positivo dado. Su existencia no es un accidente o el fruto de
una opinión personal, sino una consecuencia ineludible del solo hecho
de que existan derechos positivos, vigentes, porque el solo reconocimien-
to de estos importa aceptar la posibilidad de la existencia de otro dere-
cho no positivo, sea o no este un derecho ideal. La dogmática supone
la distinción entre el derecho que es (de lege lata) y el derecho posible
(de lege ferenda) y se ocupa del primero.
Los ataques que se han dirigido a la dogmática están inspirados en la
idea falsa de que ese estudio importa la negación de otros estudios referen-
tes al delito, a lo ilícito, al delincuente o a la pena. Es tan groseramente
falsa esa imputación como la de suponer que el estudio del sistema hipo-
tecario del Código Civil implica negar la posibilidad o la conveniencia de
conocer las estadísticas hipotecarias del país. Son estudios radicalmente
diferentes, así como lo son la física y la historia. La dogmática no niega
la conveniencia de estudios históricos, filosóficos o sociológicos; tampo-
co prejuzga siquiera acerca de los estudios críticos del derecho vigente.
Afirma, sí, que hay un derecho penal positivo del cual derivan gravísimas
consecuencias para los súbditos de un determinado orden jurídico, y se
empeña en establecer cuáles son estas*?, En esto se muestra uno de
toda vez que la lógica se caracteriza como ciencia del pensar en cuanto tal,
de las puras formas que asume el pensamiento”, vaciándolo de contenido,
mientras que la dogmática se ocupa de los contenidos del sistema jurídico y
no de la pura estructura lógica de este”. Guarda con la lógica las mismas
relaciones de cualquier otra disciplina que pretenda alcanzar un conjunto
de conocimientos dotados de validez constrictiva*”,
Hemos dicho ya que es un mérito de la dogmática el haber sacado
las disciplinas jurídicas del plano de lo meramente opinable, y esto ocu-
rre precisamente porque tiene un objeto perfectamente constituido con
respecto al cual no todas las predicaciones son exactas?!.
La dogmática estudia un sistema de normas no ya en su momento
estático, como fenómeno, sino en su momento dinámico, como voluntad ac-
tuante”, La ley, así considerada, no es un modo del ser, sino del deber ser.
Por eso juzgamos tan gravemente perturbatoria la superposición de puntos
de vista normativos y causal-explicativos. Por una parte, la interpretación
sea una pena, más valioso será, en general, el bien jurídico tutelado con
aquella.
No toda transgresión a un sistema de valoraciones importa necesa-
riamente, sin embargo, una transgresión penal. Dentro de la escala de
valoraciones jurídicas, como en toda escala de valores, existe un más y un
menos y, conforme con la jerarquía de cada valor, el derecho dispone dis-
tintas formas de reacción. El derecho penal funciona, en general, como
sistema tutelar de los valores más altos; ello es, interviene solamente ante
la vulneración de valores que una sociedad, en un momento dado, reputa
fundamentales.
La investigación de la realidad social, el estudio estadístico de los
hechos sociales, el de las características psíquicas y orgánicas del hombre,
son importantes para el derecho, por cuanto el mundo de las normas debe
asentarse firmemente en la realidad, tanto para que la ley sea justa como
para que sea eficaz*, Pero el momento estrictamente jurídico se carac-
teriza no por esa mera comprobación o verificación de los hechos y de sus
regularidades (ley natural), sino por la vinculación de esa realidad a un
fin colectivo, en virtud del cual los hechos son estimados como valiosos o
no valiosos y, como consecuencia, procurados o evitados. La ley, por lo
tanto, regula la conducta que los hombres deberán observar con relación a
esas realidades, en función de un fin colectivamente perseguido y de una
valoración de esos hechos.
Esas normas son reguladoras de conducta, no comprobaciones de
hechos. Su contenido es una exigencia, un deber ser; no una realidad, un
ser. Lo que una ley natural predice es algo que, en líneas generales, efec-
tivamente tiene que ocurrir; lo que una norma jurídica dispone, puede, de
hecho, no ocurrir. La ley jurídica puede ser, efectivamente, transgredida%,
1 Sin que esto implique aceptar todas las consecuencias, es indudablemente acer-
tado este pensamiento de Maver (Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 37
y siguientes).
12 Conf. SoLer, Fe en el derecho, XIX.
30 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Por estas razones es frecuente que las exposiciones del derecho pe-
nal, aun las que están hechas bajo la forma de comentarios de un derecho
positivo determinado, no se ciñan escuetamente al solo punto de vista
dogmático, y se completen mediante exposiciones históricas, comparadas
y elaboraciones teóricas generales, entre otras.
En este sentido, el contenido de la ciencia del derecho penal debe
juzgarse ampliado modernamente. Además de los aspectos señalados,
el gran interés social en que la ley penal alcance eficacia preventiva ha
determinado que el plan expositivo del derecho penal, al atender a las
consecuencias del delito, haya ampliado el marco según el cual la disciplina
solo se ocupaba de la pena. Actualmente el plan expositivo abarca un
conjunto de medidas de diversa naturaleza, a todas las cuales no convie-
nen las características del concepto de pena, aun cuando, para llegar a la
aplicación de aquellas, sea indispensable pasar por una disposición penal
propiamente dicha.
Por lo tanto, el estudio de otras consecuencias del delito, como las
medidas de seguridad, forma parte también del plan de la materia, inde-
pendientemente de la naturaleza jurídica de estas medidas y prescindiendo
del hecho de que ellas no sean reducibles a la misma categoría jurídica
que corresponde a la pena,
Aun las consecuencias que tradicionalmente han sido consideradas de
naturaleza civil “como la indemnización del daño causado por el delito— han
suscitado sistematizaciones nuevas que, apartándose de una concepción pu-
ramente privada, las aproximan a instituciones de carácter público, porque
el problema social que la necesidad de indemnizar plantea trasciende el puro
interés individual. Como consecuencia, este tema se sistematiza no solo
desde el punto de vista del interés de la víctima, sino también como medio
de prevención, y como procedimiento general para resolver el problema eco-
nómico-social creado por el conjunto de los perjudicados por la delincuencia.
En cuanto al plan expositivo de la materia, subsiste en muchos autores
el rastro dejado por la escuela positivista, empeñada en hacer entrar torto
collo, dentro de las exposiciones jurídicas de derecho penal, toda una parte
o sección en la que se estudie al delincuente, estudio que no tendría por
objeto normas jurídicas, sino que, más o menos confesadamente, constitui-
ría una antropología especial?. Para nosotros, esa superposición de temas
resulta perjudicial tanto para la exposición jurídica como para los estudios
antropológicos, psicológicos y psiquiátricos, cuya seriedad se resiente por
la falta del severo soporte científico que requieren.
lógico, psíquico y social, por una parte, y el delincuente en la ley, por otra (Derecho penal,
p- 35 y ss. y 163), pero con posterioridad correctamente abandona ese método (Tratado.
Parte general), JIMÉNEZ DE AsÚa anuncia ese título como el tercer tema de la parte ge-
neral de su Tratado de derecho penal (p. 198). FLortan dedica al tema el libro segundo.
En toda su exposición se advierte la superposición de puntos de vista naturalistas y jurídicos.
En general, esas exposiciones no pasan de ser mera psiquiatría libresca de aficionados.
74 Cfr. Ferri, Sociologia criminale; Lombroso, El delito; GrIspIGNt, Introduzio-
ne alla sociologia criminale; CARRARA, Antropologia criminale; PexDE, Trabajos recien-
tes sobre endocrinología y psicología criminal; MEzGER, Criminología; Sauer, Krimi-
nalsoziologie —obra extraordinariamente extensa, pero de muy dudoso valor; PARMELEE,
Criminología; Rurz-Funes, Endocrinología y criminalidad; INGENIEROS, Criminología;
Perxoro, Criminologia; ALEXANDER - STAUB, El delincuente y sus jueces desde el punto
de vista psicoanalítico; BONGER, Introducción a la criminología; LórEz-ReY Y ARROJO,
La criminología, “Revista de la Universidad Nacional de Córdoba”, n* 4, 1944, p. 1123, e
Introducción al estudio de la criminología; Exxer, Biología criminal —obra fundamental-;
Von HEnTIG, Criminología; ALEXANDER- HEALY, Las raíces del crimen; HurwrTz,
Criminología; Pérez, Criminología; FLORIAN - NICEFORO - PENDE (dirs.), Dizionario
di criminologia, MIDDENDORFF, Sociología del delito, SEELIG, Tratado de criminología.
15 Lombroso, El delito.
32 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5% PARMELEE, Criminología, p. 4.
8l FLorian, Trattato. Parte generale, 1,58 10, 11 y 12. Véase el debate del tema
7, “Uniformación de las denominaciones en materia penal”, en Segundo Congreso Lati-
noamericano de Criminología, Actas, 1, p. 331 (relator, PEDRO ORTIZ).
A] Ls
82 Grispicni, Corso di diritto penale, cap. I.
$% Conf. Segundo Congreso Latinoamericano de Criminología, Actas, 1, p. 338 y
siguientes. Véase JIMÉNEZ DE AsÚa, Tratado de derecho penal, n* 28, p. 83 y ss., con un
amplio análisis crítico de la posición de SOLER.
51 En este sentido, véase EXNER, “Introducción”, en Biología criminal, Hurwrrz,
Criminología, p. 3. LórEz-ReY Y ArROJO propugna una reacción contra la criminología
“naturalística” (Introducción al estudio de la criminología, p. 12, 69 y ss., y 102), SEELIG,
Tratado de criminología, p. 3 y siguientes.
34 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
¿Qué se quiere decir, en efecto, cuando se habla del delito, que —según
hemos visto-— sería el objeto de la criminología? Esa expresión posee los
siguientes significados, considerablemente diversos.
a) Es delito lo que la ley define concretamente subordinándolo a una
pena (es decir, la figura legal, la amenaza penal específica).
b) Háblase del delito, distinguiéndolo de las figuras específicas, en el
sentido de concepto jurídico genérico, cuando, por ejemplo, en un tratado,
intentamos dar una noción jurídica válida para todas las figuras delictivas.
c) Háblase del delito como el hecho que un sujeto comete, su mate-
rialidad, el corpus delicti.
d) Háblase del delito en el sentido de conjunto o totalidad de hechos
transgresores realmente cometidos, queriendo claramente significar “la
delincuencia” (así, cuando decimos “el delito, sus causas y sus remedios”).
e) Háblase del delito como la síntesis histórica de lo que las sociedades
prohíben bajo pena, queriendo claramente significar “lo ilícito”.
f) Háblase del delito también como síntesis psicológica de las ten-
dencias a la acción de ciertos anormales**,
Con un intento meramente ejemplificador vemos que, entre otros po-
sibles sentidos, úsase la expresión delito como adecuada para designar la
figura delictiva, el concepto de delito, el hecho, la delincuencia, lo ilícito,
la inacción psicomotriz anormal y perjudical. Desgraciadamente los
ejemplos de esta naturaleza podrían multiplicarse como otros términos de
nuestras disciplinas.
Ello no habría tenido importancia si la coincidencia hubiese sido mera-
mente verbal; pero, a fuerza de decir las mismas palabras, médicos, juristas
y sociólogos han concluido creyendo que hablaban de las mismas cosas,
Tras la identificación del objeto de las distintas ciencias, determinada por
el empleo de la misma palabra, vino la identificación del método. Ejemplo
típico de esa superposición es la obra de FERRI, quien, después de haber
afirmado en sus comienzos la unidad científica y metódica de todas las
ramas de su programa, al construir sus Principii di diritto criminale, se
mueve en un paralogismo permanente, por la continua fluctuación del
sentido de las palabras que emplea, y por la ambigiiedad en que necesa-
riamente queda sumergida toda su teoría del método.
Ha sucedido, pues, que, unas veces, se han confundido las cosas como
pertenecientes a la misma ciencia, y otras veces se ha apelado a principios
de separación equivocados. Estos errores han dificultado el purificado
aporte mutuo de conclusiones, y han acentuado el encono de los polemis-
tas de fines del siglo xIx, que —al entrever que no hablaban de las
mismas cosas— creyeron que los puntos de vista eran incompatibles, en vez
de entender que podían ser complementarios. Ciertamente, en los mo-
dernos libros de criminología no se incurre ya en los viejos errores.
estudiará también todo otro fenómeno social que, como tal, tenga relación
con la actividad represiva. Sus temas serán, pues, no solo el estudio de
la delincuencia en el sentido general referido, sino también los sentimien-
tos, ideas o creencias sociales que hacen nacer y evolucionar la idea de lo
prohibido, las formas y reglas de responsabilidad, etcétera. La sociología
criminal será integrante de la sociología general, cuyos métodos no pueden
confundirse, por cierto, con los de las ciencias biológicas.
Algo semejante ocurre con la antropología criminal”. Sea que se
le imprima a esta ciencia una orientación tipológi 2 0 se la exponga con
otro criterio, no hay duda de que debe constituir una rama o parte de la
antropología y que la orientación que le demos a esta, en general, señalará el
rumbo de la rama especializada, sea inclinándonos hacia una antropología
psicológica, sea hacia una antropología biológica”,
La purificación y profundización de los estudios relativos al sujeto
delincuente solamente se alcanza sobre la base de desterrar ese tipo de
descripciones o exposiciones pretendidamente científicas y, en realidad, pu-
ramente literarias, en las cuales el rigor científico propio de una investigación
biológica o psicológica se encuentra ausente del todo, o bien confusamente
entremezclado con proposiciones o postulaciones jurídicas y hasta políticas.
En este sentido, los estudios jurídicos, sociológicos, biológicos y psi-
cológicos relativos a estas especialidades han resultado gravemente per-
judicados tanto por las incursiones jurídicas de los biólogos, como por los
libres devaneos biológicos de los abogados. Tampoco se ha ganado mu-
cho con la postulación de una criminología que constituya una sola ciencia
enciclopédica comprensiva del derecho penal, sobre la base de afirmar
como objeto común de estudio al delito, y un solo método común de
“observación y experimento”. Sorprende que después de trabajos con-
cluyentes sobre este tópico, producidos coincidentemente por autores de
distintas banderías*”, pueda aún renovarse la cuestión e incurrirse en el
05 s a] e 5 poa
% Muy importante, Bork1 - CiviDALLI - LEONCIMI, Trattato dimedicina legale. Es
muy valioso, también, Rojas, Tratado de medicina legal.
96 La obra más completa e importante es la de Locaro, Traité de criminalistique.
INTRODUCCIÓN 41
Respecto de este tema, RoxIN elaboró una doctrina sobre las relaciones
entre la dogmática jurídico-penal y la política criminal”, que formulara ya
en una monografía de la década de los setenta del pasado siglo”.
$ 4. FORMAS PRIMITIVAS
l Sobre ello son fundamentales las obras de FRAzER, The golden bough; lord RAGLAN,
Le tabou de U'inceste; Lévy-BrunL, La mentalité primitive; FreuD, Totem y tabú; Fau-
CONNET, La responsabilité; KELSEN, Society and nature; MaLINOwsK1, Estudios de psicología
primitiva; CALVERTON (ed.), The making of man (colección de muy valiosos ensayos de
diversos autores).
2 Especialmente, Lévy-BrunL, La mentalité primitive, p. 11, 15, 47 y ss., quien lla-
ma “prelógica” a esa forma de pensar (p. 85 y ss., 104 y 520). Según JunG, no existe una
diferencia en la calidad psíquica, sino en los supuestos de que el hombre arcaico parte al
razonar (El hombre arcaico, “Revista de Occidente”, vol. XXXII, 1931, p. l y ss., y Tipos
psicológicos, p. 503, 505 y 558). Con respecto a la idea de causalidad, es de sumo interés
44 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
la obra de KELsEN, Die Entstehung des Kausalgesetzes aus dem Vergeltungsprinzip —El
surgimiento de la ley de causalidad a partir del principio de represalia—, trabajo incluido
en Sociedad y naturaleza, p. 358 y siguientes. Allí se muestra que la noción de causa-
lidad es posterior a la de imputación y originada en esta.
3 Frazer, The golden bough, L, cap. UL
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL A5
se
>OETZ (dir.), Historia universal, I, p. 642.
26 Este código es una amplia regulación de la vida civil y, en consecuencia, se refiere
a infracciones en las cuales no hay retribución talional [conf. “The Code of Hammurabi”,
en WiLLIAMS (ed.), The historian's history of the world, 1, p. 498 y siguientes]. Esta,
sin embargo, es clara en el homicidio y las lesiones (v.gr., fr. 196, 197).
27 Conf. DeL GrupicE, voz “Diritto penale germanico”, en PEssiNa (dir.), Enci-
clopedia del diritto penale italiano, p. 454.
28 Giorz, La solidarité de la famille dans le droit eriminel en Gréce; GARGON,
Le droit pénal.
50 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
22 Entre los germanos de Tácrrto los pagos se hacían, sin embargo, en objetos, caba-
llos, armas, ganado (conf. Von HiirrEL, Deutsches Strafrecht, L, p. 103).
30 La traducción de su texto se encuentra en WiLLIams (ed.), The historian's history
ofthe world, L, p. 498 y ss.; sobre él puede verse Manzint, diritto penale nella piú antica
legge conosciuta, “Rivista Penale”, t, 57, p, 677 y siguientes. No parece ser Hammurabi
un creador de sus normas, pues existe un derecho sumerio considerablemente anterior
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 51
y adelantado [KrrreL, “Los pueblos del Oriente anterior”, en Gortz (dir.), Historia uni-
versal, I, p. 499 a 501).
31 Por ejemplo, Números, VI, XIX, 11, 14, 19 y 22; Éxodo, XXXV, 2 y 3, y XVI,
29; Levítico, XIL
2 Números, XXXV, 19 y 21.
32 Números, XXXV, 27,
Para la historia del derecho penal de la India bramánica, del Egipto y la Judea,
ver THONISSEN, Études sur Uhistoire du droit criminel des peuples anciens.
35 Conf. Costa, Delitto e pena nella storia del pensiero umano, p. 4.
52 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
36 Unas de las investigaciones sobre derecho griego más importantes son las de
GLorz, La solidarité de la famille dans le droit criminel en Gréce. Conf. FusTEL DE
COULANGES, La ciudad antigua, p. 279 y 280. La obra clásica de ThoxIssEN, Le droit
pénal de la république athénienne, debe ser utilizada con precaución, según FAucoNNEr,
La responsabilité, obra en la cual se encuentran también valiosas informaciones acerca
de este tema; Levi Delitto e pena nel pensiero dei greci.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 53
41 Conf. FERRINI, voz “Esposizione storica e dottrinale del diritto penale romano”,
en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, L, p- 12.
12 Mommsen, Derecho penal romano, IL, p. 92 y siguientes. Conf. Ferri, Socio-
logia criminale, vol, II, p. 388,
13 MommsEN, Derecho penal romano, 1, p. 15.
*% Vox Liszr - Scumior, Lehrbuch, $ 7; parece dudoso, sin embargo, interpretar
como venganza el caso del ladrón.
45 MOMMSEN, Derecho penal romano, Il, p. 121.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 55
51 FERRINI VOZ “Esposizione storica e dottrinale del diritto penale romano”, en Pes-
sINA (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, L, p.25 y 51; Manzast, Trattato, MU, p. 1.
52 ScmiarroL1, voz “Diritto penale canonico”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del
diritto penale italiano, vol. 1, p. 613 y ss.; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 77 y
siguientes. Se cita siempre como obra fundamental la de Hixschius, Das Kirchenrecht,
t. 4a 6, pero no se la pudo consultar. La materia penal compone el Libro Y del Codex
iuris canonici del 19 de mayo de 1918.
5 Se llama disciplinaria esta primitiva forma porque los obispos decretaban la
excomunión del transgresor, es decir, su exclusión como miembro de la colectividad por
la cual el sujeto era miembro de la Iglesia. Las penitencias públicas eran solo el medio
por el cual el expulsado podía ser readmitido. Tratábase pues, estrictamente, de un
58 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5% “El hombre no puede juzgar de los motivos internos, que están ocultos, sino
solo de los externos, que se manifiestan [...] y como la ley humana no puede gobernar
y ordenar suficientemente los actos internos, fue necesario que para ello concurriera la
divina” (Tomás DE AQUINO, Summa, 1, quest. 91, art. 4).
60 SemrarroLt, voz “Diritto penale canonico”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del
diritto penale italiano, vol. I, p. 682 y 701.
9% Frazer, The golden bough, L, p. 6; FErRI«I, voz “Esposizione storica e dottrinale
del diritto penale romano”, en Pessixa (dir), Enciclopedia del diritto penale italiano, L,
p. 167; JuLu CLart, Sententiarium receptarum, quest, XXX (Delinquens, qui ad ecclesiam
confugerit non est ab ea violenter extrahendus).
o
62 Romanos, XII, 19.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 61
Enciclopedia del diritto penale italiano, U, p. 291; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht,
$ l2a 14.
70 Par:
ara los . derechos
dias locales
lorales asnañ
españoles,. los 7fueros,cnconf. Om
CUELLO >
CaLón, op
Derecho
penal, L, p. 103 y siguientes.
7 Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, p. 12 y 13.
64 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
72 se a » o
Von HenrtIG, La pena, “La Giustizia Penale”, P. [, 1937, col, 586 a 600; 1938, col,
288, 413, 471, 615, 813, y 1939, col. 41 —trabajo especial mente considerable, en el cual se
estudian detenidamente todas las formas de ejecución penal=; La pena. Origine, scapo,
psicologia, y La pena; RADBRUCH - GWINNER, Historia de la criminalidad.
13 Sobre COVARRUBIAS, CONf. SCHAFFSTEIN, La ciencia europea del derecho penal
en la época del humanismo, p. 151 y ss., y PEREDA, Covarrubias penalista, “Anuario de
Derecho Penal”, X, 1957, p. 485,
4 Una amplia biografía de ScHwARZENBERG en Von HirrEL, Deutsches Strafrecht,
p- 165. Para España, la recepción del derecho romano la constituyen las Partidas (1256-
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 65
máticos y lingúísticos de la ciencia jurídica (La ciencia europea del derecho penal en la
época del lumanismo, p. 19 y siguientes).
82 Así, MEZGER, Strafrecht, $ 2 1V in fine. Una minuciosa descripción de todas esas
crueldades puede verse en Von HENTIG, La pena. Origine, seapo, psicologia, o en La
pena, t.1y IM. Tlustra minuciosamente sobre el procedimiento de la Inquisición Masix1
Da BOLOGNA, Sacro arsenale.
$83 Sobre Beccarta véase el estudio introductorio de MONDOLFO en BECCARIA, Opere
scelte, y el de LarLaza en Beccarta, De los delitos y las penas.
68 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
% Dice CuELLO CALÓN —quien estudia muy detenidamente los fueros que, según el
Fuero de Peralta, el forastero que matare a un hombre de Peralta debía pagar quinientos
sueldos y el de Peralta que matare a un forastero no pagaba nada (Derecho penal, 1, p.
112, nota 98).
% Piénsese que estamos en tiempos muy anteriores a los de la brillante escuela
italiana de romanistas (CLARO y FArINACcCcI), y muy lejos aún de la Carolina.
% Las Partidas han sido citadas como fuente supletoria reiteradamente en la antigua
jurisprudencia de nuestra Corte Suprema (Fallos, 6:455 y 459; 22:236; 53:399). Se dijo
especialmente que la ley penal nacional “no es un código completo y [que] sus omisiones
deben ser llenadas por la ciencia y las leyes comunes” (Fallos, 6:107). Las leyes preexis-
tentes eran consideradas supletorias (Fallos, 7:192).
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 73
miento, porque se guarden de fazer cosa, porque non resciban otro tal”.
La expiación —es decir, la retribución del mal causado— como medio de
intimidación, para que el hecho no se repita.
Se distingue, conforme con la tendencia romanista, el hecho come-
tido por el inimputable. Tal es el loco, el furioso, el desmemoriado y el
menor de diez años y medio, sin perjuicio de las responsabilidades en que
incurran los parientes que no los hicieron guardar*, — Distinguida así la
condición subjetiva para la imputación, estableciéndose que a tales sujetos
no se los puede acusar, queda firmemente fijado el sentido subjetivo de esta
ley penal, la cual, en este terreno, traza nítidas diferencias entre la simple
comisión de un hecho y su comisión culpable”. Contiene también, espe-
cialmente en el homicidio, la diferencia entre el hecho doloso, el culposo
y el justificado (“Omezillo es cosa que fazen los omes a las vegadas con
tuerto, a las vegadas con derecho”), enumerando una serie de casos en
los cuales el hecho no es castigado, y distinguiéndolos de aquellos en los
cuales la muerte sucede por ocasión, no queriéndolo hacer'*. Se prevén
ciertas formas de instigación'”, de tentativa y complicidad'”,
El punto censurado de las Partidas consiste en la extraordinaria se-
veridad de las penas en los delitos de herejía, que tenían el carácter de
mere ecclesiastica'”*, conforme con la tesis canónica, cuya influencia es
aquí manifiesta. Los herejes que “non se quisieren quitar de su porfía”
eran juzgados por el tribunal eclesiástico por herejes y entregados al brazo
secular, el cual según el caso— condenaba a la hoguera, al destierro o a
cárcel. En el Título XXX se reglamentan detenidamente los tormentos,
como es frecuente en las legislaciones medievales y aun en la Carolina.
% “Porque non sabe ni entiende el yerro que face” (cfr. part. VIT, tít. 1, ley IX; tft.
8, ley II; tít. 14, ley XVID.
9 Part. VIL tít. 3, ley IV y, especialmente, ley VI.
100 Part. VIL, tít. 8, preliminar.
101 Part, VIT, tít. 8, ley IV.
192 Part. VIL, tít. 14, ley VIIL
103 La part. VII, XXXI, ley II, exige el comienzo de ejecución; tít. 34, ley XIX.
10% Part. VIL tít. 26, ley IL. Lo explica ampliamente la glosa 2 de GrEcoRIO
LórEz.
74 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
a nuestro alcance, El estudio de las costumbres jurídico-penales del aborigen del Río de
la Plata es una página en blanco, pero por lo mismo llena de incitaciones.
108 Los primeros cronistas españoles son, en efecto, tan criticados, que hay quien
les niega casi totalmente la autoridad en cuanto se refiere a sus relatos y apreciaciones
sobre el gobierno indígena (MorGaN, Ancient society, p. 186). Véase en BuncE, Historia
del derecho argentino, L, un largo análisis de los errores de esas crónicas y de sus causas.
Es, en efecto, necesaria mucha prudencia para recibir datos de las crónicas sobre estos
puntos. A las razones más o menos anecdóticas (posición confesional, supersticiones del
propio autor, ignorancia de las ciencias naturales, etc.), a las que principalmente se refiere
BuncE, deben agregarse los hechos siguientes: «) atraso del conocimiento científico de la
época —no imputable, en consecuencia, al cronista—, con relación a la psicología del alma
primitiva y al valor y significado de sus instituciones, cuyas manifestaciones externas
eran interpretadas Y traducidas conforme con la costumbre y cultura europeas; así, por
ejemplo, habrá que recibir con reservas ciertas afirmaciones como la de 1774 de Tomás
FALKNER, según quien el cacique era “muy susceptible de ser cohechado” (Descripción
de la Patagonia, p. 106), cuando el actual conocimiento de esas instituciones nos haría
sospechar en este caso no una excepción, sino la regla; b) preocupaciones políticas o ju-
rídicas extrañas al puro y objetivo interés histórico de la descripción (v.gr., justificación
jurídico-política ad usum delphini de la conquista, como con la que inicia su crónica de
1573 el licenciado Juan MATIENZO, propósito del cual necesariamente derivan conceptos
peyorativos acerca del estado y valor de la cultura precolombiana (así, por ejemplo, dice
que los incas “eran tan crueles que a los que delinquían no solo los mataban, pero a todos
sus parientes. No gobernaban por leyes sino por su apetito y voluntad” —Gobierno del
Perú, p. 12 y 137), y e) finalmente, ya sea por las causas confesionales que BUNGE señala,
ya sea por incomprensión de su función científico-histórica, ciertas obras carecen de todo
valor en su parte descriptiva —que es la que nos interesa, especial mente en cuanto a reli-
gión y costumbres, pues más que describirlas las critican, como ocurre con la Historia de
la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, del jesuita José Guevara (contra
él, véase Azara, Viajes por la América meridional, L, p. 74).
109 No pueden sorprendemos tales dificultades cuando P1 y MarcaLL, al llegar
al estudio de estos pobladores, confiesa que las complicaciones son tantas que casi le hacen
desistir de su estudio (Historia general de América, 1, p. 510 y siguientes). Como ejem-
plo de trabajos de reconstrucción de los estados de las distintas tribus y familias aboríge-
nes debe recordarse la obra de CABRERA, Los aborígenes del país de Cuyo, “Revista de la
Universidad Nacional de Córdoba”, 1928-9, entre otros. Desgraciadamente esos trabajos
están hechos con otros fines (lingúísticos y geográficos principalmente). Véase también
los trabajos de IMBELLONI, Casanova, MÁRQUEZ MIRANDA, DE Aparicio, PALAvECcINO, SE-
RRANO y VIGNATI en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, t. 1, de 1936.
Como obra general de gran valor, conf. IBARRA Grasso, Argentina indígena.
76 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
116 Casanova, “La Quebrada de Humahuaca”; MÁRQUEZ MIRANDA, “La antigua provin-
cia de los Diaguitas”, y ViGNATL, “Los restos humanos y los restos industriales”, en LevENE
(dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 218 y 241, 342 y 343, y 161, respecti-
vamente,
17 Los testimonios son aquí innumerables en los cronistas e historiadores; véanse
como ejemplo Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucu-
mán, 1, p. 39 y ss.; SÁNCHEZ LABRADOR, Los indios pampas - puelches - patagones, p. 52,
60, 66, 75 y especial mente p. 109 y 110, donde el misionero se encuentra con gravísimas
prohibiciones evidentemente tabú, cuya rareza le es totalmente inexplicable y así lo de-
clara. “Lo corriente es que estos indios no den razón de lo que hacen, y es bien difícil
y aun imposible adivinarlo |...] no podríamos figurarnos cómo tales ideas pueden haber
entrado en cabeza humana” (Azara, Viajes por la América meridional, 2, cap. XI, p. 104).
115 Por ejemplo, para los pueblos del Chaco, PaLavEciNo, “Las culturas aborí-
genes del Chaco”, en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p 468;
NORDENSKJOLD, La vie des indiens dans Le Chaco. Para los humahuacas, CASANOVA,
“La Quebrada de Humahuaca”, en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina,
1, p. 238 y 239. Para los diaguitas, “La antigua provincia de los Diaguitas”, en LEVENE
(dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 340. Para los de la región pampea-
na y la Patagonia, véase SÁNCHEZ LABRADOR, Los indios pampas - puelches - patagones.
Sobre la región fueguina, muy explícitamente IMBELLONI, “Culturas indígenas de la Tierra
del Fuego”, en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 687.
78 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
122 Navarro LaMaRca (dir.), Historia del mundo en la Edad Moderna, XXUL,
. . , a
p. 52.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 79
123 Azara, tan buen naturalista, no tuvo en este punto intuición de sociólogo, pues al
recorrer las distintas tribus repite invariablemente el mismo tema: “no conocían ni sumisión,
ni leyes, ni recompensas” (cfr, Viajes porla América meridional, 2, p. 26, 30, 35, etcétera).
124 Sáxcunez LaBraADOR refería muy detalladamente la reacción del indio ante el mi-
sionero que dice esas palabras y la imposibilidad de hacérselas pronunciar en las oraciones
que las contienen (Los indios pampas - puelches - patagones, p. 109). Del mismo modo,
por ejemplo, entre algunos fueguinos el nombre de un desaparecido se tornaba tabú [cfr.
IMBELLONI, “Culturas indígenas de la Tierra del Fuego”, en LEvENE (dir. gral.), Historia
de la Nación Argentina, 1, p. 689].
125 Lozaxo, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1,
p. 399 y siguientes.
126 Wavrin, Meeurs et coutumes des indiens sauvages de l'Amérique du Sud, p. 587.
127 TMBELLONI, “Culturas indígenas de la Tierra del Fuego”, en LEvEsE (dir. gral.),
Historia de la Nación Argentina, L, p- 664 y 684.
125 Vicxart, “Las culturas indígenas de Patagonia”, en LEVENE (dir. gral.), Historia
de la Nación Argentina, 1, p. 621.
129 Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1,
p. 385 y siguientes.
$80 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
costumbres hallamos entre diaguitas con respecto del varón'*% >, y entre
pampas!” y fueguinos'”.,
Es curioso que entre los patagones la mujer, después de su iniciación
puberal (cumplida con grandes ceremonias), era sexualmente libre, hasta
casarse y, en cambio —según FALKNER—, la violación de la viudez era cas-
tigada con la muerte'”.
A su turno, SÁNCHEZ LABRADOR describe detenidamente las cere-
monias y fiestas de la iniciación de la pubertad, durante las cuales el repre-
sentante de la divinidad (Elal o Elel) administraba justicia, cumpliendo
una severa norma de prohibiciones alimentarias, después de lo cual los
partícipes en el festín quedaban por un tiempo sometidos a prohibiciones
análogas'**. “Nadie se atrevía a quebrantar este ayuno, porque están en
la firme persuasión, que de su inobservancia incurrirían en la indignación
del verdadero Elel, o príncipe de los diablos, que los castigaría enviándoles
trabajos y adversidades”*”,
No puede descuidarse la presencia de prohibiciones de este género,
porque la violación de preceptos como esos es con más frecuencia deter-
minante de reacciones expiatorias más característicamente penales -sobre
todo, por su exceso— que las correspondientes a otros hechos objetivamente
más graves.
130 Márquez MIRANDA, “La antigua provincia de los Diaguitas”, en LEVENE (dir.
gral), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 339 y 340,
132 Vienart, “Las culturas indígenas de la pampa”, en LEVENE (dir. gral.), Historia
de la Nación Argentina, 1, p, 582.
132 TMBELLONI, “Culturas indígenas de la Tierra del Fuego”, en LEVExE (dir. gral.)
Historia de la Nación Argentina, 1, p. 668 y 685,
133 FALKNER, Descripción de la Patagonia, p- 199. Dice lo contrario ViGNaATrt, “Las
culturas indígenas de Patagonia”, en LEvENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina,
L, p. 617,
134 SáxcHEz LABRADOR, Los indios pampas - puelches - patagones, p. 66 y si-
guientes,
135 SixcuEz LABRADOR, Los indios pampas - puelches - patagones, p. 70 y 71.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 81
140 Citado por ViGNart, “Las culturas indígenas de Patagonia”, en LEVENE (dir. gral.),
Historia de la Nación Argentina, 1, p. 632 y 633.
M1 Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1,
cap. XVII, p. 383 y 384; CIEZA DE LEÓN, Guerra de Quito, cap. CCX. Son absolutamente
excepcionales los casos como el de los charrúas, si es exacto lo que de ellos afirma Azaña:
“No tienen ni leyes, ni costumbres obligatorias, ni recompensas, ni castigos, ni jefes para
mandarlos” (Viajes por la América meridional, 2, p. 9). Las negaciones son terminantes
en exceso y demasiado cargadas de sentido civilizado, A igual manifestación de AZARA
sobre los pampas (p. 26), puede contraponerse la existencia de cacicazgos históricos (ver
SÁNCHEZ LabraDOR, Los indios pampas - puelches - patagones, p. 30 y 202, nota 44 de
FURLONG, y las citas que hace de Lozano y FALKNER).
142 Casanova, “La cultura indígena del Noroeste”, en LEVENE (dir. gral.), Historia
de la Nación Argentina, 1, p 235; CABRERA, Córdoba del Tucumán prehispana y proto-
histórica, p. 106; De Aparicio, “La antigua provincia de los Comechingones”, en LEVENE
(dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 422.
143 Márquez MiranDa, “La antigua provincia de los Diaguitas”, y Casanova, “El
altiplano andino”, en LEVExE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 339 y
238, respectivamente.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 83
144 Así el cacique chaqueño [ver PaLavEcINo, “Las culturas aborígenes del Chaco”,
en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación Argentina, 1, p. 442].
145 FaLkner, Descripción de la Patagonia, p. 108.
146 Síncnez LabraDOR, Los indios pampas - puelches - patagones, p- 44. Luego,
claro está, habla de otras causas de guerra, pues aquella no es la única.
147 Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1,
p. 387 y cap. XVIII, Guevara, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y
Tucumán, p. 25 y 26.
148 Casanova, “El altiplano andino”, en LEVENE (dir. gral.), Historia de la Nación
Argentina, 1, p. 235, 238 y 262.
84 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
tribales o familiares'*, lo mismo que entre los aborígenes del Chaco y del
Litoral”, los patagones'” y fueguinos, entre cuyos ritos de iniciación se
cuenta la enseñanza de no descuidar los deberes de venganza!”.
Para limitar estas venganzas colectivas existen detalles demostrativos
de un rudimentario sistema composicional, admisible sobre todo con rela-
ción a ciertos delitos. Entre los patagones y pampas, el adulterio (que
debía ser pagado con la muerte) podía ser objeto de composición!”; esta
-a su vez— era un modo de terminar las guerras entre los chaquenses'”*,
Donde este sistema de compensaciones ha de haber alcanzado mayor
desenvolvimiento parece ser entre tehuelches, y es curioso que FaLk-
NER se refiere a la práctica del pago de una especie de Friedensgeld, que
el misionero interpreta como un cohecho'*?, Pero de la lectura del mis-
mo cronista se deduce la existencia de un firme sistema composicional;
así, “en el caso de alguna lesión —dice— no obstante la autoridad que re-
viste el cacique, el agraviado suele tratar de buscar su remedio lo mejor
que puede. El único castigo o desagravio que conocen es el de pagar
o de compensar el daño o perjuicio ocasionado”, y a veces el cacique in-
terviene para obligar a la composición, cuando el ofensor es poderoso”*,
149 Márquez MiranDa, “La antigua provincia de los Diaguitas”, en LEvExE (dir.
a 2 «“ . , . . . ” .
157 ViEDMa, Descripción de la costa meridional del Sur, p. 495, con respecto al
adulterio.
158 AZARA, Viajes por la América meridional, 2, p. 29.
159 FaLkNER, Descripción de la Patagonia, p. 106.
16% Según Lozano, citado por FurLONG en nota a SÁNCHEZ LABRADOR, Los indios
pampas - puelches - patagones, p. 210.
16 Azara, Viajes por la América meridional, 2, p. 9, 10, 53, 55, 60 y 90,
162 Casanova, “El altiplano andino”, en LEvExE (dir. gral.), Historia de la Nación
Argentina, 1, p. 238y 239,
163 PaLavecino, “Las culturas aborígenes del Chaco”, en LEvExE (dir. gral), Historia
de la Nación Argentina, 1, p- A7l.
164 TMBELLONI, “Culturas indígenas de la Tierra del Fuego”, en LEVENE (dir. gral.),
Historia de la Nación Argentina, 1, p. 668.
165 Según CABEZA DE Vaca, en la lengua de los guaycurúes “venganza” se dice “true-
que”. Al parecer, la venganza tuvo forma talional entre los araucanos, que llamaban
86 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
177 Orcaz, La colonia, p. 58 y 76. Según Buncr, ese derecho aborigen no influyó
ni en las prácticas (Historia del derecho argentino, L, p. 123).
1 LevENE afirma que el derecho indígena supervivió después de la conquista
española e inspiró la legislación indiana más de lo que comúnmente se admite (cfr. Ensayo
histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno, p. 3).
5% “Suelen también los caciques tener cinco o seis mancebas o mugeres, y algunos de
los que doctrinan se lo suelen consentir, y el visitador que envía el Prelado a los mismos
clérigos o religiosos que están en las doctrinas los penan en plata, para sí y otros no se
sabe para qué y como es dinero no se les da nada y vuelven luego al pecado. Convie-
ne remediarlo (...] El remedio mandar que ningún indio tenga más de una mujer [...]
so pena de privación de cacicazgo el que lo fuere y dozcientos agotes y les serán cortados
90 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
los cabellos, y si no lo fuere dozcientos agotes cortados los cabellos, y pague la tassa do-
blada, y á las mancebas la misma pena y desterradas por dos años del repartimiento y que
sirva en casa de algún casado pobre los dichos años” (Matienzo, Gobierno del Perú, p. 17
y 15). Como se ve, ni la práctica ni el remedio propuesto eran ley española pura,
18% Como en las disposiciones de Dávila y Negrón contra cuatreros y ocultadores
de extranjeros, según García, La ciudad indiana, p. 209.
181 Hemos visto que la Corte Suprema ha fundado en ellas más de una sentencia
(cfr, supra, $ 10, nota 97),
182 Así, la petición de los procuradores a Carlos I en las cortes de Valladolid, en
1523,
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 91
188 En el leg, 1 del Archivo de Tribunales de Rosario (ATR) existen varios procesos
así, y entre ellos se encuentran una condena a muerte extendida en siete líneas. No
consta si se ejecutó.
18% ATR, paquete 1, folio 326, nota del 16 de octubre de 1832,
192 ATR, leg, 1 (p.ej., la sentencia del 3 de abril de 1834, firmada por López). En-
tiéndase que estas sentencias no son dictadas por el gobernador como tribunal de apela-
ción, según lo estableció la Constitución de López, sino como tribunal de única instancia.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 93
191 Otra importante recopilación de los decretos y leyes relativos a materia penal
y penitenciaria, bastante completa, se encuentra en GÓMEZ, Criminología argentina,
obra que contiene —dividida por materias la literatura nacional hasta la fecha de su
publicación.
94 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
a ms - . ñ nora
192 El Reglamento Provisional de 1817 derogó expresamente el de la Comisión de
Justicia (cap. UI, art. VI); sin embargo, parece haber caducado de hecho, según el docu-
mento de NICOLÁS DE HERRERa al doctor ECHEVERRÍA incluido en PR, I, 139.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 95
195 Este decreto fue declarado insubsistente por la Corte Suprema el 22 de febrero
de 1877.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 97
en él casi todas las penas son fijas; contiene disposiciones sobre respon-
sabilidad civil'**.
El Proyecto, en lugar de ser aprobado, fue sometido a una prolija
revisión, para lo cual el Congreso dictó en octubre de 1868 una ley auto-
rizando al Poder Ejecutivo para nombrar una comisión de juristas a ese
efecto. A contar desde esa fecha, en la comisión nombrada (José Roque
PÉREZ, MARCELINO UGARTE y MANUEL QUINTANA) se produce una
larga serie de desintegraciones que llegan hasta 1877, fecha en la cual ella
queda constituida por las personas que firman el Proyecto, que fueron
los doctores VILLEGAS, UGARRIZA y García. Esta comisión presentó
su trabajo el 3 de enero de 1881. — Pero el trabajo presentado y el tiempo
transcurrido fueron, en realidad, poco menos que inútiles, porque el Con-
greso, cuando inicia el estudio del Código Penal en 1885, toma como base
el Proyecto Tejedor —que diecisiete años antes había mandado revisar— y
desecha el trabajo de revisión.
Para proceder así, sin embargo, existía una razón de carácter histórico.
Ya hemos anotado la anarquía legislativa que imperaba en el país, regido por
las complejas leyes españolas. El apremio de la situación se hacía cada vez
mayor, sancionada la Constitución nacional. Era indispensable la aplica-
ción de una ley que estuviese vinculada con ese régimen político. — Por ello,
en cuanto apareció el Proyecto de TejEDOR, fue adoptado por muchas de
las legislaturas locales como ley, a libro cerrado, cosa que también hizo Bue-
nos Aires —que era capital de la provincia, por lo cual lo seguían aplicando
los tribunales una vez transformada la ciudad en Capital Federal, salvo
en materia de delitos de jurisdicción federal, para los cuales la ley 49, de
1863, había llenado el vacío de la legislación común. Dicha ley, al definir las
figuras delictivas cuyo castigo corresponde a la justicia federal, reglamenta
una materia que fue respetada como autónoma tanto por el Proyecto Tejedor,
como por el de VILLEGAS, UGARRIZA y García, confundiendo con ello una
cuestión jurisdiccional con una de fondo. El Código Penal que proyecta-
ban no contenía todos los delitos, sino solamente los de jurisdicción común.
196 Una síntesis del Código de TEJEDOR puede verse en MorEno, El Código Penal y
sus antecedentes, L, p. 56 y ss.; Peco, La reforma penal argentina, p. 29. Las reformas
de que fue objeto al sancionarse están explicadas por el diputado SoLvEYRa en la sesión del
23 de octubre de 1885.
100 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
197 El Proyecto Tejedor fue sancionado en Buenos Aires, con pequeñas reformas,
por ley 1140, del 29 de octubre de 1877: en Entre Ríos por ley del 4 de abril de 1878 [Re-
copilación de leyes, acuerdosy decretos de la provincia de Entre Ríos, t. 18); en Corrientes,
por ley del 16 de noviembre de 1878 [Registro Oficial de la Provincia de Corrientes del
año 18758, p- 268; hay una edición oficial de este código que data de ese año]; en San
Luis, por ley del 21 de noviembre de 1878 [no encontramos directamente el texto de esta
ley, pero ella se halla mencionada en la ley 265, del 19 de febrero de 1879, que fijaba el
plazo para la vigencia del Código Penal —cfr, Barbosa, Compilación de leyes de la pro-
vincia de San Luis, vol. 1-]; en Catamarca, por ley del 9 de diciembre de 1878 [Código
Penal de la Provincia de Catamarca]; en Santa Fe, por ley del 28 de septiembre de 1880
[Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe”, t. 10, p. 400]; en Salta, por ley 96 del 12
de noviembre de 1880 [Ojeba, Recopilación general de las leyes de la provincia de Sal-
ta, 3, p. 1052]; en Tucumán, por ley 458, del 30 de mayo de 1881 [SáxcHEz Loría - DeL
MoraL, Compilación ordenada de leyes, decretos y mensajes del período constitucional
de la provincia de Tucumán, vol. VI]; en la Capital Federal, el art. 313 de la ley orgáni-
ca de los tribunales 1144, del diciembre 15 de 1881, estableció que continuaría rigiendo
en la Capital =ahora de la Nación Argentina- el código vigente en la provincia de Buenos
Aires; en Córdoba, por ley del 14 de agosto de 1882 [Compilación de leyes, decretos y
demás disposiciones de carácter público dictadas en la provincia de Córdoba en el año
de 1882, t, 9 hay una edición oficial del Código que es de 1882; no se adoptó el Proyecto
Tejedor, sino el redactado por VILLEGAS, UGARRIZA y García, con algunas modificaciones—),
y en Mendoza parece haberse sancionado en 1879 (ver Nive, La vigencia del Proyecto
Tejedor como código penal de las provincias argentinas, “Revista Penal y Penitenciaria”,
1 35-38, 1945, p. 35 y siguientes).
Con respecto a Jujuy, Santiago del Estero, La Rioja y San Juan, no hemos podido
verificar los datos.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 101
199 Cámara de Diputados, “Encuesta”, orden del día 63, 1917; Moreno, El Código
Penal y sus antecedentes, L, p. 95 y 96,
DM . . s *
20 Fue muy importante, en este sentido, el ciclo de conferencias dado por JimÉNEz
DE AsÚa en los años 1923 y 1925, que puede verse en El nuevo Código Penal argentino.
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 103
los proyectos sobre estado peligroso de 1924, 1926, 1928 y 1930, ninguno
de los cuales logra sanción legislativa.
Tampoco logró sanción el Proyecto de 1932, en el cual se mezclan —de
manera harto confusa— ciertas ideas peligrosistas (tal vez no exentas
de intenciones políticas) con ideas expiacionistas, que llevaron a incluir en
el Proyecto la pena de muerte?”.
El análisis del proceso legislativo fue ampliado oportunamente por el
autor de este trabajo, enmarcándolo dentro de las corrientes e influencias
ideológicas que gravitaron en la época en que se sancionó el Código, al
expresar lo siguiente.
201 Véase sobre este proyecto, PEco, La reforma penal en el Senado de 1933, donde
De . >
202 a a Los -
202 SoLer, Bases ideológicas de la reforma penal, p. 25 a 27.
203 Sobre este Proyecto, ver CoLL - GómEz, Estudios y documentos para la reforma
a . . " .
El a , . Ja , A
205 Ver Núxez, Observaciones al Proyecto del Código Penal del Poder Ejecutivo,
“Revista de Derecho Penal”, 1951-VII-293, y Camaño Rosa, El Proyecto de Código
Penal argentino de 1951, “Revista de Derecho Penal”, 1951V11-385.
206 Conf. la fundamentación del Proyecto alemán de 1960 (Begriindung, B, I, Schuld
und Strafe). En las Jornadas de Buenos Aires en 1960, MauracH subrayó brillante-
mente el abuso político desplegado por el nacionalsocialismo, partiendo del “criminal
menosprecio del principio nulla poena sine culpa” (cfr. AANV., Jornadas de Derecho
Penal, p. 120 y ss.), y entiende que la intencional limitación de la pena retributiva es un
“baluarte de la libertad personal frente al Estado” (Deutsches Strafrecht, 1, $ 7, UD.
106 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
dando a toda la obra una solidez de que antes carecía. Este verdadero
progreso del derecho penal no podía ser desatendido o menospreciado
2
por nosotros 10,
Diputados, “Encuesta”, orden del día 63, 1917, p, 204 y ss.; Peco, La reforma penal argen-
tina, y JIMÉNEZ DE Asúa, El nuevo Código Penal argentino, p. 206, 214, 215 y 287, En
ediciones ulteriores de este libro, algunas de las críticas desaparecen.
2000 a . Lo.
212 Sobre este proceso, conf. SOLER, Bases ideológicas de la reforma penal,
RESEÑA HISTÓRICA DE LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL 109
l STAMMLER, Filosofía del derecho, p. 169. Sobre todos los aspectos de la teoría
de la ley, véase BRAMONT Aras, La ley penal.
2 GRISPIGNI, Corso di diritto penale, p- 360: MANZINI toma el concepto de fuente
primaria o de producción en sentido filosófico (Trattato, $ 103).
112 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
% No es cosa clara cuál era el alcance del principio de reserva en el derecho romano,
pues —por una parte— el fr. 131, $ 1, D. 50, 16, establece la diferencia entre multa y pena,
consistiendo esta precisamente en que peena non irrogatur, nisi quee quaque lege, vel quo
alio iure specialiter huiec delicto imposita est, de donde se deduce que se designa como
multa la pena no especialmente establecida o la impuesta por el juez y que, en consecuen-
cia, la pena sería siempre legal; sin embargo, la atribución de las penas se veía ampliada
en los casos de crímenes extraordinarios por la aplicación analógica de la ley (“si non tale
sit delictum, quod vel ex scriptura legis descendit, vel ad exemplum legis vindicandum
est” —fr. 7, $3, D. 48, 4).
10 <39.. No freeman shall be taken or imprisoned, or disseised, or outlawed, or
banished, or any ways destroyed, non will we pass upon him, nor will we send upon him,
save by the lawful judgement of his peers or by the law of the land” [“The text of Magna
Charta”, en WiLLIaMs (ed.), Historian's history of the world, vol. XVUIL, p. 627].
1 Dentro de esa corriente véase el trabajo de DE Mauro, “Nullum crimen nulla
pena sine preevia lege poenali”, “Rivista Penale”, 1925, p. 298 y ss., donde dice que el
fundamento jurídico de la sanción penal “debe buscarse en el hecho de que está conte-
nida en una norma jurídica, ello es en una norma que el Estado pone y hace valer. — Si
quisiéramos aún buscar el fundamento jurídico de la norma, deberíamos remontamos
hasta la constitución del Estado; ante esa deberíamos luego detenernos, siendo político el
fundamento de toda constitución” (p. 299 —conf. Rabsruch, Filosofía del derecho, $ 15).
Cita De Mauro esta sentencia de Massart: “El acto como expresión física es sin duda,
independiente de la norma; pero como expresión criminosa está totalmente subordinado
a la misma”. Sin embargo, este acuerda al principio nullum crimen solo un alto valor
político (Massart, La norma penale, p. 7 y siguientes).
12 Ver SoLEr, El Proyecto Krylenko de Código Penal, “Revista de Derecho Públi-
co”, 1933, separata; Tradicionalismo revolucionario, “Revista del Centro de Estudiantes
114 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
13 Cfr. KerrL, Denkschrift. Ver, también, Il memoriale prussiano del futuro Co-
dice Penale, “La Scuola Positiva”, 1934, 1, p- 56,59. El principio nulltinn crimen sine
lege es un principio burgués, según el Primer Congreso Panruso de Marxistas Cultores
de la Ciencia del Estado y del Derecho (ver la resolución en “La Seuola Positiva”, 1931,
[, p. 492, 3, b, y en SoLer, El Proyecto Krylenko de Código Penal, “Revista de Derecho
Público”, 1933, separata, p. 23 y ss., y Derecho penal liberal, soviético y nacional-socia-
lista, “Cursos y Conferencias”, 1938, separata, entre otros).
M4 En contra, KELSEN, Hauptprobleme der Staatsrechtslelwre, p. 293. Para él la
retroacción de la ley es formalmente posible; aun cuando —para KELsEN- ella contradice
el fin (social) preventivo del orden jurídico. Por eso aquella no solo no es conforme
con ese fin (zweckméibige), sino incompatible con ese fin del orden jurídico (tiberhaupt
nicht zweck-móglich). KELSEN reconoce formalmente como posible “eine rúckwirkende
Verpflichtung” (una obligatoriedad retroactiva), lo cual es a nosotros una contradictio in
adiecto, pues solo parece posible formalmente “eine riickwirkende Wirkung” (un efecto
retroactivo). Esa norma tiránica puede tener poder retroactivo, pero no poder obligante,
puesto que las acciones que contiene están va en el pasado.
Este es uno de los puntos que nos separan del criterio kelseniano, según el cual
no aparece claramente distinguida la pura norma coactiva de la norma jurídica comple-
ta; esto es, la que además de la sanción contiene la prescripción del modo de conducta
debida. Véase nuestro trabajo de incorporación a la Academia de Derecho de Córdoba
(SOLER, Algunas observaciones a la doctrina de Hans Kelsen, “Anales de la Academia de
Derecho de Córdoba”, año 1, p. 53 y ss,, especialmente p, 68 —norma jurídica y norma
coactiva—); SOLER, “Los valores jurídicos”, en Fe en el derecho, p. 185 y ss., y —también—
Las palabras de la ley.
15 Sin embargo, los autores clásicos dan al principio nullum crimen, nulla poena
sine lege una fundamentación superior a la meramente histórica [Pessixa, voz “Teoria
TEORÍA DE LA LEY PENAL 115
della legge penale”, en PEssixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, UL, cap. L;
ver especialmente Rosst, Tratado de derecho penal, Libro IV, cap. I, t. 2, p. 297 “Nadie
puede ser sometido con justicia a un castigo legal, sino ha podido tener conocimiento de
la ley moral que infringió”-].. Además, fúndase en el deber social de prevenir la infrac-
ción (Beccarta, Dei delitti e delle pene, 3 3). Es notable —en este tema de los principios
del derecho— lo que dice Von InErIx6, con referencia al de culpabilidad: “Proposi-
ción de una verdad eterna, decimos; es verdad; pero también lo que es eternamente
verdadero la humanidad ha debido descubrirlo, probarlo y reconocerlo” (Études complé-
mentaires de Vesprit du droit romain, 1, “La faute en droit privé”),
16 En este punto, muy acertado WeLzEL, Das Deutsche Strafrecht, $ 10, 1, 1, y es
una lástima que luego interprete los delitos culposos como tipos abiertos (n* 2, p. 6). Brr-
TIOL habla —con razón- del carácter farisaico del supuesto respeto totalitario al principio
de reserva (Diritto penale, p. 94).
Y Fr. 11, D., 48, 4. En el derecho inglés aún perdura la borrosa e inquietante
figura de conspiracy, que a mediados del siglo pasado llegó a ser aplicada con amplitud
por la Cámara de los Lores en “Shaw v. Director of Public Prosecutions”, una sentencia
muy censurada (conf. FrrzGERALD, Criminal law and punishment, p- 8 a 10; Turner,
Kenny outlines of criminal law, $ 452).
116 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
18 “Kein Verbrechen ohne Tatbestand” (no hay delito sin tipo) es la fórmula de Von
BeLinG (Die Lehre vom Verbrechen, $ 4). Sobre estos problemas, conf. SoLER, “La
formulación actual del principio nullum crimen”, en el Fe en el derecho, p. 277.
19 Mauracn, Deutsches Strafrecht, L, p. 76.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 117
23 Corte IDH, 2/7/2004, caso “Kimel vs. Argentina”, párr. 63 y todas sus citas; íd.,
30/5/1999, caso “Castillo Petruzzi vs. Perú”; íd., 25/11/2004, “Lori Berenson Mejía vs.
sn”
Perú”; íd., 31/8/2004, “Canese Ricardo vs. Paraguay”.
24 Corte IDH, 3/9/1998, caso “Cantoral Benavides vs. Perú”, párr. 155. Sobre esta
temática, ver especialmente PrquÉ, “Artículo 9. Principio de legalidad y retroactividad”,
en ALONSO REGUEIRA (coord), La Convención Americana sobre Derechos Humanos y
su proyección en el derecho argentino, p. 167.
25 Para la doctrina de BINDING, ver Die Normen, L, y Compendio, p. 111. La for-
mulación de Von BELING (Die Lehre vom Verbrechen, $ 15, y Grundztige des Strafrechts, 9,
II), FinceR (Lehrbuch, $ 18) y Maver (Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts,
p. 3 y ss; en especial, p. 37) considera la teoría de las normas de cultura como desa-
rrollo de la de Bisbisc. Sobre ello ver BORETTINI, prefacio en Bixbinc, Compendio,
p- XVIII; Jiménez DE Asúa, Teoría jurídica del delito, p. 69 y ss.; GrIsPIGNI, Corso di
diritto penale, L, p. 236 y siguientes. En contra, Rocco, Loggetto del reato, p. T4 y
Ss; MANZINI, Trattato, 1933,
p. 178; comp., también, Von Liszr - ScumIor, Lehrbueh, $ 18;
Massart, La noma penale, p- 55.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 119
26 “La pena podrá solo ser impuesta precisamente por el hecho de que la acción
descripta en esa ley y la cometida por el ladrón conceptualmente coinciden. El delin-
cuente, en vez de transgredir la ley penal, conforme con la cual es juzgado, en todo caso,
para ser castigado, debe, por el contrario, haber obrado de conformidad con la primera
parte de esa ley, en consonancia con ella” (BinbinG, Die Normen, L, p. 4).
27 BinpixG, Die Normen, 1, p. 4. Conf. Von BrLING, Die Lehre vom Verbrechen,
p. 116 (“Ante la ley penal y sobre ella está la norma”).
28 BinpixG, Die Normen, 1, p. 157. Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen,
p. 118; Rocco, Loggetto del reato, p. 74; GrisPIGN1, Corso di diritto penale, 1, p. 226;
FixGER, Lehrbuch, $ 18, UL. Von BeLING y FINGER —aun siendo partidarios de la
Normentheorie= reconocen como cierto que muchas normas no están formuladas.
siempre en las otras ramas jurídicas los principios normativos que la ley penal tutela (Corso
di diritto penale, L, p. 272 y siguientes). Véase también MezGER, Strafrecht, $ 22, 11, y
Mauracn, Deutsches Strafrecht, I, $ 19, IL, B.
29 KeLseN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, cap. X; KAurMANN, Logik und
Rechtswissenschaft, p- 93, nota 1.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 121
30 KeLseN, La teoría pura del derecho, p. 56, y Teoría general del Estado, p 66;
RECASENS SicHEs, Direcciones contemporáneas del pensamiento jurídico, cap. V; en
especial, n* 23.
3% KaurMaNN, Logik und Rechtswissenschaft, p. 89 y 91.
2 . , , z
2 Sobre las deformaciones de que ha sido objeto la teoría de KAUFMANN entre
NOSotros, después de que la expusiéramos por primera vez, conf. SoLEr, “La llamada
norma individual”, en Fe en el derecho, p. 243 y siguientes.
122 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
“En primer lugar, es preciso tener presente que para los que aceptan
como modelo del esquema de la norma jurídica no ya el simple enunciado
“dado A debe ser B”, sino el más complejo de FELIX KAUFMANN, que nosotros
pusimos en boga y que ha sido más aprovechado que reconocido, la norma
jurídica no constituye un juicio, sino un enunciado compuesto por dos juicios.
Entre la teoría de las normas de Binbinc** que crea un mundo flotante
e indefinido detrás del derecho positivo y la de KELSEN que solo parece
reparar en lo que para BINDING es el precepto secundario, el esquema de
KAUFMANN sintetiza la totalidad de pensamiento que un precepto jurídico
contiene sea explícita O implícitamente, En esto es preciso no dejarse en-
gañar por la gramática y no confundir el análisis gramatical con el análisis
lógico. Raramente la ley dice “no debes robar”, “debes pagar las deudas,
etcétera. Lo corriente es que se limite a señalar lo que debe hacerse cuando
alguien roba o no paga. El examen del contenido de esas consecuencias,
sin embargo, nos muestra que el enunciado expreso, presupone otro pen-
samiento; que, por ejemplo, cuando decimos “el que robe será castigado”,
significamos, además, que no se debe robar”.
Si bien es cierto que BINDING fundó toda una teoría sobre un juego
de palabras como dijo KELSEN—, no tenemos que dejar que las palabras
nos hagan un juego a nosotros.
36 Existe una obra muy importante en castellano sobre este tema (cfr. KAUFMANN,
Teoría de las normas).
124 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Suprema, la misma cámara insistió en ese criterio limitativo en CFed Cap, 29/9/1948,
“Weiner”. Sobre el tema véase nuestro dictamen y el fallo de la Corte Suprema en el caso
“Ortiz” (Fallos, 240:229) y el auto de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital
del 18 de junio de 1963, en el caso “Solano Lima”. Sobre el tema de la legislación revolu-
cionaria, conf. SOLER, Doctrina “de facto” y legislación revolucionaria,
JA, 1968-IV-S01.
4% Existe a veces una autorización genérica (v.gr., art. 37, CPP Córdoba; art. 27,
CPP CapFed). Este artículo fue tomado reiteradamente por la Corte Suprema como base
para afirmar la constitucionalidad de los edictos de policía de la Capital Federal (Fallos,
155:178 y 185; 175:311). Sin embargo, ese artículo se limita a decir: “El juzgamiento
de las faltas o contravenciones a las ordenanzas municipales o de policía, corresponde
respectivamente a cada una de estas Administraciones, cuando la pena no exceda de un
mes de arresto o cien pesos de multa”. Según se ve, se trata claramente de una norma de
competencia, que de manera alguna puede ser entendida como un precepto que acuerda
facultades para crear la figura, la infracción misma, poder que el Congreso no puede
delegar. La buena doctrina ha sido sostenida por la misma Corte Suprema en Fallos,
178:355 (véase la nota de Torres, La naturaleza jurídica de las multas impuestas a los
deudores del fisco y la irretroactividad de las leyes impositivas, LL, 7-1068) y 19 1:245:
“La configuración de un delito, por leve que sea, así como su represión, es materia que
hace a la esencia del Poder Legislativo y escapa a la órbita de las facultades ejecutivas”.
Se dirá que en el último caso el Poder Ejecutivo de Santa Fe —que de él se trataba— no
podía invocar una facultad supuestamente genérica como la del mentado art. 27. Pero
la misma Corte Suprema se encarga de contestar el argumento con estas correctísimas
palabras: “Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de lo que ella no
prohíbe (art. 19, Const. nacional). De ahí nace la necesidad de que haya una ley que
mande o prohíba una cosa, para que una persona pueda incurrir en falta por haber obrado
u omitido obraren determinado sentido”. La inconstitucionalidad del art. 27 del Cód. de
Procedimiento Penal, tal como era entendido por la Corte Suprema en Fallos, 155:178, fue
expresamente examinada y declarada por ese tribunal de acuerdo con nuestro dictamen
en “Mouviel”, del 17/5/1957 (Fallos, 237:636). Ver Macnabo DoncEL, El poder de
policía, LL, 5-55, secc, doctrina, que contiene la sistematización de numerosísimos fallos
de la Corte Suprema (p. 64). Conf. con el texto, Núñez, La ley, única fuente del derecho
penal argentino, “Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales”, n* 1-2, 1941,
p. 22 y siguientes. Sobre el art. 27, véase también, entre otros, CSJN, 13/2/1942, JA,
11/4/1942; íd., 24/12/1941, LL, 25-345, fallo 12932.
126 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
como las provincias procederían conforme con ella dictando leyes para
la represión de contravenciones. Claro que a ningún poder se le puede
desconocer, en general, un mínimo de policía*!. Pero el empleo de esta
palabra ha creado una fea confusión, pues bajo el nombre de “poder de po-
licía” (que es policía de un poder, preexistente como tal) se ha comprendido
ala policía de seguridad, para concluir acordando al Poder Ejecutivo la fa-
cultad de legislar no ya con referencia al orden interno y disciplinario de su
rama, sino con relación a los ciudadanos, sobre los cuales dirige amenazas
penales, y en virtud de ellas ejerce coacción, lo que sin duda alguna— es
un exceso, pues el poder de policía en este sentido (ello es, como facultad
de crear figuras contravencionales) solamente corresponde al Congreso o
a las Legislaturas y su ejercicio por el Poder Ejecutivo es repugnante a la
Constitución. Así lo tiene declarado la Corte Suprema”, incluso en los
:asos que antes se fundaban en el art. 27 del Cód. de Procedimiento de la
Capital, para acordar validez a las contravenciones creadas por edictos de
policía. “La configuración de un delito, por leve que sea, hace a la esencia
del Poder Legislativo”, según lo expresó el mismo tribunal*,
La razón para negarle al Poder Ejecutivo la facultad para dictar nor-
mas penales fundamentales está no solo en el recordado principio del art.
18 de la Const. nacional, completado por el art. 19 -según veremos más
adelante—, sino también en el que le prohíbe al presidente de la República
“condenar por sí ni aplicar penas” (art. 23) aun en casos extraordinarios,
y por el art. 29, que prohíbe tanto al Congreso como a las Legislaturas de
provincias la concesión de facultades extraordinarias. De ello es forzoso
1 “Constituidos estos [los órganos del Estado] como Poderes ni realizan exclusiva-
mente la función de que específicamente son titulares —el legislativo hace más que legislar,
el ejecutivo hace más que ejecutar normas, el judicial no se contrae a dictar sentencias—,
ni monopolizan la función que se les asigna” (PosaDa, Tratado de derecho político).
2 Ver Fallos, 178:355, 191:245 y 237.636, entre muchos otros,
13 Conf. nuestro dictamen en “Mouviel (Fallos, 237:637), que determinó la san-
ción del decr. ley 17.187 del 12 de noviembre de 1956. Sobre el tema, véase el criterio
autoritario sostenido por AFTALIÓN, Las faltas pol iciales, la garantía de legalidad y el
formalismo jurídico, LL, 87-254. En contra de él, Núñez, Derecho penal argentino,
[, p. 98, nota 145. Véase sobre esto SoLEr, Análisis de la figura delictiva, “Revista
del Colegio de Abogados de Buenos Aires”, 1943, separata. La pretendida dificultad
de “prever todos los casos que puedan ocurrir” esta allí contestada. Por otra parte, las
legislaciones previsoras contienen algunas normas contravencionales en blanco, como
la del art, 13 de Anteproyecto de Código de Faltas de SoLer (ver Cód, Penal italiano
de 1890, art. 434, y de 1930, art. 650), que resuelven correcta y perfectamente toda
dificultad,
TEORÍA DE LA LEY PENAL 197
Y Ver RapaELLI - MoucHEr, Derechos intelectuales sobre las obras literarias y artís-
ticas, y Las sanciones penales en la ley 11.723 de “régimen de la propiedad intelectual”,
LL, 34-430; SataNowskY, Derecho intelectual.
48 Sobre su alcance, véase CApel Rosario, LL, 13-773, En contra, CCrimCorr
Cap, LL, 10-568 y 723, con la disidencia correcta del doctor Díaz; JIMÉNEZ DE AsÚa,
“Prostitución y delito”, en El criminalista, 1, p. 17 y siguientes.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 129
la ley 16.648, que lo dejó sin efecto y restableció la vigencia de las dispo-
siciones por él derogadas, sustituidas o modificadas —y a su vez reformuló
otros artículos del ordenamiento penal-, y la ley 17.567, que le introdujo
bastantes cambios.
De las leyes anteriores al Código Penal y que contenían disposiciones
penales, algunas fueron expresamente derogadas (leyes 49, 1920, 3335,
3900, 3972, 4189, 7029, 9077 y 9143) y otras quedan vigentes O fueron
incorporadas al ordenamiento penal o modificadas. La ley 4144 fue
derogada en 1958.
A todo este profuso panorama legislativo habría que sumarle un con-
junto de normativas que oscilaron entre gobiernos democráticos y de facto,
pudiendo citarse la ley 20.509, de 1973, que hizo perder eficacia a todas
las leyes que no fueran emanación del Congreso nacional, produciendo
como consecuencia la puesta en vigencia del Código Penal de 1921; sin
embargo, algunos artículos de la ley 17.567 fueron mantenidos (arts. 173,
incs. 7 y 11, 190, 194 y 198), y el art. 175 bis, incorporado por la ley 18.934;
la ley 20.642, de 1974, reformadora del Código Penal; la ley 21.338, de
1976, de amplia modificación de dicho ordenamiento, reinstaurándose las
leyes 17.567, 18.953 (que introdujo, entre otras cosas, la pena de muerte)
y 20.840 (seguridad nacional) y creando nuevas figuras delictivas y un
aumento significativo de las escalas penales. Ya en el período consti-
tucional, recuperada la democracia, la ley 23.077, de 1984 —-denominada
de “defensa de la democracia”—, derogó las leyes de facto vigentes hasta
entonces (entre ellas, la ley 21,338), recobrando vigencia el Código Penal
de 1921. Posteriormente, entre 1993 y 2017 se sancionaron numerosas
reformas al Código Penal, incluyéndose nuevas figuras delictivas de distinto
signo, entre las que se pueden mencionar las leyes 26.551, de reformas a
los delitos contra el honor; 25.087, que modificó de manera completa el
Título 111 del Código Penal (“Delitos contra la integridad sexual”); 25.188,
de ética en el ejercicio de la función pública; 25.890, por la que se crea el
Capítulo IT bis en el Título VI, del Código Penal, denominado “Abigeato”;
26.268, que introdujo el delito de “asociaciones ilícitas terroristas”; 26.364
y 26.842, de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus
víctimas; 26.394, por la que derogó el Código de Justicia Militar (CJ M);
26.847, de explotación del trabajo infantil; 26.791, que incorpora varias
figuras en el art. 80 del Cód. Penal (entre ellas, el delito de femicidio);
5% Para mayor información sobre la legislación anterior y posterior a 1983, ver Buom-
PADRE, Tratado, — Parte especial, t, 1; Trata de personas, migración ilegal y derecho penal;
Delitos contra el honor; Violencia de género, femicidio y derecho penal; “Grooming”;
Violencia de género en la era digital; El delito de violación, e Imprudencia y siniestra-
lidad vial,
51 Baupry-LacANTINERIE, Trattato teorico pratico, L, p. 76.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 131
sancionada por el mismo poder, y 3%) leyes penales en blanco propiamente dichas, en
las que otra autoridad dicta la norma; Vox Liszr - ScumtbrT, Lehrrbuch, $ 18, VI; Von
BeELixG, Die Lehre vom Verbrechen, p. 160; Maxer, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 5; Fiscer, Lehrbuch, $ 18, UU, p. 3: Frank, Das Strafgesetzbuch, p. 3,
Il, EBERMAYER - LoBE- ROSENBERG, Das Reichs, p. 19 y 20; MANZINL, Trattato, 1933,
1,571, 111, b, 103 y 111; Núxez, La ley, única fuente del derecho penal argentino,
“Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales”, n* 1-2, 1941, p. 14. Sobre las
distintas formas que puede asumir la remisión a otro poder, véase el dictamen de SOLER
en “Mouviel” (Fallos, 237:650 y 651).
5 Esta postura es mayoritaria en las doctrinas alemana y española (cfr. Mir Pur,
Derecho penal. Parte general, p. 32 y ss.; Garcla-PaBLOS DE MOLINA, Derecho penal,
Fundamentos, p- 366 y ss.: LUZÓN Peña, Curso. Parte general, [, 190 y siguientes) .
TEORÍA DE LA LEY PENAL 135
59 Conf. Von Liszt - Scumior, Lehrbuech, $ 18, 1, p. 1; Harrer, Keine Strafe ohne
Gesetz, “Universitát Zúrich Rektoratsrede und Jahresbericht”, 1921-1922, p. 10, citado por
CuELLO CaLÓN; MAYER, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 25 y ss.; Kón-
LER, Deutsches Strafrecht, p. 77 y 78; Von BELING, Grundztige des Strafrechts, $ 1, UI,
y 9: Bruxo, Direito penal, L, p. 189. En contra, CUELLO CALÓN, Derecho penal, L, p. 170.
60 Manzint, Trattato, 1933, 1, $ 128.
61 Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 25 y ss.; GRISPIGNI,
Corso di diritto penale, p. 373 y 374.
% Véase este tema con referencia a las causas de justificación.
63 Cravemente equivocado el fallo de CPaz, Sala TIL, LL, 47-235.
136 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
%% Ver Manz1xt, Trattato, 1933, L, p. 229 y 230, donde reconocía como única excep-
ción el caso del art. 543 del ordenamiento procesal fascista (reenvío de la sentencia casada
al juez, para que ajuste su pronunciamiento a lo resuelto en el caso), correspondiente al art.
532 del Cód. de Procedimiento anterior. Frente a las quejas motivadas por las discre-
pancias jurisprudenciales, Maxzint afirmaba que ellas producían el inestimable beneficio
“de mantener y excitar el doveroso sentido de independencia de los jueces inferiores que
demasiado inclinados están a acoger sin crítica los responsos de la llamada jurisprudencia
constante” (ver, también, p. 220),
En la actual legislación italiana, el recurso de casación está previsto en el art. 111
de la Constitución (Parte IL, “Ordinamento della Repubblica”, Titolo VI, “La Magistra-
tura”, Sezione II, “Norme sulla giurisdizione”) y en el art. 606 y ss. del Cód. de Proced.
Penal, siendo la competencia la Corte Suprema di Cassazione, con sede en Roma. En
el sistema francés hay un único tribunal de casación para todo el país y todos los fueros
(civil, comercial, social o penal), que no revisa los hechos, sino solo el derecho (violación
de la ley).
65 También en este punto, durante su desempeño en la Procuración General de la
Nación, SOLER tuvo que determinar una rectificación fundamental de la jurisprudencia,
que abría el recurso extraordinario casi indiscriminadamente ante la mera alegación de la
existencia de fallos contradictorios, por medio del dictamen en “Panizza” (Fallos, 235:456).
66 No descuida este aspecto COUTURE, Fallos plenarios generalmente obligatorios,
“Derecho del Trabajo”, n* 5, 1941, p. 193,
Por la validez de esos preceptos se pronuncian, entre otros, ALsINa, Tratado teóri-
co-práctico, 1, p. 167, y AFTALIÓN, Prostitución, proxenetismo y delito, p. 154.16. Muy
otra es la opinión de COUTURE en el trabajo citado; de JIMÉNEZ DE Asúa, Norma individuali-
TEORÍA DE LA LEY PENAL 137
zada, jurisprudencia e interpretación del concepto de prostíbulo LL, 20-184, secc. doctri-
na; de Cossio, La sentencia criminal y la teoría jurídica, LL, 20-157, secc. doctrina, quien
cree que el único efecto del art. 5? de la ley 12.327 sería el de fundar una reconvención a
los camaristas insumisos (tesis, por cierto, inaceptable); de Núñez, La ley, única fuente
del derecho penal argentino, “Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales”,
n” 1-2, 1941, p. 38, y de Rarces, La jurisprudencia plenaria: esfera de su obligatoriedad,
JA, 1943-1V-507 donde se señalan muy oportunamente una serie de situaciones incon-
gruentes—, entre otros.
67 Ver, especialmente, LL, 20-985, 27-779 y 24-982.
$68 Conf. Fallos, 247:447, consid. 5”.
69 GRISPIGNI, Corso di diritto penale, p- 385; Manzint, Trattato, 19353, 1, $ 131.
138 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
obligatoriedad del precedente como stare decisis vertical; vale decir que remite a
la obligatoriedad de los tribunales inferiores de seguir los precedentes dictados por sus
superiores jerárquicos, en cuyo caso el apartamiento del precedente conlleva, como san-
ción, la revocación del fallo así dictado.
16 Fallos, 304:1459, ratificada en la causa “Vivas” (Fallos, 315:1319).
TEORÍA DE LA LEY PENAL 141
85 Fallos, 309:5.
86 Conf. LORENZETTI (dir), Código Civil y Comercial, Y, p. 29.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 145
las exposiciones de motivos de nuestra ley son muy inferiores a la ley misma. Un ejemplo
grave es lo que dice la Exposición de motivos del Proyecto de 1891 (p. 42 y 43) acerca del
dolo y de la imputabilidad.
9 Se ha observado, con razón, que, especialmente en las legislaturas, un legislador
puede votar una ley con la que está en graves desacuerdos en muchas partes, por la razón
de que considera convenientes otras partes. Un ejemplo extremo está dado por el del
Código Penal de 1887, que se sancionó porque había que dictar un código.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 147
100 Véase el trabajo clásico sobre el tema de ZITELMANN, “Las lagunas del derecho”,
en AAVV,, La ciencia de derecho, p. 289; LivarEs, El caso administrativo no previsto y la
analogía jurídica, LL, 24-178, sece, doctrina; MADUREIBA DE Pinno, “La formación cien-
tífica del juez del crimen”, y Peco, “La analogía en el derecho penal”, en LoupEr (dir.),
E
TEORÍA DE LA LEY PENAL 151
109 En contra, AFTALIÓN, Por una definición realista del delito, LL, 83-1078 (sobre
esto, ver supra, $ 1, HI, nota 23).
10 Tas notas del Código Civil de VéLEz SársFIELD o del Código Penal de Teje-
DOR, por ejemplo, no eran ley y, en consecuencia, no resultaban interpretación auténtica
de los artículos, aunque claro está que conservaban todo su valor como medios de inter-
pretación, de aquellos (ver Fallos, 33:228), Sobre interpretación auténtica y su sentido
histórico, conf. SOLER, Interpretación de la ley, p. 8 y 18.
154 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
M4 Wacn, citado por Fincer, Lehrbuch, $ 33; conf. Grispient, Corso di diritto
penale, [, cap. VI, 5 A; MANzInt, Trattato, 1, $ 139.
115 La ley, entonces, es clara: debe aplicarse directamente. “Interpretatio nunquam
admittitur in claris”, dice Farixacct, citado por MANZINL Trattato, I, $ 139,
M6 Conf. Von BrLING, Der gegenwártige Stand der strafrechtlichen Verursa-
chungslehre, “Der Gerichtssaal”, 101, 1932, p. 3; GrispPIGNI, Corso di diritto penale, 1,
cap. VI,5 A. En contra MANzIn1, Trattato, 1, $ 139. En un fallo se deduce lo que
quiere decir “buque” en las ordenanzas de aduana, no del diccionario, sino del sentido de
la ley, para concluir qué es, jurídicamente, un “bote” (CFed La Plata, JA, 17/5/1943). Véa-
se sobre esto, SoLER, Ley, historia y libertad, p. 185. Ha entendido mal este principio
Fontán BALESTRA, al no advertir que “sentido técnico” es el sentido que una expresión
tiene dentro de la ley, y no el sentido que tenga dentro de cierta técnica o ciencia, por
oposición al sentido común o vulgar (Derecho penal, p. 136). Conf. SoLEr, Las palabras
de la ley, especialmente los tres capítulos finales.
156 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
de modo que, salvando las esfumaduras del valor común de las palabras,
les dé precisión sin restarles claridad'”.
Para comprender la trascendente función de las palabras de la ley, y
especialmente la del verbo contenido en los artículos de la parte especial,
basta recordar las aclaraciones que de ello derivan en materia de causa-
lidad, tipicidad y clasificación de algunos delitos, como los permanentes.
Pero es lo frecuente que, ante un texto dudoso, el análisis gramatical
no nos descubra la voluntad de la ley, que es lo que debe buscarse, porque
“scire leges non hoc est, verba earum tenere sed vim ac potestatem”"”,
Ello lleva necesariamente a la aplicación de otros procedimientos
interpretativos, que exceden el marco de lo puramente gramatical, pues
suponen que ese examen no ha aclarado la voluntad de la ley, y hace falta
ir a buscar más allá de las palabras.
Llámase por eso, en general, interpretación lógica, la cual tiene a
su servicio diversos procedimientos que se apoyan entre sí, dados por los
elementos teleológicos, racionales, sistemáticos, históricos, comparativos
y político-sociales de la ley.
El estudio integral de la ley nos lleva siempre al descubrimiento de
un núcleo que constituye la razón de ser de esa ley; es decir, a un fin. En
la ley penal ese fin es, ordinariamente, la tutela de un bien jurídico, con-
formado de acuerdo con una determinada concepción. Por eso, la mejor
guía para interpretar la ley es la que suministra el claro discernimiento del
bien jurídico tutelado por el precepto que se quiere interpretar'*.
Esa finalidad, sin embargo, no debe inducirse solo de la disposición
considerada aisladamente; debe tomarse en cuenta la totalidad del orga-
nismo jurídico. Es en este punto en el que con más firmeza se aplica el
procedimiento sistemático de interpretación”,
vel respondere” (CeLso, fr, 24, Dig, 1,3). “Sería un error lamentable querer identificar
el precepto jurídico que debe construirse sobre la base de las leves concretas con un pre-
cepto de los gra maticalmente autónomos con los que las leyes en concreto se componen.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 157
preceptos de la más variada estructura, y aun sucede frecuentemente que aparece dis-
tribuida en dos o más leyes. Lo característico de la construcción jurídica es justamente
componer la norma ideal con esos fragmentos” (KELsEN, Hauptprobleme der Staatsrechts-
lehvre, p. 238, nota 1).
121 Para una detenida exposición de estos temas, remitimos a SOLER, La interpre-
tación de la ley. Véase también RECASENs SicHEs, Nueva filosofía de la interpretación
del derecho.
12 Rabsruch, Arten die Interpretation, “Recueil Gény”, vol. II, 1935, p. 216.
158 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
123 Como representante típico del pensamiento de esa escuela, conf. BaubrY-La-
CANTINERIE - Houques-FourcaDE, Traité théorique et pratique de droit civil, 1,
n” 258, p. 207 y siguientes.
124 Su máxima expresión la constituye el manifiesto de Kanrorowicz, “La lucha
por la ciencia del derecho”, en AANVV,, La ciencia del derecho, p. 323.
125 Crénv, Méthode Vi nterprétation et sources en droit privé positif. Obsérvese
la coincidencia de las expresiones freie Rechisfind ung y libre recherche scientifique, que
es el título que GÉnY mismo da a su propia doctrina.
126 Como ocurre con la “lógica de lo razonable” postulada por RECASENS SICHES,
Nueva filosofía de la Interpretación del derecho.
127 Mezcer, Strafrecht, $ 26, 1, 3. Para las corrientes realistas, conf. SOLER,
Las palabras de la ley.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 159
no hay libre albedrío” dice ALoys MULLER!””; ante el fin de la ley, el juez
solo puede proponerse el de hacerlo valer!??.
Esta idea está muy bien expresada en uno de los más antiguos fallos de
la Corte Suprema, donde se dijo que “se reconoce como un principio in-
concuso, que la interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitando
darles aquel sentido que ponga en pugna sus disposiciones, destruyendo
las unas por las otras, y adoptando, como verdadero, el que las concilie, y
deje a todas con valor y efecto”**,
Esta unidad del derecho, que la interpretación siempre debe mante-
ner, puede expresarse diciendo que la aplicación de un precepto siempre
tiene que comportar el tácito reconocimiento de la vigencia potencial de
los preceptos restantes.
La observancia de este principio suele encontrarse dificultada por los
cambios parciales que las leyes van experimentando y que, naturalmente,
refluyen sobre todo el sistema. Esto obliga a que la interpretación no solo
deba ser sistemática, sino también actual, pues el derecho que el juez debe
aplicar es el que rige en el momento presente (es decir, el derecho que
abarca todas las modificaciones introducidas a las leyes con posterioridad
a su sanción inicial).
En la dinámica de esa interpretación deberá tomarse el orden jurí-
dico con un sentido absolutamente objetivo. El objeto que ella investiga
es la voluntad pura y actual del sistema, y no la voluntad psicológica del
“legislador” que la escuela de la exégesis perseguía.
Para ello será útil tener presente lo siguiente:
a) Que la ley está concebida necesariamente para comprender actos
futuros. En consecuencia, es errado darle exclusivamente los valores (pa-
labras, etc.) vigentes en la época de su formación, puesto que el legislador
presuponía la aplicación futura de la ley*””,
b) El proceso constante del orden jurídico y la necesidad de unificar
continuamente el derecho de una determinada situación histórica. Así, el
Código Penal sancionado en 1887 no solo fue cambiado en lo fundamental
por otras leyes penales que se incorporaban a él, y que importaban prin-
cipios bastante apartados de los que contenía, sino que en su aplicación
misma tenía que reobrar o reflejarse la mutación operada en el derecho
130 Fallos, 1:300, Para la unidad sistemática del derecho es fundamental la obra de
García MÁYNEZ, Introducción a la lógica jurídica. El tema se desarrolla especialmente
en SOLER, Interpretación de la ley, p. 110 y siguientes,
181 Conf. Grispiext, Corso di diritto penale, 1, n* 10; en contra, MANZINL, Trattato,
1,$ 139; Mavrer, Strafrecht, $ 13, IV, L
TEORÍA DE LA LEY PENAL 161
135 PauLo, frs. 26 y 28, D. 1,3. SoLEr no considera que deba ir más allá de esa
forma lo que bajo el nombre de “interpretación progresiva” —o “interpretación libre— in-
fecta el derecho de disquisiciones de dudoso valor sociológico y hace de la norma jurídica
un tembladeral. Un buen ejemplo es el art. 29 del Cód. Penal, en cuanto altera, aclara
o innova sobre el derecho civil en materia de reparación del daño moral (ver AGUIAR,
Lo ilícito, p. 56, donde se hace aplicación de ese principio). Conf. CApel Rosario, may.
1935, “T, Hegi. Homicidio”, “Recopilación Ordenada”, n* 7, p. 85,
136 Juzgamos, sin embargo, algo excesivo el valor que Ramos le da a los antece-
dentes, que él mismo declara desconocidos para nuestro legislador, contenidos en el acta
de la Segunda Comisión Pericial del Anteproyecto de Código Penal suizo —Protokoll der
aweiten Expertenkommission—, con referencia al homicidio atenuado (Significado del
término emoción violenta, JA, 16-819).
13% Baupry-LACANTINERIE - HouQUES-FOURCADE, Traité théorique et pratique,
In 261 bis.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 163
Una cosa no lícita para el juez —no porque se lo prohíbe la lógica, sino
el orden jurídico— es legislar de un modo que viole la garantía acordada
por los arts. 18 y 19 de la Const. nacional (castigar un hecho no prohibi-
do, por su semejanza con uno prohibido; admitir una agravación específica
no enumerada, por su semejanza con una enumerada; imponer una pena
extralegal, por su analogía con una legal).
La prohibición de aplicar analógicamente la ley es -como se deduce
de lo dicho más arriba— una consecuencia del principio nullum crimen
nulla poena sine lege. En ese precepto debe buscarse la diferencia entre
analogía creadora y mera interpretación extensiva, pues mientras en esta
la interpretación lógica nos demostrará que el caso está comprendido en la
ley, en la analogía la interpretación nos demuestra que no está compren-
dido, y que para alcanzarlo hay que aplicar una disposición análoga. De
analogía se puede hablar cuando se comprueba la existencia de una laguna
en la legislación, y ya nos hemos referido al falso problema de las lagunas en
derecho penal, con relación a este aspecto!'*,
En algún momento se negó el valor de esa restricción y, retoman-
do principios abandonados en el siglo xvt, se declaró la posibilidad de
extender de manera analógica la ley penal, toda vez que el buen sentido
jurídico popular del juez aconseje tal medida'*, Ya hemos hecho refe-
rencia a la significación del principio de reserva en el capítulo anterior y a
él nos remitimos. La aplicación analógica de la ley penal transgrede uno
Dona nm +
142 FLortan, Trattato. Parte generale, L, p. 198 y 199, donde contesta a BATTA-
GLINI, quien pretende demostrar la existencia de lagunas en derecho penal. El carácter
político de ese tipo de tesis en derecho penal es evidente.
143 Esa es la tendencia del derecho penal nacionalsocialista, tal como aparece en
KerrL, Denkschrift (ver sobre él [l memoriale prussiano sul futuro diritto penale, “La
Scuola Positiva”, 1934, I, p. 56 y siguientes). Puede verse la exposición de distintos puntos
en el número dedicado al XI Congreso de Derecho Penal del Deutsche Juristen-Zeitung,
ago. 1935, y en Zeitschrift dei Akademie fiir Deutsches Recht, ago. 1935, vol. 8. En
particular sobre la forma en que el principio de analogía fue aplicado por los tribunales
alemanes, MITTERMAIER, La giurisprudenza tedesca in teme di analogía, “La Giustizia
Penale”, 1938, parte 1%, p. 33, y EscoBeDO, Ancora sull'antologia del diritto penale so-
stanziale, “La Giustizia Penale”, 1934, parte 1”, p. 189. Igualmente el derecho soviético
(Anossor, Lianalogia nel diritto penale sovietico, “La Scuola Positiva”, 1930, L, p. 445;
PerrIs, Le nuove teorie penali della Russia sovietica, “La Scuola Positiva”, 1931, L, p. 1;
FLORIAN, Prime impressioni sul Codice Penale soviettista russo, “La Scuola Positiva”,
1922, 1, p. 518; SoLer, El Proyecto Krylenko de Código Penal, “Revista de Derecho Pú-
blico”, 1933, separata —en especial, “Analogía y libre arbitrio judicial”—, y Derecho penal
liberal, soviético y nacional-socialista, “Cursos y Conferencias”, 1938, separata; SILVEIRA,
Da interpretagáo das leis em face dos vários regimes políticos).
TEORÍA DE LA LEY PENAL 165
otras leyes, por lo cual la moderna doctrina discrepa de la animación carrariana, toda
vez que las justificantes son excepciones a la ley penal. Ello lleva a admitir la analogía
solo “dentro fiel círculo en el cual [la excepción] tiene el carácter relativamente general”
(Manzint, Trattato, 1, $ 146, 1), o “analogía en el ámbito de la excepción”, para decirlo con
GrispIcn1 (Corso di diritto penale, 1, n 9). Con ello, sin embargo, se concluye —en defi-
nitiva— en la afirmación recordada de Mayer. Rocco llega al mismo resultado diciendo
que el precepto penal es norma de carácter excepcional y que las normas negativas de
los preceptos penales son normas de derecho común, capaces de ser extendidas lógica o
analógicamente (Loggetto del reato, p. 551)... Sobre este planteamiento, conf. BETTIOL,
Diritto penale, p- 109 y siguientes.
143 Así RivaroLa, Derecho penal argentino, p. 192 y siguientes.
146 KeLsEN, Teoría general del Estado, $ 24. Núxez dice que el planteamiento
de este autor no modifica formalmente la cuestión (Derecho penal argentino, 1, p. 156).
A nuestro juicio, la cuestión es de exactitud conceptual. No se trata de colocar una ley
en el espacio (en un espacio natural preexistente) para fijar ab extra límites a su aplicación.
El ámbito de validez es el resultado de un conjunto de normas de un orden jurídico dado,
en cuanto determina y con ello autolimita su propia aplicación.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 167
Es, en cierto sentido, una forma extrema del principio real o de defensa,
pues hace aplicable la ley nacional —bajo ciertas condiciones— a hechos
cometidos en el extranjero por la sola circunstancia de que sea damnificado
un nacional. Así, por ejemplo, el art. 10 del Cód. Penal italiano.
Finalmente, el principio universal es aquel según el cual ley penal
de cada Estado tiene validez universal, de modo que la acción penal puede
ser promovida por un Estado cualquiera que sea el lugar de comisión del
delito o la nacionalidad del autor, o el bien jurídico violado; se exige
como condición única que el delincuente se encuentre en el territorio
del Estado, y que no haya sido castigado por ese delito o que no lo haya
sido suficientemente.
Para fundar teóricamente este último principio, se parte de la base
de que la naturaleza de la ley penal hace que ella sea aplicable a ac-
ciones de extraordinaria inmoralidad, que afectan por igual la cultura
de todas las naciones de la moderna comunidad internacional y que,
en consecuencia, las artificiales limitaciones que los otros principios
determinan no tienen, en definitiva, más consecuencia que debilitar a
todos los Estados en su defensa contra la delincuencia, que para todos
es igualmente peligrosa!?,
154 E] Talweg es la línea aceptada para la fijación de límites con el Brasil, por el
tratado del 6 de octubre de 1898 (arts. 3”, 4” y cones., ley 3804).
155 Conf. HerrERa, La reforma penal, p. 2 y 3.
156 Fallos, 25:189, 194:256 y 194:330, Conf. Díaz, Derecho penal internacional,
p.73. En el último fallo citado, el doctor REPETToO se pronunció en disidencia, conforme
con lo sentenciado por la Cámara Federal de La Plata, que se pronunciaba por la extensión
de una legua, porque esa era la del dominio, e interpretaba restrictivamente la parte final
del art. 2340 del Cód. Civil originario.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 171
157 Conf. Díaz CISNEROS, Derecho internacional público, L, p. 513 y 626; PonestÁ
Costa - Ruba, Derecho internacional público, I, p. 230 y siguientes.
158 Díaz, Derecho penal internacional, p. 16 y 17. En un caso regido por el art.
1? del Tratado de Montevideo de 1889, el 24 de febrero de 1921 la Cámara Federal de
la Capital Federal reconoció la jurisdicción uruguaya para un delito cometido en aguas
jurisdiccionales del Uruguay —lugar del hecho=, en contra del lugar del efecto (estafa al
asegurador argentino) mediante un malicioso embicamiento.
15% En pro de esa solución de hecho, por el statu quo, ver GoNzALEz, “La cuestión
del Río de la Plata”, en Jurisprudencia y política, p. 326 y siguientes. Es sumamente
interesante sobre esto la opinión de EmILio MrrrE: “Más que en el tratado de San Il-
defonso (no sé si en las evocaciones del pasado se ha apelado también al de Tordesillas)
-efectivamente se ha hecho así- y en la convención preliminar de 1828; más que en esos
documentos venerables, hay que buscar las actuales relaciones de derecho relativas a la
172 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
cuestión de jurisdicción de las aguas, en los principios universales de derecho público que
rigen esta materia” (La jurisdicción en el Río de la Plata y las relaciones internacionales,
“La Nación”, 20/1/1910). Consecuente con ese enunciado, MtrrrE rechazaba enérgica-
mente la idea de que sobre las aguas del Río de la Plata no hay más jurisdicción que la
argentina; por medio de documentos oficiales demostró el reiterado reconocimiento de
la jurisdicción uruguaya de parte de diversos gobiernos argentinos y expuso su punto
de vista, en cuanto a las lineas divisorias de jurisdicción, basándose sobre todo en las con-
diciones geográficas del cauce del río y en la posesión histórica y actual de las islas de una
y otra banda (conf, Díaz CisNEROS, Derecho internacional público, L, p. 601 y siguientes),
160 Conf. CueLLo CaLón, Derecho penal, L, p. 190.
161 Ver CARNEIRO DE Campos, Direito público aéreo; Ruiz Moreno (H.), Dere-
cho público aeronáutico.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 173
el espacio en que deben realizarse ciertos hechos, especialmente los actos coactivos re-
gulados por el orden jurídico” (p. 43).
164 Conf. Grispicnt, Corso di diritto penale, 1, cap. VII 3; FLortan, Trattato.
Parte generale, 1, 8 165. Parece justa la reserva de Núñez en el sentido de que la mera
propiedad del Estado no le acuerda a una nave carácter público, especialmente en esta
época de Estados comerciantes; es necesario un destino o una afectación públicos (Derecho
penal argentino, L, p. 169).
174 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Las naves públicas son territorio del Estado, tanto en alta mar como
en aguas jurisdiccionales de otro Estado. Claro está que tal norma se
observa en tiempo de paz (arts. 8* y 9”, Tratado de Montevideo). Según
el mismo tratado, la extraterritorialidad alcanza también a los hechos pu-
nibles ejecutados fuera del recinto del buque de guerra por individuos de
la tripulación o que ejerzan algún cargo en ellos, cuando el hecho afecte
principalmente el orden disciplinario de los buques, principio que, por lo
demás, expresa un uso internacional.
En cuanto a las naves privadas, los crímenes cometidos en alta mar co-
rresponden a la nacionalidad de la bandera del barco y, cuando este penetra
en aguas jurisdiccionales de otro Estado, la nave queda sometida a la ley
de este. Nuestro país sigue la llamada doctrina inglesa'”, que no hace
distinciones, y considera al buque mercante sometido a la ley penal del
país en cuyas aguas se encuentra!*,
165 La doctrina, sin embargo, no ha sido siempre respetada precisamente por Ingla-
terra, en las aguas jurisdiccionales de nuestro país. Véanse los casos de la barca Mary
A. Troop y el del buque Lesbury, citados por Díaz, Derecho penal internacional, p. 40
y siguientes. Sin embargo, en ninguno de ellos se plantea firmemente la cuestión por
parte de nuestras autoridades.
198 “Los crímenes cometidos a bordo de los buques mercantes extranjeros surtos en
puertos argentinos deben ser juzgados por los tribunales argentinos, aunque sean cometidos
entre personas de la tripulación” (Fallos, 25:189, del dictamen del procurador general,
concordando con el fundado fallo de 1882 del juez Tebíx, con base en el art, 3%, inc, 2%,
de la ley 48, confirmado por la Corte Suprema y transcripto por Díaz, Derecho penal
internacional, p. 128 y siguientes).
Inversamente, según un fallo de la Cámara Federal del 24 de febrero de 1921, para
buques argentinos en aguas jurisdiccionales uruguayas corresponde la jurisdicción de ese
país, en función del art. 11 del Tratado de Montevideo de 1889 (puede verse la crítica de
este último fallo, por la no aplicación del principio real -que correspondía, en ALCORTA,
Las teorías del derecho penal internacional en la legislación argentina, “Revista Penal
Argentina”, II, p. 23).
Debe tenerse en cuenta que, de acuerdo con el criterio que viene de los arts. 13 a
17 de las convenciones consulares con Portugal, del 24 diciembre de 1878, y con Italia, del 21
de febrero de 1896, los buques mercantes no se hallan exentos de la legislación local y no
pueden dar asilo, y que solo los desórdenes internos, sin participación de gente extraña a
la tripulación y sin trascendencia en el puerto—, caen bajo la jurisdicción consular, por lo
que ese tipo de convenciones no alteran las respectivas jurisdicciones territoriales sobre
los buques mercantes por los delitos en ellos cometidos y la intervención consular solo
tiene un carácter de orden estrictamente policial. Igualmente debe tenerse presente
que, en lo que a la tripulación respecta —conforme con la ley de nuestro país-, el tripu-
lante puede ser obligado al cumplimiento de su contrato por constricción personal (art.
642, ley 20.094 —ex art. 990, Cód. de Comercio—, incorporado por ley 26.994, art. 4) y
TEORÍA DE LA LEY PENAL 175
que el abandono de su puesto importa una infracción (art. 195, Cód. Penal), de donde
la medida aplicada contra un tripulante que intenta fugarse no da lugar a hábeas corpus
ante las autoridades argentinas.
167 FLORIAN, Trattato. Parte generale, Ll, 1 157, GARRAUD, Précis de droit eri-
minel, p. 114 y 115. Von Liszt propugna, sin distinción, la competencia alemana, tanto
sobre buques mercantes como de guerra, en alta mar o en puerto extranjero (Von Liszr -
Scumipr, Lehrbuch, $ 22, 1, 4 b, nota 13), En contra, FixcEr, Lefrbuch, p. 166,
168 Conf. FioRE, Digesto italiano, MU, 1%, n” 254. En contra, MALAGARRIGA, que
considera territorio argentino al de nuestras legaciones (Instituciones penales, 1, p. 147).
El art. 17 del Tratado de Derecho Penal Internacional de Montevideo de 1889 fija en
este punto un criterio claro y es muy importante, por constituir en la materia nuestro
antecedente más valioso: “El reo de delitos comunes que se asile en una legación deberá
ser entregado por el jefe de ellas a las autoridades locales, previa gestión el Ministerio de
Relaciones Exteriores, cuando no lo efectuase espontáneamente.
Dicho asilo será respetado con relación a los perseguidos por delitos políticos, pero
el jefe de la legación está obligado a poner inmediatamente el hecho en conocimiento del
gobierno del Estado ante el cual está acreditado, quien podrá exigir que el perseguido sea
puesto fuera del territorio nacional, dentro del más breve plazo posible.
El jefe de la legación podrá exigir, a su vez, las garantías necesarias para que el re-
fugiado salga del territorio nacional, respetándose la inviolabilidad de su persona. El
mismo principio se observará con respecto a los asilados en los buques de guerra surtos
en aguas territoriales”, En el Congreso de Montevideo de 1939 se reglamentó minucio-
samente el asilo político,
El concepto de esa institución está claramente expresado en palabras de ANZILOTTL:
“Toda la doctrina y la práctica están de acuerdo en estimar que la extraterritorialidad de la
legación o de la residencia, significa que en ellas no se pueden realizar actos de autoridad
sin el consentimiento del agente diplomático; pero legación y residencia son territorio
nacional y no extranjero, el que allí se encuentra está en el Estado y no en el extranjero,
un delito allí cometido es un delito cometido en el Estado” (citado FLortax, Trattato.
Parte generale, L, p. 224, que también está de acuerdo con esa opinión).
176 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
16% Sobre la evolución de ese principio, véase FLORIAN, Trattato. Parte generale,
Tn 155.
0 Este, sin embargo, no es un libro de crítica legislativa, sino un intento de siste-
matización dogmática. Las lagunas que el sistema del Código deja solo son señaladas
cuando son dogmáticamente insalvables, También ALcorTa echa de ver esas lagunas de
nuestra levislación (Las teorías del derecho penal internacional en la legislación argen-
E) E]
Ta £ . £ -
12 Para un desarrollo más pormenorizado del tema, véase FiERRO, La ley penal y
el derecho internacional, p. 70 y siguientes.
178 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
sea para dirigirse hacia estas aguas, ya sea para dirigirse hacia alta mar
viniendo de ellas”. En lo atinente estrictamente a la aplicación de la ley
penal, la referida Convención de Ginebra establece las siguientes pres-
cripciones: “Art. 19. —1. La jurisdicción penal del Estado ribereño no
debería ser ejercida a bordo de un buque extranjero que pase por el mar
territorial, para detener a personas o practicar diligencias con motivo de
una infracción de carácter penal cometida a bordo de dicho buque durante
su paso, salvo en uno de los casos siguientes: a) si la infracción tiene con-
secuencias en el Estado ribereño; b) si la infracción es de tal naturaleza
que pueda perturbar la paz del país; c) si el capitán del buque o el cónsul
del Estado cuyo pabellón enarbola han pedido la intervención de las auto-
ridades locales, o dl) si es necesario para la represión del tráfico ilícito de
estupefacientes. 2. Las disposiciones anteriores no afectan el derecho
que tiene el Estado ribereño de proceder a las detenciones o practicar las
diligencias de instrucción establecidas en su legislación a bordo de un buque
extranjero que pase por el mar territorial procedente de aguas interiores
[...] 5. El Estado ribereño no puede tomar medida alguna a bordo de
un buque extranjero que pase por su mar territorial para detener a una
persona o para proceder a practicar diligencias con motivo de una infracción
de carácter penal que se haya cometido antes de que el buque entre en el
mar territorial, si tal buque procede de un puerto extranjero y se encuentra
únicamente de paso por el mar territorial, sin entrar en las aguas interiores”,
Este derecho de “paso inocente” y su regulación, precedentemente
expuesta, no se extiende a las aeronaves que sobrevuelan el mar territorial y
al respecto cabe señalar que la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas
sobre la Ley del Mar no ha admitido un régimen de plena libertad de aero-
navegación sobre la zona económica exclusiva"?, La ley 24.543, de 1995,
aprobatoria de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, establece en el art. 17 el “derecho de paso inocente”, expresando
que los buques de todos los Estados -sean ribereños o sin litoral- gozan
del derecho de paso inocente por el mar territorial, agregando en el art.
18 que por paso se entiende “el hecho de navegar por el mar territorial
con el fin de: a) atravesar dicho mar sin penetrar en las aguas interiores
ni hacer escala en una rada o una instalación portuaria fuera de las aguas
interiores; o b) dirigirse hacia las aguas interiores o salir de ellas, o hacer
escala en una de esas radas o instalaciones portuarias o salir de ella”,
173 HalLBRONNER, Freedom on the air and the Convention on the Law of the Sea,
“American Journal of International Law”, vol. 77, 1983, 10 3, p- 491.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 179
ES Sobre esa dificultosa evolución, véase Fierro, La ley penal y el derecho inter-
nacional, p- 51 y siguientes.
S CurrstoL, International liability for damage caused by space objects, “Ameri-
can Journal of International Law”, vol. 74, 1980, n? 2, p. 357, quien señala que la referida
Convención de 1967 fue luego complementada por la Liability for Damage Convention
de 1972.
7 Corove, The geostationary orbit: issues and policy, “American Journal of In-
ternational Law”, vol. 73, 1979, 1? 3, p. 447.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 181
118 Para un análisis más detallado del tema, véase Fierro, La ley penal y el derecho
internacional, p- 58 y siguientes.
182 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
191 Es bien dudoso que sea justa la competencia argentina en una bigamia come-
tida en Italia, dado el carácter formal de ese delito, como se lo hizo en CNCrimCorr,
16/10/1925, “Luis Ciesco”, GF, LVII-548; íd., 28/10/1927, “Ángel Vázquez”, GF, LXX1-92;
íd., 21/9/1934, GF, CXIL-191. En el mismo sentido, CNCrimCorr, en pleno, 25/6/1928,
“Natale”, [A, 28-211, donde se declaró la competencia argentina para juzgar la bigamia
cometida en Montevideo. Véase especialmente la resolución de primera instancia del
doctor EscaLARTE ECHAGUE y la disidencia del doctor CoLL, ambos correctamente. La
expresión “efectos del delito” no puede referirse a otros que aquellos que entran a for-
mar la figura delictiva, que son en ella elementos constitutivos. Por eso no es del todo
correcto referirse a las consecuencias, que el sujeto tomó en mira, porque estas pueden
corresponder o no corresponder al tipo delictivo; pueden representar solo el agotamiento
psíquico de una acción jurídicamente consumada, y pueden —en consecuencia— asumir
las más variadas formas. Tan variadas son que, si se admite que son “efectos del deli-
to” las circunstancias extratípicas de hecho, se deroga al principio territorial. Claro está
que es doctrinalmente admisible una mayor amplitud, pero ello sucede cuando, en vez
de partirse del principio territorial, se parte del principio real, que es -en definitiva— en
el que se apoya la mayoría en la sentencia recordada.
En tema de bigamia por segundo matrimonio contraído en el extranjero, el pro-
nunciamiento dictado en CNCrimCorr, 3/9/1920, “Manuel F, Pérez”, [A, 5-473, confirmó
correctamente el auto del doctor LLavaLLOL. La rectificación, por los fallos citados,
de esos principios -ampliamente fundados en la opinión de SÁENZ PEÑA no parece
acertada.
La tesis exacta, ya afirmada en CNCrimCorr, 1/9/1932, “Meeroff”, “Fallos”, 11-145
-en el cual el doctor Luxa OLmos destaca correctamente la irrelevancia de los efectos del
segundo matrimonio—, se impuso definitiva y unánimemente en CNCrimCorr, en pleno,
13/4/1943, “A. S. B”, LL, 30-335, con nota de Peña Guzmán, Los “efectos del delito”
y el matrimonio ilegal, sobre la sentencia (también correcta) del doctor Ocampo. Con
ello se rectificó la jurisprudencia —también plenaria— del caso “Natale”, Ver otros casos
en RUBIANES, El Código Penal, L, art. 1%, n* 14.
En contra de la tesis del texto, CALANDRELLL, El divorcio, p. 194, que considera
que esa interpretación de la palabra efectos es poco amplia (“Un hecho perpetrado en un
Estado produce sus efectos en otro cuando asume ante las leyes de este carácter delictuo-
so”), La gravedad de esa afirmación no es, seguramente, advertida por el autor, pues de
ella se deduce que todos los delitos previstos por el Código Penal argentino donde quiera
que se produzcan- tienen efectos en el territorio argentino y hacen surtir la aplicabilidad
de la ley argentina. “La ley violada por ese hecho —continúa— le atribuye caracteres
punibles; y tal es el efecto que aquel produce y a que el precepto alude: la violación de la
ley”. Tal interpretación no diremos que importa derogar el principio territorial -porque
es obvio—, sino que destruye todo principio de fijación del ámbito espacial de validez de
las leyes, pues basta la existencia de la ley penal para que se dé el efecto en contra de ella
toda vez que el delito se cometa, siendo indiferente que se cometa en el interior o en el
exterior. NÚÑEZ dice que, al excluir el matrimonio contraído en el extranjero en razón
de su falta de significación jurídica, no señalamos cuál es la diferencia con el matrimonio
188 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
200 Conf. PIERO - RIVAROLA - MATIENZO, Proyecto de Código Penal para la Repú-
blica Argentina, p. 10 y 11, y la comisión del Proyecto de 1917: sin embargo, prevaleció
la opinión del doctor ÁNcEL Rojas (ver MorExO, El Código Penal y sus antecedentes, L,
p. 241 y 242).
201 Cuento CaLón observa, con razón, que contra la tendencia de la doctrina
ese principio crece en la legislación y en los tratados (Lextradition). Conf. DE Mauro,
Diritto penale dell'avvenir, “Rivista Penale”, 1929, p. 15. Piensa NÚÑEZ que la no ex-
tradición del nacional no es consecuencia del principio personal, sino de un principio de
“representación”, fundándose en el hecho de que se debe comunicar la condena al Estado
requirente (Derecho penal argentino, 1, p. 177).
TEORÍA DE LA LEY PENAL 193
202 Moreno, El Cód igo Penal y sus antecedentes, 1, p. 250. Sobre las diferencias
que en este punto mediaban entre el Código de Procedimiento Penal y la ley 1612, véase
el dictamen de SoLEr en Fallos, 238:50.
203 El senador ÁncEL Rojas hizo esa crítica en su informe al Proyecto de Diputa-
dos y resolvió la cuestión suprimiendo el inc. 4%, pero después estimó que el caso estaba
resuelto por el art. 5” de la ley 1612, que es casi lo mismo que el inciso que criticaba (ver
MORENO, El Código Penal y sus antecedentes, L, p. 246).
194 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
204 Aparte de muchos otros inconvenientes que señalan GARRAUD, Précis de droit
criminel, p. 140; CUELLO CaLÓN, Derecho penal, 1, p. 212; PEco, La reforma penal argen-
tina, p. 142, donde se enumeran los argumentos en pro y en contra, y ALCORTA, Estudio
sobre el derecho penal internacional, JA, secc. doctrina, 15-104.
205 Ver Actas de las sesiones del Congreso Sud-Americano de Derecho Interna-
cional Privado, y art. 2" del Proyecto de Tratado sobre Derecho Internacional Penal,
206 Este concepto —cuyos orígenes habría que buscar en Grocio- ha tenido moder-
namente muchos defensores (ver PELLa, La criminalidad colectiva de los Estados —de-
fensor de esa idea—, y la amplia referencia que ese libro contiene tanto a la bibliografía,
como a la labor de congresos; en especial, la resolución del Primer Congreso Internacio-
nal de Derecho Penal de Bruselas, de 1926, sobre la base de la ponencia de DONNEDIEU
DE VABRES y PELLA —p. 60). El lenguaje metafórico de todo ese sistema, aplicando los
términos técnicos del derecho penal a situaciones típicas de derecho internacional, es
objeto de un agudo análisis crítico de DE Mauro, Diritto penale dell'avvenire, “Rivista
Penale”, 1929, p. 3 y siguientes. También se expresa contra las manifestaciones efectivas
de ese derecho penal, o contra el concepto, MANzIN1, Trattato, L, n* 31, Véase también
FErRI, La solidarietá degli Stati nella lotta contro la del inquenza, “La Scuola Positiva”,
TEORÍA DE LA LEY PENAL 195
1926, p. 19, que considera ese ideal como de realización problemática y lo replantea en el
terreno de lo posible. Todas las objeciones a ese sistema se centran en la consideración
de, que siendo el derecho penal la más típica manifestación de la soberanía, mientras no
se organice un Superestado, no podrá propiamente hablarse en ese sentido de derecho
penal internacional ni de delitos, ni de sanciones. Nada sustenta soberanamente esas
sanciones en la actualidad y todas ellas son posibles solo porque pacta sunt servanda.
Sobre este tema, véase el importante trabajo de KELsEN, La responsabilidad colectiva e
individual en derecho internacional, Revista de la Universidad de Córdoba”, n” 2, 1944,
p. 317. Fundamental, QuintaNo RiroLLés, Tratado de derecho penal internacional e
internacional penal.
207 En contra de esa tendencia, expresada en el Congreso de Varsovia, véase DE
Biast, Repressione e non competenza universale, “Rivista Penale”, 1934, HL, p. 1585,
205 Figura, por lo demás, bastante borrosa y discutible (conf. LarLaza, El deli-
to de genocidio o genticidio; JIMÉNEZ DE Asúa, Tratado de derecho penal, UL, p. 1181;
QuiINTANO RiPOLLÉS, Tratado de derecho penal internacional e internacional penal, 1,
p. 625 y ss.; RoBINsSON, La Convención sobre Genocidio.
209 Es la tesis sostenida, con buenos argumentos, por CAsTIGLIONE, Lombroso
perante a criminologia contemporánea.
196 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
> 5 . . .
213 Citado por ALcorta, Estudio sobre el derecho penal internacional, JA, secc.
doctrina, 15-90.
214 Pera, La criminalidad colectiva de los Estados, p. 229.
215 Conf. De Bias1, Repressione e non competenza universale, “Rivista Penale”,
1934, IL, p. 1597.
216 Sobre este problema de la responsabilidad individual frente al derecho interna-
cional, conf. SoLEr, “El individuo y el derecho internacional”, en AAVV., Las Naciones
Unidas y la Unesco.
198 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
215 . . , ; s
218 Guriérrez Posse, Elementos de derecho internacional penal, p. 83, citado
por Larorías, Implementación en la Argentina del Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, “Lecciones y Ensayos” > n” 88, 2010, p. 45 y siguientes.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 201
o 2 o
219 Rallos, 315:1492.
20 £ Ed
220 Véanse esos antecedentes en Moreno, El Código Penal y sus antecedentes, I,
p. 245 y 246.
209 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
20 .
221 RivaROLa, Derecho penal argentino, p. 194.
203 . .
2 Conf Peco, La reforma penal argentina, p. 141 y 142.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 203
jurisdicción de ningún Estado (art. 14), dispone que todo Estado puede
apresar en alta mar, o en cualquier otro lugar no sometido a la jurisdicción
de ningún Estado, a un buque o a una aeronave pirata o a un buque cap-
turado como consecuencia de actos de piratería y que esté en poder de los
piratas y detener a las personas e incautarse de los bienes a bordo de dichas
naves. Agrega el art. 19 que los tribunales del Estado que haya efectua-
do la presa podrán decidir las penas que deben imponerse y las medidas
a adoptar respecto de las personas y bienes, dejando a salvo los intereses
legítimos de terceros. Se agrega, asimismo, que solo los buques de guerra
o aeronaves militares u otros buques o aeronaves al servicio de un gobierno
autorizados para ello podrán llevar a cabo capturas por causa de piratería.
La Argentina, mediante la ley 24.543, de 1995, ha aprobado la Con-
vención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, adoptada por
la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
—celebrada en Nueva York, en 1982—, y el Acuerdo Relativo a la Aplicación
de la Parte XI de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, adoptado el 30 de abril de 1982 y el 28 de julio de 1994.
205 2 A A
225 Acerca del tema, véase FIERRO, La ley penal y el derecho internacional, p. 165.
206 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
hecha aplicable por el tratado que la nación suscribe (arts. 3 y 4*, Tratado
de Montevideo)**.
Salvo esa pequeña excepción, el principio es el de la aplicación de la
ley nacional, con exclusión de otra ley en materia penal, aunque en algu-
nos casos el juez debía tener en cuenta la ley extranjera. Por ejemplo,
como condición para conceder la extradición de la ley 1612 se establecía
que la pena o la acción no estuviera prescripta para la ley de la poten-
cia requirente, caso en el cual, aunque el juez aplicaba la ley nacional de
extradición, el art. 655 del Cód. de Proced. Penal tomaba en considera-
ción la extranjera (la ley 1612 y los arts. 646 a 674, ley 2372 —como se verá
en el $ 18—, fueron derogados por la ley 24.767, de 1997, de cooperación
internacional en materia penal).
Cuando se considera el tema de la aplicación de la ley penal extranjera,
en general se lo hace a partir de la premisa de la aplicación de la ley penal
extranjera por los propios tribunales nacionales, alternativa que es mayo-
ritariamente rechazada. No obstante, resulta necesario tener presente el
doble aspecto involucrado en esta cuestión; esto es, en cuanto se determina
que los hechos delictuosos acaecidos será juzgados únicamente por los
propios tribunales (aspecto procesal), y también en cuanto se dispone que
para el juzgamiento de esos hechos le será aplicable el derecho nacional y
tan solo este (aspecto sustancial). Vale decir que, en el primer supuesto, se
responde a quién va a juzgar y, en el segundo, a cómo se llevará a cabo ese
juicio. Resulta indispensable hacer resaltar la diferencia existente entre
la fijación del derecho aplicable (nacional o extranjero), por una parte, y la
determinación de la jurisdicción de los tribunales actuantes, por la otra.
Ambas facetas no se superponen, pues se ha visto que hay veces en que
los tribunales nacionales aplican el derecho propio por delitos cometidos
fuera del territorio —principio real o de defensa y principio universal-—, de
manera tal que el principio territorial, en su aspecto procesal, no agota las
posibilidades jurisdiccionales, pues (si bien con arreglo a ese principio los
hechos ocurridos dentro del territorio serán juzgados por los tribunales
nacionales —y solo por estos—) es evidente que esos tribunales, además,
tienen también competencia para someter a proceso a individuos que han
delinquido en el extranjero. En cambio, la mayor parte de la doctrina no
admite un razonamiento similar en el aspecto sustancial, pues se sostiene
que en materia penal los tribunales nacionales deben juzgar, en todas las
20 a. . , rd
226 Conf. RivaroLa, Derecho penal argentino, p- 194; MORENO, El Código Penal y
sus antecedentes, I, p. 228.
208 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
hipótesis que se puedan plantear, con el derecho nacional —y solo con este—,
quedando descartada, de tal manera, la aplicación de la ley penal extranjera.
Esta solución, que en nuestro derecho positivo vigente se encontraba
regulada en un lugar inadecuado (ex art. 14, Cód, Civil), reconoce como
excepción aquellos casos en los que los tratados celebrados con otros Esta-
dos así lo disponen, tal como ocurre con lo prescripto por los arts. 3? y 4?
del Tratado de Derecho Penal de Montevideo de 1889, donde se establece
que el juez nacional deberá aplicar la ley foránea cuando se capture en el
país a un delincuente cuyo accionar delictivo hubiera afectado a diferentes
Estados, además del propio, y en tal caso el magistrado deberá aplicar la
ley penal extranjera, si esta castiga esa infracción con una pena más grave
que la prevista por la ley nacional.
97 . > . Poe 2 . 2
72% CARRARA, Programma, $ 1075 y ss; GARRAUD, Précis de droit criminel, p- 130.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 209
222 Fallos, 110:361; CNCrimCorr, “Fallos”, 11-72. En otros casos, el lugar de la obli-
gación de restituir (CNCrimCorr, “Fallos”, 11-91; 1V-420 y 424); para los efectos del falso
testimonio, CNCrimCorr, “Fallos”, IV-426, 428 y 429, La Corte Suprema se ha pro-
nunciado claramente en favor del lugar del acto y no por el de rendición de cuentas (p.ej.,
Fallos, 162:291 —donde tienen lugar los actos de apoderamiento de las sumas percibidas
por el comisionado—; 170:387). Aunque en otros casos parece inclinarse en el mismo sen-
tido; así, no son tan terminantes Fallos, 123:366 (venta abusiva de un inmueble); 138:237
(lugar de los bienes); 163:206 (lugar del delito-fin —rapto y violación—) o 171:242 (lugar de
la escritura que se dice falsa).
25 Véase la influencia que tienen los distintos criterios para apreciar las figuras en
los citados fallos de la Corte Suprema, que juzga los actos de apoderamiento del mandata-
rio como consumativos de apropiación indebida. Véase también CNCrimCorr, “Fallos”,
[11-320, y IV-432, entre otros.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 211
$ 16. JFEXTRADICIÓN
231 Conf. CuELLO CaALÓN, Derecho penal, p. 209; GrISPIGNI, Corso di diritto
penale, 1, p. 491.
212 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
que ayer era perseguido como autor de un crimen oprobioso [...] sea recibido
más tarde como redentor de las libertades de su patria”2”.
La diferenciación entre delito común y delito político dista mucho,
sin embargo, de ser una cuestión pacífica entre los autores. Analizaremos
sus bases al hacer la clasificación de los delitos ($ 20, VIII) y a esa parte
remitimos, a pesar de que la mayor importancia de esa clasificación es la
influencia que ella tiene con respecto a la extradición.
La ley vigente también ha consagrado otras causales de improcedencia
en el art. 11: “La extradición no será concedida: a) si la acción penal o la
pena se hubiesen extinguido según la ley del Estado requirente; b) cuando
la persona reclamada ya hubiese sido juzgada, en la Argentina o cualquier
otro país, por el hecho que motiva el pedido; e) cuando la persona recla-
mada habría sido considerada por la ley argentina como inimputable por
razón de la edad si hubiese cometido el delito en la Argentina; d) cuando
la condena se hubiese dictado en rebeldía y el Estado requirente no diese
seguridades de que el caso se reabriría para oír al condenado, permitirle el
ejercicio del derecho de defensa y dictar en consecuencia una nueva sen-
tencia; €) si el Estado requirente no diere seguridades de que se computará
el tiempo de privación de libertad que demande el trámite de extradición,
como si el extraditado lo hubiese sufrido el curso del proceso que motivó el
requerimiento”. En el art. 20 se establece, como otra causal de rechazo
de la extradición, la condición de “refugiado”,
En materia de extradición, las naciones suelen establecer la llamada
“cláusula del atentado” (conocida también como “cláusula belga”, que re-
fiere a los atentados contra la vida de un jefe de Estado o de miembros de
su familia), que hace excepción al principio general de la no extradición
del delincuente político. Ella fue incluida por primera vez en el tratado
franco-belga de 1856 y está concebida en estos términos: “Ne sera pas
réputé délit politique ni fait connexe á un semblable délit, Pattentat contre la
personne du chef P'un gouvernement étranger ou contre celle des membres
de sa famille, lorsque cet attentat constitue le fait soit de meurtre, soit
Vassassinat, soit dempoisonnement”2,
muchas dudas. Ver Von Liszt - Scamtor, Lehrbuch, $ 23, 11, 5: Conti, Estradizione e
delinquenza politica, “Rivista Penale”, n* 106, 1927, p. 349.
237 En su momento, según GRISPIGNI, Corso di diritto penale, IL, p. 497, y FLo-
RIAN, Trattato, — Parte generale, L, p. 259, la cláusula del atentado regía entre Italia y la
Argentina. La edición oficial de nuestros tratados, sin embargo, no la contenía.
238 Véase art. 13 del Cód. Penal italiano de 1930: Grispieni, Corso di diritto
penale, L, p. 497, y FLoktax, Trattato, — Parte generale, I, p. 259, que expresa su cri-
terio contrario a la supresión del privilegio. Lo aceptan SALTELLI - Romano-D1 Falco
(eds.), Commento teorico-pratico del nuovo Codice Penale, 1, p. 118.
25% Por aquellos años, a modo de ejemplo, Conti le negaba carácter político a
los hechos de los bolcheviques y se lo acordaba a los de los fascistas (Estradizione e de-
linquenza política, “Rivista Penale”, n” 106, 1927, p. 357 y 360), En contra, MANzIxt,
Trattato, L, p. 358.
240 CueLLo CaLón, Derecho penal, p. 219.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 219
d :
241 Para un mayor desarrollo del tema, véase FIERRO, La ley penal y el derecho
internacional, p. 280.
220 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
244 Fallos, 90:421; 114:265, 387 y 395; 148:328 y 331; 153:343; 156:169; 173:187,
CFed Rosario, 28/9/1938, “Saccone, Marc, Morcillo Suárez”, confirmada por la Corte
Suprema. Acerca de la ley que rige la prescripción y, en particular, el art. 3%, inc. 5, de
la ley 1612, conf. Ltrsic, La prescripción en el proceso de extradición, LL, 105-1063,
sece, doctrina.
245 Fallos, 154:169.
TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
bo
bo
bo
La calidad de nacional argentino deberá haber existido al momento
de la comisión del hecho, y deberá subsistir al momento de la opción.
Si el nacional ejerciere esta opción, la extracción será denegada. El
nacional será entonces juzgado en el país, según la ley penal argentina,
siempre que el Estado requirente preste conformidad para ello, renun-
ciando a su jurisdicción, y remita todos los antecedentes y pruebas que
permitan el juzgamiento.
Si fuere aplicable al caso un tratado que faculta la extradición de
nacionales, el Poder Ejecutivo, en la oportunidad prevista en el art. 36,
resolverá si se hace o no lugar a la opción”.
Según la antigua ley 1612, la extradición no se acordaba cuando
el reclamado era un ciudadano argentino natural o naturalizado antes del
hecho que motivara la solicitud de extradición (art. 39%, inc. 1). El Código
de Procedimiento Penal no concordaba con ese principio, porque, al esta-
blecer la opción a favor del ciudadano para ser juzgado por los tribunales
argentinos (art. 669), implícitamente admitía la entrega del nacional cuando
aquella opción no existía,
La no extradición del nacional está contenida en la mayoría de los
tratados argentinos. Lo contrario solo se establecía en el de Montevideo,
según el cual la nacionalidad del reo en ningún caso altera el principio
territorial (art. 20), y en la excepción relativa contenida en el tratado con
Inglaterra (art. 39) y en el originario con los Estados Unidos de América
(art. 3%), según los cuales la entrega o retención de su nacional siempre es
facultativa de la nación requerida.
Esta excepción —inspirada en desconfianzas y recelos nacionales—,
no obstante las críticas de las que fue objeto, se mantuvo insistentemente
en los tratados de todas las naciones”*”, trayendo profundas alteraciones al
principio de locus patrati criminis, que es el dominante. — En tal sentido, In-
glaterra y los Estados Unidos generalmente respetan el principio territorial,
Para que proceda la extradición de un delincuente, además de las
condiciones relativas al delito, al delincuente y a la punibilidad, también
es necesario tener presente aquellas condiciones concernientes al proceso,
a cuya existencia también se subordina la extradición.
250 += r o -
250 Cfr. Fierro, La ley penal y el derecho transitorio, p. 195.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 229
nal, no obstante el trascendente papel que juega dentro del derecho penal.
Así, en este sentido, el máximo tribunal decidió que la “irretroactividad
de la ley penal, tal como la contempla el art. 18 de la Const. nacional, al
proscribir las leyes ex post facto, no comprende a la retroactividad benigna
de las leyes punitivas”>”,
En la actualidad, sin embargo, el principio está establecido en el art.
11.2 de la DUDH, con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, Const.
nacional), que en su texto establece: “Nadie será condenado por actos u
omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el
derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave
que la aplicable al momento de la comisión del delito”, y —en la misma
dirección en los arts. 9 de la CADH (“Pacto de San José de Costa Rica”)
y 15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP),
A su vez, el art. 24 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional,
(aprobado por ley 25.390) establece: “I. Nadie será penalmente respon-
sable de conformidad con el presente Estatuto por una conducta anterior a
su entrada en vigor. 2. De modificarse el derecho aplicable a una causa
antes de que se dicte sentencia definitiva, se aplicarán las disposiciones
más favorables a la persona objeto de la investigación”,
En esta línea se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en los casos “Canese vs. Paraguay”, de 2004, y “Fermín Ramírez
vs. Guatemala”, de 2005, entre otros.
En el pronunciamiento del más alto tribunal de la Nación que con-
firmó la condena impuesta a los integrantes de las juntas militares que
gobernaron desde 1976 a 1982, la Corte Suprema volvió a expresarse acer-
ca de este punto y en el voto del doctor SEVERO CABALLERO se agrega:
“Que, por tales motivos, no resultan atendibles los planteos atinentes a
que se violó el art. 18 de la Const. nacional al dejar de lado el principio de
la ley penal más benigna. En efecto, en el caso no se ha dictado una ley
penal posterior al hecho del proceso, sino que se derogó una norma que
excusaba hechos ilícitos anteriores, plenamente incriminados al tiempo de
su comisión, restableciéndose el sistema vigente; de donde el posible con-
flicto debe considerarse entablado entre la ley 23.040 y el art. 2? del Cód.
Penal. La similar jerarquía de las normas en juego permite entonces, que
la cuestión quede expresamente resuelta por la ley posterior, habida cuenta
de que el artículo del Código de fondo citado solo recoge un principio
general fundado en la conveniencia, que puede quedar de lado cuando
265 Esta es la doctrina dominante (Von BELING, Grundztige des Strafrechis, $ SO,
IL 1; Mezcen, Strafrecht, $ 8, 1 y M1; Carraña, Progranna, $ 748 y ss.; Pessina, Ele-
mentos de derecho penal, p. 220y siguientes). Ver BinbixG, Die Normen, $ 25, nota 2, L
266 Von LiszT - Scumior, Lehrbuch,$ 19, 11.
267 Florian, Trattato. Parte generale, L, p. 206 y ss., es el más terminante defensor
de la retroactividad, pues —en realidad— todos los demás admiten excepciones (BINDING,
Die Normen, L, p. 182; Fixcer, Lehirbuch, $ 27).
268 om Ar .
268 Ni FLortan, Trattato. Parte generale, I, p. 208.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 235
Strafrechts, p. 29; FINGER pone un ejemplo parecido (Lehrbuch, p. 144). También Von
Liszr - Scumibr, Lehrrbuch, $ 19, IL. Von BrELIxG es —en principio— contrario, salvo que
la acción pierda su carácter de antijurídica (Grundziige des Strafrechts, p. 107).
236 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
moneda el carácter de tal, ningún influjo puede tener sobre las condenas
existentes por falsificación de moneda, pues no ha variado el objeto abstracto
de la tutela penal; no ha variado la norma penal, que sigue siendo idéntica?”,
No es pacífica, ni en la doctrina ni en la jurisprudencia nacional, la
cuestión de establecer cuál es el concepto de “ley” que hay que tomar en
consideración a los fines de poder pronunciarse acerca de su mayor o menor
benignidad. Hay una posición más restrictiva, que —entre otros— defiende
NÚXEZz, para quien ley, a tales fines, consiste en “el total organismo jurídico
que dentro de un cuerpo legal y sus preceptos complementarios, regula la
imputación penal y sus consecuencias en un caso concreto”,
Con ello, este autor quiere evitar que el j uzgador extraiga un concepto
particular de ley componiéndola con normas que pertenecen a diferentes
cuerpos legales. Admite, sin embargo, que a la ley penal, aun cuando
esté separada materialmente de otras normas jurídicas, a veces esos otros
preceptos la integran conceptualmente.
Nosotros participamos, en cambio, de la tesis más amplia, que entien-
de que el derecho penal -como todas las demás ramas jurídicas— no es una
fracción aislada del resto del ordenamiento normativo y, por consiguiente,
que el legislador, al construir la ley penal, necesariamente presupone y se
apoya en una multiplicidad de conceptos jurídicos acuñados en otras dis-
ciplinas jurídicas con las cuales se relaciona. Pues bien, la modificación
producida en aquel ámbito extrapenal puede, sin duda, incidir decisiva-
mente sobre la ley penal, tornándola más benigna; sea sobre la estructura
de una figura delictiva, sobre la duración de la pena, sobre el contenido de
ella o sobre el régimen de prescripción, entre otros supuestos.
Como se ha dicho antes, un importante sector doctrinal y jurispru-
dencial limita y niega la aplicación como ley penal más benigna cuando el
cambio ocurrido en la ley extrapenal es meramente circunstancial y deja
subsistente la norma, pues sería menester que la modificación operada
importe una verdadera alteración de la figura abstracta del derecho penal
o de la estructura de la norma represiva en sí, que —como tal- quedaría
intacta en el caso que mencionamos. Como se advierte, las dificultades
de aplicar estos criterios a los casos concretos son importantes?”,
23 Conf. Mayer, Der alleemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 30; MEZGER,
Strafrecht, $8, TV, 1,
EN 2 . a”
2% Núñez, Derecho penal argentino, 1, p. 137.
2375 e . .
25 Se pueden ver algunos de ellos en Fierro, La ley penal y el derecho transitorio,
p- 231 y siguientes.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 237
VIH. ¿Cuál es la ley más favorable? — El art. 2" del Cód. Penal
no hace referencia solamente a las variaciones que pueda haber en el monto
y calidad de la pena, sino a las variaciones contenidas en la ley; es decir
que habrá lugar a la retroactividad de la ley posterior o a la ultraactividad
de la ley derogada, según sea el resultado de la comparación no de las
penas, sino de las leyes mismas.
Esa comparación debe, pues, ser hecha con referencia a todo el con-
tenido de la ley?”, partiendo de la pena, de los elementos constitutivos
de la figura delictiva, de las circunstancias agravantes o atenuantes de la
infracción, y tomando en cuenta también las demás situaciones que influyen
en la ejecución de la pena, en su suspensión, prescripción, perdón, gracia
y liberación, entre otras.
238 Conf. MEZCER, Strafrecht, $ 8, UL; Von Liszr - Scumtor, Lehrbuch, $ 19, UL
Maver, Der allgeemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 28.
2% Conf. Vox Liszr - Scumtor, Lehrbuch, $ 19, UL. Son, pues, erróneas las re-
soluciones que, haciendo varias remisiones de una a otra ley, concluyeron en la transfor-
mación de una pena de quince años en una de cinco (GF, XL-71).. El auto de primera
instancia del doctor CarLos M. MARTÍNEZ suministra una amplia información sobre las
resoluciones dictadas. En contra del texto, RivaroLa, Exposición y crítica del Código
Penal, 1,53 26 y 27,
280 Ver RivaroLa, Exposición y crítica del Código Penal, I, $ 26.
281 Ver GoxzáLEz Roura, Derecho penal, I, 172, e, con referencia y transcripción
3 " . E . . Lord z * s.
283 Conf. MEzGER, Strafrecht, $ 8, TI; Von BeLinG, Grundziige des Strafrechts,
$ S0, IT, 1; KónLer, Deutsches Strafrecht, p. 114. El sujeto no puede ser perjudicado
por el hecho de que el proceso no estuviese listo para fallarse durante el tiempo en que
rigió la ley más benigna. Esta es solo una razón de humanidad (Von Liszr - ScHmIDr,
Lehrbuch, $ 19, 1D.
284 Vox BELING, Grundziige des Strafrechts, $ 80, TIL, 3; KonLer, Deutsches
Strafrecht, p. 117, Von Liszt - ScumibrT, Lehrbuch, $ 19, 11; Fiscer, Lehrbuch, p. 147;
MEzGER, Strafrecht, p. 79. En contra —en cualquier caso—, Mayer, Der allgemeine
Teil des deutschen Strafrechts, p. 31 y 32; Grispicn1, Corso di diritto penale, I, p. 424,
con referencia a la expresa salvedad del art, 2*, párr. 39, del Cód, Penal italiano de 1930;
FERR1, Principii di diritto criminale, p. 146, nota, solo para las leyes que contienen
la autoabrogación prefijada, lo mismo que Zan1, Ancora della pretesa ultrattivita delle
cosiddette leggi di accezione, “Rivista Penale”, 1926-1-557, MANZINI, Trattato, 1, $ 152;
FLORIAN, Trattato. Parte generale, L, $ 147 y 148. Según ARANGIO RuIZz, la ultraactivi-
dad de la ley temporaria está in re ipsa, y por ello es innecesario preverla expresamente
(Intorno alPefficacia delle leggi penali temporanee, “Rivista Penale”, XLIV-5), Núñez
sigue correctamente este criterio (voz “La aplicación de la ley penal con relación al tiempo”,
en Enciclopedia jurídica Omeba, L, p. 34 y 35).
TEORÍA DE LA LEY PENAL 241
285 2 Er rs , cod
285 Esa razón la da Zan1, Ancora della pretesa ultrattivitá delle cosiddette leggi di
accezione, “Rivista Penale”, 1926-1-558 —en especial, p. 561-, con respecto al art. 2” del
Cód. Penal italiano, equivalente al nuestro. Conf., también, ARANGIO Rurz, Intorno all'ef-
ficacia delle leggi penali temporanee, “Rivista Penale”, XLIV-5; Von BELING, Grundziige
des Strafrechts, $ 80, 1113. — JIMÉNEZ DE AsÚa considera insuficiente que la ley temporaria
prefije su tiempo de vigencia, con lo cual resulta sin sentido la temporariedad (Tratado de
derecho penal, TL, p. 655), en lo que coincide con Mario DRAGONETTI, cuando comenta el
fallo “Santoro, Pascual”, de la Corte Suprema, en LL, 52-433.
250 Von Liszt - Seumior, Lehrbuch, $ 19, UL, notas 3 y 4; Manzint, Trattato, 1,
$ 152; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 31 y 32; MEZGER, Straf-
recht, p. 70; Zaxt, Ancora della pretesa ultrattivitá delle cosiddette leggi di aceezione,
“Rivista Penale”, 1926-1-557.
287 El art. 2 del Cód. Penal italiano de 1930 previó el caso, salvando una tradicional
polémica. No es claro, sin embargo, el concepto de ley “excepcional”.
288 Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 32.
249 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
los motivos políticos del cambio, para pronunciarse según sea la intención
de la ley nueva con respecto a la anterior. Para nosotros tampoco esto
parece necesario, cuando se trata de leyes transitorias.
En la aplicación de la ley más favorable —hecha en términos tan ab-
solutos como los contenidos en nuestro Código— podría encontrarse un
obstáculo para la aplicación retroactiva de la ley nueva en ciertos aspectos
en los que es casi universalmente reconocida, Tales casos son, entre otros,
la retroactividad de toda ley interpretativa y la aplicación de medidas de
seguridad.
Con respecto a la ley interpretativa, está claro que, para ser aplicada
como tal, debe tratarse de una ley auténticamente interpretativa. En
este respecto, cabe formular muy serias dudas acerca de la ley 11.221, de
fe de erratas, muchas de cuyas disposiciones —bajo el pretexto de enmienda
de incorrecciones— introdujeron modificaciones reales en el contenido
del Código, tal como este había sido editado y declarado ley de la Nación.
En cuanto a la medida de seguridad, estímase que, en general, ella
se aplica siempre desde la época de la sanción de la ley nueva y conforme
con las disposiciones de esta (art. 2”, $ 4%, Cód. Penal polaco; art. 200, Cód.
Penal italiano). El carácter defensivo de la medida explica ese principio,
dejando subsistentes los que se refieren a la irretroactividad de la ley en
cuanto a la pena?”.
En la actualidad, y con motivo de la incorporación de los tratados de
derechos humanos a la Constitución nacional “como vimos-, la tesis man-
tenida por el autor de esta obra respecto de las leyes temporarias (que —por
sus propias características— siempre es una ley más gravosa), en el sentido
de que implicarían una derogación del art. 2” del Cód. Penal, no podría
mantenerse, pues —por imperio del acatamiento obligatorio del derecho
penal internacional de los derechos humanos previsto en dichos tratados,
como en el caso del art. 9, CADH- la ley penal más benigna “siempre”
será de aplicación al caso concreto”,
28% Conf. CueLLo CaLón, Derecho penal, p. 181; FLortan, Trattato, Parte ge-
nerale, l, $ 149; GrISPIGNI, Corso di diritto penale, I, p. 429 y 430,
a . . Ae
29% En un mismo sentido, GONZÁLEZ, Derecho penal, Parte general, p. 86 y
siguientes.
TEORÍA DE LA LEY PENAL 243
221 Conf. MEzGER, Strafreci ht, $ UL, 2. Trata este tema, sin embargo, bajo el tí-
tulo “lugar y tiempo de la acción”, lo mismo que KOHLER (Deutsches Strafrecht, p. 223).
En realidad, no se tata de fijar el tiempo de la acción, sino el del delito.
244 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
294 Cfr. CFed, Sala II, 4/2/2009, “Ferreyra, Juan F., y otro”, c. 8504, reg. 13.779.
295 . - .
295 Conf. MEzZCER, Strafrecht, $ 9 (esas normas no son derecho penal, sino normas
de aplicación de este —Strafrechtsanwendungsrecht).
TEORÍA DE LA LEY PENAL 9AT
299 Sobre el privilegio de inviolabilidad del rey, ver CueLLo CaLÓn, Derecho penal,
p 229; FLortan, Trattato. Parte generale, 1, $ 197, Grispicn1, Corso di diritto penale,
[, p. 433. Sobre la inmunidad del pontífice, MaGGIoRE, Diritto penale, L, p 139 y ss.;
BerrioL, Diritto penale, p. 143.
297 Princeps legibus solutus est (fr. 31, D., 1,3).
298 Conf. MEZCER, Strafrecht, $ 9, Ill, Maver, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 59.
248 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
300 Fork - Luccint (eds.), 1 digesto italiano, UL, n* 254; FLORIAN, Trattato. Parte
generale, I, p. 224 y 271; BerrioL, Diritto penale, 144,
301 Conf. ALcorta, El Proyecto de Código de Derecho Internacional Privado, JA,
JA, secc. doctrina, 24-28, con cita del art. 297, Rurz Moreno, El derecho internacional
público ante la Corte Suprema, p. 11 y siguientes.
250 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
|
bo
bo IV, Privilegio de las opiniones parlamentarias. — El art. 68 —ex
art. 60— de la Const. nacional dispone una verdadera inmunidad penal
para los miembros del Congreso, los cuales no pueden ser acusados, inte-
rrogados judicialmente, ni molestados por las opiniones o discursos que
emitan desempeñando su mandato.
Con esta disposición la carta magna no crea un nuevo fuero personal
del tipo de los que suprime en su art. 16; la exención —podría decirse no
se refiere, en principio, ala persona, sino a la función y (más propiamente)
al acto. No se trata, precisamente, de que un privilegio personal haga
impune el acto, sino que es el carácter del acto el que hace impune a la
persona.
Por eso nos parecen acertadas las observaciones que se formulan
al sistema de incluir llanamente este estudio en el capítulo de la ley pe-
nal con relación a las personas*%, y juzgamos exacta la sistematización de
FLORIAN, que separa este género de inmunidades de las tradicionalmente
consideradas de carácter personal, para agruparlas en el estudio de la
ley con relación a los actos, pareciéndonos más adecuado hablar de una
limitación funcional”.
Sin embargo, el privilegio es pleno, en el sentido de que él importó
la total irresponsabilidad penal del legislador por las opiniones vertidas
en el desempeño de su mandato; de modo que la ley penal no puede lle-
gar, en ningún caso, a imponer sus sanciones, ni aun cuando el legislador
haya cesado en su cargo, o cuando hubiese sido desaforado, por esa o por
cualquier otra causa. Aun cuando el desafuero hubiese sido resuelto con
motivo de excesos verbales reiterados, estos no podrían fundar ninguna
acción penal ulterior”.
309 Crítica de Mayer, Der alleemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 59. Conf.
MEZGER, Strafrecht, $ 9, MI, 1.
310 FLorian, Trattato. Parte generale, 1,$ 22; Ferri, Principit di diritto criminale,
$38. Conf. también Pessixa, voz “La legge penale avvisata in se e nella sua efficacia”, en
Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, VI, p. 91, donde dice que “no se
trata de privilegio personal sino de garantía inherente a la función política del Parlamento
en los Estados ordenados con libres instituciones”.
311 Esa es la opinión dominante (v.gr., KOHLER, Deutsches Strafrecht, p. 142; MEz-
GER, Strafrecht, $ 9, UL, 1). Negarlo equivale a suprimir el privilegio. Por eso es
poco comprensible que Joaquín V, GONZÁLEZ exprese que “la tribuna parlamentaria no
debe convertirse en medio de difamación impune |[...] porque en tal caso [el legislador] se
hace reo de delitos comunes y la Cámara podrá suspenderlo en sus funciones y ponerlo
a disposición de juez competente: el límite está marcado por la misma Constitución na-
cional cuando reconoce el privilegio por las opiniones o discursos que tal representante
TEORÍA DE LA LEY PENAL 253
316 Opinión dominante (p.ej., Fincer, Lehrbuch, p. 473; Vox Liszt - SCHMIDY,
Lehrbuch, $ 24, l, KónLer, Deutsches Strafrecht, p. 142). “La garantía cubre tanto el
ejercicio regular, según las reglas de la Asamblea, como el irregular y contra sus reglas”
(CusHinc, Elementos de la ley y práctica de las Asambleas en los Estados Unidos de
América, €” 603). Es inexplicable que Joaquín V. GONZÁLEZ y GONZÁLEZ CALDERÓN
dejen dudas sobre este punto (ver supra nota 311),
3% Conf. Fallos, 14:223, y 54:461.
315 Esta es la opinión general (BINDING, FINGER, KOHLER, Von pr SCHMIDT,
MAYER, MEZGER —ver nota 316). También CarRaRa, Programma, 3 41, 1% 2, y Ga-
RRAUD, Traité théorique et pratique, L, p. 220, n” 3. En contra, Von Bar y RLEINPELLER,
citados por Mayer, Der allcemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 298, que —a su
vez— dice lo siguiente: “Es tan ajena al espíritu de nuestro orden jurídico la existencia de
privilegios (Vorrechte) que den derecho a la comisión de una acción punible, que donde
nos encontramos con un privilegio, natural mente nos inclinamos a no ver en él nada más
que una causa personal de exclusión de pena”.
256 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
EL DELITO
LE] concepto de delito ha sido objeto de mucho debate, especialmente con referen-
cia a la teoría expuesta por Von BeLING, Die Lehre vom Verbrechen. La aparición de
criterios discrepantes está vinculada con las críticas al concepto causalista de la acción,
que comienza con BinbixG, Die Normen, IL, 1, $ 92 y siguientes. La nueva sistemática
cobra mucho desenvolvimiento a partir de las teorías de WeLzEL. En castellano, puede
verse CórbOBA Roba, Una nueva concepción del delito; GaLLas, La teoría del delito en
su momento actual; RodríGuez Muñoz, La doctrina de la acción finalista; WELZEL,
El nuevo sistema del derecho penal, y La teoría de la acción finalista.
2 Así, Von BeELING, Die Lehre vom Verbrechen, $ 2; Frank, Das Strafgesetzbuch,
p. 1 y 6; MEzcER, Strafrecht, $ 12, nota 5. Lógicamente, no hay tal tautología, y esa
definición puede cumplir ciertas funciones, especialmente con relación a la criminología,
que hoy se inclina a partir del concepto legal de delito. Conf. MIDDENDORFF, Sociología
del delito, p. 16; Exner, Biología criminal, p. 15 y siguientes. Lo correcto (desde el
punto de vista técnico-jurídico) es calificarla como “sumamente inexpresiva”, según lo
hace DEL RosaL, Derecho penal español, I, p. 194.
258 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5 Von BELI NG, Die Lehre vom Verbrechen, $ 4. Por eso es correcto que FraGoso
rechace la idea de un “tipo de garantía” —propuesta por Excisch—, diciendo que “la garantía
resulta de la función del tipo frente al principio de reserva legal” (Conduta puntvel, p. 204).
5 Noes correcta la idea que le atribuye al tipo una función individualizadora, según
lo entiende GaLLas (La teoría del delito en su momento actual, p. 26), lo cual le hace
decir que “la fijación de tipos de conducta delictiva es válida no solo allí donde rige el
principio nullum crimen sine lege que exige una tipificación por parte del legislador, sino
también allí donde la fijación de la calidad indicada se abandona al criterio del juez”. El
autor citado incurre en el error de colocar las ideas de individuo y de tipo en el mismo
nivel lógico, siendo que la una es un concepto individual —es decir, que se refiere a un
solo objeto—, mientras que el concepto de tipo es, desde luego, ideal y referible abstrac-
260 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
tamente a una pluralidad de casos. Por muy estrecho que sea el tipo que imaginemos,
siempre se diferenciará cualitativamente de un concepto individual, porque este carece
de extensión (PFANDER, Lógica, p. 179). Véase, sobre el tema en general, RoprÍíGUEZ
Muñoz, Problemas de la teoría del delito, “Revista de Derecho Público”, año 1, t. 1,
p. 150 y siguientes.
7 Carrara, Programma, $ 21, 34, 35 y 125. Para la exposición del pensamiento
carrariano, conf. el prólogo de SOLER en CaRRaRa, Programa de derecho criminal, vol. L
EL DELITO 261
tórico de Federico Engels, p.260).. Según AnaYa, “el materialismo dialéctico importa,
precisamente, una superación de estos determinismos, que tienen carácter fatalista y que
son unilaterales” (Algunos problemas de la sociología criminal, p. 39 y 40).
o " . ps , .
26 Sobre este importante tema, conf. Barth, Verdad e ideología; MANNHEIM,
Ideología y utopía.
=* Conf. MANNHEm, Ideología y utopía, p. 110.
ST . a
a " e . Ñ . ”
28 Sobre esto, conf. KELSEN, Teoría comunista del derecho y del Estado, p. 28
y ss., con muy precisas referencias.
96 , , . o
22 No interesa establecer cuál de las dos concepciones materialistas es la exacta o
la ortodoxa.
268 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Pero, sea cual fuere el juicio que ese problema suscite, es evidente
que el atentado a determinadas condiciones de vida de una sociedad no
puede ser tenido (ni aun por la sociología) como un delito, sino cuando
el bien atacado ha sido valorado por esa sociedad como necesario para su
existencia o desenvolvimiento.
Así, de la definición de Von IHERING de la cual tanto se ha destacado
el elemento material (condiciones de vida)?, nosotros destacamos el otro
término suprimido o descuidado por los positivistas, porque lo estimamos
—tanto jurídica como sociológicamente— necesario; esto es, el juicio de la
legislación sobre esas condiciones de vida y sobre la inevitabilidad de
la pena para protegerlas.
La noción de delito es siempre un concepto de relación*”, resultante
de comparar un hecho con una valoración social. Sin esta, que se tradu-
ce en la ley o la costumbre que lo prohíbe y castiga, el hecho “puede ser
malvado y dañoso; pero si la ley no lo prohíbe, no puede ser reprochado
como delito al que lo comete””*.
En síntesis, el delito no puede ser estudiado, ni aun como hecho,
sino en relación con su prohibición, porque solo puede hablarse de delito,
con referencia a una acción, cuando a su respecto se halla formulada una
valoración social reprobatoria, asumiendo la reprobación esa intensidad
específica que caracteriza la pena.
Esa valoración no es siempre expresiva de situaciones materiales de-
terminantes de ella. Aun cuando en grandes líneas pueda reconocerse
la existencia de alguna correlación entre las condiciones de existencia
de un grupo humano (pueblos cazadores, pueblos pescadores) y la serie de
las de los efectos que integran el hecho, las del bien jurídico protegido, el
número y la calidad de los sujetos considerados en cada caso, y muchas
otras circunstancias, dan lugar a una serie de clasificaciones (v.gr., figuras
de daño, de peligro, materiales, de pura actividad, unisubsistentes, pluri-
subsistentes, comunes, especiales).
El estudio de muchas de esas clasificaciones encuentra su lugar sis-
temático adecuado bajo diferentes rubros (delitos de comisión y de omi-
sión; delitos dolosos y culposos). Las demás características comunes que
pueden dar lugar a otras clasificaciones deben ser consideradas —según
decimos como características de las figuras, y en la teoría de la figura
delictiva encuentra, por lo tanto, su lugar sistemático.
Existen, sin embargo, algunas clasificaciones que no provienen en
absoluto o totalmente de características de la figura delictiva. Son pro-
piamente clasificaciones de delitos que el derecho positivo reconoce, sea
para demarcar esferas de competencia legislativa, sea para acordar ciertos
efectos a la calificación.
En este sentido, dentro de nuestro derecho positivo reviste particu-
lar importancia la clasificación de las infracciones: a) por su gravedad, b)
por su carácter común o político, y c) por el empleo de la imprenta como
medio de comisión.
Nos ocuparemos de estas clasificaciones en este parágrafo, remitiendo
a otros puntos las clasificaciones fundadas en los caracteres de las figuras.
La moderna doctrina ha efectuado distintas clasificaciones de los
delitos teniendo presentes sus caracteres típicos. Con esta introducción,
podemos mencionar los siguientes”.
a) Según la forma de la acción, en delitos de acción y de omisión
(pura o de comisión por omisión u omisión impropia).
b) Según el grado de ejecución delictiva, en delitos tentados, consu-
mados y actos preparatorios punibles.
c) Según el resultado delictivo, en delitos de mera actividad y de
resultado material.
d) Según la intensidad de afectación del bien jurídico, en delitos de
lesión y de peligro (concreto, abstracto y peligro hipotético).
ba
de un legislador”. Parece evidente que ese distingo está hecho en fun-
ción de una verdadera tripartición de las infracciones y que, en con-
secuencia, no sería correcto interpretar hoy esa norma en el sentido de
que, cualquiera que sea el delito cometido por el legislador, deba proce-
der la detención, bastando para ello con que la pena correspondiente sea
privativa de libertad.
Las expresiones “penas infamantes y aflictivas” tradicionalmente no
son usadas para designar cualquier pena privativa de libertad, sino solo
aquellas que corresponden a los crímenes. No solamente el concepto, sino
las palabras mismas “aflictiva e infamante” corresponden al art. 1? del Cód.
Penal francés de 1810, tradicional propugnador de la tripartición*, De
ello resulta que existen penas detentivas no aflictivas ni infamantes, como
la prisión de seis días a cinco años —que pertenece a la escala de penas
correccionales—, y que bien puede considerarse equivalente a las penas de
prisión que contiene nuestro Código Penal, dentro de esos límites, para
muchos delitos (v.gr., hurto, desacato — derogado por ley 24.198, de 1993—,
violación de domicilio, injurias, calumnias, encubrimiento).
Para interpretar correctamente tales expresiones será necesario con-
siderar que ellas provienen del sistema de tripartición de las infracciones y
que, en consecuencia, no procede la detención in fraganti de un legislador
por el solo hecho de que cometa un delito que merezca pena privativa de
libertad, sino que deberá tratarse de un crimen grave, de los que pueden
determinar una condena superior a cinco años de prisión. Este límite,
sin embargo, no es legal, sino expresivo de un criterio de orientación”.
15 Esta distinción según la noción del daño y del peligro, está sintetizada por Za-
NARDELLI en la relación de 1887 para el Código penal italiano de 1890, al decir que “son
delitos aquellos hechos que producen una lesión jurídica, y son contravenciones aquellos
otros hechos que, si bien pueden ser innocuos por sí mismos, presentan sin embargo un pe-
ligro para la tranquilidad pública o para los derechos de otro. El precepto de la ley en los
delitos dice, por ejemplo: no matar; y dice en las contravenciones: no hacer nada que pueda
exponer a peligro la vida ajena” [citado por NEGn1, voz “Le contravvenzioni nel Codice Pe-
nale italiano”, en PEssixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, X, p. 535]. Este
criterio es sostenido por ImPaLLOMENMI, 1 Codice Penale italiano, L, p. 65 y siguientes,
16 Ver, por ejemplo, Lucchint, Giustizia e polizia, “Rivista Penale”, XX-94; Im-
PALLOMENI, li sistema generale delle contravovenzioni, “Rivista Penale”, XXVIIT-205.
4 BinpinG, Die Normen, 1, $ 54.
EL DELITO 27
las acciones realmente perjudiciales de las que no lo son, dentro del mis-
mo género, al legislador no le quedan más que dos caminos para elegir:
o prohibirlas a todas o tolerarlas a todas (“Elige conforme al principio del
mal menor”), Pero siendo injusto que se castigue como dañoso todo un
género de acciones, cuando puede haber algunas que no lo sean, lo que ca-
racteriza a la contravención no es el hecho de que ella constituya una lesión
a un bien jurídico, sino la circunstancia de que, en todo caso, es una simple
desobediencia a la norma que el Estado se ve obligado a poner, porque con
ello —en la mayoría de los casos— evita males mayores*. La seguridad
jurídica, la economía probatoria y la necesidad de que no escapen los que
sepan disimular sus intenciones realmente nocivas, imponen esa solución.
Unas contravenciones representan prohibiciones complementarias de las
que corresponden a los delitos; ensanchan el campo y los medios de lucha
constituidos por las normas penales propiamente dichas. Otras, en cambio,
tienen fines autónomos, correspondientes a la tutela de bienes no primarios”.
No es del todo exacto exponer la doctrina de BINDING diciendo que
para él la contravención sea ontológicamente una desobediencia”, puesto
que ninguna norma jurídica prohibitiva se justifica en sí misma sino en
cuanto con ella se intenta apartar determinadas consecuencias nocivas
para la vida social. Pero, refiriéndose el derecho penal contravencional
a grupos de acciones que en general resultan perjudiciales, es imposible
hacer diferencias entre las que efectivamente lo son y las que no lo son,
sin renunciar a la eficacia. Por otra parte, es injusto hacer la ficción de
que todas sean lesivas. Poreso, las contravenciones envuelven ordinaria-
mente una lesión o un peligro, pero de esto se desinteresa el Estado, que
las castiga porque —en todo caso— importan una desobediencia”.
5) Para Rocco, el concepto de contravención debe derivarse del de
administración, en cuanto este importa una actividad del Estado especí-
ficamente distinta de la legislativa y de la jurisdiccional. Es esa actividad
que el Estado, “valiéndose de su poder de querer soberanamente, despliega
de caso en caso; en el campo que le deja libre el derecho objetivo, para la
satisfacción de aquellas necesidades propias que no tienen por objeto ni
ba
la formación y expresa declaración del derecho, ni el pronunciamiento y la
ejecución forzada de él en los casos particulares”. Esa actividad tiende
oa la tutela del derecho o al cuidado de las necesidades de la sociedad.
En un caso conserva o asegura bienes que el derecho ya protege; en el
otro produce bienes que representan un perfeccionamiento. Rocco llama
a la primera actividad administrativa jurídica, y a la otra, administrativa
social?,
Las contravenciones serían acciones contrarias al interés administra-
tivo del Estado en ambos aspectos.
Pero —con toda razón— MANZINI observa que también hay delitos
contrarios a la Administración y al interés meramente administrativo del
Estado**, con lo cual la pretendida diferencia queda, sin duda, en terreno
muy inseguro.
Por otra parte, la diferencia que formula Rocco entre la actividad que
tiende a evitar un mal y la que tiende a procurar un bien”, dista mucho de
ser tan clara y esquemática como él la presenta, pues se concibe perfecta-
mente que el Estado, tendiendo a evitar un mal, cree figuras no delictivas
sino solo contravencionales, y a la inversa, con lo que aquí aparece de nuevo
una reminiscencia de la distinción de CARMIGNANL
que “el delito lesiona lo que es nuestro, la otra (la contravención) lo que es del gobierno”
(“La diferencia entre delitos y contravenciones”, en Temas de derecho penal, p. 9 y si-
guientes). La distinción supone la aceptación del concepto iusnaturalista de derechos
subjetivos, con su contenido político. También CABALLERO, La distinción esencial entre
delitos y contravenciones en la doctrina de James Goldschmidt, “Boletín de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba”, 1958, p- A73.
EL DELITO 279
37 Fallos, 205:173.
3 TD AFFARONI, Manual de derecho penal, I, p. 235 y ss.; ZAFFARONI - ALAGIA - SLOKAR,
Derecho penal. Parte general, p. 168 y siguientes.
3% Terán Lomas, Derecho penal. Parte general, I, p. 238 y siguientes.
6% RobrícuEz Devesa, Derecho penal español, p. 295 y siguientes.
1 Jescneck, Tratado de derecho penal, L, p. 78 y siguientes.
=
b3
el Proyecto Tejedor ni el de ViLLEGAs, UcarrIZA y García, ni el Código
de 1887, contenían disposiciones sobre faltas”,
A partir de ese antecedente se produjeron las siguientes discrepancias,
sin excluirse en ningún caso la facultad provincial de imponer penas por
contravención a las leyes y ordenanzas provinciales”.
1) La que opinaba que el Código Penal debe legislar sobre faltas”.
2) La que opinaba que el Código Penal debe limitarse a señalar el
máximo de la pena imponible por parte de las provincias”.
3) La que opinaba que la legislación de faltas corresponde, en gene-
ral, a las provincias y que el Congreso no tiene facultad para fijar el límite
máximo de esa potestad”.
El primer criterio trata de distinguir faltas de carácter general o na-
cional y contravenciones de policía”, Si es difícil distinguir una contra-
vención de un delito, más difícil resultará subdividir, a su vez, esa especie.
Ninguna teoría reconoce en las contravenciones tal subclasificación. La
diversidad de esferas de competencia por razón de la materia es la única
que puede guiarnos, tanto para distinguir las contravenciones federales
como las contravenciones municipales, que revisten particular importan-
cia, y cuya separación de las contravenciones de carácter provincial es
particularmente delicada,
El segundo criterio puede decirse oficialmente rechazado, tanto por
la jurisprudencia de la Corte Suprema, como por el propio Congreso de la
Nación y por nuestra más prestigiosa doctrina constitucional%.
$1 MoRrENO transcribe los trozos esenciales del debate (El Código Penal y sus an-
tecedentes, L, p. 217). Llama la atención que, salvo el senador Garro, ninguno de los
legisladores se preguntara si estaba o no dentro de las facultades del Congreso fijar ese
límite que se proponía, y especialmente sorprende que el senador Joaquín V. GONZÁLEZ
-cuya opinión parece decisiva se pronunciara en contra del artículo por considerarlo
peligroso, por cuanto “autoriza esa legislación”, como si el Congreso pudiese, en ese punto,
dar o quitar a las provincias facultades que ellas no han delegado y que tienen positiva o
negativamente por la Constitución.
Sobre ese artículo —-con una observación justísima—, GONZÁLEZ ROURA dice: “Yo
hice notar a la Comisión del Senado, que si la legislación sobre faltas correspondía al
Congreso, este no podía delegar esa facultad; y, en supuesto contrario, la limitación que
el Proyecto imponía a las legislaturas de las provincias era de dudosa constitucionalidad”
(Derecho penal, L, p. 211).
8 Conf. Fallos, 101:132, del dictamen del doctor ALsixa como procurador general,
en el dictamen de la Suprema Corte bonaerense. Véase, también, Bas, El derecho
federal argentino, UL, p. 321; Bayer, De las contravenciones, Santa Fe, 1925, p- 37; BIELSA
(coord.), Derecho administrativo, l, p. 282, y III, 82 y ss.; GONZÁLEZ CALDERÓN, De-
recho constitucional argentino, UI, p. 463; GonzáLEz Roura, Derecho penal, I, p. 209;
NUKEz, “La diferencia entre delitos y contravenciones”, en Temas de derecho penal, p. 9
y ss.; VILLEGAS BAsavILBASO, Derecho administrativo, Y y VI.
$83 Conf. Fallos, 7:150 y 373; 31:273; 94:361; 101:126; 103:255; 124:393; 141:449, y
192:350.
284 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
£ . . . . . . .
96 Es curioso verificar en este aspecto una coincidencia de autores ordinariamente
muy discrepantes (p.ej., MANzIM1, Trattato, l, 1933, p. 352; Majo, Convmento al Codice
Penale italiano, 1, p. 33; Ferri, Principii di diritto eriminale, p. 59 y 174).
97 Majxo, Commento al Codice Penale italiano, 1, p. 33.
9 La expresión es de CaRRaRa, Programma, $ 3924, en nota, aun cuando el citado
autor se abstiene de formular una doctrina sobre el delito político, Véase para ello las
admirables razones que da en los $ 3913 y siguientes.
99 CaRRara, Programa, $ 3939.
100 FLorIax, Delitti contra la sicurezza dello Stato, p- 89.
EL DELITO 289
tamen del fiscal del Crimen de 4” turno, doctor Luis A. Bouza, y la sentencia del juez
letrado, doctor JuLto C. DE GREGORIO, en Proceso sobre actividades nazis en la República
Oriental del Uruguay. Este tema ha sido estudiado en sus aspectos filosófico-jurídicos
en SoLER, Ley, historia y libertad.
102 CarrauD no contrapone los conceptos de democracia y gobierno, sino los de
nación y gobierno (Lanarchie et la répression, p. 12, en nota, con cita de FLorIax, Delitti
contro la sicurezza dello Stato, p. 73, nota 1).
Las discrepancias en este tema, sin embargo, siempre fueron muy acusadas. Véase,
por ejemplo, la disidencia entre los doctores GÓMEZ y CoLL en la Exposición de motivos
del Proyecto de Código Penal (CoLL - Gómez, Proyecto de Código Penal para la República
Argentina, p. XLIX y ss.), donde el último manifiesta lo siguiente: “La Constitución consa-
gra un sistema político bajo el cual se respetan derechos y se dan garantías que responden
a amparar sentimientos, ideas y tradiciones argentinas, En consecuencia, no es posible
confundir ni tratar con los mismos principios jurídicos actos de propaganda que tiendan
a destruir esos principios esenciales y otros hechos o ideas, que si bien alteran o intentan
alterar el orden político, como el llamado fascismo, se propone ampararlos y, precisa-
mente, busca con su acción protegerlos mejor” (p. L —el destacado no es del original—).
103 Fallos, 17:36; 21:121; 34:283; 42:210, y 319 a 321, y 54:464.
104 Esta es, en definitiva la opinión de GARRAUD, Traité théorique et pratique, 1, $ XX.
290 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5 2 Po. .
115 MALAGARRIGA, Código Penal argentino, ', p. 181.
16 Fue el criterio establecido en Fallos, 167:121.
CAríTULO IV
LA ACCIÓN
“La necesidad jurídica y política de que cada figura legal sea una es-
tructura cerrada deriva del hecho de que, también como resultado de una
conquista histórica, el delito es acción humana, es decir, no es algo físico,
no es un hecho, sino un modo concreto de exteriorización personal.
Para mostrar la importancia de esta base se hace necesaria alguna
explicación. Con cierta precipitación y acaso por afán de novedad se suele
decir que el delito es conducta, A lo menos en castellano, esa expresión
no es favorable a la claridad del concepto. La conducta de un sujeto pre-
senta siempre la forma de una corriente sin solución de continuidad; es
el despliegue exterior de la personalidad en el tiempo. Lo delictivo, sin
duda alguna, está dentro de ese cauce heraclídeo, en ese perpetuo devenir,
pero no puede ser definido como puro devenir, porque eso importaría la
posibilidad de considerar delictivo cualquier momento o todo momento,
y el delito vendría entonces a ser una calidad personal, no ya una acción.
Dentro de la vida práctica —y el derecho pertenece a ese plano— me-
diante palabras efectuamos cortes, a veces bastante arbitrarios, en el curso
indiferenciado de ese fluir; seleccionamos unas cuantas notas, las únicas
que interesan para determinado fin, y con ellas, solo con ellas, constituimos
un nombre. Ese nombre con el cual seleccionamos datos y segmenta-
mos la conducta es el verbo, el nombre de la acción. Así decimos: “Juan
pinta”, aunque en realidad, en ese mismo momento hace muchas cosas más,
algunas de las cuales son abarcadas por el verbo, sin ser propiamente pintar:
mojar los pinceles, preparar el color, poner un modelo, y otras, de las cuales
nos desentendemos, no obstante su presentación simultánea: estar sentado,
mirar, pararse, fumar, etcétera. Lo mismo pasa cuando Juan escribe o
cuando roba. Mediante el empleo de un verbo, hemos producido una se-
lección de notas y creado una solución de continuidad. Desde que el delito
es acción, toda figura delictiva debe encerrar un verbo. En ese sentido
debemos decir que el delito no es conducta, no es acción en general sino
una acción determinada. Tan acentuada es esta exigencia de determinación
que las figuras delictivas suelen no consistir, sin más ni más, en un verbo;
generalmente el verbo mismo va limitado por numerosos complementos”, 5
“una supervivencia de viejas leyes de policía con todos los defectos técnicos y el estilo de
estas” (Principi di diritto penale, p. 269 y siguientes). Este último autor señala bien los
peligros políticos de estos pretendidos delitos de estado y sin acción. También, Fkaco-
so, Conduta punível, p. 33. Ver infra, nota 28.
16 SoLer, “La formulación actual del principio nullum crimen”, en Fe en el dere-
cho, p. 282.
302 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
22 Fallos, 300:254.
30 Fallos, 301:673, 303:1205, 304:1678 y 305:137.
31 Fallos, 306:1892.
308 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
32 Eallos, 308:1392.
LA ACCIÓN 309
Fallos, 332:1963.
as
e
(Lehrbuch, $ 28, [, 2, nota 4). Según Mauracn, tal enunciado contiene una petición
de principio, pues supone la previa identificación del concepto civil y penal de “acción”
(Deutsches Strafrecht, $ 15, U, a). No obstante afirmar la incapacidad de la persona
colectiva para delinquir, DeL RosaL se muestra dubitante ante la evidente posibilidad
de imponerle penas (Derecho penal español, 1, p. 212); esta concesión, sin embargo, no
puede ser hecha sin cierto desmedro del principio nulla poena sine culpa, Sin embargo,
esa posibilidad es lo que ha seducido a muchos partidarios de la responsabilidad penal
de las personas colectivas (v.gr., MEsTRE, Las personas morales y su responsabilidad
penal; AFTALIÓN, Acerca de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, LL,
37-280 y ss.; Cueto Rúa, El racionalismo, la egología y la responsabilidad penal de
las personas jurídicas, LL, 50-1109 y ss., y “Revista del Colegio de Abogados”, t, XXII,
n 5-6). Esa corriente adquirió en el país considerable aceptación, pues no solo fue admi-
tida con respecto a infracciones fiscales, sino también en delitos comunes, como ocurre
en la ley 12.906. Véanse las leyes 12.591 y 12.830. En el Proyecto de Código Penal de
1951 se sancionaba esa responsabilidad en general, excluyéndose solamente a las personas
jurídicas de existencia necesaria (art, 42).
Es interesante destacar la evolución que ha tenido en la jurisprudencia de la Corte
Suprema la cuestión de la responsabilidad de las personas jurídicas incluso del Estado—,
en materia de responsabilidad civil derivada de un delito culposo. — Por ella se ha llegado a
abandonar el criterio sostenido durante largos años, en el cual se interpretaba el art. 43 del
Cód. Civil derogado (actual art. 143, Cód. Civil y Comercial), en el sentido de no admitir
ninguna responsabilidad derivada de un hecho de naturaleza delictual. La afirmación
de la responsabilidad indirecta de la persona jurídica puede ya decirse definitivamente
aceptada (CSJN, 14/11/1938, “Caveda c/provincia de Santa Fe”, LL, 13-602, con impor-
tante nota de Barcia LórEz, Evolución de la jurisprudencia de la Corte Suprema sobre
la responsabilidad de las personas jurídicas por actos ilícitos).
En cuanto a la responsabilidad penal, la opinión prevaleciente se pronuncia en contra
(conf. con el texto, Von BrLING, Die Lehre vom Verbrechen, $ 3, nota 2; BerrioL, Diritto
penale, p. 194y 195; ALIMENa, Diritto penale, L, pp. 377, FLORIAN, Trattato. Parte genera-
le, $ 28; JimÉNEZ DE Asúa, El criminalista, VU, p. 151, Da Costa Júnior, Do nexo cau-
sal, p. 6 y 7, MacciorE, Diritto penale, L, p. 355 y ss. —con una nota muy valiosa en la que se
hace referencia al contenido humano de este tema en su desarrollo histórico; MAURACH,
Deutsches Strafrecht, $ 15, 11, A; Núñez, Derecho penal argentino, L, p. 213 y ss.; WELZEL,
Das Deutsche Strafrecht, $ 19, II). Algunos autores consideran a las personas colectivas
incapaces de acción (MAURACH); otros (WELZEL), incapaces de culpabilidad, Bruno ad-
mite únicamente la posibilidad de sanciones administrativas (Direito penal, (, p. 205 y ss.);
ETCHEBERRY solo admite responsabilidad civil y administrativa (Derecho penal, 1, p. 162).
LA ACCIÓN 313
12 Conf. Von BeELixc, Die Lehre vom Verbrechen, $ 8, 4; Von LiszT- SCHMIDT,
Lehrbuch, 3 28, L, 1; MezGER, Strafrecht, $ 14; Fiscer, Lehrbuch, p. 272.
13 Conf. Berta, Manual de psiquiatría, p. 95 y siguientes.
LA ACCIÓN 317
4 Carrara Hama invito al que padece violencia y coatto al que padece coacción
(Programma, $ 279 y siguientes). Conf. Von Liszt - ScumibT, Lehrbuch, $ 28, L, 1, y
$ 42, IV, 2; MEZGER, Strafrecht, $ 14, nota 7, y 48, IL, 1; Maver, Der allgemeine Teil des
deutschen Strafrechts, p. 313; Von Liszr, Lehrbuch, $28, 111,2, y $34, 11, 1. Ensentido
coincidente, con referencia al derecho civil, Acutar, La voluntad jurídica, caps. V y VIL
15 Fr, 169, D,, 50, 17
16 Así ALIMENA, Diritto penale, 1, 2%, p. 117 y ss.; Haus, Droit pénal belge, 1,
p- 439, y MANZINL, Trattato, 1, p- 146, entre otros.
LA ACCIÓN 319
* Véase sobre todo CARRARa, Programma, $ 316 (“La dependencia jerárquica [...]
Solo asume el carácter de dirimente cuando quita la conciencia de la criminalidad del
acto; como sucede en el caso en que el superior mande con fin ilícito una cosa que era de
su atribución mandar: de modo que el agente cree hacer cosa lícita. En estos términos,
la dirimente depende más de las condiciones del intelecto que de las de la voluntad del
agente [...] el agente es un instrumento ciego y material que obra sin conciencia de violar
la ley”), Conf., también, Haus, Droit pénal belge, 1, p. 439,
48 El ejemplo del incendio del propio campo (ejercicio de un derecho), del cual
AGUIAR quiere deducir responsabilidad civil derivada de un hecho lícito (cuando el fuego
daña el campo vecino), creando una forma de consecuencias ilícitas de los actos lícitos
y -con ello— una responsabilidad civil, es un ejemplo en el cual el ilustre maestro incurre
en el error de tomar el hecho inicial como lícito, Quemar la cosa propia es hecho lícito
desde el punto de vista del derecho de propiedad, pero el incendio es un delito contra la
seguridad y, en consecuencia, el que incendia su campo comete un delito no solo cuando
-ausa un daño, sino cuando tan solo pone en peligro los bienes ajenos. El hecho inicial
no era, pues, lícito (AcuIar, Lo ilícito, p. 39). Conf. con el texto, MarEr, Der allgemeine
Teil des deutschen Strafrechts, p. 334.
320 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
19 SoLER se refirió a algo que para él era un equívoco que le interesaba aclarar:
“La expresión “falta de acción” acaso yo la haya empleado, pero es un error. No puede
haber delito sin acción” (Instituto de Derecho Penal de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, IV Jornadas Nacionales de Derecho
Penal, “Cuadernos de los Institutos”, n* 135, 1979, p. 71),
50 “El art. 34, inc. 5, del Cód. Penal deberá ser interpretado conforme a la regla
del art. 514 del Cód. de Justicia Militar respecto de los hechos cometidos por el personal
mencionado en el artículo anterior que actuó sin capacidad decisoria cumpliendo órde-
nes o directivas que correspondieran a planes aprobados y supervisados por los mandos
superiores orgánicos de las Fuerzas Armadas o por la Junta Militar. A ese efecto podrá
presumirse, salvo evidencia en contrario que se obró con error insalvable sobre la legiti-
midad de la orden recibida, excepto cuando consistiera en la comisión de hechos atroces
o aberrantes” (art. 11, ley 23.049).
322 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
53 Así, AÁLIMENA, Diritto penale, I, vol. 2, p. 120 y ss.; CUELLO CALÓN, Derecho
penal, p. 359; Ross1, Tratado de derecho penal, U, p. 10 y siguientes.
54 En CCrimCorrCap, 2/11/1923, [A, 11-1141, en el cual un periodista se excusaba
en la orden de su director.
55 ULprano, fr. 157, D., L, 17.
324 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
8 Como lo enseña Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 338.
cn
9
“No es aplicable la disposición del art, 34, inc, 5%, cuando las órdenes recibidas
cn
comprenden actos evidentemente ajenos a la esfera de acción legítima del superior, y que
LA ACCIÓN 325
importen una manifiesta ilicitud que los subordinados tenían el deber de no consentir,
y no pudiendo impedirlos, por su condición (agentes) tenían el deber de denunciar.
Tampoco es aplicable la excusa de error” (CApel Rosario, 21/10/1933, “Vázquez y Báez”).
6% Desde la crítica de SoLER a la teoría del error de hecho se han publicado valiosos
trabajos sobre el tema de la obediencia. Véase Ramavo, La obediencia debida y el error
de hecho, LL, 99-918, y La obediencia debida como causal de inculpabilidad, LL, 115-
1092; Fierro, Obediencia debida, LL, 109-1058, y Algo más sobre obediencia debida,
LL, 118-1024; Ur, voz “Obediencia debida”, en Enciclopedia jurídica Omeba, XX, p. 561,
y Obediencia debida e inculpabilidad, LL, 126-976. Todos estos trabajos se hacen cargo
del verdadero problema, que consiste en el caso puro de obediencia, aun cuando tienden
a reducirlo a situación de inculpabilidad, sea como caso especial de coacción (FIERRO) o
como caso especial del error (Urk y Ramavo). La especialidad del caso que todos ellos
señalan se parece mucho a un traslado de la imputación. — Fierro hasta recuerda que en
un caso ni siquiera se procesó a los sargentos y soldados —reales ejecutores—, sino solo al
oficial a cargo (cfr. CCrimCorrCap, 17/4/1925, JA, 15-648).
326 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
67 <E] que niega esto, coloca la jurisprudencia del alguacil por encima de la del
Tribunal Supremo” (Mayer, Strafrecht, p. 161),
% Desde luego, esto es muy manifiesto en ciertas figuras, como el prevaricato y
el falso testimonio, en las cuales no son aplicables los principios comunes de la partici-
pación, pues en ninguno de esos ejemplos es punible la instigación simple (esto es, sin
soborno —conf. t. 5).
LA ACCIÓN 329
“1 Acerca de este tema, son importantes los trabajos de BruEra, Ensayo sobre el
concepto filosófico-jurídico de causalidad; Da Costa Júnior, Do nexo causal; DRAPKIN,
Relación de causalidad y delito; Huerta FErRER, La relación de causalidad en la teoría
del delito; Jiménez DE Asúa, La relación de causalidad y la responsabilidad criminal,
LL, 16-823, y, del mismo autor, El criminalista, U, p. 107, y UrE, Temas y casos de derecho
penal, p. 223. Con motivo de la aparición de la primera edición de esta obra, de la cues-
tión se ocuparon con detenimiento Bouza, El “Derecho penal argentino” de Sebastián
LA ACCIÓN 331
13 Von Liszt, Lehrbuch, $ 28, 1V, nota 8, y $ 29, nota 1; MezGER, Strafrecht,
5 14, II, 2: Vox BrLixG, Grundziige des Strafrechts, $ 20.
16 Von BeLiNG, Grundziige des Strafrechts, $ 20. Conf. Von Liszt- ScHmIDr,
Lehrbuch, $ 29, nota 1. Para Novoa MonkEaL, las referencias subjetivas formuladas
dentro de la teoría de la acción “destruyen por entero la ventaja del estudio analítico
del delito” (Curso de derecho penal chileno, 1, p. 272). No consideramos posible una
teoría de la acción sin referencias subjetivas. Novoa MONREAL parece identificar sub-
jetividad con culpabilidad, La diferencia puede provenir de que él reconoce en el ser
humano “dos aspectos, el espiritual y el corpóreo” (p. 273), mientras que nosotros —si-
guiendo la tradición aristotélica— nos inclinamos por ver tres (el corpóreo, el psíquico y
el espiritual), Conf. ARISTÓTELES, De anima, I, 408 b; II, 2, 413 b, 414 b, y II, 3-8,
Esa tripartición está presente en san PabLo (Rom 7-8) y en Tomás DE Aquino (Sununa,
queest. 90, arts. l ad 1 y 6). Sobre ello, Suárez, De legibus, cap. 1,2. Lo psíquico es,
sin duda, posible, subjetivo, lo cual valorativamente no significa nada.
LA ACCIÓN 333
5% Para SOLER —que se empeñó en destacar ese aporte y en seguir esa dirección,
BINDING no es un precursor de la teoría finalista, según lo califica CórboBA Roba (Una
nueva concepción del delito, p. 19 y 25). En este punto fue no obstante su fama- el in-
fortunado autor de una teoría a la que acaso no le había llegado la hora (véase ANTOLISEL,
Il rapporto di causalita, y sobre este libro— la polémica de GrisPIGN1, H nesso causale
nel diritto penale, “Rivista Italiana di Diritto Penale”, 1935, p. 1 y ss., y la contestación
de ANTOLISEL Condizione qualificata?, “Rivista Italiana de Diritto Penale”, 1935, p. 334
y siguientes). Ver, también, RAMER1 La causalitá nel diritto penale. La bibliografía
sobre este tema asume proporciones teratológicas en Alemania.
8l Conf. MAYER, Strafrecht, p- 137.
LA ACCIÓN 335
con que un hecho sea condición de un evento; tiene que ser una condición
tal que regularmente acarrea tras sí el resultado. La víctima del accidente
de tránsito (herido levemente) que muere en el incendio del hospital, del
ejemplo de Von Liszr, no es víctima de un hecho que esté regularmente
encadenado con los accidentes de tránsito; el hecho producido no era
adecuado para causar la muerte por cremación y su autor, entonces, no
responde por el homicidio”.
Para la doctrina de la equivalencia según hemos visto— no es admi-
sible la interrupción del nexo condicionante. En principio, un hecho es
condición de otro o no lo es; si lo es, su poder condicionante basta para
determinarlo como causa, aun actuando junto a él otras condiciones, como
sucede siempre en todo proceso real. Para la doctrina de la adecuación,
en cambio, es admisible que un hecho anterior, concomitante o posterior
a la acción del sujeto, haga surgir esas consecuencias abnormes, que en
el curso ordinario de los hechos análogos no se derivan de la acción del
sujeto. Cuando ello sucede, el nexo causal se dice que ha sido interrum-
pido. Destacamos, pues, como una de las consecuencias más importantes
de esta doctrina, la admisión de la existencia de concausas. Concausa se
llamará a un fenómeno que, al actuar juntamente con la acción del sujeto,
lleva a consecuencias que no corresponden al curso normal, ordinario
de los procesos de ese tipo. Así, el incendio del hospital es una concausa
que interrumpe la relación entre el accidente de tránsito y la muerte del
sujeto. El autor del hecho no debe responder más que de su obra —esto
es, de las lesiones—, aun cuando, aplicado el método de eliminación hipo-
tética, resulte que en concreto el sujeto no habría muerto en el incendio
si no hubiese sido herido?*,
¿Pero cómo se realiza ese examen en el cual se trata de determinar si
el hecho se ajusta o no al curso regular de las cosas? Los resultados de ese
análisis difieren según cuál sea el punto de mira en el cual nos coloquemos
para determinar la regularidad genética del fenómeno.
1) A su turno, Von Kkirs juzgaba que había que colocarse en el punto
de vista del autor del hecho, para tomar en cuenta las circunstancias que
a " .
102 Conf. Von Liszt - Scumior, Lehrbuch, $ 29, VI, 4.
103 Ver Von BELING, Der gegenwártige Stand der strafrechtlichen Verursachungs-
lehvre, “Der Gerichtssaal”, 101, 1932, pl yss,; Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 148.
104 Esta afirmación tiene en VoN BELING un sentido radicalmente distinto del que
le acordaba el Denkschrift, cuando también postulaba la prelación de la parte especial en
el Proyecto alemán de Código Penal nacionalsocialista.
344 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
sobre todo, un fragmento del cual se ha deducido que —para este autor—
la causa sería la condición última, porque esta es la que rompe el equi-
librio entre las condiciones positivas y negativas del resultado'''. Esto
ha hecho también que se llamase a esta concepción “teoría de la pre-
ponderancia”,
En efecto, en el recordado pasaje BINDING expone su doctrina sobre
la diferencia entre factores positivos y negativos. Según su explicación,
muchos son los factores de un hecho, pero no por ello ha de llamarse
“causa” a cada uno de ellos, sino solo “a las condiciones positivas en su
preponderancia sobre las negativas”. Causar un cambio es, por ello, cam-
biar el equilibrio entre las condiciones que lo impiden y las que tienden a
producirlo, a favor de estas últimas”.
Sin embargo, resultan mucho más interesantes y actuales los puntos de
vista con que este autor ha ampliado, aclarado y —diríamos— replanteando
el problema'”*. Hasta nos parece extraño que tal desenvolvimiento de la
doctrina no haya merecido la consideración debida por parte de ciertos
autores que tienen con ella coincidencias esenciales''*, BINDING distingue
y separa claramente el objeto de su investigación del problema filosófico
de la causalidad, pues aquí se trata de la causación por la voluntad y el
poder del hombre (p. 473); es decir, de una forma de causación que no
puede identificarse con la de las fuerzas naturales (“La fuerza natural se
transforma en fuerza humana, es mentalmente absorbida por esta”). Para
la causalidad que interesa a las ciencias del espíritu, el hombre es la fuente
única de causalidades relevantes.
Este poder lo tiene el hombre sobre la base de miles de observacio-
nes empíricas. El concepto de causalidad consiguientemente formado
por el derecho no tiene un objeto filosófico, sino práctico (p. 475), como
. . a, eo . r . m7
causa normal según la concepción del derecho y su pleno reconocimiento en la ley penal
vigente”, ver también el apéndice en II, 1*, p. 627 y siguientes).
MM Asíla interpretan ANTOLISEL, H rapporto di causalitá, p- 66, y Von LiszT - SCHMIDT,
Lehrbuch, $ 29, VIL, 3, Claro que para apoyar esa interpretación se refieren a BINDING,
Die Normen, 1, p. 112 y siguientes.
' Brxpixe, Die Normen, 1, p. 116.
113 Binpinc, Die Normen, 11, 1%, $ 93.
LM Nos referimos sobre todo a ANTOLISEL, 1 rapporto di causalitá, quien —al ex-
presar su punto de vista personal- no brinda el tributo debido a quien es fuente directa
de su pensamiento.
LA ACCIÓN 347
115 Poco certera nos parece, pues, la clasificación de la doctrina de BixbiNG entre
los sostenedores de la causa próxima, como lo hace ANTOLISEL, 1! rapporto di causalita,
p. 62, reservándose para sí la teoría de la acción humana.
16 AwroLIsEL, 1 rapporto di causalitd.
L7 AnTOLISEL Ml rapporto di causalitá, p. 179.
348 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
115 Esta idea de “utilización de las fuerzas naturales” (Indienstnahme dei Natur-
kriifte) ya está en BinbinG, Die Normen, 11, 1, p. 690.
19 Binpinc, Die Normen, 1, 1, $ 92; Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen,
p. 208; ANTOLISEL, [li rapporto di causalita, p. 133 y 132, citando a SIGWwART y WINDELBAND;
GRISPIGNI, que critica la doctrina de ANTOLISEL afirma también ese principio como mé-
rito de su teoría (1 nesso causale nel diritto penale, “Rivista Italiana di Diritto Penale”,
1935, p. 33).
La autonomía de la relación que media entre el sujeto y su acción, con respecto al
problema causal, surge clara del análisis filosófico por el cual se pone de manifiesto que la
relación de producción de algo mediante la acción es una manera autónoma e irreductible
a la simple causación. Las formas causales integran el proceso productor, así como lo
integran otros géneros de relaciones espaciales, temporales y psicológicas, etcétera. Véa-
se, especialmente, SiGwarT, Logik, 1, p. 13 y 16 y especialmente II, $ 73, “Der Begriff des
Wirkens”, n” 11, p. 119 y 150, quien llama modales (y no causales) a estas relaciones. Del
análisis fenomenológico del acto voluntario (el principal sector de la acción) se concluye
también que, aparte de la conciencia de un nexo causal, la acción voluntaria presupo-
ne muchos otros extremos, como referencia internacional a una vivencia no presente”
representada + sentimiento de deseo + agrado relativo + condiciones de realización +
acción propia + consecuencias, entre otros ejemplos (cfr. PriNDER, Fenomenología de la
voluntad). La referencia de WELZEL al fin como carácter específico de la acción empo-
brece el concepto, además de falseado. Contra esa opinión, aunque sin suficiente análisis
ontológico, BOCKELMANN, Relaciones entre autoría y participación, p. 79 y siguientes.
LA ACCIÓN 349
120 Este planteamiento corresponde esencial mente a BINDING, Die Normen, HL, 1,
$ 92. ANTOLISEL construye su doctrina también sobre esa base. ENNECCERUS —partida-
rio de la causalidad adecuada- dice que *no se trata para nada de causa y efecto, en el
sentido de las ciencias naturales, sino de si una determinada conducta debe ser recono-
cida como fundamento jurídico suficiente para la atribución de consecuencias jurídicas
[...] se labora con un cálculo de probabilidades” (Exxeccerus - Kier - WoLrr, Tratado de
derecho civil, UL, 1%, p. 66 y 68).
121 Conf. SOLER, Acción y causalidad, LL, 22-4, sece. doctrina.
122 Binnixc, Die Normen, 1. 1, p. 482. Conf. ANTOLISEL, Il rapporto di causalitá,
p. 183; Grispicn1, Corso di diritto penale, p. 21.
123 «Por eso, la acción es más, es otra cosa que puro movimiento” (CoHen, Logik
der reinen Erkenntnis, p. 300).
124 «No es comparable con ninguna otra relación aquella que media entre nosotros
mismos, como sujetos de actividad espiritual y los objetos de nuestro hacer subjetivo, de
nuestras concepciones o de nuestros pensamientos, de nuestro de nuestro querer, Lo
pensado o querido, como tal, con determinado contenido, implica todas les categorías que
hemos analizado basta aquí; es cosa, propiedad, actividad, causación, etcétera” (SIGWART,
Logik, UU, p. 144 y 150),
123 «Lo que del punto de vista naturalista se dice materia, movimiento y modifica-
ción material, está ya incluido en el acto espiritual volitivo, del cual, por eso, se podrá decir
sin ninguna dificultad (como una vez se dijo entre grandes escándalos del Yo) que es pesa-
350 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
do, redondo, cuadrado, blando, rojo, sonoro, en suma, físicamente determinable” (Crock,
Filosofía della pratica, p. 52). La misma idea en HARTMANN, Ethik, $ 68 y siguientes.
126 Bacon, Novtum organum, 1, 1,83.
127 Frente a la expresión “acción finalista” preferimos *causación inteligente” o “cau-
sación dominada”, entre otras. A partir de las ediciones 9* y 10* de su valioso Tratado,
las afirmaciones parecen atenuadas.
LA ACCIÓN 351
125 Dice FICHTE que “la naturaleza, en la cual he de actuar, no es un ser extraño,
traído sin consideración a mí, en el cual yo nunca podría penetrar. Él está conformado
por mis propias leyes mentales, y debe concordar con ellas” (Die Bestimmung des Men-
schen, Il, p. 93, citado por DeL Vecchio, El concepto de la naturaleza y el principio del
derecho, p. 8 y 9, 1? 2).
122 Conf. BRUERA, Ensayo sobre el concepto filosófico-jurídico de causalidad, es-
pecialmente p. 188 y ss., y 234 y siguientes.
352 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
130 Núsez llamó “causalidad racional” a este punto de vista (“Derecho penal ar-
gentino” de Sebastián Soler. Anotación bibliográfica, JA, 22/8/1940). En opinión de
SoLEr, esa designación tal vez no era totalmente adecuada, pero no tenía duda de que
Núsez había sintetizado su pensamiento con exactitud, según entonces lo había expuesto.
Muchas fueron las aclaraciones y modificaciones introducidas posteriormente, en parti-
cular en cuanto a la teoría de los niveles de acción.
LA ACCIÓN 353
183 Conf. sobre medios supersticiosos, Fraxk, Das Strafeesetzbuch, p. 169, y Kon-
LER, Deutsches Strafrecht, p. 271 y 465.
LA ACCIÓN 355
art. 1727, Cód, Civil y Comercial) las definía como el hecho que “acostum-
bra suceder, según el curso natural y ordinario de las cosas” (es decir, lo
que se corresponde exactamente con la causación adecuada), interpretación
corroborada por el art. 514 (hoy, art. 1733, Cód, Civil y Comercial), relativo
al caso fortuito. Pues bien, como correcciones a esos límites, el Código
admitía tanto la eficacia imputativa del conocimiento efectivo del sujeto
(art. 905), como el conocimiento potencial referido a esa clase de relaciones
(“deber de obrar con pleno conocimiento” —art. 902—). Esas correcciones
a la teoría de la causación adecuada se corresponden sustancialmente con
las conclusiones b y c expuestas mas adelante'””,
La insuficiencia de las teorías causales generó la aparición de otros
ensayos en el plano de la causalidad —presupuestas ya la acción y el resul-
tado— como condición para atribuir responsabilidad penal a una persona,
recurriéndose a criterios normativos para fundamentar el ilícito, particu-
larmente en el campo de los delitos imprudentes y en las formas omisivas
impropias. Es así que se entendió -como señala BacIGALUPO— que la
verificación de la causalidad natural constituía un límite mínimo, pero
no suficiente para la atribución del resultado'*, Con otros términos,
cuando en los delitos dolosos de resultado se pudo verificar que, para
imputar responsabilidad penal a un sujeto, no era suficiente solo con la
presencia de una relación de causalidad entre la acción y el resultado,
se recurrió a criterios jurídicos de complementación, particularmente en
el plano objetivo.
Así nace la teoría que conocemos como imputación objetiva, en la
cual —si bien tiene sus antecedentes más antiguos en KARL LARENZ y
RICHARD HONIG— su fundamentación se debe a los aportes de CLaus
ROXIN y GUNTHER Jakoss, en la década del sesenta del siglo pasado, los
cuales adquirieron rápidamente una enorme difusión tanto en la penalística
europea como de América Latina. La teoría que empezó como una
idea correctora, con criterios normativos, de la relación de causalidad en
los delitos dolosos de resultado— con el tiempo se fue extendiendo a todo
el tipo objetivo de cualquier manifestación delictiva.
134 Sobre este tema en derecho civil, conf. Acuña ANZORENAa, La previsibilidad
como límite de resarcimiento extracontractual, “Revista del Colegio de Abogados de
La Plata”, n? 1, 1958, p. 17 y ss.; Acular, Hechos y actos jurídicos, IL, p. 237 y ss., y IV,
p. 323 y ss. y 388 y ss.; León, El problema de la limitación de los años resarcibles, “Revista
de la Universidad de Córdoba”, n” 9-10, 1934, p. 493 y ss.; LLambÍas, Tratado de derecho
civil, UL, p. 293 y ss.; Orcaz, El daño resarcible, p. 55 y siguientes.
135 BACIGALU PO, Derecho penal . Parte general, p- 271.
LA ACCIÓN 357
S 25. LA OMISIÓN
155 Conf. Von Liszr - Scumior, Lehrbuch, $ 30, TI; MeEzGER, Strafrecht, $ 16,
II; WerzEL, Das Deutsche Strafrecht, 193; UrE, La omisión en derecho penal, LL, 34-
1099; Bruxo, Direito penal, 1, p. 293: BerrioL, Diritto penale, 216.
156 MezcER, Strafrecht, $ 16, IL. En contra de él, WeLzEL, Das Deutsche Straf-
recht, 194.
157 BinpING, Die Normen, II, p- 102.
364 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
159 Esta categoría de delitos hace que “la actividad y la inactividad corpórea no
corresponden a la acción y a la omisión”, según dice muy bien Fracoso, Conduta punível,
p- 47; hay inactividad corpórea que es acción.
16% Lupen, Abhandlungen aus dem gemeinen deutschen Strafrecht, L, 467, citado
por MEzGER, Strafrecht. BINDING hace un amplio desarrollo de todas esas doctrinas
(Die Normen, Il, $ 95 y 96).
366 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
del indígena que, para vengarse de las injurias de la madre de uno de sus
hijos, abandonó al niño en pleno monte después de golpearlo e intentar
su estrangulación. La Corte Suprema encuadró correctamente el hecho
no en el abandono, agravado por el resultado (arts. 106 y 107, Cód. Penal),
sino en el homicidio, pues el niño —de tres meses de edad- falleció por
enfriamiento!**,
La segunda clase de deberes proviene generalmente de una obligación
contractualmente contraída, como la del guía alpino que deja perecer al
excursionista, no señalándole el peligro conocido por él'*.
Finalmente, la tercera situación corresponde a aquellos casos en los
cuales la acción del sujeto determina un proceso en el cual la abstención
lleva a un resultado antijurídico, resultado que el sujeto activo pudo evitar
(ultra posse nemo obligatur). Por ejemplo, el cirujano que, después de
iniciar una operación, deja que el paciente se desangre'*,
El debate de este tema, si bien fue extenso y profundo en Alemania
—tanto en la doctrina como en la jurisprudencia—, no lo ha sido tanto en
nuestro país. En general, el problema consiste en alcanzar una fórmula
lo suficientemente comprensiva de las situaciones posibles, que a la vez
sea compatible con las exigencias del principio de legalidad, pues el ries-
go que se corre reside en que un texto demasiado lato permita atrapar
conductas inocentes desde el punto de vista represivo. Para evitar ese
peligro, se ha considerado necesario puntualizar del modo más concreto
factible las fuentes del deber jurídico que impone evitar el resultado y de
tal modo SoLER, en el Proyecto de 1960, proponía el siguiente texto: “El
que omite impedir un resultado que, de acuerdo con las circunstancias,
debía y podía evitar, responde como si lo hubiese producido. El deber de
199 STRATENWERTH, Derecho penal. Parte general, p 293. Ver, también, JescHEck,
Lehrbuch des Strafrechts, IL p. 826 y siguientes. En nuestro país, Ramos Mejía, La
fórmula legal de la comisión por omisión, LL, 156-1333 y siguientes.
370 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
17 Conf. Binpinc, Die Normen, IL, p. 102; MezcEr, Strafrecht, $ 16, Il; Cerezo
Mir, Derecho penal, Parte general, p. 994; ZAFFARONI - ALAGIA - SLOKAR, Derecho
penal. Parte general, p. 557.
LA ACCIÓN 3713
55 Así, por ejemplo, MacGIoRE dice que “el guardián privado que omite la vigilan-
cia y por esto se verifica el hurto, el enfermero que deja de asistir al enfermo y perjudica
con ello la salud de este, serán responsables a título de omisión” (Diritto penale, L, parte
2*, cap. II), pero los casos son diferentes. El enfermero siempre ha sido responsable
por la figura culposa de homicidio o lesiones derivadas de su negligencia; el primero,
en cambio, solo puede ser castigado por dolo, pues no hay pena para el hecho culposo
de hurto.
148 Entendemos contribuir con este planteamiento a la solución de las graves difi-
cultades señaladas por la doctrina en esta materia. Conf. MEzGER, Strafrecht, $ 16, MM
y IV, 1; Núxez, Derecho penal argentino, I, p. 242 y siguientes.
CAPÍTULO V
ANTIJURIDICIDAD Y JUSTIFICACIÓN
La acción tiene que ser valorada no solo ante la ley que ordinariamente
se limita a describirla, sino ante la norma que esa ley presupone. Cuando
el resultado de ese examen afirma la existencia de un conflicto entre el fin
que el derecho persigue y el hecho, decimos que este es un hecho ilícito,
antijurídico. Para que haya delito es preciso que exista una “relación de
contradicción” entre el hecho del hombre y el derecho.
Nadie ha expresado ese doble aspecto de adecuación a la ley y de
contradicción con el derecho con más elegancia que CARRARA, cuando
dice que el delito es una “disonancia armónica”, pues en la frase se expresa
-en el modo más preciso— la doble necesidad de adecuación del hecho a la
figura que lo describe y de oposición al principio que lo valora?.
rechazo de la naturaleza sancionadora del derecho penal (ver $ 3, VID), pero lleva demasiado
lejos sus conclusiones, toda vez que es evidente que el contenido de la norma, elípticamente
supuesta por todo precepto penal (ver $ 13, V), no está íntegramente dado por la ley penal
misma, sino por todo el derecho positivo entendido unitariamente. El mismo Rocco,
cuando desciende al detalle de su teoría, reconoce a todo el derecho (penal y no penal) como
codeterminante en el juicio acerca de la antijuridicidad de la acción (p. 491). En contra
de esa tendencia, y conforme con el texto, Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 130.
3 CaRRaRa, Programma, $ 35.
4 Carrara, Programa, $ 35, en nota, aunque no le da a la frase exactamente el
sentido que se le acuerda en el texto.
5 KELSEN, no obstante su terminante réplica a BinbisG (ver supra, $ 13, IV),
expresa este mismo pensamiento cuando dice que “lo que desde el punto de vista de la
norma secundaria [que para KELSEN equivale a la norma primaria de BinbiNG] aparece
como negación del derecho, constituye dentro de la norma jurídica primaria [el precepto
penal de Binbixc] la condición del acto coactivo señalado como consecuencia” (Teoría
general del Estado, p. 67).
ANTIJURIDICIDAD Y JUSTIFICACIÓN 377
Este proceso que tuvo que llevar a cabo la dogmática alemana para
superar ciertas falencias de su derecho positivo, y que condujo a la elabo-
ración de las causas supralegales de justificación, se encuentra claramente
explicado en un antiguo trabajo que resulta destacable por su actualidad,
por cuanto también nos alecciona acerca de los peligros de constituirnos
en pasivos receptores de soluciones creadas para superar problemas aje-
nos y que nosotros —afortunadamente— no padecemos, donde se decía lo
siguiente.
“non ex regula ius sumatur, sed ex jure, quod est, regula fiat” [...]. Las cons-
trucciones ya hechas tienen precisamente la virtud de mostrarnos las pro-
babilidades doctrinarias que tiene un sistema determinado de disposiciones
legales. Nos muestran el panorama doctrinario en un plano de hipótesis casi
matemáticas de este tipo: si un sistema ($ 1) se compone de las disposiciones
A, B, C, sus posibilidades doctrinarias son X, Y, Z, y sus inconvenientes (y
esto es muy importante porque ningún sistema es perfecto) son M, N, O.
Si otro sistema ($ 2) parte de las disposiciones D, E, F, sus posibilidades
son T, U, V, y sus dificultades P, O, R. Todo esto, que es un trabajo hecho
en una gran escala, debe ser conocido y estudiado devotamente por quien
aspire a no ser un simple amanuense del derecho”,
“En realidad, el camino para esa construcción está abierto por la doc-
trina de las normas de Binbinc. Como bien se sabe, este autor parte del
examen del dicho corriente según el cual el delincuente viola la ley penal,
para mostrar que, debidamente examinadas las figuras delictivas, en reali-
dad, ello no es así. Más bien para hacerse acreedor a una pena, el sujeto
debe haber realizado cumplidamente lo que la ley penal dice. Al final de
cuentas, lo que dice, por ejemplo, el art. 162 es que se aplicará prisión a
quien se apoderare de una cosa mueble ajena, de manera que el ladrón, para
ser castigado, debe realizar algo que se ajuste plenamente a esa descripción.
Esta, en sí misma, no es una norma, la cual, en este caso, dice: no robarás.
Lo violado por el ladrón no es, pues, la ley penal, sino la norma, que es el
principio que imprime al hecho su carácter de ilicitud”.
21
Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 37 y ss., ya antes
expuesta en Rechtsnormen und Kulturnormen. En contra de esa doctrina —y con pro-
fundas objeciones—, KELSEN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, p. 370 y ss.; “una
teoría en la cual el poder obligante del derecho objetivo se funda en su coincidencia
con las normas subjetivas de una moral o una cultura, no es compatible —y de ello es un
ejemplo la jurisprudencia naturalista— con una justificación del derecho positivo, sino que
lógicamente debe conducir a una crítica y, con ello, según el caso, a una negación del
derecho positivo” (p. 375) La ataca también Bixbixc, Die Normen, IL, 1, 5 85, IL, p.
366, quien dice -con toda descortesía— que “sobre las doctrinas ciertas a medias esta tiene
la ventaja de que en ella todo es falso” (p. 368y 369). En igual sentido, Von BELING, Die
Lehre vom Verbrechen, p. 184 (“por cierto que es hermoso que el derecho se mantenga
en armonía con aquellos otros reguladores de la vida [...]. Pero si no es así, a la validez
jurídica de los preceptos no puede quitársele una coma”). También en contra, KOHLER,
Deutsches Strafrecht, p. 99.
22 Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 41.
23 Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 44.
24 Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 50.
386 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
ss., secc. bibliografía, n? 12) y también STEVENSON muestra simpatía por el supralegalismo
en Da exclusáo de crime (ver SOLER, Causas supralegales de justificación, “Criminalia”,
año IX, n” 9, 1943, p. 526, nota 3, y STEVENSON, O método jurídico na ciéncia do direito
penal, nota 85). Pareciera que, en gran medida, ambos autores supusieren que la fide-
lidad de SoLEr al principio in legibus salus importase una canonización de las palabras
de la ley, cosa que —claro está- no se le puede atribuir con justicia, pues en la primera
edición de esta obra muy claramente dijo, con cita de CELso (fr. 17, D, L, 3), que la ley no
está en las palabras, sino en la voluntad que yace dentro de ellas. Si con la expresión
“supralegal” no se quiere decir nada más que supraverbal —aclaraba SoLER—, no habría
discrepancia que manifestar. Pero, en una época de derechos artificiales, le temía mu-
cho a los derechos naturales que asoman detrás de esa teoría. Eso, en algunas partes,
quiere decir gesundende Volksanschaunung; en otras, philosophia perennis (cfr. SOLER,
La interpretación de la ley).
0 KeLseN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, p. 370 y siguientes.
Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 15 y 184.
GRAF zu Donna, La ilicitud, p. 50.
Es decir, la no exigibilidad, causa especial y supralegal de exclusión de pena
(tibergesetzliche besondere Schuldausschliefungsgrund der Nichtzumutbarkeit -MEzGER,
Strafrecht, 8 26-).
388 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
minación del hecho””, pues en ella se hace referencia al daño social que
la acción produce”.
Por esta misma razón el daño no entra como elemento definitorio
del delito. Para la dogmática, la acción que el derecho prohíbe es ne-
cesariamente una acción dañosa o antisocial, en sentido genérico, y —si
bien el daño o el peligro de esa acción es socialmente la causa de que se la
incrimine— jurídicamente es la consecuencia de su carácter ilícito. Pero,
aparte de ello —y vaya como aclaración, al ponerse al daño como elemento
conceptual del delito* se emplea esa palabra en un sentido algo impropio,
por la excesiva generalidad que se le acuerda, al comprender bajo esa
designación el daño efectivo, el daño meramente potencial (posibilidad
de daño), el daño privado y el público. Esa división se hace necesaria
porque en el derecho es frecuentísimo que existan figuras delictivas en
las cuales no se produce propiamente ninguna modificación en el mundo
exterior (delitos de pura actividad), y en ellas la incriminación no se basa
propiamente en un daño, sino en la presunción irrefragable de un peligro
(delitos de peligro abstracto)*,
El daño puede eventualmente ser un elemento constitutivo de la
figura, y lo es con frecuencia; pero no es un elemento conceptual de
la definición genérica del delito, salvo que la expresión se emplee en el
amplísimo sentido de lesión jurídica”.
partido de una premisa solo formalmente cierta para nosotros. Entre las
causas de justificación encontramos el cumplimiento de la ley, el ejercicio
de un derecho y el cumplimiento del deber.
Estas justificantes tienen —como lo advierte GRISPIGNI“— una exten-
sión tan vasta que, frente a ese enunciado, resulta algo equívoco hablar del
carácter exhaustivo de las justificantes enumeradas. — Si bien a la legítima
defensa, por ejemplo, puede acordársele una figura y la ley efectivamente
la define, la limita, no sucede lo mismo con las que hemos menciona-
do, pues a ellas les da contenido, justamente, la totalidad del derecho
restante.
Ahora bien, disposiciones de tanta amplitud ¿no imponen la obligación
de examinar si el hecho típico no constituye el ejercicio de un derecho, el
cumplimiento de un deber? En consecuencia, lo que señala la licitud de
la acción es, en todo caso, la totalidad del derecho vigente. Ante la propia
ley, es evidente que no basta con que el hecho sea penalmente típico para
ser delictivo; es necesario, además, que no constituya el ejercicio de un
derecho, y esta expresión “comprende también el derecho de libertad, ello
es, todas las acciones que a base del derecho extrapenal no son ilícitas”
(cfr. art. 19, Const. nacional).
Remitirse a principios suprajurídicos para encontrar la justificación de
algunos hechos es, sin duda, extender el campo del derecho; es crear derecho
sin ser legislador. Frecuentemente se olvida el valor de lo que hemos lla-
mado “interpretación sistemática de la ley”. Con ello, a más de acordársele
a la dogmática la función de interpretar y aplicar la ley, se dota a esta de
una elasticidad tan grande que bien puede afirmarse que lo no alcanzado
por ella es puro arbitrio y opinión.
1 Por entenderlo así es que Kanr le niega a la necesidad el carácter de una causal
de justificación (Introducción a la teoría del derecho, Apéndice Il; Die Metaphusik der
Sitten, A, 41 y 42).
394 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
l Nada muestra tan claramente como estos casos el carácter puramente descriptivo
de las figuras delictivas de la parte especial del Código Penal.
396 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
2 ALIMENA, Diritto penale, 1%, IL, p. 110; Fixcer, Lehrbuch, p. 402; Von Liszr -
ScumioT, Lehrbuch, $ 35; MEzGER, Strafrecht, $ 3.
3 Conf. ALIMENA, Diritto penale, 1?, TL p. 114; Manzaxt, Trattato, UL, p. 383.
4 Así, ALIMENa, Diritto penale, 1, 1L p. 115.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 397
parental, conforme con la facultad acordada por el art. 638 y ss., Cód. Civil
y Comercial (ex art. 278, Cód. Civil.
La negativa a declarar como testigo (delito de desobediencia —art.
243, Cód. Penal-) queda igualmente cubierta por la justificante cuando
ella deriva del secreto profesional legalmente respetado. Claro está que
la justificante no alcanzaría a la incomparecencia por la citación, que en
todo caso debe ser cumplida; aquella se refiere, en este caso, al silencio
del testigo que sabe lo que se le pregunta.
El uso de la fuerza pública generalmente también es el cumplimiento
de un deber impuesto por la ley a sus agentes de manera directa, y si bien
las reglamentaciones del uso de armas suelen condicionarlo a la existencia
de un peligro personal, o a la extrema necesidad para el agente de recha-
zar una violencia o vencer una resistencia, la justifi ación del acto de este
—una vez dada la situación que el reglamento establezca— no es la legítima
defensa, sino el cumplimiento del deber”.
11-882 y ss., y de ello deduce algunas importantes consecuencias para el caso de exceso.
Véase el reconocimiento de la autonomía de esta justificante en el art. 53 del Cód. Penal
italiano de 1930 en SaLTELLI- Romano-D1 Falco (eds.), Commento teorico-pratico «del
nuovo Codice Penale, 1, parte 1%, p. 320.
La ilicitud del uso de armas contra el simple fugitivo (no el evadido) es la opinión
general y más aceptable. A las citadas opiniones agréguese Ricca, Alcune osservazioni
sullart. 53 del Codice Penale, “La Scuola Positiva”, 1933-1-320. Conf. Pessina, Ele-
mentos de derecho penal, U, $ 27, FLORIAN, Trattato. Parte generale, 1, p. 583; así lo
resolvió también en Italia la Corte de Casación en un fallo de julio 1932, donde se dijo
que “ni la simple desobediencia pasiva a una orden del oficial público, y, en consecuen-
cia, tampoco la fuga son suficientes para justificar el uso de armas”. También BerrioL,
Diritto penale, p. 292.
En la segunda edición de su Trattato, de 1933, MAnzIxt parece participar de ese
criterio, pero en su trabajo referido al derecho procesal dice radicalmente lo contrario,
cuando manifiesta, refiriéndose al fugitivo, que este “debe obedecer, y peor para él si
desobedeciendo se expone al peligro de ser herido o muerto” (Trattato di diritto proces-
suale, UI, p. 457).
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 399
* Actualmente, este precepto del viejo Código Civil se corresponde con los privi-
legios especiales regulados en el art. 2582 del Cód. Civil y Comercial.
5 Conf. Von Liszr - Scumibr, Lehrbuch, $ 35, UL, 2. Muy vaga es la fundamenta-
ción de la impunidad de este caso en CCrimCorrCap, 1/10/1937, LL, 68-363.
400 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
9 “Nullus videtur dolo facere, qui suo jure utitur” (Gayo, fr. 55, D., 50, 17). “Nemo
demnun facit, nisi qui id facit, quod facere ius non habet” (PauLo, fr. 151, D., 50, 17).
“Non videtur vim facere, qui iure suo utitur” (PauLo, fr. 155 $ 1, D., 50, 17). “Is qui
jure publico utitur, non videtur injurize faciendee causa hoc facere; iuris enim executio
non habet iniuriam” (ULprano, fr. 13,5 1, D., 47, 10).
10 PacHEco, El Código Penal, 1, 175, 2.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICAC IÓN EN PARTICULAR 401
sujeto las impida, lo que en realidad habrá ocurrido será que se ha ampliado
el círculo de prohibiciones, abarcando también esa acción; pero entonces
deberemos buscar otra [...] y así hasta el infinito”.
13 Art. 2235, Cód. Penal italiano de 1890; art. 392 y ss., Cód. Penal italiano de
1930. Véase la teoría de esa figura delictiva en CaRRaRa, Programma, $ 2849 y ss.;
MANzIN1, Trattato, V, p. 555 y ss; Majno, Commento al Codice Penale italiano, 1,
p. 383; ImPALLOMENI, 1! Codice Penale italiano, 1, p. 292.
1 Carrara, Programma, $ 2849.
15 Es el caso contemplado expresamente por el fr. 52, $ 1, ad legem Aquiliam,
D, 9, 3, referente al ventero que lucha con el que le robó la lámpara (nisi data opera
offendisset oculum, non videri damnum iniuria fecisse”). Es decir que, para imputar
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 403
15 El derecho romano en este caso hacía extinguir el crédito (fr. 7, D. 48, 7).
12 Manzint, Trattato, V, p. 575. Sobre este tema, que los alemanes llaman
Selbsthilfe (“autoayuda”), véase FincEr, Lehrbuch, $ 78, p. 399, que resuelve todos
los casos conforme con el Código Civil; KomLer, Deutsches Strafrecht, p. 380; Von
Liszr- ScumiDr, Lehrrbuch, $ 35, UL, 1; Maver, Strafrecht, p. 283, MEzGER, Strafrecht,
$ 32, IV; GARRAUD, Traité théorique et pratique, UL, p. 64-5; Haus, Droit pénal belge, L,
n” 600, 202.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 405
sua casa mezzi per uccidere il ladro notturno, “La Cassazione Unica”, 1898, 23, col.
386; BarTaGLINI, “Il pericolo di offesa nella difesa legittima”, en LuccHint (dir.), Studi
e giudicati illustrati del Codice Penale italiano, p. 147 y ss.; PELLEGRINI, La lesione
personale, p. 181; Ferrt, Principii di diritto eriminale, p. 470: Carkaña, Programma,
$ 1317, 1320; Konter, Deutsches Strafrecht, p. 353; Mayer, Der alleemeine Teil des
deutschen Strafrechts, p. 277, Von Liszr - Scumior, Lehrbuch, $ 33, 11, 1, b, a; Fincer,
Lehrbuch, p. 390; CApel Rosario, 1933, “K. Takahasi”, LL, 6-844.
2 La expresión “interesado” —en vez de “ofendido”—, sugerida por CARNELUTTI (11
danno e il reato, p. 116), nos parece totalmente adecuada, por las razones que damos
más abajo.
24 Se encuentran en los clásicos algunas referencias aisladas, con motivo del estudio
de algunas figuras, pero el máximo desarrollo del tema se encuentra en GRISPIGNI, 11
consenso delloffeso, obra en la cual el problema es tratado con toda amplitud. Véase,
también, ABDEL AzIzZ Babr, L' influence du consentement de la victime sur la responsabi-
tité pénale. Con motivo del debate acerca del homicidio consentido y de la eutanasia se
han hecho numerosas publicaciones; a la cabeza debe colocarse la monografía de FERRI,
Lomicidio-suicidio, reeditada en Lomicida, p. 450 y ss.; JIMÉNEZ DE Asúa, Eutanasia y
homicidio por piedad; García Pruros, El respeto a la vida. Con motivo de una senten-
cia del Tribunal de Nápoles que absolvió a un médico que practicó el trasplante de un
testículo, con el consentimiento —pecuniariamente retribuido- del paciente (TNapoli,
13/12/1931, “Rivista Italiana di Diritto Penale”, 1932-428), se produjeron numerosas po-
lémicas (SANDULLI, Lezione personale del consenziente, y Ancora de la lezione personale
del consenziente, “La Scuola Positiva”, 1932-11-74 y 319, respectivamente, y FLORIAN,
Nota aggiuntiva, “La Scuola Positiva”, 1932-11-325). Véase la recensión de FLORIAN al
libro de Tesauro, La natura giuridica del consentimento dellavente diritto come causa
di esclusione del reato, en “La Scuola Positiva”, 1932-1-280 y FLORIAN, Trattato. Parte
generale, 1,832. En Alemania, Fincer, Lehrbuch, p. 413 y siguientes. Von Liszr -
Scumibr, Lehrbuch, $ 35, 1V;, Mayer, Strafrecht, p. 288; MezcEr, Strafrecht, $ 28 y
29. Ver, también, VipaL - MacnoL, Cours de droit criminel, p. 363 y ss.; STEVENSON,
Da exclusáo de crime, p- 173 Y SS.; BRUNO, Direito penal, IL, p. 17.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 407
23 Conf. Grispicnt, 1 consenso dell 'offeso, p. 182. Uno de los méritos más sa-
lientes de esa monografía es el de separar esos casos, que quedan resueltos de acuer-
do con otros principios. En cambio, encontramos frecuentemente superpuestos esos
problemas en ABDEL Aziz Babk, LD'influence du consentement de la victime sur la
responsabilité pénale.
26 Así el Código Penal alemán, que atenúa la pena ($ 216), o el uruguayo, que au-
toriza el perdón judicial para el homicidio por piedad (art. 37). El Código Penal español
establece una regulación especial, respecto de las lesiones, en el art. 155 y ss., según la
redacción dada por la ley orgánica 1/2015.
7 Este último caso, que parece académico, fue resuelto por la jurisprudencia ita-
liana (TNapoli, 13/12/1931, “Rivista Italiana dí Diritto Penale”, 1932-428; CApp Napoli,
30/4/1932, “Rivista Italiana di Diritto Penale”, 1932-757; CassPen, 31/1/1934, “Foro Ita-
liano”, 1934-I1-146).
408 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
sobre todo, a los motivos y a la forma de esa tutela ejercida de parte del
Estado”, Ahora bien, a ese fin no es suficiente establecer si se trata o
no de un bien enajenable o inenajenable o perteneciente a la esfera de
bienes contratables o cuya violación dé nacimiento a una acción determi-
nada, pública o privada”, pues —aunque esas razones son coadyuvantes
para determinar la eventual eficacia del consentimiento— sus esferas no
son del todo coincidentes con la esfera de eficacia del consentimiento,
dado que hay bienes no enajenables cuya lesión se puede consentir (p.ej.
el honor) y, por otra parte, hay delitos de acción privada en los cuales el
no ejercicio de la acción no puede equipararse con el consentimiento en
el delito, como ocurría con el adulterio (hoy derogado por la ley 24.453,
de 2008).
Por eso diremos que, en general, la eficacia del consentimiento debe
deducirse, sobre todo, de la forma y del motivo de la tutela del Estado
sobre determinado bien jurídico. Siempre que esa tutela sea expresiva
de un interés general o público, aunque simultáneamente coincidente con
el derecho subjetivo privado, el consentimiento no será eficaz, por cuanto
la aplicación de la pena no tiene por fin exclusivo la tutela de ese derecho
subjetivo.
Ello lleva implícito que solo en lo que constituya un derecho sub-
jetivo podrá eventualmente ser eficaz el consentimiento”, aunque no lo
sea siempre*!. Pero ello importa excluir la posibilidad de consentir en la
lesión de aquellos bienes protegidos bajo la forma de intereses jurídicos,
superiores a los puros intereses personales.
Por eso la esfera en que la eficacia del consentimiento es la regla está
constituida por los derechos patrimoniales.
39 Conf. Roxix, Derecho penal. Parte general, 1, p. 517, y “Acerca del consen-
timiento en el derecho penal”, en La teoría del delito en la discusión actual, L, p. 269,
donde dice que “el efecto excluyente del tipo de consentimiento no resulta del derecho
consuetudinario o de la adecuación social de la acción que se apoya en él (por más que
ambos deban afirmarse), sino de forma inmediata de la libertad de acción garantizada
constitucional mente en el art. 2, párr. 1%, de la CA, cuya práctica a través de quien con-
siente hace imposible la lesión simultánea de un bien jurídico que le corresponda, y con
ello también hace imposible que se complete un tipo penal”.
40 PoLAINo ORTS, Alegato en favor de un tratamiento jurídico-penal unitario para
los casos de acuerdo y consentimiento como causas de atipicidad, “Cuadernos de Polí-
tica Criminal”, segunda época, n* 82, 2004, p. 163 y siguientes. Cfr., también, JAkOBS,
Derecho penal. Parte general, p. 288 y siguientes.
41 Conf. Von Liszr - Scumipr, Lehrbuch, $ 35, IV: MEZGER, Strafrecht, 3 78,
p. 709; BerrioL, Diritto penale, p. 3011; Grispicn1, 1 consenso dell'offeso, p. 214. En
contra KóHLER, Deutsches Strafrecht, p. 411.
412 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
M2 FincER va demasiado lejos cuando dice que ciertos casos de consentimiento signi-
fican, simplemente, la constitución de un derecho para otro que hasta ese momento no lo
tenía (Lehrbuch, p. 415). Esta opinión fue refutada por GrIsPICNI, ll consenso dell'offeso,
p- 61, tal como lo formulara ZIreLMANN.
13 Conf. GrIsPICN1, H consenso dell'offeso, y. 81
1% La penalidad del suicidio tiene para nosotros un antecedente inmediato, pues
se encontraba prevista en el Proyecto Tejedor, en el que se establecía la privación de
los derechos civiles y se declaraban nulas las disposiciones últimas que hubiese tomado
el suicida; la tentativa del suicidio determinaba la aplicación de una especie de medida
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 413
tutelar de uno a tres años de “vigilancia rigurosa” (arts. 1% y 2%, $ 6; Tít. L, Libro 1',
Parte 2%), Aclara el autor que “no se ejerce ninguna represión sobre el cadáver, porque
sería cruel y bárbaro castigar un cuerpo frío e insensible” (TejeDOR, Proyecto de Código
Penal, p. 271 y siguientes).
Penalidades de ese tipo —y aun más severas— subsisten en algunas legislaciones.
45 Estas consideraciones determinaron la inclusión, en el Proyecto de 1960, de la
figura atenuada de homicidio por piedad (art. 115).
18 La jurisprudencia también le negó al consentimiento todo valor jurídico como
atenuante o eximente (CCrimCorrCap, 28/6/1932, “Cañete”, “Fallos”, 1-505, y JA, 38-852),
aunque no siempre lo resolvió en igual sentido. En el caso “Espíndola”, del 8 de sep-
tiembre de 1922, se le acordó valor para hacer encuadrar el hecho en el art. 83 —y resulta
curioso que tanto el fiscal y el juez, así como la disidencia, no tomen en consideración la
414 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Militar (derogado por la ley 26.394, de 2008) preveía una pena bastante
menor que la de la lesión grave para el caso de mutilación consentida?”.
Tal como se ha sostenido, la problemática del consentimiento en las
lesiones ha tenido un tratamiento dispar en los Códigos Penales.
En Alemania el consentimiento en las lesiones tiene, por regla general,
el efecto de causa de justificación. — Solo en el supuesto de que la acción de
lesión “vaya en contra de las buenas costumbres” dicho efecto justificador
queda desvirtuado ($ 228, StGB), de lo que se extrae la consecuencia
de que no puede ser aceptada ninguna lesión corporal que las contradiga.
Una opinión minoritaria, por otra parte, considera que la regla del actual
$ 228 contiene un principio jurídico general aplicable no solo a las lesiones,
sino a todas las acciones que atenten contra las buenas costumbres, por lo
que el consentimiento sería ineficaz en todos esos supuestos”,
En España, el tema también ha tenido una evolución legislativa y
doctrinal particular. Hasta 1963 el Código Penal español no contenía
regla alguna sobre el valor del consentimiento en las lesiones, aunque su
efecto justificante era defendido por un cualificado sector de la doctrina
y la jurisprudencia (v.gr., RODRÍGUEZ MuÑoz; en contra, con diversos ar-
gumentos, SUÁREZ MONTES). La reforma de 1963 introdujo un polémico
precepto en el art. 428, que negaba eficacia liberadora al consentimiento
en las lesiones y cuya constitucionalidad fue puesta en duda por la doctri-
na, en tanto impedía un libre desarrollo de la personalidad y cercenaba su
autonomía y libertad de disposición”. Ciertas concepciones exonerado-
Código de Justicia Militar el delito de mutilación tenía una pena máxima de hasta cuatro
años de prisión (art. 820), y es verdad que en tal caso -si el consentimiento no tuviese
eficacia alguna— la pena tendría que haber sido mucho mayor, pues se trataría de una
lesión grave y, además, de un incumplimiento de los deberes militares (delito complejo).
50 MAYER, Strafrecht, p. 167, WeLzEL, Das Deutsche Strafrecht, p. 97. En contra,
por todos, Roxix, Derecho penal. Parte general, $ 13, nums. 8 y 41.
51 En contra de ese precepto, por ejemplo, Quinrano RiroLLés, Tratado de la parte
especial del derecho penal, p. 698 y siguientes.
416 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
358 Son fundamentales, en este punto, los trabajos de GrIspIGN1, La liceitá giuridi-
co-penale del trattamento medico-chirurgico, “Rivista di Diritto e Procedura Penale”,
1914-1-452, y La responsabilitá penale per il trattamento medico-chirurgico arbitrario,
“La Scuola Positiva”, 1914, p. 672 y 865,
% Algunos niegan que estos actos constituyen, en general, el tipo de las delitos de
lesiones y homicidio, pero hacerlo —dice Von BELING- “es negar que el paciente se ha
muerto” (Die Lehre vom Verbrechen, p. 152). Salvo alguna distinción para hechos que
no constituirán el tipo de lesiones, lo ordinario es que lo que se excluya no sea el tipo,
sino la ilicitud de la acción. Conf., también, Von Liszt - Scumior, Lehrbuch, $ 35,
I1I, 1, nota 6, 1.
5 Este singular enunciado lo formula Manzix1, Trattato, TL, p. 178, aplicándolo
no a todos los casos, sino a algunos. Su refutación en GRISPIGNI, La responsabilitá
penale per il trattamento medico-chirurgico arbitrario, “La Scuola Positiva”, 1914,
p. 878 y siguientes.
59 Esta es la muy aceptada doctrina de Von Liszt - Scumtbr, Lehrbuch, 3 35,
M1, 1.
%% FincEr, Lehrbuch, 1, p. 405 y siguientes.
61 Kónter, Deutsches Strafrecht, p. 397, que complementa el principio con el
derecho consuetudinario.
62 FLortan, Trattato. Parte generale, 1,$ 49.
420 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
el sentido de indispensable— para salvar al paciente, sino a aquellos en los que solo es
“conveniente” para la salud,
05 Conf. Grispien1, La responsabilitá penale per il trattamento medico-chirurgico
arbitrario, “La Scuola Positiva”, 1914, p. 886,
66 Véase especialmente FincEr, Lehrbuch, p. 405, que construye su doctrina sobre
la base del derecho profesional del médico, lo cual nos parece absolutamente aplicable
a nuestro derecho. Recuérdense las ya citadas opiniones de Pacheco, El Código Penal,
Lp 175.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 421
67 En eso se basa la crítica a Fincer de Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 395, n* 25.
68 Von LiszT - Scumrior, Lelrbuch, $ 35, 11, 1.
422, TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
69 Véase, sobre este tema, Sisco, Delitos cometidos en ejercicio del deporte; BREBBIA,
La responsabilidad en los accidentes deportivos; Ceccht, La teoria della liceitá della
condotta, “Rivista Penale”, 1934, p. 1649.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 423
de caballos, cobre por ellas —las fomente, incluso—, y que por otra parte
reprima como delitos los eventuales daños que esa actividad comporta
en sí misma, que ya estaban presentes y que fueron tenidos en cuenta al
consentirse la actividad. Por eso la licitud de esos hechos será negada
toda vez que se desconozca el carácter sancionador del derecho penal y se
afirme como algunos hacen””- que, para justificarse, un hecho tiene que
estar comprendido por alguna causa expresa de justificación. Se olvida,
con ello, que la justificante que examinamos —ejercicio de un derecho—
importa una remisión amplia a todo el organismo jurídico unitariamente
entendido. En consecuencia, la interpretación sistemática en el ámbito
de la justificante no está circunscripta por el principio de reserva de la
ley penal y la aplicación del procedimiento analógico es perfectamen-
te lícita: no se trata, en tales casos, de interpretar la ley penal, sino la
ley común, dado que esta es la que nos debe decir si el hecho es líci-
too no”.
Aun Rocco —que en cuanto al carácter del derecho penal profesa
el principio opuesto— resuelve justamente esta cuestión, sobre la base de
admitir la interpretación analógica de las normas negativas de los preceptos
penales, considerando que la ley excepcional (la que no puede interpretarse
de manera analógica) es la ley penal y que, en consecuencia, los principios
que la hacen inaplicable (que hacen inaplicable la excepción) son de derecho
común. Las causas de justificación expresas no serían, pues, todas las
causas de justificación, y así —sobre la base de la interpretación analógica—
Rocco admite la justificación de lesiones quirúrgicas, la vivisección y las
lesiones deportivas, entre otras”.
Debe tenerse en cuenta especial mente, con respecto a la justif. icación
de estas acciones, lo que exponemos en el tema del consentimiento del
interesado, que para algunos es el verdadero motivo de la justificación de
las violencias deportivas”,
78 Conf. en esto con ViDaL - MaGNOL, Cours de droit criminel, p. 331; ALIMENA,
Diritto penale, 19, TL, p. 129; FiorerTTI - ZERBOGLIO, Sobre la legítima defensa; JIMÉNEZ DE
AsÚa, Tratado de derecho penal, TV, n* 1297 y siguientes.
79 CARMIGNANL, Turis criminalis elementa, $ 151 y 152; los casos de moderamen
inculpatee tutelze están comprendidos en la vis moralis,
50 CARRARA, Programma, $ 290, y -especialmente— “Diritto della difesa pubblica
e privata”, en Opuscoli, l, p. 119 y siguientes. A pesar de que CARRARA coloca a la
legítima defensa bajo el rubro general de la “coacción” (Programma, $ 284 y ss.), no cabe
duda de que para él constituye un acto legítimo y no meramente excusado.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 427
resultaría que, así como pierde el derecho a la vida el que amenaza otra
vida, perdería el derecho de propiedad el que ataque la propiedad de otro
y, en consecuencia, el ladrón podría ser impunemente robado.
En síntesis, la fundamentación de Von Bur1 lo conduce a conclusiones
que recuerdan el pensamiento de GROCIO, para quien, aunque es “lícito
matar al que se dispone a matar, es más digno de alabanza el que prefiere
dejarse matar a matar [...] La ley quita la pena, pero no da derecho”*.
ser más que una ocasión para que el Estado examine la peligrosidad del
agresor y del agredido y tome la medida conveniente, pues el hecho objetivo
puede inducirnos a engaño con respecto a la verdadera calidad psicológica
de los sujetos, y bien puede suceder —y pone un ejemplo— que el sujeto que
se defiende sea, al mismo tiempo, un sujeto temible**,
A su turno, FLORIAN juzga a la legítima defensa como excluyente del
elemento subjetivo del delito, y desarrolla en términos más coordinados—
un pensamiento análogo al de FERRI”.
%% No interesa examinar aquí si, no constituyendo una figura delictiva, puede con-
siderarse, sin embargo, como lo que los civilistas llaman, en general, una “culpa” —en el
sentido del derogado art. 1109, Cód. Civil-, que dé origen a indemnizaciones. Pero
es indudable que, si cualquier daño o injuria que no constituya una figura delictiva ha
sido inferido como reacción necesaria para evitar un daño ilícito, no puede haber lugar
a indemnizaciones según el antiguo art. 1111 (actual art. 1729, Cód. Civil y Comercial),
que reproduce la clásica regla de Pomroxto (“Quod quis ex culpa sua damnum sentit,
non intellegitur damnum sentire” <r, 203, D, 50, 7-), Ver Acular, “Culpa, criterios de
apreciación”, en AANV., Homenaje a Vélez Sársfield, p- 71 y siguientes.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 433
190 Conf. BixpIxG, Grundriss, $ 79, 7, Von BELING, Grundziige des Strafrechts,
$ 10, III; Fixcer, Lehrbuch, p. 385; Von Liszt - Scumtor, Lehrbuch, $ 3, 11, 2, b; Mayer,
Strafrecht, p. 260; MeEzGER, Strafrecht, p. 233; OrTkER, “Notwehr und Notstand”, en
BIRKMEYER, Vergleichende Darstellung des deutschen und auslándischen Strafrechts,
II, p. 277; CarRara, Programma, 3 2859; ALIMENa, Diritto penale, IT, p. 35; AnGio-
NL, Le cause che escludono Villiceitá obiettiva penale, p. 134; BerrioL Diritto penale,
p. 288; Massart, MaAnzint y Rocco, en Ministero della Giustizia e degli Affari di
Culto, Lavori preparatori del Codice Penale, IV, parte 1H, p. 164, 165 y 167, respectiva-
mente; JIMÉNEZ DE AsÚa - ANTÓN ONECA, Derecho penal, L, p. 280 y ss.; CARRAUD,
Traité théorique et pratique, 1, p. 14 y ss.; Pacneco, El Código Penal, 1, p. 155 y
156: Viapa y ViLasEca, Código Penal reformado de 1870, p. 96; VerGaARa, Delito
de homicídio, p. 333 y siguientes. Entre nosotros, véase RivaROLa, Derecho penal
argentino, p. 435.
101 La crítica de HERRERA, La reforma penal, p. 464 y ss., es infundada. NÚÑEZ
analiza minuciosamente sus razones y las rechaza (Derecho penal argentino, 1, p. 351).
102 Así lo hizo el Código
..
Penal español de 1928 (persona, honra, propiedad —art.
58, 1”); ver sobre ello CueLLo CaLón, Derecho penal, p. 347.
103 Este error se encuentra típicamente en TEjeDOR, Proyecto de Código Penal,
p. 165 y 166, en nota. La nota que cita del Código de Baviera sigue el principio ger-
mánico.
104 BixpixG, Grundriss, $ 79, 7, Fiscer, Lehrbuch, p. 390 y 391; Von Liszt -
Scumior, Lehrbuch, $ 33, 11, 2, b; Mayer, Strafrecht, p. 280; OETKER, “Notwehr und
434 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
LI El derecho soviético colocaba en primera línea el interés del Estado como legí-
timamente defendible por el privado (art. 13). Véase DE Castro, Principios de derecho
soviético, p. 267 y 729.
DA . "
M2 Conf. Von Liszt - Scamior, Lehrbuch, $33, 1, L a,
13 Conf. MEzcER, Strafrecht, $ 31, UL, que pone como ejemplo la no liberación
de un prisionero una vez cumplido el término de la pena.
1 Von Liszt - Scuuror, Lehrbuch, $ 33, n* 5, en igual sentido, pero considerando
que la agresión no es ilícita por partir de un animal, mientras que a nuestro criterio lo que
falta es acción; quien es atacado por un animal es víctima de un hecho físico. El animal
no agrede; acomete o ataca.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 437
15 Ver Ferri, “Legittima difesa reciproca”, en Difese penali, UL, p. 227, y Principii
di diritto criminale, p. 472; en contra, ManzIn1, Trattato, UL, $ 410.
116 Nos parece presente esa superposición en CARNELLI, Legítima defensa contra
legítima defensa, LL, 10-1, secc. jurisprudencia extranjera, y en VErGARa, Da legitima
defesa subjetiva, y Dos motivos determinantes no direito penal, $ 328.
17 SCBA, AS, 1958-1V-256, 1960-V-759 y 1965-11-715.
438 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
preciso que haya sido previsto en concreto y que, además, sea razonable
exigir del amenazado que soporte la restricción que la amenaza comporta!”,
En lugar aparte tratamos las defensas mecánicas predispuestas.
No será posible la legítima defensa contra un ataque pasado o contra
la violación consumada del bien jurídico agredido. Ello constituiría una
venganza, pero carecería de todo poder de evitación del mal, que es el
fundamento de la reacción defensiva, Las leyes civiles, sin embargo,
especialmente en materia de posesión, consienten como lícita la reacción
inmediata tendiente a la recuperación de una cosa, sin intervalo de tiempo
(art. 2240, Cód. Civil y Comercial —ex art. 2470, Cód. Civil). Claro está
que deben distinguirse esos casos en los cuales, aun juzgándose consu-
mada la violación de un bien jurídico, ella es inmediatamente suprimible,
de aquellos en los que toda reacción ulterior del agredido no tenga por
propósito y efecto volver las cosas a su estado, sino añadir una nueva lesión.
En este punto finalmente debe observarse que, no siendo el carácter
delictivo de la agresión lo que justifica la reacción, el hecho de que aque-
lla alcance a constituir un tipo delictivo no significa necesariamente que la
agresión sea pasada, mientras la situación peligrosa de hecho subsista, o
la agresión pueda ser llevada más allá'”,
En el ya citado fallo pronunciado en la causa seguida contra los ex
comandantes en jefe, este tribunal recogió el punto de vista aquí desa-
rrollado al tratar el tema de la legítima defensa invocado por las partes.
115 Conf. CApel Rosario, 23/11/1933, “A. Giménez”; SCBA, AS, 1965-11-701; CARRA-
RA, Progranma, $ 304-5, Véase el voto de SoLER en CApel Rosario, 5/9/1938, “Cuffaro”,
LL, 13-686, con nota de CARNELLL, La previsibilidad del ataque en la legítima defensa,
1 Conf. Maver, Strafrecht, p. 278; Vox Liszt - Schmior, Lehrbuch, $ 33, 1,
1,b,b.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 439
85/17 de expte. 114/17 p.s.a. homicidio calificado por alevosía”, sent. 44, expte. 115/17.
Véase también, con análisis de varios casos, ASENSIO et al., Discriminación de género en
las decisiones judiciales. También, DeL Río AvaLa y otras, El derecho a defenderse
del femicidio, “Papeles del Centro de Investigaciones”, n* 17, 2016, p. 51.
125 Véase, CSJN, 1/11/2011, “Leiva, María C. s/homicidio simple”, L.421.XLIV.
Si bien en este fallo la Corte Suprema hace lugar al recurso planteado por la defensa,
ordenando un reexamen de la causa por parte del tribunal oral originario -invocándose
cuestiones probatorias—, lo cierto es que del voto de la doctora HicHTox DE NoLasco
surgen elementos fundamentales para vaticinar cuál habrá de ser en el futuro la orienta-
ción del máximo tribunal en esta materia: “1% Que la suscripta comparte y hace suyos,
en lo pertinente, los fundamentos y conclusiones del señor procurador fiscal ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, a cuyos términos se remite en razón de brevedad.
2”) Que sin perjuicio de ello, existe un aspecto que no fue expresamente recogido
en su dictamen, al cual deseo referirme.
Para descartar la eventual existencia de legítima defensa, en el fallo en erisis se
expresa que aun de aceptarse que hubiera mediado una agresión ilegítima por parte del
occiso respecto de la imputada, ha sido esta quien 'se sometió a ella libremente”, de manera
tal que la situación de necesidad se generó con motivo “del concurso de su voluntad" y “por
esa razón, no puede invocarla para defenderse”,
3”) Que la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Vio-
lencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará" —aprobada a través de la ley 24.632),
en su preámbulo sostiene que la violencia contra la mujer constituye “una violación a los
derechos humanos y las libertades fundamentales [...] una ofensa a la dignidad humana
y una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y
hombres”. Asimismo, al referirse a cuáles son los derechos que se pretende proteger a
través del instrumento, menciona en primer término que toda mujer tiene derecho a una
vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado (art. 39.
4”) Que por otra parte, la ley 26,485 de "Protección Integral de la Mujer” (reglamen-
tada mediante el decr. 1011/2010), que apunta a erradicar cualquier tipo de discriminación
entre varones y mujeres y a garantizar a estas últimas el derecho a vivir una vida sin vio-
lencia, declara que sus disposiciones son de orden público (art. 1%) y define los diversos
tipos de violencia a la que puede ser sometida una mujer así como también las distintas
modalidades en que suele ser ejercida (arts. 5 y 6”); pone en cabeza de los poderes del
Estado la obligación de adoptar políticas y generar los medios necesarios para lograr los
fines perseguidos por la norma (art. 77); y finalmente establece un principio de amplitud
444 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
probatoria para acreditar los hechos denunciados, teniendo en cuenta las cireunstancias
especiales en las que se desarrollan los actos de violencia y quienes son sus naturales
testigos, tanto para tener por acreditados los hechos cuanto para resolver en un fallo al
respecto (arts. 6” y 31).
57) Que, en consecuencia, aquella afirmación del a quo para descartar un supuesto
de legítima defensa, que a partir del mero hecho de la permanencia de la imputada en
el domicilio en que convivía con el occiso —a la cual asigna, sin más, un carácter volunta-
rio—, deriva que Leiva se sometió libremente a una hipotética agresión ilegítima, no solo
soslaya las disposiciones de convenciones internacionales y normas internas que avanzan
sobre la materia, sino que lisa y llanamente aparece en colisión con su contenido.
Por ello, concordemente con lo dictaminado por el señor procurador fiscal, se decla-
ra procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Vuel-
van los autos al tribunal de origen para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo a la doctrina aquí expuesta”.
Veáse también, en un mismo sentido, TOral Criminal y” 3 MdelPlata, 21/5/2005,
“Bulacio, Gladys L. s/homicidio calificado”, c. 3102; ST SLuis, 28/2/2012, “Gómez, María
L. s/homicidio simple”, fallos mediante los cuales se absolvieron a mujeres víctimas de
violencia de género que habían matado a sus parejas. En CS Tucumán, 28/4/2014, “S, T.
M. s/homicidio agravado por el vínculo”, se sugirió una reinterpretación de los requisitos
de la legítima defensa cuando el delito se cometiere en un contexto de género y la autora
fuera una mujer.
120 Corte IDH, 31/8/2010, caso “Rosendo Cantú y otra vs. México”, excepción pre-
liminar, fondo, reparaciones y costas, consid. 89.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 445
posible pasar por alto que, hasta no hace muchos años, la propia ley penal
contenía disposiciones inadmisibles, que respondían a un claro criterio de
discriminación de género (el derogado tipo de adulterio, como ejemplo
más notorio).
Como ya lo anticipáramos, en 2017 el Poder Ejecutivo presentó al
Congreso un Anteproyecto de Código Penal, con estado parlamentario;
en él no se modificaron los lineamientos generales del art. 34 vigente, por
lo que debemos lamentar que nuevamente se haya perdido una oportuni-
dad para legislar en la materia que estamos comentando, incorporando la
127
perspectiva de género en el marco de la legítima defensa!”.
mismo criterio del que se defendió, sino el que corresponde a una “opinión
razonable”
La necesidad del medio empleado no es una necesidad absoluta, sino
relativa; puede haber habido otros medios concomitantes de salvación.
Pero se presenta una cuestión particular cuando entre esos medios existía
alguno inofensivo, y un ejemplo típico es la fuga (es decir, el alejamiento
del lugar de peligro). Es prevaleciente la opinión de que la posibilidad de
fugar no le quita a la reacción el carácter de legítima!”
Los que se apartan de ese punto de vista, no se pronuncian por el
deber absoluto de fugar, y lo restringen a los casos en los que la salvación
por ese medio sea manifiesta y realmente útil'*2. Con ello viene a resultar
que los casos en los que la cuestión puede plantearse no deberían discutirse
sobre la base de resolver si el estado impone o no “el deber de huir”, o si
exige una “conducta cobarde”, sino considerando si el sujeto que reaccionó
lo hizo dentro de una racional necesidad.
La rotunda negación del deber de alejarse puede llevar a injustas
soluciones que la doctrina ha intentado evitar, admitiendo la obligación
de alejarse; ante la agresión del padre, del demente y del agente público
que obra por error in personam, son posibles excepciones cuyo insoste-
nible empirismo pone muy bien de manifiesto PaoL1'", Poco se aclara
la cuestión librándose a tal género de consideraciones. Supóngase una
agresión a cuchillo contra un señor que está dentro de su automóvil, al que
le basta con apretar un resorte para alejarse. Es manifiesto que, en tal
estado, la actitud de descender y afrontar la agresión o repelerla desde el
automóvil mismo con revólver no responde a una situación de necesidad'?,
130 CARRARA, Programma, $ 309: CHAUVEAU - HÉLIE, Théorie du Code Pénal, UV,
p. 186; Majno, Commento al Codice Penale italiano, 1, $ 231; Fallos, 152:200; 153:292;
CS]N, 6/3/1935, LL, 2-104; íd., 17/3/1936, LL,2-197, con nota de CARNELLI.
131 Mayer, Strafrecht, p. 280; Von Liszt - Scumibr, Lehrbuch, $ 33, M, 2, b:
FixcEr, Lehrbuch, p. 390; OETKER, “Notwehr und Notstand”, en BIRKMEYER, Ver-
gleichende Darstellung des deutschen und auslándischen Strafrechts, 1, p. 326; Impa-
LLOMENI, Hi Codice Penale italiano, l, p. 178 y 179; Majno, Commento al Codice Penale
italiano, 1,5 225; Manzint, Trattato, UM, p. 183.
32 . . .
132 CARRARa, Progranma, $ 308; cfr. el exhaustivo estudio de PaoLt, Sulla le-
gittima difesa, “Rivista Penale”, n* 52, 1927, p, 297, Igual parecer en Alemania (Von
BEING, Grundzúge des Strafrechts, $ 10, UL, Von HrrrEL, Deutsches Strafrecht, 3 33,
2%, MEZGER, Strafrecht, $ 31, IL,2, b).
183 PaoLt, Sulla legittima difesa, “Rivista Penale”, n* 52, 1927, p. 317.
134 Conf. CSJN, 4/5/1936, LL, 2-1054 (con la plena corrección considera que en
tal caso falta necesidad, que es la condición básica).
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 447
185 Deber de retirarse del domicilio ajeno (CApel Rosario, 4/5/1936, “José Giadans,
homicidio”).
136 La existencia del tercer requisito en la legítima defensa hace decir a PacHEco
que, para invocarla, un sujeto —además de agredido— debe haber actuado con “candor”
(El Código Penal, 1, p. 154).
137 Así piensan Bruno, Direito penal, 1, p. 369; GARRAUD, Traité théorique et
pratique, 1, 1913, p. 50: Maszist, Trattato, UL, p. 185; ALIMENa, Diritto penale, 1% IL
p. 142; JIMÉNEZ DE AsÚa- ANTÓN ONECA, Derecho penal, IL, p. 274 y 275; Von Liszr -
ScumiDrT, Lehrbuch, $ 33, IL, 1, a; MEzGER, Strafrecht, $ 31, MIL, L a, que hace la
salvedad del caso en el que la agresión se hubiese provocado con el propósito de
inferir luego una lesión aparentemente defensiva. Entre nosotros se hace cargo de es-
te problema HeErRERA, La reforma penal, p. 473, v* 276, donde censura la inclusión de
este requisito en la ley.
138 CARRARA, Programma, $ 297 y especial mente en la nota al $ 1334.
448 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
132 El delito de adulterio -que estaba previsto en el art. 118, Cód. Penal- fue deroga-
do en 1995 por la ley 24,453. Con arreglo a lo establecido en el art. 431 del Cód. Civil y
Comercial de la Nación, el deber de fidelidad en el matrimonio ha dejado de ser un deber
jurídico, para constituir un “deber moral” con consecuencias jurídicas. En palabras de
los redactores del Proyecto, el carácter estrictamente moral del deber de fidelidad tiene
su fundamento en: 1) la supresión de las causales subjetivas de divorcio; 2) el respeto de
la autonomía de la voluntad de la persona humana y su proyecto de vida, y 3) la necesidad
de evitar la intromisión estatal irrazonable en la intimidad de los cónyuges.
M0 Este es también al parecer de ViDaL - MAGNOL, Cours de droit criminel, p. 343.
MI Sostienen esa tesis JIMÉNEZ DE AsÚa - ANTÓN ONECA, Derecho penal, 1,
p. 292; García ZavaLía, Exceso en los límites de la defensa, LL, 4-412 (ver, en espe-
cial, p. 414 y 415).
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 449
poco puede ser entendido como destinado a excluir los casos en los que la
legítima defensa es solo un pretexto o una simulación.
Existe simulación de legítima defensa cuando alguien maliciosamente
provoca una agresión para tener la oportunidad de reaccionar en situación
de aparente legitimidad, Desde luego, en tal supuesto la legítima defensa
queda excluida por inexistencia de un estado de necesidad inculpable. Y
lo mismo ocurre cuando la legítima defensa es solo un pretexto para cubrir
una situación en la que se obró sin necesidad, como cuando se lesiona al
que huye después de consumado el ataque'*.
En tales situaciones, es unánime el rechazo de la justificante, aun
cuando la ley no contenga —como ocurre en el Código Penal alemán- re-
ferencia alguna al tercer requisito de que venimos ocupándonos.
Es evidente, según decimos, que entonces el defecto no consiste en
que haya existido “provocación suficiente”, sino en que no existía necesidad.
Por lo tanto, es forzoso admitir que la presencia de ese requisito de-
termina consecuencias específicamente dependientes de él, con relación
a las leyes que no lo contienen'*,
Para ampararse en la legítima defensa, frente a nuestra ley será, pues,
necesario que, además de no haber sido agresor, no se haya sido provocador.
El que injurió gravemente a alguien que reacciona con armas; el que fue
sorprendido in ipsis rebus veneris por el ultrajado; el ladrón que “huyendo
con la re furtiva— es perseguido por el dueño, no podrán invocar la legíti-
ma defensa contra el injuriado, el cónyuge ofendido o el propietario, aun
cuando ninguno de estos proceda legítima, sino ilegítimamente, cuando
pretendan matar al adúltero, al injuriante o al ladrón. No puede negarse
que en tales casos hay provocación suficiente, aunque no sea suficiente para
justificar la reacción, pues si en tales situaciones el injuriado, el cónyuge
46 Ver CARRARA, Opuscoli, vol. IL, op. XXXI; Manzin1, Trattato, 285, UL Ese
es, en realidad, el fundamento del razonamiento de Joussk (“Le coupable d'un adultére
en prend sur lui toutes les suites et sen rend responsable”), citado por CHAUVEAU - HÉ-
LIE, Théorie du Code Pénal, IV, p. 189. Se equivoca NÚÑEZ cuando dice que con el
principio del exceso en la causa “no se significa otra cosa que la nota diferenciadora entre
una provocación suficiente y una provocación que no es tal” (Derecho penal argentino,
[, p. 365). Cuando no ha habido provocación suficiente no hay problema alguno, pues
no ha existido la única provocación que la ley computa como eficaz para negarle al pro-
vocador la justificación. La cuestión se presenta cuando ha existido una provocación
suficiente de una parte, y una agresión ilegítima de la otra. Para absolver al amante
intruso, Núñez debe afirmar que no es provocación suficiente para el marido que el
amante se meta en su tasa Y se acueste con su mujer. Todavía podría agregar un corte
total impunidad, porque juzgan que una agresión no pierde el carácter de tal por el hecho
de que sea provocada (Von BELING, Grundztige des Strafrechts, $ 10, UL, Frank, Das
Strafgesetzbuch, $53, 1, p. 161, 2: Kónuen, Deutsches Strafrecht, p. 348; Von LiszT -
ScumibrT, Lehrbuch, $ 33, MU, 1, a; MezGER, Strafrecht, $ 31, TIL, 1, a). “En conse-
cuencia, a la pregunta de si el provocador, en general, puede corresponderle el derecho
de la defensa, es preciso responder afirmativamente, salvo la responsabilidad penal por
los hechos en que la provocación consista” (IMPALLOMEMI, Lomicidio nel diritto penale,
n” 203 -es muy importante la reserva de este autor, a la que hacemos referencia en
la siguiente nota-). Conf., en líneas generales, con IMPALLOMENI —aunque algo vago-,
ALIMENA, Diritto penale, 1%, 1, p. 141 y 143; CHAuvEau - HÉLIE, Théorie du Code
Pénal, UV, p. 188y 189; Garraun, Traité théorique et pratique, 1, 1913, p. 30, y I, 1888,
p. 404; Haus, Droit pénal belge, 1, n* 589.
452 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
1“ Carrara, Opuscoli, VI, p. 16. Estas palabras no las aplica al mismo obje-
to, sino que el pasaje se refiere al caso fortuito, pero a nuestro juicio los principios son
estrictamente los mismos. Es muy interesante que IMPALLOMENXI —partidario de la
impunidad completa del provocador lamente su propia solución y se incline, de lege
ferenda, por la solución de imputar el hecho culposamente; “es deplorable ciertamente
-dice— la impunidad del provocador por el hecho cometido por él a causa del peligro por
él provocado con su hecho ilícito [...]; pero es lo cierto que la ley no acuerda al provoca-
do el derecho de disponer de la vida [...] de su provocador. Me pareció que a falta de
una especial disposición de la ley, que estableciera una responsabilidad culposa a cargo
del provocador que hubiese cometido un homicidio [...] por la necesidad de rechazar una
violencia injusta, se le podrían aplicar las disposiciones generales del Código sobre el
homicidio [...] por culpa. A pesar de las vivas discusiones a que esta idea mía ha dado
lugar, en pro y en contra, aun no me parece que deba abandonarla” (L'omicidio nel diritto
penale, p. 488, n” 403 in fine),
149 Carrara, Programma, $ 1320; ALIMENA, “Dei delitti contro la persona”, en
Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, 1905-1913, IX, p. 580.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 453
150 Conf. VipaL - MacNoL, Cours de droit criminel, n* 208; Garraun, Précis de
droit criminel, n” 117, CApel Rosario, 1933, “Takahasi”, LL, 6-844 y ss., con voto de SOLER.
151 Así, VipaL - MacnoL, Cours de droit criminel, vn” 208. GARRAUD se aparta
aquí de la opinión general, pues —en el caso de escalamiento consumado-— juzga aplicable
la norma general del art. 328 (Traité théorique et pratique, 11, 1913, p. 47 a 49).
454 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
2 + na na as »
152 Vea Vacchiano, Salvint, Voxy la legítima defensa, “Hay Derecho”, 14/4/2019.
153 Conf. Carrara, Programma, $ 1317, en nota; ALIMENa, Diritto penale, 1,
IL, p. 580 y 583.
154 CARRARA, Programa, $ 300.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 455
155 CCrimCorrCap, 1/10/1926, JA, 22-1193; CApel Mercedes, 9/4/1943, JA, 1943-
11-297, No aparecen siempre bien distinguidas las dos situaciones, a pesar de que
-en principio— no ofrecen dificultad. Véase CFed, 3/5/1963, “Viera”, LL, 113-411, y
SCBA, 3/5/1964, “Ponce y Sosa”, LL, 116-118. Sobre los equívocos de ambas sentencias,
cfr. BLasco FERNÁNDEZ DE MOREDA, Sobre el ademán de sacar armas, LL, 116-118.
155 Conf. Von Liszt- Scumtor, Lehrbuch, $ 34, Il: Von BELING, Grundztige des
Strafrechts, $ 10; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, $ 34, 1, entre otros. — JIMÉNEZ DE
Asúa, Tratado de derecho penal, 1V, p. 275 y siguientes. NÚÑEZ considera necesario que
en la definición se haga referencia a la tipicidad de la conducta del necesitado (Derecho
penal argentino, 1, p. 316). Desde luego, cuando nos disponemos a examinar si un he-
cho es justificado, lo hacemos porque antes se nos presentó como típico. Si un hecho
no consiste ni en matar ni en robar ni en nada que el Código Penal mencione, parece
absurdo ponerse a ves si, además de atípico, el hecho es justificado.
456 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
penale, p. 50 y ss., pues este autor piensa que la sanción es inescindible del precepto penal
y, así, todo hecho que haga imposible la aplicación de la pena al autor le quita al hecho
un presupuesto necesario a todo delito, como lo es su idoneidad para acarrear la sanción.
A partir de la naturaleza sancionatoria del derecho penal -que nosotros aceptamos-, ese
razonamiento es válido, Aparte de ello, es indudable que hay causas que excluyen la
pena dejando subsistente la ilicitud, Este es el problema a resolver,
161 Así, Von BrLING, Grundziige des Strafrechts, $ 10 y 18, II, 2.
162 Llamado Giiterabwdgungsprinzip por los alemanes (cfr. MEzGER, Strafrecht,
$ 32, que con ese título desarrolla el tema; WeLzEL, Das Deutsche Strafrecht, p. 87).
Véase la reserva de BerrioL sobre este punto (Diritto penale, p. 314),
163 El límite que en este sentido hemos señalado, en contra de la teoría germánica,
se refiere a casos de desproporción muy notoria.
16% Conf. CApel Rosario, 27/6/1936, “M. Beiró”, “Recopilación Ordenada”, cuad.
7, p- 80 (robo de una cartera con bastante dinero, invocando hambre).
165 SoLER no dijo que este sea un criterio “constante y absoluto”, según se lo atribuye
Núñez (Derecho penal argentino, L, p. 323, nota 136), pues su apelación a la interpretación
sistemática es bien expresa. “El sentido liberal de nuestro derecho positivo” que invocado
458 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
por NÚÑEZ acaso sea un concepto excesivamente genérico e impreciso. BETTIOL —con
razón— requiere un criterio cualitativo (Diritto penale, p. 314).
166 MEZGER, Strafrecht, $ 32, L
167 Conf. CApel Rosario, 2/7/1936, “Oviedo Barrios”, “Recopilación Ordenada”,
cuad. 7, p. 81, Conf. CNFed, Sala CrimCorr, 10/11/1961, “Romanelli”, ED, 1962-3-65,
165 Para una diferenciación minuciosa entre violencia, coacción y estado de nece-
sidad, véase el voto de SOLER en la sentencia de CCrim Rosario, 12/4/1937, “Salvador
Pérez”, LL, 6-843.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 459
parte del inc. 2 del art. 34, y a la segunda en el que aquí estudiamos.
Pero ya hemos dicho que la unión, en el inc. 2 del art. 34, de la violencia y
de la coacción puede contribuir a confundir las cosas, pues sabemos que
la violencia física tiene por efecto desplazar a la acción, haciendo autor
de la infracción al autor del acto violento (véase $ 22, III), mientras que
quien obra bajo coacción es realmente autor de lo que ha hecho, aunque no
sea culpable por ello; es decir que dentro del inc. 2 se encuentran reuni-
das, en una sola cláusula, dos situaciones perfectamente separables.
Ahora bien, la afirmación doctrinal de la paridad entre el caso de
coacción y el de estado de necesidad'” parece no tomar suficientemente
en cuenta la naturaleza de uno y otro hecho y, sobre todo, sus distintas con-
secuencias. Es indudable, en efecto, que en el caso de coacción no puede
hablarse nunca, con propiedad, de la justificación objetiva del acto, el cual
conserva, sin duda alguna, su valor antijurídico. El caso es perfectamente
equiparable al de error. Así como la orden ilícita cumplida por error no
legitima el acto, aunque puede hacer inculpable a su ejecutor inmediato,
en la coacción el acto tampoco se torna legítimo por aquella, sino que —por
el contrario— conserva objetivamente su carácter ilícito, y ese acto constituye
la fuente de responsabilidades penales y civiles para el autor de la coacción.
A diferencia del verdadero estado de necesidad, que para nosotros
constituye una causa de justificación, y como tal tiene por efecto legitimar
el hecho de modo que de él no derivan responsabilidades penales ni civiles
de carácter delictivo, el caso de coacción tiene por efecto dejar íntegra y
subsistente la ilicitud del acto objetivamente considerado, siendo manifiesto
que el autor inmediato es impune no por una razón objetiva o derivada de
hecho, sino por una subjetiva que dirime su culpabilidad, toda vez que la
voluntad con que se determinó está viciada por coacción””.
Los efectos de los actos a que se refieren los incs. 2 y 3 del art. 34 se
regulan, sintéticamente, del siguiente modo.
a) Violencia (inc. 2, parte 1%): desplaza la autoría; el que obra por
violencia, no obra”,
112 Por ello, una vez más, remitimos su estudio a otro lugar.
13 Conf. Von HirrEL, quien cita con acierto como ejemplos- los peligros o de
la gravidez o del parto como riesgos que se deben soportar (Manuale di diritto penale,
$ 34, II, 4, en nota).
17 Conf. Von HrerEL, Manuale di diritto penale, $ 34, 11,5. No es claro NÚÑEZ
al decir que esto “no pone en cuestión la culpabilidad del agente”, sino el “examen de la
relación causal existente entre la voluntad del autor, y la producción de la situación de pe-
ligro” (Derecho penal argentino, 1,332-3). A esa relación entre el sujeto y la situación de
peligro —que NÚÑEZ exige que sea, además, reprochable— la apreciamos como culpabilidad.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 461
175 Así JIMÉNEZ DE Asa, Tratado de derecho penal, TV, p. 388, donde cita la con-
cordante opinión de BERNER, JANKA, STAMMLER y SERMET.
56 Ya de ello hemos hecho mención al hablar de la legítima defensa con provocación
y también respecto de la cuestión de la causalidad. Los principios que aquíse aplican son
los mismos. — En contra del principio qui in re illicita versatur, véase CARRaRa, Opuscoli,
IT, “Sul caso fortuito”.
147 La coacción que procede de la acción del hombre también puede tender a violar
el bien jurídico que se defiende (la exigencia de destruir un documento, apuntando al
pecho con un revólver), pero se diferencia porque la acción coacta según ya lo hemos
dicho— es el cumplimiento de un mandato ilícito. Puede haber, sin embargo, situaciones
intermedias (en los años en los que existía el servicio militar obligatorio, un sujeto amenaza
a otro con un revólver para que lo mutile, para librarse de él; si lo hace, podrá invocar
legítima defensa, porque nadie puede obligar a otro a cometer un delito, aunque sea leve).
TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
“En fin, el mal que hubiera constituido la toma del poder no aparecía
como cercanamente viable, no se cernía como una acuciante posibilidad
y, por lo tanto, la reacción que en ese caso hubiera podido generar —que
tampoco podría haber sido la regresión a la ley de la selva= no contaba con
las condiciones previas que la justificaran.
En cuarto lugar no se satisfizo la exigencia de la utilización —y agota-
miento— de un medio inocente o menos gravoso.
En el estado en que se encontraba la lucha antisubversiva cuando la
Junta Militar se hizo cargo de su conducción política, y teniendo en cuenta
las amplias facultades que ella y las autoridades que le estaban subordinadas
tenían, tanto en función legislativa como ejecutiva e instrumental, pudieron
razonablemente haber recurrido a gran cantidad de medios menos gravosos
que aquellos a los que echó mano ([...]. No se puede concluir el tema sin
referirse a la última exigencia de la eximente, esto es, que el autor del mal
que se pretende justificar no esté jurídicamente obligado a soportarlo. Se
estableció más arriba que la sociedad argentina no estaba obligada a ello.
En cambio, las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales, por ser las de-
positarias de las armas de la Nación, están obligadas a soportar la agresión
armada y a repelerla, tanto en defensa de aquella como propia”*”.
8 Cód. polaco, art. 22; Cód. italiano, art. 54; Cód. proa suizo de 1915, art. 35
un bien propia oajeno' % Cód. Procesal alemán de 1925, art. 22. Ver FLortan, Trattato.
Parte generale, L, b, 439,
182
Ejemplo típico, Von Liszt - ScHmIDT, Lehrbuch, $ 34, que como cau-
sal de justificación solo reconocen, precisamente, al estado de necesidad derivado
de los $ 228 y 904 del Cód. Civil; MrEzcEr, Strafrecht, $ 31, II; Fincer, Lehrbuch,
p- 395.
183 Von HirPEL cita numerosos casos de sentencias del Tribunal Supremo en las
que se admite el estado de necesidad para colisión de deberes, resueltos con el principio
del equilibrio de bienes y de deberes (Manuale di diritto penale, 3 35, VID.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 465
164 Para un detallado relato de los famosos casos de la Medusa, del William Brown y
de la Mignonette, ver JIMÉNEZ DE Asúa, Tratado de derecho penal, IV, p. 421 y siguientes.
165 Tdea arrancada, en realidad, del pensamiento de Kant y FicuTE. Para Von
BELING ese conflicto es jurídicamente irrelevante (Grundzúge des Strafrechts, $ 10 y
18, 11,2). También en ese sentido, VipaL - MacxoL, Cours de droit criminel, p. 358,
siguiendo la primitiva opinión de Von Liszr, lo mismo que JIMÉNEZ DE ASÚa - ANTÓN
Oneca, Derecho penal, L, p. 300 y 301 Fes cuestión que escapa de los campos jurídi-
co-penales, como el caso fortuito y la fuerza mayor”).
186 Conf. el pensamiento de CaRRaRa, Programma, $ 309,
187 Pacueco, El Código Penal, I, p. 151 y siguientes.
466 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
presión obró”, y responde eventual mente conforme con el principio del enriquecimiento
ilícito (La culpa en el derecho civil moderno, 1, p. 512). Por la ilicitud básica del acto,
ACUÑA ANZORENA, El estado de necesidad en el Proyecto de Código Civil, LL, 11-33
y ss., secc. doctrina; MARTÍNEZ CARRANZA, El estado de necesidad en el derecho civil.
o - .. a .. a
2 En algunos casos, el dueño no será inocente de la situación de peligro, como cuan-
do ella derive de animales o cosas inanimadas, bajo su custodia, con lo que eran aplicables
el art. 1124 y ss. del derogado Cód. Civil (hoy arts. 1757 a 1759, Cód. Civil y Comercial).
95 Acuiar siguiendo a PLANIOL— concluye en el carácter ilícito del enriqueci-
miento sin causa, sobre la base del dolo subsiguiente, que consiste en “retener” el producto
del enriquecimiento indebido (La voluntad jurídica, 1, p. 290 y siguientes). Ello parece
una complicación innecesaria. Claro está que, si se establece la obligación de restituir
el fruto del enriquecimiento, el incumplimiento de ello es doloso y aun, eventualmente
delictual (art. 175, inc. 2, Cód. Penal) e incluso podría en ciertos casos hablarse de reten-
ción indebida (art. 172, inc. 2), pero hay que poner el caso con pureza; es decir, resolver
cuál es la causa y el monto de la restitución “cuando el agente restituya, una vez adqui-
rida la conciencia de su acto, ya sea por iluminación de su propia inteligencia [...], ya por
reclamación del lesionado”, según las expresiones del mismo AGuIAR (p. 291), caso en el
cual es evidente que la responsabilidad no tiene carácter delictual.
194 Para la aplicación de ese precepto SOLER no encuentra mayor dificultad en el
hecho de que el Código se refiera a los hechos “involuntarios”, pues desde el punto de vista
468 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
$ 33. Exceso
civil no podría decirse que el hecho necesitado reúna las tres condiciones que el art. 897
fija para que un hecho se juzgue voluntario, pues “jurídicamente falta la libertad aunque,
filosóficamente, esta exista, cuando es el temor el que determina el acto” (AGuiar, La
voluntad jurídica, 1, p. 91). Conf. en lo fundamental,
con su solución del texto, CHIRONI,
La culpa en el derecho civil moderno, 1, p. 512; en contra, MANzixt, Trattato, 1, p. 226,
MARTÍNEZ CARRANZA considera inaplicable al art. 907 y, en consecuencia, se pronuncia,
de lega lata, por la improcedencia de toda indemnización (El estado de necesidad en el
derecho civil, p. 110). ACUÑA ANZORENA prefiere la aplicación de un criterio general de
equidad, entre otras razones porque el art 907 no resuelve el caso del daño que resultó
inútil para salvar el propio bien (cfr. SaLvaT - ACUÑA ANZORENa, Derecho civil argentino,
IV, p. 69, 72 y 73.
195 Véase sobre el tema, además de los tratados generales, García ZavaLía, Exceso en
los límites de la defensa, LL, 4-412, y JA, 46-762; E. R. M., Exceso en la defensa, JA, 76-
495, nota a un importante fallo de Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
y del doctor ToLosa Castro; Terán Lomas, Las causas excluyentes de la antijuridicidad
y las figuras del exceso, LL, 64-705.
196 Conf. HERRERA, La reforma penal, p. 484 y ss; Código Procesal de 1917, p. 71;
Díaz, Exceso en la defensa, “Revista de Derecho Penal”, año 1, n* 1, p. 25,
197 Conf. SemmoLa, Leceesso nella difesa e il decreto 17 febbraio 1861, “Rivista
Penale”, XXVII-365 y ss,, comentando una sentencia de la casación de Nápoles, que
modifica en tal sentido la jurisprudencia anterior, Majno, Commento al Codice Penale
italiano, L, p- 139.
DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN PARTICULAR 469
exceso, y por tal motivo ese autor señalaba la necesidad de adoptar un texto
similar al que tenía el Código italiano vigente en aquella época, expresando
que “sería preferible una disposición general sobre el exceso que comprenda
la legitima defensa, el estado de necesidad y la obediencia jerárquica”,
Ahora bien, puesto que la mayor parte de la doctrina nacional está de
acuerdo en afirmar que el exceso solo funciona con relación a una causa
de justificación, la cual ha sido deformada o desnaturalizada, resulta
evidente, entonces, que por esta vía nos estamos introduciendo en la ardua
polémica ya analizada acerca de la naturaleza jurídico-penal de la obe-
diencia debida y en ese sentido ya se ha visto cómo la doctrina dominante
rechaza la tesis de que la mencionada eximente constituye una causa de jus-
tificación. Sin embargo, de la aseveración antedicha no debe concluirse,
en modo alguno, que no sea posible admitir conceptualmente hechos en los
cuales el subordinado va más allá, rebasa, se excede en el cumplimiento de
lo que se le ha ordenado, cualquiera que sea la legitimidad o ilegitimidad
de ese mandato. Lo único que se ha querido señalar es que la regla con-
signada en el art. 35 del Cód. Penal no se refiere a los casos de obediencia
debida pura (art, 34, inc. 5), y que cuando enuncia a la autoridad dentro
de los supuestos que contempla está comprendiendo, por ejemplo, aque-
llos casos en los cuales la orden es legítima (que para nosotros son casos
de causa de justificación por cumplimiento del deber —art. 34, inc. 4),
pero que el inferior desnaturaliza al excederse en el cumplimiento de lo
ordenado, como también otras hipótesis distintas, como la resuelta en la
causa “De Santis, Pascual”, donde expresó: “Si al corregir disciplinaria-
mente a su hija menor de edad en virtud de los poderes correccionales
inherentes a la patria potestad, el padre le causa lesiones leves, el delito
debe sancionarse por aplicación del art. 94 del Cód. Penal como lesiones
culposas, por haberse excedido en esa forma los límites impuestos por la
autoridad, en el caso, la autoridad paterna (art. 352%,
203 Para el caso de provocación maliciosa no puede haber duda alguna (BixpixG,
Die Normen, UU, p 623 y siguientes). Conf. con el texto, FonTÁN BALESTRA, Tratado.
Parte general, 1, p. 188, quien lamenta que en el Proyecto de 1960 SoLER resuelva de
manera expresa un tema en el cual la teoría de este fue generalmente aceptada (p. 190).
Véase, sin embargo, la dudosa posición de Núñez, Derecho penal argentino, I, p. 425.
204 Así, GARRAUD, Traité théorique et pratique, UL, p. 30; Chauveau - HéLIE,
Théorie du Code Pénal, V, uv” 1490, contra la antigua opinión de Joussk; IMPALLOMENI,
Lomicidio nel diritto penale, vw” 203, e H Codice Penale italiano, L, 0” 74; ALIMENa, Di-
ritto penale, 1”, IL, p. 142. ManzimI hace funcionar en tal caso el estado de necesidad
para llegar —con palmaria incorrección— al mismo resultado (Trattato, IL, p. 185)... Von
LiszT - Scumibr, Lehrbuch, $ 33, 1, 1, a, y demás autores citados en la nota 62 del
$32. Insiste NÚÑEZ en calificar esas provocaciones como insuficientes, y en creer que,
al proponer la aplicación de la teoría del exceso en la causa, SoLER entendía referirse a
provocaciones insuficientes (Derecho penal argentino, Ll, p. 425).
205 ImPALLOMENI, Lomicidio nel diritto penale, p. 488.
206 En contra de la solución de IMPALLOMENI, MANZIM1, Trattato, IL, p. 186, nota 2.
472 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
307 2. Ps a 5
207 La crítica humorística que MANzin1 dirige contra la tesis es menos fundada de
lo que a primera vista parece, Para verlo claramente, basta con considerar los hechos
bajo su aspecto causal. El mero provocador no es totalmente imputable de la reacción
excesiva e ilícita; esta rompe la cadena causal que va a parar en la muerte, Este hecho
es el que funda la opinión de la mayoría; incluso de MANZINI, que absuelve al provocador
(Trattato, 1, p. 186, nota 2). Pero lo que olvida esa solución es que quien provocó estaba
in re illicita y debía prever la posibilidad de la ulterior situación y -en la medida en que
debió prever— está en culpa, por su hecho inicial, con relación al hecho último, aun cuando
este no sea un hecho querido.
y con mayor razón entre nosotros, pues aquella se superpone con la figura
culposa correspondiente al hecho cometido.
Texas, 11/5/1883, “Rivista Penale”, X-89 y nota, distinguiendo una legítima defensa per-
fecta y otra imperfecta. En esa sentencia se establece: “Es reo de homicidio culposo
(manslaughter) el cómplice de la adúltera que, sorprendido en la consumación del adul-
terio por el marido ultrajado, por defenderse de este, que contra él acomete, lo mata”.
210 El principal propugnador de esta tesis es CaRRARa, Programma, $ 1331 y ss,,
conf. ALIMEMA, Diritto penale, 1, 2, p. 287, MANZINL, Trattato, 1, $ 411; FLorIan, Trattato.
Parte generale, I, $ 460.
211 IMPALLOMENI, Lomicidio nel diritto penale, $ 218 y siguientes. Sostiene esta
tesis, con referencia al Código argentino, NúxEz, La verdadera filiación del elemento
subjetivo en el exceso de defensa, “Boletín de Jurisprudencia”, 1935, p. 94 (véase, sin
embargo, su opinión en Núñez, Derecho penal argentino, 1, p. 428 y 429).
474 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
>]. . > . e . a
212 En este punto, SOLER hace referencia al art. 50 del Cód. Penal italiano de
1889, redacción que tuvo como antecedente el doctor JuLIo HERRERA al proponer el
art. 35 del Cód. Penal argentino. En la actualidad, el Código Penal italiano prevé
el exceso culposo en el art. 55, que en su texto establece: “Cuando, en la comisión de
alguno de los hechos previstos en los arts. 51, 52, 53 y 54, se exceden culposamente los
límites establecidos por la ley o por orden de la autoridad o bien impuestos por la nece-
sidad, se aplican las disposiciones concernientes al delito culposo, si el hecho estuviere
previsto por la ley como delito culposo”.
213 Nuez, La verdadera filiación del elemento subjetivo en el exceso de defensa,
“Boletín de Jurisprudencia”, 1935, p. 96 y 97,
2 MuLLer, Psicología, p. 171.
a . . mm
215 Pueden concurrir, sin embargo, otro género de emociones mucho más complejas
23]: . . - . z .
217 Así era también el Proyecto Tejedor (Tít. TI, art. 12).
215 <Es indudable (art. 1111, Cód. Civil) que, sea el hecho doloso o culposo, la respon-
sabilidad por el daño producido está graduada por la medida en que la acción del individuo
ha sido eficaz en la producción de ese resultado [...]. Es decir, que cuando la acción dolosa
del autor del daño está, en parte, determinada por la actitud a su vez dolosa de la víctima,
nos encontramos en presencia de un caso en el que esta última debe soportar, en parte,
el daño que ha contribuido a causar; pues, para ella, era perfectamente previsible que sus
ilegítimas exigencias podrían determinar una reacción, y aun una reacción excesiva; y en la
medida en que debió prever, está, con relación a ese resultado, en culpa” (CCrim Rosario,
12/4/1937, “Salvador Pérez, homicidio”, LL, 6-853, voto del doctor SOLER).
CarítuLO VII
l Sobre el error que importa, para la solución de un caso, la inversión de ese orden,
véase Von BELING, Grundatige des Strafrechts, p. 123 (Esquema de derecho penal, p. 212
y siguientes). Conf., Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 179, nota 1, y 152, nota
6; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 200; MrzGER, Strafrecht,
$ 34, l; Von Liszt - Scumipr, Lehirbuch, 31, UL, y nota; Mauracn, Deutsches Straf-
recht,5 30, 1,2. Es, por lo demás, el criterio dominante, salvo para algunos positivistas;
así, por ejemplo, FLor1aAN estudia primero el elemento subjetivo, con un inconeluyente fun-
damento (Trattato. Parte generale, $ 335). En contra, también, Ran1ER1, Colpevolezza
e personalitá del reo, p. 17, nota 6, pero en contradicción evidente con p. 39 y siguientes.
La unidad estructural u orgánica del delito, sostenida por MaYEr (Strafrecht, p. 101),
no importa necesariamente desconocer la existencia de prioridades lógicas, y el mismo
MavER las respeta (p. 103y 104)... Esta metodología queda bastante alterada por WELZEL,
por cuanto —al transformar el dolo y la culpa en objetos psíquicos naturales— coloca su
estudio dentro de la acción, provocando dislocaciones sistemáticas que ciertamente no
han favorecido la claridad.
478 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
7 Ver las formas crudamente objetivas del primitivo derecho germánico en DEL
GIUDICE, voz “Diritto penale germanico”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto
penale italiano, I, p- 459. Tales la opinión dominante; en contra, BINDING, Die Nor-
men, 1,5 225,
5 Sobre los castigos a inocentes dentro del derecho canónico, ver SCHIAPPOLI, VOZ
“Diritto penale canonico”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, L,
p. 701,
2 Las muy combatidas figuras de delitos preterintencionales, consideradas por nu-
merosos autores como una supervivencia bárbara (Maver, Strafrecht, p. 120 y 142; Von
Liszr - ScumiDr, Lehrbuch, 36, VIL, 3; Rapsruch, “Erfoleshaftung”, en Von BIRKMEYER
et al. (eds.), Vergleichende Darstellung. Allgemeiner Teil, UL, p. 232 y 243). Hay en
ello cierta exageración, incluso con respecto al derecho alemán. Para nuestro derecho,
no consideramos válido el reproche.
10 Conf. CARRARA, Programma,$ 1087, nota5. Más ampliamente, Mayer dice: “el
querer que no ha llegado a ser hecho es simple pensamiento; pero un suceso externo que
no está regido por un querer tampoco es un hecho” (Strafrecht, p. 103).
LA CULPA BILIDAD Y SUS PRESUPUESTOS 481
1) Según Von LiszrT, este precepto —que hoy nos parece evidente— “es el resultado
de una evolución lenta, dificultosa y aún no concluida. El progreso del derecho penal se
mide por la profundización de la doctrina de la culpabilidad. Así como no se opone a
la idea religiosa que los pecados de los padres recaigan sobre los hijos y los hijos de los
hijos; así como en las antiguas tragedias el destino ciego y en la literatura de nuestros días
la ley de la herencia reemplazan a la inculpación, así también el derecho más antiguo de
todos los pueblos admite una pena sin culpa” (Lehrbuch, $ 36, V). Para MEzGER, ese es
un ideal imperiosamente reclamado (Strafrecht, $ 34, 1D). Todo apartamiento de este
principio constituye “una injusticia lamentable” (cfr. Mayer, Der allgemeine Teil des deut-
schen Strafrechts); un baldón ignominioso de nuestra época (LórrLErR). Para BINDING, el
principio de culpabilidad es tan inseparable de la idea de pena, que se inclina por negar
la existencia de formas primitivas de responsabilidad objetiva, especialmente en los pue-
blos “arios” (Die Normen, IV, 8 y ss.); se habrían hecho “demasiados aspavientos” sobre
un supuesto período de responsabilidad objetiva (Die Schuld in deutschen Strafrecht,
p- 10) La investigación de BINDING es profunda y minuciosa, pero no toma en cuenta las
investigaciones antropológicas modernas (conf. KELsEN, Society and nature; FAUCONNET,
La responsabilité).
2 La afirmación de ese principio en el Proyecto de Código Penal de SoLEr de-
terminó la censura de la Academia Nacional de Derecho de Buenos Aires en su nota a
la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados, afirmando —entre otras
cosas— que con él se intentaba sustituir el principio nullum crimen. El desconocimiento
del principio “no hay pena sin culpa” por parte de un cuerpo de tan alta jerarquía solo
es explicable como supervivencia —inadvertida, para muchos- de la ideología positivista,
lo cual no resta gravedad al deplorable pronunciamiento. Conf. sobre ello —además de la
nota de SoLER a la Comisión—, MARQUARDT - CABRAL, Culpabilidad y responsabilidad
penal, LL, 104-942.
13 Conf. CARRARa, Programma, Ll, $ 321, nota 1; $ 333, nota l, antes del $ 582, 2%
3252 y 354. La objeción positivista que pretende presentar toda doctrina de la culpabi-
482 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
7 . 2. a ... . . .
+ Tratamos de mostrar con más detención la ilegitimidad de tal procedimiento en
SOLER, La interpretación de la ley.
28 Conf. BerrioL, Diritto penale, p. 293 y siguientes.
22 Kanr, prefacio a la Crundlegung zur Metaphysik der Sitten.
30 Es curioso señalar que, en el célebre ensayo que fue punto de partida de la teoría
normativa, FRANK ya se quejaba de la inconveniencia de los motes con que rotulaban su
doctrina (Uber den Aufbau des Schuldbegriffs). En SoLer, Culpabilidad real y cul-
pabilidad presunta, “Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales”, 15, 1962, p. 477,
intentamos destacar como posible v correcta la contraposición mencionada en el título.
31 Así, Frank, Das Strafuesetzbuch, p. 136, y Uber den Aufbau des Schuldbegriffs,
p. 1; WeLzEL, Das Deutsche Strafrecht,$ 19, MI, p. 113.
32 Así, Mauracn, Deutsches Strafrecht, 1, p. 282. Según NUNEZ, para la posición
tradicional el contenido de la culpabilidad “se reduce a un solo elemento, el hecho psico-
lógico representativo de esa relación, y queda fuera de ella todo lo que no corresponde a
tal situación de hecho” (“Bosquejo de la culpabilidad”, en Gonbscumtor, La concepción
normativa de la culpabilidad, punto VII). Núñez es más terminante en el rechazo de
todo elemento normativo en La culpabilidad en el Código Penal, p. 10 a 14.
488 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
3% En este punto, ocurren muchos equívocos. Para FRAxK y, en general, para los
normativistas, este carácter de la culpabilidad como mera referencia psíquica a hechos
externos es propia de la construcción tradicional. Para probarlo, se mencionan las defi-
niciones de LOFFLER y de KomLrauscHn, Según el primero, la culpabilidad es “el conjunto
de referencias penalmente relevantes de la interioridad de un hombre a un resultado da-
ñoso de su acción” (LorrLER, Die Schuldformen des Strafrechts, p. 5). Para el segundo,
“es aquella relación subjetiva en que debe haberse hallado un autor capaz con respecto
a su hecho, para que pueda hacérselo penalmente responsable de este” (KoHLRAUSCH,
Irrtum und Schuldbegriff. p. 1). No consideramos que fuese correcto interpretar como
tradicional, para nosotros, una teoría según la cual la culpabilidad sea descripta como
una mera relación del sujeto con el evento “como realidad objetiva”. MAGGIORE, que
así lo dice (Diritto penale, , p. 341), luego se ve forzado a tomar como precursores del
normativismo a RoOMAGNOSI, CARMIGNANI, PESSINA, CARRARA y Rosst, porque para todos
ellos la culpabilidad consiste en el conocimiento de la injusticia de la acción.
34 Así, MEZGER, Strafrecht, $ 33, nota 6.
5 Por ejemplo, CarRaRa, Programma, $ 54y ss.; ROMAGNOS1, Genesi, $ 1334; Ross1,
Tratado de derecho penal, 1, 1, 10; Von FeuErbBach, Lehrbuch des gemeinen in Deutsch-
land, $ 84 y 85, Por eso nos parecen muy dudosas las distinciones demasiado tajantes
de las doctrinas. Por ejemplo, para Novoa MonrEaL el dolo y la culpa no son elementos
de la acción, como para WELZEL, sino especies de culpabilidad (Curso de derecho penal
chúleno, núm. 296, p. 493), Para ETCHEBERRY no hay que confundir la culpabilidad con
el juicio de culpabilidad (Derecho penal, p. 256), pero —por ejemplo— BerrioL dice, con-
cretamente, que la culpabilidad es un juicio.
LA CULPABILIDAD Y SUS PRESUPUESTOS 489
la existencia de normas, ante las cuales los hechos resultan ser lícitos o
ilícitos. Psíquicamente, la referencia a un hecho externo es en sí misma
neutra al valor, y ciertamente la culpabilidad no está constituida por tal
referencia. La forma en que la subjetividad se refiere al mundo externo
es la misma cuando un cazador dispara contra el animal y cuando dispara
contra lo que cree ser un animal y resulta ser un hombre. El error no
modifica la naturaleza psíquica del acto, sino su naturaleza moral y jurídica.
Un pensamiento es un acto psíquico tanto si es verdadero como si es falso;
la verdad no es algo psíquico. Tampoco lo es la antijuridicidad, y por
eso la culpabilidad no puede ser explicada, sin referencia a una instancia
extrapsíquica. Solo frente a una instancia espiritual" puede existir cul-
pabilidad, pues únicamente cuando se presupone una regulación se puede
concebir una infracción, y el delito no es un hecho, sino una infracción,
una relación, según lo enseñó CARRARA.
La relación en que consiste la culpabilidad será, pues, en sí misma,
bipolar, por cuanto importará una referencia a la criminalidad del acto —es
decir, al hecho como ilícito—, para lo cual no basta con concebir al sujeto
como dotado de psiquismo; será necesario concebirlo como partícipe de
un orden jurídico, de cuyas valoraciones está penetrado, y como capaz
de adoptar frente a ellas una actitud libre de aceptación o de rechazo y
alzamiento.
El sujeto culpable debe ser, pues, una persona.
La manera de concebir la culpabilidad impone como previo a ella, por
lo tanto, el concepto de personalidad, y por eso la capacidad o imputabili-
dad del sujeto es el presupuesto subjetivo de la culpabilidad, así como la
ilicitud vendría a ser su presupuesto objetivo. Antes de entrar a examinar
las relaciones psíquicas concretas en que un individuo se encuentra en un
caso determinado, es necesario examinar si ese sujeto reúne cierto mínimo
de condiciones que el derecho en general exige como indispensable para
alcanzar personalidad jurídica, en el sentido de capacidad para cargar con
las consecuencias jurídicas de las acciones; es decir, para tener el deber
de soportar la sanción penal. Ese examen es previo e indispensable,
36 En realidad, suponemos una separación de planos ontológicos del tipo que ARis-
TÓTELES muestra en su antropología al distinguir el cuerpo, la psiquis, y el vodc —nous—,
triple potencia que caracteriza al hombre, a diferencia del animal, que no pasa del psi-
quismo (conf. De anima, L, 4086; II, 2, 413 b; 414 b; 111, 3-8). Véase la forma moderna
de esa estratificación bien fundada por ScHELER, El puesto del hombre en el cosmos, y
HARTMANN, Nueva ontología.
490 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
37 La tendencia doctrinal comienza con FRANK, Uber den Aufbau des Schuldbe-
griffs, de 1907, cuya construcción está muy estrechamente vinculada con preceptos del
derecho positivo alemán, según él mismo lo dice —-Das Strafeesetzbuch, p. 137—, como
lo destaca Maurach (Deutsches Strafrecht, $ 30, 1L, A, 2). Es muy importante también la
construcción normativista de GOLDSCHMIDT, La concepción normativa de la culpabilidad,
obra precedida por un largo ensayo de Núñez (“Bosquejo de la culpabilidad”), libro del
que da cuenta, críticamente, Terán Lomas (ver LL, 37-925 y ss.); MEzGER, Strafrecht, $
33; Von Liszt - Scamtor, Lehrbuch, $ 36. Entre nosotros, Frías CABALLERO, Notas sobre
la teoría normativa de la culpabilidad, LL, 65-845, y GOLDSTEIN, La culpabilidad nor-
mativa. En Italia, BerrioL, Diritto penale, p. 315 y siguientes. Una amplia exposición
de las distintas teorías en QuinTaNOo KiroLLÉs, Hacia una posible concepción unitaria
jurídico-penal de la culpabilidad, “Anuario de Derecho Penal”, XII, 1959, p. 485; Díaz
Patos, Culpabilidad jurídico-penal; SoLEr, Culpabilidad real y culpabilidad presunta,
“Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales”, 15, 1962, p. 477 y ss.; Bruno, Direito
penal, 1,2, p. 27 y siguientes. El célebre ensayo de FRANK puede verse en la traducción
de SoLER (Estructura del concepto de culpabilidad).
38 Frank introduce ese término en Uber den Aufbau des Schuldbegriffs y después
se generaliza, alcanzando muchos partidarios. Acerca de la transformación de ese con-
cepto en las distintas ediciones del tratado de Von Liszr, hasta el franco normativismo
introducido por ScHuror, cfr, el detenido estudio de Fincer, en “Der Gerichtssaal”, 100-
283 y siguientes. La definición de la culpabilidad como reprochabilidad es introducida
en la 25* edición (Von Liszt - ScumiDT, Lehrbuch, 3 36, p. 215).
LA CULPABILIDAD Y SUS PRESUPUESTOS 491
46 Terán Lomas, Derecho penal. Parte general, 1, p, 417 y ss.; ZAFFARONI, Tratado,
Parte general, UV, p, 14 y ss.; STRATENWERTH, Derecho penal, Parte general, p. 500 y ss,;
Jescneck, Lehrbuch des Strafrechts, 1, p. 577.
4 SoLEr, La raíz de la culpabilidad, p. 36.
LA CULPABILIDAD Y SUS PRESUPUESTOS 497
cito y que el sujeto que lo comete, partícipe de ese orden jurídico como
sujeto capaz, haya conocido en concreto el significado de su acción co-
mo negación —concreta, también— de ese valor. Frente al valor contenido
en el derecho, el individuo afirma un disvalor, en un acto de menosprecio,
referido al bien que sacrifica”.
Así como la antijuridicidad es el resultado de una valoración obje-
tiva concreta del hecho, la culpabilidad proviene de la comprobación de
la discordancia subjetiva entre la valoración debida y el disvalor creado
(conciencia de la criminalidad del acto)y?.
Debe evitarse en este punto el error en que incurriera VON Liszr de
considerar que el aspecto subjetivo de la culpabilidad, en el dolo, consiste
en que el delincuente, por su parte, haya “subsumido” el hecho al precepto
legal, pues, si así fuera —lo observó FRANK de manera certera—, “solamente
los juristas delinquirían”””.
En este punto nos parecen convenientes algunas consideraciones.
a) La antijuridicidad, según vimos, no importa una relación de con-
tradicción con respecto a la ley penal, sino al orden jurídico en general,
concebido como unidad. De ahí que la exigencia específica de una cul-
pabilidad subjetivamente referida a la figura delictiva sea un error. Ser
culpable no quiere decir ser consciente de que se viole determinado pre-
cepto penal. Basta con saber que se realiza una acción genéricamente
reprochable; basta —como dice VoN BELING— con “que el autor como lego
haya asociado el orden moral y de buenas costumbres con el orden jurí-
dico”"*, Todo ello por la sencilla razón de que el derecho penal importa
generalmente un mínimum —y solo un mínimum- de ética,
b) Por otra parte, al tratar del dolo veremos, además —con mayor
detención—, que para que él exista no se precisa la seguridad de que la
acción cometida es ilícita, y que quien en obra la duda lo hace dolosamente.
Pues bien, el principio vale para la culpabilidad en general; si alguien tiene
dudas acerca de la ilicitud de su hecho y a pesar de ello actúa, su obrar es
culpable y no de buena fe”. Esta solo existe cuando el sujeto obra en la
seguridad de no vulnerar el orden jurídico; ello es, en el caso de error, o
bien cuando, a pesar de saber, el sujeto no puede obrar de otro modo, sin
grave daño (coacción), situaciones ambas cuyos alcances y límites fijamos
en el capítulo correspondiente.
Entiéndase bien que aquí nos referimos a la duda que versa sobre
la licitud o ilicitud del acto y no a la duda que se tenga con respecto a la
posibilidad de que suceda un evento determinado, lo cual da origen a
la doctrina del dolo eventual, que en su lugar examinaremos. En un
caso se duda de que lo que se quiere sea delito y en el otro se duda de que
suceda lo que se prevé como posible.
Con respecto a la duda sobre la licitud, Von HtrPEL distingue diferen-
tes situaciones subjetivas: el obrar dolosamente antijurídico (culpabilidad);
el obrar inculpablemente antijurídico (exención de pena), y el obrar culpo-
samente antijurídico (culpabilidad dolosa), aunque admite una atenuación
de la pena”, En el último caso —entiéndase bien— no es que se trate de
un delito culposo, sino doloso, en el cual el sujeto tiene la voluntad de reali-
zarlo y duda que ello constituya o no un delito. En materia de culpabi-
lidad, la duda equivale a la ciencia”,
La duda acerca de la ilicitud de la acción carece de poder para trans-
formar un hecho de doloso en culposo. Así, en los ejemplos de BINDING
=si un maestro, a pesar de dudar si tiene o no derecho a ello, castiga un
niño; si un agente, dudando de si está o no autorizado a usar armas en
determinada situación, las usa— el resultado de las acciones ilícitas cometi-
das es imputable al mismo título que si se hubiesen realizado sabiendo su
ilicitud”. Es claro, en tales casos, que, subjetivamente, se da esa situación
de menosprecio en que se funda la culpabilidad, pues no existe de parte
55 El refrán que dice “en la duda, abstente” es el reflejo de ese principio en la sabi-
duría popular. Conf. con el texto, la opinión general.
56 Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 41, IV.
57 BinpixG, Die Normen, 1, 2, $ 115; Manzini, Trattato, L, p. 510.
58 BinpixG, Die Normen, II, 2 > repetidos por Von HirrEL, Manuale di diritto pe-
nale, $ 41, IV,
502 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
= » . .
9% WEISCHEDEL usa esta expresión en su tesis Versuch tiber das Wesen der Verant-
wortung, de 1932.
%% Este es uno de los más importantes aspectos de la obra de Carrara (ver SOLER,
“Prólogo”, en CARRARA, Programa de derecho criminal; conf. Von BeLING, Grundzatige des
Strafrechts, $ 12, 11, y Die Lehre vom Verbrechen, p. 184),
61 Véase, sobre esas cuestiones, SOLER, Derecho penal liberal, soviético y nacio-
nalosocialista, “Cursos y Conferencias”, » 1938, separata.
LA CULPABILIDAD Y SUS PRESUPUESTOS 503
exactitud— que, así como el ser empujado por fuerza irresistible no cons-
tituye una causa de justificación, la inimputabilidad no es una causa de
exculpación/”.
Pero existe otra consideración que tiene mayor importancia aún, por
sus consecuencias metódicas. Si dentro del concepto de culpabilidad se
colocan en identidad de rango —a pesar de su heterogeneidad evidente— la
imputabilidad, el dolo y la culpa, como lo hace la teoría normativa, resulta
que no se podrá señalar claramente la diferencia que media entre una causa
de exclusión de la imputabilidad y una causa de exclusión de la culpabilidad.
Una verdadera causa de inimputabilidad, como la locura, no tiene relación
con determinado hecho, sino que es siempre una situación del sujeto; habría
suprimido la responsabilidad tanto por el hecho concretamente cometido,
como por cualquier otro. Una causa de inculpabilidad, en cambio —como
el error—, importa siempre una relación entre el sujeto y determinado hecho
imputado. Ahora bien, en el análisis de esas situaciones subjetivas es evi-
dente que deben preceder las que se refieren en general al sujeto (locura,
minoridad); luego seguirán las que se refieren en concreto a la situación
del mismo sujeto (inconsciencia) y solo después corresponde examinar la
relación concreta al hecho. Véase el desorden lógico y la monstruosidad
jurídica que resultaría cuando, no observándose ese método, se entrase a
considerar si un loco ha actuado por error de hecho en la comisión de un
delito, y solo después se cayera en la cuenta de que el error proviene de
un trastorno general y permanente de su sensibilidad. Nadie se atrevería
a decir que quien es perseguido por alucinaciones y comete un homicidio
es irresponsable por error de hecho no imputable. — La falla de tal método
sería exactamente igual a la de analizar primero la culpabilidad y después
la ilicitud del hecho.
No se crea que destacamos esta prelación por un simple prurito de
establecer normas metódicas, sino porque de todo ello se desprende que
la imputabilidad es un presupuesto de la culpabilidad, que es lo que afir-
mamos, en contra de la doctrina para la cual es un elemento de ella.
La ilicitud del hecho y su atribución a un sujeto determinado han sido
ya objeto de estudio. Resta, pues, examinar las condiciones del sujeto
68 También analiza este aspecto VIDAL, Teoría clásica del dolo, “Doctrina Penal”,
n” 10, 1980, p. 265 y siguientes.
CarítuLO VIII
LA IMPUTABILIDAD
Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN
más radical oposición a una concepción del delito como producto de una
voluntad incondicionada y libre.
Sobre la base de esa construcción teórica —desde luego, bastante sim-
plista—, la escuela positiva italiana trazó un arbitrario esquema clasificatorio
de las teorías, llamando con el común denominador de escuela clásica a
todo el pensamiento anterior a las nuevas tesis deterministas, y con el de
escuela positiva al que se agrupa alrededor de las tesis de LOMBROSO y
de FERRI, principalmente!. Según ese esquema, las dos corrientes esta-
rían caracterizadas por los rasgos expuestos a continuación.
l Todas las restantes doctrinas que no encajaban en alguno de esos dos comparti-
mientos eran arrojadas, con evidente menosprecio, al purgatorio del eclecticismo, Conf.
las ironías de ALIMENA, Note filosofiche d'un criminalista, p. 9. Acerca de la falsedad de
esa clasificación y su procedencia positivista, conf. SoLER, La clasificación de escuelas,
“Revista del Centro Estudiantes de Derecho”, t. XVII, n* 80, 1947, p. 131. Sobre el tema
general, conf. Díaz PaLos, Teoría general de la imputabilidad.
2 En expresión de CARMIGNANI, “nullee igitur actiones quee moraliter imputabilis
non sint civiliter imputantur” (Turis eriminalis elementa, $ 49). CARRARa, Programma,
$ 1, nota 2, y $ 31; Rosst, Tratado de derecho penal, libro 2%, cap. X (“De la moralidad
del agente, o de la imputabilidad”); CHauvEaU - HéLIE, Théorie du Code Pénal, 1, p. 12,
520 y ss.; OrTOLAN, Éléments de droit pénal, núm. 232 y siguientes.
3 CARRaRa, Programma, $ 59 y 211.
4 CARRARa, Programma, $ 1, nota 2.
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 511
5 Es frecuente entre los positivistas oponer principios científicos alos dogmas meta-
físicos. No puede negarse que esa escuela ha contribuido al desarrollo de aspectos cien-
tíficos criminológicos, pero su mérito no proviene de que su primitiva tesis sea “científica”.
6 E positivismo afirma, por cierto, que su doctrina no presupone la necesaria acepta-
ción del concepto determinista metafísico, pero no se niega que, efectivamente, el sistema
comenzó así. La tesis de Ferri de 1878 versaba, precisamente, sobre ese punto (Teorica
del imputabilitá e la negazione del libero arbitrio).
lanos son los esfuerzos de GRISPIGNI por presentar un positivismo filosóficamente
adecentado (Le concezioni penalistiche di Antonio Rosmini e di Raffaele Garofalo, Rivi-
sta di Diritto Penitenziario”, 1940, p. 5 a37) y el mismo empeño lleva a LaPLaza a describir
un positivismo espiritualista, sin LomBroso y sin FErrI (Defensa del positivismo, “Anales de
la Sociedad Argentina de Criminología”, VI, 1940, p- 197). En ambos trabajos se trata
de exaltar la importancia de GARÓFALO.
512 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
un imperativo de cultura, que exige la vida social, en su finalidad cósmica” (2)... No parece
que GÓMEZ comparta esos puntos de vista, pues en su exposición se atiene a los criterios
positivistas ortodoxos (Tratado de derecho penal, L, p. 272 y siguientes).
1 GnuspIent, La responsabilitá giuridica dei cosiddetti non imputabili, “Scuola
Positiva”, 1920, p. 6; La sanzione criminale nel moderno diritto repressivo, “Scuola Po-
sitiva”, 1920, p. 390, y Corso di diritto penale, 1, p. 114 y 123.
12 KELSEN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, p. 301 y siguientes.
13 Así el Proyecto Ferri (art. 18), famoso porque fue el que determinó el más grave
disenso en el seno de la comisión redactora, pues algunos comisionados se negaron a
514 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Penal que tuvieron lugar en Buenos Aires con motivo del sesquicentenario del gobierno
propio (1960).
16 Así, ANCEL, “Responsabilité et défense sociale”, en AAVV., La responsabilité
pénale, p. 355, y La nueva defensa social.
518 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
15 HArTMaNn, Ethik, caps. LXXX, £, y LXXL Ya HecEL había dicho que la libertad
consiste en estar determinados por lo que nos es propio (Grundlinien der Philosophie des
Rechts, $ 4 y ss.), según lo sintetiza FreYER (Teoría de la época actual, p. 27).
19 Bacon, Novum organtm, First Book, $ 3.
2% Para un examen del concepto de responsabilidad en el sentido de la filosofía
existencial de HEIDEGGER, ver WEISCHEDEL, Versuch tiber das Wesen der Verantwortung,
donde se muestra muy bien la diferencia que media entre las distintas “instancias” de la
responsabilidad, incluso desde el punto de vista de la libertad.
21 En su polémica con GabELLI, dice Ferri —ingenuamente— que refutó todas las
razones favorables al libre arbitrio, anteriores y posteriores a 1878. Todas están previstas
y refutadas “ya en ocho largos capítulos”.
2 La independización del problema de la responsabilidad de la cuestión del libre
albedrío es, por lo demás, la opinión dominante (Von HierEL, Deutsches Strafrecht, 1,
281, quien antes se mostró determinista; Von BELING, Grundziige des Strafrechts, $ 13;
520 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Von Liszr - Scumipr, Lehrbuch, 3 36, V). Ver la posición metafísica ampliamente de-
fendida por CATHREIN, Principios fundamentales del derecho penal, cap. IL. CARRARA
defendió su criterio frente al determinismo en la prolusión al curso de 1882, donde dijo
que “el hombre es imputable porque es libre. La libertad puede ser más o menos espon-
tánea y desde este punto de vista, graduable” (“Libertá e spontaneitáa”, en Reminiscenze
di cattedra e foro, p. 517).
2 La volición, psicológicamente considerada, tampoco presupone la cuestión del
libre albedrío. Ver la definición de JunG, Ti pos psicológicos, p- 580.
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 521
24 Conf. BinpixG, Die Normen, UL, 1, p- 170; Von HirrEL, Manuale di diritto penale,
p. 204, y Deutsches Strafrecht, IL, 5 22, III; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 204,
25 Entendemos este mal como una retribución jurídica, que no requiere que la pena
sea materialmente un mal, un castigo, Sobre este punto, véase el trabajo positivista de
BELLONI, ll sistema penale moderno e letica, “Criminalia”, [, p. 19; en especial, p. 32, donde
dice: “La sanción penal, pues —y en la práctica tanto más en vista a la prevención general a
que debe tender— no puede representarse de otro modo que como condena individualiza-
da de una grave ilicitud y, como tal, como amenaza de ejecución de un mal, Mal en el or-
den jurídico”, Esta verdad no habría sido reconocida por un positivista del viejo estilo,
26 La cuestión referente a los destinatarios de la norma, agitada una vez más por la
teoría de BinbiNG (Die Normen, l, $ 2), parece pacíficamente resuelta en el sentido señala-
do (cfr. Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $2, V y VD). GRISPIGNI también resuelve
la cuestión en este sentido, pero es curioso verificar cómo —para refutar el argumento en
cuanto a sus consecuencias sobre la teoría de la imputabilidad— “comete la tentativa desis-
tida” de aplicar la doctrina opuesta, cuando dice que “en la teoría general del derecho se
va afirmando una tendencia por la cual los únicos y solos destinatarios de la norma jurídica
serían los órganos del Estado” (La responsabilitá giuridica dei cosiddetti non imputabili,
“Scuola Positiva”, 1920, p. 13), pero en la misma página escribe: “A mí me parece absurdo
afirmar que exista primero la orden a los jueces de castigar, y después, secundariamente,
a los ciudadanos de no cometer un delito” (nota 2). Esa manifestación la repite muy
posteriormente, cuando sostiene con toda firmeza- que el precepto primario de la norma
penal va dirigido a todos los individuos y que el precepto secundario se dirige a los que
están encargados de aplicar la ley (Corso di diritto penale, L. p. 300). Sobre el tema del
destinatario en las modernas teorías realistas, conf. SoLER, Las palabras de la ley.
27 Para KELSEN, el fin de la norma es influir la voluntad del hombre, determinarla
(Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, p. 14)... Claro está que la norma sigue valiendo,
aun cuando ese fin no sea logrado, pero para el citado autor la norma jurídica primaria
es la que contiene la amenaza, y es indudable que la norma secundaria (la que prescribe
522 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
una conducta) descansa en la hipótesis de que debe ser evitada la coacción, como muy
bien sintetiza RECASENS SICHES, Direcciones contemporáneos del pensamiento jurídico,
p. 145. El fin social de la ley es, pues, ser obedecida (ver KELsEN, La teoría pura del
derecho, p. 56 y 57).
25 Grispicn1, Corso di diritto penale, L, p. 301.
2% KeLsEN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, p. 14 y siguientes.
9% Guiseient, La responsabilitá giuridica dei cosiddetti non imputabili, “Scuola
Positiva”, 1920, p. 32.
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 523
Aunque en otro trabajo criticaba a los que tienen el falso concepto de que el loco
es únicamente el furioso, aquí comete el error inverso -de la misma naturaleza— de creer
que solo el loco delincuente es peligroso (ver, también, GrispPIGN1, La sanzione criminale
nel moderno diritto repressivo, “Scuola Positiva”, 1920, p. 433, donde —en nota- atenúa
sus afirmaciones con la distinción de que el alienado sea peligroso a sí mismo o a los
demás, caso este en el cual la actividad del Estado, al proceder al internamiento, es ya de
naturaleza jurisdiccional, pero no por esto adquiere el carácter de sanción).
524 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
36 “El estado patológico crónico o agudo que el médico compruebe tiene que haber,
en la realidad, privado al sujeto de la comprensión de la criminalidad del acto y de la
facultad de dirigir sus acciones. Por eso se le llama fórmula psiquiátrica-psicológica-ju-
rídica, pues se integra por el sistemático aporte de elementos de esas tres naturalezas
[...] y hay imputabilidad toda vez que no se encuentren presentes simultáneamente esos
tres elementos” (CApel Rosario, 23/11/1923, “Giménez”). Ver, también CCrimCorrCap,
“Ruffet”, GF, 1926-V-50.
37 Conf. Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 289; Maver, Der alleemeine Teil
des deutschen Strafrechts, p. 204. La doctrina alemana ha debido cambiar mucho como
consecuencia de la reforma de que fue objeto el texto del $ 51 en 1933, por la cual se adoptó
una fórmula notablemente parecida a la de nuestra ley: “No hay acción punible cuando el
autor al tiempo del hecho, por alteración de la conciencia, alteración morbosa de la actividad
espiritual o por debilidad espiritual es incapaz de comprender la ilicitud del hecho o de obrar
según esa comprensión” (ver SCHONKE - SCHRÓDER, Stra uesetzbuch, $ 51). Jorresponde
destacar el acierto del texto argentino.
526 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
38 CApel Rosario, abr. 1938, “Loyola”, JA, 37-882, sent. del doctor MARTÍNEZ.
Conf. Novoa MoNREaL, Curso de derecho penal chileno, p. 453.
39 Admiten la imputabilidad disminuida los Códigos Penales alemán ($ 51, RStGB;
$ 20, StGB), brasileño (art. 22, $ único), danés (art. 17), ecuatoriano (art. 35), finlandés
(art. 111, $ 4), islandés (art. 16), holandés (art. 37), húngaro (arts. 10 y 30), italiano (art.
89), griego (arts. 36, 37 y 38) y suizo (art. 11), y el Proyecto de 1960 (art. 25).
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 527
19 Von BeLING, Grundziige des Strafrechts, p. 40; Fiscer, Lehrbuch, 225; Von Hir-
PEL, Deutsches Strafrecht, UL, 296; Von Liszt- Scamtor, Lehrbuch, $ 37 IV, KónLer,
Deutsches Strafrecht, p. 239; Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts,
p. 215; MEzGER, Strafrecht, $ 37, UL. Véase sobre el tema la ilustrada monografía de De
QUEIROZ, Theoria da “actio libera in causa”.
4 Fiortan, Trattato. Parte generale, 1, p. 462 y, en especial, 463.
528 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
modo bastante radical- dos grupos de menores, a los que se les acordaba
una distinta consideración.
La ley 14.394, con las reformas introducidas por el decr. ley 5286/1957,
modificó considerablemente el sistema del Código. El art. 36 comenzaba
por fijar el límite mínimo de edad, estableciendo que no era punible el
menor de catorce años. Ese límite fue elevado a dieciséis años por la
ley 14.394, sin decirlo —sin embargo— de manera directa, pues la técnica
de esa ley, redactada con muchos circunloquios, consistía en destacar las
medidas que el Estado podía tomar con respecto al menor de dieciséis años
(el hecho debía ser comprobado y practicada una investigación acerca del
menor, de su medio ambiente, para decidir si aquel es dejado en su situa-
ción anterior, con o sin vigilancia, o si es internado en un establecimiento
especial o entregado al Consejo Nacional del Menor).
Del juego de esas disposiciones (arts. 1? y 29) resultaba que, por
debajo de los dieciséis años, la punibilidad también resultaba excluida
para la ley 14,394. Este enunciado tenía —con respecto a la inimputa-
bilidad del menor— un significado de presunción iuris et de iure”, con
la cual se descartaba cualquier investigación psicológica tendiente a de-
terminar el discernimiento real del menor, a los fines de considerarlo
imputable”.
Dados los términos expresos de la ley, la exclusión de responsabilidad
del menor debía entenderse del modo más absoluto, de manera que no
tenía que desarrollarse necesariamente un proceso para concluir en una
sentencia absolutoria”, Donde existía un tribunal de menores, las inves-
tigaciones necesarias para disponer o no la entrega a los padres tenían un
carácter igual al de los casos de abandono; donde no había esos tribunales,
el juez debía proceder como si fuera de menores, pues la ley lo obligaba a
pronunciarse con motivo del delito, aunque no por causa de él,
Después de ese período de inimputabilidad plena, en el cual “como
consecuencia— la imposición de una pena estaba descartada, sin perjui-
cio de que se dispusieran medidas tutelares, en el Código Penal seguía
otro período de imputabilidad relativa, para el cual se establecía un criterio
54 Conf. Garraun, Précis de droit eriminel, p- 191 y 192; Vox Liszt - Scumtor, Lehr-
buch, $38, B,L Las Núñez, Derecho penal argentino, IM, p, 32; FoNTÁN BALESTRA, Tratado.
Parte general, UI, p. 163 a 190.
55 Claro está que no impedía el estudio psíquico del menor, tan importante desde
otros puntos de vista, con el objeto de tomar a su respecto medidas tutelares.
56 Conf. Von LiszT - Scamior, Lehrbuch, $ 38, B,1, 1, a.
532 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
(t. IV, p. 47). Tal conclusión es deducida de ciertos pasajes de la Exposición de motivos
de Diputados (Código Penal de la Nación Argentina, p. 159 y 160).
$0 Resultan curiosas las reticencias de esta ley. Por ejemplo, cada vez que se debe
hacer referencia al hecho cometido por el menor, se apela púdicamente al cireunloquio
“incurriere en un hecho que la ley califica como delito”, como si el hecho dejara de ser tal
por haberlo cometido un menor. Estas cosas parecen derivar de cierto falso sentimen-
talismo que, en definitiva, resulta bastante superficial e incluso vano, ante un problema
social y humano extremadamente serio y aun grave.
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 535
De ahí la razón de que la ley no se atenga a un concepto médico puro (ver, también,
p. 458 y siguientes).
70 Bumke, Trattato di psichiatria, 1, p. 453 y 454. Véase también Mira Y LórEz,
Manual de psiquiatría, p. 37 y 47.
“1 Recuérdese el caso de “Ruffet”, de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional, en el cual el tribunal replica, con toda justeza, a los dictámenes periciales
(GF, 1926-V-50).
2. Aunque en el caso parece justa, una sentencia de la Corte Suprema de Tucumán
es inexacta cuando dice que la epilepsia “no excluye por sí misma la responsabilidad,
sino durante la crisis activa” (CS Tucumán, LL, 7-382; conf., también, LL, 4-396). Ello
importa poner a la ley en conflicto directo con la psiquiatría (cfr. LACcAssaGNE - MARTÍN,
Compendio de medicina legal, p. 390 y 432; Wewycanbr, Psiquiatría forense, p. 303).
“Los epilépticos -dice BLEULER— generalmente son psicópatas ya antes de que la enfer-
medad les haya impreso su sello especial. Un gran número de ellos, sobre todo de los que
enferman precozmente son enfermos cerebrales o imbéciles” (Tratado de psiquiatría,
p. 334). Claro que eso no es verdad para todos los epilépticos, pero no puede erigirse
en principio la tesis contraria.
3 Según el propio Lomsroso, el objeto del primer volumen de su obra era tentar
“la fusión del delincuente nato con el loco moral” (Luomo delinquente, UU, p. 1).
540 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
14 “<Carecen de la noción del bien y del mal, están faltos de todo sentimiento
altruista y sus actos están exclusivamente determinados por sus apetitos, por sus ten-
dencias de momento” (LACAssaGNE - Martín, Compendio de medicina legal, p. 455 y
ss., donde se hace una descripción, diríamos clásica, de este tipo tan discutido por la
psiquiatría).
15 Así se lo dijo en las causas de Carmen Guillot de Livingston y Cayetano Santos
Godino (ver GONZÁLEZ Roura, Derecho penal, 1, p. 26 y ss., con cita de la jurisprudencia
de GF, 54-283, y 59-528; ArGAñARÁs - Casas PERALTA, Jurisprudencia de la Suprema
Corte de Buenos Atres, IV, caso 25, voto del doctor DEmaría Massey). Toda esa doctri-
na proviene, en realidad, de la extensa exposición de HERRERa, en la cual —al proponer
una nueva fórmula de la inimputabilidad— dice expresamente que el loco moral es un
imputable (Código Penal de la Nación Argentina, p. 396 y siguientes). Ese pasaje fue
aceptado “en general” por la comisión de Diputados (p. 67), y entonces la doctrina de
HERRERA según la costumbre que ya hemos analizado y criticado— aparece en este punto
como un responso interpretativo irrecusable, sea cual fuere el texto de la ley.
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 541
5% Mezcer hace una amplia separación de aquellos hechos que no son expresión
de una personalidad y aquellos otros que corresponden a la personalidad del autor, pero
en la que ella es patológica (Strafrecht, $ 39, IL, 1).
$1 Carrara reconoce la fuerza excusante del trastorno mental transitorio (Program-
ma, $ 249).
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 543
“I) Nuestra ley penal no contempla la situación de los que sufren una
disminución en su capacidad, Siendo ello así, el imputable disminuido o
semiimputable es penalmente responsable mientras no se demuestre que
haya atravesado un verdadero estado de inconsciencia [...] II) La perso-
nalidad psicopática de rasgos histéricos y paranoicos no puede asimilarse
sin más a la insuficiencia o alteración morbosa de las facultades mentales.
Tales psicopatías o rasgos psicopáticos o personalidad psicopática no de-
finen, desde luego, una enfermedad mental, sino un tipo de personalidad
psíquica normal, un particular modo de ser y de actuar respecto de sí y de
la sociedad”**,
Una tercera posición —con matices discrepantes con los que acabamos
de exponer— encuentra sustento en el pronunciamiento de la Sala VII en
la causa “Rojas, Jorge O., s/hurto calificado”.
92 Conf. Bruno, Direito penal, UL, p. 151; Fontán BaALEsTRA, Tratado. Parte ge-
neral, 1, p. 3 y siguientes.
93 Sobre este aspecto del problema, véase SOLER, Anteproyecto de Código de Faltas
para la provincia de Santa Fe, “Revista de la Universidad de Córdoba”, 1935-6, separata,
p. 72; CUELLO CaLón, Penología, p. 326; PIACENTINL, La prevenzione e la repressione del
aleolismo nei paesi anglo-sassoni, “Scuola Positiva”, 1916, p. 1057, LoncHt, Per un codice
della prevenzione criminale, p. 71 y 220.
9 Marver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 220. También FLo-
RIAN se hace cargo de ello (Trattato. — Parte generale, L, p. 513).
95 Así, el Código italiano de 1930 decidió, en su art. 92, que la ebriedad no derivada
de caso fortuito o de fuerza mayor no excluye ni disminuye la imputabilidad.
550 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
9 CARRARA, Programa, $ 332 y ss.; conf. FONTÁN BALESTRA, Tratado. Parte ge-
neral, 1, p. 344.
% «El atentado a la autoridad requiere el dolo, y por lo tanto es irresponsable
el ebrio que lo comete en estado de inconsciencia” (CCrimCorrCap, 4/7/1924, “Fallos”,
1-194).
95 CCrimCorrCap, “Fallos”, 1-182, comentado por Ramos Mejía, Ebriedad volunta-
ria y completa y culpabilidad penal, JA, 1943-111-356; ST Corrientes, 15/11/1948, “Solís”;
CFed BBlanca, 24/6/1953, LL, 72-637, donde se mantiene su jurisprudencia —no obstante
la disidencia positivista del doctor BurGos— por el voto correcto del doctor FERNÁNDEZ
DEL CORRAL.
La Cámara en lo Criminal y Correccional mantuvo el criterio contrario (delito do-
loso) en numerosos fallos, conf. CÚNEO LiBARONa, Resumen sistemático de los fallos de
la Sala y Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional —-Paraná y Concepción
del Uruguay, respectivamente— sobre el estado de inconsciencia por ebriedad (art. 34,
inc, 1%, Cód. Penal), LL, 83-659. —Anotando una sentencia de la Cámara de Concep-
ción del Uruguay. En el sentido del texto, Terán Lomas, Embriaguez culpabilidad,
LL, 62-54; Núñez, Derecho penal argentino, UL, p. 40 y ss.; Vera Barros, Culpabilidad y
ebriedad; FONTÁN BaLEsSTRA, Tratado. Parte general, UL, p. 344; Ramos Mejía, Ebriedad
voluntaria y completa y culpabilidad penal, JA, 1943-111-356; CNEsp, 5/1/1957, LL, 90-
50. Es equivocada la sentencia de la Corte Suprema de Fallos, 217:1019. La Suprema
Corte bonaerense, también en contra, invocó —en voto del doctor ALEGRE— “la corriente
defensiva positivista que inspira a la ley penal” para aplicar la pena del delito doloso en
caso de ebriedad completa y voluntaria (ArcaÑaRÁs - Casas PERALTA, jurisprudencia de
la Suprema Corte de Buenos Aires, IV, caso 32).
LA IMPUTABILIDAD Y LAS CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 551
mM El Proyecto Coll - Gómez prevé la medida de seguridad para los casos de intoxi-
cación crónica, pero el mínimo de ella la constituye el máximo de la pena correspondiente
al delito cometido (art. 64), solución duramente criticada por FLorIaN, Trionfale marcia
del positivismo, “Scuola Positiva”, 1938-1-31. El Proyecto de 1960 regula especial mente
la cuestión de la ebriedad en el art. 26.
( ,
100 MEzGER, Strafrecht, p. 290.
1 Véase un estudio acerca del terror, el espanto y el miedo —y sus diferentes efec-
tos— en la sentencia dictada por SOLER en la causa “Salvador Pérez” (LL, 6-843). Conf.
KRETSCHMER - JaANKELÉvVITCH, Psychologie médicale, p. 208 y 232.
CarítULO IX
3 Así rechaza Núñez la solución de CARRARa al caso del expendedor de moneda (cfr.
“Della ignoranza come scusa”, en Opuscoli, VII, p. 385), porque no ve en el art. 282 del
Cód. Penal el lado psíquico del hecho, en ausencia de un elemento subjetivo expreso en
la figura (Los elementos subjetivos del tipo penal, p. 36). Lo mismo puede decirse del
disparo de armas, pues “contra una persona” quiere decir contra objetiva y subjetivamen-
te. Y así podría llevarse el análisis para demostrar que en toda figura hay algún hecho
psíquico, cuya existencia es previa al reproche de culpabilidad, porque es lo que lo funda.
% Esta tesis es sostenida por MrEzGER, Moderne Wege der Strafrechtsdogmatik,
p. 25.
556 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
dolo?, y que tradicionalmente se haya hablado de las figuras que los contie-
nen como casos de dolo específico?. Esta expresión es preferentemente
aplicada a los delitos ultraintencionales, en los cuales por lo general se
requiere un fin ulterior a la acción misma (p.ej., arts. 80, inc. 7, y 100, Cód. Pe-
nal). Esta última expresión, sin embargo, resulta equívoca y conduce a con-
clusiones carentes de rigor conceptual, como la de decir que en determinado
caso no existe delito “por falta del dolo específico requerido por la ley”, pues
lo que ocurre en tales supuestos es que falta un elemento constitutivo de la
figura, de carácter psíquico. Así, por ejemplo, el prevaricato del juez queda
excluido como atípico cuando existió error, sea de hecho o de derecho. Tal
cosa no podría ocurrir, si el pretendido “dolo específico” no fuese sino una
forma de dolo, dado que este —a su vez— solo es una forma de culpabilidad,
para cuya exclusión el error de derecho no es reconocido como válido.
La culpabilidad consistiría siempre en hacer libremente algo que se
sabe criminal; ese algo es un complejo de elementos al que llamamos figu-
ra delictiva, en cuyo centro hay una acción. No debe sorprender, pues,
que la intelección y la volición aparezcan en cada caso como perfiladas
o dibujadas por la fisonomía de cada figura, porque no se es culpable en
general o atípicamente, sino solo de manera típica (es decir, mediante un
tipo de acción determinado, con todos sus elementos).
Esta característica individualizante que la tipicidad imprime a todo
lo delictivo torna difícil, y aun acaso arriesgada, una teoría demasiado
ambiciosa y generalizada relativa a esta clase de elementos”. El examen
particularizado de cada figura resulta indispensable.
no, L, p. 318 y 319, que considera anormales los tipos que contienen está especie de
agregados.
Ñ Finz1 observa con ingen lo que estos delitos formarían una especie opuesta dl los
culpabilidad de ese sujeto, no solo partimos de que sabía, sino que también
decimos que debía saber. ¿Por qué? Porque la culpabilidad es una relación
que no solamente se integra con los datos que aporta el sujeto, sino también
con los deberes que la norma proyecta sobre el hecho. Es muy distinto
matar al padre sabiendo que lo era, que matarlo debiendo saber que lo era.
A nadie se puede condenar por parricidio porque debía saber que la víctima
era su padre. Para condenarlo por parricidio es necesario que haya habido
un dato presente en la conciencia del sujeto. En cambio, toda figura común
que no encierre elementos subjetivos del tipo, se puede hacer por dos vías:
primero, porque el sujeto sabía y quería; segundo, porque debía saber. Esta
última forma de imputación no altera la figura que permanece idéntica. Los
dos casos corresponden a la misma figura: uno con dolo, el otro con error”.
“Pongamos otro ejemplo. El que acabamos de tratar es un ejemplo
de elemento intelectivo de la figura, pero hemos dicho que hay elemen-
tos de carácter afectivo. Un sujeto da un beso a una niña. No podemos
decir, en absoluto, que este acto sea un delito hasta que no sepamos otra
cosa más. — Si se trata del padre de la niña, parecería que estaríamos en
amino de resolver negativamente la cuestión; pero pronto advertiremos
que podríamos equivocarnos, porque, a pesar de ser el padre si en el caso
se da otro dato que nos hace falta, el hecho también puede ser delito. Es
decir, nos está haciendo falta saber, en todo caso, si existe ánimo impúdico,
elemento estrictamente subjetivo que transforma esa cosa pura e inocente
y simple, en un posible delito, para el padre incluso. El extraño que no es
el padre, por el solo hecho del beso, no comete delito. Para que ese beso
se transforme en delito, es necesario que haya en el hecho un elemento
subjetivo, absolutamente necesario de carácter afectivo.
Hemos dicho que en la figura puede haber, también, elementos voliti-
vos. El ejemplo típico para esto me parece ser el prevaricato. Cada vez
que un juez dicta una sentencia equivocada, hay una parte indignada que
está dispuesta a acusarlo en juicio político. Si el prevaricato consistiera en
la disconformidad pura e inocente entre la sentencia de los jueces y la ley, no
habría ningún juez, especialmente de entre los de primera instancia, libre
de haber prevaricado. ¿Dónde está el delito de prevaricato? ¿Es, acaso,
algo que puede diagnosticarse sobre la base de balancear la ley con la sen-
tencia? ¿Buscaremos allí los elementos del prevaricato? Indudablemente,
no. Los elementos del prevaricato como figura delictiva, debemos bus-
carlos en la discrepancia existente entre el derecho conocido y el declarado
por el juez. Es decir, que esa discrepancia, y el prevaricato consecuente,
se realizan totalmente dentro de la conciencia del juez, y no consiste entre
lo declarado y lo preceptuado, sino entre lo declarado y lo sabido; sea, en
aquel momento absolutamente subjetivo e intransferible que se opera en la
conciencia de un mal juez, que sabiendo cual es la ley, la tuerce por bajas
pasiones, momento que no puede ser captado como objetivo en ningún caso.
560 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
135 Véase sobre este tema, en Europa, la completa monografía de PoLalno Nava-
RRETE, Los elementos subjetivos del injusto en el Código Penal español, y Derecho pe-
nal. Parte general, TL, 1, p. 428 y ss., 448 y ss. y 522 y ss.; igualmente, PoLaArlno ORTS,
en POLAINO NAvARRETE, El injusto típico en la teoría del delito, cap. VI; Cerezo Mir,
Derecho penal. Parte general, p. 427 y ss.; Romeo CasaBONa, Derecho penal. Parte
general, p. 120 y ss.; BacicLuro, Principios de derecho penal, p. 241 y ss; Mir Pura,
Derecho penal. Parte general, p. 263 y ss: Luzón Peña, Curso. Parte general, L,
p. 394 y ss.; QUINTERO OLIVARES, Curso de derecho penal, p. 254 y ss.; Muñoz Con-
DE - García ARÁN, Derecho penal. Parte general, p. 254 y ss.; RoxIN, Derecho penal.
Parte general, l, p. 311 y siguientes. En América Latina, RicH1, Derecho penal. Par-
te general, p, 225 y ss,; ZAFFARONI - ALAGIA - SLOKAR, Derecho penal, Parte general,
p. 517 y ss.; Bustos Ramírez, Manual de derecho penal, p. 314 y ss.; PoLirorF LirscHrrz,
Los elementos subjetivos del tipo legal, García Cavero, Derecho penal. Parte general,
p. 539 y siguientes.
“Conf. Bustos RAMÍREZ, Manual de derecho penal, p. 314.
LA CULPABILIDAD Y CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 561
hecho es típicamente ilícito y que quien lo cometió era imputable, debemos ver si, ade-
más, es culpable de haber obrado como obró, para lo cual veremos si procedió por error
o por coacción. Descartadas ambas causales de inculpabilidad, es seguro que el sujeto
es culpable, y solo falta saber el grado de esa culpabilidad (dolo-culpa). JIMÉNEZ DE Asta
también censuró el sistema de MEZGER de tratar el error junto con el dolo (Reflexiones
sobre el error de derecho en materia penal, p. 78 y siguientes).
21 FLorian, Trattato. Parte generale, 1, p. 504.
566 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
existen otras de muy leve entidad, para las cuales, precisamente, la distin-
ción romana tiene valor, y tal vez ahora más que nunca, dado el aumento
de regulaciones legales característico de la vida moderna, y el consiguiente
aumento de t ransgresiones, constitutivo de una especie de penalización
del derecho privado”.
Al respecto, FINGER expone con claridad la síntesis de los ataques a
la distinción entre error de hecho y de derecho.
40 Garvo, fr. 36, D. 41, 3; fr. 6, D. 50, 9, ete.; FerrIx1, en Pessixa (dir.), Enciclopedia
del diritto penale italiano, 1, p. 70 y ss; ALIMENa, Diritto penale, 1, 2, p. 12 y 13.
574 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
y, sin más aclaraciones, deja como implícito que acepta la distinción entre
error de hecho y de derecho, no obstante sus dificultades. Todo ello
hace aparecer como harto rebuscada la distinción entre derecho penal y
derecho extrapenal. Ahora la doctrina alemana emplea exclusivamente
las expresiones “error de tipo”, para referirse a los elementos de la figura,
y “error de prohibición”.
La solución de los casos excepcionales que se presenten puede, sin
embargo, buscarse por otras vías menos tortuosas. No debe olvidarse,
en efecto, que ordinariamente la ley, al describir una infracción, la integra
con una pluralidad de elementos, algunos de los cuales importan no solo
modificaciones del mundo exterior, sino referencias a la subjetividad del
autor del hecho, y que esos elementos producen “consecuencias diversas
según el conocimiento o la ignorancia del agente en el caso concreto”,
casos en los cuales la culpabilidad desaparece no ya porque se ignore
“una ley diversa de la ley penal, sino porque el hecho calificado como
delito, completo en su elemento material, carece del todo de su elemento
subjetivo”.
Con esta doctrina, CARRARA y MANZINI intentan salvar los principios de
justicia que pueden vulnerarse, afirmando escuetamente que la ignorancia
de derecho no excusa (error iuris nocet) y llaman la atención acerca de las
formas específicas de cada figura para resolver el problema, no como una
tesis general aplicable a todos los delitos, sino como una cuestión particu-
larmente referible a cada tipo penal en concreto*.
Es de notar que la doctrina finalista determina en este punto con-
secuencias dignas de especial consideración porque, al colocar al dolo
dentro de la acción típica*”, le acuerda en todos los casos el mismo juego
y la misma función que le reconocemos solo a los elementos subjetivos
del tipo. Desaparece, así, la distinción que media entre las figuras que
contienen un elemento subjetivo en el tipo y las otras, porque el “dolo”
del que hablan los finalistas es algo tan psíquico como cualquier móvil o
fin especialmente requerido por determinada figura.
Nos ha parecido siempre dudoso el empeño por separar demasiado
radicalmente dos clases de figuras, según contengan o no un elemento
47 ManzinL Trattato, 1,5 297. Conf. CApel Rosario, 13/2/1942, LL, 26-244; íd.,
6/7/1934, “P. Martínez s/falso testimonio”.
18 Carrara, Opuscoli, VII, p, 391; MAnzint, Trattato, IL, $ 297,
1% Así, Maurach, Deutsches Strafrecht, $ 22; WeLzeL, Das Deutsche Strafrecht,
$ 13.
LA CULPABILIDAD Y CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 577
5% Lance y Were dividen los tipos en causales y males (conf. la nota de CórDO-
Ba Roba en MAurach, Tratado de derecho penal, L, p. 302). Traza la diferencia, muy
firmemente, Núñez, Los elementos subjetivos del ti po penal, $ VL Una figura puede
contener un elemento subjetivo, sin que sea admisible el error de derecho (p.ej. el art.
135, Cód. Penal, requiere conocimiento positivo del impedimento para casarse, pero no
podrá alegarse que se ignoraba la prohibición de casarse dos veces).
51 Von BELING, Grundziige des Strafrechts, y Die Lehre vom Tatbestand. Conf.
infra, $ 44.
2 La creencia de tratarse de una res nullius, para el hurto (CFed Córdoba, 3/8/1959,
JA, 1959-VI-124), o sobre la aparente edad y honestidad, en el estupro (CCrimCorrCap,
“Fallos”, VIL-31, y SC Tucumán, 15/4/1944, LL, 35-397) y en la corrupción (CCrimCorr
Cap, “Fallos”, V-189 —conf. UrE, Los delitos de violación y estupro, p. 718). Otros ejem-
plos en Núñez, Derecho penal argentino, UL, p. 112 y 113.
578 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
53 Conf. Maver, Der allsemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 317, FincER,
Lehrbuch, p. 251; KóonLer, Deutsches Strafrecht, p. 290; Bruno, Direito penal, L, 2,
p. 120; BerrioL, Diritto penale, p. 421.
LA CULPABILIDAD Y CAUSAS QUE LA EXCLUYEN 5719
No hay razón plausible para distinguir estos dos casos y ambos deben
ser sometidos al mismo régimen; constituyen un solo delito doloso.
Las hipótesis puestas suponen casos en los cuales la equivalencia de
los objetos lesionados era efectiva. Cuando ello no es así, la situación debe
distinguirse. Es posible, por ejemplo, que —por matarse a un enemigo— se
mate, por error, a un pariente, realizándose con ello una figura delictiva
diferente y dependiente del mismo delito-tipo (se mata al padre por matar
a otro cualquiera). En tal caso, siempre que pueda juzgarse decisivo el
error, es manifiesto que el hecho no puede ser calificado de parricidio,
pues el error impide que la figura se realice con la plena concurrencia de
sus elementos subjetivos, según lo veremos al analizar los elementos del
dolo y, en particular, las características de esa figura.
$ 41. CoAccióN
50 Conf. Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 312 y ss.; Von
Liszr - Scumior, Lehrbuch, $28, 1, 1 y $ 42, IV,2: Von HirrEL, Manuale di diritto penale,
$ 28, 111, 2, y $34, II, 1; MEzcEr, Strafrecht, $ 14, nota 7 y $ 48, IL, 1.
584 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
6% Conf. Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 313, nota 1; la
amenaza debe provenir de un hombre (Frank, Das Strafeesetzbuch, $ 52, 1), o de una
o de varias personas (SCHONKE, Strafeesetzbuch, $ 52, 1). Esa es la diferencia esencial
con el estado de necesidad.
66 En su polémica con NúÑEz, Frías CABALLERO prescinde del aspecto de validez
de la voluntad (Notas sobre la teoría normativa, LL, 65-855).
586 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
FORMAS DE LA CULPABILIDAD
$ 42. DoLo
| Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 257, BinbinG, Die Nor-
men, 1, 1, p. 333 y siguientes. Algunos alemanes hablan de un concepto natural de
dolo. Sobre ello, conf. SoLEr, Culpabilidad real y culpabilidad presunta, “Amuario
de Derecho Penal y Ciencias Penales”, t. 15, 1962, p. 477. Conf. PECORARO-ALBANI, 1
dolo, p. 6 y 37, PerrocELLt, La colpevolezza, p. 88.
2 En alemán, las palabras Vorsatz y vorsátzlich pueden usarse con sentido para
referirse a hechos de la vida cotidiana, pero ello no tiene nada que ver con el valor ju-
rídico y técnico de los términos (véase Vox LiszrT - ScamiDT, Lelirbuch, $ 39, D).. Esa
expresión es exactamente equivalente a “intención”. En la teoría alemana esto ha hecho
posible que se hable de un “concepto natural del dolo” o de “dolo natural”, expresiones
típicas de la sistemática de WELzEL, Das Deutsche Strafrecht, $ 13. En contra de esas
590 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
* Bien o mal, la intenta el Proyecto Coll - Gómez, que define como doloso al delito
“cuando el resultado de la acción u omisión que lo constituye responde a la intención que
se tuvo al ejecutarlo” (art. 4%). Ya veremos luego el valor de esta definición. A su turno,
el Proyecto Peco dice: “El delito es doloso, cuando el autor ejecuta un acto típicamente
antijurídico, con conciencia, voluntad y representación del resultado, que se quiere o ra-
tifica” (art. 7%. No juzgamos feliz esta fórmula manifiestamente superabundante. No
vemos qué ratificación cabe de un resultado que se causa conscientemente, después de
representado y además queriéndolo. El Proyecto de 1960 lo define cuando dice que
“obra con dolo el que quiso de modo directo el hecho ilícito y también aquel que asintió
a su producción eventual por no desistir de su acción” (art. 19).
592 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Para las fuentes romanas, véase CARRARa, “Dolo”, en Opuscoli, L, p. 313; FERRIMI,
en PEssINa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, L, p. 38 y ss.; ALIMENA, Diritto
penale, l, p. 364,
% Carrara, “Dolo”, en Opuscoli, I, p. 309
y ss., y Programma, $ 69 y siguientes.
7 Vox HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 39, y Deutsches Strafrecht, 1, 306; Von
BELING parte también de la voluntad (Grundztige des Strafrechts, $ 25), si bien su teoría
tiene aspectos interesantísimos, que luego estudiaremos; conf., también, Binbixc, Die
Normen, 2, $ 112 y siguientes.
3 Conf. Von HierEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 306.
% “Desde el punto de vista psicológico es evidente que aquello que, en general, no
es representado, tampoco es querido” (KELsEN, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre,
p- 115).
10 CaRRaRa, Programma, $ 70 y 1311, nota 1 in fin e, a propósito de la riña.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 593
15 El Proyecto Coll - Gómez, que adopta una definición finalista, tiene que resolver
el caso en un artículo aparte y así lo hace en el art, 6”,
1% Von BELING, Grundziige des Strafrechts, p. 50.
20 Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 258,
21 Von BELING, Gru ndziige des Strafrechts, p. 50.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 597
pero de esa doctrina derivan nociones tan transparentes como la del art. 14,
$ 1%, del Código polaco (“Existe infracción intencional no solamente cuan-
do el autor quiere cometerla, sino cuando prevé la posibilidad del efecto
delictivo o del carácter delictivo de la acción, y consiente en realizarla”).
En esa orientación, el Proyecto de 1960 formuló la siguiente defi-
nición: “Obra con dolo el que quiso de modo directo el hecho ilícito y
también aquel que asintió a su producción eventual por no desistir de su
acción” (art. 19).
Aun aquellos que se mantienen dentro de un concepto voluntarista
con bastante pureza, como VoN HIPPEL, no dejan por ello de incluir dentro
del concepto del dolo al dolo eventual, que con una fórmula puramente
intencional parece excluido. Puede decirse -como aquel lo hace— que
dolo es “querer el evento”, pero a condición de que enseguida aclaremos
en qué casos diremos que el evento es querido”?, pues la contestación a
esta última pregunta es la que nos mostrará que llamamos querido no solo
a lo directamente deseado, sino a lo representado como posible, siempre
que esa representación no sea causa de abstenernos de obrar””, La re-
presentación pura no constituye dolo, pero la intención, como voluntad del
evento, no es el límite mínimo, el umbral del dolo, sino su grado máximo.
2 Von HrrrEL, en efecto, dice claramente: “El problema del dolo es este: ¿cuándo
es querido el evento representado? (Deutsches Strafrecht, 1, p. 308).
23 Esa diferencia entre lo que psicológicamente es querido y lo que desde el punto
de vista jurídico se tiene por tal no escapa a un fino psicólogo analista como PFÁNDER,
Fenomenología de la voluntad, p. 58, en nota,
24 El Proyecto Tejedor, después de definir el dolo directo (Tít. 1, art. 3”), decía:
“Cuando una persona sea convicta de haber cometido con intención un acto, que según
las nociones de la experiencia general acostumbra producir inmediata y necesariamente
un resultado criminal determinado, se tendrá como cierto que este resultado entró en
las previsiones del culpable a no ser que justifique lo contrario con pruebas manifiestas”
(art. 9%), Corresponde textualmente el art. 7? del Cód. Penal de 1887, Claro está que
aquí se trata del dolo indirecto y que su noción debe rechazarse, lo mismo que la manera
de definirlo.
598 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
gos como en los proyectos de 1890 (art. 58) y 1906 (art. 40), solo bajo la
forma de presunción. — Ello hizo que, al revisarse los antecedentes, en el
Proyecto de 1917 se suprimiese toda mención del problema, porque en su
Exposición de motivos se confunde la imputabilidad con la culpabilidad y
ambas cuestiones se complican aun más con las referencias al libre albedrío,
de modo que la presunción del Proyecto de 1906 es entendida como si lo
que se presumiera fuese la libertad de la voluntad. Se suprime, pues,
toda definición, afirmando que la ley penal crea los delitos con figuras
específicas para cada caso, y que las penas de estas se aplican siempre que
el sujeto no quede amparado por una eximente.
Debemos reconocer que esa confusión entre la imputabilidad y la
culpabilidad, por una parte, y entre el concepto de dolo y la vieja cuestión
de la presunción del dolo, por la otra que llevó a suprimir toda definición
genérica de las formas de culpabilidad, distinguiendo el dolo de la culpa—,
ha traído en nuestro Código una gran omisión y obliga a construir una
vasta sistemática para resolver el problema.
25 Nadie lo había intentado antes de nosotros, pero carece de toda utilidad la dis-
cusión sobre este punto, La cita de Ramos como origen de esta doctrina (Los delitos
contra el honor, p. 111) es una verdadera trouvaille “poco afortunada— de JIMÉNEZ DE AsÚa,
Tratado de derecho penal, V, p. 374. Fontán BaALESTRA reconoce nuestra precedencia
(Tratado. — Parte general, ', 39, 10, 1, p. 254).
26 El texto del inciso fue tomado del Código ruso de 1903 ($ 39) por la Comisión
Especial de Legislación Penal y Carcelaria, modificado luego por la Comisión del Senado,
que cambió la frase “naturaleza y sentido de lo que hacía” por “la criminalidad del acto”
(conf. MorENo, El Código Penal y sus antecedentes, 1, p. 240, Ramos, Concordancias
del Proyecto de Código Penal de 1917, p. 198). La fórmula fue propugnada con éxito
por HERRERA, La reforma penal, núm. 246, y es una de las más afortunadas del Código
Penal. Con posterioridad, en 1933, en Alemania se introdujo una expresión semejante
para definir la imputabilidad ($ 51) y los proyectos posteriores del Código Penal la han
seguido manteniendo con ligeras variantes (véase, por ejemplo, el Proyecto de 1960),
27 Al hacer el examen crítico de la primera edición de esta obra, MoLINARIO observó
que nos equivocábamos al destacar la disyunción que media entre las dos cláusulas del
art. 34, inc. 1 (comprender la criminalidad del acto “o” dirigir sus acciones) para deducir
nuestro concepto de dolo sobre la base de “haber comprendido o haber dirigido”. Pues
“al convertir esa expresión para obtener la noción del dolo [...] la conjunción disyuntiva “o”
debe convertirse en la conjunción copulativa “y. En efecto —agrega— si basta, para la no
punibilidad de un acto con que falte cualquiera de esas dos condiciones, la comprensión
de la criminalidad del acto o la dirigibilidad de la acción, no quiere decir que para que
600 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
pueda penarse ese mismo acto, es necesario que las dos condiciones estén reunidas” (ver
“Revista del Colegio de Abogados”, 1942, p. 745). Este argumento fue defectuosamente
contestado por nosotros, y el defecto de nuestros argumentos ha sido señalado por JIMÉNEZ
DE Asúa, Tratado de derecho penal, V, núm. 1554; Fontán BALESTRA, Derecho penal, L
p- 355, y Núsez, Derecho penal argentino, IL, p. 48.
26 En su argumentación MOLINARIO incurre en un error que nosotros no señalamos
Tratado de derecho penal, V, núm. 1554; FonTÁN BALESTRA, Derecho penal, L, p. 355).
NÚÑEZ —que seguía nuestro criterio en La culpabilidad— se declara convencido de los argu-
mentos de los anteriores (Derecho penal argentino, 1, p. 48 y ss.), pero tampoco se preocu-
pa por la fundamentación dogmática del dolo eventual e invoca “la legislación, teoría y
jurisprudencia universales” (p- 538). Para un dogmático, con ser mucho, no basta. Nose
ve claramente cuál es la fundamentación de FonTÁN BALESTRA, Derecho penal, 11, 39, 10,
p.257. Véase, en cambio, la correcta presentación del problema dogmático frente al de-
recho español de CórboBa Roba en Mauracn, Tratado de derecho penal, L, p. 319, nota 34.
31 Conf. UrE, Temas y casos de derecho penal, p. 81.
602 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
2 La definición adoptada por el Proyecto de 1960 es esta: “Obra con dolo el que
quiso de modo directo el hecho ilícito y también aquel que asintió a su producción eventual
por no desistir de su acción” (art, 19).
33 FLorian, Trattato. Parte generale, 1, p. 458; BerrioL, Diritto penale, p. 381 y
382. Noes esta la única deficiencia del artículo italiano; sin embargo, parece haber sido
el modelo del Proyecto argentino de 1937.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 603
parecería que falta la definición del dolo para los delitos de pura acción,
deficiencia ya señalada antes por VON BELING con relación a las definiciones
que se formulan pensando solo en el elemento objetivo externo”.
El concepto extraído del art. 34, inc. 1, es adecuado para comprender
dentro de la idea del dolo aquellos delitos formales de pura acción, para
los cuales bastará con que el autor tenga conciencia de la criminalidad de
su acto y no será necesario, o —mejor dicho— será superfluo, que además
tenga la intención de causar determinado efecto objetivo, al cual la ley no
le acuerda relevancia alguna.
36 Conf. Von BELING, Grundztige des Strafrechts, p. 48; BinbiNG, Die Nor-
men, TI, $ S4; KónLer, Deutsches Strafrecht, p. 270; Vox Liszr - Scumtor, Lehrbuch,
$ 40, IL, 3; MuzGER, Strafrecht, p. 330,
37 KouLer, Deutsches Strafrecht, p. 270; Von Liszt - Samir, Lehrbuch, p. 254.
35 Von Liszr - Scumipr, Lehrbuch, $ 39, ll, 1. Véase cuanto decimos en $ 40, VI,
acerca del error esencial.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 605
animal o una cosa, por error de hecho, no habrá homicidio doloso, aunque
eventualmente subsista la forma culposa del delito, según lo hemos dicho al
tratar de los efectos del error. Si un extranjero desconocedor del idioma
le dice a otro una palabra injuriosa, creyéndola un elogio, no habrá injuria,
porque para él -por error de hecho- la palabra empleada no es injuriosa?”.
le suele exigir al injuriado la prueba del animus iniuriandi del injuriador. Solo una la-
mentable equivocación de conceptos pudo haber conducido a esa solución, que hace de
la injuria un delito de prueba imposible, dado que parece exigir la prueba de ese elemen-
to intencional íntimo e indemostrable.
1% Vox BeLinG, Die Lehre vom Tatbestand, p. 10, y Esquema de derecho penal,
p. 14 y ss.; MEzcER, Strafrecht, p. 190. Fracoso explica los elementos normativos con
detención (Conduta puntvel, p. 138 y siguientes).
11 Von BeELiNG, Die Lehre vom Tatbestand, p. 10.
606 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
debe conocer los hechos en que esos elementos se traducen. Debe saber
que lo que destruye es un documento posible; que lo que se lleva es una
cosa mueble que puede ser ajena.
De modo que, a los fines del error destructivo del dolo, aquí funcionan
los mismos principios que hemos enunciado oportunamente, y en especial
será de gran importancia distinguir el error acerca de la prohibición, del
error sobre elementos del tipo.
Si destruyo un documento en la convicción (errada) de que ese papel
no constit uye lo que jurídicamente se tiene por tal, cometo un error que
tiene por efecto que en el momento del hecho no tenga conciencia de
la criminalidad del acto; es decir que el dolo está excluido porque está
excluida la base subjetiva de la culpabilidad requerida por esa particular
figura.
Pero aquí será de estricta aplicación el principio de Vox HiPPEL a
que antes nos hemos referido, según el cual la duda acerca de la licitud
deja subsistente el dolo. Es la certeza errada lo que borra la concien-
cia de la criminalidad del acto y no la incertidumbre acerca del significado
o del alcance del elemento normativo*?
Los elementos subjetivos del tipo no se identifican —según sabemos—
con la culpabilidad, pero no pueden ser separados de ella, como lo es un
elemento cualquiera de la figura, de los que deben ser alcanzados por el
dolo del autor. Con esa construcción habría que decir que, para imputar
parricidio, sería necesario —por ejemplo— que el sujeto sepa que dispara
contra un hombre, que sepa que lo puede matar y que sepa que sabe que
ese hombre es su padre.
La identificación de los elementos subjetivos del tipo como bases
psíquicas de la culpabilidad simplifica la cuestión. Esos elementos no
tienen que ser abarcados por el dolo. Son figuras del dolo mismo; bases
sobre las que este se asienta, formas que asume la subjetividad culpable,
según sea la figura, y cuyo efecto ordinario —conforme lo señala muy bien
Von HirrEL*- consiste en excluir ciertas formas de imputación, ya sea a
título de dolo eventual (posible en las figuras comunes), ya sea a título de
dolo general, ya sea a título de culpa, que es la responsabilidad remanente
y específica de muchos delitos dolosos, cuando media error imperfecto.
Así, para que exista delito de homicidio doloso debo saber que aquello
contra lo que dirijo mi acción es un hombre (art. 79); para que exista estafa,
que lo que hago es una maniobra que para alguien puede ser engañosa
(art. 172); en la violación de domicilio, que el lugar donde entro es una
morada ajena (art. 150).
Es preciso proceder cuidadosamente en el análisis de estos elementos,
y no incluir dentro de la esfera subjetiva aquellos hechos que constituyen
meras circunstancias o ejemplificaciones de la figura delictiva (ver supra,
$ 21, IX); justamente la característica de los verdaderos elementos constitu-
tivos de un tipo penal —enseña Von BELING*- es la de servir de elemento
rector tanto para la fase objetiva como para la subjetiva del delito. Siendo
así, no es necesario el conocimiento de circunstancias que no correspondan
a la figura, aun cuando sean influyentes sobre la penalidad, como ser la
imputabilidad; el que obrase creyéndose inimputable, sin serlo, no por eso
dejaría de estar sometido a la sanción penal por el hecho cometido a título
de dolo**, porque la imputabilidad es una condición para la aplicación de la
pena pero no es un elemento que influya sobre la “criminalidad” del acto,
no es un elemento constitutivo de la figura y ni siquiera es un hecho externo.
Es indiferente que se conozca o no la individualidad de la cosa lesio-
nada, siempre que esa individualización no sea tomada en cuenta expre-
samente por la figura delictiva. No es necesario que sea Cayo, a quien
quiero matar, la persona que efectivamente mate (error in persona); basta
con que sea un hombre. Nada más exige la ley para que el hecho sea
homicidio. Lo mismo sucede si, queriéndose matar al padre, se mata
a la madre, porque la calidad extraordinaria que ambos revisten es igual
ante el término “ascendientes” que la ley contiene; pero no es así cuando la
calidad de “ascendiente” no era conocida, o cuando tomé por ascendiente
a quien no lo era.
Entiéndase que aquí hablamos de conocimiento de las circunstancias
de hecho presentes. Es un contrasentido hablar de que el sujeto quiera
“las propiedades del objeto de la acción ya existentes” —según lo hace
MEZGER en contra de Von Liszr y SchmIDT*-, pues en la volición lo
presente tan solo es representado, mientras que lo querido es algo que se
un caso donde el sujeto disparó varios tiros contra la mujer que llevaba un niño en brazos;
para el tribunal, parece computable solo un querer —el de matar a la madre—, no obstante
la evidente necesidad (desagradable) de matar al niño (cfr. CCrimCorrCap, JA, 66-276).
53 Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, TL, 310, nota 2.
5 Véase CCrimCorrCap, 30/4/1940, “Peralta”, LL, 22-163, con acertada disidencia
del doctor MEDINA y nota de JIMÉNEZ DE AsÚa, El delito preterintencional. — Igual error
en CCrimCorrCap, “Fallos”, 1-480.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 611
55 Sobre dolus generalis, véase BINDING, Die Normen, II, p. 792, 838, 842 y 851,
donde se encuentra una larga exposición del caso “Thomas”, respecto de un individuo
que armó una bomba en un barril que debía explotar entre Southampton y Nueva York,
hundiendo el barco, para así cobrar el seguro, y que explotó en Bremen, matando a más
de ochenta personas; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 302, nota 6, y 337, Von
BLING, Grundziige des Strafrechts, p. 51, y Esquema de derecho penal, p. 91; MEzGER,
Strafrecht, p. 314; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 330. Novoa
MONREAL prefiere hablar de “dolo de consecuencias seguras” (Curso de derecho penal
chileno, 1, p. 519).
612 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5 Así, MEzGER, Strafrecht, p. 314; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 330; FincEr, Lehrbuch, p. 263,
9 Así, Von BELING, Grundziige des Strafrechts, p. 51; Von HtrrEL, Deutsches
Strafrecht, p. 337; Von Liszt - Scumror, Lehrbuch, p. 252; WeLzEL, Das Deutsche Straf-
recht, $ 13, 3.
55 Véase CSJN, 5/7/1940, “Fuentes”, LL, 19-177, conforme con el fallo correcto de
la Cámara Federal de Bahía Blanca, pero el máximo tribunal se pierde en consideraciones
sobre preterintencionalidad que no son pertinentes.
% Sobre este tema, Finz1, II delitto preterintenzionale; problema del rapporto di
causalitá con riguardo al delitto preterintenzionale, “Rivista Penale”, XCV-101, Previsione
senza volizione nel diritto penale, “Scuola Positiva”, 1922, p. 163, y Preterintenzionalita,
“Rivista Penale”, CVI-171, Novoa MONREAL, Curso de derecho penal chileno, 1, p. 552
y siguientes.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 613
60 No deben confundirse estos ejemplos con las disposiciones que solo contienen
una condición objetiva de punibilidad para que la instigación sea punible, como la reali-
zación del suicidio o de su tentativa (art. 83).
Sl La investigación de este problema es uno de los principales objetos de Von
BeLinG, Die Lehre vom Tatbestand. Sobre las distintas designaciones (principale
delictum, primum delictum, minus delictum), véanse las eruditísimas informaciones de
Finz1, ll delitto preterintenzionale, p. 10y 85, quien emplea preferentemente la expresión
delito-base.
Gl4 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
9 Conf. CCrimCorrCap, “Fallos”, 1-479, voto del doctor Ramos MEjía; CApel
Rosario, abr, 1934, “Salinas”.
69 CCrimCorrCap, 31/7/1923, “Fallos”, 1-480, y GF, XLVIIT-225, - Igual es el error
de CCrimCorrCap, 30/4/1940, “Peralta”, LL, 22-163, con la disidencia correcta del doe-
tor MEDINA.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 617
71 MeEzcER dice que es solo en este punto donde corresponde exponerlas (Strafrecht,
$ 45). Asílo hace Novoa MONREAL, Curso de derecho penal chileno, 1, p. 521.
2 Así resuelven el problema —distinguiendo entre lo necesario, lo probable y lo
posible— ZiTELMANN, Lucas, LOFFLER, HAGEN, KOHLER y SAUER (Von HiPrEL, Deutsches
Strafrecht, ML, 320, nota 1). A pesar de no poder llamárselo partidario de la representa-
ción, es muy semejante la solución de ALIMENa, Diritto penale, I, p. 366 y 381. Esta es,
justamente, la manera en que Fixz1 plantea la cuestión (Previsione senza volizione nel
diritto penale, “Scuola Positiva”, 1922, p. 163, y El resultado no directamente querido,
“Revista de Derecho Penal”, n* 4, 1945, p. 237).
13 Por eso llamábamos “poco feliz” a la fórmula de PEco, que exige “conciencia,
voluntad y representación del resultado”, aunque después agrega —refiriéndose a este últi-
mo- “que se quiere o ratifica” (art. 77),
1 Von HippEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 320, y antes en un trabajo especialmente
dedicado a ello.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 619
84 Conf. Von HirrEL, que le acuerda al egoísmo un valor límite para el dolo, en
oposición a la ligereza que caracteriza a la culpa (Deutsches Strafrecht, 1, p. 317).
622 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
85 Conf., también, el Codex iuris canonici, canon 2200, $ 2 (“Posita externa legis
violatione, dolus in foro externo presumitur donec contrarium probetur”).
El propio Von FeuERBACH abandonó la doctrina de la presunción de dolo, sos-
tenida en las primeras ediciones de su obra (Lehrbuch des gemeinen in Deutschland,
$ 87, nota 1).
86 FLortan, Delle prove penali, , p. 48, y Trattato. Parte generale, 1, p. 470; conf.
MANZINL, Trattato, L, p. 513; Novoa MoNREaL, Curso de derecho penal chileno, L, p. 525.
8 “Toda acción criminal se presume legalmente cometida con voluntad criminal,
a no ser que resulte lo contrario de las circunstancias particulares de la causa” (Proyecto
Tejedor, art. 8%, inc. 1, ID. Sin embargo, el mismo Proyecto, en el art. 9? de ese capítulo,
ya crea una presunción que invierte el onus proba ndi.
38 Sobre esas disposiciones, véase la Exposición de motivos del Proyecto de 1906
(Código Penal de la Nación Argentina, p. 138 y ss.), donde se incurre en una grave con-
fusión entre este problema y el de la imputabilidad y el libre albedrío, Véase también
el Proyecto de 1891 (p. 42, 43 y 117). Tenemos a estas páginas por verdaderos borrones
en materia de literatura jurídica, expresivas de esa irreflexiva superficialidad que tanto
mal le hace en la severa técnica de los conceptos jurídicos. Allí está confundido todo:
imputabilidad, libre albedrío, dolo, culpa, móvil, presunción, situación, inducción y jus-
tificación. Sin embargo, ese pasaje merece el honor de ser reproducido in extenso por
la Exposición de motivos de 1906 (RivaroLa, Derecho penal argentino, p. 243; HERRERA,
La reforma penal, p. 340),
$% El enorme desarrollo de los delitos por culpa haría injusta la presunción de vo-
luntariedad a la que va a parar MANzINt (Trattato, L, p. 484), si se la entendiera como
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 623
voluntad del efecto. En este pasaje el autor se refiere a la voluntariedad general de las
acciones subjetivamente consideradas; no al deseo de que el resultado se produzca.
%% Conf. Acuiar, Hechos y actos jurídicos, L, núm. 59; Busso, Código Civil anotado,
HI, comentario al art. 506, nota 26 y siguientes.
91 No se trata de adoptar una teoría de la representación que nadie propugna
(ni Fraxk, según hemos visto), sino de ver si es dolo también el dolo eventual. Conf.
ENNECCERUS - NIPPERDEY, Allgemeiner Teil des biirgerlichen Rechts, 2, $ 196.
92 ACUÑA ANZORENA estima suficiente —para que el hecho sea doloso— que, pu-
diendo prever y evitar un acto ilícito y sus consecuencias dañosas, el sujeto nada haya
hecho para evitarlo (SALVAT - ACUÑA ANZORENA, Tratado. Fuentes de las obligaciones,
núm. 2713 a). AGuIAR propuso la supresión de la frase “y con intención” (Actos ilícitos,
“Boletín de la Facultad de Derecho”, n” 4, 1939, p. 12). En contra, DE GÁsPERI, Tratado
de las obligaciones, $ 1274.
93 Conf. GALLL, en SALVAT - GALLI, Tratado. Obligaciones en general, Ll, núm.
116 a.
624 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
$ 43. CULPA
96 GRISPIENI, 1 nesso causale nel diritto penale, “Rivista Italiana di Diritto Penale”,
L . . . ce . . . . .o .
1935, p. 30.
626 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
E . »
10% Von Feuersacn, Lehrbuch des gemeinen in Deutschland,$ 55.
10 MrrrerMalER, Kritische Beitriíge, p. 53, citado por BrxDING, Die Normen, IV,
p. 319, nota 26.
Mi ¿Qué es el delito imprudente sino un delito constituido por el evento?” [Rap-
BRUCH, en Von BIRKMEYER et al. (eds.), Vergleichende Darstellung. Allgemeiner Teil,
IL p. 237].
a A . - . .
12 Así, para FLORIAN, por ejemplo, el delito culposo es siempre un delito de evento
externo (Trattato. Parte generale, l, núm. 367).
113 Conf. Binpinc, Die Normen, IV, $ 275, y Die Schuld in deutschen Strafrecht,
p. 117 y siguientes.
14 BinpinG, Die Schuld in deutschen Strafrecht, p. 127, y Die Normen, IV, $ 275.
628 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
128 El más decidido defensor de este punto de vista es MAnzixt, Trattato, L, p. 514
y ss., que parte, en realidad, de la doctrina de Sroprato, Causalitá e colpa penale, “Rivista
Penale”, LIL, 1901, p. 383.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 635
Di ey - a A . “ na
122 Manzint, Trattato, L, p. 520; CivoLt, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto
penale italiano, V, p. 52.
130 CARRARA, Opuscoli, IM, p. 22.
636 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
134 A estas formas suele también llamárselas “culpa sin previsión” y “culpa con pre-
visión”, Esta distinción muy clara en Haus, Droit pénal belge, 1,308 bis, p. 225, La
una es defecto de previsión; la otra, de precaución. “Olvidanza y atrevimiento son dos
cosas que facen a los omes errar mucho”. Con estas palabras empieza la Séptima Partida
de Alfonso el Sabio,
135 CARRARA pone un buen ejemplo; así, el que, para hacer una broma, ofende el
pudor de una mujer está en dolo, “porque la idea de culpa se excluye siempre que el
agente haya logrado el fin al cual precisamente enderezaba su acción” (Programma,
$ 1545).
638 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
140 “Monstruo lógico” lo llama Carrara, Programma, $ 366. Para el caso al que
él se refiere, es indiscutible su razón.
MI Así, BinpINc, Die Normen, IV, $291. JIMÉNEZ DE AsÚa no acepta la conclusión
(Teoría jurídica del delito, p. 105). Ver, también, Fincer, Lehrbuch, p. 314 y 315, En
contra, RivaroLa, Derecho penal argentino, p. 265. El propio BixbixG, con todo, declara
impunes esos casos (Crundriss, $ 54).
142 El Código italiano (art. 113) admite la participación en el delito culposo (AN-
3 A . . 4 . ... 2. .”
143 Conf. ZAFFARONI - ALAGIA - SLOKAR, Derecho penal. Parte general, p. 761. De
igual modo, Añoso, Código Penal comentado, p. 339, quien destaca que en los delitos
imprudentes se aplica el concepto unitario de autor basado exclusivamente en la infracción
del deber objetivo de cuidado por parte del obligado. En una misma dirección, PÉREZ
BarBERÁ, en Lascano (4.) (dir.), Derecho penal. Parte general, p. 363 y ss., quien
también pone de relieve que debe determinarse, de modo prioritario, si en el ámbito del
delito culposo rige un concepto unitario de autor o un concepto restrictivo, adhiriendo
al primer criterio (seguido mayoritariamente por la doctrina alemana), que entiende que
solo se puede cometer un delito culposo como autor, En un mismo sentido, RiGnt,
Derecho penal. Parte general, p- 404 y siguientes. Con igual criterio, TERRAGNI, El
delito culposo, p. 213 y ss., quien señala que —aunque teóricamente posible— la ley no
admite la punición de la cooperación en el hecho culposo, sino que solo contempla la
complicidad en los hechos dolosos (arts. 45 a 48, Cód. Penal). Similar postura en CHIARA
Díaz - GRISETTI - OBLIGADO, Derecho penal, Parte general, p. 555, quienes dicen que
la participación solo es concebible en la autoría dolosa; no es admisible la participación
culposa en delito doloso, ni la participación dolosa en delito culposo, pues todas son con-
secuencias necesarias del principio de que el autor culposo es básicamente el causante y
el autor doloso es el que tiene el dominio del hecho. — Igualmente, SMOLIANSKI, Manual
de derecho penal, p. 196. De otra opinión, Creus - BasíLico, Derecho penal. Parte
general, p. 425 y 426, donde se dice que los argumentos que se exponen en contra de la
posibilidad de participación en delito culposo, invocando la teoría del dominio del hecho
(solo domina el hecho el autor), no serían válidos fuera de dicha teoría, al no tener presente
que la culpa y el dolo se tocan, aunque fuera del tipo, cuando se plantea la voluntad de
accionar u omitir en violación del deber de cuidado.
642 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
144 El llamado crimen culpe —es decir, una figura genérica de culpa- puede existir
en el ordenamiento civil (ex art. 1109, Cód. Civil —actual art. 1124, Cód. Civil y Comer-
cial-), pero no parece prudente en derecho penal. En contra, DeL RosaL, Derecho
penal español, 1, p. 429. Véase Von Liszt - ScumiDT, Lehrbuch, p. 261, nota 9; Mau-
RACH, Deutsches Strafrecht, $ 42, 1, B, 2, y —para el Código nacional- el Proyecto de
1891 (PiserO - RivaroLaA - MATIENZO, Proyecto de Código Penal para la República
Argentina, p. 117).
Cabe tener presente que el sistema de crimen culpee en la regulación de la impru-
dencia del citado art. 565 del Cód. Penal español fue reemplazado —en la reforma pe-
nal de 1995— por el sistema de numerus clausus ("Las acciones u omisiones imprudentes
solo se castigarán cuando expresamente lo disponga la ley” —art. 12). Las reformas
ulteriores de 2010 y 2015 se han mantenido dentro de este sistema.
M5 Ver Carrara, Programma, $ 88 y ss., 1095 y 1096.
146
Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, Ul, $ 26, IX,
147 a
Así, CARMIGNANL, luris eriminalis elementa, $ 90 y ss., y € ¿ARRARA, Programma,
$ 1096.
FORMAS DE LA CULPABILIDAD 643
145 Entre muchos, por ejemplo, LararLLE, Tratado de las obligaciones, 1, $ 66;
SALVAT - ACUÑA ANZORENA, Tratado. — Fuentes de las obligaciones, un 2955 a 2960; An-
TELO, El responsable civil en el proceso penal, p. 113 y 120; GaLL1, Culpa civil y culpa
penal (ver “Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba”, año I,
n” 2, p. 413).
En la jurisprudencia prevaleció la tendencia a diversificar la culpa penal de la civil.
En tal sentido, Fallos, 192:208; CCivCap, en pleno, 6/4/1946, “Amorruso”, LL, 42-156
(sobre este importante fallo versa el estudio de Orcaz, “Valor de la absolución penal
en el juicio civil de indemnización de daños”, en Estudios de derecho civil, p. 259 y ss.,
donde se sostiene la tesis —a nuestro juicio, correcta— expuesta en el acuerdo por el doc-
tor BARRAQUERO). En igual sentido, C2*CivCap, “Passini”, LL, 34-868. En sentido
contrario, conforme con el texto, CI*CivCap, 28/10/1942, LL, 29-174; íd., 23/2/1942, LL,
25-897; CApel Rosario, 18/5/1951, LL, 63-113. Véase las referencias jurisprudenciales
en SaLas, Código Civil anotado, comentario al art. 1103, 3,
19 Sobre el problema, véase ScumiDT, Faute civile et faute pénale; sobre las rela-
ciones de las sentencias, MANZINI, Trattato di diritto processuale, L, p. 189; GUARNIERL,
Las influencias del derecho civil en el derecho penal, p. 125 y siguientes.
15% Así, GaLt1, Culpa civil y culpa penal, p. 261.
151 GaLtt, Culpa civil y culpa penal, p. 261 y 262.
644 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
158 Decimos absolución (que es la expresión usada por el ex art. 1103, Cód. Civil) y
entendemos al término como comprensivo de todo pronunciamiento que importe liberar
155 Conf. CCiv2*Cap, 21/12/1938, LL, 13-373, y JA, 28-143, votos de los doctores
LaGos y SALVAT.
159 Véase sobre el tema Acuiar, Hechos y actos jurídicos, 1, p. 205 y siguientes.
160 Es curioso que CARRARA se muestre inclinado a aceptar la compensación (Pro-
gramma, $ 1100), pero —si bien se observa—es manifiesto que aquí confunde culpabilidad
con causalidad. Sobre esto, véase MANZINL, Trattato, L p- 542.
CaAríTULO XI
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN
3 Von BeLIxe distingue el Tatbestand del Deliktstypus como cosas diversas, distin-
ción insinuada por la oposición delito-tipo y tipo de delito, o -como decimos ordinariamen-
te— figura delictiva (cfr. Die Lehre vom Tatbestand). El Tatbestand o delito-tipo viene,
así, a ser una abstracción, un arquetipo, un esquema (Leitbild) que tiene la importancia
de reunir en un concepto los elementos esenciales de una figura; es decir, aquellos a los
cuales han de dirigirse tanto la faz objetiva como la subjetiva de la acción. Pongamos
un ejemplo. En el derecho alemán nuestro homicidio preterintencional se llama “lesio-
nes seguidas de muerte”, y su delito-tipo -su Tatbestand— es común no con el homicidio
(causar la muerte de un hombre), sino con el de las lesiones (causar un daño en el cuerpo
oen lasalud). La figura delictiva (Deliktstipus) del homicidio preterintencional corres-
ponde al delito-tipo (Tatbestand) lesiones, más un resultado (circunstancia) meramente
objetivo, que no pertenece al Tatbestand. — Por eso, si el error recae sobre ese hecho, no
es un error esencial, destructivo del dolo; lo cual no sucedería si, en esa figura, la muerte
del herido, además de ser un elemento del Deliktstiypus, lo fuese también Tatbestand.
% Pesa GuzMÁáN ponía como ejemplo de definición general la del art. 1067 del Cód.
Civil ahora derogado (art. 1717, Cód. Civil y Comercial) y consideraba —con razón— que las
libertades ciudadanas pronto terminarían si los tipos generales fueran enunciados con ese
nivel de generalidad. Para el aspecto político de este problema, SoLER, Derecho penal
liberal soviético y nacional-socialista, “Cursos y Conferencias”, 1938, separata, y “La
formulación actual del principio nullum crimen”, en Fe en el derecho, p. 277.
650 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
“el ladrón sufrirá tal pena”, sino que definirá la acción que constituye al
sujeto en ladrón y solo mediante esa acción podrá considerarse la culpabi-
lidad del sujeto; dirá, pues, “el que se apoderare de una cosa mueble total
o parcialmente ajena”. Y con figuras de acción como esta se integrará
todo el Código Penal.
La firme proclamación del principio “ningún delito sin tipo” (kein
Verbrechen ohne Tatbestand) como una exigencia agregada al tradicional
requisito de la ley previa es uno de los méritos más destacados de la obra
de Von BELINC?.
Conforme con las características destacadas, queda subrayado que
una de las funciones más importantes del tipo penal es su función limi-
tadora, que puede ser entendida en distintos sentidos. Desde luego, el
más importante es el que hemos señalado al establecer la relación entre
nuestro derecho penal y el art. 19 de la Const. nacional. Ello encierra
una garantía fundamental para la convivencia ordenada, y bien claro nos
muestra la historia —y, desgraciadamente, también la actualidad— cuáles y
cuántos peligros se agazapan en el abandono de esos principios.
Pero, prescindiendo de ese aspecto, la función limitadora del tipo
tiene un campo vasto de aplicación dentro de la pura construcción técnica:
a) Sirve para fijar los conceptos de delito consumado y, en conse-
cuencia, de tentativa.
c) Además, la acción del sujeto —al ser definida en modo bien preciso—
aparece diferenciada de otras acciones que el mismo sujeto puede realizar
antes o después de la acción típica.
d) Cada figura, además, tiene —como figura de acción que es— un
mayor o menor poder de absorción con relación a los hechos. Algunas
(como el homicidio) están concebidas por la estrecha referencia a un suceso
muy definido; otras (como la quiebra fraudulenta), en cambio, absorben en
una sola figura una muy variada gama de actos fraudulentos, los cuales no
obstante su pluralidad y diversidad— integran una sola unidad delictiva,
unidad que podría igualmente quedar constituida con muchos menos
hechos (conf. $ 45, II). Ese poder de absorción, que en la quiebra ve-
mos referible a actos heterogéneos, a veces las figuras lo tienen con relación
a hechos de la misma naturaleza. Son figuras numéricamente indife-
rentes, como ocurre con el estupro, para el cual carece de importancia el
número de accesos carnales.
Sobre la importancia del verbo en la figura delictiva, Von BELING, Der gegen-
wirtige Stand der strafrechtlichen Verursachungslehre, “Der Gerichtssaal”, 101, L, p. 5,
y Grundziige des Strafrechts, $ 15, TV, Jiménez Huerta, La tipicidad, p. 64.
7 Hay, desde luego, elementos psíquicos objetivos; son datos psíquicos que están
en la cabeza de alguien que no es el sujeto activo (p.ej., el error, en la estafa; el temor
público, en la intimidación). Estos datos pertenecen a la clase b.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 653
sobre una urdimbre normativa (Von BELING). Así, por ejemplo, cuan-
do la figura hace una referencia aparentemente naturalista, en realidad
el objeto mentado siempre queda teñido por la coloración jurídica; pasa
a ser según la expresión de ASCARELLI- resultado de la “reconstrucción
tipológica” de la realidad",
Los elementos que pueden ser calificados como específicamente nor-
mativos son aquellos que desde una perspectiva ontológica pertenecen al
mundo del derecho; es decir, aquellos que, sin una definición jurídica previa,
carecen de toda realidad. Cuando una figura menciona, por ejemplo, “una
puerta” (art. 167, inc. 3, Cód. Penal), aun cuando no es totalmente seguro,
existe la mayor posibilidad de que se trate de lo mismo que es puerta para
el carpintero o el herrero. Cuando la ley, en cambio, se refiere a hipoteca,
a cosa ajena, a documento, a posesión, a propiedad, a préstamo, el objeto
mentado es una realidad pura y exclusivamente jurídica.
12 La cuestión comienza con el caso “Walters v. Lunt” (cfr. Turner, Kenny's out-
lines of criminal law, $ 227 y ss; ALIMENA, Reato istantaneo, reato continuato e reato
permanente, “Scuola Positiva”, » 1910, p- 385). Conf. Marer, Der allgemeine Teil des
deutschen Strafrechts, p. 126.
13 Esta distinción está sagazmente desarrollada por MaNzIM1, Trattato, L, p. 461 y
siguientes. Ha sido muy claramente enunciada por la Corte Suprema en el caso “Del-
gadino”, del 21 de abril de 1944 (Fallos, 198:214), donde se dijo que “el carácter instan-
táneo o continuo de una infracción resulta del hecho o de la hipótesis que la disposición
legal contempla y es preciso no confundir las consecuencias ulteriores que toda infrac-
ción produce, con el estado permanente que se prolonga en el tiempo, característico de
la infracción continua”.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 657
cripción (art. 63, Cód. Penal)", así como también asumen distinto carácter
las participaciones de terceros en las acciones posteriores al acto inicial,
pues la que se preste en un delito instantáneo solo será encubrimiento,
mientras que el que participa en un delito permanente participa en la con-
sumación, durante la permanencia, y será coautor o cómplice, según el caso.
Por otra parte, en un delito permanente será posible la legítima de-
fensa después del acto inicial de consumación, pues todos los momentos
subsiguientes son igualmente antijurídicos?”; en un delito instantáneo, claro
está, ello no sería posible.
Claro está que en esto existen gradaciones, pero eso mismo nos con-
firma la existencia de delitos consistentes en la pura acción del sujeto, ex-
presada a veces con un verbo totalmente intransitivo (“dormirse” —ex art,
732, C] M-), casos en los que incluso tendremos, como nota diferencial, que
esos delitos formales no pueden ser cometidos por omisión”. — Por estas
razones la doctrina alemana ha llamado a esos hechos delitos de pura acción.
Esta distinción, aunque no se superpone totalmente, está próxima a
la que separa a los delitos en delitos de daño y de peligro,
q £ . a
2% Véase, sobre el tema, MADUREIRA DE Pinno, O valor do perigo no direito penal.
30 Esto se ve bien en la inútil crítica de Rocco a CaRRaRa en el trabajo citado
(Loggetto del reato, p. 282 y siguientes).
662 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
daños. Estos son los delitos llamados de peligro abstracto. Esto sucede
en muchas contravenciones, como en la portación de armas. Pero —para
continuar con el ejemplo anterior tómese el caso de la instigación al duelo
no seguida de él (art. 99, Cód. Penal); las disposiciones del duelo corres-
ponden a la misma esfera del bien jurídico de la vida. El duelo mismo
es, en su forma simple, una figura de peligro concreto, Pero en el caso
citado la instigación resulta punible en sí misma, aunque se pruebe que,
en realidad, nadie ha corrido peligro de vida, que el destinatario del reto en
ningún caso lo habría aceptado.
En casos como esos el derecho mismo va señalando, por una especie
de gradación de infracciones —todas ellas referibles a un bien jurídico que
forma algo así como el núcleo del sistema—, cuáles son, con respecto a ese
núcleo, infracciones de daño o infracciones de peligro. Por eso decíamos
que es importante atender a la relación que surge de los diversos bienes
jurídicos tutelados.
Pero también dijimos que es importante la forma de la tutela, deter-
minada en gran medida —aunque no necesariamente— por la naturaleza
misma del bien. Tómese el bien jurídico de la fe pública. El carácter
abstracto de este bien concuerda muy poco con un sistema de infracciones
en las cuales se requiera la efectiva destrucción de él. En realidad, me-
diante una falsedad podrá lograrse el engaño de alguien, pero aun en ese
caso no podría decirse que se haya destruido —ni siquiera en la víctima— la
fe pública. Es en estos casos -según hemos visto— en los que CaRRARA ha-
bla de daño potencial, y en los que hoy más corrientemente se habla de delitos
de peligro abstracto. En estos delitos es irrelevante la prueba de que algún
otro bien jurídico haya sido destruido o puesto en peligro. Lo único que
importa es que se lesione la fe pública de la manera que la ley considera
suficiente para constituir la infracción. Por eso CARRARA considera a
estos como delitos de lesión”, no porque quede destruido el bien —que en
sí mismo puede ser prácticamente indestructible, sino porque el delito
envuelve una posibilidad indeterminada, pero grave, de consecuencias
dañosas de la más variada naturaleza. “Daño potencial” y “peligro abs-
tracto” son lo mismo.
Sería un error decir que delitos de comisión son aquellos que se co-
meten haciendo y los de omisión los que se cometen no haciendo. No es
la forma física de la acción lo que caracteriza a uno y otro delito, sino la
forma jurídica del precepto violado. Por ello existe una categoría inter-
media de hechos*, en la cual es necesario incluir aquellos hechos en los
que este —no obstante consistir en un resultado positivo— no es imputable
a un hacer, sino a un omitir; son los delitos llamados de comisión por omi-
sión. Estos delitos -como su nombre lo indica— son verdaderos delitos
de comisión, pero en los que es posible llegar al resultado absteniéndose
u omitiendo. El tradicional ejemplo es el de la madre que mata a su hijo
no suministrándole alimento. La diferencia entre este delito y uno de
simple omisión es palmaria, si se tiene presente que en el ejemplo citado
lo que se imputa a la madre es haber muerto al hijo; es decir, un resulta-
do positivo, en el cual la omisión no es más que un medio para lograrlo.
Es evidente que no pueden ser cometidos omitiendo los delitos que
hemos llamado “de pura acción” (formales)” y que el delito de comisión
por omisión será siempre un delito material.
En cambio, en un delito de omisión simple la omisión no es un medio,
sino el objeto mismo de la imputación. — Por eso no nos parece aceptable
el criterio de MANzINI, que complica este tópico cuando admite que los
delitos de omisión pueden, a su vez, consumarse mediante acción”. Las
$7 Para clasificar los tipos bajo este aspecto, Jiménez Huerta emplea la siguiente
terminología: monosubjetivos —o individuales— y plurisubjetivos, colectivos o de concurso
necesario (La tipicidad, p. 58).
38 En contra, NúKEz piensa que la figura de aplicar “habitualmente medicamentos”
(art. 208, Cód. Penal) puede darse con una sola aplicación, acompañada del ánimo de
habitualidad (Los elementos subjetivos del tipo penal, p. 74).
666 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
39 Sobre todos los problemas que estos delitos plantean, conf. BertioL, Sul reato
proprio; Jiménez Huerta, La tipicidad, p. 53. Para mayores detalles sobre estos delitos,
véase GÓMEZ MarTÍN, Los delitos especiales.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 667
11 Esto no quiere decir, por cierto, que los temas de la adecuación típica y del con-
curso de leyes sean un punto de la teoría de la interpretación de la ley, como lo entiende
FLORIAN (Trattato. Parte generale, l, p. 194). Con tal criterio, todo es interpretación.
Pero tampoco nos parece correcta la inclusión del tema en la teoría del concurso (Von
Liszr - Scumtor, Lehrbuch, $ 54 y, con ellos, la generalidad). Más correcta sin duda- es
la sistemática, de GRISPIGNI, Corso di diritto penale, 1, p. 500, que trata el punto en las
normas de aplicación de la ley penal. Con todo, el lugar sistemático de esa teoría nos pa-
rece el que le acordamos en el texto: son problemas de adecuación de un hecho a su figura.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 669
gravedad de las penas, sino del examen del contenido de las figuras, el
cual debe operarse en dos sentidos:
a) Cada figura tiene cierto ámbito de aplicación; comprende bajo
su descripción una pluralidad de elementos más o menos amplia, la cual
aparece como unificada solo por fuerza de la descripción legal. Este
poder de absorción de la figura se muestra, por decirlo así, muy limitado o
estrecho en algunos delitos y, por el contrario, alcanza gran amplitud en otros.
En el homicidio, por ejemplo, la “muerte de un hombre” cierra la descripción
de hechos de una manera muy definida y limitante. Como ejemplo de
figura muy abarcadora podría tomarse la de quiebra fraudulenta, bajo cuya
amplia unidad quedan alcanzadas las más diversas y a veces complejas
operaciones de ocultación de activo y de simulación de pasivo, muchas
de las cuales —si no funcionara el delito de quiebra— podrían presentarse
como otras tantas infracciones autónomas.
previsto el disparo culposo. Se resuelve así no obstante reconocerse que el hecho “en-
cuadra” en el art. 104, lo cual es un error, porque —si lo hiciese— debería aplicarse su pena,
que es mayor, conforme con el art. 54 (CCrimCorrCap, 5/12/1941,
JA, 1942-1V-883). En
50 Tucumán, 1/8/1943, LL, 31-707, se distinguió correctamente el concurso ideal (encua-
dramiento doble) del concurso de leyes (encuadramiento único).
44 Algunos alemanes llaman a esto “formas accesorias” (o “modos de exterioriza-
ción” del delito) y se refieren a la tentativa, la instigación y la complicidad. Nos parece
más exacto hablar de formas o modos ampliatorios.
672 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
15 Debemos destacar, antes de todas, la exposición de Von BELING, Die Lehre vom
Verbrechen, $ 26 y 31. Sobre ella, BaAUMGARTEN, Die Lehre von der Ideale und Geset-
zeskonkurrenz, p. 80 y ss; KOMLER, Deutsches Strafrecht, $ 47, y Grenzlinien zwischen
Idealkonkurrenz und Gesetzeskonkurrenz; HOPFNER, Einheit und Mehrheit der Verbre-
chen, 1, $ 12 y ss.; Honic, Straflose Vor- und Nachtat; EBERMAYER - LOBE - ROSENBERG,
Das Reichs, p. 20 y ss.; Frank, Das Strafeesetzbuch, p. 230 y 237, Von HirrEL, Deutsches
Strafrecht, UL, $ 37, Von Liszr - ScumibT, Lehrbuch, $ 56; Maver, Der allgemeine
Teil des deutschen Strafrechts, p. 501 y ss.; MEZGER, Strafrecht, $ 59, Il; MAuracn,
Deutsches Strafrecht, p. 588; WeELzEL, Das Deutsche Strafrecht, $ 30, Il; JIMÉNEZ DE
Asúa, Tratado de derecho penal, UL, p. 542; Bruno, Direito penal, L, p. 267, GaviEr,
Aplicación de la ley penal y concurso de leyes, y voz “Concurso de leyes”, en Enciclo-
pedia jurídica Omeba, TI, p. 659; FONTECILLA RIQUELME, Concursos de delincuentes,
de delitos y de leyes penales; ETCHEBERRY ORTHUSTEGUY, El concurso aparente de leyes;
Puic Peña, Colisión de normas penales; BRAMONT Aktlas, La ley penal, cap. IV; De
ELía, El tipo penal y su significación; Núñez, Derecho penal argentino, 1, p. 221 y ss.;
FonTÁN BALEsTRA, Tratado. — Parte general, L, p. 235.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 673
Esas relaciones que las figuras penales guardan entre sí han sido
estudiadas en profundidad principalmente en la literatura alemana, y han
merecido poca atención de parte de otros tratadistas*?. Sin embargo, su
estudio es importante para resolver una cantidad de problemas referentes
al tema de la unidad de delito —es decir, cuestiones previas al llamado
concurso de delitos"—, pues aquí se trata de saber cómo se aplica la ley
en los casos en los que solo aparentemente es posible un encuadramiento
doble del hecho. Por eso este tema ha sido llamado “concurso de leyes”,
para distinguirlo de los casos de unidad de delito por concurso ideal, en
los cuales siempre es necesario que el hecho efectivamente caiga bajo
más de una sanción (art. 54, Cód. Penal); es decir, que tenga simultánea
y realmente un encuadramiento múltiple. Para que un concurso ideal
sea posible será necesario, como punto de partida, que las dos figuras no
sean incompatibles entre sí al aplicarse sobre un mismo hecho; es decir,
que medie entre aquellas una relación de neutralidad o indiferencia. La
unidad del concurso ideal depende de la unidad de hecho, no de la unidad
de encuadramiento. Desde este punto de vista, podría decirse que todo
concurso ideal es un concurso real posible.
18 GrispIcN1, Corso di diritto penale, L, p. 502 y siguientes. Con motivo del art,
15 del Cód. Penal italiano, el tema comenzó a merecer consideración en esa literatura
(v.gr., SABATINI, ll reato specifico nel sistema del concorso di norme giuridiche, “Scuola
Positiva”, 1932-1-193).. FLortan, en cambio, le acuerda una consideración muy sumaria
y sistemáticamente equivocada (Trattato. Parte generale, 1, p. 194). Se ocupó de estos
temas, con extraordinaria minucia, FrosaLI, Concorso di norme e concorso di reati;
BerrioL, Diritto penale, p. 556. Entre nosotros, la monografía de GaviEr, Aplicación
de la ley penal y concurso de leyes, está preferentemente dedicada al análisis de las
relaciones de las leyes penales.
47 Conf. Von BeLixG, Die Lehre vom Verbrechen, p. 303.
18 Vox BeLING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 304 y ss., seguido por GaAvIER,
Aplicación de la ley penal y concurso de leyes, p. 37 y siguientes.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 675
51 Vox BeLixG, Die Lehre vom Verbrechen, p. 283; BaumGarTEN, Die Lehre von
der Ideale und Gesetzeskonkurrenz, p. 74; Von LtszT - Scumtor, Lehrbuch, $ 56, I, 4.
32 Conf. ManzIM1, Trattato, VII, $ 2394, 1, p. 65.
53 Sobre este tema véase el trabajo de Finz1, Delitos con pluralidad de hipótesis en
el derecho penal argentino y comparado, “Boletín de la Facultad de Derecho de Córdoba”,
674 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Relación Tipos
Neutralidad .nncncnccnccincinccnccccn O O (Posible concurso ideal)
sep.-dic. 1943, p. 123, donde distingue tres situaciones, en vez de dos como es habitual-,
pues lleva unos casos a la unidad, otros al concurso y otros a la continuación; Von BELING,
Grundztige des Strafrechts, $ 15 VI; BisbixG, Die Normen, L, p. 205 y siguientes.
“La relación de alternatividad media entre aquellos preceptos jurídicos que, con respecto a
la defensa de un determinado y mismo bien jurídico, se comportan como distintos medios
para el logro de un determinado y mismo fin. A la diversidad de medios corresponde
la incompatibilidad de los elementos del tipo legal” (Honi1c, Straflose Vor- und Nachtat,
p. 89 y 90). Puic Peña, Colisión de normas penales, p- 87 y siguientes.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 677
5 “La figura del art. 95 excluye la aplicación de la atenuante calificada del art.
81, inc. 1, b, no obstante concurrir en el caso la circunstancia de que el medio empleado
no debía razonablemente ocasionar la muerte” (CCrimCorrCap, 2/4/1943, JA, 1943-1I1-
326). No hay duda de que el homicidio del art. 79 o del inc. 1 del 80 solo puede ser
preterintencional, pero —por la razón dada en el texto— es manifiesto que el caso debía
resolverse como de concurso ideal inverso (es decir, con predominancia de la figura que
corresponda a la pena más leve).
35 La consunción de la tentativa por la consumación ya estaba perfectamente de-
mostrada por CaRRaRa, Programma, $ 517, en nota, y Opuscoli, V, op. 21, 1.
678 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
micidio consume las lesiones; la traición (art. 214, Cód. Penal) consume
la conspiración (art. 216 —ex art. 218, según la reforma de la ley 21.338,
abrogada por ley 23.077—); el delito de daño consume al correspondiente
delito de peligro; el delito de evento doloso, al de evento preterintencional,
y el de evento preterintencional específicamente previsto consume al delito
culposo resultante”,
El caso más característico de relación consuntiva lo constituyen las
infracciones progresivas,
62 Von BeLING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 248 y 319, y Crundziige des Straf-
rechts, p. 75 y 76; HOPFNER, Einheit und Mehrheit der Verbrechen, L, p. 181; Von Hir-
PEL, Deutsches Strafrecht, II, p. 547 y ss.; KÓHLER, Deutsches Strafrecht, p. 556; HoniG,
Straflose Vor- und Nachtat, p. 100; Von Liszt - ScamIDT, Lehrbuch, p. 341; Maver, Der
allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 513 y 514; MEzGER, Strafrecht, p. 476.
63 Ampliamente detallada por Vox HirrEL, Deutsches Strafrecht, IU, p. 548, en nota.
61 Conf. MEZGER, Strafrecht, p. 447; Frank, Das Strafgesetzbuch, $ 74, V, 3, a,
p. 241, y$ 242, X, p. 255; sin embargo, ver $ 263, XI, 3, a, p. 598.
65 Honic, Straflose Vor- und Nachtat, p. 88.
66 La fundamentación del Tribunal fue la siguiente: “Los compradores de cosas
hurtadas, conforme con el $ 935, punto 1%, del Cód. Civil, no obtienen la propiedad; no
reciben, pues, por el precio de compra pagado por ellas una contraprestación libre de los
derechos contrarios de terceros ($ 434); más bien se enriquecen a costa del propietario,
conforme con el $ 812, hacia el cual están obligados, según el $ 818, punto 2, a la com-
pensación del valor, y así, con el pago al ladrón son dañados en sus bienes. Este nuevo
daño concurre como hecho penal autónomo, junto al hurto ya consumado”. Es bueno
recordar que el $ 818 —que constituye el eje del razonamiento— pertenece al capítulo del
enriquecimiento sin causa del BGB. —Honic cita, además, un caso de hurto de pagarés
no totalmente impresos, donde la perjudicada es la imprenta, y de la estafa a la mante-
quería que los encargó —mediante la presentación de los formularios robados—, donde la
perjudicada es la mantequería (Straflose Vor- und Nachtat, p. 88),
67 Grispicni, Corso di diritto penale, 1, p. 510 y 511.
$8 Sobre este tema, entre nosotros, ScuwarTz, Comentario a la sentencia de la Cá-
mara de Apelaciones de Córdoba de octubre 3 de 1927, “Revista de Derecho”, n* 2-3,
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 681
acción de vender el objeto robado desplazaba al art. 173, inc. 9, del Cód.
Penal, pero no al art. 172; luego, cuando hubiera ardid habría estafa au-
tónoma (SCHWARTZ, URE, GAvIER); b) no era aplicable dicho tipo del art.
173, inc. 9, porque el poseedor vicioso aún tenía la presunción simple de
buena fe del antiguo art. 2362 del Cód. Civil (BarBERIS —hoy, art. 1919,
Cód. Civil y Comercial-), o porque el texto original del art. 173, inc. 9, se
refería solo a inmuebles (SANTA COLOMA); c) no era aplicable, porque la
consumación del delito del art. 173, inc. 9, dependía de hechos posterio-
res realizados por el tercer adquirente; esto es, guardar, consumir, vender,
destruir (SANTA COLOMA); dl) no era aplicable porque la ley civil no ampara
al comprador irregular (¿puede aceptarse que la ley penal, contrariando
el propósito de la civil, estime constitutiva de perjuicio la pérdida de un
derecho que ha sido consagrado como una sanción?” —BERUTI, quien se
refería a la carencia de derecho a ser reembolsado emanada del art. 2768,
Cód. Civil, que se corresponde con el art. 2259, Cód. Civil y Comercial_),
y e) el art. 173, inc. 9, del Cód. Penal no era considerado absorbido por el
art. 162, ni desplazado por el art. 277, inc. 3, en la jurisprudencia de las
Cámaras de Apelaciones de Córdoba y Buenos Aires.
Desde luego que no constituye problema el caso de la venta sin ardid,
dado que el inc. 9 del art. 173 del Cód. Penal no constituía sino un caso
de estafa ejemplificado*.
Pero, no obstante la existencia de esa disposición en nuestra ley, nos
cabían serias dudas de que ella pudiera ser aplicada como una infracción
concurrente con el delito de hurto. En este tema es preciso tener muy
en cuenta las particularidades de nuestra legislación civil, que hacen fran-
camente inaplicables las teorías alemanas en las que se han fundado los
pocos pronunciamientos que en tal sentido se invocan. Debe ponerse
1929, p. 85 y ss.; Une, El delito del art. 173, 9" del Código Penal, LL, 10-126 y ss., y las
sentencias allí citadas de los doctores ALBERTO SPERONI, Luis BARBERIS, ANTONIO
BeEruTI y FRANCISCO SANTA COLOMA. También por la tesis de la existencia de los dos
delitos, CCrimCorrCap, LL, 11-191, y LL, 34-629, con un comentario en el que se hace
una completa referencia a los casos anteriores. El fallo dictado en CCrimCorrCap,
12/7/1940, LL, 19-335, se pronunció por el concurso ideal en el caso de los arts, 173, inc. 9,
y 277, inc. 3, en contra de la sentencia del doctor ToLosa Castro, que declaraba el con-
curso real.
Así se lo resolvió en CApel Córdoba, 3/10/1927, y CCrimCorrCap, 22/10/1929,
23/4/1937 y 24/6/1938 (véase GaviEr, Aplicación de la ley penal y concurso de lees,
p. 57 y siguientes).
6% Conf. CApel Rosario, 19/12/1935, “Orozco”, JTSF, XIV-423.
682 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
rada sin rescate por el dueño. — Pero si no ha sido engañado acerca de esas
condiciones, el comprador, a pesar de su buena fe (?), sabía que compraba
en condiciones que no lo ponían a cubierto de la reivindicación sin rescate.
De manera que no hubo error sobre esa circunstancia —que es la única que
interesa—, porque la estafa no consiste en determinar cualquier error, sino
precisamente aquel error en que el perjuicio se identifica,
Obsérvese, por otra parte, la diferencia que media —desde el punto
de vista del funcionamiento de la figura de la estafa— entre una ley como
la nuestra y una ley que no reconozca el derecho de rescate y que, además,
constituya al comprador en deudor del propietario. Si le reivindican la
cosa, este no tiene derecho al precio que pagó; si la consume, debe in-
demnizaciones por enriquecimiento ilícito. La estafa, en ese caso, puede
considerarse efectivamente consumada por el pago del precio al ladrón,
por el cual este no hace ninguna contraprestación valiosa. Con razón ha
podido decir el Tribunal de Berlín, en el citado caso de la lechería robada,
que la circunstancia de que esta haya hecho o no valer sus derechos contra
las mujeres que le compraron manteca al ladrón no alcanza para cambiar,
en absoluto, la situación.
Son infinitas, en cambio, las confusiones que se generan con respecto
a la idea del delito de estelionato, cuando el perjuicio no consista en el acto
mismo del pago del precio, porque, entonces —-como lo observa SANTA
CoLomMa-, la consumación del delito depende de hechos absolutamente
accidentales, realizados por el comprador. Si este se comió la gallina que
compró de buena fe (?) no ya a un vendedor de gallinas, sino a un vende-
dor de diarios, no parece que se haya perjudicado, porque —aun no siendo
mucha su buena fe— la ley no le cobra a él el precio; la gallina se perdió
para el propietario y solo el ladrón se la debe a este. Con lo cual el hecho
de atribuir defraudación al ladrón de gallinas depende absolutamente del
buen apetito de sus clientes, en el cual el reo puede encontrar una segura
causa de impunidad”.
han hecho exactamente lo mismo- ¡en el buen apetito de Juana! Conf. con el texto,
Puic Peña, Derecho penal, p. 667. Con este ejemplo contestamos los argumentos de
NÚÑEZ expuestos en Enciclopedia jurídica Omeba, VÍ, p. 145 y ss., y de Erxix, La estafa
por venta de cosa ajena, p. 166. Sobre el tema en su aspecto civil, conf. la excelente
monografía de RisoLía, La venta de cosa ajena.
3 La Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional habló de “absorción” de
las violencias posteriores por la figura del robo en las causas “Nicolás Rodríguez” (“Fallos”,
11-372) y “Nuti” “Fallos”, 11-384), entre otros. En cambio, en la relación “injurias-ca-
lumnias”, en el caso “Bonzi” (“Fallos”, 1-106) aplicó el art. 54, lo cual no parece correcto,
por tratarse de una progresión.
“> Por ejemplo, cierta privación de la libertad breve es prácticamente necesaria
para la consumación de numerosos delitos (v.gr., violación, lesiones, robo), pero aquella
queda consumida normalmente (KónLer, Grenzlinien zwischen Idealkonkurrenz und
Gesetzeskonkurrenz, p. 90).
13 Así se lo entiende en CCrimCorrCap, LL, 9-191, y lo mismo parecerían opinar
GRISPICNL (Corso di diritto penale, L, p. 510 y 511) y MezcEr (Strafrecht, p. 447) con
respecto a la venta de lo robado.
686 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
otra, dado que la una es igual a la otra, más algunos agregados. Pero,
encuadrado el hecho en la figura específica, la pena de la genérica nunca
es subsidiaria.
Las figuras subsidiarias se refieren a una posible responsabilidad
remanente, después de haberse eliminado —por cualquier causa— la pena
del hecho desde otro punto de vista.
Es preciso no dejarse engañar, a este respecto, por expresiones como
la usada por el art, 79 (“siempre que en este Código no se estableciese otra
pena”), que a primera vista podría hacer aparecer como subsidiaria la pena
del homicidio simple. Justamente la forma de ese enunciado innecesario
marca la diferencia sobre la que discurrimos, pues basta compararlo con
el de la figura subsidiaria del art. 150 (“si no resultare otro delito más
severamente penado”) para advertir que, en el primer caso, la ley no ha
querido decir —y no ha dicho— que si el homicidio no es punible por las
otras disposiciones lo será por el art. 79, mientras que el art. 150, por el
contrario, establece que se aplica precisamente en caso de no corres-
ponder otra pena. Lo primero quiere decir que la figura genérica se
aplica siempre que no corresponda aplicar otra más grave o más leve
(esto es, por razón de especialidad)”; lo segundo es una autoexclusión
de la norma solo en homenaje a una responsabilidad mayor y de distinta
especie. Así, dentro de las diversas figuras de la violación de domicilio
(arts. 150 y 151), existe exactamente la misma relación género-especie que
media entre las del homicidio. Para concluir con el ejemplo, el agente
que no sea responsable por allanamiento de morada (porque su actitud
era justificada conforme con el art. 151) no puede ser punible a tenor
del art. 150; en cambio, el ladrón que no sea punible por la norma del
art. 163 aún puede serlo -de acuerdo con el art. 150— como violador de
domicilio.
Otros ejemplos de figuras subsidiarias expresas son las del disparo
de armas (art. 104, en la segunda parte del párr. 2)”; la del inc. 3 del art.
142, con relación a los otros delitos más severamente castigados, y la de
abandono de servicio en el transporte (art. 195).
87 Véase el hermoso caso desarrollado por CARRARa, Opuscoli, UL, p. 53, espe-
cialmente el $ 3. ETCHEBERRY ORTHURSTEGUY considera posible reducir a consunción
la subsidiariedad tácita (El concurso aparente de leyes, núm. 43; en especial, p. 96 y
siguientes).
388 En SoLEr, Concurso ideal, “Revista de Derecho”, n* 1, 1928, $ V -siguiendo
a la legislación italiana—, hemos incluido erradamente esos casos dentro de la teoría del
concurso ideal, designación que ahora solo reservamos para los casos de unidad de delito
por unidad de hecho, no obstante la doble tipicidad simultánea.
692 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5% Conf. MANzINI, Trattato, U, núm. 512; ALIMEXa, voz “Del concorso”, en PEssINA
(dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, V, núm. 91.
% Sin embargo, ALIMENA observa que deben quedar excluidas del concurso real
aquellas lesiones fugaces que pueden casi considerarse necesarias consecuencias de toda
violencia ejercida sobre una persona, como serían pequeñas equimosis, entre otras posi-
bilidades [voz “Del concorso”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano,
V, núm. 91], lo cual es correcto.
694 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Para estos casos, ALIMENA dice: “Los delitos, los cuales están cons-
tituidos o agravados por la violencia, concurren con otros delitos violentos
solamente y siempre que estos estén constituidos por una violencia mayor
que la violencia que es esencial a aquellos, como cuando se trascienda a
lesiones personales””,
Habrá, en cambio —en línea general—, unidad de delito si la violencia
que concreta un delito es menor que la necesaria para constituir el delito
principal.
Estas consideraciones, referidas especialmente a la violencia y al frau-
de, son también aplicables —por análogas razones— a casos en los que la
ley se refiere a injurias”.
Para concluir, pues, siempre que la ley presuponga, a fin de integrar
la figura de un delito, un medio que en sí mismo puede llegar a ser delito,
habrá unidad cuando la previsión contenida en el tipo principal sea espe-
cífica, o cuando la hipótesis prevista sea más grave. Habrá concurso real
de delitos, en cambio, cuando —siendo general la previsión de la ley- el
medio adoptado exceda al que la figura principal requiere como elemento
o tiene como agravante,
Finalmente, las relaciones de subsidiariedad pueden no ser, en modo
específico, referidas a determinadas figuras, y asumir formas de gran
generalidad. Tal es el caso del art. 4? del Cód. Penal, por el cual a todas
las disposiciones generales del Código se les acuerda el carácter de subsi-
diarias, con respecto a los posibles delitos previstos por leyes especiales,
pero la propia disposición fija su carácter subsidiario al establecer que el
principio referido se aplica solo cuando esas leyes no dispongan lo contrario.
al ALIMENAa, voz “Del concorso” , en Pessina (dir.), Enciclopedia del diritto penale
italiano, V, núm. 91.
2 CarRaRa razona brillantemente el caso de resistencia a la autoridad e injurias.
Sus palabras pueden servirnos de ejemplo: “Sucede frecuentemente —dice— [...] que los
renitentes unan a la violencia de la mano los ultrajes contra los oficiales a los cuales resis-
ten; y generalmente place a los acusadores reclamar que los enjuiciados rindan cuenta del
doble título de resistencia y de injuria calificada (...] quien resiste a la fuerza pública tiene
un fin único, ello es, el fin de resistir, e impedir con toda su actividad el acto de justicia
contra él [...] es absurdo creer que un oficial acosado por los puños de los resistentes, y por
las piedras que le arrojan, haya cedido a las violencias, porque a estas se unieron palabras
injuriantes y que no habría cedido si aquellas palabras no hubieran sido oídas por él. Todo
sienten que cuatro puños y además cuatro piedras tienen energía mayor para obtener el
fin perverso, que veinte palabras inconvenientes. Repugna que cuando un delito tiene su
esencia en un medio más grave y más reprochable, el medio más insignificante awmnente
esa odiosidad” (Progranma,$ 2786 a 2789).
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 695
93 Conf. BAUMGARTEN, Die Lehre von der Ideale und Gesetzeskonkurrenz, p. 76.
M4 BinpinG dice “doblemente antijurídico”, pero la equivocidad de esa expresión es
certeramente señalada por Von BrELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 304.
95 “Fallos”, 11-372 y 384; LL, 13-8.
696 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Y6 Véase el valioso intento sistemático que importa el trabajo de Fixz1 con el objeto
de poner orden en este variado campo, distinguiendo los presupuestos de las condiciones
y, dentro de estas, ordenando las distintas categorías (El concepto de “condición suspen-
siva” en el derecho penal argentino yy comparado, “Boletín de la Facultad de Derecho
de Córdoba”, año VI, n* 1-2, p. 35 y ss., y también Delitos cuya punibilidad depende de
la realización de un suceso, LL, 34-1144). El concepto de condición suspensiva tiene,
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 697
sin embargo, alcances que exceden en mucho el de una condición objetiva, porque en los
delitos materiales llega a referirse al resultado. Con respecto a la sistematización de
las condiciones objetivas, tal vez sea conveniente, sin embargo, distinguir esas condi-
ciones -que podrían llamarse constitutivas del delito— de las condiciones de las cuales
solo parece depender la punibilidad de una acción (actuación voluntaria + resultado)
en sí misma completa (conf. Fontán BALESTRA, Tratado. Parte general, UI, $ 72,
p. 427y siguientes).
698 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
101 Lo advierte bien GARRAUD, Tratté théorique et pratique, UL, p. 225. Encontra-
mos que a causa de esa generalización niveladora se le negó efecto extensivo al art. 132
(SC Tucumán, 25/2/1942, LL, 27-15). Sobre esto véase, más abajo, el $ 74, IX, y lo que
decimos en el t. 3 al tratar de los delitos contra la honestidad.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 701
comparar el art. 115 con los arts. 132 o 216 para advertir la diferencia que
media entre una y otra situación.
102 Timéxez DE Asúa, Teoría jurídica del delito, p. 116 y 153; FonTáN BALESTRA,
Tratado. — Parte general, TIT, p. 428 y 429.
103 Cfr. VipaL - MacxoL, Cours de droit criminel, p. 202, donde se traza muy
claramente la diferencia entre las excusas absolutorias y las demás causas excluyentes
de pena; Núxez, Derecho penal argentino, IL, p. 302.
10% En el caso de instigación al suicidio, Fixz1 se inclina por subrayar que debe me-
diar una relación de producción (Delitos cuya punibilidad depende de la realización de
un suceso, LL, 34-1144). Claro está que alguna relación debe mediar, pero no podemos
olvidar que entre la instigación y el suicidio media siempre una actividad libre y consciente
del suicida. De este modo, pensando el problema desde el punto de vista causal, es forzoso
reconocer la existencia de una interrupción del nexo. La ulterior decisión del suicida tiene
que ser de este. Claro que esa resolución debe estar vinculada con la instigación, pero en
ese terreno es algo equívoco hablar de causación. Por otra parte, ya sabemos que el punto
de vista de Finz1 se refiere al concepto de “condición suspensiva” y que, en consecuencia,
se presenta con mucha mayor generalidad y comprende” también los eventos preterintencio-
nales, que para nosotros son constitutivos de la figura preterintencional correspondiente.
TEORÍA DE LA ADECUACIÓN 703
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105 JIMÉNEZ DE Asa, Tratado de derecho penal, p. 116; Von Liszt y SCHMIDT tam-
bién las incluyen (Lehrbuch, $ 44, UD.
108 Von Liszt- Scumior, Lehrbuch, $ 44, UL, 1, donde se agrega que, mientras
no existe la condición objetiva, no cabe tampoco la imputación par tentativa (UI, 2);
Von BrLIxG, Grundztige des Strafrechts, $ 27, KóHLER, Deutsches Strafrecht, p. 286
y siguientes.
CaAríTULO XII
S 48. TENTATIVA
! Aun por encima de la figura del delito consumado cabe hablar de un delito ago-
tado —según CARRARa— cuando el sujeto, además de realizar la acción delictiva, logra el
resultado final que se propuso (CARRARa, Programma, $ 49; ALIMENA, Diritto penale, L,
p-485). Sobre el tema general de la tentativa, Frías CABALLERO, El proceso ejecutivo del
delito; HernrERA, La reforma penal, p. 503; FonTÁN BaLEsTRA, Tratado. Parte general,
II, p. 355; Núxez, Derecho penal argentino, UL, p- 311; Bruno, Direito penal, Tr, p- 229
y siguientes,
706 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
11 Algunos autores alemanes agrupan los casos de delito putativo con los mal lla-
mados casos de Mangel am Tatbestand y los de untauglicher Versuch (ello es, de falta de
elemento típico y de tentativa imposible). Así, Von BELING, Die Lele vom Verbrechen,
p. 329. Igualmente FLorIAN, Trattato. Parte generale, l, núm. 517. Pero la opinión
dominante distingue como en el texto se indica (BinbixG, Die Normen, TU, $ 207 y SS,
quien titula a estos casos como de “error invertido” —p. 401-; KónLEr, Deutsches Straf-
recht, p. 309; Fixcer, Lehrbuch, p. 441; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, U, p. 377
y 378; MEzGER, Strafrecht, $ 51, 1D.
12 Conf. CCrimCorrt lap, “Fallos”, I, p. 409 (extorsionado que avisa a la policía, luego
secretamente presente en el acto de la entrega —tentativa—). Semejante, CCrimCorrC “ap,
LL, 25-148.
708 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
% Sobre este problema, véase SoLER, Derecho penal liberal, soviético y nacio-
nal-socialista, “Cursos y Conferencias”, 1938, separata; Ley, historia y libertad, y Bases
ideológicas de la reforma penal. Con respecto a este tema, que afecta las bases liberales
y humanistas del derecho, en general véase el brillante trabajo de BerrioL, Istituzioni di
diritto e procedura penale.
10 CaRRaRa, Programma, $ 351.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 707
La
esa función a los órganos; esto es, a la autoridades, en cuyas manos queda
así depositado el supremo poder de decidir, caso por caso, la punición.
El Estado autoritario se presenta, por eso, como contrapuesto al
Estado de derecho”.
16 Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, I, p. 404, $ 67.
7 Carrara se ha ocupado reiteradamente de estas cuestiones (p.ej., Programma,
$ 349, p. 356 y ss.; “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, 1, p. 357 y ss.
—Í. Conato—, y “Tentativo con mezziinidonei”, “Tentativo e consumazione” y “Atti prepa-
ratori”, en Reminiscenze di cattedra e foro, p. 315, 333 y 341, respectivamente).
15 Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, L, p. 357 y ss., $ 7.
9 Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, 1, p. 357 y ss.,
$ 6, 62.
20 Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, L, p. 357 y ss., $ 8.
21 Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, L, p. 357 y ss., “Grado
nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, L, p. 357 y ss., $ 24.
“714 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
2. ar ” os "es : = Adel
2 CARRARA, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuseoli, L, p. 357 y ss., y “Atti
preparatori”, en Reminiscenze di cattedra e foro, p. 357.
2 Así principalmente en Carrara, Programma, $ 358. En la valiosa monogra-
2 . . . 6 ,
fía de Frías CABALLERO, El proceso ejecutivo del delito, acaso no se subraya bastante
que en el pensamiento de CaRRaRa el fundamento de la punibilidad de la tentativa está
constituido por el peligro corrido, y que el criterio de la univocidad juega más bien como
fundamento para el reconocimiento del carácter del acto como acto de tentativa.
24 Carrara, Programma, $ 40, y Opuscoli,
É
1, $ 80 y siguientes.
E
aquellos que caen sobre el sujeto pasivo del atentado (el domicilio que se
violó para robar); son actos preparatorios aquellos que quedan dentro
de la esfera del sujeto activo, ya primario, ya secundario (v.gr., el arma
comprada o cargada, las ganzúas). Estos criterios, reunidos con el de
la idoneidad, sirven —según CARRARA— para construir la distinción entre
preparación impune y tentativa punible.
mula una extensa y valiosa erítica (1) momento esecutivo del reato, p. 170 y ss.) pero el
aspecto positivo de su construcción es poco convincente (p. 174).
30 TumPALLOMENI, Lomicidio nel diritto penale, p. 319.
31 Este es el aspecto que subraya Massart, 1 momento esecutivo del reato, p. 136
y 182 y ss.; sin embargo, se ilusiona demasiado acerca de ciertas expresiones metafóricas,
como “radio de eficiencia” (p. 175 —¿idoneidad?-). Sobre este planteamiento, Von Br-
LING, Grundziúige des Strafrechts, 5 29, TL. Entre nosotros, véase la monografía de Frías
CABALLERO, ¿El proceso ejecutivo del delito, que es un buen trabajo orientado en la consi-
deración del valor de las figuras para el planteamiento y la resolución de estos problemas.
716 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
para todos los casos no solo es imposible*, sino que contraría el sentido
de la necesaria tipicidad delictiva de toda acción, que hace del problema
aquí tratado un problema estrechamente dependiente de la parte espe-
cial, y de cada figura particular. Asícomo al definir en general el delito
hemos tenido necesidad de subordinarlo a las figuras delictivas, también
el concepto de tentativa es subordinado, y la figura genérica de ella es solo
una descripción aproximativa.
Esto importa afirmar que la acción ejecutiva se distingue de la pre-
paratoria según sea la naturaleza de la figura delictiva propuesta, pues un
mismo acto, físicamente considerado, es valorado de manera distinta según
se lo refiera a una o a otra figura.
En este punto, el texto de nuestra ley es claro y terminante, pues re-
quiere que con el propósito de cometer un delito determinado se comience
su ejecución. De esta noción se desprende que el simple acto preparatorio
no es suficiente; que el comienzo de ejecución debe ser considerado con
relación al delito propuesto.
sin embargo —dice MaYer— en ambos casos ha errado sobre una circunstancia actual: a
saber, sobre el contenido del cajón (Der alleemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 366,
nota 5). Para nosotros, ambos casos son de delito imposible.
1% Fincer, Lehrbuch, p. 303 y 304.
15 En las teorías objetivas del delito imposible, según WeLzeL —Das Deutsche
Strafrecht, p. 185—, también se diferencian dos posiciones, de acuerdo con el momento en
que se aprecie la imposibilidad, que puede ser ex post (Von FEUERBACH, MITTERMAIER)
oex ante (Von Liszr, Von HiPPEL).
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 723
1 Nos servimos de los pasajes textuales de Von Burt transcriptos por BINDING
al exponer y criticar la doctrina (Die Normen, UI, p. 510 y ss.), pues no hemos tenido a
nuestro alcance los antiguos trabajos del autor.
15 La discrepancia con la tradición legislativa general es uno de los principales ob-
jetos de la réplica de BipbinG (Die Normen, UL, p. 510 y siguientes).
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 125
en realidad, en ese equívoco se basa la doctrina de Von Burt. Véase sobre ello CarRa-
RA, “Tentativo e consumazione”, en Reminiscenze di cattedra e foro, p. 335 y siguientes.
31 Es interesante y justo recordar la réplica de Carrara a la sentencia del Tribunal
Imperial de Leipzig del 24 de mayo de 1880, en la cual se contienen exactamente las razo-
nes dadas por Von Buri (véase “Tentativo e consumazione”, en Reminiscenze di cattedra
e foro, p. 317 y, en especial, 321 y ss., transcribiendo los motivos, entre los que incluso
está el del nexo causal —p. 326-). Véase, también, “Rivista Penale”, XV, p. 243 y 250.
7126 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
B2 « . . . o . o
7 “En sustancia —dice— la teoría subjetiva asume como punible toda manifesta-
ción de voluntad delictuosa, aun cuando carezca de todo peligro. Es, pues, un nuevo
apriorismo y en la práctica es exagerada” (FLORIAN, Trattato. Parte generale, [, p. 656).
9 Es la doctrina clásica y, en consecuencia, a los trabajos de Carrara citados
—que constituyen un brillante desarrollo del punto de vista— deben agregarse los nom-
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 727
Son absolutamente inidóneos los medios que “no habrían tenido nunca
potencia de violar el derecho agredido sobre cualquier sujeto pasivo a que
se dirigiesen””,
En cambio, “se dirán relativamente inidóneos aquellos que no hayan
tenido en sí capacidad de conducir a término el delito querido, por las con-
diciones del sujeto pasivo sobre el cual se dirigía la acción delictuosa, o por
excepcionales circunstancias que acompañaron el hecho; pero que habrían
bien podido y podían conducir al cumplimiento del delito, si hubiesen sido
dirigidos ose dirigieren sobre otros sujetos pasivos, o se acompañaren de
otras circunstancias”?*,
Para esta concepción, es delito imposible aquella tentativa empren-
dida con medios absolutamente inidóneos o dirigida a un objeto inidóneo
para constituir la lesión jurídica. En los dos casos ningún bien jurídico
ha corrido un peligro real; por eso el delito imposible, carente de elemento
objetivo, no puede ser castigado, dentro del pensamiento carrariano.
bres de RoMAcnNost, Genesi, $ 679 y 688, y de Von Feuerpacn, Lehrbuch des gemeinen in
Deutschland, $ 42, nota 3 (que es un creador en Alemania), entre tantos otros,
51 Es importante lo que dice CaRRaRa (Programa, $ 1093, nota 2), al distinguir
entre el objeto del delito de homicidio (el derecho a la vida) y el sujeto pasivo de aquel
(el cuerpo), para deducir una diferencia fundamental en el tratamiento del que apuñala
un cadáver (delito imposible) y el del que apuñala el lecho del cual se ha levantado la
pretendida víctima (tentativa punible).
5 ( ARRARA, “Tentativo con mezzi inidonei”, en Reminiscenze di cattedra e foro,
p. 318.
56 CARBaRa, “Tentativo con mezzi inidonei” 7 en Reminiscenze di cattedra e foro,
p. 317.
7128 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
stande, de la cual se sirven desde entonces (1906) todos los que hablan del tema.
6% Von BeLiNG, Die Lehre vom Verbrechen, p. 329. Claro es que —con ese punto
de partida— este concluye identificando los casos de Mangel am Tatbestande con el deli-
to putativo (véase la nota al pie).
6 Sobre esa rica casuística puede verse el análisis de la jurisprudencia del Tribunal
Supremo en BINDING, Die Normen, II, p. 526. En contra de la distinción de esos casos
de la “llamada” falta de adecuación, WELZEL, Das Deutsche Strafrecht, p- 186.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 7129
62 Así, Von HirrEL, Manuale di diritto penale, 3 46, V; Marek, Der allgemeine
Teil des deutschen Strafrechts, p. 367, MEzcEn, Strafrecht, $ 53, MIL
63 CaróraLo, La criminología; FLorIan, Trattato. Parte generale, L, $ 537 y ss.;
Ferri, Principii di diritto criminale, p. 544 y siguientes.
6 Soer, Exposición y crítica de la teoría del estado peligroso.
730 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
66 No es válido el ejemplo que pone FonTáN BALESTRA para decir que de esta
manera la tentativa puede ser castigada con pena superior al delito consumado. Supone
para ello una pena hipotética de veinte años para el delito consumado y, operada la reduc-
ción máxima, llega a un mínimo de diez años para la tentativa, pena superior en dos años
al mínimo del homicidio (Tratado. Parte general, U, p. 382). Desde luego que la pena
de un delito tentado puede ser siempre superior al mínimo de la escala correspondiente
al delito consumado.
132 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
65 Ya hemos visto que los casos absolutamente diversos son los de delito putativo
y no estos.
62 Conf. MEZGER, Strafrecht, 3 33, IV, Maver, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 367; WeLzEL, Das Deutsche Strafrecht, p. 186.
"9 Por razones análogas, BrRuxo no cree que pueda ser desechada totalmente la
distinción entre delito imposible y carencia de adecuación (Direito penal, 1, p. 249).
11 Véase Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 46, IV; Vox Liszr, Lehrbuch,
$ 47. Trátase, en realidad, de un punto de vista perfectamente igual al de CARRARA.
(2 MEzGER —después de sostener “conceptualmente” la equiparación de todos los
qa 2 « ”. . “2
76 Según MAYER, nota 9, no siempre es infalible (Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 371).
'* Esta fórmula, que es de FRANK, corresponde casi del todo con lo que enseña
CaRRaRa, Programma, $ 385, en nota (“el culpable desistió porque tuvo conciencia de no
poder”); Bruxo, Direito penal, II, p. 246.
18 Von Liszt - Scumior, Lehrbuch, $ 48, UI.
736 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
sino solo cuando no pudo abrirla. En este cálculo del uso de medios debe
atenderse a los ordinarios o comunes. — Si el sujeto renunció al empleo de
aquella actividad ordinariamente necesaria para la consumación del he-
cho, hay tentativa desistida””; si, en cambio, desistió en razón de que debía
emplear medios superiores a los normales, su desistimiento es involuntario,
Por ejemplo, para abrir una puerta violentamente se usa un cortafierro
o se rompen los vidrios, entre otras posibilidades. Si el autor renuncia a
ello, su desistimiento es voluntario; pero no lo es si, al intentar el hecho,
comprueba una resistencia superior a la común, que solo puede vencer por
medios de los que carece o cuya aplicación es dificultosa (v.gr., soplete).
El que, con la intención de matar, hiere gravemente, realiza algo que nor-
malmente basta para lograr ese fin. El curso favorable de la lesión ya
es una circunstancia ajena a su voluntad. No puede decirse que desistió
porque no ultimó a la víctima.
Es preciso tener bien presente que de lo que se desiste es de una
verdadera tentativa. — Plantearse el problema del desistimiento antes de
resolver afirmativamente que existe principio de ejecución puede llevar a
situaciones insolubles. — Si, avisada la policía de que se producirá un asalto,
se presenta en el lugar y los ladrones, al darse cuenta de que hay vigilancia,
después de rondar (acto preparatorio), se retiran, no hay desistimiento (que
no sería voluntario), porque no hay siquiera comienzo de ejecución. La
función preventiva ha logrado pleno éxito.
Las circunstancias serán tales no solo cuando el hecho le sea al autor físi-
camente impedido, sino también cuando ese impedimento se le presente
al sujeto psíquicamente, mostrándole su impotencia.
consagrada por el art. 43. Ello quiere decir que efectivamente tiene el
carácter de una mera causa de exclusión de pena. El hecho continúa
siendo objetivamente ilícito en todas sus demás relaciones, y el sujeto es
por él imputable y culpable.
La consecuencia de ello es el carácter estrictamente personal e in-
transitivo de la excusa. La responsabilidad de los terceros partícipes en
el hecho permanece en toda su plenitud.
La ley, al referirse al autor, ha empleado evidentemente la expresión
en su sentido más genérico, comprendiendo también al cómplice y al insti-
gador. Cada uno de los partícipes puede por sí desistir de la colaboración,
pero a este respecto es preciso tomar en cuenta la naturaleza unitaria y
global del hecho realizado en complicidad. Puede desistirse de la acción,
mientras se tiene el control de la causa puesta**; una vez que este escapa
del alcance del que pretende desistir, la acción de sus partícipes lo com-
promete. El que prometió vigilar la calle, y en esa inteligencia su socio
entró a robar, ya no puede válidamente desistir del delito, aun cuando, de
hecho, pueda desistir de su participación.
$ 53. PARTICIPACIÓN
56 Uno de los autores que estudia el tema es MANZINI (“Causalitá materiale dei reati”,
en Trattato, 11, p. 305 y ss.); conf. Von Liszr - ScumIbr, Lehrbuch, $ 49: MEzGER, Straf-
recht, p. 412. WELZEL expone la autoría y la participación como temas del entuerto dolo-
so (Das Deutsche Strafrecht, $ 15 y 16, p. 94 y siguientes). Con la sistemática tradicional,
Bruno, Direito penal, 1, cap. XXXL — Fierro estudia detenidamente la relación con el
tema de la causalidad (Teoría de la participación, p. 131 y ss., vasta y valiosa monografía
sobre el tema). Muy amplia la exposición de este tema en Pus Peña, Derecho penal,
II, p. 245 y siguientes.
87 En realidad, la doctrina de la equivalencia de condiciones debe conducir a la
equiparación de todos los partícipes en el delito y, en efecto, así ha sucedido, pues en el Có-
digo noruego de 1902 se consideraba como autor a todo concurrente, conforme con la tesis
desarrollada por Gerz (citado por GrisPIGx1, 1 delitto del non imputabile nel concorso di
piú persone in uno stesso reato, “Scuola Positiva”, 1911, p. 110). En realidad, Von Bur:
no extrajo de su teoría la consecuencia que parecía necesaria (ello es, la equiparación).
Esta se encuentra en el Código italiano (art. 110), en el brasileño (ver Bruno, Direito penal,
II, p. 258) y en el Proyecto Coll - Gómez (art. 11 y Exposición de motivos, XIV, tomado
principalmente del Proyecto Ferri —art. 17). Este último, sin embargo, al graduar las
sanciones, no impone que todos los partícipes tengan la misma sanción (ver la Exposición
740 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
pero en el caso último este tiene que estar ligado a la producción del
hecho, de manera que en algún modo haya contribuido a producirlo.
Por eso la ley, al definir los actos de encubrimiento, excluye a los que
se ejecuten conforme con una promesa anterior, pues entonces es la
promesa lo que ha puesto un factor para el delito?” y, en consecuencia,
el acto realizado —aunque posterior no es acto de encubrimiento, sino
verdadera participación.
Desde este punto de vista, tiene particular relevancia establecer la
naturaleza y característica de la acción ejecutiva, para determinar si el
acto es anterior, concomitante o posterior. En consecuencia, es muy
importante, a este respecto, el carácter instantáneo o permanente de la
infracción, pues mientras dura la permanencia es posible la participación,
y serán actos de participación (y no de encubrimiento) las colaboraciones
prestadas durante ese tiempo. Pero en este punto será necesario esta-
blecer bien la diferencia -ya señalada— entre delito permanente y delito
de efectos permanentes, pues solo al primero se refieren estos principios.
Y! “En el caso de previo acuerdo el autor no se hace cómplice del delito por lo que
hace posteriormente, sino por lo que prometió anteriormente” (CARRARA, Programma,
$ 25829, nota 2).
92 Conf. Vox BELING, Grundziige des Strafrechts, p. 66; Manzixt, Trattato, 1,
p. 318, en nota.
95 Conf. MANzIN1, Trattato, IL p.341. En contra, CCrimCorrCap, 26/7/1932, “Fa-
llos”, T-140 (“El que por precio silencia un delito incurre en complicidad”).
742 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
96 Este era el caso del art. 59 del Cód. Penal francés de 1810 (ver Cuchr, Précis
de droit criminel, p. 137, GARRAUD, Précis de droit criminel, p. 438).
97 Para este punto de vista, Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 250 y
siguientes.
98 Conf. Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 47, 1 y TL.
% Enla Exposición de motivos se insiste sobre esta distinción, incluso en los casos
cuya pen alidad equipara (autores e instigadores —ver Código Penal de la Nación Argentina,
p. 166-—), en contra del Proyecto de 1906, que al instigador lo llamaba “autor”.
744 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
108 Conf. Carrara, “Grado nella forza fisica del delitto”, en Opuscoli, I, p. 499
(“Complicita”).
106 Conf. Von LiszrT - Scumtor, Lehrbuch, $ 318.
107 Conf. Maver, Strafrecht, p. 161; Fierro, Teoría de la participación criminal,
p. 220.
108 Sobre este tema, GrisPIGx1, 11 delitto del non imputabile nel concorso di piú
persone in uno stesso reato, “Scuola Positiva”, 1911, p. 1a 17 y 97 a 117.
748 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
mente, frente a nuestra ley, la cuestión tiene más bien un interés teórico
—dada la equiparación entre instigador y autor—, es indudable que, desde
el punto de vista conceptual, la instigación y este tipo de acción mediata
ejecutada sirviéndose de un irresponsable no son equivalentes. La im-
portancia doctrinal de la distinción reside en que al autor mediato no le
son aplicables las reservas impuestas para las acciones de participación
accesoria, dependientes de una principal, que es la realizada por el ver-
dadero autor. En estos casos el autor es el autor mediato. La ley, al
definir la instigación como el acto de determinar a otro a cometer el hecho,
evidentemente supone la existencia de un instigado, en cuya determinación
propia se influye por vía psíquica normal'%,
La inimputabilidad puede provenir de causas preexistentes en el su-
jeto “determinado”, o ser la consecuencia de la acción del sujeto primario,
como cuando este se sirve de hipnóticos o narcóticos, caso expresamente
equiparado al de violencia (art. 78, Cód. Penal).
El sujeto del cual el autor mediato se sirve puede no ser un tercero,
sino el mismo lesionado, toda vez que en este falte capacidad de deter-
minación en sentido jurídico. He aquí una importante consecuencia
de diferenciar esta figura de la de instigación, pues el que acepta una
instigación en su propio perjuicio, en la esfera de sus derechos disponi-
bles, no realiza una acción ilícita, y el instigador queda impune en virtud
del consentimiento del ofendido, pues el instigado quiere, y es capaz de
querer de manera jurídicamente relevante, mientras que el inimputable
no. Por eso MEZGER afirma que quien instiga a un alienado al suicidio
comete delito de homicidio'”.
En este punto se presentan algunas dificultades con respecto a: a)
los delitos especiales; b) los delitos que solo se pueden realizar con la
propia actividad'*; c) los delitos que requieren determinada intención y,
finalmente, d) la situación de conocimiento o ignorancia en que se halle
el sujeto primario con relación al estado del sujeto secundario.
Sin perjuicio de las teorías propuestas por la doctrina en torno de la au-
toría, en especial de la autoría mediata, y las formas de participación erimi-
109 El caso no es tan académico como a primera vista pareciera. Por ejemplo, A,
con el fin de alegar y probar la falsedad de un documento, lo hace firmar con su nombre,
pero escrito por un hijo menor; hace poner una firma no auténtica por un inimputable,
10 MezcEr, Strafrecht, $ 60, HI, 1.
!M Binpinc, Grundriss, $ 62, y Die Normen, IV, $ 306; Von BELING, Grundziige
des Strafrechts, 22: MEZGER, Strafrecht, p. 417 y siguientes.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 749
en las ciencias penales, p. 349 y ss., y La autoría en los delitos de lesa humanidad come-
tidos por el terrorismo de Estado en Argentina, “Temas Fundamentales de Dogmática
Penal y de Política Criminal”, n* 8, 2013, p. 135 y ss.; GONELLa, “Autoría mediata por
dominio de la voluntad en aparatos organizados de poder”, en AAVV., Temas actuales
del derecho penal. Parte general, p. 166 y ss.; Añoso, Código Penal comentado, p. 277
y ss.; FIERRO, Teoría de la participación cr iminal, 2004, p. 393 y ss.: RicH1, Derecho pe-
nal. Parte general, p. 384 y ss.; ZAFFARONI - ALAGIA- SLOKAR, Derecho penal. Parte
general, p. 747 y siguientes. En la doctrina extranjera, CEREZO Mir, Derecho penal.
Parte general, p. 938 y ss.; García Cavero, Derecho penal. Parte general, p. 746 y
ss; VÁZQUEZ RAMÍREZ, La autoría mediata a través de aparatos organizados de poder,
“Diálogos de Derecho y Política”, n* 9, 2012, p. 32 a 51; Corcino BARRUETA, Autoría
mediata en aparatos organizados de poder, “Temas Fundamentales de Dogmática Penal
y de Política Criminal”, n? 8, 2013, p. 221.
M4 Conf. Von Liszr - Scamior, Lebrbuch., p 319; KónLer, Deutsches Strafrecht,
p. 511; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 376, 7, 9; MeEzGER, Straf-
recht, $ 60, IV; Núñez, Derecho penal argentino, UL, p. 282; WeLzEL, Das Deutsche
Strafrecht, $ 15, UL 2, a; BerrioL, Sul reato proprio.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 151
15 Dice MEZGER que, “ex definitione, un extraneus, nunca puede ser autor inme-
diato ni mediato” del delito especial (Strafrecht, $ 58, IL 5).
16 La doctrina alemana se ha fatigado mucho en torno al tema de estos delitos,
que llama eigenhándige (cometidos por mano propia) y -que según BINDING— son pre-
varicato, deserción, adulterio, incesto, falso testimonio (Grundriss, $62, IL, A). Éles
el creador de esta discutida categoría de delitos (Die Normen, IV, $306). Ver WELZEL,
Das Deutsche Strafrecht, $ 15, UL, donde se refiere al perjuicio de ciertos delicta carnis
(adulterio, incesto, homosexualismo). No consideramos adecuado hablar de ejecución
“corporal”,
TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
=l
Lo
1 En este punto, sin embargo, es muy dudosa la posibilidad de formu-
lar principios generales. Algunos problemas dependen directamente de
disposiciones especiales, Así, por ejemplo, con respecto al falso testi-
monio, nuestra ley ofrecía una particularidad consistente en establecer
una pena especial y más leve para el sobornante, lo cual evidentemen-
te tenía el efecto de excluir como punible la simple instigación. La ley
17.567 suprimió ese desnivel. En Alemania, la disposición del $ 160 del
RStGB era entendida en el sentido de eliminar la autoría mediata en los
delitos previstos por los $ 153 y 154.
Algunas veces, efectivamente, el delito consiste en algo que solo una
persona puede hacer. El caso típico en tal sentido era el delito de adul-
terio, y la razón de su particularidad derivaba de que el delito consistía
precisamente en la subjetiva violación de la fe conyugal, cosa que única-
mente podía ocurrir en la conciencia del autor. No había manera de que
tal hecho fuese comisible por otro que no fuera el cónyuge.
Hay otros delitos, en cambio —y el falso testimonio es uno-, en los
cuales, no obstante estar construidos subjetivamente, hasta el punto de no
admitir instigación —es decir, que en los casos normales la responsabilidad
empieza y termina en el testigo—, a pesar de ello no resultan necesariamente
incompatibles con la intervención de un tercero. Si suponemos que al-
guien, mediante alguna droga, obtiene que el testigo declare determinadas
falsedades, parecería que ese tercero es autor inmediato, por violencia (art.
79, Cód. Penal), de falso testimonio. — Pero si en vez del empleo de violen-
cia suponemos coacción (cuando un hijo del testigo es tenido como rehén
con el objetivo de que este dé un falso testimonio), no parece razonable
considerar intransferible el hecho al autor mediato.
La afirmación de que un delito es de pura actividad y, como tal, no
comisible por autoría mediata, depende estrictamente de la forma de la
figura, de la razón o fundamento de la incriminación y de las características
del bien jurídico protegido. — Así, por ejemplo, no vemos que un delito de
propia actividad no sea por principio comisible por medio de otro'", y en
LY Von BELIxG, Die Lehre vom Verbrechen, p. 236 y ss., quien pone como ejemplo
la prohibición de “caminar sobre un puente”, lo cual -según dice— solo puede hacerse con
las propias piernas. Obsérvese, sin embargo, que si el bien protegido es la seguridad
pública, parece evidente que puedo ponerla en peligro tanto si yo personalmente paso
como si hago pasar. Según Maver, un delito será de propia mano cuando no respon-
da a la definición de la figura el supuesto de la ejecución de aquel por mano de otro
(Strafrecht, $ 47, 1V).
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 753
118 Conf. Von Liszr- Scumior, Lehrbuch, p. 319 y 320; Von HirreL, Manuale
di diritto penale, $ 49, L, 3, MEzGER, Strafrecht, p. 427.
119 Vox HirrEL, Manuale di diritto penale, $49, L, Ll. En contra, MEzcEr, Straf-
recht, p. 426, nota 4.
120 Fincer, Lehrbuch, p- 336: conf., Von Liszt - Scumtor, Lehrbuch, 315, nota 2.
754 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
121 Conf. Maver, Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 404; en contra
Von LiszT - Scumibr, Lehrbuch, $ 50, nota 2.
122 Conf. Von Liszt - Scumibr, Lehrbuch, $ 50, UI, 3.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 7155
Von BeELING, Die Lehre vom Verbrechen, $ 4% Manzint, Trattato, 11, $ 477.
Von BELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 395.
VoN BELING, Die Lehre vom Verbrechen, p. 395.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 157
ción tiene un sentido objetivo del cual las otras causas de exclusión de
pena carecen, de manera que, cuando de la impunidad del autor se quie-
re deducir la del partícipe, para reducir al absurdo el principio unitario,
se opera sobre la base de una equiparación que podrá responder a la sis-
temática de algún derecho positivo defectuoso, pero que evidentemente
contradice las relaciones de un derecho construido con firmeza. Es
lógico que el que coopera en un hecho lícito sea tan inocente como el
autor, pero no se entiende por qué de allí ha de deducirse que quien
coopera en un hecho simplemente impune para el autor no pueda ser
punible, siendo como lo son— personales y no objetivas las causas de
exclusión de la punibilidad'”,
Menos aceptable aún parece la tesis de MAssaRt, cuando concibe a la
participación como delito autónomo, al que llama “delito de concurso”*?,
Es manifiesta la necesidad de que la gravedad de ese pretendido delito
autónomo dependa de la gravedad del delito a que concurre, pues es muy
distinto concurrir a un homicidio alevoso o a un modesto hurto, y entonces
los problemas de la participación quedan subsistentes en su integridad,
porque la figura autónoma no funciona nunca sino con relación a otra
principal, y esta es aplicable en cuanto a ella se vincule la fragmentaria
acción del partícipe.
M4 Conf. CApel Rosario, 22/7/1933, “Flores y Rojas”; CSJN, 11/12/1939, LL, 17-659.
762 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Contra la opinión corriente, ALIMENa, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale
italiano, 1X, p. 605, que parte de la base de que el infanticidio no es una figura autónoma.
Censura a la Casación por haber dicho que la causa de honor es un elemento objetivo
del hecho (“Rivista Penale”, XXXV, p. 396). También en contra, EBERMAYER - LoBE -
ROSENBERG, Das Reichs, $ 50, 2, y 217, 5; Frank, Das Strafeesetzabuch, $ 50, 11, 2; Von
BeLING, Grundziige des Strafrechts, 37, UI, 3; Viapa y ViLaseca, Código Penal refor-
mado de 1870, MI, p. 61; Puic Peña, Derecho penal, UI, p. 430; Núxez, Derecho penal
argentino, 1, p. 307, y IL p 123 y 137, Véase lo que decimos al tratar el infanticidio
en elt.3. Conforme con el texto, Roprícuez Devesa, Derecho penal español, 1, p. 53;
Fixz1, Circunstancias del delito y título de delito.
148 Como ejemplo de la concepción exagerada de la accesoriedad pueden recor-
darse ciertos casos de jurisprudencia francesa sobre premeditación y acecho (guetapens),
según los cuales sería contradictorio interrogar al jurado si un cómplice ha obrado con
premeditación después de resuelto que el autor la tuvo. La contradicción no existiría si
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 763
se tratase de dos o más coautores, según la misma jurisprudencia (GarraUD, Traité théo-
rique et pratique, 1914, II, p. 685 y 686), criterio con el cual llega a hacerse comunicante,
en homenaje a la integridad de la figura, una circunstancia “enteramente subjetiva interna”
(Traité théorique et pratique, 1924, 11, p. 215).
147 El título es indivisible en el sentido señalado supra, en 1 y IL. Véase Erche-
BERRY, Derecho penal, IL, p. 83.
148 De la Exposición de motivos se deduce, sin embargo —con toda claridad—, el
deseo de distinguir el autor del instigador (Código Penal de la Nación Argentina, p. 166).
Por eso consideramos correcto el fallo donde se dijo que “la calificación legal de un delito
es la misma para cada uno de los partícipes”, pero no nos parece acertado el agregado del
resumen de que ello es así “con la única excepción que prevé el art. 48” (CCrimCorrCap,
28/4/1933, “Bonanzio”, “Fallos”, 11-212), pues el art. 47 también puede llevar a excep-
ciones, cuando resulte que el partícipe no quiso cooperar sino en un hecho de menor
gravedad (es decir, de otra calificación).
149 Sobre ello, CARRARA, Opuscoli, 1, $350. Esta distinción es de CARMIGNANI,
Iuris criminalis elementa, $ 200,
764 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
151 A] argumentar VIADA Y VILASECA contra una sentencia del Tribunal Supremo
español, se basa -muy acertadamente en una diferencia análoga entre circunstancias
personales y elementos del delito (Código Penal reformado de 1870, UL p.8y9) Esuna
lástima que luego no aplique el mismo principio a los casos de privilegio (p. 61).
152 Conf. CSJN, GF, CXLVIII-115 (el esposo era instigador, y estaba presente mien-
tras la menor mataba a la esposa de aquel; la calificación legal es la misma para ambos).
CApel Rosario, feb, 1935, “Poeta”, JTSF, XIV-305, Conf. Manzixt, Trattato, 1, $ 488,
y V, $ 1348; ImPALLOMENI, Lomicidio nel diritto penale, $ 127. Hay que observar, sin
embargo, para el parricidio, que el Código italiano requería que la circunstancia del pa-
rentesco hubiese contribuido a facilitar el hecho, y que por eso se comunicaba la agra-
vante (Manzis1, Trattato, VU, $ 2381, ), En contra para el instigador, GaRRAUD, Traité
théorique et pratique, IL, p. 465.
153 Aun cuando es exacta la solución de la sentencia de la Cámara de Apelaciones
en el caso “Giri”, no es justa la fundamentación al decir que “se trata de una infracción
especial que solo admite un único autor y excluye la aplicación de las reglas de la coo-
peración” (“Fallos”, 11-276). La infracción especial puede tener, en general, instigador,
cómplice necesario, cómplice primario y cómplice secundario. No excluye, pues, los
principios de la cooperación.
766 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
punible a otro título —defraudación, robo, etc.—, salvo que sean aplicables
los principios expuestos con respecto al autor mediato.
Además, CARRARA considera divisible el título del delito —ello es, no
comunicable la agravante— en el caso de parricidio'”*, pero las dudas que
él expresa tienen en cuenta otro sistema de legislación*”, Ante nuestra
ley (art. 48, Cód. Penal) no cabe duda en la comunicabilidad de esa cir-
cunstancia, siempre —claro está- que sea conocida. Es obvio, también
aquí, que para poderse hablar de parricidio será necesario que el partícipe
pariente se encuentre en la categoría del art. 45.
188 La disposición venía ya del Proyecto Tejedor, Tít. 5”, art. 10. Conf, Proyecto
de 1891 (art. 76), y Proyecto de 1906 (art. 53),
159 Inspiró la supresión HERRERA, con sus críticas a la ley de reformas de 1903
(La reforma penal, p. 532 y siguientes). Ver, también, el informe de la comisión especial
(Código Penal de la Nación Argentina, p. 168 y 169); Moreno, El Código Penal y sus
antecedentes, UL, p. 49 y 52,
160 <a complicidad prometida puede muy bien ser determinante de la ejecución
del delito” (RivaroLa, Derecho penal argentino, p. 554). Es verdad, pero en tal caso,
resulta evidente que el sujeto es partícipe, pues determina a otro a cometer el hecho.
166 Así, por ejemplo, FLORIAN, Trattato. Parte generale, 1, $ 555, que se mantiene
en su opinión, no obstante la admisión expresa del concurso en delito culposo por parte
del Código Penal italiano (art. 113).
167 Conf. BixpixG, Grundriss, $ 64, IL, Mayer, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 407, Von BELING, Grundziige des Strafrechts, $ 30, IL, 3; Von BIRKMEYER
et al. (eds.), Vergleichende Darstellung. Allgemeiner Teil, Y, p. 75 y 153; CHAUVEAU -
HÉLIE, Théorie du Code Pénal, YV, núm. 1425; VipaL - MAcnoL, Cours de droit criminel,
p. 565 y 574, Entre nosotros, RivaroLa, Derecho penal argentino, p. 266; GONZÁLEZ
Roura, Derecho penal, IL, p. 206; Núñez, Derecho penal argentino, 1, p. 278. En
contra, CARRARa, Opuscoli, 1, $ 22 y ss., pero el problema que este plantea es el de las
causas culposas mediatas, todas ellas inconexas (es decir, no concebidas por cada sujeto
como partes de un todo culposo, según la fórmula adoptada en el texto). En contra,
también, Von LiszrT - Scumior, Lehrbuch, $ 5.
165 Son les casos que CARRARA llama “de intención inocentemente distinta” (Pro-
gramma, $ 432 y ss.; Opuscoli, 1, $ 199), Conf. Majxo, Commento al Codice Penale
italiano, L, p. 200.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN Tí
ponsabilidad por aplicación del art, 49 —-en un caso del art. 128- al empleado grabador,
El art. 49 y, especialmente, la fundamentación parecerían funcionar aquí -ante el coope-
rador material- como una “causa de no exigibilidad” (“Fallos”, 11-452). Esa solución es
dudosa ante el texto del art. 128. En el caso “Anania” también se aplicó el art. 49, pero
la sentencia no lo hizo extensivo al editor, juzgando que su cooperación no era “material”
(LL, 7-1007). La Exposición de motivos, sin embargo, los enumera entre los eximidos.
TO TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
180 Conf. Von Liszr- Scumror, Lehrbuch, $ 50, TL, 3; MEZGER, Strafrecht,
$59, I2.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN TT
acción principal ejecutiva cumplida por el sujeto que reviste la condición re-
querida por la ley— las responsabilidades accesorias carecen de fundamento.
De ahí otra característica diferencial entre el coautor y el cómplice pri-
mario. La coautoría es participación, pero no complicidad; es participación
en el mismo nivel de los demás autores. En consecuencia, su acción no es
accesoria, aun cuando con relación al mismo hecho pueda ser integrativa.
Además, para ser autor o coautor de ciertos delitos es necesario reunir
determinadas condiciones. El que no es hijo nunca es autor de parricidio,
aunque sea él quien mate junto con el hijo. Puede ayudar al hijo, como
cómplice primario, pero a él la agravante solo puede alcanzarlo mediante
la acción del hijo. He ahí la utilidad de la designación cómplice primario
y la prudencia de colocar la escala penal al mismo nivel.
S 57. INSTIGACIÓN
185 Conf. Maver, Der alleemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 392.
18% Exposición de motivos, en Código Penal de la Nación Argentina, p. 167. CARRARA
habla de “dirección específica” (Opuscoli, I, $ 336).
190 A esta figura suele llamársela complicidad de complicidad, cuya represión
sostiene CaRRaRa, Opuscoli, l, $ 332 y ss.; VipAL - MAGNOL, Cours de droit criminel,
p. 570. Se produce cuando un tercero instiga al cómplice a actuar como cómplice, o
cuando lo ayuda materialmente en su acción, con conocimiento de su significado.
9! No debe confundirse la calidad del acto de instigar, que debe ser dolosa, con
la calidad del hecho o de sus resultados, que pueden estar vinculados por dolo eventual
(ver infra, VII y EX),
A . . =gr Ñ qm.
192 Conf. KonLer, Deutsches Strafrecht, p. 523; Maxer, Der allgemeine Teil des
deutschen Strafrechts, p- 392; MANZINL, Trattato, 11, p- 319.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 181
19% Conf. Koer, Deutsches Strafrecht, $ 45, IL, 3; MezGER, Strafrecht, p. 437.
194 Conf. Von Liszt - Scumior, Lehrbuch, 52, 1, 3; KónLer, Deutsches Strafrecht,
p. 499; Von HirPEL, Manuale di diritto penale, $ 48, IV, 5; Mayer, Der allgemeine Teil des
deutschen Strafrechts, p. 406; MEzGER, Strafrecht, $ 61, Il; MAnzin1, Trattato, 1, p. 322;
CARRARa, Programma, $ 1594, en nota; ETCHEBERRY, Derecho penal, UL, p. 98.
25 Sin perjuicio de que en, determinados casos medie, según algunos, otra razón
de distinta naturaleza para la impunidad: obediencia. Von BELING incluso habla de
la buena fe (Crundziige des Strafrechts, p. 64). Conf. Frank, Das Strafgesetzbuch,
p. 122. Los ejemplos de CarRara, Programma, $ 1594, en nota, quedan resueltos en
el texto,
782 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
VIL. Exceso del instigado. — Estos casos dolosos son los que pueden
plantear el problema del exceso del instigado. No hay que llamar exceso
a cu alquier variación en la que el ejecutor incurra; la variación tiene que
ser relevante en el sentido de la ley, y comportar una responsabilidad de
distinta categoría. Si se instigó el homicidio de A y se mató a B por error
in persona O aberratio ictus, esa desviación es tan inesencial para el ejecu-
tor como para el instigador. Solo hay exceso cuando la responsabilidad
coincide con las exigencias de nuestra ley, para la cual la diferencia más
relevante, la que importa una escala penal distinta, no es la que pone de
una parte a los autores y de otra a los cómplices, sino la que pone de un
lado cierta categoría de partícipes, entre los que hay autores, instigadores
y algunos cómplices, y frente a esta— otra categoría de cómplices. La
cuestión no consiste en distinguir al autor del cómplice, sino en distinguir
dentro de la categoría de los cómplices.
200 Así Von BELING, Grundzige des Strafrechts, $ 32, 1, 1; Fiucer, Lehrbuch,
p. 339, nota 436; Von HirrEL, Manuale dí diritto penale, $ 48, UL, l; Von Liszr -
Scumibr, Lehrbuch, 322; MerkEL, Lehrbuch, $ 51. Esta distinción en Alemania pro-
viene de Von FEUERBACH.
201 Conf. Von BIRKMEYER et al. (eds.), Vergleichende Darstellung, Alleemeiner
Teil, TL, p. 23 y siguientes,
202 Conf. DeL RosaL, Derecho penal español, 1, p. 121 y ss.; Puic Peña, Derecho
penal, IL, p. 279.
FORMAS AMPLIADAS DE ADECUACIÓN 789
203 Conf. Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 49, Y, nota 3; MEZCER, Straf-
recht, p. 446.
CarítULO XIII
$ 59. INTRODUCCIÓN
% Conf. la nota de TEJEDOR, transcripción —en gran parte— de la del Código bávaro
(Proyecto de Código Penal, Tít. V, art. IV, p. 191 y 192). Carrara, Programma, $ 52
522 1113 y 2522. Fue seguida bastantes veces por nuestra jurisprudencia (p-ej., Fallos,
185:338; CCrimCorrCap, “Fallos”, 1152 y 158, y 1V-127). El fallo de la Cámara de Ape-
laciones en el caso “Mereu” puede verse in extenso en LL, 14-92, y en JA, 66-276, con
nota de SoLER; también, CCrimCorrCap, JA, 55-626; íd., 11/5/1951, “Rebello”, “Fallos”,
VI1-57, SC Tucumán, JA, 57-613, entre otros, El art. 87 del Cód, Penal de 1887 llegó
a admitir una conexión meramente ocasional (“Si el mismo culpable con ocasión de la
ejecución del delito que se propone cometer, perpetrase otros”).
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 795
más grave”, por la única razón de que el sujeto —además de querer cometer
un delito— adopta esa conducta precisamente porque le viene bien o le es
indispensable para cometer otro delito más.
Abandonada esa concepción —que, por otra parte, no tiene apoyo
alguno en el Código Penal-, subsistió, sin embargo, la opinión según la
cual la pluralidad de encuadramientos no es en sí misma suficiente pare
considerar procedente la imposición de una pluralidad de penas; para esto
es necesario que a cada figura le corresponda una acción autónoma. Lo
que se imputa a un sujeto son sus acciones; así, cuando no hay más que una
acción no puede haber más de una imputación, aunque esa sola y misma
acción caiga bajo más de una descripción legal?, La teoría del concurso
ideal o formal trata de corregir, por esa vía, ciertas maneras abusivas de
represión, consistentes en la multiplicación inconsiderada de los delitos
en el supuesto de que a cada calificación debe corresponder una pena.
Por esa vía, un solo grito contra agentes de la fuerza pública se puede
transformar en atentado, desacato, instigación pública, calumnia e injuria,
desorden, etc., todo ello sumado.
Esta manera de tratar la pluralidad de encuadramientos reviste gra-
vedad máxima cuando, además, va acompañada de sistemas de penalidad
severos, porque de ello puede resultar la imposición de penas notoriamente
exorbitantes”,
Para evitar ese resultado manifiestamente injusto, la doctrina del con-
curso ideal o formal enseña que cuando hay una sola acción no puede haber
más que una pena, aunque aquella caiga bajo más de una sanción penal.
8 La hace Carrara, Programma, $ 528 y 531, para explicar el caso del ladrón que
roba una bolsa con cien escudos. Si, en cambio, los escudos están esparcidos, según
CARRARA ni siquiera debe hablarse de continuación, porque no importan otras tantas ac-
ciones los actos aislados de ir tomándolos de a diez (“De hecho, el primer acto de tomar
diez escudos y guardarlos presenta por sí mismo un delito completo; extender de nuevo la
mano y tomar otros diez, constituye un segundo acto diverso del primero. — Pero, ¿quién
quisiera sostener seriamente esta teoría? [...] nadie se atrevió nunca en el foro a atribuir
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 797
2 .. 2 . . 2 .
12 La adopción de la nueva fórmula aparece fundada en los siguientes términos en la
relación del diputado ViLLa: “Unos han opinado que si con una sola y misma acción se han
cometido varias violaciones de la ley penal, se tiene mediante ello una concurrencia ideal
de delitos, la cual, no obstante la pluralidad de títulos, sustancialmente no importa más que
un delito único, y por eso debe aplicarse una pena sola; la establecida para el delito del título
más grave. Otros sostienen que la noción de la concurrencia ideal, en contraposición a
concurrencia real de delitos —reiteración— es meramente teórica, aunque jurídicamente
irrelevante, puesto que cuando se han violado varias leyes penales o varias veces la misma
ley penal, hay una pluralidad de lesiones jurídicas y, por lo mismo, de delitos, sea que ello
suceda por medio de una acción única, sea por medio de varias acciones distintas. Entre
estas dos opiniones opuestas, existe también la que distingue si con una acción sola, que
produzca una pluralidad de lesiones jurídicas, se ha causado un único efecto criminoso,
un resultado de hecho único o si, en cambio, varios efectos: hay una pluralidad real, un
concurso de delitos en el primer caso, como en la lesión voluntaria de varias personas con
tal propósito, hecho por medio de una sola descarga; hay un concurso meramente formal
o aparente de delitos en el segundo caso, como en el estupro violento de una mujer unida
por vínculos de sangre o casada que da lugar al doble título de estupro e incesto o estupro
y adulterio [...]. Los proyectos precedentes estaban concebidos en términos iguales a los
del Código toscano, pues lo mismo que este hacían depender la unidad de la pena de la
unidad de la acción. Pero con la fórmula del actual Proyecto se ha suprimido toda causa
de dudas, ya que a la palabra acción se la ha sustituido por la de hecho [...] Queda así de
manifiesto como la unidad de pena depende de la unidad de hecho, de la unidad de efec-
to real criminoso causado, no ya de la unidad de la acción subjetiva, la que puede ser causa
de un solo evento, de un solo resultado, como de varios resultados criminosos, del mismo
modo que varias acciones, Una concepción tal debe juzgarse la más conforme con los
principios generales del derecho penal, ya que no puede subsistir unidad de delito donde a
la pluralidad de lesiones jurídicas se acompañe una pluralidad de resoluciones delictuosas,
sino solamente donde varias lesiones jurídicas sean el producto de una sola resolución delic-
tuosa, ello es, sean acompañadas por un solo elemento moral de delito” [citado por ALIMENA,
voz “Del concorso”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, V, p. 491).
13 Al iniciar este parágrafo, vimos que el Proyecto Tejedor siguió la dirección del
Código de Baviera (TejebDOR, Proyecto de Código Penal, Tít. V, art. IV, p. 191 y 192) y que
el Código de 1887 admitió la conexión ocasional como base unificadora (art. 87).
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 7909
15 Las teorías expuestas por VON BURI, Einheitund Meluheit der Verbrechen, “Der
Gerichtssaal”, XXXI, son el punto de partida de las construcciones de IMPALLOMENI y de
ALIMENa, El primero de ellos expuso el criterio de aquel en una monografía titulada
Concorrenza reale e concorrenza ideale dei reati, reproducida en gran parte en Lomicidio
nel diritto penale, núm. 68. Véase Von Burt, Concurso ideal, “Cuadernos de los Insti-
tutos”, n? 77, 1963, p. 99, que emplea un lenguaje a veces muy empírico y aun impreciso
(p-ej., “Toda lesión jurídica exige una causalidad”).
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS $501
16 Ver ALIMENA, voz “Del concorso”, en PEssiNa (dir.), Enciclopedia del diritto
penale italiano, V, p. 387 y ss., una importante monografía.
17 Pacueco, El Código Penal, l, p. 231; ALIMENa, voz “Del concorso”, en PEsSINA
(dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, V, p. 468. Núxez le acuerda gran impor-
tancia en este tema a Masuccr, voz “Concorso di reati e di pene”, en Digesto italiano,
VIII, parte 1%, núm. 27 (Derecho penal argentino, IU, p. 223 y 226).
15 Desde luego, no nos parecen aceptables las distinciones de ALIMExA entre sepa-
rabilidad accidental, natural y jurídica [voz “Del concorso”, en Pessixa (dir.), Enciclope-
dia del diritto penale italiano, Y, p. 469], que anteriormente hemos seguido.
$802 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
típico para mostrar esta situación es la que existe cuando concurren fal-
sedad y estafa, según la falsedad sea producida en instrumento público
o privado.
Hay razones claras para que la ley considere a la fe pública —en el sen-
tido de autenticidad oficialmente certificada— como un bien jurídico digno
de protección autónoma en todo caso, pero no ocurre lo mismo cuando,
en realidad, solo se trata de la confianza que puede merecer, en general,
todo escrito. Con relación a los documentos privados, el simple hecho de
que no sea punible toda falsedad, contrariamente a lo que ocurre en los
documentos públicos, ya de por sí muestra que los motivos de protección
son diferentes en ambos casos, y que los documentos privados son objeto
de protección en la medida en que ello es un medio para la seguridad de
otros negocios distintos del mero otorgamiento del escrito mismo.
De consideraciones de este tipo será dable deducir que, cuando se
defrauda mediante falsedad en escritura pública, son perfectamente se-
parables los bienes jurídicos de la propiedad y de la fe pública, y que,
en consecuencia, hay dos lesiones jurídicas, dos hechos, y —por lo tanto—
concurso real. Al contrario, cuando se defrauda mediante falsedad en
documento privado, no es dable admitir la autonomía de la protección de la
fe pública, en el sentido genérico de confianza, porque las defraudaciones
son también —en sentido muy amplio— una efectiva violación y burla de la
confianza. Entre esos bienes jurídicos media una relación semejante a
la que media entre tentativa y consumación, relación en la cual la última
comprende y consume a la primera. Cuando dos bienes jurídicos se pre-
sentan en una relación de este tipo, se dice que aquellos no son separables
y que, por tanto, no hay dos efectos independientes y dos hechos, sino uno
solo y, por lo tanto, concurso ideal.
Para esos casos ALIMENA formula una regla empírica, tendiente a
aclarar el aspecto subjetivo del hecho. En definitiva, al apartarse nuestra
ley junto con la ley italiana— de la definición del concurso sobre la base de
la acción para servirse de la palabra hecho, se procedía así para subrayar,
sobre todo, la exigencia de una pluralidad subjetiva que correspondiera
a una pluralidad objetiva de efectos, y además para descubrir y poner
de manifiesto lo que, en realidad, no sería más que la apariencia de una
pluralidad de efectos reales, pues en tales casos “basta querer una lesión
para causar necesariamente las otras”. En tales casos —manifiesta ALI-
MENA=, “no decimos al reo: responde de un solo delito porque has querido
una sola cosa; sino que le decimos: responde de un solo delito, porque
si hubieses querido dos cosas no habrías producido un efecto mayor, y si
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 803
19. ALIMENA, voz “Del concorso”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale
italiano, Y, p. 467 a 469.
20 KosrLix, System des Strafrechts; HaberMaas, Die Ideale Konkurrenz der De-
likte, y HAELSCHNER, Das gemeine deutsches Strafrecht, citados por ALIMENA, voz “Del
concorso”, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, V, p. 461; GEYER,
Considerazione critiche intorno alla parte generale del progetto, “Rivista Penale”, €. 1,
p. 257 y siguientes.
21 Este criterio fue defendido por ZURCHER, GAUTIER, HAFTER y otros, en contra
de Lana, en el Proyecto de Código Penal suizo (Zweite Expertenkommission iiber den
Vorentwurf zu einem Schweizerischen Strafgesetzbuch, Protokoll der zweiten Experten-
kommission, L, p. 390 y siguientes).
22 PEco se opuso a su adopción en el Código Penal (La reforma penal argentina,
p. 529). Sin embargo, en su Proyecto le dio cabida (arts. 14 y 15), sobre la base de la uni-
dad de acción. Sobre esto, NúRez, La teoría del concurso en el Proyecto Peco, * Boletín
de la Facultad de Derecho de Córdoba”, VII, 1943, p. 1 y 2.
$804 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
“Cód. Penal, art. 54; noruego, arts. 62 y 63; danés, art. 88; búlgaro,
art. 39; islandés, art. 77; húngaro, art. 57; peruano, art. 108. La distinción
entre concurso real y concurso ideal con el fin de prescribir para cada uno
de ellos consecuencias penales diferentes, es, sin duda, uno de los problemas
en los cuales la doctrina se ha fatigado durante mucho tiempo y con menos
eficacia. Los casos de concurso ideal y, en consecuencia, de pena única,
han ido restringiéndose en la doctrina moderna y casi puede decirse hoy
que, salvo en los hechos culposos, solamente se admite esa figura para casos
académicos, pues ya nadie persiste en la teoría carrariana de considerar
como concurso ideal todo caso en el que entre un delito y otro existe una
relación de medio a fin.
Abandonado ese criterio que efectivamente no parece razonable, pues
ningún motivo aconseja considerar no punible un hecho porque el agente
lo ejecute como medio para consumar otro más, no puede decirse que la
unificación de los delitos sobre la base de la unidad de acción (sistema ale-
mán) o sobre la base de la unidad de hecho (sistema italiano) haya arrojado
resultados claros.
En el fondo, ambas teorías se inspiraban en la ilusión de poder deter-
minar la unidad (de acción y de hecho) sobre la base de una consideración
naturalista, cuando, en realidad, el problema parece más bien dependiente
del poder de absorción de que están dotadas las diferentes figuras penales.
Por esto, la doctrina del concurso ideal ha ido perdiendo importancia
en la medida en que ha ido adquiriendo desarrollo la doctrina del llama-
do concurso aparente. Las figuras del concurso aparente y del concurso
ideal son, desde luego, distintas, ya que este último presupone que el hecho
efectivamente encuadra en más de una figura, a diferencia de lo que ocurre
en el concurso aparente, en el cual una sola figura resulta aplicable al caso.
Pero si el objeto de la teoría del concurso era el de determinar la unidad
o pluralidad de delitos, no cabe duda de que ha fracasado el empeño por
configurar entre la unidad perfecta y la perfecta pluralidad esa figura híbrida
de unidad de hecho con pluralidad de encuadramientos. Son numerosos
los códigos modernos que han abandonado la distinción.
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 805
Da . . . . . .
4 En Egipto había un cañonero que debía disparar salvas a determinadas horas del
reloj oficial, y el relojero, a su vez, regulaba los relojes de acuerdo con los disparos de cañón.
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 807
25 ALimEx«a, voz “Del concorso”, en PEssIxa (dir.), E neiclopedia del diritto penale
italiano, Y, y Reato istantaneo, reato continuato e reato permanente, “Scuola Positiva”,
1910, p. 385; IMPALLOMENI, Sul reato continuato, “Rivista Penale”, t. 28, p 302; CivoLt,
Trattato di diritto penale, l, núm. 226, Carkaka, Programma, $ 510 y ss. y 2087; Man-
ZINL, Trattato, 1, núm. 521; Majno, Commento al Codice Penale italiano, L, núm. 452
y siguientes. Entre nosotros, CARNELLI, La penalidad correspondiente al delito con-
tinuado, LL, 18-725; Mabartaca, voz “Delito continuado”, en Enciclopedia jurídica
Omeba, VI, p. 263; SoLEr, El delito continuado ante nuestro derecho, “Boletín de la
Biblioteca de Criminología”, 1928-I1-390. En Alemania, conf. Von BELING, Grundziige
des Strafrechts, $ 75; BinbiNG, Grundriss, $ 60; KónLer, Deutsches Strafrecht, p. 539
y ss.; Von HirrEL, Manuale di diritto penale, $ 55; Hórrner, Einheit und Mehrheit
der Verbrechen, L, p. 71, y IL, $ 20; Von Liszr - Scumior, Lehrbuch, $ 55; Mayen,
Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 166, 511 y 523; MEZGER, Strafrecht,
p. 463 y siguientes.
508 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
28 Algunos autores exigen más requisitos; así, LUCCHINI, Sul reato continuato,
y Ancora sul reato continuato, “Rivista Penale”, t, 25, p. 297 y 407, Según el doctor
Ramos Mejía, se requiere “unidad de resolución o determinación criminal, unidad de
lugar, unidad de tiempo, unidad de derechos violados y unidad de víctimas” (CCrim
CorrCap, JA, 11-1145).
2% Conf. IMPALLOMENI, Sul reato continuato, “Rivista Penale”, t. 25, p. 297;
Majo, Commento al Codice Penale italiano, I, núm. 435; Pessixa, Il nuovo Codice Pe-
nale, 1, p. 132.
30 Así consideran estas unidades secundarias ALIMENA, voz “Del concorso”, en PEs-
SINA (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, V, núms. 17 y 18, e IMPALLOMENI,
Sul reato continuato, “Rivista Penale”, t. 25, p. 297.
810 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
31 Así, Lucchint, Ancora sul reato continuato, “Rivista Penale”, t. 25, p. 405 y 406.
32 Conf. ALIMENa, voz “Del concorso”, en Pessixa (dir), Enciclopedia del diritto
penale italiano, V, p. 411; IMPALLOMENI, Sul reato continuato, “Rivista Penale”, t. 25,
p. 297, Von Liszt - Scumror, Lehirbuch, $ 54, 11, 2, a.
33 Esta distinción es de CARRARa, Programma, $ 531 y 528 (conf. supra, $ 60,
nota 8).
3% Según lo observa Mayer (Der allgemeine Teil des deutschen Strafrechts,
p. 166, 511 y 523), CArRARA —con elegante paradoja— observa que la continuación re-
quiere discontinuación (Programma, $ 535 y $ 1241). En contra, MaNzIN1, Trattato, IL,
núm. 525, admite continuación en hechos simultáneos (p-ej., una bomba que mata a varios).
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 811
35 Carece de interés, por lo tanto —para nosotros-, tomar posición acerca del sentido
que deba acordarse a una expresión que nuestra ley no contiene (“la misma disposición
de ley”).
36 Así, Horrxer, Einheit und Mehrheit der Verbrechen, UL, p.62. En Italia mis-
ma, varios autores consideran la teoría de la continuación como resabios de doctrina
inactuales (MANzIN1, Trattato, 11, núm. 533; BIancH1nt, Sul reato continuato in relazione
alla recidiva nei reati, “Rivista Penale”, 1926, p. 299 y siguientes).
812 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
der Verbrechen, UL, p. 62; Von BELING, Grundziige des Strafrechts, $ 75; Von Liszt -
Scumior, Lehrbuch, $ 55; MeEzcER, Strafrecht, p. 463.
39 Ejemplo de MITTERMAIER, citado —entre otros— por HOPFNER, Einheit und
Mehrheit der Verbrechen, I, p. 73.
$814 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
que las penas que corresponden a los distintos delitos sean penas de la
misma especie (art. 55) o de especies diferentes (art. 56).
Sobre este punto se enuncian, sin embargo, distintos criterios.
Como se lo señala en el texto comentado, el sistema de la reinci-
dencia que preveía el Código contemplaba, como causal para imponer
la reclusión por tiempo indeterminado en el art. 52, los casos en que
hubiere un concurso de delitos siempre que los hechos juzgados hubieren
sido cinco, por lo menos, y que dos de ellos tuviesen fijada pena mayor
de tres años de prisión. La reforma introducida por la ley 23.057 su-
primió la hipótesis antedicha, entre otras modificaciones que alteraron
sustancialmente el régimen anterior. A su turno, las introducidas por
la ley 21.338 a los arts. 55 y 56 del Cód. Penal fueron ratificadas por la
ley 23.077.
“Aplicando las reglas del concurso la pena para el autor de los dos
delitos sería inferior a la misma de las dos condenas sumadas que debieran
infligir los dos diferentes jueces que apreciarían los hechos independien-
temente”*,
17 Fallos, 328:137.
18 Conf. CCrimCorrCap, “Fallos”, 1-29 y 30.
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS 819
de Córdoba”, año IL, n” 3; Mast, Las normas jurisdiccionales del art. 58 y la unidad
penal, LL, 35-1052; Núñez, Derecho penal argentino, UL, p. 513; FoxTÁN BALESTRA,
Tratado. Parte general, UI, p. 443.
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS $821
54 Conf. SCBA, 14/8/1952, LL, 1954, fallo 34.590; Mast, Las normas jurisdiccio-
nales del art. 58 y la unidad penal, LL, 35-1052, nota 30; FonTÁN BALESTRA, Tratado.
Parte general, UI, p. 443: Núñez, Derecho penal argentino, 1, p. 517.
35 Conf. IMPALLOMENI, 11 Codice Penale italiano, 1, p. 262 y 263; ManzIm1, Trattato,
II, p. 388, 390y ss.; PessiNa, Hi nuovo Codice Penale, 1, p. 117.
56 Especialmente en las Exposiciones de motivos (Código Penal de la Nación Ar-
gentina, p. 175 y siguientes).
822 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
LA PENA
' En general, piensan así los puros anarquistas; es decir, aquellos para los cuales el
Estado es un mal innecesario (p-ej., Tolstói). Véase KELSEN, Teoría general del Estado,
p. 36.
824 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
2 Conf. Bixpixe, Grundriss, $ 85 y ss; Maver, Der allgemeine Teil des deutschen
Strafrechts, p. 417 y 418; MezcEn, Strafrecht, p. 512 y 513. En contra, Von HiPPEL,
Deutsches Strafrecht, 1, $ 21, 1, y 22, L
3 Es fundamental, en ese sentido, la exposición de BinbixG, Grundriss, $ 85 y ss.;
FixcEr, Lehrbuch, p. 8 y ss.; Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, 1 $ 21 y ss.; Mayer, Der
allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 417 y siguientes. FLORIAN sigue este sis-
tema, conforme —fundamentalmente— con Binbixc (Vox MenTIG, La pena. Origine,
scapo, psicologia, en especial, p. 167 y ss.; CARNELUTTI, El problema de la pena). Un
amplio desarrollo en orden histórico se encuentra en Costa, Delitto e pena nella storia
del pensiero umano. Véase también la valiosa exposición de RaberucH, Filosofía del
derecho, 5 22.
LA PENA 5825
7 Kanr, Kritik der praktischen Vernunft, 2* anotación al teorema IV, Parte 1*, Libro
L, cap. 1, y “Metaphysische Anfangsgriinde der Rechtslehre”, en Die Metaphysik der
Sitten, “Vom StraÉ und Begnadigungsrecht”.
LA PENA 827
que todo el pueblo. Cuando perece la justicia, no tiene sentido que vivan
hombres sobre la tierra”?.
12 Conf. FicHrE, Grundlage des Naturrechts, UL, $ 20, citado por FLORIAN, Trattato.
Parte generale, 1926, 1, p. 63, y por BrxbixG, Grundriss, $ 90.
13 Esta distinción proviene del diálogo atribuido al sofista Prorácoras (“Porque
nadie castiga a un hombre malo solo porque ha sido malo, a no ser que se trate de alguna
bestia feroz que castigue para saciar su crueldad, Pero el que castiga con razón, castiga,
no por faltas pasadas, porque no es posible que lo que haya sucedido deje de suceder, sino
por las altas que puedan sobrevenir, para que el culpable no reincida y sirva de ejemplo a
los demás su castigo” —PLATÓN, “Protágoras”, en Diálogos—). Luego la frase fue retomada
por SÉNECA y por GrocIo (Lib. IL, Cap. XX, IV, 1).
LA PENA 529
principios a los que nos referimos son los que inspiran las primeras obras de Lombroso y
de Ferri. Las ulteriores moderaciones del sistema —especialmente en FLorran— velan
la nitidez de los principios, aunque no logran ocultarlos.
836 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
una causa y un fin comunes, aun cuando pueda existir alguna pequeña
diferencia en el modo de actuar.
30 Fixcer, Lehrbuch, $ 6, C.
Así, FLORIAN, Trattato. Parte generale, L, p. 71.
7 No consideramos que exista en la literatura penal latina un caso específico de
genialidad en la materia como el de CakRARa. —BECCARIA, por ejemplo, es más gran-
de como renovador, como político, pero no es autor de su sistema jurídico, como no lo
son, generalmente, los precursores.
9 Nunca se recomendará bastante la lectura de los trozos correspondientes de
CakRaRa. Para juzgar su teoría puede verse Programma (“Prefacio a la 5* edición” —que
es el que contienen las ediciones corrientes=; “Prolegómenos”; “Introducción” a la secc,
II y $ 598 y ss. y 613 y ss., e “Introducción a la Parte Especial”), y Opuscoli, L, p. 117, 167,
203 —contra el correccionalismo— y 233. En nuestro prólogo a CARRARa, Programa de
derecho criminal, intentamos una síntesis del sistema carrariano.
LA PENA 837
ley, a la que llama ley suprema del orden, que tiene cuatro manifestaciones
(la ley lógica, la física, la moral y la jurídica).
Para el gobierno del hombre no basta la ley moral, porque (como ser
dotado de la facultad de obrar) crea relaciones externas, sometidas —al
mismo tiempo- a la ley física. El derecho ni es una relación inmediata
con Dios ni lo es con las cosas; es una relación entre personalidades hu-
manas. De ahí la ley jurídica, por la cual “al hombre, internamente libre,
se garante el ejercicio exterior de su libertad”. La ley jurídica vincula al
hombre no como simple cuerpo —un cuerpo no tiene deberes— ni como
simple espíritu —sin necesidades—, sino como ser corporal y espiritual. Es
una ley natural, porque natural es esa doble condición del hombre.
Pero la ley jurídica natural que le da derechos al hombre no puede
concebirse sino acompañada de los medios de tutelarlos; esto es, la coacción
externa, cuya razón última no es la justicia, pues esta —a su vez— tiene que
basarse en otro fundamento, que es la ley suprema del orden, emanada de
Dios. “La justicia no es buena sino en cuanto es instrumento de orden”,
La justicia, por sí misma, no puede explicar que el hombre tenga derecho a
martirizar a sus semejantes, “por servir a una especulación estética”. Con
respecto a la facultad punitiva, es solo un criterio negativo o limitativo.
Lo que hace legítima la autoridad es la necesidad de que el derecho sea
defendido, concepto este que no debe confundirse con la defensa social,
pues la sociedad no tiene una razón de ser en sí misma, sino en cuanto es
un “instrumento necesario de la ley moral”.
La tutela jurídica Fundamento del derecho penal- no ha de en-
tenderse en concreto sino en abstracto; no significa que el delito ha de
extirparse de la sociedad, pues los hombres transgreden natural mente las
leyes (incluso las divinas, cuya sanción es inevitable y tremenda). Es el
principio abstracto lo que debe tutelarse ante su eventual negación. La
pena no tiende, pues, a aterrorizar, sino a tranquilizar, restableciendo la
confianza en el imperio de la ley.
Fundar la pena en la justicia es un error, porque la pena en manos
del hombre no tiene otro fundamento que la necesidad de la defensa del
derecho; la aplicación de aquel principio absoluto llevaría la sanción a
la esfera interna y moral. Fundar la pena únicamente en la defensa es
justificar la tiranía de la razón de Estado. He aquí cómo CARRARA, me-
diante su fórmula de la “tutela jurídica”, realiza la fusión de un principio
absoluto con uno de carácter relativo; quita al derecho penal la rigidez
que hallamos, por ejemplo, en la fórmula de Kanr, sin caer en un em-
pirismo desorientado.
838 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
5% Así, por ejemplo, Fixcer, Lehrbuch, p. 444 y 512; Von Liszt - Scum1Dr, Lehr-
buch, p. 403 y ss.; MEZGER, Strafrecht, $ 73 y 74.
51 SaLerLES, La individualización de la pena.
LA PENA s47
gramma, $ 1184, nota 1). Von HeEnTIG tiene interesantes observaciones acerca de los
límites de la intimidación (La pena, p. 187 y siguientes), La idea de la ineficacia de las
penas inmoderadas y su efecto corruptor se encuentra en MONTESQUIEL, Lesprit des lois,
Libro VI, cap. XII y ss, (“Les peines outrées peuvent corrompre le despotisme méme”),
55 Conf. Von HierEL, Deutsches Strafrecht, 1, p. 508; MEzGER, Strafrecht, p. 484.
5% Fincer, Lehrbuch, p. 447. En contra, Núñez, Derecho penal argentino, 1,
p. 346, pero para que el obligado a indemnizar quede más pobre es necesario que se lo
condene a algo más que a reponer el estado anterior, desde luego con todo lo que ello
le reportó o le debió reportar (reparación integral o plena —ex art, 1069, Cód, Civil; art.
1740, Cód. Civil y Comercial—). Al que se le quita lo que no era suyo, o aquello a lo que
no tenía derecho, no queda más pobre.
LA PENA 549
-
BINDING”—, porque el delincuente ofendió algo más que un derecho sub-
i
5% Nada hay en el derecho que no tenga fines, pues el derecho todo es una trama
finalista (STAMMLER, Filosofía del derecho, p. 73 y siguientes). Por eso es inaceptable la
falsa oposición entre fundamento y fin de la pena, como lo pretende Mayer (Der allgemei-
ne Teil des deutschen Strafrechts, p. 426), para negar que la retribución pueda ser fin de
la pena. Von HiPPEL contesta claramente esa posición; así, “el mal de la pena como tal no
tiene ningún fin, así como no lo tiene la estricnina o el alimento; tiene solo propiedades.
Es la aplicación de este mal lo que alcanza a tener fines, como los tiene la aplicación de
todo medio. — Pero este fin, si ha de ser alcanzado, solo puede corresponder a las propie-
dades del medio, Así como no se da estrienina para alimentar ni alimentos para enve-
nenar, no se emplea la pena para proporcionar satisfacciones, sino conforme a su esencia”
(Deutsches Strafrecht, p. 496 y 497). Conf., también, MEzGEr, Strafrecht, p. 515, nota 34.
60 Sobre esto véase SOLER, Exposición y crítica de la teoría del estado peligroso;
El elemento político de la fórmula del estado peligroso, “Revista de Criminología, Psi-
quiatría y Medicina Legal”, 1934, p, 5, y El Proyecto Krylenko de Código Penal, “Revista
de Derecho Público”, 1933, separata.
61 Esta afirmación la formulamos como tesis de la ponencia sobre imputabilidad y
culpabilidad, en el 1 Congreso Latinoamericano de Criminología, celebrado en Buenos
Aires. Al anotar la traducción italiana del referido trabajo, BELLOMI niega tal oposi-
ción entre el positivismo y la concepción jurídica del delito (1! sistema penale moderno e
Cetica, “Criminalia”, L, p. 19), y Núñez le respondió defendiendo nuestro punto de vista
(¿El hombre es considerado cosa o persona en la legislación positivista?, “Boletín de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba”, año Il, 11 1, p. 211).
LA PENA $851
Para nuestro sistema penal, pues, puede afirmarse —con todo rigor—
que ninguna pena importa la pérdida total de derechos, como sucede con
la pena de muerte o la muerte civil.
Esas limitaciones jurídicas responden a un positivo progreso cultural
y concuerdan con la sensibilidad ética de una sociedad evolucionada, for-
mada en costumbres políticas sanamente liberales. El siglo pasado nos
mostró con claridad cómo el abandono de esos criterios políticos significa
un recrudecimiento de crueldad penal*.
En general, FincER señala para la pena los siguientes criterios”.
a) Humanidad del medio penal. No deben adoptarse como castigos
aquellas medidas que hieren los sentimientos normales de piedad y respeto
a la persona, aun la del criminal. El Estado no debe adoptar los proce-
dimientos de un resentido, ni excitar los complejos inferiores de sadismo.
b) Moralidad. Debe tender al mejoramiento del individuo. Este
requisito es uno de los problemas fundamentales de nuestra realidad pe-
nitenciaria.
c) Personalidad. Debe actuar la pena exclusivamente sobre el cul-
pable.
d) Igualdad. Debe significar lo mismo para todos los que la sufren.
También en este punto resta mucho por hacer en el país, pues muchas
cárceles carecen de lo indispensable.
e) Divisibilidad. Ella importa la posibilidad de adaptación perfecta
al caso. El período de las penas rígidas ha pasado a la historia. Al tratar
los principios de la aplicación judicial de la pena nos referirnos especial-
mente a este punto.
que cualquier grado de dichas penas conserva, con respecto a las siguien-
tes, mayor gravedad, lo cual tiene importancia en materia de concurso
de delitos reprimidos con penas de diferente naturaleza, pero no afec-
ta el concurso de cualquier pena con la de multa y la de inhabilitación,
pues estas se aplican en todo caso; pueden superponerse con las demás
(ley 17.567).
Son penas accesorias, no enumeradas en el art. 5” del Cód. Penal, la
inhabilitación del art, 12 y la pérdida de los instrumentos del delito.
Para los delitos de injurias o calumnias propaladas por medio de la
prensa, el art. 114 del Cód. Penal dispone la publicación de la sentencia “en
la Capital y territorios” a costa del culpable (este artículo no fue reformado
por la ley 26.551, de 2009; aun así, debe entenderse que se lo debe leer
como “en el territorio de la Nación”), pero esta disposición tiene el fin de
restablecer el honor del ofendido, más que el de castigar al ofensor. En
consecuencia, no tiene propiamente el carácter de pena, aun cuando es
un accesorio de la condena y puede importar —para el ofensor— una lesión
patrimonial".
Aunque la ley de fondo no la contiene, las leyes procesales en general
establecen, como consecuencia de la condena por falso testimonio, la es-
pecífica incapacidad para atestiguar, pero es manifiesto que esta medida
tampoco reviste el carácter de una pena accesoria.
—que los hace parecer necesarios y eternos—, y en realidad han ido surgiendo
en largos procesos evolutivos de experiencia ju rídicaó”.
Así ha ocurrido con principios de tan honda significación para la
convivencia humana como los de nulla poena sine lege y nulla pcena sine
culpa. La historia nos muestra que, lejos de ser eternos, esos principios
se han ido desenvolviendo a partir de formas rudimentarias; advertimos
el sentido de ese proceso, y a veces hasta podemos señalar los aspectos
insatisfactorios de la situación presente.
Con esa perspectiva secular, y aun milenaria, es fuerza reconocer en
ese largo proceso un sentido de dignificación de la personalidad, de respeto
a ella en cuanto tal, y de limitación o tope a los poderes del Estado, límite
marcado precisamente por aquella consideración. La abolición de la es-
clavitud, de la tortura en el proceso, el respeto al prisionero de guerra, la
prohibición de toda condena sin audiencia, de toda pena sin ley previa y sin
culpa, son todos principios de sentido convergente. Algunos parecen hoy
más consolidados que otros, aun cuando todos ellos requieren por igual el
respaldo efectivo de los hombres, dado que —por ser principios— de hecho
pueden ser violados, desconocidos y hasta negados circunstancialmente.
Hemos visto en pleno siglo xx derogados —y aun repudiados— los principios
de legalidad y de culpabilidad, en favor de la fundamentación política de
sistemas vesánicos de matanza indiscriminada, y no es exagerado decir
que el propósito de restablecer el imperio de aquellos principios se contaba
entre los motivos de la última guerra.
Cuando se pregunta, pues, si el Estado “puede” reconocer la esclavitud
o castigar sin culpa o establecer la tortura procesal, la respuesta debe ser
dada no ya como una consecuencia o derivación de principios jurídicos
formales, sino como resultado de la captación de un valor creado por la
evolución de la cultura. Un Estado “puede” sancionar formas objetivas
de responsabilidad; “puede” sancionar leyes penales sin figuras delicti-
vas. De hecho, con más o menos profundidad, siempre es posible —por
parte del Estado— algún atropello a la persona humana. Lo que cuenta
es que la evolución de los principios nos permite percibirlos y señalar-
£ “ . sm. a
96 Además de las cifras que expone MIrTERMAIER también relativas a este punto,
véase el siguiente cuadro, relativo a Francia.
Condenas Condenas
Años Años
Pronunciadas —— Ejecutadas Pronunciadas —— Ejecutadas
1856 33 285 1900 11 l
1862 39 23 1930 25 12
1577 31 12 1941 9 Y
ninguna razón puede haber para que siga siendo válido precisamente para
un solo delito. La equivalencia entre delito y pena —según hemos visto—
no es de carácter material, sino valorativo.
Según nuestro criterio, la fundamentación talional de KaNT y HEGEL
adolece del defecto de atribuirle a la sanción penal la función primaria pro-
pia de la sanción jurídica general (la reposición al statu quo ante). Fundan
el talión en un principio de igualdad, pero en vez de comparar el estado
anterior y el posterior al delito, que deben regularse por la igualdad, repo-
niendo las cosas al estado anterior (esto es, haciendo un bien), comparan
el mal cometido por el delincuente con el mal que debe causársele a él.
Con ello, ciertamente, no se restablece la igualdad deseada. Si alguien
robó mil, la igualdad queda establecida cuando esos mil son quitados al
ladrón y devueltos al dueño. Cualquier agregado a esa restitución ya
tiene sentido retributivo. Cuando alguien le rompió una pierna a otro,
el derecho quiere, en primer lugar, que ese daño sea curado a costa del
delincuente. La cuestión de igualdad impone dejar al lesionado en el
estado anterior a la lesión. Kant, descuidando esa igualdad —que es la
que importa—, condena al delincuente a sufrir la misma lesión que infirió.
Con lo cual no crea igualdad (antes del delito no había ningún cojo; después
de la sanción talional, en vez de ningún cojo habrá dos).
A esta última solución HEGEL la funda en la aplicación del principio
que el propio delincuente erige en ley, pero no se ve la razón de que el
Estado acepte como leyes aplicables las que sancionan los delincuentes,
y ciertamente no lo hace y sería muy vergonzoso que lo hiciera (matar al
homicida, violar al violador, estafar al estafador, robar al ladrón). Kanr y
HEGEL, en nombre de la igualdad, ponen al Estado en la tarea de ejecutar
exactamente las mismas igenominias que el reo cometió, como si la “ley
del delincuente” quedara ennoblecida cuando el Estado mismo se hace
órgano de su aplicación y el disvalor se transformara en valor por el solo
cambio del sujeto que lo afirma'”,
En conclusión, pues, el de la pena de muerte es un problema estricta
y exclusivamente humano. Ninguna razón jurídica puede aceptarse como
concluyente ni en un sentido ni en otro'”, Siendo así, la consideración
105 Conf. PIERO - RivaroLa - MATIENZO, Proyecto de Código Penal para la Repú-
blica Argentina, p. 23. De este modo, la pena de muerte no aparece conminada en
ningún delito en particular.
109 Véase la relación en Código Penal de la Nación Argentina, p. 365; RivaROLa,
Derecho penal argentino, p. 324 y siguientes.
10 Conf. Código Penal de la Nación Argentina, p. 114, para los fundamentos de la
supresión. Véase también Moreno, El Código Penal y sus antecedentes, 1, p. 339 y ss.,
con todos los antecedentes.
MM Estudiado por PEco, La reforma penal en el Senado de 1933.
LA PENA 871
115 Véase sobre estos puntos KRIEGSMANN, Preceptiva penitenciaria (en esta traduc-
ción el nombre del autor figura incorrectamente como KRIESMAN; por otra parte, el título
original de la obra es Einfiihrung in die Gefémeniskunde — Introducción a los estudios
penitenciarios”); Von HirrEL, Deutsches Strafrecht, L, p. 242 y ss.; Von LIszT - SCHMIDT,
Lelubuch, $ 61; Cuento Catón, Penología. Sobre las casas holandesas, es fundamental
THORSTEN SELLIN, Pioneering in penology.
18 Conf. CueLLo CaLón, Penología, p. 106. Las cárceles más célebres en la his-
toria habían sido palacios o fortificaciones, fábricas, etc. (p.ej., la Torre de Londres, la
Bastilla, la Salpétriére ).
17 Debe observarse que veintidós años antes había concluido el gobierno del duque
de Alba y que, en consecuencia, en este sector, influyen las nuevas concepciones huma-
nistas de la época. Sobre todo ello, conf. THORSTEN SELLIN, Pioneering in penology.
S74 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
118 Esa relación entre las penas privativas de libertad y la moderna valoración de
ese bien es históricamente evidente. El esquematismo a que este sistema ha conducido
es fuertemente atacado en ATALIBA NOGUEIRa, Pena sem prisdo, donde se postula un
sistema de penas que no incluye sino a la prisión resultante de la conversión de una multa.
112 La de mujeres (que se llamaba Spinnhaus “casa de hilados”-) tenía sobre la
puerta el siguiente lema: “No temas; no vengo lo malo sino que impulso a lo bueno; mi
mano es dura, pero mi ánimo es bondadoso” (Vox HirrEL, Deutsches Strafrecht, I, p. 584).
20 mo. ee . ., ñ ..S
120 La LPN implícitamente vino a derogar también esta disposición.
LA PENA 875
Existen, además, otras diferencias entre una y otra pena que deter-
minan una mayor severidad para la reclusión.
a) La pena de prisión que no exceda de seis meses puede hacerse
cumplir por simple detención domiciliaria, cuando se trata de mujeres
honestas o de personas mayores de sesenta años o valetudinarias (art. 10,
Cód. Penal).
b) La libertad condicional puede acordarse al condenado a tres años
o menos de pena, cuando ha cumplido un año de reclusión u ocho meses
de prisión (art. 13, Cód. Penal).
c) El cómputo de la prisión preventiva, en la reclusión, se hace por
mitad; en la prisión, día por día (art. 24, Cód. Penal).
d) La calidad de las penas se tiene en cuenta para aplicar la medi-
da accesoria del art. 52. Las penas de reclusión llevan más pronto a la
accesoria.
e) En caso de tentativa, si la pena que corresponde al delito consu-
mado es la de reclusión perpetua, la escala penal aplicable es de quince a
veinte años. En cambio, si la pena principal fuere de prisión perpetua,
la escala de la tentativa es de diez a quince años (art. 44, Cód. Penal).
f) Como consecuencia de la anterior, igual diferencia se produce para
el partícipe de segundo grado, según que el hecho principal esté reprimido
con prisión o con reclusión perpetuas (art. 47, Cód. Penal), y lo mismo pasa
en el caso de menores que tuviesen más de catorce y menos de dieciocho
años (art. 37, inc. b, Cód. Penal; art. 4%, ley 14,394),
Todas estas diferencias tienen un carácter interno, dentro del sistema
del Código Penal. Sin embargo, en disposiciones de otras leyes hallamos
distinciones penales que conviene aclarar. Tanto la Constitución nacional
como las provinciales suelen hacer referencia a penas “aflictivas o infa-
mantes”, y lo mismo se encuentra en disposiciones de derecho común, si
bien excepcionalmente (art. 61, Const. nacional; art. 110, inc. f, Cód. Civil
y Comercial -ex art. 398, inc. 10, Cód. Civil-). La exposición histórica
del proceso formativo de los arts. 5%, 6” y 9? del Cód. Penal no deja duda
alguna de que la pena de reclusión ha venido a asumir el carácter de pena
aflictiva o infamante'”, Especialmente se llega a ese resultado consi-
derando la sucesiva simplificación del sistema de penas, para la cual da
especiales fundamentos la Exposición de motivos del Proyecto de 1906,
basándose en la tesis de la unidad de las penas privativas de libertad de
121 Ver MoRrEnO, El Código Penal y sus antecedentes, 1, p. 321 y ss., y 375 y siguientes.
876 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
122
Código Penal de la Nación Argentina, p. 364.
123 La distinción de las penas es discutida sobre la base de argumentos de carácter
penitenciario y en ese sentido se expidió la CIPP en 1951. Ese criterio, sin embargo, es
exacto solo en el terreno penitenciario, en el cual las distinciones deben fundarse en otras
razones y ser muchas más de dos (establecimientos urbanos y rurales; de grado máximo,
medio o mínimo de seguridad). En el Proyecto de 1960 se mantuvo la diferencia entre
reclusión y prisión, pero se subrayó que aquella no se funda en el carácter aflictivo de la
ejecución, prohibido en general por el art. 18 de la Const. nacional. Las distinciones que
él se hacen son jurídico-penales y sistemáticas, y responden —por lo demás— a una distinción
constitucional (art. 61). El Proyecto alemán de 1958 mantiene una distinción análoga.
124 Véanse las críticas de Ramos a ese decreto (Curso de derecho penal, IV, p- 117)
LA PENA síí
El destino de los penados a uno u otro instituto de los que la ley pro-
yectó no tomaba en cuenta la calidad de la pena. Creó una Dirección
General de Institutos Penales, con un Consejo Asesor y un Instituto de
Clasificación, los cuales calificaban a los penados y los distribuían, tenien-
do en cuenta —sobre todo- las características personales de cada uno.
La LPN decididamente suprimió toda distinción en la ejecución de las
penas, no fundadas en la necesidad de tratamiento individualizado a que
los internos debían ser sometidos (arts. 3? y 4%. Con este acertado criterio
vino a quedar concluido el viejo problema no resuelto de la construcción
de edificios especiales para condenados a reclusión.
Como consecuencia de las reformas introducidas por la ley 23.057,
las diferencias existentes entre las penas de prisión y de reclusión se vie-
ron modificadas, pues —con arreglo al art. 26— la condena de ejecución
condicional se otorgará en los casos de primera condena de prisión que no
exceda de tres años y no así cuando la pena impuesta fuere de reclusión.
Por otra parte, se suprimieron las distinciones que se consignaban
en el art. 52 del Cód. Penal entre condenas a reclusión y condenas a pri-
sión, refiriéndose el nuevo texto legal a “penas privativas de la libertad”,
como también lo hace la ley 24.660, de ejecución de pena privativa de la
libertad (art. 39).
A su turno, la pena de reclusión fue derogada formalmente por la
ley 24.660, de ejecución de la pena privativa de libertad, la cual incluso
sustituyó las expresiones “recluso” y “preso” por la de “interno” (art. 57),
estableciéndose que el trabajo obligatorio no se impondrá como castigo ni
será aflictivo, denigrante, infamante ni forzado (art. 107), en consonancia
con que las penas “crueles, infamantes o inusitadas” fueron prohibidas en
el derecho argentino (art. XXVI, DADDH, con jerarquía constitucional
—art. 75, inc. 22, Const. nacional).
Por otro lado, la pena de prisión perpetua ha sido reputada incons-
titucional tanto por la doctrina como por la jurisprudencia, debido a que
resulta una pena inhumana y degradante, porque su ejecución por el pla-
zo máximo de treinta y cinco años —plazo establecido por la ley 25,892,
de 2004, para otorgar la libertad condicional a condenados a reclusión o
prisión perpetua— representa una pena de muerte encubierta, que impi-
de el cumplimiento de los fines resocializadores que se persiguen con la
imposición de una pena?”,
Bn A mr
123 Conf. Añoso, Código Penal comentado, p. 45 y ss; TOralPen Necochea n* 1,
2013, “Etcheverry”,
878 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
128 La Cámara de Diputados rechazó la enmienda del Senado, por la cual se fijaban
en la parte general (arts. 6? y 99) los límites mínimos de la prisión y la reclusión (cuatro
días y un mes), entendiendo que solo se debía fijar la calidad de las penas “reservando
tratar la cantidad para cuando deban distribuirse entre los diversos delitos”. Claro está
que el problema no era ese y que en ello hubo alguna confusión.
122 Un mes de prisión impuesto el 31 de enero vence el 28 de febrero, pero impuesto
el 28 de febrero termina el 28 de marzo.
150 Véase CNCrimCorr, Sala 11, 25/10/2016, “S., C. M. p/homicidio agravado”, “De-
recho Penal Online”, 25/1/2018.
880 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
131 Cfr. Neuman, Prisión abierta, con información muy amplia y precisa; CUCHE,
Traité de science et de législation pénitentiaires, CUELLO CaLÓN, Penología; KriEGS-
MANN, Preceptiva penitenciaria; Von Liszt- ScumiDT, Lehrbuch, $ 62, 111, En
el aspecto histórico, Von MirrEL, Deutsches Strafrecht, l, passim. Para el aspec-
LA PENA 881
156
ARISTÓTELES, Política, 1, 2, 1253 a, 25 a 30.
137 CueLLo CAaLÓN, Penología, p- 113, nota 2.
LA PENA 883
140 Juan José O'Connor, autor del Proyecto de esa ley, eludió todo problema
jurisdiccional y guiado sobre todo por su intenso y fecundo trabajo creador- prefirió
organizar algunos establecimientos que pudieran servir de modelo y así lo hizo desde la
Dirección General (conf. O'Connor, Cárceles de los Territorios Nacionales, y Proyecto
de cárcel mínima, “Revista de Criminología, Psiquiatría
y Medicina Legal”, 1935, p. 861).
141 En contra de la posibilidad de regular esta materia, con alcance nacional, Lu-
DER, La ley penitenciaria nacional, “Revista del Instituto de Investigaciones y Docencia
Criminológicas”, n” 2, 1958, p- 9.
LA PENA 585
142 Sobre este tema, conf. García BasaLo, Tratamiento de seguridad mínima,
“Revista de Estudios Penitenciarios”, n* 176-177, 1967, p. 105. Sobre la organización de
la Dirección Nacional, los establecimientos que comprende y el carácter de estos, conf.
Parva, Programa de ordenamiento y transformación, “Revista Penal y Penitenciaria”,
t. XXVII, 1965-1966, p. 3 y siguientes.
886 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
143 No parece que estén incluidas las costas, según ocurría en el Proyecto de 1891.
Conf. CCrimCorrCap, LL, 18-987, fallo 9502.
888 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
principio— no tiene un fin contrario al del juez que aplicó la ley penal;
solo importa aplicar otra ley penal superior, contenida en la Constitución,
cuya aplicación no estaba al alcance de las potestades del juez, en virtud
de la cual las penas del Código Penal pueden ser, en concreto, moderadas.
La circunstancia de que el órgano encargado de esa función no sea el Poder
Judicial no autoriza a desconocer la plena validez de ese acto.
En consecuencia, las conmutaciones fijan el monto total de la pena
sobre la cual debe basarse el cálculo de los dos tercios'**,
La libertad condicional del penado integra el régimen progresivo (bajo
un sistema de fases o períodos) establecido en el art. 12 de la ley 24.660,
la cual puede ser concedida por el juez de ejecución penal con arreglo a
los requisitos establecidos en el art. 13 del Cód. Penal (sustituido por la
ley 25.892, de 2004). Dichas condiciones rigen hasta el vencimiento del
término de las penas temporales y, en los casos de penas perpetuas, du-
rante cinco años!'”, Transcurridos esos términos sin que la libertad haya
sido revocada, la pena queda extinguida, lo mismo que la inhabilitación
accesoria del art. 12 (art. 16, Cód. Penal). Sin embargo, esos términos
pueden ser ampliados por el juez, como consecuencia del incumplimiento
—por parte del liberado— de alguna de las condiciones impuestas (arts. 13,
incs. 2, 3 y 5, y 15).
Si se tratara de condenados por los delitos previstos en el art. 128, párr.
22, y 131, el juez deberá tomar conocimiento directo del condenado y escu-
13% Conf. CApel Rosario, 2/10/1935, “Apez”, JTSF, X-356; íd., 23/12/1939,
“Contardi”, Véase también CApel Rosario, en pleno, 22/9/1941, JA, 3/11/1941, voto del
doctor SOLER, por la mayoría. En igual sentido, CApel Azul, JA, 12-631; CApel Co-
rrientes, /4, 39-293; CFed BBlanca, /A, 17-830, y LL, 22-645, fallo 11.434. En sentido
contrario, CFedCap, JA, 23-756; íd., JA, 35-212; CCrimCorrCap, “Fallos”, 11-128; ST San
Luis, LL, 3-1006, y JA, 57-928.
Claro está que en este punto se han hecho fantasías de todas clases, con fines de
baja politiquería, que es lo que ha motivado esa reacción judicial contra el abuso, En
Santa Fe, un interventor —que para ello no tiene facultades— indultó, en un solo decreto,
a unos cincuenta reos. En Córdoba, año tras año se presentan “indultos generales” que
favorecen “en globo” a un centenar. Para evitar que los jueces apliquen la teoría criticada
en el texto, esas leyes no indultan, no disminuyen la pena impuesta, sino que obsequian
años de cumplimiento. Un sujeto que ha cumplido tres años es como si hubiese cumplido
seis; el que ha cumplido dos, tiene cinco, y así sucesivamente,
155 Parece que aquí hay un error, pues ciertas penas temporales pueden tener un
término mayor de condicionalidad que las perpetuas; así, la pena de 25 años de prisión
tiene 8 años y 4 meses de prueba. Conf. Ramos, Curso de derecho penal, IV, p. 185.
Lo corrige el Proyecto de 1960.
LA PENA $93
charlo por si quisiera emitir alguna opinión (art. 28, según ley 27.375)... Por
la reforma de la ley 27.436, de 2017, en el caso del primer artículo citado
se prevé el delito de simple tenencia de material pornográfico, mientras
que el segundo —incorporado por la ley 26.904, de 2013— contempla el
delito de grooming.
Hemos dicho que el segundo requisito consiste en la observancia
regular de los reglamentos carcelarios. En esto el Código Penal presu-
pone que el reglamento carcelario es un conjunto de normas tendientes a
la readaptación del recluso, de manera que la libertad condicional no es
algo mecánicamente determinado, sino que debe ser el resultado de una
fina apreciación de los datos relativos a la conducta?”,
No cualquier quebrantamiento de las condiciones estipuladas trae la
revocación de la libertad, medida extrema que solo está autorizada cuando
el penado cometiere un nuevo delito o violare la obligación de residencia.
La ley no distingue entre delito doloso y delito culposo'?. Las demás in-
fracciones (inspección, abstención de bebidas, adopción de oficio, sumisión
al patronato), determinan que no se compute —en todo o en parte— el térmi-
no transcurrido de libertad, hasta que el condenado cumpla la condición.
Revocada la libertad condicional, esta no puede ser nuevamente con-
cedida (art. 17, Cód. Penal). Es dudoso si esta disposición se refiere solo
a la condena presente o a cualquier condena futura que se imponga al
penado después de transcurridos los términos para la prescripción de la
reincidencia.
La libertad condicional no puede acordarse a los reincidentes (art.
14, Cód. Penal). La ley emplea aquí la palabra “reincidentes”, a diferen-
cia de lo que hace en el art. 26. Tal expresión debe ser entendida en su
sentido técnico, definido por el art. 50 y siguientes. En consecuencia, los
plazos de la prescripción de la reincidencia tienen validez con respecto a
la libertad condicional'*.
Modificado por la ley 27.375, de 2017, el art. 14 —al tiempo de man-
tener la restricción de la libertad condicional a los reincidentes— extiende
la prohibición a situaciones de condena por los delitos de homicidios agra-
vados del art. 80; delitos contra la integridad sexual de los arts, 119, 120,
124, 125, 125 bis, 126 a 128, párrs. 1? y 2%, y 130; privación ilegal de la
libertad coactiva —si se causare intencionalmente la muerte de la persona
ofendida—, prevista en el art. 142 bis, párr. anteúltimo; tortura seguida de
muerte (art. 144 ter, inc. 2); delitos de los arts. 165 y 166, inc. 2, párr. 2";
secuestro extorsivo, si se causare la muerte de la persona ofendida (art. 170,
párrs. antepenúltimo y anteúltimo); delitos previstos en los arts. 145 bis y
ter; casos en los que sea aplicable el art. 41 quinquies; financiamiento del
terrorismo del art. 306, todos del Código Penal; delitos previstos en los
arts. 5% a 7” de la ley 23.737 o la que en el futuro la reemplace, y delitos
previstos en los art. 865 a 867 del Cód. Aduanero.
La exclusión de los reincidentes de los beneficios de la libertad con-
dicional ha generado una controversia doctrinal y jurisprudencial entre
quienes piensan que dicha prohibición es inconstitucional, por afectar la
intangibilidad de la cosa juzgada, el principio non bis in idem y el princi-
pio de culpabilidad (ZAFFARONI, DONNA, CHIARA DÍAZ), mientras que
otros sostienen lo contrario (BIDART CAMPOS, BREGLIA ARIAS y GAUNA,
FiERRO)”,
15% Véase una mención de la jurisprudencia en uno u otro sentido, en ABOsO, Có-
digo Penal comentado, p. 71 y ss.; igualmente, ROMERO VILLANUEVa, Código Penal de
la Nación, p. 63 y siguientes,
160 Conf. Fincer, Lehrbuch, p. 479; Frank, Das Strafeesetzbuch, p. 568; Von
Liszt - Scumtor, Lehrbuch, p. 376, para los cuales ese acto puede constituir delito de
favorecimiento, conforme con el derecho alemán.
LA PENA 895
según se desprende de la disposición del art. 70 del Cód. Penal, que au-
toriza la ejecución de los bienes propios del condenado, aun después de
muerto, para el pago de las indemnizaciones pecuniarias inherentes a la
pena. La multa no tiene ese carácter. Por otra parte, para que la multa
se transforme en un crédito común sería preciso una disposición espe-
cífica, porque es evidente que, al hacerse efectiva contra los herederos,
pierde su carácter de pena, pues no puede ser convertida en arresto!”,
El fin del Estado, al imponer una multa, no es el de aumentar sus rentas o
crearse una fuente de recursos, sino reprimir un delito en la persona de su
autor'?,
18% Conf. Núsez, Extinción de la multa por muerte del condenado, LL, 54-944,
Este punto no tiene una solución uniforme en la legislación, pero tanto el Código Pe-
nal del Reich como el ordenamiento de italiano fueron expresos sobre el particular. El
$ 30 del RSEGB admitía la ejecución de la sucesión cuando la multa fue impuesta en vida
del reo (Frank, Das Strafeesetzbuch, p. 63 y ss.) y el Código Zanardelli de 1890 se pro-
nunciaba expresamente en el art. 85 (MANziNt, Trattato, 1920, 11, p. 172), en tanto que
el Código Rocco de 1930 contiene una disposición general que se interpreta en el mismo
sentido (FLORIAN, Trattato. Parte generale, 1934, IL, p. 1122). En Francia la ley nada
dice y las opiniones se muestran divergentes. Entre nosotros, el Proyecto Tejedor siguió
el sistema alemán (Parte 1, Lib, IL, Tít. TM, art. 17, con fuente en el art. 138, Cód. de
Baviera). Los herederos están obligados a pagar la multa; no solo la definitivamente
impuesta, sino que deben seguir la apelación deducida contra una sentencia de primera
instancia. En la actualidad, el Código italiano establece en el art. 150 que la muerte
del reo ocurrida antes de la condena extingue el delito, entendiendo la doctrina que se
extinguen tanto las penas principales (art. 17), entre ellas la multa (art. 24) y las accesorias
(art. 19), pero no afecta a las obligaciones civiles que derivan del delito (resarcimiento
del daño —art. 198—) o las relativas al pago de las costas procesales y al mantenimiento
en cárcel, las cuales recaen sobre los herederos (conf. Fianbaca - Musco, Derecho penal.
Parte general, p. 800; Caporp1 - VENEZIANI, Elementi di diritto penale, p. 514).
182 Conf. Fallos, 185:251; Núñez, Derecho penal argentino, IT, p. 422,
896 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
163 Var supra, $ 62, V. GonzáLez Roura consideraba que el máximo era de cinco
mil pesos (art, 290, Cód, Penal), en lo cual se equivocaba,
164 La disposición proviene del Proyecto de 1960 (art. 76) y del Proyecto Peco (arts.
52 a 54), y tiene numerosos antecedentes de legislación comparada.
LA PENA s97
Basta plantear el tema de esta manera para advertir que nuestro Código
hia quedado bastante atrasado en cuanto al empleo de la multa como pena,
si se toma en cuenta el alto grado alcanzado por el dinero en el aprecio de
la gente.
En este aspecto, pues, no hemos buscado corrección al debilitamiento
del sentido de la responsabilidad por la vía de suprimir la condicionalidad
en las penas cortas, sino tratando de poner en consonancia el sistema de
penas con el sistema de valores sociales.
La vida moderna ha llevado a crecientes exigencias económicas y des-
pertado un afán inmoderado de dinero, y no con un sentido de ahorro y
previsión sino de expendio y aun de lujo. Es manifiesto, por lo tanto, que
esa realidad social debe encontrar su equivalente en el sistema penal, y
que el derecho debe echar mano del recurso de privar de ese bien como
medio penal. De hecho, en ciertos países dotados de sistemas modernos
de penalidad, sobre cada cien condenas, más de noventa son de carácter
pecuniario” 165,
a dos sujetos en igualdad de situación —pero uno rico y otro pobre— se los
condena a la misma cantidad de días de multa, pero el día-multa es distinto
para cada uno!%, Este sistema fue adoptado por el Proyecto de 1960.
La ley ha previsto esta dificultad y, para salvarla, ha fijado amplios
márgenes a la pena, pero además dispuso expresamente que, aparte de las
causas generales de aumento o disminución (art. 40, Cód. Penal), se debe
atender a la situación económica del condenado!'*”.
198 La multa es una pena muy importante en los países nórdicos; en Noruega es
la más frecuentemente aplicada (Sunb, De Vamende et de la peine subsidiaire privative
de liberté, “Annuaire des Associations des Criminalistes Nordiques”, 1938, p. 131 a 149).
167 Durante la vigencia del Código derogado se producía una injusticia de carácter
más grave, pues la ley 2735, del 20 de octubre de 1890, autorizaba a sustituir por penas
pecuniarias ciertas penas corporales, Por eso la ley de reformas dispuso que “ninguna
pena corporal podrá ser redimida por dinero” (art. 12),
168 Conf. CCrimCorrCap, “Fallos”, 11-161 (lo dice correctamente el doctor Díaz,
en disidencia).
LA PENA 899
79 . . . . .
1% Así se las designaba en la doctrina alemana (Von Liszt - Scumror, Lehrbuch,
$ 65; Fincer, Lehrbuch, $ 100; Bisbixc, Grundriss, $ 99). Sobre el tema, en general,
conf. Campos, La inhabilitación en el Código Penal, LL, 84-82.
18% Lo reconoce Orcaz, Incapacidad civil de los penados, 1939, p. 85. En este
sentido, el Proyecto Coll - Gómez no representa, por cierto, un progreso histórico, pues
no hace depender la incapacidad de la privación de libertad, y la hace extender al perío-
do de liberación condicional, lo que solo se explica por una intención punitoria. Sobre
esto véase Moyano, La incapacidad civil de los penados, “Revista Penal y Penitenciaria”,
n” 9, 1938, p. 303 y ss., donde se demuestra la inferioridad del Proyecto con relación a ley
vigente. Conf. infra, $ 69, V.
LA PENA 903
186 La disposición proviene del Proyecto de 1960 (art. 65, inc. 5%). Este, sin em-
bargo, no modificaba la ley vigente en cuanto a la pérdida.
17 Conf. CFed, LL, 6-390, fallo 2312. El mismo tribunal hizo incluso valer, por
encima del art. 12, el art. 67 de la ley 11.575, que establece: “En caso de acordarse poste-
riormente la ubicación, se integrará al titular de la misma la diferencia entre el importe de
aquella y el de la suma que por concepto de pensión hubiese recibido su familia” (CFed,
5/6/1940, JA, 24/7/1940). Ello parece revocar una pena legalmente impuesta. Véase,
en sentido correcto, CSJN, 31/7/1940, LL, 19-768.
188 Conf. CCrimCorrCap, LL, 8-868, fallo 3766.
18% En contra, CCrimCorr( Zap, “Fallos”, IV-405. La existencia o inexistencia de re-
glamento se afirma como criterio decisivo en CCrimCorrCap, 30/4/1943, “Alonso”, Conf.
con el texto, NúÑEz, Derecho penal argentino, I, p. 438.
906 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
basta con que se trate de una esfera de actividad lícita, de cuyo ejercicio
el delito provenga!”.
La inhabilitación especial puede tener también efecto impeditivo, y
es aplicable aunque el sujeto no disponga actualmente de título”,
La inhabilitación especial puede ser dispuesta aun no estando espe-
cialmente prevista para el caso, según lo dispone el art. 20 bis.
a 22 z le 2.
2 También se prevé la rehabilitación en el Proyecto Peco (arts. 109 y 110) y en
los Códigos peruano (art. 130), brasileño (art. 119), polaco (art. 33), noruego (art. 32),
mexicano (art. 99) y costarricense (art. 163).
908 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
196 La hace el Proyecto de 1960 (art. 67). Sobre este punto, ver Frank, Das
Strafgesetzbuch, p. 74 y ss., y $ 40 del RStGB.
197 Conf. CSJN, JA,13/6/1944, fallo 2851.
910 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
Con todo, la ley enumera cuáles son esas incapacidades y de esa enu-
meración limitativa es forzoso deducir que estamos muy distantes de las
penas infamantes. El penado no pierde su capacidad jurídica, sino su
capacidad de hecho y con referencia a las esferas señaladas (patria potes-
tad, administración de bienes, disposición de estos por actos entre vivos).
En consecuencia, puede casarse sin necesidad de autorización especial
alguna””; puede reconocer hijos naturales; puede testar””.
misure dí sicurezza, “Scuola Positiva”, 1928-1-193; Confluenza delle pene e delle misu-
re di sicurezza, “Scuola Positiva”, 1930, p- 367, y Trattato. Parte generale, 1934, IL,
$ 87, MADUREIRA DE Pinno, Medidas de seguranga; VALSECCHL, Pene e proovedimenti di
sicurezza, “Scuola Positiva”, 1920-1-193: CueLLo CaLÓn, Penología; ATALIBA NOGUEIRA,
Medidas de seguranga; Finz1, Evolución y estado actual de las medidas de seguridad y
corrección en la doctrina y legislación alemanas, “Boletín del Instituto de Derecho Pe-
nal”, 1959, p. 7; SCHONKE, Las medidas de seguridad y corrección en el derecho alemán,
LL, 64-823; SoLEr, Las medidas de seguridad no son sanciones, “Anuario de Derecho
Penal”, t. XVIT, 1964, p. 215.
204 Sería una exageración decir que el Estado se desentendía totalmente del
problema, porque incluso en el derecho romano encontramos medidas de prevención,
como la custodia diligente y las medidas de coerción dispuestas para el loco parricida
LA PENA 913
(MobEsTINO, fr. 9,$ 2, D., 48, 10), medidas que se tomaban ad securitatem proximorun.
Conf. FeErrI«I, en Pessixa (dir.), Enciclopedia del diritto penale italiano, L, p. 66,
203 Esta designación —usada por Ferri— ha tenido entre nosotros tanta suerte que
incluso fue empleada en el Proyecto Coll - Gómez de manera exclusiva. Su imprecisión
con respecto a lo que con ella quiere expresarse, es manifiesta, lo que reconoce el mismo
FLorian, Trattato. Parte generale, 1934, IL, p. 783. Vale lo mismo que decir “pena”,
pero esta expresión ha estado durante un tiempo muy pasada de moda, En SoLer, Las
medidas de seguridad no son sanciones, “Amario de Derecho Penal”, t. XVII, 1964, p. 215,
tratamos de mostrar que la medida de seguridad no es una “sanción jurídica” propiamente
dicha y que el empleo de tal designación comporta abuso de una expresión que en la teoría
general del derecho tiene un sentido preciso.
206 El trabajo mejor desarrollado en este sentido es GRISPIGNI, La sanzione crimi-
nale nel moderno diritto repressivo, “Scuola Positiva”, 1920, p. 390 y ss., que retoma la
cuestión en Corso di diritto penale, Y, p. 113 y 170 (en esta última parte con referencia al
Código italiano vigente en aquella época). Sobre ese punto de vista puede consultarse
la exposición de MADUREIRA DE PinHo, Medidas de seguranga, p. 76 y siguientes.
207 Lo reconoce expresamente FLoRIaN, Trattato. Parte generale, 1934, M, p. TÍ
7 7.
914 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
211 Una medida no se torna penal por el hecho de que se aplique jurisdiccionalmen-
te, ni por el hecho de que, en ciertos casos, el Código Penal la disponga.
212 Esta deplorable confusión proviene de desconocer la estructura formal de la
norma jurídica, el juego recíproco de sus preceptos primario y secundario y de los sujetos
destinatarios de uno y otro. Ninguno de esos preceptos tiene por destinatario a sujetos in-
capaces de comprenderlos; en esas situaciones disponen lo que otros sujetos deben hacer
cuando una persona está enferma y no sabe lo que hace y no entiende lo que la ley dice.
213 Nuestro trabajo “Imputabilidad y culpabilidad”, incluido en las actas del Primer
Congreso Latinoamericano de Criminología (una detallada demostración de que, dentro
de un código positivista hipotético, existe la diferencia —cuidadosamente ocultada— en-
tre imputables y no imputables, entre culpables y no culpables, entre penas y medidas
de seguridad), motivó alguna polémica desde su publicación en SoLER, Sulla dottrina
916 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
215 Von LiszrT- Scumior, Lehrrbuch, $ 58, en contra del criterio puramente dua-
lista de Von BIRKMEYER. — Para indicar la corriente unitaria y la dualista se emplean las
expresiones “vía única” y “vía doble” (Zweispurigkeit). Pero ante el especial carácter de
las medidas contra habituales, ScHónkE habla de la “solución de triple vía” (Las medidas
de seguridad y corrección en el derecho alemán, LL, 64-823, secc. doctrina), MauRAcH
habla de *vía doble” en los casos en los cuales resultan aplicables al mismo tiempo la pena
y la medida de seguridad. Este autor está siempre muy alerta ante los peligrosos excesos
preventivistas (conf. Deutsches Strafrecht, $ 5, B; 7, UL y 66; WeLzEL, Das Deutsche
Strafrecht, $ 2; 32, 1V, y 35),
216 Ver, especialmente, Rocco, Relazione a S.M. il Re, “Gazzetta Ufficiale”, n* 251,
1930, p. 4447, núm. 2.
217 Es sintomático en este sentido que esa razón (que es la única réplica posible a
SoLER, Imputabilidad y culpabilidad, “Revista de Abogados de Rosario”, n* 12, 1938,
separata) no ha sido invocada por ninguno de nuestros contradictores, Claro está que
entonces nuestras razones se encaminarían a discutir la conveniencia y la verdad de tales
generalizaciones sobre la teoría del estado peligroso. Sobre ello, léase SoLER, Exposición
y crítica de la teoría del estado peligroso.
918 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
222 Comenzando por la ley inglesa (Children Act) de 1908, seguida por los Códigos
de Menores de Brasil, de 1927 (véase Mineiro, Código dos Menores dos Estados Unidos
do Brasil), y de Venezuela, promulgado en enero de 1939.
223 Véase ese concepto amplísimo en Reca, Delincuencia infantil, p. 29 y ss., con
referencia al sistema del Estado de Nueva York.
22% Von Liszr - Scumipr, Lehrbuch,$ IV, 4.
295
225 No somos lo suficientemente ricos para darnos el lujo de desatender a nuestra
7 . . .
infancia,
LA PENA 923
228 Sin embargo, según la Cámara de Apelaciones, el juez no puede imponer “di-
rectamente” reclusión, sino en los casos en los que el delito cometido importe esta pena;
de lo contrario debe aplicar “prisión”, que deberá cumplirse con reclusión en un paraje,
etc. (CCrimCorrCap, 1944, JA, fallo 2629).
222 Para los antecedentes del art. 52 y de su reforma en 1944, conf. FLiess, Apli-
cación de la libertad condicional, “Revista Penal y Penitenciaria”, n* 29-30, 1943, p. 483;
GonzáLEZ MILLÁN, Motivación, fundamento y alcance de la reforma del artículo 52 del
Código Penal, “Revista Penal y Penitenciaria”, n* 31-34, 1944, p. 13; Finz1, Habitualidad
y reincidencia; ODERIGO, Reclusión accesoria, “Revista de Derecho Penal”, 1945-1-197,
230 Véase el trabajo de Martínez, El sistema francés de la deportación, donde se
detallan los lamentables resultados del sistema.
926 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
231 Lo critica, con razón, Ramos, Errores y defectos técnicos del Código Penal,
“Psiquiatría y Criminología”, n” 4, 1936, p, 246,
290 zde 2. .
282 Código Penal de la Nación Argentina, p. 259.
z
233 En este punto es difícil interpretar la jurisprudencia de la Cámara de Apela-
ciones, pues mientras, por una parte, identifica esta sanción con la reclusión del art. 6?
(“Fallos”, 11-320), y aplica incluso la variante del art. 7”, por la otra afirma que se trata
de una medida de seguridad de carácter eliminatorio (CCri mCorrCap, LL, 12-611, fallo
5989). Paz ANCHORENA concluye en que es una pena y no una medida de seguridad
(cfr, “Revista Penal y Penitenciaria”, año IL, 1” 3, p. 215).
234 Con respecto al concurso, SCBA, LL, 34-772, fallo 17.180.
235 > - . . eo
235 Lo hace notar, con razón, Ramos, Errores y defectos técnicos del Código Penal,
“Psiquiatría y Criminología”, r” 4, 1936, p. 246.
LA PENA 997
238 Verifíquese, por ejemplo, el sistema del antiguo Código español (PacurEco, El
Código Penal, p. 182 y 389). Véase, sobre todo, ViaDa Y ViLaseca, Cuadros sinópticos
pera la aplicación de las penas, donde en 142 cuadros se contienen todas las combina-
ciones posibles, que resultan complejísimas. La obra parece una tabla de logaritmos.
932 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
243 Acerca de los abusos en los que puede haberse incurrido en esta materia, conf.
SOLER, Prevention in criminal law, “American Criminal Law Quarterly”, vol. 4, n” 4, 1966.
244 Conf. United Nations, Probation and related measures, cap. 1, 3; Fry, Arms
of the law, p. 110; Rabzrvowicz, “The assessment of punishments by English courts”,
en RADZINOWICZ - TURNER (eds.), The modern approach to criminal law, p. 110 y ss.;
MANNHEIM, Criminal justice and social reconstruction, p. 219 y ss.; FITZGERALD, Crim-
inal law and punishment, p. 246 y ss.; TURNER, Kenny's outlines of criminal law, p. 792
y siguientes.
LA PENA 935
La sentencia, en realidad, se basó en la confusión entre pena accesoria (la del art. 12) y pena
conjunta, a la que se le llamaba “complementaria”. Anteriormente el mismo tribunal ha-
bía resuelto lo contrario (v.gr., JA, 9-167; 23-72; 34-1485; 37-599 y 1262; 42-1199; 56-691, y
58-614), También en contra, ST Catamarca, LL, 28-787, fallo 14.573; pero confundiendo
la inhabilitación-pena con la inhabilitación accesoria. Se recuerda muy literariamente el
caso de Valjean, pero se olvida que, en definitiva, la condena es una condena, y el conde-
nado un delincuente. Puede haber muy buenas razones para no enviar a un delincuente
primario a la cárcel, pero también puede haberlas para que un mal chofer no siga manejan-
do —aunque lo dejemos en libertad— por el primer atropello que haya cometido. En sen-
tido correcto, C3* La Plata, 15/9/1949, “Lepez”, LL, 55-539, con nota de jurisprudencia.
Finalmente, el pronunciamiento en el sentido correcto se dio en CCrimCorrCap, en pleno,
27/11/1959, “Biondi”, LL, 97-232, con los votos de los doctores CABRAL y MILLÁN,
247 No toda clase de infracciones se considera comprendida dentro del régimen de
la condicionalidad. A veces, ciertas leyes especiales la declaran inaplicable de manera
expresa. Otras, se considera que su aplicación es incompatible con las finalidades perse-
guidas por determinadas sanciones, Nose la consideró aplicable a la infracción de la ley
de alcoholes, porque la ley le acuerda a un particular el 50 % de la multa (CSJN, 4/9/1925,
JA, 17-357); a la infracción a la ley 11.570 (CSTN, 20/5/1931, /A, 35-844), porque la ley la
hacía inaplicable (art. 4”, Cód. Penal); a la infracción a las leyes de enrolamiento (CFed
La Plata, JA, 13-53; íd., JA, 37-937), ni a las infracciones aduaneras (íd., JA, 38-608).
Se la ha considerado aplicable, en cambio, a la infracción de ordenanzas municipales
(CCrimCorrCap, 30/9/1924, “Fallos”, 11-49, y JA, XIV-319).
248 Conf. CCrimCorrCap, GF, LXXIV-411.
LA PENA 937
249 En CApel San Isidro, Sala I, 30/7/1985, “Pezzoni, Roberto, y otros”, por mayoría
dispuso aplicar de modo condicional la pena de inhabilitación a pesar de la redacción del
art. 26 del Cód. Penal (ver BARBERA DE Riso, ¿Es posible aplicar en forma condicional
la pena de inhabilitación en delitos culposos?, “Doctrina Penal”, n” 32, 1985, p. 662).
938 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
25
25
Sobre
a
este tema, SoLER,
.
Exposición
a
y crítica
“o.
de la teoría. del estado peligroso,
7
82 mn . o Aa . - “o
2 GRISPIGNI, La pericolositá criminale e il valore sintomatico del reato, “Scuola
Positiva”, 1920, p. 98, y Corso di diritto penale, I, p. 212 y ss,, donde retoma la cuestión.
35, " " 2.32 Pa z .
253 Sobre ello, SoLEr, Exposición y crítica de la teoría del estado peligroso, p. 41
y siguientes.
25% Ya dijo ExxER que el concepto de peligrosidad era un concepto peligroso (Die
2] .. - . . 2
S 72. REINCIDENCIA
hasta alterar totalmente las escalas previstas en la parte especial para los
delitos en particular, pues -según el grado que alcance— las referidas esca-
las específicas dan lugar a otras escalas y a otras medidas complementarias,
también privativas de libertad.
Por otra parte, la calidad de reincidente tiene influjo en materia de
condena condicional y de libertad condicional (arts. 14 y 26, Cód. Penal),
como también en cuanto a la prescripción (art. 67, Cód. Penal, modificado
por ley 27.206, de 2015). En materia procesal, las leyes también suelen
hacer mérito de esa circunstancia, con el fin de conceder o no la libertad
provisional caucionada””.
259 No es, sin embargo, correcto que la ley procesal diga que la excarcelación no
se concederá al reincidente, pues siempre da lugar a cuestionar si aquella procede en
el segundo proceso. En el Código de Procedimiento Penal de Córdoba establecimos
que la excarcelación no se concederá “a los que tengan una condena anterior” (art. 346).
260 Conf. con la última parte, Von Liszr - Scumtor, Lehrbuch, $ 57, L
942 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
263 CARRABA, Programma, $ 739 y ss., y “Stato della dottrina sulla recidiva”, en
Opuscoli, 1, p. 141 y siguientes. Este es el sistema seguido por el Proyecto Tejedor
(art. 5%, Tít. 5%, Lib. 2).
264 No es del todo indiferente, sin embargo, la reincidencia específica. La ley
12.331 se refiere evidentemente a la repetición de la misma infracción, caso en que cambia
la pena de multa en prisión (art. 17). También suele tener importancia la reincidencia
específica en las leyes de juego.
944 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
entre delito doloso y culposo”*, solución esta que puede juzgarse in-
correcta”, Los tribunales, en efecto, se han visto obligados a prescindir
de estos delitos en el cómputo de antecedentes para la imposición de la
medida del art. 52 (reclusión accesoria de la última condena)?"”. A ese
resultado es forzoso llegar, en el caso referido, sobre la base de la inter-
pretación del carácter de medida extrema que tiene aquella sanción, y
del fin eliminatorio —logrado o no— que la distingue de las demás sancio-
nes, lo cual no condice con la delincuencia en sus formas culposas. El
Proyecto de 1960 corrige el texto y expresamente requiere hechos dolosos
(art. 77).
Fuera de esa hipótesis, no es dudoso que la reincidencia, como simple
agravante, puede tener efecto entre delito doloso y delito culposo.
Quedan, en cambio, expresamente excluidos de la reincidencia los deli-
tos políticos, los militares y aquellos sobre los cuales se ha dictado amnistía.
A diferencia del delito amnistiado, cuando media indulto o conmu-
tación, la reincidencia se computa. La aclaración era necesaria, dada la
parcial superposición de los textos de los arts. 61 y 68.
No está mencionado el efecto del perdón (art. 69, Cód. Penal), pero
dado que este no extingue la acción, sino la pena, y siendo nula su influencia
acerca de la sentencia misma, no es dudoso que no tiene influjo sobre la
reincidencia.
La reforma introducida por la ley 23.057 no alteró el sistema de re-
incidencia genérica, al cual siempre se adscribió nuestro Código Penal.
La nueva redacción del art. 50, impulsada por la ley 23.057, establece
que no darán lugar a reincidencia los delitos previstos exclusivamente en el
Código de Justicia Militar, pero debemos recordar —una vez más— que este
cuerpo normativo fue derogado por la ley 26.394, de 2008, siendo reubicados
en el Código Penal muchos de los delitos que dicho digesto preveía, razón
por la cual se podría llegar a entender que la excepción continúa, pues siguen
teniendo naturaleza, aun así, de “delitos militares”. Sin embargo, también
se puede pensar que el Código Penal alude al Código de Justicia Militar
(no a delitos militares “en” el Código Penal), que ya no existe como tal, con
268 Esto en cuanto se refiere a los principios generales del Código Penal. No debe
olvidarse, sin embargo, que ciertas leyes especiales que solo contienen penas de multa
hacen uso, a veces, de la expresión “reincidencia” en un sentido propio, y que abarca las
infracciones reprimidas con multa por la propia ley. Hay, pues, excepciones al principio
general (p.ej., ley 12.331). Conf. CApel Córdoba, 13/4/1942, LL, 26-609.
26% Códizo Penal de la Nación Argentina, p. 257 y 286. Conf. CCrimCorrCap,
“Fallos”, 11-340.
270 Conf. Ramos, Curso de derecho penal, IV, p. 207. La Cámara de Apelaciones,
después de algunas resoluciones en sentido contrario (p.ej., GF, LIX-263 y 264), fijó su ju-
risprudencia en el sentido de computar el antecedente (“Fallos”, 11-481; GF, LXXIV-411).
También, ST San Luis, 30/12/1943, LL, 33-287,
946 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
218 Conf. GoxzáLez Roura, Derecho penal, UL, p. 78; MaLacarrica, Código
Penal argentino, L, p. 266; CApel Córdoba, 28/8/1942, LL, 27-782, con nota en contra de
Núñez, El art. 38 del Código Penal (el tribunal se hizo cargo de los argumentos de este
y los contestó en el dictamen dictado en CApel Córdoba, “Farías”, LL, 48-197).
217 La redacción y la ubicación de ese agregado era, efectivamente, lamentable.
Ramos lo criticaba, con razón, pues el artículo comenzaba a hacer referencia a “la pena
[...] que el procesado sufrió, como si el Código siguiera el sistema de la reincidencia real”
(Errores y defectos técnicos del Código Penal, “Psiquiatría y Criminología”, n* 4, 1936,
p. 250). La ley 11.221 intercaló la frase “por delito cometido”, que es —en realidad— lo
único que debió haber dicho (“no se tendrá en cuenta el delito cometido antes de los
veintiún años”). En cuanto a su ubicación, SOLER la consideraba errada, pues parecía
evidente que se trataba de una institución cuyos efectos no se podían limitar a la agrava-
ción de la pena del art. 51. Así pareció entenderlo también Ramos (Curso de derecho
penal, IV, p. 405). En contra de la excepción, en ambos casos, CCrimCorrCap, “Fallos”,
11-323 y 325.
278 CCrimCorrCap, Fallos, H, p. 323 y 325. En igual sentido, la Suprema Corte
de Buenos Aires, LL, 9-694, fallo 4306.
LA PENA 949
por hechos que la ley califica como delitos, cometidos antes de cumplir los
dieciocho años de edad.
Si fuera juzgado por delito cometido después de esa edad, las sanciones
impuestas por aquellos hechos podrán ser tenidas en cuenta o no, a efectos
de considerarlo reincidente”.
Ese término era superior en un año al de condicionalidad del art. 27
del Cód. Penal, cuyo vencimiento tornaba inejecutable la condena. Pero
una cosa era ese efecto y otra la del cómputo de la reincidencia.
Este texto se refería, sin embargo, a menores, mientras que el art.
51 disponía en general, y daba una solución más benigna, pues la ley de
menores facultaba para computar o no la condena, mientras que el Código
Penal no la tomaba en cuenta,
En lo concerniente a los requisitos de la reincidencia en cuanto a las
personas, el art. 50, párr. 3%, del Cód. Penal, a partir de la reforma intro-
ducida por la ley 23.057, dispone que no dará lugar a reincidencia la pena
cumplida por delitos cometidos por menores de dieciocho años de edad,
criterio coincidente con lo dispuesto por el art. 38 del Código, que fuera
derogado por la ley de menores 14.394, y esta —a su vez— por la actualmente
vigente 22,278, que en su art. 5” establece que las disposiciones relativas a
la reincidencia no son aplicables al menor que sea juzgado exclusivamente
por hechos que la ley califica como delitos, cometidos antes de cumplir los
dieciocho años de edad. — Si fuere juzgado por delito cometido después de
esa edad, las sanciones impuestas por aquellos hechos podrán ser tenidas
en cuenta, o no, a efectos de considerarlo reincidente.
28S Expone estas tesis Pessina, Elementos de derecho penal, p. 552 y 553.
284 Así Tissot, Le droit pénal étudié dans ses principes, L, p. 107 y siguientes.
285 Conf. CARRARa, Programma, $ 736 y siguientes.
286 Este sistema se encontraba regulado en los códigos brasileño (art. 47 -actual
art. 63); italiano (art. 99 —sustituido por la ley 251/2005—); griego (art. 89); suizo (art.
67); costarricense (art. 34), francés (art. 56-7), y alemán ($ 63, RStGB).
LA PENA 951
287 “Fijada” quiere decir “fijada por el juez”, según CCrimCorrCap, 1924, GF, 1L-
335, lo cual parece correcto. También SCBA, 12/8/1941, LL, 23-933, fundado voto del
doctor ALEGRE; íd., 23/3/1943, LL, 30-84.
952 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
$ A e. a =
290 Código Penal de la Nación Argentina, p. 175.
291 CApel Rosario, 26/10/1935, “Miranda”, “Recopilación Ordenada”, cuad. 7,
p. 70; fd., “Rodríguez”, LL, 10-830. En contra de esta “ingeniosa tesis” nuestra, Fixz1,
Habitualidad y reincidencia, p. 51, Núñez, Derecho penal argentino, IL, p. 485, acepta
la interrupción, pero no la suma.
292 Ver sobre esto NúKEz, El comienzo del término de la prescripción de la condena
anterior a los efectos de la reincidencia, LL, 30-986.
954 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
29% CCrim Paraná, Sala II, 18/11/1985, JA, 1986-11-93. Confr. BrEGLIA ARtas, La
reincidencia en la reforma de la ley 23.037, JA, 1985-1-705.
294 Acerca de ello, véase la “Revista de Identificación”, que publicaba la Univer-
sidad de La Plata, bajo la dirección de REYNA ALMANDOS, especialmente consagrada a
estos estudios.
LA PENA 955
LA PRETENSIÓN PUNITIVA
Llámase acción pública a aquella que debe ser ejercida de oficio por
los órganos del Estado, con o sin la cooperación del particular damnifica-
do o de otro particular”. Esta forma de acción constituye la regla. Tal
es el principio de la oficialidad de la acción. Las formas en que este se
garantiza son materia de las leyes procesales.
Así, de oficio, deben iniciarse todas las acciones penales, salvo las
excepciones expresamente prefijadas. Al establecer la ley el ejercicio
obligatorio y oficial de esa acción, sanciona implícitamente los principios
de legalidad e indivisibilidad de la acción penal pública.
El principio de legalidad, por oposición al de oportunidad, signific:
que el órgano encargado del ejercicio de la acción penal pública no puede
dejar de ejercerla, toda vez que concurran los presupuestos sustantivos
de ella, mientras que el principio de oportunidad se basa en la admisión de
un juicio apreciativo por parte del Órgano acusatorio— acerca de la con-
veniencia o pertinencia de la acción?,
El principio de indivisibilidad hace referencia a los distintos partíci-
pes de un mismo hecho, en el sentido de que la acción no puede ejercerse
contra algunos y reservarse respecto de otros. En este sentido, podría
decirse que la pretensión punitiva es objetiva, que parte del hecho, para
alcanzar todas las responsabilidades personales?,
La forma en que esos principios se realizan es materia procesal. Para
distinguir las dos zonas de confluencia podríamos decir que la única ley que
puede establecer excepciones a los principios de legalidad e indivisibilidad
es la ley de fondo y que —en consecuencia—, cuando una acción aparece ex-
pedita de acuerdo con ella, la ley procesal no puede ponerle nuevas trabas.
3 En este punto se han cometido dos errores opuestos. — JOFRÉ, a poco de sancio-
narse el Código Penal, afirmó que este había suprimido el querellante (El Código Penal
de 1922. p. 149). Gómez y MokrExNo incurren en el error contrario, al decir que
el derecho de promover querella “emerge de las disposiciones del Código Penal” (Proyecto
de Código de Procedimiento Penal de la Provincia de Buenos Aires, p. 200). Es obvio
recordar que en este punto el Código Penal no quita ni pone, y que las leyes procesales
son libres de admitir o no al querellante part icular, institución anacrónica profundamente
arraigada en nuestras costumbres jurídicas, no obstante su evidente inconveniencia. En
contra, véase la Exposición de motivos del ordenamiento procesal cordobés en sancionado
en 1939 (VÉLEZ MARICONDE - SOLER, Proyecto de Código de Procedimiento Penal de la
Provincia de Córdoba, p. xx1tv y siguientes).
1 Sobre ello, véase Srorraro, Commento al Codice de Procedura Penale, 1V, p. 10
y siguientes.
5 Conf. Von Liszt- Scumibr, Lehrbuch, $ 45, TIL, 3: $ 63 del RStGB. Ver,
también, Frank, Das Strafgesetzbuch, p. 207.
960 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
la ley vigente, la cual, dada la clase de delitos a que se refiere, evidentemente atiende solo
a las inconveniencias del strepitus fori.
Al incorporarse los delitos de amenazas, lesiones leves, violación de domicilio e
insolvencia fraudulenta, evidentemente se amplía esta institución en otros sentidos”. Son
numerosos los antecedentes de legislación comparada que trae la nota.
964 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
13 Pacueco, El Código Penal, UI, p. 202 y ss., y el art. 185 del Cód. Penal de 1887,
derogado por la ley de reforma, la cual contiene una disposición como la actual en el
capítulo de las calumnias e injurias. En la actualidad los delitos contra el honor están
legislados en los arts, 205 a 208 del Título XI del Cód, Penal español; igual que en nuestro
caso, la acción penal debe haberse iniciado por querella por parte del ofendido o de sus
representantes legales en los casos de menores e incapaces, salvo que el ofendido fuere
un funcionario público respecto de un hecho concerniente a su función, en cuyo caso la
justicia puede actuar del oficio, Las injurias leves no son constitutivas de delito (art.
208), a excepción de los casos de violencia contra la mujer (art. 173.4).
1 Sobre este aspecto, SANDULLI, La diffamazione e il diritto dello storico e del
critico, “Scuola Positiva”, 1927-1-296 y siguientes.
15 MALAGARRIGA, Código Penal argentino, L, p. 453.
16 Ramos entiende que el art. 75 admite la acción sin limitaciones (Los delitos contra
el honor, 1939, p. 71).
966 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
IV. Amnistía. — En virtud del ex art. 67, inc. 17 —actual art. 75,
inc. 20—, de la Const. nacional, el Congreso tiene la facultad de conceder
amnistías generales. La amnistía importa la suspensión de la ley penal,
con respecto a hechos determinados; no es personal, sino objetiva”, Está
fundada en razones de interés común o de naturaleza política, y se refiere,
generalmente, a los hechos de esa clase, aunque nada impide constitucio-
nalmente la amnistía de hechos de otra naturaleza”. Tiene por efecto
hacer desaparecer el hecho como fuente de pena, aunque no suprime su
ilicitud, pues deja subsistente la eventual consideración de esta, como causa
de indemnizaciones (art, 61, Cód, Penal). Pero en el terreno penal es tan
terminante el efecto de la amnistía, que el hecho ni puede ser tomado en
consideración después, a los fines de la reincidencia (art. 50, Cód, Penal),
conclusión que no se altera por el hecho de que alguno de los amnistiados
haya sufrido eventualmente la pena.
Con la amnistía se extingue no solo la acción penal, sino la potestad
represiva misma, con respecto a un hecho determinado; de manera que,
aun impuesta la condena a algún sujeto, esta debe cesar con todos sus
efectos, salvo las indemnizaciones.
21 Conf. Fallos, 102:49 y 50, donde se tiene más bien en cuenta los hechos que los
individuos.
22 Conf. CFed BBlanca, LL, 1-423 y ss., donde se citan varias leyes no políticas de
amnistía. Ver, también, CSJN, LL, 7-200, sobre
la ley 12.348; San MILLÁN, La amnistía.
970 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
3 . . . so. 2.
23 Esto está dicho por vía teórica o general; a veces las leyes hacen también refe-
rencia a indultos generales, como sucede en la Constitución de Córdoba (art. 83, inc. 24).
Con todo, véase más abajo la posibilidad de indultos generales (infra, XI).
A “La ley 4311 excluye [de la amnistía] a algunos que no se individualizan” (Fallos,
101:220-21). Se había impugnado, entre otras cosas, la generalidad de la ley.
25 > a + = z .
22 Fallos, 115:312, Este criterio -que es de GARRAUD— ha sido seguido muchas
veces por la Corte Suprema, con respecto a los delitos conexos a hechos políticos.
LA PRETENSIÓN PUNITIVA 971
hechos (casos “Barrios Altos”, de 2001, y “La Cantuta vs, Perú”, de 2006).
En otros casos, la Corte IDH se expidió en el sentido de que los Estados
“no pueden sustraerse del deber de investigar y sancionar a los responsables
de crímenes de lesa humanidad aplicando leyes de amnistía u otro tipo de
normativa interna. Los crímenes de lesa humanidad son delitos por los
que no se puede conceder amnistía”?*, y de que en el sistema interame-
ricano de derechos humanos “son incompatibles las leyes de amnistía con
las obligaciones convencionales de los Estados cuando se trata de graves
violaciones de derechos humanos””.
Si bien las leyes de amnistía tienen carácter general (tal como se lo
señaló), también tienen sus límites”, los cuales tienen el efecto de excluir
del radio de acción de ellas —como se dijo— las autoamnistías”, a los res-
ponsables del delito de concesión de poderes tiránicos del art. 277 del Cód.
Penal” y a los de delitos de lesa humanidad”.
A su turno, la ley 27.156, de 2015, prohíbe la concesión de amnistía,
indulto o conmutación de pena en casos de delitos de genocidio, lesa hu-
manidad y crímenes de guerra, previstos en los arts. 6 a 8 del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional.
dor o destructivo del derecho*; con ello el orden jurídico no hace más
que comportarse (como ordenamiento práctico que es) reconociendo el poder
de los hechos, porque es manifiesta la inconveniencia de una represión muy
tardía. Pero estos fundamentos son, sobre todo, de política legislativa.
Considerada la ley en sí misma, vemos que la prescripción se produce
por el simple transcurso del tiempo, y que las circunstancias que alteran
ese curso consisten en la comisión de un nuevo delito y en la “secuela del
juicio” (art. 67, Cód. Penal, según leyes 11.221 y 13.569).
En tal sentido, la ley 13.569 —modificatoria del art. 67— alteró sus-
tancialmente el sistema de la prescripción de la acción que contenía la ley,
al introducir la interrupción de la prescripción por la “secuela del juicio”
y —además— la suspensión de la prescripción, acerca de la cual no existía
previsión alguna**, Ya antes de esa reforma, la ley 11.585 había creado
una excepción relativa a las infracciones de derecho financiero, admitien-
do que los actos de procedimiento judicial interrumpen el término de la
prescripción de la acción y de la pena*?.
El efecto de la interrupción de la prescripción es el de borrar el
tiempo transcurrido desde el hecho hasta el momento en que la interrup-
ción se produce, y desde allí vuelve a iniciarse plazo entero, como si fuera
desde el principio.
El efecto de la suspensión de la prescripción es el de impedir que
la prescripción siga corriendo mientras la causal de suspensión subsiste,
después de lo cual aquella retoma su curso, para sumar tiempo nuevo al
que ya había transcurrido antes de la suspensión.
Según la redacción anterior del art. 62 del Cód. Penal, la acción pe-
nal prescribía según la calidad y cantidad de pena que correspondiera—
en los siguientes plazos: a) los delitos reprimidos con prisión o reclusión
perpetuas, a los quince años; b) en los demás casos, al límite máximo de
la pena privativa de la libertad, pero no hay prescripción mayor de doce
años ni menor de dos; c) cuando la pena era de inhabilitación perpetua,
a los cinco años; d) cuando era de inhabilitación temporal, al año; e) en
los delitos reprimidos con multa, a los tres años; f) cuando se trataba de
multa por infracción a las leyes impositivas (ley 11.585, art. 1%), a los cinco
años, y g) las infracciones a la ley 12.906 —posteriormente derogada por
ley 22.262-—, a los seis años.
Cuando se contenían penas paralelas era preciso tomar en cuenta la
de mayor prescripción. — Si las penas debían aplicarse conjuntamente (p.ej.,
inhabilitación
y multa —art. 260, Cód. Penal—), nada impedía aplicarla pena
de prescripción menor, aun cuando la acción se hubiese prescripto, si esa
fuere la pena única, pues aquí no se trataba de prescripción de la pena,
sino de la acción, y esta no prescribía separadamente para cada una de las
penas posibles, sino en conjunto y por el término que correspondiera a la
mayor. Tampoco dependía el plazo de la prescripción de la elección que
hiciera el juez en el momento de dictar sentencia.
Estos términos se contaban a partir de la medianoche del día en que
se cometió el delito o —si este fuere continuo— en que cesó de cometerse
(art. 63, Cód. Penal). Al referirse la ley a la comisión del delito, y no al
día en que tuvo lugar la acción”, debía entenderse que la prescripción
comenzaba a correr en el momento en que se produjo el resultado típico
de la figura correspondiente. — Por ello, si un herido grave moría a los
diez días de la lesión, la acción por homicidio empezaría a correr desde la
medianoche del día de la muerte”. Así también, en un delito de quiebra
la prescripción de la acción comenzaba a correr desde la fecha del auto de
declaración de la quiebra, pues para que esa acción existiera era preciso
que se tratara de un comerciante declarado en quiebra?”.
Si se trataba de una tentativa, debía computarse el último acto. Mien-
tras permaneciera la actividad tendiente a la comisión del hecho, la pres-
cripción no entraba a correr”.
Cuando se tratara de un concurso de delitos, la acción prescribiría
según el monto de la pretensión punitiva total, no pudiéndose exceder los
límites máximos fijados por el art. 62 (así, por ejemplo, si se trataba de
dos delitos de abuso de armas —uno a tres años de prisión—). El inc. 2 del
art. 62 se refería —y se refiere— al máximo de duración de la pena señalada
para el delito y el art. 55 dispone que, en tal caso, el máximo de la pena es
igual a la suma resultante de las máximas penas de cada infracción. La
acción prescribiría a los seis años*. El criterio contrario olvida que el
art. 55 tiene también la función de fijar un máximo legal, lo mismo que las
disposiciones de la parte especial. En este punto es como si la ley dijera
que, si ha de juzgarse a un sujeto por el delito de hurto, el máximo de pena
aplicable son tres años, pero si se lo ha de juzgar por hurto y defraudación,
el máximo posible es de once años (arts. 162, 172 y 55, Cód. Penal)?
El mecanismo de los plazos del art. 62 es el mismo de los arts. 54 y 55.
Si hay un solo hecho, hay un solo plazo de prescripción, correspondiente al
hecho más grave; si hay pluralidad de hechos, el término de prescripción es
igual a la suma resultante de los máximos que corresponden a cada delito,
el cual no puede exceder de doce años. En el inc. 2 no hay prescripción
menor de dos años, de manera que dos delitos de lesiones leves (art. 89)
prescriben a los cuatro años*.
De conformidad con las modificaciones introducidas por la ley 23.077
al art. 62 del Cód. Penal, del inc. 5 de ese precepto se desprende que la
acción penal prescribe a los dos años cuando se tratare de un hecho re-
primido con pena de multa.
El cómputo de los plazos establecidos en el art. 62 se debe realizar
de conformidad con lo establecido en el art. 6? del Cód. Civil y Comercial.
En lo concerniente a la prescripción de las multas por infracción a
leyes impositivas, con arreglo a lo dispuesto por el art. 59 de la ley 11.683
(CCrimCorrCap, 1935, “Longo”). Claro está que con esta interpretación el criticado
sistema de la prescripción ininterrumpida se llevaba a un terreno insostenible, pues veinte
hurtos prescribirían a los dos años, a pesar de que podían ser castigados con veinticinco
años de prisión y la accesoria del art. 52. Sin embargo, la resolución de CCrimCorrCap,
2/5/1944, JA, fallo 25814, no puede justificarse desde el punto de vista del perfecto para-
lelismo de las acciones y para tomar en consideración la eventual influencia interruptiva
de una acción sobre otra.
Sobre este punto, véase SOLER, La prescripción de la acción penal en el concurso
de delitos, JA, 70-3, sece. doctrina, donde examinamos detenidamente la jurisprudencia.
4 Sobre este punto, además de la bibliografía citada en la nota 29, conf. SOLER,
La prescripción de la acción penal en el concurso de delitos, JA, TO-3, sece. doctrina,
donde por primera vez se sostiene la tesis de la acumulación. — Por la tesis galicada del
paralelismo, Núñez, La prescripción de la acción penal y el concurso de delitos, LL, 55-
592, donde está ordenadamente clasificada la jurisprudencia en uno y otro sentido hasta
esa fecha (ver, también, LL, 58-892), y Derecho penal argentino, UL, p. 179 y 180, donde
insiste en su tesis con nuevas razones. Enel mismo sentido, Fonrán BALESTRA, Tratado.
Parte general, UI, p. 459.
Esta conclusión no se altera por el posible cúmulo jurídico de las penas, porque
una cosa es el término de la prescripción de la acción y otra el término de la pena. Sobre
estos, CaRRaRa, Programma, $ 730, nota 1.
976 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
(to. 1978), la acción del fisco para hacer efectiva y aplicar esa pena pres-
cribe a los cinco años, en caso de tratarse de un contribuyente inscripto o
de contribuyente no inscripto que no tenga obligación legal de inscribirse
ante la Dirección General Impositiva o que —teniéndola, y no habiéndola
cumplido— regularice espontáneamente su situación. Cuando se tratare
de contribuyentes no inscriptos, el plazo de prescripción será de diez años.
Las reformas de las leyes 25.795, de 2003, 26.044, de 2005, 26.063, de
2005, 26.422, de 2008, y 27.430, de 2017, no incideron en materia
de prescripción.
La ley 27.430, de 2017, modificatoria de la ley 24.769, de 1997 —que
establece el Régimen Penal Tributario y Previsional-—, dispone en el art.
16 un sistema de prescripción de la acción penal para las figuras previstas
en los arts. 1% a 6”, si se aceptan y cancelan incondicionalmente todas las
obligaciones evadidas, aprovechadas o percibidas indebidamente, hasta
los treinta días hábiles posteriores al acto procesal por el cual se notifique
fehacientemente la imputación penal que se le formula. Se trata de un
beneficio exculpatorio que se concede “por única vez” por cada persona
humana o jurídica obligada.
La ley 12.906 fue derogada en 1980 por la ley de defensa de la com-
petencia 22,262, pero ella mantuvo el régimen de prescripción de la acción
penal a los seis años (art. 42), debiendo aplicarse para su sustanciación —en
función del art. 43— las normas comunes del Código Penal y las del Có-
digo de Procedimiento en Materia Penal (ahora, Código Procesal Penal
Federal, art. 269, inc. f).
La redacción que le impusiera la ley 13.569 al art. 67 del Cód. Penal
fue modificada en 2015 por la ley 27,206.
trario, hubiere ocurrido la muerte del menor como consecuencia del delito
sexual, la prescripción comenzará su curso desde la medianoche del día en
que el menor hubiera cumplido los dieciocho años de edad (mayoría de edad).
Si el delito sexual, en cambio, fuese cometido en perjuicio de una persona
mayor de dieciocho años, el cómputo del plazo de la prescripción de la ac-
ción penal sigue rigiéndose por lo establecido en el art, 63 del Cód. Penal”.
En lo que concierne a los crímenes de lesa humanidad, la Argentina
ha sancionado las leyes 24.584, de 1995, y 25.778, de 2003, por las cuales
—por la primera— se aprueba la Convención sobre la Imprescriptibilidad de
los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada
por la Asamblea de Naciones Unidad en 1968, y por la segunda se le otorga
a dicha Convención jerarqu ía constitucional.
decir, exactamente lo contrario del sistema del antiguo art. 67 del Cód. Penal, que decía
“separadamente para cada partícipe”, frase que NÚÑEZ transformaba en “separadamente
para cada delito” (Derecho penal argentino, UL, p. 178), lo cual solo es cierto en Francia,
donde ni siquiera la conexidad rompe el paralelismo de las acciones (LE SELLYER, Droit
criminel, VI, núm. 2290), son actos in rem (ViDaL- MacnoL, Cours de droit criminel,
núm. 702). Tan evidente es que los actos interruptivos deben tener lugar en el propio
proceso, que pareció ociosa la aclaración propuesta por Nocrro en el Código Italiano (conf.
Manzint, Trettato, 1933, ML, núm. 708: 1949, Y, núm. 661).
16 La originalidad de nuestro sistema fue muy correctamente destacada por Mo-
LINARIO, Interrupción de la prescripción de la acción penal, “Revista de Psiquiatría y
Criminología”, 1940, p. 383 (ver, en especial, p. 392).
7 Se postuló una reforma razonable de la ley en la Quinta Conferencia Nacional
de Abogados de Santa Fe, de 1940.
18 Gavier, en MaNzInL, Tratado, V, p. 185, en nota.
1% La expresión fue tomada por el Proyecto Coll - Gómez y el propio GómEz destacó,
al escribir sobre el tema (“Revista de Derecho Penal”, n” 4, 1949, p. 301), que la fórmula
era producto del “argot de tribunales” (conf. Vera Barros, La prescripción penal en el
Código Penal y leyes especiales, p- 135; MOLINARIO, Interrupción de la prescripción de
la acción penal, “Revista de Psiquiatría y Criminología”, 1940, p. 400).
980 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
una acción antes de entablarla. Claro está que esa renuncia importa un
verdadero perdón o un convenio privado entre las partes, anterior al pleito.
Es difícil determinar cuáles son los efectos de la renuncia con respecto
a los coimputados, pues la ley solo se ocupa expresamente del caso más
simple; esto es, de los efectos de la renuncia de uno de varios ofendidos.
Es evidente que esa renuncia solo perjudica al renunciante y a sus herederos
(art. 60, Cód. Penal). La cuestión consiste en saber si la renuncia tiene
efecto extensivo; si se comunica a todos los coimputados.
El efecto extensivo está previsto solo con referencia al perdón, que no
es causa de extinción de la acción, sino de la pena. La llana aceptación del
efecto extensivo de la renuncia tiene inconvenientes que la doctrina señala”,
Prevalece la opinión en el sentido de admitir el efecto extensivo, sin hacer
siquiera las distinciones que suelen contener nuestras leyes procesales”.
Si, tratándose de la misma acción privada, la ley ha distinguido entre
renuncia y perdón, y solo para este último ha sancionado expresamente
la regla de la comunicabilidad, ha entendido excluirla en la otra”. De lo
contrario, habría identificado los preceptos, máxime cuando a favor de esa
tesis milita la más corriente doctrina. La renuncia a la acción contra un
copartícipe no se extiende, pues, de iure contra todo copartícipe, sino que
se rige por los principios generales del desistimiento; se refiere solo al sujeto
a cuyo favor se hace. El argumento a favor del efecto extensivo se funda
en que el Estado, aun cuando admite delitos de acción privada, no pue-
de prestarse a la arbitrariedad de un particular para que elija al culpable de
su preferencia. Pero con ello puede obligarse al querellante a accionar,
contra toda razón, acusando a una persona cuyo arrepentimiento le consta,
o contra un incapaz, cuya edad no sea oportunamente conocida, Se prevé,
expresamente, el efecto extensivo del perdón, y en ello aparece claro que
lo no consentido por la ley es que, estando comprometida la autoridad del
Estado en la sentencia condenatoria, pueda el ofendido servirse de ella
para negociar los perdones separadamente, y —por otra parte— que se dé el
escándalo de que, por el mismo delito comprobado y declarado, algunos
sufran la pena y otros no, conforme con la voluntad de un particular.
“La acción penal por delito reprimido con multa se extinguirá en cual-
quier estado de la instrucción y mientras no se haya iniciado el juicio, por
el pago voluntario del mínimo de la multa correspondiente y la reparación
de los daños causados por el delito.
Si se hubiese iniciado el juicio deberá pagarse el máximo de la multa
correspondiente, además de repararse los daños causados por el delito.
62 Art, 183 del Proyecto de 1915; Zweite Expertenkommission úiber den Vorentwurf
zu einem Schweizerischen Strafgesetzbuch, Protokoll der zweiten Expertenkommission,
IT, p. 280 y siguientes.
63 De él da cuenta CARRARA, Programma, $ 1987.
LA PRETENSIÓN PUNITIVA 985
“En los delitos previstos en los arts. 119: párrs. 1”, 2” y 3”, 120: párr.
1” y 130, la víctima podrá instar el ejercicio de la acción penal pública con
el asesoramiento o representación de instituciones oficiales o privadas sin
fines de lucro de protección o ayuda a las víctimas”.
6% Por delitos comunes, Mendoza, La Rioja, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán.
Por delitos políticos, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe (Bas, El derecho federal argentino,
L, p. 311).
Como trabajo histórico-comparativo, véase RosenBucH, Fundamento histórico y
jurídico del indulto y de la conmutación de penas.
LA PRETENSIÓN PUNITIVA 987
70 Este punto ha dado motivo, entre nosotros, a un largo debate. La Corte Su-
prema lo entendía así (Fallos, 6:277). Basada precisamente en ese fallo, entre otros argu-
mentos, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal se negó a reconocer el indulto de José
Ibáñez, procesado, y la Corte Suprema -en ese caso— varió su jurisprudencia y aceptó el
indulto del procesado (ver GonzáLEZ Roura, Derecho penal, IL, p. 325 y 331), Pos-
teriormente se volvió a la tesis inicial (CCrimCorrCap, “Fallos”, 1-392).. En contra de
la tesis de la Corte Suprema en el caso “Ibáñez”, ver MorExOo, El Código Penal y sus
antecedentes, UI, p. 215.
11 Conf. Conrés, Vistas fiscales, UL, p. 279; Bas, El derecho federal argentino, 1,
p. 308.
988 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
4 Por esta razón no pueden aplicarse los plazos de la prescripción de la pena, sino
los de la acción, a los pedidos de extradición para que se ejecute una sentencia dictada
en rebeldía, procedimiento contrario a nuestro sistema y que otras legislaciones admiten.
Ver sobre ello la jurisprudencia de la Corte Suprema citada en el $ 16.
990 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
ción menor cuando las condenas fuesen varias, a pesar de que la duración
de ambas penas sea la misma.
Conforme con la reforma introducida al art. 65 del Cód. Penal por
la ley 23.077, de 1984, del inc. 4 de dicho precepto se desprende que la
pena de multa se prescribe a los dos años.
Una polémica de vieja data, vinculada con la determinación del mo-
mento en que se comienza a contar el plazo de prescripción en las penas
privativas de la libertad, pretendió ser resuelta por un fallo plenario dictado
por la Cámara Nacional Criminal y Correccional de la Capital Federal,
enfrentándose dos tesis principales, sosteniendo la primera de ellas —que re-
sultó vencida— que para dar inicio al cómputo del término de la prescripción
bastaba con la notificación al defensor, en tanto que la posición vencedora
resolvió que no es suficiente esa notificación una vez dictada la sentencia
de segunda instancia y, que con arreglo a lo preceptuado en el art. 66 del
Cód. Penal, es imperativa la notificación al reo de la sentencia firme”.
En el plenario “Freiberg”, de 1970, se decidió que es suficiente la
notificación al condenado o a su abogado defensor”,
La Corte Suprema ha determinado que la sentencia debe ser notifica-
da personalmente al procesado y, a partir de esa notificación, se computa
el plazo”. Siguen este criterio de que el cómputo comienza desde que la
sentencia ha quedado firme, la Sala UT de la Cámara Nacional de Casación
Penal*” y la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional**,
El modo de computar el plazo debe ser conforme con lo establecido
en el art. 6? del Cód, Civil y Comercial,
Respecto de la pena de inhabilitación “debido a que no aparece men-
cionada en el art. 65—, y cuando se encuentra legislada como pena única
o alternativa, la doctrina ha propuesto la aplicación analógica del art. 62,
inc. 5, del Cód. Penal (ZAFFARONI) y SOLER ya ha brindado su opinión
cuando aparece como pena accesoria o conjunta o como pena de inhabili-
tación absoluta del art. 19 del Cód. Penal. Respecto de la inhabilitación
especial, la jurisprudencia tiene resuelto que -dado su carácter de pena
87 MERKEL, Derecho penal, 3 67, que expuso reiteradas veces la misma teoría y a
ella hace una especial referencia —para refutarla- BINDING, Die Normen, 1, $ 140 y 41.
85 Ferri, Sociologia criminale, 11, p. 451, y Principii di diritto criminale, p. 408;
GARÓFALO, La riparazione alle vittime del delitto,
5% Ferri, Sociologia criminale, U, p. 451.
% Ferri da esa posición como positivista, pero ya vimos que la idea proviene, entre
otros, de MERKEL y según FLORIAN, “nada repugna más a los criterios del positivismo
que identificar la pena con la obligación del resarcimiento” (Trattato. Parte generale,
IL p. 767).
£ . » .
% Binpixc, Die Normen, $ 40 y 41; Fixcer, Lehrbuch, p. 446; ALIMENA, Prin-
cipios de derecho penal, 1, p. 169; CarxeLuTTI, li danno e úl reato; FLORIAN, Trattato,
Parte generale, 11, p, 767, Grispicni, La sanzione eriminale nel moderno diritto repressivo,
“Scuola Positiva”, 1920, p. 440 y siguientes.
a ”, . PRA -
Y Conf. Acuiar, Hechos y actos jurídicos, H, p. 257, nota 39.
LA PRETENSIÓN PUNITIVA 993
101 MenrkeL, Derecho penal, p. 261. TkjeDOR hacía muy bien —y claramente—la dife-
rencia entre restitución e indemnización, y se refería primero a aquella en dos artículos (ver
Proyecto de Código Penal, p. 138). CHauveau - HLIE, Théorie du Code Pénal, 1, p. 223.
102 Conf. Núsez, Derecho penal argentino, 1, p. 567. En el Proyecto de 1960
se acentúa algo la obligación de reponer las cosas al estado anterior, en cuanto el art. 68
dispone: “La sentencia condenatoria podrá ordenar: 1%) la reposición al estado anterior, en
la medida de lo posible, disponiendo a ese fin las restricciones y demás medidas necesarias;
2”) cuando la reposición no fuese posible, la reparación del daño en dinero”. Censuró
este texto con acritud —y sin razón— ALFREDO ORGAZ, en una nota inicialmente dirigida a la
Comisión de la Cámara de Diputados (Las cuestiones civiles en la reforma penal, [A 1960-
VI-66, secc. doctrina), contestada por SOLER, La reparación de perjuicios en el Proyecto de
Código Penal, JA, 1961-11-32, y por DassEn, El art 68 del Anteproyecto de Sebastián Soler,
JA, 1960-VI-109. También Epuarbo Busso expresó su opinión favorable al texto propuesto
en una disertación en el Colegio de Abogados. Orcaz insistió (De nuevo sobre las cues-
tiones, JA, 1962-111-70). No consideramos necesarias nuevas aclaraciones después de esta
réplica. Véase todo el material en OrGcaz - SOLER, Aspectos civiles de la reforma penal.
103 La extensión o alcance, con respecto a las personas, del derecho a ser indemni-
zado es un problema civil. Véase sobre él SaLas, Personas con derecho a indemnización
por muerte de otro, JA, 70-309.
10% Para un conocimiento cabal de la acción aquí tratada, ver LouTayF RANEA -
Costas, La acción civil en sede penal .
LA PRETENSIÓN PUNITIVA 999
105 Acuiar, Hechos y actos jurídicos, 1, p. 475 y ss.; LEÓN, El agravio moral,
p. 101 y ss. donde le acuerda al art. 29 del Cód. Penal la importancia que realmente tiene
para la correcta interpretación de la ley—, y El problema de la limitación de los daños
y perjuicios resarcibles, “Revista de la Universidad de Córdoba”, n” 9-10, 1934, p. 583;
LaFAILLE, Tratado de las obligaciones, 1, p. 130, núm. 245; ANTELO, El responsable
civil en el proceso penal, p. 46; CApel Rosario, 24/5/1935, “Hegi”.
106 Ver el fundado fallo del doctor ViLLeGAs BASAVILBASO en CCrimCorrCap,
5/11/1943, LL, 32-798.
1000 TRATADO DE DERECHO PENAL. PARTE GENERAL