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10 9 8 7 6
CONTENIDO
Prefacio vn
Agradecimientos xii
1. Ética de la lingüística 23
2. El texto limitado 36
295
PRÓLOGO
L S. R.
DES IRE EN EL LENGUAJE
Un enfoque semiótico de la literatura y el arte
PRESENTACIÓN
Una gran multitud está sentada al s o l ; nos esperan sin una palabra, sin un
movimiento. Sus ojos son tranquilos, no realmente inquisitivos, sino ligeramente
divertidos o inquietos, penetrantes en cualquier caso, y seguros de pertenecer a
una comunidad con la que nunca tendremos nada en común. No se fijan en el hombre
o en la mujer de nuestro grupo, en el joven o en el viejo, en el rubio o en el
moreno, en algún rasgo concreto de la cara o del cuerpo. Es como si hubieran
descubierto animales extraños y divertidos, inofensivos pero locos.12
Las preguntas sobre la relevancia del experimento chino, es decir, la relevancia para
los europeos, se abrieron paso sin duda en las meditaciones. André M alraux,
en 1926, ya había comprendido que Occidente no podía esperar aplicar la
práctica o los conceptos chinos para resolver sus problemas. Que sólo se puede
aprender de China de forma compleja y mediada bien pudo haber sido el
postulado que llevó consigo en su viaje. En c o n c r e t o , le interesaba saber qué
ocurría cuando las vertientes anarquista y taoísta de la cultura china (ella estaba
allí en el apogeo del movimiento anticonfu-
INTRODUCCIÓN 9
de salir de una era feudal, cuyos símbolos más visibles eran los fe tos atados y
los matrimonios forzados. Y se dice que el propio Mao dijo que "el hombre no
podía ser libre a menos que la mujer también fuera liberada". 16
La posición feminista de Kristeva no es más ortodoxa que sus otras
posturas. Como se trata de un campo en el que no estoy cualificada para
adentrarme, dejaré que hable por sí misma:
Ahora, sin embargo, hay indicios que apuntan a un posible cambio en esta
situación. Una ojeada a los artículos publicados en una revista como Diacritics
revela un creciente interés por la escritura teórica19 , y hay otras revistas que van
en la misma d i r e c c i ó n . En esta coyuntura, para que este creciente interés
no se convierta en fascinación y desemboque en un mero
especulación abstracta, la obra de Kristeva nos recuerda que la teoría es insepara
La teoría evoluciona a partir de la práctica y se modifica con la práctica, y que las
disciplinas que nos permiten emprender una investigación científica de los textos
escritos, que pondrá de manifiesto su secreto, nunca pueden excluir al sujeto que
escribe y que emprende la investigación de los resultados de esa
investigación.
RMINO LOGÍA
Pues bien, aquí está, el resultado de mucho trabajo. ¿Qué otra cosa pueden
decir los traductores después de trabajar en un conjunto de ensayos originales
y pioneros?
Hubo días, tal vez sólo horas eufóricas, en las que, contemplando el trabajo
que tenían por delante, podrían haber abrigado esperanzas de que Julia Kristeva
saliera, en inglés, leyendo como Edmund Wilson. Obviamente, no lo hace; lo
más probable es que nunca lo haga, y probablemente no debería hacerlo de todos
modos. Si la traducción es fiel, y creo que se ha conseguido, lo siguiente que cabe
desear es que sea legible (aunque no siempre fácil de leer) y que conserve algo
del sabor particular que caracteriza al original francés.
Debo subrayar que, en la mayoría de los casos, la escritura de Krist eva
no es un "texto" en el sentido fuerte que la palabra ha adquirido en la reciente
teoría crítica (principalmente francesa). No fue concebido como "lenguaje
poético", no es un conjunto de palabras en estado de fermentación y
elaboración, como "la cerveza cuando se pone la barrica" (Bacon, citado en
Webster 2). Y, sin embargo, hay secuencias aquí y allá que se le acercan
bastante.
Sin embargo, en general, se trata de una forma de prosa expositiva que tiene
algo específico que comunicar. Conceptos, un método y, bastante sig ni fica nt
e, una elección de posición, situación o lugar desde el que hablar (o escribir).
Casi siempre, aunque sea ligeramente, está descentrada en relación con todas las
doctrinas establecidas (m arxiana, freudiana, saussuriana, chomskiana,
INTRODUCCIÓN 13
originalmente por Krist eva y tuvo un éxito inmediato; desde entonces ha sido muy
utilizada y abusada a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, el concepto se ha
malinterpretado en general. No tiene nada que ver con la in fluencia de un
escritor sobre otro, ni con las fuentes de una obra literaria; sí, en c a m b i o , con
los componentes de un sistema textual como la novela, por ejemplo. Se define en
La Revolu tion du langage poetique como la transposición de uno o varios
sistemas de signos en otro, acompañada de una nueva articulación de la posición
enunciativa y denotativa. Toda PRÁCTICA SIGNIFICATIVA (q. v.) es un campo (en
el sentido de espacio atravesado por líneas de f u e r z a ) en el que varios sistemas
significantes experimentan dicha transposición.
JOUISSANCE (goce). La palabra inglesa "jouissance" descansa en los
diccionarios, olvidada por todos salvo por unos pocos eruditos del
Renacimiento. El OED
16 INTRODUCCIÓN
16 INTRODUCCIÓN
atestigua que aún era utilizado por poetas del siglo XVIII, como William
Dodd, en un poema de 1767. En Webster 2, una de las palabras utilizadas para
definir "j ouissance" es "enjoym ent". De hecho, las dos palabras comparten una
etimología común, y hace unos siglos tanto los cognados franceses como
los ingleses tenían denotaciones similares que abarcaban el ámbito d e l
derecho y la actividad sexual. Mientras que el término inglés ha perdido la
mayor parte de sus connotaciones sexuales, el francés ha conservado todos
sus significados anteriores.
Kristeva da a la palabra "goce" un significado estrechamente relacionado
con el que le dio Jacques Lacan, quien la trató en su seminario de 1972-73,
que, cuando se publicó en Francia, llevaba en su p o r t a d a una fotografía de
la escultura de Bernini, el Éxtasis de Santa Teresa. Lo que es significativo
es la totalidad del goce que abarca la palabra "goce", tanto en el uso común
como en Lacan; lo que distingue el uso común del uso de Lacan (y
t a m b i é n d e Kristeva) es que en el primero los diversos significados se
mantienen separados y precipitados, por así decirlo, por el contexto,
mientras que en el segundo son simultáneos: el "goce" es sexual,
espiritual, físico y conceptual al mismo t i e m p o . Lacan habla de goce
sexual y de goce físico, pero en cada c a s o el "goce" es a la vez gramatical y
conceptualmente cualificado; y ese tipo de "goce" "no implica al OTRO
como tal", ya que sólo trata del OTRO ( q.v.) y de sus atributos sexuales. El "j
ouissance" del Otro "sólo se fomenta a través de la finitud" (ne se promeut
que de /' infinitude). En el vocabulario de Kristeva, el placer sensual, sexual,
está cubierto por el plaisir; el "goce" es la alegría total o el éxtasis (sin ninguna
connotación mística); también, a través del funcionamiento del
significante, implica la presencia del significado (goce j'oui "s sens oí el
= =
que hay varias formas de materialismo, pero al tratar los ensayos de Krist eva
(y aunque también se ocupa del materi alismo griego) hay que tener en cuenta dos
de ellas. En primer lugar, está el materialismo dialéctico, el del marxismo
auténtico; en segundo lugar, está el materialismo mecanicista , que está
relacionado con el determ inism o, argum enta de causa a efecto de form a
lineal, no reversible, y que a veces se denom ina m arxism o vulgar .
NEGATIVIDAD (negativite'). Concepto hegeliano. "La diferencia que existe en la
mayúscula es más o menos la misma en Kristeva que en Lacan . El " otro" tiene un
significado común o filosófico (por ejemplo, lo que existe como opuesto o
excluido de otra cosa). Cuando se escribe con mayúscula, el " Otro" se refiere a
un lugar o espacio hipotético, el del significante puro, más que a una entidad física
o a una catástrofe moral. Lacan: "El inconsciente del sujeto es el discurso del
otro" frente a "El Otro es, pues, el lugar en el que se constituye el yo que habla con
el que oye". Esto, sin embargo, no se aplica a los primeros ensayos como "El texto
acotado".
LUGAR ( lieu ). Se ha preferido la palabra " lugar" a la más matemática " locus"
(lieu geometrique), ya que no transmite la localización precisa del lat ter. El lieu
de Kristeva es un lugar hipotético, aunque constreñido por fuerzas o presencias
reales.
Leon S. Roudiez
Notas
I. Armando Yerdiglione, ed., Psychanalyse et politique (París: Seuil, 1 974), p . 73.
2. Roland Barthes, " L'Etrangere," Qu inzaine Litteraire, M ay 1- lS, 1 970, pp. 1 9-20.
3. Jean-Paul En thoven, Entrevistador. "Julia Kristeva: ¿a quoi servent les intellectuels?".
Le
4
N ouvel Observateur, junio 20, 1 977, 99.
. Jean Piaget, Structuralism (Nueva York: Basic Books, 1970), p. 3.
Ibídem, p.
S 137. p
.
.
6. Para más detalles sobre Sollers y Tel Que/ véanse los dos últimos capítulos de Leon
S. Roudiez, French Fiction Today (New Brunswick: Rutgers University Press, 1972) ya
u4b 4s e q2u9e1n-t30a3r ticle, "Doce puntos de Tel Quel", L'Esprit Createur, (Invierno 1974),
s1 ( ): .
p 19.
.
7. Julia Kristeva, ! ,71µuwnx�/ Recherches pour une semana/yse (París: Seu il 1969),
8. Cf. Jean Starobinski, Les Mots sous /es mots (París: Gallimard, 1971).
9. Jacques Lacan, Ecrits/A Selection (Nueva York: Norton, 1977), p. I SS.
1 0. Los ensayos de Brik y Shklovski se incluyen en Tzvetan Todorov, ed., Theorie de la
litt1e1r ature (París: Seuil, I 96S); las frases citadas se encuentran en las pp. 1 S 1
. Platón, Timeo, S I . He utilizado la traducción de J owett.
y 184.
12. Kristeva, Des chinoises (París: Editions des Femmes, 1 974), pp. 1 3 - 1 4 . Mi transla-
ción.
1 3. Let ter a Le Monde, 22 de octubre de 1 976, p. 3.
14. Enthoven, "Julia Kristeva", p. 1 30.
1 S. Citado en Han Suyin, The Morning Deluge (Boston: Little, Brown, 1 972), p. SS.
17. Enthoven, "Julia Kristeva", pp. 106 y 108.
18. Barthes, "L 'E trangere, p. 1 9.
19. Véase, por ejemplo, el número 1974de otoño de de Diacritics, que también incluye un
excelente ensayo de Philip E. Lewis sobre Kristeva, titulado "Revolu tionary Sem iotics".
LOS ENSAYOS
Nota
Todas las traducciones se publican aquí por primera vez, con las dos excepciones
siguientes: (I) una parte del ensayo "The Novel as Polylogu e" fue traducida por Ca rl R.
Lovitt y Ann Reilly y publicada como "Polylogue" en Conremporary Lizerazure (Su mero
1978), 1 9(3): 33 6-50 (la presente traducción se hizo de forma independiente); y (2) Una versión
anterior de
"Pl ace Names", publicado en Ocr ober (otoño 1978), 6:93-1 1 1 .
1. LA ÉTICA DE LA LINGÜÍSTICA
Publicado por primera vez en Critique 322 (marzo de 1974), vol. X X X ; reimpreso en Polylogu e (
París: Seuil, 1977).
2 L A ÉTICA DE LA
4 LINGÜÍSTICA
LA LU CH A E N T R E E L P O ETA Y EL SOL
RITMO Y MUERTE
DE
EL FUTURO LOS FUTURISTAS
Las piezas cortas son importantes cuando sirven de ruptura hacia el futuro, como
una estrella fugaz, dejando tras de sí una estela de fuego. Deben avanzar lo
suficientemente rápido como para atravesar el presente. Mientras esperamos, aún
no podemos definir el motivo de este d i s c u r s o . Pero sabemos que la pi ece es
buena cuando, en su papel de pieza del futuro, incendia el presente. [ . . . ] la patria de
la creación es la naturaleza. El viento de los dioses de la palabra sopla e n esa
dirección.7
la lengua es "la palabra percibida como palabra", fenómeno inducido a su vez por
la pugna entre ritmo y sistema de signos .
El suicidio de Mayakovsky, la desintegración de Khlebnikov y el
encarcelamiento de Artaud demuestran que esta contienda puede evitarse.
¿Significa esto que no hay futuro (ni historia) para este discurso, que encontró su
propia "anterioridad" dentro de la experiencia "poética" del siglo XX? La
ética lingüística, tal y como puede entenderse a través de la práctica de J akobson,
consiste en seguir el resurgimiento de un "yo" que vuelve para reconstruir una
estructura efímera en la que se d e l e t r e a r í a la lucha constituyente del
lenguaje y la sociedad.
¿Puede la lingüística contemporánea escuchar esta concepción del lenguaje de la
que la obra de Jakobson es la principal muestra?
El curso actualmente dominante, la gramática generativa, se apoya sin duda
en muchos de los planteamientos de Jakobson, sobre todo fonológicos, en el
estudio del sistema lingüístico . Sin embargo, es difícil ver cómo las nociones
de elisión, metáfora, metonimia y paralelismo (cf. su estudio sobre el verso
bíblico y chino) podrían encajar en el aparato generativo, incluyendo la
semántica generativa, excepto quizás bajo la rúbrica de "reglas adicionales",
necesitando un punto de corte en la generación específica de una lengua. Pero la
noción dramática del lenguaje como una práctica arriesgada, que permite al
animal que habla sentir el ritmo del cuerpo así como las convulsiones de la
historia, parece ligada a una noción del proceso de significación que las teorías
contemporáneas no afrontan. Por lo tanto, la ética lingüística de Jakobson exige
inequívocamente, en primer lugar, una epistemología histórica de la
lingüística (uno se pregunta qué teorías orientales u occidentales vinculadas a
qué corpus ideológico de la Antigüedad, la Edad Media o el Renacimiento
fueron capaces de formular la problemática del lenguaje como lugar de la
estructura, así c o m o de su despliegue corporal, subjetivo y social). En
segundo lugar, exige una semiología, entendida como un avance más allá de los
simples estudios lingüísticos hacia una tipología de sistemas significantes
compuestos de materiales semióticos y funciones sociales variadas. Esta
afirmación de las exigencias semiológicas saussurianas en un período
dominado por la gramática generativa dista mucho de ser arcaísta; más bien se
integra en una tradición en la que la lingüística es inseparable de los conceptos
de sujeto y sociedad. Al personificar las experiencias del lenguaje y la lingüística
de todo nuestro siglo europeo, nos permite prever lo que podría ser el discurso
sobre el proceso significante en tiempos venideros.
L A É T I C A DE LA L I N G Ü Í S T I C A 35
Notas
I. V l a d i mi r Mayakovsky, ¿Cómo se hacen los versos? G. M. Hyde, trad. (Londres: J. Cape, 1970),
pp. 3 6 - 3 7 . Las demás citas de Mayakovsky proceden de Electric Iron , J ack Hirschman y Victor Erlich,
trans ( Berkeley: M aya, 197 1), p. 46.
2. Del prefacio de Velimir Khlebnikov, Sobranie Sochinenij (M oscow, 1927- 1 93 3).
3. Velimir Khlebnikov, Oeu vres, L. Schnitzer, trad. (París: Oswald, 1 967).
4. En Tzvetan Todorov. ed Questions depoetique, (París: Seuil, 1973) . Publicado por primera vez
..
como "O pokolenii rastrativshem svoikh poetov", en Smert' V1adimira Majakovskoga ( Berlín,
193 1), pp. 7-45. Este ensayo aparecerá traducido al inglés en un futuro volumen de los Escritos
escogidos de Jakobson , publicado por Mouton en La Haya.
5. Tótem y tabú en la edición estándar de las obras completas deSigmund Freud
( Londres: H ogarth & The Institute of Psycho-Analysis, 19 53), 1 3 : 146.
6. "Qu'est-ce que la poesie", en Questions de poetique, pp. 1 24-25.
7. Khlebnikov, Oeuvres.
2. EL TEXTO DELIMITADO
análisis para explicar "como ideológico" lo que primero fue "percibido" como
"lingüístico". El concepto de texto como ideologema determina el procedimiento
mismo de una semiótica que, al estudiar el texto como intertextualidad, lo
considera como tal dentro (del texto de) la sociedad y de la historia. El ideologema
de un texto es el foco donde la racionalidad conocedora capta la transformación
de los enunciados (a los que el texto es irreductible) en una totalidad (el texto), así
como las inserciones de esta totalidad en el texto histórico y social. 2
3. La novela, vista como texto, es una práctica semiótica en la que pueden
leerse los patrones sintetizados de varios enunciados.
Para mí, el enunciado propio de la novela no es una secuencia mínima (una
entidad definitivamente establecida). Es una operación, un movimiento que
enlaza y, más aún, constituye lo que podríamos llamar los argumentos de la
operación, que, en el estudio de un texto escrito, son palabras o secuencias
de palabras (oraciones, párrafos) como sememas. 3 En lugar de analizar las
entidades (sememas en sí mismas), estudiaré la función que las incorpora
dentro del texto. Esa función, una variable dependiente, se determina junto
con las variables independientes que enlaza; dicho de forma más sencilla,
existe una correspondencia unívoca entre palabras o secuencias de palabras.
Queda claro, por tanto, que lo que propongo es un análisis que, si bien se
ocupa de unidades lingüísticas (palabras, frases, párrafos), es de orden
traductológico. Hablando metafóricamente, las unidades lingüísticas (y
especialmente las semánticas) servirán sólo como trampolines para
establecer diferentes tipos de enunciados no velísticos como funciones. Al
poner entre paréntesis la cuestión de las secuencias semánticas, se puede
sacar a relucir la práctica lógica que las organiza, procediendo así a un
nivel suprasegmental .
Los enunciados novelísticos, en la medida en que pertenecen a este nivel
suprasegmental, están vinculados a la totalidad de la producción
novelística. Al estudiarlos como tales, estableceré una tipología de estos
enunciados y luego procederé a investigar, como segundo paso, sus orígenes
fuera de la novela. Sólo así podrá definirse la novela en su unidad y/o como
ideologema. Dicho de otro modo, las funciones definidas según el conjunto
textual extranovelístico (Te) adquieren valor dentro del conjunto textual
novelístico (Tn). El ideologema de la novela es precisamente esta función
intertextual definida según Te y que tiene valor dentro de T n .
Dos tipos de análisis, a veces difíciles de distinguir entre sí, permiten aislar
el ideologema del signo en la novela:
38 E L TEXTO D E L I M I T A D O
D E L SÍMBOLO AL SIGNO
Esta es, de hecho, la impresión ilusoria que define toda "literatura" (todo "arte"),
ya que dicho itinerario está programado por el ideologema constitutivo del signo.
Es decir, está programado por un proceso diádico cerrado (finito) que, en primer
lugar, instituye la jerarquía referente-significado-significante y, en segundo lugar,
interioriza estas diadas de oposición hasta e l nivel mismo de la articulación de
los términos, puestos juntos -como el símbolo- como resolución de la
contradicción. En una práctica semiótica basada en el s í m b o l o ,
la contradicción se resolvió por disyunción exclusiva (no equivalencia)
- .= - o por no conjunción - I -; en una práctica semiótica basada en el
signo, la contradicción se resuelve por no disyunción - V -.
EL I D E O L O G E M A DE LA NOVE L:
ENUNCIADO NOVE LI STIC
Toda obra literaria que participe de la práctica semiótica del signo (toda la
"literatura" anterior a la ruptura epistemológica de los siglos XIX/XX) está, por
tanto, como ideología, cerrada y terminada en sus mismos comienzos. Se relaciona
con el pensamiento conceptualista (antiexperimental) d e l mismo modo que
lo simbólico con el platonismo. La novela es una de las manifestaciones
características de este ideologema am bivalente (clausura, no disyunción, enlace
de desviaciones): el signo. Aquí examinaré este ideologema en Jehan de Saintre,
de Antoine de La S a l e .
Antoine de La Sale escribió Jehan de Saintre en 1456, después de una larga carrera.
como paje, guerrero y tutor, con fines educativos y como lamento por una partida (
por razones desconcertantes, y tras cuarenta y ocho años de servicio, abandonó a los
reyes de Anjou para convertirse en tutor de los tres hijos del conde de Saint P o l
en 1448). Jehan de Saintre es la única novela que se encuentra entre los escritos
de La S a l e , que por lo demás se presentan como recopilaciones de edi
de La Salle, 1448-1451 ), como tratados "científicos" o como
relatos de sus viajes (Let tres a Jacques de Luxembourg sur /es tournois,
1459; R econfort a Madame de Fresne, 1457), todos ellos construidos como
discurso histórico o como mosaicos heterogéneos de textos. Los
historiadores de la literatura francesa han descuidado esta obra en
particular -quizá el primer escrito en prosa que podría llamarse novela (si se
etiquetan como tales aquellas obras que dependen del ambiguo ideologema
42 E L TEXTO BO l: N D E D
del signo). Los escasos estudios que se le han dedicado6 se concentran en sus
referencias a las m oras de la é p o c a , intentan dar con la "clave" de los personajes
identificándolos con personalidades que La Sale podría haber conocido, acusan
al autor de subestimar los acontecimientos históricos de su tiempo (la Guerra de
los Cien Años, etc.) así como de pertenecer -como un verdadero reaccionario- a un
mundo del p a s a d o , etcétera. La historia literaria, inmersa en la opacidad
referencial, no ha sido capaz de sacar a la luz la estructura transitoria de este texto,
que lo sitúa en el umbral de las dos épocas y muestra, a través de la poética ingenua
de La S a l e , la articulación de esta ideología del signo, que sigue dominando
nuestro horizonte intelectual.7 Es más, la narrativa de Ant oine de La Sale
confirma lo narrativo de su propia escritura: La Sale habla pero también, al escribir, se
enuncia a sí mismo(f) La historia de Jehan de Saintre se funde con la historia del
libro y se convierte, en cierto sentido, en su representación retórica, en su otro, en
su línea interior.
El texto se abre con una introducción que configura (muestra) todo el
l .
itinerario de la novela: La Sale sabe cuál es su texto ("tres historias") y para qué
existe (un mensaje a J ehan d'A njou). Una vez enunciado su propósito y
nombrado su destinatario, traza en veinte líneas el primer bucle8 que encierra el
conjunto textual y lo programa c o m o medio de intercambio y, por tanto, como
signo: es el enunciado del bucle (objeto de intercambio)/destinatario (el duque o,
simplemente, el lector). Todo lo que queda por hacer es contar, es decir,
completar, detallar, lo que ya estaba conceptualizado, conocido, antes de
cualquier contacto entre la pluma y el papel: "la historia tal y como avanza palabra
tras palabra".
2. Ahora se puede presentar el título: "Y en primer lugar, la historia de la
Señora de los Primos Hermosos (de la que ya he hablado) y de Saintre", lo que
requiere un segundo bucle, que se encuentra en el nivel temático del mensaje. La
Sale da una versión abreviada de la vida de Jehan de Saintre de principio a fin ("su
partida de este m u n d o ", p. 2). De este modo, ya sabemos cómo va a
terminar la historia: e l final de la narración se anuncia incluso antes de que
comience la propia narración. Todo interés anecdótico queda así eliminado: la
novela se desarrollará reconstruyendo la distancia entre la vida y la muerte; no
será otra cosa que una inscripción de desviaciones (sorpresas) que no
destruyen la certeza del bucle temático (vida-muerte) que mantiene unido el
conjunto. El t ext gira en torno a un eje temático: el juego entre dos oposiciones
excluyentes, cuyos nombres podrían
ELTEXTO 43
DELIMITADO
( objeto pasivo de la
44 EL T E X T O
DELIMITADO
Las palabras que m edian esta inferencia son dignas de mención: "me parece
a primera vista que quiso imitar a las viudas de la antigüedad . . . " "si, como
dice V ergil . . . " " y en consecuencia San J erome dice . . . " y así
sucesivamente. Se trata de palabras vacías cuya función es a la vez juntiva y
translativa. Como juntivas, unen (totalizan) dos enunciados mínimos
(narrativo y citativo) dentro del enunciado global, novelístico. Son
46 EL T E X T O
DELIMITADO
LA FUNCIÓN N O D I S Y U N T I V A DE LA NOVELA
Roldán y los ciclos de la Mesa Redonda, héroe y traidor, bien y mal, deber y
amor, se persiguen en una hostilidad irreconciliable de principio a fin, sin
posibilidad de compromiso. La epopeya "clásica", al obedecer a la ley de la
no-conjunción (simbólica), no puede por tanto engendrar ni personalidades ni
psicologías. 15 La psicología aparecerá junto a la función no disyuntiva del
s i g n o , encontrando en su ambigüedad un terreno propicio a sus
meandros. Sería posible, sin embargo, rastrear la aparición del doble como
precursor de la concepción de la per sonalidad dentro de la evolución de la
épica. Hacia finales del siglo XII -y sobre todo en los siglos XIII y XIV- se
extiende una épica ambigua: Los emperadores son ridiculizados, la religión y
los barones se vuelven grotescos, los héroes son cobardes y sospechosos ("La
peregrinación de Carlomagno"); el rey no vale nada, la virtud ya no es
recompensada (el ciclo Garin de M onglan) y el traidor se convierte en actor
principal (el ciclo Doon de M ayence o el poema "Raoul de Cam brai"). Ni
satírica, ni laudatoria, ni estigmatizadora, ni aprobatoria, esta epopeya es
testigo de una doble práctica semiótica, fundada en la semejanza de contrarios,
alimentada por la miscelánea y la ambigüedad.
4. La literatura cortesana del sur de Francia reviste especial interés
dentro de esta transición del símbolo al signo. Estudios recientes han
demostrado las analogías entre el culto a la Dama en estos textos y los de la
antigua poesía china. 16 Habría pruebas de la influencia de una práctica semiótica
jeroglífica basada en la "disyunción conjuntiva" (negación dialéctica) sobre
una práctica semiótica basada en la oposición no conjuntiva (cristianismo,
Europa). Dicha práctica semiótica jeroglífica es también y sobre todo una
disyunción conjuntiva de los dos sexos como irreductiblemente diferenciados
y, al mismo t i e m p o , semejantes. Esto explica por qué, durante un largo
período, una importante práctica semiótica de la sociedad occidental (la poesía
cortesana) atribuyó al Otro (la Mujer) un papel estructural primordial. En
nuestra civilización -atrapada en el paso del símbolo al signo- el himno a la
disyunción conjuntiva se transformó en apología de uno solo de los términos
contrapuestos: el Otro ( l a Mujer), dentro del cual se proyecta y con el que luego
se funde lo Mismo (el Autor, el Hombre). Al mismo tiempo se producía una
exclusión del Otro, presentada inevitablemente como exclusión de la mujer,
como no reconocimiento de la oposición sexual (y social). El orden rítmico de
los textos orientales que organizan los sexos (diferencias) dentro de la
disyunción conjuntiva (hierogamia) está aquí
50 EL T E X T O
PUBLICADO
sustituido por un sistema centrado (Otro, Mujer) cuyo centro sólo está ahí para
permitir que los que componen el Mismo se identifiquen con él. Se trata, pues, de un
pseudocentro, de un c e n t r o mistificador, de un punto ciego cuyo valor se
invierte en que el Mismo se entregue al Otro (el centro) para vivir como uno,
solo y único. De ahí la positividad exclusiva de este centro ciego (la Mujer),
que se extiende hasta el infinito (de la "nobleza" y las "cualidades del
corazón"), borra la disyunción (la diferencia sexual) y se disuelve en una serie
de imágenes (del ángel a la Virgen). El gesto negativo inacabado es, por tanto, ya
teológico: se detiene antes de haber designado al Otro (Mujer) como opuesto e
igual a la vez a lo Mismo (Hombre, Autor), antes de ser negado por la relación
de contrarios (la identidad de Hombre y Mujer simultánea a su disyunción).
Con el tiempo se identifica con actitudes religiosas, y en su incompletud
evoca el platonismo.
Los estudiosos han interpretado la teologización de la literatura
cortesana como un intento de salvar la poesía amorosa de las persecuciones
de la Inquisición17 o, por el c o n t r a r i o , como una prueba de la penetración
en la sociedad del sur de Francia de la actividad de los Tribunales de la
Inquisición o de las órdenes dominica y franciscana tras la debacle de los
albigenses18. 18 Cualesquiera que s e a n los hechos empíricos, la
espiritualización de la literatura cortesana ya era un hecho dentro de la
estructura de esta práctica semiótica caracterizada por la pseudonegación,
así como por el no reconocimiento de la disyunción conjuntiva de los términos
semíticos. Dentro de este ideologema, la idealización de la mujer (del Otro)
significa la negativa de una sociedad a constituirse a través del
reconocimiento del estatus diferencial pero no jerarquizante de grupos
opuestos. También significa la necesidad estructural de esta sociedad de dotarse
de un centro permutativo, una entidad Otra, que no tiene valor excepto como
objeto de intercambio entre los miembros de lo Mismo. La sociología ha
descrito cómo las mujeres llegaron a ocupar este centro permutativo (como
objeto de intercambio). 19 Esta desvalorización preparó el terreno para la
desvalorización explícita de la mujer a partir de la literatura burguesa del
siglo XIV (en fabliaux, soties y farsas), y no puede distinguirse
fundamentalmente de ella.
5. La novela de Antoine de La S a l e , situada a medio camino entre estos
dos tipos de enunciados, contiene ambos: la Dama es una figura dual dentro de la
estructura de la novela. Ya no es sólo la amante divinizada q u e exige el
código de la poesía cortesana, es decir, el término valorizado de una no disyuntiva.
EL T E X T O 51
DELIMITADO
muerte, bien-mal, principio-fin, etc.) están conectadas y mediadas por una serie de
enunciados cuya relación con la oposición originalmente planteada no es
explícita ni lógicamente necesaria. Se concatenan sin que ningún im perativo
principal ponga fin a su yuxtaposición. Estos enunciados, como desviaciones en
relación con el bucle oposicional que enmarca el enunciado novelesco, son
descripciones laudatorias de objetos (vestidos, regalos y armas) o acontecimientos
(salidas de tropas, banquetes y combates); tales son las descripciones de
comercio, compras y vestidos (pp. 5 1 , 63, 71-72, 79) o de armas (p. 50), etc.
Estos tipos de enunciados reaparecen con obligada monotonía y hacen del texto
un agregado de recurrencias, una sucesión de enunciados cerrados, cíclicos,
completos en sí mismos. Cada una se centra en un punto determinado, que puede
connotar el espacio (la tienda del comerciante, la habitación de la Señora), el
tiempo (la partida de las tropas, el regreso de Saintre), el tema de la
enunciación, o las tres cosas a la v e z . Estas u tterancias descriptivas están
minuciosamente detalladas y vuelven periódicamente según un ritmo repetitivo
que coloca su retícula sobre la tem poralidad de la novela. En efecto, La Sale
no describe acontecimientos que evolucionan a lo largo de un periodo de tiempo.
Cada vez que interviene un enunciado asumido por un Actor (Autor) para servir
de dispositivo de conexión temporal, es extremadamente lacónico y no hace
más que enlazar descripciones que primero sitúan al lector ante un ejército a punto
de partir, un local de tendero, un traje o una joya y luego proceden a elogiar
estos objetos reunidos según n i n g u n a causalidad. Las imbricaciones de estas
desviaciones son propensas a abrirse u p-los elogios podrían repetirse
indefinidamente. Sin embargo, están delimitadas (acotadas y determinadas) por
la función fundamental de la u tterancia novelística: la no disyunción. Atrapadas
en la totalidad de l a n o v e l a -es decir, vistas al revés, desde el final de la
novela, donde la exaltación se ha transformado en su contrario (la desolación)
antes de desembocar en la muerte-, estas descripciones laudatorias se
relativizan, se vuelven ambiguas, engañosas y dobles: su univocidad se
transforma en duplicidad.
2. Además de las descripciones laudatorias, a lo largo de la trayectoria
de la novela aparece otro tipo de desviación que opera según la no disyunción:
Las citas latinas y los preceptos morales. Tales son los casos de Tales de
Mileto, Sócrates, Tímides, Pítaco de Misselene, los Evangelios, Catón, Séneca,
San Agustín, Epicuro, San Bernardo, San Gregorio, San Pablo, Avicena, etc.;
además de los préstamos declarados, también se ha s e ñ a l a d o un número
considerable de plagios.
tiff texto e n c u a d e r n a d o 5
3
1 966- 1967
Notas
1. Al considerar las prácticas semióticas en relación con el signo, se pueden distinguir tres
tipos: en primer lugar, una práctica semiótica sistemática fundada en el signo, por lo tanto en el significado;
con servativa y limitada, sus elementos están orientados hacia el denotado; es lógica, explicativa,
intercambiable y en absoluto destinada a transformar al otro (el destinatario). En segundo lugar, una
práctica semiótica transformadora, en la que los "signos" se liberan de los denotados y se orientan hacia
el otro, al que modifican. En tercer lugar, una p r á c t i c a semiótica paragramática, en la que el
signo es eliminado por la secuencia paragramática correlativa, que podría verse como un tetralema:
cada signo tiene un d e n o t a d o ; cada signo no tiene un denotado; cada signo tiene y no tiene un
denotado; no es cierto que cada signo tenga y no tenga un denotado. Véase mi "Pour une sem
iologie des paragrammes", en 1;71µEiwTix.h: recherches pour une semanalyse (París: Seuil, 1969), pp.
1 96 y ss.
2. "La erudición literaria es una rama del estudio de las ideologías [que] . . . abarca
todos los ámbitos de la creatividad ideológica del hombre". P. N. M edvedev y M . Bajtin, El método
formal en la erudición literaria: A Critical Introduction to Sociological Poetics, Albert J. Wehrle, trans.
(Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1978), p. 3. He tomado prestado el término "ideologema" de
esta obra.
3. Utilizo el término "semema" tal como aparece en la terminología de A. J. Greimas, que lo
define como una combinación del núcleo sémico y de los semas contextuales. Lo considera como
perteneciente al nivel de la manifestación, por oposición al nivel de la inm anencia, que es el del
semema. Véase A. J. Greimas, Semantique Structurale (París: Larousse, 1966), p. 42.
4. Dentro del pensamiento científico occidental, tres corrientes fundamentales rompen con el
dominio del símbolo, una tras otra, pasando del signo a la variable. Estas tres corrientes son el
platonismo, el conceptualismo y el nominalismo. Véase V. Willard Quine, "Reification of
Universals", en From a Logical Point of View (Cambridge: Harvard University Press, 1 9 5 3 ) . He
tomado prestado de este estudio la diferenciación entre dos significados de un mismo significado: uno
dentro del espacio del símbolo, el otro dentro del del signo.
5. Emile Male, L' Art religieux de la fin du Moyen Age en France (París: A. Colin 1908).
6. Entre los más importantes, cabe citar los siguientes: F. Desonay, "Le Petit Jehan de Saintre", en
R e v u e du Seizieme Siec/e, (1927), 14: 1 -48 & 21 3-80: "Comment un ecrivain se corrigeait au XVe
siecle", en Revue Beige de Phi/o/ogie et d'Histoire, ( 1 927). 6: 8 1 - 1 2 1 : Y. Otaka, "Etablissement
du texte definitif du Petit Jehan de Saintre", en Etu des de Langue et
60 EL T E X T O
DELIMITADO
Los estados psicológicos parecen ser "libres o personalidades". En consecuencia, son libres
de cambiar con extraordinaria rapidez y de alcanzar dimensiones inverosímiles. El hombre
puede transformarse de bueno a malo, los cambios en su estado psicológico ocurren en un
instante". D.
S. Lichac hov, Chelovek v lirera1ure drevnej R usi [El hombre en la literatura o la antigua
Rusia] (Moscú- Len ingrad 1 9 58 ), p. 8 1 .
16. Véase Alois Richard Nykl, Hispano-Arabic Poerry and !rs Relarions with 1he Old
Proven�:al Troubadours (Ba ltimore: J. H. Fu rst, 1946). Este estudio muestra cómo, sin
"influir" mecánicamente en la poesía provenzal, la poesía árabe contribuyó, mediante el contacto
con el discurso provenzal, a la formación y desarrollo del lirismo cortesano, tanto en lo que
se refiere a su contenido y tipos como a su ritmo, esquema de rima, división interna,
etcétera. El académico ruso Nikolai Konrad ha demostrado que el mundo árabe estaba en
contacto, al otro lado del Islam, con Oriente y China (en el año 75 I, a orillas del río Talas,
el ejército o Halifat de Bagdad se encontró con el ejército o Imperio Tang). Dos
colecciones chinas, "Yiie h-ru" y "Yii-t'ai hsin-yung", que datan de los siglos III y IV d. C .,
evocan la poesía cortesana de los siglos XII al XV. Las canciones chinas, en cambio,
constituyen una serie distinta y proceden de un mundo o pensamiento diferentes. No obstante,
el contacto y la contami nación son un hecho entre estas dos culturas: la árabe y la china
(lsla mización de China, seguida de la infiltración de la estructura signi ficativa china
[arte y literatura] en la retórica árabe y, en consecuencia, en la cultura mediterránea).
Véase Nik olai Konrad, "Con te mpo rary P roblems in Com parative Literature", en lzvesrija A
kademii nauk SSSR , serie "Literature and Language" 1959), 18: la se. 4, p. 335.
17. (
J. Coulet, Le Troubadour Gui/hem Monrahagal (Tou louse: Bibliorhi?que Merid ionale,
1 928), Serie 12, IV.
18. Jose ph Anglade, Le Troubadour Guiraulr R iquier: £rude sur la decadence de
l'ancienne poesie provent;ale (París : U. de París , 1905).
19. Antoine Fra n orois Campaux, "La Question des remmes au XVe siecle", en
Revue des Cours Lirreraires de la France er de l'Erranger (P aris: I. P., 1864), p. 458 y ss. ;
P. Gide,
£rude sur la condilionprivee de la femme dans le droir ancien er moderne (París: Du rand et
Pedone-Laurie!, 188 5), p. 38 1.
20. Tales son, por ejemplo, los famosos "gritos de los vendedores ambulantes de París",
expresiones repetitivas y enumeraciones laudatorias que respondían a propósitos o intereses de la
sociedad o de la época. Véase Al fred Frank lin, Vie privee d'aurrefois: I. L'Annonce er la
reclame (P aris: Plon Nourrit, 1 897-1 902); y J. G. Kast ner, Les Voix de Paris: essai d'une
hisroire /i11eraire er musicale des eris populaires (Paris : G. Brandus, 1 8 57).
21. Véase Le Mys1ere de Vieux Tesramenr (siglo XV), en el que los oficiales del
ejérci to de Nabucodonosor enumeran cuarenta y tres armas; y Le Marryr de sainr
Canren (finales del siglo XV), en el que el líder de las tropas romanas enumera cuarenta
rive we apons; y así sucesivamente.
22. Así, en Der Saryrische Py/grad (1666), de Grim melshausen, aparecen primero
veinte enunciados semánticamente positivos que luego se reformulan como semánticamente
peyorativos y, finalmente, como dobles (ni positivos ni peyorativos). El blasón aparece con
frecuencia en misterios y farsas satíricas. Véase Anatole de M ontaiglon , R ecueil depoesies
frant; oises des XV er XV!e siecles (París: P. J a n n e t- P. Dams, 18 65- 1 878), 1 : 1 1 - 1 6 , y 3: 1
5 - 1 8 ; y Dirs des pays, 5: 1 1 0- 1 6 . Sobre los blasones, véase H. Gaidoz y P. Se billot, Blason popu
laire de la France (París: L. Ce rr, 1884) y G. D'Haucourt y G. Du rivau lt, Le Blason (París:
Presses Universitaires de France, 1960).
23. Sobre los préstamos y plagios de Antoine de La S a l e , véase M. Le cou rt,
6 E L TEXTO
DELIMITADO
2
Poética: Formalist and Structuralist Views [ Ann Arbor: University of Michigan Press, 1 978 ) , pp. 2 3 1 -
32).
28. La poesía trovadoresca, al igual que los cuentos populares, los relatos de viajes y otros
tipos de narraciones, suele presentar al final al orador como testigo o partícipe de los "hechos"
narrados. Sin embargo, en las conclusiones novelísticas, el autor no habla como testigo de un
"acontecimiento" (como en l o s c u e n t o s p o p u l a r e s ), ni para expresar sus
"sentimientos" o su "arte" (como en la poesía trovadoresca), sino para asumir la propiedad del discurso que
al principio parecía haber cedido a otra persona (un personaje). Se imagina a sí mismo como el actor de
un discurso (y no de una secuencia de acontecimientos), y sigue la pérdida de es e discurso (su muerte),
una vez que todo interés en los acontecimientos narrados ha terminado (la muerte del personaje principal,
por ejemplo).
29. Un ejemplo de ello sería el libro de Philippe Sollers, The P a r k , A. M. Sheridan
Smith, trad. (Nueva York: Red Dust, 1969), que inscribe el producto de su escritura ante los
efectos concebibles de una "oeuvre" como fenómeno de (representación) dis
co3u0rs e.
. En cuanto al impacto del fonetismo en la cultura occidental, véase Jacques Derrida, Of Gram
mato/ogy (Balti more: Johns Hopkins University Press, 1 976).
3. PALABRA , DIÁLOGO Y NOVELA1
Publicado por primera vez en 2:71µ uwr1x� ( Pari� : Seuil, 1969), pp. 1 43 - 73 .
P A L A B R A , D IALOG UE Y NOVELA 65
PALABRA Y DIÁLOGO
Los formalistas rusos estaban absortos con la idea del "diálogo lingüístico".
Insistían en el carácter dialógico de la comunicación lingüística7 y consideraban
que el monólogo, la "forma embrionaria" del lenguaje común ,8 era posterior al
diálogo. Algunos de ellos distinguían entre el discurso monológico (como
"equivalente a un estado psíquico")9 y la narrativa (como "imitación artística
del discurso monológico"). 10 El famoso estudio de Boris Eikhenbaum sobre El
gabán de Gogol se basa en tales premisas. Eikhenbaum señala que el texto de
G o g o l remite activamente a una forma oral de narración y a sus características
lingüísticas (entonación, construcción sintáctica del discurso oral, vocabulario
pertinente, e t c . ). Establece así dos modos de narración, indirecta y directa, y
estudia la relación entre ambos. Sin embargo, parece ignorar que, antes de
referirse a un discurso oral, el autor de la narración suele referirse al discurrir de un
otro cuyo discurso oral es sólo secundario (ya que el otro es el portador d e l
discurso oral).11
Para Bajtín, la distinción diálogo-m onólogo tiene un significado mucho
más amplio que el que le otorgan los for malistas rusos.
logue) en narraciones u obras de teatro. Para Bajtín, el diálogo puede ser
monológico, y lo que se denomina monólogo puede ser;: dialógico. Para él,
estos términos se refieren a una estructura lingüística que debe estudiarse a
través de una semiótica de los textos literarios. Esta semiótica no puede basarse ni
en métodos lingüísticos ni en datos lógicos, sino que debe elaborarse a partir del
punto de partida.
La lingüística estudia la "lengua" y su lógica específica en su comunalidad
("obshchnost") como ese hecho o que hace posible la relación dialógica, pero se
abstiene sistemáticamente de estudiar esas relaciones dialógicas en sí mismas.
[ . . . ) Las relaciones dialógicas no son reducibles a relaciones lógicas o
semánticas concretas, que carecen por sí mismas de todo aspecto dialógico. [ . . .
) Las relaciones di alógicas son totalmente im posibles sin las relaciones
semánticas lógicas y concretas, pero no son reducibles a ellas; tienen su propia
especificidad. 12
Al tiempo que insiste en la diferencia entre las relaciones dialógicas y las
específicamente lingüísticas, Bajtín subraya que las que estructuran una
narración (por ejemplo, escritor/personaje, a las que añadiríamos sujeto de la
enunciación/sujeto del enunciado) son posibles porque el dialogismo es
6 P A L A B R A , DIÁLOGO Y N O V E L A
8
inherente al propio lenguaje. Sin explicar exactamente en qué consiste este
doble aspecto del lenguaje, insiste no obstante en que "el diálogo es la
única esfera posible para la vida del lenguaje". Hoy podemos detectar
relaciones dialógicas en varios niveles del lenguaje: en primer lugar, dentro de
la díada combinativa, langue/parole; y en segundo lugar, dentro de los
sistemas de langue (como contratos colectivos, monológicos, así como
sistemas de valor relativo cor actualizados en diálogo con el otro) o de parole
(como esencialmente "combinativo", no pura creación, sino formación
individual basada en el intercambio de signos).
En otro nivel (que podría compararse con el espacio ambivalente de la
novela), este "doble carácter del lenguaje" se ha demostrado incluso como
sintagmático (que se manifiesta a través de la extensión, la presencia y la
metonimia) y sistemático (que se manifiesta a través de la asociación, la
ausencia y la metáfora). Sería importante analizar lingüísticamente los
intercambios dialógicos entre estos dos ejes del lenguaje como base de la
ambivalencia de la novela. También deberíamos tener en cuenta las
estructuras dobles de Jakobson y sus imbricaciones dentro de la relación
código/mensaje, 13 que ayudan a aclarar la noción de Bakh tine del
dialogismo como algo inherente al lenguaje.
Bajtín prefigura lo que Emile Benveniste tiene en mente c u a n d o habla
del discurso, es decir, "el lenguaje apropiado por el individuo como práctica".
Como escribe el propio Bajtín, ... Para que surjan relaciones dialógicas entre
[relaciones semánticas lógicas o concretas], deben revestirse de la palabra,
convertirse en enunciados, y convertirse en la
posiciones de varios sujetos, expresadas en una palabra". 14 Bajtin, sin embargo,
nacido de una Rusia revolucionaria y preocupada por los problemas sociales,
no ve el diálogo sólo como un lenguaje asumido por un sujeto; lo ve, más bien,
como una escritura en la que uno lee al otro (sin alusión a Freud). El
dialogismo bajtiniano identifica la escritura tanto con la subjetividad como
con la com
1_1 unicación, o mejor, como intertextualidad. Frente a este dialogismo, la
_ ] -de
noción o: a: ..-j5et!H'.iii�sub ect escritura" se difumina, cediendo a
la de "am�ival�nce de v,r�i�ing".
_
AMBIVA LENCE
8
paragramática que habría que elaborar a partir de los trabajos de Saussure
(en los "Anagrama s") y Bajtin.
PALABRA, DIÁLOGO Y NOVELA 6
9
obedecen a la lógica del ser y son, por tanto, monológicas. En segundo lugar, es
una l ó g i c a de analogía y oposición no excluyente, opuesta a los niveles
monológicos de causalidad y determinación identitaria. Por último, es una
lógica de lo "transfinito", un concepto tomado de Georg Cantor, que, basándose
en el "poder del continuo" del lenguaje poético (0-2), introduce un segundo
principio de formación: una secuencia poética es un "siguiente mayor" (no
deducido causalmente) a todas las secuencias precedentes de la cadena aristotélica
(científica, monológica o narrativa). Así pues, el espacio ambivalente de la
novela puede considerarse regulado por dos principios formativos: el monológico
(cada secuencia siguiente está determinada por la anterior) y el dialógico (secuencias
transfinitas que son más próximas a la serie causal precedente). 15
El diálogo aparece más claramente en la estructura del lenguaje carnavalesco.
La ambivalencia se refiere a la permutación de dos espacios observados en
la estructura novelística: el espacio dialógico y el espacio monológico. La
noción de ambivalencia se refiere a la permutación de los dos espacios
observados en la estructura novelística: el espacio dialógico y el espacio
monológico.
A partir de una concepción del lenguaje poético como diálogo y
ambivalencia, Bajtín pasa a una reevaluación de la estructura de la novela.
Esta investigación adopta la forma de una clasificación de palabras dentro de la
narración, clasificación que luego se vincula a una tipología del discurso.
2
En segundo lugar, la palabra objeto es el discurso directo de los "personajes".
"Tiene un significado directo y objetivo, pero no está situada en el mismo nivel que
el discurso del e s c r i t o r , por lo que se encuentra a cierta distancia de é s t e .
Está orientada hacia su objeto y, al mismo tiempo, es objeto de la orientación del
escritor. Es una palabra ajena, subordinada a la palabra narrativa como objeto
de la comprensión del escritor. Pero la o r i e n t a c i ó n del escritor hacia la
palabra como objeto no penetra en ella, sino que la acepta como un todo, sin cambiar
ni el significado ni la tonalidad; subordina esa palabra a su propia tarea, sin
introducir ninguna otra significación. En consecuencia, la p a l a b r a orientada
al objeto, al convertirse en objeto de otra palabra (denotativa), no es
"consciente" de ella. La p a l a b r a orientada al objeto, al igual que la palabra
denotativa, es, por tanto, unívoca.
En el tercer caso, sin embargo, el escritor puede utilizar la p a l a b r a de otro,
dándole un nuevo significado y conservando el que ya tenía. El resultado es una
palabra con dos significados: se vuelve ambivalente. Este
La palabra ambivalente es, pues, el resultado de la unión de dos sistemas de
signos. Dentro de la evolución de los géneros, las palabras am bivalentes
aparecen en los textos menipeos y carnavalescos (volveré sobre este punto).
La formación de dos sistemas de signos relativiza el texto. Los efectos
estilizadores establecen una distancia con respecto a la palabra del otro,
contrariamente a la imitación (Bajtín piensa más bien en la repetición), que
toma en serio lo imitado (repetido), lo clama y se lo apropia sin
relativizarlo. Esta categoría de palabras ambivalentes se caracteriza por la
explotación por parte del e s c r i t o r del discurso de otro -sin ir en contra
de su pensamiento- para sus propios fines; permite su dirección al tiempo
que lo relativiza. Una segunda categoría de p a l a b r a s ambivalentes, la
parodia, resulta bastante diferente. En este caso, el escritor introduce un
significado opuesto al de la palabra del otro. Un tercer tipo de palabra
ambivalente, de la que la polémica interior oculta es un ejemplo, se caracteriza
por la in fluencia activa (modificadora) de la palabra de otro sobre la palabra
del escritor. Es el escritor quien "habla", pero un discurso ajeno está
constantemente presente en el discurso que distorsiona. Con este tipo activo
de palabra am bivalente, la palabra del otro está representada por la palabra
del narrador. Ejemplos de ello son la autobiografía, las confesiones
polémicas, las preguntas y respuestas y el diálog o oculto. La novela es el
único género en el que aparecen palabras ambivalentes; ésa es la
característica específica de su estructura.
74 P A L A B R A , D IA L O G U E , Y
N O V ELA
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Diagrama I
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Diagrama 2
76 P A L A B R A , D IA L O G U E , Y
N O V ELA
M O N O L O G I S M O ÉP I CO
LA N O V ELA SU B V E R S I V A
1 966
88 P A L A B R A , D IA L O G U E , Y NOVELA
Práctica "Discurso" M
Dialogismo Lógica onologismo
correlacional Frase "Historia" de
Carnaval Dios
Sistema lógico
aristotélico
Narrativa
Ambivalencia Discurso
menipeo Novela
polifónica
Figura I
-Notas
I. El punto de partida de este ensayo se encuentra en dos libros de Mijaíl Bajtín: Rab elais y su
m u n d o , Helene Iswolsky. trans. (Cam bridge: M I T Press, 1 965), y Problems of Dostoevsky's Poetics,
R. W. Rotsel, trans. (Ann Arbor: Ardis, 1973). Bajtín murió en 1975, el año de la publicación de su
colección de ensayos, Voprosy /iteratury i estetiki (Moscú), publicada en francés como Esthetique et
theorie du roman (París: Gallim ard, 1 978).
2. Derrida utiliza la palabra gram (del griego gramma, "lo que está escrito") para designar el
elemento material irreductible de la escritura, en contraposición a la gran cantidad de
connotaciones ex tranas que rodean actualmente a esa palabra. Véase su obra Of
Grammato/ogy, Gayatri Spivak, trans. (Baltimore: Johns Hopkins Press, 1976). [Ed.]
3. " El lenguaje es tan antiguo como la conciencia, el lenguaje es conciencia práctica que existe
también para otros hombres, y sólo por eso existe realmente t a m b i é n para mí personalmente."
Karl M arx, Th e German Ideology, S. Ryazanskaya, trad., en The Marx-Engels Reader, Robert C.
Tucker, ed. (Nueva York: Norton, 1 972), p. 12 2. [La traducción francesa citada por Kristeva es menos fiel
al texto alemán, aunque, en la última parte de la frase, la palabra alemana para "genuino" sí modifica
"conciencia": " . . . auch flir mich selbst echt existierende Bewu,Btsein". La versión francesa comienza. "Le
langage est la conscience reelle . . . " - Ed.]
4. Me referiré sólo a algunas de las nociones de Bajtín en la medida en que son congruentes con
las concepciones de Ferdinand de Saussure en relación con sus "anagramas" (véase Jean Starobinsk i,
Les Mots sous /es mots [París: Gallimard, 197 1 ]) y sugieren un nuevo enfoque de los textos
literarios.
5. Véase Julia Kristeva, La R evolution du /angage poetique (París: Seuil, 1974), pp. 59-60, y las
"Notas sobre la traducción y sobre terminología" de este volumen. [Ed.]
6. En efecto, cuando la semántica estructural se refiere a los fundamentos lingüísticos del
discurso, señala que "una secuencia en expansión se reconoce como el equivalente de una comunicación
sintácticamente más simple" y define la "expansión" como "uno de los aspectos más importantes
del funcionamiento de las lenguas naturales." A. J . Greimas, Semantique structurale (París:
Larousse, 1 966), p. 72. Concibo la noción de expansión como el principio teórico que me autoriza
a estudiar en la estructura de los géneros una exteriorización (una expansión) de las estructuras ajenas
al lenguaje.
7. E. F. Boude, K istorii velikoruskix govorov (Hacia una historia de los dialectos rusos) (Kazán :
1 869).
8. L. V. Czerba, Vostotchno-luzhickoe narechie ( El dialecto de los loujiks orientales) ( Petrogrado:
1 9 1 5).
9. V. V. Vinogradov, "O dialogicheskoj rechi" (Sobre el discurso dialógico), en Russkaja rech,
1 : 1 44.
lO. V. V. Vinogradov, Poetika (M oscow: Nauka, 1 926), p. 33.
1 1 . Parece que lo que persistentemente se denomina "monólogo interior" es la forma más indómita
en que toda una civilización se concibe a sí misma como identidad, como caos organizado y,
finalmente, como trascendencia. Sin embargo, este " monólogo" probablemente sólo existe en los textos
que pretenden reconstituir la llamada realidad física del "nux verbal". El estado de "interioridad" del
hombre occidental es, pues, un efecto literario limitado (forma confesional, discurso psicológico
continuo, escritura automática). En cierto modo, pues, la revolución "copernicana" de Freud (el
descubrimiento de la escisión en el interior del sujeto) puso fin a la ficción de una voz interior al plantear los
principios fundamentales que rigen la exterioridad radical del sujeto en relación con el lenguaje y dentro del
lenguaje.
P A L A B R A , D I Á L O G O U E, Y N O V E L A 91
EL DESCUBRIMIENTO
LENGUA Y ESCRITURA
El conocimiento en el texto
Desde hace ya u n s i g l o , la literatura despliega y sostiene estos opuestos,
con insistencia intencionada, a través del lenguaje y dentro de la ideología de
nuestra sociedad, esgrimiendo así un "saber" que no necesariamente refleja. Si
con ello opera del lado de la razón discursiva, evita, sobre todo, la trascendencia
hegeliana practicando la contradicción dentro del elemento material del lenguaje
como generador de ideas o sentido a través del cuerpo biológico e histórico de un
sujeto concreto. Toda unidad fónica es, pues, número e infinito, plétora y, como
tal, significación, porque al mismo tiempo es un diferencial de finitud. Toda oración e s
a l a vez sintaxis y no oración, unicidad normativa y multiplicidad
desordenada; toda secuencia es a la vez mito y crisol donde s e engendra y muere
a través de su propia historia, la historia del sujeto y la historia objetiva de las
superestructuras. Toda cadena de lenguaje está investida de un envío-foco que
vincula el cuerpo a su historia biológica y social. Sujetos concretos cifran el
lenguaje normativo de cada
comunicación cotidiana por medio de códigos extralingüísticos, biológicos y
socialmente imprevisibles, que no pueden ser evidenciados por un finito
100 ¿CÓMO SE HABLA A LITERATUR E'?
o la fenomenología positivista; del mismo modo que es cierto que esta misma
postura ambigua puede ofrecer a veces una tentación formalista "ingenua" hacia
la simbolización total del mundo real y simbólico.
La escritura, por el contrario, está siempre enraizada en algo más allá del lenguaje,
se desarrolla como una semilla, no como una línea, mani fiesta una esencia y
encierra la amenaza de un secreto, es una anticomunicación, es intimidatoria. Toda
escritura contendrá, por tanto, la ambigüedad de un objeto que es a la vez
lenguaje y coerción: existe fundamentalmente en la escritura una
"circunstancia" ajena al lenguaje, existe, por así decirlo, el peso de una mirada que
transmite una intención que ya no es Jin-.
¿CÓMO SE H ABL A A LA LITERATURA? 103
guística. Esta mirada bien puede expresar una pasión del lenguaje, como en los
modos literarios de escritura: también puede expresar el odio de la retribución,
como en los modos políticos [ . . . ] literarios de escritura, en los que la unidad de
los signos está incesantemente fascinada por zonas de infralenguaje o ultralenguaje. (
Writing Degree Z e r o , p. 20; el subrayado es mío).
menos los pilares existenciales que sufren los mayores daños en ese tipo de
procedimiento. Resulta ingenuo, por no decir imposible, intentar generalizar a
partir del movimiento de vaivén que vincula biografía y obra sin haber escrutado
minuciosamente los dispositivos que la textura significante ofrece a la mirada del
semiólogo.
La objetivación de lo negativo
Puesto que el lenguaje es negatividad, un movimiento que sobrepasa su centro
subjetivo y abarca el centro ampliado que constituye el objeto, es
I IO ¿CÓMO S E H A B L A A LITE RATU RE?
CI EN CI A Y CRÍTICA : MÚSICA
Leyes y normas
Lo que aparentemente empieza a surgir de los análisis textuales de Barthes es
el esbozo de una concepción dialéctica de la ley. Las leyes que formula para los
sistemas de significación no tienen el peso de las reglas que rigen un
procedimiento formal y lógico, pero transmiten el sentido de la "precisión" de una
dialéctica, un "movimiento" o un "límite" (en palabras de Barthes) entre los
dos niveles que la escritura hace objetivos (simbólico/real; sujeto/historia).
Las leyes semiológicas de Barthes delinean la objetivación de lo subjetivo a
través de la historia y dentro de la textura significante (lenguaje, imagen, etc.).
De este modo se puede entender
¿ C ÓM O S E HABLA A LA LITERATURA? 119
Música
La lectura de un texto es sin duda la primera etapa de la elaboración teórica.
Una l e c t u r a , cuyos soportes conceptuales están silenciados, es el ter rain
del deseo del sujeto lector, de sus pulsiones, de su sexualidad, de su atención
hacia la red fonemática, el ritmo de las frases, el semantema particular que le
devuelve a un sentimiento, al placer, a la risa,
un acontecimiento o lectura del tipo más "empírico", abundante, envolvente,
múltiple. La identidad del yo lector se pierde allí, s e atomiza; es un tiempo
de goce, donde se descubre un texto bajo otro, su otro. Esta rara capacidad es una
condición de los escritos de Barthes en las fronteras de la "ciencia" y la "crítica"
(Barthes es probablemente el único que puede leer a sus alumnos). "El texto es un
objeto de placer" (Sade, Fourier, L oyola, p. 7); "se trata de poner en li fe
cotidiana los fragmentos de las " fórmulas" ininteligibles) que emanan de un
texto que admiramos" (ibid. ).
Al mismo tiempo, ya surge una regularidad para reunir estos átomos: una
retícula dispone el goce, y "hace que el placer, la felicidad, la comunicación
dependan de un orden inflexible o, para ser aún más ofensivo, de una combinación"
(Sade, Fourier, Loyola, p. 3). Una armonía organiza los sonidos a nuestro
alrededor. El " yo" no es el que lee: el tiempo impersonal de la regularidad,
de la cuadrícula y de la armonía se apodera del "yo", perseguido por haber leído.
Entonces, se lee igual que se escucha música: "el
1 20 ¿CÓMO S E HABLA CON LITE RATU RE?
medida del discurso crítico es su exactitud. Como en la música . . . " ( Cri tique
et verite, p. 72). Sólo nos queda un último paso antes de llegar al discurso
explicativo. Debemos encontrar la manera de comunicar esta música
encontrando un código, dejando que lo que se dice y lo que no se dice flote al
azar.
La inclusión exterior
Se trata aquí de captar la ley del deseo que hace la música, que produce la
escritura. Pero también es experimentar el deseo de q u i e n lee, de encontrar su
código y anotarlo. El lenguaje no lo es todo. El discurso teórico no es el
discurso de un sujeto repudiado, sino de uno que busca las leyes de sus deseos, que
opera como una bisagra entre la inmersión en el significante y el repudio (no es ni
lo uno ni lo otro), su estatuto desconocido. Su novedad se mide en el cambio de
una preposición. No habla de literatura, habla a la literatura como a su otro
como instigador. A través de este cambio, el discurso de Barthes se sitúa fuera
del discurso circunscrito del erudito y reclama por su parte la acusación de
"jerga" como necesidad objetiva: "la jerga es un producto de la imaginación
(conmociona como lo hace la imaginación), la aproximación al lenguaje
metafórico que el discurso intelectual necesitará algún día" ( Critique et verite, p.
34); ""la jerga" es el lenguaje del otro; el otro (y no los otros) es lo que no es uno
mismo; de ahí el carácter difícil de su lenguaje" (ibid. , p. 3 1 ). Pero, entonces,
¿dónde está la o bj ectividad? ¿Qué "garantía" tenemos contra la posibilidad de que
el deseo "deforme" la "verdad" del propio "objeto", el texto literario?
La objetividad dialéctica de este discurso procede de su "verdad",
construyéndose en la operación de una inclusión exterior a su "objeto". Su
verdad es producir el movimiento de esta inclusión (contrariamente al
procedimiento excluyente de la ciencia clásica) que postula y va más allá de su
centro subjetivo (repudiado en la ciencia, hipostasiado en la ideología) dirigiéndose
a una diferencia (la escritura) reconocida y siempre mantenida como exterior
(heterogénea) al d i s c u r s o del saber, al tiempo que revela las leyes
dialécticas formuladas por este d i s c u r s o . Así, este nuevo continente del
saber que se acerca a la ideología, a las religiones y a las "artes" se articula a
través de una inclusión externa en su objeto .
A través de su función, que Barthes llama "crítica", es decir, en razón
del deseo y de la heteronomía que pone de manifiesto y en juego, este posible
¿ C ÓM O S E HABLA A LA LITERATURA? 121
Notas
I . Las referencias a los libros de Roland Barthes aparecen en el cuerpo del texto, seguidas de los
números de página. Se han utilizado las siguientes ediciones:
Ensayos críticos . Richard Howard, trad. Evanston, Ill.: Northwestern University Press, 1972.
[Traducción o Essais Critiqu es. París: Seuil, 1964.]
122 ¿CÓMO S E HABLA A LIT E R A T U R E'?
Originalmente una ponencia leída en un seminario organizado por Jean-Marie Benoist y dirigido por
Claude Levi-Strauss en el College de F r a n c e , el 27 de enero de 1975; publicada por primera vez en Tel
Que/ (verano de 1975}. nº 62; reimpresa en Poly/ogue ( París: Seuil, 1977), pp. 149-72. "D 'u n e
identite l'autre", el título original del ensayo de Kristeva refleja y hace uso del título de la novela de
Celine D'un chateau /'au tre. Aunque se ha traducido como De castillo en castillo, se ha optado por
el más literal "De una identidad al o t r o " para mantener el sentimiento ambiguo del francés, así como
la palabra "otro", importante en la filosofía desde H egel y también en la obra de Kristeva.
D E U N A EN TI D A D ID A OTRA 125
esta estructura o este sentido. Por ser en sí mismo inanalizable (como el signo,
la frase y el silogismo, no tiene densidad, no tiene economía), este sujeto-
soporte de las leyes comparativistas o d e l análisis filológico no se presta al
cambio, es decir, a pasar de una ley a otra, de una estructura a otra, o de un
significado a otro, salvo postulando el movimiento del devenir, es decir, de la
historia. En el análisis de una función significante (el lenguaje o cualquier
fenómeno "humano", social), lo que se censura en el nivel de la complejidad
semántica resurge bajo la forma de un devenir: esa obliteración de la densidad
que constituye el signo, la frase y el silogismo (y, en consecuencia, el sujeto
hablante), se compensa con la razón histórica; la reducción de la compleja
economía significante del sujeto hablante (aunque percibida oblicuamente por
Port R o y a l ) produce sin falta un "yo" opaco que hace la historia. Así, el
razonamiento filológico, a la vez que funda la historia, se convierte en un
callejón sin salida para las ciencias del lenguaje, aunque en realidad haya en
Renan, más allá de innumerables contradicciones, una apreciación de la
gramática universal, una llamada a la constitución de una lingüística para una
lengua aislada (a la manera del antiguo gramático indio Par:iini), e incluso
propuestas sorprendentemente modernas que abogan por el estudio de la crisis
en lugar de la normalidad, y en sus estudios semíticos las observaciones sobre
"que
visión delirante transcrita en un estilo bárbaro e indescifrable" mientras
El razonamiento lingüístico, que, a través de Saussure, sucedió al filológico,
se ha convertido en una de las principales fuentes de información.
El razonamiento lingüístico opera su revolución precisamente afectando a la unidad
constitutiva de una lengua determinada; una lengua no es un sistema, es un
sistema de signos, y esto abre verticalmente la famosa brecha entre significante y
significado, permitiendo así a la lingüística reivindicar una formalización
lógica y matemática, por un lado, pero, por otro, impide definitivamente reducir
una lengua o un texto a una sola mandíbula o a un solo significado. La lingüística
estructural y el consiguiente movimiento estructural parecen explorar este
espacio epistemológico eliminando el sujeto hablante. Pero, bien mirado, vemos
que el sujeto del que prescinden legítimamente no es sino el sujeto (individual
o colectivo) del discurso histórico-filológico del que acabo de hablar, y en el que
la conciencia de sí h egeliana quedó varada al concretarse, encarnada en la
filología y la historia; este sujeto, del que prescinden la lingüística y las
ciencias humanas corolarias, es la "identidad personal, miserable tesoro. " 5
Sin embargo, un sujeto de
128 D E UNA EN TID AD A OTR A
En consecuencia, habría que empezar por plantear que existe dentro del
lenguaje poético (y por tanto, aunque de manera menos acusada, dentro de
cualquier lenguaje) una heterogeneidad del sentido y de la significación. Esta
heterogeneidad , detectada genéticamente en las primeras ecolalias de los
bebés como ritmos y entonaciones anteriores a los primeros fonemas,
morfemas, lexemas y oraciones; esta heterogeneidad, que se reactiva más
tarde como ritmos, entonaciones, glosalalias en el discurso psicótico,
sirviendo como apoyo último del sujeto hablante amenazado por el colapso
de la función significante; Esta heterogeneidad de la significación opera a
través de ella, a pesar de ella y en exceso de ella, y produce en el lenguaje
poético efectos "musicales", pero también sin sentido, que destruyen no sólo
las creencias y significaciones aceptadas, sino, en experimentos radicales, la
propia sintaxis, esa garantía de la conciencia teótica (del objeto significado y
del yo), por ejemplo, el discurso carnavalesco, Artaud, una serie de textos
de Mallarme, algunos experimentos dadaístas y surrealistas. La noción de
heterogeneidad es indispensable, ya que aunque articulada, precisa,
organizada y conforme a restricciones y reglas (especialmente, como la regla
de la repetición, que articula las unidades de un ritmo o una entonación
particular), esta disposición significante no es la del significado o la
significación: no hay signo, no hay predicación, no hay o bjeto significado y,
por lo tanto, no hay conciencia operante de un egotrascendental. Llamaremos
semiótica (le sem iot ique) a esta disposición, que significa, según la
etimología del griego semeion (a71µE iov), marca distintiva, huella, índice,
signo prematuro, prueba, marca grabada, huella, en suma, un carácter
distintivo que admite una articulación incierta e indeterminada porque
todavía no se refiere (en el caso de los niños pequeños) o ya no se refiere (en el
caso de los psicóticos) a un objeto significado para una conciencia teótica (a
este lado de, o a través de, tanto el objeto como la conciencia). El Timo de
Platón habla de una chora (xwpa), receptáculo (1J-iroooxEiov), innombrable,
improbable, híbrido, anterior al nombre, al Uno, al padre y, en consecuencia,
connotado maternalmente hasta tal punto que no merece "ni siquiera el
rango de sílaba". "Se pueden describir con más precisión que la intuición
filosófica las particularidades de esta disposición significante que acabo de
llamar semiótica, un término que designa claramente que estamos tratando con
una disposición que es definitivamente heterógena al significado, pero
siempre a la vista de él o en una relación negativa o excedente con él. La
investigación que he emprendido recientemente sobre la adquisición del
lenguaje infantil en el
134 D E UNA EN TID AD A OTR A
diría Barthes- el sujeto del lenguaje poético asume continua pero nunca
definitivamente la función teática de nombrar, de establecer el sentido y la
significación, que la función paterna representa dentro de la relación
reproductiva. Hijo en guerra permanente con el padre, no para ocupar su lugar,
ni siquiera para soportarlo, borrado de la realidad, como amenaza y salvación
simbólica, divina, a la manera del Senatspriisident Schreber. Sino, más
bien, para significar lo que es insostenible en la función simbólica, nominal,
paterna. Si la cohesión simbólica y social se mantienen en virtud de un
sacrificio (que hace de un soma un signo hacia una trascendencia
innombrable, de modo que sólo así se aferran las estructuras significantes y
sociales aunque ignoren este sacrificio) y si la función paterna representa esta
función sacrificial, entonces no l e corresponde al poeta ajustarse a ella.
Temeroso de su dominio, pero lo suficientemente consciente de la legislación
del lenguaje como para no poder apartarse de esta función paterna sacrificial,
la toma por asalto y por el flanco . En Maldoror, Lautreamont lucha contra el
Om nipotente . Tras la muerte de su hijo Anatole, Mallarme escribe un
Tombeau, gracias al cual un libro sustituye no sólo al hijo muerto, a su propio
padre, a su madre y a su prometida al mismo t i e m p o , sino también al
humanismo santificado y al propio "instinto del cielo". El más analítico de
todos ellos, el marqués de Sade, abandona esta batalla con, o por, la
legislación simbólica representada por el padre, para atacar el poder
representado por una mujer, M adame de Montreuil, mascarón de proa visible
de una dinastía de matronas hacia la que usurpa, a través de la escritura, el
papel de padre e hijo incestuoso; Aquí, la transgresión se lleva a cabo y la
función transsimbólica y transpaternal del lenguaje poético alcanza su fin
temático al poner en escena una sociedad simultáneamente imposible,
sacrificial y orgástica, nunca una sin la otra.
Aquí hay que distinguir claramente dos posturas: la del retórico
y la del escritor en el sentido más fuerte de la palabra; es decir, como dice
Celine, el que tiene "estilo". "El retórico no inventa un lenguaje; fascinado
por la función simbólica del discurso paterno, lo seduce en el sentido
latino del verbo, lo "extravía", le inflige algunas anomalías generalmente
tomadas de escritores del pasado, imitando así a un padre que recuerda
haber sido hijo e incluso hija de su padre, pero no hasta el punto de dejar
de cubrirse. Esto es, en efecto, lo que ocurre con el discurso de los
filósofos contemporáneos, en Francia en particular, cuando, acorralados
por los avances de las ciencias sociales por un lado, y
D E U N A EN TI D A D ID A OTRA 139
Por una parte, porque, aunque funcionen de manera diferente, ambas implican
operaciones constitutivas de la conciencia que juzga (y, por tanto, de la
identidad) al perturbar simultáneamente su claridad y la designación de un
objeto (objetualidad). Además, si constituyen una red de restricciones que se
añade a la significación denotativa, dicha red no tiene nada que ver con la
poética clásica (ritmo, métrica, figuras retóricas convencionales), ya que
procede del registro pulsional de un cuerpo deseante que se identifica con una
comunidad (familiar o popular) y la rechaza. Por lo tanto, aunque los llamados
códigos poéticos no sean reconocibles dentro del lenguaje poético, una
restricción que he denominado fu nc iones semióticas, además de la conciencia
juzgadora, provoca sus lapsus, o los compensa; Al hacerlo, no se refiere ni a una
convención literaria (como nuestros cánones poéticos, contemporáneos de las
grandes epopeyas nacionales y de la constitución de las propias naciones) ni
siquiera al propio cuerpo, sino más bien a una disposición significante, pre o
trans-simbólica, que modela cualquier conciencia juzgadora para que cualquier yo
reconozca su crisis dentro de ella. Es un reconocimiento jubiloso que, en la
literatura "moderna", sustituye al mezquino placer estético.
Ritmos oracionales. A partir de Muerte a plazos, la frase se condensa:
Celine no sólo evita las coordinaciones y las incrustaciones, sino que,
cuando, por ejemplo, las "frases-objeto" son numerosas y se yuxtaponen a un
verbo, se separan mediante los característicos "tres puntos". Este
procedimiento divide la frase en sus frases constitutivas; tienden así a
independizarse del verbo central, a desligarse de la significación propia
de la frase y a adquirir un significado inicialmente incom pleto y, en
consecuencia, capaz de asumir múltiples connotaciones que ya no
dependen del marco de la frase, sino de un contexto libre (todo el libro , pero
t a m b i é n , todos los apéndices de que sea capaz el lector). Aquí no hay
anomalías sintácticas (como en el Coup de Des o las glosalalias de Artaud).
Se mantiene la tesis predicativa, constitutiva de la conciencia juzgadora.
Utilizando tres puntos para espaciar las frases que componen una oración,
dándoles así ritmo, hace que la connotación se precipite a través de una
predicación que ha sido estriada de esa manera; el objeto denotado del
enunciado, el objeto trascendental , pierde sus contornos claros. El objeto
elidido en la frase se refiere a una vacilación (si no a un borrado) del objeto
real para el sujeto hablante . La literatura es testigo de este tipo de engaño
DE U N A ID E NTIDAD A OTRA 143
mejor que una palabra obscena para percibir los límites de una lingüística
fenomenológica enfrentada a las heterogéneas y complejas arquitectónicas de
la significación. La palabra obscena, al carecer de referente objetivo, es también
lo contrario de un autónimo -que implica la función de una palabra o
enunciado como signo-; la palabra obscena moviliza los recursos significantes
del sujeto, permitiéndole atravesar la membrana de significación donde la
conciencia la retiene, conectándola con la gestualidad, la cinestesia, el
cuerpo pulsional, el movimiento de rechazo y apropiación del otro.
Entonces, no es ni objeto, ni significado trascendental, ni significante
disponible para una conciencia neutralizada: alrededor del objeto denotado
por la palabra obscena, y ese objeto proporciona una escasa delineación, se
afirma algo más que un simple contexto: el drama de un proceso de
interrogación heterogéneo al significado que lo precede y lo excede . Las
rimas infantiles, o lo que se denomina el "folclore obsceno de los niños",
utilizan los mismos recursos rítmicos y semánticos; mantienen al sujeto
cerca de estos dramas jubilosos que se oponen a la represión que un
significante unívoco y cada vez más puro intenta vanamente imponerle. Al
reconstituirlos, y esto en el nivel mismo del lenguaje, la literatura logra sus
efectos catárticos.
Varios temas de Celine sacan a la luz las relaciones de f u e r z a , primero en
el triángulo familiar y luego en la sociedad contemporánea, que producen,
promueven y acompañan las particularidades del lenguaje poético a las que acabo
de referirme.
En Muerte a plazos, el más "familiar" de los escritos de Céline,
encontramos una figura paterna, Auguste: un hombre "de instrucción", "una
mente", hosco, prohibicionista, propenso al escándalo, lleno de hábitos
obsesivos como, por ejemplo, limpiar las losas delante de su tienda. Su cólera
estalla espectacularmente una vez, cuando se encierra en el sótano y dispara
su pistola por nosotros, no sin explicar ante la desaprobación general:
"Tengo la conciencia de mi parte", justo antes de caer enfermo. "Mi madre
envolvió el arma en varias capas de papel de periódico y luego en un chal de
cachemira. . . Ven, hija. . . ven", me dijo cuando nos quedamos solos.. .
Tiramos el paquete a la bebida". " 13
He aquí un padre imponente y amenazador, que subraya con fuerza la
envidiable necesidad de su posición, pero que la estropea con su furia burlona: un
poder minado cuya arma sólo se podría arrebatar para engullirla al final de un
viaje entre madre e hijo.
D E U N A ID EN TID AD A OTRA
144
Notas
I. Claude Levi-St rauss, /'Homm e nu (París: Pion, 1 9 7 1 ) , p. 6 1 5.
2. La frase francesa de Kristeva es m ise en proces, que, como le sujet en proces, se refiere a
un concepto importante y recurrente: el de un sujeto en constante cambio cuya identidad está abierta
a interrogantes. Cf. "Notas sobre la traducción", p. 17, y nota 6. [Ed.]
3. Ernest Renan, Oeu vres Completes, (París: Calmann- Levy, 1 947-58) 3: 322.
4. Ernest Renan, The Future ofScience (Boston: Roberts Brothers, 1 8 9 1 ), p. 402.
5. Levi-Strauss, l'Homme nu, p. 6 14.
6. Véase J ean Starobinski, Les Mots sous /es mots (París: Gallimard, 1971). [Ed.]
7. Edmund Husserl, Investigaciones lógicas, J. N. Findlay, trad. ( Londres: Routledge &
Kegan Paul, 1 970), pp. 276-77.
8. Edmund Husserl, Ideas: Introducción general a la fenomenología pura, W. R. Boyce Gibson, trans.
(Londres: Collier- M acM ill an, 1 962), pp. 93-94 y 1 0 1 .
9. Edmund Husserl, Erste Philosophie, V I I I, en Husserliana (La Haya: Hrsg. v o n R. Boehm,
1956).
10. Husserl, Ideas, p. 3 1 3 .
11. Antonin Artaud, "l'Anarchie sociale de !'art", en Oeu vres completes (París: Galli mard),
8:287.
12. Véase Kristeva, la Revolution du language poelique (París: Seuil, 1974), pp. 274 y ss.
[Ed.]
13. Louis-Ferdinand Celine, La muerte a p l a z o s , Ralph Manheim, trad. (Nueva York:
New Directions, 1966), p. 78.
6. EL PADRE , EL AMOR Y EL
DESTIERRO
Publicado por primera vez en Cahiers de /'Herne ( 1976); reimpreso en Polylogue (París: Seuil, 1977).
pp. 1 37-47.
E L PADRE, EL AMO R Y L A P R O H I B I C I Ó N 149
vivo"; un destierro que roba a este yo sensible pero siempre ya muerto, filial. su
silencio en el umbral de una mineralidad rimosa, donde la única oportunidad es
llegar a ser nadie en absoluto, y además, sin medios para desvanecerse. Huye, pues,
de esta perm anencia de sentido. Vive en otra parte, pero en la compañía de la
Muerte paterna.
Destierro: más allá de una vida de a m o r . Una vida siempre a un l a d o , a
una distancia infranqueable, en duelo por un amor. Una vida frágil, incierta,
donde, sin gastar el capital paterno ahorrado en los bolsillos, descubre el
precio del calor (de un invernadero, de una habitación, de un zurullo) y el
aburrimiento de los humanos que lo proporcionan, pero que también lo
malgastan. Es una vida apartada del país paterno donde, sin embargo, yace
la obsesionada se! rs inquebrantable quietud, congelada para siempre,
aburrida pero sol id.
Lo ve es sobrevivir al significado paterno. Exige que uno viaje lejos
descubrir la presencia fútil pero excitante de un objeto-desecho: un hombre o
una mujer, caídos del padre, ocupando el lugar de su protección, y sin
embargo, el ersatz siempre trivial de esta sabiduría desencarnada que ningún o
bjeto (de amor, necesariamente) podría jamás totalizar. Contra el todo
odioso de la Muerte del padre, sobre elige el destierro hacia la parte
constitutiva de un o bjeto caído o de un objeto de amor (de ser parti tivo
posesivo y genitivo). Qué trivial, este objeto de amor-transposición del amor
por el Otro. Y sin embargo, sin destierro, no hay liberación posible de las
garras de la Muerte paterna. Este acto d e amar y su escritura incumbente
brotan de la Muerte del Padre -de la Muerte de la tercera persona (como
muestra Not I).
3. En otras palabras, el hombre primario y obsesionado nunca ve a su padre
como
muerto. El cadáver bajo sus ojos es el objeto-desecho, el objeto caído y, por tanto,
el objeto finalmente posible, esperado sin cesar d e s d e los primeros llantos,
d e s d e las primeras heces, d e s d e las primeras palabras; y tan firmemente
condenado, apartado por la fuerza paterna. Este objeto cadavérico permite
finalmente a su hijo tener una relación "real" con el mundo, una relación en la im
agen de este mismo objeto, esta miserable caída, esta misericordia decepcionada,
este realismo desengañado, esta ironía hosca, esta acción de bajo espíritu. A
través de esta apertura, podría buscar a la mujer. Pero el Otro, el padre en tercera
persona, no es ese cadáver en particular. Es la Muerte; siempre lo fue. Es el
sentido de la narración del hijo, que nunca se enunció a sí mismo como otra cosa,
salvo por y en virtud de este vacío extendido de la Muerte paterna, como ideal e
inaccesible a cualquier...
E L PADRE, EL AMO R Y L A P R O H I B I C I Ó N 151
sentido de la petición) postula la existencia del otro. Aquí, puesto que "no soy
yo", t a m p o c o tú, debe existir un Él más allá de la comunicación.
La elisión del objeto es el reconocimiento sintáctico de una im posible
objeto, la desaparición no sólo del destinatario (tú), sino de todo tema del
discurso. En Primer amor, ya, el objeto se oculta, se escabulle fuera de la
frase, permaneciendo probablemente en ese dominio innombrable del (ather:
Tenía algo que ver con el leño en los árboles, o los naranjos, l o olvidé, eso es
todo lo que recuerdo, y para mí eso no es una hazaña, recordar que tenía algo que
ver con el leño en los árboles, o los naranjos, lo olvidé, porque de todas las otras
canciones que he oído en mi vida, y he oído muchas, siendo aparentemente
imposible, físicamente imposible, a excepción de ser sordo, pasar por este mundo,
incluso a mi manera, sin oír cantar, no he retenido nada, ni una palabra, ni una
nota, o tan pocas palabras, tan pocas notas, que, que, que, que nada, esta f r a s e ha
durado demasiado.
Con sólo una oralidad fracasada o frustrada, los hijos han renunciado a cualquier
esperanza de anexionarse, incorporar o introyectar el poder y/o la Muerte del
padre. Permanecerán para siempre separados de él; pero, sometidos para siempre a
su dominio, experimentarán su fascinación y su terror, que continúa fundiendo el
sentido, por disperso que sea, de su absurda existencia de baldíos. La única
comunidad posible se centra entonces en un ritual de decadencia, de ruina, del
universo-cadáver de Molloy, Watt y el resto de su compañía, que no obstante
continúan con su actividad más "beckettiana": preguntar y esperar. ¿Vendrá?
Por supuesto que no. Pero, de t o d o s modos, pidamos a Godot, ese Padre, ese
Dios tan omnipresente como increíble.
Probablemente nunca ha habido una mirada más aguda dirigida a la Muerte
paterna en la medida en que determina al hijo, nuestra civilización m onoteísta,
y quizá incluso toda concesión de sentido: decir, escribir y hacer. Excavaciones
carnavalescas al borde de un vuelco hacia otra cosa que, sin embargo, sigue
siendo imposible en Beckett. Radiografía del mito más fun damental del mundo
cristiano: el amor por la Muerte del padre (un amor por el sentido más allá de la
comunicación, por lo incomunicable) y por el universo como residuo
(comunicación absurda).
De este modo, uno de los componentes del cristianismo alcanza su vértice
y el umbral que conduce a su inversión: su sustrato judaico y su rama
protestante, que, lúcidos y rigurosos, han fundado el sentido del discurso en
la Muerte del padre inaccesible.
El hecho es que hay otro componente.
El cristianismo, según Freud, parece estar a punto de admitir que esta
Muerte fue un Asesinato. Pero lo que es más, tal adm isión sólo podría aflorar
o hacerse soportable si el significado com unitario , así vinculado al
asesinato, fuera com pensado por el j uissance. Tanto en sus inicios paganos
como en su desviación renacentista, el cristianismo celebra la fecundidad
mat ernal y compensa el morboso y asesino amor filial de la razón paterna con
el incesto materno-filial. Basta con echar un vistazo al arte del siglo XV, o
mejor aún, ver ambas cosas -la Piedad y el sereno júbilo del otro- en la
obra de Giovanni Bellini, por ejemplo, para comprender que la fascinación
y la perdurabilidad del cristianismo mediterráneo y oriental son impensables
sin esta conjunción.
Cierto es que estas M adonnas de carnes luminosas, que sostienen a sus
machos in fantes con caricias a menudo am biguas, siguen siendo enigmáticas
debido a una incom-
156 EL P A D R E , E L A M O R Y EL D E S T I E R R O
Una distancia mensurable las separa de sus hijos, distancia que se manifiesta
especialmente en sus miradas desviadas, cercanas al desmayo, al asco o a la nada.
Como si quisieran decir que su amor ni siquiera es el bebé -todavía un objeto
de destierro-, sino tal vez, ahora como siempre, otro lugar, el mismo "Dios es
amor" incrédulo y obstinado que en el No yo ya se abre a la nada. Es probable
que su hijo esté ahí, pero su presencia no es más que un segmento del goce, el
segmento destinado a otros. Lo que queda, en su inmensidad, no puede ser
expresado ni por la narración ni por la imagen, excepto, quizás, a través de estas
miradas oblicuas, tenues, retenidas y siempre vacías; o a través de estas cabezas
olvidadas, apartadas del mundo en una expectativa frustrada y melancólica.
Iluminados por la ausencia, la nada; y, sin embargo, persistentes, obstinados
como Not I.
Y, sin embargo, hay un r e m a n e n t e , que no se encuentra ni en la mirada
calmada por la nada subyacente al "Dios es amor", ni en el cuerpo materno
serenamente posicionado, ese cuerpo discretamente desviado-intermediario y
pasadizo entre una cabeza estallada y ausente y un in fant para ser regalado. Este
remanente es precisamente lo que constituye el enigma de la maternidad
cristiana; mediante una postura bastante innombrable, es paralelo al morbo
obsesivo específico del cristianismo como lo es de cualquier religión,
pero que, en el cristianismo, ya ha sido eclipsado por el Dios de la
Ahora bien, tal innombrable, a diferencia del No /, no es menos sino más que
Palabra y Sentido. A través de la memoria recobrada del hijo incestuoso -el
artista- este goce se imagina a sí mismo como el de la madre. Estalla en una
profusión de colores, en un torrente de luces y, más brutalmente aún, en los
ángeles-bebé y los pechos alados esculpidos en las columnas de la iglesia de
San Marcos de Venecia.
Se intentó, a principios del Renacimiento, salvar la Religión del Padre
insuflando en ella, más que antes, lo que reprime: la alegre serenidad del
incesto con la madre. El cl asicismo de Bellini y, de otro modo, la
fastuosidad del barroco dan fe de ello. Lejos de ser feministas, pueden verse
como una astuta admisión de lo que en lo femenino y materno se r e p r i m e ,
y que siempre se mantiene necesariamente bajo los mismos velos de terror
sagrado cuando se enfrenta a la Muerte del padre -una Muerte que, sin
embargo, se había convertido en la nada a los ojos de estas primeras mujeres
occidentales, mirándonos desde el interior de un cuadro.
E L P A D R E , AM A Y D E S T I E R R A M E N T 15 7
Nota
I. Las referencias a Racine, Baudelaire y Dante sólo existen en la versión francesa de Primer amor
(Premier Amour [París: Minuit, 1 970)). El equivalente francés de "ch amber pot" es pot de cham
bre, pero Beckett utilizó la versión más "elegante", vase de nuit, que, si se deja a un l a d o l a
denotación, podría tener efectivamente varias connotaciones poéticas. Las citas proceden de First
Love and Other Shorts (New York : Grove Press. 1974). [Ed.]
7. LA NOVELA COMO POLÍLOGO
Publicado por primera vez en Tel Que/ 57 (primavera de 1974); reimpreso en Polylogue (P aris:
Seu il, 1 977),
pp. 1 7 3 - 2 2 0 . H es una novela de Philippe Sollers.
160 LA N O V E L A COMO
POL IGON ER O
En primer lugar, atravesar el muro paterno del superyó y, después, resurgir todavía
inquieto, escindido, asimétrico, abrumado por un deseo de saber, pero un deseo
de saber más y de manera diferente de lo que está codificado, hablado y escrito.
Si existe una solución a lo que hoy llamamos problemática femenina, en mi
opinión, también pasa por este terreno.
Creo que son necesarias dos condiciones para seguir este camino. La
primera es histórica; se cumplió mucho más rápidamente en los países
socialistas y ya está llegando al Occidente cristiano y burgués. Implica
arrojar a las mujeres a todas las contradicciones de la sociedad sin
hipocresía ni falsa protección. La segunda condición es sexual y ningún
estatuto social puede garantizarla. En lo que a mí respecta, se trata de asumir
la propia lengua y el p r o p i o cuerpo como otros, como elementos
heterogéneos. El "autor", tal como lo percibo a través de mi lectura H, me
mantiene despierto durante mi vigilia negativa. Para otros, puede ser otra
cosa; lo que es indispensable es la función desempeñada por algún Uno, o -
por qué no (pero todavía no)- por un grupo, haciéndote, también a través
del lenguaje, pasar por una disolución infinita, repetida, multiplicable, hasta
recuperar posibilidades de oración de reposo simbólico: tener una posición
que permita que tu voz sea escuchada en lo real, en lo social -pero una voz
fragmentada por el aumento, en rupturas de finitud. En resumen, un dispositivo
que disuelve todas tus soluciones, ya sean académicas, ideológicas,
familiares o protectoras, para señalarte que no tienes lugar como tal, sino
como una postura esencial para una práctica. Con este dispositivo, la
castración no se aplica a tal o cual persona, sino específicamente a cada
individuo de m a n e r a recurrente. Se aplica a él en la medida en que
experimenta su fijación fálica; a ella en la medida en que accede a ella, y al
revés, indistintamente.
El otro que te guiará a ti y a sí mismo a través de esta disolución es un ritmo,
la música, y dentro del lenguaje, un texto. Pero, ¿cuál es la conexión que
mantiene unidos a ambos? El contra-deseo, el negativo del deseo, el deseo de
dentro hacia fuera, capaz de buscar (o provocar) su propia búsqueda infinita.
Romántico, filial, adolescente, exclusivo, ciego y edípico: es todo eso, pero para
otros. Vuelve a donde estáis los d o s , decepcionados, irritados, ambiciosos,
enamorados de la historia, críticos, al l í m i t e e incluso en medio de su propia
crisis de identidad; una crisis de enunciación y de interdependencia de sus
movimientos, una pulsión instintiva que desciende en oleadas, desgarrando la
tesis simbólica. Ahí, ante ustedes, se
166 L A N O V E L A COMO P O L Í T I C A
LENGUAJE
Sin puntuación, H no es una frase, pero tampoco es menos que una frase. Las
cláusulas están ahí: cortas y regulares, sin anomalías sintácticas o léxicas que
enturbien su claridad. Las frases se "restauran" fácilmente y los núcleos de
cláusulas simples que constituyen el texto corriente se aíslan y puntúan con
facilidad. Al hacerlo, perdemos ambigüedades semánticas y lógico-
sintácticas, pero sobre todo perdemos una música. Por música entiendo la
entonación y el ritmo, que sólo desempeñan un papel subordinado en la
comunicación cotidiana, pero que aquí constituyen el elemento esencial de la
enunciación y nos conducen directamente al lugar, por lo demás
silencioso, de su sujeto. Usted mismo percibe esta música cuando se deja llevar
por los fragmentos de frases no puntuadas; puede comprobarlo, si le apetece,
escuchando leer al escritor. Te das cuenta de que cada vez q u e esperas que su
voz, normalmente, se r a l e n t i c e , caiga y se aleje para sugerir un límite, un
punto, en realidad se eleva más, suelta el punto y, en lugar de declarar,
pregunta o pide. Para que los límites de la frase estén ahí, el significado (la
posición de un sujeto de enunciación) y la signijlcancia (denotación posible,
plausible o real) permanecen, pero el proceso semiótico no se detiene ahí.
En lugar de servir como límites superiores de la enunciación, la frase-
significado-significancia actúa aquí como sus límites inferiores. A través de
estos límites y en conjunción con ellos, pero no por debajo, se produce una
ruptura de lo que podríamos llamar procesos "primarios", aquellos
dominados por la entonación y el ritmo . Cuando se trata de morfemas, se
producen "figuras estilísticas": metáfora, metonimia, elisiones, etc. Aquí,
esta ruptura entonativa, rítmica, digamos "instintiva", se sitúa en el
lugar más intenso de la nomenclatura -en el lugar teórico de una sintaxis
ineludible que detiene bruscamente el júbilo vago y autoerótico del cuerpo
materno-, reconoce su reflejo en un espejo y transforma la motilidad
instintiva en signos lógicamente estructurados. El desplazamiento de la
pulsión instintiva a través de esta frontera, que sin embargo ejerce todo su
impacto, sitúa la experiencia semiótica más allá de la frase y, por tanto, más
allá de la significación y el sentido.
Las prácticas denominadas "artísticas" siempre han ejercido fascinación
porque eluden este límite, debido al cual la significación -siempre ya
168 L A N O V E L A COMO P O L Í T I C A
-De nuevo , una vuelta al metalenguaje: "y a-t-il une autre forme e non y
aura l-ii reponse bi en sur que non personned' et ailleurs le de/ire n' est pas
le de/ire" ("¿hay otra forma no habrá respuesta ciertamente no
uno y además el delirio no es delirio").
-En pocas líneas encontramos nuevos límites análogos a l o s
a n t e r i o r e s , introduciendo un yo explícito ("No nací para estar callado")
que inicia su "propia" narración. Vuelve a alejarse, sin embargo, es im
posible precisarlo, esta vez flotando a través de nuevas fronteras cor
respondiendo a referencias históricas y biográficas.
-El pronombre yo no se busca a sí mismo, se pierde en una serie de referencias a
acontecimientos lógicos o políticos que, en el marco d e l pasado o del presente,
determinan una movilidad similar de un sujeto impulsado al torbellino de su
propia fragmentación y renovación, su excisión (p. 82). 82).3 Es una escisión
mortal, pero "exquisita" (un comentario irónico sobre el cadavre exquis del
automatismo surrealista) porque es anterior, una reanudación renovadora y
profética. Así, tenemos la referencia al principio del texto al "filtre" o "philtre"
mágico, estructurador y regenerador de la embriaguez de una identidad rota,
pero no perdida. O, d e l mismo modo, ese "phi flotando en mis labios como el otro
infante con la cola de los buitres" que nos recuerda la interpreta
tión de uno de los sueños de Leonardo Da Vinci. O los nombres y apellidos
paternos generando a través de series significantes un abanico finitamente
abierto de sig nificados, donde cada elemento a su vez da lugar a una mini-
narrativa, lo que he llamado una "secuencia" -una unidad de respiración,
sentido y significación, que reúne recuerdos de infancia o esbozos
históricos mediante un enjambre de reyes homónimos. O las referencias a
la Biblia: "en hebreo la palabra para desnudo astuto despierto es la misma"
(p. 1 1 ); o al Corán: "el que acepta su libro con la mano derecha puede
estar bien, pero el que lo acepta a sus espaldas zap reprobado" (p. 12 ).
1 85). El conjunto termina con una secuencia mantenida en una entonación llana
y no descendente: "toda carne es como hierba sombra del rocío del tiempo entre las
voces" (p. 1 85).
Como es bien sabido, la voz baja de la frase declarativa y la pausa
subsiguiente son marcas esenciales y distintivas de una frase. Los niños
que aprenden una lengua aprenden primero las entonaciones que indican
la estructura sintáctica, es decir, la melodía o la música, antes de asimilar las
reglas de formación sintáctica. La entonación y el ritmo son los primeros
marcadores de lo finito en la infinitud del proceso semiótico; delinean las
posiciones limitadas de un sujeto que primero invoca pero, poco después,
también significa. El aprendizaje sintáctico produce y completa la capacidad
del s u j e t o para convertirse en sujeto hablante, pero sólo en la medida en
que tiene a su disposición un sistema infinito que puede hacerse finito. Esto
es lo que la gramática generativa intenta representar a través de su sistema de
operaciones recursivas capaces de reducir un número infinito de
procedimientos significantes a las normas gramaticales de cualquier lengua
nacional; y (dentro de la infinitud específica de cualquiera de estas lenguas)
de producir repetidamente enunciados finitos pero originales y renovables.
No sabemos, sin embargo, qué determina esa posibilidad d e que el sujeto
hablante conecte la práctica semiótica dentro de los límites de la oración
descrita normalmente como frase nominal más frase verbal (Chomsky) o m
odificado más m odificador ( Kurylowicz) o la unión de términos no
lingüísticos mediante lazos no relacionales entre lo universal y lo
particular (Strawson), e t c é t e r a . Aunque todo el mundo está de acuerdo
en que no hay ni significado ni significado.
significado sin un núcleo sintáctico, aún estamos lejos de bajo
No es posible determinar cuál de las actitudes del sujeto hablante impone esta
finitud y, menos aún, qué ocurre a ambos lados de ella.
Voy a suponer que un tipo preciso de práctica significante, basada en
una petición y un intercambio de información, incrusta al sujeto hablante
dentro de los límites de la enunciación de la frase; pero otras prácticas
significantes que tienen como meta el goce -es decir, la A ujh ebung de la
EL N O V E L C O MO P R Ó L O G O 173
muerte y de la
174 EL NOV EL COMO POLÍLOGO
que las da por sentadas, necesita su posición, pero también las aprueba dentro
del "conjunto" infinitamente abierto que constituye.
Por lo tanto, ya no hablamos de poesía (un retorno al lado cercano de la
articulación sintáctica, un placer de fusión con un cuerpo m aternal redescubierto,
hipostasiado); ni de narrativa (el cumplimiento de una petición, el intercambio de
información, el aislamiento de un ego susceptible de
transferencia, im aginación y simb olización). En la narración, el hablante
El sujeto se constituye a sí mismo como sujeto de un grupo familiar, clánico o
estatal; se ha demostrado que la oración sintácticamente normativa se desarrolla
en el contexto de la narración prosaica y, más tarde, histórica. La aparición
simultánea del género narrativo y de la oración limita el proceso significante a
una actitud de petición y comunicación. Por otra p a r t e , dado que la poesía
trabaja sobre la barra entre significante y significado y tiende a borrarla, sería un
clamor anárquico contra la posición teórica y socializadora del lenguaje
sintáctico. Agota todas las comunidades, bien destruyéndolas, bien
identificándose con el momento de su subversión. La originalidad de H
consiste en oponer estas contradicciones, en no ser ninguna de ellas. La ruptura
de los géneros ("poesía", "narrativa", e t c .) aísla las zonas de protección de un
sujeto que normalmente no puede totalizar el conjunto de procedimientos
significantes. En H, por el c o n t r a r i o , todos los anillos de este prodigioso
instrumento que es el lenguaje se tocan juntos y simultáneamente; ningún
proceso es impedido, reprimido o dejado de lado para dar rienda suelta a otro. Los
procesos "primarios" confirman, interrumpen o, mejor dicho, acortan los
"procesos secundarios", condensándolos y desplazándolos a otro nivel en el que,
mientras tanto, el sujeto de la enunciación ha
dio la vuelta. En consecuencia, aunque la colisión entre semióticos
Si bien es cierto que la interacción entre las operaciones simbólicas (las
relacionadas con las frases, las secuencias y los límites) y las instintivas (las
relacionadas con la pulsión instintiva, los diferenciales fónicos, la intona ción,
e t c .) puede considerarse un fenómeno totalizador, en realidad produce una
fragmentación infinita que nunca puede ser terminada: un "polílogo externo".
He intentado "restaurar" la puntuación estándar en la transcripción de los
primeros pasajes de H. Un signo más ( +) señala las ambigüedades sintácticas
(incrustaciones indefinidas y subordinaciones) que persisten. Una doble
vírgula ( / /) marca los límites de cada secuencia, y las líneas
dibujadas sobre cada frase indican el nivel de entonación. Las líneas que unen
determinados segmentos del texto marcan algunos de sus ejes diferenciales de
significación fonética.
EL POLÍ LOGO DE LA N O VEL A S 175
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F I G U R A 2.
178 L A N O V E L A A S PO L Y L O GUE
ROMPER LA FAMILIA
bajo la égida de la madre. Sin embargo, nunca olvida sacar a relucir la verdad
que este conflicto deja escapar.
De ahí la advertencia que conjura la Ciudad de D i o s : "la gran madre tiende a
volver con sus castrastes como cada vez que el suelo se abre ante la ebullición" (p.
49); "cuando el pensamiento se impone es porque ha venido y ha reunido en torno
a un nombre el deseo de un nombre para un ombligo" (p. 52). El que se cree
hombre no es más que el apéndice de una madre. ¿Hace eso del hombre una
fantasía de la Madre Fálica? " . . . el hombre como tal no existe [ . . . ] la
sombra de mamá dando forma a su pene por todas partes" ( p . 1 1 3 ); al igual
que el Padre Primitivo, por cierto, "¿qué es toda esta charla sobre un hombre que
podría tener todas las mujeres si no la fantasía de una mujer?" (p. 1 3 7 ).
La procreación: el embarazo de la madre, pilar inquebrantable de toda
sociedad.
código social, insu res represión continuada: " como si el postulado de la ciencia
fuera al principio la mujer preñada" (p. 137); "m ister t otem misses taboo the
dessert a la stabat mater" (p. 13 7). También asegura, por el mismo golpe, el poder
de la Madre Fálica subyacente a toda orga nización tiránica ya que ella está
presente en todo deseo inconsciente: "la mamá la mamá del gran papá [ . . . ]
madre a la derecha padre a la izquierda y el lado derecho hace matar al lado
izquierdo y el lado derecho se apodera de la punta del lado izquierdo que
esconde bajo su falda litt'l que genera la puesta indefinida del excluido del
medio" ( p . 137); "el culto a la diosa razón siempre me ha parecido un
argumento negativo contra robespierre todavía hay algo de mama dentro de
ella apesta a sub misiva hijo buen estudiante todavía aunque la soprano en el altar
que era atrevida desde ese punto de vista no hemos progresado tanto" ( p. 70). Lo
oculto, lo esotérico y lo regresivo se precipitan tan pronto como la superficie
simbólica se resquebraja y permite que aparezca la sombra de la madre
travestida, su secreto y su apoyo definitivo .
Pero, ¿por qué el sujeto hablante es incapaz de enunciar al otro dentro de sí
m i s m o ? ¿Por qué el "otro en sí" no existe? ¿O que lo que es (lo que se dice)
tiene una madre que sólo puede ser fálica? ¿Y por qué la insuperable e t a p a
oral? " . . . todos están atascados en lo oral" (p. 75). 8 Las dificultades de reunir
en un espacio especular la motilidad de un cuerpo humano pre-maduro,
pulverizado por la pulsión instintiva: ésa es la dificultad de identificación por la
que la madre es particularmente parcial, ¿es ése un telón de fondo
inevitable? Transformar este soporte identitario en
LA N O V E L A COMO POLILOG UE 1 95
bestia" (p. 52). "¿Él?" "¿Ella?" Cada uno se desdobla, se retuerce, se in finit
iza, usurpa el lugar del otro, se lo devuelve, enemigo, solo, incomprensible, se
disuelve, se armoniza, vuelve a hacer la guerra en otro lugar, más seguro, más
verdadero: "así se trata de amoldarse exactamente al enemigo como el enemigo
en el cónyuge y el cónyuge en el enemigo a s í es como él mismo te ofrece la
victoria uno quiere al otro y su otro es otro y tú estás solo con la puesta de sol" (p. 1
24); "la verdadera red del compañero de cama que se ha convertido en cómplice de
asesinato no impide que me guste el caballo que hay en ti galopando noble
salvaje" (p. 96).
Ella... "aquí hay un momento en que la chica te mira y te dice yo soy tú
te alegras de que yo sea tú" (p. 1 44).
Es el especialista en embarazos a la inversa" (p. 1 1 0).
Como entrecruzamiento de diferencias sexuales, como desdoblamiento de
los "yoes" o como evitación, ya que cada uno de ellos confiere una deficiencia al
otro: "Estas mujeres están tensas bajo la roca hacia la maternidad, los hombres
quieren evitar el teorema de la muerte, sus deseos se cruzan" (p. 60); "tú eres mi
niño y yo soy tu madre, muy depravada al observarte joven, hermosa y flexible,
tu cremallera viva" (p. 38); con la muerte dirigiendo el espectáculo, destrozando
cada entidad: "y cada hueso estallaba por capas brazos cada vez m á s largos [ .
. . ] pero ahí está la tortura del otro confiando y ardiendo y ya sé cómo no llegará
a saberlo nunca la veo ya con los ojos abiertos incrédulos atiborrados de li fe y
olores llevados v o l a n d o como una antorcha ¿eres capaz de tocar su cráneo
perforado de sopesarlo de entrarlo en la carrera y reír igual de continuar no e s ese
el momento en que te descojonas?" ( p . 84 ).
¿Rom eo? ¿Julieta? Son disonantes: "es verdad que te mataría con
demasiadas caricias y la detestable matriz de la muerte te abriré a la fuerza la boca
podrida [ . . . ] no pueden sentir desde ahí este goce aspirado no deseado el
desde siempre en el horizonte el exceso retenido fl son vamos ven y muere donde
estaba tu vida" (pp. 84-85); y aún más c l a r a m e n t e : "¿seré alguna vez una
parcela afilada de su aliento conseguiré alguna vez hacer un banco disolviendo de
banco s en su reflejo entiendo al que dice no pararé cuando el último haya sido
liberado hasta entonces quiero oír sólo disonancias me niego a firmar el acuerdo
preparado" ( p. 148).
Ahora podemos comprender que la lógica de este lugar donde la negatividad
provoca el goce es ajena a la lógica de la genealogía y la paternofilialidad.
E L t>: O V L L AS P O L Y LOG Li E 1 99
Notas
I. E n e l argot francés, la letra H se refiere tanto al hachís como a la heroína,
mientras que e n nuestro argot se refiere principalmente a la heroína. La palabra hash
en el argot americano correspondería por tanto a la H de Sollers; esta connotación o su título
deberían tenerse en cuenta, pero hay, por supuesto, muchas otras. (Ed.)
2. Las referencias a la novela H de Sol lers (París: Seuil, 1973) se harán en el cuerpo
del texto; las letras mayúsculas dentro de las paréntesis indican el país, y la cursiva, la línea.
Las citas se han traducido excepto cuando la discusión es estrechamente textual, como en las
páginas siguientes, y las observaciones hechas por Kristeva no se aplicarían a una versión
inglesa. (Ed.)
3. En francés, la pronunc iación o ex-schize es la misma que o exquise, palabras
que significan respectivamente "ser un antiguo esquizoide" y "exquisit e". La rererencia
surrealista es obvia en el texto de Sollers, donde la palabra cadavre precede a ex-schize.
(Ed.)
4. El "diferencial fónico", que es un "diferencial signi ficativo" (Leibnitz aparece e n
segundo plano), es, en pocas palabras, el lugar y el medio por el que el genotexto penetra
en el fenotexto en el nivel o el signi ficado; cada elemento o el signi ficado queda así
sobredeterminado por el significado o el elemento léxico o la frase, y por los di versos que
funcionan a través de la fonación. El fenotexto es el texto impreso, pero sólo es legible
en el pleno sentido del término cuando se explora su compleja génesis. Estas nociones se
desarrollan en el ensayo "L'Engendrement�1Jµflwnx�
de la formule",en (París: Seuil, 19 69),
y La Revolurion du langage poerique (París: Seuil, 19 74), pp. 209/f [Ed .].
S. La re rere ncia es a la Grundsprache de Schre be r, que se ha traducido como
"lenguaje básico" en el Srandard Edirion o en las obras de Freud. Debido a las connotaciones
de "basic" (por ejemplo, "basic English"), he optado por traducirlo como "lenguaje
fundamental". La frase francesa es langue defond. [ Ed.)
6. "la raison du plus mort" parodia el conocido verso de La Fon taine, "La raison du
plus fort est toujou rs la meilleure" de la fábula T he Wolfand 1he Lamb. Es un
equivalente aproximado de "El poder hace el bien". (Ed.)
7. "I anus", que implica que el sustantivo se ha convertido en verbo, traduce el
francés J'anus, pero omite el obvio juego de palabras; "i bri ng you the child or an
inhumed guy's night" apenas intenta sugerir el sonido o la traducción inglesa o un verso
de Mallarme, "I bring you the child or an Id umean night". En Fre nch, la analogía es más
estrecha: "Je t'apporte l'e nfant d'une nuit d'Idu mee/Je t'apport e l'e nfant d'une nuit
d'inhume". (Ed.)
8. El Fre nch, "vous etes tous colics a !'oral" puede significar tanto, "todos ustedes
han rlunked sus orales" o, "todos ustedes están pegados a la oralidad". (Ed.)
9. Dos novelas anteriores de Sollers: Drame (París: Seuil, 1965; Nueva York: Red
Dust, 1980) y Nombres (París: Seuil, 1968). Nom bres fue el punto de partida o el
ensayo de Krist ev a, "L'Engendrement de la formule" (CL nota 4). (Ed.)
IO
.
E L :-<OVU. AS P O l . Y L O G U E 209
Pierre Overney fue un trabajador asesinado por un guardia de seguridad durante
una manifestación antirracista ante la planta de Renault en Bil Ian court (un suburbio de París) el 26
de febrero,
210 LANOVELA
LA NOVELACOMO POLILOG UE
COMO POLYLOG 209
UE
1972; Jalal ed- Din Rumi fue un poeta sulista del siglo XIII cuya principal obra es el
Mathnawi; Jean-Batiste Cha rcot ( 18 67- 19 36) fue un neurólogo y explorador francés de las
regiones antárticas y de Groenlandia, esta última en su barco llamado Pourquoi pas?
(¿Por qué no?): los bitigros eran una de las tribus de la Galia que habitaban en lo que más
tarde se convertiría en la provincia de Berry, aunque algunos (según Sollers) se
desplazaron a la región de Burdeos; Gorgias (c.485- 380 a.C.) f u e u n sofista griego
nacido en Sicilia que fue enviado como embajador a Atenas, donde se estableció y enseñó
retórica: Johan Jakob Bachoren ( 1 8 1 5 - 1 8 8 7 ) fue un ju rista y erudito clásico suizo, quizá
más conocido por sus estudios sobre la evolución social y el matriarcado, desarrollados en su
libro Das Mutterrecht [El derecho matriarcal] Base l: B. Schwabe, ( 1 8 6 1 ) : si bien había
príncipes en el antiguo ducado y reino de Aquitania. la frase "Príncipe de Aquitania" evoca,
para un francés culto contemporáneo, los conocidos versos del poema de Gerard de
Nerval El Desdichado, "Je suis le tenebreu.x,-le veuf. l'inconso/e, I Le prince d'Aquitaine a
la tour abolie.". [Ed.]
1 1 . Pierre M essmer es un galo de línea dura que fue nombrado primer ministro en 1972 por
el con servador presidente francés Georges Pompidou; en los Juegos Olímpicos de Múnich
( 1 9 7 2 ) nueve atletas israelíes fueron secuestrados por la Organización Septiembre Negro y
posteriormente asesinados durante un tiroteo entre los terroristas palestinos y la policía
alemana: claramente. Kristeva incluye, bajo el término general de "fascista", al nazismo
alemán. Bajo el término general "fascista", Kristeva incluye a los nazis alemanes y a los
colaboradores franceses responsables de la masacre de los judíos franceses. [Ed.]
8. GIOTTO' S JOY
¿Cómo podemos abrirnos paso a través de lo que separa las palabras de lo que
es a la vez sin nombre y más que un nombre: una pintura? ¿Qué es lo que
intentamos atravesar? ¿El espacio del propio acto de nombrar? En todo caso,
no es el espacio del "primer nombrar", o del incipiente nombrar del en/ans;
tampoco es el que ordena en signos lo que el s u j e t o percibe como
realidad separada. En este c a s o , el cuadro ya e s t á ahí. Ya ha
s u r g i d o un "signo" particular. Ha organizado "algo" en un cuadro sin
referente irremediablemente separado; o mejor dicho, el cuadro es su propia
realidad. También hay un "yo" que habla, y cualquier número de "yoes" que
hablan de forma diferente ante el "mismo" cuadro. Se trata, pues, de insertar
los signos del lenguaje en esta realidad ya producida -el signo-, el cuadro;
hay que a b r i r , liberar, poner al lado lo que está compacto, condensado,
engranado. Debemos entonces encontrar nuestro camino a través de lo
que separa el lugar en el que "yo" hablo, razono y comprendo de aquel en
el que algo funciona además de mi habla: algo que es más que habla, un
significado al que se han añadido el espacio y el color. Debemos desarrollar,
pues, un nombre de segunda edad para nombrar un exceso de nombres, un más
que nombre convertido en espacio y color: una pintura. Hay que volver
sobre el hilo del habla, volver a poner en palabras aquello de lo que las
palabras se han retirado.
Mi elección, mi deseo de hablar de Giotto (1 267-1 336) -si es que se
necesita una justificación- está relacionada con sus experimentos en
arquitectura y color (su traducción "de los impulsos instintivos a la
superficie coloreada) tanto como con su lugar en la historia de la pintura
occidental. (Vivió en una época en la que la suerte aún no estaba echada, en
la que no era seguro que todas las líneas se dirigieran hacia el centro fijo y
unificadorde la perspectiva. Intentaré
Publicado por primera vez en Peinture (enero de 1972), nº 2-3 ; reimpreso en Poly/ogu e (París: Seuil, 1
977), pp. 383-408.
'
GI OTTO S J O Y
21 1
LA NARRACIÓN Y LA NORMA
FIGURA 3 .
G I OTTO, I N T E R I O R DE L A C A P I L L A D E LA A REN A ,
PADUA.
F o t o : Dm itri Kessel
nada más que una fina capa de color ( figura 4). Aquí, justo debajo de los dos
pergaminos, frente al altar, se encuentra otra escena, fuera de la n a r r a c i ó n : el
Infierno, dentro del ámbito más amplio del Juicio Final. Esta escena es el
reverso de la s e c u e n c i a simbólica de l a n a r r a c i ó n ; en ella coexisten tres
elementos: sus personajes tóricos (Scrovegni [que es el donante de la capilla] y el
propio pintor), el Juicio Final y los dos grupos de los bienaventurados y los
condenados. Con la representación del Infierno, la secuencia narrativa se detiene,
se c o r t a , ante la realidad histórica, la Ley y la fantasía (cuerpos desnudos.
violencia, sexo, muerte), es decir, ante la dimensión humana, el reverso de la
continuidad divina desplegada en la narración. En el ángulo inferior derecho, en
la representación del Infierno, los contornos de los personajes se desdibujan,
algunos colores desaparecen, ot s
y otras se oscurecen: azul fosforescente, negro, rojo oscuro. Ya no hay una
arquitectura definida; la mampostería colocada oblicuamente junto a montañas
angulosas en las escenas narrativas da paso en la pared del fondo a óvalos,
discontinuidad, curvas y caos.
214 LA ALEGRÍA DE
GIOOTTO
F I G U R A 4.
GIOTTO, D E T A L L E DEL ÚLTIMO JU D GM ENT. A R E N A
C H A P EL. P A D U A .
Foto: Scala
EL TRIPLE R E G I S T R O DEL CO LO R
esta hipercatexis, pues "el pensamiento procede en sistemas tan alejados de los
residuos perceptivos originales que ya no conservan nada de las cualidades de
esos residuos y, para llegar a ser conscientes, necesitan ser reforzados por nuevas
cualidades"-.
Freud ve, pues, una escisión entre percepción y proceso de pensamiento.
Postulando una desaparición cualitativa de las percepciones arcaicas
(suposición que nos parece errónea cuando consideramos al sujeto como "artista",
pero no discutiremos este punto aquí), Freud sitúa las presentaciones de palabras en
una posición de relación que implica dos categorías: la perceptiva y la verbal.
Tal economía es particularmente clara en el caso de la esquizofrenia, donde las
representaciones de palabras sufren una catexis más intensa para permitir la
recuperación de "objetos perdidos" separados del yo (lo que Freud llama "tomar
el camino del objeto por medio de su elemento palabra").
Al interpretar la terminología de Freud, queda claro que "presentación de
cosa" designa principalmente la presión de la pulsión inconsciente ligada a los
objetos (cuando no provocada por ellos). "Pensamiento" designa los procesos
conscientes (incluidos los procesos secundarios) y las diversas operaciones
sintácticas y lógicas; resultantes de la imposición de la represión, mantienen a
raya las "presentaciones de cosas" y sus correspondientes presiones
instintivas. El término " palabra-presentación" plantea más problemas. Parece
designar un estado pulsional complejo que catectiza el nivel simbólico5 ,
donde esta pulsión instintiva será sustituida más tarde, debido a la
r e p r e s i ó n , por el signo que la representa (borrándola) dentro del sistema
comunicativo. Dentro de las "representaciones-palabra" la p r e s i ó n
pulsional: ( 1) se dirige a un objeto externo ; (2) es un signo en un sistema ; y (3)
emana del órgano biológico que articula la base psíquica de dicho signo (el
aparato vocal, el cuerpo en general). De hecho, Freud escribe: "Pero l a s
representaciones de palabras, por su parte, también se derivan de las
percepciones sensoriales, del mismo modo que las representaciones de cosas".
6
Las representaciones verbales estarían entonces doblemente vinculadas al
cuerpo. En primer lugar, como representaciones de un objeto "exterior"
denotado por la palabra, así como representaciones de la propia presión que,
aunque intraorgánica, relaciona al sujeto hablante con el objeto. En segundo
lugar, como representaciones de un "objeto interior", una percepción interna, una
erotización del propio cuerpo durante el acto de formulación de la palabra como
elemento simbólico. Este "duelo" corporal, en el que se unen el interior y el
exterior, así como las dos presiones instintivas vinculadas a ambos, es la materia
sobre la que se asienta la represión, transformando esta compleja y compleja
'
2 1 GIOTTO S JOY
6
relación.
21 c;10La
8 AL EGR ÍA
de Tro
Nuestros sentidos tienen una edad de desarrollo que no procede del entorno
inmediato, sino de un momento de la civilización. Nacemos con la sensibilidad
de un determinado periodo de civilización . Y eso cuenta más que todo lo que
podamos aprender sobre un periodo. Las artes tienen un desarrollo que procede
no sólo del individuo, sino también de una fuerza acumulada, la civilización que
nos precede. No se puede hacer cualquier cosa. Un artista con talento no
puede hacer lo que le venga en gana. Si sólo utilizara su talento, no existiría. No somos
dueños de lo que producimos. Nos viene impuesto.
Por lo tanto, se podría concebir el color como una economía compleja que
afecta a la condensación de una excitación que se mueve hacia su referente, de
un impulso fisiológicamente apoyado y de "valores ideológicos" propios de una
cultura determinada. Dichos valores podrían considerarse como la necesaria
decantación histórica de los dos primeros componentes. De ahí el color, en cada
caso,
deben descifrarse según: ( l) la escala de colores "naturales"; (2) el
psicología de la percepción del color y, sobre todo, la psicología de la catexis
instintiva de cada percepción, en función de las fases que atraviesa el sujeto
concreto en referencia a su propia historia y dentro del proceso más general de
represión de la imposición; y (3) el sistema pictórico, ya sea operativo o en
proceso de formación. Como elemento preeminentemente opuesto, el color
condensa la "objetividad", la "subjetividad" y la organización intrasistemática
de la práctica pictórica. Surge así como una retícula (de diferencias de luz, carga
energética y valor sistemático) cuyo elemento está vinculado a varios registros
interrelacionados. Porque
220 LA ALEGRÍA DE
GIOOTTO
Cuando los medios de expresión se han vuelto tan refinados, tan atenuados que
su poder de expresión se agota, es necesario volver a los principios esenciales
que hicieron el lenguaje humano. Son, en definitiva, los principios que "vuelven a la
fuente", que reviven, que nos dan la vida. Los cuadros que se han convertido en
refinamientos, en gradaciones sutiles, en disoluciones sin energía, necesitan
azules, rojos, amarillos hermosos , materias que despierten las profundidades
sensuales de los hombres11.
color.
semántica, y por tanto, como ley dinámica, 13 ritmo , intervalo, 14 gesto.
222 LA A L E G R Í A
DE GI O T T O
FORMA LU CIS: LA BU R L E S C A
Por tanto, háblales. y oye, y cree, Ya que la luz de
la verdad que les recompensa No les deja
apartarse de ella sel f.
Dante, Paradiso, I I I , 3 1 - 3 3
Esta economía específica del color puede quizás explicar por qué las
especulaciones metafísicas sobre la luz y sus variaciones se remontan a la más
antigua de las civilizaciones.
LA ALEGRÍA DE
GI OTTO 223
Giotto, junto con los cambios que introdujo en los modos de concepción y
composición, llevó a cabo una reforma en el arte de preparar las telas. [ . . . ]
Las cosas del mundo reciben un escenario y una oportunidad más amplia de
expresión; y esto se ilustra por la forma en que Giotto, bajo la influencia de su
época, encontró espacio para lo burlesco junto con lo patético [ . . . ] en esta
tendencia de Giotto a hum anizar y hacia el realismo nunca avanza realmente,
por regla general, más allá de una etapa comparativamente subordinada en el
proceso.18
Así, al cambiar de estilo cromático, Giotto podría haber dado una realidad
gráfica a las tendencias "naturales" y "humanas" de la ideología de su
época. Los colores de Giotto serían los equivalentes "formales" de lo
burlesco, los precursores visuales de la risa terrenal que Rabelais sólo
tradujo al lenguaje unos siglos más tarde. La alegría de Giotto es el goce
sublimado de un sujeto que se libera del dominio trascendental del Significado
Único (blanco) mediante el advenimiento de sus pulsiones instintivas, de
nuevo articuladas dentro de una distribución compleja y regulada. La alegría de
Giotto irrumpe en los choques cromáticos y en las armonías que guían y
dominan la arquitectura de los frescos de la Capilla de la Arena de Padua.
Esta alegría cromática es el indicio de una profunda transformación
ideológica y subjetiva; se introduce discretamente en el signo teológico,
distorsionándolo y violentándolo sin renunciar a él. Esta alegría evoca los
excesos carnavalescos de las masas, pero anticipa sus traducciones verbales e
ideológicas, que salieron a la luz más tarde, a través del arte literario (la
novela o, en filosofía, las herejías). Que esta experiencia cromática pudiera
tener lugar bajo la égida de la Orden de los Caballeros Alegres que
conmemoran a la Virgen es, tal vez, algo más que una coincidencia (el
goce sublimado encuentra su base en la madre prohibida, junto al Nombre del
Padre).
EL VALOR DE PADUA
de la percepción visual.
226 LA A L E G R Í A
DE GI O T T O
De hecho, la ley de Johannes Purkinje establece que, con luz tenue, las
longitudes de onda cortas prevalecen sobre l a s largas; así, antes del amanecer,
el azul es el primer color en aparecer. En estas condiciones, el color azul se
percibe a través de los bastones de la periferia de la retina (el margen dentado),
mientras que el elemento central que contiene los conos (la fóvea) fija la imagen del
objeto e identifica su forma. Una posible hipótesis, siguiendo el pa radox de André
Broca, 20 sería que la percepción del azul implica no identificar el objeto; que el
azul está, precisamente, a este lado o más allá de la forma fija del o b j e t o ; que es la
zona donde la identidad fenoménica se desvanece. También se ha demostrado
que la fóvea es, de hecho, la parte del ojo que se desarrolla más tarde en los seres
humanos (dieciséis meses después del nacimiento). 21 Es muy probable que
esto indique que la visión centrada -la identificación de objetos, incluida la propia
imagen (el "yo" percibido en la fase de espejo entre el sexto y el decimoctavo
mes)- entra en juego después de las percepciones del color. Los primeros parecen
ser los de longitud de onda corta y, por tanto, el color azul. Así, todos los colores,
pero el azul en particular, tendrían un efecto no centrado o descentrado,
disminuyendo tanto la identificación del objeto como la fijación fenoménica. De
este modo, devuelven al sujeto a la mom entalidad arcaica de su dialéctica, es
decir, ante el "yo" fijo y especular, pero mientras está en proceso de convertirse
en este "yo" rompiendo con la dependencia instintiva, biológica (y también
materna). Por otra parte, la experiencia cromática puede interpretarse entonces
como una repetición de la emergencia del sujeto especular en el espacio ya
construido del sujeto comprensivo (hablante); como un recordatorio de la
constitución conflictiva del s u j e t o , aún no alienado en la imagen fija que tiene
enfrente, aún no capaz de distinguir los contornos de los demás o de su propio
otro en el e s p e j o . Más bien, el sujeto está atrapado en la aguda contradicción
entre los instintos de autoconservación y l o s destructivos, dentro de un
pseudoyo ilimitado, la escena conflictiva del narcisismo y el autoerotismo
primarios22 cuyos enfrentamientos podrían seguir cualquier concatenación de
diferencias fónicas, visuales o espectrales.
FIGURA S .
GI OTTO, LA EXPULSIÓN DE LOS DEMONIOS DE AREZZO.
B A S Í L I C A DE SAN FRANCISCO F R A N C I S C O , ASÍS .
Foto: Scala
marco
J O Y de
G1orro
Notas
I. "Las pinturas de Giotto representan un paso hacia la perspectiva artificial del siglo XV. Al mismo
tiempo, las construcciones oblicuas utilizadas en la mayoría de sus diseños revelan un movimiento en
una dirección diferente"-] ohn White, Birth and Rebirth of Pic torial Space ( London: Faber &
Faber. 1973), p. 75; el énfasis es mío.
2. Hay que tener en cuenta que los frescos de Padua se encuentran en la capilla de los
Scrovegni, conocida generalmente como capilla de la Arena. Dante situó al padre de Scrovegni,
Reginaldo, en el séptimo círculo del Infierno. El propio Scrovegni fue mecenas de Giotto y, por tanto,
figura en los f r e s c o s . Pertenecía a la Orden de los C a b a l l e r o s Alegres, llamada así por la
riqueza y el comportamiento de sus miembros, y defendía la existencia y la dignidad de la Virgen
María. El propio Giotto, que trabajaba bajo la égida de los franciscanos, parecía estar en
desacuerdo con la doctrina de San Francisco (a menos que estuviera de acuerdo con su visión
específicamente florentina y decadente), cuando escribió un poema contra la pobreza, " Mo l l i son
quei che laudan povertade". (Además, Giotto parece haber sido el único artista florentino que a
principios del siglo XIV había creado una verdadera fortuna. Cf. Frederick Antal, Florentine Painting
and Its Social Background (Nueva York: Harper, 1947). También hay una anécdota sobre la
práctica pictórica de Giotto. Se dice que, en respuesta al papa Benedicto X I , que buscaba un pintor
para la basílica de San Pedro, Giotto envió una única prueba de su pericia -un círculo perfecto
dibujado con pintura roja-, de donde procede la expresión "un arte más perfeccionado que el O de
Giotto". C f. John Ruskin, Giotto and His Work in Padua (Londres: Levey, Robson and
Franklyn, 1854) .
3. Sigmund Freud, Papeles sobre Metapsicología: El Inconsciente en The Standard Edi
tion of the Works of Sigm und Freud (Londres: Hogarth Press & The Institute of Psycho Analysis,
1953) . 14 :20 1-2.
4. Freud, Metapsicología, p. 202.
5. Freud explica este paso de la percepción a l a fu nción simbólica p o r l a economía de
unificación y rechazo que engendra l a fu nción simbólica, l a separación entre sujeto y objeto y la
imposición de la represión; se confirma en su papel mediante la creación del símbolo de la negación (cf.
Negación en The Standard Edition, 19 : 2 3 5 - 3 9 ).
6. Freud, Metapsicología, p. 202.
7. Ibídem, p. 202.
8. Henri Matisse, Matisse on Art, Jack Flan, trans. (Nueva York: Phaidon. 1973) ,
Declaraciones a Teriade, 1929-30, p. 58; el subrayado es mío.
9. Matisse, Declaraciones a Teriade, 1936, p. 74.
10. Marcelin Pleynet ha mostrado, en el caso de M atisse, la conexión entre la experiencia
cromática, la relación con la madre y, sobre todo, la fase oral del erotismo infantil que domina no sólo la
experiencia preedípica, sino también la fase que precede al "estadio del espejo" (y, por tanto, a la
constitución del "yo" especular), cuyo papel resulta capital, no sólo para dilucidar la génesis de la
función simbólica, sino, más aún, para estructurar la "función artística". Cf. Marcelin Pleynet, "Le
Systeme de Matisse", en
'
GIOTTO S 235
JO Y
En los siglos XII y XIII se utilizó el gran sistema del color perfecto, solemne y profundo,
compuesto estrictamente, en todas sus masas principales, de los colores revelados por Dios a los
hombres. Luego, a finales del siglo XII y durante todo el s i g l o XIII, se utilizó el gran sistema del color
perfecto, solemne y profundo; compuesto estrictamente, en todas sus masas principales, de los colores
revelados por Dios desde el Sinaí como los más nobles: azul, púrpura y escarlata, con oro (otros matices,
principalmente verde, con blanco y negro, se utilizaban en puntos o pequeñas masas, para aliviar los colores
principales). A principios del siglo XIV, los colores empiezan a ser más pálidos: hacia 1330 el estilo ya
está completamente modificado; y a finales del siglo XIV, el co l o r es bastante pálido y delicado"-
Ruskin, G iotto, p. 21 .
20. "Para ver una luz azul, no debes m i r a r l a directamente".
21. I. C. Mann, The Development of the Human Eye (Cambridge: Cambridge University Press.
1928), p. 68.
22. En este contexto, parece que las nociones de "narcisismo" (sea primario) y autoe
roticismo sugieren con demasiada fuerza una identidad ya existente como para que podamos aplicarlas
con rigor a esta etapa conflictiva e imprecisa de la subjetividad.
23. White, Nacimiento y renacimiento del espacio pictórico, p. 75.
24. Ibídem, p. 68.
25. Antal, La pintura florentina y su trasfondo social.
26. Walter Benjamin. "Literaturgeschichte und Literaturwissensch a ft" en Gesammelte
SchrUien ( F ra n kf u rt/ a m/ Ma i n : Suhrkamp, 19 72), 3:290.
9. LA MATERNIDAD SEGÚN
GIOVANNI BELLINI
EL CUERPO MATE RN A L
Publicado por primera vez en Peinture (diciembre de 1975), nº 10-1 1; reimpreso en Poly/ogue (París:
Seuil. 1977), pp. 409-35.
238 e l d í a d e l a m a d r e s e c e l e b r a e l día de l a
ma d re.
no lo incluye entre los hijos herederos, Nicolosia y Gentile. Así pues, parece
que Anna Rinversi no se reconoció como madre de Giovanni, lo que da
crédito a las especulaciones sobre un nacimiento ilegítimo o un matrimonio
oscuro. 3
Tal es la situación, el esbozo biográfico, que recibe el espectador que se
enfrenta a la obra de este pintor de la maternidad por encima de cualquier otro
tema. En efecto, era hijo de padre: llevaba el nombre de su padre, trabajaba en su
taller y continuaba su tradición pictórica. También era hermano; Gentile le
dejó el puesto de pintor señorial cuando se marchó a Constantinopla; Giovanni
también terminó algunos cuadros de Gentile. Pero la madre está ausente; la
madre se ha perdido. ¿Fue destetado precozmente de una genitora ilegítima,
abandonada, muerta u oculta? ¿Indica esto la negación de un "pecado" cometido
fuera del alcance de la l e y y del que Giovanni fue el resultado? Sea cual sea la
verdad, Anna no parece haber sustituido a la "verdadera" madre, como la
honorable esposa de Leonardo sustituyó a la verdadera madre de Leonardo:
Anna no sabía nada del pintor de Madonnas. Pero incluso si permanecemos
incrédulos ante la falta biográfica y la perplejidad de los comentaristas,
contemplemos también la distancia, cuando no la hostilidad, que separa los
cuerpos de in fant y de la madre en sus cuadros. No obstante, el espacio materno
está ahí: fascina, atrae y desconcierta. Pero no tenemos acceso directo a él.
Como si existiera una función materna que, a diferencia de la solicitud de la
madre en los cuadros de Leonardo hacia el bebé-objeto de todo deseo, fuera
simplemente goce inefable, más allá del discurso, más allá de la narrativa, más
allá de la psicología, más allá de la experiencia vivida y la biografía, en resumen,
más allá de la figuración. Los rostros de sus Madonas están vueltos hacia otro
lado, atentos a otra cosa que atrae su mirada hacia un lado, hacia arriba o hacia
ninguna parte en particular, pero nunca la centra en el bebé. Aunque las manos
estrechen al niño y los cuerpos a veces s e abracen, la madre sólo está
parcialmente presente (manos y torso), porque, del cuello hacia arriba, el cuerpo
materno no cubierto por los drapeados -cabeza, rostro y ojos- huye del cuadro,
es asido por algo distinto de su objeto. Y el pintor como bebé nunca puede
alcanzar este otro l u g a r , esta paz inaccesible coloreada de melancolía, ni a
través del contacto corpóreo retratado, ni por la distribución de bloques de color
que perfilan volúmenes corpóreos. Más bien parece como si presintiera una
ruptura, una pérdida de identidad, un dulce júbilo allí donde ella no está; pero sin
"ella" -sin ojos ni visión- un
248 MO T H E R H O O D SEGÚN B E i . U N I
UNA TRAYECTORIA DE M A D O N N A A VE N U S AL
DESNUDO
humana de no morir, revivió en cuerpo y/o espíritu (este punto varía según los
intérpretes) y, al h a c e r l o , eliminó la distancia entre su hijo y ella misma.
Más tarde, un Maestro Eckhart bastante "poco feminista" subrayó la
asimilación de María a Cristo, justificada por la Asunción, afirmando que
María no es más que la imagen (¿fantasía?) del propio Cristo, en la medida en
que, aunque hombre (¿pero como una mujer?) pertenece al Padre. Otra
concepción ortodoxa bastante reveladora de
la Virgen la define como ep"(a.uThpzov, ergasterion- espacio privilegiado,
liv
En resumen, se la ve como una unión, un contacto sin brecha, sin separación,
y estas funciones hacen de ella una metáfora del Espíritu Santo.
Se la puede ver en los innumerables iconos que proliferaron desde Oriente y
que sirvieron firmemente de modelo para el arte italiano. El canon
iconográfico formal y rígido, que se basaba en el rigor gráfico para delinear
bloques de colores oscuros, no produjo ni madre ni diosa, sino más bien un
estilo de representación que pasaba de las figuras humanas a la idealización
austera, sin brecha ni separación entre ambas. Este estilo, que era un vínculo
entre el cuerpo y el rigor ascético, no vaciló ni perdió nada de su rigidez
abstracta hasta que la importancia de Bizancio empezó a decaer en el
siglo XII (la época de la Cuarta Cruzada, la afirmación de los pueblos
eslavos del sur y la invasión musulmana de Asia Menor). En ese momento
punto, la grandeza inaccesible de las primeras Madonas dio paso a la
compasión ya humanista (umilenie en ruso; €Xwvuza., heleousia en griego)
patente en Nuestra Señora de Vladimir (1 1 25- 1 1 30).
El siglo XII fue testigo de la transición de una cara única y virginal
a una multitud de figuras situadas en una composición orientada hacia un incre
La arquitectura bizantina era muy elaborada (véanse los frescos de Sopacani
en Serbia, 1265). Fue, pues, un arte bysantino transformado, esta famosa
maniera greca que invadió Italia e influyó en Guido da Siena, Duccio, Cim
abue, Giotto y otros.
Frente a Bizancio, la República de Venecia amplió el control
económico de su posición como verdadero imperio colonial y acumuló
influencias artísticas de Europa y Oriente. Entre ellas figuraban la
arquitectura gótica, la pintura paisajista flamenca y las tendencias
musulmanas y románicas en iconografía, ornamentación, escultura y
construcción de edificios. El estilo gótico veneciano se configuró antes de
la llegada de los florentinos.
252 M O T H E R H O O D A C C O R D I N G TO B E ! . ¡L! Nl
FIGURA 6 .
B E L L I N I , MA DONNA A Y CHIL D, D ETAIL
Amsterdam, R ijk smuseum.
256 LA MATERNIDAD SEGÚN BELLINI
F I G URE 7 .
B E L L I N I , MADONNA A ND CHIL D.
V E N E C I A , C I V I C O COR RER.
L A M A D R E SEGÚN B E i .UNi 257
FIGU RE 8 .
B E L L I N I, MA DONNA A E NIÑO.
B E R G A M O , ACCA D E M I A CA RRA RA .
258 MOT l-I E R H O O D SEGÚN B E i . U N i
-. - . .
FIGURA 9 .
B E L L I N£, LA PRESENtAZIONE DI it.S U A L . TIEMPO d�E:
P R E S E N T A C I Ó N EN E L TEM P LE), DETA IL V E N I C E ,
G A L L E R I A Q U E R I N I STAM P A LI A .
F I G U R A IO.
B E L L I N I , MA DONNA A E NIÑO
SAO PAOLO, M U S E U DE ARTE.
262 C A P U C H A D E P O L I L L A SEGÚN B EL L I N I
y el paisaje verde del fondo, que hacen eco y atenúan los pliegues de su capa. El
espacio total del cuadro parece así desplegarse en tres planos.
Sin embargo, esta yuxtaposición de masas de color, que produce una
sensación de espacio, da paso a su vez a la diferenciación dentro de la propia
materia cromática. Tendencia
En el camino hacia la luz pura, los colores de Bellini demuestran que incluso lo
que siempre permanece multicolor y la figuración compacta flota
inevitablemente en el vacío.
espacio. Precisamente mediante tal resultado cromático, Bellini puede
sustituir en realidad el rostro materno radiante o angustiado, preso de la
represión primitiva (aunque su im agen persista en sus cuadros) por una sutil
di ferenciación de la visión y de lo figurable y lo identi fi cable (cf. Madonna
con el Niño Jesús y Santas Catalina y Magdalena, Galerías de la Academia,
Venecia).
Mediante el uso frecuente de retablos y la colocación del trono materno en
sus cuadros bajo bóvedas arquitectónicas, que él mismo ha esculpido o
pintado, Bellini produce la misma mirada espacial hacia el exterior,
relativizando la importancia de la figuración. Ya sea en la Virgen con el Niño,
los santos y los ángeles músicos (1 487, Galerías de la Academia, Venecia), ya
sea en un marco arquitectónico real, como en los trípticos de las iglesias de Santa
María <lei Frari (1 488) y San Zacarías (1 505), el pintor se aleja de su obra.
Desde la distancia, el ojo del espectador recorre de arriba a abajo una figura que
se proyecta desde el cuadro, pero que no domina. Como en el octavo círculo del cielo
de Dante, a partir de ahora se oye música; el grito ha irrumpido y se orquesta
siguiendo el mayor florecimiento del espacio luminoso. Músicos angélicos están
presentes, y otros personajes cada vez más realistas y numerosos multiplican la
superficie frontal del cuadro. Detrás de ellos, la superficie del fondo se curva
alrededor del grupo, redondeándose cerca de la parte superior, pero, iluminada por
un amarillo oscuro y transparente, parece abrirse infinitamente hacia otra
espacialidad que ya no necesita delineación ni estratificación; parece flotar
luminosamente, sostenida por la fuerza de su propia composición cromática.
Estos son los límites de la representación, pero también del marco geométrico,
que se alcanza a través de una saturación de objetos y arquitectura. Pero también
hay un movimiento de elevación que va más allá de esta sobreexigencia
perfectamente dominada por la representación realista.
Tal vez sería im posible, o incluso inútil, buscar los hitos biográficos de
este viaje que conduce de lo "iconográfico" a lo "iconográfico".
L A M A T E R N I D A D SEGÚN B E U J :-; J 263
Sin embargo, después del "misterioso" nacimiento del pintor, queda un hecho
biográfico intrigante que puede ser s i g n i f i c a t i v o . En los mismos años entre
1480 y 1490 que marcan la transformación del misterio, de la figuración y de
la narrativa madre-hijo en una búsqueda del espacio y de la luz que los rodea y
domina, Giovanni se casó y tuvo un hijo. En 1485, registra la dote de su esposa
Ginevra Bocheta, y en 1489, Ginevra incluye en su testamento como heredero a
su hijo Alvise. Entre estos
dos fechas debe haber ocurrido el nacimiento del niño. Entonces, ¿murió Ginevra
en ese momento? En cualquier c a s o , cuando Alvise murió diez años después, en
1499, ya era huérfano de madre.
En los quince años transcurridos entre 1485 y 1499, las experiencias
familiares y paternas de Bellini, junto con la muerte de su esposa y de su
hijo, acompañaron, si no p r o v o c a r o n , la agitación que afectó tanto a la
psicología de la maternidad como a su estilo. Recordemos que las Donnas de
Lugano, San Pablo, las Galerías de la Academia de Venecia y la iglesia de
Frari fueron pintadas después de su matrimonio. Su familia y su paternidad,
recién adquiridas y pronto perdidas, invirtieron las nociones idealizadas de una
madre bizantina y muy seductora de los años 1450 a 1480; de 1480 a 1500,
esta fascinación se transformó en los sentimientos de hostilidad controlada
o de decepción evidentes en la Madonna con dos árboles o en la venganza
divisiva :'.' el pequeño estrangulador de Sao Paolo; finalmente, sin
mediación materna, produjo el éxtasis de San Francisco, ambientado por un
fondo de extático color verde. Es como si la paternidad fuera necesaria para
revivir el impacto arcaico del cuerpo materno sobre el hombre; para completar
la investigación de un goce materno arrebatador pero también de su
agresividad aterradora; para admitir de algún modo la amenaza que el varón
siente tanto del cuerpo materno posesivo como de su separación de él -
amenaza que devuelve inmediatamente a ese c u e r p o ; y, por último, no
para desmitificar a la madre, sino para encontrarle un lenguaje cada vez
más apropiado, capaz de captar su específico goce imaginario, el goce en
la frontera de la represión primigenia, más allá, aunque siempre
coexistente, del imaginario de los signos plenos, miméticos y verdaderos.
La última serie de pinturas sobre la maternidad, incluida la M adonna en
Detroit ( 1 500- 1 509), continúa y perfecciona la maestría de Bellini en el estilo
2 64 M O T H E R H O O D SEGÚN B E L IJ N I
baja de su exilio vestida en otro lugar que la atormenta. Sin embargo, la mujer
descubierta sigue dividida. Por un lado, está el cuerpo desnudo y pasablemente
erótico; por otro, su atrapamiento fundamental por la imagen del espejo, sin
duda la suya propia, pero cuyo vientre flojo y maternal nos recuerda que sólo es
un punto de v i s t a , un juego de luces, irrepresentable, fugaz.
A través de esta Mujer y Espejo, Bellini, que ahora tiene noventa años,
entró con facilidad en el sex shop de su época. En dos o tres cuadros (si contamos
también la Alegoría en las Galerías de la Academia y el Festín de los dioses en
Washington), exhibió un dominio del tema igual al de Giorgione y Tiziano.
Sin embargo, añadió su propio descubrimiento especial, que la moda de su
época nunca le permitió exhibir como tal: una coloración luminosa que
superaba cualquier representación del cuerpo desnudo. Este elemento "sagrado"
había acompañado durante mucho tiempo a la imagen de sus cuerpos externos; Al
estar así engendrado por las figuraciones virginales, pero también ya desvinculado
de ellas, como lo estaba de todas las representaciones, Bellini seguía, como un
crítico del futuro, la ostentación objetual de su tiempo, que sin embargo
encontraba y revelaba su principal preocupación (el goce) -pero de una manera
todavía demasiado temática, esencialmente ligada a los objetos y profundamente
fetísta, puesto que la unía a un cuerpo, en este caso el cuerpo femenino. Al final,
el sex shop cumplió
su papel para el viejo m a e s t r o , transmitiendo claramente al mundo secular
exactamente lo que actuaba sobre él, lo que le afectaba a través de los velos
de una Madonna. Y aún así, su uso de la luz supera ampliamente esta
temática; no pudo apreciarse plenamente hasta después de Poussin,
Cezanne y Rothko.
ESPACIOS Y BRILLOS
San Francisco en éxtasis (1 480- 1485, Frick Collection, Nueva York) por
traza al santo frente a una cascada de volúmenes aguamarina, engullido casi por
completo por su resplandor matinal, que se desvanece en la penumbra en la
parte inferior derecha. A la izquierda, cerca de la parte superior del cuadro, en
diagonal frente al púlpito, el libro y la calavera de la esquina inferior derecha,
aparece otro espacio, donde un paisaje, un asno y mucha luz sugieren la presencia
divina. Este desdoblamiento de la superficie del cuadro en dos planos, cada uno
con su propio volumen, es típico de la obra de Bellini . Cada volumen se
dobla,
LA M A T E R N I D A D S E GÚ N B ELLINI 267
Notas
I. "Dorm ición" se refiere al período de la muerte de la Virgen M a r í a , que se considera
simplemente como un período o sueño, antes de ser llevada al cielo (Asunción). La palabra tiene su
origen en el Transitus Maria, un apócrifo bizantino del siglo XV. [Ed.]
2. La palabra francesa "enceinte" se ha mantenido como única forma de preservar el juego de
palabras:
270 ¡M OTH E R H O O D ACCORDING TO B E i . i . i N !
"enceinte" es un muro protector alrededor de una ciudad: "fem me enceinte" es una mujer embarazada.
[Ed.]
3. C f. G. Fiocco. G iovanni Bellini (M ilan: S i l v a n a . 1960); R. L o n gh i . Viatico per cinque
seco/i di Pittura veneziana (Fl orence: Sansoni. 1946); L. Coletti. Pittura veneta de/ quattro cento
( Novara : 1953 ); y otros.
4. Dante, Paradisio, x x 1 , 58-63.
10. NOMBRES DE LUGARES
LENGUAJE INFANTIL
En dos ocasiones durante los últimos siglos, la razón occidental percibió que su
papel de sierva del sentido la aprisionaba. Deseosa de escapar, se volvió hacia
la infancia y se vio acechada por ella. Rousseau y Freud son dos crisis de la
racionalidad clásica y positivista. Y en su horizonte se vislumbraban dos
revoluciones: una en la economía política (que busca su estatuto en Marx), otra
en el sujeto hablante (articulada hoy por el trastorno de la palabra cristiana por
la literatura moderna). Antes de Sade y Solzhe nitsyn, que deletrean el goce y el
horror, el discurso analítico se dotó de una lámina privilegiada, un nexo de li fe y
lenguaje (de especie y sociedad): el niño.
Es como si de repente la Razón no se contentara con poner a prueba sus lazos
de contención enfrentándose a los textos, ni con tensar el sentido escribiendo
la identidad del ser hablante como una ficción, sino que se viera obligada a
enfrentarse a la reproducción de la especie (la frontera entre "naturaleza" y
"cultura") y a las diversas actitudes hacia ella. La razón queda así trascendida por
un elemento heterogéneo (la biología: la fe) y por un tercero (la comunicación
yo/tú es desplazada por ella: el niño). Éstos interpelan al hablante con el hecho de
que no está completo, pero lo hacen de una manera totalmente distinta a aquella en
la que la desdichada conciencia del obsesionado señala sin cesar su esclavitud a la
muerte. Porque si la muerte es el Otro, la vida es un t e r c e r o ; y como esta
significación, afirmada por el niño, es silenciosa, bien podría desestabilizar el
encierro paranoico del hablante. Sin este advenimiento de lo real (planteado por el
niño pero bloqueado por el mito del
Place Names se publicó por primera vez como Noms de Lieu en Tel Que/ 68 (invierno de 1976): apareció
en una versión revisada, de la que se ha hecho esta traducción, en Polylogue (París: Seuil, 1977),
pp. 467-9 1.
27 P NOMBRES DE
EN CA J E
2
niño), aún persiste una creencia: o bien los hombres y las mujeres existen en
y para el intercambio romántico o surrealista de ideas o sexo; o bien la
sublimación puede producirse sin que sobre nada, estando la pulsión instintiva
totalmente encomendada (al modo existencialista) a la obra o a la Historia -
cuando no fomenta la perversión como garantía final del orden.
Hace dos mil años, el niño Jesús vino a sortear estos dos callejones sin salida,
pero habiéndose convertido en un ritual, como todos los rituales se convirtió
rápidamente en un sustituto. Incluso se convirtió en toda una historia: el
cristianismo. Al sacar a la luz el parto por debajo de las estructuras de
parentesco, cuyas derivaciones subjetivas y políticas se rastrean en la Biblia, el
cristianismo puede haber interferido en la atracción del judaísmo por el
confinamiento obsesivo y paranoico. Al mismo t i e m p o , dio un lugar a la
mujer, no necesariamente u n progreso simbólico, sino ciertamente una
necesidad biológica y social. Sin embargo, al celebrar al hombre en el niño, es
decir, al convertir al niño en un fetiche universal, la cristiandad excluía la
posibilidad (que, no obstante, intuía) de romper el ciclo de la religión; al
mismo tiempo, era la última posibilidad de hacerlo. Porque allí donde confluyen
la fe y el discurso, es donde el destino de los súbditos queda atrapado en la cadena
de la civilización. Hoy, la píldora y el Papa lo saben muy bien.
El descubrimiento del inconsciente freudiano rompe la siempre posible
umbilicación del hombre al niño; la noción de " sexualidad in-fantil" permite
examinar, no al que no habla (in-fans), sino lo que en el hablante aún no se dice, o
permanecerá siempre sin decir, innombrable en las lagunas del habla. Es cierto
que el niño refuerza las premisas fundamentales del pensamiento freudiano
(teoría de las pulsiones instintivas, rechazo-negatividad, emergencia del
simbolismo, etapas marcadas por el complejo de Edipo, etc.). Sin embargo, el
niño fue, según admite el propio Freud, el lugar de un "error" que ahora
intentaremos leer más de cerca. Tal error no puede enderezarse cuando la mente
se deja llevar por la inextricable alternativa de "causa" y "efecto", como Freud
raramente hizo; frente a lo cual los "errores" de Freu d tienen la ventaja de
mostrar que su pensamiento está enraizado en el eterno retorno de padre/hijo:
"¿Soy padre o hijo, causa o efecto, gallina o huevo?". De modo que se podría
observar, tal vez, que el niño es un mito (edípico) contado por los padres a sus
padres, sin el cual no habría más que niños, es decir, edípicos desconocidos para
sí mismos. Si los griegos, que hablaban entre sí de haber sido niños, fueran los
NOMBRES DE 27
LUGARES
3
¿los padres más lúcidos de la historia? Esto podría haberles permitido cir
cumscribir la agresividad (infantil, en lo sucesivo denominada edípica) para
proceder hacia la ley en la Ciudad.
Repasemos algunos hechos. Freud se casó en 1 8 8 6 y tuvo seis hijos (tres
niñas y tres niños) entre 1 8 8 7 y 1895. Durante este período completó su
investigación neurológica, publicó sus hallazgos sobre la afasia y la parálisis
infantil ( 1 8 9 1 ), y comenzó su investigación sobre la histeria, a través de la
hipnosis al principio, lo que llevó a la publicación en 1895, con Breuer, de
Estudios sobre la histeria . Ese mismo año marcó el nacimiento de Anna (cuya
investigación analítica se centraría esencialmente en la infancia), el fin del ciclo
reproductivo de la familia y el comienzo de la amistad de Freud con Fliess.
Pronto iniciaría un autoanálisis en el marco de esa relación cuyo tenor
homosexual subrayaría más tarde. Utilizó la palabra psicoanálisis un año más
tarde, en 1 896. Sin embargo, sólo después de la muerte de su padre, en 1897,
Freud escribió la obra inaugural del psicoanálisis, que lo liberó del
sustancialismo, la medicina y la catarsis que aún eran perceptibles en Estudios
sobre la histeria; La interpretación de los sueños, de 1 897, que lo sitúa en el
campo de las articulaciones significantes, se publicó en 1 898.
En este m o m e n t o , Freud introdujo un cambio en la concepción de lo que
había pensado como causa de la histeria: la seducción parental . 1 FIRS T SUPUESTO:
la histeria se desencadena por la seducción paterna durante la infancia. Freud
promovió esta teoría hasta 1896, el año de la muerte de su padre, sugiriendo
que Jacob Freud debió seducirle (carta a Fliess, 11 de febrero de 1897), y
reconociendo que su hija mayor, Mathilde, era posiblemente el objeto de sus
propios intentos de seducción (carta a Fliess, 3 1 d e mayo de 1897, varios
meses antes de la m u e r t e de su padre). 2 SEGUNDA ASUNCIÓN: que la seducción
no era más que una fantasía histérica que se fundía con una actitud paranoica y
que, por tanto, servía de pantalla para su autoerotismo infantil. Así surgió la
concepción de una sexualidad infantil esencialmente autoerótica. TERCER
MOVIMIENTO: Freud también permitió los deseos genitales del niño y procedió
hacia la concepción del com plexo de Edipo. Aunque esto ocurrió en los
últimos años del siglo, las pruebas escritas de tal postura no surgen hasta 1905
("La sexualidad en la etiología de las neurosis") y en 1 906 ("Tres ensayos
sobre la teoría de la sexualidad").
Entre el primer supuesto (el padre seduce al hijo y lo conduce
274 NOMBRES DE
LUGARES
aproximadamente].
. . hecho, había tropezado por primera vez con el complejo de Edipo [en su
. De
del código simbólico y/o social. Es, por tanto, una visión ética y bíblica.
Así que, después de haber engendrado seis hijos en ochenta años, amándolos como
un
padre devoto (parece haber acuerdo en esto), habiendo admitido ser el posible
seductor de su hija pero también la víctima de la seducción de su padre, "ya no se
puede volver a empezar". A este reconocimiento de la clausura, de la desilusión
con respecto al cuerpo histérico, a la libido como sustancia y al "erotismo
seductor"-¿es el reconocimiento de un c a l l e j ó n sin salida sexual?vino la
muerte de su padre y el sentimiento de culpa de Freud hacia él (no, el seductor
no puede ser mi padre, el seductor soy yo, el hijo de este padre; ahora yo también
soy el padre [de Mathilde]; por lo tanto, el seductor sólo puede ser el hijo); esto
va acompañado a la vez del deseo de ocupar su lugar, de asumir la función m oral,
paterna ("Uno no tiene derecho a desesperar porque ha sido decepcionado",
escribe Freud). El padre ha muerto, viva el padre que soy yo: allí donde él (id)
estaba yo (ego) llegaré a ser.6 El "niño" es lo que queda de ese devenir, el
resultado de sustraer el enunciado de culpa del enunciado de dominio: " La
seducción durante la infancia conservó cierta parte, aunque más humilde, en la
etiología de las neurosis. Pero los seductores resultaron ser, por regla general,
niños mayores".7 Llegamos así a la conformación de esta imagen del niño
padre, del niño seductor, un niño siempre ya mayor, nacido al mundo con
pulsiones compuestas, zonas erógenas e incluso deseos genitales. Con el fin del
ciclo reproduct ivo y espoleado por la muerte de su padre, el autoanálisis de
Freud le condujo a ese telescopaje de padre e h i j o , cuyo resultado no fue otro
que Edipo: "De hecho, había tropezado por primera vez con el complejo de
Edipo "8.
El niño-padre o el padre-hijo, así presentados a la analítica
En la práctica, une causa y efecto, origen y devenir, espacio y tiempo, para producir
ese giro específico del discurso psicoanalítico que recuerda al aiwv heraclitano :
el tiempo cíclico y también el espacio en el que el pensador griego vio jugar al
poeta, el único que mantiene el discurso de un niño que da a luz (¿a un
padre?).9 La instintividad se revela simultáneamente como innata y
hereditaria, pero, dentro del marco freudiano, ya está protegida de las inter
pretaciones sustancialistas. Pues aunque el niño llega al mundo con una
polimorfia
27 NOMBRES DE
6 LUGARES
Las pulsiones instintivas entran en conflicto con la represión y ésta produce las
diversas variantes de fijación de la libido ("estructuras subjetivas"). De ello se
deduce que la neurosis -o el sujeto hablante- nunca puede tratarse a nivel
pulsional, ni a través de un simbolismo infantil en grado cero, sino siempre a
través de una "textura" narrativa, es decir, una textura de lenguaje y fantasma:
"Sólo después de la introducción [en la experiencia instintiva de la infancia]
de este elemento de las fantasías histéricas [la fantasía de seducción parental] se
hizo inteligible la textura de la neurosis y su relación con la vida del paciente.
"10
Sin embargo, este desmantelamiento del mito cristiano-russeauista de la
infancia va acompañado de un refrendo problemático. Pr oyectados en el
supuesto lugar de la infancia, y por tanto universalizados, se encuentran los
rasgos propios del discurso adulto; se dota al niño de lo que dicta la
memoria adulta, siempre distorsionada para e m p e z a r ; persiste el mito de
la continuidad humana (de niño a padre, prevalece la Sam enidad). Del mismo
modo, se tiende a minimizar la función del contexto familiar en el desarrollo
precoz del niño (antes de la pubertad, antes del Edipo, pero también antes del
"estadio del espejo"). Esto es demasiado evidente en las tendencias
egocéntricas de la psicología infantil, pero también en una práctica
psicoanalítica que postula que el sujeto data del "estadio del espejo". Los
debates y las innovaciones más importantes del psicoanálisis se han
centrado, en consecuencia y necesariamente, en este problema . Se trata, en
efecto, de enfatizar la heterogeneidad entre la organización libidinal-
significante en la fantasía (llamémosla "disposición semiótica") y el
funcionamiento "simbólico" del hablante tras la adquisición del lenguaje y
las consiguientes identificaciones parentales. Por otra parte, y al mismo
tiempo, esta organización precoz y presimbólica sólo es captada por el
adulto como regresión-joui ssance o psicosis esquizofrénica. De ahí la
dificultad y la imposibilidad de acceder a la infancia: lo que realmente está en
juego en un discurso sobre la infancia dentro del pensamiento occidental
es una confrontación entre el pensamiento y lo que no es, una búsqueda de los
límites de lo pensable. Fuera de la práctica poética (pensar un lenguaje
disipado, límite heraclitano, reinvención del materialismo), las soluciones
analíticas a esta cuestión (este "error" freudiano) parecen siempre
problemáticas: El callejón sin salida de Jung con su
configuraciones arquetípicas de la sustancia libidinal sacadas del ámbito de la
sexualidad y sometidas a la esclavitud de la m ot er arcaica; el empirista
NOMBRES P 277
I.ACE
Por otra parte, sería posible plantear como "efecto" del análisis no la "angustia
infantil", sino más bien la "lengua in fantil", en el sentido en que Freud habla de
sexualidad in fantil: un telescopio de padre e hijo. Se trataría entonces de
la atención que el a d u l t o , a través de su s e x u a l i d a d todavía in fantil, es
capaz de percibir en el discurso de un niño (varón o mujer) m i e n tr a s lo
remite a ese nivel en el que su "p r o p i o " lenguaje nunca está totalmente
racionalizado o normado según la lingüística cartesiana, sino que siempre
sigue siendo un "lenguaje in fantil". Constituiría así una atención analítica al
lenguaje, dentro de la doble relación de transferencia entre el adulto y el niño;
un análisis que se aplica a través de contenidos fantasmáticos o míticos
(que han sido h a sta ahora los únicos objetos del psicoanálisis y de la
psicología i n fa n ti l ) a los componentes " m í n i m o s " del lenguaje (operaciones
fónicas, léxicas y sintácticas; categorías lógico-sintácticas). El niño se
convierte así en la realidad a partir de la cual iniciamos nuestro análisis, a través
de los componentes mínimos, de nuestro lenguaje.
(cualquier) atributoinfantil de la lengua.
Esta atención particular a las condiciones psicoanalíticas que subyacen
a las estructuras del lenguaje podría invitar a una actitud probablemente
transferencial o, más exactamente, maternal hacia el n i ñ o . ¿N o p u e d e
considerarse la historia de la psicología infantil postfreudiana, que culmina
con los trabajos de Spitz y Winni cott, como un cambio de la atención
paternal freudiana a una atención maternal? Con todos los avances y retrocesos
que tal actitud fan tasmática provoca en los analistas, hombres y mujeres. . .
Para una mujer, la llegada de un hijo rompe el círculo autoerótico del
P NOMBRES DE 279
ENCAJE
embarazo (cuando su goce recuerda al santo q u e se hace u n o con
278 Pl.ACE
NOMBRES
de la madre/el padre, mientras que en otros casos está influenciada por ella.
La voz, el oído y la vista son las disposiciones arcaicas en las que surgen las
primeras formas de discreción. El pecho, dado y retirado; la luz de la lámpara
captando la mirada; los sonidos intermitentes de la voz o la mu sica-todos
ellos se encuentran con la anaclisis (según una secuencia temporal
probablemente pro gramada, también, por la aptitud particular de cada niño), la
retienen, y así la inhiben y la absorben de tal manera que se descarga y se abate a
través de ellos : "defensas" tempranas contra la agresividad de un (pseudo)
impulso (sin meta). En ese m o m e n t o , el pecho, la luz y el sonido se
convierten en un ahí: un lugar, un punto, un marcador. El efecto, dramático, ya no
es la quietud, sino la risa. La huella de un momento arcaico, el umbral del
espacio, la "chora" como estabilidad primitiva que absorbe la facilitación
anaclítica, produce la risa. Todavía no hay un exterior, y las cosas que hacían
reír al recién nacido en torno a los dos meses y medio (después de que la
satisfacción de las necesidades inm ediatas produjera la risa alucinatoria de las
primeras s e m a n a s ) son meros marcadores de algo en proceso de convertirse en
estabilidad. Pero ni externos ni internos, ni exteriores ni interiores, estos
marcadores sólo son perceptibles porque ralentizan la anaclisis: no la detienen. Se
podría detectar en ellos el inicio de la espacialidad, así como la sublimación.
Esos momentos dispersos y divertidos se proyectan -tesis arcaica de la
sinapsis- sobre el soporte estable del rostro de la madre, receptora privilegiada de
la risa hacia los tres meses. Es entonces cuando el narcisismo de la simbiosis
madre-hijo inicial se desliza hacia el autoerotismo; aquí se observa la emergencia
de un cuerpo parcelado en "objetos" erotizables (esencialmente orales). El
erotismo oral, la sonrisa a la madre y las primeras vocalizaciones son
contemporáneos: El bien conocido "primer punto de organización psíquica" de
Spitz 19 es ya un fenómeno semiótico complejo presagiado por otros.
La sublim ación inaugural, en la m ayoría de los casos visual, nos lleva no
sólo a los fundam entos del narcisism o (gratificación especular) sino a los
manantiales riantes de lo im aginario . El im aginario toma el relevo de la risa
infantil: es una alegría sin palabras. Cronológica y lógicamente mucho antes
del estadio del espejo (donde lo Mismo se ve alterado a través de la conocida
apertura que lo constituye como representación, signo y muerte), 20 la
disposición semiótica lo hace comenzar como espaciosidad riante.
284 NOMBRES DE
LUGARES
Etourdi, II, 6); la función espacial puede convertirse en temporal ("d' ici
demain", "en de<;a", "en <;a"); Por último, los demostrativos tienen una
función que podría denominarse "metalingüística", ya que remiten a otros
signos del enunciado o del contexto ("ii faut faire ci, ii faut faire <;a";
"un secret aussi garde que celui garde dans ce m essage"; "accepter, dans des
circonstances comme eel/es actuelles, un pouvoir ecrasant par son poids"; o la
expresión pleonástica, "c'est le prendre qu'elle veut"). Por último, permítanme
reafirmar la posición de Benveniste, para quien el shift er (deictique) es la marca
del discurso dentro del sistema de una lengua particular, lo que significa
que se define esencialmente a través de su uso por los hablantes individuales.
Así, el demostrativo, en francés moderno, apunta a la enunciación más que al
enunciado (sumando al sujeto; refiriéndose a un lugar fuera del sistema del
discurso/referente), a un signo (rompe la cadena significante y se refiere a él
metalingüísticamente), o a sí mismo (puede ser autorreferente). Todas estas
funciones, tomadas en su conjunto, hacen del demostrativo anafórico un
"desplazador" complejo, a caballo entre varias funciones del lenguaje, que
mantiene la enunciación a distancia de varias maneras: lejos del sujeto, del
referente, de los signos y de sí mismo. Una verdadera "catástrofe" en el sentido
que esta palabra ha adquirido en las teorías morfológicas de las catástrofes: pasar
de un espacio enunciativo a otro. Si bien es cierto que los enunciados infantiles
que se han cotejado no muestran todas esas latencias semánticas de los
demostrativos, se podría afirmar que las albergan inconscientemente:31 el
niño se aloja en una lengua, el francés, que ha reunido tales modalidades de
espacialización en una categoría: la "catástrofe". "Estas modalidades, sin
embargo, permanecen inmanentes a cualquier uso del demostrativo, como en
todas las lenguas, ya que es cierto (como he observado desde el principio de esta
investigación) que la arqueología de la denominación espacial acompaña al
desarrollo de la autonomía de la unidad subjetiva.
El discurso de una niña de dos años demostró lo que creo que es
P NOMBRES DE 289
E NC AJE
con un placer que da lugar a frecuentes glosalalias ("pas qa, c' est casse, c' est a
papa, pas casse, c' est pas qa, c' est a papa", etc.). Al mismo tiempo que se evoca
al padre, comienzan a aparecer la negación y la designación de protagonistas de
la enunciación (pronombres personales). Esta negatividad ex plícita connota
una mayor independencia dentro de lo simbólico y la capacidad de
autodesignación (' '.je" - ob je to del discurso); la agresividad es la base de esa
negatividad. Un "sadismo" a menudo inconfundible, que podría interpretarse
como una devoración de la madre arcaica, sucede al " masoquismo" anterior.
Significativamente, la demostración genérica (<;a c' est) ocurre con menos
frecuencia a esta e d a d : sólo e l 1 5 por ciento de <;a c' est seguida de una frase
sustantivada, frente al 50 por ciento a los dos años. La catexis psíquica del niño
rompe con el lugar y afina la espacialización de la enunciación, así como la de
la cadena significante en sí. El conocido "juego de la bobina" con su fort-da, observado
en torno a los dieciocho meses, encuentra, con el paso del tiempo, su realización
lingüística primero en los enunciados demostrativos o localizadores y,
finalmente, en los enunciados personales y negativos.
A esta arqueología de la denominación (el punto de referencia espacial, lo
demostrativo, el "tema", el nombre de la persona) y a la relación eq uivoca
sujeto/objeto que es su contrapartida psicoanalítica ("espacio potencial",
narcisismo primario, autoerotismo, sadomasoquismo), se podrían vincular las
perplejas nociones de los lógicos sobre la semántica de los nombres propios. Según
algunos -Stuart Mill, por ejemplo- los nombres propios no tienen significación
(denotan pero no connotan): no significan sino que apuntan a un referente. Para
otros, como Russell, son abreviaciones de descripciones de una serie, clase o
sistema de particulares (e incluso de un "conjunto" de definiciones) y equivalen
a demostrativos (ceci, cela). Para Frege, por el c o n t r a r i o , el shi fter no designa
aún un "objeto" . Desde nuestro punto de vista, sin embargo, el nombre propio es un
sustantivo de referencia definida (por tanto, similar al demostrativo) pero de
significación indefinida ("cognitiva" y "emot iva"), que surge de una posición
incierta de la identidad del sujeto hablante y remite al estado preobjetival del
nombre. La emergencia de la designación per sonal y del nombre propio en estrecha
relación con los desplazamientos y latencias semánticas (del "espacio
potencial") de este periodo sustentan (y en ese sentido explican) la ambigüedad
dinámica y semántica del nombre propio.
P NOMBRES DE 291
E NC AJE
Notas
I. Ernest Jones. The Life and Work o.f Sigmund Freud (Nueva York : Basic Books,
1953). 1 : 263.
2 La "seducción" se dirige tal vez hacia Fliess; a través de los niños como diarios intermedios (el
joven Sigmund y Mathilde); obsérvese que Freud cambia de posición a mitad de camino ( de seducido a
seductor; de hijo a gorda ella) m i e n t r a s q u e e l objeto de la seducción cambia de sexo ( de niño a niña).
Esto debería añadirse al dossier del análisis Freud- Fliess.
3. Sigmund Freud, The Standard Edition of the Works of Sigm und Freud (Londres:
Hogarth Press y el Instituto de Psicoanálisis. 195 3), 14:7.
4. Ibid.
5. Ibídem, 20:34 .
6. Wo Es war, sol/lch werden.
7. Freud, Standard Edition, 20: 34- 35.
8. Ibid.
9. H eráclito, 52; AlclJv ?rail' t<JTI ?ra1jwv, 1rE<J<JEOwv-"La vida es un recién nacido que da a luz,
que juega" ( de la traducción francesa de Wissman- Bollack. Heraclite OU la separation (París:
Editions de Minuit, 1972). Paizon (1rai!wv), participio presente del verbo jugar, utilizado con pesseuon
(1r E<JuEJwv: empujar peones) sólo puede ser redu ndante. como muestra la traducción estándar; los
escritores se permiten diferenciar los significantes para romper esta redundancia y revelar un significado
etimológico depaizon: "hacer un hijo, engendrar, tener hijos" .
10. "La sexualidad en las neurosis", Freud, Standard Edition, 7:274 (énfasis añadido).
1 1 . "Libido" desprovista de objeto o meta, un estado paradójico de facilitación, por lo tanto
anterior a la constitución de su bjeto, objeto y signo. Obsérvense l a s antropo morfizaciones
ideológicas y feminizantes del argumento de Winnicott: la existencia del objeto presupone "separación"
y "hacer" y se define como el "elemento masculino" de la sexualidad; l a certeza del objeto (el "objeto
transicional", al que volveremos más adelante), en el que "la identidad requiere tan poca estructura
mental", emerge del "Ser" cuyos "cimientos . . se puede sentar desde la fecha de nacimiento" y que,
contrariamente al elemento masculino programado por la frustración, es susceptible de mutilación y se
define como el " elemento femenino". D. W. Winnicott, Playing and Reality (Nueva York: Basic
Books, 1 9 7 1 ) , p. 80.
12. C f. "Psycholinguistique et grammaire generat ive", tema de un número especial de
Langages editado por Jacques M ehler, vol. 16 (diciembre de 1969), y "Apprentissage de la syntaxe
chez l'enfant", editado por Laurence Lentin para Langue Fran<;aise, vol. 27 (septiembre de 1975),
que también incluye un interesante artículo de Christine Leroy sobre la intona ción presintáctica. Para un
repaso histórico de los principales trabajos lingüísticos sobre el lenguaje, véase Aaron Bar Adon y Werner F.
Leopold, eds., Child Language, a Book of R eadings (Nueva York: Prentice Hall, 1 9 7 1 ) .
1 3. " Aquí debemos tener en cuenta la peculiar actividad lógica que está ligada específicamente al
lenguaje, así como a las estructuras cognitivas ideales que surgen específicamente dentro de él"- Edmund
Husserl, "El origen de la geometría" en La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología
trascendental, David Garr, trans. ( Evanston, Ill.: Northwestern University Press, 1970), p. 364.
14. "Es evidente que el método de producir idealidades originales a partir de lo prescien ti
ficamente dado en el mundo cultural debe haber sido escrito y fijado en sentencias firmes antes de la
existencia de la geometría" (ibid., p. 366). Y aún más: "Toda explicación y todo paso de lo explícito a
lo evidente (incluso quizás en los casos en los que
N O M B R E S D E LUGARES 293
En efecto, en sí misma, esencialmente, es algo histórico (ein Hiszoriches), y como tal lleva en s í ,
con necesidad esencial, el horizonte de su historia (Historie)" (ibid., pp. 370-71). Mientras
que "también podemos decir ahora que la historia no es desde el principio otra cosa que el
movimiento vital de la coexistencia y el entretejido de fo rmaciones originarias y
sedimentaciones de sentido" (ibid� p. 371 ).
15. Ibídem, p. 378 .
16. ¿No es cierto que los únicos acontecimientos (históricos) actuales, fuera del asesinato
(es decir, la guerra), son los acontecimientos científicos: la invención de los espacios, desde
las matemáticas hasta la astronomía?
17. Cf. "La Chora semiot ique, " en La R evolu1ion du /angage poetique ( París: Seu il,
1974). pp. 23 -30. Para más información, véase la introducción de este volumen. (Ed.)
18. R. Spit z. "Autoerotismo re -exa minado", Psychoana�)'Iical Study of the Child.
(I 962), 17:292.
19. R. Spitz, The First Year of Li/'e: A Psychoanaly1ic Study of Normal and Deviant
Development of Objec1 R elations (Nueva York : In terna tion al Un iversities Press, 1 965).
I. Kre isler, M. Fain y M. Soule, en L'Enfant et son corps (París: Presses Universi taires
de France, 1 974), y S. Lebovici y M. Sou le, en La Connaissance de /'enfant par la
psych analyze (París: Presses Universi taires de Fra nce, 1 970), exponen algunos avances
interesantes en pediatría y psicología infantil.
20. C f. J acques Lacan, "El estadio del espejo como formador de la función del yo", en
Ecri1s: A Se/ec1ion, Alan Sheri dan, trans. (N ueva York : Norton, 1977), pp. 1-7.
21. Darwin señala que, tras los primeros gritos de sufrimiento, hacia el tercer m e s
aparece la risa, acompañada de la imitación del sonido, antes de que aparezcan los gestos que
expresan deseos (hacia el año) y, por último, las entonaciones, todas ellas modalidades
arcaicas y preverbales (Charles Darwin, "A Biological Sketch of an In fant", Mind,
2:285 -308 [1877]). W. Wundt señala la dependencia que he mencionado entre vocalización y
visión: la articulación imitativa se determina tanto por los sonidos que se oyen como por los que
se ven articular, pero en las primeras edades predomina la percepción visual sobre la
acústica, lo que podría explicar la precocidad de las consonantes labiales y dentales ( Vo/
kerpsycho/ogie [1 900], 1 9 1 1 , 1: 314-19).
22. C f. Edith Jacobsen, "The Child's Lau ghter", en The Psychoanalytic Study of the
Child, (1 946), 2:3 9-6 0.
23. Este aplazamiento de la facilitación de la "pulsión instintiva" antes de que se haya
considerado lo demás,
desde una perspectiva filosófica. por Jacques D errida en OfG rammaw/ogy, G. Spivak, trans.
(Baltimore: Johns Hopkins Un iversity Press, 1977).
24. "Me refiero al área hipotética que existe (pero que no puede existir) entre el bebé y el
objeto (madre o parte de la madre) durante la fase de la repudiación del objeto como no-
yo, es decir, al final de la fusión con el objeto" (Winnicott, Playing and Reality, p. 107).
25. "El objeto transicional representa la capacidad de la madre para presentar el
mundo de tal forma que el bebé no se dé cuenta al principio de que el objeto no ha sido creado
por la in fant" (ibid., p. 81 ).
26. M. A. K. Halliday, Learning How to Mean: Exp/orations in the Development of
Language (Lon don: Edward Arnold. 1975).
27. Ibid. pp. !8 y ss.
28. C f. my "Contra intes ryt hmiques et la ngage poetique" en Polylogue (Pa ris: Se uil,
1 977) pp. 437-66.
29. Esta investigación incluye dos grupos de niños: niños observados de tres meses a
tres años y niños observados de dos a tres a ñ o s . Los resultados,
294 NOMBRES DE
LUGARES
Aunque los resultados estadísticos son escasos y sólo pueden aplicarse como hipótesis para futuros
trabajos, deben probarse con análisis de un gran número de casos. Los intercambios verbales se registran
durante los juegos colectivos en los que se establece una relación individualizada entre el analista
adulto y cada uno de los n i ñ o s . El análisis también implica la regresión que este juego-atención induce
en los investigadores y estudiantes como prerrequisito para la decisión e interpretación del discurso
infantil-infantil.
30. Sobre la interpretación tópico-comentario de la sintaxis infantil, véase Jeffrey S. Gruber.
"Topicali zation in Child Language," en Foundations of Language (1 967) 3: 37-65 ; así como
Martin Braine, "The Ontogeny of English Phrase S t r u c t u r e ."Braine señala que los primeros
enunciados infantiles están determinados por relaciones de orden que se dividen en dos categorías (p i1-o
palabras más "X") que incluyen pronombres, preposiciones y auxiliares, y que los niños aprenden primero
la localización de unidades antes de ser capaces de asociarlas, a través de un proceso de
"generalizaciones contextuales", en pares morfémicos y, finalmente, en sintaxis normativa.
Thomas G. Bever, Jerry A. Fodor y William Wexsel, en "Theoret ical Notes on the Acquisition of
Syntax: Critique of 'Contextual Generalizat ion,"' Psychological Re 1-iew, (1 965) 72 :476-82,
cri ti c an esta posición y afirman que la posicionalidad es sólo el resultado de clases gramaticales
innatas; al principio serían clases, no lugares. Cualquiera que sea el interés metodológico y psicológico de
esta discusión por derecho propio, me gustaría señalar que la espacialidad que sustenta la fu nción
semiótica (que yo
En el momento del funcionamiento simbólico, lingüístico, del sujeto, l a posicionalidad determina la
organización de la propia cadena significante. La chora semiótica o el espacio potencial que, dentro del aspecto
equívoco del narcisismo primario, se jugaba entre "términos" fluidos (yo/otro, dentro/fuera), es sustituido
en lo sucesivo por términos con posiciones precisas, que extraen su valor lógico y sintáctico de esa misma
posición. Pero, ¿es la génesis de la posicionalidad de los términos (esbozo algunos de sus aspectos
psicoanalíticos) como un v a l o r d e contenido, un argumento suplementario a favor de esta
teoría, en detrimento de la teoría (actualmente muy debatida) de la universalidad de las categorías
gramaticales?
31. C f. J. Petito!. "Identidad y catástrofe", ponencia leída en el sem inar de Claude Levi-
Strauss sobre la identidad, enero de 1975.
32. A. Arnauld y P. Nicole, Logique (París: Presses Universitaires de France, 1965),
p. IO I.
ÍNDICE
Mean, 293n.
Ham ilton. Edith, 235n.
Universidad de Harvard. 27
Hayakawa, S., Lenguaje, significado y
madurez, 91 n.
Hegel. G. W. F.. vii. viii, 14, 1 6 - 1 7 . 32. 55,
88-89. 100, 1 06, 1 1 0- 1 1. 1 1 2- 14. 12 3n..
129. 1 45, 1 6 1 , 202; hegeliano
conciencia de sí mismo. 126. 127. 128;
Dialéctica hegeliana, 14 , 99 ;
Trascendencia hegeliana, 99;
Fenomenología de la mente, 123n .. 20
1; Filosofía de las bellas artes. 223-24,
23 5n.; Ciencia de la lógica,
123n.
Heidegger, Martin, vii, bi:, 14. 25. 135
Civilización helenística, 223
Heráclito, 82. 1 83. 184, 202, 2 39. 276,
292n.
Hete rogeneidad. 24-2 5. 1 63, 184. 1 89
Hilbert. David. 79
Hippocra tes, 82
Hirschman, Jack,
35n.
Historia: ambiva lencia de los textos, 68-6
9; la historia y el sujeto signi ficante. 103;
percibida a través de las palabras como
intersección de textos, 65; transformación
de la diacro
en la historia sincrónica a través de la
palabra dialogada, 65-66
Hitler, 164
Ideología hit leriana, 145
Hold erlin. Frie drich, 1 4 5 . 159, 202. 207
Hogar. La Ilíada, 202
Homosexua lidad. 199. 244; femenino. 239-40
Sat ires horacianos. 82
Howard, Rich ard. 1 2 \ n.
Huma nis m: classica l. 80; Florentine.
251-52 ; Ren a issan ce. 80
Husserl. Edmund, viii. 6. 128-30. 13 1-32,
300 ÍNDICE
276
Las ciencias europeas y la
fenomenología trascendental, 292n.-
293n.; Ideas: Introducción general a la
fenomenología pura, 1 30, 1 4 7 n . ;
Investigaciones lógicas, 129
Hyde. G M" 35n.
Ideologeme, 2. 36-38
Ideología, definición, 15
Imagen y trascendencia, 2 1 4, 222-23
Incesto : incesto hijopadre. 238-39; po
etic la ngu age and art as maternal
incesto, 30, 137, 143, 150, 1 56, 1 9 1-92
Inquisición, 50
Instinto. ver Dr.ive
Int ertextualidad: definida, 15 ; texto de la
novela como, 36. 37, 38; tra nsposición de
enunciados anteriores o sincrónicos en,
36.
discurso comunicativo. 5 1 -55;
polifonía, 7 1. 82-83. 85-86; escritura y
habla en la novela. 38
Ionesco, Eugene,
1 1 Irigaray. Luce .
9\ n. I rony. 27. 109
Isaías. 189
Iswolsky. He lene, 90n.
Kal'ka, Franz, 71, 80, 82, 86, 100, 1 5 1 el color y lo burlesco, 223; y la
Kage l. Ma uricio. 1 68 gestualidad, 284-85: como cartilla
Kant, Immanuel, 99 para la chora semiótica, 282-84; dentro
Kastner, J. G Les Voix de Paris, 61n.
. del significado y la cast ración, 18 1-
Khlebnikov, Velimir, 24, 27, 29-30, 32-34, 82
71 Lau treamon t, 5, 10. 29. 69, 71, 8 0 . 8 6, 1 09,
Klein, Melan ie, 277 1 38, 202
Kn udson, Charles A., 60n. Lavers, Annet te. 122n.
Konrad, Nikolai, 61n. Lebovici, S., La C onnaissance de fenjam
Corán, 171 par la psychanalyse, 293n.
Koskimies, Ra fael, Teoría de los romanos, Lecourt, M., 61 n.-62n.
91n. Leibnitz, Gott frie d Wilhelm von, 186, 202
Kre isler, ! , L'Enjam et son corps, 293n. Leopold, Werner F., Lenguaje infantil, 292n.
Krush chev, Nikita Sergeyevich. 2 Len in, Vladimir llyich, 14, 1 84, 202;
Ku rylowicz, J erzy, 172 Materialismo y empiriocriticismo, ! ;- Los
nozebooks filosóficos y lo que hay que
Lacan, Jacques, viii, 4, 16, 1 7, 1 9, 20n., 76, hacer, 184
1 28. 1 35, 277, 293n. Lentin, Lawrence, 292n.
La Fon taine, Jean de, 208n. Leon ardo da Vi nci, 1 57, 1 7 1 , 243-46, 247,
Layo, 1 99 265; Virgen del Clavel, 245; Gioconda,
El lenguaje: El sujeto cartesiano en la gramática 244; Virgen con el Niño y Santa Ana,
generativa, 128; la enunciación y la 244, 245
Freu dian un conscious, 272-78; linguistic Leroy, Ch ristine, 292n.
structur alism, 1 27-28, 1 3 1 ; Levi-S tra uss, Claude, 3, 1 00, 103, 1 1 6,
psicoanálisis y análisis del lenguaje, 122n., 1 24, 137, 294n.; L'Homme nu,
278; como sistema de signos, 127 147n.
Aprendizaje de idiomas: anac lisis, 281 ff.; Le wis, Philip E. 20n.
anáfora, 287-89, 29 1; infancia Lewy, Hans, 235n.
lenguaje/i n fantile langu age, 27 1 -78; Lichachov, D. S ... El hombre en la L
entrada en el syn tu y victoria sobre la iteratura de la antigua Rusia, 61 n.
madre, 289; ge nesis del objeto Lingüística, vii, viii, I, 4, 1 3, 23-34;
significable, 276-77, 28 1, 28 5-87; código lingüístico, 94
espejo Lin Piao, 203
etapa; 1 95, 1 98-99, 282-84; medida Longhi, R., Viatico per cinque secoli di
potencial presintáctica, 286; na mes Pi11ura veneziana, 210n.
propio, 290-91; sintaxis y negación, 289-90; Lovitt, Carl R., 22n.
tema/comentario, 287; vocalización de la Loyola, Ignat ius o f, 105, 1 1 8
falta, 28 1 -82 Lucan, 82, 83
l.ao Tzu, 191 Lucrecio, 18 3
Laplanche, Jean, Vocabulaire de la Luk acs, Gy!lrgy, 4; Teoría oj zhe Novela,
psychanalyse, 1 3 91 n.
La Sale, Antoine de: La Salle, Le11res a Lukasiewicz, J an. 70
Jacques de Luxem bourg sur /es
zournois, y Reconforza Madame de M acciochi, Maria-A ntonietta, 8
Fresne, 41; y Le Petit Jehan de Sainzre, Male, Emile, L'Arl religieux de la fin
2, 41 -46, 50-51, 53-59 du moyen-iige en France, 59n.
Lasalle, Ferdinand, 202 Ma llar me, M arie , 166
La risa: frente al conocimiento absoluto , 142, M allarme, Stepha ne, S. 10, 25, 76, 79, 80,
145; 100, 1 1 0, 1 33, 138, 1 39, 162, 193, 202,
autoe rot icismo e imaginaci ón, 283;
302 ÍNDICE
M eni ppe an trad ition, 69, 73. 77, 79-80 monológico, 67, 69-70, 72 , 74, 76-77,
Menipo de Gadara, 82 85, 87; polifónico, 69, 71, 79, 84, 85-86:
M essmer, Pi erre , 203, 20 9n. lista rea, 60n., 70, 84, 85; véase también Texto
M etz. Ch ristian. 91 n.
ÍNDIC 303
E
Edipo: Agresión edípica, 273: Complejo de Edipo, 272- 80. 81. 84, 202: Apología, 81; Teeteto,
73, 273, 274, 275, 276, 277: 235n.: Timeo, 1 3 3
Experiencia edípica, 196, 1 99: Cuerpo materno Pleynet, Marcellin, 7. 8; Enseignement de la
edípico, 195-96: Madre edípica. 104, 192, peinture, 234n.-235n.
193: Mito edípico, 272: P l o t i n o y el plotinismo, 223; Enneades,
La narrativa edípica, 1 74, 192-93, 196: 235n.
Etapa edípica, 1 60. 195 Lenguaje poético, 5. 7, 24-25. 26. 64, 69, 70,
Orestes, 192. 196 1 2 5 . 1 32. 1 3 3 . 1 34. 1 35. 1 36. 145. 1 74
Orfeo, 192 Palabra poética. 65
Otaka, Y . , 59n. Lógica poética. 70; como diálogo y ambiva
Overney, Pierre, 202. 203. 208n. lencia. 72: como permutación
Ovidio, 82 dramática de las palabras, 7 9 ; y el
infinito, 71-72
Piinini. 127 Polem ic. interior oculto. 73
Paradoja, 38 Polólogo: la conciencia dentro del ritmo y la pulsión, 1
Paragramas, 4. 1 5 . 69. 122n: véase también 73, 1 7 5 - 8 3 , 186; diálogo d e
Anagramas objeto de enunciación consigo mismo, 1 73-74,
Parodia, 31 . 73 186
Fu nción paterna, 1 5 1 -52, 1 54-55, 1 99, Polynom ia, 1 1 1 . 1 1 2. 1 69-71. 1 74
244-45 , 248-49, 273-75: el padre muerto, Pompidou, Georges, 1 59. 203. 209n.
149-50: muerte y sentido, 1 49: Ponge, Francis, 74
desintegración y renovación, 145-46: el padre Pontalis, J . - B . , Vocabulaire de la
como objeto de amor, 142. 1 5 0. 1 5 5 , 197: y psychanalyse, 1 3
poesía, 29: y escritura, 1 37-39. Port-Royal: Logique, 29 1: universal
149. 1 5 1 -52. 1 54-55. 163. 20 1 gramática de, 126. 127
Pablo, San. 52. 185 Postformalismo, véase Formalistas, rusos
Peano. Giuseppe, 70 Pound, Ezra. 202
Peirce. Charles S., viii, 3. 4 Poussin, Nicolas, 266
Perspectiva, 21 1, 226, 265 El embarazo como psicosis institucionalizada,
Petitot, J., 294n. Petronio 194, 237-40
Árbitro, 82 Fedón de Elis, 80 Praga, Círculo lingüístico de, 128
Falicismo, 164, 1 9 1 : fálico e i m a g i n a r i o Prevert. Jacques, 1 10
madre. 1 9 1 . 242-43, m a d r e fálica, 1 9 1 . Escena primigenia y representación, 249
193, 1 94, 199, 200. 206, 238. 242 Narcisismo primario, 220. 225. 245, 265.
Fenomenología, vii, viii, 6 269. 282
Phenotex t, 7, 208n. Productividad: texto como. 36: translingüística. 36.
Filón Judío. Sobre la creación del 66. 69
m u n d o . 23 5n. Prosa, medieval. 78
La filología como discurso de identidad, 12 5-26 Proust. Marcel. 7 1 . 1 1 0. 1 5 1 . 20 1
Diferencial �hónico. 174, 208n. Psicoanálisis, ix-x, I. 4, 6. 1 3 . 32. 74, 9 7 .
Jean, 3, 20n. 1 35- 36: sem i ología y, 1 1 9: la crítica d e l
Pablo. 1 1 transferencia. 1 1 7
Psicosis. véase Su b j e t o
304 ÍNDICE
Práctica significante: definida, 1 8; tipología del sujeto y la pulsión de muerte, 142, 162-63,
discurso como, 38 -4.1 , 49-50, 1 33-34 187, 205-6, 2 2 1 ; el sujeto del texto
diferenciado del sujeto de la neurosis y la psicosis,
Proceso de significación, ix, 3, 6-7, 1 24-25
Sistema de significación, translingüístico, I 97, 1 25, 139, 1 53-54, 1 82,
0 I Smith, Colin, 1 22n. 196, 2 1 8 ; objeto de la narración, 74; como
Socialismo, 9 ego trascendental, 1 24, 1 29-30, 28 1;
Spitz, Rene A. 278, 282, 283; The First ferencial, 45-47, b ) texto bou ndido
Y'ear ofLife, 293n. bloqueado por la no disju nción, 42 -44, 47-5
Spivak, Gayatri, 90n., 293n. 1, c) programación, 42, d) fi nitud
Stalin, José V., 2, 1 6 1 , 202 estructural y com posicional,
306 ÍNDICE