En las elecciones para Cortes Constituyentes de 1931, la conjunción
republicano-socialista logró un triunfo, culminando en la aprobación de la
Constitución el 9 de diciembre de ese año. La República Española se estableció como una "República de trabajadores de toda clase" bajo el principio de libertad y justicia. La nueva Constitución incluyó elementos destacados como la soberanía popular, sufragio universal para hombres y mujeres, una extensa declaración de derechos y libertades, y la separación de la Iglesia y el Estado, estableciendo un estado laico. También se concedieron derechos civiles como el divorcio, matrimonio civil y la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos. Los poderes del Estado se distribuyeron con un legislativo unicameral, un ejecutivo encabezado por un presidente con limitados poderes y un jefe de gobierno sujeto a la aprobación de las Cortes, y un poder judicial a cargo de los tribunales de justicia. Por primera vez en la historia, se reconoció el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía.