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Aviso

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Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir, corregir y
diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es darlos a conocer a
nivel internacional y entre la gente de habla hispana, animando siempre a los
lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar realizado por


aficionados y amantes de la literatura puede contener errores. Esperamos que
disfrute de la lectura.
Indice

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Sinopsis .......................................................................... 4

Prólogo ............................................................................ 5

Capítulo 1 ....................................................................... 9

Capítulo 2 ..................................................................... 20

Capítulo 3 ..................................................................... 30

Capítulo 4 ..................................................................... 40

Capítulo 5 ..................................................................... 58

Capítulo 6 ..................................................................... 77

Capítulo 7 ..................................................................... 95

Capítulo 8 ....................................................................113

Capítulo 9 ....................................................................137

Capítulo 10 ..................................................................154

Capítulo 11 ..................................................................170

Capítulo 12 ..................................................................184
Capítulo 13 ..................................................................197

Capítulo 14 ..................................................................211

Capítulo 15 ..................................................................231

Capítulo 16 ..................................................................244

Capítulo 17 ..................................................................259

Capítulo 18 ..................................................................273

Capítulo 19 ..................................................................284

3
Epílogo .........................................................................307

Sobre la Autora ............................................................312

Saga Argeneau .............................................................313


Sinopsis

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Una simple promesa de proteger al hijo pequeño de su amiga ha trastornado
la existencia de Allie Chambers. Cuidar y alimentar a un bebé vampiro huérfano
ha sido lo suficientemente complicado. Pero a medida que crece el pequeño Liam,
también crece su apetito. Necesita más sangre de la que ella puede suministrarle
personalmente. Y cuando sus intentos de robar de un banco de sangre salen mal,
Allie se despierta rodeada de médicos, policías... y el magnífico y fascinante
Magnus, en quien no puede confiar ni resistirse.

Magnus nunca esperó encontrar a su compañera de vida irrumpiendo en un


banco de sangre. Claramente, Allie ya está entrelazada con su mundo, en formas
más profundas y peligrosas de lo que cree. Una banda de viciosos y despiadados
inmortales está persiguiéndola, y la primera tarea de Magnus es mantenerla a
salvo. El segundo: despertarla a un placer alucinante y esperar que acepte la vida
y la pasión que solo él puede ofrecer.
Prologo

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Allie estaba acurrucada en el sofá frente a una repetición de The Big Bang
Theory1, sorbiendo una cena tardía de fideos ramen, cuando el golpeteo sonó en
la puerta de su casa. Sus labios se deslizaron inmediatamente en una sonrisa. Era
casi medianoche y sólo conocía a una persona que probablemente se levantaría
tan tarde. Stella, su vecina del otro lado de la calle, era una lechuza como ella,
pero también era una nueva madre.

Poniendo sus fideos en la mesa de café, Allie se bajó del sofá y corrió hacia la
puerta. Era mediados de febrero, había estado nevando la mayor parte del día y
hacía un frío helado afuera. Demasiado frío para estar de pie en la puerta con un
bebé de un mes.

—¡Oh, bien, todavía estás despierta! —la saludó la pequeña morena


alegremente cuando Allie abrió la puerta.

1 (La teoría del Big Bang en Hispanoamérica) es una comedia de situación estadounidense
estrenada el 24 de septiembre de 2007 y finalizada el 16 de mayo del 2019 por la cadena CBS. Fue
producida por la Warner Bros y Chuck Lorre.
—Como siempre —dijo Allie divirtiéndose, retrocediendo automáticamente
cuando Stella empezó a avanzar—. Ya casi termino con el proyecto, así que me
marché temprano.

—Y probablemente quieres relajarte ahora —dijo Stella con una sonrisa de


disculpa mientras movía a Liam, un bebé envuelto, para acunarlo en un brazo y
así poder cerrar la puerta detrás de ella—. Bueno, no te molestaré mucho. —
Gesticulando a la bolsa que colgaba de la muñeca del brazo que sostenía a Liam,
agregó—: Me di cuenta de que olvidé dejar esto hoy temprano y pensé que te
gustaría. —La alegre charla y la sonrisa murieron en el momento que la puerta
se cerró. Con expresión repentinamente sombría, quitó la manta que tenía
envuelta al pequeño Liam y lo sostuvo—. Tienes que llevártelo.

Los ojos de Allie se abrieron de par en par, pero tomó al bebé y lo apretó contra

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su propio pecho. En el momento en que lo hizo, Stella sacó una muñeca de la
bolsa y comenzó a envolverla con la manta, ya que Liam había sido envuelto en
ella hacía unos momentos. Allie la miraba con preocupación, pero antes de que
pudiera preguntar qué estaba pasando, Stella anunció:

—Me han encontrado.

Los brazos de Allie se apretaron protectoramente alrededor de Liam, su


preocupación se convirtió en miedo total.

—¿Qué pasó?

—Nada... sin embargo —añadió en voz baja—, los vi siguiéndome de camino


a casa desde la cafetería.

—Así que viniste aquí.

—Sólo para dejar a Liam contigo —le aseguró Stella—. Ahora voy a llevarlos
lejos para mantenerlos a ambos a salvo. —Terminada la envoltura, puso la
muñeca sobre la mesa del pasillo de Allie y extendió la mano para quitarse el
medallón en forma de corazón que siempre llevaba puesto. Se encontró con la
mirada de Allie y le preguntó solemnemente—: ¿Cumplirás tu promesa y
cuidarás de él?

—Sí, por supuesto.


—Gracias —susurró Stella, y luego se movió rápidamente detrás de ella para
poner el collar sobre su cabeza—. Esta tiene una foto del padre de Liam y mía.
Algún día, cuando sea lo suficientemente mayor para entender, muéstrale la foto
y explícaselo. Dile que lo amaba más que a nada. No dejes que me olvide.

—No, por supuesto que no lo haré —murmuró Allie, mirando el relicario


donde descansaba contra su pecho junto al pequeño y cálido cuerpo de Liam.
Frunciendo el ceño, levantó la vista para ver que Stella había recuperado la
muñeca envuelta y la estaba colocando contra su pecho de la misma manera que
había sostenido a Liam al llegar. Al morderse el labio, Allie miró a su amiga con
preocupación—. Stella…

—Estoy segura de que todo irá bien. Esto es por si acaso —la interrumpió
Stella, y luego logró sonreír—. Gracias… por ser mi amiga y por amar a Liam.

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—Yo… —La boca de Allie cerró las palabras que quería decir. Stella ya se había
ido. Allie miró brevemente a la puerta cerrada, y volvió a sorprenderse por la
increíble velocidad que la mujer a veces mostraba. Movió a Liam para acunarlo
en un brazo mientras se dirigía a la puerta y tiraba del borde de la persiana hacia
un lado lo suficiente como para asomarse. Observó a Stella arrullando al “bebé”
mientras lo colocaba en la carriola de Liam en la acera frente a su porche, pero
luego escudriñó la calle, buscando a alguien fuera de lugar o vigilando a Stella.
No vio a nadie, pero estaba oscuro. Un ejército de hombres podría estar
escondiéndose entre las casas de la ciudad y probablemente no los vería.

Mordiéndose el labio, Allie volvió a mirar a Stella cuando la mujer terminó de


asentar al “bebé” y empezó a empujar la carriola por la acera cubierta de nieve.

—Debí haber limpiado el camino de nuevo cuando terminé de trabajar —


murmuró Allie recriminándose. Había sacado el soplador de nieve y limpiado la
acera esa tarde, pero había continuado nevando después de eso y había algunos
centímetros de material blanco ahí fuera. No una cantidad loca, pero suficiente
para hacer que empujar un cochecito de bebé fuera un poco una prueba. No es
que Stella pareciera estar teniendo problemas, anotó Allie. Pero Stella era mucho
más fuerte que la mujer promedio.

A pesar de la hora y la falta de tráfico, Stella se detuvo para comprobar en


ambos sentidos antes de cruzar la carretera y dirigirse a su propia casa. Entonces
Stella recogió al “bebé” y subió los escalones a su pequeño porche. Allie la vio
abrir la puerta y entrar. La puerta estaba empezando a cerrarse tras ella cuando
ocurrió la explosión.

El sonido era ensordecedor, y Allie sintió el suelo vibrar bajo sus pies mientras
el edificio del otro lado de la calle temblaba. Sus ventanas se rompieron, sus
cristales volando mientras las llamas rugían de ellos con una furia asombrosa
antes de retroceder hacia el interior.

—No te preocupes. Estoy segura de que salió por la parte de atrás con esa loca
velocidad suya —susurró Allie cuando Liam comenzó a quejarse en sus brazos
como si hubiera visto y entendido lo que acababa de ocurrir. Las palabras apenas
habían salido de sus labios cuando Stella reapareció en la puerta aún abierta de
la casa en llamas. El Liam falso todavía estaba aferrado a su pecho y su cuerpo
estaba cubierto de fuego. Stella se quedó allí de pie brevemente, oscurecida por

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las llamas que la cubrían, y luego volvió a la casa y se desplomó en el fuego.

Allie miró fijamente la entrada ardiente de la casa de la mujer durante mucho


tiempo. No tenía ni idea de lo que estaba esperando. Tal vez para que Stella
reapareciera y la saludara para hacerle saber que todo estaba bien. Pero eso no
sucedió, y finalmente, se hizo soltar el borde de la persiana para que la casa en
llamas quedara bloqueada a la vista.

Al tragar espesamente, Allie miró al bebé en sus brazos. La promesa que Stella
había mencionado era la de criar y mantener a Liam a salvo si algo le pasaba.
Stella no había sido específica sobre lo que podría ser ese algo, pero morir en una
explosión de fuego caería en esa categoría.

—Querido Dios —murmuró Allie, mirando al pequeño huérfano en sus


brazos. Ahora tenía un bebé que cuidar y mantener a salvo. Ella, Allison
Chambers, una mujer soltera de treinta años sin hijos propios, ¿o con alguna
probabilidad de tenerlos, era ahora una madre...? ¿Madre adoptiva? ¿Madre de
crianza? No sabía lo que era, excepto que era responsable del niño en sus
brazos…. y no sabía nada sobre bebés. Sabía aún menos sobre criar bebés
vampiros. ¿Qué demonios se suponía que debía hacer?
Capitulo 1

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Magnus se bajó del avión y se detuvo abruptamente en los escalones, sus
dedos apretando alrededor del mango de su maleta mientras un gélido viento
del norte soplaba sobre él. Hacía suficiente frío como para robarle el aliento y le
hizo desear brevemente que pudiera darse la vuelta, volver a sentarse en el avión
y exigir que lo llevaran a su casa en el Reino Unido. Luego vio la camioneta
entrando en la pista de aterrizaje privada.

Enderezando sus hombros, Magnus agachó la cabeza y rápidamente bajó las


escaleras hasta el asfalto, apoyándose en el frío y rugiente viento para hacerlo.
Estaba decidido a quedarse. No había volado hasta aquí desde Inglaterra sólo
para dar la vuelta con la primera brisa fría y volar de vuelta a casa sin recoger a
la mujer a la que había venido a buscar.

—¿Qué hiciste? Verificar el pronóstico del tiempo para la época más fría del
año y reservar el vuelo para entonces...

Magnus levantó la cabeza ante ese comentario gritado para ver que la
camioneta se había detenido a pocos metros delante de él, y que un joven moreno
había salido por el lado del conductor para correr hacia él.
—Tybo —saludó suavemente, entregando su maleta cuando el hombre más
joven la tomó—. Está un poco fresco.

—Fresco, mi trasero. Hace mucho frío —gritó Tybo para ser escuchado sobre
el viento mientras guardaba la maleta en la parte trasera de la camioneta.
Cerrando la puerta, se apresuró a acercarse al lado del conductor y añadió—: Me
sorprendería que el piloto pudiera despegar ahora que está aquí. Sus alas
probablemente ya tengan hielo.

Magnus simplemente gruñó y se deslizó en el asiento del pasajero delantero,


deseoso de disfrutar del calor que le esperaba.

—¿Cómo estuvo el vuelo? —preguntó Tybo, tocando botones y perillas para


ajustar el calor.

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—Sin incidentes. Dormí la mayor parte del camino —admitió Magnus
mientras el hombre más joven ponía el calor a toda velocidad, enviando una
ráfaga de aire caliente sobre él.

—Bien. Entonces, ya estás descansado y listo para salir —murmuró Tybo


mientras ponía el vehículo en marcha y giraba en U en la pista de aterrizaje.

—¿Para salir? —preguntó Magnus, sus ojos entrecerrados—. El único lugar al


que voy es a casa de Marguerite Argeneau Notte. Me dijeron que me llevarías
allí.

—Bueno, resulta que Marguerite vino a buscarte ella misma —le informó
Tybo.

—¿Entonces por qué estás conduciendo más allá de la casa hacia las puertas?
—preguntó Magnus, girando la cabeza para mirar fijamente a la casa de los
ejecutores mientras la pasaban.

—Como dije, Marguerite vino a buscarte, y mientras esperaba, estaba


charlando conmigo y con Sam sobre tu compañera de vida...

—Posible compañera de vida —corrigió Magnus, principalmente para su


propio beneficio. Trataba de no emocionarse demasiado hasta que supiera que
las cosas iban a salir bien. Había vivido mucho tiempo y durante la mayor parte
de ese tiempo había anhelado una compañera. Forjar ilusiones sólo para
aplastarlas sería insoportable. Era mejor que se aferrara a una actitud de “esperar
y ver”.

Tybo gruñó, pero continuó.

—Mortimer vino a la cocina donde estábamos hablando, justo a tiempo para


oír que se llamaba Allison Chambers.

—Allie —corrigió Magnus—. Marguerite dice que ella prefiere Allie.

—Correcto. Allie. De todos modos, parece que acababa de escuchar en la radio


de la policía que una tal Allison Chambers había sido arrestada por robar un
banco de sangre y que iban a enviarla...

—¿Qué? —interrumpió Magnus con horror—. ¿Mi Allie robó un banco de

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sangre?

—Sí. Bueno, estamos seguros de que fue tu Allie. Es el banco de sangre donde
trabaja. Mortimer nos iba a enviar a Valerian y a mí al hospital para ver si este
robo estaba relacionado o no con los inmortales, pero una vez que se dio cuenta
de que ella era tu compañera de vida…

—¿Robó un banco de sangre? —repitió Magnus, todavía atrapado en el hecho


de que había robado algo. Entonces comprendió las últimas palabras de Tybo y
preguntó alarmado—: ¿Por qué el hospital? ¿Estaba herida?

—Mortimer no estaba seguro de por qué la policía la llevó al hospital. Sabes


que los oficiales sólo usan la radio con lo básico.

Magnus frunció el ceño ante la falta de información, ahora preocupado de que


su posible compañera de vida pudiera resultar herida, o incluso morir. Eso sería
mala suerte para él. Encontrar una compañera de vida justo cuando murió.

—Así que, vamos al hospital a averiguar qué es qué —terminó Tybo


solemnemente.

Magnus asintió y luego sacudió la cabeza.

—¿Por qué diablos robaría un banco de sangre? Marguerite dijo que era
mortal.

Tybo se encogió de hombros.


—Eso es algo que Mortimer quiere que averigüemos. Si ella estaba realmente
robando el lugar —agregó de manera significativa—. Quiero decir, ella trabaja
allí, después de todo. Tal vez la policía cometió un error.

—¿Así que estás diciendo que todo esto fue un gran error?

Allie ignoró el escepticismo seco en el tono del oficial de policía mayor y centró
su atención en el oficial más joven, mucho más comprensivo, mientras respondía:

—Bueno, lo es si piensas que estaba irrumpiendo y entrando en el banco de


sangre. No entré por la fuerza. Tengo las llaves —señaló—. Trabajo allí.

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—Y sólo fuiste allí para mover algún producto. A las once de la noche —
preguntó el oficial mayor con dudas.

Allie asintió con firmeza.

—Necesitaba llevar algo de sangre del hospital al refrigerador adecuado.


Olvidé hacerlo antes de irme hoy temprano.

—¿Y pensaste que era una buena idea a las once de la noche?

Allie se encogió de hombros.

—Ahí fue cuando me fui de la fiesta y pensé en ello. —Ofreciendo una sonrisa
irónica, agregó—: Tengan en cuenta que yo había estado bebiendo, así que mi
juicio podría haber sido erróneo. Aun así, no quería que mi jefe tuviera que
hacerlo por la mañana. Ella es mayor y su artritis le ha estado dando problemas.

Se detuvo a mirar a ambos hombres para ver cómo estaban aceptando lo que
había dicho. —Además, ¿qué robaría del banco de sangre? No hay dinero, ni
drogas, ni nada. Todo lo que hay en el lugar es sangre. ¿Quién robaría sangre?

Para su alivio, eso pareció ser un argumento convincente ya que el oficial más
joven asintió como si lo que ella había dicho tuviera sentido, y el escepticismo en
la cara del oficial más viejo se alivió considerablemente. Entonces el mayor le
preguntó:

—¿Y tu vestido?
Allie miró los vaqueros negros y la blusa negra que llevaba puesta, pero sabía
que en realidad se trataba de la máscara de gato negro de la que hablaban.
Afortunadamente, en el último minuto había pensado en añadirla por si acaso
pasaba algo inesperado y la atrapaban. Gracias a Dios, ya que se había
desmayado a mitad de la prueba, y se había roto la cabeza en el duro suelo de
baldosas cuando se cayó.

Aparentemente fue encontrada por uno de los limpiadores cuando llegaron a


medianoche. Así es como se encontró despertando aquí en el departamento de
emergencias del hospital con un médico y estos dos oficiales mirándola fijamente,
llenos de preguntas.

—Era una fiesta de disfraces —dijo ahora, dando la excusa que se le había

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ocurrido antes—. Fui como un gato... no como un ladrón de gatos. —Añadió esa
última parte con una sonrisa estrafalaria y rezó en silencio para que le compraran
una excusa. Al notar la forma en que se torcían los labios del oficial más joven,
Allie se sintió segura de que los estaba convenciendo—. Debo haber dejado mis
orejas en la fiesta. Estaban con una cinta en la cabeza y estaba un poco apretada.
Empezó a darme dolor de cabeza a medida que pasaba la noche. O tal vez esa fue
el alcohol —agregó, aunque no había tomado ni un solo trago esta noche. Era
mejor que pensaran que era una idiota borracha que una ladrona de sangre.
Simplemente no podía ir a la cárcel. ¿Quién cuidaría a Liam?

Allie se preocupó por eso mientras esperaba que los policías se decidieran
sobre ella. ¿Qué le pasaría a su hijo si ella fuera a la cárcel?

—Está bien.

Allie levantó rápidamente la vista hacia esas palabras del oficial mayor.

—Este es obviamente un caso de… —Hizo una mueca y negó con la cabeza—
. Ni siquiera estoy seguro de cómo lo llamarías además de mal juicio bajo
influencia. En el futuro, señora, cuando vaya a fiestas donde quiera beber, deje
las llaves de su trabajo en casa. Con suerte, eso evitará que algo así vuelva a
suceder.

—Si se le permite conservar sus llaves de trabajo —comentó el oficial más


joven, y la miró con simpatía, mientras le explicaba—: Tuvimos que llamar a su
supervisor y decirle lo que había pasado. Iba de camino al banco de sangre para
comprobar la situación y calmar al personal de limpieza.

—Sí —gruñó el anciano—. Encontrarte inconsciente en el suelo con ese


atuendo y rodeado de un charco de sangre le dio un buen susto al equipo de
limpieza.

—¡Oh, no! ¿Algunas de las bolsas de sangre se rompieron? —preguntó Allie,


consternada por el pensamiento de los residuos. Los bancos de sangre siempre
estaban luchando para satisfacer la necesidad de sangre de los hospitales y
demás.

—No. Las bolsas estaban bien. La sangre era de la herida de tu cabeza —dijo
el viejo con tristeza—. Te diste un buen golpe al caer.

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—Ah. —Suspiró Allie, e instintivamente se estiró para tocar su cabeza,
encontrándose con una tela que suponía que eran vendas. Se había desmayado
en medio del robo. Sus mareos habían aparecido rápidamente. Había estado un
poco débil, pero bien hasta entonces, pero mientras llevaba una caja de bolsas de
sangre por la habitación, todo había empezado a girar de repente y el suelo se
había elevado para encontrarse con ella. Aparentemente, se golpeó la cabeza al
caer. Genial. Había perdido más sangre.

—Bueno. —El oficial mayor se movió y cerró el bloc de notas en el que había
estado anotando desde que ella se despertó—. Saldremos y dejaremos que te
instalen en una habitación.

—¿Una habitación? —preguntó con alarma.

—El médico dijo que querían tenerte en observación veinticuatro horas —dijo
suavemente el oficial más joven—. Te diste un buen golpe cuando tu cabeza
golpeó el suelo. Las baldosas duras que se juntan con el cráneo son peligrosas.
Quieren asegurarse de que todo está bien. No hay hinchazón en el cerebro ni
nada.

—Pero la esperaremos en la estación de policía cuando la liberen mañana —


dijo el oficial mayor con severidad—. Deberá firmar el papeleo que ha causado
esta pequeña excursión suya.

—Sí, por supuesto —murmuró Allie, pero sabía que no podía quedarse. Liam
era especial. No podía quedarse solo mucho tiempo.
—¿Oficial Mannly?

El patrullero de más edad se giró ante esa suave pregunta y sonrió a la joven
enfermera que había aparecido en la abertura de la cortina.

—¿Sí?

—Hay dos detectives hablando con el doctor Whitehead. Creo que están aquí
por la señorita Chambers, así que pensé en avisarte.

—Detectives, ¿eh? —dijo Mannly con disgusto—. Gracias. Iremos a impedirles


el paso y les diremos que desperdiciaron un viaje.

Cuando la enfermera asintió y se escabulló, se volvió para sonreír


torcidamente a Allie.

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—Descansa un poco. Pero no olvides venir a la estación mañana. Y tal vez sin
el disfraz de gato.

—Sí. —Allie logró sonreír y murmuró—: Gracias. —Mientras los hombres se


deslizaban por la abertura en la cortina y se perdían de vista, pero su mente
estaba en cómo salir de allí. Seguramente el hospital no podría retenerla si
quisiera irse. No estaba bajo arresto. Gracias a Dios.

Decidida a escaparse para evitar cualquier problema, Allie se deslizó de la


camilla en la que se había despertado, y luego tuvo que detenerse y agarrarse a
ella para estabilizarse cuando el mundo se tambaleó a su alrededor. Pasó un
minuto antes de que el suelo dejase de moverse, y luego soltó un pequeño suspiro
y se dirigió a la abertura de la cortina. Estaba en mal estado, peor que nunca. Allie
amaba a Liam hasta los huesos, pero ese amor la estaba matando.

Apartando ese pensamiento por ahora, se detuvo y miró afuera. Había varios
doctores y enfermeras correteando por ahí, moviéndose de un área con cortinas
a otra. También había dos hombres altos, todos de negro, hablando con el médico
que la había tratado. Uno de los hombres estaba vestido con pantalones de cuero
negro, una camiseta negra y un abrigo de cuero negro pesado. El otro tenía un
traje negro y un abrigo largo. Los detectives, supuso Allie mientras veía al oficial
Mannly y a su compañero acercarse a ellos.

Allie comenzó a desviar su atención cuando un destello de plata llamó su


atención. No era de un reloj de pulsera, o un anillo que llevara uno de los dos
detectives, sino de sus ojos. Su sangre se congeló cuando vio el brillo metálico en
sus profundidades. Cuando uno de los dos hombres nuevos miró hacia ella, se
escondió rápidamente detrás de la cortina, con el corazón acelerado y el mundo
tambaleándose de nuevo.

Allie se obligó a respirar profundamente un par de veces para estabilizarse.


Estaba seriamente baja de sangre en ese momento. Si fuera un coche, dirían que
no tenía gasolina. Al menos, así fue como se sintió. Fue lo que había precipitado
esta arriesgada y ridícula aventura de robar el banco de sangre. También iba a
ralentizarla. Pero necesitaba salir de allí. Y sin esos dos “detectives” viéndola.

Allie consideró sus opciones y luego cruzó la pequeña habitación con cortinas
hacia el lado opuesto. Allí, se arrodilló y miró debajo de las cortinas. Sin ver

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ningún pie moviéndose en la siguiente área de la cortina, se arrastró rápidamente
hacia abajo. Había alguien en la camilla, pero estaba acurrucado de costado,
agarrando su estómago con los ojos apretados y cerrados por el dolor.

Pensando que eso fue fortuito, Allie rápidamente se apresuró alrededor de la


camilla hacia el lado opuesto. Todavía a cuatro patas, se detuvo para revisar esta
nueva área. Aquí, había pies y piernas en zapatos y pantalones blancos.
Afortunadamente, incluso cuando los vio, se apartaron de la camilla y se alejaron
de la zona de las cortinas. En el momento en que lo hicieron, Allie también se
arrastró por debajo de la cortina y se apresuró hacia el lado opuesto.

—¿Hola? —La pregunta fue en parte sorpresa y en parte consternación por


parte de la camilla. La voz sonaba como la de una anciana, pero Allie no miró a
su alrededor para ver si su suposición era correcta. Simplemente murmuró:
“Hola, lo siento”, y salió corriendo hacia el otro lado de la zona de las cortinas,
donde se puso en pie con cuidado. Era el final de las salas de examen, si se puede
llamar así al área con cortinas. Se trataba de una pequeña alcoba con armarios y
un fregadero justo al lado de una puerta que, según sospechaba, daba acceso al
resto del hospital y a otras salidas. Se movió al final de la alcoba sin cortinas y se
arriesgó a echar un vistazo.

El médico se había alejado de los dos detectives y ahora estaban hablando con
los agentes de policía. Las expresiones de los detectives estaban extrañamente
concentradas. La vista simplemente la hizo más decidida que nunca a irse tan
rápido como pudiera. Necesitaba llegar a casa, agarrar a Liam y las maletas que
siempre guardaba, y salir de Toronto. Esperaba que la ciudad les permitiera
permanecer más tiempo perdidos, y parecía que funcionaba. Habían logrado
quedarse aquí durante cuatro meses en lugar de los dos o tres habituales, pero
habían sido encontrados de nuevo y ya era hora de mudarse.

La idea era deprimente para Allie. Estaba agotada en cuerpo, corazón y mente
tan sólo quería acurrucarse y dormir durante una semana... o quizás un año.

Pero ella no tenía esa opción. Sólo tenía que aguantarse y seguir adelante. Por
Liam.

—Por lo tanto, hemos manejado a la policía y a los doctores —murmuró

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Magnus mientras los oficiales de policía se alejaban, sus recuerdos de los eventos
que rodeaban a Allie Chambers removidos.

—Sí. —Tybo exploró el área de emergencia, sin duda revisando las mentes y
los recuerdos de las enfermeras y los médicos presentes para asegurarse de que
no habían perdido a nadie—. Mortimer tendrá que enviar a alguien para borrar
cualquier evidencia física. La llamada al 911 y así sucesivamente.

—¿Es eso necesario? Ni siquiera pensé que fuera necesario eliminar los hechos
de la mente de los médicos y la policía. Todos ellos parecían pensar que era un
error. Que ella estaba allí para propósitos inocentes.

—Pero ella es una posible compañera de vida para ti, Magnus, así que eso es
una conexión con nosotros y necesitamos eliminar todo lo que nos conecte.

—Por supuesto —dijo Magnus en voz baja, sabiendo que eso era verdad.
Debería haberse dado cuenta de eso de inmediato, pero estaba un poco distraído
ante la perspectiva de conocer a su compañero de vida. Un posible compañero
de vida, se recordó. El hecho de que ella se adaptara a él no significaba que
aceptaría convertirse en su compañera de vida. Suspirando, enderezó sus
hombros—. ¿Y? ¿Nos acercamos a ella ahora y la sacamos de aquí?

—No.

Magnus se volvió bruscamente hacía él.

—¿No?
—Quiero decir, no podemos acercarnos a ella —dijo Tybo con una mueca—.
Al menos, no aquí. Se fue mientras tratábamos con los oficiales de policía.

—¿Qué? —preguntó Magnus con consternación—. ¿Qué quieres decir con que
se fue? ¿Por qué no la detuviste?

—Porque no quería que causara un alboroto aquí después de haber trabajado


tan duro para borrar los recuerdos de todos —dijo Tybo tranquilamente—. Pero
está bien. Tenemos su dirección. Iremos a su casa y podrás... —Se encogió de
hombros—. No lo sé. Presentarte o algo así. Hablando de eso, ¿cómo planeas
manejar las cosas?

—Yo… —Magnus frunció el ceño—. Bueno, no así. Un encuentro


aparentemente accidental, tal vez. Algo que parezca aleatorio o natural, y luego

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la cortejaría.

—¿En serio? —Tybo sonrió.

—¿Qué? —preguntó Magnus, con los ojos entrecerrados.

—Nada —dijo al instante el joven, pero su sonrisa se amplió—. Sólo estás


mostrando tu edad. El cortejo es como de la vieja escuela.

—¿La palabra o la actividad? —preguntó Magnus con irritación.

—Ambos —decidió Tybo, y luego palmeó su hombro con una mano y usó el
asidero para empujarlo hacia la salida—. Me temo que el encuentro accidental se
ha acabado. Tenemos que averiguar qué estaba tramando esta noche.

—Sabemos lo que estaba haciendo —señaló Magnus al salir de la zona de


emergencia—. Estaba moviendo un poco de sangre que olvidó guardar antes de
salir del trabajo ese día y...

—Quizás —interrumpió Tybo—. Pero tenemos que averiguarlo con


seguridad.

—Por supuesto que sí. —Estuvo de acuerdo Magnus cansado, pero no estaba
contento con el conocimiento. Esperaba tener una introducción más natural en
su vida. Esta no iba a ser natural y podría hacer las cosas más difíciles. Pero
incluso difícil era mejor que no tener la oportunidad. Había esperado mucho
tiempo para conocer a su compañera de vida—. Entonces, ¿vamos a su casa?
—Sí —dijo Tybo, y luego ambos se quedaron en silencio mientras salían del
edificio y se dirigían a la camioneta. Ninguno de los dos volvió a hablar hasta
que Tybo entró en el estacionamiento de un edificio de apartamentos unos veinte
minutos más tarde. Apagando el motor, se volvió hacia Magnus—. ¿Cómo
quieres jugar a esto? Quiero decir, no quiero hacer esto más difícil para ti de lo
que tiene que ser. Podrías esperar en el coche y yo podría entrar solo, leer su
mente, y si todo es legal, y ella no estaba robando sangre, sólo vete y deja que
hagas todo tu encuentro accidental y cortejar después.

—¿Harías eso? —preguntó sorprendido.

—Claro —dijo Tybo, y luego señaló—: De todos modos, no es como si fueras


a ser de mucha ayuda. Si es una posible compañera de vida, no puedes leerla ni

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controlarla. Así que, si no estaba robando sangre, tiene más sentido que esperes
aquí para que puedas acercarte a ella sin complicaciones.

Magnus asintió, pero su atención se había fijado en dos hombres que se


movían en la oscuridad a lo largo del frente del edificio, medio escondidos por
los arbustos que corrían por él. Se puso tenso cuando notó la forma en que sus
ojos brillaban en la oscuridad.

—Así que, dejaré el coche encendido y...

—Allie vive en el primer piso, ¿no? —interrumpió Magnus.

—Sí —dijo Tybo, sonando desconcertado por la pregunta.

—¿La fachada del edificio? —preguntó Magnus.

—No lo sé. Sólo sé que su apartamento es el 107.

—Estoy bastante seguro de que probablemente vive en el frente —dijo Magnus


con sombríamente, alcanzando la manija de su puerta.

—¿Por qué?

—Porque hay dos inmortales que están irrumpiendo en un apartamento en la


planta baja —dijo Magnus sombríamente al salir del auto.

Maldiciendo, Tybo apagó el motor y lo siguió.


Capitulo 2

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—¡Mami!

Allie empujó la puerta y forzó una sonrisa mientras se giraba para ver a su
pequeño niño correr por el pasillo hacia ella. Su cabello oscuro estaba despeinado
y su pijama de Spider-Man estaba arrugado.

—Liam —susurró. Aliviada al ver que estaba vivo y bien y que por lo menos
una de sus preocupaciones había sido en vano, se inclinó a abrazarlo cuando él
se lanzó contra ella—. Deberías estar durmiendo la siesta.

—Me desperté y te habías ido —se quejó el niño, levantando la cabeza para
mirarla acusadoramente.

—Lo sé. Lo siento mucho. No quise irme tanto tiempo —dijo pidiendo
disculpas, sus ojos moviéndose más allá de él y subiendo por el pasillo.
Necesitaba tomar sus bolsas de viaje y sacarlo de allí. Allie no sabía cuánto
tiempo tenía, pero tener vampiros en el hospital investigándola no era algo
bueno. Durante todo el camino a casa en el taxi, estaba aterrorizada de que
llegaría y encontraría a Liam muerto y a vampiros esperando para matarla o
llevarla.

—¿Qué es esto?
Sintió que él le tiraba de la venda alrededor de su cabeza y cambió su atención
hacia el niño.

—Nada —le aseguró—. Ahora tienes que ir a buscar tu osito de peluche


mientras yo agarro nuestras bolsas de viaje —dijo, alejándolo—. Tenemos que
irnos.

—¿Nos mudamos otra vez? —preguntó el niño infelizmente.

—Sí, cariño. Ahora mismo. Así que ve a buscar tu osito o tendremos que
dejarlo —añadió con firmeza, dándole un empujón en el pasillo. No se perdió la
forma en que sus hombros se hundían ante las noticias, o lo miserable que
obviamente lo hacía, pero su seguridad era su primera prioridad y ya no estaban
a salvo aquí.

21
Suspirando, se puso de pie y se dirigió al armario del pasillo. Allie acababa de
agarrar sus bolsas de viaje y las puso sobre su hombro cuando escuchó a Liam
gritar de miedo desde su habitación. El pánico se apoderó de ella, Allie corrió por
el pasillo y atravesó la sala de esta, y se dirigió a la puerta del dormitorio. Nunca
lo logró. Apenas había entrado en la sala de estar cuando la agarraron y la ataron.
La velocidad de su atacante le dijo que estaba tratando con un vampiro. Su fuerza
lo respaldó, y luego un segundo hombre salió del dormitorio sosteniendo a un
frágil Liam, sus ojos brillando con fuego dorado.

—¿Por qué no has tomado el control de ella? —preguntó el captor de Liam


frunciendo el ceño cuando vio a Allie luchando inútilmente contra el hombre que
la sostenía.

—Me gusta cuando pelean —dijo el hombre que la sostenía riendo, y luego se
puso rígido, un gorgoteo saliendo de su garganta. Allie apenas se dio cuenta de
eso, o del hecho de que de repente estaba libre. Su mirada, de ojos muy abiertos
estaba fija en el hombre que había aparecido repentinamente detrás del captor de
Liam y lo agarró por el cuello. Liam fue inmediatamente abandonado cuando el
hombre mugriento que lo había agarrado se giró para enfrentarse a su propio
atacante.

—¡Liam! —Allie corrió a su lado y ayudó al niño, desconcertado pero ileso, a


levantarse y apartarse de los hombres que luchaban. Luego lo instó a rodear a su
propio captor y al hombre con el que estaba luchando y hacia la puerta.
Allie reconoció a sus rescatadores como los “detectives” del hospital, pero no
tenía ni idea de lo que estaba pasando. Asumió al verlos por primera vez que
eran miembros del grupo de vampiros que la habían estado cazando a ella y a
Liam. Pero si ese era el caso, ¿quiénes eran los dos hombres que acababan de
intentar capturarlos? ¿Y cuántos malditos vampiros había ahí fuera? Allie había
asumido, o al menos esperado, que sólo había un grupo: el vampiro jefe que había
convertido a Stella y sus secuaces. Pero obviamente ese no fue el caso. El
problema es que no tenía ni idea de cuál era el caso. Sin embargo, no estaba
dispuesta a detenerse a hacer preguntas. Su principal preocupación era sacar a
Liam de allí y ponerlo a salvo.

Agarrando con fuerza la mano del niño, Allie lo sacó del apartamento y lo
llevó apresuradamente al pasillo tan rápido como pudo. En su mejor momento,

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Liam podría haberla dejado atrás fácilmente. Débil como estaba ahora, y
abrumada por las bolsas de viaje, sólo lo estaba reteniendo, pero no había nada
que pudiera hacer al respecto. Se estaba moviendo tan rápido como podía.

Acababan de doblar la esquina del pasillo y entrado en el vestíbulo cuando


Allie fue agarrada por detrás de nuevo y arrastrada de vuelta a la esquina que
acababan de doblar. Esta vez la agarraron por la cintura y la sostuvieron más
suavemente, con la boca tapada para que no pudiera gritar. Aun así, su pánico
fue suficiente para que casi no oyera al hombre que la sostenía susurrando:

—Sus amigos están ahí fuera. Mira.

Parpadeando mientras sus palabras se registraban, Allie miró a la vuelta de la


esquina, sorprendida cuando él se lo permitió. Miró en silencio a los tres
vehículos que se habían detenido frente a su edificio. Los hombres se
amontonaban y se dirigían hacia la puerta de entrada. Todos se veían sucios y la
mayoría tenían el cabello largo como los hombres que la habían agarrado primero
a ella y a Liam en su apartamento. También notó que sus ojos brillaban
ligeramente en la noche como si reflejaran la luz como un gato.

—¿Hay una puerta trasera en este edificio?

La atención de Allie fue forzada a alejarse de los hombres que se acercaban a


la puerta cuando el hombre que la sostenía la recostó contra su pecho y se volvió
con ella hacia el hombre que le había hecho la pregunta. El hombre de vaqueros
negros sostenía a Liam como un tío cariñoso en lugar de un secuestrador, el niño
estaba colocada sobre su cadera y un brazo a su alrededor para evitar que se
cayera, pero no lo reprimía realmente. Aun así, Allie dudó. Por lo que ella sabía,
todos los vampiros eran malos. Excepto por Liam, por supuesto, y su madre
también había sido buena al final.

—Soy Tybo y el tipo detrás de ti es Magnus —anunció el vampiro que sostenía


a Liam—. Nosotros somos los buenos. Cazamos renegados como los dos hombres
de tu apartamento y los de enfrente, pero hay demasiados, así que tenemos que
sacarte de aquí lo más rápido y silenciosamente posible, y preferiblemente sin ser
vistos. ¿Hay una puerta trasera en el edificio?

Allie dudó brevemente, insegura si creer y confiar en estos dos vampiros o no.
Pero ellos los habían salvado de los dos primeros en su apartamento, y parecía

23
que querían alejarlos de esos hombres, incluso ahora probablemente intentando
pasar por la puerta de entrada, así que se arriesgó y señaló el camino por el que
habían venido. Allie se encontró inmediatamente recogida por el hombre
llamado Magnus.

Casi vuelan por el pasillo. Allie quería protestar por ser llevada como una niña,
pero sabía que no podía moverse tan rápido como ellos, así que se obligó a
permanecer inmóvil en los brazos de Magnus, el “detective” con el traje negro y
el largo abrigo. Que olía ridículamente bien, notó, e inmediatamente se sintió mal
por darse cuenta.

Casi habían llegado al final del pasillo cuando Allie oyó el choque de vidrios
que se rompían detrás de ellos. Entonces Tybo abrió la salida de emergencia y
sacó a su precioso hijo fuera. La puerta ni siquiera empezó a cerrarse antes de
que Magnus pasara con ella.

—No podremos volver al todoterreno sin ser vistos. —La voz de Tybo se
silenció cuando se detuvo para mirar a lo largo de la pequeña calle pavimentada
por la que habían salido. Era sólo una vía pavimentada para que los camiones de
basura pudieran vaciar los grandes contenedores del edificio. De lo contrario, por
lo general estaba vacía como estaba ahora. Estaban parados entre la parte trasera
del edificio de apartamentos y una valla alta que lo bloqueaba desde la plaza de
negocios más allá.

—Por encima de la valla —ordenó Magnus, y Allie observó con asombro cómo
el hombre que llevaba a Liam hacía exactamente eso. Dio dos pasos de carrera
hacia la cerca de dos metros de altura y luego simplemente saltó sobre ella como
un superhombre sin la capa. Apenas se había perdido de vista al otro lado de la
valla con Liam cuando Magnus se impulsó.

Allie se agarró a sus hombros, apretó los ojos y oró mientras de repente se
lanzaban al aire. Ella se quedó así hasta que aterrizaron al otro lado de la valla
con una sacudida que onduló del cuerpo de él al de ella. Cuando Magnus empezó
a correr de nuevo, abrió los ojos para mirar a su alrededor.

Estaban detrás de la plaza donde se hacían las entregas a las tiendas


individuales, pero los hombres se dirigían hacia el final de la misma. Pensó que
correrían por la esquina hacia el frente de las tiendas. Había un par de
restaurantes allí donde podrían haber buscado refugio, pero en vez de eso fueron

24
a la puerta trasera de la última tienda con algo u otra pizza en el cartel. Allie no
estaba segura de lo que decía. Nunca tuvo dinero de sobra para la comida rápida,
así que nunca había prestado atención al nombre de la pizzería cercana, y los
hombres se movían demasiado rápido para que lo leyera correctamente antes de
que se abriera la puerta y estuvieran adentro con el aire caliente llegando a
raudales sobre ellos.

—Veré si puedo conseguir que nos lleven —anunció Tybo.

Cuando el hombre que la sostenía gruñó en lo que ella suponía que era un
acuerdo, Tybo se llevó a Liam por el pasillo hacia el ruido y los deliciosos olores
de la cocina.

—El chico está a salvo con Tybo.

Allie apartó su mirada preocupada de la pareja para mirar al hombre que la


sostenía. Pero rápidamente volvió a mirar hacia otro lado. Sosteniéndola tal como
estaba, su cara estaba a pocos centímetros de la suya, su aliento le acariciaba los
labios y las mejillas cuando lo miraba.

—Ya puedes bajarme —dijo en voz baja, y después de una pequeña vacilación,
Magnus se inclinó un poco para ponerla de pie—. Gracias —dijo Allie, tratando
de no parecer tan aliviada como se sentía.

—De nada.

Allie le miró por el rabillo del ojo y luego se volvió hacia donde podía ver a
Tybo hablando con un hombre con delantal en la entrada de la cocina. Sus ojos
se deslizaron ansiosamente hacia lo que podía ver de Liam. Su hijo se inclinaba
hacia Tybo con sus pequeños brazos alrededor de su cuello como si fuera la cosa
más natural del mundo. Allie frunció el ceño al verlo. A Liam no le gustaban los
extraños. No es que conociera a muchos de ellos, supuso al darse cuenta de que
las bolsas de viaje se le resbalaban y las llevó a una posición más segura más
arriba en su hombro.

—¿Puedo llevarlas por ti?

Mirando a su alrededor para ver la mano de Magnus alcanzando las correas


de las bolsas de viaje, Allie instintivamente retrocedió un paso y le dio una
palmadita para alejar su mano.

—No.

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Sus ojos se abrieron de par en par, pero dejó pasar el asunto, y en su lugar
preguntó:

—¿Quiénes eran esos hombres en tu apartamento?

La pregunta trajo una sorpresa que se reflejó en su rostro.

—Dímelo tú. Son vampiros como tú.

Por alguna razón, sus palabras lo hicieron endurecerse como un soldado en


atención. Sus palabras fueron igual de duras cuando dijo:

—Soy inmortal. No un vampiro. Y los hombres que detuvimos no eran como


Tybo y yo. Obviamente son renegados.

Allie frunció el ceño ante esta explicación e iba a preguntar a qué se refería
cuando Tybo regresó con Liam.

—Hora de irse —anunció Tybo—. Vamos a dar una vuelta con uno de los
repartidores. Se está estacionando en el frente. Por aquí.

—Un momento —dijo Allie con consternación, apresurándose a agarrar el


brazo del hombre y apartar a Liam de él. Agarrando al niño con fuerza, miró de
un hombre a otro y luego agitó la cabeza—. Gracias por su ayuda, pero no iremos
con usted. Liam y yo…
—No sobrevivirás más de diez minutos por tu cuenta —interrumpió Magnus
con firmeza—. Somos tu mejor opción, Allie. Tybo y yo podemos llevarte a una
casa segura donde estarás protegido hasta que sepamos qué está pasando y nos
ocupemos de esta situación.

Allie frunció el ceño.

—¿Y se supone que debo tomar eso con fe? No te conozco mejor que los dos
primeros hombres que entraron en mi apartamento.

—Magnus —dijo Tybo en voz baja—. No tenemos tiempo para esto. Espero
que esos hombres registren primero el edificio de apartamentos. Pero hay
bastantes de ellos que pueden hacer eso y aun así enviar a una pareja a revisar la
plaza. Tenemos que movernos.

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Allie miró a Tybo sospechosamente. A ella le sonó como si estuviera pidiendo
permiso para hacer algo. Estaba segura de que tenía razón cuando Magnus
asintió. Cuando Tybo la miró concentrada, Allie se encontró girando y cargando
a Liam hacia el frente del restaurante. No fue una elección. Al menos, no fue su
elección, y debería haber estado aterrorizada y horrorizada de que estaba
haciendo algo que no tenía la intención o no quería hacer, pero estaba
extrañamente tranquila y no se vio afectada por ello.

Como si hubiera sido drogada era el pensamiento despreocupado que flotaba en


su cabeza, pero eso no parecía del todo correcto. Era más bien como si su
ansiedad y sus preocupaciones fueran veladas de alguna manera para que no
pudiera conectarse con ellas, y una sensación de calma y serenidad estaba siendo
bombeada a través de ella en su lugar. En cualquier caso, Allie llevó a Liam
directamente a través de la cocina, y luego al brillante comedor con sus pisos
blancos y asientos de plástico anaranjado hasta la puerta y el coche esperando
allí.

Se metió en el asiento trasero, deslizándose a lo largo de él hasta que se


apretujó contra una pila de calentadores de pizza. Allie entonces se instaló con
Liam más cómodamente en su regazo mientras Magnus se apretaba a su lado y
Tybo se subió al asiento del pasajero delantero.

Allie sabía que Tybo estaba sacando un teléfono y hablando con alguien
llamado Mortimer, pero su propia atención estaba en el estacionamiento a su
alrededor, sus ojos buscando a los hombres que se habían detenido frente a su
edificio. Para su alivio, no vio a nadie antes de que salieran del estacionamiento
de la plaza y salieran a la carretera.

—Mortimer nos está esperando y está preparando una habitación para Allie y
Liam, así como una para ti, Magnus —anunció Tybo.

Magnus apartó la mirada de Allie para mirar al inmortal más joven mientras
metía su teléfono en el bolsillo de su chaqueta. Tybo se había girado de lado en
el asiento delantero para hablar con él, y ahora agregó:

—También está enviando hombres para que detengan a los renegados en el

27
apartamento, si es que todavía están allí cuando lleguen, si no, simplemente se
encargarán del apartamento y de cualquier vídeo de la cámara de entrada, si la
hay, entonces recogerán nuestra camioneta.

Magnus gruñó, prestando atención a Allie y Liam. El niño se había acurrucado


en su regazo y se había dormido con la cabeza sobre el pecho y ella se había
dormido con la cabeza contra las bolsas de calor apiladas a su lado. Aunque el
niño probablemente se había quedado dormido solo, Magnus estaba bastante
seguro de que Tybo era el responsable del sueño de Allie. Esta situación
ciertamente no pondría normalmente a una mujer a dormir, estaba seguro.

—Está extremadamente pálida —comentó Tybo desde el asiento delantero.

Magnus asintió, sus ojos deslizándose sobre sus clásicos rasgos y su pálida
piel. Ahora tenía los ojos cerrados, pero se había dado cuenta de que eran de color
avellana. Su cabello era largo y castaño claro, y aunque la mayoría hubiera dicho
que era lo suficientemente bonita, era la mujer más bella del mundo para él. Su
compañera de vida, pensó, y luego señaló:

—Según los agentes que respondieron a la llamada del 911, se había caído y se
había golpeado la cabeza.

—Ella no se cayó —dijo Tybo sombríamente—. Se desmayó por falta de


sangre.

Magnus le miró fijamente.


—¿Qué?

—Ha estado alimentando al niño con su propia sangre durante cuatro años —
anunció Tybo, con su mirada concentrada en su rostro mientras encontraba la
información que le estaba transmitiendo—. Intentaba robar el banco de sangre
por desesperación. Alimentar al niño la está matando, literalmente. Y ella lo sabe.
Esperaba conseguirle sangre del banco de sangre para darle a su sistema la
oportunidad de recuperarse, y consiguió un trabajo allí para hacer más fácil el
robo.

Magnus volvió a prestar atención a Allie, deseando poder leer sus


pensamientos para que Tybo no tuviera que hacerlo. No le gustaba que el otro
hombre se metiera en su cabeza así.

28
—Desgraciadamente —continuó Tybo—, se desmayó durante el intento....
golpeándose la cabeza y perdiendo aún más sangre preciosa. —Tybo negó con la
cabeza—. En este momento, probablemente necesite una transfusión de sangre.
Está muy débil, Magnus. Incluso dormida, su ritmo cardíaco está elevado y su
respiración es rápida y superficial.

Magnus frunció el ceño ante esta noticia y se acercó para quitarle un mechón
de cabello que había caído sobre su cara.

—Alimentar a un niño tan pequeño como Liam no debería ser tan perjudicial
para su salud.

—No —murmuró Tybo, y se quedó en silencio por un momento, con la mirada


fija en ella, y luego dijo—: Creo que le ha estado dejando que se sobrealimente.

Las cejas de Magnus se elevaron. El sobrealimentar al niño significaría que su


sistema consumiría mucha sangre tratando de remover la sangre extra de su
sistema, lo cual significaría una necesidad de más sangre. Sería un círculo vicioso:
el niño siempre hambriento, siempre necesitando más sangre.
Desafortunadamente, más sangre de la que un mortal podía suministrar con
seguridad. Si hubiera seguido así mucho más tiempo, la habría matado. Tal como
estaba, Allie tuvo suerte de no haber sufrido ya un ataque al corazón o
simplemente haber muerto por la pérdida de sangre. En efecto, el chico la estaba
desangrando hasta la muerte.
—¿Quién es el chico? —preguntó Magnus ahora—. ¿Cómo terminó siendo la
madre de un inmortal?

Tybo se quedó en silencio durante tanto tiempo que Magnus se volvió para
mirarle. La expresión del otro hombre estaba más concentrada ahora que buscaba
una respuesta a esa pregunta, pero fue otro momento antes de que murmurara:

—Stella.

—¿Stella? —preguntó Magnus—. ¿Es la madre del niño?

—Yo… —Tybo perdió la mirada concentrada y se frotó la frente con el pulgar


y los dedos como si tratara de evitar un dolor de cabeza mientras murmuraba
pidiendo disculpas—: Sus pensamientos son muy confusos y casi velados. Es

29
como si estuviera tan acostumbrada a tratar de no pensar en estas cosas que
incluso mientras duerme está protegiendo sus pensamientos. Todo lo que pude
conseguir fue el nombre Stella.

—La pérdida de sangre puede causar confusión —murmuró Magnus,


volviendo su mirada hacia Allie. La miró en silencio, deseando que estuviera
despierta para responder a las preguntas que tenía, pero sabiendo que era mejor
dejarla dormir hasta que llegaran a la casa. Sospechaba que ella se pelearía con
ellos por llevarlos a la casa si le daban la opción. Era mejor llevarla allí, asegurarle
que estaba a salvo, y luego hacerle las preguntas que le zumbaban en la cabeza.
Capitulo 3

30
Allie estaba exhausta cuando se despertó. Pero eso era normal para ella
últimamente. No importaba cuánto durmiera, nunca era suficiente. Siempre se
sentía cansada y agotada. Era la pérdida de sangre, lo sabía. Liam necesitaba
demasiada y su cuerpo no podía seguir el ritmo. Por eso se arriesgó a robar el
banco de sangre, una acción despreciable en su mente. Los bancos de sangre
siempre estaban desesperadamente escasos y necesitaban más. Incluso
considerando robar algo de la preciosa sangre que tanto necesitaban la había
hecho sentir más baja que baja. Pero Liam necesitaba la sangre y ella no podía
darle lo que él necesitaba. Estaba dispuesta a morir por el niño si era necesario,
pero eso lo dejaría solo en un mundo que no sería amigable con un niño vampiro.
Ella no tenía ninguna duda de que lo matarían, o al menos lo encerrarían y le
harían exámenes y pruebas que harían de su vida una miseria.

Estos pensamientos hicieron que Allie se levantara para sentarse en la cama y


desplazar las piernas fuera de ella. Necesitaba ver en qué andaba y…

Los pensamientos de Allie huyeron, reemplazados por la alarma al darse


cuenta de que no estaba en su propia cama en el apartamento que había
subarrendado hace cuatro meses. Su mirada se deslizó alrededor de la fría
habitación azul revelada por la luz del sol salpicando a través de las ventanas, los
recuerdos de repente entraron en su mente. Recordó todo lo que había sucedido
hasta que salieron del estacionamiento de la plaza en el auto de reparto de pizzas
a lo que debe haber sido casi la una de la mañana. Todo estaba en blanco después
de eso.

Probablemente se había desmayado de nuevo, decidió Allie con severidad. Ese


era el escenario más probable. Se había desmayado por falta de sangre.
Ciertamente no pensó que podría haberse quedado dormida, no en la situación
en la que había estado. Huir de un grupo de vampiros en compañía de otro par
de ellos no fue un evento que indujera al sueño. Estar cerca de vampiros no lo
era. Por lo que Allie sabía, todos los vampiros eran malos. Aunque, francamente,
nunca se había imaginado que hubiera más de un grupo. Descubrir lo contrario
fue algo más que un poco alarmante. Especialmente cuando Liam ya no estaba
con ella.

31
Apretándose la boca, Allie comenzó a levantarse, pero se sentó de nuevo en el
lado de la cama cuando la habitación empezó a girar. Maldición, esta debilidad
era una molestia. Especialmente ahora, cuando necesitaba encontrar a Liam y
averiguar dónde estaban y qué hacer después. Luego vio las bolsas de viaje junto
a la cama.

Enganchando su pie a través de las correas de la más grande, lo arrastró más


cerca y luego se agachó con cuidado para recogerla. La maldita cosa se sentía
ridículamente pesada, pero Allie sabía que eso tenía más que ver con la forma en
la que se encontraba que con su peso real. El pensamiento hizo que su boca se
tensara con el disgusto. Sobre todo porque solía ser fuerte. Allie solía tener una
membresía en el gimnasio y un entrenador personal que la había sometido a una
agotadora rutina de ejercicios que incluía levantar pesas. Había sido delgada y
fuerte entonces. Ahora estaba flaca y débil y no le gustaba. Necesitaba reconstruir
su fuerza. El problema era que no podía hacerlo hasta que encontrara una manera
de alimentar a Liam que no incluyera sangrarle hasta dejarla seca.

Dejando de lado esos pensamientos por ahora, Allie bajó la cremallera lateral
de la bolsa de viaje y recuperó el spray para el cabello y el encendedor que
guardaba allí. El encendedor se lo metió en el bolsillo delantero de sus vaqueros
negros, la lata de spray para el cabello estaba metida en la manga holgada de su
blusa negra, y luego dejó la bolsa a un lado, respiró hondo y se puso lentamente
de pie.
Para su alivio, esta vez la habitación no giraba a su alrededor. Sin embargo,
Allie esperó un momento y respiró hondo un par de veces más antes de empezar
a caminar hacia la puerta, frente a la ventana, la que sospechaba que salía de la
habitación.

Tenía razón y se abrió a una larga sala pintada de un cálido beige. Una sala
muy larga, pensó Allie con tristeza cuando salió y cerró la puerta. Por lo menos,
en ese momento, débil como estaba y sabiendo que tenía que atravesarla y luego
las escaleras que sospechaba por el pasamanos que tenía adelante la protegía...
sí, se veía de kilómetros de largo en ese momento.

Se dirigió hacia las escaleras, apoyando una mano en la pared para


estabilizarse por si acaso. Sus piernas temblaban cuando llegó a la cima de las

32
escaleras, pero eso no la detuvo mucho. Necesitaba llegar a Liam y ver si estaba
bien.

Apoyada en la barandilla de la escalera, Allie logró tambalearse por los


escalones sin caer ni desmayarse, pero una vez que estuvo a salvo en la parte
inferior, tuvo que volver a hacer una pausa para recuperar el aliento. Estaba
jadeando como si acabara de correr un maratón, y su corazón estaba acelerado
como loco. Parecía que iba a estallar. En realidad, el estado en el que se
encontraba era más que alarmante, y por un momento, Allie tuvo miedo de que
realmente estallara, o de que por lo menos tuviera un ataque al corazón o algo.

Agarrando la tapa del poste de madera con una mano, apretó el talón de su
otra mano contra su pecho como si eso pudiera detener el ataque, y se quedó así
mientras esperaba a que su ritmo cardíaco disminuyera. No se dio cuenta de que
estaba conteniendo la respiración hasta que el latido de su corazón comenzó a
disminuir y dejó que el aire escapara de sus pulmones en un suspiro largo y lento.

Levantando la cabeza, Allie observó su entorno. Estaba en una entrada. A


través de la ventana de cristal en la puerta delante de ella, pudo ver varios
vehículos estacionados en el camino de entrada que corría a lo largo del frente
del edificio, y un patio cubierto de nieve más allá de eso. A su derecha podía ver
lo que parecía una sala de estar vacía. A su izquierda una puerta revelaba una
mesa de comedor y sillas y el extremo de los armarios superiores e inferiores
blancos. La cocina era su suposición. Desde su punto de vista, parecía tan vacío
como la sala de estar. En vez de desperdiciar la energía para verificar que ambas
habitaciones estaban vacías, Allie se giró para mirar a lo largo del pasillo que
pasaba por las escaleras.

Había más puertas por aquí. La de la derecha estaba abierta, y ahora que no
respiraba tan fuerte, podía oír el murmullo de las voces que salían de ella, así que
soltó la tapa y se dirigió hacia allí. Las voces se hacían más claras con cada paso
que daba y Allie se encontró deteniéndose justo al lado de la puerta mientras
escuchaba lo que se estaba diciendo.

—Para cuando los hombres llegaron al apartamento, estaba vacío —anunció

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Mortimer, y Magnus apartó la mirada de la idílica escena nevada por la ventana
para mirar por encima de su hombro al jefe de los ejecutores de América del
Norte. Mortimer estaba sentado en su escritorio, pasando sus manos por su
cabello con cansancio. Mientras que Magnus se había acostado a dormir después
de llegar a la casa y poner a Allie en el cuarto de huéspedes, sabía que el otro
hombre había estado despierto toda la noche, supervisando las operaciones. Se
le notaba.

—No me sorprende —dijo Tybo, sentado en el asiento que había reclamado al


entrar, uno de los dos que miraban hacia el escritorio de Mortimer—. Los
renegados irrumpieron en la parte delantera del edificio mientras llevábamos a
Allie y a Liam por la parte de atrás. No les habría llevado más de un minuto llegar
al apartamento, encontrar a sus camaradas, ver que Allison y Liam se habían ido,
y empezar a buscar en los alrededores. —Tybo agitó la cabeza mientras pensaba
en ello—. La plaza con la pizzería en la parte trasera del edificio de apartamentos
fue un golpe de buena suerte para nosotros. No había forma de que pudiéramos
haber llegado a nuestra camioneta o incluso al coche de Allie sin ser vistos.

Magnus miró a Tybo con sorpresa ante ese comentario.

—¿Su coche estaba en el estacionamiento?

—Sí —respondió Tybo, y luego arqueó las cejas cuestionando—. ¿Dónde más
podría estar?
—Sólo asumí que aún estaría en el banco de sangre —admitió Magnus—.
Quiero decir, ella fue allí para entrar, fue encontrada inconsciente, y llevada al
hospital por la policía o una ambulancia.

—Ella no llevó su auto al banco de sangre. Tomó un taxi hasta allí, y luego otro
para volver a casa desde el hospital —le informó Tybo.

—¿Qué? —preguntó Magnus con una risa incrédula—. ¿Tomó un taxi para
entrar y salir?

—Bueno, ella hizo que la dejaran en la calle del banco de sangre, no en el


edificio mismo —dijo Tybo, y explicó—: Hay cámaras en el estacionamiento del
banco de sangre. Lo último que quería era un registro visual de su visita cuando
descubrieran que faltaba sangre.

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—Ah —dijo Magnus, pero luego negó con la cabeza—. Aun así, ¿tomar un taxi
para entrar al banco de sangre? ¿Planeaba llevarse uno a casa después? ¿Y cómo
explicaría la sangre que llevaba?

—Supongo que tenía una mochila o una caja en la que pensaba llevarla —dijo
Tybo secamente—. Y dudo que ella lo tuviera etiquetado como “sangre robada”.

—Cierto —murmuró Magnus, estaba asombrado por la idea de tomar un taxi


para cometer un delito grave. La mujer tenía pelotas, eso era seguro.

—Probablemente nos escapamos en el auto de reparto de pizzas momentos o


incluso segundos antes que los renegados nos buscaran en la plaza —comentó
Tybo, su expresión solemne.

Todos se quedaron en silencio durante un momento, pensando en lo cerca que


había estado la llamada. Magnus era un soldado experimentado y podía
manejarse en una batalla, pero no era tan arrogante como para pensar que podía
enfrentarse a una docena de renegados con la ayuda de Tybo y salir ileso.
Especialmente cuando se hubiera distraído con la necesidad de mantener a salvo
a Allie y Liam.

El silencio en la habitación fue traspasado por el zumbido del teléfono de


Mortimer. El hombre lo miró brevemente y luego anunció:

—Dani dejó el hospital y está en camino.


Magnus asintió sabiendo que se refería a la esposa de Decker Argeneau
Pimms, Dani, que era médico. Había estado en el hospital atendiendo una
emergencia cuando la llamaron anoche. Parecía que la emergencia estaba
finalmente resuelta y ahora podía venir a examinar a Allie y asegurarse de que
estaba bien.

—También le pediré que le eche un vistazo al niño para asegurarse de que está
bien —decidió Mortimer.

—El chico está bien. —Magnus volvió a mirar por la ventana para ver al trío
jugando en la nieve.

—El chico es Liam. Mi hijo. ¿Dónde está él?

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Magnus se volvió bruscamente hacia esas palabras, sus ojos muy abiertos al
encontrar a Allie de pie en la puerta de la oficina. Se veía un poco mejor de lo que
se veía cuando la había acostado en la cama de arriba anoche, pero aun así estaba
increíblemente pálida. También se balanceaba un poco sobre sus pies, notó con
preocupación.

—¿Dónde está mi hijo? —repitió sombríamente Allie, sus ojos deslizándose


ansiosamente de hombre a hombre—. ¿Qué han hecho con él?

Magnus fue el primero en recuperarse de su conmoción, o quizás Tybo y


Mortimer lo dejaron simplemente para que se ocupara de Allie, ya que ella era
su posible compañera de vida, pero en cualquier caso, él fue el primero en hablar.

—Liam está bien. —Magnus cruzó rápidamente a su lado, intentando


alcanzarla antes de que se desmayara o volviera a desmayarse. Los labios de la
mujer ya tenían un tinte ligeramente azul que denotaba una falta de oxígeno, una
señal segura de que sus niveles sanguíneos eran bajos—. Está a salvo y bien.
Ambos están a salvo ahora. Nadie puede llegar a ti aquí.

—Pero ¿dónde está? —gruñó con frustración.

—Está afuera jugando con...

—¿Afuera? —La palabra era un aliento de horror.

—Sí —dijo Magnus, confundido por su disgusto.


—Pero no puede estar afuera. Es de día —protestó, y se giró para salir de la
habitación, sólo para tambalearse mientras el rápido movimiento la
desestabilizaba.

Magnus la atrapó de inmediato, levantándola en brazos para evitar que se


cayera.

Luego la llevó rápidamente a la ventana y la dejó en el suelo frente a ella.

—Mira. Está bien —dijo, señalando por la ventana.

36
Allie miró por la ventana, con los ojos muy abiertos ver la escena que se
desarrollaba ante ella. Liam-en su abrigo de segunda mano, gris y ligeramente
sucio, y otro niño que parecía de la misma edad, pero con un abrigo rojo brillante,
obviamente nuevo, caminaban trabajosamente por la nieve uno al lado del otro,
empujando una gran bola de nieve delante de ellos mientras una mujer rubia
vestida con un abrigo de invierno blanco, y con un gorro de punto blanco, los
vitoreaba.

La mujer sonreía mientras veía a los niños reírse y parlotear mientras se


movían por el patio de un lado a otro para que su bola de nieve se mantuviera a
medida que crecía en tamaño, pero finalmente la hicieron rodar hasta llegar a una
segunda bola de nieve aún más grande y trabajaron juntos para levantar la nueva
bola encima de la primera. La bola era fácilmente del tamaño de los propios
niños. Estaba segura de que se hubieran necesitado dos adultos normales para
levantarla, pero los dos niños la levantaron como si no pesara nada y fue
simplemente el incómodo tamaño lo que los obligó a trabajar juntos.

Una vez que asentaron la bola más grande, comenzaron a acumular nieve
alrededor donde las bolas se encontraban para asegurarse de que no se cayera.

—Un muñeco de nieve —susurró Allie. Liam y el otro chico estaban haciendo
un muñeco de nieve. El primero que había hecho, se dio cuenta, y sintió que su
corazón se apretaba con pesar. No llevaban una vida en la que Liam pudiera
disfrutar de las cosas que hacía un niño normal. No había amigos para él, ni
siquiera un verdadero juego. Su vida durante los últimos cuatro años había sido
interminable, moviéndose de pueblo en pueblo, ciudad en ciudad, una nueva
dirección tras otra, usualmente teniendo que dejar todo atrás y empezar de nuevo
cada vez. Liam nunca se había quejado de perder sus juguetes o su manta favorita
con cada movimiento.

Por supuesto, había sido un bebé al principio, y luego un niño pequeño, pero
estaba creciendo rápidamente. Realmente, había sido un hijo maravilloso, pero
demasiado solemne y silencioso, se dio cuenta ahora. Nunca había visto a Liam
así. Estaba radiante de placer, y se reía, su rostro brillando de alegría. Su vida
debería haber sido así todos los días, pensó Allie, y de repente sintió que le había
fallado horriblemente a Stella.

Pero había hecho lo mejor que pudo, Allie discutió con su culpa. Lo alimentó,
lo vistió, lo protegió. ¿Y cómo podía permitirle jugar? Había vivido con el miedo

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constante de que se lo llevaran. Además, los vampiros no podían salir al sol. El
pensamiento la hizo fruncir el ceño y preguntó:

—¿Cómo puede estar afuera?

Magnus la miró con la mirada perdida cuando se volvió a él con la pregunta.


Después de un momento, se encogió de hombros, indefenso.

—Es lo que hacen los niños. Juegan afuera.

—Sí, pero es de día. El sol ha salido —señaló, y miró con preocupación a Liam,
buscando en su rostro cualquier indicio de que podría estar a punto de estallar
en llamas. Eso fue lo que les pasó a los vampiros en todas las películas cuando
fueron tocados por la luz del sol. Pero aparte de una nariz un poco enrojecida por
el frío, Liam parecía estar bien.

—No estallará en llamas bajo el sol. El chico es un inmortal, no uno de tus


míticos vampiros.

Esas palabras salieron de detrás de ellos y Allie se volvió para mirar al hombre
que había hablado. De pie en la entrada de la habitación había un alto
desconocido con el cabello tan rubio que era casi blanco, y ojos azul hielo tan fríos
como ella imaginaba que debía ser la nieve de afuera.

Mientras Magnus aún parecía relajado a su lado, los otros dos hombres en la
habitación estaban ahora sentados como si estuvieran atentos. Ella supuso que
eso significaba que el recién llegado era alguien importante. No es que él
pareciera notar sus reacciones. Su atención se centró totalmente en ella. De hecho,
él la miraba con una concentración que la irritaba, y un desagrado que parecía
sugerir que ella había dicho algo que lo ofendía. No le importaba especialmente.
Había más asuntos importantes aquí que los sentimientos de este extraño.

—Pero es un vampiro —dijo ahora—. Pensé que el sol lastimaba a los


vampiros. —Para su sorpresa, eso hizo que la irritación apareciera en la cara del
hombre.

—El sol puede dañar a un inmortal —dijo a regañadientes, y luego añadió—:


Pero sólo en la medida en que daña a un mortal. La diferencia es que mientras
que tu piel llevará ese daño y simplemente se bronceará y envejecerá, nuestros
cuerpos trabajarán para reparar los nuestros... y usarán sangre extra para hacerlo.

38
Ese último comentario hizo que Allie se enfriara. Lo que le dijo le sugirió que
Liam necesitaría ser alimentado cuando entrara y ella simplemente no pensó que
tuviera la capacidad de alimentarlo en ese momento.

—¿Has estado alimentando a ese chico con tu propia sangre?

Allie se puso rígida ante sus agudas palabras. Lo hizo sonar como si ella
hubiera estado haciendo algo pervertido, o al menos equivocado. Levantándose
la barbilla, dijo:

—Ese niño es mi hijo, Liam, y como mi conciencia no me permitía andar por


ahí secuestrando gente para que él se alimentara de ella, sí, yo misma lo he estado
alimentando.

—No es tu hijo —dijo el hombre en tono distraído, su expresión concentrada


de nuevo mientras la miraba.

—Al diablo que no lo es —dijo Allie, la ira rugiendo a través de ella ante la
sugerencia de que Liam no era de ella.

—Un mortal no puede dar a luz a un inmortal. No es tu hijo biológico y


obviamente no tienes idea de cómo criarlo si le has estado permitiendo que se
alimente de ti. —La voz del hombre seguía distraída, como si el tema no tuviera
ninguna importancia, y eso sólo la enfurecía. También la aterrorizó. Liam era lo
más importante en su vida. Él era su vida. Mantenerlo a salvo, sano y feliz era
todo su propósito ahora, pero este hombre parecía estar sugiriendo que ella no
tenía nada por qué hacerlo. Como si Liam estaría mejor con uno de su propia
especie.

¿Intentarían quitárselo? Se preocupó repentinamente, y luego levantó la


barbilla y pensó sombríamente: Sobre mi cadáver.

Con una voz fría, Allie dijo:

—Puede que no haya dado a luz a Liam, pero él es mi hijo. Lo he criado,


alimentado, amado y mantenido a salvo desde que tenía un mes. Soy la única
madre que conoce, y si intentas quitármelo, tendrás una pelea entre manos.

Había deslizado su mano derecha en su bolsillo para recuperar el encendedor


que había metido allí mientras hablaba. Ahora dejó que la lata de spray en aerosol

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saliera de su manga izquierda y levantó ambos. Con el encendedor delante de la
lata y el dedo en la boquilla del rociador, miró fijamente al arrogante asno de la
puerta y dijo:

—Puede que me haya equivocado con la luz del sol, pero sé que el fuego los
mata, así que, a menos que quieran que los ase, sugiero que uno de ustedes me
traiga a mi hijo. Nos vamos.
Capitulo 4

40
—Realmente necesitamos trabajar en tus habilidades sociales, Lucian —dijo
Magnus con irritación, pero estaba observando a Allie con algo así como
fascinación. Sus labios aún estaban azules, pero la ira le había dado color a sus
mejillas, y sus ojos brillaban con furia y determinación mientras sostenía su
lanzallamas improvisado.

La mujer era una mamá oso protegiendo a su cachorro. También era su


compañera de vida. Magnus no tenía ninguna duda al respecto. Trató de leerla
varias veces desde que la rescató de los hombres de su apartamento —primero
en la pizzería mientras esperaban a que Tybo arreglara un viaje, luego en el auto
de reparto de camino aquí, y otra vez antes de dejarla en el cuarto de huéspedes
en el piso de arriba— y todo fue en vano. No podía leerla ni controlarla, una señal
segura de que Marguerite tenía razón. Allie era su compañera de vida... y era
magnífica.

Un poco tonto, quizás, reconoció. Después de todo, ella estaba intentando


enfrentarse a cuatro hombres inmortales por su cuenta, pero era valiente y bella
y sólo quería doblarla en sus brazos y asegurarle que todo estaría bien ahora.

—Yo no soy el que necesita trabajar en la comunicación —dijo Lucian


abruptamente, alejando su atención de Allie de mala gana—. Ha estado aquí la
mayor parte de la noche. ¿Por qué ustedes tres no le han explicado las cosas a
esta niña? No tiene ni idea de quiénes somos, ni siquiera de lo que somos, ni de
por qué ella y el niño están aquí.

—Soy una mujer, no una niña —gruñó Allie, y Magnus se encontró sonriendo
ante la forma en que reflejaba el gesto de Lucian. Magnífica, pensó.

—La señorita Chambers estaba inconsciente cuando llegó, Lucian —dijo


Mortimer ahora, apartando a regañadientes la mirada de Magnus de Allie—. Se
despertó hace sólo unos momentos. No hemos tenido la oportunidad de
explicarle las cosas.

Lucian gruñó ante esto y luego miró a Magnus.

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—Ella es tu mujer, Bjarnesen. Explícale las cosas para que podamos empezar
a averiguar qué sabe de esos renegados que la persiguen.

—No soy su mujer —protestó de inmediato Allie, aparentemente sin apreciar


en absoluto que al menos había pasado de niña a mujer. Ella también se volvió
para fruncirle el ceño ahora, y Magnus no pudo resistirse a sonreír a cambio. Era
tan maravillosamente valiente y fogosa.

Mientras pensaba eso, Allie parpadeó sorprendida y su ceño fruncido se


desvaneció cuando sus ojos se abrieron de par en par. Le hizo preguntarse qué
estaba pensando o viendo.

Allie pensaba que era el hombre más guapo que había conocido. Fue algo
extraño notar cuando no tenía idea de quiénes eran estas personas o por qué ella
y Liam habían sido traídos aquí. Además, los comentarios del malvado hombre
rubio acerca de que ella no era la madre de Liam la habían hecho temer que
intentaran quitarle a su hijo. Lo que la hizo querer agarrar a Liam y huir, de ahí
la razón por la que había sacado su lanzallamas improvisado.

No es que supiera exactamente cómo podría salir con Liam una vez que saliera
de la casa. Tendría que robar un vehículo, supuso. Pero, ¿a dónde podrían ir?
¿Cómo iba a seguir escondiéndolos tanto de estos hombres como del otro grupo
de vampiros? El ataque de anoche había asegurado que no pudieran regresar a
salvo al apartamento, ni siquiera para recoger su coche. Así que ahora estaban
sin hogar y sin automóvil. Además, después de cuatro años de correr y
esconderse, estaba prácticamente en bancarrota. También estaba mentalmente y
físicamente agotada. En realidad, Allie sólo quería volver arriba y dormir una
semana. Pero no podía permitírselo. Tenía que preocuparse por Liam.

Esos habían sido los pensamientos que perseguían dentro de su cabeza antes
de que el hombre a su lado la distrajera. Magnus, recordó. Podría haberse ganado
la vida con esa cara, decidió mientras su mirada se deslizaba sobre sus rasgos.
Tenía la nariz recta, la frente alta, y una mandíbula angular que actualmente lucía
una barba recortada en algún lugar más allá de una sombra de barba que o bien
mantenía recortada o bien estaba empezando a crecer. También tenía una boca
formada por un labio superior delgado, pero un labio inferior lleno, casi pálido y

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muy sexy.

Todo eso lo puso en lo que ella estaba segura que era el cinco por ciento de los
hombres más guapos del planeta, pero sus ojos lo empujaron hasta lo más alto
de la lista. Grandes y de color azul pálido con un borde de color azul oscuro o
casi negro en el exterior, y rodeado de pestañas naturalmente largas…. Era
hermoso. Exquisito incluso. Allie pudo haberlos mirado durante horas, pero la
curiosidad la hizo volver su atención hacia el resto de él.

Magnus no sólo era hermoso, también era grande y fuerte. Llevaba un traje
completo y un abrigo de invierno cuando se encontró por primera vez con él y
Tybo, pero hoy llevaba vaqueros y una camiseta blanca que se extendía
encantadoramente sobre su ancho pecho y se veía ridículamente sexy sobre el
hombre. Era alto, sobresalía por encima de ella por una cabeza, y sus hombros
eran enormes. Tenían que ser al menos dos veces más anchas que las suyas, pero
probablemente más, adivinó.

También tenía manos grandes, notó Allie mientras sus ojos se deslizaban por
su pecho hasta donde sus manos descansaban sobre sus caderas. De alguna
manera, la pose solo enfatizaba sus esbeltas caderas, y permitió que su mirada
cayese más baja.

—Por favor, no apunte su spray para el cabello hacia allí.

Allie parpadeó y levantó los ojos rápidamente a la cara de Magnus ante esas
palabras roncas. Estaba sonriendo torcidamente. Ella le devolvió la sonrisa sin
pensarlo antes de que él se agachara y suavemente le dio un empujón a la mano
sosteniendo el spray para el cabello hacia arriba y lejos de su ingle.

—Por si acaso accidentalmente presionas el botón —explicó suavemente—.


Preferiría no tener una mancha húmeda allí.

Allie no estaba segura si debía estar molesta porque no parecía preocupado


por el hecho de que su arma hiciera algo más que darle una mancha húmeda, o
avergonzada de que su mano se hubiera movido con sus ojos, lo que hacía obvio
lo que había estado mirando. Al final, se conformó con exasperarse con el grupo,
y levantó su laca y encendedor de nuevo, pero lo giró hacia los demás mientras
fruncía el ceño alrededor de la habitación.

—¿Quiénes son ustedes y por qué estamos Liam y yo aquí?

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En vez de contestarle, la habitación se quedó en silencio y luego un sonido de
irritación sonó desde la puerta, atrayendo su mirada hacia la pequeña rubia que
empujaba irritada al hombre llamado Lucian. Era la mujer que había estado
afuera con los niños, se dio cuenta Allie. Ahora le faltaba el gorro blanco, pero
todavía llevaba el abrigo blanco, aunque estaba desabrochado y colgaba abierto
mientras cruzaba la habitación hacia ella con una mirada mitad exasperada y otra
mitad acogedora.

—Por el amor de Dios. Sé que los hombres no son los mejores en


comunicación, pero pensé que entre los cuatro podrían explicar las cosas y
tranquilizarte para que supieras que estabas a salvo y entre amigos. —La mujer
se detuvo ante ella, sonrió ampliamente y extendió su mano—. Hola. Soy Katricia
Argeneau Brunswick, pero puedes llamarme Tricia. Soy la esposa de Teddy
Brunswick, el jefe de policía de Port Henry. También soy oficial de la ley y madre
de Teddy Jr., a quien tu hijo ayudó a hacer su primer muñeco de nieve. Y tú, por
supuesto, eres la encantadora madre de Liam, Allison. —La expresión se volvió
más seria, agregó—: Has hecho un trabajo brillante con él, por cierto. Es un chico
maravilloso, tan dulce y educado.

—Yo… gracias —dijo finalmente Allie y, después de una breve vacilación,


deslizó el encendedor en su bolsillo para que pudiera estrechar la mano que
Tricia todavía extendía—. Encantada de conocerte.
Tricia le sonrió como si hubiera hecho algo especialmente inteligente por
guardar el encendedor.

—Los chicos me están esperando en la cocina. Les prometí galletas y chocolate


caliente para calentare. ¿Te importaría unirte a nosotros para que pueda
responder a todas esas preguntas que estos primates no tienen?

Allie notó las expresiones irritadas que se arrastraban sobre los rostros de los
hombres, y si la situación hubiera sido diferente, podría haberse reído. En vez de
eso, simplemente murmuró educadamente:

—Eso suena bien.

—Bien. —Tricia entrelazó un brazo con el suyo y la instó a que se acercara a la

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puerta diciendo—: Vamos, pues. Te encantará la cocina de Sam. Es grande y
preciosa. Me pone celosa cada vez que la veo. Estoy trabajando en convencer a
Teddy para que amplíe y renueve la nuestra. Teddy senior, no junior —añadió,
y luego confió—: Creo que está funcionando.

Allie se encontró relajándose bajo la charla alegre de la mujer. Sabía que era
puramente para tranquilizarla, pero estaba funcionando, reconoció mientras
Lucian se apartaba para dejarlas salir de la habitación.

Caminando por el pasillo a un ritmo sinuoso, Tricia sonrió al ver la laca que
aún tenía Allie en la mano y dijo:

—Yo también uso esa marca. Es buena. Sostiene bien el rizo y también hace las
mejores llamas.

—¿También lo usas como un lanzallamas improvisado? —preguntó Allie con


dudas.

—Ya no tanto ahora que estoy en Port Henry. Está bastante tranquilo allí. Pero
solía ser una ejecutora en Nueva York y la laca y el encendedor son ligeros y nos
venían bien cuando estábamos limpiando nidos de renegados —dijo
alegremente.

La mujer estaba sonriendo tan ampliamente que Allie no pudo evitar sonreír
también, pero dijo:

—Todo el mundo sigue mencionando a los renegados. ¿Qué son?


—Dios mío, no te dijeron nada, ¿verdad? —dijo Tricia moviendo la cabeza con
disgusto—. Los renegados son criminales inmortales, que han quebrantado
nuestras leyes y necesitan ser atendidos.

—¿Con la muerte por un lanzallamas improvisado? —preguntó Allie. Sabía


que los vampiros, o inmortales como estas personas parecían querer ser
llamados, eran increíblemente inflamables. Stella había transmitido esa
información en los meses anteriores a su muerte. Por supuesto, Allie había visto
la prueba cuando Stella murió. Ella había ardido como una yesca de gasolina
cuando la casa explotó y Allie estaba segura de que una explosión de un
lanzallamas sería una sentencia de muerte para un inmortal.

—Sólo cuando limpiaba nidos de renegados —le aseguró Tricia

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solemnemente—. En esos casos, el rengado principal suele ser un inmortal muy
viejo que se ha vuelto loco y ha convertido a un grupo de mortales inocentes y
desprevenidos. Desafortunadamente, por lo general no son amables al respecto,
y luego hacen que los nuevos miembros hagan cosas que los vuelven locos
también. —Se encogió de hombros—. A menudo terminamos limpiando todo el
nido.

—Limpiado significa sacrificado como perros rabiosos —sugirió Allie en voz


baja.

—Es más o menos lo que son en tales casos —dijo Tricia con un encogimiento
de hombros sin pedir disculpas, y luego la detuvo cuando llegaron a la puerta de
la cocina. Mirándola expectante, le preguntó—: ¿No es gloriosa?

Allie empezó a mirar a su alrededor, pero se detuvo mientras un chillido


dirigía su mirada a los niños junto al fregadero. En el momento siguiente, Liam
estaba corriendo hacia ella a lo largo de la larga y blanca cocina. El niño todavía
estaba a varios metros de distancia cuando saltó hacia ella, volando por el aire,
de modo que ella tuvo que dejar caer el spray para atraparlo. Ella estaba
consciente y agradecida por la mano que Katricia puso en su espalda cuando
Liam se estrelló contra su pecho, de lo contrario podría haberse caído. Este salto
fue algo que sólo hacía cuando estaba muy contento, y no algo que un niño mortal
podría haber hecho. Siempre le tomaba un poco por sorpresa, pero ahora estaba
aliviada de verlo. Le aseguró que él estaba bien.
—¡Mamá, estás despierta! Tengo tanto que contarte. Bebí sangre de una bolsa,
y la mamá de Teddy nos hizo panqueques y… ¿Te sientes mejor? —Detuvo su
rápida charla de fuego para preguntar con ojos muy preocupados—. La madre
de Teddy dijo que no tenías buen tiempo y que debíamos dejarte dormir esta
mañana. ¿Estás fuera del tiempo ahora?

Allie miró al niño en sus brazos, su corazón derritiéndose de amor. Era un niño
tan hermoso y precioso que sólo quería apretarlo tontamente. Lo que hizo ahora,
presionándolo contra su pecho y girando un poco de un lado a otro.

—Sí, mi amor, me siento mucho mejor ahora —le aseguró, presionando un


beso rápido en la frente, antes de inclinarse hacia atrás para mirar el color de sus
mejillas sonrosadas—. ¿Te divertiste afuera?

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La culpa apareció inmediatamente en la cara de Liam, seguido de la
preocupación cuando dijo:

—Sí, les dije que no se me permitía salir a la calle. Pero dijeron que estaría bien.
Era seguro aquí y no te enfadarías. ¿Estás molesta?

—No —le aseguró solemnemente—. Me alegra que tuvieras la oportunidad de


divertirte.

—Fue divertido —dijo, su sonrisa volviendo a su potencia máxima—.


Construimos un muñeco de nieve, e hice ángeles de nieve, y ahora vamos a tener
chocolate caliente... ¿si eso está bien? —agregó con preocupación y luego dijo—:
Teddy dice que el chocolate caliente es lo mejor. Puedo tomar un poco, ¿verdad?

—Por supuesto que puedes. —Las palabras apenas habían salido de sus labios
antes de que Liam se retorciera de sus brazos y cayera al suelo. Se alejó de ella y
se apresuró a volver con su nuevo amigo, gritando un exuberante:

—¡Sí! Podemos tomar chocolate caliente.

Allie sonrió débilmente, pero la culpa la estaba molestando mientras


observaba su excitación. Liam nunca había tomado chocolate caliente. Era un
lujo, y no había mucho dinero para lujos en la vida que se habían visto obligados
a llevar.
—Bueno —dijo Tricia con diversión mientras se inclinaba para recoger el bote
de laca y lo colocaba en el mostrador junto a ellos—. Una simple cocina no puede
competir con ese tipo de saludo. Te quiere mucho.

—Y yo lo amo —dijo Allie en voz baja, mirándolo una vez más antes de prestar
atención a la gran cocina blanca. Y era grande. Habría adivinado que tenía casi
nueve metros de largo con una isla en el centro y armarios que corrían casi todo
el largo en ambos lados, excepto los últimos dos metros por ella y Tricia. Allí, se
había dejado abierto para una gran mesa redonda y ocho sillas que se colocaron
frente a las ventanas que daban al patio. También había dos puertas donde
terminaban los armarios; una era la puerta en la que estaban parados. Pero frente
a ella había una puerta sólida que Allie adivinó que conducía a un garaje o a una
despensa o algo así.

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—Es bastante asombrosa —respondió finalmente, volviendo a prestar
atención a Liam y a su nuevo amigo. Teddy Argeneau Brunswick Jr. era un chico
guapo, con el cabello oscuro como el de su hijo y una sonrisa igual de
encantadora, pero mientras Liam tenía ojos verdes con un brillo plateado en ellos,
los de Teddy eran azules y plateados. Sin embargo, ambos niños crecerían y se
convertirían en hombres guapos, decidió.

—Liam mencionó que ustedes dos se mueven mucho.

Allie apartó la mirada de los niños para ver que Katricia, o Tricia, como dijo
que la llamara, se había movido a la estufa para tomar una tetera de uno de los
quemadores. La vio llevarla al fregadero y luego se inclinó contra el mostrador
junto a la estufa mientras admitía:

—Sí, por desgracia. Pero ha sido por necesidad —agregó para asegurarse de
que la mujer no pensara que era de naturaleza bohemia—. Normalmente
terminamos mudándonos cada uno o dos meses.

—¿Por los renegados que Magnus y Tybo encontraron atacándote? —


preguntó Tricia, manteniendo su voz lo suficientemente baja como para que los
niños no pudieran oír. Teddy y Liam se habían subido a las sillas de la mesa en
el otro extremo de la habitación y ahora estaban corriendo mini coches de
carreras sobre su superficie y haciendo sonidos de rum, rum, rum mientras lo
hacían.
—Sí —dijo Allie infelizmente.

Tricia asintió y, aparentemente, al decidir que la tetera ya tenía suficiente agua,


cerró el grifo y llevó la tetera de vuelta a la estufa. La dejó, giró una perilla en el
tablero hasta que las llamas salieron del quemador, la puso en alto, y luego se
giró para apoyarse en el mostrador al otro lado de la estufa para observar a los
niños antes de preguntarle:

—¿Quiénes son ellos?

—No estoy segura —dijo Allie lentamente, y frunció el ceño porque eso era
cierto. Sabía muy poco sobre la manada de vampiros de la que había pasado los
últimos cuatro años huyendo. Sólo que eran otras víctimas del mismo vampiro
que había convertido a Stella y a su marido, y que harían lo que su “maestro”,

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como Stella le había llamado, exigiera. Stella no había temido nada más que a ese
hombre poniendo sus manos en su hijo. Estaba aterrorizada de que él convirtiera
a Liam en un demonio voraz y chupasangre como la gente que él había
convertido, y ella estaba decidida a salvar a su hijo de eso. Tanto que Stella había
dado su vida para tratar de mantener a Liam a salvo.

Allie había hecho todo lo posible desde entonces para cumplir su promesa y
mantener a Liam a salvo también. Había renunciado a su vida anterior, una que
había sido exitosa, estable y segura, por una vida de fuga. Aunque dudaba de
que Stella hubiera esperado eso. Probablemente pensó que sacrificar su propia
vida convencería a sus cazadores de que tanto ella como Liam estaban muertos,
dejando a Allie para que lo criara en relativa paz y seguridad. Era lo que Allie
esperaba la noche en que Stella murió. Pero las cosas no habían salido así.

—Realmente estás a salvo aquí —dijo Katricia de repente, atrayendo la mirada


de Allie—. De verdad. Nunca te lastimaríamos a ti ni a Liam y solo queremos
ayudar.

—¿Por qué? —La pregunta salió antes de que Allie lo hubiera pensado mucho,
pero era la pregunta que había estado pensando desde que se había despertado
aquí. ¿Por qué estaban ellos aquí? ¿Por qué los habían ayudado Tybo y Magnus?
¿Qué querían de ellos? Allie no había recibido mucha ayuda en los últimos cuatro
años. Cualquiera, de verdad. Ella y Liam habían estado solos.

Katricia guardó silencio por un momento, considerándola, y luego se encogió


de hombros y dijo simplemente:
—Es lo que hacemos. Somos responsables de mantener a los mortales a salvo
de los inmortales y los inmortales a salvo del descubrimiento.

—Así que nos salvaste de esos inmortales renegados anoche, y ahora… —Su
boca se apretó y llegó a su principal preocupación—. Ese hombre dijo que era
una mala madre. ¿Intentarán quitarme a Liam?

—¿Dijo qué? —preguntó Katricia con sorpresa.

—No dije tal cosa.

Allie y Katricia se volvieron hacia la puerta ante esas palabras molestas. Lucian
estaba guiando a los hombres a la habitación, con el ceño fruncido mientras se
acercaba.

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—Dije que no es tu hijo biológico y que obviamente no tienes idea de cómo
criarlo si has estado permitiendo que se alimente de ti.

—Oh, tío Lucian —dijo Katricia con un suspiro exasperado—. No es de


extrañar que Allie te haya querido rociar con la laca. ¿En qué estabas pensando
diciendo algo así?

—La verdad —gruñó, pasando junto a ellos para abrir la nevera—. Ella
necesita ser educada sobre nuestra gente, nuestras habilidades y nuestras leyes
para ser una madre efectiva para Liam o podría criarlo involuntariamente para
que sea un renegado. Y nadie quiere eso.

Allie sintió que algo del miedo se desataba alrededor de su corazón ante esas
palabras. No creía que Liam debería ser arrebatada de ella, sino que ella debería
aprender más para criarlo adecuadamente. No podía estar en desacuerdo con
eso. Había libros sobre criar hijos mortales, pero nada sobre niños especiales
como Liam. Todo lo que tenía para seguir eran películas y libros de ficción,
ninguno de los cuales decía que los vampiros podían comer, y sin embargo, Liam
comía.

Ella lo había alimentado con una dieta sólida de sangre cuando era bebé, hasta
la primera vez que tomó un puñado de puré de patatas de su plato, se lo metió
en la boca y emitió sonidos felices mientras lo comía. Había estado aterrorizada
de que él lo vomitara, que su sistema no toleraría la comida, pero cuando la
mantuvo, comenzó a ofrecerle comida para bebés con la esperanza de que
necesitara menos sangre si comía. También lo había mantenido alejado del sol
por miedo a que se incendiara. ¿Qué más estaba haciendo mal?

Los pensamientos de Allie fueron reemplazados por sorpresa cuando Lucian


se apartó del refrigerador con una bolsa de sangre en la mano que abruptamente
levantó y golpeó en su propia cara. Al menos, eso es lo que parecía que estaba
haciendo, autoflagelación con una bolsa de sangre. Pero no la bajó ni se golpeó
de nuevo. En cambio, la bolsa se quedó en su boca, cubriendo parte de su rostro…
y luego se dio cuenta de que estaba empezando a encogerse como si lo hubiera
conectado a una manguera de vacío.

—Estaba golpeando la bolsa contra sus colmillos —explicó Katricia


suavemente—. Un movimiento de estallido rápido funciona mejor para evitar

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romper la bolsa y hacer un desastre.

—Oh —dijo Allie débilmente, y dedujo que sus colmillos ahora sacaban la
sangre de la bolsa, por lo que se estaba reduciendo. Ciertamente la absorbieron
rápidamente, notó con el ceño fruncido.

—Así es como nos alimentamos ahora desde el advenimiento de los bancos de


sangre —dijo Magnus en voz baja, y Allie apartó los ojos de Lucian para
descubrir que el hombre muy grande y muy guapo ahora estaba a su lado. Estaba
lo suficientemente cerca como para que sus brazos se rozaran si ella se movía lo
más mínimo posible y la comprensión hizo que su brazo hormigueara
ligeramente, como si anticipara el toque. Eso no había sucedido antes y habían
estado más cerca que esto. En realidad la había llevado en sus brazos y no había
reaccionado así ante él.

Allie lo atribuyó a su olor. Realmente no podía resolver qué era, excepto que
había un toque cítrico y algo picante. Olía delicioso y se sorprendió de que no lo
hubiera notado antes, pero supuso que estaba demasiado molesta por los eventos
que ocurrían en ese momento como para darse cuenta de ello.

—Así es como Liam se alimentará a partir de ahora también —agregó Magnus,


distrayéndola de su olor.

Allie se encontró con su mirada, sus ojos se abrieron ligeramente mientras lo


hacía. Querido Dios, tenía unos ojos preciosos. Ya lo había notado antes, pero la
dejó sin aliento nuevamente mientras miraba sus pálidas profundidades azules.
Excepto que no eran solo azul pálido, observó. Había chispas de plata en ellos, y
parecían estar creciendo en número, la plata llenaba su iris y borraba el azul.
Observó con fascinación cómo sucedía y luego se sobresaltó cuando la tetera
comenzó a silbar junto a ellos.

—¿Puedes agarrar eso? —preguntó Tricia mientras se alejaba.

—Sí. —La palabra era un sonido entrecortado. Avergonzada, Allie se aclaró la


garganta y añadió con una voz más compuesta—: Por supuesto. —Mientras se
alejaba de Magnus para pararse frente a la estufa. Apagó las llamas y cambió la
tetera a un quemador frío.

—Aquí estamos. —Tricia regresó a su lado con una bandeja que contenía
cuatro tazas y una lata para chocolate caliente en polvo. Dejó la bandeja, agarró
el chocolate, empezó a ponerlo en cada una de las cuatro tazas que había

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recogido, y luego miró a su tío—. Agarra la crema de la nevera por mí, por favor,
tío Lucian —pidió, y luego agregó—: Y una taza si quieres un poco también.
Debería haber suficiente agua para todos.

Para sorpresa de Allie, todos los hombres se movieron para conseguir tazas y
siguieron a Lucian hasta el mostrador donde Tricia estaba trabajando. Cuando
las primeras cuatro tazas de chocolate caliente estaban listas, Allie las llevaba a
la mesa y se sentaba a la mesa con los niños para quitarse de en medio. No se
sorprendió cuando los otros se unieron a ella momentos después, cada uno de
ellos colocándose en una de las ocho sillas que rodeaban la mesa mientras sus
propias bebidas estaban listas.

Pensó que era una mesa enorme cuando la vio por primera vez, pero con los
hombres a su alrededor, de repente parecía mucho más pequeña, pensó Allie, y
luego le sonrió a Tricia cuando la mujer se les unió con un plato de galletas con
chispas de chocolate y un montón de servilletas.

—¿Sam hizo esas galletas? —preguntó Magnus, mirando sospechosamente el


plato.

—Sí, pero ha dejado de hacer cosas raras —le aseguró Tybo con diversión
mientras agarraba varias galletas—. Son seguras para comer. Buenas también.

—La esposa de Mortimer, Sam, pasó por una etapa de comida sana por un
tiempo —le explicó Katricia a Allie con una sonrisa.
Tybo resopló ante las palabras.

—Quieres decir que estaba en una misión para torturarnos a todos. La mujer
estaba haciendo batidos de germen de trigo y galletas con chispas de chocolate
con tahini y azúcar de coco o algo así. Nos hizo preguntarnos qué había hecho
Mortimer para hacerla enojar.

—Me hizo preguntarme a mí también —dijo sombríamente el hombre que


asumió que era Mortimer.

—La peor parte fue que, mientras nos obligaba a comer esa basura, se escaba
a comer hamburguesas y batidos —dijo Tybo con disgusto, y cuando una risa
sorprendida se le escapó a Allie, sonrió un poco y dijo—: Claro, ríete de nuestro
dolor.

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—Mamá, ¿podemos Liam y yo llevar nuestras galletas a la sala de estar y ver
dibujos animados? —Teddy apareció de repente, llamando la atención de todos.

—No. Dejarás migas en todas partes —dijo Tricia al instante—. Come tus
galletas primero y luego puedes ir a ver dibujos animados.

Los niños se miraron y luego, como uno, se metieron las galletas en la boca.
Eran galletas grandes y las mejillas de los niños estaban abultadas cuando
terminaron.

—Liam —dijo Allie en tono de regaño—. Te ahogarás en…

Sus palabras se desvanecieron mientras el niño rápidamente masticaba y se


tragaba la galleta, luego agarró su taza y se bebió lo último de su chocolate
caliente, igual que Teddy. Dejando la taza sobre la mesa, le sonrió como si hubiera
hecho algo inteligente y le dijo:

—Todo hecho.

—¿Podemos ir a ver dibujos animados ahora? —preguntó con entusiasmo


Teddy.

—Si la madre de Liam dice que está bien —dijo Tricia solemnemente.

Allie se encontró siendo el centro de dos pares de ojos esperanzados y Liam


dijo:
—Por favor, ¿mamá?

Allie dudó, parte de ella queriendo mantenerlo cerca. Había pasado cada
momento de cada día con el niño desde que lo habían pasado a sus brazos hace
casi cuatro años. Al menos hasta que empezó a trabajar en el banco de sangre.
Pero había trabajado días mientras él dormía, y aunque había sido de noche
cuando ella había ido a robar el banco de sangre, había esperado hasta que Liam
estaba acostado para su siesta, esperando completamente estar de vuelta antes
de que él se despertara. No le sorprendió volver y encontrarlo despierto y
molesto porque lo había dejado. Parecía ansioso por dejarla ahora, sin embargo,
para jugar con su amigo y se sintió un poco herida al saberlo.

Pero sabía que era saludable para él hacer amigos. También fue conveniente,

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porque tenía algunas preguntas para Katricia y otras que no creía que Liam debía
escuchar, así que Allie forzó una sonrisa y asintió.

—Claro.

—Gracias, mamá. —Liam le sonrió y se deslizó de su asiento para seguir a su


nuevo amigo desde la habitación.

—Estarán bien —le aseguró Tricia.

Allie asintió, segura que era verdad.

—Ahora que los niños están fuera del alcance de los oídos —dijo Lucian,
atrayendo todos los ojos hacia él, incluyendo los de Allie, quien se volvió
cautelosa cuando notó su expresión decidida. Antes de que ella se preocupara
demasiado, ordenó—: Explica las cosas, Katricia. Parece que confía en ti.

Tricia puso los ojos en blanco, pero luego se volvió hacia ella con una sonrisa
irónica y le explicó:

—Como mencioné antes, somos ejecutores. La policía para nuestra gente,


básicamente. Cazamos inmortales que rompen nuestras leyes, como los que te
atacaron a ti y a Liam.

Allie asintió, pero mentalmente estaba sustituyendo “vampiro” por


“inmortal”.
—Una de las maneras en que lo hacemos es escuchando en el escáner de la
policía los informes de cualquier crimen que pudiera estar relacionado con la
inmortalidad —continuó—. Anoche, Mortimer escuchó que el banco de sangre
fue robado y el perpetrador llevado al hospital.

—Y asumió que estaba relacionado con los vampiros. Porque ¿quién más
robaría un banco de sangre, verdad? —lo adivinó Allie, y no se perdió los
estremecimientos que rodearon la mesa al usar la palabra vampiro.

—Básicamente, sí —dijo Tricia—. Y por eso, Tybo y Magnus fueron enviados


al hospital para investigar.

Allie asintió, suponiendo que su intento de robo estaba relacionado con un


vampiro, o inmortal. Ella había estado robando la sangre para alimentar a Liam,

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quien aparentemente era inmortal, no un vampiro. En realidad, prefería la
palabra inmortal. Al menos en lo que respecta a Liam, Tricia y Teddy, y quizás
hasta Tybo y Magnus, decidió. Aún no estaba segura de Mortimer, pero Lucian…
Sí, lo llamaría vampiro con todos sus gruñidos y miradas.

Una carcajada de Tybo le llamó la atención y se mordió el labio, se aclaró la


garganta y dijo solemnemente:

—Debiste haber hecho el intento mucho antes. Estabas demasiado débil para
una empresa así en el momento en que lo intentaste.

Allie difícilmente podría discutir con eso. Desmayarse a la mitad del trabajo
demostró que había estado demasiado débil. Suspirando, explicó:

—Conseguí el trabajo allí hace tres meses, con la intención de encontrar una
manera de conseguir sangre para Liam. Se me ocurrió el plan bastante rápido y
me gané la confianza de mi jefe lo suficiente como para que me dieran las llaves
hace más de un mes, pero... —Hizo una mueca de dolor y admitió—: Me llevó un
tiempo convencerme de hacerlo.

—Eso es comprensible —murmuró Magnus, moviéndose en el asiento que


había elegido junto a ella—. Estoy seguro de que el miedo haría que la mayoría
de la gente dudara en cometer un delito.

—No fue el miedo lo que me hizo dudar tanto tiempo —le aseguró—. Quiero
decir, tenía miedo, claro, pero tenía más miedo de morir si no encontraba otra
fuente de sangre para Liam.
—¿Entonces por qué esperaste tanto tiempo para intentar robarla? —preguntó
Tricia con curiosidad.

—Culpa —dijo sin rodeos—. Nunca había pensado mucho en los bancos de
sangre antes de la llegada de Liam, pero al trabajar allí aprendí lo desesperados
que están por la sangre. Están constantemente luchando para mantener lo
suficiente a mano para mantenerse al día con las necesidades de los hospitales y
aquí estaba yo planeando robar algunas.

—Para mantener vivo a tu hijo sin matarte —dijo Tricia con firmeza—. No
deberías sentirte culpable por lo que intentaste hacer.

Allie miró a la gente alrededor de la mesa. Se alegró de que todo hubiera


sucedido porque ahora podría comprarle sangre a esta gente y no tener que

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robar.

—¿De dónde sacas la sangre?

—Tenemos nuestros propios bancos de sangre —dijo Tricia de manera


tranquilizadora—. Pagamos a los donantes como lo hace el banco de sangre para
el que trabajaste.

Allie asintió, pero luego frunció el ceño al darse cuenta de que Tricia había
usado el tiempo pasado, como si ya no fuera a trabajar allí.

—Yo… —Empezó, pero Lucian le cortó el paso.

—Tu vida será diferente ahora —dijo pesadamente—. Tu antigua vida se ha


ido.

Allie entrecerró los ojos, irritada por su actitud prepotente, pero luego miró a
Magnus cuando pasó un dedo suavemente por el dorso de su mano, donde
descansaba sobre la mesa.

Habiendo reclamado su atención con el toque ligero, él explicó suavemente:

—Necesitamos enseñarte las cosas que deberías saber como madre de Liam.
Cosas como el hecho de que, con un poco de precaución, puede salir a la luz del
sol.

Allie se relajó y asintió.


—Sí —reconoció solemnemente—. Y me encantaría aprender esas cosas,
pero…

—También necesitamos mantenerte a salvo de los renegados que te atacaron


—interrumpió suavemente—. Al menos hasta que puedan ser apresados y ya no
sean una amenaza.

Allie estaba sintiendo alivio por esas palabras cuando Lucian anunció:

—Para ese fin, serás trasladada a Port Henry.

El alivio de Allie huyó, reemplazado de nuevo por la irritación. No tenía ni


idea de dónde estaba Port Henry, pero nunca le había gustado que le dieran
órdenes.

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—De verdad, tío —dijo Tricia con exasperada diversión antes de que Allie
pudiera volarle la cabeza al hombre—. No puedes hacer que se vaya a ninguna
parte. —Volviendo a Allie, añadió—: Pero probablemente sería mejor que
aceptaras ir a Port Henry. Es una ciudad muy bonita, y creo que mencioné que
mi marido es el jefe de policía allí. Podemos mantenerte a salvo sin mantenerte
en un recinto vallado con los perros y guardias que tienen aquí.

—¿Hay perros y guardias aquí? —preguntó Allie con sorpresa. Todo lo que
había visto cuando miró por la ventana trasera era un gran patio trasero y un
edificio enorme con muchas puertas de garaje en él.

—Sí —dijo Tricia solemnemente—, perros, guardias y una enorme cerca


eléctrica.

Las cejas de Allie se elevaron.

—¿Y Port Henry es más seguro?

—Tal vez no sea más seguro de esa manera, pero es un pueblo pequeño donde
los extraños se dan a conocer con bastante rapidez —aseguró—. Y hay varias
familias inmortales con niños. Aparte de que los padres ofrecen protección
adicional, significa que Liam tendría muchos compañeros de juego. También
significa que habrá varias personas que te dirán todo lo que necesitas saber sobre
criar a un niño inmortal.
Eso le sonó muy bien a Allie. Al menos, si Lucian no estuviera allí. El hombre
simplemente la frotaba de la manera incorrecta.

—Permanecer allí te daría la oportunidad de recuperar tus fuerzas también,


mientras Lucian y Mortimer trabajaban aquí para encontrar y capturar a los
renegados que te atacaron —añadió Tricia, eliminando la preocupación de que
Lucian estuviera en Port Henry.

—¿Cuándo nos vamos? —preguntó Allie con una sonrisa irónica.

Tricia le sonrió, pero fue Lucian quien respondió a la pregunta.

—El helicóptero que trajo a Katricia y a Teddy está esperando en la pista de


aterrizaje para llevarlos a todos de vuelta. Los seis pueden irse en cuanto nos

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digas todo lo que sabes sobre este nido de renegados que los atacaron.

—¿Los seis? —preguntó Allie sin comprender.

—Magnus y Tybo te acompañarán para mayor protección —anunció Lucian—


. Esperemos que no sea necesario ya que es dudoso que los renegados puedan
seguir el helicóptero a Port Henry, pero es mejor no arriesgarse.

—Ah. —La mirada de Allie se deslizó hacia Magnus y luego se alejó


rápidamente cuando vio que él la estaba mirando.

—Así que... —Lucian arqueó una ceja y ordenó—: Dinos lo que sabes de estos
renegados.
Capitulo 5

58
Magnus vio a Allie luchar con su irritación por la actitud arrogante de Lucian,
pero después de un momento pareció soltarlo con un suspiro y sacudió la cabeza
antes de decir disculpándose:

—No mucho, me temo.

Él notó la concentración en los rostros de Luciano y los otros y supo que


estaban leyendo sus pensamientos por la información que buscaban.
Desafortunadamente, él no podía hacerlo, así que sugirió:

—Sólo dinos lo que sabes.

Allie asintió y miró brevemente a sus manos, pero luego volvió a asentir.

—Uno de ellos es el padre de Liam.

Magnus frunció el ceño ante esta noticia.

—¿Cómo terminaste con Liam?

—Su madre, Stella —contestó Allie, sonriendo suavemente—. La conocí un


mes después de comprar mi primera casa, una casa de pueblo en Calgary. Era
verano, agosto, y una noche, un idiota grosero decidió cortar el césped —dijo con
irritada memoria—. Aguantaría el ruido de una docena de cortadoras de césped
todo el día y la noche. Se espera en verano, por eso trabajaba de noche. Entonces
todo estaba tranquilo y podía concentrarme. Normalmente, pero no esa noche.
Eran alrededor de las diez y media, todos los niños estaban adentro
preparándose para ir a la cama, si es que no estaban ya allí, el resto de la calle
finalmente se había calmado, y luego se habían ido a dormir.

»Puf. —Allie negó con la cabeza—. Quería estrangular a quienquiera que


fuera, pero traté de ignorarlo y seguí trabajando. Cuando se apagó el motor, me
sentí aliviada y pensé que había terminado, pero luego intentaron volver a
arrancarlo, y fallaron, e intentaron una y otra vez, su máquina emitió los sonidos
más horribles. Finalmente, no pude soportarlo más y salí a la calle lista para
meterme con el imbécil irreflexivo que hacía todo ese alboroto a esa hora.

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Allie sonrió burlonamente.

—Ahí fue cuando la vi por primera vez. Una pequeña morena con una obvia
protuberancia de bebé, pareciendo exhausta y frustrada como yo y tirando del
cordón de la cortadora de césped una y otra vez.

Magnus sonrió ante su descripción, casi capaz de verlo en su mente.

—En vez de gritarle por su elección de tiempo para el mantenimiento del


césped, terminé ayudando. Quiero decir, ella casi había terminado de todas
formas, así que pensé que unos minutos más de ruido y estaría listo y podría
volver al trabajo. ¿Verdad?

Cuando Allie puso los ojos en blanco, Magnus se encontró sonriendo y


preguntó:

—Supongo que no funcionó así.

—No —admitió en un suspiro—. Debo haber pasado una hora revisando su


cortadora de césped. Pasé por encima del cable de la bujía, la bujía, el cable del
freno, el nivel de aceite… —Allie puso una mueca de dolor—. Por supuesto,
estábamos charlando mientras lo hacía, lo que me retrasó. Normalmente no me
habría llevado tanto tiempo.

Magnus asintió solemnemente con la seguridad de ella, pero se estaba


mordiendo la lengua para no sonreír. El hecho de que ella supiera cómo hacer lo
que había mencionado le impresionó, sin importar cuánto tiempo le tomara. Él
mismo no tenía una mente mecánica y no habría sabido qué revisar.

—¿Encontraste el problema? —preguntó Tricia.

—Ah, sí —dijo secamente, y luego admitió con asco—: Se le había acabado la


gasolina.

Eso sorprendió a todos menos a Lucian. Allie no parecía ofendida, sin


embargo, y se rió con ellos antes de decir:

—Lo sé. Es lo primero que debería haber comprobado. —Negó con la cabeza
su error—. De todos modos, eran más de las once y media para entonces. Stella
decidió dejarlo para el día siguiente, así que le deseé buenas noches y volví a casa

60
para volver al trabajo.

Se detuvo brevemente, sus ojos mirando sus recuerdos distantes, y luego dijo:

—No creo que haya pasado más de una hora desde que llamaron a la puerta.
Consideré ignorarla, pero a las doce y media es una hora extraña para los
visitantes y podría ser una emergencia, así que al final contesté. Y allí estaba Stella
con una sonrisa brillante y una cacerola de brownies recién horneados en sus
manos para agradecerme —explicó Allie, y Magnus asintió con ánimo—. Debería
haber dicho: “Gracias, pero no, tengo una fecha límite y necesito trabajar”.
Desafortunadamente, soy una adicta al chocolate y ella se veía así... —Allie
frunció el ceño mientras intentaba encontrar las palabras para explicar, y luego
dijo—: No lo sé... sola, tal vez, pero esperanzada. No tuve el corazón de enviarla
lejos. Habría sido como patear a un cachorro. —Se encogió de hombros—. Así
que la invité a entrar e hice té.

Amable, pensó Magnus. Era amable y valiente.

—Stella me dijo más tarde que tenía la intención de alimentarse de mí cuando


vino y que los brownies eran sólo una forma de entrar. Pero nos pusimos a hablar
mientras yo estaba buscando platos y haciendo té, y para cuando nos sentamos,
le gustaba demasiado como para morderme.

Magnus frunció el ceño ante esta noticia, sospechando que el hecho de que
Stella se alimentara de ella habría sido una sentencia de muerte. La mujer
obviamente había sido una renegada si mordía a los mortales y no se alimentaba
de bolsas de sangre como se suponía que harían los inmortales. Los renegados
no se preocupaban a menudo por el bienestar de la cena elegida.

—Nunca terminé volviendo al trabajo esa noche —continuó Allie—. Nos


sentamos y charlamos con brownies y té hasta casi el amanecer. Ella me dijo en
ese momento que estaba sola, y admitió que estaba embarazada y asustada. Dijo
que era de Vancouver, donde solía ser gerente de oficina. Pero había dejado su
casa y su trabajo y se había mudado a Calgary para empezar de nuevo después
de la muerte de su esposo. No me dijo cómo murió. No parecía querer hablar de
ello y yo no la presioné. En cambio, hablamos de otras cosas.

Solemne ahora, Allie admitió:

—Fue una buena noche. Teníamos mucho en común y nos reímos mucho.

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Cuando el sol se arrastraba por el horizonte y ella se apresuró a volver a casa,
éramos muy buenas amigas.

Allie tomó un sorbo de chocolate caliente.

—Stella estuvo mucho tiempo en mi casa después de eso. A menudo la veía


salir en su coche después de la puesta de sol. Cuando eso sucediera, yo me
mantenía atenta a su regreso para asegurarme de que volviera bien. Las mujeres
solas tienen que cuidarse unas a otras —añadió, mirando a Magnus, y él asintió.

El mundo era un lugar peligroso, especialmente para las jóvenes mujeres


mortales.

—De todos modos —continuó Allie—, ella generalmente regresaba a


medianoche o a la una de la mañana, y a menudo cargaba víveres. Yo la
observaba hasta que los llevaba a salvo dentro si sólo tenía unos pocos, o salía a
ayudarla a descargar si tenía muchos. Entonces volvía al trabajo. Pero entonces
ella llegaba a mi casa alrededor de las tres o cuatro de la mañana con bocadillos
o una comida completa y nos sentábamos y hablábamos durante horas. Stella se
dirigía a casa antes de que saliera el sol, pero los días que se le hacía demasiado
tarde dormía en el sofá y luego no se iba hasta que volvía a caer la noche.

Allie negó con la cabeza.


—No pensé nada de eso. El hecho de que evitara el sol y pasara tanto tiempo
conmigo. Pensé que estaba sola o preocupada por tener el bebé. Ni siquiera me
di cuenta al principio de que con toda la comida que traía, nunca comió.

—¿No comió? —preguntó Magnus frunciendo el ceño. Una mujer, ya sea


mortal o inmortal, definitivamente debe comer cuando está embarazada. Hacer
un bebé requería mucho alimento.

—No —dijo Allie suspirando—. Ella se preparaba un plato y empujaba la


comida, pero nunca la vi ponerse nada en la boca. Cuando se lo comenté, dijo
que tenía náuseas matutinas que duraban todo el día y la noche y luego cambió
de tema.

—Probablemente pensó que ya no podía comer más —dijo Tricia frunciendo

62
el ceño.

Magnus asintió, y cuando Allie levantó una ceja, explicó:

—Es dudoso que su señor le dijera que podía comer. Los vampiros mitológicos
no comen y él querría que ella creyera que eso era lo que era.

—¿Por qué? —preguntó Allie con perplejidad.

—Eso se puede explicar más tarde —dijo Lucian antes de que Magnus pudiera
responder—. Todas las preguntas que sin duda tienes pueden ser respondidas
después. Sólo evita de la narrativa de Laverne y Shirley2 sobre el vínculo con la
mujer y cuéntanos lo que sabes sobre el señor de Stella.

Magnus observó la forma en que Allie entrecerró los ojos en Lucian y esperó
una muestra de temperamento, pero en vez de eso preguntó dulcemente:

—¿Quiénes son Laverne y Shirley?

—Eso es un poco anterior a su tiempo, tío —dijo Tricia divirtiéndose cuando


él comenzó a fruncir el ceño.

—Sí. —Estuvo de acuerdo Tybo, y luego se inclinó hacia adelante en su silla


para mirar a Allie mientras le sugería—: Piensa en Thelma y Louise, pero es

2 Laverne & Shirley es una popular comedia de televisión estadounidense que fue
emitida por la cadena ABC desde 1976 hasta 1983
gracioso y no termina conduciendo por un acantilado.

Allie asintió, pero luego inclinó la cabeza y preguntó:

—¿Quiénes son Thelma y Louise?

—Oh. —Tybo frunció el ceño—. Esa película se estrenó en 1991—. ¿Ya habías
nacido?

—Oh, por el amor de Dios —gruñó Lucian—. Háblanos de su señor.

Cuando Allie frunció el ceño al hombre y gruñó un sarcástico: “Sí, maestro”,


Magnus tuvo que inclinar la cabeza para ocultar su expresión. Estaba divertido y
orgulloso de ella. La mayoría de la gente temblaba en presencia de Lucian, pero
no su Allie.

63
Acababa de darse cuenta de que había pensado en ella como suya y empezó a
protestar consigo mismo sobre la idea de adelantarse emocionalmente cuando
Allie empezó a hablar de nuevo. Aun así, sintió que su orgullo aumentaba
cuando ella ignoró las instrucciones de Lucian y continuó a su manera.

—De todos modos, los meses siguientes fueron agradables. Tuvimos


barbacoas a altas horas de la noche, asistimos juntas a películas una vez que el
sol comenzó a ponerse más temprano, y nos convertimos en las mejores amigas
—dijo Allie, con voz deliberada, y su mirada se encontró con la de Lucian en el
jódete silencioso más hermoso que Magnus había visto jamás.

Cuando Lucian gruñó en su garganta en respuesta, ella le sonrió y le dijo:

—Nos divertimos mucho cuando no estaba trabajando. —Su sonrisa se


desvaneció un poco al añadir—: Y entonces llegó la noche de principios de
diciembre.

—¿Esa noche? —preguntó Magnus con preocupación.

Allie asintió.

—Habíamos ido al cine y luego a cenar tarde. Estábamos caminando de


regreso a mi auto cuando Stella de repente me agarró del brazo y comenzó a
moverse más rápido. Fue un momento después de eso antes de que escuchara los
pasos detrás de nosotros y entendiera lo que la había agitado. O pensó que lo
hice.

Al mirarlo, Allie aparentemente notó la confusión en su cara, y explicó:

—La película había terminado hace más de una hora, y el estacionamiento


estaba casi vacío. Sólo había otro coche en la parte de atrás del lote además del
nuestro, así que las pisadas en ese momento eran un poco....

—¿Induciendo ansiedad? —sugirió Tricia con comprensión.

—Sí. —Suspiró, y luego dijo—: Apenas había registrado el sonido y


experimentado esa ansiedad cuando de repente estaba colgada sobre el hombro
de Stella, mi cabeza golpeando la parte posterior de su abrigo mientras

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volábamos el resto del camino hacia el auto. Y créanme —dijo solemnemente—,
en ese momento pareció como si hubiéramos volado. Quiero decir, ella realmente
se estaba moviendo. No pudo haber sido más de unos segundos antes de que
llegáramos al auto.

Dejándose caer en su asiento, dijo secamente:

—Todo lo que puedo decir es que es bueno que me olvidé de cerrar las puertas,
porque realmente creo que ella habría simplemente arrancado la puerta. De todas
formas, casi lo hizo y no estaba cerrada con llave. —Allie negó con la cabeza ante
el recuerdo—. De todos modos, me arrojó como a una muñeca de Raggedy Ann3,
y luego se subió después de mí. La puerta se cerró de golpe y la aseguró en medio
segundo, e inmediatamente empezó a tocarme los bolsillos, gritando: “¿Dónde
están las llaves? ¡Tenemos que irnos! ¡Dame las llaves!”.

Allie se quedó sin aliento como si todavía no pudiera creer lo que había
pasado.

—Y entonces hubo un golpe en la ventanilla del coche. Ambas nos quedamos


paralizadas y luego lentamente nos volvimos para mirar hacia afuera. Una joven
pareja estaba de pie, incierta, en la acera al lado del coche. No podían tener más
de diecisiete o dieciocho años. Cuando Stella me miró fijamente, me bajé de mi

3 Es una muñeca creada por el estadounidense Johnny Gruelle para una serie de
libros que escribió e ilustró para niños. Raggedy Ann es una muñeca de trapo con hilos
rojos como cabello y una nariz triangular.
lado del auto para hablar con ellos. Ellos eran la fuente de las pisadas que
habíamos oído, y aunque no parecían haber visto a Stella acarreándome como
Godzilla, la habían oído gritar una vez que habíamos subido al coche, y se habían
apresurado para asegurarse de que alguien no estaba siendo atacado.

»Les aseguré que todo estaba bien y les dije que Stella estaba embarazada de
su primer bebé y que estaba un poco histérica por lo que iba a pasar, eso es todo.
La miraron y se relajaron de inmediato. Stella estaba muy embarazada en ese
momento —añadió secamente—. Quiero decir, era enorme. Estoy segura de que
me estuviera llevado a través del estacionamiento sobre su hombro con su gran
barriga al frente, habría sido una vista ridícula si alguien lo hubiera visto.

Magnus sonrió débilmente, capaz de imaginarlo.

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—De todos modos, para tranquilizarlos, abrí la puerta del coche para que
vieran que Stella estaba bien y le dije que la joven y simpática pareja estaba
preocupada por nuestro bienestar. Afortunadamente, se recuperó lo suficiente
como para decirles que todo estaba bien, que sólo estaba sufriendo una pequeña
locura de embarazo. Sus hormonas estaban por todas partes y la volvían un poco
loca. Luego les agradecimos amablemente por su preocupación, les deseamos
buenas noches y volví al auto.

»Stella se disculpó todo el camino a casa, diciendo que pensó que habían sido
ellos, que la habían encontrado y que intentarían arrastrarla de vuelta para poder
llevarse a su bebé. —Allie suspiró con tristeza—. No tenía ni idea de lo que estaba
hablando, pero estaba un poco asustada por lo que había pasado. Su fuerza y
velocidad no habían sido normales —señaló, mirando a Magnus con grandes
ojos.

Cuando él asintió, y tomó su mano para apretarle los dedos


tranquilizadoramente, ella se ruborizó un poco, pero continuó.

—De todos modos, estaba molesta y confundida, pero seguí diciendo que
estaba bien, que hablaríamos cuando llegáramos a casa. Pero cuando volvimos a
mi casa, ella murmuró que estaba muy cansada y cruzó la calle corriendo hacia
su casa. Pensé, bien, hablaremos la noche siguiente.

—Supongo que no hubo conversación la noche siguiente —dijo Magnus en


voz baja cuando se detuvo infelizmente.
—No —admitió Allie—. O la noche siguiente. Stella hizo un acto de
desaparición. No venía, no abría la puerta y no contestaba mis llamadas ni mis
mensajes de texto. No creo que la hubiera vuelto a ver si no hubiera vigilado su
casa.

—¿Estuviste vigilando su casa? —preguntó Magnus, inseguro de lo que eso


implicaría en este caso.

Allie asintió.

—Me asomaba por la ventana de mi casa y miré a ver si se iba, con la intención
de salir corriendo a hablar con ella si lo hacía. Lo hice durante dos noches y media
sin resultados antes de perder la paciencia. Cuando no había señales de ella a las
tres de la madrugada de la tercera noche, tomé la llave de la casa que ella me

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había dado... —Detuvo su narración para explicarlo—. La convencí de que me
diera una llave de la casa justo la semana antes de que todo esto pasara. Ella sólo
tenía un mes y medio para su fecha de parto, pero era tan grande que temía que
la fecha estuviera equivocada. Me preocupaba que se pusiera de parto y no
pudiera subir las escaleras hasta el piso principal con seguridad por sí sola. Le
dije que, si empezaba a tener contracciones, me llamaría y yo iría, usaría la llave
para entrar, luego la ayudaría a bajar al auto y la llevaría al hospital.

Cuando él asintió en comprensión, ella volvió al tema original.

—De todos modos, a las tres de la tercera noche, tomé la llave y me acerqué,
decidida a hacerla hablar conmigo. Éramos amigas. Le ayudé a elegir el nombre
de su bebé nonato, le prometí que sería una niñera gratis y le ayudaría con él o
ella. Además, tenía un montón de preguntas.

—¿Estaba ella allí? —preguntó Tricia con curiosidad.

—No —dijo Allie con disgusto—. Su auto estaba allí en el garaje, pero la casa
estaba vacía. Había cavado un camino a través de la nieve desde su puerta trasera
hasta la valla y aparentemente había saltado y utilizado el sendero a través del
bosque para ir, Dios sabe a dónde. —Con ira apretó los labios y agregó
sombríamente—: A pie. En noviembre en Calgary. El veinticinco de noviembre
para ser exactos. Fue menos 17 grados centígrados esa noche —les dijo Allie con una
combinación de consternación e indignación—. Quiero decir, ¿qué tan
irresponsable es eso? Estaba embarazada, por el amor de Dios. ¿Y si se hubiera
puesto de parto mientras se pavoneaba por la nieve? Liam se habría muerto de
frío antes de tocar el suelo.

—Liam habría estado bien —dijo Tricia tranquilamente—. Los inmortales no


se congelan tan fácilmente como los mortales.

—Bueno, no lo sabía, ¿verdad? —dijo secamente Allie, y luego suspiró—.


Apareció poco después de las cuatro de la mañana. Estaba sentada en la
oscuridad para que ella no viera la luz y evitara volver a casa. Resultó ser una
mala idea. Me confundió con un ladrón y casi me mata antes de darse cuenta de
que era yo. Por supuesto, luego ella alternaba entre sentirse horrible por haberme
arrojado a través de la sala de estar, y estar enojada porque había estado sentada
esperándola. Y, por supuesto, yo era una confusión de rabia hacia ella por

67
haberme evitado, y de disculparme por usar la llave cuando sabía que ella no
habría querido que lo hiciera.

Allie se encogió de hombros filosóficamente.

—Las dos estábamos sentimentales, y hubo un montón de idas y venidas. Un


minuto ella estaba llorando, y luego gritando, mientras yo alternadamente me
disculpaba y luego exigía que habláramos. Pero finalmente ambas nos
tranquilizamos. Aun así, al principio no hablaba. No hasta que le dije que la
consideraba la mejor amiga que había tenido, como una hermana, en realidad, la
única familia que tenía, y que no quería perder su amistad. Además, le recordé
que yo iba a ser la madrina del pequeño Liam o la pequeña Sunita. Tenía que
hablar conmigo.

—¿Liam habría sido Sunita si hubiera nacido niña? —preguntó Tricia con una
sonrisa.

—Sí —contestó Allie, y luego inclinó un poco la cabeza y preguntó—: ¿Por


qué?

—Ese es el nombre de la hija de Elvi y Victor —dijo Katricia con una sonrisa
y luego explicó—: Son buenos amigos que viven en Port Henry. Nuestros hijos
juegan juntos. Tienen un hostal y ahí es donde te quedarás en Port Henry. —Ella
movió la cabeza—. Qué coincidencia que hayan elegido el mismo nombre que tú
y Stella para una niña. Quiero decir, Sunita no es un nombre tan popular.
—Esa es parte de la razón por la que lo elegimos. Es hermoso e inusual. Y
podríamos haberla llamado Sunny para abreviar.

—¡Ese es el apodo de Sunita! —dijo Tricia con deleite.

—Sí, sí —dijo Lucian con exasperación—. Sunita es un nombre hermoso y


estoy seguro de que Elvi y Victor llaman a su hija así y que el ser elegido como el
nombre que Liam no recibió es una especie de milagro místico o un presagio de
que se suponía que fueras a Port Henry. Ahora, ¿podemos finalmente llegar a lo
que Stella te dijo sobre su señor?

Allie y Tricia se volvieron para mirar al hombre, con los ojos estrechos, y luego
Allie preguntó:

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—¿Siempre está tan gruñón?

—Me temo que sí —dijo Tricia disculpándose.

—Mmm —murmuró Allie, y luego aún mirando a Lucian preguntó—: Tricia,


¿crees que podría tomar un poco de agua o algo? Toda esta charla me está
dejando seca la boca.

—Ah, sí, por supuesto —dijo Tricia, levantándose de inmediato—. Me vendría


bien a mí también un poco de agua.

Allie inmediatamente dejó de mirar a Lucian y se paró rápidamente para


seguir a la otra mujer, diciendo:

—No tienes que traerlo para mí.

—Están tratando deliberadamente de provocarme —gruñó Lucian, y Magnus


le dirigió una mirada divertida al hombre para ver que estaba frunciendo el ceño
ferozmente detrás de Allie y Tricia.

—Uno pensaría que después de todos estos años casado con Leigh, tendrías
una mejor comprensión de cómo tratar a las mujeres —dijo suavemente.

Lucian le frunció el ceño, abrió la boca, sin duda para golpearlo con su
temperamento, pero luego se detuvo para alcanzar su teléfono mientras
empezaba a cantar lo que le sonaba a Magnus como “I Touch Myself”.
—Obviamente no —dijo Mortimer divirtiéndose mientras Lucian luchaba por
descolgar su teléfono de su soporte mientras continuaba cantando “I Touch
Myself” una y otra vez. Sólo esas tres palabras. Parecía obvio que era parte de una
canción, pero no era una que Magnus reconociera.

—Mmm —murmuró Tybo de acuerdo, y en tono seco le preguntó—: ¿Qué


hiciste para enojar a Leigh esta vez?

—Cállate —gruñó Lucian, finalmente soltando el teléfono. Pulsando el botón


para contestar, se lo pegó a la oreja y ladró—: ¿Qué?

Todos esperaron mientras él escuchaba brevemente, su rostro sonrojado por


una ira cada vez más profunda, y luego gruñó:

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—No, no estoy interesado en un crucero libre. Deja de llamarme. —
Presionando el botón para terminar la llamada, empezó a trabajar para que el
teléfono volviera a su soporte, con el que parecía tener tanta dificultad como para
sacarlo, y refunfuñó—: Malditos vendedores. Ahora recibo al menos veinte
llamadas al día de esos bastardos.

—Tal vez Leigh te puso en una lista de llamadas para que puedas escuchar su
tono de llamada una y otra vez —sugirió Tybo con una sonrisa.

—¿Qué? —La cabeza de Lucian se levantó, su expresión de consternación.


Arponeando al inmortal más joven con los ojos, le preguntó—: ¿Podría ella hacer
eso?

—No lo sé —dijo Tybo encogiéndose de hombros—. Pero si hay una manera


de hacerlo, Leigh es lo suficientemente inteligente para encontrarlo.

—Sí. Lo es —estuvo de acuerdo Lucian, y de repente se relajó, sonrió y dijo—


: Dios, es magnífica.

—Le diré que lo dijiste la próxima vez que la vea —dijo Tricia con alegría
mientras guiaba a Allie de vuelta a la mesa—. Tal vez eso te saque de problemas.

Tricia llevaba una jarra grande de agua helada, mientras que Allie la seguía
con una bandeja de vasos. Notando su palidez, Magnus se puso de pie
rápidamente para tomar la bandeja y ponerla sobre la mesa para ella.
—Gracias —dijo ella sin aliento mientras se volvía a sentar—. Pensamos que
el resto de ustedes también querrían un poco de agua.

—El agua suena bien —dijo, tratando de ocultar su preocupación detrás de


una sonrisa mientras ella se acomodaba en su asiento. El color que la ira había
pintado antes en sus mejillas había desaparecido, y estaba pálida y temblorosa
después de su corta distancia en busca de vasos y eso le hizo preguntarse cuándo
llegaría Dani. Seguro que ya debería estar aquí.

—¿Agua? —preguntó Allie, y Magnus parpadeó y consiguió sonreír y asentir.

—Sí, por favor —murmuró, y luego miró a Lucian. Para su sorpresa, el hombre
parecía aferrarse a su paciencia mientras esperaba a que el agua se vertiera y
pasara, pero Magnus sospechó que le costó un poco de esfuerzo. Conocía a

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Lucian Argeneau desde hacía más de un milenio y el hombre nunca había sido
conocido por su paciencia. Afortunadamente, Allie no fue tan tonta como para ir
demasiado lejos con el hombre y empezó a hablar en el momento en que todos
tomaron un vaso del líquido helado.

—Así que, cuando Stella finalmente empezó a hablar, empezó a contarme la


noche en que murió su marido —dijo abruptamente—. Dijo que volvían a casa
caminando desde la cena cuando fueron atacados por un gran grupo de hombres.
Ella había oído sus pasos durante un tiempo antes de que atacaran, pero no había
pensado en ello. Su marido era un hombre de buen tamaño y ella siempre se
sintió segura con él. Dijo que escuchar esos pasos en el estacionamiento mientras
regresaba al auto después de cenar… Pensó que eran ellos, que venían a buscarla
de nuevo, y entró en pánico.

—No me sorprende —murmuró Tricia.

—No. —Estuvo de acuerdo Allie—. Su recuerdo del ataque en Vancouver era


un poco borroso, pero recordaba que estaba aterrorizada y que la habían alejado
de su marido, o a él de ella. Recordó que sus atacantes se reían y se burlaban de
ellos, y entonces a uno de ellos le brotó colmillos y comenzó a roerle el brazo y se
desmayó, ya sea por pérdida de sangre o por miedo.

La expresión de Allie era solemne cuando admitió:

—Ese asunto de los colmillos brotando me hizo preguntarme si realmente


estaba sufriendo alguna psicosis inducida por el embarazo, pero me guardé esa
opinión para mí y la dejé hablar. Stella me dijo que se despertó en un oscuro y
húmedo sótano en algún lugar. Era una especie de edificio abandonado, pero ella
no lo sabía todavía. Al principio no podía ver ni oír nada y pensó que estaba
muerta, pero luego oyó a su marido, Stephen, quejarse. Stella trató de arrastrarse
hacia él, pero no tenía mucha fuerza y tenía un dolor terrible. Todo parecía doler
y se preguntaba cuántas heridas había sufrido y qué tan graves eran cuando la
puerta se abrió de repente y se encendió una luz.

»Stella dijo que era cegadora después de la oscuridad total que había ante ella
y que no podía distinguir mucho más que figuras borrosas, pero un hombre dijo:
“Ah, ahí están mis mascotas”. Les traje un regalo especial para saciar el hambre
que deben estar sintiendo. Aparentemente, una figura gimiendo fue empujada
hacia adelante y el que había hablado la golpeó con algo, luego la arrojó a la

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habitación y cerró la puerta.

Allie se detuvo para tomar otro trago de agua, con voz triste al decir:

—Stella todavía tenía problemas para ver, pero podía oler la sangre y la
persona estaba llorando y se las arregló para ponerse de rodillas para acercarse a
ella. Quería ayudarla, quería ver si podía curar sus heridas o algo así, pero el olor
de la sangre era abrumador y su cuerpo estaba acalambrado. Dijo que lo siguiente
que recuerda es que estaba lamiendo la sangre en lugar de tratar de detenerla, y
luego Stephen estaba a su lado lamiendo una de las otras heridas y ambos se
volvieron un poco locos tratando de conseguir más y todo se volvió borroso en
su memoria otra vez, excepto que recuerda la repentina aparición del dolor.
Terrible y gritando de agonía que la dejó retorciéndose en el suelo y chillando.

—Probablemente estaba diciendo la verdad y no recordaba muy claramente


—dijo Tricia en voz baja cuando Allie se quedó callada—. Probablemente fueron
sólo destellos de pesadilla en su memoria. El cambio puede hacer que una
persona…

Cuando Tricia se detuvo, pareciendo que no estaba segura de cómo decir lo


que intentaba explicar, Magnus dijo:

—Durante un cambio, el transformado se desespera por conseguir sangre,


pero una vez que la consiguen, los nanos se ponen a trabajar en el cuerpo en serio
y aparentemente es insoportablemente doloroso. Se sabe que los transformados
se hacen mucho daño tratando de acabar con ese dolor.
—Sí —murmuró Tybo—. Incluso he oído que se sacan los ojos si no se los
retienen.

Allie los miró fijamente y luego preguntó:

—¿Nanos?

—Explicaciones después —dijo con frialdad Lucian—. Continúa con lo que te


dijo Stella.

Por un momento, Magnus pensó que Allie se rebelaría y exigiría respuestas,


pero al final pareció decidir que lo había hecho esperar lo suficiente y continuó.

—Stella no sabía cuánto tiempo estuvo en ese sótano. Pero lo mismo se repetía
una y otra vez. Se despertaba con un dolor terrible en esa habitación oscura, ya

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sea momentos antes, o al sonido de la apertura de la puerta. La luz cegadora se
encendía, una voz se burlaba de ellos, y luego otra pobre persona era cortada en
rodajas y arrojada a ellos como carne cruda arrojada a los perros. Y cada vez, ella
y Stephen caían sobre la persona en busca de su sangre y terminaban
retorciéndose en el suelo en agonía.

Allie miró su vaso y lentamente comenzó a girarlo sobre la mesa.

—Stella estaba avergonzada de lo que podía recordar. Y conmocionada y


horrorizada de que fuera capaz de lo que había hecho. —Mirando hacia arriba,
añadió—: Yo también me sorprendí. Simplemente no encajaba con la mujer que
había llegado a conocer. Stella era dulce, divertida y amable. Todo esto tenía que
ser una fantasía, estaba segura.

Bajando la mirada a su vaso otra vez, suspiró.

—De todos modos, Stella dijo que al final se despertó una noche y no le dolió
todo. De hecho, se sentía increíble. Así que cuando la puerta se abrió, la luz se
encendió, y una persona ensangrentada fue arrojada, ella se sintió segura de que
podría resistir.

—Pero ella no podía —adivinó Magnus en voz baja, sabiendo que aunque lo
peor del cambio debía haber pasado en ese momento, todavía estaba sucediendo,
y que Stella y su esposo habrían necesitado mucha sangre. No se habrían dado
cuenta hasta que el olor los golpeara.
—No. Ninguno de ellos pudo. Pero esta vez no hubo ningún grito de agonía
para seguir y ayudarlos a olvidar. En cambio, quedaron saciados, ya no ciegos
por la luz, y pudieron ver el depósito de huesos que habían hecho de la
habitación. Los cuerpos en descomposición de sus víctimas seguían allí, las
paredes salpicadas de su sangre, y ahora podía oler la putrefacción.

»La combinación fue suficiente para que vomitara la mitad de la sangre que
acababa de consumir, y la dejó tan débil que Stephen tuvo que sacarla cuando
esta vez sus captores regresaron por ellos. Stella dijo que fueron llevados a otra
habitación más grande llena de gente que se apiñaba en los bordes mientras un
hombre se sentaba en la única silla en medio de un espacio abierto, como un rey
en su trono.

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—¿Ella lo describió? —preguntó Lucian de inmediato—. ¿Te dijo el nombre?

Allie se mordió el labio y se mostró pensativa por un momento, antes de decir:

—Me dijo su nombre. Era extraño. Algo que nunca había oído antes, pero... —
Negó con la cabeza—. Lo recordaré eventualmente. No puedo recordarlo ahora
mismo. Creo que dijo que tenía el cabello oscuro. Y la recuerdo diciendo que no
pensarías que es un monstruo si lo miraras. Parecía normal... y si le hubieras
puesto un traje, podría haber sido confundido con un contador. Dijo que de
alguna manera lo hacía más aterrador. Que se veía tan normal, pero tan horrible
y sin alma.

Lucian frunció el ceño ante sus palabras, pero asintió y se recostó,


aparentemente dispuesto a esperar a ver si recordaba el nombre.

—De todos modos, les dio la bienvenida y les explicó que gracias a su
generosidad se habían convertido en vampiros en lugar de convertirse en meros
alimentos para el grupo, como las patéticas criaturas de las que se habían
alimentado. Pero ahora no podían volver a sus vidas anteriores. Eran de él. Era
su señor. Simplemente no podrían sobrevivir sin él, y como la habitación en la
que se habían despertado era su tumba, debían regresar a ella antes del amanecer
todos los días, y nunca debían dejarla antes de que el sol se pusiera o perecerían.

—¿Qué? —preguntó Mortimer con incredulidad.

Cuando Allie simplemente asintió, Tybo hizo una mueca de dolor y dijo:
—Algunos de los cuentos y películas sobre vampiros sugieren que tienen que
regresar a su ataúd cuando sale el sol y permanecer hasta que se ponga o morirán.
Mucho también tiene que ver con mantener la suciedad de su tumba en ella si
quieren moverse y no permanecer en el cementerio. —Se encogió levemente de
hombros—. Obviamente este renegado estaba usando una variación de eso para
controlar a sus cambiados. No huirían mientras él estuviera durmiendo si no
piensan que pueden salir de la habitación en la que los cambiaron.

Cuando Mortimer gruñó de asco ante eso y luego se volvió expectante hacia
Allie, levantó las cejas.

—Así que no tienes que estar en ataúdes o algo así desde el amanecer hasta el
atardecer.

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—Ya es de día —señaló Magnus con suavidad, y ella miró por la ventana hacia
el patio delantero con sorpresa.

—Oh. Claro. Lo olvidé —murmuró.

—Ya no dormimos en ataúdes, y no habríamos perecido si hubiéramos salido


de ellos durante el día cuando lo hicimos —aseguró Magnus.

—Entonces, ¿dormiste en ataúdes alguna vez? —preguntó con consternación.

—Sólo porque era más seguro —le aseguró Magnus, y al darse cuenta de la
forma en que Lucian se movía con impaciencia, le sonrió irónicamente—. Pero te
lo explicaré más tarde.

—Bien —dijo ella, mirando a Lucian ahora ella misma—. Bien. Entonces,
supongo que su señor alabó un poco lo afortunados que eran de que él los había
elegido para convertirlos, y luego les dio un montón de.... bueno, más o menos
reglas...

—¿Qué clase de reglas? —preguntó Katricia con curiosidad.

Allie pensó brevemente y luego dijo:

—Les dijo que la comida estaba ahora fuera de los límites. No les serviría de
nada y lo vomitarían junto con la sangre que necesitaban. Prometió que los
mataría en vez de aguantar a los sujetos malgastando sangre de esa manera. —
Ella inclinó la cabeza y agregó—: Lo cual obviamente no es cierto ya que Liam
puede comer y todos ustedes comieron las galletas y el chocolate caliente y no se
están enfermando.

Magnus parpadeó ante sus palabras, dándose cuenta sólo entonces de que él
también se había comido una galleta lo que no sería extraordinario si no fuera
porque no había sentido hambre de comida durante siglos. Si dudaba de que
Allie pudiera ser una posible compañera de vida, su repentina indulgencia con
la comida la eliminó. Ese era otro signo de haber encontrado a un compañero de
vida, un regreso del deseo de comer… y del sexo. Magnus aún no sabía si tenía
el deseo de tener sexo. Encontró a Allie atractiva, pero no se había convertido de
repente en un animal esclavizado, queriendo arrancarle la ropa.

—Eh —dijo secamente Tybo, llamando su atención sobre el tema que tenía

75
entre manos—. Eso le habría ahorrado dinero en comida. Sin duda habría sido
caro alimentar a una gran multitud de renegados. Se ahorró un buen centavo con
esa frase.

—Sí. —Estuvo de acuerdo Mortimer, sonando cansado, aunque Magnus


sospechó que no era un agotamiento físico. Era difícil ver lo peor de la
humanidad día tras día y no cansarse del alma.

—¿Qué otras reglas tenía? —preguntó Tricia en voz baja.

Allie pensó brevemente y luego dijo:

—No podían usar joyas. Stella dijo que sus pendientes estaban en el suelo y
que sus orejas perforadas se habían cerrado cuando se despertó. Su señor dijo
que era porque el metal les hería el cuerpo o algo así, y les exigió que le
entregaran todas sus joyas para que él se deshiciera de ellas, lo que realmente le
molestó. A ella no le importaban los pendientes, pero él se llevó su anillo de
compromiso y su anillo de bodas, y un colgante de corazón con una foto de ella
y de Stephen que ella nunca se había quitado.

—Podemos usar joyas —le aseguró Tybo, y luego sugirió—: Probablemente


quería las joyas para empeñarlas.

—Eso es lo que Stella también pensaba —dijo Allie lentamente—. Quería


llevarse sus anillos y el colgante cuando se fue, pero lo único que quedaba era el
colgante. Lo usó sin problemas, y piensa que sólo estaba allí porque no era muy
valioso, al menos no monetariamente. —Se detuvo brevemente y luego agregó—
: Aparentemente, se les ordenó que quitaran las joyas a sus víctimas y se las
dieran a él también, y él tenía un grupo especial de hombres que cometían varios
crímenes para obtener más dinero.

—¿Quieres decir aparte de secuestrar, y convertir o matar a mortales


desprevenidos? —preguntó secamente Tybo.

—¿Quién ha estado secuestrando y matando mortales?

Magnus miró por encima de su hombro a esa pregunta para ver a la esposa de
Mortimer, Sam, mirándolos con alarma desde la puerta abierta hasta el garaje.
Era una mujer delgada, de cabello oscuro y ojos grandes, con los brazos cargados
de bolsas de supermercado.

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Mientras él y los otros hombres se paraban y se apresuraban a ayudar con los
comestibles, Magnus oyó a Lucian decir:

—Tendremos que terminar esto después de que Sam se haya aclimatado. —Y


se sorprendió de la muestra de paciencia de ese hombre. Quizás Leigh estaba
teniendo un efecto en él, después de todo, pensó Magnus. Eso o el hombre estaba
hambriento de algo más sustancial que las galletas.
Capitulo 6

77
—Bueno, ahora que he satisfecho sus estómagos, ¿quizás uno de ustedes
podría decirme quién está secuestrando y matando a los mortales?

Allie acababa de meterse en la boca el último de sus sándwiches de tocino,


lechuga y tomate cuando Sam dijo eso. Miró a la mujer con diversión, sin
sorprenderse por la demanda. Sam parecía una mujer que se hacía cargo de todo.
Ciertamente se había hecho cargo de los hombres cuando comenzaron a sacar los
comestibles con murmullos hambrientos de algunos de los contenidos.

Notando que era cerca del mediodía, algo que había sorprendido a Allie, que
no se había dado cuenta de lo tarde que se había hecho, Sam había sugerido
sándwiches de tocino, lechuga y tomate para el almuerzo. Cuando todos, incluso
Lucian, reaccionaron positivamente a la sugerencia, ella inmediatamente se
movió para empezar a hacer café mientras le daba tareas a cada uno de los demás.
Mortimer había cocinado el tocino, Tybo había hecho tostadas, Katricia había
limpiado la lechuga y Allie se había sentado en la isla a insistencia de Magnus y
había cortado los tomates en rodajas. Mientras tanto, Magnus y Lucian habían
puesto la mesa.

Los primeros dos sándwiches fueron para Teddy y Liam, que habían sido
apartados de sus caricaturas para comer en la mesa. Para cuando los niños
terminaron y volvieron corriendo a la televisión, los cafés estaban servidos, tres
grandes montones de sándwiches estaban listos y todo el mundo estaba
babeando a la expectativa. Había habido una estampida en la mesa y el silencio
reinaba mientras comían. Ahora que el silencio había terminado, pensó Allie
mientras Tybo respondía a la pregunta de Sam.

—Los renegados de los que salvamos a Allie y Liam —le dijo, y le dio un breve
resumen de lo que Allie ya les había dicho, ya que todos ellos se pararon a llevar
sus platos al fregadero para un rápido enjuague antes de ponerlos en el
lavaplatos. Cuando el lavavajillas estaba cargado y encendido y el grupo volvía
a la mesa, la mujer de Mortimer ya estaba lo suficientemente enterada como para
preguntarle:

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—Supongo que Liam es la razón por la que Stella dejó a su señor y a los demás.

—Sí —dijo Allie solemnemente—. Para ella, su existencia parecía un milagro


de Dios.

—Todos los bebés son un milagro de Dios —dijo Tricia en voz baja, con la
mirada deslizándose hacia la puerta y los sonidos que provenían de la televisión
en la habitación del otro lado del pasillo.

Allie supuso que eso era verdad. Cada bebé parecía un milagro para los que
lo rodeaban, pero no era eso de lo que ella hablaba, así que explicó:

—Sí, pero era diferente para Stella. Tienes que entender que pensó que estaba
muerta. Que había muerto en esa habitación y resucitado como un vampiro. Por
ese razonamiento, ella no pudo haber quedado embarazada después del cambio,
pero debe haber estado embarazada cuando fue asesinada y convertida. Sin
embargo, su bebé aún vivía y crecía dentro de su cadáver.

—Un bebé no habría sobrevivido dentro de la madre durante un cambio —


dijo Lucian en el breve silencio que siguió.

—No, no lo habría hecho. —Estuvo de acuerdo Magnus—. Stella


probablemente se quedó embarazada en los primeros días o semanas después de
terminar lo peor del cambio. —Mirando a Allie, le explicó—: Las hembras
inmortales necesitan tomar mucha sangre para evitar perder un embarazo, y los
nuevos convertidos necesitan mucha sangre durante el primer tiempo después
de que se convierten. Por lo que has dicho, parece que el padre de Stella se
aseguraba de que ella y su marido tuvieran mucha sangre después de que los
convirtiera. Eso habría permitido que un feto creciera sin que los nanos lo
atacaran.

Nanos otra vez, pensó Allie, pero no preguntó qué eran. Lucian se enojaba
porque podría hacer sus preguntas más tarde.

—Pero Stella habría tenido que seguir consumiendo copiosas cantidades de


sangre durante todo el embarazo para asegurarse de que se quedara con el bebé
y lo llevara a término —apuntó Sam.

—Su señor le dijo eso cuando él le dijo que estaba embarazada —dijo Allie—.
Aparentemente fue él quien se dio cuenta primero y le reveló a Stella que estaba
embarazada. No tenía ni idea hasta entonces. De hecho, ella no le creyó cuando

79
se lo dijo por primera vez.

—Supongo que quería interrumpir el embarazo y por eso huyó —sugirió


Magnus.

—No. Estaba encantado y esperaba un niño al que pudiera guiar —dijo Allie
sombríamente, tan horrorizada por el pensamiento como lo había estado Stella—
. Al parecer, una niña habría sido indeseable y, según él, lo mejor sería que el
grupo la desgarrara antes de que pudiera tomar más de un respiro. Deduzco que
consideraba a las hembras bastante inútiles. Stella dijo que había muy pocas
mujeres entre el grupo. Un puñado, todas miembros de parejas que fueron
secuestradas. Nunca mujeres que fueron encontradas solas. Fueron usadas para
alimentar al grupo y nunca las transformaron.

—Así que, ella tenía miedo de que él matara al bebé si era niña —dijo Magnus,
pareciendo enfadado ante el pensamiento.

—Sí. Pero también estaba aterrorizada de que él fuera el mentor del bebé si era
varón. Que lo convertiría en un monstruo como él. Ella no quería eso.

—Eso también me habría asustado —admitió Tricia.

Allie asintió.

—Creo que hizo más que eso, sin embargo. Creo que descubrir que llevaba un
hijo salvó a Stella. La sacó de la locura que la había acosado cuando fue atacada
y se convirtió. Stella dice que hasta entonces estaba deambulando en una especie
de niebla, haciendo todo lo que le decían sin conciencia, alimentándose de la
gente que le daban, e incluso atrayendo hombres a los demás cuando se le
ordenaba. Pero enterarse de que estaba embarazada la sacó de eso. Estaba
avergonzada de lo que se había dejado intimidar y quería ser mejor para su hijo
o hija. Para hacer eso, y para mantener a su bebé a salvo, tuvo que irse.

—Puedo verlo —dijo Magnus ahora—. Pero si su señor los había convencido
a todos de que no podían estar lejos de su habitación entre el amanecer y el
atardecer y sobrevivir, ¿cómo se escapó Stella y se mudó a la casa frente a la suya?
Calgary, Alberta, está muy lejos de Vancouver, Columbia Británica, y no pudo
llevarse la habitación.

—En realidad, lo hizo —dijo Allie, sin sorprenderse por la confusión que

80
causó.

—¿Cómo? —preguntó Tybo.

—Ella veía las mismas películas que tú —dijo Allie con una pequeña sonrisa—
. Stella recordó que, en las películas, tomar tierra de su tumba permitía a los
vampiros viajar. Como la habitación que les habían dado era tanto donde
murieron como lo más cercano a una tumba que tenían, ella apostó a la
posibilidad de que tomar un poco del piso de concreto le permitiría moverse de
noche y quedarse en otro lugar a la luz del día sin debilitarse o morir.

—Ah —dijo Tricia con una sonrisa, y luego le aseguró—: No era verdad.
Podría haberse ido en cualquier momento sin el hormigón, pero fue muy
inteligente de su parte pensar en eso de todos modos.

—Stella dijo que no estaba segura de que funcionaría, pero si no lo hacía ella
y el bebé morirían, entonces sintió que era un mejor final que el que habrían
tenido con el grupo.

—¿Así que se llevó un bloque de hormigón con ella? —preguntó Tybo con
incredulidad—. ¿Cómo demonios lo rompió?

—No un bloque, sólo un poco de polvo de concreto que logró arrancar del piso
—explicó Allie—. No más que un par de cucharadas que guardaba en una bolsita.
Stella me lo mostró una vez. Lo guardaba en su bolsillo todo el tiempo.

—¿Qué le pasó a su marido? —preguntó Magnus—. No mencionas que


estuviera en Calgary.
—No. —Allie frunció el ceño ante la idea del marido de Stella y luego suspiró
y les dijo—: Stephen decidió ir con ella cuando empezaron a planearlo, pero la
noche en que se fueron dijo que no funcionaría si ambos se iban. Dijo que se
quedaría para retrasar a cualquiera que se diera cuenta de que se había ido y le
daría una mejor oportunidad. Quería que se alejara lo más posible antes de que
se dieran cuenta de que algo andaba mal y la persiguieran. También dijo que, si
se quedaba atrás y se hacía pasar por leal, podría despistarles si se acercaban
demasiado a ella. Dijo que era la mejor manera de protegerla a ella y al bebé. Pero
más tarde, después de que el bebé naciera, él la encontraría y se uniría a ella.
Mientras tanto, ambos deberían pensar en una forma de hacer que pareciera que
los tres habían muerto.

Ella dejó que comprendieran esto, y entonces les dijo:

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—Y luego él le dio esto.

Allie buscó la cadena que sostenía el relicario que Stella le había dado esa
noche, y que siempre llevaba alrededor de su cuello para no perderlo antes de
que Liam tuviera la edad suficiente para tenerlo. La sacó de debajo de su blusa,
donde la larga cadena le permitía descansar junto a su corazón, y luego la levantó
por encima de su cabeza y extendió su brazo para que colgara por encima del
centro de la mesa para que todos ellos la vieran. Ella pensó que era hermoso. El
relicario era un corazón con el frente hecho de alas detalladas. Dejó que miraran
un momento, y luego tiró de su brazo hacia atrás y abrió las alas que cubrían la
parte delantera del relicario. Eran puertas diminutas que, al abrirlas, revelaban
una imagen en su interior.

Allie miró brevemente a la feliz pareja joven en la pequeña foto. Era una foto
de boda de un hombre moreno con una amplia sonrisa, y su brazo alrededor de
una pequeña morena que estaba radiante ante la cámara. Se veían increíblemente
felices. Era difícil de mirar cuando sabías los horrores que les esperaban, pensó
ella, y luego suspiró y lo volvió a sostener para que los demás también pudieran
ver la foto.

—Stephen le dio esto a Stella en su primer aniversario, pero se lo quitaron


junto con todas las otras joyas cuando terminaron de cambiar —dijo Allie en voz
baja—. Stephen dijo que lo encontró mientras buscaba cosas que debían llevar
con ellos mientras todos estaban distraídos con algunas de sus víctimas un día.
Esperaba dársela en su huida, pero ahora esperaba que le tranquilizara hasta que
pudieran estar juntos de nuevo.

Allie tiró del collar hacia atrás, cerró las alas sobre la foto, y luego se lo deslizó
sobre el cuello mientras decía:

—Stella discutió con él, rogándole que se fuera con ella, pero él estaba decidido
a quedarse atrás, dijo que la protegería lo mejor que pudiera. Al final, tuvo que
irse sin él.

Se metió el collar debajo de la blusa.

—Ellos habían reunido un poco dinero en las semanas previas a la fuga,


guardando parte del dinero de sus víctimas cuando podían. Stella lo usó para

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comprar un billete de autobús a Kelowna, esperando que estuviera lo
suficientemente lejos y lo suficientemente grande para esconderse.

—¿A qué distancia está Kelowna de Vancouver? —preguntó Tybo frunciendo


el ceño.

—Alrededor de cuatro horas y media —contestó Lucian, lo que probablemente


era bueno porque Allie no tenía ni idea.

—Pero no es muy grande —dijo Mortimer en voz baja.

—Tiene más de cien mil personas —señaló Tricia—. No es exactamente un


pueblo pequeño.

—Calgary tiene más de un millón y sólo habría estado otras seis horas en el
autobús —respondió Lucian—. Habría sido mejor que fuera allí de inmediato.

—Sí, debería haberlo hecho. —Estuvo de acuerdo Allie—. Stella no estuvo en


Kelowna más de un par de días antes de ver a uno de los renegados de
Vancouver.

—¡Ay!, no —dijo Sam infelizmente—. ¿La atraparon?

Allie sonrió un poco a la mujer, apreciando su preocupación por su amiga.

—No. Afortunadamente, Stella los vio en el mercado antes de que ellos la


vieran a ella. Se las arregló para escabullirse sin ser vista. Pero la asustó. La
habían rastreado desde Vancouver de alguna manera, y la única manera en que
podía pensar que lo habían logrado era porque tomó el autobús. Stella había
usado dinero en efectivo para su billete, y sospechaba que habían interrogado a
la gente en el mostrador, y el vendedor de billetes se había acordado de ella y les
había dicho su destino.

—Eso es más que posible —murmuró Magnus cuando se detuvo—. Stella era
una mujer bonita.

Para su sorpresa, Allie sintió una sacudida de celos deslizarse a través de ella
ante sus palabras. Lo que fue ridículo. Apenas conocía al hombre. Y Stella estaba
muerta, por el amor de Dios. Alejando las emociones que no entendía, continuó
Allie.

—Stella había empezado a hacerse un hogar para sí misma y para el bebé allí

83
en Kelowna, pero después del susto en el mercado, tenía miedo de volver a él.
Así que dejó todo atrás y se fue a Calgary en autoestop.

—Y se mudó al otro lado de la calle —dijo Magnus pensativamente—. ¿Cómo


terminó allí?

Allie dudó, luchando con lo que debía decirles. Pero finalmente simplemente
les dijo lo que le habían dicho.

—Stella dijo que el último conductor con el que viajó era el dueño de la casa.
Dijo que era un tipo de abuelo dulce y hablaron mucho durante las horas que
viajó con él, y luego, cuando se acercaban a Calgary, él empezó a preguntarle
dónde debía dejarla y ella admitió que aún no tenía dónde quedarse. Como era
muy tarde por la noche, le ofreció amablemente usar su habitación extra para la
noche y le prometió que la ayudaría a encontrar un alojamiento permanente al
día siguiente. Stella aceptó la oferta y se mostró muy agradecida hasta que
llegaron a la casa y él se convirtió, como ella decía, en un sucio viejo bastardo que
esperaba que ella se la chupara por el uso de la cama.

—Hombre —gimió Tybo—. No podía tomar un descanso, ¿verdad?

—Parece que no —dijo Tricia con tristeza.

Allie no hizo ningún comentario al respecto.

—Stella dijo que una vez que lo enderezó, él cambió su tono. Ella dijo que creía
que él incluso se sentía culpable por su comportamiento porque admitió que en
realidad vivía en una casa al otro lado de la ciudad y que la casa era una
propiedad de alquiler que actualmente no tenía inquilinos. Se lo ofreció como
una solución temporal hasta que ella pudiera encontrar un trabajo y un
departamento propio.

—Bueno, eso fue una suerte —dijo Tricia, alegrándose.

—Sí... afortunada... y una mentira total —dijo Allie con severidad, y luego
dijo—: Bueno, probablemente no sea una mentira total. Sospecho que la parte del
viejo bastardo era verdad. La voz de Stella era bastante amarga cuando lo dijo.
Pero creo que de repente no pasó página y se convirtió en el viejo benefactor que
le ofreció un hogar como ella dijo.

—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Magnus, y se sorprendió de lo suave

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que era su voz. Esto le hizo sospechar que algunas de sus propias emociones
confusas se estaban mostrando.

Suspirando, ella admitió:

—Porque después de que la casa del pueblo se quemó, el cuerpo del dueño fue
encontrado en un congelador en el sótano. —Ella negó con la cabeza—. No sé si
él la atacó y Stella lo mató en defensa propia, o qué. Espero que eso sea lo que
pasó. Pero, en cualquier caso, él terminó muerto en el congelador y ella se mudó
y vivió allí con su cadáver.

Al darse cuenta de lo estridente que había sonado al final, Allie se obligó a


respirar profundamente varias veces para calmarse.

Hubo silencio por un momento, y entonces Magnus preguntó:

—¿Cómo empezó el fuego?

—Espera —protestó Sam—. Nos hemos saltado un montón aquí. Sabemos que
Stella corrió de los renegados a Kelowna, luego tuvo que huir a Calgary donde
ustedes dos se hicieron amigas. ¿Pero qué pasó cuando te contó todo esto? Quiero
decir, ¿le creíste?

Allie resopló ante la pregunta.

—Pensé que estaba loca... hasta que me mostró sus colmillos. —Hizo una
mueca ante el recuerdo—. Eso fue una sorpresa. Y aterrador. Ser forzado a
reconocer que los vampiros existían ya era bastante malo, pero ¿aprender que mi
mejor amiga era uno? —Negó con la cabeza—. Me sacudió el mundo, y esta vez
fui yo quien se fue corriendo. Stella me rogó que me quedara, pero le dije que
necesitaba pensar y huir como si los sabuesos del infierno estuvieran sobre mis
talones. Quiero decir, ella era un vampiro, por el amor de Dios.

Considerando que estaba sentada a una mesa con un grupo de vampiros, Allie
no se sorprendió cuando todos se miraron unos a otros en vez de a ella.
Suspirando, se detuvo y sorbió los restos de su café frío para mojarse la boca,
antes de continuar.

—Stella me dio exactamente la misma cantidad de tiempo para mí que yo le


había dado a ella. Apareció a eso de las cuatro de la mañana de la tercera noche.

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Sospechando que no abriría la puerta, ella usó mi llave como yo lo había hecho
en su casa. Yo le había dado una cuando ella me dio la suya —explicó, y luego se
encogió de hombros—. Parecía lo que había que hacer. Además, no tenía familia
cercana ni nadie que se preocupara por mí. Era tranquilizador saber que alguien
podía entrar si de repente me desmayaba o algo así.

Las mujeres asintieron. Los hombres la miraron solemnemente, así que Allie
continuó.

—Ella estaba molesta. De alguna manera, en lugar de ser sobre mi angustia


por lo que había aprendido, esta charla se convirtió en sobre su horror y
vergüenza. Dijo que yo era la mejor amiga que había tenido. Que me amaba como
a una hermana, y que yo era la única en quien confiaba o creía que le importaba
una mierda ella y su bebé.

—¿Qué hay de Stephen? —preguntó Sam frunciendo el ceño.

—Stella no confiaba en él. Dijo que su señor parecía tener un extraño control
sobre Stephen. Que habían pasado mucho tiempo juntos. Al principio no. Al
principio Stephen lo había evitado como la plaga, y cuando se veía obligado a
estar en su presencia, siempre volvía actuando extrañamente maníaco y nervioso.
Ella dijo que él normalmente caminaba y se preocupaba y luego le hacía el amor,
pero era diferente de lo que solía ser, casi desesperado. Pero una noche, uno de
los hombres vino a buscarlo. Su señor quería verlo. Dijo que estuvo fuera toda la
noche, ni siquiera regresó al amanecer. Fue la noche siguiente antes de que ella
lo volviera a ver y él no quiso hablar de lo que había pasado.
»Stella dijo que Stephen estaba distraído después de eso, y frío. Dijo que él
empezó a salir en grupos de asalto con los otros hombres, y a mantenerse alejado
de ella. Incluso empezó a atormentar a sus víctimas como los demás. Ambos
habían estado un poco locos después del cambio pero al enterarse de que estaba
embarazada parecía que los había sacado a ambos, al menos brevemente, pero él
estaba cambiando, volviéndose tan cruel y sin corazón como los demás, y eso la
asustó. La hizo feliz de que se fueran. Estaba segura de que volvería a estar bien
una vez que se alejaran de los demás. Sólo que él no se fue con ella, y ella no creyó
las excusas que le dio para explicar por qué. Dijo que ya no era el hombre que
había sido antes de morir y se convirtió en vampiro. Stella ya no confiaba en él.

Hubo silencio durante un minuto, y Tybo sugirió:

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—Su señor pudo haber leído sus mentes, se dio cuenta de que estaban
planeando una fuga, y decidió que le gustaba la idea de que Stella se fuera. Dijiste
que no le gustaban mucho las mujeres. Tal vez le dijo a Stephen que dejaría ir a
Stella si se quedaba.

—Espera. ¿Qué? ¿Leer sus mentes? —preguntó Allie con incredulidad.

—Leer la mente de los mortales es una de las habilidades que tienen los
inmortales —dijo Magnus casi disculpándose—. Un inmortal mayor también
puede leer a uno más joven como regla.

Allie se recostó en su asiento con incredulidad y se quedó boquiabierta ante


las seis personas que estaban alrededor de la mesa. Entonces cerró la boca y
preguntó con fuerza:

—Entonces, ¿por qué demonios tuve que revivir todo esto para ti? Podrías
haberme leído la mente.

—Magnus no puede leerte en absoluto, y el resto de nosotros sólo podemos


leer tus recuerdos superficiales —dijo Lucian suavemente, y luego para clarificar,
añadió—: Cosas en las que estás pensando.

Allie lo miró brevemente y luego miró a Magnus y volvió.

—¿Por qué no puede leerme Magnus? ¿No es un vampiro completo o algo así?

—Inmortal —la corrigió con fuerza Lucian—. Y sí, por supuesto que es un
inmortal, pero como tú…
—Explicaciones más tarde, dijiste —interrumpió Magnus bruscamente,
pareciendo nervioso, y Allie presumió que cualquiera que fuera la razón por la
que no podía leerla, debía ser vergonzosa.

—Sí. Por supuesto. —Estuvo de acuerdo Lucian.

Allie frunció el ceño de un hombre a otro, realmente queriendo saber por qué
Magnus era el único que no podía leerla, pero sabiendo que tendría que esperar
esa explicación. Sin embargo, no estaba dispuesta a esperar la respuesta a otra
pregunta.

—¿Significa eso que Liam también puede leerme?

—No —le aseguró Tricia—. Teddy y Liam son demasiado jóvenes para poder

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leer la mente.

Allie se estaba relajando cuando la mujer añadió:

—Los niños inmortales no empiezan a captar eso hasta los cinco o seis años.

—¿Qué? —exclamó con consternación. Dios mío, su hijo podría estar leyendo
su mente dentro de un año.

—Ha habido algunos que han aprendido la habilidad un poco antes —replicó
Lucian—. Aunque nunca he oído hablar de uno que domine el control mental
antes de las cinco.

La alarma de Allie se incrementó inmediatamente y graznó:

—¿Control mental?

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, recordó la sensación que
había tenido la noche anterior de no tener el control cuando salió de la pizzería y
se subió al auto. Sus ojos se dirigieron inmediatamente a Magnus.

—Oh, Dios mío, me controlaste anoche y me hiciste subir al auto.

—No —dijo Lucian con certeza—. Debe haber sido Tybo. Magnus no puede
controlarte más de lo que puede leerte.

—Lo siento —dijo Tybo cuando le lanzó una mirada—. Pero teníamos que
irnos rápidamente y no estabas cooperando.
Cuando Allie abrió la boca para responder, Sam dijo:

—Explicaciones más tarde. Quiero saber qué pasó con Stella. ¿Decía que tú
eras la única persona en la que confiaba, y luego...?

Allie la miró fijamente durante un minuto, y luego se hundió en su asiento y


trató de encontrar el hilo de lo que había estado diciendo. Pero no sabía por qué,
si sólo podían leerlo de su mente.

—Porque sólo podemos leerlo si lo estás pensando —le recordó Sam—. Y


ahora mismo te estás volviendo loca por lo que podemos y no podemos hacer y
por no pensar en Stella.

—Cierto —murmuró Allie, y luego miró bruscamente a la otra mujer cuando

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se dio cuenta de que Sam debía haber leído su mente para saber que se estaba
preguntando sobre eso.

—Lo siento —dijo Sam encogiéndose de hombros, y luego le dijo—: Stella no


tenía a nadie más en quien confiar más que a tú…

Allie la frunció el ceño, pero se obligó a volver al tema.

—Correcto, así que después de contarme sus preocupaciones sobre Stephen...


Bueno, no sabía qué decir a eso. Me pareció un poco raro que él tampoco se
hubiera ido con ella, así que apenas podía tranquilizarla. Y yo no sabía nada de
todo esto de la lectura de la mente, así que ni siquiera consideré que su señor
podría haber leído la suya, se dio cuenta de lo que estaban haciendo, y usó el
conocimiento para forzar a Stephen a quedarse —añadió con voz firme, pero
luego frunció el ceño y admitió—: Desearía haberlo hecho. La idea de que
Stephen podría haberse vuelto como los otros estaba aplastando a Stella.

Suspiró ante el recuerdo de Stella llorando.

—De todos modos, después de unos momentos en los que ninguna dijo nada,
Stella dijo que sabía que las cosas que había hecho desde que la convirtieron eran
imperdonables, y que ahora era un monstruo sin alma muerto, pero que solía ser
una buena persona e intentaba serlo de nuevo para su bebé. Juró que nunca me
haría daño y dijo que me necesitaba en su vida. Y también lo hacía su bebé. Yo
era la madrina, la única persona a la que le confiaría su bebé si algo le sucediera.
—Fue mucho para asimilar —admitió Allie en voz baja—. Mis sentimientos
estaban muy confundidos. Pero Stella nunca me había hecho daño. De hecho,
había sido una amiga maravillosa, divertida, generosa, dulce. No parecía un
monstruo.

—Ella no era un monstruo —le aseguró Magnus solemnemente—. Fue


arrojada a una situación de pesadilla y haciendo todo lo posible para sobrevivir
y mantener a su bebé a salvo.

Allie asintió, pero las palabras la hicieron sentir mejor. En realidad, todo esto
la hacía sentir mejor. Fue un gran alivio poder hablar de estas cosas con alguien.
Allie había pasado los últimos cuatro años completamente sola, incapaz de
hablar de su vida o de Liam con nadie. Esto estaba ayudando a aliviar la muy

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pesada carga bajo la que se había estado sintiendo aplastada durante todo ese
tiempo. Al aceptar eso por lo que era, Allie sonrió torpemente y dijo:

—Al final, le aseguré a Stella que podría manejar la situación y que aún
seguíamos siendo amigas. Y las cosas volvieron a ser como antes, excepto que
tenía muchas preguntas.

—Me sorprendería que no lo hicieras —dijo Magnus secamente.

Ella le sonrió, pero no pudo evitar preguntarse por qué él era el único que no
podía leerla. Dejando eso a un lado por ahora, continuó.

—Le hice mostrarme sus colmillos varias veces, y le pregunté de dónde sacaba
la sangre. Ella admitió que estaba recogiendo hombres en bares las noches que
salía, yendo a casa con ellos y mordiéndolos. Dijo que ahora tenía cuidado de no
tomar demasiada sangre, y aparte de un par de salidas en falso cuando llegó por
primera vez a Calgary, había dejado sus comidas vivas y sanas.

—Tal vez el dueño de la casa fue una de esas salidas falsas —sugirió Sam.

—Tal vez. —Estuvo de acuerdo Allie—. Fue un par de semanas después de


Año Nuevo que ella entro en trabajo de parto. Acababa de terminar un gran
proyecto y…

—Espera un minuto —interrumpió Sam—. Nadie me dijo lo que haces. ¿Qué


proyecto?

—Trabaja en el banco de sangre —dijo Tybo.


—Sólo he trabajado en el banco de sangre los últimos dos meses como un
trabajo temporal a tiempo parcial. Realmente soy diseñadora web —corrigió
Allie.

Las cejas de Tybo se elevaron.

—¿Qué sitios web has diseñado? ¿Algo que pudiera haber visto? ¿En qué estás
trabajando ahora?

Allie sonrió divertida ante las preguntas rápidas. Le recordó a Liam cuando se
emocionó por algo. Antes de que pudiera responder, sin embargo, Lucian dijo:

—Ella puede decírtelo más tarde. Terminemos este asunto con Stella primero.

—Por supuesto —dijo ella tranquilamente, sin sorprenderse ahora.

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—Estabas hablando de que Stella iba a dar a luz —dijo Sam amablemente—.
¿Estabas terminando un gran proyecto y…?

—Correcto. Gracias —dijo Allie—. Así que estaba trabajando en mi oficina


arriba, y Stella estaba abajo cocinando algo. Ella había empezado a pasar mucho
tiempo en mi casa a medida que se acercaba a su tiempo —explicó—. Supongo
que fue alrededor de medianoche cuando oí el ruido. Bajé corriendo para
encontrar a Stella con las manos y las rodillas en la cocina rodeada de líquido y
vidrio. Había roto aguas mientras hacía lo que iba a hornear y, por alguna razón,
entró en pánico por el desorden que había en el suelo, cogió toallas de papel para
limpiarlo y tiró un vaso. Ahora ella estaba tratando de limpiar todo.

—Oh, querida —dijo Sam con los ojos muy abiertos—. ¿En qué estaba
pensando?

—No tengo ni idea —dijo secamente Allie—. Nunca he tenido un bebé, así que
no tengo ni idea de cómo la mente de una mujer trabaja durante el parto. Pero
Stella no pareció ser muy clara en ese momento. Estaba decidida a limpiar el
desastre. Seriamente decidida —enfatizó Allie—. Terminé teniendo que barrer el
vidrio mientras ella limpiaba el líquido antes de poder levantarla del suelo. Pero
cuando traté de instarla a que se pusiera el abrigo para que pudiéramos ir al
hospital, se resistió. No iba a ir al hospital. Sabrían que es un vampiro y la
encerrarían a ella y al bebé en una jaula en algún lugar y harían experimentos con
ellos.
Allie negó con la cabeza.

—Creo que me quedé ahí parada mirándola durante dos minutos cuando dijo
eso. Nunca se me había ocurrido que no podía ir al hospital. Quiero decir, cuando
hablé de preparar una bolsa para el hospital y cosas así antes de que ella
admitiera lo que era para mí, asintió y estuvo de acuerdo y me aseguró que se
encargaría de ello. Resulta que lo hizo porque no podía decir que no iba a ir sin
explicar por qué. Y no habíamos hablado del viaje al hospital desde la revelación
porque estaba demasiado ocupada haciendo preguntas estúpidas.

Allie empujó el cabello de su cara hacia atrás en el recuerdo.

—Liam nació en mi sala de estar sobre un colchón que arrastré desde el


dormitorio de invitados. Fue la experiencia más aterradora, más asquerosa, más

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dolorosa y más hermosa de mi vida.

—¿Dolorosa? —preguntó Magnus inseguro—. ¿Quieres decir para Stella?

—Diablos, no —dijo Allie riendo—. Quiero decir, seguro, ella tenía un dolor
terrible, pero en un momento, de ese dolor, me arrancó surcos de piel de los
brazos y no puedo contar el número de veces que tuve que advertirle que me
soltara la mano o la muñeca porque estaba a punto de fracturarme el hueso. —
Negó con la cabeza ante el recuerdo—. Debería haber leído sobre el parto. No
tenía ni idea de que podía ser tan asqueroso. Quiero decir, no fue sólo el bebé el
que salió, y cuando el dolor estaba en su peor momento empezó a vomitar sangre.

Tricia sonreía irónicamente ante esta noticia, pero Sam palideció y susurró:

—Oh, Dios.

Esto hizo que Allie sospechara que la mujer aún no había tenido hijos y
entendió completamente su angustia. Esa experiencia había sido suficiente para
que se alegrara de no haber tenido hijos y de tener a Liam. No es que todavía no
pudiera tenerlos, físicamente, pero al estar constantemente huyendo con Liam no
era probable que pudiera conocer a alguien con quien quisiera tener sus propios
hijos.

—Liam era el bebé más hermoso que había visto cuando finalmente apareció.
—Allie sonrió—. Insistí en que Stella se quedara conmigo por un tiempo para
poder ayudar a cuidarlo mientras ella se curaba del parto. Estaba muy cansada y
pálida cuando terminó. También estaba increíblemente irritable y básicamente
me ordenó que tomara al bebé y la dejara en paz. Pensé que estaba de mal humor
hasta que dijo que olía a cena para ella y que a menos que fuera eso lo que quería
ser debería irme de inmediato. —Hizo una mueca ante el recuerdo—. Como sus
colmillos estaban fuera, le tomé la palabra, recogí al pequeño Liam, subí
apresuradamente las escaleras y luego caminé por ahí acunándolo.

»Probablemente fue quince minutos más tarde cuando oí la puerta principal


abrirse y cerrarse. Era Stella la que se iba. No podía creer que ya se hubiera
levantado, pero obviamente necesitaba sangre, así que continué acunando a
Liam. Stella regresó un par de horas después y, lo juro, mirándola, no creerías
que había pasado por lo que había pasado. Se veía completamente bien. Bueno,
excepto que su estómago estaba completamente plano de nuevo, y sé que eso no

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pasaría con un mortal —añadió irónicamente.

—Los inmortales sanan mucho más rápido que los mortales —explicó Magnus
solemnemente.

Allie simplemente asintió.

—Stella se quedó conmigo durante la semana siguiente, y luego regresó a la


casa al otro lado de la calle para que yo pudiera trabajar sin que Liam llorara para
distraerme, lo cual aprecié. Todavía pasábamos mucho tiempo juntos, y yo
cuidaba de Liam mientras ella salía en busca de un donante de sangre la mayoría
de las noches, pero a principios de la segunda semana de febrero estaba en un
aprieto con el trabajo. Tenía dos fechas límite para la decimoquinta y estaba
estresada, así que insistió en llevar a Liam con ella en sus salidas nocturnas para
la semana siguiente, lo que me pareció una locura. No se puede llevar a un bebé
a un bar —señaló—. Pero dijo que iría a una de las cafeterías que estaban abiertas
toda la noche e insistió en que estaría bien y que yo podría cuidar a Liam de
nuevo una vez que terminara mis proyectos.

Allie se quedó en silencio brevemente, rebelándose contra lo que tenía que


decir a continuación. Pero finalmente dijo:

—Era el catorce de febrero. Había terminado uno de los proyectos, lo que me


quitó mucha presión, y casi había terminado el segundo, así que decidí tomarme
un descanso y parar temprano esa noche y terminar el siguiente. Bueno, para mí
es temprano —agregó irónicamente—. Eran alrededor de las once y media
cuando apagué la computadora y bajé a buscar algo para cenar. Tal vez era
medianoche cuando Stella apareció en la puerta. Obviamente acababa de
regresar de la ciudad. Me dijo que la habían encontrado, le había quitado la
manta a Liam, me lo pasó y sacó una muñeca a la que envolvió con la manta.
También me dio su collar —Allie tocó su pecho donde el relicario estaba ahora
escondido bajo su blusa—, y me recordó mi promesa de cuidar a Liam si algo le
pasaba, entonces ella se fue.

»Eché un vistazo a través de las persianas y la vi cruzar la calle hasta su casa,


empujando la carriola de Liam, entonces entró, y antes de que la puerta se
cerrara, la casa explotó y se incendió. —Allie se detuvo para aclararse la garganta
y parpadeó un par de veces para tratar de disipar la acumulación de la humedad
en sus ojos—. Al principio pensé que tal vez era un truco para hacer creer a los

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vampiros que estaba muerta. Que ella de alguna manera había causado la
explosión rápidamente. Quiero decir, podía moverse tan rápido cuando quería.
Aterradoramente rápido —recordó con un incrédulo movimiento de cabeza.

Stella le había ocultado esa velocidad al principio, pero una vez que Allie supo
de ella, ya no se había molestado en ocultarla y siempre estaba sorprendiéndola
con la velocidad a la que podía llegar. Suspirando, continuó Allie.

—Pensé, o al menos esperaba, que se hubiera ido por la puerta trasera para
escapar. Pero la puerta no se había cerrado del todo, y volvió a abrirse después
de la explosión. Stella tropezó con la entrada en llamas, la muñeca aún aferrada
a su pecho. Se quedó allí por unos dos o tres segundos y luego se giró y se
desplomó en las llamas.

—¿Los renegados volaron su casa? —Sam jadeó con horror—. Pero pensé que
el padre quería el bebé si era un niño... ¿Por qué los mataría a los dos de esa
manera?

—Liam no fue asesinado —le recordó Tricia—. El bebé que llevaba Stella era
una muñeca.

—Pero no podían saber que Stella dejaría a Liam con Allie —señaló Tybo—.
Podrían haberlos matado a los dos con esa explosión.

—Por eso no creo que los vampiros causaran la explosión —dijo Allie ahora.
Todos en la mesa se volvieron hacia ella y todos menos Magnus se
concentraron en su frente. No se sorprendió cuando Tricia exclamó:

—¿Crees que Stella preparó la casa para que explotara cuando entró? Crees
que se sacrificó con la esperanza de salvar a Liam.

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Capitulo 7

95
Allie leyó la incredulidad en los rostros de la gente alrededor de la mesa y
señaló:

—Ella tenía una muñeca para sustituir a Liam, me dio a su hijo y me recordó
mi promesa de cuidar de él si algo le sucedía. Luego me dio el collar que nunca
se quitó, para que se lo diera cuando él fuera mayor. Ella sabía que iba a morir —
dijo Allie con certeza, y luego les dijo lo que había decidido después de años de
pensarlo—. Stella debe haber preparado algo hace mucho tiempo para que la casa
explotara. Tal vez incluso cuando se mudó por primera vez. Probablemente
planeaba salir por la puerta trasera con su bebé cuando la casa explotara, y tal
vez incluso esperaba atrapar a algunos de los vampiros en la explosión.

—Crees que su amistad contigo cambió sus planes —murmuró Tricia, su


mirada concentrada en su frente—. Que ella decidió que Liam tendría una mejor
oportunidad de tener una vida normal si los vampiros la vieran y pensaran que
él había muerto.

—Sí. —Suspiró Allie—. Pero... creo que ella también estaba sufriendo un caso
grave de depresión posparto. Quiero decir, antes de que Liam naciera, Stella solía
luchar con las cosas que había hecho cuando se convirtió. Pero después de que
nació... —Allie agitó la cabeza—. Stella lo amaba tanto. Lo llamó su angelito, pero
empezó a decir cosas como que él probablemente estaría mejor sin tener un
monstruo como ella como madre.

—Como inmortal, no podía estar sufriendo depresión posparto —dijo Sam en


voz baja—. Era sólo su conciencia y su creencia de que ahora era un vampiro lo
que la atormentaba. Lo triste es que si hubiéramos sabido de ella podríamos
haberle dicho lo que realmente era y ayudarla a lidiar con ello.

—Ella había matado a mortales —le recordó Lucian a Sam—. Si hubiéramos


sabido de ella, la habrían catalogado como una renegada.

—Oh, sí, por supuesto —dijo Sam, pero frunció el ceño al darse cuenta cuando
se volvió para mirar a Allie.

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—¿Viste los vam…? —Lucian comenzó, pero se detuvo abruptamente cuando
empezó a decir vampiros. La conmoción y luego el asco le cruzó la cara antes de
decir—: ¿Viste a los renegados que ella dijo que la habían encontrado?

—No —dijo Allie disculpándose—. Miré alrededor para tratar de verlos, pero
estaba muy oscuro y no había nadie en las calles.

—Pero los has visto desde entonces —dijo con certeza, y ella supuso que el
hecho de que ya no vivía en Calgary probablemente lo delató.

—Alrededor de una semana después de la muerte de Stella, escuché un ruido


en el patio trasero y miré afuera para ver a un hombre que se arrastraba hacia la
casa. Era sólo una forma más oscura en la noche, pero luego la luz de la luna, o
tal vez las luces de las casas vecinas, se reflejaron en sus ojos. Al verlo, supe de
inmediato que era uno de los vampiros de los que Stella estaba tan aterrorizada.
Sus ojos brillaban así en la noche, y ella había dicho que era la forma más fácil de
identificar uno. Así que cuando vi eso, me asusté. Inmediatamente recogí a Liam,
corrí al garaje, me subí al auto y huí. —Allie hizo una mueca de dolor y terminó
diciendo—: Y hemos estado corriendo desde entonces. La primera parada fue
Edmonton, pero ha habido innumerables ciudades y pueblos desde entonces
hasta ahora. Toronto es el último de una larga lista de ellos.

—¿Siguen rastreándote? —preguntó Magnus frunciendo el ceño.

Allie asintió y dijo con frustración:


—No sé cómo. Dejé todo atrás. Ni siquiera tomé otra ropa que la que Liam y
yo llevábamos puesta. Tuve que reemplazarlas en Edmonton cuando llegué allí.
También me deshice de mi teléfono celular y dejé de usar tarjetas de crédito.
Diablos, incluso conduzco horas desde donde vivo cuando tengo que ir al banco,
por si acaso pueden rastrear mi actividad bancaria, pero me siguen encontrando.

Hubo un minuto de silencio, y luego Magnus preguntó:

—¿Mantuviste el mismo coche en todo momento?

—Sí —admitió Allie, mirándolo con sorpresa—. ¿Crees que han estado
rastreando el coche?

Dudó, pero entonces dijo:

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—Es una posibilidad. Parece que eso es lo único que te ha acompañado de un
lugar a otro, excepto Liam.

—Bueno, eso no será un problema esta vez —señaló Tybo—. Su coche sigue
en el estacionamiento de su edificio de apartamentos, y vamos a coger un
helicóptero a Port Henry. No podrán seguirnos.

Allie esperaba que tuviera razón. Sería bueno no mirar por encima de su
hombro para variar. También sería bueno no tener que ofrecerle su sangre a
Liam, e incluso poder hablar de estas cosas con alguien. Esas cosas hacían que
Port Henry pareciera tan atractivo como un resort de lujo en un lugar tropical,
pensó, y luego miró a Lucian con curiosidad y le preguntó:

—¿Por qué no me has pedido que describa a los renegados que he visto en los
últimos cuatro años o el nombre del jefe ya?

—Porque puedo leer las descripciones de tu mente y que no has recordado el


nombre —dijo simplemente.

—Oh. Claro. —Sintió que su cara se calentaba ante la idea de que él estaba
leyendo sus pensamientos, y comenzó a pasar de vuelta a través de ellos,
tratando de ver si había pensado en algo de lo que necesitaba avergonzarse.

—Tal vez te ayudaría a recordar su nombre si recordaras la primera vez que


lo escuchaste —sugirió Magnus—. ¿Recuerdas cuando Stella te dijo su nombre?
—En realidad no —admitió Allie disculpándose, incluso mientras intentaba
buscar el recuerdo. Distraída por la tarea, murmuró—: Quiero decir, han pasado
cuatro años desde que me dijo la verdad.

—Cuatro años también muy ajetreados, por lo que parece —dijo Tricia, con
voz comprensiva.

—Sí —reconoció distraídamente Allie, su mente cuando escuchó el nombre


del señor de Stella. Debe haber sido cuando le contó la historia por primera vez,
por supuesto. Se hizo recordar la habitación en la que habían estado sentadas, e
intentó imaginar que estaba allí con Stella diciéndole lo que le había pasado.
Después de un momento, frunció el ceño y murmuró—: Recuerdo que su nombre
comenzó con una A como la mía y era extraño. Nunca lo había oído antes. Sonaba

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como amazon, pero no lo era. Era Ackermon, o Addabon o...

—Abaddon —gruñó Lucian.

Los ojos de Allie se abrieron.

—¡Ése es!

—Querido Dios —dijo Mortimer en voz baja, y luego miró a Lucian—. Basha
y Marcus están en San Francisco siguiendo un informe de un posible
avistamiento de él allí.

—Llámalos que regresen a Toronto —dijo Lucian sombríamente—. Basha


necesita estar aquí.

Asintiendo, Mortimer comenzó a levantarse, pero Lucian le hizo un gesto para


que se sentara.

—Después de que terminemos aquí. —Volviendo a Allie, le preguntó—:


¿Stella vivía en Columbia Británica cuando fue atacada?

—Sí. —Allie asintió con firmeza—. Vancouver.

—Cuando llegó a tu puerta la noche que murió, ¿especificó quién la había


encontrado? ¿Mencionó haber visto a Abaddon en Calgary?

Allie negó con la cabeza.

—Sólo dijo: “Me han encontrado”.


—Entonces el mismo Abaddon podría estar todavía en Vancouver —dijo
Mortimer lentamente—. Podría estar enviando equipos, primero tras Stella y el
chico, y ahora tras Allie y el chico.

Lucian negó con firmeza con la cabeza.

—Él querrá demasiado al chico. No esperaría en Vancouver y dependería de


nuevos y torpes cambiados para encontrarlo.

—¿Pero por qué Abaddon querría tanto a Liam? —preguntó Tricia


confundida.

—Quiere crear otro Leonius —dijo Lucian con sombría certeza—. Pasó toda su
vida jugando al titiritero primero con Leonius y luego con su hijo. Con ellos

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desaparecidos... —La boca de Lucian se reafirmó—. Esta sería una oportunidad
perfecta para él. La oportunidad de ponerle las manos encima a otro niño para
corromperlo y convertirlo en un tercer Leonius.

—Pero tanto Leonius como su hijo eran no-colmillos —señaló Sam—. Por eso
estaban locos. Liam es un inmortal. No estará loco como Leo y su padre y
probablemente hará las cosas que estaban dispuestos e incluso ansiosos de hacer
bajo la tutela de Abaddon.

—¿Qué es un no-colmillo? —preguntó Allie confundida, pero también podría


haberse ahorrado el aliento. Nadie le contestó; en cambio, Lucian respondió al
comentario de Sam.

—¿No crees que, si Abaddon le pone las manos encima a Liam lo


suficientemente joven, podría torcer la mente del chico? —preguntó secamente
Lucian—. Por lo que hemos oído, Stella era una joven perfectamente normal, pero
mira cómo cambió después de su encuentro con él.

—Sí, pero eso fue como una locura temporal del cambio —argumentó Sam—.
Y Liam ya es inmortal.

—No fue el cambio lo que llevó a Stella a hacer las cosas que hizo —dijo
Magnus en voz baja—. Fue la manera del cambio. La forma en que sus captores
esperaron hasta que la necesidad de sangre la obligó a ella y a su marido a
despertarse y luego a arrojarles a las víctimas ensangrentadas para que las
desgarrasen.
—Sí, pero Liam ya es inmortal —repitió—. No podía hacerle eso.

—No como parte de su cambio. —Estuvo de acuerdo Magnus—. Pero podría


encerrarlo sin sangre durante días o semanas, esperar hasta que esté
desesperadamente necesitado y loco por la sed de sangre, y luego arrojar a las
víctimas que han sido cortadas para que huela su sangre. —Se detuvo
brevemente y luego se encogió de hombros—. Combínalo con otros trucos y
golosinas y tendrás otro Leonius, o el chico acabará muerto y Abaddon buscará
otra víctima para intentar convertirlo en su próximo Leonius.

Lucian gruñó de acuerdo y luego se volvió hacia Allie.

—¿Alguno de los renegados que has visto en los últimos cuatro años encajaba

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con la descripción de Stella de Abaddon?

Allie le frunció el ceño brevemente, aun queriendo saber lo que era un no-
colmillo y de qué estaban hablando; pero sabiendo que no iba a obtener ninguna
respuesta en este momento, finalmente negó con la cabeza.

—Stella dijo que parecía un contador, ordinario. Ninguno de los vampiros que
he visto parece un contador. Han sido de aspecto desaliñado, con ropa sucia, y
calvos, o con el cabello demasiado largo o simplemente largo. Aun así, todos han
sido hermosos, sin destacar.

—¿Hermosos? —preguntó Sam sorprendida, y luego miró a su alrededor


mientras comentaba—: Yo creo que se concentraría más en el tamaño y la fuerza
que en la belleza.

—Abaddon prefiere a los hombres —anunció Lucian.

—Oh. —Sam se recargó.

—Uno de los hombres del apartamento de anoche podría haber encajado en la


descripción de Stella —dijo Magnus pensativo, y cuando todos se volvieron a
mirarlo, continuó—. Mientras el resto de los hombres se amontonaban en los
vehículos para acercarse al edificio, había un hombre que permanecía en el
asiento del pasajero de la camioneta y observaba. No tenía un aspecto
extraordinario, pero estaba mejor cuidado que los demás. Su cabello era corto y
su ropa limpia.
Lucian se levantó abruptamente, casi volteando su silla en su prisa. Volviendo
a Mortimer, gruñó:

—Es hora de sacar a Allie y Liam de aquí y bajar a Port Henry.

—¿Debería enviar ejecutores adicionales? —preguntó Mortimer.

Lucian consideró la pregunta brevemente, pero luego negó con la cabeza.

—Necesitamos a todos aquí para buscar a Abaddon. No volverá a escaparse.


—Su mirada se dirigió a Tricia—. Te quiero a ti y a Teddy en la casa. —Cuando
ella asintió, él continuó—. Y llamaré a Victor y haré que él y DJ se metan de nuevo
en el juego para esto. Con ustedes cuatro y Magnus y Tybo allí también, Allie y
Liam estarán a salvo.

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—¿Debería llamar a Basha y a Marcus ahora, entonces? —preguntó Mortimer,
también de pie.

Lucian negó con la cabeza.

—Yo lo haré.

Hubo un momento de silencio mientras salía de la habitación, sacando su


teléfono celular a medida que avanzaba, y luego Mortimer también se puso de
pie.

—El piloto de Harper está en el garaje con Anders. Llamaré y le diré que
prepare el helicóptero para salir.

—Supongo que debería recoger nuestras bolsas de viaje. —Allie empujó su


silla hacia atrás de la mesa y se puso de pie. Todos los demás también se pusieron
de pie, pero ella los ignoró y salió de la cocina. Pensó en ir a la sala de estar a
buscar a Liam primero, pero luego decidió dejarlo para que jugara. Podría ir a
buscarlo de regreso a la cocina.

Allie no llegó a la mitad de la escalera antes de tener que detenerse. Su corazón


estaba golpeando con un tatuaje rápido que no sólo sentía en el pecho, sino
también en el cuello y los brazos. Era más que alarmante, al igual que los
temblores repentinos que la atacaron. Al detenerse en los escalones, Allie apretó
sus dedos hormigueantes en la barandilla y cerró los ojos contra los puntos que
repentinamente explotaban en su visión. Apenas escuchó la voz preocupada de
Magnus sobre el sonido de los latidos de su propio corazón antes de que
repentinamente sus piernas se desplomaran.

—¿Y bien?

Magnus levantó la vista ante la pregunta impaciente de Lucian mientras el


hombre entraba en la habitación, seguido por Mortimer. Estaban en el dormitorio
en el que Allie había dormido anoche. La había recogido mientras ella se
desmayaba y la había traído hasta aquí, gritándole por encima del hombro a
Mortimer para que llamara y averiguara cuándo llegaría Dani.

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Desafortunadamente, resultó que Dani había sido detenida al salir del hospital
por otra emergencia. La había retenido, pero solo brevemente esta vez. Había
terminado y estaba en camino cuando Mortimer había llamado. Había llegado
minutos después de que Allie se hubiera desmayado y ahora estaba terminando
de examinarla.

—Está pálida, sudorosa, respira rápidamente y sufre de taquicardia. Latidos


rápidos del corazón —añadió Dani mientras recordaba que estaba hablando con
laicos—. Necesita una transfusión de sangre.

Lucian le frunció el ceño por sus problemas.

—Sospechábamos que necesitaba una transfusión de sangre. De hecho,


Mortimer te dijo eso, o debería haberlo hecho, cuando te habló.

—Él lo hizo —admitió ella.

—¿Y? ¿Cuánto tiempo llevará eso?

Dani miró a Allie y luego suspiró.

—Necesito hacer algunas pruebas, Lucian. Recuento sanguíneo, grupo


sanguíneo y cruce... —Ella negó con la cabeza—. Necesito llevarla al hospital.

—No —dijo Lucian al instante.

—¿No? —Dani se volvió severamente hacia el hombre en modo médico.


—Ella no estaría segura en un hospital de aquí —explicó Magnus antes de que
Lucian pudiera gritarle a la mujer. Sabía que esa era la principal preocupación. Si
Abaddon le ponía las manos encima a Allie… Magnus ni siquiera quería pensar
en eso. Perder a su compañera de vida antes de que pudiera decir que ella sería...
Tampoco quería pensar en eso.

—Entonces, tendrá que conseguir un guardia para ella en el hospital —dijo


Dani con firmeza—. Porque ella necesita...

—Abaddon está tras ella y el niño —interrumpió Lucian abruptamente, y


Magnus no se sorprendió cuando Dani palideció. La última vez que estuvo en
Canadá escuchó la historia de cómo la anterior mascota de Abaddon, Leonius
Livius, había secuestrado a Dani y a su hermana menor, y los horrores que habían

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sobrevenido. Ella, más que nadie, entendería el peligro que representaba
Abaddon.

Dani se volvió para mirar brevemente a Allie, y luego enderezó sus hombros
y comenzó a escarbar en la bolsa negra que había traído con ella.

—Voy a tomar un par de muestras de sangre. Uno de tus hombres tendrá que
entregarlo a los laboratorios Argeneau para su análisis. Le daré un sedante y
viajaré a Port Henry con Allie para que pueda monitorizarla en el camino, y estar
allí para hacerle una transfusión cuando llamen con los resultados.

—¿Es necesario un sedante? —preguntó Magnus con preocupación.

—Viajar es estresante. Diablos, toda esta situación es estresante —añadió Dani


con tristeza—. Su corazón no puede soportar mucho más estrés ahora mismo. Ya
está bajo presión tratando de llevar la sangre a donde necesita ir cuando tiene
poco con lo que trabajar. Una vez que le demos una transfusión estará bien, pero
hasta entonces estará mejor dormida. —Haciendo una pausa en la recolección de
frascos y agujas, miró a Lucian y le preguntó—: Podrán conseguir la sangre que
necesito en Port Henry? ¿Su banco de sangre tiene todos los tipos de sangre?

—Sí.

Asintiendo, se volvió hacia su bolso.


—Entonces podremos irnos en unos minutos. Pero alguien tiene que llamar a
Decker y explicarle lo que está pasando. Y tendré que llamar a mi oficina para
que cancelen mis citas de los próximos días.

—¿El próximo par de días? —preguntó Sam sorprendido cuando Mortimer


sacó su teléfono y comenzó a marcar los números—. Seguramente una
transfusión no toma tanto tiempo.

—No —admitió Dani—. Una transfusión sólo toma un par de horas. Cuatro,
máximo. Pero ella necesitará ser monitoreada por lo menos veinticuatro horas
después para estar segura de que no está teniendo reacciones adversas, y
supongo que Lucian tampoco permitirá que sea hospitalizada en Port Henry... —
preguntó, mirando hacia el hombre.

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—No —dijo Lucian al instante.

—Entonces necesitaré monitorearla —dijo Dani suspirando.

—Ah —dijo Sam frunciendo el ceño, y luego miró a su esposo mientras


empezaba a hablar por su teléfono.

Mortimer dijo bajo y dulce.

—Abaddon está en la ciudad. Dani está volando a Port Henry con su último
objetivo para cuidarla. Si quieres unirte a ellos, será mejor que traigas tu trasero
aquí ahora.

Al parecer, Decker no perdió el tiempo haciendo preguntas, porque después


de una pausa y un gruñido, Mortimer dejó su teléfono y anunció:

—Ya estaba en camino para comenzar su turno. Estará aquí en diez minutos.

—¿Hay suficiente espacio en el helicóptero para todos? —preguntó Magnus


antes de que alguien pudiera decir algo más. El número de personas que harían
este viaje iba creciendo minuto a minuto. Ahora estaban en ocho según su cuenta,
y según su experiencia, la mayoría de los helicópteros sólo podían manejar a seis
pasajeros y al piloto. Por supuesto, también había helicópteros más grandes, pero
no estaba seguro de cuán grande era el helicóptero de Harper.

Cloqueando de irritación, Lucian se volvió hacia Mortimer.

—¿Qué tan rápido podemos conseguir un avión aquí?


—Llamaré y lo averiguaré —le aseguró Mortimer, dirigiéndose a la puerta.

—Diles que es una prioridad —dijo Lucian.

—No sabía que había un aeropuerto en Port Henry —comentó Magnus


mientras Lucian regresaba.

—Uno pequeño municipal a unos seis kilómetros al este de la ciudad —dijo


Lucian—. Teddy y Victor tendrán que arreglar el transporte terrestre al hostal
desde allí. Hablando de eso, será mejor que vaya a llamarlos e informarles del
cambio de planes.

Magnus lo vio salir, y luego se dio la vuelta para ver a Dani insertando una
aguja con una porta tubos en el extremo del brazo de Allie. Metió una ampolla

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en el soporte del tubo y preguntó:

—¿Qué quiere Abaddon de esta mujer?

—Es realmente a su hijo a quien quiere, creo —admitió Magnus mientras veía
cómo la sangre llenaba el frasco—. Aunque podría llevar a Allie a cuidar al niño.

—¿Por qué quiere al niño? —preguntó Dani, cambiando el frasco ya casi lleno
por uno vacío.

—Creemos que quiere convertir al pequeño Liam en otro Leonius —respondió


Sam.

Dani les miró por encima del hombro con consternación.

—Ese dulce niño que vi abajo con Teddy?

Cuando ambos asintieron en silencio, su boca se apretó y ella volvió a lo que


estaba haciendo con un murmullo:

—Otro Leonius. Que Dios nos ayude.

—La llamada de Lucian puso el fuego bajo los pies de las mujeres. Elvi y Mabel
han estado corriendo como pollos con la cabeza cortada tratando de prepararlo
todo.
Magnus desvió la mirada desde donde Allie estaba recostada sobre su regazo
y miró al hombre que conducía la camioneta de la policía en la que él, Allie, Dani
y Decker estaban. Teddy Brunswick, jefe de policía de Port Henry y esposo de
Katricia, había estado esperando en el aeropuerto cuando su avión aterrizó.
Victor Argeneau había estado con él y estaba transportando a Teddy Jr., Liam,
Katricia y Tybo en una segunda camioneta, una que no estaba marcada.

—¿Hay suficientes camas para todos? —preguntó Dani con preocupación.

—Ah, sí —les aseguró Teddy—. Estará un poco abarrotado, pero encontraron


la manera de acomodar a todo el mundo. Afortunadamente, dejaron pasar la
parte del hostal cuando tuvieron a los bebés. Se mantenían saltando con los recién
nacidos, y entre eso y el restaurante, también estaban demasiado cansados y

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ocupados para atender a los huéspedes —explicó el hombre, y Magnus sabía que
era para su beneficio.

Por la conversación en el avión, él sabía que Dani y Decker visitaban Port


Henry un par de veces al año por lo menos, así que probablemente sabía todo
esto.

—Las niñas están llegando a una edad en la que Elvi y Mabel probablemente
podrían manejar huéspedes de nuevo —continuó Teddy—. Pero no están
seguros de querer ser molestados.

—Tener huéspedes constantemente en la casa sería una gran intrusión en la


vida de sus familias —comentó Magnus, quitando un mechón de cabello castaño
claro de la cara a Allie.

—Exactamente. —Estuvo de acuerdo Teddy—. A Elvi y Mabel no les


importaba tanto cuando eran sólo ellos dos. Hicieron sus vidas, supongo. Pero
ahora que ambos están casados y tienen hijos... —Se encogió de hombros y
añadió—: No es que necesiten el dinero. El restaurante siempre está muy
ocupado. Y, por supuesto, Victor y DJ tienen dinero propio.

—¿Qué les parece a DJ y Mabel vivir en su propia casa? —preguntó Decker


mientras Dani le tomaba el pulso a Allie.

—Me encanta —les aseguró Teddy.

Fue Decker quien se volvió en su asiento para explicarlo.


—Mabel y Elvi vivían juntos en Casey Cottage cuando DJ y Victor los
conocieron, y las dos parejas vivieron allí por un tiempo, pero luego la casa detrás
de Elvi salió a la venta y DJ y Mabel la compraron.

—Qué desastre fue eso —dijo Teddy entretenido—. Les gustó la posición de
la misma, estar tan cerca de Casey Cottage, pero no de la casa en sí. Hice una gran
renovación. Quité las columnas, derribé paredes aquí y allá para hacerlo más
abierto, y lo arreglé todo muy bien. Luego derribaron la valla entre las dos
propiedades. Los patios traseros son sólo un gran espacio verde compartido
ahora y todos están tan felices como pueden estarlo.

—Eso suena bien. —Dani soltó la muñeca de Allie con un asentimiento


satisfecho y se sentó en su asiento.

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—Y muy conveniente en esta situación también —le aseguró Teddy—. Los
equipos que vigilan a la señorita Chambers y a su hijo por la noche dormirán en
la casa de Mabel y DJ durante el día, y los guardias diurnos podrán dormir allí
por la noche. Algo bueno también, ya que hay muchos de ustedes. Harper, Drina
y Stephanie también están aquí —les informó—. Cuando se enteró de que
vendrían tantos, Harper sugirió que tal vez debería llevar a las niñas de vuelta a
Toronto, pero Lucian dijo que no. Drina es un buen ejecutor, y Stephanie ha
estado entrenando como tal. Quería que se quedaran por si Abaddon lograba
rastrear a la señorita Chambers y a su hijo.

—¿Es eso probable? —preguntó Dani con preocupación—. ¿Sabía Abaddon


que estaba en la casa de los ejecutores? E incluso si lo hizo, volamos hasta aquí.
Apenas puede rastrear un avión. ¿Puede?

La voz de Decker era baja y tranquilizadora mientras le aseguraba.

—Lucian difícilmente enviaría a Allie y Liam a Port Henry si pensara que


Abaddon podría rastrearlos hasta aquí. No con todos los niños inmortales que
actualmente viven en el área. Sólo está siendo cauteloso.

—Sí, señor. Más vale prevenir que curar —dijo Teddy, y luego agregó de
manera tranquilizadora—: Estoy seguro de que Lucian encontrará a Abaddon en
Toronto. Mientras tanto, todos podemos disfrutar de una agradable visita aquí.
Una especie de reunión familiar para Stephanie, en realidad, todos los que ella
considera familia están aquí al mismo tiempo, para variar.
—Sí —murmuró Dani, pero Magnus notó que aún parecía preocupada. Pero
tenía la sensación de que ella estaba preocupada por Allie y no por ella misma.

Frunciendo el ceño, le miró a la cara. Incluso dormida, parecía exhausta y


nerviosa. Magnus sospechaba que nada menos que una transfusión arreglaría
eso, y esperaba que hubiera noticias del laboratorio cuando llegaran a la casa.

—Aquí estamos —anunció repentinamente Teddy, y se salió de la carretera


para entrar en un camino de entrada de cemento.

No había mucho que ver cuando Magnus levantó la vista. El camino estaba
bloqueado a un lado por una línea de arbustos perennes; un garaje estaba frente
a ellos, y una alta cerca de madera corría a lo largo de su otro lado desde la

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esquina del garaje hasta detrás de ellos y fuera de su línea de visión.

—Bien —dijo Teddy mientras apagaba el motor—. Dani, ¿por qué no tú y el


señor Bjarnesen lleva a la señorita Chambers dentro y fuera del frío mientras que
Decker y yo nos encargamos del equipaje... tal como está —añadió secamente
mientras abría la puerta y salía.

Magnus sonrió levemente ante el comentario del jefe de policía mientras se


desabrochaba el cinturón de seguridad.

No había mucho equipaje con el que molestarse. Sólo su maleta y las dos
mochilas de Allie a las que ella llamaba “Bolsas de viaje”. Tybo, Decker y Dani
no habían tenido tiempo de empacar nada y planeaban ir de compras mañana
para cubrir sus necesidades durante un par de días. Así que no le sorprendió que
los dos hombres tuvieran el equipaje en la mano y la parte trasera de la camioneta
cerrada antes de que él hubiera terminado de sacar a Allie de la camioneta. Muy
consciente de que Allie era mortal, Magnus se había movido lenta y
cuidadosamente para asegurarse de que no le golpeara la cabeza, los brazos o las
piernas contra nada mientras maniobraba con cautela para salir del vehículo.

La segunda camioneta, una sin marcar, estaba llegando mientras Dani los
guiaba a una puerta en la cerca. Mientras él se detenía a esperar a que ella lo
abriera, Magnus notó que Teddy y Decker se detenían a esperar a los demás.
Consideró brevemente la posibilidad de esperar para que Liam pudiera ver que
su madre estaba bien. El niño había estado ansioso por ser separado de ella en el
aterrizaje, pero hacía mucho frío, y Allie ya estaba en una condición debilitada.
Decidió que cuanto menos tiempo estuvieran en el frío, mejor, y rápidamente
siguió a Dani a través de la puerta cuando ella la mantuvo abierta para él.

Una vereda corta conducía a una gran terraza que comenzaba a mitad de
camino a lo largo de la parte de atrás de la casa y rodeaba el lateral de la casa.
Magnus no se sorprendió mucho cuando Liam y Teddy Jr. los alcanzaron
mientras subían los escalones a la cubierta. Los niños no dijeron nada;
simplemente caminaron a cada lado, la mirada ansiosa de Liam se movía entre
su madre y el lugar a donde él iba mientras cruzaban la terraza.

Magnus acababa de decir al muchacho que su madre estaría bien cuando el


sonido de una puerta abierta llamó su atención.

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—Adelante, adelante, adelante. Salgan del frío —les saludó una rubia bonita,
sonriendo en señal de bienvenida mientras mantenía la puerta abierta.

—Oh, Mabel, hola. —Suspiró Dani, deteniéndose brevemente para abrazar a


la mujer antes de pasar por delante de ella y entrar en la casa.

Magnus asintió mientras conducía a los dos niños adentro, y luego se encontró
entrando en una cocina con un mostrador en forma de L que seguía Dani para
hacer espacio para los otros que ahora entraban en la casa. Un área de comedor
estaba situada más allá de la cocina, separada sólo por el mostrador, y Dani se
dirigió con los niños a pararse al lado de la mesa antes de detenerse, y voltearse
para mirar a Allie brevemente.

—¿Cuánto falta para que desaparezca el efecto del sedante? —preguntó


Magnus.

—No por horas —le aseguró Dani—. Lo cual está bien. Necesita descansar.

Asintió de acuerdo y luego el crujido de la madera le llamó la atención.

Estaban casi debajo de un gran arco de entrada con puertas dobles en un


extremo y una escalera curva en el otro. El crujido fue el de alguien que descendía
por la escalera de madera, se dio cuenta cuando una pelirroja se apresuró a bajar
para unirse a ellos.

—Dani, amor. —La recién llegada envolvió a Dani en un cálido y acogedor


abrazo, meciéndola un poco de un lado a otro—. Ha pasado mucho tiempo,
querida.
—Sólo desde el verano pasado, Elvi —protestó Dani mientras le devolvía el
abrazo.

—Como dije, demasiado tiempo. —La mujer que Magnus ahora sabía que era
Elvi Argeneau le sonrió por encima del hombro de Dani, y luego se echó hacia
atrás para decirle a Dani—: Steph bajará en un minuto. Ha estado emocionada
desde que se enteró de que vendrías.

—Oh, yo… —Dani empezó, y luego se detuvo cuando un chillido llamó su


atención sobre una joven mujer que bajaba las escaleras a toda velocidad. Ella era
casi una copia al carbón de Dani, excepto que su cabello rubio estaba en una cola
de caballo. La hermana de Dani, Stephanie, fue una suposición de Magnus, y él
observó con interés cómo ella corría hacia ellos y abrazaba a la doctora con otro

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feliz chillido.

—Dani, Dani, ¡Dani! Me alegré mucho cuando me dijeron que tú también


vendrías. —Stephanie se echó para atrás y añadió—: Pero no puedo creer que
estuvieras dispuesta a tomarte un tiempo libre para hacerlo. Nunca haces eso.

—Bueno, Allie necesitaba ayuda, y eso significaba pasar algo de tiempo


contigo, así que... —Dani se encogió de hombros y luego besó a la joven en la
mejilla—. Me alegro de verte, hermanita.

—Me alegro de verte a ti también —canturreó Stephanie, y luego miró a su


alrededor, su expresión preocupada cuando aterrizó en Allie. Soltando a Dani,
cruzó para mirarla, murmurando—: ¿Esta es ella?

—Allison Chambers —dijo Dani en voz baja antes de que Magnus pudiera
responder. Al trasladarse para unirse a ellos, agregó—: Ha pasado un mal
momento en los últimos días y necesita una transfusión de sangre.

—La mayor parte de su vida la ha pasado mal —dijo Stephanie, su voz algo
distraída y sus ojos palpitando con un resplandor que se iluminó y luego se
oscureció antes de volver a iluminarse—. Pero ella lo ha dejado todo por... —
Deteniéndose, se volvió y miró a Magnus y luego sonrió y susurró—: Liam.

Magnus se giró para ver al niño parado un par de pasos atrás con Teddy,
observándolos con interés, y luego Teddy le dio un codazo a Liam y le dijo:

—Esa es Stephy. A veces es rara, pero genial. Te gustará.


—Sí, esa soy yo. —Stephanie se rió, el brillo se desvaneció de sus ojos mientras
se adelantaba y le ofrecía su mano al hijo de Allie—. Un placer conocerte, Liam.
Tu madre va a estar bien. Mi hermana la curará, Magnus la hará como nosotros,
y nunca más tendrás que preocuparte por perderla. Ustedes dos tampoco tendrán
que huir más. Todo va a salir bien.

—¿Lo prometes? —preguntó Liam, su expresión seria.

—Te lo juro —le aseguró Stephanie—. Puedo ser rara, pero nunca me
equivoco.

—Lo raro está bien —le aseguró, aceptando su mano y estrechándola—. Mamá
dice que ella también es rara. Me gusta lo raro.

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—Bueno, ahora que eso está arreglado —dijo Elvi a la ligera—. Magnus, Liam,
soy Elvi Argeneau. Bienvenidos a mi casa.

Liam se adelantó y ofreció su mano, diciendo educadamente:

—Hola, señora. Gracias por recibirnos.

—Eres más que bienvenido —le aseguró Elvi, y luego le preguntó—:


¿Podrías...? ¿Quieres ver la habitación donde tú y tu madre se quedarán? Así
podríamos arroparla y dejarla descansar.

—Sí, por favor, señora —dijo Liam en voz baja—. La señora Tricia dice que
mamá necesita descansar.

—Así es —dijo Elvi solemnemente, y tomó su mano, luego sonrió a Magnus y


le hizo un gesto para que la siguiera antes de girarse para llevar a Liam a las
escaleras, diciendo—: Tu mamá ha hecho un buen trabajo contigo, jovencito. Eres
muy educado.

—Gracias, señora Elvi.

—De nada —dijo Elvi, y luego gritó—: Teddy, ¿tú también vienes? Las chicas
están viendo películas en el porche superior y puedes llevar a Liam allí después
de que vea dónde va a dormir y dónde estará su mamá.

—¿Puedo, mamá? —preguntó Teddy, y Magnus se detuvo al final de los


escalones para esperar.
—Sí, pero sé bueno y no hagas mucho ruido mientras la mamá de Liam
duerme —dijo Tricia con firmeza.

—Bien —llamó Teddy, apenas esperando a que sus palabras terminaran antes
de pasar corriendo por delante de Magnus para agarrarse a la mano libre de Elvi
mientras subía las escaleras. Era exactamente lo que Magnus esperaba y por qué
se había detenido. Para que el chico pudiera pasar por un lado de él en las
escaleras.

Como ahora seguía al trío, Elvi anunció:

—Liam, tú y tu madre se van a quedar en la habitación de la torre.

—¿Tienes una torre? —preguntó Liam con interés.

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—Sí, y ahí es donde te quedarás.

—¿Dónde me quedo yo? —preguntó Teddy.

—En la habitación azul al lado de la de Liam para que se puedan encontrar


fácilmente por la mañana —respondió Elvi con prontitud.

Magnus sonrió levemente mientras los chicos empezaron a hablar excitados,


y luego miraron a un lado. La escalera giraba sobre sí misma y ahora estaba
paralela al arco, aunque por encima de él. Su mirada se posó sobre Stephanie,
que estaba de pie en el arco observándolo mientras Dani le seguía arriba. Sus ojos
latían de nuevo con ese resplandor, y él los miró en silencio y luego volvió a
voltear su cara hacia adelante, consciente de que ella no lo estaba viendo en
absoluto. Ella estaba viendo en él.

Ya se había encontrado antes con un no-colmillo que no había salido de la


locura, sino uno con un don especial como el de Stephanie, que era un don.... y
una maldición. Esperaba que a Stephanie le fuera mejor con esa carga.
Capitulo 8

113
—Tonterías. Has estado despierto por más de treinta y seis horas, Dani.
Necesitas dormir. Puedo sentarme con Allison. Solía ser enfermera en mi época
y recuerdo el simulacro de las transfusiones. Estaré atenta a cualquier síntoma de
que haya un problema y registraré su pulso, presión arterial, temperatura y
frecuencia respiratoria... —Se oía el sonido del papel revoloteando y la mujer con
la voz ligeramente ronca preguntó—: ¿Por hora?

—Por lo general, no se comprueba tan a menudo en el hospital en este


momento —reconoció una voz más suave, que sonaba cansada—. Pero no
estamos en un hospital, así que la he estado vigilando un poco más de cerca de
lo habitual.

—Por supuesto —dijo la ronca voz con comprensión.

Allie frunció un poco el ceño, preguntándose qué programa de televisión


estaba viendo Liam. Parecía un drama médico, pero era más bien un niño de
dibujos animados. En realidad, pensó que ahora ya no tenían televisor. Ella no
había podido permitirse uno de esos durante un tiempo, así que él debía estar
viendo algo en la computadora. Ella estaba corriendo silenciosamente a través de
la lista de películas y programas de televisión que había descargado en la
computadora en busca de cuál podría estar viendo ahora cuando la suave voz
dijo:

—La examinaré una vez más y luego me acostaré por un rato.

Al momento siguiente, Allie sintió una mano fría en su frente. Sorprendida,


estaba a punto de abrir los ojos para ver quién la tocaba cuando lo hizo por ella.
Al menos, un párpado fue levantado suavemente.

Chillando de sorpresa mientras se encontraba mirando a una pequeña rubia


que no reconocía, Allie trató de levantar su brazo para quitarle la mano a la mujer,
pero su brazo no se movía. Estaba restringido de alguna manera.

—Estás despierta —dijo la rubia con sorpresa, y luego le aseguró—: No, Allie.

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No estás restringido. Quiero decir, un brazo sí, pero sólo para evitar que se te
caiga la intravenosa.

Allie abrió la boca para hablar, y luego puso una mueca de dolor al sentir la
pastosa sensación en su boca. Obviamente había estado durmiendo boca arriba
con la boca abierta por un tiempo. Esa fue la única vez que experimentó este sabor
desagradable en su boca, y su garganta estaba seca, así que probablemente
también había estado roncando.

—Leonora, ¿podrías traerle agua a Allie, por favor? —dijo la rubia, mirando a
través de la cama.

Allie movió los ojos para ver a una atractiva mujer de cabello negro que salía
corriendo de la habitación. Una vez que la puerta se cerró, volvió a mirar
cautelosamente a la rubia.

—Volverá enseguida —dijo la mujer tranquilizadora—. Ella sólo...

La rubia se quedó callada y ambos miraron hacia la puerta cuando ésta se


abrió. Allie sintió como el alivio se deslizaba a través de ella cuando entró
Magnus. No pudo haber dicho por qué. Era un extraño para ella. Aun así, se
sintió aliviada.

—Es bueno verte despierta —dijo Magnus, moviéndose a la cabecera de la


cama.
—Me temo que se sintió un poco alarmada cuando se despertó con dos
extrañas en la habitación con ella —admitió Dani en voz baja.

—Sabía que debía haberme quedado —dijo Magnus frunciendo el ceño


mientras se sentaba en el borde de la cama y tomaba su mano con tranquilidad.

—Habías estado aquí toda la noche —señaló Dani—. Tuve que amenazarte
para que te alimentaras. —Sonriendo irónicamente, agregó—: Ella se despertó
cinco minutos después de que te fuiste.

Los ojos de Allie se agrandaron ante la noticia de que él se había sentado junto
a su cama durante tanto tiempo, y entonces la puerta se abrió de nuevo y la mujer
de cabello negro regresó, llevando el vaso de agua prometido.

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Dani le desató el brazo y Magnus la ayudó a sentarse. Después tomó el vaso
de Leonora y le preguntó a Allie si podía sostenerlo. Cuando ella asintió, él se lo
ofreció. Allie le sonrió ampliamente mientras tomaba el vaso.

Todos la miraban beber, lo que la hacía sentir ridículamente cohibida. Pero se


sintió mejor después de un par de sorbos y bajó el vaso con un suspiro, luego
miró alrededor de la habitación en la que estaba. Era diferente a la última
habitación donde se había despertado. Este era de color amarillo pálido con un
borde de unicornio a lo largo de la parte superior de la pared, y muñecas
alineadas en el manto de la chimenea. El cuarto de una niña.

—Esta es la habitación de Sunita —dijo Dani con una leve sonrisa mientras
seguía hacia donde había ido su atención—. La hija de Elvi.

—Tricia la mencionó —dijo Allie en voz baja, poniendo una mueca de dolor al
hablar—. Debo haber estado roncando fuertemente o algo así. Me duele la
garganta.

Cuando las sonrisas divertidas eran su única respuesta, ella sabía que lo había
hecho y sintió que su cara se calentaba de vergüenza. También descubrió que
ahora tenía problemas para encontrar la mirada de Magnus. Se aclaró la garganta
y dijo:

—Debemos estar en Port Harry.

—Es Port Henry —corrigió Dani suavemente.


— Oh. —Miró a la mujer con curiosidad—. ¿Por qué no recuerdo el vuelo en
helicóptero aquí?

—Te desmayaste en la casa de los ejecutores —le recordó Dani—. Llegué


minutos después y te examiné. No estabas en muy buena forma. Estabas bajo de
sangre y sufrías taquicardia. Necesitabas una transfusión, pero primero tenía que
hacer algunos exámenes, así que tomé algunas muestras de sangre y las envié al
laboratorio, luego te di un sedante para mantenerte calmada y estable durante el
viaje.

—Entonces, ¿tenía poca sangre y tomaste más? —preguntó divertida—. Tú


debes ser la doctora Dani.

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La rubia sonrió irónicamente.

—Suena contradictorio, lo sé. Pero necesitaba tu grupo sanguíneo y que lo


cotejaran —explicó, y luego agregó—: Y sí, soy la doctora Dani Argeneau Pimms.

Cuando la rubia pequeña extendió su mano, Allie movió el vaso que había
estado sosteniendo con ambas manos a una y estrechó la mano de la mujer.

—Gracias. Supongo que como me siento mejor, ¿me diste la transfusión?

—Sí. Ahora sólo estamos observando para asegurarnos de que no haya


reacciones adversas. Necesitarás ser monitoreada por veinticuatro horas.

Las cejas de Allie se elevaron.

—No tenía ni idea de que las transfusiones de sangre tardaran tanto.

—¿Tomó tanto tiempo? —Dani parecía confundida—. Sólo me llevó un par de


horas.

Ahora era el turno de Allie para que pareciera confundida.

—Lo siento, creí haber oído... —Miró a la mujer de cabello oscuro—. ¿Leonora?

—Sí. —La mujer le sonrió alegremente—. Hola.

—Hola —murmuró Allie, y luego dijo—: Cuando me desperté, pensé que te


había oído decir que Dani había estado despierta durante treinta y seis horas.
— Ah —dijo Dani con comprensión—. Sí. Bueno, yo sí, pero eso no se debe a
ti. Te desmayaste ayer después del almuerzo. Lucian quería que te mudaras aquí
de inmediato, así que vine contigo para poder supervisar la transfusión una vez
que tuviéramos los resultados de la prueba y supiéramos qué tipo de sangre usar.
Pudo conseguir un avión rápidamente, y aterrizamos poco después de las dos de
la tarde.

»El laboratorio tuvo los resultados de la prueba poco después de eso, pero
resulta que tienes sangre dorada, la cual es extremadamente rara y difícil de
conseguir. De hecho, no creí que pudieran encontrar ninguna. Debería haberlo
sabido mejor. Nunca subestimes las habilidades de Argeneau Enterprises —
añadió con una sonrisa irónica, y luego se encogió de hombros—. Encontraron

117
un donante, los convencieron de donar sangre y la trajeron hasta aquí. Llegó a
las cinco de la mañana y empecé la transfusión de inmediato.

Allie la miró fijamente durante un momento y luego dijo:

—Estoy bastante segura de que tengo sangre roja, no dorada. Al menos, ha


estado roja cada vez que me he cortado y sangrado.

Dani se rió de sus palabras y negó con la cabeza.

—Lo siento. La sangre dorada es lo que se llama a un tipo de sangre que es Rh


nulo. Es... —Ella movió la cabeza—. Digamos que es raro. De hecho, sólo hay algo
así como cuarenta y tres personas que se sabe que lo tienen en el mundo. Bueno,
y ahora tú. —Se detuvo, frunció el ceño y agitó la cabeza—. Me sorprende que no
estés en el registro. Llevan un registro de la gente con sangre Rh nula porque es
muy valiosa. —Inclinando la cabeza, la miró en silencio por un momento, y luego
dijo—: No tenías ni idea, ¿verdad? —Entonces sus ojos se agrandaron y dijo—:
¿Nunca te has hecho un análisis de sangre? ¿Jamás?

Allie entrecerró los ojos.

—Me estás leyendo la mente.

—Lo siento, sí, pero…

—¿Cómo pudiste vivir toda tu vida sin hacerte un análisis de sangre? —


preguntó Magnus, interrumpiendo a Dani—. Tenía entendido que los mortales
los hacían con frecuencia.
Allie puso una mueca de dolor ante la pregunta, y luego admitió:

—Mis padres eran devotos seguidores de Cristo.

Hubo un momento de silencio y Leonora dijo:

—No entiendo.

—Los seguidores de Cristo es una religión que no cree en la intervención


médica —dijo Dani en voz baja—. No tenía ni idea de que hubiera en Canadá.
Pensé que estaban basados en los Estados Unidos.

Allie se encogió de hombros.

—No lo sé. Mi padre era originario de los Estados Unidos. Mi madre era

118
canadiense y católica de nacimiento, pero se convirtió cuando lo conoció y se casó
con él. Era bastante fanático de la religión. También era maníacamente
controlador. Fue una infancia interesante —añadió secamente—. No he tenido
nada que ver con él ni con su religión desde que tenía dieciséis años.

—Entonces, ¿no eres una seguidora de Cristo? —preguntó Dani, preocupada.

—No —dijo Allie con firmeza. Esa respuesta hizo que Dani se sintiera aliviada
y Allie supuso que la mujer había temido que había ido en contra de su religión
al tratarla.

—¿Y aun así nunca te has hecho un análisis de sangre? —preguntó—. ¿Ni una
vez desde que tenías dieciséis años?

—Nunca he ido a un médico. Nunca lo necesité —añadió—. Parece que tengo


una constitución sana. No me resfrío, ni tengo gripe. Nunca he estado lesionada
u hospitalizada... hasta que me desmayé y me golpeé la cabeza en el banco de
sangre —agregó, y luego se detuvo y frunció el ceño—. Me pregunto si me
sacaron sangre mientras estaba inconsciente.

—Probablemente no por una lesión en la cabeza —dijo Dani en voz baja.

Hubo silencio durante un minuto y luego Allie se aclaró la garganta y


preguntó:

—¿Dónde está mi hijo?


—Está abajo —dijo Leonora tranquilizadoramente—. Quería subir de
inmediato cuando supo que estabas despierta, pero Elvi le dijo que primero tenía
que terminar su desayuno. Creo que intentaba darte unos minutos para que te
despertaras antes de que te rodearan los niños.

—Si Liam sube, Teddy, Sunny y Gracie sin duda le seguirán —aseguró Dani
con alegría.

—Sé que Sunny es alguien llamada la hija de Elvi, pero ¿quién es Gracie? —
preguntó Allie confundida.

—Es la hija de Mabel y DJ, que son buenas amigas de Elvi y Victor, así como
de Tricia y Teddy Sr. —explicó Magnus solemnemente—. Teddy, Elvi y Mabel

119
crecieron juntos y querían que sus hijos hicieran lo mismo, así que se dispusieron
a tener bebés más o menos al mismo tiempo. Los tres niños nacieron con semanas
de diferencia hace unos cuatro años.

—La edad de Liam —murmuró Allie.

—Sí. —Leonora sonrió—. Los cuatro se han vuelto muy amigos desde su
llegada. Como uña y mugre.

—Oh. —Allie sonrió débilmente al pensar que Liam tenía amigos. Sería algo
nuevo para él. Se alegró de que algo bueno hubiera salido de todo esto. Se aclaró
la garganta y dijo—: Entonces, ¿me han hecho la transfusión y todo está bien?

—Hasta ahora todo bien. Necesito continuar monitoreándote durante las


próximas veinticuatro horas, pero los problemas suelen aparecer temprano, así
que creo que todo está bien.

—¿Eso significa que puedo levantarme de la cama? —preguntó.

Dani parecía sorprendida.

—Si quieres.

—Quiero hacerlo —le aseguró Allie—. Necesito orinar. —Las palabras


salieron de sus labios antes de que pensara en ellas... y en el hecho de que Magnus
estaba sentado allí. Llena de vergüenza, evitó mirarlo e hizo una mueca de
preocupación.
Dani sonrió con alegría, pero rápidamente quitó la cuerda que había sido atada
alrededor de la muñeca izquierda de Allie para evitar que la moviera y se le
cayera la intravenosa.

En el momento en que terminó, Allie sacó la manta y la sábana que la cubría,


sin pensar siquiera en lo que llevaba o no llevaba puesto hasta que vio los
vaqueros negros y la blusa que aún llevaba puesta. Aliviada de que no la
hubieran desvestido, Allie se puso de pie con cautela, notando que la cuerda de
su muñeca había sido atada alrededor del marco de la cama debajo del colchón.
No hizo ningún comentario, pero dejó que Dani le tomara el brazo para llevarla
al baño.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Dani cuando se detuvieron en la habitación.

120
—No. Gracias —murmuró Allie, y para su alivio, Dani salió de la habitación
de inmediato.

—Grita si necesitas ayuda —dijo Dani mientras cerraba la puerta.

Allie murmuró en acuerdo, pero sabía que no necesitaría ayuda. Se sintió


sorprendentemente bien. Mejor que en semanas. Ciertamente mejor que la última
vez que estuvo despierta. Su aliento no se entrecortaba por el pequeño esfuerzo
de caminar, y la sensación fría y sudorosa que había estado sufriendo había
desaparecido. Se sintió más o menos normal, o tan normal como lo había estado
en mucho tiempo. Todavía no era tan fuerte como cuando le dieron a Liam y se
encontró huyendo, pero luego no había hecho ejercicio durante mucho tiempo,
así que probablemente no era tan fuerte como solía ser, pensó Allie, mientras que
se ocupaba de su asunto en el baño.

Allie se miró en el espejo mientras se lavaba las manos después y ponía una
mueca de dolor al ver cómo se veía. Todavía estaba un poco pálida, pero al menos
el tinte azul alrededor de sus labios había desaparecido. De esa manera, al menos,
se veía mejor de lo que se veía en semanas. Pero era la primera vez que veía las
vendas blancas alrededor de su cabeza. No era un aspecto atractivo,
especialmente ahora con su cabello castaño claro, un lío enredado donde
sobresalía de debajo de él.

—Necesito un cepillo —murmuró, y se levantó para pasar los dedos por su


cabello para resolver el peor de los enredos, solo para detenerse y olerse a sí
misma con una mueca—. Necesito una ducha.
—¿Allie? ¿Te encuentras bien? ¿Dijiste algo?

Suspirando, dejó caer sus manos y se giró para abrir la puerta, parpadeando
sorprendida cuando encontró a Dani y a Magnus allí parados, preocupación en
por sus rostros.

—Estoy bien —les aseguró con una sonrisa amplia—. Excepto que necesito
una ducha y una muda de ropa.

—Oh. —Dani frunció el ceño.

Sospechando que iba a decir que no era una buena idea, Allie añadió:

—Apesto.

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—Oh. —La doctora suspiró y luego asintió de mala gana—. Muy bien,
entonces. Pero tal vez debería quedarme en la habitación contigo por si acaso...

—No —dijo Allie con firmeza—. De verdad, me siento bien, doctora. Todo lo
que necesito es mi bolso.

—Dani. Llámame Dani —dijo la rubia, y se giró como si fuera a buscar el bolso
de Allie, pero Magnus ya había ido y lo había recogido de donde estaba junto a
la cama. Volvió rápidamente para entregarlo.

—Gracias —murmuró Allie, y volvió a la habitación—. No tardaré mucho.

—Grita si te sientes débil o...

—Sí, doctora —dijo Allie divirtiéndose mientras cerraba la puerta. Negando


con la cabeza, colocó la bolsa en la encimera del lavabo y metió la mano en la
bañera para abrir la ducha. Luego se detuvo para mirar el vendaje en el espejo.
Después de una vacilación, rápidamente lo desenvolvió y luego giró la cabeza y
la inclinó un poco para ver la herida de su cabeza. No se veía tan mal, decidió
Allie. Podría lavarse el cabello si tuviera cuidado y evitara la herida. Dani
probablemente no estaría feliz, pero Dani no era la que tenía el cabello grasiento
y enredado.

La ducha se sintió increíble. Allie se quedó de pie bajo el chorro de agua


durante varios minutos, dejándola caer por encima de los hombros y por la
espalda antes de mirar a su alrededor en busca del jabón. Una sonrisa levantó sus
labios cuando vio que era pequeño, rosado y con forma de unicornio. A Sunita
aparentemente le gustaban mucho los unicornios.

Se lavó el cuerpo rápidamente y luego fue más despacio y con más cuidado
con su cabello. Una vez hecho esto, Allie se secó rápidamente y luego abrió su
bolsa de viaje y sacó los vaqueros, la camiseta y la ropa interior que la guardaba.
Estaban un poco arrugados, pero limpios. Se vistió, pasó sus dedos suavemente
por su cabello para sacar lo peor de los enredos, y luego se mordió los labios para
darles un poco más de color. Desearía tener lápiz labial o algo así, pero eso estaba
en su bolso y no tenía ni idea de dónde estaba.

Probablemente en el apartamento, Allie pensó con el ceño fruncido. No se lo


había llevado con ella en su travesura de “robar el banco de sangre”, y no había

122
tenido la oportunidad de agarrarlo cuando regresó del hospital. Tampoco había
tenido la oportunidad de agarrar su computadora. Afortunadamente, no estaba
trabajando en ningún proyecto en este momento, por lo que no era para tanto, y
si tenía suerte y atrapaban a Abaddon, podría volver al apartamento y quedarse
con todo lo que había dejado atrás.

Ese pensamiento la hizo sentir un poco mejor mientras recogía su ropa sucia y
abría la puerta.

—¡Mamá!

Allie se congeló, se preparó para el salto de Liam como un truco de mono.


Afortunadamente, mantuvo los pies en el suelo y simplemente se arrojó contra
sus piernas y la abrazó con fuerza.

—Estás despierta.

—Sí. —Sonriendo débilmente, Allie se agachó con su mano libre y acarició su


cabeza, notando que él también llevaba la ropa limpia de su bolsa de viaje.

Alguien lo había cuidado mientras ella estaba inconsciente. Estaba agradecida


por eso.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Liam, haciendo la cabeza hacia atrás para
mirarla.

—Sí, gracias. Mucho mejor —le aseguró.


—Bien. —Él le dio otro apretón fuerte y luego retrocedió e hizo un gesto hacia
la puerta antes de anunciar—: Estos son mis amigos. Conociste a Teddy.

Allie miró hacia donde Liam estaba haciendo gestos y sonrió al niño mientras
ella asintió.

—Sí. Hola, Teddy.

—Hola, señora mamá de Liam —dijo educadamente.

La sonrisa de Allie se amplió ante el título. No le corrigió lo de la parte de la


señora, sino que le dijo:

—Llámame Allie, cariño.

123
—Gracias, señora —murmuró.

—Y ellas son Sunny y Gracie —continuó Liam con sus presentaciones.

Allie cambió su atención a las dos niñas que estaban de pie justo detrás de
Teddy Jr. y sintió que su boca se extendía ampliamente. Eran unas niñas tan
adorables, una con el cabello rojo en ondas suaves y voladoras alrededor de su
cara, la otra con el cabello rubio tirado hacia atrás en una cola de caballo. Ambas
chicas le devolvieron la sonrisa tímidamente.

—La señora Elvi nos dijo que fuéramos a ver dibujos animados un rato para
que no estemos bajo sus pies mientras ella limpia la mesa —anunció
solemnemente Liam—. Pero me quedaré contigo si quieres.

Allie volvió a mirar a su hijo y le acarició afectuosamente la mejilla.

—Está bien, cariño, ve y diviértete.

—Gracias, mamá. —Liam les dio a sus piernas otro apretón y luego se dio la
vuelta para correr hacia la puerta con un feliz—. Te amo.

—Yo también te quiero, nene —dijo mientras el cuarteto salía corriendo de la


habitación.

—¿Querías volver a la cama? —preguntó Dani, moviéndose a su lado para


suavemente mover su cabello y mirar la herida de su cabeza.
Allie se quedó quieta, pero sus ojos se movieron para mirar la cama. Pero se
encontró reacia a volver a ella. En realidad, tenía hambre, se dio cuenta ahora.

—Está sanando bien. Podemos quitarle el vendaje —decidió Dani, bajando las
manos. Al dar un paso atrás, sonrió irónicamente y añadió—: Y, por supuesto,
tienes hambre. Debería haber esperado eso. No has comido desde ayer al
mediodía.

—¿Quieres que baje y te traiga algo de comer? —ofreció de inmediato Leonora.

—Prefiero ir abajo yo misma —admitió Allie, aunque no estaba segura de lo


que era “ir abajo”. Presumiblemente significaba bajar las escaleras, sin embargo,
y no es que tuviera que descender al infierno para conseguir comida.

124
Leonora sonrió repentinamente, pero luego le preguntó a Dani:

—Está bien que baje y se siente a la mesa del comedor a comer, ¿no crees?
Parece que se siente lo suficientemente bien para ello.

Dani asintió lentamente, pero advirtió:

—No exageres. Sin duda te sientes mejor, y probablemente estés bien, pero
prefiero que te lo tomes con calma. Al menos hasta que estemos seguros de que
no hay reacciones adversas a la transfusión.

—Tendré cuidado —le aseguró Allie.

—Bien. No quiero que te canses. La transfusión reemplazó parte de la sangre


que perdiste y ya no estás en estado crítico, pero es probable que aún estés una
pinta baja y necesites tener cuidado hasta que tu cuerpo se recupere.

Allie asintió solemnemente.

—Lo haré.

—Está bien, entonces. —Dani se volvió hacia Leonora—. Me voy a la cama.


Llámame si hay algún problema. Cualquier cosa en absoluto.

—Por supuesto —dijo solemnemente Leonora—. Que duermas bien.

—Gracias —murmuró Dani, y volvió a sonreírle a Allie antes de salir de la


habitación.
—Bueno, bajemos y busquemos algo de comer, entonces, ¿de acuerdo? —lo
sugirió Leonora alegremente.

Asintiendo, Allie la siguió fuera de la habitación y entró en un pasillo. Estaba


muy consciente de que Magnus estaba detrás de ella, cerrando la marcha, pero
trató de no pensar en eso y le preguntó:

—¿Dónde están los niños mirando la televisión?

—En el porche fuera de la habitación de Elvi y Victor —contestó Magnus


desde detrás de ella, y añadió—: Esta climatizada.

—Con calefacción, aislada y amueblada —añadió Leonora mientras bajaban


por una escalera curva—. Los niños durmieron allí anoche. Estaban viendo

125
películas y decidieron que querían una fiesta de pijamas. Como eso significaba
que Liam no viera tu transfusión de sangre y posiblemente se preocuparía más
por ti, todos los adultos decidieron que era una buena idea y dieron su permiso
para que sacaran los sacos de dormir. Aunque, siendo niños, dudo mucho que
hayan dormido.

Allie asintió, pero le preguntó:

—¿Tú también vives aquí, Leonora?

—Oh, no, querida. Tengo una casa al otro lado de la calle donde vivimos mi
Alessandro y yo.

—¿Alessandro? —preguntó Allie con curiosidad, preguntándose sobre la


mujer. Leonora parecía joven, pero luego se había dado cuenta de que todos ellos
parecían tener entre veinticinco y treinta años. Esta mujer hablaba como si fuera
mayor.

—Alessandro es mi esposo —explicó Leonora, y luego agregó—: Y yo tenía


ochenta y cuatro años cuando lo conocí, me enteré de que era su compañera de
vida, y le permití que me convirtiera. Eso fue hace varios años —admitió
irónicamente—. Pero no me siento un día mayor de dieciséis. Al menos, no por
dentro —añadió irónicamente, y luego miró por encima de su hombro con
preocupación—. ¿Te las arreglas bien? ¿Necesitas parar y descansar?

—No. Estoy bien —le aseguró Allie, y era verdad, se sentía bien. Bajar las
escaleras no la cansaba en absoluto. Pero no había olvidado lo que había pasado
la última vez que subió por las escaleras. Tendría que acordarse de tomarse las
cosas con calma cuando volviera a subir.

—Buena idea… al menos hasta que estés segura de que puedes manejarlos lo
suficientemente bien —dijo Leonora alegremente como si Allie hubiera
argumentado el tema en voz alta. Esto le recordó que estas personas podían leer
sus pensamientos. Excepto Magnus. No podía, recordó, y se preguntó si por eso
se sentía mucho más cómoda y segura con él.

—Bueno, te toca.

Allie miró más allá de Leonora para ver a una pelirroja con una cara bonita y
ojos grandes esperando al pie de las escaleras.

126
—Te ves mucho mejor de lo que te veías cuando llegaste, querida —dijo la
mujer con una amplia sonrisa a la que Allie respondió automáticamente con una
de las suyas.

—Allie, este es Elvi Argeneau —anunció Magnus al llegar al final de la escalera


y se detuvo frente a ella.

—Y yo soy Mabel —anunció una rubia bonita que venía a la vuelta de la


esquina para unirse a ellos. En vaqueros ajustados y una camiseta ceñida, tenía
una figura asesina que hacía que Allie se sintiera como una maravilla sin tetas en
comparación.

Allie miró de una mujer a otra y luego a Magnus y finalmente a Leonora.

—Todos ustedes parecen tener entre los veinticinco y treinta y tantos años.
Pero sé que Leonora tiene más de noventa años.

La rubia y la pelirroja intercambiaron una mirada irónica, y luego Elvi se


volvió y anunció:

—Todos somos mayores que tú, amor. Bueno, excepto por nuestra Stephy y
los niños.

—Pero no somos tan viejas como nuestros amigos —añadió Mabel con
satisfacción—. Son ancianos, ancianos.
—¡Ay! —Un hombre de cabello oscuro y cara amigable se acercó a la esquina
y deslizó sus brazos alrededor de la rubia. Abrazándola por detrás, le besó en el
cuello y le dijo—: Puede que sea un anciano, pero soy tu anciano.

—Este es el marido de Mabel, DJ —anunció Elvi, sonriendo a la pareja, y luego


se volvió hacia Allie para explicarle—: Los nanos son la razón por la que todos
parecemos tan jóvenes. Están programados para mantenernos en óptimas
condiciones, y eso sería entre veinticinco y treinta para los humanos.

—Nanos —murmuró Allie. No era la primera vez que se mencionaba la


palabra, y su curiosidad por ella volvió de inmediato.

—Puedo oír las preguntas que se acumulan en tu pobre mente —dijo Elvi

127
divirtiéndose—. ¿Por qué no te sientas a la mesa? Prepararemos algo de comida
para ti y luego responderemos a todas las preguntas que quieras hacer.

—Eso estaría bien. Gracias. —Allie le siguió cuando el trío se giró y se dirigió
hacia un gran comedor que, junto con un área de cocina, se extendía a lo largo de
la casa.

Un mostrador en forma de L dividía las dos secciones, pero no hacía nada para
que pareciera más pequeño. Era positivamente enorme y tenía una gran
chimenea contra la pared lejana que parecía victoriana. Pero también lo hicieron
la moldura a pie y las puertas con tres hojas que se abrían entre el comedor y la
entrada por la que acababa de pasar.

—¿Quién quiere café? —preguntó un hombre alto y guapo desde la cocina.


Sacó las tazas de café de un estante abierto en la pared al lado de una puerta que
parecía llevar a la calle.

—Victor Argeneau, el compañero de vida de Elvi —murmuró Magnus al oído,


y Allie sonrió débilmente y asintió.

—¿Magnus? ¿Café? —preguntó Victor, mirando hacia ellos.

—No para mí. Me gusta el sabor, pero la cafeína me altera —dijo Magnus
encogiéndose de hombros.

—Estás de suerte, entonces, es descafeinado —anunció Victor—. El café con


cafeína también me da cuerda.
—En ese caso, el café suena bien —decidió Magnus, y miró a Allie en cuestión,
al igual que Victor.

—Yo también quiero uno, por favor —dijo mientras Magnus la llevaba a la
mesa del comedor.

—¿Qué te apetece comer, Allie? —preguntó Elvi, moviéndose por el


mostrador de la cocina para reunirse con su marido—. Algo para acumular tu
sangre sería lo mejor, supongo. ¿Qué tal unos huevos revueltos y tostadas?

—Sólo un poco de pan tostado estaría bien —dijo Allie de inmediato—. No


quiero causarte problemas.

—Tonterías, los huevos revueltos son fáciles de preparar, y hay un montón de

128
patatas fritas y tocino que quedan del desayuno que le preparé a los niños. Te los
pondré junto con cebollas y queso y te haré una tortilla, ¿quieres?

Allie la miró fijamente, sin querer ponerla a trabajar, pero su boca se le hacía
agua al pensar en una tortilla.

—Una tortilla, entonces —dijo Elvi divirtiéndose, obviamente leyendo su


mente.

—Yo haré el pan tostado —dijo Mabel, moviéndose para tomar una bolsa de
pan de una caja para pan de madera mientras Elvi abría el refrigerador para
recuperar los elementos para la tortilla.

—Entonces supongo que ayudaré a Magnus y Leonora a responder esas


preguntas que oigo zumbando en tu cabeza —decidió DJ, dejando el lado de
Mabel para unirse a Allie, Magnus y Leonora en la mesa.

Hubo un momento de silencio cuando se unió a ellos. Allie supuso que estaban
esperando a que ella empezara a hacerle preguntas, pero tenía tantas que no sabía
por dónde empezar y luego miró a la gente en la cocina y luego a los de la mesa
y se preguntó dónde estaba Tricia.

—Tricia y Teddy están trabajando hoy —respondió DJ como si hubiera hecho


la pregunta en voz alta—. Volverán a la hora de la cena.
—Oh. —Ella le sonrió un poco, y luego aclaró su garganta e hizo la primera
pregunta que se le ocurrió—. Me dijeron que no son vampiros, sino inmortales.
¿Cuál es la diferencia?

—Los vampiros son criaturas ficticias muertas y sin alma que surgieron de
una maldición. Mientras que los inmortales son simplemente seres humanos
científicamente mejorados —respondió Magnus rápidamente—. No estamos
muertos y sin alma. Estamos vivos y bien y todavía tenemos alma.

—¿Humanos científicamente mejorados? —preguntó Allie, arqueando una


ceja—. Como La mujer biónica, o… —No se le ocurría otro ejemplo para usar.

—No —dijo con una sonrisa—. Mejorados como si tuviéramos nanos de

129
bioingeniería fluyendo a través de nuestro torrente sanguíneo que están
programados para mantenernos en nuestra mejor condición.

Allie lo miró fijamente, sin ver realmente una conexión entre la condición pico
humana y los colmillos o la necesidad de sangre.

—Los nanos están basados en la sangre —dijo DJ, obviamente recogiendo sus
pensamientos—. Usan la sangre para propulsarse a sí mismos, así como para
hacer reparaciones y generar más nanos cuando es necesario.

—¿Hacer reparaciones? —preguntó con interés.

—Sí —dijo Magnus—. Cuando los nanos fueron creados, la intención era que
pudieran reparar lesiones y combatir enfermedades sin necesidad de cirugía o
ayuda química.

—Entonces, ¿te rompes una pierna o te apuñalan y estos nanos lo arreglan? —


preguntó.

Magnus asintió.

—Los nano se apresuran a la lesión, replicándose rápidamente al número que


necesitan para el trabajo, detener la hemorragia y reparar la herida o el hueso
roto.

—Está bien —dijo ella lentamente—. ¿Y dónde entran los colmillos y los ojos
brillantes?
—De la pereza —dijo Leonora y luego añadió—: Que Dios le bendiga, a ellos.

DJ sonrió a la mujer y fue Magnus quien se lo explicó de nuevo.

—Los científicos que crearon los nanos eligieron tomar un atajo cuando se
trataba de programación. En lugar de desarrollar programas separados para cada
dolencia o lesión que un ser humano pudiera sufrir, decidieron programarlos con
un mapa del cuerpo masculino y femenino en su mejor momento y con las
instrucciones para asegurar que su huésped se encontrara en esa mejor condición
y luego se autodestruyera una vez que se lograra.

—Para ser justos con nuestros científicos —dijo DJ ahora—, hay un montón de
lesiones y enfermedades que un humano puede experimentar. Así que crear un

130
solo programa probablemente pareció conveniente en ese momento.

—Sí. —Estuvo de acuerdo Allie—. Pero aun no entiendo cómo eso terminó con
ustedes teniendo colmillos y chupando sangre.

—Al principio no fue así —aseguró DJ—. Al principio, bueno, por supuesto,
con los nanos usando sangre para hacer reparaciones y propulsarse a sí mismos,
se esperaba que las transfusiones de sangre pudieran ser necesarias para las
lesiones o enfermedades más extensas, y los pacientes recibieron esas
transfusiones en consecuencia.

—Pero las pruebas proporcionaron algunas sorpresas —dijo Magnus,


retomando las explicaciones de nuevo—. La primera fue que los nanos veían los
efectos de la edad como una lesión o enfermedad, algo que necesitaba reparación.
Y como llegamos a nuestro pico entre veinticinco y treinta años, dependiendo de
la fisiología de la persona, los nanos invirtieron la edad física de cualquier
huésped más viejo, devolviéndole a esa etapa de pico.

—La fuente de la juventud —murmuró Allie.

—Sí. Debe haber parecido eso en ese momento. —Estuvo de acuerdo Magnus.

—¿Cuáles fueron las otras sorpresas? —preguntó.

—Los nanos no se autodestruyeron y abandonaron el cuerpo como se esperaba


—respondió solemnemente.
Allie no se sorprendió mucho al escuchar esto. Todos los que había conocido
parecían estar perfectamente sanos, pero el brillo plateado de sus ojos, que sólo
podía adivinar, provenía de los nanos que llevaban dentro, así que simplemente
preguntó:

—¿Por qué?

—Porque los nanos nunca consideraron su trabajo hecho —dijo Magnus—. Si


hubieran sido programados para simplemente hacer una cosa, como reparar una
herida específica o extirpar el cáncer, habrían terminado su trabajo y se habrían
autodestruido, pero estaban programados para mantener el cuerpo en su punto
máximo. Desafortunadamente, o tal vez afortunadamente, el cuerpo está
constantemente sufriendo daños, aunque sólo sea por un minuto. La inhalación

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de contaminantes, el daño del sol y el simple paso del tiempo causan daños en el
cuerpo que los nanos sienten que deben reparar. No ven su trabajo como
terminado, así que no se autodestruyan.

—Bien —dijo Allie lentamente. Encontró esto fascinante, incluso maravilloso


en cierto modo, pero todavía no entendía cómo este avance que salva vidas había
terminado con ellos teniendo colmillos—. ¿Pero de dónde vienen los colmillos y
esas cosas? Quiero decir, la cima no es la locura fuerte que era Stella cuando me
daba vueltas como una muñeca, o la velocidad a la que podía llegar. Eso es
velocidad y fuerza, no habilidades humanas máximas.

Magnus hizo una mueca de dolor, pero respondió:

—Sí. Bueno, como dije, se esperaba la necesidad de sangre extra para hacer las
reparaciones necesarias, y a los pacientes que recibían los nanos como
tratamiento también se les daban transfusiones de sangre para compensar eso.
Sin embargo, debido a que los nanos no se autodestruyeron, sino que
continuaron trabajando en el cuerpo, la necesidad de sangre extra también
continuó.

—Verás, los nanos usan más sangre de la que el cuerpo promedio puede
producir —explicó Leonora.

—Sí. —Magnus asintió—. Era un problema, pero no insuperable en ese


momento. Los científicos simplemente les dieron a los pacientes transfusiones
diarias de sangre para compensar eso.
Se detuvo entonces, y Allie le miró expectante. Nada de lo que había dicho le
había parecido que explicara los colmillos.

Fue Leonora quien dijo:

—Los nanos se desarrollaron en la Atlántida hace varios milenios.

La cabeza de Allie se disparó alrededor de eso, con los ojos muy abiertos.

—¿Qué?

Leonora se encogió de hombros.

—Seguramente has oído los cuentos de Atlantis? Existió hace siglos, y era una
cultura científicamente avanzada que fue destruida por terremotos y un volcán

132
en erupción o algo así.

—Bueno, sí, he oído hablar de ella —admitió Allie—. Pero...

—No son sólo cuentos —le aseguró Leonora—. Las historias son ciertas.
Atlantis existió. Aparentemente estaba aislada y muy avanzada en comparación
con el resto del mundo, y estos nanos eran uno de sus avances científicos. Lo cual
estuvo bien hasta que Atlantis cayó y se hundió en el océano. Los únicos
sobrevivientes fueron los atlantes con los nanos dentro.

»Se arrastraron fuera de los escombros, o nadaron fuera del océano, para
encontrarse con un mundo mucho menos avanzado de lo que había sido su país
de origen. —Ella hizo una mueca de dolor y dijo—: Estamos hablando de algo
seriamente menos avanzado. Cabaña de barro y limpiar tu trasero con trozos de
hojas si es que se limpiaban el trasero —añadió con una mueca de asco, y luego
se encogió de hombros—. No hubo más transfusiones de sangre para ellos.

—Los atlantes empezaron a morir por falta de sangre —dijo DJ ahora, y


explicó—: Cuando los nanos bajaron de sangre en las venas, emigraron a los
órganos y así para extraerla y algunos de ellos murieron, básicamente por falta
de sangre. Una manera terrible y dolorosa de morir —añadió con tristeza.

—Pero en otros —dijo Magnus—, los nanos forzaron lo que veían como una
evolución necesaria para conseguir lo que necesitaban para cumplir con su
programación y mantener a su anfitrión en su mejor condición.

—Los colmillos —dijo Allie en un suspiro.


Magnus asintió.

—Les dieron colmillos, velocidad y fuerza, visión nocturna, y la habilidad de


leer e incluso controlar la mente de otros humanos para que pudieran obtener la
sangre que necesitaban para que los nanos hicieran su trabajo y los mantuvieran
en su mejor condición.

—Siempre joven y saludable —dijo Allie negando con un movimiento de


cabeza, y se recargó en su asiento, luego miró a su alrededor y se sorprendió
cuando un plato apareció frente a ella.

—Aquí tienes —dijo Elvi mientras dejaba el plato—. Come. Tienes que
acumular tu sangre y recuperar tus fuerzas para perseguir a ese dulce niño tuyo.

133
Necesita a su madre fuerte y sana.

—Gracias —murmuró Allie, y luego repitió las palabras cuando Victor llegó
con una bandeja de tazas llena de café y puso una delante de ella por primera
vez.

—De nada —dijo Victor con una sonrisa, y luego sacó la crema y el azúcar de
la bandeja para ponerlos frente a ella y anunció a la mesa en general—: No sabía
cómo tomaban el café todos, así que sólo traje las cosas para que cada uno de
ustedes lo hiciera por sí mismo.

Allie tomó el azúcar, inhalando los olores que salían de su plato mientras lo
hacía, y casi se desmayó de placer.

—Vaya, esto huele bien, Elvi —murmuró mientras preparaba su café.

—Yo también lo creía —admitió riendo mientras se dirigía a la cocina—. Así


que terminé haciendo un gran tazón para que todos pudieran comer algo.

—Y yo hice montones de tostadas —anunció Mabel, acercándose ahora con un


montón de platos cubiertos con cubiertos de plata—. ¿Quién quiere un plato?

Allie no se sorprendió cuando todos decidieron que tenían hambre. El olor que
salía de su plato era delicioso y ella no podía esperar para comer. Pero los buenos
modales la hicieron esperar cortésmente hasta que todos tuvieron platos y
cubiertos, y la comida estaba en la mesa. Sin embargo, en el momento en que la
última persona estaba sentada y la comida estaba siendo distribuida, Allie
comenzó a comer.
Era tan bueno como olía y ella estaba hambrienta, así que pasaron varios
momentos antes de que más preguntas comenzaran a filtrarse en su mente. Allie
estaba a mitad de su comida antes de preguntarle:

—¿Así que a Stella le dieron estos nanos?

Hubo un momento de silencio cuando todos levantaron la vista de sus platos,


y luego Magnus se tragó la comida en su boca y asintió.

—Sí. Abaddon le habría dado a ella y a su marido algo de su sangre para


transferir los nanos.

—¿Y Liam los obtuvo de Stella mientras estaba en el vientre? —preguntó.

134
—Sí —dijo él solemnemente.

Allie asintió y dio otro mordisco de comida, pero su mente estaba agitando las
cosas, y después de tragar, preguntó:

—Así que nunca parecerá mayor de veinticinco años, más o menos, una vez
que crezca...

—No. Físicamente, su envejecimiento se detendrá alrededor de esa edad —


dijo Elvi esta vez—. Al igual que Sunny, Gracie y Teddy.

Allie asintió, pero preguntó:

—¿Pero no nacieron inmortales? —Cuando los demás la miraron con la


mirada perdida, explicó—: Quiero decir, Leonora dijo que tenía ochenta y cuatro
años cuando la convirtieron. Así que no nació inmortal. ¿Si el resto de ustedes
también se convirtieron, o…?

—Mabel, Leonora y yo éramos todas mortales de nacimiento y nos


convertimos hace algunos años —dijo Elvi, echando un poco de azúcar en su café
y removiéndolo brevemente. Dejando la cuchara, añadió—: Pero Victor y DJ, así
como el marido de Leonora, Alessandro, nacieron inmortales.

Allie aceptó eso y luego se volvió hacia Magnus con curiosidad. Antes de que
ella pudiera preguntar, él dijo:

—Nací mortal.
Sus ojos se abrieron un poco ante esta noticia. Por alguna razón ella habría
adivinado que nació inmortal como los otros hombres. Allie no estaba segura de
por qué.

—Oh, Madre de Dio4, algo huele tan delicioso.

Todos en la mesa se volvieron para mirar al hombre que había entrado en la


casa.

De cabello oscuro como Leonora, el hombre rápidamente se quitó el abrigo y


las botas y se movió para unirse a ellos, dirigiéndose directamente a Leonora.

—Ah, gioia, debes ser tú la que huele tan bien, ¿no? —murmuró, inclinándose
para besarla.

135
—Creo que gioia significa “alegría” —explicó Elvi en voz baja cuando Allie
miró confundida al hombre que usaba el nombre equivocado—. Un término de
cariño.

—Oh —susurró Allie, y luego miró a la pareja mientras el beso terminaba y


Leonora se rió.

—No. No soy yo la que huele tan bien. —Levantando una mano para pasársela
cariñosamente por la mejilla, murmuró—: Es la tortilla. Creo que queda algo.
¿Quieres un poco?

—Sí —dijo abruptamente, enderezándose—. Soy un pobre hombre


hambriento cuya esposa lo abandonó para ir a jugar con sus amigas.

Leonora resopló.

—Tonterías, Alessandro. Edward y tú jugaban a ese videojuego y ni siquiera


se dieron cuenta cuando me fui.

Alessandro sonrió.

—Sí. El juego es bueno. Etienne, lo ha vuelto a hacer. Pero noté que te fuiste, y
te extrañé de inmediato.

4 Dio: Dios en italiano.


—El hermano de Victor, Etienne, crea videojuegos —explicó Elvi a Allie—. Él
tiene uno nuevo que saldrá pronto y envió un par de copias beta a Victor para
ser probado. Alessandro y Edward tuvieron la amabilidad de ofrecerse a
probarlo también.

—Ah —dijo Allie con una sonrisa, y luego se congeló cuando la atención de
Alessandro se fijó en ella y sonrió ampliamente.

—Tú debes ser la Allison con la que mi esposa vino a ayudar, ¿no? —dijo,
moviéndose alrededor de la mesa para tomar su mano.

—Eh, bueno... —Su mirada se dirigió a Leonora—. Sí, supongo que sí.

—Bella. Bienvenido a Port Henry —dijo Alessandro, apretando un beso en su

136
mano—. Pero estás demasiado pálida. Tienes que comer, ¿no? O mi esposa, se
preocupará. Así que mangia5, mangia. —Soltó su mano y luego desapareció
alrededor del mostrador, volviendo un momento después con un plato y un
tenedor para reclamar el asiento junto a Leonora.

Allie miró alrededor de la mesa y se dio cuenta de repente de que había pasado
los últimos cuatro años huyendo de los vampiros, sin embargo, por segunda vez
en otros tantos días, se encontró sentada a la mesa con un gran grupo de ellos
como si fuera la cosa más natural del mundo.

—Inmortales, querida —corrigió Elvi como si hubiera hablado en voz alta—.


Ahora come. Alessandro tiene razón. Necesitas reconstruir tu fuerza.

Allie se sonrojó y volvió a prestar atención a su comida, concentrándose en el


sabor y la textura en un esfuerzo por silenciar los pensamientos en su cabeza. Era
extremadamente incómodo tener gente leyendo tus pensamientos todo el
tiempo. Eso la hizo querer alejarse lo más posible de ellos, lo que era una pena,
porque todos parecían bastante simpáticos.

5 Mangia: Comer en italiano.


Capitulo 9

137
—Es hora de tomarte el pulso y la temperatura.

Allie acababa de terminar su último bocado de tortilla cuando Leonora hizo


ese anuncio y se puso de pie para moverse alrededor de la mesa a su lado.

—El pulso, la temperatura, la presión arterial y la frecuencia respiratoria —


dijo Leonora, sacando un termómetro del bolsillo de su falda. La sacó de su
estuche de plástico, la sacudió un par de veces y luego se la metió en la boca a
Allie antes de tomar su muñeca en la mano—. Relájate y respira por la nariz.

Allie observó que los otros se paraban para limpiar la mesa, su mirada
viajando de una persona a otra. Todas eran de aspecto saludable, pero no pudo
evitar notar que las mujeres eran curvas con un poco de carne. Ni sobrepeso ni
nada, pero tampoco las figuras de ramitas tan finas y tan populares en las
revistas. Pensó que era interesante. Aparentemente, la condición óptima no era
anoréxica.

—Bien —pronunció Leonora, soltando la muñeca—. Tengo que ir a buscar el


manguito de presión sanguínea de tu habitación. Sólo mantén el termómetro
puesto hasta que regrese.
Allie asintió en respuesta, pero la mujer ya se estaba alejando. La vio irse y
luego simplemente se sentó allí, esperando. La conversación en la cocina detrás
de ella fue sólo un murmullo de sonido hasta que oyó mencionar su nombre, y
luego lo sintonizó.

—Allie podría necesitar ir de compras por necesidades. Dani no estaba segura,


pero dijo que tenía que hacerlo y pensó que Allie también podría.

—Yo tampoco estoy seguro —admitió Magnus—. Tenía dos maletas con ella
cuando la llevamos a ella y a Liam del apartamento, pero no estoy segura de lo
que hay en ellas. Puede que necesite ir de compras.

—¿Las bolsas? —preguntó Elvi, y resopló un poco. —No puede haber mucho

138
ahí dentro. Probablemente necesite una buena excursión de compras.

—No creo que Dani quisiera que se esforzara —dijo Mabel—. Probablemente
sea mejor que se relajen por aquí hoy.

—Probablemente tengas razón. —Estuvo de acuerdo Elvi, y luego dijo—:


Bueno, si quieres estar solo para hablar, Magnus, podrías llevarla al salón para
tener un poco de privacidad.

Allie se preguntaba de qué pensaban que tenían que hablar cuando Elvi
añadió:

—Estoy segura de que todavía tiene muchas preguntas, y puede que se sienta
más cómoda preguntándote a ti sin el resto de nosotros alrededor. Creo que el
hecho de que podamos leer su mente la hace sentir incómoda.

Escuchó a Magnus gruñir en respuesta y luego Leonora regresó, con el


manguito de presión arterial en una mano y una tablilla con sujetapapeles en la
otra.

—Esta cosa lee tu pulso, así como tu presión arterial, pero me gusta contarlo
yo misma sólo para volver a comprobarlo —anunció mientras colocaba el
portapapeles sobre la mesa y sujetaba el brazalete alrededor de la parte superior
del brazo de Allie—. Ahora, veamos si tiene la misma lectura en tu pulso que yo.

Leonora apretó el botón de la máquina de la presión arterial dos veces, y


cuando el brazalete comenzó a hincharse y a apretarse alrededor del brazo de
Allie, le quitó el termómetro de la boca y lo leyó.
—¿Cómo está? —preguntó Allie con curiosidad. Se sentía bien, pero sería
bueno tener una verificación.

—Bien —anunció Leonora, y tomó el portapapeles para introducir la


temperatura.

Ambas se quedaron en silencio cuando el brazalete dejó de hincharse y la


máquina empezó a sonar. Un momento después, los números aparecieron en la
lectura y Leonora también los introdujo rápidamente en su portapapeles.

—Mira eso. La misma frecuencia de pulso que la mía —dijo con satisfacción—
. No he perdido mi toque.

Allie sonrió levemente ante las palabras de orgullo y luego se quedó sentada

139
mientras Leonora dejaba a un lado el portapapeles y rápidamente quitó el
brazalete.

—Los números son todos buenos —le aseguró Leonora mientras colocaba el
aparato portátil de presión arterial en la mesa junto al portapapeles—. No hay
necesidad de molestar a Dani.

—Bien —dijo Allie con ironía, y luego miró a Magnus cuando apareció con
dos tazas de café en la mano.

—Pensé que podríamos ir al salón y hablar, si quieres —sugirió. Allie asintió


y se puso de pie para seguirlo fuera del comedor.

El salón era una habitación frente a la entrada del comedor. No tenía ni idea
de dónde obtuvo su nombre. A ella le pareció una pequeña sala de estar, pero se
instaló en el sofá y aceptó uno de los cafés con un susurro de “Gracias”, y luego
vio a Magnus cerrar las puertas dobles, aislándolos de los demás.

Magnus se adentró a la habitación después de cerrar la puerta, y luego dudó


antes de sentarse en el sofá en el extremo opuesto a Allie. Le hubiera gustado
sentarse más cerca, pero no quería hacerla sentir incómoda. Consciente de que
ella lo estaba observando, sorbió su café y simplemente esperó. Esperaba que ella
le preguntara por qué no podía leerla y estaba tratando de encontrar una
explicación sin mencionar a su compañera de vida, algo para lo que estaba seguro
no estaba preparada, cuando de repente le preguntó:

—¿Cómo te convertiste?

Magnus estaba tan sorprendido por la pregunta que por un minuto se quedó
sin palabras. Era la última pregunta que esperaba.

—¿Fue como Stella? ¿Un renegado te atacó y te convirtió?

—No —dijo con firmeza, y luego sintió una sonrisa irónica en su cara antes de
admitir—: En realidad, me convertí accidentalmente, como Elvi.

—¿Elvi fue convertida accidentalmente? —preguntó sorprendida, y luego

140
admitió—: Asumí que fue convertida por su marido, como Leonora dijo que fue
convertida por su Alessandro. —La admisión apenas había salido de sus labios
antes de que frunciera el ceño y preguntara—: ¿Cómo te conviertes
accidentalmente?

La sonrisa de Magnus se amplió ante su expresión de descontento.

—Para Elvi, fue en un accidente de autobús. El autobús se volcó en su lado y


aparentemente un inmortal herido estaba sentado en el lado opuesto y terminó
colgado de su cinturón de seguridad encima de ella, sangrando en su boca abierta
mientras ella estaba inconsciente.

—Oh —susurró Allie, sus ojos muy abiertos—. Así que, la sangre sólo tiene
que entrar en la persona. ¿Incluso tragado? ¿No tiene que ser inyectado en sus
venas? —Antes de que él pudiera responder, añadió—: Stella no sabía cómo se
había convertido. No podía recordar.

—No me sorprende —dijo en voz baja—. La conversión es a menudo bastante


traumática. No es raro que los convertidos salgan después con que les falte
memoria.

Ella asintió, pero preguntó:

—¿Así es como tú también te convertiste? ¿Un accidente en el que la sangre


goteaba en tu boca?

—No. —Magnus puso una mueca de dolor—. Me lo hice a mí mismo sin


querer, o incluso sin darme cuenta de que lo estaba haciendo.
—¿Cómo es posible? —preguntó, sonando medio divertida y medio incrédula.

Magnus sonrió irónicamente a la pregunta, y luego se tomó un momento para


averiguar por dónde empezar su explicación. Finalmente, decidió que el
principio era probablemente el mejor.

—Nací en el año 779 d.C. en lo que ahora se llama Dinamarca.

Los ojos de Allie giraron como platillos y su mandíbula se quedó boquiabierta


ante esta noticia.

Magnus sonrió a su expresión, luego se inclinó hacia adelante, colocó un dedo


debajo de su mentón, y lo empujó hacia arriba, cerrando la boca.

141
—Atraparás moscas.

—Es invierno. No hay moscas —murmuró, y luego negó con la cabeza y


preguntó con incredulidad—: ¿Me estás diciendo que eres un vikingo?

Magnus parpadeó sorprendido. Esperaba que su asombro fuera por su edad,


no por su nacionalidad.

—Entonces no nos llamábamos vikingos. O nunca. Nos llamábamos Ostmen.


Fuimos “vikingo”, cuando básicamente se tradujo de expediciones o incursiones
en el extranjero. Pero también podría ser explorando. Y normalmente lo hacíamos
en verano, entre plantar y cosechar nuestros campos.

—Oh. De acuerdo —dijo ella—. Pero eras un vikingo.

Asintió en lugar de intentar aclararlo de nuevo. Ella parecía demasiado


cautivada con el conocimiento de que él era lo que la gente ahora llamaba
vikingos. Si a ella le gustaba tanto la palabra, podía llamarlo vikingo en lugar de
nórdico u otomano.

—Puedo imaginarte como un vikingo —dijo de repente, y luego frunció los


labios y añadió—: Bueno, excepto que deberías tener el cabello rubio largo en
lugar del corto oscuro.
—Aye6, las muchachas de mi época preferían a sus hombres rubios también —
dijo divertido, y luego se dio cuenta de que su discurso se había deslizado en su
viejo acento y aclaró su garganta antes de añadir—: Al menos, la parte rubia. Mi
cabello era largo entonces.

—¿De verdad?

—¿De verdad qué? —preguntó suavemente—. ¿Que las mujeres preferían a


los rubios o que mi cabello era largo?

—La parte rubia —dijo con una leve sonrisa.

—Sí. De hecho, la mayoría de los pobres hombres desafortunados que nacimos


con el cabello oscuro usamos un jabón fuerte con mucha lejía para decolorar

142
nuestro cabello. Algunos también lo usaban en la barba —le informó—.
Convenientemente, además de aclararnos el cabello, mataba los piojos, así que
esa era nuestra excusa para usarlo, pero la verdad es que atraía a las mujeres.

—Mmm —murmuró Allie, un poco descontenta, y luego le aseguró—: Bueno,


en mi opinión, los hombres de cabello oscuro son más guapos de todos modos.

—Acabas de decir que debería tener el cabello rubio largo —señaló con una
risa incrédula.

—Bueno, sí, porque eso encaja mejor con la imagen de un vikingo. Pero no
quiero que seas rubio ahora. No te sentaría bien.

Magnus sonrió torcidamente ante la afirmación, y luego notó la forma


apreciativa en que sus ojos se deslizaban sobre sus rasgos y casi se sonrojaba.
Algo que no había hecho desde que era un niño, si es que lo era.

—De todos modos —dijo para cambiar de tema—, mi familia tenía una granja
próspera. Crecí allí, aprendiendo a cultivar y a luchar, pero en el verano de 793,
me escapé para ir a “vikingar”.

—¿Por qué? —preguntó de inmediato—. ¿Fue por rebelión o para escapar de


padres crueles o algo así?

6 Si.
—No. Mis padres eran buenas personas —le aseguró, y luego admitió—: En
verdad, fue por una mujer. Me gustaba la hija de nuestro vecino…

—Espera un minuto —lo interrumpió Allie bruscamente—. Dijiste que habías


nacido en 779.

—Sí.

—¿Entonces sólo tenías catorce años cuando te convertiste en vikingo? —


preguntó con incredulidad.

Magnus sonrió ante su expresión.

—Vivíamos vidas mucho más cortas y crecíamos mucho más rápido entonces.

143
—¿Pero catorce? —preguntó.

—Muchos niños de mi edad ya estaban casados y tenían hijos para entonces


—le dijo—. Y todos nosotros estábamos casados a los quince años.

Allie lo miró con algo así como horror durante un minuto, y luego negó con la
cabeza y le dijo:

—Así que tenías catorce años y te gustaba la hija de tu vecina.

—Sí —dijo Magnus, pero se detuvo brevemente antes de continuar—. Quería


casarme con ella, pero me dijo que era demasiado pobre. —Sonrió irónicamente
al recordarlo. Había picado en ese momento. Su orgullo, sobre todo. Se encogió
de hombros y dijo—: Un amigo mío se había ido de vikingo el verano anterior y
regresó con muchos tesoros.

—Así que te fuiste corriendo a convertirte en vikingo con la esperanza de que


tuvieras la misma suerte, y pudieras volver y ganar el amor de tu dama —sugirió
secamente.

—Sí —dijo, sin avergonzarse. Había sido así en aquel entonces.

—Supongo que las cosas no salieron como las planeaste —preguntó Allie, su
voz más suave.

—No —admitió Magnus solemnemente—. Aterrizamos en tierra poco más de


tres días después de zarpar, y atacamos un monasterio.
—¿Un monasterio? —chilló con consternación.

—Tenían los mejores tesoros —dijo impotente—. Y en ese momento estaban


desprotegidos. Además, éramos paganos. No teníamos nada que ver con su Dios.
—Magnus esperó y cuando ella lo miró con los ojos abiertos, continuó su relato—
. Fue mi primera incursión. Había estado en batalla antes, sobre todo peleas
locales, pero esta... —Negó con la cabeza—. Nunca había visto nada igual. Eran
hombres de Dios, no guerreros. Se quedaron ahí parados orando mientras los
matábamos, y los sobrevivientes se fueron como ovejas cuando los acorralamos
para llevarlos a la esclavitud.

»Una vez hecho, los hombres abrieron los barriles de vino de la iglesia para
“celebrar nuestra victoria”. Al menos, así es como lo llamaban, aunque en

144
realidad creo que era para beber nuestra vergüenza. Eso es lo que fue para mí de
todos modos. Esta no había sido una lucha justa, ni siquiera una batalla, sino una
masacre. —Negó con la cabeza con un recordado asco de sí mismo—. Bebí mucho
con los demás, pero a altas horas de la noche salí tambaleándome para aliviarme
de algo de ese vino que había consumido. Acababa de terminar de regar un
arbusto cuando oí sonidos extraños que venían de más allá de los arbustos. Me
aparté y tropecé para ver qué era y me encontré con uno de mis camaradas, Erik,
que era estrangulado por un extraño con los cuerpos de al menos tres de nuestros
camaradas ya muertos en el suelo a su alrededor.

Magnus se detuvo brevemente antes de continuar.

—Debí haber gritado una alarma para traer a los demás, pero Erik y yo éramos
amigos desde la infancia. Él fue quien sugirió que fuera un “vikingo” para ganar
la moneda que necesitaba para ganar a mi novia. No pensé, simplemente corrí
hacia adelante tratando de ayudar. —Con una mueca de dolor, admitió—:
Desafortunadamente, con la batalla terminada y la bebida en mi vientre, fui lo
suficientemente tonto como para dejar mi espada larga en la iglesia. No tenía un
arma a mano, así que agarré al desconocido por el brazo más cercano e intenté
apartar su mano del cuello de Erik, pero el cabrón era muy fuerte.

»Traté de golpearlo, pero eso no tuvo ningún efecto, así que hice lo único que
se me ocurrió: salté sobre su espalda y le mordí el cuello. Ni un traguito tampoco
—le aseguró—. Le clavé los dientes en la garganta y me atrincheré, ignorando la
sangre que me salpicaba en la boca. Tragándola para no ahogarme, pero sin
soltarlo, y de hecho desgarrándole la piel y haciéndole sangrar más porque no
estaba soltando a Erik.

—Era un inmortal —susurró Allie con comprensión.

Magnus asintió lentamente.

—Sí. El extraño era un inmortal y accidentalmente me convertí yo mismo.

—¿Lo sabía? —preguntó ella al instante—. ¿El inmortal? ¿Sabía que te habías
convertido?

Magnus se detuvo para considerar eso. Era algo que se había preguntado a
menudo a lo largo de los siglos, pero al cabo de un momento negó con la cabeza.

145
—Puede que sí, pero sospecho que no. En la batalla, no sientes el dolor como
debieras. A veces no lo sientes hasta que lo peor de la pelea ha pasado y tu
adrenalina se desacelera, y por lo que sé de los inmortales, ya estaría bien curado
para entonces. —Magnus volvió a negar con la cabeza—. No. No creo que lo
supiera. Creo que se fue esa noche pensando que me había matado junto con los
otros.

—¿Qué quieres decir? —preguntó con consternación—. ¿Qué hizo?

—Bueno, cuando finalmente terminó de arrancarle la vida a Erik, lo dejó caer,


se echó hacia atrás para agarrarme por el cuello y me tiró de él como a un
cachorro. Una vez que me tuvo colgando delante de él, sacó un cuchillo de su
cinturón y me destripó, luego me dejó caer y se fue, dejándome por muerto.

—Oh, Dios mío —susurró Allie, sus ojos cayendo hacia su estómago y
Magnus tuvo la repentina y ridícula urgencia de succionar sus tripas, sentarse
derecho y flexionar sus pectorales. No es que realmente tuviera agallas para
succionar, pero aun así, tenía el impulso de hacerlo—. Pero no estabas muerto —
dijo, volviendo a mirar a su cara.

—No. Aparentemente, había absorbido suficiente sangre llena de nanos para


que comenzara el cambio antes de que terminara de matar a Erik. Siendo así, los
nanos se precipitaron a la herida de mi estómago en el momento en que ocurrió,
detuvieron la hemorragia y la cerraron lo más rápido posible antes de hacer
cualquier otra cosa.
—Qué bueno que lo mordieras, entonces —señaló Allie.

—Sí. Bueno, yo no sabía nada de eso en ese momento —señaló, y continuó—.


Me desperté en el suelo a la mañana siguiente, tumbado entre los cuerpos de mis
camaradas muertos. Había más de los que había cuando me apuñalaron la noche
anterior. Me tropecé con los arbustos y entré en el monasterio y… —Magnus
agitó la cabeza al recordar la escena. Los pisos y paredes de piedra que habían
sido salpicados con la sangre de los sacerdotes la última vez que los vio estaban
ahora pintados con más sangre aún, y los cuerpos de sus camaradas yacían por
todas partes. No habían sobrevivido a sus celebraciones. Finalmente,
simplemente dijo—: Todo el mundo estaba muerto. No habíamos sido una
expedición tan grande, sólo tres barcos, sesenta hombres. Pero cada uno de ellos

146
yacía muerto en y alrededor del monasterio. En realidad, yo también creía que
estaba muerto.

—¿Qué? —preguntó sorprendida—. ¿Por qué?

Magnus enumeró las razones una tras otra.

—La herida que claramente recordaba haber recibido ya no estaba en


evidencia, como tampoco lo estaban las otras pequeñas heridas que había sufrido
ese día. E incluso mis cicatrices habían desaparecido de alguna manera, pero mi
cuerpo estaba destrozado por la agonía. Recordé claramente que los ojos del
hombre al que había mordido habían brillado. —Negó con la cabeza, y sonrió
irónicamente—. Ahora me doy cuenta de que había sido un inmortal, pero no
sabía nada de ellos entonces, y me preocupaba que pudiera haber sido el Dios
cristiano, o encarnado por Él, y que yo también estaba muerto y en ese infierno
los cristianos se preocupaban por ellos. Que era un castigo por participar en el
asalto a su iglesia y matar a sus sacerdotes. Que ahora estaba maldito para
caminar en la tierra como muerto por mis pecados.

—¿Qué hiciste? —preguntó, acercándose inconscientemente al sofá.

—¿Qué podía hacer? —preguntó impotente—. No podía navegar en ninguno


de los barcos por mi cuenta, y los cuerpos ya empezaban a apestar. —Él puso una
mueca de dolor ante el recuerdo y dijo—: Y no estaba seguro de que estuviera
muerto y maldito, así que empecé a caminar hacia el interior en busca de ayuda.
Sin embargo, estaba solo, desarmado y herido, así que evitaba los senderos y
caminos para evadir al enemigo. Pero yo no estaba bien. Caminé durante un día
y una noche por lo menos, aunque no recuerdo mucho de ello. En algún momento
me desmayé en un bosquecillo donde fui encontrado por un granjero.
Aparentemente reconoció que yo era diferente y me entregó a Alodia Kenric.

—¿Quién era esa? —preguntó Allie de inmediato.

—Ella es una inmortal muy vieja, y cabeza del clan Kenric de inmortales.

Allie parpadeó, y luego dijo con incredulidad:

—¿Muy vieja? ¿Me estás tomando el pelo? Naciste en 779. ¿Qué edad puede
tener ella para que la consideres muy mayor?

—No estoy seguro —admitió lentamente—. Incluso en ese entonces

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simplemente no le preguntabas a una dama su edad. Pero supongo que
probablemente nació en a.C.

—¿A.C.? ¿Como antes de Cristo, a.C.? —preguntó con asombro.

—No es tan raro como se podría pensar, Allie —dijo tranquilamente, y luego
le informó—: Victor nació en el siglo II o III a.C., y Lucian nació unos buenos
doscientos o trescientos años antes de eso.

Allie parpadeó dos veces ante esta noticia, de alguna manera pareció
archivarla en algún lugar de su mente donde fuera menos preocupante, y luego
agitó la cabeza y dijo:

—Bien. Alodia era vieja. E inmortal. Y fuiste entregado a ella. ¿Qué pasó?

—Ella me consiguió la sangre que necesitaba para completar el cambio y.…

—Tienes a los mortales para morder —le interrumpió, y luego le dijo—: No


había bancos de sangre en ese entonces.

—No, no había bancos de sangre. —Estuvo de acuerdo—. Ella debió traerme


gente para alimentarme durante el cambio y probablemente me controló para
evitar que les hiciera daño.

—¿No te acuerdas? —preguntó, y Magnus negó con la cabeza.

—No recuerdo haber mordido a nadie, ni siquiera la conversión, en realidad,


aparte de las malas pesadillas —admitió. Cuando ella solo asintió con una
expresión sombría, continuó—. Al final me desperté sintiéndome increíble, pero
preguntándome dónde estaba. Alodia vino a verme poco después y me explicó
que me habían encontrado y traído. Me explicó lo que era ahora y se ofreció a ser
mi mentor.

—¿Mentor? —Los ojos de Allie se entrecerraron—. ¿Qué implicaba eso


exactamente?

—Ella básicamente me adoptó en su familia y me enseñó a sobrevivir como


inmortal. Cómo cazar. Cómo evitar mejor la detección, etc.

—Ah. Claro, sólo tenías catorce años —dijo Allie ahora, relajándose un poco—
. Por supuesto, ella te adoptó.

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Magnus no le recordó que había sido considerado un hombre a esa edad, y
que muchos de sus amigos se habían casado con uno o dos hijos a su cargo para
entonces. Simplemente asintió solemnemente.

—La familia es importante para los inmortales. Ellos entienden que puede
hacer la diferencia entre un inmortal que se vuelve renegado o no, así que los
clanes a menudo adoptan a los inmortales perdidos cuando se los encuentran.

Ella inclinó la cabeza.

—¿Sigue viva?

—Sí. —Dudó y luego admitió—: Uno de sus hijos naturales, Edward, vive aquí
en Port Henry. Probablemente lo conocerás en un par de días.

—¿Cuántos años tiene? —preguntó de inmediato.

—Creo que nació en 1004 —dijo Magnus lentamente, comprobando la fecha


en su cabeza—. Sí, 1004.

—Ah. —Asintió—. Bueno, estoy segura de que será bueno que se vean.

—Tal vez —dijo con dudas.

Las cejas de Allie se elevaron.

—¿Tal vez?

Magnus hizo una mueca de dolor.


—Edward no era mi favorito de sus hijos. Era un poco imbécil de niño. Alodia
lo malcriaba mucho —explicó—. Le hizo pensar mucho en sí mismo. Pero he oído
que se ha suavizado y se ha vuelto casi humano desde que conoció a su
compañera de vida, así que puede que todo esté bien.

—Compañera de vida. —Allie se aferró a la palabra como un perro con un


hueso—. Leonora dijo algo sobre ser transformada después de que conoció a
Alessandro y descubrió que era su compañera de vida, y tú llamaste compañera
de vida de Victor a Elvi —señaló—. ¿Qué es eso? ¿Es sólo la palabra que los
inmortales usan para sus amigos? ¿O tiene un significado más profundo?

Magnus estaba tratando de decidir cómo contestarle cuando se oyó tocar la


puerta y abrirse. Se giró aliviado al ver la cabeza de Leonora.

149
—Ha pasado una hora. Necesito volver a tomar los signos vitales de Allie —
dijo disculpándose.

—Oh. —Magnus se puso en pie abruptamente, sonriendo a la mujer por su


llegada oportuna—. Por supuesto. Entra. Me llevaré nuestras tazas de café
mientras lo haces.

—Oh, no quise ahuyentarte —protestó Leonora mientras se inclinaba para


recoger sus tazas y las de Allie—. Esto sólo tomará un minuto o dos.

—Y esto también lo hará —dijo suavemente mientras caminaba hacia ella con
las tazas en la mano—. Adelante. Volveré enseguida.

Leonora le miró con curiosidad, y entonces su expresión se volvió más


enfocada y supo que ella estaba tratando de leer su mente. Se detuvo entonces, a
sólo unos metros de ella, curioso de ver si podía. Normalmente, un inmortal tan
joven como Leonora no podría leerlo porque era mucho mayor que ella, pero los
inmortales que acababan de encontrar a sus compañeras de vida se suponía que
serían fáciles de leer durante el primer año después de encontrarlas, y tenía
curiosidad por ver si ese era el caso. Sería una prueba más de que Allie era suya.

—Ah, ya veo.

Magnus parpadeó ante esas palabras apenas susurradas, y volvió a sonreír a


Leonora. Ella podía leerlo.
—Tómate tu tiempo —dijo suavemente mientras pasaba junto a ella para salir
de la habitación.

—Bueno, parece que no pudo salir de aquí lo suficientemente rápido —dijo


Allie con descontento tan pronto como la puerta se cerró detrás de Magnus.

—A los hombres les disgusta todo lo que tenga que ver con los médicos y
demás —dijo Leonora con humor mientras cruzaba a su lado con el portapapeles
y el brazalete de presión arterial en la mano. Se sentó en la mesa de café frente al
sofá, y luego sacó el termómetro de su bolsillo.

150
—Le acababa de preguntar sobre los compañeros de vida antes de que entraras
—admitió Allie—. He oído la palabra usada un par de veces y me he preguntado
si sólo significa “compañero” para los inmortales, o si es algo especial.

—Oh, los compañeros de vida son definitivamente algo especial —le aseguró
Leonora.

—¿Por qué? —preguntó Allie de inmediato.

—Porque los inmortales se aparean de por vida —dijo simplemente Leonora,


y luego le puso el termómetro en la boca a Allie—. Eso no quiere decir que, si su
compañero de vida muere, nunca encontrarán otro. Pero mientras viva el primer
compañero de vida, se dedicarán a él y nunca se desviarán. Para los inmortales,
tener un compañero de vida significa hasta que la muerte los separe.

Las cejas de Allie se elevaron ante esta noticia cuando Leonora tomó su
muñeca en sus manos.

En esta época, cuando la mitad de los matrimonios fracasaban, y los jóvenes


ni siquiera se molestaban en casarse más, el apareamiento de por vida parecía
una cosa rara e inusual. Quería preguntar por qué era así, pero no podía con el
termómetro en la boca, así que pensó en la pregunta en su cabeza, esperando,
para variar, que Leonora le leyera la mente.

Aparentemente, estaba demasiado ocupada tomándole el pulso, sin embargo,


porque de repente no escupió la respuesta.
Suspirando interiormente, Allie se resignó a esperar hasta que el termómetro
saliera de su boca para hacer preguntas,

—Estás tratando de pensar en una manera de evitar explicarle a Allie que es


tuya hasta que puedas cortejarla un poco.

Magnus miró hacia arriba y alrededor de la taza que estaba enjuagando y miró
a Stephanie. No le sorprendió encontrarla mirándolo fijamente, sus ojos brillando
y luego desvaneciéndose y volviendo a brillar mientras le miraba.

151
—No funcionará —dijo Stephanie cuando se quedó callado y simplemente
esperó—. Ella ya se siente atraída por ti y se siente inexplicablemente segura
contigo, pero no confiará en eso ni permitirá que se convierta en amor. Le teme
al amor después de lo que les hizo a su hermana y a su madre.

Magnus se sorprendió al oír hablar de una hermana, pero volvió a morderse


la lengua. Él sabía que era mejor no interrumpir.

—Stephen abandonó a Stella y la obligó a huir por su cuenta. Allie no permitirá


ser cortejada. Tiene miedo de lo que el amor puede hacerle, así que tiene miedo
de amar.

Dejando la taza que había estado enjuagando, Magnus cerró el grifo y secó sus
manos sobre el trapo de cocina mientras se volvía hacia la joven.

—Excepto el chico. Ella ha dejado todo por él —dijo Stephanie lentamente—.


Ama a Liam... y haría cualquier cosa por él. —Se detuvo brevemente, y luego
asintió—. Llegará a confiar en ti y te amará con el tiempo si la mantienes cerca,
pero tendrás que usar al chico para hacerlo.

El movimiento en un lado atrajo su mirada hacia la mesa. Elvi, Victor, DJ,


Mabel y Alessandro todavía estaban sentados allí y cada uno de ellos estaba
mirando a Stephanie con preocupación. Pero el movimiento que había notado
fue la llegada de otra pareja, que ahora vacilaba en el arco entre el comedor y la
entrada, su atención se centraba en Stephanie con igual preocupación. Drina y
Harpernus Stoyan. Magnus había conocido a Drina en varias ocasiones, y había
conocido a Harper durante siglos. Sabía que habían acogido a Stephanie en sus
corazones y en su casa cuando era adolescente, compartiendo sus cuidados con
Elvi y Victor, mientras que Dani y Decker habían cazado a Leonius Livius, el
monstruo que había convertido a ambas hermanas. Todos eran familiares de la
joven, llenando los huecos que quedaban al perder el contacto con su familia
biológica.

—Oh, dejen de parecer tan preocupados. Sólo le estaba dando a Magnus


algunos consejos para ayudarlo a reclamar su compañera de vida —dijo
Stephanie de repente, sonando medio divertida y medio molesta.

Magnus se volvió hacia ella de nuevo, sin sorprenderse al ver que el brillo
pulsante había desaparecido de sus ojos. Eran simplemente un bonito verde de
nuevo y se veía tan normal como cualquier otra mujer joven.

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—Gracias —dijo solemnemente.

—No hay problema —dijo a la ligera, y empezó a alejarse, pero luego se detuvo
y se giró para advertirle—: No dejes que vea la pasión que disfrutan los
compañeros de vida hasta que acepte ser tu compañera de vida y se convierta.

—¿Por qué? —preguntó Magnus sorprendido.

—Porque ella huiría —dijo Stephanie abruptamente y con certeza—. Una vez
que ella haya prometido ser tu compañera de vida y haya tomado los votos,
cumplirá esa promesa, pero si la dejas experimentar la pasión de compañeros de
vida antes de que ella lo haga... —Negó con la cabeza—. La asustaría tontamente.
Se llevaría a Liam con ella y huiría. Si eso sucede, ella morirá en cuestión de horas,
y Liam quedará a merced de Abaddon.

Volviéndose abruptamente hacia atrás, Stephanie se movió alrededor del


mostrador y a través del comedor, murmurando:

—Tengo dolor de cabeza. Voy a volver a la cama para acostarme un rato.

Todo el mundo permaneció quieto y en silencio mientras la escuchaban subir


las escaleras, y permanecieron así hasta que oyeron que se cerraba una puerta y
el sonido apagado de ella subiendo las escaleras a las habitaciones del ático. Sólo
entonces bajaron la mirada para intercambiar miradas de preocupación.

—Ella tiene la visión —dijo Magnus en voz baja.


—No —dijo Elvi con firmeza—. No puede excluir los pensamientos de todos
los que la rodean. Inmortal o mortal, nuestros pensamientos la bombardean
constantemente a menos que esté en su habitación. Harper lo equipó
especialmente con varios revestimientos diferentes para ayudarnos a bloquear
nuestros pensamientos y parece que funciona. Pero significa que pasa mucho
tiempo sola, lo que es preocupante.

Magnus dudó, pero luego decidió dejarlo pasar. Estaba bastante seguro de que
Stephanie tenía la visión, que podía ver el posible futuro de los que la rodeaban.
Pero estas personas ya estaban preocupadas por la joven y no quería añadir nada
más. Volviendo al fregadero, terminó de enjuagar las tazas de café, pero su mente
estaba en lo que Stephanie había dicho. Si le mostrara a Allie la pasión que

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disfrutaban los compañeros de vida, ella correría... aparentemente hasta su
muerte. A menos que consiguiera que prometiera ser su compañera de vida
primero. Y cortejar no funcionaría. Necesitaba usar su amor por Liam para hacer
eso.

¿Pero cómo?, se preguntó Magnus brevemente mientras terminaba de lavar y


secar las tazas de café. Para cuando las había devuelto a la estantería abierta de
la pared, había decidido que necesitaba alejarse para pensar un poco e idear un
plan. Colgando el trapo de cocina sobre el mango del horno de donde lo había
tomado, miró a la gente que ahora hablaba en voz baja alrededor de la mesa y
anunció:

—Tengo que ir a buscar algunas cosas. ¿Hay algún vehículo que pueda usar?
Capitulo 10

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—¿Mamá? ¿Tienes un siete?

Allie miró las cartas en su mano y luego sonrió malvadamente.

—Ve a pescar.

—Ahhhhh —se quejó Liam, y se acercó a coger una tarjeta. Una vez que lo
tuvo y estaba colocándolo con las cartas abiertas en su pequeña mano, Allie miró
a Sunita. La linda niña tenía el cabello rojo y ojos enormes como su madre, pero
su color de ojos era el mismo azul que el de su padre.

—Tu turno, Sunny —dijo con una sonrisa alentadora.

La niña le devolvió la sonrisa y luego se volvió hacia la pequeña rubia bonita


que tenía a su lado.

—Gracie, ¿tienes un rey?

Gracie arrugó su nariz y chasqueó su lengua con irritación mientras entregaba


un rey boca arriba para que todos lo vieran.

Sunny lo tomó con una sonrisa y luego miró a Teddy Jr.

—Teddy, ¿tienes un rey?


—Ve a pescar —dijo con regocijo, y Allie se rió mientras Sunny frunció el ceño
ante el niño y buscó una tarjeta.

—Tu turno, Gracie —dijo Allie mientras su mirada se dirigía al reloj de la


pared del comedor. Ella y los niños estaban sentados a la mesa jugando a las
cartas mientras los otros adultos estaban fuera realizando varias tareas.

Elvi había ido a comprar comestibles, algo que no había tenido la oportunidad
de hacer antes de que de repente se encontrara inundada de gente extra en su
casa. Mabel había ido a un restaurante mexicano llamado Bella Black's al que le
habían dicho a Allie que las dos mujeres eran dueñas. Stephanie estaba
descansando en su habitación, y Drina, Harper, Alessandro, Leonora, DJ, y Victor
estaban todos en la gran sala de estar en la esquina trasera de la casa discutiendo

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—algunos asuntos relacionados con la logística—. Al menos, eso es lo que dijeron
cuando la dejaron jugando a las cartas con los niños y se escabulleron.

Magnus, sin embargo, aparentemente estaba de compras o algo así. Eso es lo


que le dijeron a Allie cuando ella y Leonora salieron de la sala después de que la
otra mujer terminara de tomar sus signos vitales. Pero eso fue hace horas y
todavía no había vuelto. No es que estuviera preocupada, se aseguró. Apenas
conocía al hombre, pero por alguna razón se sentía más cómoda cuando él estaba
cerca.

—Tengo que orinar.

Allie parpadeó y miró a Liam durante el anuncio.

—De acuerdo. ¿Sabes dónde está el baño? —preguntó.

—Sí —dijo al instante con un ligero rubor.

—No te preocupes —dijo Teddy mientras Liam se deslizaba de su silla—.


Cuidaré tus cartas y me aseguraré de que las chicas no hagan trampa.

—No haríamos trampa —protestó Sunita al instante.

Teddy sonrió ante su molestia, pero se encogió de hombros y dijo:

—Bueno, ahora no puedes porque estoy mirando.


—Chicos —murmuró Gracie, y dio un suspiro de paciencia antes de poner sus
propias cartas boca abajo sobre la mesa y anunciar—: Yo también tengo que ir.

—Muy bien —dijo suavemente Allie—. Adelante. Cuidaré tus cartas.

—Y las mías, por favor —dijo Sunita, deslizándose de su propio asiento—. Me


voy con ella.

—Oh, hombre —dijo Teddy con un poco de exasperación mientras las dos
chicas subían corriendo por la escalera curva, presumiblemente para usar uno de
los baños de arriba—. ¿Por qué las chicas siempre van al baño juntas?

—Tal vez ambas tengan que ir —sugirió suavemente Allie.

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—Tal vez —permitió, y luego suspiró con resignación y dejó sus propias
cartas—. Porque ahora yo también tengo que ir.

Allie se rió mientras lo veía alejarse apresuradamente de la mesa, y luego dejó


sus propias cartas y se sentó en su asiento, sus ojos deslizándose de nuevo hacia
el reloj. Era un poco después del mediodía. Magnus se había ido por un par de
horas.

—Está bien.

Allie miró a su alrededor con la mirada puesta en esas palabras y se encontró


mirando a una joven rubia que aún no había conocido. Todos los inmortales que
había conocido hasta entonces parecían tener unos veinticinco o treinta años,
pero esta mujer parecía un poco más joven. Habría dicho entre dieciocho y
veintiuno. Leonora le había dado un resumen de todos los que estaban en la casa,
la última vez le había tomado la temperatura y la presión arterial. Había ayudado
a pasar el tiempo, supuso ella. Pero ahora miraba a la rubia y repasaba los
nombres y circunstancias que Leonora le había dado y adivinaba:

—¿Stephanie?

Asintiendo, la rubia se movió alrededor del mostrador hacia la cocina y abrió


la puerta del refrigerador para ver el contenido.

—Magnus está bien. Necesitaba algunas cosas y quería tiempo para pensar.
Volverá.
—Oh —murmuró Allie. No se molestó en preguntar cómo la chica sabía de
qué se preocupaba. Todo el mundo aquí podía leer su mente. Excepto por los
niños, por supuesto.

—Hasta ahora.

—¿Qué? —preguntó Allie inseguro.

—Dije, hasta ahora. Hasta ahora, los niños no pueden leer ni controlarte —
explicó, sacando jugo del refrigerador y sirviéndose un vaso—. Eso cambiará en
un año más o menos.

—Así tengo entendido —dijo Allie infelizmente, su mente volviéndose hacia


esa preocupación. Le ocultaba mucho a Liam. No quería que él viviera con miedo,

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así que se guardó sus problemas para sí misma. No tenía idea de por qué tenían
que mudarse tan a menudo. Pero no podría ocultárselo una vez que él pudiera
leer su mente.

Stephanie resopló, llamando la atención de Allie de nuevo a la joven mientras


ella guardaba el jugo y recogía su vaso.

—Esa es la menor de tus preocupaciones.

—¿Lo es? —preguntó con cautela Allie.

Stephanie asintió y dijo solemnemente:

—Deberías preocuparte más cuando él empiece a ser capaz de controlarte.

—¿Liam? —preguntó Allie, sus ojos abriéndose más, y luego agitó la cabeza—
. Él no...

—Es un niño —dijo Stephanie encogiéndose de hombros—. Toman malas


decisiones todo el tiempo. Es por eso que necesitan padres.

—Y él tiene uno. Yo —dijo Allie con firmeza—. Le enseñaré que está mal
controlar a la gente y leer sus mentes.

—No puedes enseñarle que está mal leer la mente —dijo Stephanie con
firmeza—. Los nanos nos dieron esa habilidad por una razón. Supervivencia.
Necesita saber si la gente que se encuentra es una amenaza.
—Pero no soy una amenaza. Yo soy su madre. No debería leerme.

—Pero lo hará —dijo con certeza—. Y también te controlará. No será capaz de


evitarlo.

Allie respiró hondo y agitó la cabeza. No lo haría. Él la amaba.

—Por supuesto que te quiere —dijo Stephanie divertida—. Pero eso no lo


detendrá. —Dudó un momento, y luego dijo—: Piensa en cuando eras una niña.
Tu madre solía hacer pastel de cereza todos los domingos.

Allie parpadeó sorprendida por las palabras. Leonora había mencionado que
Stephanie tenía un “don”. Que donde los otros sólo podían leer las cosas en las
que estabas pensando, Stephanie parecía ser capaz de leer todo en la cabeza de

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una persona. Todos eran libros abiertos para ella, y esto le pareció una prueba a
Allie. Ella no había estado pensando en ello, de hecho, no lo había pensado
durante años, pero su madre había hecho pastel de cereza todos los domingos.
Para complacer a su padre. Le encantaba el pastel de cereza.

—Y a ti también te encantaba —dijo Stephanie como si hubiera hablado en


voz alta—. Pero nunca se te permitió más de una porción. Ni siquiera al día
siguiente si quedaba pastel, porque era de tu padre. Tú y tu hermana recibieron
cada una, una rebanada muy pequeña el domingo, pero tu padre se comió el resto
durante los dos días siguientes delante de ustedes y a ustedes dos no se les
permitió comer más.

Stephanie tomó un trago de jugo antes de continuar.

—Ahora, imagina que pudieras haber controlado a tus padres. Imagínate que
pudieras haber puesto en sus mentes que se te permitiera otro pedazo de ese
pastel. No le haría daño a nadie. Tu padre tenía panza de todos modos, y
probablemente sería bueno que la redujera. —Arqueó una ceja—. Dime que no
los habrías controlado y te habrías comido un segundo trozo de pastel.

Allie apartó la mirada de la joven. Deseaba poder decir que no lo habría hecho,
pero le había gustado mucho el pastel de cereza.

—O digamos que tu madre estaba preparando hígado para la cena. Tú y tu


hermana siempre odiaron el hígado. Pero te hicieron sentarte en la mesa hasta
que te comiste hasta el último bocado de lo que te pusieron en el plato, ¿no?
Allie asintió lentamente y miró hacia ella, asombrada de que la mujer pudiera
sacar estas cosas de su mente.

—Ahora, imagina que pudieras haber hecho que tu madre decidiera hacer
espaguetis para ti y tu hermana. Y podrías poner en la cabeza de tu padre que
estaba bien si tú y tu hermana comían espaguetis en vez de hígado. —La dejó
pensar en eso por un minuto, y luego dijo—: Así es como empezaría. Sólo una
comida que quería, o caramelos que no creías que debía tener. Nada grande o
importante. Pero pasaría de ahí a cosas que Liam quería hacer y que tú no
aprobabas, o a lugares a los que quería ir y así sucesivamente, hasta que tú no
seas más que una marioneta, incapaz de impedirle que haga lo que quiera.
Diablos, ni siquiera sabría que no querías que él hiciera estas cosas al final.

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Allie la miró con creciente consternación. Si lo que Stephanie decía era cierto.
No podría ser una madre efectiva para Liam si él pudiera tomar el control de ella
cuando quisiera. Era un buen chico, pero incluso a un santo le sería difícil no
abusar de ese tipo de poder.

—Y entonces no les tomaría mucho tiempo a los demás darse cuenta de lo que
está sucediendo. Decidirían que Liam debería ser alejado de ti y entregado a una
pareja inmortal, para que pueda ser criado apropiadamente.

—¿Qué? ¡No! —dijo Allie con consternación.

—Y luego te borrarían la mente para que no tuvieras recuerdos de Liam, o


inmortales o algo así.

—No —dijo, de pie abruptamente—. No lo permitiré. Es mi hijo.

—No podrías detenerlo —dijo Stephanie solemnemente, y luego agregó—: La


única la forma de prevenirlo es que te vuelvas inmortal.

Allie se quedó paralizada.

—Ser…

—Si fueras inmortal, Liam no podría controlarte —dijo Stephanie, y luego


señaló—: Si fueras inmortal, Liam no podría controlarte. No habría razón para
quitártelo.
Allie la miró fijamente. Nunca había considerado volverse inmortal. No se le
había ocurrido como una posibilidad. La verdad es que no estaba segura de
querer considerarlo ahora. ¿Inmortal? ¿Una vampiro?

Stephanie se encogió de hombros.

—Supongo que tienes que decidir cuánto amas a Liam. ¿Quieres permanecer
en su vida? —preguntó—. Porque la única manera de hacerlo es cambiando.

Allie la miró en silencio durante un momento, y luego volvió a caer en su


asiento, derrotada. Amaba a Liam. Podría no haberle dado a luz, pero él era su
hijo. No podía perderlo. Pasando una mano por su cabello, preguntó:

—¿Cómo me hago inmortal?

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—Alguien tiene que estar de acuerdo en convertirte —dijo Stephanie
simplemente.

Allie se mordió el labio y le preguntó:

—¿Quieres...?

—Oh, no —dijo con firmeza, y luego añadió—: Confía en mí, no querrás que
lo haga—. Soy una desdentada, no una inmortal.

No tenía ni idea de lo que eso significaba, sino que simplemente preguntó:

—¿Crees que alguien más lo haría, entonces? ¿Alguien que sea inmortal?

—Desafortunadamente, a los inmortales sólo se les permite convertir a un


mortal en toda su vida... y tienden a guardar eso para un compañero de vida.

—Compañero de vida —murmuró Allie con frustración—. Todo el mundo


sigue soltando esa palabra, pero no tengo ni idea de lo que significa, aparte de
que son una pareja de por vida. Supongo que hay algo más que eso.

—Mucho más. —Estuvo de acuerdo Stephanie—. Los compañeros de vida no


pueden leer ni controlarse entre ellos. Pueden sentarse en una habitación juntos
y no preocuparse de que su mente esté siendo leída, o de que escuchen un
pensamiento extraño o hiriente de la mente de su pareja, porque simplemente no
pueden. Un compañero de vida es un oasis de paz en un mundo muy ruidoso y
estresante.
—Ya veo —dijo Allie lentamente.

—No, no lo sabes, porque no tienes idea de lo que estoy hablando —le aseguró
Stephanie cansada, y de repente entrecerró los ojos—. Pero podrías.

—¿Podría qué? —preguntó Allie cautelosamente cuando Stephanie comenzó


a caminar hacia ella.

—Ver lo que significa estar sin un compañero de vida. El ruido que tienes que
bloquear constantemente.

—Oh, no creo... —Allie se puso de pie, pero eso fue lo más lejos que llegó.
Stephanie estaba inmediatamente delante de ella, agarrando su cabeza. En el
momento en que los dedos de la joven tocaron a cada lado de la sien, la mente de

161
Allie estalló en un parloteo.

La esperanza de Liam de que nunca tuviera que abandonar este lugar y los
amigos que había hecho. Estaba tan feliz y mamá no estaba tan asustada aquí.
Teddy estaba pensando que le gusta su nuevo amigo, y sería bueno no ser el
único chico todo el tiempo. Sunita pensó que con toda la gente aquí era como si
fuera Navidad. Gracie esperaba que pudiera volver a quedarse esta noche; fue
divertido. Leonora estaba preocupada de que se distrajera con la charla que
estaban teniendo y olvidara tomar las constantes vitales de Allie. Tal vez debería
poner un temporizador en su reloj.

Alessandro estaba descontento porque Leonora había asumido el deber de


vigilar a Allie; quería llevar a su esposa a casa y hacerle el amor. Drina estaba
preocupada por Stephanie, y por lo que podían hacer para facilitarle las cosas
más. Harper estaba luchando con la preocupación por Drina y Stephanie, la
preocupación por la niña, pero la ansiedad por lo aplastada que estaría Drina si
las cosas salieran mal y perdieran a Stephanie por la locura.

DJ se preguntaba si Mabel llegaría a casa antes del almuerzo o se quedaría en


el restaurante todo el día. Victor estaba pensando que debería haberse ofrecido a
ayudar a Elvi con las compras, pero había pensado que debía quedarse por si
había problemas. Dani se sentía culpable incluso mientras dormía, de que podría
haber habido alguna forma de proteger mejor a su hermana y evitar que fuera
secuestrada y convertida. Decker estaba preocupado por la culpa que sabía que
sufría su esposa.
Tybo tenía hambre y se preguntaba si se levantaba para comer algo y después
podría volver a dormir. Necesitaba estar despierto toda la noche para hacer de
niñera. Alguien llamado Michael estaba considerando retirarse del departamento
de bomberos, tomar el trabajo en seguridad en Londres, Ontario, y trasladar a su
familia allí. Las cosas no habían sido iguales desde que él y su esposa trataron de
matar a Elvi. Alguien llamada Karen estaba mirando sus ventanas sucias y
debatiendo si lavarlas hoy o…

Stephanie quitó sus manos y Allie se tambaleó mientras reinaba el silencio en


su cabeza.

—Esa es la vida alrededor de otros mortales e inmortales —dijo Stephanie en


voz baja—. Un interminable aluvión de pensamientos y sentimientos si los otros

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no están constantemente guardando sus pensamientos. Esto… —Se detuvo y
miró a su alrededor mientras el silencio caía sobre ellas, y luego se volvió y dijo—
: Ese silencio es la vida con un compañero de vida. No hay ruido que bloquear,
no hay charla. Puedes disfrutar de esto en compañía de otro en lugar de tener
que estar solo para evitar los pensamientos de la gente.

Allie frunció el ceño.

—¿Entonces, si me convirtieran, escucharía todo ese… ruido todo el tiempo?

—No —le aseguró Stephanie con un suspiro—. No escucharías los


pensamientos de las personas al principio. Pero eventualmente comenzarías a
recogerlos. Sin embargo, nunca sería tan malo como lo que te acabo de mostrar.
Aparentemente, soy especialmente sensible. Simplemente recogerías
pensamientos extraños aquí y allá si las personas no estuvieran protegiendo sus
pensamientos. Y aprenderías a protegerte para que no escucharan tus
pensamientos todo el tiempo tampoco. Pero tener que proteger constantemente
tus pensamientos puede ser agotador. Hace que tener un compañero de vida sea
muy especial. Puedes bajar la guardia a su alrededor. Puede encontrar ese
silencio mientras estás en su compañía, y no tener que estar solo para obtenerlo.

—Ya veo —murmuró Allie, y pensó que realmente lo hizo esta vez. Stephanie
solo había sostenido su cabeza por unos segundos. Todos esos pensamientos la
habían bombardeado de inmediato como gritos de una multitud. O varios
televisores a su alrededor a la vez, cada uno en un canal diferente.
No es de extrañar que a todos les preocupara que Stephanie se volviera loca.
Pero incluso una fracción de ese tipo de ruido se volvería irritante rápidamente.
Podía ver cómo los inmortales preferirían estar solos. Supuso que sí hacía a un
compañero de vida especial. Nadie quería estar solo todo el tiempo, pero si
hubiera una persona con la que pudiera relajarse, sería como un salvavidas.

—Pero Elvi y Leonora ya tienen compañeros de vida —dijo Allie de repente,


su mente volviendo a sus propios problemas y la necesidad de convertirse para
quedarse con Liam—. No convirtieron a Victor y Alessandro, ¿verdad?

—No, no lo hicieron. Y sí, cada uno todavía tiene su cambio. —Estuvo de


acuerdo—. ¿Pero qué pasa si Victor o Alessandro mueren? ¿Condenarías a Elvi o
Leonora a pasar los próximos mil años más o menos solos para que puedas

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convertirte?

Allie frunció el ceño y bajó la cabeza, luchando con su respuesta. Ella no quería
condenar a Elvi o Leonora para que estuvieran solas si su compañero moría, pero
tampoco quería perder a Liam.

—Afortunadamente para ti, eres una posible compañera de vida para alguien
aquí —anunció Stephanie, recuperando su atención.

—¿Qué? —preguntó con sorpresa, levantando la cabeza de nuevo. Cuando


Stephanie simplemente asintió, no dispuesta a repetirse, Allie dudó y luego
preguntó—: Dijiste posible compañero de vida. ¿Qué significa eso? ¿Soy o no
soy?

—Significa que sí, si lo aceptas y aceptas ser el compañero de vida de este


inmortal. Si no puedes aceptarlo, entonces solo eres un posible compañero de
vida y el inmortal en cuestión tendrá que esperar encontrarse con otro que sea
más agradable.

—¿Qué pasa con él? —preguntó Allie, y luego agregó—: Es un él, ¿verdad?

Stephanie asintió.

—Bueno, ¿y si él no quiere que yo sea su compañero de vida? —preguntó—.


¿Tiene otra opción?

—Por supuesto que sí —dijo divirtiéndose—. Pero estoy segura de que estaría
dispuesto a aceptarte como compañera de vida y convertirte.
—Oh. —Allie la miró atónita y le dijo—: Pero no quiero ser una compañera de
vida, sólo quiero...

—¿Ser convertida? —sugirió Stephanie secamente—. ¿Y crees que es justo


pedirle a alguien que te convierta cuando no estás dispuesta a ser su compañera
de vida? ¿Que se resigne a vivir solo el resto de su larga vida para ayudarte? —
Stephanie negó con la cabeza y dijo solemnemente—: Quizás deberías pensar en
cuánto quieres seguir siendo la madre de Liam. Y lo que estás dispuesta a hacer
para conseguirlo. Porque, francamente, preferiría ver a Liam criado por Elvi y
Victor, o una de las otras parejas, que ver a alguien que pase la eternidad solo.

Girando sobre sus talones, Stephanie salió de la habitación, llevando su jugo


con ella.

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Allie volvió a sentarse en su silla mientras escuchaba a la joven subir las
escaleras, pero su mente estaba repasando lo que Stephanie había dicho. Liam
pronto podría leerla y controlarla. Le gustaría pensar que podría enseñarle a no
hacer ninguna de las dos cosas, pero era pedirle a un niño que resistiera una
tentación a la que los adultos tendrían problemas para resistir. Basta con ver
cómo Tybo había tomado el control de ella en la pizzería cuando no había caído
inmediatamente en sus planes. Él había dicho y probablemente creía que lo había
hecho por su propio bien, para salvarla a ella y a Liam, pero la verdad es que ni
siquiera había intentado convencerla de que no querían hacerle daño a ella ni a
su hijo y que estaban tratando de ayudarla. Al menos no en ese momento.

No. Liam no podría resistirse a usar sus habilidades contra ella, y ella no
podría ser una madre adecuada para él como mortal una vez que adquiriera esas
habilidades. Pero era su hijo. Lo amaba más que a nadie ni a nada en su vida.
Básicamente había renunciado a su carrera por él, o tan buena como aceptando
cada vez menos trabajos por miedo a que los vampiros la siguieran de alguna
manera a través de su trabajo o correos electrónicos. No parecía haber ninguna
otra explicación.

El último trabajo que había aceptado fue hace más de cuatro meses, justo antes
de que se viera obligada a huir de su último hogar y correr a Toronto. Y había
visto al inmortal en la tienda de comestibles pocos días después de haber
empezado a enviar correos electrónicos de ida y vuelta con el nuevo cliente. Sin
embargo, Allie no había vuelto a ponerse en contacto con ellos desde que llegó a
Toronto, así que la única manera en que Abaddon pudo haberla localizado fue a
través de su trabajo en el banco de sangre.

Suspirando, se volvió hacia la mesa y cruzó los brazos sobre la superficie de


madera. Tendría que volverse inmortal para conservar a su hijo. Si hacía eso, y si
los ejecutores lograban encontrar y atrapar a Abaddon, podría volver a diseñar
sitios web y construir una buena vida para ella y para Liam aquí en Port Henry.
Pero si lo que Stephanie dijo era cierto, era probable que sólo hubiera una persona
que estuviera dispuesta a convertirla, y él querría que ella aceptara ser su
compañera de vida a cambio de convertirla. ¿Qué implicaba eso exactamente?
¿Compañía, tal vez? ¿El fin de tener que estar solo? Ella podía arreglárselas... si
él era amable, y si a Liam le gustaba.

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Ese pensamiento la llevó al tema de quién podría ser este inmortal que pensó
que era un posible compañero de vida. La respuesta parecía obvia ahora que se
permitió mirarla. Stephanie había dicho que los compañeros de vida eran
especiales porque no podían leer ni controlarse entre sí. Sólo conocía a una
persona que encajaba en esa descripción. Todos los demás con los que se había
encontrado la habían estado leyendo repetidamente desde que se despertó en la
casa de los ejecutores. Todos menos…

—Magnus.

—¿Sí?

Allie se balanceó abruptamente, sus amplios ojos aterrizando en Magnus


mientras empujaba la puerta de la cocina cerrada tras él. Había estado tan
distraída con sus pensamientos que no lo había oído entrar. Pero allí estaba, tan
grande como la vida, con el cabello revuelto, las mejillas rojas por el viento y el
frío de afuera, y los brazos cargados con varias bolsas abultadas marcadas como
Walmart.

—¿Allie? —preguntó, con las cejas levantadas—. Dijiste mi nombre. ¿Querías


algo?

—Sí. No. Sólo estaba… —Agitando una mano vagamente, se puso de pie y se
movió alrededor del mostrador hacia la cocina para quitarle algunas de las
bolsas—. Parece que has estado ocupado.
—Sí. Bueno, no estaba seguro de lo que tú y Liam podrían necesitar —admitió
mientras se inclinaba para quitarse las botas—. Así que tengo una variedad de
cosas. Cepillos de dientes, champú, ropa. Aunque no estaba seguro de las tallas
—admitió mientras se enderezaba de nuevo—. Así que conseguí varios tamaños
diferentes de cada artículo. Puedo devolver los que no quieran... —Se detuvo
abruptamente e inclinó la cabeza para captar la expresión de ella—. ¿Qué pasa?

—¿Fuiste de compras para Liam y para mí? —preguntó, con los ojos muy
abiertos, moviéndose de las bolsas hacia él y de regreso.

—Bueno, sé que tienes esas bolsas de viaje, pero no parecían tener mucho en
ellas. Pensé que tal vez necesitarías algunas cosas, así que... —Se encogió de
hombros, pareciendo de repente incómodo—. Pero tal vez me equivoqué y tú no

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necesitabas nada.

—No. Quiero decir, sí, las bolsas no tienen mucho en ellas. Sólo lo esencial: un
cambio de ropa, mapas, algunas barras energizantes, agua, una manta y un
botiquín de primeros auxilios… —Se encogió de hombros, sin molestarse en
mencionar los otros objetos.

—Ah. Bien. Entonces esto podría ser útil —dijo, ofreciéndole una sonrisa—.
Hubiera sido más fácil si te hubiera llevado conmigo, pero se suponía que te lo
tomarías con calma, y con Leonora revisando tus signos vitales cada hora... —Se
encogió de hombros, pero añadió—: Si he olvidado algo o hay algo más que
quieras, probablemente podamos ir de compras mañana.

Allie esbozó una sonrisa.

—Estoy segura de que esto está bien. Gracias. —Volviéndose, se dirigió al


mostrador para dejar las bolsas y preguntó—: ¿Cuánto te debo? —E
inmediatamente frunció el ceño al recordar que su bolsa estaba en el apartamento
del que había huido. No es que tuviera mucho dinero. Estaba a punto de la
quiebra. Había una reserva de emergencia de un par de cientos de dólares en una
de las bolsas de viaje, y tal vez la misma cantidad en su bolso en Toronto, pero
su cuenta bancaria estaba vacía. Cuatro años de fuga, había consumido sus
ahorros e inversiones.

—Nada —contestó Magnus mientras colocaba el resto de las bolsas junto a las
que ella le había quitado. Se quitó su abrigo y se mudó a una pequeña habitación
al otro lado de la cocina, añadiendo—: No me pediste que comprara estas cosas.
Son un regalo.

Allie le siguió, pero se detuvo en la puerta para mirar a su alrededor. Era un


pequeño vestíbulo con armarios, un armario para abrigos y una puerta que daba
a lo que podía ver era un garaje adjunto.

Cerrando la puerta del armario, Magnus se giró y se detuvo cuando la vio de


pie en la puerta. La miró en silencio durante un minuto y luego le preguntó con
preocupación:

—¿Pasa algo malo? ¿Pasó algo mientras no estaba? Pareces desconcertada, y…

—No. Estoy bien. Yo solo… —Haciendo un gesto con la mano, hizo una mueca

167
y admitió—: No estoy acostumbrada a los regalos. Supongo que me siento
culpable por aceptarlos. —Era verdad, pero no era la razón por la que
probablemente le pareció mal. Su mente seguía obsesionada con su necesidad de
convertirse en inmortal y de que él fuera la única persona que estuviera dispuesta
a convertirla.

—No tienes por qué sentirte culpable —dijo con firmeza.

—Sí, bueno… —Para su alivio, la charla estalló en la cocina y pudo dejar el


tema. Girando, Allie volvió a la cocina para ver que no sólo los niños habían
regresado de su descanso para ir al baño, sino que Elvi y Mabel venían de afuera,
con sus brazos cargados con bolsas de comestibles.

—Elvi ha estado de compras —anunció Mabel secamente cuando vio a Allie


corriendo hacia ellas—. Afortunadamente para ella, me detuve justo detrás de
ella y pude ayudarla a traerlos.

—Tengan cuidado, niños. No deje caer nada —advirtió Allie cuando su hijo y
los otros niños comenzaron a ayudar a las mujeres con las bolsas. En el momento
en que los niños estaban fuera del camino, Allie tomó un par de bolsas y luego se
giró para ponerlas sobre el mostrador, sólo para detenerse cuando vio las bolsas
de Walmart que aún estaban allí—. Liam, necesitamos quitar estas bolsas del
camino y subirlas a nuestra habitación —dijo, poniendo las bolsas que tenía en el
mostrador junto al fregadero.
—¿Qué son? —preguntó Liam, entregándole las bolsas que había llevado para
dejarlas también.

—No estoy segura —admitió Allie mientras lo guiaba de regreso para que
empezara a agarrar las bolsas de Walmart. Mientras le daba a Liam un par de
bolsos más ligeros, añadió—: Son algunas cosas que Magnus nos compró, así que
dale las gracias.

—Gracias... ¡Oh, vaya! ¿Esto es para mí?

Allie miró para ver que las bolsas que le había dado a Liam estaban ahora en
el piso y que él sostenía un abrigo de invierno azul marino nuevo con rayas rojas
y blancas en el pecho y pantalones que combinaban con el azul marino

168
isotérmicos. El niño estaba mirando el abrigo y los pantalones como si fueran las
cosas más hermosas que había visto. Ella miró a Magnus, sorprendida al ver que
parecía incómodo.

—Sí —dijo Magnus, y luego aclaró su garganta y agregó—: Bueno, Victor


mencionó que tal vez los llevaría a pasear en tobogán después del almuerzo, y
pensé que necesitarían algo un poco más cálido que la chaqueta que llevaban
puesta cuando nosotros... —Sus palabras terminaron con un sobresalto cuando
Liam soltó el abrigo y los pantalones y se lanzó hacia el hombre, saltando para
agarrarlo por el cuello como un mono.

—¡Gracias, Magnus! —gritó Liam excitado, abrazando al hombre mientras lo


atrapaba antes de que pudiera caer.

—De nada —murmuró Magnus, abrazando brevemente al chico antes de


dejarlo en el suelo—. ¿Por qué no cuelgas eso mientras ayudo a tu madre a subir
las bolsas?

—Muéstrale dónde está el armario de abrigos, Sunita —instruyó Elvi mientras


empezaba a dejar el resto de las bolsas que llevaba.

Sunita, Grace y Teddy llevaron a Liam al armario del vestíbulo, charlando


excitadamente ahora sobre el tobogán.

—Gracias —dijo Allie en voz baja, encontrando la mirada de Magnus, y luego


se dio la vuelta y se dirigió hacia las escaleras con las bolsas que había agarrado.
Sabía que Magnus la seguía con el resto de las bolsas, pero su mente estaba
distraída con lo que Stephanie había dicho. Él era probablemente el único que
estaba dispuesto a convertirla, y ella necesitaba que la convirtieran para
continuar siendo la mamá de Liam.

¿Pero qué esperaría a cambio? ¿Qué implicaba ser una compañera de vida? No
tenía ni idea de cómo abordar el tema con él. O si es que debería. ¿Cómo se hacía
normalmente este tipo de cosas? No tenía ni idea.

—¿Dónde vamos a poner estas cosas? —preguntó Magnus mientras la seguía


hacia la habitación—. ¿Quieres poner las bolsas en la cama y ordenarlas ahora
para ver si hay algo que necesites y que yo no haya considerado?

—Sí, está bien. —Allie puso sus propias bolsas allí al igual que él. Entonces
abrió la primera bolsa y empezó a sacar los objetos que había dentro, muy

169
consciente de que Magnus dudaba en irse.

—No estaba seguro de qué champú te gustaría, pero ese olía bien. Si prefieres
otro tipo, puedo devolverlo y conseguir otro.

Allie le miró confundida, y luego siguió su mirada hacia la botella de champú


que tenía en la mano y se dio cuenta de que había estado mirándola a ciegas
durante un par de minutos. Sacudiendo la cabeza, se giró y la colocó en el
tocador.

—No. Está bien. Gracias. Yo sólo… —Volviéndose soltó—: No puedes leerme


porque somos posibles compañeros de vida.
Capitulo 11

170
Magnus miró fijamente a Allie por un momento, y luego se giró para cerrar la
puerta del dormitorio. Parecería que iban a tener la conversación por la que él
había estado agonizando durante las últimas dos horas mientras compraba. Le
preocupaba cómo abordar el tema, junto con dónde y cuándo, pero parecía que
estaba sucediendo ahora y aquí.

Respirando hondo, la miró y abrió la boca para comenzar el discurso que había
pronunciado en su viaje de compras, sólo para volver a cerrarlo cuando ella le
preguntó:

—Es cierto, ¿no?

Asintió.

—Stephanie dijo que Liam podrá leerme y controlarme el próximo año más o
menos. Dijo que lo usaría en mi contra. No a propósito —añadió rápidamente en
defensa del niño—. Pero no podría resistirse a controlarme si quisiera algo lo
suficiente, y entonces se convertiría en lo que hizo.

—Más que probable. —Estuvo de acuerdo Magnus, lamentó tener que decirlo,
pero era verdad. Sospechaba que no había ningún niño vivo que pudiera
resistirse a usar esa habilidad.
Allie miró las bolsas de la cama.

—Ella dijo que una vez que los otros se dieran cuenta de que esto estaba
pasando, me lo quitarían. Porque no podría ser una madre efectiva.

Magnus dudó y luego dijo:

—No sería un reflejo de ti, pero los niños inmortales necesitan padres que
puedan...

—No quiero perder a mi hijo —interrumpió Allie con una voz tan baja que
podría habérsela perdido si su audición no hubiera mejorado.

Magnus dudó, sin saber qué decir.

171
—Pero podrías convertirme, ¿no? Entonces Liam no podía leerme o
controlarme y no lo perdería.

—Podría —admitió lentamente, empezando a preocuparse de que ella le


pidiera que hiciera exactamente eso, sin ataduras. Si lo hiciera, no estaba seguro
de que no estaría de acuerdo. Stephanie había dicho que tenía que usar al niño
para que ella aceptara ser su compañera de vida, pero parecía tan cruel. Ella era
su compañera de vida, ¿cómo podía negárselo?

—Pero querrás que sea tu compañera de vida.

Sus palabras no sonaban acusadoras o resentidas, y ese hecho por sí solo casi
lo tenía colgado de alivio, pero se mantuvo derecho y simplemente asintió.

—¿Qué significa eso? —preguntó—. ¿Qué esperarías de mí?

Todo, pensó, pero sabía que le daría un susto de muerte y que tenía que ir
despacio.

—Espero que me prometas que serás mi compañera de vida. Yo te convertiría.


Nos casaríamos y te ayudaría a criar a Liam.

—¿Y luego? —le dijo cuando él se detuvo.

Magnus dudó, y luego dijo:

—Eso depende de si Lucian y sus hombres atrapan a Abaddon. Si lo hacen, y


tú deseas quedarte en Canadá, renunciaría a mi puesto de ejecutor en el Reino
Unido y podríamos comprar una casa para nosotros aquí en Port Henry o en otro
lugar, ojalá cerca de inmortales que tienen hijos para que Liam tenga compañeros
de juego.

Después de una vacilación, continuó.

—Sin embargo, si Abaddon se escapa, entonces sugiero que probablemente


deberíamos mudarnos a mi casa en el Reino Unido, donde tú y Liam estarían más
seguros. Podríamos, por supuesto, buscar un nuevo hogar allí, en algún lugar
cerca de otros niños inmortales de su edad. Estoy seguro de que debe haber
alguno.

—¿Si Abaddon se escapa? —preguntó Allie frunciendo el ceño. Parecía obvio

172
que ni siquiera había considerado la posibilidad de que los ejecutores
fracasaran—. Seguramente lo atraparán.

—Abaddon ha escapado antes —le dijo—. La primera vez fue hace más de dos
mil setecientos años y la última hace unos pocos años.

—¿Lleva tanto tiempo por aquí? —preguntó Allie con consternación.

Magnus asintió.

Allie parecía horrorizada, pero luego negó con la cabeza.

—Eso no fue lo que quise decir con… ¿Qué esperas de mí después de que nos
casemos y me conviertas? —preguntó a quemarropa—. No te amo.

Magnus logró no reaccionar a esas palabras, aunque las encontró


sorprendentemente dolorosas. Sabía que no debía. Aunque él la había aceptado
como su compañera de vida y había empezado a desarrollar sentimientos hacia
ella que habían crecido a medida que escuchaba su relato sobre su amistad con
Stella y sobre cómo había llegado a ser la madre de Liam, ella apenas sabía nada
sobre él aparte de cómo se había convertido. Y ella era mortal. El hecho de que
fueran compañeros de vida no significaría tanto para ella.

Magnus estaba tratando de decidir qué podía decir que no la asustara mucho
cuando ella aparentemente se impacientó y dijo:

—Apenas te conozco. No creo que pudiera... Quiero decir, cuando la gente se


casa se espera que...
—No esperaría nada de ti que no estuvieras dispuesta a dar —dijo cuando ella
titubeó de nuevo, y trató de no sentirse culpable por el alivio que le bañó la cara.

Magnus hablaba en serio, pero también sabía que no tenía sentido porque eran
compañeros de vida. Los compañeros de vida eran conocidos por tener sexo
increíble y explosivo que era tan alucinante y abrumador que se desmayaban al
final. También se decía que eran insaciables e incapaces de resistirse unos a otros
una vez que lo experimentaron. Él contaba con eso y le hubiera gustado probarlo
ahora, pero Stephanie le había advertido que no dejara que Allie experimentara
la pasión antes de recibir su promesa. Así que se mantuvo alejado y simplemente
esperó.

—Necesito pensar en esto —dijo finalmente Allie—. Y hablar con Liam.

173
También le afecta a él.

—Por supuesto —aceptó solemnemente Magnus, y se giró para abrir la


puerta—. Hazme saber lo que decidas. —Apenas había terminado la última
palabra antes de tener la puerta cerrada entre ellos.

Magnus comenzó a bajar las escaleras, moviendo la cabeza por el hecho de que
había agonizado sobre cómo mencionar todo esto mientras estaba de compras, y
luego había regresado para descubrir que Stephanie había hecho todo el trabajo
pesado por él. Ella había asustado a Allie con el conocimiento de que Liam la
controlaría y perdería a su hijo. Lo cual era cierto y lo que él pensaba que sería lo
que más le influenciaría. Ella amaba a Liam. Allie probablemente se casaría con
el mismo diablo para quedarse con el niño. Magnus estaba seguro de que
aceptaría ser su compañera de vida.

Sólo esperaba que ella no tardara mucho en decírselo, porque él no podía


arriesgarse a tocarla de ninguna manera y a que la pasión del compañero de vida
estallara entre ellos hasta que ella se lo prometiera y estuvieran casados.
Demonios, ni siquiera podía dormir cerca de ella hasta entonces por miedo a que
compartieran sus sueños. Ese era otro síntoma de los compañeros de vida: sueños
sexuales compartidos que eran aparentemente poderosos. No estaba haciendo
nada que pudiera asustarla hasta que se comprometiera y estuviera seguro de
que ella no huiría.

Lo que significaba que necesitaba encontrar un lugar para dormir esta noche
lo suficientemente lejos como para que no pudieran tener los sueños
compartidos, pensó frunciendo el ceño, y se preguntó qué tan lejos estaba la casa
de Teddy y Katricia.

Allie miró a la puerta cerrada, su mente en un estado de caos. Parte de ella


quería agarrar a Liam y huir. Pero aparte del hecho de que estaba arruinada y sin
un vehículo, sospechaba que sería más difícil esconderse de los ejecutores que de
Abaddon. Y eso había sido imposible, pensó sombríamente. Abaddon y su gente
la habían encontrado cada vez que había dejado de correr y fue pura suerte que
hubiera logrado evadirlos tanto tiempo.

174
Una vida a la fuga no era buena para Liam.

Tampoco lo haría el haber sido criado por una madre que pudiera leer y
controlar. ¿Qué clase de persona sería sin la guía de sus padres? Porque eso es lo
que significaba. Terminaría eludiendo su autoridad cuando él lo eligiera, hasta
que ella fuera completamente ineficaz.

Llegar a ser inmortal parecía ser la única forma en que podía conservar a su
hijo y criarlo. Algo que quería desesperadamente. Y no sólo por la promesa que
le hizo a Stella. Allie amaba a ese niño con cada fibra de su ser.

La respuesta simple sería prometerle a Magnus que sería su compañera de


vida y permitirle que la convirtiera. Liam nunca podría controlarla y ella nunca
lo perdería. Pero añadió una tercera persona a la dinámica. Serían una familia.
Ella perdería parte del control al que estaba acostumbrada y el control era
importante para Allie. Se había prometido a sí misma a los dieciséis años que
nunca dependería de un hombre como su madre. Nunca renunciaría al control
de su vida y tendría que someterse a los deseos de un hombre. Ahora se
enfrentaba a una situación que la obligaba a considerar hacer precisamente eso.

Allie no se perdió la ironía de la situación. Su madre había renunciado


voluntariamente al control total de su padre, y eso había terminado con la
pérdida de su hija, la hermana de Allie, Jilly. Ahora Allie estaba pensando en
renunciar al menos a parte de su propio control para mantener a su hijo.

Suspirando, Allie abrió la bolsa más cercana y comenzó a sacar artículos,


sorprendida de encontrar que Magnus había pensado en todo en sus compras.
Había dos cepillos de dientes, pasta de dientes, desodorante, un cepillo de
cabello, champú y acondicionador. Había un perfume precioso y costosamente
empaquetado del que nunca había oído hablar, pero que le gustaba bastante, una
cartera y un bolso, e incluso ropa para ella y para Liam. Cada prenda de vestir
vino en diferentes tallas, una de las cuales era la correcta, pero lo mejor de todo
es que a ella le gustaba su gusto por la ropa. El hombre tenía un gusto similar al
de ella, se dio cuenta cuando sacó un abrigo negro con un suave forro de piel
sintética y adornos alrededor de la capucha.

Era encantador, y parecía cálido, lo cual fue muy apreciado. Su propio abrigo
probablemente estaba todavía en el banco de sangre. Se lo había quitado mientras
recogía sangre y no lo había visto cuando se despertó en el hospital.

175
El sonido de la apertura de la puerta la llevó a ver a Liam corriendo en su traje
de nieve y botas nuevas y llevando otra bolsa de compras.

—Elvi dijo que sacáramos esto. Lo olvidaste —anunció, corriendo a la cama


para añadirlo a la pila. Empezó a darse la vuelta, sin duda para volver a salir
corriendo, pero se detuvo cuando su mirada se posó sobre una camiseta con
varios personajes de cómics—. ¡Guau! ¿Es para mí?

—Sí. Magnus lo compró para ti —dijo Allie, y sonrió débilmente cuando tomó
la camiseta para ver mejor a los personajes.

—Genial. ¿Puedo ponérmelo ahora? —preguntó excitado.

Allie negó con la cabeza.

—No. Pero te daremos un baño esta noche y te lo puedes poner mañana.

—Ah, pero está tan genial —protestó, frunciendo el ceño ante la negativa, y
ella se preguntó si él la habría controlado y la habría obligado a dejársela llevar
ahora si pudiera.

Allie apartó la idea y preguntó:

—¿Por qué llevas puesto el abrigo y los pantalones? Hace demasiado calor
para llevarlo dentro.
—Oh. —Se miró a sí mismo con sorpresa, aparentemente olvidando lo que
llevaba puesto—. Magnus nos llevará a terminar de hacer nuestro muñeco de
nieve mientras las mamás preparan el almuerzo.

—¿Lo hará él? —preguntó sorprendida.

—Sí. Empezamos ayer después de que te acostaras. Dani quería que


saliéramos del dormitorio, así que nos llevó afuera. Pero le preocupaba que mi
abrigo no estuviera lo suficientemente abrigado, así que tuvimos que volver a
entrar. Pero está bien —le aseguró—. Magnus nos mostró juegos divertidos para
jugar dentro.

Allie parpadeó ante esta noticia, y luego preguntó:

176
—¿Qué juegos?

—Isla de los cocodrilos y búho real. Eran divertidos.

—¿Qué es la isla de los cocodrilos? —preguntó con curiosidad.

—Magnus usó la cinta de color de Elvi para hacer estos cuadrados en el piso
que se suponía que eran islas y tuvimos que saltar de uno a otro sin caer o los
caimanes nos atraparían. —Liam empezó a reírse al recordar—. Él se cayó más
que cualquiera de nosotros.

—¿Lo hizo? —preguntó débilmente, y luego aclaró su garganta y preguntó—:


¿Y el juego del búho?

—Es un juego de mesa que tiene Sunny. Tuvimos que llevar a los búhos de
vuelta a su nido antes de que saliera el sol. También fue divertido, pero Magnus
sólo podía mirar. Es sólo para cuatro jugadores —explicó.

—¿Te gusta Magnus? —preguntó.

—Oh, sí, es agradable. Y divertido. Y ni siquiera gritó cuando Sunny y Gracie


empezaron a ponerse muy femeninas y quejumbrosas. Chicas. —Liam puso los
ojos en blanco ante el recuerdo—. ¿Puedo salir ahora? Todos estarán esperando.

—Sí —murmuró Allie, y cuando él llegó a la puerta, dijo—: ¿Liam?

—¿Sí? —Se dio la vuelta con la mano en el pomo de la puerta.

Dudó un poco, y luego preguntó:


—¿Te gustaría tener un padre?

La pregunta le hizo detenerse y quitar la mano del pomo de la puerta. En


realidad, parecía considerarlo seriamente. Casi podía ver su mente de cuatro
años trabajando, y luego dijo:

—Si es bueno como Magnus, sí. Sería bueno tener un padre como todos los
demás. Y entonces no tendrías que preocuparte tanto de que la gente mala nos
atrape. Apuesto a que Magnus podría darles una paliza.

Ambos se quedaron callados por un minuto y luego Teddy irrumpió en la


habitación.

—Date prisa, Liam. Te estamos esperando. No terminaremos con el muñeco

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de nieve antes del almuerzo si no vienes ahora.

—Ya voy —dijo al instante, y luego miró incierto a Allie.

—Vete —dijo, haciéndole señas, pero luego gritó—: No corras por la casa. —
Cuando oyó sus piececitos bajar las escaleras.

—¡Lo siento! —gritó Liam, y Teddy se hizo eco de él mientras sus pasos se
reducían a trotar.

Moviendo la cabeza, Allie se miró a la cama y las palabras de Liam resonaron


en su cabeza.

Sería bueno tener un padre como todos los demás. Y entonces no tendrías que
preocuparte tanto de que la gente mala nos atrape. Apuesto a que Magnus podría darles
una paliza.

Ella había hecho todo lo posible para mantener sus preocupaciones y miedos
lejos de Liam, y aun así él sabía de la mala gente. Aparentemente le había hablado
a Tricia de ellos en la casa de los ejecutores, y los había vuelto a sacar a relucir
hace un momento. Pero nunca había mencionado la razón por la que seguían
moviéndose. Ella nunca le había hablado de la gente mala. ¿Cómo supo de ellos?

La única respuesta obvia era que él ya se estaba dando cuenta de sus


pensamientos. Allie frunció el ceño mientras se preguntaba cuánto de sus
pensamientos estaba leyendo. ¿Y cuánto tiempo había estado sucediendo? Se
preocupó por eso mientras volvía a clasificar la ropa, eligiendo lo que le quedaba
y volviendo a doblar las que eran del tamaño equivocado para colocarlas de
nuevo en las bolsas y devolverlas.

Allie pensó que Liam no podría haber recogido mucho o por mucho tiempo.
Acababa de cumplir cuatro años. Probablemente ni siquiera entendió la amenaza
que representaba la gente mala. Al menos, esperaba que no. Pero incluso el saber
que la gente mala los perseguía debe haber sido aterrador para él. Especialmente
cuando se despertó solo en el apartamento la noche que ella fue al banco de
sangre. Debió estar aterrorizado de descubrir su desaparición. Probablemente le
preocupaba que la gente mala la hubiera atrapado.

—Dios, soy una madre horrible —susurró Allie, cayendo para sentarse en el
costado de la cama. Stella había contado con ella para mantenerlo a salvo y feliz.

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¿Qué tan feliz podía estar sabiendo que la gente mala los perseguía? Y la
diferencia en él ahora...

Siempre había estado callado y se había portado bien. Ella sólo pensó que eso
era su naturaleza. No era como si tuviera mucha experiencia con niños para
juzgar. Pero ahora, viendo lo ruidoso y feliz que era aquí, se preguntaba si su
comportamiento anterior era más un resultado de la preocupación y el miedo que
de la personalidad.

Liam dijo que quería un padre como los otros niños. Por supuesto que lo hizo.
Debería haberse esperado eso. Y le gustaba Magnus. Lo que probablemente fue
bueno porque un acuerdo con Magnus era la única forma de conseguir un padre.
Trabajaba desde su casa y realmente no salía mucho, así que no era probable que
conociera a nadie y comenzara una relación normal. No es que ella realmente
quisiera una relación normal. De esa manera, se encuentra el dolor y la traición.
Sólo mira cómo habían resultado las cosas para su madre y Stella.

Suspirando, Allie miró a su alrededor para buscar un lugar donde guardar la


ropa que guardarían, pero los cajones estaban llenos de la ropa de Sunita. Le
recordó que esta era otra parada temporal, no un hogar. De pie, empacó la ropa
que guardarían en las bolsas en las que llegaron y las colocó en el suelo junto a la
cama, luego agarró las bolsas que contenían la ropa que había que devolver y se
dirigió a la puerta. Las había dejado a un lado para que Magnus volviera y viera
qué podía hacer para ayudar a preparar el almuerzo. Y luego, después del
almuerzo, supuso que tendría que hablar con Magnus y aceptar ser su compañera
de vida. No tenía sentido prolongarlo.
—Magnus es muy bueno con los niños. Paciente. Será un buen padre.

Allie apartó la mirada de donde Magnus estaba volando colina abajo en un


trineo con Liam delante de él, en una carrera contra un segundo trineo con Teddy
Jr. y Alessandro, y miró a Elvi a ese comentario. Nunca tuvo la oportunidad de
hablar con Magnus. El almuerzo estaba listo para cuando ella bajó, y en el
momento en que todo terminó y el desorden se aclaró, amontonaron a los niños
en los autos y condujeron hasta lo que Elvi llamó Cider Hills.

Era una granja de manzanas en una colina donde se permitía a los huéspedes

179
hacer deslizamientos antes o después de visitar el restaurante, que servía sidra
caliente de manzana, sándwiches y varios postres de manzana. También había
jarras de sidra y varios postres de manzana envasados que también se podían
comprar para llevar a casa. Allie nunca había visto nada parecido, pero pensaba
que este lugar era maravilloso. Los niños se estaban divirtiendo, y fue agradable
estar aquí con las mujeres bebiendo una sidra de manzana caliente mientras
veían a los niños divertirse.

—Sí. —Estuvo de acuerdo en voz baja, ofreciendo a Elvi una sonrisa amplia
antes de volver a mirar a los niños. Los dos trineos habían llegado a la base de la
colina y todos se estaban riendo mientras se bajaban y comenzaban a subir la
colina, los muchachos liderando el camino y Magnus y Alessandro siguiéndolos,
arrastrando el trineo detrás de ellos. Ahora, Victor y DJ estaban en la cima de la
colina, a punto de empujar sus propios trineos uno al lado del otro, cada uno con
su hija delante de ellos.

—Este es un lugar maravilloso para criar a los niños —dijo Elvi de repente—.
Espero que consideres mudarte aquí una vez que este lío haya terminado. Creo
que a Teddy Jr. le gustaría tener un amiguito con quien pasar el rato aparte de
las chicas. Ellas aman a Teddy —agregó—. Pero a veces pienso que es un poco
abrumador para él.

Allie sonrió al pensarlo, y asintió.


—Parece idílico, y me gustaría poder hacer un hogar aquí para Liam. Creo que
le encantaría. Parece que le gusta tener amigos. Pero deduzco que depende de si
atrapan a Abaddon.

—Abaddon. —Elvi suspiró el nombre—. Pensábamos que Leonius era malo


hasta que descubrimos que Abaddon era su titiritero. —Ella negó con la cabeza—
. Supongo que tendremos que esperar que lo atrapen.

—Sí —murmuró Mabel, y luego se volvió a mirar a Allie y le preguntó a


quemarropa—: Entonces, ¿vas a aceptar ser la compañera de vida de Magnus o
no?

—Mabel —dijo Elvi con consternación.

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—Oh, no intentes decir que no te lo estás preguntando también —dijo Mabel
con exasperación—. El suspenso me está matando.

Allie sonrió irónicamente a las mujeres, sin sorprenderse mucho de que


supieran de eso. En vez de responder, dijo:

—Bueno, puedes leer mi mente. ¿Qué te parece?

—Ese es el problema —admitió Mabel—. Tu mente está confundida sobre el


tema. Un minuto estás pensando que sí, y al siguiente te estás alejando de ello.
Dinos de qué tienes miedo y quizá podamos ayudarte.

La sonrisa de Allie se desvaneció ante las palabras.

—Yo... sería... De verdad, no creo que tenga elección. No quiero perder a Liam.

—Oh, cariño —dijo Mabel con gentil simpatía—. Haces que convertirte en la
compañera de vida de Magnus suene como un viaje al dentista. Créeme, ser
compañeros de vida es maravilloso.

—¿Lo es? —preguntó, casi desesperada por saber qué implicaría.

—Sí —le aseguró Mabel—. Esos nanos conocen su negocio. Si te han


enganchado, entonces tú y Magnus se adaptarán como salsa y queso en tacos.

Allie sonrió levemente ante la analogía, recordó que Elvi y Mabel tenían y
dirigían un restaurante mexicano. Pero le preguntó:

—¿Crees que los nanos deciden sobre los compañeros de vida?


Mabel se encogió de hombros.

—¿Qué más? Ellos son la razón por la que podemos leer la mente, así que es
lógico que no podamos leer a nuestros compañeros de vida. Y créeme, nunca se
equivocan. Si Magnus no puede leer o controlarte, tú eres la indicada para él. Y
él será el indicado para ti.

—¿Cómo? —preguntó de inmediato.

—Bien... —Mabel miró a Elvi.

—Tendrás gustos similares —dijo la pelirroja—, y valores similares. Ninguno


de nosotros parece discutir mucho. Eso no quiere decir que nunca, pero no son
argumentos serios. Mayormente es un caso de irritación por parte de las mujeres

181
cuando los hombres se vuelven demasiado protectores, o al revés.

—Aun así, te reconcilias muy rápido —dijo Mabel.

—Sí. —Elvi se quedó callada por un minuto, y luego dijo—: Es difícil de


explicar, pero realmente se parecen a tu otra mitad. Un alma gemela, supongo.
—Frunció brevemente el ceño y luego admitió—: Estuve casada como una
mortal. Mi esposo murió mucho antes de que yo conociera a Victor —agregó
rápidamente, aparentemente preocupada de que Allie pensara que lo había
dejado por el inmortal—. Era feliz con él. Pensé que teníamos un buen
matrimonio, pero no se puede comparar con lo que tengo con Victor. Es mi mejor
amigo, mi confidente y mi roca. Sé que daría su vida por mí, y yo haría lo mismo
por él. Es un verdadero socio. Te hace.... no lo sé, segura, por supuesto, pero en
paz también. Sabes que siempre puedes contar con tu pareja.

—¿Pero por qué?

—Porque un compañero de vida es lo más importante del mundo para un


inmortal —dijo Magnus en voz baja, y Allie miró a su alrededor y se dio cuenta
de que se había unido a ellas y ahora estaba detrás de ella. Tomando su brazo, se
volvió y le preguntó solemnemente—: ¿Quieres ser mi compañera de vida, Allie?

Ella lo miró en silencio durante un minuto, las palabras de Elvi repitiéndose


en su mente. Mejor amigo y confiado, un verdadero socio con el que siempre puedes
contar. Sonaba bien. Sería bueno no tener que llevar siempre la carga sola. No es
que Liam fuera una carga, pero mantenerlo a salvo, ganar dinero, criarlo bien,
ser siempre el malo y tener que decir que no... Él estaba llegando a la edad en la
que también necesitaría ser educado en casa pronto, otra tarea que se le asignaría
a ella. Sería bueno tener un compañero en quien apoyarse.

—Sí —susurró tan suavemente que un mortal no la habría oído, pero él sí.
Todos lo hicieron, y Allie se encontró siendo abrazada y felicitada primero por
Elvi y luego por Mabel, ya que le aseguraron que no se arrepentiría. Allie no
estaba segura de que estuvieran en lo cierto, ya se estaba arrepintiendo, pero
sabía que era su miedo el que hablaba.

—… y celebraremos la cena de bodas en el restaurante.

Los pensamientos de Allie huyeron cuando se dio cuenta del final de las

182
palabras de Elvi. Se sintonizó para escuchar a Mabel agregar:

—Lo cerraremos a los clientes, por supuesto, para que podamos tener una
celebración privada.

—Espera. ¿Qué? —preguntó Allie, mirando a su alrededor con confusión.

—La cena de bodas —explicó Elvi—. Reservaremos el restaurante después de


la ceremonia en el juzgado.

—¿El juzgado? —preguntó en blanco.

—Sí, querida —dijo Elvi, y luego frunció el ceño—. Oh, ¿quieres una gran
boda? No creíamos que tuvieras una familia numerosa y quisieras tener una, pero
siempre puedes hacer el gran trato de la boda más tarde y hacer el juzgado y la
cena ahora.

—¿Ahora? —preguntó con alarma.

—Bueno, no en este momento —dijo Mabel divirtiéndose—. Tenemos que


volver a la casa y llamar al juzgado para ver qué tan rápido se puede arreglar.

—Esa es una buena idea —dijo Elvi, y luego se volvió para gritar—: Victor,
reúne a los niños. Tenemos que ir a casa y organizar una boda. Allie aceptó ser la
compañera de vida de Magnus.

—¿De verdad? —gritó Liam, corriendo hacia ellos desde donde él y Teddy
habían estado viendo a Victor y a DJ guiar a las chicas de vuelta a la colina. Con
la expresión emocionada, se detuvo frente a Allie y Magnus, mirando de uno a
otro mientras preguntaba—: ¿Significa eso que te vas a casar y Magnus será mi
padre?

—Sí —dijo Magnus cuando Allie se quedó callada, su expresión aturdida.


Tomando la mano de Liam en la suya, deslizó la suya alrededor de la espalda de
Allie y la instó a que se dirigiera al estacionamiento donde estaban los vehículos,
diciendo—: Será mejor que llevemos a tu mamá a casa. Querrá saber qué ponerse.

—Dios mío —susurró Allie, pero se dejó llevar.

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Capitulo 12

184
—No estás comiendo, Allie. ¿Necesitas algo? ¿Más crema agria, tal vez?

Allie levantó la cabeza ante la pregunta de Tricia, la miró brevemente y luego


bajó la mirada a las chimichangas que tenía en el plato. Aparentemente, ella los
había solicitado. No se acordaba. Pero entonces todo, desde Cider Hill hasta su
llegada aquí, era borroso. Tenía un vago recuerdo de las mujeres que se
preocupaban por ella en la casa: la metían en la ducha y la sacaban, y luego la
vestían con la bata que llevaba puesta, un bonito vestido de encaje azul pálido
que se ensanchaba en la cintura y llegaba hasta las rodillas. No tenía ni idea de
dónde había salido, pero pensó que Elvi se lo había prestado.

El siguiente recuerdo claro que tenía era el de estar en el juzgado junto a


Magnus con el traje de carbón que aún llevaba puesto, y tartamudeando las
palabras:

—Acepto.

Ahora estaban en el restaurante de Mabel y Elvi, Bella Black's, para la cena de


su boda. Ella estaba casada. Las palabras eran un susurro en su cabeza cuando
debería haber sido un grito. Dios mío, estaba casada. Y todo había pasado tan
rápido. Un minuto había estado parada en la colina mirando a los niños en el
trineo y al siguiente se había ido corriendo al juzgado para casarse con Magnus.
¿Cómo es que todo sucedió tan rápido? Esa era una pregunta que se le pasaba
por la cabeza. Bueno, sabía cómo había sucedido, pero no entendía por qué, o si
había sido lo correcto. En ese momento, se sintió como si hubiera quedado
atrapada en un tornado en esa colina y luego la hubieran tirado aquí en el
restaurante, la hubieran sacudido, desconcertado y casado.

—¿Allie? ¿Estás bien? —Tricia la miró con preocupación y luego su mirada se


deslizó a su lado y una sonrisa curvó sus labios—. Oh, mira. Teddy pudo escapar
y unirse a nosotros, después de todo.

Allie giró obedientemente la cabeza y miró fijamente al hombre alto y moreno


que se dirigía con confianza hacia ellas desde la entrada de la cocina.
Obviamente, él se estacionó detrás del restaurante y usó la puerta trasera como

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lo habían hecho, pensó ella mientras él caminaba a través de las mesas vacías.
Como Mabel había mencionado, habían cerrado el restaurante a sus clientes
normales para que sólo estuvieran los inmortales presentes. Había más de los que
Allie esperaba. Aparte de Elvi y su marido, Victor, Mabel y DJ, Leonora y
Alessandro, Dani y Decker, Magnus y Tybo, y Tricia, así como los cuatro hijos,
Stephanie había venido también, junto con una pareja llamada Drina y Harper
que ella había presentado como “parte de mi familia también”.

—Teddy parece preocupado —comentó Magnus a su lado, y Allie estuvo de


acuerdo en silencio. El jefe de policía de Port Henry tenía la preocupación escrita
en toda su cara y se dio cuenta de que no se movía con confianza, sino con
urgencia.

—Veré qué pasa. —Tricia se deslizó de su asiento y se apresuró a encontrarse


con su marido.

La gente alrededor de la mesa, que en realidad eran varias mesas pequeñas


juntas para que todos pudieran sentarse juntos, se quedó en silencio mientras
veían a Teddy y a Tricia hablar. Si Teddy parecía preocupado, Tricia parecía
alarmada por lo que le decía su marido. También se giró abruptamente y regresó
a la mesa con un rápido movimiento.

—Tenemos que irnos —anunció en el momento en que llegó a ellos. También


tomó el brazo de Allie para instarla a ponerse de pie.

—¿Por qué? —preguntó Allie con sorpresa.


—¿Qué está pasando? —preguntó Magnus al mismo tiempo. Pero él ya estaba
de pie y tomaba el otro brazo de Allie cuando alcanzó a Liam, quien había estado
sentado a su lado con Teddy Jr. en el otro lado.

—¿Sabes que dije que este es un pueblo pequeño y que los extraños se
notarían? —preguntó Tricia—. Bueno, dos furgonetas, dos camionetas y un par
de coches rodean el centro, todos llenos de lo que Teddy sospecha que son
renegados.

—Cristo —murmuró Tybo desde detrás de Allie. Todos estaban de pie y


subiendo para rodearlos mientras Tybo preguntaba—: ¿Cuál es el plan?

—Hay demasiados para enfrentar con los niños y los civiles alrededor —dijo

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Teddy abruptamente—. Sugiero que volvamos a la casa y llamemos a Lucian. A
ver qué quiere hacer.

—Vamos a salir por la cocina hacia el estacionamiento —anunció Tricia, y Allie


miró ansiosamente a Liam. Magnus inmediatamente levantó al niño en sus
brazos. Colocándolo sobre su cadera, donde Allie podía verlo, volvió a coger su
mano y Allie le ofreció una sonrisa agradecida.

—Esperen en la puerta trasera a que yo dé el visto bueno —ordenó Teddy—.


Quiero asegurarme de que siguen en Main Street. No quiero que salgan corriendo
por atrás justo cuando cortan la calle lateral para dar la vuelta o algo así.

Tricia asintió, e hizo un gesto a Tybo para que le indicase el camino. Luego la
siguió de cerca, arrastrando a Allie.

La cocina era de un blanco cálido y brillante, un fuerte contraste con el colorido


comedor del restaurante. También estaba ocupada por el personal de cocina, que
al entrar se volvieron a mirar sorprendidos y luego se apartaron del camino
mientras se movían por el estrecho espacio.

— Esperen en la puerta por mi aprobación —les recordó Tricia, soltando a


Allie y deteniéndose en la cortina de cuentas que escondía la cocina de los
comensales.

Tybo miró hacia atrás e inmediatamente tomó el brazo de Allie,


manteniéndola cerca mientras él continuaba hacia la puerta trasera. Se detuvo
allí, puso su mano libre en el mango y luego se giró para mirar hacia atrás, hacia
la cortina de cuentas.
El corazón latía rápidamente, Allie se volvió para mirar hacia atrás también,
pero había tanta gente detrás de ellos que no podía ver nada más que la sonrisa
estresada que Elvi le ofreció.

—Estará bien —dijo la otra mujer tranquilamente.

—Bien, mi trasero —dijo Mabel, sin molestarse en ocultar su preocupación—.


Teddy está en pánico y nunca entra en pánico.

—Debe haber un montón de renegados —dijo DJ sombríamente.

—Dos o tres por camioneta, de cuatro a seis por auto, y de dos a doce o más
en cada camioneta si hay gente en la parte de atrás —calculó Victor—. Podría
haber entre dieciséis y cuarenta personas o más en los seis vehículos.

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—Stella dijo que Abaddon tenía treinta o cuarenta personas a las que había
convertido cuando ella estaba con ellos —les dijo Allie ansiosamente, y luego
añadió—: Pero eso fue hace cuatro años. Podría haber más ahora.

—¿Y qué tenemos aquí? —DJ miró a su alrededor—. ¿Cinco cazadores?

—Hola —dijo Drina con enfado—. Creo que olvidas que Katricia y yo también
somos cazadores.

—Y Stephanie es una cazadora en entrenamiento —dijo Elvi con orgullo.

—Y yo solía ser un mercenario —dijo Harper con dignidad—. Puedo


arreglármelas solo.

—Yo era un soldado y puedo manejarme a mí mismo también —dijo Teddy


con firmeza mientras él y Katricia se apresuraban a unirse a ellos—. Es hora de
irse, gente. Tybo, asegúrate de que no hay moros en la costa y luego nos movemos
rápido.

Allie se volvió cuando Tybo abrió la puerta, esperó mientras miraba a su


alrededor, y luego Tybo se adelantó, tirando de ella, Magnus y Liam detrás de él
en una cadena. Elvi, Victor y Sunita formaron el siguiente eslabón de la cadena,
la pareja que llevó a su hija entre ellos, con Mabel, DJ y Gracie haciendo lo mismo.
Teddy, Katricia y Teddy Jr. fueron el último eslabón con Stephanie, Drina y
Harper moviéndose a un lado del grupo mientras que Dani y Decker tomaron el
otro, flanqueando a las familias.

Se movieron rápida y silenciosamente, los grupos se separaron para ir a


diferentes vehículos.

Allie no tenía ni idea de quién montaba en cada lugar, excepto que Tybo,
Decker, Dani y Stephanie se unieron a ellos en su SUV, Tybo tomando el volante
y Decker en el asiento del pasajero delantero. Magnus la llevó al asiento trasero,
puso a Liam en su regazo y luego subió a su lado mientras Dani se deslizaba por
el otro lado, mientras Stephanie abría la puerta trasera y subía al compartimento
de carga.

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La última puerta se había cerrado y Tybo estaba arrancando el motor cuando
sonó su teléfono. Lo sacó de inmediato y luego escuchó brevemente. La
aprobación gruñona un momento después, dejó caer el teléfono en su chaqueta
de traje y anunció:

—Teddy quiere que nos mantengamos unidos y evitemos la carretera


principal. Sólo carreteras secundarias. Él va a liderar el camino.

Tanto Magnus como Decker gruñeron con lo que Allie adivinó que era
aprobación mientras Tybo ponía el vehículo en marcha y se dirigía detrás de la
camioneta de la policía que se dirigía hacia la salida a la carretera. Un tenso
silencio llenó el vehículo mientras Teddy los alejaba del restaurante. Allie no se
relajó hasta que siguieron al coche patrulla de la policía hasta la entrada de Casey
Cottage varios momentos después. Pero aparentemente, ella era la única que
había pensado que ahora estaban a salvo. Al menos, esa fue la conclusión a la que
llegó cuando Magnus tomó su brazo con firmeza, pero no abrió inmediatamente
la puerta, sino que esperó hasta que Decker y Tybo se volvieron al frente para
mirar hacia ellos.

—¿Cómo quieres hacer esto? —preguntó Decker.

—Todo el mundo sale por el lado del conductor —dijo Magnus sin dudarlo—
. Stephanie, tendrás que subirte al asiento para salir por mi puerta. Quiero un
grupo unido hasta que estemos en la casa.
Definitivamente fue un grupo muy unido. Allie y Liam fueron rodeados y
conducidos a la casa en una marcha rápida. Ella ni siquiera se dio cuenta de que
los otros estaban en sus talones hasta que entraron y la cocina se llenó al entrar.
Hubo varios momentos de caos mientras se quitaban y guardaban los abrigos y
las botas, y luego Elvi sugirió que los niños fueran a ver una película a la sala de
estar.

Luego todos ayudaron a juntar refrescos y patatas fritas para los niños y
colocarlos frente a una película con sus golosinas. Pero en el momento en que los
adultos se quedaron solos y la puerta de la sala de estar estaba cerrada, Magnus
se volvió hacia el marido de Tricia y le preguntó:

—¿Estás seguro de que eran inmortales, Teddy?

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—Tan seguro como que estoy aquí —dijo Teddy Brunswick con firmeza—.
Doblé en Main Street justo cuando pasaban. Mis faros delanteros se reflejaban en
sus ojos. Captó mi atención, así que tomé la siguiente calle lateral, retrocedí en la
siguiente carretera, me puse delante de ellos y me detuve en la esquina para
verlos bien cuando pasaron para asegurarme de que no eran los agentes que
Lucian pudo haber enviado.

—¿Supongo que no lo eran? —dijo Magnus con severidad.

Teddy agitó la cabeza.

—No a ninguno que haya conocido. Todos tenían el cabello largo y eran
desaliñados. Una pareja tenía manchas de sangre en la ropa.

—Renegados —dijo Tybo con severidad—. Y tiene que ser Abaddon y su


gente. Deben haber rastreado a Allie hasta aquí.

—Si. ¿Pero cómo? —preguntó Magnus, y todos se volvieron para mirarla.

Allie se puso rígida cuando se volvió el foco de tantos ojos.

—En la casa de los ejecutores decidimos que debían estar rastreando su auto
de alguna manera, pero está en el apartamento de Toronto —señaló Magnus,
tendiéndole la mano a ella.
Allie se encontró moviéndose a su lado sin siquiera pensarlo, un intento
inconsciente de escapar de ser el centro de atención. En realidad, no lo hizo, pero
se sintió mejor al tenerlo a su lado, con la mano caliente sobre la suya.

—Obviamente, no fue el coche —dijo Tybo frunciendo el ceño, y luego negó


con un movimiento de cabeza—. Pero lo único que trajeron aquí con ellos fue la
ropa que llevaban puesta y las bolsas de viaje.

—Voy a buscar las bolsas —dijo Drina, y se apresuró a salir de la habitación


para correr hacia arriba.

—No hay nada en ellas que alguien pueda rastrear o seguir —dijo Allie
frunciendo el ceño—. Yo las empaqué. Todo lo que tienen son barras de proteína,

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un botiquín de primeros auxilios, una manta, algo de dinero y agua embotellada.

—Es mejor comprobarlo —dijo Magnus suavemente—. Podrían haber metido


un rastreador en una de las bolsas cuando estaban en el apartamento, o en un
punto anterior cuando te atraparon.

Allie no pensó que eso fuera probable, pero se guardó su opinión para sí
misma y simplemente esperó con los demás. Drina regresó rápidamente, con las
dos bolsas en la mano, y todos se acercaron a la mesa para repasar el contenido.
Esto hizo que Allie se alegrara de que ya hubiera sacado y puesto la ropa interior
que tenía en su bolso mientras los veía meter la mano a través de los objetos que
había en la mesa. Pero también era deprimente pensar que esas eran sus únicas
posesiones, aparte de los vaqueros y la blusa negra que llevaba cuando se
encontró por primera vez con estas personas, y los vaqueros y la camiseta que se
había puesto después de ducharse esa mañana.

¿Había sido sólo esa mañana?, se preguntó de repente. Parecía que habían pasado
días desde que se despertó de la transfusión. Tantas cosas habían sucedido... O
tal vez no era realmente que hubieran pasado muchas cosas, ya que esa cosa
particularmente grande había sucedido y ahora estaba casada.

—No hay nada aquí que pudieran haber rastreado —dijo Drina con obvia
frustración mientras terminaban de examinar todo lo que había en la mesa,
incluyendo las propias bolsas.

Allie quería decir, te lo dije, pero se mordió las palabras.

—El collar.
Allie se volvió para mirar a Stephanie cuando murmuró eso, y encontró a la
joven mirándole el pecho, sus ojos latiendo con ese brillo espeluznante que había
presenciado antes. Bajando la cabeza, Allie siguió la mirada de la joven hasta el
corazón con alas de Stella. Se lo había vuelto a poner antes de bajar por la mañana
y se lo había dejado puesto para la boda. Había salido de su vestido en algún
momento y ahora brillaba bajo la luz del candelabro del comedor.

—¿Puedo verlo, por favor? —preguntó Magnus.

—Sí, pero no puede ser el collar —protestó mientras se sacaba el collar por la
cabeza. Entonces, haciendo una pausa, dijo—: Por favor, ten cuidado con él. Stella
quería que Liam la tuviera para que la recordara.

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—Por supuesto —dijo solemnemente, y luego la sorprendió besándole
suavemente la frente antes de tomar el collar que estaba sosteniendo.

Mordisqueando su labio, ella lo vio girarlo en su mano y luego abrirlo


cuidadosamente. Todos estaban en silencio mientras él miraba la foto dentro, y
luego Allie tuvo que apretar sus manos para no protestar cuando pasó un dedo
sobre el marco de plata que corría por el interior del corazón, encima de la foto.

—Necesito pinzas —murmuró Magnus, levantando la vista.

— De acuerdo —dijo Victor, y se escabulló de la habitación.

Cuando Magnus se trasladó a la mesa donde la luz era mejor, Allie le siguió,
lista para arrancarle el collar si hacía algo que pudiera dañar el relicario.

—Aquí tienes. —Victor estaba de vuelta, sosteniendo pinzas, y Allie se


sorprendió una vez más de la velocidad que estos inmortales podían manejar.

—Gracias. —Magnus aceptó las pinzas y las usó para quitar el delgado marco
de plata que había estado pinchando antes. Lo hizo tan rápido que Allie no tuvo
la oportunidad de protestar, pero frunció el ceño mientras lo ponía sobre la mesa
y luego usó las pinzas para arrancar suavemente la foto.

Su ceño fruncido al instante fue remplazado por la confusión al notar el


pequeño círculo negro que había dentro. Era más pequeño que una moneda de
cuarto, y no mucho más grueso que una.

—¿Qué es eso?
—Un rastreador —dijo Tybo con severidad.

—Así es como te seguían encontrando —agregó Magnus, que ahora usaba las
pinzas para sacarlo del relicario y ponerlo sobre la mesa.

—Pero ¿cómo llegó ahí? —preguntó Allie con consternación, mirando el


pequeño disco negro, y luego miró a Decker con sorpresa cuando éste cogió el
disco y se acercó a Dani.

—¿Qué estás haciendo? Sólo rómpelo —exigió Teddy—. Ponlo en el suelo y


písalo, o tíralo por el inodoro o algo.

—Puede que no sea una buena idea —señaló Magnus—. Podríamos usarlo
para atraer a Abaddon a una trampa.

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—Eso es cierto —dijo Tricia frunciendo el ceño—. Pero no podemos
mantenerlo en la casa. ¿Y si sigue enviando la señal? Llevará a Abaddon y a los
otros directamente aquí. No puedes poner a los niños en peligro de esa manera.

Allie no podía estar más de acuerdo, pero su atención estaba puesta en Dani y
Decker mientras los dos susurraban de un lado a otro. Sólo hablaron brevemente
antes de que Decker asintiera y anunciara:

—Nos lo llevaremos y nos iremos a Toronto.

—¿Qué? —preguntó Elvi con preocupación—. Pero te seguirán.

Decker asintió.

—Esa es la idea. Dani tiene que volver y de todos modos planeábamos volver
a casa por la mañana. Pero si nos vamos esta noche, podemos llevarnos al
rastreador con nosotros y sacar a Abaddon y a los demás de aquí. Esto mantendrá
a los niños a salvo —señaló, y luego agregó—: Y podríamos llevarlos a una
trampa si Lucian puede tenderles una antes de que lleguemos a Toronto.

—Estoy seguro de que puede —dijo Tybo, sacando su teléfono y dirigiéndose


a la entrada—. Lo llamaré ahora y le diré lo que está pasando.

Allie lo vio irse y luego volvió la mirada preocupada cuando Elvi preguntó:

—Pero ¿qué pasa si te sacan de la carretera o algo así antes de que llegues a
Toronto y a esa trampa?
—No es probable que hagan eso. Tenemos el collar. Pensarán que Liam y Allie
están en el vehículo.

—Odio decir esto. —Comenzó Teddy con una voz sombría—. Pero si vas a ir...

—¿Rápido? —sugirió Decker con diversión cuando Teddy dudó después de


todo.

El jefe de policía asintió disculpándose.

—Cuanto más tiempo te quedes, más posibilidades hay de que encuentren,


rodeen y ataquen la casa antes de que puedas llevarlos lejos.

—Correcto. Bueno, por el lado bueno, no tuvimos tiempo de tomar nada para

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llevar con nosotros, así que no necesitamos empacar. Ahora. —Decker miró a la
gente en la habitación—. Volamos hasta aquí. ¿Qué vehículo tomamos?

—Mi camioneta —dijo Victor de inmediato, sacando las llaves de su bolsillo y


ofreciéndolas—. Está en el garaje. No verán quién entra si ya están afuera, y las
ventanas están tintadas, así que no sabrán quién está adentro.

—Supongo que vamos a tener que mover algunos vehículos —dijo Magnus,
caminando hacia la despensa, presumiblemente para conseguir su abrigo.

—No es necesario —dijo Victor, mientras le agarraba el brazo para detenerlo,


y luego explicó—: Añadimos una segunda puerta en el costado del garaje
después de que Elvi y yo nos casáramos. —Cuando Magnus se volvió con
sorpresa, se encogió de hombros—. En ese entonces todavía estábamos a cargo
del hostal, y se convirtió en una molestia tener que obligar a la gente a mover sus
vehículos cada vez que queríamos ir a algún sitio. El garaje era lo suficientemente
grande, así que era más fácil poner una segunda puerta y una entrada corta, y
empezar a estacionar frente a la calle en lugar de frente a la entrada.

—Bueno, entonces, supongo que será mejor que nos vayamos —dijo Decker.

Hubo una convergencia inmediata de personas, a medida que todos


avanzaban en busca de abrazos y para advertirles que tuvieran cuidado.

Allie quería agradecer a Dani por todo lo que había hecho por ella, pero sentía
que su familia tenía más derecho a decir adiós, así que se alejó. Pero entonces
Dani empujó a través de la multitud y tomó sus manos.
—Gracias —dijo Allie de inmediato—. Por todo.

—Eres más que bienvenida —le aseguró Dani, y luego miró a Magnus y le dijo
con firmeza—: ¡Conviértala! Ahora. En cuanto nos vayamos.

—Oh, no —dijo Mabel, uniéndose a ellos—. Es su noche de bodas, Dani. No


puede convertirla esta noche.

—¿Quieres que lo que me pasó a mí le pase a ella? —Dani se volvió hacia la


otra mujer, la ira vibrando a través de ella—. Yo también pensé que estaba a salvo
bajo el cuidado de los ejecutores, y entonces Leonius me secuestró y me convirtió.
Un no-colmillo me convirtió, Mabel. Y ahora nunca podré tener hijos o… —Se
detuvo abruptamente, respiró hondo y cerró los ojos como si estuviese luchando

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por el control.

Allie la miraba con preocupación. No tenía idea de lo que era un no-colmillo,


o por qué Dani no podía tener hijos. Pensaba que la doctora era inmortal como
los otros. Antes de que pudiera preguntar, Mabel amablemente señaló:

—Abaddon es inmortal, no un no-colmillo, Dani. No podría hacerle eso a Allie.

Con los ojos abiertos, Dani miró fijamente a la otra mujer.

—No. Tienes razón... Todo lo que puede hacer es matarla —dijo con dureza, y
luego se volvió a mirar a Magnus—. ¡Conviértela!

—Él me convertirá —dijo Allie antes de que Magnus pudiera responder—.


Ahora somos compañeros de vida.

Dani ni siquiera le quitó los ojos de encima a Magnus para mirarla, pero se le
quedó mirando e insistió:

—Esta noche.

—Esta noche. —Magnus estuvo de acuerdo en un suspiro.

—Bien —dijo Dani, relajándose. Finalmente, mirando a Allie de nuevo, sonrió


y la abrazó—. Felicitaciones. Espero que ustedes dos sean muy felices.

—Gracias —murmuró Allie, abrazando su espalda—. Mantente a salvo.


—Lo haremos —dijo Dani, y luego la soltó y se volvió para deslizarse entre la
multitud al lado de Decker. Con expresión solemne, tomó su mano y luego se
volvió hacia el garaje.

Allie los vio irse, pero su mente estaba en el tema de los no-colmillos. Sam los
había mencionado primero, en la casa de los ejecutores. Ella se lo había
preguntado entonces, pero habían estado bajo la orden de Lucian de “no hacer
preguntas hasta después” y para cuando llegó “después”, ya lo había olvidado.

—¿Allie? Estás muy callada. ¿Estás bien? —preguntó Magnus con


preocupación, sujetándola por los hombros e instándola a recostarse contra él.

Antes de que su espalda pudiera tocar su pecho, se giró y esbozó una sonrisa.

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—Estoy bien. Me preguntaba qué es un no-colmillo.

Dudó un poco, pero luego dijo:

—Un inmortal sin colmillos.

—Ah. —Lo consideró brevemente y luego preguntó—: ¿Es eso algo tan malo?
Tu gente ya no muerde a la gente. Bebes sangre en bolsas. ¿Y por qué eso le
impediría tener hijos?

Magnus se detuvo brevemente como si estuviera considerando su respuesta,


y luego explicó:

—Los no-colmillos son el resultado de diferentes nanos que los inmortales.


Fue un lote inicial que se probó, pero resultó ser problemático. Aunque funcionó
bien en un tercio de los pacientes, un tercio murió y otro tercio se volvió loco. Eso
fue suficiente para hacerles detener las pruebas con esos nanos y volver a la mesa
de estudio. Eventualmente se les ocurrió un nuevo lote de nanos, los que tienen
los inmortales.

»Después de la caída de la Atlántida, los de nuestra especie con el segundo


grupo de nanos ganaron colmillos, pero los pacientes que habían recibido el
primer grupo no lo hicieron. Para diferenciarlos los llamábamos “desdentados”
si estaban sanos y “no-colmillos” si estaban locos—explicó—. En cuanto a que
Dani tenga hijos, técnicamente podría, pero no quiere arriesgarse a tener un hijo
que sea un no-colmillos.
—Oh —dijo Allie en voz baja, mirando hacia la gente que se amontonaba en
la despensa, viendo a Dani y a Decker marcharse. Aparentemente, alguien
sostenía la puerta entre la despensa y el garaje abierta. Podía oler un leve olor a
gases de escape y escuchar el zumbido de la puerta del garaje automatizada que
se elevaba. Le miró fijamente y le preguntó—: ¿De verdad me vas a convertir
ahora?

La miró solemnemente.

—¿Quieres que lo haga?

Allie asintió de inmediato. Parecía que había pocas razones para demorarse.
Por eso aceptó ser su compañera de vida.

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Magnus se quedó en silencio durante un minuto, y luego asintió lentamente.

—Muy bien. Entonces, una vez que todos regresen de ver a Dani y a Decker,
les informaré de su decisión y empezaremos los preparativos.

—¿Preparativos? —preguntó Allie con sorpresa—. ¿Qué preparativos?

—¡Mamá!

Allie giró la cabeza mientras Liam entraba corriendo en la habitación con


Teddy y Gracie en sus talones.

—La película dejó de sonar. ¿Puedes venir a arreglarlo?

—Oh. —Dudó. Elvi había encontrado una película en Netflix para los niños
cuando les había llevado patatas fritas. Si había dejado de funcionar, el módem
probablemente necesitaría reiniciarse o algo así. Miró a Magnus, pero luego
suspiró y se dirigió hacia su hijo. Las explicaciones tendrían que esperar.
Capitulo 13

197
—¿Por qué Leonora está colocando una intravenosa? —preguntó Allie con
preocupación mientras Magnus la llevaba a su habitación en Casey Cottage. Le
había llevado más tiempo del que esperaba solucionar el problema de Netflix. Y,
por supuesto, en el momento en que terminó, los niños necesitaban ir al baño y
beber más y ella había tenido que detener la película que acababa de empezar.
Había tenido que esperar allí hasta que estuvieran listos de nuevo antes de
continuarlo. Para cuando todo eso se hizo, Allie había salido a buscar a Magnus
y la estaba esperando para traerla aquí y hacer el cambio.

Allie se había sorprendido al escuchar que el cambio se haría en su habitación.


No había considerado realmente a dónde se dirigiría, pero supuso que debido a
que era un procedimiento médico, había pensado vagamente en un hospital o
una clínica ahora que Dani se había ido. Lo que era ridículo, Allie se dio cuenta
ahora. Los inmortales difícilmente querrían que se supiera su existencia. Pero
luego, aparentemente, había muchas cosas que ella no había considerado. Como:

—¿Por qué están atando cadenas a la cama?

—La intravenosa es para darte sangre durante el cambio —explicó Magnus.

Cruzando la habitación para unirse a ellos por la puerta, Elvi añadió:


—Leonora también la usará para administrar las drogas que Dani dejó para ti.

—¿Drogas? —preguntó Allie con distracción mientras veía a Alessandro


terminar de atar una cadena al extremo superior de la cama de este lado y luego
bajarse para atar otra al pie de la cama. El edredón había sido arrancado de la
cama y una parte de lo que a ella le parecía ser lona de plástico transparente había
sido colocada sobre la ropa de cama restante. Katricia estaba abriendo una vieja
sábana cajonera para poner sobre las sábanas y las sábanas de plástico.

—Las drogas ayudan a aliviar un poco el cambio —explicó Elvi.

—Ajá —murmuró Allie, apenas escuchando la explicación mientras veía a


Alessandro terminar con la cadena en el fondo de la cama de este lado, y luego

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llevar dos largas más al otro lado—. ¿Pero por qué Alessandro está atando
cadenas a la cama?

Elvi se volvió para mirar a Alessandro también y dijo:

—Bueno, solíamos tener que pasar las cadenas por debajo de la cama, pero
después del cambio de Tiny, Victor consiguió unos bastidores de cama
reforzados especiales, así que no tuvimos que preocuparnos de que se rompieran
y ahora podemos fijarlos al bastidor en sí. Por supuesto, no hemos tenido a nadie
aquí desde que lo hizo. —Negando con la cabeza, se volvió con una sonrisa
irónica—. ¿No es así como funciona? Sucede algo varias veces, y una vez que
estás preparado para ello, estas cosas nunca ocurren. O al menos no durante años,
ya que está a punto de volver a ocurrir.

Allie no tenía idea de quién era Tiny, pero tampoco le importaba en ese
momento. Estaba más concentrada:

—¿Por qué necesitamos cadenas?

—La cuerda no resistiría la fuerza inmortal —señaló Elvi, y luego le dio una
palmadita en el brazo—. Estarás bien.

—¿Por qué no te ponemos en la cama? —sugirió Magnus, tratando de


empujarla hacia adelante por el agarre que tenía en su brazo.

Allie se atrincheró en sus talones, resistiéndose.


—No hasta que alguien explique para qué son las cadenas. No son necesarias.
Estoy haciendo esto por mi propia voluntad.

—Sí, por supuesto que sí —dijo Elvi al instante—. No lo haríamos de otra


manera. Es contra la ley inmortal convertir a alguien sin su consentimiento.

—Sí, pero el punto es, ya que estoy dispuesta, no necesitas encadenarme.

—¡Oh!, Dios mío, ¡no! —dijo Elvi al instante—. Sabemos eso. Las cadenas no
son para mantenerte aquí. Deben ayudarte....

—¿Ayudarme a qué? —preguntó con el ceño fruncido.

Cuando Elvi dudó y luego se volvió hacia Magnus con expectación, hizo una

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mueca de dolor y simplemente dijo:

—Te impedirá que te levantes de la cama o… cualquier cosa —terminó con


una mueca de dolor.

—¿Me vas a encadenar a la cama para evitar que me caiga de ella? —preguntó
con dudas, y luego exigió—: ¿Qué es lo que no me estás diciendo?

—Probablemente mucho —admitió Magnus suspirando.

—Así es —dijo Mabel alegremente mientras pasaba hacia la habitación—. Los


niños han sido trasladados a la habitación de Stephanie para ver la película en su
TV. La insonorización y las paredes dobles deben evitar que oigan y se alarmen
por los gritos. Ahora, ¿en qué puedo ayudar aquí?

—¿Gritos? —preguntó Allie con consternación.

—¡Ay!, Mabel —gimió Elvi de desesperación.

—¿Qué? —Mabel miró al trío, sus cejas levemente levantadas—. ¿Aún no le


has dicho qué esperar?

—¡No! —gritó Elvi. —Intentábamos no molestarla.

—Oh. —La rubia se mordió el labio brevemente, pero luego lo soltó y frunció
el ceño—. Bueno, eso es una tontería. La chica tiene derecho a saber qué le espera
aquí.
—Ella sabe lo que está aceptando, Mabel —dijo Elvi con exasperación. —Está
a punto de convertirse en una inmortal. Pero no veo razón para molestarla con
las historias de horror del cambio cuando no recordará la mayor parte de ellas
después de todo.

—Oh. —Mabel parpadeó, y luego hizo una mueca y admitió—: Supongo que
tienes razón. No recuerdo mucho de mi cambio. Recuerdo las pesadillas y tengo
un vago recuerdo de una terrible agonía. Pero no recuerdo haberte atacado ni a
ti ni a ninguna de las otras cosas que hice.

—Así que —dijo Allie cuando ambas mujeres se callaron—, supongo por la
mención de gritos y terrible agonía que esto va a ser increíblemente doloroso. —
No esperó una respuesta, pero continuó—. ¿Y las cadenas no son para ayudarme

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en absoluto, sino para evitar que ataque a alguno de ustedes?

—No, no. Las cadenas también están destinadas a protegerte a ti —dijo Mabel
de inmediato—. Evitarán que intentes arrancarte los ojos o abrirte el estómago en
un esfuerzo por detener el dolor.

—¡Mabel! —Elvi jadeó con consternación.

—¿Qué? —preguntó la rubia con exasperación—. Tenemos las cadenas. No


podrá hacerlo, pero necesita saber que la estamos cuidando si queremos que se
ponga en nuestras manos por esto. —Volviendo a Allie, añadió—: Realmente
sabemos lo que estamos haciendo, querida. Te prometo que todo saldrá bien.

Allie la miró con los ojos muy abiertos. Ahora que Mabel lo había mencionado,
estaba recordando una discusión en la casa de los ejecutores que había incluido
algunas descripciones desagradables de la conversión. ¿Cómo pudo olvidarse de
eso, pensó, y luego se volvió hacia Magnus?

—Esto va a ser malo, ¿no?

Magnus dudó, pero luego suspiró y asintió de mala gana.

—No va a ser agradable.

—El nacimiento nunca lo es —dijo Mabel al instante, y cuando Allie miró


sorprendida a su alrededor, se encogió de hombros—. Bueno, esto es como un
renacimiento. Vas a pasar por un período de dolor y sufrimiento y vas a salir
inmortal.
Allie parpadeó ante la descripción, y luego dijo amargamente:

—Sí, excepto que en el nacimiento, es la madre la que sufre y Magnus es la


madre de mi renacimiento, pero no va a sufrir nada en absoluto.

—Oh, él sufrirá un poco —le aseguró Mabel divirtiéndose—. En cuanto al otro,


¿realmente crees que es sólo la madre la que sufre al nacer? ¿Crees que fue
agradable para Liam nacer? No me imagino que ser apretado y golpeado por los
músculos que se contraen de su madre era divertido, y por lo menos él
probablemente tenía un dolor de cabeza palpitante de tener su cabeza apretada
en un tornillo de banco. Pero el resultado final para él fue la vida. Aquí, los nanos
invadirán tu cuerpo arreglando cualquier cosa que necesite reparación, y se
sentirá como ácido derramándose a través de tu cuerpo, pero el resultado final

201
será tu vida como inmortal. Valdrá la pena.

Allie seguía mirando a la mujer, sus palabras corriendo por su cabeza, cuando
Magnus tomó su mano, recuperando su atención.

—Si quieres esperar, lo entiendo perfectamente —dijo gentilmente—. Es


nuestra noche de bodas, después de todo.

—¡Dios, no! —Allie le arrebató la mano al pensarlo, y se dirigió a la cama—.


No lo estoy posponiendo y luego enloqueciendo por lo que vendrá por el tiempo
que nos demoremos. Hagámoslo.

—Todo listo —dijo Tricia, enderezándose después de doblar la última esquina


debajo del colchón cuando Allie llegó a la cama.

Allie le sonrió débilmente, contenta de que la otra mujer estuviera allí. Elvi y
Mabel eran encantadoras, pero Tricia fue la primera mujer inmortal que conoció
cuando se encontró con estas personas. También le recordaba a Stella, aunque
eran polos opuestos en apariencia. A Allie le gustaba, y pensó que podían ser
amigas. Girando, empezó a sentarse en la cama, pero luego se detuvo y se
enderezó de nuevo al ver el vestido que llevaba puesto.

—¿Debería cambiarme a otra cosa? —preguntó insegura, pasando una mano


sobre el suave encaje azul—. No quiero que este vestido se dañe o...

—Oh, Dios mío, sí. —Elvi se dio la vuelta y corrió hacia la puerta—. Traeré
algo más para que te lo pongas.
—Tengo mis vaqueros que podría ponerme —dijo Allie, pero la mujer ya se
había ido.

—No quieres arruinar tu ropa, querida —dijo Mabel cuando Allie comenzó a
alejarse de la cama para agarrar los vaqueros y la camiseta que había doblado
cuidadosamente y colocado en el vestidor—. Cualquier cosa que te pongas se
arruinará en el cambio. Elvi te traerá algo viejo y listo para la basura.

—¿Cómo se arruinarán? —preguntó Allie confundida mientras se detenía—.


No me voy a meter en un lío o algo así, ¿verdad?

—No, nada de eso —le aseguró Magnus rápidamente—. Pero los nanos
eliminarán muchas toxinas y…

202
—Mugre —dijo Mabel cuando Magnus parecía no saber cómo describirlo—.
Los nanos quitan todo lo desagradable de tu cuerpo, lo descomponen y lo
empujan a través de tus poros. Al menos, eso es lo que me pareció. Me desperté
sintiendo como si me hubieran metido en una cuba de grasa viscosa. Y el hedor...
asqueroso. —Puso una mueca de dolor y se quedó callada ante el recuerdo—.
Puedes lavarte el cuerpo con suficiente frotamiento, pero nada le quita el hedor
a la ropa. Por eso Katricia puso las sábanas de plástico y una sábana vieja en la
cama. Ahorra tener que tirar y reemplazar el colchón más tarde. Tiraremos el
plástico y la sábana vieja.

—Oh —dijo Allie desconcertada.

—Aquí tienes. —Elvi regresó, llevando un camisón de algodón blanco—. Esto


es algo que no he usado desde antes de que me convirtieran. Mi viejo camisón de
abuelita —dijo irónicamente, y lo sostuvo—. No me arrepentiré de ver cómo se
va. La única razón por la que no fue enviado al Ejército de Salvación hace mucho
tiempo fue que pensé que debía conservarlo en caso de que surgiera una
situación como ésta. Y así ha sido —concluyó brillantemente.

—Gracias —murmuró Allie, aceptando el camisón y dirigiéndose al baño. No


perdió el tiempo. No quería tener la oportunidad de pensar o preocuparse, así
que Allie se quitó el precioso vestido azul, lo colgó con cuidado de un gancho en
la puerta y luego se puso el camisón de abuelita sobre las bragas y el sostén. Sabía
que esto significaba que su ropa interior tendría que ser tirada después de la
conversión, pero no estaba siendo encadenada a esa cama sin pantalones y
arriesgándose a exhibirla en la habitación si ella estaba dando vueltas durante la
conversión.

Terminando, Allie tomó el pomo de la puerta para salir, pero luego se detuvo
cuando el relicario de Stella se movió contra su piel. Se había olvidado de eso.
Pero no era una buena idea usarlo durante el cambio. Se lo quitó por encima de
la cabeza, lo puso sobre el mostrador del baño y luego volvió a agarrar el pomo
de la puerta.

Todos le dieron a Allie sonrisas tranquilizadoras cuando volvió a salir con el


vaporoso camisón blanco, pero eso no ocultó su ansiedad. Parecía obvio que ella
no era la única preocupada por lo que iba a pasar. Empujando ese pensamiento
hacia abajo para unirse a las otras preocupaciones que trataban de abrumarla,

203
Allie se subió a la cama, se acostó sobre su espalda y extendió sus brazos y piernas
hacia los lados.

—Adelante. Encadénenme y comencemos la fiesta —dijo con más valentía que


coraje real. Dios, estaba asustada.

—¿Estás segura? —preguntó Magnus frunciendo el ceño—. Podemos dejar las


cadenas sueltas hasta que el cambio empiece si lo deseas.

Allie no se perdió la consternación que cruzó la cara de Elvi ante esas palabras
y negó con firmeza con la cabeza.

—Continúa. Encadéname y vámonos. Cuanto antes empecemos, antes estará


hecho.

Alessandro y Leonora se acercaron a las cadenas al pie de la cama, mientras


que Magnus y Tricia le encadenaban las muñecas. Tricia lo hizo de pie, pero
Magnus se sentó a un lado de la cama para acomodar la suya y ella tragó saliva
y evitó mirarlo mientras él trabajaba.

Una vez que terminaron, Allie se tiró de sus brazos y piernas, logrando una
sonrisa valiente cuando no podía moverlos en absoluto. La habían atado bien.

—Bien —dijo, y luego se detuvo para aclararse la garganta cuando su voz


emitió un chillido. Para su alivio, sonaba casi normal cuando lo intentó de
nuevo—. Bien, así que... ¿Y ahora qué? —Allie miró incierta al grupo que se había
reunido alrededor de la cama. Parecían adoradores del diablo en un sacrificio
virginal. Su mirada se posó por última vez en Magnus, que todavía estaba
sentado a su lado, y preguntó—: ¿Supongo que Leonora usa una aguja para
extraer tu sangre y dármela?

—No, cariño —dijo Mabel cuando todos los demás permanecieron en


silencio—. Tiene que darte su sangre él mismo. Las agujas no funcionan con esto.

—¿Qué? —preguntó con incredulidad—. Entonces, ¿cómo va a…? —Las


palabras murieron abruptamente y su mandíbula cayó conmocionada cuando
Magnus levantó repentinamente su brazo, permitió que sus colmillos se
deslizaran, y luego desgarró su muñeca con una violencia que era a la vez
alarmante y realmente bastante desagradable, pensó con consternación mientras
bajaba su brazo y veía la sangre que manchaba su cara. Entonces vio el daño que

204
le había hecho a su muñeca. No sólo había hundido sus dientes y mordido, sino
que se había desgarrado la muñeca y la sangre brotaba como un géiser mientras
la giraba hacia ella.

Su boca colgando abierta conmocionada le resultó útil. Magnus pudo colocar


su muñeca rápidamente a través de su boca abierta para que la sangre entrara a
borbotones. Pero Allie se quedó allí tumbada durante un instante, mirándole
fijamente por encima de su brazo, y luego luchó por levantar las manos para
forzarla a alejarse, pero, por supuesto, estaban encadenadas.

—Trágala —ordenó Magnus.

Si las miradas pudieran matar, Magnus habría sido incinerado en el acto, pero
eso no sucedió. Allie tuvo que tragar para no atragantarse con el líquido espeso
que le llegaba a la boca y golpeaba la parte posterior de la garganta. Era
asqueroso, cálido, salado, con un toque de metal oxidado, y ella no quería nada
más que escupirlo, pero no tenía esa opción con su brazo sobre la boca.
Permanecieron así durante lo que a Allie le pareció mucho tiempo, pero ella sabía
que eso era una función de lo desagradable de la situación.

Atrapada allí, mirándolo con furia mientras se tragaba su sangre, Allie inventó
unas cuantas palabras que quería llamarle una vez que su boca estuviera libre.
Nunca tuvo la oportunidad de usarlas. Cuando finalmente quitó la muñeca,
apenas había abierto la boca para escupir algunas de esas invectivas cuando una
gran garra con garras le atravesó el estómago. Al menos, así es como se sintió.
Un gran dragón alado le había abierto el estómago y el mago que lo montaba
había vertido ácido en el enorme agujero.

Jadeando de dolor, trató de acurrucarse para proteger su estómago, pero,


encadenada como estaba, sólo podía levantar la cabeza. Allie vio que no estaba
herida, pero eso no era lo que el dolor le decía. Y entonces ese dolor se intensificó
mil veces y Allie empezó a gritar.

—Bueno... esto fue diferente. —El comentario de Katricia llenó el silencio que
quedó cuando Allie se desmayó después de casi una hora de golpes y gritos.

205
Magnus miró a la mujer en cuestión.

—¿Cómo es eso?

—Sí —dijo Mabel con asombro—. Su estómago estaba saltando como si uno
de los bebés alienígenas de Sigourney Weaver7 estuviera a punto de salir de él.

—Debe ser donde más necesitaba trabajar —dijo Magnus, echando un vistazo
a su estómago. Él había mantenido su mirada en su cara hasta entonces. Ella lo
había mirado con tanta ira y traición cuando él forzó su muñeca contra su boca.

—Probablemente úlceras por toda su preocupación —dijo Elvi


solemnemente—. Tybo dijo que estuvo huyendo y escondiéndose de Abaddon
durante años. Eso debe haber sido estresante.

Hubo gruñidos de acuerdo de todos alrededor de la cama y luego se quedaron


en silencio de nuevo hasta que Mabel se movió inquieta, y preguntó:

—¿Cuánto tiempo crees que estará inconsciente antes de que el dolor la


despierte de nuevo y...?

Su pregunta murió abruptamente cuando los ojos de Allie se abrieron de par


en par y empezó a gritar de nuevo.

7 Actriz Susan Alexandra Weaver, más conocida como Sigourney Weaver.


Protagonista de la serie de películas “Aliens”.
Iba a ser una larga noche, pensó Magnus sombríamente mientras observaba a
Allie, impotente para hacer cualquier cosa que pusiera fin a su agonía. Lo haría
por ella si pudiera. Era su compañera de vida… y esta era su noche de bodas.
Todos los futuros novios sin duda esperaban que su noche de bodas fuera
inolvidable, y la suya ciertamente lo sería…. Sólo que no de la manera que uno
esperaría.

Me desperté sintiendo como si me hubieran metido en una cuba de grasa viscosa. Y el


hedor... asqueroso.

206
Esas palabras pasaron por la cabeza de Allie cuando se despertó.
Probablemente porque describieron perfectamente lo que estaba
experimentando. Lo primero de lo que se dio cuenta, incluso antes de abrir los
ojos, fue del olor que la rodeaba. Arrugando la nariz, abrió los ojos y se movió
inquieta sobre la cama, haciendo una mueca cuando sus piernas se deslizaron
juntas con un sonido chirriante y una sensación de esbeltez.

Levantando la cabeza, miró hacia abajo, notando que las cadenas habían
desaparecido. También el soporte de la intravenosa. No vio nada del equipo que
le habían preparado. El camisón todavía estaba sobre ella, y ella estaba en la
misma sábana que Katricia había puesto en la cama, pero tanto la bata como la
sábana estaban empapadas con líquido del mismo color que la cera que había
quitado de la oreja infectada de un perro que había tenido cuando era niña.

Oh, Dios, el olor era insoportable, pensó Allie con asco, y cambió su atención a la
habitación. Al principio, pensó que estaba sola, y luego su mirada aterrizó en una
silla que había sido colocada junto a la cama. Magnus estaba desplomado en ella,
ojos cerrados y boca abierta, profundamente dormido. Allie lo miró fijamente
durante un minuto, preguntándose cuánto tiempo había estado allí, pero
entonces ya no pudo soportar su propio olor y se sentó en la cama. Para su
asombro, logró realizar el movimiento sin ninguna dificultad. No experimentaba
ninguna debilidad, ni dolor. No hay efectos secundarios en absoluto por el
cambio. De hecho, aparte de la sensación y el olor viscoso, se sentía muy bien.

Ese hecho hizo que Allie sintiera curiosidad por saber en qué era diferente
ahora, y levantó una mano para pincharse los dientes con los dedos. Fue un poco
decepcionante cuando sus dientes no se sentían diferentes a los que tenía. No
había incisivos puntiagudos ni nada. Supuso que no debía sorprenderse. Los
dientes de Liam parecían normales hasta que tenía hambre, o cuando se estaba
alimentando. Supuso que eso significaba que también los recibiría cuando
tuviera hambre.

Otra odiosa nube de hedor se le metió en la nariz, volteando su estómago, y


Allie perdió el interés en cualquier cosa que no fuera deshacerse del aroma que
la envolvía en ese momento. Deslizándose de la cama, se movió rápidamente
hacia la puerta del baño, un poco sorprendida cuando se movió a doble velocidad
como una película en avance rápido.

Haciendo una pausa en la puerta del baño, miró hacia atrás para asegurarse

207
de que Magnus seguía durmiendo, y luego entró en la habitación y cerró la puerta
en silencio.

Allie abrió la ducha y luego se quitó el camisón, el sostén y las bragas


arruinados. Luego se paró allí, cambiando de un pie descalzo al otro mientras
esperaba que el agua estuviera lo suficientemente caliente para usarla. Al final,
entró en la bañera y cerró la cortina antes de que la temperatura estuviera
realmente donde quería, pero era lo suficientemente buena.

Agarrando el jabón de unicornio, Allie rápidamente comenzó a limpiarse, pero


su cabello también estaba pegajoso, y se balanceó hacia abajo en su cara mientras
se inclinaba para limpiar sus piernas, así que dejó de hacerlo por ahora y cambió
su atención a su cabello. Lo lavó con el champú de Sunita, algo que tenía un
monstruo de aspecto amistoso en el frente y olía a coco, manzana y alguna otra
fruta que Allie no podía nombrar en ese momento. No había acondicionador, y
tuvo que lavarse el cabello tres veces para eliminar completamente el otro olor,
pero después del tercer champú y enjuague, presionó la nariz contra un puñado
del cabello mojado y suspiró con alivio y placer. Olía como una ensalada de frutas
tropicales, y le gustaba.

Riéndose entre dientes, Allie volvió a tomar el jabón de unicornio, notando


esta vez que también olía a coco. Pero en lugar de manzana, aquí el coco fue
mezclado con cítricos. Pero aun así era una ensalada de frutas tropicales, pensó, y
sonrió mientras se limpiaba por todas partes, dos veces. Hacer espuma y frotar
para eliminar cualquier indicio del olor anterior que se le había adherido.
Allie estaba mucho más feliz cuando terminó. Se sentía limpia y… un poco
hambrienta de hecho, ahora que ese horrible olor no le revolvía el estómago,
pensó mientras cerraba los grifos, se escurría el cabello y luego salía a la alfombra
de baño. Estaba buscando la toalla que había usado esa mañana cuando se abrió
la puerta. Girándose para mirar por encima de su hombro, sorprendida, miró a
Magnus, que se había congelado con la puerta entreabierta.

Con los ojos bien abiertos, la miró desnuda y luego sacudió la cabeza, aclaró
su garganta y murmuró:

—Lo siento. Me desperté y te habías ido.

A modo de explicación, Allie supuso que era tan bueno como cualquier otro.

208
Esperaba que él se retirase y cerrase la puerta, pero él parecía arraigado en el
lugar, sus ojos fijos en su espalda desnuda y abajo y moviéndose sobre ambos.

Sabiendo que él estaba viendo las cicatrices allí, ella se sintió avergonzada
durante unos tres segundos, y luego su olor la golpeó y la vergüenza de Allie fue
dejada a un lado por otra cosa. Nada podría haberla detenido de girar y seguir
ese delicioso olor para pararse frente a él. Pero incluso ella se sorprendió cuando
deslizó sus manos sobre su pecho, agarró los bordes de su camisa, y los usó para
empujar su cabeza hacia abajo hacia ella hasta que pudo acariciar su cuello e
inhalar ese aroma encantador que tenía a su estómago temblando de emoción.

Después de un breve comienzo de sorpresa, Magnus se relajó y dejó que sus


propias manos se deslizaran hacia arriba para agarrar su cintura a cada lado. Giró
la cabeza para acariciar su cabello y se rió suavemente.

—Hueles como una ensalada de frutas. Suficientemente sabrosa para comer.

Allie soltó el aliento que había estado saboreando y respiró de nuevo,


retorciéndose contra él mientras su nariz se llenaba de su aroma picante. El
movimiento frotó sus pechos sobre el pecho de él, provocando un hormigueo de
excitación que corrió a través de ella, y jadeó sin aliento:

—Tú también hueles lo suficientemente sabroso como para comer. Como un


filete.

Ella era vagamente consciente de que Magnus se estaba poniendo duro ante
esa descripción, pero estaba demasiado desesperada como para respirar más de
su olor para prestarle mucha atención. Enterrando su nariz en su cuello, inhaló
profundamente y se retorció de nuevo con placer, enviando otra ráfaga de
emoción a través de ella.

Magnus gimió como si fuera él el que experimentaba esa excitación y la agarró


por detrás, instando también a la parte inferior de su cuerpo contra él.

Allie dio un grito ahogado cuando su excitación subió varias muescas y luego
suspiró mientras su olor llenaba sus pulmones.

—Sí. Magnus —gimió, acercándose aún más—. Por favor. Te necesito a ti.
Déjenme… —Le lamió la garganta, desesperada por ver si sabía tan bien como
olía y gemía de nuevo mientras su salada bondad explotaba en su lengua. Estaba
tan cerca de lo que quería. Si ella pudiera, Allie sintió una extraña sensación de

209
cambio en su boca y la abrió, pero en el siguiente momento, Magnus había usado
su agarre en su cintura para hacerla girar en sus brazos, de modo que su espalda
estaba contra él. Cogió sus muñecas con las manos, y luego la giró para mirarla
en el espejo.

—Eso es lo que me temía —dijo en un suspiro, mirando su reflejo—. Cariño.


Necesitas sangre.

Allie miró fijamente su reflejo. Vio los colmillos saliendo de entre sus labios,
pero sus brazos estaban alrededor de ella y ella estaba rodeada por su olor. Todo
lo que podía pensar era que quería frotarse por todo su cuerpo hasta que su olor
estuviera sobre ella, y entonces quería lamer cada centímetro de él y quería
hundir sus dientes en él y…

Gimiendo con frustración porque no podía hacer nada de eso con él


sosteniéndola como estaba, Allie presionó su trasero hacia atrás y frotó contra la
dureza que podía sentir allí, enviando otro rayo de emoción a través de su propio
cuerpo.

—Magnus. Por favor.

Maldiciendo, dio un paso atrás, soltó el agarre que tenía en una muñeca, y usó
el agarre que tenía en la otra para arrastrarla detrás de él mientras abría la puerta
del baño y se dirigía hacia afuera.

La mirada de Allie aterrizó en la cama mientras cruzaban la habitación y se


sorprendió al ver que la sábana manchada y el plástico habían sido retirados,
dejando sólo el juego de sábanas que habían protegido. Asumió que Magnus lo
había hecho hasta que murmuró:

—Leonora debe haber despojado la cama. Su llegada fue lo que me despertó y


me hizo venir a ver cómo estabas.

Allie no hizo comentarios, pero no pudo evitar pensar que era un alivio no
tener las sábanas manchadas allí apestando la habitación.

—Aquí.

Allie miró a su alrededor con sobresalto cuando se detuvo y la instó a sentarse


en la cama, y luego observó cómo se inclinaba frente a ella para abrir una nevera.
Su mirada trazó la curva de su trasero cuando se agachó, y se encontró

210
lamiéndose los labios y preguntándose si era tan firme como parecía y si un
pequeño sorbo respondería a la pregunta. Pero antes de que pudiera hacerlo, se
enderezó y se giró con dos bolsas de sangre en la mano.

Allie las miró con curiosidad, pero no olían a nada, y luego su nariz tembló
cuando el olor de él volvió a fluir hacia ella, esta vez más terrenal. Ni siquiera
pensó, sólo siguió el olor hasta la ingle de él y presionó su cara contra ella
mientras inhalaba.
Capitulo 14

211
Magnus se había vuelto hacia Allie y luego se detuvo para mantener un debate
interno sobre si dos bolsas serían suficientes o si debía agarrar dos más cuando
Allie de repente presionó su cara contra su entrepierna. Casi graznó sorprendido
y dejó caer las bolsas que tenía en la mano, pero se las arregló para evitar ambas
reacciones y simplemente la miró con la boca abierta. Empezó pinchándolo con
la nariz y olfateándolo como un perro, y luego inhaló profundamente y contuvo
la respiración mientras giraba la cabeza y frotaba su mejilla sobre el bulto como
un gato marcando algo con su olor.

Aún más chocante para él era el hecho de que incluso esos gestos ridículos lo
hacían endurecerse aún más en sus pantalones de vestir. O quizás eso era
comprensible, pensó en el siguiente momento mientras sus manos se deslizaban
por sus piernas para agarrar sus nalgas y acercarle más. La mujer era su
compañera de vida, después de todo... y desnuda... y Dios, tenía hermosos pechos,
pensó débilmente, y dejó que una de las bolsas cayera a la cama para poder
alcanzar uno de los tentadores globos. El primer roce de las yemas de los dedos
sobre el pezón excitado provocó un gemido de Allie, incluso cuando éste le envió
choques de excitación. Magnus no pudo resistirse a palpar el pecho y apretar con
entusiasmo.
La acción hizo que ambos se quedaran boquiabiertos, y luego Allie volvió la
cara y le mordió el abultamiento de sus pantalones, recordándole el asunto aquí.
Ella realmente no lo quería. Confundía el hambre de sangre con el hambre sexual,
si es que era capaz de pensar en este momento. Sospechaba que sólo seguía las
urgencias de su cuerpo y que le enviaba lo que ella quería, pero ella no tenía
experiencia y no tenía ni idea de lo que quería ni de cómo conseguirlo.

Sus pensamientos fueron enviados volando cuando ella trajo una mano para
apretar su bulto, enviando una sacudida de necesidad disparando a través de él...
y probablemente ella misma, se dio cuenta mientras ella se retorcía en la cama y
lamía su bulto.

—Bien —dijo con firmeza, y cogió su barbilla para forzarla a levantar la cara—

212
. Abre la boca.

Para su sorpresa, aunque ella parecía confundida ante la orden, obedeció.

En el momento en que lo hizo, él golpeó la bolsa que todavía sostenía en sus


colmillos, y luego se arrodilló frente a ella para sostenerla allí para que ella no se
la quitara.

Él no habló entonces, sino que simplemente la miraba, sus ojos primero se


centraban en su cara mientras ella lo miraba por encima de la bolsa, y luego
bajaba, siguiendo su propio curso hasta los pechos. Un pezón estaba a sólo unos
centímetros de su cara. También estaba erguido y parecía endurecerse aún más
mientras lo miraba. Se le hizo agua la boca y se mojó los labios inconscientemente.

Magnus no creía que fuera él quien se moviera, pero de repente se acercó más
y le rozó con los labios. Ni siquiera pensó, sólo abrió la boca, y cuando éste
presionó hacia adentro, succionó el pezón ansioso, lo agarró con los labios y lo
raspó con la lengua. Magnus era vagamente consciente de los gemidos de Allie y
de que sus manos se deslizaban alrededor de su cabeza para instarle a seguir
adelante, pero estaba experimentando el placer que le estaba dando y que
amortiguaba todo lo demás. Había oído hablar del placer compartido que
disfrutaban los compañeros de vida, pero esta era la primera vez que lo
experimentaba... y era glorioso. Cada succión, pellizco y vuelta le producía
escalofríos de placer y excitación, urgiéndolo a hacer más.

Soltando el primer pezón, giró la cabeza para reclamar el otro y le dio el mismo
tratamiento mientras acariciaba y se burlaba del primero con los dedos. Pero no
fue suficiente y soltó la bolsa, ahora casi vacía, para poder instar a que abriera las
piernas para que se moviera entre ellas para acercarse. Dejó que sus manos se
deslizaran por el interior de las piernas de ella, y chupó con fuerza el pezón y, de
acuerdo, su cuerpo se volvió febril por la necesidad y la anticipación. Y luego sus
dedos rozaron el calor de ella y casi le muerde el pezón cuando una sacudida de
excitación le atravesó.

Dejando que su pezón se le escapara de la boca para no lastimarla, levantó la


vista para ver cuánta sangre quedaba en la bolsa. No había mucha —otro
momento y podían quitársela—, así que deslizó sus dedos sobre ella con más
firmeza y ambos gimieron ante el placer que les causaba el rozamiento sobre
ellos.

213
Al final, fue Allie quien arrancó la bolsa. También bajó la cabeza, y le instó a
que subiera la cabeza hacia ella con los dedos enredados en su cabello. Aceptando
la invitación, la besó, su boca hambrienta y exigente mientras continuaba
acariciándola. Allie le devolvió el beso con la misma hambre, su cuerpo se movía
entre sus caricias, y sus brazos se apretaron para acercarlo.

Gruñendo en su boca, Magnus bajó su mano libre para desabrocharse los


pantalones. La costosa tela se deslizó de inmediato y él tomó uno de los brazos
de Allie y la instó a ponerse de pie mientras él estaba de pie para que no tuviera
que dejar de besarla y acariciarla. Sintió sus manos empujando su bóxer, y luego
su erección se liberó y sintió una delicada mano cerca de él. Magnus estuvo a
punto de perder la cabeza cuando su excitación combinada explotó entre ellos.
Sabía que Allie estaba en el mismo lugar porque compartían ese placer.

Decidido a consumar la boda antes de que la emoción los abrumara, dejó de


acariciarla, pero continuó besándola mientras la empujaba hacia atrás y sobre la
cama. Entonces la agarró por la cintura, la levantó un poco y se la llevó con él al
centro de la cama antes de descansar sobre ella.

Magnus rompió el beso y Allie gimió en protesta. Pero le acarició la oreja y


gruñó:

—Abre las piernas.


Allie lo hizo, y luego jadeó y se agarró a sus brazos cuando se frotó contra ella.
Los dos estaban tan emocionados que no se atrevió a hacerlo por segunda vez,
sino que se reposicionó un poco y se metió en ella.

Magnus medio esperaba que sería más de lo que cualquiera de ellos podría
tomar y gritarían de placer, orgasmo y se desmayarían como se dice que hacen
los compañeros de vida durante el sexo. En vez de eso, su excitación fue
interrumpida por un repentino y agudo dolor y conmoción. Se quedó inmóvil al
instante, luchando brevemente con la incredulidad y la repentina muerte de la
excitación, y luego, aún enterrado en su interior, se levantó un poco para mirar
hacia abajo.

—¿Allie? ¿Eras vir…?

214
Ella abofeteó su mano sobre su boca, silenciándolo, y luego gimió con lo que
él sólo podía adivinar que era algo así como vergüenza, antes de murmurar:

—Cielos, ¿cuántas chicas me dijeron en la universidad que ni siquiera sentían


nada la primera vez? Mentirosas —añadió amargamente.

Suspirando, Magnus comenzó a retirarse, pero Allie le clavó las uñas en los
brazos con pánico.

—¡Espera! ¿Qué estás haciendo?

Dudó, y luego dijo inseguro:

—Pensé que querrías parar.

—Sí, pero no —dijo al instante.

Magnus la miró con incertidumbre.

—¿Cuál es? ¿Sí o no?

—No lo sé —admitió infelizmente, y luego se mordió brevemente el labio


antes de decir—: ¿Y si te retiras y se cura? ¿Voy a tener este dolor siempre?

A Magnus le pareció alentador que ella estuviera considerando tener sexo con
él de nuevo. Sabía que ella se había casado con él planeando evitar la cama
matrimonial y la dejó creer que era una posibilidad porque contaba con que lo de
compañeros de vida cambiaría su opinión. Pero el dolor que acababa de
experimentar a través de ella había matado el placer y no se habría sorprendido
si ella se hubiera alejado de la cama marital después de eso, al menos por un
tiempo. Pero ahora ella había planteado una nueva preocupación e hizo una
pregunta que él no podía responder. Nunca antes se había acostado con una
virgen inmortal. De hecho, no esperaba que lo fueran a su edad. No en esta era
de amor libre y todo eso. O quizás eso ya era historia antigua, pero él sabía que
las mujeres de hoy no tenían que casarse y tomaban a los amantes como querían.
Había asumido que ella tenía experiencia.

—¿Magnus? —preguntó impaciente Allie cuando se quedó en silencio


demasiado tiempo—. ¿Se curará?

—No lo sé —admitió disculpándose—. Nunca he llevado a una virgen a mi

215
cama antes.

—¿Qué? —preguntó con incredulidad—. Tienes como un billón de años y


probablemente te has acostado con un billón de mujeres, ¿pero nunca te has
acostado con una virgen antes?

Ignoró el insulto sobre su edad, y dijo:

—No una virgen inmortal. Además, no me he acostado con un millón de


mujeres. De hecho, no he tenido relaciones sexuales desde antes de la batalla de
Maldon en el 9918.

Allie lo miró fijamente durante un momento y luego le preguntó:

—¿Estás bromeando?

—No —le aseguró Magnus en voz baja—. Los inmortales a menudo se cansan
de la comida y el sexo en algún momento entre las edades de cien y doscientos
años. Perdí mi interés en la comida veinte o treinta años antes, pero mantuve mi
interés en el sexo hasta los 212 años… aunque había disminuido bastante antes
de que se extinguiera por completo —admitió.

Ella entrecerró los ojos y dijo:

8Tuvo lugar el 11 de agosto de 991, cerca de Maldon, a orillas del río Blackwater en
Essex (Inglaterra), durante el reinado de Etelredo II el Indeciso. Los anglosajones,
encabezados por Byrhtnoth, lucharon contra los invasores vikingos de origen noruego.
—Pero yo te he visto comer. ¿Y qué era esto, entonces? Porque parecías muy
interesado cuando...

—Los compañeros de vida cambian todo eso —explicó pacientemente—.


Despiertan las pasiones de un inmortal, tanto para comer como para hacer el
amor. Despiertan el interés por todo. Es otra razón por la que son tan valoradas
y apreciadas. —Se detuvo brevemente y añadió—: El placer compartido
simplemente se suma.

—¿Placer compartido? —preguntó insegura.

Magnus dudó, pero entonces preguntó:

—Cuando estabas sentada a un lado de la cama y me tocaste, ¿no

216
experimentaste mi placer como si fuera tuyo? —Ya sabía la respuesta, pero
todavía estaba un poco aliviado cuando ella asintió.

La comprensión y el asombro que crecía en su rostro, le preguntó:

—Cuando me tocabas...

—Sentí tu placer —dijo en voz baja, su pasión, que antes estaba en decadencia,
despertando y extendiéndose dentro de él con el recuerdo. Había empezado a
perder la erección en el momento en que el dolor le había golpeado, pero ahora
se estaba endureciendo dentro de ella de nuevo.

—Algo está sucediendo —dijo ella insegura—. ¿Te estás moviendo?

—No —dijo de inmediato, pero no lo explicó, y en su lugar dijo—: Allie, no


podemos quedarnos así indefinidamente. Y no puedo responder a tu pregunta
sobre la curación. ¿Quieres que vaya a buscar a Katricia o a Drina para que les
preguntes a una de ellas?

—¡Dios, no! —Jadeó de inmediato, y luego se mordió el labio brevemente antes


de decir—: Tal vez si nos quedamos así por un tiempo, los nanos me curarán a tu
alrededor y no reconstruirán completamente mi himen.

Pensó que era una idea ridícula, y se estaba poniendo incómodo tumbado allí,
charlando como si fuera a tomar el té, así que se burló:

—O tal vez te curará sobre mi miembro.


—¿Qué? —graznó de horror.

Magnus se arrepintió inmediatamente de haber dicho eso y trató de


tranquilizarla.

—Estoy seguro de que eso no sucederá. Yo sólo estaba...

—¡Oh!

Ambos volvieron la cabeza para mirar a Katricia, que había abierto la puerta
y comenzó a entrar, pero ahora estaba saliendo de la habitación.

—Lo siento. No lo sabía. Sólo estaba comprobando... iré...

—¡No! ¡Espera! —gritó Allie, sus dedos apretando alrededor de los brazos de

217
Magnus.

Katricia se detuvo a mitad de camino, pero mantuvo sus ojos apuntando a la


puerta y el lado de su cara hacia ellos mientras esperaba.

Allie dudó, pero luego suspiró y preguntó:

—¿Los nanos sanarán mi himen?

En su sorpresa, Katricia comenzó a volverse hacia ellos, pero se paró en el


último momento y preguntó cuidadosamente:

—Allie, ¿estás diciendo que eras virgen antes de…?

—Sí —admitió con disgusto—. ¿Y ahora necesito saber si va a sanar y voy a


tener este dolor cada vez, o si hay algo que pueda hacer para prevenirlo?

Katricia exhaló un suspiro y negó con la cabeza.

—Lo siento. Ni siquiera consideré la posibilidad de... Debería haber hablado


contigo primero.

—¿Hablarme de qué? —preguntó Allie, mirando a la mujer.

—Los nanos no repararán el himen de un mortal que se convierte después de


que se ha roto y curado. Pero me temo que, sí, lo repararán si se rompe mientras
eres inmortal, a menos que el hombre permanezca dentro de ti por un tiempo
prolongado. Entonces sanarán a su alrededor y no cerrarán la brecha.
Todos se quedaron en silencio por un momento, y entonces Allie preguntó:

—¿Por qué no lo curan en un mortal durante el cambio si se rompió antes de


que ella cambiara?

—Buena pregunta —dijo Katricia irónicamente—. Creemos que la


programación original no incluía el himen. O posiblemente etiquetada como
opcional porque algunas lo tendrían, pero otras no, así que los nanos sólo lo
reparan cuando existe originalmente en su huésped y se rompe. Inmediatamente
se disponen a reparar lo que ven como una herida. Pero eso no es necesario para
una mortal que cambio después de perder su himen y ya se ha curado.

—Pero no me curarán sobre Magnus, ¿verdad?

218
Eso sorprendió a Katricia.

—No, por supuesto que no. Oh, Dios, ¿no sería una solución?

Allie se volvió para fruncir el ceño a Magnus, y fue él quien preguntó:

—¿Cuánto tiempo debemos permanecer unidos para asegurarnos de que se


cure a mi alrededor?

—Nadie está realmente seguro —admitió Katricia lentamente—. Quiero decir,


es diferente para cada mujer. Todos tenemos diferentes velocidades de curación
dependiendo de cuánta sangre tenemos disponible en nuestro sistema y qué está
pasando. —Se detuvo brevemente y luego agregó—: He oído de mujeres que
esperaron sólo diez minutos y estaban bien, y otras que esperaron veinte y sin
embargo la curación no se hizo y volvió a crecer. —Sonriendo irónicamente,
confesó—: Romper el mío fue tan doloroso que esperé media hora la primera vez
para asegurarme de no tener que volver a pasar por ello.

—Yo también esperé media hora —anunció Drina desde algún lugar más allá
de Katricia—. Y te sugiero igual, para ti, Allie. Los nanos lo curarán de inmediato
porque es una herida sangrante, pero puede que sea lento porque están tan
dispersos que se encargan de las otras reparaciones que todavía están
atendiendo.

Magnus sintió a Allie ponerse rígida ante el sonido de la voz de Drina y no se


sorprendió. Ninguno de los dos se había dado cuenta de que la otra mujer
también estaba en el pasillo.
—Creí que había terminado de cambiar —le susurró ella.

Magnus agitó la cabeza.

—La mayoría de las cosas están hechas, las más dolorosas. Pero los nanos
trabajarán para acabar con arreglos o cambios menos cruciales durante un
tiempo, quizás semanas. Tendrás que tomar más sangre mientras eso sucede.

—Ah —dijo infelizmente.

—Estoy de acuerdo con Drina —dijo Katricia, recordándoles su presencia—.


Iría con media hora para estar a salvo.

—Bien —dijo Allie infelizmente, y luego agregó—: Gracias.

219
—En cualquier momento —dijo Katricia a la ligera, y luego dijo más
seriamente—: De verdad, Allie. Estoy segura de que tendrás muchas preguntas
a medida que te vayas adaptando a ser inmortal, y estoy encantada de ayudarte.
Sólo pregunta y haré todo lo posible para responder.

—Eso va para mí también —llamó Drina.

—Gracias, chicas —dijo Allie sinceramente—. Se los agradezco.

—De acuerdo, entonces. Diviértete —dijo Katricia mientras cerraba la puerta.

El último comentario había sido dicho en un tono irónico que sugería que no
era probable. Magnus lo entendió perfectamente. Tenía que permanecer dentro
de Allie durante media hora. Bueno, quizás sólo veinticinco minutos ahora, pero
no estaba seguro de cuánto tiempo había estado en ella, así que diría treinta en
lugar de arriesgarse a tener que hacer esto de nuevo. El punto era, sin embargo,
que necesitaba mantener su erección para permanecer en ella. Si se encogía
demasiado se deslizaría sin importar lo que hiciera, así que tendría que
mantenerse al menos ligeramente excitado. Pero si se emocionaba demasiado y
la pasión los abrumaba... bueno, un orgasmo sin duda pondría fin al ejercicio. Así
que iba a ser un terrible acto de equilibrio.

—Algo está pasando de nuevo —dijo Allie ansiosamente.


Sus palabras llamaron su atención de sus pensamientos a la comprensión de
que estaba perdiendo la erección de nuevo. Suspirando, puso su frente sobre la
de ella y dijo:

—Me estoy encogiendo.

—¡Bueno, no hagas eso! —exclamó con consternación—. Tienes que quedarte


dentro de mí media hora.

Magnus soltó una risita indefensa y levantó la cabeza.

—Soy consciente de ello, pero ordenarme que no pierda mi erección no va a…


—Sus palabras murieron cuando ella repentinamente se movió debajo de él,
empujando sus caderas hacia arriba para apretarse más contra él, probablemente

220
en un esfuerzo por asegurarse de que no se escapara. Afortunadamente, tenía la
ventaja añadida de despertar en él un poco de emoción y se sintió endurecerse
de nuevo.

—¿Qué podemos hacer para mantenerte... interesado? —preguntó ahora, y


luego agregó—: ¿Pero no demasiado entusiasmado?

Ella entendió la situación y no necesitaba que se lo explicara. Eso fue bueno al


menos, decidió Magnus, y estaba considerando su pregunta y la mejor manera
de abordar el problema cuando de repente ella quitó las piernas de debajo de él
y luego lo giró sobre su espalda, subiéndose encima de él. Luego se sentó, sólo
para levantar un brazo para cubrir sus pechos de su vista.

—No mires —ordenó Allie, y él le levantó unos ojos incrédulos a su cara.

—¿Te has vuelto tímida? —preguntó sorprendido—. ¿Ahora? Después de


pavonearte por ahí desnuda frente a mí por...

—No estaba pavoneándome —dijo con un giro de ojos—. Y soy virgen. O lo


era —añadió con una mueca—. Por supuesto que soy tímida.

—Perdóname —murmuró divertido, levantando sus manos hasta la parte


superior de sus brazos y bajándoselas suavemente por la piel—. Pero no parecías
tímida en el baño.

—No. —Ella tembló un poco ante su leve caricia, pero luego arrugó su nariz—
. Ni siquiera sé quién era esa mujer. Estaba desesperado por...
Cuando ella se detuvo, mirándolo confundida, él dijo suavemente:

—Era sed de sangre.

Los ojos de Allie se abrieron un poco más, y le miró con sorpresa.

—¿En serio? Porque se sentía como si...

—¿Deseo? —sugirió suavemente—. La sed de sangre puede ser fácilmente


confundida con deseo al principio, me han dicho.

—Oh. Así que, en realidad estaba hambrienta de sangre, no de sexo. —Lo


consideró brevemente y luego asintió—. Sí. Eso tiene sentido. Quiero decir, olías
como un gran filete jugoso cuando entraste al baño. Pero después de esa bolsa de

221
sangre... —Inhaló brevemente y luego asintió—. No tan hambrienta. Aún hueles
bien, pero más como pastel de carne que como un bistec. Por un filete me
arrastraría desnuda. Pastel de carne. —Se encogió de hombros—. No tanto.

—¿Pastel de carne? —preguntó con consternación. Magnus había oído a los


hombres con los que trabajaba quejarse de las comidas de pastel de carne. Según
sus compañeros, estaban bien, pero simplemente no se podían comparar con el
bistec.

Allie se inclinó para palmear su brazo con simpatía, dejando sólo un brazo
para cubrir sus senos, y luego se enderezó de nuevo y lo contempló frunciendo
el ceño y otra vez preguntó:

—¿Cómo podemos mantenerte excitado, pero no demasiado excitado?

Magnus estaba considerando la pregunta cuando dijo:

—En el porno, los hombres parecen excitarse cuando las mujeres juegan con
sus pechos y esas cosas.

—¿Ves porno? —preguntó con incredulidad.

—Soy una virgen de treinta y cuatro años que trabaja en la computadora. ¿Qué
te parece? —preguntó secamente, y luego levantó las cejas—. Entonces, ¿quieres
que me acaricie los pechos o algo así?

La pregunta la primera vez le había sorprendido. Esta vez la imaginó haciendo


eso e inmediatamente comenzó a hincharse dentro de ella de nuevo.
—Lo tomaré como un sí —dijo Allie secamente y, después de dudar, movió
sus brazos hacia los lados hasta que sus manos cubrieron sus senos. Ni siquiera
le echó un vistazo al pezón, pero no parecía importarle y observó, fascinado,
mientras ella comenzaba a amasar y exprimir su propia carne. Pero fue cuando
apretó sus pechos juntos y dejó que su cabeza se inclinara hacia atrás, su boca
abriéndose y su lengua corriendo a través de su labio superior, que sintió su pene
saltar en ella.

Gruñendo suavemente, Magnus se sentó inmediatamente para cubrir su boca


con la suya y sacó su lengua para raspar la de ella. El cambio de posición la movió
ligeramente en su regazo, moviéndola encima de él y enviando otra sacudida de
excitación a través de ambos, y Allie le devolvió el beso con impaciencia. Ella

222
soltó sus pechos y luego deslizó sus brazos alrededor de sus hombros para
mantenerlo cerca mientras su lengua se clavaba en ella. Presionó sus pechos más
cerca de su pecho, y él sintió su excitación mientras los pelos de su pecho se
extendían sobre los sensibles pezones. Al instante siguiente, deslizó sus manos
entre ellos para instarla a que se echara hacia atrás un poco para poder cubrirle
los pechos y apretarlos y amasarlos como ella lo había estado haciendo.

Ambos gimieron ante la excitación que les invadió, y luego Magnus empezó a
tocar sus duros pezones con los pulgares y los dedos, tirando y retorciéndose
ligeramente mientras empujaba su lengua hacia la boca de ella con creciente
demanda.

Cuando ella entonces se levantó y se bajó sobre su eje, él jadeó con placer y
soltó sus pechos para atrapar sus caderas e instarla a seguir adelante antes de que
se diera cuenta de lo que estaban haciendo y lo cerca que estaban del fuego que
estaban bailando.

Apretándole las caderas, Magnus la detuvo y murmuró:

—Demasiado.

—Sí. —Jadeó, pero no pudo evitarlo e intentó volver a moverse. Lo peor de


todo fue que él quería que lo hiciera. Pero tampoco quería volver a hacerle daño
la próxima vez que hicieran el amor. Maldiciendo, Magnus la envolvió con sus
brazos y se dejó caer de nuevo en la cama, llevándola con él. Entonces la agarró
con más fuerza, impidiéndole que se moviera de nuevo.
Yacieron así por un momento, ambos respirando pesadamente hasta que la
palpitación de su erección se alivió un poco, y luego hizo la primera pregunta
que se le ocurrió.

—¿Por qué seguías siendo virgen?

Allie se puso rígida en sus brazos y él estaba adivinando que la pregunta le


quitó mucho de su deseo, porque el suyo propio retrocedió repentinamente como
una ola que se alejaba de la orilla. Finalmente, ella se encogió de hombros contra
él, y murmuró:

—No lo sé. Supongo que nunca conocí a nadie con quien me interesara
acostarme.

223
Los dos se quedaron en silencio durante un minuto, y luego ella dijo:

—Eso no es verdad. Supongo que, mientras me interesaba una o dos veces,


tenía miedo.

—¿Del sexo? —preguntó inseguro.

—No. De involucrarme con alguien —admitió en voz baja.

Lo consideró brevemente, pensando que, si bien esto les estaba causando


dificultades en este momento, en realidad estaba bastante contento de que fuera
su primer amante. Y el último. Al menos mientras viviera. Ella no estaría
interesada en tener sexo con nadie más mientras ambos vivieran. Sin embargo,
no le gustaba la idea de que ella pasara su vida con miedo a las relaciones. Eso
sin duda les afectaría, así que preguntó:

—¿Por qué?

Allie se quedó callada tanto tiempo que empezó a pensar que no respondería,
pero luego suspiró y dijo:

—Tuve una infancia extraña. Te dije que mi padre fue criado como un
seguidor de Cristo.

—Sí —reconoció, aunque no estaba seguro de lo que eso significaba. Pensaba


que era una secta, y sabía que no creían en la intervención médica, pero ahí era
donde terminaba su conocimiento del tema.
—Bueno, no sé si todavía seguía todos sus principios o inventó algunos
propios después de dejar los Estados Unidos, mudarse a Canadá y casarse con
mi madre, pero la vida con él era… difícil. —Terminó solemnemente, y
recordando las cicatrices en su espalda, sospechó que eso era algo así como un
eufemismo—. Nos criamos en una granja que era… bueno, era prácticamente
Little House on the Prairie9 —dijo secamente, y luego levantó un poco la cabeza
para mirarlo—. En serio. No teníamos electricidad, y un grifo con bomba de
mano en el fregadero de la cocina era la forma de conseguir agua. Solíamos
arrastrar esa gran bañera hasta el medio de la cocina una vez a la semana y
teníamos que bombear y hervir agua para bañarnos. —Se echó de nuevo sobre
su pecho con un suspiro, y luego admitió—: Era todo lo que sabía, así que estaba
bien en ese momento.

224
—Pero... —le dijo cuando ella se quedó en silencio otra vez.

Allie no respondió al principio, pero luego dijo:

—Fuimos educadas en casa y se suponía que no debíamos hacer amigos de los


niños de las granjas cercanas para que no nos corrompieran, como decía mi
padre.

Magnus sintió que comenzaba a mover un dedo sobre su pecho, rodeando su


pezón en un amplio arco antes de admitir:

—Pero hice un amigo.

—¿Cómo? —preguntó de inmediato.

Allie se encogió de hombros.

—Había un bosquecillo en la parte de atrás de nuestra propiedad. Mi padre


solía enviarme a recoger ramas más pequeñas y todo eso para encender el fuego
para la cocina y para el calor cuando el tiempo se ponía frío. Un día, cuando tenía
unos diez años, me enviaron y oí reír a los niños. Tenía curiosidad, así que seguí
el sonido hasta la parte trasera del bosquecillo, y había unos niños jugando. Su

9 Serie basada en los libros de Laura Ingalls Wilder, en donde se narran las aventuras
de la familia Ingalls, una familia originaria de Wisconsin que se muda a Minnesota en
1870.
granja estaba a espalda de la nuestra. La mitad del bosque era de su granja y
jugaban al escondite en el bosque.

Ella le dio una palmadita en el pezón, enviando un toque de emoción a través


de él que despertó su desvanecida erección, y luego continuó:

—Cuando me vieron, dejaron su juego y vinieron corriendo. Fueron muy


amables y me invitaron a jugar. Sabía que no debía hacerlo, pero se estaban
riendo y… —Se encogió de hombros—. Jugué con ellos. Después de eso, cada vez
que me enviaban a buscar leña, los buscaba. A veces estaban allí y a veces no,
pero si lo estaban, jugábamos juntos. Eran cuatro, todos hermanos y hermanas.
La más joven era Bethany. Ella tenía mi edad, y nos hicimos buenas amigas. Nos
divertimos mucho en esos bosques —dijo, y él pudo oír la sonrisa en su voz.

225
—¿Y tus padres nunca lo supieron? —preguntó Magnus.

—No. No jugábamos tanto tiempo. No como horas o algo así, tal vez una hora.
Y los niños siempre me ayudaron a recoger leña después para que no me metiera
en problemas. —Se encogió de hombros contra su pecho—. De todos modos, no
recuerdo cómo sucedió, pero un día terminé siguiéndolos de vuelta a su casa.
Recuerdo que era verano y hacía calor, así que probablemente fuimos en busca
de bebidas. Pero lo que obtuve me abrió los ojos —dijo secamente—. Su granja se
parecía mucho a la nuestra por fuera, una vieja casa victoriana. Pero el interior
había sido completamente renovado. Era como un palacio para mí, y una
maravilla también. Tenían aire acondicionado, agua corriente y luces que se
encendían con electricidad en lugar de linternas de aceite. Y tenían televisión,
radio y computadoras. —Se rió un poco—. Pensé que era el cielo.

Magnus sonrió débilmente ante la afirmación, no sorprendido por ello.

—Creo que te estás encogiendo de nuevo —dijo de repente Allie.

Magnus frunció el ceño al darse cuenta de que era verdad. Se había


involucrado tanto en su historia que su deseo se había desvanecido y ahora corría
el grave riesgo de salirse de ella.

—¿Qué hacemos para...? —Sus palabras terminaron con un grito de sorpresa


cuando la instó a que se sentara sobre él y se extendiera entre ellos para acariciarla
justo encima de donde estaban unidos. Vio que sus ojos se abrían más y su cabeza
retrocedía ante un gemido, justo antes de que su placer le golpeara, y apretó sus
propios ojos para cerrarlos.

Dios, ella se sentía tan bien, y lo que él estaba haciendo era enviar oleada tras
oleada de creciente placer y excitación a través de él también que inmediatamente
revivió su vacilante erección. Descubrió que los movimientos circulares
funcionaban mejor, corriendo su pulgar ligeramente alrededor del nudo que era
el centro de su excitación, simplemente cepillando los bordes al principio. Pero
entonces Allie comenzó a moverse sobre él, montándolo en busca de la
satisfacción que ella sentía que la esperaba, y él tuvo que dejar de acariciarla para
atrapar sus caderas y evitar que los empujara por encima del borde.

— Dime.... lo que pasó... con tus nuevos amigos —dijo, le salió entre los dientes

226
apretados, y luego respiró hondo un par de veces antes de preguntarle—: ¿Se
enteró tu padre?

Jadeando, Allie bajó la cabeza para mirarlo sin entender nada. Sin embargo,
esta vez no se cubrió los senos inmediatamente. Progreso, pensó, y luego ella tragó
y agitó un poco su cabeza como para despejarla.

—No —dijo finalmente—. Estaba demasiado ocupado trabajando en la granja


como para prestarme mucha atención cuando me enviaban a buscar leña. Todos
trabajábamos duro. Todo fue hecho desde cero, incluso nuestra ropa.

Magnus se relajó un poco, aliviada de que tuviera la sensatez de darles un


respiro.

—Pasaron un par de años en los que mantuve a mis amigos en secreto, y luego
cuando tenía doce años, pasó una semana entera en la que ninguno de ellos
apareció en el bosquecillo. Sólo había estado en su casa una o dos veces y nunca
había ido allí sin ellos, pero estaba tan preocupada que fui a través de su campo
hasta llegar a la casa y llamé a la puerta. Su hermano Brandon respondió y dijo
que Bethany estaba enferma, pero que se alegraría de verme, así que fui a su
habitación a visitarla. Fue entonces cuando me enteré de la existencia de los
médicos —dijo solemnemente—. Su apéndice había reventado.

»No tenía ni idea de lo que era, pero había terminado en el hospital donde los
médicos aparentemente le habían extirpado el apéndice. Supongo que toda la
familia había pasado mucho tiempo en el hospital con ella, por lo que su hermana
y sus hermanos no habían venido al bosque para contarme lo que estaba pasando.
Sólo había llegado a casa ese día y se suponía que se lo tomaría con calma por un
tiempo. Así que durante la semana siguiente pasamos todas nuestras visitas en
su casa. Veíamos la televisión o las películas o jugábamos en el ordenador. Me
encantaba el ordenador —dijo con una sonrisa.

Magnus no se sorprendió. Se ganaba la vida diseñando sitios web en una


computadora.

—Después de eso, pasamos mucho más tiempo en su casa. Nos estábamos


haciendo mayores y jugar al escondite ya no nos atraía a ninguno de nosotros —
explicó—. En verdad, creo que sólo continuaron yendo a los bosquecillos por un
tiempo para hacernos felices a Bethany y a mí —admitió Allie, y luego agregó—
: Y tal vez porque le gusté a su hermano Brandon. —Sonriendo, confesó—: A mí

227
también me gustaba. Era el chico más guapo que había visto en mi vida. Por
supuesto, él y su hermano eran los únicos chicos que había visto —reconoció con
un giro irónico de sus labios—. Pero, de todos modos, me dio mi primer beso a
los trece, y fue mi primera pareja de besos.

Magnus se puso rígido, celoso, acumulándose en los bordes de su conciencia.

—Tenía catorce años cuando su padre tuvo un ataque al corazón y murió. La


madre de Bethany y Brandon inmediatamente vendió la granja y trasladó a los
niños a la ciudad. —Hizo una mueca de dolor ante el recuerdo—. Todo pareció
suceder terriblemente rápido. Estaban allí y luego se fueron y me dejaron con el
corazón roto. Perdí a mi amiga y al chico que amaba, así como así.

—Y tus padres ni siquiera sabían que eran parte de tu vida —preguntó,


encontrando eso difícil de creer.

—Creo que mi madre sospechaba que algo estaba pasando. A veces tenía esa
mirada... y una vez, cuando estuve fuera demasiado tiempo, vino a buscarme.
Debe habernos oído reír y charlar antes de que uno de los chicos la viera. Pero
cuando se escondieron y me apresuré a encontrarme con ella, no dijo nada. Me
ayudó a recoger palos y me llevó a casa. —Suspirando, se encogió de hombros—
. Pero lo descubrieron cuando tenía dieciséis años.

—¿Cómo? —preguntó sorprendido. Si sus amigos se habían mudado dos años


antes de eso, ¿cómo podrían sus padres saber que ella solía tener amigos?
—Se lo dije —admitió con severidad, y luego me lo explicó—. Tenía una
hermanita. Jilly. Tenía siete años menos que yo, así que siempre se quedaba en la
granja cuando iba al bosque, pero cuando tenía dieciséis se enfermó. Habíamos
tenido resfriados, fiebres y gripes antes, pero esto era diferente. Ella tenía un
dolor terrible y estaba muy enferma —dijo Allie con angustia recordada.

—¿Qué tenía? —preguntó Magnus con preocupación, pasando sus manos por
encima de sus brazos en un esfuerzo por calmarla.

—No lo sé. No la llevaron al médico para averiguarlo —dijo con frustración—


. Pensé que tal vez no sabían de médicos y de cómo podían ayudar. Supongo que
fui increíblemente ingenua —admitió con un suspiro—. Pero por eso les hablé de
mi amiga Bethany y su apendicitis. Pensé que, si se daban cuenta de que los

228
médicos podían ayudar a Jilly, la llevarían a ver uno.

—¿Pero se negaron? —adivinó en voz baja.

Allie asintió.

—Creo que mi madre quería hacerlo. No paraba de darle a papá esa mirada
suplicante mientras yo hablaba. Pero ni siquiera lo consideraría. La enfermedad
fue una prueba dada a nosotros por Dios, un castigo por nuestros pecados.
Teníamos que tener fe en Él y orar por el perdón y la sanidad. Eso era lo único
que podía salvarla, dijo, y luego me golpeó por mi pecado al desobedecerle,
diciéndome todo el tiempo que la enfermedad de Jilly era porque yo había
pecado y permitido que esos niños paganos me corrompieran.

—No le creíste, ¿verdad? —preguntó Magnus con preocupación.

—Era una chica muy joven y poco sofisticada de dieciséis años —le dijo
solemnemente—. Y sí, podría haberle creído, pero cuando mi madre me bañaba
los verdugones en la espalda, el culo y la parte de atrás de las piernas por sus
golpes, me dijo...

—Las cicatrices —interrumpió solemnemente, recordando cómo la vista le


había impresionado cuando las había visto cubriendo su espalda, la parte inferior
y la parte superior de las piernas. El recuerdo de ellos ahora le decía lo violenta
y despiadada que había sido la golpiza de su padre.

—Sí. Bonitas, ¿verdad? Un recuerdo constante del padre que odiaba —dijo
amargamente, y luego cerró los ojos y bajó la cabeza con algo así como
vergüenza—. Sabía que las habías visto cuando entraste al baño. Parecías
perplejo por lo feas que eran. Supongo que ahora lamentas haberte casado
conmigo.

—No —dijo con asombro—. Eran una sorpresa, sí. Pero nunca me habrían
obligado a no tomarte como mi compañera de vida o no me habría casado
contigo. —Cuando ella negó con la cabeza con incredulidad, admitió—: Las vi
antes de casarnos, Allie.

Sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Cuando llegamos aquí, Dani y Elvi te cambiarían por uno de los camisones

229
de Elvi para que pudieras descansar más cómodamente. Me fui para que
pudieran hacerlo, pero volví para descubrir que te habían desnudado pero que
se habían detenido allí. Estabas acostada boca abajo, con las cicatrices visibles.

—Pero ellas no me cambiaron —dijo con confusión y agitación.

—No. —Le pasó una mano por el brazo suavemente—. Las cicatrices les
hicieron preocuparse de que te sintieras incómoda al saber que alguien las había
visto. Cuando regresé, estaban debatiendo si continuar cambiándote, o ponerte
de nuevo tu ropa. Pero Stephanie les dijo que no te alegraría saber que alguien
las había visto, así que te vistieron con tu ropa.

—Oh —susurró infelizmente, sus ojos cerrados de nuevo por la vergüenza.

Magnus odiaba que se avergonzara de algo así. Las cicatrices eran el resultado
de la vida de los mortales. Todos los mortales las tenían. Algunas eran peores
que otras. Ella ya no era mortal, sin embargo, y le dijo gentilmente:

—Se han ido, Allie.

Allie se puso rígida, sus ojos se abrieron para registrar su cara, y luego giró la
cabeza como si tratara de ver si lo que él decía era cierto. Pero, por supuesto, no
podía ver su propia espalda sin importar cómo lo intentara. Al darse cuenta de
esto, Magnus se sentó de nuevo y comenzó a correr hacia el borde de la cama,
llevándola con él. El movimiento provocó fricción entre ellos, y envió rayos de
placer a través de ambos, despertando su erección, una vez más. Magnus sólo
podía pensar que eso era algo bueno, pero rechinó los dientes, decidió que ella
debía ver su espalda, y no quería tener que parar hasta que él llegara allí.

Una vez que llegó al final de la cama y se sentó con los pies en el suelo, la
envolvió con un brazo para ayudar a mantenerla en su lugar y luego se puso de
pie, ordenando:

—Abrázame con las piernas.

Allie hizo lo que se le había ordenado y ambos gimieron cuando él empezó a


caminar.

Afortunadamente, el aparador estaba a sólo unos pasos de distancia. Si


hubiera tenido que llevarla así al baño, Magnus no tenía ninguna duda de que

230
no lo habrían logrado. El placer los habría abrumado, dejándolos desmayados en
la alfombra a mitad de camino de la puerta del baño.

Poniéndola detrás del tocador, Magnus se apretó más profundamente contra


ella, luchando contra la necesidad de replegarse y volver a empujarla, y dijo a
través de apretados dientes:

—Mira.
Capitulo 15

231
A Allie le llevó un momento mirar. No porque no quisiera ver, sino porque su
cuerpo estaba zumbando de deseo, y realmente quería arañarle el culo e instarlo
a que terminara esta tortura. Querido Dios, los altibajos de tratar de mantenerlo
erguido dentro de ella sin empujar más allá del punto de no retorno era como un
viaje en una montaña rusa.

Suspirando, apoyó brevemente su frente sobre su pecho mientras respiraba


profundamente, y luego levantó la cabeza y se giró para ver su reflejo en el espejo.

Los ojos de Allie se agrandaron ante la extensión de piel pura e inmaculada


que vio. Las cicatrices que había llevado durante casi veinte años habían
desaparecido. Al menos sus cicatrices externas, pensó, y se miró, y luego su mirada
se deslizó hacia Magnus. Él había hecho esto por ella. El que la cambiara había
quitado las marcas que había escondido durante todos estos años.

Girando bruscamente, se inclinó hacia arriba y le besó, la acción elevándola


ligeramente sobre su eje. Magnus gimió en respuesta y besó duro y casi áspero.
A Allie le gustó. La excitó, y raspó sus uñas a través de su cuero cabelludo,
presionó más cerca de su pecho, y chupó con fuerza su lengua mientras movía
sus caderas, urgiéndolo a que se moviera. Para su alivio, Magnus le dio un fuerte
empujón, cerrando el espacio que había hecho, y se jadeaban el uno al otro en la
boca ante el placer que les traía. Pero entonces Magnus rompió el beso y cogió
sus caderas para mantenerla quieta.

—Cristo, mujer —murmuró, recargando su frente contra la de ella, y luego la


giró ligeramente de un lado a otro—. No podemos.

Allie no dijo nada, sólo se aferró a él y trató de recuperar el aliento.

Después de un momento, se aclaró la garganta y dijo:

—¿Qué te dijo tu madre cuando te limpiaba las heridas?

Allie suspiró, y se forzó a relajarse para sujetarlo. Después de un momento,


fue capaz de retomar donde lo había dejado.

232
—Mi madre sabía de médicos y de todas las maravillas que había visto en casa
de Bethany. Fue criada como católica, y vivió esa vida antes de conocer y
enamorarse de mi padre. Dijo que cuando yo fuera lo suficientemente mayor,
debería irme y buscar esa vida también. Pero por ahora, mi padre estaba a cargo
y su creencia en Dios era estricta y dura, pero hermosa y pura. Le había
asegurado que Jilly mejoraría si rezaban lo suficiente y ella le creía. Dios no nos
quitaría a una niña tan preciosa.

Allie cerró los ojos.

—Jilly murió dos días después. Para entonces yo tenía fiebre y estaba
terriblemente enferma.

—¿Tus heridas estaban infectadas? —preguntó Magnus, tirando un poco hacia


atrás. Allie levantó la cabeza y asintió.

—Mi espalda.

Pasó una mano suavemente sobre su espalda, y ella sonrió débilmente antes
de continuar.

—Mi madre estaba desconsolada de dolor e histeria por mi infección y la


muerte de Jilly. Ella gritó que padre había mentido, Dios se había llevado a su
bebé, y me iba a llevar a mí también. —Hizo una mueca de dolor y volvió a
apoyar su cabeza contra él—. Realmente estaba muy enferma. Incluso yo pensé
que iba a morir.
—Y ahí es cuando te llevó al médico —adivinó Magnus, las palabras como un
estruendo que podía sentir en su pecho.

Allie negó con la cabeza.

—Ahí fue cuando se ahorcó.

—¿Qué? —Él se echó hacia atrás y ella levantó la cabeza para ver la sorpresa
en su cara mientras le preguntaba—: Te dejó morir y se suicidó.

Allie asintió. Normalmente, cuando pensaba en esto, se enfadaba y se ponía


sentimental. Esta vez, sin embargo, no sentía mucho y se limitó a decir:

—Mi fiebre estaba muy alta cuando vino a verme, pero lo recuerdo muy bien.

233
Me dijo que amaba a mi padre más que a la vida misma, e incluso en ese
momento, con una hija muerta y otra muriendo, no podía traicionarlo y buscar
ayuda médica. Pero tampoco podía vivir con el hecho de que no hacer nada había
matado a mi hermana y probablemente me iba a matar a mí. Entonces se iba a
quitar la vida. Si muriera, ella y Jilly estarían esperando para saludarme cuando
Dios me llevara a casa.

—Pensé que era católica —gruñó Magnus con asco—. El suicidio es un pecado
mortal según la Iglesia católica.

Allie se encogió de hombros y dijo cansada:

—En ese momento, creo que estaba loca. Todo el tiempo mientras me decía
eso, me daba palmaditas en el hombro y sonreía como si lo que decía fuera
perfectamente normal y debería ser una buena noticia, porque yo quería que ella
y Jilly me saludaran cuando muriera. Luego se levantó y se fue de mi habitación.
Intenté seguirla, pero el esfuerzo me causó un dolor terrible y me desmayé sin
siquiera poder levantarme de la cama.

Allie se quedó en silencio durante un minuto, y luego continuó.

—Cuando me desperté, mi padre estaba allí colocando paños fríos sobre mi


frente. Me dijo que mi madre había “perdido la fe en nuestro Dios” y se había
ahorcado. Ahora éramos sólo nosotros dos. Tendríamos que vivir bien y rezar
por su alma y la de Jilly.
Se detuvo brevemente, preguntándose donde estaba la ira habitual. Allie no
había hablado de esto a menudo. De hecho, aparte de la madre de Bethany y la
policía, Stella era la única persona a la que le había contado sobre su pasado, pero
había sentido rabia, ira y dolor cada vez que contaba la historia antes de esto.
Ahora se sentía triste al pensar en la familia que había tenido. Habían estado tan
jodidos.

Sacudiendo la cabeza, Allie dijo:

—No morí. La fiebre me bajó y mi padre me cuidó hasta que recuperé la salud.
Nunca volvimos a hablar de Jilly o de mi madre, aparte de que me dijo que las
dos estaban enterradas en un pequeño cementerio muy viejo en la parte de atrás
de la propiedad. Era ilegal, pero también se negaba a buscar ayuda médica para

234
los niños, así que dudo que le importara. —Se encogió de hombros—. Me tomó
un par de semanas recuperar mis fuerzas, pero una vez que pensé que podría
hacerlo, hice las maletas y me fui. Sólo salí de la casa y seguí caminando.

—¿A dónde fuiste? —preguntó Magnus, y pudo escuchar la preocupación en


su voz.

— Con la familia de Bethany —dijo Allie con una leve sonrisa—. Me había
dado su nueva dirección antes de que se mudaran y la encontré con la ayuda de
un granjero que me recogió en las afueras de la ciudad y me llevó el resto del
camino a la ciudad y a su casa. Decir que se sorprendieron al verme sería
quedarse un poco corto —agregó divertida—. Todos eran muy amables, pero
Bethany había cambiado. La chica de campo se había ido, ahora era toda ciudad
y me di cuenta de que no sabía qué hacer conmigo. Había una casa llena de
adolescentes, una especie de fiesta, y ella estaba avergonzada de mí con mi ropa
casera. En cuanto a Brandon, actuó como si no me conociera. Pero la señora
Wilson me sentó y me hizo contarle todo. Luego me llevó a la comisaría y me
obligó a decírselo.

—¿Tu padre fue arrestado? —preguntó Magnus.

—Lo habría sido. Mencionaron homicidio por negligencia criminal en relación


a mi hermana, y algo sobre enterrar sus cuerpos en la granja, pero no puedo
recordar de qué se le acusó. —Se tomó un momento para intentar recordar, pero
luego se encogió de hombros—. No importa. No estaba allí cuando fueron a la
granja. Pero desenterraron a Jilly y a mi madre y los llevaron a que les hicieran
autopsias para reforzar los cargos contra mi padre. Sin embargo, él se había ido
hace mucho tiempo —agregó, y luego explicó—: Lo vi en el campo mientras me
iba, y sé que él me vio a mí. Dejó de trabajar, se enderezó y me vio marchar. Creo
que probablemente se dio cuenta de que le diría a alguien lo que había pasado y
que vendrían por él, así que empacó su camioneta y se fue.

—¿Sabes a dónde fue? —preguntó Magnus.

—No tengo idea y no me importa —dijo Allie encogiéndose de hombros.

Magnus dudó, y entonces preguntó:

—¿Y qué hay de ti? ¿Qué te pasó entonces?

235
—Me pusieron en el sistema y me pusieron con una familia de acogida. Me
ayudaron a conseguir un número de seguro social y esas cosas. —Me dio una
sonrisa—. Nací en casa y mi nacimiento nunca fue registrado, así que tuve que
probar que existía y que era canadiense, pero me ayudaron con eso.

—¿Y la escuela? —preguntó.

Allie puso una mueca de dolor, pero había sido honesta hasta ahora, así que
continuó con esa honestidad.

—Mi madre adoptiva me llevó a hacer la prueba para ver dónde debía ir a la
escuela. Afortunadamente, mi madre aparentemente era una buena maestra y mi
educación en el hogar resultó ser excelente. Me pusieron en el grado once con
mis compañeros, pero era un bicho raro y realmente no encajaba.

—No eres un bicho raro —dijo al instante, sonando molesto.

Sonriendo, Allie se inclinó hacia atrás y lo miró con incredulidad antes de


asegurarle:

—Definitivamente soy un bicho raro.

Cuando él empezó a sacudir la cabeza, ella señaló:

—Soy introvertida, soy un genio de la informática, la madre mortal de un


vampiro, y hace casi media hora era virgen a los treinta y cuatro años. Eso es un
bicho raro —le aseguró, y luego añadió—: Pero estoy de acuerdo con eso. No
todos podemos ser la señora Brady10. Además, ustedes son vampiros, y eso los
convierte a todos en bichos raros, así que estoy en buena compañía.

—Acabas de llamarme bicho raro —dijo con una combinación de diversión e


incredulidad.

—Sí. Lo hice —dijo sin disculparse, y luego se puso en su contra, enviando


otra ola de pasión a través de ambos—. ¿Qué va a hacer al respecto, señor?

Las manos de Magnus se apretaron en sus caderas para evitar que se moviera,
y gruñó:

—No me tientes. Todavía no ha pasado media hora. Termina de contarme


sobre tu vida.

236
Allie miró su mirada brevemente y luego asintió y dijo sin rodeos:

—Me sentía socialmente inadecuada e incómoda con otras personas, así que
las evité lo más que pude. Me ganó la reputación de ser un bicho raro en la
escuela, pero en su mayor parte los otros niños me dejaron en paz. Me gradué y
conseguí un trabajo como conserje en un edificio de oficinas, trabajando de noche.
Me dio suficiente dinero para vivir y algo extra para tomar cursos de
computación en la universidad. Hice algunos amigos allí, pero no muy cercanos.
La mayoría de las veces trabajaba en mi trabajo de conserje o en diseño web.
Eventualmente mi negocio de diseño web lo hizo lo suficientemente bien como
para poder dejar el trabajo nocturno. Y luego lo suficientemente bien como para
poder comprar mi propia casa. —Se encogió de hombros—. Y ahí es donde estaba
cuando conocí a Stella. Trabajando. Viviendo. Sola.

Los dos se quedaron callados por un momento, Allie porque no tenía nada
más que decir, y Magnus… Bueno, él parecía estar pensando, y algunos
pensamientos bastante serios, Allie decidió mientras veía su expresión solemne
y su mirada lejana.

Probablemente se preguntaba cómo había terminado con una compañera tan


inadaptada para la vida, pensó irónicamente, y luego sus ojos se volvieron a
concentrar en ella y dijo:

10Actriz Florence Henderson. Era mejor conocida por su papel de la señora Brady en
The Brady Bunch, un programa T.V. para niños.
—Mira tu espalda.

Allie levantó las cejas, pero luego volvió a girar la cabeza para ver su reflejo en
el espejo. Sabía que las cicatrices habían desaparecido, ya lo había visto, pero la
visión de su espalda sin marcas la golpeó de nuevo. Dios mío, ni siquiera había
un pequeño hoyuelo para insinuar que las cicatrices habían estado allí. Su
espalda era tan pura e intacta como la de un recién nacido. El pensamiento le hizo
recordar las palabras de Mabel.

Bueno, esto es como un renacimiento. Vas a pasar por un período de dolor y sufrimiento
y vas a salir inmortal.

—Inmortal nacida —dijo susurrando.

237
—Sí. —Magnus se encontró con su mirada en su reflejo—. Eres inmortal
nacida. Los nanos han quitado las cicatrices de tu antigua vida. —Vio que sus
ojos se posaban sobre ella, y entonces él le tomó la barbilla y le giró la cara para
que lo mirara mientras decía solemnemente—: Esta es una nueva vida para ti,
Allie. Un nuevo comienzo. No tienes que llevar nada del pasado contigo si no
quieres. Tú puedes ser la señora Brady o un bicho raro como quieras. —Se detuvo
brevemente, dejando que lo comprendiera, y luego dijo—: Y ya no estás sola. No
soy como los otros en tu pasado. Nunca te haré daño como lo hizo tu padre. No
me apartaré de ti como Bethany y su hermano. No te abandonaré como hicieron
tu madre y Stella. Eres mi compañera de vida, y mi vida. Pasaré todo el tiempo
que viva acariciándote, adorándote y manteniéndote a salvo y feliz, porque tu
misma existencia me hace feliz.

Allie lo estaba mirando con los ojos muy abiertos, sus palabras aún rodando
por su cabeza, cuando de repente él dio un paso atrás. Sus pensamientos se
dispersaron inmediatamente cuando él se deslizó fuera de ella, y jadeó alarmada
e intentó tirar de él hacia atrás, pero él simplemente tomó su mano y la arrancó
del tocador, y luego la llevó a la cama.

—Magnus —gimió infelizmente—. Ahora voy a sanar y...

—La media hora ha terminado —interrumpió suavemente mientras se detenía


junto a la cama y se volvía hacia ella.

—Oh —dijo con sorpresa, y luego miró a la cama y de vuelta antes de


preguntar con incertidumbre—: ¿Qué estás haciendo?
—Voy a mostrarte algo de ese cariño ahora —dijo, su voz un profundo
estruendo que la hizo temblar mientras bajaba la cabeza para besarla.

Allie le devolvió el beso y dejó que sus brazos se arrastraran alrededor de su


cuello mientras él comenzaba a pasar sus manos por su espalda y sus costados.
Intentó acercarse más, pero las manos de él se deslizaron entre ellos,
impidiéndolo para que él pudiera acariciar sus pechos, y ella lo soltó y gimió en
su boca en respuesta, y luego jadeó cuando él le apretó los pezones.

Rompiendo el beso, le acarició la oreja y murmuró:

—Pon una rodilla en la cama.

La petición la confundió, pero lo hizo, dándose cuenta de por qué la quería así

238
cuando su mano se deslizó entre sus piernas ahora abiertas y encontró su núcleo.

—Oh. —Jadeó, y se agarró a sus hombros mientras él comenzaba a acariciarla,


sus dedos moviéndose en círculos tentadores que pronto la hicieron avanzar
hacia la caricia y gemir de necesidad. Cuando su boca encontró la de ella de
nuevo, Allie lo besó con entusiasmo, casi desesperadamente, y se agachó para
cubrir su mano, instándole a que siguiera adelante. Aun así, quedó sorprendida
cuando su dedo se movió repentinamente y la penetró en concierto con la lengua
de él metiéndose en su boca.

Su grito de placer fue repetido por el suyo, pero ambos fueron amortiguados
por el beso que compartieron, y luego él soltó su dedo y rompió el beso.
Respirando pesadamente, la empujó a la cama, y quedó encima de ella, pero
luego se levantó un poco para mirarla.

Cuando Allie se quedó mirando incierta, sonrió.

—Eres hermosa.

Sonrojándose, negó con la cabeza, bastante segura de que probablemente no


lo estaba en este momento, pero él asintió solemnemente.

—Lo eres —insistió, moviéndose sobre un brazo a su lado para poder correr
su mano hacia arriba y hacia abajo por el costado de ella mientras la miraba—.
Tus labios están hinchados por mis besos, tus mejillas son sonrojadas, y tus ojos
son de plata fundida ahora mismo con el deseo.
Eso la sorprendió y sus ojos se abrieron enormes.

—¿De verdad?

No se había mirado los ojos al espejo. Ni en el baño, ni en el tocador. Había


estado ocupada mirando otras cosas y ahora se preguntaba cómo eran sus ojos.

—De verdad —le aseguró—. Me dice que me deseas tanto como yo a ti.

Allie sintió que su cara se calentaba y sabía que se estaba sonrojando, pero no
lo negó.

—Pero esta vez quiero probarte, si te parece bien. —Su mano se deslizó de
nuevo entre sus piernas, sin dejarle ninguna duda sobre lo que quería decir.

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La sola idea de experimentar eso dejó a Allie con una gran confusión. Había
leído libros que sugerían que era increíble, pero la idea de estar abierta a él de esa
manera… Sus pensamientos murieron abruptamente cuando él se alejó
repentinamente, moviéndose hacia abajo y le pedía que abriera las piernas para
que pudiera descansar entre ellas.

Allie apretó sus manos, y mordió su labio mientras se posicionaba, pero luego
levantó la cabeza para encontrar su mirada y su corazón se detuvo cuando vio
que sus ojos brillaban de plata pura.

Magnus permaneció así brevemente, aunque sintió que sus dedos se


deslizaban sobre ella, extendiéndola para él, y luego bajó su cabeza y ella sintió
el primer roce de su lengua sobre su carne caliente.

Allie gritó, sus ojos se cerraron de golpe y su cuerpo se sacudió. Y luego enredó
sus dedos en la sábana y la agarró por su vida, sus caderas se levantaron de la
cama y se movieron a su ritmo mientras él finalmente los llevaba a ambos por el
borde que habían bailado tan cerca repetidamente en la última media hora.

La explosión cuando llegó fue mucho más poderosa de lo que Allie podría
haberse imaginado, lo que la llevó casi a un ataque en el que las luces estallaron
detrás de sus ojos y todo su cuerpo tembló antes de que la oscuridad se apoderara
de ella.
Allie se despertó y se encontró acurrucada contra el costado de Magnus, su
cabeza descansando sobre su pecho y su mano moviéndose suavemente arriba y
abajo de su brazo. Por un momento, se quedó quieta, disfrutando de la caricia,
pero luego suspiró y dijo:

—Lo siento.

La mano de Magnus se detuvo de inmediato y luego preguntó:

—¿Por qué?

—Me desmayé de nuevo —señaló con una mueca—. Supongo que mis niveles
en sangre siguen siendo un poco bajos. Dani dijo que lo estarían.

240
Ella lo sintió relajarse y su mano comenzó a deslizarse hacia arriba y abajo de
su brazo otra vez.

—Sí, te desmayaste. —Estuvo de acuerdo Magnus, y pudo oír la sonrisa en su


voz—. Pero eso no fue el resultado de tus niveles en sangre. Es porque somos
compañeros de vida. Yo también perdí el conocimiento.

Allie se empujó sobre un brazo para mirarlo con incredulidad.

—¿Qué?

—Para los compañeros de vida, la experiencia compartida de hacer el amor es


tan abrumadora que ambos normalmente pierden el conocimiento al terminar —
explicó, y luego añadió—: Al menos durante el primer año más o menos.

Lo consideró brevemente y luego preguntó:

—¿Por qué sólo durante un año más o menos? ¿Se vuelve aburrido después
de eso o algo así?

—No —le aseguró—. Es sólo que nuestros cuerpos tardan tanto en adaptarse
a la intensidad de la experiencia.

—Oh. —Allie asintió. Podía ver eso. Había sido bastante intenso, pensó,
recordando sus ojos brillantes que la miraban mientras él... Parpadeando, se alejó
de él, casi cayendo de la cama antes de darse cuenta de que se había levantado y
puesto de pie.
—¿Qué pasa? —preguntó Magnus con preocupación, y escuchó el susurro de
las sábanas mientras lo seguía.

No contestó, pero corrió hacia el tocador para mirarse en el espejo grande que
había encima.

—Maldita sea —susurró Allie cuando se vio.

Su cabello era una masa de olas alrededor de su cara, ese aspecto sexy recién
enrollado y fuera de la cama que ninguna aplicación de spray y rizador de cabello
había logrado para ella, y las vetas rubias en su cabello castaño claro eran más
obvias por alguna razón. Cambió su atención a su cara entonces, notando la falta
completa de cualquier cosa que se asemeje a las cicatrices del acné, de las cuales

241
solía tener algunas. Ahora su piel estaba completamente limpia y los poros eran
tan pequeños que no existían.

Sus ojos también eran diferentes. El avellana era ahora más verde, ya que el
marrón había sido empujado hacia el borde exterior de modo que actuaba casi
como un delineador para el iris. Sin embargo, Allie notó con decepción que no
vio nada de plata.

—¿Pasa algo malo? —preguntó Magnus, apareciendo detrás de ella en el


espejo.

Allie sonrió irónicamente y admitió:

—Quería ver la plata en mis ojos, pero ya no son de plata.

Parecía sorprendido, pero luego deslizó sus brazos alrededor de la cintura de


ella y la empujó hacia atrás contra su pecho. Presionando un beso en la parte
superior de su cabeza, dijo:

—Podemos sacar la plata si quieres.

Allie miró su reflejo, su mirada deslizándose sobre sus anchos hombros, y los
musculosos brazos la envolvieron bajo sus pechos que estaban más llenos y
animados que antes, y ella asintió.

—Hagámoslos brillar.

Magnus se rió, pero tomó sus manos cuando se echó hacia atrás para tocarlo.
—Haré que brillen. Tú mira. No quiero que te lo vuelvas a perder.

Entonces, soltando sus manos, se deslizó por sus brazos y luego alrededor para
cubrir sus pechos. Sus manos se movieron para cubrir las suyas cuando empezó
a amasar la tierna carne, empujándola más firmemente contra su pecho. Ella
observó su reflejo, encontrando la visión de su cuerpo enmarcando el de ella y
sus manos sobre ella increíblemente eróticas. Pero luego se inclinó para besarle
el cuello y su cabeza inclinada hacia un lado, sus ojos cerrados mientras temblaba
y gemía ante las caricias combinadas.

—Abre los ojos —susurró Magnus, y le mordió el cuello.

Gimiendo, Allie forzó sus ojos a abrirse, su respiración se convirtió en un jadeo

242
poco profundo mientras lo veía tirar y retorcerse sus pezones, enviando oleada
tras oleada de placer a través de ella.

Gimiendo su nombre, ella apretó su trasero contra él, retorciéndose contra la


creciente dureza allí, y luego observó con creciente anticipación cuando una de
sus manos cayó de un pecho para deslizarse por su estómago y deslizarse entre
sus piernas.

Allie jadeó y se arqueó contra él, sus pechos saliendo y presionando más
firmemente hacia atrás en él a medida que agregaba esta nueva caricia.

—Dios —gruñó Magnus por su oreja mientras la acariciaba—. Estás tan


caliente y mojada. Quiero estar dentro de ti.

—Sí. —Jadeó Allie, volviéndose hacia él—. Por favor.

Magnus dudó, pero luego dejó de acariciarla para cogerla por las caderas y
levantarla hasta que se puso de puntillas, aunque él estaba tomando la mayor
parte de su peso. Su espalda la obligó a inclinarse un poco hacia adelante sobre
el tocador, y sintió que su erección chocaba contra ella, y luego él se movió y
comenzó a deslizarse. Entró en ella tan lentamente que Allie pensó que podría
rechinar los dientes. Quería volver a empujarlo, pero sus manos en las caderas lo
impedían y ella no podía hacer nada para acelerar el proceso.

—Sin dolor —susurró Magnus aliviado en su oreja cuando por fin estaba
dentro.
Sólo entonces Allie entendió por qué había estado yendo con tanto cuidado.
Quería asegurarse de que la media hora de espera con él dentro de ella había
funcionado, y de que su himen no había vuelto a su estado original. El hombre la
había estado cuidando y ella ni siquiera lo había pensado. Los pensamientos de
Allie murieron cuando sus manos se movieron, una deslizándose bajo su
estómago para sostenerla a la altura que él necesitaba, mientras que la otra se
deslizó entre sus piernas de nuevo. Ahora él estaba alojado dentro de ella,
llenándola hasta el límite, pero se quedaba quieto y la acariciaba.

Con las manos apretadas en la cómoda, Allie jadeó y se retorció sobre él, sus
músculos internos apretando y añadiendo emoción para ambos hasta que no
pudo soportarlo más.

243
—Magnus, por favor. —Jadeó, arqueándose hacia atrás para arañarle la pierna
y detrás de ella, cualquier cosa que pudiera alcanzar para hacer que se moviera—
. Quiero...

—Mira tus ojos —gruñó, acariciándola más firmemente.

Allie miró al espejo. La plata se había derramado para mezclarse con el verde
y el marrón de sus ojos. Pero no era de plata maciza como la de él anoche, y
entonces Magnus comenzó a moverse, retirándose a medias y empujando de
nuevo hacia ella mientras él continuaba acariciándola. Allie gritó y se abalanzó
contra él, su mirada nunca abandonando el espejo. Vio la plata inundar sus ojos,
se sorprendió de lo extraterrestre que parecía, y luego a Allie ya no le importó y
bajó la cabeza mientras se concentraba en encontrarle empuje tras empuje,
ayudándole a conducirlos hacia ese alto precipicio y el dulce olvido que esperaba
más allá de él.
Capitulo 16

244
Allie se despertó encima de Magnus. Al principio no se dio cuenta. Abrió los
ojos, confundida sobre dónde estaba cuando se encontró mirando fijamente al
frente de un cajón. Girando la cabeza, siguió hasta otro y otro y luego vio el borde
superior del espejo encima de ella. Fue entonces cuando se dio cuenta de que
estaba tumbada frente al vestidor.

Con ese misterio resuelto, Allie inmediatamente se dio cuenta de que estaba
tumbada en algo que no era plano y realmente incómodo. Haciendo una mueca
de dolor, rodó hacia un lado e inmediatamente se deslizó de su posición anterior
sobre el piso de madera dura. Al ponerse de rodillas, se giró para mirar sobre lo
que había estado acostada, con los ojos más abiertos cuando se encontró mirando
fijamente a un Magnus inconsciente. Había estado tumbada encima de él.

El recuerdo se apresuró a contarle lo que había pasado. O al menos lo que


había estado haciendo antes de perder el conocimiento. Obviamente se
desmayaron y terminaron en el piso del dormitorio, Magnus se llevó la peor parte
de la caída.

Allie lo miró con preocupación, preocupada porque se hubiera golpeado la


cabeza al caer, pero no había sangre y un breve examen de su cabeza no reveló
ningún golpe. Por supuesto, podría haberse golpeado la cabeza y ya se había curado,
pensó mientras se ponía en pie.

Allie hace una pausa una vez que estaba de pie, sin querer dejarlo solo en el
suelo, pero sin querer quedarse ahí desnuda mientras esperaba a que despertara.
Viendo su camisa de vestir en el suelo al lado de la cama, se acercó y la recogió
para ponérsela. Olía como él, y se detuvo para inhalar el embriagador aroma
antes de cerrar los botones.

Volviéndose hacia el tocador, Allie se detuvo cuando se vio Su camisa era


grande en ella, la parte final le llegaban casi hasta sus rodillas. A pesar de eso, no
pensó que se veía tan mal. Un poco sexy, en realidad, se decidió con una sonrisa,
y luego regresó con Magnus. Colocándose en el suelo de espaldas a la cómoda,

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levantó su cabeza y luego se deslizó hacia un lado hasta que su muslo estaba
debajo de ella y luego la bajó para que descansara sobre su pierna.

Mientras esperaba a que se despertara, Allie examinó a este hombre que ahora
era su marido. Todavía era un pensamiento extraterrestre para ella. Marido.
Nunca pensó que se casaría, y sospechó que, si su vida no hubiera tomado este
camino, nunca lo habría hecho. Ciertamente no podía imaginar hacer las cosas
que tenía con Magnus con ningún otro hombre. En realidad, se sorprendió de lo
que había hecho con él. Eso no había sido parte de su plan cuando accedió a
casarse con él.

Pero las cosas rara vez salían según lo planeado en la vida. Eso fue algo que
Allie había aprendido definitivamente en los últimos cuatro años, ya que había
huido de Abaddon y su equipo. También había aprendido que a menudo era más
fácil si no hacías planes para el futuro, porque nunca sabías cuándo un vampiro
podía aparecer para arruinarlos. Era más fácil adaptarse a los cambios y trabajar
con lo que tenías. Ahora tenía un hijo y un marido. Una familia.

Tendría que trabajar con eso, se dijo Allie. Podría hacerlo. Estaría abierta a él
hasta que él le diera una razón para no estarlo, y esperara lo mejor.

—Esa es una expresión seria. ¿En qué estás pensando?

Allie miró la cara de Magnus para ver que sus ojos estaban abiertos y
enfocados en ella. Se las arregló para sonreír, pero en lugar de responder a su
pregunta:
—¿Por qué hablas así? —Dudó, insegura del término correcto, y finalmente
dijo—: No usas contracciones.

—Alodia me enseñó inglés y hablaba muy bien y sin contracciones. La mayoría


de los viejos inmortales lo hacen —dijo, y luego se sentó y se puso de pie.

—Lucian hablaba como tú —murmuró Allie, levantándose también—. Pero


dijiste que Victor era viejo, y su lenguaje es más moderno.

—Puedes agradecerle a Stephanie por eso. Ella ha pasado años trabajando para
que él, DJ, Harper y Drina usen las contracciones. Ella dijo que su forma de hablar
los hacía parecer viejos.

—Así es —dijo Allie divirtiéndose—. Es obvio que tú también eres diferente

246
de alguna manera.

Los ojos de Magnus se abrieron más ante esa afirmación, y luego frunció el
ceño y dijo:

—Entonces me esforzaré por cambiar mi forma de hablar.

—Te ayudaré si quieres —dijo ella.

—Me gusta —dijo Magnus con una sonrisa, y luego se inclinó para darle un
beso en la frente. Volviendo a enderezarse, le preguntó—: ¿Tienes hambre?

—Podría comer —admitió Allie, y luego hizo una mueca de dolor—. Y ya que
hueles a filete otra vez, probablemente necesite algo más que comida.

—Por supuesto. Debería haber… —Negando con la cabeza, Magnus la dejó


junto a la cómoda y caminó alrededor de la cama hasta el refrigerador junto a
ella. Se inclinó para abrirlo, y luego lo cerró de golpe y tomó los pantalones de
vestir—. Nos quedamos sin sangre. Pero podemos conseguirla junto con la
comida —anunció Magnus mientras se ponía los pantalones. Lo hizo
rápidamente, y luego se movió de vuelta alrededor de la cama y la tomó de la
mano al pasar de camino a la puerta.

El vestíbulo superior estaba oscuro y silencioso, pero había luces en la planta


baja y suficiente de ella llegaba al hueco de la escalera como para que descenderla
no fuera un problema. Victor estaba en el comedor, mirando por la ventana del
frente. Miró a su alrededor a su llegada y sonrió débilmente, pero luego volvió a
mirar por la ventana. Allie estaba aliviada. Sabía que la camisa de Magnus la
cubría decentemente, pero aun así se sentía incómoda vagando en ella.

—Hay mucha comida en el refrigerador si la quieres —dijo Victor, aún


mirando por la ventana.

—Eso es lo que esperaba —admitió Magnus mientras guiaba a Allie alrededor


del mostrador hacia el área de la cocina. Al soltarla, abrió el refrigerador y sacó
dos bolsas de sangre. Él le dio una, pero cuando ella la miró con perplejidad,
insegura de qué hacer con ella cuando sus colmillos no estaban afuera, se acercó
y puso la otra bolsa sobre el mostrador detrás de ella. Para su sorpresa, la agarró
por la cintura y la jaló contra él mientras bajaba la cabeza para acariciarle la oreja.

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Allie se mordió el labio y se apoyó en él ante la caricia, un poco distraída por
el hecho de saber que Victor estaba a sólo seis metros de distancia mirando por
la ventana, y luego Magnus le mordisqueó la oreja y le susurró:

—Cuando te lleve de vuelta arriba, te lameré cada centímetro de ti, desde los
dedos de tus pies hasta… —Una de sus manos se deslizó entre las piernas y le
frotó suavemente allí, y Allie jadeó mientras el choque y el placer la atravesaban.
Distraída por la emoción que había despertado y la conciencia de que Victor
estaba al otro lado de la habitación, Allie no se dio cuenta del movimiento en su
boca cuando sus colmillos bajaron hasta que Magnus dio un paso atrás, le quitó
la bolsa que tenía en la mano y se golpeó en sus colmillos.

Mientras ella lo miraba con los ojos abiertos, él colocó su mano suavemente
sobre la bolsa, y luego le guiñó un ojo y se volvió para abrir el refrigerador de
nuevo.

—Cuando las chicas te revisaron antes, ¿mencionaron que la trampa funcionó?


—preguntó Victor.

Allie le miró con sorpresa y luego volvió a Magnus mientras se detenía y miró
por encima de su hombro para preguntarle:

—¿Han atrapado a Abaddon?

—Eso creen —dijo Victor—. Tienen los seis vehículos y atraparon a treinta y
seis renegados en total. Uno de los hombres tiene el cabello corto y encaja en la
descripción general de Abaddon, pero Basha y Marcus son las únicas personas
que aún viven que han visto al bastardo y pueden identificarlo con seguridad.

—¿Y? —preguntó Magnus, enderezándose y volviéndose ahora para mirar al


hombre.

Victor negó con la cabeza.

—Lucian y Mortimer aún no han podido conseguir contactar con ellos. —Puso
una mano alrededor de su cuello y admitió—: Estamos empezando a
preocuparnos de que se toparan con algo en California que no podían manejar.

Los ojos de Allie se abrieron un poco ante esta noticia. Recordó a la pareja
mencionada cuando estaba en la casa de los ejecutores. Lucian parecía pensar que

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era importante que ellos estuvieran en la búsqueda. Ahora sabía por qué. Eran
las únicas personas que podían identificar a Abaddon. Pero esta fue la primera
vez que se enteró de que no habían podido contactar a la pareja.

—Pensé que estaban comprobando un avistamiento rumoreado de Abaddon


en California —dijo Magnus ahora, reclamando su atención mientras agarraba
una bandeja que descansaba sobre el mostrador y se movía de vuelta al
refrigerador.

—Sí. —Estuvo de acuerdo Victor—. Obviamente eso estuvo mal si está aquí.
Pero eso no significa que no hubiera un nido de renegados diferente con el que
tropezaron.

Magnus se paró con la mano en la puerta del refrigerador mientras lo


consideraba, pero luego negó con la cabeza.

—Conocí a Basha la última vez que estuve aquí, y conozco a Marcus desde
hace siglos. Pueden arreglárselas solos.

—Ambos sabemos que a veces eso no es suficiente —dijo Victor en voz baja.

Ninguno de los dos habló durante un minuto, y luego Victor se volvió para
mirar por la ventana otra vez.

—De todos modos, hasta que tengamos la certeza de que Abaddon está entre
los inmortales que tienen, aún estamos en alerta.
—De acuerdo. —Magnus abrió la puerta del refrigerador para hurgar en el
contenido.

Allie frunció el ceño de un hombre a otro y luego, mirando la bolsa en su boca,


vio que estaba vacía y se la arrancó de los colmillos.

—¿No puedes preguntarles a los otros renegados si es él? ¿O mejor aún, leer
sus mentes? Suena como si fueran todos novatos, así que debería ser fácil para ti
leerlos.

Su pregunta hizo que ambos hombres se volvieran para mirarla como si su


pregunta les sorprendiera. No sabía si se habían olvidado de que estaba allí, o no
se les había ocurrido la idea. Pero entonces Victor dijo:

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—No hay nadie a quien preguntar. Están todos muertos.

Cuando Allie se quedó boquiabierta ante esta noticia, Magnus explicó:

—Los renegados rara vez son capturados vivos. Sabiendo que serán juzgados
y ejecutados, normalmente luchan hasta la muerte para escapar.

Allie se giró para mirarlo, y luego regresó con Victor.

—¿Así que Lucian quiere que Basha mire los cuerpos?

—Algo así —murmuró Victor, y miró por la ventana en lo que ella sospechaba
que era un intento de evitar su mirada.

—Toma.

Allie se giró y encontró varias bolsas de sangre en sus brazos.

—Tú llevas eso y yo llevaré la comida.

Arqueó una ceja, para nada engañada. Allie sabía que intentaba sacarla de allí
para evitar que preguntara qué quería decir Victor con “algo así”. Pero dejó que
se saliera con la suya por ahora y lo siguió hasta su habitación. ¿O era su
habitación ahora? No estaba segura.

Magnus la instó a sentarse en la cama, la ayudó a extender los colmillos y luego


le puso otra bolsa en los colmillos antes de alejarse para poner el resto de la sangre
en el refrigerador. Una vez hecho esto, agarró la bandeja que había puesto en el
tocador cuando entraron y la llevó de vuelta para reunirse con ella en la cama.

—Tenemos pollo frito frío, queso, agua embotellada y un par de plátanos —


anunció mientras se acomodaba con las piernas cruzadas frente a ella y con la
bandeja entre ellas—. Y tu bolsa está vacía.

Allie sacó la bolsa de sus colmillos y se la entregó cuando él le extendió la


mano.

Magnus la tiró encima del refrigerador junto a la cama y luego se dio la vuelta
para examinar la comida que había recogido, murmurando:

—Espero que te guste algo aquí.

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—Me gusta todo —le aseguró, buscando un muslo y una servilleta de la
pequeña pila que también había incluido—. Gracias.

Se quedaron en silencio cuando empezaron a comer, pero entonces Allie dijo:

—Así que ya sabes todo sobre mí. Ahora es tu turno.

Magnus se quedó callado mientras terminaba de masticar y se tragó la comida


en la boca, pero entonces preguntó:

—¿Qué te gustaría saber?

—Lo que has estado haciendo en los últimos mil doscientos años —dijo Allie
secamente, y luego preguntó—: ¿Te fuiste a casa cuando terminaste de
convertirte y de aprender a sobrevivir como un inmortal?

Magnus negó con la cabeza.

—No. Eso no fue posible.

—¿Por qué? —preguntó de inmediato—. Sólo tenías catorce años, así que los
nanos no te habrían cambiado tanto. Quiero decir, no es como si te hubieran
convertido de viejo en un joven semental.

Él sonrió a sus palabras, pero dijo:

—La edad no es lo único que cambian. Había estado en batallas y tenía


cicatrices. Estas, por supuesto, se habían ido y eso ciertamente se habría notado.
Aparte de eso, sin embargo, todo el pueblo sabía que yo había ido como un
vikingo con Erik y los otros. Su primera pregunta habría sido por el destino de
los otros hombres y yo no podría explicarlo.

—Bien —dijo Allie lentamente—. ¿Así que no sabes cómo le fue a tu familia
después de que te fuiste?

—En realidad, sí —admitió—. Aunque no volví enseguida, visité mi pueblo


veinte años después.

—¿Alguien te reconoció? —preguntó de inmediato.

Magnus negó con la cabeza.

251
—En realidad no hablé con nadie. Un extraño habría sido notado y
confrontado, así que me acerqué por la noche y más o menos me escondí
espiando a todo el mundo para aprender lo que quería saber.

—¿Con eso te refieres a leer mentes y todo eso? —sugirió, y cuando él asintió
sin disculparse, le preguntó—: ¿Y qué aprendiste?

—Mis padres seguían vivos, pero eran muy viejos. Mi hermana se había
casado y dirigía la granja con su marido, mientras que mis padres cuidaban de
sus hijos. Todos parecían contentos.

—¿Y la chica con la que querías casarte? —preguntó Allie—. ¿Aquella por la
que fuiste a hacer una incursión para conquistarla?

—Ah. —Sonrió irónicamente—. Resulta que tuve suerte de escapar allí. Un


amigo mío había tenido más éxito con sus esfuerzos vikingos. Salió con un grupo
diferente pocos días después de que nos fuéramos, pero volvieron con vida.
Volvió con suficiente oro para convencerla de que se casara con él... y llegó a
arrepentirse.

—¿Por qué? —preguntó Allie.

—Porque resultó que Sassa estaba tan podrida por dentro como bella por fuera
—dijo con una mueca.

—¿Ese era su nombre? ¿Sassa?

Magnus asintió.
—Por lo que leí en sus mentes, mientras que él había hecho todo lo posible
para hacerla feliz, nada lo haría. Ella, por otro lado, se deleitó en hacerlo
miserable. —Hizo una mueca de dolor—. Mi viejo amigo estaba decidido a beber
hasta morir para no tener que lidiar más con ella. —Sonriendo irónicamente,
añadió—: Como dije, tuve suerte de escapar.

Allie asintió en silencio, pero estaba extrañamente contenta de que su joven


amor hubiera resultado ser una gran decepción. Sin embargo, no miró muy de
cerca el por qué.

—Entonces, ¿qué hiciste?

—Yo era un guerrero para Kenric y lo había sido desde que Alodia terminó de

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enseñarme lo que era ahora y cómo sobrevivir. Una de las tareas que me habían
encomendado me había llevado a una ciudad cercana a mi antigua aldea, por lo
que me detuve en ella. Una vez terminada mi tarea, regresé a Kenric.

Allie sonrió débilmente. Podía imaginarlo como un guerrero de antaño,


blandiendo una espada larga o un hacha de guerra. Tenía ese tipo de cuerpo con
hombros anchos y brazos fuertes.

—¿Cuánto tiempo fuiste un guerrero en Kenric?

—Unos doscientos años —contestó, dejando caer el ala de pollo que había
recogido limpia, y eligiendo un muslo a continuación—. Para entonces, había
ascendido de rango para ser el primero al mando de los hombres y había estado
en esa posición durante más de un siglo.

—¿Entonces por qué te fuiste? ¿Y no era peligroso? —preguntó antes de que


él pudiera responder a la primera pregunta—. No ser un guerrero, eso, por
supuesto, es peligroso. Pero me refiero a permanecer en un lugar tanto tiempo.
Ninguno de ustedes envejece. ¿No plantearon preguntas de los mortales que te
rodeaban?

—Alodia tenía varias propiedades en toda Inglaterra. Nunca nos quedamos


en una más de una década antes de mudarnos a otro. Y pasarían cincuenta o
sesenta años antes de que volviéramos a una fortaleza anterior. Para entonces la
mayoría de los mortales que conocíamos habían muerto, y los pocos que
quedaban eran viejos, a menudo ciegos, o demasiado decrépitos para
desplazarse. —Se encogió de hombros—. Rara vez teníamos problemas.
Allie asintió, y se preguntó si así era como todos los inmortales evitaban ser
detectados, moviéndose cada década. Pero antes de que pudiera preguntar, él
respondió a su primera pregunta.

—Y me fui porque me cansé de la batalla y quería volver a mis raíces.

—¿Te volviste vikingo otra vez? —preguntó con interés.

Magnus sonrió torcidamente y negó con la cabeza.

—Siento decepcionarte, pero no. Mis raíces eran la agricultura. Crecí en una
granja —le recordó—. Esa expedición vikinga fue cosa de una sola vez.

— Ah, claro. —Se encogió de hombros ante su error—. Así que dejaste de

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luchar por la agricultura.

Asintió.

—Fue agradable por un tiempo. Mi padre me había enseñado bien y yo era un


granjero exitoso. Pero al final me cansé de eso también, y decidí viajar. Probé
varias cosas en el camino.

—¿Cómo qué? —preguntó con curiosidad.

Magnus consideró brevemente su pregunta y dijo:

—Herrero, cantero, carpintero... Parecía que lo que más me gustaba era hacer
cosas con las manos, crear cosas —explicó—. Finalmente decidí que me gustaría
tener mi propio castillo, pero para eso necesitaba mucho dinero. Y tierra, por
supuesto, que sólo el rey puede otorgarte. Así que me convertí en un mercenario
para ganar el dinero necesario.

—¿Y controlaste a un rey para conseguir la tierra? —sugirió.

—No. Podría haberlo hecho, pero no era necesario al final —dijo con una
sonrisa—. Yo era un mercenario muy exitoso. La mayoría de los inmortales lo
son. Somos fuertes, rápidos y difíciles de matar, después de todo.

Allie asintió, pero dijo:


—Lo que me hace preguntarme cómo Basha podrá identificar a Abaddon entre
los renegados muertos cuando la única manera que sé que uno puede morir es
por el fuego.

Magnus parpadeó, y luego sonrió irónicamente.

—Sabía que eventualmente volverías a tratar ese tema.

—Mmm —murmuró, y luego arqueó una ceja—. ¿Y? ¿Hay alguna manera de
matar a los de tu clase sin fuego?

—Decapitación —dijo solemnemente—. Un inmortal puede sobrevivir si la


cabeza se coloca de nuevo en el cuerpo rápidamente para que los nanos lo curen,
pero si no lo hace... —Se encogió de hombros.

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—Así que se espera que Basha inspeccione los cuerpos decapitados —
preguntó, haciendo una mueca al pensar en treinta y seis cuerpos tendidos con
la cabeza cortada.

—Los cuerpos habrán sido quemados —le aseguró—. Pero las cabezas se
habrán guardado con fines de identificación a menos que se haya encontrado
identificación en sus cuerpos. Los ejecutores intentan seguir la pista de los
mortales que son convertidos por renegados en caso de que su desaparición
cause problemas en el futuro.

—Oh, Dios, pobre Basha —dijo Allie con disgusto al pensar que se esperaba
que viera por encima de un montón de cabezas separadas. A ella le pareció una
historia de terror. Aunque suponía que no era peor que tener que mirarlas con
los cuerpos cerca. Todavía… Sacudiendo la cabeza para quitar las imágenes que
ahora le cruzaban por la mente, dijo—: Bien. Gracias por decirme la verdad.
Ahora termina de hablarme de tus esfuerzos por conseguir un castillo.

Magnus le aseguró solemnemente:

—Siempre te diré la verdad. —Y luego tomó un sorbo de agua antes de decir—


: Exitosos como éramos, no pasó mucho tiempo antes de que tuviera la moneda
que necesitaba para construir mi castillo, pero necesitaba que me dieran un
terreno para ponerlo. Afortunadamente, la batalla de Agincourt fue uno de los
últimos contratos que tomé.
—Oh, sé de esa —dijo Allie, emocionada por reconocer una parte de su
historia—. La batalla de Agincourt ocurrió en 1415.

Magnus sonrió y asintió.

—Sí. Los libros de historia registran una gran parte de ese esfuerzo. Lo que no
registraron es que se atentó contra la vida de Henry la noche anterior a la batalla
de Agincourt.

—¿De verdad? —preguntó Allie con interés, y luego exigió—: Dime.

Magnus se rió, pero cumplió.

—Uno de los mercenarios era en realidad un espía francés. Había viajado con

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nosotros, comido con nosotros, e incluso luchado a nuestro lado. Engañó a todos.

—Excepto a ti —adivinó—. Debes haber leído su mente y haberte dado cuenta


de su intención.

—Lo hice —reconoció.

Sus ojos se abrieron enormes.

—Oh, Dios mío. Lo sabías y no dijiste nada. Y luego interviniste para salvar al
rey en el último minuto.

Magnus sonrió.

—Ya me conoces muy bien.

Allie negó con la cabeza ante el reclamo.

—E imagino que el rey estaba tan agradecido que te concedió la tierra.

—Y un título y hasta unas monedas —le aseguró—. Estaba muy agradecido.

—Oh, Dios mío, Magnus —dijo riendo—. No puedo decidir si eso fue
increíblemente brillante o algo malvado.

—¿Qué tiene de malo? —preguntó, con cara de ofendido—. Le salvé la vida.


Me gané esa tierra. Ciertamente más que si hubiera controlado a Henry y hecho
que me diera la tierra y el título de barón. Y si yo no hubiera estado allí, el asesino
probablemente habría tenido éxito. A todo el mundo le gustaba el hombre. Nadie
sospechaba de él. Incluso a mí hasta que leí sus pensamientos.

—De acuerdo, no fue malvado. Sólo un uso brillante de la situación —decidió


Allie.

Magnus gruñó, pero aun así parecía e mal humor por la parte de malvado. De
hecho, le recordó a Liam cuando el chico se enfadaba.

Mordiéndose el labio para no reírse, rápidamente volvió a poner el resto de la


comida en la bandeja, la colocó en el tocador, y luego volvió a subir a la cama y
se arrastró para sentarse de lado en su regazo.

—Así que —dijo, sonriendo ante su expresión de asombro mientras

256
serpenteaba una mano alrededor de su cintura y permitía que la otra jugara sobre
su pecho—. Eres un barón con su propio castillo.

—Eso te excita, ¿verdad? —murmuró, metiendo una mano por la parte


exterior de su pierna.

Allie negó con la cabeza.

—Tu inteligencia lo hace. Los castillos son edificios viejos con corrientes de
aire. Además, probablemente ahora sea un montón de escombros.

—Nuestro castillo no es un montón de escombros —le aseguró mientras su


mano se deslizaba por debajo de su camisa para escabullirse por su costado.

Allie se echó hacia atrás para mirarle con sorpresa.

—¿Nuestro castillo?

—Somos compañeros de vida —dijo solemnemente—. Lo que es mío es


tuyo…. Baronesa —añadió con una sonrisa.

Ella lo miró un momento, cautivada por la idea de tener un título, pero luego
frunció el ceño y dijo:

—Pero no tengo nada que ofrecerte a cambio.

Su mano acababa de llegar a la parte inferior de su pecho, pero él la retiró


ahora para agarrar su mejilla y le aseguró:
—Lo tienes todo. Tú lo eres todo. Tú y Liam son mucho más valiosos que el
montón de rocas que hacen nuestro castillo. Con ustedes dos allí, finalmente será
un hogar. Dondequiera que vivamos será un hogar con ustedes dos en él, y eso
es algo que he anhelado, por más de mil años.

—Un hogar —susurró Allie, sorprendida al ver que sus ojos se humedecían.
Pero sus palabras la habían tocado, y lo que él le ofrecía sonaba tan bonito. Hogar.
Había dejado la casa de su infancia golpeada y rota, había comprado una casa en
el pueblo, pero nunca se había sentido como en casa. Aunque se había acercado
con Stella y Liam allí para llenarlo de risas y cariño. Pero Stella había muerto y se
había visto obligada a huir para salvar a Liam.

Allie había pasado los últimos cuatro años arrastrando a Liam de un escondite

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temporal a otro, siempre corriendo, desesperada por evadir Abaddon. Ahora
Magnus le estaba ofreciendo un hogar de nuevo. Él mismo. Porque el hogar no
era un montón de ladrillos o piedras, eran las personas que había en él, y ella
estaba empezando a creer que este matrimonio no había sido un error. Que
podría hacer un hogar y una vida con Magnus. Uno del que no tendría que huir.

Magnus besó su nariz, llamando su atención de sus pensamientos. Una vez


que ella se encontró con su mirada, él sonrió suavemente y le dijo:

—Sé que no me amas. Sé que aceptaste ser mi compañera de vida para


mantener a Liam. Pero quiero que sepas que te quiero. No —dijo con firmeza
cuando ella empezó a protestar—. Sin duda crees que eso es imposible, que es
demasiado pronto. Pero te conozco, Allie. Conozco tu vida entera. Te quiero por
tu rebeldía para hacer amigos que no se suponía que debías, por la fuerza que
mostraste cuando, en lugar de desmoronarte bajo la pérdida de tu hermana y tu
madre, te fuiste del único hogar que habías conocido. La determinación que
mostraste para terminar la escuela y comenzar tu propio negocio. La amabilidad
y la amistad que ofreciste a una mujer asustada y solitaria a pesar de que era lo
que pensabas que era un vampiro. El amor y el coraje que has demostrado
manteniendo a su hijo a salvo estos últimos cuatro años llevándolo en tu corazón
como si fuera tu propio hijo.

Eliminando la única lágrima que se le escapó de los ojos, añadió:

—Y te quiero por tu pasión, por tu descaro y por tu sentido del humor. Me


siento feliz cuando estoy contigo.
Allie lo miró fijamente, sus propios pensamientos en un revoltijo al darse
cuenta de que también se sentía feliz cuando estaba con él. Se había sentido
cómoda y segura con él desde el principio, pero ahora se dio cuenta de que no
había tenido miedo desde que lo conoció. En realidad, no. Había sentido
ansiedad cuando supo que los inmortales estaban en la ciudad, pero no el terror
que había experimentado anteriormente al ver a alguien con ojos que reflejaban
la luz.

Había mucho que le gustaba y admiraba de Magnus: su inteligencia, su


amabilidad y cuidado con Liam, la consideración que había mostrado
repetidamente desde que se conocieron… y ciertamente disfrutó de su pasión
también. El hombre podía hacer que los dedos de sus pies se rizaran con una

258
mirada. ¿Era posible que también se enamorara de él? Sospechaba que ya lo
estaba.

El aire frío que rozaba sus pechos la hizo retroceder de sus pensamientos para
ver que Magnus había desabrochado los botones de su camisa y la había abierto
para liberar sus pechos para llamar su atención. Incluso ahora su cabeza estaba
bajando para reclamar un pezón que se endurecía rápidamente.

Allie no lo detuvo. Quería la distracción de pensamientos que eran casi más


aterradores para ella que lo que era Abaddon. Porque el amor podría matarte tan
seguramente como lo haría Abaddon, pero Abaddon sólo podría tomar tu vida;
el amor podría destruir tu alma.

Los labios de Magnus se agarraron a su pezón, su lengua raspando la punta


sensible, y Allie jadeó con placer y alivio mientras sus pensamientos se
dispersaban. Esto era lo que necesitaba. Siempre parecía saber lo que ella
necesitaba. Pero tal vez era hora de que le mostrara algo de cariño, pensó Allie, y de
repente enredó los dedos en su cabello y tiró de la cabeza.

Cuando Magnus levantó la cabeza, sorprendido y con preguntas en su cara,


ella lo empujó hacia la cama. Moviéndose para quedar a horcajadas en su ingle,
Allie sonrió ante su expresión de asombro y le desabrochó los pantalones de
vestir que aún llevaba, diciendo:

—Me toca.
Capitulo 17

259
Allie se despertó y encontró la cama a su lado vacía, pero el olor a café se olía
en el aire. Confundida, miró a la mesita de noche al otro lado de la cama. Cuando
no vio un café allí, se giró para examinar el que estaba a su lado de la cama, pero
su mirada se detuvo en Magnus de pie junto a la ventana. Tenía el cabello
mojado, había una toalla alrededor de la cintura y tenía un café en la mano
mientras miraba el patio. Allie se quedó quieta un momento, mirándole
fijamente. Era un hombre hermoso, pensó mientras veía las sombras danzando
sobre su espalda y brazo, y luego se dio cuenta de que eran sombras proyectadas
por la luz del fuego y miró a la chimenea, sorprendida de ver las llamas
parpadeando allí.

—La habitación estaba un poco fría, así que encendí un fuego.

Sus ojos volvieron a mirar a Magnus para ver que la miraba por encima del
hombro.

—También te traje un café si quieres —añadió, y luego se volvió para


descansar su trasero en el alféizar de la ventana y la miró con una sonrisita en los
labios.
—¿Por qué me miras así? —preguntó ella, moviéndose para sentarse en la
cama y alcanzar la taza de café de su mesita de noche.

—Porque me gusta mirarte —respondió de inmediato, y luego añadió—: Y


porque no puedo creer que tenga la suerte de tenerte como esposa y compañera
de vida.

Allie se calmó, su corazón se le puso blando en el pecho, pero lo ignoró y dijo:

—¿Cómo sabes que tienes suerte? Tal vez sea una esposa terrible.

Negó con la cabeza.

—Si me muestras la mitad de la atención y preocupación que le has dado a

260
Liam, serás la esposa más asombrosa —le aseguró solemnemente.

Eso le hizo sentirse avergonzada. No había salido de esta habitación ni visto a


su hijo desde antes del cambio. Ni siquiera había pensado en él hasta que Magnus
lo mencionó. ¿Cuántos días habían pasado? Estaba preocupada. ¿Y en qué debía
estar pensando? Era una madre terrible, pensó Allie infelizmente.

—Está durmiendo —dijo Magnus suavemente—. Los niños duermen en el


cuarto de Stephanie.

Allie se mordió el labio con incertidumbre.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que subimos las escaleras para el cambio?

Él revisó el reloj de la cabecera y ella siguió su mirada para ver que decía 6:45
a.m.

—Apenas unas catorce horas.

—¿Qué? —preguntó con incredulidad.

—Salimos del restaurante justo después de las cuatro y media —le recordó.

Allie asintió. Habían llegado al juzgado a las tres de la tarde, estaban casados
y salieron a las cuatro menos cuarto, y habían ido a Bella Black's para una cena
de celebración temprana. Eso fue por sugerencia de Allie y Magnus. Sabían que
Elvi y Mabel insistieron en cerrar el restaurante a otros clientes durante la
celebración, y esperaban que todo terminara a tiempo para que el restaurante
abriera a los clientes regulares a las cinco y media o seis para atender a la multitud
de la cena. Ahora se preguntaba si lo habían abierto a otros después de que se
hubieran ido, o si lo habían mantenido cerrado para evitar la posibilidad de que
Abaddon y su tripulación entraran y causaran problemas.

—Y empezamos el cambio justo después de las cinco de la tarde —continuó


Magnus—. Ahora son casi las siete de la mañana.

—Pensé que los días habían pasado —admitió—. No me di cuenta de que el


cambio había sido tan rápido.

—Eran casi las dos de la madrugada cuando me desperté y tú estabas en la


ducha —dijo en voz baja—. Eso es relativamente rápido para un cambio, pero
como dije, sigue en marcha.

261
Allie asintió solemnemente.

—Supongo que no debemos haber dormido tanto tiempo como pensaba


entre... —Se sonrojó y dijo—: Cuando nos desmayamos, quiero decir.

Una lenta sonrisa curvó sus labios y se enderezó y se dirigió a la cama.


Tomando su taza de café, la colocó, junto con la suya, en la mesita de noche y
luego se inclinó hacia ella.

—No dormimos mucho tiempo entre... —murmuró, y luego le dio un beso en


los labios—. Los niños probablemente no se despertarán hasta dentro de media
hora o mejor. —La besó de nuevo—. Más bien una hora. —Su mano encontró su
pecho y comenzó a acariciarlo a través de la sábana que había jalado con ella
mientras se sentaba—. Creo que podríamos dormir otra siesta antes de que se
despierten.

—Una siesta suena bien —dijo sin aliento, dejando caer la sábana mientras su
cuerpo respondía a su toque.

Su otra mano se deslizó inmediatamente por debajo de ella para deslizarse


entre las piernas de ella y se detuvo brevemente. Cuando ella abrió los ojos, él
sonrió y dijo:

—Ya estás mojada para mí.

—Sucedió en el momento en que pusiste esa sonrisa traviesa y empezaste a


acercarte a la cama —admitió roncamente.
—Me gusta eso —susurró Magnus contra sus labios, y luego la besó
apropiadamente, su lengua barriendo para invadir su boca, y sus labios
exigiendo. En el momento en que ella gimió, él la instó a que se recostara en la
cama y comenzó a bajar sobre ella, sólo para congelarse y tirar de la sábana para
cubrirla cuando la puerta se abrió de golpe.

—Mamá, tengo hambre. ¿Podemos desayunar panqueques? —preguntó Liam,


entrando corriendo en la habitación con un pijama nuevo que Magnus le había
comprado. Estos tenían dinosaurios.

Allie miró fijamente al niño, su cerebro lento para cambiar de marcha, y fue
Magnus quien contestó.

262
—Si Elvi tiene las cosas arregladas y le parece bien, probablemente podría
hacer panqueques.

Allie le devolvió la mirada con sorpresa.

—¿Tú cocinas?

—No —admitió encogiéndose de hombros—. Pero estoy seguro de que puedo


averiguarlo.

—Sí, claro —dijo riendo. Definitivamente estaba cocinando, decidió Allie, y se


volvió hacia Liam, haciendo una breve pausa cuando vio a Teddy Jr., Sunny y
Gracie espiando en la habitación desde el pasillo. Les sonrió brevemente, pero
luego les dijo—: Bien, Liam, ve a vestirte y yo encontraré algo de ropa y me
vestiré también, luego bajaremos a hacer panqueques.

—No sé dónde está mi ropa —dijo Liam al instante.

—Están en la habitación en la que dormiste —le dijo Magnus—. Las bolsas de


Walmart en la esquina de la habitación de Stephanie. Encuentra algo que ponerte
y luego trae las maletas aquí. La ropa de tu madre también está en las bolsas.

—De acuerdo. —Liam se giró y salió corriendo de la habitación.

—Mabel no sabía qué bolsas contenían sus ropas y cuáles las tuyas, y no quería
hurgar entre ellas, así que las subió todas —explicó Magnus mientras se cerraba
la puerta.
—Oh. —Allie asintió y luego parpadeó cuando sus ojos se posaron en la toalla
alrededor de su cintura y notó que en ese momento estaba imitando una tienda
de campaña.

—¿Crees que se dio cuenta? —preguntó secamente Magnus, mirándose.

Allie soltó una carcajada ante la pregunta, y se deslizó de la cama para ir al


baño.

—Estoy segura de que lo hizo. Rara vez se le escapa algo. Sólo estoy
sorprendida de que no te preguntó sobre ello. —Al hacer una pausa en la puerta
del baño, se volvió y advirtió—: Pero prepárate, porque probablemente te
preguntará más tarde, y sin duda cuándo sea más embarazoso. Como en la mesa

263
del desayuno cuando todo el mundo esté allí.

Escuchó a Magnus gemir mientras cerraba la puerta del baño y sonreía al abrir
la ducha. Por su suposición, tenía el tiempo suficiente para una ducha rápida
antes de que Liam regresara. Iba a ser una fría.

—¿Dónde están todos?

Allie levantó la vista del crucigrama que estaba haciendo a esa pregunta, y
sonrió a Tricia mientras la rubia cerraba la puerta de la cocina y se inclinaba para
quitarse las botas.

—Bueno, veamos. Stephanie, Victor y DJ están durmiendo. Estuvieron de


guardia toda la noche, así que se fueron a la cama tan pronto como Tybo, Drina
y Harper se levantaron para relevarlos. Mabel y Elvi fueron a casa de Mabel a
comprar algunas cosas para la cena de esta noche. Tybo salió hace un minuto
para comprobar algo y dijo que volvería enseguida. Los niños están en la sala de
recreación abajo jugando al búho, y Magnus fue de compras.

Las cejas de Tricia se elevaron ante esta noticia.

—¿Comprar qué?

—No lo sé. Él no me lo dijo —dijo encogiéndose de hombros—. No paraba de


sonreír y de decir que ya lo verás.
—Oh. Ya veo —dijo Tricia con una sonrisa sabia mientras se encogía de
hombros.

Allie entrecerró los ojos.

—¿En qué estás pensando? ¿Juguetes sexuales?

Tricia se echó a reír y negó con la cabeza.

—Allie, ¿quién iba a decir que tenías una mente tan sucia?

—Lo sabías —dijo secamente Allie mientras la rubia se acercaba y se sentaba


en un asiento de la mesa—. O deberías. Has estado leyendo mi mente desde que
nos conocimos.

264
—No recuerdo haber leído ningún pensamiento sucio antes de que cambiaras
—le aseguró Tricia divirtiéndose—. Pero puedo leer que ahora me estás tomando
el pelo.

—Sí. —Suspiró Allie—. Nunca me interesó mucho el sexo antes de Magnus.


Ahora soy un perro rabioso. ¿Son los nanos? Y cuánto tiempo dura —preguntó
con frustración.

Tricia y Drina le habían dicho que les preguntara si tenía preguntas, y tenía
preguntas. Principalmente, ¿cuánto tiempo iba a durar esta situación? Todo lo
que Magnus tenía que hacer era sonreírle y sus pezones se endurecían. El roce de
su brazo contra el de ella la hizo temblar y mojarse, y un beso, incluso un ligero
beso en la frente o en la mejilla, era suficiente para que quisiera arrastrarlo hacia
arriba y saltar sobre sus huesos.

Allie lo sabía porque el hombre la había vuelto loca toda la mañana antes de
salir de compras. La había ayudado a hacer panqueques esta mañana y ella había
descubierto que la cocina era mucho más pequeña de lo que parecía.
Constantemente se encontraban y cuando no lo hacían, él la tocaba. Toques
inocentes: el barrido de sus dedos por el brazo de ella, su mano en la espalda de
ella, rozándola mientras él buscaba algo.

Había estado en un estado constante de excitación desde que bajó las escaleras,
y no se había ido cuando él lo había hecho. Había estado sentada aquí fingiendo
hacer un crucigrama, pero su mente no estaba en ello. Se preguntaba cuánto
tiempo tardaría Magnus, y si podían subir a hurtadillas para un rapidito cuando
él volviera. Aunque los rapiditos no eran realmente rápidos cuando había que
tener en cuenta el desmayo que seguía.

—Sí, es difícil —dijo Tricia con una sonrisa.

—Tú simpatía es abrumadora —dijo secamente Allie, y otra risa se le escapó a


la rubia.

—Lo siento. Soy comprensiva —le aseguró—. Recuerdo lo abrumador que fue
al principio. Pero te adaptarás.

—¿Me adaptaré? —preguntó Allie lentamente, y luego graznó—: ¿Quieres


decir que esto no desaparece?

265
Tricia negó con la cabeza, su sonrisa se volvió irónica.

—No que yo sepa. Sólo aprendes a lidiar mejor con ello... o a hacer varias
cosas a la vez.

—¿Multitarea? —preguntó con incredulidad—. ¿Qué puedes hacer


mientras...? Quiero decir, te desmayas al final.

—Sí. Eso puede ser un problema —admitió Tricia—. Una vez estaba cosiendo
una placa en mi uniforme cuando Teddy empezó a… —Haciendo una pausa,
aparentemente decidió que estaba compartiendo demasiado y simplemente
dijo—: De todos modos, sólo me quedaban dos puntos de sutura, así que anuncié
que iba a terminar mientras lo montaba. —Negó con la cabeza—. Debí haberlo
dejado.

»Sólo se logró una puntada y estaba torcida de todos modos y hubo que
rehacerla. Además, cuando me desperté después, fue para encontrar la aguja que
le salía del ojo. Lo había empalado cuando me desmayé. Asqueroso —dijo,
moviendo la cabeza—. Afortunadamente, aún estaba inconsciente. La saqué y ya
estaba curado cuando se despertó. No supo nada.

—Oh, Dios mío —susurró Allie con horror, y luego negó con la cabeza—. ¿Por
qué trataste de seguir cosiendo?

—Bueno, era mi uniforme —dijo como si eso significara algo, y cuando Allie
la miró fijamente agregó—: Mi primer turno en la fuerza policial de Port Henry
estaba a sólo dos horas de distancia. Mi uniforme fue entregado esa misma
mañana, y tenía que coser las insignias antes de aparecer en mi turno. No es mi
culpa que Teddy decidiera que quería celebrar mi primer día de esa manera.

—Sí, pero... —Allie negó con la cabeza impotente—. Yo nunca...

—Sí, lo harás —le aseguró Tricia alegremente—. Tal vez no eso, pero algo más.
Escuché que Sam y Mortimer terminaron tratando de hacerlo mientras conducía
por la autopista.

—¡No! —Allie jadeó, sus ojos muy abiertos.

Katricia asintió.

—Supongo que estuvieron a punto de sufrir un accidente antes de que

266
Mortimer se detuviera... aparentemente sólo unos segundos antes de desmayarse
—añadió secamente, y luego se encogió de hombros—. Pero eso demuestra el
poco sentido común que tenemos cuando se trata de compañeros de vida.

Allie la miraba con una especie de horror.

—Entonces. —Tricia le tomó la mano izquierda a Allie y la levantó de la mesa


para examinarla mientras cambiaba de tema—. Mira esto, una mujer casada sin
un anillo en el dedo.

Allie miró a su mano desnuda y sonrió irónicamente.

—Magnus me puso su anillo de sello para la ceremonia, pero era demasiado


grande. Se lo devolví cuando salimos del juzgado en lugar de arriesgarnos a
perderlo.

—Mmm. —Tricia asintió y luego frunció los labios y arqueó las cejas—. Ahora
me pregunto qué podría estar comprando Magnus.

Los ojos de Allie se agrandaron.

—¿Fue a comprar un anillo?

—No lo sé —admitió Tricia, soltando su mano—. Pero esa sería mi suposición.


Realmente le molestaba que no tuviera un anillo adecuado para ti.

—¿Dijo eso?
—No, cariño. Él lo pensó. En este momento es fácil de leer —explicó—. Es un
síntoma de conocer a un compañero de vida. Incluso los viejos inmortales son
fáciles de leer entonces.

—Oh —murmuró Allie, mirando su mano desnuda otra vez.

—¿Dijiste que los niños estaban en el sótano? —preguntó Tricia.

Allie asintió.

—Jugando el juego del búho.

—Bueno, es bueno que estén haciendo algo de uso de la sala de recreación que
Victor insistió en poner allí —dijo Tricia divirtiéndose.

267
—¿No estuvo siempre ahí? —preguntó Allie con sorpresa.

—No. El sótano era de paredes y suelo de hormigón antes. Victor lo había


terminado para darles a los niños un lugar para jugar, pero por lo general se
quedan arriba —dijo, y luego se puso de pie—. Creo que bajaré a saludar a mi
hijo. Volveré en un minuto.

—Está bien. —Allie le sonrió.

Le pareció que la puerta del sótano apenas se había cerrado cuando Drina dijo:

—¿Tricia? ¿Es a ti a quien escucho ahí abajo?

Al levantarse, Allie se dirigió a la entrada para mirar a la mujer que estaba de


pie en la parte superior de las escaleras.

—Acaba de bajar. Volverá enseguida. ¿Hay algo que necesites que pueda
conseguirte?

—No. El cartero está entrando por la puerta con un paquete y yo esperaba que
ella pudiera firmar para que yo no tenga que dejar mi puesto —explicó Drina,
cambiando de lugar con indecisión.

—Vete y vuelve a tu puesto. Puedo abrir la puerta —le aseguró Allie, y se


volvió para caminar hacia ella.

—No, no, no —gritó Drina, bajando corriendo las escaleras cuando Allie llegó
a la entrada y se asomó. El cartero estaba cerrando la puerta, de espaldas a la
casa, cuando ella miró hacia afuera, pero pudo ver su bolsa de correo y la caja
grande que llevaba. Girando para caminar lentamente por la acera, buscó en su
bolso y finalmente sacó un fajo de papeles multicolores.

—Alguien tiene un gran paquete en camino —comentó Allie cuando Drina se


acercó a su lado.

La mujer miró al cartero y asintió, pero luego dijo:

—Ve a esperar en la cocina.

Las cejas de Allie se alzaron a la orden.

—¿Por qué? Es sólo el cartero.

268
—Sí, pero no te quiero junto a la puerta cuando la abra. Anda. Ve a la cocina.
—Hizo un gesto ahuyentándola con la mano y Allie hizo una mueca de dolor,
pero se alejó.

—Bien. Voy a hacer café —anunció, comenzando a entrar en el comedor, pero


luego se detuvo y se volvió para mirar hacia atrás mientras escuchaba la puerta
principal abierta y el retumbar de una voz profunda.

—Claro, pensé que ustedes tenían cosas digitales que firmar hoy en día. —
Escuchó a Drina decir con alegría mientras le daba la espalda al hombre y
colocaba la pila de papeles multicolores en la puerta abierta para tener una
superficie plana en la que firmar.

La mirada de Allie se dirigió hacia el cartero y sus ojos se abrieron un poco. Le


resultaba familiar. Estaba tratando de averiguar dónde lo había visto antes
cuando tres cosas sucedieron en rápida sucesión. Oyó una puerta abierta detrás
de ella, sintió una corriente de aire fría y escuchó el murmullo de las voces de
Mabel y Elvi cuando aparentemente regresaron, una segunda puerta se abrió y
oyó a Tricia llamar a un saludo, y luego el movimiento atrajo la atención de Allie
hacia la caja que el cartero tenía en su poder y vio que estaba abierta y que él
estaba sacando un machete.

—¡Drina! —gritó como advertencia mientras él hacía girar el machete. Ella


corrió hacia él cuando él empezó a bajarlo.
—Acababa de sacar el machete cuando la humana gritó una advertencia. La
perra vampiro se giró y lo vio venir hacia ella. Intentó agacharse, pero aun así le
di un buen golpe en la cabeza.

Allie podía oír al orador, pero no podía ver nada. Estaba tumbada sobre un
suelo frío y húmedo sobre su estómago, su cabeza giraba hacia un lado con los
ojos cerrados y sin ganas de abrirlos. Su cabeza latía con fuerza como si fuera ella
la que había recibido el machete en la cabeza. De hecho, Allie no estaba segura
de no haberlo hecho. Lo último que recordó fue correr hacia Drina y luego el
dolor le explotó en la cabeza. Ahora había sangre chorreando por su cara, y un

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terrible dolor irradiando desde la parte posterior de su cráneo. Si no la había
golpeado en la cabeza como lo había hecho con Drina, entonces el hombre la
había golpeado con el mango lo suficientemente fuerte como para hacer un daño
serio.

—¿Sólo una herida en la cabeza? —preguntó otra voz, está más cercana a ella.
De pie sobre ella, adivinó, y al principio pensó que estaba hablando con ella. Pero
entonces el otro hombre respondió.

—Sí. Iba a cortarle la cabeza, pero una vez que la humana gritó, no había
ninguna posibilidad de que eso ocurriera. La perra estará fuera de servicio por
un tiempo.

—Sí, sí. Bien. ¿Pero cómo terminaste trayendo a Allie en vez de al chico,
Stephen? Es a tu hijo a quien queremos.

Stephen. El esposo de Stella, pensó Allie, y de repente se dio cuenta de por qué
le resultaba familiar cuando lo vio por primera vez en la puerta. Había mirado la
foto en el relicario con suficiente frecuencia desde que murió Stella que estaba
segura de que lo habría reconocido de no haber estado vestido con el equipo de
cartero. Eso la había confundido.

—Bueno —dijo Stephen—, ella se apresuró a tratar de ayudar a la perra


vampiro. Pero su grito había dado la alarma. La gente venía de todas partes. No
había posibilidad de buscar a Liam, así que la noqueé, la tiré sobre mi hombro y
corrí. Pensé que tal vez podríamos cambiarla por Liam.
—Ah. Sí. Inteligente —comentó el segundo hombre—. Pensamiento rápido
también.

—¿Crees que cambiarían a mi hijo por ella, Abby? Es sólo una humana.

Abby, pensó Allie con tristeza. Así que estaba en presencia no sólo del padre
de Liam, sino del hombre que había cambiado a Stella tan violentamente y la
había convertido en un monstruo. Aunque sólo sea temporalmente. Al parecer,
su marido no había tenido tanta suerte y seguía en la ciudad de los locos.

—Allie era humana —corrigió Abaddon—. Pero ya no más. Se ha cambiado.

—¿Lo ha hecho? —Stephen sonaba realmente sorprendido—. No me di


cuenta.

270
—Bueno, lo ha hecho. Lo que significa que es una compañera de vida de
alguien en esa casa, lo que la hace muy importante. No dudo que cambiarán a
Liam por ella. Después de todo, no está emparentado con ninguno de ellos.

—¿Así que hice lo correcto?

—Sí. Por supuesto que sí. Vamos, planearemos cómo organizar un


intercambio.

Allie oyó sus pasos alejarse. Escuchó hasta que no pudo escucharlos más antes
de arriesgarse a tomar más que las respiraciones superficiales de lo que se había
permitido hasta ahora. Pero no se movió. No estaba segura de poder hacerlo.
Dios, le dolía la cabeza. ¿No deberían los nanos estar arreglando eso?

Obligándose a calmarse, se concentró en sus respiraciones más que en el dolor.


O lo intentó. Desafortunadamente, su mente regresaba a lo que Abaddon había
dicho acerca de que los demás estaban dispuestos a cambiar a Liam por ella.

—No. —La palabra se deslizó en un suave susurro de negación. ¿Seguramente


Magnus no cambiaría a Liam para recuperarla? ¿Entregar a su hijo a estos locos
y dejar que lo conviertan en otro Leonius? Ella no quería eso. Y Stella ciertamente
no. Se había suicidado para evitar que eso sucediera. Y Allie también lo haría, sin
un solo arrepentimiento.

Bueno, eso no era del todo cierto. Ya se arrepentía. Allie deseaba que cuando
Magnus le había dicho que la amaba, ella hubiera hecho algo más que sentarse a
mirarlo fijamente con el miedo rodando a través de ella. Deseaba haber tenido el
coraje de admitir que pensaba que también se estaba enamorando de él. Podría
haberle dado eso al menos. Pero no se había dado cuenta de que podría no tener
la oportunidad más tarde. Supuso que eso significaba que había aprendido otra
de las lecciones de la vida hoy. Siempre dile a la gente lo que sientes por ellos.
No lo retengas por miedo. Nunca sabrás si tendrás otra oportunidad.

Bueno, esto era una mierda, pensó Allie de repente. Tendría la oportunidad. No
estaba muriendo aquí, y no estaba por ahí esperando que ellos trataran de
conseguir que Magnus les diera a Liam a cambio de ella. No estaba encadenada
y sus captores la habían dejado sola. Se estaba levantando y saliendo de aquí.

—Ahora —murmuró Allie en voz alta cuando su cuerpo no empezó a moverse

271
inmediatamente. Apretando los dientes, primero movió una mano y luego la otra
más cerca de su cuerpo, y luego comenzó a empujarse hacia arriba. Consiguió
levantar la parte superior de su cuerpo, tal vez unos centímetros del suelo, antes
de que el dolor en su cabeza aumentara de agonía a aplastante.

Allie no estaba consciente cuando cayó al suelo de nuevo.

Magnus silbaba alegremente para sí mismo, su mirada se deslizaba


repetidamente hacia el bolso del joyero de color azul pálido con el lazo atado al
asa del asiento del pasajero. Estaba muy contento consigo mismo. Había
conseguido exactamente lo que había imaginado cuando salió a buscar los anillos
de Allie, tanto un anillo de compromiso como un anillo de boda. Por supuesto,
tuvo que conducir hasta Londres para encontrarlo, y puede que no sea del
tamaño adecuado. Pero el vendedor le había asegurado que podrían alterar el
tamaño para ajustarlo más tarde.

Ahora sólo tenía que esperar que a Allie le gustara, pensó Magnus, y sintió un aleteo
de ansiedad empujar hacia adentro para unirse al sentimiento de satisfacción.
Quería que le gustara y parecía que a ella le había gustado la ropa que le había
elegido, así que esperaba que su gusto en anillos también coincidiera, pero las
joyas podían ser algo muy personal. Tal vez debería haber esperado hasta que la
pudiera haber llevado con él.
—A ella le gustará —se tranquilizó, pero aún estaba extrañamente nervioso
por dárselo. Quizá debería hacer algo especial. Llévala a cenar, o…

Sus pensamientos huyeron cuando se acercó a Casey Cottage y vio la


camioneta de Teddy en la entrada. Las luces parpadeaban y la puerta estaba
abierta de par en par. Con las manos apretando el volante, Magnus pisó el
acelerador, enviando el coche de Mabel volando los últimos seis metros de la
calle y chillando en la entrada de la casa. Salió del coche en el momento en que
se detuvo, entró corriendo, dejando la puerta abierta como Teddy, la bolsa azul
pálido olvidada en el asiento del pasajero.

272
Capitulo 18

273
El piso principal de la casa parecía vacío cuando Magnus entró corriendo, pero
podía oír el murmullo de las voces de arriba. Corriendo alrededor del mostrador
de la cocina, se dirigió hacia las escaleras, sus pies tropezando hasta detenerse
cuando vio la sangre salpicada en la puerta principal y un charco en el piso de
entrada.

Desesperado por encontrar a Allie y asegurarse de que estaba bien, Magnus se


dio la vuelta y subió corriendo los escalones. La puerta de la habitación de Allie
estaba abierta de par en par, mostrando que estaba vacía. Sus pasos se
desaceleraron un poco al pasar el alivio a través de él. Entonces no estaba herida.
Era otra persona, pensó, y luego una voz hosca gritó:

—Me salvó la vida, Harper. Si ella no hubiera gritado esa advertencia, no


tendría mi cabeza. Tenemos que recuperarla.

—Lo sé, cariño. Y lo haremos. Pero tienes que dejar que te den más sangre para
que sanes. Tienes una herida terrible. —La voz de Harper se dirigió hacia él por
el pasillo, sonando tan ansiosa y molesta como Magnus se había sentido hacía
unos momentos. Girando hacia allí, se dirigió al pasillo para ver qué podía hacer
para ayudar… y echarle un vistazo a Allie. Se sentiría mejor una vez que pudiera
verla y saber con seguridad que no se había lesionado.
—No. Tenemos que ir a buscarla. Soy un ejecutor. Tengo que encontrarla. Ella
me salvó la vida.

—Cariño, iré a buscarla. Te lo prometo. Pero tienes que quedarte aquí y dejar
que te den más sangre.

—No. Ella me salvó la vida. Tengo que...

—No, no lo hizo, Drina, cariño —dijo Mabel ahora, obviamente tratando de


ayudar a calmarla—. Ella tal vez te salvó de una herida más grave, pero los
inmortales pueden sobrevivir a una decapitación si la cabeza se reemplaza lo
suficientemente rápido. Tú lo sabes. Así que toma tu sangre y deja que los
hombres se encarguen de encontrarla. Necesitas...

274
—No siempre. A veces no funciona —murmuró Drina, y luego, con una voz
que se elevaba a un grito, les dijo—: No habría funcionado conmigo —y luego
casi en un gemido—, necesito encontrarla, Harper. Ella me salvó la vida.

Magnus llegó a la puerta cuando dijo eso, y miró a Drina con asombro. La
mujer estaba sentada a un lado de la cama, encorvada, sosteniendo su cabeza y
balanceándose ligeramente. Si no hubiera reconocido su voz, no sabría quién era
mirándola. Drina estaba cubierta de sangre por la herida abierta en la cabeza, casi
hasta la cintura, y la mancha roja profunda se extendía mientras él miraba.

—Iré a buscarla. Pero tienes que dejar que te den más sangre, Drina —dijo
Harper suplicando. Cuando ella negó con la cabeza y trató de ponerse de pie, él
la agarró de los hombros y la sujetó, pero finalmente perdió la cabeza y le gritó—
: ¡Jesús, mujer! Hay una herida abierta en tu cabeza. Deja de ser tan testaruda y
deja que te den sangre.

Drina levantó la cabeza, sus ojos una mezcla de plata y sangre. Sospechó que
estaba a punto de volver a discutir, pero luego lo vio y, en su lugar, gimió:

—Magnus.

La habitación se quedó en silencio cuando todos los ojos se volvieron hacia él,
y Magnus preguntó con preocupación:

—¿Qué demonios pasó?


—El cartero se la llevó. Lo siento —gimió Drina—. Le dije que fuera a la cocina.
Pero ella me salvó la vida y él se la llevó.

—¿Se llevó a quién? —preguntó Magnus, el miedo subiendo por su espalda


mientras miraba a su alrededor las miradas de lástima que recibía de la gente en
la habitación—. ¿Dónde está Allison?

—El cartero se llevó a Allie —dijo Elvi en voz baja, moviéndose a su lado—.
Lo siento. Tratamos de detenerlo, pero deslizó el machete a través de las manijas
de las puertas dobles y no pudimos salir por ahí. Para cuando salimos corriendo
por la puerta trasera, ya se habían ido.

—¿Qué? —preguntó con confusión e incredulidad—. ¿Por qué se la llevaría el

275
cartero?

—En realidad, no fue el cartero —explicó Tybo—. Él está muerto en una


camioneta calle abajo. Creemos que fue Abaddon o uno de sus hombres con el
uniforme del cartero muerto. Llegó a la puerta con la bolsa de correo y el buzón.
Parecía un cartero. Drina fue a firmar por el paquete y… —Su mirada se deslizó
hacia Drina—. Parece que iba a cortarle la cabeza, pero Allie gritó una
advertencia y Drina se agachó.

Los ojos de Magnus volvieron a la herida abierta en la cabeza de Drina. Era


una herida grave, pero se curaría.

—Desafortunadamente —continuó Tybo—, aparte de gritar, Allie corrió hacia


adelante, pensamos que para ayudar a Drina, pero él la golpeó en la cabeza con
la culata del machete, la arrojó sobre su hombro y huyó.

—Pero metió el machete por las manijas de la puerta para que no pudieras
seguirlo —murmuró Magnus lo que había dicho Elvi.

Todos los presentes asintieron y Magnus los miró con perplejidad, y luego
estalló furiosamente:

—Bueno, ¿por qué diablos están todos ustedes aquí parados? Tenemos que
salir a buscarla.

—Íbamos a hacer eso, pero no tenemos ni idea de por dónde empezar— dijo
Victor en voz baja. —Podría haberla llevado a la puerta de al lado, o hasta
Londres. No tenemos la mano de obra para buscar en un área tan grande de
puerta a puerta.

—Bueno, no podemos quedarnos aquí sin hacer nada —gruñó con


indignación.

—Lucian está en camino ahora mismo con Basha y Marcus —le dijo Victor—.
Él cree que ella puede reducir la búsqueda. Y esperamos que Abaddon llame
pronto también. No es a Allie a quien quiere. Es Liam.

—Creemos que llamará para hacer un intercambio —explicó Tybo—. Liam por
Allie.

—Sí. Lo hará —susurró Magnus, sintiendo un poco de esperanza para unirse

276
al miedo que se aferraba a su pecho. Abaddon no mataría a Allie. Trataría de
usarla para un intercambio.

—Mientras tanto, estamos tratando de hacer que Drina tome sangre para que
pueda sanar —dijo Elvi—. Pero está decidida a ir a buscar a Allie y no nos deja
darle sangre.

Magnus frunció el ceño y miró a la mujer.

—Encadénala y haz que tome la sangre.

—No la vamos a encadenar —gruñó Harper—. Sólo tenemos que hacerla


entrar en razón. Ella...

—No se puede razonar con ella, Harper, está en shock, y probablemente tiene
daños cerebrales para empezar —dijo Magnus con impaciencia—. Y si no la
encadenan, eventualmente va a tratar de levantarse de nuevo, caerse, y vas a estar
raspando su cerebro del piso y tratando de volver a ponerlo en su cabeza. Así
que encadénala, ponle una vía intravenosa, empieza a ponerle sangre en la
garganta también, y abre otra bolsa para verterla sobre la herida. Necesita toda
la sangre que pueda conseguir y rápidamente o va a perder al bebé que lleva en
su vientre.

Palideciendo, Harper se volvió a la cama y gritó:

—¿Dónde están las cadenas?

—Voy por ellas —dijo Victor, escapándose de la habitación.


Sabiendo que estaban en el armario de la ropa blanca en el pasillo, Magnus no
se sorprendió cuando el hombre regresó rápidamente. Victor le dio una cadena a
Harper, pero también a Magnus y a DJ, luego se llevó la otra y se movieron
alrededor de la cama.

Drina no se acostó para que la encadenaran. Luchó como un gato salvaje,


gritando que tenía que encontrar a Allie todo el tiempo. Magnus estaba justo ahí
con ella. Él también quería salir a buscarla, y estaba luchando para salir de la casa
y subirse al auto para hacerlo. Lo único que lo mantenía allí era la esperanza de
que Basha realmente pudiera reducir la búsqueda, y la posibilidad de que
Abaddon llamara y dijera algo para revelar su paradero. Era difícil, sin embargo.

En el momento en que encadenaron a Drina, las mujeres se precipitaron hacia

277
adelante, Katricia colocó una vía intravenosa, Mabel le puso una bolsa de sangre
en la boca abierta y gritando de Drina, y Elvi se arrodilló en la parte superior de
la cama, vertiendo lentamente el contenido de otra bolsa sobre la herida de la
cabeza de Drina.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó Harper, su preocupación nublando su cara


mientras veía trabajar a las mujeres.

—Porque ella dijo que Allie le salvó la vida y que habría muerto si le hubiera
cortado la cabeza —dijo Magnus con severidad—. Sólo sé de un par de casos en
los que un inmortal fue decapitado y no sanó cuando la cabeza fue reemplazada
rápidamente, y ambas eran mujeres embarazadas.

—¿Por qué haría eso una diferencia? —preguntó Elvi, levantando brevemente
la vista de lo que estaba haciendo.

Cuando Magnus suspiró cansado y se pasó una mano por el cabello, fue
Katricia quien se lo explicó.

—Los científicos de Argeneau no son positivos, pero piensan que cuando las
madres fueron decapitadas, los nanos automáticamente se volvieron hacia el
bebé como un huésped de reemplazo viable y se mudaron a él para tratar de
mantenerlo vivo.

—Abandonando a la madre —murmuró Elvi.

—Como ratas de un barco que se hunde —dijo Mabel con asco.


—Drina no me dijo que estaba embarazada —dijo Katricia con el ceño
fruncido.

—Yo tampoco lo sabía —admitió Elvi.

—Ella no quería que nadie lo supiera hasta que pasáramos el cuarto mes —
dijo Harper en voz baja—. Ella quería estar segura de que no perdería al bebé.

—¿Lo perderá? —preguntó Mabel.

Nadie tenía una respuesta.

Terminada la intravenosa, Katricia dio un paso atrás, miró a Drina y comentó:

—Allie realmente le salvó la vida.

278
—Lo más probable. —Estuvo de acuerdo Magnus, y pensó que ahora sólo
tenía que salvar la suya.

Allie se despertó abruptamente y abrió los ojos antes de que se detuviera a


pensar. No aumentó mucho su dolor, pero ya le dolía bastante. Pero no tanto
como la última vez que se despertó, y supuso que tenía que agradecérselo a
Abaddon. El bastardo la había forzado a tomar sangre la última vez que recobró
el conocimiento. Sabiendo que no sería sangre embolsada, trató de negarse, pero
él simplemente le había forzado a abrir la boca y le había servido una taza tras
otra con el líquido de sabor metálico en la garganta. Todavía había estado
caliente.

No queriendo pensar en eso o en el lugar de donde probablemente había salido


la sangre, Allie se quedó quieta por un momento, esperando a ver si el dolor en
su cabeza aumentaba. No lo hizo, y siguió siendo un latido constante y sordo que
era al menos soportable. En realidad, ya se había calmado lo suficiente como para
que ahora se diera cuenta de otros dolores y molestias. Su espalda y cadera, por
ejemplo, anotó Allie, y se movió hacia su lado, elevando sus piernas casi hasta
una posición fetal en un esfuerzo por aliviar su incomodidad.
—Ahí estás. —La voz alegre de Abaddon no era la con la esperaba despertar,
pero ahí estaba, viniendo de algún lugar detrás de ella, y acercándose—. Cuando
dejaste de gritar, supe que te despertarías pronto.

Allie no hizo comentarios. Simplemente esperó.

—Ahora que estás despierta y sintiéndote un poco mejor, realmente


necesitamos hablar.

Podía hablar todo lo que quisiera. Eso no significaba que tuviera que responder, pensó
Allie sombríamente.

—Primero, debo agradecerte por criar al niño por nosotros.

279
Eso la hizo endurecerse. No había criado a Liam para estos dos monstruos.

—Me temo que no soy bueno con los bebés —continuó Abaddon con voz
locuaz—. Pero entonces, en realidad, todo lo que hacen es llorar, gritar, cagar y
apestar el lugar. Me desconcierta por qué tantos mortales e inmortales están
cautivados con ellos.

El chillido de lo que sonaba como metal sobre hormigón acompañó la


aparición de una silla frente a ella. Allie apretó los dientes contra el breve
aumento de dolor en su cabeza que el sonido causó y levantó los ojos para mirar
a su torturador mientras se acomodaba en la silla.

Abaddon era justo como Stella lo describió. Se veía completamente normal.


Un contador con ropa para correr, pensó sombríamente, y luego miró al hombre que
aparecía detrás de él. El marido de Stella, Stephen, se parecía mucho a su foto, y
al mismo tiempo, no. Era la misma cara, el cabello oscuro cortado con el mismo
estilo prolijo, pero los ojos eran diferentes. En la foto, sus ojos casi habían brillado
de felicidad, ahora estaban desolados y vacíos. Por supuesto, su ropa también era
diferente; en lugar del esmoquin de boda, llevaba el uniforme del cartero, pero,
aunque estaba limpio cuando llegó a la puerta de Casey Cottage, ahora había
varias manchas de sangre que lo adornaban.

Stella lloraría al verle así, pensó Allie, y volvió a prestar atención a Abaddon. Se
miraron en silencio durante un momento y ella le preguntó:

—Si tanto te disgustan los niños, ¿por qué le dijiste a Stella cómo no perder a
su bebé?
—Me malinterpretas. Aunque no me gustan los bebés, me gustan los niños —
aseguró y luego se volvió hacia Stephen—. Ayúdala a sentarse, mi amor. Me va
a dar un calambre en el cuello mirándola de esta manera.

Allie empezó a intentar sentarse para evitar que él la tocara, pero apenas había
movido las manos para empujarse cuando Stephen estaba a su lado. Agarrándola
por la parte superior del brazo, la levantó a una posición sentada, y luego la
arrastró varios metros hacia atrás hasta que sintió la pared en su espalda.
Soltándola entonces, Stephen regresó a su posición un poco más atrás y al lado
de Abaddon.

Como un buen esclavo, Allie pensó amargamente mientras luchaba con el dolor
que el movimiento había levantado en su cabeza. Para su sorpresa, Abaddon no

280
empezó a hablar de inmediato, sino que esperó hasta que el peor de los dolores
la dejó y suspiró un poco.

—Como decía, me gustan los niños —le aseguró—. Están tan ansiosos de
complacer… y también de ser fácilmente moldeados. Esa es la mejor parte de
ellos.

—Cierto —dijo Allie cansada—. Así que le contaste a Stella sobre el bebé, lo
dejaste escapar, ¿y…?

—La vigilaba y la asustaba un poco de vez en cuando para que se escabullera.

—¿Por qué? —preguntó de inmediato.

—Porque me entretenía —dijo divertido—. Viéndola correr, pensando que


podría escapar de mí...

—Pero ella no podía porque habías puesto un dispositivo de rastreo en su


collar —dijo Allie con severidad, y luego dirigió su mirada a Stephen—. ¿O fuiste
tú?

Stephen la miró irritado, pero no se molestó en responder.

Allie volvió a prestar atención a Abaddon.

—¿Así que siempre planeaste reclamar a Liam?

—Sí.
—Mientras tanto, hacías que tus hombres aparecieran de vez en cuando para
asustarla y que volviera a huir.

Abaddon asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Que continuaron haciéndolo contigo después de que ella se suicidó.

Allie lo miró fijamente, pensando en lo inútil que había sido el sacrificio de


Stella, y luego pensando en ella misma y en todo el dinero que había malgastado
corriendo, en todo el miedo y la ansiedad que había experimentado… porque él
había querido ¿qué? ¿Joder con su cabeza? ¿Verla correr? Hizo que la ira se
retorciera dentro de ella como serpientes en una canasta. La hizo querer herirlo,
y dijo:

281
—Lucian te tendió una trampa y atrapó a tus hombres. Están todos muertos.

—Eso era de esperar —dijo encogiéndose de hombros con indiferencia—. Eran


sólo peones. Sacrificados para que la seguridad en la casa se calmara y nos diera
la oportunidad de sacar a Liam.

—Que fracasó —señaló, y vio la irritación parpadear en la cara de Abaddon.


Cuando él no le dijo nada, le preguntó—: ¿Cómo sabías que Liam y yo aún
estábamos en la casa cuando el rastreador se fue?

—Stephen y yo estábamos mirando por la ventana del garaje cuando Dani y


Decker entraron en el coche. Tú y Liam no estaban con ellos.

—¿Ya estabas en la casa? —preguntó con consternación.

—Te seguimos hasta la casa esa primera noche y la hemos estado observando
desde entonces —dijo con una leve sonrisa—. Pero la seguridad allí era
demasiado estricta para llevarse al niño. Así que hice que los hombres subieran
y bajaran por Main Street mientras estabas en el restaurante con la esperanza de
asustar a los Argeneau para que te llevaran. Ya sea que regresaran a Toronto o
volaran, tendrían que salir de la casa en auto y el plan era sacar su vehículo de la
carretera y agarrar a Liam. Pero cuando vi que Dani y Decker se iban y el
rastreador se alejaba en la aplicación de rastreo de mi teléfono, supe que era una
trampa. Ordené a los hombres que los siguieran.

—Y los envió a la muerte —dijo Allie en voz baja.


—Eran peones —repitió—. Los peones están hechos para ser sacrificados.

—¿Y qué es Stephen? —preguntó Allie—. ¿Sólo otro peón? Apuesto a que ni
siquiera sabe que es un inmortal, no un vampiro.

—Él lo sabe. Le dije todo —le aseguró con firmeza Abaddon—. He sido
honesto con él desde el momento en que accedió a ser mi compañero de vida.

Allie se quedó boquiabierta ante el hombre, y luego se volvió hacia Stephen y


preguntó con incredulidad.

—¿En serio? ¿Arrojaste a Stella por este imbécil?

—Es mi compañero de vida —dijo Stephen simplemente.

282
—Eras un posible compañero de vida —corrigió Allie—. Eso es lo que me
dijeron. Era una posible compañera de vida y podía negarme.

—Pero no te negaste, ¿verdad? —señaló Abaddon—. Lo que me lleva a mi


pregunta. ¿Quién es tu compañero de vida?

—¿Por qué? —preguntó con cautela Allie.

—Porque a tu compañero de vida es a quien contactaremos para arreglar el


intercambio. Él es el que estará más dispuesto a entregar a Liam para recuperarte.

—No, no lo hará —dijo con certeza.

—Nuestra especie morirá por nuestros compañeros de vida, chica. No le


importará entregar a un niño para recuperarte. Especialmente cuando Liam no
es su hijo y lo entregaría a su padre, quien le explicará que sólo quiere criarlo—
—Abaddon asintió con firmeza—. Y cuando le diga lo que te pasará si no entrega
al niño… bueno… —Se encogió de hombros.

Allie tragó saliva, algo de su certeza desapareció. Magnus podría renunciar a


Liam para salvarla si pensara que Liam no se vería perjudicado. Podría
convencerse a sí mismo de que podrían recuperar a Liam una vez que la tuviera
a salvo de Abaddon.

—¿Cuál es? —preguntó Abaddon ahora—. Tybo o Magnus?

—¿Quién dice que es uno de ellos? —preguntó Allie.


—Digo, porque sé que todos los demás están apareados —gruñó impaciente—
. Ahora, ¿quién es?

En vez de responder, Allie preguntó:

—¿Por qué no lo has leído de mi mente? ¿No puedes leerme?

—Tenías demasiado dolor cuando lo intenté antes —dijo con irritación, y


luego sus ojos se entrecerraron—. Pero el dolor no es tan malo ahora.

Sus ojos se movieron hacia la frente de ella y se entrecerraron. Sabiendo que él


estaba tratando de leerla, Allie hizo lo único que se le ocurrió hacer. Golpeó su
cabeza contra la pared. El dolor irrumpió en su cráneo como fuegos artificiales,
disparando a cada rincón de su cerebro, blanco brillante y caliente, y luego negro.

283
No estaba consciente para escuchar las maldiciones de Abaddon, o de sentir su
patada antes de que él saliera furioso de la habitación.
Capitulo 19

284
—La encontraremos. La recuperaremos.

Magnus hizo una mueca de dolor ante las palabras de Tybo cuando el hombre
se sentó con él en una silla a la mesa del comedor. Era la tercera persona que
venía a darle esa tranquilidad en una hora desde que salió de la habitación donde
Drina estaba siendo tratado. No se tranquilizó.

Lo que estaba, era aterrorizado. No podía perder a Allie. Ella era… todo.

—¿Magnus?

Levantando la cabeza, miró al niño que se acercaba a la mesa, y no tenía duda


de que su expresión era probablemente tan en blanco como sus pensamientos en
ese momento. No había pensado en Liam desde que se enteró de que Allie había
desaparecido, se dio cuenta. Ahora era el padre del niño, pero ni siquiera había
pensado en preguntar dónde estaba el niño, o si sabía lo que estaba pasando.

—¿Dónde está mamá? —preguntó Liam, deteniéndose a su lado, una


expresión de preocupación en su cara mientras giraba un pequeño coche de
juguete en sus manos—. Teddy cree que los malos la atraparon. ¿Lo hicieron?

—¿Por qué Teddy pensaría eso? —Magnus pidió que se detuviera el tiempo
para descubrir cómo responder.
—A causa de todos los gritos —dijo solemnemente—. Y cuando llegamos a ver
lo que estaba pasando, nos alejaron, pero vimos la sangre. Y Drina seguía
gritando que tenía que ir a salvar a mamá.

Bueno, eso le impedía ser capaz de ofrecer una mentira reconfortante, pensó
sombríamente Magnus. Deslizando su silla hacia atrás de la mesa, levantó al niño
sobre su regazo, pero se demoró en responder de nuevo preguntando:

—¿Los otros niños te enviaron a preguntar?

— Ajá. —Liam asintió solemnemente, con la mirada fija en el coche de juguete


que sostenía, y luego levantó la vista y añadió—: Pero quería saberlo de todos
modos.

285
—Me imagino que querías —murmuró Magnus.

—Ella es mi mamá —señaló.

—Sí, lo es.

—¿Se la llevaron los hombres malos?

Magnus cerró los ojos brevemente, y luego asintió.

—Sí, hijo. Se la llevaron.

Liam bajó la cabeza por un momento y luego levantó la vista y dijo:

—Pero tú la vas a recuperar, ¿verdad?

—Voy a intentarlo con todas mis fuerzas —le aseguró Magnus.

Liam lo consideró, y luego asintió y preguntó:

—¿Ahora eres mi papá?

Magnus abrió la boca, la cerró y dijo tentativamente:

—Me gustaría serlo, si te parece bien.

—De acuerdo —dijo solemnemente—. Pero primero tienes que traer a mamá
de vuelta. Las familias tienen una madre y un padre, y siempre he querido una
familia. Toda mi vida.
—Yo también —dijo Magnus en voz baja.

Asintiendo de nuevo, Liam se resbaló de su regazo y se dirigió de nuevo a la


sala de estar. Aparentemente, la conversación había terminado, pensó Magnus
irónicamente, y luego miró hacia la puerta de la terraza cuando se abrió para
permitir que entrara el viento, los copos de nieve y Lucian Argeneau. Le
siguieron rápidamente su sobrina, Basha, y su marido, Marcus Notte.

Magnus se puso de pie de inmediato, pero se detuvo cuando Lucian lo miró a


los ojos y levantó las cejas en cuestión.

—¿Ya han hecho contacto? —preguntó Lucian abruptamente mientras se


quitaba las botas.

286
Magnus negó con la cabeza.

—Bien. —Con expresión sombría, Lucian se desabrochó el abrigo mientras se


movía alrededor del mostrador de la cocina, pero no se lo quitó—. ¿Dónde
diablos están todos?

—Victor, Teddy, Katricia y DJ están arriba observando los cuatro lados de la


casa para ver si alguien se acerca, y Harper, Elvi, Mabel y Stephanie están con
Drina —respondió Tybo de inmediato.

—Bueno, que bajen aquí —grito Lucian.

Tybo dudó, pero entonces dijo:

—¿No debería alguien permanecer en guardia? En caso de que…

—¿Por si acaso qué? —preguntó sombríamente Lucian—. El caballo ya está


fuera del establo.

—Pero el pony está en la sala de estar —señaló Magnus bruscamente. Lucian


lo miró sin comprender y añadió—: Liam. Todavía tenemos que protegerlo.
Podrían volver.

—No volverán. Creen que tienen una moneda de cambio para conseguirlo sin
arriesgarse a volver a vernos —dijo Lucian con certeza, y luego miró a Tybo—.
Adelante. Trae a todo el mundo aquí.

Tybo se giró de inmediato para correr hacia arriba.


Dando un gruñido de satisfacción, Lucian se volvió hacia Magnus.

—Conoces a Marcus, y has conocido a Basha.

Magnus le dio a Marcus un saludo, pero le preguntó a Basha:

—¿Puede realmente reducir el número de lugares donde podría haberla


llevado? —Era su única esperanza ahora, a menos que recibieran una llamada.

—Tal vez —dijo ella, y se volvió hacia Marcus. El hombre inmediatamente


sacó un gran mapa doblado de dentro de su abrigo y lo desplegó sobre la mesa
para revelar las calles de Port Henry.

Basha se acercó a su marido y abrió la boca para hablar, pero Lucian se

287
adelantó diciéndole:

—Espera a que lleguen los demás o tendrás que repetirte. Magnus no conoce
Port Henry. Necesitamos a Teddy, Elvi o Mabel para esto.

Basha asintió, pero miró a Magnus disculpándose.

—¡Basha! —grito Elvi, entrando corriendo en la habitación con Victor, Mabel


y Katricia en sus talones. La mujer corrió hacia Basha para abrazarla—. Gracias a
Dios que estás bien. Estábamos preocupados cuando no pudieron localizarte.

—Lo siento. Nos encontramos con un nido de renegados en California. Mi


teléfono fue destruido y no tenemos ni idea de lo que le pasó al de Marcus —
explicó Basha, que parecía algo incómoda mientras abrazaba a Elvi. Magnus
sabía que Marcus había estado llevando a Basha a conocer a los miembros de su
familia para que se reencontrara con ella. Marcus le había dicho que estaba
teniendo dificultades para adaptarse a tener familia de nuevo. Se notó ahora
mismo. Parecía feliz de ver a Elvi, pero aún no se sentía cómoda con las muestras
de afecto. Ella se adaptaría, lo sabía.

—¿Estás seguro de que es una buena idea que todos estemos aquí, Lucian? —
gritó Teddy mientras llevaba a DJ a la habitación.

—Sí, yo… ¿Qué diablos haces fuera de la cama? —Lucian se interrumpió para
preguntar mientras veía a Drina entrar en la habitación con Harper y Tybo.
—Estoy curada —dijo Drina, mirándole fijamente—. Ahora, pongamos manos
a la obra. Tenemos que recuperar a Allie.

Lucian la miró con el ceño fruncido, pero luego se volvió hacia Basha e hizo
un gesto para que siguiera adelante.

—De acuerdo. —Basha volvió a la mesa y al mapa de Port Henry mientras el


grupo se extendía alrededor de la mesa—. Abaddon ha mostrado preferencia por
viejos edificios abandonados en el pasado.

—Todavía podría —murmuró Magnus—. Stella le dijo a Allie que estaba en


un viejo edificio abandonado.

—Nos mantuvo en uno también, cuando intentó matarnos —anunció Marcus.

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La boca de Basha se apretó, pero dijo:

—Obviamente, Abaddon prefiere ese tipo de vivienda por alguna razón, y


habrá llevado a Allie a algún lugar así. Así que necesitamos a alguien que pueda
marcar todos los edificios abandonados en Port Henry. Buscaremos primero y
nos iremos más lejos si no está en uno de ellos. —Mirando a Teddy, dijo—: Lucian
pensó que podrías ayudar con esa parte.

Teddy dio un paso al frente de ella y miró sobre el mapa, luego puso su dedo
en un punto casi en el centro.

—Hay una vieja imprenta abandonada aquí. Ha estado vacía durante décadas.

—Eso es en el centro de la ciudad —dijo Basha, moviendo la cabeza—. Le gusta


hacer gritar a sus víctimas y no quiere vecinos entrometidos.

Asintiendo, Teddy volvió a mirar el mapa, su dedo moviéndose lentamente


de lugar en lugar, pero finalmente, dio un paso atrás.

—Hay varias casas vacías desde que la planta de camiones cerró, pero todas
tienen vecinos.

—¿Fábrica de camiones? —preguntó Basha con interés.

—Eso está en las afueras de la ciudad —señaló Elvi, acercándose ahora al


mapa—. La propiedad es enorme con un estacionamiento que se extiende desde
ambos lados del edificio. Un lado era para que los trabajadores estacionaran, el
otro para los vehículos terminados. Podrían estacionar cientos de vehículos en
esos estacionamientos. Nadie oiría gritos viniendo de allí.

—Sí, pero ese lugar es un desastre —dijo Teddy frunciendo el ceño—. Ya ni


siquiera se molestan con la seguridad para proteger el edificio. Planean derribarla
pronto.

—Perfecto —dijo Basha sucintamente—. ¿Algún otro lugar como ese en o


alrededor de Port Henry?

Cuando la única respuesta que obtuvo fue una negativa con la cabeza, se
enderezó.

—Bueno, no me gusta poner todos mis huevos en una cesta, pero sugiero que

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busquemos primero en la planta. Si no encontramos nada, tendremos que ir más
lejos.

—No deberías haber hecho eso. Realmente hiciste enojar a Abby.

Esas fueron las primeras palabras que Allie escuchó al despertarse.


Parpadeando con los ojos abiertos, ignoró su cabeza golpeada y frunció el ceño a
Stephen cuando lo vio parado justo dentro de la puerta de su prisión. No se
molestó en responder a sus palabras, sino que miró alrededor de la habitación,
para ver cómo estaba el terreno. Algo que no había tenido la oportunidad de
hacer antes.

La habitación no era muy grande, tal vez del tamaño de una oficina. Y estaba
oscuro, la única luz salía de la linterna que Stephen sostenía y la parte que se
arrastraba a través de las puertas dobles de metal abiertas. El piso era una losa
de concreto cubierto con tanta suciedad que se le podría haber perdonado por
pensar que el piso mismo era tierra.

Allie finalmente volvió a prestar atención a Stephen y dijo:

—Me alegro de que Stella no esté viva para ver lo que estás haciendo.

—Sólo estoy tratando de recuperar a mi hijo —dijo Stephen.


—¿Para que Abaddon pueda retorcer su pobre mente y convertirlo en un
monstruo como lo es él? —preguntó bruscamente—. Es tu hijo. ¿No te preocupas
por él en absoluto?

—Por supuesto que me importa —dijo irritado—. Por eso lo quiero a él. Vamos
a criarlo juntos. Seremos una familia.

—Una familia de renegados —dijo Allie con severidad—. Abaddon te ha dicho


que hay leyes sobre morder a los mortales, ¿no?, ¿y si muerdes a los mortales eres
considerado renegado y ejecutado?

Stephen apartó la mirada con el ceño fruncido y murmuró:

—Abby es inteligente. No nos atraparán.

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—Correcto —resopló Allie.

Ambos se quedaron en silencio un momento y luego Stephen preguntó:

—¿Por qué lo hizo?

Allie lo miró en silencio por un momento y luego dijo:

—¿Quieres decir por qué se suicidó Stella?

Asintió en silencio, su cara envuelta en infelicidad.

—Para salvar a Liam —le dijo—. Ella esperaba que pensaras que ella y Liam
murieron en el incendio y que yo pudiera criarlo. Darle una infancia normal.

—No es un niño normal —dijo Stephen al instante.

—Él lo es —le aseguró—. Si nos has estado observando en Port Henry debes
haberlo visto jugar afuera con los otros chicos, haciendo muñecos de nieve,
haciendo ángeles de nieve, bajando en trineo.

—Vi el trineo —reconoció a regañadientes—. Parecía... feliz.

—Él es feliz —le aseguró—. Bebe sangre embolsada, pero por lo demás es tan
normal como tú cuando eras un niño. Tiene amigos, juega, incluso se quedó a
dormir con los otros niños. Su vida puede ser normal conmigo —dijo
suplicando—. ¿Cómo será si tú y Abaddon lo atrapan?
Stephen negó con la cabeza, su expresión una combinación de enojo y
disgusto.

—Me estás pidiendo que elija entre mi hijo y mi compañero de vida. —


Contemplando su mirada, dijo impotente—: No puedo hacer eso.

—Ya lo has hecho —dijo Allie cansada—. Stella se sacrificó por Liam, pero tú
estás sacrificando a Liam por Abaddon. —Sacudiendo la cabeza, murmuró—: Al
menos, mi madre se suicidó en lugar de tomar la decisión. Simplemente te
quedarás y verás a Abaddon arruinar a tu hijo y, por supuesto, cosechar los
beneficios del sexo de pareja mientras él lo hace.

—Cállate —soltó Stephen, su mano apretando la linterna—. Dudo que

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pudieras elegir si estuvieras en mi posición.

—Nunca sacrificaría a Liam por... —Allie se interrumpió en el último


momento antes de decir el nombre de Magnus, y luego comenzó a fruncir el ceño
mientras miraba a Stephen. Casi estaba aguantando la respiración con
anticipación. Y luego recordó la conversación que había escuchado cuando se
despertó. El hombre que había oído decirle a Abaddon lo que había pasado en la
casa no se parecía en nada al hombre torturado que tenía delante. No había
habido culpa por lo que había hecho, sólo frustración por no haber logrado
decapitar a Drina, y cierto disgusto cada vez que se refería a Allie como la
humana. Como si su estatus como humana la hiciera menos de alguna manera.

Stephen estaba jugando con ella, Allie se dio cuenta con asombro. Toda esta
conversación fue un esfuerzo para que revelara el nombre de su compañero de
vida.

—Entonces, ¿el cambio te volvió loco y te arruinó? ¿O es que siempre has sido
tan desagradable y te las habías arreglado para ocultárselo a Stella? —preguntó
de repente.

La expresión torturada se le escapó inmediatamente de la cara, y Stephen


sonrió irónicamente.

—Casi te atrapo. Casi me das su nombre.

—Sí. —Estuvo de acuerdo, pero de repente se sintió cansada. Durante un


tiempo, Allie esperaba poder convencerlo de que dejara ir a Liam. Pero eso no
iba a suceder, reconoció, y luego levantó la cabeza, incapaz de resistirse a
preguntar—: ¿Te importa siquiera que hayas llevado a Stella a suicidarse?
¿Alguna vez la amaste?

—Stella era débil —dijo con asco—. Abaddon nos hizo inmortales. Dioses.
Pero ella no pudo manejarlo. Quería jugar a las casitas y criar bebés cuando ahora
hay mucho más para nosotros.

—Como matar y torturar a los mortales —sugirió con severidad.

—No lo rechaces hasta que lo hayas probado —dijo Stephen con una sonrisa.

—Gracias. Creo que pasaré de eso —dijo secamente Allie.

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—Eso es porque no sabes lo que te pierdes —le aseguró—. Es un infierno de
carrera tener la vida de un mortal insignificante en tus manos. Escucharlos rogar
misericordia, y permitirles que esperen que los dejen vivir o incluso escapar, sólo
para arrancarles la garganta y ver cómo toda esa esperanza se desvanece de sus
ojos junto con su vida. —Se estremeció delicadamente y luego admitió—: Me
gusta. Me gustan sus gritos y llantos, y me gusta que su sangre caliente corra por
mis labios y lengua. —Su sonrisa se amplió—. Casi tanto como me gustó dejar
que Stella pensara que todavía me importaba y que algún día tendríamos una
vida juntos. Pero me gustaba más verla huir cada vez que la asustábamos,
pensando que podía huir cuando no había forma de hacerlo. —Se rió—. Dios,
qué prisa.

—Gracias a Dios que Stella nunca vio este lado de ti —dijo Allie
solemnemente, y lo dijo en serio. Estaba bastante segura de que Stella se habría
sentido aplastada al ver hasta qué punto se había hundido Stephen en la locura.
Qué cruel se había vuelto. La hizo preguntarse si la crueldad no había estado
siempre allí, simplemente escondida detrás de una fina capa de humanidad.

Un sonido de arrastrar pies le llamó la atención y Allie se giró hacia la puerta


mientras Abaddon entró en la habitación.

—Lo siento, Abby —dijo Stephen encogiéndose de hombros—. Casi hago que
ella me dé el nombre. No estoy seguro de qué me delató, pero... —Se encogió de
hombros otra vez.

—No importa, mi amor. Ella nos dirá cuando tenga suficiente hambre. Eso, o
simplemente llamaremos a la casa y preguntaremos por el compañero de vida de
Allie —dijo Abaddon, y luego se detuvo, dándose cuenta de que la respuesta
había estado frente a su cara todo el tiempo.

Stephen se echó a reír.

—Yo tampoco lo pensé hasta que tú lo dijiste.

Abaddon chasqueó con exasperación y negó con la cabeza al salir de la


habitación.

—Bueno, más vale tarde que nunca. Ven, haremos la llamada de inmediato.

Stephen lo siguió con la linterna. Esta vez cerró las puertas tras él, dejándola
en la oscuridad, y ella oyó el ruido y el estruendo de las cadenas que se tiraban a

293
través del metal. La estaban encerrando. Puertas metálicas y una cadena
probablemente funcionarían, pensó sombríamente.

Allie se quedó quieta un momento, esperando que sus ojos se ajustaran a la


oscuridad, pero aparentemente ni siquiera los ojos inmortales podían ver en una
ausencia total de luz. Después de un momento, se rindió y se puso en pie. El dolor
en su cabeza aumentaba un poco con el movimiento, pero no era mortal. Podía
manejarlo, se dijo Allie, y respiró hondo antes de avanzar cautelosamente en
dirección a la puerta con las manos extendidas. Parecía que tardaría una
eternidad en cruzar la habitación, pero al final su mano se topó con metal frío.
Allie se detuvo y pasó las manos por encima de la puerta hasta que encontró las
manijas interiores. Les dio un tirón de prueba, sin esperar que la cadena se
rompiera ni nada, así que no se desilusionó cuando no pasó nada.

Soltando el aliento, Allie sintió a lo largo de la puerta de la pared de la


izquierda y la siguió hasta la esquina. Una vez allí, siguió esta nueva pared,
caminando lo que pensó que podrían ser varios metros antes de detenerse y
comenzar a golpearla.

Uno de los niños que había estado en el hogar de crianza en el que Allie había
vivido durante dos años le había contado una historia sobre otro niño de crianza
llamado Bobby. Bobby había sido un artista fugitivo, huyendo de todos los
hogares de acogida en los que fue puesto, sólo para ser capturado y devuelto o
llevado a uno nuevo. Desesperado por evitar que volviera a huir, una de sus
familias lo había encerrado en una habitación del sótano sin ventanas. Pero
Bobby era un chico listo que no iba a ser mantenido donde no quería estar. Había
usado una navaja para hacer un agujero en ambas piezas de yeso entre su
habitación y la siguiente, se arrastró a través de ella y escapó de nuevo.

Allie no tenía una navaja, pero tenía una fuerza inmortal. El golpeteo era para
tratar de averiguar, o al menos hacer una conjetura educada, sobre dónde estaban
los travesaños de la pared. Cuando pensó que sabía dónde golpear sin darle a
uno, cerró el puño, tiró de la mano hacia atrás y, en su lugar, dio una patada a la
pared. Allie no era una gran fanática del dolor, y realmente ya estaba sufriendo
bastante. Aunque su dolor de cabeza no era tan fuerte la última vez que se había
despertado, el dolor se estaba extendiendo al resto de su cuerpo. Un dolor ácido
y mordaz que sospechaba que podían ser los nanos que daban a conocer su
necesidad de sangre, o que la buscaban activamente en sus órganos.

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Como era de esperar, su pie atravesó la pared de yeso. Lo habría hecho incluso
cuando era mortal. Sonriendo con satisfacción, Allie se inclinó y palpó alrededor
de los bordes del agujero, y comenzó a arrancar la pared de yeso. No había
intentado esto en la pared del pasillo porque no tenía idea de dónde estaban
Stephen y Abaddon escondidos en el edificio, o si tenían una vista directa del
pasillo. No quería arriesgarse a entrar en el pasillo y que la vieran y la detuvieran.
Y como Abaddon había girado a la derecha al salir de la habitación, ella había
elegido la pared izquierda. Había menos preocupación de que la oyeran
escapándose y viniera a investigar. También le daría al menos un poco de ventaja
si fuera vista y tuviera que correr.

Terminada con la capa interna de yeso, Allie dudó sobre la externa. El ruido
era su preocupación. No se había preocupado tanto con la primera capa porque
la capa exterior la amortiguaría. Sin embargo, ese no sería el caso aquí. Después
de un momento, en lugar de patear, presionó su mano contra el panel de yeso y
simplemente presionó firmemente y siguió presionando hasta que el panel de
yeso se agrietó y su mano atravesó. Allie estaba bastante segura de que no podría
haberlo hecho con fuerza mortal, pero ¿quién iba a saberlo? Trabajando rápida y
silenciosamente, empezó a quitar la placa de yeso, llevándola a la habitación con
ella, y pronto había hecho un agujero lo suficientemente grande para que pudiera
trepar hacia los lados.

Para su alivio, había luz en esta habitación. Estaba entrando por la puerta
abierta al pasillo, y no había mucho, pero era suficiente para que sus ojos
inmortales le mostraran lo que podían hacer. Esta habitación no estaba vacía;
había cajas, archivadores y sillas esparcidas como minas terrestres y Allie se
movió lentamente, con cuidado de no golpear o patear nada que pudiera
delatarla.

Cuando llegó a la puerta, dudó, y luego bajó la cabeza para mirar hacia la
derecha. Lo que vio fue un pasillo con un montón de puertas, varias de ellas
cerradas. Una puerta al final del pasillo, sin embargo, estaba abierta de par en
par y de ahí venía la luz. Por lo que podía ver, la habitación estaba llena de velas
y faroles. En realidad, era un poco romántico. Pero no vio a Abaddon ni a
Stephen.

Mordiéndose el labio, Allie miró hacia el otro lado, e inmediatamente vio una
puerta con un letrero que colgaba en un ángulo extraño. Tenía una línea

295
serpenteante que representaba las escaleras, y sólo estaba a mitad de camino del
pasillo desde donde ella estaba. Pero era una sala larga, y la distancia que tenía
que cruzar parecía de kilómetro cuando Stephen o Abaddon podrían salir al
pasillo, o simplemente mirar hacia afuera en cualquier momento.

—Claro. Valor, Allie —se susurró. Miró una vez más a la derecha para
asegurarse de que era seguro desplazarse, y luego se movió rápidamente fuera
de la habitación y a lo largo del pasillo. Estaba cerca de la puerta cuando escuchó
a Stephen gritar como advertencia detrás de ella. Allie ni siquiera miró a su
alrededor; simplemente irrumpió en una carrera, empujando la puerta de la
escalera a toda velocidad. Había olvidado que ahora tenía más fuerza y
velocidad, pero lo recordó cuando atravesó la puerta con tanta fuerza y rapidez
que la puerta chocó contra la pared con un fuerte ruido que parecía hacer eco en
el edificio. Allie subió las escaleras tan rápido que se sorprendió de que no se
tropezara y cayera, pero cuando llegó al siguiente nivel y vio la puerta, también
se estrelló contra ella y se encontró en un área pequeña con una puerta cerrada a
su derecha y un arco abierto a su izquierda. Espiando un cuarto largo y grande
con nada más que columnas y ventanas rotas, Allie instintivamente se balanceó
hacia la izquierda y se lanzó a la carga.

—¿Has oído eso? —preguntó Tybo en voz baja.


—Sí —gruñó Magnus, su mirada deslizándose por el otro extremo de la
habitación de donde parecía provenir el sordo choque.

Estaban buscando en la fábrica abandonada. Elvi, Mabel y Stephanie se habían


quedado en Casey Cottage para cuidar a los niños, pero todos los demás habían
venido. Habían estacionado sus vehículos en la entrada de una granja al otro lado
de la carretera y se acercaron a pie para evitar que se detectara su llegada. Una
vez en el edificio, se dividieron en grupos de dos o tres y se dispersaron para
comenzar su búsqueda. Magnus y Tybo se habían unido y se habían ido a la
izquierda, moviéndose rápidamente a través de enormes salas cavernosas con
nada más que grandes columnas con pintura descascarada, algunas amarillas y
otras verdes.

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—Vino de esa dirección —dijo Tybo, señalando a un arco al final de la
habitación—. Tal vez de la habitación de al lado.

Magnus asintió y se adelantó, deseando haber traído su espada con él desde


Inglaterra, pero no esperaba necesitarla en un viaje de romance de una posible
compañera de vida. Afortunadamente, Lucian había traído una selección de
armas de Toronto, y Magnus había encontrado una espada corta entre la
colección que le gustaba. Lo sacó de su vaina ahora. Había habido una orden de
matar a Abaddon durante mucho tiempo. Magnus sabía que Basha estaba
ansiosa por llevarlo a cabo como pago por los siglos de tormento que había
sufrido a manos del renegado. Si Allie estaba bien, Magnus se alegraría de dar
un paso atrás y dejar que Basha le quitara la cabeza al hombre. Pero si Abaddon
hubiera dañado un solo cabello de la cabeza de Allie... todas las apuestas estaban
fuera.

Él y Tybo no habían cruzado un tercio de la distancia hasta el final de esta


habitación cuando se produjo un segundo choque. Este no fue apagado, sin
embargo. Era ruidoso y todavía resonando por el edificio cuando una figura
venía disparada desde el arco abierto al final de la sala, corriendo a velocidad
inmortal.

Magnus acababa de reconocer que era Allie cuando sonó un segundo choque
y otra figura vino corriendo detrás de ella. Maldiciendo, irrumpió en una carrera.
Allie sabía que Stephen no estaba muy lejos de ella. Podía darse cuenta por el
sonido de sus pasos que él estaba acortando la distancia, y desesperadamente
aceleró mientras corría por el área abierta entre dos filas de columnas que
parecían estirarse para siempre. Pero también empezó a buscar la salida más
cercana. Saltaría por una ventana si fuera necesario. Tenía que irse y regresar a la
casa antes de que Magnus tomara una decisión que no podría perdonarle.

Un grito captó su oído y le llamó la atención una figura que corría hacia ella a
la derecha. Instintivamente viró a la izquierda, y luego reconoció la voz de
Magnus mientras gritaba su nombre. Sin siquiera pensarlo, cambió de dirección,
tirando de la última pizca de fuerza que tenía para poner en una ráfaga de más
velocidad cuando sintió que la mano de Stephen le rozaba la espalda,

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agarrándose a ella.

Magnus no esperaba eso y no estaba preparado para ello cuando ella se estrelló
contra él, enviándolos a los dos al suelo. Ella oyó el sonido de algo pesado
deslizándose por el suelo de cemento, y luego fue arrojada violentamente a un
lado. Gruñendo cuando golpeó el suelo y rodó, Allie extendió una mano para
detenerse y se volvió para mirar hacia atrás, justo a tiempo para ver a Stephen
bajar su machete. Magnus trató de salir del camino, pero la hoja se le clavó en el
hombro, provocando un gruñido de dolor.

La habría herido si Magnus no la hubiera tirado a un lado, se dio cuenta Allie,


y luego vio otro machete, o quizás una espada, a sólo unos centímetros de su
mano derecha. Al agarrarlo, se puso de pie mientras Stephen levantaba su
machete. Ella estaba vagamente consciente de que alguien más corría hacia ellos,
pero cuando Stephen levantó su machete en preparación para otro golpe contra
Magnus, Allie reaccionó instintivamente. Gritando: “¡No!”, corrió hacia delante
y le pegó un golpe en la garganta como si fuera una pelota de béisbol y ella
sostuviera un bate. No queriendo tener que presenciar lo que estaba a punto de
pasar, cerró los ojos justo antes de que la espada hiciera contacto. Allie lo sintió,
sin embargo, y sabía que había dado en el blanco. También oyó un golpe húmedo
seguido de otro cuando el hombre cayó.

Abriendo los ojos, buscó a Magnus, alivio corriendo a través de ella cuando
vio que se estaba poniendo de pie. Estaba vivo, pero herido, con el brazo
colgando en un ángulo extraño.
—¿Estás bien? —preguntó Magnus con preocupación cuando ella corrió hacia
él.

—¿Yo? —preguntó Allie con asombro—. Tú estás sangrando.

—Estoy bien —le aseguró, su mirada deslizándose sobre su cara


ensangrentada y luego hasta la herida de su cabeza—. Estás herida.

Allie abrió la boca para asegurarle que estaba bien, pero luego se puso rígida
al sonido de las bisagras oxidadas de la puerta del hueco de la escalera que
chirriaban al abrirse en la habitación más allá de ésta. No se había dado cuenta
de que hacía ruido cuando se había estrellado, pero quizás se había abierto
demasiado rápido como para rechinar.

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—Ese debe ser Abaddon —susurró con inquietud, y luego un fuerte rugido de
angustia resonó por la sala de las cavernas.

Al tragar, Allie apretó con más fuerza la espada que sostenía y se giró para
enfrentarse al renegado.

Abaddon se quedó congelado a sólo unos pasos de distancia, horror y


desesperación en su cara mientras miraba a Stephen, ella lo vio, y luego se dio
cuenta de que Lucian Argeneau y una pareja que no conocía entraban por el arco
y se acercaban al renegado por detrás. Aunque Allie nunca había visto a la pareja
antes, la mujer tenía el mismo cabello rubio-blanco y ojos azules plateados que
Lucian. Un pariente fue su suposición y se preguntó si esta era la pareja de la que
todos estaban preocupados. Basha y Marcus.

—Mataste a mi compañero de vida —gruñó Abaddon, llamando de nuevo la


atención de Allie. Sus ojos brillaban de plata pura con emoción mientras él la
miraba, y sus colmillos incluso ahora se deslizaban por su mandíbula superior,
ella vio con fascinación, y luego sintió que Magnus cogía su brazo y la empujaba
hacia atrás de él.

Notó movimiento en el rabillo del ojo y miró a su alrededor para ver a Tybo
moviéndose a su lado, pero entonces la fría voz de la mujer atravesó el silencio.

—No podría haberle pasado a un tipo más amable, ¿eh, Abby?

Allie volvió a mirar al hombre a tiempo para verle girar y enfrentarse a los
recién llegados. Los hombres habían dejado de caminar, dejando que la mujer
siguiera adelante sola, y ella estaba levantando una espada como la que Allie
sostenía.

—¡Basha! —escupió el hombre la palabra mientras la rubia blandió su espada.


La espada le atravesó limpiamente el cuello, haciendo que su cabeza cayese al
suelo. Su cuerpo permaneció erguido durante un momento, la sangre brotando
de la herida abierta, y luego cayó pesadamente al suelo.

—¡Puaj! —dijo Allie con asco, girando hacia Magnus y enterrando su cabeza
en el lado ileso de su pecho.

Hubo un momento de silencio, y luego Tybo dio una risa incrédula.

—¿¡Puaj!?, le hiciste lo mismo a su amigo hace menos de dos minutos.

299
—Sí, pero no miré cuando lo hice —murmuró Allie, alejándose un poco de
Magnus, temiendo que ella le causara dolor.

—¿Qué? —graznó Tybo con incredulidad, incluso mientras Magnus la miraba


con asombro.

Levantando la cabeza, se volvió para fruncir el ceño al ejecutor y le explicó:

—Cerré los ojos.

—¿Cerraste los ojos mientras le cortaste la cabeza a un hombre? —preguntó


Tybo con horror.

—Bueno, no quería ver cómo se le caía la cabeza —dijo a la defensiva.

Tybo la miró fijamente durante un momento, y luego volvió su mirada hacia


Magnus.

—Magnus, amigo... ella cerró los ojos. Quiero decir, ¿quién hace eso mientras
empuña una espada?

—Aparentemente, mi esposa —dijo Magnus suavemente.

Allie suspiró aliviada cuando vio la sonrisa tirando de sus labios y apartando
su dolorida expresión. Él estaría bien.

Levantando la mano, Magnus se la pasó suavemente por la mejilla y añadió:


—¿No es magnífica?

Allie sonrió sorprendida, y luego levantó la mano para cubrir su mano, su


expresión se volvió solemne.

—Magnus, me prometí que te diría esto si sobrevivía hoy, así que... —Hizo
una pausa, respiró hondo y luego dijo—: Creo que me estoy enamorando de ti.

Magnus se detuvo, su sonrisa fue reemplazada por una expresión de asombro.

—¿En serio?

—Sí. Estoy bastante segura de que sí —dijo, y luego quiso ser honesta,
admitió—: Bueno, de todos modos, un setenta y cinco por ciento segura. O tal

300
vez sesenta y cinco.

—Tu certeza disminuye minuto a minuto —señaló secamente como Tybo


empezó a reírse.

Allie frunció el ceño, y luego suspiró con frustración y dijo:

—Bueno, nunca he estado enamorada antes. ¿Cómo sé que esto no es sólo


lujuria, combinada con simpatía y respeto?

—En realidad —dijo Magnus suavemente—. Creo que esa podría ser la
definición misma del amor.

—No —dijo ella, moviendo la cabeza, y luego—: ¿En serio?

—Lo es, y lo estás —dijo secamente Lucian—. Ahora, ¿podemos limpiar este
desastre y salir de aquí? Tengo una esposa e hijos en casa que me gustaría ver
antes de que salga el sol.

Cuando Allie se volvió para fruncir el ceño al hombre, él la miró más de cerca
y luego dirigió su mirada a Magnus y puso una mueca de dolor.

—Pensándolo bien, Magnus, lleva a tu mujer a la furgoneta. Ambos necesitan


sangre. Podemos manejar esto.

—¡Allie! ¡Gracias a Dios que te encontraron! He estado tan preocupada.

Allie se movió hacia un lado para mirar más allá de Lucian ante ese grito, una
sonrisa de alivio curvando sus labios cuando vio a Drina corriendo hacia ellos
con Harper, Teddy y Tricia en sus talones. No se notaba al mirarla que había
tenido la parte superior de su cabeza cortada con un machete hace un par de
horas. La mujer se veía como nueva, aunque un poco pálida.

—Sí, sí, la encontramos —dijo Lucian impaciente mientras Drina y Tricia


alcanzaban a Allie y la abrazaban una tras otra, murmurando sobre su herida en
la cabeza—. —Ahora ella y Magnus necesitan sangre, y tú también, Drina.
Todavía estás curando y estás pálida. Harper, llévalos a la camioneta, dales
sangre y llévalos a casa. El resto de nosotros podemos encargarnos de esto.

—Hay mortales vivos en el sótano. —Allie escuchó a Teddy decir cuando


Harper comenzó a llevarlos a ella, a Drina y a Magnus—. Están encerrados en
una habitación en la que alguien había escrito “Ganado” con un rotulador —

301
añadió secamente—. Algunos están en mal estado. Necesitarán que los cuiden y
que les borren los recuerdos.

—Victor, DJ y yo nos encargaremos de ellos —decidió Lucian—. El resto de


ustedes saquen lo que queda de Abaddon y del padre de Liam detrás del edificio
y quémenlos.

—Estoy tan aliviada de haberte encontrado antes de que pasara algo horrible.
Bueno, más horrible que esa herida en la cabeza que tienes —dijo Drina,
llamando su atención. Preocupada por su rostro, añadió—: Dios mío, tu cabeza
debe doler.

—No tanto como antes —le aseguró Allie—. Y yo también me alegro de verte.
Estabas en muy mal estado cuando Stephen me llevó. —Hizo una mueca de dolor
ante el recuerdo. La herida de Drina habría sido un golpe mortal.

—Me salvaste la vida —dijo Drina solemnemente—. Estaba apuntando a mi


cuello cuando tu grito me hizo girar y agacharme. Si no lo hubieras hecho, habría
perdido la cabeza. Hubiera muerto.

Allie negó con la cabeza.

—Sólo si tu cabeza no volviera a tu cuello rápidamente, y Tricia o alguien lo


habría hecho de inmediato.

—No, Allie. Estoy embarazada —dijo Drina solemnemente—, y te aseguro: Me


salvaste la vida.
—¿Embarazada? —preguntó Allie con sorpresa, y luego se soltó de la mano
que Magnus tenía en el brazo para detenerse y abrazar a la mujer—.
Felicitaciones. ¿Sabes si es un niño o una niña?

—Aún no —dijo Drina con una pequeña sonrisa mientras separaban y


continuaban caminando, dirigiéndose hacia un conjunto de puertas dobles que
colgaban a medias de sus bisagras. Allie podía ver un estacionamiento y el cielo
nocturno a través de la abertura.

—Allie, te estás balanceando de pie. ¿Estás bien? —preguntó Harper con


preocupación mientras se acercaban a las puertas.

—Estoy bien —le aseguró Allie, pero frunció el ceño al darse cuenta de que se

302
estaba balanceando un poco. También se apoyaba fuertemente en el apoyo que
Magnus tenía en su brazo, y se dio cuenta de que ahora que el pánico había
terminado, su adrenalina se estaba desvaneciendo aparentemente llevándose su
fuerza con ella.

—Voy a ir a buscar la camioneta —anunció Harper, comenzando a moverse


un poco más rápido—. Espérenme en las puertas y vendré a recogerlos.

En el momento en que murmuraron su acuerdo, él irrumpió en una carrera


que rápidamente lo sacó del edificio y lo perdió de vista.

—Harper y yo siempre hemos dividido nuestro tiempo entre Toronto, Italia, y


Port Henry —murmuró Drina mientras se detenían ante las puertas abiertas del
edificio y miraban hacia afuera—. Pero ahora que vamos a tener un hijo, hemos
decidido comprar una casa en Port Henry y pasar la mayor parte de nuestro
tiempo aquí.

—Oh, eso será genial —dijo Allie con una sonrisa, apoyándose en el marco de
la puerta para quitarle peso a Magnus—. El bebé tendrá hijos con los que jugar y
tú tendrás a Elvi, Mabel y Tricia.

—Sí. —Drina sonrió y le preguntó—: ¿Y ustedes dos? Abaddon ya se ha ido.


Podrías instalarte aquí también.

—Oh. —Allie miró incierta a Magnus. Quería decir que sí, que se quedaba en
Port Henry. A ella le encantaría. Tanto para ella como para Liam. Pero el lugar
donde vivía ya no era sólo su decisión... una comprensión bastante molesta para
alguien que había sido independiente durante toda su vida adulta.
—Liam parece muy feliz aquí —murmuró Magnus, apretando una mano
contra su herida—. Y creo que sería bueno para él crecer con amigos.

—Sí, ¿pero serías feliz aquí? ¿Qué hay de tu castillo? —preguntó Allie con
preocupación, y no sólo por el lugar donde quería vivir. Magnus estaba tratando
de no mostrar que él estaba sufriendo, pero ella suponía que estaba sufriendo
tanto como ella, y ella estaba sufriendo bastante ahora que la emoción había
terminado. Suficiente para que, aunque no esperaba con ansias el dolor de la
curación, lo tomara para llegar al después de la curación.

—Siempre podríamos usar el castillo como casa de vacaciones —dijo—. Como


te dije, mi amor. Seré feliz dondequiera que tú y Liam estén. Dondequiera que
estén ustedes dos es nuestro hogar. Lo que me recuerda —murmuró, y sacó su

303
teléfono—. Le prometí que lo llamaría en cuanto te tuviéramos de vuelta.

Los ojos de Allie se agrandaron y luego una sonrisa empezó a tirar de sus
labios mientras él marcaba el número de la casa y hablaba brevemente con
Stephanie antes de preguntar por Liam. Magnus puso la llamada en el altavoz
mientras esperaban a que Stephanie fuera a buscar a Liam y ambos sonrieron
cuando su joven voz les saludó con:

—¿La encontraste?

—Sí. La encontramos —le aseguró Magnus—. Y vamos de regreso.

—¡Sí! —gritó Liam, y entonces—: Sabía que la salvarías. Ahora podemos ser
una familia, papá.

Allie sintió que su corazón tartamudeaba cuando Liam llamó a Magnus así.
Fue tan inesperado... y dulce.

—Ahora somos una familia —dijo Magnus con firmeza, y luego le sonrió
irónicamente y admitió—: Pero me temo que no salvé a tu madre tanto como ella
se salvó a sí misma.... y a mí.

—Pero Magnus me salvó primero —dijo Allie al instante, sin querer dejar que
disminuyera lo que había hecho. El hombre la había empujado fuera del camino
del machete, sabiendo que le dejaría desprotegido del golpe que se avecinaba.

—Eso es lo que hacen las familias —dijo Liam solemnemente—. Se salvan unos
a otros.
—Sí, así es —dijo Allie en voz baja, y decidió que debía tener daño cerebral de
ese golpe en la cabeza, porque las lágrimas brotaban de sus ojos.

—Te quiero, mamá.

—Yo también te amo, hijo —dijo Allie suavemente, y luego aclaró su garganta
y agregó—: Ve a jugar con tus amigos. Deberíamos estar en casa pronto.

—De acuerdo —dijo Liam de inmediato—. ¿Podemos comer pizza cuando


vuelvas? Teddy dice que la pizza es increíble. ¿Por qué nunca hemos comido
pizza?

Porque no teníamos dinero para ese tipo de cosas cuando ya tenías edad para comerlo,
pensó Allie, pero Magnus dijo:

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—Podemos comer pizza. Dile a Stephanie que pida lo suficiente para todos y
celebraremos que tú y tu madre estén libres de los hombres malos y que no
tengan que mudarse nunca más.

—¿De verdad? —gritaba Liam—. ¿Los fumaste?

—¿Los fumaste? —susurró Allie con incredulidad.

¿Dónde había oído palabras así su hijo?, se preguntó mientras Magnus decía:

—Bueno, en realidad, Basha se fumó uno.

—Sí, Teddy dice que Basha es muy ruda.

La mandíbula de Allie se le cayó. Liam nunca había jurado antes en su vida.


Ella tomó el teléfono, lista para darle una paliza y amenazar con lavarle la boca
con jabón, pero Magnus se giró para que no pudiera cogerlo y dijo:

—Sí, bueno, tu madre también, hijo, porque se fumó al otro.

—¿De verdad? —Liam sonó sorprendido y Allie frunció el ceño. Primero


maldiciendo, y ahora pensando que estaba indefensa. ¿Quién lo mantuvo vivo
durante los últimos cuatro años? Bueno, resultó que Liam no estaba en peligro
de...

—Sí, en serio —dijo Magnus, distrayéndola. Pero te sugiero que dejes la


palabra “ruda” de tu vocabulario hasta que seas mayor, o vamos a tener que tener
una charla seria. ¿Entiendes?
—Sí, señor, papá —dijo Liam de inmediato.

—Buen chico —dijo Magnus cariñosamente—. Ahora, despídete de tu madre


y devuélvele el teléfono a Stephanie.

—Adiós, mamá —dijo Liam.

Debió haberle dado el teléfono inmediatamente a Stephanie porque oyó un


crujido y luego la voz ligeramente apagada de Stephanie diciendo:

—Adelante. Estaré allí en un minuto.

Allie no escuchó la conversación de Magnus con Stephanie. La mayoría de las


veces, ella lo miraba fijamente, los pensamientos se agitaban lentamente en su

305
cabeza. Magnus había jugado con Liam sobre su elección de idioma, evitándole
ser la mala para variar. Pero también lo había hecho bien en su opinión, siendo
firme pero haciéndolo con amor. Y no le había estado mintiendo a Liam. Magnus
le había salvado la vida cuando la empujó cuando Stephen estaba a punto de
atacarla con el machete. No tenía ninguna duda de que él había estado intentando
cortarle la cabeza. Pero Magnus la había salvado de eso, y lo había hecho a pesar
del hecho de que eso lo había puesto en peligro y se había visto terriblemente
herido. Y el hombre estaba dispuesto a renunciar a su castillo y usarlo como lugar
de vacaciones para vivir aquí en Port Henry para hacerla feliz a ella y a Liam.

Además de la constante consideración que él ya le había mostrado, así como


de la pasión que le había dado, Magnus Bjarnesen era realmente algo especial. Su
amor no se parecía en nada a las versiones de amor que ella había experimentado
al crecer. Nunca se quedaría quieto y la vería morir. Estaba bastante segura de
que él lucharía por ella con su último aliento de muerte. Y Allie pensó que podría
hacer lo mismo por él. Él era un hombre digno de esa clase de amor... y estaba
ahora cien por ciento segura de que lo amaba. Porque con sólo mirarlo ahora
mismo le dolía el corazón y la llenaba con el anhelo de tomarlo en sus brazos y
simplemente abrazarlo y no soltarlo nunca.

—¿Allie? —dijo Drina en voz baja.

—Mmm —Allie se volvió para sonreírle, prometiéndose a sí misma que le


diría a Magnus que definitivamente lo amaba más tarde, cuando estuvieran
solos.
—He estado pensando —dijo Drina, su mano moviéndose hacia su
estómago—. Si no he perdido este bebé...

—¿Sí? —preguntó Allie cuando dudó.

—Bueno, ya sabes, Elvi, Mabel y Tricia deliberadamente tuvieron bebés al


mismo tiempo para que sus hijos pudieran ser amigos, ¿verdad?

—¿Lo hicieron? —preguntó Allie, pero no se sorprendió. En realidad, le sonó


un poco inteligente.

—Sí, lo hicieron —le aseguró Drina—. Y, bueno, he estado pensando. —


Comenzó, y Allie escuchó su plan con creciente interés.

306
Epilogo

307
—Es hora de despertar, dormilona. Tu baby shower sorpresa es en treinta
minutos.

Allie gimió en protesta por tener que levantarse, pero luego sonrió cuando
sintió el pecho de Magnus contra su espalda y el brazo de él se deslizó alrededor
de su cintura muy grande. Bostezando soñolienta, con su mano en su vientre,
murmuró:

—No es un secreto. Drina lo descubrió hace semanas y nos lo dijo al resto.

—Sí, pero tú, Leonora, Dawn y Drina se mostrarán sorprendidas para no


enfadar a Mabel y Elvi, que han trabajado muy duro para organizar esta sorpresa
combinada de baby shower para las cuatro.

—Sí, lo haremos. —Estuvo de acuerdo, acurrucándose contra su ingle y


moviendo el trasero.

—Nada de eso, esposa. Hoy no tenemos tiempo para ninguna de esas tonterías
—reprendió, quitando su mano y alejándose de ella para levantarse de la cama.
—Malvado —acusó, sentándose para fruncir el ceño mientras se ponía los
vaqueros—. Sabes, estoy bastante segura de que retener los derechos conyugales
es ilegal. O debería serlo.

Magnus se rió de la afirmación y le recordó:

—Acabamos de despertar de un ataque de inconsciencia poscoital.

—Un ataque de inconsciencia poscoital —dijo Allie con un eco divertido—.


Dios, me excitas cuando hablas así.

—Todo te excita —respondió con una sonrisa mientras se subía los vaqueros.

—Todo lo que hay en ti lo hace. —Estuvo de acuerdo, sin avergonzarse.

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—Mmm. —Arrastrándose de nuevo hasta la mitad de la cama, le dio un beso
duro y profundo, y luego se separó para apoyar su frente en la de ella y admitió—
: Todo lo que hay en ti me excita a mí también.

Allie resopló.

—Estoy hinchada, cansada todo el tiempo, tengo los tobillos hinchados y una
barriga grande y gorda.

—Me encanta tu enorme y gorda barriga —le aseguró, pasando una mano por
su estómago extendido—. Está sosteniendo a nuestro hijo mientras se desarrolla
y crece.

Allie sonrió suavemente y cubrió su mano.

—¿Te he dicho que te amo hoy?

—Sólo tres o cuatro veces —dijo con una sonrisa suave—. Empezaba a
preocuparme que te cansaras de mí.

—Nunca —le aseguró, y luego se mordió el labio y se inclinó para mirarlo—.


He estado pensando en nombres para el bebé.

—Yo también —dijo solemnemente, sentado a un lado de la cama y tomando


la mano de ella en la suya. Antes de que ella pudiera decir algo más, le
preguntó—: ¿Qué opinas de Stella si es una niña?

Los ojos de Allie se agrandaron.


—¿De verdad?

Magnus asintió solemnemente.

—Creo que sería apropiado nombrar a nuestra hija como la mujer que nos dio
a nuestro hijo, y nos ayudó a unirnos.

—Sí —susurró Allie, las lágrimas llenando sus ojos—. Me gustaría eso. De
hecho, yo también iba a sugerirlo.

—Perfecto. Entonces está decidido —dijo, besando su mano. Al soltarla,


Magnus se puso de pie y agarró su camisa para ponérsela también.

—¿Pero y si es un niño? —preguntó Allie, saliendo de la cama ahora para

309
encontrar su propia ropa.

Magnus se detuvo en el acto de levantarse la camisa, y luego se encogió de


hombros.

—Escogí el nombre de nuestra hija. Puedes elegir por nuestro hijo si tenemos
uno.

Allie se quedó en silencio un momento mientras se vestía, pero mientras se


ponía el ligero vestido de verano que se había puesto, dijo:

—Entonces creo que me gustaría Erik.

Cuando Magnus se volvió hacia ella con sorpresa, le dijo:

—Era tu amigo, y si no te hubiera convencido de que fueras un vikingo, nunca


habrías cambiado y yo nunca te habría conocido.

Magnus asintió solemnemente y se acercó para abrazarla.

—Entonces, Erik, será.

Allie sonrió, pero luego preguntó ansiosamente:

—¿Lamentas que vayamos a tener un hijo de inmediato?

—No, por supuesto que no. Como dije cuando me hablaste del plan de Drina
la noche que matamos a Abaddon, siempre quise tener una familia.
—Sí. Pero me preocupa que hayas accedido por hacerme feliz. La mayoría de
las parejas recién casadas quieren un poco de tiempo para disfrutar el uno del
otro antes...

—Allie, mi amor —interrumpió—. Tenemos cientos de años para disfrutar el


uno del otro. Además, con Drina, Leonora y Edward y Dawn teniendo bebés
también, nuestro hijo tendrá la misma suerte que su hermano, y tendrá amigos y
compañeros de juego con los que crecer. Eso es algo raro y maravilloso.

Allie se relajó, y luego se levantó de puntillas para besarlo ligeramente en la


barbilla.

—Eres raro y maravilloso, Magnus. Te amo.

310
—Allie, he vivido más de mil doscientos años y puedo decirte sin duda alguna
que eres el hallazgo más raro y maravilloso de este mundo. —La besó
suavemente en los labios y luego tomó su mano para llevarla a la puerta de la
sala, añadiendo—: Y he vivido en todas partes de este mundo.

—¿En todas partes? —preguntó con interés. Magnus le había contado algo de
su historia, pero tenía mucha historia. Mil doscientos años, y ambos se distraían
con demasiada facilidad el uno al otro y terminaban haciendo el amor antes de
que pudiera contar más de una historia. Afortunadamente, tenían un largo futuro
por delante; lo escucharía todo eventualmente.

—En todas partes —le aseguró Magnus, y luego añadió irónicamente—: Pero
nunca imaginé que terminaría viviendo en Baby Central y tan felizmente.

Allie estalló riéndose de ese comentario. Siempre le pareció divertido que los
hombres hubieran empezado a llamar a Port Henry Baby Central, y todavía
sonreía sobre el nombre cuando Magnus la sacó de la casa. Haciendo una pausa
en la cubierta trasera de su nueva casa, miró al gran patio trasero. En realidad,
eran los patios traseros combinados de Casey Cottage, la casa de Mabel y DJ, y
ahora la casa de Allie y Magnus al lado de Casey Cottage, así como la casa que
respaldaba la de ellos.

En el momento en que Magnus se enteró de que el vecino de Elvi estaba


considerando trasladar a su familia a la ciudad y vender su casa aquí en Port
Henry, se dirigió a la puerta de al lado e hizo una oferta muy generosa. Poco
después, Harper y Drina compraron la casa junto a Mabel y DJ.
Todo le pareció perfecto a Allie, y mientras estaba allí se preguntaba qué tan
divertida podía ser la vida. Nunca se había imaginado que se casaría, y su vida
nunca había sido fácil antes de llegar a Port Henry, y sin embargo aquí no sólo
estaba casada, sino feliz, y con esos malos tiempos nada más que un recuerdo.
No era tan tonta como para pensar que no volverían los tiempos difíciles. Eso era
parte de la vida. Pero sabía que pasarían, y podría sobrevivir mientras tuviera a
Magnus a su lado. En verdad, su amor era realmente el más raro y maravilloso
hallazgo en este mundo, y ella agradeció a Dios por ello cada día.

El sonido de una puerta de pantalla atrajo su mirada a la casa de Elvi y Victor


y Allie sonrió cuando vio a Liam corriendo hacia la barandilla de la cubierta para
saludarles.

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—Ahí estás —dijo, sonando excitado e impaciente a la vez—. Elvi me envió a
buscarte. Los niños queremos jugar a la isla de los caimanes y Elvi dice que papá
tiene que hacer las islas de cintas para nosotros.

—Muy bien —dijo Magnus con facilidad, tomando la mano de Allie mientras
cruzaban el patio hacia la cubierta—. Dile que ya vamos.

Liam asintió alegremente y se volvió para regresar corriendo a Casey Cottage.

En el momento en que se cerró la puerta, Magnus apretó la mano y le


preguntó:

—¿Te he dijo que te amo a ti y a nuestro hijo hoy?

La sonrisa de Allie se amplió.

—Sólo tres o cuatro veces. Estaba empezando a preocuparme de que te


estuvieras cansando de nosotros.

—Nunca —le aseguró mientras liberaba su mano para envolverla con su


brazo, y Allie se apoyó en su pecho, creyéndole.

Fin
Sobre la Autora

312
Autora canadiense, Lynsay Sands estudió en la
Universidad de Windsor y comenzó su carrera
literaria a finales de los años 90, aunque ya había
enviado sus primeros manuscritos a la editorial
Harlequin cuando todavía estudiaba secundaria. Tras
el éxito de novelas como The Deed, Sands decidió
dedicarse por completo a la escritura de manera
profesional.

Sands es conocida por sus novelas románticas


paranormales, donde se ha especializado en historias
protagonizadas por vampiros, siempre con un toque de humor muy personal. Ha
aparecido en varias ocasiones dentro de las listas de los libros más vendidos del
New York Times o el USA Today y ha ganado premios como el PEARL, quedando
finalista en varias ocasiones del RITA.
Saga Argeneau

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1.- A Quick Bite (Lissianna, 2005)

2.- Love Bites (Etienne, 2004)

3.- Single White Vampire (Lucern, 2003)

4.- Tall, Dark & Hungry (Bastien, 2004)

5.- A Bite To Remember (Vincent, 2006)

6.- Bite Me If You Can (Lucian, 2007)

7.- The Accidental Vampire (Victor Argeneau & Elvi, 2008)

8.- Vampires Are Forever (Thomas, 2008)

9.- Vampire, Interrupted (Marguerite & Julius Notte, 2008)

10.- The Rogue Hunter (Garrett Mortimer & Sam Willan, 2008)

11.- The Immortal Hunter (Decker Argeneau & Dani McGill, 2009)

12.- The Renegade Hunter (Nicholas Argeneau & Jo Willan, 2009)

13.- Born To Bite (Armand Argeneau & Eshe, 2010)

13.5.- Bitten By Cupid (Tiny McGraw & Mirabeau, 2010)


14.- Hungry For You (Alex Willan & Cale Argeneau, 2010)

15.- The Reluctant Vampire (Harper Stoyan & Drina, 2011)

16.- Under A Vampire Moon (Christian Notte & Caro, 2012)

17.- Lady Is A Vamp (Jeanne Louise & Paul, 2012)

18.- Immortal Ever After (Anders & Valerie, 2013)

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18.5.- The Bite Before Christmas (Teddy Brunswick, 2011)

19.- One Lucky Vampire (Stephano Notte & Nicole, 2013)

20.- Vampire Most Wanted (Marcus Notte & Basha, 2014)

21.- The Immortal Who Loved Me (Basil Argeneau & Sherry, 2015)

22.- About A Vampire (Justin Bricker & Holly, 2015)

23.- Runaway Vampire (Dante Notte & Mary, 2016)

24.- Immortal Nights (Tomasso Notte & Abigail, 2016)

25.- Immortal Unchained (Domitian Argenis & Sarita, 2017)

26.- Immortally Yours (Cullen “Scotty” MacDonald & Beth Argenis, 2017)

27.- Twice Bitten (Elspeth Argeneau & Wyatt, 2018)

28.- Vampires Like it Hot (Raffaele Notte & Jess, 2018)

29.- The Trouble with Vampires (Santo Notte & Petronella, 2019)

30.- Immortal Born (Magnus & Allie, 2019)


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