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Cantar

Cantar es darse a conocer sin mediación, es hacer de nuestra voz un


vínculo, una palabra, un silencio, el mismo amor. Simbiosis entre palabra,
sujeto, voz y haciendo de ello un modo de ser en el sentido de Spinoza, no
hay dos voces iguales en el mundo. No hay respuestas definitivas, en tanto
hay expresión de tiempo que no perece.
La voz que más nos conmueve nos invita a nadar en las profundas aguas de
nuestro mar.
La palabra, música a través de la oralidad, fue el instrumento primitivo que
permitió su canal de expresión, que posibilito poner la voz.
Algo que parte de nuestro propio cuerpo que intenta fundir y encontrar
cuerpo y espíritu, el bien y el mal, lo oscuro y lo luminoso. Algo de eso
ocurre cuando se me aparece Mephisto. Bien podría ser algo que nos acerca
a lo que nos trasciende o algo que nos aleja.
En el cuento, “La preocupación de un padre de familia” el carretel juega
con el padre y no la inversa, aunque no está vivo posee ciertos dotes
espectrales…no posee pulmones, pero se mueve…la preocupación del
padre por la permanencia del carretel a través del tiempo. Del juguete que
se enrolla y desenrolla de modo azaroso implica ambigüedad, cosas
absurdas nos trascienden… objetos inútiles y otros inmanentes a nuestro
ser y al mundo, naturaleza. Moriremos irremediablemente pero la montaña
el sol, las estrellas y el mar seguirán allí, moriremos y quedará nuestra
afeitadora, nuestra ropa, etc. No hay respuesta definitiva, sólo hay trabajo
realizado, las cartas de Spinoza a sus discípulos, los caprichos más
obstinados de nuestro corazón dan sentido a nuestra presencia en este
mundo. Quizá sin ellos nada tendría sentido, todo sería el mayor de los
absurdos concebibles, pero es nuestro apego indescifrable a la vida lo que
nos mueve como una estela sin piedad, marea que viene y se va. Y en parte,
la preocupación por nuestra descendencia la que nos obliga quizá…
Un amor irremediable por la humanidad nos concede la duda y nos invita a
continuar.

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