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Inmanencia en Spinoza

Es la concepción según la cual hay un único Universo-Dios-Naturaleza y es


Todo lo que hay. No hay algo más allá, ni superior, ni trascendente a este
Universo que es Uno pero no es Uniforme, ni Homogéneo.
El universo como un todo es una red de interacciones de entes compuestos de
entes compuestos ad-infinitum. No hay partícula elemental de partida, ni
composición mecánica, sino afectación mutual de cuerpos en permanente
composición y descomposición en una danza eterna de infinita complejidad.
No es posible para los seres humanos formarse una idea de Dios-Naturaleza-
Universo que pueda agotar o abarcar esa complejidad. Nuestro conocimiento
es finito por nuestra naturaleza y NADIE, ningún humano ni por su razón ni por
la revelación puede acceder a la totalidad del entendimiento (divino) ni en
calidad ni en cantidad.
Se puede hablar de un plano de inmanencia porque todo lo que existe tiene el
mismo derecho a la existencia, no hay mejores o peores entes. Cada uno tiene
su potencia y la expresa totalmente. No hay una jerarquía de existentes. La
inmanencia no es anti-jerárquica sino a-jerárquica. Esta falta de jerarquía crea
el plano pero en el plano hay diversidad: no todos pueden lo mismo: los perales
dan peras y los olmos no. Eso no los hace mejores, ni peores. No hay en este
universo regla, método, ley, ni procedimiento (ni tampoco los personajes que
dicen tenerlos) que pueda juzgar desde afuera y establecer un sistema de
valores.
La metáfora de las redes dinámicas puede ser muy útil para comprender este
universo Spinoziano. No hay nodos mejores, ni peores, buenos o malos: los
hay más o menos conectados y según su grado de conexión pueden distintas
cosas. Solemos pensar que el más conectado tiene “más poder” pero en
muchos casos la variedad de conexiones implica dispersión o incluso
imposibilidad de conectar con otros diferentes, etc.
En este Universo todo ocurre en función de los encuentros y composiciones
que siguen las “leyes de la naturaleza” pero estas no son “reglas de acción”
sino procesos generativos (causales en el sentido spinoziano que no es
mecánico). No son mandatos ni son “optativas” sino determinantes de la
acción. Esto es lo que Spinoza da a entender con el ejemplo de Adán y otros:

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hablar en términos de leyes divinas entendidas al modo humano es totalmente
inadecuado. Dios (la naturaleza) no actúa como legislador: no juzga, sino que
hace ser.
Esto no quiere decir que el mundo esté predeterminado, pues lo encuentros no
lo están. Lo que Spinoza anula es la explicación por “causas finales”: el motor
de la acción de los entes de este universo, incluidos nosotros mismos en él, es
la naturaleza (potencia) de cada ente singular según como es afectada por los
encuentros con otros.

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