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Historia magistra vitae.


Sobre la función política de la historia conceptual
en Reinhart Koselleck
Carlos A. Ramírez*
carlosrescobar@javerianacali.edu.co
Recibido: 21/04/2008 Aprobado evaluador interno: 02/04/2008 Aprobado evaluador externo: 27/05/2008

Resumen
La obra del historiador Reinhart Koselleck comienza con una lectura de la modernidad signada por la
tensión entre la lógica del Estado y la historización de los conceptos morales en la ilustración. Durante los años
setenta su trabajo se orienta hacia la reflexión metodológica en torno a la historia conceptual y a la aplicación de
su propia teoría. El texto intenta mostrar la continuidad entre esos dos períodos de su trabajo, señalando cómo
el sentido político de la Begriffgeschichte no es otro que hacer concientes a los actores políticos modernos de la
estructura temporal de conceptos semejantes a aquellos que guían su acción y, por esta vía, evitar la recaída en
una absolutización de sus pretensiones morales. De esta forma el saber histórico recuperaría el valor para vida
activa que le era inherente desde la antigüedad pero que, con la entrada de la fase utopista de la modernidad,
había sido eliminado de su horizonte de posibilidades.

Palabras clave
Modernidad, historia conceptual, utopía, acción.

Abstract
The work of historian Reinhart Koselleck begins by interpreting modernity as a tension between the ratio-
nale of the State and the task of historicizing moral concepts of the Enlightenment. In the seventies, Koselleck
focused on methodological reflections on conceptual history and on the application of his own theory. This arti-
cle aims to present the continuity existing between both periods of Koselleck’s work, showing how the political
sense of the Begriffgeschichte is no other than making modern political actors aware of the temporal structure
of concepts similar to those that guide their actions and, by doing this, avoid a relapse into treating their moral
claims as absolute. Thus, historical knowledge would recover its value for an active life that was inherent to it
since antiquity but that, with the utopist phase of modernity, had been struck from its horizon of possibilities.

Keywords
Modernity, conceptual history, utopia, action.

* Carlos A. Ramírez es profesor en el Departamento de Ciencia Jurídica y Política de la Pontificia Universi-


dad Javeriana Cali. Candidato a Doctor en Filosofía de la Universidad de Heidelberg, Alemania. Politólogo
y Filósofo de la Universidad de los Andes.

Perspectivas Internacionales, Cali, Colombia, Vol 4 No 1, enero–junio, 2008, PP. 171 - 198, ISSN 1900-4257
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Resaltar la importancia de la No obstante, con la entrada de


experiencia a la hora de actuar no la filosofía de la historia en el pen-
es sólo un truco de los padres para samiento moderno ese panorama
persuadir a los hijos de no repetir sus cambia. Malchus, un funcionario de
propios errores. Casi desde su fun- Napoleón en Westfalia, afirmaba en
dación esa ha sido una de las tareas 1808: “en un Estado como el nues-
de la historia. Hobbes recoge esta ya tro, fundado sobre la victoria, no hay
entonces milenaria idea de la historia pasado. Es una creación, en la que,
como “maestra de la vida” – según como en la creación del mundo, todo
la expresión de Cicerón – cuando en existe sólo como materia prima en
su traducción de la obra cumbre de las manos del creador, y perfecciona-
Tucídides afirma: “La tarea princi- da en ella pasa a la existencia” 2. La
pal y propia de la historia es instruir frase no podía ser más diciente. Re-
y capacitar a los hombres, mediante vela una vivencia de la temporalidad,
el conocimiento de acciones del pa- en la vida cotidiana y en los actores
sado, a conducirse prudentemente en políticos, marcada por la radical dis-
el presente y con previsión hacia el continuidad entre el pasado y el futu-
futuro” 1. Autores como Bodin y, por ro. Sobre todo para las generaciones
supuesto, Maquiavelo, se servirán de actores políticos comprendidas
así de la experiencia acumulada por entre la antesala de la revolución
el género humano como una fuente francesa y el fracaso del utopismo re-
de sabiduría en los asuntos políticos. publicano, a nivel europeo, en el año
Saber de historia significa instruirse de 1848 3, esto es, para ese período
acerca de lo que los hombres pueden que Reinhart Kosellek denomina el
hacer y de los motivos de sus fracasos Sattelzeit, esa es justamente la visión
y sus éxitos. En este sentido no hay del tiempo que orienta su conducta.
ninguna ruptura entre el pensamiento Kant y el grueso de la ilustración, en
de la antigüedad y el de los inicios de el ámbito de los intelectuales, están
la modernidad. En uno y en otro caso animados por ese mismo espíritu. La
el conocimiento de lo que han hecho acción humana no ha de estar guia-
los hombres puede servir, tanto a ni- da por la experiencia acumulada sino
vel moral como a nivel político, de por conceptos para los cuales no ha
patrón para la propia conducta. habido en ella nada adecuado. La

1. Hobbes citado en: Strauss, Leo (2006), La filosofía política de Hobbes. Su fundamento y su génesis,
Buenos Aires, Fondo de cultura económica, p.118
2. Citado en: Koselleck, Reinhart (1993), Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos,
Barcelona, Paidós, p. 62
3. En ese marco un caso sintomático es el de Richard Wagner, en quien coincide el fracaso de su experien-
cia política con el giro hacia la filosofía antihistórica y antiutopista de Schopenhauer.

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experiencia pierde entonces su rol to de una “historia de los conceptos”.


orientador. De ella no hay mucho No obstante sus grandes diferencias
que aprender. Lo que verdaderamen- respecto a los autores inicialmente
te importa es la Idea. señalados acerca de cómo debe pro-
En ese marco el saber histórico ceder el conocimiento histórico mos-
parece perder toda función político- traré al final que en Koselleck sigue
práctica. Más aún cuando, en especial viva la idea de la frase de Hobbes:
de la mano del marxismo y a pesar de la historia debe hacer a los hombres
su consideración del progreso como prudentes.
un momento inmanente al devenir de
lo ya existente, el influjo de la filo- La fundamentación de la his-
sofía de la historia perdura a lo largo toria
del siglo XX. Vale entonces pregun- El núcleo de la teoría de Kose-
tarse por la función de la historia en lleck es una indagación sobre los
un siglo que prosiguió con radicalis- presupuestos del conocimiento histó-
mo el proyecto ilustrado, esto es, por rico. Si bien él realiza por su cuen-
el sentido del saber histórico en el ta investigaciones “aplicadas” como
contexto de una vivencia del tiempo las de Crítica y crisis (1959) o las de
marcada por la ruptura con el pasa- Prusia, entre reforma y revolución
do y la correlativa intensificación del (1965), su interés central es pensar
horizonte de expectativas. En este las condiciones bajo las cuales es po-
marco abordaré a continuación la sible conocer los eventos históricos
obra de un historiador y teórico de la o, dicho de otro modo, la estructura
historia que comenzó su trabajo inte- de los conceptos fundamentales de la
lectual como un crítico del utopismo ciencia de la historia. En ese sentido
político: Reinhart Koselleck. Si bien su proyecto se acoge al marco de lo
sus aportes a la disciplina podrían ser que Kant denominó en su momento
leídos como una metodología de la “filosofía trascendental” y que, des-
investigación enmarcada en el giro de Dilthey, es un bien común en la
lingüístico y en un programa cuasi reflexión sobre la fundamentación de
trascendental de fundamentación de las ciencias sociales. A diferencia de
la historia, intentaré mostrar cómo su la filosofía premoderna y de las me-
obra es un intento de recuperación del tafísicas dogmáticas de la moderni-
concepto de historia como maestra dad, Kant no hace una teoría acerca
de la vida bajo las condiciones de la de qué es el mundo en sí mismo sino
discontinuidad de los eventos futuros una teoría de las condiciones bajo las
respecto a la experiencia acumulada cuales podemos conocer el mundo
y de la simultánea intelectualización empírico. Kant no dice el mundo 4 es
de la praxis – implícita en el proyec- de tal o cual forma – por ejemplo: el

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mundo es el conjunto de las ideas, o del mundo empírico, sino fija y fun-
el mundo es Dios como substancia, o damenta las condiciones racionales
el mundo es un conjunto de mónadas de acceso a esos objetos. La filosofía
– sino indaga por las formas de intui- trascendental no reemplaza la inves-
ción y los conceptos imprescindibles tigación “aplicada” ni hace directa-
mediante los cuales los seres huma- mente juicios acerca de los objetos
nos lo perciben y hacen juicios sobre empíricos, sino explica cómo pode-
él. Si queremos conocer el mundo mos juzgar al determinar cuáles son
no podemos empezar a describirlo, los conceptos permanentes mediante
a enumerar sus características, sin los cuales pensamos.
antes saber cómo es que podemos Cuando Koselleck, en el artículo
describirlo y cuáles son los límites de Futuro pasado en el cual determi-
de nuestras facultades para hacerlo. na cuáles son las categorías centrales
La filosofía trascendental consiste del conocimiento histórico, cita un
justamente en una reflexión sobre pensador postkantiano como Friede-
nuestras facultades de conocimiento rich Schlegel, no hace sino trasladar
y, por tanto, sobre las experiencias y al campo de la ciencia de la historia
los juicios que podemos llegar a ha- esta perspectiva; la cita dice: “pues-
cer. Dado que, por ejemplo, podemos to que tanto se habla en contra de las
hacer un juicio como “el fuego inci- hipótesis, se debiera intentar alguna
nera los objetos con los que entra en vez comenzar la historia sin hipóte-
contacto”, su tarea es indagar cuáles sis. No se puede decir que algo es
son los conceptos que presupone ese sin decir lo que es. Al pensarlos se
juicio – por ejemplo, el de causali- refieren los facta a conceptos y no es
dad – y que no sólo valen para ese indiferente a cuáles” 5. En relación
juicio en particular sino para todo al conocimiento histórico esto quie-
juicio posible del mismo tipo. Kant re decir lo siguiente: para la historia
busca circunscribir el ámbito de va- no puede haber eventos históricos sin
lidez y la estructura permanente de que se hallan definido de antemano,
los poderes de nuestro entendimiento a priori, los conceptos mediante los
sobre la base de una reflexión sobre cuales pensamos todo posible even-
su uso. Con ello la filosofía no reem- to histórico. Los eventos históricos
plaza sin embargo el trabajo de las existen por supuesto al margen de
ciencias particulares, el cual consiste si la historia se ocupa o no de ellos,
justamente en hacer juicios necesa- pero para poder determinarlos como
rios y universales sobre los objetos eventos históricos y no, por ejemplo,

4. Hablo aquí por supuesto de “mundo” en sentido coloquial, no de la idea, exclusiva de la razón y por
tanto supraempírica, de una totalidad de la experiencia, o sea, del mundo en el sentido kantiano.
5. Koselleck, R. (1993) Futuro pasado. Ibíd. p. 333. La cita pertenece a los fragmentos del Ateneo.

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como eventos naturales o milagros han dedicado a anotar los hechos y


divinos, hace falta saber qué los defi- los acontecimientos de su tiempo no
ne y cuáles son sus propiedades. No se han parado a reflexionar sobre lo
entities, without identity. Un evento que están haciendo” 7. El historiador
histórico real – por ejemplo la revo- no es alguien que acumula una varie-
lución francesa – puede ser objeto del dad inmensa de información a partir
conocimiento histórico y, en esa me- de fuentes del pasado y que luego la
dida, analizado y explicado, en cuan- condensa en el mismo lenguaje de
to sea identificable como tal, esto es, las fuentes, sino es alguien que se en-
en cuanto sea un caso de aplicación frenta al pasado desde un problema
de las categorías que definen un even- determinado y a partir de conceptos
to histórico. Los “hechos”, los facta que no se encuentran en ellas. Kose-
de los que habla Schlegel, no depen- lleck, siguiendo un programa que ya
den ontológicamente del concepto se había puesto en práctica en el he-
de evento histórico, pues ni Kant ni redero del neokantismo que es Max
Koselleck sostendrían que la filoso- Weber, aboga así porque la historia
fía o la ciencia crea sus objetos, pero se haga consciente de si misma como
cognitivamente sólo podemos men- saber y que sólo a partir de una re-
cionarlos, abordarlos e investigarlos flexión sobre sus presupuestos se en-
como eventos históricos si y sólo si frente selectivamente a su objeto 8.
sabemos qué significa ese concepto. Ahora, los conceptos centrales o, me-
Para nosotros – y esto significa: para jor, las categorías con las cuales tiene
nuestro conocimiento – no hay nin- que operar el conocimiento histórico
gún objeto sin un concepto que nos son dos: el “espacio de experiencia”
permita identificarlo. (Erfahrungsraum) y el “horizonte de
El proyecto teórico de Kose- expectativa” (Erwartungshorizont)
lleck surge así de la imposibilidad - un término que Koselleck toma de
de “tratar científicamente la historia Hans Robert Jauss. En trabajos pos-
sin aclararse respecto a las catego- teriores, y acentuando la dimensión
rías en virtud de las cuales se va a antropológica de las categorías de
expresar”6. En la novela de Novalis la historia, incluirá otros conceptos
que él menciona en el texto mencio- propios en su “doctrina de las condi-
nado pero sin referirse a este pasaje, ciones de posibilidad de historias” 9,
esto es, en el Heinrich von Ofterdin- esto es, en la “Histórica” (Historik):
gen (1799), se dice igualmente: “lo los de “precursar la muerte-poder
malo es que incluso aquellos que se matar”, “amigo-enemigo”, “adentro-

6. Ibíd.
7. Novalis (1992), Himnos a la noche, Heinrich von Ofterdingen. Madrid, Cátedra, p. 167

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afuera”, “arrojamiento-generativi- ficarlos y conocerlos. En ese sentido


dad” y “amo-esclavo” 10 – categorías son “categorías formales”. Así como
ya dibujadas en Futuro pasado. Las el concepto de “frontera”, del límite
dos categorías mencionadas tendrán entre adentro y afuera, no dice nada
sin embargo una posición privile- sobre tal o cual frontera, o tal o cual
giada. A través de ellas es como po- problema fronterizo, asimismo los de
demos pensar el tiempo histórico: espacio de experiencia y horizonte
todos los fenómenos históricos, sea expectativa no se refieren a un de-
cual sea su naturaleza, pueden ser terminado evento histórico, sino a
concebidos a partir de estos dos con- todos los posibles eventos históricos.
ceptos. En otras palabras, todos los Cuando Koselleck sostiene que ellas
fenómenos históricos implican estos equivalen al espacio y al tiempo en el
dos conceptos y, sin ellos, no serían campo de la experiencia empírica 11,
identificables como tales. Ellos por destaca con ello cómo estos concep-
supuesto no anticipan la historia ni tos trascendentales gozan de una ge-
describen o explican eventos parti- neralidad y una necesidad sin la cual
culares, sino fijan las condiciones la experiencia histórica no podría ser
mediante las cuales podemos identi- posible. Ellos representan nada más

8. Weber, siguiendo a Rickert, considera que ningún conocimiento – incluyendo el histórico – es una co-
pia de la realidad sino es una transfiguración y simplificación de la misma mediante el uso de conceptos
(Véase Rickert, Heinrich. (1965), Ciencia cultural y ciencia natural, Madrid, Espasa Calpe, pp. 57-69). En
esa medida los contenidos del conocimiento, los cuales nunca coinciden con la realidad, sólo son posibles
a partir de la creación de un dominio de objetos posibles mediante la postulación de un concepto. En
Weber esto aparece por un lado en la forma de los tipos-ideales, los cuales no son nunca reproducciones
de la realidad sino son, como su nombre lo indica, idealizaciones de la acción humana en contextos
históricos singulares que sirven de punto de partida a la investigación empírica, y, por otro lado, en el
marco de las categorías sociológicas fundamentales formuladas en Economía y Sociedad. En Koselleck
esta operación se da mediante la formulación de las categorías centrales del conocimiento histórico y, a
la vez, mediante la descontextualización de algunos conceptos con el fin de ver, de manera diacrónica y
retrospectiva, las variaciones de su sentido (Koselleck. Futuro pasado. pp. 122-126). En Weber, como en
Koselleck, lo visible empíricamente depende de un marco categorial que procede selectivamente respecto
a lo dado. Claramente dice Koselleck al respecto: “Eso que constituye a la historia como historia no se
puede derivar nunca de las fuentes: es preciso una teoría de la historia posible para hacer hablar a las
fuentes” (Koselleck. Futuro pasado, p. 201). En su caso la conciencia weberiana del Vorgriff, esto es, de la
selectiva anticipación teórica que precede a toda aproximación al material empírico (“No las conexiones
“de hecho” entre “cosas” sino las conexiones conceptuales entre problemas están en la base de la labor de
las diversas ciencias”. Weber, Max. (2001), Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amor-
rortu, p.57) va además complementada por la conciencia de la imposibilidad de aproximarse al pasado
sin mediación de la situación histórica del intérprete – algo que Koselleck aprende de su maestro Gadamer.
Sobre la relación Weber-Koselleck véase: Chignola, Sandro (2003), “Historia de los conceptos, historia
constitucional, filosofía política. Sobre el problema del léxico político moderno” en Res publica, núm. 11
– 12, Universidad de Mursia, España, pp. 27-67. También Villacañas, José Luis. (1998) “Historia de los
conceptos y responsabilidad política: un ensayo de contextualización”, en Res publica, núm. 1, Universidad
de Mursia, España, pp. 141-174
9. Koselleck, Reinhart y Gadamer, Hans Georg (1997), Historia y hermenéutica, Barcelona, Paidós, p.70
10. Ibíd. pp. 70-86
11. Koselleck, R. (1993) Futuro pasado, Op. Cit., p.334

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y nada menos que las condiciones lo que ha sido y lo que será, el pa-
imprescindibles y permanentes – por sado que nos concierne y el futuro
tanto metahistóricas – del conoci- en el que estaremos involucrados, el
miento histórico. recuerdo y el temor, lo ya guardado
Ahora ¿qué significan la expe- y lo aguardado. Ambas dimensiones
riencia y la expectativa? La expe- operan siempre a la vez pero al modo
riencia abarca ideas, hábitos, institu- de una tensión entre fuerzas opues-
ciones, el saber transmitido desde las tas. Experiencia y expectativa repre-
generaciones y los recuerdos priva- sentan “una diferencia temporal en el
dos. Se habla de ella como de un “es- hoy” 14. Si bien la una no es pensable
pacio” porque permite recorridos en sin la otra, de modo que no hay expe-
diferentes direcciones y, sobre todo, riencia sin expectativa ni viceversa,
porque en ella los diversos compo- ellas siempre conllevan una “asime-
nentes no se suceden sino coexisten tría”. La presencia de la una tiende a
12. La expectativa, por su parte, com- excluir la presencia de la otra, si bien
prende fenómenos tan diversos como ambas coexisten. Tal asimetría puede
la curiosidad, las esperanzas y los tener distintas formas, las cuales son
temores privados o colectivos y los las variaciones de la temporalidad:
pronósticos racionales. Es entendida que una nueva expectativa modifique
como “horizonte” porque siempre el modo de ver la experiencia, que
trasciende las experiencias inmedia- se adquiera una nueva experiencia a
tas. Si la experiencia es lo que ha partir del fracaso de una expectativa,
sido, la expectativa es lo que todavía que se formen expectativas sin víncu-
no es 13. Ahora, ambos son modos lo con la experiencia. El conjunto de
en los cuales está presente el tiempo las relaciones posibles entre ambos
para los seres humanos o, mejor, am- o, lo que es lo mismo, las distintas
bos constituyen la “tensión” dentro formas que puede adquirir la tensión
de la cual experimentamos el tiempo. entre ambos son a su vez las distintas
Sea lo que sea lo que experimente- formas que puede adquirir el tiem-
mos temporalmente – la esperanza po histórico. En cuanto aquí se trata
en la venida del mesías, el recuerdo del tiempo como una dimensión que
del Palacio de justicia, las imágenes concierne al ser de lo humano, esas
del 11 de septiembre, el día que haya formas también enmarcan las dife-
paz en Colombia – siempre están im- rentes maneras como los hombres
plicadas la expectativa y el recuerdo, piensan y actúan. La experiencia y la

12. Ibíd. p. 339


13. Véase Ricoeur, Paul (2002), Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II, México, Fondo de cultura
económica, p.251-254
14. Koselleck, R. Op. Cit., p. 342

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expectativa son el marco en el cual llos mediante los cuales se pueden


pueden darse pensamientos y accio- conocer luego los eventos históricos.
nes: “no existe ninguna historia que El conocimiento, desde esta perspec-
no haya sido constituida mediante las tiva, parecería estar fundado en la
experiencias y esperanzas de perso- efectiva aparición de la experiencia
nas que sufren y actúan” 15. y la expectativa como factores deter-
Experiencia y expectativa, en minantes de la acción humana. Dado
tanto principios fundamentales de la que ellas, una vez convertidas en
temporalidad humana, son a su vez conceptos científicos, posibilitan – a
las categorías centrales del conoci- nivel epistemológico – la emergencia
miento histórico. Koselleck parte de los fenómenos históricos, esto es,
aquí de una lectura antropológica de de acciones humanas en las cuales
Ser y tiempo de Heidegger, en donde están implicadas expectativas y expe-
la temporalidad, no entendida como riencias efectivas, sería sin embargo
un unitario presente que siempre se mejor reconocer la recíproca depen-
va desplazando sino como una dife- dencia entre la dimensión material y
rencia entre lo sido y lo que aún no es la dimensión formal de la experien-
constituye el rasgo determinante del cia y la expectativa. La ciencia de la
ser del hombre y, en tanto tal, define el historia presupone así que hay ciertas
marco de la apropiación historiográ- propiedades de la estructura del ser
fica del acontecer histórico 16. En esa humano a las cuales ella, mediante
línea ha sido señalado que en Kose- una reflexión, convierte en concep-
lleck el hombre no es pensado desde tos del conocimiento del ser humano
el tiempo histórico sino, más bien, el como ser histórico y que, luego, me-
tiempo histórico desde las propieda- diante ellos mismos, se puede con-
des del hombre 17. Cuando él sostiene cebir cualquier acción que los hom-
por ejemplo que “las condiciones de bres puedan haber emprendido en la
posibilidad de la historia real son, a la historia. Esto no deja de ser proble-
vez, las de su conocimiento” 18, quie- mático, pues, como suele pasar con
re decir que los mismos principios los argumentos trascendentales, aquí
con los cuales los hombres actúan, está implicada cierta circularidad19.
como agentes históricos, son aque- Se supone que hay un cierto “he-

15. Ibíd. p. 335


16. “La apertura del acontecer histórico llevada a cabo por la historiografía está enraizada, en sí misma, y
por su propia estructura ontológica en la historicidad del Dasein”. Este tema es desarrollado especialmente
en el parágrafo 76 de Ser y tiempo. Heidegger, Martin. (1998), Ser y tiempo, Chile, Editorial universitaria,
p. 407
17. Vázquez, Manuel (1998), “De la historia de los conceptos a la filosofía política”, en Res publica, núm.1,
p.134
18. Koselleck, R. Op. Cit., p. 336

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cho”, a saber, que los hombres con- o cual época, esas categorías valen
cretos tienen siempre experiencias y para toda historia posible, es decir,
expectativas, luego se asume que ese pueden valer como los conceptos
hecho es transformado en conceptos permanentes y estructurales median-
que dan cuenta de la posibilidad de te los cuales se pueden pensar los más
tener experiencias y expectativas sin- diversos eventos históricos humanos.
gulares, esto es, los conceptos de “es- De lo contrario, si no tuvieran ese
pacio de experiencia” y “horizonte anclaje antropológico, podrían his-
de expectativa”, y luego se conocen torizarse, esto es, convertirse en con-
tales o cuales acciones de los hom- ceptos ellos mismos temporales que
bres a partir – y sólo a partir – de las no podrían reclamar ningún carácter
condiciones fijadas por ese concepto. necesario ni servir para pensar todos
En pocas palabras: se va de la expe- los eventos históricos posibles. A ese
riencia al concepto y del concepto respecto dice Koselleck: “al aplicar
a la experiencia. Los conceptos de- nuestras expresiones en la investiga-
penden de la experiencia tanto como ción empírica sin una determinación
la experiencia de los conceptos. La metahistórica, caeríamos inmediata-
ciencia histórica presupone de este mente en el torbellino infinito de su
modo aquello que ella pretende fun- historización” 20. La fundamentación
damentar o, dicho de otro modo, ella de la historia, esto es, del saber his-
parte de la realidad de aquello a lo tórico, sólo es posible si hay algunos
cual ella pretende darle realidad. conceptos, suficientemente constan-
Más allá de las dificultades ló- tes, que se sustraen a la ciega sucesión
gicas y epistemológicas que esto de los acontecimientos. La dimen-
implica, este procedimiento tiene la sión antropológica de la experiencia
ventaja de asegurarle a Koselleck el y la expectativa debe ser entendida a
carácter “metahistórico” de las cate- partir de su función al interior de un
gorías históricas. Si ellas son la for- proyecto epistemológico.
ma conceptual de una experiencia
humana y no de los hombres de tal

19. El reconocimiento del carácter circular de los argumentos trascendentales es tan antiguo como la mis-
ma filosofía trascendental. Ya se encuentra por ejemplo en Niethammer, alumno de Reinhold, de la mano
de una crítica escéptica del programa fichteano de fundamentación de la filosofía en la autoposición del Yo
(Véase Frank, Manfred. (1995), “Friedrich von Hardenberg philosophischer Ausganspunkt”, en: Hogrebe,
Wolfram (edit.), Fichtes Wissenschaftslehre 1794, Suhrkamp. Frankfurt am Main, pp. 20-24). En relación a
Koselleck esto ya ha sido señalado, vinculándolo además con el problema del círculo hermenéutico: “La
historia conceptual comparte así la estructura circular de la hermenéutica tanto como el destino del análisis
trascendental kantiano. Al fin y al cabo Kant debe trabajar con categorías de la experiencia que deben
brotas de su análisis de la experiencia”. Véase la introducción de José Luis Villacañas y Faustino Oncina a
Historia y hermenéutica. p. 46
20. Koselleck, R. (1993), Futuro pasado. Op. Cit., p. 338

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La temporalidad de los con- en rigor, son anticipaciones. Se basan


ceptos en la modernidad en la experiencia de la desaparición
Dejando atrás esta discusión so- de la experiencia, por lo que tienen
bre el procedimiento de fundamen- que mantener o despertar nuevas ex-
tación de la ciencia de la historia, pectativas” 22. La particularidad de
es preciso ahora explicar las formas la modernidad radica ciertamente en
en las cuales puede variar el tiempo la experiencia de cambio continuo
histórico, pues sobre esta base es que y rápido, en aquello que Koselleck
Koselleck define la modernidad. To- denomina “aceleración” y que Marx
dos los tiempos presuponen los con- describió con una poderosa imagen
ceptos de espacio de experiencia y – “todo lo sólido se desvanece en el
horizonte de expectativa. aire” –, pero su núcleo no es otro que
No obstante, como ellos pueden la independencia de las expectativas
tener distintas correlaciones, pue- respecto a la experiencia acumulada.
den tener lugar distintas épocas. Si En el mundo premoderno, el cual Ko-
bien Koselleck no tiene una teoría selleck tiene a identificar de una ma-
de las distintas épocas de la historia nera algo tosca e imprecisa como uno
europea aparte de su distinción de la donde el tiempo estaba determinado
modernidad frente a otra época – no por los ciclos naturales y por la es-
especificada ni denominada por él – tabilidad de una tradición, había una
en la cual lo moderno era denegado, continuidad entre lo experimentado
y si bien a veces parece identificar y lo esperado, entre lo que ya había
algunas características que le había sido asimilado y lo que podía desear-
conferido al tiempo en general, a la se. Por supuesto había cambios pero
temporalidad humana, con el tipo de entonces el horizonte de expectativa
temporalidad de la modernidad, su tendía a corresponder con el espacio
concepto de modernidad se basa en de experiencia. El tiempo nuevo que
una específica correlación entre las es la modernidad se caracteriza en
dos grandes categorías: la moderni- cambio porque en él surgen expec-
dad es un tiempo en el que “las ex- tativas abstraídas de la experiencia,
pectativas se alejan cada vez más de esto es, deseos de algo que nunca se
las experiencias hechas” 21. En ella lo ha vivido y que debe dar lugar a una
esperado no se deriva de lo que ya experiencia hasta ahora inédita.
ha sido experimentado: “es típico de Sobre esta comprensión de la
la moderna terminología política el modernidad Koselleck define aho-
contener numerosos conceptos que, ra las características esenciales de

21. Ibíd., p. 343


22. Ibíd. p. 329 -330

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los conceptos modernos, los cuales, ro, se convierte así en un componen-


al fin y al cabo, son el tema de las te esencial de su significado y, desde
investigaciones aplicadas de la his- la perspectiva del historiador, de su
toria conceptual. Los conceptos, que comprensión. A más tardar desde el
en todo caso siempre aparecen como preludio de la revolución francesa
términos, es decir, como palabras – “apenas hay un concepto central de
aún cuando a veces cambien las de- la teoría política o de la pragmática
nominaciones para un mismo con- social que no contenga un coeficien-
cepto – son sus unidades de análisis. te temporal de modificación, sin el
Si bien la historia conceptual recono- cual nada se puede conocer, pensar
ce el carácter extratextual de la his- o argumentar, sin el cual se habría
toria social y, por ende, renuncia a la perdido la fuerza de arrastre de los
disolución foucaultiana de la historia conceptos” 26. El ejemplo del con-
en “discurso” 23, su material de traba- cepto de “federación” lo ilustra cla-
jo no es otro que la historia plasmada ramente. En principio, es decir, en el
en el lenguaje 24. En esto no radica siglo XIII no fue sino una innovación
sin embargo su novedad. La parti- lingüística para denominar, de un
cularidad del análisis de Koselleck modo genérico, los pactos duraderos
radica en ligar el análisis semántico entre ciudades independientes. En
a la temporalidad 25. Mientras los este caso el concepto describe y pre-
conceptos premodernos estaban, a su cisa una situación política existente.
juicio, siempre ligados a un estado de En la modernidad – por ejemplo en
cosas y, por tanto, a una experiencia el uso que Kant o Marx hacen de él
acumulada, los modernos comportan – es, en cambio, una palabra que as-
la anticipación de un estado de cosas, pira a crear una nueva experiencia y
a la cual no le corresponde ninguna a la cual no le corresponde sino muy
experiencia. El tiempo, y más en par- débilmente un trozo de experiencia
ticular: la orientación hacia un futu- vivida 27. En este caso el concepto

23. Koselleck, Reinhart (1998), “Probleme der Relationsbestimmung der Texte zur revolutionären Wirklich-
keit“, en Koselleck, Reinhart y Reichardt, Rolf. (edits.), Die französische Revolution als Bruch des gesell-
schaftlichen Bewusstseins, Münich, s.e., p. 664
24. “La reflexión sobre el lenguaje histórico, sobre los actos lingüísticos que ayudan a fundar los acontec-
imientos o que constituyen una narración histórica no puede reclamar una prioridad objetiva frente a las
historias que ayuda a tematizar. Pero es cierto que a la reflexión lingüística le corresponde una prioridad
teórica y otra metódica frente a todos los sucesos y frente a la historia. Pues las condiciones y factores
extralingüísticos que entran a formar parte de la historia sólo se pueden comprender lingüísticamente”.
Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p. 288
25. Esto ha sido claramente formulado por Villacañas y Oncina en su prólogo a Historia y Hermenéutica:
“La semántica histórica siempre depende de una suerte de semántica trascendental que determina la com-
prensión del tiempo desde la que se habla” p. 44
26. Koselleck, R. (1993), Futuro pasado. Op. Cit., p. 324
27. Koselleck, R. (1993), Futuro pasado. Op. Cit., p. 352 -354

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182 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

apunta hacia algo, le indica a los ac- cepto como “República” no era para
tores políticos una dirección, pero sin los liberales alemanes que intentaban
que haya ningún referente en el cual derrocar la monarquía en 1848 una
se sustente. Esta temporalización del descripción de un estado de cosas
lenguaje político va de la mano con ni tampoco un término que conden-
las alteraciones socioeconómicas de sara un tipo de experiencia política
la época, es decir, con la industria- que ellos habían vivenciado, sino
lización, la movilización de masas era, más bien, la designación de una
hacia las ciudades, el espíritu de in- aspiración y de una esperanza. Para
novación propagado por los avances ellos la posibilidad de que existiera
técnicos, esto es, por todos los fenó- una república no era una expectativa
menos históricos ligados a la moder- derivada del mundo que ellos habían
nidad que pueden ser descritos por experimentado hasta entonces, sino
la historia social. Los conceptos que era una representación del futuro que
acompañaron ese proceso – como rompía, por ejemplo, con el horizon-
factores de integración o de forma- te político en el cual actuaba un te-
ción de conciencia – no tienen así un rrateniente prusiano o un campesino
sentido “teórico” ni tampoco son tér- bávaro. En tanto opuesto a “monar-
minos mediante los cuales una comu- quía”, el concepto en cuestión impli-
nidad de hablantes se refiere a algo caba un futuro discontinuo respecto
conocido por todos sus miembros, a ese horizonte. Haciendo uso de la
sino son ante todo “conceptos de mo- separación entre expectativa y ex-
vimiento”: inducen al movimiento de periencia, ellos desligaban su futuro
masas hacia una dirección, o sea, son de su pasado y lo expresaban en el
motivos de la acción. De ahí su valor lenguaje mediante un concepto rico
eminentemente político y, dada su en significado pero pobre en refe-
diversidad, polémico. Los conceptos, rencia. Este no es un caso particular.
como los valores en Weber, siempre Para Koselleck es claro que en lo que
constituyen un pluriverso. La histo- él denomina el Sattelzeit, el período
ria conceptual, a diferencia de buena comprendido entre 1750 y 1850, y,
parte de la filosofía política, no abs- más en particular, en el período ante-
trae los conceptos del uso que hacen rior y posterior a la revolución fran-
de ellos los actores políticos sino los cesa, los conceptos político-sociales
concibe siempre insertados en doctri- – aún cuando podríamos incluir ahí
nas destinadas a la acción 28. Un con- también los conceptos estéticos y, en

28. “Resulta evidente entonces que los conceptos, a través de los cuales se filtra y se organiza la experiencia
de la historia, son estudiados por el valor de uso que poseen en el espacio intermedio entre teoría y praxis.
En ese espacio se produce la significación”. Chingola, S. (2003), Op. Cit., p. 48

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Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 183

general, los filosóficos – experimen- porales que coexisten en él. En este


tan una transformación al convertirse sentido la historia conceptual es sólo
en proyectos de futuro. Los concep- un método auxiliar de la historia so-
tos, sostiene Koselleck siguiendo cial, mediante el cual, y a diferencia
a Carl Schmitt 29, se convierten así del más tradicional análisis histórico-
en las armas espirituales de la lucha filológico, se comprenden los cam-
política. La modernidad, en esos tér- bios sociales en un período mediante
minos, no se define así sólo por el el análisis de la orientación temporal
hiato entre expectativa y experiencia, de los términos políticos. Asumiendo
presente en la temporalización (Ver- que un período histórico se recons-
zeitlichung) de los conceptos, sino truye a partir de “la autocomprensión
igualmente por la politización, la de- del uso del lenguaje que hicieron las
mocratización y la ideologización de partes interesadas en el pasado” 33, su
los mismos 30. función no es otra que complementar
Debido a que los conceptos im- el análisis de la historia social con-
plican esa dimensión temporal, gene- siderando los conceptos como unida-
ralmente ignorada, la primera tarea des de análisis dotadas de un sentido
de la historia conceptual consiste en temporal. La autonomía de la histo-
una “crítica de las fuentes” 31 confor- ria conceptual respecto de la historia
me a “la clasificación histórica de los social comienza únicamente cuando
conceptos” 32. En todo análisis de un se hace un análisis diacrónico de los
texto político del pasado, ya se trate conceptos: “el principio diacrónico
de un discurso, una declaración, un constituye a la historia conceptual
memorando o un tratado filosófico, como área propia de investigación,
es preciso distinguir en ellos los con- que por la reflexión sobre los con-
ceptos descriptivos de los prescripti- ceptos y su transformación tiene
vos o, si se trata de un único término, que prescindir metódicamente de los
diferenciar los distintos estratos tem- contenidos extralingüísticos que son

29. “En primer lugar todos los conceptos, ideas y palabras, poseen un sentido polémico; se formulan con
vistas a un antagonismo concreto, están vinculados a una situación concreta cuya consecuencia última es
una agrupación entre amigos y enemigos (que se manifiesta en guerra o revolución), y se convierten en ab-
stracciones vacías y fantasmales en cuanto pierde vigencia esa situación. Palabras como Estado, república,
sociedad, clase o también soberanía, Estado de derecho, absolutismo, dictadura, plan, Estado neutral,
Estado total, etc. resultan incomprensibles si no se sabe a quién en concreto se trata en cada caso de
afectar, de combatir, de negar y refutar con tales términos” Schmitt, Carl. (1987), El concepto de lo político,
Madrid, Alianza editorial, p. 60. Koselleck afirma en esta misma línea: “la historia de los conceptos,
aunque entra en relación con las ideologías, nos hará recordar que para la política son más importantes
las palabras y su uso que todas las demás armas”. Koselleck. Futuro pasado, Op. Cit, p. 85
30. Koselleck, R. (1993), Futuro pasado. Op. Cit., pp. 324-332
31. Ibíd. p. 112
32. Ibíd. p. 108
33. Ibíd. p. 112

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184 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

el ámbito propio de la historia so- parte de los actores políticos. 35 Si


cial” 34. Si los conceptos mismos tie- bien la historia conceptual enriquece
nen una historia, de tal modo que por con esto la historia social ella adquie-
ejemplo el concepto de ciudadano re de esta forma autonomía respecto
pasa del “habitante de la ciudad” (el a ésta última, en cuanto el análisis de
no campesino) a “miembro del Esta- las transformaciones diacrónicas de
do” (partícipe de una unidad política) un concepto no depende de análisis
y, luego, a miembro de la sociedad de la historia social. Bajo el presu-
burguesa, ellos no son sólo “índices” puesto de que las palabras que de-
de una determinada situación social nominamos conceptos no son meras
sino son entidades autosuficientes designaciones de estados de cosas –
frente a cualquiera de ellas. Un mis- “los significados de las palabras y lo
mo concepto puede albergar distintos significado por ellas puede pensarse
sentidos a lo largo del tiempo, sen- por separado” 36 – la ciencia histórica
tidos que se superponen o se reem- consiste aquí en el conocimiento de
plazan, de modo que no es posible las transformaciones de los términos
establecer un vínculo de 1 a 1, una del lenguaje sociopolítico. Si a esto
correspondencia plena, entre él y el se le suma que en un mismo período
contexto en el que surge. Aparte de pueden hacerse usos asincrónicos de
su generalidad un concepto se defi- un mismo concepto, pues su sentido
ne justamente porque sobrevuela los no pueden aislarse de la dimensión
contextos, esto es, lo que define un pragmática del lenguaje37 y, por tan-
concepto y lo diferencia de una pa- to, de su inserción en los procesos de
labra común es ante todo que no se comunicación propios de la lucha po-
deja reducir a una definición porque lítica, y que, como ya se señaló, los
recoge en sí una diversidad de expe- conceptos no son sólo índices de un
riencias provenientes de distintos pe- período sino “factores” que impulsan
ríodos y ligadas a distintas usos por su transformación en una determina-

34. Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p. 115


35. “Una palabra se convierte en concepto si la totalidad de un contexto de experiencia y significado so-
ciopolítico, en el que se usa y para el que se usa una palabra, pasa a formar parte de esa única palabra”.
Koselleck. Futuro pasado. p. 117. Respecto al concepto de concepto en Koselleck véase Abellán, Joaquín.
(2007), “En torno al objeto de la “Historia de los conceptos” de Reinhart Koselleck”, en Bocarno, Enrique
(edit.), El giro contextual: cinco ensayos de Quentin Skinner y seis comentarios, Tecnos, pp. 215-244
36. Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p. 117
37. Villacañas, José Luis. (1998), Op. Cit., p.152. Esta posición va indisolublemente ligada a la impor-
tancia que Koselleck le confiere al contexto y, por tanto, a una específica situación de habla, para la
comprensión de un concepto. Abellán cita un texto de Koselleck de 1996 que reafirma claramente esta
posición. “And analysis of concept requires command of both linguistic and extralinguistic context, includ-
ing those provided by discourses. Only by such knowledge of context can the analysis determine what are
a concepts-multiple meanings, its content, importance, and the extent to which it is contested” Abellán, J.
(2007), Op. Cit., p. 223

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Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 185

da dirección, no es posible identifi- líticos. Esta tensión entre “realidad


car los conceptos con la realidad del y concepto” 40, se repite asimismo a
contexto histórico-social en el cual nivel de los conceptos mediante los
surgen. Que los conceptos se trans- cuales la ciencia historia “traduce”
formen y que sean transformadores los conceptos del pasado al lenguaje
hace imposible reducirlos, tal como actual 41, en cuanto aquí tampoco se
sería el caso en un análisis marxista trata de un mero reflejo del lenguaje
ortodoxo, a meros reflejos ideales de de las fuentes sino del uso metahis-
condiciones de producción reales o, tórico de conceptos históricos. Cuan-
más genéricamente, a expresiones do Max Weber hace por ejemplo uso
del espíritu de una época: “conti- científico del concepto de “legitimi-
nuamente se puede advertir un hiato dad” para distinguir las formas de
entre las situaciones sociales y el uso dominación, recurre ciertamente a un
lingüístico que tiende a ellas o las concepto que ya existía y mediante el
trasciende” 38. cual bandos políticos contrarios ar-
Aunque Koselleck parece a veces ticularon, en el siglo XIX, su propia
identificar esa trascendencia con las posición, pero lo descontextualiza
variaciones temporales de un mismo para convertirlo en un concepto for-
concepto cuyo uso se prolonga a tra- mal y estructural, mediante el cual es
vés de distintos períodos, – algo in- posible analizar diversas formas de
viable si se ha afirmado simultánea- dominación en la historia. Para ha-
mente que en un mismo período un cer comprensibles los conceptos del
concepto puede crear el deseo de ir pasado el historiador puede recurrir a
más allá de él – lo cierto es que entre conceptos del pasado pero depurán-
lo histórico-conceptual y lo histórico- dolos de sus significados contextua-
social, es decir, extraconceptual, no les y dotándolos de una generalidad y
se da una identidad plena: “lenguaje una formalidad que no poseían origi-
e historia permanecen remitidos mu- nalmente. De este modo se hace posi-
tuamente sin llegar a coincidir” 39. ble establecer continuidades entre pe-
Ni los términos conceptuales son un ríodos históricos diversos y observar
reflejo fiel de los hechos sociales ni la repetición de ciertas constantes.
los hechos sociales son reductibles al Esto es factible justamente porque
horizonte de los conceptos sociopo- a ciertos conceptos les es inherente

38. Ibíd. p. 118


39. Ibíd. p. 288
40. Ibíd. p. 125
41. “De modo que domina siempre una diferencia doble: por una parte, entre una historia que se realiza y
su posibilitación lingüística y, por otra, entre una historia pasada y su reproducción lingüística”. Koselleck,
Futuro pasado. Op. Cit., p. 288

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186 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

una tendencia a rebasar el espacio en experiencia del pasado en términos


el que se formaron, esto es, debido a de largo plazo. Analizar un concep-
que ellos, desde un principio y más to político es en suma inscribirlo en
allá de su uso científico, poseen una un horizonte lingüístico situado en
cierta independencia respecto a la un período determinado - en el cual
historia social. se libraba en el campo del lenguaje
Sobre esta base se puede respon- una lucha política entre lo viejo y lo
der a la pregunta de qué significa nuevo -, considerar los distintos es-
analizar históricamente un concepto tratos temporales que en él confluyen
político. Este análisis conlleva en y, finalmente, releerlo, en compara-
primer lugar determinar la orienta- ción con otros conceptos, desde un
ción temporal de un concepto y, en concepto estructural y actual deter-
esa medida, considerar también con- minado a partir del problema elegi-
tra que otros conceptos opera y en el do por el historiador. La historia de
marco de qué proyecto se inscribe. los conceptos políticos es la historia
Esto presupone cotejar el uso que un de cierto tipo de palabras destinadas,
autor hace de un concepto con el uso en su momento, a articular proyectos
que de él hacen sus contemporáneos, políticos – “sin acciones lingüísticas
la generación que lo precede y la que no son posibles los acontecimientos
lo sucede. En segundo lugar consis- históricos” 42 –, a las cuales el his-
te en rastrear sus transformaciones toriador de las ideas compara con
a lo largo del tiempo y, a partir de términos anteriores y posteriores en
esa base, identificar por ejemplo las aras de analizar procesos de cambio
sobreposiciones de significados que a largo plazo. Si bien Koselleck no
están implicadas en un uso particu- sostiene que las ideas corresponden
lar. En un mismo concepto pueden plenamente a sus contextos históri-
coexistir tiempos no simultáneos. co-sociales, su tipo de análisis no les
En tercer lugar consiste en traducir- confiere en principio a los conceptos
lo al lenguaje actual mediante con- políticos sino una validez temporal.
ceptos estructurales, diferentes a los La historia conceptual, como él mis-
que se usaron en un período parti- mo lo afirma explícitamente, surge
cular o, al menos, abstraídos de sus con la pretensión de criticar la histo-
particularidades contextuales. Esos ria de las ideas “en tanto que éstas se
conceptos permiten analizar otros mostraban como baremos constantes
conceptos desde ciertas condiciones que sólo se articulaban en diferentes
permanentes y así reunir e interpre- configuraciones históricas sin modi-
tar desde una cierta perspectiva la ficarse esencialmente” 43. Koselleck

42. Koselleck, R. (1993), Futuro pasado, Op. Cit., p. 287

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Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 187

sostiene ciertamente que los con- ticulares, de las estructuras tempora-


ceptos o, más específicamente, los les que fundamentan el componente
conceptos modernos, trascienden su intelectual de la acción política de
contexto histórico, pero con ello no los actores contemporáneos. En otras
quiere señalar que ellos poseen por palabras: el conocimiento provenien-
eso una dimensión atemporal, sino te de la historia (conceptual) ayuda
que su sentido varía a lo largo del a mejorar la autocomprensión de los
tiempo y que ellos apuntaban, en el actores políticos de la fase contempo-
momento de su surgimiento, a un fu- ránea de la modernidad en tanto los
turo incongruente con ese presente. eventos que ella analiza provienen
El sentido de los conceptos mo- de las mismas estructuras temporales
dernos, debido a su carácter antici- de las que ellos hacen uso. Tal opera-
patorio, no se deja reducir a la rea- ción no es políticamente neutral pues
lidad propia del contexto en el que de este modo la discontinuidad entre
surgieron, pero eso no significa que experiencia y expectativa o, lo que
no estén situados históricamente. es lo mismo, el utopismo propio de
Hacer historia conceptual es analizar la modernidad, deja de ser un presu-
un conjunto de eventos discursivos puesto tácito del uso de los concep-
pertenecientes, en cualquier caso, al tos políticos y se convierte ahora en
pasado. un elemento consciente de la activi-
dad de los agentes. Aún cuando los
La historia conceptual como análisis de la historia conceptual se
propedéutica de la pruden- refieran al pasado, a través del cono-
cia cimiento histórico los actores pueden
Los eventos, sean discursivos o así percatarse de las diferenciaciones
no, son únicos e irrepetibles, pero no de las cuales ellos hacen uso incons-
lo son las estructuras de las cuales se cientemente, pues los conceptos polí-
derivan o las cuales ejemplifican. Si ticos del pasado están emparentados
suponemos que la estructura tempo- estructuralmente con los suyos.
ral básica de la modernidad, a saber, En términos de Niklas Luhmann
la incongruencia entre expectativa y podría decirse que la ciencia de la
experiencia, aún sigue operando en historia es una observación de segun-
la constitución y en el uso de los con- do grado que le ofrece a los hombres
ceptos políticos actuales, entonces el modernos contemporáneos la posibi-
conocimiento histórico de los con- lidad de una paradójica autodescrip-
ceptos políticos modernos es a la vez ción 44. Si toda observación supone
el conocimiento, en ciertos casos par- un punto ciego, pues el observador

43. Ibíd. p. 113

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188 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

sólo ve el campo del mundo que le prima sobre el pasado. En esas con-
permite la diferencia (el esquema diciones la autoreproducción de los
de selección) de la que él hace uso actores políticos modernos incluye
y no la forma en la que él mismo que ellos puedan observar cómo ellos
ve, entonces la historia conceptual, mismos observan y puedan así asu-
en tanto observación de la forma de mir reflexivamente los presupuestos
observación de los actores políticos temporales de sus pretensiones de in-
modernos, les ofrece a ellos mismos novación. La experiencia acumulada
la posibilidad de conocer la diferen- en torno al devenir de conceptos aná-
cia de la que ellos hacen uso, a sa- logos a los suyos se convierte, de este
ber, la asimetría entre experiencia y modo, en un elemento constitutivo de
expectativa. La ciencia histórica es la superación de su particular espacio
aquí un observador de segundo orden de experiencia. Esto no implica una
que ofrece la posibilidad de que los negación del carácter innovador de
actores políticos modernos dotados los conceptos en nombre del pasado
de cierto conocimiento histórico se sino más bien la comprensión de ese
redescriban a si mismos como perte- carácter por parte de los agentes que
necientes a un pasado que ya antes ha lo usaban irreflexivamente. De esa
desplegado/efectuado sus posibilida- operación no resulta la abolición de
des. Ella posibilita así un “re-entry”45 la orientación hacia el futuro de los
de la forma de observación de la conceptos políticos. Tal historización
modernidad en ella misma gracias al del utopismo da lugar más bien a un
cual el peculiar tipo de experiencia – aún moderno pero definitivamente
de la temporalidad que le es propio postvanguardista – futuro pasado.
pierde su inmediatez y se convierte Todo esto no es sin embargo po-
en un elemento temático de su acción sible sino en un marco muy específi-
política. Esta redescripción es para- co, uno en el cual el conocimiento se
dójica pues con ella la primacía de lo ha convertido en un momento consti-
que ya ha pasado (de un pretérito per- tutivo de la actividad práctica de los
fecto) sobre el futuro – de la estructu- sujetos. Tal proceso, gracias al cual
ra ya convertida en experiencia sobre la historia conceptual podría llegar a
el carácter anticipativo de los con- tener alguna eficacia política, supone
ceptos – se convierte en un elemento una segunda ola de racionalización
integrante de un esquema de inter- o, mejor, una autorreflexión de la ra-
pretación del mundo donde el futuro zón. Sin ella la historia conceptual

44. Sobre el concepto de observador de segundo grado véase Luhmann, Niklas. (1995), Die Kunst der
Gesellschaft, Suhrkamp. Frankfurt am Main, pp. 92 -164
45. Sobre el concepto de “re-entry” véase Luhmann, N. Ibíd., pp. 78, 102, 169

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Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 189

carecería de valor político. Entender es meramente introspectivo, y luego


este punto supone primero percatar- realizarlo eligiendo los medios dis-
se del motivo por el cual la historia ponibles más adecuados 47. En ese
había perdido su función orientadora. contexto, cuando la formación de
Como bien lo mostró Leo Strauss la conceptos acerca de qué se debe ha-
historia, en los albores de la moder- cer - y no sólo la práctica inconciente
nidad, tenía como función compen- de lo debido y/o la competencia para
sar la debilidad de una filosofía mo- tomar decisiones basada en la mera
ral centrada en la importancia de los experiencia 48 - se vuelve relevante
preceptos 46. Ejemplificando la vida para los actores mismos, la forma-
virtuosa ella era un método de forma- ción político-moral ya no puede omi-
ción moral centrado en la concreción tir el momento “teórico” de la praxis.
y proximidad del caso y no en la abs- En ese marco, cuando el poder de los
tracción de la regla. Dado que, en lo ejemplos se muestra insuficiente para
relativo a los asuntos político-mora- persuadir a los sujetos a adoptar una
les, no basta con que se conozca lo conducta, pareciera entonces que la
deseable sino se obra de ese modo, la historia tendría inevitablemente que
historia tenía la función de narrar ac- perder su función. Y de hecho la per-
ciones – buenas o malas – con un va- dió, pues ya no fue la narración de
lor ejemplificante. De ese modo ella la experiencia acumulada sino la pro-
operaba como una forma no teórica yección de un orden unitario de ac-
de pedagogía político-moral. Este ciones posibles lo que, con la entrada
marco se hace sin embargo dudoso de la fase utopista de la modernidad,
cuando la vida práctica, a causa de la comenzó a ser denominado “histo-
reflexión, pierde su inmediatez y deja ria”. Ella es ahora el gran relato de lo
de estar sometida a esa segunda natu- venidero. La historia, convertida en
raleza que es la costumbre. Esa es, a un único proceso que abarca a la hu-
mi juicio, la primera ola de racionali- manidad entera y elevada, con Hegel
zación. Un fenómeno cuyo efecto es y Marx, al rango de un sujeto que se
la incorporación de representaciones desenvuelve a través de las acciones
abstractas, como los conceptos, a la finitas de los individuos, es ahora la
hora de actuar moral o políticamente. visión omniabarcante del conjunto
Actuar racionalmente significa des- de la experiencia humana desde la
de entonces ponerse un fin explícito perspectiva de un fin que trasciende
y generalizable, cuyo conocimiento el presente. A pesar del carácter tras-

46. Strauss, Leo. Op. Cit., pp. 121-137


47. Sobre el concepto racionalista de acción véase Oakeschott. Michael. (2000), Racionalismo en política
y otros ensayos, México, Fondo de cultura económica, pp. 103 - 131
48. Ibíd.

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190 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

cendente de la historia respecto a la dernos de los presupuestos de la vida


vida finita aún en estos proyectos se racional y, de ese modo, demarcar el
conserva un determinante momento campo de su poder, fijar sus límites y
racionalista en la acción, pues si bien su extensión. Programas de investi-
la historia ya no es aquí un proyecto gación con pretensiones menos am-
de la razón práctica del sujeto, ella biciosas que las anteriores y, sobre
es un todo que es posible conocer y todo, con un pathos más apaciguado,
al cual es posible por tanto sumarse tal como la sociología del conoci-
concientemente. Aquí no se anula miento (inaugurada por Comte) y la
por tanto el carácter reflexivo de la misma historia conceptual, se inscri-
acción. En la acción política del his- ben también en este marco. En una y
toricismo siempre está involucrado en otra el objeto del conocimiento no
un momento “teórico”. es nada distinto que una serie de con-
La historia conceptual se ocupa figuraciones de la razón: en un caso
justamente con el estudio de esos teorías científicas y en otro concep-
conceptos que orientan la vida prác- tos políticos, estéticos o filosóficos.
tica de sujetos que han desnaturaliza- Dado que, según lo dicho, esta au-
do su conducta. Ella supone por tanto torreflexión de la razón no suspende
el carácter reflexivo de la acción. La sino redefine la actividad práctica y
segunda ola de racionalización apa- que, por tanto, ya no sólo los concep-
rece sin embargo cuando esa misma tos (en tanto motivos) sino las teorías
reflexión es desnaturalizada, esto es, acerca de ellos se convierten en un
cuando los conceptos mismos se con- momento indispensable de la praxis
vierten en objeto de reflexión. Este de los sujetos – como lo muestra por
proceso, iniciado en el idealismo ale- ejemplo el marxismo – la producción
mán una vez los productos finitos de de conocimiento puede aspirar, deli-
la razón son también sometidos a crí- beradamente, a conseguir efectos po-
tica, adquiere luego formas más radi- líticos o morales. Y es justamente allí
cales cuando, bajo el influjo directo donde se ubica la historia conceptual
o indirecto de la obra tardía de Sche- tal como la entiende Koselleck. Sólo
lling, se reconocen los límites exter- en un contexto histórico en el cual la
nos de la razón. De allí surgen la crí- teoría acerca del momento “teórico”
tica de las ideologías, la genealogía de la vida práctica de los sujetos re-
histórica de la razón, el desvelamien- sulta relevante para ellos mismos, y
to del trasfondo de las representa- no sólo para los científicos que obser-
ciones concientes. Su efecto común, van la acción humana, resulta posible
cuando no decae en arrebatos irracio- pensar que los actores políticos pue-
nalistas, no es sin embargo otro que den comprenderse a sí mismos desde
hacer concientes a los sujetos mo- el marco definido por una teoría de la

Historia magistra vitae...


Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 191

historia y asumir la descripción que que ellas aparezcan, como conceptos


ella hace de su praxis como un mo- formales, en una ciencia del hombre
mento significativo de su propia acti- con relevancia para los actores. En
vidad. Sólo en un contexto en el cual relación a la relevancia para el pre-
los discursos sociológicos, históri- sente de su libro Crítica y crisis de
cos, psicológicos y antropológicos, 1959 Koselleck afirma en 1973: “las
han dejado de ser cosa de especialis- enseñanzas históricas ya no se dejan
tas y en cual se mantienen a la vez hoy derivar inmediatamente desde la
las demandas típicamente modernas historia sino de una teoría de las his-
de abstracción como prerrequisito de torias posibles” y, luego añade, “Pues
la acción, es que la observación de sin consideración de su singularidad
segundo orden que es la historia con- – e interrogada en vista de su estruc-
ceptual puede pretender tener algún tura – una época pasada puede conte-
efecto político y revivir, bajo las con- ner momentos de duración que alcan-
diciones de la modernidad, la noción zan hasta nuestro presente” 49. Si su
de historia como magistra vitae. fundamentación “trascendental” de la
A consecuencia de la autocríti- ciencia de la historia no sólo tiene así
ca de la razón crítica los conceptos la función de hacerla consciente de su
políticos modernos desacentúan su propia metodología, sino también la
carácter utópico - pues la disconti- de formular las condiciones de posi-
nuidad entre pasado y futuro propio bilidad permanentes de los conceptos
de conceptos políticos particulares políticos modernos y por tanto de las
se vuelve ahora una posibilidad re- formas de acción indisolublemente
petible - pero por el mismo motivo ligadas a todo concepto posible, ella
la historia logra recuperar su antigua le permite a los actores políticos mo-
función. La posibilidad de que la dernos aprender - a través del estudio
ciencia de la historia aún le enseñe de experiencias singulares del pasado
algo a los sujetos (tardo)modernos, con las cuales comparten una misma
para quienes el pasado es algo ob- estructura - acerca de la lógica impli-
soleto y para quienes, además, no se cada en su particular modo de actuar.
puede actuar sin pasar por la teoría, Más aún cuando, debido al carácter
supone entonces que las estructuras simultáneamente formal y material
temporales de la fase historicista de de la expectativa y la experiencia,
la modernidad sigan aún vigentes y los conceptos estructurales se dejan

49. Koselleck, Reinhart. (1973), Kritik und Krise. Eine Studie zur Pathogenese der bürgerlichen Welt,
Suhrkamp. Frankfurt am Main, p. IX. En ese mismo sentido afirma en Futuro pasado: ..El diagnóstico y el
pronóstico se pueden construir en lo sucesivo – como en todo tiempo – sobre estructuras permanentes, de
tipo natural por así decirlo (...), para que sea posible sacar conclusiones para el futuro desde la repetibili-
dad que se ha fijado históricamente“. Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p.153

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192 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

traducir sin pérdida en la vivencia toria a la cual pretendían gobernar


del tiempo de los agentes. La ciencia – como lo testifica la serie abierta y
de la historia no permite en absoluto plural de lecturas y relecturas de los
predecir eventos ni tampoco permite mismos que la historia conceptual re-
hacer pronósticos a partir del conoci- construye – se podía esperar como
miento de ciertos eventos históricos resultado tanto una mayor conscien-
del pasado, pero sí le permite a los cia de los límites de lo posible como
actores políticos hacerse consciente una mayor atención a la responsabili-
de las estructuras históricas que sub- dad histórica. Atrás debería quedar el
yacen a su acción. absolutismo de las convicciones. El
Esta autorreflexión tiene un in- proyecto de la historia conceptual de-
nombrado pero claro sentido político muestra así su continuidad con las in-
que delata, de paso, la continuidad vestigaciones de Crítica y crisis. Este
en la obra de Koselleck. Si la ilus- texto, sin tematizarlo a lo largo de su
tración, como él exponía en Crítica argumentación, supone en efecto un
y crisis – bajo la influencia del libro concepto de política como el campo
sobre Hobbes de Carl Schmitt –, sur- de las decisiones responsables y de
ge como una crítica de lo político- la prudencia 50 – cuya función es res-
estatal en nombre de la expectativa ponder a la tarea permanente de so-
de un futuro moralizado, la ciencia brellevar y solucionar los conflictos
de la historia viene a ser ahora, y so- internos y externos – desde el cual
bre los presupuestos mencionados, se valora negativamente el utopismo
una crítica de esa crítica en nombre de la ilustración y su subrepticia po-
de la prudencia política. En efecto si litización de la filosofía de la histo-
los actores políticos de nuestra mo- ria. Lo político es el espacio de las
dernidad – por ejemplo el proyec- decisiones que intentan minimizar la
to neoilustrado que representaban incertidumbre y el riesgo del desor-
los movimientos revolucionarios en den51. El pecado de los ilustrados es
los sesentas, y setentas – se hacían desconocer ese “destino” y esa “tarea
conscientes de cómo en la moderni- constante (!) de la existencia huma-
dad ya habían sido puestos en juego na” 52 – a la cual Koselleck sustenta,
otros conceptos políticos utópicos y como bien lo vio Habermas, 53 en una
de cómo esos conceptos no habían ahistórica antropología pesimista –
deparado nunca en una realización en nombre de una absolutización y
completa sino habían terminado más temporalización de lo moral o, más
bien ellos mismos sometidos a la his- genéricamente, de lo normativo. La

50. Ibíd. p. 1. Nota 20 p. 160. Nota 93 p. 170


51. Ibíd. p. 16

Historia magistra vitae...


Volumen 4 Número 1, Enero – Junio de 2008 193

acción política de los ilustrados con- de las competencias por parte de la


siste así en una irresponsable deman- “sociedad” 54, es decir, de quienes no
da de normativización de lo político portan directamente una responsabi-
y, en particular, del Estado, mediante lidad político-estatal – una perspecti-
conceptos políticos con un marcado va que recorre toda la argumentación
carácter utópico. Mientras lo políti- de Crítica y crisis – sino como un
co, cuya forma de racionalidad es en hecho propio de la modernidad que
última instancia la Razón de Estado, exige sin embargo una autocrítica de
tiene que asumir las dificultades ob- los actores sociales. En el interesan-
jetivas de impedir o asumir la posibi- te prólogo a Crítica y crisis de 1973,
lidad de la guerra interior y exterior, un período en el cual Koselleck se
los ilustrados sólo ejercían la tarea ocupa de lleno con sus reflexiones en
subjetiva, espiritual, sin coacciones torno a los fundamentos teóricos de
exteriores, de criticar el Estado sobre la historia conceptual, el rechazo a la
la base de sus aspiraciones incondi- politización de lo social se convierte
cionales de progreso moral. La histo- en un llamado a la responsabilidad
ria conceptual parece apuntar así a una política de los actores político-socia-
crítica de la ilustración en el terreno les: “Cualquier ilustración cae tarde
que más le duele: el de los conceptos o temprano en situaciones de conflic-
político-normativos. El análisis crí- to cuyo desentrañamiento racional
tico de su lenguaje, de ese lenguaje exige la transformación de la mera
originariamente elitario, propio de crítica en conductas políticas”55. El
una vanguardia intelectual pero sin problema de la Ilustración ya no es
embargo estructuralmente orientado que se entromete en la esfera estatal
a la masificación, es justamente el de lo político sino que no asuma la
tema de la historia conceptual. No por responsabilidad política, esto es, la
esto ella ha de interpretarse como un previsión de las posibles consecuen-
proyecto antiilustrado y antimoderno cias de sus actos, que implica parti-
pues ella es más bien una ilustración cipar en la esfera pública. La invi-
de la ilustración acerca de sus pro- tación a la prudencia política, cuyo
pios presupuestos. Esto es aún más opuesto es el utopismo y la pura ética
evidente en cuanto Koselleck, como de la convicción – para la cual vale
historiador de los conceptos, ya no un fiat veritas, pereat mundi –, no es
ve la temporalización y politización ahora, como antes, un lamento por la
de los conceptos como una invasión politización de lo social, sino es un

52. Ibíd. p. 9
53. Habermas, Jürgen. (1975), Perfiles filosófico-políticos, Madrid, Taurus, p. 389
54. Koselleck. R, (1973) Kritik und Krise, Op. Cit., p. 41
55. Ibíd p. X

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194 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

llamado a que los actores sociales to- conceptual es una herramienta ideal
men consciencia de las limitaciones para incrementar los grados de pro-
objetivas y de los efectos posibles de nosticabilidad en tanto ella hace ver
las acciones políticas en un contexto el destino de los conceptos del pasa-
de incertidumbres. Los proyectos po- do como una posibilidad formalmen-
líticos modernos no son demeritados te repetible: “La Historie muestra los
sino invitados, en clave weberiana 56, límites para nuestro futuro posible y
a incluir el cálculo de las consecuen- distinto, sin poder renunciar por ello
cias de las acciones en sus formula- a las condiciones estructurales de la
ciones de fines, esto es, a incluir, en repetibilidad posible. Con otras pa-
su acción política, el pronóstico 57. labras: sólo se puede efectuar una
La historia conceptual tiene en este crítica justificada a la garantía per-
sentido una labor propedéutica, en sonal voluntarista de los planifica-
cuanto ella, sobre la base de un co- dores utópicos del futuro posible si
nocimiento a priori de las estructuras la Historie, en tanto que magistral
temporales de los conceptos políticos vitae, no deduce sus teorías a partir
y bajo el presupuesto de que se tenga de las historias, sino también de las
consciencia de la analogía estructu- estructuras de movimiento de nues-
ral entre los conceptos de la moder- tra historia” 58. La posibilidad de una
nidad temprana y los del presente, repetición implica aún la posibilidad
hace consciente de las posibles con- de una acción guiada por conceptos
secuencias de los posibles conceptos esencialmente proyectivos, pero aho-
políticos mediante la exposición del ra con la cautela de saber que intentos
destino de conceptos análogos en el similares ya han tenido lugar y que,
pasado de la modernidad. Si pronos- como lo muestra su transfiguración
ticar, en oposición a profetizar, con- semántica, no han logrado su con-
siste en anticipar las posibles conse- sumación sino apenas un “desgaste”
cuencias de las propias acciones – y de las expectativas en cuestión o una
en ese medida juzgar los propios fi- transfiguración incontrolada de sus
nes en orden a su viabilidad y no sólo contenidos. Sobre esta base, y bajo
a su validez intrínseca – la historia el supuesto que “tanto mayor sea la

56. La ciencia, como Weber no se cansó de repetir, no le puede indicar a los sujetos qué deben hacer –
pues esto depende exclusivamente de una elección pensada en términos estrictamente decisionistas – pero
sí les puede ayudar a comprender cuáles son intenciones, qué tan viables son las posibilidades de realizar-
las, qué tan consistentes son sus valores, cuáles pueden ser los costos de su acción en términos de exclusión
de otros valores y cuáles pueden ser las consecuencias eventuales de sus propósitos. “Una ciencia empírica
no puede enseñar a nadie qué debe hacer, sino únicamente qué puede hacer y, en ciertas circunstancias,
qué quiere”. En ese sentido la función de la ciencia es incitar a desublimar las convicciones y, de este modo,
invitar a los sujetos a obrar con responsabilidad. Weber, Max. (2001), Op. Cit., pp.42-44
57. Ibíd.
58. Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p. 153

Historia magistra vitae...


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experiencia tanto más cauta” 59, ser la perspectiva de un progreso moral


moderno ya no significa asumir po- futuro, Koselleck propone interpre-
líticamente el rol de una vanguardia tarlo desde la perspectiva, menos op-
que rompe con toda tradición sino, timista pero igualmente moralizante,
más bien, reasumir una tradición – la de prevenir acerca de los riesgos del
tradición de la modernidad – con la utopismo. El fin, como correspon-
consciencia de sus posibles límites. de a una época que ve con sospecha
A pesar del tenor tendencial- sus propios ideales pero no cuenta
mente conservador de este proyecto con ningún reemplazo confiable, ya
político-cognitivo, él no apunta al no es señalar lo mejor sino evitar lo
fin de la modernidad sino a la auto- peor 61. Conocer los productos de la
conciencia de su carácter proyectivo historia conceptual – tal como lo es
y, por tanto, a la relativización de por ejemplo el monumental léxico de
las perspectivas de progreso moral conceptos histórico-políticos editado
ante la experiencia de sus inciertos por Koselleck, Brunner y Conze 62 –,
efectos. En ese sentido, como bien es percatarse de cómo los conceptos
se ha anotado, el proyecto de Kose- políticos modernos fueron una y otra
lleck puede ser visto como un sínto- vez releídos, convertidos en objeto
ma de la postmodernidad 60: de una de disputa, introducidos en nuevos
continuación de la historia moderna contextos, remezclados, desacredi-
bajo el signo de un desencanto con tados, a veces olvidados e incluso
el ideal del progreso. La historia de utilizados también como armas por
los conceptos redescribe el vocabula- parte de quienes originalmente eran
rio político moderno, mostrando las sus adversarios. En pocas palabras:
contingencias y ambigüedades a las se trata de ver cómo los conceptos
que ha estado sometido su significa- no obraron como imperativos que
do, para así, por la vía de una des- transformaron radicalmente la rea-
absolutización de sus pretensiones, lidad histórica sino cómo, en lugar
incrementar la posibilidad de que se de ello, entraron en su juego. Si bien
haga un uso prudente y responsable nuestra fase de la modernidad ya no
de conceptos análogos. En cierta for- es la misma que la de Koselleck 63,
ma podría decirse que así como Kant esa es aún una enseñanza valiosa de
incitaba a interpretar el pasado desde la historia para la vida práctica. De

59. Ibíd. p. 356


60. Villacañas, J. y Oncina, F. (1997), [prólogo], Op. Cit., pp.51-52
61. “La historia particular ya no sirve de ejemplo para su potencia repetibilidad a no ser que sea para
evitarla”. Koselleck. Futuro pasado. Op. Cit., p. 153
62. Brunner, Otto; Conze, Werner y Koselleck, Reinhart. (edits.), (1972), Geschichtliche Grundbegriffe:
historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland. Stuttgart. Klett-Cotta. 1972-1997. 9
volúmenes.

Carlos A. Ramírez • carlosrescobar@javerianacali.edu.co


196 Perspectivas Internacionales. Ciencia Política y Relaciones Internacionales

tal desencantamiento no debería re- Brunner, Otto; Conze, Werner y


sultar la inacción sino, más bien, una Koselleck, Reinhart. (edits.),
prudente sobriedad y una paralela (1972), Geschichtliche Grun-
desdramatización de todo proyecto dbegriffe: historisches Lexikon
político. Quien sueña que se despier- zur politisch-sozialen Spra-
ta de una pesadilla, sabiendo a la vez che in Deutschland. Stuttgart.
que está soñando – como se podría Klett-Cotta. 1972-1997. 9 vo-
decir parafraseando a Novalis – ve lúmenes.
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Suhrkamp. Frankfurt am Main.

63. Después de la caída del muro de Berlín se pensó que la época de las ideologías y, por tanto, de los
conceptos destinados a la movilización política y a la consecuente aglutinación de los individuos en torno a
propósitos comunes de largo aliento, había quedado definitivamente atrás. La anunciada fase posthistórica
nunca tuvo lugar, pues, de inmediato, se vivió una agresiva redramatización del léxico político liberal,
convertido por ese entonces en portador de un horizonte de expectativa de pretensiones verdaderamente
globales. Luego del 11 de septiembre, y justo en una fase histórica en la cual el neoliberalismo mostraba
sus flaquezas (como lo mostraban por ejemplo los gobiernos de Blair y Schröder), ese léxico, centrado
ahora en el concepto de “democracia”, fue reanimado bajo el impulso del fundamentalismo islámico.
Ahora atravesamos una fase en la cual se vuelve a desdramatizar luego del fracaso del utopismo neoliberal
en medio oriente. Los portadores del más genuino pathos moderno se desplazan ahora a América Latina,
donde conceptos como “imperio” o “revolución bolivariana” reproducen, con candidez o con mala con-
ciencia, el radicalismo y el mesianismo propios de las estructuras temporales de los conceptos modernos.
En suma puede decirse que nuestro contexto histórico ya no es el Koselleck, quien, durante la elaboración
de su visión de la historia conceptual, tenía quizás en mente movimientos estudiantiles radicalizados – bajo
el modelo de la RAF –, pero que no por ello la ilustración de la Ilustración pretendida por la historia
conceptual ha perdido su vigencia. Bien dice al respecto José Luis Villacañas: la historia conceptual “es
un permanente recuerdo de que cualquier consideración idealizada o sublimada, esto es, ideologizada,
acelerada, politizada y masificada de los conceptos con los que todavía jugamos, puede volver a generar
las mismas tensiones insolubles de la modernidad. Por mucho que esta radicalización no dependiera del
voluntarismo de nadie – dependería de una espiral de refuerzos y radicalizaciones – no habría medio al-
guno de pararla ni de disolver las aporías teóricas que plantearía” Villacañas, José Luis. (1998) “Historia
de los conceptos y responsabilidad política: un ensayo de contextualización”, Op. Cit., p. 168

Historia magistra vitae...


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