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APROXIMACIÓN A LAS IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS EN EL ESPAÑOL DE EL

SALVADOR (1800-1850)

José Daniel Rivas Hidalgo


Universidad de El Salvador

1. Introducción
La lengua es un producto cultural, cuyas posibilidades permite que se utilice no solo para
propósitos comunicativos, sino también para transmitir e implantar ideologías. En este sentido, la
lengua constituye un instrumento ideológico fundamental donde se regula y articula el discurso
social con que se manifiestan y consolidan las ideologías dominantes de un momento histórico.
Las ideologías reflejan las concepciones y valoraciones que tiene un grupo social sobre su cultura
(arte, creencias, tradiciones, lengua, etc.). Las ideologías que se refieren a la lengua y a su uso se
denominan ideologías lingüísticas, entendidas estas como «las representaciones, explícitas o
implícitas, que interpretan la relación entre lengua y los seres humanos en el mundo social» (Bambi
et al., 2012, p. 19).
El estudio de las ideologías lingüísticas ha sido abordado con mayor énfasis desde los años
noventa en Kachru (1995), Kroskrity (2004), Bambi et al. (2012), Del Valle y Meirinho-Guede
(2016), Narvaja de Arnoux (2016), Calero Vaquera (2010), etc. En todos estos textos se observa
el interés en dos puntos principales: el primero en analizar la concepción que los hablantes tienen
sobre la lengua (en su uso oral y escrito) y el segundo en los discursos sociales que se consolidan
a partir de las distintas ideologías lingüísticas.
En el caso de la lengua española, diversos autores han abordado el tema de las ideologías
lingüísticas en el español de sus países, la mayoría, enfocándose principalmente en los diccionarios
regionales de tipo diferencial que fueron confeccionados a finales del siglo XIX. Entre ellos se
pueden mencionar a Pérez (2000), Camacho Barreiro (2004, 2015), Lauria (2017), Chávez Fajardo
(2010), Huisa Téllez (2013), Rojas (2015), etc. Asimismo, otros estudios sobre el español de
América en el siglo XIX que ofrecen pautas generales sobre el aspecto ideológico en la lengua son
los de Rosenblat (1971), Sánchez Corrales (1988), Herranz (1989 y 2002), Mántica (1989), Lipski
(1994), De Granda (1994), Quesada Pacheco (2000), Ramírez Luengo (2007 y 2017), Quesada
Pacheco (2008, 2010, etc.), Frago (2010), etc.
Con respecto al español de El Salvador en el siglo XIX, no se han encontrado estudios
lingüísticos que aborden las ideologías lingüísticas de la época. No obstante, algunas nociones
generales pueden encontrarse en Canfield (1960), Rivera Orellana (2015), Azcúnaga (2018) y
otros. En general, el estudio de las ideologías en el siglo XIX ha sido más fructífero en el plano
histórico, como se puede corroborar en Castro Orellana (2011), cuyo texto analiza y expone
algunos aspectos, en el plano ideológico, sobre las luchas de poder en los sucesos de 1811.1
Por ello, el objetivo de este artículo es identificar y analizar las ideologías lingüísticas
dominantes del español de El Salvador en la primera mitad del siglo XIX. Para alcanzar este
objetivo se ha utilizado un método histórico-lingüístico, el cual ha sido desarrollado a partir de tres
aplicaciones metodológicas abordadas desde una perspectiva lingüística-ideológica. La primera
aplicación ha sido recopilar la literatura disponible de la época (creación de un corpus), la segunda
aplicación ha sido identificar las ideologías lingüísticas dominantes a partir de los textos
seleccionados, y la tercera aplicación ha sido analizar e interpretar las ideologías lingüísticas
identificadas. Por tanto, con este texto se intenta ofrecer una panorámica de las concepciones que
tenían los hablantes de dicha época sobre el español de El Salvador.

2. Antecedentes históricos
El territorio que actualmente constituye la República de El Salvador –a principios del siglo
XIX– estaba compuesto por dos espacios autónomos entre sí: la Intendencia de San Salvador
(erigida por Real Cédula de 17 de septiembre de 1785, la cual estuvo dividida por cuatro partidos:
Santa Ana, San Salvador, San Vicente y San Miguel) y la Alcaldía mayor de Sonsonate (Herrera
Mena, 2011). Estos dos territorios estuvieron supeditados en lo judicial y político a la Capitanía
General de Guatemala (Monterrey, 1996; Portal de Archivos Españoles (PARES), 2020).
La independencia de Centroamérica, cuya acta se firmó el 15 de septiembre de 1821, se
adscribe a las revoluciones hispanoamericanas del siglo XIX (Lynch, 1976). Este acontecimiento
fue producto de diversos factores sociohistóricos, por ejemplo:1) las ideas de la Ilustración que se
impregnaron en las élites criollas americanas; 2) la invasión de España por el ejército de Napoleón
en 1808 y el apresamiento de Fernando VII, suceso que creó las condiciones para que en 1812 se

1
Algunos estudios históricos que abordan el tema de las ideologías (especialmente ideologías socioculturales) en el
período de la Independencia son los siguientes: Ideologías de la independencia: doctrinas políticas y económico-
social, de Virgilio Rodríguez Beteta, publicado en 1965; Apreciación Sociológica de la Independencia Salvadoreña,
de Alejandro Dagoberto Marroquín, publicado en 1964, etc.
realizaran las Cortes de Cádiz, cuyo resultado fue la creación de la Constitución Política de la
Monarquía Española con participación de congresistas españoles y americanos2; 3) las
revoluciones independentistas de Estados Unidos, México y países sudamericanos (García
Laguardia, 1982; Dirección General del Archivo Nacional, 1996). Esto permitió la incursión de
los movimientos independentistas impulsados por Manual José Arce, José Matías Delgado, José
Simeón Cañas, etc. Después de la Independencia, el Estado salvadoreño fue anexado al Imperio
mexicano en 1822, a cargo de Agustín Iturbide. Entre 1824-1839 fue parte de la República Federal
de Centroamérica, cuyo primer presidente fue Manuel José Arce y el último Francisco Morazán.
Debido a estas anexiones luego de la firma del Acta de Independencia en 1821, Navarrete (1996)
afirma que la verdadera fecha de independencia de El Salvador es el 1 de julio de 18233.
En este período de transición política en El Salvador (de provincia a Estado independiente),
uno de los instrumentos más importantes para la implantación de los valores de la nueva nación
fue la lengua, pues a través de ella se manifestaron y consolidaron las ideas dominantes de la época
(lingüísticas y socioculturales). Muchas de estas ideas se habían gestado desde la Colonia (siglos
XVI-XIX), ya que la lengua ha sido siempre compañera del imperio, como lo señala Nebrija en el
prólogo a su Gramática de 1492: “Después que vuestra alteza metiese debajo de su yugo muchos
pueblos barbaros y naciones de peregrinas lenguas con el vencimiento aquellos tendrían necesidad
de recibir las leyes que el vencedor pone al vencido y con ellas nuestra lengua”.
Además, la llegada de la imprenta a El Salvador en 1824 4 posibilitó la rápida y mayor
difusión de estas ideologías lingüísticas, especialmente a partir de la producción periodística, tal
como había sucedido con los primeros periódicos de América del siglo XVIII (Gaceta de México,
1722; La Gazeta de Goathemala, 1729; Gaceta de Lima, 1743; La Gazeta de la Habana, 1782;
etc.) (López Vallecillos, 1987). Los primeros periódicos de El Salvador fueron el Semanario
político mercantil de San Salvador (1824), Gaceta del gobierno del Estado del Salvador (1827),
El Salvadoreño (1828), El Iris Salvadoreño (1836) y Correo Semanario del Salvador (1840).

2
De acuerdo con Herrera Mena (p. 21, 2011), la Constitución de 1812 es “un código que limitaba el poder y distribuía
su ejercicio en una instancia legislativa (las Cortes), una ejecutiva (el rey) y en los tribunales de justicia”. Asimismo,
señala que este código reconocía la igualdad entre español, criollos, mestizos e indígenas como parte de la Nación
española y, además, defendía la libertad de imprenta en temas políticos.
3
Otros datos históricos se pueden encontrar en Barberena (1914), Gavidia (1917), Monterrey (1996), Barón Castro
(2002), Lardé y Larín (2000), etc.
4
En siglos anteriores se había realizado un intento de imprenta con la publicación de El Puntero apuntado con apuntes
breves. Según López Vallecillos (1987), la obra fue publicada en 1741, mientras que para Isabel Casín de Montes, en
el prólogo a la obra, apunta que el libro se publicó en 1641 (Del Cid 1972 [1641]).
La producción textual de los periódicos en esa época jugó un papel importante para
consolidar las nuevas ideologías, ya que funcionaron como un instrumento ideológico durante el
establecimiento de El Salvador como nuevo estado-nación. Dicho de otra forma, esta producción
periodística (como también otras producciones textuales) se puede analizar como un contenedor
ideológico, donde la lengua sirvió como vehículo para que se manifestara y articulara el sentido
de los grupos sociales. Por lo cual, en estos textos se puede analizar la configuración del español
en El Salvador en sus diferentes niveles lingüísticos, aunque es necesario aclarar que este estudio
(debido al corpus recopilado) refleja el uso de la lengua culta de dicha época (nivel diafásico),
utilizado por personas con educación formal y con alto nivel socioeconómico (nivel diastrático),
pues la lengua rural (nivel diatópico) y coloquial no fue ampliamente registrada5. Por tanto, en
estos textos se refleja el ideal de lengua que había que hablar, un ideal impuesto por las clases
dominantes de la época.

3. Sobre el concepto de ideologías lingüísticas


La palabra ideología proviene del griego ἰδέα (‘idea’ = forma o apariencia). Además, es
derivada de εἴδω (eido) que significa “yo vi”, por lo que conlleva la noción de ver (Diccionario
Etimológico Castellano en Línea, 2019). En este sentido, la ideología es una forma de ver algo de
lo cual se crea una concepción. Marx (1974 [1932]) explica que los individuos producen sus
medios de subsistencia, y que al hacerlo revelan la forma de manifestar su modo de vida. La
manifestación de su modo de vida está supeditada a la clase que ejerce el poder, quienes imponen
las ideas dominantes: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o,
dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo
tiempo, su poder espiritual dominante” (Marx, 1974 [1932], p. 50). Por consiguiente, desde una
concepción marxista, la ideología presenta tres ideas capitales: expresa una forma de manifestar
su modo de vida; se manifiesta y se ejerce por la clase dominante; opera en la superestructura. A
estas tres características hay que añadirles la contextualización (espacio y tiempo de una
ideología).

5
El poco acceso a la educación estaba a cargo de la iglesia. Algunos datos de la lengua rural pueden encontrarse en
los archivos eclesiásticos, debido al registro de las cofradías durante todo el siglo XIX.
Para Van Dijk (2006), la ideología es “la base de las representaciones sociales compartidas
por los miembros de un grupo” (p. 21), y la localiza en un triángulo conceptual que relaciona
cognición, sociedad y discurso:

“primero, las ideologías son algún tipo de “sistema de ideas” y por lo tanto pertenecen al campo
simbólico del pensamiento y la creencia. Segundo, las ideologías son de carácter social y con
frecuencia están asociadas con intereses, conflictos y lucha de grupo. Y tercero, muchos enfoques
contemporáneos de la ideología asocian el concepto con el uso del lenguaje o el discurso, aunque
sólo sea para dar cuenta de la forma específica en que las ideologías se expresan y reproducen en la
sociedad” (Van Dijk, 2006, p. 18).

En cuanto a las ideologías lingüísticas, Silverstein (1979), citado en Kroskrity (2004), las
define como “un conjunto de creencias sobre la lengua articuladas por los hablantes como
racionalización o justificación de la estructura y el uso de la lengua percibidos” (p. 2). Esta
definición enfatiza el rol de la conciencia lingüística como una condición que permite a los
hablantes racionalizar y, por otra parte, influenciar la estructura de una lengua. Desde una
perspectiva sociocultural, Irvine (1989), citado en Kroskrity (2004), define las ideologías
lingüísticas como “el sistema cultural de ideas sobre las relaciones sociales y lingüísticas, junto
con la carga de intereses políticos y morales” (p. 2). Aquí, las ideologías lingüísticas son vistas
como múltiples y construidas desde perspectivas político-económicas específicas que influencian
las ideas culturales sobre el lenguaje.
No obstante, la definición que utilizamos en nuestro texto es la que ofrece Bambi et al.
(2012), quien definen las ideologías lingüísticas como “las representaciones, explícitas o
implícitas, que interpretan la relación entre lengua y los seres humanos en el mundo social” (p.
19).6 En esta definición, al igual que la definición de Van Dijk (2006), se hace énfasis en tres
campos de interacción: lengua, cognición y sociedad. Ante esto, “si queremos saber qué apariencia
tienen las ideologías, cómo funcionan y cómo se crean, cambian y reproducen, necesitamos
observar sus manifestaciones discursivas” (Narvaja de Arnoux, 2016, p. 19), que en nuestro caso

6
Por su parte, Del Valle y Meirinho (p. 622, 2016) definen las ideologías lingüísticas como “una categoría teórica
construida sobre una definición del lenguaje como práctica social en la que están unidas la dimensión formal –su pura
materialidad lingüística o gramatical– y el contexto en que tiene lugar la interacción”. En la misma línea conceptual,
Kroskrity (2004) señala que las ideologías lingüísticas son creencias o sensaciones sobre el lenguaje como es usado
en su mundo social.
se hará en la producción textual de la época. Por consiguiente, para identificar y analizar las
ideologías lingüísticas de un grupo social en un momento específico hay que preguntarse: ¿quiénes
han promovido e impulsado esas ideologías?, ¿qué tipo de ideologías se han implantado?, ¿cuál
ha sido el objetivo de su implantación?, ¿dónde se manifiestan las ideologías lingüísticas?, ¿cuáles
han sido los instrumentos para implantar las ideologías dentro del grupo social?, etc.
En resumen, en este estudio se entienden las ideologías lingüísticas como las concepciones
e interiorizaciones que los miembros de un grupo social tienen sobre diversos aspectos de la
lengua. Estas concepciones se materializan y se representan en diversos aspectos que afectan a la
lengua, por ejemplo: multilingüismo y monolingüismo en un espacio geográfico, superioridad o
inferioridad lingüística (estigmatización de lenguas, dialectos y de variedades de una lengua),
establecimiento de una lengua nacional, contacto entre lenguas (dentro de un mismo grupo social
o en zonas fronterizas), sustratismo lingüístico, colonialismo lingüístico, políticas lingüísticas
(prácticas educativas en la enseñanza de la lengua, preservación y conservación de lenguas
indígenas, etc.), adecuación lingüística o prescriptivismo lingüístico (corrección e incorrección de
la lengua), conservadurismo o purismo lingüístico, normativismo lingüístico, aspectos
socioculturales manifestados en la lengua (nacionalismo, religión, racismo, feminismo, etc.) y
muchas otras más que van formando su discurso social.

4. Identificación de las ideologías lingüísticas en el español de El Salvador


Para identificar y analizar las ideologías lingüísticas del español de El Salvador se han
realizado tres aplicaciones metodológicas: la primera ha sido recopilar la literatura disponible de
la época, con el fin de obtener la información de fuentes primarias. Por ello, se han retomado textos
histórico-políticos como Gutiérrez y Ulloa (2017 [1807])7, Arce (1997 [1830])8, Cornejo (1833)9,
Morazán (1841/1992 [1841])10, Meléndez Chaverri (2000)11, etc.; textos literarios como Díaz
(1842)12 y los poemas Al ciudadano José del Valle y A la muerte del coronel Pierson de Miguel

7
El texto La provincia de San Salvador Reyno de Guatemala (1807) se publicó por primera vez en 1926.
8
El nombre del texto original es Memoria de la conducta pública y administrativa de Manuel José Arce durante el
período de su presidencia, y fue publicado en 1830 en México.
9
José María Cornejo fue jefe de Estado de El Salvador de 1829 a 1832, período en que escribió el texto Defensa del
Gefe del Estado del Salvador.
10
Además de la obra en estudio (Manifiesto de David), otros de sus manuscritos han sido recopilados en el libro de
Santana (2019).
11
Se han retomado las cartas de José Matías Delgado en el texto de Meléndez Chaverri (2000).
12
La tragedia de Morazán es una de las primeras obras narrativas en la literatura salvadoreña.
Álvarez Castro13, contenidos en Mayorga Rivas (1884); textos periodísticos como Semanario
político mercantil de San Salvador (1824), Gaceta del gobierno del Estado del Salvador (1827),
El Salvadoreño (1828), El Iris Salvadoreño (1836), Correo Semanario del Salvador (1840), El
amigo del pueblo (1842)14, El Cometa (1854)15, etc., y textos jurídicos como la Constitución de
1824 y 1841, entre otros.
La segunda aplicación metodológica ha sido identificar las ideologías lingüísticas de la
época a partir de los textos seleccionados. Esta identificación implica el abordaje teórico de
conceptos como ideologías lingüísticas, norma lingüística, actitud lingüística, como también, el
análisis del léxico y discurso en cada texto. La tercera aplicación ha sido el análisis e interpretación
de las ideologías lingüísticas identificadas, esto con la finalidad de comprender el rol que
desempeñaron en la configuración de El Salvador como estado-nación durante la primera mitad
del siglo XIX y comprender la manera en que influyeron en la conformación de la norma
lingüística del español de El Salvador.

5. Las ideologías lingüísticas en el español de El Salvador


Las ideologías lingüísticas, tal como explican Van Dijk (2006) y Bambi et al. (2012), se
analizan desde una visión tripartita que incluye el aspecto cognitivo (forma en que los integrantes
de una sociedad la perciben), el componente social (manera en que se manifiesta en los grupos
sociales) y su estructura discursiva (forma y uso de palabras, frases o mensajes enteros). Por
consiguiente, las ideologías en general no deben entenderse como elementos seccionados, sino
como partes de un todo socioculturalmente correlacionado.

5.1. Monolingüismo: El Salvador como una comunidad de habla homogénea


El monolingüismo, monoglosia o unilingüismo (Dubois et al., 2002) es el “empleo de una
sola lengua en una comunidad lingüística” (Luna Trail et al., 2005). En cuanto al proceso de
castellanización en América, este tuvo dos objetivos principales, implantar la lengua española y
convertir los territorios conquistados en una comunidad lingüísticamente homogénea, cuyos fines
eran propiamente de dominación.

13
De acuerdo con Cañas Dinarte (1998), este autor es considerado el primer poeta de El Salvador.
14
El amigo del pueblo (1842) fue fundado por Ignacio Gómez, Francisco Dueñas y Enrique Hoyos
15
El cometa (1854) fue fundado por Ignacio Gómez y Gregorio Arbizú.
El proceso de castellanización en El Salvador fue lento y gradual y se estima que duró poco
más de dos siglos (Rivas Hidalgo, s.f.). Desde que el español se constituyó como la lengua
dominante en el territorio salvadoreño, las lenguas indígenas desaparecieron (paulatinamente)
debido a la estigmatización, la discriminación, el clasismo y muchas otras razones sociopolíticas.
Dicho en otras palabras, el lingüicidio que hubo en El Salvador (y demás países de América) fue
el resultado de las políticas lingüísticas colonizadoras que implementaron los españoles desde su
invasión en 1524.
En la segunda mitad del siglo XVIII el proceso de castellanización estaba casi completo y
la lengua castellana se había convertido en la lengua mayoritaria, tal como señala Cortés y Larraz
(2000 [1771]). En este texto se narra la visita que hizo el arzobispo Cortés y Larraz a los diferentes
curatos del territorio salvadoreño, luego de haberles enviado una carta solicitando información
general. Uno de los puntos de esta carta era saber qué idioma se hablaba en el territorio que
abarcaba cada parroquia. Producto de esta visita, Cortés y Larraz señala que en general la lengua
mayoritaria del territorio salvadoreño es el castellano, pero había algunos lugares en que los
indígenas utilizaban también su lengua materna, especialmente para tratar aspectos cotidianos o
para que los españoles no entendieran lo que estaban diciendo. Este hecho se podría interpretar
como un acto de resistencia cultural contra los españoles o chapetones.
Por consiguiente, para inicios del siglo XIX se impulsó una ideología monolingüista, cuya
finalidad era hacer creer a la monarquía española y a los habitantes del territorio salvadoreño que
el castellano era la única lengua que se hablaba y que debía hablarse, negando así la presencia y la
importancia de las lenguas indígenas. Este hecho se puede observar en el texto La provincia de
San Salvador Reyno de Guatemala (en el año 1807) de Antonio Gutiérrez y Ulloa (2017 [1807]),
donde el autor habla constantemente de la desaparición e inutilidad de las lenguas indígenas en
San Salvador, señalando que la única lengua hablada era el castellano, como se muestra en este
ejemplo: “El idioma castellano es el únicamente usado en toda la provincia, aún en los pueblos
yndios, á excepción de algunos de estos en que para sus Sesiones, particulares y manejo doméstico,
usan el Mexicano y Tlascaltecas” (Gutiérrez y Ulloa, 2017 [1807], p. 23). En el texto de Gutiérrez
y Ulloa se puede corroborar que para 1807 la mayor parte del territorio salvadoreño era una
sociedad lingüísticamente homogénea, aunque no hay que descartar que por su cargo de intendente
y corregidor al servicio del rey tuviera especial interés en resaltar que San Salvador estaba
totalmente castellanizado.
5.2. Racismo lingüístico: superioridad del español e inferioridad de las lenguas
indígenas16.
Tras la llegada de los españoles a El Salvador, la implantación de la lengua castellana dio
como resultado la extinción de las lenguas autóctonas, es decir, este hecho ocasionó el lingüicidio
o genocidio lingüístico de las lenguas autóctonas de América17. Una vez implantada la lengua de
los españoles, esta se convirtió en la lengua de prestigio. Esto dio paso a una ideología en que el
castellano fuera visto como un idioma superior con respecto a las lenguas americanas, y por tanto,
a que se menospreciaran y exterminaran las lenguas autóctonas. Otra consecuencia fue la
desaparición de tradiciones y prácticas indígenas, produciendo así un exterminio del conocimiento
del otro. Por ello, Nascimento (2019) sostiene que hay una relación directa entre epistemicidio y
lingüicidio, ya que todas sus implicaciones se manifiestan y ejecutan por medio del lenguaje.
En el caso de las lenguas indígenas, hubo algunos intentos de eclesiásticos y de diversos
americanistas que intentaron rescatar las lenguas autóctonas, por lo que confeccionaron
vocabularios, gramáticas y otros textos (históricos, crónicas, etc.) en que se daba cuenta de ellas18.
Sin embargo, las ideas coloniales estaban arraigadas en la cultura salvadoreña y la discriminación
de las lenguas indígenas (llamadas despectivamente dialectos) estaba ya generalizada, por lo que
se leían comentarios despectivos sobre ellas desde tiempos anteriores, como se puede observar en
García de Palacio (2000 [1576]): “Y en cada una de ellas hay y hablan los naturales diferentes
lenguas, que parece fue el artificio más mañoso que el Demonio tuvo en todas estas partes para
plantar discordia, confundiéndolos con tantas y tan diferentes lenguas como tienen” (p. 36).
Por otra parte, el siglo XIX fue el siglo de la Ilustración americana, por lo que había una
constante búsqueda de imitar lo europeo. Esto se reflejaba cada vez más en el uso de la lengua,

16
En el siglo XVIII, el concepto de raza se definía como ‘casta ó calidad del origen ó lináge’ (RAE, s.v. raza, 1737).
A finales del siglo XIX, en su definición se incluía la siguiente acepción: “cada una de las variedades en que se
considera dividida la especie humana por ciertos caracteres hereditarios y especialmente por el color de la piel.
Denomínanse blanca, amarilla, cobriza, oscura ó morena, y negra (RAE, s.v. raza, 1884). En cambio, el concepto de
racismo aparece hasta el siglo XX, ya con el sentido de superioridad o inferioridad con respecto al color de piel (RAE,
s.v. racismo, 1970). No obstante, el concepto de racismo no solo estuvo vinculado al color de piel, sino a las
condiciones socioculturales de un grupo étnico, como señala Quijano (p. 35, 1992), citado en Veronelli (2015), al
decir que “la lógica racial abarca no solo aspectos biológicos (blanco, negro, indio), sino aspectos interpersonales e
intersubjetivos de la actividad humana, como el lenguaje”.
17
El lingüicidio también es conocido como glotofagia, término que designa el proceso sociopolítico por el cual la
lengua de una cultura desaparece parcial o totalmente, producto de la influencia, en mayor parte directa y coercitiva,
de otra cultura.
18
Squier (1856) o Lehman (1920) presentan algunos vocabularios de lenguas indígenas en los siglos XIX y XX.
donde los hablantes “cultos” (quienes imponían la forma de hablar) tenían como modelo la lengua
utilizada por escritores clásicos españoles, por lo que utilizaban un estilo retórico y versificado:

¡Al fin respiro! Al fin mi amada patria


respetada será del extranjero.
Ya los Estados que ahora desunidos
sin poder nacional se hallán acéfalos,
á las usurpaciones de ambiciosos
por sus muchas riquezas siempre expuesto (Díaz, 1894 [1842], p. 1)

La colonialidad estaba arraigada, y con ello se instauraba la modernidad de la mano de los


criollos. Además, se estimó que las palabras adheridas al español provenientes de las lenguas
indígenas eran bárbaras, razón por la que en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo
XX se publicaron textos gramaticales y lexicográficos en diversos países latinoamericanos cuyos
títulos incluían palabras como barbarismos, provincialismos, solecismos, etc.19. De igual forma,
se consideraba que esas palabras eran parte de la lengua popular y no de la lengua culta.
Por tanto, el racismo lingüístico en esta época se orientaba a la discriminación de las
lenguas indígenas (superioridad del español) y a las personas que no hablan de manera culta (ver
purismo lingüístico). Estas expresiones discriminadoras estaban entrelazadas con lo social, por lo
cual, si se analizaran las políticas lingüísticas durante el proceso de independencia notaríamos que
no hay ningún documento legal en que se constatara que la lengua oficial era la lengua castellano,
y sin embargo, funcionaba como tal, es decir, se había impuesto como lengua dominante.

5.3. Nacionalismo lingüístico: establecimiento de una lengua nacional estándar


La Real Academia Española (en adelante RAE) y Asociación de Academias de la lengua
española (en adelante ASALE) definen el concepto de nación como el ‘conjunto de personas de
un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común (RAE
y ASALE, 2021). Tal como puede observarse, la lengua juega un papel primordial dentro del

19
Entre algunos ejemplos de Centroamérica se puede mencionar el Diccionario de vicios del lenguaje y
provincialismos de Guatemala (1892) de Antonio Batres Jáuregui, el Diccionario de barbarismos y provincialismos
de Costa Rica (1892) de Carlos Gagini, los Vicios de nuestro lenguaje (Nicaragua) (1893) de Mariano Barreto, los
Hondureñismos. Vocabulario de provincialismos de Honduras (1897) de Alberto Membreño, y el Diccionario de
vicios y correcciones de idioma español (1907) de Salomón Salazar García.
concepto de nación por ser un lazo unificador. En cuanto al concepto de nacionalismo, la RAE y
ASALE (2021) lo definen como ‘sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de
identificación con su realidad y con su historia’ y también como ‘ideología de un pueblo que,
afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado’. De estas definiciones es
necesario retomar ‘sentimiento de pertenencia a una nación’ e ‘ideología de un pueblo’, dos
aspectos clave para comprender la forma en que se configuró el nacionalismo en los países
latinoamericanos luego de su independencia.
En el siglo XIX, tras la independencia de España, los países americanos buscaron instaurar
una ideología nacionalista que le diera sentido a su proyecto político de nación, y para ello la
lengua fue uno de sus más importantes instrumentos para lograrlo, ya que constituyó el canal en
que se manifestaron y consolidaron las ideologías. Por consiguiente, es posible decir que entre
lengua y nación hay una relación indisoluble, tal como sucede con la cultura y la identidad20.
Las clases dominantes de El Salvador buscaban alimentar el espíritu nacionalista de sus
ciudadanos, por ello debían adoptar y proyectar la idea de una lengua nacional que unificara el
sentido de la nueva nación. Esto dio paso a que luego de la independencia se instaurara un discurso
nacionalista donde se reflejaba el amor a la nación, tal como se puede observar en el léxico usado
en La tragedia de Morazán: “por la patria”, “adorada patria”, “tal es el lustre de un patriota”, “viva
mi patria y muerto yo” (Díaz, 1894, p. 6). Por esta razón, se tomó por hecho que la lengua nacional
era el castellano, a pesar de no haber sido oficializada en las constituciones de 1824, 1839, etc.21.
Una consecuencia de esta ideología fue la gestación de la identidad lingüística (la lengua
castellana como lengua nacional). Para promover el espíritu nacionalista era necesario reinventar
los mitos culturales de la nueva nación, por lo que se crearon los símbolos patrios (el Himno
Nacional, compuesto en 1879 por Juan José Cañas22 junto con Juan Aberle, y la Oración a la
Bandera Salvadoreña, escrita en 1916 por David J. Guzmán), dando como resultado un
patriotismo lingüístico. Otra consecuencia fue la gestación de la norma lingüística del español de
El Salvador, que, como puede advertirse, se aferró al ideal de lengua impuesto por España, por lo

20
Esto se puede notar también en que muchos idiomas toman el nombre de sus países (Italia = italiano; Alemania =
alemán, etc.). Algo similar sucedía cuando se referían al idioma pipil como idioma mexicano, o también con el llamado
idioma salvadoreño propuesto por Francisco Gavidia en 1898.
21
La proclamación de la lengua castellana como lengua nacional y oficial de El Salvador aparece en la Constitución
de 1950.
22
Es importante resaltar que Juan José Cañas fue uno de los fundadores de la Academia Salvadoreña de Lengua en
1875. Esto demuestra el importante vínculo que había entre el proyecto nacional y la lengua.
que defendían la forma de hablar de España y estigmatizaban la manera en que se había
configurado la lengua en el país (voseo, variaciones fonológicas, sentidos diversos para las
palabras y, sobre todo, la adopción del léxico proveniente de las lenguas indígenas).
Esta ideología nacionalista fue manifestada principalmente en los periódicos de la época,
que fueron utilizados como un escaparate político e ideológico en que se exponían y debatían los
temas nacionales, como ha señalado López Vallecillos (p. 79, 1987):

El periodismo salvadoreño surgió con El Semanario Político Mercantil (…). Se trata de un periodismo de
ideas. El comentario a los sucesos políticos, a los hechos económicos, afirma la preocupación de los editores.
No se publica la noticia como mera información, sino como base o apoyo de la nota ideológica.

Por tanto, el discurso manifestado en los periódicos tenía una estructura en donde el léxico
de índole patriótico y nacionalista era evidente:

Rogamos pues, á los celozos é ilustrado[s]patriótas se dediquen á escribir, siquiera unas memorias históricas
de los ultimos trece años, tan llenos de horribles hechos de los tiranos, y tan fecundos en rasgos de virtud y
de heroismo de nuestros compatriotas (El Semanario Político Mercantil, 1/1).

Asimismo, esta ideología nacionalista se refleja en la literatura de la época, la cual estaba


anclada al proyecto político, tal como se puede observar en la obra de Francisco Díaz (1894 [1842])
o en la poesía de Miguel Ángel Álvarez Castro (Mayorga Rivas, 1888), por ejemplo en el poema
Oda a José Cecilio del Valle:

Y en tan lúgubres días


Mi lira ha de sonar" Sí, caro amigo;
En horas tan sombrías
Recuerdo bienes ciertos
Que gozó la nación bajo tu abrigo:
Participe y testigo
Fui yo del dulce fruto
Que le ofreció tu celo en fiel tributo.
En estos textos existe una carga ideológica-política como resultado de la ideología
nacionalista de la primera mitad del siglo XIX. El establecimiento de una lengua nacional permitió
consolidar el proceso de formación de las sociedades modernas, ya que “la modernidad no solo ha
utilizado la idea del lenguaje dentro del proyecto romántico, liberal, cristiano e idealista de las
lenguas nacionales (como portugués, francés, español e italiano), sino también para crear una
definición para todo el mundo, comenzando a operar todos los conceptos desde Europa”
(Nascimento, 2009, p. 7 ). Además, producto de esta ideología nacionalista se gestaron otras
ideologías lingüísticas que se consolidaron durante el siglo XIX y principios del siglo XX: una
ideología purista y conservadora de la lengua (basada en el ideal de lengua impuesto por España)
y la ideología prescriptivista (especialmente en el uso de la escrita.23.
Por último, se presenta una breve lista de palabras extraídas del corpus utilizado para este
artículo. Todas estas palabras, como muchas otras, son muy recurrentes, lo cual deja entrever que
son parte de la estructura del discurso nacionalista, propio de la época: Patria, patriota,
patriotismo; nación, nacionalista, nacionalismo; Federación, federal, federalismo; liberal
(partido liberal, los liberales), liberalismo; conservador (partido conservador, los
conservadores); caudillo, caudillismo; ciudadano; estado; ilustrado, etc.

5.4. Purismo lingüístico: conservación de la lengua española


Tras la independencia, el castellano siguió siendo la lengua compartida entre América y
España. Por ello, consideramos que esta ideología purista lo que buscaba era conservar en estado
puro la lengua que había sido implantada y heredada para mantener una unidad idiomática. Por
tanto, en esta idea se pueden analizar dos puntos específicos: la influencia de las élites criollas
americanas en el uso de la lengua y la preocupación de España por mantener la unidad idiomática.
Las revoluciones hispánicas fueron lideradas por las élites criollas americanas (burgueses,
políticos e intelectuales), quienes mantenían el ideal del hombre blanco y los estándares culturales
europeos, mostrando así su arraigo cultural por la Madre Patria24. La manifestación más evidente

23
A finales del siglo XIX y principios del XX se generaron otras ideologías lingüísticas de tipo autoctonista que
reivindicaban la influencia de las lenguas indígenas en el español (Barberena, 1894) y otras regionalistas que
comenzaban a visibilizar el color propio del español en El Salvador (Gavidia, 1898).
24
En el texto Raza y Patria, ganador de la medalla de oro en un concurso que conmemoraba la Fiesta de la Raza en
el aniversario del descubrimiento de América, el autor escribe: “es el nombre de España, evocación de un maravilloso
canto épico repetido en este día solemne, por todas las generaciones que llevan en sus venas, la sangre ardiente de la
se observa en la lengua, pues se intentó mantenerla ‘en su estado puro’. Para lograrlo se rechazó
lo ajeno a la lengua castellana (especialmente el léxico proveniente de lenguas indígenas),25 pues,
como señala Kordić (2014, p. 15), “el purismo incluye por tanto la depuración, la limpieza y el
rechazo de todo lo extranjero y lo mezclado en su lengua. Es por tanto, una forma de conservarla
pura, por ello es que está anclada con lo que se ha denominado conservadurismo”. Por tanto, se
puede decir que el purismo lingüístico fue una consecuencia de la ideología nacionalista, relación
que explica Kordić (2014, p. 14):

El purismo aparece como consecuencia de la concepción nacionalista de la lengua (Gardt 2000: 263),
es "el equivalente lingüístico de la xenofobia y de la exagerada necesidad social de delimitar" (Coulmas
1996: 83). Hay investigaciones que demuestran que "el purismo lingüístico es un arma de la que se sirve
la ideología nacionalista (Milroy 2005: 328).

Por otra parte, en España se creyó que la ruptura política con las colonias produciría una
ruptura lingüística. Por tanto, había que mantener la unidad idiomática, pues se pensó que el
castellano se dividiría, como había sucedido con el latín y las lenguas romances. Por tanto, como
resultado de este purismo, se siguió el modelo de habla peninsular, se rechazaron los préstamos
léxicos (especialmente los provenientes de lenguas indígenas) y se comenzaron a sancionar los
provincialismos, barbarismos, solecismos, y demás vicios del lenguaje26. Por ello, se fundó la
Academia Salvadoreña de la Lengua en 1875 con el objetivo de mantener la unidad idiomática
entre España y América y garantizar el correcto uso del castellano27.

gran raza del Cid y Don Pelayo” (Castro García, p. 7, 1920). Con esta cita podemos notar que el arraigo cultural por
España se mantuvo incluso hasta el siglo XX.
25
No obstante, en contraposición a las ideologías puristas que rechazaban todo lo extranjero (especialmente lo
indígena) surgió a finales del siglo XIX otra ideología lingüística que retomaba lo indígena. En este sentido, el siglo
XIX fue la cuna de dos grandes ideologías lingüísticas: el purismo lingüístico (que incluye per se el prescriptivismo
y el normativismo), que se gestó en la primera mitad del siglo XIX, y el autoctonismo lingüístico, ideología que se
impulsó a finales del XIX y cuyo texto fundador es Quicheísmos (1894), de Santiago Ignacio Barberena.
26
Esta manifestación ideológica cobró más popularidad en América con los trabajos filológicos de Andrés Bello,
Caro y Cuervo, Baldomero Rivodó, y otros. Para finales del siglo XIX y principios del XX, en Centroamérica se
habían confeccionado algunas obras lingüísticas como las de Batres Jauregui (1892), Gagini (1892), Barreto (1893),
Membreño (1897) y Salazar García (1907), dedicadas a la corrección de los provincialismos y regionalismos. Esto
demuestra que el purismo lingüístico se había institucionalizado y se hacía extensivo el prescriptivismo y el
normativismo.
27
La Academia Salvadoreña de la Lengua fue fundada en San Salvador el 17 de noviembre de 1875 y aprobada
oficialmente por la Real Academia Española el 19 de octubre de 1876. Nació con el nombre de Academia Salvadoreña,
correspondiente de la Española. Después, en 1919, adquirió el nombre completo de Academia Salvadoreña de la
Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. Los primeros miembros fueron don Santiago González, don
Una manifestación de esta ideología purista, que buscaba conservar la lengua en su estado
puro y seguir el modelo de habla peninsular, se puede observar en el uso de tú y de vosotros en
todos los textos de dicha época, tal como se puede observar en el siguiente ejemplo:

Vosotros violásteis la ley: vosotros os revelásteis contra la patria: vosotros aniquilásteis al gobierno: vosotros
habéis desterrado la virtud y habéis propagado el vicio: empero, soy inocente, porque soy el que se ha
esforzado en constrarrestar vuestros inícuos pasos (Arce, 1997 [1830], pp. 20-21).

En resumen, al igual que la ideología nacionalista, el purismo lingüístico es una forma de


moldear la identidad lingüística de sus hablantes. Por ello, sus objetivos principales fueron
preservar y conservar la lengua española en su estado puro y evitar la interferencia de las lenguas
indígenas. Una consecuencia de esta ideología purista fue la instauración de otras ideologías de
tipo prescriptivistas y normativistas que se consolidaron e institucionalizaron en la segunda mitad
del siglo XIX, cuyo punto de partida se puede establecer a partir de la creación de la Academia
Salvadoreña de la Lengua, y principios del siglo XX, con la confección del Diccionario de
provincialismos y barbarismos centroamericanos (1907) de Salazar García, texto que tenía una
propósito didáctico28.

6. Discusión
Los estudios de la lengua pueden abordar aspectos extralingüísticos o intralingüísticos. Las
ideologías lingüísticas son aspectos extralingüísticos, es decir, son aspectos externos que afectan
la lengua y su uso. En este caso, se analiza el rol que han desempeñado las ideologías lingüísticas
en la conformación de la república y el proyecto de nación, especialmente luego de la
independencia29.

Pablo Buitrago, don Jacinto Castellanos, don Manuel Cáceres, don Darío González, don Juan J. Cañas, don Francisco
E. Galindo y don Salvador Valenzuela (http://www.asl.org.sv/historia.php).
28
Las ideologías prescriptivistas y normativistas están estrechamente vinculadas con lo pedagógico, tal como se puede
notar en el prólogo de la obra de Salazar García (p. 8, 1907), donde escribe “huelga decir, que para este modesto
trabajo han sido consultadas obras verdaderamente prácticas, y por lo propio, innovadoras en el aprendizaje del
español”. Este factor deja entrever que la educación es uno de los instrumentos para implantar una ideología, pues es
uno de los aparatos ideológicos del Estado (Althusser, 2003).
29
En este artículo no se han abordado los aspectos intralingüísticos (estudio interno la lengua en sus distintos niveles),
por ejemplo aspectos morfológicos en la formación de palabras (derivación y composición), como los casos de
sufijación hereje/herejote. Así, tampoco han sido analizados aspectos ortográficos durante su proceso de
normalización a inicios del siglo XIX, por ejemplo <g> y <j> en gefe, dirijieron, heregía, <x> y <j> en exercito,
exercicios, caxas, <q> y <c> en quarteles, <v> y <b> en habiendo, convulsiones, etc. (Semanario, 1/1). De igual
Las ideologías lingüísticas identificadas en el español de El Salvador en la primera mitad
del siglo XIX representan las concepciones que los hablantes tenían sobre la lengua; concepciones
que produjeron diversas actitudes lingüísticas, es decir, valoraciones positivas o negativas que un
individuo muestra sobre diversos aspectos de la lengua (Rojas, 2015), y que se manifestaron en la
producción textual de la época (textos periodísticos, literarios, legislativos, históricos, etc.). En
estas ideologías se puede identificar la correlación de un proceso que se gestó desde inicios de la
Colonia y que se consolidó en el siglo XIX, cuyo punto de inflexión fue la independencia de
España. Por tanto, se puede decir que las ideologías lingüísticas presentes en la consciencia
lingüística de los hablantes (monolingüismo, racismo lingüístico, nacionalismo lingüístico y
purismo lingüístico) representan el pensamiento colonial impregnado en la cultura salvadoreña.
La imposición de la lengua castellana no fue producto solo del deseo homogeneizador, sino
de un deseo de dominación cultural, el cual ocasionó una sociedad discriminadora y con sentido
de superioridad. Estas ideologías, unidas al contexto de las revoluciones hispánicas, produjeron un
fuerte nacionalismo lingüístico con el cual se buscaba crear la identidad propia en la nueva nación.
Por tanto, la lengua fue el instrumento ideológico con que se consolidó este concepto, ya que a
partir de ella se promovió el discurso nacionalista del ser salvadoreño, y que más adelante se
reflejaría en los símbolos patrios (Himno Nacional y Oración a la Bandera Salvadoreña). El
nacionalismo no solo implicaba los aspectos sociopolíticos, sino la aceptación del español como
lengua nacional, pero a partir de un modelo de lengua ya preestablecido (el español peninsular).
Estas ideologías lingüísticas, especialmente la ideología purista, dieron paso a otras
(prescriptivismo, normativismo, etc.) que se fueron institucionalizando a partir de la segunda mitad
del siglo XIX. El resultado de esto fue la fundación de la Academia Salvadoreña de la Lengua,
cuyos fundadores fueron hombres anclados al Estado, por lo que es evidente el nexo entre los
intereses políticos y la lengua. Tal como se advierte, para la segunda mitad del siglo XIX los
objetivos ya no eran crear una sociedad lingüísticamente homogénea y crear nacionalismos, sino
fijar la lengua, mantenerla pura (acorde al emblema de la RAE, Limpia, fija y da esplendor), y para

forma, no se han abordado las ideologías socioculturales manifestadas en la lengua, como el feminismo, la religión o
la sexualidad, y otras ideologías propias de la época, como la influencia de la Ilustración francesa en El Salvador (en
el periódico El imparcial se observa un texto en francés). Tampoco se han analizado las políticas lingüísticas
(disposiciones políticas e institucionales con respecto a la lengua), por ejemplo lo concerniente a la enseñanza de la
lengua española y las disposiciones sobre las lenguas indígenas durante dicho período, etc. Sobre este aspecto es
necesario mencionar que desde el tiempo de la Colonia la educación estuvo a cargo de la iglesia, por tanto el
componente eclesiástico en la educación antes del siglo XX debe estudiarse como un elemento propio de las políticas
lingüísticas coloniales en la enseñanza de la lengua.
ello había que sancionar los malos usos y crear una norma lingüística. Sin embargo, al hablar de
norma lingüística hay que entenderla en sus dos sentidos: norma en su sentido de ‘regla’ y norma
en su sentido de ‘normal’, tal como señala Lara (1976, p. 9):

En español como en varias otras lenguas, norma es una regla, un modelo ejemplar, una especie de ley, algo
que indica ‘lo que debe ser’; pero también es lo usual, lo habitual, algo que describe simplemente ‘lo que es’.
Este último sentido es más evidente en el adjetivo normal: lo normal es lo ordinario, lo regular, lo que no se
aparta de un promedio, lo que no presenta anomalías. La palabra norma, por lo tanto, reúne dos sememas
cualitativamente distintos a pesar de los puntos de contacto que hay entre ellos: de un lado por norma se
entiende ‘lo que debe ser’; de otro, simplemente ‘lo que es’.

En resumidas cuentas, tal como señala Lolas, Matus y Jaksic (2009), citados en Rojas
(2015), “el énfasis en el idioma es parte de un plan más amplio de construcción de las naciones en
el contexto hispanoamericano” (p. 168). Un plan que buscaba crear sentido en el proyecto de
nación y que estuvo ligado a procesos políticos entre liberales y conservadores en El Salvador, por
lo que la lengua constituyó también un instrumento ideológico de dominación cultural.

7. Conclusión
Las conclusiones están orientadas a dar cumplimiento al objetivo planteado. Por tanto, se
han identificado cuatro ideologías lingüísticas dominantes en el español de El Salvador en la
primera mitad del siglo XIX: monolingüismo, cuyo objetivo era presentar a El Salvador como una
comunidad lingüísticamente homogénea; racismo lingüístico, cuyo objetivo era presentar la
lengua española como superior frente a las lenguas indígenas (esto como producto de la
estigmatización y discriminación de lo indígena en el plano étnico); nacionalismo lingüístico, cuyo
objetivo era establecer una lengua nacional estándar; y purismo lingüístico, cuyo objetivo era
conservar la lengua española en su estado puro. Estas ideologías lingüísticas fueron promovidas
principalmente por la élite criolla salvadoreña (políticos, intelectuales, académicos y oligarcas)
desde inicios del siglo XIX a partir de diferentes instrumentos ideológicos, entre ellos la lengua.
Estas ideologías lingüísticas se manifestaron en la producción textual de la época (textos
periodísticos, literarios, legales, históricos, biográficos, etc.). En ellas se representó la percepción
cultural que la sociedad salvadoreña había heredado, especialmente las élites criollas, del sistema
colonial, una percepción que buscaba el ideal europeo y rechazaba lo indígena (razón por la que
los criollos presentan una bidireccionalidad cultural, pues por una parte rechazan a los españoles
en sí, pero por la otra adoptan sus prácticas socioculturales), tal como se puede corroborar en
Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala (1954) citado en Turcios (1995): «Resuenan en
nuestros oídos —dicen los comeriantes— “que los indios son unos haraganes, flojos, indolentes,
borrachos, y que si n les apremia con rigor, nada hacen porque son como las bestias”» (p. 92). Sin
embargo, es imprescindible mencionar que estas ideologías lingüísticas no son exclusivas del
español de El Salvador, ya que el sistema colonial siguió los mismos principios en la mayoría de
sus colonias americanas, por lo que, muchas de estas características ideológicas pueden aparecer
reflejadas, en mayor o menor grado, en las demás variedades dialectales del español en América.
Así mismo, en estas ideologías lingüísticas se refleja la importancia que tuvo la lengua en
los procesos de estandarización y de dominación cultural. Además, demuestra que la lengua jugó
un rol importante en la constitución de El Salvador como estado-nación, ya que sirvió de
contenedor y vehículo de las ideologías propias de dicho momento histórico (razón por la que
siempre estuvo ligada al Estado, pues ha fungido como su principal instrumento ideológico). Por
ello, mientras más pura mantenían la lengua de la Madre Patria, más cerca estaban del ideal de
lengua impuesto por España. En este sentido, la lengua castellana simbolizó el poder, prestigio,
distinción y dominación cultural, y esto fue precisamente el factor que unificó y dio coherencia a
estas ideologías, que como se observa, han seguido un proceso de gestación, manifestación e
institucionalización, cuyo génesis se encuentra en el tiempo de la Colonia. Por ello, creemos que
luego de la independencia política de España el 15 de septiembre de 1821, las ideologías
[lingüísticas], han servido para legitimar la dominación que pasó de manos de los españoles a
manos de los criollos.
Para concluir, es necesario mencionar que quedan muchas cuestiones pendientes, las cuales
habrá que investigar en trabajos posteriores, como por ejemplo: el tratamiento de las ideologías
socioculturales manifestadas en la lengua (religión, feminismo, sexualidad), las políticas
lingüísticas de la época (enseñanza de la(s) lengua(s), por ejemplo), etc. Sin embargo, se espera
que este trabajo descriptivo contribuya a la bibliografía de los estudios lingüísticos en el país,
especialmente aquellos relacionados con su historia, y que su exposición permita entender algunos
aspectos básicos de la forma en que se ha ido configurando el español de El Salvador como una
de las muchas variedades del español.
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