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La guerra de carteles
Por: Redacción Ipad

La exagerada violencia de Pablo Escobar Gaviria fue la razón que precipitó las
guerras intestinas entre los carteles del narcotráfico.
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A finales de 1981, cuando fue secuestrada por el M-19 Martha Nieves Ochoa, ninguno de los
mafiosos objetó la creación del movimiento Muerte a Secuestradores (MAS), preludio del
paramilitarismo financiado por el narcotráfico, pero cuando el protagonismo lo tomó el grupo de los
Extraditables, ávido de crímenes y corrupción, no demoraron en aparecer las diferencias.
Desde el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en abril de 1984, ya había sectores
del narcotráfico que no compartían la guerra contra el Estado. La oposición creció cuando Escobar
y su círculo más cercano agregaron a su lista de víctimas al coronel de la Policía Jaime Ramírez
Gómez y al director de El Espectador Guillermo Cano Isaza. Pero también Escobar Gaviria tuvo
claro desde el principio que todo aquel que se opusiera a sus designios criminales lo iba a pagar con
la muerte.
Por eso, cuando el gobierno Barco desató una dura ofensiva contra la mafia en enero de 1987, Pablo
Escobar decidió que todos sus pares en el narcotráfico tenían que contribuir económica y
militarmente a la causa de los Extraditables, es decir, a la guerra contra el Estado. Pero no todos
estaban de acuerdo en la violencia de Escobar y aquellos que se le opusieron o fueron víctimas de
sus sicarios terminaron enfrentándolo con los mismos métodos terroristas con los que intimidó al
Estado y a la sociedad colombiana.
El primer episodio conocido fue el doble asesinato de los narcotraficantes Hernán Valencia y Pablo
Correa Arroyave. Aunque siempre se dijo que fueron crímenes incitados por el cartel de Cali, lo
cierto es que el primero de ellos fue secuestrado en Medellín cuando asistía a una prueba ciclística;
y el segundo en la misma ciudad por diferencias con el capo. Por el plagio del primero reclamó
Mauricio Restrepo, un viejo aliado de los Ochoa Vásquez, quien además les había dado protección
en Panamá.
Y no sólo murieron Hernán Valencia y Pablo Correa Arroyave. Otro de los asociados, Rodrigo
Murillo, corrió la misma suerte. Un cuñado de los Ochoa llamado Alonso Cárdenas también fue
secuestrado. Era la época en que Pablo Escobar consolidaba una estructura que con el correr de los
años tomó el nombre de oficina de cobro. En otras palabras, obligar a todo aquel que estuviera
comprometido en alguna actividad delincuencial en los territorios de su influencia, a contribuir con
dinero a la causa de los Extraditables.
A lo largo de 1987, fueron varios los narcotraficantes o aliados asesinados por la propia
organización. Pero la mayor dificultad la representaban los capos de Cali y el norte del Valle.
Gonzalo Rodríguez Gacha y los Ochoa Vásquez nunca se apartaron de sus directrices, pero los
Rodríguez Orejuela, Santacruz Londoño y Helmer “Pacho” Herrera pensaban otra cosa. Frente a
este último, de tiempo atrás existía una clara rivalidad. Desde la época en que “Pacho” Herrera era
un experto lavador, Escobar era su contradictor.
En ese contexto, llegó el momento en que Pablo Escobar reclamó a los Rodríguez Orejuela la
entrega de “Pacho” Herrera. Lo acusaba de haberle quedado mal en algunos negocios de droga,
pero la verdad es que desde principios de los años 80 venía la rivalidad. Lo cierto es que los
Rodríguez se negaron de plano a acolitarle a Escobar que obrara contra uno de los suyos. El capo
consideró como una traición que no se accediera a sus exigencias y propició varias acciones de
violencia contra la gente de Cali y sus negocios.
Entonces vino el detonante de la guerra entre los dos carteles. Hacia las cinco y diez minutos de la
mañana del miércoles 13 de enero de 1988, tres individuos llegaron en carro hasta el edificio
Mónaco, ubicado en el sector de El Poblado, entre Medellín y Envigado, y tras descender a toda
prisa del automotor salieron corriendo. Cuando dos vigilantes del complejo habitacional se
aproximaron al carro para examinar su interior, este explotó causando destrozos en varias
edificaciones a la redonda.
Cuando las autoridades llegaron al sitio de la explosión se encontraron con una sorpresa: salvo el
penthouse del edificio, ninguna de los otros apartamentos estaba ocupado, pero en cada piso había
un derroche de lujo. En el parqueadero sólo vehículos de colección, motocicletas y hasta una
limosina Mercedes Benz. En cada uno de los niveles, toda una galería de arte con cuadros originales
de pintores nacionales e internacionales. El edificio Mónaco era, ni más ni menos, el búnker privado
de Pablo Escobar Gaviria y de su familia.
Con el tiempo se supo que Pablo Escobar había estado en el inmueble, pero que antes de que
amaneciera lo abandonó junto con sus escoltas. Cuando explotó el carro bomba, sólo estaban en el
edificio su esposa María Victoria Henao, sus dos hijos Manuela y Juan Pablo, dos empleadas del
servicio y dos personas más. Se salvaron de milagro pero el inmueble quedó inhabitable. “Esto se
parece a Beirut” fue el comentario del entonces alcalde de Medellín William Jaramillo cuando se
percató de lo que estaba sucediendo.
El bombazo contra el edificio Mónaco fue el comienzo de una guerra a muerte entre los dos carteles
de la droga, con masacres, asesinatos selectivos, bombas, traiciones, mercenarios y delaciones de
por medio. Hasta el final de sus días, Pablo Escobar tuvo que confrontar a sus homólogos de Cali,
pero en ese momento, cuando también libraba una dura confrontación con el Estado, provocó que el
capo de capos pusiera en marcha otra de sus acostumbradas estrategias: el secuestro de líderes
políticos.

EL LIMÓN PAGABA SOBORNOS DEL


CARTEL
Alvaro de Jesús Agudelo, a quien se conocía con el remoquete
de El Limón , fue el hombre que pereció en el operativo que
culminó ayer con la muerte de Pablo Escobar Gaviria en
Medellín. Las autoridades de Policía lo consideraban como un
estafeta clave del jefe del cartel de Medellín.
Alias El Limón se constituyó en un soporte definitivo de la organización, en especial mientras
Escobar permaneció tras las rejas después de acogerse a la Justicia, en julio de 1992.
Se trataba, según un informe de la Procuraduría, de un estafeta que en La Catedral era el encargado
de pagar a través de sobornos las entradas de un camión a las instalaciones del penal.
La actividad de El Limón consistía en persuadir con fuertes sumas de dinero a los miembros del
Ejército encargados de vigilar la entrada y salida de personas y automotores a La Catedral.
La labor del estafeta se realizó de modo permanente en la puerta del penal y se produjo durante
varios meses, de acuerdo con el Ministerio Público.
Así se desprende de un centenar de declaraciones recogidas por la Procuraduría entre funcionarios
del Estado y efectivos del Ejército, y en las cuales se establecieron las irregularidades.
Durante varios meses, y aun antes de que la Fiscalía, la Procuraduría o el Ejecutivo tuviesen pistas
sobre las irregularidades en el penal, Escobar y sus hombres sobornaban periódica e indistintamente
a soldados, suboficiales y oficiales encargados de ejercer la vigilancia externa del penal.
Soldados confesaron El cartel en muchas ocasiones a través de El Limón les pagó con dinero,
comida y útiles de aseo. Al dinero en efectivo lo llamaban una liga . A los bonos, bonos.
Algunos miembros del Ejército dijeron, en la Procuraduría, que los sobornos los coordinaba El
Limon , que era el estafeta de Escobar en la cárcel.
Al estafeta no lo controlaba nadie, ni el Ejército ni los guardianes. El entraba y salía sin ningún
problema , dijo un uniformado.
El Limon era el que coordinaba el acceso a La Catedral de un camión Mazda turbo diesel azul
identificado por los soldados y guardianes como el vehículo que entraba regularmente a la cárcel.
A los miembros de la IV Brigada, según las declaraciones de uniformados de esa guarnición militar,
les pagaban entre 70.000 y 500.000 pesos por dejar pasar el camión sin revisarlo.
Algunos soldados reconocieron, en sus declaraciones, que recibieron los bonos. Uno dijo que acepto
ese soborno en dos oportunidades. Un bono lo recibí el 17 ó 18 de julio, eran dos papelitos con una
clave .
Estos testimonios explican por qué el 5 de julio de 1992, 16 días antes de la fuga de los miembros
del cartel, según un oficial de la IV Brigada que realizaba a medianoche una inspección por los
puestos de guardia de la cárcel, había una fogata en el presidio y dos vehículos entraban y salían.
Uno de ellos, una motocicleta.

UN AÑO DESPUES
NaciónEn el primer aniversario de la muerte de Pablo Escobar, SEMANA revela el archivo secreto
del Bloque de Búsqueda sobre la caída del jefe del cartel de Medellín.

CUANDO EL BLOQUE DE BUSQUEDA INgresó a la vivienda localizada en la carrera 79 A # 45


D94, en el barrio La América en Medellín, uno de sus miembros llevaba una cámara de video
instalada en el casco blindado que lo protegía. Por increíble que pueda parecer, la muerte del Pablo
Escobar quedó filmada en un video de cuatro minutos de duración. SEMANA tuvo la oportunidad
de observar las imágenes pero no fue autorizada para reproducirlas. Existen dos copias de la cinta.
Una está en manos de las autoridades y la otra en poder de uno de los jefes de los grupos
paramilitares que operan en Colombia.

La primera escena que registra la cámara muestra el momento en que los miembros del Bloque de
Búsqueda derriban violentamente el portón de la residencia. Segundos después aparece la figura de
Alvaro de Jesús Agudelo, alias el 'Limón', quien fue sorprendido en el patio de ropas cuando
colgaba una camisa. El 'Limón', quien se había convertido en el último hombre de confianza de
Escobar, apenas alcanzó a hacer un movimiento de manos y fue dado de baja por el grupo de
choque que ingresó a la vivienda.

En la siguiente escena, la cámara, que se desplaza a toda velocidad, registra la silueta de alguien que
desesperadamente intenta escapar por las escaleras. La cámara sigue a la sombra hasta que llega al
tejado. En ese momento aparece la figura de un hombre obeso, con una barba prominente y armado
con dos pistolas calibre 9 milímetros. Una era marca Sig Zawer y la otra Glock. Se trataba de Pablo
Escobar quien corría con dificultad sobre un tejado inclinado de barro.

Al verse asediado por los agentes del Bloque, el jefe del cartel de Medellín comienza a disparar y
unos pasos más adelante pierde el equilibrio y cae sentado sobre las tejas. Desde esa posición
enfrenta a la autoridad y segundos después es abatido y la filmación llega a su fin.

Para no echarle más gasolina a un episodio que todo el mundo considera superado, tanto las
autoridades como los paramilitares se han abstenido de hacer públicas estas históricas imágenes
sobre la muerte del hombre más buscado en el mundo. Ahora, un año después, la existencia del
video es uno de los pocos detalles que han sido revelados.

LLAMADAS A PALACIO
Sin embargo, son muchos más los detalles que han trascendido. SEMANA tuvo acceso a los
archivos secretos del Bloque de Búsqueda, donde están consignadas las operaciones encubiertas
adelantadas durante los 17 meses que duró la implacable persecución de las autoridades, después de
que el jefe del cartel de Medellín se fugara de la cárcel de alta seguridad de Envigado, el 21 de julio
de 1992. En ese documento se registran en detalle, entre otras cosas, el rastreo electrónico y el
operativo armado que se adelantó ese 2 de diciembre de 1993.

El principio del fin de Pablo Escobar comenzó el sábado 27 de noviembre del año pasado, cuando a
las 10:30 de la noche entró una llamada telefónica al conmutador de la Casa de Nariño. Cuando el
recepcionista de turno levantó el auricular, escuchó al otro lado de la línea la voz de un hombre que
se identificó como Pablo Escobar, quien en tono alterado exigió que lo pusiera en contacto con un
alto funcionario del gobierno porque tenía un mensaje.

A esa hora, el presidente César Gaviria y su secretario privado se encontraban en el despacho del
primer mandatario trabajando en la redacción de un discurso cuando el empleado del Palacio de
Nariño les informó sobre la llamada. "Tengo en la linea al señor Pablo Escobar. Qué hago", dijo
muy nervioso. El secretario privado le respondió de inmediato "dígale que llame en 10 minutos".
Efectivamente, la llamada se repitió y en esa oportunidad fue atendida por un capitán de la Policía,
adscrito a la seguridad del palacio presidencial y quien meses atrás había hecho parte del Bloque de
Búsqueda. El oficial conocía la voz de Escobar porque en una oportunidad el jefe del cartel de
Medellín llamó a la Escuela Carlos Holguín para amenazarlos y él atendió la llamada. "Cuando pasé
al teléfono, Escobar me dijo: 'yo responsabilizo al gobierno de Alemania de lo que pueda pasarle a
mi familia", contó el oficial.

Lo que nunca supo Escobar fue que esa llamada le permitió al Bloque de Búsqueda comenzar a
estrechar el cerco sobre el sitio donde se refugiaba. Las dos llamadas a Palacio sumaron más de
cuatro minutos, tiempo suficiente para que los expertos en radiogodiometría e intercepción de
llamadas, quienes disponían de sofisticados equipos de triangulación, ubicaran una amplia zona
comprendida por ocho manzanas en la zona occidental de Medellín, desde donde posiblemente
Escobar había hecho la llamada. "Esta fue la primera vez en meses que tuvimos a Escobar en la
mira", dijo a SEMANA un alto oficial del Bloque de Búsqueda. Durante los siguientes tres días, la
voz de Escobar se silenció. Pero ese tiempo fue aprovechado por las autoridades para acordonar las
ocho manzanas con tres grupos mimetizados como obreros.

Mientras se cumplían las labores de rastreo, la expectativa estaba centrada en el primero de


diciembre, porque en esa fecha Escobar cumplía años. En efecto, la voz del jefe del cartel de
Medellín se escuchó desde muy temprano. Intentando evitar ser descubierto, Escobar recurrió a un
truco que las autoridades detectaron fácilmente: usar un nombre supuesto en las llamadas a su
familia en las Residencias Tequendama. "Llamó con toda clase de nombres a la recepción como
Pedro, Juan, Roberto, pero ya le conocíamos perfectamente las características de su voz ", dijo un
oficial del Bloque.

Las grabaciones que están en poder de las autoridades demuestran cómo su hijo Juan Pablo,
consciente del peligro, trataba de advertir a su papá que dejara de llamar porque todas las
conversaciones estaban siendo interceptadas. En medio de una de las últimas llamadas Juan Pablo
alcanzó a decirle apresuradamente que había recibido una solicitud de un medio de comunicación
para una entrevista. Se trataba de un cuestionario de 25 preguntas para que la familia contara los
detalles de su fallido intento de establecerse en Alemania. Escobar, consciente de que en ese
momento la opinión pública resultaría fundamental para la supervivencia de su familia, accedió
inmediatamente.

Ese fue su primer gran error porque en lugar de encargarle a Juan Pablo de responder el
cuestionario, cedió a su vieja manía de manejarlo todo personalmente. "En cinco llamadas Juan
Pablo le dictó todas las preguntas y aunque ninguna de ellas duró más de dos minutos y medio, el
tiempo fue más que suficiente para que los hombres encargados de la parte electrónica lograran que
sus equipos de triangulación marcaran 12 sitios posibles del origen de la llamada, contemplados en
apenas un radio de dos manzanas", dice el documento secreto elaborado por el Bloque de Búsqueda.

LA LLAMADA FINAL
Contrario a lo que afirmaron las autoridades durante este año, la entrevista que iban a responder los
Escobar no había sido solicitada por un periodista francés o un alemán. El cuestionario fue enviado
por SEMANA, que la había pedido el primero de diciembre.

Las cuatro llamadas que realizó Pablo Escobar el 2 de diciembre, entre las nueve de la mañana y la
1:35 de la tarde, fueron para dictarle a su hijo las respuestas al cuestionario. "A la 1:35 cometió el
error que todos estábamos esperando. Su conversación telefónica con Juan Pablo duró cerca de
cuatro minutos y por primera vez en los 7 meses de persecución violó su seguridad personal, ese
tiempo nos permitió ubicar con exactitud el sitio donde se encontraba", contó a SEMANA el
general Octavio Vargas, coordinador del Bloque de Búsqueda en ese entonces.

Cuatro minutos después, un grupo conformado por siete oficiales y cuatro suboficiales del Bloque
de Búsqueda se tomaron la residencia del barrio La América, el punto señalado con exactitud por
los equipos de triangulación electrónica. Y ocho minutos más tarde, el coronel Hugo Martínez
Poveda, comandante del Bloque de Búsqueda en Medellín, dio el parte de victoria a sus superiores y
confirmó que Pablo Escobar había sido dado de baja por sus hombres.

Lo QUE SIGUE
Muerto Escobar, terminaron 17 meses de una lucha sin cuartel, en la que el Bloque de Búsqueda
logró eliminar a 209 miembros de la organización del cartel de Medellín. Cincuenta y dos más
fueron capturados y 29 de sus principales cabecillas terminaron por someterse a la justicia como
consecuencia del asedio de las autoridades.

La búsqueda de Escobar llevó al Bloque a efectuar cerca de 15.000 allanamientos en Antioquia,


principalmente en Medellín. De ellos, 10.600 arrojaron resultados positivos, los que permitieron la
confiscación de dos millones de dólares, la ocupación de 143 propiedades y la incautación de 4.000
kilos de dinamita.

En otras palabras, el trabajo desplegado por los 3.000 hombres que trabajaron en la búsqueda de
Escobar, permitió el triunfo sobre el terrorismo, en la medida en que el fantasma de las bombas
contra la población civil desapareció. No obstante, es un hecho incontrovertible que un año después
de la muerte del jefe del cartel de la droga más poderoso del mundo, la violencia del narcotráfico
está lejos de desaparecer. En lo que va corrido de este año, solamente en Medellín, han sido
asesinadas 4.600 personas. Los robos a entidades financieras se multiplicaron por cuatro en relación
con los presentados en el año inmediatamente anterior. El desempleo de las bandas de sicarios ha
generado un grave problema de seguridad en la capital paisa.

Por su parte, el narcotráfico se mantiene vigente. El aumento que perciben las autoridades en los
campos de lavado de dólares y de contrabando, sugieren que la actividad está atravesando por un
período de bonanza. La menor importancia de los carteles se ha conjugado con la aparición de un
sinnúmero de pequeños narcotraficantes, con lo cual el problema se ha hecho más difícil de
controlar y las causas de la violencia derivadas del crecimiento de la actividad son cada vez más
dispersas.

Si algo parece no haber cambiado es la estrategia de los grandes capos de llegar a una solución
negociada con el Estado que les permita un acuerdo para legalizar su dinero y limpiar sus delitos
con sentencias relativamente leves. A pesar de que la brutalidad del narcoterrorismo de Pablo
Escobar parece ser cosa del pasado, el chantaje y las amenazas se mantienen. El cartel de Cali ha
demostrado una particular habilidad al enviar emisarios para abonar el terreno de una negociación
directa, al tiempo que se deja en el ambiente la duda sobre un eventual retorno de la violencia.

Pero lo verdaderamente preocupante es que la sociedad colombiana parece haber vuelto a esa
mezcla de indiferencia e indolencia de hace unos años, demostrando que la memoria del país sigue
siendo corta. Y eso a pesar de que las condiciones siguen dadas para que la semilla que dejó Pablo
Escobar continúe creciendo con su sombra de muerte y violencia que amenaza a los colombianos.

LA ENTREVISTA QUE NUNCA LLEGO


EL PRIMERO DE DICIEMBRE de 1993 SEMANA había solicitado a la familia de Pablo Escobar,
que se encontraba hospedada en las Residencias Tequendama, una entrevista exclusiva acerca de la
situación que estaba viviendo luego de que las autoridades alemanas le negaran el asilo que había
solicitado. Un día después, el 2 de diciembre, Juan Pablo Escobar llamó a las 11:30 a.m. a la
redacción de la revista para decir que estaban dispuestos a conceder el reportaje. Dos horas más
tarde el país conoció de la muerte del jefe del cartel de Medellín en la capital antioqueña. Un año
después, luego de la evaluación realizada por las autoridades, SEMANA publica los principales
apartes de dicha entrevista, que fue contestada por el mismo Escobar.

SEMANA ¿ Cuáles fueron las razones por las cuales salieron hacia Alemania?

PABLO ESCOBAR: Salimos a Alemania porque el señor Fiscal nos quitó la protección.

SEMANA: La ubicación en el exterior, sea el pais que sea, está condicionada a la inmediata entrega
de su padre?

P.E: Mi padre no puede entregarse si no tiene garantías y seguridad y en eso lo apoyamos totalmente
por encima de cualquier consideración.

SEMANA: ¿Estaría igualmente dispuesto a entregarse antes de la ubicación de ustedes en el


exterior?

P.E: Mi padre no se va a entregar antes de nuestra ubicación en el exterior, mientras la Dijin en


Antioquia continúe secuestrando, torturando y realizando masacres en las esquinas.

SEMANA: ¿Por qué les negaron la entrada a Alemania y por qué no pensaron en otro pais? ¿Qué
pasó?

P.E: Los países han negado la entrada a nuestra familia simplemente porque no conocen la
verdadera realidad.

SFMANA: ¿Qué puertas de embajadas han empezado a golpear para que los acojan y cuáles serían
los compromisos?

P.E: Nosotros vamos a golpear las puertas de todas las embajadas del mundo, porque estamos
dispuestos a luchar sin descanso y queremos vivir y estudiar en otro país de manera modesta,
clandestinamente, sin guardaespaldas y ojalá con el nombre cambiado.

SEMANA: ¿Por qué cree usted que los paises han negado la entrada de su familia?
P.E: A nosotros no nos han rechazado todos. Nos han rechazado algunos que no conocen la
verdadera realidad de la situación y que predican el respeto al asilo y el respeto a los derechos
humanos para proyectar una imagen que se sale de la realidad.

SEMANA: Usted no cree que la situación de su padre acusado de crímenes, magnicidios,


considerado uno de los hombres más poderosos del narcotráfico en el mundo, es la razón por la cual
no los han recibido en ningún país?

P.E: Mi padre no ha sido condenado nunca por ningún delito en Colombia. Probablemente ha
recurrido a la guerra como forma de defensa frente a las injusticias sociales, frente a la extradición y
frente a la violación de los derechos humanos.

VIVOS DE MILAGRO
LOS DOS HOMBRES claves en la cacería de Pablo Escobar fueron el general Octavio Vargas Silva
y el coronel Hugo Martínez Poveda. El primero se desempeñó como el coordinador de todas las
fuerzas que participaron por más de cinco años tras las huellas del cartel de Medellín. El segundo
fue el comandante del Bloque de Búsqueda en el teatro de las operaciones y durante tres años se
desveló tratando de localizar al delincuente más buscado del planeta.

Hoy, los dos altos oficiales de la Policía están vivos de puro milagro. El general Vargas Silva escapó
con vida a cinco intentos de asesinato, porque fueron develados a tiempo por los servicios de
inteligencia de la Policía. "Para no flaquear en la persecución de ese delincuente, tuve que esconder
a mi familia durante mucho tiempo y prácticamente dormir en mi oficina. Y durante la época más
dura de la guerra contra el cartel, no volví a poner un pie fuera de las instalaciones de la Policía
porque el peligro de muerte era inminente", le contó el general a SEMANA.

El caso del coronel Martínez raya en lo increíble. Este boyacense de 52 años parece tener las siete
vidas del gato. En más de 10 ocasiones Escobar trató de asesinarlo. En una de ellas, los terroristas
colocaron una bomba en un avión para matarlo. "En diciembre de 1992, me enviaron en comisión a
España a realizar un curso en inteligencia. Partí en un vuelo de Iberia que hacía la ruta Bogotá-
Santo Domingo-Madrid, cuando el capitán de la nave me informó que lo habían llamado de la torre
de control para comunicar le que había una bomba en el avión. Se tomaron todas las medidas del
caso. El avión voló a mínima altura y los pasajeros fueron preparados para una evacuación de
emergencia en Santo Domingo. Los expertos encontraron un maletón que contenía la bomba".

En la recta final de la persecución de Escobar, un ex coronel llegó a la oficina de Martínez y le hizo


una propuesta: "El hombre me dijo que tenía un mensaje claro de Escobar: si dejaba de perseguirlo
no me mataba y a cambio me pagaba seis millones de dólares. Si rechazaba la oferta toda mi familia
seria asesinada. Los últimos cinco meses de la persecución a Escobar encerré a mi familia en un
bunker", relató Martínez a SEMANA.

Pero el oficial descifró el mensaje: entonces entendió que el fin de Escobar estaba cerca.-

Cuatro minutos después, un grupo conformado por siete oficiales y cuatro suboficiales del Bloque
de Búsqueda se tomaron la residencia del barrio La América, el punto señalado con exactitud por
los equipos de triangulación electrónica. Y ocho minutos más tarde, el coronel Hugo Martínez
Poveda, comandante del Bloque de Búsqueda en Medellín, dio el parte de victoria a sus superiores y
confirmó que Pablo Escobar había sido dado de baja por sus hombres.

Lo QUE SIGUE
Muerto Escobar, terminaron 17 meses de una lucha sin cuartel, en la que el Bloque de Búsqueda
logró eliminar a 209 miembros de la organización del cartel de Medellín. Cincuenta y dos más
fueron capturados y 29 de sus principales cabecillas terminaron por someterse a la justicia como
consecuencia del asedio de las autoridades.

La búsqueda de Escobar llevó al Bloque a efectuar cerca de 15.000 allanamientos en Antioquia,


principalmente en Medellín. De ellos, 10.600 arrojaron resultados positivos, los que permitieron la
confiscación de dos millones de dólares, la ocupación de 143 propiedades y la incautación de 4.000
kilos de dinamita.

En otras palabras, el trabajo desplegado por los 3.000 hombres que trabajaron en la búsqueda de
Escobar, permitió el triunfo sobre el terrorismo, en la medida en que el fantasma de las bombas
contra la población civil desapareció. No obstante, es un hecho incontrovertible que un año después
de la muerte del jefe del cartel de la droga más poderoso del mundo, la violencia del narcotráfico
está lejos de desaparecer. En lo que va corrido de este año, solamente en Medellín, han sido
asesinadas 4.600 personas. Los robos a entidades financieras se multiplicaron por cuatro en relación
con los presentados en el año inmediatamente anterior. El desempleo de las bandas de sicarios ha
generado un grave problema de seguridad en la capital paisa.

Por su parte, el narcotráfico se mantiene vigente. El aumento que perciben las autoridades en los
campos de lavado de dólares y de contrabando, sugieren que la actividad está atravesando por un
período de bonanza. La menor importancia de los carteles se ha conjugado con la aparición de un
sinnúmero de pequeños narcotraficantes, con lo cual el problema se ha hecho más difícil de
controlar y las causas de la violencia derivadas del crecimiento de la actividad son cada vez más
dispersas.

Si algo parece no haber cambiado es la estrategia de los grandes capos de llegar a una solución
negociada con el Estado que les permita un acuerdo para legalizar su dinero y limpiar sus delitos
con sentencias relativamente leves. A pesar de que la brutalidad del narcoterrorismo de Pablo
Escobar parece ser cosa del pasado, el chantaje y las amenazas se mantienen. El cartel de Cali ha
demostrado una particular habilidad al enviar emisarios para abonar el terreno de una negociación
directa, al tiempo que se deja en el ambiente la duda sobre un eventual retorno de la violencia.

Pero lo verdaderamente preocupante es que la sociedad colombiana parece haber vuelto a esa
mezcla de indiferencia e indolencia de hace unos años, demostrando que la memoria del país sigue
siendo corta. Y eso a pesar de que las condiciones siguen dadas para que la semilla que dejó Pablo
Escobar continúe creciendo con su sombra de muerte y violencia que amenaza a los colombianos.

LA ENTREVISTA QUE NUNCA LLEGO


EL PRIMERO DE DICIEMBRE de 1993 SEMANA había solicitado a la familia de Pablo Escobar,
que se encontraba hospedada en las Residencias Tequendama, una entrevista exclusiva acerca de la
situación que estaba viviendo luego de que las autoridades alemanas le negaran el asilo que había
solicitado. Un día después, el 2 de diciembre, Juan Pablo Escobar llamó a las 11:30 a.m. a la
redacción de la revista para decir que estaban dispuestos a conceder el reportaje. Dos horas más
tarde el país conoció de la muerte del jefe del cartel de Medellín en la capital antioqueña. Un año
después, luego de la evaluación realizada por las autoridades, SEMANA publica los principales
apartes de dicha entrevista, que fue contestada por el mismo Escobar.

SEMANA ¿ Cuáles fueron las razones por las cuales salieron hacia Alemania?

PABLO ESCOBAR: Salimos a Alemania porque el señor Fiscal nos quitó la protección.

SEMANA: La ubicación en el exterior, sea el pais que sea, está condicionada a la inmediata entrega
de su padre?
P.E: Mi padre no puede entregarse si no tiene garantías y seguridad y en eso lo apoyamos totalmente
por encima de cualquier consideración.

SEMANA: ¿Estaría igualmente dispuesto a entregarse antes de la ubicación de ustedes en el


exterior?

P.E: Mi padre no se va a entregar antes de nuestra ubicación en el exterior, mientras la Dijin en


Antioquia continúe secuestrando, torturando y realizando masacres en las esquinas.

SEMANA: ¿Por qué les negaron la entrada a Alemania y por qué no pensaron en otro pais? ¿Qué
pasó?

P.E: Los países han negado la entrada a nuestra familia simplemente porque no conocen la
verdadera realidad.

SEMANA: ¿Qué puertas de embajadas han empezado a golpear para que los acojan y cuáles serían
los compromisos?

P.E: Nosotros vamos a golpear las puertas de todas las embajadas del mundo, porque estamos
dispuestos a luchar sin descanso y queremos vivir y estudiar en otro país de manera modesta,
clandestinamente, sin guardaespaldas y ojalá con el nombre cambiado.

SEMANA: ¿Por qué cree usted que los paises han negado la entrada de su familia?

P.E: A nosotros no nos han rechazado todos. Nos han rechazado algunos que no conocen la
verdadera realidad de la situación y que predican el respeto al asilo y el respeto a los derechos
humanos para proyectar una imagen que se sale de la realidad.

SEMANA: Usted no cree que la situación de su padre acusado de crímenes, magnicidios,


considerado uno de los hombres más poderosos del narcotráfico en el mundo, es la razón por la cual
no los han recibido en ningún país?

P.E: Mi padre no ha sido condenado nunca por ningún delito en Colombia. Probablemente ha
recurrido a la guerra como forma de defensa frente a las injusticias sociales, frente a la extradición y
frente a la violación de los derechos humanos.

VIVOS DE MILAGRO
LOS DOS HOMBRES claves en la cacería de Pablo Escobar fueron el general Octavio Vargas Silva
y el coronel Hugo Martínez Poveda. El primero se desempeñó como el coordinador de todas las
fuerzas que participaron por más de cinco años tras las huellas del cartel de Medellín. El segundo
fue el comandante del Bloque de Búsqueda en el teatro de las operaciones y durante tres años se
desveló tratando de localizar al delincuente más buscado del planeta.

Hoy, los dos altos oficiales de la Policía están vivos de puro milagro. El general Vargas Silva escapó
con vida a cinco intentos de asesinato, porque fueron develados a tiempo por los servicios de
inteligencia de la Policía. "Para no flaquear en la persecución de ese delincuente, tuve que esconder
a mi familia durante mucho tiempo y prácticamente dormir en mi oficina. Y durante la época más
dura de la guerra contra el cartel, no volví a poner un pie fuera de las instalaciones de la Policía
porque el peligro de muerte era inminente", le contó el general a SEMANA.

El caso del coronel Martínez raya en lo increíble. Este boyacense de 52 años parece tener las siete
vidas del gato. En más de 10 ocasiones Escobar trató de asesinarlo. En una de ellas, los terroristas
colocaron una bomba en un avión para matarlo. "En diciembre de 1992, me enviaron en comisión a
España a realizar un curso en inteligencia. Partí en un vuelo de Iberia que hacía la ruta Bogotá-
Santo Domingo-Madrid, cuando el capitán de la nave me informó que lo habían llamado de la torre
de control para comunicar le que había una bomba en el avión. Se tomaron todas las medidas del
caso. El avión voló a mínima altura y los pasajeros fueron preparados para una evacuación de
emergencia en Santo Domingo. Los expertos encontraron un maletón que contenía la bomba".

En la recta final de la persecución de Escobar, un ex coronel llegó a la oficina de Martínez y le hizo


una propuesta: "El hombre me dijo que tenía un mensaje claro de Escobar: si dejaba de perseguirlo
no me mataba y a cambio me pagaba seis millones de dólares. Si rechazaba la oferta toda mi familia
seria asesinada. Los últimos cinco meses de la persecución a Escobar encerré a mi familia en un
bunker", relató Martínez a SEMANA.

Pero el oficial descifró el mensaje: entonces entendió que el fin de Escobar estaba cerca.-

APRECIADOS "MUGRE" Y "ARETE"


Por ROBERTO POMBO
Dos delincuentes confesos se sienten ofendidos y piden rectificación.
Lunes 2 Mayo 1994

EN DIAS PASADOS ME LLEGO UNA CARta, escrita al alimón por dos célebres colombianos,
cuyo contenido transcribo a continuación:

Señor
Roberto Pombo
Ciudad

"El que mucho habla, mucho yerra"


(adagio popular)

Facultados por la ley rectora del ejercicio periodístico, nos permitimos solicitarle se sirva rectificar,
en la misma columna y con igual despliegue, afirmaciones suyas, carentes de veracidad, emitidas en
el libelo 'Mugre en el ojo', revista SEMANA, edición #619.
Como sometidos a la justicia colombiana, tenemos un
compromiso con la misma en el sentido de enmarcar
nuestras conductas dentro de la ley y hasta hoy hemos
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cumplido.
Por lo expuesto, al carecer de fundamento sus falsas
acusaciones sobre actividades ilícitas en Itaguí y sobre nuestras intenciones de delinquir en el futuro
y su consecuente incapacidad de concretarlas y probarlas, debe usted rectificar sus ofensivas
afirmaciones pues en Colombia, afortunadamente, se demuestra la culpabilidad y no la inocencia.
Para concluir, la providencia judicial que ordena nuestro traslado a Itaguí es fruto de la majestad
soberana de una rama autónoma del poder público, sólo sometida a la Constitución y a la ley, que
no admite razones de "conveniencia" para suspender su aplicación o ejecución, pues con ese mismo
argumento mañana podría ponérsele una mordaza a la "libertad de prensa" y sus acólitos de hoy
serían los primeros en rasgarse las vestiduras.

Atentamente,

Carlos Mario Alzate Urquijo Luis Carlos Aguilar Gallego.

Para los que llegan tarde a la sintonía -como dicen los locutores de radio- se trata del 'Mugre' y el
'Arete', quienes están detenidos en La Picota, acusados de hacer parte de la estructura terrorista de
Pablo Escobar. Ambos están muy sentidos conmigo porque en una columna pasada me mostré en
desacuerdo con la Fiscalía, pues esa entidad consideraba conveniente el traslado a la cárcel de
Itaguí, de donde fueron llevados a Bogotá tras ser declarada una emergencia carcelaria. Según la
Fiscalía, el traslado no tendría problemas porque los detenidos ya no tenían intenciones de
delinquir, y, según mi escrito, tras una década de sangre gracias a Escobar y su cartel, esa era una
afirmación que no se les podía hacer a los colombianos sin una explicación muy seria. Piden ellos,
entonces, muy indignados, que rectifique mis consideraciones. Me veo en la obligación de hacerlo,
pero no para retractarme sino para afirmar que me quedé corto.
La carta desfachatada del 'Mugre' y el 'Arete' me revolvió el estómago. Tiene ese tono descarado del
doble juego de hampón y estadista que instauró en Colombia Pablo Escobar. Me recuerda sus cartas
de luchador por la paz, escritas sobre los cuerpos despedazados de los pasajeros del avión de
Avianca; sus críticas a la violación de los derechos humanos salpicadas de la sangre de los muertos
por las descargas de dinamita de Bogotá y Medellín; recuerda esa frialdad terrorífica de quien dio la
orden de matar a Low Murtra mientras negociaba los términos de su entrega a la justicia. Me hace
evocar las conversaciones telefónicas que me tocó sostener con los que decían ser los
secuestradores de periodistas hace un par de años, quienes amenazaban con hacerles las cosas más
atroces mientras con la otra mano negaban su autoría a nombre de 'Los Extraditables'. El
interlocutor de entonces decía que se llamaba 'Caliche' pero el Das sostenía que era uno a quien
llamaban el 'Mugre'. ¿Sería este 'Mugre' o era otro 'Mugre' más mugre que éste?
Ahora que releo la columna en mención para ubicar las "ofensivas" afirmaciones que molestaron al
'Mugre' y al 'Arete', tengo la desagradable sensación de que me quedé demasiado corto. De los
pocos detenidos sobre quienes se puede decir que son culpables sin que los hayan condenado en un
juicio son los que se entregan y confiesan un delito, como es el caso de estos dos. Y está muy bien
que lo hagan. Eso demuestra una contrición de corazón conmovedora. Pero de ahí a que los de la
foto de SE BUSCA de hace unos meses vengan a hacer el papel de ofendidos ahora, es una
inversión demasiado burda de los papeles.
"El que mucho habla, mucho yerra", escriben estos dos delincuentes confesos como epígrafe de su
memorial de agravios. Y se estremece uno al imaginar que cuando transcriben semejante frase lo
que pueden estár pensando es que hablar mucho impide apuntar bien. -

¿`ARETE' DE FANTASIA?
Las confesiones de Carlos Alzate Urquijo lo convertirían en el mayor criminal de la historia
colombiana, pero no le darian en ningún caso más de 10 años de cárcel.
Lunes 16 Mayo 1994
AL PRINCIPIO FUE LA CHIva del año. La reportera Gloria Congote del noticiero QAP acordó por
medio de la Fiscalía General de la Nación una entrevista con Carlos Mario Alzate Urquijo, alias
'Arete', uno de los más peligrosos criminales del cartel de Medellín. Las declaraciones de Alzate
Urquijo no pudieron ser más espeluznantes. Sin que le temblara la voz confesó: "Me autoincrimino
y asumo la responsabilidad del atentado del avión de Avianca. El atentado era contra el presidente
César Gaviria, de quien el cartel de Medellín tenía conocimiento de que viajaría en ese vuelo".
También se responsabilizó del atentado terrorista a las instalaciones del DAS: "Este atentado se hizo
contra la extradición y contra el general Maza Márquez". En estas dos acciones 'Arete' habría
ordenado la muerte de por lo menos 200 personas: 107 del avión de Avianca y las demás en el acto
terrorista al DAS.
El jueves pasado en la noche todo estaba listo para que QAP
divulgara la noticia, pero sus directoras, María Elvira
Samper y María Isabel Rueda hicieron un análisis jurídico y
cayeron en la cuenta de que la ley de Orden Público, dictada
el año pasado prohibía pasar al aire este tipo de entrevistas.
La chiva se frustró en su forma, mas no en su fondo, pues
aunque los televidentes no pudieron escuchar de viva voz la
confesión de 'Arete', el contenido de ésta sí se divulgó. El
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alcance de la noticia iba más allá del impacto de su


divulgación, de por sí horrorizante, por las revelaciones del
narcoterrorista.
En efecto, dentro de la agria disputa del fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, con el
gobierno colombiano, el hecho de que 'Arete' confesara ser el organizador material, por orden de
Pablo Escobar, de la voladura del avión de Avianca en 1989, parecía darle la razón a De Greiff,
quien hace apenas dos semanas soportó duras críticas por haber enviado una carta al juez Sterling
Johnson, encargado del proceso que adelanta la justicia estadounidense contra Dan Denys Muñoz
Mosquera, alias 'La Quica', en la que le informaba que no existe evidencia que vincule a Muñoz con
ese atentado terrorista.

DUDAS EN MAZA
Pero el efecto buscado por la Fiscalía al contribuir a revelar la confesión del 'Arete' se frustró.
Primero, porque buena parte de las críticas que se ganó el Fiscal por su carta al juez del caso de 'La
Quica' no estaban dirigidas tanto a que éste fuera o no culpable de la voladura del avión de Avianca,
como al hecho mismo de que el Fiscal saliera en su defensa. Y segundo, porque, aparte del horror,
las declaraciones de 'Arete' despertaron una profunda incredulidad. Nadie entendía muy bien por
qué de la noche a la mañana había optado por echarse al hombro buena parte de los más espantosos
crímenes cometidos por la organización narcoterrorista de Pablo Escobar.
El primero en salir a cuestionar la veracidad de lo dicho por el narcoterrorista fue el general Miguel
Maza Márquez, quien era director del DAS por la época de esos atentados. El hoy candidato
presidencial señaló que la declaración de 'Arete' "no es veraz". "Se ve -agregó- que le dieron un
guión, una cartilla para que dijera las cosas". Maza aportó una información que haría pensar que,
más que 'Arete', detrás del atentado habría estado otro hombre de confianza de Escobar: "Cuando se
produjo el atentado al DAS, Pablo Escobar se enteró de que yo no había muerto y llamó a su
lugarteniente, a quien apodaban 'Pinina' y se puso muy bravo. 'Pinina ' le contestó: 'Doctor, le
pusimos todo el calor que se necesitaba. Sin embargo, las cosas no se dieron".
Dudas como las anteriores generaron el aparente absurdo de que cuando por fin uno de los
principales jefes del ala terrorista del cartel se decidía a confesar algo más que el envío de pequeños
cargamentos de drogas o crímenes menores, nadie le creyera. La explicación de este escepticismo
parece estar en el hecho de que muchos colombianos han perdido todo nivel de ingenuidad después
de una década de guerra a muerte y de cinismo por parte de los narcoterroristas. El comentario
típico al día siguiente de las espectaculares revelaciones de QAP era: "¿Qué será lo que se traen
entre manos estos hombres ahora?".
PENA MENOR
La verdad es que tanto pedido de perdón, tanto altruismo y tanta generosidad, viniendo de alguien
como 'Arete', puede obedecer, según fuentes de los organismos de inteligencia del Estado, más al
deseo de favorecer a algunos amigos que al de colaborar con la justicia.
En efecto, mientras para 'Arete' confesar un delito que implica una pena de 30 años como base para
la negociación de rebajas da el mismo resultado que confesar varios, pues en todo caso esos 30 años
son la pena máxima, para otros narcoterroristas del cartel quedar exonerados por cuenta de la
confesión de `Arete' es un favor que le agradecería a éste toda la vida. Un favor que él podría
hacerles sin mayores sacrificios en cuanto a sus años efectivos de prisión, que serían unos 11 -de los
cuales ya cumplió cerca de uno y medio -porque tendría derecho a rebajas por confesión,
colaboración y delación, y posiblemente- tal y como lo han pedido sus abogados -por solicitar una
sentencia anticipada en su proceso, todo ello sin contar con la reducción por trabajo y estudio en la
cárcel (ver cuadro).
El anterior cálculo de cerca de 11 años, realizado por SEMANA con la ayuda de algunos penalistas,
corresponde al más conservador, pues si se aplicaran las rebajas máximas a que podría tener
derecho 'Arete', el resultado podría ser que, después de un año largo que lleva en prisión desde
diciembre de 1992, ya no le queden más de dos, algo que resultaría definitivamente escandaloso
para quien se autoincrimina de los peores crímenes de la historia del país, por cuanto apenas pagaría
el equivalente a una condena por un delito financiero menor.
Esta puede ser la clave de la sorpresiva confesión de Alzate Urquijo. Pero también puede serla para
acabar de convencer a la opinión de la urgente necesidad de reformar un Código de Procedimiento
Penal que el gobierno y la Fiscalía promovieron en el Congreso, y que hoy está a punto de
deslegitimar sin remedio y por muchos años la política de sometimiento en la que tantas esperanzas
se habían puesto como mecanismo eficiente para enfrentar judicialmente a las organizaciones del
narcotráfico. -

LA MOTO DEL `ARETE'


Carlos Alzate Urquijo, jefe militar de Pablo Escobar, se enfrenta a la Fiscalía por su moto de 120
millones.
Lunes 17 Octubre 1994

LA MOTO DEL `ARETE'

EN LA CADENA DE PROPIEdades incautadas por las autoridades a los miembros del cartel de
Medellín se había encontrado de todo: fincas pobladas por exóticas jirafas y camellos africanos,
discotecas con pasajes subterráneos, aeronaves ultramodernas y hasta pinturas originales de
reconocidos artistas. Pero de las muchas propiedades decomisadas a los cabecillas del cartel de
Medellín, la que más llamó la atención de las autoridades fue una motocicleta Harley Davidson,
propiedad de Carlos Mario Alzate Urquijo, alias el 'Arete',
quien se sometió a la justicia el 17 de febrero del año pasado
en Medellín.
La lujosa motocicleta fue incautada en una de las
propiedades de Alzate en la capital antioqueña hace un año
luego de un operativo realizado por unidades del DAS y por

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personal del Bloque de Búsqueda.
Según las autoridades, la máquina del 'Arete' cuesta la nada despreciable suma de 120 millones de
pesos, es decir 30 millones de pesos más costosa que el Mercedes más caro que se vende en
Colombia. Y curiosamente ese precio es 20 millones más alto que el ofrecido por el gobierno a
quien suministrara información que permitiera la captura de Alzate Urquijo.
La Harley Davidson del 'Arete', de placas CIJ-47, está matriculada en Medellín, es modelo 1990 y
tiene un motor con capacidad de 1.300 centímetros cúbicos, características que no la diferencian de
las demás de su especie. Lo que la pone por fuera de toda comparación es el detalle de que algunos
de sus accesorios se encuentran enchapados en oro puro, como las tapas de los tanques de gasolina,
los manubrios e inclusive algunas piezas del motor.
Privado de su libertad y de su costoso juguete, el 'Arete' se encuentra detenido en la actualidad en la
cárcel de La Picota de Bogotá y está negociando su situación con la Fiscalía General de la Nación,
en medio de uno de los procesos más complicados para las autoridades de toda la política de
sometimiento. Pero más que el extenso reporte sumarial, al 'Arete' lo que parece desvelarlo es la
suerte de su lujosa motocicleta. En efecto, en varias oportunidades ha expresado a la Fiscalía su
interés en conservar su vehículo y evitar así que éste pase a manos del Estado. Por lo pronto, la
moto acaba de pasar al Museo Histórico de la Policía Nacional, donde compartirá el stand con
algunas propiedades de Pablo Escobar, todas ellas millonarias, entre las que se encuentran su reloj
Cartier y su pistola Sig Sauer, 9 milímetros. -

Asesinado alias Otto, lugarteniente de Pablo


Escobar
Fue asesinado en el barrio Caquetá del municipio de la Estrella, sur del Aburrá, el reconocido
integrante del otrora Cartel de Medellín, Otoniel González Franco, alias Otto, quien fuera uno de los
hombres de confianza de también desaparecido Pablo Escobar Gaviria.
Caracol | Febrero 3 de 2002

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Medellín.---- Fue asesinado en el barrio Caquetá del municipio de la Estrella, sur del Aburrá, el
reconocido integrante del otrora Cartel de Medellín, Otoniel González Franco, alias Otto, quien
fuera uno de los hombres de confianza de también desaparecido Pablo Escobar Gaviria.
Otto fue ultimado junto con su hermano ORLANDO González Franco, cuando se movilizaban en
dos camperos atacados a tiros por seis hombres armados con fusiles que se transportaban en tres
motos y luego huyeron por el sur del valle del Aburrá.-
Alias Otto, Luis Carlos Aguilar, El Mugre, Giovanni Lopera, Pasarela, y John Jairo Betancur,
Icopor, fueron lugartenientes de Escobar, estuvieron encarcelados en Itagüí lograron su libertad en
agosto de 2001, gracias a los beneficios de los nuevos códigos Penal y de Procedimiento Penal, que
permiten la libertad condicional una vez cumplidas las tres quintas partes de la pena.
Según las autoridades, el asesinado anoche encabezó el grupo de sicarios del Cartel de Medellín y
se había entregado a la justicia el 19 de junio de 1991, el mismo día que lo hizo Escobar Gaviria,
con quien huyó de la cárcel La Catedral un año más tarde .

PRISCOS MATARON A HERMANO DE


OTONIEL, OTTO
A enfrentamientos con ex miembros de la antigua banda de
Los Priscos, una de las organizaciones de sicarios más
tenebrosas al servicio del cartel de Medellín, atribuyeron las
autoridades antioqueñas el secuestro y posterior asesinato de
Oscar González Franco, hermano de Otoniel y Fredy González
Franco, Otto y Misterio , respectivamente, hombres de
confianza del prófugo Pablo Escobar Gaviria. El cadáver de
González, baleado y torturado, fue hallado por las autoridades
en un vehículo sin placas, en una zona rural del municipio de
Guarne, oriente antioqueño.
El cuerpo sin vida de González, de 25 años, fue hallado en un sector despoblado de la vereda Hojas
Anchas, a unos veinte minutos del casco urbano de Guarne.
El cadáver, dice el informe judicial, presentaba dos impactos de arma de fuego en el parietal
derecho y otro en el muslo izquierdo. Estaba en el interior de un vehículo Renault 9 blanco, sin
placas, y presentaba signos de tortura, agrega el informe forense.
Ayer, en carta al Presidente de la República, los 17 reclusos de Itagi, acusan a las autoridades del
homicidio y piden al Jefe de Estado que se haga responsable de la integridad de sus familias.
De acuerdo con investigaciones de los organismos de seguridad de Medellín, la muerte de González
obedece a un enfrentamiento con un hombre llamado Martín, El Niño , con quien tenía problemas
de negocios.
En años anteriores, cuando el narcotráfico mantenía intacta toda su estructura narcoterrorista en
Medellín, El Niño era uno de los hombres de confianza de los hermanos David Ricardo y Armando
Alberto Prisco Lopera.
Según voceros de los organismos de seguridad, Martín está involucrado en el secuestro y custodia
de los periodistas Hero Bush, Diana Turbay y Richard Becerra, y es mencionado en una reciente
publicación de la también periodista Azucena Liévano.
González había sido secuestrado el pasado jueves por un grupo de hombres armados cerca a la plaza
de mercado de Rionegro, 40 kilómetros al oriente de Medellín. Fue herido al forcejear con los
delincuentes, quienes se lo llevaron con rumbo desconocido.
En el momento de su secuestro, el hermano de Otto y Misterio realizaba diligencias en los
alrededores de la plaza de mercado de Rionegro. Varios hombres que se movilizaban en un vehículo
blanco, de placas de Manizales, lo interceptaron.
Oscar González Franco era comerciante y empleado de un almacén de calzado deportivo.
Otoniel, el hermano mayor de Oscar, fue uno de los nueve reclusos que se fugaron de La Catedral
junto con Escobar. Se sometió nuevamente a la justicia el 8 de octubre del año pasado. Otto se
encuentra recluido en la Cárcel Modelo de Bogotá por orden de la Fiscalía General de la Nación,
luego que las autoridades le hallaron un teléfono celular durante una requisa en su celda de la
Penitenciaría Nacional de Itagí.
Por su parte, Fredy, el hermano menor de Oscar, se encuentra confinado en Itagí desde el 5 de
marzo pasado, cuando se sometió a la justicia.

De sicario a predicador

NaciónEsta es la historia de John Henry Millán, quien perteneció a la banda de Pablo


Escobar y hoy propaga la palabra de Dios.

A sus 16 años John Henry Millán tenía muy claro que su jefe era Pablo Escobar y que su misión en
la tierra era matar. No podía pensar de otra forma. Creció en medio del negocio de la droga y de las
armas y conformó una de las bandas delictivas del cartel de Medellín, en donde su única ley y
autoridad eran las que ellos mismos impusieran. Diez años más tarde es un predicador famoso, vive
en una población texana en Estados Unidos y está convencido de que hoy sólo se inclina ante Dios.

Millán forma parte de la Iglesia Bautista, una denominación cristiana que quizás es la más grande
de Estados Unidos. Miles de creyentes latinos escuchan conmocionados y con sorpresa su
testimonio, en el que cuenta, con lujo de detalles, cómo alcanzó a empuñar subametralladoras,
pistolas y revólveres y a convertirse en uno de los mitos vivientes del sicariato colombiano.

En ese entonces lo conocían sólo como el 'Chino Millán', cuando hacía parte de ese ejército de
adolescentes cuya misión era disparar. Mataban, colocaban cargas explosivas en droguerías o se
entrenaban como gatilleros para matar policías a cambio de un fajo de billetes.

"Era un sardino de barrio que hice hasta quinto de bachillerato a la brava. Mi ilusión más grande era
ser galeno para curar a mi abuela, dice Millán cuando recuerda los gritos de la anciana por el dolor
de un reumatismo que estaba acabando con sus articulaciones. Verla padecer era mi gran frustración
y aparte de hacerle infusiones de alcohol de lámpara con marihuana tenía que salir a la calle a
'guerriar".
A los 20 años ya había vivido un mundo violento y estaba hastiado de la pobreza de su familia. Sólo
pensaba que para sobrevivir había que empuñar un arma, conseguir billete y meter basuco. Por ese
camino fue subiendo en el escalafón del crimen.

Las autoridades lo buscaban para capturarlo como miembro de 'La banda de los tesos', una de las
pandillas de sicarios con las que Pablo Escobar aterrorizó a Medellín.

Todavía hoy el 'Chino Millán' no se explica cómo un general de la Policía que tuvo la oportunidad
de encarcelarlo o acabar con su vida no lo hizo. Cree que todo se debe a un designio de Dios. "Fui
mirado con ojos de misericordia en ese mismo momento. Me había capturado la Policía de
Antioquia, que sabía que yo formaba parte de la operación exterminio de agentes. Ese día estaba en
una depresión terrible porque había metido mucho basuco. Cuando menos me di cuenta me estaban
haciendo el 'paseo'. Es un viaje en el que te arrancan las uñas con alicate, te cuelgan de los pies y te
echan soda cáustica por la nariz hasta que te revientan. Ahí le metí oración y le dije al Señor: si Tú
me regalas otra oportunidad te pago con mi vida. Y lo hizo".

Mientras relata esa parte de su antigua vida un silencio absoluto invade la iglesia bautista en
Patterson, Nueva Jersey. Unas 4.000 personas de origen hispano, entre residentes y turistas de
Estados Unidos, escuchan el testimonio del 'Chino Millán'.

"Yo era un demonio. Yo no era un ser humano. Miren no más los dos chavetazos que tengo en la
cara -dice mientras con su índice apunta a su rostro-. Borrar la nota es difícil. Pero aquí estoy, de pie
y con orgullo les digo que soy colombiano. Que detrás de ese sicario había un niño que quiso oler
las oportunidades de la vida.

"Nosotros ganábamos billete pero yo no tenía ni siquiera cráneo para ser administrador. Ayer tenía
la convicción de sicario. Hoy estoy entregado a Jesucristo". Frente a él la gente, entre aterrada y
convencida, encuentra en el testimonio del 'Chino Millán' una nueva esperanza de vida.

Una esperanza que nació para John Henry Millán cuando logró que ese general de la Policía lo
dejara libre. Tres meses después se entregó a la justicia, cobijado por la política de sometimiento
vigente desde 1990, en la época de la presidencia de César Gaviria.

Permaneció un tiempo en la cárcel de Itagüí, en donde recibió la noticia de que había sido
condenado a 35 años de prisión por la acumulación de los crímenes que había cometido.

Después de un largo proceso de conversaciones entró a formar parte de un grupo de colaboradores


con las autoridades estadounidenses a cambio de reinsertarse a la sociedad. Le dieron a escoger
entre Estados Unidos y México para iniciar una nueva vida. Fue entonces cuando se radicó en El
Paso, Texas, acompañado por un grillete electrónico con el que le controlaban todos sus pasos.
Tuvieron que pasar 10 años de buena conducta para que se lo quitaran. "¡Dios los bendiga!",
exclamó, cuando los federales lo dejaron completamente libre.

Ya las autoridades estadounidenses sabían que el 'Chino Millán' era un predicador. Jamás ocultaron
que lo siguieron por todos los estados que recorrió y por las cárceles que visitó llevando la palabra
de Dios.

Millán entró de llenó a una asociación evangélica llamada Cristo Viene. Allí conoció a José Joaquín
Avila, el 'Yiye Avila', un maestro que le enseñó a entregarle su vida a Jesucristo.

Junto con él ha predicado a jóvenes violentos, a miembros de los carteles de la droga mexicanos, a
los indigentes y a cientos de personas que están pendientes de a qué ciudad viaja para escuchar de
viva voz su testimonio.

Pero los lugares más visitados por el 'Chino Millán' son las cárceles. Al fin y al cabo él más que
nadie sabe lo que es vivir detrás de las rejas y se le ha convertido en una obligación atender a los
reclusos y darles libertad espiritual.

"Viajé hasta Colorado para aliviar la pena de las tres vidas de condena que le dieron a Dandenys
Muñoz Mosquera, 'La Quica'. El fue mi parcero, mi amigo. Pero sólo me permitieron hablar con él
por teléfono. Me dijo que su única y su mejor compañía era la Biblia. Sólo puede salir 45 minutos al
mes para ver la luz del sol. Vive siete pisos bajo tierra engrilletado de manos, pies y torso. Su única
salvación es Jesucristo. Y él lo sabe".

En esa campaña evangelista el 'Chino Millán' ha tenido la oportunidad de participar en cruzadas


internacionales en compañía del hermano Bill Glass, quien recorre el mundo llevando los
testimonios de 'Hijos de Dios', como ellos mismos se denominan.

De esa cruzada forman parte 30 hombres, entre los que se encuentra Jack Murphy, uno de los
profesionales del robo de un deslumbrante zafiro expuesto en Nueva York, quien fue capturado y
condenado a cadena perpetua. Después de permanecer 27 años en la cárcel de Alcatraz le
concedieron la libertad provisional. Hoy, a sus 52 años, predica a su lado por toda la Florida.

También los acompaña Nicky Cruz, uno de los pandilleros más violentos y temidos. Fundador de
'Mau Maus', un grupo de matones que se tomaba las calles de Nueva York en los años 50, vivía para
el placer y la venganza. Hoy, junto con el 'Chino Millán', rescata jóvenes de la oscuridad de esa vida
y proclama el evangelio por todo el mundo.

Esa es la nueva vida del 'Chino Millán'. Un muchacho colombiano que congrega a multitudes que
ahora creen en su conversión.

"Su historia hace que este antiguo asesino sea el perfecto modelo para llegarle a la gente joven, dice
el reverendo José Luis Castro, quien lo invitó a su iglesia bautista, en Patterson, para escuchar de
nuevo su testimonio. Esta es un área en donde viven colombianos y peruanos con niveles muy altos
de violencia. Esta es gente que dejó mucho sufrimiento en su país. Los niños de esas gentes están en
las calles como pandilleros y eso destruye mi corazón", afirmó el reverendo.

Ahora, cuando el 'Chino Millán' se acerca a los jóvenes pandilleros en las calles estadounidenses, se
acuerda de 'Tyson', 'Cocodrilo', 'Petete', 'Fernán', 'Mosquerita' y muchos otros que compartieron con
él una vida criminal, a la que el 'Chino' ya renunció.

Dramático relato de víctima de 'Los Pepes' en Medellín

En diálogo con la W, una abogada que sufrió el secuestro de su


hermano por la organización delincuencial de la época de Pablo
Escobar denominada 'Los Pepes', aseguró que fue tal el poder
desarrollado por ellos para penetrar las instituciones, que el
entonces director del Gaula en Medellín, coronel Mauricio Santoyo,
(hoy general agregado en Italia), le contó que sabía donde se
encontraba su hermano pero no podía hacer nada para rescatarlo.
"Uno se muere de tristeza cuando el coronel Santoyo decía, yo se
donde están, pero si nosotros actuamos van a acabar con su familia,
van a acabar con ustedes, ellos tienen más poder de acción que
nosotros, cuando uno se da cuenta que ellos llegan con toda la
información en carpetas, tienen acceso a toda la información, eso no
es gratuito".

La abogada que por razones de seguridad utilizó el nombre ficticio


de Marta relató a la W que con la complicidad de un notario que
todavía ejerce en Medellín, el paramilitar extraditado 'Don Berna' la
obligó a traspasar sus bienes a 'Los Pepes' a cambio de dejar en
libertad a su hermano a quien días atrás habían secuestrado.

La abogada dijo que acudió ante su colega Iván Gómez para pedirle
que intercediera ante 'Los Pepes' para identificar el grupo que había
secuestrado a su hermano y para pedirles que respetaran su vida.

"Me dijo (el abogado) que la banda que lo tenía, una vez recibe la
plata del secuestro matan a la persona, entonces siguió
contándome, vamos a pedir que le respeten la vida y que te lo
devuelvan una vez que pagues y que nos pagues a nosotros por esa
gestión".

Ante esta petición, la abogada y su familia aceptaron y fue así como


acordaron una cita con los autores del secuestro de su hermano.

"Al día siguiente llegue con un miembro de mi familia a un hangar


del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín y estuvimos sentados
conversando con el señor Guillo Ángel y 'Don Berna' que estaban
acompañados por unos señores armados hasta los dientes. Ellos en
forma muy amable y respetuosa me dijeron que sabían quien tenía a
mi hermano y señalaron que eso tenía fines económicos".

La víctima del grupo delincuencial explicó que 'Los Pepes' de


entonces iniciaron con ella una interlocución directa con 'Berna y
Guillo Ángel.

"El pago se hizo con propiedades, el pago se hizo escriturándoles a


sociedades de ellos en una notaría de Medellín en la cual ellos
adelantaban todas sus negociaciones. Hicieron las escrituras,
cuando yo fui, ellos ya sabían toda la información completa de
cuántas propiedades teníamos".

Aseguró que después de traspasar los bienes que tenían, quedaron


arruinados.

"En la notaría estaban 'Don Berna' y sus muchachos recibiendo y


verificando que los documentos se firmaran".
Recordó que una de las propiedades estaba hipotecada y en un
tiempo récord levantaron la afectación, porque "nos exigieron que
les entregáramos en 10 días saneadas las propiedades y libres de
todo gravamen.

La abogada sostuvo que en ese momento en lo único que pensaban


era en tener la garantía de volver a ver a su hermano con vida y de
regreso al hogar, por eso acudieron a la Notaría a hacer los papeles.

"Ellos llevaron todo listo para que el notario hiciera todo, los
auxiliares y todos sabían lo que estaba sucediendo porque la Notaría
se enrarecía cuando entrábamos allí y casualmente las dos
oportunidades en que entramos no había nadie a esa hora".

Marta y su familia recibieron a su ser querido días después con la


advertencia de que se olvidaran de sus bienes y de ahí en adelante,
ellos que se han ganado un reconocido prestigio en Medellín han
seguido trabajando tratando de olvidar esa pesadilla que en 1996 los
atormentó.

Sin embargo, asegura que a pesar de que este episodio ya pasó


hace 12 años, aún su familia se siente como encarcelada en su
ciudad, debido a que sienten contínuamente la presencia de esas
personas, que después del pago les hicieron unas exigencias claras.

"Ellos nos solicitaron que no se cambiaran de casa, de oficinas, casi


que ni de aspecto físico porque ellos iban a estar muy pendientes de
nosotros y que nos olvidáramos por completo de las sociedades a
las cuales les habíamos traspasado las propiedades".

Indicó que ella admite el riesgo que representa su testimonio, pero lo


quiso compartir con La W al ver cómo se pretende desviar la
atención de la vinculación de 'Los Pepes' con autoridades y
diferentes sectores políticos del Estado.

En este sentido acusó al gobierno de César Gaviria de no haber


tomado medidas más agresivas encaminadas a acabar con estos
grupos delincuenciales.

"Desarrollaron una labor bastante agresiva con la convivencia de las


autoridades, por eso el doctor César Gaviria no puede negar que él
sabía desde el 92 a qué se dedicaban 'Los Pepes', fueron ellos que
dejaron que se fortalecieran y se metieron en todos los estamentos
de la sociedad paisa".
“Los ‘Pepes’ mataron a Escobar”
Sábado 16 Junio 2007

"Cuando Pablo Escobar mató a Fernando Galeano en La Catedral, se formaron los 'Pepes'. Mi
amistad con 'Don Berna', que era su jefe de seguridad, se fortaleció. El grupo inicial estaba
conformado por trabajadores de Fernando dispuestos a vengar su muerte y a matar a Escobar. La
gente de Pablo sabía que yo era muy cercano al 'Negro Galeano'. Miky Ramírez y 'Arete' me
llamaron y me dijeron que había un patrón nuevo y que tenía que ir a rendirle cuentas a Escobar.

"Yo les dije que no tenía nada qué hablar con ellos. Con
'Berna' fui a donde los hermanos Rodríguez Orejuela de Cali
y con ellos se hizo una alianza para atacar a Pablo. Las
autoridades también colaboraron completamente con los
'Pepes', incluida la DEA, que muchas veces optó por no
apoyarse con las autoridades colombianas sino sólo con los
'Pepes'.
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"Los que mataron a Pablo fueron los 'Pepes' y después


llegaron las autoridades. Eso me lo dijo Tito, el hermano de 'Berna', que era muy amigo mío. Me
contó cómo hicieron el operativo. Los gringos estaban cerca a un parqueadero por los lados del
Polideportivo. Con los equipos pillan la señal de la casa dónde está Pablo y llevan a los 'Pepes'. La
casa fue rodeada muy rápido de 'Pepes'. Había un francotirador. Un gordo del que no me acuerdo el
nombre golpeó la puerta de la casa. Cuando Pablo intenta escapar por el techo de la casa, se
encuentra de frente con Tito. Le ofrece plata para que lo deje ir, pero Tito le pega un tiro de gracia.
Al ratico, cuando todo había acabado, llegó la Policía. Tito no se sentía orgulloso de matar a
Escobar. Me lo contó a mí en una conversación como amigo. El sólo quería vengarse porque hay
que entender que el modo de la matada de los Galeano no fue bueno. Uno no mata, pica y quema a
una persona. Él actuaba en venganza a un patrón que ellos querían".
PRISCO: EL QUE A HIERRO MATA A...
Ayer murió en su ley David Ricardo Prisco Lopera, un hombre
con un largo prontuario criminal a cuestas y con una
particular vocación religiosa: frecuentemente asistía a misa a
la Iglesia de San Cayetano en el barrio Aranjuez de Medellín,
pero afuera del templo dejaba a sus guardaespaldas y a su
ametralladora. Prisco Lopera, miembro de una familia de
sicarios al servicio del Cartel de Medellín, fue alcanzado ayer
por el brazo de la Policía Elite a la que enfrentó tras ser
sorprendido en una mansión del barrio Conquistadores al
occidente de la capital antioqueña.
Sindicado de participar en varios de los magnicidios que sacudieron a Colombia durante los años
ochenta, Prisco y sus hermanos mandaron a levantar con el dinero recibido por sus primeros
crímenes una estatua de la virgen del Carmen en su vieja casa del barrio Aranjuez.
David Ricardo Prisco no sobrevivió a una gigantesca y premeditada operación policial en la que
además perdieron la vida su hermano Armando, su primo Vidal de Jesús Osorio Valencia, y sus
guardaespaldas Rodolfo de Jesús Rivas y Héctor Darío Molina Pérez.
Los servicios de inteligencia de la Policía y del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)
detectaron hace 15 días a Armando Prisco Lopera y le siguieron la pista con el convencimiento de
que pronto los llevaría al lugar donde estaba David Ricardo.
Así ocurrió. Localizados los sitios frecuentados por los delincuentes, los generales Octavio Vargas
Silva y Miguel Maza Márquez dieron la orden a la Fuerza Elite de alistar a 250 de sus mejores
hombres. Los Juzgados 55 y 93 de Instrucción Penal Militar libraron las órdenes de allanamiento
números 041 y 023, mediante las cuales autorizaron la ocupación de tres predios, dos rurales y uno
urbano.
La operación fue ejecutada en dos fases simultáneas que se cumplieron en un sector residencial de
Medellín y en la vereda Cabecera, jurisdicción de Llano Grande, municipio de Rionegro.
En la capital de Antioquia, cerca de un centenar de agentes Elite acordonó la carrera 64D con calle
39, barrio Conquistadores --a escasas dos cuadras de la casa donde murió Gustavo Gaviria Rivero,
primo de Pablo Escobar--, y tomó por asalto la vivienda demarcada con el número 39-22.
Eran las 12:30 de la madrugada y desde el interior de la residencia hubo respuesta armada y el
inmediato, pero frustrado, intento de fuga porque el lugar estaba totalmente rodeado.
Para entrar a la casa, los expertos en antiexplosivos de la Fuerza Elite se vieron obligados a
dinamitar las cerraduras de la puerta principal. Logrado el objetivo, las patrullas redujeron
rápidamente a los dos hombres que opusieron resistencia.
Establecer la identidad de los únicos habitantes de la residencia no fue difícil: uno de ellos, de
contextura gruesa, sin barba ni bigote, era, sin lugar a dudas, David Ricardo Prisco Lopera. No
había cambiado mucho con relación a las fotografías conocidas de él , dijo desde Medellín a EL
TIEMPO uno de los oficiales Elite que participó en las labores de identificación.
El temido delincuente utilizaba otros documentos de identificación falsos, uno de ellos a nombre de
Francisco Muñoz Serna. En su cuerpo, luego de las diligencias de levantamiento del cadáver, fueron
hallados diez impactos.
Prisco portaba además sus documentos originales: cédula número 70.123.639 de Medellín, de
profesión mecánico, 1.68 de estatura, nacido el 25 de diciembre de 1957 en Medellín, piel trigueña
claro, cabellos castaños claros, hijo de José y Leticia.
El otro, 23 años, con cédula 71.687.101 de Medellín, de profesión y actividades desconocidas,
primo de los Priscos, fue identificado como Vidal de Jesús Osorio Valencia, quien trató de cubrir a
fuego la fuga de David Ricardo. Recibió nueve impactos de ametralladora.
La casa donde murió David Ricardo es lujosa tanto en su construcción como en su dotación. Tiene
cosas exuberantes, cuadros bellísimos y costosos, sofisticados elementos de oficina y una lujosa
dotacion de sus alcobas , relató la fuente policial consultada por este diario.
En el interior del inmueble fueron incautadas una subametralladora Mini Uzi, dos granadas y una
pistola. El otro Prisco Mientras esto ocurría en Medellín, otros cien hombres de La Fuerza Elite
allanaron dos fincas en una zona rural del municipio de Rionegro.
El asalto simultáneo produjo resultados negativos en uno de los predios, cuyo nombre se desconoce.
Sinembargo, en la vereda Cabecera, de la inspección de Llano Grande --justamente donde hace tres
años fue capturado Carlos Lehder-- los uniformados coparon una finca donde de inmediato se
produjo un enfrentamiento armado con tres hombres que fueron eliminados.
Se trata de Armando Prisco Lopera y sus guardaespaldas Rodolfo de Jesús Rivas y Héctor Darío
Molina Pérez.
Allí fueron decomisados un automóvil Mazda de placas MLE 087, una motocicleta Honda, dos
subametrlladoras, una pistola y dos granadas.
El general Octavio Vargas Silva, director Operativo de la Policía Nacional, dijo ayer a EL TIEMPO
que David Ricardo Prisco Lopera manejaba una red de sicarios compuesta por 360 criminales que
cumplían órdenes de Pablo Escobar.
Teníamos la certeza absoluta de que la operación iba a ser exitosa. Llavábamos 15 días en la
operación y habíamos seguido pacientemente la pista de Armando , dijo el oficial.
Según Vargas, Prisco Lopera asumió el manejo total de la organización después de la muerte de
Jhon Jairo Arias, Pinina ; Gustavo de Jesús Gaviria y Abraham, el primo de Escobar .
De acuerdo con la información de que disponen los servicios de inteligencia, Prisco y Francis
Muñoz Mosquera, Tyson , estuvieron recientemente en Bogotá, pero no se logró establecer qué
planes habrían diseñado.
David Ricardo Prisco tenía un contacto muy cercano con el jefe del Cartel de Medellín. Tanto, que
en la operación de ayer la Policía halló una carta en que Pablo Escobar le augura una pronta
recuperación por dolencias físicas que no especificó. La carta está fechada en Medellín el pasado 4
de diciembre. Un tenebroso historial delictivo Los dos últimos hombres de la banda de Los Priscos,
David Ricardo y Armando Alberto Prisco Lopera estaban solicitados cuatro Juzgados de Instrucción
Criminal de Bogotá y Medellín.
La familia ya había sido golpeada porque en 1986 murió asesinado en el barrio Campo Valdés de
Medellín, Eneas Prisco Lopera, El Negro , y el 31 de julio de 1987, el DAS eliminó en Bogotá a
José Rodolfo Prisco.
David Ricardo fue capturado en Pereira en 1980 por la Policía y puesto de órdenes de un juez de
Instrucción Criminal que lo procesó por hurto de vehículos.
Tras recuperar su libertad, fue reclutado en el Cartel de Medellín por orden expresa de Pablo Emilio
Escobar Gaviria.
Prisco, Chino o Richard , reclutó más de 300 hombres para la ejecución de secuestros, atentados
terroristas y asesinatos.
El 5 de febrero de 1983 fue capturado por el delito de homicidio y puesto a disposición de un
Juzgado de Instrucción de Medellín. Un año más tarde, el 11 de agosto de 1984, fue detenido y
puesto a órdenes de un juez que lo investigaba por lesiones personales, pero fue dejado en libertad.
David Ricardo tenía en su contra tres órdenes de captura por homicidio en Medellín. Otras dos
habían sido expedidas por la Oficina de Investigaciones Generales y por el Juzgado 89 de
Instrucción Criminal de Bogotá, despacho donde se le adelantaba una investigación por homicidio.
Los servicios de inteligencia de la Policía informaron que Prisco operaba en Medellín a través de la
compañía Inversiones Jaramillo Muñoz y Cia., situada en la calle 68 No. 9 A 26.
David Ricardo está vinculado a los asesinatos del ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, del
director de El Espectador, Guillermo Cano Isaza; del magistrado Hernando Baquero Borda; del juez
Primero Superior, Tulio Manuel Castro Gil; del procurador Carlos Mauro Hoyos, del gobernador de
Antioquia, Antonio Roldán Betancur; del coronel Valdemar Franklin Quintero y del coronel Jaime
Ramírez Gómez.
Armando Alberto, el cuarto de los Prisco, había sido capturado el 14 de junio de 1982 y puesto a
disposición de un Juzgado de Instrucción Criminal de Medellín.
En su contra tenía dos órdenes de captura: de la Sala Penal del Tribunal de Medellín por hurto y del
director de la Cárcel de Bellavista de Medellín, por fuga de presos.

CADA UNO DE ESOS CADÁVERES VALE


10 MILLONES DE DÓLARES
Solo los volantes incriminatorios contra Pablo Escobar,
lanzados desde una avioneta que sobrevoló los municipios de
La Estrella, Itagí, Sabaneta y Medellín, anunciaron esa noche
del viernes 10 de julio a Antioquia que había ocurrido una
vendetta. La última intención de Mario Castaño El Chopo
había sido persuadir a Escobar de canjear los cadáveres de las
víctimas por dólares. Cada uno de esos cadáveres vale diez
millones de dólares, patrón... Que nos los den .
Pero Escobar le había dado la espalda y había salido de su chalé, no sin antes advertir: Coordina la
devolución de esos cadáveres, Mario... .
Así se hizo, y las autoridades hallaron el viernes 10 de julio, en tres sitios de Antioquia, siete
cuerpos baleados e incinerados.
Tras la tensa noche del sábado 4 de julio, en la que el estúpido de J casi se había granjeado una
sentencia de muerte, Guillermo Zuluaga, Cuchilla o Pasarela , había obligado a Emilio a
acompañarle hasta el aeropuerto de Rionegro. Ahí estaba él, con Cuchilla y escoltado por otros dos
sicarios del Cartel.
Economista veterano, administrador de una corredora de finca raíz y por una década asesor
comercial de los Moncada, Emilio sabía ahora que el ascenso a La Catedral y, con este, el eventual
perdón de la vida de los contadores, dependía de la llegada de Toto , el amo y señor en la
administración de la formidable ruta de La Fania.
Le sorprendía el increíble poder del Capi di capi. Pablo Escobar había exigido otorgar prioridad al
retorno de Toto , inclusive sobre el secuestro de William Moncada, y era esa instrucción la que se
acataba al milímetro esta mañana del domingo 5 de julio.
Habían esperado casi dos horas, pero finalmente, poco antes de las 11:30, Emilio pudo leer en el
tablero electrónico del terminal aéreo el ansiado mensaje: Vuelo Bogotá-Medellín: aterrizando .
Sin embargo, sólo respiro con alivio al ver aparecer a Toto . Estaba tan extenuado como ellos, pero
su razón era otra.
Toto había volado el sábado por la noche de Nuevo México a Bogotá y el Boeing sólo había
aterrizado en el Aeropuerto Internacional Eldorado de la capital a las 3 de la madrugada.
Apenas sí había tenido tiempo de ir a casa, dormir un par de horas y alistar su viaje a Medellín.
Era realmente una pieza clave en la organización de William y Gerardo kiko Mocada y en el tráfico
internacional de drogas del Cartel.
Ingeniero de profesión, Toto había huido de Antioquia en 1989, aterrorizado por la ola de secuestros
y, más tarde, aprovechando su profesión, se había vinculado a un prometedor proyecto de
explotación minera.
El consorcio había atendido puntualmente sus compromisos internacionales durante un año, pero
después, la subversión había dinamitado la maquinaria, apabullado a los trabajadores y sumido a la
compañía en una profunda crisis financiera.
Los esfuerzos de Toto y otros accionistas para obtener un crédito blando y oportuno de la banca
doméstica habían fracasado, y Toto no había tenido otra alternativa que acudir a William Moncada.
El había hecho el milagro: salvar el consorcio con una inyeccción de dos millones y medio de
dólares girados contra las cartas de crédito de exportación.
Kiko sólo le había pedido un pequeño favor: Toto debía ayudarle a instalarse en Bogotá y facilitarle
así la dejación del negocio, y debía encontrar en México a Tacho .
El contacto charro del Cartel había desaparecido ante las amenazas de Mario Castaño, El Chopo , y
otros agentes de Pablo Escobar. Los mexicanos temían una sangrienta vendetta en el Cartel por el
dominio de La Fania y, virtualmente, habían desaparecido.
Toto había cumplido con éxito la misión y, en virtud de ello, los Moncada no solo tenían la promesa
de recuperar dinero de diversos embarques, sino de contar otra vez con La Fania.
De hecho, ese domingo 5 de julio, Toto retornaba con veinte cheques por un millón de dólares que
Tacho le había entregado en México y que él, en presencia de Guillermo Zuluaga, Cuchilla o
Pasarela , optó por entregar en el automóvil a Emilio poco antes de que el vehículo se detuviera en
la cabaña de El Poblado.
Acompáñelo a la tumba En medio de aquel ejército de hombres armados, Toto reconoció de
inmediato a Nacho , a Reyes , a Alejandro e inclusive a J . Eran los administradores de los bienes de
William y Gerardo Kiko Moncada y, sin duda, como Emilio y como él, estaban alzados o
secuestrados.
La tensión y el nerviosismo eran evidentes. Por instrucción de Mario Castaño, El Chopo , J servía
de mucama y repartía sándwich a los sicarios, mientras Reyes temblaba.
Estaba en ese proceso de reconocimiento cuando escuchó la cachetada, y vio el empujón.
Este h.p. está muy triste porque se le fue el patrón (...), si querés te vas a hacerle compañía
maricón , blasfemó uno de los sicarios de El Chopo mientras golpeaba al contador Reyes .
La reacción de Toto fue instintiva: Este trabajador gana cien mil pesos, pero lo van a necesitar si
quieren información sobre William .
Luego, dirigiéndose a Guillermo Zuluaga, Toto bajó el tono y balbuceó: No lo dejés matar... .
Mario Castaño, El Chopo , medió entonces. Subí Toto . Y sentáte .
Estaba instalado en un silla, en el mezzanine de la cabaña, y tenía entre las piernas su Smith &
Wesson.
Los bandidos dimos un golpe de Estado Toto . Matamos a esos h.p. de Kiko Moncada y Fernando
Galeano porque ellos nos estaban traicionando y nos querían esclavizar.
Nosotros le explicamos a El Patrón lo que íbamos a hacer y él nos autorizó porque nosotros
habíamos hecho un compromiso con ellos: que nosotros guerriábamos en contra de la extradición y
que el patrón se metía en la cárcel, pero que ellos nos colaboraban con el negocio...
Usted sabe que nosotros manejamos más de diez mil bandidos, que manejamos a todos los combos,
que nadie se nos mete porque nosotros lo barremos.
Usted sabe Toto que nosotros nos hemos metido con esos h.p. del Gobierno... y con la ley, y yo lo
que quiero saber es si usted va a colaborar con esa ruta o no .
La respuesta de Toto tranquilizó a Mario Castaño y, sin titubear, este tomó el celular y telefoneó a
Pablo Escobar.
Patrón, Toto dice que va a colaborar y que si Usted quiere, él administra la ruta o la entrega o lo que
usted diga .
La satisfacción de Escobar no asombró a Toto , pero sí puso fin a la expectativa de Emilio y a su
temor.
Nos vamos para La Catedral, nos vamos ya , ordenó Mario Castaño, El Chopo , y empezó a señalar
a los contadores.
Solo J tendría que permanecer allí. Se había salvado de ser asesinado porque el número telefónico
de William Moncada no estaba en su libreta, pero desde el incidente, El Chopo lo tenía entre ojos.
Usted se queda gafufo porque usted no ha querido colaborar y yo voy a hacer que lo lleven a otro
sitio... Va a ver , sentenció El Chopo , y salió.
Un palacio Era un período en el que crecían los rumores sobre la paulatina conversión de La
Catedral en un nuevo Palace del jefe del Cartel, y en el que proliferaban las versiones sobre
eventuales salidas de Escobar del penal.
Muchos decían haberle visto en discotecas, e inclusive en supermercados. Sin embargo, aún ello
parecía solo parte de la fantasía popular.
Los intentos de la Dirección Nacional de Investigación y Policía Judicial (Dijin) por infiltrarse y
vigilar La Catedral habían derivado en el asesinato de dos agentes, y los diarios y el alto Gobierno
solo habían centrado su atención en los eventuales sobrevuelos de aparatos extraños sobre el penal,
y en la urgencia del sistema de control aéreo.
Mientras la opinión especulaba sobre el destino final de las tres bombas Papaya hurtadas en enero al
Ejército salvadoreño e ingresadas ilícitamente a Colombia, según se decía, con destino al Cartel de
Cali, Pablo Escobar y sus hombres habían transformado La Catedral en un magnífico e
impresionante cuartel de operaciones.
No era solo un asunto de lujo y comodidades, ni de chalés o búnkeres ni de jacuzzis o casa de
muñecas. Era todo eso, y mucho más.
La estrategia final y así se había finiquitado era la conversión de La Catedral en sede confortable de
una multinacional del crimen, en las narices del Ejército, la Procuraduría e inclusive, de los fiscales
sin rostro encargados de investigar y llevar a juicio a Escobar y a los restants 16 reos.
El punto de partida de esas actividades era un parqueadero en Envigado, a escasos metros del
Rosellón, custodiado por un hombre barrigón, próximo a los 40 años, al que le decían Rigor .
El lugar era de corriente fachada roja y estaba situado en vía a La Catedral, a unos metros de la
Casa Comunitaria, centro de reunión de los pobladores pobres de Envigado.
Desde ahí, cada día al igual que había ocurrido con Gerardo Kiko Moncada y Fernando Galeano, y
al igual que ocurriría este domingo 5 de julio con Toto y los contadores, partían los camperos
cargados con los hombres y mujeres autorizados para ascender a La Catedral.
Previamente, claro está, Rigor reseñaba en una lista, uno a uno, los nombres de los potenciales
visitantes, y verificaba su documentación. Después, revelaba por radio el listado a Luiscar y, una
vez obtenida la autorización, asumía las requisas y embarcaba a los favorecidos.
Era una operación controlada al extremo. Y milimétrica. La Catedral tenía aviso inmediato desde la
partida misma de los jeeps de la casa-parqueadero roja de El Rosellón. Y diez minutos después, una
nueva alerta sobre el paso de los camperos.
El hombre a cargo de esa segunda voz era un paisa inválido y viejo que Escobar había hecho
instalar en una rústica vivienda de color café, ubicada a escasos diez metros del sitio donde se
iniciaba la carretera destapada rumbo a La Catedral.
Diez kilómetros separaban esa segunda base del Cartel del Estadero La Montaña, última e
inexorable escala en el acceso ilegal hacia el presidio.
Ahí, Luiscar , un hombre de 1,78 m de estatura, blanco, de abundante pelo negro, cortado atrás a
cepillo, reasumía la revisión de la lista y autorizaba Al Vacán las requisas.
Era una cuestión que involucraba hasta detectores de metal, micrófonos y micrograbadores.
Solo en los días en que no había movimiento, por turnos, Luiscar o El Vacán se ensamblaban los
binóculos Minolta y divisaban durante horas cualquier movimiento en el Valle de Aburrá.
Un citófono instalado en la cocina, conectado a una caja de pares aislados y ramificado a 11 puestos
de control del Ejército, garitas de la guardia penitenciaria y el chalet construido por Escobar en La
Catedral, les permitía informar con suficiente ventaja de tiempo cualquier movimiento sospechoso.
La red subterránea de los citófonos se extendía por toda la montaña, oculta bajo tierra y protegida
por cientos de metros de tubos de PVC de color blanco.
Una caseta de latón, rojo y blanca, camuflada como expendio de mecato , instalada en la vía a La
Catedral y administrada por La Yaya , contacto de los reos de La Catedral, completaba el círculo
externo de vigilancia.
Dentro del penal, tres fax, cuatro computadores, seis teléfonos celulares y una compleja red de
beepers servían al mismo propósito: la febril e ineluctable actividad de La Oficina .
El Cartel de Cali Eran las 4 de la tarde cuando el guardián de prisiones Sáenz de J. detuvo el camión
Mazda 3.5, cerca a los chalés, y en frente del cuartel de la guardia. Como en el pasado, el camión
había ascendido sin tropiezos y sin requisa alguna, e inclusive con media docena de fusiles.
Pablo Escobar recibió primero a Toto . Estaba en su chalet y portaba su metra, su pistola, su beeper
y su radio portátil. Era un recibimiento semejante a aquel que había hecho a Fernando Galeano y a
Gerardo Kiko Moncada, pero esta vez solo deseaba hablar.
Yo te voy a explicar qué es lo que pasa para que entendás que a mí me tocó autorizar lo de Gerardo
Kiko y lo de Fernando Galeano, porque si no se me hacía una rebelión de los bandidos.
Vos sabés que yo estoy peleando la extradición y la guerra con los caleños y que lo único que nos
garantiza la seguridad aquí son los bandidos y que son ellos los que están poniendo los muertos y
enfrentando a la ley.
Además añadió Escobar, la permanencia aquí cuesta mucho dinero y le pescaron una llamada a
Kiko con los del Cali y por eso yo tuve que autorizar todo esto....
Yo solo quiero que te pongás de acuerdo con El Chopo y administren la ruta... La Fania era mi ruta
y sabés que se la entregué a Gustavo (se refiere a Gustavo Gaviria, muerto), y él se la entregó a
Kiko .
La instrucción siguiente fue más tajante: Dile a Tacho en México que yo voy a volver a manejar La
Fania y que los cinco millones de dólares que le debe a Kiko quedan subrogados a mi nombre .
Se harán millonarios Pablo Escobar se levantó entonces del sillón y salió del chalé. Toto lo vio
dirigirse hacia otra habitación, donde Mario Castaño, El Chopo , había reunido a los contadores.
La muerte de Kiko y Fernando fue una cosa fortuita dijo Escobar tras escuchar a cada contador en
una breve presentación. Todo empezó por una caleta. Fernando asesinó a familiares y amigos de
unos bandidos por esa caleta y se negó a dar siquiera tres millones dólares.
Esa plata se estaba pudriendo y qué? Nunca les han preocupado los trabajadores. Cualquiera de
estos trabajadores, dijo Escobar refiriéndose a El Chopo y a otros sicarios presentes en la estancia,
tiene dos mil o tres mil millones de pesos. Eso sí es compartir...
Yo quiero hablar después con cada uno y darle sus instrucciones, pero lo importante es que
colaboren. Todo está confiscado para la guerra. El miércoles decidiremos... .
Pablo Escobar desapareció y, uno a uno, los contadores, Toto , Cuchilla y El Chopo subieron
nuevamente al camión mazda 3.5, bajaron la carpa y reanudaron el camino de retorno: el Estadero
la Montaña, el parqueadero en El Rosellón y la cabaña en El Poblado.
Todos podrían recobrar la libertad y recoger los títulos de las propiedades de los Moncada y los
Galeano apenas El Chopo cumpliera la siguiente fase de su misión.
Debes alzarte a William Mocada y hacerlo cuanto antes , le había explicado Escobar y, como
siempre, así se haría.
Estoy secuestrado A primera hora del lunes 6 de julio, Mario Castaño, El Chopo , ordenó a J que se
comunicara con su oficina y preguntara por William Moncada.
Llame de inmediato y pregunte por su patrón. Repórtese, nosotros ya tenemos gente en todas partes
donde ustedes trabajan , advirtió.
Desde la extensión, El Chopo escuchó a la secretaria de J . Tenía, en ese preciso instante, por la otra
línea, a William Moncada. Estaba en las instalaciones de la Constructora.
J marcó el 277 72 34 y contestó Madelín. Está el señor? , interrogó, y ella le respondió que sí.
Dígale que voy para allá , notificó J .
Sin embargo, quien salió no fue él. Al instante, El Chopo comunicó a sus hombres por
radioteléfono: Ve hombre, el tipo está allá, ya vamos para allá nosotros también .
A prisa, los hombres de Pablo Escobar irrumpieron en las instalaciones de Constructora Comercial
camuflados como agentes de la Sijin en Medellín.
Viajaban en un Mazda azul 626 de placas KFC863 y un Trooper. Y ordenaron al celador abrir las
puertas.
William Moncada dialogaba telefónicamente cuando divisó el grupo. Hay problemas , notificó
lacónicamente William Moncada a su interlocutor. El F-2 está entrando por mí . Luego palideció.
Acababa de identificar entre el grupo a Mario Alberto Castaño Molina, El Chopo .
Sus secuestradores lo condujeron hasta el maletero del Mazda y, después, los vehículos
desaparecieron. El destino de William Moncada era la misma residencia en que se encontraba Mario
Galeano, en el Esmeraldal.
Virtualmente, todo había terminado. Las 48 horas siguientes, hasta la tarde del miércoles, Guillermo
Zuluaga, Cuchilla o Pasarela , y Mario Castaño, El Chopo , tuvieron solo que realizar las consultas
jurídicas de rigor y presionar con amenazas, así como hacer una que otra jornada de tortura a J y a
otros contadores renuentes a entregar los títulos o a firmar decenas de escrituras y transferencias en
blanco, en calidad de representantes legales de las compañías y las propiedades.
William Moncada había alcanzado a avisar de su secuestro, y Rafael Galeano había contactado a
Toto para que actuara de intermediario de la liberación de Fernando y Mario Galeano, pero todo
estaba consumado. Y nada detendría a Pablo Escobar.
No puedo devolver los cadáveres de Fernando Galeano y Gerardo Kiko Moncada porque han sido
incinerados , dijo Escobar a Toto en la reunión del miércoles 8 de julio en La Catedral.
Tengo a William Moncada y a Mario Galeano, pero no los puedo devolver vivos. Dile a Rafael
Galeano que envíe veinte millones de dólares y que puede quedarse a vivir tranquilo aquí en
Medellín .
El Chopo intervino entonces: Cada uno de esos cadáveres vale diez millones de dólares, Patrón ...
Que no los den .
Pero, Escobar dio la espalda y salió: Coordina la devolución de esos cadáveres, Mario... .
Así se hizo. El viernes, las autoridades hallaron el cadáver de Mario Galeano, en el maletero de un
vehículo Chevrolet Sprint, color plateado, de placas ITL 625.
Los cuerpos de Walter Estrada, El Capi , Bocadillo y el de William Moncada fueron abandonados
en Sabaneta, al sur del Valle de Aburra. Y, finalmente, en el interior de un vehículo Mazda, en la vía
a Las Palmas, la policía halló los cuerpos incinerados y baleados de Elkin Estrada, Henry Vargas y
Fernando Garay.
Los contadores y Toto habían huido, y solo el vuelo de una avioneta, a las 11 de la noche del viernes
10 de julio, anunció a Antioquia, a través de volantes incriminatorios contra Escobar, que había
ocurrido una vendetta...
JAIME EDUARDO RUEDA ROCHA, UNO
DE LOS HOMBRES
Jaime Eduardo Rueda Rocha, uno de los hombres que disparó
contra Luis Carlos Galán, la noche del 18 de agosto de 1989 y
tiempo después prófugo de la Penitenciaría Central de La
Picota, terminó ayer una larga carrera criminal al ser abatido
por la Policía. Hace pocos días fue vinculado al asesinato del
alcalde de Puerto Boyacá, Gustavo Londoño, y tres
acompañantes . Los cuales fueron descuartizados.
Tras un año de continua cacería, el delincuente fue alcanzado por dos comandos especializados del
Grupo de Operaciones Especiales (Goes), cuando salía de una finca ubicada a dos kilómetros del
municipio de Honda, en la vía que conduce a La Dorada (Caldas).
En la acción murieron siete de los sicarios que formaban su staff de seguridad, y el agente del Goes
Juan Castro. Otros dos uniformados resultaron gravemente heridos.
Rueda Rocha huyó de La Picota el 18 de septiembre de 1990, un año después de que fuera detenido
en el sur de Bogotá y sindicado como uno de los autores materiales del magnicidio de Galán, que
sacudió al país.
Desde entonces, el hombre que fuera uno de los principales jefes de sicarios al servicio del Cartel de
Medellín, se desplazó a la zona del Magdalena Medio, con la intención de reorganizar los grupos
paramilitares que trabajaran de tiempo atrás con los capos del Cartel.
Durante los últimos 12 meses, agentes encubiertos de la Policía rastrearon su pista en las
localidades de Puerto Bogotá, Yacopí, Honda, La Dorada, Patevaca y Llano Mateo, en toda la zona
sur del Magdalena Medio.
Por lo menos en dos ocasiones, en los últimos noventa días, el prófugo estuvo a punto de ser
capturado. La cacería se hizo más intensa tras el crimen del alcalde de Puerto Boyacá, Gustavo
Londoño, y de cuatro de sus acompañantes, ocurrido el pasado 29 de marzo.
El funcionario había buscado a Rueda para pedirle que cesara los homicidios que venía ejecutando
en el Magdalena Medio. Sin embargo, la respuesta fue fue un macabro asesinato colectivo.
Londoño y sus compeñeros de viaje fueron descuartizados y arrojados a las aguas del Río
Magdalena Ocho días después, fuentes militares dijeron que Rueda estaba prestando sus terribles
servicios a un grupo de esmeralderos que intentaba retomar el control de las grupos paramilitares de
esa región.
No obstante, organismos de inteligencia del Estado no descartan la posibilidad de que Rueda
trabajara a las órdenes de Pablo Escobar, o de narcotraficantes del Valle del Cauca que antes
apoyaban al jefe paramilitar Gustavo Meneses, Ariel Otero . Heridos, a Bogotá A Honda llegó
anoche, cerca de las diez, una Unidad investigativa de Orden Público, para practicar el
levantamiento de los cadáveres.
A las 5:15 de la tarde de ayer, Rueda se desplazaba con su banda de sicarios en tres vehículos tipo
campero. En el instante en que abandonaban una finca fueron interceptados por los comandos
especiales, integrados por 15 hombres.
De inmediato se produjo un nutrido cruce de fuego. Los hombres de Rueda dispararon con fusiles
R-15, ametralladoras y pistolas. Además del agente muerto, los sicarios hirieron a otros dos
hombres del Goes, identificados como Pedro Sánchez y Hernán Mejía González, quienes fueron
trasladados de urgencia al Hospital de Honda, donde les prestaron los primeros cuidados.
Anoche mismo, en una ambulancia especialmente acondicionada, fueron movilizados hacia el
Hospital Central de la Policía en Bogotá.
Los siete delincuentes muertos tenían edades entre los 25 y 30 años. Hasta anoche, al cierre de esta
edición, ningún pariente se había presentado en la morgue del hospital local para retirar los cuerpos.
Esta última operación contra Rueda fue dirigida por un alto oficial que, desde hace una semana se
encontraba en la región organizando el asalto sobre la finca en la que se encontraba Rueda.
En las últimas 48 horas, mediante el servicio de informantes, fue ratificada la presencia del criminal
y sus hombres, en el lugar. Pero, cuando el grupo abandonó el predio ayer en la tarde, los comandos
especiales se vieron obligados a actuar. Así, el asalto del Goes preparado para esta madrugada,
nunca se pudo realizar.

La azarosa vida del sicario que asesinó a Luis


Carlos Galán, Jaime Eduardo Rueda Rocha
Estaba al frente de 150 paramilitares y era escoltado por 26
'pájaros' (asesinos), cuando el entonces Grupo de Operaciones
Especiales de la Policía (Goes) lo abatió en un operativo.
Rueda Rocha murió en un enfrentamiento armado con el comando de Inteligencia que le siguió los
pasos durante varios meses, la madrugada del jueves 23 de abril de 1992, al llegar a un restaurante
después de una noche de parranda.
Paradójicamente, el sitio donde se registró el operativo está ubicado en la misma bomba de gasolina
donde en mayo del año pasado la Policía capturó a Miguel Ángel Mejía Múnera, alias 'el Mellizo'.
Allí, en un restaurante llamado La Variante, en la vía que comunica a Honda (Tolima) con La
Dorada (Caldas), murió un policía, otros dos uniformados resultaron heridos y cayó abatido Rueda
Rocha y los 10 guardaespaldas que lo acompañaban, la mayoría ex militares que se habían enrolado
en las filas de los 'paras' del Magdalena Medio.
Rueda Rocha era natural de Yacopí (Cundinamarca) y después de haber sido guerrillero de las Farc
desertó para convertirse en jefe de un grupo de 'pájaros' o sicarios de su pueblo, conocido como 'los
Negritos'. Fue así, como 'pájaro', conoció a Gonzalo Rodríguez Gacha, 'el Mejicano', quien lo envió
al Magdalena Medio para que fuera entrenado por el mercenario israelí Yair Klein.
Alonso de Jesús Baquero, 'el negro Vladimir'; y John Jairo Velásquez Vásquez, 'Popeye', el jefe de
sicarios del cartel de Medellín, le contaron a la Fiscalía que en la reunión en la finca de 'el
Mejicano', conocida como la 'Isla de la Fantasía', donde se planeó el crimen estuvo presente Rueda
Rocha.
'Popeye' también contó que él había sido el encargado de conseguir la ametralladora Mini Atlanta
380, utilizada en el magnicidio, porque, según Rueda Rocha, los disparos de esa arma tenían la
capacidad de traspasar el chaleco antibalas que utilizaba Galán.
El 20 de septiembre de 1989, un mes después del atentado, la Policía capturó al sicario junto con
otros tres hombres: su medio hermano, Evert Rueda Silva, y los hermanos Jaime y Enrique Chávez.
Este último, quien portaba una pancarta el día del crimen, fue quien les reveló a las autoridades
detalles del magnicidio, como que Rueda Rocha no solo había sido el coordinador del atentado, sino
que también había disparado la Mini Atlanta 380 que había enviado 'Popeye' desde Medellín.
El sicario se fugó de la penitenciaría La Picota el 18 de septiembre de 1990 y, de acuerdo con la
versión de 'el negro Vladimir', el DAS lo escoltó hasta el Magdalena Medio, donde el asesino de
Galán comenzó a armar su propio grupo paramilitar.
En marzo de 1992, Rueda Rocha citó al alcalde de Puerto Boyacá, Gustavo Londoño, en un sitio
rural cerca de Honda. El burgomaestre y las tres personas que lo acompañaban fueron asesinadas y
sus cuerpos desmembrados y lanzados al río Magdalena.
Fue por esa época que agentes de Inteligencia, a través de un informante, se enteraron de los
movimientos del sicario en la región de Puerto Bogotá, Yacopí, Honda, La Dorada, Patevaca y
Llano Mateo, en la zona sur del Magdalena Medio.
Con su grupo, el asesino de Galán visitaba constantemente los bares de esas poblaciones y la
parranda la terminaba en algún restaurante, como La Variante, a dos kilómetros de Honda. A las
5:30 de la mañana del 23 de abril de 1992, Rueda Rocha llegó hasta ese establecimiento y se sentó
en una mesa con otros dos hombres, a la entrada del negocio. Sus otros siete escoltas se
acomodaron en otra mesa.
En el momento en el que se disponían a ordenar algo de comer, al frente del lugar frenó
bruscamente una camioneta de platón de la que descendieron 10 hombres del Goes. "Cuando
gritamos: '¡Quietos, Policía!', nos respondieron con una ráfaga", recuerda uno de los integrantes del
Goes que participó en ese operativo hace más de 17 años. La ráfaga acabó con la vida del agente
Juan Castro.
El enfrentamiento armado duró media hora. El asesino de Galán cayó abatido a 15 metros de la
mesa donde estaba sentado, cuando intentaba saltar por una alambrada para huir por un potrero.
Tenía consigo una pistola 9 milímetros.
El 21 de junio de 1992, dos meses después de que Rueda Rocha fuera dado de baja, su medio
hermano José Ever Rueda Silva, quien también participó en el atentado contra Galán, murió
asesinado a balazos en la cárcel La Modelo de Bogotá.

LA CONSTANCIA VENCE...
Cuando ya nadie daba un peso por sus éxitos, el Bloque de Búsqueda se sacó el premio gordo.
Lunes 3 Enero 1994

LA INFORMACION ERA DE primera mano. Si todo hubiera ocurrido como se había planeado, el
regalo del Niño Dios que habrían recibido los colombianos el año pasado habría sido, ni más ni
menos, que la captura de Pablo Escobar. Ese día el grupo de inteligencia del Bloque de Búsqueda
había recibido una llamada de uno de los más cercanos lugartenientes del jefe del cartel de
Medellín.
La llamada puso al tanto a las autoridades del lugar donde
Escobar y su familia celebrarían la noche de Navidad.
La nochebuena estaba programada en una hacienda en el
municipio de Jericó (Antioquia). El informante se
comprometió a comunicarse con las instalaciones del Bloque
tan pronto Escobar llegara a la fiesta. Y así fue. Cerca de la
una de la mañana, el tan esperado santo y seña llegó. Como
no se conocía de antemano el lugar donde estarían, y dado
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que la información se recibió a altas horas de la noche, el


operativo se montó sobre la marcha. Para no despertar
sospechas, el comando de asalto fue camuflado en un camión lechero. A las cuatro y media de la
mañana, los oficiales del Bloque irrumpieron en la casa, donde la fiesta estaba en su apogeo.
Requisaron palmo a palmo el lugar, pero no encontraron nada.
Una hora antes, Escobar había abandonado la celebración. La inquietud y su paranoia no lo habían
dejado disfrutar de la fiesta.
Esta fue la primera vez, desde la fuga, en que el jefe del cartel de Medellín estuvo a punto de caer
en manos de las autoridades. Pasaría casi un año hasta que los efectivos del Bloque volvieran a
pisarle los talones en el municipio de Aguasfrías, de donde inexplicablemente burló un cerco
tendido por más de tres mil hombres. Pero cada vez que algo así sucedía, la convicción de los
hombres que conformaban el comando conjunto diseñado para darle cacería era que sus
posibilidades no podían ser infinitas. Y esas posibilidades se le agotaron 14 meses después, ante el
asedio de los comandos que le fueron restando espacio y limitando recursos.

CUESTION DE TIEMPO
El resultado final no fue fruto del azar. Obedeció a la necesidad, señalada sobre todo por el ministro
de Defensa. Rafael Pardo. de conformar una unidad en que confluyeran todos los esfuerzos hasta
entonces dispersos por hacerles frente a las organizaciones del narcotráfico. En menos de 10 años
los carteles habían logrado consolidarse a tal punto que las autoridades, poco preparadas para hacer
frente a semejante organización, daban palos de ciego para combatirlas. La fuga de Pablo Escobar
de la cárcel de La Catedral precipitó un profundo examen de la situación, y por primera vez se
pensó en conformar un equipo conjunto para hacer frente a las organizaciones narcoterroristas y dar
con el paradero del jefe del cartel de Medellín.
Fué así como hace 14 meses Rafael Pardo llamó a su despacho a uno los hombres que más sabía
sobre el tema, a quien le encomendó la elaboración de un diagnóstico de la situación y de una
estrategia para lograr el objetivo. Unas semanas después, sobre el escritorio del Ministro reposaba
un grueso libro blanco que pronto se convertiría en la biblia del Comando Especial Conjunto,
organismo que sería bautizado por uno de sus creadores como el Bloque de Búsqueda.
Pero una cosa era la teoría y otra la práctica. El audaz plan se proponía capturar a Pablo Escobar en
un plazo máximo de 90 días, antes de que, con el tiempo, el que entonces era un reo fugitivo se
volviera a convertir en el dueño y señor de la organización narcoterrorista. Tres meses después, el
tan esperado objetivo no se había logrado. y no sólo porque Escobar tuviera capacidad económica e
intimidatoria, el dominio sobre el terreno, la capacidad de manipular la información y un elevado
nivel de penetración en los organismos del Estado, sino porque, además, la postura firme de uno de
sus más temidos adversarios varió inesperadamente. La Fiscalía que hasta entonces había tenido las
palabras más duras para con el narcotráfico, comenzó a mostrarse cada vez más dispuesta a
negociar una nueva entrega. Esa tendencia se evidenció con el paso del tiempo, hasta que. en marzo
de 1993. el fiscal General de la Nación, Gustavo de Greiff, se metió en camisa de 11 varas al
afirmar que Escobar no había sido capturado por el Bloque de Búsqueda por la "corrupción,
ineficiencia y cobardía" de sus integrantes. No había terminado aún sus acusaciones, cuando le
llovieron rayos y centellas por parte de la Fuerza Pública y la misma opinión.

TIEMPOS DIFICILES
Mientras esto sucedía, el Bloque de Búsqueda entraba en una etapa de profunda autocrítica. A pesar
de los éxitos obtenidos con los operativos que culminaron con la baja de terroristas de la talla de
Brances Muñoz Mosquera, alias "Tyson". Mario Castaño Molina, alias "El Chopo",. y Johny Rivera
Acosta, alias "El Palomo", el principal objetivo, que era la captura de Pablo Escobar, no se hahía
logrado. Lo que pocos críticos tomaron en cuenta en ese entonces es que precisamente el Bloque se
había propuesto accionar en forma piramidal, vulnerando la organización del cartel de Medellín
desde su base hasta llegar paulatinamente a su cabeza.
Pero no fué este el único inconveniente. Algunos sectores de la opinión aprovecharon el tono dc
crítica de la Fiscalía para sacar a relucir las astronómicas cifras que se estaban invirtiendo en
perseguir una meta que cada vez parecía más lejana. Sin embargo,
hasta ese momento la situación era aún manejable. Nadie podía desconocer que los 360 miembros
del Bloque de Búsqueda trabajaban día y noche en procura de cumplir su misión. y que sus
esfuerzos habían asestado duros golpes al crimen organizado. Además de afrontar los problemas de
la mala imagen, el Bloque se vio obligado a sortear los problemas que implicaba la reticencia que
despertaba su presencia ante las autoridades departamentales.
En estos momentos críticos. la actitud de la Procuraduría General de la Nación no fue de mucha
ayuda. Aunque su presencia fue exigida por los comandantes dcl Bloque para garantizar la
transparencia en los operativos, poco a poco sus exigencias procedimentales terminaron por
entorpecer la capacidad de respuesta de los comandos y por comprometer el resultado final de la
operación. El factor sorpresa de los operativos terminó perdiéndose en un mar dc papeleos y
requisitos burocráticos.

CUESTION DE PACIENCIA
A pesar de los tiempos difíciles, los jefes de operaciones de búsqueda persistían en su labor de
hormiga. Sabían que los resultados no serían inmediatos, y que su trabajo no dependía del azar.
Durante más de un año, allanaron una y otra vez la zona de influencia de Escobar. Lentamente
aprendieron a conocer su modus operandi. Llegaron a convertirse en expertos en identificar caletas,
cfectuar rastreos, reconocer cercos de seguridad y detec tar vías de escape. Y quizás uno de sus
mayores éxitos fue comprender que mientras Escobar estuviera en Envigado o en El Poblado las
probabilidades de encontrarlo serían remotas. Por ello, convirtieron esas dos zonas en las áreas de
mayor actividad, no tanto para atraparlo sino para que no se atreviera a asomarse por allí.
Y cuando ya nadie daba un peso por la captura de Escobar, una llamada al apartamento 2901 de las
Residencias Tequendama en Bogotá activó el operativo con que sonaron las autoridades durante los
499 dias que duró la I fuga. Bastaron tan sólo 20 minutos para reivindicar la iniciativa criolla de
poner bajo un mismo techo a efectivos del Ejército y la Policía, y para diseñar, por primera vez, una
estrategia clara y coherente que diera la medida para combatir efectivamente un enemigo de la talla
del narcoterrorismo. Tras la muerte de Escobar, el Bloque de Búsqueda se convirtió en un modelo
de exportación que muchos países estarían hoy dispuestos a imitar para combatir el crimen
organizado. Si algo quedó igualmente en evidencia ante la comunidad internacional el pasado 2 de
diciembre es que un grupo de hombres son capaces de enfrentar al criminal más buscado del
mundo, pero se requiere una clara voluntad política para hacerles frente a los tentáculos del
narcotráfico.

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Abogados de Maza Márquez piden archivar el caso

Los hilos sueltos del Cartel de Cali y el caso


Galán
Por: Redacción Judicial

El ex presidente Gaviria abrió nuevo debate en el confuso expediente por el


magnicidio.
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Foto: Óscar Pérez - El Espectador

El general (r) Miguel Maza Márquez, horas antes de que se entregara a la justicia.
Sin trascender las razones de peso que llevaron a la Fiscalía a ordenar la privación de la libertad del
ex director del DAS, general (r) Miguel Maza Márquez, como presunto coautor del delito de
homicidio agravado en la persona de Luis Carlos Galán, las conjeturas alrededor del caso se vieron
ayer multiplicadas con un inédito comentario del ex presidente César Gaviria Trujillo, en el que
indirectamente relacionó al oficial de inteligencia con el Cartel de Cali.
Según el ex presidente Gaviria, los norteamericanos le tenían desconfianza a Maza Márquez porque
lo veían cercano al Cartel de Cali y, años después, le sorprendió constatar que, ya en calidad de ex
director del DAS, el general (r) adhirió a la campaña presidencial de Ernesto Samper en presencia
de Alberto Giraldo, un reconocido relacionista de los hermanos Rodríguez Orejuela, que incluso
años más tarde fue condenado en el publicitado proceso 8.000.
La súbita declaración del ex mandatario liberal, que sólo ventiló ante la justicia 20 años después del
magnicidio de Luis Carlos Galán, le suma un ingrediente nuevo al de por sí confuso expediente
contra el general (r) Miguel Maza Márquez. Lo que se sabía hasta el momento es que al ex director
del DAS se le señalaba de haberles facilitado a los asesinos de Galán su acción criminal, a través
del cambio de su jefe de escoltas. Ese grupo de asesinos pertenecía a las autodefensas del
Magdalena Medio.
Es más, el punto de partida de las imputaciones contra Maza fueron las declaraciones del
desmovilizado jefe paramilitar Iván Roberto Duque, quien aseguró que el ex director del DAS se
asoció con las autodefensas del Magdalena Medio con el propósito de combatir a Pablo Escobar.
Eso explicaría también la necesidad de borrar evidencias de este grupo en el magnicidio de Galán.
Sin embargo, la pieza suelta ahora parecen ser los tentáculos del Cartel de Cali.
Evaluando en perspectiva histórica esta circunstancia, hay hechos que si bien no demuestran una
complicidad abierta del Estado con gente del Cartel de Cali para enfrentar al Cartel de Medellín en
los aciagos años 80, sí existen capítulos aislados que comprueban que hubo colaboraciones non
sanctas. Por eso, ahora que se ventila la presunta cercanía del general (r) Maza con el Cartel de Cali,
también sería pertinente que se ahondara en otras facetas de ese presunto vínculo.
Por ejemplo, quedó documentado, aunque un poco perdido en la historia reciente, que en el
operativo que permitió la baja de Gonzalo Rodríguez Gacha en diciembre de 1989, participó un
infiltrado del Cartel de Cali que logró mimetizarse en el de Medellín. Ese personaje, llamado Jorge
Enrique Velásquez y conocido como El Navegante, años después escribió un libro donde detalló
cómo fueron esos contactos y aportes, decisivos para la acción de la Fuerza Pública.
También tuvo una insuficiente investigación el capítulo de Los Perseguidos por Pablo Escobar (Los
Pepes), una despiadada organización criminal que entre 1992 y 1993, según fuentes confiables,
colaboró estrechamente con el Bloque de Búsqueda que logró ponerle fin al capo de capos. Según el
escritor Mark Bowden en su libro Matar a Pablo, hasta el propio Carlos Castaño obró como
informante de la Fuerza Pública para cercar y dar de baja a Pablo Escobar Gaviria.
Pero si el capítulo de Los Pepes, procesalmente, aún es un expediente recortado, el papel cumplido
por el ex coronel de la Policía Danilo González representa un enigma por resolver. Hoy está claro
que Danilo González, siendo todavía efectivo de la Policía, participó activamente en los contactos
de la institución con la gente de Castaño y los capos de los carteles de Cali y del norte del Valle,
para cerrar filas en torno a la lucha común contra Pablo Escobar Gaviria, sus socios, lugartenientes
y secuaces.
Actualmente, al menos en el ámbito bibliográfico, está determinado que el coronel González, de
estelar figuración tanto en los tiempos de persecución a Escobar en el gobierno de César Gaviria
como en la cacería desatada contra el Cartel de Cali, en torno del denominado proceso 8.000, con el
correr de los años, como lo relata el libro de reciente publicación Los Pepes, de Natalia Morales y
Santiago La Rotta, terminó trabajando de la mano de otros dos ex policías que se volvieron capos:
Wílber Varela (Jabón) y Víctor Patiño (El Químico).
Cabe recordar que la guerra entre los carteles de Medellín y Cali tuvo su detonante en enero de
1988, cuando estalló un carro bomba frente al edificio Mónaco de Envigado (Antioquia), donde
habitaba la familia de Pablo Escobar. De ahí en adelante fue evidente que, de alguna manera, el
Estado y el cartel de Cali siempre tuvieron un enemigo común: el capo de capos. Por eso, en el
mundo de lo clandestino para nadie es un secreto que hubo acercamientos con el propósito común
de enfrentar a Escobar.
La pregunta ahora es: ¿En todas esas vueltas estuvo involucrado el general (r) Miguel Maza
Márquez, como lo dejó entrever el ex presidente César Gaviria Trujillo? Y algo más: ¿Estuvo
involucrado el Cartel de Cali en el asesinato de Galán? Hasta el momento, la versión prácticamente
histórica era que la mafia del narcotráfico, en asocio con las autodefensas del Magdalena Medio y el
apoyo de unos cuantos políticos, había sido responsable. ¿Qué tuvo que ver el Cartel de Cali?
Miguel Maza Márquez fue director del DAS hasta la primera semana de septiembre de 1991. Tres
meses antes, Pablo Escobar Gaviria había quedado recluido en la cárcel de La Catedral, luego de un
singular proceso de sometimiento a la justicia a través de decretos de Estado de sitio que fueron
acomodando la ley a sus exigencias. ¿Cómo se vislumbraba el poder del Cartel de Cali en esas
instancias críticas? Conspiraba a la sombra mientras el Estado apaciguaba a Escobar.
Con el tiempo, la justicia terminaría probando que muchos de sus enlaces, que incluso alcanzaron
altas dignidades del Estado, fueron beneficiarios o colaboradores del Cartel de Cali. Por ejemplo,
dos ex ministros del gobierno Barco, Orlando Vásquez y Manuel Francisco Becerra, con el paso de
los años terminaron condenados en el proceso 8.000. Lo mismo que aconteció con oficiales de la
Fuerza Pública o congresistas, como el muchas veces citado Alberto Santofimio.
En otras palabras, sobre la presencia del Cartel de Cali en el Estado colombiano aún hay mucha tela
por cortar, porque el proceso 8.000, que en su momento intentó desentrañar todos los nexos, se
quedó corto en hacerlo. Y ese mismo Cartel de Cali, en los tiempos de la guerra contra Escobar, la
misma época del magnicidio de Galán, entre otros crímenes políticos, jugó sus propias fichas a la
sombra. ¿También estuvo en ellas el asesinato del dirigente Luis Carlos Galán?
Por lo pronto, cabe recordar que Ariel Otero, el sucesor de Henry Pérez en la comandancia de las
autodefensas del Magdalena Medio tras el asesinato de este último en julio de 1991,
comprobadamente tuvo nexos con el Cartel de Cali. ¿Qué efecto tuvieron estas alianzas? ¿En algún
momento cruzaron sus fuerzas asesinas en el complot para matar a Galán? Por ahora existe una
conclusión fáctica, la que aportó el ex ministro Juan Lozano: con la muerte de Galán, el primer
beneficiario fue el Cartel de Cali.
Por eso, más allá de la situación jurídica del general (r) Maza Márquez, que tendrá que resolverse
en las próximas semanas, toda vez que sus abogados ya invocaron el archivo de la investigación
contra su cliente, el comentario del ex presidente Gaviria, para bien o para mal, vuelve a dejar al
desnudo las incontables verdades que quedaron dispersas en la historia reciente del narcotráfico.
Circunstancias que, con la nueva tesis jurídica de la Fiscalía, tampoco debían ser objeto de
prescripción penal.
Entre tanto, el general (r) Maza Márquez continuará recluido en el Centro de Estudios de la Policía
(Cespo), mientras la Fiscalía avanza en el recaudo de nuevas pruebas que, de una vez por todas, le
den el ritmo y la orientación que desde hace 20 años debió tener la investigación por el magnicidio
de Luis Carlos Galán. No sólo para esclarecer quiénes fueron los autores materiales, sino para saber
quiénes más hicieron parte del complot que acabó con la vida del hombre que iba a ser el presidente
de Colombia a partir de agosto de 1990.
Debate por la tesis de la Fiscalía
La tesis de la no prescripción del caso Galán tiene divididas las opiniones de los expertos. “Este es
un país de ironías. Antes que declarar la muerte de Galán como un genocidio o como un delito de
lesa humanidad, debieron haberlo hecho con los más de 3.000 muertos de la Unión Patriótica”,
expresó el abogado José Ricardo Mejía. El magistrado Augusto Ibáñez, presidente de la Corte
Suprema, manifestó que el reto de la Fiscalía era demostrar que el asesinato de Galán cumple con
los requisitos para calificarlo crimen de lesa humanidad. Y Eduardo Carreño, integrante del
Colectivo de Abogados José Alvear, consideró que el punto fundamental es exponer que hubo
intención de un grupo de agentes del Estado en eliminar al Nuevo Liberalismo como una expresión
política de oposición en Colombia.

GUERRA OTRA VEZ?


NaciónLA MUERTE DE ARIEL OTERO PARECE INDICAR QUE SE REANUDO LA GUERRA
ENTRE LOS CARTELES DE LA DROGA

CUANDO PABLO ESCOBAR GAVIRIA SE ENtregó a las autoridades, el 19 de junio del año
pasado en la cárcel de Envigado, el país tuvo la certeza de que se le estaba poniendo punto final a
una de las guerras más sangrientas que haya vivido Colombia en su historia contemporánea. Con
Escobar tras las rejas, acompañado de sus principales lugartenientes, y con parte de su organización
militar desmontada, también se llegó a pensar que la guerra entre los carteles de Medellín y Cali
había cesado.

Sin embargo, apenas comenzaba el año cuando los colombianos fueron sorprendidos por una serie
de noticias que empezaban a dar la impresión de que las cosas podrían ser distintas. Nuevos
episodios de sangre y acusaciones de un bando al otro dejaron al descubierto que si bien los dos
grandes ejes de Pablo Escobar y Gilberto Rodríguez Orejuela no emitían abiertamente una
declaración de guerra, el enfrentamiento entre las dos organizaciones parecía estar más caliente que
nunca.

Desde finales del año pasado se registraron en el Valle una serie de asesinatos y de atentados
fallidos, cuyo común denominador era el de tratarse de personas poco conocidas, pero que las
autoridades tenían ubicadas como vinculadas al tráfico de drogas. En un principio fueron
interpretados como ajustes de cuentas entre bandas de traficantes, pero a medida que la oleada de
violencia aumentó empezó a surgir la sospecha de que se podía tratar del antiguo enfrentamiento
entre los carteles de Cali y Medellín.

El primer campanazo del año sonó el pasado seis de de enero. A los medios de comunicación llegó
un comunicado con el membrete de Los Extraditables" en que se anunciaba la reactivación de su
aparato militar para contrarrestar las acciones emprendidas por el cartel de Cali. En el mensaje se
acusaba directamente a Gilberto Rodríguez de haber entregado a la DEA información sobre el
paradero de Dandenys Muñoz, alias. "La Quica", que terminó con su captura el 25 de septiembre
del año pasado en una calle de Nueva York, También señalaban a Rodríguez Orejuela de haberle
dado protección a Ariel Otero, a cambio de llevar a cabo un plan para atentar contra los miembros
del cartel de Medellín y sus familiares. De igual manera el comunicado señalaba que Jorge Enrique
Velásquez González, "EI Navegante", quien pertenece al grupo de Cali, fue la persona que entregó
información a las autoridades para dar con el paradero de Gonzalo Rodríguez Gacha, "EI
Mexicano", abatido en un operativo por el Cuerpo Elite de la Policía en Coveñas el 15 de diciembre
de 1989. Era la primera vez que el llamado grupo de "Los Extraditables" se pronunciaba desde la
entrega de Pablo Escobar y desde el anuncio de la desmovilización de su aparato militar. La caída
de la extradición y el juzgamiento de narcotraficantes en Colombia parecían ser razones de
suficiente peso como para dar por terminada la organización que sembró el terror en Colombia
durante los últimos cinco años.

Por eso las mismas autoridades y los cuerpos de seguridad del Estado tenían serias dudas sobre la
autenticidad del comunicado. A eso se sumó que 24 horas después eI propio Pablo Escobar, en una
carta con su firma, huella digital y con el sello de la dirección de la cárcel de máxima seguridad de
Envigado, negó tener cualquier relación con el mensaje aparecido el día anterior. Y afirmó que
mantenía una firme voluntad de respeto por la paz, por la justicia y por la democracia en
Colombia".

La respuesta del jefe del cartel de Medellín dejó en el aire una serie de interrogantes que se han
convertido en un rompecabezas para las autoridades. En primer lugar, si Escobar no conocía la
elaboración y distribución del comunicado y éste a su vez es auténtico echo que no se ha descartado
para los organismos de seguridad existe la posibilidad de que se haya presentado una disidencia en
la organización de Medellín y que muchos de sus antiguos socios hayan decidido montar toldo
aparte.

Esta hipótesis se basa en que muchos de los miembros del cartel de Medellín sufrieron en carne
propia los rigores de la guerra que libró Pablo Escobar contra el Estado. Ellos pagaron millonarias
"vacunas" en dólares para financiar el aparato militar de Escobar.

Pero si hay interés de los socios de Escobar por reactivar una guerra a cambio de saldar viejas
cuentas, también hay muchos enemigos suyos que no perderían la ocasión de buscar justicia por sus
propios medios y cobrarle al jefe del cartel de Medellín las deudas pendientes en distintos campos.
Por eso las autoridades tampoco descartan la posibilidad que detrás de todo esto estén las manos de
personas que no pertenecen a ninguno de los dos bandos, pero que conocen a fondo la estructura de
los carteles, y tienen los elementos para producir un comunicado como el que salió el pasado seis de
enero. Para las autoridades, el comunicado de "Los Extraditables" tiene muchos elementos ciertos,
pero no concuerda con la forma tradicional de sacarlos a la luz pública. "Al denunciar que eI cartel
de Cali entregó a "La Quica" y a Rodríguez Gacha se contradice la forma en que opera la
organización militar del cartel de Medellín. Durante todos estos años de guerra demostraron
queprimero han realizado sus acciones y despues dicen las razones por las cuales las lIevaron a
cabo. En este caso se pretendió denunciar un secreto a voces para buscar una desestabilización y
prender la chispa que lIevara de nuevo a la guerra", señaló a SEMANA uno de los investigadores.

Pero independientemente de la autoría real de ese comunicado, y aunque los dos grandes capos de
los carteles no están en primera línea de combate, lo cierto es que hay una reactivación de la
violencia en las últimas semanas, la cual ha dejado un reguero de muertos pertenecientes a ambos
bandos. Según estadísticas de los organismos de seguridad, en los últimos seis meses cerca de 50
personas vinculadas a las organizaciones del narcotráfico han sido asesinadas.

¿Pero cuáles son las razones que hay en el fondo para reactivar una guerra entre los dos carteles?
Muchas son las teorías que se han manejado al respecto. Para los organismos de seguridad existen
tres hipótesis sobre las causas del recrudeeimiento de esa batalla campal.

La primera tiene que ver con la detención de Dandenys Muñoz en Nueva York. SEMANA
estableció con fuentes de los organismos de seguridad que la detención del jefe de sicarios del
Cartel de Medellín fue posible gracias a una información concedida por una persona que se
identificó como miembro del cartel de Cali. "El informante sólo se limitó a decir que 'La Quica'
estaba en Los Angeles y que teníamos que apresurarnos o si no perdíamos su rastro", indicó una
fuente de los organismos de seguridad.

De acuerdo con información oficial, "La Quica" estuvo en cuatro oportunidades en Estados Unidos.
La segunda de ellas fue llevado por un hombre que se conoce como "El Piloto", quien hoy se
encuentra detenido en una cárcel estadounidense. En esa oportunidad, Dandenys Muñoz hizo
contacto con miembros del cartel de Cali y se ofreció para trabajar con su organización. La
propuesta de "La Quica", al parecer, debió no ser tan descabellada a pesar de que la gente de Cali
sabía de su cercanía y amistad con Escobar. Pero Dandenys Muñoz ofreció algo que ninguna otra
persona del narcotráfico podía ofrecerle a la gente de Cali: llevarse a esas filas a los agentes
distribuidores de Medellín en Nueva York y manejar el 100 por ciento del negocio. Lo cual podría
significar una cifra cercana a los 20 mil millones de dólares anuales.

A pesar del atractivo ofrecimiento, la decisión no se podía tomar de inmediato. No dejaba de ser
sospechoso que uno de los hombres que más dolores de cabeza le había causado al cartel de Cali les
estuviera pidiendo trabajo, aun a pesar de todos los episodios ocurridos en los últimos meses, entre
ellos la entrega del número uno de su organización. Por eso le comunicaron que tenía que esperar
algunos días para recibir una respuesta. "La Quica" regreso a Colombia, y después de permanecer
unas semanas en Medellín fue contactado por la gente de Cali que le llevó el mensaje de que que
había la posibilidad de llegar a un acuerdo. Para que eso ocurriera era necesario viajar a Cali y
finiquitar allí la negociación. Después de su visita a la capital del Valle, Dandenys Muñoz se alistó
para viajar a Nueva York y emprender su nuevo trabajo.

Sin embargo, según las autoridades, "La Quica" tenía en mente un plan distinto. "Sabemos de
información de primera mano que Dandenys Muñoz se reunió con Pablo Escobar en la cárcel de
Envigado días antes de salir para Estados Unidos. Estuvo en compañía de su hermano Tayson.
Cuando viajó a Los Angeles, la organización del cartel de Cali ya sabía de esa visita y por ese
motivo se produjo su entrega", señaló a SEMANA una fuente oficial.

Pero es posible que el enfrentamiento no se esté dando en los términos en que se ha manifestado en
el pasado. Podría haber, según los investigadores, una nueva fuerza que aún no se ha dejado ver con
total claridad. Se trata de la aparición de un nuevo cartel del narcotráfico que se ha dedicado en
forma intensa al manejo de los cultivos de la amapola. Para las autoridades, este es un grupo
particularmente violento, lo cual es una afirmación contundente si se tienen en cuenta los
antecedentes de los narcos en esta materia.

Sus miembros son antiguos militantes de los dos principales carteles de la droga, quienes
encontraron en el procesamiento de la heroína un negocio mucho más lucrativo y rentable que el de
la coca. Su interés es poder penetrar los mercados internacionales que hoy están en manos de Cali y
Medellín, y que por su fortalecimiento son muy difíciles de desplazar. Para este sector, un
enfrentamiento armado entre ambos bandos. y en unas dimensiones tales que logre producir
prácticamente el exterminio de sus jefes. sería la mejor alternativa en las actuales circunstancias.
Según las autoridades, el nuevo cartel no sólo pretende manejar el trafico de heroína sino que
también busca abastecer la demanda de cocaína, especialmente en Estados Unidos. Por esta razón,
los organismos de seguridad creen que detrás de los asesinatos y de las revelaciones del
comunicado aparecido el seis de enero, bien pueden estar los miembros del nuevo cartel de la
amapola. Su trayectoria como socios de Cali y Medellín les permitió conocer en detalle las cuentas
pendientes que había entre una y otra organización, y qué mejor que sacar los trapos al sol en un
momento en que la situación sería más que favorable para los nuevos hombres del negocio de los
narcóticos.

"El cartel de la amapola es una organización conformada por narcotraficantes de los dos sectores
Cali y Medellín que representaron en su momento las posiciones más violentas y radicales. Ellos
han tenido como método para saldar cuentas el del terrorismo, saben de las debilidades de uno y
otro bando, y saben además que si logran sacar provecho de ello, están ante la perspectiva de
convertirse en los líderes mundiales en eI mercado de la droga. Eso no se puede desconocer y no
sería nada raro que ellos fueran los primeros interesados en que Cali y Medellín reanuden su
guerra", dijo a SEMANA uno de los investigadores de los organismos de inteligencia del Estado. Lo
que no está claro para los investigadores es si la violencia que se está registrando por estos días
significa que los carteles cayeron en la celada y se están enfrentando, o si los nuevos sectores están
actuando solos.

La tercera hipótesis que barajan los investigadores es la de que buena parte de los episodios de
violencia vividos en las últimas semanas en Cali y Medellín giran alrededor del jefe de las
autodefensas del Magdalena Medio, Ariel Otero, cuyo cadáver apareció el viernes de la semana
pasada en un paraje cercano a Puerto Boyacá. Otero fue encontrado en la glorieta de la carretera
central que conduce de Bogotá a Medellín, a 15 kilómetros de Puerto Boyacá. Un campesino de la
región encontró el cuerpo del hombre que durante cinco meses dirigió a las autodefensas y que un
mes antes había entregado parte de sus armas. Otero había sido asesinado dos días antes,
posiblemente en Cali, y su cuerpo apareció con señales de tortura y con un letrero pintado a la altura
de su pecho que decía: "Ariel Otero: por asesino, ladrón y traidor ".

Este ex teniente del ejército, que llegó hace 12 años al Magdalena Medio con el fin de combatir a la
guerrilla, se convirtió en los dos últimos meses en el hombre más amenazado del país. Después del
asesinato de Henry de Jesús Pérez, el 20 de julio del año pasado, asumió la dirección de una
organización dedicada fundamentalmente a combatir a la guerrilla, pero que en su relativamente
corta trayectoria había estado vinculada al narcotráfico y, posteriormente, enfrentada a muerte con
el cartel de Medellín. A comienzos del año pasado las autodefensas le declararon la guerra a Pablo
Escobar y en esa guerra no fueron pocos los muertos de bando y bando. En medio de ese
enfrentamiento, y durante un acto religioso en la catedral de Puerto Boyacá, fue asesinado Henry
Pérez por un sicario que le disparó a quemarropa ante la mirada de los 27 guardaespladas que tenían
la responsabilidad de su seguridad. Minutos después del crimen, Otero señaló a Escobar como el
autor intelectual de la muerte de Pérez, a pesar de que el jefe del cartel de Medellín ya se había
entregado a las autoridades en Envigado.

Cinco meses después de la muerte de Pérez, Otero decidió llevar a cabo la desmovilización del
movimiento. En esa ocasión señaló que lo hacía para evitar una guerra entre las mismas directivas
de las autodefensas, pues había tantas armas y tantas envidias que no había razón para acabar con la
paz de una zona que combatió durante tantos años a la guerrilla. Sus detractores, los mismos que
combatieron al lado de él a los frente de las FARC, lo acusaron de " vendido y ladrón" y lo
setenciaron a muerte. Cuando se llevó a cabo la desmovilización de las autodensas, que al final fue
de apenas 400 hombres que entregaron 600 armas por un costo de dos mil millones de pesos, Otero
desapareció del panorama y muchos pensaron que no se volvería a oír hablar de él.

Pero la historia habría de ser bien distinta. Una semanas después de la entrega se conoció que Otero
había abandonado a Puerto Boyacá rumbo a Cali, donde recibió protección de un sector del cartel
de (cali conocido como la "Organización del Norte del Valle". "Otero no tenía otra opción. O se
aliaba con eI cartel de Cali o tenía que salir del país. Tenía demasiados enemigos. Por eso decidió
unirse a la gente de Cali, posiblemente a cambio de organizar un plan para matar a Pablo Escobar
en Envigado ", dijo a SEMANA una fuente de los organismos de seguridad.

Lo cierto es que el propio comandante dc las autodefensas sostenía que había comprado un terreno
cerca a la cárcel de Envigado y que allí mantenía 35 hombres que vigilaban día y noche los
movimientos de la cárcel de máxima seguridad donde se encuentra Pablo Escobar. Dos días después
de la carta, en el que Escobar desmiente su participación en la elaboración del comunicado de " Los
Extraditables ", Ariel Otero envió una nota a la prensa en la que afirmó que Escobar pretendía
desinformar y confundir a la opinión pública para justificar atentados contra la ciudadanía. En esa
misma carta dijo igualmente que no estaba bajo la protección de Rodríguez Orejuela, pero que sí se
encontraba en Cali, donde había sido objeto de un atentado el 27 de diciembre en una zona conocida
como Paso-Ancho. Las autoridades confirmaron a SEMANA que ese día se desactivaron tres
bombas en ese sector, que estaban dirigidas contra Otero y "El Navegante", quienes se encontraban
reunidos en una casa.

No se descarta, sin embargo, que los autores de la muerte de Otero se encuentren entre sus viejos
compañeros de filas. De acuerdo con los informes oficiales, desde la muerte de Pérez comenzó una
guerra interna por la comandancia del movimiento de autodefensas. El nombramiento de Otero creó
serias discrepancias al interior de la organización y un sector culpó del asesinato de Pérez al propio
Otero. Sólo dos meses después el nuevo comandante de las Autodefensas contó lo que había
ocurrido con Pérez. En esa oportunidad no relacionó de manera directa a Escobar con el asesinato y
dio nuevas pistas sobre lo ocurrido ese 20 de julio en Puerto Boyacá: "Miembros de la dirección de
las Autodefensas vendieron a Pérez por 500 millones de pesos a la organización de Víctor Carranza.
El quería apoderarse de esta zona para comenzar a manejar eI negocio del lavado de dólares con un
grupo muy poderoso de narcotraficantes que opera en esta región. Por esa razon nos vimos en la
obligación de llevar a cabo una limpieza al interior del movimiento y ejecutar a tres de sus
miembros que participaron en esta acción", señaló Otero.

Los organismos de seguridad del Estado reflejan un cierto grado de confusión en medio de toda esta
maraña de violencia sin origen inmediato conocido. Lo que sí es claro para ellos es que el país está
ante episodios producidos por el narcotráfico, pero afirman que el esquema de amistades y
enemistades de esos sectores de delincuentes ha llegado a tal grado de complejidad, que las
manifestaciones de violencia se han vuelto igualmente oscuras. Para los investigadores es posible
que esté sucediendo una de dos cosas: el inicio de una nueva etapa de la ya tradicional lucha entre
los carteles de la droga, o el nacimiento de un tercero en discordia que podría hacer de este
enfrentamiento un choque de colosos de una violencia sin precedentes.

YO ENTREGUÉ A LEONIDAS VARGAS: EL


NAVEGANTE
Jorge Velásquez González El Navegante , el hombre que
participó en la operación que condujo a la muerte de José
Gonzalo Rodríguez Gacha El Mexicano , reconoció ayer haber
suministrado la información que terminó con la captura del
presunto narcotraficante Leonidas Vargas Vargas. Velásquez,
quien se encuentra amparado bajo el Programa de Protección
de Testigos del Gobierno, dijo que desde 1991 venía
efectuando tareas de inteligencia al interior de la organización
que controlaba Vargas en diferentes ciudades del país,
especialmente en el Caquetá.
Las revelaciones de El Navegante están contenidas en una carta de respuesta enviada ayer a Vargas,
quien, através de otro mensaje a la Fiscalía, lo acusó de intento de homicidio.
Es absolutamente cierto le dice Velásquez que fui yo quien entregó información a la Policía para su
captura. Y lo hice, no por lograr rebajas de condena, porque no tengo cargos para tanto .
El informante afirmó, además, que luego de la muerte de El Mexicano recibió una importante suma
de dinero como retribución por la muerte del jefe militar del Cartel de Medellín, ocurrida en
diciembre de 1989.
Recibí una jugosa recompensa; tanto, que me di el lujo de rechazar la que en ese momento ofrecían
otras instancias , dijo.
Al reafirmar su cooperación en la búsqueda y localización de Vargas, El Navegante afirmó que lo
que hice con usted al entregar información para su ubicación en Cartagena, lo hice con los mismos
argumentos y principios que me llevaron a infiltrarme (...) la paz del país y la guerra al terrorismo .
El Navegante dijo que a principios de octubre de 1991, tras lograr el ingreso a la organización de
Vargas, infiltró a un segundo hombre para realizar tareas de seguimiento contra el presunto jefe de
ese grupo de narcotráficantes.
El delator reveló que conoció a Vargas desde hace tres años en Cartagena, mientras efectuaba las
tareas de inteligencia tendientes a lograr la captura de El Mexicano en esa zona del país.
El Navegante dijo, además, tener informaciones de inteligencia que indican que tras la muerte de El
Mexicano , Vargas asumió el control de la infraestructura que había montado el narcotraficante en
Caquetá y Cundinamarca.
Velásquez dijo, además, que en su contra no existe ningún proceso por narcotráfico o terrorismo y
señaló que la única acusación por la que es investigado es el porte ilegal de armas. Estoy procesado
dijo por un malentendido porte ilegal de armas .
Al hacer referencia al supuesto plan para asesinar a Vargas en los calabozos de la Dirección de
Policía Judicial e Investigación (Dijin), en donde permanece recluido, Velásquez afirmó que fui
precisamente quien exigió que todos comiéramos de la misma comida, tanto usted como yo, para
evitar un envenenamiento .
El informante aseguró, también, que fue él quien develó ante el comando de la Dijin la existencia de
un complot para que un agente de ese organismo colocara cianuro en las comidas de todos los
detenidos allí.
El Navegante afirmó que por la ejecución de ese plan criminal se pagaríann cien millones de pesos.
De ese plan, que realmente existió, hay constancia escrita y verbal en poder de los comandantes de
la institución .
Soy un fabricante de guerras, pero las fabrico cuando se trata de lograr la paz dijo El Navegante . Le
cuento que la que sostuve con su ex jefe durante nueve meses yo la fabriqué. Pero no es usted el
más indicado para ponerla en tela de juicio, porque sobre esa guerra, el país ya falló. Y todos
ganamos... .

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La realidad detrás de la ficción: 'Escobar, el patrón del mal'

El otro capo que ensangrentó a Colombia


Por: Redacción Ipad

Si de alguien puede hablarse sin equívocos que fue un hombre tan violento y
sanguinario como poderoso y corruptor es de Gonzalo Rodríguez Gacha.
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El actor
Juan Carlos Arango personificó a Gonzalo Rodríguez Gacha.
Seguramente Pablo Escobar Gaviria fue más famoso y su nombre le dio la vuelta al mundo por su
osadía criminal como capo de capos, pero Rodríguez Gacha, más conocido como ‘El Mexicano’,
protagonizó un capítulo aparte de agresividad y delito, asociando su nombre a varios de los
episodios más dolorosos en la historia contemporánea de Colombia.
El viernes 15 de diciembre de 1989, junto a seis individuos más que lo acompañaban, entre ellos su
hijo Freddy, finalmente murió en su ley enfrentando a la Policía cerca a las playas de Sucre. La
versión oficial de las autoridades fue que resultó abatido después de una cinematográfica
persecución desde Cartagena. No obstante, el informante que lo delató aseguró que en el momento
crucial y al verse vencido por la Policía, para evitar su captura se suicidó volándose la cabeza con
un artefacto explosivo.
Cualquiera sea la realidad, lo cierto es que recordar la saga asesina de Gonzalo Rodríguez Gacha es
refrescar la memoria de una secuencia trágica del país con varios capítulos de exacerbada violencia.
Nacido en mayo de 1947 en una vereda del municipio de Pacho (Cundinamarca), desde muy joven
entendió que el rebusque era su destino para salir de la pobreza. Así lo hizo desde que emigró a
Bogotá y trabajó desde mesero y ayudante de buses hasta comerciante en el sector de San Victorino.
Pero un día cambió su vida porque viajó a Muzo (Boyacá) para iniciarse en el negocio de las
esmeraldas, y rápidamente entró a convertirse en uno de los protegidos de quien entonces era el zar
de esta actividad: Gilberto Molina Moreno. De su mano empezó a moverse a sus anchas por Muzo,
Quípama, Borbur, Otanche o Chiquinquirá, no sólo aprendiendo los secretos de la minería, sino
también entendiendo que en ese negocio muchos asuntos tenían que saldarse a bala. De ahí que se
hablara de la guerra verde.
En poco tiempo Rodríguez Gacha se volvió la mano derecha de Gilberto Molina, y a su lado
aprendió cómo hacerse respetar con la ley del gatillo. Sin embargo, de manera paralela al negocio
de las gemas, empezaba a abrirse paso el narcotráfico. Gilberto Molina también tenía sus sembrados
de coca, pero Rodríguez Gacha resultó aún más audaz en esta actividad y, con el apoyo de Verónica
Rivera de Vargas, en los años 70 una de las emperatrices de la cocaína, se transformó en un
verdadero capo del narcotráfico.
Esa trasformación lo llevó a elegir una región del país para expandir su propio imperio. Lo hizo en
la zona del Magdalena Medio, entre Santander y Antioquia, donde también se relacionó con el
grupo de narcotraficantes que le daban estructura al llamado Cartel de Medellín. En poco tiempo,
junto a Pablo Escobar Gaviria, los hermanos Ochoa Vásquez y otros mafiosos de la zona,
Rodríguez Gacha se volvió un acatado jefe del delito y un adecuado socio para los promotores del
narcotráfico desde el departamento de Antioquia.
En 1981, cuando el M-19 secuestró a Martha Nieves Ochoa y los mafiosos decidieron crear el
movimiento Muerte a Secuestradores (MAS), uno de los principales financiadores de esta empresa
criminal fue Gonzalo Rodríguez Gacha. De paso, ‘El Mexicano’ encontró una razón adicional para
alentar su odio enfermizo contra todo aquello que oliera a izquierda o a grupos guerrilleros. Por esa
misma razón, cuando nació la Unión Patriótica, se trasformó en uno de los principales gestores de
su exterminio.
En 1984, cuando el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, inició sus señalamientos
contra los capos de la droga, uno de los mencionados fue precisamente Rodríguez Gacha. Pero en
ese momento, ya ‘El Mexicano’ era todo un potentado. Tenía grandes extensiones agrícolas,
innumerables propiedades y negocios con fachada legal. Además del Magdalena Medio, también
había elegido otra zona de expansión: el departamento del Meta. Allá llegó con sus sicarios y sus
rutas para la cocaína.
En los tiempos de la guerra del Cartel de Medellín contra el Estado y la sociedad colombiana,
Rodríguez Gacha fue quien llegó más lejos en términos de barbarie. Pero no solamente fue uno de
los artífices de los incontables actos criminales de los mafiosos que secundaron la aventura asesina
de Pablo Escobar Gaviria, sino que por su propia cuenta y utilizando su arma predilecta de filtrar y
comprar a miembros de la Fuerza Pública, desplegó su propia violencia contra la UP, contra los
políticos tradicionales y hasta con sus propios socios.
En 1988, cuando ya el país sufría las consecuencias de la guerra abierta entre guerrilla,
paramilitarismo y narcotráfico, entre otras expresiones ilegales, Rodríguez Gacha ya era un coloso
de la guerra. Pero al mismo tiempo un gran empresario, al punto que la revista Forbes, en junio de
ese mismo año, lo catalogó como uno de los hombres más ricos del mundo. Entre sus inversiones,
de años atrás ya fungía como uno de los principales accionistas del equipo profesional de fútbol,
Millonarios de Bogotá.
No obstante, Rodríguez Gacha sabía que su imperio tenía muchos enemigos y por eso se asoció con
los pares de su negocio para extender sus actos de intimidación y de violencia. Uno de ellos fue
Fidel Castaño, promotor de grupos paramilitares en el departamento de Córdoba y la región del
nordeste antioqueño. De esta alianza y del apoyo del propio Escobar Gaviria y otros secuaces,
surgieron incontables masacres de campesinos, o llegaron a Colombia mercenarios israelíes y
británicos para aprender técnicas terroristas que luego pusieron en práctica.
Hasta que llegó el año 1989 que, de alguna manera, significó un punto de quiebre para todos.
Empezando por el propio Rodríguez Gacha, que en febrero de ese año protagonizó una de las más
cruentas matanzas de la época. En área rural de Sasaima (Cundinamarca), sus secuaces asesinaron a
tiros a quien había sido su primer benefactor, Gilberto Molina. Junto a él fueron masacradas 14
personas más. Desde ese momento, a sus guerras contra el Estado o contra la izquierda democrática,
sumó también la reedición de la guerra verde contra sus antiguos socios.
En ese momento ya era claro que Rodríguez Gacha no tenía límites a la hora de imponer su ley. Sus
dominios territoriales se expandían por el Meta, el Magdalena Medio, el departamento de Sucre,
algunos municipios de Cundinamarca y hasta tenía extensiones en el Putumayo o el Caquetá. En esa
pelea por volverse el gran barón de la droga y del paramilitarismo, libró una guerra a muerte con las
Farc a quien además acusaba de haberle sustraído unos cargamentos de droga, pero en asocio con
Pablo Escobar siguieron en la ruta de los carros bomba y los asesinatos selectivos.
El más sentido de ellos, desde la perspectiva política, fue el del asesinato del casi virtual presidente
de la República, Luis Carlos Galán. Aunque el magnicidio fue obra del Cartel de Medellín, la
autoría material corrió por cuenta de los hombres de Rodríguez Gacha. El comando que perpetró el
atentado del 18 de agosto de 1989 en la plaza central de Soacha, era suyo. El asesino material de
Galán, el sujeto conocido como Jaime Rueda Rocha, era uno de sus principales lugartenientes y uno
de los principales alumnos que tuvo el mercenario israelí, el coronel (r) Yair Klein.
Pero después del asesinato de Galán empezó la retirada de ‘El Mexicano’. Aunque algo tuvo que
ver, al menos en la planeación, en los atentado contra El Espectador, Vanguardia Liberal, el avión
de Avianca o el edificio del DAS, amén de otros cuantos hechos de violencia en ese año trágico,
Rodríguez Gacha empezó a vivir su propio ocaso. Además, sin que lo supiera, otros de sus
enemigos ya habían planeado cómo colaborarle al Estado para sacarlo de circulación. Los capos del
Cartel de Cali que encontraron la forma de infiltrar su organización con miras a delatarlo.
Es la historia particular de Jorge Enrique Velásquez, alias ‘El Navegante’, quien recibió un millón
de dólares para infiltrarse en el Cartel de Medellín, y fue la persona que, con el concurso de los
hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, dio la información clave a la Policía para dar con
el sitio donde se ocultaba Gonzalo Rodríguez Gacha. Una operación cuya fase culminante se vivió
en Cartagena, hasta donde llegaron las autoridades para capturarlo, con el apoyo de la DEA de
Estados Unidos.
Sin embargo, como ‘El Mexicano’ también tenía sus informantes, el 14 de diciembre de 1989 eludió
el cerco y por vía marítima huyó con sus principales hombres hacia el puerto de Coveñas (Sucre).
Lo que no sabía Rodríguez Gacha es que ‘El Navegante’ también le dijo a los perseguidores hacia
donde se había movido el capo. Por eso, una vez ‘El Mexicano’ entró a Coveñas, ya tenía encima a
la Policía. A bordo de un camión Chevrolet rojo huyó por la vía entre Tolú y Sincelejo, siempre
acosado por la Fuerza Pública.
En esa persecución, y en el momento en que ya era imposible mantenerse por una vía pública,
Rodríguez Gacha y sus acompañantes se internaron en la zona rural tratando de ocultarse en un
platanal. Pero en ese momento ya una patrulla de Infantes de Marina se había asomado al asedio.
De ahí en adelante surgen las dos versiones: la oficial que afirma que una bala calibre 7.62 de la
Policía le dio en el rostro y le causó la muerte; y la de ‘El Navegante’ que sostiene que en el
momento de la captura, después de hacer una seña obscena, ‘El Mexicano’ se voló la cabeza.
Lo cierto es que ahí terminó la aventura asesina de Gonzalo Rodríguez Gacha. Los cadáveres fueron
trasladados al Hospital Regional de Sincelejo donde los medios de comunicación tomaron las fotos
e imágenes que conoció Colombia. Después, junto al cuerpo sin vida de su hijo Freddy, el cadáver
de ‘El Mexicano’ fue remitido a Pacho (Cundinamarca), donde fue finalmente sepultado en medio
de una multitudinaria ceremonia a la que asistieron decenas de personas que habían recibido alguna
ayuda económica de quien también quiso vender la imagen de ser un Robin Hood moderno.
La muerte de ‘El Mexicano’ dejó a Escobar Gaviria sin un socio clave en su campaña de
intimidación contra el Estado y la sociedad, pero también puso en aprietos a las autoridades para
saber qué hacer con su fortuna. Fueron varios años buscando y encontrando caletas, incautando
bienes o peleando con sus herederos para extinguir el dominio de sus propiedades mal adquiridas.
Hoy, 23 años después de su muerte, la leyenda negra de Gonzalo Rodríguez Gacha puede recontarse
entre sus múltiples herederos que siguieron en la tarea de convertir a Colombia en el escenario de su
barbarie.

¿Abatidos o suicidados?
NaciónCasi nadie cree la versión de que Escobar se suicidó. Lo que no es imposible es que "El
Mexicano" lo haya hecho. "El Navegante", el narcotraficante que lo delató, publicó esta versión
sobre la muerte del capo.

RODRIGUEZ GACHA CAYO porque lo delataron. "El Navegante", un hombre infiltrado del cartel
de Cali, se ganó su confianza hasta pasar con él, en la misma casa, la última noche de su vida. En la
mañana del 15 de diciembre, esta semana hace cuatro años, les entregó la informacion a las
autoridades colombianas sobre la ubicación de "El Mexicano", y las acompañó en la persecucion
que desembocó en la muerte del narcotraficante. "EI Navegante" posteriormente se entregó,
colaboró con la Fiscalía y se acogió al programa de protección de testigos en el exterior. Publicó un
libro titulado "Cómo me infiltré y engañé al cartel". En este, con la autoridad de haber sido el
principal protagonista del operativo, asegura que antes de que le dispararan, Rodríguez Gacha se
voló la tapa de los sesos con una granada. Esta es su version textual:
Mi misión en el helicóptero era la de ubicar desde el aire exactamente el lugar de la cabaña donde
El Mexicano y los demás estaban esperando el arribo de la lancha. Lindo, por su parte, tenía la
misión de llevar la lancha hasta la orilla, por la parte trasera de la cabaña, el mismo sitio donde
habiamos llegado en la manana. El, acompañado del mayor con pinta de gringo, debía esperar a que
desembarcaran los hombres que llevaba tendidos en el suelo de la lancha. Todos muy bien armados
y listos para la acción. Eramos conscientes de la posibilidad de bajas en nuestras filas, pero
contábamos con el factor sorpresa y el apoyo desde el aire... Hacia las 11 de la mañana estábamos
sobrevolando las playas de Coveñas. Ya había salido el sol, y me llamó poderosamente la atención
el que hubiera tanta gente tomando el sol. Llegamos a la cabaña, apartándonos lo suficiente para
que no nos divisaran desde abajo. Pero no vimos mi lancha, que a esa hora ya debería estar en el
lugar. Sin embargo, alcanzamos a ver gente en la cabaña, pero no salía nadie hacia la carretera o la
playa. En parte di gracias a Dios porque el operativo no se hubiera registrado ahí mismo, debido a
que ya era mucha la gente y los turistas que se paseaban por el lugar, y las bajas habrían sido
muchas, esencialmente de inocentes que nada tenían que ver. Con el mayor que me acompañaba,
decidimos sobrevolar otro rato la cabaña, durante unos 15 minutos. Desde la compuerta derecha del
helicóptero, al lado de artillero, pude apreciar a El Mexicano, a La Yuca, y a Freddy Gonzalo, que
desesperados corrían de un lado para otro en la habitación. Era evidente que habían confiado en mi
hasta el último minuto, y que aún esperaban mi llegada en la en la lancha para sacarlos de ahí.
Mientras el desespero cundía en el salón donde se encontraba Rodríguez Gacha, los dos
helicopteros sobrevolaban la casa y la playa, uno para mantener a los hombres encerrados en la
cabaña, y otro para buscar la lancha con Lindo, que aún no llegaba a desembarcar. Desde el aparato
en el que viajaba, y después de un rastreo a baja altura sobre la línea de la costa y el mar, divisamos
la lancha que ya entraba frente a las primeras casas de Coveñas. Venía lenta pero seguramente.
Aparentemente, Lindo se había perdido nuevamente y no encontraba la entrada a la cabaña. Parece
que los nervios obstaculizaron su inteligencia. Según supe más tarde, los oficiales tuvieron que
asustarlo para que diera con el lugar. Además, al ver desde abajo los helicópteros, se animó más en
desarrollo de unos cinco minutos que tardaron en ubicar del todo la lancha con Lindo y los demás
uniformados a bordo: el heli- cóptero número dos avisó que desde la cabaña, por su entrada
principal hacia la carretera, un grupo de hombres comenzaba a abordar el pequeño camión rojo
Dodge en el que habían traído el combustible. Les dimos instrucciones de que permanecieran sobre
ellos y no los perdieran de vista, mientras llegábamos nosotros a reforzar. Cuando llegamos, ya el
camión había avanzado un buen trayecto sobre la carretera, al parecer con destino a Tolú. Los
alcanzamos y a muy baja altura tuvimos que acercarnos para mirarlos bien, pues hasta ese momento
yo tenía ciertas dudas sobre la posibilidad que en el carro viajaran El Mexicano y los demás. Pero
gracias a que en su carroceria cargaban aún los bidones de la gasolina que yo mismo había mandado
a cargar, logré identificar plenamente el pequeño Dodge rojo que estaba cuadrado en la cabaña
cuando llegamos con el patrón. Sabía que ese era el carro pero no podía aún reconocer las personas
que iban en él. En esos momentos el mayor que venía con Lindo en la lancha ordenó que el
helicóptero número dos fuera a recogerlos allá a él y a otros uniformados, ya que en la cabaña, al
momento de llegar, no encontraron a nadie, y ya todos habían huído. Proseguimos al frente del
operativo detrás del camión, al mando del otro mayor y en compañía de cuatro hombres más. Ya
todos estábamos bien listos para el lance final. De atrás hacia adelante, lo primero que hicimos fue
adelantar al camión pasando a bajo nivel. En ese rápido rastreo, alcance a ver a varias personas
tiradas en el piso de la carrocería del camión. Unos 60 metros más adelante, sobre la carretera, el
piloto del helicóptero hizo una estacionaria para el camión. "Detengan la marcha, paren, es la
Policía; vamos a hacer una requisa" - dijo el mayor, quien llegó al final, al mando del grupo de
refuerzo.
Ante el primer aviso, los ocupantes del camión hicieron caso omiso y por el contrario aceleraron la
marcha. Así las cosas, el mayor ordenó adelantarnos nuevamente y le pidió a la gente que manejaba
la .50, que hiciera un primer aviso con disparos sobre la carretera frente al camión para obligarlos a
parar. Pero tampoco hicieron caso, se vieron con la necesidad de reducir la velocidad. Vi cuando de
la parte trasera del camión saltaron los primeros hombres de El Mexicano. Se tiraron en el piso
sobre la carretera y con sus fusiles y otros rifles de mucha potencia comenzaron a disparar contra el
helicóptero que seguía a baja altura frente a la marcha del camión. Nos devolvimos unos metros
hasta donde los hombres nos disparaban contínuas ráfagas de rifle y metralleta, y que ya habían
logrado llegar hasta los árboles para esconderse detrás de los troncos y continuar su ataque sobre el
aparato oficial.

"Fuego contra ellos, disparen" - ordenó el mayor que comandaba el grupo-.


Aún no había llegado al sitio el helicóptero número dos, el que ya comenzábamos a necesitar ante la
huida del camión en el que presentíamos iba El Mexicano. No teníamos certeza de ello, pero eso
pensé debido a que conocía un poco el modus operandi de Rodríguez Gacha, y estaba seguro de que
no se iba a arriesgar a abandonar el camión y exponerse al intercambio de disparos. Para confirmar
mis sospechas, El Mexicano no se encontraba en ese grupo, pero tampoco los podíamos dejar. Fue
entonces cuando vimos que llegaba el segundo helicóptero, dejando unos hombres en tierra por la
parte de atrás, con la intención de quc reforzaran por la retaguardia los ataques contra los hombres
de El Mexicano que no paraban de disparar. El helicóptero número dos se quedó en la zona
apoyando los ataques, mientras en el otro, en el que iba yo, partió en busca del camión de El
Mexicano que ya había ganado algunos kilómetros de ventaja rumbo a Tolú. Unos minutos más
tarde nos encontramos con el camión, pero para sorpresa nuestra estaba tratando de virar para
retomar la carre- tera y devolverse hacia Coveñas, en una acción que nosotros consideramos como
su intento desesperado por huir. En verdad, lo que había sucedido era que ya unos kilómetros más
adelante, al pasar frente a una finca allanada, El Mexicano se vio sorprendido por un grupo de la
Infantería de Marina que realizaba su relevo diario y antes de enfrentarlos y previendo que lo fueran
a parar, decidió devolverse. El iba al volante, manejaba de una manera nerviosa y alocada, pero
muy consciente sabiendo de que de lo que hiciera en esos momentos dependía su futuro. Sabía que
ya se encontraba encerrado y prácticamente sin salida. Era como un ratón de laboratorio ence- rrado
en una gran jaula redonda de la cual despues de dar vueltas no puede salir. La Yuca iba a su lado,
apuntando al helicóptero con una metralleta. El Mexicano no miraba a ningún lado. Sus ojos se
salían del rectángulo del parabrisas, y su idea era ganar terreno hasta un punto donde pudiera
bajarse y correr. A su lado, en medio de él y La Yuca iba una mujer, a la que alcancé a identificar
como la esposa del administrador de la cabaña a la que habíamos llegado a descansar. Miré el reloj
marcando ya la una y 15 minutos de un mediodía caluroso y quemado por el sol inclemente que se
convertía en principal testigo del cinematográfico operativo que pretendía acabar con el mito de El
Mexicano. Sorpresivamente, desde la parte trasera del camión saltó otro hombre del que no
teníamos información, y que se había mantenido escondido todo el tiempo para saltar en cualquier
minuto y huir. Simultáneamente llegó al sitio la misma patrulla de la Marina, por la que El
Mexicano ingeniosamente se devolvía, y fue entonces cuando el mayor al mando le pidió colaborar,
pues les explicó que estaba tras la captura de Rodríguez Gacha. Del camión militar se bajaron unos
20 marinos armados con fusiles, y se desplegaron en redondo por todo el lugar. Ya El Mexicano
había detenido la marcha del camión rojo, y junto a La Yuca había comenzado a correr. Se metieron
por la entrada de una finca llamada Tolugas, donde se almacenaba y embotellaba el gas para la
región. Unos metros más adelante se les unió el otro hombre que había salido dc la parte trasera del
camión, quien llevaba en su mano el maletín color violeta en el que hijo de El Mexicano guardaba
los miles de dólares y pesos en efectivo que nunca antes había soltado de su mano.
Nadie los seguía. Corrían desesperamente, llevándose por delante lo que encontraban a su paso:
matorrales, troncos de árboles caídos y hasta alambrados que evitaban el paso de las vacas de una
finca a otra. El mayor ordenó levantar de nuevo el vuelo y seguir la persecución. Cinco minutos
más tarde los volvimos a localizar, mientras abajo en tierra los infantes de la marina apenas
empezaban a montar cerco sin saber exactamente hacia qué lugar dirigirlo. El camion estaba siendo
inspeccionado por un suboficial de la marina que lo había encontrado abandonado a un lado de la
carretera.
Hicimos un rastreo rápido sobre las cabezas de los tres. Luego, el mayor determinó un nuevo
movimiento estacionario del helicóptero, para ordenarles rendirse. En vez de hacerlo, se abrieron en
fuga. La Yuca corrió hacia un costado, el muchacho del maletín por otra y El Mexicano siguió solo
corriendo como un león enfurecido y loco. Llevaba en su mano derecha una negra y brillante
metralleta MP5, y en el pecho, aseguradas de los bolsillos de su overol de guerra, varias granadas de
fragmentación. En su funda, en la parte derecha del pantalón, cargaba una pistola automática nueve
milímetros y en la parte izquierda un portaproveedor. Redujo la marcha de su carrera, los tenis
americanos que le había visto poner en la cabaña lucían ahora sucios, empantanados y llenos de
estiércol. Más cerca, alcancé a observar su rostro, y ver que de su cuero cabelludo fluía bastante
sangre que le bañaba la cara y le impedía respirar. Ya cansado, derrotado y sintiéndose vencido en
su última carrera, lo vi detenerse. Nos miró.
Levantó su mano izquierda a la altura de su cabeza, y en gesto de burla hizo la señal de pistola con
sus dedos corazón, índice y anular. Era el gesto vulgar de hacer pistola con la que se le dice a
alguien que no se le respeta y que se le subestima, y eso era lo que él, en medio de la sangre que
continuaba brotando de su rostro, el sudor y el cansancio, nos quería decir. Algo gritaba desde
abajo, con ira y desesperación... Debió ser un insulto que no alcanzamos a escuchar por el ruido de
las aspas del helicóptero. Casi con la misma rapidez con su mano derecha tomó un pequeño
artefacto que llevaba asegurado en el pecho, adherido a su overol, pienso que era una pequeña
granada, de esas llamadas Guayabas, la juntó a su rostro, y aún haciéndonos pistola con su otra
mano se vio que explotó y voló parte de su cara. El Mexicano se acababa de autoeliminar delante de
nosotros. Se vio que el hombre comenzó lentamente a caer. Su arma quedó a un lado, y la sangre
siguió saliendo, ya no solo por el cuero cabelludo, sino por las otras tantas heridas que le acababa de
abrir la detonación que el mismo acababa de provocar. Las esquirlas, en su mayoría, le destrozaron
el rostro y prácticamente le volaron medio cráneo. Cayó boca arriba y con la mano izquierda
apoyada sobre el pecho. Su traje azul profundo, el mismo que les había hecho fabricar a los
paramilitares, empezó paulatinamente a tornarse oscuro por la sangre que le seguía bajando por su
estómago, sus piernas, hasta caer al suelo de pasto seco que había escogido para morir. Por un
momento, mirándolo tendido y muerto, supe que su real intención fue acabar él mismo con su vida,
activando una de las granadas que guardaba en los bolsillos del overol. Murió cumpliendo su último
sueño de no caer bajo las balas de la Policía y por eso nos hizo el gesto vulgar y burlesco de pistola
antes de caer; tambien cumplió una de sus consignas de lucha: "Prefiero tener una tumba en
Colombia y no una celda en los Estados Unidos".
Nosotros proseguiamos en el aire, sostenidos. El mayor ordenó bajar a una parte plana y despejada,
a unos 20 metros del cadáver. El artillero, agente John Jairo Londoño Moncada, y yo, fuimos los
primeros en saltar, aún cuando el helicóptero no había terminado de aterrizar. -Venga hermano,
venga para reconocerlo -me gritaba fuerte para que pudiera escucharlo debajo de las aspas del
aparato que permanecía encendido-. Le di, le di hermano, diga que fui yo quien le disparó, diga que
fui yo -me repetía el joven artillero emocionado por lo que acababa de cumplir. Corrimos hasta el
sitio donde estaba el cadáver. Unos tres metros antes, nos encontramos con una cerca de alambre de
puas, que al tratar de pasar, nos entregó una nueva sorpresa: de uno de los alambres colgaba,
enredado, un trozo grande de cuero cabelludo que El Mexicano había dejado en su loco afán por
huir. Ello explicaba la cantidad de sangre que desde arriba se le veía manar del rostro y el desespero
y prácticamente su actitud sumisa que demostró en los últimos metros antes de terminar de correr.
Me arrimé al cuerpo sin vida que yacía boca arriba, con los ojos abiertos y la boca cerrada,
ligeramente poblada en su parte superior por un tímido bigote que El Mexicano no quiso rasurar en
los últimos 30 días de su vida. Siempre he sido asquiento y lleno de escrúpulos por la sangre y los
órganos destrozados. Pero esta vez, mirándolo, no sentía nada. Por el contrario, hubiera querido
recoger algo de esa sangre que todavía se veía fresca y corriente, para untar mi cuerpo y cumplir
una especie de rito que en ese momento se me ocurrió. Era como para disipar las dudas, para
sentirlo bien muerto. Pero mis pensamientos rápidamente se desvanecieron cuando el artillero
nuevamente me preguntó:
- Hermano: sí es o no es, contésteme.
Le dije: -Tranquilo hombre, él es.
Ese es El Mexicano -le dije, y entonces me abrazó fuerte y yo a él, y me repetía diga que fui yo.

CRONOLOGIA DE LA GUERRA
EspecialesEstos son los nueve eventos que han agudizado él enfrentamiento entre los carteles de
Cali y Medellín Asesinato de Rodrigo Lara Bonilla.

Asesinato de Rodrigo Lara Bonilla


El principio del distanciamiento entre los dos carteles no esta del todo claro. En 1984, cuando el
grupo de "Los Extraditables", asociado al cartel de Medellín, decidió asesinar a Rodrigo Lara
Bonilla, se formó un 'pool' de capos que aportaron gruesas sumas de dinero. El cartel de Cali parece
haber desaprobado el plan, e hizo llegar un mensaje en el cual dejaba entrever que dicho crimen se
voltearía contra todos, y que si Lara era asesinado no contarían con ellos.

Delación
Luego de haber sido capturados en España y extraditados a Colombia, Ochoa y Rodríguez Orejuela
mantuvieron relaciones cordiales. Posteriormente, en una visita de Ochoa a la ciudad de Cali,
Rodríguez Orejuela fue a saludarlo al Hotel Intercontinental y charlaron hasta la media noche. Al
día siguiente, cuando se dirigía a Buga a agradecerle al Señor de Los Milagros por su liberación,
Ochoa fue detenido en su Porsche en un retén entre Palmira y Cali. El cartel de Medellín siempre ha
sostenido que fue gracias a una delación que se produjo la captura.

No al secuestro
Como una estrategia para presionar a las autoridades a renunciar al tratado de extradición, Pablo
Escobar sugirió como estrategia el adelantar una serie de secuestros, entre ellos el de Andrés
Pastrana y el del Procurador Carlos Mauro Hoyos. Los miembros del cartel de Cali manifestaron su
oposición y esta falta de solidaridad contribuyó a sellar el rompimiento

Atentado al edificio Mónaco


En medio de esta discusión, el 13 de enero de 1988, 700 kilos de dinamita estallaron frente al
edificio Mónaco, propiedad de Pablo Escobar y lugar de residencia de su familia.
No hubo muertos, a pesar de que la construcción quedó semidestruida. Aunque el cartel de Cali
insiste en negar la responsabilidad del atentado, para Escobar este parece haber sido el florero de
Llorente que desató la guerra abierta entre carteles. No sólo se habían metido con él sino con su
familia y se afirma que su hija quedó con serias lesiones auditivas.

50 bombas
A partir de ese momento comenzó una ofensiva contra los negocios y las propiedades del cartel de
Cali. El 18 de febrero de 1988 fue incendiada una sucursal en Medellín de la cadena Drogas La
Rebaja y a este se surnaron cerca de 40 atentados dinamiteros contra la cadena de droguerías, y 10
más contra el Grupo Radial Colombiano, ambas pertenecientes a la familia Rodríguez Orejuela.

Espionaje y contraespionaje
1988 marca el inicio de las ofensivas de espionaje y contraespionaje. Primero Escobar le montó una
operación de inteligencia al cartel de (Sali Rodríguez Orejuela, a su vez, decidió contratar a cinco
militares retirados para constituir un servicio de espionaje contra Escobar. Este los descubre y los
secueslra. El cartel de Cali hizo entonces una propuesta de paz, a la cual Escobar pone dos
condiciones: una indemnización de 5 millones de dólares por el atentado contra el edificio Mónaco,
y la entrega de Pacho Herrera, miembro del cartel de Cali y enemigo acérrimo de Pablo Escobar.
Gilberto Rodriguez se negó a entregar y los cinco ex militares aparecieron muertos pocos días
después con una cartulina que decía. "Miembros del cartel de Cali ejecutados por intentar atentar
contra personas de Medellín" .

Secuestro frustrado
En diciembre de 1988, por razones que no se han podido establecer con claridad, Pablo Escobar
intenta secuestrar a Pacho Herrera, miembro del cartel de Cali. La operación falla y Herrera se
convierte en el objetivo fundamental de Escobar.

Contratación de mercenarios
El 22 de junio del año pasado, en un operativo montado por los mercenarios ingleses que tiempo
atrás habían sido conlratados por "El Mexicano" para entrenar paramilitares en el Magdalena
medio, dos helicópteros artillados despegaron desde algún lugar de Antioquia. Su misión era
asesinar a Pablo Escobar y al propio Rodríguez Gacha, pero por problemas de peso, uno de los
helicópteros se estrelló y el proyecto fracasó. Todos los indicios llevan a la conclusión de que la
misión obedecía a órdenes del cartel de Cali.

Delatado"El Mexicano"
El 15 de diciembre pasado fueron dados de baja en la finca El Tesoro, cerca de Coveñas, Gonzalo
Rodríguez Gacha "El Mexicano" y u hijo Freddy. Posteriormente se pudo determinar que Jorge
Velásquez, alias "El Navegante", militante del cartel de Cali, fue quien proporcionó las
informaciones que permitieron a las autoridades dar con su paradero.

¿Abatidos o suicidados?
NaciónCasi nadie cree la versión de que Escobar se suicidó. Lo que no es imposible es que "El
Mexicano" lo haya hecho. "El Navegante", el narcotraficante que lo delató, publicó esta versión
sobre la muerte del capo.

RODRIGUEZ GACHA CAYO porque lo delataron. "El Navegante", un hombre infiltrado del cartel
de Cali, se ganó su confianza hasta pasar con él, en la misma casa, la última noche de su vida. En la
mañana del 15 de diciembre, esta semana hace cuatro años, les entregó la informacion a las
autoridades colombianas sobre la ubicación de "El Mexicano", y las acompañó en la persecucion
que desembocó en la muerte del narcotraficante. "EI Navegante" posteriormente se entregó,
colaboró con la Fiscalía y se acogió al programa de protección de testigos en el exterior. Publicó un
libro titulado "Cómo me infiltré y engañé al cartel". En este, con la autoridad de haber sido el
principal protagonista del operativo, asegura que antes de que le dispararan, Rodríguez Gacha se
voló la tapa de los sesos con una granada. Esta es su version textual:
Mi misión en el helicóptero era la de ubicar desde el aire exactamente el lugar de la cabaña donde
El Mexicano y los demás estaban esperando el arribo de la lancha. Lindo, por su parte, tenía la
misión de llevar la lancha hasta la orilla, por la parte trasera de la cabaña, el mismo sitio donde
habiamos llegado en la manana. El, acompañado del mayor con pinta de gringo, debía esperar a que
desembarcaran los hombres que llevaba tendidos en el suelo de la lancha. Todos muy bien armados
y listos para la acción. Eramos conscientes de la posibilidad de bajas en nuestras filas, pero
contábamos con el factor sorpresa y el apoyo desde el aire... Hacia las 11 de la mañana estábamos
sobrevolando las playas de Coveñas. Ya había salido el sol, y me llamó poderosamente la atención
el que hubiera tanta gente tomando el sol. Llegamos a la cabaña, apartándonos lo suficiente para
que no nos divisaran desde abajo. Pero no vimos mi lancha, que a esa hora ya debería estar en el
lugar. Sin embargo, alcanzamos a ver gente en la cabaña, pero no salía nadie hacia la carretera o la
playa. En parte di gracias a Dios porque el operativo no se hubiera registrado ahí mismo, debido a
que ya era mucha la gente y los turistas que se paseaban por el lugar, y las bajas habrían sido
muchas, esencialmente de inocentes que nada tenían que ver. Con el mayor que me acompañaba,
decidimos sobrevolar otro rato la cabaña, durante unos 15 minutos. Desde la compuerta derecha del
helicóptero, al lado de artillero, pude apreciar a El Mexicano, a La Yuca, y a Freddy Gonzalo, que
desesperados corrían de un lado para otro en la habitación. Era evidente que habían confiado en mi
hasta el último minuto, y que aún esperaban mi llegada en la en la lancha para sacarlos de ahí.
Mientras el desespero cundía en el salón donde se encontraba Rodríguez Gacha, los dos
helicopteros sobrevolaban la casa y la playa, uno para mantener a los hombres encerrados en la
cabaña, y otro para buscar la lancha con Lindo, que aún no llegaba a desembarcar. Desde el aparato
en el que viajaba, y después de un rastreo a baja altura sobre la línea de la costa y el mar, divisamos
la lancha que ya entraba frente a las primeras casas de Coveñas. Venía lenta pero seguramente.
Aparentemente, Lindo se había perdido nuevamente y no encontraba la entrada a la cabaña. Parece
que los nervios obstaculizaron su inteligencia. Según supe más tarde, los oficiales tuvieron que
asustarlo para que diera con el lugar. Además, al ver desde abajo los helicópteros, se animó más en
desarrollo de unos cinco minutos que tardaron en ubicar del todo la lancha con Lindo y los demás
uniformados a bordo: el heli- cóptero número dos avisó que desde la cabaña, por su entrada
principal hacia la carretera, un grupo de hombres comenzaba a abordar el pequeño camión rojo
Dodge en el que habían traído el combustible. Les dimos instrucciones de que permanecieran sobre
ellos y no los perdieran de vista, mientras llegábamos nosotros a reforzar. Cuando llegamos, ya el
camión había avanzado un buen trayecto sobre la carretera, al parecer con destino a Tolú. Los
alcanzamos y a muy baja altura tuvimos que acercarnos para mirarlos bien, pues hasta ese momento
yo tenía ciertas dudas sobre la posibilidad que en el carro viajaran El Mexicano y los demás. Pero
gracias a que en su carroceria cargaban aún los bidones de la gasolina que yo mismo había mandado
a cargar, logré identificar plenamente el pequeño Dodge rojo que estaba cuadrado en la cabaña
cuando llegamos con el patrón. Sabía que ese era el carro pero no podía aún reconocer las personas
que iban en él. En esos momentos el mayor que venía con Lindo en la lancha ordenó que el
helicóptero número dos fuera a recogerlos allá a él y a otros uniformados, ya que en la cabaña, al
momento de llegar, no encontraron a nadie, y ya todos habían huído. Proseguimos al frente del
operativo detrás del camión, al mando del otro mayor y en compañía de cuatro hombres más. Ya
todos estábamos bien listos para el lance final. De atrás hacia adelante, lo primero que hicimos fue
adelantar al camión pasando a bajo nivel. En ese rápido rastreo, alcance a ver a varias personas
tiradas en el piso de la carrocería del camión. Unos 60 metros más adelante, sobre la carretera, el
piloto del helicóptero hizo una estacionaria para el camión. "Detengan la marcha, paren, es la
Policía; vamos a hacer una requisa" - dijo el mayor, quien llegó al final, al mando del grupo de
refuerzo.
Ante el primer aviso, los ocupantes del camión hicieron caso omiso y por el contrario aceleraron la
marcha. Así las cosas, el mayor ordenó adelantarnos nuevamente y le pidió a la gente que manejaba
la .50, que hiciera un primer aviso con disparos sobre la carretera frente al camión para obligarlos a
parar. Pero tampoco hicieron caso, se vieron con la necesidad de reducir la velocidad. Vi cuando de
la parte trasera del camión saltaron los primeros hombres de El Mexicano. Se tiraron en el piso
sobre la carretera y con sus fusiles y otros rifles de mucha potencia comenzaron a disparar contra el
helicóptero que seguía a baja altura frente a la marcha del camión. Nos devolvimos unos metros
hasta donde los hombres nos disparaban contínuas ráfagas de rifle y metralleta, y que ya habían
logrado llegar hasta los árboles para esconderse detrás de los troncos y continuar su ataque sobre el
aparato oficial.

"Fuego contra ellos, disparen" - ordenó el mayor que comandaba el grupo-.


Aún no había llegado al sitio el helicóptero número dos, el que ya comenzábamos a necesitar ante la
huida del camión en el que presentíamos iba El Mexicano. No teníamos certeza de ello, pero eso
pensé debido a que conocía un poco el modus operandi de Rodríguez Gacha, y estaba seguro de que
no se iba a arriesgar a abandonar el camión y exponerse al intercambio de disparos. Para confirmar
mis sospechas, El Mexicano no se encontraba en ese grupo, pero tampoco los podíamos dejar. Fue
entonces cuando vimos que llegaba el segundo helicóptero, dejando unos hombres en tierra por la
parte de atrás, con la intención de quc reforzaran por la retaguardia los ataques contra los hombres
de El Mexicano que no paraban de disparar. El helicóptero número dos se quedó en la zona
apoyando los ataques, mientras en el otro, en el que iba yo, partió en busca del camión de El
Mexicano que ya había ganado algunos kilómetros de ventaja rumbo a Tolú. Unos minutos más
tarde nos encontramos con el camión, pero para sorpresa nuestra estaba tratando de virar para
retomar la carre- tera y devolverse hacia Coveñas, en una acción que nosotros consideramos como
su intento desesperado por huir. En verdad, lo que había sucedido era que ya unos kilómetros más
adelante, al pasar frente a una finca allanada, El Mexicano se vio sorprendido por un grupo de la
Infantería de Marina que realizaba su relevo diario y antes de enfrentarlos y previendo que lo fueran
a parar, decidió devolverse. El iba al volante, manejaba de una manera nerviosa y alocada, pero
muy consciente sabiendo de que de lo que hiciera en esos momentos dependía su futuro. Sabía que
ya se encontraba encerrado y prácticamente sin salida. Era como un ratón de laboratorio ence- rrado
en una gran jaula redonda de la cual despues de dar vueltas no puede salir. La Yuca iba a su lado,
apuntando al helicóptero con una metralleta. El Mexicano no miraba a ningún lado. Sus ojos se
salían del rectángulo del parabrisas, y su idea era ganar terreno hasta un punto donde pudiera
bajarse y correr. A su lado, en medio de él y La Yuca iba una mujer, a la que alcancé a identificar
como la esposa del administrador de la cabaña a la que habíamos llegado a descansar. Miré el reloj
marcando ya la una y 15 minutos de un mediodía caluroso y quemado por el sol inclemente que se
convertía en principal testigo del cinematográfico operativo que pretendía acabar con el mito de El
Mexicano. Sorpresivamente, desde la parte trasera del camión saltó otro hombre del que no
teníamos información, y que se había mantenido escondido todo el tiempo para saltar en cualquier
minuto y huir. Simultáneamente llegó al sitio la misma patrulla de la Marina, por la que El
Mexicano ingeniosamente se devolvía, y fue entonces cuando el mayor al mando le pidió colaborar,
pues les explicó que estaba tras la captura de Rodríguez Gacha. Del camión militar se bajaron unos
20 marinos armados con fusiles, y se desplegaron en redondo por todo el lugar. Ya El Mexicano
había detenido la marcha del camión rojo, y junto a La Yuca había comenzado a correr. Se metieron
por la entrada de una finca llamada Tolugas, donde se almacenaba y embotellaba el gas para la
región. Unos metros más adelante se les unió el otro hombre que había salido dc la parte trasera del
camión, quien llevaba en su mano el maletín color violeta en el que hijo de El Mexicano guardaba
los miles de dólares y pesos en efectivo que nunca antes había soltado de su mano.
Nadie los seguía. Corrían desesperamente, llevándose por delante lo que encontraban a su paso:
matorrales, troncos de árboles caídos y hasta alambrados que evitaban el paso de las vacas de una
finca a otra. El mayor ordenó levantar de nuevo el vuelo y seguir la persecución. Cinco minutos
más tarde los volvimos a localizar, mientras abajo en tierra los infantes de la marina apenas
empezaban a montar cerco sin saber exactamente hacia qué lugar dirigirlo. El camion estaba siendo
inspeccionado por un suboficial de la marina que lo había encontrado abandonado a un lado de la
carretera.
Hicimos un rastreo rápido sobre las cabezas de los tres. Luego, el mayor determinó un nuevo
movimiento estacionario del helicóptero, para ordenarles rendirse. En vez de hacerlo, se abrieron en
fuga. La Yuca corrió hacia un costado, el muchacho del maletín por otra y El Mexicano siguió solo
corriendo como un león enfurecido y loco. Llevaba en su mano derecha una negra y brillante
metralleta MP5, y en el pecho, aseguradas de los bolsillos de su overol de guerra, varias granadas de
fragmentación. En su funda, en la parte derecha del pantalón, cargaba una pistola automática nueve
milímetros y en la parte izquierda un portaproveedor. Redujo la marcha de su carrera, los tenis
americanos que le había visto poner en la cabaña lucían ahora sucios, empantanados y llenos de
estiércol. Más cerca, alcancé a observar su rostro, y ver que de su cuero cabelludo fluía bastante
sangre que le bañaba la cara y le impedía respirar. Ya cansado, derrotado y sintiéndose vencido en
su última carrera, lo vi detenerse. Nos miró.
Levantó su mano izquierda a la altura de su cabeza, y en gesto de burla hizo la señal de pistola con
sus dedos corazón, índice y anular. Era el gesto vulgar de hacer pistola con la que se le dice a
alguien que no se le respeta y que se le subestima, y eso era lo que él, en medio de la sangre que
continuaba brotando de su rostro, el sudor y el cansancio, nos quería decir. Algo gritaba desde
abajo, con ira y desesperación... Debió ser un insulto que no alcanzamos a escuchar por el ruido de
las aspas del helicóptero. Casi con la misma rapidez con su mano derecha tomó un pequeño
artefacto que llevaba asegurado en el pecho, adherido a su overol, pienso que era una pequeña
granada, de esas llamadas Guayabas, la juntó a su rostro, y aún haciéndonos pistola con su otra
mano se vio que explotó y voló parte de su cara. El Mexicano se acababa de autoeliminar delante de
nosotros. Se vio que el hombre comenzó lentamente a caer. Su arma quedó a un lado, y la sangre
siguió saliendo, ya no solo por el cuero cabelludo, sino por las otras tantas heridas que le acababa de
abrir la detonación que el mismo acababa de provocar. Las esquirlas, en su mayoría, le destrozaron
el rostro y prácticamente le volaron medio cráneo. Cayó boca arriba y con la mano izquierda
apoyada sobre el pecho. Su traje azul profundo, el mismo que les había hecho fabricar a los
paramilitares, empezó paulatinamente a tornarse oscuro por la sangre que le seguía bajando por su
estómago, sus piernas, hasta caer al suelo de pasto seco que había escogido para morir. Por un
momento, mirándolo tendido y muerto, supe que su real intención fue acabar él mismo con su vida,
activando una de las granadas que guardaba en los bolsillos del overol. Murió cumpliendo su último
sueño de no caer bajo las balas de la Policía y por eso nos hizo el gesto vulgar y burlesco de pistola
antes de caer; tambien cumplió una de sus consignas de lucha: "Prefiero tener una tumba en
Colombia y no una celda en los Estados Unidos".
Nosotros proseguiamos en el aire, sostenidos. El mayor ordenó bajar a una parte plana y despejada,
a unos 20 metros del cadáver. El artillero, agente John Jairo Londoño Moncada, y yo, fuimos los
primeros en saltar, aún cuando el helicóptero no había terminado de aterrizar. -Venga hermano,
venga para reconocerlo -me gritaba fuerte para que pudiera escucharlo debajo de las aspas del
aparato que permanecía encendido-. Le di, le di hermano, diga que fui yo quien le disparó, diga que
fui yo -me repetía el joven artillero emocionado por lo que acababa de cumplir. Corrimos hasta el
sitio donde estaba el cadáver. Unos tres metros antes, nos encontramos con una cerca de alambre de
puas, que al tratar de pasar, nos entregó una nueva sorpresa: de uno de los alambres colgaba,
enredado, un trozo grande de cuero cabelludo que El Mexicano había dejado en su loco afán por
huir. Ello explicaba la cantidad de sangre que desde arriba se le veía manar del rostro y el desespero
y prácticamente su actitud sumisa que demostró en los últimos metros antes de terminar de correr.
Me arrimé al cuerpo sin vida que yacía boca arriba, con los ojos abiertos y la boca cerrada,
ligeramente poblada en su parte superior por un tímido bigote que El Mexicano no quiso rasurar en
los últimos 30 días de su vida. Siempre he sido asquiento y lleno de escrúpulos por la sangre y los
órganos destrozados. Pero esta vez, mirándolo, no sentía nada. Por el contrario, hubiera querido
recoger algo de esa sangre que todavía se veía fresca y corriente, para untar mi cuerpo y cumplir
una especie de rito que en ese momento se me ocurrió. Era como para disipar las dudas, para
sentirlo bien muerto. Pero mis pensamientos rápidamente se desvanecieron cuando el artillero
nuevamente me preguntó:
- Hermano: sí es o no es, contésteme.
Le dije: -Tranquilo hombre, él es.
Ese es El Mexicano -le dije, y entonces me abrazó fuerte y yo a él, y me repetía diga que fui yo.

LOS SECRETOS DE LA GUERRA


NaciónCruce de cartas entre los dos carteles revela, entre otras cosas, que El Mexicano fue
"sapeado" por el de Cali.

De tanto hablar de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, a la gente en Colombia se le está
olvidando el cartel de Cali. Por eso llamó la atención la semana pasada el hecho de que las primeras
páginas de los periódicos comenzaran a registrar una súbita ofensiva del gobierno contra ese sector
del narcotráfico. De los baños con grifo de oro y las múltiples caletas de Rodríguez Gacha y
Escobar, se pasó a las pistas de karts y a las piscinas de Gilberto Rodríguez Orejuela. Y como si esto
fuera poco, se reveló un cruce de cartas entre los jefes de los dos carteles, a través de sendas
comunicaciones al director de El Tiempo, Hernando Santos.
En tono como de Bolívar, Escobar dice que si el gobierno decide "luchar por la paz de nuestro
pueblo", encontrará una larga lista de narcotraficantes, sicarios y paramilitares que quieren
acompañarlo en ese proceso de paz. Y en respuesta digna de Santander, Rodríguez afirma que se
someterá al procedimiento de extradición y utilizará "los medios legales a mi alcance para impedir
que se consume un acto que no se sabe si tiene más de injusticia o de venganza". Pero más que la
prosopopeya llamaron la atención las revelaciones de Escobar, que acusaba al cartel de Cali de
haber delatado a Jorge Luis Ochoa cuando lo detuvieron en Palmira y a El Mexicano cuando lo
mataron. El paradero de este último no habría sido revelado, como se dijo, por un ciudadano común
y corriente, sino por Jorge Velásquez, alias "El Navegante", militante del cartel de Cali. Según
fuentes bien informadas consultadas por SEMANA, la delación de "El Mexicano" fue verdad. Tanto
en Cali como en Medellín se da por descontado que fue un hombre al servicio del cartel de Cali
quien suministró al DAS los datos sobre el paradero de Rodríguez Gacha y su hijo Fredy.
Curiosamente,el principio del distanciamiento entre los dos carteles radica en la supuesta delación
de Ochoa por parte de Rodríguez Orejuela. Pero esta no es tan clara. Ochoa y Rodríguez Orejuela
habían sido arrestados en España y por una serie de malabares jurídicos lograron ser extraditados a
Colombia y no a los Estados Unidos,en donde tenían procesos abiertos por tráfico de drogas.
Rodríguez Orejuela, tal vez con más visión, prefirió someterse a la justicia colombiana, cumplir una
condena de cerca de dos años y quedar a paz y salvo con la ley. Ochoa, más impaciente, logró que
lo liberara un juez de Cartagena, en un episodio que causó indignación en todo el país. Pero a pesar
de estas diferencias de estrategia, mantuvieron relaciones cordiales. Cuando Ochoa viajó a Buga a
pagarle una promesa al Señor de los Milagros, acabó alojándose ese día en el Hotel Intercontinental
de Cali. Rodríguez Orejuela fue a saludarlo y charlaron hasta la medianoche en el cuarto. Al día
siguiente Ochoa fue detenido en un retén entre Palmira y Cali, y desde entonces en el cartel de
Medellín flota la sospecha de que es demasiada coincidencia que el último en verlo, y que sabía a
dónde iba, hubiera sido el jefe del cartel de Cali. Sin embargo, la modalidad de arresto -un par de
policías en un retén móvil- no parecía ser la respuesta adecuada para la delación de uno de los
hombres más buscados de Colombia. Por otro lado, se afirma que los abogados que habían
defendido a Rodríguez en el juicio llegaron a interceder por Ochoa ante la Policía. La mujer de
Ochoa estuvo todo el tiempo asistida por Rodríguez Orejuela, hubo dos funcionarios de la
Procuraduría en el Valle que, a instancias de Rodríguez, intercedieron en favor de Ochoa, y que
posteriormente fueron destituidos.
Pero las relaciones entre Pablo Escobar y Gilberto Rodriguez se agriaron verdaderamente a finales
de 1987. Escobar llamó a Rodríguez y le manifestó que la forma de tumbar la extradición era por
medio del secuestro de personas claves de la burguesía. Mencionó concretamente a Mauricio
Gómez, hijo del dirigente conservador Alvaro Gómez Hurtado . Rodríguez Orejuela se opuso y le
señaló que eso iba a voltearse en contra de "la causa". Esta falta de solidaridad protocolizó el
rompimiento. Tuvo lugar un intento fallido de secuestrar a Mauricio Gómez, quien por segundos se
escapó, y entonces "Los Extraditables" cambiaron de delfín. Fue entonces cuando se produjo el
secuestro de Andrés Pastrana, en enero de 1988. El y Carlos Mauro Hoyos, procurador general de la
Nación, iban a ser utilizados para presionar al gobierno para que revisara su política. Pero en el
forcejeo con el entonces procurador, accidentalmente fue herido y luego se decidió rematarlo.
Cinco días antes del secuestro de Andrés Pastrana, alguien había puesto 700 kilos de dinamita frente
al edificio Mónaco,de propiedad de Pablo Escobar y donde se alojaba su familia. Milagrosamente
no hubo muertos, pero la construcción quedó semidestruida y pocos entendieron por qué alguien se
atrevía a retar a Escobar en esa forma. Este inicialmente pensó que eran las FARC y posteriormente
la DEA. Finalmente llegó a la conclusión de que se trataba del cartel de Cali, y desde ese día nadie
ha podido quitarle esa idea de la cabeza.
Como represalia, Escobar comenzó a montar un operativo de inteligencia a los jefes del cartel de
Cali. Cuando fue allanada la finca "El Bizcocho" el 15 de marzo de 1988, en cercanias de Medellín,
las autoridades encontraron casetes de betamax y anotaciones personales que dejaban la impresión
de que se estaba planeando un secuestro. Rodríguez Orejuela, a su turno, decidió contraatacar y
contrató a cinco ex militares retirados para que se fueran a Medellín a montar un servicio de
inteligencia contra Escobar. Este los descubrió y los secuestró. Ante la desaparición de sus espías,
Rodríguez Orejuela levantó la bandera blanca de la reconciliación e hizo una propuesta de paz.
Escobar dijo entonces que estaría dispuesto, si le pagaban cinco millones de dólares de
indemnización por la bomba del edificio Mónaco y le entregaban tres desertores del cartel de
Medellín que se habían ido a trabajar al cartel de Cali. No se pudo llegar a un acuerdo y, poco
tiempo después, los cinco ex militares aparecieron muertos en una cuneta en las afueras de
Medellín. Destrozados a balazos, fueron encontrados amarrados y esposados, con una cartulina que
decía: "Miembros del cartel de Cali, ejecutados por atentar contra personas de Medellín". De ahí en
adelante no pararon ni las bombas a Drogas La Rebaja, propiedad de Rodríguez Orejuela, ni las
muertes de lado y lado.
Lo más espectacular de esta guerra sucedió en junio de 1989. A raíz del descubrimiento de los restos
de un helicóptero accidentado en el suroriente de Antioquia, en donde apareció muerto el piloto,
teniente Gustavo González Sandoval, hijo del general (r) Gustavo González Puerto, el país y el
mundo se enteraron de un operativo de intriga y espionaje como para una película de James Bond.
Unos mercenarios ingleses, David Tomkins y Peter McAleese, habían venido a Colombia
contratados por Gonzalo Rodríguez Gacha para el entrenamiento de paramilitares, para combatir a
la guerrilla. Los entrenamientos tuvieron lugar en el Magdalena Medio, en la llamada Isla de la
Fantasía, propiedad de El Mexicano. Después de múltiples complicaciones e incomodidades, los
mercenarios cumplieron su misión y regresaron a Londres. Allí fueron contactados nuevamente
poco tiempo después por el mismo coronel que los había contratado la primera vez. Pero en esta
oportunidad la misión era diferente. Se trataba de asesinar a su ex empleador, Gonzalo Rodríguez
Gacha, así como a Pablo Escobar. Como en el mundo de los mercenarios el único criterio es el
dinero, nadie tuvo grandes inhibiciones morales y se montó el operativo. El 22 de junio del año
pasado,dos helicópteros artillados, cargados de mercenarios, despegaron de un lugar en Antioquia
rumbo a "Nápoles", la legendaria hacienda de Escobar. El objetivo era asesinarlo junto con sus
guardias y lugartenientes. Por problemas de peso uno de los helicópteros se estrelló y el proyecto
fracasó. Todos los indicios conducen a que esa contratación había sido hecha por el cartel de Cali.
Como el piloto muerto era un teniente de la Policía, esta circunstancia ha dado pie para que circulen
rumores en el sentido de una supuesta indiferencia de las autoridades frente a las actividades del
cartel de Cali. Esto puede ser exagerado, pero el hecho indiscutible es que mientras el gobierno
persigue sin cuartel a todo lo que huela a cartel de Medellín, parece menos obsesionado con el de
Cali. Para Escobar, esto más que una indiferencia es una complicidad en su contra y ve la mano de
los Rodríguez Orejuela en todos los que lo han perseguido, incluyendo a los generales Maza y Ruiz
Barrera, y el coronel Peláez,del F-2. Ahora la novedad es que el gobierno está intensificando sus
acciones contra el cartel de Cali, lo cual podría significar o que los rumores eran falsos, o que el
gobierno, ante la "rendición" de Escobar, ha decidido ocuparse también del otro frente.
La realidad es que el gobierno siempre ha considerado, como el mismo Escobar lo dice, que los de
Cali tienen "otra forma de manejar las cosas". Esto significa que pueden ser traficantes de cocaína,
pero no le han declarado la guerra al Estado. Como el gobierno ha dicho que su prioridad es la lucha
contra el narcoterrorismo, ahí radicaría la justificación de su relativo desinterés pasado por
Rodriguez Orejuela. En otras palabras, una cosa es ser narcotraficante o lavador, y otra poner
bombas.
La semana pasada apareció en la prensa un curioso aviso firmado por Gustavo H. Gil Hinestroza, en
el cual se aclaraba que detrás de Los Extraditables,que llevaban a cabo los atentados,no estaba sino
Pablo Escobar. La firma resultó falsa, pues la cédula pertenecía a una persona interdicta. La
interpretación que se le dio a este asunto fue la de que el cartel de Cali quería lavarse las manos
frente a toda la sangre derramada a nombre de la no extradición por ese grupo que se identifica
como Los Extraditables.
Pero aún a pesar de estas diferencias, los dos carteles están en tregua. Mientras Escobar silencia sus
cañones y busca la forma de ser juzgado en Colombia a cambio de la entrega de su negocio y de sus
armas, también parece haber decretado una tregua contra su más feroz enemigo: el cartel de Cali.
Este último, por su lado, parece corresponderle y, al menos por ahora, los sables están en sus
fundas. El grado de violencia al que ha llegado Colombia es tal, que hasta los narcotraficantes
parecen estar cansados de la guerra.
El peso de ser el hijo de Pablo Escobar
Por: EL NUEVO DíA - GDA | 12:52 a.m. | 13 de Noviembre del 2012

Juan Pablo Escobar Henao, hijo de Pablo Escobar Gaviria.


Foto: El Nuevo Día - GDA
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Juan Pablo Escobar habla sobre la figura de padre y de narco


del fallecido capo colombiano.
Cuando el reloj marcó la 1:00 de la tarde, sabíamos que ya era el momento del encuentro.
La temperatura era baja en la capital federal de Argentina, en la zona de Palermo, y el acelerado
ritmo de una ciudad tan agitada como esa ciertamente se hacía sentir.
Todo fue debidamente calculado y todas las bases fueron cubiertas. Había una productora, un
camarógrafo y hasta un asistente personal. La presentadora del programa Entre nosotras, Sonia
Valentín, se armó hasta los dientes para su encuentro con el hijo del 'Patrón' Pablo Escobar, Juan
Pablo Escobar.
¿Qué si había temor por tratarse del primogénito del narcotraficante colombiano más famoso de la
historia? No realmente. Era más bien ansiedad y preocupación de que todo saliera bien; de que
Sebastián Marroquín Santos –su nombre actual– se sintiera lo suficientemente cómodo como para
romper el silencio y hablar sobre las versiones que rodean a la controversial figura de su padre.
El encuentro con Marroquín dio lugar en una oficina de arquitectos en el corazón de la capital
federal, en Buenos Aires. Recibió al equipo de Entre nosotras con suma simpatía, aunque no pudo
disimular su asombro al ver “a tanta gente”. Esperaba a menos personas. No obstante, poco a poco,
se fue soltando, logrando capturar toda la atención de Valentín y de Primera Hora, que tuvo acceso
exclusivo a este encuentro.
Juan Pablo Escobar Henao –su nombre de pila completo– aparentó ser un hombre sencillo.
Andaba en jeans, con un reloj a la moda y un rosario en madera, el cual describió a este diario
como su “chaleco antibalas”.
Marroquín dio señas de tener sentimientos mixtos sobre la figura de Pablo Escobar, ese narco que
fundó y lideró el cartel de Medellín y cuya vida expiró en manos de las autoridades colombianas en
diciembre de 1993, cuando su hijo tenía 16 años. Era como si tuviese un conflicto interno entre la
figura del padre y el del narco.
Pablo Escobar asesinó a sangre fría, se le acusó de secuestro, y fomentó el narcotráfico y el
terrorismo en Colombia al punto de ganarse varios pseudónimos como 'el Patrón', 'el Capo' y 'el Zar
de la Cocaína'.
Sin embargo, para Sebastián Marroquín, irónicamente, su progenitor era simplemente un padre
cariñoso y dadivoso, no solo con su familia, sino con las comunidades más necesitadas de
Colombia, algo así como una especie de 'Robin Hood'.
De su infancia, junto con su progenitor, Marroquín recuerda las canciones que Escobar le cantaba,
entre ellas el tema Vuela, que era su favorito. Para Sebastián Marroquín, ‘el Zar de la Cocaína’ era
el padre más consentidor del mundo.
“Decían que mi padre era el hombre más rico. También hay que decir que era el más generoso y su
mayor placer estaba en ayudar a la gente. Sentía una enorme satisfacción de poder contribuir a las
familias necesitadas. Mi padre terminó asumiendo un rol que se suponía que asumiera el Estado.
Pero, por otro lado, hay que decirlo también, no extrañamos la violencia y esa zozobra en la que
vivíamos permanentemente”, recalcó de inmediato.
De pequeño, el hijo del 'Patrón' disfrutó de todas las comodidades y posibilidades de un mundo
lujoso, pero su inocencia de aquel momento no le permitió tener un cuadro claro de lo que
verdaderamente estaba sucediendo a su alrededor.
Ya un poco más crecido, al conocer lo que hacía su padre, Marroquín experimentó sentimientos
mixtos porque sobre todas las cosas se trataba del padre que amaba.
“A mis 16 años cometí el error más grande de mi vida cuando supe que habían asesinado a mi
padre. Cinco o 10 minutos de amenazas públicas me han costado un exilio que sigo pagando aún
hoy, casi 20 años después y desde ese lugar fue una gran lección de vida. Aprendí que el lenguaje
no es inocente, que todos los seres humanos reaccionamos de manera diferente. Te enteras de la
noticia de la muerte de tu padre cuando hace 10 minutos estabas hablando con él. Era difícil para mí
creer que eso era cierto”, relató quien también recuerda con nostalgia la historia de amor entre sus
padres, a pesar de que siempre se rumoró que el narcotraficante le había sido infiel.
“Yo le digo a mi madre que ella se enamoró del hijo del vigilante del barrio que fue expulsado
y desplazado por la violencia. Mi padre la cuidó, la quiso, fue una relación bien bonita. Mi
padre, además, sentía un respeto absoluto por la mujer, me decía que a la mujer había que respetarla
y que no la podía tocar ni con las palabras”, contó. Al hablar de su esposa, quien se encuentra
embarazada, mencionó que siempre la ha admirado.
“Le he dicho que si hubiese sido al inversa, yo no sé si hubiese tomado una decisión tan valiente
como continuar a mi lado en circunstancias tan adversas. Ella terminó abandonando su patria, su
identidad, su familia, todo, por seguirme a mí”, reconoció.

Juan Pablo Escobar Heano: ‘Preferí no ser


líder de un cártel’
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• Fuente: Enrique Hernández


• 16 septiembre 2012
Tags Relacionados: juan pablo escobar heano, pablo escobar gaviria, colombia,
narcotrafico
• En entrevista, el hijo de Pablo Escobar Gaviria, uno de los narcos más temidos, habla de la
llegada de su empresa a México, basada en la imagen de su padre.


• Popular. Juan Pablo Escobar Heano presenta su línea de ropa con la imagen de su
padre Pablo Escobar, narcotraficante colombiano. Foto: Especial
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MÉXICO, DF.- Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante colombiano más temido y


perseguido en las últimas décadas, se instala en suburbios mexicanos, estadounidenses,
españoles, austriacos, hindúes, australianos, sudafricanos y hasta en Oriente Medio, donde
los jóvenes y personas que conocen su leyenda reconocen su imagen en alguna de los 10
modelos de playeras y camisas de la colección Poder-Poder.

“Las 10 mil prendas confeccionadas bajo la marca Pablo Escobar comercializadas en


diversos mercados del mundo están a la altura de las grandes casas de modas y diseño”,
presume Escobar Heano, hijo del zar de la cocaína.

Desde Buenos Aires, explica que esta marca de ropa no tiene competencia, es única en el
mundo y ofrece imágenes que hacen reflexionar sobre la violencia generada por el narco y la
crisis de valores humanos.

Juan Pablo, de 35 años, vive en Argentina desde hace 20 años bajo el nombre de Sebastián
Marroquín, para evitar una relación inmediata con el mundo de la mafia, tras su salida de
Colombia en los 90.

“Elijo exportar y vender productos no peligrosos para la sociedad, pero mi padre prefirió
traficar con drogas”, se escucha como respuesta, cuando se le cuestiona sobre el legado
criminal de su progenitor, quien puso contra la pared al Gobierno colombiano con actos
terroristas, con carros bomba y se le vinculó con la ejecución de al menos 10 mil personas.

“Seré muy criticado por vender caramelos o camisetas de Pablo Escobar”, lamenta, pero no
olvida criticar a saborizantes Maggi, a las armadoras Chevrolet y KIA, a la pasta dental
Colgate, a las tabletas Movidol, a las franquicias Farmatodo y Farmacia Holística, a los
productos para bajar de peso, Redu Fast- Fast, a Sedal Shampoo, a Pons, a la Dirección de
Impuestos y Aduanas de Colombia, a los Seguros de Farabela, así como a Aeroflex Zapatos
y a la empresa de telecomunicaciones Comcel, por usar la imagen de su padre, sin un
mensaje contra la violencia.

Su plan es destinar parte de los ingresos de la empresa Escobar Heano a la atención de la


juventud de Colombia, la cual está expuesta a subirse al tren de la violencia como en su
momento le pasó a uno de los fundadores del Cártel de Medellín.

“Mi compromiso como hijo de Pablo Escobar es mostrar los testimonios a los jóvenes para
que no se incorporen a las filas del narco. Fui el primer joven que tuvo la oportunidad de
continuar los pasos de mi padre, pero elegí no hacerlo. Desde hace 20 años preferí no ser
líder de un grupo criminal, porque viví muy de cerca las vicisitudes y la problemática de ser
perseguido por la autoridad y por los rivales”, cuenta el hijo de que fue Diputado suplente en
el Congreso colombiano.
“Ahora mi obligación es compartir las experiencias de vida y las razones para estar dentro
de una sociedad respetando las reglas y las leyes”.

Además del temor que despertaba Pablo Escobar, muchos lo recuerdan por sus gustos
extravagantes, como su zoológico, repleto de animales exóticos. Incluso se han escrito
reportajes de los cazadores de hipopótamos que persiguen a algunos de esos animales que se
quedaron sin dueño en Colombia y dominaron algunas zonas salvajes para sobrevivir fuera
de cautiverio.

Es muy respetado en Medellín, donde incluso se realiza un tour para conocer su historia y la
gente va señalando canchas de futbol o barrios que ayudó a construir para pagarle a sus
soldados y sus familias, una baja o un premio.

Fue asesinado el 2 de diciembre de 1993 en Medellín, luego de años de controlar con


violencia sus mercados y a sus enemigos.

“No conocí de frente su costado violento, me tocó recibir unos valores humanos siendo un
niño y se ocupó de formarme como un ser humano de bien y que no siguiera sus pasos, sino
que eligiera yo los míos”, ataja, al preguntársele por la violencia generada por aquel mítico
narco.

–¿Cuándo vivías a su lado, imaginaste ser empresario?

No. Cuando vivía con mi padre tenía los minutos contados y es un milagro estar hablando de
este negocio.

–¿Hay en el mundo otra persona con las cualidades buenas y malas de Escobar?

No todos los días nacen personas como Pablo Escobar. Él fue una persona muy pobre y
nunca se olvidó de sus padres, que continuaron viviendo en esas condiciones, porque cuando
se convirtió en millonario compartió su fortuna y devolvió la dignidad a cientos de familias.

Sin embargo, se debe concientizar a la población para que no se repita su vida negativa.

–¿Tú padre es un mito?

Mito construido con mucho éxito por los medios y se edificó un producto y despliegue
mediático. Se ha terminado convirtiendo en un mito que todo el mundo cree saber su
historia. Y como su hijo conozco una muy diferente a la que me cuentan.

–¿Cómo era un día con Pablo Escobar?

Fue el mejor papá del mundo y un gran amigo. Le aprendí cosas positivas, la sensibilidad
por apoyar a los pobres y ser humilde siempre.

Escobar Heano, la microempresa, fundada con los ingresos obtenidos del arquitecto, emplea
a 7 personas y subcontrata a empresas de textiles, que cuenta con infraestructura para
elaborar más del millón de prendas para ser vendidas en 2013.

Este emporio no se compara con el construido por Pablo Escobar, que fue incluido por
Forbes, en 1989, como el séptimo hombre más rico del mundo, al calcularle una fortuna de 9
mil mdd.
“Una de las playeras luce la libreta de ahorros de 1973 y la frase extraída de cartas escritas a
la familia: Algunas inversiones te dejan en ceros ¿Cuál será la tuya? Con ello se busca
generar una reflexión entre la juventud para que se den cuenta que al final, Pablo Escobar
fue trágico, provocó destrucción y se perdió en la guerra”.

También hay imágenes de las tarjetas de crédito del enemigo número uno de EU, la licencia
de conducir, la cedula de ciudadanía, el certificado judicial y policial, así como un permiso
de libre tránsito en zonas diplomáticas y militares de cualquier país, el cual le fue otorgado
cuando fue representante de la Cámara en Colombia, añade.

El empresario recuerda que tiene en el mercado una línea de jeans que no usa la imagen ni el
nombre de Escobar. Sin embargo, se comercializará una nueva colección de pantalones, que
traerán una leyenda en los bolsillos en las próximas semanas.

Las playeras tienen un precio que va de los 65 a los 95 dólares. La marca se dio a
inversionistas para que la comercialicen en México.

Desde el anuncio de la apertura de boutiques en Culiacán, Guadalajara y Monterrey, se creó


una euforia entre los mexicanos. Y ahora, a través de las redes sociales piden comercializar
las prendas también en el DF y Sonora.

“La idea es expandirnos en todo México, para llevar el mensaje de paz a los jóvenes, para
que no entren al narco y mucho menos sean sicarios”, advierte.

Escobar Heano rechaza que un plan de negocios específico para México, donde se libra una
encarnizada lucha contra el narco, ya que también se han abierto tiendas en Los Ángeles,
NY y en Austria. Además, se incursionará en los próximos meses en España, Australia,
Medio Oriente, India y Sudáfrica.

Además que no se trata de ensalzar la figura del narcotraficante creando marcas para
Martín Valverde, el santo venerado por el narco, o de Joaquín “El Chapo” Guzmán; ni
tampoco hacer una apología del narco.

“No es nuestra idea. Lo único que nos interesa es vender la vida de Pablo Escobar. No
queremos usar otros nombres e historias”.

“Me da mucha tristeza lo que está sufriendo México en este momento, porque se vive y
sufre la historia de Colombia de los 80 y 90. No es una responsabilidad de México, sino de
la sociedad que está obligada a resolver los problemas de salud pública”.

Asegura que hay que buscar alternativas para combatir este mal. “El camino de la violencia
o de la guerra conduce a la autodestrucción de la democracia de América Latina. Hay que
buscar y encontrar alternativas para resolver los problemas generados por el tráfico de
drogas, el cual no es un problema exclusivo de México, sino son derivados por políticas de
la comunidad internacional que permiten la corrupción”, concluye.
Hijo de Pablo Escobar cree que su padre se
suicidó
Por: EL NUEVO DÍA - GDA | 8:05 p.m. | 13 de Noviembre del 2012

Primera página de EL TIEMPO tras la caída de Pablo Escobar.


Foto: Archivo EL TIEMPO
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Segunda entrega de la entrevista con el hijo del fallecido capo


colombiano.
Lo que se suponía fuera una entrevista de media hora, se convirtió en una de cuatro horas y en uno
de los jardines exteriores de una exclusiva oficina de arquitectos en la zona de Palermo en Buenos
Aires, Juan Pablo Escobar –hoy Sebastián Marroquín– destapó una infinidad de temas que rodean a
su padre, el fenecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar. (Vea la primera entrega de esta
entrevista con El peso de ser el hijo de Pablo Escobar).
Ya más relajado, pero observador y cuidadoso con sus expresiones, Marroquín confesó que sintió
terror al pensar lo que podía ser capaz de hacer para vengar la muerte de su padre. Luego reaccionó
y se retractó. Pero era muy tarde, sus expresiones provocaron su exilio y el de su familia de forma
inmediata.
Después de la muerte del “Patrón”, sus hijos y su esposa salieron de Colombia, pero fueron
rechazados en varios países hasta que finalmente lograron instalarse en Buenos Aires. No obstante,
por razones de seguridad y, para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, sus nombres y
apellidos fueron cambiados por las autoridades colombianas antes de salir de ese país.
Fue en ese momento que Juan Pablo Escobar Henao pasó a ser Sebastián Marroquín Santos, su
hermana Manuela Escobar Henao sería Juana Manuela Marroquín Santos y la viuda del “Capo”,
María Victoria Eugenia Henao Vallejo, se llamaría desde entonces María Isabel Santos.
“Hoy día somos una familia que vive tranquila, que busca la paz permanente”, reiteró Marroquín
mientras era escuchado detenidamente por la presentadora Sonia Valentín y Primera Hora. Sobre las
circunstancias en que murió su padre, se inclina a pensar que pudo haber sido un suicidio.
“Mi padre siempre nos dijo que el teléfono era sinónimo de muerte porque nos podían rastrear
fácilmente y el día que murió nos llamó tanto que me hace pensar que él quería que la policía
llegara y que quería morir en un combate. Es una manera también de suicidarse”, consideró.
¿Y dónde está el dinero de Pablo Escobar? Esa es una de las preguntas más formuladas. Según
aseguró Marroquín, “el estado confiscó todo el dinero de mi padre y destruyó sus propiedades”,
sostuvo sin entrar en mayores detalles. A sus 35 años de edad y a 19 años de la muerte de Pablo
Escobar, Sebastián Marroquín aún siente que es perseguido “por el delito de ser portador del ADN
de Pablo Escobar y no porque haya cometido alguna falta contra la ley”, estableció quien hoy día es
un arquitecto y diseñador de interiores en Buenos Aires y quien también posee su propia línea de
ropa llamada Escobar Henao.
Pero él no está solo en ese martirio. Su hermana menor, Manuela, su madre María y su esposa, cuyo
nombre no mencionó, corren la misma suerte.
Argentina, poco a poco, les ha brindado tranquilidad a Sebastián Marroquín y a su familia, pero este
joven comerciante no puede ignorar el dolor que le provoca no tener la posibilidad de regresar a su
natal Colombia por ser el hijo de Pablo Escobar.
De los episodios peligrosos que tuvo que vivir Sebastián Marroquín por ser hijo de Escobar, hay
muchos. Entre los más impactantes está el de cómo él, su hermana y su madre tenían que
esconderse de los ataques de las fuerzas militares de Colombia y cuando este, teniendo siete años y
su hermana Manuela dos años, fueron encarcelados.
“Estamos superagradecidos de Argentina. Aquí me he podido educar, mi madre, mi hermana y mi
esposa también se han educado y vivimos y trabajamos acá. Pero también hemos sido cuestionados,
hemos estado en la cárcel aquí, un año y ocho meses, mientras las autoridades se aseguraban que
nuestra madre no lavaba el dinero de nuestro papá. No ha sido gratis, pero creo que se han
despejado por completo los fantasmas y las dudas que había con nosotros. A la sociedad le ha
costado mucho reconocernos como individuos por mi padre. Hemos sido una familia perseguida por
los delitos de uno de sus miembros”, aseguró quien fue rechazado con su familia en España y
Alemania.
“El Vaticano no nos quiso atender ni recibir, ni la Cruz Roja Internacional ni las Naciones Unidas ni
varios premios Nobel de la Paz. Entonces terminas sintiéndote como extraterrestre dentro del
planeta Tierra”, expresó.
Cuando Marroquín fue encarcelado en Argentina, aprendió a valorar las pequeñas cosas de la vida.
“Me enseñó el valor de poder disfrutar de las gotas de lluvia cuando caminaba, me enseñó el valor
de un plato de comida, te cambian los valores, las prioridades”, puntualizó el entrevistado, quien en
su opinión los estados invierten más en ampliar sus prisiones que en rehabilitar a sus ciudadanos.
Juan Pablo Escobar vende la imagen de su
padre
Por: EL NUEVO DÍA DE PUERTO RICO- GDA | 8:12 a.m. | 15 de Noviembre del 2012

Pablo Escobar y su hijo.


Foto: Archivo particular
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Tercera y última entrega de la entrevista de El Nuevo Día con


el hijo del capo colombiano.
Con la mirada un tanto perdida, Juan Pablo Escobar (hoy Sebastián Marroquín), insistió –durante su
encuentro con el programa Entre nosotras y Primera Hora– que él y su familia han sido
injustamente perseguidos por los actos violentos de su padre, Pablo Escobar.
Dijo que no endosaba los pasos que tomó “el Patrón”, por lo que muchos se han preguntado por qué
entonces lanzó la línea de ropa Escobar Henao promoviendo la imagen de una figura como “el
capo” que es sinónimo de violencia, secuestro y terrorismo.

Un acto paradójico
El primogénito del fenecido “Zar de la Cocaína” es consciente de que la idea de lanzar esta
colección podría verse “como algo paradójico”. No obstante, dijo que su propósito –aparte de poder
generar algún ingreso con estos diseños– “es llevar un mensaje positivo y de no violencia a través
de estas prendas de ropa”, expresó.
“La idea es llevar un mensaje de paz y reflexión sobre la vida personal de mi padre, no para invitar
a que sea un modelo a seguir sino todo lo contrario: que sea un modelo a no repetirse”, agregó
Marroquín, quien también se desempeña como arquitecto y diseñador de interiores.
Según pudo observar Primera Hora, gran parte de las piezas de la colección Escobar Henao llevan
grabadas frases pacifistas y fotos de las distintas etapas de Pablo Escobar.
Las libretas de saldo de Pablo Escobar, la cédula de ciudadanía del fenecido narco, detalles sobre la
estatura, fecha y lugar de nacimiento del fundador del cartel de Medellín, y las patentes del vehículo
que el secuestrador y terrorista utilizó, forman parte de las imágenes estampadas que pueden
observarse en la colección Escobar Henao.
Marroquín reveló que el gobierno argentino no le permite vender o distribuir la colección en ese
país, por lo que se ha visto en la necesidad de venderlas a través de la web. No obstante, las
camisetas y los jeans de esta marca pueden conseguirse en distintas tiendas instaladas en Estados
Unidos, México, España y Austria.
A pesar de que Sebastián Marroquín se autoproclama inocente de los actos violentos de su padre,
toda su vida ha tenido un gran cargo conciencia por las víctimas del fenecido narco.
Pide perdón
Así que, según contó, en diciembre de 2009 presentó el documental biográfico Pecados de mi padre,
mediante el cual pidió perdón a las familias de las víctimas de Pablo Escobar.
“Ese día del encuentro con esas personas fue muy largo y no alcanzamos a demostrarlo todo en el
documental. Estuve como 15 días escribiendo una carta de perdón y tiré muchos papeles a la basura
porque merecía la pena decir cada palabra con el corazón”, concluyó con los ojos humedecidos.

Pablo Escobar, de sangriento criminal a nueva


atracción turística en Colombia 1144 lecturas
By ControlCapital.Net
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La muerte de Pablo Escobar. Botero
Al momento de su muerte, en 1993, a los 44 años, Escobar era el criminal más famoso del mundo.
Hizo explotar un avión civil, bombardeó el ministerio de Seguridad del gobierno, asesinó a por lo
menos un candidato presidencial y libró una guerra contra el Estado que terminó con las vidas de
miles de personas, incluyendo decenas de jueces y cientos de policías. Sin embargo, ahora Escobar
se ha convertido en algo nuevo: una atracción turística.
Dan Molinski, Wall Street Journal

Londres tenía a Jack el destripador. Chicago tenía a Al Capone. La ciudad de Medellín tuvo a su
propio hijo infame: Pablo Escobar.

“Lo llevaremos a los lugares donde vivió y murió, y podrá sentarse en la auténtica motocicleta que
Pablo usó por primera vez para traficar droga”, explica el guía turístico Juan Uribe a un puñado de
entusiastas, en su mayoría mochileros veinteañeros procedentes de lugares como Estados Unidos y
Europa en una visita reciente.

El año pasado, dos empresas turísticas rivales comenzaron a ofrecer tours temáticos sobre Pablo
Escobar y en septiembre salió una campaña publicitaria que ha convertido estos paseos en la
excursión más solicitada de Medellín.

Un tour de cuatro horas cuesta US$30 y lleva a los turistas a la tumba de Escobar, la casa donde fue
asesinado a tiros por la policía y a una casa en las colinas donde vivió antes de su muerte. Allí los
visitantes conocen a Roberto Escobar, el hermano mayor de Pablo.

Los tours suponen un dilema para Colombia y Medellín, que han trabajado duro para reducir la
violencia y dejar atrás su imagen de una nación de narcotraficantes de cocaína armados. Según el
gobierno, Colombia atrae a unos dos 2 millones de visitantes al año, un salto de 54% en
comparación con 2006. La actual campaña turística nacional dice que el único “peligro” de visitar
es enamorarse del país y no querer marcharse.

“Sabíamos que de entrada no podíamos prohibir los tours”, dice la subsecretaria de turismo de
Medellín, Madeleine Torres. “Sin embargo, temíamos que los paseos promocionen precisamente
aquello de lo que estamos tratando de alejarnos, la conexión que tan a menudo hace la gente entre
Colombia y la cocaína”, añade.

Torres envió a algunos de sus empleados de incógnito para que participaran en los tours junto con
los turistas extranjeros. “Queríamos constatar lo que los guías les contaban a los visitantes”, señala.
Sus espías quedaron satisfechos: en general describen al capo de la droga como un despiadado
asesino.

Historia colorida
Uno de los operadores turísticos, See Colombia Travel, defiende las excursiones argumentando que
el barón de la droga es parte de la “rica y colorida historia” de Colombia. Compara el tour de Pablo
Escobar con aquellos de campos de concentración nazis o los viajes en autobús en Chicago que se
centran en la mafia y Al Capone.

Jamie Gerig, fundadora británica de Zorba Tours, dice que los tours sobre Escobar son similares a
los paseos de Jack el destripador en Londres. Pero a diferencia del caso británico, los recuerdos de
Escobar se mantienen frescos en la mente de muchos en Medellín y muchas de sus víctimas tienen
cónyuges todavía con vida.

Nydia Quintero Turbay, la primera dama de Colombia entre 1978 y 1982, se acuerda demasiado
bien de Escobar y dice que el tour en Medellín es una vergüenza.

Su hija, Diana Turbay, era una respetada editora de una revista cuando fue secuestrada en 1990, a
los 38 años, por un grupo contratado por Pablo Escobar. Turbay vivió meses en cautiverio en una
granja a las afueras de Medellín, como parte de un plan de Escobar para presionar a los legisladores
colombianos para que no aprobaran un tratado de extradición con EE.UU. En enero de 1991,
durante una redada de un comando policial en la granja, los secuestradores la mataron con tres tiros
en la espalda.

“Ese tour no me parece apropiado”, declaró Quintero en una entrevista. “No conozco la motivación
de tener una excursión semejante, pero Pablo Escobar y sus socios eran gente cruel, dura y brutal”,
añadió.

Hijo de un campesino y de una maestra de escuela, Pablo Escobar comenzó su carrera robando
lápidas de los cementerios, para luego molerlas y revenderlas. Vendió también cigarrillos y alcohol
de contrabando antes de pasarse a la cocaína. En 1989, ocupó el séptimo lugar en la lista de los más
ricos de la revista Forbes, con US$25.000 millones a su nombre.

Pese a su reputación, Escobar también cuenta aquí con algunos partidarios: su actividad filantrópica
incluyó la construcción de un barrio entero.

Aunque la mayoría de los visitantes que llegan hasta la tumba de Escobar en un cementerio a las
afueras de Medellín son turistas con cámaras en mano, los habitantes locales también vienen a
presentar sus respetos.

Carlos Arbeláez, un cortador de vidrio de 45 años y residente de un barrio pobre de Medellín, visitó
la tumba recientemente, poco después de que se fuera un grupo de turistas. Dice que Escobar les dio
mucho a los pobres.

“La gente dice que era terrible y tengo entendido que hizo un montón de cosas malas”, comenta
Arbeláez. “Pero para la gente pobre hizo muchas cosas buenas”, añade.
La vida de la familia Escobar, el mayor narco
de Colombia
La viuda y los dos hijos de Pablo Escobar viven en Buenos Aires, donde recuerdan su pasado
y su constante fuga de las autoridades | Historia. Luchó contra Estados Unidos y Colombia
BUENOS AIRES | REVISTA DONJUAN, EL TIEMPO / GDA
María Isabel Santos, Juana y Sebastián Marroquín y su esposa María Ángeles Sarmiento son la familia más
cercana de Pablo Escobar. Viven en Buenos Aires y ahora son los Marroquín Santos, pero tienen un pasado difícil
de olvidar que incluye las estrategias del narcotraficante para pasar de escondite en escondite, una fogata hecha
con dos millones de dólares, compras de arte y su paso por Mozambique.
Sebastián Marroquín Santos abre un diminuto closet incrustado en la pared de su estudio. Sin más preámbulos me
dice: "Aquí está todo". Del piso hasta el techo hay una pila de cajas y sobres de manila con fotografías familiares
de todas las épocas con su papá: fotos en las que aparecen vigilantes y empleados montados en el lomo de los
rinocerontes de la hacienda Nápoles, fotos de la primera comunión y los diferentes cumpleaños de él y su hermana
Manuela -hoy Juana Marroquín Santos- en la que hay un fondo de cientos de personas con una copa en la mano,
fotos en la que su papá le regala su primera moto cuando tenía 12 años, fotos en las que aparecen políticos al lado
de su mamá. Fotos de estudio donde su mamá posa con ropa de diseñador al lado de sus hijos y con un fondo de
paredes blancas donde hay cuadros de Botero, Darío Morales y Dali. Hay -incluso-, varias cajas de fotos en el que
toda la familia trata de sonreír mientras se mantienen encerrados y aterrados en una caleta después de la fuga de
Escobar de la cárcel de la Catedral. En ese closet, de 1 x 2 metros, está la memoria familiar del capo más grande
de toda la historia de Colombia.
-Sufrimos mucho para recuperarlas, me dice Sebastián. Mi papá tenía álbumes en cada escondite. Siempre quería
estar con nosotros. Y siempre justificaba sus barbaridades por nosotros.
En las fotos siempre están los cuatro, María Isabel Henao,
hoy Isabel Santos, Pablo y sus dos hijos. El resto del
mundo -su mundo- está de fondo. Además de ese museo
portátil apilado en cajas, el apartamento de Sebastián y su esposa María Ángeles Sarmiento, la misma mujer con
la que está desde hace 20 años, tiene varios portarretratos que se empeñan en mantener viva la presencia de
Escobar. En las paredes de sus 50 metros cuadrados hay fotos de Sebastián sentado en las piernas de su papá y de
toda la familia y un retrato amarillento del capo cuando hacía la primera comunión que -como una sombra
permanente- cuelga de un nylon en el cuarto principal al lado de su mesa de noche.
En un rincón de la sala hay un televisor de plasma y una colección de videos de Escobar, entre ellos el documental
Los pecados de mi padre. En ese lugar Sebastián se sienta todos los días a las 2.30 de la tarde para ver el noticiero.
"Era una costumbre que tenía mi viejo. No importaba en la situación de peligro que estuviera. En las mañanas se
leía todos los periódicos de Colombia. Al medio día y en la noche, se sentaba a ver los noticieros. Jamás decía una
palabra. Observaba, a veces apuntaba cosas y cuando terminaba el noticiero simplemente apagaba el televisor".
Esa monotonía, Escobar por todas partes, se rompe por la vista del hipódromo y los campos de polo de Palermo,
que se ven desde un balcón en el que a duras penas cabe una persona, y por los cuadros que ha pintado María
Ángeles en estos últimos años.
-Empecé a pintar por terapia, dice Ángeles mientas acomoda uno de sus cuadros en la pared.
Ángeles. Ángeles y Sebastián se conocieron en 1989 en una fiesta de colegiales. Ella, en ese entonces, se llamaba
Andrea Ochoa y era estudiante del colegio Santa María del Rosario en Medellín. Él tenía 13 años y ella 17. Se
enamoraron. Ella se retorcía de la rabia cuando la recogía en autos demasiado ostentosos. Le daba pena salir del
colegio. A veces esperaba que todas sus compañeras se fueran para subirse al carro. Lo regañaba y le pedía que no
fuera tan loco.
Sabía que era el hijo de Pablo Escobar, pero no le importaba. Juan Pablo, en ese momento, era el rey del mundo,
tenía una colección de motocicletas -Enduros, Harley Davidson, Hondas-, se movilizaba en camionetas blindadas
escoltado por un ejército de hombres al servicio de su padre. Con mover un dedo sus escoltas estaban listos a
cumplir los deseos del hijo del Patrón. "No me lo va a creer, pero cuando nos instalamos aquí en Buenos Aires, no
sabía qué hacer con un menú en un restaurante, por lo general, yo decía qué quería y los escoltas pedían y pagaban
por mi".
En una ocasión, cuando su papá estaba preso, quería ir a una competencia de motocross, pero Pablo le pidió que
no lo hiciera porque había un plan para secuestrarlo. Juan Pablo suplicó tanto (había llegado con su último boletín
de notas para demostrar que se estaba portando bien), que su papá tomó un teléfono y empezó a llamar a cada una
de las personas que estaba detrás del secuestro y les dijo: "mira tal por cual, si a mi hijo le llega a pasar algo, le
juro que su familia, sus hijos y toda su generación no tendrán un respiro en sus vidas... Así que ya saben cómo es
la cosa".
En ese momento, cuando Escobar estaba en la cárcel, Juan Pablo y Ángeles tenían 15 y 19 años y decidieron irse a
vivir juntos; Ángeles pasó a ser parte de la familia y cuando Escobar se fugó de la cárcel ella se convirtió en otra
perseguida.
Pablo Escobar no huía del Bloque de Búsqueda, de los Pepes y del Cartel de Cali con un ejército de sicarios de las
comunas de Medellín: huía con su clan. Prefería estar cerca de ellos para protegerlos y tener la tranquilidad de que
sus enemigos no iban a tocar a su familia. No quería que se repitiera la historia de la bomba del edificio Mónaco.
Él no se encontraba en ese lugar en el momento de la explosión. El techo del cuarto principal se le vino encima a
Juan Pablo y quedó aprisionado por una viga que su mamá todavía no sabe cómo le quitó de encima. Su hija
Manuela se salvó de milagro. Ella estaba en la cuna y el ventanal del cuarto cayó adentro, partió el tetero por la
mitad, pero a la pequeña no le pasó absolutamente nada.
Escondites. Para mantenerse en movimiento con su familia, Escobar había diseñado un plan de escondites que
estaban regados por toda la ciudad. Eran unas 15 casas, donde sólo vivía una persona que hacía las veces de
caletero. Ninguno se conocía con los otros. El único que sabía de la existencia de esos escondites era Escobar.
Siempre era así. Su seguridad se la proporcionaba él mismo. Cuando estuvo detenido en la Catedral, tenía un
sistema de comunicación con el exterior bastante simple: un citófono que conectaba la cárcel con una oficina en
Envigado, a casi doce kilómetros de distancia, por eso los equipos de telemetría y los rastreadores de llamadas
telefónicas jamás lo pudieron escuchar.
Para saber qué forastero llegaba a Medellín compró un ejercito de taxis que operaban en el Olaya Herrera y
Rionegro.
Tenía infiltrados en las Empresas Públicas de Medellín y conseguía la información de todas las llamadas
nacionales que salían de la capital paisa. Un grupo de colaboradores con lupa en mano repasaban miles de hojas
en busca de teléfonos con indicativos del Valle que, por a o b motivo, podrían estar en contacto con el Cartel de
Cali.
Se movía cada de 48 horas, vendaba los ojos de su familia, los montaba en un taxi que él mismo manejaba y los
llevaba al hogar de paso. Una vez allí, Escobar les pedía que recorrieran el sitio. Que observaran bien cada detalle
y que le dijeran si podían reconocer el lugar. Si eso ocurría de inmediato cambiaba de sitio y esa propiedad
quedaba eliminada como escondite.
Tenía claro que si por alguna circunstancia sus enemigos capturaban alguno de sus familiares los iban a torturar
para que confesaran dónde estaban.
de cerca. Por lo general Ángeles era la que encendía las alarmas. A ella a veces le daba pena mencionar que sí
sabía dónde estaban. Su relación con Escobar había sido fugaz a pesar de llevar ya más de tres años de novia de su
hijo.
A partir de la fuga de la Catedral lo conoció de cerca. Al principio no sabía si decirle don o Pablo a secas.
Finalmente lo llamaba por sus mil sobrenombres. Dos en especial: don Jaime o Míster. Los detalles que descubría
Ángeles parecían insignificantes, pero eran claves para la seguridad de todos: la cúpula de una iglesia que veía
desde alguna de las ventanas, el bullicio del parque Berrío, el color de una reja a la entrada de la casa. Escobar la
escuchaba, se resignaba y decía: "tenemos que movernos otra vez".
Tenía unos protocolos estrictos de seguridad y la regla principal era que si alguno de ellos se separaba del grupo
no podía volver a reunirse con el resto.
Ángeles sintió varias veces que iban a atraparlos. En una ocasión, cuando la persecución de las autoridades y de
los enemigos del jefe del cartel de Medellín estaba en uno de sus momentos más implacables, Escobar le pidió que
lo acompañara a la casa de su hermana.
No eran más de las siete de la noche. Se fueron en un auto normal. Sin vidrios polarizados, ni blindado ni con
escoltas. Escobar solo tenía puesta una peluca. Se presentaron en la recepción del edificio, preguntaron por la
hermana de Pablo y ella dijo que venía acompañada de un tío. Hasta ahí todo parecía normal.
Cuando tomaron el ascensor, dos personas lo abordaron al mismo tiempo que ellos. Ella entró en pánico y creyó
que los iban a identificar. Pablo notó su nerviosismo y empezó a hablar de las vacas que habían comprado, los
terneros que iba a vender, las cuentas de la finca. Improvisó una conversación. Cuando se bajaron los otros dos
pasajeros le explicó que, cuando la gente habla en el ascensor, los otros bajan la cabeza por respeto. Para no
sentirse entrometidos en una conversación que no es de ellos. Y con la mirada en el piso era difícil que los
identificaran.
En otra ocasión le encargó una misión más importante: organizar el cumpleaños de su esposa. Le dijo que le
comprara una torta y que recogiera algunos regalos que había donde una hermana de María Victoria y que le
enviaba la familia. La única condición era que tenía que regresar en cuatro horas.
Con un margen de espera de 15 minutos. Si no llegaba en ese lapso, perdía para siempre el rastro del resto de la
familia. Ella hizo todo lo que tenía que hacer, recuerda que tomó tres taxis, que fue de un lado para otro. Se
cercioró de que nadie la estuviera persiguiendo y cuando por fin recogió los regalos y la torta de cumpleaños, se
soltó un aguacero interminable sobre Medellín que convirtió todas las vías en un eterno atasco, cuando llegó a la
casa nadie le abrió.
Todavía llovía y apenas podía sostener con las manos todos los paquetes, empezó a llorar y a caminar por la acera.
Estaba fuera del grupo. De pronto salió una mano de la caseta de un vigilante que la cogió por el brazo.
-¿Dónde se había metido, mija?, dijo Escobar.
Esas medidas de seguridad que a simple vista parecían primarias los mantenían lejos de sus enemigos. En una
oportunidad estaban escondidos en una casaquinta en una de las montañas que rodean a Medellín y la zona
terminó acordonada por la policía. Estaban sin provisiones y el frío les estaba haciendo mella. Pasaron los días y
el cordón de seguridad de las autoridades continuaba. Una madrugada la hipotermia comenzó hacer estragos en
Manuela. En la casa lo único que había eran dos costales con dos millones de dólares y Escobar decidió hacer una
hoguera con ellos para evitar que se congelara.
Juana. Manuela, hoy Juana, ha tenido varios episodios depresivos y varias veces ha intentado quitarse la vida. Hoy
estudia relaciones públicas y los días en que tiene algún parcial su familia se pone en jaque porque una mala nota
significa una recaída. Pero cada vez que eso pasa, María Isabel llama a Ángeles y le pide consejos, ella se pone al
teléfono o sale para su casa y por lo general resuelve el problema con Sebastián.
Uno de esos momentos difíciles para Manuela ocurrió en noviembre de 1999, cuando estalló el escándalo en
Buenos Aires y el mundo se enteró que la familia de Escobar, de la que no se había vuelto a saber nada desde
1995, vivía en esa ciudad y que estaba acusada de falsificación de identidad y lavado de activos. A Sebastián le
costó 40 días de prisión. Y a su madre 18 meses.
Después de cinco años de investigación por parte de la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia de Argentina que
rastreó sus movimientos por cuanta cuenta bancaria les fue posible, se determinó que el dinero con el que vivían
en Buenos Aires era legal y que las nuevas identidades habían sido otorgadas por la fiscalía en Colombia. Manuela
pasó esos días terribles de la mano de María Ángeles. Ella la cuidó en las noches de insomnio y en sus
interminables horas de llanto.
En esa época ya había conocido a su mejor amiga y gran confidente en la Argentina, la pintora Francisca Miranda,
y ella también fue tocada por la tragedia justo en esos días. Su casa se incendió y el 60 por ciento de cuerpo se
quemó y perdió dos dedos en cada mano, con todo y eso, fue capaz de garabatear una nota para Sebastián dándole
ánimo.
-Eso me sacó de la depresión, dice Sebastián.
Por otro lado, Francisca animó a Ángeles para que tomara los pinceles y empezara a pintar, "es la mejor terapia",
le dijo. Y ella empezó a pintar flores. "Son el símbolo de mi ciudad, por eso las pinto". Y por eso las flores están
por todo el apartamento, el estudio de Sebastián y el de su mamá.
en buenos aires. Los cuatro continúan siendo paisas. Ella y la mamá de Sebastián siempre se visten con colores
vivos. Llevan 15 años en Buenos Aires y todavía su acento no se ha contaminado de los giros bonaerenses. La
cárcel, en esos días, también sirvió para que Sebastián y Ángeles dejaran de ser novios y se convirtieran
finalmente en marido y mujer.
Ella -que tiene nacionalidad mexicana- viajó a México con un poder de Sebastián y se casó sola en una notaría,
años después, el siete de diciembre de 2003, se casarían en una iglesia en Buenos Aires, pero los únicos asistentes,
además del cura, fueron Isabel y Manuela y uno que otro familiar que los visitó desde Colombia.

Líder de "extraditables" y del tráfico de cocaína


BOGOTÁ | Pablo Escobar encabezó el cartel de tráfico de cocaína más importante en los años 1980. Peleó contra
ser extraditado a Estados Unidos con una violenta campaña en Colombia, ordenando bombazos -incluyendo uno
que voló un avión con 107 pasajeros a los cuatro minutos de despegar- y los secuestros y asesinatos de políticos,
jueces y periodistas que se interponían en su camino.
Su hijo, ahora llamado Juan Pablo Marroquín, y su esposa María Isabel, fueron acusados pero salieron librados de
lavado de dinero en Argentina después de que ingresaron al país en 1994. Y un ex funcionario estadounidense
antinarcóticos de alto nivel dijo que las autoridades tuvieron información de que a inicios de los 1990, Marroquín
se preparaba para suceder a su padre.
Francisco José Sintura, ex vicefiscal general para la época del narcoterrorismo de Escobar, explicó que no hubo
ninguna investigación contra Juan Pablo, entre otras causas porque era menor de edad. Para la salida del país en
los 90, la Fiscalía emitió un salvoconducto y "fue entregado porque contra él no había ningún requerimiento"
judicial.
Hijo de un granjero y una maestra, Pablo Escobar empezó su vida criminal de adolescente robando lápidas y de
ahí creció hasta forjar el más grande imperio de tráfico de cocaína del mundo.
Utilizó sus ganancias para comprar popularidad y ganar elecciones en el Congreso. Cuando políticos, jueces o
policías se le oponían, los mandaba a matar. En 1989, ordenó un bombazo en un avión porque pensó que el futuro
presidente César Gaviria estaba entre los pasajeros.
En determinado momento se rindió ante las autoridades, aunque mantuvo su influencia desde una cárcel que él
mismo diseñó. Luego huyó y volvió a ser fugitivo.
Escobar fue abatido por la policía colombiana el 2 de diciembre de 1993 cuando Marroquín tenía 16 años. Padre e
hijo habían hablado por teléfono por mucho rato y las autoridades localizaron el lugar donde estaba el
narcotraficante. Le dispararon en la cabeza cuando, pistola en mano, intentaba escapar por el techo de la casa de
seguridad en que estaba.
Aunque el hijo del capo colombiano ofrece disculpas por los crímenes que Escobar orquestó desde Medellín,
Marroquín también lo defiende porque "también fue un padre, un gran padre", señaló.
Las riquezas de Escobar aparentemente se desvanecieron. Más de 240 propiedades de Escobar fueron confiscadas
por las autoridades. AP

Las cifras
240 Fueron las propiedades de Escobar expropiadas por las autoridades, que sospechan que su familia rescató algo
de dinero.
1993 Año en que el narcotraficante fue abatido por el "Bloque de Búsqueda", formado por policía, ejército
colombiano y EE.UU.

Los caprichos de la hija de Pablo Escobar


Por: Pacho Escobar
El periodista y escritor José Alejandro Castaño Hoyos estuvo 20 días en casa de la familia Escobar
Henao, conformada por la esposa y los dos hijos del extinto narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
Los mismos que en 1994 se vieron obligados a asilarse en Argentina tras la muerte del capo. Al
principio, la visita del periodista tenía un fin: escribir un libro sobre la vida de los herederos del
narco más famoso del mundo. Sin embargo, por temas de seguridad, convenios y posturas íntimas
de los Escobar Henao, el propósito tomó un viraje que anuló toda posibilidad de construir un relato
periodístico.
Fueron tres semanas inolvidables para el periodista en los que compartió desayuno, almuerzo y
comidas con los Escobar Henao en Buenos Aires. Habían pasado 14 años desde la muerte del capo
cuando su esposa, María Victoria Henao, y sus hijos, Juan Pablo y Manuela, se vieron forzados a
dejar Colombia y buscar asilo en alguna parte del mundo. Argentina les abrió las puertas y allí
María Victoria encontró un nuevo amor, rehízo su vida y sus hijos crecieron con nuevos nombres y
apellidos. Pablo Escobar pasó de ser una pesadilla a convertirse incluso en una oportunidad de
negocio para su hijo conocido ahora como Sebastián Marroquin.
Cuando los visitó en Buenos Aires, Castaño tenía en mente un proyecto editorial que al final
fracasó. Entre todos los momentos que vivió en los intensos días en la intimidad de la familia
Escobar, uno permaneció en su mente: la huella de dolor de Manuela, la hija adorada del capo.
Aunque la jovencita salía antes de la llegada del periodista, la melancolía de Manuela quedaba
impregnada en el apartamento.

Recientemente solo María Victoria Henao y Juan Pablo Escobar han concedido entrevistas, pero la
figura actual de Manuela es un misterio, nunca se ha dejado ver.
José Alejandro Castaño se obsesionó por reconstruir la vida de una niña triste convertida en una
mujer de 23 años que aún no le encontraba sentido a su vida. Comenzó entonces una reportería de
cinco años en los cuales entrevistó a decenas de personas que la conocieron cuando era la hija
mimada de Pablo, quien la trataba de complacer a cualquier precio.
Castaño se encontró con una familia que pasó de vivir en palacios y mansiones a habitar un discreto
apartamento y tener, como máximo lujo, una casa de campo a las afueras de Buenos Aires. Los
hijos de Escobar dejaron de llamarse Juan Pablo y Manuela para convertirse en Sebastián y Juana
Manuela Marroquin Santos, hijos no de María Victoria Henao sino de Isabel Santos. En 1999,
cuando se descubrió que eran los legítimos herederos del capo, la justicia argentina apresó a
Victoria y a Juan Pablo durante 15 meses, curiosamente más tiempo que los días que pasó en la
cárcel Pablo Escobar.
Las autoridades trataron de evidenciar actos ilegales durante su estadía en Argentina realcionados
con lavado de activos, suplantación de identidades y hasta narcotráfico, pero nunca les pudieron
comprobar delito alguno. Cinco fiscales pasaron por el caso, todos le dijeron lo mismo al famoso
juez Cavalli: “aquí no hay nada”. Una vez liberados de toda acusación judicial, los Escobar
reiniciaron su vida con un dinero que el gobierno colombiano le dio a manera de indemnización por
aquella guerra que había suscitado el narcotráfico. Porque de la herencia quedó poco. La familia fue
obligada a reunirse con los líderes del grupo ‘Los Pepes’ (perseguidos por Pablo Escobar) y
forzados a entregar cientos de propiedades que estaban a nombre del capo, a cambio de que ‘Los
Pepes’ les perdonaran la vida. Lista en mano, fueron entregadas escrituras de casas, apartamentos,
fincas, predios, carros y pinturas entre otros bienes de valor.
Gran parte de los animales que adquirió el capo para su Hacienda Nápoles eran caprichos de
su hija Manuela.
La reconstrucción de la vida de Manuela significó un esfuerzo especial. En Panamá, Castaño halló
a quien había sido la nana de la niña, una mujer que recordó cómo la vestían, sus alimentos
predilectos, los juegos, el miedo y hasta los programas de televisión que la entretenían.
Otra persona con quien Castaño habló fue una mujer que quedó en embarazo de Escobar y a quien
el narco obligó a abortar, al parecer, en una de las famosas discotecas de la ciudad. La razón:
Escobar le había jurado a Manuela que ella sería la última descendiente, “el final del cuento”. Pero
lo más impactante son las anécdotas que contaron los lugartenientes del capo que protegían la
familia, quienes la conocieron en la intimidad.
Recordaron muchos episodios, como el del unicornio que en una navidad pidió la niña y cómo ellos
mismos tuvieron que aparecerse, por solicitud del patrón, con un caballo blanco al que le pegaron
con grapas un cuerno bajo su crin y adhirieron largas alas de papel a su torso. El animal murió como
consecuencia de una infección. Si Manuela quería una jirafa, había que mandarle traer el animal de
la lejana África. Si la princesa quería ver en persona a los personajes del programa de moda, sus
deseos se cumplían. Archivos fotográficos así lo demuestran.
El Pablo Escobar que recordaron quienes los rodearon era un hombre afectuoso, juguetón y
creativo con la niña. Un hacedor de fantasías creadas para sorprender los días de su hija. Cuando la
llevaba a los escondites del cartel, empujaba puertas ocultas diciendo “ábrete sésamo” y entonces,
como por arte de magia, bóvedas llenas de dinero se abrían. “¿cuánto son mil millones de dólares,
papá? / Lo que valen tus ojos princesa”, le respondía.
El proyecto editorial sobre los Escobar Henao lo tuvieron en sus manos Random House, Norma y
Planeta, pero cuando se enteraron de las exigencias de los protagonistas echaron para atrás sus
apuestas. Finalmente la novela ‘Cierra tus ojos princesa’ ha sido lanzada por la editorial
independiente Icono.
Mercenarios estuvieron presentes cuando ‘Don Pablo’, en plena persecución del Bloque de
Búqueda, con gran tranquilidad inventaba juegos para la niña. Le pedía a la mamá el delineador de
ojos, le pintaba bigotes y le decía: “ya vienen los gatos, hay que esconderse”.
Castaño logró entrevistar al cantante argentino Piero, de quien se decía que había conocido al capo.
El artista le confirmó que estaba en Residencias Tequendama en Bogotá cuando se enteró de la
muerte de Escobar, donde, coincidencialmente, se hallaba hospedada la familia. Piero decidió
visitarlos en la suite y, conmovido, le cantó a Manuela su famosa canción infantil Sinfonía
inconclusa en la mar. Tocado por la tristeza que intuyó en la menor, la invitó a cantar en un coro de
niños que estaba formando para el show que haría ese diciembre en Bogotá. Sus intenciones
quedaron frustradas porque los padres de los demás niños que conformarían el coro pusieron el
grito en el cielo al enterarse de la posibilidad de que la hija de Pablo Escobar pudiera cantar con sus
hijos.
Estas y otras historias aparecen transformadas con toques de ficción en la novela de José Alejandro
Castaño que tituló Cierra los ojos princesa. Como es de suponerse, la obra no gustó en la familia
Escobar Henao. Algunos emisarios han hecho llegar sus mensajes de inconformidad, pero el autor
se defiende explicando que la idea inicial surgió de los 20 días que compartió con los Escobar en
Buenos Aires, pero que de allí en adelante, decenas de personas aportaron para reconstruir la
tragedia humana detrás de la hija del “Capo de Capos”, cuyos deseos eran órdenes para quien fuera
el hombre más buscado del mundo.
Hijo de Pablo Escobar cree que su padre
quería morir en combate: “Es una manera
de suicidarse”
Publicado el 14 de nov de 2012 4:04 pm |
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Foto: AP / Eduardo Di Baia


(Caracas, 14 de noviembre – Noticias24).- Este miércoles, el diario colombiano El Tiempo ha
publicado la segunda parte de una entrevista que les concedió Juan Pablo Escobar Henao, hijo de
Pablo Escobar, el capo de la nación neogranadina reconocido como “el Zar de la cocaína”.
Juan Pablo Escobar Henao ha tenido que cargar con “el peso” de ser el hijo de un narcotraficante
colombiano. Tras la muerte de su padre, él, su madre y hermana fueron exiliados en Argentina y sus
nombres, por protección, fueron cambiados. Juan Pablo Escobar Henao pasó a ser Sebastián
Marroquín Santos.
Marroquín, justo después de la muerte de Escobar, cuando tenía tan solo 16 años hizo amenazas
públicas. Confesó que sintió terror “al pensar lo que podía ser capaz de hacer para vengar la
muerte de su padre. Luego reaccionó y se retractó”, publicó El Tiempo.
Sobre la muerte de Escobar dijo:
“Mi padre siempre nos dijo que el teléfono era sinónimo de muerte porque nos podían
rastrear fácilmente y el día que murió nos llamó tanto que me hace pensar que él quería
que la policía llegara y que quería morir en un combate. Es una manera también de
suicidarse”, consideró.

¿Y dónde está el dinero de Pablo Escobar? Esa es una de las preguntas más formuladas.
Según aseguró Marroquín, “el estado confiscó todo el dinero de mi padre y destruyó
sus propiedades”, sostuvo sin entrar en mayores detalles. A sus 35 años de edad y a 19
años de la muerte de Pablo Escobar, Sebastián Marroquín aún siente que es perseguido
“por el delito de ser portador del ADN de Pablo Escobar y no porque haya cometido
alguna falta contra la ley”, estableció quien hoy día es un arquitecto y diseñador de
interiores en Buenos Aires y quien también posee su propia línea de ropa llamada
Escobar Henao.
Hijo de Pablo Escobar cree que su padre se
suicidó
Publicado el Jueves, 15/November/2012
“Mi padre siempre nos dijo que el teléfono era sinónimo de muerte porque nos podían rastrear
fácilmente y el día que murió nos llamó tanto que me hace pensar que él quería que la policía
llegara y que quería morir en un combate. Es una manera también de suicidarse”, dijo Juan Pablo
Escobar en la seguna entrega de una entrevista con Melba Brugueras, que publica hoy El Tiempo de
Bogotá

Primera página del diario EL TIEMPO tras la caída de Pablo Escobar. (Foto Archivo El Tiempo)
Lo que se suponía fuera una entrevista de media hora, se convirtió en una de cuatro horas y en uno
de los jardines exteriores de una exclusiva oficina de arquitectos en la zona de Palermo en Buenos
Aires, Juan Pablo Escobar –hoy Sebastián Marroquín– destapó una infinidad de temas que rodean a
su padre, el fenecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar. (Vea la primera entrega de esta
entrevista con El peso de ser el hijo de Pablo Escobar).
Ya más relajado, pero observador y cuidadoso con sus expresiones, Marroquín confesó que sintió
terror al pensar lo que podía ser capaz de hacer para vengar la muerte de su padre.
Luego reaccionó y se retractó. Pero era muy tarde, sus expresiones provocaron su exilio y el de su
familia de forma inmediata.
Después de la muerte del “Patrón”, sus hijos y su esposa salieron de Colombia, pero fueron
rechazados en varios países hasta que finalmente lograron instalarse en Buenos Aires. No obstante,
por razones de seguridad y, para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, sus nombres y
apellidos fueron cambiados por las autoridades colombianas antes de salir de ese país.
Fue en ese momento que Juan Pablo Escobar Henao pasó a ser Sebastián Marroquín Santos, su
hermana Manuela Escobar Henao sería Juana Manuela Marroquín Santos y la viuda del “Capo”,
María Victoria Eugenia Henao Vallejo, se llamaría desde entonces María Isabel Santos.
“Hoy día somos una familia que vive tranquila, que busca la paz permanente”, reiteró Marroquín
mientras era escuchado detenidamente por la presentadora Sonia Valentín y Primera Hora. Sobre las
circunstancias en que murió su padre, se inclina a pensar que pudo haber sido un suicidio.
“Mi padre siempre nos dijo que el teléfono era sinónimo de muerte porque nos podían rastrear
fácilmente y el día que murió nos llamó tanto que me hace pensar que él quería que la policía
llegara y que quería morir en un combate. Es una manera también de suicidarse”, consideró.
¿Y dónde está el dinero de Pablo Escobar? Esa es una de las preguntas más formuladas.
Según aseguró Marroquín, “el estado confiscó todo el dinero de mi padre y destruyó sus
propiedades”, sostuvo sin entrar en mayores detalles. A sus 35 años de edad y a 19 años de la
muerte de Pablo Escobar, Sebastián Marroquín aún siente que es perseguido “por el delito de ser
portador del ADN de Pablo Escobar y no porque haya cometido alguna falta contra la ley”,
estableció quien hoy día es un arquitecto y diseñador de interiores en Buenos Aires y quien también
posee su propia línea de ropa llamada Escobar Henao.
Pero él no está solo en ese martirio. Su hermana menor, Manuela, su madre María y su esposa, cuyo
nombre no mencionó, corren la misma suerte.
Argentina, poco a poco, les ha brindado tranquilidad a Sebastián Marroquín y a su familia, pero este
joven comerciante no puede ignorar el dolor que le provoca no tener la posibilidad de regresar a su
natal Colombia por ser el hijo de Pablo Escobar.
De los episodios peligrosos que tuvo que vivir Sebastián Marroquín por ser hijo de Escobar, hay
muchos. Entre los más impactantes está el de cómo él, su hermana y su madre tenían que
esconderse de los ataques de las fuerzas militares de Colombia y cuando este, teniendo siete años y
su hermana Manuela dos años, fueron encarcelados.
“Estamos superagradecidos de Argentina. Aquí me he podido educar, mi madre, mi hermana y mi
esposa también se han educado y vivimos y trabajamos acá. Pero también hemos sido cuestionados,
hemos estado en la cárcel aquí, un año y ocho meses, mientras las autoridades se aseguraban que
nuestra madre no lavaba el dinero de nuestro papá. No ha sido gratis, pero creo que se han
despejado por completo los fantasmas y las dudas que había con nosotros. A la sociedad le ha
costado mucho reconocernos como individuos por mi padre. Hemos sido una familia perseguida por
los delitos de uno de sus miembros”, aseguró quien fue rechazado con su familia en España y
Alemania.
“El Vaticano no nos quiso atender ni recibir, ni la Cruz Roja Internacional ni las Naciones Unidas ni
varios premios Nobel de la Paz. Entonces terminas sintiéndote como extraterrestre dentro del
planeta Tierra”, expresó.
Cuando Marroquín fue encarcelado en Argentina, aprendió a valorar las pequeñas cosas de la vida.
“Me enseñó el valor de poder disfrutar de las gotas de lluvia cuando caminaba, me enseñó el valor
de un plato de comida, te cambian los valores, las prioridades”, puntualizó el entrevistado, quien en
su opinión los estados invierten más en ampliar sus prisiones que en rehabilitar a sus ciudadanos.
MANUELA ESCOBAR, REHÉN DEL
PASADO
Todos la llaman Juana. La conocieron como una niña alegre
con un marcado acento che argentino, porque su dejo paisa
quedó solo como un recuerdo de una pasado marcado por la
violencia y una guerra sucia a la que nunca la invitaron, pero
que de una manera u otra siempre terminó involucrada.
Manuela Escobar Henao nació el 25 de mayo de 1984 en medio de toda clase de lujos, pero sin lo
más preciado que un ser humano pueda tener: tranquilidad. La plata de su padre, el extinto
narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, nunca alcanzó para darle la vida normal de cualquier niño.
Siempre vivió como una rehén de la violencia en medio de la verdad y la mentira.
Hoy, con su nueva identidad, Juana Manuela Marroquín Santos sigue afectada por la detención de
su madre, Victoria Eugenia Henao Vallejo, y de su hermano, Juan Pablo Escobar Henao, recluidos
en calabozos de la Policía Federal Argentina, acusados de falsificación de documento público,
lavado de dinero y asociación ilícita.
Manuela, desde hace casi 15 días no para de llorar. La justicia argentina no solo se llevó a sus seres
queridos sino que le arrancó su sonrisa. Está sumida en una infinita tristeza y soledad porque para
ella regresó la pesadilla de una desgarradora historia que siempre quiso olvidar.
De los tres, era la que mejor se había adaptado a su nueva vida y aprendió a mantener un perfil bajo,
tal y como se lo había aconsejado su mamá.
Después de vivir en Medellín, prácticamente resguardada en un bunker, con toda clase de
comodidades y un séquito de guardaespaldas, se acomodó a su nueva identidad y jamás le molestó
montar en bus durante sus primeros tres años de permanencia en Buenos Aires, porque era
consciente de que la tranquilidad y el poder transitar libremente sin ser señalada como la hija Pablo
Escobar Gaviria eran más importantes que los lujos.
Acostumbrada a los tutores, a hacer maletas y a salir corriendo de un país a otro en medio de la
clandestinidad, ella se había reencontrado con la vida en Buenos Aires. Era Juana, una alumna más
de tercer año de secundaria de un colegio judío. Era, porque ahora que se reveló su verdadera
identidad ella no quiere regresar a las aulas. Ni siquiera, a sabiendas de que ya comienzan los
exámenes finales. El año lectivo en Argentina culmina el 10 de diciembre y Juana está a dos años de
obtener su título de bachiller.
Inclusive, tampoco estableció contacto alguno con el famoso cantautor Piero, hoy secretario de
cultura de la provincia de Buenos Aires y quien a finales de la década del 80 estuvo probando a la
pequeña para que cantara en un coro que él dirigía. El estuvo ensayando a la niña Manuela, porque
le pareció que cantaba muy bonito, pero no pudo seguir adelante y Piero se fue, dijo doña Hermilda
Gaviria, la abuela, desde Medellín a una canal de televisión argentino.
Era amiguera, se trataba con muchos de los niños de su edad que viven en la unidad residencial
Jaramillo, en el norte de Buenos Aires, muy cerca de la cancha de River Plate. Llevaba la vida de
una niña de clase media. Sus amiguitos han ido a tocarle la puerta del apartamento 17, en donde
vive desde hace ocho meses, para saludarla y solidarizarse con ella, pero no los ha querido atender.
De vez en cuando les acepta una que otra llamada telefónica, pero no más.
Vive encerrada y solamente se le vio salir una vez, acompañada por una mujer y subirse a un taxi.
Fue el día que visitó a su madre al calabozo, pero regresó destrozada. Desde entonces no volvió a
salir. Vive con una tía (una hermana de su mamá que llegó desde Medellín hace diez días), una
empleada colombiana, su cuñada y nadie más. Su abuela materna que vivía con ella estaba muy
enferma y viajó la semana pasada a Medellín.
Para Manuela o Juana, la pesadilla que vivió en Colombia regresó. Ya todos saben quién es, de
dónde viene y porqué está exiliada en Buenos Aires. Casi no duerme y desde su cuarto se escuchan
los sollozos de largas noches en vela.
En su álbum de fotos solo quedan como recuerdo los momentos felices que pasó durante casi cinco
años en Argentina y la fiesta del 25 de mayo pasado, cuando celebró sus 15 años con todos sus
amigos.
Diariamente su madre le manda decir que ella está bien y que esté tranquila. De acuerdo con las
leyes argentinas, una persona debe ser mayor de 16 años para ser imputada en una causa penal.
El drama de Manuela es de nunca acabar. Cuando todo indicaba que la pesadilla había culminado
con la muerte de su padre, esta apenas empezaba. Llevada siempre de la mano de su madre y de
hermano, tocó las puertas por diferentes países del mundo y fueron rechazados. Finalmente ella
llegó a Buenos Aires, en la Navidad de 1994.
Por ahora, hasta que la justicia argentina decida lo contrario, se ha quedado sola, sin patria, sin
tierra y con un apellido que le dejó profundas huellas y más tristezas que alegrías.

La caída de Pablo Escobar

Pablo Escobar, el gran capo de drogas del Cartel de Medellín en Colombia, no tuvo un final feliz

como en las cuentas de hadas, sino que murió a los cuarenta y cuatro años “solo, abatido, en el

tejado de una casa de un barrio popular” (RCN). ¿Qué atrocidades cometió Pablo Escobar durante

su vida para que muriera de esta manera tan grotesca? Pues, la respuesta obvia sería que él estaba

involucrado en el narcotráfico, el cual es un trabajo muy peligroso que a menudo da a la muerte. Sin

embargo, la muerte de él fue mucho más complicada. Él tenía enemigos por todos lados, incluyendo

miembros de otros carteles de drogas y de su propio cartel, los Estados Unidos y el gobierno de

Colombia. Cuando uno tiene tantos adversarios, es casi inevitable que su reino vaya a terminar. Los

carteles enemigos de drogas en Colombia, especialmente en Cali, miembros previos del cartel de

Medellín y los gobiernos de los Estados Unidos y Colombia desempeñaron papeles importantes en

la muerte de Pablo Escobar. No obstante, al fin y al cabo, Pablo Escobar mismo tiene la culpa por su

muerte.
La hostilidad entre los carteles de drogas en Colombia

La rivalidad más seria e intensa entre los carteles colombianos fue la del cartel de Medellín,

dirigido por el capo Pablo Escobar, contra el cartel de Cali, dirigido por los hermanos Miguel y

Gilberto Rodríguez. La animosidad entre ellos se convirtió en la violencia en muchos casos, y las

dos historias siguientes demuestran su gravedad.

Primero, en el año 1988, un socio del cartel de Cali (“el Piña”) que trabajaba para Pacho Herrera

en Nueva York tuvo relaciones con la mujer de un empleado de Pablo Escobar. (López, 10).

Entonces, Pablo Escobar llamó a Herrera para mandar que le entregara el Piña por sus acciones,

pero Herrera se negó. Según Pablo Escobar, “el que no está conmigo está en contra mía y por lo

tanto es mi enemigo” (10). Por eso, Escobar llamó a los jefes del cartel para exigir que le entregaran

Pacho Herrera además de El Piña. En vez de simplemente decirle que no iban a entregarle los

hombres, los hermanos Rodríguez decidieron comunicar su respuesta por medio de un ataque en la

casa de Pablo Escobar. En este ataque, hirieron a su familia y destruyeron sus pertenencias, lo cual

causó una rabia muy fuerte en Escobar, quien se vengó por atacar la finca de Herrera durante un

partido de fútbol (10).

La segunda muestra de la tensión entre los dos carteles de drogas es el narco-fútbol, que se

tipifica por el partido entre los equipos de fútbol Medellín y América de Cali en 1989. Pablo

Escobar apoyaba al equipo de Medellín y los Rodríguez apoyaban al equipo de América de Cali.

Éstos sobornaron al árbitro, Álvaro Ortega, para que decidiera a favor del equipo América de Cali

(Zimbalist). Cuando América de Cali ganó el partido, Escobar mató a Ortega, solamente por haberle

costado un partido de fútbol.

La animosidad entre los gobiernos estadounidense y colombiano hacia Pablo Escobar

El gobierno de los Estados Unidos sabía del asunto del narcotráfico en Colombia hacía mucho

tiempo, y también sabía que la gente estadounidense compraba mucha cocaína que venía de

Colombia. Tom Cash, quien trabajaba por la DEA durante esa época, dijo que usar cocaína era tan

banal como jugar golf hasta que el jugador famoso de baloncesto, Len Bias, se murió por un
sobredosis de cocaína en 1986 (Zimbalist). Su muerte fue la gota que colmó el vaso – los Estados

Unidos empezó el proceso de extradición de narcotráficos en Colombia, y su primer objetivo fue

Pablo Escobar.

Escobar intentó refugiarse en el gobierno colombiano. Se presentó como candidato para la

Cámara de Representantes en 1982, y fue electo por causa del amor que la clase baja tenía por él

(Los pobres lo amaban tanto porque él creó muchos barrios para ellos con canchas de fútbol, etc.)

(Zimbalist) Esto le dio cuatro años de inmunidad parlamentaria, lo cual ocasionó un problema con

el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien impulsaba la expulsión de Escobar de la

Cámara de Representantes por ser “un narcotraficante con el propósito de derrumbar moralmente a

la nación” (Zimbalist). Debido a la denunciación de Lara Bonilla, Escobar fue expulsado de la

Cámara, y él tomó represalias contra Lara Bonilla – este murió a manos del Cartel de Medellín en

1984 (López, 9). Otra muerte causada por la furia de Pablo Escobar fue la de Luis Carlos Galán en

1989 porque Galán había encabezado una campaña política en Colombia a favor de la extradición

(Zimbalist). Por todo esto, los dos gobiernos, el de los Estados Unidos y el de Colombia, querían

vengarse de Pablo Escobar.

Pablo Escobar pierde seguidores: La creación de los Pepes

Pablo Escobar tenía una falta de control dentro de su propio cartel. El momento más notable en

que él perdió la confianza de sus partidarios era cuando mató a uno de sus seguidores por tener un

conflicto con otro (López,15). Uno de ellos, Mario Castaño, le había robado dinero del otro,

Fernando Galeano, y se lo había dado a Escobar. Galeano vino con otro hombre para quejarse del

robo, pero Castaño argumentó que fue justo porque Galeano estaba mintiendo de cuánto dinero

tenía y no daba nada al jefe del cartel. Entonces, Escobar decidió que Castaño tenía razón, y

permitió que Castaño matara a los dos hombres (15). Esto causó mucha duda por parte de los

seguidores de Escobar. Escobar mató a Galeano, un buen amigo…¿qué haría con ellos, que no

tenían una amistad con él? Entonces, en el año de 1992, estos desertores del Cartel de Medellín,

junto con el cartel de Cali crearon una organización llamada Los Pepes, o sea, Perseguidos por
Pablo Escobar (18), quienes querían terminar el reino del capo de drogas tan poderoso a todo costo.

La muerte de Pablo Escobar

Entonces, fue “Pablo contra Cali, Pablo contra el Gobierno, Pablo contra Estados Unidos…Pablo

contra todo el mundo” (López, 17). Por sus acciones contra todas estas organizaciones, Escobar se

hizo “el enemigo público número uno”, con un premio financiero establecido por su captura, sea

muerto o vivo (Zimbalist). Finalmente, el 2 de diciembre de 1993, Pablo Escobar fue asesinado por

el Bloque de Búsqueda, que fue formado por el gobierno de Colombia y las agencias de la DEA, el

FBI y la CIA (RCN).

Queda claro que la muerte de Pablo Escobar se le venía desde hacía mucho tiempo. Mató a

muchas personas, maltrató a más y últimamente, creó demasiados enemigos para poder continuar

viviendo en la manera en que vivía. El que es responsable por su muerte no son los Estados Unidos

ni Colombia, ni los carteles de drogas ni los traidores del Cartel de Medellín, sino Pablo Escobar

mismo, por haber sido tan descarado en crear tantos adversarios.

ASÍ METIERON A LA QUICA TRAS LA


REJAS
El 27 de noviembre de 1989, por la mañana, un avión a
reacción de Avianca, que transportaba a 107 pasajeros, entre
ellos dos estadounidenses, partió de Bogotá (Colombia), en
vuelo rutinario a Cali, 190 millas al suroeste. Mientras el
Boeing 727 se remontaba sobre la ciudad, el hombre que
ocupaba el asiento 15F apoyaba sus pies contra un maletín que
un amigo le había solicitado que le llevara a alguien en Cali.
El maletín contenía un receptor de radio y el pasajero había recibido instrucciones para oprimir un
botón del mismo cuando el avión hubiera completado la maniobra de ascenso.
El pasajero ignoraba por qué tenía que efectuar una operación tan sencilla, pero se prestó porque le
pagaron bien.
A los pocos minutos de estar el avión en el aire, él abrió el maletín y oprimió el botón que le habían
indicado. En la cabina, el piloto oyó algo así como una explosión ensordecedora. Sintió que el avión
se estremecía e instintivamente redujo la velocidad del acelerador. Una pequeña explosión se había
presentado en la sección media del avión, donde las alas se articulan con el fuselaje. El impacto
resquebrajó la pared exterior del avión y un depósito de combustible debajo del piso. Una bola de
fuego se extendió por los asientos delanteros, envolviendo a los pasajeros. El intenso calor inflamó
al instante los fluidos corporales e hizo estallar los cráneos.
Falto de oxígeno, el fuego botó gases calientes que inundaron la cabina. En menos de un minuto,
alcanzaron el punto de ignición y se prendieron, volviendo añicos el avión.
A medida que este se desintegraba, iba diseminando cuerpos, equipajes y partes de sí mismo, a lo
largo de tres millas. Ninguno de los pasajeros o de la tripulación sobrevivió, y tres personas en
tierra murieron al caer sobre ellas restos del avión.
Poco después, un hombre telefoneó a una estación de radio en Bogotá y declaró que Los
Extraditables, miembros del cartel de Medellín, habían hecho explotar el avión. Según él, las
víctimas que constituían el objetivo principal eran dos informantes de la Policía que habían
traicionado al jefe del cartel, Pablo Escobar. El FBI investigó el estallido y concluyó que una bomba
había explotado debajo del asiento 14F. Las sospechas se concentraron sobre el cartel, pero no se
arrestó a nadie.
Casi dos años después, el 24 de septiembre de 1991, Cheryl Pollak, procuradora asistente para el
Distrito Oriental de Nueva York, recibió una llamada urgente de un funcionario de la agencia para la
represión de la droga (DEA) con el objeto de solicitarle autorización para efectuar un arresto en su
jurisdicción. Un colombiano llamado Dandeny Muñoz Mosquera, presunto asesino del cartel de
Medellín, se encontraba en la ciudad de Nueva York para una misión desconocida, al propio tiempo
que el presidente Bush y otros dirigentes mundiales llegaban para dirigirse a las Naciones Unidas.
La DEA había averiguado que Muñoz Mosquera estaría en una cabina telefónica de Queens, el día
siguiente. Pollak informó al funcionario que la DEA podía interrogar a Muñoz Mosquera pero que
no podía arrestarlo, puesto que no había pruebas de que hubiera quebrantado ninguna regulación
estadounidense.
Seis agentes de la DEA localizaron una cabina telefónica en la esquina de la calle 103 con el
Bulevar del Norte, y permanecieron a la expectativa la mayor parte del lluvioso día. Cuando Muñoz
Mosquera y tres compañeros llegaron, los agentes sacaron sus pistolas y los rodearon. Los obligaron
a acostarse en el pavimento sobre sus estómagos mientras que los requisaban en busca de armas. No
encontraron nada, pero Muñoz Mosquera llevaba consigo los que resultaron ser documentos falsos.
Cuando se le quiso identificar, negó ser Dandeny Muñoz Mosquera. Mentir a un funcionario oficial
y poseer papeles de identidad falsos son delitos. Muñoz Mosquera fue detenido y, posteriormente,
condenado.
En el período anterior a su juzgamiento, Pollak y un grupo de agentes descubrieron que Muñoz
Mosquera, con 26 años entonces, era jefe de seguridad del cartel de Medellín. Se le consideraba la
mano derecha de Escobar. La Policía de Colombia lo había vinculado con el asesinato de más de 50
agentes de Policía, jueces y otros funcionarios, y con el de un candidato presidencial: una carrera
criminal que había empezado a los 12 años. La Policía colombiana experimentaba pánico ante él y
le pidió encarecidamente a Pollak que lo mantuviera preso en los Estados Unidos.
Portar documentos de identidad falsos y mentir a un funcionario federal acarrea términos máximos
de uno y cinco años de prisión, respectivamente. Como delincuente por primera vez, y como
extranjero, Muñoz Mosquera normalmente habría pasado seis meses en la cárcel, y luego habría
sido deportado. Pero Pollak había recopilado información suficiente sobre las actividades de Muñoz
Mosquera en relación con la droga para que el juez le impusiera el máximo reglamentario de seis
años de prisión, acción extraordinaria tendiente a dar al gobierno el tiempo necesario para poder
respaldar un proceso en su contra. Fue remitido a la prisión de máxima seguridad de Marion
(Illinois), en tanto que Pollak se dedicó a recopilar pruebas para mantenerlo allí por el resto de su
vida.
El primer testigo Cuánta cocaína transportaba usted en cada uno de los vuelos para Pablo Escobar ?
Hasta 500 kilos.
Qué utilidad obtenía con cada cargamento? Creo que de millón y medio a dos millones de dólares.
Jimmy Ellard, bigotudo y apuesto texano, contesta clara y concisamente cada una de las preguntas
que formula Pollak. Es el 19 de octubre de 1994. Vestido con botas de vaquero y jeans
intencionalmente arrugados, con lustre de poliéster, Ellard es un ex piloto de la Fuerza Aérea y ex
funcionario de la Policía de la Florida que en cinco años se ganó 25 millones de dólares llevando
por vía aérea cocaína a los Estados Unidos. Ahora, con breve permiso de su residencia en una
prisión federal, es el primero de varios testigos claves de cerca de 35 que serán llamados finalmente
a declarar contra Muñoz Mosquera por sindicación de narcotráfico, asesinato y terrorismo,
incluyendo el atentado dinamitero contra el avión de Avianca cinco años antes. El proceso segundo
con estos cargos comenzó algunas semanas antes, en la Corte Federal de Cadman Plaza, en
Brooklyn, a la vista de las torres del Puente de Brooklyn. El primer proceso contra Muñoz
Mosquera, efectuado antes en el mismo año, fue al fin anulado.
Fiscal principal en ambos juicios, Pollak cruza los brazos en el estrado. Formula las preguntas con
voz uniforme, desprovista de drama o emoción. Ella ha copiado cada pregunta en un grueso
cuaderno de hojas sueltas que permanece abierto en el estrado. En el margen, al lado de cada
pregunta, está la respuesta esperada. Ella tiene fama de preparar las cosas meticulosamente, y de ser
dura. En el momento de pronunciar su fallo cierta vez, el juez pareció ceder ante los ruegos de una
llorosa mujer que, condenada por traficar con heroína, pedía clemencia por el bien de sus pequeños
hijos. Pollak, quien normalmente no habla al producirse el veredicto porque se presume que el juez
ya ha decidido el castigo, se incorporó colérica. Le recordó al juez que allí no había quién llorara
por todos los niños que se ven afectados por la heroína. A la mujer la sentenciaron a 24 años, que
ella merecía, según Pollak.
Con un traje plateado gris, y con una blusa de cuello cerrado, Pollak irradia el difuso aroma del
jabón Marfil. Sostenida por un pasador, una flotante onda de cabello castaño se desliza por un
costado de su cabeza. Tiene puestos los zapatos de testimonio triple : un par de zapatos de tacones
altos. Con medias, pero descalza resulta bajita, 1, 52 metros de estatura.
Sentada en la mesa directiva está la fiscal auxiliar Beth Wilkinson. Cuando Pollak le solicitó que
colaborara en el caso, ella no sabía que Wilkinson era también egresada de Princeton. Es ta, que
tiene cabello espeso y oscuro, voz recia y sonrisa amplia, combinó la danza moderna con el centro
de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva, en Princeton, antes de ingresar a la facultad de
derecho de la Universidad de Virginia. Sus ojos abarcan la sala del tribunal, al tanto de cualquier
problema que pudiera interferir el ordenado desarrollo del caso. A menudo, no espera que el
abogado defensor, o en este caso el juez, acaben de hablar, para saltar de su asiento y golpear el aire
con un dedo a fin de refutar un punto.
Qué es La Nápoles?, pregunta Pollak a Ellard, encaminando al testigo a la época en que por primera
vez conoció al reo.
Una finca muy grande en las afueras de Medellín, Colombia, propiedad del señor Escobar, dice
Ellard, con la formalidad del negociante que se refiere a un cliente. Describe la hacienda de 8.000
acres que le sirvió a Escobar de cuartel general: el portalón de blancas columnas en cuya cima
aparece el primer avión que Escobar utilizó para contrabandear cocaína, los huertos con tilos y
limoneros, los potreros llenos de ganado, los torreones de vigilancia, el zoológico que incluía
elefantes y aves exóticas, y el complejo interior rodeado por una cerca de 4,87 metros de altura,
donde Escobar con su numerosa familia vivían acompañados por sus escoltas. La vida giraba en
torno de la piscina. Allí era donde los guardaespaldas de Escobar comían, y donde jugaban cartas,
video y pool . Uno de los guardaespaldas que parecían más próximos a Escobar aparentaba ser un
chiquillo en 1987, cuando Ellard lo vio por primera vez. Se llama Dandeny Muñoz Mosquera.
Mientras que Ellard declara, el reo, sentado en una mesa a través de la sala del tribunal, mira
impasible al frente. Se vale de audífonos que lo conectan con una mujer que está cerca del banco
del juez, traduciendo el testimonio al español. Muñoz Mosquera no acepta que sabe inglés ni que
conoce a Ellard, o a cualquiera de los demás testigos. Cuando se desplaza hacia el asiento que se le
ha asignado, o desde éste, se mueve con un garbo que da la impresión de que pudiera saltar de la
sala sin esfuerzo en unas cuantas zancadas. De contextura y estatura medianas, nada cómodamente
en su chaqueta gris cruzada, y sus pantalones se ensanchan en la parte superior de los zapatos. Entre
su ropa de mayor tamaño, luce infantil, como un ladronzuelo sorprendido esculcando bolsillos o
vendiendo marihuana. Al ser arrestado en Queens, se estremecía y sollozaba, incapaz de
controlarse. Sus primeras llamadas telefónicas fueron para su madre, en Colombia.
Uno de los abogados defensores se inclina sobre Muñoz Mosquera y le dice algo en voz baja. Sus
oscuros ojos escuchan. Sonríe tímidamente. La sonrisa es atractiva y comprometedora, pero sus ojos
tan negros y vacíos como el doble cañón de una escopeta lo traicionan. Un testigo los ha llamado
los ojos de un insaciable asesino.
Ellard prosigue y describe una fotografía que Escobar y Muñoz Mosquera le habían mostrado en
cierta ocasión. Era una instantánea Polaroid de tres informantes. Había los cadáveres de tres
hombres. Habían sido desollados vivos. Les habían arrancado los testículos y cortado la garganta.
Le pregunté a Escobar, Qué clase de persona le haría esto a otro ser humano? Escobar miró a
Muñoz Mosquera. Este también lo miró, y sonrió. Punto final.
El cuerpo de Muñoz Mosquera es suelto, pero sus dedos se mueven constantemente, tamborileando
sobre la mesa, o jugueteando con un bolígrafo o con los audífonos. Dos severos policías judiciales
se sientan detrás, sin perderlo de vista. Cuando él se levanta, ellos también. Otros ocho policías
están apostados en diferentes lugares de la sala del tribunal: es dos veces el número de visitantes, la
mayoría de las veces. Un equipo de reacción inmediata espera en un cuarto especial ubicado en el
sótano, y más allá de las barreras de concreto dispuestas a la entrada, carros de Policía y furgones
permanecen a la expectativa. Dos veces Muñoz Mosquera escapó de cárceles colombianas, una de
ellas en un helicóptero que descendió en picada sobre el patio de la prisión.
Pistas en clave Al instruir el proceso contra Muñoz Mosquera, Pollak y el agente de la DEA, Sam
Trotman, comenzaron a trabajar con números telefónicos y nombres en clave que aquél llevaba
consigo en el momento de su captura. Ellos buscaron testigos en las cárceles estadounidenses, en
procura de nombres vinculados al cartel de Medellín. Su primer éxito lo lograron cuando un ex
traficante en drogas distinguió a Muñoz Mosquera dentro de un grupo en una fotografía. Lo evocó
como un jovencito de 16 o 17 años que, pistola en mano, solía supervisar el cargue y descargue de
remesas de droga, en Colombia. Uno por uno, los testigos hicieron recuentos del reo en diversos
papeles, contribuyendo así a la expansión mundial del cartel. Dice Wilkinson: Hablamos con
muchos testigos que nos dijeron lo mismo sobre Muñoz Mosquera. Se trataba de personas que no
pudieron conocerse ni hablar entre sí .
Un prisionero federal les habló de Jimmy Ellard, el piloto que proporcionaría el testimonio clave
para el proceso. Cuando Pollak entrevistó al texano, él le aseguró que podía involucrar al reo con la
explosión del avión de Avianca. Hasta entonces, Pollak y los demás de su departamento, ignoraban
todo lo de esa explosión. Ella se puso en contacto con el cuartel general del FBI en Washington, D.
C., y obtuvo el expediente sobre el no resuelto crimen.
Después de oír a Ellard, Pollak incluyó la explosión en la lista de cargos contra Muñoz Mosquera.
El 13 de agosto de 1992, hizo arrestar a Muñoz Mosquera por segunda vez, con 13 sindicaciones
por narcotráfico, crimen organizado, asesinato y terrorismo. Los testigos estaban preparados para
declarar que Muñoz fue el cerebro que urdió la explosión del avión a reacción, y que organizó,
también, el ataque con cohetes contra la embajada estadounidense en Bogotá, así como el atentado
dinamitero contra la sede del DAS, que causó la muerte a más de 80 personas. Por razones
estratégicas, Pollak decidió que la fiscalía debía concentrarse en la explosión del avión de Avianca.
Frente a estos nuevos desarrollos, Muñoz, al principio, trató de llegar a un acuerdo. Por entonces,
Escobar había sido arrestado por funcionarios colombianos, pero se había escapado. Muñoz ofreció
ayudar a encontrarlo, pero súbitamente se arrepintió. No veía cómo podría Estados Unidos juzgarlo
por delitos cometidos en Colombia. Realmente, si Pollak adelantaba el caso con éxito, ésta sería la
primera condena en el país bajo un estatuto de 1986 que extendía la jurisdicción federal hasta los
asesinatos de ciudadanos estadounidenses en el extranjero. Sería, así mismo, un significativo
estímulo para los funcionarios judiciales frustrados por los narcotraficantes que operaban
impunemente desde Colombia.
Usted, en alguna época conversó con alguien sobre la intención de hacer explotar un avión? ,
pregunta Pollak.
Ellard describe cómo, en agosto de 1989, en una reunión en la hacienda Nápoles, Escobar le mostró
un dibujo de un DC-6. Recortando uno de los tanques de combustible en un ala, por el extremo, y
rellenándolo con cocaína, Escobar podía transportar mil kilos de una vez. El necesitaba una
capacidad mayor para captar el activo mercado de la ciudad de Nueva York. Pero, mintiendo sobre
el verdadero objetivo de sus preguntas, le dijo a Ellard que también necesitaba una forma infalible
para evitar que sus pilotos hablaran en caso de ser interceptados por las autoridades. Escobar sabía
que aviones estadounidenses de patrullaje generalmente seguían a los aviones sospechosos hasta sus
lugares de aterrizaje. El le propuso convertir sus aviones en trampas explosivas y quería saber
dónde ubicar la dinamita.
Discutimos el tamaño del avión y si debía ser presurizado o no, cuestión de suma importancia , dice
Ellard. En un avión presurizado sólo se necesita una pequeña cantidad de explosivos. Estos hacen
un pequeño agujero, pero cuando el aire del interior sale súbitamente, rompe todo el costado del
avión. Una pequeña cantidad de plástico destruye por completo un avión, si éste se encuentra a
buena altura .
Dónde le dijo usted a él que pusiera la bomba? , pregunta Pollak.
Entre el borde delantero y el de tensión, cerca del ala del avión. Los tanques de combustible están
próximos al fuselaje, junto con el sistema hidráulico, el tren de engranajes, así como los
mecanismos eléctrico y electrónico de aviación. Si una pequeña explosión ocurre en esa área
específica, rompe los tanques de combustible, o dobla las alas .
Pollak y Wilkinson quedaron satisfechas con el desempeño de Ellard frente al jurado. Su
información sobre la ubicación de la bomba explosi va concordaba con lo que expertos del FBI ya
habían dicho en testimonios previos. Ellard contrarrestó los vigorosos esfuerzos de la defensa para
presentarlo como un mentiroso habitual que decía o hacía cualquier cosa por su propio provecho, un
hombre que había tenido más de una docena de sobrenombres, que había incurrido en bigamia, que
no se había detenido ante nada para amasar y disfrutar las riquezas de su negocio: una finca de
cinco millones de dólares en Montana, una cuadra de caballos de raza fina, avaluados en millones
de dólares, y cuentas bancarias en todo el mundo.
Sin embargo, la prueba era, en el mejor de los casos, circunstancial. Ellard no había dicho que
Muñoz, experto en explosivos, se había involucrado directamente en el atentado contra la nave de
Avianca. Y Ellard había rendido el mismo testimonio en el primer juicio, el cuál, evidentemente, no
convenció a todos los miembros del jurado. La fiscalía necesitaba a alguien otro elemento del cartel
que pudiera corroborar lo dicho por Ellard y que comprometiera directamente a Muñoz Mosquera.
LA QUICA : UN HOMBRE CLAVE PARA
ESCOBAR G.
El Cartel de Medellín siempre lo quiso libre. En dos ocasiones
invirtió millonarias sumas de dinero para rescatarlo de prisión
porque era un hombre básico en la ejecución de las acciones
terroristas de la organización. El 2 de agosto de 1988 salió
izado por un helicóptero junto con su hermano Brances de uno
de los patios destinados a los hombres de más alta peligrosidad
de la Cárcel de Bellavista en medio de una balacera. Tres años
más tarde, en abril de 1991, pagó 400 millones de pesos a
varios funcionarios para garantizar una fuga incruenta de la
Cárcel Nacional Modelo de Santa Fe de Bogotá.
Su trayectoria criminal, siempre apreciada por los jefes de la organización, se inició en 1963,
cuando al frente de grupos de adolescentes dirigió una guerra de bandas en el barrio Castilla, de
Medellín (Antioquia).
La Quica nació el 2 de enero de 1952 en el hospital Luz Castro de Medellín. Gran parte de su
infancia transcurrió en las comunas de Medellín junto con sus hermanos Brances Tyson , y Emilio
Muñoz Mosquera El Paisa .
Su participación en la pugna entre pandillas juveniles lo convirtió en el hombre de mayor confianza
de su hermano Tyson . Entre ambos lograron desalojar a bandas de delincuentes comunes que
operaban en todo el sector del barrio Castilla.
En ese entonces era conocido al interior de su organización, compuesta por 140 hombres, como La
Chica y tenía el control de los barrios 12 de Octubre, Antioquia, Guayabal, Campo Amora y
Castilla.
Su incursión en las filas narcoterroristas del Cartel de Medellín la obtuvo por mediación de su
hermano Tyson , cuando pasó a convertirse en un gatillero a sueldo al servicio de Pablo Escobar
Gaviria.
La primera de sus capturas se produjo en julio de 1988 durante una operación realizada por la
Policía en Medellín. En ese entonces fue detenido y conducido con su hermano Brances a la prisión
de Bellavista, pero fueron liberados en una operación cancelada por el Cartel.
Es considerado como un hombre astuto que utiliza hasta tres cédulas para garantizar su seguridad.
Al interior del ejército de sicarios a su servicio es conocido con las identidades de Paúl Daniel,
Denis y Hamel Eliécer. Una de esos nombres, la de Denis, corresponde a uno de sus hermanos que
murió luego de su nacimiento.
El servicio de inteligencia de la Policía lo señala como el autor intelectual de los 200 asesinatos de
policías en Medellín y la ejecución de una decena de atentados en Cali, Medellín, Pereira y Santa Fe
de Bogotá.
El 7 de enero pasado fue recapturado por tropas del Ejército durante una operación realizada en
jurisdicción de San Rafael (Antioquia) y puesto a disposición de un juez de Orden Público.
Muñoz se identificó entonces con un documento falso a nombre de Luis Fernando Hernández
Hernández, el que según la Policía, consiguió con el pago de 50 millones de pesos a funcionarios de
la Registraduría y de otras dependencias.
Dos semanas después el servicio de inteligencia de la Policía detectó un plan para liberarlo de la
Cárcel de Bellavista y ordenó su remisión a la Cárcel Nacional Modelo.
El traslado se efectuó en medio de una operación secreta realizada en la noche por un helicóptero de
la Policía Nacional. La Quica fue llevado a una guarnición militar donde permaneció una noche,
antes de aterrizar en la Modelo.
A las 2 de la mañana del 18 de abril, sorteando todos los sistemas de seguridad de esa prisión, se
fugó por los tejados de la prisión.
Afuera lo esperaba un vehículo Mercedes Benz conducido por un miembro del Cartel de Medellín.
El terrorista estuvo cerca de 15 días en la ciudad y luego de desplazó a Medellín.

HASTA EL FIN DE LOS DIAS


Nación SEMANA revela la historia secreta de la colombiana cuyo testimonio condenó a cadena
perpetua a Dan Denys Muñoz Mosquera en un juicio en Nueva York.

VICKY ES UNA ESBELTA MUJER ANTIOQUEña de 28 años, emprendedora y ambiciosa. Pero


su suerte de negociante terminó en 1992 cuando fue detenida en las calles de Nueva York al intentar
vender tres kilos de cocaína. Después de un rápido juicio fue condenada a 12 años de prisión.
Resignada a su destino, Vicky vio una luz de esperanza hace seis meses cuando recibió la
inesperada visita de dos fiscales estadounidenses, quienes llegaron a su celda con una propuesta que
le podría cambiar su suerte y su destino.

De acuerdo con documentos conocidos por SEMANA, la oferta de los abogados consistía en que si
Vicky declaraba en el proceso que se adelantaba en Estados Unidos contra Dan Denys Muñoz
Mosquera, "La Quica", la justicia estaba dispuesta a conmutar en su totalidad la pena que en ese
momento purgaba la colombiana. La propuesta de los abogados no era descabellada porque ellos
tenían información suministrada por los organismos de inteligencia colombianos de que Vicky
había mantenido relaciones muy estrechas con el ala terrorista del cartel de Medellín en la época
más violenta de la guerra declarada por Pablo Escobar y sus hombres contra el Estado.

Una de esas amistades, según los informes que tenían en sus manos los abogados era la que habían
sostenido Vicky y "La Quica". Ella corroboró esa versión y les dijo que tenía mucha más
información de la que ellos se imaginaban y sin dudarlo les contestó que estaba dispuesta a declarar
ante el gran jurado. Fue así como unos días despues Vicky se convirtió en uno de los testigos claves
del juicio que se adelantó en Nueva York contra "La Quica" y que terminó la semana pasada con un
veredicto condenatorio que lo podría llevar a pagar cadena perpetua.

¿QUE CONTO VICKY?


La historia que soltó Vicky en el estrado de la Corte Federal de Nueva York fue contundente. En
una hora y 45 minutos relató con pelos y señales la relación que mantuvo con Dan Denys Muñoz
Mosquera.

Dijo que lo había conocido a mediados de 1987 en una taberna en el populoso barrio Aranjuez,
desde la comuna nororiental de Medellín. Desde entonces, de acuerdo con las declaraciones de
Vicky, mantuvieron una estrecha amistad y poco a poco ella comenzó a enterarse de las actividades
de su amigo."El es una persona muy callada y muy tímida pero que infunde profundo respeto entre
su gente", relató Vicky durante su testimonio.

A medida que avanzaba en su declaración, Vicky precisó qué tanto sabía de "La Quica". Señaló que
hacia finales de 1'988 éste tenía a su cargo el manejo de las bandas de sicarios que estaban al
servicio de Pablo Escobar y lentamente se convirtió en el hombre de confianza del jefe del cartel de
Medellín.

Pero lo más importante que esperaban los abogados llegó unos minutos después. Vicky relató
minuciosamente la forma como "La Quica" le narró la historia sobre el atentado al avión de
Avianca. Según su declaración, Muñoz Mosquera fue uno de los terroristas que organizó y planeó el
atentado. Le dijo al gran jurado que "La Quica" le reveló que contrató a un sicario, quien fue la
persona encargada de subir al avión con la bomba camuflada en un maletín. Vicky dijo que ese
joven fue engañado, pues la misión que le encomendó "La Quica" fue la de grabar una conversación
entre dos personas que irían dos sillas adelante de la de él y que unos minutos después de haber
despegado el avión tenía que poner a funcionar la grabadora, pero esta no era otra cosa que la
bomba que terminó por destruir el avión cinco minutos después de decolar de Eldorado.

Jurado implacable
Los miembros del jurado y los fiscales quedaron perplejos. Hasta ese momento se sabía que el
avión había sido volado con una bomba accionada a control remoto.

La que parecía ser la inverosímil versión de una colombiana que quería salvar su pellejo fue
corroborada por varios de los nueve testigos que declararon contra "La Quica". Durante un mes el
gran jurado escuchó las versiones de más de 50 testigos, 15 de ellos altos funcionarios de la Policía,
Medicina Legal, Aeronaútica Civil y el DAS de Colombia. De esta manera las autoridades
estadounidenses lograron configurar expedientes que contenía medio centenar de acusaciones
contra"La Quica". Los testigos lo pintaron como un asesino sin piedad y el más violento de la
organización terrorista de Pablo Escobar.

El interés de la justicia estadounidense por juzgar y condenar a "La Quica" por la voladura al avión
de Avianca tiene una razón simple: de acuerdo con la investigación adelantada por la DEA y el FBI,
en ese vuelo, que cubría la ruta Bogotá-Cali, perdieron la vida dos ciudadanos estadounidenses. En
un principio se afirmó que se trataba de dos altos funcionarios de la DEA, quienes iban a reunirse
con informantes del cartel de Cali que aseguraban tener valiosa información sobre la organización.

Después se afirmó, también por parte de las autoridades estadounidenses, que los ciudadanos de ese
país que viajaban en el avió eran dos importantes hombres de negocios. Por ésta razón, cuando "La
Quica" fue detenida en Nueva York, en octubre de 1991, las autoridades enfilaron baterías en busca
de pruehas que permitieran castigar severamente al peligroso terrorista. Fue así como iniciaron una
larga batalla en las cortes federales para demostrar que Muñoz era el culpable del atentado al avión.
Fue hallado responsable de los delitos de terrorismo, asesinato, conspiración para introducir
narcóticos a EE EE.UU. y 14 cargos más.

SIN PRUEBAS
La justicia estadounidense logró hallar culpable a "La Quica" con base en la credibilidad que les dio
a los testigos como en el caso de Vicky. "En realidad pruebas no existen. Estados Unidos demostró
toda su capacidad para condenar a "La Quica" porque tenía la certeza de que si el delincuente
regresaba a colombia podría terminar pagando por sus delitos un par de a;os de cárcel. El juicio
demostró que el gobierno de Estados Unidos quería condenarlo por encima de todo. Los
testimonios, en estricto derecho y de acuerdo con la legislación de ese país, son absolutamente
válidos, dijo a SEMANA un funcionario del gobierno que declaró en el juicio contra el terrorista.

Eso es precisamente lo que ha pasado en Colombia, no sólo con "La Quica" sino con los demás
lugartenientes de Pablo Escobar que están siendo juzgados. Las pruebas que existen son muy
precarias y comprobarles la participación en los magnicidios y otros atentados ha sido casi
imposible. En el caso de "La Quica", el prontuario que tienen las autoridades es escalofriante. Se le
acusa de ser el autor del asesinato de por lo menos medio centenar de los 500 policías que fueron
asesinados en Medellín por orden de Escobar. También se le ha señalado como el organizador de las
bandas de sicarios -más de 300- al servicio del ala terrorisla de la organización de Medellín.
Igualmente las autoridades colombianas tienen indicios de que participó en el atentado contra el
edificio del DAS en Bogotá.

No obstante, a pesar de tantas acusaciones, la justicia colombiana no logró consolidar un sólo


proceso en su contra. Y aunque parezca increíble, por lo único que lo buscan es por una fuga en
1991. "Lo que nadie puede entender es cómo Dan Denys Muñoz Mosquera, el hombre que
reemplazó en 1990 a Jhon Jairo Arias Tascón, alias "Pinina", en el ala terrorista del Cartel de
Medellín, no sea uno de los principales responsables de los más atroces actos terroristas ejecutados
por la organización de Escobar", señaló un alto funcionario de la Fiscalía.

Si en marzo logran condenar a cadena perpetua a "La Quica", sería el primer caso en que uno de los
lugartenientes de Escobar pague por muchos años la barbarie que cometieron en la última década en
Colombia. Pero mas allá de la condena, su caso serviría para desmontar la confesión que hizo
Carlos Mario Alzate Urquijo, alias "Arete", que se responsabilizó en su totalidad por la voladura del
avión de Avianca. Esa confesión sirvió para que el entonces fiscal, Gustavo de Greiff, enviara una
carta al juez de Nueva York en la que le dijo que "La Quica" no era responsable de ese hecho. Pero
además le daría las suficientes herramientas a la actual Fiscalía para dejar sin validez las
confesiones que hicieron "Arete" y sus socios y evitar de esta manera que mientras "La Quica" va a
pagar una larga condena, en Colombia los terroristas salden sus cuentas con la justicia en poco
menos de 10 años.-

‘La Quica’ se enteró que estaba vinculado al


atentado de Avianca cuando fue capturado,
dice su hermana
Jaime Andrés Ospina | Marzo 17 de 2010
37 Comentarios

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alias 'La Quica'


En diálogo exclusivo con La W, Sandra Muñoz, hermana de Dandenis Muñoz Mosquera, alias ‘La
Quica’, afirmó que su hermano se enteró que estaba vinculado al atentado contra el avión de
Avianca hasta que fue capturado en Estados Unidos.

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Lilia Mosquera, mamá de Dandenis Muñoz Mosquera, alias


‘La Quica’; Sandra Muñoz, hermana, hablan del caso de su
hermano

En diálogo exclusivo con La W, Sandra Muñoz, hermana de Dandenis Muñoz Mosquera, alias ‘La
Quica’, afirmó que su hermano se enteró que estaba vinculado al atentado contra el avión de
Avianca hasta que fue capturado en Estados Unidos.

‘Yo ni siquiera supe lo del avión de Avianca…acá en Estados Unidos me dijeron que estaba
involucrado en ese tema’, me dijo mi hermano cuando le pregunté cara a cara por el tema”, contó
Muñoz.

La hermana de ‘La Quica’, condenado a diez cadenas perpetuas en Estados Unidos, aseguró que,
como familia, no tiene información de qué tan cercano era al líder del Cartel de Medellín Pablo
Escobar.

Muñoz indicó que Dandenis siempre les dijo que para la época del Cartel “trabajó como
guardaespaldas de un señor de Medellín”.

De igual forma, señaló que no sabe quién vinculó a su hermano con el atentado, que dejó 107
personas muertas.

La familiar afirmó que tras ser visitados por varias de las víctimas del atentado, éstas les dijeron que
“no podían creer que nosotros no sabíamos nada” de ese caso.

Agregó, que los familiares de los dos norteamericanos muertos “no creen de a mucho” que ‘La
Quica’ “esté vinculado” con la muerte de éstos.

Además, negó algunas versiones que señalan que su hermano intentó suicidarse y que por eso lo
tienen con un casco en la cabeza.

Por su lado, Lilia Mosquera, madre de Dandenis Muñoz, negó que su hijo hiciera parte del Cartel de
Medellín porque no cree que un ser humano “pueda hacer tanto daño”.

“No acepto que mi hijo estuviera en el Cartel de Medellín porque él nunca me lo dijo”, afirmó la
madre.

Ex Fiscal de Greiff cree que ‘La Quica’ no tiene responsabilidad en el atentado

El pasado mes de octubre, el ex fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, dijo a La W que a
Dandenis Muñoz Mosquera no se le puede atribuir responsabilidad por el atentado al avión de
Avianca, tal como en su momento erróneamente lo consideró la justicia estadounidense.

De Greiff Restrepo consideró que a pesar de que Mosquera haya sido uno de los sicarios de Pablo
Escobar que durante la década de los 80 generó terror en Colombia, no es responsable de un hecho
que no cometió.

"Esa fue una de las razones que me movieron a escribirle al juez de la causa que en Colombia no
existía ninguna prueba que involucrara al señor Muñoz en el atentado contra el avión de Avianca",
declaró a La W el primer fiscal general de la Nación que tuvo el país después de la Constitución de
1991.

Gustavo de Greiff también señaló que no está de acuerdo en que se declare el hecho como un delito
de lesa humanidad para evitar la prescripción, porque no existe la responsabilidad de un agente
estatal.

El pistolero más frío del "cartel de Medellín"


Autor de 40 asesinatos, Dandeny Muñoz iba a cumplir un
encargo 'grande' en Nueva York
Antonio Caño Nueva York 28 SEP 1991

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Dandeny Mufloz Mosquera, mulato, de 24 años, el criminal más sanguinario del mundo, acusado
del asesinato de Luis Carlos Galán y de otros 40 políticos y policías colombianos, fue detenido el
miércoles, sin ofrecer resistencia, junto a una floristería del barrio neoyorquino de Queens. Sus
objetivos en Nueva York eran una de las personalidades que asisten estos días a la Asamblea
General de Naciones Unidas, o un alto contacto del narcotráfico en Estados Unidos o uno de los
testigos en el juicio contra Manuel Antonio Noriega.La presencia de Dandeny Muñoz, a quien sus
amigos de Envigado (Colombia) conocen por La Quica, había sido detectada en Nueva York por los
agentes que peinaron la ciudad antes de la llegada el pasado lunes del presidente George Bush. La
policía le seguía los pasos, aunque no tenía cargos contra él. Pero cuando los inspectores le pidieron
identificarse en la esquina de la calle 103 con Northern Boulevard, el criminal dio un nombre falso,
por lo que formalmente fue detenido.
A las diez de la noche, un Buick blanco con tres individuos a bordo se había parado frente a una
cabina en medio de la lluvia en el área de Jackson Heights. Cuando sonó el teléfono, uno de los
miembros del grupo salió del automóvil cubriéndose la cabeza con un periódico. Con una señal,
avisó a Muñoz Mosquera para que atendiera la llamada. Un policía que había pasado meses
estudiando las fotos del sospechoso se acercó para identificarlo. Instantes después 10 pistolas
apuntaban sobre su cabeza.
La policía de la ciudad del crimen había conseguido abortar así un nuevo trabajo del pistolero más
frío del cartel de Medellin. Nueva York es escenario estos días del tránsito continuo de limusinas
escoltadas con jefes de Estado a bordo. Uno de ellos podría estar destinado a ser la próxima víctima.
El presidente de Colombia, César Gaviria, tenía previsto llegar ayer.
El jefe de la Agencia para la Lucha contra las Drogas (DEA) en Nueva York, Bob Bryden,
consideró también la posibilidad de que Mosquera hubiera sido enviado desde Colombia para matar
al jefe de distribución del cartel de Medellín o a Max Mermelstein, un americano que estaba
informando de los contactos entre Noriega y Pablo Escobar.
Las autoridades judiciales norteamericanas estudian ahora la posibilidad de presentar cargos contra
él por conspiración para asesinato o entregarlo a la justicia de su país.
Dandeny Muñoz Mosquera había estado anteriormente en la cárcel en Bogotá por el asesinato en
1989 de Luis Carlos Galán, candidato liberal a la presidencia de la república, pero se escapó el
pasado mes de abril tras pagar un soborno de 500.000 dólares. Robusto, de baja estatura, Muñoz
Mosquera era el mejor en su oficio. La policía sabe que sólo actuaba en las grandes ocasiones. Por
eso es seguro que, cuando llegó a Los Ángeles el 11 de septiembre con un pasaporte falso a nombre
de Esteban Restrepo, planeaba algo importante.
Cometió, sin embargo, algunos errores. Desde su hotel en la ciudad californiana hizo llamadas
telefónicas a Boston y Nueva York. En esas conversaciones, la policía encontró pistas para saber
que mantendría su contacto desde una cabina en Nueva York. Al ser apresado el joven colombiano
no iba armado. Sólo llevaba algunos billetes falsos de 100 dólares.
LA QUICA HABÍA OFRECIDO $ 400
MILLONES POR SU FUGA
A la 1:20 de la mañana de ayer, franqueando todos los
sistemas de seguridad de la Cárcel Nacional Modelo, Paul
Daniel Muñoz Mosquera, La Quica , uno de los principales
terroristas del brazo armado del Cartel de Medellín, logró
fugarse del patio de alta seguridad de esa prisión. Fuentes de
los servicios de inteligencia de la Policía y de la Procuraduría
evaluaban ayer una información, según la cual, La Quica
venía ofreciendo 400 millones de pesos para asegurar su fuga.
Las indagaciones preliminares apuntar a responsabilizar por complicidad a un número no precisado
de guardianes, entre los catorce que a esa hora estaban de turno en las terrazas, las garitas y las
puertas de seguridad.
La Quica , señalado por las autoridades de dirigir el asesinato del coronel Valdemar Franklin
Quintero y la muerte de un centenar de Policías, logró escapar en compañía de Jesús María Ríos
Montoya, Chucho , procesado por hurto de automotores y homicidio.
Ya antes, el 2 de agosto de 1988, Muñoz escapó de la Cárcel de Bellavista donde se hallaba
detenido en compañía de su hermano Brancis Muñoz Mosquera, Tyson , el más temido de los jefes
terroristas del Cartel de Medellín.
Ayer fuentes de la Policia dijeron que dentro de la investigación será interrogado el director del
penal, Leonel Cruz Chavarro, quien según se informó era el también director (e) de Bellavista
cuando los hermanos Muñoz se fugaron.
En torno a este nuevo episodio, las primeras investigaciones indicaban que los dos hombres
amordazaron al guardián José Cruz, único encargado de la vigilancia en ese patio de seguridad,
situado en el norte de la prisión y luego escaparon del establecimiento carcelario.
Hasta ayer las autoridades aún no habían establecido la forma precisa la manera en que ocurrió la
fuga. Sinembargo, investigadores de la Dijin manejaban dos tesis sobre la forma en que el terrorista
y el otro reo abandonaron la cárcel. Como gatos Una de ellas indica que los dos hombres
amordazaron al guardian y luego alcanzaron un patio alterno donde los prisioneros del pabellón de
seguridad toman el sol y levantaron la malla en la parte superior.
Los dos hombres habrían caminado por la terraza del centro de reclusión hasta alcanzar el costado
occidental para luego saltar desde un muro de 8.50 metros de altura, para lo que habrían necesitado
contar, según la fuente, por lo menos con la complicidad de los hombres de las garitas.
La segunda tesis señala que posiblemente los reos, tras amordazar a Cruz, salieron de la celda y
llegaron a un salón de billares adyacente al patio, para luego pasar a través de cerca de 15 puertas,
varias de ellas de gran seguridad, con la presunta complicidad de los guardianes.
Testigos que residen cerca de la Cárcel Modelo informaron que entre la 1:20 y las 2 de la mañana
escucharon el movimiento de varios vehículos en las calles aledañas a las instalaciones de la
prisión.
En tal sentido los investigadores informaron que el terrorista y Ríos eran esperados en la periferia
de la cárcel por varios vehículos que emprendieron la huida inmediatamente después.
La fuga de Muñoz y Ríos se conoció hacia las 6:00 de la mañana cuando funcionarios del centro de
reclusión realizaron el conteo de prisioneros y se percataron de la ausencia de los dos hombres.
La investigación por la doble fuga fue asumida por la Dirección de Policía Judicial e Investigación
(Dijin), organismo que inició los interrogatorios a los guardianes que se hallaban de turno. Pleito El
coronal Alonso Arango Salazar, subdirector de la Dijin, indicó que los guardianes de la cárcel
impidieron el ingreso de los investigadores del organismo lo que motivó un enfrentamiento entre la
Policía y los funcionarios de la cárcel.
A las 10:30 de la mañana los guardianes pidieron la presencia de una comisión de derechos
humanos para evitar que los funcionarios fueran llevados a la Dijin a realizar los primeros
interrogatorios, los que se empezaron a realizar dentro del penal.
Un alto oficial de la Dijin informó que desde hace un mes los servicios de inteligencia habían
advertido a las directivas de la cárcel acerca de un plan dirigido por La Quica para fugarse.
El oficial, quien pidió reserva de su nombre, indicó que la advertida fuga es una prueba más de que
la inseguridad en las cárceles la están propiciando los cuerpos de vigilancia que tienen
responsabilidad sobre las prisiones . (Ver recuadro) La Quica , capturado por tropas del Ejército el
pasado 16 de enero de 1991 en una zona del municipio de San Rafael, oriente de Antioquia, había
sido trasladado a Bogotá, tres días después de ser detenido, luego de que los servicios de
inteligencia de la Policía develaron un plan para rescatarlo de la prisión de Bellavista de Medellín
(Antioquia).
En ese entonces, la Policía descubrió que la acción pretendía ser realizada por sicarios al servicio de
Muñoz mediante la utilización de un carro-bomba.
Ayer la Procuraduría designó dos de sus funcionarios para vigilar la investigación administrativa
que adelantará la Dirección General de Prisiones y para fiscalizar el proceso que, según una petición
del Ministerio Público, estará a cargo de un juez de instrucción criminal ambulante que se dedicará
de manera exclusiva al caso. Un historial criminal Paul Daniel Muñoz Mosquera, 39 años, nació el
4 de enero de 1952 en el hospital Luz Castro de Medellín.
La mayor parte de su niñez la vivió en un populoso sector del barrio Castilla, en las comunas
nororientales de Medellín, donde su hermano Brancis, conocido como Tyson , integró y armó un
grupo de sicarios para expulsar a las bandas de delincuentes comunes que operaban en la zona.
Corría el año 1963, época en que La Quica aprendió de su hermano Tyson el oficio del sicariato y el
manejo de hombres. Juntos tomaron el control de los barrios Antioquia, 12 de Octubre, Guayabal y
Campo Amor.
En la organización fue conocido como La Chica , sobrenombre que con el transcurrir del tiempo
cambiaría por el de La Quica . A fines de los años ochenta La Quica , según los servicios de
inteligencia de la Policía, empezó a a formar parte del grupo de terroristas cercanos a Pablo Escobar
Gaviria.
Otro de sus hermanos, Emilio Alberto, también está detenido, sindicado de terrorismo, cargos que él
ha negado.
Muñoz utiliza los nobmres falsos de Dandeny, nombre que corresponde al de uno de sus hermanos,
quien murió durante su nacimiento; Denis y Hamel Eliécer.
Durante 1989 integró la tenebrosa ala terrorista del Cartel, responsable de más de un centenar de
acciones dinamiteras en Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y Pereira.
La Quica tenía el control de un numeroso grupo sicarios y está solicitado por los jueces 41 y 43 de
Instrucción Criminal, donde se le adelanta investigaciones por homicidio y hurto.
ITINERARIO CRIMINAL DE TYSON
Brances Muñoz Mosquera, Tyson , era considerado por los
servicios de inteligencia de la Policía y el DAS, como el
terrorista más peligroso del Cartel de Medellín. Tenía 39 años
y era hijo de una familia de evangélicos. Su padre es un ex
policía. Su historial delictivo se inició en su adolescencia
cuando se convirtió en jefe de una banda de delincuentes que
operaba en el barrio Castilla, en la comuna nororiental de
Medellín.
Tyson pasó a ser hombre de confianza de Pablo Escobar en 1988 a través de varios enlaces de la
organización, entre ellos su hermano Dandeny Muñoz, La Quica , cuando se encontraban detenidos
en la cárcel de Bellavista.
Muñoz es señalado como uno de los hombres que dirigió el grupo de hombres que en diciembre de
1989 dinamitó el cuartel general del DAS, instaló dos carros-bomba en los barrios Quirigua y Niza,
donde murieron más de cien personas, y voló un avión de Avianca con 107 pasajeros.
A su organización se le sindica, además, del asesinato de cuarenta policías en Medellín en 1990.
En 1988, durante una operación ordenada por el Cartel de Medellín, los Muñoz Mosquera
escaparon de Bellavista izados por un helicóptero.
En septiembre de 1990 Tyson fue acusado de haber dirigido personalmente la matanza de la
hacienda Los Cocos, en Candelaria (Valle), donde murieron asesinadas 19 personas que asistían a
un encuentro de fútbol aficionado.
En el pasado mes de junio los servicios de inteligencia del Estado lo vincularon con la desaparición
y posterior muerte de cerca de cuarenta hombres de la infraestructura financiera del Cartel de
Medellín. Expedientes en curso A pesar del extenso historial delictivo que sobre Brances Muñoz
Mosquera reposa en los archivos de los servicios de inteligencia del Estado, este solo tenía en su
contra tres órdenes de captura pendientes: Permanente Central de Medellín: procesado por fuga de
presos.
Juzgado 3o. de Orden Público de Bogotá: procesado en un expediente donde figura como Braces
Alexander Muñoz Mosquera por el delito de terrorismo.
Juzgado 3o. de Instrucción Criminal: en un proceso donde figura como Bracy Muñoz Mosquera por
terrorismo.
LLAMADA TELEFÓNICA DELATÓ A
BRANCES MUÑOZ MOSQUERA
Son las 8:30 de la noche del domingo 25 de septiembre. El
teléfono del Centro de Información del Gobierno en Medellín
repica en repetidas ocasiones hasta que el oficial de turno
levanta el auricular. Al otro lado de la línea un hombre,
reconocido por su voz como uno de los usuales informantes del
Cartel de Medellín, habla con rapidez y pide la verificación de
la presencia de Brances Muñoz Mosquera, Tyson , en el
Centro Comercial Obelisco de esa ciudad.
Inmediatamente después una patrulla de reconocimiento del servicio secreto de la Policía parte
rauda hacia el centro comercial, en la carrera 74 No. 48-37, en el occidente de Medellín, frente al
estadio Atanasio Girardot, con el objetivo de ubicar a Muñoz.
No han trascurrido quince minutos cuando el vehículo con los agentes encubiertos llega a su
objetivo pero apenas alcanzan a observar, a 500 metros de distancia, un vehículo rojo que parte en
dirección opuesta.
Sin perder tiempo, los agentes intentan seguir el vehículo pero éste logra confundirse entre los
automóviles que a esa hora se desplazan por la autopista que comunica el estadio con el centro de
Medellín.
Pocas horas después el mismo informante se comunica nuevamente y afirma que Tyson , uno de los
hombres de confianza del cartel, había estado en una heladería de ese centro comercial arreglando el
pago de una cantidad de dinero, cuyo monto no revela, a un grupo de sus hombres.
La información, reveló una fuente del Bloque de Búsqueda integrado por el Ejército, la Policía y el
DAS, fue corroborada entonces por una mujer cercana a Muñoz, quien dijo además qué tipo de
prendas llevaba el terrorista.
Ese fue el primer episodio que condujo el martes pasado a la ubicación exacta de uno de los
terroristas de confianza de Pablo Escobar Gaviria.
Luego, según lo informaron ayer fuentes del Bloque de Búsqueda, las autoridades localizaron en
dos ocasiones más al terrorista, sin lograr el objetivo de capturarlo entre otras cosas por su extraña
forma de cambiar repentinamente de movimientos.
Las patrullas secretas que se hallaban en el lugar comunicaron la novedad a la central y señalaron
que se disponían a penetrar.
Las presencia del terrorista en Medellín había sido informada a miembros de inteligencia del
Ejército y la Policía por anónimos según los cuales Tyson habría sido visto en cercanías de la cárcel
de Itagí.
Las fuentes que suministraron tal información revelaron, además, que Tyson se desplazó a Bogotá
hace un mes con el objetivo de trazar un plan terrorista que fue abortado finalmente por la captura
de Sergio Alfonso Ramírez Muñoz, El Pájaro .
El lunes pasado el informante, calificado por los operadores del Centro de Información del
Gobierno como una fuente cercana a Escobar, volvió nuevamente a llamar para informar que ese
día Tyson tenía una cita con varios hombres en el centro comercial Monterrey, en la carrera 48 con
calle 10, en la conocida Avenida de Los Industriales.
Los agentes evaluaron la información y establecieron dos puestos móviles en el centro comercial
para establecer la ubicación del terrorista. No obstante, cuando las autoridades creían haber ubicado
a Muñoz en el interior de un vehículo Mazda, IAK 046, éste se movió repentinamente del lugar.
Las unidades de inteligencia trataron entonces de establecer el paradero del vehículo mediante la
difusión de su matrícula. El automotor fue visto el día siguiente a las 2:30 de la tarde en el barrio
Fátima y luego en un parqueadero del centro comercial Oviedo, situado en la carrera 43 A No. 6-15
sur, en la avenida El Poblado, en dirección hacia la localidad de Envigado.
Durante 48 horas siguientes los agentes dispusieron vigilancia especial en el barrio donde había sido
visto el automotor, pero una llamada fue el punto de partida para la fase final de la operación. El
informante dijo: Lo quieren encontrar?, está en la carrera 66 No. 62-33... .
Entre el lunes y el martes, las patrullas montaron dispositivos de vigilancia en la zona a la espera
del terrorista. El martes, a las 12 de la noche la Mazda IAK 046, apareció escoltada por dos
motocicletas de alto cilindraje.
Desde el interior del vehículo fue accionado un control remoto que abrió la puerta electrónica de la
vivienda. Tyson alcanzó a ser observado cuando ingresaba agachado al interior de la vivienda,
mientras la puerta se cerraba lentamente.
La penetración se efectuó en menos de 5 minutos. Tyson , según el informe oficial, logró hacer dos
ráfagas con una subametralladora MP5, antes de recibir 18 impactos de bala.

El otro Pablo

“No...Qué vamos a hacer, Pablo va a matar a un tipo y se


devolvió para allá. Dios mío, no sé qué va a pasar”
DOCUMENTOEl historiador inglés Simon Montefiore, en su libro 'Los monstruos', describe a
Pablo Escobar como "el criminal más poderoso, más asesino y más rico del siglo XX". Su hermana
Alba Marina, la persona más cercana a él, da su versión. SEMANA presenta fragmentos exclusivos
de su último libro.
Sábado 7 Agosto 2010

El primer viaje a Miami

Al día siguiente de llegar a Miami, Pablo nos dio diez mil dólares a cada una y nos dijo: “Esta plata
es para que compren lo que quieran, antes de que se vayan les voy a esculcar el bolso a todas y la
que lleve un solo dólar para Medellín se lo quito”. Yo nunca en mi vida había tenido tanto dinero
para ir de compras, como tampoco había visto tantas cosas hermosas al alcance de mi mano. (...)
Pero el sueño se hizo realidad, salimos hacia el centro comercial y compramos ropa,
electrodomésticos, juguetes para los niños y muchísimas cosas que no se conocían en Medellín.
Allí, en medio del lujo y la novedad, se destacaban unas enormes y distinguidas joyerías. Gloria y
yo, que siempre hemos sido fanáticas de las joyas, entramos a curiosear; mientras yo me
deslumbraba por despampanantes anillos de piedras preciosas, Gloria se medía un brazalete con
unos diamantes hermosísimos. El tiempo pasaba y nosotras seguíamos viendo todo tipo de alhajas;
cuando habíamos saciado completamente nuestra curiosidad y sin comprar ninguno de los costosos
artículos, salimos del almacén. Estábamos conversando mientras caminábamos por los pasillos del
centro comercial cuando Gloria levantó la mano para arreglarse el cabello y le vi en la muñeca esos
hermosos diamantes resplandecientes. Las dos lanzamos un grito y Gloria me dijo abrumada:

—Ay, Marina, mirá lo que me traje.

—Gloria, vamos a devolver eso inmediatamente —le


respondí con un susto tremendo, pero mi hermana se negaba
y yo insistía—: no se olvide que nosotras estamos con Pablo
y no lo podemos meter en problemas después de todo lo que
ha hecho por nosotras. Además, lo más seguro es que se lo
cobren a los vendedores, que nada tienen que ver.

Finalmente la convencí y fuimos a devolver la valiosa joya.


Los empleados de la joyería no sabían qué hacer con
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nosotras para agradecernos el honesto gesto de regresar.


“No enfurezcan a Pablo”

En las festividades de noviembre de 1980 Pablo nos invitó al baile de coronación del Reinado
Nacional de Belleza en Cartagena de Indias. Era un grupo grande de personas en el que estaban
Pablo, mi mamá, Roberto, Tata (Victoria, la esposa de Pablo) y varios miembros de su familia, mi
hermano Miro, su esposa y yo. Todos estábamos entusiasmados con la idea de hacer parte del
glamoroso concurso de belleza, pero como no conocíamos el protocolo ni las exigencias de los
diferentes eventos del reinado. En la mayoría de ellos optamos por improvisar y sacar lo mejor de
nosotros para sumergirnos en el engañoso e intrigante mundo de la clase alta colombiana que se
daba cita en esa época en la ciudad de Cartagena. (...) Para el esperado baile de coronación, todos
estábamos elegantísimos, vestidos largos y brillantes para las mujeres y los hombres luciendo finos
trajes de etiqueta con los que se veían espectaculares. (...) En ese baile celebramos el triunfo de Nini
Johanna Soto, la nueva reina nacional. Nosotros conversábamos y bailábamos mientras oíamos a la
gente alardear de sus empresas, su apellido y sus carros último modelo. En un salón reluciente y
refinado pasamos en familia una noche muy agradable, y como a las tres de la madrugada, vencida
por el cansancio, decidí irme para el hotel. Ya estaba poniéndome la piyama cuando Tata tocó la
puerta de mi habitación completamente alterada:

—No… qué vamos a hacer, Pablo va a matar a un tipo y se devolvió para allá... Dios mío, no sé qué
va a pasar.

—¡Cómo así, Tata! —exclamé sorprendida—. Pablo le dice que va a matar a un tipo, ¿y usted se
viene para acá y lo deja que se vaya y se meta en un problema bien grande?
Me puse de nuevo el vestido largo, los tacones y salí rápidamente para el Club Naval. En la entrada
encontré a Pablo y a Roberto custodiados por sus guardaespaldas, planeando la mejor forma de
matar al tipo. Al llegar le pregunté a Pablo por lo que había ocurrido; al parecer, al calor de los
tragos Roberto se había enfrentado con un hombre desconocido que lo había agarrado a puños por
el solo hecho de haberse quitado la chaqueta dentro del club, y ellos, con el ego herido, habían
decidido liquidar al desconocido individuo.

—Ese hijueputa le pegó a Roberto y yo no voy a permitir que le hagan nada a un hermano mío...
Qué le parece, pegarle a Roberto porque se quitó el saco, ese güevón yo no sé qué se cree.

—Sí, Pablo —opté por seguirle la corriente al verlo tan furioso, incitado por el licor y decidido a
matar por vengar el honor de su hermano—. Ese hijueputa se merece es que lo maten, pero le voy a
decir una cosa, Pablo, no vaya a ser tan bobo de ir a matar usted mismo a ese tipo, mande a los
guardaespaldas y usted no se involucre porque aquí nos conoce todo el mundo... Vení, mostrame
cuál fue el hijueputa que se metió con Roberto...
Pablo me dio la razón y se dispuso a llevarme sigilosamente hasta donde pudiera ver al personaje.
Luego me señaló a un muchacho joven y aprensivo.

—Pablo, mirá a ese muchachito —le dije—. ¿Vos vas a matar a ese pobre güevón?, miralo, es un
cagoncito, un culicagado que no sabe lo que hace ni lo que dice(...). Qué te vas a poner a matar a
ese niño, dejalo que si sigue así de agresivo no va a terminar nada bien... (...).

—Tenés razón —me contestó mirándome a los ojos—, mejor vámonos.

Afortunadamente ese incidente tuvo un final feliz. Yo conocía a Pablo como la palma de mi mano,
sabía cómo hablar con él, cuáles temas lo afectaban y, por fortuna, esa noche mi estrategia había
surtido efecto. Regresamos al hotel y ahí terminó la noche, y con ella la pelea a muerte. Lo que
nunca supo el pobre tipo es que estuvo a punto de morir y mucho menos que gracias a mí pudo ver
otro amanecer.

El romance con Virginia Vallejo

Mucho se ha dicho de los millones que Pablo gastó en Virginia y lo más seguro es que sea cierto;
sin embargo, el amor no se mide en galones de gasolina ni por el precio de las joyas o los regalos
exuberantes que se reciban. (...) El amor verdadero nada tiene que ver con lo material, va más allá
de eso y de cualquier intimidad física, y Pablo sí que sabía del tema. Por eso la única mujer
constante en su vida fue Victoria, en los buenos y en los malos tiempos, y eso es un hecho que
ninguna historia ni ninguna versión pueden desmentir.

No tuve la oportunidad de conocer a Virginia, mis apreciaciones estaban basadas en los breves
encuentros y los comentarios que surgían sin cesar a raíz de su relación con mi hermano. Hubo, sin
embargo, un hecho que realmente me impresionó en medio de tanta habladuría. Pablo tenía la
costumbre de interceptarle el teléfono a todo el mundo, ahí estaban incluidos políticos,
comunicadores, presidentes, ex presidentes, industriales, comerciantes, secretarias, enfermeras,
maridos, amantes… Cuando digo que interceptaba las comunicaciones de todo el mundo, me refiero
a miles de personas. En una de mis visitas a una caleta en la que Pablo se encontraba, me senté a
revisar las transcripciones de esas llamadas. En una habitación permanecían cerros y cerros de
papeles con los secretos de medio Colombia, y a mí me parecía divertido sentarme a leer esas
transcripciones ya que esos papeles, que se veían tan simples e inocentes, dejaban al descubierto las
más inverosímiles situaciones; allí me enteraba de las infidelidades de las esposas de los políticos,
del empresario que estaba robando a otro, del famoso galán de televisión que era homosexual, de las
secretarias que en las noches se convertían en ardientes amantes, y así conocí los más íntimos
secretos de muchas personalidades de este país. Pero entre las miles de hojas de infidencias
encontré una conversación que captó inmediatamente mi atención: era una llamada que recibió
Virginia Vallejo en la que un reconocido cantante del país le cobraba una comisión por haberle
presentado a Pablo. La conversación fue larga y acalorada, el cantante insistía en cobrarle la
comisión mientras Virginia se negaba con vehemencia a pagarle. Hojas y hojas de reclamos hacían
parte del desagradable descubrimiento.

Pablo nunca me habló de Virginia. Varios meses después me enteré por un amigo muy cercano a
Pablo de que ella viajó muchas veces a Medellín a buscarlo, pero él se le negaba y evitaba el
encuentro. Había pasado el encanto de los primeros días y ya no sentía deseos de verla. Estaba tan
cansado de esa relación que se ideaba los planes más absurdos para deshacerse de ella; en una
oportunidad la envió a que le trajera unos tenis de Nueva York con todos los gastos pagos y estadía
para varias semanas, y ella regresó al poco tiempo con múltiples maletas llenas de tenis para él. El
plan no había sido efectivo para alejarla lo suficiente, así que la inscribió en unos cursos de
actuación en Estados Unidos y así marcó el fin de la escandalosa relación.

Empieza la guerra

Inmediatamente después de la bomba, la situación para Victoria (la esposa de Pablo), los niños y la
servidumbre no fue nada fácil. En el momento en que ocurrió la explosión, Manuela, su hija menor,
se encontraba tomando el biberón y una ventana entera cayó sobre la cuna a pocos centímetros de
aplastarla. En medio del caos y la devastación, Victoria salió desesperada a buscar a Juan Pablo y lo
encontró gritando debajo de un cielo falso a punto de asfixiarse: “Mamá, mamá… ¿me vas a dejar
morir?”. Victoria cuenta que no sabe de dónde sacó fuerzas para levantar la fracción de techo y
sacar rápidamente a Juan Pablo de la pesada prisión. Más tarde uno de mis trabajadores me contó
que fueron necesarios seis hombres fuertes para levantar la porción del techo que minutos antes
había levantado Tata sola con el único apoyo de su valor de madre. Esa noche Pablo había estado en
el edificio Mónaco con su familia hasta muy entrada la madrugada. Quienes pusieron la bomba
creyeron que se había ido a dormir, cuando en realidad salió para una caleta en lo alto de El
Poblado, llamada El Bizcocho. Cuando estaba a punto de irse a la cama escuchó la explosión y salió
fuera de la cabaña para tratar de visualizar el punto exacto del estallido. Inmediatamente tuvo la
certeza de que había sido en su edificio. En ese mismo instante sonó el teléfono; Pablo corrió a
contestar esperando que fuera su esposa, pero sorpresivamente escuchó al otro lado de la línea a uno
de los caleños. Cuando este escuchó la voz de Pablo se quedó mudo, pero al momento reaccionó y
le dijo: “Acabo de escuchar por radio la noticia de que te pusieron una bomba en Mónaco, te llamo
para saber cómo estás… Te ofrezco mis servicios y estoy a la orden para ayudarte
incondicionalmente en lo que necesites”. Pablo pensó que la llamada era absolutamente irregular,
además de presentarse a escasos segundos de la explosión cuando la noticia aún no llegaba a ningún
medio de comunicación: “Sí, hijueputa, vos mandaste a ponerme la bomba y llamaste para
cerciorarte de que me habías matado, tremendo susto te llevaste cuando escuchaste mi voz”. Pablo
llamó de inmediato a su familia y, sabiéndola a salvo, empezó a prepararse para la guerra que
vendría.(...)

La muerte de Pablo
Ya en el sitio veo la casa completamente rodeada de militares y policía que por centenares cubren el
lugar. (...). La confusión y el bullicio hacen gala sobre la muerte, de repente veo un cuerpo sin vida
en el piso, en un principio no lo reconozco, pero con mi mente puesta en el único objetivo de
encontrar a Pablo le digo a mi mamá: “Tranquila, mamá, ese no es Pablo”. Ella, como una fiel
devota, se arrodilla sobre el pavimento para darle gracias a Dios, pero al instante se acerca y me
dice con la voz entrecortada: “Ese es ‘Limón’… Pablo estaba con ‘Limón’”. Yo no sabía que
andaban juntos por esos días, creía que solo estaba con mi prima. Me acerco lentamente y veo la
escalera. Son momentos de completo desorden, y entre imágenes confusas y sonidos indescifrables
oigo una voz que dice: “Hay otro hombre en el techo” (...)

Ya han pasado varios minutos y de repente veo una camilla que deslizan lentamente hacia la
escalera, a mi distancia solo alcanzo a ver unos pies al descubierto. Gloria, que acaba de llegar al
lugar, me mira consternada y dice: “Sí... Es él, son sus mismos pies”, entonces nos cae toda la
certeza de su muerte como si el cielo se hubiera desprendido y cayera sobre nosotras aplastándonos
sin clemencia; él viene con los ojos aún abiertos, me acerco a él, le cierro los ojos al mismo tiempo
que le doy las gracias por lo bueno que había sido conmigo, rezo un padre nuestro y lo observo
lentamente, su cabello está ensangrentado, largo, del mismo largo que yo lo acostumbraba llevar y
que ya no llevo más por seguridad, pues es un elemento que me caracteriza, no me había dado
cuenta antes si estaba exactamente igual, así de negro, así de grueso, por un instante lo desconocí,
yo sé muchas cosas, pero tal vez no veo con claridad, quizá no es realmente mi hermano, antes,
cuando venía abriéndome paso entre la muchedumbre, tuve la certeza de haberlo visto o de ver a
alguien que se despedía y al mismo tiempo me pedía silencio.

(...)A pesar de mis tenues esperanzas, la certeza de su muerte es evidente, y yo, tratando de
alimentar mis agonizantes dudas, camino junto a la camilla, entro con él a la morgue y lo analizo
cuidadosamente. Un rayón en el pie que parecía hecho por un clavo cuando trató de huir y un solo
disparo en la sien derecha, nada más. Un solo disparo en un lugar tan específico… es un poco raro.
Llegan a mí varios recuerdos, como aquella vez que le dije mientras limpiaba su pistolita:

—Pablo, a vos te persiguen con helicópteros, batallones enteros con armamento pesado y vos andás
con esa pistolita tan chiquita, vos estás loco si pensás que te vas a defender con eso…

—Es que esta pistolita no es para defenderme… —me respondió con su voz serena—, usted sabe
para qué es…

Tras recordar esas palabras y revisar nuevamente el disparo limpio y certero sobre su sien derecha,
tengo la absoluta seguridad de que nadie asesinó a mi hermano, solo él tomó control de su vida y de
su muerte para evitar que lo exhibieran como fenómeno de circo desde una cárcel de Estados
Unidos. Como siempre, hizo lo que ya tenía fríamente calculado.
A Pablo Escobar lo mató su propia imagen
Por: Elespectador.com

Texto del periodista Fabio Castillo publicado en El Espectador tras la muerte del
narcotraficante.
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La supervivencia de Escobar dependió de su nivel de violencia. De jalador de carros pasó a ser el


cabecilla de la agrupación delictiva más próspera y violenta del orbe. Su obsesión era equipararse
con legendarios criminales.
Pablo Escobar Gaviria era desde hace meses un hombre debilitado y aislado dentro de las grandes
organizaciones del tráfico de cocaína, pero el aparato paramilitar de que se había rodeado la
violencia que ejerció siempre contra amigos y contradictores, y su demostrada capacidad de
dominar amplios sectores del Estado colombiano, lo habían convertido en el símbolo de la
delincuencia organizada, en el Jefe de la agrupación delictiva más próspera y Violenta del orbe: el
cartel de Medellín.
Con sus dos armas preferidas, el soborno y la intimidación por asesinato. Escobar Gaviria adquirió
primero un aura de benefactor y luego una imagen de narcoterrorista. Cuando los gobiernos del
mundo decidieron emprender una verdadera cruzada contra el tráfico de drogas, delito clasificado
por las Naciones Unidas en 1982 como un crimen contra la humanidad, la cocaína había derrotado
en cuanto a generación de dinero a otros tráficos más tradicionales como el contrabando de armas.
Una cualificación hecha siete años más tarde por e l gobierno estadounidense establecía en
$110.000 millones de dólares el valor del tráfico de drogas por el mundo, del cual el 70 por ciento
era de cocaína.
La lucha emprendida entonces necesitaba un símbolo, un persona que encarnara toda la
maledicencia y corrupción que gira en tomo a ese imperio subterráneo del tráfico de drogas y Pablo
Escobar no sólo cumplía todos los requisitos para demonizarlo sino que él mismo luchó por
conseguir, y obtuvo la caracterización de lo que medio siglo antes había sido Al Capone en los
Estados Unidos.
Escobar Gaviria se había iniciado en la vida delictiva como jalador carros en Medellín, en un
círculo que combinaba con una técnica poco extendida por entonces: adquiría en los remates de las
aseguradoras vehículos siniestrados con el objeto de utilizar sus placas e identificaciones e n los
coches robados. Hizo obvio desde entonces su alto grado de violencia, como que no dudó en
asesinar a los testigos de sus crímenes y más tarde a los jueces que intentaron perseguirlo.
El absoluto desprecio que demostró siempre por la vida humana lo exhibió desde sus tempranas
actividades cuando asesinó a quien le ayudaba a camuflar bolsas de cocaína en el Interior de las
lápidas que transportaba a Turbo y más tarde cuando decidió asesinar a quienes fueron sus socios en
la banda llamada Los Pablos, Pablo Correa y Pablo Arroyave.
Su primer registro como narcotraficante data de 1975. Hay fechas definitivas en la vida de Escobar.
Una vez resultó elegido suplente a la Cámara de Representantes en 1982, tras ser expulsado de
manera pública por Rodrigo Lara Bonilla de las listas del Nuevo Liberalismo. Escobar Gaviria
debió encarar un programa de la cadena de televisión estadounidense ABC donde se lo señalaba
como miembro central de las organizaciones de tráfico de cocaína. El país reaccionó con cierta
timidez a las denuncias pero poco después el mismo Lara Bonilla, ahora como ministro de Justicia
ordenaba 1a paralización de sus avionetas y exponía sus propiedades y destapaba las fórmulas de
amedrantación con dinero que imponía a amplios sectores de la sociedad. Rodrigo Lara fue
asesinado el 30 de abril de 1981. Los rastros de los sicarios conducían a un número de teléfono de
una hermana de Escobar en Medellín.
A los seis meses de instalado el gobierno de Virgilio Barco se reanudó la presión de la violencia del
narcotráfico: primero con la muerte del coronel Jaime Ramírez Gómez y exactamente un mes más
tarde, el 17 de diciembre de 1986 fue asesinado el valiente director de El Espectador don Guillermo
Cano. En el primer caso una agenda manuscrita de Ramírez conducía a Escobar. En el segundo el
rastro de unos cheques entregados a los sicarios por Luis Carlos Molina llevaba a la misma autoría
intelectual.
Lo que siguió a ese período constituye ahora uno de los velos más tupidos de nuestra historia,
rodeada de secuestros inexplicables, atentados selectivos y por último indiscriminados hasta
concluir con el entierro constitucional de la extradición, en ese momento la única arma de que
disponía el gobierno para luchar contra las organizaciones delictivas que se habían probado en
varias ocasiones más fuertes y consolidadas que el propio gobierno civil.
Así como hacia 1980 surgió el cartel de Medellín tras el secuestro de uno de los miembros de la
familia Ochoa, el 20 de noviembre de 1987 marcó otra de las fechas claves en la vida delictiva de
Escobar. En esa ocasión fue citado a una fiesta en Palmira con los miembros representativos del
cartel de Cali y su expulsión como invitado y socio terminó por dejarlo aislado en lo que se
consideran ahora las operaciones de mayor envergadura en el tráfico de cocaína.
Desde ese momento, la supervivencia de Escobar dependió de su propio nivel de violencia, que
ejerció sin cuartel hasta la muerte de quien había sido su aliado, Gonzalo Rodríguez Gacha. Tras
diversos rumores sobre su permanencia en Brasil, Perú. Honduras y Guatemala Pablo Escobar pudo
ser visto por una sola vez en una lente de fotógrafo en su autoprisión de La Catedral como un
hombre doblado en peso más próximo a las características físicas de Jorge Luis Ochoa que a las de
su hermano Juan David. Sólo su volumen servía para desvirtuar las múltiples leyendas tejidas en
tomo a sus repetidas fugas de los operativos policiales.
Escobar estuvo a punto de ser un símbolo del reino de la impunidad pero ahora ya no es más que un
agregado a la expresión de aquel lugar común, del latiguillo verbal que enseña que el crimen no
paga.
Su obsesión por equipararse con otros legendarios criminales de los años 30, desde comprar sus
coches abaleados en Chicago hasta rodearse por objetos que les habían pertenecido; siempre
asegurado por una red de seguridad estatal sobornada que alcanzó niveles importantes dentro de las
Fuerzas Armadas, los gobiernos local, departamental y nacional, Escobar alcanzó una notoriedad
internacional que no había obtenido ningún otro criminal con temporáneo.
Su figuración como uno de los hombres más ricos del mundo en los cuadros de las revistas de
dinero, y la mención de su nombre junto a tormentas políticas internacionales que lesionaron por
ejemplo a Cuba, Nicaragua y el propio gobierno de Reagan son elementos que describen cómo la
cocaína ha estado en varias ocasiones a punto de constituir un verdadero imperio subterráneo en
Latinoamérica.
Lo que marcó la diferencia entre los clanes de la cocaína y las formas habituales de delincuencia
organizada, fue la alucinante fábrica de billetes verdes que ha significado semejante actividad
delictiva, enmarcada en países de modestas reservas de divisas pronto se convirtió en un elemento
desestabilizador de sus endebles democracias.
El narcotráfico siempre fue más que las apuestas del barrio Cícero en Chicago, el contrabando de
alcohol o la venta de armas que enriquecieron a Caracortada Capone: Bolivia en los 70s el principal
cultivador de hojas de coca, padeció durante años una su cesión de golpes de estado a manos de
coroneles que representaban las distintas facciones de los clanes del narcotráfico. La
desestabilización se extendía al Perú y bien pronto alcanzó a Medellín, hasta entonces conocida
como una de las perlas colombianas en cuanto a industria y generación de empleo, con
relativamente endebles conflictos sociales.
La geopolítica de la subregión quedó tocada por la droga desde principios de la década de los 80 y
nunca más ha podido perder ese estigma. La habilidad desarrollada por los carteles de la cocaína
para mimetizar en actividades comerciales regulares sus operaciones de contrabando de droga, ha
ocasionado una verdadera proliferación del fenómeno del narcotráfico en Latinoamérica.
El lavado de dineros de los narcotraficantes ha golpeado los gobiernos de Panamá, Argentina y
Uruguay. La organización de bandas paramilitares casi afecta por siempre los vínculos de Colombia
con Israel. Al mismo tiempo la existencia de grupos guerrilleros en algunos de los países tocados
por el tráfico de droga los dotó de una nueva fuente de ingresos, con lo que se vino a generar un
recrudecimiento en la violencia de esos países.
Perú, Ecuador, Brasil, Colombia, Panamá, Honduras y Guate mala conocen actualmente en diverso
grado los influjos de las operaciones provenientes del narcotráfico como hasta hace poco se vivió e
n México. Cuba o la misma Suiza, cuya ministra de Justicia debió dimitir tras revelarse que su
marido trabajaba con dinero del cartel de Medellín y que ella le advirtió sobre las pesquisas
Internacionales adelantadas contra sus clientes colombianos.
Los Estados Unidos vieron a su política internacional empañada con operaciones que buscaban
generar dinero a través del narcotráfico como en el caso del coronel Oliver North en la operación de
asistencia a la Contra nicaragüense, y más recientemente en la operación de embarque desde
Venezuela de un cargamento de cocaína que fue vendido en la calle, con el argumento de que era la
única forma de conocer e l círculo completo de la operación de narcotráfico.
En esas condiciones la muerte de Pablo Escobar Gaviria, bajo un gobierno que ensayó fórmulas de
una osadía antijurídica increíble no representa ciertamente la derrota del narcotráfico pero sí la
extinción de quien se había convertido en símbolo de la impunidad, la corrupción y e l soborno a la
soberanía de una Colombia siempre al borde de sacrificar una de las nociones elementales de la
democracia, la de la igualdad de todos sus habitantes frente la ley.
A Escobar lo mató su propia imagen al pretenderse más fuerte y ambicioso que todos los esfuerzos
oficiosos hechos por el gobierno de César Gaviria por llevarlo a una cárcel hecha a su medida.
Víctima del espejismo creado en su mente murió por cuidar lo que é l mismo había terminado por
creerse. Pero el drama del delincuente es que no puede escapar tampoco al miedo que genera.

Los secretos del FBI para hallar a Pablo


Escobar
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La oficina de Inteligencia estadounidense publicó documentos que revelan las operaciones para
detener al narco colombiano. Durante años buscaron la forma de lograr la extradición

Crédito foto: EFE


Pablo Escobar fue hombre más buscado del mundo hasta el día de su muerte, el 2 de diciembre de
1993. El FBI publicó cerca de 6.700 documentos desclasificados. En el caso del narco colombiano
hay una serie de cartas, órdenes y solicitudes que describen los pormenores de las operaciones para
encontrarlo.

Entre las revelaciones hay un documento, fechado el 30 de marzo de 1984, cuando el líder del
cártel de Medellín era representante suplente a la Cámara por el partido Alternativa Popular, y que
dan cuenta del intento del FBI por involucrar al capo en delitos federales, aprovechando su
obsesión por sacar su dinero fuera de los EEUU.

"Es un ciudadano de Colombia. Posee varios negocios en los EEUU, incluidas varias
lavanderías y lavaderos de carros", dice el documento, en el que se refieren al narco como un
"zar de la cocaína billonario", reporta el portal colombiano ElUniversal.

La obsesión del FBI fue lograr la extradición de Escobar, para lo que se analizaron las
implicaciones diplomáticas de capturarlo en Colombia o en suelo extranjero.

Los documentos fueron dispuestos en ocho partes de entre 36 y 250 páginas, en archivos en PDF y
ya están disponibles para su descarga.

Escobar murió a manos del entonces llamado "Bloque de Búsqueda", que conformó el gobierno de
César Gaviria después de su fuga de la cárcel La Catedral en Envigado, localidad vecina a
Medellín. Su cuerpo fue hallado en su casa del barrio Los Olivos.

Pablo Escobar: los papeles secretos del FBI (I parte)


Victimarios - Jefes
Martes, 03 de Julio de 2012 11:05
El FBI acaba de desclasificar más de mil páginas de archivos secretos sobre Pablo Escobar, que
revelan cómo le siguieron los pasos desde que empezó a lavar dólares en EE.UU hasta que se
convirtió en el terrorista más perseguido en Colombia.

El FBI reveló miles de folios sobre Pablo Escobar. Fotomontaje VerdadAbierta.com

- El expediente del FBI sobre Pablo Escobar (I parte)


Mientras en los sectores populares de Medellín, Escobar era un mecenas que construía barrios, se
metía en los basureros y se hacía pasar por un Robin Hood, en Estados Unidos ya se le relacionaba
con el tráfico de drogas.

Así lo confirma el primer informe del FBI sobre Escobar, realizado el 30 de marzo de 1984, cuando
en Colombia el narco incursionaba en política como suplente del representante a la Cámara, Jairo
Ortega, por el movimiento Alternativa Popular, que lideraba Alberto Santofimio Botero.

Para saber más sobre Escobar, agentes del FBI con sede en Newark, pidieron una autorización a sus
superiores con el fin de desplegar una investigación que incluía interceptaciones telefónicas y
agentes encubiertos que se harían pasar por vendedores de drogas o por hombres dispuestos a lavar
dinero para Escobar.

La operación la bautizaron: “Pablo Escobar: Tema de estupefacientes” pero se cambió a “Operación


Piscis” cuando el proyecto creció en su alcance.

Por razones de seguridad, muchos de los nombres y detalles en los documentos a los que tuvo
acceso Verdadabieta.com fueron tachados y por eso no es posible ver toda la información de
algunas páginas. Las identidades de los cómplices de Escobar, por ejemplo, son limitadas a
“hombres blancos” sin antecedentes penales.

Sin embargo, aparecen descripciones del capo a lo largo de los documentos. Su entrada en la base
de datos criminal del FBI señala: “Pablo Emilio Escobar Gaviria; Fecha de Nacimiento: 1 de
diciembre de 1949; pelo negro; ojos marrones; anteojos; Ocupación: Senador; Alias : Pablo Escobar
Carilla-Gariria, ‘Pablito’, ‘Emilio Gaviria’, Los Pablos Associates”.

En dos cartas al director del FBI, agentes federales citaron un artículo de Time Magazine en el cual
Escobar se burla de la comparación entre él y las FARC: “Se me puede acusar de ser un
narcotraficante, pero decir que estoy del mismo nivel que la guerrilla, así que realmente me duele la
dignidad de persona”.

Otras descripciones lo califican como “el tercer hombre más rico del mundo”, “el narcotraficante
más importante del mundo” o simplemente “un narcotraficante con sede en Colombia”.

En Colombia también empezaron los señalamientos. Mientras Escobar ganaba notoriedad en


política, ese mismo año apareció el primer artículo periodístico publicado por el diario El
Espectador, en el que lo relacionaban con el tráfico de drogas.

Su nombre, al igual que el de narcotraficantes como Gonzalo Rodríguez Gacha, los hermanos
Fabio, Jorge Luis y Juan David Ochoa, Carlos Ledher Rivas, entre otros, estaban asociados a la
creación de un grupo de justicia privada conocido como Muerte a Secuestradores (Mas), que le
declaró la guerra a las guerrillas de las Farc y el M-19 por el secuestro de Marta Nieves Ochoa,
hermana menor de los Ochoa. Este grupo es considerado en Colombia como uno de las primeras
organizaciones paramilitares del país financiada con dineros del narcotráfico.

Por su parte, en Estados Unidos, Escobar ya empezaba a ser referenciado como el máximo líder del
Cartel de Medellín.

Pablo Escobar en sus inicios como jalador de carros. Foto Semana.

Pablo Escobar y sus lavanderías


En ese primer informe, un agente del FBI explica que recibió información en la que se vincula al
capo con un complot para sacar dólares desde los EE.UU y varios países de Suramérica a bancos
extranjeros. La fuente identifica a Escobar como el dueño de “varias empresas en los EE.UU,
incluso varias lavanderías y lavaderos de autos”.

Al parecer, de allí empieza a acuñarse el término “lavado de dólares”, porque en ese momento el
delito -o la referencia que se hace de él- era el de transporte ilegal de moneda.

En los dos primeros documentos publicados por el FBI sobre Escobar, lo identifican como “el rey
de drogas del mundo”, “un zar multimillonario de cocaína” y el líder de un plan para importar
cantidades de cocaína no especificadas a los EE.UU y blanquear dinero.

“Dado la información proporcionada por nuestra fuente de Newark (Nueva Jersey), es muy
probable que los señalados estén participando en el blanqueo de dinero ilegal de drogas”, dice un
informe del 11 de abril de 1984, enviado al director del FBI.

Otro memorando del 10 de agosto de 1984 menciona que Escobar había sido recientemente acusado
por un gran jurado federal de Miami en un caso de contrabando de cocaína y por eso era clasificado
como fugitivo.

El mismo memorando hace hincapié en la necesidad de ampliar la operación, pidiendo los fondos
para cubrir dos agentes especiales y material para chuzar a varios sospechosos de ser aliados o
testaferros de Escobar en Nueva York y Miami.

Ante esa solicitud, el Gobierno Federal aprobó una operación encubierta: “Dada la información
contenida en su solicitud, además que la otra información que he recibido sobre esta actividad
clandestina, estoy seguro que está diseñado para llevar a cabo la detección y persecución de los
delitos contra los EE.UU”, declara el jefe de la sala de crimen organizado, en una carta.

Esta investigación duró tres años y con ella se logró la detención de 220 narcotraficantes y la
incautación de más que 5.000 kilos de cocaína. Aunque no lograron capturar a Escobar, la operación
fue una de las más exitosas contra los narcotraficantes en la historia de los EE.UU.

En otro cable fechado el 19 de diciembre de 1984 y remitido al cuartel general del FBI, la Embajada
de Estados Unidos en Bogotá hizo un análisis de la situación que para ese momento enfrentaba
Pablo Escobar y las posibilidades de extradición.

Según los documentos secretos, el principal problema para las autoridades federales de ese país era
que el narcotraficante tenía inmunidad parlamentaria.

Sin embargo, el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, revelaría el prontuario
delictivo de Escobar, por lo que el capo ordenó asesinarlo.

Tras la muerte de Lara, ocurrida el 30 de abril de 1984 en Bogotá, el Congreso promovió el 26 de


octubre de ese año un debate tras el que Escobar perdería su inmunidad por ser señalado como el
autor del asesinato del ministro, con lo que se dejaron las puertas abiertas para que el gobierno
norteamericano pidiera su extradición.

Entonces, el gobierno de Belisario Betancur anunció que extraditaría a cualquier colombiano que
estuviera involucrado en el tráfico de drogas, lo que desataría una de las peores oleadas de violencia
por parte de Escobar y sus aliados contra el Estado colombiano.

La embajada norteamericana en Colombia informó en ese cable que “este multimillonario


colombiano” había perdido su inmunidad por la muerte de Lara, pero aseguró que esa vinculación
“no hace automáticamente susceptible a Escobar de ser extraditado a los Estados Unidos”, y explicó
que la Cámara de Representantes estaba a la espera de una solicitud de extradición y “no sólo de
una solicitud de detención provisional”.
Según el cable, “la Embajada presentó al Gobierno colombiano una solicitud de detención
provisional de Escobar el 26 de julio de 1984”. También, que la “Embajada no ha recibido
instrucciones para buscar la extradición de Escobar a los EE.UU”.

Al evaluar la situación de ese momento, la Embajada expuso varios escenarios en su análisis.

El primero de ellos tenía que ver con la captura de Escobar en el país. “En caso de que sea detenido
en Colombia por el asesinato de Lara, se precipitaría una batalla legal que probablemente duraría
hasta el final del mandato de Escobar como representante (a la Cámara) suplente”.

Otro escenario que contemplaban era hacer una captura en otro país: “Si Escobar es detenido en un
tercer país, una petición del gobierno de Estados Unidos para su extradición es probable que
compita con una solicitud de extradición de Escobar a Colombia”.

Después del asesinato del ministro Lara Bonilla, empezó la cacería a Escobar, por lo que los
esfuerzos de las autoridades de Estados Unidos se orientarían a armar un expediente sólido que
permitiera su extradición.

La División de Newark del FBI propuso entonces una gran operación encubierta contra Pablo
Escobar y su organización, que incluía la interceptación de comunicaciones, con el fin de “aportar
pruebas y testimonios” a la justicia norteamericana.

La operación fue descrita en el cable del 7 de marzo de 1985. En ese documento se indica que
habría una infiltración a la organización de Escobar, específicamente para investigar las operaciones
de blanqueo de dinero proveniente de actividades del narcotráfico y la importación y distribución de
narcóticos. “Newark propone que esa investigación puede llevarse a cabo utilizando el actual
personal del Newark a un costo mínimo”.

Escobar, preocupado por dinero en EE.UU.


Una de las mayores preocupaciones de Escobar que revelan los cables desclasificados del FBI, era
el dinero que tenía en Estados Unidos. Son varios los cables en los que se indica su ansiedad por
sacar esos recursos y llevarlos a otro lugar.

El tema fue abordado el 18 abril de 1985 en un cable enviado por agentes de Newark a la Dirección
del FBI. En el documento se hace referencia a un posible escenario que se estaría configurando para
esa época y que podría afectar el lavado de activos en Estados Unidos, pues Pablo Escobar quería
sacar su dinero.

En relación al lavado de dinero, el FBI era consciente que parte de esos recursos “suministrados por
los traficantes de cocaína colombianos emanan directamente de Pablo Escobar, cuya importancia en
el comercio de la cocaína es bien reconocida”. Al parecer, el movimiento de dinero sería una
práctica ilegal que violaría normas del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

El deseo de Escobar de sacar el dinero de ese país sería aprovechado por el FBI, que una vez
enterado del asunto y ya infiltrada esa empresa criminal, proyectó una operación para involucrar al
capo del Cartel de Medellín en delitos federales.

La idea era involucrarlo en un movimiento financiero de grandes proporciones utilizando


“instrumentos financieros” que le permitieran al narcotraficante colombiano sacar el dinero de
Estados Unidos, llevarlo a otro país y consignarlo en una cuenta que estaría bajo su control.
¿Operaciones encubiertas para sacarlo del país?
Un cable fechado el 22 de mayo de 1985 da cuenta de una operación encubierta a través de la cual
se buscaba que Pablo Escobar montara un laboratorio de cocaína en República Dominicana. Para
ello enviaron a un hombre desde Filadelfia, Estados Unidos, a hacerle la propuesta. “Desde
entonces ha estado negociando en Colombia con los representantes de Escobar”, advierte el cable.

De acuerdo con la información obtenida por la División Newark, el propósito de ese viaje era
convencer a Escobar de "establecer" una operación de procesamiento de cocaína en República
Dominicana y para seducirlo se dijo que esa operación estaría protegida por alguien que “mantiene
contactos de alto nivel dentro del Gobierno”.

Sin embargo, el cable no da cuenta del resultado de esa propuesta, que estuvo monitoreada en
Bogotá por funcionarios de la DEA. Al parecer, el propósito era buscar la manera de sacar a Pablo
Escobar del país, para capturarlo.

Para la época de la propuesta, el presidente de República Dominicana era José Salvador Omar Jorge
Blanco, quien gobernó ese país entre los años 1982 y 1986.

Compra controlada de cocaína


Por último, los cables también arrojan información sobre operaciones del FBI tendientes a
identificar a miembros de la organización de Pablo Escobar asentados en Estados Unidos. Para ello
diseñaron operaciones de compras controladas de cocaína, asunto que fue apoyado por la División
Newark, pues considerada que esa estrategia “conduzca directamente a los miembros del cártel de
Pablo en la sede de Florida, con quienes se debe negociar en los Estados Unidos”.

Si bien los investigadores eran conscientes de que ese tipo de compras no los llevaría hasta Escobar,
se podría establecer la capacidad que tenía esa organización para proveer grandes cantidades de
cocaína a los supuestos compradores.

Con esas compras controladas, la División del FBI en Newark consideraba que “daría lugar a otros
delitos punibles y reforzaría la investigación en curso de Newark sobre la conspiración de
narcóticos, gracias a la demostración de la estrecha relación con los colombianos”.

Además, la estrategia -consideraban los investigadores- “aumentaría su credibilidad con el cártel de


Escobar”, lo que podría derivar en un interés “renovado de los colombianos por consumar el lavado
de dinero”.

La tregua fallida de Escobar, según el FBI


Victimarios - Jefes
Lunes, 09 de Julio de 2012 09:58
Pablo Escobar intentó en varias ocasiones hacer una tregua con el Estado colombiano. Varios
informes del FBI - entre 1989 y 1990- cuentan que a cambio de entregarse pedía que le dejaran su
fortuna, pero el gobierno Barco se arrepintió.

Pablo Escobar intentó en varias ocasiones negociar su entrega a la justicia. Fotomontaje


VerdadAbierta.com Semana.
Fueron varias las veces que Pablo Escobar intentó negociar con diferentes gobiernos su entrega.
Pero aunque estos acercamientos se hicieron por debajo de la mesa, agentes y oficiales de Estados
Unidos estaban al tanto de éstas.

Así se desprende de un memo confidencial enviado por el FBI en junio de 1990 en el que revela
detalles hasta ahora desconocidos de hasta dónde llegaron esas negociaciones. Durante la etapa final
del gobierno del liberal Virgilio Barco, el capo del narcotráfico propuso entregarse, pero a cambio
de que su fortuna no fuera tocada. El FBI sabía de las negociaciones y al parecer el gobierno de
George Bush padre bloqueó la tregua.

En el cable, agentes del FBI le cuentan a sus superiores que el Gobierno del entonces presidente
Barco estaba en negociaciones con Pablo Escobar a través de intermediarios, cuyos nombres fueron
borrados de los archivos. VerdadAbierta.com consultó varios textos periodísticos de la época y
funcionarios de esa administración que confirmaron esos acercamientos clandestinos y señalaron
que el arquitecto Santiago Londoño White fue el intermediario entre Escobar y el gobierno de esa
época.

Lo inaudito de este acuerdo es que se dio después de que Escobar asesinara a varios candidatos a la
Presidencia, entre ellos al político liberal Luis Carlos Galán, y que desatara la peor ola terrorista de
la historia de Colombia a finales de los ochenta y comienzos de los noventa.

Lo revelador de este memo es que no parte de chismes, sino de una entrevista con una persona
cercana a Pablo Escobar, quien explicó detalles de la crisis interna por la que atravesaba el Cartel de
Medellín, y la división que causó dentro esta organización criminal la decisión del narcotraficante
de continuar con la brutal guerra contra el Estado.

La fuente le contó a agentes del FBI que Escobar estaba dispuesto a desmantelar y desmovilizar su
organización, dejar el narcotráfico, a cambio de no ser extraditado, pero que su única exigencia para
hacerlo era que el Gobierno colombiano le permitiera a su familia mantener su fortuna.

Esta persona le contó a agentes de inteligencia en Bogotá que Escobar alcanzó a entregar algunas
"cocinas", pero que después de la visita a Cartagena del presidente George Bush en febrero de 1990,
el Gobierno colombiano se “echó para atrás".

Desde entonces, dice el informe, a Escobar “no le ha importado nada y está fuera de control y
desmoralizado. Se ha vuelto más agresivo en lugar de débil en resolución”, añade. “Su pensamiento
es menos racional. En el pasado era más calculador y consideraba las consecuencias. Ahora
reacciona como fiera enjaulada”.

Para ese momento, Escobar se había dedicado exclusivamente a su "guerra" estratégica y había
dejado el negocio a sus segundos, quienes manejaban la producción, el transporte y las ventas. El
FBI consideraba que el capo estaba dispuesto a negociar si el Gobierno (de Barco) mantenía su
palabra como le habían hecho saber sus intermediarios.

El FBI consideraba que Escobar había perdido el control y que su círculo de amistades se había
reducido a un tercio, producto de las bombas y los asesinatos. "Muchas personas en Antioquia están
cansadas de la guerra, algunos están deseando que Escobar sea asesinado para poner fin a la
guerra", dice el informe desclasificado.

La presión constante de ser fugitivo también afectó negativamente la salud del capo. Informantes
del FBI aseguraron que los efectos de la persecusión se vieron reflejados en "nerviosismo, aumento
de peso, pérdida de concentración, ansiedad y gastritis". Otro informe del 25 de junio de 1990
resumió su condición : “su salud se está deteriorando. La persona amable y sociable del pasado ha
desaparecido”.

Escobar mantuvo una vida reservada, y a pesar de que circulaban versiones de que estuviera en los
EEUU o en otros países, el FBI tenía la confianza de que se mantendría en Colombia: “Sobre todo
en Antioquia, donde lo conocen y lo temen; el tiene el control y goza su protección. En un país
extranjero, podría ser detenido como cualquier otro colombiano.”

Ese temor también se extendió a sus colegas en el cartel de Medellín que terminaron dándole la
espalda. Un memo de agentes en Bogotá explicaba que, aunque él controlaba el Cartel de Medellín,
muchos de sus aliados no apoyaron su guerra contra el Gobierno y por eso algunos de ellos se
entregaron a las autoridades o decían que se había "ido solo”. Con el paso de tiempo, Escobar,
contaban los agentes del FBI, hizo alianzas con grupos más débiles y varias de sus operaciones las
trasladaron fuera del país.

Otro cable de septiembre de 1990, relata lo que conocieron de la masacre cometida por el cartel de
Medellín contra el de Cali a las afueras de Candelaria, Valle, que al parecer iba dirigido contra
Helmer 'Pacho' Herrera, y en el que murieron 18 personas, como una retaliación contra ese grupo de
narcotraficantes por haberse aliado con agentes del estado para perseguirlo y asesinarlo.

Varias fuentes le contaron al FBI que el Cartel de Cali estaba negociando con otros grupos, entre
ellos las Autodefensas del Magdalena Medio, para asesinar a Escobar y que incluso le pusieron
precio a su cabeza.

"Las Autodefensas responsabilizan a Escobar de poner en riesgo sus operaciones en el Magdalena


Medio y lo señalan de ser el responsable de numerosas muertes y secuestros en contra de miembros
de la organización", explica el cable, a lo que agrega que el Cartel de Cali está dispuesto a pagar 3
millones de dólares por eliminar(sic) a Escobar.

De hecho, un año antes de estos informes, el 15 de diciembre de 1989, agentes del FBI en Bogotá
entrevistaron a un sicario del Cartel de Medellín, quien hizo varias revelaciones de la manera en la
que Pablo Escobar estaba preparándose para arremeter contra el Gobierno ante la cacería que se
había desatado para capturarlo y extraditarlo.

El sicario, cuyo nombre omiten, contó que Escobar estaba furioso por la "aparente" colaboración
entre el Gobierno de la época y el Cartel de Cali para "barrerlos".

El último informe de los documentos de Escobar, del final de febrero de 1993, indicó la persistente
debilidad del capo y su Cartel de Medellín. Ese mes, el grupo contra Escobar `Los Pablitos´
bombardeó una finca del capo y uno de sus depósitos, un ataque que destruyó su colección de
pinturas y coches antiguos.

“Esta oficina opina que Escobar va a encomendar la seguridad de … sólo a aquellas personas que
están cerca de él y todavía totalmente de confianza por él”, dijo el documento.

El 2 de diciembre de 1993, un día después de su cumpleaños, Escobar cayó en un operativo del


llamado Bloque de búsqueda, en el que años mas tarde paramilitares aseguran que participaron. Del
“zar multimillonario” a “fiera enjaulada”, fue asesinado sobre un techo en Medellín.

Otro intento de entrega


La prensa colombiana en los primeros días de mayo de 1984 dedicaba gran parte de su contenido al
tema del tráfico de drogas: los allanamientos de las propiedades de los narcos, el tratado de
extradición, las hipótesis del asesinato de Lara Bonilla, las nuevas medidas que proponía el
gobierno de Betancur para luchar contra el narcotráfico. Mientras todo esto ocurría, en Panamá, en
el lujoso Hotel Marriot, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa se reunieron con el ex presidente
Alfonso López para, a través de él, hacerle una propuesta a Belisario Betancur. Cuando la prensa
filtró esta noticia, fue un escándalo que indignó a los colombianos.

Sucedió la tarde del 4 de mayo, en el encuentro de casi una hora participaron López, Santiago
Londoño White, Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa. El ex presidente estaba en Panamá como
observador de las elecciones a presidencia de ese país; los capos, en cambio, estaban escondidos de
la justicia colombiana que los buscaba en el Chocó, por el asesinato de Lara Bonilla.

Según narra Fabio Castillo en el libro Los jinetes de la cocaína, “Escobar manifestó que los
narcotraficantes estarían dispuestos a entregar sus laboratorios, sus flotas aéreas, sus rutas y sus
conexiones de distribución en Estados Unidos y a someterse a la justicia colombiana para que
fueran juzgados y sancionados con base en las pruebas que existieran en su contra. Agregó también
que estarían dispuestos a regresar sus capitales a Colombia. La única solicitud que hacían a cambio
de todo esto era que la extradición no fuera aplicada con retroactividad sino a partir del momento de
esa entrega. En otras palabras que narcotraficante que exportara un gramo de ahí en adelante podía
ser extraditado automáticamente”.

López, encargado de llevarle el mensaje al presidente Betancur, le explicaría años más tarde a el
periódico El Tiempo, cómo lo contactaron los capos: “Estaba en Panamá, durante la elección de
Ardito Barletta, con otro grupo de invitados que servíamos de verificadores del proceso electoral,
cuando de repente apareció Santiago Londoño White quien fue a plantearle a Felipe, mi hijo, que si
yo les podía conceder una entrevista a los que habían sido acusados del asesinato de Lara Bonilla,
que querían hacerme una propuesta para transmitírsela al Gobierno. Llamé a Belisario y le dije: ¿Tú
quieres que yo los oiga o no? Escúchalos a ver de qué se trata -me contestó- y después me cuentas.
Tan pronto terminé la entrevista con Escobar y los Ochoa llamé a Belisario y le dije sintéticamente:
lo que están ofreciendo es una capitulación. Yo me voy a Miami a descansar, si quieres, mándame a
una persona de tu confianza para indicarle cómo es la cosa. Y entonces me mandó a Bernardo
Ramírez”.

Bernardo Ramírez, ministro de Comunicaciones del gobierno Betancur se reunió varias semanas
después con López en Panamá: “en algún momento, y porque se trataba de saber algo más del
crimen del 30 de abril, lo mismo que de conocer de fondo lo que buscaban los señores de la
entrevista en Panamá, se pensó que el procurador Carlos Jiménez Gómez, independiente del
Ejecutivo y vocero de la sociedad podría hacer nuevos contactos” dijo Ramírez a El Tiempo.

Jiménez viajó de inmediato a Panamá para reunirse con los jefes del narcotráfico. En el libro Los
Jinetes de la cocaína se relata que el ex procurador viajó en una avioneta de los Londoño White
acompañado de “quien fuera, paradójicamente, su delegado para la lucha antinarcóticos, Jaime
Hernández Salazar, y dos particulares”.

Como resultado de esa reunión, se redactó un proyecto de memorando de seis páginas que se
entregó al presidente Betancur. Este hecho se filtró en la prensa y El Tiempo reveló la noticia de
estos encuentros. El escándalo fue fulminante para el acuerdo que pretendieron los capos.

Ante la polémica, la oficina de prensa de la Casa de Nariño decidió echarse para atrás y publicó una
declaración que expresa: “la reunión de López con algunos extraditables, en 1984, en Panamá se
hizo sin conocimiento de Betancur y sin su autorización”.
En su libro, Castillo revela que el documento tiene en las dos primeras páginas una nota dirigida al
presidente y que en el resto de páginas se planteó dos momentos para el desmonte del narcotráfico.
Al final, tenía unas sugerencias para terminar con la extradición a Estados Unidos, al menos por los
delitos anteriores al acuerdo.

Juan Guillermo Ríos, periodista de cabecera de López, reveló el documento, pero le suprimió un
párrafo en el que aparece comprometido el nombre del ex presidente.

Ese párrafo lo rescata Castillo en su publicación: “El doctor Alfonso López Michelsen, ex
presidente de la República, aceptó recibirnos en los primeros días del mes (mayo) en Ciudad de
Panamá y su gestión de buena voluntad, eminentemente patriótica al llevar nuestro mensaje de
entrega y paz al gobierno que usted preside, llegó a feliz etapa en el momento en el cual el señor
procurador general de la Nación, doctor Carlos Jiménez Gómez, nos recibió personalmente en los
últimos días del presente mes (también mayo)".

Años después de la reunión en el Hotel Marriot, esta polémica puso a sus protagonistas -Alfonso
López, Bernardo Ramírez, Carlos Jiménez y Belisario Betancur-, a publicar distintas versiones de lo
que fue unos de los muchos intentos desesperados de los mafiosos para salvarse de la justicia
norteamericana. Intentos fallidos que desbocaron lo que los narcos temían y que terminaron con la
vida del gran jefe.

La narcopolítica de Pablo Escobar, según el FBI


Victimarios - Jefes
Lunes, 16 de Julio de 2012 10:00
En varios archivos del FBI se hace referencia al proceso electoral de 1990, en el que al parecer
varios políticos se beneficiaron con los dineros del ‘capo’. Tercera entrega.

Pablo Escobar en el Congreso de Colombia. Foto Semana.

- La tregua fallida de Escobar, según el FBI


- Pablo Escobar: los papeles secretos del FBI (I parte)

El 4 de abril de 1990, varios días después de realizadas las llamadas elecciones de mitaca, en las
cuales se elegía a Senadores y Representantes a la Cámara, una fuente entrevistada por la Federal
Bureau of Investigation (FBI) aseguró que el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria habían
financiado algunas campañas políticas.

La entrevista con la fuente, de la cual no se conocen mayores detalles, dio origen a un informe que
fue enviado por los investigadores a la oficina del FBI en Miami el 17 de abril de ese mismo año.
De acuerdo con el cable, conocido por VerdadAbierta.com, “la información ha sido confirmada por
otras fuentes, contactos de enlace, medios técnicos y operativos de seguridad pública en Colombia y
los EE.UU., y se considera fiable”.

Las elecciones celebradas el 11 de marzo de 1990 se dieron en medio de una caótica situación de
seguridad y orden público: fue el primer Congreso elegido luego del asesinato de Luis Carlos
Galán, ocurrido el 18 de agosto de 1989 y Escobar Gaviria había desatado una guerra cruenta para
acabar con la extradición narcotraficantes hacia aquellos países que los requerían para que
respondieran por delitos asociados al narcotráfico.

Según constataron los agentes federales a partir de la información de la fuente entrevistada, “varios
políticos de Antioquia ganaron asientos en el Senado” y agrega que también lograron tener algunos
cargos de representación en el “Gobierno de Colombia”. De acuerdo con la información
consignada por el FBI, todos ellos “representan al Partido Liberal y sus campañas fueron asistidas
por el grupo de Escobar”. Para la época referenciada por los agentes federales, estaba llegando a su
fin el mandato el presidente Virgilio Barco Vargas.

En 1982, Escobar Gaviria había resultado elegido Representante a la Cámara suplente de Jairo
Ortega Ramírez por un movimiento conocido como Alternativa Liberal y que tuvo afinidades
ideológicas con el Nuevo Liberalismo, que lideraba el carismático líder político Luis Carlos Galán,
quien luego de valorar la información que se divulgaba sobre el narcotraficante decidió expulsarlos
de esas toldas. Luego, por decisión de la Cámara, el ‘capo’ perdió su inmunidad parlamentaria en
octubre de 1983.

Para 1990, la época referida por el FBI y sus fuentes, Escobar Gaviria se encontraba en plena guerra
contra el gobierno nacional con el fin de impedir la extradición de narcotraficantes colombianos a
otros países, particularmente a Estados Unidos, y actuaba desde la clandestinidad.

Al respecto, los agentes federales reseñaron en su informe que Pablo Escobar y otros de quien no
dicen los nombres “se han visto obligados a reducir sus movimientos” en Medellín. Y añade el
documento que “debido a la presión de aplicación de la ley la mayoría de los miembros del cartel de
Medellín, entre ellos el grupo de Escobar, han trasladado sus operaciones de procesamiento y envío
(de cocaína) a Ecuador y Bolivia, y están enviando directamente desde estos dos países”.

La razón que dieron los investigadores del FBI para explicar el traslado de los narcotraficantes
antioqueños a Ecuador y Bolivia es que en esos países, para esa época, “la aplicación de la ley es
poco estricta”, y por tal motivo era propicio para crean grandes laboratorios para el procesamiento
de cocaína.

No obstante, la persecución contra Escobar Gaviria continuaba en Medellín y las autoridades tenían
información que se movía en áreas muy reducidas, y era ayudado por un grupo de confianza que lo
mantenía al tanto de los movimientos de la Fuerza Pública.

De acuerdo con el FBI, uno de los hombres de confianza de Escobar Gaviria era un Representante a
la Cámara. Su nombre aparece tachado en el cable de esta agencia federal, pero lo que pudieron
establecer los investigadores era que “recientemente había ganado un escaño como representante en
la Cámara de Representantes de Colombia” y su campaña habría recibido “más de diez millones de
pesos”.

De acuerdo con la información que estableció la agencia federal de Estados Unidos con sus fuentes,
este Representante a la Cámara previno al narcotraficante antioqueño de un operativo que
preparaban las autoridades para capturarlo y que se adelantaría en dos lugares que fueron
identificados como “La Colina” y “La Setenta”, sin que se estableciera exactamente a qué se
referían, si a fincas o a barrios de la capital antioqueña. “La fuente cree que avisó a Escobar de la
acción”, dice el informe del FBI. “Se dio cuenta de los movimientos de tropas e inmediatamente
alertó a Escobar”.

Un aspecto interesante de este informe del FBI del 17 de abril de 1990 es que contenía los nombres
de varios políticos, pero fueron tachados. La frase textual del documento dice lo siguiente: “Otros
políticos del departamento de Antioquia ayudados por Escobar y otro (cuyo nombre fue excluido)
en las recientes elecciones de 1990 son: …”. Y el espacio aparece en blanco. De donde se infiere
que las autoridades norteamericanas identificaron a los políticos, pero se han abstenido de revelar
sus nombres.

Una revisión a los resultados electorales celebrados el 11 de marzo de 1990, que serían a los que
hace referencia el documento del FBI, permite establecer que los Senadores electos en Antioquia
por diferencias fracciones del Partido Liberal fueron: Álvaro Uribe Vélez, por el sector
Democrático; Armando Estrada Villa, Bernardo Guerra Serna y Darío Londoño Cardona, Directorio
Liberal de Antioquia, sector del Guerrismo; Federico Estrada Vélez, por el sector conocido como
Federiquismo; y William Jaramillo Gómez, por el sector del Jaramillismo.

Los Representantes a la Cámara electos por Antioquia en esas elecciones en representación de


diversos sectores del Partido Liberal fueron: Alberto Agudelo Solís, Jaime Henríquez Gallo y León
Arango Paucar, del Directorio Liberal de Antioquia; Alberto Díaz Muñoz y Mario Uribe Escobar,
del sector Democrático; César Augusto Pérez García, de Convergencia Liberal; y Silvia Mejía
Duque, del Nuevo Liberalismo, sector Galanista.

Fuentes consultadas al respecto por VerdadAbierta.com explicaron el ambiente político que se vivía
en aquellas épocas. Álvaro González Uribe, quien fue uno de los fundadores y directivo del llamado
Nuevo Liberalismo de Antioquia y hoy es una analista y académico, llamó la atención sobre la
generalización que hizo el FBI en su mensaje de abril de 1990, pues para esos años había varios
sectores.

“Habría qué ver qué consideraban ellos (FBI) como “Partido Liberal Colombiano”, pues en esa
época, pese a que había un grupo denominado el oficialismo liberal, liderado por Bernardo Guerra
Serna, había varios grupos liberales que seguían las directrices del partido nacional”, explicó
González Uribe. “La atomización de los partidos en las regiones crea mucha confusión”.

Con respecto a aquellos políticos que también recibieron “ayuda exitosa” por parte de Escobar
Gaviria, González Uribe indicó que para esa época “se hablaba mucho, no sólo en esta campaña
sino en otras, pero como siempre, sin pruebas”.

Uno de los problemas que destacó este analista y académico fue el de la falta de rigor en la
presentación de las cuentas de las campañas, lo que podría facilitar la entrada de algunos dineros
que en su momento se consideraban “calientes”.

“Siempre hemos visto excesos de gastos en muchas campañas”, indicó González Uribe, y destacó
que para esos años se hablaba de dos políticos, cuyos nombres se reservan por solicitud de la fuente:
“No conocí la fuente de financiación de sus campañas, pero se hablaba mucho de ellos”.

“Aló, Senador”
En las cientos de horas que el llamado Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional le escuchó a
Escobar Gaviria a través de diversos métodos de escucha, se encuentran algunas conversaciones con
políticos antioqueños. Así lo revela el hoy ex coronel Hugo Aguilar en la extensa entrevista que le
concedió al escritor German Castro Caycedo y que es la base de su nuevo libro Operación Pablo
Escobar (Planeta 2012).

Aguilar narra que desde la clandestinidad, Escobar Gaviria daba instrucciones por teléfonos y
radioteléfonos a sus hombres, les pedía informes, les hacía recomendaciones, particularmente sobre
seguridad y tal como se infiere de varias conversaciones, llamaba también a algunos políticos
antioqueños, a quienes les recordaba sus aportes. “Acuérdese que yo le colaboro con dinero cuando
me pide, doctor”, referencia Aguilar en su conversión con Castro Caycedo. Una de las escuchas que
más se destaca y que fue recordada por el ex oficial involucra a un Senador de la República y al
narcotraficante antioqueño.

“-Necesito que me haga nombrar a un muchacho médico como subdirector de uno de los hospitales
de Medellín. Usted recuerde que la campaña para el Senado la hizo con mi plata. Démele
inmediatamente trabajo a ese muchacho.

-Si señor, cómo no, cómo no. Tranquilo que será nombrado inmediatamente. Eso está hecho, no se
preocupe.

- Bueno, espero rápido ese nombramiento”.

Escobar buscaba con este Senador colocar a Conrado Antonio Prisco Lopera, integrante de una
familia cuyos cuatro hermanos habían conformado una poderosa banda sicarial que estuvo al
servicio del narcotraficante. La organización fue liderada por David Ricardo Prisco Lopera y de su
grupo salieron los sicarios que asesinaron a Guillermo Cano Isaza, director de El Espectador.

El médico fue secuestrado el 16 de febrero de 1991 y su cuerpo sin vida fue hallado cinco días
después en una vereda del municipio de Cocorná, en el oriente antioqueño. De acuerdo con
información de la época, al momento de su muerte estaba vinculado al Instituto Metropolitano de
Salud (Metrosalud) y quince días antes de su muerte había sido promovido a la Unidad de
Capacitación de Enfermedades Diarreicas del Hospital San Vicente de Paúl. La muerte del médico
Prisco Lopera hizo parte de la respuesta a la guerra declarada del Cartel de Medellín contra la
extradición.

El documento del FBI destacaba que, para 1990, “el Cartel de Medellín se ha fragmentado como
consecuencia de la presión aplicada” por las autoridades. Además, indicó que se estaban quedando
sin sus antiguos socios: “muchos de los anteriormente cercanos aliados de Escobar han cortado el
contacto de manera silenciosa y lo han dejado solo, por lo menos mientras continúen las
hostilidades contra el Gobierno”. Lo que obligó al narcotraficante a formar “nuevas alianzas con
otros grupos menos estridentes y a mover sus operaciones fuera de Colombia”.

Para esa época, Escobar Gaviria estaba ya en la clandestinidad y su captura obsesionaba a las
autoridades estadounidenses. En las últimas líneas del mensaje enviado por los agentes del FBI a su
oficina en Miami comentan alternativas que podrían ubicar al ‘capo’ y su reducido grupo, una de
ellas era la de tener un estricto seguimiento a algunos restaurantes de la ciudad.

“Si Escobar y (otro cuyo nombre fue borrado) siguen adelante con su plan, el aumento de
necesidades diarias como las comidas debería ser detectable”, reportaron los agentes federales,
quienes dijeron que para esa época eran poco los restaurantes grandes en la ciudad, lo que
significaba que “preparar una orden para treinta o cuarenta personas forzaría su capacidad normal y
haría levantar las cejas”.

Lo que pretendían los agentes del FBI era detectar el aumento de las actividades en los restaurantes
y “reconocer a los mensajeros de alimentos o guardaespaldas del grupo, quienes podrían ser
vigilados hasta el escondite”.

Sin embargo, se requirió más que una estrategia de seguimiento a los posibles mensajeros que
llevaban las comidas a las guaridas de Escobar Gaviria para acabar con el narcotraficante
antioqueño, a quien no le alcanzó el blindaje a través del aporte a campañas políticas para evitar su
derrota y su muerte en diciembre de 1993.

El FBI reveló los secretos de su lucha contra


Pablo Escobar

El FBI reveló los secretos de su lucha contra Pablo Escobar


(Foto: Archivo/VANGUARDIA LIBERAL)
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Los métodos usados por EU para extraditar al extinto capo del cartel de Medellín quedaron al
descubierto.
Mientras en 1984 germinaban en Medellín las semillas de muerte y terror que Pablo Escobar
Gaviria desató en la segunda mitad de la década, los agentes de inteligencia de Estados Unidos ya
movían sus fichas desde el cuerpo de investigación del Departamento de Justicia, el FBI.
Así quedó evidenciado en la "bóveda" de la agencia norteamericana, en la que ahora está disponible
una sala virtual de lectura pública en la que se puede acceder a cerca de 6.700 documentos que
acaban de ser desclasificados.
Esto quiere decir que lo que hace tres décadas era información disponible sólo para las altas esferas
de la seguridad norteamericana, hoy puede ser leído por cualquier persona que tenga acceso a
internet.
En el caso del capo colombiano hay una serie de cartas, órdenes, solicitudes y documentos que
describen los pormenores de las operaciones que desde la oficina del FBI en Newark, Nueva Jersey,
se coordinaron con la dirección central de ese organismo.
Los documentos fueron dispuestos en ocho partes de entre 36 y 250 páginas, en archivos en PDF
que pueden descargarse en la dirección electrónica http://vault.fbi.gov.
A continuación enumeramos las revelaciones del primero de ellos, fechado el 30 de marzo de 1984,
cuando Escobar fungía como representante suplente a la Cámara por el partido Alternativa Popular,
y que dan cuenta del intento del FBI por involucrar al capo en delitos federales, aprovechando su
obsesión por sacar su dinero fuera de EU.
Lavado de dinero e inmunidad parlamentaria
Por cuenta de las actividades de Pablo Escobar se acuñaría el término "lavado de dinero", debido a
las empresas con las que él contaba en EU para sacar dinero hacia otros países.
“Pablo Escobar es un ciudadano de Colombia (sic), Sur América. Posee varios negocios en EU,
incluidas varias lavanderías y lavaderos de carros", dice el documento, en el que se refieren al
narcotraficante como un "zar de la cocaína billonario".
La alta prioridad que las operaciones de Escobar adquirieron para el equipo de Newark se percibe
en un memorando del 10 de agosto de 1984 en el que solicitan fondos para incluir a dos agentes
especiales y adquirir la tecnología para interceptar las comunicaciones de presuntos aliados del capo
en EU.
Se autorizó entonces una operación en la que se logró detener a 220 narcotraficantes en tres años,
entre los cuales no se encontraba el líder del Cartel de Medellín, cuya inmunidad parlamentaria se
discute en los informes revelados.
Una inmunidad que Escobar perdería gracias a varias revelaciones sobre su historial delictivo, dadas
a conocer por el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, asesinado luego por orden del
capo.
Desde ese momento la obsesión del FBI fue lograr la extradición de Pablo Escobar, para lo que se
analizaron las implicaciones diplomáticas de capturarlo en Colombia o en suelo extranjero.
La información señala que la Embajada de EU en Colombia presentó al gobierno de Belisario
Betancur "una solicitud de detención provisional el 26 de julio de 1984", y enfatizó en que el
embajador no tenía aún instrucciones de buscar la extradición del narcotraficante.
Una carnada para sacarlo de Colombia
Para 1985, el FBI buscaba la manera de lograr la extradición de Escobar mediante su captura en
República Dominicana, por lo que buscaron, según un mensaje del 22 de mayo de 1985, que un
agente infiltrado propusiera al capo en persona que viajara a República Dominicana para montar un
laboratorio para procesar coca.
Sin embargo, aunque el documento asegura que lograron enviar a un hombre desde Filadelfia para
hacerle la propuesta, se ponen también de manifiesto los temores acerca de este procedimiento, del
cual no se revela el resultado.
"Los colombianos son muy cerrados y en otras ocasiones se han mostrado poco dispuestos a aceptar
personas de otras nacionalidades en sus operaciones", señala el cable de inteligencia.
Compras controladas de coca
Buscando establecer la capacidad de la organización de Escobar e identificar a sus socios y
colaboradores, el FBI recurrió, de acuerdo con la información revelada, a operaciones de compra
controlada de cocaína, para llegar "directamente a los miembros del cartel de Pablo en la sede de
Florida". El objetivo era el de dar lugar a otros delitos para reforzar "la investigación en curso de
Newark sobre la conspiración de narcóticos".

FBI: EEUU compró drogas a Escobar y trató de traerlo a República


Dominicana
Posted by Trapitoonline.net 9 de julio de 2012 0 comentarios

Un plan montado por el FBI contra Pablo Escobar incluyó proponerle que instalar un
laboratorio para procesar cocaína en la República Dominicana, con la idea de que el capo
saliera de territorio colombiano, para apresarlo de inmediato.

Según publica el periódico digital Verdad Abierta (www.verdadabierta.com), de Colombia,


el cable fechado el 22 de mayo de 1985 explica una operación encubierta “a través de la
cual se buscaba que Pablo Escobar montara un laboratorio de cocaína en República
Dominicana.

Para ello enviaron a un hombre desde Filadelfia, Estados Unidos, a hacerle la propuesta”.

De acuerdo con la información obtenida por la División Newark, el propósito de ese viaje
era convencer a Escobar de "establecer" una operación de procesamiento de cocaína en
República Dominicana y para seducirlo se dijo que esa operación estaría protegida por
alguien que “mantiene contactos de alto nivel dentro del Gobierno”.

Sin embargo, el cable no da cuenta del resultado de esa propuesta, que estuvo
monitoreada en Bogotá por funcionarios de la DEA. Al parecer, el propósito era buscar la
manera de sacar a Pablo Escobar del país, para capturarlo.
Los cables también arrojan información sobre operaciones del FBI tendientes a identificar
a miembros de la organización de Pablo Escobar asentados en Estados Unidos, mediante
la compra de cocaína.

Pablo Emilio Escobar Gaviria, el más poderoso narcotraficante colombiano, jefe del cártel
de Medellín, nació en Rionegro el 1 de diciembre de 1949, y murió en Medellín el 2 de
diciembre de 1993).

La DEA y la CIA fueron quienes junto a


Carlos Castaño asesinaron a Pablo Escobar
Gaviria
Por: YVKE, El Espectador | Viernes, 07/11/2008 12:25 PM | Versión para
imprimir

La Dea, Israel y la CIA colaboraron con los paramilitares para asesinar al


mafioso Pablo Escobar Gaviria.
07 de noviembre 2008. - El sufrimiento de Colombia como consecuencia de la violencia se ha
extendido por más de seis décadas, junto a esa situación también se ha dificultado la búsqueda de la
verdad acerca de los crímenes y hechos claves de la historia contemporánea del país.

Tal es el caso de las características que rodearon la muerte del criminal Pablo Escobar Gaviria. Un
paramilitar desmovilizado sostuvo ayer jueves ante la Fiscalía que el famoso delincuente, el mayor
capo del narcotráfico que ha tenido Colombia y uno de los más poderosos del mundo, murió a
manos del extinto paramilitar Carlos Castaño y no de la Policía.

En una declaración realizada en la sede del organismo acusador en la ciudad de Bucaramanga, el


desmovilizado paramilitar José Antonio Hernández, alias 'John', afirmó que la orden de matar a
Escobar la emitió el capo del cartel de Cali, Miguel Rodríguez Orejuela.

Hernández indicó que un comando de siete paramilitares liderado por Castaño y bajo el nombre de
los “Pepes” (Perseguidos Por Pablo Escobar) recibió asistencia de la CIA y la DEA, así como
equipos de tecnología israelí para realizar interceptaciones telefónicas al capo del cartel de
Medellín.
Hernández señaló textualmente que “No fue la Policía la que lo mató en el techo de una vivienda.
Cuando fue ubicado por los 'Pepes', de la que hacía parte el señor Carlos Castaño, fue él
directamente el que lo mató en el techo”,

Los sucesos que rodearon la muerte de Pablo Escobar Gaviria ocurrieron el 2 de diciembre de 1993.

El fiscal le volvió a preguntar al paramilitar desmovilizado sobre la participación de Castaño en la


muerte de Escobar y el ex paramilitar reiteró: “directamente lo mató”. Y subrayó: “Ellos llegaron, lo
ubicaron por interceptaciones telefónicas con unos aparatos que llegaron a las Autodefensas Unidas
de Colombia desde Israel y con ayuda de algunos miembros de la CIA y otros organismos
internacionales como la DEA”.

Alias 'John' hacía parte de los paramilitares que operaban en la región del Catatumbo. Se
desmovilizó en el marco de las negociaciones de paz con el gobierno del presidente Álvaro Uribe,
entre 2003 y 2006.

EL FIN DE LA ERA DE ESCOBAR GAVIRIA Y FÉLIX GALLARDO

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July 2nd, 2011

En Estados Unidos había un hervidero provocado por la disputa entre la CÍA y la DEA. El caso
Irán-contra mostraba su peor rostro, pero las tareas realizadas en Nicaragua estaban destinadas a
tener éxito. El 5 de abril de 1988 se produjo la captura y posterior entrega a Estados Unidos de El
Negro Matta Ballesteros por el caso del homicidio de El Kiki Camarena. El narco hondureño fue
juzgado junto con Rubén Zuño Arce. Se le involucró en la muerte del agente de la DEA no sólo por
ser socio de Félix Gallardo sino porque en la casa de la calle Lope de Vega se encontraron
cabellos suyos, por lo que el juez lo ubicó en el lugar del crimen.

En 1989 la DEA calculó que 60 por ciento de la cocaína consumida en Estados Unidos venía de
Colombia vía México.14 En enero de ese mismo año tomó posesión de la Presidencia de
Estados Unidos el republicano George H.W. Bush. Para dar continuidad a la supuesta guerra contra
las drogas emprendida por Reagan, Bush concentró su estrategia en el tratado de extradición con
Colombia para encarcelar a los narcotraficantes que llevaban droga a Estados Unidos. La operación
Irán-contra ya había dado todo de sí. Con el movimiento contrarrevolucionario habían logrado
desestabilizar al gobierno sandinista encabezado por Daniel Ortega. Ese mismo año, gracias a las
presiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), se obligó a Ortega y al Frente
Sandinista de Liberación Nacional a establecer un diálogo nacional.

El 8 de abril de 1989, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, Miguel Ángel Félix Gallardo, el socio
mexicano de Pablo Escobar Gaviria, fue arrestado por su amigo el comandante Guillermo González
Calderoni. En agosto se firmaron los acuerdos de Managua, que incluían llevar a cabo un proceso
electoral "democrático" y la desmovilización de la contra en Nicaragua. Al mismo tiempo que
Escobar y Félix Gallardo dejaron de ser útiles para los planes de la CÍA, los capos comenzaron a ser
detenidos o asesinados. Los hechos se sucedieron de manera natural. Tanto que parecían aislados.

A principios de agosto de 1989 se hizo pública una lista de 12 narcotraficantes requeridos por el
gobierno de Estados Unidos. La lista la encabezaba Pablo Escobar, Carlos Lehder y los
hermanos Ochoa, todos socios de la CÍA que habían apoyado a la contra. La reacción de Escobar
Gaviria fue inmediata. El 18 de agosto de 1989, por órdenes suyas, fue asesinado el precandidato
presidencial Luis Carlos Galán, quien fue partidario de permitir la extradición de los
narcotraficantes a Estados Unidos.

Antes de que terminara el fatídico 1989, El Mexicano fue ejecutado en un aparatoso operativo aéreo
encabezado por el Departamento Administrativo de Seguridad del gobierno de Colombia. Con un
tiro en la cabeza, el cuerpo del narcotraficante quedó tendido en los pantanos cercanos a su finca El
Tesoro en las paradisiacas playas colombianas de Coveñas yTolu. Según las crónicas del día,
Gonzalo Rodríguez Gacha quedó irreconocible y sólo gracias a unas pruebas dactilares se pudo
identificar su cuerpo.

En 2006, la revista colombiana Cambio publicó un reportaje que le da un giro a la historia de los
vínculos entre la CÍA y el cártel de Medellín. El semanario reveló que en un cateo realizado a las
propiedades de El Mexicano, las autoridades de Colombia encontraron un convenio por 60 millones
de dólares que familiares del narcotraficante habrían pagado al gobierno de Estados Unidos a
cambio de no ser involucrados en actividades ilícitas y mantener a salvo el resto del dinero del capo.
La pregunta obligada es si Rodríguez Gacha realmente está muerto o fue el pago de su
jubilación por los servicios prestados: dinero a cambio de impunidad y silencio.

Por su parte, Pablo Escobar Gaviria se convirtió en un asunto incontrolable tanto para el gobierno
de Colombia como para el de Estados Unidos. Escobar no era como los hermanos Ochoa, él no iba
a renunciar sin más al poder acumulado gracias a la condescendencia de la CÍA. Estaba dispuesto a
incendiar Colombia, y lo probó. A los tres minutos de haber despegado del aeropuerto de Bogotá
rumbo a Cali, el 17 de noviembre de 1989 el vuelo 203 de Avianca explotó en mil pedazos. El saldo
de la furia del capo fueron 107 muertos.

El 25 de abril de 1990 Daniel Ortega le transfirió la presidencia nicaragüense a Violeta Barrios


viuda de Chamorro. El acto era un símbolo irrefutable de que la cuestionada operación Irán-
contra al final había sido exitosa.

En enero de 1991 los hermanos Jorge Luis y Juan David Ochoa se entregaron a las autoridades
colombianas a condición de no ser extraditados a Estados Unidos. Fueron sentenciados a una
condena de tan sólo ocho años en prisión. En varios medios de comunicación de Colombia se dice
que actualmente están libres. De los tres hermanos el único extraditado fue Fabio en 2001. Lo
acusaron de haber traficado droga de Colombia a Estados Unidos, y del asesinato del informante del
gobierno norte americano Barry Seal. Curiosamente el tráfico que se le atribuye es sólo de 1997 a
1999, so pretexto de que no se le iba a juzgar por ningún delito cometido antes del tratado de
extradición firmado por los dos países. Aunque es públicamente sabido que sus actividades para
mandar cocaína a la Unión Americana datan de principios de la década de 1980. En 2003 Fabio
Ochoa fue condenado a cadena perpetua.

Ya debilitado y sin el apoyo de los norteamericanos, Pablo Escobar Gaviria, que pretendía tener los
mismos beneficios que los hermanos Ochoa, se entregó a la justicia de su país en junio de 1991. Al
enterarse de que sí lo iban a extraditar, al año siguiente se fugó de una prisión de lujo conocida
como "La Catedral", localizada en el departamento colombiano de Antioquia. Un día después de
haber cumplido 44 años, el 2 de diciembre de 1993 Escobar murió acribillado sobre el techo de una
casa del populoso barrio La América, en Medellín, Colombia, por un grupo de 15 policías
integrantes de un comando llamado Bloque de Búsqueda.

Al funeral de Pablo Escobar Gaviria asistieron 25 mil personas. El paso de los años fue
consolidando su leyenda de hombre "inteligente", "audaz", "cruel" y "millonario". En realidad el
capo de Medellín no era extraordinario en ningún sentido. ¿Quién no hubiera tenido éxito traficando
toneladas de cocaína a Estados Unidos con la ayuda del mismo gobierno? Cuando Pablo murió, en
México ya estaba entrenado su sucesor: su socio Amado Carrillo Fuentes, quien, j u n to con una
carnada de narcos encabezada por Joaquín El Chapo Guzmán, los hermanos Beltrán Leyva y Héctor
El Güero Palma, estaba listo para tomar la estafeta y escribir su propia leyenda bajo el sobrenombre
de El Señor de los Cielos.

Durante la década de 1980 el gobierno de Estados Unidos crió a los cuervos que hoy le sacan los
ojos. Dos grupos de narcotraficantes separados por la geografía y la historia se fundieron gracias a
la CÍA en una alianza que perdura hasta ahora. El producto más desarrollado de esa alianza son el
cártel de Sinaloa y el capo mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, quien funge como jefe máximo de
la organización de narcotráfico más poderosa del continente americano.

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Los días de
Escobar
Publicado en | 26/06/2012
Imagen de Pablo Escobar tomada por el Inpec en una de sus detenciones.
La serie de televisión del Canal Caracol sobre Pablo Escobar ha hecho recordar el dolor y el
sufrimiento de su legado. Este reportaje muestra una visión de lo que vivió Medellín, ciudad que
quedó para siempre marcada por la sombra del narcotraficante. Este reportaje fue publicado en De
La Urbe Digital, medio de la facultad de Comunicación Social de la Universidad de Antioquia.
Por Juan David Ortiz Franco
juanda2107@hotmail.com
"Matamos a Luis Carlos Galán y a 540 policías, al procurador Carlos Mauro Hoyos, a Diana
Turbay; a varios magistrados, dejamos heridos a 800 policías; hicimos explotar el vuelo 230 de
Avianca y secuestramos a Andrés Pastrana (…) yo no mataba a una persona y empezaba a sudar ni
a fumar marihuana; lo mataba, me iba para la casa, me bañaba, me ponía a ver televisión y vivía
normal porque soy un asesino profesional".

Las palabras de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, el jefe de sicarios de Pablo Escobar Gaviria, en una
entrevista concedida al periódico el Tiempo en febrero de 2010, ejemplifica una de las etapas más
contadas de la historia reciente de Colombia. Su testimonio tiene imprecisiones y omisiones
obvias, no es fácil reconstruir en un párrafo los hechos que sacudieron a un país entero y
transformaron las lógicas de la vida en sociedad, sin embargo, está marcado por la mirada de quien
se encuentra del otro lado de una historia que para muchos, aun con el paso del tiempo, sigue siendo
heroica.

Existe un antes y un después de Pablo Escobar, sus acciones transformaron todos los ámbitos la
cotidianidad de Medellín y de muchas regiones del país, la revista Semana luego de su muerte
resumiría así su historia:

No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía


de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar los colombianos desconocían la palabra sicario.
Antes de Pablo Escobar Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar, el mundo
conocía a Colombia como la Tierra del Café. Y antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en
Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de
Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la
arquitectura. Por cuenta de él se cambió el sistema judicial, se replanteó la política penitenciaria y
hasta el diseño de las prisiones, y se transformaron las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar descubrió,
más que ningún antecesor, que la muerte puede ser el mayor instrumento de poder.

A las 2:51 de la tarde del dos de diciembre de 1993, en una casa del barrio los Olivos en la carrera
79 número 45D-94 del sector de la América en Medellín, un comando de asalto conformado por 17
hombres pertenecientes al Bloque de Búsqueda, abatió al máximo jefe del Cartel de Medellín,
Pablo Escobar Gaviria.

Los hombres de la Fuerza Pública, llegaron hasta el lugar donde se encontraba el narcotraficante
más poderoso del mundo, luego de 17 meses de rastreo y gracias a la interceptación de varias
llamadas telefónicas que sostuvo con su hijo, Juan Pablo Escobar, quien en ese momento se
encontraba en el hotel Residencias Tequendama de la ciudad de Bogotá debido a varias maniobras
diplomáticas del gobierno colombiano para evitar que a la familia de Escobar le fuera concedido
asilo en el exterior y de esa manera controlar en mayor medida los movimientos del capo.

Con su muerte, como diría en la nota de primera páginas del diario El Tiempo en su edición del tres
de diciembre de ese año, “terminó para el país una de las fases más cruentas y angustiosas en la
historia de la lucha contra el narcotráfico”. En general, la sociedad colombiana se conmocionó
por la sorpresa de la noticia, pero sobre todo se hizo evidente el contraste entre los sentimientos de
pesar y satisfacción que generó la acción de las autoridades.

La imagen de ese hombre, sin señales, de color trigueño y de 1,67 metros de estatura, cómo figura
en su cédula, dio la vuelta al mundo convertida en una fotografía en la que varios policías posan
sonrientes junto a su cadáver en un tejado por el que intentaba escapar de los disparos del Bloque
de Búsqueda.

Pablo Emilio Escobar Gaviria, nació el primero de diciembre de 1949 en la vereda Guayabito del
municipio de Rionegro en donde su mamá era profesora de los grados primero y segundo. A ese
lugar, en donde se mantiene vivo el recuerdo de un niño común y corriente de quien no se supo
nada más cuando se traslado junto con toda la familia a otro lugar de Rionegro, llegó muchos años
después la noticia de que Pablo, el hijo de la profesora Hermilda, se había convertido en uno de los
criminales más buscados del mundo luego de las aspiraciones políticas que lo llevarían a ocupar
una curul en la Cámara de Representantes y a ser reconocido públicamente y con el beneplácito
de muchos sectores como uno de los hombres más influyentes de Colombia.

La detención
Varios meses antes de su muerte, los micrófonos del programa televisivo El Minuto de Dios,
sirvieron para que el padre Rafael García Herreros, iniciara una cruzada con el objetivo de lograr
el sometimiento de Escobar a la justicia. Esa actividad llevó a que sus mensajes, en los que
criticaba las acciones del narcotráfico pero calificaba a Escobar como un “hombre bueno”, fueron
duramente criticados en el seno de la autoridad eclesiástica y por algunos sectores de la sociedad
colombiana que consideraba un contrasentido sus afirmaciones y temían la posible aprobación a las
acciones de Escobar que podría deducirse de sus mensajes.

Sin embargo, insistió en sus propósitos y asumió el papel de mediador entre los capos del
narcotráfico y el gobierno nacional, de esa manera logró la liberación de Francisco Santos y Maruja
Villamizar, quienes se encontraban secuestrados por hombres del Cartel de Medellín. Finalmente, el
19 de junio de1991, un comisión presidida por el propio padre García Hererros, logró la entrega de
Escobar y de varios de sus hombres a las autoridades.

El capo, a cambio de su sometimiento a la justicia, exigía la garantía de que no sería extraditado


y cumpliría la totalidad de su condena en el país. Por esa razón, inmediatamente después de su
entrega, Escobar fue recluido en la cárcel La Catedral; un lujoso centro penitenciario, ubicado en el
municipio de Envigado y construido exclusivamente para él cumpliendo al pie de la letra sus
exigencias.

Desde ese lugar, Escobar se mantuvo al frente de los negocios de su organización e incluso ordenó
el asesinato, luego de citarlos en su propia cárcel, de dos de sus antiguos socios, los narcotraficantes
Fernando Galeano y Gerardo Moncada. Según se conocería después por las declaraciones del
también narcotraficante Luis Ramírez Murillo, Escobar ordenó la muerte de Moncada y Galeano
al enterarse que ambos tenían escondidos cerca de 20 millones de dólares para evadir el pago de sus
cuotas al Cartel de Medellín.

Ese hecho llevó a que otros narcotraficantes que se sentían amenazados por Escobar, entre los que
figuran los hermanos Fidel y Carlos Castaño, de la mano con el Cartel de Cali, conformaran la
organización conocida como los Pepes (perseguidos por Pablo Escobar) que tendría como
objetivo cortar las fuentes de financiación, destruir las propiedades y asesinar a la gente de
confianza del máximo jefe del Cartel de Medellín.

Poco tiempo después, el 20 de julio de 1992, al enterarse de que sería trasladado a otro centro
penitenciario por disposición del gobierno nacional, Pablo Escobar decidió escapar de la cárcel.
Con su fuga comenzó otra etapa en la que todos los esfuerzos, por lo menos de la cúpula de los
organismos de seguridad del Estado, se volcaron a su búsqueda.

Con ese propósito se conformó el Bloque de Búsqueda integrado por hombres de la Policía
Nacional, el Ejercito y las agencias antidrogas de Estados Unidos que se sumaron a al objetivo del
gobierno colombiano. Al mismo tiempo las acciones de los Pepes se fortalecieron en diferentes
regiones del país por lo que entre las autoridades y esa organización se creó una relación de mutua
conveniencia según declaraciones de algunos de los colaboradores de los hermanos Castaño.

La muerte
Las acciones de los Pepes en contra de las estructuras de Escobar se centraron en la destrucción
de sus propiedades y particularmente en el asesinato de sus colaboradores. En menos de dos meses
fueron asesinados cuatro de sus abogados entre los cuales se encontraba Guido Parra, uno de sus
principales asesores.

En el momento del operativo Pablo Escobar Gaviria se encontraba con Álvaro de Jesús Agudelo,
alias Limón, uno de sus escoltas de confianza quien también fue asesinado por el Bloque de
Búsqueda. Luego de varios años de abandono con sus ventanas y su puerta de acceso selladas,
apenas para la foto de los visitantes curiosos, la casa donde se escondía el criminal más buscado
del mundo, se transformó en un edificio residencial de tres pisos. Al otro lado, la casa del tejado
donde murió Escobar y que sería la que realmente se hizo famosa con las imágenes que le dieron la
vuelta al mundo, permanece intacta.

Las autoridades locales no tenían noticias previas de la operación, los hombres de la cúpula de la
policía y el gobierno se enteraron gracias a los medios de comunicación o las llamadas telefónicas
que recibieron desde el lugar de los hechos cuando el operativo había terminado.

Sobre los detalles de la muerte de Pablo Escobar, se tejen diferentes hipótesis, algunas de ellas se
han transformado en parte de la mitología urbana de Medellín. Lo cierto es que a las 5:12 de la
tarde de ese jueves, Hermilda Escobar, quien aguardaba fuera del cerco policial desde las 3:15,
descubrió que el cuerpo al que la Fiscalía acababa de hacer las diligencias de levantamiento, era el
de su hijo Pablo.

Las romerías comenzaron desde el momento de la noticia de la muerte de Escobar, los curiosos y
los devotos fieles de su obra, lo acompañaron en el lugar de su muerte, luego en la morgue de
Medicina Legal y más tarde, en una concentración multitudinaria, en el cementerio Montesacro en
donde finalmente sería sepultado en medio de la incredulidad y las arengas de rechazo de sus
seguidores que entendían su muerte como un crimen de Estado.

Legado político
El legado de Pablo Escobar Gaviria en la política no se reduce a su paso fugaz por el Congreso y a
la ovación que despertaron sus discursos en muchos barrios de Medellín. Aunque sería impreciso
señalar sus acciones como el germen de algunas prácticas que se han hecho paisaje dentro del
panorama político colombiano, sí es claro que algunas de ellas se hicieron más frecuentes y se
cubrieron con un manto de legitimidad asociado con la corrupción institucional y con la
mirada pasiva de algunos sectores de la política y la sociedad civil.

Los votos como bienes de comercio, la corrupción de los funcionarios oficiales, la cooptación de los
escenarios de poder por parte de grupos delincuenciales y en general la emergencia de toda una
cultura de la ilegalidad asociada con la política, son apenas algunos de los factores que a partir
de la década de 1980, se enquistaron en los ciudadanos y en las instituciones del Estado.

Una de las mayores marcas que arrojó su época fue la exposición de la “doble moral” de la
dirigencia política y los sectores más ricos de la población colombiana. En los barrios más pobres,
Pablo Escobar era la encarnación de algo impensable: el “buen gobierno”. No había discusión
sobre los beneficios de sus obras filantrópicas y de la “movilidad económica” producto de sus
acciones, su popularidad era mucho mayor que la de cualquiera de los dirigentes políticos de su
época y en esa medida el narcotráfico fue legitimado de manera explícita por la población más
pobre.

Algunos sectores de la dirigencia política local y regional públicamente respondían a las exigencias
de su condición rechazando las acciones violentas y pidiendo de las autoridades resultados en su
persecución al narcotráfico, al mismo tiempo criticaban cualquier manifestación pública que
pareciera ser flexible frente al deber ser en la defensa de la institucionalidad sin condicionamientos
de ninguna clase. Sin embargo en su vida privada, fueron seducidos por la economía de la mafia
y estaban dispuestos a legitimar el poder de la ilegalidad por encima las mismas instituciones que
representaban.
A trece años de Pablo Escobar
Publicado por De la Redacción en dic 11th, 2006 y archivado bajo Reportajes
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Al comienzo de la década de 1980 el tráfico de droga funcionaba con esmero. Una
razón fundamental lo permitía: el control de los daños y de las operaciones ilegales
estaba bajo dominio absoluto de una sola policía. Pero en la conformación de ese orden
hubo una figura fundamental: Pablo Escobar Gaviria. Con él y sus contemporáneos mexicanos
murió hace poco más de una década el sistema que dio paso al narcotráfico de estos días.

La mayoría de sus propiedades eran reducto de la nostalgia, o de la gratitud por una tierra que le
permitió crecer dentro del mundo criminal: Quinta La Chihuahua, Hacienda Cuernavaca, Rancho
Hermosillo, Bar Mi Tenampa. José Gonzalo Rodríguez Gacha, el número dos dentro del temido
cartel de Medellín, era excéntrico, pero no sofisticado. El mote de El Mexicano le venía perfecto.
Su gusto no era una simple condescendencia. Durante años manejó los intereses de la organización
para garantizar el flujo de cocaína hacia los Estados Unidos. Fue él, con sus gustos y aficiones, el
más indicado para tratar no sólo con los narcotraficantes mexicanos, sino con las autoridades que
ofrecían el resguardo de los cargamentos. Fue la pieza maestra con la que Pablo Escobar Gaviria
dispuso, hace dos décadas, de rutas alternas a las aguas del Caribe.
Pero si Rodríguez Gacha adoptó la cultura mexicana, su jefe modificó el rumbo de los traficantes de
la droga en este país. Unos meses después de negociar con ellos, los pagos comenzaron a darse en
especie, y los sobornos también. México fue invadido por la cocaína sudamericana y hacia finales
de los 80 sus criminales entraron a una fase evolutiva sin precedentes.
Esa alianza proyectó el volumen de la introducción de droga por la frontera norte a niveles
insospechados para la época. Entre mayo de 1985 y mayo de 1986, por ejemplo, el gobierno de los
Estados Unidos decomisó en la frontera de Texas 32 mil kilos de mariguana, 853 de cocaína y 10
kilos de heroína. Se trataba de una cantidad mínima del total que se movía por esos mil 300
kilómetros de línea común, pero dejaba en claro que el tráfico había crecido de manera notable.
En 1987, John C. Lawn, el entonces presidente de la Asociación Internacional de Jefes de la Policía
de Estados Unidos, declaró a la prensa que la frontera Juárez-El Paso era el cruce más utilizado por
los narcotraficantes colombianos. Se había desplazado, dijo, a la tradicional ruta de la Florida. La
influencia de Medellín era decisiva.
Pablo Escobar Gaviria, para muchos el traficante de drogas más poderoso del siglo pasado, murió
acribillado por el Bloque de Búsqueda, un controvertido combinado de policías y militares que
respaldó con acciones de inteligencia el gobierno estadounidense. La muerte oficial del capo fue
decretada a las 2.51 horas del 3 de diciembre de 1993, 17 meses después de haberse fugado de una
prisión que él mismo construyó para evitar su extradición. Ese día, para muchos fue una suerte de
fiesta nacional, y para otros un duelo que todavía perdura.
La historia de Escobar Gaviria puede ser fantástica para algunos criminales: de ser un ladrón de
lápidas en su adolescencia, se convirtió en el capo más poderoso del continente y llegó a ocupar un
escaño dentro del Parlamento colombiano. El poder le alcanzó para tejer relaciones fuera de su país,
tanto con narcotraficantes y políticos, como con jerarcas de la iglesia católica.
En México, sus relaciones con el clero fueron del más alto nivel, según reveló el ex procurador
Jorge Carpizo en un documento que presentó en septiembre de 2003 como respaldo a sus
acusaciones por lavado de dinero que formuló en contra del cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval
Íñiguez.
Los días en que el jefe del cartel de Medellín huía del Bloque de Búsqueda, Carpizo dijo que
encontró alojo momentáneo en la sede del Seminario de Guadalajara, después de haberse
entrevistado con Jesús Posadas Ocampo, en San José de Bogotá. El cardenal se había propuesto
para ser su emisario ante el presidente Carlos Salinas. Básicamente, Escobar buscaba residir en
México y para ello ofrecía revelar al gobierno la identidad de los políticos y jefes policíacos
implicados en el tráfico de drogas.
Carpizo dijo que Salinas no aceptó el trato, porque sabía perfecto quiénes estaban involucrados en
actividades de narcotráfico. Semanas después, Posadas fue acribillado en el aeropuerto de
Guadalajara, a donde llegó el 23 de mayo de 1993 para recoger al nuncio apostólico Jerónimo
Prigione, con quien presumiblemente iba a realizar nuevas negociaciones a favor del
narcotraficante. Pablo Escobar debió conformarse con su propia suerte.
Escobar conocía los sótanos del sistema en México. Durante casi ocho años mantuvo acuerdos para
transportar sus cargamentos por el país, algo que no supieron hacer bien otros capos colombianos.
Para lograrlo tuvo forzosamente que negociar con los altos mandos de la Procuraduría General de la
República y relacionarse con los principales traficantes de la época, como Miguel Ángel Félix
Gallardo y Rafael Aguilar Guajardo, que operaban en Guadalajara y Ciudad Juárez.
El escenario de las drogas en México parecía más bien una vitrina del descaro.
Miguel Ángel Félix Gallardo, un ex burócrata del Banco Rural, fue considerado por la DEA como
el gran padrino de las drogas en México. Bajo sus órdenes trabajaron Rafael Caro Quintero y
Ernesto Fonseca, Don Neto, el tío de Amado Carrillo Fuentes. En ese esquema difundido por el
gobierno de los Estados Unidos, Rafael Aguilar Guajardo, ex comandante de la desaparecida
Dirección Federal de Seguridad en la zona del Noroeste, y Pablo Acosta Benavides, un legendario
contrabandista de Ojinaga, también formaban alianza con Félix Gallardo.
Todos fueron cabeza de serie en la organización con la que el cartel de Medellín trabajó para cruzar
su droga por territorio mexicano. Durante una parte de la década de los 80, los traficantes
mexicanos fueron intocables.
Mientras Rafael Caro Quintero supervisaba la más grande plantación de mariguana que se haya
conocido en México, en el rancho El Búfalo, muy cerca de la ciudad de Jiménez, en el sur de
Chihuahua, Gonzalo Rodríguez Gacha supervisaba los aterrizajes de las avionetas que transportaban
la cocaína de su organización. Ambos trabajaban sin grandes preocupaciones.
Los plantíos de Caro Quintero, se supo después de su caída, eran protegidos por miembros del
ejército, en tanto que los desplazamientos de la cocaína eran a su vez custodiados por elementos de
la PGR y las policías regionales.
El Chihuahua de esos años era la zona más factible para traficar: el primer comandante de la Policía
Judicial Federal, Elías Ramírez Ruiz, fue un hombre cercano al entonces subprocurador Javier
Coello Trejo. Ambos fueron desde entonces señalados como protectores de narcotraficantes. Antes
de Ramírez, el control del tráfico estaba en manos de ex judiciales como Dante Poggio y Efrén
Herrera, y ex alcaldes como Óscar Venegas, ahijado del ex procurador general de la República y ex
gobernador del estado, Óscar Flores Sánchez.
Los nexos con Medellín impactaron el comportamiento y actividades tanto de traficantes como de
policías, pero el ciudadano común pudo enterarse de la relación mucho tiempo después, cuando
inició el proceso de caída de los capos colombianos y surgieron las primeras fallas en las maniobras
de traslado.
En 1988, en un plazo de tres meses, ocho aeronaves cargadas con cocaína colombiana se
desplomaron en tierras chihuahuenses. Las causas de los accidentes, dijeron entonces las
autoridades mexicanas, obedecieron a fallas mecánicas. Otras versiones dicen, sin embargo, que
fueron derribadas por los mismos policías que pretendían un cobro mayor por sus servicios.
La segunda versión es más creíble. El 11 de junio de ese mismo año, en el aeropuerto internacional
de la ciudad de Chihuahua, se arrestó al entonces subjefe de narcóticos de la Procuraduría General
de al República, Ángel Villa Barrón. Se le acusó de robar y posteriormente vender una avioneta
cargada de coca. Era, dijeron sus superiores, uno de los contactos del cartel de Medellín en el
estado.
Ese año es clave para comprender los movimientos que ocurrieron después, a principios de los 90,
en el panorama criminal mexicano. En agosto del mismo 1988, The Washington Post publicó una
nota fechada en Ciudad Juárez, en la que daba cuenta de la estrecha colaboración de los traficantes
de esta frontera con sus contrapartes colombianas.
“Las extensas operaciones de narcotráfico aquí, han convertido a México en la primera fuente como
país trampolín del tráfico de heroína y mariguana que entra a los Estados Unidos y un punto
preferencial para la transferencia de cocaína”, decía la nota.
Esos años, la presión del gobierno estadounidense se volvió mucho más fuerte. Querían que las
autoridades de Colombia arrestaran para su posterior extradición a los principales cabecillas de los
carteles de Medellín y de Cali, pero sobre todos a Pablo Escobar Gaviria.
A finales de esa década, con la presión detrás, poco antes de morir Rodríguez Gacha se valió de sus
viejos conocidos en Chihuahua para ocultar ahí a uno de sus hijos mayores. Era tan grande su
relación con el estado, que no sólo bautizó así la principal de sus posesiones, la Quinta Chihuahua,
que mandó construir en Pacho, su pueblo natal, en Colombia, sino un bar y una cuadrilla de caballos
pura sangre.
En 1993, cuando fue muerto Escobar, en México sus antiguos socios habían corrido la misma
suerte, o algo muy parecido: en abril de ese año, en las playas de Cancún, Rafael Aguilar Guajardo
fue ejecutado con ráfagas de un fusil de asalto AK-47. El otro gran traficante de Chihuahua, Rafael
Muñoz Talavera, estaba preso en un penal de Hermosillo, igual que lo estaban en otras prisiones
Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.
De todo fue enterado, y más del asesinato del cardenal de Guadalajara.
A partir de entonces, México vio surgir, con otro estilo de relación y mayor fuerza, a las nuevas
organizaciones de narcotraficantes. La antigua red de protección que aseguraba la Dirección Federal
de Seguridad fue asumida por la Procuraduría General de la República, y sobre todo por los cuerpos
de seguridad pública de los estados y municipios.
Iniciaba una nueva cuenta regresiva, ahora para Benjamín y Ramón Arellano Félix y para Amado
Carrillo Fuentes.

Pacto con el diablo

Nación SEMANA revela documentos recién desclasificados en Washington que dejan


en evidencia la relación de la CIA con los nacientes grupos paramilitares colombianos.

Diego Fernando Murillo Bejarano, 'Don Berna', es un hombre de pocas palabras y de miles de
secretos. Son pocas las cosas que han salido de su boca, a pesar de que él ha sido uno de los
protagonistas de la historia de violencia de Colombia en las tres últimas décadas. En efecto, en las
audiencias públicas de Justicia y Paz no resuelve los interrogantes; en los frecuentes escándalos de
los comandantes presos en la cárcel de Itagüí se refugia en el silencio; como en el pasado lo hizo
cuando impuso su ley en Santa Fe Ralito en calidad de inspector general de las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), y muchos años atrás, cuando era un fiel, discreto y eficiente sicario de
la familia Castaño. En esas tareas fue testigo de la creación de los Pepes, una coalición del mundo
del hampa cuyo único fin era cazar vivo o muerto al capo Pablo Emilio Escobar Gaviria.

SEMANA tuvo acceso a una serie de documentos secretos de varias agencias de seguridad y
diplomáticos de Estados Unidos en los que queda en evidencia la participación de entidades de ese
país en el objetivo de acabar a Escobar . El hecho adquiere hoy una singular importancia porque
aquella fuerza a la que se le dio ese impulso tuvo una metamorfosis hasta convertirse en las bandas
de paramilitares que el propio Washington califica ahora como "terroristas" y de cuyos jefes
reclama "la extradición".

¿Cómo ocurrió todo esto? El cuento es el siguiente: Tras las huellas de Escobar no sólo iban los
gatilleros del bajo mundo. Simultáneamente, las autoridades legales también lo buscaban. El
presidente de la República, César Gaviria Trujillo, guardaba entre ceja y ceja a Escobar. No sólo
tenía un deber constitucional de dar con su paradero, sino que lo motivaba una obligación moral,
pues se lo había prometido en la tumba de Luis Carlos Galán Sarmiento, su líder asesinado por la
mafia. Gaviria creó para esta misión el Bloque de Búsqueda, un grupo elite de las Fuerzas Armadas.
Su iniciativa contó de inmediato con el respaldo del gobierno de Estados Unidos. En ese entonces,
el embajador en Bogotá, Morris Busby, prometía en público que el capo, más temprano que tarde
caería. Era común ver la llegada a los aeropuertos de Bogotá y Medellín de hombres del
Departamento Antidrogas Estadounidense (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que
se sumaban al Bloque de Búsqueda.

Paralelamente, en sus haciendas, los entonces miembros de la familia Castaño buscaban apoyo para
enfrentar a su rival. Fidel y Vicente eran los líderes de esa causa a la que sumaron a su hermano
menor, Carlos, y al otro poderoso clan de la época, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez
Orejuela, que dirigían el cartel de Cali. Era frecuente que en las noches, cuando se decía que
Escobar estaba en determinada finca, llegaran camionetas blindadas, con los vidrios oscuros, en las
que era prácticamente imposible determinar la identidad de sus ocupantes: ¿eran del Bloque de
Búsqueda legal? o ¿del improvisado combo de los Pepes? ¿trabajaban en conjunto? Las respuestas a
estas preguntas hasta ahora han sido un misterio. Durante muchos años se especuló sobre los lazos
que en 1993 estableció la CIA con los Pepes para dar de baja a Escobar. Con la misión de saber la
verdad, son muchas las organizaciones que han exigido correr todos los velos. El caso ha sido
motivo incluso hasta de libros que se han convertido en best seller. El investigador Michel Bowden,
en su libro Matando a Pablo, sugirió en varios apartes las conexiones que existieron entre la CIA y
la DEA con el grupo criminal que combatió a Escobar.

En este proceso por aclarar aquellos años aciagos, The National Security Archive, una fundación
privada sin fines de lucro cuyo objetivo es el de poner a la disposición del público en general
documentos recientemente desclasificados por el Gobierno Federal de Estados Unidos, decidió
tomar todas las piezas para armar el rompecabezas. Michael Evans le dijo a SEMANA que,
valiéndose del Acta de Libertad de Información (Foia), una herramienta jurídica para desclasificar
documentos secretos, tiene una rica información que "son la evidencia más definitiva que se ha
desclasificado hasta hoy" y que le permite afirmar que "vincula la ayuda norteamericana de
seguridad a una organización paramilitar terrorista de Colombia".

Según Evans, contando con estos archivos hasta ahora bajo llave en Estados Unidos, queda claro
que el Bloque de Búsqueda fue apoyado por ese país "para localizar el narcotraficante fugitivo
Pablo Escobar, compartía la inteligencia con Fidel Castaño".

Por si esto fuera poco, esta afirmación está sustentada en otro hecho también muy grave. En el
resultado de un trabajo de espionaje de Estados Unidos al gobierno de Colombia. "La nueva
evidencia también ilumina el papel en las operaciones y los reportes que producían sobre el mismo
gobierno colombiano. Estados Unidos monitoreaba con mucho esmero las reuniones entre el
Presidente de Colombia y sus altos funcionarios de la seguridad". Es decir, que al tiempo que le
ayudaba al presidente Gaviria, se le espiaba en todos sus movimientos. Entre los documentos
desclasificados existe uno procedente de la embajada a través de "un cable diplomático" de fecha
agosto de 1993: 'Desenredando la trama de intrigas de los Pepes'. Este revela que agentes de
Estados Unidos "vigilaban el círculo íntimo del Presidente colombiano".

La información más importante en el cable se atribuye a 'Palo', una fuente al parecer de la CIA.
Según éste, el fiscal Gustavo de Greiff había dicho a la embajada que tenía "una nueva, muy buena
(información que) mostraba los vínculos entre importantes miembros de la Policía encargados de la
captura de Pablo Escobar Gaviria (el 'Bloque de Búsqueda') con varias actividades criminales y
violaciones de los derechos humanos cometidas por los Pepes".

El cable describe, además, una serie de reuniones entre altos funcionarios colombianos sobre el
tema de los Pepes en febrero de 1993. "En una reunión, según la información envíada por 'Palo', el
director de la Policía Nacional de Colombia, general Miguel Antonio Gómez Padilla, dijo 'que había
ordenado a un alto oficial de inteligencia de la PNC mantener contacto con Fidel Castaño, líder
paramilitar de Los Pepes, para recopilar información de inteligencia'".

Unos días después, la fuente 'Palo' reportó que el presidente colombiano, César Gaviria, ordenó
cesar la cooperación de inteligencia con los Pepes, y mandó al comandante de inteligencia de la
PNC, Luis Enrique Montenegro Rico, "a 'pasar la voz' que los Pepes se deben disolver
inmediatamente". Montenegro, según la fuente, "no era un miembro de los Pepes, pero como
comandante de la inteligencia policíaca conocía algunos de los miembros, y estaba consciente de
sus actividades".

El hecho de que Gaviria decidió entregar su mensaje a los Pepes a través de uno de sus altos
comandantes policíacos también fue "significativo", según la embajada de Estados Unidos en
Bogotá, como un claro indicio de que "el Presidente creía que las Policías estaban en contacto con
los Pepes".

The National Security Archive -que publicará esta semana en su página web toda esta información-
dice que entre los documentos se encuentra un informe de la embajada, un mes después de la
muerte de Escobar, que alerta sobre el hecho de que "cualquier evidencia de la complicidad entre (el
cartel de) Cali y la Policía en las actividades de los Pepes habría sido seriamente dañina a la
credibilidad del Bloque en sus esfuerzos en contra de Escobar". Así que la Embajada reportó en el
cable 'Trama de intrigas' que el Presidente Gaviria "tiene que manejar el asunto de una manera que
saque a los otros perseguidores, pero, al mismo tiempo, sin ir a desacreditar los esfuerzos policíacos
contra Escobar".

Tras la muerte de Escobar, los hombres del bajo mundo que se le habían enfrentando se
reorganizaron y revitalizaron su músculo militar. Así, por ejemplo, los hermanos Castaño. En mayo
de 1994, sólo cinco meses antes de la disolución del Bloque, la rama de inteligencia del
Departamento de Estado de Estados Unidos llamaba a Fidel Castaño un 'super drug-thug' (gran capo
de la droga) y "uno de los criminales más despiadados de todo Colombia" que "podría hacerse un
nuevo Escobar". Según el informe, Castaño "es más feroz que Escobar, tiene mayor capacidad
militar y puede contar con sus hermanos antiguerrilleros en el Ejército colombiano y en la Policía
Nacional". Los mismos que le ayudaron a matar a Escobar.

Poco a poco todos los protagonistas de esta historia fueron desapareciendo en un relato de violencia
sin fin. Fidel fue asesinado, Carlos fue muerto por orden de su propio hermano Vicente, de quien no
existe rastro. Uno de los pocos sobrevivientes es 'Don Berna', el silencioso jefe paramilitar que
empezó como fiel gatillero de esa familia. Él sí sabe hasta qué punto Estados Unidos les dio el
impulso a estos hombres para que formaran la máquina más poderosa de matar de la historia
reciente: el paramilitarismo. Puede que 'Don Berna' guarde silencio o se lleve toda la información
que le sirva para negociar en Estados Unidos, a donde está a punto de ser extraditado.

Columna Incómoda Pablo Escobar, el patrón del mal (1)

Alexia Barrios G. @alexiabarriosg mar 14 de agosto de 2012

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“Es que hay tres formas de hacer las cosas:


como usted cree; como ellos creen y como yo digo”
“El que no esta conmigo.... Esta en contra de mi”
El Patrón

Frases como las anteriores describen a la personalidad del protagonista de la teleserie


“Pablo Escobar, el patrón del mal”, que produce Caracol. Se trata de una versión libre
–y muy dura— para la televisión de la biografía del capo más sanguinario que ha
existido en la historia moderna de Colombia. Una historia que es obligada conocerla,
porque más allá de su función de entretenimiento, la serie busca mostrar al mundo
cómo la sociedad entera, con altos niveles de desigualdad, de corrupción
institucional, de podredumbre de su clase política puede crear a monstruos humanos.
Si bien la historia se desarrolla fundamentalmente en Medellín, no faltará quien
compare dichos contextos con lo que ocurre o ha ocurrido en cualquier lugar de
México, Perú, El Salvador, Guatemala, Bolivia, Panamá, Argentina o Brasil. Para los
mexicanos, la serie encierra muchos mensajes de los que debemos aprender para
analizar más a fondo nuestra triste realidad.
La diferencia con México, es que en el caso Colombiano, fue un solo loco: Pablo
Escobar Gaviria. En nuestro país, los cárteles de las drogas se han multiplicado y son
muchos los que andan sueltos.
“El que no conoce su historia, está condenado a repetirla” repiten en cada capítulo,
que constituye una lección de cómo un hombre ambicioso, quien vivió en la miseria,
conmovido con los pobres y simpatizante de la ideología de izquierda “marxista-
leninista”, poseedor de un discurso convincente pasó de ser un ladrón de lápidas de
los cementerios, al mayor traficante de cocaína a los Estados Unidos.
Es la historia del pobre que no quiso serlo más, que se valió de cualquier medio con
tal de alcanzar sus fines: el poder económico y el poder político.
Ante los ricos de su país imponía su ley de “plata o plomo”. Fue así como los fue
doblegando, cooptando y asociando a su causa. Los ganaderos y empresarios locales
se fueron dividiendo entre estar con él o contra él. Estar en su contra era entendido
como una condena a muerte.
Para él, el poder judicial colombiano era corrupto, al servicio de los poderosos, de la
clase política corrupta, de quienes se valen sólo de una llamada telefónica para
decidir un juicio. Por eso, Escobar los compraba, intimidaba o asesinaba.
A la clase política la infiltró; la compró, la exhibió en su máximo esplendor. Ante los
colombianos pobres su discurso era contra los miserables políticos y ricos que han
negado todo a la pobres. De ahí que haya lanzado un plan social, “Medellín sin
Tugurios”, que le daría en el mediano plazo los votos suficientes para ser congresista
de su país.
Frente a los suyos, para justificar su paso a la política reiteraba que él desde joven fue
un estudiante comprometido y simpatizante de las causas de la izquierda, con el
marxismo, con las guerrillas e incluso, por ahí también se desliza en dos ocasiones la
promoción para la independencia de Antioquia, porque “la región tiene todas las
riquezas para salir adelante”. En respuesta, hubo quienes lo llamaban el “Robín
Hood de Antioquia”, como la revista Semana, la más importante de Colombia.
El discurso populista y nacionalista de Pablo Escobar lo hizo crear corrientes de
opinión a su favor mediante el comunicado de los “extraditables” que rechazaban
cualquier negociación con el gobierno de los Estados Unidos. Fueron narcodiputados
quienes votaron en contra del acuerdo de extradición, fueron opinadores de prensa,
radio y televisión que estaban con la causa nacionalista de Escobar. La defensa de la
soberanía de Colombia ante la intromisión estadounidense aún hoy en día se
mantiene constante, aunque no lo creamos.
Los asesinatos de políticos de Alternativa Liberal, su ex partido, como el entonces
ministro de Justicia y el candidato presidencial Luis Carlos Galán fueron justificados
como pretextos de los aparatos de inteligencia de los Estados Unidos para justificar
su intervención en los asuntos internos de Colombia.
Cuando el capo fue asesinado luego de estar huyendo, hubo sentimientos encontrados
en Medellín. Unos lo amaban; otros los odiaban, y sus ex aliados de su cártel,
respiraban tranquilos con su muerte. La guerra contra las drogas, sin embargo, no se
ha terminado ni con todo el apoyo que tuvo el Plan Colombia, aunque debe destacar
que la narcoviolencia disminuyó.
La serie es buena. Hay datos muy importantes hasta ahora desconocidos
públicamente. Algunos nombres han cambiado. La conexión con México aún aparece
muy tibia y casi inexistente. De hecho, el apodo de Gonzalo Rodríguez Gacha fue
cambiado de “El Mexicano” por “El Mariachi”.
En su contra habría que decir la ausencia de datos de los capos de los Estados Unidos
que fueron quienes lograron que Escobar tuviera el control del tráfico de
estupefacientes, su visa autorizada, los viajes constantes de él y su gente, entre otros
favores que recibió.
Caracol TV hace un trabajo profesional sobre el cártel de Medellín. Pero para los
mexicanos, sin duda, sería muy bueno conocer todos los ángulos del otro cártel
colombiano, y que tiene mucho que ver con el florecimiento de los actuales capos
mexicanos: el de los hermanos Rodríguez Orejuela, de Calí.
Esperemos que esa parte también la expongan, porque Escobar fue el más popular,
pero el más sofisticado fue el cártel de Calí, donde operaban burguesía y políticos de
primer nivel.
MAÑANA… lo que dice la serie “Pablo Escobar, el patrón del mal” sobre las
relaciones del cártel de Medellín con izquierda de su país, con las guerrillas, los
gobiernos de Venezuela (Carlos Andrés Pérez), de Panamá (Manuel Antonio
Noriega), de los Sandinistas de Nicaragua y del régimen de Cuba.

La guerra a muerte entre los narcos


Archivo SEMANAArriba, de izquierda a derecha. Evaristo
Porras y Leonidas Vargas. Abajo, Griselda Blanco y Wilber
Varela.
NARCOTRÁFICOEl asesinato en Medellín de Griselda Blanco, la llamada "Reina de la cocaína', se
suma a la lista de crímenes contra grandes capos que en algún momento fueron poderosos. Conozca
algunas de esas historias.
Sábado 8 Septiembre 2012

El nombre de Griselda Blanco era desconocido para muchos hasta el pasado lunes, cuando se supo
de su asesinato. Ocurrió en el barrio Belén, de Medellín. Al parecer, el crimen está relacionado con
viejas rencillas de posibles deudas que la llamada ‘Reina de la cocaína’ dejó durante su largo
recorrido en el mundo de las drogas, que comenzó en la década de los setenta.

Es una tarea difícil la que tienen los investigadores a cargo


del caso, quienes buscan establecer quién o quiénes estarían
detrás del deceso de la mujer, quien ya alcanzaba los 69
años. Difícil en el sentido de empezar a escudriñar viejos
episodios judiciales, para luego atar cabos con matanzas y
homicidios perpetrados no solo en Colombia, sino en
Estados Unidos, como el ocurrido el 11 de julio de 1979 en
un centro comercial de Miami, cuando fue ultimado Germán
Jiménez Panesso con un estilo que hizo recordar a los
gángster de Chicago.

Lo cierto es que Blanco, a quien también le reconocieron con


los sobrenombres 'Viuda negra' y 'Madrina', terminó su vida
por el gatillo de un sicario, y al igual que la de otros capos de
la droga asesinados por lo que parecería los temidos ajustes
de cuentas.
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A manos de un sicario también terminó la vida de Helmer


'Pacho' Herrera, un hecho ocurrido en noviembre de 1998 en la cancha de fútbol de la cárcel de
Palmira. El asesino, quien fue identificado como Rafael Ángel Uribe Serna, se hizo pasar como
abogado ante los guardias del penal.

Herrera fue enemigo de Pablo Escobar. Andrés López, autor del libro ‘El cartel de los sapos’, dice
que todo empezó luego de que un empleado de Pablo Escobar se le quejó porque uno de 'Pacho'
Herrera le estaba robando su mujer.

Escobar, entonces, asegura el autor, les pidió a los Rodríguez que le entregaran a Herrera, pero el
jefe del cartel de Medellín por respuesta obtuvo una bomba en el edificio Mónaco de la capital
antioqueña. El artefacto le ocasionó lesiones auditivas a la hija del capo, por lo que la guerra quedó
casada.

La contestación del capo no fue menos violenta. En una cancha del municipio vallecaucano de
Candelaria, Herrera había convocado para un partido de fútbol, una de sus grandes pasiones. Pero
hasta allí llegaron sicarios al servicio del cartel de Medellín y asesinaron a 13 personas. Sin
embargo, Helmer se salvó porque había abandonado la cancha para descansar.

Los ataques iban y venían hasta que Herrera se entregó a la justicia, pero informes policiales
advierten que desde la prisión seguía ordenando ataques. Uno de ellos contra Wilber Varela, alias
'Jabón', quien para la época era el jefe se sicarios de Orlando Henao, quien se había convertido en el
jefe del cartel del norte del Valle.

Tras el atentado en el que 'Jabón' resultó herido, fueron capturados dos de los hombres que
perpetraron el hecho, quienes mediante una serie de torturas terminaron por delatar a Herrera.

Después del crimen de Herrera, su hermano, un minusválido de nombre José Manuel, quien estaba
preso en la cárcel Modelo de Bogotá, logró hacerse a una pistola y se dirigió hacia donde estaba
Orlando Henao, reo en la misma prisión.

José Manuel escondió el arma en su silla de ruedas y a la primera oportunidad, acabó con la vida de
Henao al lanzarle seis disparos. Cobró venganza y el cartel del Norte del Valle quedó en cabeza de
Wilber Varela.

No obstante, Varela corrió con la misma suerte. Tras emprender una guerra a muerte con Diego
León Montoya, se refugió en Venezuela, donde fue asesinado en un complejo turístico en Mérida, a
manos de quienes en su momento fueron considerados como sus más cercanos colaboradores.

Otros de los crímenes que se han perpetrado en las prisiones en contra de personas dedicadas al
narcotráfico da cuenta de que en la cárcel La Catedral, donde estaba recluido Pablo Escobar, fueron
muertos los hermanos Galeano y Moncada, al parecer, tras una orden del capo del cartel de
Medellín.

Algunas personas que en su momento declararon ante la Fiscalía sobre ese hecho sostuvieron que el
caso se dio luego de que las dos parejas de hermanos llegaron hasta la prisión a aclarar unas cuentas
con Escobar. Tal arreglo estaba relacionado con 20 millones de dólares que se habían robado de una
caleta de los Galeano y los Moncada. De ese hurto culparon al capo.

No obstante, sostuvieron los testigos que el jefe del cartel les dijo que esa plata era de él, y tras una
fuerte discusión, se dio la orden de asesinarlos.

Pero si a las cárceles ingresan armas, a los hospitales también. Con una pistola con silenciador
acabaron con la vida de Leonidas Vargas, alias 'El viejo', mientras estaba interno en un centro
asistencial de Madrid, España, en enero del 2009.

A ese país había llegado con la intención de abrir nuevos mercados para el mundo de las drogas
ilícitas. Sin embargo, las autoridades españolas lo detuvieron en el 2006. Un par de años después le
concedieron el beneficio de la detención domiciliaria debido a su estado de salud, relacionado con
una delicada afección cardíaca, por lo que fue llevado al hospital.

En su proceso judicial ya lo habían citado a juicio y estaba programado para el mes de julio de ese
2009. Se presume que detrás de su homicidio estarían mafiosos y capos a quienes delataría 'El viejo'
en el estrado.

La venganza criminal contra Vargas no paró en ese momento, ya que ocho días después, el cuerpo
de su hermano Fabio fue hallado en un cañaduzal de Pradera, Valle del Cauca. Junto a él fue
ultimada Liliana Andrea Lozano, una exreina nacional del Bambuco. Ambos cuerpos presentaban
señales de torturas.

Si bien es cierto que hay más casos, la realidad es que el mundo de la mafia no le ha permitido a
muchos una jubilación. Las guerras por el control del narcotráfico no respetan género ni edad. Y
quienes deciden ingresar a ese mundo, lo hacen bajo la premisa del ojo por ojo y diente por diente.

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