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ÍNDICE
1 INTRODUCCIÓN
2 MÚSICA PARA TECLADO
2.1 El órgano barroco
2.1.1 La toccata
2.1.2 La fuga
2.1.3 Composiciones de corales
2.1.4 Música organística en los países católicos
2.2 Música para clave
2.2.1 Tema y variaciones
2.2.2 La suite
2.2.3 La sonata para teclado
3 MÚSICA PARA CONJUNTO
3.1 La sonata para conjunto
3.1.1 Música de cámara italiana: Arcangelo Corelli
3.1.2 La improvisación en la ejecución musical barroca
3.1.3 Las sonatas para conjunto fuera de Italia
3.2 La sonata solística
3.3 Obras para conjuntos mayores
3.4 Música orquestal
3.4.1 La suite orquestal
3.4.2 El concierto
3.4.3 Giuseppe Torelli
4 BIBLIOGRAFÍA
1 INTRODUCCIÓN
Si bien la conciencia del género sirvió de guía a los compositores de la primera mitad del sigo
XVII, en la segunda mitad el medio instrumental para el que escribían una composición
determinada estaba destinado a ejercer una fuerte regulación sobre su imaginación creadora.
Las posibilidades ofrecidas por los órganos de entonces, por el clavicémbalo de dos teclados y, en
particular, por la familia del violín, inspiraron nuevos idiomas y estructuras formales. La mejor
manera de ocuparnos de estos desarrollos es colocarlos bajo dos encabezamientos: música para
teclado y música para conjuntos. Los tipos principales de composición vinculados a cada uno de
estos medios son:
a) Música para teclado: toccata (preludio, fantasía) y fuga; arreglos de corales luteranos o de
otros materiales litúrgicos (preludio de coral, versículo, etc.); variaciones; passacaglia y chacona;
suite; sonata.
b) Música para conjunto: sonata (sonata da chiesa), sinfonía y formas afines; suite (sonata da
camera) y formas emparentadas; concierto.
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2 MÚSICA PARA TECLADO
2.1 El órgano barroco
Este instrumento resulta familiar para todos los músicos actuales gracias a los muchos modernos
que se han construido a imitación de los órganos del temprano siglo XVIII, sobre todo los de
Gottfried Silbermann (1683-1753). Adiestrado en Francia y Alsacia, éste, al
igual que los otros constructores de órgano alemanes, se vio influido por el
plein jeu u órgano pleno francés y por los llamativos colores usados en
Francia para tocar solos y líneas contrapuntísticas.
El mayor desarrollo de la música organística tuvo lugar en Alemania
a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII. En el norte prosiguieron la
tradición instaurada a comienzos de siglo por Sweelinck y Scheidt y las
principales figuras fueron Georg Böhm (1661-1733), en Lüneburg, y
Buxtehude, en Lübeck. El grupo central de Sajonia y Turingia (la región de
Fig. 1: Órgano
Silbermann Bach), comprendía a Zachow y Kuhnau, así como a Johann Christoph Bach
(1642-1703), de Eisenach. Uno de los compositores organísticos alemanes más notables fue
Johann Pachelbel.
Una gran parte de la música escrita para ser interpretada en las iglesias protestantes
servía de preludio a una acción, como la lectura de las Sagradas Escrituras, el canto de himnos o
la ejecución de la música de mayor categoría.
2.1.1 La toccata
En este contexto, los preludios y toccatas se desarrollaron y dieron pie a obras a gran escala que
adoptaban la forma de amplias improvisaciones. Cierto número de recursos era común a las
secciones no fugadas de las toccatas: ritmo irregular o libre, en contraste con un impulso
incesante de avance en semicorcheas; frases que se mantenían deliberadamente oscuras o
intencionadamente irregulares; súbitos cambios bruscos de textura. El carácter naturalmente
caprichoso y exuberante de las toccatas se intensificaba a menudo convirtiéndolas en vehículos
para el despliegue de la habilidad del ejecutante en el teclado y en la pedalera. Desde temprano,
los compositores comenzaron a incorporar a sus toccatas secciones bien definidas de
contrapunto imitativo, que contrastaban con el estilo rapsódico que predominaba normalmente:
de estas secciones surgió la fuga, la que los compositores empezaron a concebir como una pieza
independiente que seguía a la toccata propiamente dicha.
Por ejemplo, las toccatas de Buxtehude están formadas por secciones en estilo libre, que
alternan regularmente con otras de contrapunto imitativo, de longitud igual o mayor, como
puede observarse en la Toccata en Fa BuxWV Toccata
157: BuxWV 157
Dietrich BUXTEHUDE
(1637 - 1707)
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Édité par P. Gouin
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© Les Éditions Outremontaises, 2007
Audición 1: Toccata en Fa BuxWV 157, de Buxtehude
Las piezas para teclado como la arriba descrita recibían, durante el siglo XVII, nombres
como «toccata», «preludio», «praeludium», «preambulum» u otros similares, aunque incluyesen
secciones fugadas.
2.1.2 La fuga
Las fugas también se concebían como piezas independientes. Hacia fines del siglo XVII la fuga ya
había sustituido casi por completo al antiguo ricercare. El sujeto de la fuga tiene un carácter
melódico definido con mayor claridad y un ritmo más vivo que el del ricercare. Al igual que en el
ricercare, las «partes» diferentes actúan como voces independientes que entran con el tema una
detrás de otra. En la fuga, estas entradas aparecen formalizadas dentro de la llamada exposición,
casi siempre el sujeto o dux (líder) se enuncia en la tónica y se contesta en la dominante
mediante lo que recibe el nombre de respuesta o comes (compañero); luego, las demás voces
alternan el sujeto y la respuesta. Otras exposiciones completas o parciales aparecen separadas
por breves episodios (pasajes en los que el sujeto no se escucha en ninguna voz).
presentación del coral completo. Danket dem Herrn, de Buxtehude, pertenece a este tipo de
variaciones basadas en un coral:
Fig. 3: Danket dem Herrn, denn er ist sehr freundlich BuxWV 181, de Buxtehude
3
Audición 2: Danket dem Herrn, denn er ist sehr freundlich BuxWV 181, de Buxtehude
b) La fantasía coral
Se trataba de un tratamiento en el que la melodía del coral se veía fragmentada y los motivos
resultantes desarrollados mediante pasajes de gran virtuosismo para los dedos, ecos,
contrapuntos imitativos y ornamentaciones
c) El preludio coral
Era un término que a menudo se aplica laxamente a cualquier composición organística basada en
una melodía de coral, se utilizará aquí en un sentido un tanto más restringido, para indicar piezas
relativamente breves, en las que la melodía entera se presenta una vez de forma fácilmente re-
conocible. Esta forma de preludio coral no apareció hasta después de mediado el siglo XVII.
Como su nombre indica, esta clase de piezas probablemente se hayan originado como música
litúrgica funcional: el organista tocaba toda la melodía, con acompañamiento y ornamentación
ad libitum, como preludio al canto del coral por parte de la grey o del coro; más adelante,
cuando se escribieron piezas en este mismo estilo general, se las denominó preludios corales,
estuviesen destinadas o no a servir a esta finalidad litúrgica original.
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1650 prefirieron escribir una melodía original, semejante a una canción (a menudo denominada
aria), como tema, antes que tomar en préstamo una melodía conocida, como comúnmente lo
habían hecho los compositores anteriores.
2.2.2 La suite
Gran proporción de la música para teclado de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII está
escrita en la forma suite. Existían dos variedades diferentes: la de las antologías amorfas de los
clavecinistas galos y la clase alemana agrupada alrededor de cuatro danzas clásicas. En Francia,
los ordres de François Couperin, publicados entre 1713 y 1730, consisten, cada uno de ellos, en
un laxa suma de muchas piezas en miniatura (a veces hasta 20 o más). La mayor parte de éstas
están escritas en ritmos de danza, como courante, sarabande, giga, etc., altamente estilizados y
refinados. Su textura transparente y sus delicadas líneas melódicas, decoradas con profusión de
ornamentos, así como su concisión y su humor, son típicas de la música francesa del tiempo de la
Regencia. La mayor parte de ellas llevan títulos fantasiosos:
Antes de fines del siglo XVII, la suite para teclado (o partita, como también se la
denominaba) asumió en Alemania un orden definitivo de cuatro danzas: allemande, courante,
sarabande y giga. A éstas podía agregárseles un movimiento de introducción o bien una o más
danzas opcionales, situadas después de la giga, o bien antes o después de la sarabande. Las
danzas añadidas, así como el estilo general de la escritura, revelan una continuada influencia
francesa sobre los compositores alemanes de este período, influencia ésta igualmente evidente
en las suites para clave de los compositores belgas contemporáneos. Se cree que tanto la música
como el tratado de Couperin ejercieron una gran influencia en el estilo de escritura para teclado
de J. S. Bach. Los compositores más importantes de música alemana para teclado fueron
Froberger, Pachelbel, Alessandro Poglietti (italiano residente en Viena; m. 1683), Johann Krieger,
J. K. F. Fischer, Johann Kuhnau y Georg Bohm. Contemporáneo de Bach y Händel fue Gottlieb
Muffat (1690-1770), cuyas suites son ejemplos del estilo preclásico del siglo XVIII. En Inglaterra,
las suites para clave de Henry Purcell son las únicas representantes notables de esta forma.
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Klavierfrüchte (Frescos frutos clavecinísticos), publicados en 1696, comprenden solamente
sonatas. Más interesantes que estas piezas, más bien experimentales, son las seis sonatas de
Kuhnau publicadas en 1700, que representan musicalmente historias del Antiguo Testamento,
con títulos como «La locura de Saúl curada por la música», «El combate entre David y Goliat» o
«Enfermedad y curación de Ezequías». Estas sonatas bíblicas son piezas atractivas y bien
construidas, así como entretenidas versiones musicales de estas historias. La música
instrumental programática no era desconocida en los siglos XVII y XVIII; hay ejemplos de ella en
el Fitzwilliam Virginal Book, así como en numerosas piezas de batalla diseminadas entre las obras
de los compositores para teclado de esta época. Heinrich Ignaz Franz Biber (1644-1704) escribió
asimismo sonatas bíblicas para violín y continuo.
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similares con denominación diferente) para un instrumento de cuerdas solo, sin
acompañamiento.
La nomenclatura, especialmente para las obras del tipo de la sonata de cámara, era
asombrosamente variada: a veces, el título general de una antología de estas obras era,
sencillamente, una lista de nombres de las danzas o una de tales listas seguidas por las palabras
«da camera»; otros títulos eran «trattamento», «divertimento», «concertino», «concerto»,
«ballo», «balletto» y otros por el estilo. En apariencia, estos títulos diferentes no implicaban
distinción particular alguna en cuanto a formas y tipos musicales.
Con respecto a su forma exterior recordemos que la evolución de la canzona-sonata en el
siglo XVII fue una reducción progresiva del número de movimientos y un aumento progresivo de
la extensión de cada uno de éstos. El orden de los movimientos no se vio sujeto a una norma
hasta alrededor de fines del siglo XVII. Durante mucho tiempo sobrevivieron huellas del plan
cíclico de la antigua canzona de variaciones. La similitud temática entre movimientos se ha
conservado en muchas sonatas de Giovanni Battista Vitali (ca. 1644-1692) y sobrevive en algunas
obras de su hijo Tommaso Antonio Vitali (ca. 1665-1747). Por otro lado, la independencia
temática total de los diversos movimientos se convirtió cada vez más en la regla a fines del siglo
XVII, tal como queda demostrada en la sonata La Raspona, de Giovanni Legrenzi:
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maestros boloñeses; pasó serenamente en Roma la mayor parte de su vida posterior a 1671.
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combinaciones mayores George Muffat, Reinken, Buxtehude (1696), Fux, Caldara, Christoph
Graupner y otros. Las primeras y más importantes sonatas en trio francesas fueron las de
Couperin. Algunas de estas obras probablemente ya estaban compuestas en 1692, aunque no se
publicaron sino muchos años más tarde.
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1. The Annunciation
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H.I.F. Biber (1644-1704)
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italianos fue Giuseppe Tartini I (1692-1770), aunque sus sonatas y conciertos solísticos están casi
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siempre escritos en el estilo preclásico 5 de mediados del siglo XVIII.
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El principal compositor francés de sonatas para violín fue Jean-Marie Leclair (1697-1764).
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Su música parece combinar la pereza clásica de Corelli con una gracia y dulzura melódica
típicamente francesas y una perfecta claridad de textura y forma, con una abundante
ornamentación llena de buen gusto; sus movimientos de rondeau tienen un encanto peculiar.
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producción de canzonas, suites de danzas, sonatas y sinfonías para grupos de tres o mas
instrumentos melódicos, además de bajo continuo.
La sonata y, más especialmente, la suite para conjunto instrumental, tuvieron una vida
particularmente larga en Alemania. Las obras más notables (aunque no las más típicas) de esta
forma después del Banchetto musicale, de Schein, fueron las sonatas de Johann Rosenmüller
(1620-1684), publicadas en 1670. La predilección nacional por una sonoridad plena, combinada
con las condiciones imperantes de la vida musical, alentaron la forma semipopular de la sonata y
suite para conjunto en la Alemania del siglo XVII. La música se cultivaba no sólo en las cortes y
entre la nobleza, sino que también en gran número de casas de la clase media. El Collegium
musicum, asociación de ciudadanos que se daban cita para tocar y cantar para su propio placer,
era una institución corriente en muchas ciudades alemanas, así como otras organizaciones
musicales de carácter más o menos público. Las bandas de pueblo (Stadtpfeifer) y, en las
regiones luteranas, los músicos de la iglesia, también estaban estrechamente vinculados con la
vida del pueblo. La tradición musical alemana tenía una índole hogareña y directa; los
compositores preferían conjuntos relativamente grandes y gustaban del sonido de los
instrumentos de viento, así como del de las cuerdas.
3.4.2 El concerto
Durante las últimas dos décadas del siglo XVII apareció un nuevo tipo de composición orquestal,
el concerto o concierto, el cual se convirtió en el tipo importante de música orquestal barroca
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después de 1700. El concierto permitía compositores combinar en una sola obra diversos
desarrollos recientes: el concertato y sus contrastes, la textura de un bajo firme y una soprano
florido, organización musical basada en el sistema tonal mayor-menor y la construcción de una
obra extensa a partir de movimientos separados y autónomos.
Alrededor de 1700 se escribieron tres tipos diferentes de conciertos. Uno ellos, el
concierto orquestal (también denominado concerto-sinfonía, concerto ripieno o concerto a
quattro), era, sencillamente, una obra orquestal de varios movimientos, en un estilo que
subrayaba la parte del primer violín y el bajo y que habitualmente se evitaba la textura
contrapuntística más compleja, característica de la sonata y la sinfonía. Más numerosos e
importantes en esta época eran los dos tipos, el concerto grosso y el concerto solístico; en ambos
se contrastaban temáticamente las sonoridades: en el concerto grosso, las de un pequeño grupo
de instrumentos solistas y, en el solístico, la de un único instrumento, se oponían las de un gran
conjunto. La «orquesta» era casi siempre de cuerdas, y estaba dividida en primeros y segundos
violines, viola, violoncello y violone, con bajo continuo. También los instrumentos solistas solían
ser de cuerdas: en el concierto para solista, un violín; en el grosso, por regla general, dos violines
y continuo, aunque podían añadirse otros instrumentos solistas de cuerda o de viento, o
sustituirse los primeros por los últimos. Originalmente, concerto grosso significaba «conjunto
grande», o sea la orquesta, en oposición a «concertino» o pequeño conjunto, el grupo de
instrumentos solistas. Más tarde, el término concerto grosso se aplicó a la composición en la que
se utilizaba a estos grupos opuestos entre sí. Tanto en el concierto solístico como en el grosso, la
designación usual para la orquesta completa era tutti (todos) o ripieno (relleno).
La práctica de contrastar instrumentos solistas con la orquesta en pleno surgió en la
música barroca mucho antes de que hiciese su aparición el concierto en cuanto tal.
Los conciertos, como las sonatas y las sinfonías, se tocaban en la iglesia como «oberturas»
antes de la misa o en ciertos momentos de la ceremonia. El relativo predominio de la parte del
primer violín sugiere ocasionalmente la textura del posterior concierto solístico. El concerto
grosso tendía a ser conservador por la razón de que muchos compositores (como Geminiani, por
ejemplo) compartían la concepción de Arcangelo Corelli de la forma como esencialmente la de
una sonata cuya sustancia musical se hallaba dividida, sobre bases igualitarias, entre el
concertino y el ripieno. Cuando varió esta concepción, el cambio se debió en gran parte al
concierto para solista, en el cual se elaboraron plenamente, por vez primera, ideas muy
novedosas acerca del ritmo, la textura y la organización formal:
Audición 6: Concerto grosso op. 6 nº 8 ‘Fatto per la notte dio natale’, de Corelli
12
3.4.3 Giuseppe Torelli
El compositor que más contribuyó al desarrollo del concierto hacia fines de siglo fue Giuseppe
Torelli (1658-1709), la principal figura de los últimos años de la escuela boloñesa. Una etapa
significativa de esta evolución se manifiesta en los conciertos para violín pertenecientes al opus
8, de Torelli (publicado al poco tiempo de su muerte en 1709). La mayor parte de los mismos está
escrita en tres movimientos (rápido-lento-rápido), disposición ésta que llegó a ser clásica con los
compositores que continuaron el género.
Por regla general, los allegros están en estilo fugado, mientras que el
movimiento central está compuesto por dos adagios similares que enmarcan
un breve allegro. Los vigorosos y dinámicos temas de los allegros de Torelli
en los condensados ritornellos se ven realzados de manera notable gracias a
las figuraciones del violín, de una fluidez elaborada en las secciones solísticas.
La característica más notable del opus 8 de Torelli es la forma de los
movimientos allegros: cada uno se inicia con un ritornello con el que la
Fig. 12: Torelli
orquesta completa desarrolla uno o dos motivos; esto conduce a un episodio
del solista, que casi nunca tiene que ver con el material del tutti. Luego el tutti evoca una parte
del ritornello en una tonalidad diferente.
Los logros de Torelli en el dominio del concierto se vieron equiparados y ampliados por
otros compositores italianos, en especial por el veneciano Tomaso Albinoni (1671-1750) y el
ítalo-germano Evaristo Felice dall'Abaco (1675-1742). Los concerti grossi de Geminiani y Locatelli
suelen ser conservadores; sin embargo, en los de carácter solista del último nombrado se
introducen pasajes de virtuosismo que anuncian la importancia que tendrá este elemento en los
conciertos del período clásico. El maestro más ilustre del concierto italiano del Barroco tardío fue
Antonio Vivaldi.
4 BIBLIOGRAFÍA
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- BEAUSSANT, Ph: François Couperin, Alianza Editorial, Madrid 1996.
- BIANCONI, L: Historia de la Música. 5. El siglo XVII, Turner, Madrid 1986.
- BOYDEN, D. D: The History of the relatioship to the violin and violin music, Clarendon Press,
Oxfrod 1990.
- DUFOURCQ, N: Le clavecin, en col. “Que sais-je?”, nº 331, 1982, 6ed.
- DUFOURCQ, N: Le livre de I’orgue français, Picard, París 1969-1972.
- KING, R: Henry Purcell, Alianza Editorial, Madrid 1996.
- MAILLARD, J: F. Couperin y su dinastía, Espasa-Calpe, Madrid 1978.
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- PIRROTTA, N: Music and culture in Italy from the middle ages to the baroque: a colletion of
essays, Harvard 1984.
- REESE, G: La música en el Renacimiento, 2 vols., Alianza, Madrid 1995.
- SCHENK, E: The Italian Trio Sonata, Colonia 1955.
- WESTRUP, J. A: Purcell, Londres 1968; reed. J. M. Dent, 1975.
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