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Había una vez una niña llamada Constanza, que vivía en una pequeña ciudad del sur de Chile

con
sus padres y su perro Peluche. Constanza era una niña feliz y amigable, pero todo cambió cuando
su papá, quién trabajaba en una empresa que tenía sucursal en Santiago, la ciudad capital, lo
trasladan de ciudad, y la familia decidió mudarse para estar más cerca del trabajo de su papá.

La familia decidió mudarse a la ciudad grande para que el papá pudiera aceptar el trabajo, lo que
significó que Constanza tendría que dejar su hogar y amigos atrás. Constanza estaba emocionada
por la idea de vivir en una ciudad más grande, pero también estaba un poco asustada porque
tendría que asistir a una nueva escuela donde no conocía a nadie. Su mamá le aseguró que todo
estaría bien y que pronto haría nuevos amigos en su nuevo colegio. El primer día de clases,
Constanza llegó temprano al colegio y se encontró con una multitud de niños corriendo y riendo.
Intentó acercarse a algunos de ellos, pero todos parecían ocupados o simplemente la ignoraban.

Constanza intentó acercarse a los demás niños de su clase, pero siempre se sentía fuera de lugar y
nunca se atrevía a hablar mucho. Todos los días, volvía a casa sintiéndose triste y solitaria, los días
pasaron y Constanza seguía sin hacer amigos. Los niños del colegio parecían tener sus propios
grupos y no estaban interesados en incluirla en sus actividades. Constanza se sentía cada vez más
sola y su ánimo comenzó a decaer.

Un día, mientras Constanza estaba sentada en una banca del patio, su mamá se acercó a ella y le
preguntó qué le pasaba. Constanza le contó que se sentía sola y que no había hecho amigos en su
nueva escuela. Su mamá le prometió que harían algo especial para ayudarla.

Esa noche, los padres de Constanza tuvieron una reunión con la maestra de su hija. Le explicaron
la situación de Constanza y la maestra sugirió que la niña se uniera a algún club de la escuela para
conocer a otros niños con intereses similares. Constanza se sintió animada con la idea y le
preguntó a su mamá si podía unirse a un club de arte.

La semana siguiente, Constanza comenzó a asistir al club de arte de la escuela. Allí conoció a otros
niños con su misma pasión por el arte. Aunque al principio se sentía un poco nerviosa,
rápidamente comenzó a hacer amigos en el club. Los niños la invitaban a sus casas para dibujar
juntos, y Constanza comenzó a sentirse más cómoda en su nueva escuela.

Pero a pesar de haber encontrado un grupo de amigos en el club de arte, Constanza todavía se
sentía sola en su salón de clases. Los niños del curso parecían no estar interesados en ella, y a
menudo se sentía excluida de las actividades del grupo.

Se acercaba el cumpleaños de Constanza y sus padres querían hacer algo especial para ayudarla a
hacer amigos en su curso. Decidieron organizar una fiesta de cumpleaños para ella, invitando a
todos los niños de su clase. Constanza estaba emocionada, pero también un poco nerviosa por
tener que interactuar con todos sus compañeros de clase

La fiesta de cumpleaños fue un gran éxito. Hubo comida deliciosa, música alegre y un montón de
juegos divertidos. Constanza estaba radiante y se sintió como en casa por primera vez desde que
se mudó a la ciudad.
Durante la fiesta, Constanza conoció a dos niñas, Pascal y Catalina. Las dos eran amables y
divertidas, y se acercaron a Constanza para jugar juntas. Las tres niñas se hicieron amigas
rápidamente y pasaron el resto de la fiesta jugando juntas y divirtiéndose.

Después de la fiesta, Constanza se sintió más segura de sí misma. Ahora tenía dos nuevas amigas y
se sentía más cómoda en su nuevo entorno. Las tres niñas comenzaron a pasar tiempo juntas en la
escuela y después de la escuela. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, como su amor
por los animales, la música y la lectura.

Un día, mientras caminaban juntas por el parque, las niñas encontraron un pequeño pájaro herido
en el suelo. Constanza, que había sido criada en el campo, sabía lo que había que hacer. Las tres
niñas tomaron el pájaro y lo llevaron a la casa de Constanza para cuidarlo. Pasaron todo el día
alimentándolo y manteniéndolo cómodo. Finalmente, el pájaro se recuperó y voló libre.

Otro día, las niñas decidieron hacer un proyecto para la feria de ciencias de la escuela. Querían
hacer algo divertido y creativo, pero no podían decidir qué hacer. Finalmente, decidieron hacer un
experimento sobre cómo las plantas crecen en diferentes tipos de suelo. Trabajaron juntas en el
proyecto durante semanas y finalmente presentaron su experimento en la feria de ciencias.
Ganaron el primer lugar y se sintieron muy orgullosas de su trabajo en equipo.

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