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La pasión erótica

Ercole Lissardi

La pasión erótica

Del sátiro griego


a la pornografía en Internet
LEGALES
Índice

Prólogo ...................................................................................... 9
Introducción. Los dos paradigmas ......................................... 11

1. Sátiros y faunos ................................................................... 17


Evolución del sátiro en la Antigüedad................................... 20
Apéndice. Posteridad de los faunos ....................................... 23

2. Satanás .................................................................................. 37
El demonio y el confesionario ............................................... 39
Íncubos, súcubos, brujas ........................................................ 43

3. Don Juan ............................................................................... 45


Difusión del mito ................................................................... 46
El libertinismo ....................................................................... 48
Molière................................................................................... 50
Mozart.................................................................................... 52
Apéndice. Psicoanálisis de Don Juan .................................... 54

4. Giacomo Casanova ............................................................... 61


Bellino .................................................................................... 69
Szentkuthy ............................................................................. 72
Apéndice. Casanova y Mozart ............................................... 76
8 / Ercole Lissardi

5. El cuerpo pornográfico ......................................................


La era de la pornografía política ...........................................
89
92 Prólogo
La era de la pornografía artesanal (o protoindustrial) .......... 97
La era de la pornografía industrial ........................................ 102
La era de la pornografía universal ......................................... 106
En la pornósfera .................................................................... 109
Apéndice. El arte después de la pornografía ......................... 113

Epílogo ....................................................................................... 149


Bibliografía ............................................................................... 153

El paradigma fáunico, que aquí propongo, podría caliicarse


como “fantasía cultural”, entendiendo el término “fantasía” en
el sentido en que se lo utiliza en música –es decir: una pieza
breve, imaginativa y virtuosista–, pero agregándole una dimen-
sión utilitaria: pretende servir para introducir un principio de
orden en el abigarrado paisaje de las representaciones de que
ha sido objeto la sexualidad en la cultura de Occidente.
Con el in de desarrollar en todas sus dimensiones el abani-
co de temas y subtemas implicados en nuestra fantasía cultural
se necesitaría, en realidad, el trabajo en conjunto de todo un
equipo de especialistas: un especialista en la antigüedad gre-
colatina, otro en demonología medieval, otro en la saga don-
juanesca, otro en la vida y milagros de Casanova y otro en la
evolución de la industria pornográica. Consideraré mi esfuer-
zo exitoso si fundamenta con irmeza suiciente una matriz, un
hilo conductor, una visión panorámica que permita orientar
futuras investigaciones en la materia. No será poca cosa para
un tema de dimensiones cósmicas.
La estructura de este libro, alternando capítulos y apéndices
en equilibrio bastante inestable expresa, a mi entender, la vi-
10 / Ercole Lissardi

talidad teórica del planteo. Desarrollada la matriz conceptual


del paradigma, los vectores de investigación se despliegan de Introducción
inmediato, tan irresistibles como caudalosos. He intentado de-
jarlos luir, como para que atestigüen la fertilidad del encare,
pero conteniéndolos antes de que acaben con cualquier noción
de unidad a la que pudiera aspirar el texto.
Los dos paradigmas
El paradigma fáunico se desarrolló por mutaciones suce-
sivas. Conoció su primera formulación en mi novela Acerca
de la naturaleza de los faunos (Lissardi, 2006): se trataba allí de
anotaciones dispersas en el diario veraniego de un escritor
de literatura erótica. Extrapoladas, esas anotaciones devinie-
ron en el texto Juan Tenorio y Giacomo Casanova: momentos del
paradigma fáunico, que leí en la actividad “¿De qué hablamos
cuando hablamos de amor?”, de la École Lacanienne de Psy-
chanalyse (Montevideo), en mayo de 2006, y que posterior-
mente fue publicado en la revista Ñácate, órgano de la École EL PARADIGMA AMOROSO
(Lissardi, 2007). Dicho texto, enriquecido por una posterior
investigación, constituyó el eje del cursillo El paradigma fáu- Una de las tradiciones más antiguas y sólidas de la cultura
nico. Lugar de la erótica en la cultura de Occidente, que dicté en de Occidente, tanto desde el pensamiento como desde el arte,
2010 en Buenos Aires, primero en la librería Eterna Caden- se reiere al amor. El extraordinario esfuerzo de revisión de la
cia y, posteriormente, en el Museo de Arte Latinoamericano propia historia cultural que se produjo en Europa a lo largo de
de Buenos Aires (MALBA). Mi agradecimiento por la cordial los siglos XIX y XX condujo –entre otras cosas– a la ijación
acogida que brindaron a mi “fantasía cultural”, a José Assandri de lo que podríamos llamar el paradigma amoroso, es decir,
de la École Lacanienne de Psychanalyse, a Patricio Zunini de una tradición de iguras de sensibilidad y de pensamiento que,
Eterna Cadencia y a Carla Scarpatti del MALBA. Mi especial a lo largo de la historia de Occidente, han encarnado en toda
agradecimiento a mi esposa, la psicoanalista Ana Grynbaum su pureza la idea del amor en tanto vínculo espiritual y exclu-
que, en innumerables conversaciones, puso sus saberes y su sivo. Dicho paradigma ha servido a manera de repertorio de
agudeza al servicio de este texto. ejemplos, de espejos en los que debieran aspirar a relejarse las
almas nobles.
Algunos de los libros en que ha quedado ijada esta tradición
son: El amor y Occidente, de Denis de Rougemont ([1939] 1993),
La naturaleza del amor, de Irving Singer ([1966] 1992) y El amor
puro, de Platón a Lacan, de Jacques Le Brun ([2002] 2004).
Los tres autores señalan, por supuesto, a El banquete de
Platón como la instancia fundadora de la tradición. De Rou-
12 / Ercole Lissardi Introducción / 13

gemont se interesa sobre todo en los mitos y las leyendas Bastará aquí con explicitar dos de sus características esen-
medievales: Tristán e Isolda, los trovadores del amor cortés, ciales. La primera es que se trata de un paradigma fundamen-
etcétera. Los tres densos tomos de la obra de Singer intentan talmente discursivo: tiene la palabra, se concreta y expresa a
ser exhaustivos. En la Antigüedad incluye a Plotino, pero tam- través de ella. La segunda es que en todo tiempo y lugar ha
bién a Ovidio y a Lucrecio. En la Edad Media va desde San sido sostenido y fomentado por las instituciones más podero-
Agustín hasta Martín Lutero, tomando como punto de parti- sas: el logos, la Iglesia, el Estado y sus leyes.
da a Pablo de Tarso. En el Renacimiento va desde Petrarca a
Castiglioni y a Montaigne. Llegados a la Modernidad, están
por supuesto Shakespeare y Rousseau, fundador del roman- EL PARADIGMA FÁUNICO
ticismo, y también Goethe, Byron, Stendhal y así siguiendo.
Finalmente, abriendo las puertas al siglo XX: Kierkegaard y Pero el paradigma amoroso no es el único que en Occi-
Schopenhauer, luego Proust y Freud, muchos otros. He en- dente se ha ocupado del eros, de la atracción erótica. Existe
trado un poco en detalle para mostrar hasta qué punto la idea otro paradigma, otra tradición de sensibilidad, cuya deinición,
del amor ha estado presente en la producción de las mejores hasta donde sé, aún no se ha intentado y que, por consiguiente,
mentes de Occidente. en tanto tradición con una lógica y una conciencia propias es
Le Brun se circunscribe a la forma más radical del amor, culturalmente invisible.
la que el teólogo francés del siglo XVII, Fenelón, llamó amor Lo que caracteriza a este otro paradigma, el paradigma fáu-
puro: el que no espera recompensa ni reciprocidad alguna, y ni nico, es el hecho de privilegiar el apetito sexual, el deseo, la
siquiera aspira a la posesión de su objeto. Pasa revista a quie- curiosidad sexual, la voluptuosidad, como vectores esencial-
nes el mismo Fenelón señala como autoridades en la materia: mente enriquecedores de la peripecia humana. La permanente
Platón, San Pablo, San Agustín, Bocaccio y Petrarca. Luego voracidad sexual, perpetuamente satisfecha, es el camino del
propone a quienes retomarían el tema donde lo dejó Fenelón: Nirvana que predica y al que aspira.
Kant, Schopenhauer, Sacher-Masoch, Freud y Lacan. El paradigma fáunico es, en principio, mudo. Se expresa a
No voy a abundar en la caracterización del paradigma amo- través de imágenes, en tanto representaciones concretas, pero
roso, verdadera máquina de gestión espiritualista del eros. To- también en tanto representaciones fantasmáticas. A lo largo de
dos conocemos, más o menos, su sustancia y sus iguras,1 y, la historia cultural de Occidente, lenta y progresivamente, el
sobre todo, sabemos acerca de la fuerza con que a lo largo de paradigma fáunico accederá a la palabra, como veremos.
la historia de Occidente sus valores han modelado a las perso- El paradigma fáunico ha sido rechazado y reprimido por
nas en su búsqueda de objetos de amor, ya sean inmanentes o las instituciones que han regulado la vida, el pensamiento y
trascendentes. Para profundizar en el paradigma amoroso es la sensibilidad en Occidente. No por eso ha dejado de con-
suiciente la bibliografía que acabo de citar. igurar una alternativa para el sujeto –clandestina durante
largos períodos, pero eiciente– a la hora de seleccionar sus
1. He tomado la noción de iguras a) del libro de Jacques Le Brun El amor puro, opciones.
de Platón a Lacan, especialmente del capítulo “Un amor puro”; b) del Tratado del
rebelde de Ernst Jünger (1963), especialmente del capítulo 10, donde se reiere a las
iguras del Trabajador y del Soldado Desconocido.
14 / Ercole Lissardi Introducción / 15

LAS FIGURAS PARADIGMÁTICAS de sociedad en que se vive la posibilidad de expresarla más o


menos abiertamente.
Así pues, nuestra cultura se ha dado dos principios opues- A la personalidad fáunica no la conmueven en absoluto los
tos y enfrentados para conigurar el universo de las relaciones valores que propone el paradigma amoroso. Los ignora olím-
eróticas, para gerenciar, podríamos decir, la pulsión erótica: el picamente, a menos que le sirva para sus propios intereses in-
paradigma amoroso, que ha sido objeto de abundante trata- gir que adhiere a ellos. Una verdadera personalidad fáunica,
miento y teorización, y el paradigma fáunico, que ha permane- en el fondo, se lo coniese a sí misma o no, no conoce otras
cido invisible, mudo, secreto y que solo muy lentamente, a lo motivaciones para sus actos que no sean las sexuales.
largo de los siglos, accederá inalmente a la palabra. Dos aspectos que no nos interesan en esta primera aproxi-
Las formaciones simbólicas a las que denominamos iguras mación al tema de los dos paradigmas:
paradigmáticas han funcionado como tales para el conjunto de
una sociedad o de una civilización. En el caso del paradigma
amoroso, iguras como el erastés y el erómenos del Banquete
· Dilucidar por qué nuestra cultura –desde su origen con
los griegos– se dio estos paradigmas y no otros; y por
platónico, la criatura, el Creador y el prójimo de los cristia- qué el cristianismo triunfante optó por el paradigma
nos, el trovador y la dama de las cortes medievales, la Beatriz amoroso rechazando el fáunico.
de Dante, Romeo y Julieta, la Laura de Petrarca, el esclavo y
su ama en el masoquismo, conservan su validez ejempliican-
· Las razones por las que un sujeto actúa espontáneamente
siguiendo las pautas de conducta de uno u otro paradig-
te a lo largo de extensos períodos de tiempo. Como veremos, ma.
de la misma manera sucede con las iguras del paradigma
fáunico.
Responder estos interrogantes supone una vocación espe-
Una precisión de la mayor importancia: es el imaginario
culativa que supera largamente nuestras posibilidades.
colectivo, y no ninguno individual por más sensible y perspicaz
que sea, el que decide quién encarna en determinado momen-
to, en determinada época, tanto el paradigma amoroso como
el paradigma fáunico.
Las iguras paradigmáticas estimulan la emulación del valor
que encarnan. A la vez permiten reconocer en los sujetos hu-
manos concretos conductas similares a las de las iguras para-
digmáticas –sean esas conductas espontáneas o producto de la
emulación–. En otras palabras: permiten explicar las conductas
de los sujetos concretos en términos de imitación (o, en el lí-
mite, de posesión).
Se puede decir de un sujeto que es un fauno o que tiene una
personalidad fáunica. Este tipo de personalidad se da, por su-
puesto, en hombres y mujeres por igual, dependiendo del tipo
1

Sátiros y faunos

La primera igura del paradigma fáunico es el sátiro de la


Grecia clásica y su equivalente romano, el fauno. Por razones
de brevedad, voy a referirme sobre todo a los sátiros.
Su origen remoto se encuentra en el universo de los ritos de
fertilidad. Se trata de un híbrido de humano y macho cabrío,
animal que simbolizaba la potencia sexual, la avidez sexual
desbordada (Otto, 2001). A lo largo de la Antigüedad griega
evoluciona, alejándose del universo ritual y acercándose al del
puro placer, individual y privado.
Más allá de su participación en los mitos y ritos de Dioniso,
lo que nos interesa del sátiro es su lugar en la vida cotidiana de
los griegos, lugar que sobre todo se aprecia en el virtualmente
ininito tesoro de cerámica griega que ha sobrevivido, un te-
soro que en su mayor parte ni siquiera ha sido aún clasiicado
y catalogado, y en el que la presencia del sátiro es superlativa.
El sátiro constituía una fuerza de la naturaleza, representa-
ba la potencia sexual en tanto avidez insaciable e indiscrimina-
da. Era bisexual, como sus inventores, pero de manera bestial,
o sea, ignorando los protocolos y regulaciones del deseo que
respetaba el ciudadano –o al menos el ilósofo– griego. Nada
18 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 19

más lejano de la atmósfera impoluta de la academia platónica como recordatorio de la prioridad del deseo en tanto fuente de
que los sátiros. deleite y/o de vida.
Como representación social, servía para explicar las con- De la misma manera, estaba presente en el habla cotidiana:
ductas excesivas o desordenadas pues se creía que las personas cada vez que se hablaba de sexo –y por entonces el tema era tan
actuaban inducidas o poseídas por él. Se los invocaba en ese recurrente como hoy– no faltaba algún motivo para mentar a
sentido: cuando se deseaba la potencia sexual, el sujeto se en- los sátiros. Lamentablemente en la Grecia clásica pocos poetas
comendaba a los sátiros; así, del que incurría en excesos sexua- o eruditos se molestaban en recoger la bagatela del habla coti-
les se decía que era un sátiro o que estaba poseído por un sáti- diana, solo lo hacían los escritores de comedias. En las Tesmo-
ro, de una mujer libidinosa se decía que lo que necesitaba para forias de Aristófanes hay un pasaje que muestra a las claras de
saciarse era un sátiro. Hércules era la fuerza; Apolo, la belleza; qué se trataba la mención de los sátiros. El delicado Agatón (el
el sátiro, la potencia sexual: a cada cual se lo invocaba según mismo de El banquete de Platón) explica a un pariente de Eurí-
conviniera en la vida cotidiana. pides que “un poeta, según las piezas que va a escribir, así debe
Los sátiros, homúnculos animalescos, señalan la dimensión comportarse. Si uno escribe tragedias de tema femenino, su
animal de lo humano, la oscura raíz animal del deseo. La civi- cuerpo debe participar de las maneras femeninas”. El pariente,
lización griega no despreciaba, como lo haría luego la cristian- ni corto ni perezoso, le pregunta “¿entonces cabalgas (se so-
dad, esa parte animal de lo humano. El platonismo es, cierta- breentiende que sobre un sexo masculino) cuando escribes una
mente, solo uno de los costados de la civilización griega. Fedra?”, a lo que el poeta responde “lo que no poseemos, la
La vida cotidiana de los griegos estaba saturada de su pre- imitación nos ayuda a conseguirlo”. El pariente cierra el mo-
sencia. Los sátiros eran miríadas, como los ángeles y los de- mento de diálogo diciendo “entonces cuando escribas una de
monios de los cristianos. Se los representaba normalmente sátiros llámame, que te ayudo con una verga dura por detrás”.
desnudos e itifálicos. Eran sensuales, borrachines, juguetones
y además, según Eurípides, embusteros y cobardes. Su igura Los sátiros son anónimos, ya que lo que justiica tener un
híbrida –humanos con orejas puntiagudas, cuernos en la fren- nombre es la condición de ser titular de un discurso, y ellos
te, pata de cabra y apéndice caudal equino– estaba estampada no lo tienen porque la avidez sensual es la parte animal del
sobre todo tipo de objetos de uso cotidiano, en especial en los hombre y los animales no hablan. De muy pocos sátiros se
propios del gineceo (Lissarrague, 2003): desde una fuente de conserva una anécdota y, por consiguiente, un nombre en la
jardín a un frutero de cerámica, un candelabro, una moneda, tradición o en la literatura: del desdichado Marsias, de su discí-
el reverso de un espejo o un cofre donde se guardan objetos pulo Olimpos y del sabio Sileno de la sexta Égloga de Virgilio.
íntimos o valiosos (Alcibíades, en El banquete, hace referencia Exceptuado Sileno, los sátiros y los faunos muy rara vez tienen
a un cofre con forma de sátiro). Esas imágenes podían mos- la palabra.
trarlos en cualquier actividad, desde la vendimia a la guerra y Es tan profusa la presencia del sátiro en el gineceo griego, tal
desde los juegos infantiles a las tareas domésticas y a la abierta y como la atestigua la cerámica tanto negra como roja, que uno
fruición sexual, copulando o simplemente masturbándose. El queda tentado de preguntarse si el sátiro en sí mismo no es un
sátiro, representación de la furia sexual perpetua, estaba pre- producto del imaginario... ¿femenino?, ¿pasivo?, ¿receptor?,
sente en todo momento de la vida cotidiana como estímulo y ¿cómo decirlo? Si efectivamente los sátiros fueran producto
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del imaginario femenino –por llamarlo de alguna manera– se y los faunos, la ausencia de voz, de discurso personal. Existió,
comprende mejor aún que no tengan discurso, porque lo fe- sí, una evolución sutil en la representación de sátiros y faunos
menino mismo carece de discurso en la cultura griega clásica. en tanto estimuladores de la erotización, pero ocurrió al mar-
Cuando los sátiros asumen alguna forma de protagonismo gen de las sagas mitológicas, en el terreno de la pura iguración
–como parte del cortejo de Dioniso o en las comedias satíricas– plástica. Esa evolución hacia un naturalismo cuya intención es
su actuación es coral, colectiva. Normalmente sátiros, faunos y excitar directamente el deseo en el que lo contempla se hace
silenos (Pausanias, uno de los primeros, que yo sepa, a los que evidente si comparamos al sátiro arcaico de patas de cabra con
se les dio por averiguar acerca de la naturaleza de los faunos, el marcadamente naturalista Sátiro en reposo de Praxíteles o con
dice que se llamaba silenos a los sátiros viejos) eran presen- el ya bastante posterior –alejandrino– Fauno Barberini.
tados en las ceremonias rituales o en el teatro como iguras Con Praxíteles, es indudable que surge una nueva manera
anónimas en un marco colectivo, en rebaño, digamos: eran el de representar la igura mítica del sátiro. Ya no se trata de ca-
cortejo de Dioniso en las festividades, su ejército cuando era racterizarlo a partir de los elementos, entre fantasiosos y pica-
necesario o el coro en las comedias satíricas que se representa- rescos, habituales en las cerámicas y en las fábulas de los poe-
ban en las Dionisíacas (comedias de las que solo sobrevivieron tas. Hay un desplazamiento en la naturaleza del lenguaje de
El cíclope, de Eurípides, y un fragmento de Sátiros cazadores, de representación, desde el ámbito de lo simbólico-institucional
Sófocles). al ámbito de la intimidad del deseo. Ya no basta con un simbo-
lismo estimulante, compartido o por tradición, ahora se nece-
sita algo más realista. La mirada para la que trabaja un artista
EVOLUCIÓN DEL SÁTIRO EN LA ANTIGÜEDAD como Praxíteles es decididamente otra.
En su Sátiro en reposo los atributos animalescos desapare-
La bella tradición del sátiro, y luego del fauno, con su nítido cen o se minimizan y disimulan hasta casi desaparecer: aquí
simbolismo designando lo animal (la avidez copuladora) en lo lo que cuenta, apelando a la juventud, a la belleza física, a la
humano, tuvo, con naturales variaciones, una larga sobrevida, blanda sensualidad de la bestia deseante, no es solo recordar y
desde la cerámica ática con iguras negras al fauno de bronce celebrar la dimensión de sensualidad implícita en lo humano
de La casa del fauno, en Pompeya. La pelambrera y la barba (su lado animal), sino directamente despertarla, excitarla, exa-
enmarañada, la expresión aturdida, las facciones innobles, de cerbarla, lanzarla a un afuera que es el mundo, coto de caza
labios gruesos y nariz achatada, la expresión marcada por el del deseo, de cualquier deseo. Los sátiros se vuelven lampiños.
descontrol de las emociones, los cuernos en la frente, las orejas Este jovencito, muy fresco y un tanto displicente, poco mascu-
peludas y puntiagudas, la cola de caballo sobre la rabadilla, la lino aún, no hace mucho salido del gineceo, con su cuerpo más
verga tiesa y las patas de cabra, unos y otros elementos según trabajado por las perezas y los placeres que por el esfuerzo,
el caso fueron exagerados o desaparecieron, proponiendo va- sin duda que, dada la dieta sexual de los griegos, enciende las
riaciones del mismo modelo. miradas deseantes tanto de las mujeres como de los hombres.
A lo largo de la Antigüedad, desde los Himnos homéricos a la Que el artista griego tardío sabe que juega con los nervios
Dionisíaca de Nonno (que es muy tardía, casi altomedieval), se de los unos y de las otras es particularmente evidente en el
mantiene sin cambios el carácter coral y anónimo de los sátiros llamado Fauno Barberini, producto de la época helenística. El
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sátiro de Praxíteles se ofrece blandamente a la mirada, pero al su vientre los últimos espasmos, el último cosquilleo de la eya-
Fauno Barberini lo estamos espiando. Desnudo, parece dormi- culación. Su tórax parece hincharse y vaciarse todavía con el
tar en una oquedad que le sirve de cómodo asiento. Su cuerpo ritmo frenético del inal del coito, y de sus labios entreabiertos
es el de un atleta –cero grasa, proporciones perfectas, múscu- parecen escaparse todavía los últimos quejidos. Toda su piel,
los trabajados– pero no el de un guerrero ni el de un salvaje de misterios de la luz jugando sobre el mármol, parece aún vibrar
los bosques. y manar sudor. El fauno, la máquina de coger, descansa.
Perniabierto, tiene un pie apoyado en una saliente, más El Fauno Barberini es uno de los momentos culminantes de
alto que el otro, y las rodillas vencidas caen a cada lado, muy la representación en el paradigma fáunico. Vencido, abierto,
separadas, dejando la verga y los testículos descuidadamente expuesto a la caricia de una mano ligera, de unos labios ligeros
expuestos. La musculatura del torso aún está hinchada por el que quieran humedecerse con los restos del licor, expuesto a
esfuerzo, y las costillas visibles por la respiración aún agitada; que se lo sople y se lo erice, a que se lo lama y vuelva a enervar-
el brazo derecho lo tiene levantado y apoyado sobre la cabeza se ¿qué mirada es convocada por el espectáculo de esta delei-
como queriendo separarlo del cuerpo para recibir mejor lo que tosa languidez?, ¿qué mirada inventa a este portentoso semi-
le llegue de aire fresco, la misma actitud que en los muslos, se- hombre, semianimal, semidiós de testículos vacíos y agotados?
parados como para refrescar la entrepierna. La cabeza, vencida Privilegio de quien lo agotó es disfrutar ahora del espectáculo
por el peso del brazo y por el alojamiento del cuerpo, se apoya de su belleza. ¿Mirada de mujer, mirada de hombre, mirada
sobre el otro hombro; cuernos y orejas puntiagudas apenas son del artista sobre su modelo? Mirada del deseo, desnuda mirada
discernibles entre los rulos; los párpados le pesan, la boca esta del deseo.
entreabierta y el ceño apenas fruncido, como si luchara por no Si la desnudez había reinado en la escultura clásica, el ob-
dormirse. jetivo había sido plasmar la perfección de la belleza en la ana-
No por casualidad Bernini, el mismo del más glorioso or- tomía humana. A partir del Fauno Barberini se trata de captar
gasmo de mármol, el de Santa Teresa, se ocupó de la restaura- en la desnudez el aura del deseo y, entonces, se vuelve inevi-
ción de este fauno.1 Todo dice a las claras, para el que lo quiera table la pregunta por el titular de la mirada. La necesidad de
ver, que este fauno acalorado, agitado y agotado acaba de darle representar el deseo sexual en estado puro llevó al arte griego
un descanso a aquello que lo deine como igura mítica, que no más allá de los límites de su estética, hacia una expresión de
es el gusto por el vino, ni por cargar ladrillos, ni por correr la la subjetividad que apuntaba hacia otro modo y momento de
milla, sino la avidez sexual perpetua. “Fauno después de echar- civilización, modo y momento que se frustraron con el adveni-
se un polvo” debiera llamarse este que eufemísticamente ha miento del milenio eclesiástico.
sido llamado en algún momento Fauno dormido y también Fau-
no borracho. El artista sabe plasmar perfectamente la languidez
que sigue a la descarga amorosa. Casi nos parece percibir en APÉNDICE. POSTERIDAD DE LOS FAUNOS

1. El Papa Urbano VIII, o sea Maffeo Barberini, encargó a Bernini la restau- Tras mil años de oscuridad, llamados Edad Media, Europa
ración. Inmediatamente después Bernini realizó El éxtasis de Santa Teresa. Basta retoma contacto con sus fuentes grecolatinas. Se trata de un
comparar ambas piezas para deducir cuál fue el modelo para el orgasmo marmóreo
de la santa. retorno iltrado, tamizado, reprimido por la ideología domi-
24 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 25

nante, el cristianismo. Pero además, las fuentes grecolatinas François Saly) a los Estados Unidos del liberty (Edgar Walter).2
de ahí en más serán para consumo exclusivo de las elites. En En Dos sátiros y en Sileno ebrio (ambas de 1618), Rubens, con
la Modernidad, los faunos y los sátiros ya no formarán parte penetración psicológica inigualable, humaniza la lubricidad de
de la cultura popular. Después de mil años de implantación sus sátiros. Los grabados de Agostino Carracci y de Marcan-
del pecado de la carne como enemigo número uno de la sal- tonio Raimondi, en pleno siglo XVI, muestran a los sátiros
vación, sea esta lo que sea, y de implantación de la culpa como adaptándose a la originalidad erótica del cristianismo: entre-
agujero negro en el centro de la subjetividad, no podían re- gados a prácticas lagelatorias de las que no tenemos noticia en
tornar alegremente los desvergonzados símbolos sexuales del la Antigüedad clásica.
paganismo. Sátiros y faunos, de Rubens a Debussy, regresarán En la Alemania del siglo XVIII los delirios de Rousseau
exclusivamente para consumo de paladares delicados, elitistas en torno al hombre natural generaron una disparada fáunica,
y culteranos: dejan de actuar en la vida cotidiana del común tanto en dirección a lo idílico (Gessner), como a lo paródico
como objetivaciones simbólicas del deseo y pasan a formar (Wieland, Goethe). El Sátiro del joven Goethe es un charlatán
parte de la vitrina de bibelots de la elite culta. de feria que pregona el retorno a la naturaleza. Traicionado
Profundizando el costado juguetón e inocente del modelo por sus apetitos desbocados resulta expulsado de la aldea. Se
clásico, los faunos, a partir de la Modernidad, son completa- aleja murmurando: “Yo solo quería esclarecer vuestros cere-
mente estetizados, edulcorados, inofensivos, domesticados, son bros y aliviar a vuestras mujeres de las moscas que vosotros no
faunos ya no de la selva agreste sino de jardines de ensueño, les espantáis”.
son faunos de peluche, pasteurizados, representaciones dirigi- En la Francia del siglo XIX una manada de faunos apaci-
das a las elites sensibles y cultas, primero de la aristocracia y bles e inofensivos pueblan los poemas románticos, romántico
luego de la burguesía, meros bibelots para vitrinas frente a las tardíos y simbolistas, de Chénier a Hugo, Baudelaire, Musset,
que las damas se sonrojan y los caballeros se aclaran nerviosos Glatigny, De Lisle y Banville, Rimbaud incluido. Mucho más
la garganta antes de espetar alguna trivialidad. Ya no expresan peluchescos, desprovistos de toda picardía, son los faunos de la
la voracidad sexual en toda su potencia, como en la Antigüe- literatura anglosajona, de Marvel a Hawthorne.3
dad, sino la vaga e inconsistente nostalgia de un mundo na- La pintura decadentista de ines del XIX, intensamente mi-
tural, de una arcadia, de una edad de oro que existió alguna sógina, interesada en subrayar la atracción que la fémina expe-
vez, antes de que se desencadenara la opresión progresiva del
proceso civilizatorio. 2. Algunos ejemplos de esta industria de lo faunesco ornamental, referidos al
Fauno Barberini son: en 1786 la fábrica de porcelanas de Giovanni Volpato, en
Roma, produce estatuillas de porcelana biscuit del Fauno Barberini; en 1830 la
Una tradición fábrica de porcelana de Nymphenburg, en Múnich, produce estatuillas de porcela-
na glaceada del Fauno Barberini, dos años antes Ludwig de Baviera había adquirido
Los maestros del barroco, Bernini y Rubens, son hitos re- la escultura y la había instalado en la Gliptoteca de Múnich.
3. El fauno de mármol (1860), la última novela de Hawthorne, producto de una
levantes en la caligrafía faunesca que se desarrolla desde tem- larga estadía en Roma, presenta un personaje, el conde Monti Beni, físicamente
prano en el Renacimiento y llega tan campante hasta Rodin, idéntico al Sátiro en reposo de Praxíteles, tal como pueden comprobar los persona-
Picasso y Dalí, pasando por toda una industria de lo faunesco jes norteamericanos en una visita al Palacio Barberini. La novela tiene el mérito de
ofrecer por primera vez la idea de un fauno en el mundo actual, pero el autor no
ornamental que prosperó desde la Francia barroca (Jean profundiza, seguramente por pudor, en la naturaleza fáunica de su personaje.
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rimenta por lo animal, síntoma inequívoco de su propia ani- menajes que le dedicaron Manet, quien ilustró con grabados
malidad esencial, también recurre a la igura del fauno, mitad la primera edición del poema; Debussy, que estrenó en 1894
hombre, mitad animal (véanse Bouguereau, Roll, Lambeaux, su Preludio a la siesta de un fauno, perfecta equivalencia musi-
Böcklin, etcétera). ¿De dónde si no de las imágenes de los sáti- cal del delicado equilibrio entre la agitación y la duda, entre
ros de gineceo sacó, por ejemplo, Von Bayros, sus mascotas de la apoteosis de la embriaguez sensual y la persistencia de la
boudoir –monitos, perritos, etc., instrumentos de las pasiones duda, y Nijinski, la estrella de los Ballets Rusos, que en 1912
solitarias de sus dueñas–, o Balthus sus gatos de lengua seca y estrenó, en París, su coreografía basada en el poema, utili-
áspera omnipresentes en sus retratos de adolescentes calentu- zando la partitura de Debussy, con escenografía y vestuario
rientas? En una cerámica del siglo V a. C. un sátiro ofrece un de Léon Bakst. Con el ballet de Nijinski se cierra el ciclo, ya
espejo a una dama. Inclinado hacia delante, con la grupa redon- que originalmente el texto de Mallarmé debía ser objeto de
deada, su apéndice caudal equino levantado descubre que tiene representación escénica.
el sexo erecto aprisionado –para disimularlo– entre los muslos. Más allá de la admirable orfebrería poética de Mallarmé,
uno de los logros mayores del poema está en la notable sensibi-
Faunos belle époque lidad –empatía mediante– con que Mallarmé supo mostrarnos
la mente puro presente y pura voluptuosidad del fauno, supo
Mallarmé. A Stéphane Mallarmé le gustaba que lo llamaran imaginar y expresar la bruma algodonosa que sería la mente
“fauno”, seguramente porque tal apelativo era el más cerca- de su fauno, epítome de la versión peluchesca de la faunidad.
no posible a su deseo, aunque también era el más lejano a su
realidad. No hubo en su vida –vida por demás conocida dada Jarry. El bibeloteo fáunico francés del siglo XIX, que cono-
la masa impresionante de documentación y testimonios con- ció su turning point cuando Mallarmé cedió la palabra a su man-
servados, que dan fe de la unción religiosa con que lo conside- so, pata de cabra y orejudo habitante de las lorestas, alcanzó
raban quienes lo rodeaban– más que un solo desliz fuera del frutos signiicativos apenas dada vuelta la página del siglo. El
vínculo conyugal. El fauno estaba enamorado blanda, plató- supermacho (1902), de Alfred Jarry ([1902] 1968), y las Cartas de
nicamente (o casi) de Méry Laurent, una especie de furcia al un sátiro (1907), de Rémy de Gourmont ([1907] 1997), cruzan
servicio de la farándula intelectual (Mallarmé, 2004). la raya ontológica y epistemológica, y aterrizan, con distintas
Su célebre poema “La siesta de un fauno” (1877) es el in- consecuencias, en el mundo actual, el de las grandes ciudades
tento de vivir ilusoriamente la faunidad. Es evidente la empatía y los avances cientíicos y tecnológicos. Gourmont fue uno
entre la personalidad tímida y retraída de Mallarmé y el ánimo de los primeros que prestaron atención al joven homosexual
retozón y distraído, como de mascota, de su fauno. Remolón y y misógino, alcohólico y provocador vocacional Alfred Jarry.
sensiblero, su fauno no sabe muy bien si acaba de despacharse Ambos ponían al fauno Mallarmé en lo más alto entre las dei-
–à trois– un par de ninfas o si todo lo que ocurrió no fue más dades que poblaban el panteón inisecular. Más allá de estas
que un sueño y tuvo un “coito con la nada”, según Jankelevitch coincidencias los caminos de Alfred y Rémy diieren.
(eufemismo para no decir que se masturbó). Jarry utiliza el término “supermacho”, que no tiene ningu-
La fama del fauno de Mallarmé se debe sin duda a la es- na relación con el superhombre nietzscheano porque su ina-
critura inamente ambigua del fauno, pero también a los ho- lidad es la del subtítulo: escribir una “novela moderna”, pero
28 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 29

no olvida marcar con extremada precisión la estirpe de su per- la audaz queda al borde de la muerte. De hecho el fauno cree
sonaje: al describirlo dice “sus pies eran extraordinariamente que la mató. Pero los faunos son ingenuos: “Las mujeres jamás
pequeños, como en los vasos antiguos los de los faunos”. El su- mueren en aventuras como estas”, murmura sarcástico Jarry.
permacho de Jarry se camula bajo la apariencia de un ciudada- Tercero: la audaz se enamora perdidamente –¿cómo no?– del
no perfectamente mediocre. Pero un buen día el tal ciudadano amante absoluto. Cuarto: shockeado por el coraje de la mu-
decide mostrarle al mundo, con la intención de burlarse de las chacha, el fauno comprende que la audaz era la verdadera hor-
proezas del atletismo y de la tecnología, lo que es un verdadero ma para su zapato y se enamora de ella.
superhombre. Se trata de oblar un mínimo de setenta veces (sí, ¿Colorín colorado? No. Tanta felicidad no cabría en este
señor, setenta) en veinticuatro horas, con la colaboración de mundo. Aquí pasa, grosso modo, como con Romeo y Julieta (él
siete damas del oicio. Como se ve, Jarry toma la cuestión de la cree que ella murió, etcétera). El fauno, que no sabe que la au-
faunidad yendo al grano, por el lado eréctil, gimnástico. daz ha sobrevivido, acepta ser sometido por el padre de ella, un
Que Jarry expusiera a su fauno al ridículo de una competen- cientíico –que sí sabe que su hija ha sobrevivido pero cree que
cia sexual –contrarreloj para ser concretos– está en el orden de el tal fauno no es un buen partido para ella–, a las descargas
las cosas, dada la naturaleza de su proyecto, o sea, imaginar a (de diez mil voltios) de una máquina para inspirar amor, con la
un hombre capaz de superar a todos los artilugios que produ- consecuencia previsible: le achicharra el cerebro.
cía la ciencia, en plena eclosión en el in de siglo. Su fauno no En resumen: Jarry releva “cientíicamente” –para hablar a
solo participa en la competencia sexual: montado en su bici- la manera de su “novela moderna”– las consecuencias de soltar
cleta (Jarry era un fanático practicante del ciclismo) corre más a un verdadero fauno en el materialista mundo actual: deberá
rápido que una locomotora y, conectado a un generador de cotejarse con las estadísticas, competir con máquinas, demos-
electricidad, lo funde. trar que puede vencerlas. Pero además, inevitablemente pues-
Pero el experimento sexual planiicado se trastoca cuan- to que son las damas quienes lo han concebido, deberá colmar
do, a punto de iniciarse, una brava ragazza americana, Ellen, las expectativas –incolmables– del imaginario femenino. Y es
irrumpe, exigiendo ser ella sola la que asista al supermacho. aquí que las consecuencias se vuelven impredecibles, porque
Está fascinada por la perspectiva de sufrir al “amante abso- este ayuntamiento entre la mujer y su imaginario –“cientíi-
luto”, en cuya existencia siempre creyó: “Debe existir, puesto camente” relevado– nunca antes había sucedido, sucede por
que la mujer lo concibe”, dice –airmación que converge con primera vez en la historia de la literatura y de la mitología
lo que sospechamos al descubrir la guarida preferida del sátiro universales. La mujer, por supuesto, se enamora de su imagi-
en lo profundo del gineceo griego, a saber: que la bestia iti- nario hecho realidad, y el fauno se enamora de esta fantástica
fálica, en todas sus variedades, es un producto del imaginario amazona dispuesta a morir cogiendo. Semejante amor entre
femenino–. amantes absolutos, ese amor absoluto es, por supuesto y por dei-
Por supuesto que esta sustitución –de las siete profesionales nición, digamos, imposible.4
por la audaz que se propone agotar al amante absoluto– no es
sin consecuencias graves. Primero: el asunto sale del terreno 4. El tema del amor absoluto no era nuevo en la obra de Jarry. Tres años antes,
deportivo, se transforma en un asunto entre ellos. Segundo: al con ese título, había publicado en edición de cincuenta ejemplares, solo para los
amigos, un texto casi hermético por sus diicultades en el que hurgaba en los mis-
ser solo uno el vaso recipiente de las setenta demostraciones, terios del incesto madre-hijo, llamándose el hijo, no por casualidad, Emmanuel
30 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 31

Gourmont. Dice Mario Praz en La carne, la muerte y el diablo no soporta el sentimentalismo, el gusto por el sufrimiento y el
en la literatura romántica (Praz, 1999) que Rémy de Gourmont aburrimiento profundo que aquejan a los humanos. Finalmen-
supo frecuentar, en los tiempos de su amistad con Jarry, la moda te decidirá retornar a Grecia para volver a vivir en alguna de
decadentista, agregándole al sadismo habitual de la corriente, las pocas lorestas agrestes que van quedando allí. De hecho, si
de su propia cosecha, un fuerte peril misticista. También dice llega a convivir durante un lapso con los humanos es porque
que era un ilólogo y un erudito, y un “doctísimo conocedor de cae en un ambiente de mujeres de costumbres liberales –putas
textos”. En sus Cartas de un sátiro, Gourmont reniega de su pa- reinadas, en realidad–, porque de haber ido a dar entre moji-
sado decadentista, a favor de los placeres silvestres del fauno. gatas hubiera huido mucho antes.
El escritor de “página lasciva y vida proba” de Praz opta por la La comprensión que tiene Gourmont del sátiro está he-
página también –al menos comparativamente– proba. cha de erudición. Al comienzo del libro, el sátiro (que relata
En Cartas de un sátiro Gourmont hace aterrizar a un sátiro su peripecia en epístolas que dirige a Gourmont) cuenta sus
auténtico –al mismísimo bicho de la mitología griega– en el miles de años de historia: su origen griego, su metamorfosis
mundo de hoy (el “hoy” de Gourmont). Lo saca de sus jardines latina, su diabolización medieval cristiana, su retorno rena-
de ensueño, le depila el peluche y lo hace revistar en nuestra centista. A Gourmont le faltó comprender lo fáunico más allá
dura y triste realidad, para ver cómo la lleva (operación similar de su encarnación en la Antigüedad, explorar en busca de las
a la que Pasolini realiza con Jesucristo en Teorema). formas que encarnó en la Modernidad. En realidad es sor-
El aterrizaje en el mundo actual del sátiro de Gourmont prendente que Gourmont, habiendo comprendido profun-
es mucho más discreto y sutil, y mucho menos espectacular damente lo fáunico, y habiendo escrito páginas breves pero
y trágico, que el del fauno de Jarry. Gourmont muestra una jugosas sobre Casanova (suya es la famosa duda –o ironía–,
ina comprensión de la naturaleza de los sátiros y los faunos. reiriéndose a las Memorias de Casanova: “¿Y si por casua-
Nos recuerda la interpretación psicológica de los sátiros que lidad fuera una novela? Y bien, entonces Casanova sería el
hizo Rubens. Su sátiro no se adapta al mundo de los huma- más grande novelista que jamás haya existido)”, no haya sido
nos, es incapaz de una doble personalidad como el de Jarry, capaz de relacionarlos.
El par de páginas que dedica Gourmont a homenajear
abiertamente a Mallarmé (una de las amiguitas del sátiro le
Dieu. En 1955, Bataille redacta Mi madre, que nunca entregará a la edición, y cuyo
eje es la misma tríada Dios-madre-hijo, puesta a funcionar incesto mediante. La recita poesías) contienen la mejor interpretación –paráfrasis
inluencia de Jarry en Bataille –no relevada, hasta donde sé, por sus respectivos explicativa, en realidad– de “La siesta de un fauno”. ¡Y vaya
exégetas– no es de sorprender: el testimonio de las lecturas de adolescencia de si mentes brillantes se han esforzado tratando de parafrasear
Bataille que da el otro André Masson –no el pintor sino el amigo de infancia–
dice que era devoto lector de los decadentistas, y cita en particular a Gourmont adecuadamente el poema sin conseguir más que aumentar la
y a Huysmans. El protagonista de Mi madre, como el de El hombre sin atributos de confusión! Gourmont señala, además, la empatía entre el autor
Musil, revisando los papeles del padre, recientemente fallecido, encuentra fotos y su personaje, motor secreto de su perfecta intensidad.
pornográicas. La especie de escena primigenia funciona como bisagra hacia situa-
ciones incestuosas, con la madre en un caso, con la hermana en el otro. Con todo Pero el mejor homenaje que Gourmont le hace a Mallarmé
respeto para la escandalosa originalidad de la literatura de Bataille, creo que Mi es profundizar la idea central del poema, es decir, cederle la pa-
madre debe ser analizada en la encrucijada –más bien insólita– de los textos de labra al fauno, penetrar en su sensibilidad más íntima. Y ese es
Jarry y Musil. Parafraseando a Lévi-Strauss diremos que el mundo de las icciones
también es redondo. el verdadero tema de esta novelita epistolar.
32 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 33

Al aprender a leer y escribir, el sátiro se da cuenta de que su el triunfo –momentáneo, al menos– del paradigma fáunico con
relación con el mundo no es la misma, que ya está no “dentro” la “revolución sexual” de los años sesenta. Marcharon juntos la
sino “fuera”; al aprender a amar conoce una prisión mental ausencia de legitimación de su obra en tanto valor literario y
insoportable; al aprender las reglas de la convivencia humana el crecimiento, debido exclusivamente a su obra, de su igura
se da cuenta de que ya no puede expresar abiertamente lo que como gurú de la liberación sexual. El fenómeno Miller alcanza
siente; pronto se da cuenta de que empieza a excitarlo más toda su fuerza precisamente en los años cincuenta y sesenta, en
la idea del amor que el amor mismo, de que ya no es capaz el momento en que se está gestando la “revolución sexual”, y
de vivir la vida como se le presenta sino que necesita conti- aporta a la causa todo su poder de convicción.
nuamente aplicarle una jerga metafísica, de que lo cercan y En Trópico de Cáncer hay una de las deiniciones más exactas
amenazan contaminarlo ilosofías de la autorrepresión, de la y patéticas de la faunidad. El pasaje dice así: “Cómo puede
voluptuosidad del sufrimiento y del goce en el envilecimiento. un hombre vagar por ahí todo el día con el estómago vacío, e
incluso tener una erección de vez en cuando, es uno de esos
¡Qué inhibido me siento por la civilización, y qué injustas son las misterios que los anatomistas del alma explican con demasiada
mujeres! –suspira el sátiro, haciéndole eco, quizás casual, a las pala-
facilidad”. Publicada en 1934, a los 43 años de edad, cuando es
bras del Don Juan de Molière–. No entienden que yo las amo a todas.
¿Acaso no me pertenecen todas ya que puedo satisfacerlas a todas? un vagabundo miserable en París, el epicentro de esta novela
No saben lo que es un sátiro, lo que es esta potencia de la naturaleza es el acceso de Miller a la dimensión fáunica de su personalidad
desatada por el deseo. La idelidad no forma parte de la naturaleza de en contraste con el dolor inextinguible que le signiica una re-
los sátiros, y el capricho es divino. Somos la potencia de la naturaleza, lación amorosa y conyugal de la que no consigue desprenderse
y si llegáramos a morir, ustedes estarían también condenados a morir.
(y sobre la que volverá obsesivamente en el resto de su obra).5
Un realismo descarnado y “tumbatabúes” caracteriza a Mi-
ller. Él se asume como el hombre-masa del siglo XX tratando
Faunos del siglo XX
de sacarse de encima la peste sentimental, verdadera máquina
de represión sexual, y tratando de acceder a un estado fáuni-
En lo que sigue voy a referirme muy brevemente a tres
co de libertad sexual. El retorno de Dionisos solo es posible
novelas del siglo XX, emblemáticas en cuanto a la recupera-
rompiendo los moldes civilizacionales (el paradigma amoroso,
ción del simbolismo fáunico para expresar realidades humanas
lo llamamos) que aprisionan a la sensualidad humana. El tema
esenciales.
central de Miller es el desgarro entre la euforia de la libertad
sexual y la herida amorosa que no sana, entre ruptura y libe-
Trópico de Cáncer (Miller, [1934] 1999). Autodidacta en lo
ración. En un mundo empobrecido espiritualmente y mise-
literario, escritor salvaje, profeta y gurú malgré lui, no por nada
rabilizado sexualmente –el mundo de la masiicación– Miller
la academia siempre arrugó, y sigue arrugando, la nariz con
avanza abriéndose las puertas a las patadas. Su sensualidad ya
desagrado frente a la obra de Miller. Su literatura no es un
no reprimida es su fuerza y su fuente de seducción.
bocatto di cardinale para felices iniciados sino la voz clara y po-
derosa del profeta que anuncia el retorno de Dionisos, para
usar la expresión que da título al librito de Jean Brun (1971), y 5. En particular en la trilogía Sexus (1949), Plexus (1953) y Nexus (1960), reuni-
da bajo el título general La cruciixión rosada.
34 / Ercole Lissardi Sátiros y faunos / 35

Sus páginas bellísimas, exultantes de adoración a Su Majes- Es evidente en la novela de Schmidt la inluencia del Tratado
tad el coño son no solo pioneras sino además quizá únicas en del rebelde, de 1951, el ensayo en el que Ernst Jünger (1963)
los prontuarios de la literatura erótica. En solo las primeras relexionaba sobre la necesidad para el intelectual –el anarca–
cincuenta páginas de Trópico de Cáncer Miller cae tres veces en de su tiempo (que se continúa en el nuestro), de huir, de irse al
su embeleso por el coño haciendo trizas de un solo golpe las bosque, de emboscarse, para eludir la presión de los grandes po-
dicotomías imbéciles (fascinación/repugnancia, y derivadas) deres que necesitan utilizarlo. Como el desertor francés, como
con que los hombres elaboran su relación con la fuente del Heinrich, para vivir su pasión clandestina, el mismo Schmidt se
placer y de la vida. El elogio de las putas que hace Miller, visto embosca: terminada la guerra, en la que participó destacado en
desde el ángulo de la faunidad y desde la crítica –implícita– de el frente más tranquilo, el de Noruega, se instala y pasa el resto
las ñoñerías de la seducción, invita a rever el lugar y la legitimi- de su vida en un pueblito perdido de la campiña alemana.
dad de la prostitución en la economía libidinal de Occidente.6 En el por demás abultado haber de Schmidt –lejos de ser
valorado adecuadamente fuera del ámbito de la lengua alema-
Momentos en la vida de un fauno (Schmidt, [1953] 1978). En na– hay que poner también que, años antes de Lolita, da cuenta
esta novelita de 1953 Arno Schmidt nos invita a descubrir en de la sexualidad con la colegiala sin caer en la parafernalia hi-
su Heinrich –cincuentón, burócrata de provincia, con familia pócrita y moralista detrás de la que habrá de ocultarse y en la
a cuestas, erudito a sus horas y a su manera, de ácida mirada– que habrá de regodearse Nabokov.
un lorecer tardío de la faunidad. La ninfa por la que suspira Momentos en la vida de un fauno, con su tono elegíaco parco
es Käthe –la Loba, la llama para sí–, una vecinita adolescente, y distanciado –por el trabajo sobre el lenguaje– nos muestra
liceal (los deditos manchados de tinta, digamos). cómo el deseo fáunico yace aletargado en el corazón del hom-
El hobby de Heinrich es la microhistoria. Pasa horas revi- bre moderno.
sando los archivos lugareños. Allí descubre la historia de un
desertor del ejército de Napoleón que vivió varios años oculto Dos, una novela fálica (Moravia, [1971] 1972). Puesto que
en el bosque vecino al pueblo en que él y Käthe viven. En bus- publicó a lo largo de más de medio siglo y que en toda su
ca de alguna huella del desertor, Heinrich termina por encon- producción la sexualidad es un vector clave, la obra de Alberto
trar la choza que habitó. Al encontrar la choza suspira: “¡Aquel Moravia se presta como pocas para explorar los avatares de la
tipo debía de haber vivido como un fauno, haciendo lo que se erótica a lo largo del siglo XX. Cada uno de sus libros ha pues-
le antojaba y debía de tener las orejas bien puntiagudas!”. to en cuestión los límites de la censura y, en conjunto, relejan
Esa choza será el lugar de encuentro en el que viva su pa- en toda su dimensión los cambios ocurridos.
sión clandestina con Käthe. El fauno, la ninfa, la loresta: es En el vasto bestiario sexual que es la obra de Moravia el
por medio de estas iguras míticas, a manera de tamiz simbóli- tema de la voracidad sexual es uno de los ilones más persis-
co, que leeremos –que Heinrich lee, en primer lugar–, en toda tentes, acompañado por una mirada despectiva al comienzo
su riqueza las peripecias de este romance pueblerino. (Mascarada, Las noches de Don Juan), ambiguamente legitimado
hacia el inal (Dos, una novela fálica; El viaje a Roma; La bande-
ja delante de la puerta). Hay que destacar que en Moravia los
6. En este sentido es interesante la relectura de la prostitución que hacen Pas-
cal Bruckner y Alain Finkielkraut en El nuevo desorden amoroso (1979). aquejados de faunidad son, por igual, hombres y mujeres.
36 / Ercole Lissardi

Dos, una novela fálica, la novela cómica de Moravia publicada


en 1971, cuenta la historia de un tipo que está convencido de 2
que su apetito sexual inmoderado es responsable de su inca-
pacidad para lograr objetivos elevados en la vida: quiere ser
artista. Intenta rebelarse y darse a la continencia –imposible
aspirar a la abstinencia–, pero no lo consigue. En plena “revo-
Satanás
lución sexual”, Dos, una novela fálica satiriza tanto al individuo
dominado por esa fuerza arrasadora que acaba de ser liberada
como al que se niega a entregarse a ella. Su resignada conclu-
sión inal es que el tiempo de la represión pasó para no volver
y que habrá que aprender a vivir sin ella.
La contradicción insoluble entre el necio personaje y su
pulsión fáunica la presenta como un diálogo del personaje con
su pene –lo cual explica el título original Io e lui–, un “órgano
gigantesco”, tan inlexible –stricto sensu– como erudito, que le
explica una y otra vez que él es el dios original, Fascinus, el Satanás es la segunda igura del paradigma fáunico, corres-
Deseo, y que es con él y no contra él que podrá lograr lo que ponde al milenio –la llamada Edad Media– en que la Iglesia
quiera. Para Moravia, el asunto está claro: el personaje, con reinó sobre la vida y la cultura de Occidente. Satanás es una
todas sus dudas y sus frustraciones a cuestas, no es nada, solo mutación del sátiro y el fauno; como ellos es un híbrido de
itifálico, asumiéndose como un sátiro “musculoso y contrahe- humanoide y macho cabrío.
cho” se vuelve todo poder. El problema es que, maniatado por Pero ¿cómo puede ser una igura fáunica nada menos que
dicotomías psicoanalíticas –sublimación/desublimación– no Satanás, el personaje inventado ex profeso para vehiculizar la
termina de entender cómo desatar el nudo. hostilidad contra los placeres sensuales, hostilidad que es la
característica esencial del cristianismo? Precisamente: Satanás
El tema común a las tres novelas es el del individuo ante es igura fáunica en tanto Gran Tentador, en tanto incesante
la circunstancia de asumir la condición fáunica. Ese asumir es, invitador al pecado, y, muy especialmente, al primero de los
en Schmidt, relexivo y apacible: le da sentido a un momento Siete Pecados Capitales, el de la carne.1
particular de la vida de su personaje, le permite transitar una Paradójica igura, entonces: supuestamente es el constructo
relación que comprende ineludible y para la que podría quizás cultural mediante el cual, a manera de un espantajo, la Iglesia
encontrar, él mismo, objeciones. En Miller, asumir la faunidad pretendería disuadir a la feligresía de incurrir en pecado, pero
lo lleva al ciclópeo esfuerzo –el resultado se llama La cruciixión funciona produciendo el efecto contrario. “Supuestamente”,
rosada– por llegar a comprender la trampa de la que ha conse-
guido escapar. En Moravia, asumir la condición fáunica es, si no
imposible, por lo menos muy difícil: lo impiden las corazas de 1. En el siglo VI, San Gregorio Magno, Papa y Padre de la Iglesia, hace un lis-
tado con los Siete Pecados Capitales, indicando que el primero es la Lujuria. Es el
cristalizaciones ideológicas en las que el individuo está envuelto. mismo orden que utilizará Dante ocho siglos después en La divina comedia.
38 / Ercole Lissardi Satanás / 39

digo, porque si ya nadie pecara ¿cómo ejercería entonces la feo, aunque por lo general actuaba, como los daimones, sin
Iglesia sobre la feligresía el mayor de sus poderes, el que más mostrarse, simplemente susurrando al oído del feligrés ideas
profundamente ata al feligrés al clero, que es el poder de per- pecaminosas.
donar los pecados? Como los sátiros lo estaban en eigie, Satanás, invisible, es-
Este tipo de paradoja, en que el invento termina funcionan- taba en todas partes, pero estaba presente particularmente en
do al revés de lo previsto, volveremos a encontrarlo en la ter- los momentos de soledad o de intimidad, insulando deseos
cera igura del paradigma fáunico. No es fácil observar cómo de concupiscencia, incitando a entregarse a la voluptuosidad
opera Satanás en lo concreto de la cotidianidad, en tanto pro- y al desenfreno. Por supuesto: más pronto que tarde, y más a
motor de la voluptuosidad, porque precisamente, de todas las menudo que raramente, el feligrés cedía.
facetas del Demonio –y la biblioteca demonológica es prácti- Satanás no era mudo, como el sátiro. Argumentaba, seducía,
camente ininita–, esa es la menos estudiada. convencía, hablaba hasta por los codos, solo que hablaba al
El Satanás de la Iglesia desciende directamente del sátiro, de oído, de manera que únicamente su presa oía lo que decía.
él recibió los distintivos de su imagen: cuernos, orejas puntia- La representación de Satanás en tanto híbrido de humanoi-
gudas, rabo, pezuñas (Russell, 2006); pero de él recibió también de y de macho cabrío es la más antigua y persistente. Es la que,
el rasgo que más notoriamente lo deinía: la lubricidad. Esta as- hasta hoy, lo deine en tanto imagen de manera inequívoca. A
cendencia griega (y/o latina) era perfectamente consciente des- medida que, hacia el inal de la Edad Media y comienzos de la
de los orígenes mismos del cristianismo. Así, San Agustín decía: Edad Moderna, la Iglesia vaya perfeccionando la saga satánica,
“existe un rumor muy amplio, que muchos han veriicado por no faltarán testimonios de la encarnación de Satanás en iguras
su propia experiencia, o que corroboran personas coniables puramente humanas, más o menos seductoras, pero siempre
que han oído de la experiencia de otros, según el cual faunos y inquietantes. Este tipo de representación alcanza su clímax en
silvanos, comúnmente llamados íncubos, a menudo han hecho la espectacularidad de las posesiones satánicas colectivas, sobre
malvados asaltos a las mujeres” (San Agustín, 2009: 15, 23). todo en conventos y con la intervención pomposa e ilimitada-
La ascendencia griega del Satanás cristiano no termina ahí. mente cruel de la Santa Inquisición (Seligman, 1961).
A la apariencia y a las motivaciones del sátiro, Satanás sumaba Es así, en alas de la Santa Madre Iglesia, que Satanás, Patro-
las estrategias de los daimones. Los daimones eran espíritus – no de la Lujuria, llega hasta los últimos conines de lo que en
invisibles, pues– que, a la manera del Ángel de la Guarda de los la actualidad llamamos Europa. Llega como Gran Tentador,
cristianos, continuamente aconsejaban o sugerían al beneicia- como incitador, pero también como legitimador, porque, en
do, la conducta que debía adoptar en los más diversos menes- última instancia, él es el culpable de todas nuestras torpezas, y
teres.2 De la misma manera, la estrategia de Satanás era estar es porque él asume la culpa que a nosotros nos es perdonada.
siempre argumentándole al feligrés, al oído, las conveniencias
de entregarse al pecado de la carne. Así pues, el feligrés sabía
cómo era Satanás, como un sátiro pero más atemorizante y EL DEMONIO Y EL CONFESIONARIO

El circuito tentación/pecado/culpa/absolución solo es per-


2. El más célebre de los daimones es, por supuesto, el de Sócrates. Véase El
banquete de Platón. fecto a partir del advenimiento del sacramento de la confesión.
40 / Ercole Lissardi Satanás / 41

Este es el más importante de los sacramentos porque es el que Sin duda que en algunos el discurso sobre el demonio como
permite gestionar la absolución del pecado. Representa el poder encarnación del mal promovía la autorrepresión, la resistencia
de la Iglesia, o sea de los hombres de la Iglesia, para salvarnos de a la tentación. Pero también es seguro que en lo profundo del
nuestra debilidad humana, de evitarnos el castigo eterno para almita de la mayoría, lo que el susurro rasposo y caliente de Sa-
así poder aspirar a la recompensa en la eternidad. Puesto que tanás promovía era el deseo de ceder golosa y culposamente a
no podemos sino pecar, nuestra única salvación es ser absueltos. las tentaciones. Y no hay pecado que se disfrute más que aquel
La confesión tuvo un largo proceso hasta alcanzar su forma que de antemano cuenta con el perdón. Habiendo incurrido,
perfecta con la confesión individual y privada en la penumbra pues, en pecado, el tentado se apresura a confesarse.
y el silencio del confesionario. En los comienzos del cristia-
nismo solo existía la posibilidad de confesarse y ser perdonado Segundo acto: en la penumbra del confesionario
una vez en la vida. A ese acto solemne se lo llamaba “la segunda
oportunidad”. Las faltas que afectaran a la comunidad debían Las preguntas del confesor no ponen en duda sino que refuer-
confesarse en público. Los pecados privados se confesaban en zan y mejoran el relato que hace de su seducción el que se con-
privado. La confesión (y el perdón) en el momento en que se iesa. La intervención del confesor está destinada precisamente
deseen o se necesiten solo existen desde el siglo VIII –por ese a reforzar la fantasía de seducción de Satanás. Y si al confesor le
entonces las penitencias fueron tarifadas a efectos de evitar los falta fe o imaginación para realizar esta tarea de conirmación,
abusos por parte de los confesores–. A partir de 1215, con el IV los penitenciales3 y, más tarde, los manuales de confesión, le da-
Concilio de Letrán, la confesión se convierte en obligatoria al rán letra. Así, durante la confesión, el confesor y el confesado
menos una vez al año. Recién a partir del siglo XVI aparecerán terminan de construir –preguntas, respuestas, y precisiones me-
los confesionarios. Hasta entonces la confesión se realizaba en diante– el relato de la seducción por parte del demonio.
casa del párroco, de rodillas a sus pies. La verdadera igura fáunica de Satanás, en tanto promotor
En el contexto de ese circuito perfeccionado que lleva del pe- de la voluptuosidad y la voracidad sexual, solo existe perfeccio-
cado a la absolución, intentaremos mostrar –dramatizar– el mo- nada en este trabajo solidario de imaginación que se plasma en
dus operandi de Satanás en tanto igura del paradigma fáunico. las efímeras palabras susurradas en el confesionario. La suya
es, pues, una existencia hipotética y virtual. ¿Cómo conocere-
Primer acto: el tentado construye a su tentador mos el detalle de ese trabajo de promoción y seducción si las
palabras dichas en el confesionario nunca eran recogidas por
Al experimentar deseos lúbricos, el feligrés, guiado por la escrito, dado el carácter incomunicable de lo confesado? Se
imaginación del obrar satánico que le ha sido impuesta, los trata de una existencia conjetural.
atribuye al Tentador. Atribuye al demonio su propia imagina- Satanás es, entonces, la moneda de cambio que circula en el
ción sexual. De esa manera, de antemano, antes de pecar, ya se mundo secreteado del confesionario. Es el tercero incluido,
autoexculpa.
En la intimidad, en la que oscila entre el deseo y la culpa
anticipada, el feligrés se inventa al Tentador y se deja tentar 3. Los penitenciales eran catálogos de pecados que indicaban, según el caso, las
penas y castigos que debía padecer el pecador a efectos de ser absuelto. Fueron de
por él. Así le dijeron que sucede y así cree que ocurre. uso común a partir del siglo IV durante toda la Edad Media.
42 / Ercole Lissardi Satanás / 43

el que habilita el acto de poder que es la absolución. Si no en confesión”. En las actas de los juicios por denuncia de soli-
hubiera un Maligno en el asunto, la debilidad reiterada del fe- citación en confesión encontramos las únicas confesiones que
ligrés terminaría por ser imperdonable. En el imaginario cató- no se han desvanecido en la nada del secreteo. Es como conse-
lico el alma del feligrés es el campo de batalla donde Dios y el cuencia del crecimiento exponencial en el número de estas de-
Diablo dirimen supremacía. Así como el señor feudal protege nuncias que, a partir del siglo XVI, la Inquisición directamente
al campesino de todo enemigo exterior, así la Iglesia protege al se ocupa de este delito.
feligrés de las seducciones de Satanás absolviéndolo tantas veces
como sea necesario.
La igura –proteica, imaginaria, subjetiva, diseñable según ÍNCUBOS, SÚCUBOS, BRUJAS
el gusto y placer de cada uno– de Satanás es el cemento que
mantiene unido el ediicio del poder eclesiástico, cuyas piezas El demonio oicial de la lujuria durante toda la Edad Me-
clave son la confesión (me someto) y la absolución (te perdo- dia fue Asmodeo, demonio heredado de la mitología hebrea
no). El poder de la Iglesia es el mayor poder del mundo, y solo (Tobías, 3 y 6), pero en realidad el mundo estaba tan poblado
ella lo tiene: es el poder de perdonar, de absolver, de blanquear de demonios lujuriosos como antes lo había estado de sátiros
el alma, de salvar de la condenación eterna. y faunos. En general el nombre que se les daba era íncubos y
Tal y como los regímenes totalitarios del siglo XX –sus dis- súcubos.
cípulos–, la Iglesia medieval se inventa un enemigo exterior Los íncubos son demonios masculinos (suprayacentes). Po-
del que debe proteger al común de la población. Para lograr seen a las mujeres mientras duermen sin que la atacada pueda
esa protección construye un sistema de control policíaco que despertarse durante el ataque. Según los expertos se los reco-
se permite esculcar hasta en el último reducto de la intimidad. nocería por el pene muy frío. Son demonios de múltiple uso:
Solo existe una ocasión en que el secreteo del confesionario se los responsabiliza de las excitaciones nocturnas, los orgas-
termina siendo puesto por escrito: cuando durante el acto de mos, inexplicables embarazos y violaciones de las que se pre-
confesión se incurre en delito. En ese caso interviene la Inquisi- iere no acusar a nadie.
ción y de lo sucedido queda constancia en las actas del proceso. Los súcubos son demonios femeninos (subyacentes). Ellas,
Si hoy el gran problema de la Iglesia es la pedoilia, en la según San Agustín, colectarían el semen que los íncubos luego
Edad Media y hasta bien entrada la Modernidad el problema inoculan. Aunque hay quien airma que existe un solo tipo de
era otro: el abundante número de fulanos que “se metían a demonios, andrógino, íncubo y súcubo, que llevaría a cabo las
cura” para vivir sin trabajar y para acceder a los secretos de las dos funciones.
mujeres confesión mediante. A menudo utilizaban el secreteo No le faltaban a la grey católica fuentes en las que enri-
morboso del confesionario para intentar seducir a las creyentes quecer sus fantasías acerca del Demonio y su intromisión en
(Alejandre, 1998; González Marmolejo, 2002; Sarrión Mora, la vida sexual de los feligreses. Dos de los anecdotarios más
2010), por lo menos a las más crédulas, o necesitadas de afecto. frondosos eran: el de las historias de encarnación del Demonio
El ménage à trois del confesionario se alborota. El tres se en fulanos o fulanas de apariencia muy seductora y el de las
hace dos al encarnar Satanás en el confesor. El nombre del historias de brujas que copulan con el Demonio en las misas
delito (utilizar el confesionario para seducir) es “solicitación negras y en los aquelarres. Pero no vamos a sumergirnos en los
44 / Ercole Lissardi

insondables mares de la demonología. Los “testimonios” son


ininitos y, aunque ya sin la credibilidad de entonces, y sobre 3
todo básicamente inocuos, llegan hasta nuestros días, extensa
e intensamente explotados por la literatura popular y el cine.
La dimensión sexual del demonio cristiano alcanza su clí-
max absoluto con la caza de brujas de ines de la Edad Media
Don Juan
y comienzos de la Edad Moderna. Verdadero genocidio feme-
nino, la acusación básica contra las brujas era la de copular con
el Demonio, la de ser sus amantes. El cristianismo, católicos y
protestantes por igual, se reapropiaron entonces del Demonio
en tanto máquina contra el placer y destinada a sembrar el
terror sexual. Ceder a las insinuaciones de la Bestia signiicaba
morir en la hoguera.4

Don Juan es la tercera igura del paradigma fáunico. Durante


la Modernidad, es la igura mítica que encarna, en el imaginario
colectivo, la voracidad sexual. Si Satanás era la versión en nega-
tivo del sátiro, Don Juan es la encarnación de Satanás –ya desde
la letra de la obra fundadora del mito, El burlador de Sevilla y
convidado de piedra, de Tirso de Molina ([1612] 1979)–.1
El Renacimiento signiicó el retorno a la cultura grecola-
tina, y ese retorno marcó el ingreso de Europa en la Moder-
nidad. Pero los que habían sido promotores de la voracidad
sexual en la Antigüedad –sátiros y faunos– no podían retomar
así de fácil su lugar en la Europa moderna. Inevitablemente
la nueva igura del paradigma fáunico tenía que surgir de las
entrañas mismas de la cultura dominante: el cristianismo.
Faunos, sátiros y demonios son iguras puramente míticas,
hechas con la misma materia con que están hechos los sueños.

4. El establecimiento del paradigma fáunico es, ciertamente, una tarea de natu-


raleza interdisciplinaria. Mis conocimientos acerca de los cuchicheos imaginarios 1. Ha sido muy discutida la autoría de El burlador de Sevilla y convidado de pie-
de Satanás como incitador a la voluptuosidad son, en realidad, limitados. En este dra. Francamente hablando, yo preferiría que se conirmara la atribución tradicio-
capítulo la colaboración de un teólogo, especializado en la materia, sería bienve- nal, o sea, la autoría de Tirso de Molina, porque hay, sin ninguna duda, justicia
nida. poética en que el invento destinado a reprimir se convierta en todo lo contrario.
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En cambio, en la Modernidad el mito necesita de la garan- ni siquiera Don Quijote, Fausto o Robinson Crusoe. Entre los
tía de la realidad. El mito de Don Juan estaba basado en un siglos XVII y XXI centenares de obras de teatro, óperas, ope-
personaje real (Villamediana o Juan de Austria, según se siga retas, cuentos, novelas, pinturas, poemas, canciones, telenove-
a Marañón o a Américo Castro), que se desvanece hasta casi las, películas, ensayos, etc., retoman, reelaboran y reinterpre-
borrarse a medida que el mito cobra fuerza. tan el personaje y su peripecia. Un listado avaro de los autores
El mito de Don Juan (Watt, 1999; Macchia, 1998; Soriano, de primera línea que produjeron versiones de Don Juan in-
2000) es el producto de una civilización dominada por la ideo- cluiría a Molière, Goldoni, Mozart, Byron, Musset, Merimée,
logía del cristianismo, para la cual el pecado de la carne era el Dumas, Pushkin, Tolstoi, Rostand, Zorrilla, Del Valle Inclán,
más abominable de los pecados y en la cual, por consiguien- Unamuno, Apollinaire, Bernard Shaw, Saramago, Peter Han-
te, la represión sexual es el elemento clave para el control del dke.2 De hecho es difícil encontrar en toda la historia de la
cuerpo social. España en el siglo XVII –que es donde y cuando cultura universal un protagonista y un asunto que hayan dado
nace el mito– es el territorio más medieval de la Europa Oc- ocasión a una tradición más difundida y rica que la que lleva
cidental; en la vecina Francia ya en ese entonces es notorio por título Don Juan.
el fortalecimiento del pensamiento laico, circunstancia que, ¿A qué se debió la extraordinaria difusión que tuvo el mito
como veremos, afectará la evolución del mito de Don Juan. de Don Juan? La obra que da origen al mito es un verdadero
En su origen, el de Don Juan es un mito pedagógico: Don auto sacramental. Se trata de una pedagogía doctrinal que tie-
Juan es la encarnación del demonio y la representación de sus ne por inalidad condenar el abominable vicio de la voracidad
hechos tiene por objeto mostrarle a las mujeres decentes cómo sexual, y mostrar cómo, inevitablemente, conduce al castigo.
actúa Satanás en el mundo. Veremos en qué se convierte rápi- Su personaje central, Don Juan es, explícitamente, una encar-
damente esta pedagogía. nación del Demonio, o alguien poseído por él. “El Demonio
tomó en él forma humana”; “Desdichado tú, que has dado en
manos de Lucifer”; “El Demonio lo envió”, se airma en dis-
DIFUSIÓN DEL MITO tintos momentos de la obra.
El discurso pedagógico de Tirso es de doble vía: por un lado
Don Juan se convierte de inmediato en un mito europeo, a las mujeres les dice “¡Cuidado con los seductores diabóli-
invadiendo el habla y la imaginación de todas las clases sociales; cos!”, por el otro dice a los hombres “¡Cuidado con la volubi-
se difunde con una velocidad que solo puede alcanzar algo que lidad de sus mujeres!”.
era necesario y que ha sido larga e impacientemente esperado. ¿La fascinación del público por el mito de Don Juan se
Un siglo y medio después del nacimiento del mito, el gran debió a que ese público compartía la reprobación hacia los
Goldoni, padre de la comedia moderna, decía que para los có- apetitos sexuales descontrolados y a que aprobaba el castigo
micos de su época, tan seguro era el éxito de la representación terrible con el que se cierra la peripecia del seductor? Por
de cada nueva versión de Don Juan, que creían que el persona- cierto que no.
je tenía un pacto con el Diablo.
Ninguna igura mítica de la Modernidad consiguió una di-
2. Un listado más exhaustivo de obras inspiradas por el mito de Don Juan
fusión tan rápida, tan amplia y tan profundamente arraigada, puede consultarse en el artículo Don Juan, de Wikipedia.
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La fascinación que despertaba Don Juan se debía a que más importantes de la Edad Moderna: el libertinismo (Rei-
encarnaba gloriosa y furiosamente el espectáculo del deseo chler, 1987).
sexual en cuanto fuerza incesante e incontenible. Ese espec- El libertinismo cumplió un rol esencial en el proceso de
táculo, inédito en la cultura cristiana, era lo que fascinaba a liberar al pensamiento de la tutela eclesiástica. En su sentido
hombres y mujeres por igual. original, libertino es aquel que milita a favor de la libertad de
La “maldad” misma de Don Juan es su atributo fascinante pensamiento. En tanto ilosofía, el libertinismo es fundamen-
y, subliminalmente, es un elemento clave del éxito del mito: en talmente asistemático. Es una posición ética contra todo sis-
efecto, esa fuerza de la naturaleza es tan incontenible que, de tema de pensamiento y contra todo dogma. Entiende que el
ser necesario, para lograr su objetivo ignora e infringe las leyes pensamiento no puede ser encerrado en ningún sistema. En
de Dios y las de los hombres. Extremo que constituye, preci- su vertiente radical airma que Dios no existe, que la gente ha
samente, la fantasía íntima que apenas se atreven a confesarse creído en él por temor supersticioso, que los poderosos utili-
los integrantes de una sociedad cada vez más sofocantemente zan la religión como instrumentum regni; que el hombre diiere
regulada. de los animales solo por el uso de la palabra y que la misma
Don Juan, diseñado para ser el símbolo del mal y de lo re- alma se reduce a esa facultad de pensamiento y habla. Todo
probable, se convirtió en el símbolo popular de la imbatibili- comportamiento humano persigue el placer y la única regla de
dad del deseo. El camino de la represión está sembrado de este las relaciones sociales es la de no imponer a los demás lo que
tipo de paradojas. uno no desea para sí. En el aspecto que aquí nos interesa, este
Tal como los sátiros y los faunos, y al igual que el hermano movimiento creía en una especie de panteísmo y predicaba la
Satanás, Don Juan, en la forma original del mito, carece de dis- libertad en las relaciones sexuales. Para los libertinos, la vida
curso. No puede explicarse ni justiicarse. Todo lo que hay para humana es estrictamente natural y la naturaleza es la perfec-
decir lo dicen los demás y son, a no dudarlo, siempre discursos ción divina; los instintos no pueden ser restringidos y no hay
condenatorios. El burlador de Sevilla funciona ostensiblemente pecado si el hombre se comporta de acuerdo a la atracción
como un tribunal en el que se juzga al burlador y en el que el natural por el placer físico.
acusado nunca tiene la palabra. Así funcionan, por supuesto, Como se ve, no por casualidad los devotos y los santurro-
los tribunales de la intolerancia, los tribunales de la Inquisi- nes torcieron el sentido original del término imponiéndole
ción, propios de la época. connotaciones peyorativas y reduccionistas, según las cuales
La historia del mito de Don Juan representa, en formas libertino sería alguien entregado a la voluptuosidad y a la pro-
muy peculiares, una evolución hacia el discurso propio. miscuidad sexual.
Durante el siglo XVII el libertinismo conoce un gran de-
sarrollo en Francia. Los libertinos franceses se oponían a la
EL LIBERTINISMO injerencia de la Iglesia católica en el reino de Francia; tenían
misma posición de Luis XIV, el Rey Sol, y por esa razón eran
Para comprender el camino de Don Juan, y en general del tolerados y no sufrían persecución por parte del Estado, esen-
paradigma fáunico, hacia el discurso propio es necesario co- cialmente laico y que aplicaba de manera muy informal las le-
nocer uno de los movimientos de pensamiento y sensibilidad yes que castigaban los delitos de blasfemia y el ateísmo. Es la
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Europa libertina la que recibe el mito original de Don Juan, lo injusticia a las otras; conservo ojos para ver los méritos de todas, y le
reinterpreta y desentraña su signiicado profundo. rindo a cada una los homenajes y los tributos a que nos obliga la natu-
raleza. No puedo rehusar mi corazón a todo lo que encuentro digno
de amor, y desde que un bello rostro me lo pide si tuviera diez mil
corazones se los daría todos. Las inclinaciones que nacen, después de
MOLIÈRE todo, tienen encantos inexplicables, y todo el placer del amor está en
el cambio. Se gusta una dulzura extrema al someter por medio de cien
homenajes al corazón de una joven bella, al ver día a día los pequeños
Molière era libertino y un protegido del Rey Sol. Su com-
progresos que se logran, a combatir con transportes, lágrimas y sus-
pañía teatral era el elenco estable del Palais Royal. En 1665 piros el inocente pudor de un alma a la que le cuesta rendir las armas,
Molière puso en escena su versión de Dom Juan ou le festin de al forzar, pie a pie, todas las pequeñas resistencias que nos opone, al
pierre, pero luego de quince funciones fue prohibida debido a vencer los escrúpulos que son su honor, al llevarla dulcemente allí a
la presión de los devotos. donde queremos hacerla llegar. Pero cuando se ha llegado a ser señor
una vez, ya no hay nada que decir, nada que desear, todo lo bello de la
No era para menos: el dramaturgo encontraba en las peri- pasión ha concluido, y nos dormimos en la tranquilidad de tal amor, a
pecias de Don Juan solo una excusa para sus diatribas liber- menos que algún nuevo objeto no venga a despertar nuestros deseos,
tinas. Le festin de pierre es teatro político, teatro de barricada y a presentar a nuestro corazón los encantos atractivos de una futura
contra los dogmas del cristianismo y contra los vicios de la conquista. En in, no hay nada más dulce que triunfar sobre la resisten-
cia de una bella persona, y en ese tema tengo la ambición de los con-
sociedad de su tiempo,3 aunque también tiene algo para decir
quistadores, que vuelan perpetuamente de victoria en victoria, y que
acerca de Don Juan, y lo dice con claridad. no pueden resolverse a poner límite a sus deseos. Nada hay que pueda
En Le festin de pierre, por primera vez el personaje –y a tra- detener la impetuosidad de mis deseos, tengo corazón como para amar
vés de él, el paradigma fáunico– deiende su manera de vivir la a toda la Tierra, y como Alejandro, desearía que existieran otros mun-
sexualidad. En una larga tirada, al comienzo de la obra, Don dos, para extender a ellos mis conquistas amorosas.
Juan deja claros sus puntos de vista al respecto:
La intervención de Molière produce el giro decisivo en el
¡Qué! ¿Quieres que nos atemos al primer objeto que se nos presen- tratamiento de Don Juan. Desde su rechazo en bloque del mo-
ta, que renunciemos al mundo por él, que no tengamos más ojos para delo de conducta que propone la Iglesia, al darle la palabra
nadie? ¡Gran cosa vanagloriarse del falso honor de ser iel, enterrarse produce por primera vez su defensa, su discurso propio.
para siempre en una pasión, estar muerto desde la juventud para toda
otra belleza que pueda golpearnos los ojos! No, no, la constancia no es
La agudeza de Molière se ceba en la última escena de la
buena más que para los ridículos. Todas las bellas tienen el derecho de obra, en la que se burla magníicamente del castigo eterno al
encantarnos. La ventaja de haberla encontrado primero no debe negar que es lanzado su héroe. No es solamente que Don Juan se
a las otras las justas pretensiones que tengan sobre nuestro corazón. comporta hasta el inal con la valentía que solo tienen las al-
A mí la belleza me deslumbra donde quiera que la encuentro y cedo
mas nobles. Además, el parlamento de cierre de Sganarelle, su
fácilmente a la dulce violencia a que nos invita. No importa si estoy
comprometido, el amor que le tenga a una bella no me obliga a hacerle criado y cómplice, al que el difunto ha quedado a deber algu-
nos sueldos, introduce una nota de comicidad que arruina todo
3. Esto es, la falta de escrúpulos con que los cortesanos y los nobles se com- el supuesto patetismo del inal: “Ah, mis sueldos, mis sueldos.
portan con los inferiores; la hipocresía de los pobres que se venden por una mone- He aquí que por su muerte todos quedan satisfechos: el Cielo
da; la inescrupulosidad de los médicos; el tartuismo rampante en la sociedad ofendido, las leyes violadas, las doncellas seducidas, las fami-
donde se ocultan los vicios tras la apariencia de la virtud, etcétera.
52 / Ercole Lissardi Don Juan / 53

lias deshonradas, los padres ultrajados, las esposas malogradas, encarna la sensualidad pura. No es un individuo sino una voz,
los maridos despechados. Todos quedan contentados. Solo yo la voz de la sensualidad, cargada del deseo de la femineidad.
quedo infeliz. Mis sueldos, mis sueldos, mis sueldos!”. “Don Juan”, dice, a su manera, “es la encarnación de lo car-
La obra, muy censurada, solo volverá a representarse en el nal, o la inspiración de la carne por el espíritu propio de la
siglo XIX, y no conseguirá el aplauso unánime sino hasta me- carne”.
diados del siglo XX. Baste para comprobar la genialidad de la lectura de Kier-
kegaard, la siguiente argumentación: el objeto de la pura sen-
sualidad –o sea, de Don Juan– no es lo que las mujeres tienen
MOZART de diferente, de singular, sino lo que tienen en común: la fe-
mineidad, sin importar la edad ni la condición social. La pura
La ópera El disoluto castigado, o sea Don Giovanni, de Mozart sensualidad no seduce con palabras. El lenguaje sirve cuando
([1787] 1992), es la cima insuperable de la saga donjuanesca. se trata de utilizar relexiones y argucias que buscan derribar
Mozart, y su libretista, Da Ponte, eran también libertinos, o barreras concretas, precisas. La pura sensualidad seduce por
–como se decía en su época, dadas las connotaciones peyorati- su mera presencia. Lo que seduce a la mujer es la potencia de
vas que había ido tomando el término– ilósofos, y su versión del un deseo absoluto del que, aunque sea solo por un instante, se
mito no es menos subversiva que la de Molière. La diferencia siente objeto. Don Juan no seduce sino que desea, y ese deseo
está en que la defensa que hacen de Don Juan no se basa en la tiene un efecto seductor. La mujer desea estar bajo el inlujo
palabra sino en la música. de ese deseo.
Es la música única de Mozart la que lleva a un nivel in- A continuación se pregunta cuál sería el medio de expre-
superable la fascinación por el personaje. Nos contagia a tal sión adecuado para la perfecta sensualidad, del todo ajena a
punto con la fuerza de su sensualidad que el mito muta y nos toda forma de espiritualidad, y su respuesta es que la música:
muestra su verdadero rostro, todo su potencial subversivo. De el medio de expresión más abstracto es capaz de dar cuenta a
tal modo que el inal, la condena de Don Juan, se convierte la perfección de ese deseo abstracto, el deseo de la feminei-
en el momento de su victoria, de su resistencia heroica a los dad. La música no representa a Don Juan como individuo ni
poderes represores del Cielo y de la Tierra. El día del estreno como persona sino como potencia. El medio ideal para el mito
de Don Giovanni el paradigma fáunico alcanzó un momento de de Don Juan, concluye, no es el teatro sino la ópera. Que el
auténtico esplendor. más grande genio musical y operístico, el de Mozart, haya sido
Un poco más de medio siglo después del estreno, Kierke- puesto a expresar esa igura mítica que representa la perfecta
gaard realiza una lectura perfecta de Don Giovanni. La publica sensualidad explica la grandeza inoxidable de Don Giovanni.
en forma de ensayo, titulado Las etapas eróticas espontáneas o El Curiosamente, Kierkegaard, quien por supuesto era un
erotismo musical, que incluye en su primer libro, O lo uno o lo buen conocedor de la mitología griega, no pone en relación
otro (Kierkegaard, [1843] 2006). su noción de “pura sensualidad” con aquellos que en el cosmos
En todo de acuerdo con el lugar que le atribuimos en griego encarnan la “genialidad erótico-sensual” –para decirlo
nuestra explicitación del paradigma fáunico, según Kierkega- con sus palabras–: los sátiros. De hacerlo, su lectura de Don
ard, Don Juan no es un personaje sino una igura mítica que Giovanni como espacio de convergencia de la genialidad musi-
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cal y sensual hubiera encontrado un referente clásico. En efec- llevar Mozart a Don Juan a su perfecta expresión, generara
to, los griegos ya sabían que la música es el lenguaje natural de por eso mismo la necesidad de “explicarlo”. Veremos lorecer
la sensualidad: el único lenguaje que sus dioses concedieron a un nuevo género de disquisiciones: la manía de psicoanalizar
los sátiros y los faunos es la música: conocen los secretos de los a Don Juan.
crótalos, las panderetas y las lautas, y su actividad favorita es El puntapié inicial en el empeño de relexión psicoanalítica
la danza. que acosará largamente a Don Juan lo dio E. T. A. Hoffmann
A partir de Mozart es fácil advertir de qué pata cojea cada (en 1813, apenas un cuarto de siglo después del estreno de la
uno de los ininitos donjuanes previos y posteriores. Por lo ópera de Mozart) en su híbrido de cuento y ensayo “Don Juan.
general, las versiones posteriores, que buscan explicar el mito Aventura fabulosa ocurrida a un viajero entusiasta” (entusiasta
o directamente denunciarlo, cometen el error de no partir de de la música de Mozart, se entiende).
la dimensión mítica que la música de Mozart hace evidente, Su interpretación, sin fundamento objetivo alguno, mero
sino que hacen de Don Juan un individuo, un fulano de tal, receptáculo de la fértil fantasía del propio Hoffmann, propone
y se dedican a hurgar en sus presuntos pasado y futuro, bus- que, corriendo de una mujer a otra, Don Juan lo que busca es
cando redimirlo, liberarlo de la pesada carga de su adicción, a alcanzar el ideal femenino y que, al no lograrlo, se rebela, con-
la vez que, retomando generalmente los supuestos originales virtiéndose entonces la seducción de las virtuosas en una for-
del mito, solapan una ética cristiana del pecado, la culpa y el ma de vengarse del Creador y de su mundo. La interpretación
castigo. de Hoffmann tiene el mérito de seguir consiguiendo adeptos
Otro error habitual es suponer que el mito de Don Juan –espíritus románticos– casi doscientos años después de formu-
tiene que ver con las relaciones de poder entre los hombres y lada. Cosa que en realidad no debería sorprender, puesto que
las mujeres. En este caso la solución habitual es que Don Juan tiene la capacidad de legitimar a la vez el –supuesto– resenti-
se enamora y, por consiguiente, es derrotado –por el amor, o miento de Don Juan y su castigo.
sea, por el paradigma amoroso–. Nadie recuerda esas versiones En la misma línea, Stendhal fue el primero en expresar con
precisamente por eso: porque al ignorar la naturaleza mítica claridad la oposición entre lo que hemos llamado paradigma
del héroe lo banalizan, lo humanizan quitándole todo interés. amoroso y el paradigma fáunico.
Stendhal, un cultivador y estudioso de lo que llamaba amor-
pasión, en el capítulo 59 de su libro Del amor ([1822] 1968),
APÉNDICE. PSICOANÁLISIS DE DON JUAN titulado “Werther y Don Juan”, llega a conclusiones bastante
similares a las de Hoffmann al interpretar a Don Juan. Según
La ópera de Mozart es un parteaguas, en el mismo sentido él, a la saciedad sexual siguen el tedio y la decepción, hasta
que en la Antigüedad lo fueron los sátiros de Praxíteles. De- que no queda otro goce que ejercer el poder, haciendo el mal
sarrollado todo su potencial, culmina la fase creativa del mito por el mal mismo. Alzando la voz desde el púlpito que se in-
de Don Juan y se abre su fase hermenéutica. La perfección del venta, agrega: “Ningún poeta se atreve a presentar la imagen
logro de Mozart termina con un siglo y medio de versiones iel de este último grado de la desgracia, porque este cuadro
de la leyenda de Don Juan, y abre un siglo y medio de varia- causaría horror”. Claro está que Stendhal hace trampa: para
ciones, pero también de interpretaciones. Sucede como si, al trazar esta caracterización da como referente a Don Giovanni
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de Mozart, pero al ir al detalle solo se reiere a ciertos donjua- nismos destinados a neutralizar la voracidad sexual, y que el
nes que conoció personalmente (y lo cierto es que Stendhal, el único paradigma que en realidad da cuenta de la erótica huma-
más mundano de los grandes, conoció mucha gente, con gran na es el fáunico, hay un solo paso, que Freud preiere no dar.
provecho para su obra que penetra en los dobleces del alma En el mismo sentido puede interpretarse el conocido pre-
humana como pocas). cepto freudiano, bastante más temprano (carta a Fliess del 24
En su descargo hay que decir que Stendhal termina conce- de enero de 1895), según el cual: “Todo coleccionista es un
diendo que no es posible demostrar en el papel la superioridad Don Juan Tenorio sustituido”. Tal airmación –que no fue re-
de uno de los paradigmas, el wertheriano o el donjuanesco –el tomada ni explicada por Freud– postula implícitamente que
amoroso o el fáunico, en nuestros términos–, y que la opción es el impulso fáunico el que, al ser reprimido, genera la manía
es algo que cada uno resuelve en su intimidad. El mero hecho coleccionista: se sustituye el harén real por uno de objetos ino-
de plantear la oposición del paradigma amoroso y el fáunico centes e inofensivos (Sánchez, 1999).
como una cuestión meramente existencial y no metafísica (bien Los acólitos del maestro al explicar a Don Juan siguieron
y mal, virtud y pecado) pone a Stendhal, también por la lucidez sendas más creativas (en el sentido de más fantasiosas). Mara-
de relexión, largamente por encima de sus contemporáneos. ñón, por ejemplo, se dedicó a divulgar la habladuría santurro-
En el terreno puro y duro de los argumentos me quedo con el na y envidiosa (sin fundamento alguno, por supuesto) según la
pasaje en el que demuestra que lo que el paradigma amoroso cual el tal Don Juan es en realidad macho de “virilidad débil
tiene de superior al fáunico es que el placer que obtiene Wer- o equívoca”, agregando que su sexualidad es “vacilante”, y que
ther es de calidad superior al que obtiene Don Juan. Puede que el “hombre verdadero o varón perfecto” no es un donjuán. De
tenga razón, pero el placer de Werther, como bien sabemos, es ahí a decir que Don Juan es en realidad homosexual (inter-
un placer –por decirlo de alguna manera– envenenado. Como pretación frecuente aún hoy) hay solo un paso que Marañón
queda claro leyendo a Stendhal, el placer wertheriano es de –concedámoslo, a su pedido– no dio, pero que muchos de sus
cuño netamente masoquista: “los goces del amor –dice– están lectores sí dieron en su nombre (aportándole así al predicador
en razón directa con el temor que se experimenta”. sexual y todólogo la poca sobrevida que le va quedando).
Freud, que era un verdadero conocedor de las óperas de No menos fantasiosa, y muy en línea con la ideología re-
Mozart, no incurrió en la tentación de psicoanalizar a Don presiva del original de Tirso de Molina, es la interpretación
Juan. Se limitó a rozar el tema del donjuanismo. Me parece que, en 1922, publica Otto Rank (1975). El personaje de Don
particularmente interesante la observación que hace en el es- Juan representaría al yo consciente, rebelde y transgresor, lan-
crito de 1921, “Sobre algunos mecanismos neuróticos en los zado en busca de su placer; el cobarde y miedoso Leporello
celos, la paranoia y la homosexualidad” (Freud, 1990), donde encarnaría al sentimiento de culpabilidad de Don Juan, con-
se reiere a un cierto donjuanismo propio de las costumbres secuencia de no haber seguido los designios del orden, de la
sociales de su tiempo. Freud dice que se trata de un “juego” cultura, del padre; inalmente el Comendador (padre que vuel-
cuya inalidad sería “purgar y neutralizar la innegable incli- ve desde la tumba) representaría el deseo de Don Juan de ser
nación a la inidelidad”. De ahí a postular –utilizando nuestra castigado por sus transgresiones (deseo que, por lo demás, se
terminología– que el paradigma amoroso, con sus argumentos realiza ampliamente). Siguiendo esta veta, la conclusión sería
y sus estrategias, es solo uno (quizá el principal) de los meca- que el atractivo y el éxito de la saga donjuanesca se deberían a
58 / Ercole Lissardi Don Juan / 59

la generalizada identiicación con los sentimientos de culpa y de la Mujer. Al hacerlo permite comprender las formas con-
los deseos de castigo vinculados a la igura paterna, algo que cretas en que ese proceso de apropiación del deseo del otro se
resulta muy interesante. produce en la realidad. Por ejemplo: si no existe algo que se
Jacques Lacan, por su parte, relexionó sobre el mito de Don parezca a un Don Juan se lo puede construir imaginariamente
Juan a partir del referente mozartiano, que le parece el culmi- o se lo puede buscar en las miradas de quienes no se parecen
nante. Se encuentran trazas de esa relexión en los seminarios en nada a un Don Juan (de ahí la etapa “lolita” de las niñas).
de los años cincuenta, sesenta y setenta (Lacan, 2005). Como La necesidad femenina del mito de Don Juan, que Lacan
Kierkegaard –Lacan demostró con qué atención leía a Kierke- deduce, se suma a la necesidad masculina del mito (por demás
gaard–, deja de lado aspectos psicosociológicos de Don Juan y obvia, puesto que se trata del reverso de la femenina: el mito
asume su dimensión mítica, concentrándose, como el ilósofo de Don Juan permite al hombre acceder al deseo de lo femeni-
danés, en explicar por qué el de Don Juan es un mito femenino. no en sí mismo, más allá de las mujeres concretas, deseo que es
Para Lacan la Mujer, con mayúsculas (o sea ese constructo fuente de potencia). Y ambas explican la diseminación incon-
cultural al que llamamos en abstracto la Mujer), no existe. Que trolable del mito apenas concretado.
la Mujer exista, dice, es un sueño de mujer. Es algo que cada Vale la pena hacer notar aquí la coincidencia de la lectu-
mujer elabora, construye. En el mito de Don Juan se sinteti- ra que hace Lacan de Don Juan como mito femenino con la
za y se dramatiza la construcción de esa identidad. Don Juan, sospecha que esbozábamos en el capítulo sobre los sátiros –al
dice, se trata de una fantasía femenina que colma un anhelo constatar la abundancia de representaciones de sátiros en el
femenino, y lo colma porque es precisamente ese hombre para gineceo–: que el sátiro fuera en realidad un producto del ima-
el que la mujer, esa abstracción, sí existe. Para Don Juan no ginario femenino.
existen las mujeres concretas en su singularidad sino que existe
la femineidad, el odor di femina. Una puede, por consiguiente,
dice Lacan, estar absolutamente segura de su deseo (del deseo
de Don Juan), de ser el objeto en el centro de su deseo, y de
que a causa de ninguna otra puede perderlo –puesto que las
desea a todas–. Y una puede construir esa Mujer en sí misma a
partir de mimetizarse con ese objeto de deseo –la Mujer, con
mayúsculas– de Don Juan. En otras palabras: se desea a Don
Juan porque se desea su objeto de deseo. Lo esencial del mito
femenino de Don Juan es que, sin distinciones, las posee una
por una y a todas (como dice Don Giovanni “purché porti la
gonnella”, o sea, “basta con que lleve faldas”). Puede hacer una
lista y contarlas, y al hacerlo las incluye a todas en el círculo de
la identidad.
Es claro que el mito de Don Juan, como se airmó anterior-
mente, sintetiza y dramatiza el proceso de acceso a la imagen
4

Giacomo Casanova

Veneciano, aventurero paneuropeo, tahúr, estafador, in-


telectual a sus horas, mujeriego, Giacomo Casanova o, más
exactamente, la imagen que Casanova dejó de sí en su libro de
memorias, Historia de mi vida hasta 1797 ([1825] 2006),1 es la
cuarta igura del paradigma fáunico.
Si Satanás era una mutación dizque maligna de los sátiros
griegos y si Don Juan era la encarnación de Satanás, puede
decirse que Casanova es una encarnación de Don Juan que,
harto de ser calumniado, toma la pluma y dice toda su verdad.
Como ya subrayamos, si los sátiros y los faunos, al igual
que Satanás y sus cómplices, son iguras puramente míticas, en
cambio, en la Modernidad, el mito necesita de la garantía de la
realidad. El mito de Don Juan se basaba en un personaje real,
que se desvanecía hasta borrarse a medida que el mito cobra-
ba fuerza. Con Casanova sucede algo similar, aunque el mito
nunca consigue despegarse del personaje real de cuya memo-
ria (e imaginación) se ha nutrido. Casanova fue un personaje

1. Este es el título del manuscrito, aunque, en realidad, la muerte de Casanova


en 1798 interrumpió el relato de los hechos correspondientes a 1774.
62 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 63

histórico real y concreto cuya vida ha sido escrutada en detalle derán al editor alemán Brockhaus.3 A partir de 1822, casi 25
por todo un ejército de casanovistas que no han podido más años después de la muerte de Casanova, se publican sus Memo-
que corroborar la autenticidad de sus recuerdos. rias, en alemán y muy expurgadas. Las subsiguientes ediciones
Aún hoy, cuando Casanova se ha convertido en presa del derivan de esta alemana, incluso la francesa, que es retraducida
pedestre sentido de la realidad de los scholars, sigue siendo im- del alemán. Recién en 1960, 162 años después de escritas, se
posible separar, como en una mesa de disección, lo que hay en realiza una edición directa y sin censura del original francés.
su Historia de mi vida de verdad y lo que hay de imaginación. Casanova ya era conocido en vida, aunque su fama, de aven-
Hay de lo uno y hay de lo otro. Hasta donde se ha logrado turero y seductor, estaba hecha de rumores y chismorreos de
investigar, que los hechos que Casanova narra son reales es salón. A partir de la publicación de su formidable libro de re-
algo que se ha venido comprobando fehacientemente. Cómo cuerdos, aun cuando fueran adulteradas las sucesivas edicio-
sucedieron, yendo al detalle y en situaciones de intimidad, eso, nes, nace y se desarrolla, a lo largo del siglo XIX, su dimensión
por supuesto, es otra cosa. Tengamos en cuenta que no hay es- mítica. En 1827, apenas publicadas las Memorias, una polémica
critor que esté absolutamente libre de los arquetipos mentales estalla: se duda de su autenticidad. El aventurero dieciochesco
propios de su época, ni de las exigencias de la autoestima, ni de ya había sido olvidado. ¿Quién se escondía tras el seudónimo
los fantasmas que habitan el lenguaje. “Casanova”? Se sospecha de Stendhal. Las similitudes de espí-
Hechas todas las cuentas creo que, más allá de la fascinación ritu y estilo no parecen dejar lugar a dudas. Recién en 1881 las
que nos producen el relato y el mundo dieciochesco que nos re- investigaciones demuestran que el tal Casanova había existido
vela, la Historia de mi vida encubre, tanto como las Confesiones de y que era el autor del discutido libro de memorias (Baschet,
San Agustín, un proyecto proselitista. En ambos casos, el relato 1881). Stendhal no había escrito las Memorias, al contrario, ha-
de los hechos de una vida –más los “hechos” que, sin perjuicio bía sido profundamente inluido por ellas (Thompson, 1983).
para la verosimilitud, proponga como necesarios la imaginación– Un indicador: hacia 1870, Severino, el protagonista de La ve-
es puesto al servicio de una apología: en un caso se trata de la nus de las pieles de Sacher-Masoch, ya colocaba a las Memorias
apología de las delicias del devenir cristiano, en el otro de la apo-
logía de las verdades de la ilosofía libertina, en otras palabras:
de las delicias de la faunidad. En su Pro Domo de 1949, Blaise una vez terminada la obra. Pero no era esa su intención original: cuando escribe el
prólogo a Historia de mi fuga de la Cárcel de los Plomos en 1788 anuncia que en breve
Cendrars declara a Casanova educador incomparable de la juventud. comenzará a escribir la historia de su vida: nadie anuncia sus libros póstumos. ¿Por
Ya viejo y sin fortuna, recogido como bibliotecario en el qué decidió no publicarla en vida? ¿Como a Rousseau, se le hizo difícil encarar la
castillo de Dux, perteneciente a la familia Waldheim, en Bo- exhibición pública de su intimidad? Probablemente. En el prefacio deja constancia
de la tentación que experimentó de quemar el manuscrito. Las razones de la deci-
hemia, Casanova escribe, entre 1789 y 1798, y en su francés sión de Casanova de que su libro de memorias fuera póstumo, quedan libradas a
macarrónico, sus voluminosas memorias. Consciente del valor conjeturas. Lo cierto es que era perfectamente consciente del valor de su esfuerzo
de su gran esfuerzo, al morir dejó el manuscrito en manos de y que, cuando se sintió morir, puso el manuscrito en manos seguras.
3. Como dije, el título del manuscrito es Historia de mi vida hasta 1797. El
su sobrino,2 cuyos descendientes, veinte años después, lo ven- título Memorias de Jean(sic)-Jacques Casanova de Seingalt, conteniendo sus viajes y sus
aventuras galantes y políticas en Italia, Francia, España, Inglaterra, Rusia, Polonia y
Alemania, fue agregado seguramente en el momento de la venta del manuscrito,
2. Casanova quiso póstumo su libro de recuerdos. Promediando la escritura con la intención de estimular el interés del comprador. Hasta 1960, cuando se rea-
explicita esa intención, que consta también en el prólogo, escrito, por supuesto, lizó la primera edición iel del manuscrito, el libro fue conocido con ese título.
64 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 65

del veneciano en el Olimpo bibliográico, codeándose con sus adquirido (en febrero de 2010 y por siete millones y medio
Homeros y sus Shakespeares. de euros) el manuscrito de la Historia de mi vida hasta 1797,6
Desde ines del siglo XIX, como se dijo, un ejército siempre y cuando la obra de Casanova pasa a ser oicialmente uno de
creciente de casanovistas investiga –y comprueba invariable- los monumentos mayores de la cultura francesa, los estudios
mente– la veracidad de las Memorias. A comienzos del siglo XX de todo tipo sobre la obra del veneciano –basta con consultar
ya se había popularizado la expresión “un casanova”, sinónimo las páginas web de las principales librerías virtuales en inglés o
de la anterior “un donjuán”. En 1910, Gourmont escribe que francés– se multiplican.
si las Memorias son una icción entonces Casanova es el más Las razones del retraso centenario en el reconocimiento de
grande de todos los novelistas. En 1917 Apollinaire escribe su la importancia de su obra son básicamente dos: 1. A pesar de
comedia paródica Casanova (que no se publicará hasta 1952). ser italiano, Casanova escribió en francés (“escribí en francés
Casanova, el regreso a casa, de Schnitzler es de 1921. Tres poetas y no en italiano porque la lengua francesa está más difundida
de su propia vida: Casanova, Stendhal, Tolstoi, del popularísimo que la mía”, dice en el prefacio de la Historia de mi vida, excu-
Stefan Zweig es de 1928. A propósito de Casanova, el libro genial sándose ante sus connacionales). Así pues, ni los franceses ni
y casi secreto de Miklos Szentkuthy es de 1939. El amante de los italianos lo sentían como suyo. 2. La Historia de mi vida de
Bolzano, de Sándor Márai, de 1940. Casanova, el anti Don Juan, Casanova es una expresión cabal de la ilosofía libertina. Su
de Felicien Marceau, de 1949. La biografía de Casanova es- lugar, por consiguiente, durante mucho tiempo, fue el rincón
crita por Rives Childs, casanovista y diplomático norteameri- más oscuro de la biblioteca de cualquier caballero honrado y
cano, que resume el enorme caudal de investigación realizada decente.
durante décadas y que sigue siendo una obra de referencia, es Aún hoy el estatus de la obra de Casanova es, en realidad,
de 1961 (Rives Childs, 1961). La primera edición completa del indeinido. Los fabricantes de cánones literarios todavía tienen
manuscrito original (no amputada, ni “pulida”, ni “mejorada”) diicultades para apreciar la lucidez de su escritura, compren-
es de 1960-1961. En el último cuarto del siglo XX la industria der su lugar en la historia de la erótica –materia que, por lo de-
cinematográica ya apuesta sus capitales al vigor del mito: la más, ignoran– o apreciar la panorámica extraordinariamente
lamentable El Casanova de Fellini4 es de 1976; la serie de televi- rica y vívida, y sin hipocresías, que ofrece de las costumbres y
sión norteamericana es de 1987. El visto bueno feminista, an- las sensibilidades del Antiguo Régimen.
ticipado en Casanova. Un viaje libertino de Chantal Thomas, de Hoy en día se comprende a Casanova como la antítesis de
1985, se conirma en Casanova, el hombre que realmente amaba Don Juan: jamás en sus tareas de seducción recurre al engaño
a las mujeres de Lydia Flem, de 1997. Hoy, cuando la Bibliote- ni a la violencia. Antes bien, lo caracteriza la iligrana de suti-
ca Nacional de Francia, con toda pompa y circunstancia,5 ha lezas y generosidades que emplea para conseguir sus objetivos:

4. El proyecto de Fellini es degradar a Casanova –vaya uno a saber por qué– y cuestión de cultura sino un asunto de Estado. Anclar deinitivamente en la gran
no teme ser iniel a la letra para conseguirlo. La competencia sexual en la que tradición cultural francesa a este veneciano, de dudosa reputación en vida y pésimo
hace participar a Casanova simplemente no existe en el libro del veneciano. Parece manejo gramatical del francés, verdadero europeo dos siglos antes de la UE, era
haberle sido inspirada por El supermacho de Jarry o por Las 120 jornadas de Sodoma considerado un asunto de gran importancia.
y Gomorra de Sade. 6. Las 3.700 páginas del manuscrito fueron inmediatamente subidas a Internet.
5. Evidentemente la compra del manuscrito ha sido para Francia no una mera Se las puede admirar en: <gallica.bnf.fr>.
66 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 67

no deja en sus beneiciadas más que buenos recuerdos, ninguna institucionalizaciones y regimentaciones de la sexualidad pro-
Elvira lo persigue escupiendo bilis y hasta se permite quebrar pias de la moral burguesa que tan profundamente iban a arrui-
una lanza por los derechos de las mujeres. Naturalmente, se nar el placer de vivir a todo lo largo de los siglos venideros.
lo preiere. En tiempos de igualación de los géneros, al preda- La razón de vivir, para Casanova, es gozar de los favores de
dor no le queda mucho margen de maniobra. Aunque, en in... las mujeres, de más y más mujeres, de todas las mujeres de las
digámoslo todo: se ve hoy en día también, aun entre féminas que fuera capaz de enamorarse, que eran casi todas las mujeres
muy soisticadas, una cierta nostalgia del predador desconside- del mundo. Mujeres de todo tipo. Como en la lista del Don
rado. ¡O tempora, o mores! Giovanni de Mozart, para Casanova no existen restricciones
En Casanova o el anti Don Juan de Félicien Marceau (1961), de edad, ni de status social, ni de cociente intelectual, ni de
prolijo inventario, pero no más que eso, del universo casano- nacionalidad, ni de religión, ni de nada. No está en busca de
viano, están indicados los pasajes en los que Casanova formu- la igurita sellada, ni de la pieza rara que clausura la colección.
la su teoría de la felicidad –o catecismo de la voluptuosidad, Está en manos de la curiosidad y del placer que solo puede
como se preiera–. Esencialmente: la perfecta felicidad en este dar la femineidad al abrirse al deseo masculino. Se trata, como
mundo es posible, para lograr la suma de placer que uno es dice Lacan, de una serie, de la que puede hacerse una lista, un
capaz de alcanzar hay que ser ilósofo (es decir, libertino), por- inventario de las piezas cobradas, emblema de la vanidad, sin
que la felicidad reside en la alternancia del placer y de la con- duda, pero sobre todo de la no indiferencia, de la deleitada
ciencia del placer, a través de la relexión y del recuerdo. Existe memoria, una serie tan abierta como la curiosidad de Casano-
el placer de los sentidos, pero previamente está el placer de va (“¿es el amor otra cosa que una curiosidad?”, se pregunta,
dejarse convencer y de vivir anticipadamente, por el espíritu, ilosóico, parafraseando al Don Juan de Molière –sin saberlo,
la dicha que se va a experimentar, y también existe el placer del puesto que en tiempos de Casanova El convidado de piedra esta-
recuerdo –el hecho de tomar conciencia del placer probado y ba rigurosamente censurado–).
rememorar sus detalles–, que sobrepasa a la realidad misma No se comprende la verdadera importancia de la Historia de
del placer. Así, el placer se triplica como en un juego de espe- mi vida de Casanova en la cultura de Occidente si no se com-
jos. Marceau elabora un repertorio de estrategias y placeres, y prende su lugar de privilegio en el paradigma fáunico.
detalla las peculiaridades psicológicas de Casanova, como su Como dijimos, los sátiros en la Antigüedad no tenían de-
extremado sentimentalismo y el horror a los vínculos perma- recho a la palabra. Y si Satanás, en la Edad Media, lo tenía,
nentes. no podíamos oírlo porque era puro secreteo. También vimos
La avidez sexual de Casanova nunca recurre a la violencia cómo el Don Juan de Tirso no tenía derecho a defenderse de
o al engaño, todo en él es seducción, charme y etiqueta, carac- las acusaciones de que era objeto. Vimos cómo el ideológico
terísticas del Antiguo Régimen, del mundo aristócrata a punto y esquemático Don Juan del libertino Molière fue el primer
de colapsar. Si algo le sobra a Casanova es paciencia, y esa pa- fauno que alzó la voz para justiicarse y vimos cómo fue rápi-
ciencia es respeto hacia la elegida: aunque se muera de amor damente silenciado por la censura. Vimos cómo el Don Gio-
o de ganas, sin la explícita aquiescencia y el placer de la bella vanni de Mozart se expresaba, plenamente, pero por medio de
la conquista no tiene sentido para él. Satélite fugaz del gran la música. Es recién con la publicación del libro de memorias
mundo del Antiguo Régimen, nunca tuvo que enfrentarse a las de Casanova que la faunidad toma cabalmente la palabra. Esta
68 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 69

es, en mi opinión, la novedad radical del libro de Casanova: un evangelio de la felicidad en la Tierra. Atrincherado en su
por primera vez es expuesta, de principio a in y en todo su re- refugio del Castillo de Dux, donde cumplirá hasta su muerte
gocijo y esplendor, la esencia de la faunidad desde la faunidad humildes funciones de bibliotecario, como Proust en su habi-
misma. tación hermética, su memoria parte en busca de los años dora-
Después de Casanova, la ecuación mujeres-memoria-escri- dos de la Europa prerrevolucionaria, como Proust partirá en
tura seguirá siendo el eje en torno al que gire el universo de la busca de la Francia de la preguerra, la de la Belle Époque.
faunidad.
Casanova es un fauno, un superfauno, de hecho, aunque
sus dieciochescas cifras (132 amantes) se vean modestas frente BELLINO
a la peste bombástica de la posmodernidad.7 Pero Casanova
es, además, un fauno encantador, cultísimo, amable, generoso, De todas las historias que cuenta Casanova en su Historia
considerado y –de ahí su lugar especial en el paradigma fáuni- de mi vida, la de su relación con Bellino (2006: 2, I) me parece
co– muy buen escritor, bien dotado para narrar con precisión especialmente adecuada para mostrar la sutileza y la profun-
y elegancia sus peripecias así como para expresar sus convic- didad con que era capaz –al menos en su vejez, al escribir sus
ciones. recuerdos– de comprender las ambigüedades del deseo.
Es el don de la escritura lo que convirtió a Casanova en la Giacomo era un muchacho de 19 años cuando se enamora
primera voz de la faunidad. Ya nadie habla por el fauno: a par- de quien le fue presentado como un castrato.8 Desde el primer
tir de Casanova el fauno habla por sí mismo, declara su propio momento Giacomo estuvo convencido de que el tal Bellino
evangelio, en el que la felicidad terrenal es el valor supremo y era, en realidad, una joven. “En esa actitud –dice– no me resistí
el placer sensual el instrumento adecuado para alcanzarlo. en absoluto a los deseos que me inspiraba.”
No hay que olvidarlo: más que los hechos de su vida, es la Por más esfuerzos que hace no consigue que Bellino le de-
escritura lo que hace de Casanova la segunda y decisiva en- muestre que no es mujer, de la única manera concluyente, o
carnación del mito de la faunidad en la Edad Moderna. Sin la sea, mostrándole su sexo. Giacomo se tortura: “No podía dejar
explosión –en su vejez– de la escritura, Casanova, como tantos de mirar a este ser al que mi naturaleza viciosa me forzaba a
aventureros y seductores, habría sido olvidado. Don Juan fue el amar, y a creer del sexo del que yo tenía necesidad que fuera”.
producto de las políticas de represión sexual de la Iglesia. Fue, Bellino se sigue negando al esclarecimiento. No quiere ex-
originalmente, escrito por otros, por el poder. Por el contrario, ponerse a las consecuencias que tendría la revisión. Piensa que
Casanova se escribe, se inventa a sí mismo, es el producto de aunque Giacomo comprobara que es hombre, lo querría coger
su íntima compulsión de revisar su vida, para presentarla como igual puesto que está enamorado. Y él no está dispuesto a con-
sentir.
Finalmente, amagando utilizar la fuerza, Giacomo consi-
7. Wilt Chamberlain –basquetbolista con 71 récords de la NBA– declara en
su autobiografía (1991) haber tenido en su vida sexo con unas 20.000 mujeres. El gue ver el sexo de Bellino: efectivamente, es masculino. Queda
gran Simenon, autor de cuatrocientas novelas, entrevistado en 1977 por Fellini,
aseguró haber tenido sexo en su vida con unas 10.000 mujeres. Se comprende la
diferencia: el estado físico de Simenon no podría compararse con el de Chamber- 8. Es la denominación que se usa para referirse al cantante sometido de niño a
lain. una castración para conservar su voz aguda.
70 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 71

confundido: “A pesar de que lo que vi debió dejar todo claro,


sentía que no era así. ¿Qué más quería? Pensaba y pensaba y Veo algo increíble. Una chica encantadora por todos los conceptos, y
que con ese adminículo extraordinario me parecía aún más interesante,
no llegaba a concebir nada”. O sea: aunque comprueba que
ya que el blanco colgajo no implicaba ningún obstáculo para alcanzar
Bellino es hombre, sigue deseándolo. el receptáculo de su sexo. Le dije que había hecho bien no permitién-
Giacomo entonces decide no creerle a sus ojos y le insiste a dome tocarla, porque de hacerlo me hubiera hundido en la embria-
Bellino, ahora con que le permita tocar su sexo, para convencer- guez, y me hubiera convertido en lo que no soy, a menos que ella me
se deinitivamente. Le asegura que comprobando que es hom- hubiera calmado inmediatamente esclareciéndome.
bre lo dejará en paz, ya que no siente gusto por la abominación.
Bellino entonces le responde: “No curarás, porque estás En la historia de Bellino, Casanova crea un espacio narrati-
enamorado de mí sea yo hombre o mujer”. Y con ese mí de- vo, lleno de suspenso psicológico, desde el cual puede enunciar
rrumba cualquier dogmática en torno a la identidad sexual. su concepción del deseo, del desear a alguien. Cuanto más se
Se desea independientemente del sexo que resulte ser el del analiza esta historia más claro está, más allá de la intensidad
amado/a. Dice Bellino: “¿Cómo con un espíritu tan esclare- del relato, que lo que subyace a la escritura de Casanova es la
cido puede usted imaginar que encontrando que soy hombre voluntad de pedagogía libertina.
me dejaría de amar? ¿Por ser hombre desaparecerían mis en- ¿Qué dice Casanova respecto del deseo? Que es indepen-
cantos? Al contrario, aumentarían, y el fuego de su pasión re- diente del género, de la identidad sexual. Que va dirigido a un
curriría a lo que fuera para calmarse. Se persuadiría usted de sujeto, independientemente de que –caso extremo, y de ahí su
poder metamorfosearme en mujer, o, imaginando usted poder utilidad pedagógica– no sepamos si el sujeto en cuestión es
convertirse en mujer, querría que yo lo trate como a tal”. hombre o mujer. Para decirlo en términos positivos: lo que
Giacomo responde entonces, de repente, quitándole im- Casanova airma es que, en última instancia, el deseo es el de-
portancia al hecho de que, eventualmente, lo amara como seo del andrógino. Ni más ni menos. Modernidad absoluta de
hombre: “Si lo que dices sucediera, aun así hay menos mal en la comprensión del deseo en Casanova, que hunde sus raíces
que suceda un extravío de esta especie, que puede no ser con- en la mitología de la antigüedad grecolatina y que solo llegará
siderado por la ilosofía más que como un juego loco y sin a su teorización plena en el marco de los movimientos de di-
consecuencia, que procediendo de manera que se vuelva in- versidad sexual hacia inales del siglo XX.
curable una enfermedad del espíritu que la razón podría hacer Lo que Casanova airma es que el deseo no tiene objeto
simplemente pasajera”. Giacomo apela, digamos, a las razones predeterminado, que el deseo es previo a la determinación
de solidaridad por encima de las razones de identidad sexual. genérica, que una vez desatado el deseo no hay más remedio
Bellino inalmente cede y le permite comprobar plenamen- que seguirlo hacia lo que el objeto revele ser. Por supuesto que
te: es mujer. Le explica por qué se disfraza y por qué se pone con semejante concepción, radical si las hay, cabe preguntarse
un pseudomiembro. Entonces se abrazan y tienen sexo. Pero... hasta qué punto Casanova vivió efectivamente de acuerdo con
Casanova pudo haberse quedado con este inal “normaliza- esa convicción y, en ese caso, en qué medida la Historia de mi
dor”, a duras penas, pero “normalizador”. Pero no: la íntima vida no da cuenta sino de algo así como la mitad de su vida
inquietud subsiste. Giacomo le pide a Bellino que vuelva a co- sexual. No faltan en el texto indicios para intentar fundar esta
locarse la prótesis. Y ahora sí remata la historia: sospecha (Casanova, 2006: 2, IV, la historia de su relación con
72 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 73

Ismail). Por supuesto que no le faltaban a Casanova razones, Luego de Stendhal, Szentkuthy es el primero en explicitar y
de toda índole, para no ir hasta el último extremo en la confe- analizar la oposición entre el paradigma amoroso y el paradig-
sión de su sexualidad. ma fáunico. Al primero lo llama “tradición del Amor-Imagen”
–y en esa tradición se inscribe a sí mismo–, al segundo lo iden-
tiica con el legado casanoviano. Oponiendo ambas sensibi-
SZENTKUTHY lidades reconoce la superioridad de la ecuación casanoviana
para la vida, el amor y las mujeres, pero coniesa que humana-
Si Casanova es Alá, sin duda que Szentkuthy9 es su Profeta. mente es incapaz de asumir esa opción. Es más, en la extensa
Así como Molière interpretó exactamente las razones del per- nota 123 se esfuerza por demostrar no solo la superioridad
sonaje de Tirso, así como Kierkegaard interpretó exactamente de Casanova –o sea, del paradigma fáunico–, intenta además
la naturaleza del Don Giovanni de Mozart, así Szentkuthy in- demostrar que un sujeto poseído por el paradigma amoroso se
terpreta la Historia de mi vida de Casanova. desliza inevitablemente hacia la patología.
A propósito de Casanova (Szentkuthy, 2002) es la viva prue- Extrapolo, a continuación, algunos de los momentos esen-
ba de lo que he venido sospechando desde hace tiempo: que ciales de la lectura que hace Szentkuthy de las Memorias de
cuando se quiere un conocimiento verdaderamente objetivo Casanova:
no hay que ir a los que hacen una profesión de su supuesta
objetividad sino a los que se consumen en el aceite hirvien- Para Casanova el amor no es el juego mortal de las pasiones, sino
pura “situación”, una constelación de objetos, de personas, de tiempos
do de la subjetividad más desmesurada, porque solo la pasión
determinados en la que todos los componentes tienen una importancia
cala hasta el hueso, solo de lo subjetivo podemos esperar ob- parecida [...]. La clave no es la mujer ni el enamoramiento (eso sería la
jetividad. El mismo Szentkuthy lo dice con palabras precisas: malaria) sino una escena, una constelación dramática en un ambiente
“mi destino, absolutamente narcisista, es fuente de una mayor adecuado, que brinda la oportunidad de encontrar la felicidad [...]. El
objetividad que el de cualquier persona objetiva no tan lírica amor es la lor de un tiempo y de un espacio únicos, tan solo existe
aquí, ni un milímetro más allá. Unos elementos del mundo, separados
ni tan histérica como yo”. Leyendo las 123 notas de lectura y dispersos, se juntan durante un instante, Dios sabe por qué: eso es el
de que se compone A propósito de Casanova no tardamos en amor [...]. Incluso la mujer es tan solo un elemento insigniicante en el
comprender que Szentkuthy, como todo creador, no se intere- asunto, una nimiedad, preciosa pero que carece de importancia [...]. El
sa en Casanova en abstracto, porque es interesante a secas. No, amor se relaciona siempre con algo efímero, con alguna coincidencia
fortuita y momentánea, y nunca con Dios, ni con la Mujer ni con la
Szentkuthy se involucra con Casanova porque entenderlo le
Naturaleza [...]. Es un asunto puramente laico, un problema práctico,
resulta personalmente ineludible. Personalmente, o sea: para una función, un experimento baconiano sin poses empíricas: cuestión
resolver su propia vida. de técnica, orden y cálculos [...]. Las cosas en el amor no “signiican”
nada, son inútiles o ventajosas, siempre son un instrumento para un
júbilo todavía mayor, pero no tienen ningún valor en sí, no tienen
9. Atrapado en la lengua húngara y en los dos totalitarismos del siglo XX, belleza ni sentido [...]. En Casanova no hay moral ni poesía: hay el
recién comienza a descubrirse la obra de Miklos Szentkuthy en Europa occidental punto de vista matemático de la felicidad, y una postura ascética y bru-
a partir de la década de 1980. Su obra cumbre son los nueve tomos del Breviario talmente consecuente al respecto [...]. La esencia del amor se compone
de San Orfeo, publicados entre 1939 y 1993, obra de erudición delirante sobre el
de dos partes: una es el instinto vegetativo, la otra la curiosidad explo-
Renacimiento y la Contrarreforma, mezcla de relexión e imaginación, de la cual A
radora de las variantes del carácter femenino, la curiosidad de saber
propósito de Casanova es el primer tomo.
74 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 75

qué tipo de persona se oculta detrás de un nuevo rostro femenino [...]. mujeres, de espacios naturales idóneos y de salud rebosante”.
Para los hombres como Don Juan incluso la milésima mujer sigue ¡Aleluya!
teniendo el sabor del “primer amor de verdad”. Siempre encuentran
algo, algún rasgo o detalle, que los enloquece [...]. Para Casanova cada
Last but not least: Szentkuthy, que no deja dobladillo sin es-
mujer es perfecta y lo representa todo, la diferencia solamente consis- culcar, realiza un aporte acerca de un tema del que ya tomé
te en el orden de los atributos y en su tratamiento polifónico [...]. La nota en relación con el gineceo griego y con la interpretación
mujer ideal para él no es la ramera ni la señorita de pura cepa, catego- de Don Juan que hace Lacan siguiendo a Kierkegaard: la fau-
rías inútiles, sino que pertenece a una tercera categoría que no es ni
nidad como producto del imaginario femenino. Dice Szen-
física ni anímica sino algo bien diferente: la mujer que sabe ejecutar lo
que está escrito en la partitura. No se trata de jugueteos ni de meta- tkuthy que Casanova, a quien en principio solo le gustan las mu-
física sino de música [...]. Pocas mujeres son capaces de aceptar que jeres, se interesa intensamente por un joven conde español “be-
cuando alguien las ama e idolatra como ellas siempre han soñado, ese llo como un dios del amor, rebosante de espíritu y de gracia”;
alguien, por su naturaleza, amará a otras muchas mujeres más, puesto y comenta: “Casanova no tiene nada que ver con la virilidad en
que haber nacido para el amor y ser genial en ello implica invariable-
mente el donjuanismo [...]. Es uno de los milagros más incomprensi-
un sentido biológico, social o práctico: él es un complemento
bles de toda la obra de Casanova: las mujeres mortalmente enamoradas abstracto de la mujer, un pensamiento, un siglo, un gran libro,
de él le permiten que colme también a otras, solo se sienten totalmente todo, menos masculinidad”.
satisfechas si Casanova satisface también a su hermana menor, a tres Más allá de la prosa abigarrada y barroca, plena de certezas
de sus parientas y a cuatro de sus amigas [...]. Casanova es inteligente,
deslumbrantes que explotan como fuegos de artiicio en mil
sabe que en el amor no existe ningún misterio, ni religioso, ni racio-
nalista; sabe que el hecho del amor es el hecho menos problemático y direcciones, retengo del texto de Szentkuthy la interpretación
el más sencillo posible del universo. Todos los enamorados son capa- que hace de Historia de mi vida en tanto perfecta expresión
ces de constatar esto después del primer beso; solo los eunucos siguen de una sensibilidad (la fáunica, en nuestros términos) que solo
haciendo sonar sus problemas existenciales, como hacen los mendigos puede ser comprendida esencialmente en su oposición respec-
con las falsas monedas de sus limosneras [...]. Hay algo de inocencia
entrañable en el hecho de que la gente se oponga a reconocer que el
to de la sensibilidad del Amor-Imagen (en sus términos).
amor es simplemente esto y nada más: un instinto ciego y una ávida Así, como en Szentkuthy, es que preiero un texto de tipo
curiosidad por los retratos humanos; casi todo el mundo considera que relexivo: exponiendo la subjetividad del que relexiona para
esto sería muy poco, que sería puro cinismo, que sería obra del diablo. mostrar cómo su pensamiento busca, cómo va venciendo re-
sistencias y encontrando su meta. Un texto que muestre las
En el límite de su conlictiva empatía con Casanova, Szen- huellas del trabajo que lo produce, como Kierkegaard lo hizo
tkuthy apela a un nosotros, con el que en principio se reiere en su texto sobre Don Giovanni. No se trata de un texto con-
a él mismo y Casanova, pero mucho más sutilmente –y casi cluido, cerrado, inlexible sino de un texto poroso, dubitativo,
programáticamente, casi a nivel de maniiesto– a nosotros, los inconcluso.
faunos. “Nosotros –dice– no queremos libros, ni dioses, nunca Prepotencia del texto asertivo y cerrado. La fuerza de la ley.
hemos tenido emociones metafísicas, nos son indiferentes el Impide el pensamiento del lector, que no encuentra isuras y
futuro y el pasado de la humanidad, el arte y la verdad nos tie- solo puede someterse. Desde siempre le respondí a los textos
ne sin cuidado; lo único que siempre nos excita y nos seguirá cerrados con desconianza, rechazo y náusea. Y no alcanza para
excitando hasta la tumba es la ebriedad apropiada de las situa- diluir el efecto negativo de este tipo de trabajos con la inclu-
ciones plenas de felicidad: una armonía onírica compuesta de sión de declaraciones de humildad o de buena voluntad. Ni
76 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 77

tampoco se trata de un problema retórico o de estilo. Es nece- Mozart es el referente común e ineludible para que Kier-
sario pensar y escribir de otra manera. Como Szentkuthy, que kegaard y Szentkuthy se reieran a la genialidad sensual de las
deja que el texto se inunde con su subjetividad, es decir, con su dos encarnaciones modernas del paradigma fáunico: Don Juan
Deseo, con lo que más íntimamente lo motiva o lo angustia. y Casanova.
El texto de Kierkegaard tiene exactamente las mismas dos Tengo que dejar claro aquí que, para mí, el asunto de la
virtudes epistemológicas que le encontré al de Szentkuthy, a presunta colaboración no es trivial sino cuestión de lógica
saber: a) la radical subjetividad como camino para la objeti- poética, de la vieja y querida lógica poética. Que la cuarta i-
vidad (el mismo Kierkegaard ya señala esta paradoja), y b) el gura del paradigma fáunico (Casanova) colaborara en (naciera
texto no como discurso cerrado sino como demostración del de, como veremos) la apoteosis de la tercera (Don Giovanni)
pensamiento en obra. Recurre a sus impresiones más íntimas es una cuestión de lógica poética. Es decir, se trata de algo
cuando le toca deinir la música de Mozart y escribe como que sería razonable que sucediera pero que solo sucede en la
si tuviera delante un interlocutor al que tiene que convencer medida en que la lógica poética se lo propone. A tal punto
adelantándose a sus objeciones. esta conjunción estelar Casanova/Mozart parece el producto
de un propósito que, si se aprecia el mapa de circunstancias que
la rodean, aunque no existieran pruebas que pudieran ser ca-
APÉNDICE. CASANOVA Y MOZART liicadas de irrefutables, uno podría airmar sin temor a equi-
vocarse que la colaboración existió efectivamente, y de qué
La presunta colaboración de Casanova en el libreto de Don índole fue.
Giovanni, y la extensión de esa presunta colaboración, es tema de Habría que subrayar que solo desde la cuestión de la re-
intercambio y polémica entre amateurs, diletantes y académicos lación entre iguras sucesivas del paradigma fáunico el tema
desde hace casi un siglo, por lo menos desde 1913, cuando fue- de la relación Casanova/Mozart deja de ser un divertimento
ron descubiertos, entre los papeles de Casanova, dos borradores para ratones de biblioteca y se torna auténticamente signii-
alternativos para un pasaje de Don Giovanni (Weidinger, 2006). cativo.
Como ya dije, la Historia de mi vida hasta el año 1797 en realidad
se detenía deinitivamente en el año 1774, de manera que no Las evidencias
contamos con la palabra de Casanova sobre el asunto.
Mucho antes de que estallara la polémica, ya en 1939, Szen- Si se observa el tejido de evidencias circunstanciales que
tkuthy –que no necesitaba exhumaciones de fuentes para com- rodea a la presunta colaboración de Casanova con Mozart, se
prender los encuentros que suceden en el plano superior, el del llega a la conclusión de que lo raro no es que se haya dado, sino
espíritu– había señalado una y otra vez la “comunidad espiri- que no sucediera. Enumeremos esas circunstancias:
tual” de Casanova y Mozart en tanto encarnaciones perfectas
del espíritu del rococó.10
belleza de los cuerpos desnudos, en el arte oriental y especialmente en los temas
galantes y amorosos. Es un arte básicamente mundano, sin inluencias religiosas,
10. El rococó se deine a partir del gusto por los colores luminosos, suaves y que trata temas de la vida diaria y de las relaciones humanas. Es un estilo que
claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, en la mitología, en la busca relejar lo que es agradable, reinado, exótico y sensual.
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1. Casanova y Lorenzo da Ponte eran compatriotas (Da sa fuera con él durante tanto tiempo– “diosa coqueta
Ponte no había nacido en Venecia, como Casanova, –según sus palabras– que no ama y favorece sino a los
pero sí dentro de la República Veneciana). Ambos eran jóvenes”, y ha jugado todas sus cartas a su otra pasión:
ex seminaristas, aventureros y libertinos (tanto en el la escritura. Publica opúsculos polémicos, misceláneas,
sentido ilosóico como en el sentido vulgar de la pala- traducciones, estudios históricos, matemáticos, mien-
bra). Desde por lo menos diez años antes del episodio tras prepara su voluminosa primera y única novela, Ico-
que nos interesa eran amigos que no dudaban en ayu- sameron, y, luego de haberla relatado a viva voz ininitas
darse, ya fuera con dinero o con un consejo cuando las veces, su Historia de mi fuga de la Cárcel de Venecia, lla-
circunstancias lo demandaban. Da Ponte –veinticuatro mada de los Plomos.
años menor– admiraba en Casanova la habilidad para 5. Cualquier excusa debe de resultarle buena a Casanova
vivir en y del mundo de los aristócratas, así como su para salir por un tiempo del aislamiento de Dux. Antes
fama de seductor. del 25 de octubre –aunque posiblemente ya en sep-
2. Casanova y Mozart se conocieron seguramente en tiembre– Casanova llega a Praga; es probable que para
Viena en 1784-1785, donde frecuentaban a los mismos discutir términos con el que será el editor de su nove-
miembros (Da Ponte incluido) y los mismos ambientes la. Debe de haberse tardado pocas horas en visitar a su
(el café Taroni o Café de los Italianos, en primer tér- amigo Da Ponte.
mino) de la comunidad italiana de Viena. En todo caso, 6. Lorenzo tiene un problema: ocho días antes del estre-
Mozart –especialmente después de Las bodas de Fígaro– no, justo cuando deben comenzar los ensayos con los
no podía ser sino un favorito de quien, como Casano- cantantes, recibe una carta de Salieri –para quien escri-
va, amara la ópera. “Alguien que no se haya dado cuenta be simultáneamente otra ópera, Assur, que debe estar
de que la mitad de los pensamientos de Casanova giran pronta para las bodas del príncipe Francisco–. Este le
alrededor de la ópera, no lo conoce”, dice Szentkuthy. exige que retorne de inmediato a Viena, por orden del
3. Octubre de 1787: Mozart y Da Ponte están en Praga mismísimo emperador José. Don Giovanni ya está total-
preparando Don Giovanni, viven en apartamentos mente escrita, impresa y aprobada por la censura, pero
enfrentados, calle por medio, y desde un balcón al otro siempre hay retoques de último momento. Da Ponte dice
se gritan las ocurrencias y las objeciones, verdaderamen- en sus memorias: “Nos quedaban ocho días para dirigir a
te como dos genios de opereta. El estreno de Don Gio- los actores que debían representarlo, pero antes de poder
vanni estaba previsto para el 29 de octubre. comenzar, me vi obligado a regresar a Viena” (Da Ponte,
4. Por ese entonces, Casanova, sesentón, se aburre 2006). Curiosamente no dice quién lo reemplazó para
haciendo de bibliotecario en el castillo del Conde de realizar las correcciones propias del ensayo en el libreto.11
Waldheim. Está “retirado”, como dice en La noche de
Varennes de Scola –que lo toma más o menos a la misma 11. Curiosamente o no tanto. Las Memorias de Da Ponte fueron publicadas
edad– para frenar a una entusiasta que quería acceder al entre 1823 y 1827, casualmente en forma simultánea a la publicación de las Memo-
mismo privilegio que habían tenido tantas. Ya no espe- rias de Casanova en alemán y luego en francés. En 1830, habiendo leído las Memo-
rias, Da Ponte agrega a su texto unos párrafos en los que se dedica a criticar a su
ra nada tampoco de la diosa Fortuna –que tan genero- coterráneo y amigo. Dice que sus memorias están muy bien escritas, pero que no
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¿Qué hace Da Ponte ante la inminencia de su partida de Casanova (unas diez mil páginas) se encontraron dos hojas que
Praga? No parece difícil adivinarlo: le pide a su amigo Casano- contenían los borradores de versiones alternativas para el sex-
va, violinista y dramaturgo desde joven, experto literato y gran teto del segundo acto de Don Giovanni (aunque ninguna de las
amador, y que, como dije, ya está en Praga, que lo reemplace dos es la que en deinitiva adoptó Mozart).
en los ensayos ocupándose de esos insigniicantes menesteres,
últimos retoques, seguro de que aceptará y que le divertirá ha- La colaboración
cerlo, dado el tema de la obra.
¿Qué responde Casanova? No parece difícil adivinarlo: ¿ol- La colaboración, pues, parece indudable. Lo que no parece
vidar aunque sea por un rato su disfraz de bibliotecario, mos- posible es saber si algún verso de Casanova sobrevivió en la
trar sus talentos literarios rodeado de bellas actrices como an- versión inal. Es un tema que aún hoy está sujeto a la investi-
taño, trabajando en una ópera para cuyo tema –Don Juan– él gación. Tampoco parece posible saber si lo más intenso de la
sería el libretista idóneo? ¡Por supuesto, querido Lorenzo! colaboración se dio antes (en los ensayos) o después de la pre-
Exit Da Ponte, enter Casanova. mière (era una práctica común que luego de esta los cantantes
Ahora bien, existe una sola fuente que da cuenta de este pidieran pequeñas modiicaciones).
interinato y de ella informa Rives Childs en su Casanova, una Lo que resulta claro es que si algo quedó de Casanova en la
biografía. Se trata del libro Rococo-bilder (que se podría tra- obra tiene un carácter insigniicante, porque si hubiera tenido
ducir como Imágenes del rococó) de Alfred Meissner (1871), una colaboración relevante (en realidad esto es imposible dado
publicado ochenta y cuatro años después de los hechos. El el grado de desarrollo en el que se encontraba el texto al lle-
autor se basa en recuerdos anotados por su abuelo, el pro- gar Casanova a Praga), necesitado como estaba de reavivar sus
fesor universitario August Meissner (1753-1807), que en lo olvidados prestigios, no hubiera dejado de vanagloriarse de su
sustancial airman que Casanova trabajó con Mozart al partir logro –aunque más no fuera en su correspondencia privada–
Da Ponte, y que los tres acudieron a una cena en Villa Ber- después del éxito clamoroso de la pieza en Praga, cosa que no
tramka, residencia de la familia Dussek, amigos del profesor hizo en absoluto.
Meissner, quien también estuvo presente, donde Casanova Da Ponte, en sus Memorias, que publicó más de treinta años
relató (por enésima vez) el episodio de la fuga de la Cárcel de después de los hechos, en ningún momento se reiere, como
los Plomos. dije, a la colaboración de Casanova en el libreto de Don Gio-
Aunque no conozco quien la objete, supongamos que, por vanni. Según él, la única ayuda con que contó para el libreto de
las razones que se quiera, la fuente pudiera dar lugar a dudas.12 esta ópera fue la de Dante Alighieri (!).
Concurre a reforzar su testimonio la única prueba documental Más allá de especulaciones puntuales, creo que no es in-
disponible: como dije, entre los manuscritos inéditos que dejó teresante preguntarse qué detalle pudo haber quedado como
consecuencia de la colaboración de Casanova en el texto de
son coniables en cuanto a su veracidad. Véase la Parte Quinta, 1819-1830. ¿Teme Don Giovanni. Philippe Sollers airma que Casanova inspiró
quizá que se llegue a saber hasta dónde ha llegado la colaboración de Casanova en el aria del catálogo, equivocándose por no leer a los expertos,
el libreto de Don Giovanni? a Macchia por ejemplo. Szentkuthy, por pura intuición –con-
12. De hecho, el relato contiene errores en las fechas y rezuma imaginación
literaria. genial, admitámoslo–, se pronuncia por el aria del amo y el
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criado, también de Leporello. Aunque más no sea por razo- Un instante mágico
nes de tiempo –ya estaban a punto de estrenar– es claro que
solo pudo haber quedado muy poco de la presunta colabora- ¿En qué queda entonces todo esto? En nada. En la curiosi-
ción, quizá nada. Por lo demás, está claro que la sensibilidad dad del breve encuentro de iguras (tres, incluyendo al polizón
de Casanova en el fondo es incompatible con lo que Mozart Da Ponte) destinadas a una vertiginosa posteridad, encuentro
y Da Ponte habían trabajado: lo que el empresario Guarda- en realidad fugaz e irrelevante, polvo en el viento con el que
soni había pedido era una nueva versión del Don Juan tra- no es posible hacer nada realmente interesante (como lo de-
dicional, el predador, con la esperanza de cosechar el mismo muestra el Casanova de Jean-Didier Vincent, que se esfuerza
éxito que siempre acompañaba al personaje. No había margen por recrear ese momento). Nada, excepto inscribir el momen-
para la índole de cambios –sutilezas de seductor– que Casano- to –como espléndidamente signiicativo– en la historia del pa-
va hubiera podido sugerir. Por lo demás, el par de petardistas radigma fáunico.
consecuentes que eran Mozart y Da Ponte –Casanova, por el Helos ahí, sentados en torno a una mesa, quizá la noche de
contrario, era monarquista–, ya había encontrado la manera de la hipotética cena en Villa Bertramka. Giacomo, sesentón, en-
hacer de su fauno furioso (que arremetía contra todo lo que se carnación envejecida del espíritu sensual y volátil de la Europa
opusiera a sus deseos y caprichos, a caballo entre la carcajada barroca, marcado por el destino para devenir, con el paso de la
y el pathos, impenitente hasta el inal y aún más allá) un ver- posteridad, símbolo de la felicidad sexual; Amadeus, treinta y
dadero subversivo: como vimos, su manera era la fascinación algo, encarnación del parteaguas en que la perfección barroca
musical. Casanova debe haber comprendido de entrada que se ve transformada por la potencia romántica, marcado por el
nada tenía en realidad para aportar, ya que aquello acerca de lo destino para morir joven y para convertirse en el epítome de
que él sabía –la seducción– era algo que a aquel famoso Don la genialidad musical; Lorenzo, casi de cuarenta, mediando a
Juan le interesaba muy poco. los otros en edad, marcado por el destino para el privilegio de
Michel Tournier (2002) sugiere que la célebre expresión la longevidad (sobrevivirá cincuenta años a aquel presunto en-
“odor di femina” es de origen casanoviano. Por cierto que po- cuentro) y para que su nombre se alimente por los siglos de los
dría serlo. Es más, debería serlo. Porque aunque la expresión siglos de la gloria de Mozart. ¡Qué momento! Absurdo y fugaz.
como tal no igura en la Historia de mi vida ni en ningún es- Excepto para la historia del paradigma fáunico, porque están
crito de Casanova, de más está decir que el apetito sensual de frente a frente el soporte material de la que sería la segunda
nuestro fauno da sobradas pruebas de deleitarse en los olores encarnación moderna de la faunidad (Casanova, se entiende) y
femeninos. “Siempre encontré que las que amaba olían bien, aquel (Mozart, se entiende) que llevaría a la perfección a Don
cuanto más fuerte era su transpiración más suave me parecía”, Juan, primera encarnación moderna de la faunidad. Toman-
dice, galante pero sin pelos en la lengua, ya en el prefacio. No do café o un licorcito. ¿Se reconocerían sub specie aeternitatis?
es difícil imaginar que durante un ensayo, transportado por la ¿Intuirían mutuamente su potencia transhistórica? Casanova,
música, por la situación, por las jóvenes cantantes, Casanova ¿vería en ese muchacho feúcho al único capaz de expresar, con
haya tenido esa ocurrencia, tampoco es difícil imaginar que su música, la esencia de la genialidad sensual (como dirá Kier-
Amadeus la haya recogido, encantado. kegaard)? Mozart, ¿vería en ese veterano coqueto aún, gran-
dote, un tanto amargado, a aquel en quien encarnará la utopía
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de la felicidad sensual (al decir de Szentkuthy)? Comparten para la impresión un primer intento autobiográico, Historia
(otra vez Szentkuthy) una de las características deinitorias del de mi fuga de la Cárcel de Venecia, llamada de los Plomos. Pero
espíritu barroco: el don de la improvisación. ¿Lo notarían, lo además Casanova dispone de un gran número de cuadernos
disfrutarían mutuamente luego de un rato de cambiar ideas? (él los llama sus “capitulares”), en los que desde muy joven
Conscientes del carácter de conjunción estelar de aquel mo- ha ido anotando, sin duda que sucintamente, los hechos de
mento, ¿vislumbrarían aunque solo fuera confusamente, como su vida: viajes, amistades, enemistades, conquistas femeninas,
en el absurdo de un sueño, que más de doscientos años des- comilonas memorables, dineros habidos y dineros perdidos,
pués habría quienes –como yo– se esforzarían por imaginar el etcétera.13 En el capítulo 5 del volumen 11 de Historia, las au-
contenido de sus pláticas, las palabras que dijeron y las que no toridades, en Barcelona, revisan el equipaje de Casanova: “Abrí
dijeron, movidos por la alegría del alcohol o por el deseo de mis maletas y el hombre quedó asombrado al ver que hasta
mostrarse talentosos, por la decepción, el cansancio, la envidia, dos tercios estaban llenas de cuadernos”. Conmueve el detalle
la ironía, la vanidad o por lo que fuera? anotado al pasar. Imposible no imaginar a Casanova recorrien-
do los caminos de Europa, de Madrid a Moscú y de Londres
La otra pregunta a Nápoles al azar de su Fortuna o de sus caprichos, o de su
deseo, cargando con aquellas maletas repletas de cuadernos de
Hagámonos la pregunta contraria, es decir, no qué le dejó apuntes, cuidándolos y protegiéndolos en cualquier circuns-
a Don Giovanni la fugaz colaboración de Casanova, sino qué le tancia, sin saber para qué en deinitiva algún día iban a servirle:
dejó a Casanova el hecho de haber participado de los últimos para salvarse de la verdadera muerte, del olvido.
días del ensayo de la ópera y, sobre todo, presenciar el formi- ¿Qué falta para que Giacomo decida escribir su descarada-
dable éxito que tuvo en el estreno de Praga. mente auténtica Historia de mi vida? Muy poco. La publicación,
Imaginemos a Casanova en la penumbra de su palco ob- en 1789, un año y medio después del estreno de Don Giovanni,
servando la première, la reacción (embelesos, risas, abucheos, de la segunda parte de las Confesiones de Rousseau, tan exitosa
aprobaciones, susto, ovación interminable) de los praguenses. como la primera, debe de haber sido el puntillazo inal, si te-
¿Qué pensaría? Aparte de fascinarse él también con el chis- nemos en cuenta el desprecio que sentía por Rousseau y muy
porroteo erótico inigualable del espectáculo, debe de haberle especialmente por este libro –desprecio que alorará en el pró-
impresionado que se pudiera tener tanto éxito contando la his- logo de Historia de mi fuga, en el prólogo de Historia de mi vida
toria de un mujeriego empedernido, como él mismo lo fuera,
aunque mucho más tosco que él. Casanova, que por entonces
13. Una de las acepciones antiguas de la palabra francesa capitulaire es la de
estaba haciendo el máximo esfuerzo para dar vuelo a su carrera “libro que llevaban los cobradores de impuestos”. Se comprende que Casano-
literaria, debe haber calculado la fama y la fortuna que le po- va pudiera consignar en todo momento, en Historia, de cuánto dinero disponía.
dría traer un proyecto similar... pero mejor, más auténticamen- Son numerosas las referencias que hace en Historia a la práctica de anotar en sus
capitulares los sucesos que vive. Ninguno de esos cuadernos sobrevivió. Segura-
te representativo de lo que es el verdadero amor a las mujeres. mente –práctica usual entre los memorialistas–, a medida que iba redactando sus
Es decir: la historia de su propia vida. recuerdos iba destruyendo los apuntes preliminares. Está de más decir que, por
Por lo demás, convertir sus recuerdos, su vida en escritura más prodigiosa que fuera su memoria, sin esa gran masa de información, la riqueza
y precisión de su autobiografía –cuya veracidad han comprobado desde hace más
no le es una operación extraña: para esos días ya tiene pronto de medio siglo los investigadores– hubiera sido imposible.
86 / Ercole Lissardi Giacomo Casanova / 87

y un par de veces más, en las anécdotas mismas del texto de la pia Praga prepara la impresión de Historia de mi fuga, agrega
Historia de mi vida. El lado más o menos malicioso y santurrón, un prólogo en el que, después de despacharse a placer contra
el lado del pecado y la confesión de Rousseau lo irritaba, al Rousseau, anuncia a sus lectores que la narración del libro que
punto que –y esto está conceptualizado en el prólogo– uno van a leer se continuará con la de todo lo que le sucedió en
de los motores secretos y más poderosos de la Historia de mi décadas de viajes por Europa. La escritura de la Historia de mi
vida es mostrar cómo se puede dar cuenta con honestidad de vida comienza, inalmente, en 1789.
la propia vida. Así, pues, la colaboración de Casanova en Don Giovanni no
Creo que con esto está completo el cuadro, la estructura es simplemente un momento epifánico en el que la primera
motivacional (siempre al escribir se trata de un complejo en- encarnación del paradigma fáunico en la Modernidad se en-
tramado de razones) que lanza a Casanova a encarar la historia cuentra con la segunda. Es mucho más. Es la condición misma
verídica de su propia vida. Es decir: de posibilidad de esa segunda encarnación, porque sin Historia
de mi vida, Casanova –pese a sus notorios méritos como perfor-
1. Ya sabe lo que es escribirse (ha escrito y publicado la mer– no hubiera sido más que un oscuro aventurero libertino,
Historia de mi fuga, según dice “para dejar de contarla en apenas recordado por los especialistas en anécdotas galantes
voz alta”). del Antiguo Régimen.
2. Dispone de innumerables cuadernos de apuntes en los
que ha consignado todo tipo de datos autobiográicos a
lo largo de su vida; dispone, además –según el testimo-
nio del poeta Arthur Symons (1894), que fue uno de los
primeros en revisar los papeles de Casanova que que-
daron en el Castillo de Dux–, de una gran parte de la
correspondencia que recibió a lo largo de más de treinta
años (“había unos cuantos grandes atados de cartas diri-
gidas a él por más de treinta años”, dice).
3. Desde que leyó las Confesiones de Rousseau lo tienen
irritado la santurronería con que el ilósofo francés
habló de sí y el aplauso que obtuvo haciéndolo.
4. Y además, inalmente, asistiendo al estreno de Don Gio-
vanni calcula el éxito loco que puede obtener contando
su vida de amador empedernido.

Todos esos elementos, funcionando como estructura mo-


tivacional, eran necesarios para que el proyecto surgiera cla-
ramente en su conciencia. En diciembre de 1787, un par de
meses después del estreno de Don Giovanni, cuando en la pro-
5

El cuerpo pornográico

El cuerpo pornográico es la quinta igura del paradigma


fáunico, con ella el círculo se cierra y regresamos a la disemi-
nación originaria: como la cotidianidad de los griegos, la nues-
tra está saturada de imágenes que nos invitan a ceder al deseo
de concupiscencia en todas sus formas, incluidas la pública y
la orgiástica.
La pornografía es un tipo de discurso cuyo único objetivo
consiste en la representación del acto sexual humano. No le
interesa ningún otro aspecto de la experiencia humana, por
más vinculado que esté a la peripecia sexual: no le interesa la
calidad ni la intensidad del deseo, ni las peculiaridades psico-
lógicas, ni el contexto social y tampoco la lectura política o
metafísica que pueda hacerse de la relación. Solo le interesa la
exhibición, tan detallada como sea técnicamente posible, de la
cópula humana.
El cuerpo pornográico es el cuerpo humano tal y como nos
lleva a representárnoslo la sobreabundancia de representacio-
nes pornográicas.
El constructo cultural al que llamamos cuerpo pornográico
funciona, en principio, tal como las anteriores iguras del pa-
90 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 91

radigma fáunico (el sátiro, Satanás, Don Juan, Casanova) esti- axiomas sobre los que se fundamentan la religión y el Estado,
mulando en nosotros el deseo de concupiscencia, invitándonos su función primordial. Aparecen entonces los listados –o índi-
a la voluptuosidad. ces– de libros prohibidos.
En tanto representación –y en términos culturales no se
trata sino de representaciones–, el cuerpo humano es siem- Cada una de las iguras del paradigma fáunico habló para su
pre una construcción cultural. Cada ámbito de la experiencia época y fue eicaz estimulando el deseo indiscriminado de con-
humana genera su propia representación del cuerpo. La me- cupiscencia en su tiempo y en la civilización que la produjo.
dicina, el deporte, la moda, el trabajo, el rock, la guerra, etc., El cuerpo pornográico es la igura del paradigma fáunico que
cada uno genera su propia representación del cuerpo humano. corresponde, parafraseando a Fernand Braudel, a la civilización
La pornografía también lo hace. El cuerpo pornográico es el capitalista (Braudel, 1987).
cuerpo tal y como nos lo representamos mentalmente como La actitud del capitalismo hacia la pornografía ha sido dual:
consecuencia de la sobreabundancia de representaciones por- represión –codo con codo con la Iglesia– en la etapa del capi-
nográicas. Tal y como existe, en particular, en la mente del talismo de producción y liberalización en el período del ca-
consumidor de pornografía. Es un cuerpo sin atributos par- pitalismo de consumo. Para el capitalismo, a la larga, nada es
ticulares, abstracto, que se limita a recordarnos aspectos de la sagrado, todo bien es potencialmente objeto de la industria y
cópula humana. En lo que sigue intentaremos demostrar cómo de la plusvalía. Así como levantó implacablemente todos los
la cultura occidental elaboró progresivamente este constructo. obstáculos que le impidieran desarrollarse en tanto sistema de
El discurso pornográico, como es natural, ha existido siem- producción, llegado el momento levantó los obstáculos que
pre. En el estado actual de las investigaciones en torno a la his- impedían que la pornografía se desarrollara como industria,
toria de la pornografía no es posible determinar el momento para llegar a ser una de las industrias con mayor rentabilidad
preciso en que se puede hablar de sobreabundancia de represen- en el mundo.
taciones pornográicas, umbral a partir del cual consideramos que ¿En qué momento del desarrollo del capitalismo y de la pro-
existe el cuerpo pornográico en la cultura de Occidente. ducción de pornografía, la densidad de producción y consumo
Nos interesaremos en la pornografía a partir de los comien- resultó suiciente como para que se generara el constructo
zos de la Edad Moderna porque es entonces cuando, con la mental del cuerpo pornográico, el mismo que a su vez impul-
invención de la imprenta y el perfeccionamiento del grabado só con su inluencia nuevos niveles de desarrollo de la produc-
en madera, el discurso pornográico comienza a adquirir ma- ción de pornografía? Las investigaciones sobre la pornografía
yor difusión y mayor visibilidad. Se puede decir que antes de la no se encuentran en estado de responder a esta pregunta: de
imprenta la pornografía era un asunto privado y que con la imprenta hecho, a pesar de las valiosas investigaciones recientes (Hunt,
se convierte en un asunto público. 1993) no existe aún un esquema conceptual que permita com-
Consecuencia directa de la difusión de la imprenta es no la prender claramente su evolución.
invención de la censura –porque la censura siempre existió– Proponemos a continuación cuatro etapas sucesivas en el
pero sí la sistematización de la censura como función básica desarrollo y la expansión de la producción pornográica en
de la Iglesia y del Estado. Y la censura consideró que impedir Occidente:
la divulgación de lo obsceno era, junto con la defensa de los
92 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 93

· La era de la pornografía política. moderna, una pornografía aún privada, para consumidores de

· La era de la pornografía artesanal (o protoindustrial). muy elevado poder adquisitivo: los nobles, los aristócratas y

· La era de la pornografía industrial. los príncipes de la Iglesia.

· La era de la pornografía universal. Aretino

Pietro Aretino, que vivió en la primera mitad del siglo XVI,


LA ERA DE LA PORNOGRAFÍA POLÍTICA una de las iguras mayores de la literatura italiana, genio de la
sátira en la gran tradición latina (se lo llamaba “El azote de los
Orígenes de la pornografía príncipes” por la manera en que retrataba a príncipes laicos y
eclesiásticos), es generalmente señalado como el iniciador de
La pornografía es hija bastarda del Renacimiento. La difu- la literatura pornográica en la Edad Moderna.
sión en Europa, a partir del siglo XIV, de la herencia cultural Tres de sus obras justiican sobradamente esa atribución:
grecolatina –consecuencia de la caída de Constantinopla y del Los razonamientos, que es un diálogo a la manera de Luciano
lorecimiento de la escuela de traductores de Toledo– signi- de Samosata, en el que una prostituta vieja enseña a una nueva
icó, entre otras cosas, el descubrimiento de los modos y ma- los secretos del oicio (Aretino, 2000); los Sonetos lujuriosos, a
neras de la sexualidad pagana, de su culto del cuerpo y de los los que nos referiremos en detalle; y Las dudas, conjunto de
placeres, culto adornado por los prestigios del saber clásico, poemas cómico-satírico-lujuriosos (Cabrera, 1991).
de su ilosofía y de su ciencia. La pornografía nace para pro- La historia de la creación de los Sonetos lujuriosos demuestra
pagar estas concepciones como una nueva verdad revelada, o a las claras que el enfrentamiento con los poderes eclesiásticos
sea: para enfrentar las concepciones de la sexualidad impuestas está en los orígenes de la pornografía. Marcantonio Raimondi
a lo largo de un milenio por la Iglesia. Así pues, desde su mero produjo una serie de grabados basándose en las pinturas que
comienzo, la pornografía es un instrumento político. ilustraban dieciséis posiciones sexuales que Giulio Romano ha-
En su primer momento la pornografía está dirigida, funda- bía realizado comisionado por Federico II Gonzaga. La difu-
mentalmente, a las elites, a las clases cultas. Puesto que la re- sión de los grabados de Raimondi le valió ser encarcelado por
presentación de la desnudez de individuos contemporáneos estaba el Papa Clemente VII. Romano no fue encarcelado porque, a
prohibida (Elias, 1987), los artistas plásticos encontraban en la diferencia de Raimondi, sus imágenes no habían sido produci-
representación de mitos paganos, así como en la representa- das para consumo público (eran pinturas, o sea, objetos únicos,
ción de escenas bíblicas, una excusa para la representación de destinados a la elite, y no grabados, reproducibles numerosas
la desnudez y el erotismo. Un ejemplo: la historia de Susana y veces y destinados al vulgo). Enterado de la situación, Aretino,
los viejos, del Libro de Daniel, fue objeto de tratamiento por a manera de protesta, compuso un soneto para cada uno de
Tintoretto, Paolo Veronese, Lorenzo Lotto, Guercino, Sebas- los grabados de Raimondi, interpretándolos literalmente. La
tiano Ricci, Tiepolo, Van Eyk, Rubens, Ribera, Guido Reni y presión de Aretino hizo que Raimondi fuera liberado. Los gra-
Rembrandt, entre otros. En el gran arte pictórico del Renaci- bados fueron entonces publicados nuevamente, acompañados
miento se camula, pues, la primera forma de la pornografía por los sonetos de Aretino.
94 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 95

Si bien las dos ediciones de los grabados de Raimondi fue- recía de reinamientos formales. No podía ser de otra manera
ron destruidas por la Iglesia al punto de que solo sobreviven cuando el pornógrafo era un Aretino. A partir de la masiica-
hoy algunos fragmentos, los poemas de Aretino sobre las posi- ción de la pornografía en el siglo XIX –el siglo de la burgue-
ciones en el acto sexual gozaron de larga fama y gran prestigio. sía– el reinamiento desaparece. Se trata de productos para las
Eran infaltables en el rincón más discreto de la biblioteca de masas más o menos iletradas y sin formación estética.
un caballero. Desde ines del siglo XVIII circularon con ilus- Nuestra mirada de sujetos cultos rescata pues, aunque de
traciones supuestamente de Agostino Carraci que retomaban manera ambigua, la calidad de la primera pornografía. Medi-
las originales de Raimondi. da por nuestros estándares actuales, esta primera pornografía
Las palabras de Aretino en una carta dicen claramente cómo era, a menudo, una forma reinada de arte. Ejemplo perfecto
la pornografía surge como oposición a la moral del catolicismo de esa ambigüedad son los Sonetos lujuriosos musicalizados por
dominante: “Renuncio al mal juicio y al sucio hábito que le Michael Nyman (2008).
prohíbe a los ojos ver lo que más los deleita [...]. Me parece que
eso que nos ha dado la naturaleza para la preservación de la Libertinismo y pornografía
especie debiera de llevarse colgado del cuello como un collar
o en nuestras capas como una medalla, ya que esta es la fuente El libertinismo, especialmente en Francia, lleva al extremo
de la que luye la vida de la humanidad”. los postulados de la libertad de pensamiento y de naturalismo
La inquietud de Aretino por la hipocresía moral, y la ne- sexual implícitos en el espíritu del Renacimiento. Retoma y
cesidad de una visión natural de la sexualidad humana son las desarrolla la utilización de la pornografía como instrumento
mismas que unos años después expresaba en sus Ensayos el más político.
grande ilósofo del Renacimiento, Michel de Montaigne, cuan- Los historiadores de la literatura francesa coinciden en que,
do escribía: “Hemos enseñado a las damas a enrojecer con solo en Francia, la producción de pornografía comienza hacia 1655
oír nombrar aquello que en modo alguno temen hacer. No con la publicación de La escuela de las jóvenes, inmediatamente
osamos llamar a nuestros miembros por su nombre y sin em- censurada y con sus editores en prisión. En 1659 en latín y en
bargo no tememos emplearlos para toda suerte de libertinajes. 1680 en francés aparece La academia de las damas. Su autor,
Prohíbenos la ceremonia expresar con palabras las cosas lícitas cuya identidad fue ijada a ines del siglo XIX, era un abogado
y naturales, y la obedecemos; prohíbenos la razón hacer las y funcionario de la Corona, Nicolas Chorier. Esto no puede
ilícitas y malas, y nadie la obedece” (Montaigne, [1571] 1998). sorprender: en tanto enfrentado con la Iglesia, el libertinismo
Es imprescindible comprender que el naturalismo sexual de francés contaba con la protección de la monarquía. Producto
que se reclama desde su origen la pornografía implica no solo del libertinismo, la pornografía gozó en Francia, en sus co-
un choque con la moral cristiana, sino un choque con todo el mienzos, de una relativa tolerancia.
sistema político imperante: la monarquía, el absolutismo pos- Ambos libros siguen el modelo de Aretino, no solo formal-
teriormente, que reclamaban su legitimidad de la decisión di- mente –son diálogos– sino en su contenido –como en Los ra-
vina, mediada por la Santa Madre Iglesia. zonamientos, en ellos se trata de la educación de una joven por
Como dije, durante los siglos XVI a XVIII la pornografía una mujer madura, solo que aquí ya no se habla de prostitutas
iba dirigida a las clases cultas. Esta pornografía elitista no ca- sino de mujeres de la alta sociedad–. En esta etapa el único
96 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 97

vehículo de la pornografía es el libro, eso sí, siempre con ilus- Bretonne, 2003). El pornógrafo fue el título que dio al libro en
traciones (grabados): el pornógrafo desconfía del poder de la que detalló un proyecto destinado a organizar de la mejor ma-
palabra como vehículo pornográico y siente la necesidad de nera posible la prostitución en París. Pronto el término admi-
apoyarla con la elocuencia de las imágenes. tió el signiicado que hoy todos conocemos, y fue recogido por
A partir de estas publicaciones comienza en Francia un cre- los legisladores desde principios del siglo XIX para caliicar al
cimiento sostenido de la pornografía. Traducciones mediante, material obsceno pasible de persecución policial. En el diccio-
la pornografía francesa se expande por toda Europa. En Ingla- nario de Peignot de libros condenados al fuego, suprimidos o
terra, Samuel Pepys –cuyo voluminoso diario es un documen- censurados, publicado en 1806, el término aparece ya con su
to esencial para el estudio de la vida privada en la época– com- signiicado deinitivo (Peignot, 1806).
pra La academia de las damas, en rústica, ya que su intención es
quemarla una vez leída y relata cómo se masturbó leyéndola.
A mediados del siglo XVIII se produce, en Francia, una LA ERA DE LA PORNOGRAFÍA ARTESANAL (O PROTOINDUSTRIAL)
gran loración cuando la pornografía adopta el formato novela
(Don Bugre, el portero de las cartujas; El sofá; Las joyas indiscretas). La censura burguesa
La más sobresaliente contribución al género fuera de Francia
fue Fanny Hill (1749), de John Cleland, quizá la novela inglesa Para usar los términos de Hobsbawm, el siglo XIX es el
con más ediciones debido a su calidad literaria. “siglo de la burguesía”. La burguesía impone al conjunto de la
Desde mediados del siglo XVIII, la pornografía se politi- sociedad normas de moralidad mucho más rígidas que el Anti-
za radicalmente. De la crítica libertina al catolicismo, pasa a guo Régimen. Multiplicar la producción es el gran objetivo de
la crítica del modelo político que el catolicismo sostiene: la la burguesía en su primera etapa de desarrollo. La contracción
monarquía y el gobierno de los nobles. Así como mostró la al trabajo, la regulación de las costumbres y la censura se in-
hipocresía de la Iglesia, así muestra también la de los nobles. tensiican. A lo largo del siglo XIX la censura contra la porno-
Aquellos cuyas costumbres disolutas son presentadas ahora grafía se hace más y más estricta y persecutoria.
son menos los curas que los que gobiernan. Esta politización Con la Europa aristocrática y eclesiástica batiéndose en
juega un papel de importancia superlativa en la creación de la retirada, la pornografía pierde su función política al mismo
atmósfera que lleva a la Revolución Francesa (Darnton, 2008). tiempo que muestra su naturaleza puramente hedonista y su
vocación industrial. Como consecuencia de lo estricto de las
El término “pornografía” prohibiciones y de la concentración de la población en las ciu-
dades que impone el desarrollo industrial, la producción de
Tal y como lo relata Walter Kendrick en El museo secreto pornografía, por supuesto, tiende a crecer. Su magnitud como
(1995), el término “pornografía” fue inventado a mediados del negocio clandestino –aunque aún en un estadio artesanal– se
siglo XVIII para denominar los hallazgos de carácter obsceno multiplica con la aparición de la fotografía y con las rápidas
que se realizaban en las excavaciones de Herculano y Pom- mejoras técnicas que facilitan la producción y la reproducción
peya. El término no trascendió el ámbito de los especialistas de imágenes. La calidad del producto pornográico comienza
hasta que Restif de la Bretonne lo utilizó en 1769 (Restif de la a descender: el gusto de su nuevo público no es muy exigente.
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Quizá el momento más perfecto de la hipercensura bur- de la ilosofía inventada por los alemanes (Kant y Hegel), para
guesa sea lo que los historiadores han llamado la “época llevar a cabo la invención de la antinomia. La misma operación
victoriana”, o sea el período del reinado de la reina Victoria llevaba simultáneamente a cabo en Francia Victor Cousin, que
(1837-1901). La censura victoriana llega al extremo de im- fue el primero en utilizar la expresión l’art pour l’art. La inven-
poner la expurgación de todos los clásicos, y no solo de los ción de la noción de el arte por el arte tuvo la inalidad política
grecolatinos. Ya en 1807 se publica el Shakespeare para fami- de ponerle un límite a la censura.
lias, edición preparada por el doctor Thomas Bowdler quien Quedó así declarada y establecida la autonomía del arte res-
asegura desde la portadilla, que “no contiene palabras ni ex- pecto de la moral, de la religión y del mundo en general. El
presiones que no puedan ser leídas en voz alta en una reunión artista es un ser de excepción, un semidiós. Dejemos hablar a
familiar”. Pater: “Todo arte aspira constantemente a la condición de la
Esta situación extrema de obsesión censora le resultó in- música. La principal función de la crítica de arte es estimar el
aceptable a la clase culta británica, que buscó la manera de grado en que cada producto artístico se aproxima a las leyes
ponerle un límite. de la música [...]. El oicio del poeta no es el de moralista, y el
primer objetivo de la poesía es dar al lector un tipo peculiar de
Invención de la antinomia erotismo/pornografía placer”. Para Pater el artista debe vivir la vida intensamente,
persiguiendo el ideal de la belleza. El arte, decía, es “el círculo
A mediados del siglo XIX, con la sana intención de elu- mágico de la existencia”, un mundo aislado y autónomo puesto
dir aunque sea en parte el ilo del cuchillo interdictor, la casta al servicio del placer (Pater, 1873). Por su parte, Victor Cousin
intelectual –sobre todo en Francia y en Inglaterra– llevó la airmaba: “Lo que anima al artista es el sentimiento de lo be-
cuestión de la pornografía al ámbito académico, más concreta- llo, sentimiento puro y desinteresado, distinto del sentimiento
mente al de la estética, para oponerla a lo que aun tratando de moral y el religioso. El arte no habla sino de sí mismo” (Cou-
materia sexual, no sería pornografía sino arte erótico. Se inventó sin, 1854).
así la oposición arte erótico/pornografía con la intención de evi- Tom Stoppard en su pieza de teatro La invención del amor,
tar que la mente represora convirtiera toda representación de ambientada en ese Oxford, le hace decir a John Ruskin, teórico
lo sexual en pornografía censurable y perseguible legalmente. del arte y recio moralista: “No fue sino hasta la década de 1860
Esta antinomia permitió en alguna medida frenar la demencia que la degeneración moral quedó bajo la funesta protección
puritana, represiva y, sobre todo, hipócrita. de la licencia artística y se publicitó a sí misma como estética”
El proceso de creación de la antinomia implicó la divini- (Stoppard, 2000).
zación del arte, la creación de la “religión del arte”. Lo que el La antinomia oponía dos series: erotismo/arte/sugerir/subli-
arte con su varita mágica toca está liberado de toda impureza. me, por un lado, y por el otro pornografía/comercio criminal/mos-
¿Quiénes son los que pueden decidir qué ha sido tocado por la trar/grosero. Y funcionó:1 el erudito pudo inclinarse, curioso,
varita mágica del arte y qué no? Los académicos, por supues-
to. No los jueces ni los policías. Los popes de Oxford (y en
primer lugar Walter Pater, maestro directo de Oscar Wilde e 1. Funcionó de tal manera que aún hoy en día la mayoría de los críticos y
académicos, sin advertir el anacronismo, siguen utilizándola como criterio de
indirecto de Joyce, Proust y Woolf) utilizaron la estética, rama diferenciación.
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por ejemplo, sobre la peculiar sexualidad de la Grecia clásica simbolismo, en la plástica, que estuvieron presentes en Fran-
sin sentir la pesada respiración del represor sobre la nuca. Los cia, Inglaterra e Italia hacia ines del siglo XIX y principios del
artistas supieron que, estetización mediante, existía un margen XX.
de libertad para expresarse en el terreno de lo sexual-amatorio. Esta exploración juega siempre en el límite de lo permitido,
Y que el establishment académico protegería ese margen de li- tratando de empujar ese límite. El objetivo, no explicitado por
bertad. supuesto, sería que el arte disponga de las mismas libertades
Sin la conciencia cultural de esta antinomia hubiera sido que la pornografía. De Flaubert a Joyce, de Lawrence a Miller
imposible la defensa y la exoneración de obras como Las lores y Bataille, la evolución de la dimensión de lo erótico en lite-
del mal y Madame Bovary, que fueron llevadas ante los tribuna- ratura tiende hacia esa libertad absoluta (Lissardi, 2009). Los
les, acusadas de ser pornografía. Las niñas provocativas de Ca- choques con la censura, naturalmente, se hacen cada vez más
rroll o los efebos de Von Gloeden, por ejemplo, no hubieran frecuentes e intensos.
existido sin la conciencia de ese margen.2 A lo largo del “siglo de la antinomia” la producción porno-
gráica crece, pero su techo de crecimiento es necesariamente
El siglo de la antinomia bajo, dado su carácter ilegal. Un buen ejemplo de la literatura
pornográica de la época se encuentra en la revista mensual
El siglo que va desde mediados del XIX hasta mediados del londinense The Pearl. A Magazine of Facetiae and Voluptuous
XX se caracteriza entonces, en el terreno de la representación Reading [La perla. Una revista de humor y lecturas voluptuo-
de la sexualidad, por un desarrollo en paralelo de la producción sas], que publicó dieciocho números entre 1879 y 1881, antes
de pornografía –narración y fotografía–, cuyo nivel de calidad de ser clausurada por obscenidad (The Pearl, 1879-1881). La
desciende a medida que se dirige sobre todo al público masivo pornografía fotográica es la que conoce un mayor nivel de
recientemente integrado a la alfabetización, y por tratarse de expansión debido a la rápida evolución y al inmediato abarata-
un arte muy elitista, progresivamente volcado a explorar las miento de la técnica fotográica. En cambio, el cine, dados sus
peculiaridades de la experiencia erótica. altos costos de producción, en condiciones de ilegalidad y de
La imaginería pornográica, cada vez está más presente en imposibilidad de exhibición masiva, no se desarrolla, durante
el conjunto de la sociedad, empuja al arte hacia una considera- el “siglo de la antinomia”, como vehículo pornográico.
ción progresivamente cruda de la sexualidad humana, en todos Pero el factor que abre con más fuerza las puertas del arte
sus aspectos. Las primeras corrientes artísticas en las que el hacia la transgresión y las de la pornografía hacia la expansión
erotismo cobra gran fuerza, desaiando el límite interno de la como negocio, son las grandes guerras mundiales. El estado
antinomia, son el realismo y el decadentismo, en literatura, y el de espíritu producido por las masacres, que se deine fácilmen-
te con nombres propios, como Verdún, Auschwitz o Hiroshi-
ma, se puede resumir así: una intensa tendencia al hedonismo
2. El valor estético como argumento para lexibilizar una restricción, en
materia de escritura tiene un antecedente remoto. El Concilio de Trento (1545- y al relajamiento de las costumbres, y la convicción de que,
1563), entre sus muchas resoluciones incluye una que dice: “Libros antiguos, después de lo sucedido, el Estado y sus superestructuras, res-
escritos por paganos, por razón de su elegancia y calidad de estilo, pueden ser ponsables de las matanzas, han perdido toda legitimidad para
permitidos, aunque por ningún motivo pueden ser leídos a niños”. Eran los años
de eclosión del pensamiento humanista. imponer a la población modos de pensamiento o de conducta,
102 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 103

o para inmiscuirse, de la manera que sea, en la vida privada de Jacques Pauvert (primera editorial en publicar a Sade bajo su
los ciudadanos. sello de editor –antes había sido publicado solo clandestina-
mente–, y que puso en circulación Historia de O). Las sucesivas
batallas legales fueron generando el contexto público y legal a
LA ERA DE LA PORNOGRAFÍA INDUSTRIAL partir del cual la censura contra la literatura se fue haciendo
imposible. El amante de Lady Chatterley, publicada en 1928 en
El inal de la censura Italia, inalmente pudo publicarse en Inglaterra en 1960. Y en
1961 se publicó por primera vez en Estados Unidos Trópico de
La culminación de la Segunda Guerra, con el descubrimien- Cáncer, que Obelisk Press había publicado en París en 1934.
to de los enormes genocidios, con la utilización de la bomba Simultáneamente con la batalla contra la censura en el te-
atómica y con el advenimiento de la Guerra Fría, que implicó rreno de la literatura, en los años cincuenta comienza la libe-
la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial que signiicaría ralización de la censura en otros ámbitos: aparecen las revistas
“el inal de la especie humana” –así se mentaba la eventualidad de desnudos de venta pública (Playboy, Penthouse), y en el cine
en la época–, constituyó el golpe de gracia para cualquier mo- surgen producciones, tanto en Europa como en Estados Uni-
ral impuesta desde el Estado. Las condiciones estaban creadas dos, que desafían más o menos abiertamente al Código Hays,
para el in de la censura. que desde 1930 a 1967 reguló la censura de películas en este
La que llevó a cabo el asalto inal contra la censura fue la país.
literatura. La pintura del siglo XX se volcó hacia la abstrac-
ción. El cine se autocensuraba fácilmente debido al costo de La revolución sexual
producción. Y la fotografía no podía ser objeto del debate arte/
pornografía sencillamente porque aún no se la consideraba un Como se dijo, las enormes matanzas de la Segunda Guerra
arte. terminan de deslegitimar cualquier imposición moral prove-
Durante los años cincuenta, los pleitos contra las editoriales niente de los poderes sociales responsables de la catástrofe,
acusadas de publicar pornografía fueron numerosos y escanda- fundamentalmente imposiciones legalizadas y garantizadas
losos. Las dos editoriales que en los años cincuenta más decidi- por el Estado. Comienza a emerger una contracultura juvenil,
damente enfrentaron a la censura producían en París: Olympia con el rock and roll como emblema, y a tomar forma una re-
Press (que publicaba en inglés, y que puso en circulación Lolita belión generalizada contra el mundo de los adultos (es decir, el
de Nabokov y Candy de Terry Southern)3 y Ediciones Jean- mundo tal cual es).
Así, la lucha por la libertad de expresión toma en los años
3. El dueño de Olympia Press era Maurice Girodias, que después de la sesenta la apariencia de un conlicto generacional. El estalli-
Segunda Guerra continuaba la línea de negocios de su padre, quien en los do anarquizante a nivel planetario, liderado por los jóvenes,
años treinta había fundado en París Obelisk Press para venderle a los turistas
anglosajones literatura anglosajona prohibida en Inglaterra y Estados Unidos. Jack en particular por los estudiantes, hace tambalear las formas
Kahane fue el primer editor de Henry Miller y de Lawrence Durrell, y publicó
primeras ediciones de obras de Joyce, Anaïs Nin y Radclyffe Hall. Era un editor
de DBS (dirty books, es decir “libros sucios”), pero en su catálogo mezclaba autores del siglo XIX, numerosos editores ingleses se instalaron en París para producir el
serios con pornografía. Su línea de negocios no era invención suya: ya hacia ines mismo tipo de material eludiendo los rigores de la censura inglesa.
104 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 105

del poder dominantes. “No a las guerras del imperialismo”, como válvula de escape para la presión acumulada en años de
“no a los valores del capitalismo”, “no al modo de vida bur- rebelión estudiantil, no solo concedió una parte para salvar
gués”, “no a la moral sexual burguesa” son los axiomas de la el todo, no solo dio origen a una industria que rápidamente
rebelión. alcanzó una prodigiosa rentabilidad, además, y más precisa-
Uno de los vectores fundamentales de esta rebelión fue la mente, lo que hizo y sigue haciendo es usar la pornografía
llamada “revolución sexual”, fórmula utilizada desde los años –como utilizó y sigue utilizando también la droga– para in-
veinte. La noción era consecuencia del efecto combinado del toxicar a las masas y para desmovilizarlas, tal y como durante
freudismo y de los avances del feminismo en un mundo en el siglos se hizo con el mensaje religioso de la recompensa des-
que, como consecuencia de las guerras, la mujer asume roles pués de la muerte.
sociales mucho más protagónicos. La expresión se popularizó
para referirse a los cambios de conducta y moral sexual que
acaecen en los sesenta. El advenimiento de la píldora anticon- La era de la permisividad
ceptiva (1960) aceleró el proceso de cambio en las costumbres
sexuales. Así podríamos llamar al mundo en que vivimos desde la
La “revolución sexual” –o liberación sexual– implicó so- desaparición de la censura para la representación sexual. Aun-
bre todo la aceptación como normales de conductas que antes que, como sabemos, por lo menos desde Bataille en adelante,
eran consideradas inaceptables. El amor libre, –sin que impli- no existe sociedad sin tabúes y, por consiguiente, sin censura.
que ataduras entre las personas–, el rechazo de la institución De manera que sería más exacto hablar de una “era de la pseu-
matrimonial, el sexo como actividad lúdica y placentera sin dopermisividad”. Con todo, hay que asumir que nunca en la
responsabilidades o consecuencias ulteriores, el erotismo en- historia de Occidente, desde la Antigüedad grecolatina, hubo
tre personas del mismo sexo, son los conceptos básicos de esta una época en la que la representación de lo sexual estuviera
nueva actitud hacia el sexo. Siglos de represión en torno a lo más liberada de censura o represión.
sexual parecen comenzar a derrumbarse. La consecuencia inmediata de la liberalización fue el in
Consecuencia del estallido libertario de los años sesenta, el de la pornografía en su estadio artesanal o preindustrial, y el
poder asume que el mundo tal como era ya no daba para más desarrollo acelerado de una nueva industria legal, la industria
y que era necesario introducir cambios para que en deiniti- de la pornografía. Esta industria aprovecha todas las posibi-
va todo pudiera seguir como estaba. En 1972, la autorización lidades de expansión, y cada nuevo desarrollo en materia de
para la circulación comercial y normal del ilm pornográico tecnología de la comunicación y de representación (del cine
Garganta profunda, marca el comienzo del in para la censura al videocasette y a Internet) le signiica un nuevo salto ade-
en Occidente. Uno a uno, todos los países siguen la nueva pau- lante en expansión, hasta llegar a ser una de las industrias más
ta marcada por las metrópolis. lucrativas del planeta. La pornografía se instala en cada hogar
Al leer los hechos teniendo en cuenta los conocimien- y los chicos acceden a ella desde muy temprana edad. Su fac-
tos de la época y utilizando aquella terminología, podemos turación en el año 2006 fue de más de cien mil millones de
airmar que el sistema no solo cambió algo para que todo dólares en el mundo. Más que las principales compañías tec-
siguiera igual, no solo utilizó la liberalización de la censura nológicas sumadas (Microsoft, Google, Amazon, eBay, Yahoo,
106 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 107

Apple, Netlix y Earthlink).4 Para dar un ejemplo de su nivel no de la sociedad del espectáculo (Debord, 1999) sino direc-
de penetración en la intimidad: según un estudio del Durex tamente en tiempos de la intimidad como espectáculo (Sibilia,
Global Sex Survey, de 2004, el 50% de la población en Gran 2008), se reveló como el vehículo perfecto para un lote de re-
Bretaña mira pornografía con su pareja. primidas pasiones humanas, como el voyeurismo, la orgía –así
La tendencia “natural” de la máquina capitalista es a de- sea virtual– y la exhibición a la mirada del otro –o directamen-
rribar cualquier obstáculo –de la naturaleza que sea, aun de te la exhibición pública– de la propia sexualidad.
naturaleza moral– que diiculte su crecimiento, la tendencia es La pornografía en Internet cambió así de signo. Ya no se
a llegar hasta el último rincón del mercado y generar cuanta trata de una industria monstruosa que nos vende la exhibición
plusvalía sea posible. Para la pornografía, el inal de la censura estereotipada de la sexualidad de sus performers, sino cada vez
signiicó la posibilidad de llevar hasta el último extremo su más de gente común y corriente que ofrece a la mirada de los
desarrollo como industria. demás su vida sexual –parodiando a menudo, involuntaria y
cómicamente, los modos y maneras de los actores del porno–.
El ciudadano común, consumidor de pornografía, se vuelve así
LA ERA DE LA PORNOGRAFÍA UNIVERSAL también productor –reproductor– de pornografía. Todos so-
mos pornógrafos. El sexting –envío de fotos eróticas por medio
La utilización de Internet por parte de la industria de la de teléfonos móviles, fotos a menudo de sí mismo a manera
pornografía le permitió llegar a su máxima posibilidad de ren- de tarjeta de presentación– multiplica al ininito el lujo de la
tabilidad, pero la evolución de la tecnología de la red iba a pornografía.5
marcar también el comienzo de la decadencia del fantástico El cuerpo pornográico llega así a su máxima posibilidad de
negocio. Para la industria de la pornografía, Internet resultó omnipresencia.
un magníico regalo, pero un regalo emponzoñado. Como es- A lo que hemos asistido es a un proceso de pornograiza-
cribía Louis Theroux en su artículo “Cómo la Internet mató ción de la sociedad. Hoy la pornografía se ha convertido, más
al porno”: “La aparición de los sitios porno gratis, al estilo que en una especie de subcultura, en “una forma de arte pop,
YouTube, permitió a los consumidores bajar sin costo videos que arrastra un estigma enorme, pero pese a ello tiene una
pirateados en los insondables archivos de la industria. Y el fe- enorme inluencia sobre nuestro entorno: el arte, la moda, la
nómeno del porno amateur –aicionados subiendo sus videos publicidad, la música, todo incluye elementos pornográicos”
a sitios abiertos con tal in– también convergió para menguar (Stamolis, 2007). Para vender una lata de anchoas o para ven-
los ingresos de la industria. De pronto, una industria que era der un nuevo modelo de automóvil se apela a él. El cuerpo
sinónimo de dinero fácil, que cosechaba billones explotando el pornográico nos va a premiar si comemos esa marca de an-
anonimato de las ventas on line, comenzó a tener que luchar choas o compramos un automóvil de esa marca en particular.
por su vida” (Theroux, 2012). Es que Internet, en tiempos ya
5. La expansión del sexting entre los adolescentes pone en jaque la protección
de la última frontera que la legislación deiende del avance de la pornografía,
4. Información proveniente de Top ten reviews, el más importante sitio de porque ¿cómo acusar de la producción y difusión de pornografía infantil a un
Internet dedicado a la información sobre nuevas tecnologías en la red. Véase: adolescente que fotografía y hace circular la imagen de su propio cuerpo, sin más
<http://internet-ilter-review.toptenreviews.com>. intención que la –muy razonable– de seducir a sus coetáneos?
108 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 109

Para representar la sexualidad o la seducción en el cine EN LA PORNÓSFERA


mainstream o en la televisión se recurre al cuerpo pornográi-
co: los actores llegado el momento de la sexualidad, aunque no La expansión de la pornografía ha instalado en nuestra men-
se exhiba la cópula, se comportan como performers de porno- te un tipo especíico de representación del cuerpo humano a la
grafía. De hecho, lenta pero seguramente, el sexo más o menos que llamamos cuerpo pornográico, un modo de representa-
explícito va haciéndose cada vez más presente en la producción ción del cuerpo humano tan omnipresente como el cuerpo at-
cinematográica mainstream. La industria cinematográica ya lético, el de la medicina, el de la moda, el católico o el maoísta,
no puede seguir ignorando la sensibilidad pornograizada del por citar al azar algunas modalidades especíicas de representa-
gran público. En el cine y en las series para la televisión de ción del cuerpo humano. El cuerpo pornográico es el cuerpo
cable, destinados al consumo en los hogares familiares, esta- humano tal y como llegamos a concebirlo y a representárnoslo
mos, digamos, en una etapa previa: se muestra el abrazo sexual como consecuencia de la sobreabundancia y el consumo directo
en plena desnudez, aunque sin que se vea la actividad genital o indirecto de pornografía, es decir: exhibiendo su genitalia, en
directamente, pero, eso sí, todo lo que no se exhibe explíci- disposición de utilizarla o directamente utilizándola para lo que
tamente se lo verbaliza sin tapujos. En el primer capítulo de comúnmente llamamos actos sexuales. No existe, por supuesto,
la primera temporada de la serie Chicas (Girls, 2012), Lena se una única representación del cuerpo pornográico. Cada uno
apresta a conceder a su amigo algo con lo cual ella en realidad tiene la propia. El cuerpo pornográico es un fantasma que se
no se siente “cómoda”: el coito anal. Exige todas las precaucio- encuentra en la intersección entre lo que la fábrica de la porno-
nes de uso en tal circunstancia –aunque inalmente la situación grafía tiene para ofrecer y lo que los deseos de cada uno, sabidos
se resuelve por la (cor)recta vía–. En la película Amor a distan- o no, solicitan. Las combinaciones son virtualmente ininitas.
cia (Going the distance, 2010), dos jóvenes continúan su relación En el estado actual de los estudios no es posible airmar a
aunque las circunstancias los llevan a vivir en ciudades muy partir de cuándo, de qué nivel de densidad de la producción
distantes. Se ponen de acuerdo para, en los períodos en que pornográica, el cuerpo pornográico habita en la mente del
no pueden viajar para verse, masturbarse durante sus conver- hombre de Occidente, a partir de cuándo vivimos en la “por-
saciones telefónicas. Semejante práctica que lamentablemente nósfera”. Pero podemos decir sin temor a equivocarnos que,
a veces no alcanza las sincronías deseables, permite la verbali- seguramente a partir de los años cincuenta del siglo pasado,
zación de todo tipo de fantasías sexuales. De una pantalla a la cuando desde muy joven se pudo comenzar a acceder a la ima-
otra, el ámbito familiar es el campo de batalla donde la versión ginería pornográica, y con toda evidencia a partir del comien-
desglamourizada y pasteurizada del sexo explícito que propone zo de la “era de permisividad”, a principios de los años setenta
la producción mainstream pretende robarle terreno a la cosa en del siglo pasado, el cuerpo pornográico, sin duda, forma parte
sí que regala la Internet. de nuestra imaginería mental.
La atmósfera mediática en su conjunto, sabedora de la om-
nipresencia y de la sobreestimulación sexual a que está someti- El cuerpo pornográico y el cuerpo del Deseo
do el individuo, recurre al cuerpo pornográico cuando quiere
lograr su adhesión, para lo que sea. Está claro que en todo tiempo y lugar la imaginación de la
posesión del cuerpo deseado ha formado parte del acto de de-
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sear. Pero esa imaginación inmanente al desear no tiene nada ten sujetos concretos para compartir la descarga orgásmica.
que ver con la imaginación del cuerpo pornográico. El cuerpo En la medida en que esos cuerpos concretos no son lo que se
deseado es único, concreto, inconfundible, mientras que el por- desea –el cuerpo pornográico–, aunque la descarga se produz-
nográico es abstracto y anónimo. La estimulación que produ- ca lleva implícito el sentimiento de frustración.
ce la imaginación de este no está dirigida al cuerpo de nadie en Prostitución. El deseo del cuerpo pornográico desemboca,
concreto sino a ese mismo fantasma, el cuerpo pornográico. pues, en la insatisfacción y en la frustración. El esfuerzo de las
personas reales por parecerse al cuerpo pornográico (cosméti-
Estimulación y sobreestimulación cos, moda, cirugía o isioculturismo mediante) resulta inútil. La
frustración conduce a recurrir a los servicios de prostitución.
Ahora bien: si la función de las iguras del paradigma fáu- Las prostitutas, puesto que son performers de tiempo breve
nico ha sido estimular la búsqueda de la felicidad en la volup- –cumplen su función y desaparecen–, pueden proporcionar la
tuosidad, debemos decir que esta quinta igura realmente la ilusión de acceder al cuerpo pornográico. La omnipresencia
ha sobreestimulado, tanto directamente (por el consumo de los del sobreestímulo que signiica el cuerpo pornográico empuja
productos de la pornografía) como indirectamente, al inluir al consumo de servicios de prostitución. El desarrollo de la in-
en todos los ámbitos de la cultura actual. Veamos algunas con- dustria de la pornografía y el de la industria de la prostitución,
secuencias en la vida sexual de esta sobreestimulación. como se ve, no entran en contradicción sino que se comple-
Es necesario tener en cuenta que las distintas formas en mentan.
que se representa al cuerpo humano generan mimetización El sexo casual. El sexo casual –la vinculación efímera, cuan-
y, como consecuencia, adicciones. El cuerpo atlético termina do no reducida a un solo encuentro– puede también, como
en el consumo de anabolizantes, estimulantes, etc.; el cuerpo el recurso de la prostitución, proporcionar la ilusión de acce-
médico termina en la sobremedicación; el cuerpo de la moda der al cuerpo pornográico. Implica, ciertamente, una sintonía
termina en la anorexia, y así siguiendo. La adicción a la por- de intenciones que es rara a menos que se recurra a lugares
nografía es en realidad la adicción al cuerpo pornográico. Se de encuentro especíicos para tal tipo de actitud –bares y clu-
desea el cuerpo pornográico, se está obsesionado por él. Pero, bes, normalmente–. Pero, claro está, el sexo casual no tiene el
paradójicamente, el deseo del cuerpo pornográico no se mitiga mismo nivel de eiciencia que el recurso de la prostituta. La
cogiendo. Como veremos, la adicción a la pornografía termina prostituta es una profesional en la representación del cuerpo
en la frustración sexual, el aislamiento, el consumo exacerbado pornográico, en tanto tal –y en lo que concierne al contrato
de pornografía, la masturbación y el recurso a la prostitución. de servicio– es una no persona, y toda la relación con ella se
Veamos algunos. salda con unos billetes. En el sexo casual lo personal, peculiar
Frustración sexual. La estimulación que genera el cuerpo y concreto signiica un lastre que impide la total satisfacción.
pornográico solo busca descargarse en el cuerpo pornográ- A la larga genera insatisfacción y hastío.
ico, un cuerpo abstracto, anónimo y sin identidad, pero su- Masturbación. El cuerpo pornográico nos habita, exigién-
puestamente habilísimo, avidísimo y repleto de peculiaridades donos gratiicaciones que lo aplaquen. Las personas reales
fascinantes. Tal descarga es, por supuesto, imposible: el cuerpo con sus cuerpos concretos no están en condiciones de satisfa-
pornográico no existe en ningún cuerpo concreto. Solo exis- cer el deseo del cuerpo pornográico, ni se las puede utilizar
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continuamente para paliar la presión de ese deseo. Se puede, mana: la vía del deseo, esa fuerza imprevisible y misteriosa que
sí, recurrir indeinidamente a la prostituta, aunque no todos lanza a uno en brazos del otro con una avidez que solo puede
puedan hacerlo, por razones económicas en primer lugar. El ser consecuencia de la secreta convicción de que en el ser del
sexo casual implica una cierta actitud que no está al alcance otro –y solo en el concreto y especíico ser de ese otro– mora
de todos. La alternativa es la masturbación. Eso hace que en una verdad que nos es esencial. Más allá de las aproximaciones
nuestra sociedad más que en ninguna otra, la masturbación sea de que nos provee el psicoanálisis (el origen del deseo está en
una práctica recurrente en todas las edades y no solo en la del una falta estructural del sujeto, o bien: el deseo como deseo del
despertar sexual. La tecnología, con el cibersexo, proporciona otro, etc.), no disponemos de una verdadera teoría del deseo.
al masturbador la ilusión de no estar masturbándose. La ten- Las aproximaciones biologistas, constructivistas o existencia-
dencia a la masturbación, por supuesto, no hace sino impulsar listas se han mostrado insuicientes.
al consumo de más pornografía como medio para operar la Anestesiado por la sobreestimulación pornográica el ciu-
gratiicación. El consumo de pornografía y la masturbación dadano del mundo del consumo ha perdido la conexión con
son actividades equiparables a tratar de sacarse la sed tomando la dimensión deseante de su ser: no es que sea ya incapaz de
Coca Cola. El consumidor de pornografía es el perfecto ciuda- desear, es que en su embotamiento no percibe ese estremeci-
dano del capitalismo de consumo. miento profundo del ser con el que, de tanto en tanto, dioses
generosos premian nuestros pobres méritos. En las antípodas
El arte erótico en la sociedad pornograizada de las banalidades de la promiscuidad y de la abstinencia co-
mienza la terra incognita del Deseo. El Deseo como fuerza
El paradigma amoroso parece estar en quiebra. El amor irresistible que nos empuja hacia alguien que nos parece ab-
trascendentalista y exclusivista ya no está de moda. En los cru- solutamente único e imprescindible, cuya posesión imposible
dos tiempos de la pornograización de la sociedad, el baño de ansiamos; la tensión insoportable del deseo, los delirios de la
sentimentalina en el que paradójicamente insiste el sistema a posesión, el misterio del agotamiento del deseo, la incapacidad
través de los grandes medios de comunicación parece cada vez absoluta para desear, el deseo como inierno inagotable: ese
más incongruente y vacío. En los hechos, para formar o di- vértigo que hace de nosotros a la vez dioses y demonios, ánge-
solver una pareja las razones resultan cada vez más triviales y les y animales, esa es la materia del arte erótico.
pragmáticas. Con mayor frecuencia la única razón válida para
formar pareja y para sostenerla parece ser ya no el amor sino
la producción y la educación de la descendencia. La sobrees- APÉNDICE. EL ARTE DESPUÉS DE LA PORNOGRAFÍA
timulación sexual debida a la omnipresencia de la pornografía
y sus derivados empuja hacia un relacionamiento puramente Han pasado cuarenta años desde el despegue de la industria
cuantitativo y performático: se trata de la carrera detrás del pornográica, hacia comienzos de los años setenta. Parece un
fantasmático cuerpo pornográico. plazo razonable para comenzar a evaluar su impacto en el arte
La oscilación entre represión (espiritualismo) y permisivi- y la literatura que trabajan con representaciones del cuerpo
dad (pornograización) impide considerar adecuadamente la y de la sexualidad. No es tarea fácil. El tema es, ciertamente,
única vía desde la que tiene sentido pensar la sexualidad hu- vasto. Las formas de la inluencia pueden ser en algunos casos
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evidentes, pero en otros son sutiles y solapadas. De cualquier más evidentes. El objetivo del arte erótico es la representación
forma está claro que los factores que convergen en la produc- del deseo sexual, de alguna de las formas de la ininita diversi-
ción de arte son variados y complejos, y que es difícil evaluar dad del deseo sexual. Busca, pues, representar algo que es en sí
el peso especíico de cada uno. A la espera de investigaciones mismo inmaterial, irrepresentable. Se vale de lo representable
más profundas, lo que intentaré en las páginas que siguen es para representar ese irrepresentable. El representable de que
hacer visibles algunas de las huellas del diálogo que se ha veni- se vale puede ser o no la presentación explícita del cuerpo y de
do desarrollando entre la pornografía y el arte. Al relevar esos la sexualidad. Existe un arte erótico –La muerte en Venecia, para
momentos procuraré ceñirme a instancias en las que, dadas las dar un ejemplo– que alcanza la más perfecta representación
circunstancias, la interacción de ambos universos no da lugar del deseo sin acudir en absoluto a la representación directa
a dudas o especulaciones, aunque dejando de lado al arte que de lo sexual. La pornografía, por su parte, no aspira a ningún
toma directamente como tema el universo de la pornografía, irrepresentable. En la pornografía no hay más que represen-
sea para narrarlo o para relevar su iconografía básica, sea para tación de algo por cierto que representable: el coito humano.
criticarlo abiertamente o para parodiarlo. Pornografía y arte no se tocan; entre ellos ni siquiera corre una
Ya desde el siglo XIX, y muy intensamente a lo largo del línea fronteriza. Se miran, no sin curiosidad, como ciudadanos
XX, sucesivas generaciones se formaron en ámbitos cultura- de dos países distantes y vagamente enfrentados.
les permeados cada vez más por la pornografía, consumiendo Estimo que el asunto de la distinción entre erotismo y por-
pornografía, hiperconscientes del discurso y de los modos de nografía queda saldado en esas pocas consideraciones. El ob-
la iconografía pornográica. Como nunca antes, desde muy jetivo del arte erótico es la representación del deseo, el de la
joven, se tuvo presente hasta el hastío una cierta imagen de pornografía es la representación del coito. Por lo demás, “la
la sexualidad: la que propone la pornografía. Está claro que prueba de la existencia del pastel la tengo en el estómago”,
cuando los jóvenes de esas generaciones comenzaron su prác- como decía Engels, a su manera algo chabacana, en su refu-
tica artística, especialmente la vinculada a la representación del tación del idealismo ilosóico. O sea: si se le proporciona arte
cuerpo y de la sexualidad, no pudieron sino entrar en diálogo, erótico –de la especie explícita, ni hablar– a un consumidor de
más o menos conscientemente, con esa imaginería. Algunos de pornografía enseguida nota la diferencia, nota que tratan de pa-
ellos hicieron de la imagen pornográica directamente el tema sarle gato por liebre, nota que hay algo más allí y que ese algo
de su arte, otros no, aunque no por ello dejaron de mostrar más le molesta, le impide el sano consumo. Y con toda razón
en su estética o en su visión de la sexualidad, la huella de esa irá a quejarse a su proveedor habitual.
experiencia. Más de una vez utilizaré la expresión cuerpo pornográico.
Tan intensa ha sido la inluencia de la pornografía sobre la Con ella me reiero al cuerpo humano tal y como lo presenta la
representación del cuerpo y de la sexualidad en el arte y en la li- pornografía, completamente abierto y expuesto a la mirada en
teratura de las últimas décadas del siglo que, como consecuen- todos sus pliegues, oriicios y protuberancias, dispuesto para la
cia, en estos últimos años se ha intensiicado notablemente el actividad sexual o ya realizándola.
omnipresente debate acerca de la diferencia entre arte erótico El diálogo entre arte y pornografía ha presentado múltiples
y pornografía. En lo que concierne a estas páginas la distin- modalidades. El arte ha buscado tomarse las mismas liberta-
ción entre erotismo y pornografía se ceñirá a las deiniciones des que se toma la pornografía; ha invocado para su prove-
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cho los poderes de la imaginación obscena; ha interrogado al ningún fotógrafo puede lograr. La necesidad de la pintura de
cuerpo pornográico convencido de que su desnudez oculta marcar su superioridad respecto de la fotografía es caracterís-
un misterio; incluso en casos límite ha ido, en la exhibición de tica de ese momento histórico de aparición y rápido desarrollo
la genitalia, mucho más lejos de lo que es capaz de permitirse de la fotografía. El origen del mundo, en su franca interrogación
la pornografía; ha puesto en claro prolijamente qué es lo que, de los misterios de la genitalia femenina, es uno de los íconos
en el terreno de lo sexual, puede el arte que no podrá jamás la ineludibles del arte erótico occidental.
pornografía. Analizaré a continuación algunas obras de arte. La divinización del coño. Hasta donde yo sé, Henry Miller
El origen del mundo. Gustave Courbet fue, apenas a media- –uno de los gurúes de la “revolución sexual” de los sesenta–
dos el siglo XIX, pionero en encarar el diálogo con la porno- estuvo dos veces en tratativas con negociantes de pornografía.
grafía. Ya su picaresca Mujer con las medias blancas (1861) y más Fue en los años treinta y a principios de los cuarenta, cuando
aún El sueño (1865) –con su motivo de amor lésbico probable- el negocio de la literatura pornográica en realidad no era ni de
mente tomado de un grabado del connotado pornógrafo Achi- lejos lo que en décadas posteriores llegaría a ser.
lle Devéria–, se tuteaban con la pornografía. Pero es con su Su primer editor –menudo mérito–, el escocés Jack Kaha-
justamente célebre El origen del mundo (1865) –óleo en el que ne, factótum de Obelisk Press, publicaba en París literatura en
solo se ve una entrepierna femenina abierta y desnuda– que el inglés que compraban los turistas ingleses y norteamericanos.
diálogo sube de tono (Savatier, 2007). Se trataba de obras que no encontrarían en su país de origen,
Courbet era vocacionalmente un provocador y, sin duda, textos que los editores ingleses o norteamericanos, dadas las
que El origen del mundo era un intento de superar la audacia leyes sobre censura, no tocarían ni con la punta de los dedos.
de la Olympia de Manet que, pintada en 1863, se exhibió por Kahane prefería, por cierto, que esas obras tuvieran además
primera vez en 1865, y signiicó un verdadero escándalo –le mérito literario (también editó a Anaïs Nin y a Durrell, y fue
ofrecía al público burgués conocedor de arte el retrato desnu- el primer editor del Finnegan’s Wake), pero tenía claro que, por
do de una joven (a la que por todos los detalles se podía reco- razones inancieras, para publicar de los unos tenía también
nocer como una démi-mondaine, una mantenida) que mira ija que publicar de los otros.
y desaiante al público–. Para formular esa respuesta a Olympia, Miller fue el gran “descubrimiento” de Kahane, su pasapor-
Courbet en El origen del mundo dialoga con las postales porno- te al cielo de los editores. Trópico de Cáncer (1934), que tenía
gráicas de la época. la maravillosa virtud de ser a la vez literatura de calidad y
Es claro que, ante la proliferación de la pornografía visual, audaz en lo sexual, fue un éxito de ventas: tuvo una edición
consecuencia de los primeros adelantos técnicos de la foto- por año los primeros cinco años –después vino la guerra–, y
grafía, Courbet, artista radical y vanguardista donde los haya, puso a Miller en la consideración y en la estima del público
tuvo necesidad de dejar en claro –sobre todo para sí y para los intelectual. Consideración y estima que de nada le sirvieron
cercanos, ya que dicho óleo circuló solo en ámbitos privados cuando la guerra lo devolvió a Nueva York sin un dólar en
durante ciento treinta años–6 qué es lo que su arte logra que el bolsillo –tal y como se había ido diez años antes–. Lo que
sí lo acompañó de regreso fue la fama de gran pornógrafo
que le granjeó esta obra. No puede sorprender entonces que
6. El origen del mundo se exhibió por primera vez públicamente en 1995 al ser
adquirido por el Estado francés. lo único que consiguiera como trabajo fuera el de escribir
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pornografía a un dólar la página. Lo intentó. Solo dos de las mero de los escritos literarios en aparecer con su nombre. Al
historias que recoge Opus Pistorum (publicada recién en 1983, ser Bataille funcionario público –bibliotecólogo– y al estar por
y que circula indebidamente bajo su sola irma), las escribió ello particularmente expuesto a perder su medio de subsisten-
efectivamente Miller ([1941] 1984). No soportó el daño crea- cia en caso de una acusación de atentado contra las buenas cos-
tivo que le causaba escribir pornografía y derivó el trabajo tumbres, El abad C., en cuanto al lenguaje, es la menos radical
a algunos amigos que necesitaban el dinero quizá más que de sus novelas. Al decir del mismo Bataille se trata de un relato
él, o que encontraban divertida o estimulante la tarea. Años escrito “en el lenguaje formal de las charadas”.
después, esas historias pornográicas que llegó a escribir las Sabiendo la importancia que daba Bataille a la utilización de
fundió y reescribió y se convirtieron en esa joyita que es Días palabras obscenas7 en su literatura, es razonable deducir que no
tranquilos en Clichy. estaría muy satisfecho con El abad C. Esa insatisfacción debe
En las primeras páginas de Trópico de Cáncer Miller deja cla- de haber sido uno de los factores que desencadenó el origen de
ro que lo que le “interesa vitalmente es consignar todo lo que Mi madre. Otro factor sin duda fue la relación que, entre 1954
se omite en los libros”. Y que lo diga. Antes de llegar a la pá- y 1956, mantuvo con Olympia Press, la editorial que fundara
gina cincuenta se ha despachado con tres “retratos” de coños Maurice Girodias en 1953. Girodias era hijo de Jack Kahane.
como nunca había conocido la literatura, sea por pudibundez Durante la Ocupación, para evitar la deportación cambió su
o por falta de talento. Y conste que cuando digo “retratos” no apellido, de estirpe judía, por el de su madre. Después de la
me reiero a las solas características isionómicas –el retrato de guerra creó su propia editorial y decidió continuar con la es-
esas características cualquier anatomista puede hacerlo–. Me trategia de su padre: un catálogo en inglés, para turistas anglo-
reiero a retratos profundos, a retratos del carácter y el tempe- parlantes, que combine pornografía con literatura de calidad.
ramento de esos coños. Por su audacia pionera estos retratos Olympia Press, hoy célebre por el papel de primera línea que
de Miller son el equivalente en literatura del retrato que ve- jugó en la batalla contra la censura, publicó entre 1953 y 1959
mos en El origen del mundo de Courbet. a Beckett –Watt y la trilogía de Malone–, Sexus de Miller, Lolita
El coito imposible. Puesto que, al decir de Michel Foucault de Nabokov, Candy de Terry Southern, El almuerzo desnudo de
“la obra literaria de Georges Bataille es la más importante en Burroughs, El hombre de mazapán de J. P. Donleavy, además de
habla francesa del siglo XX” (Foucault, 1970), es muy proba- las primeras traducciones al inglés de Genet y Bataille. No es
ble que uno de los proyectos literarios más interesantes entre fácil encontrar en todo el siglo un editor que pueda ofrecer un
los que intentaron ir más allá del discurso pornográico uti- catálogo semejante de primeras ediciones.
lizando sus propios medios haya sido Mi madre, la novela que
Bataille dejó inconclusa. 7. “Hay horror en el ser: este horror es la animalidad repugnante cuya presen-
Hasta el inal de la Segunda Guerra la circulación, bajo seu- cia descubro en el punto mismo en que la totalidad del ser se compone. Pero el
dónimo, de la literatura –erótica siempre– de Bataille había horror experimentado no me aleja, el asco no me descorazona [...] puedo, al con-
trario tener sed de él; lejos de eludirlo puedo resueltamente abrevar de este horror
sido prácticamente clandestina (de Historia del ojo –1928– se que me hace abrazar más este asco convertido en mi delicia. Dispongo para eso de
publicaron 134 ejemplares, de Madame Edwarda –1941– solo palabras sucias que avivan el sentimiento que tengo de tocar el secreto intolerable
cincuenta). La posguerra trajo una progresiva liberalización de del ser. Esas palabras puedo pronunciarlas para gritar el secreto descubierto, para
estar seguro de no conocerlo sólo yo: en ese momento no dudo más de abrazar la
la censura y Gallimard, en 1950, le publicó El abad C., el pri- totalidad sin la cual no estaba sino fuera: gozo” (citado en Surya, 1987: 435).
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En 1954 Olympia publicó la traducción al inglés de Las 120 El desafío que se plantea consiste en ir más allá de lo per-
jornadas de Sodoma, con una introducción de Bataille y en 1956 mitido pero sin romper las reglas de juego. Y lo logra haciendo
la traducción de Madame Edwarda, todavía bajo el seudónimo un uso calculador y taimado del recurso estilístico que normal-
Pierre Angelique pero con un notable prólogo irmado con su mente –en esos tiempos– aseguraba la respetabilidad de un tex-
nombre por el mismo Bataille. Parece razonable pensar que to: la elipsis, que dejaba “lo que sigue” librado a la imaginación
Bataille encaró Mi madre, en la que trabajó precisamente du- del lector. En efecto: como se recordará el elemento central de
rante 1954 y 1955, con la intención de publicarla en Olympia “El inierno tan temido” son las fotos obscenas que Gracia le
Press, quizá con su propio nombre. Lo que quedó de la novela, envía a su ex, Risso, en las que se la ve teniendo sexo con aman-
publicado póstumamente en el tomo IV de sus Oeuvres com- tes ocasionales. Onetti, que en el resto del relato, como es su
plètes (Bataille, 1970-1988), muestra que escribió una primera manera, se muestra moroso y minucioso, no nos participa en
versión en la que no reprimió en absoluto su concepción del absoluto el contenido de esas fotos. No haciéndolo nos obliga
lenguaje erótico y que luego comenzó una segunda versión –precisamente porque son el elemento central del relato, sin el
eliminando sistemáticamente los excesos de lenguaje, versión cual no se comprenden las reacciones de Risso, que son el con-
esta que inalmente abandonó por la mitad. tenido del relato–, nos obliga, decía, a imaginarlas muy concre-
En 1955 Olympia Press había publicado Lolita, originán- tamente, nos guste o no, so pena de que el relato no funcione.
dose un escándalo mayúsculo. ¿Fue Girodias el que le sugirió Ahora bien: no es que nos invite a llenar las elipsis –como
a Bataille que “suavizara” la novela, teniendo en cuenta lo su- era la práctica habitual por entonces– con algún vago este-
cedido con la obra de Nabokov que, por cierto, no incurría reotipo más o menos sexoso: nos obliga a recalentar nuestra
en excesos de lenguaje y cuyo tema –el sexo con una niña de imaginación obscena porque si no lo hacemos aquello que nos cuen-
12 años– era menos urticante que el de Mi madre, que es la ta simplemente no tendrá sentido. Es más: nos obliga a producir
historia de un incesto madre-hijo? ¿O fue Bataille mismo el una verdadera escalada de obscenidades para que tenga sentido
que puso las barbas en remojo? Lo cierto es que, de última, el la escalada de reacciones de Risso ante cada nueva fotografía
disgusto por la tarea de suavizado, o directamente la pruden- –reacciones estas que sí nos detalla minuciosamente–.
cia, ganaron la partida y Bataille abandonó su novela deiniti- ¿Nos deja, pues, librados a lo que, identiicándonos con Gra-
vamente. cia, seamos capaces de imaginar que ella concibe como puesta
Las magníicas ruinas que quedan del proyecto dejan en en imagen de lo obsceno? No. Calculador y taimado, como
claro, para quien no conociera sus textos literarios anteriores, decíamos, le da una mano a nuestra imaginación suministran-
que los límites de la escritura obscena de Bataille estaban bas- do pinceladas ínimas, marginales, dispersas, casi subliminales,
tante más allá de los límites en los que podía manejarse en apenas lo imprescindible para gatillar nuestra imaginación.
aquel momento la buena y sana pornografía. “Foto parda, escasa de luz, en la que el odio y la sordidez se
El lector pornógrafo. En nuestras letras probablemente Juan acrecentaban en los márgenes sombríos.” “El hombre estaba
Carlos Onetti haya sido el primero en participar en el diálogo de espaldas [...] la mujer sin cabeza clavaba ostentosamente
entre arte y pornografía. La evidencia –sutil y alambicada– de los talones en un borde de diván, aguardaba la impaciencia
tal participación la encontramos en su célebre cuento “El in- del hombre oscuro.” “Sola, empujando con su blancura las
ierno tan temido”, de 1957 (Onetti, 1981). sombras de una habitación mal iluminada, con la cabeza do-
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lorosamente echada hacia atrás, hacia la cámara, cubiertos a esta erótica de la obscenidad, más virtual que objetivada en
medias los hombros por el negro pelo suelo, robusta y cuadrú- el texto, construida con la complicidad activa del lector, y la
peda.” “Trajinaba sudorosa por la siempre sórdida y calurosa dialéctica entre inocencia y corrupción, entre pureza y degra-
habitación de hotel, midiendo distancias y luces, corrigiendo dación que recorre la totalidad de la obra de Onetti.
la posición del cuerpo envarado del hombre.” “Caras adelga- El deseo y la muerte. Más que tercera parte de una trilogía
zadas por el deseo, estupidizadas por el viejo sueño masculino cuyo tema sería la relación del hombre con Dios, El silencio
de la posesión [...] con una dura sonrisa, con una avergonza- (1963), de Ingmar Bergman, parece un proyecto especíica-
da insolencia.” “La yegua –en cueros y alzada....” “La suciedad mente confeccionado para poner a prueba la nueva reglamen-
del mundo, la torpe y errónea visión fotográica, las sátiras del tación de la censura cuya aprobación era inminente en Suecia.
amor.” Bergman quiso ser el primero en probar los nuevos límites de
¿A qué remiten estos indicios, diseminados a lo largo del la permisividad. Pocos días después de entrar en vigencia la
relato, que Onetti nos suministra para que imaginemos el con- nueva reglamentación El silencio fue presentada a la censura.
tenido de las fotos que Gracia se saca mientras tiene sexo con Fue aprobada sin cortes. Menudearon las acusaciones de por-
sus amantes ocasionales? La visión impía de las miserias de la nografía. El escándalo fue de tales proporciones que llegó al
desnudez, la luz plana e implacable de los lashes, los encua- Parlamento sueco.8
dres azarosos, remiten sin duda, como único modelo icónico Presentarla como tercera parte de la tal trilogía –tercera
disponible, a las fotografías amateurs, torpes y crudas que pro- parte que trataría de la “ausencia de Dios”– seguramente fue
ducía el protonegocio pornográico de aquel tiempo. Onetti una estrategia de mercado destinada a camular culturalmente
pretende que imaginemos –es decir, que su lector de aquel mo- lo que no es sino cine erótico puro y duro –o más bien “ante-
mento imagine– las fotos que envía Gracia a partir de ese mo- rótico”, ya que más que de la atracción aquí de lo que se trata
delo. Ojee el lector el capítulo dedicado a los cincuenta de la es del rechazo (Ana rechaza el deseo de su hermana Esther)–.9
Colección Rotenberg de fotografía pornográica (Rotenberg Con todo y su cruda audacia, en El silencio no hay, por supuesto
Collection, 2000) y tendrá una idea bastante precisa de lo que –estamos en 1963–, sexo explícito. Y sin embargo, el ilm im-
el texto de Onetti pretendía de la imaginación de su lector. En pacta en el terreno de lo sexual con tanta fuerza como lo haría
“El inierno tan temido” la degradación de la pureza originaria trece años después El imperio de los sentidos. Hay en principio
(Gracia creyó las palabras bonitas, los absolutos que le pro- dos razones para que la fuerza erótica del ilm permanezca in-
puso Risso) solo puede terminar en el resumidero de la más tacta cuarenta y cinco años después de su estreno. En primer
obscena de las imágenes del amor que Onetti conoce: la de la lugar no hay en El silencio el molesto juego de escondidas tí-
pornografía sórdida, sin maquillajes, de su época. pico del cine de tema sexual de la época en el que el director
En resumen: si no cumplimos con la tarea que se nos ha desnudaba a sus personajes y luego se entregaba a hipócritas
asignado de saturar de obscenidad –a partir del modelo por- malabarismos de angulación de cámara para evitar que se viera
nográico– nuestro acto de lectura, entonces “El inierno tan
temido” sencillamente no funciona, es letra muerta. El cora- 8. Uruguay fue uno de los contados países en el mundo en que El silencio fue
zón del texto lo ponemos nosotros, o el acto de comunicación estrenada sin cortes.
9. En la mitología griega Anteros, hermano de Eros, es el dios que se venga de
artística no tiene lugar. De más está subrayar la conexión entre los que rechazan el amor que se les ofrece.
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lo que reglamentariamente no debía verse. La astucia de Berg- para lo que nos interesa y que signiica un paso más adelante
man consiste en que en sus escenas de sexo, sea por lo que fue- en la exploración de Bergman de la erótica cinematográica.
re, sus personajes están vestidos. En segundo lugar, El silencio En Persona la escena sexual no es mostrada sino relatada, pero
conserva esa fuerza porque las escenas sexuales están saturadas con todo detalle. En El silencio estaba ya el embrión del ex-
de intensidad, tanto psicológica como simbólica. perimento, en una escena en que Ana le relata a Ester, para
Son varias las escenas de fuerte contenido erótico en El si- lastimarla, un falso encuentro sexual. En Persona la enfermera
lencio. Baste con comentar la primera de ellas: Ester mastur- narra a la actriz una pequeña orgía que con una amiga y dos
bándose. Hoy en día hay miles de sitios en la red de pornogra- adolescentes vivió en una playa desierta. El relato, detalladísi-
fía masturbatoria. Es más, hay un montón de sitios en la red mo y narrado en primer plano del rostro de la actriz –una pieza
que ni siquiera se plantean el peril comercial, que fomentan insuperable de actuación de Bibi Andersson– es de una fuerza
la tendencia “es sano, compartámoslo”. Pero uno ve la escena erótica apabullante. Bergman comprueba que no se necesita
de masturbación en El silencio y nunca más se pregunta dónde desnudos ni actos sexuales para cargar de tensión erótica una
está la famosa línea que separa arte y porno. De Ester sabe- escena. Basta con alguien recordando, basta con el recuerdo.
mos que está muy enferma (cuando en una película alguien Con el díptico El silencio/Persona, Bergman encara el tema
tose y escupe sangre es que le queda poco) y que lanza hacia de la creciente presencia de lo sexual en el cine de los sesenta
las desnudeces de su hermana miradas inequívocas. La escena y pone en claro en qué medida la cuestión no pasa ni por mos-
en la que está sola en el hotel y después de beber varios vasos trar ni por hacer como que se muestra. No saldó, sin embargo,
largos de vodka se masturba es una joya, un perfecto haiku todas sus cuentas con la pornografía y con la censura. En su
cinematográico que con la mayor sencillez de medios logra el libro Imágenes (Bergman, 1990), coniesa que en dos ilms (La
más profundo efecto. La coreografía de la cámara acompaña el hora del lobo, de 1967, y Cara a cara, de 1975) el trasfondo sexual
crescendo hasta llegar a un primer plano prodigioso de Ester de la historia no alora adecuadamente por no haber sido capaz
en el que, con los ojos muy abiertos y mirando ijo al lente de o por no haberse atrevido a llevar las escenas sexuales hasta las
la cámara, no sabemos si la cosa gutural en su garganta es el últimas consecuencias.
gemido del orgasmo o el estertor de la muerte. No sabemos si La pornografía política. Comparando dos textos de Julio Cor-
su mirada es la del placer alcanzado o la de la muerte. Bergman tázar, uno inmediatamente anterior y el otro inmediatamente
nos advierte, por si no lo sabíamos, que el demonio del deseo posterior al despegue de la industria pornográica, se hace bas-
piensa acompañarnos hasta el mismísimo lecho mortuorio. Sí, tante evidente el impacto que ese acontecimiento tuvo sobre la
una mujer enferma terminal se masturba, pero ¿de qué nos práctica de su escritura. El primero, “Que sepa abrir la puerta
habla la escena? Parafraseando al Cantar de los Cantares, lo que para ir a jugar”, está en Último round, una miscelánea publicada
nos dice es: “Porque fuerte como la muerte es el Deseo”. en 1969 (Cortázar, 1969). Es un ensayo acerca de la ausencia
Más que un tríptico con Luz de invierno y A través de un vi- de verdadero erotismo en la novela latinoamericana y acerca
drio oscuro, El silencio forma un díptico con Persona, la siguiente de las condiciones necesarias para que tal vacío sea llenado.
producción de Bergman. Ambos ilms se responden como en Se queja de que en español no hay un Miller, ni un Genet,
un espejo (dos mujeres solas, una intelectual y la otra sensual, ni un Bataille, pero asume que “alguna vez escribiremos con
y el silencio entre ellas), con una diferencia esencial, relevante naturalidad y con derecho, porque antes o simultáneamente
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hay que conquistar otras libertades: la colonización, la miseria yendo al grano, la erótica de Cortázar se distancia de la porno-
y el gorilato también nos mutilan estéticamente; pretenderse grafía.
dueño de un lenguaje erótico cuando ni siquiera se ha ganado Un ejemplo: una de las líneas narrativas centrales de la no-
la soberanía política es ilusión de adolescente que a la hora de vela es el proceso de concientización política y de compromiso
la siesta hojea con la mano que le queda libre un número de en la acción –sumándose a una guerrilla latinoamericana que
Playboy.” Lo cierto es que hasta ese punto muy poca franqueza opera en París– de un literato pequeño burgués. El punctum a
sexual había en la obra de Cortázar. No por falta de ganas sino través del cual ese cambio de piel llega a su clímax y a la vez
por falta de coraje, según coniesa: “el miedo sigue desviando se resuelve concierne... ¡a la virginidad anal de su noviecita
la aguja de nuestros compases; en mi obra no he sido capaz pequeño burguesa! En efecto, con ella, renuente, ha llegado el
de escribir ni una sola vez la palabra concha, que por lo menos momento para el literato en que todos los protocolos han sido
en dos ocasiones me hizo más falta que los cigarrillos”. Baste cumplidos sin resultado positivo y solo queda pasar a la acción
recordar cómo en el capítulo 68 de Rayuela (1963) recurre al violenta (se observará la sutil analogía entre los dos procesos
“glíglico” para nombrar lo que todavía no se puede nombrar pendientes de resolución que tiene el literato). Hay que de-
en la literatura argentina de la época (Amícola, 2000). cir de Cortázar que puede haberse abstenido durante décadas,
Cuatro años después, en 1973, al publicar Libro de Manuel por miedo, a encarar lo sexual en su literatura, pero cuando lo
(1973), está claro que su perspectiva de la cuestión erótica ha- hizo fue a fondo. ¿De qué se sirve para alejar la sombra de la
bía cambiado. En el ínterin el advenimiento de la permisividad pornografía de su escena de coito anal? En primer lugar, de
se había vuelto inevitable: en 1972 el hardcore había logrado la su proverbial habilidad para lo coloquial, habilidad tan imita-
distribución comercial normal en los Estados Unidos y París ble y efectivamente tan imitada. El relato, en primera persona,
se escandalizaba si no aún con El imperio de los sentidos si ya con no tiene distancia alguna, tiene la intensidad, el jadeo de un
El último tango en París. No es que Cortázar hubiera abando- monólogo musitado para nadie, para sí o para una grabadora.
nado la actitud plañidera. En la novela, que entre otras cosas es De ahí la adecuada sensación de vértigo que comunica. En se-
acerca de la escritura de una novela, dice: gundo lugar, la escena se distancia de la pornografía –muy en
el estilo del cine político-sexual de los sesenta– por la dimen-
le tengo una envidia bárbara [...] a los erotólogos aprobados por el esta- sión de pedagogía política que la impregna y le da su completo
blishment, los que tienen piedra libre como el viejo Miller o el viejo
sentido. Pedagogía para ambos, para el literato que con esta
Genet, esos que dieron su empujón y ganaron la puerta de la calle y ya
nadie puede atajar aunque los prohíban en un montón de países [...] se transgresión o ruptura se aleja de su mundo y cae en el otro
me arrebolan estas mejillas peludas porque me cuesta hablar del dedo –el del activismo político-militar–, y para la burguesita que de
en el culo, cada vez me da la impresión de que estoy metiendo la pata esta manera comienza a romper con sus prejuicios de clase.
y no el dedo, si me perdonás el despropósito, de que en el fondo está Hay, por supuesto, una cierta ingenuidad en esta pedagogía
mal lo que hago, y que por ejemplo la libido no es tan importante para
nuestro destino, etcétera.
político-sexual sesentista, considerada desde el efecto que la
permisividad de las décadas posteriores ha tenido sobre las
De todas maneras el Libro de Manuel contiene audacias en prácticas sexuales y sobre el valor que se les atribuye.
las que vale la pena detenerse porque marcan la manera en que, De estos textos de Cortázar puede decirse que pocas veces
como en la coyuntura que dibujan se ve tan claramente el dile-
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ma de un escritor entre la necesidad de ir más lejos en lo sexual intensiicada lo que le da un grado multiplicado de recordabi-
–porque así se lo marca el espíritu de su tiempo– y el obstáculo lidad a la escena.
que le oponen los escrúpulos provenientes de las ideologías Esta estrategia consistente en generar un punctum que la ima-
artísticas dominantes. ginación pornográica del espectador debe llenar para que el re-
El espectador pornógrafo. No está lejos la pedagogía político- lato funcione en plenitud es la misma que vimos en obra en “El
sexual del texto de Cortázar de la pedagogía más bien exis- inierno tan temido” de Onetti. Y es la misma que unos años
tencialista que en una escena idéntica de forzado coito anal después utilizará David Cronenberg en Madame Butterly (1993).
propone Bertolucci en su película El último tango en París, es- Butterly cuenta la imposible –pero verídica– historia de un
trenada apenas un año antes de la edición de Libro de Manuel. diplomático francés enamorado de una cantante de la Opera
En ambos casos aparece el paisaje urbano parisino y la burgue- de Pekín. La pasión es correspondida y se consuma. Detalle
sita francesa desde una mirada ajena (argentina una, italiana la exótico: ella nunca se desnuda para hacer el amor, siguiendo
otra), y el forzamiento del ano como recurso pedagógico (aun- “una milenaria tradición china” (?). El producto de la pasión es
que la dimensión política de Cortázar “supere” –en el sentido un precioso chinito de ojos celestes. El contraespionaje fran-
hegeliano de la palabra– al existencialismo de Bertolucci). Solo cés descubre que la china es una espía, los arresta a ambos y la
la inminencia de la liberalización de la censura podía provocar cosa termina en un juicio público, al que concurre vestida de
semejante tipo de convergencias. hombre. Porque para pasmo del diplomático ¡en realidad ella
Si hubo una escena que abrió más que cualquier otra el ca- es un hombre! ¿Cómo es posible que habiendo vivido en plena
mino hacia la gran popularidad de la que gozó El último tango intimidad el pobre hombre no supiera que su objeto de pasión
en París, esa escena es precisamente la que venimos mentando, era varón y no mujer? El relato no se detiene en absoluto a
popularmente conocida como “la escena de la manteca”. ¿Por aclarar el punto, avanza impertérrito hacia un inal digno de la
qué esa escena tuvo el impacto que tuvo? ¿Por tratarse de un ópera prestanombres.
coito anal? No. La clave, ciertamente, está en la manteca. ¿Fue ¡¿Entonces?! Al espectador le queda como tarea llenar con
por el uso “inédito” que se le dio a la manteca? No. Se utiliza su imaginación el vacío. Con su imaginación pornográica, por
a los efectos todo tipo de lubricantes, y la manteca no es, por supuesto. “Quizá copulando en cierta posición”, especula, “y
cierto, una recién llegada en la materia. ¿Entonces? La res- con el oriicio muy lubricado, y con los genitales del travestido
puesta está en la función que cumple la manteca, no en tanto disimulados de tal o cual manera... ¡Y aún así!”.
lubricante, sino en la imaginación del espectador de la escena. El cuento de Onetti y las películas de Bertolucci y Cronen-
La escena está angulada, por supuesto, de modo de impedir- berg nos invitan a dar por inaugurado una especie de subgéne-
nos ver la cópula. Sin el recurso a la manteca el espectador ro en erótica que podríamos denominar “el lector/espectador
hubiera tenido que imaginar más o menos vagamente lo que como pornógrafo”.
sucede y no ve. Gracias al recurso concreto y concretizante de De paraísos y de iniernos. Como intelectual Pasolini fue una
la manteca su imaginación de lo que no ve se concretiza. La especie de barómetro del tiempo que le tocó vivir. Intervino en
manteca le sirve de tercer ojo. Ve el ano lubricado con man- las crisis y en las contradicciones de su tiempo cotidianamen-
teca, ve la punta del pene lubricada con manteca, ve cómo el te por medio de sus artículos de prensa, pero también, en otra
artiicio resulta perfectamente adecuado. Es esa imaginación perspectiva, a través de su cine, su poesía, sus novelas y su teatro.
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Vaya uno a saber por medio de qué magia su cine, que se ción en sí mismas, porque en ellas veo una fascinación incomparable, y
originaba como respuesta a coyunturas socioculturales muy su importancia en la vida me parece tan grande que vale la pena dedi-
carle mucho más que una película. Mis últimas películas son también
concretas, décadas después de realizado no muestra en abso- una confesión de esto, debo decirlo claramente. Y puesto que toda
luto los signos y las marcas de su momento de origen sino el confesión es un reto, mi último cine es también una provocación. Pro-
peril inequívoco de la intemporalidad. Cosa difícil de lograr, vocación al público burgués y bienpensante, provocación a los críticos,
porque no hay arte que envejezca más rápido que el cine. que al separar de mis películas el sexo han separado su verdadero con-
tenido y por consiguiente las han encontrado vacías, sin comprender
Consideremos sus últimas cuatro películas, o sea, la Trilogía
que en ellas había una ideología ¡y de qué forma! y que estaba justo
de la vida (El decamerón, 1971; Los cuentos de Canterbury, 1972; allí, en la enorme polla sobre la pantalla, sobre sus cabezas, que no
Las mil y una noches, 1974) más Saló, o las 120 jornadas de Sodoma querían entender.
(1975). La Trilogía de la vida nace de la adhesión de Pasolini al
movimiento de liberación sexual de los sesenta, que luego será Y también, es consciente del efecto que causó El decamerón:
conocido como la “revolución sexual”.
Estoy orgullosísimo de haber sido el creador de una escuela (como
He hecho estas películas –dice Pasolini– para oponer al presente con- dicen) de películas pornográicas: siempre es mejor una película porno-
sumista un pasado recientísimo donde el cuerpo humano y las relacio- gráica que un programa de televisión; materialmente hay más realidad
nes humanas eran todavía reales. [...] Preiero moverme en el pasado en una película pornográica fea que en todos los programas de todo
porque considero que la única fuerza contestataria del presente es el un año de televisión. La realidad es que he abierto camino a películas
pasado. Es aberrante, pero todos los valores en los que nos hemos for- como las de Bertolucci y de Ferreri.
mado, con todas sus atrocidades y sus lados negativos, son los que pue-
den poner en crisis el presente (Naldini, 2001). Pero el advenimiento de la permisividad, y con ella el adve-
nimiento de la pornografía, resultó muy diferente a lo que Pa-
En 1972 la total liberalización de la exhibición cinemato- solini había imaginado. La “banalización de la sexualidad” a la
gráica no había llegado aún a Europa y sobre sus películas que entiende que conduce la omnipresencia del cuerpo porno-
llueven las prohibiciones y los procesos judiciales. La posición gráico lo disgusta profundamente, al punto que poco después
de Pasolini es de clara militancia: del estreno de Las mil y una noches hace público un documento
que titula “Abjuración de la Trilogía de la vida”. Entiende que
¿Que cómo he llegado a la exasperada libertad de representación de
gestos y de actos sexuales, a la representación en detalle y en primer
la lucha por la liberación sexual ha sido brutalmente superada y desvir-
plano del sexo? En un momento de profunda crisis cultural, que ha
tuada por la decisión del poder consumista de conceder una tan amplia
llevado incluso a pensar en el inal de la cultura –que de hecho se ha
como falsa tolerancia. La realidad de los cuerpos “inocentes” ha sido
reducido en concreto al enfrentamiento, a su modo grandioso, de dos
violada, manipulada, ofendida y puesta al servicio del poder consumista.
subculturas, la de la burguesía y la de la protesta contra ella– me ha
Las vidas sexuales privadas han sufrido el trauma tanto de la tolerancia
parecido que la única realidad preservada era la del cuerpo. De este
como de la degradación corporal, y lo que en las fantasías sexuales era
modo la protagonista de mis películas ha sido la corporalidad popular.
dolor y alegría se ha convertido en suicida desilusión, en informe desi-
No podía –muy precisamente por razones estilísticas– no llegar a las
dia [...]. La tolerancia ha convertido en muy poco tiempo al sexo en
últimas conclusiones en este asunto. De hecho el símbolo de la rea-
algo triste y obsesivo. La represión del poder tolerante es de todas las
lidad corporal es el cuerpo desnudo, y, de modo aún más sintético, el
represiones la más atroz. Ya no hay nada alegre en el sexo. Los jóvenes
sexo. Además: para mí las relaciones sexuales son fuentes de inspira-
son feos o están desesperados, son malos o están derrotados.
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La tremebunda respuesta de Pasolini al nuevo estado de co- Vague japonesa que se destacaba por la impronta extremista de
sas es Saló, o las 120 jornadas de Sodoma, adaptación del texto de su cine cargado fundamentalmente de sexo y política), a pre-
Sade a los tiempos inales de la Italia fascista. La adaptación parar proyectos que se caracterizaran por encarar la temática
es pertinente. Poderosos abusando de inocentes siempre los sexual sin restricciones. Apostó y ganó. No solo porque La bes-
hubo. Más allá de la relexión sobre el poder y la sexualidad en tia y El imperio de los sentidos se convirtieron desde el día de su
abstracto, Saló –la más obscena representación de la libertad estreno en clásicos absolutos del cine erótico, sino que además
sexual (de los poderosos) imaginable– habla de la decepción en porque sus estrenos coincidieron perfectamente con la libe-
que lo ha dejado la lucha por la liberación sexual, que ha ter- ralización de la censura cinematográica en Francia causando
minado en la pornograización de la sociedad o, en sus propias verdaderas conmociones. Dauman recogió, con total justicia,
palabras, en “los cuerpos inocentes violados y manipulados por fortunas. De paso, con sus producciones dejó en claro –por si
el poder consumista”. Comparándola con la Trilogía dice Pa- no lo estaba– que tampoco en cine el arte tenía por qué cederle
solini que en Saló a la pornografía la exclusividad del recurso a lo explícito en
materia sexual. Una lección que todavía está por terminar de
el sexo es todavía utilizado, pero en vez de ser utilizado como algo digerirse.
bello, alegre y perdido, es utilizado como algo terrible, se ha converti-
No voy a recordar aquí el argumento de El imperio de los
do en lo que Marx llama la mercantilización del cuerpo, la alienación
del cuerpo. Lo que Hitler hizo brutalmente, es decir, matando, destru- sentidos. Quienquiera se interese en la erótica la ha visto y la
yendo los cuerpos, la civilización consumista lo ha hecho en el plano recuerda. La pareja de amantes de Oshima, como dice Lucre-
cultural, pero en realidad, es lo mismo. cio, “sufren sed en mitad del turbulento río en el que intentan
beber”. La posesión amorosa no hace sino multiplicar el deseo
Así, el cine de Pasolini responde, en dos momentos diferen- que los consume. Solo en el exceso encuentran una mínima
tes –de exaltación y luego de decepción–, al advenimiento del tregua, que es cada vez más breve. Deja de interesarles todo lo
cuerpo pornográico, enarbolando sus convicciones más pro- que no sea el abrazo sexual, se aíslan, caen en una encerrona
fundas y sin temor al escándalo. “Yo pienso que escandalizar en la que la única salida es la locura y la muerte. Oshima narra,
es un derecho”, decía, “ser escandalizados, un placer, y quien pues, un caso de posesión por el deseo. El deseo que sienten
rechaza ser escandalizado es un moralista”. el uno por el otro sencillamente no cesa, se vuelve máquina y
El deseo que no cesa. A principios de los años setenta, ob- termina por aplastarlos en sus engranajes.
servando la escena americana, donde el hardcore comenzaba a El sexo en el ilm de Oshima es totalmente explícito. ¿Hu-
abrirse camino hacia la exhibición comercial normal, Anatole biera podido no serlo? No. Si Oshima, mediante angulaciones
Dauman –un productor de cine de calidad (Resnais, Godard, de cámara, posiciones de cuerpos e interferencias diversas en
Bresson, entre otros)– calculó que en poco tiempo la misma la visual del espectador hubiera prescindido de la cruda repre-
liberalización llegaría a Europa y decidió que era el momen- sentación de lo sexual, hubiera destruido su ilm. Porque si se
to adecuado para apostar fuerte. Invitó a dos cineastas de su quiere decir que el deseo sexual –el deseo de clavarse en el otro
predilección, el polaco Walerian Borowczyk (que trasladaba al o de ser clavado por el otro– si no cesa, si no se acaba, si no se
cine la sensibilidad exquisita que lo había consagrado como ar- agota, se convierte en una máquina que conduce a la locura, y
tista plástico) y el japonés Nagisa Oshima (líder de la Nouvelle para decirlo se recurre a eufemismos, entonces no se está di-
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ciendo nada. Al espectador el planteo le resbalaría porque la gráico, en su banalidad oculta una verdad decisiva, pero que
notoria hipocresía desautoriza. En arte es así: o se tiene la auto- de ninguna manera está dispuesto a revelarla, a formularla. Esa
ridad para decir, y entonces el que se expone a la obra la padece verdad inconcebible que oculta el cuerpo expuesto comienza
y se lleva su huella, o no se la tiene, y entonces es inútil abrir la a interpelarnos. Será necesario arrancársela, extirpársela. Ter-
boca. Si Oshima quería que le creyésemos –de esa manera en minamos por encarar al cuerpo pornográico y empezamos a
la que solo el arte obliga a creer– cuando nos dice que el límite interrogarlo.
extremo del deseo es la locura y la muerte, no podía permitirse La estetización del porno. Las artes plásticas contemporáneas,
pelos en la lengua. y en particular la fotografía, han encarado con especial inten-
La obra maestra de Oshima dialoga, pues, con la porno- sidad la interrogación del cuerpo pornográico. La serie fo-
grafía. ¿Qué le dice? Que el cuerpo pornográico no es nada, tográica Hecho en el Paraíso (1989-1991), de Jeff Koons, en la
que está deshabitado, vacío, que es pura pose o pura isiología. que modelan él mismo y la estrella porno de los ochenta Ilona
Que el cuerpo verdadero, el que es más que solo cuerpo, es el Staller, la Cicciolina, es una parodia edulcoradamente apolo-
cuerpo enervado por el deseo, que cuando es verdadero bordea gética de la imaginería pornográica. La serie Historia del sexo
los límites de lo terrible. (1997), de Andrés Serrano –siguiendo el modelo de Robert
El imperio de los sentidos dialoga con la pornografía y le mar- Mapplethorpe, que a su vez retomaba la estética acuñada por
ca su verdad, su límite, aquello a lo que puede aspirar. La por- Wilhelm Von Gloedden a ines del siglo XIX y comienzos del
nografía solo puede mostrar lo que muestra, porque no puede, XX–, retrabaja el cuerpo pornográico desde la perspectiva de
ni quiere, ni sabe trascender lo que muestra. No puede, pues, un formalismo clasicista cuidadosamente elaborado. En ambos
atrapar, exponer, disecar lo esencial, que es el deseo, el eros, el casos la relexión sobre el sexo explícito se hace desde un dis-
misterio que de pronto le exige a dos extraños, o a dos que de tanciamiento logrado a base de estetización.
pronto se reconocen como extraños, que se extenúen en una En un registro completamente diferente, al que se ha dado
devoración sin objeto y sin éxito posible alguno. en llamar “documentalismo sexual”, Larry Clark (también ci-
neasta) y Nan Goldin dan cuenta de una sexualidad expuesta
A partir de la brusca y deinitiva liberalización de la censura a la cruda mirada de la cámara, pero que no accede nunca al
cinematográica (1972 en los Estados Unidos, 1975 en Euro- erotismo.10
pa) los productos de la industria pornográica están en todas
partes, siempre al alcance de la mano del consumidor. Internet Su mirada neutraliza de cierta manera la potencia disruptiva del ero-
tismo, integrando la sexualidad en la trama continua de lo cotidiano.
los introduce en el ámbito familiar. La omnipresencia asixian-
Aquí el sexo no hace ruptura ni cesura, no hay gozo convulsivo, ni
te del cuerpo pornográico exponiendo implacablemente a la caída ni redención dionisíaca: el erotismo se ha, paradojalmente, exte-
mirada su supuesta ansiedad de goce, sus pliegues, sus oriicios, nuado. La desublimación que golpea a la sexualidad es también la de
sus humores desbordantes, sus voces, sus gemidos, sus funcio- una cotidianidad de la que el que mira está invitado a compartir la uni-
nes, profundiza su inluencia sobre el mundo del artista. Todo, versal banalidad (Baqué, 2002).
aun lo más evidente o banal, reiterado más allá de determinado
punto, termina por volverse misterioso: empezamos a sentir o 10. Como fotógrafo los libros claves de Clark son Tulsa (1971) y Lujuria
adolescente (1983). El libro emblemático de Goldin es La balada de la dependencia
imaginar su enigma, a sentir o imaginar que el cuerpo porno- sexual (1986).
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Parodización, estetización, banalización, respuestas posmo- Un tercer universo icónico-imaginario se suma al diálogo del
dernas si las hay, no son las únicas que produjo la sobresatu- arte, la pornografía y la ciencia médica hacia el inal del siglo
ración pornográica de las últimas décadas. La serie Imágenes XX: el universo de la publicidad. Interrogado acerca del supues-
sexuales (1993), de Cindy Sherman, producida como respuesta to carácter pornográico de su obra, Balthus responde: “La pu-
a las diicultades con la censura que hacia ines de los ochenta blicidad es pornográica. Una jovencita poniéndose un pro-
encontraron sus colegas Mapplethorpe y Serrano, directamen- ducto de belleza parece como si estuviera teniendo un orgas-
te sustituye al cuerpo pornográico colocando en su lugar ma- mo”. La publicidad ha asumido, siguiendo a Freud, que el as-
niquíes y prótesis de uso médico, partes de cuerpos artiiciales, pecto sexual se encuentra en la base de la conducta humana, y
particularmente genitalia, dispuestos in lagrante delicto. El re- aplica el axioma consecuentemente, inventando una erótica
sultado es provocador, perturbador y divertido, lleno de un fe- del consumo. Para vender un automóvil, un cepillo de dientes
roz sarcasmo hacia el patetismo represor con que a nivel insti- o un detergente recurre por igual a un vago constructo que
tucional se siguen encarando cuestiones vinculadas a lo sexual. representaría las motivaciones sexuales del consumidor. Ha-
He querido dar algunos ejemplos de la manera en que el blamos aquí de un cuerpo no menos peculiar: el cuerpo publi-
arte contemporáneo, la fotografía en particular, cuestiona al citario.
cuerpo pornográico. Las posibilidades de ejempliicación son Otra visión del cuerpo –llamémoslo “el cuerpo incierto”–
innumerables, porque buena parte del arte contemporáneo que contribuye decisivamente a conigurar la visión del arte
tiene que ver con el cuerpo, sus performances y mutaciones, actual en lo que hace a la representación del cuerpo y de la
como consecuencia más o menos directa de la omnipresencia sexualidad es producto del debate ideológico sobre las cues-
de la función sexual que ha implicado la expansión de la por- tiones de género. Escritores, cineastas, artistas plásticos hoy
nografía. no están recluidos en sus prácticas especíicas sino que prestan
El cuerpo incierto. Pero algunas de las más relevantes in- atención y a menudo intervienen en el debate en curso desde
tervenciones del arte contemporáneo en lo concerniente al la “revolución sexual” en torno a la diferencia y a la identidad
cuerpo y la sexualidad, sus realidades y sus utopías, hay que sexual, debate que implica todo un abanico de disciplinas, des-
consignarlo, reconocen también otros factores determinantes de la sociología y la historia a la estética y el psicoanálisis.
además de la omnipresencia del cuerpo pornográico en nues- Una última visión del cuerpo humano –o más bien del cuer-
tra cultura. Otras imágenes del cuerpo, que también alcanzan po no humano, o del no cuerpo humano– se debe al desarro-
un grado de saturación, han intervenido en esas producciones. llo de la inteligencia artiicial. Cada vez más los programas de
Hay un universo icónico-imaginario, en plena expansión computación se acercan al cumplimiento de la totalidad de las
también, que es consecuencia del desarrollo vertiginoso en el funciones de la mente humana. Lyotard, en Lo inhumano, su-
último medio siglo de la ciencia médica. Imagenología médica braya que en el caso de una catástrofe que destruyera el pla-
(Holtzmann, 1997), cirugía, farmacología, genética: un formi- neta la única opción de supervivencia de lo humano sería a
dable aparato de divulgación pone las realidades y las fantasías través de la inteligencia artiicial, no habiendo para el cuerpo
del desarrollo de la ciencia y la tecnología médica al alcance del humano chance alguna de supervivencia (Lyotard, 1998). El
ciudadano medio. Al cuerpo pornográico se suma el cuerpo transhumanismo plantea directamente prescindir del anclaje
médico-cientíico. humano de tipo orgánico por considerarlo limitado y limitan-
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te. “Ello se conseguiría mediante un proceso de delesh, con el tivo fue, mediante cirugía plástica, proporcionar a su cuerpo
cual se reemplazaría la carne con la no-carne. En dicho pro- la belleza perfecta tal y como fue sugerida por los grandes ar-
ceso se produciría una ‘transfusión de identidad’, momento en tistas que pintaron a la mujer (tener la barbilla de la Venus de
que el ser poshumano transferiría su conciencia y su identidad Botticelli, los labios de la Europa de Boucher, la frente de la
a un sistema diferente del cuerpo humano” (Aguilar García, Mona Lisa de Leonardo, etcétera). Orlan sobrellevó las inter-
2008). De lo que se trata es de rediseñar la condición humana venciones quirúrgicas consciente y leyendo en voz alta textos
prescindiendo del cuerpo humano, ni más ni menos. alusivos a su proyecto artístico.
El diálogo arte/pornografía en el in del siglo se realiza así El cuerpo inmundo. “¿Por qué se ha vuelto común entre los
en un contexto de saturaciones múltiples –cuerpo pornográ- artistas de este in de siglo usar en sus obras materiales como
ico, cuerpo médico-cientíico, cuerpo publicitario, cuerpo los cabellos, los pelos, los trozos de uñas cortadas, las secre-
incierto del debate sobre el género, no cuerpo transhumanis- ciones y los humores, la sangre, la saliva, los mocos, la ori-
ta– en el que siempre están en juego las posibilidades mutan- na, el esperma, la sanie, el pus, los excrementos? El denomi-
tes del cuerpo humano: su forma, sus funciones, sus apetitos, nador común de todos estos insólitos productos es que son
sus límites. Inevitablemente el arte contemporáneo releja esta materiales orgánicos y desechos directos del cuerpo” (Clair,
compleja encrucijada que sin duda va bastante más allá de la 2007). Pero además, en todo caso, si no se los usa en tanto
interrogación del cuerpo pornográico. materia –como lo hicieron, por ejemplo, Nebreda, Emin, Go-
La consideración de los productos de estas saturaciones ber, Marc Quinn, Gasiorowski, Franz West, Delevoye o Luise
múltiples nos alejaría, por supuesto, de la cuestión concreta Bourgeois– se los puede tomar como tema de fotografía, como
del efecto de la pornografía sobre el arte. Normalmente en lo hace Andrés Serrano en su exposición parisina Shit (2008),
estos productos no hay ni la voluntad de una erótica ni de la que presenta fotos de gran formato de excrementos humanos
parodia de una erótica. Doy brevemente dos ejemplos. Ste- sólidos. Y si hablamos de trabajar con desechos humanos, no
lios Arcadiou, el artista conocido como Stelarc, presenta per- podemos olvidar el trabajo de Serrano con el desecho humano
formances en las que combina instrumental médico, prótesis, inal, el cadáver, en su impactante serie La morgue, de 1992. A
robótica, sistemas de realidad virtual e Internet para explorar esta tendencia se la ha denominado arte abyecto, retomando la
interfaces alternativas, íntimas e involuntarias con el cuerpo. expresión de Julia Kristeva.
En Carne fractal (1995-1998), por ejemplo, presentó un sis-
tema de estimulación muscular en interface a través de una Exhibición de la vida desnuda de los órganos, de una isiología en esta-
do puro, exaltación del residuo biológico, fascinación por la muerte
pantalla de contacto permitiendo acceso remoto (vía Internet,
bajo el aspecto de cadáver. Más sorprendente que su producción es la
por ejemplo) para llevar a cabo actuaciones y coreografías con recepción de estos objetos. Directores de museos, responsables de las
un cuerpo. Con Stelarc estamos en los dominios del cyborg, grandes manifestaciones internacionales, críticos de revistas y maga-
del cuerpo obsoleto, del no cuerpo transhumanista. En cam- zines, todo un establishment del gusto parece aplaudir este arte de la
bio, la perspectiva de Orlan –véase su Maniiesto del Arte Car- abyección. Todo ocurre como si, con la exposición de estos cuerpos
entregados al horror, otro cuerpo, el cuerpo social, evacuase una nece-
nal– depende de los avances de la medicina y la cirugía. Entre sidad (Clair, 2007).
1990 y 1993 llevó a cabo sus nueve performances quirúrgicas,
transmitidas en directo vía Internet, performances cuyo obje-
140 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 141

Durante siglos el arte occidental se ha centrado en la repre- especie de gran escarabajo y luego como una especie de mons-
sentación de la envoltura corporal humana, y especialmente en truo reptiloide. En el primer caso, cuando el bicharraco separa
la representación del rostro humano –o sea, en el exterior del las alas vemos que su lomo tiene la forma de un gran ano. Ese
cuerpo–, destacando, por supuesto su capacidad para expresar ano habla y al hablar potencia los delirios del escritor, que se
signiicados trascendentes. La sobresaturación y el estallido encuentra en una crisis de identidad sexual, alejándose de la
de la imagen de ese exterior con el advenimiento del cuerpo mujer (“son animales de otra especie”, le dice el escarabajo-
pornográico y, subsidiariamente, del cuerpo publicitario, el culo) y sumergiéndose en la experiencia homosexual. El mons-
cuerpo médico-cientíico, etc., conlleva para muchos artistas truo reptiloide tiene en la cabeza, en vez de pelo o plumas o
una especie de giro radical: ahora importa el cuerpo interior, escamas, unas especie de verguitas que se bambolean y que,
la isiología, la víscera, el cuerpo como productor de desechos súbitamente erectando, chorrean abundantemente un líquido
y como deshecho él mismo en tanto cadáver. No importa ya la viscoso, especie de semen. Es así como Cronenberg se permite
forma sino lo informe, no lo lleno de signiicado sino lo insig- culos en primerísimo primer plano y vergas chorreando semen
niicante, no lo sublime sino lo abyecto. sin que nadie pueda acusarlo de hacer pornografía.
Cuerpos mutantes. Quizás el cineasta que ha ido más lejos En eXistenZ (1999) su fantasía de pornógrafo impune se
en la interrogación del cuerpo pornográico sea el canadiense perfecciona. La trama gira en torno a un nuevo juego virtual
David Cronenberg. Cultor del estilo y del espíritu del cine que se conecta directamente en el cuerpo humano, actuando
de “clase B”,11 ha trabajado los géneros más variados (de la sobre el sistema nervioso y tomando del organismo la energía
ciencia icción, al horror, y de ahí al policial y al melodrama que necesita para funcionar. La conexión se realiza a través de
sentimental), pero en todos sus ilms el sustrato más profun- un bioport, una especie de oriicio en la base de la columna ver-
do es la exploración de la potencialidad mutante del cuerpo tebral. Este oriicio funciona como un (otro) oriicio de placer
y del deseo humano. Cronenberg es muy consciente de que en el cuerpo humano y los personajes se rinden reiteradamen-
estas exploraciones implican que el cuerpo pornográico es el te a su atracción. Así comenta Cronenberg el punto:
dialogante oculto de su cine. “Hay en mí”, dice (Péron y Ri-
goulet, 1999), “el deseo de hacer un cine pornográico que no La sexualidad está desconectada de la reproducción, es una experiencia
totalmente diferente hoy. Así como se puede procrear fuera del cuer-
podrían censurar porque el sexo no es mostrado realmente,
po, por qué no crear un nuevo oriicio placentero con inalidad sexual?
aunque todo el mundo sepa que en verdad sí se lo muestra”. Por lo demás es lo que ya sucede hoy con la mutilación, con el bondage,
Esta especie de pornografía paradójica a la que dice aspirar la que crea nuevos órganos retorciendo los que hay. La representación de
realiza, por ejemplo, en El almuerzo desnudo (1991) mediante esos nuevos oriicios puede provocar extrañas reacciones en el especta-
las alucinaciones que el escritor padece como consecuencia de dor. Cuando Jude Law mete el dedo en el bioport de Jennifer J. Leight,
los espectadores lo sienten, pero no sabe verdaderamente dónde lo
las raras drogas que consume. Las alucinaciones se concentran sienten. Puede ser algo liberador, provocador, humorístico; de hecho,
en su máquina de escribir, que se le aparece primero como una Jennifer lame los bordes del bioport de Law por su propia iniciativa y
encuentra eso natural (Péron y Rigoulet, 1999).
11. Las películas “clase B” son aquellas producidas con bajo presupuesto, de
género (western, policial, ciencia icción y horror, mayormente) que Hollywood Los oriicios expuestos del cuerpo pornográico mutan en
producía para relleno de las programaciones de matinés en los años cuarenta y
cincuenta. Desaparecieron con el advenimiento de la televisión. Cronenberg, ampliicados, resigniicados, desterritorializados.
142 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 143

Más allá de estos desplazamientos, sustituciones y metafori- comentan, guiona (Belleza robada) nada menos que para Ber-
zaciones de la genitalia y aunque cada uno de sus ilms conten- nardo Bertolucci. Hace poco conocimos aquí el ilm Pasión al
ga un fuerte sustrato sexual, Cronenberg nunca incurre en sexo atardecer (Evening), de Lajos Koltai, en el que actúan Vanessa
explícito. Si bien Ballard escribió en el prefacio de su novela: Redgrave, Meryl Streep y Glenn Close, sobre el guión de Mi-
“Quisiera poder pensar que Crash es la primera novela porno- chael Cunningham (Las horas) adaptando una de sus novelas.
gráica basada en la tecnología” (Ballard, 1984), en la novela Su novela más reciente, Rapture (que podría traducirse
no se llama a las cosas por su nombre ni en la adaptación de como Éxtasis) es, a lo largo de sus 115 páginas, el relato más
Cronenberg se traspasan los límites del género cinematográi- que minucioso de una felación (Minot, 2002). Sus personajes,
co llamado “erótico”, o sea que no se ve genitalia, ni por consi- ex amantes, se encuentran casualmente años después de una
guiente, penetración. Crash explora una nueva erótica, produc- separación dolorosa que nunca terminó de cicatrizar. Preve-
to del imbricamiento del cuerpo humano con la tecnología. Se nidos como están contra un reencuentro de todas maneras no
trata del accidente de tránsito en tanto performance, en tanto pueden evitar el renacer del deseo sexual. Lo que Rapture na-
“instalación” (en el sentido que se utiliza el término en el arte rra, su presente narrativo, es ese momento sexual –que, como
contemporáneo) y, sobre todo, en tanto afrodisíaco. El vidrio dije, toma la forma de una felación–. Apelando a un artiicio de
astillado, el metal abollado, la sangre coagulada sobre el tapi- retórica narrativa, Minot hace que mientras el acto sexual se
zado de los asientos, los cuerpos destartalados, las prótesis de desarrolla, sus personajes –monólogo interior mediante– re-
metal y cuero, y las cicatrices, extensas y abultadas, son aquí los construyan la evolución de su relación y de su vida después de
fetiches a través de los cuales es posible el goce. Entre hierros, la ruptura. A medida que vamos conociéndolos y que vamos
cueros crujientes y medias de seda desgarradas queda de pron- conociendo sus circunstancias, emerge el tema profundo: al
to expuesta en la parte posterior de un muslo una profunda y seguir los imperativos de la razón –de alguna razón, de la que
abultada cicatriz, verdadera parodia de la hendidura femenina sea– podemos estar dejando de lado nuestros sentimientos más
sobre la cual pronto son vertidos los más profusos homenajes. auténticos y labrando así nuestra infelicidad –tema universal,
Nuevamente, la desterritorialización del goce, la reconigura- si los hay–. A medida que conocemos a esos personajes vamos
ción del deseo, la superación del cuerpo pornográico. comprendiendo cómo sus debilidades, limitaciones e insegu-
Pornografía chic. Para abundar en la ejempliicación del diá- ridades personales los han empujado, a cada uno a su manera,
logo arte/pornografía en el campo de la literatura quisiera re- a encontrar coartadas racionales para no ceder a lo que es un
ferirme a una autora que, sin duda, no calza los puntos de un amor verdadero. El mérito literario de Minot reside en que es-
Miller, un Bataille, un Onetti o un Cortázar, pero que, preci- tos undercurrents emerjan con total claridad sin que en realidad
samente debido a la ausencia de radicalismos culturales que la jamás sean tematizados demasiado explícitamente.
caracteriza da la real medida de la inluencia del cuerpo porno- Otro elemento que va emergiendo a medida que vamos
gráico en la producción actual. comprendiendo a los personajes de Minot y su circunstancia es
Susan Minot es cualquier cosa menos una escritora under, la razón por la cual la novelista elige de entre todas las iguras
vanguardista o una francotiradora de la cultura. Al contrario, eróticas posibles esa –la felación– y no otra, cosa que al prin-
forma parte del jet-set cultural más reinado de los Estados cipio nos parece, naturalmente, arbitraria. Poco a poco vamos
Unidos: Alfred Knopf la edita, los diarios más importantes la comprendiendo que ninguna otra igura erótica hubiera sido
144 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 145

más apta para expresar el estado de indiferencia vital y sexual currido en las características del género. La razón es obvia:
en el que ha caído él progresivamente después de la ruptu- pocos actores “de escuela” están dispuestos a protagonizar
ra, ni el estado de beatitud, de éxtasis, de adoración en el que sexo explícito y pocos directores ambiciosos están dispuestos
aterriza ella al darse cuenta, en el reencuentro, que no debió a arriesgar su prestigio en el escándalo. Catherine Breillat es-
resistirse nunca al sentimiento que él le inspirara, sin importar taba predestinada para honrar las enseñanzas de su admirado
el contexto ni las consecuencias. Él se deja hacer, ya escéptico Oshima. Muy joven tuvo un pequeño rol como actriz en El
respecto de sus vapuleados sentimientos. Ella hace en estado último tango en París. Debutó como directora el mismo año
de éxtasis, de abandono de todas las resistencias, de adoración del estreno de El imperio de los sentidos, 1976, dirigiendo para
que adivinamos quizá tardía. un productor de pornografía una adaptación de su novela Una
Así pues, la novelita de Minot –mainstream Nueva York– jovencita real, que narra con total crudeza la iniciación sexual
dialoga con el porno retrabajando una de las iguras favori- de una joven y que no se estrenó hasta 1988 por desavenencias
tas de la iconografía pornográica. Pero al vacío autista que con el productor. La fama le llega en 1999 con Romance, una
caracteriza al ajetreo del porno opone una plenitud de senti- áspera exploración de la sexualidad femenina en la que por
dos –más allá del blando escepticismo que predomina en su primera vez Breillat –ante la reticencia de los actores franceses
visión de la pareja humana–. Rapture hubiera sido impensable para el sexo explícito– incluye en el elenco a la estrella porno
diez años atrás –no digamos veinte o treinta–. Su condición italiana Rocco Sifredi.
de posibilidad es que la pornografía se haya convertido, como Anatomía del inierno (2004), adaptación de su novela Porno-
lo es hoy, más aun que en una especie de subcultura, en “una cracia (2004),13 es una fábula feminista. No aspira al realismo
forma de arte pop, que arrastra un estigma enorme, pero pese ni a la verosimilitud sino a ilustrar adecuada e intensamente
a ello tiene una gran inluencia sobre nuestro entorno: el arte, una idea. La historia que cuenta es probablemente la más im-
la moda, la publicidad, la música, todo incluye elementos pornográ- probable de las historias. Una mujer harta hasta la náusea de
icos” (Stamolis, 2007). Hoy en día, hasta para la revista Cosmo- la preferencia de los hombres por los hombres contrata a un
politan, tratar de dar cuenta de una relación amorosa sin ser homosexual para que la mire. Simplemente para eso, para que
muy preciso –preciso hasta lo pornográico– en las formas del la mire, aunque poco a poco –a medida que las cuatro noches
intercambio sexual que esa relación asume o implica es un ana- del contrato transcurren– vamos comprendiendo que lo que
cronismo estetizante o cínico incluso, pero en todo caso muy pretende es que la mire allí donde no es mirable, que mire su
distante de la manera en que hoy entendemos las realidades sexo, y que espera que suceda algo como consecuencia de esa
humanas. mirada. Exhibe entonces ante ese hombre, en principio impo-
El cuerpo menstruante. El imperio de los sentidos dio origen a sible de tentar, su cuerpo desnudo y abierto.
un nuevo género cinematográico: el cine no pornográico de Moviéndose como zombies, o como en un sueño o como
sexo explícito.12 Pero, desde entonces, se pueden contar con en una pecera, hablando como con una voz interior, para sí, al
los dedos de una sola mano los ilms de calidad que han in- azar de un diálogo en el que él releja el disgusto de lo varonil

12. Estoy seguro de que al llegar a su madurez, la industria pornográica será 13. El título está tomado de La Pornocracia o las mujeres en los tiempos modernos
capaz de originar el subgénero “película pornográica sin sexo explícito”. (1875), ensayo del padre del anarquismo Pierre-Joseph Proudhon.
146 / Ercole Lissardi El cuerpo pornográfico / 147

hacia la debilidad femenina y el asco por su anatomía íntima, mente que “jamás en la vida nada puede volver a comenzar de
y ella, la incomprensión y la violencia que padecen las mujeres nuevo”.
por parte de los hombres, irresistiblemente, como si la boca Vergas erectas y vulvas expuestas no están aquí para repetir
oculta en el vellón de la entrepierna fuera un imán, él comien- la iestita habitual del porno sino para decir sus verdades, para
za a acercarse, a mirar de más cerca, y luego a tocar. Hunde invertir las polaridades, para desenmascarar las evidencias. La
lentamente el índice en la hendidura y lo retira impregnado verga, el orgulloso y avasallador estandarte del macho, es un
en la humedad viscosa. Lo huele y lo lame. Más tarde, con un animalito frágil y asustadizo. Y el coño, la vulva, ya no es aquí
lápiz de labios, dibuja un círculo en torno a los dos oriicios, el pasivo receptor de las prepotencias del macho sino un agu-
el anal y el vaginal. Luego, completamente erecto penetra –no jero insondable, misterioso, voraz e irresistible. Anatomía del
sabemos por dónde– a la mujer, que inge dormir. Él alcanza el inierno va más allá del cuerpo pornográico de la única manera
orgasmo y se funde en un mar de lágrimas. ¿Es el objetivo de la que puede hacérselo, forzando sus límites, haciéndolo mostrar
fábula de Breillat elaborar una utópica reconciliación entre los lo que no se puede mirar.
sexos? Para nada, apenas estamos en la primera noche. Inconclusiones. A lo largo del siglo XX, En particular desde
La segunda noche él vuelve a explorar el coño con los de- que la industria de la pornografía comenzó su proceso de cre-
dos, pero esta vez la humedad que obtiene es la de la sangre. cimiento, y hasta la actualidad, cuando la omnipresencia del
Piensa en matarla. Trae un azadón para golpearla. Pero no lo cuerpo pornográico llega a un punto de saturación en que
hace. Se limita a penetrarla con el mango de la herramienta. ha impregnado los medios masivos de comunicación y de di-
La tercera noche es de nueva reconciliación. Ella le explica fusión, el arte ha mantenido con la imaginería pornográica
los usos, virtudes y mínimas molestias del tampón. Luego be- una interacción en la que ha estado en juego la necesidad de
ben, utilizando en un vaso de agua, a manera de bolsita de té, asumir en sus términos –de explicitación ante todo– lo porno-
un tampón ensangrentado. Ahora ella es la que llora, su rudo gráico, para superarlo, para ir más allá, para revelar la verdad
feminismo se quiebra. “¿Acaso he perdido toda mi dignidad o las verdades que oculta. A su variada manera el arte de las
presentándome ante ti de esta manera?” A esta altura un buen últimas décadas ha intentado sobre el cuerpo pornográico una
contingente de espectadores se ha retirado de la sala. Pero la operación similar a la que en el terreno del ensayo Georges
cuarta noche es la de la locura. Uno podría creer que estamos Didi-Huberman practicó sobre la pintura de Botticelli (Didi-
verdaderamente pisando irme en el terreno del romance. Fi- Huberman, 2005), que comenzaba con la pregunta “¿qué es lo
nalmente se da el coito frontal, el enlazamiento total de los que oculta un cuerpo desnudo?”. Desde la regocijante genita-
cuerpos. Todo va bien hasta el momento de retirar la verga, lia ampliicada y parlante o la desterritorializada de Cronen-
entonces la vagina vomita un buen chorro de sangre. Con la berg, a la vulva como maëlstrom de Breillat, a la movilización
verga totalmente ensangrentada él queda anonadado por el de la imaginería pornográica del lector/espectador en Onetti
asco y por el susto. La magia se ha roto de una vez y para o Bertolucci, al cortocircuito fatal en el acceso a la vulva ma-
siempre, a juzgar por la conversación posterior de él con un terna en Bataille, y así siguiendo en mil otras formas imagina-
amigo en un boliche, asqueado y furioso con la mujer –“la tivas y radicales, el arte actual nos propone los primeros esbo-
reina de las putas”– que lo había metido en “una trampa”. Se zos de una respuesta que por ahora permanece informulada
consuela pensando que por lo menos ha aprendido deinitiva- –quizá porque es informulable– a la pregunta de qué es lo que
148 / Ercole Lissardi

oculta el cuerpo pornográico. No faltará el Demian Hirst que,


irritado por esa informulación, que a algunos nos resulta por Epílogo
demás estimulante, nos proponga como gesto dizque deiniti-
vo el cuerpo pornográico conservado en formol en una pecera
de lexiglass.

Nuestra pequeña fantasía cultural, el paradigma fáunico,


demuestra que una serie de iguras eróticas propias de distintos
momentos de la cultura de Occidente guardan entre sí sutiles
relaciones: de hecho conforman una tradición, una tradición
implícita, latente, que ha conspirado contra la índole represiva
de la corriente dominante de pensamiento y sensibilidad en
materia de sexualidad. Sin duda que a esa tradición implícita
pertenecen un gran número de iguras eróticas: nos hemos li-
mitado a tomar aquellas emblemáticas por el amplísimo nivel
de difusión que han tenido.
Las relaciones entre estas iguras son de una lógica sin isu-
ras. Satanás es un sátiro disfrazado, Don Juan es la encarnación
de Satanás, Casanova es la encarnación de Don Juan y el cuer-
po pornográico, cerrando el círculo, es el retorno a la proli-
feración de la imaginería anónima, como en tiempos de los
sátiros y los faunos, pero en el contexto de la esquizofrenia del
capitalismo. Refuerza esta circularidad del paradigma fáunico
el hecho de que se trate, en realidad, de un sistema de inter-
pretaciones y reinterpretaciones. La Iglesia interpreta al sátiro
para demostrar su naturaleza demoníaca. Molière interpreta al
150 / Ercole Lissardi Epílogo / 151

Don Juan de Tirso para, dándole la palabra, demostrar la legi- ¿A qué conclusiones nos invita el establecimiento de esta
timidad de sus actitudes. Mozart reinterpreta al Don Juan li- tradición a la que hemos llamado paradigma fáunico? Esta tra-
bertino proveyéndolo de un argumento irrebatible: la música, dición, latente pero sólidamente trenzada, ha sido la trinchera
expresión insuperable de la pasión que lo domina. Kierkegaard desde la que nuestra cultura ha resistido el ímpetu totalitario
interpreta esa operación mozartiana para explicarse por qué –largamente protegido por los poderes dominantes en las su-
Don Giovanni es “la ópera de las óperas”. Szentkuthy interpre- cesivas formaciones sociales occidentales– de una cierta con-
ta a Casanova para demostrar la superioridad de la ilosofía de cepción trascendentalista de la condición humana. A los exce-
vida del veneciano. El sistema de interpretaciones que consti- sos del espiritualismo corresponden, por supuesto, los excesos
tuye al paradigma fáunico es un sistema de aproximaciones a la del sensualismo. Se trata de una alternativa en la que es muy
palabra fáunica, a la plenitud de su discurso. No es sino cuan- difícil imaginar un punto medio exento de algún nivel de hipo-
do la esquizofrenia capitalista potencia al ininito la expansión cresía. Al ser humano, en tanto animal culto, no hay manera de
de los dominios de la pornografía, que el discurso fáunico se arrancarle, sin desollarlo, ni las frivolidades espiritualistas ni la
estrella contra sus límites y vuelve a enmudecer, olvidada la profunda vocación por la voluptuosidad.
calidad de sus argumentos.
Quizá la más sutil de las interpretaciones sobre las que
se sustenta el paradigma fáunico provenga del psicoanálisis.
Como veíamos, Lacan –siguiendo los pasos de Kierkegaard–
interpreta a Don Juan como un fantasma femenino, coincidien-
do con la sospecha que despierta la profusa presencia del sátiro
en el gineceo griego, coincidiendo también con la observación
de Szentkuthy de que Casanova “es un complemento abstrac-
to de la mujer, un pensamiento, un siglo, un gran libro, todo,
menos masculinidad”, coincidiendo con escritoras como Lydia
Flem y Chantal Thomas, que consideran a Casanova como un
verdadero feminista avant la lettre, coincidiendo inalmente
con Jarry, que en El supermacho hace decir a Ellen: “El amante
absoluto debe existir puesto que las mujeres lo concebimos”.
¿Será necesario considerar la antinomia paradigma amoroso/
paradigma fáunico en términos de género, entendiendo al pri-
mero como “masculino” y al segundo “femenino”? ¿La ver-
borrea amorosa correspondería al imaginario masculino y el
desenfreno sexual al imaginario femenino, al revés de cómo
venían haciéndose las atribuciones? ¡Es posible! Pero en ese
caso, ¿cómo sostener esta lectura en tiempos en que la noción
de género es denunciada como un constructo social?
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