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PAULO COELHO HOMENAJEA SHIRIN EBADI EN OSLO

Diciembre 2003
Como dijo una vez el poeta persa Rumi:
La vida es como si un rey te hubiera enviado a un lugar para llevar a cabo una tarea específica. Tú
vas y desempeñas centenares de otros trabajos, pero si descuidas la tarea específica que te había
sido encomendada, es como si no hubieras hecho nada en absoluto. Una persona viene a este
mundo para desempeñar una tarea concreta, ése es su propósito; y si no la cumple no habrá hecho
nada.
A aquella.
A aquella que comprendió su tarea y su propósito.
A aquella que miró el camino frente a ella y comprendió que era un viaje difícil.
A aquella
que no disimuló esas dificultades, sino que, por el contrario, las hizo manifiestas y visibles.
A aquella
que hace que los solitarios no se sientan solos,
que satisface a los que tienen hambre y sed de justicia,
que hace que el opresor se sienta tan mal como el oprimido.
A aquella que siempre mantiene su puerta abierta, sus oídos alerta, sus manos trabajando, sus pies
caminando.
A aquella
que encarna los versos de otro poeta persa, Hafiz, cuando dice: “Ni siquiera siete mil años de alegría
compensan siete días de tristeza”.
A aquella que está aquí esta noche,
que sea una con todos nosotros,
que su ejemplo se multiplique,
que aún tenga días difíciles en el futuro, en los que pueda hacer todo lo necesario para que la nueva
generación no tenga que luchar por lo que ya se ha conseguido.
Y que ella camine lentamente
porque su paso es el paso del cambio,
y el cambio, el verdadero cambio, siempre requiere tiempo.

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