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República Bolivariana de Venezuela

La Universidad del Zulia


Facultad de Medicina
Escuela de Enfermería
Programa Especial para Técnicos Superiores en Enfermería (PETSE)
Unidad curricular: Sociedad y Salud

ANÁLISIS CRÍTICO DEL FENÓMENO DE LA MIGRACIÓN

Realizado por:
TSU. Agny Mora
CI: 28.329.971

Caracas, 19 de Agosto de 2023


Fenómeno de la migración y su impacto en la cultura

Desde la antigüedad el ser humano ha estado en constante movimiento. La


definición de migración humana es sencillamente un "cambio de residencia"
aplicado a comunidades sociales.

A medida que la sociedad fue avanzando, el hombre tuvo que migrar con la
intención de encontrar mayores oportunidades que le permitieran mejorar la calidad
de vida de su familia. Con los avances tecnológicos en el marco de la globalización,
este proceso demográfico tuvo mayor apogeo; los sistemas de comunicación y
transporte representaron una nueva era, que facilitaron consolidar el fenómeno,
tratándose de migraciones incitadas por problemas sociales, económicos y políticos,
dado un proceso de desigualdad creciente entre los países desarrollados y
subdesarrollados y acentuados, en especial, por malas gestiones de gobiernos.

Las dinámicas migratorias han sido parte de la historia humana y la expresión


de su evolución planetaria, representada por la movilidad de personas, en todas las
escalas y direcciones, tan continuas que pueden definirse como una práctica
inherente a la existencia misma. Evidentemente, siguiendo formas y condiciones de
lo más diversas, en el pasado, presente y, sin duda, en el futuro.

Hace más de dos millones de años la migración no era pensada como una
solución desesperada, sino como la necesidad de dar respuesta a la curiosidad
humana y de superar nuevos retos relacionados con nuestra capacidad de
adaptación. Hoy, sin embargo, los flujos migratorios han adquirido la falsa creencia
de ser negativos, cuando muchos países se han desarrollado gracias a ellos como
Reino Unido, Francia, Australia, Canadá, Estados Unidos o España.

De hecho actualmente, el fenómeno migratorio ha contribuido en mejorar la


calidad de vida de muchas personas tanto en el país de origen como en el de
destino, no obstante, no todos los movimientos se producen en circunstancias
favorables. En los últimos años, se ha registrado un aumento de las migraciones y
desplazamientos provocados por conflictos, persecuciones, situaciones de
degradación y cambio climático, además de la falta de oportunidades y seguridad
humana.

De esta manera la migración como cuestión de orden público, nunca antes


había ocupado una posición tan importante. Cada vez más gobiernos y políticos, así
como gran parte de la opinión pública de todo el mundo, consideran a este proceso
demográfico como asunto político preponderante, debido a la importancia que
reviste para el desarrollo y la prosperidad económica de los países.

En la actualidad, el número de personas que vive en un país distinto al de su


país natal es mayor que nunca. Según el Informe sobre las migraciones en el
mundo 2020 de la OIM, a junio de 2019 se estimaba que el número de migrantes
internacionales era de casi 272 millones en todo el mundo, 51 millones más que en
2010. Los migrantes internacionales constituían el 3,5% de la población mundial en
2019, en comparación con el 2,8% en 2000 y el 2,3% en 1980.

Si bien muchas personas migran por elección, muchas otras migran por
necesidad. Según el ACNUR, el número de personas desplazadas por la fuerza en
todo el mundo era de 79,5 millones a finales de 2019.

En 2020 el número de migrantes internacionales (personas que residen en un


país distinto al de nacimiento) alcanzó casi los 272 millones en todo el mundo , una
cifra considerablemente distinta frente a los 258 millones de 2017. De estos, 164
millones son trabajadores migrantes. Se estima que Asia acoge alrededor de 31%
de la población migrante internacional, mientras que el dato para el resto de los
continentes se reparte así: Europa 30%; las Américas 26%; África 10%; y Oceanía
3% .

La migración es parte de los procesos demográficos que junto a la natalidad y


mortalidad introduce cambios en el tamaño, composición y distribución de la
población. Y a su vez debe de entenderse que este es un derecho ejercido por los
individuos con la perspectiva de mejorar su situación o enfrentar circunstancias
adversas.
La OIT (2010) y OIM (2018) sostienen que las causas que promueven el
fenómeno migratorio tienen peso en aspectos sociales y económicos
principalmente; donde la salida del lugar de origen evita el derrumbe personal ante
situaciones asfixiantes marcadas por carencias y problemas, teniendo la idea de
que un nuevo país le permitirá aparentemente encontrarse con situaciones más
llevaderas para alcanzar una vida estable.

El culturalismo surge como una corriente teórica de la antropología,


expresando que el desarrollo humano no es una cuestión lineal evolutiva, sino que
existe un conjunto de símbolos que recrean la vida del ser humano que conforman
su cultura y se desarrollan con base a ella.

Esta corriente surge en Gran Bretaña y Estados Unidos a principios del siglo
XX a partir de antecedentes políticos y luchas sociales. Respecto a lo anterior
debemos también de considerar que la cultura es un conjunto de reacciones
humanas impulsadas por la mente y el cuerpo, influenciado por las actividades del
ambiente.

Actualmente se dice que la corriente culturalista ha perdido fuerza. En


nuestros días se dice que algunos de los estudios de investigación en las ciencias
sociales se basan en un enfoque cultural, en este sentido, el enfoque cultural, se
han puesto de moda y reiteran su supremacía ante el análisis de fenómenos
sociales.

José Sánchez Parga es uno de los que creé en que la “cultura” se ha


convertido en una ideología imperativa porque no sólo se ha puesto de moda, sino
que parece que intentan imponerla como la ideología dominante en la sociedad
moderna. Tanto en el plano intelectual como en el político, el tema de la cultura,
tiende a convertirse en factor explicativo y razón última de todos los fenómenos y
procesos en las sociedades actuales.

Lo interesante de un posicionamiento culturalista es que se acerca a la visión


de hombre en su estructura social y no sólo natural, pero ignora que el propio
hombre es creador de cultura, como es el caso de los migrantes que desde otro
espacio geográfico, van recreando una cultura a partir de otras y nuevas formas de
ser.

El desarrollo histórico y las formas de percepción de la migración de grupos


sociales, bajo distintas perspectivas, nos permite responder e interpretar hechos
sociales, culturales, religiosos y económicos a través de la historia que han sido
producto de los movimientos migratorios.

Es necesario conocer las diversas formas de interpretación de las


migraciones, a través de determinadas épocas hasta la actualidad, para así
comprender las nuevas generaciones de los que hoy hemos llamado migrantes o
inmigrantes.

Ser migrante significa ser otro. Más específicamente, "el otro" o incluso "lo
otro". Los extranjeros han sido definidos como peligrosos, lo cual es una definición
amplia y generalmente ambigua. No se explica exactamente por qué son peligrosos,
pero con la construcción de ese estigma se les despoja de su humanidad.

Antes de ver a la persona, de reconocer su historia la cual frecuentemente


está marcada por el dolor y la injusticia, se impone primero el rechazo. Las políticas
migratorias son un claro ejemplo de este proceso. Los migrantes son clasificados,
estigmatizados ante la opinión pública, amedrentados e invisibilizados.

Ser migrante indocumentado(a) tiene varias implicaciones. La primera de


ellas es la invisibilidad; todos conocen que tienen una presencia muy fuerte en
determinadas ciudades y que realizan distintos trabajos en circunstancias no
siempre adecuadas. Aun así se construye la invisibilidad. Esto debido a que la
sociedad receptora no quiere reconocerlos y los propios migrantes viven temerosos
de ser descubiertos y sancionados.

Los estigmas construidos sobre la población migrante son variados en su


forma y sus alcances. En casos extremos se les considera pandilleros o
delincuentes; de una manera más generalizada se les atribuyen características tales
como la pereza, la suciedad, los malos modales, el desorden. Ser "otro" alude a la
diferencia. Ser "el otro" implica una noción de alteridad: distinto, extraño, peligroso.

Es importante no olvidar el contenido, cuando hablamos del tema de


migración al Artículo 13 de la Declaración de los Derechos Humanos el cual se
encarga de señalar que “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir
su residencia en el territorio de un Estado”,y que “Toda persona tiene derecho a salir
de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

Sería importante reflexionar desde las ciencias sociales cuáles pueden ser
las estrategias eficaces para garantizar la atención y protección de las personas
migrantes, refugiadas y desplazadas, para garantizar su derecho a la seguridad, a la
libertad de circulación y de residencia, junto al resto de sus derechos
fundamentales.

La migración en todas sus extensiones revuelve la identidad cultural y social,


y puede llegar a deteriorar las formas en las que los individuos se relacionan y
habitan el mundo. Es por esto que es muy difícil encontrar otro fenómeno mundial
en el que las ciencias humanas se encuentren en un escenario tan urgente de
estudio como lo es el binomio de cultura y migración.

La migración no es un evento circunstancial y perecedero, por el contrario,


forma parte de la esencia humana, a pesar de que en alguna parte de la ciencia
social o en las políticas de los Estados se le pretenda acotar o reducir a mínimas
expresiones. La historia universal demuestra claramente que los procesos
migratorios se sobreponen a los obstáculos.

Igual de sustancial es la cultura, como forma expresiva del pensamiento


humano, es un espacio en donde radican las identidades, las cosmovisiones del
mundo y de la vida cotidiana, con todas sus formas y tiempos. Es un lugar donde los
contenidos de vida y las prácticas sociales tejen relaciones específicas y
evolucionan en pueblos y sociedades particulares, siempre complejas.
No existen sociedades sin cultura, como tampoco sociedades sin migración.
Cultura y migración son procesos sociales profundamente humanos, radicados en
su esencia misma, de relación necesaria y continua.

Pero lo cierto es que en la práctica habitualmente se expresa como una


relación no fluida, generalmente sujeta a resistencias. Pero también debido a las
resistencias de las sociedades receptoras, de sus coyunturas sociales, políticas y
económicas, pues en función de estas abren o cierran su capacidad de inclusión de
la migración y, por supuesto, de la cultura que los acompaña.

Entre estas tensiones, se abren huecos para la incomprensión del otro, para
las desigualdades, para las exclusiones de todo tipo, especialmente cuando se
define a la diversidad como una potencial amenaza, lo cual a su vez alimenta mayor
zozobra.

Ante estos escenarios, la relación entre migración y cultura, definida como


parte de la misma civilización humana, requiere elevar su entendimiento entre las
culturas propias y entre las políticas de los Estados.

La tarea no es sencilla, evidentemente. Tan solo la difusión en la conciencia


pública de los parámetros globales entre migración y cultura es un reto formidable,
mucho más cuando se pretende definirlo en un escenario civilizado que trascienda
los principios “cerrados” de los propios contenidos culturales de pueblos y
sociedades.

De hecho, las formas culturales en sí mismas pueden configurar barreras y


oportunidades. En este contexto, ninguna aportación es en vano, cada una es
valiosa cuando se dirige con la orientación apropiada

El factor común que podemos encontrar en estema es el concepto de


frontera; y no sólo la línea trazada por la especie humana que separa a las
soberanías estatales, sino también las divisiones culturales que diferencian entre el
residente y el extranjero y batallan porque el discurso hegemónico de lo nacional se
imponga sobre la diversidad cultural.
Una de las paradojas centrales del mundo globalizado es el atrincheramiento
de fronteras o el surgimiento de nuevas fronteras. Las fronteras se convierten en
uno de los puntos en los cuales se potencia la exposición a la vulnerabilidad y al
riesgo de las personas, pero también donde se desarrollan procesos de conjunción,
de conectividad y procesos culturales generativos.Estos elementos tienen sus
propios canales de expresión en las relaciones socioculturales transfronterizas.

Se puede considerar que la diversidad cultural está vinculada al proceso


dinámico en virtud del cual las culturas cambian pero conservan su identidad, en un
estado de apertura permanente a las otras.

No puede negarse que el ser humano trabaja en la búsqueda de la


satisfacción de sus necesidades fisiológicas, de seguridad, sociales, reconocimiento
y auto-superación; y algunas veces en sus países nativos, las condiciones para
lograr tales objetivos, se tornan desafiantes por la situación de crisis permanente.

De esta manera, Castles (2004) y Aruj (2008) reúnen una serie de factores
generales que inducen la migración, tales como: La falta de alternativas para los
logros ocupacionales, incertidumbre social sobre el futuro económico, inseguridad
general frente al crecimiento de la violencia, necesidades básicas insatisfechas, así
como frustración en la realización personal. No obstante, De La Vega (2014) agrega
a las causas señaladas, los retrasos científico-tecnológicos y escasos procesos de
innovación en el país de origen, que aquietan los intereses de personas preparadas.

Además, se tienen los factores políticos como determinantes de la migración,


que refieren las causas derivadas de las crisis que suelen presentarse en ciertos
países producto del diseño e implementación de políticas; donde puede ocurrir un
sistema impregnado de corrupción, regímenes totalitarios, persecución y venganzas,
que hace que muchas personas teman de esta situación y decidan abandonar su
país para residenciarse en otro.
León (2015), asegura que cuando las personas emigran por persecuciones
políticas, se habla de exiliados. Por lo cual, Guillén (2019) manifiesta que “los
individuos tienen el derecho de transitar libremente por los territorios del mundo, así
como optar por su lugar de domicilio y solicitar asilo”.

En el pasado Venezuela se comportó como un receptor neto de población en


dos momentos concretos. En la década de 1950, ante el ingreso de flujos
migratorios procedentes de países de Europa del Sur y, en la década de 1970, con
el arribo de corrientes migratorias de países latinoamericanos.

En ambos casos la afluencia migratoria ocurrió en medio de períodos de


expansión económica asociados a los altos ingresos provenientes de la renta
petrolera, de modo que esta población contribuyó con su fuerza de trabajo al
desarrollo de los grandes proyectos de inversión pública que se llevaron adelante
durante estos años.

Durante las décadas de 1980 y 1990 Venezuela da un giro importante en sus


pautas migratorias. El país se sumerge en una severa crisis en todos los órdenes,
que no solamente restringe los movimientos migratorios desde el exterior, sino que,
adicionalmente, se dan procesos de retorno de los extranjeros y de emigración de
venezolanos.

Ahora, de acuerdo con datos de los gobiernos de los países de acogida, el


número de refugiados y migrantes de Venezuela ha superado los siete millones en
todo el mundo; en consecuencia, se trata de la segunda crisis de desplazamiento
externo de mayor magnitud a nivel mundial.

Durante la última década Venezuela ha sido escenario de una severa crisis


calificada de emergencia humanitaria compleja porque está comprometida la
supervivencia de importantes sectores de la población. El patrón migratorio de
Venezuela cambió radicalmente entonces durante la última época, en el cual se
produjo esa transición drástica para convertirse en un país expulsor.
En ese contexto se generó un éxodo masivo de personas que se vieron
forzadas a buscar más allá de las fronteras oportunidades para garantizar sus vidas
y las de sus familias.

Durante el período 2015-2020 alrededor de 4 millones de venezolanos


huyeron del país para dirigirse, primordialmente, a países de la región que enfrentan
incluso sus propias crisis y muchos de ellos sin antecedentes previos como
receptores de migración, generándose así una serie de tensiones y conflictos
sociales.

La creciente movilidad de la población venezolana excedió la capacidad de


respuesta de la institucionalidad pública en los países de acogida. Por otra parte,
desde Venezuela el gobierno nacional ha decidido reaccionar negando, en principio,
la existencia de un éxodo de población a la par que cercó el acceso a las
estadísticas públicas sobre los movimientos migratorios.

En cuanto a la migración venezolana en República Dominicana, Paredes


(2018) reconoce tres oleadas. Una primera afluencia migratoria en el período
2004-2010 conformada por grandes inversionistas y altos ejecutivos de grupos
corporativos a quienes se les brindó facilidades para su establecimiento y el de sus
familias. Esa entrada de capitales favoreció una segunda oleada 2010-2014
constituida por fuerza de trabajo calificada, profesionales de clase media-alta.
Luego de 2015 una tercera oleada que se origina en la medida que se agudiza la
crisis en Venezuela mayoritariamente de personas jóvenes, muchos de ellos
profesionales pero que llegan al país sin ofertas de empleo.

La amplia mayoría de migrantes venezolanos que dejaron el país en el


período reciente salieron a buscar oportunidades de empleo negadas en Venezuela
por el agravamiento de la crisis.

Pero por otra parte, los países receptores de la migración venezolana


enfrentan sus propias crisis ( como ha sido mencionado con anterioridad) de modo
que se evidencian restricciones para que el mercado laboral responda rápidamente
generando las oportunidades para la inserción ocupacional de esa fuerza de trabajo
demandante.

Podemos hablar destacando como aspectos concluyentes que la migración


se presenta como un proceso complejo que es parte de las personas en algún
momento de su vida, siendo un hecho potencial que trasciende en muchas naciones
del mundo.

La búsqueda de oportunidades para contar con una calidad de vida aceptable


es el foco central de este fenómeno; de allí que es donde se desprenden factores
sociales, económicos, políticos y hasta culturales como detonantes de la migración,
y donde características como la edad, sexo, estado civil y aspectos educativos
ejercen una fuerte influencia.

Actualmente, numerosos países están viviendo este proceso demográfico y


las consecuencias que se han generado, destilan problemas entre las personas y
los territorios involucrados. Tal situación ha hecho que las políticas en materia de
migración estén tomando mayor auge y sean estrictas.

A su vez se debe reconocer que el migrante ante situaciones angustiantes


marcadas por problemas y carencias, busca en otro lugar poder obtener una vida
estable, derecho que tienen todas las personas sin distinción alguna; por lo que no
puede cerrarse esta posibilidad para quien lo desee. La calidad de vida no debería
tener fronteras, sólo se debe trabajar muy duro para obtenerla y gozar de ella.

Avanzamos en un nuevo milenio con una población superior a los siete mil
millones de habitantes y enormes diferencias sociales. Junto a la percepción de que
el planeta es cada vez más pequeño, y más desigualmente compartido, incluso
asistimos al incremento de la densidad de las relaciones socioculturales, en
contextos donde se transparentan diversos encuentros y desencuentros y donde en
ocasiones prevalecen muestras de rechazo e intolerancia, construidas desde
posicionamientos marcados por el prejuicio, los estereotipos y el racismo.
Si consideramos a la cultura como el conjunto de procesos y dispositivos que
participan en la construcción del sentido y el significado del mundo y de la vida,
podemos entender que la cultura y los procesos culturales tienen un papel central
en la definición del sentido de estar juntos.

Por ello, es imprescindible reflexionar sobre las grandes transformaciones del


mundo contemporáneo a partir de una perspectiva cultural en la cual se consideren
algunos de los aspectos relevantes que enriquecen el contacto entre los pueblos y
el respeto a la diversidad cultural, evitando que las diferencias culturales
desvanezcan elementos que produzcan y reproduzcan la desigualdad social.

Resulta necesario reconocer a la cultura como dispositivo imprescindible del


desarrollo. La cultura no es una expresión marginal ni una industria para los
procesos del desarrollo, sino uno de sus elementos definitorios. Los procesos
culturales son las bases germinales de cualquier proyecto de desarrollo humano y
por ende se debe velar por el respeto de los mismos.
Referencias bibliográficas

● Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y

Desarrollo (OBIMID) e Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones

(IUEM). (s. f.). ESTUDIO: MIGRACIÓN Y DESARROLLO EN

IBEROAMÉRICA [Conjunto de datos].

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https://ayudaenaccion.org/blog/ayuda-humanitaria/tipos-de-migracion-human

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https://www.un.org/es/global-issues/migration

● Vista de el estudio del fenómeno migratorio desde diversos enfoques | Las

ciencias sociales y la agenda nacional. (s. f.).

https://www.comecso.com/ciencias-sociales-agenda-nacional/cs/article/view/2

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● Silva, J. M. G. (2020). Migración: contexto, impacto y desafío. Una reflexión

teórica. https://www.redalyc.org/journal/280/28063431024/html/

● ACNUR - The UN Refugee Agency. (s. f.). Situación de Venezuela | ACNUR.

ACNUR. https://www.acnur.org/emergencias/situacion-de-venezuela

● UNESCO MEXICO. (2016). Migración y cultura. UNESCO Bibloteca Nacional.

https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000247760

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