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San Gregorio Magno afirma: «Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este
mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios
perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso
ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso».
Señal de la Cruz.
+ Por la señal de la Santa Cruz, + de nuestros enemigos, + líbranos Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre, del + Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contricción
Señor mio Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he
merecido el infierno y he perdido el cielo, pero sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad
infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendar y evitar las
ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás, por
tu infinita misericordia. Amén.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina del Santo Rosario! Fiados en tu bondad nos
acercamos a Ti, para honrar tu nombre y consolar nuestras almas.
María con solo nombrarte nuestras almas reciben alegría, con la esperanza que tenemos de verte en
nuestra compañía , del arca testamento y de la paz alegría, con el nombre de María empezamos nuestra
oración.
V /. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
V /. Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue
envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: Concédenos, piadosísimo
Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María,
Señora nuestra, sea llevadas a descansar las almas de nuestros hermanos difuntos y todos los que están
en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre en la unidad del
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
V /. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
V /. Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue
envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: Concédenos, piadosísimo
Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María,
Señora nuestra, sea llevadas a descansar las almas de nuestros hermanos difuntos y todos los que están
en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre en la unidad del
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
V /. Si por tu preciosa sangre Señor los habéis redimido.
R /. Que los perdones te pido por tu pasión dolorosa.
V /. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
V /. Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue
envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: Concédenos, piadosísimo
Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María,
Señora nuestra, sea llevadas a descansar las almas de nuestros hermanos difuntos y todos los que están
en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre en la unidad del
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
V /. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
V /. Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue
envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: Concédenos, piadosísimo
Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María,
Señora nuestra, sea llevadas a descansar las almas de nuestros hermanos difuntos y todos los que están
en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre en la unidad del
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
1 Padre Nuestro:
10 Avemarías:
1 Gloria:
V /. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las
almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
V /. Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana Santa, en la cual fue
envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: Concédenos, piadosísimo
Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María,
Señora nuestra, sea llevadas a descansar las almas de nuestros hermanos difuntos y todos los que están
en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre en la unidad del
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
V /. Si por tu preciosa sangre Señor los habéis redimido.
R /. Que los perdones te pido por tu pasión dolorosa.
V /. Dios te salve, María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima en el parto. En tus manos
encomendamos nuestra esperanza, para que la alientes y el alma de nuestros hermanos difuntos para
que las salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres, entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R /. Santa María, Madre de Dios…
V /. Dios te salve, María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen Purísima después del parto.
En tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames y el alma de nuestros hermanos
difuntos para que las salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres, entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R /. Santa María, Madre de Dios…
V /. Dios te salve, María Santísima, Templo, Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad. Virgen
concebida sin la culpa del pecado original.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve, a Ti
llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
siempre Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Oremos al Señor Jesús, que transformará nuestro cuerpo frágil en el cuerpo glorioso como el suyo, y
digámosle:
Dueño de la vida de la muerte, escúchanos.
Señor Jesucristo, hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos a tu amigo Lázaro,
lleva a la resurrección de la vida a los difuntos que rescataste con tu sangre preciosa.
Señor Jesucristo, consolador de los afligidos, que ante el dolor de los que lloraba la muerte de
Lázaro, del joven de Naím y de la hija de Jairo acudiste compasivo a enjugar sus lágrimas,
consuela también ahora a los que lloran la muerte de sus seres queridos.
Señor Jesucristo, siempre vivo para interceder por nosotros y por todos los hombres, enséñanos
a ofrecer el sacrificio de alabanza por los difuntos, para que sean absuelto de sus pecados.
Cristo Salvador, destruye en nuestro cuerpo mortal el dominio del pecado por el que merecimos
la muerte, para que obtengamos, como donde Dios, la vida eterna.
Cristo redentor, mira benignamente a aquellos que, al no conocerte, viven sin esperanza, para
que crean también ellos en la resurrección y en la vida del mundo futuro.
Tú, señor, que has dispuesto que nuestra casa terrenal sea destruida, concédenos una morada
eterna en los cielos.
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a los vivos y a los muertos, pidamos al Padre que llegue
a todos su Reino: Padre nuestro…
Señor Dios, que concedes el perdón de los pecados y quien es la salvación de los hombres, por
intercesión de Santa María, la Virgen, y de todos los santos, concede a nuestros hermanos, familiares y
bienhechores que han salido ya de este mundo alcanzar la eterna bienaventuranza. Por nuestro señor
Jesucristo, tu hijo, que contigo vive y reina en la unidad del espíritu Santo y es Dios por los siglos de
los siglos. Amén.