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Atmosphere

Descuelgo y recojo mis pertenencias en silencio, sin ningún miedo que no pueda soportar un
diamante. Camino. Un profeta crucificado en su derrota. Me pregunto ¿por qué me largo de este
mundo? Me largo. Camino con el pecho inflado sobre riachuelos secados en cemento, por donde
camino en silencio. Atrás una multitud alarmada. Estoy animado, sonriente. Los de seguridad
ojean aterrados.

Me dicen que baje y bajo. No es el límite. Todos miran a un chico enloquecido. Me ven como un
fracaso más del mundo. Prefieren al David de metal. Dicen que tiene una mirada más sabía. La
gente promedio mata a la gente promedio. Me juzgan en una en una memoria que sus nichos
quieren interpretar. Una señora delgada grita: “es un suicidio más, se convierte tan silencioso que
puedes disparar una pistola dentro de tú cabeza”. Sólo vine para encontrar una respuesta y
encontrar nada.

Prefiero los amigos imaginarios. A uno lo llamo Bodda, el culpable de todo. ahora mismo estoy
con Bodda en Vietnam. me susurro ¿Bodda es real? Necesito más alcohol y cigarros. Saco la
botella de ron y me enfría el cuerpo. Delicioso el primer sorbo. Olvido que no tengo donde pasar
la noche inmediata. Doy vuelta en la primera cuadra. A nueve pasos de la sombra de un perro.
Camino dónde quiero ir.

Escucho lo que puedo en cada semáforo en rojo. Busco afiches que dicen se renta departamento.
Con lo que le robo a mi madre me puedo mantener por más tiempo. La verdad cubierta de
seguridad. Tomo el primer afiche y dice Número 2666, cuarto 6x6 metros en azotea. No decido
marcar y cambio el rumbo. Me traiciono a mí mismo y me dirijo a San Cosme con San Damián.

En el primer alto escucho “ El paso del mar rojo, tiende su mano sobre el mar y las aguas se
vuelven con los egipcios, sus carros y sus jinetes.” Comprendo porque los hombres piensan en
imágenes. Poesía de voracidad. Volteo a verla, porque su voz es suave, como de un espejo que se
va a quebrar, como una urna de cristal que se va a quebrar. Qué poderoso es el mar.

Sigo mi camino, y en la esquina veo a una regordeta que lleva medias apretadísimas que hacen
parecer a sus piernas un cisne ahorcado. Ese culo grasiento. Siento el horror. Me acerco para
escuchar de qué habla. dice: “y querido corazón. vidente el tren de la carne viva, luciente como el
cristal que sale del ojo de agua donde veo oro y no puedo beberlo. A la mitad de la calle de la
ciudad. Es ella la doncella muerta que golpea las campanas y dice que tenga sed , el que quiere
que tome agua viva”.

Me quedo pensativo, conmigo la ansiedad que me produce escuchar. Volteo la mirada y no puedo
quitarme ese culo demacrado del cerebro. Es el rincón de un corredor. Pequeñas dulces y
forasteras desdichadas. Mi imaginación es avariciosa, se abastece en cualquier punto antecedente
de la historia. Pronto. ¿Hay otras vidas?
II

Despierta, despierta. Retén la fuerza, el monstruo que traspasa al dragón. Hasta en los sueños hay
censura. Me siento y veo que los hombres se visten de una sola botón y las mujeres: flores de
ensueño tintinean, estallan y retumban.

Hay un bosque por encima de mí, cabeza, un pájaro guía canta y hace sonrojar mi verga. Hay un
hoyo con un nido en el venado blanco. Esa catedral. Que baja y luego sube. El orgasmos me llega
casi siempre en el instante. Hay, en fin, cuando se tiene hambre y ser, un trago de ron que nos
acecha y la avaricia de la fantasía. La gorda envidia la suerte de la flaca.

III

Me siento a descansar. cierro los ojos y veo una película en un punto fijo que engrandece la
pantalla conforme el humo del vapos asciende. Sí, tengo cerrados los ojos a vuestra luz. El hastío
de la ira me despierta con los puños bien cerrados y las ventanas de los ojos abiertos de par en par
para el mártir que se ha de malinterpretar. El sabio de la biblioteca entra en la casa, hasta que es
existencia. Historias de místicos copulando en un barco de cristal. Antes de la ensoñación …

Iv

¿Qué lejos están los pájaros y las fuentes? qué envidian esa tumba blanqueada en el cementerio.

Fiesta en la muerte

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