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Los principios y valores de la Administración pública chilena

La administración pública chilena se basa en una serie de principios y valores que


promueven la transparencia, la eficiencia y el servicio a la ciudadanía. Uno de los
principios clave es la legalidad, que implica que todos los actos y decisiones de los
funcionarios públicos deben basarse en la normativa vigente. Además de la
legalidad, la administración pública chilena se rige por el principio de eficiencia. Esto
implica que los recursos públicos deben ser utilizados de manera óptima para lograr
los mejores resultados posibles. Se busca maximizar los beneficios para la sociedad
minimizando los costos y evitando el derroche. Así, otro principio fundamental es la
transparencia. En la administración pública chilena se busca garantizar el acceso a
la información y la rendición de cuentas a la ciudadanía. Los funcionarios públicos
están obligados a actuar de manera abierta y honesta, brindando información clara
y precisa sobre su gestión. Otro valor esencial en la administración pública chilena
es la igualdad. Esto implica tratar a todos los ciudadanos de manera equitativa y
justa, sin discriminación ni privilegios indebidos. La igualdad de oportunidades y el
acceso a los servicios públicos son aspectos prioritarios en la gestión pública. Otro
principio importante es la responsabilidad. Los funcionarios públicos deben asumir
la responsabilidad de sus acciones y decisiones y rendir cuentas por ellas. Esto
implica actuar de manera ética y profesional, cumpliendo con los deberes y
obligaciones establecidos por la ley y los reglamentos. La administración pública
chilena también valora la participación ciudadana. Se busca fomentar la
colaboración y la participación activa de la sociedad en la toma de decisiones y en
la definición de políticas públicas. Esto se logra a través de consultas, audiencias
públicas y otros mecanismos de participación ciudadana. Así, otro valor esencial es
la probidad. Los funcionarios públicos deben actuar con integridad, honestidad y
ética en el ejercicio de sus funciones. La probidad implica evitar conflictos de
intereses, actos de corrupción y cualquier tipo de conducta indebida que
comprometa el servicio público. Por último, la administración pública chilena valora
la calidad en la prestación de servicios. Se busca ofrecer servicios públicos
eficientes, oportunos y de calidad a la ciudadanía. La mejora continua y la
evaluación constante son herramientas clave para garantizar la excelencia en la
gestión pública. Ahí tienen los principios y valores que guían la administración
pública chilena. Estos pilares fundamentales aseguran que el servicio público sea
transparente, eficiente y orientado al bienestar de la ciudadanía.

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