Un mensaje subliminal es un recurso que puede expresarse con
palabras, formas, sonidos o colores y que trata de transmitirle una idea al público sin que este se de cuenta. Gracias al mensaje subliminal, la audiencia asocia conceptos de forma inconsciente que le llevan a hacer lo que, en este caso, la marca quiere que haga.
El concepto de publicidad subliminal se remonta a 1957, cuando
James Vicary, un investigador de mercado, hizo una rueda de prensa en Nueva York para informar a los periodistas de un descubrimiento. Les contó que en un cine, durante la emisión de una película, había mostrado a los espectadores varias veces la frase “coma palomitas de maíz” y “beba Coca-Cola” a una velocidad tal que la audiencia era incapaz de ser consciente de que la percibía. Sin embargo, anunció que las ventas de estos productos aumentaron hasta un 57%, bautizando a esta práctica como publicidad subliminal.
La publicidad subliminal utiliza recursos simbólicos que pueden
ser interpretados por la audiencia de forma muy distinta. No todos tenemos las mismas vivencias y, por tanto, no le otorgamos el mismo significado a un mismo estímulo, por lo que un mensaje subliminal puede significar una cosa para una persona, y otra para otra.
Sí, es cierto que la finalidad de los mensajes subliminales
publicitarios es que compremos, pero en esa decisión también influye el estado de ánimo del consumidor, así como la predisposición que ya tenga a comprar o no. Un mensaje subliminal, no hace milagros ni es todopoderoso, pero puede aumentar las posibilidades de éxito.
Científicamente, no se tiene muy clara la influencia real que un
mensaje subliminal tiene en el comportamiento humano, aunque hay estudios que demuestran que las personas sí que pueden percibir el valor emocional de estos. A pesar de la duda, la posibilidad de que esta publicidad manipule y engañe a la gente es lo que ha llevado a muchos países a prohibirla o regularla.