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El Señor Arzobispo tenía alguna dificultad y me decía que había otras religiosas, colegios
ya de formación de la Diócesis, como por ej. las Guadalupanas y que no era
necesario aumentar el número de Congregaciones. Mas yo insistí que la Rvda.
Madre María del Refugio Aguilar no solamente se proponía tener un colegio, sino
que valiéndose del colegio, infundir en las niñas el amor a Jesús
Sacramentado, preparándolas bien para la primera comunión y acostumbrándolas con
devoción a frecuentar los santos sacramentos, para que desde pequeñas fueran muy
devotas de Jesús Sacramentado y así formar almas eucarísticas. Y con la devoción a la
Sma. Virgen y por medio del santo rosario, hacer que amasen a la Virgen María y
poder de ese modo, salvar a las niñas. Que ella estaba muy convencida, que la única
manera de salvar a las niñas de los peligros del mundo, era que desde pequeñas fuesen
imbuidas internamente del amor a Nuestro Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.
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Recuerdo muy bien, cómo la mayor parte del día, siempre yo la encontraba delante del
Smo. Sacramento. Allí ella pasaba sus horas, adorando a Ntro. Señor y encantada y
contenta en ver los grupos de niñas y a las Hermanas que les seguían para cumplir con el
acto de adoración.
Durante ese tiempo tuve manera de poder admirar todas sus virtudes, su carácter, su fe, su
confianz.a grande que tenía y su amor ardiente a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen, pues
en todas las cosas, ella siempre, siempre tenía en los labios alguna jaculatoria para
invocar la ayuda de N. Señor y de la Sma. Virgen.
Y así trató naturalmente del santo hábito y de cómo se tenia que preparar todo lo
necesario para llevar a cabo la aprobación a Roma; del método que había que
seguir y no naturalmente, como anteriormente, sino haciendo las cosas como está
mandado.
Entonces ella escogió y quiso que fuese el hábito de la Congregación, blanco, como
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el hábito de los Mercedarios, a lo que yo me oponía, porque encontraba que
haciendo algún cambio en el hábito que ellas tenían, estaba bien….
…. y sobre todo que ella, por su devoción a la Sma. Virgen de la Merced, quería
su hábito, porque decía: "¿Quién lo ha mandado a Ud., sino Dios, ya que Ud. y yo no
nos conocíamos para nada? Nadie lo conocía.
¿ Cómo el Señor Arzobispo le fue a encargar de venir aquí y de arreglar los asuntos?
Y como Ud. ha tomado tanta buena voluntad para nosotras, mientras que yo al
principio le tenía desconfianza, porque no sabía a qué venía, pero ahora que he visto que
trabaja con tanto empeño por nuestro bien, pues naturalmente le tengo toda la mayor
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aprobado, pero con consentimiento del Señor Arzobispo. Todo se hacía como estaba
prescrito.
Y con esto, naturalmente, ya tomó mayor incremento y se manifestaban siempre más las
dotes de gobierno y sobre todo la: prudencia y la grande confianza y el grande amor de la
Rvda. Madre Refugio. Naturalmente, sea de su amor a nuestro Señor Sacramentado,
de su fe que tenía tan inquebrantable y de sus dotes de gobierno, en saber dirigir y
mandar a su Comunidad, con energía a la vez, pero con grande prudencia y con grande
caridad.