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LAS EMOCIONES DEFINE EL TEMPERAMENTO DEL INFANTE

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UNIVERSIDAD NACIONAL TORIBIO RODRIGUEZ DE MENDOZA

INTRODUCCIÓN

Los infantes, muchas veces actúan de una manera u otra que puede ser positiva o
negativa, estas depende de las emociones que tengan frente a situaciones que
pueden ser agradables o desagradables, para ello, en este trabajo daremos un
concepto claro de emociones, por consiguiente, se encontró que el temperamento
contribuye a los niveles de emoción y frustración expresados por los infantes,
pero esto depende mucho de la crianza que reciba el menor, también hablaremos
sobre la autorregulación del temperamento y las emociones, ya que esto es muy
importante para el bienestar y buen desarrollo del infante para así poder
desarrollar habilidades y alcanzar metas a futuro.

LAS EMOCIONES:

Las emociones son consideradas como mecanismos que se configuran a largo del
tiempo para adaptarse a las demandas del medio ambiente, procurando de esta
forma la supervivencia. Una de ellas es la frustración que se define como las
respuestas del organismo que se desencadenan cuando existe una discrepancia
negativa entre un incentivo esperado con el que realmente recibe. Estas
situaciones provocan respuestas conductuales, emocionales y neurofisiológicas
análogas a las que ocurren con la presentación de estímulos aversivos o su
anticipación, tales como la ansiedad, el miedo, el estrés y el dolor. Se encontró
que el temperamento contribuye a los niveles de emoción y frustración expresados
por los infantes. Son necesarios más trabajos para evaluar la influencia del
ambiente y en un segundo momento, realizar intervenciones que puedan aumentar
las tolerancias a la frustración.(Hernández Escalona et al., 2009)

TEMPERAMENTO:

La interacción de los procesos temperamentales reactivos y reguladores parece


ser esencial para una mejor comprensión de los estados y trastornos
emocionales. Para los fisiólogos, la función del temperamento se dirige, ante
todo, a la elaboración de los estímulos y la regulación de las conductas; al final,
suelen definirlo como una característica básica de la autorregulación del
organismo.

El concepto de temperamento se circunscribe a aspectos reguladores de la


emoción, que, de suyo, no regulan los procesos psicofisiológicos internos, sino
los procesos sociales.(Izquierdo Martínez, 2002)

TEMPERAMENTO Y MODO DE CRIANZA:

Diversos estudios han señalado una interacción recíproca entre el modo de


crianza de los padres y el temperamento del niño, gran parte de estos estudios
ha destacado la importancia del contexto vincular que rodea al niño para la
organización y regulación de la experiencia emocional (Crittenden, 2002,
2005). Por ejemplo, Tonick (1989) ha evidenciado a través de diversos
estudios en lactantes que aquellos bebés que nacen con una mayor capacidad
de auto apaciguarse (componente temperamental) suelen ser reconfortados por
los adultos con mayor facilidad. Este hecho conduciría a que dichos niños
tengan mayores probabilidades de reaccionar de modo coordinado en la
interacción con su cuidador.
Estos resultados han sido corroborados por algunas investigaciones
contemporáneas; por ejemplo, Hudson et al. (2011) encontraron que los
infantes con rasgos temperamentales vinculados a manifestaciones de ansiedad
presentaban un mayor riesgo a desarrollar un trastorno de ese tipo en función
del modo de crianza de sus progenitores. (Stelz, Florencia; Cervigni, Mauricio;
Mazzoni, Cecilia; Álvarez, 2012)
AUTORREGULACIÓN DEL TEMPERAMENTO Y LA EMOCIÓN:

La autorregulación es reconocida como un elemento central en el desarrollo y


bienestar de los niños y niñas, por lo que ha existido un gran interés por tener
una perspectiva más clara y precisa de cómo se desarrolla y manifiesta en los
infantes.
El temperamento es entendido como las diferencias individuales en
reactividad y autorregulación, uno de los principales aportes del modelo de
Rothbart, es que agrega al concepto de temperamento el proceso de
autorregulación de la conducta. Este concepto presenta gran relevancia tanto
en el desarrollo psicológico normal como en las alteraciones de este proceso
(Rothbart & Rueda, 2005), siendo fundamental para el desarrollo desde la
infancia temprana, y transversal a todos los dominios del comportamiento y
del temperamento.
Es crucial indagar entonces en el concepto de control esforzado, y cómo se
relaciona directamente con la capacidad del infante para autorregularse y
también cómo esta habilidad es central para otros procesos de desarrollo. Esta
habilidad va marcando cómo el niño se va relacionado con el medio y con los
diversos desafíos que éste le presenta, tanto a nivel emocional, cognitivo,
motor, social, entre otros.
El bienestar socioemocional de los niños y niñas, entregándoles herramientas
que les permiten enfrentar y responder a las demandas y desafíos del medio.
Pudiendo planificar, regular e inhibir sus conductas para poder cumplir sus
metas.(Mira & Vera - Nuñez, 2017)
Las diferentes aproximaciones teóricas al estudio de la autorregulación la
definen como la capacidad de los infantes para modificar su conducta en
virtud de las demandas de situaciones específicas. Dentro de este campo, la
regulación emocional en la infancia ha cobrado relevancia en los últimos años
por su probada influencia sobre diversas áreas del desarrollo del individuo,
especialmente de su funcionamiento social. En el desarrollo de la
autorregulación emocional en la infancia, se han identificado factores
endógenos, con especial énfasis sobre la maduración de las redes
atencionales. Como factores exógenos, a los padres se les ha otorgado un
papel importante como guías del desarrollo de la regulación emocional de sus
hijos. Por otro lado, las diferencias individuales encontradas en la
autorregulación emocional en la infancia parecen tener un origen
temperamental(Ato Lozano et al., 2004)

El temperamento en tanto componente constitucional del organismo


delimitará un abanico de variaciones en los fenómenos emocionales y su
posible modulación el desarrollo emocional implica cambios en la expresión,
la comprensión y la regulación de los estados emocionales como un conjunto
de procesos automáticos o deliberados responsables de controlar, evaluar y
modificar reacciones emocionales, especialmente
sus características de intensidad y tiempo(Stelz, Florencia; Cervigni,
Mauricio; Mazzoni, Cecilia; Álvarez, 2012)

CONCLUSIONES:

Hacer un análisis de las pequeñas conductas que tienen los menores es muy importante,
ya que estos están en desarrollo, así como también es necesario conocer o indagar sobre
las emociones que producen tales respuestas frente a diferentes situaciones en el menor,
esto depende también del temperamento que los infantes pueden desarrollar a través de
las enseñanzas o principios que le dejan sus progenitores, así también es importante
mencionar que la autorregulación de emociones adjuntado al temperamento ayuda al
menor en su desarrollo personal y emocional.

REFERENCIAS:

Ato Lozano, E., Carmen González Salinas, & José Antonio Carranza Carnicero. (2004).
ASPECTOS EVOLUTIVOS DE LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL EN LA
INFANCIA. UNIVERSIDAD DE MURCIA.
https://revistas.um.es/analesps/article/view/27581

Hernández Escalona, M., Elgier, A. M., Gago Galvagno, L. G., & Mustaca, A. E. (2009,
diciembre). Emociones y frustración en bebés: el temperamento y la
vulnerabilidad social como factores moduladores. Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales (UCES.
http://dspace.uces.edu.ar:8180/jspui/handle/123456789/4868

Izquierdo Martínez, A. (2002). Temperamento, carácter, personalidad: una


aproximación a su concepto e interacción. Revista complutense de educación,
13(2), 617-643.

https://doi.org/10.5209/RCED.17441

Mira, A., & Vera - Nuñez, L. (2017). Control esforzado: componente regulatorio del
temperamento y sus implicancias en el desarrollo socio emocional de los niños.
Revista Chilena de Neuropsicología, 12(1), 24-28.
https://doi.org/10.5839/rcnp.2017.12.01.07

Stelz, Florencia; Cervigni, Mauricio; Mazzoni, Cecilia; Álvarez, M. Á. (2012).


Desarrollo de las funciones ejecutivas en niños preescolare. una versión de su
vehículo en el temperamento y el modo de crianza. Pensando Psicología, 8, 128-
139.

https://revistas.ucc.edu.co/index.php/pe/article/view/75/76

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