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Cosmetología.

Tema 5: Cosméticos para Cambios de Color.

Jorge Martínez Fraga.


Nivel Medio • CFGM de Peluquería • 1 de mayo de 2012

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Contenido

Los Cambios de Color.! 5

CARACTERÍSTICAS GENERALES. 5

Introducción. 5

Cambios de color. 7

Los cosméticos para cambios de color. 8

Clasificación de los cosméticos. 8

Los colorantes metálicos. 10

Características y principios activos. 10

Los colorantes vegetales. 11

Características y principios activos. 11

Los colorantes sintéticos fugaces. 13

Características y componentes. 13

Los colorantes sintéticos semipermanentes. 14

Características y componentes. 14

Los colorantes sintéticos permanentes. 16

Características y componentes. 16

Condiciones de uso y precauciones. 18

Decolorantes. 19

Características y componentes. 19

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Los Cambios de Color.
El color del cabello y los cosméticos de cambios de color.

CARACTERÍSTICAS GENERALES.

Introducción.

El color del cabello deriva de diferentes factores, de los cuáles, sin duda, el más importante, es
la presencia de melanina en el tallo capilar.

Debemos recordar que la melanina es un producto químico de naturaleza polimérica (es


decir, un polímero o molécula formada por la unión de varias subunidades, similares entre si,
constituyendo una especie de cadena). Es fabricada por un tipo celular muy concreto, los
denominados melanocitos. Estos la almacenan en una especie de compartimentos esféricos o
ligeramente ovalados denominados melanosomas que, posteriormente, ceden al resto de
células de la piel o el pelo.

En el tallo capilar no encontraremos melanocitos. Estos se encuentran confinados en la raíz


del pelo, dentro de la matriz capilar, entre las células encargadas de formar y hacer crecer el
pelo. De forma que, según se van fabricando componentes del pelo, estos se van cargando de
granos de melanina, conformado así su coloración.

Para definir el color del pelo es importante, por un lado, la cantidad de melanina presente en
el tallo capilar y por otro lado la composición de ésta. Debemos tener en cuenta que no hay un
solo tipo de queratinas, sino que se trata de toda una familia de compuestos. De esta forma se
habla de feomelaninas, que poseen tonalidades claras y son las responsables de las
coloraciones amarillentas del pelo. También encontramos eumelaninas, de tonalidades más
oscuras, responsables de los colores marrones y negruzcos. Por último aparecen también
melaninas mixtas, es decir, polímeros intermedios con componentes de eumelaninas y
feomelaninas, que son responsables de coloraciones intermedias.

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Por lo tanto, en función de la cantidad de melanocitos que aparezcan en la matriz (se trata de
un factor que varía relativamente poco entre personas), de la velocidad a la que trabajen estos
melanocitos y de los tipos de melanina que generen, nuestro cabello poseerá una coloración u
otra. Si, debido al proceso de envejecimiento, los melanocitos dejan de fabricar melanina, el
cabello perderá su coloración y se tornará de color blanquecino (debido a la difracción de la
luz por parte de la queratina); hablamos entonces de pelo canoso o pelo cano.

La coloración del cabello tiene un origen genético, deriva de factores internos y puede variar a
lo largo de la vida. El cabello, una vez se ha desarrollado, no tiene tendencia a cambiar de
color por medios propios, pues la actividad de los melanocitos le es ajena. Los cambios de
forma derivarán, por lo tanto, de factores externos.

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Cambios de color.

La idea de modificar la coloración natural de nuestro cabello es casi tan antigua como nuestra
propia historia. El uso de sustancias químicas capaces de colorear la piel y el pelo se remonta a
la prehistoria.

Cada época ha tenido sus arquetipos que han marcado las


modas o las tendencias, desde las coloraciones oscuras de las
melenas o pelucas en el antiguo Egipto (conseguidas a base de
tintes vegetales), pasando por los intentos de aclarar el cabello
con productos químicos en la Roma clásica (tratando de imitar
las coloraciones rubias de las esclavas germanas), las
coloraciones blanquecinas conseguidas a base de polvo de maíz, trigo o arroz en la Francia
prerrevolucionaria (o incluso aplicación de oxidantes fuertes, de uso decolorante, sobre todo
aplicados sobre pelucas), o las coloraciones multicolores de las crestas punk de principios de
los ochenta del siglo XX.

Un motivo recurrente de intento de coloración se asociará con la intención de tapar o


disimular las canas, que no dejan de ser un claro signo de comienzo de la senectud. Y como
podremos comprobar, la variedad de técnicas y productos químicos ha sido variada, así como
el grado de consecución de objetivos de las mismas.

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LOS COSMÉTICOS PARA CAMBIOS DE COLOR.

Clasificación de los cosméticos.

Podemos clasificar los cosméticos para cambios de color atendiendo a diferentes


características o propiedades de los mismos.

Por un lado, podemos clasificar los cosméticos de cambios de color en función de la


naturaleza de sus productos químicos. Y de este modo tendremos cosméticos basados en
colorantes inorgánicos y cosméticos basados en colorantes orgánicos.

Los colorantes inorgánicos son más sencillos, se basan generalmente en sales metálicas.
Resultan estables y fáciles de formular, pero la gama de coloraciones es muy limitada. Por eso
han caído en desuso.

En cambio, los colorantes orgánicos son más complejos y difíciles de formular. Pero gracias a
ellos se consiguen variadas gamas de colores. Existen distintos tipos de colorantes orgánicos.

En función del origen del colorante podemos clasificar los productos en colorantes
naturales y colorantes artificiales. Los naturales se extraen directamente de la naturaleza sin
sufrir cambios ni transformaciones posteriores (o solo pequeños cambios). Ejemplos de los
mismos son la mayor parte de los colorantes metálicos (se extrae el metal de la naturaleza y
solo sufre pequeñas modificaciones) y los colorantes vegetales, derivados de plantas. Los
colorantes naturales son los que se han venido usando de más antiguo.

Los colorantes artificiales son, a día de hoy, los más usados, ya que son más completos y
consiguen gamas de colores muy amplias y variadas.

Por último, podemos clasificar los colorantes en función de la duración de la coloración


aportada. Y así, podemos decir que los colorantes son fugaces, semipermantentes y
permanentes.

Los colorantes fugaces son aquellos que se mantienen muy poco tiempo sobre el cabello, se
aplican y son retirados (en todo o en parte) durante el primer lavado.

Los colorantes semipermanentes se aplican y se mantienen durante un tiempo sobre el


cabello, soportando varios lavados y desapareciendo progresivamente en unos días o incluso
semanas.

Los colorantes permanentes se aplican sobre el cabello y se mantienen indefinidamente, pues


varían químicamente alguna estructura coloreada del cabello y reemplazan su color original.

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Tendremos que volver a teñir cuando el crecimiento del pelo haga asomar una porción nueva
de cabello sin teñir (lo que vulgarmente se conoce como raíz del pelo).

Dada la variedad y las diferentes posibilidades de clasificación, estudiaremos los cosméticos


para la coloración del cabello en función de sus componentes o principios activos y
resumiremos someramente a cuáles de los anteriores grupos pertenecen.

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LOS COLORANTES METÁLICOS.

Características y principios activos.

Los colorantes metálicos son aquellos que tiñen el cabello depositando, bien sobre su
superficie, bien en profundidad, algún tipo de sal metálica.

En general, diferentes metales tienden a aportar diferentes coloraciones. Por ejemplo, el


cobalto tiende a dar coloraciones azuladas, el cobre verdosas el plomo negruzcas, el titanio se
utiliza para dar cobertura blanquecina.

De todos los metales, el más usado a la hora de fabricar cosméticos de coloración capilar fue,
hasta su prohibición, el plomo (y sus derivados en forma de sales de plomo). A mediados del
siglo pasado eran aun comunes los peines de plomo, que se mojaban en una loción acética
(derivada del vinagre) y se pasaban así sobre el cabello. El ácido acético reaccionaba con el
plomo, formando acetato de plomo que se depositaba sobre el
pelo, interactuando químicamente con él. De este modo, se
lograba una cobertura casi total de las canas.

El acetato de plomo se une mediante enlaces fuertes a las queratinas,


por lo que se le puede considerar un colorante permanente. Otros colorantes metálicos
incapaces de unirse directamente, usan sustancias químicas (como el pirogalol y sus
derivados) que les ayudan a unirse fuertemente al pelo; a estas sustancias se les denomina
mordietes.

Como hemos indicado, las utilización de sales de plomo en coloraciones capilares se


encuentra, en la actualidad, prohibida. Esta restricción está relacionada con su toxicidad. El
plomo es un metal pesado, peligroso cuando se acumula en el interior de nuestro cuerpo.
Aunque se aplique superficialmente, una parte puede penetrar al interior (bien por heridas,
bien atravesando la epidermis), pudiendo provocar gravísimas alteraciones sobre la salud.

Además, la aplicación de plomo dejaba el pelo bastante deteriorado, con aspecto áspero. Y la
coloración obtenida resultaba muy poco natural, siendo un color grisáceo o negruzco.

Hoy en día siguen usándose sales metálicas como colorantes, pero en este caso no para el
cabello, sino para el pelo de las cejas, concretamente en forma de nitrato de plata (la
concentración máxima permitida ronda el 4%). La plata presenta menos penetración
percutánea que el plomo y resulta menos tóxica. Pero no puede usarse a
altas concentraciones, pues libera ácido nítrico que es muy corrosivo. No
obstante, se usa sobre zonas de pequeño tamaño y en las que una
coloración de aspecto ligeramente artificial no resulta problemática.
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LOS COLORANTES VEGETALES.

Características y principios activos.

Los colorantes vegetales provienen, como su nombre indica, de diferentes tipos de plantas.
Muchos vegetales tienden a fabricar y acumular productos orgánicos, de mayor o menor
complejidad, que pueden ser usados para realizar tinciones capilares.

Se trata, junto con los colorantes metálicos, del tipo de tinción más antigua. Se tiene
constancia del uso de henna, por ejemplo, en el Egipto de los faraones. La idea de aprovechar
los productos vegetales para el embellecimiento del cuerpo puede ser, incluso, más antiguo
que la propia agricultura.

La mayor parte de este tipo de colorantes actúan como colorantes semipermanentes, es decir,
son capaces de soportar varios lavados; sin embargo, el paso del tiempo va promoviendo su
liberación y pérdida, aclarándose poco a poco su color. Poseen capacidad de penetrar al
interior del cabello y unirse ligeramente a la queratina, pero sin formar enlaces fuertes y
estables, sino enlaces débiles, eliminándose el producto poco a poco con el paso del tiempo.

El principal valor de los colorantes vegetales es su inocuidad. En general, se trata de


sustancias orgánicas de origen natural, provenientes de plantas carentes de toxicidad y con
escasa o nula penetración transepidérmica. Son la elección principal en personas que no
pueden aplicar colorantes sintéticos por problemas de alergia, por ejemplo.

Sin embargo presentan varios problemas. El más importante es la escasa gama de colores que
se puede conseguir con estos productos. Apenas logramos unas pocas tonalidades, carentes
de brillo e incapaces de imitar las coloraciones originales del
cabello. Es decir, el resultado final posee siempre un cierto
grado de artificialidad.

El colorante vegetal más usado, tanto sobre el cabello como


sobre la piel, es la henna. Denominamos henna al pigmento
extraído la las hojas secas de un arbusto conocido como alheña,
que en realidad corresponde a dos arbusto de la misma familia:
Lawsonia spinosa y Lawsonia inemis. El principio activo más
importante de este pigmento es un
compuesto orgánico derivado del
benzeno denominado 2-hidroxi-1,4-
naftaquinona (también conocido como
Lawsona).

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El colorante presenta en general colores rojizos, aunque no es infrecuentes que se le añadan
otros componentes para aportar tonalidades diferentes, desde el marrón hasta el amarillento.

Otro colorante vegetal bastante usado es la camomila. Se extrae del pigmento extraído de
varias especies de flores del grupo taxonómico de las
manzanillas, sobre todo la Matricaria chamomillae (o
camomila romana) y la Anthenis nobilis (o camomila
romana).

Los principios activos son derivados de la flavona, sobre todo


la apigenina (nombre común de la 1, 3, 4-trihidroxiflavona).
Posee la capacidad de aclarar ligeramente el cabello y aportar
coloraciones levemente
amarillentas.

A su efecto aclarante también contribuye otro compuesto


presente en el extracto de estas flores, el
azuleno, un compuesto orgánico que además
de aclarar puede aportar un cierto brillo al cabello.

Un tercer tipo de pigmento vegetal ampliamente utilizado es el índigo. Se trata de un


pigmento extraído de la planta
del mismo nombre (índigo), la
Indigofera tinctoria. El color
original del índigo es azul oscuro
o añil, por lo que para aportar
una coloración natural al cabello es imprescindible
mezclarla con otros colorantes para aportar una tonalidad
más natural.

En formulaciones puramente vegetales se extraen colorantes de otros productos vegetales


como cáscaras de nuez, remolacha, cúrcuma o café. Este
último es bastante habitual, ya que algunos de sus principios
activos ayudan a fijar al resto de colorantes.

Aunque existen muchos preparados comerciales colorantes a


base de componentes vegetales, aun es bastante habitual la
venta de estos principios activos en forma de polvo para
mezclar con agua (preferiblemente caliente). Así se formará un cataplasma que se aplicará
sobre el cabello durante un tiempo determinado, logrando así la coloración deseada.
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LOS COLORANTES SINTÉTICOS FUGACES.

Características y componentes.

Entendemos por coloraciones fugaces aquellas que se mantienen sobre el cabello solo
durante un periodo breve de tiempo, generalmente unas horas o hasta el primer lavado.

Se trata de productos químicos que no penetrarán en el interior del cabello, ni se unirán


mediante enlaces fuertes a la queratina, sino que se colocarán formando una capa superficial,
que revestirá el exterior del cabello. Esta capa se irá degradando y la coloración se perderá
gradualmente por el roce entre los cabellos o de los cabellos con la ropa, así como arrastrada
por el agua y los productos detergentes durante el lavado.

Su resistencia, no obstante, debe permitir su mantenimiento durante un cierto periodo y


evitar que la lluvia, el sudor y las secreciones arrastren el producto a las primeras de cambio.

Una opción relativamente habitual es el uso de polímeros vinílicos coloreados que se


depositan sobre el cabello. Su composición, por lo tanto, es similar a los líquidos plisantes o
incluso a las espumas o gominas, pero añadiendo uno o varios activos colorantes que hacen
que la capa plástica que recubre el cabello aporte una cierta coloración fugaz.

Las lociones plásticas coloreadas pueden también envasarse a presión, obteniendo de esa
manera esprays colorantes.

Los activos colorantes son moléculas orgánicas de


naturaleza diversa, como derivados azo, antraquinonas,
indoaminas o derivados del trifenilmetano.

La variedad de productos químicos es muy amplia,


pequeñas modificaciones químicas cambian la absorción de luz de las moléculas y por lo tanto
su coloración. A diferencia de las sustancias de grupos anteriores, en este caso tenemos una
amplia variedad de colores, capaces de aportar desde tonalidades fantasía (rojos, azules...),
hasta colores que pueden sustituir o imitar el color natural del cabello, con brillos y matices
muy amplios y variables.
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LOS COLORANTES SINTÉTICOS SEMIPERMANENTES.

Características y componentes.

Los colorantes semipermanentes son aquellos que poseen una larga duración sobre el cabello,
aunque el paso del tiempo y sucesivos lavados acaban arrastrando la mayor parte de las
partículas de color, volviendo el pelo a su tonalidad original.

Los colorantes sintéticos semipermanentes están constituidos por moléculas orgánicas en


general de bajo peso molecular, capaces de aportar color al cabello. A diferencia de los
colorantes fugaces, estos no se quedan adheridos a la superficie o entre las escamas de la
cutícula, sino que penetran al interior del cabello, al córtex o corteza. Esa es la razón por la
que su duración es mayor, al encontrarse en el interior del cabello se ven protegidos de
agentes o factores externos.

Su éxito deriva de sus propiedades intermedias: no son fugaces, permanecen un tiempo


razonable tiñendo el pelo y su aplicación resulta, en general, sencilla. Se trata de lociones o
emulsiones, con un cierto componente graso (importante en algunos de ellos, que tienen
entre sus componentes derivados del benceno poco solubles en agua), que se aplica sobre el
cabello y se deja actuar un tiempo. Tiempo durante el cual las partículas orgánicas penetrarán
al interior del cabello, modificando su coloración.

Al igual que los colorantes orgánicos fugaces poseen una amplia gama de colores, con
diferentes tonalidades, brillos o matices. Pues pequeñas variaciones químicas en sus activos
provocan variedad de color.

Se trata de los colorantes más habituales para el uso domestico. Sobre todo en aquellos
productos destinados a cubrir las canas. O para realizar pequeñas variaciones de color, variar
el tono o modificar ligeramente los brillos o reflejos del color natural del cabello o de otras
coloraciones. Debemos tener en cuenta que no necesitan oxidantes ni activadores para llevar
a cabo su función. Son, por lo tanto, tinciones en un solo paso.

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Los principios activos son, en su mayor parte, derivados nitrogenados del benceno
(nitrobenceno). Destacan entre otras las nitrofenilendiaminas, los
nitroaminofenoles o las aminoantraquinonas.

Al igual que ocurre con los tintes de oxidación, debe tenerse precaución en su
uso, ya que resultan perjudiciales para algunas personas debido a que
provocan reacciones alérgicas. Sin embargo, esta posibilidad es bastante más
reducida que en los tintes de oxidación, resultando por lo tanto más inocuos.

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LOS COLORANTES SINTÉTICOS PERMANENTES.

Características y componentes.

Los colorantes sintéticos permanentes son un grupo de colorantes capaces de inducir una
coloración capilar duradera en el tiempo e indeleble. Por lo general, la coloración se
mantendrá tanto tiempo que la nueva tinción no se llevará a cabo hasta que el pelo nacido sea
excesivamente visible.

Estos colorantes no actúan mediante una coloración o tinción directa como en los casos
anteriores, sino que se valen de una reacción del precursor colorante que tendrá lugar dentro
del cabello y que asegurará su durabilidad. Dado que esta reacción es de oxidación, a estos
colorantes se les denomina genéricamente tintes de oxidación.

Los componentes de los tintes de oxidación son moléculas orgánicas que, por si mismas y de
manera aislada, no nos definirán el color del cabello. Se trata de compuestos químicos de
naturaleza muy similar a los estudiados en los tintes semipermanentes, es decir, derivados
nitrogenados del benceno. Uno de los primeros colorantes de este grupo desarrollado ha sido
el basado en la para-fenilendiamina, de ahí que aun hoy en día se hable de tintes o
coloraciones “para”.

Se trata. por lo tanto, de productos químicos derivados del benceno con grupos amino, ácido
y alcohol fundamentalmente (hay otros componentes). En un tinte encontraremos varios de
estos compuestos mezclados.

Pero, al contrario que en el caso anterior, si simplemente se depositasen sobre el cabello, no


aportarían coloración alguna. Para obtener la coloración, estos productos deben reaccionar
entre si para formar polímeros, es decir, grandes moléculas formadas por la unión de muchas
moléculas del monómero (es decir, de las moléculas de benceno con grupos amino, etc.)
enlazadas entre si.

Esta polimerización no tiene lugar de manera espontánea, debe ser inducida. Y dado que la
polimerización tiene lugar mediante una reacción química de oxidación, estos tintes
requieren de la adicción de un oxidante para cumplir su función.

La oxidación cumple tres funciones fundamentales. Por un lado, las moléculas individuales
son de pequeño tamaño y penetran con facilidad dentro del pelo; pero tras la oxidación,
polimerizan y dan lugar a una molécula de gran tamaño que queda retenida en el interior, por
lo que garantizamos que el colorante actúe de modo permanente.

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Por otro lado, el monómero no es una molécula colorante en si misma. Pero el polímero sí.
Por eso, la oxidación es la que provoca que se forme el compuesto colorante. Y como hemos
indicado, se forma en el interior mismo del cabello. Debemos tener en cuenta que existe una
gran variedad de productos químicos nitrogenados derivados del benceno que pueden formar
parte de estos tintes. Per además, las diferentes combinaciones de diferentes productos no
dará un número enorme de posibles polímeros. Por eso, estos compuestos o tientes de
oxidación poseen una variedad de coloraciones y tonalidades muy extensa.

Una tercera función del oxidante es aclarar el color natural del cabello. Al oxidar a la melanina
la transforma en un producto soluble y es retirada del cabello. Aclarar el color natural del
cabello puede ser muy importante si queremos conseguir tonalidades más claras que el
original.

Por lo tanto, justo antes de realizar la tinción debemos mezclar el tinte de oxidación con el
oxidante. El oxidante más usado es, con mucha diferencia, el peróxido de hidrógeno (agua
oxigenada).

En temas anteriores ya destacamos el problema de que el agua oxigenada, a pH neutro, resulta


relativamente poco activa. Esto es importante a la hora de realizar una coloración, dado que
necesitamos que el agua oxigenada se descomponga en cantidades relativamente altas para
liberar oxígeno y provocar la oxidación.

Por eso el agua oxigenada debe entrar en contacto con algún tipo de agente alcalinizante. Y el
agente alcalinizante más habitual, dada su efectividad y su bajo coste, es el amoniaco.

Lógicamente, el agua oxigenada no puede encontrarse envasada con el amoniaco, porque


entonces se descompondría durante el almacenaje. La solución es sencilla, el amoniaco se
encuentra formulado en el cosmético de cambio de color, junto con los colorantes. De esta
forma, al añadir el agua oxigenada, esta última ya entra en contacto con el amoniaco y se
descompone rápidamente, provocando que el colorante sea activo y efectivo.

El amoniaco cumple una segunda función importante. Provoca que las escamas de la cutícula
(es decir, las células imbricadas entre si que forman la cubierta exterior del pelo) se separen
ligeramente. Esto ayuda a la entrada de los pigmentos y los oxidantes al interior del cabello, al
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córtex, donde se encuentran los pigmentos naturales, es decir, los granos de melanina (que
deben ser decolorados) y donde deben quedar retenidos los polímeros pigmentados formados
tras la oxidación de los monómeros (logrando de este modo que la tinción sea permanente).

El amoniaco se suele formular dentro de una emulsión O/A, disuelto en la fase acuosa. Es lo
que se denomina emulsiones o cremas amonacales. La emulsión le dará la viscosidad y
consistencia necesarias para facilitar su extensión homogénea por el cabello. Además, el agua
oxigenada, que vendrá normalmente en forma de disolución acuosa, será totalmente
compatible con la fase acuosa de la emulsión, por lo que la mezcla, una vez agitada, tendrá un
aspecto más o menos uniforme y podrá ser aplicada con relativa facilidad.

Condiciones de uso y precauciones.

Dado que la formación de color se debe a una reacción química, debemos cumplir las
condiciones impuestas por el fabricante de producto, es decir, realizar la mezcla y aplicar
durante el tiempo determinado; este debe ser suficiente como para que se produzca la
reacción de oxidación, pero sin llegar a provocarse deterioro del cabello.

Otra cuestión a tener en cuenta es que la para-fenilendiamina y muchos de sus derivados son
productos bastante alergénicos, provocando reacciones alérgicas relativamente serias en un
cierto porcentaje de personas. Por eso, entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas antes de la
tinción es imprescindible aplicar una pequeña cantidad de pigmento sobre una zona de piel
para comprobar si se produce o no reacción alérgica.

Y dado que cada colorante tiene sus propios monómeros diferentes, si una persona cambia de
coloración o de marca de colorante, es necesario repetir la prueba. También es importante
repetir la prueba si el cliente se encuentra en algún proceso que pueda variar su estado
fisiológico, como por ejemplo durante el embarazo (ya que estas condiciones fisiológicas
nuevas pueden provocar cambios en las respuestas inmunológicas).

Tras el proceso del tinción, el cabello queda relativamente debilitado debido a las reacciones
químicas y al pH del medio. Conviene realizar un lavado con un champú ligeramente ácido
(del que ya hablamos cuando nos referimos a los cosméticos de higiene) y completar el
proceso de higiene aplicando algún tipo de acondicionador, sobre todo acondicionadores
grasos y con hidrolizados de proteínas, que ayuden a cerrar las escamas del pelo y a
recomponer la queratina dañada.

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DECOLORANTES.

Características y componentes.

Como hemos indicado, en ocasiones puede ser necesario realizar una decoloración previa a la
coloración, sobre todo si queremos aportar tonalidades mucho más claras del color original
del cabello.

Para realizar decoloraciones se usan oxidantes y dentro de los oxidantes el principio activo
más común es el peróxido de hidrógeno (agua oxigenada). Su concentración suele medirse en
volúmenes, a mayor concentración más cantidad de volúmenes. La concentración máxima en
peluquería no sobrepasará los 30 volúmenes (equivalente a un 9%).

Para que la reacción de oxidación tenga lugar, el agua oxigenada debe mezclarse con un
alcalinizante, fundamentalmente amoniaco. Otros alcalinizantes posibles son la dietanolamina
y la trietanolamina, si bien su capacidad de subir el pH no les permite actuar por si mismas,
sino mezcladas con amoniaco.

Además, como hemos estudiado, el amoniaco abre las escamas del pelo y permite la entrada
de mayores cantidades de oxidante al interior del cabello, al córtex, donde se encuentran los
granos de melanina que queremos decolorar.

El oxidante suele presentarse, al igual que el caso de las coloraciones, en forma de loción. Es
decir, agua oxigenada disuelta en agua. Se envasará en un bote opaco y conviene almacenarla
lejos de fuentes de calor. El bote debe quedar bien cerrado tras su uso.

El amoniaco suele formularse dentro de una base emulsionada, es decir, en una emulsión.
Esto es así para aprovechar las propiedades de elevada viscosidad, así como las propiedades
humectantes de las emulsiones. El producto se extenderá con mucha más facilidad sobre el
cabello.

El agua oxigenada se añadirá sobre la base amonacal emulsionada justo antes de su uso. Y la
mezcla se repartirá de forma homogenea sobre el cabello, dejándola actuar el tiempo
establecido por el fabricante, en función de las concentraciones de amoniaco, agua oxigenada
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y el grado de decoloración deseado (que depende, así mismo, del color natural del pelo y su
porosidad).

Otra posibilidad es disolver el amoniaco en una solución gelificada más transparente, lo que
permite ir comprobando la evolución de la decoloración. No obstante, suelen incluirse
tensoactivos que garanticen que el producto se extiende con facilidad sobre el cabello
(aprovechando las propiedades humectantes).

En ocasiones se usan otros tipos de oxidantes. Puede deberse a varios motivos. Algunos
oxidantes se presentan como sólidos en pastilla, más fáciles de almacenar y conservar. Son los
casos de los peróxidos en forma de sal, como el peróxido de urea. O sales altamente oxidantes
o que liberan peróxido de hidrógeno al reaccionar químicamente, como ocurre con los
persulfatos y perboratos. Suelen formularse junto con compuestos que, al mezclarse con
agua, son capaces de formar una especie de pasta o cataplasma, fácil de aplicar sobre el
cabello.

En ocasiones, cuando se requieren decoloraciones muy fuertes, se usan este tipo de pastas
oxidantes mezcladas con peróxido de hidrógeno. De esta forma se consigue un gran poder
oxidante sin necesidad de elevar la concentración de agua oxigenada por encima de la
concentración máxima de 30 volúmenes.

Al igual que sucede en las coloraciones con oxidantes, el proceso es agresivo para el cabello
requiriéndose el posterior uso de un champú ácido y de un acondicionador que restablezca,
en la medida de lo posible, las condiciones del pelo.

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