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Se denomina dureza del agua a la concentración de compuestos minerales que hay en una
determinada cantidad de agua, en particular sales de magnesio y calcio. El agua denominada
comúnmente como “dura” tiene una elevada concentración de dichas sales y el agua “blanda”
las contiene en muy poca cantidad.
La unidad de medida de la dureza que se utiliza más habitualmente son los grados
hidrométricos franceses (º H F), y el cálculo de este parámetro responde a la siguiente
fórmula:
Es salada por la concentración de sales minerales disueltas que contiene, un 3,5 % es decir
en cada litro de agua (1000 gramos) hay 35 gramos de sales disueltas, como media. 1 La
densidad media en superficie es de 1,025 g/ml, siendo más densa que el agua dulce y el agua
pura. A mayor contenido en sal más baja su punto de congelación, por lo que el agua del mar
se convierte en hielo bajo los −2 °C
Las teorías científicas detrás de los orígenes del agua marina comenzaron con Edmond
Halley en 1715, quien propuso que la sal y otros minerales fueron arrastrados al mar por los
ríos desde los continentes. Estos procedían del lavado continuo de los minerales terrestres
mediante la lluvia. Una vez llegando al océano, estas sales se fueron concentrando cada vez
más en los océanos mediante el ciclo hidrológico. Halley también se dio cuenta de que
aquellos lagos que no tenían salida al mar (como el mar Muerto o el mar Caspio) tenían altas
concentraciones salinas. Halley denominó al proceso "desgaste continental".
La densidad del agua del mar es una de sus propiedades más importantes. Su variación
provoca corrientes
El agua oceánica es ligeramente alcalina, y el valor de su pH está entre 7.5 y 8.4 y varía en
función de la temperatura; si esta aumenta, el pH disminuye y tiende a la acidez; también
puede variar en función de la salinidad, de la presión o profundidad y de la actividad vital de
los organismos marinos.