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Hay que ser pillo como se dice en Argentina para jugar en el barrio, solo tenes que darte cuenta

que si no
gambeteas o no te juntas a jugar con tus compañeros dificilmente puedas meter un gol, este contexto
nutre al futbolista argentino. Esta clase de jugadores que se agrandan ante la adversidad, cuando parece
que hay cada vez menos espacio se las arreglan para hacer jugar al equipo porque así se lo enseñó la
calle. Thiago Almada transpira potrero en cada intervención, se le nota de lejos su astucia para jugar, es
consciente de sus capacidades y las que estas generan tanto en rivales como compañeros, es esta virtud
la que se ve reflejada en la naturalidad de su juego. Me remonto a su primera titularidad con tan sólo 17
años en la Primera de Vélez, los dos goles quedaron como anécdota ante el nivel que demostró Thiago
esa tarde en Florencio Varela, incendió todas las teorías basadas en llevar de a poco, el ritmo, la fuerza o
la velocidad, hay que acostumbrarse a ver como juegan y no implantar normas que quieran englobar a
todos por igual como si asi lo fueran. En esta primera titularidad el "Guayo" jugó a la pelota, se paseó por
la cancha como si tuviera 30 partidos en la espalda, panorama adverso y Thiago encarando, tirando
paredes, engañando a rivales y espectadores, fue una pequeña muestra del tipo de jugador que es.

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