Halperin Donghi: Argentina en el callejon
Borges ¢ Saer « Godard « Hobsbawm
Gatica: filmar la exclusion
Burger: declinacién del modernismo‘Sumario
OINNd
Revista de cultura
Aiio XVI + Niimero 46
Buenos Aires, agosto de 1993
Marylin Contardi, Mirando una fotografia de Walker
Evans: “Rincén de la cocina de Floyd Burroughs”
‘Tullo Halperin Donghi, A teinta afos de "Argentina
enel callej6n". Comentarios de Carlos Altamirano
Hilda Sabato, Hobsbawm y nuestro pasado
Dora Orlansky, De la farsa a la tragedia mas
sombria. La tetralogia antisemita de Hugo Wast
Rail Beceyro, La exclusion. Sobre "Gatica, el mono’,
de Leonardo Favio
Rafael Filippelli, Godard revisitado
Beatriz Sarlo, Lacondicién mortal
Emilio de Ipola, Borges y la comunidad
Peter Birger, Ladeclinacién del modernismo
Con excepcisn de la fotografia de
Walker Evans, todas las iustraciones
fueron realizadas especialmente para
‘este ntimero por Andrés Loiseau
(Mendoza, 1954).
Consejo dedireccién:
Carlos Altamirano
José Arieé (1931-1991)
Adridin Gorelik
Marfa Teresa Gramuglio
Juan Carlos Portantiero
Hilda Sabato
Beatriz, Sarlo
Hugo Veczetti
Directora:
Beatriz Sarlo
Diseso:
Estudio Vese
Este mimero recibi6 e! apoyo
‘econémico de la fundacién
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En Argentina:
18 USS (tres niimeros)
Enel exterior:
Via superficie: 35 USS (seis
rimeros)
Via aérea: 40 USS (seis niimeros)
Punto de Vista recibe toda su
correspondencia, giros y cheques a
nombre de Beatriz Sarto, Casillade
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Aires, Argentina.
‘Teléfono: 953-1581
Composicién, armado e impresién:
‘Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos
Aires.La declinacién del modernismo
Peter Barger
“No existe proteccién contrac! mal uso de las consideraciones dialée-
ticas con fines restauratives.”
Desde hace tiempo, socislogos y f=
6sofos denominan “posindustrial” 0
“posmodema” ala sociedad actual. Es
comprensiblec! deseo de separarnucs-
tro presente de a era del capitalismo
avanzado; sin embargo, les términos
clegidos no dejan de presentar probl
‘mas. Se inaugura una nueva época an-
tes de preguniarse siquiera si los cam-
bios sociales hansido tan decisivos y
de cualquier modo, exigen la ereccion
dc un nuevo limite epoca. Més ain, cl
término “posmoderno” acartea la des-
‘Adomo
ventaja de suabstraccién. Pero presen-
taotra desveniaja todaviamés evidente,
Los profundes cambios econdmicos,
téenicos y sociales acaecides después
de La segunda mitad del siglo XIX son
indiscutibles, pero e! modo de produc-
cién dominanie siguesiendo el mismo:
laapropiaci6n privada de un valor pro-
ducido colectivamente. Los gobiernos
socialdemécratas dc Europaoccidental
han aprendide que, a pesat del peso.cre~
ciente de la intervencién gubcrnamen-
tal en cuestiones econémicss, la maxi-
mizacién de lagananciasigue siendoel
impulso de la reproducci6n social. Por
Jo tanto, deberfamos ser cuidadasos al
interpretar los cambios en curso y no
convertirlos en signos prematuros de
tuna transformacién epocal.
En las artes, el discurso sobre lo
“posmodemo” comparte los defectos
del concepto sociolégien. Perticndo de
algunas observaciones accrtadas, pos-
‘ula prematuremente un umbral epoca
que, sinembargo, s6lo puedeser defini-
do de manera abstracta. No obstante,
esta objecién general al concepto de
“posmodemo” no impide reconocer que,
en los ultimos veinte aftos, han ocurri-
do transformaciones de la sensibilidad
estética precisamente en los estratos
que fucron y son portadores de la alta
cultura: una opinién positiva respecto
dclaarquitectura fin desidcley,encon-
secuencia, un uicio mas eriticosobre la
arquitectura moderna;* el ablandamien-
to de la rigida dicotomia entre arte alto
y bajo, que Adorno todavia considera-
ba irreconcilicblemente opuestos;> una
re-evaluacién de Ia pintura figurativa
delosafios veinte (y,al respecto, lagran
exposiciénde 1977en Berlin} una vuel-
tala novela tradicional practicada in-
cluso por quienes antes representaron
€l experimentalismo narrativo. Estos
ejemplos, que podrian multipticarse,
indican cambios. Se trata de fenéme-
nos culturales que acompafian al neo-
conservatismopoliticoy que,cn conse-
cuencia, merecerian ser criticados des
écunacoherente perspectivamoderna?
40, porelcontrario, noes posible plan-
(car una divisoria polftica tan poco ma-tizada, y los cambios nos exigen travar
tun mapa ms complejo que el dibu-
Jado por Adorno sobre la modernidad
artistica?
Si, a pantr de 1a problemstica pos-
moderna, regresamos 2 los escritos de
Adorno sobre estética y, especialmen-
te,sobre musica, descubriremos, nosin
sorpresa, que él también estaba muy
preocupado por la declinacién de Ia
edad modema, porlo menos a partirde
1a segunda guerra. La primera ver. que
Adorno enirenié exte problema fue 2
comiensosde a décadade 1920:supri-
mer maestro decomposicién, enemigo
dc la misica atonal, queria que sus dis-
cfpulosvolvieranalatonalidad y jurga-
ba la mésica atonal como pasada de
‘moda. Adomo jo mencionacn Minima
moralia: “Lo ultramodeme [afirmaba
su maestro] ya no es modemo, ls est
‘mulos que yo buscaba ya habian perdi-
do su filo, las figuras expresivasqueme
cexcitaban pertenecian a una sentimen-
talidad pasada de mods, y la nvevaju-
ventud tenia mis glébulos rojos, para
decirloconsu frase favorita”.* La idea,
un poco absurda, de que el arte moder-
no estaba jerminado hacia 1920, sin
‘embargo hubiera podido, en esos afos,
reciamar alguna atencién. Ya ea 1917,
Picasso habia roto apruptamenteconsu
periodocubistaal pintarel reraiodest
mujer (“Olgacnsuchaise-longuc”)que
olfe a Ingres. En los afios siguientes,
pini6 altemadamente cuadros “cubis-
tas” y “reatistas”, En 1919, Stravinsky,
‘questo dos afios antes habia escrito la
vanguardisia “Historia del soldado”,
volviaalamésica del siglo XVI ensu
ballet “Polichinela”. Y, en 1922, Paul
Valéry, con la coleccién de poemas ti-
tuloda Charmes, intentaba restablecer
¢l ideal de un clasicismo formal estric-
to, No cran solo losantstas de segunda
fila los que rechazaban su tiempo y se
rientaban hacia el modelo clisico, si-
no Picasso y Stravinsky (cl casode Va-
lery es algo diferente), que ya habian
contribuido de modo decisive sl des
Trollo del arte moderno. Ello obliga
considerar la cuestién del neoclasi
‘mo como una piedra de toque en cual-
quier interpretacién de la modernidad
antstica,
Adorno no ignor6 el problema pero
—como sucede-con él a menudo—hi-
‘zodos interpretaciones contradiciorias.
Laprimera, quepvcdeconsideransepo-
émica,estd enel texto yacitado deMi-
rnima moralia. “El neoclasicismo, esa
reacci6n que ro admiteserlo yquepre-
ental elemento reaccionariocomo un
progreso, fue la venguardia deuna vas-
ta tendencia gue, con el fascismo y 1a
‘cultura demasas, aprendié muy ripido
‘aprescindir de consideraciones refina-
des respecto de lacxtremasensibilidad
de los artistas y a combinar el espiritu
de Courths-Mahler con el progreso
téenieo. La edad modernase volvia no
‘modema”? Enteramente opuesto al es-
Piritumodero, cincaciasicismo ex de-
unciado también como reaccionario
en politica. Sin duda, esta interpreta-
cin puede mostrarsus pruebas: deChi-
rico gira haciac!fascismo cn correspon-
ddencia con surectazoa la llamadapin-
‘ura mitica.*Pero los casosindividuales
no alcanzan para sustentarun juicio.co-
mo elde Adomo, qucexcluyedel todo
‘al neociasicismo ée Ia modernidad.
Alpropio Adorno no deberia habér.
sele ocultado el cardcter problemitico
de un punto de vista tan sumario. De
cualquiermoco, ensuenssyo posterior
sobre Stravinsky, donde ya no lo pre-
‘sentacomo lasantipodas de Schénberg,
ropuso una interpretacién completa
mente diferente del neociacisismo: la
misiea de Stravinsky no 6% Is recons-
trucci6n ée un lenguaje musical limi-
tante sinocl juego soberano del artista
‘con formas del pasado. Elelasicismo de
Winckeimannnose proponiacomonor-
ma, pero “aparecia, como en suctios
‘statuas de yeso sobre los mucbles del
‘apartament patemo, bric’ brae, vieja
parafernalia. No un concepto de géne~
ro, El esquema estahe afectado par la
transformacién deo anteriormente ¢s-
quemitico en un espantapijaras; habia
perdido su poder a través de la compo-
sicién fragmentaria propia de los
suefios”.” Al ubicar explicitamente al
neoclasicismo de Stravinsky, yal doPi-
‘casso, en las vecindaces cel Surrealis-
mo, Adomo le asigna un lugar dentro
del arte modemo. Es obvio que las dos
interpretaciones son incompatibles;
también es evidente la superioridad de
lasegunda. Mientras que la interpreta
cidn polémica procede de manera glo-
balizante al considerar al neoclasicis-
‘mo como un movimiento unitario, 1a
segunda busca establocer algunos prin-
ipios de diferenciacién. Por lo menos,
cja abierta la posibilidad dedescubrit
enlas obras neociisicas algo mas queel
crud regreso aun oréende pensamien-
to reaccionatio.
Eljuicio éc Adorno sobreel neocla-
sicismo, sin embargo, nodebe confun-
dimes por sualusi6na un terstorio co:
minde ésteconelsurrealismo. Aunque
‘compara el montaje de “Historia del
soldado” con los moniajex desueios ée
los surrealisias, realizados a partir de
restos diumos,* no modifica su juicio
negative. Con un argumento al que
también recurrird en su pokémica con
Hindemith, interpreta cl elemento de
protesta en “Historia del soldado” co-
mo regresivo y expresiéndela posicién
ambivalentedequiensigue atenido ala
autoridad contre la cual serebela?“Muy
cereade la condvcta mAs disruptivaes-
1 la identificacién con equello contra
lo que ésta se rebela; el exceso mismo
prociama la necesidad de lz modera-
cidn y del orden, de modo tal que el
‘exceso pueda temminer”.!” Adorno esta~
blece una relacién entre el giro de Stra-
vinsky haciael neoctasiessmo y su pre-
vio cuestionamiento el lenguajemusi-
cal tradicional mediante referencias a
formas triviales y su coherente des
moniaje en “Historia de un soldado”
pero juzga negativamente a ambas co
mo “misica sobre misica”."' Al tomar
yedesintegrarformas previas tales como
iamarcha y el ragtime, Stravinsky cap-
ta (literalmente) materiales musicales
existentes” y los modifica (a misica
neoclésica de Stravinsky vsala misma
strategia). Tal procedimiento va en
contradle principio postuladopor Ador-
ro de una completa hegemonfa de Ia
forma. Asi como el collage surrealisia
se apodera del grabado en madera, con
su descripcidn del interior burgués fin
de sidele y lo rata como a un fragmen-
to retrospective de la realidad, Stra
vinsky seapoderadel tango odel walz.
Y si Max Ernst aliena el imerior al dar
asus figuras humanas eaberas de pai
ros de presa, Stravinsky aliena las for
mas delamisicaligera. Este tratamien-
to vanguardista de lo dado, que no es
‘una simple parodia de esas formas (co-
mo losugiere Adorno).!*sinoqueapun-
twa un cuestionamiento del arte, se re-
siste, en cambio, al conceptoatomiano
ee arte, Aferrado a la idea €¢ que los
4142
materiales artisticos reflejan el estado
de desarrollo social sin que esta rela-
cién pase porla concicncia del produc-
tor, Adorno puede reconocer s6i0 un
material en cada época. Mis ain, llega
a.cuestionar el uso del concepto de ma-
terial enel caso de Stravinsky: “El con-
cepto, central para la escucla de
‘Schiinberg, de un material musical i
nato ala obra misma, no puede aplicar-
‘se, si somos estrictos, a Stravinsky. Su
misica est mirando siempre otra mi-
sica,alaqueconsumepor mediode una
cexposicin de sus rasgos mecénicos y
rigidos.”? El concepto de “material”
usadoenestecaso, queeliminael rasgo
ado del material y loabsorbe porcom-
pleto dentro de la obrascgin el princi-
pio de hegemonfa total de la forma, es
revelador porque se opone al principio
-vanguardistademoniaje. Enesto reside
lo que me parece que es el anti-van-
‘guardismo de Adorno. Sélo en apa-
riencia ¢s paradéjico que este anti-
‘vanguardismo esté en la base de su re-
chazo (para decirlo con sus palabras)
del “infantil” Stravinsky y también del
Stravinsky neociésico.
No s¢ trata acé de salvar al neoc!
sicismo como un todo; esta seria la re-
peticiénde unerroreniainterpretacion
polémica de Minima moralia, s6lo que
con una valencia diferente. Si el recur-
so aesquemas formales del pasado s6-
Jo logra reproducirios 0 si, por el con-
trario, los conviertc en convincentes
medios expresivos, s6io podré decidir-
sedespués de un andlisis meticuloso de
obras individuals, y no de un recurso
general ala teorfa. La magnifica uni-
lateralidad de Adorno reside, precisa
mente, en haber buscado una respuesta
enlatcorfa, Porsupuesto, unadistancia
hist6rica creciente contribuye a subra-
yar las consecuencias negativas que
restringen el campo de la actividad ar-
Aistica posible. Esto vale especialmente
para la tesis de ta homogencidad del
material artistico. Pero también puede
aplicarse al principio de totalidad cons
tructiva de la obra, que asigna al con-
cepto de montaje un lugar exeéatrico
dentro del sistema estético de Adorno,
‘enla medida en que Adorno s6lo puede
similar este concepto si incluye moti-
‘vos benjaminianos deatro de su propio
pensamicnto.
El abandono de la tesis adorniana
(basada en tltima instancia en la histo-
riade la ilosofia) sobre el “material ar-
Ustico més avanzado” no s6lo permite
incorporar la yuxtaposiciénde diferen-
tes clases de material (por ejemplo, la
pintura de la Nueva Objetividad junto
con la de Picasso o los surrealistas);
también resguarda a la teoria de consi-
derar un material como signo de un
momento hist6rico. Al mismo tiempo,
permite observar que Ios desarrollo
posteriores de un material artistico pue-
den enfrentar limites internos. Esto il-
timo puede descubrirse en ¢l cubismo.
‘Se ha seitalado muchas veces la cohe-
rencia con la que Braque y Picasso ex-
tracn y desarrollanciertas conclusiones
del dltimo perfodo de Cezanne. Sin em-
argo, no ¢s dificil observar en la obra
de Picasso a partir de 1914 cierta arbi-
trariedad cuyo rasgo més sobresalicnte
es el recurso a superficies puntillista.
Tal puntillismo volver cn algunos de
los cuadros figurativos de 1917:enam-
bos casos es una idea técnica despojext
de necesariedad. No parece temerario
‘afirmar que podia haberse agotado toda
‘continuacién coherente de las posibili-
dades inseriptas en el material cubist
Podria, incluso, demostrarselo con ¢!
desarrollo posterior de la obra de Bra-
que y Juan Gris, Siscadmitcesto, el re-
curso de Picasso. materiales diferentes
cencuadlros como el retrato desu mujer,
Olga, prucba una necesariedad que la
cestética de Adorno nos impide recono-
cer. Ni podemos justificarestéticamen-
teel recurso al material neoclésico (por-
que la cita deberia justificarse fuerte-
mente, lo que me parece imposible), ni
podemos interpretarla hist6ricamente
demodo aceptable (porque varias posi-
bilidades diferentes de interpretacién
se equilibrarian entres{). Sinembargo,
lanecesidad de liberarse de un material
tinico demuestra ser, precisamente, la
actitud que el artista moderno parece
obligado a adoptar.
Aprimeravista la libre disposicién
de varias clases de materiales amplia
inmensamente las posibilidades creati-
vvas, En un sentido esto es cierto, pero,
al mismo tiempo, debe admitirse que
restringe de manera drstica las posibi-
lidades de logro estético. Encllo radica
‘el momento de verdad de las restriccio-
nes normativasque (endirecciénopues-
ta) adoptaron Lukécs y domo. Valéry
sefialélomismo:larestrieci6ndel cam-
po de posibilidades productivas puede
‘aumentarlas oportunidades de logroat-
tistico, perqueexige concentracién. Pe-
10 Valéry pas6 por alto cl hecho de que
la restriecién no debe ser arbitraria-
‘mente postulada desde fuera, sinoemer-
‘get como necesidad de la experiencia
del artista. Precisamente porque la po-
esia de Valéry se somete a cocrciones
externas, estd muchas veces més cerca
dc la artesania que del arte. Sélo cuan-
do ia libre disposicién de materiales de
diferente tipo es aceptada no como una
riqueza recibida sino como reflexién
de la obra misma, el productor esca-
pa alla ilusién de poser posibilidades
infinitas.
El primer maestro de composicién
de Adorno planteé falsamente el pro-
blema de a declinacion de la edad mo-
dema porque lo hizo postulando la
obsolescencia de lo modemo como re-
sultado del anti-modernismo neoctési-
co. Adorno, por lo menos en Minima
‘moralia, acepta que el planteo del pro-
blema lesea impuesto por su oponente
y se obliga a condenar en bloque como
reaccionario al neociasicismo. Tampo-
co en Filosofia de la nueva misica
procedede manera muy diferente, i
‘luye al Stravinsky vanguardista en su
juicionegativo. Tantoel vanguardismo
radical como el neoclasicismo son
ajenos al concepto adorniano de lo mo-
demo. Solo ensuensayo de 1954sobre
la declinacién de la nueva misica se
plantes (como lo hicimos més arribaen
referencia al cubismo) el problema de
los limites inmanentes del desarrollo
de la nueva misica. “Declinacién” no
significa act un proceso gradual de
adaptacion porpariedealginsectordel
piblico a la nueva misica y, en con-
encia, el embotamiento desu fuer-
zadisruptiva; afecta, més bien, alas ¢a-
tegorias centrales del arte mismo. Lo
que le molesta a Adorno es el con-
formismo modernista, caracterizado,
en primer lugar, como una pérdida de
tensién en las obras," y una ausen-
clade expresién. El fenémeno no se li-
mita a la misica. {Quién no ha visto
esos cuadros abstractos que parecen
convenir perfectamente a la decora-
inde oficinas? Todo lo que puedede-
cirse al respecto ¢s que no molestan.
Traicionan lo modemno al mismo tiem-pO que pretenden pertenecer a la mo-
dernidad.
Adorno no adjudica esta pérdida de
fucrza a un frecaso individual dc los
productores, sino al desarrollo objetivo
de uaa tendencia del arte moderno que
podria resumirse en el hecho de quela
rimacfamodemadel material artistico
se convierte on “fetichismo del mate-
rial”! Ello nos conduce directamente a
la categoria central de su estética: et
material artistico configura un nécleo
Ge su interpretacion historico-t110s6i
cadel desarrollo del arte. Como conte-
nidosedimentato se corresponde, sud-
terrdneamente, con la totalidad de una
€poca. Por eso, sus transformacioncs
coincidencon las delasociedad; ambas
se inscriben en el principio de raciona-
lizacién progresiva: “El concepto bési-
‘co que pone en movimiento la historia
‘musical reciente es el de racionalided,
uunido inmediatamente al de domina-
iGnsocial dc a naturalezainira y extra
hnumana”.* Esta f6rmula es muy radical
pero, precisamente poreso, iluminasin
picdad una constante de la estética de
‘Adomo: su rechazo a “aislar, en el pro-
cesodel iluminismo, al arte como una
parte natural y protegida de una inmo-
iatce humana invariable yiambién pro-
tegida”.* Esto significa unadefensa sin
‘compromisos ée la racionalidad en cl
proceso de produccién artistico. Ador-
1no debe reconocer precisamente ese
“rendencias hacia la racionalizaciénto-
tal", quese combinan con una “difundi-
da alergia a toda expresién”* como
causade la declinacién de lo modemno.
Incluso “la emancipacién respecto de
ccategorias y estructuras formales da.
que sefiala como la realizacién
ineluctabledel contenido artisticoaprin-
cipios de este siglo, debe su contenido
cexpresivo también al material tradicio-
nal del que el are se separa. El moder-
nismo, al no admitir que exté obligado
porlatradiciénacausa desu mismane-
‘gatividad frente a ella, sucumbe a la
“supersticiGn de elementos significati-
vos originales, que, en verdad, vienen
de la historia y cuys significado ex
histonco”
Eljuicio de Adomoes bien duro: la
actitud tecnificada de los productores,
su “fascinacién con el material”®* tos
asocia involuntariamente con ia indus-
{ria del arte; incliso su racionalidad se
convierte cn la superstici6n del simbo-
lismo directo de los sonidos y los colo-
res. Sinembargo, s¢ frustranucstra cx-
pectativa de que Adorno extrajera tas
‘consecuencias de estaeritica radical del
modemnismo y desu propioconcepto de
modemidad. Por ¢] contrario, lcga a
vers¢ obligado a rchabilitarlas catego:
sfas de expresiGn y de sujeto, Pero cllo
‘no 1o impulsa a revisar sus propios jul
ios. En Filosofia de la nueva miisica
afirma sobre Weber: “Descubrié la
nawuraleza derivada, exhausia ¢ irrele-
vante de todasubjetividad, quelamési-
caahoray aqui tiende arealizar:lainsu-
ficiencia del sujeto mismo”: y tambié
“El derecho del sujetoa la expresién ha
sucumbido”.» No menos categéricas,
sin embargo, son las afirmaciones en
“La declinacién de la nueva misica’”:
“Toda objetividad estética esté media
da porel poder del sujeto, quelleva.ala
‘cosa por completo hacia ella misma”.
Deallfque “los sfntomas dela dectina-
cién de la nueva miisica” pueden int
pretarse como sintomas de la “desinte-
graci6nde la individualidad” "La con-
tradiecién no es sélo tebrica; més bien,
1a teoria captura algo de Ja aporia que
afectaal artista moderno, comprome
do conuunasubjetividad en condiciones
muy desfavorables para el desarrollo
individual.
Pero estas perspectivas ¢esarrolla-
das a propésito de la “declinacién de la
nuevamiisica” nocondujeronaAdomo
arevisar en profundidad su estética. Lo
méscercaqucestuvodc hacerlo fuccon
la categoria de mimesis que, ens Teo-
riaestética, wsume una posicién capital
‘como contrapartedclaracionalidad cs-
tética. Pero no queda claro de qué mo-
do la mimesis ¢s un impulso cficaz del
proceso de produccién. Esto, a su vez,
43depende del hecho de queuna teoria de
lamimesises, ensentidoestricto, impo-
sible, enlamedidaenque Adomnoiade-
fine como “comportamiento areaico”,
“posicionamiento frente a ta realidad
‘que se ubica del lado de acd de la opo-
sici6n rigida entresujeto yobjeto".” Es
‘cierto que algunos pasajes dela Teoria
‘esiética llegan a subordinar la raciona-
lidad estética a la mimesis, de tal modo
‘quel concepto de racionalidad dejade
tener conexién alguna con el de Weber
para pasarasignificarmeramentelain-
tervenciéndel artista: “Con los ojos ce~
rrados, la racionalidad estéticadehesu-
‘mergirse en el proceso de la forma en
lugar de timoneario desde fuera como
reflexiGn sobre laobra de arte”: Pero
incluso esta relativizacién extrema del
concepto deracionlidad estética (Ador-
no se reflere a él como “una tendencia
cuasi racional del arte”)"*no cuestiona
la versiGn del desarrollo del arteen la
sociedad burguesa de acuerdo con la
perspectiva abierta por el concepio
weberiano de racionalidad. Tampoco
revisn Adorno el lcorema del material
artistico mis progresivo, nisu purismo
renvente aconsiderar la posibilidad de!
recurso a materiales triviales.® El con-
fomnismomodernista noes, para Ador-
zo, raz6n suficiente para sdmitirel em-
pleodemateriales dcipasado:“E!hecho
deque cuadros radicalmente abstractos
puedan exhibirse sin molestia no justi-
fica ninguna restauraci6n del objetivis
mo, queesa priori consolatonio, aunque
para la reconciliacién se elija al Che
‘Guevara como objeto” Vale la pena
preguntarscssi este golpe (inncocsario)
‘encl rostro del movimiento estudiantil
nofuncionacomoclocultamientodela
debilidad exgumentativa. Hoy, detodos
‘modos, no parecen claras las razones
{que nos impulsarfan al rechazo del neo-
reslismosslo aeausade que utiliza ma-
terial objetivo, o la condena de Ia esté-
tica de la resistencia de Peter Weiss
s6lo porque acude a las técnicas narra-
tivas de la novela realista.
Si buscamos las razones que le im-
pidena Adorno exiraerconclusiones de
su perspectiva sobre la declinacién de
lo moderno, tiene sentido que conside-
remos su pertenencia a la escuela de
‘Schdnberg. Ensuensayoée 1960sobre
““Miisica ynueva misica” intents resol-
ver el problema con virtuosismo: rein-
terpretaacé laceclinacion de io moder-
no como el ascenso de un nuevo estilo
epocal # “Su concepto dectina porque,
4 su lado, la produceién de otros con-
ceptos ¢s imposible, se convieric en
Kitsch" La restriccin de le mésica
actual a “una variedad que tiene un lu-
‘garen laescuela de Sehinberg™ no de-
beexplicarseséloporethechodequels
cestética de Adorno se orienta hacia ta
produccién. Tal interpretacién tomaria
muy als ligerala pretensién de Adorno
dehaber formulado laestéticadelomo-
derno. Hay mucho més que dogmatis-
mo de escuela detris de este innegable
decisionismo estético. Adorno est tra-
tando ¢e conjurar el peligro del histori-
cismo, “lacaética yuxtaposicién de au-
tores de festivales musicales que, en Is
misma época, toman diferenies posi-
ciones histéricas cuyacoexistenciasin-
créticaproionga la mezcolanza estilis-
tica del siglo XIX"
Podemos ver ahora que el decisio-
nismoestéticoy layuxtaposicidn histé-
rica son dos lados de la misma situa
in, en la medida en que noexiste una
instancia que legitime la decisién a fe-
vor de un material que pertenece a la
tradici6n. Adomo intenta una legitima-
cin al vineular el desarrollo artistico
en lasociedad burguesa con el proceso
de modernizacién (en sus propios t€-
‘minos:el iluminismo), Elarteno debe-
ria convertirseen refugio de lo irracio-
nal en un mundo racionalizado. S610
cuando el artese corresponde técnica
‘mente conel estado dedesarrollo de les
fuerzas productivas, puede ser instru-
‘mento de conocimiento y potencial de
‘una contradiccién. “Pero si el arte real-
mente desea cancelarel dominio sobre
Tanaturaleza; siseaplicaaunestadiocn
€1 quc los hombres ya no ejercitan ese
dominio por medio desu razén, incl
soas'séloalcanzaestepuntosilograun
dominio sobre lo natural”. Estamos
tentados de acusar a Adorno de misti-
cismo de la inversién dialéctica, De he-
cho, desu dialéctica del iluminismo no
‘extrac laconclusiéndequees necesario
disminuir el ritmo del proceso de mo-
dernizacién. Mas bien se mantiene
sGlidamente aferrado ala ideade la in-
versién dialéctica: “enunasociedad or-
‘ganizada racionalmentc, la represiGn
desaparecerfa junto con la pobreza”.”
‘Tales experanzas (pocas vecesexpress-
as por Adomo) son diffcites de com-
partir hoy.
El temora la regresi6n ¢s el motivo
central le! decisionismo estético de
‘Adomo. Determina tanto su rechazo
cl Stravinsky vanguardista como del
neoelasicismo. Este temor, comprensi-
ble por laexperiencia del fascismoque
supo cémoencauzar los descos regresi-
‘vos de las masas, despoja al modemis-
‘mo de uno de sus modos esenciales de
expresi6n, Diderot ya habia percibido
esto cuando escribia: “La poesia neve-
sitade 1o monstruoso, de lo birbaro y
salvaje”.®* La nostalgia de la regresion
¢s un fenémeno eminentemente mo-
demo, una reaceiGnal proceso de recio-
nalizacién. No puede ser congeladaco-
motabé sino qucdebe resoiverse. Vale
lapenarecordarlaadvertenciade Bloch
acerea de no abandonar el irracionalis-
moala derecha,
El pensamientode Adorno sobre la
declinacién del modernismo fue for-
‘mulado desde la perspectiva de la pro-
duccién; deberfamos, en consecuencia,
redimensionarlo a partirdecambies en
el espacio de la recepcién. Entre los }6-
venes se observa hoy un modo de rela-
cién con las obras literarias que s6l0
puede definirse como “bajo” desde una
penpectiva adomniana. Me refiero a la
ifundida renuenciaa todadiscusién de
las formas a favor de las normas y es-
tructuras de comportamicnto que cons
tituyen la base de las acciones de los,
personajes. Las preguntas quesclefor-
mulan a las obras no versan sobre el
‘modo en que forma estética y conieni-
do se comunican, sino sobre las accio-
nes correctas o incorrectas delos perso-
nujes, incluso, sobre e6mo se hubiera
comportado uno mismo ensituaciones
parecidas. Esa modalidad de recepcién
puede ser desprecisda porsu inadecua-
cidna la obra de are y considerarse un
‘signo mis de decadencia cultural. Pero
también podriamos preguntames si una
lectura de una novela realista que s610
se interese en procedimientos formales
no queda més acd de Ia estética de la
‘obra. Mas atin, podrfamos preguntar-
nos si la novela nose convirtié en una
‘obra autGnoma, separada de la expe-
riencia de los individuos, por el hecho
‘de que un discurso especifico la constt-
twy6 como tal. Lo que por momentos
parece un vacio de cultura podria con-vertirse en cl punto de partida de una
formadifcrente éctratarlasobrasdeat-
tequesuperciafijacién unilateral sobre
aforma y, al mismo tiempo, coloque
luobraen relaciéncon wexperienciade
sus lectores.
GJustifican estas observaciones 1a
caracterizacién del arte actual como
posmodemo? ;Qué implicaciones tic
ne esto? Para intentar la respuesta a es-
taspregunias, quisieraplantear tres ec-
turas diferentes.
1. La lectura antimoderna. Se podria
tomar el teorema adornizno de que ca-
\da¢poca poscesolo un material progre-
sivo,y volverlo contracl mismo Ador-
no. Las signos de la declinacién de la
nnucva mésica que él sefial6 la alejaron
‘dclamiisica dedoce tonos ylarecondu-
jJerona la tonalided. Dado que procesos
de declinacién comparables pueden se
guise en Is pintura abstracta y en la li-
teratura, queda esbozado un camino de
regreso hacia formas realistas y namrati-
vvas. Claro que no se podria atribuir vie
lide metatisicaa los géneros tradicio-
nales; sin embargo, conservan su lugar
com medios artistioes. Tal como lo
‘mosiraravarias veces Valéry dificult
des artificialmente erigidas (por ejem-
plo, cscribirsegin un esquema méirico
‘complejo)estimularon logros estéticos
importantes. En sfatesis, se podria ima-
_ginar una teorfa del posmodernismo co-
mo defensade un nuevo acsxtemicismo
yy recordarqucel mismo Adomo lamen-
to ladesaparicion delas “virtudes peda-
g6gicas del academicismo”.””
Elargumentousi expucstono pucdc
refutarse invocendo el hecho de que
‘Adomo esiaba muy lejos de bogar por
un regresoal academicismo ni a ningu-
na otra forma demoderacién (cl “ideal
de un modernismo moxterado” le pare~
ci6 siempre repugnarte).” La fuerza
del ergumento reside precisamente en
queextracdel nazonamientode Adorno
Jas consecucncias que éste no quiso ex-
traer. Tampoco es convineente el argu:
mento que Adorno emplea en contra de
Lukées Sobre el eurécter afirmativo de
Jas formas realistas, dado que cuadros
no objetivos shan convertido en deco-
raci6n de oficinas gerenciales y en ta-
pas de revista. Si no nes conformamos
con una erftica politica de la restaura-
ciGnestettca, dederiamos tratar de pro-
barsudebilidad inmanente, Ellareside,
‘amijuicio,en unaaporiatipica también
del neoconservaiismo. Su punto de vis-
ta necesita practicar la negecién abs-
tracta del modernismo (la vueltaa a to-
nalidad, laobjetividad y as formas lite-
ris tradicionales). Pero estaperspee-
tiva contradice su propia auto-explica-
reulsbe de clea
keraria bneamercene
University of California - Berkeley
Department of Spanish and Portuguese
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Bibtiowocas o Insatucones USS 2)
Suseripeones individuales USS 30
Parocicadoros USS 30
(Excepoén Aho 1 NPs 1, 2y 3 USS 25)
4scin conservadore, que valoriza 90 los
nuevos comienzossino laconservacion
yel desarrollo. Dado que la versiGn an-
timodernadel teorema posmoderno no
puede conservarnadadel modemismo,
‘contradice su propia tendencia conser-
vadora. Queda desenmascarado como
posicién polémica que contribuye muy
poco a la comprensién actual del arte.
2.La lectura pluralista. Podria formu-
arse més o menos asf: 10s te6ricos det
modernismo han sostenido Ia tesis ob-
jetivamente ilegitima de que s6locl ar-
‘temoderno alcanz6 las dimensiones de
su propia época. De esta forma se dis-
minuy6, implfcita 0 explicitamente, la
trascendenciadetodo our movimiento
artistic. La declinaciGn del modemis-
‘mo muestrala.unilateralidad de wa con-
cepto de tradicién que reconoce en la
misicasélo ala escuela de Schonberg,
yen literatura sélo a un pufiado de au-
tores como Proust, Kafka, Joycey Bec-
kot. La miisiea y a literatura del siglo
XXson mucho més ricasy variadas. La
consecuencia de esta posicién para el
presentecs que noexisteun material en
si mismo més progresivo, y 1o¢os los
materiales histOnicos pueden ser igual
mente wados por los artistas. Lo que
‘cuenta son lus obras individuales.
Esta posicién puede avalarse con
una serie de argumentos. No hay duda
de que laconstruccién de una tradicién
como lade Adomo¢s unilateral. Deto-
dos modos, no deberiamos olvidar que
suiunilateralidadlepermite el reconoci-
rmiento de una gran cantidad de cone-
siones. El hechode que hoy ninginr a-
terial pueda ser considerado como cl
més progresivo desde un punto de vis-
tahistéricosepruebanosétoconel abi-
garrado conjunto de cosas aiferemtes,
tan confusas parae! lego, que cualquier
cexposicién de arte pone en escena. Se
‘demuestra bdsicamente por la intensi-
dad con la cual algunos de los artistas
més concientes exploran ¢l uso de los
materiales de procedencia més diversa.
Los grabados ¢e Pit Morell unen re
niscencias de dibujos renacentistas con
la expresividad directade la pintura de
Jos nies ylos locos. ¥ Werner Hilsing
realiza minjaturas que son, al mismo
tiempo, surredlistas, expresionistas y
cubistes, mostrando asf la posibilidad
de una multiplicidad ¢e materiales. Si
quisiéramos extraer conclusiones dees-
to, deberiamospensar quclavaloracion
estética actual tiene que abstenerse de
privilegiar un nexo tinico con un mate-
rial Unico. Menos que nunca, c! mate-
rial estien condiciones de garantizarla
calidad de ta obra. La fascinacién pro-
ucidaporperfodos dedesarrallocohe-
rentede! material (porejemplo,el primer
cubismo) no conduce necesariamente
al establecimiento de un riterio supre-
temporal de valoracién estética.
Lalibertad de eleccién entre mate-
rales de procedencia diferente no pue-
dcocultamos las dificultades anistices
quedeellaemergen nila problematic:-
dad de ia posicién que he devominado
pluralista. Adorno jurgaria cesi toda la
produccién anisticanctual como delez~
rable, pero, ea ¢l otro extrema, cl plu-
ralismo termina por legitimar todo y
cae as{ en un eclecticismo de gusto pa-
rae que nada es discriminable. El ante
correel peligro descr un insipide com-
plemento dea vida cotidiana, algo que
siempre fue en las versiones popula
zadas de las estéticas idealist.
En lugar de extmer 1a conclusion
falsu de que todo es posible, deberia-
mos insistir sobre las dificultades que
hoy enfrentan las obras de arte. Siseha
desvanecidolaconfianzaenlarelacion
centre el material artistico y Ia €pocs,
‘confianza que estaba en Ia base de la
cestética adorniana, la abundancia de
posibilidades puede presentarse como
arbitraria incluso para cl artista més
roductivo. No estaré cn condiciones
de enfrentaria si se somete a esta arbi-
trariedad, sino si reflexiona sobre ella
‘de modos muy diferentes: ateniéndose,
‘cnunarestricci6n radical, as6loun ma-
terial; 0 tratando de usar todas las posi
biligades. La decisién encuentra sule-
gitimidad sélo a posteriori, en la obra.
‘Quisiem explicitamente sustracr esta
tercera i cura a todo auspicio posmo-
demo, porque este adjetive sugicre el
final de la era moderna, final al que no
puedo adscribir con remanes convi
‘contes. Por el contrario, dirfa que hoy
todoarterelevantese defincenrelacién
conel modernismo, Si esto es asi, una
teorfa estética contempordnea enfrenta
atareade conceptuilizar una continua
ciGa dialéciica del modernismo, afir-
mando categorfas esenciales y, al mis-
mo tiempo, liberindotas de su rigidez
‘modernista para devolverlas a la vida.
La categorfa central del modernise
REVISTA IBEROAMERICANA.
INSTITUTO INTERNACIONAL DE LITERATURA
IBEROAMERICANA.
DIRECTOR-EDITOR: Keith McDuffie
SECRETARIA-TESORERA: Pamela Bacarisse
Suscripciones y ventas: Erika Braga
Canje: Lillian Seddon Lozano
1312 CL. UNIVERSIDAD DE PITTSBURGH.
Pittsburgh, PA. 15260
N'3
L~0JO
MOCHO
OTONO DE 1993mo est€tloo 6s 1a forma. Subcategories
tales como medios, procedimicntos y
tGenieas convergenen la forma. Paral
modernismo, la forma noes algo dado
de aniemano que el urtista debe seeptar
y cuya acepiacién es conirolada por la
eritica y el piblico eulto segiin un ea-
non de reglas fijas. Laformaes siempre
unresultadoindividual que la obrapre-
senta, No esalgo externoal contenido;
serelacionacon él (y esta base hace po-
sible la interpretaci6n). Esta concep-
i6n moderna de forma anistica, que se
origina en la edad moderna con la vic~
toria del nominalismo, resulta imeem-
plazable. Aunque ¢s posible imaginar
luna obra de arte cuyos clementes sean
intereambiables (de un cuadro de Po-
lock se puede cortar un fragmento sin
introducir modificaciones escnciales;
‘en una narracién de construccién para-
‘éctica las partes pueden ser reorde-
nadas o, incluso, suprimidas), 10 po-
demos imaginar ura obra en la cus! a
forma como tal sea arbitraria. Imeem.
plazable quiere decir queen el acto de
ecepeiGn aplicamos un concepto de
forma que capta la forma de la obra
‘como particular, necesaria dentro de
clertos limites, y seménticamente in-
torpreiable.
Pero irreemplavable no debe con-
fundine con intercambiable. Lacstéti-
caidealistaconsideralaobradearteco-
mo una unidad de forma y contenido.
“Las verdaderas obras dearteson tales
precisamente por el hecho de que su
contenido y forma son completamente
idénticos”,afirma Hegel en laEnciclo-
‘pedia* Sin embargo, la historia no se
hha detcnido. Mas bien, ¢1 desarrollo det
arte burguéshizo estallarlos elementos
que cl idealismo fundfa en ta unidad de
Ia obra clésica. El concepto de obra en
Inestéticaidealistafue una respuesta al
fenémeno modemno de ta alienaciGn de
los individuos y del mundo. En la obra
dear orgénica, las contraticciones re-
ales ireesueltas uparecen reconeciliads.
De allf la exigencia de una unidad de
forma y contenido que genere esa apa-
riencia de reconciliacién. Pero, en la
medida cn que cl mundo burgués se
convierte en un sistema sujeto a crisis
‘aunque, al mismo tiempo, cerrado, el
individuoscsiente impoteate frentcala
totalidad social. El artista reaceiona tra-
tando de probar, porlo menos ensupro-
pio campo, ta primacta del sujeto sobre
10 dado. Esto quicre decir, la primacia
de una forma subjetivamente construi-
a, la primacia del desarrollo del mate-
ial. El primerresultado sealeanzaenla
poesfa esteticista: la lucha porla pure-
za de la forma, que earscteri7é la con-
cepci6n idealista del arte desde muy
‘temprano, amenaza conaniquilarelcon-
tenido. Lanovela, que puede absorber
1a amplitud de lo real, resisti6 durante
largo tiempoaesa cocreién de laforma-
lizacién. S6lo con Rodbe-Grillet y el
nouveau roman el proyecto esteticisia
de “un libro sobre nada” se implant6 en
elgéncro. Tambiéacnesiccaso lacman-
cipeci6n de la materia ea tanto algo da-
do y resistente al controle! sujet con-
dujo a un vacio.
La respuesta més temprana —y no
igualada hasta hoy peseatodassuscon-
tradicciones— elas tendencias del arte
en la sociedad burguesa fue la de les
vanguardias histériews. Lauexigenciade
tuna vuelta. la vida, la aboliciOn de la
autonomfadel arte marcan el contrape-
sode las tendencias que extrapolaronel
estatuto aui6nomo de laobra. Laprima-
ofa estetizante dela forma fue refutada
por la primacta de a expresion. Los ar-
Listes serebclaroncontrauna formaque
los enfreniaba como algo alienado de
ellos. Lo que deberfa dominar la fact-
ccidad de lodado sc habfe convertido ea
tuna coercién quel sujeto se infligfaa
si mismo. El artista reaceioné contra
esto.
{D6nde estamos nosotros que s0-
‘mos, al mismo tiempo, herederos del
formalismo estético y de la protesta
vanguardista conira el formalismo? La
respuesta zesta pregunta ¢s més dificil
‘en la situacién actual donde se confir-
manladeclinaciéa delomoderno (enel
sentido de Adorno) yl fracaso el asal-
to vanguandista contra Iss instituciones
del arte-* Ni el antimodernismo ni el
eclecticismo historicista son caminos
adecuados pars una teoria estéticn det
presente, Pero aferrarse a la teorfa dela
modernidad estética, tal como Ta for
mul6 Adomo, implicapasar poraltofe-
némenos relovanies de la producciGn
artistica comtemporines. En lugar de
ccelebrar la ruptura con el modernismo
bajolosestandartes posmodemos, seria
necesario impulsar su continuaciéa
ialéctica, Ello significaque cl moder
nismno esiético debe reconover como
propio mucho de lo que hasta ahora ha
rechazado: no mis tabi sobre la tonali-
ad, la epresemiacién y las formas lite-
arias tradicionales; pero,al mismo tiem-
po, mantener la desconfianza respecto
deestos materiales y de la sustanciali-
dad aparente que emana de ellos. Elre-
curso a materiales del pasado debe ser
econocido como un procedimientomo-
demo que, al mismo tiempo, es extre-
madamente precario (cl retrato de Pi-
casso desu mujer Olga no es un cuadro
especialmentelogrado).Lomodernoes
és rico, més variado y més contradic-
toriodecimo lopresenta Adorno cuan-
do fijalimites, movide porel temorala
regresi6n. El antsta solo puede confiar
‘enaquello que se le aparece con la in-
mediatez de la expresién que, sin em
‘argo, siempre ¢s mediada, Desde el
‘momento en que se revonoce la fuerza
expresivade lapinturade los nifios yde
los locos, es preciso levantartodo tabs
‘contra la regresién. Pero serfa un error
creer que basta con imitarlos para pro-
ucir gran arte. La dialéotica de la for-
may laexpresidn debecjecutarsecomo
algo irreductiblemente particular, en ia
medida ca que la expresiOn no remite a
‘una situaciGn individual sinoa la expe-
riencia social refractada a través del
sujeto.
‘Ya Hegel pronosticaba la libre dis-
posiciGn de formas y objetos para des-
pués de la “muerte del arte”, Esta pros-
pectiva es convincentc cuando ya no
‘existen sistemas gencrales des{mbolos
que nos incluyan. A la pregunta de c6-
‘modetenerlaperversariquevadeleclec-
ticismo historicista puede responderse
haciendo en primer lugar una diteren-
iaci6n catre el jugucteo arbitrario con
Jas formas del pasado ysu necesariaac-
tualizacién. En segundo lugar, después
de\ ataque que las vanguardias hist6ri-
cas condujeron contraia autonomfa del
arte, larellexiGnsobresuestatuto es un
raxgo importante del arte mismo. En la
medida en que esta reflexiénse trasla-
dea la practica estética, encontraré el
‘ugar histGrico-filos6fico del arte en el
presente. Siestoes previsible,entonces
laobradeBrech:tendréellugerenlali-
teratura de este siglo que Adomo no le
concedi6,
Desdelarecepcién, lacontinuacién
disléctica dela modernidad significe la
a7lucha por comibinar unaorientacién ha-
cia la vida con ta sensibilizacién res-
ecto de los logros formals. Quisiera
que nose me mal entienda: deberfamos
apostar a una resemantizaci6n éel arte.
El té:mino puede parecer confuso por-
‘que nose remite aun apriori formal. Lo
que Adorno critica como “fetichismo
del material” tiene su complemento del
Iado de ta recepeién con la celebraciGn
de la tela monocroma como extraordi-
nario hecho estético. Contra esio, enfa-
tizo la dimensiGn semantica de la obra
dear.
Para terminar, permftaseme volver
al concepto de“posmodernismo”. Qui-
7s, a problemética pueda delinearse
mejor si reconccemas que ¢l concepto
s,al mismo tiempo, demasiado amplio
y demasiado restringiéo. Demasiado
‘amplio, porque relega al pasado el mo-
‘demo concepto de forma que me pare-
ce irreemplazable, Demasiado restrin-
ido, porque limita la cuestiGn del arte
contemporinco a las decisiones sobre
cel material. Los cambios que estén su-
cediendoafectan a todoel arte. Aunque
haya fracasado, la consigna vanguar-
dista de abolir la distancia entre el arte
y la vida continga definiendo la situa-
‘cidn del arte actual. Enfrentamos, en-
tonces, una paradoja enel sentido mis
estricio:si laaboliciOn es posible, est
mos ante el fin del arte. Si, en cambio,
NOTAS
1. A. Tourane, La socitté post industrielle,
Paris, 1969; 1-F. Lyotard, La condicién posmo
derna, Madd, 1983,
2 Vesse, por semplo, P. Gorsen, “Zar Dislek
tik det Funksionalismus beute", en Stichworte
ur “Geistgen Situation der Zeit, Frankfurt,
1975, p68.
3, Veaselacriicade AdernoenI. Schulte Sas:
sey F Jamesoe, Zur Dichotomisicrang von ho-
‘er nd riederer Literatur, Frankf, 1982, pp
eylisyse
4, Th.W. Adorno, Miinamoralia Frankfurt,
1969, p. 291.
S. Mhid. p25.
6, W.Robin bx demostrado convincestemente
‘que de Chirico, en su taps metalisica, debe se:
nteadido como pintor toderao. Véase: "De
(Chisco eta madernite™,en Giorgiode Chirico,
catllogodelaexposici6a, Ceatro Georges Pom-
pido, Pars, 1983.
7. Th. W. Adorno, Musitalische Schriften
MY, od. R Tiedemann (Geszammelie Schriften,
vol. 16), Frankfurt, 1978, p. 391.
8, TR.W. Adorno, Filosftadelamevamsisica
[Lacita correspondes Ia eccion nortenmericana,
1973, p. 183.
9. Ths.
10. Ta. W. Adomo, Imprompus, Frankfur,
1970, p77
11. TW. Adorno, Flasoft de la nueva mis
ca cit,p 18
12. Tid, p. 186.
13, Ibid, p 188.
U4, P. Birger, Zur Kritik der ideatstischen
Aestheik, Franklart, 1983, p. 128-35.
15. Debs tambica tener cx cvent a posi
‘dad deque el conienido de tl recuro 20 puede
‘catenderse a paride una obra sino de una serie
4 obras. Tal ese caso, por ejemplo, dela obra
Gel pintor berlings Wernee Tsing, cuya virtoo
‘2 readopetén de materiales del pasado, alicna~
dos a taves de wn formato miniaturizado,acom:
pli a porpotuacin del are despots deca fina
través del comentario iio.
16, Vease Th. W. Adorno, Introduccidnalaso-
ciologia de la misica,
17, ThW.Adorwo, Disonancias. La misica en
el muado dirigido, La cita comesponde a la
‘edicia alemana,Gotinga, 1969.28.
18. Pid, p IZ,
19, Ibid. p. 150. Ba este contexto no sefalaré tas
inexactitudes del concepto adormiano de racio-
nalidad estes.
20. Thi, pe 148.
21, thie, p18.
2 Mid, p. 146,
25. Iti.
2A. Adomo, Filasofa de le nueva mica, ct,
pla
25, Adorno, Disonancas, cit p. 157.
26. Tid.
seaceptacomopartedelanaturalenide
Jas cosuslasepaniciénentreartey vida,
también estamos ante el fin del are.
Traducciin deB.S.de “The Decline ofMo-
dernism’, en The Decline of Modernism,
University Park (Pennsylvania), The Penn-
sylvania State University Press, 1992,Ori-
‘ginalmente publicado en: I Habermas y
von Friedeburg (comps.), Adorno-Koate-
ren, Frankfurt, 1983,
21, TW Adorno, Teor esta, p. 162 ela
cic inglesa, Londres, 1984
2S. Ted, 168
2 fod 98.
30, Sincabargo,casescstudiesobre Mablery
‘evsisly tats deaieularlrigiee dogs
fs que aectn su teoia sobre el material mis
Sranendo. Sabre el “lementoasaeréaio" en
Mable arma: “Por moments el aljamiesto
reopectode lo més progresivo en arte represcala
Inveligus det pasa gue lo acompa” (us
Iealische Schrfen, 339) Ea el ensayo sobre
Zemlinsty scala gue perspectives ulteriones
‘dele sido dja ars” poeden se mis
permancncs-queclartemésaranzadodel pas
0" (bid p. 367, También rconoce ea Mabler
Iss cits otal i, p28).
Bi. Adono, Teoria exec, ct, p15 958.
32, Adomo, Mesaliache Schrifn, p84.
33 Td, p 492
34 hid, p 177
38. Mid
36, Ibid, 587.
31. bid
BA D.Dideot, Oewreseshegues, Fars, Gar
ter, 1959, p 261.
39. Adorno, Disomancias, 155.
40. hid p 186.
AL GWE, Hegel, Encyclopedia ecci6a
135).
42. Sabre te tes temas antes trata vex
sein Teoria dela vanguardPN Per Tyr RUN A113 (on sede sree 102
Godard /Gatica: filmar la exclusion/ La declinacion del
modernismo / Escriben: Contardi+ Halperin Donghi +
Altamirano + Sabato + Orlansky + Beceyro + de Ipola+
Filippelli « Sarlo + Burger lIVesteea oyster