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Eder. Integración Regional y Políticas de Industrialización en América Latina
Eder. Integración Regional y Políticas de Industrialización en América Latina
68 | 2019
Revisitando la industrialización latinoamericana en el
siglo XX: entre el Estado y el mercado
Julia Eder
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/revestudsoc/31704
ISSN: 1900-5180
Editor
Universidad de los Andes
Edición impresa
Fecha de publicación: 1 abril 2019
Paginación: 38-50
ISSN: 0123-885X
Referencia electrónica
Julia Eder, « Integración regional y políticas de industrialización en América Latina: la historia de un
amor conflictivo », Revista de Estudios Sociales [En línea], 68 | 2019, Publicado el 12 abril 2019,
consultado el 14 mayo 2019. URL : http://journals.openedition.org/revestudsoc/31704
Los contenidos de la Revista de Estudios Sociales están editados bajo la licencia Creative Commons
Attribution 4.0 International.
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Julia Eder**
Fecha de recepción: 31 de mayo de 2018 · Fecha de aceptación: 10 de septiembre de 2018 · Fecha de modiicación: 15 de febrero de 2019
https://doi.org/10.7440/res68.2019.04
Cómo citar: Eder, Julia. 2019. “Integración regional y políticas de industrialización en América Latina: la historia de un amor
conlictivo”. Revista de Estudios Sociales 68: 38-50. https://doi.org/10.7440/res68.2019.04
Regional Integration and Industrialization Policies in Latin America: A Conflictive Love Story
A B S T R AC T | This paper discusses the relationship between regional integration and industrialization in Latin
America over the past seventy years. To this end, it shows how ECLAC’s structuralist thought and integra-
tionist dynamics have inluenced each other in practice. It outlines the positions on regional industrialization
found in old regionalism, open regionalism and in 21st century regionalisms, and how such positions were
shaped by conlicts between social groups. Speciically, it introduces the Andean Pact, MERCOSUR and ALBA as
examples. This paper’s contribution consists in relecting critically on Latin American experiences of drafting
and implementing common industrial policy in diverse contexts.
R E S U M O | O artigo discute a relação entre integração regional e industrialização na América Latina durante
os últimos setenta anos. Com esse propósito, demonstra-se como o pensamento estruturalista da CEPAL e as
dinâmicas integracionistas, na prática, tiveram inluências entre si. Esboça-se quais eram as posturas sobre a
* Quiero agradecer a los dos evaluadores anónimos de este trabajo por los comentarios y las valiosas sugerencias, así como a los
organizadores y los participantes del simposio 18/21 “Relaciones internacionales y procesos de integración regional en América
Latina: teoría, historia y procesos actuales”, en el 56° Congreso de Americanistas (ICA), 19 de julio de 2018, Universidad de Salamanca,
por el debate y las recomendaciones.
** Magíster en Estudios de Desarrollo y Magíster en Letras Hispánicas. Investigadora Asociada en el Departamento de Estudios sobre
Políticas y Desarrollo del Instituto de Sociología de Johannes Kepler Universität, Linz, Austria. Últimas publicaciones: “Progressive
Industrial Policy – A Remedy for Europe!?” (en coautoría). Journal für Entwicklungspolitik 34 (3/4): 108-142, 2018; “Abhängige
Entwicklung und regionale Integration. Motive für die Gründung der Eurasischen Wirtschaftsunion (EAWU)” [Desarrollo depen-
diente e integración regional. Los motivos para la formación de la Unión Económica Euroasiática (UEE)]. Kurswechsel 3: 42-51, 2017.
* julia_theresa.eder@jku.at
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industrialização regional no velho regionalismo, no regionalismo aberto e nos regionalismos do século XXI, e
como eram moldadas pelos conlitos entre diferentes grupos sociais. Concretamente, os exemplos do Pacto
Andino, do MERCOSUL e do ALBA são introduzidos. A contribuição do artigo consiste em reletir criticamente
sobre as experiências latino-americanas com a elaboração e implementação de política industrial comum em
diversos contextos.
Integración regional y políticas de industrialización en América Latina: la historia de un amor conflictivo | Julia Eder
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En general, los procesos de integración regional se pue- restricción externa.1 Estos problemas eran vinculados a
den diferenciar de acuerdo con los objetivos principales los límites a que habían llegado los procesos de indus-
que persiguen. El enfoque comercialista, en la tradición trialización nacionales. Particularmente en las economías
de David Ricardo y Jacob Viner, busca fomentar la inte- más grandes, las políticas de sustitución de importaciones
gración mediante el libre comercio, mientras que la habían sido exitosas en crear industrias de consumo. No
vertiente desarrollista —inspirada por Friedrich List y obstante, la especialización racional en esas ramas y la
John Maynard Keynes— aspira a promover además el penetración en industrias de capital y bienes de consumo
desarrollo industrial de los países ailiados (Becker 2006, duraderos sólo parecían posibles al ampliar el mercado
17-21). A lo largo del siglo XX y a inicios del siglo XXI, y al intensiicar el intercambio latinoamericano. Así,
proyectos de integración regional en América Latina se un mercado latinoamericano común debía fomentar
caracterizaron por la lucha entre estas dos lógicas de la industrialización. No obstante, el documento des-
integración. Este artículo traza las principales líneas taca que la “industrialización no es un in en sí misma,
de conlicto en diferentes períodos de la historia latinoa- sino un medio eiciente para acrecentar la productivi-
mericana reciente. La investigación se basa en el análisis dad media y por tanto el nivel de vida de la población”
de documentos originales y literatura secundaria prove- (Prebisch 1959, 5).
nientes de los distintos períodos. Primero se discuten el
auge y la crisis del viejo regionalismo y la inluencia de Para la CEPAL, la creación de un mercado común lati-
las posturas desarrollistas-estructuralistas de la CEPAL noamericano debía darse de forma gradual. El primer
en él. Después se realiza un análisis del surgimiento del paso consistiría en el establecimiento de una zona
nuevo regionalismo (o regionalismo abierto), a inicios de preferencial comercial y de un arancel externo común,
los años 1990, en el cual dominaron políticas de apertura previsto en un plazo de diez años. El objetivo más
comercial. Por último, se analizan las experiencias del importante de la propuesta era “ofrece[r] una alternati-
Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y de la Alianza va a la política de sustitución de importaciones: adquirir
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en otros países latinoamericanos bienes industriales
que reforzaron en los años 2000 las actividades para que antes se importaban del resto del mundo, pagán-
fomentar la integración productiva entre sus economías. dolos con un incremento de exportaciones” (Prebisch
1959, 7). Asimismo, el comercio de productos agrícolas
en la región —y, con ello, los incentivos para la especia-
Industrialización e integración regional lización y tecniicación en ese sector— debía aumentar.
en el pensamiento temprano de la CEPAL: La diversiicación de las exportaciones e importaciones
un amor profundo debía reducir la vulnerabilidad externa de las econo-
mías latinoamericanas2 (Prebisch 1959, 7-11).
A inales de los años 1940, el secretario general de la
CEPAL, Raúl Prebisch, analizó en el texto “El desarrollo La propuesta aspiraba a ofrecer a las economías latinoa-
económico de América Latina y algunos de sus princi- mericanas la posibilidad de aprovechar las economías de
pales problemas” (1949) el funcionamiento del comercio escala, así como las ventajas de especialización y com-
internacional, así como la inserción de los países lati- plementación industrial (Prebisch 1959, 55). Por tanto,
noamericanos en la división internacional del trabajo. los productos más importantes para la sustitución de
Prebisch concluyó que América Latina iguraba entre la importaciones en el mercado regional debían ser aque-
periferia, la cual se caracterizaba por la concentración en llos cuya producción se podía concentrar regionalmente
la exportación de materias primas. En cambio, los centros y que ofrecían muchas oportunidades de especializa-
industriales comerciaban mayoritariamente con bienes ción, a saber, la producción de maquinaria, productos
manufacturados. Según la teoría neoclásica de comercio químicos y automóviles, y el procesamiento de acero,
internacional, esa división del trabajo internacional era la cobre y combustibles (Prebisch 1959, 68-69). Mientras
más eiciente, dado que exigía de cada país especializarse que el Estado —por la falta de un sector privado suicien-
según sus ventajas comparativas. No obstante, Prebisch temente desarrollado— se concebía como el principal
(1998 [1949], 65-82) observó que los beneicios del pro- promotor de estas estrategias de industrialización, se
greso tecnológico industrial de los centros no llegaban pensaba que el mercado común también podía “estimu-
a la periferia. A partir de dicha observación dedujo la lar al empresario latinoamericano a penetrar resuel-
necesidad de promover la industrialización de los países tamente en estos nuevos campos de producción, tanto
latinoamericanos mediante políticas de sustitución de
importaciones dirigidas por el Estado.
1 La restricción externa resulta de una balanza comercial
En 1959, la CEPAL publicó el documento “El Mercado constantemente deicitaria (por la baja tasa de exportacio-
Común Latinoamericano”, que fue coordinado por Raúl nes). La resultante escasez de divisas limita la capacidad de
Prebisch. En el documento se expresa la preocupación importar (Tavares y Gomes 1998, 214). Además, restringe la
cantidad de préstamos e inversiones extranjeros que un país
por el lento crecimiento de las economías latinoame- puede obtener (Prebisch 1959, 51-52).
ricanas, que no permitiría absorber la creciente mano
2 Por lo tanto, la CEPAL no abogaba por un regionalismo cerra-
de obra, y por la baja tasa de exportaciones que causó la do, como reiteradamente se le ha reprochado.
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mediante la ayuda técnica como mediante la colabora- región. Brasil aspiraba a fomentar la integración con sus
ción inanciera” (Prebisch 1959, 9). Al mismo tiempo, el países vecinos a través de la intensiicación del comercio
mercado común debía aumentar la capacidad receptiva mutuo. Por ello, decidió revisar los tratados bilaterales
de capital extranjero, que se consideraba necesario para existentes con Argentina, Chile y Uruguay. Los cuatro
participar en el progreso técnico de los centros y promo- países optaron por negociar en bloque y acabaron pro-
ver la modernización de las economías latinoamericanas nunciándose a favor de la creación de una zona de libre
o “su gradual avance hacia líneas cada vez más complejas comercio de la América Meridional, que se convirtió en
y difíciles de producción” (Prebisch 1959, 12). un antecesor de la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC) (Briceño Ruiz 2007, 22-26).
A in de no crear un mercado común fraccionado se exi-
gía la aplicación del principio de la nación más favore- Cuando en la segunda mitad de los años 1950 se empe-
cida, que extendería automáticamente concesiones de zó a debatir el establecimiento de un mercado común
negociaciones bilaterales a los demás países del merca- latinoamericano, los países del Cono Sur se oponían a
do común (Prebisch 1959, 13). Se preveían excepciones una integración que fuera más allá de una zona de libre
para el Programa de Integración Económica del Istmo comercio. La CEPAL, en cambio, abogaba por un merca-
Centroamericano, para países de desarrollo incipiente do común, según las líneas generales presentadas en el
y para arreglos de especialización o complementación subcapítulo anterior. Al principio, México respaldaba
industrial (Prebisch 1959, 13-16). Además, el tratamien- la propuesta de la CEPAL y también movilizaba técni-
to diferencial de los países menos desarrollados podía cos para concretarla. No obstante, al darse cuenta de
consistir en rebajas o eliminaciones de derechos unila- la alianza de los países meridionales, México tomó el
terales, así como en una “amplia ayuda técnica y inan- camino de Brasil. De esta manera, seguía apoyando
ciera para desarrollar industrias y otras actividades retóricamente una integración más profunda, pero en
relacionadas con el mercado común” (Prebisch 1959, 17). la práctica reforzaba su orientación hacia el merca-
Esto implicaba localizar nuevas industrias en el mer- do interno, pretendiendo atraer inversión extranjera
cado común no sólo por el criterio de la economicidad, directa (sobre todo de Estados Unidos) y aplicando
sino en distintas zonas, para que el ingreso se distribu- medidas proteccionistas contra los demás países. Los
yera más equilibradamente. De tal manera, se quería países más pequeños favorecían el mercado común,
evitar que los países pequeños desarrollarían un déicit porque veían el potencial para promover sus procesos
comercial en el mercado común (Prebisch 1959, 71-73). de industrialización, pero pronto quedaron desilusio-
nados por las diicultades que se presentaban al nego-
ciar su tratamiento diferencial. Además, Estados Unidos
El viejo regionalismo trabajaba en contra de la CEPAL y sus iniciativas, pues la
y la industrialización común consideraban una competencia para la Organización de
los Estados Americanos y temían las exigencias de una
Antes de que las propuestas de la CEPAL se elaboraran, América Latina unida (Briceño Ruiz 2007, 26-34 y 58-59;
ya habían surgido iniciativas de gobiernos nacionalis- Tavares y Gomes 1998, 215).
tas que iban en una dirección parecida. Por ejemplo, el
Plan Pinedo, promovido en 1940 por Argentina, prin- En consecuencia, existía una línea divisoria entre los
cipalmente aspiraba a la irma de un acuerdo de libre países que defendían un enfoque comercialista hacia la
comercio con Brasil, pero contenía la idea de crear un integración económica y otros que lo veían como una
mercado regional para apoyar la especialización y racio- oportunidad para promover su desarrollo en el marco
nalización de las industrias, así como para contrarrestar más amplio de la región. El primer grupo estaba integra-
la creciente inluencia de Estados Unidos en América del do por las economías más grandes y desarrolladas, que
Sur. Briceño Ruiz (2007, 22-23) indica que “el Plan era un tenían, por el tamaño de sus mercados, la oportunidad
antecedente del pensamiento autonomista industriali- de lograr cierta especialización y racionalización de sus
zador de la CEPAL”. No obstante, el Plan nunca fue apro- procesos productivos, aunque el aprovechamiento de
bado, a causa de la resistencia tanto de la oposición como economías de escala también estaba limitado para ellos.
de la élite gobernante. Asimismo, el intento de fundar Los países más pequeños tendían a un enfoque desarro-
la Organización Económica Grancolombiana fracasó, llista, que valoraba los potenciales de un mercado común,
entre otras razones, por la oposición de Estados Unidos. mientras recibían un tratamiento diferencial (Becker
Otro ejemplo fue el Acta de Unión Económica Argenti- 2006, 17-21; Briceño Ruiz 2007, 37-38). No obstante, es
no-Chilena, que en 1953 el presidente argentino Perón importante destacar que también dentro de los mismos
buscó establecer junto con el presidente chileno Ibáñez, países rivalizaban intereses, por ejemplo, entre los capi-
y al que pretendían integrar a Brasil. No obstante, las tales comerciales e industriales, o entre los capitales de
Fuerzas Armadas brasileñas y la oposición al presidente orientación nacional o transnacional (Briceño Ruiz 2007,
Vargas rechazaban una integración más íntima del Cono 58-59). En el plano teórico, Becker (2006, 22) lo explica
Sur. El respaldo de Vargas a esta Acta fue una razón fun- por las luchas entre grupos sociales (sobre todo, entre
damental para su impeachment. Con la caída de Vargas en diferentes fracciones de la burguesía) para imponer su
1954, la lógica comercialista llegó a ser dominante en la estrategia de acumulación preferida en la región.
Integración regional y políticas de industrialización en América Latina: la historia de un amor conflictivo | Julia Eder
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¿Un amor sólo de palabras? Las experiencias Centroamericano de Integración (RICI), pero inalmen-
de la ALALC y del MCCA te sólo tres industrias se implementaron a través de
este programa. Como el éxito fue marginal, los países
En 1960, la Asociación Latinoamericana de Libre Comer- establecieron el Sistema Especial de Actividades Pro-
cio (ALALC) se creó “como una desviación tangencial del ductivas, que era económicamente más liberal y benei-
magno proyecto de establecer el gran mercado común ciaba a las empresas transnacionales. De tal manera, se
latinoamericano ideado por Prebisch, […] pero con el pervirtió la propuesta de la CEPAL, que quería fomentar
objetivo inal explícito de transitar también hacia esa un desarrollo industrial independiente de los grandes
meta última” (Magariños 2005, 8). Sin embargo, el conve- centros (Briceño Ruiz 2007, 55; Briceño Ruiz, Quintero y
nio constitutivo de la ALALC correspondía básicamente Ruiz de Benítez 2013, 15-16; 28). Dabène (2012, 8) destaca
a un tratado multilateral de comercio, que carecía de además el papel de Estados Unidos, que intentó (y inal-
una dimensión de cooperación industrial (Briceño Ruiz, mente logró) convencer a los Estados centroamericanos
Quintero y Ruiz de Benítez 2013, 15; Magariños 2005, 11). de que no necesitaban industrias integradas, dado que
Más tarde se irmaron algunos acuerdos de complemen- ello sólo iba a promover la creación de monopolios. Esa
tación industrial no muy signiicativos. Eso también se experiencia fue otra muestra de que las restricciones
debió a que Estados Unidos y las instituciones inancie- para la industrialización (común) en América Latina no
ras internacionales se negaron a inanciar tales proyec- eran todas de índole interna. Sea como fuere, el MCCA
tos en el marco de la integración regional (Teubal 1968, se paralizó a partir de 1969, debido a la Guerra del Fútbol
88-90). Es más, surgieron críticas que alegaban que esos entre El Salvador y Honduras.
pocos acuerdos habían beneiciado primordialmente a
las empresas transnacionales que operaban en la región
(Briceño Ruiz, Quintero y Ruiz de Benítez 2013, 28). El intento de aprender de antiguos errores:
la experiencia del Pacto Andino
Aparte de ello, los países miembros más pequeños se
quejaron de que los “tres grandes” —Argentina, Brasil y El intento más avanzado de implementar las propues-
México— lucraban beneicios desproporcionales del pro- tas de la CEPAL fue el Pacto Andino. Este esquema de
ceso de integración, dado que habían incrementado su integración surgió cuando la ALALC y el MCCA ya esta-
volumen de comercio regional mucho más que los otros ban en crisis y, por ende, en clara delimitación de estas
países (Magariños 2005, 12; Söderbaum 2015, 14). Según iniciativas (Dabène 2012, 10). Además, las presiones de
Magariños (2005, 12-14), esta tendencia “constituía un Estados Unidos ya se habían moderado en aquel período.
obstáculo mayor a la concreción de un mercado libre”, así En 1969, los países miembros irmaron el documento
como la resistencia de los empresarios locales en todas de fundación, el Acuerdo de Cartagena (Pacto Andino
las naciones, por la más aguda competencia que hubiera 1969), cuyo objetivo principal fue modiicar la estructu-
creado. En general, a causa de los conlictos entre las ver- ra industrial del bloque. Primero, el acuerdo ijó el tra-
tientes comercialista y desarrollista, así como entre los tamiento preferencial de los países de menor desarrollo
promotores y oponentes del proceso de integración, todo (Bolivia y Ecuador), así como la creación de un sistema
tipo de coordinación de políticas, o bien de los aranceles, institucional que apoyaría técnicamente la planiicación
o bien de la planeación nacional, se complicaba tanto, que subregional y procuraría la equidad. Segundo, el tratado
la viabilidad de tales políticas se empezó a cuestionar: relejó la idea de la CEPAL de iniciar un desarrollo indus-
trial planiicado a nivel regional. Los Programas Secto-
Una debilidad básica de la doctrina de la CEPAL parece riales de Desarrollo Industrial (PSDI) debían constituir la
haber sido una falta de realismo respecto de los gru- columna vertebral de este proceso (Dabène 2012, 9-10;
pos sociales que tendrían a su cargo la promoción Salgado 1998, 3-4). Para la superación de la estrechez de
del proceso de industrialización y el cambio social en los mercados nacionales “se pretendía continuar con el
América Latina. Tal como se presenta en la actuali- principio de la especialización en la producción, el cual
dad la visión de CEPAL parece haber sido formulada comprendía la producción de un bien de manera exclu-
en un “vacío socioeconómico”. (Teubal 1968, 90) siva por uno de los países miembros, su libre comerciali-
zación en la región, y la aplicación de un arancel externo
A causa de ello, los países más pequeños reclamaron común frente a terceros países” (Briceño Ruiz, Quintero
una estrategia más radical, que aspiraba a la industria- y Ruiz de Benítez 2013, 17). No obstante, se preservó el
lización planiicada en conjunto (Söderbaum 2015, 14), objetivo de exportar al mercado mundial cuando fuera
como la había propuesto la CEPAL. viable. A principios de 1971 se aprobó adicionalmente
el Régimen Común para el Capital Extranjero (Decisión
También en 1960 se creó otra iniciativa de integración 24), que reguló las inversiones extranjeras y constituyó,
latinoamericana a nivel subregional: el Mercado Común al lado de los PSDI, otro pilar central del Pacto Andino
Centroamericano (MCCA), entre Guatemala, El Salva- (Dabène 2012, 9-10; Salgado 1998, 6).
dor, Honduras y Nicaragua, al que luego se ailiaría Cos-
ta Rica, en 1963. El MCCA buscó implementar una política Mientras que el Pacto Andino logró aumentar dentro
industrial común mediante el Régimen de Industrias del bloque el comercio de productos manufacturados
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Entre 1950 y 1980, las propuestas de la CEPAL inluye- El regionalismo abierto y la transformación
ron de manera signiicativa en el diseño de las políticas productiva con equidad: el reacercamiento
económicas de la mayoría de los gobiernos latinoameri- después de la crisis
canos. De todos modos, ya durante los años 1960 surgie-
ron las primeras críticas en cuanto a las consecuencias Después de la “década perdida” de los años 1980, carac-
sociales de las políticas de industrialización. Los sala- terizada por la liberalización, la desregulación y las
rios reales no crecían de modo suiciente como para privatizaciones, la CEPAL retomó a inicios de los años
incrementar la demanda efectiva, la distribución de los 1990 el tema de la industrialización del estructuralismo
ingresos se hacía cada vez más desigual y el desempleo (Fajnzylber 1998 [1990]) y lo vinculó con el concepto de “cre-
aumentaba. Estas observaciones llevaron al cepalista cimiento con equidad” promovido por el Banco Mundial.
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en marcha, con la posible excepción del Mercosur” Este giro en la evaluación de intervenciones estatales
(Briceño Ruiz 2007, 116-117). Salgado (1998, 32), en cam- también se expresó en algunas vertientes del regio-
bio, sostiene que el Grupo Andino parecía inspirarse en nalismo latinoamericano del siglo XXI. Briceño Ruiz
las propuestas de la CEPAL durante los años 1990. No (2013) identiica tres ejes. Por un lado, perduraba el
obstante, el Grupo Andino —con el Protocolo de Quito nuevo regionalismo, en la forma de un eje de integra-
de 1987— había debilitado formalmente los instrumen- ción abierta, representado por México en el marco del
tos de política industrial común y había terminado con TLCAN, por la mayoría de los países centroamericanos
el estricto multilateralismo, lo que hacía optativa la par- y, más tarde, por la Alianza del Pacíico, formada en 2011
ticipación en acuerdos de complementación industrial por Chile, Colombia, México, Perú. Por otro lado, el eje
(Dabène 2012, 23; Salgado 1998, 8-9). revisionista de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay,
actuales miembros del MERCOSUR. Finalmente, los paí-
En consecuencia, el regionalismo abierto produjo resul- ses de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nues-
tados ambiguos. A diferencia de las décadas pasadas, tra América (ALBA) —Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua,
el intercambio comercial intrarregional creció sus- Venezuela y seis Estados caribeños— pertenecían al eje
tancialmente en esta fase y se establecieron con éxito antisistémico. Mientras que los países del eje abierto
varias zonas de libre comercio y una unión aduanera no mostraban interés en establecer políticas industria-
(Briceño Ruiz 2007, 110). A la vez, se abandonaron metas les comunes, el MERCOSUR y el ALBA tenían previsto
que habían sido importantes en fases anteriores, como implementar programas para el desarrollo industrial
la reducción de la dependencia de la región o el trata- (sub)regional. Ese empeño debe comprenderse en el
miento especial de los países menos desarrollados para contexto político prevaleciente. En casi todos los países
disminuir las asimetrías intrarregionales (Briceño Ruiz del MERCOSUR y del ALBA, presidentes de izquierda o
2007, 110; 121), lo que generó severas críticas de los paí- centroizquierda habían llegado al poder en la segunda
ses pequeños miembros del MERCOSUR (véase abajo). Si mitad de los años 2000, tras una serie de victorias
bien fue la primera vez en la historia que la sociedad civil electorales de fuerzas progresistas. La diferencia más
adoptó un papel más activo en procesos de integración grande entre el eje revisionista y el eje antisistémico
regional, exigiendo la protección del medioambiente y era que el primero se inclinaba al postneoliberalismo,
de los derechos laborales, fueron los grupos empresa- el cual estaba estrechamente vinculado al neoestructu-
riales privados quienes mostraron un interés especial en ralismo cepalino. El segundo proclamaba una orienta-
el nuevo rumbo de los procesos de integración (Briceño ción socialista, dirigida en la retórica contra el sistema
Ruiz 2007, 111-112). capitalista de producción. En la teoría de la integración,
ambos se discutían bajo los términos de regionalismo
“post-liberal” (Sanahuja 2012) o “post-hegemónico”
El regionalismo latinoamericano del siglo XXI (Riggirozzi 2011), pero solamente al ALBA se le adhirió
y la revitalización de la política industrial: la etiqueta “contrahegemónico” (Benzi 2016). A conti-
¿un amor reavivado? nuación se analizarán sus experiencias.
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se problematizaron las asimetrías prevalecientes den- En una publicación del 2011, Porta (2011, 160-161) señala
tro del MERCOSUR (Granja 2013, 4). Para enfrentar ese que la lógica nacionalista de los gobiernos neodesarro-
desafío se incluyeron aspectos sociales y productivos en llistas probablemente iba a impedir la implementación
la nueva agenda del MERCOSUR, es decir, hubo intentos exitosa del PIP. Según él, la integración productiva per-
de sustituir la lógica comercialista por una lógica más tenecía a la agenda utópica del MERCOSUR. Briceño
desarrollista. En ese marco, el tema de la integración Ruiz (2013, 24-25), en cambio, critica a los que llaman
productiva ganó relevancia. pura retórica a los intentos de integración productiva.
Él insiste en que, en algunos ámbitos, por ejemplo, mue-
Las crisis económicas en Brasil, Argentina y Uruguay bles y madera, se habrían dado pasos notables. Esto es
habían iniciado un proceso de relexión acerca de los congruente con Granato (2016, 392), quien menciona
efectos de las políticas económicas de corte neoliberal. “lentos pero desaiantes avances”, mientras que destaca
En ese contexto, Néstor Kirchner y Lula da Silva acor- que las asimetrías dentro del MERCOSUR se tendrían
daron en el Consenso de Buenos Aires (2003) la necesi- que reducir para iniciar la transformación productiva.
dad de incluir aspectos sociales en el MERCOSUR y de Molinari y de Ángelis (2016, 18) comprobaron que los
promover la complementariedad productiva (Briceño efectos de la política industrial común fueron limitados y
Ruiz 2013, 16; 25). En el mismo año, Bittencourt (2003) se concentraron en cadenas de valor tradicionales, a saber,
presentó una propuesta para la complementación pro- la industria automotriz (Argentina y Brasil) y la agroindustria
ductiva industrial en el MERCOSUR. El debate entonces (Paraguay y Uruguay). En efecto, esto es poco satisfacto-
partió de la suposición de que la integración regional rio, dado que este no fue el objetivo de este programa.
podía incentivar el desarrollo industrial de la región. En
cuanto a la reducción de las asimetrías dentro del MER- Hay diferentes acentos en la explicación de los resul-
COSUR, se estableció en 2005 el Fondo para la Conver- tados limitados de la política industrial común. Por un
gencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM). Además, se lado, y como ya se ha mencionado, muchos investigado-
creó el Grupo de Integración Productiva (GIP), que debía res coinciden en que pocas de las medidas previstas se
formular un programa de política industrial común para implementaron (entre otros, Granato 2016; Porta 2011).
el MERCOSUR. Asimismo, en las cumbres MERCOSUR Por el otro, solía existir un problema en la coherencia
del 2006, el tema de la integración productiva tuvo alta con otras políticas aplicadas. Bajo el neodesarrollismo,
relevancia (Granato 2016, 386-391; Granja 2013, 4-6). los gobiernos nunca abandonaron las políticas macro-
económicas de toque neoliberal. Las políticas sociales y
Briceño Ruiz (2013, 22) denomina esa nueva orientación productivas se intentaron implementar adicionalmente
“regionalismo productivo”. Según este autor, se basó en (Briceño Ruiz 2014). De tal manera, los objetivos y medi-
una combinación entre el estructuralismo latinoameri- das de política industrial entraron en contradicción
cano de la CEPAL y el estructuralismo francés, que bus- con los de otros ámbitos políticos, lo que redujo su
caba fomentar la transformación productiva a través de efectividad, y en algunos casos signiicó su inaplicabi-
la integración regional solidaria. En el MERCOSUR, ese lidad. Aumentando la complejidad, la política indus-
pensamiento llevó a la aprobación del Programa de Inte- trial común depende de la coherencia política entre
gración Productiva (PIP), en el 2008. El PIP debía aumentar diferentes Estados, por ejemplo, con referencia a la
la complementariedad de las economías mercosureñas. política monetaria. Esto complicó mucho la implemen-
A nivel horizontal, el PIP aspiraba a reducir las asime- tación efectiva de medidas de integración productiva
trías. Por un lado, a través de la integración de Pequeñas en el MERCOSUR. Además, el neodesarrollismo favo-
y Medianas Empresas (PYMES; apoyadas por un fondo reció alianzas estratégicas entre la burguesía nacional,
de garantías creado en 2008) en cadenas de valor nuevas empresas transnacionales y el Estado (Briceño Ruiz
y ya existentes; por el otro, a través de la inclusión de 2013, 29). Estas alianzas cuentan ya con una base frágil
los países más pequeños en las cadenas productivas. Los dentro de los diferentes Estados. A nivel intrarregional,
objetivos principales incluían la creación de nuevas ven- el número de actores involucrados se multiplica, y con
tajas competitivas, posibilitadas por la modernización ello se intensiican las tendencias centrífugas, que per-
de la industria, la inserción más favorable en el mercado judican la perdurabilidad de los consensos establecidos.
mundial, la facilitación del comercio y el establecimien-
to de nuevas cadenas de valor regionales. Otras metas
previstas eran la capacitación de los recursos humanos La complementación productiva
y la cooperación en investigación y desarrollo, así como de las economías del ALBA
la transferencia de tecnología. Aparte de ello, se deci-
dió fundar el Observatorio Regional Permanente sobre A diferencia de los gobiernos del MERCOSUR, en el
Integración Productiva en el MERCOSUR (ORPIP) para ALBA no prevalecieron ilusiones de que las burguesías
generar y distribuir información sobre el desarrollo nacionales iban a promover la industrialización (Brice-
industrial en la región. A nivel vertical, el PIP proveía ño Ruiz 2013, 33). El eje antisistémico del regionalismo
la organización de Foros de Competitividad y proponía latinoamericano aspiró a promover la industrialización
una variedad de iniciativas sectoriales de integración común a través de políticas industriales, que no debían
productiva (MERCOSUR 2008, 5-8). fomentar el sector privado sino la creación de empresas
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estatales. Mientras que el ALBA en sus inicios sólo “autosuiciencia colectiva” promovida por el Movimien-
enfocaba la esfera comercial en términos económicos, to de Países no Alineados (MNOAL). Considerando lo
en 2009 se produjo un giro hacia la promoción de la que hasta ahora se ha discutido en el artículo, se puede
complementación productiva para apoyar el objetivo de suponer que el pensamiento de la CEPAL y la experien-
incrementar las relaciones comerciales entre los países cia del Pacto Andino también tuvieron cierta inluencia.
del ALBA. Un grupo de trabajo se instituyó para elabo- De todos modos, la posición de los gobiernos del ALBA
rar una propuesta encaminada a “proveer la Alianza se diferenciaba de los últimos, dado que no tenían ilu-
de una base económica no dependiente del petróleo” siones en el papel modernizador del capital privado. Al
(Benzi 2016, 87). Este objetivo se quiso alcanzar a tra- mismo tiempo, la propiedad privada de los medios de
vés de la creación de una Zona Económica de Desarrollo producción no se cuestionaba de modo sistemático. Por
Compartido, “para impulsar el comercio y la comple- ello, tampoco se puede hablar de un sistema de integra-
mentación económica-productiva en el marco del ALBA ción regional socialista, partiendo de la idea de que el
TCP3” (ALBA-TCP 2009, artículo I.1). socialismo supone el control estatal o colectivo de los
medios (centrales) de producción.
La estrategia del ALBA implicó la creación de empresas
estatales, controladas por varios Estados, para enfren- El ALBA, al igual que los casos anteriores, no tuvo
tar las Empresas Transnacionales. Las llamadas Empre- mucho éxito con la implementación de su política
sas Grannacionales (EGN) debían encontrarse en manos industrial común. Sólo unas cuántas Empresas Granna-
de dos o más Estados y debían cumplir funciones vita- cionales empezaron a operar, y con la crisis económica
les para el desarrollo socioeconómico de los países del actual quedaron paralizadas. ECOALBA-TCP todavía no
ALBA, por ejemplo, en los ámbitos de la salud, la edu- ha entrado en vigor (y parece que esto ya no va a suce-
cación, la producción alimenticia, la energía, la minería, der) (Eder 2016). A diferencia del MERCOSUR, la política
el transporte o la industria. Las EGN debían operar en industrial en el ALBA enfrentó el desafío de que todos
ámbitos estratégicos para los países del ALBA, los cua- los Estados miembros tenían sólo una débil base indus-
les se deinieron en los Proyectos Grannacionales (PGN) trial y economías con déicits estructurales. Incluso el
(ALBA-TCP 2007 y 2008; Eder 2016, 103-106). Esto signi- Estado más grande, Venezuela, había experimentado
ica que se trató de un enfoque vertical hacia la política una acelerada desindustrialización desde los años 1990,
industrial, que declaró ciertos sectores como estratégi- además de una creciente concentración en la exporta-
cos y quiso promover su desarrollo con recursos asig- ción del petróleo. De ello surge la pregunta de cómo una
nados por los Estados (mayoritariamente, Venezuela). efectiva reindustrialización entre varios países en vías
de desarrollo se puede organizar, y si la cooperación/
En 2012, los países del ALBA aprobaron el Acuerdo para integración regional es suiciente para ello (Eder 2016,
la Constitución del Espacio Económico del ALBA-TCP 107). El tamaño y el estado de las economías involu-
(ECOALBA-TCP). La idea básica fue constituir una “zona cradas no permitieron alcanzar la complementariedad
económica de desarrollo compartido interdependiente, aspirada. Fue necesario intensiicar los lujos comer-
soberana y solidaria, destinada a consolidar y ampliar un ciales con países del Norte global, porque de otro modo
nuevo modelo alternativo de relacionamiento económico hubieran faltado bienes esenciales. Por ejemplo, Bolivia
para fortalecer y diversiicar el aparato productivo y el irmó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos
intercambio comercial […]” (ALBA-TCP 2012, artículo 1). y con la Unión Europa al formar parte del ALBA (Benzi
Esto se quería lograr a través de la coordinación de las 2016, 88-89). En general, la experiencia del ALBA evi-
políticas económicas de los Estados miembros, así como dencia el dilema de la Cooperación Sur-Sur. Si los países
de la especialización de cada país en la producción de menos desarrollados intentan desarrollar estructuras
ciertos bienes. El artículo 2 ijó el tratamiento diferencia- económicas que son independientes del Norte Global,
do y solidario de los países más pobres (ALBA-TCP 2012, en muchos casos no logran crear industrias propias
artículo 2, 24). Aparte de ello, se proyectó la creación de sostenibles, ya que para ello necesitarían el apoyo de
nuevas cadenas productivas entre los países del ALBA aquellos de quienes se quieren autonomizar.
(artículo 5), el incremento de la generación y agregación
de valor dentro de las economías del ALBA (artículo 6), la
promoción de la especialización territorial (artículo 7) y Conclusión
la creación de las ya mencionadas EGN (artículo 8).
Con referencia a marcos de periodización más generales
Una investigación sistemática (Eder 2016) concluyó (Dabène 2012; Söderbaum 2015), este artículo examinó
que el ALBA retomó y adaptó ideas del Consejo de la relación entre integración regional y políticas de
Ayuda Mutua Económica (CAME) y de la agenda de industrialización en América Latina. Comprobamos que
durante largos períodos los dos fenómenos estuvieron
íntimamente vinculados. Cada ola del regionalismo
3 TCP es la sigla del Tratado de Comercio de los Pueblos, que latinoamericano tenía su modo especíico de respon-
todos los países del ALBA irmaron en el 2009. Entonces, TCP der al desafío de promover el desarrollo industrial de
se agregó a la abreviatura oicial, pero incluso algunos docu-
mentos oiciales del ALBA lo omiten.
la región. La preocupación constante por la interacción
Integración regional y políticas de industrialización en América Latina: la historia de un amor conflictivo | Julia Eder
48 DOSSIER
entre estos dos procesos se encuentra relejada en el estables en el ámbito de la política industrial. A la
pensamiento elaborado y difundido por la CEPAL. Esta vez, relaciones de dependencia no existen sólo a nivel
institución fue muy activa en el plano teórico a lo largo global, sino también dentro de las regiones. La fuerza
del período examinado y adaptando lexiblemente sus económica de los países más grandes (potencialmente)
ideas a las circunstancias cambiantes. El estructuralis- concede poder a sus gobiernos y a otros actores, como a
mo cepalino fue un punto de referencia importante para sus empresarios, lo que puede dar como resultado acti-
proyectos pertenecientes al viejo regionalismo, y desde vidades subimperialistas (Bond 2016). Por consiguiente,
los años 1990, el neoestructuralismo ha inluido sobre dis- el establecimiento de un consenso estable a nivel regio-
tintos gobiernos en el diseño de su cooperación regional. nal a favor de una agenda industrialista parece ser una
tarea en extremo difícil, si no imposible. Esto lo conir-
No obstante, la investigación también indicó que siem- man los ejemplos analizados.
pre hubo una brecha grande entre la teoría y la práctica.
Durante largos períodos se reconocieron en el plano Desde 1950, el viejo regionalismo prevalecía en Amé-
teórico las ventajas de implementar políticas indus- rica Latina. Este pretendió fomentar el desarrollo de la
triales a nivel regional, pero en la realidad, muchas región a través del incremento de los lujos comerciales
iniciativas inalmente no se realizaron, y de las medidas intrarregionales y la industrialización por sustitución
implementadas, pocas fueron exitosas. Mientras que las de importaciones, la cual implicaba políticas industria-
propuestas de la CEPAL servían de inspiración para pro- les sectoriales. La CEPAL propuso que estas se comple-
yectar la política, el grado de aplicación variaba mucho. mentaran con iniciativas industriales a nivel regional,
Ello lo pudimos examinar a partir de los ejemplos de apoyadas por la creación de un mercado común lati-
la ALALC, el MCCA y el Pacto Andino. No obstante, en noamericano. Aunque, en términos retóricos, muchos
los últimos diez años, el MERCOSUR y el ALBA parecen gobiernos respaldaron esta propuesta, se abrieron en
haber repetido tal experiencia. Desde la perspectiva cada esquema regional y subregional líneas divisorias.
cientíica, nos interesó indagar una explicación a este Por un lado, los países más avanzados en su proceso de
fenómeno. A lo largo del artículo intentamos demos- industrialización y dotados de mercados más grandes
trar que dicha explicación tiene que ver con tres fac- mantuvieron un enfoque comercialista, que los países
tores interrelacionados: los intereses divergentes de con economías más pequeñas y menos desarrolladas
diferentes grupos sociales, las asimetrías de poder exis- no compartían. Por el otro lado, aparecieron conlic-
tentes y la vulnerabilidad externa resultante del estado tos entre diversos grupos del capital en los diferentes
dependiente de los países latinoamericanos. países, dependiendo de si estaban orientados hacia
el mercado interno o hacia la exportación. Estos con-
El problema de reconciliar diferentes intereses en la lictos paralizaron la implementación de proyectos de
formulación e implementación de programas de políti- fomento industrial a nivel regional o subregional. En
ca industrial se ha discutido mucho durante los últimos consecuencia, aunque en el plano teórico los procesos
años. En referencia a ello, Khan (2010) sostiene que un de integración regional y de industrialización estaban
acuerdo político (“political settlements”) entre las élites estrechamente vinculados, en la práctica su relación fue
gobernantes es una precondición para la implemen- mucho más conlictiva.
tación efectiva de política industrial a nivel nacional.
Chang y Andreoni (2016, 26) indican que, si las políticas En el siguiente período, durante el regionalismo abierto
industriales están dirigidas claramente a pocos secto- de los años 1990, los esquemas de integración lati-
res, o sólo a algunas empresas, es más fácil identiicar noamericanos se reorientaron hacia la promoción de
ganadores y perdedores. Esto suele estimular conlic- las exportaciones y se caracterizaron por un enfoque
tos. Desde esta perspectiva, se evidencia aún más por comercialista. En aquella fase, la política industrial
qué las políticas industriales comunes crearon resisten- común no pareció encajar con el curso neoliberal.
cia y no fueron muy exitosas. La intervención del Estado se redujo a la corrección
de fallas del mercado, lo que explicaba el foco en una
Asimismo, a nivel regional el número de actores invo- política industrial horizontal —de tener alguna—. Las
lucrados o afectados de un modo directo o indirecto por propuestas que la CEPAL elaboró en esa década, repre-
políticas de industrialización se incrementa. Puede que sentando las bases del neoestructuralismo, no ganaron
un programa industrializador goce de amplio apoyo en fuerza sino hasta el nuevo milenio.
una nación, pero enfrente resistencia de grupos socia-
les en otras. Además, a nivel regional altera la coni- El análisis de las experiencias de los esquemas de inte-
guración de las relaciones de poder. Tendencialmente, gración “post-liberales” del siglo XXI demostró que,
el capital se encuentra en una posición más favorable incluso cuando en todos los países ailiados prevalece
que los trabajadores, y las empresas grandes (transna- una orientación desarrollista, la ejecución de una política
cionales y nacionales) cuentan con condiciones mejores industrial común puede fracasar. En el caso del MERCO-
que las pequeñas y medianas empresas (Becker 2006). SUR, las lógicas neodesarrollistas nacionales no siempre
Esta reconiguración del poder a escala regional suele armonizaron con la estrategia regional. En última ins-
producir consensos menos amplios y, por ende, menos tancia la coalición desarrollista a nivel regional careció
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de la fuerza para implementar el programa acordado. 9. Bond, Patrick. 2016. “BRICS Banking and the Debate over
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dial en 2008 obstaculizó la implantación del PIP. Los pro- http://dx.doi.org/10.1080/01436597.2015.1128816
blemas del ALBA fueron fundamentalmente diferentes 10. Briceño Ruiz, José. 2007. La integración regional en
y más típicos de un proyecto de Cooperación Sur-Sur. América Latina y el Caribe. Mérida: Universidad de los
La alta vulnerabilidad externa, los escasos recursos para Andes-CODEPRE.
promover las políticas de industrialización, el retraso 11. Briceño Ruiz, José. 2013. “Ejes y modelos en la etapa
tecnológico, la ineiciencia burocrática y la corrupción, actual de la integración económica regional en Améri-
así como la dependencia del precio de materias primas ca Latina”. Estudios Internacionales 175: 9-39.
en el mercado mundial, caracterizaron este proceso de 12. Briceño Ruiz, José. 2014. “Autonomía: genealogía y
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Como resultado, la formulación —y aún más la imple- 13. Briceño Ruiz, José, María Liliana Quintero Rizzuto y
mentación— de política industrial común en esque- Dyanna Ruiz de Benítez. 2013. “El pensamiento estruc-
mas de integración regional en América Latina se ha turalista de la CEPAL sobre el desarrollo y la integra-
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