Está en la página 1de 197

EL MUNDO

TIENE FIEBRE

José Muñoz
(José del Centro)

En Madrid, a Julio del 2017

Dedicado a mi tío Alfredo Jiménez Muñoz.


Gracias por motivarme a escribir este libro.
Título: El mundo tiene fiebre

Autor: José Luis Muñoz Muñoz

Diseño de la portada: Rubén Salazar y Daniel Montoya

Producción: LOGOS ediciones


C/. Treinta de Marzo, 57- 03012 Alicante (España)
Telf. 965 14 37 18
E-mail: logosediciones@yahoo.es
Web: www.logosediciones.com

Impreso en España
Imprime: Publidisa

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede


reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico,
incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier sistema de
almacenamiento de información o reproducción, sin permiso previo de los
titulares de Copyright.

2
Índice:
7. Prologo: Itiel Arroyo

9. Introducción: Perdidos y sin GPS

10. El mundo tiene fiebre

11. Neurosis social


13. En busca del mundo ideal
14. ¿Y si nos hacemos los longuis?
16. Procesos de licuación
17. De líquido a gaseoso
18. Volver a ser Ekklesia
19. Pongamos tinta a la pluma

21. El mozo despechado


22. El hijo prodigo esta de juerga
23. Escepticismo por despecho
24. Resaca de idealismos
25. Un nuevo dialogo entre fe y cultura
26. Mirando desde la ventana
28. Un plato con tu nombre

28. Tubos de ensayo social


29. La posmodernidad no tiene DNI
30. Gollum y Esmigol
31. Multiplícate por cero
34. El hombre sin fiebre

35. De mayor quiero ser friki


36. Los Papamigos
38. Millenials
41. La princesa del pueblo, sus siete enanitos y viceversa
44. Héroes sin capa
45. Mejor un palo que una pala

3
47. Dame likes y llámame tonto
49. Una expansión de la tontería
51. Que me den mis 15 minutos de fama
52. Un paseo por el cementerio
53. La partida más larga de Monopoly
55. Carta de un anciano

57. Tribus urbanas


57. Cosas de la selva
58. Hola…existo
59. Monos, monicacos y gorilillas
61. La rebelión del sr. Jack
64. El veneno del bullying
67. Mismos miedos, diferentes formas de enfrentarlo
68. La debilidad del fuerte
70. La fortaleza del débil
72. El cemento de las relaciones

75. Del burro al ave


75. El ídolo tecnocientífico
76. El patio de todo el mundo
77. Diez mil contra uno
78. Planetas solitarios
79. Éramos pocos y pario Pikachu
81. Mascotas de los Smartphone
81. Metadona para el alma
83. Arena en las manos
84. Una vuelta a la imprenta
86. Más que moda, vida

87. Mendigos de amor


89. Ingeniería social del futuro
91. Amardonald´s
95. En-redados
97. Creados para amar

99. Narcilandia

4
100. Espejito espejito…
103. Consumidos por el consumismo
106. Discípulos del trending topic
108. Contrabando de palomitas
110. Jaulas de oro
112. Dayenu
114. Un selfi a nuestras motivaciones
116. Semha

119. Deshielo moral


120. La música es mi voz
122. La extinción de la vida inteligente
123. Papa Adán y mama Chita
124. Se casan y no se aguantan
125. Tolerantes… pero no tanto
126. Sujetos sujetados
128. Verdadera libertad

130. Tolerancia “cero”


131. Vestido de retales
133. Pluralismo vs. Multiculturalismo
137. La sociedad invisible
137. La nueva “tolerancia”
140. Tolerancia populista
141. Ama y haz lo que quieras
143. El poder del amor

145. Marxismo cultural


147. Dictadura progre
149. Feminismo radical
150. Teoría Queer
154. La ideología del manicomio
158. La ley del embudo
160. Cristianofobia
163. Sembradores de muerte
164. Voces que claman en el desierto
166. Una cultura superior

5
169. Gran Hermano
169. 1984
171. Un mundo ¿feliz?
173. Del sueño utópico a la realidad distopica
175. Jugando a ser dioses
177. Ya lo decía la Biblia
178. Dios o dios
180. Frankenstein viaja en Ave

181. Matrix
182. Prensa rosa, amarilla y daltónica
185. Hablemos de futbol
186. Diez estrategias de manipulación
188. El castigo del disidente
190. “¿Qué ponen ahora?”

192. ¿Hay un médico en la sala?


193. Con fiebre y automedicándonos
193. Abierto 24 horas

6
Prologo
Hace unos años atrás, se hizo viral a través de Internet la historia
de una niña inglesa llamada Olivia Farnsworth, quien fue conocida como la
niña que no sentía dolor.
Por una mutación en el Cromosoma 6 de su ADN, esta niña había
perdido la capacidad de sentir dolor. No quiere decir que su cuerpo no
pudiese ser herido, sino que a pesar de ello no experimenta dolor. Cuando
le estaban saliendo los dientes no lloraba, cuando sus padres la corregían
con una palmada en el trasero no se quejaba, cuando se golpeaba el pie
contra la esquina de un armario no brotaba ni una sola lágrima de sus ojos.
Simplemente no experimentaba esa sensación tan primaría que los seres
humanos llamamos dolor. Ni interno ni externo. Nada.
Fue tras una caída en la guardería cuando sus padres se dieron
cuenta de la anomalía en la pequeña. Jugando con sus amigos se partió el
labio inferior y en lugar de asustarse como lo haría cualquier niño ante la
sangre que manaba de su labio, se tocó la herida sin inmutarse y siguió
jugando. El labio necesitó intervención médica y el médico que la atendió
alertó a su madre de que era muy extraño lo que le sucedía a su niña. A
raíz de ahí comenzaron a hacerle pruebas y descubrieron esta extraña
anomalía.
Olivia vivía una vida sin dolor. Lo que en un principio uno podría
pensar que era una bendición, pronto se descubrió que era una maldición.
No sentir dolor ponía en serio peligro a la pequeña Olivia. Según su madre,
esta alteración genética hacía que su hija no tuviese ninguna sensación de
peligro. Su madre relataba a los medios un suceso que puso en peligro la
vida de su hija cuando sin ningún miedo se abalanzó contra un coche en
marcha y fue atropellada. Arrastrada varios metros por el suelo por el
vehículo, frente a la mirada aterrorizada de sus padres, se levantó sin
inmutarse de lo sucedido y preguntó desorientada: “¿Qué ha pasado?”.
Olivia tenía una marca de neumáticos en su pecho y se quemó la piel en una
de sus piernas mientras era arrastrada. Estuvo a punto de morir, con
serias heridas internas y externas, pero ni una lágrima, ni un solo lamento.
No sentir dolor la hacía vulnerable al peligro y podía costarle la vida. Ya
que el dolor es un mecanismo de auto preservación, que nos pone en alerta
de que algo está atentando contra nuestro cuerpo. El dolor establece
límites de protección y es indispensable para mantenerse vivo en un mundo

7
lleno de peligros. Hoy en día, Olivia sigue aprendiendo a través de la
experiencia de otros que es peligroso para ella y constantemente tiene que
hacerse pruebas médicas para saber si algo anda mal en su salud.
Recordé la historia de Olivia cuando mi amigo José Muñoz me mostró
el título de este libro: “El mundo tiene fiebre”. La fiebre en nuestro
cuerpo nos provoca dolor, nos incómoda y nos debilita, sin embargo, la
fiebre nos alerta de que algo anda mal en nuestro sistema y nos permite
poner remedio para salvar nuestra vida. Por lo tanto, doy gracias a Dios de
que el mundo tenga fiebre, porque eso nos alerta de que el mundo está en
peligro de muerte y nos permite buscar un remedio. Un remedio que es
urgente. Pero cuando José Muñoz habla del “mundo”, no habla del planeta
Tierra en sí mismo, sino de la sociedad que lo gobierna, está hablando de ti
y de mí. El mundo está enfermo porque tú y yo estamos enfermos.
Enfermos del alma.
Quizá, como la pequeña Olivia, has perdido la capacidad de
experimentar el dolor que te alerta de que algo anda mal, quizá tu alma
está agonizando y no te estás dando cuenta, quizá estás en peligro de
muerte y este libro te de fiebre. Si al leer
este libro te acaloras al sentirte
identificado con los síntomas de
enfermedad que en él se describen, es una
oportunidad única de poner remedio y
recuperar la salud de tu alma.
A través de las páginas de este libro,
con la habilidad de un sabio doctor, José
Muñoz nos expone las evidencias de
nuestra enfermedad y nos provee de
esperanza para ser salvados de la muerte.
Espero que al leer estás paginas llenas de
sabiduría puedas encontrar la Vida Eterna
de tu Alma.

Itiel Arroyo
Predicador Internacional

8
Introducción: Perdidos y sin GPS
Tenemos esa tendencia casi innata de hacer del análisis del problema,
un problema. Nos convertimos en médicos de todos y en pacientes de
nadie, y hasta en diagnosticadores de los diagnósticos. Pero sin embargo,
creo que este tic espontáneo y natural del hombre, no sólo no es inútil, sino
que es necesario, pues el individuo que analiza a sus semejantes se
comprende mejor a sí mismo, y este entendimiento de su propia
interioridad, es a la vez, tan transformador que le convierte en espejo de
referencia para otros. Preguntaba uno: "¿Por qué continúas predicando, si
sabes que no puedes cambiar a los malvados?"... "Para no cambiar yo", fue
su respuesta.
El hombre está hecho de diálogos internos, es un continuo hablarse
así mismo íntimamente, y desea hacer público su diálogo, dar resonancia a
su interioridad, mediante el arte, la música, la danza, la pintura; mediante
política, enseñanza, literatura, y miles de formas más. Lo hace, no sólo
para dar sentido común a sus conversaciones consigo mismo, sino también
para saciar su profunda necesidad de trascendencia, de dejar huella de su
existencia en el tiempo, dando sonoridad a esa voz propia que se funde
entre ecos ajenos.
Así que es una especie de choque de esferas, lo interior y lo exterior,
que se encuentran para ubicar al individuo en su época. Su diagnóstico ya
no es un carrusel de críticas destructivas, sino un intento de situarse en el
mundo que le toca vivir, para comprenderlo y ayudarlo, pues, al fin y al
cabo, ese deseo de ser médicos también es ese deseo de sanarnos.
La intención de este libro es ubicarnos en la historia, aquí y ahora, en
un rastreo de nuevas tendencias y terminologías, de modas culturales y
nuevos brotes sociales, para afrontar los cambios de cara, con plena
lucidez de lo que está pasando, tomando conciencia y también medidas para
no ser arrastrados a donde no sabemos. Se trata de situarnos en posición
de encauzadores más que de reaccionarios.
Aunque en este libro se utilizan conceptos de medicina, se habla de
sociología, narra la historia y la filosofía, repasa la actualidad política, y
tiene destellos teológicos, no es un libro ni de medicina, ni sociología, ni
filosofía, política o teología, es más, no estoy especializado en nada de ello.
De hecho, no esperen en esta obra un tratado evangélico ortodoxo, aunque
tampoco es un libro de sociología secular; he escrito con dedos de

9
predicador y ojos de incrédulo, no escribo para un público en particular,
escribo para el hombre social, para el humano, al que le invitó a sentarnos
y juntos contemplar un mundo con fiebre.
Solo soy un humilde observador que, aunque sea con faltas de
ortografía, desea ubicarse en la historia, por si quizás encontrándose a sí
mismo, logra que se encuentre alguien más.
Hablo de la actualidad de nuestra sociedad posmoderna de una
manera descarnada, clara y sin tapujos, pero no sin esperanza. Meto el
dedo en la llaga, pero no es un hurgar en la herida por deporte, sino un
abrir la herida para desinfectarla. Si vamos a hacer de médicos por lo
menos seamos buenos médicos… El buen médico no es el que te esconde un
mal diagnóstico hasta que te pongas mejor, sino el que te pone en situación
para afrontar el problema.
Es un intento más por brindar esperanza a los males que nos aquejan,
un ramillete de posibilidades viejas para problemas viejos que parecen
nuevos. Un dónde, cuándo y a quién. Y si no tienes seguro médico no te
preocupes.

El mundo tiene fiebre


Las grietas pronostican el derrumbe de un edificio, el piloto de un
coche nos alerta de que el tanque se queda sin gasolina, y la fiebre nos
avisa de que algo va mal en nuestro cuerpo. El propio sistema inmunológico
humano reacciona con intolerancia a virus y enfermedades, y su manera de
reaccionar es provocando desórdenes de todo tipo como fiebre, mareos,
náuseas, que alertan de algo que tiene que ser corregido. Reacciona con un
mal para alertar y evitar un mal aún mayor.
La medicina tiende en la actualidad a considerarla más bien como un
síntoma, no sólo del mal, sino de la lucha del organismo contra el mal. Esta
lucha es lo que lo enferma, es cierto, pero también es la prueba de su
vitalidad y el camino necesario hacia la cura. Los grandes desastres de la
historia y las peores atrocidades cometidas por el ser humano son como
síntomas de un mal profundo del mundo, pero también son como signos de
su reacción contra ese mal.
Hoy el mundo tiene fiebre, y no podemos seguir auto medicándonos.
La necesidad de mirarnos sin paños calientes es urgente. Desde la política,
hasta la religión, pasando por la sociedad y la educación, vemos la

10
necesidad de atender los engranajes que nos mueven. Un cuerpo a veces
solo reacciona a un dolor más profundo que el meramente físico… reacciona
al alma, a los sentimientos heridos, a los pensamientos errantes, a los
deseos desmedidos.
El pecado es la gran enfermedad de la humanidad, pero peor que el
pecado es el ignorar que estamos enfermos “Al oír esto, Jesús les dijo: Los
que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están
enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
El mayor logro de Satanas es conseguir que no se crea en el, su estrategia
es pasar inacvertido, asestar su venenosa mordedura de una manera
silenciosa, hechizarnos con pequeñas dosis de manipulación sistematica
hasta dominar nuestra voluntad a su antojo, para que terminemos
aceptando el pecado como norma y la iniquidad como cultura. Por tanto, ya
no es la evidencia del pecado, sino este camuflado, diluido en la sustancia
de la vida misma, maquillado entre lo cotidiano, “pues aun Satanás se
disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:13).
Las alarmas suenan en todo el colegio, aunque solo un aula esté
ardiendo, y precisamente tenemos una sensación generalizada de
permanente alarma, aunque algunos todavía no saben que aula es la que
arde, e incluso algunos se han acostumbrado a ese sonido molesto que se
ha convertido en un ruido de fondo con el que se convive. Nos
acostumbramos a nuestros males, aprendemos a vivir con nuestras
miserias, y lo peor no es que sean males o miserias… lo peor es que son
nuestras, las hacemos propias de nuestra naturaleza, y para justificarnos
soltamos el trillado tópico: “Que le vamos a hacer, somos así”.
Hay quien se ha hecho a vivir con fiebre, otros buscamos al hombre
sin fiebre, al sano, y queremos aprender a vivir como ese hombre, y si es
necesario que nos diga cómo curarnos.
¿Hay un médico en la sala?...

Neurosis Social
Si hay una enfermedad camuflada que caracterice a la sociedad
actual, es la neurosis. Una especie de disociación colectiva de la realidad,
en otras palabras, un huir de uno mismo y lo que le rodea; enagenarse,
flotar, vivir en nuestro mundo.
El motor impulsor que ha movido cada civilización ha sido alcanzar sus

11
propios ideales de “un mundo perfecto”, pero las utopías (idealismos)
tienden a crear más problemas de los que se puede llegar a resolver.
Si echamos un vistazo a la
situación actual de nuestro
mundo con sus sofisticadas
tecnologías y sus mega
proyectos, podremos comprobar
el mismo espíritu de
Nabucodonosor alardeando de
sus siete jardines colgantes en
Babilonia, construido con el oro
manchado de la sangre vecina y
el sudor de los expatriados.
Esplendor edificado sobre las
ruinas de otros, imperios
formados a costa de las
miserias de nuestros prójimos.
Oigan, no somos tan
distintos a aquellas antiguas
civilizaciones que escribían en
piedra y comían con las manos. El progreso cultural, la revolución
industrial, la ciencia y la filosofía, nos han hecho más refinados, pero
somos como el Spinario de Roma, aquella estatua de bronce del niño
sentado quitándose siempre la misma espina del pie, y que en todos estos
siglos todavía no ha conseguido quitársela.
Seguimos sufriendo los mismos males de antaño, porque lo que cambia
es el mundo y sus mil vestidos, pero la naturaleza de la humanidad sigue
siendo la misma. El problema de la humanidad no es asunto de Estado, es
un asunto de corazón: Mateo 15:19 “Porque del corazón provienen malos
pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios y calumnias”. Cain murió, pero no su envidia, Sodoma fue
fulminada, pero no su inmoralidad, a Jezabel se la comieron los perros de
la calle, pero su maldad permanece, Judas se ahorco, pero la traición sigue
respirando a todo pulmon… toda la maldad a sobrevivido en nuestros
corazones.

12
En busca de un mundo ideal
No quiero parecer fatalista ni demagogo, pero el ibuprofeno tampoco
es la solución, se necesita un diagnóstico profundo para una fiebre tan
alta.
Hemos cruzado la historia inventando sistemas de gobierno de todo
tipo, pasando por imperialismos, feudalismos, dictaduras, hasta llegar a las
que creíamos teorías y prácticas más saludables como el socialismo, el
comunismo y la democracia, este último denominado como el "menos malo"
de todos.
Asimismo hemos desarrollado filosofías que han predominado en cada
época, nos bombardean con tinta para seguir haciendo remiendos a los
rotos, preguntas a las
respuestas, y
diagnósticos a los
enfermos.
Cada sistema de
gobierno y filosofía de
vida ha tenido la
oportunidad de
demostrar su eficacia y
de llevarnos hasta ese
"mundo ideal" con el
que todos soñamos... sin embargo, para ser sinceros tenemos más
información, pero no más sabiduría; más longevidad, pero no más felicidad;
tenemos ordenadores, Tablet, Smartphone, pero menos amigos; estamos
colonizando Marte, pero las tasas de divorcios, familias desestructuradas
y fracaso escolar se disparan; tenemos acceso al mundo en un clip… y
también al tráfico ilícito, a la contratación de sicarios y a la explotación de
mujeres prostituidas.
Hacemos huelga para proteger a los toros, pero pasamos de poner diez
euros para los niños en África o traficamos con el tema del aborto libre
como una insignia progre. Mientras, las guerras aumentan, las armas de
destrucción masiva se multiplican, el temor y la inseguridad crece, los
índices de depresión y suicidio se disparan, por no hablar de la corrupción
política, la impunidad mafiosa, o la quiebra económica mundial. “¿De dónde
vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras

13
pasiones, las cuales combaten en vuestros
miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y
ardéis de envidia, y no podéis alcanzar;
combatís y lucháis, pero no tenéis lo que
deseáis…” (Santiago 4:1-2).

¿Y si nos hacemos los longuis?


Las estadísticas son bastante gordas
para hacer la vista gorda... Todos los
sistemas han fracasado en la creación del
mundo ideal.
Como anestesiante de conciencia celebramos algún acto social,
jugamos un partido en nombre de la paz o hacemos un programa televisivo
solidario, mantenemos las formas... vamos, que nos hacemos los longuis.
El término ‘longuis’ proviene de la palabra en latín ‘liongus’ cuyo
significado es lejano/apartado y éste dio la palabra ‘longuiso’ para
referirse a aquella persona cobarde que huía de una responsabilidad y que
se escondía en algún lugar lejano y apartado para desentenderse de una
obligación.
Somos muy del lema hippie de paz y amor, no a la guerra y esas cosas,
pero la verdad es que vivimos en un mundo en el que nos gastamos 1.000
euros en un smartphone mientras el mendigo gracioso que duerme en el
cajero de Bankia muere de frío.
Visto el tema, tiene
sentido llegar a la conclusión
de que, ya que nuestro mundo
no tiene respuestas a los
problemas que crea, crear
otro mundo. Al fin, no hay
nada mejor que imaginar otros
mundos para olvidar lo
doloroso que es el mundo en
que vivimos ¿verdad?
Se llega a la neurosis
cuando se reprime algo sin
haberlo eliminado. El hombre
moderno cree haber eliminado ese mundo de los valores, de lo espiritual,

14
de la conciencia moral, pero no ha hecho más que reprimirlo y sufre por
esto. La sociedad ha llegado a ser neurótica por este motivo. Como no
hemos solucionado los problemas que en el fondo son los más importantes y
que de verdad nos afectan, hemos recurrido a la desconexión emocional, al
abandono disimulado, miramos a otro lado.
Creemos que cambiando de canal nos vamos a deshacer del problema,
pero nos equivocamos, estamos echando la basura en el sótano y los olores
terminan subiendo a casa. Reprimimos asuntos no resueltos y terminamos
pagándolo, convirtiéndonos en eternos fugitivos de conflictos no resueltos,
en proscritos de la realidad. De hay dice Proverbios 28:1 “Huye el impío sin
que nadie lo persiga: Mas el justo está confiado como un león”.
El neurótico es el que no observa
bien la realidad, ni la de sus deseos
interiores ni la que le rodea. Padece
de remordimientos compulsivos, le
asedian creencias engañosas, no
comprende su conducta ni la puede
gobernar. Pero en cuanto a esto dice
Pablo en 2Tim.1:7 “Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino
de poder, de amor y de dominio propio”. ¿Te das cuenta? El cobarde huye,
el hombre sano afronta. El sano es el que se conoce a sí mismo, tiene
dominio propio y elige sin rencores, es el que se reconoce a sí mismo y el
que es capaz de ver al otro sin mentiras y deformaciones. Sin embargo, el
remordimiento reprimido nos hace reaccionarios, por eso los valores
positivos por los que luchamos en realidad son el maquillaje que ponemos a
los conceptos negativos de los que huimos. En realidad, no caminamos hacia
la libertad, huimos de la esclavitud y la represión; no luchamos por la
igualdad, intentamos que no se note el racismo; la tolerancia y la
solidaridad son conceptos metafísicos que sirven como colchón de nuestro
estado de bienestar, que no es otra cosa que asegurarnos que nos dejen
hacer lo que nos dé la gana sin que nos den el sermón. En otras palabras, le
ponemos corbata a nuestros miedos.
Algunos huyen a las trincheras modernistas del fantasioso futurismo
con sus mesianismos sin mesías, sus guerras de Star Wars en las que
siempre ganan los buenos, y sus proclamas de “algo grande viene” que nunca
llega. Otros corren a los nuevos bunkers del frío individualismo, con sus

15
dosis de realidad seca y matemática, su ausencia de esperanza y abandono
al placer inmediato al que recurre como consuelo a la insignificancia
existencial, y a un relativismo caricaturesco.
La cuestión es que estamos buscando sombra y nos da igual lo que nos
la brinde, solo queremos escondernos del sol sofocante y de la hemorragia
de energía que sufrimos al exponernos a los círculos viciosos de los
problemas de la vida. Estamos huyendo permanentemente de nuestra
realidad, proyectando nuestra maqueta mental imaginaria en un mundo
alternativo creado por nosotros mismos, pero que en realidad no existe.

Procesos de licuación
Tal vez solo es una fiebre pasajera. Tal vez no sea un síntoma de algo
más grave. Tal vez peco de aprensivo. En cualquier caso, recurriendo al
refranero clásico y no por eso menos certero, es mejor prevenir que curar.
Bauman, gran sociólogo, cree que esta nueva etapa no es un cambio de
era, sino una extensión necesaria de la misma, un proceso transitorio
diferente en el mismo camino, un bache en la historia. Habla de la
modernidad líquida, de la necesidad de pasar de los sólidos deteriorados al
fluir de los líquidos que avancen a sólidos mejores. Parece que todo indica
a una transición necesaria, una crisis que nos pierde para encontrarnos de
nuevo.
Estos cambios inesperados y volteretas
sorpresa, pone todo patas arriba. A
nosotros que nos gusta tener las riendas y
controlar la situación, vemos como las
transiciones tienen el poder de remover las
jerarquías establecidas con altivez y amago
de omnipotencia, y en una especie de
justicia Divina, el poder se vuelve
escurridizo y se nos pierde entre los dedos
pasando a otras manos, de tal manera que
exclamamos con Daniel: “Sea el nombre de
Dios bendito por los siglos de los siglos,
porque la sabiduría y el poder son de El. El
es quien cambia los tiempos y las edades;
quita reyes y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los
entendidos” (Dan.2:21).

16
La rueda de la providencia siempre está girando, y lo que presume de
estar arriba no tarda en mirar desde abajo, pues la rueda gira en torno al
eje de una Ley Superior a nuestros persistentes intentos de patentar
nuestros dominios, para comprender que somos como la hierba, que nace,
crece y se marchita.
En el tren de la vida camino al futuro, los viajeros cambian
constantemente de asiento, unos pasan de preferente a turista y otros de
turista a preferente, para que entendamos que lo importante no es el
asiento, sino el trayecto.

De líquido a gaseoso
La historia es un trayecto de cambios, y en la historia reciente hay
tres cambios muy significativos que se dividen en tres grandes etapas, la
pre-modernidad, la modernidad, y la pos-modernidad.
La posmodernidad, que es tema que más vamos a estudiar en este
libro, nace a mediados del siglo XX hasta nuestros tiempos. El hombre
posmoderno, como ya hemos comprobado, tiene una profunda decepción
que hace que ponga en duda todos los logros de la modernidad debido a los
fracasos sufridos en ese periodo.
Sus características son el rechazo de
la razón. Prioriza los sentimientos y
emociones. Prima la urgencia del placer
y la inmediatez de lo efímero. Además
de perder fe en los sólidos de la
premodernidad se suman los de la
modernidad; pierde la fe en el
progreso, en la ciencia, en el hombre y
considera que la situación no cambiará.
Nace el apagón moral, no se consideran
los principios o las teorías éticas para
resolver los problemas morales, sino
que se recurre a la opinión mayoritaria.
Prima el culto a la imagen, la apariencia,
el consumismo placentero y el ultra
individualismo. Ya no se cree en la
política ni en los políticos. Hay
decepción de la democracia. El estado

17
de bienestar se convierte en malestar. Esto deriva en una jungla de
relatividad cultural que paradójicamente tiende a un totalitarismo de
“relativa relatividad”, es decir, se impone el todo vale. Se pone en auge el
multiculturalismo, y una especie de nueva tolerancia, pero que como
veremos, dista mucho de una tolerancia a lo “diferente” y es más una
tolerancia de “unos pocos elegidos”. Y a pesar de todo este cuadro de
narcisismo y hedonismo vacío y distraído, vuelve un sentido de lo sagrado,
surge la necesidad espiritual, nace de nuevo el deseo de responder al
instinto de trascendencia que lleva el hombre como sello en su alma. Sin
embargo, es una especie de turismo espiritual, un experimentar nuevas
religiones, nuevos horizontes de creencia; Nueva Era, religiones orientales,
ocultismo, etc.

Volver a ser la Ekklesia


Sigue analizando Bauman acerca del
presente proceso de los valores
perdidos: “Como zombis, esos conceptos
están hoy vivos y muertos al mismo
tiempo. La pregunta es si su
resurrección es factible; y, si no lo es,
cómo disponer para ellos una sepultura y
un funeral decentes.”
Añadir a tan estupendo análisis que
algunos líquidos están en el proceso se
solidifican y otros pasan a estados
gaseosos, efímeros, espurios, incontrolables. El posmodernismo, la
sociedad actual, en muchos de sus estratos ha perdido los frenos, ha
pasado del estado líquido que busca solidificarse, a un estado gaseoso,
esfumable como el humo del tabaco.
La intención de “licuar” algunas estructuras y sistemas es la
perfección, el avance hacia lo mejor, no la desintegración y la
deconstrucción de lo construido, pero parece ser que se nos a ido la mano.
Sin embargo, en este proceso tan caótico de desorientación, pérdida
de valores y nuevas búsquedas, hay una oportunidad de que nazcan nuevas
expresiones de los sólidos que fracasaron en la Cristiandad del catolicismo
rancio, y más que una vuelta a los sólidos de ese catolicismo, es una
oportunidad para retroceder unos siglos más atrás y recuperar aquella

18
primitiva comunidad, el retorno de un Cristianismo primitivo, el de sus
orígenes, el de los pobres y los que sufren, el de la verdadera tolerancia y
la amable paz. Ese Cristianismo de valores sólidos, pero no manoseado por
el poder de unos pocos, sino el que se involucra en la vida cotidiana y le da
sentido de ser al hombre, el que enciende la esperanza, vibra en las
emociones, apasiona con noblezas, construye a la familia, edifica
comunidades, teje relaciones, sofoca la soledad, apaga los rencores, trae
felicidad, marchita los temores.
Si, ese es el Cristianismo de Cristo, el de los sólidos que no necesitan
hacerse líquidos, el de las estructuras confiables, el que tejen las
constituciones con sus hilos, el que nos ha dado el más grande sentido
acerca de la dignidad del ser humano… el que corrompió el constantinismo
católico y puede “volver a resucitar” como la gran alternativa de los
líquidos que no encuentran solidificación.
Dice un verso
bíblico: “…Paraos en los
caminos, y mirad, y
preguntad por las
sendas antiguas, cuál
sea el buen camino, y
andad por él, y hallaréis
descanso.” La
alternativa para el
mundo no es un
abandono de los valores occidentales del Cristianismo, sino una
recuperación renovada de los mismos. Y no es una vuelta a la religiosidad,
cascara podrida del Cristianismo, sino un retorno a las esencias, recuperar
el génesis de el dulce Camino, una restauración de las raíces más que de las
ramas, un regresar atrás, para avanzar adelante.
Todas las generaciones de cristianos enfrentaron gigantes inmensos, y
cada una de ellas lucho para producir una reforma al derribar esos
gigantes. Si nosotros no luchamos, la siguiente generación no heredaran
nuestras reformas, sino nuestros gigantes. Tenemos un reto como Iglesia
en el siglo XXI… volver a ser “Eklesia”.

Pongamos tinta a la pluma


La Biblia dice que tenemos una “misión común”, una comisión: “Y Jesús

19
se acercó y les habló diciendo: Finalmente se apareció a los once mismos,
estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza
de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y
les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El
que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes,
y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:14-18).
Los primeros cristianos llevaron a cabo el mandamiento de la gran
comisión y revolucionaron el mundo, "Estos que trastornan el mundo entero
también han venido acá." Hechos 17: 6. No podemos seguir pidiendo
avivamientos si no estamos dispuestos a abandonar el activismo religioso
de nuestros locales insonorizados para violentar las tinieblas con la luz
admirable del evangelio.
El problema del cristianismo moderno es que cada denominación e
iglesia particular esta tan ensimismada en escribir su propia experiencia
como entidad religiosa que ya no escribimos nada como Eklesia en la
historia.
Se dice que esta es la época en la que mueren los grandes relatos, en
la que se deja de tener fe en la historia, y no nos damos cuenta que lo
único que está muriendo es nuestro propio relato. Huyendo de la historia
estamos dejando de escribir nuestra historia, es entonces cuando la pluma
pierde su tinta y las venas su sangre, dejándonos llevar por la fantasía no
impactamos la vida real. Pero hay un detalle en las Santas Escrituras… el
único libro de la Biblia que no se cierra con un “Amen” es el libro de los
Hechos, porque la historia no se cierra en su capítulo 28, sino que nosotros
seguimos escribiendo el capítulo
29 de los Hechos de la Iglesia.
Pongamos tinta a la pluma y
volvamos a soñar despiertos...
levantemos obra social en los
barrios, centros de ayuda a los
desahuciados, bolsas de empleo,
comedores sociales, pisos
refugio para prostitutas que
quieren salir de las mafias, ONG

20
para enviar alimentos al
tercer mundo.
Levantemos plataformas
que capaciten, financien y
envíen misioneros a
predicar el evangelio al
mundo, metámonos en los
medios de comunicación,
prensa, televisión, radio,
Internet, y extendamos
el evangelio. Eduquemos
una generación para
estudiar hasta sacar carreras desde donde puedan llegar a honrar a Dios
desde sillas de influencia social. Escribe, canta o haz música, danza, pinta,
instruye, estudia, financia, ayuda, visita, consuela, predica, pero haz
historia. Rompamos los limites, lleguemos donde otros no llegaron,
trastornemos el mundo.
No podemos seguir tocando el violín mientras el Titanic se hunde, eso
es para los neuróticos. Dejarse llevar es lo fácil, huir es la solución de los
cobardes.
Se necesita gente valiente que piense, que reflexione, que transforme
su materia gris en materia de progreso, comunicación e integración. Sólo
aquellos que estén dispuestos a repensar las herencias, romper con
patrones de conducta y pensamiento destructivos, paradigmas de plástico
y costumbres florero, solo esos pasarán de las utopías a las soluciones
reales, y deseamos que así sea, pues las utopías resecan la boca y no
ofrecen agua.
No se trata de seguir buscando ese “mundo ideal”, sino de que algunos
eviten ese “mundo fatal”, pues no espero que se pare el tren con destino a
“estados gaseosos”, pero sí que algunos pasajeros cambien de destino y
encuentren los valores que nos hicieron más humanos.

El mozo despechado
Citemos anteriormente un proverbio salomónico “Huye el impío,
aunque nadie le persiga”. El refranero clásico lo define de la siguiente
manera “Nada teme, el que nada debe”. Mi pregunta es ¿Por qué huimos?

21
¿Qué tememos? Nuestros comportamientos están basados en
razonamientos que nacieron en algún lugar. Nuestra tarea es lograr llegar
al porqué de esos razonamientos e identificar si están teñidos por algún
problema no resuelto en nuestro interior.

El hijo pródigo está de juerga


Para entender este éxodo del pasado quiero responder rescatando
parte de un artículo de mi libro “Sabiduría de lo alto”:
Dice Blaise Pascal: “Toda la sucesión de hombres durante el curso de
tantos siglos, se debe considerar como un solo hombre, que siempre
subsiste y aprende continuamente”.
Si la humanidad fuera un solo hombre y se pudiera describir su
biografía, podríamos decir que la humanidad fue un niño prodigio (Edad
Antigua) que creció hasta la edad de la adolescencia (Edad Media), bajo su
maestra la Iglesia (o la religión), a la cual obedeció sin cuestionar y admiro
sin el menor reproche ni crítica. Pero la humanidad, al entrar en su
juventud (Edad del Renacimiento) comenzó a adquirir conocimientos
nuevos. Tras la curiosidad de tener experiencias personales comenzó a
plantearse mil preguntas que produjeron mil respuestas, que sus padres,
parece ser, le ocultaron. Entonces la
humanidad comenzó a revelarse, a
actuar contra ellos, a reivindicar su
derecho a pensar por sí misma más
allá de lo impuesto por la tradición
(Ilustración). Juzga a sus padres, les
lanza reproches, y termina
adquiriendo una autonomía en la que
cada cosa que descubre fortalece su
postura. Ese joven crece
desarrollando su vida lejos de sus
padres y maestros con un
resentimiento manifiesto y una
actitud de rechazo a todo lo que le
recuerde a la casa de sus padres (Modernidad). El joven denuncia a la
Iglesia como el gran obstáculo a su identidad y libertad, y se confiesa
incrédulo a todo en lo que antes creía por educación, pero esta
incredulidad no es tan real como lo quiere mostrar, a veces la incredulidad

22
no es más que el vestido que le
ponemos a la venganza contra
alguien, o a Dios, al que se le
culpa de todos los males.
Este joven (La Humanidad),
no ha dejado de tener necesidad
de saciar su hambre espiritual y
la sacia de otras maneras, su
necesidad reprimida brota en una
búsqueda absurda para
compensar su vacío existencial, así como ese joven que al no tener cerca a
sus padres busca alguien que actué como tal, proyectando su orfandad
espiritual voluntaria en cualquier lugar que encuentra algo “familiar”,
parecido a lo que tenía. Este es el estado actual de la humanidad (La edad
de la Posmodernidad), buscando sustitutos del cristianismo en diversas
religiones orientales, Nueva era, cienciología, esoterismo, ocultismo, o
simplemente un agnosticismo sin fundamento, una idolatría narcisista y
materialista, un vivir vacío por miedo a enfrentar los temores ocultos del
pasado.
Ahí precisamente está el centro de la cuestión, la humanidad se ha
lanzado al extremismo huyendo del otro extremismo, vive un radicalismo
por despecho. Es como que la sociedad está tomando una gran bocanada de
aire que la embaza después de estar mucho tiempo bajo el agua, o como el
superviviente que se indigesta de tanto comer después de no haber comido
durante días, o volviendo a la misma metáfora de antes, es como ese joven
rebelde por la educación estricta de sus padres, que logra liberarse y
termina enredándose en toda clase de excesos que le perjudican”.

Escepticismo por despecho


La famosa fábula de “El zorro y las uvas” de Esopo, puede ilustrar
bien lo que intento explicar. Un zorro que ve un racimo de uvas e intenta
alcanzarlas. Al darse cuenta de que está demasiado alto, desprecia las
uvas diciendo: ¡No están maduras! Déjenme contarles la versión
contemporánea: Es como el mozo que ronea con la moza que le gusta, y
después de algunos intentos sutiles y tímidos se da cuenta que no es
correspondido, entonces toma una actitud contraria, agresiva y despectiva
con ella, como bálsamo para su orgullo herido por un cortejo fracasado…

23
vamos, que cuando a uno le dan calabazas puede tomar despecho.
Asimismo, hay personas que coquetearon con estilos de vida o enfoques de
potencial y no tuvieron éxito en ello, y han tomado una actitud contraria
contra aquello que en el fondo siempre desearon.
El escepticismo de la sociedad, esa rabia contenida, esa ansia por
vagabundear sin propósito, es una manera de expresar su despecho por no
alcanzar las certezas absolutas a las que aspiro antaño, rencor por haber
depositado confianza en sistemas que defraudaron.
La ciencia y la razón ha respondido a muchas preguntas planteadas
por la humanidad, pero el hombre sigue abrumado ante la señora guadaña
de la muerte, cada día puede archivar mejor su pasado, pero no tiene
forma de predecir su futuro, y en el fondo sigue sin convencerse de ese
cuento que dice que viene del mono.
A eso le añadimos que el mundo sufre por su historia, por sus
recuerdos, pues cada sistema de gobierno y/o filosofía histórica, tiene las
manos teñidas de sangre. Desde la imposición del helenismo, pasando por
las Cruzadas o la Santa Inquisición, hasta la primera y segunda guerra
mundial, la humanidad fue dando tumbos como un ebrio en su borrachera,
de una a otra manera de pensar, hasta caer en una esquina a dormir la
mona.

Resaca de idealismos
Nos hemos despertado, sí,
pero con resaca. Nos duele la
cabeza demasiado como para
seguir pensando en cómo
rescatar nuestro mundo de
nosotros mismos. Y además,
estamos molestos por nuestra
aparente ingenuidad, por
dejarnos embriagar de ilusiones e
ideales.
De esta manera caímos en lo
que se conoce como nihilismo, una
especie de cementerio de la fe,
donde muere también la verdad.
Es la irrupción agresiva de

24
algunos filósofos en la habitación de la historia, donde, “a martillazos”
destruyeron todos los valores, todas las convicciones, y también todas las
esperanzas. Con el nihilismo sobrevino la crisis de identidad y el
convencimiento de que la existencia es absolutamente insostenible, vacía,
carente de sentido.
Nietzsche estructuró la conceptualización del término, y este, por
dicha filosofía, también anunció la muerte de Dios… sin esperar que esta
no fuera la muerte de Dios, sino la muerte del hombre.
El nihilismo, rama de la edad moderna, tuvo un hijo y varios nietos. Dio
a luz el hijo despechado de la modernidad… que es el posmodernismo, y
este a su vez tuvo varias crías muy traviesas, que están matando al hombre
del siglo XXI.
¿Porque huye el impío?
dice la Biblia. La sociedad
occidental está huyendo de
su historia por despecho, esa
es la respuesta a la pregunta
anteriormente planteada.
Hemos emprendido un viaje
en busca de una nueva
identidad que no sabemos cuál es, motivada por los fracasos del pasado. Lo
peor es que es un proyecto sin sentido ‘teleológico’, es decir, sin causa
final, hemos tirado el timón por la borda y nos estamos dejando llevar por
el viento y la marea sin esperar horizonte alguno. En esta incursión hacia
no se sabe dónde, hemos llegado a un punto en el que hemos aplastado en
nuestro puño aquella clásica frase que nos salía en las galletitas chinas o
los sobres de azúcar y que decía: “Mejor lo malo conocido, que lo bueno por
conocer”, y hemos hecho nuestra una nueva frase que no se quien la dijo
pero que seguro estaría borracho… o de resaca, cuando la declaro: “Mejor
lo desconocido, aunque sea malo, que lo conocido, aunque sea bueno”.

Un nuevo diálogo entre fe y cultura


No es lo mismo hacer las cosas por convicción que por reacción, a
veces se confunde una acción sincera con una necesidad de revancha.
Incluso los actos más comunes pueden estar revestidos de un espíritu
vengativo. Es una cárcel vivir resentido, y la incredulidad de esta sociedad
parece que no está basada en certezas absolutas, de ahí el auge del

25
agnosticismo, esa idea intermedia de creer
en “algo” sin llegar a creer en nada. Más bien
la actual incredulidad es una especie de
venganza contra alguien o contra Dios mismo,
al que se le culpa de todos nuestros males…
paradójico que se le acuse a alguien y a la
misma vez no se crea en su existencia.
La verdad es que nacimos con gafas,
vemos a través de las lentes del pasado, los
ecos del ayer se reproducen en conductas
inconscientes del hoy, somos manejados por
los hilos invisibles de la genética sentimental, vivimos de una herencia de
conciencia, somos la historia… hasta que escribimos nuestra historia. Las
gafas son muy oscuras, los ecos muy altos, los hilos muy fuertes y la
herencia muy pesada… Cambiemos la conciencia de herencia por la
conciencia de legado, dejemos de ser marionetas del resentimiento y
andemos con identidad, alcemos la voz, estamos mejor sin gafas.
Si logramos perdonarnos a nosotros mismos, si renunciamos a la
renuncia, si nos regalamos un nuevo comienzo, podremos ver como el sol
vuelve a salir de su tálamo para alumbrar la tierra, la noche quedará atrás,
y a algunos se les pasará la resaca.
Se necesita un nuevo diálogo entre fe y cultura, encontrarnos de
nuevo en una reconciliación de posturas. No
se tratará de olvidar, sino de recordar sin
rencor, volver a casa y abrazar los valores
que nos hicieron mejores, sin aquellas
traiciones que nos hicieron peores. No es
caer en la ingenuidad de la superstición, sino
recuperar la fe en la fe, sin la que es
imposible trascender más allá de una
existencia insignificante. Se trata de
restaurar la jerarquía del hombre, dejar de
andar como zombis, establecer conciencia de
lo espiritual, aquella que nos diferencia de
los animales. No es abrazar el pasado, es
reconciliar el presente, no es volver a lo de
siempre, sino darnos la oportunidad que

26
nunca nos dimos. Un reencuentro en otra etapa, más madura, más serena,
con lecciones aprendidas. No podemos renunciar al futuro por el pasado…
aunque siempre hay quien prefiere olvidar el pasado emborrachándose en
el presente para evadir el futuro.

Mirando desde la ventana


“Todos somos vulnerables… Nacemos en un mundo roto, en un mundo
herido, en familias rotas y heridas, de relaciones heridas y rotas. Nacemos
del don y de los abismos, de la gracia y del pecado, del compromiso y del
olvido, del amor y del odio. Nacemos expulsados del Edén, expulsados de
territorios virginales y paraísos”. Así comienza el prólogo de Javier de la
Torre Díaz al libro “Vulnerabilidad, reconocimiento y reparación” de
Carolina Montero.
Resulta llamativo que en la parábola del hijo pródigo del capítulo 15 de
Lucas, el padre estaba mirando desde la ventana, y viendo a su hijo de
lejos salió corriendo hacia él para fundirse en un abrazo. Ese mirar del
padre es el mirar del nostálgico, del que espera a alguien, ese mirar
expectante, preocupado… vulnerable. Ese mirar espanta las dudas de un
amor sufriente, aquí no hay orgullo, no se ve arrogancia ni postín, no es un
mirar por encima del hombro,
sino un mirar al corazón.
Jesús, tipo del padre en la
parábola, que recibe al pródigo,
tipo de los pecadores y
publicanos, fue el varón
experimentado en el quebranto,
y al resucitar no dejó sus
heridas en la tumba, se las llevó
consigo para siempre como signo
de su identificación con los
heridos y vulnerados. Jesús no
mira con recelo… y su iglesia
tampoco debería de hacerlo.
El mundo ha dado la espalda a la Iglesia cansado de ver el ceño
fruncido de hombres igual de pecadores que ellos. Mantener una actitud
de reproche solo fortalece la resistencia del que necesita volver
arrepentido. Es paradójico que los títulos nos alejen de la gente

27
necesitada cuando se supone que son especializaciones para llegar mejor a
ellos. Nosotros tenemos que descubrir nuestra propia vulnerabilidad, mirar
desde la ventana con amor y correr la carrera. No es suficiente la espera,
es necesaria la acción.
No podemos seguir atrincherados en las catedrales y los templos con
actitud altiva, esperando a que la gente venga arrastrada a buscar ayuda.
No es de recibo que festejemos hasta que no venga el pródigo… tal vez esa
sea la razón por la que se siente tan poco a Jesús en algunas iglesias,
porque mientras ellas festejan, Jesús está mirando por la ventana.
Queremos fiestas sin pródigos.

Un plato con tu nombre


Cuando era niño y me enfadaba con mis padres armaba una guerra
mundial, renegaba de todo y les echaba en cara hasta la primera papilla
que me dieron (y es que no sé qué pasa que nunca es suficiente todo lo que
hace un padre por un hijo), entonces entraba en huelga de comida.
Después de un par de horas de negarme a sentarme a comer, el
hambre era más grande que mi indignación, pero yo me preguntaba si el
plato de comida estaría hay después de la avalancha de reproches que
dedique a mis padres, después de todo, no habían venido a rogarme que
volviera.
Para sorpresa mía, después de muchos berrinches, recuerdo que
nunca me falto un lugar en la mesa y un plato de comida con mi nombre
esperando.
Los arrebatos de indignación que tenemos a veces contra Dios, son lo
más parecido a los berrinches infantiles de los niños con sus padres. Al
final se te pasará, y Dios, nunca dejó de ser Papa y tú su hijo. Siempre
abra un lugar en la mesa para ti... Dios solo está esperando a que tu
hambre crezca.

Tubos de ensayo social


¿Dónde estamos ahora? Se dice que estamos en la edad de la
Posmodernidad ¿Qué es Posmodernidad? Un experimento que empezó,
pero que no sabemos cómo va a acabar.
Cuando éramos niños teníamos un juego de química para niños, en el
que mezclábamos diversos líquidos y soñábamos con hacer explotar la

28
mezcla como lo hacían los dibujos animados. Jugábamos a los científicos
locos, y pretendíamos crear una pócima mágica para hacer volar a las
personas o volvernos invisibles. Parecíamos esos pequeños ratones de
laboratorio llamados Pinky y Cerebro que siempre estaban ingeniándoselas
para conquistar el mundo con un nuevo invento.
El deseo innato de superarnos y la intrínseca dignidad humana, han
sido la pólvora y la chispa de muchos experimentos sociales en el
laboratorio de la historia. Con la posmodernidad nos ha explotado el
experimento en la cara. Occidente ha jugado y está jugando demasiado con
las mezclas. Al igual que Pinky y Cerebro, el feroz capitalismo está
decidido a conquistar el mundo a toda costa, y para ello está dispuesto a
meternos en un tubo de ensayo gigante y agitarlos hasta hacernos
explotar.

La posmodernidad no tiene DNI


Si tuviera que elegir una palabra para describir la posmodernidad
sería "indefinición". Uno de los mayores problemas a la hora de tratar el
tema de la posmodernidad es que no se puede definir fácilmente. Cuando
creemos que tenemos más o menos una imagen clara del tema, surgen
nuevas variantes que cambian el cuadro. Es capaz de mutar en cualquier
cosa, de salir por cualquier horizonte, de encajar en todas las formas. No
hay un sistema, una totalidad, un orden, una unidad definitiva. Es un
hombre sin rostro, una película sin final, un cuadro de mil colores sin
forma, una fotografía sin nada, un rompecabezas con piezas de puzles
diferentes, un jarrón roto en mil
pedazos tan pequeños que es
imposible ordenarlos. Filosofía del
vacío, incoherencia, paradoja,
sinsentido.
Ni los sociólogos más
prestigiosos logran captar por
completo de qué va todo esto. Como
hemos visto Zygmunt Bauman lo
define como “cultura líquida”: Los
fluidos se desplazan con facilidad.
«Fluyen», «se derraman», «se
desbordan», «salpican», «se

29
vierten», «se filtran», «gotean», «inundan», «rocían», «manan», «exudan»;
a diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente —sortean
algunos obstáculos, disuelven otros o se filtran a través de ellos,
empapándonos—.
Así es la cultura posmoderna, incolora, sin sabor, sin forma, que a
todo se hace. Se puede decir que la posmodernidad no tiene Documento de
Identidad... es imposible identificarla.
De eso se trata, la máxima posmoderna es: “No me etiquetes”, y estoy
totalmente de acuerdo con el contenido de esta frase hecha, pero no con
el sentido que se le da. Creo que para comprender mejor a una persona y
hacer un juicio justo de ella, es necesario deshacernos de las cajas
clasificadas y los compartimentos prejuiciosos donde encerramos a las
personas, en cierto sentido, “mirar sin etiquetas”, pues no podemos mirar a
la gente como escogemos ropa.
No soy muy amigo de los prejuicios, sin embargo, reconozco que aún
los valores negativos tienen cierta utilidad dentro de la maquinaria del
comportamiento humano, y creo que hay “prejuicios útiles”. Es de locos
llevar el paraguas abierto todos los días esperando a que llueva, pues así es
el ser prejuicioso, pero tampoco está de más echarnos uno al maletero por
si las moscas. Los prejuicios son nocivos como norma de vida, pero son
útiles para establecer cierto orden normativo dentro de la sociedad. No
debemos temer a las etiquetas, sino a ser controlados por ellas. Una
negación de quien somos para formar parte de una masa sin identidad e
idiosincrasia, es una forma peor de negación de la persona que el propio
rechazo, pues el rechazo, aunque sea
me deja ser yo mismo.
En este tiempo el “no me
etiquetes” no es una reivindicación de la
dignidad y la libertad, sino un
movimiento estratégico de
homogeneización de la sociedad, es
decir, un proceso en el cual “una cultura
dominante invade y absorbe a una
cultura más debil, haciendo que sus
costumbres, ideas o valores se vayan
transformando, pudiendo causar la pérdida de su identidad para adoptar o
asimilar una cultura más global”.

30
El La dignidad y la libertad es el derecho de ser uno mismo sin miedo
de ser excluido por ello, la homogeneidad es la cesión de nuestra identidad
al castigo de ser todo y no ser nada. El “no me etiquetes” se a convertido
en “no soy nadie”.

Gollum y Esmigol
Este hecho ha sido acelerado en gran manera por el fenómeno de la
privatización. Te explico: Vivimos entre dos mundos, el privado y el público.
Esa trillada frase ya echa toda una declaración cotidiana “No es lo mismo
mi personaje público y mi vida privada”, evidencia claramente el proceso
por el que nos hemos ido concienciando lentamente acerca de la existencia
de dos esferas de vida, la privada y la pública.
Consciente o inconscientemente estamos reconociendo una dualidad
en la personalidad, es decir, una especie de esquizofrenia con
premeditación y alevosía, un consentimiento a una hipocresía legalizada,
convirtiéndonos así, en la versión no ficticia de Gollum-Esmigol del “Señor
de los anillos”.
La gran mayoría de las personas no siguen el ritmo a los cambios
vertiginosos de la ruleta de la sociedad, y como resultado sufren una
profunda crisis de identidad, lo que a su vez produce un serio problema de
autoestima, falta de significado, necesidad de aceptación y depresión
intermitente.
Finalmente tenemos dos
opciones, aceptar el papel que
nos asignan los demás, apostando
a juegos superficiales
revistiéndonos de lo “popular”, o
en nuestra desesperación por
ser reconocidos procedemos a
crear un personaje que no tiene
nada que ver con lo que somos de
verdad.
En cualquier caso,
terminamos siendo quien no
somos con tal de “entrar” en
sociedad, y como método de fuga
asimilamos que ese es solo

31
nuestro personaje público, y que cuando lleguemos a casa podremos
descalzarnos de las formalidades, desmaquillarnos de las mentiras y ser
nosotros mismos. Pero en realidad tapamos el problema, no lo
solucionamos, lo que en el fondo crea un cada vez más sentido de
insignificancia. Terminamos odiando ese macrocosmos de la vida pública,
esperando como presos de tercer grado el fin de semana para salir de los
barrotes del mundo ficticio, deseando escapar de ese teatro de la vida con
sus complicadas burocracias, sus efímeros cumplidos y sus sonrisas
forzadas.
Esto no es otra cosa que el fruto de la neurosis social a la que
venimos haciendo mención. Realidades creadas para evadir la verdad, o
complejos métodos de fuga que
nos evitan el fastidio de
enfrentarnos a nuestros
fantasmas.

Multiplícate por cero


“Multiplícate por cero” es
la famosa frase de Bart
Simpson en la famosa serie de
dibujos. Frase que bien podría
ser eslogan para encabezar el
movimiento posmoderno de
despersonalización de la sociedad.
El término ‘Cultura’ nace de la palabra “cultivo”, frase acuñada por los
filósofos del siglo XIV para referir el cultivo del alma, y la inevitable
conclusión de que somos el resultado de lo que sembraron en nosotros, es
decir, la suma de una serie de ecuaciones y multiplicaciones que dan un
total personal… el yo irremediablemente único.
Sin embargo, la posmodernidad tiende a una multiculturalidad que
apela por el desarraigo de lo original, un desapego del “yo único” por un
“somos iguales”, que invita, no a una unidad de diversidades sino a una
uniformidad homogeneizante… en un “multiplícate por cero”.
Déjame decirte que no necesitas meterte en un tubo de ensayo social,
no tienes por qué experimentar “sensaciones” nuevas para dar significado
a tu vida, no tienes por qué temer a las miradas intimidatorias de las
mayorías. Quien no te ama por lo que eres no te amara, aunque te

32
conviertas en lo que ama, pues no
te ama a ti, sino en aquello en lo
que te has transformado. Amor es
amor, cuando alguien te ama a
pesar de quien eres.
Dice el segundo mandamiento
del decálogo mosaico “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pero no
puedes amar a nadie si primero no te amasa ti mismo. No estamos
capacitados para dar amor si nosotros no nos amamos. Por eso, si
pudiéramos viajar a nuestro interior para conocernos mejor, realizaríamos
una de las experiencias más fructíferas, y así dejaríamos de justificar
comportamientos por inercia, de salvarnos de nuestros tormentos
interiores mediante victorias públicas. Descubriríamos la maquinaria de
nuestras intencionalidades, nuestros métodos de compensación, la
proyección de problemas no resueltos y las racionalizaciones instintivas.
La sociedad te pide que te sacrifiques en el altar de la opinión pública,
asumir personalidades distintas en diferentes terrenos, amoldarse a la
mayoría… pero Dios te diseño de manera única, no hay nadie como tu entre
7500 millones de personas en la tierra, nadie tiene tu misma huella
dactilar, retina de ojo, o tú mismo código genético, y esto solo es un
ejemplo de lo especialmente único e inigualable que te ha hecho Dios.
Nadie tiene el mismo carácter, personalidad, talento natural, propósito y
experiencias en el entorno social, época y circunstancias en las que vives,
nadie es como tú. Somos perfectamente únicos, sutilmente diferentes,
eternamente raros. Tu mayor descubrimiento eres tú mismo, y tu valor no
depende del status social que ocupas. Si Dios
te creó original no mueras siendo una copia...
¡Descúbrete!
Lo contrario al laboratorio de las
creaciones artificiales es la vida natural,
espontánea, auténtica, real, sin miedo a ser y
con derecho a cambiar. Una negación de
nuestras raíces y una renuncia a nuestra
historia es lo más parecido a padecer
alzhéimer. Somos nuestra memoria, nuestros
recuerdos, la suma de lo que sembraron en
nosotros. Somos nuestras lágrimas y nuestras sonrisas, nuestros

33
momentos y nuestras experiencias. Somos nuestras miradas al futuro y
nuestros miedos al mañana, nuestras preguntas y nuestras respuestas.
Somos quienes somos, que me etiqueten… pero no seré uno de sus
experimentos.
No quiero que me malinterpretes, no estoy soltando el trillado tópico
de "Se tú mismo" o “descubre el campeón que llevas dentro”. A menudo, lo
que vas a descubrir acerca de ti es más frustrante que emocionante; a
medida que profundices en ti veras que eres imperfecto y tienes mucho
que aprender, pero te recuerdo aquella frase de Agustín de Hipona que
dice: “Conócete, acéptate y supérate”. Nadie nace siendo uno mismo, sino
que uno se va haciendo uno mismo. Unamuno dice: «La autenticidad no es
cosa nativa. Es como la originalidad, que se consigue remendando. Se
acaba, no se empieza, por ser original, auténtico y joven».
No se trata de mantener una actitud orgullosa y prepotente que no
quiere aprender de nadie, es más bien un mejorarse cada día sin competir
con nadie, sin compararse. Dice el profesor Arteta: “Al final, llegar a ser
es llegar a conocerse y llegar a conocerse es no llegar a ser nunca uno
mismo del todo… o llegar siempre tarde... es liberar en cada hombre lo que
le impide ser él mismo, permitirle realizarse según su “genio” singular. Pero
el caso es que sólo los genes no hacen genios,
ni la sociedad engendra por sí sola
ciudadanos, ni nadie descubre por
introspección su carácter ya completo, sino
que lo va construyendo mediante un cuidadoso
análisis del ideal moral y el examen de los
ejemplos que tiene a la vista. A falta de
admirar a los excelentes, lo más probable no
es que prescindamos de modelos, sino que
adoptemos cualquiera de los nada modélicos
que a diario se nos imponen... Lo que importa
no es la igualdad con uno mismo, que para eso
sobra esforzarse, sino la creciente aproximación al ideal humano. No se
nos pide ser individuos siempre idénticos, sino siempre nuevos por
mejores. A aquel eterno retorno del «uno mismo» le basta mirarse una y
otra vez en el espejo de lo propio. La verdadera moral, en cambio, requiere
la gozosa contemplación de la excelencia ajena…”.

34
El hombre sin fiebre
No debemos avergonzarnos de ser seguidores de Jesús. Él es el
hombre sin fiebre, el modelo a seguir, la figura más destacada de todos los
siglos. Su conducta es un referente a lo largo de la historia, ensalzada y
venerada aun por los incrédulos.
Debería darnos vergüenza imitar a figuras contemporáneas que dejan
mucho que desear en su forma de ser. Personajes que nada tienen que ver
con sus personas, figuras públicas que nada más inspiran a la vanidad y el
desatino.
Solo el pudo decir: “aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Sé que tal vez no sea lo
popular, que no tenga buena publicidad en el mundo actual, pero si hay
alguien digno de mi reverencia, mi devoción y pasión por imitarle, ese sin
duda es Jesús de Nazaret.
Gritar con los que gritan es fácil. Perderte en la multitud. Volar bajo
para no ser detectado por los radares de la crítica y la murmuración.
¡¡CRUCIFICADLE!! Gritaban los fariseos y del sanedrín.
Nicodemo y José de Arimatea estaban entre ellos. No estaban de
acuerdo con la decisión de sus compañeros... pero callaban.
Al final le dieron sepultura... tal vez con la excusa de cumplir la Ley.
Son los discípulos "secretos" de Jesús. Los que se acercan de noche.
Los que saben la verdad, pero no están dispuestos a perder su lugar y
posición. Los que siguen a Jesús desde el mismo sitio que sentencian su
ejecución.
Me pregunto qué pasaría con estos dos hombres después de la
resurrección... tal vez los principales acusados de que desapareciera el
cuerpo serían los mismos que le dieron sepultura y le enterraron en el
sepulcro que les pertenecía.
La cuestión... no puedes querer ser discípulo de Jesús y no tener
problemas… ¿EL SANEDRÍN O JESÚS?

De mayor quiero ser friki


“Tienes que estudiar para ser alguien”. Frase lapidaria de padres,
profesores y colegas, con la que ha tenido que cargar una generación
entera. A priori no parece un mal consejo, la cuestión es que plasma unos
valores equivocados, pues la misma sentencia nos predispone a un “hacer

35
para ser”, lo que en el fondo es un “ser para tener”, y termina en la trillada
creencia de “tanto tienes, tanto vales”.
Así es como una inocente y bienintencionada frase produce un efecto
dominó que termina mentalizando una generación entera para una sociedad
de consumo impulsada por una educación inconscientemente materialista,
que pone el valor del ser humano en la capacidad de “lograr”, “llegar”,
“conseguir”, ser alguien en base a cuanto ha logrado acumular en su cuenta
bancaria, hasta donde ha escalado en la pirámide social, o cuantos trajes
cuelgan del armario, en vez de reconocer un valor inherente y una dignidad
humana de fábrica, que nace con nosotros y se desarrolla en el tiempo, el
hecho de ser sin necesidad de hacer ni tener, sino hacer y tener porque se
es y no para serlo.
Sin embargo, lo que
predomina es la educación
del valor por consumo… tanto
puedes consumir tanto valor
tienes. Por eso nuestra
sociedad está compuesta de
tal manera que se nos
conciencia desde pequeños
para “triunfar” y tener
“éxito” en la vida. Nos meten
en los colegios y en los
colegios nos meten una idea de éxito muy peculiar… salimos de allí para
“hacer una carrera”, esperen, atención, ¿Una carrera? ¿Quién se inventó
esa palabra? ¿Por qué nos metieron en la mente que tenemos que
emprender un sprint desde pequeños? Una carrera implica competencia,
individualismo, afán de ser el primero. De esta manera nuestra familia,
amigos y el entorno nos suelta a la vida y apuestan sobre nosotros como a
caballos de carrera, o galgos que corren tras algo que nunca consiguen. ¿Y
quién se lucra con todo esto? Adivinen, les doy una pista… quien puso el
cebo, el que patentó el negocio, los que configuraron las reglas de este
juego.
¿Qué ocurre cuando no somos caballo ganador? Sistemáticamente nos
creemos que somos “un fraude”, ¿Se dan cuenta? Una frase típica para
expresar objetivos no conseguidos ¿Fraude? “Engaño económico con la
intención de conseguir un beneficio, y con el cual alguien queda

36
perjudicado” … Hasta nuestro lenguaje nos delata. Alguien apostó por
nosotros y nosotros les fallemos. En consecuencia, nosotros tenemos la
culpa, y nos sentimos desplazados, aplastados, relegados a andar entre esa
masa sin nombre. Venimos a ser parte del reino del número, estadística de
la indiferencia.

Los Papamigos
Del creador de “Hijo, estudia para ser alguien”, llega “Déjale hombre,
no traumes al niño”. Dos caminos diferentes para llegar al mismo destino…
la frustración.
Parece ser que la generación nacida entre los 60’ y los 70’ recibieron
una educación estricta y austera, y no por ello necesariamente mala. No es
de extrañar, pues los tutores fueron los del éxodo de la posguerra y
tiempos difíciles. Eran los tiempos de los castigos en casa, los coscorrones
del profe y la ropa de los
hermanos mayores heredada. En
cualquier caso, cuantos no
repitieron aquella frase de: “Lo
pasé tan mal con la educación
estricta de mis padres, me
faltaron tantas cosas cuando
niño; tuve un padre tan
complicado y distante, que yo no
quiero que mis hijos pasen por lo mismo. Por eso yo les voy a dar a mis
hijos todo lo que pueda, porque quiero que ellos sean felices”.
De esta manera nació la nueva versión de padres tolerantes,
amorosos, ositos cariñosos, alejados de autoritarismos y “malas ondas”...
los “Papamigos”, papás y amigos. Además, está nueva especie estaba
apoyada por ciertas corrientes de la psicología infantil, que aconsejaba a
los padres ser poco menos que coleguillas de los chavales. Así, esas nobles
criaturas con cara de pan de molde, esos pequeños angelitos, han ido
creciendo entre caprichos, halagos y palmaditas en la espalda con estos
chupi-papis modernos de los que nunca han escuchado un “no” por
respuesta… no sea que se traumaran.
La cuestión es que el efecto de tal educación no ha sido el deseado;
pues la sobredosis de sobreprotección y tolerancia a producido niños
consentidos sin sangre para enfrentar la vida, impacientes, faltos de

37
motivación e iniciativa, con
permanentes sensaciones de soledad
y que invierten los roles de
jerarquía en el hogar para creerse
los jefes con derecho a hacer lo que
les dé la gana. Esos pequeños
angelitos se convierten en pequeños
dictadores.
Y es que el ideal democrático
es tela que cortar en lo referente al
ciudadano político más que un
modelo para la familia. No estoy diciendo que no debe haber comunicación
y capacidad de diálogo, ni tampoco que se pierda la cercanía y confianza
dentro del hogar. Pero tan importante como la confianza es el respeto, y
tan necesaria la comunicación como el orden y reconocimiento de la
autoridad. Los hijos necesitan límites, disciplina y conductas fijadas por
los padres, necesitan referentes, marcos de respuestas, huellas que pisar,
valores que defender, y por ello es muy negativo que desaparezca la figura
paternal que corrige en sustitución del colega con el que flirteas.
Nos han metido en la cabeza que el castigo, la disciplina y corrección
son herramientas obsoletas para una generación que ve con mejores ojos
las palmaditas en la espalda que las cachetadas en el culito, y de esta
manera nos enrollamos en cuarenta explicaciones, nos convertimos en
reyes de los 'depende', les soltamos charlas psicológicas con lo que
metemos a los niños en una red de inseguridades que les impide conocer
qué es correcto y qué no. Papás que les dan permiso para todo, que fuman
con los hijos, que les financian las juergas y la ropa más rara, que todo se
lo toman a la ligera. Papás que no aconsejan las amistades que deben llevar,
sino que les dejan a “su libre elección” quienes van a ser sus amiguetes, que
por miedo al rechazo, les dan smartphone a tempranas edades, que ni se
enteran donde entran ni de donde salen en aras de un derecho a la
'privacidad'.
El juez Emilio Calatayud ha resumido algunos errores en la educación
de los menores, y en una de sus conferencias explica: “No tenemos que ser
amigos ni coleguitas de nuestros hijos... somos sus padres, porque
entonces, se quedarían huérfanos. Si quieren maleducar a un chaval: "dadle
todo lo que desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe

38
todo"; "reídle todas sus groserías, tonterías y salidas de tono, crecerá
convencido de que es muy gracioso y no entenderá cuando en su colegio le
llamen la atención por los mismos hechos"; "no le deis ninguna formación
espiritual, ¡ya la escogerá cuando sea mayor!"; "nunca le digáis lo que hace
mal, podría adquirir complejos de culpabilidad, hacerle vivir frustrado,
creerá que le tienen manía y se posicionará contra la sociedad, que es la
que está equivocada"; "recoged todo lo que deje tirado, así crecerá
pensando que todo el mundo está a su servicio y muy especialmente su
madre". "Dejadle ver y leer de todo. Limpiad con detergente, que
desinfecta, la vajilla en la que come, pero dejad que su espíritu se recree
con cualquier porquería. Dejará de tener criterio recto"; "padre y madre,
discutid delante de él, así se irá acostumbrando. Cuando la familia esté
destrozada lo verá como algo normal, ni se dará cuenta"; "dadle todo el
dinero que quiera, así no tendrá que trabajar. Bastará solo con pedir"; "que
todos sus deseos estén satisfechos al instante: comer, beber o divertirse.
De lo contrario podría convertirse en un frustrado"; "dadle siempre la
razón, son los profesores, la gente o las leyes las que están equivocadas y
la tienen tomada con él… Cuando su hijo se convierta en un delincuente,
decid que no pudisteis hacer nada más por él”.

Millennials
Permíteme un juego de palabras atrevido: Pasamos de los Papaganster
a los Papamigos, y de los Papamigos a los “papanatas”... No te molestes,
déjame que te lo explique... Pancracio Celdrán, en «El Gran Libro de los
Insultos», define así “papanatas”: «al individuo cándido y crédulo en
exceso, que presta atención y valora sin crítica cualquier manifestación;
sujeto que apoya, cree y fomenta cosas en extremo novedosas movido por
cierto interés y preocupación en aparecer como persona que está al tanto
de la moda y de lo que se lleva».
Esta definición se acerca bastante a la descripción de lo que se ha
llamado “Generación Millennials”. Sin intención de generalizar, y sirva de
precedente que no todos los comprendidos en estas edades son así, los
millennials son una generación que es lo más parecido a un parto en un
avión, nacida entre dos mundos, en mitad de la gran transición entre lo
moderno y lo posmoderno, lo tradicional y lo liberal, lo análogo y lo
tecnológico. Fue la última generación a la que nos contaron que nos trajo la
cigüeña, que existen los reyes magos, y que el ratoncito Pérez viene por la

39
noche a llevarse los dientes de leche.
Estudios hechos por el Centro de Estudios Pew , colocan a la
generación millennial como: “desapegados a los modelos tradicionales de
política y a las religiones, unidos por las redes sociales, hundidos en
deudas, desconfiados, no tienen prisa para casarse, optimistas sobre el
futuro y la generación racialmente más diversa. Los millennials han sabido
adaptarse rápidamente a los cambios tecnológicos que han acelerado la
velocidad de su transición y paso por el mundo, abriendo paso a una oleada
de cambios radicales, por lo que desarrollaron prioridades y expectativas
notablemente diferentes a las
generaciones previas”.
Simón Sinek, experto en el
tema, hizo unas declaraciones que
tuvieron gran repercusión: "La
mayoría de los Millennials creció
bajo estrategias de crianza que
fallaron. Por ejemplo, les dijeron
que eran especiales, les dijeron
que podían conseguir todo lo que
quisieran en la vida sólo con
quererlo. Algunos entraron a las
clases más difíciles no porque lo
merecían sino porque sus padres se quejaron, y algunos se sacaron las
mejores calificaciones no porque se las ganaron sino porque los profesores
no querían lidiar con los padres". Sigue diciendo: "Este grupo de personas
se gradúa, consigue un trabajo y en un instante se da cuenta de que no es
especial. Sus mamás no pueden conseguirles un ascenso. Uno no gana nada
por llegar último, y no se obtiene algo sólo con quererlo. Y, en un instante,
la imagen que tienen de sí mismos se rompe. Así que hay una generación
entera que crece con una autoestima más baja que generaciones
anteriores".

40
La crianza que sus padres tuvieron con ellos, la tecnología con la que
crecieron, la impaciencia, el querer todo inmediatamente, y el ambiente, un
ambiente que no se preocupa por ellos sino por los resultados, ha dado a
luz una generación floja y
propensa a la frustración, que
busca expansión sin
profundidad, recompensa sin
esfuerzo, derechos sin
responsabilidad, placer rápido
sin conciencia.
En la sociedad actual
estamos arrastrando las
consecuencias de la severa
educación del siglo XX en
reacciones narcisistas
espontáneas y brotes de rebelión natural en el siglo XXI. La educación se
traduce en una vida, y en nuestra sociedad tenemos toda clase de gente,
desde pobres holgazanes a grandes empresarios, desde viles asesinos a
guardianes de la justicia, desde déspotas egoístas a almas generosas… en
la mayoría de los casos en un gran porcentaje estas personas son como son
por la educación que les ha precedido.
Si un niño crece sin figuras que seguir, sin referentes a los que
imitar, sea en los padres, abuelos o hermanos mayores, al final se buscan
referentes en otra parte, pues el ser humano es así, necesita puntos de
apoyo desde los que edificar una conducta, un modelo a seguir, una nota de
inspiración, ejemplos que brinden esperanza a las crudas realidades.
Cuando no es el entorno familiar quien brinda esos refugios, los niños y
adolescentes, en su necesidad de los tales, buscan sustitutos en el
siguiente escalón que tengan más a mano, y no hablo de los amigos, pues
ellos suelen ser nuestros iguales, se busca un héroe, un portavoz de
nuestros sueños ocultos, y es entonces cuando aparecen los modelos de
pacotilla en lugar de aquellos caballeros del buen nombre. Si a esto le
sumamos que los millennials tienen una deuda interna con las ideas de éxito
e impacto generacional que les metieron en la cabeza, y además sienten la
necesidad compulsiva de sentirse “especiales” porque mami y papi siempre
les dijeron eso, tenemos todas las papeletas para ser carne de cañón del
espectáculo mediático de la gran farándula moderna, la presa perfecta que

41
busca la industria depredadora del entretenimiento.
Denme una generación sin
referentes y les devolveré una
generación teledirigida. La tele e
Internet es el mayor factor de
influencia al que se ve expuesta esta
generación, y precisamente tales
medios no buscan caballeros del
ejemplo sino frikis que entretengan.
Un niño con 6 años ya es fiel a las
marcas de la televisión, a los 18 años
ya ha visto 200 mil anuncios, a los 65
años habrá pasado una media de 9 años delante del televisor, y hoy la TV,
juntamente con Internet, es el mayor medio de influencia masivo. Mientras
se les deja confiadamente con sus tablet y smartphone, con sus
videoconsolas, con sus programas y series de televisión favoritos, no nos
estamos dando cuenta que estamos perdiendo el control de una generación
entera que está siendo educada por los patrones de conducta y
pensamiento que se les enseña mediante la tecnología moderna. Apenas
vemos peligro en aparatos tan inofensivos, pero la serpiente tecnológica
asesta sutiles mordeduras de veneno idiotizante. Las estrellas mediáticas
de mayor repercusión son jóvenes que incitan al exceso en todos los
sentidos, al libertinaje sensual, a una vida distraída y vacía. La cultura de
las masas está viciada de engaño, y tiene un nivel persuasivo y magnético
sobre todos aquellos que no están anclados a fuertes convicciones y
principios de vida.
El mercado está abierto para aquellos que buscan referentes, y en
este rastro de mercancías hay una gran variedad de marcas, personajes e
ídolos mediáticos dispuestos a ser los mentores platónicos de aquellos
incautos nóveles de la vida que intentan llenar el vacío existencial.

La princesa del pueblo, sus siete enanitos y viceversa


¿Qué se puede esperar de un mundo en el que la princesa del pueblo
es Belén Esteban y los programas de mayor repercusión juvenil son
modelos sin oficio, sin dos dedos de frente, con músculos anabolizados y
peinados imposibles, mendigando amor en los platos? ¿Qué puede pasar con
una generación de estudiantes que se han quemado las pestañas leyendo

42
para tener un medio de vida medianamente digno, y comprueben con
resignación que Kiko Rivera sin pegar palo al agua tiene todo por lo que
ellos han luchado, por el simple hecho de salir con cuatro chavalas y vender
cuatro exclusivas? ¿Porque no tomar el camino fácil, el atajo, porque no
colarse en la fila, porque no hacer trampas? ¿No hemos crecido
escuchando que el fin justifica los medios? ¿Cómo le explicamos a esta
generación que todos sus esfuerzos no sirvieron para nada, y que sus
carreras les valen para servir patatas y hamburguesas en un restaurante
de comida rápida mientras el
tipo que sacaba malas notas en
secundaria hoy tiene su propio
negocio y un piso en Marbella?
Habrá un día en el que
queramos encontrar médicos,
arquitectos, ingenieros o
buenos abogados, y no los
encontremos, posiblemente
hayan huido de un país en el
que se premia la estupidez y el
desatino. Ese día tendremos una pandilla de Youtubers, Influencers y
Bloggers que se la pasan haciendo videos de “como se puede beber agua de
forma divertida” “cómo peinarse el bigote” o “cuantos kilos se pierden a
base de pomelo”. Videos haciendo bromas pesadas y hablando de amor, de
espíritus, de animales, de videojuegos, móviles, dietas milagro… de todo,
pero al mismo tiempo de nada.
¿Y de dónde salen estos? ¿Cómo una plataforma de videos se
convirtió en la productora de ciber-celebridades de fama inexplicable?
Estos nuevos dueños de la verdad tienen dos cosas que hacen que su
torpeza escale… un ordenador y audiencia. En su casi totalidad son de la
generación Millennial, una nueva clase de famosos que arrastran miles de
seguidores en su mayoría menores de edad o jóvenes que no lograron la
mayoría de edad “mental”.
Ahora, aparte de la preocupación que hay por educar a los niños en la
televisión, hay que preocuparse por estos youtubers que se perfilan como
los profesores de una sociedad cuyo principal valor será la estupidez. Ellos
crean los nuevos paradigmas, marcan la tendencia, establecen las modas, y
también ponen los puntos sobre las ies.

43
Umberto Eco considera que “las redes sociales le dan el derecho de
hablar a legiones de tontos que primero hablaban solo en el bar después de
un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados
rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio
Nobel”. No salen en las portadas de las revistas y no ocupan lugar en la
prensa, pero tienen tanta influencia que pueden cambiar la manera de
pensar, vestir, hablar y vivir de miles de personas. Por eso las carpetas
tienen más poder que las pizarras, esas estrellas mediáticas tienen más
autoridad que los papamigos, ellos son la nueva educación.
Son formadores de opinión y nosotros vivimos en la cultura de las
conclusiones, me explico… Es tanta la información que sobresatura el
espacio del mundo que nos toca vivir, que recurrimos al reduccionismo, es
decir, intentamos reducir cosas complejas a formas sencillas,
simplificamos lo difícil. Nosotros, acostumbrados a los restaurantes de
comida rápida, enlatada y sobrecalentada, tomamos los conocimientos y las
ciencias y las metemos al microondas, preferimos saltarnos los tediosos
procesos y nos conformamos con las conclusiones. De ahí la estrepitosa
caída de la lectura de libros y el auge de lo audiovisual, del
googlepensamiento y la wikinteligencia.
Ese reduccionismo lo que busca es
convertirse en utilitarismo, es decir, en
algo útil, práctico, aplicable. Y nadie como
los nuevos Influencers para dar dosis de
reduccionismos útiles (o inútiles según se
mire), que nos ahorran los procesos y nos
dejan con las conclusiones. El problema es
que las explicaciones y opiniones enlatadas
vienen con copyright, son productos,
mercancía, tienen la ideología del código
de barras, quieren, necesitan vender, que
la gente les vea, les twitteen, buscan likes, seguidores… buscan dinero.
Para que Google se llene los bolsillos desde YouTube, tiene que
conseguir acuerdos publicitarios con diferentes compañías, que muestran
sus anuncios mientras tú ves los videos (ya sabes porque se cortan los
videos para mostrarte un anuncio de papel higiénico). El propietario del
canal se lleva lo generado con la publicidad y Google se queda una comisión
por las gestiones. Si nos centramos solo en España tenemos casos tan

44
llamativos como vegetta777 o el Rubius con millones de suscriptores y
millones de visualizaciones. Estos se embolsan miles y miles de euros
mensuales respectivamente, y esto solo con lo que les paga YouTube.
Cada vez que veo a uno de esos artistillas diciendo: “Lo hago por ellos,
amo a mis fans”, me pregunto si estarían dispuestos a distribuir toda su
fortuna entre sus seguidores. No te aman, es mentira, se aman a ellos
mismos y al dinero que generan contigo. Aman tu cartera, aman tus
alabanzas, aman tu fanatismo que le genera ingresos en popularidad y fama
para que les sigan contratando. Al igual esos Youtubers o personajes de la
farándula televisiva van a decirte lo que sea con tal de que sigas viendo sus
videos o programas, tu les das igual, solo buscan dinero. ¿Crees que alguien
que se lucra con los consejos que lanza desde una red social o un programa
televisivo está en disposición de convertirse en tu mentor, tu consejero o
referente?

Héroes sin capa


Recuerdo un momento que
marcó mi infancia. Estábamos en
el colegio y aquella mañana la
profesora hizo la típica pregunta
que por lo menos en aquellos años
se solía hacer en las aulas de
primaria: ¿Qué quieres ser de
mayor? Mis compañeros
respondieron con las clásicas
profesiones de astronautas,
policías o bomberos, y alguna
otra ocurrencia graciosa. Sin
embargo, yo me tomé en serio
aquella cuestión y respondí con
mis cinco sentidos… “De mayor
quiero ser vendedor ambulante”. Parece que mis compis creyeron que era
otra de esas ocurrencias simpáticas de un niño, pero no, era mi verdadera
respuesta, tal vez poco inteligente o poco ambiciosa o poco imaginativa,
pero tenía un profundo valor para mi… mis padres siempre trabajaron de
vendedores ambulantes, y yo, en mi consciencia infantil solo tenía una
motivación que me movía, quería ser como mis padres.

45
Tal vez fue algo inconsciente, tal vez no pensé mucho en mi precario
futuro, pero hoy me siento orgulloso de aquella respuesta, porque entiendo
que mis padres, a pesar de sus errores y defectos, a pesar de que pasamos
por tramos más difíciles que otros, ellos siempre fueron mi espejo, y me
alegro de ello, porque esos espejos me aman… de verdad.
Creo que el
mejor regalo que
una persona puede
tener en la vida es
tener un
referente al que
mirar de cerca, y
por cerca me
refiero a una
persona, independientemente de que sea un padre, un abuelo, un hermano
mayor, un tío, o que no tenga parentesco familiar, sea amigo o mentor, pero
que tenga una implicación en tu vida, un afecto genuino hacia ti.
Ellos no salen en televisión, no les alumbran los focos de un escenario,
no tienen seguidores en YouTube o fans en Facebook, ellos no llenan
estadios ni les pagan por hacer videos populares, y posiblemente no estén
en las carpetas de las jovencitas o los carteles de las calles, pero siempre
están ahí cuando los necesitas, te han dado consejos que valen oro, han
madrugado y otras veces trasnochado por traer pan a tu mesa. Ellos son
héroes sin capa, sin necesidad de volar ni tener superpoderes han hecho
auténticos milagros por sacarte adelante, porque no se notarán los
problemas que te rodeaban, por sacarte una sonrisa cuando más triste
estabas. Ellos son nuestros referentes, quienes marcan nuestras almas, y
quien mejor puede aconsejarnos y guiarnos.
Por cierto, aquella mañana alguien hizo la gracia y dijo: “De mayor
quiero ser friki”, todos nos reímos, fue muy gracioso, creíamos que era
broma…

Mejor un palo que una pala


La mayoría de papamigos tienen las mejores intenciones al dar una
educación tan light a sus hijos, pero no saben la necesidad de un castigo
pertinente. Está palabra nos asusta, nos desagrada, y tiene tintes oscuros
que nos hace evitarla creyendo que de esta manera amamos más, pero eso

46
no dice un proverbio: “El que escatima el castigó odia a su hijo, más el que
lo ama lo disciplina con diligencia”.
Se dice de una chica de 25 años que no sabía ni leer los horarios de
los trenes, porque su padre por temor a que se equivocara, le dictaba el
itinerario para el menor de sus desplazamientos. Y es que la
sobreprotección entorpece… hay
abrazos que intentando
guardarnos de la tormenta nos
asfixian… Creemos que evitando
el castigo evitamos el sufrimiento
en los hijos, pero es todo lo
contrario, a la larga sufrirán las
consecuencias de no haber
aprendido a tiempo lo que la vida
les enseña a golpes.
¿Por qué evitamos el
castigo? Precisamente porque es
uno de esos conceptos que en la
historia han sido manchados por
las conductas. No hay que confundir castigo con maltrato, ni autoridad con
autoritarismo. Esto no es otra cosa que educación preventiva… si
vacunamos a los bebés contra posibles virus que les pueda venir en el
futuro, ¿Por qué no les vacunamos el alma contra las malas conductas que
puedan adquirir? El castigo es la vacuna del alma. No busca infringir miedo,
sino trazar líneas en la conciencia. Por eso el castigo no debe ser una
forma de dominar por la fuerza, ni de tiranizar un hogar, sino que tiene la
función de proteger y guiar a comportamientos deseados.
Educar es como sostener una pastilla de jabón, si aprietas mucho sale
disparada, si la sujetas con indecisión se escurre entre los dedos, una
precisión suave pero firme la mantiene sujeta.

47
Y a todo esto ¿Qué podemos hacer
nosotros? Primero y ante todo “Corrige a tu
hijo mientras hay esperanza…” (Proverbios
19:18). Un proverbio conocido de Pitágoras
dice: “Corrige al niño y no tendrás que
castigar al hombre”.
Cuando pasó por mi barrio en el Rastro
de Madrid, en la famosa plaza de Cascorro,
veo muchos árboles pequeños atados a palos
verticales. Esta práctica se hace para evitar
que los árboles crezcan torcidos, y para ello
se les une a un palo que sirve como corrector
y modelo de crecimiento. Esto se hace
cuando aún son pequeños, porque bien dice el
dicho “Árbol que crece torcido jamás su rumbo endereza”. Es mejor un
“palo” que “les ponga rectos”, que una “pala” para cavar en el talego. Si
quieres tener unos hijos modelos tú tendrás que ser ese modelo. Un padre
dijo a su hijo: “Cuídate como andas”. A lo que el hijo le respondió: “No,
cuídate tú… yo sigo tus huellas”.
Segundo “Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu
alma.” (Proverbios 29:17). Hay muchas familias envueltas en dolor y
frustración por un hijo descontrolado que no se somete a nada. En la
mayoría de los casos estos padres suelen excusar que les dieron lo mejor
que tenían… pero parece que a veces eso no es suficiente. Como hemos
dicho antes, hay un mundo invisible de influencias que acechan a los niños
en su educación, y si no somos previsivos, lo que en principio parecían
gestos graciosos e inocentes se pueden convertir a largo plazo en fuertes
estructuras de conducta. El cariño no es suficiente para educar a un niño,
se necesita una serie de principios que le guíen, que le marquen los límites
para no andar perdidos. Se necesitan padres.

Dame likes y llámame tonto


Hablemos un poco más del tema de las redes sociales… Se lo resumo
rápido… antes eran pocos y destacaban como artistas, hoy son muchos y
quieren destacar sin arte. Hemos pasado de admirar a los famosos, a
desear ser famosos, y si no por lo menos conformarnos con tener un

48
minuto de gloria. Pero esto del
minuto de gloria nos produjo tan
buena sensación, que busquemos
más minutos hasta convertirnos en
“el hombre minuto”, y deseemos
ser populares y algunos hasta
convertirnos en famosos… aunque
sea en los famosos de nuestros
portales.
¿Y cómo se consigue?
Buscando éxitos temporales a costa de una reputación sólida a largo
plazo… en pocas palabras, que no importa hacer el ridículo si con eso se va
a sacar unas sonrisas que procuren el ansiado minuto de gloria. Da igual si
hay que bañarse en chocolate, cantar en pañales, comer insectos, incluso
pegarle un puñetazo al presidente de la nación en un acto público, o lo que
es peor, jugarse la vida tirándose de un quinto piso y romperse las
piernas… Qué más da, el caso es conseguir likes en Facebook, seguidores
en Twitter, y visitas en YouTube.
Dijo Umberto Eco de una manera clara y directa: “Cuando yo era
joven, había una diferencia importante entre ser famosos y estar en boca
de todos. La mayoría querían ser famosos por ser el mejor deportista o la
mejor bailarina, pero a nadie le
gustaba estar en boca de
todos por ser el cornudo del
pueblo o la fulana del barrio…
En el futuro esta diferencia ya
no existirá: con tal de que
alguien nos mire y hable de
nosotros, estaremos
dispuestos a todo”. Y sigue
diciendo: “Dios era siempre
invocado como el ojo al que
nada escapaba y cuya mirada
daba sentido incluso a la vida
más gris y anodina. Una vez
desaparecido, apartado este
testimonio omnividente, ¿qué nos queda? El ojo de la sociedad, el ojo de los

49
otros, al que hay que mostrarse
para no caer en el agujero negro del
anonimato, en el vórtice del olvido,
aun a costa de elegir el papel del
tonto del pueblo que baila en
calzoncillos sobre la mesa del bar.
La aparición en la pantalla es el
único sucedáneo de la trascendencia
(…) desde hace un tiempo el
concepto de reputación ha sido
sustituido por el de notoriedad. Lo
que importa es ser «reconocido»
por nuestros semejantes, pero no
en el sentido del reconocimiento como estima o premio, sino en el sentido
más banal de que los otros, al verte por la calle, digan: «Mira, este» (…)
¿Este frenesí del aparecer (y la fama a costa de lo que sea, incluso al
precio de lo que antes era un deshonor) nace de la pérdida de la
vergüenza, ¿o es que se pierde el sentido de la vergüenza porque el valor
dominante es el aparecer, aun a costa de abochornarse? Me inclino por la
segunda tesis. El hecho de ser visto, de ser el tema de conversación es un
valor tan dominante que se está dispuesto a renunciar a lo que antes se
llamaba el pudor (el sentimiento celoso de la privacidad).”
Según Simon Sinek, famoso líder motivador estadounidense, el de la
generación millennial que citamos anteriormente, acerca del tema de las
redes sociales dijo que esta generación tiene un serio problema de
autoestima y necesidad de reconocimiento, y dijo que el impacto de las
redes sociales y la gratificación instantánea representan un serio
problema en el desarrollo de las personas que se hicieron adultas con el
cambio de milenio, en plena prosperidad económica y antes de la crisis.
Además, Sinek señala a las redes sociales como uno de los principales
males de la generación debido a que funcionan como una droga. La
sensación de bienestar o de recompensa que genera un mensaje o un 'me
gusta' en Facebook o Twitter procede de un sentimiento que estimula el
cerebro generando dopamina, la misma parte del cerebro que es
estimulada por el alcohol. El experto hace énfasis en que esta generación
está creciendo en un mundo donde reinan Facebook e Instagram. El uso de
las redes sociales y los smartphones hace que se libere un químico llamado

50
dopamina, por eso uno se siente bien cuando recibe un mensaje. Esta
sensación de gratificación se produce de forma inmediata por lo que en la
vida real esperan que las recompensas o reconocimientos también sean
inmediatos. Las redes sociales y la adicción a éstas hacen que no cultiven
auténticas amistades. No tienen paciencia para cultivar no sólo la amistad,
también el amor, la alegría o la autoestima. Esto provoca que las personas
de esta generación tengan difícil encontrar satisfacción personal.

Una expansión de la tontería


Y es que con Internet y el fenómeno sociológico o de las redes
sociales, se ha creado una plataforma desde la que, el anónimo de toda la
vida, que se conformaba con ser un ciudadano de a pie y sin aspiraciones a
llamar la atención de las masas, hoy tiene la posibilidad de mostrarse en un
solo clips a todo el mundo, salir del terreno privado y emerger como toda
una estrella mediática desde el sillón de su propia casa, eso sí, como una
estrella fugaz. Mark Elliot Zuckerberg, creador de Facebook, posibilitó
esa idea que parecía inalcanzable, él es nuestro héroe, nuestro redentor
de la insignificancia, con las redes sociales nos salva del ostracismo, de ese
aislamiento de la vida pública, y de esa aparente idea de ser un fraude.
No es que esté en contra de las redes sociales, ni realitys shows, ni
siquiera del afán de protagonismo de nadie, me encanta reír y hacer reír a
los demás, creo que el humor es la penicilina del alma. No soy mucho de
formalidades acartonadas ni
seriedades acomplejadas. Mi
argumento más bien es una
crítica contra el “todo vale”, lo
que intento es marcar las líneas
borradas por el tiempo y la
indiferencia.
Me parece un atentado
contra el sentido común y la
inteligencia social el que se
recurra al ridículo y al esperpento para conseguir tan vana causa, y aún
más cuando esta necedad se hace contagiosa. Ramón de España lo define
así: “Asisto a lo que se me antoja una expansión de la idiotez a todos los
ámbitos de la vida en este planeta”. No es que antes no se dieran síntomas
parecidos, “La estupidez insiste siempre”, la diferencia hoy es que no

51
encontró apenas resistencia.

Que me den mis 15 minutos de fama


La propia sociedad posmoderna ha construido un sistema de
“revancha” a la vida, de oportunidad para el atajo al éxito, de medios de
compensación al fracaso.
Cito una nota de un estudio acerca del tema: “Allí todo funciona de tal
manera que nuestra necesidad de aprobación esté activada las 24 horas
del día. ¿Quién no ha repasado alguna vez su móvil de manera incluso
obsesiva en busca de algún “Me gusta”, “Ha compartido” o “Ha retuiteado”?
Según los estudios, Facebook, Instagram o Twitter generan más adicción
que el alcohol o el tabaco y una de las razones fundamentales es la
necesidad adictiva de aprobación.”
“15 minutos de fama” es suficiente. Esta frase es famosa entre la
sociedad y los medios de comunicación masivos, para expresar la famosa
frase de Andy Warhol quien dijo en 1968: “En el futuro, todos serán
famosos mundialmente por 15 minutos”. Esta profecía tiene cumplimiento
en nuestros tiempos. Como dije anteriormente, tenemos una oleada de
Realitys Shows, Youtuber, Influencers, Talent Shows, y toda clase de
pagafantas dispuestos a dar codazos entre el marea del famoseo efímero.
Tal teoría de los 15 minutos es una revolución y remoción de las jerarquías
y procesos, medios y fines del arte y su galardón. Si cualquiera puede ser
famoso ¿Quién me impide exigir mis 15 minutos de fama? Algunos ya
ironizan con el tema y se atreven a volver a pronosticar "En el futuro,
todos serán desconocidos por quince minutos" o "En el futuro, todo el
mundo será famoso para quince personas".
¿Y cómo lleguemos hasta aquí? Todo comenzó con “no me etiquetes”, y
todo acabó con Iñaki bañándose en chocolate. Es la necesidad de
aceptación compulsiva producida por un profundo vacío existencial
colectivo y crisis de identidad social.
De ahí vemos la gran participación en los reality shows y talent show,
la versión moderna de los circos antiguos. En los circos ves a un
equilibrista danzar en un hilo, a un domador tratar a leones como gatitos,
un hombre saltar a través del fuego con una pirueta que acaba en un doble
mortal, un niño haciendo malabares con diez platos a la vez, otro tragarse
una espada, y encima una mujer barbuda... por no hablar del clásico payaso
profesional que se toma su trabajo con seriedad paradójicamente para

52
hacer reír a los demás. Hoy los talent shows son la versión moderna del
circo de antes, y la verdad, hay mucho show, pero poco talento. Son tres
horas y media de gente haciendo aspavientos coreográficos, sonidos con la
boca, artes que hartan y payasos con payasadas sin gracia. Alguno dirá que
para descubrir algún diamante hay que sacar mucho carbón, yo creo que ya
estamos negros de tanto carbón y los que busquen diamantes que compren
una entrada para el circo.

Un paseo por el cementerio


Aunque creo que lo que más necesita esta generación no es una
entrada para el circo, sino un paseo por el cementerio. Unos versos del
Eclesiastés del sabio Salomón dicen: “Mejor es el buen nombre que el buen
ungüento, y el día de la muerte que el día del nacimiento. Mejor es ir a una
casa de luto que ir a una casa de banquete, porque aquello es el fin de todo
hombre, y al que vive lo hará reflexionar en su corazón. Mejor es la
tristeza que la risa, porque cuando el rostro está triste el corazón puede
estar contento. El corazón de los sabios está en la casa del luto, mientras
que el corazón de los necios está en la casa del placer. Mejor es oír la
reprensión del sabio que oír la canción de los necios. Porque como crepitar
de espinos bajo la olla, así es la risa del necio. Y también esto es vanidad.”
Jung nos reveló que en el análisis psicológico los hombres mayores de
35 años se muestran si no consciente inconscientemente dominados por la
angustia de la muerte y el problema religioso. Nada hace pensar tanto al
ser humano como su conciencia ineludible de una muerte segura. En ese
cara a cara no hay ricos ni pobres, grandes ni pequeños, no valen las
cuentas corrientes ni las reputaciones ganadas. Un paseo por el
cementerio no es muy atractivo, pero nos despierta en vida, nos posiciona
ante lo efímero de esta, de nuestro paso temporal, corto y lleno de
sinsabores.
A nosotros que somos afanosos
perseguidores de “nuestros 15
minutos de fama”, se nos plantea…
“¿Y después que?”, cuando
consigamos nuestros banales
objetivos, cuando levantemos el
cinturón de campeón, cuando el mundo nos mire por un momento para
olvidarse de nosotros para siempre, y que algún día tiren todos nuestros

53
trofeos a la basura… ¿Y después…? ¿Qué
pasará cuando terminen las risas, la
fiesta y la locura? ¿Qué pasará cuando
explote la pompa de jabón en la que
flotamos por encima de la realidad? Es
más, ¿Has pensado que pondrán en tu
epitafio? ¿Has leído los de aquellos ya
finados? ¿Por qué nos recordarán?
Sería una verdadera pena que lo
único por lo que recordarán a Iñaki fuera
por bañarse una vez en chocolate y sacar
unas cuantas risas a sus semejantes.

La partida más larga de Monopoly


Se cuenta que todos los fines de semana un nieto visitaba a la abuela
en el pueblo, y pasaban la tarde jugando al clásico juego de mesa Monopoly.
Todas las veces ganaba la abuelita, era toda una experta, hasta que un día
el nieto desafío con cara de pan de molde arrugado: “Abuela te prometo
que practicare tanto que la próxima vez ganaré”. Así fue, a la semana
siguiente el nieto arrasó al Monopoly, compro todas las calles, se hizo con
todo el tablero y dejo sin blanca a la abuelita. Después de que el nieto
festejará el tan deseado triunfo, la abuelita le dijo: “Muy bien cara de pan,
te voy a dar un consejo… se así en la vida, prepárate, ten una ambición
sana, gana todo lo que puedas, pero hijo, ahora mete todo en la caja… era
un juego”.
La vida es como el Monopoli, podemos conquistar las casillas del amor,
la fama, el poder; podemos comprar las calles llenas de chalets y
apartamentos; odemos viajar y conocer el mundo, subir a la cima y
coronarla con nuestro nombre. Pero al final todo termina en una caja.
“Desnudos vinimos al mundo y desnudos nos iremos”; “¿Y de qué le vale al
hombre ganar el mundo si pierde su alma?”. Ya lo dijo el sabio desde el
monte de la experiencia a las generaciones venideras, como un grito
desesperado: “Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y
gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije:
Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? Propuse en mi corazón
agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con
retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los

54
hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice
huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. (...) Y fui
engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en
Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis
ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno,
porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi
faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el
trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de
espíritu, y sin provecho debajo del sol.” (Eclesiastés 2:1 - 11).
Estamos aquí por algo más, somos portadores de depósitos eternos
que tienen que ser exprimidos en el tiempo. Nuestro paso por esta
pasajera vida tiene que dejar huellas en alguien, tenemos que seguir
viviendo en las conciencias de los que nos recuerdan… no por hacer el
ridículo, sino por vivir vidas inspiradoras, dignas, apasionantes. No porque
necesitemos conquistar el mundo, más bien porque necesitamos
conquistarnos a nosotros mismos, pues solo se pueden conquistar los
castillos del criterio, la objetividad, y el equilibrio racional, cuando
vencemos a los dragones del miedo, el rechazo, y el egoísmo que custodian
las puertas. Ser libres de estas amenazas nos libera, no para ser famosos,
sino para ser felices.

Carta de un anciano
Esta mañana me desperté y vi en la mesilla una carta con un mensaje:
"Hola querido amigo, quería escribirte algo sumamente importante,
quiero que me prestes toda la atención del mundo. Soy un anciano de 79
años que te conoce bastante bien. Tú todavía no me conoces a mí, pero
algún día llegará el momento.
Posiblemente lo próximo que leerás lo olvidarás eventualmente, es
posible que sólo pase a ser una simple anécdota de tu día a día. Pero harías
bien en guardar esta carta y leerla de vez en cuando.
Quiero decirte que a mi edad uno se da cuenta que hay cosas que
creía que nunca le iban a pasar, limitaciones que creía que nunca iba a
tener, y preguntas que creía que nunca iba a hacer, y al final me di cuenta
que todo llega y todo pasa.
Pero después de todo, lo que más me molesta es ese sentimiento que

55
me asalta todas las noches y es el motivo por el que te quiero escribir... "el
remordimiento de malgastar la
vida".
Después de haber vivido
años que no recuperaré, de
aquello que más me arrepiento
es de haber pasado tanto
tiempo pensando en aquellos que
no merecían tanto, me
arrepiento de preocuparme por
lo que era temporal y de hacer
tan temporal lo que viviría
conmigo tanto tiempo, mis
mejores momentos, sí, creo que
no los saboreamos bien y los
hacemos demasiado cortos. Me arrepiento del miedo que nunca vino y de
las risas que nunca reí, de las cobardías que me ataron y de las nobles
locuras que no cometí. Me arrepiento de los abrazos que no di por orgullo y
de los sentimientos que no mostré por vergüenza, de las decisiones que no
tome por temor y los pasos de los que pase. Me arrepiento de darles las
riendas de mis emociones a los jinetes de la opinión pública y el poder
pasajero. Me arrepiento de las luces que apague con mi invisible violencia y
de no encender más lumbreras en las tinieblas, de gastar el dinero
ahorrándolo y perder la vida guardándola.
Tu que estas a tiempo te aconsejo que te desgastes antes de
oxidarte, que ames sin medidas, que repartas felicidad sin esperar nada a
cambio, porque esa es la mejor manera de ser feliz. Sonríele por lo menos
a cinco personas todos los días, no te importe romper las reglas por hacer
lo correcto, no cargues en tu conciencia con ninguna injusticia, habla con
prudencia y escucha con atención, viaja todo lo que puedas y aprende de
diferentes culturas... así no serás cómplice de prejuicios... a veces se ve
más cerrando los ojos y abriendo la mente. Recuerda que no hay nada más
ridículo que la listeza de los ignorantes y nada más irritable que la
sabiduría de los necios, por eso aprende siempre con humildad y nunca
entres en la guerra infantil de querer llevar la razón siempre, pues
después de ganar y perder muchas de esas batallas me di cuenta que no
gane nada... excepto algunos dolores de cabeza. Dale tiempo a tu familia,

56
honra a tus padres, predícales a tus hijos, ama a tu esposa y se amigó de
tus amigos. Nunca quemes puentes, puede que tengas que volver a
cruzarlos, date siempre un respiro, no hay nada más cansino que negarse el
derecho a descansar. Llorarás y gozarás, fracasarás y triunfaras, da igual,
al final pasara todo, por eso no dejes que las lágrimas echen raíces ni las
alegrías te pongan vendas, no permitas que te encierren los fracasos ni
tampoco te acuestes en tus triunfos.
Ahora estoy pronto a encontrarme con mi Creador y le tendré que
mirar a los ojos y explicarle porque convertí mi vida en supervivencia,
porque me conforme con mantenerme a flote en vez de arriar las velas y
navegar hasta encontrar tesoros escondidos. Por eso, no te pares, corre...
porque para pasear ya tienes la eternidad.
Atentamente: Tu Yo Futuro"

Tribus urbanas
Esa necesidad patológica de
ser parte de la masa no es solo un
movimiento cibernético, tal vez eso
sea solo un reflejo de la vida
cotidiana. “El deseo de agradar a
los hombres se encuentra en el
trasfondo de todos los actos
sociales desde las más elevadas
civilizaciones hasta los niveles más bajos en los que se encuentra vida
humana. Nadie puede escapar a ello. Los hijos de este mundo tienen sólo a
sus semejantes, y caminan sosteniéndose unos a otros, y se miran unos a
otros para sentirse seguros, como niños asustados” (A. W. Tozer). Este
impulso de aprobación está presente entre las parejas, en el trabajo, la
familia y sobre todo en el entorno de nuestras amistades.

Cosas de la selva
Este último tal vez es el campo de concentración más grande de
necesidad de aprobación. Las llamadas “tribus urbanas” son todo un
movimiento de tribalismo social. Y por “tribus urbanas” no me quiero
referir solo a esos grupos de góticos raros, punkis o raperos que van
juntos por las calles de una ciudad. Creo que, en todos los estratos

57
sociales, desde la noble
aristocracia de los ricos, a los
hippies que acampan en las
afueras de las ciudades, todas las
culturas están formadas por
subculturas, y asimismo la
sociedad entera se compone por
pequeños grupos dominantes
dentro de los cuales hay ciertos
mecanismos invisibles que juegan
los círculos amistosos que son casi sagrados, dignos de una tribu. Son leyes
no escritas, pero bien sabidas en el inconsciente colectivo, es una especie
de “ritual de la manada”, procesos de aceptación e integración social.
Para evidencia de ello podemos comprobar que las bandas organizadas
y pandillas han materializado lo que para el resto de la sociedad no es tan
evidente. Ellos tienen ciertos rituales de integración al grupo, procesos
sistemáticos para demostrar cierta fidelidad patriótica a la banda. Y
aunque nosotros no lo pensemos, también tenemos nuestros propios
rituales de aceptación, nuestros “ritos de inicio” y mecanismos de
integración.
Esto deriva en una necesidad casi diaria de mantenernos “envueltos”
en la dinámica del entorno, “en la honda”, en el tener “buen rollo”, “estar a
la última”, “marcar tendencia”, etc.… Debemos acomodarnos al grupo,
arroparnos con “lo que se lleva”, vestir a la moda verbal del momento a fin
de llegar a ser de los “nuestros”. En una palabra, volvernos “normales”.
Precisamente se puede descubrir una frágil personalidad por su tendencia
a adoptar los lenguajes y modas verbales, incluso el tono con el que se
dicen.
Al final vas por las calles y parece que te encuentras en una jungla de
“manadas”, cada uno con su especie, todos con el mismo peinado, la misma
ropa y la misma forma de hablar, como Minions de la vida real. Esto a la
larga y también a la corta termina causando ansiedad, graves
inseguridades, tomas de decisiones que no están basadas en uno mismo,
cansancio no entendido, sentido de intrascendencia, e infelicidad.

Hola... existo
La aprobación se puede convertir en una droga que crea una

58
dependencia imposible de
controlar. Una mala palabra, una
mirada sospechosa, un día en el
que las cosas no salieron como
esperábamos, se convierte en un
cambio de ritmo vertiginoso
hacia estados de ánimo
pusilánimes y conductas
depresivas. La vida se convierte
en una montaña rusa de
emociones sobre el carro de las opiniones ajenas. Nos convertimos en
esclavos del “qué dirán”, y terminamos haciendo lo que tengamos que
hacer... como Iñaki que tiene que bañarse en chocolate.
Así se cae en la moderna necesidad compulsiva de ser parte de la
manada… haciendo el mono. El caso es parecer graciosos, o aunque sea
simpáticos, agradables, accesibles. Ya no importa la reputación, la
informalidad es el hilo que nos une, sustituimos los engranajes
políticamente correctos por los políticamente incorrectos. El caso es salir
a la luz, asomar la cabeza por encima de esa multitud que nos ahoga,
asomar hasta contracturarse el cuello, llamar la atención a gritos en la
plaza de la indiferencia… el problema es que ya todos gritan y nadie
destaca, y esto se ha convertido en un concurso de haber quien grita más
fuerte, quien consigue más miradas o quien saca más carcajadas… y la
cuestión es que ya no ganamos para collarines.
Esta especie de contratos no escritos, de juegos consentidos, tienen
consecuencias sociológicas que desembocan en mecanismos muy parecidos
a los de la ley de la selva. En unos se comienza a minar la autoestima hasta
convertirse en aquello de lo que huían, en nadie. Sin embargo, otros son los
que escalan la pirámide de “prestigio” dentro de la manada y terminan
siendo los que marcan las reglas del juego. Es decir, hay una distribución
de roles, una repartición de papeles no aleatoria, se prescriben guiones
escritos. Es lo más parecido a una escala de jerarquías en las que siempre
ganan los más fuertes.

Monos, monicacos y gorilillas


En la sociedad de los monos hay un equilibrio establecido mediante
una jerarquía de fuerzas. Los monos establecen las jerarquías mediante la

59
fuerza... quien demuestra ser el más violento es el jefe, quien consagra su
soberanía por el miedo que le tienen los demás. Cuando aparece un
individuo que suponga una amenaza a su posición, sobreviene un periodo de
luchas violentas hasta que se establece un nuevo equilibrio de fuerzas,
escenas, tentativas de intimidación, abuso de autoridad, guerras, grupos
divididos, huidas, pánico, nerviosismo. Después de un tiempo hay una
especie de consentimiento mutuo, cada uno juega su papel, cede ante el
que se ha admitido como más fuerte y el débil se somete. Hay pactos
silenciosos, alianzas obligadas, una batalla con tregua, donde siempre son
los mismos los que se hacen matar…
por cierto, estaba hablando de los
monos.
Entre nuestra manera de
relacionarnos y el comportamiento
de los primates hay algunos
parecidos. Son esos conflictos
sordos por el dominio del entorno,
esas guerras silenciosas de control
y manipulación las que nos hace
encontrarnos en la ley de la selva
urbana. Es una lucha ya ancestral
entre fuertes y débiles, un juego
de supervivencia social, escalada
popular, y choques de prestigio.
En la selva urbana se huele el miedo, cualquier detalle inclina la
balanza para ser influyente o influenciado, débil o fuerte. Los débiles
tienden a crear sensaciones de fragilidad alrededor de ellos, y ellos lo
saben, e intentan que no se les note, con lo que se les nota más. La manera
titubeante de hablar, las miradas perdidas, el semblante decaído, una
ausencia de carisma, de ángel, de carácter… un “como quieras” “lo que tú
digas” “a mí me da igual” permanente. El nerviosismo, la timidez, los
sentimientos de inferioridad, las dudas sobre sí mismo, la
hipersensibilidad, sentimientos patológicos de culpa, emotividad,
obsesiones, pánicos, indecisión, agotamiento… todos son expresiones de
reacciones débiles. Hay corazones que son como balanzas de precisión,
cualquier mínimo movimiento en la atmósfera basta para perturbarles.
El fuerte también es un débil, solo que ha aprendido a disimular, y su

60
apariencia le da ventaja
sobre los que no han
desarrollado el arte de
esconderse. En el juego de
la sociedad es decisiva la
fuerza psicológica que
disimula los defectos y
realza las virtudes. La vida
es un juego de
interacciones sutiles en las
que gana el que mejor sabe
fingir. Quien aprende a fingir aprende a dominar, y puede acabar dominado
por el seductor deseo de dominación.
Tenemos que ser conscientes de que todos nacemos con un instinto de
superación que si excede los límites de la conciencia moral se convierte en
un instinto asesino; atropellamos, peleamos, mentimos, robamos, nos
abrimos paso a codazos por un deseo de superación descontrolado, y ese
instinto asesino está durmiendo dentro de cada uno de nosotros; nunca lo
despertamos y queremos que permanezca anestesiado, pero no podemos
evitar utilizar cierta intimidación como sistema de defensa contra
nuestros propios miedos... y es que la competencia tiene miedo a la
competencia.
Y así, de esta manera, caemos en lo que en la actualidad se ha
denominado bullying, que parece que hemos descubierto la penicilina, pero
que solo es una nueva manera de llamar al viejo cuento del gato y el ratón,
el fuerte contra el débil.
Siempre han existido los monos, monicacos y gorilillas. Ya Hollywood
se encargó de dejarlo bien plasmado en las conciencias de una generación
con las míticas pelis de novatos adolescentes recién entrados al instituto
que son vejados por el malote de turno y su pandilla, el chulo del barrio,
típico tipo duro con aires de prepotencia, piel de rinoceronte y mirada
entre cejada, que en el fondo es un pobre miserable que proyecta toda su
amargura y necesidad de reconocimiento con el que se consuela de los
desprecios que conviven con él desde pequeño, en un personaje creado que
le ayuda a olvidarse de su persona real, en el fondo herida, porque
posiblemente creyó que era la única manera de vivir en un mundo duro.
Creo que muchos gorilillas no son verdugos, sino víctimas de un engranaje

61
muy profundo de emociones y motivaciones inconscientes y muy dañadas.
Ahora, parece que hemos tomado conciencia de esas batallitas de
primaria y secundaria, pero no son ni mucho menos cosa de niños, ni
tampoco campo exclusivo de las aulas de estudio… es parte de la vida
misma. El bullying está más generalizado de lo que pensamos: en las
oficinas, en los despachos, en las estructuras de trabajo piramidal, en las
carreteras, en las calles, en el mundo de la noche… y del día, en las
cárceles, en las parejas y las familias… aun en las iglesias.
La cuestión por tanto se convierte en algo más serio. No se trata de
situarnos en posición de víctimas, sino de tomar medidas para evitar caer
en la ingenuidad de creer que el mundo va a cambiar, y lo que es peor,
tomar mecanismos de defensa equivocados.

La rebelión del sr. Jack


Recuerdo a un joven de quinto de primaria, pálido, raquítico,
ligeramente encorvado, pelo de pincho, gafas de culo de vaso, de voz
desagradable y poco sociable… el señor Jack, blanco perfecto para las
punzantes bromas pesadas de un chaval de esas edades. Los niños son muy
crueles con ciertas travesuras, y más cuando se trata de sacar algunas
risas a los colegas.
En aquella clase no era diferente. Le quitaban la silla antes de
sentarse, le daban collejas en mitad de la clase, imitaban sus espasmódicos
movimientos y horrorosa voz, y recuerdo que hasta le pincharon en el
trasero con un compás… pero ese día no fue igual. Normalmente sr. Jack
respondía con resignación a las burlas y las bromas, no solía defenderse, es
más, a veces tímidamente se hacía partícipe de su propia burla, algo así
como un síndrome de Estocolmo a menor escala. Pero aquella mañana el sr.
Jack tuvo una repentina e inesperada respuesta ante la agresión a su
trasero. Tal vez fue la inercia, o era algo meditado de antemano, tal vez
fue una reacción inconsciente o el volcán terminó de estallar; la cuestión
es que, en ese mismo momento, aquel pálido, raquítico y encorvado chaval,
se giró y, al gracioso del compás le pego un guantazo en la cara que se
escuchó en toda la clase. Se produjo un silencio ensordecedor, todos nos
quedemos mirando el inédito cuadro con la boca abierta. Mi amigo el
gracioso no supo cómo reaccionar… el sr. Jack había entrado en cólera.
Recuerdo que le expulsaron… no al gracioso, sino al sr. Jack. Fue
injusto, pero es lo que tiene la vida… no se paga por los pellizcos invisibles,

62
sino por los brotes públicos. La vida está llena de bomberos pirómanos y
heroes convictos.
Creo saber que le pudo pasar al señor Jack… dice la Biblia: "Gotera
continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes" (Prov.
27:15). El castigo al que se refiere la Biblia es la tortura de la gota, qué
consistía en inmovilizar a una persona y dejar que callera una gota sobre su
frente cada 5 segundos. Más que los daños en la piel era que el individuo no
podía dormir, con lo cual terminaba dándole un paro cardíaco por desgaste.
Es preferible una explosión de ira aislada que la acumulación de
sordas indignaciones diarias. Lo que puede deteriorar los cimientos de un
edificio no son los temblores de tierra aislados, sino esos pequeños
roedores que van arañando poco a poco
los fundamentos.
El desgaste provocado por un
marido que nunca se siente satisfecho
con lo que hace su mujer aunque ella lo
intente con todas sus fuerzas; Un
jugador que redobla horas para
ganarse la atención de su entrenador y
siente que no avanza; un joven que no
se siente correspondido en sus miradas
por la doncella a la que corteja; Un
alumno al que constantemente le están
haciendo bullyng a escondidas de la
profesora.... al final termina por explotar, desistir y romper.
Los pellizcos invisibles terminan produciendo moratones.
En el libro de Job, al final se exhorta a pedir perdón a los amigos
pero no a la mujer de Job, porque ella hablaba desde el dolor, y lo que se
se dice herido se debe pasar por alto... No daremos cuentas por las
explosiones espontaneas, sino por las ideas que se fraguan lentamente y
lentamente se ejecutan.
Después de muchos años vuelvo a recordar la escena y pienso que sr.
Jack no hizo bien en explotar de aquella manera. No porque algunos no nos
mereciéramos alguna que otra respuesta similar, sino porque al fin y al
cabo el que más perdió con el desahogo fue el mismo. Y es que la manera en
que afrontamos la violencia es más importante que el hecho de sufrirla. La
respuesta que demos a situaciones opresivas marcará nuestro destino.

63
Tenemos que dejar de verlo todo bajo el prisma dualista del bien y el
mal, de esa idea de que la vida es una película con buenos y malos, donde al
principio parece que ganan los malos y al final vencen los buenos. Tenemos
que mirarnos como somos en realidad, nadie es tan malo y nadie es tan
bueno, es más, todos somos un poco malos y algo tenemos de buenos. En el
fondo lo que más
deberíamos temer es el
potencial que hay en
nosotros; somos
potencialmente malos y
potencialmente buenos. Y
todos podemos pasar de
ser los buenos a los malos y
de los malos a los buenos.
Es muy fácil que cuando la honestidad no se recompensa queden
rastros de decepción que se envenenen para producir malas artes como
método de fuga a la decepción de la honestidad no valorada, por eso, nos
jugamos más que simples cosas puntuales entre héroes y villanos, nos
jugamos una conciencia social y un cuestionamiento de la ética moral…
nadie quiere ser la víctima, por eso la resignación de la bondad ante la
injusticia desemboca en injusticia. Cuando el éxito deja de ser el resultado
y recompensa de valores sanos, la única regla de conducta se convierte en
la del más listo y no el más íntegro, y así todo pasa a ser intrigas, mentiras
y golpes bajos.
La mayoría de los
crímenes son perpetrados bajo
una coartada lo
suficientemente elaborada
como para darnos el permiso
moral y el tranquilizante de
conciencia de hacerlo. No son
los golpes fuertes en
momentos determinados, sino el encadenamiento de pequeños detalles que
llegan al colmo lo que nos hace explotar. Acumular sordas rebeliones como
que no pasa nada termina por destruirnos o revelarnos. Son dos maneras
de reaccionar mal al mencionado bullying.
Deberíamos de ser como las ollas Express, que hacen sonar el silbato

64
por la presión interior. No sabemos
que se está cociendo dentro, pero el
silbato testifica y libera la presión
necesaria para que salgan bien los
alimentos; tapar el silbato haría
estallar la olla, silenciar la presión
solo trae más presión hasta
estallar. Hay quien prefiere ser
golpeado que golpear, porque llevan
mejor el dolor propio que el dolor ajeno, y hay otros que son como el león
que es tranquilo hasta que se le molesta, gente que solo está dispuesta a
firmar la paz mientras no le opongan resistencia. Un punto intermedio
entre las dos reacciones sería conseguir una de esas pesas de las ollas
Express, que liberan la tensión sin explotar.
Se puede permitir reacciones de arrebatos ingenuos siempre que se
utilice después el extintor del modesto reconocimiento. Lo que no es
tolerable es convertirnos en pirómanos que prolongan incendios por puro
orgullo.

El veneno del bullying


Recuerdo un pasaje bíblico en el que Saúl le lanza
indiscriminadamente una lanza al joven David. Lo más difícil para David no
fue esquivar la lanza de Saúl... lo más difícil fue no devolverla. Lo más
peligroso no son las erupciones de un volcán, sino los seísmos que provocan
en tierra después. Suele ser más grande la segunda ola de un tsunami. Las
ballenas no muerden... matan con la cola. Muere más gente por infecciones
que por heridas mortales. Y de la misma manera, es más difícil superar el
resentimiento que la ofensa en sí. Cuando no te atrapa la ofensa es fácil
que te envuelva
suavemente el
resentimiento.
Es necesario saber
esquivar la lanza, pero
creo que es más
importante no respirar
el rastro venenoso que
deja en el aire. Es fácil

65
aprender las malas artes de los lanceros cuando se han esquivado tantas
lanzas. El que cree que es legítimo defenderse a cualquier precio termina
pensando que la mejor defensa es un buen ataque. Cuando devolver el golpe
se convierte en una forma de vida, no solo cerramos el círculo vicioso de
violencia, sino que, aun ganando perdemos. Que triunfe el malo es terrible,
pero es peor si consigue que el justo recurra a sus mismas armas para
derrotarlo… a los Saules no se les mata... se suicidan solos.
Somos constantes cazadores de culpables así como incansables
abogados de nuestras propias causas, asi es como culpamos a la gente de
sacar lo peor de nosotros, pero la cuestión es que ya estaba ahí antes de
ser manifestado. Cuando conservamos sentimientos insanos en el sótano
del olvido, tarde o temprano salen camuflados en reacciones terroríficas.
Por eso es igual de peligroso echar la culpa a alguien que interiorizar la
culpa en uno mismo... el veneno es igual de dañino para todos. No nos
olvidemos que somos potencialmente malos y es prudente que se ejerza
una saludable coacción sobre nosotros mismos, que somos propensos a
olvidarnos de nuestra propia maldad.
Es más necesario buscar soluciones que buscar culpables. Debemos
sanarnos del mal que nos hicieron e intentar usarlo como trampolín a cosas
positivas. Guardarlo y recordarlo solo nos enfermara el alma. Y sé que en
estos casos se levantan cien voces interiores clamando por justicia, nos
cargamos de razones y ponemos mil excusas para mantener una actitud
resentida. El rencor es un globo
negro en mitad de muchos globos
blancos encerrados en una red, no
hay manera de llegar a él hasta que
no exploten todas nuestras excusas.
El perdón no es dar la razón al
ajeno, sino ofrecer libertad al
propio.
También es muy importante
que las personas que nos rodean nos
ayuden a ofrecer ese perdón y
soltarnos del resentimiento, pues es
común que aquellos que más cerca
tenemos, creyendo que nos apoyan
de esta manera, nos den toda la razón e incluso exacerben nuestros malos

66
sentimientos contra el ofensor. Las
más grandes guerras bajo la que se
desataron los actos más violentos,
fueron fomentadas por los
agitadores de odios silenciosos, los
sembradores de resentimiento…
soplan el ascua y se apartan del
fuego.
Ahora bien, hay que tener
cuidado tanto con el rencor
inconsciente como con la devoción
obsesiva. A veces, en un intento por
sobrevivir al maltrato, adquirimos
estrategias de defensa equivocadas.
Una de ellas es el síndrome de
Estocolmo, esa especie de relación de
amor odio entre el maltratador y el
maltratado, que se establece en
acuerdos mutuos de roles aceptados.
Se requiere cierta complicidad para que se establezca la tiranía. El
falso sentido de realización encuentra su razón de ser en aquello contra lo
que lucha… el policía es policía por perseguir al ladrón, y el ladrón por la
adrenalina de ser perseguido por el policía. Por eso a veces los errores no
son involuntarios, se buscan adrede como refugio contra algo peor para
ellos, por ejemplo, la soledad. Así, se acepta el papel de ratón que huye, y
termina creyendo que esa es su razón de ser, en la que se encuentra
cómodo, y sin la que ya no sabe ser.
Otra de las estrategias equivocadas que utilizamos es la manipulación
social. Hay un gran fenómeno sociológico que ha calado en las entrañas de
la sociedad actual… el débil goza de buena fama. En una especie de justicia
alternativa, nos hemos volcado en empatía hacia las minorías, hemos
armado vallado alrededor de los más frágiles. Y eso me parece de lo mejor
que ha hecho esta generación. Pero cuidado… el débil puede aprovechar su
debilidad como moneda de cambio, o lo que es peor, como forma de
manipulación para una venganza reprimida que halla su consumación en el
traslado de su veneno a la comunidad. El ojo por ojo y diente por diente lo
tenemos tan dentro de nosotros, que somos capaces de poner la otra

67
mejilla con la intención de que le caiga el mundo encima a nuestro agresor.
El sacrificio a veces está motivado por un complejo de inmolación nacido
de una necesidad inconsciente de llamar la atención, chantajear para
conseguir algo, o vengarnos de alguien mediante la lástima social. El señor
víctima, suele estimular sutilmente a su agresor para justificar los
rencores ocultos en su corazón y poder decir “¿lo ves?”.
De esta manera trasladamos el problema, pero no lo solucionamos. Los
mecanismos de agresividad se activan cuando somos los ofendidos o los
ofensores, da igual. El ofendido intenta sobrevivir a la vergüenza, el
ofensor intenta justificar sus sentimientos de culpa, lo cual dará lugar a
una irritación redoblada contra la víctima por causar sensaciones en su
conciencia social. Cuando nos restriegan nuestro mal en la cara, intentamos
justificarlo por todos los medios, y así solo creamos más remordimiento y
más agresividad.
Nuestra victoria final no está en castigar al culpable, sino en
restaurarlo, y no será restaurado cuando el castigo deja de ser un medio
para convertirse en un fin en sí mismo. Cuando se devuelve la lanza,
satisfacemos nuestras iras, pero encendemos otras.

Mismos miedos, diferentes formas de enfrentarlo


Dice Carolina Montero: “¿Qué hacer ante la propia herida? Responde
que hay vulnerabilidades que esponjan el corazón y humanizan, pero hay
vulnerabilidades que deshumanizan y cierran el corazón. Todas las heridas
rompen la piel, pero no todos las sanamos y curamos de la misma manera.
Unos arman sus corazones cerrándose a la vulnerabilidad, se muestran
como tanques, seguros, compactos, inmunes al dolor, no quieren reconocer
sus heridas, no quieren ver sangre por su vida y por su alrededor, otros se
dejan romper por el dolor propio y ajeno, reconocen sus heridas y las de
sus semejantes”.

68
Tenemos dos gigantes luchando en nuestro interior, el del instinto y
el de la conciencia, los dos luchan entre sí. El instinto es egoísta,
arrollador, intolerable, fuerte. La conciencia es sociable, frágil, débil. Dios
es el único que puede armonizarlos para que no luchen, sino que colaboren
con la felicidad del ser.
En el fondo el hombre es
un conjunto de miedos, su
existencia está rodeada de
misterio e incertidumbre, por
eso la mayoría de nuestros
movimientos están impulsandos
por el temor. El miedo te lleva a
esclavizarte o esclavizar, a
someterte sin convicción o a ser
obstinado en imponer tus ideas
por miedo a que otros te
impongan las suyas. Te lleva a
golpear antes de ser golpeado. Por miedo a que nos moje la lluvia nos
lanzamos al agua.
Los niños patalean para mostrar su necesidad de amor, protección y
provisión… los mayores patalean de manera distinta, pero su motivación es
la misma. Crecemos en un mundo de sentimientos invisibles, de hilos
mentales que unen y a la misma vez dividen, y es esa necesidad de probar
que uno existe la que nos impulsa a comportamientos y mecanismos de
significación… necesitamos satisfacer nuestros instintos, la cuestión es
que unos lo hacen con conciencia y otros no.

La debilidad del fuerte


Los fuertes han aprendido a usar una carta ganadora para la vida,
pero la vida vuelve a barajar y no siempre nos toca esa carta, y
acostumbrados a ganar, no saben jugar sin buenas cartas, entonces
recurren al farol, e incluso a las trampas.
Utilizan el miedo como método para evitar que alguien haga algo, para
manipular, para patentar el poder, es una de las armas más peligrosas; una
autoridad inestable suele asentarse exhibiendo su poder contra los
inocentes. Preparar la guerra para asegurar la paz es la gran excusa para
acumular bombas atómicas y armas nucleares, que sirven como fuerza de

69
disuasión almacenadas en los arsenales subterráneos de las naciones… y de
los corazones. Nos confundimos al pensar que para hacernos respetar es
necesario hacernos temer,
pues la sospecha nos
predispone a la violencia.
Al fin y al cabo, infringir
miedo es utilizar precisamente
aquello de lo que huimos; por
miedo evitamos un conflicto,
pero generamos otro,
desviamos el miedo, pero no lo
eliminamos. De esta manera el
fuerte termina entrando en un
círculo vicioso de miedo por
miedo, con el cual se verá
obligado a mantener una
dominación que en el fondo siempre teme perder. Así, se ve continuamente
obligado a dar razones y excusas, a reivindicar sus tiranías, a luchar por el
“cinturón de campeón”. Se ve enfrascado en una tendencia compulsiva de
justificar conductas haciendo campañas publicitarias de razones e
intereses… y sinceramente algunos ya aburren.
El respeto que se nos ofrece, puede terminar reemplazando a la
buena conciencia, pero recuerda que no es lo mismo ser respetable que ser
íntegro. El honor de un hombre no es cuestión de su fuerza, recursos o
inteligencia, sino del uso que hace de esas virtudes a favor o en contra de
los demás. Cuanto más fuerte se es menos necesidad de mostrar la fuerza,
pues es el temor a parecer cobardes lo que nos impulsa a intentar parecer
valientes, y acaso ¿no es el temor a parecer lo que nos hace huir
cobardemente de la apariencia de cobardía? No es el valiente el que
aparenta serlo, sino el que no necesita demostrarlo.
Por eso el fuerte necesita quitarse la máscara y descubrir su propia
debilidad. Al igual que aquel general sirio llamado Naamán, cuya historia se
refleja en el libro de 2 Reyes 5, tenía una profunda deuda de sinceridad
consigo mismo, pues aparentaba una perfección inmaculada, pero era
leproso; su armadura ocultaba la lepra, pero en casa brotaba la realidad sin
armaduras. Dice Javier de la Torre respecto al tema: “Al detener la
mirada en las heridas curadas sobre la piel, recordamos como fueron

70
provocadas por otros y como se curaron gracias a otros. Esa conciencia es
la que posibilita, al despertar, reconocer la vulnerabilidad vulnerada, una
realidad externa llena de hambre, injusticia, paro, hacinamiento, muerte,
que afecta a otros y que me afecta a mí. Ese autoconocimiento adulto no
intelectualista, sino desde las
heridas, más o menos sanadas, es
el que nos permite reconocer al
otro, sentir las heridas del otro,
reconocer al otro-yo herido”.

La fortaleza del débil


El débil, sin embargo, expresa sus miedos de una manera más
evidente, no ha aprendido a disfrazar sus temores, pues la reputación es el
traje con el que vestimos nuestros miedos, y el débil es de poca ropa.
Cuando era niño siempre que mi madre tardaba un poco, exageraba mi
preocupación y lloraba mucho. Cuando mi madre llegaba siempre me repetía
que no se volvería a repetir, pero siempre volvía a suceder. Lo que tenía
era un miedo obsesivo que alteraba la realidad desproporcionando las
posibilidades de que pasara algo; por eso cuando mi madre tardaba, mi
hermana intentaba tenerme entretenido porque el aburrimiento daba lugar
a que aparecieran esos pensamientos de miedo. Los espacios vacíos o
carencias, dan lugar a nuestros peores instintos; el aburrimiento
predispone a la tristeza, la tristeza al vacío, y el vacío al temor.
El miedo trabaja con sugestión, cuanto más queremos evitarlo más
miedo tenemos, nada crece tan fácilmente como el miedo a ser
incomprendidos, impide explicarse, lo que pone más nervioso al débil, con lo
cual crece más el miedo.
Lo que más necesita el débil es confianza. Creemos que necesitamos
éxitos para tener confianza, y lo que necesitamos es confianza para tener
éxitos. Esa confianza nace de la capacidad para aceptarnos tal como
somos. Tenemos que reconciliarnos con nuestra naturaleza con todos sus
defectos, aunque nos duela. Si nos rebelamos o lo ignoramos, crearemos
falsos personajes y caeremos en reacciones que incrementen cada vez más
esos defectos.
Cuando nos miramos tal como somos hay un peligro, resignarnos y
perdernos en excusas baratas y frases trilladas: “Y qué le vamos a hacer,
soy así” o “Yo no tengo suerte en la vida”, etc.… La tendencia a justificar la

71
debilidad de los débiles nos puede debilitar a todos. Caer en una actitud
fatalista y negativa, tirar la toalla sin haber luchado, resignarse antes de
intentarlo, es un resultado de acumular información equivocada acerca de
nosotros mismos. Tal vez algo que nos dijeron, el no haber recibido nunca
un cumplido, sufrir una avalancha de reproches diarios, todo eso puede
minar nuestra autoestima y
terminar creyendo esos
mensajes degradantes como
una verdad acerca de tu
persona.
Recuerdo una noche en
urgencias de un hospital.
Llegue con dolor intenso y un
malestar general que no podía
aguantar, pero aquella noche
urgencias estaba atestado.
Después de transmitir a los
médicos y enfermeros de aquel hospital mi estado, vi que no era muy
amable el servicio y parece ser que no tenían en cuenta mi estado. Hasta
que en un arrebato de indignación me levanté medio mareado, tal vez
semiinconsciente y tambaleándome, salí de la sala de espera y con cierta
agresividad abrí la puerta de urgencias y entre para que me atendieran de
una vez. La gente en aquel lugar se molestó bastante y mi padre tuvo que
lidiar con aquella gente enfurecida mientras yo exigía ser atendido en ese
mismo momento. Y así fue, me atendieron viendo mi gravedad, lo que
posiblemente no hubiera ocurrido de haber quedado allí amablemente
esperando mi turno después de setenta personas.

72
Ser agresivo a veces es la única manera de salir vivo de las salas de
espera donde somos olvidados. Y no quiero que me confundas, una cosa es
ser agresivo y otra cosa es ser violento.
Hay una agresividad necesaria para la
vida, que se hace imprescindible para la
lucha, para una competitividad sana, ya
que la competencia es un valor neutral,
quien lo desvirtúa es la persona. Se
necesita cierto carácter para salir
adelante, para responder, reaccionar,
salir del terreno fangoso de timidez y
vergüenza.
Debemos perderle el miedo al
conflicto. Quien nunca choca con sus autoridades todavía no ha liberado su
personalidad… es un lacayo de sus miedos. No digo que devolvamos golpe
por golpe, sino que no tengamos miedo al golpe... La libertad está más allá
de tener la capacidad de defenderse, es capacidad de no sentir la
necesidad de hacerlo. Debemos convertir los resortes en amortiguadores,
absorber el impacto sin recibir daños y no devolverlo.
El Thai Chi es un arte marcial de defensa personal que consiste en
bloquear un golpe con poco esfuerzo, absorbiendo la energía del golpe sin
recibir ningún daño. Además, es la persona que golpea la que se daña, es
como si la energía que lanzó, al no encontrar apoyo o respuesta, se volviera
contra él mismo… Los débiles tenemos que aprender Thai Chi emocional.

El cemento de las relaciones


Se cuenta que un día, Determinación reunió a casi todas las virtudes
para organizar un proyecto en común. Se acordó construir un gran edificio
con espacio suficiente para albergar todas las relaciones virtuosas. En
aquella reunión Sabiduría prometió de encargarse de los planos,
Creatividad se ofreció a ayudarla; Voluntad puso el material, y
Responsabilidad los costes de más. En eso que Alegría se dispuso para
amenizar la obra, y Belleza prometió decorar el interior. Laboriosidad,
Constancia y Diligencia dijeron que ponían la mano de obra, y por último
Autocrítica y Sinceridad darían su punto de vista.
Después de unos meses la obra quedó completada, hermosa y
extraordinaria. El día de la inauguración se reunieron todas las virtudes

73
para festejar el trabajo terminado.
Música puso ritmo, Humor las risas, y
Destreza la comida. Cuando en mitad de la
fiesta se escucha un crujir general,
pequeñas grietas comienzan a asomar, el
edificio comienza a temblar y el pánico se
extiende. Después de desalojar aquel
lugar, el edificio se derrumba… en eso que
comienza una gran discusión entre todas
las virtudes presentes: “Te dije que
teníamos que haber contado con ellas” -
dice uno- “Es que creíamos que podíamos
lograrlo sin ellas” -dice otra- “Yo no quería que vinieran, son demasiado
débiles, aburridas y estrictas” -a lo que otro replicó- “Puede que sea así…
pero solo Humildad, Bondad y Justicia tienen cemento para las
construcciones. Sin ellas era imposible que un edificio para las relaciones
permaneciera”.
Las relaciones son como edificios que nos conectan entre unos y
otros. Los edificios tienen la propiedad de reunirnos fácilmente en
territorios comunes. Y precisamente las relaciones están formadas de tal
manera que, podamos acceder con facilidad a las personas, lejos de los
callejones de la desconfianza, las carreteras de la timidez o los valles de
la lejanía. Las casas nos hacen cercanos y accesibles, hacen que el extraño
sea conocido y el peregrino sea residente en la aldea de nuestro corazón.
Pero puestos a utilizar esta metáfora, sigamos diciendo que no todos los
edificios son igual de habitables. Hay diferentes clases y calidades, unos
edificios son cómodos y resistentes, que aguantan mucho peso, y otros
muestran un evidente peligro y difícil accesibilidad. Algunos están tan
usados que se observa un notable deterioro, otros son tan sólidos que hay
confianza firme para habitarlos.
Para que las relaciones sean de calidad se necesitan ciertos elementos
indispensables, entre otros, la humildad, la bondad y la justicia.
La humildad es necesaria para crear vínculos de igualdad. El edificio
de la falsa comunión edifica hacia arriba, creando plantas jerárquicas. El
edificio de la verdadera comunión se extiende a lo ancho y largo, porque
solo hay verdadera comunión humana en el sentimiento de igualdad de las
personas. Hay gente que se cree demasiado grande como para cruzar

74
ciertas puertas o bajar algunas plantas, pero la verdadera grandeza está
en tener la capacidad de relacionarnos con todos sin problemas.
Las relaciones se construyen a partir del respeto. La materia prima
de una relación sólida
es la capacidad de
reciprocidad. Si no hay
reciprocidad, es decir,
si no nos sentimos
correspondidos en
nuestros pensamientos
o sentimientos, si no
hay respuestas a la
altura,
independientemente de
que sean positivas o negativas, en ese momento comenzamos a crear pisos
sin escaleras y paredes sin puertas. Podemos sobrellevar respuestas
negativas, pero no podemos aguantar la indiferencia. En el momento en el
que nos sentimos de menos, cuando percibimos que nuestras opiniones no
tienen importancia ni validez, comenzamos a retroceder, abandonamos, no
soportamos hablar con una pared. Los dinosaurios tal vez desaparecieron
porque eran demasiado grandes para el ecosistema… demasiada grandeza
es un obstáculo para la convivencia.
La bondad es una virtud muy descuidada en nuestro tiempo. La
picardía ha venido a formar parte de nuestra educación. El “pega antes que
te peguen”, el “Hijo, no te fíes de nadie”, la clásica “Piensa mal y
acertarás”, y que decir ya de la reina de las frases suicidas “Es tan bueno
que parece tonto”. Esas frases ya forman parte de nuestras entrañas
ideológicas. Si desde pequeños se nos enseña a estar a la defensiva, no me
extraña que de mayores tengamos un máster en desconfianza. Vivimos con
la guardia en alto, nos emparanoia la sospecha, estamos predispuestos para
la defensa.
De ahí que la bondad sea la Cenicienta de las virtudes. Es
menospreciada y desdeñada. Pero que verdad es que como Cenicienta solo
ella se arrodilla para limpiar la casa. Solo la bondad puede barrer en los
rincones donde queda la arenilla de la maldad, las telarañas del egoísmo y
el veneno del rencor.
Por último, la justicia debe equilibrar toda relación humana. El

75
equilibrio no es un punto inmóvil, sino movimientos continuos de
compensación. Debemos estar continuamente compensando los extremos,
distribuyendo con equidad la justicia, dando lugar a que todos se sientan
cubiertos por ella, para que nadie diga que la justicia es patrimonio de unos
pocos.
Las grandes comunidades son fuertes cuando premian la bondad y
castigan la maldad. Si la justicia no es fuerte, la fuerza reemplazara a la
justicia. La armonía es una mera ilusión pasajera cuándo es el resultado de
una tiranía impuesta y una sumisión voluntaria. Tiene que haber verdadera
justicia para que allá verdadera comunión. En el momento que la justicia se
convierte en el instrumento de los fuertes, y no en el refugio de los
débiles, damos lugar a la parcialidad.
La ley del Antiguo Testamento estaba configurada para proteger al
débil del fuerte, pues la sociedad valora, ensalza y admira a los fuertes,
pero Dios que es justo, se ha fijado en los débiles, aunque Dios es fuerte,
a fin de que la Ley no le destruya en su fragilidad, sino que sea refugio
para todos.
La ley de la selva urbana carece de estos elementos tan
fundamentales para una convivencia sana, de ahí que es importante que sea
contrarrestada con una ley más sublime. No es extinguiendo una cultura,
sino presentando una superior, como cambian las vidas. Por ello, cuando las
estructuras de una sociedad deteriorada se derrumben, será bueno que
alguien disponga de cemento.

Del burro al ave


“Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la
tierra y sojuzgadla”. Movimiento… el hombre necesita moverse,
desplazarse, ir cada vez más lejos, llenar la tierra. Para ello ha inventado,
desde la revolución de la rueda hace miles de años, a los coches de fórmula
1; desde el globo aerostático con el que se dio la vuelta al mundo en
ochenta días en la novela de Julio Verne, al avión que da la vuelta al mundo
en 16 horas; o también hemos pasado del burro, animal de compañía en el
viaje del hombre de antaño, al AVE, el tren bala que nos pone en pocos
minutos en cualquier lugar de la península española.

El ídolo tecnocientífico

76
Esto es lo que tiene la ciencia y tecnología, el poder de cambiar la
vida del hombre. Puede enviarnos a la luna, curar las enfermedades, o
hacernos saber lo que pasa en Brasil y Rusia a la vez. Desde calentarnos un
café en el microondas a mandar un mensaje por wasap en un instante, la
tecnología nos ha hecho la vida más fácil.
La ciencia ha sido la religión del hombre moderno, y los científicos sus
sacerdotes. Son ellos ante los que el mundo se arrodilla y encomienda para
hacer frente a la vida, pues la ciencia ha cambiado el mundo y puede seguir
haciéndolo. La revolución científica ha transformado la visión del mundo, y
con ello su forma de interpretar y vivir la vida. Se reducen las distancias,
se facilita la comunicación, se multiplican las posibilidades, se diversifican
las culturas, descubrimos nuevos horizontes, surgen lazos políticos y
sociales, reinterpretamos la historia.

El patio de todo el mundo


"Somos ciudadanos de un lugar
llamado mundo" así reza un popular
anuncio de publicidad. Ya no hay
fronteras, se han borrado los límites,
tenemos la sensación de que podemos
correr por un césped de 12756
kilómetros, lo que mide la tierra. Hoy
todos somos vecinos, la tecnología ha
logrado conectarnos de tal manera
que el mundo parece un patio.
Globalización, así se llama el
fenómeno del que estamos hablando,
un proceso de interconexión internacional en todas las áreas.
El hombre de hoy ya no es el caminante montado en burro que habla
con sus compañeros de camino, es el viajante que vuela con mochila, el
empresario encorbatado, el aventurero de nuevas sensaciones que respira
el aire de la libertad sin límites, cuyo oxígeno es la novedad de emociones,
su misión es descubrir horizontes culturales, abrirse a arqueologías de
nuevas adrenalinas. La globalización nos ha cambiado la mentalidad de
ciudadano patriota, a la de habitante del planeta tierra... la humanidad es
nuestra familia y los extraterrestres nuestros vecinos.

77
Diez mil contra uno
Asimismo, a nivel laboral, la globalización ha hecho que el tendero del
barrio que tenía un negocio de frutos secos, que competía con el vecino de
la esquina, y se repartían la clientela con gusto y empatía, hoy no compite
solo con el vecino, también con Japón, China y Estados Unidos. Las
multinacionales, los centros comerciales y las plantas industriales de
reproducción masiva se han metido en el juego y han aplastado al
comerciante pequeño, y esto no es otra cosa que el resultado de la
globalización, instrumento del feroz capitalismo imperialista, que mediante
las garras del consumismo arrasa con el negocio tradicional.
Que digo que compite con los centros comerciales... compite con las
máquinas y los robots. Ya a comienzos de la era industrial, hubo un debate
sobre el papel que el hombre ha de desempeñar en el futuro, cuando las
máquinas tomen su lugar. Hoy, a eso añadimos que, sutilmente la tecnología
industrial ha tomado tanto lugar que podemos ir asimilando que en el
futuro son las máquinas y no los hombres los que harán nuestro trabajo. De
hecho, esto no supone ningún problema en tanto que estas ventajas estén
al servicio de todos… el problema es que solo están al servicio de unos
pocos, lo que supondrá que en el presente tanto como en el futuro, la
tecnología seguirá abriendo una brecha cada vez más amplia entre los que
quieren y no pueden y los que pueden y no quieren… no quieren compartirlo
con nadie más digo. Dicho de otra manera… que nos están vendiendo la
moto, y al final nos quedamos sin dinero y sin moto.

Planetas solitarios
Todo esto de la globalización y la
tecnología tiene buena pinta, suena
muy bien, forma un juego de palabras
muy cool, pero es sólo cuando las cosas
salen mal que las máquinas te
recuerdan lo poderosas que son. El
fenómeno de la globalización nos
cambia la vida nos guste o no. La
conversación cálida del tú a tú ha sido
sustituida por una fría relación de
teclados y pantallas. En el hogar se
puede afirmar que, además del entorno

78
físico en el que se desarrollan nuestras vidas, actualmente existe también
un "ambiente digital", que no se puede considerar ya simplemente un
mundo paralelo o virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de
muchos, especialmente de los más jóvenes. El ambiente de lo digital se
configura hoy en día como una “extensión” de la propia vida cotidiana, en la
cual la comunicación paterno-filial, fraternal y matrimonial se pierde en un
laberinto entre dos mundos diferentes.
Antes se lavaba en el río y se reunían en las plazas, eso quedó en el
pasado, era el lugar donde se encontraban y compartían, eran sitios donde
se creaban normas, las conversaciones servían para crear una comunidad
unida e integrada por valores y principios comunes. Un lugar despojado de
espacios públicos brinda pocas oportunidades para debatir normas,
confrontar errores, compartir principios y educar. Las formas de pensar
acerca del bien y mal, lo que es bello y feo, decencia e indecencia, utilidad
e inutilidad, hoy los provee la TV con sus programas diseñados para captar
audiencia aburrida y vagapensante, la prensa digital monopolizada por los
intereses políticos, y las redes sociales con sus memes y videos estúpidos.
Durante algún tiempo, nuestros países modernos sustituyeron los ríos con
los lavaderos automáticos que funcionaban con monedas, donde llevábamos
nuestros trapos sucios a lavar. De paso, teníamos un poco de tiempo para
conversar, pero los lavaderos automáticos han dejado de existir, hoy hay
una lavadora en cada hogar… y también una TV.
Nos quedaba un último bastión de la comunión personal... la Iglesia. ¿Y
qué decir de la señora Anciana de la sociedad? Marginada y despreciada
por la cultura progre, desechada por los intelectuales, olvidada por una
generación que ve en ella un baúl de recuerdos arcaicos y obsoletos, al que
los viejos recurren cada Domingo por la mañana cómo nostálgica costumbre
y tradición. Otros simplemente, los protestantes, vemos en la iglesia un
amago de aquella noble comunidad primitiva que compartían todas las cosas
en común y se amaban cómo una familia, pero son muchos los que vuelven
desilusionados a sus bosques solitarios a dejarse morir como ciervos
heridos por una comunidad que solo da pálidos reflejos de teoría sin
práctica. Estos terminan reduciendo su participación hasta convertirla en
una tradición dominguera, y a expresar y alimentar su fe a domicilio, pues
la tecnología también nos lleva la religión a casa... y a la carta. YouTube se
ha convertido en el ciberpastor de muchos cristianos, que decepcionados
de la realidad se atrincheran en la hiperrealidad cómoda de su hogar,

79
desde donde se mantienen con telepredicadores y salmistas populares. Una
muestra más de como la tecnología que supuestamente nos une, en realidad
nos separa. Una muestra más de que vivimos en una epidemia de soledad.

Éramos pocos y parió Pikachu


Los parques están vacíos, las calesitas se oxidan, el botiquín de los
colegios lleva años sin abrir, nadie tiene una rozadura en la rodilla ni se ha
caído corriendo en mucho tiempo… ¿Dónde están los niños? Están en sus
cuartos, no dan guerra ni se les escucha, están abducidos por los
videojuegos, sumergidos en la realidad virtual. En ese mundo pueden pasar
horas y horas, ajenos a la vida real, lejos de la civilización.
Las nuevas adicciones no son sustanciales sino virtuales. La nueva
nicotina son megas y pixeles. Los nuevos drogodependientes son los yonkis
de la Play y los toxicómanos del online.
Cuando la afición se
convierte en una adicción
apenas oponemos resistencia,
precisamente porque el
principal provocador del
encierro no es nadie… eres tú
mismo. Es como amarrarnos
a nuestras propias cadenas
con una sonrisa, contentos de
la esclavitud. El vicio es lo
que tiene, te envuelve con
lazos de seda para apretarte con grilletes de acero.
Se puede notar que el ocio se convierte en adicción cuando hay
ciertos síntomas: Pérdida de la noción del tiempo, disminución de las
relaciones personales, trastornos de sueño, disminución del rendimiento en
los estudios o el trabajo, discusiones o problemas familiares, problemas
económicos derivados de estos consumos. Por no decir que hay casos que
han derivado en graves problemas de trastorno mental o depresión entre
otros.
El mundo de los videojuegos parece totalmente inofensivo, y aunque
algunos son muy entretenidos e incluso didácticos, la mayoría de los tops
ten son juegos con mucho contenido negativo para los niños e incluso
adolescentes. Incitan a la violencia, abren un mundo de maldad, plasman

80
imágenes nocivas y sumergen en roles de delincuencia y agresividad.
"Sucesos recientes y trágicos han vuelto a lanzar desde hace unos meses,
el debate acerca de la responsabilidad de la televisión y los videojuegos en
el paso al acto criminal de niños a veces de muy corta edad. El semanario
parisino Le Point, en una encuesta donde había hecho un recuento de todas
las escenas de violencia a las que los telespectadores y jugadores habían
podido asistir durante una semana: 670 homicidios, 15 violaciones, 848
peleas, 419 fusilamientos, 14 secuestros, 32 tomas de rehenes, 27 escenas
de tortura, 13 tentativas de estrangulamiento, 11 atracos a mano armada,
11 escenas de guerra, 9 defenestraciones… Esto, por cierto, en todas las
emisiones y no sólo en las emisiones para niños. La asociación americana de
psicología ha hecho público un informe que revelaba que, durante los cinco
años que dura la escuela primaria, un niño ve en la televisión unos 8.000
asesinatos y más de 100.000 actos violentos. El 30% del tiempo de
audiencia de los niños de ocho a doce años; de modo que estos ven durante
el 70% de su tiempo de audiencia programas para adultos... Cuantas más
emisiones violentas vean los niños, más aceptable les parece la violencia y
más les produce placer. Les cuesta discernir, lo verdadero de lo falso."
(Ignacio Ramonet). ¿Qué se puede esperar de una generación que crece
encerrada horas en un cuarto disparando a zombis y traficando con droga
entre las calles de Chinatown o el Bronx?
Ya no se juega al fútbol, se juega al FIFA; ya no se juega a policías y
ladrones, se juega al Grand Theft Auto; no se escucha a los chavales
contar hasta diez mientras los demás se esconden, ya están escondidos en
sus casas jugando online al Counter-Strike… y si éramos pocos, parió
pikachu. Si, Nintendo lo ha conseguido, ha sacado a los chavales afuera, ha
logrado que vuelvan a respirar el aire de los parques y que se pongan
morenos del sol, vuelven a correr, vuelven a llenar las calles… están
cazando Pokemon.

Mascotas del smartphone


Salir del mundo virtual y reconectarse con la realidad se ha
convertido en toda una misión de riesgo para esta generación. Es más
trágico salir sin el móvil que salir sin ropa interior. Esto se llama
"nomofobia", el adicto al teléfono. Los psicólogos hablan de esa
dependencia como adicción sin sustancia, y lo más complicado en estos
casos es que, el objetivo no es la abstinencia del uso del movil, sino

81
aprender a controlarlo, porque se ha pasado del uso al abuso y no sabemos
poner límites.
Hay muchos estudios que hablan de la "desinhibición de Internet”, ya
que las relaciones en el cara a cara son más difíciles. El mundo digital se ha
convertido en el refugio de los inadaptados, en la cueva de los paralíticos
del alma que no saben expresar emociones y a desarrollar relaciones con
facilidad. Diversos estudios demuestran que alrededor del 90% de los
adolescentes prefiere el contacto vía smartphone que la comunicación tú a
tú.
¿No te ha pasado alguna vez que estás hablando con alguien y de
momento se pone a mirar el móvil o wasear mientras tu miras al horizonte
como un topo recién salido de la madriguera? “Phubbing" así se llama el
denominado “desaire con teléfono móvil”, de la unión de las palabras phone
(teléfono) y snubbing
(despreciar).
Bueno, para ser sinceros,
no siempre somos las víctimas,
tú también has chateado con el
móvil mientras estabas con
alguien… y lo sabes. A mí me
suele pasar en casa con mi padre, y él también se me queda mirando con
cara de topo, pero como un topo furioso. Y creo que esto precisamente
confirma mis sospechas… hay una brecha digital entre generaciones que
obstaculiza la comunicación y nos aleja del entorno.

Metadona para el alma


Para frenar esta corriente que amenaza con deshumanizar el contacto
social, para que el hombre de nuestro tiempo, a menudo abrumado por el
bullicio, por el loco trotar del egoísmo y la ultra individualidad, es
necesario que redescubra el valor del silencio, ese silencio que cultiva la
interioridad, que no es aburrido, sino sumamente edificante y necesario,
que nos hace encontrarnos con nosotros mismos, ya que nos vemos muy a
menudo perdidos en lo digital.
Hay que estar prevenidos contra la desorientación, esa de la que
dejas que se distraigan tus sentidos y te hace enfocarte en cualquier
charco. Así andas sin firmeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y

82
despierta la concupiscencia.
Hay que recuperar un cierto
sentido de humanidad, de
lentitud y de calma para
relacionarse. Esto requiere
tiempo y capacidad de
guardar silencio para
escuchar. Si tenemos el
genuino deseo de escuchar a
los otros, entonces aprenderemos a mirar el mundo con otros ojos y a
apreciar la experiencia humana tal y como se manifiesta en la realidad.
Para ello se necesita dominio propio, capacidad de gobernar las
inclinaciones, un gobierno de las distracciones, porque de esta manera se
ordenan nuestras costumbres hacia el bien en el uso de los instrumentos
con los que nos relacionamos.
Creo profundamente que todas esas bendiciones no nos las puede
proporcionar otra cosa que la oración. Seguramente te suene arcaico,
obsoleto, pasado de moda o incluso ridículo, pero si te digo que una de las
tendencias progre es la meditación trascendental, yoga, poner en orden los
chacras y mil paranoias más, entonces no te sorprenderá.
Más que todas esas “rutas místicas”, la oración es el medio por el que
el hombre siempre ha conectado con Dios, no hay manera más fácil de dar
un respiro al alma que orar. Para que una persona sea plenamente feliz es
necesario satisfacer esa parte inmaterial que constituye la base de la
humanidad. Orar es el oxígeno del espíritu.
Es impresionante como el uso del movil a roto tantos altares de
oración. Lo que no han conseguido los grandes vicios de antaño, los nudos
sentimentales de años, o el feroz materialismo enquistado en nuestra
forma de vida, lo a conseguido esos pequeños aparatos ladrones de
tiempo… ha conseguido que nos olvidemos de dar espacio a los hábitos
espirituales.
Te aconsejo que pongas fuerza de voluntad para soltarte de las
cadenas cibernéticas y los grilletes virtuales, fuerza de voluntad, no para
soltarte de ellas, sino para orar, a fin de tener fuerzas para soltarte de
ellas, porque la única fuerza capaz de vencer esos hábitos no pueden venir
de nosotros mismos, pues nosotros mismos somos reos y carceleros a la
vez, provocamos nuestro propio encierro, por tanto, necesitamos fuerzas

83
de alguien que este más allá de nosotros, que nos libere, que nos de
dominio propio, y solo conozco a alguien que puede plantarle cara al feroz
egoísmo… el Espíritu Santo mediante la oración.

Arena en las manos


El uso de las redes sociales y otros canales es positivo si facilita una
comunicación verdaderamente humana. No basta pasar por las “calles”
digitales, es decir simplemente estar conectados... es necesario que la
conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro. No podemos vivir
solos, encerrados en nosotros mismos. Necesitamos amar y ser amados.
Necesitamos ternura, calor y cariño, y eso no lo puede dar un teclado.
Saber poner un límite a lo digital evitará la dependencia. Nos puede
servir en este campo aquel
breve consejo: Acostúmbrate a
decir que NO. Por ejemplo,
conectar el acceso a las redes
a partir de una hora
determinada, fijar un número
de veces al día para mirar la
cuenta de una red social o para
comprobar el wasap,
desconectar los dispositivos por la noche, evitar su uso durante las
comidas y cuando estamos con alguien.
Mi sobrino Isaías cuando apenas era un niño tenía un verdadero
dilema con una palabra de tan sólo dos letras, solo el hecho de escucharla
le ponía de los nervios y comenzaba a gritar y llorar… NO, esa era la tan
temida palabra. Creo que esta generación no gestiona bien el “no”. Todo lo
que tenga que ver con disciplina, docilidad, obediencia, orden, etc.… son
arenas movedizas para los acomodados y los consentidos.
Cuando encendemos un aparato apagamos la naturalidad, la compañía,
los sentidos en su plena realización; cuando apagamos esos pequeños
ladrones de alegrías encendemos un mundo mejor… el nuestro.
De vez en cuando vuelvo a la costumbre de hacer balance de todo, y lo
que me está martilleando la mente es aquella trillada frase "que rápido
pasa el tiempo".
Lo gastamos o lo invertimos, lo desperdiciamos o lo aprovechamos, lo
perdemos o lo ganamos... pero es inevitable que se nos vaya como la arena

84
entre los dedos.
Después de todo, lo único que miramos es el suelo lleno de arena, y
pensamos las cosas que pudimos hacer mientras estuvo en nuestras manos.
La arena en el suelo tiene un mensaje para mi... "soy el tiempo que
pasaste mirando escaparates de sueños rotos, soy el tiempo que estuviste
preocupado por algo que nunca llegó a pasar, soy el tiempo que andabas
distraído frente a una pantalla táctil mirando la vida de los demás sin vivir
la tuya propia. Soy las risas que no reiste y los grandes momentos que no
recordarás por estar atrincherado en tu mundo. Soy los abrazos que no
sentiste y el cariño que despreciaste. Soy el eco de las decisiones que no
tomaste y la bocina del tren que dejaste pasar, el silencio de tu boca y la
indiferencia de tus manos. Soy tus ansias por ser alguien que no eres, por
llegar, por tener, por acumular... Soy tus vanos cumplidos, las migajas de
amistad y los reproches sin sentido.
Para ti puedo ser arena en el suelo... pero conmigo se construye el
imperio de la vida... Soy el tiempo".
Si tienes arena en la mano construye algo que merezca la pena.

Una vuelta a la imprenta


“Fahrenheit 451 es una novela distópica, publicada en 1953 por el
escritor estadounidense Ray Bradbury. El título hace referencia a la
temperatura en la escala de Fahrenheit a la que el papel de los libros se
inflama y arde. La trama gira en torno a un bombero encargado de quemar
los libros por orden del gobierno. La visión de Bradbury es
asombrosamente profética: las pantallas de televisión ocupan paredes,
unos auriculares transmiten a todas horas una insípida corriente de música
y noticias, la gente anda como zombis por las calles absortos en una
pantalla. Bradbury nos describe una sociedad en la que los libros y la
lectura están proscritos, en la que impera el culto al hedonismo puro y
duro y en el que los poderes públicos persiguen a todo aquel que posea
libros, a todos los que todavía, a escondidas, se entregan al nefasto vicio
de la lectura. En el país descrito por el autor hay que ser feliz por
decreto, y la gran mayoría de la gente lo es. Claro que se trata de una
felicidad vacía, implantada en los débiles cerebros de las masas a través,
sobre todo, de la televisión. Leer obliga a pensar por uno mismo, y por lo
tanto, impide ser estúpidamente feliz. Por eso en el país atesorar libros es
un delito y leerlos un crimen severamente castigado por las leyes. Esa

85
conducta asocial debe ser
erradicada como sea, a fin de
que los nuevos apestados, los
que no sólo osan leer, sino que
además tratan de que otros
lean, no contaminen al resto con
sus perniciosos hábitos”.
Así resume una reseña del
libro una sociedad que parecía
lejos de hacerse realidad, pero no solo no se ha hecho realidad, sino que lo
ha hecho de la manera más sutil e imperceptible. La televisión nos ofrece
un abanico de programas y series para hacernos más dóciles y receptivos a
las ideas “modernas y progresistas” que nos bombardean constantemente.
Además, la posibilidad de tener toda esa información al alcance de la mano,
elaborada y prefabricada para el consumo final a través de nuestros
Smartphones, tablets y computadoras, nos está impidiendo ver con
nuestros propios ojos el mundo que tenemos alrededor.
Como en el libro, permanecemos absortos frente a un sinfín de
acontecimientos que nos van dejando paralizados y sin capacidad de
reacción. La única diferencia de nuestra realidad actual con el universo de
Bradbury, es que la quema de libros hoy en día es muy sutil, no
necesitamos ya a nadie que nos persiga y queme nuestros libros,
directamente los estamos haciendo desaparecer de nuestras vidas, a
cambio de un montón de contenidos basura que ocupan espacio y tiempo en
nuestros cada día más
atrofiados cerebros. No hace
falta quemar libros si el
mundo empieza a llenarse de
gente que no lee, que no
aprende, que no sabe. Si el
baloncesto y el fútbol inundan
el mundo, no se necesita
prender fuego al keroseno o
perseguir al lector.
Los libros (algunos) no
tienen prisa por conseguir
índices de audiencia, la

86
literatura es libre, no pesa la tiranía de las censuras y las manipulaciones
empresariales. Esta más allá de los intereses ocultos de la elite consumista
capitalista. Las más grandes civilizaciones, los progresos más grandiosos
en la humanidad, fueron a través de personas que leen. Posiblemente el
mayor avance de estos tiempos sea volver a la imprenta. El progreso del
futuro pasa por recuperar algunas cosas del pasado.
“En estos tiempos, no es una opción que los jóvenes sean o no
intelectuales... deben serlo. La gran mayoría de los jóvenes reducen todos
los problemas a los cuales se enfrentan, a una serie de tópicos de fábrica
para eludir la responsabilidad de pensar, otros se conforman con una
teología de desdicha "sabemos que todo está mal" "Dios nos ayude" "El
señor está de nuestro lado" que fomenta un ocio anti-intelectual. Nos
enfrentamos a un monstruo de mil cabezas, y alguien, por amor a las
personas, debe ponerse a identificar cada cabeza para cortarla.” (Edgar
Pacheco).

Más que moda, vida


La han intentado destruir a lo largo de los siglos, la han prohibido,
perseguido y quemado. Sobre sus lomos pesan edictos y censuras, odios,
cárceles y muertes. Sus hojas están manchadas de la sangre de mártires,
el sudor de los apasionados y las lágrimas de los esperanzados. Es el libro
más amenazado de la historia, pero también el más amado, leído y creído.
Es el libro de tapa negra y alma blanca. A sobrevivido a las modas, ha
trascendido a las épocas, está más allá de las religiones y los dogmas, cual
águila majestuosa ha volado por encima de los buitres carroñeros y los
cuervos amargados. A volado con sus hojas trayendo esperanza a los
desesperados, alivio a los cargados, consuelo a los que se despiden y valor
a los amenazados. Ha hecho buenos a los malos, nobles a los villanos y
príncipes a los corruptos. Sus palabras han transformado más vidas que
ningún otro libro, ha sanado a millones de personas, ha restaurado miles de
familias rotas, ha configurado los códigos de las civilizaciones, ha sido
impulsora de libertades y materia para elaborar derechos humanos. Este
libro ha educado al mundo, le ha enseñado a dar sus primeros pasos, es el
libro de los libros, y siempre será el Libro más grande de la historia... La
Biblia.
Intelectuales, lean lo que quieran, no encontrarán otro libro como
este. Sus páginas cobran vida, su poesía está por encima de los poetas, sus

87
promesas no son vacías, y sus profecías tienen cumplimiento.
Jóvenes, pierdan el tiempo
leyendo estados de Facebook o
revistas de cotilleo. Aprendan la vida
de los grandes personajes de la
historia y surquen los tesoros de la
literatura o la cinematográfica, pero
si quieren realmente ser impactados
por algo, si quieren leer algo
apasionante, si están buscando algo que les trasforme para siempre, este
es el libro que tienes que leer.
Sé que estarás diciendo que es aburrida, incomprensible y obsoleta,
será porque es el único libro que aunque lo abras no se abre, es el único
libro que cuando lo lees necesitas que su autor este presente para
explicártelo. Es como si la Biblia tuviera una especie de detector de
huellas dactilar y escáner de retina. Si la Biblia detecta que alguien la
toma y la lee con malas intenciones se cierra, sin embargo, para aquellos
que desean realmente conocer al Escritor que ha inspirado sus páginas, se
abre y destila conocimiento, poder y vida.
No hay nada que pueda enriquecer más a una persona que la Palabra
de Dios. Si quieres funcionar bien, tendrás que leer el manual de
instrucciones del Fabricante.

Mendigos de amor
Se suele decir: “El que se casa, casa quiere”. Mi primer alquiler de
recién casados fue un cúmulo de meteduras de pata típicas de un nobel del
matrimonio. Amueblar una casa no es cualquier cosa, uno tiene que saber
sobre ingeniería, arquitectura, carpintería, fontanería, electricidad,
decoración, y alguna cosa más… especialmente cuando los muebles los
compras en IKEA.
Como buen macho ibérico, yo le dije a mi esposa que podía tomarse el
día libre… yo me encargaba de todo, para mí, hombre mañoso y habilidoso,
armar ese puzle de piezas sueltas era coser y cantar. Cuando mi esposa
llego a casa, la mesa parecía una jirafa, las sillas no tenían patas, sobraban
tornillos y faltaban tuercas… en fin, un desastre. Al final tuvimos que
recurrir al manual del fabricante… y a la habilidad de mi querida esposa.

88
Nuestras vidas se
parecen mucho a un paseo
por IKEA; vamos por los
pasillos de los
estereotipos observando
modelos acabados,
mirando los escaparates
decorados, eligiendo
desde un catálogo de
fantasías. Pero la planta
baja de la realidad nos
rompe los esquemas, no se venden modelos acabados… hay que armarlos.
La cuestión es que nuestras relaciones no nos vienen hechas de
fábrica, hay que hacerlas. Su elaboración es difícil, se necesitan ciertas
habilidades para “armarlas”, y es posible que, a algún que otro nos salga
alguna chapuza.
Las relaciones son como hipotecas con las que adquirimos una serie de
responsabilidades éticas y morales a cambio de ciertos beneficios. Hemos
usado la metáfora de los muebles de IKEA... pero las personas no son
muebles, y en el momento que se plantea cierta manera de unión o ya
existe tal unión sin siquiera elegirla, se supone que tal unión lleva implícita
unas reglas no escritas, códigos de reciprocidad que se dan por hecho.
Toda relación que va más allá de lo meramente informativo o tiene una
finalidad que supera lo temporal y efímero, adquiere un compromiso
afectivo, o por lo menos práctico, del que se espera un intercambio
generoso del uno al otro. Los muebles no aman, no sienten, no piensan, las
personas sí. De ahí la exigencia casi sagrada a la que se agarran los
reproches de unos padres a unos hijos, de los hijos a los padres, entre las
parejas, los amigos o incluso entre los jefes y empleados.
Zygmunt Bauman lo explica así: “El amor implica el impulso de
proteger, de nutrir, de dar refugio, y también de acariciar y mimar, o de
proteger celosamente, cercar, encarcelar. Amar significa estar al servicio,
estar a disposición, esperando órdenes, pero también puede significar la
expropiación y confiscación de toda responsabilidad. Dominio a través de
la entrega, sacrificio que paga con engrandecimiento.”
Todo compromiso afectivo es un depósito de confianza que entraña
privilegios y también responsabilidades, derechos y obligaciones... No

89
escritas... y si no están escritas ¿Qué impide pasárselas por alto? ¿Quién
las inventó? ¿Porque someternos a convenciones sociales tradicionales?
¿Porque tenemos que comprar en IKEA? Es más ¿Porque tenemos que
amueblar una casa?

Ingeniería social del futuro


Bien, alguien tenía que preguntárselo, y alguien se lo pregunto… los
suecos. Ellos se dijeron “¿Y porque no probamos con el individualismo?
¿Qué tal si despojamos a las personas del “tedio” de responsabilizarse de
los demás? Que se establezca la independencia como un derecho
fundamental, que el individuo sea autónomo, y si lo desea, tener familia,
pero no necesariamente las “cargas familiares” que originen dependencia”.
Así es como nació el proyecto “La familia del futuro: una política
socialista para la familia”. Un programa del gobierno sueco de 1972 en el
que se crearon las directrices para romper con la familia tradicional y
establecer un estado de bienestar basado en la independencia. Se dijo:
“Había llegado el momento de liberar a la mujer del hombre, liberar a la
gente mayor de sus hijos, liberar a los adolescentes de sus padres
elaborando un manifiesto: La familia del futuro”... “Toda relación humana
verdadera se tiene que sustentar en el principio de independencia entre
las personas", decía una de sus líneas. Sin embargo, es posible que estos
ingenieros sociales no fueran conscientes de que, pasadas unas décadas, su
proyecto llevaría a la construcción de una epidemia de soledad.
Suecia es uno de los países más ricos, y es un verdadero ejemplo en
distribución igualitaria de la riqueza. De hecho, los países nórdicos
(Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca), a los que miramos como la tierra
prometida, los citamos como referente en sistemas educativos, laborales,
de derechos sociales, política e igualdad. Sin embargo, hay algo en lo que
también estos países encabezan las listas y superan la media… los suicidios.
Desde hace unos años la gente se hace una pregunta: ¿Como un país en el
que el estado de bienestar ha cuajado tan bien tiene un índice de suicidios
tan aterrador? En Suecia hay batidas de voluntarios que buscan a personas
desaparecidas todos los fines de semana y los elevados índices de suicidios
que se registran.
Erik Gandini, ha convertido este interrogante en un documental, “La
teoría sueca del amor”, en el que explora las heridas emocionales de uno de
los representantes más exitosos de este ‘estado del bienestar'. Si algo

90
saca a relucir en el documental, es que Suecia está agotándose a sí misma
y su fallo, su gran patología es,
precisamente, el monstruo de la
soledad.
Uno de los sociólogos comenta
en el documental: "La soledad está
en alza… El ansia de independencia
nos ha deslumbrado”... “En el mundo
occidental puedes ocuparte de ti
mismo como si fueras el proyecto
más importante del mundo” ...
“pueden estar casados, vivir en
pareja sin estarlo o estar juntos,
pero viviendo separados”.
¿Quién iba a decir que un
proyecto de ingeniería social
terminaría teniendo tanto “éxito”? La idea que primaba era “deshacerse
de estructuras familiares rígidas y normativas”, y favorecer lo que se
denomina “el más sueco de los valores”... la independencia. Bueno, pues hay
tienen un país profundamente rico… que no tiene con quien compartir su
riqueza. Hay tienen un país frío y solo. Un país donde la mitad de la
población vive sola, donde la Cruz Roja sueca estableció una campaña para
frenar los riesgos de la exclusión en la tercera edad, donde el 25% de la
gente muere sola sin que nadie reclame su cuerpo. Una agencia estatal se
ocupa de buscar a los familiares de los fallecidos a los que nadie reclama.
El menor nivel de pobreza en el mundo, según la ONU, pero con multitud de
vacíos existenciales en sus habitantes.
En “Teoría del amor sueco” se lanza una cuestión importante: ¿Cuál es
el verdadero secreto de la felicidad? Gandini profundiza en ello y explica
que "lo que empieza como un viaje interno por Suecia analizando
experiencias extremas termina en uno de los rincones del planeta
socialmente más diferentes respecto del país sueco: Etiopía, donde el nivel
de pobreza económica es inversamente proporcional al grado de felicidad
de su población". Zygmunt Bauman terminan, finalmente con un aporte:
“Los suecos han perdido las habilidades de la socialización. Al final de la
independencia no está la felicidad, está el vacío de la vida, la
insignificancia de la vida y un aburrimiento absolutamente inimaginable”.

91
Todo comenzó con un pulso entre el progresismo de corte socialista
que pretendía, mediante la ingeniería social, definir de arriba a abajo el
modo en que se debe desarrollar la vida social, contra la forma en que se
concibe la familia tradicional. Si quieres cambiar una nación tendrás que
cambiar una sociedad, si quieres cambiar una sociedad tendrás que
cambiar a las familias. Ellas son el núcleo de una nación… rompe la familia y
romperás una nación.
¿Creen que esto es cosa de suecos? Tal vez nosotros no somos tan
fríos y distantes como los suecos… tal vez en los países iberoamericanos
no cuadre tanto el hiperindividualismo nórdico, nosotros somos más de
laberintos y encrucijadas, de caminos más largos y enredosos… para llegar
igualmente a los mismos parajes. Los suecos lo tienen claro, son fríos,
nosotros éramos de sangre caliente, pero nos hemos vuelto tibios, ni fríos
ni calientes, y no sé qué es peor, ser frío o tibio, porque el frío asume su
necesidad de calor… el tibio no siente nada.

Amardonald’s
Siempre digo que un pueblo o ciudad donde no haya un McDonald's
está en el siglo pasado. Seguramente que no será por la calidad de sus
productos ¿Una hamburguesa con patatas, bebida y postre por 3’90?
Bueno no podemos pedir que sea carne de wayuu, pero igualmente ha
conseguido un incuestionable éxito ¿Por qué? Pues porque ha logrado
reunir a la perfección las tres claves de cualquier proyecto de consumo
productivo en nuestra generación: es rápido, fácil y cómodo. Pasas, pides y
comes por un precio realmente barato. ¿Comida basura? Da igual, es
rápido, fácil y cómodo, y porque no decirlo… está muy bueno.
Comida rápida, así se denomina el sector de restauración más exitoso
de nuestros tiempos, y es exitoso precisamente porque se adapta a
nuestros tiempos. La velocidad es la clave, se reducen los espacios, se
acortan las distancias, se busca la inmediatez, sin complicaciones, al grano.

92
El mundo está lleno
de cosas superficiales,
de centros comerciales y
laberintos de
escaparates con
perfumes, smartphone de
última generación, ropa,
artículos del hogar,
mascotas y restaurantes
de comida rápida. Eso
mientras millones de
mensajes por Wasap,
Facebook, Twitter y mil
redes más, surcan el
espacio cibernético a la velocidad de la luz. Vamos corriendo y hablando y
mirando y escogiendo y consumiendo y… Lo importante es vivir la vida aquí
y ahora, intensamente y sin reservas, sin más horizonte que el placer
efímero y el deseo pasajero.
Alguien les preguntó a unos ancianos que cumplían las bodas de oro:
“¿Cómo han logrado llegar hasta aquí juntos?” A lo que respondieron: “Hijo,
vivíamos en un tiempo en el que cuando las cosas se rompían no se tiraban a
la basura, se arreglaban”. La sociedad de consumo ha moldeado la
mentalidad de una generación que tiene como misión proveerse de placeres
inmediatos y divertirse hasta morir. Su método es el usar y tirar… aun a
las personas.
Las personas se han convertido en objetos. El consumismo ha
alcanzado a las relaciones. El amor se ha convertido en un producto de
usar y tirar. Los jóvenes están desesperados por ‘relacionarse’, pero a la
misma vez se sienten esclavizados cuando están relacionados, y
particularmente cuando por medio está la “sentencia” de la que huyen:
“Hasta que la muerte nos separe”. El matrimonio se ve como una carga
imposible de llevar, una cárcel eterna, una restricción de la libertad. En
nuestro mundo de excesiva individualización, amar y ser amado es un dulce
sueño que siempre amaga con convertirse en pesadilla, un abrazo que
parece asfixiarnos, un beso que puede adsorbernos.
Tal es la el punto entre el miedo y el deseo por lo que se vive
bordeando el desfiladero, y a la misma vez nadie quiere sentir duda e

93
incertidumbre, pues tan
malo como la soledad y
tan opresivo como la
esclavitud, es la vida
suspendida en un hilo
de intranquilidad. Por
eso se han inventado
las relaciones de
bolsillo, listas para
recurrir a ellas en caso
de necesidad, pero sin
compromiso alguno. Una
especie de relación de
McDonald's... rápida,
fácil y cómoda. De ahí
el auge de páginas de
citas rápidas, chat configurados al gusto, anuncios de amor a la carta,
programas de televisión donde se exhiben como ganado. El amor está de
moda, todo el mundo quiere enamorarse, pero ya no se busca la media
naranja, se busca el néctar exprimido, envasado y etiquetado, listo para
usar y tirar. Relaciones cortas e intensas, amigos con derechos a roce,
amores de una noche, fugaces, accesibles, temporales.
Como lo expresa Erich Fromm: «En el amor no se encuentra
satisfacción sin verdadera humildad, coraje, fe y disciplina»; y luego
agrega inmediatamente que en «una cultura en la que esas cualidades son
raras, la conquista de la capacidad de amar será necesariamente un raro
logro». El amor consumista busca recetas infalibles, seguros contra todo
riesgo, y garantías de devolución en caso de que no se cumplan las
expectativas. Pero eso también tiene su otra cara de la moneda: un amor
tan superficial es reo de muchas sospechas. Cuando el amor se trata como
una mercancía se supone que no es verdadero, y nada como un amor falso
inspira tanto un sentido de estar siendo engañado. No puede haber una
verdadera experiencia sin una verdadera entrega.
Se requiere un darse sin reservas para amar y sentirse amado. El
puente de la desconfianza se cruza descalzo, dispuesto a ser herido y
dañado, descubierto y vulnerado. El verdadero amor no tiene calculadora
en mano, no sabe de matemáticas, se lanza con los ojos vendados hacia el

94
otro esperando ser recibido y abrigado.
El principal componente
del amor es la confianza ¿cómo
se puede amar a alguien que te
considera un producto… un
objeto? Considerar una relación
como un negocio no nos va a
quitar el dolor de cabeza, es
más, puede que nos quite hasta
el sueño.
La soledad es dura, pero
quien dice que no puedes sentirte solo con las relaciones actuales. El
monstruo solo cambia de nombre, pero el conflicto interno es el mismo… al
final va a ser verdad eso de “mejor solo que mal acompañado”.

En-redados
Hace apenas unos años unos soñaba con encontrarse al amor de su
vida en cualquier parte del mundo, abiertos a algún momento mágico que
conectará nuestros corazones con la persona que estaba 'destinada' para
nosotros, teníamos una rara sensación de que el esperado amor llegaría.
Eso fue así, hasta que llegaron las redes sociales. No es que esté en contra
de que encuentres el amor por Internet, la cuestión es que este fenómeno
ha cambiado los estándares de búsqueda. Predomina la superficialidad y se
da por 'anticuado' eso de: "lo importante es el interior". Con ello se entra
en la "cultura del envoltorio",
amor a la carta, programas
diseñados para encontrar el
prototipo que se busca,
relaciones prefabricadas, un
"saltarse los protocolos"... fácil,
rápido, cómodo, ya sabes. Eso de
las citas para conocerse mejor y
los flechazos a primera vista
quedó en la historia.
Las redes son las nuevas
plataformas del ligue, donde las
reglas cambian. Ya no es

95
necesario tener buena labia, sino buena pinta. Ya no se valora el carisma
personal y las sensaciones a flor de piel, sino la cantidad de likes que se
puedan acumular. Ya no es "pienso luego existo", sino "twitteo luego
existo". Ya no se busca a la persona, sino al personaje.
Esta nueva dinámica nos enreda en la redes, nos obsesiona con la
imagen, diluye la realidad en selfis con "modo belleza", oculta las arrugas y
realza la mirada, disimula las medidas y estaturas, muestra la parte más
gentil de nosotros mismos, proyecta nuestro mejor perfil, y fuera, lejos de
las fotos de comidas y veranos, de las sonrisas y los buenos rollos, lejos
muy lejos del enredo de las redes, aparecemos nosotros, nuestro yo
desmaquillado, nuestro yo con arrugas y estrías, nuestro yo herido y
vulnerable, nuestros dilemas y encrucijadas.
Lejos de la casa de la ficción y el teatro de la vida, aparecen nuestras
vidas tal y como son, se cae el personaje y aparece la persona. Ahí no hay
guiones, se olvidan las poses, dejamos de poner morritos. Es entonces
cuando realmente somos libres para amar y ser amados, cuando nos
desenredamos de lo visual y lo virtual, de los teclados y pantallas, cuando
nos desenredamos de la mentira, de la tiranía de la imagen, de la
esclavitud del personaje y las garras de la hipocresía. Nadie puede amar
de verdad cuando está obligado a sonreír para mantener una relación. No
hay nada más fácil que mentir, y nada más difícil que mantener una
mentira.
No hay nada más encantador que la naturalidad y espontaneidad de
una relación nacida del tú a tú, y nada más ficticio y efímero que una
relación basada en la imagen. De ahí que hoy el divorcio y el nuevo
casamiento sea algo tan normal como cambiarse de camisa, porque los
estándares se basan en parámetros puramente banales.

96
Para amar de verdad se tiene
que ser de verdad, llegar a ser uno
mismo en la versión original de su
persona. Ese amor solo nace del
trato, del diálogo, del compartir y
profundizar. No basta con mirar,
hay que contemplar, no basta con
hablar, hay que comunicar, no es
suficiente acompañar, es necesario
una entrega desde el interior, un
abrir el corazón... para amar de
verdad hay que conocerse de
verdad, y para ser de verdad hay
que quitarnos las máscaras.
El arte de escuchar es un bien poco común en nuestro tiempo. Salir
del mundo privado se ha convertido en toda una misión de alto riesgo.
Desde que el único que nos pregunta que pensamos es Facebook, nuestra
vida en comunidad se ha ido degenerando pasando de la triste soledad,
siguiendo por el orgulloso individualismo, hasta llegar a una incapacidad
comunicativa que obstaculiza las relaciones sanas.
Almas sordas, puentes sin retorno, mundos que chocan... eso es lo que
somos cuando perdemos la capacidad de escuchar a otros. Es imposible el
entendimiento sin la comunidad y la comunicación.
Por eso Dios no sólo restituye al individuo a una vida espiritual, sino
también a una vida de comunidad. Cuando nacemos de nuevo nos
convertimos no solo en hijos de Dios, sino también en hermanos de una
familia de fe.

Creados para amar


La sociedad actual sufre una disociación emocional producida por la
dualidad en que se mueve, por un lado, la obsesión por la independencia y
por otro la necesidad de amar y ser amado.
Es como que uno quiere, pero no quiere, o
aparenta no querer. El ideal de estado de
bienestar que supuestamente le proporciona
todo lo que necesita, paradójicamente crea
un alejamiento social, apatía, soledad y

97
alienación. Uno termina naufragando en un mar de sentimientos inestables
y desconocidos, se termina perdiendo la sensibilidad, es como que se ha
dejado de sentir de haber sentido tanto, como si el corazón se encallara
de tanto usarlo.
Hay muchas personas cristalizadas en una actitud infantil por la
carencia de amor en el seno familiar, y estos prolongan eternamente su
déficit afectivo en sus relaciones, porque no han recibido lo que su instinto
reclamaba. Estas personas suelen ponerse un caparazón impenetrable, o
por el contrario, se convierten en mendigos de cariño que abren su corazón
al menor gesto de afecto que ven, con lo cual cultivan una actitud de
dependencia, hipersensibilidad y despersonalización... estos siempre son
del sol que más calienta, y los otros son fríos como la luna.
Lo que se esconde detrás de este ideal de autonomía radical no es
otra cosa que la destrucción de un instinto innato del ser humano, como lo
diría Joseph Ratzinger: “La estructura antropológica fundamental del ser
humano es un ser-de, ser-para y ser-con, único ámbito desde el que se
puede ser verdaderamente
libre y responsable”.
“Hágase la luz… y vio
Dios que era bueno”.
“Sepárense las aguas y
descúbrase la tierra… y vio
Dios que era bueno”. “De
fruto la tierra y haya
lumbreras por el día por la
noche en el cielo… y vio Dios
que era bueno”. “Produzcan
las aguas seres marinos y la
tierras animales… y vio Dios que era bueno”. “Entonces dijo Dios: Hagamos
al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en
los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó… Y
dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo…”.
La primera vez que Dios no ve algo bueno en cuanto a su creación, es
en referencia a la soledad. Todo era bueno en gran manera, cada pieza
encajaba perfectamente, Dios no hace chapuzas, pero faltaba algo… el

98
hombre estaba solo, y eso no agradaba a Dios.
Hemos sido creados para relacionarnos. El mismo Dios, a cuya imagen
fuimos creados, en su eterna naturaleza, revela su propia existencia
infinita en una eterna comunidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y nosotros,
producto y efecto de la Causa, tenemos siempre esa necesidad innata de
vivir en comunidad, más allá de nosotros, en una existencia compartida.
¿Porque compramos muebles? -Le preguntamos a los suecos- Por la
misma razón por la que adquirimos relaciones… una casa vacía es tan triste,
desapacible y obsoleta, como una vida sin relaciones. Es la comunidad lo
que da sentido a nuestra existencia.
No concebimos una casa sin muebles y tampoco una vida sin
relaciones. Por muy costosas y difíciles que sean, son ellas quienes llenan
nuestra vida y dan sentido a la existencia. La soledad por el contrario es
nuestro monstruo, la vida desfigurada, el caos, la nada. Huimos de la
soledad, así como huimos de la muerte, la soledad es una muerte
prematura… nadie quiere morir solo, pero aun la muerte se puede soportar
cuando se muere acompañado. Puede que a veces sea mejor estar solo que
mal acompañado, pero también es verdad que mejor es la muerte en
compañía que la vida en soledad.

Narcilandia
Paco Stanley, un humorista, actor y presentador mexicano, en su
programa televisivo solía cantar de tarde en tarde una canción que de niño
quedó grabada en mi mente: "Que bonito soy qué lindo soy como me quiero,
aaah aaah, sin mí me muero, aaah aaah, jamás me podré olvidar". No sé si
Paco, que ya está en el cielo, pensó en patentar esta canción como el himno
de Narcilandia, pero seguramente que encajaría perfectamente en el
sentimiento patriótico de sus habitantes los narcisistas.
El narcisismo viene del mito de Narciso. En la mitología griega,
Narciso era un joven de inigualable belleza, que rechazaba a todas las
doncellas que se enamoraban de él. Finalmente, fue castigado por los
dioses a enamorarse de su propia imagen reflejada en la superficie de una
fuente; incapaz de dejar de observar su reflejo, se arrojó al agua y murió
convirtiéndose en la bella flor que lleva su nombre, el narciso.
¿Has estado alguna vez con una persona que siempre está girando la
conversación para que se termine hablando de él mismo? Egocéntricos,

99
prepotentes, soberbios,
manipuladores; se creen el ombligo
del mundo, la última coca cola del
desierto, la guinda del pastel, el
niño en el bautizo, el novio en la
boda y al muerto en el entierro.
Capaces de utilizar a la gente que
tienen a su alrededor como
trampolines a sus propios objetivos,
todo lo interpretan bajo el barómetro de lo que puede beneficiarles.
Tienen una necesidad casi obsesiva de sentirse alabados y reconocidos por
su entorno, pues el narcisista, aunque parece una persona orgullosa, en el
fondo es un orgullo nacido del complejo, un maquillaje para la falta de
autoestima, la cual necesita dosis diarias de aplausos para mantenerse
como el vampiro con la sangre. El narcisismo puede confundirse con amor
propio, pero como decía Aristóteles: "El egoísmo no es amor propio, sino
una pasión desordenada por uno mismo."
En una de mis porciones favoritas del tema en cuestión, en su libro
“La inteligencia espiritual”, José Luis Vázquez Borau expresa de una
manera magistral acerca de la sociedad actual: “Es una nueva forma de ver
la vida, un nuevo orden de interpretar valores. La cultura social se está
sometiendo a una crisis profunda. Los valores monetarios del mercado se
sobreponen a los valores de la ética. Se silencian los grandes relatos, se
desacelera la historia como proceso, agonizan las ideologías críticas. El
futuro desaparece ante el imperativo de la perennización del presente.
Todo se congela en esa idea absurda de que la vida es “aquí y ahora”. La
vejez es vista como enfermedad y la muerte como abominación. La
felicidad queda reducida a la suma de placeres, y los bienes finitos son
más codiciados que los infinitos. En su ansia de eternizar el presente se
buscan artificios que prolonguen la vida: ejercicios, dietas, vitaminas,
cirugías estéticas… Urge mantenerse eternamente joven. Vejez, arrugas,
obesidad, canas, músculos flácidos, pérdida del vigor juvenil y de belleza
física: he ahí los fantasmas que asustan al alma lúdica, lujuriosa, de quien
no sabe qué rumbo imprimir a la existencia. Se privatiza el existir, se
encierra en un individualismo que se jacta ante la indiferencia ante los
dramas ajenos, y predomina la insensibilidad ante las cuestiones colectivas.
La ética cede el lugar a la estética. La política es mirada con disgusto, y la

100
vida como un videoclip anabolizado por el dinero, la fama y la belleza.”
El posmodernismo en su versión más narcisista da gran importancia a
la imagen, al marketing y la autopromoción. Hay una idolatría al dios "yo", y
todo gira en torno a la figura de uno mismo. Esta filosofía de vida ha
socavado la importancia de los valores internos, ha tomado el lugar de los
principios morales más básicos para el ser humano, y el barómetro del
éxito no se mueve en base a lo que somos, sino en base a lo que tenemos o
podemos llegar a conseguir.

Espejito espejito...
Vemos nuestro mundo a través de nuevos medios de interpretación
que predominan en cada época, pues cada generación tiene sus propios
medios de interpretar la vida. Antaño el medio era el hombre que piensa y
habla, después fue el hombre que lee y piensa, hoy es el hombre que vé sin
pensar. Nuestro medio ya no es la retórica ni la imprenta, es la imagen, la
TV, el Internet, la pantalla del Smartphone. Con la revolución de la ciencia
vino la revolución de la imagen. Giovanni Sartori lo a definido como los
Homo-Videns, una generación teledirigida.
Se suele decir: "Una imagen vale más que mil palabras", y no dice
mentira... sobre todo para nosotros acostumbrados a filtrar la realidad por
la vista. ¿Por qué tiene tanto poder de convocatoria la TV? ¿Cuántas horas
podemos pasar frente a ella? ¿Por qué le damos tanta credibilidad a lo que
vemos en esa pantalla? Preguntas que tienen su respuesta en el enorme
poder de seducción de la imagen. La mayoría de las imágenes que tenemos
acerca del mundo las tomamos de las imágenes televisadas. La cantidad de
información que entra por el sentido de la vista es impresionante, se
captan muchas cosas por medio de este sentido incluso imperceptibles al
consciente, pero aprendidas por el subconsciente. La imagen es tan
impactante que no necesita explicaciones, no necesita un código, es un
mensaje desgranado, es comunicación visual, que es un tipo de
comunicación que tiene un gran impacto en la sociedad, una fuerza
manipuladora capaz de convencer a mundos enteros. La imagen tiene poder
por sí misma y tiene poder por qué gusta mucho. El poder de la imagen
radica en lo inmediato, en esa rapidez de la información que llega hasta
nuestro cerebro y nos convence acerca de lo que vemos y nos dice que es
verdadero. Determina un concepto, no necesita ningún intérprete para ser
entendido, cuando vemos una imagen la comprensión es inmediata.

101
De ahí las campañas
de publicidad, los millones
que invierten las
multinacionales en
marketing, y también la
obsesión social por dar la
mejor imagen en este
mundo que se mueve por
imágenes. Sí, nosotros
también hemos aprendido esto del lenguaje visual. Aunque no es nada
nuevo, ya los antiguos imperios gastaban grandes fortunas en arquitectura
para hacer templos, edificios, estatuas, puertas y salones grandes, que
causarán impacto visual en los extranjeros que visitaban el imperio. Esto
daba sensación de poder. Sin embargo, nunca antes en la historia se ha
dado tan intensamente la necesidad compulsiva por edificar una imagen
cara a los demás como se está dando en este tiempo. Llega a ser
enfermizo, estamos constantemente rodeados de propuestas, ofertas,
propagandas, que nos instan a cómo mejorar nuestra imagen. Son
inyecciones vanidosas al ego humano, cáscara sin fruto, envoltorio sin
regalo, estructura sin contenido.
En esta feria de vanidades cada uno vende su producto de la mejor
manera, y a veces solo utilizamos trucos publicitarios para vendernos.
Eslóganes grandilocuentes, utilización exagerada de los números,
comentarios prefabricados, luces, humo y música… ruido, mucho ruido,
colores, estética, buen humor, todo configurado al gusto del consumidor…
manda el cliente. ¿Todo esto para qué? Nos publicitamos. Con este
lenguaje visual los conceptos en imágenes quedan más explícitos de esta
forma, y la imagen infunde respeto, y eso es lo que buscamos, metros
cuadrados de respeto, de poder, buscamos expansión, alcanzar más,
abarcar más, llegar a más sitios, a más gente. Pero la publicidad de la
imagen es culpable de dos delitos: borrar los límites entre lo verdadero y
lo falso, y privar a sus espectadores de todo acceso a una experiencia
auténtica.
Recuerdo la famosa frase de "Espejito espejito ¿Quién es la más
bella entre todas las mujeres?". La bruja de blanca nieves le preguntaba
todos los días al espejo mágico, el cual siempre repetía lo mismo: "Tu eres
la más bella entre todas las mujeres". La bruja se sentía encantada por el

102
espejo, absorbida por los halagos, endiosada con su imagen. Y es que el
espejo tiene un poder magnético que seduce el ego, que atrae la mirada,
acaricia el yo. Pero ¿No será que el espíritu que está detrás de ese espejo
es un esclavo que miente? ¿No será tal vez un pobre lacayo del orgullo de
aquel que se refleja? ¿No será que detrás de todo el maquillaje, las
cremas, los peinados imposibles y la ropa extravagante, hay almas lúdicas e
infelices? Deberíamos hacerle una entrevista a nuestros espejos.
Los buitres de las
multinacionales están creando
un ambiente de
competitividad, donde ya no es
la felicidad sino la
productividad lo que importa.
Servidumbre ante un sistema
que beneficia a unos pocos y
donde todos deseamos
escalar... cursos, estudios,
conocimientos, deporte, todo
para generar dinero. Corremos
el peligro de vivir un éxito de
colorines y humo, de números
y estadísticas anabolizadas.
Podemos terminar
engañándonos a nosotros mismos con todo esto, porque cuando has
conseguido engañar a alguien tienes que tener en cuenta que la primera
víctima de ese engaño eres tú mismo. El golpe puede ser muy duro y la
decepción muy fuerte, la publicidad te puede elevar a las alturas, pero hay
que tener un buen producto para mantenerse ahí arriba, no es suficiente
con el envoltorio, hay que tener contenido. Puedes llegar a abrazar el
mundo entero, pero después tendrás que tener algo que darle. Por eso, no
es cuanto alcanzas, sino como te vas a mantener ahí arriba cuando lo
alcances; no es hasta donde llegas, sino la diferencia que logras marcar
cuando has llegado. No se trata de expansión, sino de profundidad.

Consumidos por el Consumismo


Hay una epidemia por el consumismo sin control producido por el
deseo de dar una imagen agradable. Se rinde culto al cuerpo y la liberación

103
personal. El afán consumista se ha sacralizado, se ha convertido en una
religión cuyo dios, el dinero, exige la totalidad de la persona: su trabajo, su
esfuerzo y sacrificio constante.
La Biblia habla del dios Mammón como el ídolo de las riquezas, aclarar
que lo malo no es el dinero, sino el amor idolátrico por el espíritu de la
riqueza, es la confianza puesta en las riquezas, y por ello la necesidad
compulsiva de incrementarlas. En otras palabras, la codicia, la ambición y el
egoísmo son manifestaciones del espíritu de Mammón (Lucas 18:18-30).
Según esta creencia, Mammón
controla las finanzas de este mundo,
especialmente en el asunto de la
administración, transferencia y regulación
de la riqueza. Es un principado de las
tinieblas tanto en el ámbito económico
como en el religioso. Mamón está asociado
con el sistema babilónico. Es el demonio de
la avaricia, de la codicia y el materialismo,
el demonio ante el cual se arrodillan todos
aquellos esclavos del dinero que habitan en
el mundo consumista de la actualidad. Así,
más que ningún otro demonio, Mammón reina hoy, y sonríe ante los abusos
del capitalismo salvaje, el incremento de la brecha entre ricos y pobres y
la servidumbre del alma humana a la sed desmedida por adquirir dinero, ya
sea para hundirse en el cieno del placer desmesurado o para rendir culto a
la vanidad trabajando para fantasmas como el estatus o el poder
económico.
Todo esto nos hace vivir en una vida alternativa a valores honestos y
sanos, esa vida es la del sistema esclavizante del capitalismo consumista.
El capitalismo de consumo está relacionado directamente con el afán por
las riquezas. Las empresas utilizan marketing y técnicas derivadas de la
psicología y la sociología para incrementar los bienes de consumo en el
mercado. Este concepto hace referencia a la idea de que el consumo está
relacionado a la manipulación de los consumidores que compran y adquieren
continuamente sin control.
Edward Bernays, o mejor conocido como Eddy Bernard, sobrino del
prestigioso psicólogo Edmund Freud, revolucionó el campo de la publicidad
hace varias décadas con técnicas psicoanalistas que apelaban a los

104
instintos más básicos del ego para manipular las masas. Argumentó que “la
manipulación de los deseos de los consumidores por parte de la clase alta
es esencial en la organización de una sociedad democrática”. Se le conoce
como el gurú o fundador de la industria de relaciones públicas. Su primer
gran éxito fue organizar una de las primeras campañas de marketing de
capitalismo de consumo que vendió cigarrillos a las mujeres, bajo la
premisa psicológica de que las mujeres debían declarar su independencia
de los hombres fumando.
La premisa del
consumismo se basa en la idea
de que el valor de un producto
se determina por el deseo del
individuo, independientemente
de su necesidad real. Esto
afectó tanto a la sociedad que
hoy en día ya no se compra en
base a lo que necesitamos sino
a lo que deseamos
independientemente de que lo necesitemos. Por ejemplo, el consumidor
puede pensar que desea o necesita un producto, y mientras este deseo se
mantenga, el consumo seguirá aumentando. Da igual que te estén
vendiendo, que valor o utilidad tenga, el caso es que mediante técnicas de
marketing termines deseándolo. Por eso se utilizan figuras populares en los
anuncios, como deportistas, artistas, iconos sociales, que atraen la
atención de las masas y les lancen mensajes subjetivos que plasmen deseos
vanidosos en las mentes de aquellos que están atrapados por el sistema
consumista. Al ser bombardeados por la cultura de consumo (algunas
estimaciones indican que los individuos están expuestos a un promedio de
2.000 anuncios al día), las personas pueden perder de vista su propio valor
en la búsqueda de posesiones materiales, y llenar los vacíos espirituales en
sus vidas con productos, en lugar de verdaderas conexiones con otros
seres humanos. Un niño con 6 años ya es fiel a las marcas de la televisión, a
los 18 años ya ha visto 200 mil anuncios, a los 65 años habrá pasado una
media de 9 años delante del televisor, y hoy el mayor medio de influencia
masivo es la televisión.
¿Cuáles son los efectos de vivir en esta vorágine del sistema
consumista? Como diría alguien muy acertadamente: “Nos gastamos el

105
dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para causar
impresiones pasajeras, en gente a la que no le importamos”. ¿Y cómo nos
gastamos el dinero que no tenemos? El sistema nos proporciona el dinero
“fantasma” … tarjetas de crédito, contratos de permanencia a cambio de
algo, hipotecas, pagos a largo plazo, letras mensuales, recibos, pagarés,
etc.… ¿No tienes dinero? Da igual, véndete al sistema, entrégales tu vida,
endéudate para siempre. Es el espíritu de Mamon operando en su más alta
estrategia.
“Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y
lazo, y en muchas codicias necias
y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y
perdición; porque raíz de todos
los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores.”
(1Tim. 6:8-11). El Apóstol
destaca dos de los males más graves: Primero, dice que algunos fueron
“descarriados” que literalmente significa andar errantes, como los
planetas que giran indefinidamente sin llegar nunca a una meta. El segundo
es que “se traspasaron a sí mismos”, lo que implica atravesarse de un
extremo a otro por completo con muchos dolores, lo que se refiere a
dolores como los del parto, dolores que consumen. La gente sufre de
depresiones por el dinero, de estrés laboral, de ansiedad económica, gente
que tiene que recurrir a pastillas para dormir o a psicólogos para ser
tratados.
Este “dios” de las riquezas tiene poder sobre todos aquellos que se
rinden a su sistema babilónico. Este estilo de vida está rompiendo la paz
de los hogares. Matrimonios que pelean casi a diario por dilemas
económicos, padres absorbidos por los pagos, madres que barajan recibos
todas las noches, hijos que arrastrados por la ola social consumista no
comprenden los dilemas del hogar y se vuelven exigentes y desagradecidos
pidiendo siempre más.

Discípulos del trending topic

106
En esta incursión cultural son varias las cosas que nos fascinan, pero
sobre todo hay algo que hace que todo el mundo se dé la vuelta como
cuando escuchan caer una moneda en una calle transitada... la palabra
"nuevo". Es el encanto de lo nuevo lo que nos desatina, da igual lo que sea y
cuanto valga, como si es un trozo de cemento con cuatro cables que
sobresalen, si a eso se le pone la etiqueta de "nuevo arte" la gente se
queda mirando media hora a ese trozo de cemento. La cuestión es buscar
sensaciones abstractas, aventurarnos a lo inusual, como arqueólogos de lo
desconocido y piratas en busca de adrenalina. Cansados de lo de siempre,
cogemos la mochila llena de ilusiones y miedos, y viajamos por la vida
esperando encontrar algo que mitigue, aunque sea temporalmente, la
tentación de caer en la rutina.
Lo "nuevo" ha llegado a ser tan significativo para nuestras vidas que
hasta podemos comprar desodorantes y ambientadores con olor a "nuevo",
no sé realmente a que se refiere ¿a que huele lo nuevo? Posiblemente me
respondas: "ha nuevo". Si, bueno... la cuestión es que "ese" olor nos gusta y
por eso lo venden... ¿O será la moneda que suena en mitad de la calle? En
cualquier caso, es tanta la obsesión por el tema que esto ha provocado una
nueva adicción consumista.
Que una chica se
pase quince noches
haciendo cola para ver a
su ídolo o que alguien
espere durante muchas
horas para hacerse con
el último modelo de
Apple o el juego de
FIFA es lo normal hoy, pero en realidad son modas que atrapan y
obsesionan. Estas obsesiones se han denominado "neofilia", una constante
búsqueda siempre insatisfecha por cosas nuevas. El deseo constante de
encontrar algo nuevo y nunca antes visto o escuchado es lo que mueve a los
neofílicos. O es nuevo o no importa, lo que se busca no es el producto sino
el éxtasis de la novedad. Frases como: “más de lo mismo”, “no me ha
contado nada nuevo”, “es la misma información reciclada”, etc. Son
recurrentes para expresar el fastidio por lo ya conocido.
Pero ¿de dónde viene esta tendencia obsesiva por lo "nuevo"?
Obsolescencia programada, así se llama la estrategia que los depredadores

107
del consumismo
capitalista han
desarrollado para
crear estas
patologías sociales.
Obsolescencia viene
de "obsoleto" o lo
que es lo mismo
fuera de moda y/o
de uso. En pocas
palabras:
"programar la
muerte de un aparato o el ciclo de vida del producto. Los productos dejan
de funcionar al cabo de un tiempo, no porque estén estropeados, sino
porque han sido diseñados para fallar al cabo de ese periodo."
Es curioso que en algunos museos todavía se pueden ver encendidas
las primeras bombillas de Thomas Edison, después de más de 100 años. Sin
embargo, las bombillas que utilizamos hoy en día suelen durar, como mucho,
uno o dos años. ¿Por qué? Si un producto dura años, el negocio no sería
rentable ya que la gente no seguiría comprando bombillas. Así que
decidieron fabricar lámparas con un filamento que, al cabo de cierto
tiempo, se rompiera. Las bombillas fueron de los primeros productos en los
que se usó la obsolescencia programada. Medias que se rompen, sistemas
operativos y programas informáticos que caducan, nuevos modelos de
smartphone con algunas características más avanzadas, y que decir ya de
la industria de la moda, la prenda que te compras hoy dentro de un año
está pasada de moda. En la mayoría de los casos la obsolescencia de los
productos tiene un trasfondo económico. Los comerciantes incluyen a
conciencia en sus productos las condiciones necesarias para que el
producto deba ser renovado al cabo de un tiempo, con el consiguiente
aumento de sus beneficios.
Estas estrategias posiblemente sean nuevas, las tendencias
compulsivas por consumir por placer que han creado también son
relativamente nuevas, pero las intenciones son ya muy viejas... vaciarnos
los bolsillos con una sonrisa.

Contrabando de palomitas

108
Recuerdo cuando era más
joven los verdaderos líos que
formábamos cuando entrábamos
al cine. El presupuesto no era
mucho, las entradas eran caras...
y las palomitas más, cosa que no
entiendo ¿cómo es posible que te
cuesten más unos cuantos granos
de maíz con sal y un refresco
(aguado) que la propia entrada de cine? De ahí el contrabando de
palomitas; íbamos al supermercado donde todo era mucho más barato, y
nos llenábamos los bolsillos y bolsos de palomitas y refrescos esperando
que el chico que coge las entradas e del cine no nos pillara. Para nosotros
era toda una aventura y hazaña lograr pasar palomitas sin que nos
descubrieran.
La cuestión es que no concebimos ver una película sin palomitas y
refresco, cosa que tampoco entiendo ¿si vamos a ver una película porque
tenemos que estar comiendo mientras la vemos, y porque palomitas?
¿Acaso cada vez que nos ponemos delante del televisor tenemos que estar
comiendo palomitas? Bueno, en fin, son cosas que nos meten en la cabeza y
nos cuesta sacarlas, cine y palomitas es sinónimo.
Después de unos años me pregunto ¿qué necesidad teníamos de hacer
esas parafernalias? En realidad, no era indispensable, no era lo importante,
no había sentido en el riesgo. Bueno, todavía me sigo preguntando ¿acaso
no nos pasamos la vida haciendo "contrabando de palomitas"? Todos los
fines de semana los centros comerciales se llenan de almas insatisfechas,
programadas para comprar lo que no necesitan, simplemente comprar por
comprar, sentir el tacto de las bolsas en las manos, pasear cómo zombis
mirando escaparates con mil productos que no te hacen falta, abducidos
por el vaivén de ofertas, rebajas, oportunidades, liquidaciones, carteles de
publicidad, luces y música, sumidos en la tierra encantada del mundo sin
problemas y sin preocupaciones.
Me llama la atención que por lo menos, en España nos rasgábamos las
vestiduras por la profunda crisis que azotó el país, y que, a pesar de ello, y
siendo muy generalista, España seguía atestando las playas en verano,
abarrotando los centros comerciales el fin de semana, y comprando
palomitas en el cine los miércoles. Y seguramente que a estas alturas

109
alguien que me lea estará pensando que es un derecho fundamental poder
hacer esas cosas, que lo hace todo el mundo, y a eso respondería que
simplemente no es así. No digo que no hagas con tu dinero lo que te dé la
gana, pero creo que es una falta de respeto elevar meros caprichos al nivel
de derechos constitucionales o humanos, mientras otros han tenido incluso
que entregar sus vidas por cosas más serias. Para los alter-consumidores
bañarse en una piscina con una copa de champán en la mano es un derecho
fundamental puesto
que los demás
también lo hacen,
mientras otros
luchan por un techo o
una porción de
comida cada día. “Es
injusto y paradójico
que el mundo
occidental hable de
posmodernidad y de
decadencia de
valores modernos cuando los países del Tercer Mundo no han alcanzado
todavía la modernidad... el peor de los pecados del mundo hedonista
posmoderno es la insolidaridad con el resto de la humanidad" (Antonio
Cruz). El gran problema de la economía de las familias de Occidente es que
los lujos se han convertido en necesidades básicas y los privilegios en
derechos fundamentales.
El discurso político de la austeridad en plena crisis era recibido como
un gran sacrificio temporal que tenían que hacer todos los españoles. La
gente no recibía de buena gana la sola idea de no poder despilfarrar al
gusto. Es como si nos poseyera el síndrome Peter pan, eternamente niños,
una resistencia a madurar. Uno se da cuenta de que, hay partes infantiles
y narcisistas que se quedaron sin evolucionar en la personalidad cuando
patalea por esas cosas. Siempre he creído que el mayor bien que le
podríamos hacer a esta generación es pagarle unas vacaciones inolvidables
por los países tercermundistas... se nos iba a quitar toda la tontería.

Jaulas de oro
Somos esclavos... no lo sabemos... y esa es la peor esclavitud.

110
Nacemos en una jaula con sus medidas hechas, allí nos ponen lo necesario
para vivir, agua, comida y poco más. La cuestión es que creemos que
nacemos libres y en realidad es que nacemos en una jaula "amueblada",
creemos que decidimos algo, y en realidad lo que único que decidimos es
que desayuno vamos a tomar y cosas por el estilo.
Allí en esa jaula los demás pajarillos nos dicen quiénes somos, de
dónde venimos, y a donde vamos, ellos eligen que papel te toca en esta
sociedad, ellos te escriben el guión que tu terminas interpretando en el
teatro de la vida. Esto del reparto de guiones suele ser bastante parcial e
injusto, a algunos les toca ser los protagonistas (suelen ser los hijos de los
antiguos protagonistas) en varios repartos, a otros solo les queda ser
actores secundarios, simples actores mudos que adornan la escena, o ser
dobles imitadores de algún protagonista.
Esto a la larga crea bastante frustración, complejo e inseguridad en
uno mismo, lo que a su vez crea
el vacío perfecto para que
crezcan las envidias, los celos, la
crítica, la amargura, etc. En fin,
terminamos resignados a la
cruda realidad de la jaula,
quejándonos por nuestra falta
de oportunidades e injusticias
del sistema de la jaula, y
esperanzados en que algún giro
del destino, algún toque de
suerte o alguna varita mágica
pueda venir y cambiarnos la vida,
de momento solo nos queda
aceptar nuestra esclavitud.
Cuando nos hacemos mayores parece que adquirimos cierta autonomía
e independencia, sentimos una especie de libertad mayor, pero
simplemente hemos cambiado de jaula, y con el tiempo nos daremos cuenta
que las normas son más esclavizantes todavía y la ignorancia es mayor. En
esta jaula ya no nos regalan el agua ni el alimento ni nada, aquí hay que
pagar por todo y para ello debes trabajar como un esclavo. Aquí no eliges
la hora de levantarte ni de acostarte, no eliges en la mayoría de los casos
en que vas a trabajar, no eliges quienes van ser tus amos, ni las condiciones

111
en las que te emplearán. Siguen controlando lo que vemos, lo que hacemos,
lo que decimos, se meten en nuestras casas, ellos dictan las normas, ellos
marcan el ritmo, solo seguimos eligiendo el desayuno que vamos a tomar.
En esta jaula hacerse un sitio es muy importante, el espacio es poco y
los pájaros ambiciosos, por tanto, hacerse con unos centímetros cuadrados
de poder y respeto nunca viene mal. El problema es que terminamos
absorbidos por la cultura de la jaula, peleando por algunos centímetros
más, y cuando ya tenemos bastantes para vivir nos damos cuenta que
estamos viciados en la dinámica de la cultura de la jaula, siempre un poco
más y más y más, sea para mí o sea para negociar, la cuestión es adquirir
poder, llegar a lo más alto.
Cuando algunos afortunados lo consigue ¡Se cambian de jaula! Se
mudan a una de oro, allí hay más espacio, la comida es mejor, las
comodidades y el ambiente es diferente... pero no deja de ser una jaula.
Siguen siendo esclavos, pero ahora con la diferencia de ser más ignorantes
aún de su penosa esclavitud. Es esclavitud espiritual, sus cadenas no están
en sus muñecas sino en sus almas, los barrotes no son de hierro sino
espirituales. Es la esclavitud de los exitosos, la esclavitud de la reputación
social, del “qué dirán”, la esclavitud del miedo a perder, la esclavitud de la
ambición, del juego vanidoso, de las guerras infantiles, de los lujos
innecesarios, de la sospecha, del capitalismo consumista, del vicio de
edificar imperios entorno a uno mismo, esclavos del sistema, esclavos del
ego.
Los pájaros de jaula creen que volar es malo, de ahí que cuando algún
pájaro sale de la jaula y comienza a usar las alas que Dios le dio en el cielo
que Dios creo, que le tilden de rebelde y revolucionario. El pájaro que
descubre el aire limpio del cielo y conoce la libertad de la naturaleza ya no
quiere volver a la jaula, y si vuelve lo hace para aconsejar a otros a que la
abandonen… de hecho alguien que salió de la esclavitud y ahora tiene
libertad tiene el deber moral de advertirles a otros de su ignorancia…
aunque es muy probable que no le crean, es más, lo más seguro que le
desprecien y le escarnezcan, la verdad nunca es bien recibida en las jaulas,
hay muchos conflictos de intereses y redes lucrativas en los sistemas
esclavizantes, la verdad está prohibida por principio, de hecho, los pájaros
de la jaula pueden envalentonarse con algunas verdades, pueden incluso
hasta gritarlas para sentirse más autosuficientes, ponerlas por las redes
sociales para que las vea todo el mundo… pero ellos mismos saben que hay

112
“vacas sagradas”, temas tabú, terrenos que no se pueden pisar, silencios
pactados en la recámara de la conciencia social.
La libertad es muy solitaria, tiene por compañía la verdad, y la verdad
ahuyenta muchos acompañantes. Es difícil ser libre en un mundo de
esclavos. Renunciar a la esclavitud es renunciar a la identidad social por
una identidad personal, es decirle no al personaje que se ha creado a lo
largo de los años y ser yo mismo con todas las consecuencias, es romper el
guión escrito por la gente y escribir una nueva historia. Ser libre implica
soltar las cadenas que me atan al pasado con sus paradigmas, prejuicios y
mitos. Ser libre es sanarme de las heridas de la jaula volando en las
alturas del cielo.
Ser libre es trabajar para vivir y no vivir para trabajar, es ser tu
propio dueño o un dueño que presta su tiempo y esfuerzo. Ser libre es vivir
y dejar vivir, sin deseos de controlar a nadie, sin manipular, sin atemorizar.
La esclavitud más poderosa es la del ansia de poder. Para tener poder y no
esclavizarte, antes tienes que ser libre del ansia de tenerlo.

Dayenu
Que trillada aquella frase de "no valoras lo que tienes hasta que lo
pierdes", tan trillada que la hemos dejado como obsoleta en un trastero
olvidada junto con aquellas mentiras que despreciamos, pero aun así, tan
desgastada y envejecida, siempre sale de allí para recordarnos la misma
verdad.
Parece una ley de vida, no valoramos lo que ya poseemos, es como si lo
de fuera, lo no conseguido, aquello que está fuera de nuestro alcance,
reclamará nuestra atención y reverencia, es una seducción anclada en el
instinto de superación que reclama constantes dosis de acumular siempre
más. El inconformismo puede llegar a convertirse en un estilo de vida
insatisfecha, y por ello siempre tensa y amargada... por mucho que se
tenga.
Sería bueno que hubiera un “dayenu” en nuestras vidas. Una de las
canciones tradicionales de la Pascua se llama Dayenu, una palabra hebrea
que significa “hubiera sido suficiente”. Se trata de un canto de
agradecimiento a Dios por todos los regalos y todos los favores que había
dado al pueblo judío. Cada verso de esta canción retoma una de las
bendiciones de Dios y dice: "Si esto fuera todo lo que Dios ha hecho, esto
hubiera sido suficiente – ¡Dayenu!". Más o menos esta era la canción: “Si

113
Dios solo hubiera conducido a su gente fuera de Egipto – Dayenu! (¡Pero Él
hizo más!). Si El solo hubiera partido el mar – ¡Dayenu! (Pero Él hizo más).
Si El solo los hubiera alimentado en el desierto – ¡Dayenu! (Pero Él hizo
más). Si El solo hubiera dado Su Santa Palabra – ¡Dayenu!”.
El antídoto contra el loco trotar del egoísmo consumista es el
agradecimiento constante y feliz por lo que ya tenemos. Si no somos
conscientes del valor de aquello que poseemos nunca dejaremos de desear
lo que no tenemos. Dios no está obligado a bendecirnos más de lo que ya lo
ha hecho, y nuestra necesidad está en abrir los ojos a ello, porque nuestra
necesidad no es recibir algo más, sino hacer algo más con lo que ya hemos
recibido.
Las familias y personas que
viven bajo el lema del dayenu viven
contentos cualquiera que sea su
situación, como Pablo dice: “…gran
ganancia es la piedad acompañada
de contentamiento; porque nada
hemos traído a este mundo, y sin
duda nada podremos sacar. Así que,
teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto”.
Dayenu quiere decir que con la
mitad de lo que Dios ha hecho por
nosotros bastaría, pero que nos ha bendecido más allá de lo necesario, nos
ha dado vida y vida en abundancia. Dayenu es la expresión de los colmados
por sus bienes y misericordias, es el canto alegre del más que satisfecho
por las bondades de un Dios amoroso. Dayenu es la afirmación de que no
tenemos derecho a quejarnos por lo no recibido puesto que recibimos ya
mucho más de lo que podríamos esperar, es la declaración de
agradecimiento por todo lo que ha hecho, está haciendo, y seguirá
haciendo con nosotros.

Un selfi a nuestras motivaciones


¿Porque estamos tan obsesionados con gustar a los demás? ¿Que nos
lleva a envolvernos en una vida de continuas reivindicaciones de nosotros
mismos? ¿Porque necesitamos estar en un continuo estrés de movimiento?
¿Porque pensamos así, porque tenemos esos sentimientos, que nos lleva a

114
actuar de esa manera? ¿Realmente estas a las riendas de tus sentimientos,
pensamientos y voluntad? ¡Hey! ¿Hay alguien al mando del cerebro?
Abre los ojos, las riendas no las llevamos nosotros, no somos dueños
de nuestra voluntad, nuestro albedrío está encadenado por hábitos y
vicios, embriagado por costumbres y mitos; el carro lo manejan los
comportamientos automatizados, las conductas aprendidas, los prejuicios
inculcados, los cerrojos de la moda impuesta por el conjunto del entorno.
Son los ecos genéticos, sociales y educacionales que parecen hablar con
autonomía, pero que es lo más parecido a una marioneta movida por hilos
invisibles que maneja una
mano anónima.
Hay tantas cosas que
tenemos que sanarnos que no
somos conscientes de ello
hasta que decidimos
confrontarnos a nosotros
mismos y tener un cara a cara
con nuestras raíces más
profundas. Tenemos que
llegar hasta el final del túnel
de nuestras motivaciones con
la excavadora de la
sinceridad. Te estoy hablando
por ejemplo de raíces de rechazo que generan problemas de autoestima
que pueden manifestarse de diferentes maneras… Necesidad compulsiva
de aprobación, obsesión por la perfección, hipersensibilidad, miedos al
fracaso, desarrollos de comportamientos juiciosos, críticos y analíticos
como medida de autodefensa, etc.
Se cuenta la leyenda de un niño, que aburrido por vacacionar con su
familia en la montaña, se sentó frente a un paisaje y mirando una de las
montañas, decepcionado de su propia vida, deseo ser una de ellas. Aquella
noche, después de cenar y orar juntos en familia, con un dulce beso de su
padre se echó a dormir. Para su sorpresa al despertar se dio cuenta que se
convirtió en aquella gran montaña que deseo ser, se jactaba de su
grandeza, de su fuerza al resistir el feroz viento, pero se dio cuenta que,
aunque era grande no se movía ni un ápice de su lugar, entonces vio como el
agua del río fluía entre sus faldas con garbo e ilusión, y deseo ser río. Al

115
convertirse en río recorrió los más hermosos paisajes, paso por las
preciosas riberas, y acabó en el rutinario mar con sus olas y ondas. En ese
momento vio como el agua se condensaba en las nubes y volaba por los
aires, y deseo ser nube. Voló de un sitio a otro, pero no a su antojo, era el
viento que la guiaba, y deseo ser viento. El viento soplaba, navegaba con
velocidad y hacía proezas, golpeaba las casas y edificios, pero con tristeza
comprobó que nadie contemplaba su trabajo, que todo lo que hacía era
anónimo, entonces deseo ser una casa. Cuando se convirtió en una casa con
maravillosas estructuras, con formas arquitectónicas que otros admiraban,
vio como una familia vivía dentro de ella, durante el día observo como
disfrutaban de la compañía, como se divertían en juegos y reían entre
chistes, noto el cariño entre ellos, un padre que les cuidaba y protegía, una
madre dedicada y cálida, unos hermanos con quien disfrutar. Por la noche
la casa admiro con nostalgia como oraban juntos, cenaban y el padre
acostaba para dormir a cada uno de sus hijos, a los cuales despedía con un
dulce beso y les daba las buenas noches. La casa deseo ser ese niño.
Cuando el niño despertó, suspiro y mirando al cielo dijo: “Señor, gracias
por ser quien soy”.
El narcisista está buscándose a sí mismo en los centros comerciales,
la ropa, el maquillaje, la opinión pública, los likes en Facebook, las miradas
ajenas y el estatus social. Es paradójico que viva para sí mismo y a la
misma vez no pueda vivir sin los demás, los necesita para que le admiren,
no es nadie si no puede presumir ante ellos. Eso le sumerge en un terreno
siempre inestable de identidad indefinida, tiene que estar reinventándose
continuamente al son de la tendencia que marca la pasarela y la ruleta de la
sociedad. Es aire, nube, mar y montaña, pero nunca es el mismo.
Continuamente haciéndose selfis de el pero no para él, cuando lo que más
necesita es hacerle un selfi a su alma.

Shema
Y Dios ¿Qué imagen tiene? ¿Cómo es? ¿Podemos hacer réplicas de
Él? ¿Se parece a mí? No, Dios no entra en nuestras categorías, Él no se
somete a la dictadura de la imagen, no participa de nuestro juego. Dios es
invisible e insonoro. De hecho, creo que esa es la razón por la que muchos
no "quieren" creer en El, no se le puede manipular ni etiquetar. Y por eso
creo que desde el principio el hombre ha fabricado imágenes de dioses,
montones de dioses sobre los que satisfacer su hambre de fe visual, esa fe

116
que pide ver para creer, esa fe que no es fe, ese objeto donde enfocar
nuestras esperanzas, algo palpable, cercano, visual. Los hombres hicieron
imágenes para adorarlas, y ahora, cansado de adorar imágenes, adora su
propia imagen.
El hecho es que aquí vemos dos
necesidades inherentes en el ser
humano, su impulso innato de
adoración, y su necesidad de
satisfacer ese impulso en algo
perceptible. La primera necesidad
nace de su espíritu, la segunda de la
esclavitud mental a los sentidos
físicos. Si, esa necesidad de ver no
es otra cosa que el sometimiento de
la mente a la dictadura de los
sentidos. De ahí el auge narcisista,
que es un hijo del materialismo, y
este, hermano menor del
existencialismo.
Lo que se puede ver, eso
conforma la realidad del
existencialista. No hay nada más allá de los sentidos... y claro, Dios no
puede entrar en las categorías del materialista existencialista, porque
para encontrar a Dios uno tiene que ser liberado de la esclavitud de los
sentidos y ser conducido por la fe a una dimensión que trasciende las
demandas de lo físico.
¿Y por qué no es más fácil todo? ¿Por qué Dios no puede presentarse
en nuestro mundo tal como es? ¿Por qué la necesidad de fe cuando se
puede hacer palpable? La respuesta está en el más grande de los
mandamientos según Jesucristo: "El primer mandamiento de todos es:
Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es." El mandamiento
apunta a la santidad de Dios, de hecho el único atributo de Dios que se
eleva a la tercera potencia a lo largo de las Escrituras (no porque Dios sea
más una cosa que otra, sino para que nos quede bien claro a nosotros) es su
santidad. Cuando este atributo se le aplica a Dios, no solo enfatiza su
pureza, más bien apunta a la exclusividad de su persona, a su
trascendencia y superioridad, Él es único.

117
En palabras de A. W. Tozer: "¿Cómo es Dios?... debo reconocer que
no se puede responder, sino diciendo que Dios no es igual a nada; Él no es
igual a nada ni a nadie. Aprendemos a base de utilizar lo que ya conocemos
como puente sobre el cual pasamos rumbo a lo desconocido. A la mente no
le es posible irrumpir de pronto más allá de lo familiar en lo que le es
extraño por completo. Cuando intentemos imaginarnos como es Dios, por
necesidad tendremos que usar lo que no es Dios como el material en bruto
para que nuestra mente trabaje sobre él; de aquí que, como quiera que nos
imaginemos que Dios es, no será así, porque habremos construido nuestra
imagen a partir de aquello que Él ha hecho, y lo que Él ha hecho no es Dios.
Si insistimos en tratar de imaginárnoslo, terminaremos con un ídolo, no
hecho con las manos, sino con los pensamientos; y un ídolo de la mente es
tan ofensivo para Dios como un ídolo hecho con las manos. «El intelecto
sabe que te ignora», dijo Nicolás de Cusa, «porque sabe que no se te puede
conocer, a menos que se pueda conocer lo imposible de conocer, y se pueda
ver lo invisible, y alcanzar lo
inalcanzable ».”
“Escucha Israel, Dios es uno”,
está a llegado a ser la oración esencial
del judaísmo conocida como "Shema",
que quiere decir "Escucha". Siendo
este el más grande de los
mandamientos tendremos que
prestarle especial atención. Dentro de
el hay dos grandes conceptos:
Primero, Dios es Dios. Y es Dios
por derecho propio. No es Dios por
consenso, no le votaron en una democracia, no es Dios por sucesión, no ha
heredado nada de nadie, no le debe nada a nadie, a Dios nadie le puso, por
eso nadie le puede quitar.

118
Si Él es Dios, Él tiene el
derecho a poner las reglas. Solo el
Creador puede ser el Legislador, así
como el fabricante acompaña el
producto con las instrucciones.
Nadie más puede arrojarse ese
derecho. El establece los medios,
los diseños y sus propósitos. Y
además, esto significa que solo Dios
tiene la patente de su revelación. Él
se reserva los derechos de autor.
No tiene replicas ni copias. Dios es
invisible para que sea lo único en la tierra que no puedan copiar los chinos.
Ahora si podemos responder a la pregunta: ¿Y por qué no es más fácil
todo? ¿Por qué Dios no puede presentarse en nuestro mundo tal como es?
¿Por qué la necesidad de fe cuando se puede hacer palpable? Porque no
sería Dios. Seamos sinceros, un dios que pueda ser explicado, que sea
fabricado a partir de nuestras ideologías, que comulgue con nuestras
pasiones sean las que sean, que se amolde a nuestras vidas cual agua en el
recipiente, sin personalidad ni soberanía, un dios creado en el laboratorio
de nuestras almas errantes y limitadas… tal dios no debería ser Dios. El
verdadero Dios no ha bajado el listón, no se ha inclinado a nuestra edad de
las maquinas, no ha renunciado a su Señorío aturdido por los abucheos de
un mundo egoísta y caprichoso, lo siento por los incrédulos, pero El sigue
siendo Dios y lo que ustedes quieren es solo una invención de sus
imaginaciones, un ídolo creado por el corazón corrupto que puede
manejarse y manipularse, ese dios suyo es un trofeo más en la vitrina de su
conciencia, pero para nada es el Dios de la Biblia.
Se preguntara alguien ¿Entonces cómo podemos llegar a Dios? Y aquí
está el segundo concepto del más grande de los mandamientos “SEMHA”…
“ESCUCHA”. No sé si te has dado cuenta, pero no hay nada más real que
las palabras y nada más inmaterial que las palabras. Ellas no se ven, no se
palpan, no se pueden saborear, no las podemos guardar en un tarrito, no
tienen medidas, no necesitan vehículo para recorrer las distancias, no se
pueden manosear. Las palabras no tienen imagen, están más allá de lo
físico. Por eso dice Romanos 10:17 “Así que la fe viene del oír, y el oír, por
la palabra de Cristo”. De ahí las continuas exhortaciones a lo largo de toda

119
la Biblia para oír, escuchar, prestar atención a la Palabra.
Me resulta interesante la batalla entre los ojos y los oídos. El
hombre quiere ver, Dios nos manda oír. El existencialista, materialista y
narcisista necesita ver para creer, Jesús dijo a Tomas y a todos nosotros:
“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin
embargo creyeron”.
Semha es la llave que abre la celda de los sentidos físicos y nos
libera al mundo espiritual. Semha es la mano que nos conduce más allá del
imperio de la imagen al reino de la verdad. Semha es la liberación de lo
temporal y la incursión a lo eterno. Es la tierra fértil de la fe, de la
esperanza, del amor, de los sentimientos puros y perdurables.
Cuando somos liberados, ya no es lo que vemos, sino lo que creemos lo
que nos mueve. Somos como Moisés, que nos “sostenemos como viendo al
Invisible”. Ya no son los códigos visuales, sino los valores espirituales lo
que predomina. No estamos sujetos a la tiranía de lo temporal, al tic tac
del tiempo que arruga la cara y debilita el cuerpo. Ya no somos reos del
miedo a la señora de la guadaña, sus amenazas ya no tienen poder sobre
nosotros. Da igual los títulos y las marcas, los prestigios y los premios. Da
igual los ojos que acechan y las bocas que murmuran, más allá de todo, allí
donde el marketing no existe y las agencias de publicidad no tienen poder,
allí está mi tesoro, donde está mi corazón.
El que tenga oídos para oír… oiga.

Deshielo moral
El famoso y últimamente de moda “A quién le importa” de Alaska, una
revolucionaria canción que no pasa de moda porque expresa la sensación de
una generación que desea hacer lo que le dé la gana sin ser por ello juzgada
por nadie. “Depende” de Jarabe de palo, un cuadro del relativismo que
predomina en la sociedad. Queen- “I Want To Break Free”, es la canción
de la salida del armario de Freddie Mercury, pero por encima de todo es
un canto a la libertad del individuo. Al igual “Mujer contra mujer” de
Mecano, que es todo un icono de la reivindicación a la homosexualidad. Y la
bandera de este género sería “Imagine” de John Lennon, que solo la letra
es ya bastante elocuente: “Imagina que no hay Cielo, es fácil si lo intentas.
Sin infierno bajo nosotros, encima de nosotros, solo el cielo. Imagina a
todo el mundo, viviendo el día a día... Imagina que no hay países, no es

120
difícil hacerlo. Nada por lo que matar o morir, ni tampoco religión. Imagina
a todo el mundo, viviendo la vida en paz...”. Un himno a la libertad, una
bandera de subjetivismo ético, una cruzada contra los absolutos. Estas
canciones son todo un movimiento socio-cultural en nuestros tiempos.
Cada época intenta explicar lo que siente bajo el impulso de sus
vivencias. Su manera de hacerlo es mediante el arte, la música, la filosofía
y la cultura en general. Las canciones que han marcado tendencia nos
pueden orientar un poco por dónde van los tiros, y de esta manera conocer
a fondo las entrañas del pueblo. Estamos en un periodo de emancipación de
todo atisbo de autoritarismo, en el que ser ciudadano implica tener un
compromiso social hacia una democracia liberal. Una revuelta con lo
establecido es la clave, un no abandonar la lucha que caracteriza, no solo
nuestra época, pues esto no es algo
novedoso, sino el constante combate de la
historia, la lucha por el poder.
Como vemos, las canciones
reivindicativas son todo un éxito en
nuestra época. De ahí que el megáfono de
aquellos que solo pueden hacerse oír desde
las plazas y las avenidas, sea la figura
pública que representa esa masa sin cara.
En otras palabras, le ponemos voz e
imagen a la protesta. Es ya todo un ritual
ver a actores reivindicando desde los
actos sociales como los Goya o los Oscar
entre otros. Pintura y escultura que se salen de las normas convencionales
con el fin de reivindicar valores de la sociedad y actuar como denuncia
social. Y por supuesto esa nueva tendencia del arte urbano que se
convierte en una crítica creativa al alcance de todos los públicos. Pero
sobre todo, la música, que puede que no “quite y ponga reyes”, ni cambie
leyes o acabe con la corrupción, pero tiene un poder de influencia enorme
en los sentimientos que crea en el alma de la sociedad.

La música es mi voz
Hace algunos años, el fenómeno de Operación Triunfo marcó un antes
y un después en el mundo de la música. El exitoso reality concluyó con su
aclamado éxito "La música es mi voz". Si eso es así, que me huele que sí,

121
veamos que dice la sociedad a través de la música.
Desde el Rock y el Heavy Metal ya en decadencia con sus letras
acerca de la muerte, las entrañas, la violencia, lo oculto y el horror, y sus
tradicionales botas, chaqueta de cuero y ropa negra, la pose de ser rudos y
gente mala, y entre otras cosas, que estas bandas por sus contenidos
fueron relacionadas con prácticas satánicas, suicidios, violencia. Pasando
por el hip hop del Bronx y el rap pandillero de los suburbios de USA con
sus letras convertidas en un arte del insulto. Los Ricky Martin con su “Vive
la vida loca” entre los latinos. Y que decir ya de la última moda, el
Reggaetón, con vocabularios altamente obscenos, con sus maltratos
verbales a la mujer, y donde lamentablemente en sus letras y videos se
expone a las mujeres como unas vulgares prostitutas que lo único que
quieren del cantante es sexo, y sus “perreos” en fiestas, videos, etc.…
donde se puede ver a las muchachas haciendo movimientos sumamente
sugestivos y a los hombres sin ningún respeto acercándose más de lo
debido solo porque está de moda… y teniendo en cuenta que algunos
exponentes del reggaetón tienen pasados ligados a la prostitución, drogas,
alcoholismo, vandalismo, pandillas, hecho que recalcan en muchas de sus
canciones… Si la música es un barómetro de la tendencia socio-cultural,
entonces esto demuestra nuestra decadencia moral, ética y humana.
Esta siembra permanente de ideas y conceptos subliminales y no tan
subliminales, ha creado una subcultura que da sus frutos en
comportamientos asimilados con toda normalidad, y más que eso, con
admiración y alabanza social. Digámoslo así, los héroes del siglo XXI ya no
son caballeros que salvan a la doncella del villano, ahora son los villanos que
se acuestan con la doncella, hacen bullying a los buenos y nadan en dinero.
La moralidad está vista como algo arcaico, aburrido, e incluso ridículo.
Todo se reduce a tópicos como: “Cada uno tiene su filosofía”, “Mi opinión
no es mejor ni peor, solo es diferente”, “Yo solo me dejo llevar por el
corazón”, “No estoy haciendo daño a nadie”… frases hechas que sirven
para evadir de un golpe la responsabilidad de pensar razonablemente y
argumentar comportamientos equivocados. Eso de que “todos tenemos
parte de verdad”, “todos somos iguales” y “todas las opiniones son válidas”
es mentira, lo sabemos, pero lo utilizamos de parapeto para nuestros
desatinos. Hoy lo importante es cómo se siente uno, lo que hace feliz a
cada uno es lo que cuenta, independientemente de que sea correcto o no…
es más –pregunta el hombre de hoy- “¿Qué es lo correcto?”. ¿Dónde

122
encuentra el hombre el origen de su moralidad, sus bases y leyes? ¿Quién
tiene la autoridad para configurar los parámetros éticos correctos?

La extinción de la vida inteligente


Entro otros síntomas, la fiebre provoca delirios, y según el diccionario los
delirios son: "Estado de alteración mental, generalmente provocado por
una enfermedad o un trastorno, en el que se produce una gran excitación e
intranquilidad, desorden de las ideas y alucinaciones... Dicho o hecho
disparatado, insensato o carente de sentido común". Si el mundo tiene
fiebre no es de extrañar que tenga delirios... sobre todo delirios morales.
Tal vez lo que más nos debería preocupar no sea la crisis económica
que azota a las clases medias de Occidente, más bien la crisis moral que
amenaza con la extinción de la vida inteligente en el planeta Tierra. El
cambio climático está produciendo que en la Antártida no haya superficie
estable y segura, que especies en peligro de extinción desaparezcan para
siempre, y que las costas y paisajes se hundan en el olvido. Asimismo, en
nuestra sociedad, el deshielo moral trae una fragmentación que nos aísla
en pequeñas porciones de territorios que flotan independientes los unos de
los otros. La vida inteligente que preserva el orden y la justicia está
muriendo. Los gobiernos, sociedades, familias, matrimonios y amistades
naufragan en las aguas de la degeneración.
¿Y bajo qué razonamiento
justificado se ampara una ideología
como esta? Bajo ninguno, de hecho, esta
es la premisa de la ética posmoderna, el
vacío moral, la ausencia de estructuras
de comportamiento, la anarquía de
valores. Un éxodo de los mecanismos de
razonamiento, basado en una estampida
de sentimientos huérfanos, de
emociones vagas, sin reflexión, que se
dejan llevar, fluir, flotar en la nada.
La edad de la modernidad se
caracterizó por intentar dar respuestas
al tema de la moral, pero fueron laberintos sin salida. Sus respuestas
giraban en torno a la razón y su capacidad de describir cuadros ético-
morales en base a la naturaleza y la intuición.

123
Papá Adán y mamá Chita
Sí hay algo que ha impactado nuestra época es la ciencia. Los ídolos
del siglo XX son los científicos, a ellos nos encomendamos como si fueran
omnipotentes, y aunque los científicos son conscientes de sus limitaciones,
la fe de nuestra generación en ellos les ha impulsado a meter las narices
en todos los asuntos de la vida para dar una explicación a todo lo que se
pueda. Entre las explicaciones que dan, se barajan las biológicas,
psicoanalíticas y sociológicas, que alegan que somos animales con
capacidades desarrolladas que han sido educadas inconscientemente, o
marionetas con hilos que no mueve ninguna mano.
Las leyes internas que nos rigen por una intuición hacia lo bueno y lo
malo son innegables, la ciencia no las puede negar pues son evidentes. Dice
Mark Twain “El hombre es el único animal que se ruboriza o necesita
hacerlo”. Es inevitable, no podemos negar la evidencia, los sentimientos nos
delatan, el amor no se puede explicar con ciencia. Todos sienten culpa por
hacer lo malo, y satisfacción por hacer lo bueno, el hecho de no hacerlo se
entiende por una perversión moral o una perturbación mental.
Dice Paul Tournier: "Cuando
los obreros son explotados por los
capitalistas como simples
instrumentos de producción,
cuando los comunistas no ven en el
hombre más que un aparato de la
historia, cuando los seres
humanos sirven de cobayas en los
campos de concentración, ¿en
nombre de qué se protesta si no
es a partir de una concepción
cristiana del hombre?" “Sin Dios,
el hombre no podría ser un punto de referencia para definirse a sí mismo.
La filosofía del siglo XX manifiesta el caos del hombre buscando
comprenderse asimismo como una criatura con dignidad, cuando en
realidad no tiene un punto de referencia para esa dignidad” (C. R. Sproul).

Se casan y no se aguantan
La perspectiva sociológica tal vez es la más adoptada por el común

124
popular y se puede dividir en dos grandes corrientes: El subjetivismo y el
relativismo. Son dos primos hermanos que se han casado sin estar
enamorados… no me pidan que se lo explique, porque yo tampoco lo
entiendo.
Según el subjetivismo cada uno es un mundo girando en torno a sí
mismo y su propia galaxia de mundos elegidos por el mismo. Se pierde la
objetividad dentro del abismo de lo privado. Allí se dice que nada es malo o
bueno, pero la verdad es que el propio individuo elige lo que es malo y
bueno, cada uno concibe o crea su propia realidad, y para hacer gala de su
pronunciado sentido de democracia, se casa dentro del pensamiento
posmoderno con el relativismo.
Este por definición se expresaría de la siguiente manera: "No hay
nada absoluto, nadie tiene el monopolio de la verdad, lo que es cierto para
ti, para mí no lo es". Su premisa es que la verdad es cuestión de
perspectiva o contexto más que ser algo universal. El relativismo alega que
no tenemos acceso a la realidad, a la forma en que son las cosas, sino
solamente a lo que nos parecen a nosotros.
Déjenme presentarles el cuadro: En la plaza de la historia se
encontraron dos primos filosóficos, el subjetivismo y el relativismo. Se
fueron a tomar un café y conocerse un poco mejor:
-Rela- Subjetivismo cuéntame un poco de ti, como eres.
-Subj- Bueno yo no dependo de nada ni nadie externo a mí para conducirme
en la vida, soy independiente y no me dejo influenciar. Me dejo llevar por
mis sentimientos, mi corazón manda.
-Rela- Bueno subjetivismo tú haces depender la validez del conocimiento
humano de factores que residen en ti mismo, mientras que yo subrayo la
dependencia de todo conocimiento de factores externos. Esto hace
depender la validez de algo, de determinados lugares, tiempos, épocas,
cultura u otras condiciones externas.
-Subj- No estoy de acuerdo contigo, pero cuéntame algo más de ti.
-Rela- Bueno, creo que en la vida no hay nada que sea absoluto, todo es
relativo.
-Subj- ¿Pero no es una contradicción de términos? Si crees que no hay
nada absoluto cómo puedes decir que todo es relativo... ¿No estás
haciendo así tu relativismo un absolutismo? Y lo que es peor… si todo es
relativo ¿Esto no hace relativo tu aseveración de que “todo es relativo”?
-Rela- No, porque yo respeto todos los puntos de vista.

125
-Subj- ¿Y qué tal si yo no creo en que todo es relativo y que hay verdades
absolutas? ¿Entro en tu relativismo? ¿Me respetarás a mí?
-Rela- No es que no te respete, es que no puedo encajar tus absolutismos
subjetivistas porque negarían mis absolutismos relativistas.
-Subj- ¿Nos casamos?
-Rela- ¿Y quién nos casa?
-Subj- El cura de la lo-cura en la iglesia de la posmodernidad.

Tolerantes… pero no tanto


¿Creen que esto no tiene reflejo en la realidad? Haciendo uso de tu
derecho a pensar por ti mismo, a tener una moral subjetiva, dile a un
antitaurino que defiende la libertad de expresión y da el perfil
democrático tolerante, que a ti te gustan los toros; o una activista ultra
feminista que lucha por los derechos de la mujer, dile que el aborto es una
atentado contra la vida y derechos del feto; o dile a una persona
homosexual que aboga por la libertad de conciencia y la igualdad, que su
noción del sexo es contra natura; diles esto y vas a ver como afloran sus
sentidos de tolerancia democrática basada en una filosofía relativista
progre.
En pocas palabras, que
somos tolerantes... pero no
tanto. Sólo cabe dentro de
nuestro tolerante relativismo
aquellos que piensan como
nosotros, luego mi
subjetividad, mi derecho a
ser yo y pensar como yo quiero, y de la que tanto alarde hacemos para
fundar nuestro desatino moral, ya no es una subjetividad con derecho a
ser, sino una con derecho a que la hagan, con lo cual ya no es propia sino
ajena, pierde el sentido de ser... lo que no entiendo todavía es que se
casen.
Visto el dilema en el que se sumió la modernidad, la posmodernidad se
fue por la tangente, es decir, cambio de tema sutilmente ante la incómoda
pregunta. Ahora la cuestión por tanto no está en debate, lo que está en
cuestión es la cuestión y el debate. Al inmoral no le interesa sacar el tema
de la moralidad, y cuando se ve arrinconado tiene sus propios métodos de
fuga. La posmodernidad grita: ¡Muera la razón y viva el sentimiento! Prima

126
lo inconsciente, lo corporal, el deseo. La humanidad ha pasado de una época
en la que predominaba la conciencia espiritual, a la supremacía de la razón,
para terminar en un vagabundeo sentimental.

Sujetos sujetados
Thomas Schumann, quien en 1983 afirmaba públicamente: “Solamente
el 15% del dinero, del tiempo y de mano de obra (destinado a la KGB) se
dedica al espionaje como tal. El otro
85% es un proceso lento que nosotros
llamamos o bien ‘Subversión Ideológica’
o ‘Medidas Activas’ o ‘Guerra
Psicológica’, lo que significa
básicamente: cambiar la percepción de
la realidad de todo americano. Basta
una extensión tal que, a pesar de la
abundancia de información, nadie sea
capaz de llegar a conclusiones
sensibles, en el interés de defenderse
a sí mismos, a su familia, a su comunidad o a su país".
En pocas palabras, es un gran proceso de lavado de cerebro, que
consta de una serie de etapas que empiezan por lo que la KGB llamó “La
desmoralización”, que lleva de 15 a 20 años, porque este es el número
mínimo de años que se requiere para educar a una generación de
estudiantes en el país.
Sigue diciendo Schumann: "La ideología marxista-leninista está
siendo bombardeada en las blandas cabezas de al menos tres generaciones
de estudiantes americanos (…) ¿El resultado? El resultado que puedes ver.
Muchas de las personas que se graduaron en los años ‘60, estudiantes
fracasados o intelectuales a medio hacer, están ahora ocupando las
posiciones de poder en el gobierno, en el servicio civil, en los negocios, en
los medios de comunicación, en el sistema educativo (…) están
contaminados, están programados para pensar y reaccionar a ciertos
estímulos (…) no pueden cambiar de opinión, aunque les demuestres que el
blanco es blanco y el negro es negro. El proceso de desmoralización en los
Estados Unidos ya ha sido básicamente completado (…) la desmoralización
ha alcanzado áreas donde todos sus expertos nunca habrían soñado un
éxito tan tremendo, la mayor parte de aquélla la hacen americanos a

127
americanos gracias a la falta de estándares morales. Luego de la
desmoralización, se abre camino a la etapa de “La desestabilización”,
donde ya se pueden empezar a generar los cambios en las instituciones
económicas y políticas en favor de la ideología marxista-leninista, fin
primordial de esta última".
No hay mayor esclavitud que aquella que pasa como libertad, y peor
que está, es la esclavitud consentida. Nosotros, que cual fariseos nos
extrañamos de que el Cristo nos llame esclavos, que alardeamos de
libertad, en realidad somos reos de nuestras pasiones, débiles hojas
arrastradas por los ríos de la concupiscencia.
Mira las plazas los domingos por la mañana y veras jóvenes envueltos
en su vómito y doncellas convertidas en fulanas. Ve a los barrios
marginales y veras toxicómanos destrozados, familias rotas y vidas
desesperadas. Los burdeles están llenos de maridos atrapados por la
lascivia y los pubs
repletos de vidas
insatisfechas. Esa es
nuestra libertad, la
que nos liberó del
compromiso
matrimonial y nos
lanzó a la soledad, la
que nos emancipó del
pudor y la moralidad y
nos hizo desconfiables
y desconfiados. La que
abrió las ventanas del placer y cerró la puerta de la felicidad. Es la
libertad del cuerpo y la cárcel del espíritu, la holgura de conciencia y a la
misma vez la opresión de los objetores de la misma. Tal libertad nos
proporciona emociones fugaces, pero nos priva de caracteres a largo plazo,
construye una sociedad lista pero no inteligente, cómoda pero no practica,
humorística pero no sana.

128
Nos
enamoramos de
nuestras cadenas,
pintamos de color
oro nuestros
grilletes,
maquillamos
nuestros vicios y adornamos nuestras cárceles. Cuando se opta por la
comodidad moral el juicio se nubla, sin criterios honestos con nosotros
mismos y nuestras responsabilidades caemos en la negligencia, en la
obnubilación colectiva, es como meternos con el coche sin luces en la
niebla.
Sin moral no hay reglas que respetar, no hay códigos que mantener,
no hay nada que soportar. Es vida desenfrenada, incoherente,
deshumanizada. El asesino mata como un animal porque no tiene respeto a
la vida ajena, el mentiroso engaña a todo el mundo porque ha perdido el
sentido de amor al prójimo, el político corrupto se aprovecha con
autoritarismo de su posición porque se ha acostumbrado al seductor poder,
un niño no respeta a sus padres porque ya no tiene miedo a sus castigos y
reprensiones, el avaro lo quiere todo para él porque no tiene principios que
le rijan en solidaridad, y la lista sigue. Toda perversión de la moralidad
necesaria para la simple supervivencia, es una perversión del sentido del
miedo sano, del temor respetuoso. Pasamos las líneas de lo permitido
cuando perdemos el miedo a las fronteras que están más allá. La vida sin
temor es vida solitaria, unidimensional, intrascendente, desordenada,
totalmente relativa, egoísta, injusta, intransigente. La vida sin temor sería
una temeridad. La vida sin esos códigos sería un auténtico caos… ¿O ya lo
es?

Verdadera libertad
Como vemos, el relativismo de hoy es muy inconsistente, paradójico,
incoherente. Claro, como al final la sociedad se ve expuesta al ridículo y la
sinrazón, canta con Alaska: “A quién le importa lo que yo haga, a quien le
importa lo que yo diga, yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré…”. Y
cantaremos y cantaremos… hasta que la vida inteligente se extinga.
Su tarea es la de desmoralizar a nuestros jóvenes, para crear una
sociedad en la que nadie sea capaz de pensar por sí mismo, al contrario de

129
lo que la cultura pop está tratando de enseñarnos acerca de la música rock
"rebelde". La industria del arte crea "íconos" con mensajes degradantes y
satánicos, que se supone son un reemplazo para el "invisible" Dios. Los
músicos también a menudo actúan de forma degradante, como el ya clásico
ejemplo y vergonzoso espectáculo de Miley Cyrus, por lo que sus fans
comienzan a actuar de la misma manera.
El relativismo extremo arma una trampa social. Se ha extendido la
idea de que es un síntoma de progresismo político y que la equivalencia de
todas las opiniones es el fundamento de la democracia, pero ya hemos visto
que es una creencia que ni sus mismos defensores se la creen. Si todas las
opiniones valen lo mismo, las creencias de los anti demócratas son tan
válidas como las demócratas, de hecho, estamos viendo como está en pleno
auge los partidos ultraderechistas, los neofascistas también tienen una
urna en las elecciones.
Dice José Antonio Marina: "El relativismo cultural que tan liberador
parecía, acaba en el nazismo. Todavía son un atentado más grave contra la
inteligencia social las creencias desmoralizadoras que niegan la necesidad
o posibilidad de ponernos de acuerdo sobre la idea de justicia. Estamos
apresados entre los cuernos de una paradoja alumbrada por la historia de
la moral occidental, hemos puesto como valor supremo la autonomía
personal, lo que debilita el poder de las normas universales, una de las
cuales es el valor de la autonomía personal... el arroyo ciega la fuente de la
que procede."
Sigue diciendo: "La inteligencia social ha descubierto el valor de la
libertad de conciencia, lo que convierte a la propia conciencia en el máximo
tribunal del comportamiento, esto es verdadero y disparatado según se
mire, porque lo único que este derecho protege es la personal búsqueda de
la verdad, la protege ciertamente, pero también la exige. La inteligencia
personal puede ser de uso privado o público, el privado busca evidencias
privadas, busca valores privados y emprende metas privadas. El uso público
busca evidencias universales, se guía por valores objetivos y emprende
metas comunes. Pues bien, lo que nos dice la inteligencia comunitaria es
que la justicia, que es una gran creación, exige un uso público de la
inteligencia. La libertad de conciencia sólo adquiere su legitimidad total
cuando esa conciencia se compromete a buscar la verdad, a escuchar
argumentos ajenos, atender a razones y rendirse valientemente a la
evidencia, aunque vaya en su contra, es decir, a saltar por encima de los

130
muros de su
privacidad. Sin esta
contrapartida el
derecho de la
libertad de
conciencia puede
convertirse en
protector de la
obstinación y el
fanatismo, grandes
derrotas de la inteligencia. El uso público de la inteligencia se propone salir
del mundo de las evidencias privadas, donde puede enroscarse el capricho,
la obcecación o el egoísmo, para buscar el mundo de las evidencias
universales que pueden compartir todos los seres humanos".
Podemos convertirnos en nuestra propia cárcel, y eso supondrá que
tendremos que ser libres de nosotros mismos. No seas dominado por tus
deseos, no seas vencido por tus sentimientos, los sentimientos están ahí
para ser sentidos no para dominarte. Se fuerte para salir de la vorágine de
las guerras infantiles de reputación, desmárcate de los atletas del ego que
corren carreras hacia metas superficiales y vanas, es difícil pero puedes
hacerlo.
Las Escrituras nos declaran que si el Hijo os libertare
verdaderamente seremos libres. Esa palabra, "libertad", tiene una fuerza
terrible. La libertad que Dios da va más allá de un derecho constitucional
escrito e incluso más allá de los barrotes de una celda, es una libertad de
los fantasmas del pasado, de las frustraciones presentes y de los miedos
futuros, es libertad del pecado y de la muerte, libertad del espíritu, una
ruptura de las cadenas de los vicios y las ataduras mentales. Cuando Dios
te liberta ya no estás sujeto a lo que antes te esclavizaba, por tanto, deja
de pensar como un esclavo, no vivas atemorizado por el que dirán, no sigas
sometido a los rudimentos del mundo y sal del esquema estructural que te
ha estado oprimiendo.
Sé que te costará horrores salir de la comodidad que te ofrece la
inmoralidad, allá fuera no sabes que te espera y la duda te paraliza, pero
es mejor morir intentando ser libre que morir siendo un esclavo.

131
Tolerancia "cero"
Volviendo a la globalización… no todo son llantos de plañidera, la
globalización también trae cantos de sirena, pues se abre un mundo de
nuevas posibilidades y formas de vida diferente. Y también nada mejor que
esto muestra que este proceso a unos globaliza y a otros desglobaliza, o
dicho de otra manera más ilustrativa, unos se convierten en globos de aire
y otros en globos de helio, unos vuelan y otros se mantienen a base de
golpecitos.
Los cambios tienen la naturaleza de beneficiar a unos y de perjudicar
a otros. Ser local en un mundo globalizado es una señal de miseria y
degradación social. En otras palabras: lo que la ciencia crea para unir a
toda la raza humana, nos divide y polariza, las distancias de tiempo y
espacio que acorta la tecnología, el hombre las utiliza para hacer más
grande el espacio entre clases. A unos les libera de las restricciones
territoriales, otros permanecen confinados en sus pueblos viendo como una
élite viaja de un sitio a otro. Para algunos se inicia una etapa de libertad
sin precedentes de los obstáculos físicos y una inédita capacidad de
desplazarse y actuar a distancia, para otros se hace más difícil sobrevivir
en un mundo en que los
analfabetos son los que no tienen
posibilidad de viajar, no tienen
una cuenta en Google o se
manejan con un Email.
Zygmunt Bauman lo llama la
“hibridación de la cultura
superior”, es decir, la cultura de
la cima globalizada. A esto tiene
que decir Antonio Cruz:
“Occidente es hoy una pequeña
isla lujosa rodeada por un inmenso
océano de pobreza y miseria
donde malviven criaturas que no
pueden estar de vuelta porque ni
siquiera han podido hacer el viaje
de ida”. Y ciertamente es así, la
brecha entre Occidente y el

132
tercer mundo se agranda aún más con la tecnología globalizadora, y a esto
añado, que incluso dentro de esta pequeña isla lujosa no todos son lujos,
pues son muchos los contrastes entre la riqueza y la pobreza, el glamour y
la miseria, los chalets y las favelas.

Vestido de retales
De alguna manera esto ha creado “una cultura de culturas”, un vestido
de retales mundial, un vestido caro, de muchos colores y banderas,
multiétnico, diversificado, pero que paradójicamente, crea un sentido de
superioridad sobre aquellos que no tienen dinero para pagarlo. Parece que
el español se tiene que sentir avergonzado de parecer español. La
idiosincrasia ya no es una seña de identidad bien vista, uno tiene que tener
un poquito del flow rapero del Bronx, un poco de hípster bohemio
americano, duende flamenco, una camiseta cubana del Che Guevara, moda
parisina, caballerosidad inglesa y organización alemana. Además de,
filosofar como los argentinos, ligar como los italianos y jugar al fútbol
como los brasileños... aunque en nuestro DNI ponga que somos de Cuenca.
Este movimiento globalizador, o mundializador, como quieran llamarlo,
que en principio parecía un movimiento de multiculturalidad, solidaridad y
respeto a lo diferente, al final ha terminado creando a un nuevo sujeto,
que muy lejos de ser un modelo de integración, es una hibridación de
diversidades que construye una casta social que mira con desdén a todo lo
que no se le parezca. Establece una categoría, pone un listón, forma un
estereotipo de lo "normal". Dicho en boca del filósofo Foucault: "cada
época construye el modelo de sujeto más conveniente para sí misma, que a
su vez contribuye a la reproducción de ese sistema social y, por tanto, al
mantenimiento del statu quo".
Si eres diferente al estereotipo de lo que esta sociedad ha
establecido como "normal" y no piensas, vistes, hablas, y vives dentro de la
nueva estructura creada, automáticamente vienes a formar parte de una
baja-sociedad "anormal", marginada del gran círculo posmoderno.
Respecto al tema, Slavoj Žižek dice: <<El multiculturalismo es una
forma inconfesada, invertida, autorreferencial de racismo, un "racismo
que mantiene las distancias": "respeta" la identidad del Otro, lo concibe
como una comunidad "auténtica" y cerrada en sí misma respecto de la cual
él, el multiculturalista, mantiene una distancia asentada sobre el privilegio
de su posición universal”.

133
En fin, no se trata de hacer un círculo lo suficientemente grande para
que entren todos los demás círculos, sino un proceso de homogeneización
cultural que crea subculturas divididas por un movimiento en apariencia
pluralista.
Este fenómeno convierte las relaciones sociales en campo de abono
para el poder, donde el capitalismo entra a manipular en todos los ámbitos
de nuestra vida cotidiana: las organizaciones, el consumo, el ocio, lo
personal. Se ha politizado la vida del hombre de a pie mediante estrategias
de dominación en el ámbito de lo individual. Dicho de otra manera, esto ha
producido construcciones totalitarias vestidas de una apariencia de
libertad, tolerancia y autonomía, lo que inevitablemente nos lleva a la
actual clasificación de mundos. Si no te gusta el vestido de retales eres
del segundo mundo. Si no puedes comprarlo eres del tercer mundo. Y si
tienes ideas claras en cuanto a la moral, andas en principios de fe, o
simplemente tus ideas en cuanto a ciertos temas no comulgan con las de la
mayoría, directamente no eres de este mundo.
Te lo digo más claro: que los tentáculos del consumismo capitalista
que mueven la publicidad y lo comercial te dicen, que si no vistes cómo
Justin Bieber, hueles al perfume de Shakira, tienes las deportivas de
Cristiano Ronaldo, o los calzoncillos de David Beckham, no eres nadie.

Pluralismo versus Multiculturalismo


El diccionario existe solo para
algunos. Hemos aprendido a jugar
con las palabras como jugamos con
la pelota: regateamos, hacemos
filigranas, disparamos con fuerza,
nos pasamos unos a otros. Hemos
aprendido a dar patadas al balón… y
al diccionario.
¿Has escuchado últimamente
las palabras “pluralismo” e
“igualdad”? Bueno pues no tienen
nada que ver en la práctica con la
teórica, no es lo mismo cómo se
utilizan en sociedad con la
definición de la rae. Nos llenamos la

134
boca con estas palabras, pero no sabemos lo que significan.
Pluralismo no es ser plurales. El pluralismo es gemelo de la tolerancia,
y la tolerancia no ensalza tanto al otro, simplemente los acepta en respeto.
Es decir, el pluralismo asimila y convive con la diversidad, pero no por ello
está obligado a promoverla o compartirla. Para el pluralismo, la
homogeneización es un mal y la asimilación es un bien. Además, el
pluralismo, como es tolerante, no es agresivo, no es pendenciero, pero de
manera pacífica mantiene sus propias ideas, aunque sean contrarias.
Dice Giovanni Sartori: “Quien tolera tiene creencias y principios
propios, los considera verdaderos, y, sin embargo, concede que los otros
tengan el derecho a cultivar «creencias equivocadas». La cuestión es
importante porque establece que el tolerar no es, ni puede ser, algo
ilimitado. «La tolerancia está siempre en tensión y nunca es total. Si a una
persona le importa alguna cosa tratará de llevarla a cabo, de realizarla; de
lo contrario, es difícil creer que verdaderamente le importe. Pero no
intentará realizarla por cualquier medio,
a toda costa». Entonces, ¿cuál es la
elasticidad de la tolerancia? Si la
pregunta nos lleva a buscar un límite
fijo y preestablecido, no encontraremos
esa frontera. Pero el grado de
elasticidad de la tolerancia se puede
establecer con tres criterios. El
primero es que siempre debemos
proporcionar razones de aquello que
consideramos intolerable (y, por tanto,
la tolerancia prohíbe el dogmatismo). El segundo criterio implica el
principio «de no hacer el mal», de no dañar. Es decir, que no estamos
obligados a tolerar comportamientos que nos infligen daño o perjuicio. Y el
tercer criterio es obviamente la reciprocidad: al ser tolerantes con los
demás esperamos, a nuestra vez, ser tolerados por ellos”.
La cuestión es que el multiculturalismo actual se disfraza de
pluralismo e igualitarismo, pero las entrañas de este movimiento ideológico
y dogmático tiene tintes totalitarios y hegemónicos, es un lobo con piel de
cordero, que intenta transformar a fuerzas minoritarias en fuerzas
mayoritarias… a la fuerza.
Te explico, la llamada “política del reconocimiento” según Wikipedia

135
es: “la tesis con la que Taylor afirma que existe una íntima y esencial
relación entre nuestra identidad (la interpretación que hacemos de
quiénes somos y cuáles son nuestras características fundamentales) y el
reconocimiento (o ausencia de éste, o un falso reconocimiento) que
tenemos por parte de los demás, así como también por nosotros mismos.
Nuestro mundo contemporáneo constataría una variedad de grupos,
pueblos, etnias, naciones, minorías, excluidos, “subalternos”, etc., que
buscan y exigen reconocimiento. Taylor entiende esta ausencia de
reconocimiento y de falso reconocimiento como un tipo de opresión que
deforma y moldea la concepción que dichos seres humanos tienen de sí
mismos. El auto desprecio que uno interioriza frente a los demás grupos,
vía este falso o carente reconocimiento, es una de las armas de opresión y
discriminación más fuertes que
existen”.
Es decir, que lo que uno es, o
cree ser, o intenta ser, depende de
lo que otros le reconozcan. Si se le
niega tal reconocimiento es como si
no existiera. Hasta ahí está
medianamente bien, el problema es
que la política del reconocimiento
exige que todas las culturas no sólo
merezcan «respeto» (como en el pluralismo), sino un «mismo respeto».
Pero ¿por qué el respeto tiene que ser igual? La respuesta es: porque
todas las culturas tienen igual valor.
Esto parece tan solidario, tan humano, tan tolerante, que en nuestra
emoción pasamos por alto la contradicción; parece que ‘resolvemos’ un
problema, pero en realidad estamos redirigiéndolo hacia otro lado.
Atribuir a todas las culturas «igual valor» equivale a adoptar un
relativismo absoluto que destruye la noción misma de valor. Si todo vale,
nada vale: el valor pierde todo valor. Cualquier cosa vale, para cada uno de
nosotros, porque su contraria “no vale tanto” como aquello que valoramos
más. Así desvestimos un ángel para vestir a otro, reconociendo el mismo
valor a todos, pierdo el sentido de lo que es valioso para mí, lo que además
de ser imposible, es profundamente hipócrita, pues cae en el mismo falso
reconocimiento del que se huye. Por tanto, el objetivo de borrar las
“diferencias que perjudican” para después restablecer “la ceguera a las

136
diferencias” tiene como objetivo crear al “ciudadano indiferenciado”… el
multiculturalista.
Los liberales que defienden el multiculturalismo hablan de una política
del reconocimiento, pero olvidan precisar que ser pluralista deriva en un
reconocimiento recíproco. Un reconocimiento que recibe a cambio un
radical desconocimiento es anti pluralista. Pluralismo es, un vivir juntos en
la diferencia y con diferencias. Es verdad que el concepto de pluralismo es
elástico y adaptable a las circunstancias,
pero no podemos pretender hacer una
pompa inmensa con un chicle sin que haya
un momento en que nos explote en la cara.
La elasticidad tiene un fin. De la misma
manera, tampoco se puede forzar el
pluralismo. Aquellos que se autoproclaman
“mentes abiertas” (cuando lo único que
han hecho es saltar de una pecera más
pequeña a otra más grande) de la
sociedad multicultural, lo están forzando
más allá del punto de ruptura. Si un multiculturalismo no plantea problemas
a una concepción pluralista del mundo, en ese caso, el multiculturalismo es
sólo una de las posibles configuraciones históricas del pluralismo, pero si el
multiculturalismo, en cambio, se considera como un valor supremo y
prioritario, entonces el discurso cambia y surge el problema, porque en
este caso pluralismo y multiculturalismo de pronto entran en colisión.
Sartori sigue diciendo: “El pluralismo presupone tolerancia y, por
consiguiente, que el pluralismo intolerante es un falso pluralismo. En
teoría, o en principio, está claro que el pluralismo está obligado a respetar
una multiplicidad cultural con la
que se encuentra. Pero no está
obligado a fabricarla. Y en la
medida en que el multiculturalismo
actual separa, es agresivo e
intolerante, en esa misma medida
el multiculturalismo en cuestión es
la negación misma del pluralismo”.

La sociedad invisible

137
Nos movemos hacia una sociedad global dispersa mucho más
autoritaria. Hay muchos niveles y muchas paredes en el edificio de la
humanidad. Veo este problema de exclusión que ya no se refiere a la vieja
división de clase entre la clase obrera y la clase burguesa, sino
simplemente a no permitir que alguna gente participe en la vida pública. Se
les considera los invisibles.
Resulta interesante que podamos ver las constantes tentativas de
eliminar las fronteras humanas que fueron tan forzadamente levantadas
tiempos atrás en un aparente movimiento de aceptación. Pero la realidad
es que con esta supuesta "vuelta a la unicidad", a un todo único, se
pretende disolver las características distintivas de cada ser humano
llevándolas a una única expresión sin
identidad. Ahora lo importante es la
humanidad, no el ser humano. ¿Puede
verse el peligro que esto envuelve?
Dentro de ese sistema, el ser humano
que aspire a ser "diferente", pondrá en
peligro a toda la humanidad, por lo que
deberá ser eliminado por el bien de
todos. Ser diferente será un peligro en
el futuro.
La verdadera lucha entonces, se transforma en una batalla cultural
por el reconocimiento de las identidades que quieren ser marginadas y por
la tolerancia con las diferencias. No sorprende, entonces, que la tolerancia
de los multiculturalistas liberales sea una pantomima de tolerancia a la
especificidad cultural de ese “Otro”. Por un lado, el multiculturalista
liberal tolera al Otro mientras no sea un “Otro Real”, sino el Otro
“desinfectado” según el gusto premoderno, un “Otro al Gusto”. Pero tan
pronto como tiene que vérselas con el Otro Real (el que opina diferente, el
que mantiene sus principios a pesar de no ser populares, el que alega
derecho a tener raíces), entonces se acaba la tolerancia.

La nueva “tolerancia”
La expresión “tolerancia cero” ha cobrado gran relevancia en el mundo
de la comunicación actuando como campaña de concienciación social contra
temas de actualidad importantes. Alguna de las luchas proponen el lema
“Tolerancia cero contra… el maltrato, el bullying, la mutilación genital, la

138
homofobia, violencia de género, corrupción, etc.…”, temas de los cuales
mantengo mi apoyo y compromiso total y por ello ya he tratado algunos de
estos temas.
Creo que mi apoyo no está solo, pues cuando una causa es justa y tiene
buena aceptación de la gran masa, solo los que están del lado oscuro
pueden diferir. El compromiso social de grandes partes comunitarias es un
arma contra el abuso, la barbarie y el desastre. Pero cuidado, las nobles
causas no hacen nobles hombres. El compromiso no es solo encabezar una
manifestación, ponerse un lazo de color en el brazo, o una banderita en la
foto de perfil de Facebook.
Respecto a esto me llamó mucho la atención que, en los atentados
perpetrados en París en la noche del 13 de noviembre de 2015 en la capital
francesa, en su mayoría por atacantes suicidas en los que murieron 137
personas y otras 415 resultaron heridas, muchos salieron a las calles a
manifestarse, y hubo una campaña extraordinaria que expresaba “JE
SUIS PARIS- YO SOY PARÍS”, y miles de perfiles y portadas de
Facebook se llenaron de banderas francesas. Un año después más de 800
muertos en Haití tras el paso del huracán Matthew, y 6 millones de
personas afectadas… ni una banderita en Facebook.
Hay quien se monta al carro de la “causa de moda” para no quedarse
fuera del círculo, no por un convencimiento real, personal y reflexionado.
No es lo mismo un hombre con causa que un “hombre-causa”, que va
buscando hacer amigos amoldándose a la emotividad social. Por eso veo una
doble moral en muchos movimientos de supuesta tolerancia formado por
personas que si hace falta se apuntan a un bombardeo con tal de que les
quede bien el traje progre. Es lo que Bauman llama "cultura líquida", que en
este caso sería "tolerancia líquida".
Aun así, si esa hipocresía nos hiciera más hipócritamente humanos, me
parecería medianamente bien, pero los tonos grises no nos van, y más
cuando detrás de ciertos temas se cierne una sombra de sospecha muy
alargada. La tensión que envuelve el ambiente de las nobles causas se
refleja en la radicalidad que poco menos se exige, radicalidad que nunca es
buena y va más allá de la causa al encauce: "O eres o no eres, conmigo o
contra mí". Entonces surge la paradoja y se cierra el círculo vicioso:
aquellos que exigen tolerancia se vuelven intolerantes. Es el momento en el
que la misma palabra pierde todo su sentido de ser. Tolerancia por
naturaleza es: “Actitud de la persona que respeta las creencias, opiniones,

139
ideas o actitudes de las demás personas,
aunque no coincidan con las propias”. Es
decir, que no tiene caso ser tolerante con
quien estás de acuerdo… tiene que haber
desacuerdo para posibilitar la tolerancia. De
ahí que no se entienda esa “tolerancia” que
sólo tolera lo que encaja con los propios
ideales.
Esto se refuerza más cuando la
respuesta pone en juego la evidencia del compromiso del hipócrita, que,
impulsado por su necesidad excesiva de aceptación, exagera su postura
para congraciarse con la masa que le mira. Entonces nace la radicalización
de la causa noble, lo que inevitablemente envenena a la masa y a la causa.
Lo que comenzó como un movimiento de valores dignos y procesos de
concienciación encomiables y pacificadores, se convierte en la plataforma
de las venganzas reprimidas que encuentran realización en la fábrica de
coartadas para legalizar el ojo por ojo, en una especie de totalitarismo
hegemónico que se impone desde una conciencia social. Vamos, una especie
de Hitler con cara de Bambi.
Pasamos de defender a la mujer de la violencia de género, a degradar
la figura del hombre bajo un movimiento ultra feminista; pasamos de
condenar el odio al homosexual a odiar al hetero por una postura
respetuosa pero conservadora
acerca de la sexualidad; dejamos
de denunciar la pederastia de un
cura para cebarnos con la religión
del cura. Ya no se trata de salvar al
herido, sino de atrapar al culpable;
se deja de buscar soluciones para convertirse en parte del problema.

140
La nueva presa es el individuo
conservador, su depredador es el
progresista radical, la nueva especie
en extinción es el sujeto moral, su
cazador es el inmoral liberalista, el
nuevo blanco de los dardos
envenenados es el cristiano, su
detractor es el resentido comunista
que ve el peligro en la religión.
Es una nueva versión de tolerancia... la "tolerancia" de los
intolerantes. Aquella que exige respeto, pero no respeta. Aquella que
mantiene elevados mecanismos de solidaridad mientras le bailes el agua. Es
la tolerancia que habla solo un idioma, unidireccional, parcial, populista,
injusta.
Hay una clase de individuos que profesan el lema de "tolerancia cero",
y resulta que a veces solo tienen "cero tolerancia".

Tolerancia populista
Cuando lo políticamente correcto es más político que correcto vale la
pena correr el riesgo de ser un inadaptado.
Es lamentable que valores tan puros y sanos tengan que ser
manoseados por las egoístas garras del poder, y es digno del espíritu más
impuro traficar con sensibilidades sociales como fichas de un ajedrez
político que lo único que busca es dejar en jaque la partida contra la
oposición.
Te resumo un pensamiento profundo de una manera sencilla: ¿Porque
puedes faltar el respeto e incluso agredir a cualquier persona del estrato
social sin más repercusión que una amonestación, y sin embargo, es un
escándalo el solo hecho de debatir la ideología de género? Porque ellos han
despertado la sensibilidad social, y de esta manera se han convertido en la
excusa perfecta para mover miles de millones en "ayudas sociales",
"integración", "solidaridad y tolerancia", "movimientos de igualdad", etc.
Estos lobbys mueven mucho dinero, subvenciones y ayudas. Se han
convertido en la gallina de los huevos de oro. Una maquina social capaz de
generar beneficios económicos, lo cual no ha pasado inadvertido por los
políticos, los cuales pueden obtener cuantiosas ganancias aparcando sus
opiniones reales y sirviendo de eslabón en esta cadena de conflictos de

141
intereses. El país que más promueva esas ideas "LGTBI" se lleva un trozo
de tarta más grande del pastel. ¿Tolerancia, igualdad, solidaridad? No...
DINERO.
La tolerancia también es un as en la manga del populista. La utilidad
que presta este elemento social tiene un poder de influencia enorme. Nada
como llorar con el que llora consigue más votos. Por eso nadie como el que
busca manipular sabe sonreír mejor ante los flashes de las cámaras que
plasman ese momento de empatía con el desdichado, y nadie como la plebe
para empatizar con esas sonrisas fingidas. Es como si nos ayudáramos en
ese mutuo escondite social. La gente necesita un héroe, un portavoz de la
indignación pública, alguien que salga hay al frente a decirles a los demás
las cuatro verdades y a poner a los malos en su sitio, y el intuitivo sabueso
oportunista huele el momento para aprovecharlo de la mejor manera.
Está de moda el fingido juego de parecer solidarios, humanitarios y
benevolentes... pero pocos visitan los hospitales, ayudan como voluntarios
en asilos o centros para toxicómanos, pocos apadrinan a un niño de Ruanda
o se ofrecen a sacar a chavales marginados de las calles. ¿Sabes por qué?
Porque esa tolerancia no tiene público. Somos solidarios, humanitarios y
benevolentes... de lo popular.
Es popular la tolerancia con la homosexualidad, pero seguimos siendo
racistas con el gitano porque no es un colectivo popular. Es popular hacer
huelga por el libre aborto, pero no es popular manifestarse por los
cristianos que mueren en Oriente próximo. Es popular compadecerse de
una jovencita que sufre abusos después de una noche de fiesta, pero no es
popular denunciar los abusos de las multinacionales que explotan
diariamente a los trabajadores que tejen la ropa de moda que pende en
nuestros cuerpos. Es popular ser antitaurino, pero si nos tenemos que
comer un buen chuletón no tenemos problemas.

Ama y haz lo que quieras


Cierta vez le preguntaron a Jesús — ¿Cuál es el mandamiento más
importante de todos? Jesús le contestó: —El primer mandamiento de
todos es: …Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Pero hay un segundo: Ama a tu
prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley
y los profetas.
En la Ley mosaica hay 613 mandamientos, y cada uno de ellos debe ser

142
memorizado desde muy pequeño en la mente de un hebreo. Sin embargo, el
mismo Jesús declara que toda la Ley se resume en estos dos, y los dos
tienen que ver con el amor, amar a Dios y al prójimo. Decía Agustín de
Hipona: "Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas,
gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas,
perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa
sino amor serán tus frutos".
¿Se puede ser tolerante sin amor? No bastaría con un simple sí o no,
pues ya hemos visto que las maquinarias invisibles de las acciones visibles
pueden estar compuestas por engranajes egoístas, y el mismo apóstol
Pablo en una de sus cartas a los corintios dice: “Y si diera todos mis bienes
para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser
quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha”. Respecto a esto hay
una frase estremecedora de mi padre espiritual Miguel Jiménez (Miguelin
de Asturias) que dice así: “A veces nos avergonzaríamos de nuestros actos
más nobles, si el mundo pudiera ver las intenciones que nos motivaron a
hacerlos”.
Hay una frase muy trillada últimamente que declara “No basta con ser
bueno, además hay que parecerlo”. Creo que la hemos entendido mal, nos
quedemos con la cáscara y perdimos la fruta… creemos que con parecer sin
ser es suficiente, y por eso nos decepcionamos tanto entre nosotros
mismos, porque siempre termina saliendo lo que somos… una cebolla con
muchas capas, que cuantas más capas se van descubriendo más hacemos
llorar a los que tenemos cerca.
Sin amor se puede fingir ser tolerantes, pero no puede haber
verdadera virtud sin
verdadero amor. El amor
es el condimento que le
sienta bien a todas las
recetas. Un amor nacido
del corazón, que impulsa
a una compasión no
fingida, que no mira por
lo suyo propio sino por el
bien ajeno, ese amor es el que mueve al mundo a una justa tolerancia. Es
ese amor del que habla Jesús, un amar al prójimo… no solo al semejante.
Un amar como a uno mismo. Los débiles necesitan afecto, necesitan

143
encontrar en nuestro corazón un
reflejo de ese amor de Cristo, para
eso nuestro amor por ellos debe
ser auténtico… nada arruina tanto
una relación como sobreestimar los
sentimientos, decir palabras que no
brotan del corazón, o mostrar una
bondad ficticia. Hay dos tipos de
dulzura, la espontánea y natural que brota cuando estamos en forma
espiritualmente, y otra cuando no estamos en forma y queremos parecerlo.
Cuando alguien no es uno mismo corre el peligro de crear una imagen de la
cual luego se sienta preso de ella… intentar parecer un ángel te requerirá
vivir como uno de ellos, y recuerda que no tenemos alas.

El poder del amor


La tolerancia es pasiva, cede, se limita a ver, oír y callar. El amor es
acción, se brinda, extiende la mano y ayuda. Hay una tolerancia que mira
con pena, y aun con desdén, que permite la existencia ajena pero no
participa de ella. El amor no es pena, es acción benevolente, no es simple
tristeza por alguien, es poder para restaurar.
El amor triunfa en el juicio, y recuerda también que todos somos
jueces… sentados en la silla de los acusados. Uno de los mayores problemas
que tenemos es que siempre nos creemos más buenos y mejores que los
demás. De ahí nuestra tendencia a mirarnos como policías de las conductas
ajenas. Pero no somos perfectos, lo sabemos, y aun así no nos dejamos
pasar ni una. Errar es una libertad a la que todos tenemos derecho y
ejercemos constantemente, y sin embargo no se la toleramos a nadie.

144
La misericordia escasea en nuestros
días, porque se dispensa con el
cuentagotas de la justicia. Esta
inclinación suele ser el resultado de
acumular sordas rebeliones, silenciosas
revanchas que han anidado en heridas que
se produjeron. Esas venganzas reprimidas
se evidencian cuando utilizamos esas
historias enterradas como la excusa
perfecta para hacer brotar falta de
empatía con personas que no piensan de
determinada manera.
Nos cuesta mostrarnos tolerantes
con los que no comparten nuestras ideas,
es difícil ser flexibles con aquellos que nos despiertan fantasmas del
pasado. Nuestra tendencia natural es el ojo por ojo y diente por diente, y
vamos por la vida devolviendo las que nos dan. Pero recordemos que la
tolerancia es el arte de estar de acuerdo en tener desacuerdos.
“Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchas faltas le
han sido perdonadas. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.” (Lucas
7:43). ¿Acabas de leer eso? “Al que poco se le perdona, poco ama”… La
reticencia al dar amor es el resultado de no haber experimentado la
tolerancia de otros. Es una manera de decirle al mundo que no tiene por
qué dar nada porque nada ha recibido del mundo. Pero acaso ¿No notas
como brotan las semillas de reproche enterradas en el ayer? ¿No te das
cuenta que con esa actitud estás siendo la víctima de una venganza
reprimida? ¿Tenemos derecho a devolver el golpe? ¿Si devolvemos el golpe
no estamos siendo igual que ellos?
“Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al
que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la
capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que
tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.” Para entender esto
correctamente es importante entender a quién Jesús le está dirigiendo la
enseñanza. Según los textos es evidente que la audiencia no son los que
golpean, inician las demandas o imponen el trabajo forzado, sino sus
víctimas. Estaba dirigido a los que estaban sometidos al abuso, y a un trato
inhumano de parte de la clase jerárquica por raza, sexo, edad, estatus, o

145
como resultado de la ocupación imperial. ¿Por qué entonces el Señor los
exhorta a poner la otra mejilla, si ya ellos habían sido abusados lo
suficiente? La razón es porque esta acción le robaba al opresor el poder
de humillar. Lo que la persona decía con ese acto era: “Trata otra vez. Tu
primer intento no pudo lograr lo que querías. Te niego el poder de
humillarme. Yo soy un humano como tú. Tu estatus no altera esa realidad.
No puedes degradarme”.
Esta acción no violenta del ofendido, desenmascara la maldad del
ofensor. La gestión inhabilita al superior porque le deja saber que a quien
está maltratando es a
otro ser humano. Si lo
golpea con el puño
cerrado lo hace igual a
él y lo tiene que
reconocer como uno de
su clase. En ese mundo
de honor y vergüenza,
el superior ha sido
incapacitado para seguir infligiendo vergüenza en un subordinado.
El texto no enseña que hay alguna virtud en someterse al maltrato y
la violencia porque es lo que los maltratados deban hacer. Por el contrario,
la realidad del verdadero amor nos debe proveer una mayor capacidad para
desenmascarar las injusticias y ofensas que algunos utilizan para oprimir y
maltratar. Es el devolver bien por mal, pero de una manera inteligente. Eso
de mostrar mi otra mejilla, yo lo tomo como mostrar mi otra cara, mi otra
inteligencia, mostrar al ser espiritual que habita dentro de mí, mostrarse
ante el enemigo de manera inteligente.
Conviértete en el promotor número uno del perdón incondicional y de
la sincera reconciliación. Tu paz y felicidad dependen de la capacidad que
tengas para dispensar amor. Cuando sueltas las armas y tiendes la mano, el
que más ganas eres tú. Hace mucho daño vivir resentido.

Marxismo cultural
Vamos por partes. ¿Quién era ese hombre cabezón que no se peinaba
y parece no conocía las cuchillas de afeitar? Karl Marx, creador del
marxismo. ¿Y quién era ese otro psicólogo con gafas de culo de vaso,

146
mirada profunda y pinta de científico loco? Sigmund Freud, padre del
psicoanálisis. Ellos parieron dos ideologías; Marx dio a luz el marxismo, que
es más bien un sistema filosófico, político y económico basado en las ideas
que rechazan el capitalismo y defiende la construcción de una sociedad sin
clases y sin estado; Freud por su parte concluyó que los niños eran seres
sexuales y que cada uno en su adultez expresaba la forma en que se los
había permitido manifestar sus impulsos. Estas dos ideologías se han
casado para crear el mayor movimiento de desmoralización y degeneración
que se ha dado en los últimos tiempos. ¿Culpa de ellos? Creo que no, ellos, o
más bien sus ideas, últimamente han sido utilizadas para dar base a la
nueva estructura de pensamiento de una parte de la sociedad: la nueva
izquierda, el neo-comunismo, o marxismo cultural. Marx ha vuelto, pero no
para moverse entre los congresos de diputados y las burocracias políticas,
se ha convertido en un ciudadano de a pie y aplica sus ideologías a la
sociedad y la cultura. Su idea es cargarse la vida tal y como la conocemos,
quemar el pasado con sus ficheros, recuerdos e instituciones, romper todo
vínculo con cualquier atisbo de lo que interpretan como “autoritarismo” y
“opresión”, lo que inevitablemente deriva en una actitud infantil de
rebeldía y anarquía.
"El marxismo cultural es una
ideología de subversión (un proceso por
el que los valores y principios de un
sistema establecido, se invierten, y se
relaciona con un trastorno, una revuelta
o una destrucción) contra diversos
valores tradicionales y otros elementos
fundamentales de una sociedad como la
familia, la religión, la sexualidad, la
raza, el nacionalismo, etc... A los que considera anticuados, arcaicos y
opresivos" (Fuente anonima). Esta subversión cultural se disfrazó bajo el
eufemismo de Teoría Crítica. ¿Qué es la Teoría Crítica? Esta teoría está
fabricada como una manera de destruir los valores occidentales
tradicionales. Su principal objetivo es la familia tal como se concibe
histórica y culturalmente en Occidente, entre la unión de un hombre y una
mujer con la intención de tener hijos y criarlos en los principios y valores
heredados. La crítica alega que un matrimonio puede ser cualquier tipo de
unión donde haya atracción sexual (como si te enamoras de tu perro), sin

147
ningún propósito concreto… o simplemente para tener un álbum con fotos
de novios en el parque del retiro.
¿Dónde y quienes formaron la Teoría Crítica? Ingenieros sociales,
filósofos, psicólogos y algún resentido (si no todos), crearon la Escuela de
Frankfurt, un cóctel freudomarxista, y de la mezcla nació el marxismo
cultural. El psicoanalista Erich Fromm decía que la masculinidad y la
feminidad no eran fruto de diferencias biológicas, sino que surgían en los
individuos por imposición social, forma de educación y tradición (este es un
principio básico de muchas
aberraciones sexuales
modernas).
Alrededor de los 90,
Antonio Gramsci, un filósofo
italiano, tomó nota de esta
teoría y revolucionó a las
masas con lo que denominó
“combate cultural”. Este
"combate" debía dirigirse
hacia todas las instituciones
posibles: escuelas, museos, iglesias, seminarios, periódicos, revistas,
televisión, cine, etc., desde donde se propague una anti-cultura que acabe
con los cimientos y las convicciones de la cultura occidental para que la
gente se adhiera a los ideales marxistas.
La sociedad actual está totalmente influenciada por este movimiento
revolucionario gracias a tres factores: Primero la élite del nuevo orden
mundial, con su poder económico y mediático, que quiere mentalizar a una
generación entera mediante la ingeniería social para el individualismo al
estilo nórdico que rompe con la familia tradicional, así de esta manera baja
la natalidad ante la avalancha de sobrepoblación y se puede establecer más
fácilmente un capitalismo consumista globalizado ante el auge del
narcisismo que impera. Segundo, mediante ese “combate cultural” que se
lucha en los medios masivos de comunicación y educación, como la TV,
Internet y radio, además de asociaciones, ONGs, universidades y ahora
también los colegios. Y tercero la pasividad de la derecha conservadora y
el colectivo religioso ante el auge de pensamientos e ideas novedosas que
han tenido buena aceptación… nos ha podido el miedo a la opinión de la
masa.

148
Esto se definió como el “trasbordo ideológico inadvertido a través del
diálogo”. El hecho de aceptar un debate nos va ablandando en aquello que al
principio era inadmisible, redundo en lo que se llamó una “táctica de
coexistencia pacífica”, lo cual terminó, como estamos viendo, en el
establecimiento cultural de una nueva forma de pensar generalizada. Al
entrar en el juego de palabras del marxismo cultural se perdió la batalla
ideológica, porque el marxismo cultural contaba con el arma de
manipulación más poderosa de nuestros tiempos… el victimismo.

Dictadura progre
El sujeto “progre” y el arma de coacción social de “lo políticamente
correcto”, ha creado un sistema de manipulación, control y censura. El
pensamiento único impera mediante la corrección política (no sé si te suena
algo a la novela de Orwell). Vivimos un apartheid ideológico, en el que una
minoría, con la excusa de avanzar hacia una sociedad más libre, instaura
leyes, ocupa sillas mediáticas y marca la agenda de una sociedad entera,
mientras silencia a los disidentes.
Para ello se han metido como la
levadura entre la masa, en instituciones,
sistemas educativos, y medios de
comunicación, a fin de influenciar y
cambiar la forma de pensar de la gente.
Las características de esta corriente de
pensamiento son aterradoramente
estratégicas y manipuladoras. Hay
dificultad para señalarlo porque utilizan
el populismo para protegerse, además de
jugar con la conciencia social y lemas de
libertad como fichas de ajedrez, pero en
realidad tienen una tolerancia selectiva, imparcialidad democrática y
totalitarismo ideológico.
Utilizan el tema del “Igualitarismo” pero no como un derecho del que
cada uno parte para ser uno mismo, sino para ser igual a ellos, en una
negación de las diferencias entre individuos, es el mantra de “Todos somos
iguales” pero la verdad es que unos son más iguales que otros, más bien el
lema seria “Todos tienen que ser igual que nosotros”. La igualdad la
entienden como homogeneidad absoluta, como un par de gotas de agua, y

149
no una igualdad en dignidad, y
derechos legítimos. El igualitarismo
progre es un atentado a la libertad,
que impide a la persona pensar con
libertad y el derecho a disentir. Si
bien a nivel político el discurso
igualitario es rentable, pues promete
más beneficios a las personas y
explota la envidia recurriendo al odio
de clases, lo cierto es que individualmente la gente no quiere ser igual al
resto cuando alcanza cierto nivel social, y esto lo vemos en los mismo
líderes que encabezan el discurso hipócrita, pues hablan como comunistas
y viven como capitalistas. Evidentemente todos quieren ser iguales, pero
iguales al que tiene más, nadie quiere ser igual al que tiene menos. Así, se
ve en el igualitarismo progre una fuente de nivelación por el factor común
más débil, que solo se oye en el discurso pero que no se plasma en la
realidad, jugando a ser los Robbin Hud de la sociedad, pero que de paso, a
cambio se quedan con cierto porcentaje de poder no pequeño. Dice Alexis
de Tocqueville: “Hay en el corazón humano un gusto depravado por la
igualdad que lleva a los débiles a querer rebajar a los fuertes a su nivel y
que conduce a los hombres a preferir la igualdad en la servidumbre a la
desigualdad en la libertad”.

Feminismo radical
Uno de sus movimientos más fuertes es el ultra feminismo, con el cual
victimizan a las mujeres y criminalizan al conjunto de los hombres, en lo
que deriva en misandria (odio a los hombres). Tiene una alta exaltación del
matriarcado y denigración del patriarcado tradicional de Europa. Ello es
base para una fuerte defensa del aborto libre en base a premisas como
“Mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiera”. El feminismo considera la
hermosura y privilegio de la maternidad como una subordinación del
hombre a la mujer, pero de momento no conocemos otra manera de traer a
nadie al mundo, y ya hemos probado con lo de pedir presupuesto a las
cigüeñas.
Hay diferentes clases de feminismo, este fenómeno se divide en las
llamadas "olas del feminismo", que a lo largo de la historia se diferencian
en el contenido y las formas. La primera ola es la del feminismo liberal,

150
desarrollada en los tiempos del
Renacimiento (Siglos XV, XVI y
posteriores), como período de
transición entre la Edad Media y
la Edad Moderna, y
caracterizada por mujeres de
gran inteligencia que comienzan a
reclamar el derecho a recibir
educación de manera equitativa a
la recibida por los hombres. Este
primer feminismo aboga por el
acceso a la ciudadanía por parte
de la mujer: el derecho a la
participación política y el
derecho a acceder a la educación
que, hasta entonces, había
estado reservada para los
hombres. Hasta ahí bien, de hecho es encomiable y digna de alabanza esta
lucha. Algo que además no está lejos del pensamiento de Jesús, de hecho,
El fue el gran pionero y revolucionario de su tiempo dando un papel
importante a la mujer dentro de su ministerio, dejando que formarán
parte activa del equipo que Le seguía, participando de las ofrendas,
sentando a la mesa con los demás discipulos, ocupandose de los menesteres
y servicios que hasta ese momento estaba reservado solo para los varones,
y sobretodo haciéndolas las primeras portadoras y testigos de la más
grande noticia, la resurrección de Cristo, y posteriormente que estudian
en las iglesias de los santos, algo que por cierto no era normal dentro de
una sociedad que mostraba un profundo desprecio por la mujer.

El problema por lo tanto, no es el feminismo en si, el de primera ola,


sino los feminismos posteriores, cuando el movimiento empieza a
envenenarse con el marxismo y pierde los papeles, cuando pasa de ser un
movimiento social y se politiza para convertirse en una ficha del ajedrez
político utilizada para beneficios partidistas y de agendas globalistas.
Es entonces cuando aparece la segunda ola feminista, que se puede
entender como dicha preocupación del papel de la mujer vista a través de
los lentes de la ideología marxista y el socialismo. La tesis central es: que

151
la “mujer” es un concepto socialmente construido, es decir, carente de
esencia, artificial, siempre definido por su opresor: el hombre. La famosa
frase que resume la propuesta teórica es: “No se nace mujer: llega una a
serlo” (Simone de Beauvoir). Esto quiere decir, en pocas palabras, que el
ser humano no es nada más que aquello que él hace de sí mismo. No existe
nada como una “naturaleza humana”. Dice Agustín Laje en "El libro negro
de la nueva izquierda": "Consideremos por ahora el peligro de abolir en
nuestra consciencia cualquier determinación natural en el ser humano:
tendríamos como resultado la imagen de una persona humana suspendida en
la nada, alienada respecto de toda realidad exterior, incapaz de orientar
sus pautas culturales de acuerdo a lo que, por razones evidentemente
naturales, resulta auspicioso para su mantenimiento y crecimiento. Una
sociedad podría moralizar como pauta cultural la ingesta de gasolina, por
ejemplo, pero las personas que se ajustaran a esta conducta no podrían
evitar las consecuencias mortales de tal práctica. Del mismo modo, otra
sociedad podría legislar la abolición de la maternidad, como a más de una
feminista parecería agradarle, aunque aquélla no podría escapar al destino
que, por la naturaleza finita del ser humano, le espera: la total extinción...
El hombre es cultura, pero también naturaleza. O mejor dicho, el hombre
es naturaleza, pero también es cultura: en ese orden."
La cuestión es elemental, se trata de tener dos dedos de frente para
saber que un tornillo entra en una tuerca, y que por mucho que se quiera
negar no podemos obviar la ley de la gravedad tirándonos de un sexto piso,
o aguantarnos la respiración porque estamos enfadados con el aire. Dos
más dos son cuatro... aunque nos obliguen a creer que son cinco.

Teoría Queer
Por último, la tercera ola es la más violenta y perversa. Esta tercera
ola está asociada con lo que se conoce como "Teoría Queer". ¿Qué quiere
decir Queer? Es una palabra de origen inglesa; aparecida en el Siglo
XVIII, por entonces surgió como un insulto para denominar a aquellos que
corrompían el orden social: el borracho, el mentiroso, el ladrón. Pero
pronto la palabra también empezó a utilizarse para referirse a los
invertidos, el homosexual, la lesbiana, el travesti, el fetichista, el
sadomasoquista y el zoófilo. "Aquello que en sus inicios fue un insulto, a
partir de mediados de los años ´80 fue reapropiado políticamente por los
mismos a quienes se pretendía injuriar. Grupos homosexuales empezaron a

152
utilizar la palabra “queer” para autodenominarse, el insultado tomaba con
“orgullo” el insulto y se lo aplicaba, desafiantemente, a sí mismo" (Agustín
Laje).
Propone que el ser humano se
considere sexualmente ambiguo, y
que en sexualidad todo valga.
Asimismo, promueve la
feminización del varón y la pérdida
de feminidad de la mujer… otra
paradoja feminista.
Lo teoría queer no sólo
rechaza de plano que exista algo
como un hombre, una mujer, un gay
o una lesbiana, ser homosexual no
basta para ser ‘queer’, es
necesario someter su propia identidad a crítica.
Esta nueva corriente busca “deconstruir” de manera aún más
profunda y absoluta la noción de género y sexualidad, hasta hacer de las
personas muñecos sin identidad, objetos utilizables, entes sin categoría ni
valor natural... animales. Llega a ser enfermiza y aberrante esta ideología,
y para no enrollarme, solo decir que, en menos de diez años veremos cómo
se intentará legalizar la pedofilia en base a esta teoría, tal como ya se ha
legalizado la zoofilia en Canadá.
La más importante teórica queer es Judith Butler, cuya obra "El
género en disputa" (1990) es considerada como base para esta teoría. Lo
que procura Butler es estirar tanto el concepto de género como para que
en él quepan formas y gustos sexuales de lo más extrañas. Butler pretende
una multiplicidad de géneros que rompan la coherencia existente entre el
sexo, el género y el deseo, estos serían los sujetos “queer”, aquellos cuyo
cuerpo no tiene que ver ni con su género, ni con su deseo. Por ejemplo, un
hombre que se cree mujer, y que desea mantener relaciones sexuales con
menores de edad... Sexo, género y deseo correrían de esta forma por
carriles distintos. Entre esta “multiplicidad” de deseos, tiene lugar
también el caso del incesto.

153
La propuesta teórica de Butler
de que el sexo “siempre fue
género”, es refutada por el
investigador del Centro de Estudios
LIBRE, Fernando Romero, que ha
escrito un ensayo donde contesta
aquel argumento: "En Butler hay una
evasión total de las condiciones
biológicas de la existencia; se nos
presenta al sujeto suspendido en la
nada misma, como un semidiós que
se hace a sí mismo, que es portador
de condiciones que nada tienen que
ver con un marco natural distinto de lo que su propia cultura le impone."
Dice Agustín Laje: "ideología queer busca subvertir lo que llama
“vínculos sexuales heteronormativos”, lo que pone la diana de la
problemática en el exterior de la persona y genera un cóctel explosivo de
odio, violencia y frustración individual. La interminable lucha contra la
naturaleza que los movimientos queer llevan adelante, está perdida de
antemano, y las frustraciones de esa derrota inevitable se canalizan en
sentimientos de ira contra la sociedad en general, y el hombre
heterosexual en particular. Hay, en efecto, muchas teóricas queer que han
llamado a practicar de forma abierta la violencia. La pregunta es: ¿Puede
esperarse otra cosa de quienes han sido formateados políticamente en el
odio y el resentimiento? En efecto, hemos visto cómo la ideología de
género construye discursivamente una guerra entre hombres y mujeres
primero, y una guerra entre heterosexuales y homosexuales después, para
desembocar al final de todo en la idea de que no existe siquiera el sexo
como tal y, todavía más, no existe la identidad como tal. Así, quienes son
colocados en un lugar sexual o de “género” por el “discurso
heteronormativo”, estarían siendo víctimas de una violencia que está
programada para mantener el capitalismo; y a la violencia ha de
respondérsele con una violencia mayor. La ideología, por tanto, ofrece a
esta gente conflictuada sexual e identitariamente una explicación que
promete aliviar su frustración, y que ofrece una salida a tanto malestar
interno. Y esa salida no tiene que ver con procesos de auto-reflexión, de
superación, de inclusión; esa salida no es individual, sino que es política y,

154
todavía más, esa salida es de violencia política. Pues el queer está
incapacitado para problematizar su propia situación, su propia
responsabilidad; para el queer, la responsabilidad es siempre del
fantasmático sistema en el que los teóricos de la ideología de género le
hicieron creer y odiar, llámese “heteronormatividad”, “hetero capitalismo”,
o comoquiera que los imaginativos “académicos” de estas corrientes
inventen."
El problema hoy en
Occidente no es el hetero
patriarcado tal como lo define
el movimiento feminista, pues
la sociedad ha evolucionado
hacia un reconocimiento de
los derechos legítimos de la
mujer en todos los ámbitos de
la vida, sin embargo la
"inquisición de género" y el
"feminazismo" ideado por
ingenieros sociales para
destruir la relación hombre-
mujer, que ha derivado en
misandria (tendencia que
consiste principalmente en el pensamiento de que la mujer rechaza el trato
con los varones, por considerarlos nocivos, tóxicos, inútiles o, simplemente,
prescindibles, no ser partidaria del predominio de la mujer sobre el varón.
El varón, y como consecuencia la concepción y la familia, son consideradas
como aberrantes y rechazables si involucran la presencia de un varón),
está provocando brotes de intolerancia y violencia como en ningún otro
sector social, al punto que la balanza se ha descompensado por el otro
lado. Ahora las mujeres tienen que controlar los medios de reproducción
mediante la tecnología genética, en una forma de subestimar la paternidad
del hombre. Asimismo, el matrimonio es considerado otra forma de
opresión hacia la mujer, y “el hogar es un confortable campo de
concentración del cual hay que liberarse”.
Edgar pacheco nos advierte de las consecuencias de esta ideología:
“Baja natalidad, falsa emancipación femenina, guerra de sexos,
feminización del varón Occidental, desvirilización, destrucción de la

155
familia, descomposición de la sociedad, quiebre de la autoridad, descrédito
de toda jerarquía, odio a la excelencia, rechazo del mérito, xenofilia,
invasión demográfica, herejía espiritual, indigenismo, homosexualidad,
corrupción, reestructuración del lenguaje etc. Son solo algunos de los
problemas del tejido social, y que están acabando con esta generación”.
Todo desemboca como veremos, en una estrategia de hegemonía
política que intenta destruir la vida tal como la conocemos, en un proyecto
de ingeniería social que derive en un control total del individuo, y que es
ejecutado por estos brazos sociales configurados para una revolución
contra un enemigo invisible, casi extinguido, pero que ha dejado brotes de
resentimiento del cual hacen uso los más listos... los listos de siempre.

La ideología del manicomio


Como hemos visto, uno de los puntos fuertes de la dictadura progre
es la ideología de género. Es una propuesta de acuerdo a la cual las
diferencias entre los sexos humanos no tienen origen biológico, sino que
son fruto de una construcción social. No existe absolutamente ninguna
prueba científica real para fundar tal premisa, por lo cual ni siquiera es
una hipótesis, sino una idea, de ahí que se la defina como ideología, y más
aún, es una ideología irracional, contradictoria y que choca con el sentido
común.
De ahí el gran parecido de la dictadura progre con el gran hermano de
Orwell, en el que mediante técnicas de manipulación masivas se nos obliga a
creer contra natura. Para imponerlo tienen la complacencia del sistema, de
los medios de prensa mundial, las estructuras educativas y todo el
marxismo cultural imperante.
Con palabras como "machista" “transfóbico” “homofóbico”
“intolerante” “crimen de odio” “ultraconservador”, "fascista o facha", etc.
buscan patologizar a todo aquel que no acepta las imposiciones de la
dictadura de género. Al igual que antes se consideraba un hereje a todo
aquel que ponía en duda las doctrinas de la Iglesia Católica, hoy se
considera “fóbico” a todo aquel que difiera en sus ideas acerca de la
ideología de género. Intenta imponer formas de degeneración sexual
promoviendo y defendiéndolo como un fenómeno "natural y sano".
Victimizan a los homosexuales y demonizan a las voces opuestas.
Pero ¿De dónde nace realmente la ideología de género? Esto será
revelador. Vamos allá:

156
-Wilhelm Reich, médico alemán, marxista y gran precursor de la
revolución sexual, obsesivo compulsivo desde los 6 o 7 años, zoófilo. El
suicidio de su madre tras descubrirse que mantenía relaciones sexuales
con un niño de 13 años, de lo cual culparía a su padre, de ahí su posterior
odio al patriarcado. Desarrolló un particular odio a la familia como
proyección de la angustia que sentía por la suya. Su objetivo fue la
destrucción de la moralidad, la familia y toda forma de represión.
Practicaba el bestialismo con los animales de la granja familiar y era un
asiduo de los burdeles. Años más tarde este psiquiatra utilizaría sus
clínicas para abusar de las mujeres que participaban en sus “terapias
sexuales”. En su clínica psicoanalítica de Berlín se practicaban todas las
perversiones sexuales. Moriría en la cárcel en 1957 tras haber sido
diagnosticado de paranoia y esquizofrenia progresiva.
-Margaret Mead: Bisexual y partidaria del amor libre. Declaró que la
heterosexualidad rígida es una perversión de la naturaleza. Fue una de las
pioneras del aborto en EEUU, así como del amor libre, de la lucha contra el
matrimonio monogámico, del divorcio y
de la promoción de la pedofilia.
-Michel Foucault, filósofo francés,
homosexual, militante del Partido
Comunista, tuvo una juventud un tanto
convulsa durante la cual fue iniciado en
el sadomasoquismo homosexual y el
consumo de drogas de todo tipo durante
su etapa en EEUU. Intentó suicidarse en
varias ocasiones y murió a causa del sida
en 1984.
-Louis Althusser, filósofo
comunista francés, en 1980 estranguló a
su esposa Hélène, lo que motivó su
internamiento en un hospital psiquiátrico.
-Margaret Sanger, fundadora de Planned Parenthood, la gran
multinacional estadounidense que promueve el aborto en todo el mundo,
abandonó a sus hijos debido a su ninfomanía. Gran entusiasta de la
eugenesia y el control de la población especialmente entre la población
inmigrante y las clases sociales más bajas, llegó a coquetear con el racista
Ku Klux Klan. Murió en 1966 cuando ya era una alcohólica irrefrenable.

157
-Shulamith Firestone, otro gran referente del feminismo radical y la
ideología de género, decía que, "la maternidad era la opresión radical que
sufre la mujer”. Su objetivo prioritario ha sido suprimir la familia.
Partidaria de la emancipación sexual de la infancia. Pasó varios años en una
clínica psiquiátrica -sufría esquizofrenia- y en 2012 fue encontrada
muerta en su casa. Tenía cuatro amigas, tres se suicidaron.
-Kate Millet, de ideas maoístas, que se convirtió al lesbianismo no por
impulso sexual, sino por odio a los varones. Gran defensora del
totalitarismo, llegó a decir que “lo privado también es político”. Al final de
su vida fue internada en un psiquiátrico y pidió vigilancia las 24 horas
porque ella misma era consciente de su impulso incontrolable al suicidio.
-Simone de Beauvoir, filósofa feminista radical partidaria del amor
libre y del aborto, atea militante, escandalosa, alternativamente
heterosexual o lesbiana, "comprometida" con el socialismo y con todas las
causas "progresistas" y transgresoras. Compañera sentimental del
existencialista Sartre defendía que la mujer no nace, sino que se hace,
siendo en realidad “una construcción social”.
-Alfred Kinsey, figura central de la revolución sexual del s. XX.
Construyó una utopía sexual dando rienda suelta a todo tipo de
perversiones. La
homosexualidad se extendió a
todo su entorno, así como
prácticas pedófilas y
zoológicas. Utilizó métodos
fraudulentos para
"demostrar" que la
homosexualidad era algo
normal en la sociedad,
afirmando que al menos el 10% de la población lo era usando este dato
falso para justificar la implantación del "matrimonio" homosexual. Fue un
obseso compulsivo con tendencia al bestialismo y un pederasta confeso.
Uno de sus mentores ideológicos fue el satanista homosexual y pedófilo
Alan Kardec. Por cierto, sus estudios estuvieron financiados por la
fundación Rockefeller, fundación que actúa en beneficio de un Nuevo
Orden Mundial, ya que el apellido Rockefeller aparece como una de las
familias prominentes con el fin de imponer un gobierno mundial único a
través del Grupo Bilderberg, y a la que se le ha acusado de promover el

158
aborto y el control de la natalidad en todo el mundo, usando su dinero y
sus poderosas influencias.
-Georges Bataille, antropólogo francés, fue un partidario del
satanismo orgiástico y fundó una sociedad secreta para practicar
decapitaciones -no se llevaron a cabo, aunque no faltaron voluntarios- y
sexo ritual.
-Pero si algo realmente descubre los macabros orígenes de la
ideología de género es el inventor de la ideología de género... John Money,
un psicólogo y sexólogo que no se oponía a la pedofilia y que apoyaba todo
tipo de prácticas sexuales aberrantes. El paso de la teoría de género que
promulgaba, a la práctica, gracias a dos hermanos Bruce y Brian Reimer,
con los que experimentó para probar su “reasignación sexual” e intentar
demostrar que la identidad de una persona no está fundada en los datos
biológicos del nacimiento, sino en las influencias culturales y el ambiente
en el que crece. Una vez adultos, ambos se suicidaron tras haber pasado
múltiples sufrimientos. Sin embargo, Money publicaba trabajos y libros,
concedía entrevistas y gritaba a los cuatro vientos que el experimento era
un éxito, cuando en realidad esa familia fue destrozada. Esta historia la
recogió John Colapinto en su libro "As Nature Made Him. The Boy Who
Was Raised as a Girl". Así inventó Money la ideología de género: con un
bebé que utilizo como su cobaya humana y que acabó suicidándose.
Contestaré con una aportación de Javier Torres al tema: "Es como si
alguien hubiera abierto las puertas del manicomio y las teorías de sus locos
más célebres se convirtieran en doctrina mundial. Ya no hay nada objetivo
-ni siquiera la diferenciación biológica XX o XY, ¡oh cromosomas fascistas!
- que determine si somos hombre o mujer. Cada uno, y sólo cada uno,
decide lo que es. Así lo dictaron los ideólogos de género y los profetas del
pansexualismo, unos tipos cuyos postulados fueron difundidos antes de
probar la camisa de fuerza, la pedofilia, la zoofilia, la drogadicción más
salvaje y, en muchos casos, el suicidio final. La excepción, y no parece
casualidad, es la de quienes lograron llevar una vida plácida. Atormentados
por traumas infantiles, prácticas sexuales degeneradas y odios obsesivos a
la figura del padre -al varón en general- las doctrinas de los ideólogos de
género han logrado colarse hoy en las aulas de universidades y colegios de
un occidente que desde hace décadas navega a la deriva. No sólo es la
rebelión contra la familia, ni la imposición del relativismo y la corrección
política, es sobre todo la guerra sin cuartel contra la naturaleza, contra la

159
realidad más evidente. El triunfo de la voluntad del yo. "Todo se puede
negar porque no hay nada fuera de nosotros que sea objetivo", decía
Friedrich Nietzsche, el filósofo del que parten todos los entusiastas de
género. "Dios ha muerto", sostiene el pensador alemán, "y si Dios ha
muerto también ha muerto la naturaleza creada por él. Así que nada define
lo que soy, sólo yo puedo hacerlo". Nietzsche, por cierto, acabó en un
manicomio los últimos años de su vida."

La ley del embudo


Para intentar dar un poco de coherencia a su discurso, buscan
apoyarse en la ciencia, pero solo en aquella que les interesa. Cuando la
misma ciencia en la que intentan basarse, les dice con estudios, sofismas,
datos reales e incuestionables, para demostrar que el aborto es matar una
vida, que no hay gen gay y que la sexualidad no es fruto de la forma en que
se educa a una sociedad, sino un hecho biológico, entonces esa ciencia está
adulterada.
"El profesor Shmuel Pietrokovski y el doctor Moran Gershoni, ambos
investigadores del Departamento de Genética Molecular del Instituto
Weizmann de Ciencias, han revelado que cerca de 6.500 genes humanos
codificadores de proteínas, reaccionan diferente en el sexo masculino y
femenino. Este descubrimiento derriba el mito de la ideología de género
que considera que la diferencia entre hombre y mujer es un hecho social
y/o cultural, es decir, una construcción en lugar de un hecho biológico o
natural" (Actuall).
Los científicos y expertos alertan del daño que se puede hacer a los
menores. El Colegio Americano de Pediatras, encabezado por su
presidenta, Michelle A. Cretella;
su vicepresidente, Quentin Van
Meter y con el apoyo de Paul
McHugh, antiguo jefe de
Psiquiatría del Hospital Clínico
John Hopkins, ha realizado un
estudio en el que se abordan los
peligros de la transexualidad y de
la ideología de género, haciendo
especial hincapié en la
transexualidad infantil. El Colegio

160
Americano de Pediatras desmonta, paso a paso, la transexualidad infantil,
condenando la normalización de la transexualidad en los colegios y en
política como si fuera algo bueno y saludable.
Tiene gracia, vivimos en una sociedad que censura películas para
menores de 18 años, entre otras cosas por su contenido sexual, no
permiten conducir un vehículo hasta esa "mayoría de edad", no se puede
vender alcohol a esos menores de edad, no pueden entrar a una discoteca
por ser "menores de edad", no pueden tener ciertas libertades
independientes de sus padres hasta los 18 años... y, ¿si están capacitados
para decidir solitos, a tan tempranas edades, si quieren cambiarse sexo? O
se están volviendo locos o son demasiado listos, y sólo están jugando con el
tema de la ideología de género como una ficha de ajedrez política, para
buscar, como vampiros, chupar subvenciones europeas destinadas a tales
colectivos, subvenciones que vienen de los filantrocapitalistas ricos que no
"donan" sino que invierten en sus agendas, las cuales cuelan en los países
en un intercambio de financiación a cambio de que se lleven a cabo ciertas
políticas globalistas e ideologías. Se podría resumir con aquel dicho, nunca
mejor dicho: Dame pan y llámame tonto.
Asimismo, se apoyan en supuestos derechos humanitarios y
constitucionales, pero cuando por unanimidad, los 47 jueces, de los 47
países del Consejo de Europa, que integran el pleno del Tribunal de
Estrasburgo de Derechos Humanos más importante del mundo estableció
textualmente que “no existe el derecho al matrimonio homosexual”,
entonces no se entera ni el
apuntador.
Los marxistas culturales
dicen ser demócratas… pero no
tanto, cuando sale un resultado
que no les gusta se lanzan a las
calles a quemar contenedores y
romper el mobiliario urbano. Es
más, cualquier mínima disidencia con sus ideologías son tachadas como
“intolerancia” y aquellos que quieran ejercer su libertad de expresión lo
tienen que hacer bajo un buen montón de improperios y descalificaciones.
En fin, es la ley del embudo: lo ancho pa' mí y lo estrecho pa' ti.
Josh McDowell en su libro “La Nueva Tolerancia” dice: “Una de las
técnicas más básicas de la nueva tolerancia es la insistencia de que es

161
posible creer imposibles, una táctica que nos recuerda el 1984 de Orwell,
en el cual el protagonista, George Winston, fue torturado hasta que juró
que dos y dos eran cinco... ¡y lo creyó! La tolerancia de hoy hace una tarea
semejante en las mentes de los jóvenes y viejos, pintando tales
"pensamientos de imposibilidades" como moderno e intelectual. Como
resultado, la palabra tolerancia tiene una nueva definición, para significar
no solamente aceptar una persona que difiere de usted, sino también estar
de acuerdo con, aprobar y hasta participar en las creencias de esa
persona, su manera de comportarse y su estilo de vida. Disenso es fobia.
Descontento es odio. La convicción es fanatismo. La segregación selectiva
es justicia. Los credos/oraciones/símbolos cristianos son discriminatorios.
Las estrategias y prácticas de la nueva tolerancia, animando al
"Pensamientodoble", empleando "Neolengua", y erradicando los "crímenes
de pensamiento", no solamente nos recuerdan a 1984 de Orwell; sino que
también son un peligro claro y presente para cualquiera, incluyendo a usted
y su familia, que no se inclinan a las enseñanzas del postmodernismo”.

Cristianofobia
Como hemos visto, el plan satánico que hay detrás de todo esto es la
destrucción de la familia y los
valores tal como los conocemos
hoy. Buscan un sistema universal
que albergue un conjunto de
ideas homogéneas, pero
paradójicamente tiende al
relativismo para vivir en el “todo
vale” y un “mientras no haga daño
a nadie hago lo que me dé la
gana” y “vive y deja vivir”. Una
verdadera ensalada de ideas que
no está dispuesta a entenderse
con lo que hasta hoy, y en la
mayoría de los sectores, es el
principal baluarte contra la
dictadura progre, y es la Iglesia.
Puesto que la Iglesia es el

162
principal defensor de la familia tradicional, basada en los preceptos de las
Santas Escrituras, y no comparte las perversiones del manicomio, el
marxismo cultural tiene como finalidad ir concienciando a la sociedad
(mediante la desinformación, la demagogia, el populismo y cien estrategias
más) de que el cristianismo es nocivo para la actual sociedad, que los
cristianos, que paradójicamente fueron los principales promotores de la
tolerancia, ahora son los mayores intolerantes de la tolerancia "selectiva"
que promueven, y por lo tanto, hay que atacarlos hasta extinguirlos.
Por ello, a todo
esto, hay que sumarle
un odio visceral a toda
religión y en especial
al cristianismo. "En la
práctica, el
componente
antirreligioso del
marxismo cultural se
fundamenta en su
sentimiento
antieuropeo. Así, el
marxismo cultural
ataca principalmente
al cristianismo, al que
percibe como un
ejemplo de los valores occidentales, además por ser la religión mayoritaria
y por poseer una gran relevancia histórica y cultural en Europa. Es
frecuente que los marxistas culturales victimicen a musulmanes y judíos y
en cambio demonicen a cristianos, especialmente si son blancos." (Pablo
Martín Lazare). En los últimos años se han multiplicado las faltas de
respeto hacia el conjunto cristiano en actos públicos y medios masivos,
además de las pequeñas historias diarias de cristianofobia que se están
dando a diario en colegios, institutos y universidades, por no hablar de los
miles de cristianos que están siendo perseguidos y decapitados en decenas
de países ante el sorprendente silencio de periódicos y telenoticias.
La posición y el poder del marxismo cultural ha embriagado tanto a
este movimiento, que establecen sus ideas como dogmas sagrados
irrefutables, cómo aros por los que todos tenemos que pasar. Ni siquiera

163
se establece debate o discusión alguna. En el momento que alguien difiere
en lo más mínimo, se le tacha de facha, machista, homofóbico, y para
guillotinar toda libertad de expresión terminan con el invento por
antonomasia del neo marxismo… el crimen de odio. No, no es lo que piensas,
no es matar a nadie ni siquiera agredirlo, es más, ni siquiera faltarle el
respeto… crimen de odio es pensar diferente a ellos.
Estoy asombrado del plan que se está orquestando en el mundo contra
los valores morales y la misma verdad. Como cristianos, estamos en peligro,
y como personas de valores, estamos ante una tiranía que se está
legalizando, cada vez más, para oprimir y amordazar a los disidentes de un
sistema satánico.
Se silencia de una manera
despótica todo lo que va en
contra de esta ideología, se
esta llegando a la agresión y la
violencia para callar las voces
contra esta corriente de las
tinieblas. Estamos entrando en
tiempos peligrosos donde ni en
las redes sociales podremos
expresarnos con libertad.
Caso reciente lo del
famoso autobús de la
organización "Hazte Oír", que
lucha contra el adoctrinamiento de los niños en la ideología de género. A lo
largo de estos meses, mientras escribo este libro, he sido testigo de la
intolerancia de los medios de comunicación masivos tergiversando la
realidad, escondiendo información, incitando a la violencia de una manera
sutil, cortando la libertad de expresión de los que llamaron
"ultracatolicos". El autobús en estos días ha viajado por partes de España
ante las dificultades que ponía el gobierno de turno, que a su vez era
despóticamente parcial en su política permitiendo que otro autobús,
precisamente el del partido antagonico de Podemos, hiciera la misma
campaña pero en contra de la corrupción política, con total impunidad y
saltándose todas las normas que supuestamente se saltaba el de Hazte
Oír. Además, vimos las agresiones, la violencia, y el espectáculo de
intolerancia de los radicales contra el autobús, y nadie condenó nada.

164
¿Crees que esto es un hecho aislado? Poco a poco veras como estará
aprobado por decreto la censura moral y la propaganda cristiana. Verás
recortada tu libertad de expresión y solo tendrás derecho a guardar
silencio, a ser iglesia entre paréntesis.
No es la primera vez que el Cristianismo se ve contra las cuerdas, es
más, creo que nunca hubo realmente un momento en la historia en el que el
verdadero Cristianismo no estuviera amenazado de muerte. Pero aquí
seguimos, de pie, firmes en nuestras creencias, mirando de cara al
imperialismo y declarando nuestra fe en Dios y su Palabra. Pueden
quitarnos el micrófono, pero no dejaremos de anunciar la verdad. Pueden
coaccionarnos y amenazarnos, pero no se van a deshacer de nosotros tan
fácilmente. Pueden ganar las aulas de los colegios y las sillas en el
gobierno, pueden atestar los medios de comunicación y las grandes
pantallas, pero no tienen acceso a nuestros corazones. Que nos apedreen,
como han hecho con ese autobús, pero desde luego, lo que no pueden hacer
es robarnos la esperanza.
Desde aquí te animo a que no te dejes manipular por toda esta
propaganda que te la venden como algo normal. Se inteligente y piensa.
Lucha por tus principios y valores. Guardarte y guarda a los tuyos de todo
este adoctrinamiento masivo contra la vida y la verdad.

Sembradores de muerte
Divorcios, abortos, traumas, suicidios, perversión... mejor nos
ahorramos las estadísticas y los estudios, ya lo saben, y aun así siguen
promoviendo tales ideales que siembran muerte, todo en una supuesta
lucha por la libertad y el derecho
de unos... en detrimento de los
derechos y libertades de otros.
Todas las guerras tienen
muertos, todas las luchas tienen
sus contras, todas las victorias
tienen su parte oscura. Cuando los
mayores pelean los que más sufren
son los inocentes, aquellos que se
encuentran entre el yunque y el
martillo, los que no tuvieron
oportunidad de elegir, los que

165
parece que tienen menos derechos.
Sí, son ellos, los pobres chavales que tienen que sufrir el divorcio de
sus padres, que bajo una mentalidad posmoderna contemplan el matrimonio
como un simple trámite de papeles que subyugan la libertad, y que no
entienden de la necesidad básica que tiene un niño en fundar su visión de la
vida en la percepción de la relación que tienen sus padres. El común
denominador entre las personas con problemas mentales, delincuentes
callejeros, e incluso asesinos en serie, es un trasfondo familiar
desestructurado.
El comunismo superó los cien millones de asesinatos en el siglo XX y
hoy promueve el genocidio infantil a través de la legalización del aborto.
Cito a Agustín Laje acerca de los problemas psicológicos que tienen
que enfrentar el lobby LGTB: "...la tendencia homosexual es
autodestructiva, cabe agregar el documento científico sobre 750 casos
publicado por el gobierno norteamericano (elaborado por el National
Center for Biotechnology Information), el cual nos dice que la población
sodomita sufre una preocupante tendencia al suicidio: los hombres
homosexuales y bisexuales padecen un riesgo 14 veces mayor de intentar
un suicidio que una persona no homosexual. Sobre esto último, el psiquiatra
español Aquilino Polaino señaló que el trastorno obsesivo es un rasgo común
entre la comunidad homosexual, lo que podría explicar las altas tasas de
suicidios, dado que la población sodomítica, aunque porcentualmente
pequeña, constituye sin embargo el 62,5% del total de suicidios analizados
en el informe citado."
Que decir de la desmoralización de la sociedad, lo que a su vez
provoca la corrupción política de la que tanto se queja la nueva izquierda. Y
es que esto no es un problema entre la ambivalencia de izquierdas y
derechas, la cuestión más bien es geométrica, como diría alguien, nuestros
problemas son los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las cabezas
cuadradas.
El incremento de la insensibilidad, la sensación de malestar e
inseguridad, el abuso de poder, la concentración de riquezas, el desprecio
por los pobres... esto no tiene que ver con política ni siquiera con cultura,
este es un problema interno colectivo que se ha dado con más agresividad
que nunca a causa de haber desterrado de nuestras naciones los principios
y valores del cristianismo sano y bíblico.
La sociedad hecha a Dios de los colegios y se pregunta por qué no

166
podemos confiar en nadie, lo cual es la causa de tanta maldad y porque han
proliferado los índices de violencia. Cuando se siembra muerte se recoge
muerte.

Voces que claman en el desierto


Cuando lo anormal es lo normal, el vicio toma el lugar de la virtud y la
mentira tiene amplia aceptación en una sociedad corrompida, son pocos los
que se atreven a marchar a contracorriente. Gritar con todos es más fácil
que gritar contra todos. Frases como “Que cada uno se saque las castañas
del fuego”, “Si los demás no lo hacen yo no lo hago”, “Mi intervención no
valdría de nada” o “Todos harían lo mismo”, son calmantes de conciencia
para un alma conformista.
Juan el bautista era de
esos pocos “locos” que no
guardaban silencio ante la
complicidad corrompida. Daba
igual si eran docentes de una
universidad, poderosos
magnates, reyes corruptos o
sacerdotes hipócritas; Juan el
bautista no tenía compromisos
sociales, no le debía nada a
nadie, y por eso podía ser una
espina en el talón de los
inmorales. Él se definía como
una voz que clama en el
desierto. Un profeta atípico,
que comía miel silvestre y vestía con piel de camello. Tal vez con pinta de
loco, pero con palabras muy cuerdas, o por lo menos era un loco para
aquellos cuerdos de sentido común que tienen abducido el sentido propio.
Cuando un puñado de personas supera el miedo, se lanza a decir o a
escribir abiertamente lo que piensa, cuando osa romper los tabúes, poner
en tela de juicio los mitos… todo comienza a cambiar. Si el desafío a la
ortodoxia se realiza con convicción, sin temor, medias tintas, complejos ni
disculpas, si se aportan argumentos profundos, coherentes y racionales,
las nuevas ideas despiertan a quienes albergaban la verdad latente.
Comienza a disiparse el miedo y la nueva corriente va ganando adeptos a

167
medida que muchos se convencen de que será mayoritaria en el futuro.
Cuando alguien da un paso al frente para defender sin complejos los
hechos reales, el pensamiento único se derrumba. El círculo virtuoso
quiebra la espiral de silencio: cada vez más individuos pierden el complejo
pues se sienten acompañados. Y un creciente número comienza a mofarse
de la absurda corrección política, del oscurantismo imperante, hasta que
éste acaba sucumbiendo. El proceso puede ser lento, pero no hay muros
suficientes para encarcelar permanentemente a la razón.
Se necesita
gente que hable
con valor, con
amor, pero con
valor. El silencio
es el cómplice de
muchas
injusticias, y
nosotros podemos ayudar inconscientemente e indirectamente al avance
de este movimiento de irracionalidad, corrupción e inmoralidad, si no
somos voz de alerta y columna de la verdad.
Sí desaparecen las barreras diferenciales entre lo sagrado y lo
profano, lo importante y lo trivial, lo normal y lo anormal, pondremos el
mundo al revés. Si se borran las líneas sobran los árbitros. Si no hay ley no
hay juez. Sin reglas no hay límites. Salvemos las diferencias y salvaremos
al mundo de la locura. Salvemos las diferencias y salvaremos al "normal" de
que sea una especie en extinción. Salvemos las diferencias y salvaremos a
una iglesia santa de ser manoseada por la carnalidad “Ay de los que a lo
malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las
tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías
5:20).

Una cultura superior


Para un bebé una bandera no supone nada, un estandarte o una
insignia carecen de valor para él, y precisamente carecen de valor porque
carecen de significado. A medida que va creciendo, percibiendo y
entendiendo el significado de algo, puede comenzar a encajar ciertas ideas
dentro de esos símbolos. Según va comprendiendo, las ideas van tomando
forma, ellas van convirtiéndose en ideales, estos forman culturas, y las

168
culturas son formas de vida. El proceso sería: significado, ideas, ideales,
cultura y vida. Quien ataca una cultura en realidad está atacando una vida,
sus propios ideales, sus propias ideas y los significados que se apropian de
ellas. La vida está compuesta de ideales, por eso un ataque a los ideales se
interpreta como un ataque a la vida.
Creo profundamente que uno no puede hacer ataques gratuitos a una
cultura a menos que esté dispuesto a ofrecer algo mejor. No es
extinguiendo una cultura, sino presentando una superior como se cambian
vidas.
Una cultura es más que un mensaje... envuelve un mundo. Las culturas
tienen que fundarse en ideales, porque son ellos quienes mueven las
pasiones y los hombres se mueven por pasión. Asimismo, las ideas que son
fuertes se convierten en ideales, las
débiles son pasajeras. Para que sean ideas
fuertes tienen que albergar un significado
claro. El significado no debe ser
abstracto, debe transmitir ideas más que
problemas.
Si tu cultura genera más problemas
que soluciones, tu cultura es obsoleta. No
hay nada más cansino que cargar con
ideologías muertas, nada más necio que
vivir en la ley del "si porque si". Cuando
nos encariñamos de paradigmas caducos
corremos el peligro de indigestarnos en el
camino. Bajarse de la ola a tiempo es tan
importante como subir a ella.
Dice la Biblia: "Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos. La palabra “obras" en griego quiere decir "kalos", que es "bueno y
atractivo". Es decir, que una cultura no sólo debe ser un conjunto de reglas
y tradiciones, debe brindar un motivo de alabanza y admiración.
En el libro de Daniel vemos al joven hebreo negándose a comer del
banquete real y como propone alimentarse a base de agua y legumbres. El
desafío era presentarse al cabo de veinte días delante del rey con un buen
aspecto. Y así fue, no sólo logró un mejor aspecto que el de sus
compañeros, sino que en todo asunto y disciplina que se le consultaba al

169
joven Daniel era diez veces mejor que ellos.
La Coca-Cola tiene muy buena propaganda, pero cuando la gente la
prueba les gusta. Si un producto quiere triunfar no le vale solo con la
publicidad. No estamos en posición de arengar a la gente si luego no les
damos una salida. No podemos lanzarles al mar y no darles remos.
La gente quiere creer en algo, aunque sea creer en que no se cree en
nada. Necesitan un proyecto bajo el que unirse, una bandera a la que
pertenecer, una cultura que vivir y una pasión por la que luchar. Hitler tuvo
éxito, no porque sus ideales fueran los mejores, sino porque eran los que
apasionaban. Si Daniel no da razones para vivir, lo hará Nabucodonosor. Si
los buenos callan los malos mandan. No tenemos derecho a juzgar a los que
trabajan con manos sucias cuando las manos limpias están metidas en los
bolsillos.
No te olvides que estamos de parte del equipo ganador, pero no
podemos ganar si no jugamos. Dios ha lanzado un desafío al espíritu de
Nimrod, operante en los hombres a lo largo de los siglos. A dicho
"Filosofía, te pongo este desafío: Supérame. Te doy el espacio suficiente
para que lo hagas, hay recursos suficientes. Te doy tiempo suficiente…
miles de años, y no intervendré. Tú harás lo que te dé la gana en tu propio
mundo, te daré bastante gente, pues haré grandes y vastas mentes a
quienes llamarás señores de la tierra. Tendrás reyes, científicos,
escritores, oradores, tendrás filósofos, grandes inventores y genios de las
máquinas. Supérame, bórrame de la historia, mátame Nietzsche... y si no
puedes, si no logras hacer del mundo un lugar mejor, entonces cierra tu
boca para siempre, y Yo te voy a enseñar que "la sabiduría de Dios es más
sabia que la sabiduría del hombre… sí, que la locura de Dios es más sabia
que los hombres.” Y ¿cómo resolvió el problema la razón del hombre? Mira
a las naciones sin Dios, allí verás el resultado de las investigaciones de la
sabiduría, cubierta con el fango de la corrupción, una Sodoma a gran
escala, desbocada, inmunda, depravada, entregándose a vicios que no nos
atrevemos a mencionar, gozándose en lascivias abominables. Encontramos a
los hombres postrándose ante el consumismo capitalista, adorando a mil
artistas más viciosos que ellos mismos. No quiso inclinarse ante Dios, sino
que adoró a cualquier criatura semejante a ellos; hombres llenos de
debilidades y corrupción. El vicio se ha convertido en una diversión, y el
mayor crimen exaltado a una religión, pero de la verdadera adoración no
conocen nada. ¡Pobre razón! ¡Pobre sabiduría! ¡Cómo caíste del cielo! Como

170
Lucero, hijo de la mañana, estás perdida. Tú has escrito tu conclusión, pero
es una conclusión de gran insensatez."
Presentemos una contracultura contra la perversión y la inmoralidad.
Mantengámonos de pie cuando todos se arrodillan al son del sistema.
Seamos la alternativa a los banquetes de consumismo y placer vanidoso.
Sembremos vida en los campos de la muerte. Disipemos las tinieblas con la
luz, seamos agentes de cambio, impactemos la cultura, conquistemos el
mundo, pero si no te parece mal... empecemos por nuestro vecino.

Gran Hermano
Alguien dijo: “Para
entender el mundo actual,
necesitamos el cine”. El cine
reproduce la manera de pensar
de la sociedad en la que se ha
hecho. Cada generación necesita
medios que provean de una visión
del mundo. Antes del cine, eran
los libros, eran las novelas las
que proveían esa visión de la
época.
Hay algunas novelas en
especial que tuvieron gran
repercusión en los dos siglos
pasados; la cuestión es que
fueron escritos muchos años
antes, pero no eran para ese
tiempo, sino que pronosticaban los nuestros. Fueron un adelanto en la
historia, una especie de profecía de lo que se venía, imposible de creer
entonces, pero hechas realidades hoy.

1984
¿Qué interés puede tener ver a un montón de personas anónimas
metidas en una casa haciendo lo que hacemos nosotros todos los días
(excepto trabajar)? Gran Hermano, así se llama el fenómeno televisivo que
arrastra grandes audiencias en todo el mundo. Un reality show que a la

171
gente le gusta ver, y creo saber porque... Nos gusta mirarnos al espejo. Ya
no tan solo por la cotidianidad en la que nos vemos reflejados en el
susodicho programa, sino también por la vigilancia a la que nos vemos
sometidos. Si, gran hermano también refleja una profunda realidad en la
actualidad... vivimos un Gran Hermano gigante. De hecho, el formato y
título del programa no fue elegido al azar, sino que está inspirado en una
famosa novela de hace unas décadas.
"1984" así se titula la novela de George Orwell escrita en 1948, en la
que describe una aterradora vida bajo la vigilancia constante del "Gran
Hermano", omnipresente figura del jefe que todo lo ve, todo lo escucha y
todo lo dispone. 1984, sitúa su acción en un Estado totalitario, bajo cuya
dirección del partido dominante, el poder es el valor absoluto y único, y
para conquistarlo no hay nada en el mundo que no deba ser sacrificado y,
una vez alcanzado, nada queda de importante en la vida a no ser la voluntad
de conservarlo a cualquier precio. La vigilancia despiadada de este
Superestado ha llegado a apoderarse de la vida y la conciencia de sus
súbditos, interviniendo incluso y
sobre todo en las esferas más
íntimas de los sentimientos
humanos.
En este Estado se utilizan
entre otras herramientas, el
falseamiento de la realidad
mediante los medios de
comunicación masivos; se
manipula la historia a fin de que
encaje en los intereses del
Partido; se utiliza un lenguaje
artificial creado por el mismo
Partido llamado la "neolengua", que modelará la mentalidad de los súbditos
del Gran Hermano.
El lenguaje determina la estructura del pensamiento humano, al
prescindir de determinadas palabras, se prescinde de su concepto, de este
modo, el Partido puede controlar y uniformar con mayor facilidad los
pensamientos de sus miembros, para así evitar el mayor de los delitos
concebibles en la sociedad: el "crimental", o crimen mental. Si hay un solo
indicio, un pensamiento a destiempo, un lapsus o incluso una frase

172
murmurada entre sueños, que sea disidente del sistema, bastarán para que
la Policía del Pensamiento acabe con esa persona. Y ese "acabar con esa
persona" será en sentido colectivo, al convertirse en una "no-persona",
nunca habrá existido; nada demostrará que ha existido; nadie lo recordará.
El gran eslogan del Partido es: "La guerra es la paz. La libertad es la
esclavitud. La ignorancia es la fuerza." La única manera de alcanzar la paz
es mantenerse en estado de guerra, siempre hay un enemigo común que
liquidar. La libertad es someterse a lo que el sistema dice. El falseamiento
de la realidad es la base del sistema, creer las mentiras impuestas nos
hará fuertes para mantenernos dentro del juego propuesto por el Partido;
cuanto más ignorantes seamos, menos riesgo de descubrir incoherencias,
menos posibilidades de caer en el crimental.
Esta es la reseña de
la novela anti utopía o
distopía más célebre de
todas cuantas fueron
escritas durante la
primera mitad del siglo
XX. Ahora bien, ¿qué es
una distopía? Hagamos un
paréntesis para definir el
término. También conocida como anti utopía, una distopía es lo opuesto a
una utopía. "Utopía. Obra que describe un futuro estado feliz de la
humanidad, en el que cada persona tiene satisfechas sus necesidades y
existe un gobierno benévolo que provee de todo lo necesario. "Distopía. Por
contraposición a «utopía», obra en la que se describe una sociedad
opresiva y cerrada sobre sí misma, generalmente bajo el control de un
gobierno autoritario, pero que es presentada a los ciudadanos de a pie
como una utopía." En resumen: la utopía es el mejor de los mundos, la
libertad definitiva y absoluta, el sueño de todo ciudadano hecho realidad.
La distopía es el peor de los mundos, la sumisión definitiva y absoluta, el
sueño de todo gobernante hecho realidad, y será tanto más efectiva
cuanto mayor grado de satisfacción produzca en el ciudadano. Es lo que
Sam J. Lundwall define en su Historia de la ciencia ficción como "la
pesadilla con aire acondicionado". En pocas palabras, 1984 es una clarísima
y completa alegoría de lo que pretende la élite, al querer implementar una
nueva forma de vida.

173
«No creo que la sociedad que he descrito en 1984 necesariamente
llegue a ser una realidad, pero sí creo que puede llegar a existir algo
parecido», escribía Orwell después de publicar su novela. Corría el año
1948, y la historia se ha encargado de convertir esa obra, entonces de
ciencia ficción, en la misma realidad.

Un mundo ¿feliz?
Otra de las novelas
distópicas que ha sido de gran
repercusión en el siglo XX es "Un
mundo feliz" de Aldous Huxley.
Escrita en 1932, la novela anticipa
el desarrollo en tecnología
reproductiva, cultivos humanos e
"hipnopedia" (en la novela es un
método de manipulación a base de
la repetición de determinadas
opiniones a modo de frases cortas
y memorizables que los científicos
graban en el cerebro de los niños
al nacer), combinadas, cambian
radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía,
pero, aunque la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada
tecnológicamente, la guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son
permanentemente felices, sin embargo, la ironía es que todas estas cosas
se han alcanzado tras eliminar muchas otras... la familia, la diversidad
cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.
En esta futura sociedad las emociones y sensaciones han sido
suprimidas, la libertad sexual es condicionada desde los primeros años de
vida, los niños no tienen madre, y son educados por el Estado. Es una era
de humanos muy deshumanizados, que dan al lector mucho que pensar
sobre los límites que podría llegar a pasar la humanidad para superar el
sufrimiento, miedo y las preocupaciones que nos angustian. Un mundo frío,
pero teóricamente ideal, ya que lima asperezas, y evita cualquier tipo de
problemas o de confrontaciones.
Esta sociedad mecánica, donde cada uno cumple con su cometido, sin
sentimientos y con fácil acceso al placer (drogas, sexo, consumo,

174
entretenimiento...), es feliz en tanto que no hay conflictos y no hay dolor.
Hoy se pueden ver películas como “Los juegos del hambre” o “Divergente”,
que se parecen mucho a ese mundo descrito por Huxley.
Se plantea un dilema: Eficiencia contra moralidad. Felicidad contra
alma. ¿Qué es, finalmente, aquello que nos hace humanos?
Entre la visión de Orwell y Huxley hay una diferencia que capta muy
bien Neil Postman: "Orwell advierte que seremos vencidos por la opresión
impuesta exteriormente. Pero en la visión de Huxley no se requiere un
Gran Hermano para privar a la gente de su autonomía, de su madurez y de
su historia. Según él lo percibió, la gente llegará a amar su opresión y a
adorar las tecnologías que anulen su capacidad de pensar. Lo que Orwell
temía eran aquellos que pudieran prohibir libros, mientras que Huxley
temía que no hubiera razón alguna para prohibirlos, debido a que nadie
tuviera interés en leerlos. Orwell temía a los que pudieran privarnos de
información. Huxley, en cambio, temía a los que llegarán a brindarnos tanta
que pudiéramos ser reducidos a la pasividad y el egoísmo. Orwell temía que
nos fuera ocultada la verdad, mientras que Huxley temía que la verdad
fuera anegada por un mar de irrelevancia. Orwell temía que nos
convirtiéramos en una cultura cautiva. Huxley temía que nuestra cultura se
transformara en algo trivial, preocupada únicamente por algunos
equivalentes de sensaciones varias. Como Huxley destacó en su libro Nueva
visita a un mundo feliz, los libertarios civiles y racionalistas, siempre
alertas para
combatir la
tiranía,
«fracasaron
en cuanto a
tomar en
cuenta el
inmensurable
apetito por distracciones experimentado por los humanos». En 1984,
agregó Huxley, la gente es controlada infligiéndole dolor, mientras que en
Un mundo feliz es controlada infligiéndole placer. Resumiendo, Orwell
temía que lo que odiamos terminará arruinándonos, y en cambio, Huxley
temía que aquello que amamos llegará a ser lo que nos arruinara... es más
posible de que sea Huxley, y no Orwell, quien tenga razón."

175
Del sueño utópico a la realidad distópica
¿Todo parecido con la realidad es pura casualidad? No sé si Orwell o
Huxley tenían una máquina del tiempo, si eran profetas o adivinos, pero
quién iba a decir que tales distopías serían tan semejantes a lo que
estamos viviendo en la actualidad.
Si este libro se hubiera escrito solo cuatro años antes, tal vez no
tendríamos tanta seguridad de que estamos en un Gran Hermano gigante,
pero gracias a gente como Edward Snowden, o Julian Assange con
WikiLeak, entre otros, hoy podemos comprobar cómo estamos sometidos a
una vigilancia y control mundial escalofriante.
Snowden, ex espía y gran baluarte de departamentos como la CIA y la
NSA, destapó la caja de Pandora en 2013 con la ayuda del periódico The
Guardian, provocando el mayor y más revelador escándalo de la historia en
cuanto a agencias de investigación se refiere. Descubrió ante el mundo
entero que desde una base de datos llamada FISA se registran a diario
cada movimiento de cualquier ser humano dentro de la Red. Todo lo que
hacemos y decimos va a parar a ficheros gigantes en mega ordenadores en
algún lugar, con lo cual registran toda la información necesaria acerca de
tus gustos, pasiones, pensamientos y acciones. Conocen tus sitios
preferidos, a tus familiares y amigos, saben que enfermedades has
padecido y cuánto dinero tienes en tu cuenta bancaria. Pueden encender la
cámara de tu móvil o registrar tus movimientos mediante GPS, eso, aunque
tengas desconectado tales funciones. Todo mediante medios tecnológicos
que utilizan con total impunidad ante la ley, pues todo es secreto y además
ahora legal. Por ejemplo, en la política de privacidad del juego Pokemon Go,
hay un apartado muy particular que dice lo siguiente: “Podemos revelar
cualquier información sobre usted (o su hijo autorizado) que esté en
nuestra posesión o control de gobierno o de las fuerzas del orden o
privadas.”
Acerca del falseamiento de la realidad mediante los medios de
comunicación masivos, de cómo nos manipulan, como tergiversan la historia
a fin de que encaje en los intereses de la élite, y como se utiliza un
lenguaje para lavar el cerebro de una sociedad, hablaremos más tarde.
Pero la idea es tener una población de ovejas eléctricas, que no piense por
sí misma, sino que incorpore lo que las películas, TV y videos les dicen. Una
sociedad teledirigida, que no lee, no estudia, no usa su imaginación, no
razona, todo lo da por sentado; de esta manera cree ciegamente todo lo

176
que cualquier medio de comunicación le cuenta.
Huxley tampoco andaba muy lejos de acertar con lo que se avecinaba
en las próximas décadas... Manipulación genética avanzada,
transhumanismo, robótica, nanotecnología, reducción de la población,
revolución ciberespacial, contaminación ambiental, darwinismo evolutivo,
delincuencia organizada, corrupción, prostitución, homosexualidad,
pedofilia, abortos, adoctrinamiento multisexual en los colegios,
bioingeniería alimenticia, tecnología electromagnética, ingeniería climática,
manipulación mental, sociedades secretas, ocultismo, adoración a falsos
dioses o "fuerzas", gnosticismo, esoterismo, religiones de misterios,
ingeniería inyectable de tejidos, bioimpresión de órganos,
telecomunicaciones, ciber informática, pandemias bio elaboradas.

Jugando a ser dioses


Hay una pregunta que retumba en mi
cerebro y posiblemente también en el
tuyo... ¿Y para qué quieren saber todo
eso y desarrollar tales tecnologías?
¿Calidad de vida? ¿Quieren que seas más
feliz? Enserio ¿crees que lo hacen por ti?
Solo hay una razón... PODER.
Tenemos a unos pocos que son
capaces de asomar la cabeza por encima
de los demás, y bien por ellos, pero no
pueden negar que están hasta el cuello del mismo fango en el que todos
estamos metidos. Hay pocas cosas tan comunes, que nos unan tanto y que
sean uno de los más comunes patrimonios de la humanidad, que el insaciable
deseo de poder. Es la tentación por excelencia, lo más atractivo y
persuasivo. Es el veneno inoculado en la sangre de nuestra alma que
recorre todos los órganos de nuestras motivaciones e intenciones más
íntimas... PODER.
Reyes derrotados y revolucionarios coronados, los tronos van y
vienen, las sillas se reparten, los sistemas se suceden, un imperio le sigue
otro imperio, los políticos se debaten y los electores miran por quien puede
darles un trozo más grande del pastel del poder…. y la vida sigue en un
constante juego de tronos, en una noria de poderes sucesivos en los que
todos queremos estar arriba, tener más, más poder.

177
¿El dinero? No.… el amor al dinero es lo malo, que no es otra cosa que
el instrumento del poder. ¿Crees que esto no te afecta? Te equivocas...
cuanto más tenemos más queremos, y la mayoría de las cosas que hacemos
tiene un resorte interno movido por la maquinaria del amor al poder...
Desde las cúspides del narcisismo hasta las profundidades de la bondad
que busca gloria, desde los que muestran sus músculos o su belleza en
Instagram hasta los que con una frase en Facebook buscan un "me gusta",
desde los que con la violencia buscan mostrar superioridad hasta el ansia
de alcanzar un cargo importante en la sociedad... pasando por los "busca-
amenes", los "compra-aplausos" y los "paga-fantas", siguiendo por los que
trafican con influencias, los que manipulan con sutileza, o los que se
revelan como los apóstoles de las causas sociales o los portavoces de los
indignados. TODOS buscamos centímetros de poder y respeto, todos
escalamos el Everest del éxito para pinchar una banderita con nuestro
nombre en la cima de la gloria efímera. Es inherente, nos viene de fábrica,
no podemos luchar contra ello... es causa más que efecto, es instinto más
que producto, es
espontáneo más
que meditado.
¿Y que nos
da más poder que
la ciencia y la
tecnología? Más
allá de la
tecnófoba (miedo
a la tecnología), lo que me preocupa realmente es ese maldito vicio del
hombre a lo largo de todas las civilizaciones... jugar a ser dioses.
Si la obsesión del ser humano es poder, entonces lo que busca en este
tiempo es información. La moneda del siglo XXI es la información,
información es igual a poder. Hace mucho tiempo, en las obscuras páginas
no escritas de la historia humana, poderosos reyes descubrieron cómo
podían controlar a otros hombres mediante la tortura, las prácticas
mágicas, las guerras, la política, las religiones y cuestiones de interés
general. Estas familias elitistas diseñaron estrategias y tácticas para
perpetuar su poder... y hoy también.
Las redes sociales como Facebook y YouTube, junto con el gigante
Google, posiblemente sean el mayor instrumento para perpetrar el Gran

178
Hermano moderno. Google mediante
sus satélites pequeños, ligeros y
baratos, darán el poder de filmar en
tiempo real lo que sucede en el
mundo como si fuera un Reality show
de la tierra. Si a esto le sumamos el
hecho de que cuando bajamos
algunas aplicaciones del famoso Play
Store estamos cediendo
voluntariamente derechos de
privacidad, tenemos en un futuro no
muy lejano el cóctel perfecto para
un proyecto de estado en el que se tenga que sobrevivir cediendo a los
intereses de una élite que siguen siendo hienas hambrientas de poder… si
no es que ya lo estamos.

Ya lo decía la Biblia
Si me permiten ponerme apocalíptico... antes de Orwell y Huxley, la
Biblia ya profetizaba un mundo gobernado por el control y manipulación
mundial de unos pocos despiadados. Ya hablaba de la marca de un sistema y
de la imposibilidad de comprar y vender sin esta marca.
La BBC acaba de publicar un artículo titulado “¿Por qué deseo que me
implanten un Microchip?” en el que se nos dice que estos implantes podrían
resolver toda una serie de problemas sociales. El robo de identidad y
fraude con tarjetas de crédito estarían casi eliminados, muchas otras
formas de delincuencia se reducirían, los niños nunca desaparecerían y no
tendríamos que recordar una tan amplia gama de contraseñas y números
PIN como hacemos ahora. A medida que nuestra sociedad se vuelve cada
día más digital, los técnicos nos dicen que es “inevitable” que la tecnología
portátil se convierta en algo tan común como lo son los smartphones
actualmente. De lo que se trata es de conseguir que nuestro cuerpo físico
sea “legible” por las máquinas, por eso desde neurólogos a biohackers
están reinventando el concepto del tatuaje. Con la tecnología adecuada, los
tatuajes pueden llegar a ser dispositivos digitales tan útiles y complejos
como un smartphone. Suena como una locura futurista, pero la tecnología
ya existe. Ellos lo llaman “computación portátil” y lo que estamos viendo
sólo es la punta del iceberg. Hacia ahí es a dónde nos dirige la computación

179
portátil.
Estamos entrando rápidamente en un futuro distópico en el que va a
ser “normal” que la tecnología vigile nuestros movimientos las 24 horas del
día. La mayoría de la gente probablemente dará la bienvenida a este
cambio, pero también abre la puerta a que algún día, un gobierno opresivo
abuse de ello.
¿Qué sucederá si todos
estamos obligados algún día a
llevar “tatuajes de
identificación electrónica”?
¿Qué sucederá si un gobierno
opresor utiliza esta tecnología
para observar, seguir, y
controlarnos a todos nosotros las 24 horas del día a través de esta
tecnología? ¿Qué sucederá si usted no es capaz de conseguir un trabajo,
tener una cuenta bancaria o comprar cualquier cosa sin “la identificación
adecuada”?
"Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y
que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el
nombre de la bestia, o el número de su nombre." (Apocalipsis 13.16-17).
Las maravillas tecnológicas y científicas que tanto han modificado
nuestras vidas individuales, son las mismas que permiten que un conjunto
de individuos que detenta el poder en el mundo imponga su voluntad sobre
los 7.500 millones de almas que hoy habitamos la tierra. Distintos nombres
se le han dado a este sistema a partir de la caída del Muro de Berlín en
1989. Para los conspiracionistas es la antesala de un nuevo orden mundial
gobernado por los Illuminati y las sociedades secretas, para los sociólogos
la preparación de un sistema opresivo capitalista, y para los creyentes la
alfombra roja para la llegada del anticristo. Yo creo que todas son piezas
válidas del gran engranaje para algo que se viene más grande de lo que
podemos imaginar.
Desde hace un par de décadas, muchos lo llaman Globalización o
incluso Mundialización, pero creo que se trata más bien de un verdadero
Imperio que, como tal, proyecta su poder sobre todo el mundo haciendo
gala abierta de su enorme apetito de conquista, dominio y control. Coincido
con las palabras de Adrián Salbuchi cuando dice: "La palabra Globalización

180
entre paréntesis, un barbarismo más en esta era de desarticulación
lingüística, describe más bien una panacea seudo filosófica y utópica que
nos promete maná del cielo con sólo aplicar tres recetas fundamentales: la
economía de mercado, la democracia electoralista y una (sub)cultura light,
vulgar, amoral y banal que nos viene enlatada y predigerida desde la
televisión, los diarios y en libros descartables; todo sazonado con
creciente hedonismo, homo y transexualismo, y alguna discreta
narcotización virtual o real. Porta también el sello de un milenario odio y
venganza visceral y metafísico a la vez hacia todo lo Bueno, Sano y Digno."
Estamos construyendo al monstruo, la ciencia vuelve a crear un
Frankenstein social.

Dios o dios
De esta manera el científico quedó abrumado y sobrepasado por la
fealdad monstruosa de su creación, pues la misma ciencia que nos cura es
la que nos mata. Crea la vacuna para la epidemia que desata. Produce la
necesidad y la satisface. No nos olvidemos que la tecnología es un negocio.
Apolo, el dios de la medicina, solía enviar las enfermedades. En el principio,
los dos oficios eran uno solo, y sigue siendo así.
Dice el teólogo John Stott: “La paradoja de la humanidad, nuestra
dignidad y nuestra depravación. Somos capaces de manifestar la más
sublime nobleza y la más baja crueldad en un momento determinado.
Podemos comportarnos como Dios a cuya imagen fuimos creados y al día
siguiente como bestias de las que deberíamos diferenciarnos. Los seres
humanos son los inventores de los hospitales para el cuidado de los
enfermos, de las universidades para la adquisición de la sabiduría, de los
parlamentos para el justo gobierno del pueblo, y de las iglesias para el
culto a Dios. Pero también son los inventores de las cámaras de tortura, de
los campos de concentración y del arsenal nuclear… extraña y
desconcertante paradoja, nobles e innobles, racionales e irracionales,
morales e inmorales, semejantes a Dios y bestiales.”
Dios dijo "sed fecundos", no dijo "sed poderosos"; dijo "multiplicaos"
no "divididos"; dijo "llenad la tierra", no dijo "explotadla". La ciencia quiso
cambiar las reglas y las cosas salieron mal. El pulso se lo llevó el hombre
con su tecnología, o más bien Dios se dejó vencer, pero paradójicamente, la
ciencia, ganando... perdió.
<<El cisma del hombre moderno lo privó de la alimentación que le era

181
necesaria. Se le dijo que el
Espíritu era una invención
religiosa, que esas cosas eran
para los ingenuos antiguos, que
tales temas son arcaicos y
ridículos, se le aseguró que para
su vida bastaba con la razón y el
conocimiento positivo, que podría
vivir sólo de pan. Pero el hombre
tiene tanta necesidad de fe, que
privado de la fe en el Dios
verdadero, depositó
sucesivamente su fe en nuevos dioses, en la ciencia, en el superhombre, y
en la tecnología. Se ha querido privarlo del espíritu, se forjó entonces
sucedáneos; se lo invitó a no hablar más de Dios, pero expresa sus
aspiraciones espirituales en forma camuflada.>> (Paul Tournier).
El científico se hizo cómplice del mal cuando le dijo al mundo que
podía prescindir de Dios y los principios morales. Fue cómplice de las
fuerzas que destruyen la felicidad posible de la humanidad, no cuando le
dio al mundo herramientas de poder, sino cuando le dijo que ellos eran los
poderosos y no necesitaban una jerarquía de valores para manejar esas
herramientas. El doctor Baruk dijo: «El hombre de ciencia no podría decir
al mismo tiempo: 'a mí se debe todo lo valioso que sucede en la historia de
los hombres', y, por otra parte: 'no tengo nada que ver con nuestras
catástrofes, son culpa de otros'»
La ciencia y tecnología es un arma de doble filo que trae muchos
beneficios, pero también muchos problemas, sobre todo cuando deja de
ser un medio y se convierte en un fin en sí mismo. Cuando se hace un ídolo
de ella. Es peligrosa cuando deja de ser útil y nos utiliza, cuando cambia la
ética del hombre, pues la ciencia no tiene moral, no tiene noción del bien y
el mal, de ahí que el megáfono de aquellos que cometieron los mayores
genocidios e injusticias, lo hicieron en nombre y con la ciencia y el
pensamiento científico. La ciencia sin conciencia nos convierte en robots
sin problemas para matar, nos separa, nos clasifica, nos convierte en
monstruos vengativos como Frankenstein. Se ha vuelto terriblemente
obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad, y solo el
Creador de la humanidad puede devolvernos nuestra jerarquía.

182
Solo el amor puede mover los sentimientos humanos más profundos.
Por eso, solo el poder del amor puede vencer el amor al poder.
Necesitamos reconectarnos con nuestra humanidad, con nuestra alma y
espíritu, restituir los valores de la familia, la diversidad cultural, el arte
genuino, la ciencia con conciencia, la literatura sana, la religión y la fe que
nos hicieron mejores. El hombre necesita a Dios para no creerse un dios.

Frankenstein viaja en AVE


La sociedad globalizada, o más bien, el individuo globalizado, es esa
composición de diferentes disecciones humanas que ha escapado de los
laboratorios y las sillas de cirugía, horrorizada por las invenciones del
orgullo y las intenciones de omnipotencia. Ahora ya no es una criatura de la
ciencia, ha dejado de tener fe en ella, se ha vuelto amante de la
naturaleza, la paz y el bienestar, pero paradójicamente sus medios son los
del capitalismo consumista, vive en una esclavitud por amor en un simulacro
de libertad e independencia. No me extraña que la historia termine igual
que la novela de Huxley.
De momento Frankenstein padece de neurosis, ha escapado y está
huyendo, está de viaje y se dirige a "Un Mundo Feliz", y aunque se cree
libre de los mitos del progreso y la ciencia... está viajando en AVE.

Matrix
"¿Te gustaría saber lo que es? Matrix nos rodea. Está por todas partes incluso
ahora, en esta misma habitación. Puedes verla si miras por la ventana o al encender la
televisión. Puedes sentirla cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas
tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad de
que eres un esclavo. Igual que los demás, naciste en cautiverio; naciste en una prisión
que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu mente." (Matrix 1,
diálogo entre Morfeo y Neo).
Hemos hablado de algunas novelas ¿porque no hablamos brevemente
de algunas pelis? Y es que la cosa va de ciencia ficción, pues últimamente
no sé qué tiene la realidad que supera esta categoría.
Matrix, entre los efectos especiales, el incansable rol de los buenos y
los malos, tipos duros y mesías salvadores del mundo, tiene un alto
contenido filosófico. La idea principal es que la población vive en un mundo
físico falso que es una prisión para la mente.
"La población que vive mentalmente en Matrix no tiene por qué dudar

183
de que el mundo es falso, pues viven de manera normal: caminan, comen,
tienen un trabajo, pagan impuestos, van de compras… En principio son
personas libres, aunque en realidad no lo son. Y este es el gran mensaje de
la película, que la libertad en la que creemos vivir no existe. Somos
prisioneros de un sistema socioeconómico y político. Morfeo le explica a
Neo, el protagonista de la saga, que en realidad vive en “un mundo que ha
sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad: eres un esclavo.” En
esta frase, Morfeo apunta deliberadamente a que alguien ha creado este
engaño, alguien está manipulando la realidad.
La gente no está atada con cuerdas, sino manipulada por complejas
señales eléctricas y programas informáticos. “¿Qué es real? ¿Cómo
definirías lo real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes
oler, a lo que puedes saborear y ver, lo real podrían ser señales eléctricas
interpretadas por tu cerebro.” (Reseña de Matrix).
El sistema tiene la
capacidad de crear opinión, y de
manipular la realidad para
conseguir un efecto social
determinado. Desde niños somos
educados para no pensar, para
no luchar, educados para
conocer los límites y aceptar el
sistema. ¿Porque no oponemos
resistencia? Simplemente
porque aceptamos la realidad tal
y como nos la presentan.
Matrix es solo una de las tantas películas y novelas que presentan una
verdad ya muy antigua, de hecho, ya el mito de la Caverna de Platón
presenta este dilema de lo real y lo irreal. La cuestión plantea por un lado
la existencia de un mundo ficticio, artificial, que no nos permite conocer el
verdadero mundo real. Y por otro lado, el papel conformista que adoptan
las personas en la sociedad ante el sistema creado, en el que muchas veces
tienen un papel de observadores pasivos, de simples espectadores que lo
máximo que hacen es zapear desde el sofá.

Prensa rosa, amarilla y daltónica


Cuerdas de arena, aviones de agua, puertas para entrar de dónde

184
quieres salir, cortinas de humo y conejos que hacen aparecer chisteras, en
fin… magia, y más que magia… ilusionismo. ¿Qué es ilusionismo? Lo resumiré
en una frase del ilusionista René Lavand: “El arte es una mentira, y mentir
es un arte”.
Los magos de la ingeniería social se las han apañado para darnos
cuerdas, aviones, puertas y conejos que hacen milagros. Han fabricado un
mundo, una matrix, una burbuja que flota por encima de la realidad, una
maqueta mental de plástico implantada en el subconsciente colectivo.
Si existe un mundo real
eso implica que otro es falso, y
eso también implica que unos
saben la verdad y otros la
ignoran. ¿A quién le puede
interesar esconder la verdad?
A quién le conviene que los
demás vivan una mentira. ¿Y
porque la necesidad de cultivar
la mentira? Porque la mentira
es un arma de manipulación para
dominar y controlar. Alguien
tiene tanto poder sobre ti como la credibilidad que le das a sus mentiras.
Si esto es así, no hay nada más poderoso para manipular que manejar la
información, la información es poder. La manipulación de la información ha
sido constante en todas las épocas de la historia. Es una de las principales
estrategias que ponen en marcha las clases dominantes para preservar su
posición de poder. Junto a la desinformación, el sistema mediático
moderno ha desarrollado otro tipo de formas de mantener en la ignorancia
a la población, como por ejemplo la difusión de anti-información.
Lippmann llamaba a la sociedad “el rebaño desconcertado” y decía:
“hemos de protegernos de este rebaño desconcertado cuando brama y
pisotea. Así pues, en una democracia se dan dos funciones: por un lado, la
clase especializada, los hombres responsables, ejercen la función
ejecutiva, lo que significa que piensan, entienden y planifican los intereses
comunes; por otro, el rebaño desconcertado también con una función en la
democracia, que consiste en ser espectadores en vez de miembros
participantes de forma activa. Hay que domesticar al rebaño
desconcertado, y no dejarle que brame y pisotee y destruya las cosas. Por

185
ello, necesitamos
algo que sirva para
domesticar al
rebaño perplejo;
algo que viene a ser
la nueva revolución
en el arte de la
democracia: la
fabricación del consenso”. Fabricar consenso quiere decir que, se necesita
producir en la población, mediante las nuevas técnicas de propaganda, la
aceptación de algo inicialmente no deseado.
Las armas para fabricar consenso son aquellas que propagan
deliberadamente la desinformación. Su propósito es distraer, dividir,
confundir, desacreditar, engañar, desconectar y quitar poder. Estos
medios son los que nos mantienen encerrados en grandes redes de des-
información, nos contienen, separan, reprimen y disuelven la verdad.
Mantienen a los potenciales buscadores de la verdad alejados de la agenda
real, los verdaderos enemigos, y todo el tiempo están ayudando a la élite
para matar el tiempo y de esa forma matarnos a nosotros.
De ahí la llamada “agenda setting” o “establecimiento de la agenda”,
que dice que los medios de comunicación de masas tienen una gran
influencia sobre el público al determinar qué asuntos poseen interés
informativo y cuánto espacio e importancia se les da. Los medios de
comunicación le dicen al público qué es importante. La prensa no tiene
mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar, pero sí lo tiene en
decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar.
En pocas palabras, si nosotros percibimos la realidad a través de esas
pequeñas pantallas de la tele o el ordenador, solo vamos a percibir la
realidad que “la prensa”, o más bien, los que controlan las agencias de
información, quieren que percibamos. Ellos nos muestran el mundo, o lo que
quieren que veamos de él.
La prensa rosa nos entretiene, la amarilla nos escandaliza, la daltónica
nos confunde. Se silencian acontecimientos, se viraliza lo trivial, esconden
la carta, hacen el truco… y nosotros nos lo tragamos.
Estoy asombrado de la manipulación mediática y la profunda
ignorancia de tanta gente. Es impresionante como nos tragamos la
propaganda, como reaccionamos a las estafas informativas cibernéticas,

186
que influenciables somos, como nos configuran la realidad esas pantallas de
colores y esas páginas e informativos amarillistas.
¿Te doy un buen consejo? Duda, cuestiona, indaga, pregunta, antes de
creer nada... Es mas no te creas ni a ti mismo, cuestiónate a ti también. No
seas tan simple, no dejes que te manipulen. Espabila, despierta, piensa.
Que todo pensamiento que pase por tus sentidos tenga el filtro de ¿...?
porque no todo es lo que parece.

Hablemos de fútbol
“La propaganda es al Estado lo que la cachiporra al policía” suele decir
Noam Chomsky.
El uso del miedo es una de las formas de ocultar el verdadero mundo
real, puesto que una sociedad con miedo es una sociedad que no se atreve a
cuestionar el sistema establecido ni a reflexionar. Cuando reina el miedo,
el pensamiento crítico desaparece, porque el pensamiento crítico es un
pensamiento libre, y la libertad
no puede existir si existe el
miedo.
La estrategia es fabricar
miedo. En los años treinta
Hitler difundió entre los
alemanes el miedo a los judíos y
a los gitanos: había que
machacarlos como forma de
autodefensa. Pero no se crean
que eso es cosa de nazis…
nosotros también creamos
nuestros monstruos. A lo largo de las últimas décadas, cada año o a lo sumo
cada dos, se fabrica algún monstruo. Terroristas internacionales,
narcotraficantes, locos caudillos árabes o islamistas radicales, son el
nuevo Hitler que va a conquistar el mundo. Han tenido que hacerles
aparecer a uno tras otro, asustando a la población, aterrorizándola, de
forma que ha acabado muerta de miedo y apoyando cualquier iniciativa del
poder… guerras, intervenciones militares, rearmamento de las naciones,
etc.… Se trata de justificar gastos y violencias, y a la misma vez de crear
la necesidad de reclamo de un Batman o un Superman nos libre de los
malos… lo único que ellos no aparecen con capas, sino con corbatas.

187
Solo tienes que ver que antes soltaban un petardo en una plaza y la
gente se reía, hoy salen despavoridos. Estamos agotados por el trabajo,
horrorizados por el paro, angustiados por el porvenir, hechizados por la
televisión, aturdidos por los tranquilizantes, como un “rebaño
desconcertado”, buscamos algo que nos aleje del miedo, de esa sensación
de inseguridad permanente… y para eso está el futbol. Si, nada como un
buen partido de fútbol para olvidarnos de la tediosa realidad y alejarnos
de esas sensaciones de terror. Al rebaño desconcertado básicamente
habrá que distraerlo, y hacer que dirija su atención a cualquier otra cosa.
Que nadie se meta en líos… ya está Batman y Superman para encargarse
de los malos mientras los ciudadanos ven un Real Madrid vs. Barsa con una
botella de cerveza enfrente del televisor.
Mañana todos hablaran de fútbol, en las redes sociales, en los
corrillos de la plaza, en el trabajo, etc. Si, hablaran de si fue o no penalti,
si el árbitro estaba comprado, o si mereció ganar este o aquel. Qué más da
si el paro está por las nubes, qué más da el desastre urbano, los índices de
divorcio y familias desestructuradas, la precarización general, qué más da
los nuevos pobres, los suburbios a punto de estallar, el saqueo ecológico, el
retorno de los racismos y la marea de marginados. Esos son simples
espejismos, alucinaciones culpables y altamente discordantes en este
mundo feliz, donde para nuestras conciencias anestesiadas impera el
pensamiento único, el consenso fabricado, un adoctrinamiento constante,
invisible y clandestino.

Diez estrategias de manipulación


Noam Chomsky ha elaborado una lista de diez estrategias de
manipulación masiva muy interesante, hay va:
1. La estrategia de la distracción: El elemento primordial del control
social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención
del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por
las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o
inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
(Es decir… hablemos de fútbol).
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones: Este método
también es llamado “problema-reacción-solución”. (Es decir… creemos al
monstruo y llamemos a Batman. Es la estrategia del bombero pirómano. Se
trata de encender un fuego en lo oculto y después apagarlo en lo público

188
para quedar como el héroe de la película). Por ejemplo: dejar que se
levante una revuelta urbana para sacar a las fuerzas del estado y
reducirla. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como
un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el
desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad: Para hacer que se acepte una
medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años
consecutivos. (Se dice que cuando nos repiten muchas veces una mentira
terminamos aceptándola como verdadera).
4. La estrategia de diferir al futuro: Otra manera de hacer aceptar
una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”,
obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación
futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio
inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente.
Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar
ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido
podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la
idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad: La mayoría de la
publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes
y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la
debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un
deficiente mental. (En pocas palabras, es como si nos dijeran: “tu ve el
partido que de los asuntos serios ya me encargo yo, pues, aunque te los
explique no los vas a entender”).
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: Hacer
uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un
cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los
individuos. (Para esta generación tan acostumbrada al auge del
sentimiento, es más fácil ser manipulada, porque no valoran el contenido de
un discurso sino el cómo se han sentido al escucharlo. De ahí los agentes
publicitarios que crean eslóganes vacíos pero que enganchan a la masa,
aunque no sepan en el fondo por dónde van los tiros… nunca mejor dicho).
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: Hacer que el
público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados
para su control y su esclavitud.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad:

189
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e
inculto.
9. Reforzar la
auto culpabilidad:
Hacer creer al
individuo que es
solamente él el
culpable por su
propia desgracia, por
causa de la
insuficiencia de su
inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos.
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen:
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la
ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del
público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a
la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha
disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma
física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al
individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la
mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder
sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

El castigo del disidente


La burguesía siempre ha desconfiado de los sabios, y con razón.... tal
vez por temor a perder el poder. Desconfían de ellos como si fueran seres
extraños, pero el hecho es que nacieron de su seno. La mayoría de los
sabios nacieron de aquellos burgueses que les inculcaron la cultura
burguesa, para convertirlos en guardianes y transmisores de esa cultura,
de hecho, algunos, tarde o temprano se hacen sus perros guardianes.
Entre otras muchas de las labores de un sabio burgués está la de
lavar la cara del poder ante el pueblo continuamente. La creencia
fundamental de la elite es que el pueblo llano es torpe y se le tiene que
esconder la realidad como medida de seguridad, ya que la gente no está
nunca preparada para lidiar con ella. Por tanto, se buscan sabios al servicio
de la burguesía que presenten una realidad alternativa por encima de los
problemas reales, de esta manera, el gobierno gana tiempo, reafirma su

190
poder y la gente entretenida con sus juguetes guarda silencio.
El sabio burgués es el encargado de proporcionarles esos juegos, él
les proporciona sus juguetes, sale con sus hojas mágicas y con un lenguaje
a cien metros de altura de los de a pie y comienza a dar estadísticas,
informes y números que la gente no entiende. Les deja boquiabiertos y la
sensación falsa de que todo está bajo control, y si algo va mal, con una
maestría extraordinaria, cuatro frases preparadas y una altilocuencia
pasmosa, les hace creer que la culpa es de ellos. La sabiduría del sabio
burgués les hace más ignorantes de lo que eran... complicada paradoja. Al
final les compadece porque no le han entendido y les explica las cosas
como a niños. Estos pasmados por la exhibición de estadísticas anterior se
encogen de brazos y nos les queda más que creer lo que ha dicho el sabio
burgués… no les queda otra.
Los elegidos permanecen
en la élite, pero los disidentes,
también hombres sabios, pero
no al servicio de la burguesía,
tienen fobia a los espacios
cerrados del pensamiento y son
propensos a salir del perímetro
de seguridad para pensar
libremente sin censuras, y por
tanto son relegados a una
esquina de la vida.
Desde allí comienzan a
profesar ideas revolucionarias y poco agradables al franco conservador de
los que están en el poder. Sin embargo, los reyes están acostumbrados a
tratar con esos "listillos".... Los dejan discutir, les hablan suavemente el
lenguaje burgués, y lentamente los cambian. Cuando llegue el momento
bastará una butaca en la corte, una chapa condecorativa en el hombro o
algún otro privilegio reservado para recuperarlos... Se trata de
recuperarlos no de eliminarlos, al fin y al cabo, son sabios.
Algunos son seducidos por el ambiente hipnotizante de la corte y sus
suculentos manjares. Sin embargo, hay sabios que han sentido el aire
limpio fuera de la jaula, que han descubierto la riqueza que hay más allá del
programa robotizado, han respirado vida y contemplado la luz del sol y ya
no se conforman con la luz de la lumbre. Estos tienen algo claro... su

191
sabiduría es para el servicio
del pueblo no para el servicio
de la burguesía. No
comparten la premisa de que
a la gente hay que esconderle
la realidad, así como un
médico no puede mentirle a
un enfermo diciéndole que
todo va bien y no
diagnosticarle y tratar su
enfermedad, así, no está bien
mantener a la sociedad en ignorancia de sus verdaderos problemas para
que los de la burguesía conserven una paz sin gloria y los enfermos sigan
enfermando.
Estos sabios no sirven a poderes feudales ni entran en conflictos de
intereses y silencios pactados para conservar la elite, dejan de ser
elitistas. Estos no quieren dialogar con la burguesía y por consecuencia
algunos son... son los pobres sabios a los que nadie quiere escuchar y cuya
sabiduría es menospreciada, que se entretienen viendo un partido del Real
Madrid vs. Barsa en el sofá de su casa.

“¿Qué ponen ahora?"


Me llama la atención que Jesús le preguntará a los ciegos si querían
ver, a los paralíticos si querían ser sanos ¿Qué ciego no quiere ver o que
paralítico no quiere andar? Esto en realidad refleja una lección muy
significativa: no todos los ciegos quieren ver ni todos los paralíticos
quieren volver a andar, algunos ya se han acostumbrado a la camilla en la
que llevan tantos años, y otros a las maquetas mentales y las fantasías de
un mundo que sólo puede existir en la mente de un ciego.
“Matrix es un sistema. Ese sistema es nuestro enemigo. Pero cuando
entras, ¿qué ves a tu alrededor? Hombres de negocios, profesores,
abogados, carpinteros… Son las mentes de los mismos que intentamos
salvar. Pero hasta que no lo hagamos, siguen formando parte de ese
sistema, y eso hace que sean nuestros enemigos. La mayoría de ellos no
están preparados para ser desactivados, y muchos están tan habituados,
dependen tanto del sistema, que lucharían para protegerlo.”
Con estas palabras de Morfeo en la película Matrix, se resume uno de

192
los pensamientos más
lamentables de la sociedad:
la gente no se quiere
complicar la vida con la
verdad, el sistema nos tiene
absorbidos e incapacitados
para reaccionar.
Cuando se abolió la esclavitud en USA la gran mayoría de esclavos que
vivieron en el sur, que ya eran libres legalmente, siguieron viviendo como
esclavos porque preferían la seguridad de la esclavitud al riesgo de la
libertad.
"La ignorancia es la felicidad" es la frase de otro ciudadano de
Matrix llamado Cifra, un interesante personaje que representa a esa
población que prefiere vivir sin saber la verdad, en la comodidad del sofá,
viendo la televisión y comiendo tranquilamente. Cifra fue liberado de la
prisión mental del programa Matrix, y en la película aparece como un
hombre libre, que conoce el verdadero mundo real y sabe del engaño que
supone el mundo de Matrix. Aun así, teniendo toda la información y siendo
consciente de cómo funciona el sistema, Cifra toma la decisión de volver a
ser conectado en Matrix.
Aldous Huxley acertó en su premonición con Un mundo feliz, cuando
apuntaba a que el poder controlaría a la población a través de las cosas que
más gustan a la gente. Actualmente nos atrae el consumo, nos gusta ir de
compras, bailar y cantar al son de la vanidad. Nos atrae la publicidad, los
cosméticos, nos gustan las distracciones, las nuevas tecnologías, los
partidos de fútbol y el cine... en
especial el de ciencia ficción.
¿Libertad para qué? ¿Qué
ganamos siendo libres? ¿Porque
no podemos vivir nuestra
fantasía? ¿Qué malo es querer
seguir siendo ciego? ¿Acaso no
es mejor vivir en una burbuja,
presos de una realidad artificial
que nos distrae y nos da placer?
¿Es mejor conocer la verdad,
luchar por la libertad, y cargar

193
con el peso de una mente consciente? ¿Porque amargarse la vida? ¿No es
más sencillo sentarse en el sofá y ver la televisión?
Señoras y señores, Matrix ha triunfado. El sistema gana. La
ignorancia seduce y la comodidad prima. Sabemos que existe otro mundo,
que el nuestro es injusto, pero estamos demasiado distraídos y sedados
como para hacer nada.
Mientras, seguiremos viviendo hipnotizados como simples
espectadores de la vida, pegados a una pantalla y escuchando una
historieta tras otra para terminar como la película "El Show de Truman",
con una frase que retrata a la sociedad actual. Después de que el show
finalice, con Truman triunfando y abandonando sus cadenas, saliendo de
ese mundo de ficción falso, los espectadores se quedaran mirando el
televisor, y sólo alcanzaran a decir como aquellos: “¿Qué ponen ahora?”.
Esperamos un Príncipe, Alguien de otro mundo, un Mesías, un
Libertador, un Salvador, el Elegido, alguien que tenga la capacidad de
cambiar las cosas, un Médico que nos cure la fiebre.

¿Hay un médico en la sala?


He visto que aún los hombres más duros e incrédulos en los momentos
más difíciles levantan una mirada al cielo. El sufrimiento y la muerte son
dos misterios que inquietan y acechan la existencia del ser humano desde
que tiene uso de razón, y que cuanto más se acerca a sus últimos años más
se acrecienta.
La figura de un médico, alguien que, aunque sea momentáneamente
alivie esa carga temporal del dolor, se ha convertido en nuestro refugio y
esperanza contra el asalto inesperado de nuestros mayores miedos. Un
médico cerca es sinónimo de seguridad y tranquilidad.
La cuestión es que después de tantos siglos, y a pesar de que la
ciencia y la medicina han avanzado tanto en estas últimas décadas, hay
áreas a las que los médicos no pueden llegar, profundas enfermedades
almáticas y espirituales que la psiquiatría y la psicología no pueden curar,
heridas muy profundas que necesitan de un tacto mayor que el de los
propios ángeles, y asuntos tan recónditos en las esquinas del corazón que
necesitan a un médico muy especializado, alguien que dé más que
tratamientos un trato, alguien que no sólo diagnostique sino que también se
entregue para curarnos, no un médico de turno, ni siquiera el que nos visita

194
preocupado y entregado a su profesión, necesitamos a alguien que se
quede. Nuestra fiebre no se cura en un día, y tal vez se necesite una vida
para que desaparezca totalmente. Por eso, no es suficiente un simple
médico, necesitamos un amigo, un compañero de camino, un salvador.
Si, un médico podría aliviar momentáneamente el dolor, pero no puede
brindarnos una barca segura para pasar al otro lado de la orilla. Nos puede
preparar para la muerte, pero no tiene jurisdicción más allá de los
umbrales de esta vida, sus conocimientos y habilidades se acaban en esta
tierra, más allá de esta no sirven los paños calientes y los tranquilizantes.
Nuestro problema no sólo es temporal, nuestra fiebre no tiene que
ver con lo físico, la enfermedad es mucho más profunda y difícil de curar,
y aunque te suene arcaico y ridículo, aunque sonrías irónicamente, nunca
podrás encontrar medicina para curarte de la sensación de que estamos de
paso, que somos hojas marchitándonos, que tendremos que mirar cara a
cara al asunto de la eternidad, pues con toda nuestra ciencia y tecnología
no hemos podido mirar más allá del telón, y por eso necesitamos más que
un médico que nos cure el cuerpo, un médico para el alma.

Con fiebre y automedicándonos


La situación es más seria de lo que parecía al principio. No ya sólo por
la temperatura que está tomando el cuerpo, o el problema de fondo que
está provocando la fiebre, sino porque nos hemos vuelto inmunes a los
medicamentos. El asunto ya nos es falta de recursos, sino falta de
esperanza. Nos hemos cansado de los paños calientes. Estamos tan
defraudados de las falsas soluciones que ya no tenemos ganas de buscar
las verdaderas.
Cuando se han tocado tantas puertas y andado tantos caminos, a uno
le queda un rescoldo de resignación en cada ilusión desecha. No es fácil
volver a prestar esperanza cuando los trozos recompuestos están tan
fragmentados. Volver a abrir heridas se hace muy difícil cuando las
cicatrices nos están recordando el dolor que tuvimos.
La humanidad se ha vuelto inmune a la religión, a la filosofía y la
política, su cuerpo ya no reacciona ante los sistemas creados por los
hombres. El hombre está mirando al sacerdote, al filósofo y al político con
el ceño fruncido, con profunda decepción e incluso con indignación. Ya no
sirven los discursos de promesas vacías, las charlas profundas se han
vuelto tan absurdas y repetitivas que hastían, los sermones nos irritan, ya

195
no tienen nada que decir, ya se ha dicho todo y aun así seguimos teniendo
fiebre.

Abierto 24 horas
Sólo conozco un médico que pueda tratar la fiebre del alma. Su
consulta está abierta 24 horas, da un trato personalizado, la eficacia está
comprobada, se llama Jesús, ya ha sanado a muchos enfermos, siempre lo
ha hecho, y además tiene fama de bueno.
Dicen que los que entran a su consulta ya no vuelven a ser los mismos,
dicen que sus palabras son medicina para los huesos, confortables y
apacibles. Que su mirada es tierna y su persona cálida y amigable. Dicen
que sus consejos son sabios y profundamente humanos y a la misma vez
divinos, de tal manera que humaniza lo divino y diviniza lo humano. Dicen
que el conoce un mundo mejor y que sabe el camino para llegar hasta allí.
Que entiende a los perdidos, los busca y los abraza. Dicen que no huye de
los borrachos y los desesperados, es más, suele hacer terapias para los
que ahogan su dolor en vasos de whisky nihilista.
He escuchado que tiene curas para la crisis de identidad, el afán de
protagonismo y hasta para la tontería. Dicen que nadie se ha sentido débil
a su lado, y que los fuertes pueden quitarse la máscara en su consulta. Si,
dicen que allí dentro se quedan las tristezas desmedidas, que se alivian las
cargas y se rompen las cadenas que atan. Dicen que cura la ansiedad sin
ansiolíticos y la depresión sin pastillas, que da la sensación de no estar
interesado en sacarnos los cuartos, que no quiere manipular ni dominar a
nadie, su consulta siempre está abierta para entrar... y para salir, no
fuerza a nadie. Es más, he escuchado que suele ofrecer su propia vida por
sus pacientes, que está dispuesto a pasar por sus mismos dolores y a tomar
el lugar de sus sufrimientos.
Sí, creo que lo hace porque tiene un gran amor incomprensible por los
que se sientan enfrente de él, y lo creo porque no le mueve el lucro, pues
se me olvidaba decirlo... la consulta es gratuita.
Por si acaso estás interesado en hacerle una visita te dejare las
señas... no está muy lejos de ti, no hace falta que recorras largas
distancias ni hagas grandes sacrificios, no tienes que marcar cita ni
siquiera hablar con sus "secretarias", basta con que allí donde te
encuentras abras tu corazón y hables con él. Cuéntale de tu fiebre y dile
tus dolores, puedes sincerarte con él, puedes confiarle tus secretos,

196
puedes pedirle que te ayude, y sobre todo que te sane.
Créeme, merece la pena, de hecho, para ser sincero yo también tenía
fiebre, y ahora suelo tener muy a menudo décimas, pero cada visita que
hago a Jesús me vuelvo a curar, y nunca se cansa de mí, siempre ha estado
ahí cuando lo he necesitado, porque si algo tengo claro es que este médico,
me ama.

197

También podría gustarte