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Introducción
histórica a
la Escuela Austriaca
de Economía
Unión Editorial
© 2022 Gabriel J. Zanotti
© 2022 UNIÓN EDITORIAL, S.A.
c/ Galileo, 52 • local • 28015 Madrid
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ISBN: 978-84-7209-881-7
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Índice
Prefacio........................................................................................ 11
I. Parte histórica......................................................................... 15
Unidad 1. Introducción al contexto histórico
de la Escuela austriaca de economía
y su primer autor clásico, Menger........................................ 17
Unidad 2. El segundo gran avance de la Escuela austriaca:
Eugen Von Böhm-Bawerk. Los métodos indirectos
de producción y la refutación a la teoría marxista
de la explotación.................................................................... 29
Unidad 3. Ludwig Von Mises. El dinero y la teoría del ciclo.
La imposibilidad del socialismo. El factor empresarial
y los comienzos de la teoría del mercado como proceso.... 37
Unidad 4. La importancia de F. A. Von Hayek................... 57
Unidad 5. Rothbard, Kirzner, Lachmann
y el Austrian Revival.............................................................. 71
Unidad 6. Y Última de la parte histórica:
Desarrollos actuales............................................................... 83
9
Prefacio
1
Este libro tiene su origen en un curso impartido en el primer semestre
del 2021.
2
Hemos preferido esta vez no abrumar al lector con cuestiones de filo-
sofía de la ciencia, pero, para el lector interesado, mi colega Agustina Bo-
rella ha preparado, como apéndice, un interludio epistemológico. Agustina
también ha colaborado en la revisión de todo el texto. Debo dar las gracias
una vez más a Agustina Borella por su permanente colaboración en este
programa epistemológico conjunto.
11
problemas pendientes dejó Galileo, que fueron aclarados
por Kepler? ¿Cómo se llegó a la noción de «fuerza»? Saber
es eso. Si eso no se sabe solo hay repetición, pero no com-
prensión.
Si eso es así en ciencias naturales, en ciencias sociales
mucho más. Los manuales habituales de Economía la han
positivizado, explicándolas como una serie de fórmulas que
los alumnos repiten de memoria y con ello se convierten en
los funcionarios perfectos del Fondo Monetario y del Banco
Mundial. Con la Escuela Austriaca no puede suceder eso.
Conocerla es saber la evolución de la filosofía a las teorías de
los órdenes espontáneos presentes en los escolásticos y en los
escoceses, y de allí a Menger y así sucesivamente. Solo por esa
sucesión histórica de autores, cada uno con sus perspectivas
y diferencias, nos podemos terminar de formar, finalmente,
el núcleo central de un programa de investigación.
Solo después de ese camino ofrezco al lector un resumen
de los principios de la Escuela Austriaca como un núcleo
central, que es una síntesis de lo ya presentado en mi libro
anterior La economía de la Acción Humana.
La Escuela Austriaca de Economía rompe, gracias a Dios,
con la especialización. Adam Smith, protoaustriaco, sigue
siendo el modelo de pensador integral que hay que seguir.
Filosofía y Economía son la misma cosa. Y también una con-
cepción del mundo no ideológica que hoy, más que nunca,
está olvidada bajo una férrea concepción de las ciencias so-
ciales como técnicas de control social. La imposibilidad de
cálculo económico en el socialismo fue lo que llevó a Hayek
a desarrollar la teoría del orden espontáneo, que no es solo
una cuestión de economía en el sentido habitual del término.
Imposibilidad de planificación hay en todo: en educación,
seguridad social y salud, esta última hoy en día llevada al pa-
roxismo del control total. No puede haber un mundo libre si
no se comprende, al menos desde las instituciones, el papel
del orden espontáneo. Y «…la libertad, Sancho, es uno de
los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;
12
con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra
ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se
puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautive-
rio es el mayor mal que puede venir a los hombres».
Aunque nos maten los galeotes.
Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, enero de 2022
13
I. PARTE HISTÓRICA
UNIDAD 1
3
([1949] 1963). Human Action. Chicago: Henry Regnery Company. Pá-
gina 1 de la Introducción.
4
Ver al respecto Cachanosky, J. C. (1994). «Historia de la teoría del va-
lor y del precio. Parte I», Libertas, 20, pp. 1-100 y (1995), Parte II, Libertas,
22, pp. 1-42.
5
En ([1927] 1975). Liberalismo. Madrid: Unión Editorial.
6
Ver al respecto el clásico artículo de Gallo, E. (1987). «La tradición del
orden social espontáneo: Adam Ferguson, David Hume y Adam Smith»,
Libertas, 6, pp. 1-14.
17
conocido, tuvieron su antecedente en los escolásticos católicos
del s. XVI7.
Pero, a pesar de que en estos economistas había escoceses y
franceses, desde Alemania los consideraban «los ingleses». Y lo
hacían despectivamente. Autores alemanes como Gustav Sch-
moller8 y List estaban convencidos de que la ciencia social fun-
damental era la historia y que todo dependía de circunstancias
históricas concretas. No es que negaran la importancia de lo que
hoy llamaríamos consideraciones económicas para sus estudios
históricos, sino que lo que negaban era que hubiera una sola
ciencia económica universal, válida para todo lugar y tiempo.
Aún esto se sigue discutiendo.
Menger, que había nacido en Austria en 1840, no tenía ninguna
intención de negar la importancia de la historia. Era doctor en
Derecho y conocía muy bien la tradición de la Escuela Clási-
ca, pero también conocía muy bien a economistas italianos tales
como Galiani y Pantaleoni, en quienes sobrevivían elementos de
prácticamente la primer escuela protoaustriaca, la Escolástica del
s. XVI, en quienes había elementos que condujeron a Menger a
sus propios aportes.
De este modo, podemos entender que, cuando Menger publica
en 1871 su primer libro9, hoy considerado el libro fundador de
la actual Escuela Austriaca, su intención, más que refutar a los
historicistas alemanes nombrados, era más bien decirles que se
deberían agregar elementos más universales de análisis económi-
co en los temas de los precios, bienes de consumo, de produc-
ción, etc., que los economistas clásicos tenían más desarrollados.
Veremos luego la reacción de Schmoller, pero esto nos sirve para
entender cómo surgió la denominación de «Escuela Austriaca».
7
Sobre este tema, muy controversial, remito al clásico libro de Chafuen,
A. (1991). Economía y ética, raíces cristianas de la economía de libre mercado.
Madrid: Rialp. Esta cuestión ya había tenido seminales estudios en autores
como Marjorie Grice-Hutchinson, Raymond de Roover y Joseph Schum-
peter, además de Rothbard. Nuestra opinión sobre la controversia la tienen
en Zanotti, G. & Estrada, J. (2021). «La Escolástica Española». Revista Fe y
Libertad, Vol. 3, Números 1 y 2, 19.
8
Ver al respecto Caldwell, B. (2004). Hayek’s Challenge. Chicago: Uni-
versity of Chicago Press.
9
Principios de Economía. Madrid: Unión Editorial, 1983.
18
Cuando los grandes historiadores alemanes se referían a estos
nuevos niños traviesos que habían surgido con Menger y sus dis-
cípulos (ya los veremos) se referían a ellos casi despectivamente,
como «los austriacos».
10
Ver Cachanosky, J. C. y Chafuen, A. op. cit.
11
Cachanosky, J. C. op. cit.
19
que el vendedor está demandando algo: dinero. Y lo demanda
porque necesita el dinero. Eso es una demanda subjetiva. O
sea, que en el tornillo se encuentra la demanda subjetiva del
comprador, por tornillos, y la demanda subjetiva del vendedor,
por dinero. Y, por lo demás, supongamos que el costo total
de producir el tornillo es 50, y el vendedor quiere vender por
100. ¿Qué pasa si la demanda subjetiva del tornillo llega solo a
60? Pues tendrá que bajar sus pretensiones a 60. ¿Y qué pasa
si llega solo a 20? Pues tendrá que desistir de vender tornillos
o encontrar una forma de producir por debajo de 20. En este
sencillo ejemplo estamos viendo algo clave para la determina-
ción de los precios en un mercado libre…
Esta es una de las contribuciones más importantes de Menger:
la distinción entre lo que hoy llamaríamos precio y precio es-
perado. Compradores y vendedores, movidos por su propia
demanda («su propia» y por eso subjetiva) de los bienes, van al
mercado, ex ante (antes de comprar y vender) con su «precio
esperado», que implica las expectativas que ellos tienen sobre
los precios con los que van a comprar o vender. Pero luego, en
el momento concreto del intercambio, tienen que corregir esas
expectativas para poder lograr realmente la compra o la venta,
con lo cual el precio «se ajusta» (sube o baja) para que haya
realmente intercambio.
Juan Carlos Cachanosky (1995, p. 147) lo dice así:
20
Las implicaciones de la teoría subjetiva del valor fueron y si-
guen siendo importantísimas en economía. Con ella se logra
por primera vez entender cómo se determinan los precios en
el mercado. También es fundamental cuando se la aplica a los
factores de producción, como luego veremos. Las tierras de
Mendoza y de Chile no valen en sí mismas porque produzcan
buenos vinos, sino que valen porque la gente demanda esos
vinos. Allí está algo que Menger no vio tan claramente: un cata-
dor de vinos puede decir que tal vino es «objetivamente» mejor
que otros, pero lo que determina su precio en el mercado es su
demanda, subjetiva, que puede estar equivocada (o sea, que si
un vino «objetivamente» bueno no tiene demanda alguna, su pre-
cio es cero; si un vino «objetivamente» malo tiene demanda, su
precio será mayor que cero…). De igual modo con los salarios:
alguien podría decir que un CD de música de Mozart es «ob-
jetivamente» más valioso que lo que hace tal o cual jugador de
fútbol, pero este último tiene más ganancias que el productor
de CD mozartianos porque la gente demanda más el fútbol que
la música clásica. Y ni que hablar de los bienes de capital, como
las máquinas: un tractor agrícola puede salir por una fortuna,
pero ello es porque la gente demanda productos agrícolas; en
un mundo imaginario donde no fuera así, el precio del tractor en
el mercado sería cero y se dejarían de producir. Volveremos a
todos estos temas más adelante.
21
Pues bien: para Menger es al revés, y es lo que él llama la impu-
tación del valor. Como vimos, los bienes tienen una demanda
subjetiva, un valor subjetivo, que luego determina, ex post, sus
precios. Por ejemplo, los chocolates que se venden en las golo-
sinerías para consumo directo. El chocolate que te compras con
un lindo envoltorio y luego regalas a tus hijos, etc.
Ahora bien, el chocolate tiene un factor de producción básico,
que es el cacao.
Supongamos un mundo imaginario donde nadie quisiera comer
chocolates. Nadie.
¿Qué sucedería con el precio del cacao, suponiendo a su vez que
se lo demande solo para producir chocolates?
Pues caería a cero.
¿Por qué? Porque la demanda subjetiva del cacao depende de
la demanda subjetiva del chocolate ya directamente convertido,
mezclado con leche y azúcar, bellamente envuelto, que se vende
para consumo directo. O sea que ese producto terminado y para
consumo directo «traslada», «imputa» el valor al cacao. Porque
si nadie demanda chocolates, y el cacao se usa exclusivamente
para ello, la demanda de cacao, a su vez, cae a cero.
12
Cachanosky, J. C. (1984). «La Escuela Austriaca de economía», Liber-
tas, 1, pp. 1-30.
23
importante del total que puede satisfacer con la cantidad dispo-
nible del bien con unidades de igual proporción…».
24
5. El origen del dinero
Otro elemento importantísimo en la obra —que fuera luego reto-
mado por Mises— es el orden espontáneo aplicado al dinero.
Aquí hay dos cuestiones muy originales: una, el orden espontá-
neo. Será tratado con detenimiento a lo largo de todo este curso.
Por ahora digamos que Menger percibe que ciertas instituciones
que son muy útiles al bienestar general surgen sin que una volun-
tad humana los haya establecido13. O sea, habitualmente, cuando
pensamos en un orden en lo social, pensamos en una planifica-
ción humana. Y está bien. Una universidad tiene fundadores y
reglamentos. Lo mismo una empresa, un club, un hospital. Pero
¿podría haber en lo humano algo cuyas reglas no hayan sido dic-
tadas por ciertos fundadores, sencillamente porque no los hubo?
Piensa por ejemplo, y solo por ahora —el ejemplo es de Ha-
yek— en el lenguaje. ¿Quién «fundó» al español? ¿En qué acta
constitucional se fijaron sus normas gramaticales y sintácticas?
Claro, me dirán, se puede rastrear su «evolución». Ah, eso sí.
Pero en ese caso, como diría Ferguson, estamos analizando algo
que es fruto de la acción humana pero NO del «designio» huma-
no. O sea, una evolución espontánea de algo esencial para la
vida social.
Ya veremos cómo ello se aplica a toda la economía.
Por ahora, el ejemplo es el dinero.
En los momentos donde la división del trabajo no está muy
desarrollada, el trueque es una forma de comerciar. Todavía se
practica en algunos casos. Una mercancía X se intercambia por
otra Xb. Supongamos que yo quiero exactamente tu netbook y
tú quieres exactamente mi automóvil. Supongamos a su vez que
tú quieres desprenderte de tu automóvil y yo de mi computado-
ra. Entonces se dan las condiciones para que intercambiemos mi
automóvil por tu computadora.
Pero claro, es muy difícil que esas condiciones se sigan repi-
tiendo para todos los compradores y vendedores que quieren
intercambiar sus bienes y servicios.
Por ello, si hubiera un bien por casi todos subjetivamente va-
lorado, entonces ese bien o mercancía podría servir como in-
13
Menger, C. Investigations Into The Method Of The Social Sciences.
Grove city: Libertarian Press, 1996, p. 124.
25
tercambio indirecto. Yo quiero vender mi automóvil pero no tu
computadora, pero sí demando una mercancía que cualquier
otro me va a demandar y así sucesivamente.
Entonces tiende a surgir espontáneamente en el mercado esa mer-
cancía, que sirve como medio de intercambio general. «Salario»
viene precisamente de bolsas de sal que se usaban de ese modo.
La evolución de ese tipo de mercancías-dinero hasta el actual pa-
pel moneda la veremos con Mises, pero por ahora es importan-
te ver el origen espontáneo del dinero. «Espontáneo» significa
sencillamente que casi todos demandan subjetivamente tal o cual
mercancía; de lo contrario no la podrían usar como medio de in-
tercambio general. Por ende esa mercancía no se puede imponer
por la fuerza, porque ello no tendría demanda subjetiva. Me pue-
den decir: pero sí, los gobiernos actuales nos obligan a manejar
papel pintado que no vale nada. Ah, ese es precisamente el pro-
blema. De lo contrario, ¿por qué ahorramos en otras monedas,
cosas que pone muy mal a los gobernantes? Porque la demanda
subjetiva no puede coactivamente orientarse a algo que no sea
subjetivamente demandado. Un gobierno puede obligarte a que
cambies tu computadora por determinada cantidad de papeles
pintados, pero luego tú tratarás de desprenderte de ellos y adqui-
rir rápidamente algo que «realmente» sea demandado por todos
en el mercado. Ello se llama inflación. Lo veremos después.
La evolución espontánea de diversas monedas es lo que hizo po-
sible el desarrollo del comercio a lo largo de los siglos e incluso la
evolución de las modernas economías de acumulación de capi-
tal, porque el dinero, como veremos luego, comienza a utilizarse
como aquello que vas a devolver con mayor valor en el futuro a
alguien que te lo presta para comenzar determinado proyecto en
el presente. Eso tiene que ver con el ahorro, la tasas de interés y la
formación de capital. Lo seguiremos viendo después.
Y finalmente, sin el dinero sería imposible que el valor de los
bienes de consumo se trasladara a los factores de producción, y
tampoco sería posible calcular la mejor manera de combinarlos
(cálculo económico). Lo primero se debe a que los precios mo-
netarios de los bienes de consumo son aquellos que señalan su
escasez relativa para sus procesos de inversión. El incremento del
precio de los juguetes de Toy Story indicó a los inversores que era
mejor ir por allí; aumentó la oferta de dichos juguetes hasta que
26
su precio comenzó a bajar; a su vez, no bajó tanto como para que
dejara de ser rentable producirlos, porque siempre se mantuvo
su demanda subjetiva. Esta importantísima función de los precios
la veremos muy bien con Hayek.
Lo segundo tiene que ver con lo siguiente: cuando los factores
de producción (capital, trabajo, etc.) se combinan para producir
un bien o servicio, siempre hay diversos modos posibles de ha-
cerlo. Algunos pueden ser muy costosos y otros no. Para realizar
la mejor combinación de factores de producción con el menor
precio y la mayor calidad posible, hay que conocer los precios de
los factores de producción. Y esos precios se expresan en dinero.
Profundizaremos más en esta cuestión al ver el tema del cálculo
económico en Mises. Por ahora, la cuestión es sencilla: la econo-
mización de recursos —nada más y nada menos— sería imposi-
ble sin precios monetarios.
Por supuesto, estamos hablando de precios libres, lo cual es casi
lo mismo que decir agua mojada . Sin embargo esa «obviedad»
sigue sin ser tan obvia. Seguiremos por este camino más adelante.
6. ¿Qué es la economía?
Finalmente, Menger, como dijimos al principio, establece una im-
portante cuestión: la economía es una ciencia universal, válida
para todo lugar y tiempo.
Pero ello NO significa la exageración de decir que los casos his-
tóricos no cuentan, o que de los mismos principios no se infieran
predicciones diferentes según desiguales circunstancias históricas.
Esto significó en Menger, según lo visto, trasladar al ambiente
austriaco y alemán ciertos principios fundamentales, transforma-
dos y actualizados por él, de la Escuela Económica Clásica, SIN
por ello dejar de lado el estudio de la historia.
Pero los profesores alemanes no lo consideraron así. Gustav Sch-
moller, el principal académico de la Escuela Histórica Alemana,
no reaccionó con entusiasmo ante la publicación del primer libro
en Menger14. Menger esperaba una respuesta más entusiasta, y se
preocupó tanto por este tema que dejó inconcluso su primer libro
14
Caldwell, B. (2004), op. cit.
27
y se dedicó a escribir otro sobre estos temas, que sería publicado
en 188315. Menger le envió su nuevo libro a Schmoller y este úl-
timo se lo devolvió por correo diciéndole que prefería hacer eso
y no tirarlo a la basura. Da la leve impresión de que Menger no
convenció a Schmoller de nada .
La nota de color es que Menger termina su libro defendiendo mo-
delos parecidos a lo que hoy llamaríamos competencia perfecta,
en su capítulo V. ¿Y cuál es el problema, preguntará algún lector?
«Casi» ninguno, si no fuera porque Mises a partir del 49, Hayek
a partir del 46, Rothbard a partir del 62, Kirzner a partir del 73
y desde allí casi todos los economistas austriacos en adelante han
rechazado el modelo de competencia perfecta.
Pero no nos adelantemos. Llegaremos a ello en su debido tiempo.
15
Investigations, op. cit.
28
UNIDAD 2
16
Capital and Interest. South Holland, Illinois: Libertarian Press, 1959.
29
En Böhm-Bawerk tenemos sobre todo dos temas: los métodos
indirectos de producción, con el consiguiente tratamiento de la
tasa de interés y la formación del capital, y su refutación a Marx.
a. Utilidad marginal y productividad marginal
Recordemos antes que el valor subjetivo decreciente, «en el
margen», no fue llamado «marginal» por Menger. Pero en von
Wieser y von Böhm-Bawerk aparece directamente ese térmi-
no. O sea, la unidad menos valorada por el sujeto es ahora la
unidad marginal.17
Recordemos que, a medida que aumenta el n.º de unidades de
un bien que sea útil para el sujeto, el valor de cada unidad tien-
de a descender. Eso se aplica tanto a bienes de consumo como a
factores de producción, pues recordemos que según Menger el
valor de los bienes de consumo es «imputado» a los factores de
producción.
Lo que en los bienes de consumo es la utilidad marginal, en los
factores de producción es la productividad marginal.
¿Por qué?
Porque un factor de producción vale como tal, en el mercado,
en la medida que sirva para producir los bienes de consumo.
Por ende su precio está relacionado con que «produce». Vale
porque produce algo demandado.
Por ende, si aumenta el n.º de unidades de un factor de pro-
ducción, y por ende el valor de cada unidad disminuye, ello
implica que cada unidad vale menos y por ende «produce»
menos y por lo tanto su productividad es menor. O sea, su
productividad marginal es menor.
Dos ejemplos. Supongamos que 10 colonos llegan a un plane-
ta desconocido, deshabitado, con una tierra fértil en recursos
naturales, tanto extensa como toda Europa y todo EE. UU.
juntos. Allí, ¿cuál sería el valor en el mercado de una determi-
nada unidad de tierra? Casi nada, ante su superabundancia.
Cada uno de ellos podría caminar y «plantar bandera» donde
quisiera (aunque habría problemas porque deberían aplicar el
presupuesto del «derecho al primer ocupante»…).
17
Remito en este momento a la explicación de la utilidad marginal en el
capítulo de Mises.
30
Supongamos que han pasado dos siglos y estamos en una eco-
nomía hiperdesarrollada, con toda la tierra utilizada ya, don-
de los espacios habitables siempre están siendo demandados.
¿Cuál sería el valor en el mercado (el precio) de cada m2? Más
que cero, evidentemente: su valor marginal, su productividad
marginal, aumentó. Aunque no tanto como si se aplicara con-
trol de alquileres, impuesto a la renta, etc.
Otro ejemplo: ¿por qué es tan caro el salario del servicio do-
méstico en EE. UU.? Porque hay tanta demanda de trabajo
que quienes se ofrecen para ese trabajo saben que conseguirían
un salario mayor en otros sectores de servicios o industrias. En-
tonces pueden demandar mayor salario. O sea que allí el valor
de cada hora de trabajo en el mercado, en relación a su deman-
da, es mayor. O sea, que el n.º de unidades de hora laboral en
el mercado es menor. Y por eso su valor, su precio, su salario,
o sea su productividad marginal, es mayor.
31
Una, para hacer esa herramienta el personaje que interpreta
Hanks tiene que abstenerse de consumir, porque en ese mo-
mento no puede recoger cocos. Es lo que se llama ahorro.
Segundo, se abstiene de consumir en el presente porque cree
que en el futuro va a tener un valor adicional: el mejor nivel de
vida que va a tener por usar esa herramienta. Ese valor en el
futuro
Tercero, utilizaseese
llama
ahorrotasa
para de interés
fabricar el bien.
18 de capital. Eso se llama
mente
inversión, esto verdadero.
es, la fabricaciónSin tasacapital.
de nuevo de interés esto es, sin un valor adi-
cional en el futuro que compense el ahorro, no hay inversión,
esto es, la fabricación de nuevo capital.
O sea:
O sea:
¿Por qué esto es tan importante? Porque una economía dinámica, una
economía en desarrollo, que aumente el nivel de vida de todos necesita
indispensablemente este proceso de inversión y aumento de los bienes de
capital. Por ende mucho se concentra en los incentivos para el ahorro. Sin
ahorro no hay inversión. Y el ahorro tiene que ver con la estabilidad política
18
No crean que en el libro de Böhm-Bawerk la preferencia temporal
y jurídica (Estado de Derecho) más las condiciones de mercado libre. Las
está tan claramente planteada. Eso explica también por qué todo esto no fue
muy aceptado por otros economistas de la época. Un análisis detenido del
tema se encuentra en Aguirre, J. A. (2009). El capitalismo y la riqueza de las
naciones. Madrid: Unión Editorial.
32
¿Por qué esto es tan importante? Porque una economía dinámi-
ca, una economía en desarrollo, que aumente el nivel de vida de
todos necesita indispensablemente este proceso de inversión y
aumento de los bienes de capital. Por ende mucho se concentra
en los incentivos para el ahorro. Sin ahorro no hay inversión. Y el
ahorro tiene que ver con la estabilidad política y jurídica (Estado
de Derecho) más las condiciones de mercado libre. Las políticas
inflacionarias, o de impuestos confiscatorios, atentan directamen-
te contra la formación de nuevo capital.
Segundo, esto explica el paso de economías estáticas, como en
ciertas civilizaciones antiguas o en algunas épocas del Medievo,
a economías «de acumulación de capital», como comenzaron a
surgir en la modernidad. Tuvo que ver con procesos jurídicos y
políticos que comenzaron a incentivar el ahorro y la formación
de capital.
Tercero, porque es lo único que hace posible el aumento del nivel
de vida para todos, sin recurrir a un presupuesto fijo tal que, si se
da a unos, se saca a otros. El aumento de bienes de capital impli-
ca que se demanda más trabajo para producirlos. Ese aumento
de demanda de trabajo implica mayor salario real, o sea, mayor
productividad marginal del trabajo, al mismo tiempo que se redu-
ce la jornada laboral por la mayor productividad (más en menos
tiempo) de los bienes de capital. Ese mayor salario implica a su
vez mayor ahorro y mayores posibilidades empresariales. Y así
sucesivamente, en un círculo virtuoso. Por eso el desarrollo es un
proceso potencialmente infinito.
Cuarto, porque muestra exactamente lo contrario de lo que pen-
saba Marx: en las naciones capitalistas, el nivel de vida sube, no
baja, y por ende hay cada vez menor pobreza. Esto nos lleva al
segundo gran aporte de Böhm-Bawerk: la refutación a Marx.
33
Y ello es así porque Marx recurre a la teoría del valor costo de
producción que estaba muy extendida entre los clásicos, que por
suerte no sacaron sus consecuencias últimas.
Eso es, que el valor de los bienes en el mercado está dado por su
costo de producción que, como vimos, es una de las cosas que
Menger critica.
Esa teoría del valor costo se veía muy influenciada por la tesis de
que la única fuente del valor era el trabajo. Porque, a su vez, el
trabajo es aquello de donde surgen, junto con los recursos natu-
rales, los bienes de capital, y ello da el «costo» del bien o servicio
en el mercado19.
Por ende, si la única fuente del valor es el trabajo, el trabajador
(empleado) debería ganar directamente el precio del bien en el
mercado. O sea, que si una fotocopiadora vale 40 dólares en el
mercado ese debería ser el salario del trabajador por cada bien ven-
dido. Pero no, recibe mucho menos, posiblemente. Pongamos
una diferencia imaginaria: de 80 que debería recibir, gana 20.
Los otros 60 pueden ser costos adicionales más la ganancia del
empresario.
Esto es, si los costos totales son 60 y la ganancia del empresario
es 20, entonces: a) dado que el trabajo es el origen del valor de
los otros 40 valores en costos; b) y dado que el trabajador es el
dueño del precio de venta, pues el origen del valor es el trabajo,
entonces la diferencia de 60 entre los 80 y los 20 es trabajo hecho
y no remunerado. Plus-valía o explotación por parte del empre-
sario al trabajador.
Cuidado, porque Marx NO está hablando del término «explota-
ción» como lo podemos manejar en la vida cotidiana, de manera
no-técnica. Si tenemos un trabajo que no nos gusta, con un bajo
salario, podemos decir «me están explotando», suponiendo que
luego conseguiremos otro donde «no» nos «explotarán». No,
no es eso. Para Marx siempre hay explotación: es un resultado
necesario de la organización capitalista. Siempre el salario del em-
pleado, sea cual fuere, es trabajo hecho y no remunerado. Siempre
hay explotación, en ese sentido, para Marx.
Y eso es lo que Böhm-Bawerk refuta.
19
Cachanosky, J. C. (1984), op. cit.
34
La manera es muy simple. Marx parte de las premisas falsas de
valor trabajo y valor costo y concluye coherentemente en un error.
Ya hemos visto que los costos no determinan los precios. Es el
valor subjetivo (la utilidad marginal) el que determina los precios
de consumo y transitivamente los precios de los costos de pro-
ducción, entre ellos el trabajo.
Por ende, el precio de mercado no es el valor del trabajo más la
plusvalía que se le saca al trabajador, sino el encuentro entre las
valoraciones subjetivas de oferta y demanda, que nada tienen
que ver con los costos.
Por ende, si alguien puede vender xx por 100, y los costos son 60,
esos 40 son ganancia empresarial que no se obtiene de haber sa-
cado nada a nadie, sino que los consumidores han establecido así
el precio. Si dejaran de demandar el producto y el precio bajara
por debajo de 60, el empresario entraría en quiebra.
El valor del trabajo también está determinado por su valor sub-
jetivo en el mercado, que como vimos es su misma utilidad mar-
ginal, que como es factor de producción es entonces productividad
marginal.
Por ende es la mayor o menor demanda de trabajo la que deter-
mina mayor o menor salario real respectivamente.
Por ende las conclusiones son exactamente las contrarias a Marx.
A medida que va aumentando la inversión, la demanda de trabajo
sube, su valor en el mercado es mayor, su productividad margi-
nal, por ende, es mayor, y los salarios reales son mayores.
Por ende, a medida que aumentan las inversiones en una econo-
mía libre, con acumulación de capital, los salarios reales tienden
a subir, no a bajar.
La acumulación de capital es por ende el factor clave en el aumento
de salarios reales.
Cuando vemos salarios muy bajos en relación a lo que sería ética-
mente deseable, es que la tasa de capital es muy baja, como suce-
de en las naciones subdesarrolladas. El único modo de subirlos
es mediante condiciones de libre mercado interno, apertura de
mercados externos, seguridad jurídica para las inversiones, para
que aumente el ahorro interno y el externo mediante la inversión
extranjera. Entonces la demanda de trabajo comienza a subir. El
trabajo se vuelve más escaso en relación al aumento de los bienes
de capital, y los salarios reales tienden a subir.
35
Esto es:
Esto es:
20
Cachanosky, J. C., op. cit.
36
UNIDAD 3
1. Introducción
Con Ludwig von Mises, la Escuela Austriaca de un paso impor-
tante. Algunos se preguntan si hoy estaríamos hablando de EA
sin Mises.
Nacido en Lemberg, Imperio austrohúngaro, en 1881, podemos
distinguir varias etapas en la vida de Ludwig von Mises.
La primera, de 1908 hasta 193421. En ese período, al no conse-
guir una cátedra rentada en Viena como profesor de economía22,
Mises acepta un puesto full time como asesor en la Cámara de
Comercio Vienés. Ello dura hasta 1934, año en el que tiene que
dejar Viena por la amenaza del nazismo.
En ese período aparecen cuatro de sus obras más importantes:
La teoría de la moneda y el crédito, de 1912, Nación, Estado y
economía, de 1919, Socialismo, de 1922, y Liberalismo, de 1927.
En 1933 aparece también un importante libro sobre los deba-
21
Ver la monumental biografía de Hülsmann, J. G. (2007). Mises, The
Last Knight of Liberalism. Alabama: Mises Institute.
22
Hay diversas teorías para entender por qué; ver Hülsmann, J. G., op.
cit., y Rothbard, M. N. (1973). Lo esencial de Mises. Madrid: Unión Editorial.
37
tes sobre la economía como ciencia, donde defiende a Menger y
anuncia su propia posición23.
La segunda etapa es corta. En 1934 tiene que dejar Viena y desde
1935 hasta 1939 tiene su única posición full time en el Instituto
de Relaciones Internacionales de Ginebra, gracias a la ayuda de
su lector y admirador Wilhelm Röpke. Allí comienza a escribir la
primera versión de lo que luego será su famoso tratado de econo-
mía, La Acción Humana.
En 1939 emprende un largo y difícil viaje por tierra, desde Gi-
nebra hasta Portugal, para dejar una Europa que ya no le daba
seguridad en ningún lado. Mises era lo peor de lo peor para los
nazis: judío y liberal clásico. Dos días después de que partiera su
barco hacia New York, los nazis llegan, buscándolo con nombre
y apellido.
En 1940 comienza su última etapa, hasta 1973, en New York.
Los primeros años le son difíciles: ninguna universidad le abre
las puertas. Vive de un magro salario de la Fundación Rockefe-
ller y logra alquilar un pequeño departamento en Nueva York,
que habitará hasta su muerte. Desde 1941 hasta 1949 reescribe
su tratado de economía, que se convierte en el citado libro La
Acción Humana. Es un período de gran soledad. En esos años,
sin embargo, publica una triste autobiografía, en 1942, Omnipo-
tent Government, y Burocracia. En 1958 aparece su más filosófico
libro, Teoría e historia, y en 1962 otro libro sobre el método en
23
De Mises, ver: (1968). La Acción Humana. Madrid: Sopec (1968). So-
cialismo. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales (1974). Burocra-
cia. Madrid: Unión Editorial (1975). Teoría e historia. Madrid: Unión Edi-
torial (1976). The Ultimate Foundation of Economic Science. USA: Institute
for Humane Studies (1977). Liberalismo. Madrid: Unión Editorial (1979).
La mentalidad anticapitalista. Buenos Aires: Fundación Bolsa de Comercio
(1981). Epistemological Problems of Economics. USA: Institute for Humane
Studies (1983). Nation, State, and Economy. USA: Institute for Humane Stu-
dies (1985). Omnipotent Government. USA: Libertarian Press (1991). The
Theory of Money and Credit. USA: Liberty Fund (2000). Selected Writings
of Ludwig von Mises: The Political Economy of International Reform and Re-
construction, R. Ebeling (ed.), USA: Liberty Fund (2001). Autobiografía de
un liberal. Madrid: Unión Editorial (2002). Selected Writings of Ludwig von
Mises: Between the Two World Wars: Monetary Disorder, Interventionism,
Socialism, and The Great Depression, R. Ebeling (ed.), USA: Liberty Fund
(2007). Política Económica. Madrid: Unión Editorial.
38
la economía, El Fundamento último de la ciencia económica. Los
reconocimientos son casi inexistentes, excepto por algunos via-
jes a Latinoamérica, como México, Guatemala y Buenos Aires.
Europa y EE. UU. lo ignoran totalmente, y su obra se hubiera
perdido si no hubiera sido por el valiente compromiso intelec-
tual de sus discípulos norteamericanos, que se jugaron su carrera
al hacer el doctorado con él: M. Rothbard e I. Kirzner, aparte de
G. Reisman y Hans Sennholz.
En 1991, Richard Ebeling emprende un viaje a Moscú donde
hace un gran descubrimiento. Mises siempre había pensado que
todos los escritos y papeles que tuvo que dejar en su departa-
mento de Viena fueran destruidos por los nazis. Pero no, estos
guardaron y catalogaron todo. Cuando los soviéticos llegaron
a Viena, guardaron y catalogaron todo de vuelta, y lo enviaron
a sus archivos secretos de Moscú. Allí permanecieron ocultos
hasta que en 1991 Richard y Ana Ebeling los descubren. Hoy
son tres grandes libros de infinidad de escritos sobre política eco-
nómica, para Europa, EE. UU. y Latinoamérica, donde se revela
un Mises totalmente sumergido en los problemas de coyuntura.
Estos escritos, de gran valor teorético, biográfico e histórico, son
conocidos hoy como los lost papers (2000, 2002, 2012).24
24
(2000-2012). Selected Writings of Ludwig von Mises, 3 vols., R. M.
Ebeling (ed.). Indianápolis: Liberty Fund.
39
O sea, cualquier mercancía que sea valorada por casi todos como
medio de intercambio general (cambio indirecto, a diferencia
del cambio directo, que es trueque) es moneda libre, moneda de
mercado, que en ese caso se llama «moneda-mercancía».
Por ende, a medida que aumenta el n.º de unidades, el valor de
cada unidad será menor, y al revés.
El n.º de unidades de dinero es relativo a los otros bienes y
servicios. Por ende un aumento de los otros bienes y servicios,
en relación a una igual cantidad de dinero, aumenta el valor
de este último; al revés, una disminución de la cantidad de los
otros bienes y servicios, en relación a igual cantidad de dinero,
aumenta el valor del dinero.
Pero eso no quiere decir que Mises estuviera de acuerdo con
la teoría cuantitativa del dinero, que afirmaba que el valor del
dinero disminuye de manera exactamente proporcional a su
oferta. Mises lo niega: el dinero llega primero, sin perder valor, a
quienes primero lo utilizan, hasta que llega a los últimos que lo
utilizan cuando ya su valor bajó. Por eso, como veremos luego,
esto produce una distorsión de los precios de mercado.
Por supuesto, el valor de una moneda libre de mercado no
puede bajar indefinidamente, porque como su uso es libre, en
ese caso sería cambiada por otra moneda.
El oro y la plata han cumplido en los últimos siglos ese papel,
pero también lo cumplieron la sal, ciertas especias, cabezas de
ganado, etc.
En el momento en que Mises escribía, el oro era la moneda-
mercancía. Pero ya había bancos. Por ende, Mises ensaya esta
clasificación: si el billete representa un recibo de depósito por el
dinero (oro o plata) depositado, se llama certificado dinerario. Si
el banco emite un porcentaje mayor de billetes que la moneda
mercancía depositada, se llama medio fiduciario. Eso lo puede
hacer bajo el propio riesgo de un pánico bancario, con garantía
del gobierno o ser el gobierno el que emite directamente. El
primer caso era para Mises un incentivo a restringir la emisión
de medios fiduciarios. Los otros dos casos, al contrario, eran un
estímulo, que producía efectos inflacionarios.
Mises no estaba en contra de que existieran bancos centrales
estatales mientras se rigieran con el patrón oro. Esto es, que
restringieran su emisión de billetes (certificados de depósito) a la
40
cantidad de oro depositado. Podía haber bancos privados, sí,
que emitieran medios fiduciarios, pero lo podrían hacer en muy
baja medida en tanto no contaran con garantía gubernamental
de depósitos.
El problema grave comienza cuando los bancos centrales
emiten medios fiduciarios (billetes sin respaldo oro) y además
los introducen en el circuito de bancos privados.
Eso da el puntapié inicial para que Mises desarrolle su teoría
del ciclo.
41
Hay inflación, se expanden las inversiones, aumenta la deman-
da de trabajo, cae la desocupación. Todo el mundo contento.
Es la primera etapa del ciclo.
Por supuesto, si el gobierno dejara de emitir esos medios fidu-
ciarios se descubriría el engaño. Ante la retracción de oferta de
dinero artificial, la tasa de interés se iría para arriba, y los proyec-
tos de inversión que fueron realizados según esa tasa de interés
no la podrían devolver y quebrarían. Eso es la recesión. Cuanta
menor haya sido la etapa de expansión, menor será la recisión.
Pero, claro, los gobiernos, para que ello no suceda y por otras
razones, que luego veremos, siguen emitiendo.
La fase de expansión del ciclo puede durar «casi» tanto como
dure la expansión monetaria.
¿Pero siempre?
No, y este es uno de los aportes claves de Mises.
¿Por qué? Porque la inflación no puede durar para siempre.
¿Y por qué? Porque, cuanto menor es el valor del dinero en
el mercado, mayor es su oferta por parte de los consumidores,
esto es, más rápido quieren desprenderse de la monera local
(por eso los gobiernos se desesperan con prohibir las mone-
das extranjeras y los depósitos off shore), y, cuanto mayor sea
ese proceso, mayor será la inflación hasta que prácticamente
el poder adquisitivo de la moneda caiga a cero (como sucedió
en Alemania en 1923). La desesperación de los consumidores,
en ese caso, los hará «huir hacia los valores reales»: cualquier
otra cosa será usada como moneda, desde cigarrillos hasta li-
cores, dejando de lado la moneda nacional (eso era típico de
la Europa del tiempo de Mises. Actualmente lo que hacen los
consumidores es usar el dólar en el mercado ilegal [pero moral]
de dólares). En ese caso el sistema colapsa, las tasas de inte-
rés suben enormemente, casi todas las empresas quiebran, hay
desocupación, etc. La opinión pública, en general, más todo
tipo de intelectuales, periodistas y religiosos echan la culpa al
«capitalismo», pero lo que produjo la crisis fue la interven-
ción de los bancos centrales, emitiendo medios fiduciarios más
allá de lo que el mercado libre lo hubiera permitido (porque,
recordemos, en un mercado libre nadie, por definición, co-
merciaría con una moneda que no fuera demandada por los
consumidores).
42
la crisis fue la intervención de los bancos centrales, emitiendo medios fiduciarios más allá
de lo que el mercado libre lo hubiera permitido (porque, recordemos, en un mercado libre
nadie, por definición, comerciaría con una moneda que no fuera demandada por los
consumidores).
O sea:
O sea:
43
ocasionará una baja en el precio de los bienes del consumo y
muy posiblemente, otra mayor en el de los bienes de produc-
ción; de aquí que, según el razonamiento anterior, significa
una baja del tipo de interés que estimulara la inversión. Pero,
por supuesto, un descenso en la eficiencia marginal de determi-
nados bienes de capital y, en consecuencia, una baja curva de la
eficiencia marginal del capital en general tiene exactamente el
efecto opuesto al que supone el razonamiento anterior, porque
la inversión se estimula ya sea por un alza en la curva de efi-
ciencia marginal del capital o por una baja del tipo de interés.
Como resultado de confundir eficiencia marginal del capital
con la tasa de interés, el profesor Von Mises y sus discípulos
han obtenido sus conclusiones precisamente al revés».
44
con una sensación de desilusión, de que un autor tan inteli-
gente, honesto e ilustrado no haya ayudado al lector a un claro
entendimiento de lo fundamental que está tratando…”. Dieci-
séis años más tarde, Keynes admitió que su conocimiento de la
lengua alemanda era más bien pobre. “En alemán”, escribió,
“puedo entender claramente solo aquello que ya conozco, de
tal modo que las nuevas ideas se me escapan por las dificulta-
des del lenguaje”. No fue mi culpa que Keynes no encontrara
mi libro ni original ni constructivo, y que no hubiera podido
guiarlo a un entendimiento claro de los problemas…» (la ne-
grita es nuestra).
a. La argumentación en sí misma
Corrían los años 20 y el entusiasmo por el experimento so-
viético era enorme. En esos años Mises publica su gran libro
El Socialismo, en 1922, precedido por un artículo homónimo
de 1920.
El libro es una muestra de la gran capacidad que tenía Mises
de ir contra la corriente y hacer grandes advertencias que luego
serían todas corroboradas. En medio de la algarabía general,
Mises dice que el socialismo —como eliminación de la pro-
piedad privada de los medios de producción, en sus vertientes
marxistas o no— es «imposible». El término es muy fuerte,
pero también lo era la argumentación de Mises.
En resumen, Mises saca las conclusiones lógicas de la teoría
de los precios que vimos en Menger y en Böhm-Bawerk. Toda
la teoría subjetiva del valor, la teoría de la imputación, la uti-
lidad marginal y la productividad marginal, etc., presuponen
precios. Si, obvio, dirá el lector. No tan obvio, para muchos
gobiernos: precios NO es igual a «precios libres». Pero para
«los economistas», como diría Mises, sí. O sea, los precios de
mercado. Los cuales suponen, por supuesto, la propiedad pri-
vada de los medios de producción, al menos en un sentido «so-
ciológico»: para que haya precio tiene que haber una decisión
de comprar o no comprar, vender o no vender, y esa decisión
no puede ser coactiva, por supuesto.
45
Luego sin propiedad privada no hay precios. Y sin precios no
puede haber cálculo económico.
Este último es una función esencial de la economía de merca-
do. Significa que, ante las múltiples alternativas de combina-
ción de los factores de producción, alguien, digamos por ahora
el empresario, tiene que tomar una decisión y «arriesgarse». Si
el resultado es una combinación cuya suma total de costos está
por encima del precio de mercado del bien de consumo, esa
empresa corrige o se funde. Y de tal modo van quedando en el
mercado quienes mejor realicen el cálculo económico.
Lo cual implica, por ende, un mercado de recursos naturales,
un mercado de trabajo y un mercado de bienes de capital, esto
es, un mercado de ahorros e inversiones, con la tasa de interés
mediante. La tasa de interés no es, recordemos, el precio del
dinero, sino que representa el valor que las personas le dan a
los bienes en el futuro (por eso ahorran). Pero se expresa me-
diante una suma de dinero que hace las veces de precio.
Por ende, si no hay propiedad privada de recursos naturales,
trabajo y capital, no puede haber precios de los factores de
producción. Sin esos precios no puede haber cálculo económi-
co y por ende la economía está a ciegas.
Sin los precios de los bienes de consumo, a su vez, los oferentes
de bienes y servicios no tienen indicadores de la escasez rela-
tiva de los bienes. Porque si un precio de un bien de consumo
sube, eso es un incentivo a invertir allí, lo cual produce que lue-
go el precio tienda a bajar. Pero nada de eso sucede si no hay
precios de bienes de consumo o son reemplazados por meros
números fijados por los gobiernos.
Como dice Israel Kirzner, es como entrar a un supermercado
que no tenga los precios en las góndolas. Podemos hacer la
elección que queramos, pero al llegar a la caja nos daremos
cuenta de que hemos actuado a ciegas. Puede ser que optemos
por ciertos productos porque recordamos el precio de ellos en
otros supermercados. Pero en esos supermercados tendrá que
haber, por ende, precios y propiedad. Si en ningún supermer-
cado los hubiera, no hay nada que hacer…
En ese sentido el socialismo es «imposible» como sistema eco-
nómico: sin propiedad privada no hay precios y sin precios no
hay posibilidad de economizar recursos.
46
b. La paradoja de la planificación
Pero la cuestión era más amplia. Mises descubre aquí la para-
doja de la planificación: el socialismo, queriendo ordenar, des-
ordena. El mercado no es caos, es orden. El gobierno es caos.
Exactamente al revés de lo que se pensaba y se sigue pensando.
Esto rige por ende para lo que será su futura crítica al inter-
vencionismo: toda intervención del Estado implica tocar los
precios. Luego, aunque no se elimine directamente la propie-
dad privada, el sistema económico se desordena igual. Los pre-
cios son indicadores de escasez relativa en el mercado. Luego
un precio fijado por el gobierno es un precio ante el cual el
mercado no puede cumplir su función de incentivos para la
inversión.
Incluso si se trata de una obra pública estatal su «justificación»
solo puede ser política, no económica. Si los privados no ha-
cen un puente, es que no era demandado y por ende no era
rentable. Si lo hace el gobierno por una causa política justi-
ficada, ok, pero eso es gasto público, no «inversión» pública.
La inversión es la utilización del ahorro para la fabricación
de nuevos bienes de capital. Para ello hay que guiarse por
la tasa de interés, por los precios de los bienes de capital y
por los precios de los recursos naturales y trabajo. Todo ello
implica precios, y todo ello implica mercado. Hacer todo ello
por arriba del mercado no es invertir, es gastar. Puede ser que
esté políticamente justificado gastar, pero no hay que mentir
diciendo que ello es «económicamente» mejor.
Todo esto nos muestra la deseconomización que se produce
por las «políticas económicas» de los gobiernos. Si hay política
monetaria es que el Estado está interviniendo en la oferta de
dinero y por ende el precio del dinero, su poder adquisitivo,
ya no es el del mercado. Si hay política en el mercado exterior,
es que el gobierno está fijando aranceles. Los precios de los
bienes extranjeros ya no son los del mercado. Si hay control
de divisas, los precios de las monedas extranjeras ya no son
los del mercado. Si hay política laboral, el precio del trabajo ya
no es el del mercado. Y así sucesivamente. Puede ser que un
gobierno ingenuo quiera que el salario se incremente, que los
precios de los artículos importados sean bajos, etc., pero para
ello tiene que dejar actuar al mercado. Controlando los precios
47
se obtiene exactamente lo contrario de lo que se quería obtener,
lo cual es una inexorable ley general de todo intervencionismo.
c. La crítica al marxismo
Pero Mises extiende su crítica al socialismo más elaborado,
esto es, al marxismo. Sobre todo, a tres de las teorías más im-
portantes de Marx:
48
- La lucha de clases
49
O sea, que no funciona, desde el instante mismo que se lo apli-
ca. Que ello implica efectos visibles a mediano y largo plazo es
otra cosa. Esto es, es verdad que los sistemas socialistas e inter-
vencionistas tienen efectos económicos que son tan graves que
se hacen de algún modo visibles, y que pueden llegar a «colap-
sar», en la medida que el sistema político que los sostenga se
debilite (como ocurrió en la Unión Soviética). Pero ese es un
tema político de fecha impredecible. La Unión Soviética cayó
como sistema político porque Gorbachov aflojó sus riendas.
Con un psicópata al poder, la Unión Soviética allí seguiría. Con
sus hambrunas y miserias, como sistema político allí seguiría.
Como sistema económico, NO funcionó desde el principio.
50
Pero, además, lo que ocurrió es que los llamados socialistas
de cátedra25, esto es, economistas occidentales que de ningún
modo estaban de acuerdo con la Rusia soviética en lo político,
sostuvieron que Mises se había equivocado precisamente
porque bajo supuestos de competencia perfecta los precios
de los bienes de consumo informarían ipso facto qué factores
de producción eran los necesarios. O sea, suponiendo que
el dictador socialista se acercara al conocimiento perfecto,
él podría conocer qué bienes y servicios son los que tienen
escasez relativa y, entonces, hacer el cálculo económico.
Ahora bien, como veremos luego, no es que el modelo de
competencia perfecta sea falso, es que está mal planteado.
Supone partir del conocimiento perfecto de oferentes y
demandantes, pero ello implica que entonces no hay problema
económico, porque la esencia del problema económico es la
dispersión del conocimiento entre oferentes y demandantes.
Decir que el gobierno va a resolver el problema bajo los
supuestos del modelo de competencia perfecta, porque
una gran supercomputadora le va a dar ese conocimiento
perfecto, es como decir: si no hay problema económico,
entonces el cálculo económico es posible bajo el socialismo.
Lo cual es como decir: si el paciente no tiene apendicitis,
entonces el gobierno lo puede curar de apendicitis.
Volveremos a todo esto más adelante, pero todo ello acelera
que los austriacos se vayan diferenciando de los modelos
de competencia perfecta. El mercado es un proceso por
naturaleza imperfecto. Parte de la descoordinación entre
oferta y demanda y luego se pregunta: ¿y cómo pueden tener
más coordinación? Y contesta: con un proceso dinámico
de ajuste permanente, que se da con los precios libres, el
mercado abierto y la propiedad privada de los medios de
producción. Por eso el mercado es un proceso civilizatorio
como una network. Es una red. Como un cerebro. Miles de
25
Esta segunda etapa del debate sobre el cálculo económico influye de-
cisivamente en el desarrollo de la teoría de mercado como proceso. Al res-
pecto, ya son clásicas las explicaciones históricas de I. Kirzner (1992). The
Meaning of Market Process. London and New York: Routledge, y (2000).
The Driving Force of The Market. Londres y Nueva York: Routledge.
51
millones de personas que no se conocen se conectan a través
de los precios e intercambian conocimiento, como millones de
neuronas interconectadas a través de dendritas y axones que
son los precios. Esas miles de millones de personas quedarían
desconectadas, volverían a la oscuridad, a la autarquía,
al primitivismo total, sin los precios y el mercado. Por eso
quedó inmortalizado el artículo «Yo, el lápiz»26 de Leonard
Read, donde el autor nos hace tomar conciencia de todo
el conocimiento concentrado que encierra un simple lápiz
(piense el lector en un producto más sofisticado como una
computadora). ¿Como se logró combinar el conocimiento
necesario para armonizar el grafito, la madera, el color, el
diseño, el tamaño, la distribución, etc.? ¿Por qué no hay
faltantes o sobrantes de lápices? Todo ello sería imposible sin
los precios de mercado y la coordinación del conocimiento
que ellos y solo ellos producen.
26
«I, Pencil: My Family Tree as Told to Leonard E. Read», The Free-
man, 1958.
52
al libro y abrirlo además a muchos frentes de crítica. Nuestra
opinión es que ese el riesgo inevitable cuando uno se eleva a los
fundamentos. Y Mises, como buen austriaco, estaba educado
en esa tradición, que hoy se ha perdido. La economía no es para
él una ciencia totalmente autónoma de sus fundamentos filosó-
ficos últimos. En realidad, ninguna ciencia es así. Otra cosa es el
debate sobre cuáles deben ser esos fundamentos. Pero que los
hay y vale la pena debatirlos es correcto.
d. A partir del cap. 15, Mises comienza a tratar los temas más
propiamente económicos. La organización que sigue en el libro
es muy interesante: primero todo lo que corresponde al fun-
cionamiento normal de una economía de mercado. Mercado,
53
precios, moneda, factores de producción (recursos naturales,
capital, trabajo). Luego el análisis del socialismo, donde Mises
incorpora su respuesta a los que dijeron que su argumento esta-
ba equivocado. Y finalmente el intervencionismo: en los precios
y en los demás factores de producción, a lo cual se agrega la
teoría del ciclo y el análisis del corporativismo. En total, Mises
analiza de ese modo la totalidad de los mundos posibles de la
ciencia económica: mercado con propiedad privada de los me-
dios de producción, cooperación social en ausencia del mercado
(socialismo), mercado con propiedad parcial de los medios de
producción.
54
van coordinando sin llegar nunca al equilibrio, que sería el «es-
tado final de reposo». El «estado natural de reposo» es el mer-
cado que «cierra sus actividades» y al día siguiente abre, donde
los empresarios tienen que tomar los precios del día anterior para
proyectar sus expectativas hacia el futuro. En 1949, Mises no po-
día imaginar que ahora, con internet, el mercado nunca cierra, lo
cual implica que el mercado debería ser más abierto para dar más
incentivos a una mayor actividad empresarial. Que suceda justa-
mente lo contrario es algo totalmente paradójico en un mundo de
«información abierta».
55
capital, cap. 18. La quinta parte está dedicada a la imposibili-
dad de cálculo económico y a refutar los nuevos argumentos
en su defensa. Y la parte sexta, como dijimos, al intervencionis-
mo, que es prácticamente una descripción del mundo actual:
los impuestos directos y confiscatorios, la protección arance-
laria, los controles de precios, etc. Particularmente valiente es
su crítica al sindicalismo corporativista. El libro termina con
muchas reflexiones filosóficas y con una singular advertencia:
56
UNIDAD 4
1. La importancia de su pensamiento
Como dijimos en unidades anteriores, Hayek es esencial para
el desarrollo de la teoría del proceso de mercado de la Escuela
Austriaca.
Nacido en Viena en 1899, Hayek provenía de una familia afín a
las ciencias naturales, para las que Hayek siempre tuvo siempre
buena disposición. A pesar de haber estudiado derecho y cien-
cias sociales en Viena, mostró inclinación hacia las matemáticas
(de hecho hizo un posgrado en Estadística en los EE. UU. en sus
años 20) y siempre fue gran estudioso de la teoría de la evolución,
que tendría gran impacto en su pensamiento.
Simpatizó en su juventud con los socialismos democráticos, pero
su pensamiento cambió cuando fue invitado a los seminarios
que Mises organizaba los jueves cada 15 días en la Cámara de
Comercio Vienés. Allí Hayek se convenció decididamente de la
imposibilidad del cálculo económico en el socialismo, al mismo
tiempo que advirtió también la importancia de la teoría del ciclo
económico que Mises había sistematizado en 1912.
A pesar de esta influencia, fue un autor con vuelo propio. Su ma-
nejo del inglés y sus buenas formas le permiten tomar contacto
con la London School of Economics y con Lionel Robbins, y así en
1931 es invitado a desarrollar unos seminarios sobre la teoría del
ciclo, tan importantes que se constituyen en uno de sus libros cla-
ve: Precios y producción27. Justamente en ese libro Hayek extien-
de la teoría del ciclo de Mises y comienza su debate con Keynes,
27
Madrid: Unión Editorial, 1996.
57
con quien mantendría una cordial amistad hasta la muerte de
este último a pesar de sus graves diferencias en economía. Hayek
nunca quiso criticar al hoy famoso libro de Keynes, porque Key-
nes mismo le dijo que era un libro de transición y que él mismo
desautorizaría a sus entusiastas discípulos inflacionistas. Keynes
murió antes de cumplir esa promesa y Hayek quedó como el que
había perdido el debate con Keynes.
Hayek sin embargo, a partir de 1936, siguió trabajando en im-
portantes temas como el conocimiento disperso, la función de
los precios, la crítica a la competencia perfecta y el debate sobre
el cálculo económico, y un nuevo desarrollo de su teoría del ca-
pital. En 1945 publica su famoso libro Camino de servidumbre,
una seria y profética advertencia política sobre el camino hacia
el totalitarismo que implicaba el intervencionismo y el socialis-
mo del partido laborista inglés. El libro se difundió mucho pero
se desacreditó en cierta medida entre gran parte de muy solem-
nes economistas. En 1950, por motivos personales, se muda a la
Universidad de Chicago. Allí, sin embargo, no es recibido ya en
el Departamento de Economía, sino en el de Estudios Sociales
e Históricos. Hayek se siente algo solo y algo derrotado como
economista. A pesar de ello, durante la década del 50 dicta im-
portantísimos cursos sobre filosofía política que luego se trans-
formarían, en 1960, en su famoso Los Fundamentos de la libertad.
Hayek no se adapta a los EE. UU. y bastante triste emprende su
retorno a Europa, primero a Friburgo y luego a Salzburgo. Sin
embargo, como Mises, encuentra fuerzas para seguir escribien-
do, y así en 1973 surge el primer tomo de lo que sería su gran
trilogía Derecho, Legislación y Libertad. En 1974 gana inespera-
damente el Premio Nobel. Se anima un poco y comienza a re-
correr el mundo difundiendo sus ideas28, lo cual coincide con el
28
Recorre incluso países latinoamericanos muy extraños para él, como
Guatemala y Argentina. Una anécdota revela su determinación y sus princi-
pios. Su visita a Guatemala fue en 1977 a la Universidad Francisco Marro-
quín (UFM), en plena guerra civil. La UFM recibía entonces amenazas de
ambos bandos: del terrorismo y del gobierno. Esperando en la explanada de
la Universidad para recibir su Doctorado Honoris Causa, el entonces rector
de la UFM, Manuel Ayau, le dice a Hayek: «Hoy es un buen día para morir,
no?». A lo que Hayek responde: «Sí, lo es».
58
Austrian Revival en los EE. UU. en 1974. Muere en 1992. A sus
obras filosóficas y económicas hay que agregar importantísimos
ensayos sobre filosofía de las ciencias sociales, como Scientism
and The Study of Society, de 1942; Degrees of Explanation, de
1955 y The Theory of Complex Phenomena, de 1964. A eso hay
que agregar una de sus primeras obras sobre evolución y teoría
del conocimiento, The Sensory Order, de 1950, y su última obra,
La fatal arrogancia, de 1988. Hoy en día está en curso la publi-
cación de sus obras completas, en inglés, por Liberty Fund, y en
español, por Unión Editorial29.
a. El libro del 31
Precios y producción es un libro que sigue la tradición de Mises.
Hayek está convencido de que el desequilibro en el mercado
de capitales entre ahorro e inversión está causado por la intro-
misión de la oferta monetaria estatal, que inclina hacia abajo
la tasa de interés, alargando el período de producción de los
bienes de capital (o sea, produciendo aparentemente mayor
número de inversiones, pero, específicamente, no over-inves-
tment (sobreinversión) sino bad-investment (mala inversión: allí
donde no había ahorro para sustentarla).
Esto implica dos detalles importantes:
29
De Hayek, ver: (1973, 1976, 1979). Derecho, legislación y libertad.
Madrid: Unión Editorial, Libros I, II, III, (1978, 1979, 1982); (1975). Los
fundamentos de la libertad. Madrid: Unión Editorial (1994). Hayek on Ha-
yek: An Autobiographical Dialogue, Kresge, S. y Wenar, L. (eds.). Chicago:
University of Chicago Press (1979). The Counter-Revolution of Science. In-
dianápolis: Liberty Press (1948). Individualism and Economic Order. Uni-
versity of Chicago Press. Midway Reprint 1980, (1980). Desnacionalización
de la moneda. Buenos Aires: Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires
(1978). Camino de servidumbre. Madrid: Alianza (1976). The Sensory Order.
Chicago: University of Chicago Press (1990). La fatal arrogancia, Madrid:
Unión Editorial (1981). Nuevos estudios en filosofía, política, economía e
historia de las ideas. Buenos Aires: Eudeba (1967). Studies in Philosophy,
Politics, and Economics. Chicago: University of Chicago Press.
59
a.a) Hayek advierte que en el mercado de capitales hay un des-
equilibrio. Como todos los austriacos hasta el momento, Ha-
yek aceptaba una «lógica pura de la elección», una especie
de teoría del valor y de los precios que, si bien era subjetiva,
suponía una especie de equilibrio general, al menos, como
dice Boettke, como «modelo ideal» o «ideal type»30 (Boettke,
2012). Hayek advierte que esa teoría es insuficiente para el
problema del ciclo. O sea, igual que Keynes, considera que el
mercado está en desequilibrio. Pero mientras que Keynes su-
ponía que la inyección de billetes en el mercado iba a arreglar
ese desequilibrio, Hayek, siguiendo a Mises, explica que eso es
precisamente lo que lo produce. Pero esto implica que enton-
ces allí Hayek advierte las insuficiencias generales de toda teo-
ría del equilibrio general. Será en artículos sucesivos de 1936,
1945 y 1946 donde Hayek generaliza todo esto y desarrolla
una teoría del mercado donde este es, como hemos visto, una
tendencia a mayor coordinación a partir de una situación de
conocimiento disperso de oferentes y demandantes, rechazan-
do por ende toda teoría de la competencia perfecta.
a.b) Por ende, Hayek advierte también, igual que Mises, que esos
modelos de competencia perfecta podrían ser usados para de-
fender la posibilidad de cálculo económico en el socialismo. Si
suponemos competencia perfecta, NO hay problema econó-
mico; si NO hay problema económico, entonces claro, el Esta-
do puede «resolverlo» porque YA está resuelto. Observemos
el paralelismo con la argumentación de Mises:
- si no hay propiedad, no hay precios, si no hay precios,
no hay cálculo económico;
- si no hay dispersión de conocimiento, no hay proble-
ma económico; si no hay problema económico, el Es-
tado puede resolverlo «porque ya está resuelto». O sea,
es lo mismo que un cirujano diga «la operación ha sido
un éxito porque no hubo que operar». Hayek desarrolla
todo esto en importantes artículos de 1935 y 1940.
30
Boettke, P. (2012). Living Economics: Yesterday, Today and Tomorrow.
Oakland: The Independent Institute/Universidad Francisco Marroquín.
60
Volviendo a la teoría del ciclo, esta no es puramente monetaria,
como la de Mises.
Hayek enfatiza el «alargamiento» de las fases de producción,
sobre todo en su libro del 41 The Pure Theory of Capital31. O
sea, recordemos que una inversión implica coordinar desde
las materias primas originarias hasta el bien de consumo final
en una fase de tiempo. Cuando el ahorro aumenta, y la tasa
de interés baja, hay más posibilidades para producir diversos
bienes de capital entrecruzados y el período de producción es
más largo. Nada malo, excepto que la tasa de interés sea bajada
artificialmente por la emisión monetaria, que sería la primera
etapa del ciclo.
O sea, con ahorro genuino y tasa de interés de mercado, la
situación es esta:
El paso
El paso de A adeB Aes a B es positivo.
positivo. Implica queImplica que losprefieren
los consumidores consumidores
mayor ahorro y
prefieren
vuelcan mayor
ese ahorro ahorro
al mercado y vuelcan
de capitales, ese laahorro
y entonces al mercado
tasa de interés baja y se de
alarga la
estructura de producción.
capitales, y entonces la tasa de interés baja y se alarga la estruc-
Perotura de producción.
si la bajada de la tasa es artificial, entonces:
Pero si la bajada de la tasa es artificial, entonces:
31
https://mises-media.s3.amazonaws.com/Pure%20Theory%20
of%20Capital_4.pdf?file=1&type=document.
61
estructura de producción.
La tasa de interés
La tasa sube, la sube,
de interés inversión
la se retrae, consetodas
inversión las consecuencias
retrae, con todas lasobvias:
con-quiebra
generalizada
secuenciasde empresas,
obvias:deflación
quiebra y desocupación.
generalizada de empresas, deflación
y desocupación.
La recisión, por antipática que sea, es positiva: el mercado, con el incremento de las tasas,
está enviando una señal de «pagar la fiesta». Las inversiones tienen que volver a ajustarse a
la estructura de ahorro realmente existente. La deflación es un aumento del poder
62
adquisitivo de la moneda y la desocupación podría evitarse si los salarios fueran libres y los
costos laborales bajos.
Por eso las propuestas de Hayek (y de Mises) ante las crisis fueron muy antipáticas: había
La recisión, por antipática que sea, es positiva: el mercado, con
el incremento de las tasas, está enviando una señal de «pagar la
fiesta». Las inversiones tienen que volver a ajustarse a la estruc-
tura de ahorro realmente existente. La deflación es un aumento
del poder adquisitivo de la moneda y la desocupación podría
evitarse si los salarios fueran libres y los costos laborales bajos.
Por eso las propuestas de Hayek (y de Mises) ante las crisis
fueron muy antipáticas: había que dejar que el mercado ajuste.
Las propuestas keynesianas, en cambio, implicaban siempre
patear la pelota para adelante, seguir expandiendo, hasta la cri-
sis final, como bien estaba ya advertido por la teoría de Mises.
En un contexto mundial de intervencionismo, de eliminación
del patrón oro, de nacimiento de los bancos centrales estatales
con expansión monetaria, con sindicatos que impedían cual-
quier movilidad laboral, Mises y Hayek se quedaron hablando
en el aire, solos y aislados, excepto en cuanto a Ludwig Lach-
mann, como veremos luego. Ni siquiera hoy las propuestas
hayekianas son digeribles. En la crisis del 2008, si se hubiera
seguido a Hayek, se debería haber dejado caer los bancos, sus-
pender la Reserva Federal, volver a la libre competencia de
monedas y dejar que el mercado se ajustara solo. Hubiera sido
la solución definitiva para el problema monetario y fiscal de los
EE. UU., pero, ¿qué gobierno la aguantaba?32
En sus últimos años, Hayek propuso simplemente la elimina-
ción del curso forzoso (1976), en su famoso libro La desnacio-
nalización de la moneda. Esto es, no proponía que se elimina-
ran las monedas estatales, pero sí que estas debían competir
libremente con otras monedas de otros países y con bancos
privados que emitieran monedas. La Unión Europea hizo
todo lo contrario, pero la realidad se impuso. Hoy todo el
32
Sobre una actualización de la teoría del ciclo austriaco para las cir-
cunstancias actuales, ver: Cachanosky, N. y Salter, A. (2017). «The view from
Vienna: an analysis of the renewed interest in the Mises-Hayek Theory of the
business cycle», The Review of Austrian Economics, 30(2), pp. 169-192; Ca-
chanosky, N. y Lewin, P. (2016). «Financial foundations of Austrian business
cycle theory», Advances in Austrian Economics, Vol. 20, pp. 15-44; y de los
mismos autores, (2016). «An empirical application of the Eva framework to
business cycle», Review of Financial Economics, Vol. 30, pp. 60-67.
63
continente americano comercia con dólares, sea en blanco
o en negro, y a su vez tiene que competir con las monedas
electrónicas. El euro compite con la libra esterlina por más
que a los creadores del euro no les guste. El mercado es el
mercado. Si no es en blanco, es en negro, pero la que vale es la
moneda de mercado.
33
Gallo, E. (1987), op. cit.
64
que la economía es la ciencia social que mejor ha respon-
dido a la pregunta general de todas las ciencias sociales:
cómo el conocimiento disperso de los individuos tiende a
coordinarse. Y en este artículo Hayek explica una de las
condiciones fundamentales: el aprendizaje.
65
La enseñanza fundamental de todo esto es que, si el gobier-
no toca los precios, apaga estas señales de conocimiento, y el
mercado se hace aún más disperso, cuando la intención de los
gobernantes era, justamente, ordenar, controlar, planificar.
Aquí se ve bien la herencia que Mises dejó en Hayek sobre
la importancia del sistema de precios. Por eso sin precios no
hay cálculo económico y vemos ahora que menos aún habría
coordinación entre oferta y demanda. Que NO es equilibro,
sino una tendencia de mayor descoordinación a mayor coor-
dinación.
El conocimiento del que habla Hayek NO es un stock fijo
de conocimiento disponible. Es una permanente creación
humana de conjeturas, de hipótesis, porque oferentes y de-
mandantes se mueven por sus expectativas sobre los pre-
cios «esperados», y esas expectativas dependen de su propia
creación intelectual. No importa si son racionales en el sen-
tido de eficientes, porque la que sea eficiente se verá ex post,
después, de que el oferente trate de adecuarse a los precios
«anteriores». Es más bien el mercado, como proceso, el que
es eficiente, al descartar a los que no saben leer los precios.
66
ajeno. Se llama robo, pero cuando lo hacen los gobiernos se
llama «guerra por la patria».
Y el tercer modo es el comercio, obviamente más eficiente.
Pero el primer problema de los que comercian es el conoci-
miento. ¿Cuánto ofrezco al otro? ¿Cuánto demando? ¿Cuá-
les son las valoraciones del otro? ¿Cómo van a ser los precios
mañana?
Y todo eso fuera «perfectamente conocido», ¿cuál sería el
problema?
Ahora bien, el mercado es esencialmente imperfecto «pero»
debe tener libertad de entrada, o de lo contrario no funcio-
na, porque si alguien puede impedir legalmente que otro
compita con él, ya puede quedarse en el mercado aunque
no sepa leer los precios, y entonces el mercado no coordina.
Ese problema institucional, esto es, una propiedad privada
abierta, ya estaba en Mises, obviamente, pero Hayek escribe
en un contexto donde advierte que jurídicamente los países
occidentales, aunque no habían ido al comunismo, iban cada
vez más a intervencionismos que anulaban la propiedad, no
totalmente, sino en el sentido de que había propietarios que
contaban con la protección estatal, lo que décadas más tarde
se llamaría crony capitalism.
Para evitar ese problema Hayek desarrolla toda su obra po-
lítica, anteriormente citada, que abarca desde 1945 hasta
1979, donde primero advierte el problema y luego trata de
dar una solución institucional, vía controles constitucionales
a la intervención del gobierno, tema que comparte con Bu-
chanan, Tullock y Vanberg, y que se ha llamado economía
política constitucional.
Pero como economista, Hayek se limita a decir algo muy
humilde: la teoría del proceso de mercado tiene un supues-
to jurídico: el mercado abierto. Obviamente, esto, desde un
punto de vista «fáctico» siempre será un gris. No es sí o no,
no es que sea abierto o no sin grados en el medio, pero el
supuesto basta para decir: cuanto menos abierto sea el mer-
cado, menos coordinará, cuando más abierto, más coordina-
rá. Que un país tenga un mercado muy cerrado NO es una
refutación a la teoría del proceso de mercado: es un problema
político pero no de teoría económica. Esta última solo afirma
67
que, cuanto más abierto sea jurídicamente un mercado, más
coordinante será.
a) Aprendizaje
b) Precios libres
c) Libre entrada al mercado.
O sea:
O sea:
Si comparamos
Si comparamos este
este modelo con el modelo con
de competencia el de
perfecta, competencia
podremos entender porperfecta,
podremos
qué, en la mayor parte de entender por
los casos, este qué,
último encomo
sirve la mayor parte
«perfecta»casos, de los
justificación
este último
del intervencionismo. sirve como «perfecta» justificación del interven-
¿Por qué? cionismo.
¿Porrazonan
Porque muchos qué?así: obvio que el mundo real no es la competencia perfecta.
Porque
Pero entonces, muchos
para «acercar» razonan
al mundo real a así: obvio que
la competencia el mundo
perfecta, real
no es
es necesario
la competencia
que el Estado perfecta.
dicte «las grandes políticas» Pero entonces,
para ese para
acercamiento. Pero«acercar»
esas al
mundo
políticas, al tocar losreal a laalejan
precios, competencia perfecta,
aún más a este es necesario
mundo imperfecto de la que el
Estado odicte
anhelada perfección, «lasal grandes
sea, hacen mundo más políticas»
imperfecto. para ese acercamiento.
O sea:
- Sin intervención del Estado, más precios libres, aprendizaje y libertad de entrada al
68
mercado, vamos de una menor coordinación a una mayor coordinación, pero nunca
perfecta.
Pero esas políticas, al tocar los precios, alejan aún más a este
mundo imperfecto de la anhelada perfección, o sea, hacen al
mundo más imperfecto.
O sea:
Esto
Esto es, así ve ales, así un
mundo veintervencionista:
al mundo un intervencionista:
69
En cambio, así ve al mundo un economista austriaco:
70
UNIDAD 5
71
seriamente con ello su cerrera profesional: Israel Kirzner, Murray
Rothbard, Hans Sennholz y G. Reisman.
Los cuatro tuvieron una influencia esencial en el renacimiento de
la Escuela Austriaca, junto con Ludwig Lachmann.
El Austrian revival tiene oficialmente lugar en los EE. UU., en
un seminario organizado por el Institute for Humane Studies, en
junio de 1974. Todas las conferencias, excepto una última sobre
el ciclo, por Gerald O´Driscoll y Sudha Shenoy, fueron dadas por
Rothbard, Kirzner y Lachmann (de quien hablaremos luego).
Mises había muerto un año antes y en octubre de ese mismo año
Hayek fue premiado con el Nobel en Economía.
Entre este seminario y el Nobel para Hayek el entusiasmo creció.
Pero, antes de llegar a ese punto, concentrémonos en los aportes
de estos tres pioneros y en cierta medida héroes, que permitieron
el revival de la Escuela Austriaca de Economía.
2. Rothbard
Murray Rothbard tomó contacto en su juventud con Mises y fue
uno de los que mejor lo conoció. Así nació el proyecto de escribir
un manual para explicar La Acción Humana a un público nortea-
mericano, proyecto que luego terminó siendo un libro indepen-
diente: un tratado completo de Economía, Man, Economy and
State, de dos volúmenes, que se publicó en 196234.
Rothbard incursionó en otras áreas, como filosofía política e his-
toria de las ideas económicas. En filosofía política escribió im-
portantes libros a favor del anarcocapitalismo, posición en la que
defiende un mercado sin Estado central. Consideraba inmoral el
cobro de impuestos. En historia de las ideas se caracterizó por
una fuerte defensa de los orígenes escolásticos de la Escuela Aus-
triaca y por un fuerte ataque a la Escuela Clásica. Él consideraba
que la «verdadera» Escuela Austriaca se centraba en los escolás-
ticos, y de allí iba directamente a Menger, luego a Böhm-Bawerk
y por último a Mises. No consideraba «ortodoxos» a Wieser, a
Hayek o a Machlup. Sus principales discípulos (Walter Block,
David Gordon, Hans-Hermann Hoppe, Jörg Guido Hülsmann,
34
Los Angeles: Nash Publishing, 1970.
72
Joseph Salerno, Jesús Huerta de Soto, Bruce Benson) se concen-
traron en el Mises Institute. Rothbard produjo gran impacto en
el ambiente libertario norteamericano y gran difusión del libre
mercado y el anarcocapitalismo. Gran parte de los libertarios
actuales, de todas partes del mundo, lo siguen directamente a él.
Estas ideas en política e historia de las ideas no tienen relación
directa, sin embargo, con sus aportes de la economía, que es lo
que interesa a este curso.
En economía, Rothbard fue un fiel seguidor de la praxeología
como la base de la economía. Su tratado de economía (tal vez el
principal, en la Escuela Austriaca, luego del de Mises) tiene en su
primer capítulo un desarrollo exhaustivo de la praxeología, donde
el desarrollo claro y distinto de nociones como utilidad marginal,
productividad marginal, preferencia temporal, etc., no tiene pa-
rangón hasta ahora. A partir de ese capítulo comienza el desarrollo
sistemático de la teoría de los precios, la moneda y los factores de
producción, sin mayores elucubraciones filosóficas como en Mi-
ses. Su crítica al intervencionismo es feroz y sistemática.
Su tema filosófico más importante en economía es que coloca a
Aristóteles como la base de la acción humana y que piensa que
la economía se deduce totalmente a priori de la praxeología, po-
sición que él mismo llamó «extremo apriorismo». Todo esto ha
sido muy debatido pero, de vuelta, no afecta a sus contribuciones
estrictamente económicas.
Rothbard rechaza totalmente el modelo de competencia per-
fecta pero, sin embargo, no toma los aportes de Hayek sobre el
mercado como proceso. Desarrolla la teoría de los precios según
Böhm-Bawerk la había establecido, y explica las curvas de oferta
y demanda como directamente deducidas de la utilidad marginal.
Uno de sus aportes más originales está en su teoría de los pre-
cios. Rothbard cree que debe superarse la distinción de Mises
entre precio de mercado y precio de monopolio. Para Mises el
problema no era el monopolio sino el precio de monopolio, esto
es, cuando en el mercado libre alguien puede reducir la oferta
SIN que la demanda vaya a otros bienes. O sea, un caso de lo que
habitualmente se llama demanda inelástica para un determinado
bien o servicio.
Pero Rothbard dice: si las condiciones son de mercado libre,
abierto, ¿por qué ello sería diferente a cualquier otro precio? En
73
un mercado libre, el factor competitivo es permanente. Esto
es, cada bien compite con otros bienes, no solo con diversas
marcas dentro del mismo tipo de bien. En segundo lugar, siem-
pre está la competencia potencial si el mercado es abierto. En
tercer lugar, esa competencia potencial será relativamente in-
mediata si, como corresponde al mercado libre, el comercio
exterior es abierto y los aranceles son cero.
Pero además —y este es uno de los principales aportes de
Rothbard, inspirado en Mises— NO hay una tendencia al mo-
nopolio en el mercado. Si una empresa va creciendo y com-
prando a la competencia, el radio de precios va descendiendo y
el radio de un solo vendedor va aumentando. Y se enfrentará,
por ende, con el mismo problema: la imposibilidad de cálculo
económico en el socialismo, a medida que el «único vendedor»
aumenta su radio de acción. Entonces no podrá evitar las pérdi-
das. Pero si el mercado es abierto, entonces sí comenzará a ser
sustituido por la competencia, ya permanente, ya potencial, ya
la del comercio exterior. Por ende se verá obligada a disminuir
su radio de acción y/o vender parte de su paquete de acciones.
Rothbard sistematiza de ese modo, de manera más clara, la fal-
sedad de la predicción marxista al monopolio bajo el capita-
lismo. La tendencia de las corporaciones a crecer se ha dado
merced a privilegios estatales, monopolios legales y el protec-
cionismo en comercio exterior.
En moneda, Rothbard explicó con una claridad meridiana el
carácter esencialmente libre de la moneda, aplicándole la utili-
dad marginal y las curvas de oferta y demanda como a cualquier
otro bien. Fue firme partidario de la teoría del ciclo de Mises y
crítico total de todo tipo de intervención estatal en el mercado
monetario. Su peculiaridad al respecto fue la defensa total del
100 % de reserva en los bancos, como medida fundamental
contra la expansión monetaria. Esto está muy debatido hoy en
la Escuela Austriaca, donde hay muchos que defienden el free
banking. El que más sigue hoy a Rothbard en esto es Huer-
ta de Soto. El tema más interesante en el nivel de historia de
la Escuela Austriaca es que tanto Rothbard, como Huerta de
Soto, como los que los siguen, dicen basarse en Mises. Y es
verdad, Mises, en su Reconstrucción monetaria (1952) defiende
el 100 % de reserva cuando propone volver al Patrón Oro en
74
EE. UU. Pero en Human Action defendió al free banking. El
debate continúa abierto.
El tratado de economía de Rothbard fue esencial para la en-
señanza y difusión de la Escuela Austriaca post-Mises. Gran
parte de los austriacos de los 60 en adelante y aún hoy siguen
utilizando su tratado como elemento esencial de su formación.
Ello tiene un solo peligro, que es el encerramiento y la manua-
lización de algo tan rico y diverso como la Escuela Austriaca.
Pero ello no es culpa de Rothbard sino de una utilización inma-
dura de sus escritos, peligro del cual ningún autor está exento.
3. Lachmann
Ludwig Lachmann es un caso distinto.
No es de la misma generación que Rothbard y Kirzner (1926 y
1930 respectivamente), ni tampoco norteamericano. Nació en
Alemania en 1906 y llegó más tarde a la Escuela Austriaca, fun-
damentalmente bajo la influencia de Hayek en la London School
of Economics, donde estuvo desde 1933 hasta 1948, cuando se
muda a la Universidad de Witwatersrand en Sudáfrica.
Aportó mucho a la teoría del capital, en la línea de Böhm-Bawerk
y Hayek, pero su importancia se centra en haber radicalizado la
noción de incertidumbre que está en Menger y en Mises.
En ese sentido, Lachmann ha sido caracterizado como un radical
austrian, de la mano de un famoso ensayo de Garrison35, donde ha-
bría tres líneas en Economía con respecto al equilibrio: la neoclási-
ca no austriaca, la del equilibrium always, la austriaca, equilibrium
sometimes, y la de Lachmann (donde Garrison ubica también al
tan singular G. L. S. Shackle). Lachmann diría equilibrium never.
O sea: el mercado es caleidoscópico. El conocimiento disperso de
sus agentes es tan disperso que puede tender a la coordinación o
no. En realidad no se sabe, no había un factor coordinante clave.
¿Dijo eso Lachmann? Después de haber estudiado su clásico
Capital, Expectations, and the Market Process (1977)36 yo diría
35
Garrison, R. W. (1986). «From Lachmann to Lucas: on institutions,
expectations, and equilibrating tendencies». En Subjectivism, Intelligibility
and Economic Understanding. New York: New York University Press.
36
Institute for Humane Studies, 1977.
75
que lo que «no se sabe» es que haya dicho verdaderamente eso.
Simplemente enfatiza la incertidumbre que Mises y Hayek des-
tacan desde los 40 en adelante, y pone acento en el marco institu-
cional como única garantía de coordinación. Nada no-austriaco,
precisamente.
Por lo tanto Lachmann es esencial al austrian revival por dos
cuestiones. Primero, esta. Israel Kirzner está relativamente con-
vencido de la interpretación Garrison y por eso, como veremos,
enfatiza la línea de Hayek, del factor aprendizaje, como lo único
que permitiría hablar de una ciencia económica, una tendencia a
la coordinación, a partir de la incertidumbre, que, como vimos,
era también lo que Lachmann quiere decir, con una diferencia
de énfasis.
Lachmann, por lo demás, compensa muy bien la línea Rothbard:
es más abierto a la línea Hayek y a una perspectiva de la Escuela
Austriaca más afín a la influencia que Max Weber tuvo sobre L.
von Mises.
Segundo: entre 1974 y 1987, Lachmann se pasaba, todos esos
años, cuatro meses seguidos en la New York University, orga-
nizando junto con Israel Kirzner un seminario sobre Escuela
Austriaca. Ese seminario fue esencial para el renacimiento de
la escuela, con otra línea, que podríamos llamar Mises-Hayek-
Kirzner, que dio enormes frutos a los cuales nos referiremos en el
próximo capítulo.
En 1986, Lachmann fue con toda justicia homenajeado con un
libro en su honor, Subjectivism, Intelligibility, and Economic Un-
derstanding, editado por I. Kirzner y publicado por la New York
University. Justo homenaje para un scholar sabio y humilde que
fue esencial para el renacimiento de la Escuela Austriaca37.
4. Israel M. Kirzner
Kirzner era un joven estudiante de Economía en la NYU cuando
escuchó hablar de un viejito vienés que daba un curioso semi-
nario cada 15 días. Necesitado de créditos, asistió. Fue esa casi
37
Kirzner, I. M. (1986). Subjectivism, Intelligibility and Economic Un-
derstanding. I. M. Kirzner (ed.). Nueva York: New York University Press.
casualidad la que le cambió la vida académica y produjo un
cambio significativo en la Escuela Austriaca.
Kirzner hizo algo esencial: unió a Mises con Hayek. Efectiva-
mente, ambos autores estaban «sueltos» y, evidentemente, no
pensaban igual. Liberales clásicos ambos, sin duda, tenían sin
embargo filosofías políticas y filosofías de la ciencia bastante
diferentes.
Entre ellos, sin embargo, no hubo ningún debate. Hayek siem-
pre cuenta que cuando publica su artículo «Economics and
Knowledge», en 1936, se lo envía a Mises con un gran temor de
recibir un gran reto por parte del gran maestro. Pero no fue así.
De hecho, Mises lo felicita.
El libro Man, Economy and State, de Rothbard, en 1962, ya
significó un impulso importante a la Escuela Austriaca en los
EE. UU., como vimos, pero Hayek seguía ausente. Habría que
ver cómo hubiera sido un mundo paralelo con los dos autores
totalmente separados, no personalmente, pero sí teoréticamen-
te, sobre todo con el premio Nobel para Hayek en 1974.
Pero no fue así. De hecho, aunque los rothbardianos pensaran
que había sido solo un gesto de buena voluntad, el cap. 15 de
Human Action, donde Mises cita a Hayek, fue clave para que
Kirzner se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.
Y lo que estaba sucediendo es que la Escuela Austriaca estaba
verdaderamente renaciendo como algo original en relación a la
Escuela de Chicago.
O sea, en los 50 se podría decir que por un lado estaban los
socialistas de cátedra, los marxistas, los keynesianos, los neo-
clásicos intervencionistas, por un lado… Todos ellos exigiendo
la intervención del Estado y avalando el Welfare State del New
Deal norteamericano y los Estados Providencia de Europa Oc-
cidental. Y, por el otro lado, los economistas que defendían el
libre mercado. Muy pocos: Friedman, el único relevante tal vez,
y conocido por toda la profesión, y los extraños y desconoci-
dos, ya, Mises y Hayek, si bien sus lectores europeos estaban
sacando adelante las economías europeas occidentales de la
posguerra.
Pero el asunto no es ya intervencionismo versus libre mercado.
Se trata ahora de una manera de defender al libre mercado, con
la Escuela de Chicago, versus otra manera de defenderlo, con
77
la peculiaridad de la Escuela Austriaca, donde Mises y Hayek se
unen en un punto fundamental.
¿Y cuál es?
Como vimos, mercado como proceso versus mercado como equi-
librio.
Se puede decir que cuanto más desregulado sea el mercado, el
mercado real se parecerá cada vez más al modelo de competencia
perfecta. Ok.
Pero Mises y Hayek pensaban diferente.
Como vimos, ambos descubren el rol esencial del conocimien-
to disperso en la economía como ciencia y en el mercado como
proceso real. Hay economía porque puede haber una tendencia
a la coordinación de conocimiento, y hay economía como ciencia
porque se pueden conocer teoréticamente las condiciones bajo las
cuales ese proceso tiende a la coordinación sin alcanzar nunca, sin
embargo, la coordinación perfecta.
En ese sentido, Economics and Knowledge (1936), The Use of
Knowledge in Society (1945), The Meaning of Competition (1946)
y los caps. 15 y 16 de Human Action (1949) (Market y Prices, res-
pectivamente) conforman un solo paradigma. Y es Kirzner el que
lo advierte.
En ese nuevo paradigma, el conocimiento, transformado en la ca-
pacidad de aprendizaje, desempeña el rol esencial. Porque bajo
precios libres y libre entrada al mercado, esa capacidad de aprendi-
zaje es la capacidad de interpretar los precios para ver las oportunida-
des de ganancia, y eso es lo que lleva a la coordinación del conoci-
miento disperso. Y esa capacidad es la que Kirzner llama alertness
empresarial (Kirzner, 1973), el «estar alerta a las oportunidades de
ganancia» como el factor clave de la empresarialidad.
La empresarialidad, por ende, es el factor coordinante del merca-
do como proceso.
Esa empresarialidad debe entenderse bien, sin que sea un concep-
to cerrado.
Por un lado está el factor empresarial en toda acción humana en
el mercado, como dice Mises. Esto es, toda acción humana en el
mercado, sea la del consumidor, productor de factores de produc-
ción, etc., tiene que tener una mínima capacidad de mantenerse en
el mercado o de lo contrario sale totalmente de él. Hay «factor tra-
bajo» que parece estar muy alejado de ello, ganando un salario, en
78
una fundación o universidad, por ejemplo, pero aun así la decisión
de emplearse aquí o allá implica un grado de aprendizaje sobre la
mejor o peor decisión ex post».
Está luego el «capitalista» en sentido técnico, o sea, el que aporta
una suma de dinero ahorrado, un «fondo» para que otro inicie un
proyecto empresarial.
Están luego los ahorristas en los mercados de capitales, ya sea en
las cajas de ahorros, comunes y corrientes o en lo que ahora se
llama fondos de inversión.
Está luego la figura que Mises destaca como «empresario promo-
tor», esto es, el que utiliza esos ahorros para combinar él mismo los
factores de producción y producir un bien de consumo, buscando
ganancia y arriesgándose a la pérdida.
Están también las sociedades anónimas como propietarias com-
puestas por innumerables accionistas que por medio de un direc-
torio contratan gerentes y los despiden.
Pero la alertness empresarial de Kirzner se refiere a algo muy espe-
cífico, que se puede entremezclar con todo ello pero puede apa-
recer solo: alguien que tiene una idea y que con esa idea crea una
oportunidad de ganancia donde antes nadie la veía. No es tirar una
moneda, no es suerte, es idear, es crear, y de ese modo generar un
nuevo bien o servicio que antes no existía.
El que tiene, crea esa idea puede no tener ningún capital, ni ahorro,
ni ser accionista ni tampoco empresario promotor, pero genera la
idea a la cual los capitalistas, los ahorristas, los gerentes, pueden
luego aportar sus fondos y su expertise profesional. El empresario
puro es el creador de la idea que ve la oportunidad de ganancia.
Puede ser también el que lee el movimiento de los precios de los
bienes de consumo ya existentes, ocurriéndosele un nuevo modo
de ir a su encuentro con los factores de producción.
Este tipo de racionalidad creadora no es un cálculo matemático, no
es algo que una computadora pueda hacer. No es asignar recursos
ya dados a fines previamente establecidos, cosa que Kirzner llama
noción robbinsoniana de la acción (por Lionel Robbins). Es gene-
rar, crear, por un lado una nueva oportunidad de ganancia y, por el
otro, una nueva combinación de factores de producción. La idea
empresarial no es fruto de un cálculo; no es el cálculo de retorno de
la tasa de interés. Es una conjetura, una falible creación intelectual,
donde la ganancia es la corroboración ex post de esa conjetura…
79
La cuestión es que sin esta alertness empresarial, sola o combina-
da con los otros roles, el mercado sería un completo caos. Por eso
Kirzner llama a este modo de ver al mercado un middle ground
(Kirzner, 1992) entre la imposibilidad de ciencia económica, por
un lado, y una ciencia económica donde el equilibrio sea el punto
de partida y el conocimiento limitado las hipótesis ad hoc.
Cabe distinguir dos cosas. Una es el mundo real. Ese mundo real
nunca es totalmente desregulado, pero en la medida que esté más
desregulado, allí la alertness empresarial funcionará como factor
coordinante. Cuanto mayores sean las regulaciones, esa capaci-
dad empresarial puede convertirse en la capacidad de negociar
con el gobierno las diversas protecciones y prebendas, que Bu-
chanan ha llamado rent seeking society. Kirzner habla en cambio,
en términos de Buchanan, de una profit seeking society.
Otra cosa es la ciencia económica. Esta sí puede establecer las
condiciones de lo que en Mises es «la construcción imaginaria
de una economía pura de mercado» que NO es el modelo de
competencia perfecta, sino el presupuesto de que el gobierno no
interfiere de ningún modo en los precios. Allí sí el alertness em-
presarial es totalmente coordinante. Bajo esa base, el economista
—como hizo Mises casi la mitad de su vida— puede interpretar
las condiciones históricas concretas, los casos reales donde habrá
mayor o menor regulación estatal.
La ciencia económica no puede establecer a priori el grado de
alertness empresarial. Solo puede establecer como supuesto un
grado suficiente de alertness empresarial a efectos de predecir
la coordinación de conocimiento disperso en el mercado. Ese
supuesto siempre ha sido corroborado, pero las estadísticas no
son necesarias para ello. Solo basta ver el crecimiento de las eco-
nomías más desreguladas para advertir el funcionamiento de la
alertness empresarial.
Kirzner no dice en ningún momento que la ganancia empresarial
debe ser el fin último de toda acción humana. Pero sí establece
una regla moral: que así como en Locke el trabajo aplicado a la
tierra justificaba la propiedad, ahora es esta alertness, este cono-
cimiento, aplicado a una sociedad libre, la que justifica la propie-
dad de la ganancia (Kirzner, 1989). La «regla del primer ocupan-
te» que puede regir en casos donde hay territorio inexplorado
(que ahora sería el lecho marítimo u otros planetas) se convierte
80
en la «regla del que descubre» la oportunidad de ganancia. Es
justo que alguien diga «esto es mío» porque fue mi idea. Ello
no se refiere a los copyrights (con los cuales Mises estaba en des-
acuerdo), sino a la propiedad de la ganancia empresarial, sea cual
fuere su monto.
Es por ende gracias a Kirzner que la Escuela Austriaca se con-
solida como la escuela del mercado como proceso. Esto explica
lo que ocurre desde 1973 en adelante. La publicación del libro
de Kirzner en ese año no pudo ser más oportuna. Mises muere
en 1973; en 1974 Hayek obtiene el Nobel y Kirzner ya había sis-
tematizado el inicio de un programa de investigación que unía a
Mises y Hayek en un solo paradigma, sin olvidar sus diferencias.
Ese núcleo central, el mercado como proceso, sigue siendo casi,
hasta la actualidad, la Escuela Austriaca hoy38.
38
De Kirzner, ver: Kirzner, I. (1979). «Hayek, Knowledge, and Mar-
ket Processes». En Perception, Opportunity and Profit. Chicago y Londres:
University of Chicago Press; Kirzner, I. (1982) (comp.). Method, Process,
and Austrian Economics. Essays in Honor of Ludwig von Mises. Toronto:
Lexington Books (1973). Competition and Entrepreneurship. Chicago: Uni-
versity of Chicago Press (1997). How Markets Work. Gran Bretaña: Institute
of Economic Affairs; The Meaning of Market Process (op. cit.); The Driving
Force of the Market (op. cit.); (2001). Ludwig von Mises: the Man and his
Economics. Delaware: ISI Books (1996). Essays on Capital and Interest: an
Austrian Perspective. U.K.: Edward Elgar Publishing.
81
UNIDAD 6
1. Introducción
Este capítulo necesariamente será incompleto e injusto. Incom-
pleto, porque desde 1974 en adelante, desde el Austrian Revival
en adelante, han sido tantos los autores, norteamericanos, euro-
peos e hispanoparlantes que han hecho nuevas e importantísimas
contribuciones que sería entre imposible y estaría fuera de nues-
tros objetivos intentarlo. Injusto, porque aún entre los pocos que
vamos a nombrar habrá inevitables olvidos.
De todos modos vamos a arriesgarnos a hacerlo porque no qui-
siera dar al lector la imagen de que la Escuela Austriaca se quedó,
desde 1974 en adelante, en los laureles.
2. La parte norteamericana
2.1. Los rothbardianos
Como dijimos en su momento, Rothbard y su tratado de
economía fueron tan importantes en su momento que gene-
raron una serie de discípulos tan prolíficos que conformaron
un ala de la EA que prescindió de las colaboraciones de Ha-
yek y Kirzner.
Es más, uno de ellos, Hoppe39, sostiene que hay una EA «or-
todoxa», que comienza en los escolásticos, sigue en Menger,
39
Hoppe, H.-H. (1999). «Murray N. Rothbard: Economics, Science,
and Liberty». En 15 Great Austrian Economists. Mises Institute.
83
en Böhm-Bawerk y en Mises. Los clásicos, Wieser, Machlup,
Hayek y Lachmann serían «heterodoxos».
El lector habrá visto que no compartimos esa clasificación,
pero debe saber que existe y genera debates internos.
Los discípulos más importantes de esta línea serían (perdón
si me olvido de alguien) Walter Block, David Gordon, Hans-
Hermann Hoppe, Jörg Guido Hülsmann, Joseph Salerno y
Bruce Benson.
Estos autores se han destacado por sus contribuciones a la
praxeología de Mises y por el desarrollo del orden espontá-
neo en materia jurídica, pues casi todos ellos defienden en
mayor o en menor medida las ventajas de un sistema jurídico
sin Estado central.
40
De Lavoie, ver: Lavoie, D. C. (1986a). «Euclideanism versus hermeneutics:
a re-integration of Misesian Apriorism». En I. M. Kirzner (ed.), Subjectivism, Inte-
lligibility and Economic Understanding: Essays in Honor of Ludwig M. Lachmann
on His Eightieth Birthday (pp. 192-210). Palgrave Macmillan (1987). «The accou-
nting of interpretations and the interpretation of Accounts: the communicative
function of “the language of business”», Accounting, Organizations and Society,
12(6), pp. 579-604 (1990). «Introduction». En D. C. Lavoie (ed.), Economics and
Hermeneutics (pp. 1-15). Routledge (1991). «The Progress of Subjectivism». En
M. Blaug y N. de Marchi (eds.), Appraising Modern Economics: Studies in the
Methodology of Scientific Research Programmes (pp. 470-486). Edward Elgar
(1995). «The “objectivity” of scholarship and the ideal of the university», Advan-
ces in Austrian Economics, 1, 2B, pp. 371-403 (2011). «The interpretive dimension
of Economics: science, hermeneutics, and praxeology», The Review of Austrian
Economics, 24(2), pp. 91-128.
84
nómico y estiró la tradición filosófica de L. Lachmann,
hasta llegar a filósofos continentales como Gadamer que
lo distanciaron de I. Kirzner. Sin embargo, su temprana
muerte a los 51 años impide saber cómo hubiera sido un
mundo paralelo austriaco con él contando hoy 67 años.
Uno de sus legados más importantes fue un grupo de
discípulos muy formados en humanidades en general, en
filosofía de las ciencias y en el diálogo con otras escue-
las económicas, como lo son P. Boettke, S. Horwitz, D.
Prychitko y V. Storr.
En esta misma línea hay que colocar a otra larga serie de
economistas post-Kirzner, como son R. Langlois, S. Litt-
lechild, M. Rizzo, B. Smith, E. Thomsen, N. Foss, R. Ga-
rrison, A. Klamer, P. Klein, R. Koppl, P. Leeson, P. Lewin,
G. O´Driscoll, B. Powell, G. Selgin, L. White, S. Boehm,
R. Ebeling, R. Epstein, B. Loasby, K. Vaughn, S. Ikeda, G.
Madison, R. Batermarco, D. Bellante, T. Di Lorenzo, W.
Butos, R. Murphy, C. Coyne,
Estos autores han contribuido mucho en temas como his-
toria de la EA, teoría de los precios, macroeconomía, teoría
del capital y teoría del ciclo, teoría de la empresa, bienes
públicos, externalidades, free banking y políticas públicas.
Entre todos estos temas, cabe desatacar el amplio desa-
rrollo que ha tenido la macroeconomía y la teoría del ci-
clo, sobre todo a partir del 2008.
3. Europeos
Aunque se han desenvuelto principalmente en ambientes an-
gloparlantes, Hans-Hermann Hoppe y Jörg Guido Hülsmann
son de origen alemán. Los franceses más importantes serían
Pascal Salin y Henri Lepage. Los españoles más importantes
son José Antonio de Aguirre, Carlos Rodríguez Braun, María
Blanco y Jesús Huerta de Soto. Este último sigue la línea de los
rothbardianos, y ha educado importantes discípulos como M.
A. Alonso Neira, Gabriel Calzada, Javier Aranzadi del Cerro,
Adrián Ravier, Juan Ramón Rallo y Gonzalo Melián, entre to-
dos. También son muy importantes los italianos Darío Antiseri
y Lorenzo Infantino.
85
4. Latinoamericanos
Dado que en este caso el número es muy grande (afortunada-
mente) solo voy a nombrar a los que han hecho nuevos aportes:
Juan Carlos Cachanosky41, Adrián Ravier y Nicolás Cachanosky
en teoría del ciclo y bienes de capital; Juan Sebastián Landoni,
Martín Krause y Pablo Guido en empresarialidad; Walter Cas-
tro y Ubiratan Iorio en Historia de la Escuela Austriaca; Rafael
Beltramino42 y Agustina Borella en epistemología; Ricardo Rojas
en Law and Economics. Para prevenir injusticias, miren que me
estoy refiriendo solo a aportes nuevos en escuela austriaca. En
difusión y estudio serio de la EA, entre chicaguenses y austriacos,
los latinoamericanos son cientos.
41
Lamentablemente fallecido en diciembre del 2015.
42
Lamentablemente fallecido en junio de 2019.
43
Coase es un caso ejemplar: un smithiano que como tal supera las ac-
tuales distinciones entre las escuelas. De Coase, ver: (1988). The Firm, The
Market and The Law. Chicago: University of Chicago Press, y (1994). Essays
on Economics and Economists. Chicago: University of Chicago Press.
86
Yo diría que en ese pie de igualdad, lo que la Escuela Austriaca
tiene que ofrecer fundamentalmente a las otras good economics
es su noción de conocimiento disperso como núcleo central,
y no como hipótesis ad hoc, de la acción humana como punto
de partida de la economía; la distinción entre conocimiento
e información, y la teoría del mercado como proceso como
teoría unificada para todos los mercados de consumo y de pro-
ducción.
87
II. PARTE SISTEMÁTICA
UNO:
MICROECONOMÍA
1. Introducción
Mises jamás habló de micro y macro y Hayek negó explícitamente
que dicha distinción fuera apropiada. Y tenía razón, por cuanto
«macro» es entendida habitualmente como el comportamiento de
ciertos «agregados» o «colectivos» (PBI, renta nacional, etc.) que
se comportarían por sí mismos independientemente de la oferta y
demanda individuales de cada agente económico. Y, como vimos,
ello no es así. Hay un individualismo metodológico en la Escuela
Austriaca, en tanto la utilidad marginal, la demanda subjetiva, la
preferencia temporal y la alertness empresarial de cada persona son
la causa de la estructura de todos los factores de producción. En ese
sentido, toda macro, en EA, es micro.
Pero hay otro sentido en el que podríamos dividir micro y macro en
la EA: tomando el análisis de la acción humana que hace Mises como
micro, y luego el paso al mercado como macro. Es una división me-
todológica y didáctica. La realidad humana es siempre personas
interactuando. Pero si analizamos las implicaciones de que la ac-
ción humana implica pasar de una situación menos satisfactoria
a otra más satisfactoria, tenemos entonces las nociones necesarias
para luego hacer todos los análisis de mercado, tanto de bienes de
consumo como de bienes de producción.
Primero, algo muy importante: cuando decimos que la acción hu-
mana busca pasar a un estado más satisfactorio ello es subjetivo,
esto es, es lo que cada individuo considera más satisfactorio. Pero si
no fuera por ello, no actuaría.
Por ende NO se refiere la micro austriaca, en ese caso, a una
situación moralmente mejor, u objetivamente mejor desde el
91
punto de vista moral, ni tampoco objetivamente mejor desde
el punto de vista de una naturaleza humana. El individuo ac-
túa bajo conocimiento disperso y además no podemos suponer
santidad. Por ende esa acción humana es falible, puede ser erró-
nea, su conocimiento es siempre incompleto, sus expectativas
pueden fallar o sus fines pueden ser moralmente reprochables.
Pero actúa, busca, se equivoca, corrige, vuelve a actuar. Puede
estar moral o médicamente equivocado, pero aun así busca lo
que él o ella consideran una situación más satisfactoria.
Segundo, volvemos a enfatizar que es una acción humana con
conocimiento disperso. Eso, como vimos, ha sido esencial a
todo el desarrollo de la acción humana. No es un conocimien-
to que conduzca necesariamente a la eficiencia. Solo cuando
pasemos al mercado podemos agregar las hipótesis auxiliares
de maximización de beneficios, no como realidad, sino como
modelo, y un grado suficiente de alertness empresarial para de-
ducir luego la tendencia a la coordinación. Mientras tanto esta
micro austriaca no tiene que ver con los modelos neoclásicos
sobre la teoría de los precios.
Comencemos, por ende, con las implicaciones de que toda ac-
ción humana es un intento deliberado, bajo conocimiento dis-
perso, de pasar de una situación menos satisfactoria a otra más
satisfactoria.
92
mucho o poco, cuantitativamente hablando, es su demanda
en relación a lo humano. ¿Qué cantidad de togas romanas
hay en este momento en el mundo? Ni muchas ni pocas, no
interesa, no valen nada, haya miles o ninguna. Excepto que
seas un coleccionista de togas romanas: ah, allí hay deman-
da, mercado y precio. Y como ves, NO es una pregunta de
la economía si «debe» haber demanda de togas romanas.
Ello nos conduce a la tercera noción de escasez: es una no-
ción estrictamente humana. No tiene que ver con la cosa
en sí misma. Es la cultura humana lo que implica demanda
para ciertos productos que demandan a su vez factores na-
turales de producción. Ni las flechas, ni las catanas samurái,
ni el jade maya, ni las computadoras, ni las pirámides, apa-
recen como las hojas de los árboles. Son productos que son
culturalmente valiosos, dependiendo ello de cada cultura.
Y por ende no es correcta la distinción entre necesidades
reales y artificiales. Las necesidades son humanas o no son.
Lo que hace que algo sea necesario es su demanda. Ahora
bien, puedes objetar moralmente una demanda, pero eso
es otra cosa, no economía. Yo puedo decir que «no nece-
sitas» tener mil pares de zapatos pero ello es una objeción
ética: te estoy exhortando a la frugalidad, a la moderación,
etc. Pero la demanda de zapatos que haya en el mercado es
la que hay: ni más ni menos, moralmente acertada o equi-
vocada. Igual si es un producto que consideras malo en
sí mismo: puedes decir a alguien que no debe demandar
los servicios de ciertas señoritas, pero allí están porque hay
demanda. Igual que con el boxeo, las corridas de toros, las
drogas, los programas basura de la TV, etc.
93
en la micro austriaca depende de tu decisión, y eso es lo
subjetivo. Esto es muy importante porque, aplicado esto
al mercado, lo que determina si algo tiene precio y qué
precio es el valor subjetivo; NO al valor técnico, artístico o
moral de la cosa en sí misma.
En ese sentido, algo es «útil» no por su uso técnico, sino
por su demanda subjetiva. La noción de utilidad en la mi-
cro austriaca tiene que ver con el valor subjetivo. Por ello
la «utilidad marginal» a la que nos referimos está dentro
de la teoría subjetiva del valor.
94
2.5. La utilidad marginal decreciente
Imaginemos que tenemos cinco hojas de papel y las asigna-
mos a cinco fines diferentes, subjetivamente ordenados de
1.º a 5.º
Con la 1.ª escribimos un poema.
Con la 2.ª hacemos ejercicios de inglés.
Con la 3.ª probamos nuestras lapiceras.
Con la 4.ª hacemos un avioncito de papel.
Con la 5.ª limpiamos una mancha del escritorio.
O sea:
Medios fines
95
Aclaremos que la noción de «unidad» es la de un bien ho-
mogéneo, subjetivamente así considerado. No es una cues-
tión de división física en partes, siempre. Si para hacer una
tortilla se necesitan seis huevos, la unidad «es» los seis hue-
vos: NO es un conjunto de seis huevos donde cada uno sea
una unidad. De lo contrario, se podría decir que, si tengo
cinco huevos, el sexto vale más, no menos, si no prestamos
atención al ejemplo.
Esta es una de las leyes micro austriacas más importantes.
Se aplica a todos los factores de producción, se aplica a
todos los bienes de consumo y se aplica a la moneda, como
hizo Mises en 1912. Junto con la teoría subjetiva del valor,
de la cual es una parte, constituye una verdadera teoría uni-
ficada de la ciencia económica. Hay que agregar sin embar-
go el factor tiempo, que veremos pronto.
2.7. Imputación
Los bienes de producción son valorados en la medida que
sean subjetivamente considerados útiles para la fabricación
de los bienes de consumo, porque obviamente se deman-
dan para estos últimos. Los factores de producción espe-
cíficos carecen de valor una vez dejado de ser valorado el
bien de consumo que solo ellos producen. La mayoría de
96
los factores de producción son NO específicos y por ello
habitualmente su demanda los va reconvirtiendo en otros
procesos de producción de bienes de consumo.
97
Esto último tiene que ver con el tema de los monopolios,
como veremos luego.
La demostración micro es la siguiente.
Supongamos que los factores A, B y C producen la canti-
dad p del bien P.
O sea:
ABC = p
La cantidad de A, B y C, respectivamente, es a, b, y c.
Ahora supongamos que mantenemos constantes b y c.
¿Podemos incrementar indefinidamente la cantidad de a,
e incrementar a indefinidamente?
Si eso fuera así, entonces los factores B y C parecen ser
prescindibles para la fabricación de P. A podría sustituir
a los 3. Pero ya hemos visto que siempre hay una inter-
vención de al menos dos factores de producción; luego no
podemos incrementar indefinidamente la cantidad de a sin
entrar en rendimientos decrecientes.
98
2.12. El interés2.12. El interés originario está también en la producción de los bienes de capital
originario está también en la producción de los
bienes de capital
Esta ley sigue la famosa explicación de Böhm-Bawerk sobre la tasa de interés y los bienes
Esta ley de sigue
capital,lapero
famosa explicación
hemos agregado de Böhm-Bawerk
«también» asumiendo el aporte de Mises: Böhm-Bawerk
99
menos tiempo. O sea, consumirá 5 frutas, pero el valor
adicional de hacerlo son 40 frutas en el futuro. Ese es el
interés originario, sin el cual no se hubiera decidido a la
abstención de consumo.
Como ya veremos luego, en los temas macro entra la tasa
de interés «bruta», o sea, aquella que agrega el riesgo, el
poder adquisitivo del dinero, etc.
Por ahora la conclusión es esta: el ahorro es la absten-
ción de consumo para la fabricación de nuevo capital, el
capital es una herramienta, fruto del trabajo más la natu-
raleza, que nos permite producir más en menos tiempo; la
inversión es la utilización del ahorro para la fabricación de
nuevo capital, y la tasa de interés originario está relacio-
nada en este caso con el valor adicional del aumento de la
productividad (4 frutas por hora).
O sea:
Conclusión adicional: el ahorro es condición necesaria para la inversión y esta última tiene
una proporción directa con el ahorro previo.
Por lo demás, hay que tener en cuenta que tanto el ahorro como la inversión están
determinados por la preferencia temporal: si los inversores no dieran ningún valor a los
bienes en el futuro no invertirían nada y la tasa de interés originario (y bruta) tendería al
infinito.
100
Conclusión adicional: el ahorro es condición necesaria para la
inversión y esta última tiene una proporción directa con el aho-
rro previo.
Por lo demás, hay que tener en cuenta que tanto el ahorro como
la inversión están determinados por la preferencia temporal: si los
inversores no dieran ningún valor a los bienes en el futuro no
invertirían nada y la tasa de interés originario (y bruta) tendería
al infinito.
101
DOS:
MACROECONOMÍA
I
La construcción imaginaria
de la economía pura de mercado
1. Supuestos básicos
Como vimos, la micro austriaca es corta pero densa. Son los la-
drillos fundamentales de todo el edificio de la ciencia económica.
Cuando entramos en la economía macro, ya estamos suponiendo
división del trabajo en presencia de precios monetarios. Ello pre-
supone, a su vez, algunas cosas, algunas de las cuales ya hemos
visto en la parte histórica pero que es preciso recordar.
En primer lugar suponemos la alertness empresarial, esto es, un
grado suficiente de aprendizaje por parte de algunos sujetos para
descubrir oportunidades de ganancia, guiándose por los precios.
En segundo lugar suponemos libertad de entrada al mercado y
una propiedad privada sin prebendas, privilegios legales y sub-
sidios. O sea, que estamos en lo que Mises llama construcción
imaginaria de la economía pura de mercado, que NO debe con-
fundirse con el modelo de competencia perfecta. Es simplemen-
te la teoría del proceso del mercado. Nunca hay en ningún lado
total libertad económica, pero es importante ver todo esto para
luego entender el intervencionismo, que es lo que en diversos
grados realmente existe.
En tercer lugar, y solo como herramientas de trabajo para la de-
ducción, suponemos el giro uniforme y el estado final de reposo.
Giro uniforme implica que todas las valoraciones permanecen
constantes excepto una. En el mundo real todas se mueven al
mismo tiempo, pero esto es importante para deducir qué sucede
103
con cada variable, una por una. Por ejemplo, supongamos que
decimos «supongamos que aumenta la oferta monetaria y todo
lo demás queda constante». En ese caso estamos suponiendo
que, «invariadas restantes circunstancias», el precio de todos los
demás bienes bajará «en relación a» ese aumento de oferta mo-
netaria. O sea, la famosa cláusula ceteris paribus, que también se
usa en física («en condiciones ideales…»). NO se identifica por
ende con la economía pura de mercado, donde, presuponiendo
no intervención del Estado, todo se mueve al mismo tiempo.
El «estado final de reposo» es precisamente ese equilibrio neo-
clásico donde oferta y demanda encuentran su perfecta coordi-
nación. Mises lo utiliza para afirmar justamente hacia dónde va el
El «estado final de reposo» es precisamente ese equilibrio neoclásico donde oferta y
mercado sin alcanzarlo nunca. Recordemos:
demanda encuentran su perfecta coordinación. Mises lo utiliza para afirmar
justamente hacia dónde va el mercado sin alcanzarlo nunca. Recordemos:
NO hay que confundir esto último con el «estado natural de reposo» que Mises identificaba
con el cierre de la bolsa de valores hasta su apertura al día siguiente. Hoy, con el mundo
NO hay que confundir esto último con el «estado natural de re-
globalizado e internet, el mercado nunca cierra, pero subjetivamente se podría decir que
poso» que Mises identificaba con el cierre de la bolsa de valores
hay un momento donde el empresario vuelve a suponer los precios del futuro teniendo en
hasta su apertura al día siguiente. Hoy, con el mundo globalizado
cuenta los precios «de ayer». Eso sería aún hoy el estado natural de reposo.
e internet, el mercado nunca cierra, pero subjetivamente se po-
Endría decir
cuarto lugarque hay suponer
podemos un momento donde
una versión mínima eldelempresario vuelve a
principio de maximización
suponerEsto
monetaria. loses,precios del futuro
podemos suponer teniendo
un número suficienteen cuenta losqueprecios
de compradores prefieren
«de precio
menor ayer». Esocalidad,
a igual sería yaún
por hoy el estado
ende hay inversa de
natural
una relación entrereposo.
precio y cantidad
En cuarto
demandada, y allugar podemos
revés con suponer
los compradores. unaque
Tenemos versión mínima
establecerlo delhipótesis
como una prin-
cipio porque
auxiliar de maximización monetaria.
no se puede deducir Esto
necesariamente deles, podemos
punto suponer
2.4 de la micro. unel
Esto es,
número
individuo suficiente
siempre de compradores
trata de obtener una ganancia, peroque prefieren
es subjetiva. No se menor pre-la
identifica con
ganancia monetaria. Tampoco se puede deducir del punto 2.7., esto es, de la utilidad
marginal. Podemos deducir de la utilidad marginal que a mayor oferta menor precio, pero
no al revés: no necesariamente a menor precio menor oferta, porque como vimos la
ganancia subjetiva no se identifica con la ganancia monetaria. Podemos deducir, sí, que a
cio a igual calidad, y por ende hay una relación inversa entre
precio y cantidad demandada, y al revés con los compradores.
Tenemos que establecerlo como una hipótesis auxiliar porque
no se puede deducir necesariamente del punto 2.4 de la micro.
Esto es, el individuo siempre trata de obtener una ganancia,
pero es subjetiva. No se identifica con la ganancia monetaria.
Tampoco se puede deducir del punto 2.7., esto es, de la utili-
dad marginal. Podemos deducir de la utilidad marginal que a
mayor oferta menor precio, pero no al revés: no necesariamente
a menor precio menor oferta, porque como vimos la ganancia
subjetiva no se identifica con la ganancia monetaria. Podemos
deducir, sí, que a menor demanda menor precio, pero no que
a menor precio mayor demanda, por el mismo motivo. Luego
hay que suponer el principio de maximización monetaria como
hipótesis auxiliar la relación inversa entre precio y cantidad de-
mandada y la relación directa entre precio y cantidad ofrecida.
De igual modo que con la alertness empresarial, podremos ver la
verdad fáctica de estas suposiciones en la medida que se cumplan
las predicciones generales efectuadas para la parte del intervencio-
nismo. Que los precios máximos produzcan faltante y los salarios
mínimos desocupación, y que siempre se cumpla, implica la ver-
dad fáctica a posteriori de estas suposiciones.
En quinto lugar tenemos la ley de división del trabajo. Mises
la identifica como la ley de asociación, una ley sociológica ge-
neralizada más que solamente económica. Esto es, la sociedad
humana hubiera sido imposible si la división del trabajo no
generara mayor productividad. El paso de la competencia bio-
lógica (especies que se devoran las unas a las otras) a la com-
petencia social (cooperación social: comercio) implica que la
oferta y demanda fruto de la especialización es más eficiente
para el conjunto. Por lo demás, las llamadas ventajas compara-
tivas relativas y absolutas las veremos en su momento. Esto es,
el que comercia con B por aquello que no puede hacer se bene-
ficia (relativa), pero también se beneficia aunque pueda hacer
aquello que comercia con B (por ejemplo, un jefe se beneficia
contratando una secretaria aunque él pueda hacer su labor; un
cirujano se beneficia contratando una técnica instrumentista
aunque él pueda agarrar cada instrumento de cirugía). Por
lo pronto es necesario tener en cuenta que la macro austriaca
105
presupone los beneficios de la cooperación social que luego
demostrará cuando llegue a la parte de intervencionismo en la
parte de comercio internacional.
44
Para la explicación detallada del proceso véase Menger, C. Principios
de Economía Política, op. cit.
106
2.2. La oferta y demanda encuentran una valoración común
en el precio.
Si A demanda 3 b y por ellos ofrece 2 a, y B demanda
(valora) 2 a pero por ellos ofrece 1 b, no hay intercambio.
Luego, para que haya intercambio el valor esperado míni-
mo del oferente («yo no vendo por menos de…») debe ser
menor o igual al valor esperado máximo del demandante
(«yo no compro por más de…»). Luego, si se produce el
intercambio, oferente y demandante se han encontrado,
comunicado, en una valoración en común que se denomi-
na precio. El precio no es entonces el precio esperado del
vendedor ni del comprador, sino el precio en el momento
del intercambio. Es el encuentro de expectativas entre ofe-
rente y demandante lo que se denomina precio.
El precio puede ser monetario o no monetario45; en el caso
del precio monetario se puede decir más directamente que
el precio de venta mínimo (esperado) del vendedor debe
ser, para que haya intercambio, menor o igual al precio de
compra máximo (esperado) del comprador46.
45
Ver Rothbard, M. N. Man, Economy and State, op. cit., p. 88.
46
Rothbard, M. N., op. cit., p. 92.
47
Ver Hayek, F. A. (1936). «Economics and Knowledge», (1945). «The
Use of Knowledge in Society» y (1946). «The Meaning of Competition»,
todos en Individualism and Economic Order, op. cit.
107
pra máximo es menor que 50 $ constituyen —respecto
al producto X— los compradores submarginales. Los
compradores cuyo precio de compra máximo es no ma-
yor de 50 $ es el conjunto de compradores marginales.
Y los compradores cuyo precio de compra máximo es
mayor de 50 $ son los supramarginales. De igual modo,
los vendedores potenciales cuyo precio de venta mínimo
es mayor de 50 $ son los submarginales; los vendedores
cuyo precio de venta mínimo es no menor de 50 $ son
los marginales; y aquellos cuyo precio de venta mínimo
es menor de 50 $ son los supramarginales. Como se pue-
de ver, los compradores y vendedores marginales, ante
cualquier variación del precio, quedan excluidos del in-
tercambio. Lo cual se cumple respecto a los compradores
para el incremento de precios y, respecto de los vendedo-
res, para la bajada de precios.
108
submarginales, el precio será mayor. Mutatis mutandis si
la demanda desciende.
48
Ver Mises, L. von, Human Action, op. cit., cap. XV, punto 10.
109
ni cuáles son los precios de los factores de producción. Por el
punto 7, además, se infiere que quienes obtienen sistemática-
mente pérdidas en este proceso son eliminados del mercado.
Deliberadamente, con el fin de no pretender solucionar largos
debates, no hemos hecho referencia al famoso debate sobre
precios de monopolio vs. precios de mercado, donde Mises y
Rothbard parecen haber tenido posiciones diferentes49. Es sa-
bido que para Rothbard todos los precios son de mercado, si el
mercado es abierto. El debate parece concentrarse entonces en
si hay una diferencia «esencial» entre los precios de mercado
y los precios de monopolio, como Mises los describe. Pero el
detalle epistemológico es que, si se dan tanto la alertness como
la libertad de acceso al mercado, es relativamente vano pre-
guntarse por si una situación «de mercado» es «esencialmen-
te» diferente a otra. La realidad social tiene «capas» o niveles
diferentes, y es vano buscar diferencias esenciales «unívocas»,
claras y distintas, en los fenómenos que estamos describiendo.
Si se diera la situación que Mises llama «precio de monopolio»
no por ello deja de ser un precio de mercado, una vez supuesto
que la competencia potencial es jurídicamente obvia. Esto es:
puede ser que un oferente restrinja la oferta y que la demanda
permanezca relativamente inelástica, por un tiempo no deduc-
tivamente previsible; pero ello, en condiciones de libertad de
entrada al mercado, indica que la alertness, como condición
de coordinación de oferta y demanda, no es «en ese caso» su-
ficientemente coordinante. La pregunta es: ¿alguna vez lo es?
Una vez que estamos en el mercado como proceso, el mercado
nunca está totalmente coordinado. «Cuanto» se acerca el mer-
cado a un «estado final de reposo» es una cuestión de grado.
Hay que tener en cuenta, además, que, cuando Mises escribe
su teoría de los precios de monopolio, parte del supuesto de
que el mercado como proceso proporciona «siempre» el mejor
servicio a los consumidores, entendiéndose por «mejor» que el
cálculo económico del mercado ha encontrado la combinación
óptima de calidad y precio, y ve en el precio de monopolio una
excepción. En cierto sentido se podría decir que en la mentali-
49
Ver al respecto Rothbard, M. N., op. cit., cap. 10, y Mises, L. von, op.
cit., XVI, 6.
110
dad de Mises el mercado como proceso, que no es el punto de
equilibrio (que él traslada al estado final de reposo) es siempre
una especie de «óptimo» (no en términos neoclásicos, claro),
mientras que el precio de monopolio sería un «subóptimo».
Desde el punto de vista de una teoría del proceso de mercado
más evolucionada, se debería decir que el mercado como pro-
ceso está siempre «tendiendo» hacia un punto inalcanzable de
equilibrio: se puede predecir la tendencia, como una pattern
prediction, pero no el grado de la tendencia, por lo cual, vuel-
vo a decir, las posibilidades diversas de «coordinación más o
menos» están todas dentro de la misma clase de fenómenos
sociales. Por ello no hay diferencia «esencial» entre precios de
mercado y precios de monopolio, aunque pueda ser posible la
situación que Mises describe como precio de monopolio.
50
Para los puntos que siguen, ver Mises, L. von. Human Action, op.
cit., cap. XVII; Rothbard, M. N., op. cit., caps. 3, 4 y 11, y del mismo autor,
«The Austrian Theory of Money ». En The Foundations of Modern Austrian
Economics. Institute for Humane Studies, 1976.
111
entonces dicha mercancía M puede actuar como un medio
de intercambio general. Fenomenológicamente, ello es un
bien que las personas no adquieren para consumir ni para
emplear en actividades propias, sino solo para intercambiar
por otras mercancías que efectivamente piensan consumir
o utilizar en ulterior producción51. Eso es, una mercancía
cuya función sea intercambiarse por otras mercancías. Con-
dición para que sea tal es que sea valorada por todos los in-
dividuos que la utilizarán en un determinado intercambio.
51
Tal la definición de Mises en Human Action, op. cit., cap. XVII, 3.
112
intercambio en términos del otro bien (esto se da sobre todo
en el trueque). Si el cambio es indirecto, el valor del bien en
el intercambio, expresado en términos monetarios (la mo-
neda es en ese caso «el otro bien») es el precio monetario.
Lo cual implica que cada bien tiene su «poder adquisitivo»,
esto es, la cuantía de dinero por la cual dicho bien se puede
intercambiar. O sea, que el poder adquisitivo de cada bien
es igual a su precio monetario. En el caso de la moneda, su
poder adquisitivo será inverso a la cuantía total de bienes
por la cual puede intercambiarse cada unidad monetaria. Y,
si el precio monetario de un bien no monetario está repre-
sentado por la cuantía de dinero que por él se ofrece, enton-
ces el precio de la moneda será igual a la cuantía de bienes y
servicios que por cada unidad de moneda se ofrece, lo cual
es su poder adquisitivo. Por ello el precio de la moneda es
su poder adquisitivo.
52
Ver Rothbard, M. N., op. cit., 11, 2.
113
ta la cuantía de bienes y servicios que se ofrecen por cada
unidad monetaria, en cuyo caso, según lo visto, aumenta
su poder adquisitivo. Mutatis mutandis si desciende la de-
manda de dinero. Ídem, si aumenta la demanda de saldo
en efectivo, la cuantía de dinero que las personas están dis-
puestas a ofrecer disminuye, lo cual implica una tendencia
a la baja en los precios. Lo cual conlleva mayor oferta de
bienes y servicios por cada unidad monetaria, lo cual impli-
ca que su poder adquisitivo es mayor. Mutatis mutandis si
disminuye la demanda de saldo en efectivo53.
La demanda de dinero se encuentra en relación con la ofer-
ta praxeológica de dinero. Así como la oferta de bienes está
representada por la cuantía de bienes y servicios que se
ofrece por cada unidad monetaria, la oferta de dinero está
representada por la cuantía de dinero ofrecida por bienes
y servicios. O sea que oferta de bienes y servicios es igual
a demanda de dinero y la oferta de dinero, a demanda de
bienes y servicios. De modo que, si aumenta la oferta de
dinero, aumenta la cuantía de dinero que las personas están
dispuestas a dar por bienes y servicios, con lo cual el poder
adquisitivo de la moneda baja. Mutatis mutandis si la oferta
de dinero disminuye. La demanda de dinero implica siem-
pre esos movimientos de oferta praxeológica de dinero (que
debemos distinguir del stock físico de unidades llamadas
monetarias, que solo interesa en la economía en la medida
que entren en la valoración subjetiva de la persona).
53
Ver Mises, L. von., op. cit., p. 411.
toda mercancía en el mercado, también con la moneda. Se
infiere por ende que, si aumenta el número de unidades mo-
netarias, el valor de cada una descenderá y, por ende, habrá
una bajada en el poder adquisitivo de cada unidad; mutatis
mutandis, si desciende en número de unidades monetarias.
115
un aumento en la demanda de dinero, lo cual implica un
aumento en su PPM. Mutatis mutandis, si la expectativa
es la contraria.
116
servas a terceros, el sustituto monetario se denomina medio
fiduciario.54
4. Factores de producción
4.1. En el mercado como proceso, el precio de los factores de
producción tiende a acercarse a su MVP (marginal value
product)55.
Hemos visto que el precio de los bienes en el mercado se
establece según su oferta y su demanda, las cuales están en
relación con la utilidad marginal de los bienes. Ahora bien,
cuando vimos micro, habíamos establecido que la utilidad
marginal, en el caso de los factores de producción, da origen
a la productividad marginal de estos, su MVP. Luego, en el
mercado, la oferta y demanda de los factores de producción
estará en relación a su productividad marginal o MVP. Apli-
cando esto al caso del mercado, si aumenta la oferta de un
factor de producción su precio tenderá a la baja, y lo con-
trario sucederá si su oferta disminuye. Por ello el precio de
los bienes de producción en el mercado tiende a expresar su
productividad marginal (se denomina «renta» al precio de
cada unidad de un factor de producción). Decimos «tiende
a» porque el mercado, al minimizar conocimiento disperso,
tiende al estado final de reposo, sin alcanzarlo nunca. Por
ello se puede decir que en el proceso de mercado el precio
de los factores de producción «gira en torno a», de modo
dinámico, su MVP. Se aleja del MVP en el caso del mercado
intervenido como veremos más adelante.
54
Esta terminología surge de Mises, L. von. Human Action, op. cit., cap.
XVII, 11, y (1912). Theory of Money and Credit, op. cit. Mantenemos esta termi-
nología, pues estamos en la parte de economía pura de mercado; las condiciones
actuales de papel moneda estatal se verán en la parte de mercado intervenido.
Por otra parte, los medios fiduciarios no corresponden en Mises necesariamente
con el mercado intervenido, pues él era partidario del free banking.
55
Ver Rothbard, M. N., op. cit., vol. I, cap. 7.
117
4.2. La demanda de los bienes de consumo producidos por fac-
tores de producción es lo que determina —en relación a su
oferta— el valor de dichos factores de producción.
Habíamos visto que los factores de producción son valua-
dos en razón de su utilidad para producir los bienes de con-
sumo o para producir otros factores de producción. Luego
en el mercado, si el bien de consumo a, que requiere para su
construcción los factores x, y y z, no goza absolutamente de
demanda en el mercado, los factores x, y y z dejarán de ser
valuados en el mercado, si son completamente específicos,
o podrán seguir siendo valorados con respecto a otro bien
de consumo si son no-completamente específicos.
Anexo: se denomina convertibilidad de los factores de
producción a su capacidad de ser utilizados en una nue-
va línea de producción una vez efectuado un cambio en
la demanda de los bienes de consumo. La convertibili-
dad de los factores totalmente específicos es obviamente
nula. Cuando no son totalmente específicos su converti-
bilidad es cuestión de grado56.
56
Ver Mises, L. von, op. cit., cap. XXVIII, 5.
118
Anexo: hasta ahora hemos manejado la pala-
bra «capital» como bienes de capital (capital
goods)57.
57
Con esto no hemos querido contradecir la afirmación de Mises de que
el capital debe distinguirse de los capital goods y que el primero solo tiene vi-
gencia en una economía de mercado. Solo hemos resaltado la posibilidad de
una noción praxeológica de capital que no necesariamente implica mercado.
Aun en ese caso hemos diferenciado el interés originario con la producción
de bienes de capital, si bien, como estos implican tiempo, tienen implicada
una tasa praxeológica de interés originario. Precisamente ahora, en el caso
del factor capital analizado en una economía pura de mercado, las adverten-
cias misianas tendrán plena relevancia. Sobre esta cuestión ver Mises, L.
von, op. cit., pp. 259-264, y Kirzner, I. «Ludwig von Mises and the Theory of
Capital and interest». En Essays on Capital and Interest, op. cit. y del mismo
autor, Ludwig von Mises, op. cit., cap. 5.
58
Ver Mises, L. von, op. cit., p. 530.
119
posibilidad, donde esos recursos que se hubieran
destinado al consumo son ofrecidos a cambio de
una determinada tasa de interés59. Con el cambio
indirecto, ese ahorro está representado en moneda
pero no es moneda. Ese ahorro implica una oferta
de bienes presentes (producto de la abstención de
consumo) que implica (por la preferencia tempo-
ral) una demanda de bienes futuros (precisamente,
el bien futuro más valorado por el cual la persona se
decide a ahorrar, como vimos en micro).
59
El interés no es «el precio» del capital. Está siempre determinado por
la preferencia temporal, tanto como interés originario como en el interés
«bruto», que después analizaremos. Ver teorema 28 y sus notas.
120
do para solventar el costo de la tasa de interés60.
Quien invierte es porque demanda los bienes fu-
turos que el capital le permitirá obtener, y ello no
sería así de no otorgar a esos bienes futuros el va-
lor adicional que está determinado precisamente
por su preferencia temporal. Si los inversionistas
(como ya dijimos) estuvieran convencidos de que
mañana es el fin del mundo, la cuantía de inver-
sión tendería a cero y la tasa de interés a infinito.
60
Ver Rothbard, M. N., op. cit., cap. 6, 7.
61
Ver Mises, L. von, op. cit., cap. XX, 2.
62
Exactamente lo contrario a lo que pensaba Keynes.
121
de bienes presentes y futuros se infiere que la tasa
de interés de mercado le muestra al empresario63:
63
Ver Mises, L. von, op. cit., p. 547.
122
c) descenso de la tasa de interés de mercado (inte-
rés originario + riesgo + alertness);
64
Esto sería el «núcleo central» de la teoría austriaca del desarrollo eco-
nómico.
65
Estos dos teoremas pueden formar parte de las conjeturas generales
que relacionan la estabilidad política y jurídica con el desarrollo, y se rela-
cionan con la Constitutional Political Economy (al respecto, ver [1998]. The
Handbook of Economic Methodology, J. B. Davis, D. W. Hands y U. Mäki
[eds.], Edward Elgar Publishing).
123
de inversión óptima permitida por el ahorro exis-
tente.
66
Ver Mises, L. von, op. cit., pp. 259-264.
124
razón) que esta noción de capital es solo privativa
del mercado y que es inconcebible en una economía
socialista (tema que veremos después).
Desde este punto de vista, el fin inmediato de la in-
versión es incrementar y/o mantener el capital. La
medida en la cual puede este ser consumido en un
determinado período, sin bajar la cuantía de capi-
tal, es el ingreso. Si su consumo excede el ingreso,
ello se llama consumo de capital. Y si el ingreso
es mayor que lo consumido, la diferencia se llama
ahorro67.
67
Mises, L. von, op. cit., p. 261.
68
Ver Mises, L. von, op. cit., p. 588.
69
Este teorema, aparentemente tan sencillo por ser deductivamente la-
cónico, es sin embargo lo que explica el error de suponer que tales o cuales
medidas gubernamentales tienen que acercar al mercado laboral a su pro-
ductividad marginal. Ello parte del error de suponer que el gobierno puede
acercar al mercado a la productividad marginal que se daría en competencia
perfecta, cuando, al intentarlo, el gobierno afecta las condiciones del mer-
cado como proceso, vistas en el teorema 7, y aleja, consiguientemente, al
salario de su productividad marginal, con lo cual se obtiene una situación
más injusta de lo que se intentaba, si es que se partía del supuesto moral —
que no criticamos de ningún modo— de que la justicia del salario debe girar
en torno a la productividad marginal. Hemos tocado este tema en nuestro
125
Esto se deriva de que, como vimos, todo factor de
producción tiende a acercarse a su MVP.
Anexo: el precio del factor trabajo se denomina
salario. La oferta y demanda de trabajo constitu-
yen el mercado laboral70. La oferta está constituida
por el conjunto de personas dispuestas a ofrecer
sus servicios laborales y ser contratadas por ello;
la demanda por el conjunto de personas dispuesta
a contratar.
126
4.4.5. La demanda de trabajo tiende a variar en forma di-
recta con la cuantía de capital en los dos sentidos del
término (bienes de capital y capital).
Como vimos, el capital demanda trabajo para su
construcción. Luego si aumenta la cuantía de bienes
de capital, aumenta la demanda de trabajo. Vimos
además que uno de los tres efectos de los bienes de
capital es el aumento del número de horas libres.
Dichas horas libres pueden implicar nuevos pro-
yectos de inversión, lo cual implica una adicional
demanda de trabajo.
71
Exactamente lo contrario a lo que Marx pensaba.
127
nes y servicios aumenta el PPM, se deduce que, al
aumentar la cuantía de bienes y servicios merced al
aumento en los bienes de capital, aumenta el PPM;
luego los precios (siempre en términos relativos)
tienden a bajar y ello implica un aumento en el sa-
lario real.
128
4.4.11. Oferta y demanda de trabajo tienden a la coordinación
en el proceso de mercado.
Derivado directamente de la tendencia a la coor-
dinación de conocimiento disperso, que se cumple
para todo mercado. Por lo demás, como veremos en
la sección sobre intervencionismo, ciertas condicio-
nes para este teorema, como la libertad de entrada
al mercado, son impedidas habitualmente, produ-
ciendo la desocupación endémica de gran parte del
mundo.
129
Anexo. Este teorema ayuda a comprender los mo-
vimientos migratorios y las inversiones que se tras-
ladan en un mundo de libre movilidad jurídica de
capitales y personas. Un mundo cerrado implica lo
contrario.
72
Mises, L. von, op. cit., p. 609. Como vemos, lo contrario a las predic-
ciones malthusianas.
73
La advertencia de Mises, sobre este punto, es terrible, y parece una pro-
fecía cumplida: «But this improvement in well-being is not the manifestation of
the operation of an inevitable law of human evolution; it is a tendency resulting
from the interplay of forces which can freely produce their effects only under
capitalism. It is possible and, if we take into account the direction of present-day
policies, even not unlikely that capital consumption on the one hand and an in-
crease or an insufficient drop in population figures on the other hand will reverse
things. Then it could happen that men will again learn what starvation means
and that the relation of the quantity of capital goods available and population
figures will become so unfavorable as to make part of the workers earn less than
a bare subsistence. The mere approach to such conditions would certainly cause
irreconcilable dissensions within society, conflicts the violence of which must re-
sult in a complete disintegration of all societal bonds. The social division of labor
cannot be preserved if part of the cooperating members of society are doomed to
earn less than a bare subsistence» (op. cit., p. 603).
130
4.5. Factores originarios de producción de naturaleza no humana
4.5.1. En el mercado, el precio de los recursos naturales
tiende a acercarse a su MVP, igual que todos los fac-
tores de producción.
131
4.5.4. La demanda de los bienes de consumo producidos
por los recursos naturales es la que determina su
precio en el mercado.
Habíamos visto que la demanda de los bienes de
consumo producidos por los factores de produc-
ción es lo que determina el valor de dichos factores
de producción (imputación). Luego tal cosa sucede
también con los recursos naturales74.
5. Intervencionismo
5.1. Tesis central: todo modo de interacción humana que modi-
fique las hipótesis auxiliares como propiedad y libre entrada
al mercado, y los precios como síntesis de conocimiento dis-
perso, produce mayor dispersión del conocimiento y menor
coordinación entre expectativas de oferta y demanda.
Esto es exactamente la contrapartida de la demostración a
la coordinación entre oferta y demanda dadas la libertad de
precios, la libre entrada al mercado y la alertness empresa-
rial. Allí donde se interviene en las dos primeras el resultado
es la menor coordinación, por la falta de ellas, precisamente.
La alertness sigue existiendo pero lamentablemente como
la capacidad de descubrir oportunidades de privilegios y
prebendas por parte del Estado (grupos de presión)75.
74
Mises, L. von, op. cit., cap. XXII, punto 1.
75
Esto es otra forma «epistemológica» de afirmar que toda intervención
genera el efecto contrario al que quiere producir (Mises, Human Action, op.
cit., cap. XXVII). Actualmente este tema está muy relacionado con la cuestión
de las «fallas de mercado»: quien está formado en modelos de competencia
perfecta supone que la intervención de gobierno es lo que va a «ajustar» al
mercado real (imperfecto) al modélico (perfecto). Justamente es al revés: la
intervención del gobierno alejará al mercado como proceso mucho más de lo
ya descoordinado que está como proceso dinámico. Además, habitualmente
el mercado históricamente «real» es precisamente el mercado intervenido que
analizamos a partir de ahora. Tal era el mensaje originario de la imposibilidad
del cálculo económico en el socialismo señalada por Mises.
132
5.2. Precios
5.2.1. Precios máximos
Toda fijación de un precio por debajo de lo que el
mercado lo hubiera fijado (precio máximo) genera
una retracción de la oferta y un aumento en la de-
manda, lo cual implica un faltante en el mercado.
El precio, como síntesis de conocimiento disperso,
es una señal para guiar las expectativas de oferta y
demanda. Si es falseado, oferta y demanda aumen-
tan su margen de error. En este caso, por el lado
de la oferta descienden los vendedores supramargi-
nales y aumentan los submarginales; por el lado de
la demanda aumentan los compradores supramar-
ginales y descienden los submarginales. Por ello la
oferta se contrae y la demanda se expande.
133
recursos tampoco dependen de oferta y demanda de
mercado, o una prebenda tal que otros no pueden en-
trar al mercado. Ello será más analizado posterior-
mente. El efecto (deseconomización de recursos) es
otra forma de decir «menor coordinación».76
5.4. Moneda
5.4.1. Inflación
Todo aumento de medios fiduciarios en condicio-
nes de empresa estatal genera bajada en el poder
adquisitivo de la moneda en forma gradual y una
distorsión en la estructura de precios relativos.
La bajada en el PPM de debe al descenso de la
utilidad marginal de cada unidad monetaria. La
expresión «en forma gradual» hace alusión a la «no-
neutralidad» monetaria77: la baja en el PPM no es
matemáticamente proporcional e inmediata. Se va
expandiendo de unos sectores a otros en forma gra-
dual. La oferta monetaria implica en el mercado una
adicional demanda de bienes y servicios, producien-
do ello una tendencia alcista en los precios. Cuando
los receptores del nuevo dinero tengan a su utilidad
marginal como menor que la de otros bienes y ser-
vicios, amentarán su demanda de estos últimos (o
sea, aumentará su oferta praxeológica de dinero), lo
cual implica que entrarán también al mercado con
adicional demanda de bienes y servicios e idénticos
76
Como se puede ver, la noción de «eficiencia» que maneja la EA en
este caso no es contable (mayores ingresos que egresos) sino, si se quiere,
«mercado-jurídica»: quien actúa fuera de mercado, fuera de la competencia
potencial de otros oferentes, es ineficiente, pues está alejando al mercado
de la mayor coordinación que se puede lograr en condiciones de mercado.
Esto no es ninguna objeción contra otras razones políticas que pueda haber
a favor de la decisión pública en cuestión. En un pacto político, sus agentes
pagan el costo de una decisión pública así (ver Buchanan, J. [1975]. The
Limits of Liberty. Chicago/Londres: University of Chicago Press).
77
Mises, L. von, op. cit., cap. XVII, 4, y (1912). The Theory of Money and
Credit, op. cit., esp. cap. VIII.
134
efectos. Y, a su vez, quienes vean incrementadas
sus ventas aumentarán sus posiciones monetarias,
la utilidad marginal del dinero bajará de vuelta en
relación a otros bienes y el proceso se repite. El
«impacto inflacionario»78 afecta más a los últimos
receptores de dinero que a los primeros.
Con respecto a la distorsión en los precios relati-
vos79, ella se debe a que, como efecto de la pérdida
gradual de PPM, la estructura de precios ha sido
modificada por la emisión de medios fiduciarios.
Ello implica una distorsión en los precios como
señales de la coordinación de conocimiento y, por
ende, una mayor descoordinación en el mercado,
con la consiguiente deseconomización de recursos.
78
Hay en los autores de la EA un relativo consenso en que la inflación
es un aumento de oferta monetaria fruto de una intervención del gobierno.
La inflación en la EA está relacionada con la pérdida de PPM producto de
esa intervención, más que con un «aumento en el nivel general de precios».
Históricamente, el modo habitual que los gobiernos han tenido de hacer
eso es la progresiva confiscación de la moneda mercancía y monopolización
de la oferta y emisión de medios fiduciarios por medio de bancos centrales
monopólicos. Decimos esto no para reseñar las diversas posiciones al res-
pecto (Mises, Hayek, Rothbard), sino para señalar la posibilidad teorética
aunque históricamente rara de un aumento «estatal» (fuera de mercado)
de la moneda-mercancía, con los mismos efectos. También habría inflación
si la oferta monetaria por parte del gobierno no fuera monopólica (curso
forzoso) pero, en ese caso, el proceso (como veremos después) se detendría
porque seguiría actuando en el mercado monetario el «límite praxeológico
de utilización» de la moneda. Por último, no intentamos dirimir totalmente
aquí el debate entre free banking y los partidarios de la reserva total del
100 % (Rothbard, Huerta de Soto). Pensamos que es una cuestión de tér-
minos. Mientras el banco emisor privado avise a los clientes de lo que va
a hacer, no hay fraude, y la expansión de medios fiduciarios está limitada,
como Mises afirma, por la posibilidad de quiebre del banco, sin ningún
tipo de rescate estatal, por supuesto. Por lo demás, la posición «teórica»
de Mises al respecto se encuentra en la parte de moneda de Human Action,
mientras que en el apéndice de Teoría de la moneda y el crédito, en 1952, se
mostró partidario del 100 % como medida de transición mientras se pasaba
del dólar estatal al patrón oro nuevamente.
79
Ver al respecto Cachanosky, J. C. (1980). Reflexiones sobre la inflación.
Buenos Aires: Fund. Bolsa de Comercio.
135
5.4.2. Expectativas inflacionarias
Las expectativas inflacionarias generan inflación. Es
un círculo vicioso: la previsión de una bajada en el
PPM aumenta la oferta praxeológica de moneda y con
ello vuelve a bajar el PPM.
80
Este teorema posiblemente permita entender esta explicación de
Rothbard: «(…) In a developing free-market economy unhampered by gover-
nment-induced increases in the money supply, prices will generally fall as the
supply of goods and services expands. And falling prices and costs were indeed
the welcome hallmark of industrial expansion during most of the nineteenth
century». En (1974). Lo esencial de Mises. Madrid: Unión Editorial, p. 31;
versión inglesa online en http://www.mises.org/resources/3081. Esto es, sin
el incremento de medios fiduciarios por parte del gobierno, situación a la
cual Occidente se ha acostumbrado como horizonte cultural, la tendencia
de los precios es a la baja (con el consiguiente aumento en los salarios reales,
aumento en la preferencia de bienes futuros, tasas de interés más bajas, etc.:
todo el efecto «multiplicador» para el desarrollo).
136
el curso forzoso y no pueden reemplazar el patrón
monetario, tienen tendencia a ahorrar en otros bie-
nes y/o monedas que obviamente no pueden volcar
a un mercado de capitales obligado a ahorrar en la
moneda gubernamental. En ese caso se restringe la
oferta en el mercado de capitales y la tasa de interés
tiende a el incremento (en términos relativos).
81
Con todos sus efectos subsecuentes: bajada en las inversiones, bajada
en el salario real, etc.
82
Estos procesos están habitualmente acompañados por el ciclo econó-
mico que analizaremos en los teoremas subsiguientes. Existe la posibilidad
teorética de que haya «simple inflación» sin expansión crediticia.
137
5.5. Teoría del ciclo económico83
5.5.1. Tesis central: un incremento de medios fiducia-
rios, por decisión pública, en el mercado de ca-
pitales, produce una bajada en la tasa de interés
bruta, lo cual implica una serie de inversiones
adicionales que no se hubieran producido sin el
aludido incremento84.
Como ya sabemos, la tasa de interés de mercado
tiende a la baja merced a un aumento de la pre-
ferencia de bienes en el futuro y un consiguiente
aumento en la oferta de ahorros disponibles en el
mercado de capitales. Pero, dado que el ahorro se
expresa en moneda en dicho mercado, el incre-
mento de medios fiduciarios simula un cambio
en la preferencia temporal, que no se produjo.
La tasa de interés bruta de mercado registra esa
«simulación» con una tendencia a la baja y, consi-
guientemente, los errores aumentan en el merca-
do de capitales y por lo tanto aumenta el margen
de inversiones erradas. Esos errores serán, en el
inversionista, de tres tipos: error en cuánto puede
demorar la utilización de los factores de produc-
ción en períodos para utilizarlos en períodos de
producción más largos; error en la relación bienes
presentes/bienes futuros preferida por los consu-
midores; error en la evaluación de proyectos que
83
La teoría del ciclo ha despertado largos debates dentro de la EA. De
nuestro lado, nos limitaremos a señalar: a) que tenemos una influencia de
la teoría más bien monetaria del ciclo, al estilo Mises, pero que, b) la consi-
deramos «deductivamente» compatible con la estructura intertemporal de
la producción, en la cual se destaca Hayek. Y (c) que consideramos a esta
cuestión como parte de un núcleo central universal de la EA de economía.
Para una síntesis, introducción al tema, a las fuentes y a la bibliografía se-
cundaria ver Ravier, A. (2015). «Formación de capital y ciclos económicos:
una introducción al análisis macroeconómico», Libertas, XII (43), pp. 1-69.
84
Para Mises la naturaleza de la expansión crediticia no es la sobrein-
versión, sino la inversión en áreas erradas. Ver Mises, L. von, op. cit., cap.
XX, y XXXI.
138
excedan los bienes de capital permitidos por el
ahorro. Con esto ya estamos en la primera fase.
85
Mises, L. von, op. cit., p. 556.
86
Hayek, F. A. (1931). Precios y producción, op. cit. Recordemos lo visto
en la parte 4, 2, de la parte histórica.
87
El modo de explicarlo puede ser más extenso, desde luego (ver
Rothbard, Garrison, Huerta de Soto, Ravier, etc.). Nosotros estamos solo
intentando mostrar que, pese a los debates y diferencias, la expansión credi-
ticia (fenómeno monetario) tiene como consecuencia la alteración artificial
de la estructura intertemporal de la producción por medio del falseamiento
de la tasa de interés de mercado. En ese sentido habría también aquí una
unidad de pensamiento entre Mises y Hayek.
139
INTERLUDIO EPISTEMOLÓGICO
Por Agustina Borella
Introducción
88
Hayek, F. A. (1936). «Economics and knowledge». En Individualism
and Economic Order (pp. 33-56). Chicago: University of Chicago Press.
89
Zanotti, G. y Borella, A. (2015). «Modelos y Escuela Austriaca: una
fusión entre Friedman y la Escuela Austriaca pasando por Mäki», Filosofía de
la Economía (4), pp. 69-85. Reimpreso en Cole, J. H. (2019). A companion to
Milton Friedman (pp. 73-90). Guatemala: Universidad Francisco Marroquín.
90
Friedman, M. ([1953] 1967). «La metodología de la economía positi-
va». En Ensayos de economía positiva. Trad. Raimundo Ortega Fernández.
Madrid: Gredos.
141
Musgrave de 198191 (M81), y la versión MISS de los modelos
de Uskali Mäki (Models as Isolations and credible Surrogate
Systems).
91
Musgrave, A. (1981). «“Unrealistic assumptions” in economic theory:
the F-twist untwisted», Kyklos, 34, (3), pp. 377-387.
92
Si bien Popper y su propuesta metodológica para las ciencias sociales,
la lógica de la situación, implica un aporte a la discusión acerca del realis-
mo de los modelos económicos, en tanto su noción de modelo puede ser
entendida como de transición de una concepción sintáctica a la concepción
semántica de nuestro tiempo (Hausman [1992]. The inexact and separate
science of economics), no abordaremos este punto en esta ocasión.
93
Popper, K. R. ([1956] 1985). Realismo y el objetivo de la ciencia. Ma-
drid: Tecnos.
142
transversalmente, según los autores, a cuestiones ontológicas.
Podremos advertir algo de esto a lo largo del tratamiento de
este tema.
En cuanto a los antecedentes históricos del debate sobre
modelos económicos y realismo, el antecedente remoto es el de
la discusión de siglo xix sobre la naturaleza y legitimidad de la
economía como ciencia. Esto es, si la economía debía ser una
disciplina abstracta, axiomática y deductiva, como sostuvo, con
matices, la Escuela Inglesa de Ricardo, Mill, Cairnes y Senior,
siguiendo el modelo de la física con el que A. Smith había pen-
sado la economía como ciencia; o bien si esta debía incorporar
variables históricas, geográficas… y utilizar el método inductivo,
como sostuvo la Escuela Reformista de Jones, Ingram y Leslie.
A mitad de siglo xx se produce una reformulación de esta
discusión, pero ya no en términos de cómo debe ser la eco-
nomía como ciencia, sino acerca de hasta qué punto deben
ser realistas los supuestos sobre los que se construye la teoría
económica. Esta reformulación del debate se inicia con la fa-
mosa publicación de Friedman de 1953 «La metodología de
la economía positiva». Como es sabido, a esta publicación
le sigue una bibliografía secundaria muy abundante, que no
es objeto de análisis de este trabajo; pero posiblemente tal
cantidad tenga que ver, por un lado, con que es el único texto
epistemológico del autor y por otro, con que él mismo, fren-
te a la controversia que suscitó la publicación, optó por no
aclarar o comentar nada, alimentando aún más las múltiples
interpretaciones y consideraciones.94 Entre esa literatura, un
texto de especial importancia para analizar el tema del realis-
mo de los modelos es la publicación de A. Musgrave de 1981,
«“Unrealistic assumptions” in economic theory: the F-twist
untwisted». Este texto, si bien se inscribe en el debate sobre
el realismo de los supuestos iniciado con F53, introduce un
94
Hammond, D. (1988). «An interview of Milton Friedman on
methodology». En Leeson, R. y Palm, C. G. (eds.). The collected works of
Milton Friedman. Stanford: Hoover Institution Press, p. 14.
143
aspecto fundamental en torno a los supuestos y especialmen-
te decisivo para lo que va a proponer Mäki y la Escuela de
Finlandia acerca del realismo posible de los modelos en eco-
nomía.95
2. Contribuciones epistemológicas
relevantes para el tratamiento de este tema
a) F53:
La Interpretación habitual de este texto es de instrumen-
talista.98 Esta interpretación surge, en parte, de que en él
Friedman sostiene que una teoría debe evaluarse por la
conformidad de sus predicciones con la evidencia empíri-
ca, pero no por el realismo de sus supuestos. Esto, a causa
de que estos supuestos son siempre representaciones in-
adecuadas de la realidad, por lo tanto irrealistas y falsas.
Expresa que lo que debe considerarse es si la construcción
95
Para un análisis detallado de los antecedentes históricos, véase Borella,
A. (2017a). Modelos económicos y realidad. CABA: Grupo Unión, parte I.
96
Machlup, F. ([1954] 2004). El problema de la verificación en econo-
mía, trad. Nicolás Maloberti, Libertas, 21 (40), pp. 1-22.
97
Kirzner, I. ([1973] 1988). Competencia y función empresarial. Madrid:
Unión Editorial.
98
Véanse Boland, L. (1982). The foundations of economic method. Bos-
ton: George Allen & Unwin, p. 171, y Caldwell, B. (1982). Beyond Positi-
vism. Londres y Nueva York: Routledge, p. 178.
144
mental permite alcanzar el propósito, esto es, si es eficaz.
Por supuesto, que la «eficacia» en relación al propósito o al
objetivo con el que se construye la teoría no es sinónimo de
«verdad». Esta nota, «que sea eficaz», es predicable de la
teoría como herramienta o instrumento. Una herramienta
o un instrumento no es verdadera ni falsa; sirve o no, es
útil o inútil, eficaz o ineficaz. Pero tales términos no son
sinónimos de valores de verdad. De modo que son propios
de las teorías o modelos entendidos como instrumentos,
donde ellas no tienen compromiso alguno con la verdad.99
Ofrece, también, Friedman criterios para evaluar teorías:
la sencillez, la fecundidad, la perfección lógica y la consis-
tencia. De la propuesta de Friedman, el elemento central
para nosotros y el debate sobre el realismo de los modelos
económicos es la consideración del autor de que las teorías
no deben juzgarse por el realismo de sus supuestos, porque
estos son, a sabiendas, irrealistas y obviamente falsos.
b) Musgrave 1981
Si bien es central «recordar» con F53 que las teorías no
deben juzgarse por el realismo de sus supuestos, Musgrave
va a introducir un punto decisivo para tratar el tema de
los modelos y su realismo. Este autor atribuye las contro-
versias surgidas a partir de la publicación de 1953 a que
Friedman no advirtió que los supuestos dentro de la teo-
ría realizan distintas aserciones y cumplen diferentes roles.
Conforme a esto, M81 presenta tres tipos de supuestos:
de irrelevancia, de dominio y heurísticos. No realizaremos
aquí un análisis de estos tres.100 Pero es preciso subrayar la
relevancia de la observación de Musgrave, ya no en cuan-
99
Véase Popper, K. (1956), op. cit. ([1963a] 1972). Conjeturas y refutacio-
nes. El desarrollo del conocimiento científico. Barcelona: Paidós, y ([1963b]
1994). «Models, instruments and truth». En Notturno, M. (ed.), The myth
of the framework. Londres: Routledge.
100
Véase Borella, A. (2017a), op. cit., cap. 3.
145
to a que las teorías no deban ser juzgadas por el realismo
de sus supuestos, tal como había indicado F53, sino que
es fundamental tener en cuenta el rol de estos supuestos,
esto es, la función que desempeñan. Esos supuestos falsos
se incorporan porque cumplen una función. Veremos qué
agregará, a partir de M81, Mäki sobre este punto, y qué re-
levancia tiene este desarrollo de Musgrave en su propuesta
del realismo posible de los modelos económicos.
101
Mäki. U. (2008). «Realism and the “lands of Kaleva”: an interview
with Uskali Mäki», Erasmus Journal for Philosophy and Economics, vol. 1, 1,
pp. 124-146, y Borella, A. (2020). Trazos- Ensayos de filosofía para el mundo
social. CABA: Grupo Unión.
102
Mäki, U. (2009). «MISSing the world. Models as isolations and cre-
dible surrogate systems», Erkenntnis (70), 1, pp. 29-43.
103
Mäki, U. (2012). «Realism and anti-realism in Economics». En Philo-
sophy of Economics (pp. 3-24). Países Bajos: Elsevier, p. 15.
146
dad, aíslan el único mecanismo relevante al propósito con
el que se construye el modelo. Y se espera que ese meca-
nismo aislado esté presente en el mundo objetivo o sea sufi-
cientemente similar a aquel operante en él. De ocurrir esto,
estamos en situación de advertir que el modelo contiene
verdad; esto es, que hay verdad en el modelo y que por eso
el modelo es verdadero.104 En esta propuesta el agente A
construye el modelo M que representa al sistema objetivo
R, con un propósito P. En esta noción de modelo, además
del propósito como elemento pragmático, se incorporan la
audiencia y el comentario.105
¿Cuál es entonces la función que desempeñan los su-
puestos, a sabiendas falsos? Mäki indica que estos supues-
tos son falsedades estratégicas indispensables, cuya función
es contribuir al aislamiento mediante las idealizaciones. De
donde, en última instancia, se va a seguir la posibilidad de
predicar verdad de los modelos.
En este autor, el comentario identifica los portadores
de verdad relevantes: el mecanismo; y establece los grados
y respectos de semejanza entre el modelo y el mundo. Por
supuesto, aquí se introduce una noción de portador de ver-
dad más flexible que aquella en la que los valores de ver-
dad son propiedades exclusivas de los enunciados como
entidades lingüísticas.106 Incorpora nuevos portadores de
verdad como los mecanismos y, luego, los modelos (tam-
104
Mäki, U. (2011). «Models and the locus of their truth», Synthese,180,
pp. 47-63.
105
Mäki, U. (2017). «Modelling failure». En Leitgeb, H., Niiniuoto, I.,
Seppäla, P. y Sober, E. (eds.), Logic, Methodology and Philosophy of Science:
Proceedings of the 15th International Congress (Helsinki). Reino Unido: Co-
llege Publications.
106
Mäki, U. (2010). «Models and truth. The functional decomposition
approach». En Suárez, M., Dorato, M. y Redei, M. (eds.), EPSA Epistemology
and Methodology of Science (pp. 177-187). Londres y Nueva York: Springer.
147
bién en este autor se desarrolla la idea de los pensamientos
como portadores de verdad107).
La noción de verdad que aquí se predica no refiere a
«verdad total» o verdad como representación descriptiva-
mente detallada y completa del mundo. Si así fuera, la pre-
dicación de verdad de un modelo —dado que no es esen-
cialmente una representación descriptivamente detallada
de lo real, sino más bien una distorsión— sería imposible.
Aunque no hay un análisis suficientemente minucioso
y consistente en torno a la noción de verdad en este autor,
podemos señalar algunos aspectos. Mäki rechaza explícita-
mente una noción pragmática de verdad y parece acercarse
a una noción correspondentista. Subraya el rol de elemen-
tos pragmáticos en el establecimiento del valor de verdad,
pero agrega las restricciones ontológicas que denomina
«restricciones www» (the way the world works).108
Desde esta versión MISS de los modelos, que se encua-
dra en lo que Gibbard y Varian (1978)109 habían distinguido
«como modelos como caricaturas» —y de donde se des-
prende gran parte de la literatura especializada de nuestro
tiempo en torno a la noción de modelo—, Mäki sostiene
que se puede atribuirles un realismo científico y que no es
necesario sacrificar el realismo, comprometiéndose con el
instrumentalismo, para trabajar con modelos en economía.
107
Mäki, U. (2005). «Models are experiments. Experiments are mo-
dels», Journal of Economic Methodology, pp. 303-315.
108
Mäki, U. (2008), op. cit.
109
Gibbard, A. y Varian, H. (1978). «Economic Models», Journal of
Philosophy, 75 (11), pp. 664-677.
148
chlup y Kirzner que pueden tener relación con el estudio
que estamos realizando.110
110
No nos referimos aquí a Rothbard (1957). «In defense of extreme
apriorism», Southern Economic Journal, 23, (1), pp. 314-320, puesto que
su definición de extremo apriorismo desde la que interpreta a Mises no
deja espacio para el tema que estamos tratando. Sobre esta aclaración véase
Zanotti y Borella, (2015), op. cit.
111
Recordemos también, que esto último es lo que Machlup entiende
que es «el único serio problema en el excelente ensayo de Milton Friedman»
(Machlup, 1954, op. cit., nota 42).
112
Kirzner, I. (1973), op. cit.
149
3. El orden espontáneo: modelo de la Escuela Austriaca
113
Hayek, F. A. (1936), op. cit.
150
«irrealismo» de los supuestos de la teoría de mercado como
proceso.
114
Hayek, F. A. (1936), op. cit., p. 50 y (1945). «The use of knowledge
in Society». En Individualism and Economic Order. Chicago: University of
Chicago Press, p. 85.
115
Hayek, F. A. (1942-44). «Scientism and the study of society». En The
Counter Revolution of Science: Studies on the Abuse of Reason (pp. 17-182).
1.ª ed., Indianápolis: Liberty, pp. 176-177.
116
Hayek, F. A. ([1968a] 1981). «La competencia como procedimiento
de descubrimiento». En Nuevos Estudios (pp. 155-164). Argentina: EUDE-
BA, pp. 158-159.
117
Hayek, F. A. (1936), op. cit., p. 46.
151
do, y tendencia al aprendizaje, entonces el mercado
tiende a la coordinación».
118
Véase Cartwright, N. (1999). The Dappled World. A Study of the
Boundaries of Science. Nueva York: Cambridge University Press.
119
Salerno, J. y Ebeling, R. (1980). «An interview with Fritz Machlup»,
Austrian Economics Newsletter, Vol. 3, n.º 1, verano, https://mises.org/li-
brary/interview-fritz-machlup
152
biendas falsos, es ayudar al aislamiento. Se trata del aislamien-
to de los mecanismos que operan en el mundo social, y que
en tanto los modelos son representaciones (inadecuadas, dis-
torsionadas), pero representaciones al fin, capturan también
esos mecanismos. Por supuesto, agregando a esto que son
aislamientos, dejan de lado otros mecanismos (que natural-
mente operan en el sistema objetivo). Ahora bien, a partir de
la identidad o suficiente similitud entre el mecanismo presen-
te en el modelo y aquel operante en el sistema objetivo, esto
es, el mundo real, se infiere que hay verdad en el modelo, esto
es, que el modelo contiene verdad, y de ahí que el modelo es
verdadero. Se entiende al mecanismo como portador de ver-
dad y se extiende la noción de portador de verdad al mode-
lo. En este caso, con la intención de predicar posible verdad.
Recordemos que se trata aquí de «verdad», que no refiere a
verdad total, en el sentido de completamente descriptivamen-
te detallada respecto del mundo. Si se tratara de esa noción,
dada la naturaleza de los modelos, como hemos señalado, eso
no sería posible (por otra parte, ya F53 nos había recorda-
do que «un realismo completo es claramente inalcanzable»
[Friedman, 1953, p. 42]). Este realismo posible, como hemos
mencionado, asume que los modelos son aislamientos y siste-
mas subrogados que nos permiten acceder a algo acerca de
este mundo complejo. En tanto aislamientos, jamás refieren
comprehensiva y detalladamente al mundo. Esto, lejos de ser
«un defecto», es intrínseco a la noción de modelo, propio de
la naturaleza de este y los intentos de la ciencia de decir algo
sobre el mundo que tenga alcance universal. Tengamos pre-
sente también que una construcción teórica con un nivel de
detalle descriptivo completo, en palabras de Friedman, sería
«inútil» (Friedman, 1953, p. 34).
Entonces, asumiendo F53, M81 y la versión MISS de los
modelos, lo relevante es, ahora, a fin de evaluar un modelo, si
sus supuestos contribuyen a capturar con verdad algo sobre el
mundo social y cuáles son los fundamentos filosóficos sobre
los que se apoya ese modelo. En el caso de Hayek, su compro-
153
miso filosófico se funda en el orden espontáneo (ahora a nivel
ontológico) y las limitaciones y dispersión del conocimiento.120
El antecedente filosófico del orden espontáneo es la Escuela
Escocesa de Hume, Smith y Ferguson.121 La noción de hombre,
en este contexto, está acompañada de estas características: el
hombre actúa por interés, el conocimiento humano es limitado
y los recursos para satisfacer los deseos son escasos.
Las influencias filosóficas recibidas de Hayek se encuentran
en Kant, Popper y Wittgenstein122, y el marco filosófico general
es kantiano.123
Según Hayek (1968b)124, en el hombre hay disposiciones in-
natas para el aprendizaje. Entre ellas se encuentran el lenguaje,
la etología y la precedencia de la teoría respecto de la observa-
ción.125 Con Popper comparte, conforme a la influencia kan-
tiana, la idea de que el orden en el mundo es producto de la
actividad creadora de la mente. Y además, a partir de 1955, la
120
Véase también Szafruga, P. (2021). Politics and the Theory of Sponta-
neous Order. Abingdon y Nueva York: Routledge, c. 3, y Borella, A. (2019).
«Fundamento ontológico del modelo en Hayek», Procesos de mercado. Re-
vista Europea de Economía Política (XVI), 2, otoño, pp. 102-123.
121
Zanotti, G. J. (2003). Introducción filosófica a Hayek. Guatemala/Ma-
drid: Universidad Francisco Marroquín/Unión Editorial, y Gallo, E. (1987).
«La tradición del orden social espontáneo: Adam Ferguson, David Hume y
Adam Smith», Libertas, n.º 6, pp. 1-14.
122
Gray, J. N. (1984). «F. A. Hayek y el renacimiento del liberalismo
clásico», Libertas, 1, pp. 1-56.
123
A pesar de esto, nosotros hemos sostenido (Borella [2017b]. «Hayek in
Lawson’s view: positivism, hermeneutics and ontological individualism», Re-
vista de instituciones, ideas y mercados, Vol. 66, pp. 1-29 y [2018]. «La fenome-
nología realista de Hayek: un camino abierto», Libertas: segunda época, Vol.
3, pp. 1-11) siguiendo a Zanotti ([2003], op. cit., [2007]. «Intersubjectivity,
subjectivism, social sciences and the Austrian School of Economics», Journal
of Markets and Morality, Vol. 10, n.º 1, pp. 115-141, y [2011]. Conocimiento
versus Información. Madrid: Unión Editorial), que los aportes de Hayek son
compatibles y se fortalecerían con un fundamento filosófico realista.
124
Hayek, F. A. (1968b). «The primacy of the abstract». En New Studies
in Philosophy, Politics, Economics and History of Ideas (pp. 35-44). Chicago:
Chicago University Press.
125
Nótese aquí la influencia popperiana.
154
consideración del método hipotético deductivo para las ciencias
naturales y sociales.126 De Wittgenstein la idea de que el lenguaje
da forma a nuestra imagen de mundo y a nuestro pensamien-
to.127
En cuanto a la noción de orden, Hayek (1973)128 distingue
entre: a) un orden creado o exógeno, que es artificial u organiza-
do, en griego taxis; y b) un orden autógeno o endógeno, que es
espontáneo, en griego cosmos. Mientras que el primero sirve al
propósito del creador, el segundo, dado que no es producto de
creación deliberada, no está limitado por una mente humana, ni
persigue un fin establecido. Aun así puede conducir al logro de
distintos propósitos individuales no conocidos completamente
por nadie.129 Por supuesto que esta noción tiene consecuencias
por fuera de lo exclusivamente epistemológico, en filosofía polí-
tica, que no abordaremos aquí.
El orden espontáneo es típico de los fenómenos complejos
en la distinción de las ciencias de este autor en ciencias de fenó-
menos simples y ciencias de fenómenos complejos.130 El resul-
tado del orden espontáneo es una predicción global y general
que excluye determinados cursos de acción, llamada pattern
prediction.131
126
Hayek, F. A. (1955). Degrees of explanation. En Studies in Philosophy,
Politics and Economics (pp. 1-21). Chicago: University of Chicago Press.
127
Zanotti, G. J. (2011), op. cit., p. 13.
128
Hayek, F. A. (1973). Derecho, legislación y libertad, vol. I, Normas y
orden. Madrid: Unión Editorial.
129
Hayek, F. A. (1968a), op. cit., p. 159.
130
Hayek, F. A. (1964). «The theory of complex phenomena». En Stu-
dies in Philosophy, Politics and Economics (pp. 22-44). Chicago: University
of Chicago Press.
131
En una ocasión anterior nos hemos referido a la posibilidad de leer
las pattern predictions de Hayek como modelos: Borella, A. (2021). «Mode-
los y pattern predictions en Hayek», Procesos de mercados. Revista europea de
economía política, en prensa.
Sobre las pattern predictions, véase también: Zanotti, G. J. (2000). «La
importancia epistemológica de las pattern predictions de Hayek». En Actas
de las V Jornadas de epistemología de las ciencias económicas. Buenos Aires:
Universidad de Buenos Aires.
155
En torno a las limitaciones del conocimiento —núcleo
central del pensamiento de Hayek, y elemento fundante del
orden espontáneo—, este conocimiento fragmentado, desor-
ganizado, disperso y que refiere a circunstancias de tiempo
y espacio está dividido entre miles de personas. Dada esta
caracterización del conocimiento, surge el problema acer-
ca de cómo utilizar ese conocimiento disperso. Conforme a
esto, indicamos que Hayek (1936) entiende que el problema
de la división del conocimiento es el problema central de la
economía como ciencia social. El conocimiento no existe en
forma concentrada ni es dado a nadie en su totalidad. Seña-
la que la combinación de la interacción de las personas con
una porción del conocimiento producen resultados que, si
se quisieran alcanzar de manera deliberada, requerirían un
conocimiento que ninguna mente sola puede poseer. Como
hemos mostrado, el sistema de precios, entonces, es un me-
canismo para comunicar información, que permite coordinar
las acciones separadas de diferentes personas (Hayek, 1945).
Así, el mercado es un sistema de utilización del conocimiento
disperso que nadie puede poseer en su totalidad. «El juego
del mercado, en cuanto transmite en forma codificada la aludida
información, augura la utilización de un saber que se encuentra
diseminado por todas partes» (Hayek, 1976, p. 198).132
Conclusión
132
Hayek, F. A. (1976). Derecho, legislación y libertad, vol. II, El espejis-
mo de la justicia social. Madrid: Unión Editorial.
156
modelo de la Escuela Austriaca. Pero asimismo tal recorrido
nos conduce a mostrar que la expresión de esa teoría en tér-
minos de la estructura «if… then…» nos conduce a señalar
que ya no es preciso juzgarla por el realismo de sus supuestos
(F53), sino que basta con que, por un lado, esas construc-
ciones mentales con tales supuestos, que tienen una función
(M81): la de ayudar al aislamiento (Mäki), permitan capturar
mecanismos operantes en el mundo social. Por el otro, es pre-
ciso desplazar la atención sobre los supuestos hacia los funda-
mentos filosóficos en los que se apoya el modelo. Conforme a
los supuestos filosóficos de Hayek: el orden espontáneo —en
el nivel ontológico— y las limitaciones del conocimiento, se
propone una teoría del mercado como proceso, en la que el
conocimiento disperso constituye el núcleo central, y la ten-
dencia al aprendizaje es una hipótesis auxiliar. En este marco,
el orden espontáneo —en el nivel metodológico— expresado
modélicamente a través de la formulación «iffy»: «Si precios,
libre mercado, y tendencia al aprendizaje, entonces el merca-
do tiende a mayor coordinación», es preciso que sea juzgado
—tomando el recorrido de los aportes epistemológicos que
hemos destacado en F53, M81 y Mäki— por la verdad de sus
fundamentos ontológicos. Hayek parece entonces acercar a la
Escuela Austriaca al debate sobre el realismo de sus supues-
tos, y al hacerlo pone de relieve la importancia de los vínculos
entre ontología y economía.
157
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