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EL LIBRO DE LA TRADICIÓN DE

YESHÚA EL NAZIR
De un Pergamino encontrado en la cripta del templo de Jerusalén en
1115
“Es una parte de la luz que está guardada en las cenizas. Un eco de la palabra
perdida. escribid entonces las cosas tal y como las oísteis, y aquellas que son, y
aquellas que están por llegar.”

PRIMERA PARTE
LAS CRÓNICAS DEL NAZIR

Preámbulo

Por cuanto los falsos maestros han adulterando la verdad acerca de


Yeshúa el Nazir, hijo de Yaacov Bar Sira, y muchos fueron desviados del
recto Camino, Yo, Yehudah Ben Yaacov, he escrito en este pergamino,
en letras y lengua hebrea, lo que fue enseñado al principio, antes de la
gran apostasía, por aquellos que vieron con sus propios ojos y oyeron
con sus oídos lo que aconteció en aquel tiempo.

Allí donde el sol brille, allí donde quiera que el viento sople, allí donde
haya un oído que escuche y una mente que conciba, que estas palabras
se den a conocer a todos los hombres para luz de las naciones y honra
de nuestro Maestro.

Sección uno
1Asífue el principio de la Tradición de Yeshúa, llamado el Nazir. En el
Año cuarto del Rey Jenaí, llamado Alejandro por los griegos, hermano
menor de Aristóbulo quien fue el primero en ceñir la corona real,
doscientos sesenta y tres años después de la reedificación del templo,
Miriam, hija de Janah, mujer de Yaacov Bar Sira, un herrero de la tierra
de Galilea, fue fecundada y concibió en su vientre, y cuando llegó el
tiempo de dar a luz, dio a luz un hijo varón, su primogénito, al cual
llamó Yeshúa.
2Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme la
ley de Moshé, lo subieron a Yerushaláim para presentarlo en el templo.
Después de estas cosas regresaron a su casa en una aldea de las
montañas de Galilea.
3En aquel tiempo Rabbí Shimeón ben Shétah, hermano de la reina
Alejandra ordenó que hubiera maestros en todas las ciudades para que
los niños fueran instruidos en la Ley de Moshé. Esto para luchar contra
el influjo de los sacerdotes.
4Ycuando Yeshúa creció, su padre lo llevó a la escuela de Rabí Yehoshua
ben Perajía, para que aprendiera la Ley y las tradiciones de los ancianos.
5Y era costumbre en aquel tiempo, que ningún joven se presentara ante
su maestro a menos que cubriera su cabeza y mantuviera los ojos hacia
el suelo en reverencia, debido al honor de los discípulos a sus rabinos.
6Y aconteció uno de aquellos días, en que los rabinos estaban sentados
juntos sobre la puerta de la Sinagoga, que pasó Yeshúa y fue al frente
con la cabeza descubierta dando perturbación a su rabino.
7Y con osadía dijo: Los rabinos enseñan a cumplir los detalles más
insignificantes de la ley, pero no lo más importante de ella, son como los
que al beber vino sacan el mosquito, pero se tragan el ratón que hay en
el vino. Y cuando lo oyeron los rabinos dijeron: ¿Cómo te atreves a decir
todo esto? Después que pasó de aquel lugar uno de ellos dijo: Este
llegará a ser una gran perturbación para Israel.

Sección dos
1Por aquel tiempo, algunos de la secta de los Fariseos empezaron a
injuriar al Rey Jenai, censurándole por ser hijo de cautivos y, por lo
tanto, indigno del honor pontifical y de ofrecer sacrificios, y por ser rey
sin ser de la descendencia de David.
2Entonces el rey se levantó contra los Fariseos, colgando en maderos a
algunos y pasando a espadas a otros, a excepción de Shimeón Ben
Shétah, que era hermano de su mujer Salomé Alejandra. Luego hizo
construir un cerco de madera alrededor del altar y la parte del Templo
en la cual sólo podían entrar los sacerdotes; así tuvo alejada a la
multitud.
3Pero Rabbí Yehoshúa Ben Perahya logró huir, y dejando Yerushaláim,
vino y habitó a orillas del mar grande, en la ciudad de Alexandria, en el
borde de la tierra de Mizraim, llevando con él al Nazir, y permaneció en
Mizraim durante mucho tiempo, y luego que hubo paz entre ellos,
Shimeón Ben Shétah pidió para él clemencia al rey para que le hiciera
volver. Y el rey se lo concedió.
4Entonces Rabbí Shimeón escribió una carta diciendo: De mí,
Yerushaláim, la Ciudad Santa, a ti, Alexandria de Mizraim, hermana
mía: mi esposo habita en medio de ti y yo estoy desolada. Entonces
Yehoshúa ben Perahya y su discípulo vinieron y subieron a
Yerushaláim.
5Y Yeshúa se separó de su rabino y regresó a casa de sus padres y
permaneció con ellos por algún tiempo con sus hermanos en el oficio de
Yaacov su padre.
6En aquel tiempo murió el rey Jenaí después de haber sido rey y sumo
pontífice durante veintisiete años, dejó dos hijos, Hircano y Aristóbulo,
pero el reino lo encomendó a Salomé.
7Y la reina, nombró sumo pontífice a Hircano, y restituyó las antiguas
costumbres de los fariseos que habían sido abolidas por Yohanán
Hircano.
Sección tres
1En aquel tiempo, la piedra de la fundación, en la que Yaacov derramó
aceite y en la cual estaban grabadas las letras del Nombre Inefable estaba
en el interior del Templo. Quien quiera que usara el Nombre Inefable
podría hacer lo que deseara. Por lo tanto, los rabinos tomaron medidas
para que nadie obtuviera este conocimiento, por lo que hicieron la
disposición rabínica de prohibir pronunciar el Nombre Inefable.
2Pero Yeshúa dejando su casa y a su parentela, subió a Yerushalaim, y
habiendo entrado en el Templo aprendió el Nombre Inefable. Y para no
olvidarlo escribió secretamente las letras sobre un pergamino y utilizó
un cacho de cuero y rasgó su muslo y allí puso el pergamino. Y siendo
impulsado por el espíritu al desierto de Yehudáh, fue y abrió de nuevo
el corte de su carne con un cuchillo sacando así la escritura y obtuvo el
uso de las letras del Nombre Inefable.
3Y estuvo recluido en una cueva sin comer durante muchos días con sus
noches, y fue puesto a prueba en la soledad, y permanecía en meditación
y oración entre serpientes y escorpiones. Y se dedicó de lleno a la lectura
de la ley y los profetas, y llegó a descifrar los misterios del Nombre
Inefable. Y pasados aquellos días tuvo hambre, entonces vinieron unos
moradores del desierto para servirle y le dieron pan y agua, y estuvo allí
siete años.
4Luegode esto se sintió movido a proclamar ante el pueblo la sabiduría
primordial, para que, practicando sus enseñanzas, puedan hacer
mayores progresos viviendo de acuerdo con la voluntad del Padre.
5Y Yeshúa, dejando el desierto, regresó a la Galilea y vino y habitó a
orillas del mar, en la aldea de K’far Najum, en el borde de la tierra de
Z’vulún. Y desde entonces comenzó a proclamar el Camino del
Altísimo.
6Y fue por toda la Alta Galilea enseñando en las sinagogas de ellos el
Camino de la vida. Y su fama se difundió por toda la tierra de Siria, y
ungía con aceite a los enfermos y los sanaba.
7Y grandes multitudes lo siguieron, y era admirado por todos porque
hizo muchas maravillas por medio del Nombre Inefable.

Sección cuatro
1En aquel tiempo, Cuando la palabra de estos sucesos llegó a
Yerushalaim, viendo los sabios que muchos creyeron en él, decidieron
capturar a Yeshúa, y enviaron mensajeros a la reina y le dijeron: Nuestra
señora, Yeshúa practica la brujería y por lo tanto lleva a la gente por mal
camino.
2Y la reina envió una caballería para que lo aprehendieran, y lo
encontraron que estaba enseñando a la gente de la Alta Galilea, pero la
gente de la Alta Galilea les hizo la guerra y no dejaron que se lo llevasen.
Y fueron los jinetes a decirle a la reina sobre todas las cosas. Y la reina se
asombró grandemente sobre este tema.
3Después de estas cosas, sucedió que él fue con sus discípulos a
Yerushalaim en víspera del festival de la Pascua y cuando llegó la noche
se reunió con los discípulos para celebrar el seder.
4Y vino un hombre de Keriot y su nombre era Gisa Bar Yonáh y les dijo
a los sabios: ¿Quieren capturar a Yeshúa? Ellos le dijeron: ¿En qué lugar
se oculta? y él le dijo: Está próximo al Templo, Ellos le dijeron:
¡Mostrádnoslo!
5Pero él les dijo: Ya le hemos jurado por el Sagrado Nombre que no se
puede decir sobre él, Pero cuando llegue la mañana, y yo iré, me
arrodillaré y me agacharé ante él, y él es.
6Despues de la celebración del seder, Yeshúa salió con sus discípulos al
otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron
él y sus discípulos. Pero también Gisa Bar Yonáh, el que le entregaba,
conocía el sitio, porque Yeshúa se había reunido allí muchas veces con
sus discípulos.
7Y entró Bar Yonáh el hortelano entre ellos, y se inclinó a Yeshúa, e
inmediatamente los guardias enviados por los ancianos, con linternas,
antorchas y armas se levantaron sobre él y lo capturaron

Sección cinco
1Después de arrestarlo, lo llevaron y lo introdujeron en la casa de
Hircano ben Alejandro, el sumo sacerdote, donde estaban reunidos,
tanto los principales sacerdotes como los maestros de la ley, e
interrogaron a Yeshua y le dijeron: ¿De dónde vienes? ¿Y de qué nación?
Pero él no les respondió. Y buscaban testimonio contra Yeshúa para
darle muerte.
2Y después de esto, Hircano el sumo sacerdote lo envió atado a la Reina
Salomé, con la acusación: este hombre practica brujería y llevaba a cada
persona por mal camino.
3Y presentaron testigos falsos para que testificaran contra Yeshúa y la
reina lo condenó a muerte y lo entregó a los ancianos de Israel para que
lo colgaran en un árbol conforme está escrito en el libro de la Ley de
Moshé: Y tal profeta será matado y extirparas el mal de en medio de ti.
4Su cabeza estaba cubierta con una prenda de vestir y lo ataron a un
pilar, y fue golpeado con palos de granada. Después de golpearle, los
soldados le llevaron dentro del palacio y los ancianos le golpeaban en la
cabeza con una caña, le escupían y, se burlaban de él.
5Y luego fue colgado en un árbol y el heraldo estuvo ante él, diciendo:
Yeshúa ha sido colgado de este árbol, pues practicó la hechicería y la
seducción y llevaba a Israel por mal camino.
6Y permaneció colgado hasta la hora de la oración de la tarde, y como
era la Preparación, es decir, la víspera del séptimo día, vinieron sus
discípulos y bajaron su cuerpo del árbol, y lo pusieron en un sepulcro
que estaba excavado en roca; luego, hicieron rodar una piedra sobre la
entrada del sepulcro.
7Entonces la reina envió una guardia armada que se pusiera al frente de la
gruta y le hiciera guardia de día y de noche, y les dijo: Id, aseguradlo como
sabéis. Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra.
Sección seis
1Y sucedió que los ancianos y los rabinos acordaron tomar el cuerpo de
Yeshúa y arrojarlo al valle de Hinóm, para que fuera deshonrado, pero
vinieron dos de sus discípulos y fueron por la tarde para la noche, y le
llevaron vino y pan a los guardias, quienes después de comer y beber
quedaron profundamente dormidos. Y mientras los guardias dormían,
sacaron el cuerpo del Maestro del sepulcro y lo escondieron en otro
lugar.
2Y nadie mas sabia de esto, solo aquellos dos discípulos y pasado el
séptimo día, el primer día de la semana, a la salida del sol, algunas
mujeres fueron al lugar donde le habían puesto, para llorar por él, y he
aquí que la piedra del sepulcro estaba removida y no encontraron su
cuerpo. Y llenas de temor fueron y lo contaron al resto de discípulos.
3Entonces los guardias acudieron con la reina Salomé con la noticia que
el que fue muerto era realmente un Siervo del Supremo y que no estaba
en el sepulcro, porque un ángel rodó la piedra y el muerto salió, esto lo
dijeron para salvar su vida. Y se hizo una diligente búsqueda y no se
encontró en el sepulcro donde había sido enterrado.
4YLa reina Salomé se llenó de temor y exigió a los ancianos del sanedrín
que demostraran el cuerpo de Yeshúa. Pero ellos le dijeron: no hay duda
que sus discípulos robaron de su tumba el cuerpo, o los ángeles de
destrucción lo echaron del sepulcro, La reina dijo: Si no me muestran a
Yeshúa, no dejaré remanente, ni refugiados. Le dijeron: Concedednos
tiempo y condiciones específicas. Y luego les dio un tiempo de tres días,
Y hubo una gran angustia entre ellos.
5Y como no pudieron encontrar su cuerpo, fueron y sacaron el cuerpo
de un hombre del muladar a donde arrojaban los cuerpos muertos de
los malhechores y levantando el fétido cuerpo, lo ataron a la cola de un
asno y se lo llevaron a la reina, con las palabras: Este es el colgado que
se dicen que ascendió a los cielos.
6Y le dijeron: Daos cuenta de que este hombre fue un falso profeta que
atrajo a la gente y los llevó por mal camino. Y ella se burló de los
seguidores de Yeshúa, y mandó a colgar a los guardias. Este es el gran
secreto que guardan los judíos hasta el día de hoy.
7Y los discípulos de Yeshúa renunciando a todas las cosas permanecían
unidos, partiendo el pan de casa en casa, alabando al Padre Viviente, y
teniendo gracia hacia todo el pueblo. Y era enseñada la palabra del
Maestro ante el pueblo y cada día se añadían al número muchos más.

Sección siete
1Acontecio que después de la Muerte de la reina Salomé, Hircano se hizo
cargo del reino, pero Aristóbulo le declaró inmediatamente la guerra, y
con un gran ejército, atacó al ejército de Hircano, y habiéndose
encontrado con ellos en un lugar que se denomina Papirón, los venció y
mató cerca de seis mil, entonces muchos de los soldados de Hircano se
pasaron a su hermano Aristóbulo, y lo privó de su cargo, para
convertirse él a la vez en rey y sumo pontífice de su pueblo.
2Perotres años después de su advenimiento al poder, Cnea Pompeyo, y
marchó hacia Yerushalaim, que estaba bien fortificada por todos lados,
excepto por el lado septentrional. Estaba rodeada de un ancho y
profundo barranco, después del cual se encontraba el Templo,
defendido por una muralla de piedra.
3Yerushalaim fue capturada al tercer mes, en el día del ayuno, los
romanos penetraron en el Templo y degollaron a los que se encontraban
en él celebrando los sacrificios de la tarde. Entonces Pompeyo envió a
Roma encadenados a Aristóbulo y sus hijos; después devolvió el sumo
pontificado a Hircano, confiándole el poder sobre el pueblo, pero
prohibiéndole ceñir la corona.
4Hircano y Aristóbulo, con sus disensiones, dieron motivo a esta
catástrofe de Yerushalaim. Entonces los judíos perdieron la libertad y
quedaron sometidos al arbitrio de los romanos que se adueñaron del
poder en el país de los judíos y nombraron sumos sacerdotes a gente
oscura de la secta de los saduceos.

Primera Generación
5Pasados muchos años, en el momento dispuesto por Dios, en los días
en que Kayafáh hijo de Jananyah, era sumo sacerdote, y Herodes
Antipas tetrarca de Galilea, y bajo la prefectura de Poncio Pilato, vino
Yohanán, hijo de Zejaryáh, a la región alrededor del rio Yardén en el
desierto de Yehudáh diciendo: El Camino del Padre viviente está siendo
reparado, arrepiéntanse, para que puedan entrar en el Camino del
Supremo Viviente.
6Y salían a él de la ciudad de Yerushaláim y de toda la provincia de
Yehudáh y de la región alrededor del Yardén, y confesando sus
transgresiones se purificaban en las aguas del Yardén por la palabra de
él. Como está escrito en el Rollo de Yeshayahu el profeta: En el desierto
reparen el camino de Adonay; enderecen en la tierra estéril una senda
para el Viviente. Yohanán y sus discípulos forman la primera
generación.
7Entonces Herodes el tetrarca de Galilea, siendo reprendido por
Yohanán a causa de todas las maldades que había hecho, añadió
también esta: encerró a Yohanán en la prisión de Maqueronte, y lo
decapitó arrojando su cuerpo al valle de Hinom. Entonces llegaron los
discípulos de Yohanan, del desierto, y tomando el cuerpo lo enterraron
en una cueva a orillas del Yarden, y lamentaron la muerte de Yohanán
durante cuarenta días.

Sección ocho
1Había confusión en aquellos días en los rezos y perdidas de dinero en
las cajas y esto pasaba en todas partes, entonces vinieron los ancianos
juntamente con los sacerdotes y los maestros de la ley y tuvieron concejo
diciendo: Hace ya mas de setenta años que esta plaga contamina al
pueblo, veamos pues, como haremos para destruirlos, no sea que
arrastren a todo el pueblo tras su herejía.
2Y unos decían una cosa y otros otras y no lograban ponerse de acuerdo
en la forma como habría de destruirlos. Y desearon separar de Israel a
los que continuaron demandando a Yeshúa El Nazir como Maestro.
3Entonces se levantó un maestro de la ley muy respetado, al que todos
reverenciaban y llamaban el Anciano, y dijo: Varones hermanos, no
debemos regar la tierra con la sangre de estos hombres, porque allí
donde caiga nacerán sobre su martirio muchos mas y nuestra nación se
ira en pos del colgado.
4Esto es lo que debemos hacer, escojamos de entre nosotros un hombre
sabio y celoso, versado no solo en la ley y los profeta, sino también en
las costumbres de los griegos. Y que se haga pasar por seguidor del
colgado y conduzca a esta gente fuera de nuestro pueblo.
5Y los ancianos estuvieron de acuerdo y se pidió a un hombre versado
en gran medida en la ley, discípulo del rabino Gamaliel, llamado Jasón
al que apodaban el tarsiota, para que se hiciera pasar por seguidor de
Yeshúa y separara a sus discípulos del pueblo de Israel.
6Entonces el tarsiota llamó a muchos de los seguidores de Yeshúa y les
dijo: yo soy Jasón y he aquí Yeshúa vino ante mí y me envió a vosotros
para enseñarles sobre sus leyes, pues Yeshúa es el Mesías, el hijo de Dios,
y ha resucitado de entre los muertos, ha subido a los cielos y esta sentado
a la diestra del Altísimo y de allí vendrá al final de los tiempos para
juzgar a vivos y muertos. Aprendan las nuevas leyes de Yeshúa y sed
salvos de esta perversa generación.
7Y muchos fueron tras su engaño, y se desviaron del camino recto, y
dejando las enseñanzas del Maestro fueron en pos de su vanidad
siguiendo las costumbres de los griegos. Así fue sembrada maleza en
lugar del buen grano. Y aquellos descarriados fueron llamados
cristianos, y se separaron de los hijos de Israel.

Sección Nueve
1En aquellos tiempos nos encontrábamos entonces en medio de la gran
persecución y crisis que se desataron en esos años, después que Jasón el
tarsiota y sus seguidores cambiaron la palabra santa.
2Entonces los Ancianos cambiaron el nombre de Yeshúa por Yeshú, y
diseminaron entre el pueblo calumnias contra la memoria de Yeshúa,
diciendo que era un brujo, un bastardo e hijo de prostituta, esto lo
hicieron para que ya nadie creyera en sus palabras.

Segunda Generación
3En los días de Vitellius, emperador romano, Yaacov ben Yosef, maestro
de aquella palabra que ardientemente profesó siempre y que, al verla
amenazada por doctrinas heréticas defendió tan ardientemente, y al que
se le tiene entre los suyos por mártir de su fe; junto con Shimon Bar
Yonah, Eliakum, Yosef, y otros discípulos más, tomaron la arquilla de
madera donde estaban los huesos del maestro, y lo llevaron al monte
desde el cual Moshé había visto la tierra prometida.
4Al llegar, encontraron una cueva, en la que depositaron la arquilla,
después de lo cual taparon la entrada. Algunos de los discípulos
volvieron después para poner señales en el camino, pero ya no pudieron
encontrarlo. Yaacov, al saber esto, los reprendió diciéndoles: Ese lugar
debe quedar desconocido hasta que El Padre Viviente tenga compasión
de su pueblo y restaure la verdad. Entonces Él develará este secreto.
5Luego, puestos de rodillas juraron mantener en secreto estas cosas y no
revelar este secreto, sino a los que sean elegidos. Y así los discípulos
huyeron de Yerushalaim en medio de una gran agitación y se
escondieron en el desierto en espera de la redención. Tiempo después
Anán, el Sumo sacerdote, reunió el sanedrín y llamó a juicio Yaacov, y
con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores a la
ley y los condenó a ser apedreados. Yaacov y sus discípulos forman la
segunda generación.

Tercera Generación
6Yo, Yehudah Ben Yaacov, he recibido la tradición de mis antepasados
y he venido a formar parte de la tercera generación de discípulos de
Yeshúa, y he aquí que doy testimonio de todo lo que oí, y mi testimonio
es verdadero. Al terminar de escribir este rollo lo guardaré en un ánfora
para esconderlo dentro del arca junto a los restos del maestro, para que
se conozca bien la verdad de lo que ha sido transmitido oralmente de
maestro a discípulo, para testimonio de la verdad a los que vengan
después y en la que se debe estar atento como una lámpara que ilumina
un lugar oscuro.
7Sialguno añade algo sobre esto, o quita algo a las palabras de este rollo,
sea anatema. Dichoso el que lea y los que escuchen y guarden las
palabras escritas en este rollo, por que ellos conocerán la verdad, y la
verdad los hará libres.

Fin de la primera parte


SEGUNDA PARTE
EL LEGADO EL MAESTRO
Estas son las Palabras secretas que proclamó Yeshúa el Nazir, a oídos de
sus discípulos, y que fueron transmitidas oralmente, y quien encuentra
la interpretación de estos dichos, no saboreará la muerte.
Sección diez
1Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que
conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la
vida: en primer lugar, Amarás a Dios que te ha creado; y en segundo
lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a
otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo.
2He aquí la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os
maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os
persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo
mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no
tendréis ya enemigos.
3Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare
en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto.
Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si
alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica. Si alguno se
apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no
puedes hacerlo.
4Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el
Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean
distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al
mandamiento; el tal, será sin falta. ¡No dejes sudar en tus manos, la
ofrenda del pobre!
5Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la
necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que
acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y
del uso que ha hecho de la ofrenda. Encarcelado, sufrirá interrogatorio
por sus actos, y no será liberado hasta que haya pasado el último
maravedi

Sección once
1Yeshúa ha dicho: Que quien busca no deje de buscar hasta que
encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya sido turbado
se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo.
2Sialguien os dijera, ¡Ved, el Padre Viviente está en el Cielo!, os aseguro
que las aves del Cielo os precederían. Y si os dijeran, ¡Está en el mar!,
entonces los peces del mar os precederían. ¡o, está en las cumbres de la
montaña!, las nubes irían antes que vosotros.
3Vuestro Padre Viviente no habita en templos de piedras, ni en altares
hecho por los hombres, días vendrán en que los templos de piedra y los
altares dejaran de ser, no quedará de ellos piedra sobre piedras que no
sean derribadas.
4En verdad, os digo, el Padre Viviente está adentro de vosotros y está
fuera de vosotros. Quienes llegan a conocerse a sí mismos lo hallará y
cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, sabréis que sois los
Hijos del Padre viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, sois
empobrecidos y sois la pobreza misma.
5Y les dijo: Lo que escuchéis con vuestros oídos, proclamadlo desde los
techos a otros oídos. Pues nadie enciende una lámpara para ponerla
debajo de un cesto ni la pone en un lugar escondido, sino que se coloca
sobre el candelero en lo alto de la casa para que todos los que entran y
salen vean su resplandor.
6Así alumbre vuestra luz delante de los hombres de forma que vean
vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre Supremo. Quien
tiene oídos, ¡que oiga! Dentro de una persona de luz hay luz, y él ilumina
el mundo entero. Cuando no brilla, hay oscuridad. Si no hacéis el bien,
el mal está cerca.
7Vosotros sois como corderos en medio de los lobos. Mas después de su
muerte, los corderos no temen a los lobos. Así, vosotros no temáis a los
que matan los cuerpos, y que después de que hayan matado, nada le
podrán hacer. Mas temed a aquel que, después de muertos, tiene
potestad para impediros nacer de nuevo.
Sección doce
1Si lo que miras te hace caer, saca tu ojo de allí, si tu mano se posa sobre
lo que no conviene, córtala de aquel lugar, porque donde este tu corazón
estará tu vida.
2En aquel tiempo Yeshúa dijo: Hoy vive y triunfa el rico, abusa el
poderoso, acumula el avaro, enseña lo que no cumple el maestro de la
ley, pero cuando se manifieste el Reino del Padre Supremo, será
observada por todos, la ley del Padre Supremo.
3Y las riquezas del avaro, y las tierras del poderoso, y los graneros del
ladrón, y las prerrogativas del fuerte consumidas serán por el fuego que
todo lo destruye y al nacer de nuevo todos serán hijos del el Padre
Supremo Viviente.
4Yeshúa ha dicho: La persona mayor en días no vacilará en preguntar a
un infante de siete días con respecto al lugar de la vida y vivirá. Pues
muchos que son primeros serán los últimos y los últimos primeros. Y se
convertirán en una sola unidad.
5Yeshúa ha dicho: Conoce lo que está enfrente de tu rostro y lo que se
esconde de ti se te revelará. Pues no hay nada escondido que no será
revelado, y nada enterrado que no será levantado.
6Yeshúa ha dicho: No mintáis, y no practiquéis lo que odiáis porque todo

se revela delante del rostro del Cielo. Pues no hay nada escondido que
no será revelado, y no hay nada oculto que quedará sin ser descubierto.
7Los discípulos dicen a Yeshúa: Dinos como será nuestro fin. Yeshúa ha
dicho: ¿Así habéis descubierto el origen, que ahora preguntáis referente
al fin? Pues en el lugar donde está el origen, allí estará el fin. Bendito sea
quien estará de pie en el origen y conocerá el fin y no saboreará la
muerte.
Sección trece
1Yeshúa ha dicho: Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y
grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos. El camino de la
vida es éste: Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y en
segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres
que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.
2Y de estos preceptos la enseñanza es ésta: Bendecid a los que os
maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os
persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No
hacen esto también los paganos? Vosotros amad a los que os odian, y
procurad no tener enemigos.
3A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere
que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da
conforme a este mandamiento, pues éste es inocente.
4¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero
si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y
para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no
saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante. También está dicho
acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a
quién das.
5Elsegundo mandamiento de la Enseñanza es éste. No matarás, no
adulterarás, no corromperás a los menores, no fornicarás, no robarás,
no practicarás la magia o la hechicería, no matarás el hijo en el seno
materno, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes
del prójimo.
6No perjurarás, no darás falso testimonio. No calumniarás ni guardarás
rencor. No serás doble de mente o de lengua, pues la doblez es lazo de
muerte. Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por
las obras.
7No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No serás
codicioso, o hipócrita, o malicioso ni orgulloso, no escucharás consejos
maliciosos contra el prójimo. No tramarás planes malvados contra tu
prójimo. No odiarás a hombre alguno, sino que a unos los convencerás,
por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma.

Sección catorce

1Procurad crecer en lo pequeño y disminuir en lo grande. Así, cuando


entréis en una casa y pidáis de comer, no os juzguéis dignos de ocupar
los puestos principales de la mesa, ni os acerquéis siquiera a ellos, no sea
que llegue el anfitrión y os diga: Sentaos más abajo, dejándoos
confundidos. Mas, si os aproximáis a los puestos humildes de la mesa,
donde están los que son menores que vosotros, el anfitrión os dirá:
Colocaos más arriba, y esto os será útil.
2Días vendrán en que brotarán viñas, cada una de las cuales tendrá diez
mil gruesas ramas, y en cada rama gruesa diez mil delgadas, y en cada
rama delgada diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y cada
grano, al ser prensado, dará veinticinco metretas de vino. Y, cuando uno
de los santos ponga su mano sobre un racimo de éstos, otro racimo
exclamará: Yo soy el racimo mejor; tómame y bendice al Señor por causa
mía. Igualmente, un grano de trigo dará diez mil espigas, y cada espiga
tendrá diez mil granos, y cada grano dará diez libras de harina de flor
selecta, y los frutos y los granos y las hierbas se multiplicarán en igual
proporción.
3Sed misericordiosos, para que obtengáis misericordia. Practicad la
equidad y la longanimidad. Perdonad, para que se os perdone. Como
hagáis, os será hecho. Como deis, os será dado. Como hayáis juzgado,
os juzgarán. Encontraréis tanta bondad como bondadosos hayáis sido.
Con la medida de que os sirváis, se servirán para mediros.

4Más vale morir en la verdad que reinar sobre la tierra toda de uno a otro
extremo, porque ¿de qué le sirve al hombre poseer el mundo entero, si
sufre esclavitud en su alma? Pocas cosas del mundo sirven para la única
cosa necesaria.
5Huid del hombre malo y del hombre falso, apartaos de los que no
temen al Padre Viviente, de los que persiguen a los justos, de los que
odian la verdad, de los que aman la mentira, de los que no conocen la
recompensa de la verdad, de los que no se aplican al bien, de los que no
tienen un juicio recto, de los que velan no por el bien sino por el mal, de
los cuales está lejos la mansedumbre y cerca la soberbia.
6Apartaos por igual de los aduladores, de los que no se apiadan del
pobre, de los que no se afligen con el afligido, de los que no conocen a
su Creador, de los que se alejan de las buenas obras, de los que oprimen
al que trabaja, de los que esquivan el consejo de los sabios.
7Sicada día, con deliberación, hacéis estas cosas, estaréis cerca del Padre
Viviente; si no lo hacéis, estaréis lejos de la verdad. No mintáis, ante todo
sed sincero y no practiquéis lo que odiáis porque todo se revela delante
del rostro del Padre Viviente. Pues no hay nada escondido que no será
revelado, y no hay nada oculto que quedará sin ser descubierto.
Sección quince
1Yeshúa ha dicho: En verdad dos caminos hay, el de la justicia y el de la
iniquidad. En ellos han sido establecidos dos fundamentos, la luz y las
tinieblas. Grande es la diferencia entre los dos caminos. Entrad por la
puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición
son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el
camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los
encuentran.

2El hombre que sigue la senda de la justicia, no adultera, no mata, no da


falso testimonio, no practica la magia, no fabrica perversos brebajes, no
codicia nada de su prójimo. Tampoco jura falsamente por nada, no habla
mal. No tiene doblez al dar consejo, ni es de doble lengua, pues la lengua
es trampa de muerte. Su palabra no es vana ni engañosa. No es
ambicioso, ni avaro, ni voraz, ni adulador, ni pendenciero, ni de malas
costumbres. No odia a su hermano, sino que los ama más que a sí
mismo.
3El camino de la iniquidad es contrario a aquél. Ante todo, es malo y
lleno de maldiciones, adulterios, homicidios, falsos testimonios,
fornicaciones, malos deseos, actos mágicos, inicuos brebajes, robos,
vanas supersticiones, rapiñas, hipocresías, repugnancias, malicia,
petulancia, codicia, lenguaje impúdico, envidia, osadía, soberbia,
altanería, vanidad.
Si estáis en mi regazo y no hacéis la voluntad de mi Padre, que está en los
cielos, yo os arrojaré de mi seno.
Sección dieciséis
1Dijo Yeshúa esto: El esclavo sólo aspira a ser libre y no ambiciona los
bienes de su señor; pero el hijo no es sólo hijo, sino que reclama para sí
la herencia del padre.
3Los que heredan de los muertos están muertos ellos mismos y son
herederos de quienes están muertos. Los que heredan de quien está vivo
viven ellos mismos y son herederos de quien está vivo y de quienes
están muertos. Los muertos no heredan de nadie, pues ¿cómo va a
heredar el que está muerto? Si el muerto hereda de quien está vivo, no
morirá, sino que vivirá con tanto mayor motivo.
4Un hombre no muere, pues realmente no ha vivido nunca, para que
luego pueda morir. El que ha llegado a tener fe en la verdad, ha
encontrado la vida y corre peligro de morir, pues se mantiene vivo.
5Los que siembran en invierno, cosechan en verano. El invierno es el
mundo presente; el verano es el venidero. ¡Sembremos en el mundo para
que podamos cosechar en verano!

6Aléjatedel mal y de toda apariencia de mal. No te dejes arrastrar por la


ira, porque la ira conduce al asesinato. Ni tengas celos, ni seas
pendenciero, ni irascible; porque todas estas pasiones engendran los
homicidios.
7No te dejes inducir por la concupiscencia, porque lleva a la fornicación.

Evita las palabras deshonestas y las miradas provocativas, puesto que


de ambos proceden los adulterios.

Sección diecisiete
1 Dijo Yeshúa: El viento pasa cantando, sollozando, lamentándose; pero
no lo vemos; percibimos su aliento, pero no distinguimos su forma. Así
es el espíritu del Padre: es el espíritu de libertad, y ese espíritu es uno
solo y sopla en Alejandría, en Babilonia, en Roma o en Jerusalén: todos
somos hermanos e hijos de un mismo Padre. Lo demás es copa de
amargura, fruto de dolor. En vano intentan soplar sobre las cenizas
muertas. Sobre el escenario del tiempo, al final, sólo queda una familia.
Para percibir esta verdad necesitamos una vibración mágica que nos
saque del mundo de pesos y medidas, razas y colores.
Levantad los ojos y contemplad el valle espléndido. El mundo es un
trigal dorado. La mies es abundante. Llegó la hora de la cosecha,
preparad los graneros para el trigo, jarras para las aceitunas, toneles
para el vino nuevo. Bienaventurados los pies de los que caminan por los
montes anunciando un reino de paz. no os quedéis a la vera del camino
para mirar el cortejo que pasa.

Sección dieciocho
1 En aquel tiempo el Maestro dijo: Lo esencial en la vida es el pan, el
agua y la ropa, y un hogar que proteja de miradas indiscretas.
Conténtate con lo que tengas, poco o mucho, para que no te reprochen
el vivir a costa de otros. Más vale vivir pobre en choza propia que
banquetear en casa ajena.

2 También les dijo: Miren y guárdense de toda avaricia, porque aunque


alguno tenga más que suficiente su vida no depende de los bienes que
posee.
3 Los desvelos del rico acaban con su salud; preocuparse por la comida
quita el sueño; es peor que una grave enfermedad; no deja dormir. El
que va tras el oro no queda sin culpa, y el que ama el dinero se extraviará
por él. Muchos han quedado atados por el oro y han puesto su confianza
en las alhajas.

4 Y les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico


produjo buenas cosechas; y él razonaba dentro de sí diciendo: ¿Qué
haré? Porque no tengo donde más guardar mis frutos.
5 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré más grandes,
y allí almacenaré todos mis granos y mis bienes, y diré a mi alma: Alma,
tienes muchos bienes almacenados para muchos años: reposa, come,
bebe y diviértete.
6 Pero se le dijo: ¡Insensato! esta noche tu alma te será demandada, y lo
que has prevenido, ¿para quién será? Así es el que atesora para sí y no
es rico para con Elohim.
7 El Maestro ha dicho: Un hombre no puede montar dos caballos ni
tensar dos arcos, y un esclavo no puede servir a dos amos, excepto que
a uno aborrezca y al otro ame, o que a uno honre y al otro menosprecie,
ustedes no pueden servir a Elohim y a las riquezas de este mundo.
8 Por eso les digo, No amontonen riquezas aquí en la tierra en el que el
tiempo pasa como la flor de la mañana, donde se lo come la
podredumbre y el gusano, o donde excavan los ladrones y se los roban.
9 Más bien Hagan tesoros para la siguiente vida, en el lugar donde larva
y gusano no comen, y en el lugar donde los ladrones no excavan y
roban.
10 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu vida. Pocas cosas del
mundo sirven para la única cosa necesaria. Busquen pues la única cosa
necesaria y alcanzarán la vida eterna.

Sección diecinueve
1 El Maestro ha dicho: Ningún hombre puede domar la lengua, es un
mal incapaz de ser aquietado, llena de veneno mortal.
2 Con ella se bendice al Padre Supremo, y con ella también se maldice a
los hombres, que han sido hechos a semejanza de Elohim.
3 De la misma boca sale bendición y maldición. No conviene al hombre
que esto sea así.
4Si pones un cercado de espinas a tu viña y guardas bien tu oro y tu
plata, pon también puerta y cerrojo a tu boca y pesa las palabras que
digas.
5 Ten cuidado de no pecar con la lengua, para no caer en poder de tu
enemigo.
6 Las heridas causadas por azotes se quedan en la piel; las heridas
causadas por la lengua rompen los huesos.
7 Muchos han muerto a filo de espada, pero más aún por culpa de las
malas lenguas. La muerte que causa es una muerte cruel: es preferible el
Sheol.
8 ¡Dichoso el que está a salvo de la lengua, el que no ha sido víctima de
su furia, ni ha caído bajo su yugo, ni ha quedado preso en sus cadenas!
Su yugo es yugo de hierro, sus cadenas, cadenas de bronce.

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