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CALENDARIO CÓSMICO

En 1932 llegó a Perú la matemática alemana María Reiche, huyendo de la grave crisis económica
que asolaba su país y del auge del nacionalsocialismo. En Cusco aceptó trabajar como institutriz
de los hijos del cónsul alemán. Fascinada por la cultura peruana, poco después se estableció en
Lima como profesora de alemán y más tarde consiguió un puesto en el Museo de Arqueología,
donde trabajó con el famoso arqueólogo peruano Julio C. Tello. Allí, en 1939, conoció a Paul
Kosok, y éste la convenció de que le acompañase a Nasca para ayudarle en sus investigaciones.

Desde entonces y hasta su muerte, acaecida en 1998, María Reiche se dedicó al estudio,
conservación y defensa de las líneas. Como Kosok, estaba convencida de que las líneas
constituían un inmenso calendario astronómico y de que se trazaron para señalar la salida de
ciertas estrellas que marcaban los períodos de siembra. «Fueron construidas en asociación con
los fenómenos astronómicos de mayor frecuencia, registrando la salida de estrellas como Sirio,
Canopus y Alpha Aurigae... funcionando como un gran calendario agrícola», manifestó. Recogió
sus teorías en varios libros de gran éxito. como Contribuciones a la geometría y la astronomía
en el Perú antiguo, publicado en 1968.

Con 135 metros de largo el mono de Nasca es uno de los geoglifos más grandes del valle, se lo
ha vinculado con la osa mayor, cuyos movimientos astronómicos marcarían el inicio del
calendario agrícola.

El hecho de que estas líneas sólo puedan contemplarse desde el aire ha hecho surgir toda clase
de teorías, como la del suizo Erich von Däniken, quien en los años setenta afirmó que eran pistas
de aterrizaje para naves extraterrestres. Pero para María Reiche la explicación es otra: «Es de
suponer que si los autores de las líneas no podían volar, sólo en la imaginación podían percibir
el aspecto de sus obras y deben haberlas planeado y dibujado de antemano en una menor
escala». Aun así, en 1975, Jim Woodman y Julian Nott intentaron demostrar que los nasca
pudieron volar y quizá dirigieron esta labor desde el aire. Para ello, utilizando elementos
naturales, confeccionaron un globo aerostático en forma de pirámide invertida que ascendió
130 metros hasta que empezó a desinflarse y descendió bruscamente, con lo que esta hipótesis
no se pudo demostrar.

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