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El encabalgamiento
Flores Gómez, que recoge una gran cantidad de definiciones de este recurso
(1988: 25-27), destaca que el encabalgamiento presenta tres vertientes básicas a las que
no se ha atendido por igual a la hora de su estudio:
Este fenómeno ha sido usado por los poetas desde los comienzos de la poesía,
aunque es difícil delimitarlo. Flores Gómez recoge en su artículo “Coincidencia y
distorsión de la unidad rítmica” (1988) numerosos estudios sobre el encabalgamiento en
autores de la Antigüedad como Homero, Apolonio de Rodas o Virgilio. En el ámbito de
la poesía hispánica Bělič afirma, por ejemplo, que es “un recurso antiquísimo y de gran
importancia en las literaturas modernas desde el Renacimiento (aunque nunca aceptado
unánimemente por los preceptistas)1” (2000: 55), haciendo referencia asimismo a su
utilización ya en la poesía grecorromana y medieval francesa. Diferentes opiniones
1
En la crítica española encontramos ya comentarios de este fenómeno en las anotaciones a la obra de
Garcilaso de la Vega que realiza Herrera (1580). Ya Quilis hace referencia a la polémica que su uso
generaba: “Fernando de Herrera se levanta en su siglo frente a las opiniones de los otros preceptistas
coetáneos, que seguían las doctrinas clásicas de que cada verso necesitaba una pausa” (1964: 4).
sobre la conveniencia o no de su utilización se han dado a lo largo de la historia de las
teorías métricas (Domínguez Caparrós, 1975: 275-294).
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Este criterio es muy eficaz a la hora de clasificar los tipos de encabalgamientos, pero puede producir
algunos problemas para dirimir si existe o no encabalgamiento. Flores Gómez examina, por ejemplo, los
casos de braquistiquio y antibraquistiquio de Quilis y afirma: “En estos casos no parece dirimente la
existencia o no de pausa fonológica para establecer un encabalgamiento, sino el haber trasladado, por así
decir, el corte final del verso a un lugar en el interior del verso siguiente. Así pues, parece exagerado
ceñirse exclusivamente a los casos en que no se da pausa fonológica para hablar de encabalgamiento,
pues no soluciona ningún problema, sino que plantea otros innecesariamente” (1988: 39).
- Encabalgamiento versal: cuando se da entre la parte final de un verso y el
comienzo del siguiente.
o Sustantivo + adjetivo.
o Verbo + adverbio.
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Utilizaremos esta terminología ya bastante asentada: verso encabalgante para el verso en el que se inicia
el encabalgamiento, y verso encabalgado para aquel en el que continúa.
dos sintagmas distintos. También en el caso de “adverbio + verbo” y del sirrema
formado por una frase verbal vemos que se separan dos sintagmas distintos, pero el
grado de cohesión que presentan (Quilis, 1964: 99 y 116) hace que podamos hablar de
encabalgamientos y no de simples enlaces.
Además de estas partículas entre las que se produce encabalgamiento por existir
gran cohesión, por formar parte de un mismo sintagma o palabra, Kurt Spang (1983: 47-
50) defiende que al menos en determinados casos existe también cohesión entre los
elementos “sujeto + verbo” y “complemento directo + verbo”. No afirma que estos
grupos tengan la misma cohesión que los sirremas de Quilis, por lo que no se atreve a
llamar encabalgamiento a su escisión en distintos versos o hemistiquios, y les da el
nombre de “enlaces”4. Ciertamente hay ocasiones en las que estos enlaces pueden ser
notados; veamos algunos ejemplos del poeta que nos ocupa:
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Spang admite que no se ha comprobado por espectrógrafo la cohesión entre este tipo de unidades, sin
embargo, en su definición del enlace habla de la duración de la pausa en el mismo: “Como ya advertí, el
enlace no eliminará del todo la pausa versal y permanecerá entre los elementos escindidos un alto de la
duración de una pausa interna aproximadamente” (1993: 43).
Quilis. De hecho Domínguez Caparrós comenta sobre estos versos: “los
encabalgamientos, con la creación de una expectativa, organizan un juego artificioso en
que el elemento anunciado por el complemento directo (la diestra mano), y esperado en
el verso décimo, el verbo (gobierna), es el mismo que termina el verso (declara) sin
completar el sentido y produce la espera del complemento directo (el conceto del
alma)” (2000: 108). En otro libro posterior del autor se explican estas vacilaciones que
existen a la hora de incluir la ruptura de determinadas unidades como casos de
encabalgamiento o no hacerlo:
- Encabalgamiento sirremático:
o Sustantivo + adjetivo
También el aire muere entre los robles
y en sus copas se extinguen, poco a poco,
los silbos de los pájaros, la queja
emocionada de un ocaso rojo. (JL, I, vv.7-10)
o Verbo + adverbio
Por húmedos caminos he llegado
muy cerca de tus ojos, de la nieve. (PNT, “Fría belleza virgen”, vv.3-4)
o Verbo + suplemento.
Leíamos la luz y, al leerla, gozábamos
de suma perfección, sin que se revelase (NMN, IV, vv. 24-25)
- Enlaces5:
o Sujeto + verbo.
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas (TA, “Zamira ama los lobos”, vv.6-7)
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Flores Gómez habla de este mismo concepto y habla de un segundo grado de ruptura, y destaca que este
tipo de encabalgamiento puede tener valores estilísticos y expresivos muy relevantes: “La función
sintáctica de un sustantivo encabalgado -sujeto o complemento, cualquiera que sea- no indica grado de
ruptura, sino un mayor o menor contenido o aprovechamiento estilística, dependiendo de la importancia
que tenga en el contexto” (1988: 40).
Aquí también las piedras // relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes // que corroe el arroyo. (PTS, IV, “Riberas del
Órbigo”, vv.7-10)