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San José, 22 de marzo del 2024

Señores
Magistrados y Magistradas
Corte Suprema de Justicia
Poder Judicial

Estimadas personas integrantes de Corte Plena:

Reciban de la Asociación Costarricense de la Judicatura (ACOJUD) un atento


saludo. Por este medio y en razón de la coyuntura de inseguridad que atraviesa el
país, ausente de una definición efectiva de política pública que afronte el problema
desde las diferentes aristas que lo ocasionan, hago de su conocimiento la presente
solicitud:
CONTEXTO:
Costa Rica ha sido una democracia de larga tradición reconocida en el mundo, que
históricamente ha contado con un Poder Judicial sólido, gracias a un marco
constitucional que respaldó su independencia, basada en el principio de división de
poderes; también gracias a que contaba, hasta hace algunos años, con un marco
legal robusto de garantías esenciales para el ejercicio independiente de la
judicatura.

¿Pero qué ha venido pasando en tan solo 7 años? Como ustedes lo saben, se han
aprobado reformas legales gestadas de forma autoritaria, que han impactado
estructuralmente al Poder Judicial, socavando su estabilidad e independencia, de
una manera acelerada y atentando contra la calidad del servicio justicia que se
brinda a la ciudadanía.
-En el 2017, se reformó el Régimen de Pensiones del Poder Judicial de forma
agresiva y desigual en relación a otros sistemas de jubilación nacionales, que afectó
en forma radical las condiciones jubilatorias de los jueces y juezas, fiscales y
fiscalas, y todo el personal judicial. Esto ha influido en que a mediano y largo plazo
se dificulte la captación de recurso humano calificado para la función jurisdiccional,
dado el desmejoramiento de las condiciones jubilatorias y lo poco atractivo que
resulta el proyecto de vida en el judicial.

-En el 2018, se aprobó la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, con


base en un discurso para implantar políticas fiscales orientadas al recorte del gasto
público, que impactó en la disminución actual de la remuneración, el estancamiento
futuro del salario y la regresividad en derechos adquiridos, entre otros.
Además la implementación devino en la limitación excesiva del gasto público a
través de la aplicación de una regla fiscal desproporcionada, que también impactó
la asignación de recursos suficientes para atender debidamente la administración
de justicia en todas las áreas, incluyendo el combate a la corrupción y crimen
organizado (cabe indicar que ACOJUD presentó acción de inconstitucionalidad
hace cuatro años contra la Ley 9635 por vicios de forma, que aún está pendiente
en la Sala Constitucional)

-En el 2022, se aprobó la Ley Marco de Empleo Público que debilita


estructuralmente al Poder Judicial y su institucionalidad, provocando la conjunción
de la aplicación de las leyes descritas, la renuncia masiva y el vaciamiento de
personal calificado para administrar justicia en forma más efectiva.

¡Esto lo advertimos desde la ACOJUD! El peligro que se cernía sobre la


institucionalidad del país y sobre la Justicia, advertencias y riesgos que fueron
ignorados tanto por los órganos legislativos como en el mismo judicial, en tanto no
se sostuvo una defensa férrea de éste poder de la república, salvo unas
excepciones.

Al respecto, recordamos unas pocas cápsulas de la campaña de concientización


que se realizó, acompañada de foros y notas extensas que apoyaban el contenido
de las infografías que a continuación detallo:
El impacto de la implementación de las leyes descritas se experimenta
negativamente no solo en el Poder Judicial, sino en el debilitamiento institucional
que impide a la función pública cumplir con sus objetivos, esto sin un correctivo de
política pública que genere un equilibrio y resguardo al sistema democrático y los
frenos y contrapesos entre poderes.
PETICION EXPRESA:
En razón del contexto descrito, uno de los problemas que más se ha acrecentado
por la falta de recursos institucionales y limitada estrategia interna, es la
desprotección ante la inseguridad que viven Jueces y Juezas de la República, ante
las presiones del crimen organizado y otros poderes fácticos.

Es claro que una justicia amenazada impide el efectivo acceso a la justicia imparcial,
deteriora el sistema democrático y la seguridad pública. Por ello, EXIGIMOS como
órgano representativo de la judicatura, que en carácter de urgencia, concreten
acciones eficientes y coordinadas para garantizar la protección debida de Jueces,
Juezas y que conforme sus obligaciones legales, constitucionales y
convencionales, eviten que organizaciones criminales y grupos de poder tengan la
posibilidad de seguir atentando contra las personas juzgadoras, tal como sucedió
recientemente en el país contra Juezas de la República. Estas políticas generales
de seguridad, deberían estar definidas en corto plazo, con la coordinación necesaria
ante el ejecutivo y legislativo para la asignación presupuestaria requerida.

Exigimos también que se active permanentemente la Comisión de Seguridad


Institucional, con participación activa de ACOJUD, en razón del entendimiento
democrático que debe imperar en la facilitación de mejoras en la judicatura, para
procurar y mantener su independencia.

Respecto a la seguridad de Jueces y Juezas, la Comisión Interamericana de


Derechos Humanos (CIDH), en su documento “Garantías para la independencia de
las y los operadores de justicia. Hacia el fortalecimiento del acceso a la justicia y el
Estado de derecho en las Américas” ha establecido puntualmente que “La
protección a la vida e integridad de las y los operadores de justicia es una obligación
del Estado que deriva de dichos derechos reconocidos por la Convención y la
Declaración Americanas para todas las personas en las jurisdicciones de los
Estados de América”. De acuerdo con la CIDH, si los Estados no realizan los
esfuerzos para garantizar la seguridad de sus jueces y juezas contra toda clase de
presiones externas -incluyendo las represalias directamente dirigidas a atacar su
persona y familia- el ejercicio de la función jurisdiccional puede ser gravemente
afectado y frustrar el acceso a la justicia de la ciudadanía.

Sobre el mismo tema, el ex Relator Especial de Naciones Unidas para la


Independencia de Jueces y Abogados Dr. Diego García Sayán, condenó en
repetidas ocasiones las amenazas y los actos de violencia en contra de personas
administradoras de justicia, indicando que la “delincuencia organizada transnacional
plantea una amenaza significativa y creciente para la seguridad nacional e
internacional, con graves consecuencias para la seguridad pública, la salud pública,
las instituciones democráticas y la estabilidad económica en todo el mundo”
y debilitando a las instituciones del Estado.

En este mismo sentido, en el reciente Informe de OCDE sobre el reforzamiento de


Independencia e integridad judicial, se recomienda a los estados parte de la
organización, incluido Costa Rica, que refuerce con prioridad los estándares
internacionales de Derechos Humanos sobre Independencia Judicial, con miras al
desarrollo económico, sugiriendo una inversión frecuente y adecuada en estos
temas y un adecuado presupuesto para su implementación. Otra obligación más
que deben asumir.

Así, dejamos planteada nuestra posición y peticiones ante Corte Plena, así como
nuestra vocación proactiva de mejora de la Justicia y Defensa de la Independencia
Judicial.
Con mi consideración:

ADRIANA OROCU CHAVARRIA

Presidenta

ASOCIACIÓN COSTARRICENSE DE LA JUDICATURA Y

FEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE MAGISTRADOS

CC: Dra. Margaret Satterthwaite, Relatora Especial de Naciones Unidas de


Independencia Judicial
Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Secretaria General de la Organización de Estados Americanos

Comité Jurídico Interamericano de la Organización de Estados Americanos

Presidencia de la República
Presidencia de la Asamblea Legislativa

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