Jesus no se presenta como un maestro que imparte enseñanza, sino
mas bien como un sanador que brinda vida. Su mision abarca la reconstrucción del ser humano abordando aspecto como la dignidad, la esperanza, la salud y el sentido de la vida.
El acto liberador de Jesús se manifiesta en su compromiso con la
curación de los cuerpos y la vida en su totalidad. La población lo identifica como alguien en quien pueden confiar y constantemente lo busca llegando al punto de trasladar a los enfermos en la plaza. La misión de Jesús va mas allá de palabras y enseñanzas materializándose en acciones concretas de renovación y sanación.
Es importante aprender de la amabilidad de Jesús hacia aquellos que
sufren, reconociendo que el simple hecho de sentirse acompañados y comprendidos tiene un poder curativo.
La bondad humana no solo nos conecta, sino que también nos
revitaliza. ¿Podemos nosotros ser el refugio buscado por tantos necesitados que transitan a nuestro lado en busca de tocar a Cristo o vislumbrar su rostro? Invitémonos a salir al encuentro en los senderos de la vida, siendo accesibles en lugar de intocables.
Concédenos, Señor, la fortaleza necesaria para ser portadores de vida,
consuelo y sanación, siguiendo tu ejemplo. Ayúdanos a acercarnos a la existencia con ternura y a permitir que el sufrimiento del otro nos conmueva y transforme.