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Santo Rosario Juvenil Misterios Gozosos
Santo Rosario Juvenil Misterios Gozosos
"MISTERIOS GOZOSOS"
(Lunes y Sábado)
Jóvenes: los invitamos a meditar juntos los misterios del Rosario, recordando algunas frases del
Padre Palau que ha sido uno como ustedes, un joven lleno de ilusiones y sueños, un joven que
marco la diferencia en su época y que nunca se rindió hasta descubrir el querer de Dios en su vida,
un joven que estrego su vida para el bien de los prójimos. Pidamos por su intercesión que nos
ayude a ser adolescentes y jóvenes con grandes ideales y sobre todo, que no nos cansemos nunca
de descubrir la misión para la cual fuimos creados.
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.
Reconocemos humildemente nuestros pecados y pedimos perdón al señor por nuestras faltas.
(Silencio).
Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco,
porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente
porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas.
Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda
ocasión de pecado.
Amén.
Oh Dios, que haz iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a
sus inspiraciones para gustar siempre del bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
7.
7.1. «Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la
virgen era María» (Lc 1,26-27).
Una jovencita de corazón diáfano, que con anterioridad al anuncio del ángel estaba consagrada al
Padre, acepta libre y consciente ser la servidora del Señor y la Madre de Dios. Con su testimonio
de humildad nos enseña el camino que todo cristiano debe seguir.
(Reflexionamos)
7.3. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R./Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R./ Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
R./Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
8.
8.1. «En aquellos días María se puso en camino y fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad
de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel
quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando a voz en grito, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu seno"» (Lc 1, 39-42)
(Meditación)
La Virgen es ante todo, un modelo de humildad y servicio al prójimo. Ella, que es la Madre del
Mesías, decide servir y no ser servida. Por eso nos invita a servir al Padre celestial con alegría y
esperanza; a celebrar la misericordia de Dios con los más necesitados.
( Reflexionamos)
8.3. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R./Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R./Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
8.5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R./Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
9.
«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase
todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria. Iban
todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que
estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento» (Lc 2,1-7).
(Meditamos)
El Rey de reyes no nació en un palacio; por el contrario, Dios quiso que su Unigénito naciera en un
lugar pobre, para dar testimonio de su humildad y del amor que tiene hacia las personas de
corazón sencillo.
(Reflexionamos)
9.3. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R./Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R./ Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
R./Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
10.1. «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, como
lo había llamado el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la
purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al
Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y
para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del
Señor» (Lc 2, 21-24).
(Meditamos)
Bendita tú eres Madre Santísima, por ser modelo de obediencia, por dejar siempre que la voluntad
de Dios se haga en ti. Ayúdanos a buscar al Señor, que es esperanza para nuestro cotidiano andar,
y a que en su compañía logremos dar pasos que le agraden.
(Reflexionemos)
10.3. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R./Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R./Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
11.
11.1. «Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años,
subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó
en Jerusalén, sin saberlo sus padres...
Y sucedió que al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y
sus respuestas» (Lc 2, 41-47)
( Meditemos)
La Virgen es discípula que medita y guarda todas las palabras y los acontecimientos de la vida de
Jesús en su corazón dolorido.
(Reflexionamos)
¿Cuál es la actitud hacia nuestros hijos? ¿Les damos libertad para elegir su vocación?
R./Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R./ Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
R./Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
12. El que dirige el rezo: Ofrecemos un Padrenuestro, un avemaría y un Gloria por el Papa
Francisco, la Iglesia y todos sus miembros, por los Jóvenes, niños y familias del mundo entero.
Padre nuestro...
Ave María...
Gloria...
13. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A
ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y
después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Señor, que con inefable providencia te has dignado escoger a San José para esposo de tu santísima
Madre, haz que así como le veneramos cual protector en la tierra, así sea él nuestro intercesor en
el cielo. Amén.
15. San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y
acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos
por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
16. Ángel de Dios, que eres mi custodio, ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti,
ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname. Amén.
17. Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y
bendita.
Dios, Padre y Pastor de todos los hombres, Tú quieres que no falten hoy día, hombres y mujeres
de fe, que consagren sus vidas al servicio del evangelio y al cuidado de la Iglesia.
Haz que tu Espíritu Santo ilumine los corazones, y fortalezca las voluntades de tus fieles, para que,
acogiendo tu llamado, lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos, Religiosos, Religiosas y
Consagrados que tu Pueblo necesita. La cosecha es abundante, y los operarios pocos. Envía, Señor,
operarios a tu mies. Amén
19. Ave María purísima,
20. +Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.