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Cuando Lorenzo “El Fraile” descubrió las Minas

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)

Alguna vez hemos dicho que las minas de Aldea Moret dieron lugar a la primera
gran industria que se montó en Cáceres y que durante casi un siglo proporcionó el
pan a muchas familias cacereñas que fueron las que hicieron la barriada que
inaugura, allá por los años de 1875, el jurisconsulto y político español, que le dio
nombre, don Segismundo Moret y Prendergast, que fue varias veces ministro, así
como el creador —siéndolo de Hacienda y Ultramar— de la cédula personal, primer
documento nacional de identidad que tuvimos los españoles. También hemos dicho
que aquella industria de transformación de fosfatos nos la dejamos ir sin pena ni
gloria recientemente, por el “ciento volando” de las que pudieran venir al Polígono
Industrial. Pero no es a eso a lo que vamos a referirnos, sino a un dato que creemos
desconocen muchos cacereños, incluidos los que viven en dicha populosa barriada:
¿Quién fue el que descubrió y denunció la mina de fosfatos, la que dio origen a aquella
industria y barriada? Pues bien, aquella mina la descubrió y denunció el señor
Lorenzo “el Fraile”, que antes de colgar los hábitos se llamó fray Francisco Lorenzo
Acuña, natural de Miezas (Salamanca), quien tras secularizarse se casó en Cáceres,
donde abrió un ultramarino y hasta fue comisario de policía cuando mandaban los
liberales, ya que en dichas filas políticas militaba.

El señor Lorenzo “el Fraile” gustaba de pasear con su yerno, Acisclo, por el
Calerizo y una tarde que estaban sentados en un peñasco se fijó en una piedra
blanquecina que, analizada, resultó ser un ejemplar riquísimo de fosfato calizo. Como
era hombre listo y emprendedor, denunció la pertenencia minera que más tarde se
llamó “La Abundancia” y que, andando el tiempo, dio lugar a la industria y a la
barriada que nos ocupa y contribuyó, con su importancia a que pasara por aquí el
ferrocarril Madrid-Lisboa, enriqueciendo de paso al señor Lorenzo y a sus
descendientes.

El resto de la historia es ya más conocido, puesto que a la inauguración del


ferrocarril y de la mina, en 1881, vinieron los reyes de Portugal y España, y Cáceres
trocó su nombre de villa por el de ciudad que ahora tiene. El descubrimiento había
ocurrido en 1864, ya ha pasado más de un siglo, y aunque la mina dejó de explotarse,
justo es reconocer que el señor Lorenzo tuvo mucho que ver en el asunto.

Diario HOY, 1 de mayo de 1981


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Las razones de los demás

Muchas veces tildamos de cursis a los demás, sin pararnos a escuchar las
razones que puedan tener para hacer o decir algo que a nosotros nos sale de ojo. En
este mundo nuestro, a cualquier nivel, todos hablamos, pero hay muy pocos que
sepamos escuchar, sobre todo cuando se trata de razones ajenas.

Viene esto a cuento porque en más de una ocasión hemos oído criticar a
nuestros vecinos, los portugueses, por encabezar sus cartas con el tratamiento de
“Excelentísimo señor”, tratamiento que aquí sólo damos a personas que ocupan altos
cargos. Pero si alguno se ha parado a escuchar las razones de los portugueses para
encabezar así sus cartas y criticar el encabezamiento de las nuestras con el “don”, se
habrá dado cuenta de que ambos tenemos razón y de que tanto pueden ellos tildarnos
de cursis, como nosotros a ellos, aunque en ambos casos estemos cometiendo una
inconsecuencia. Resulta que para los portugueses el tratamiento de “don” sólo lo
llevan las personas reales (así don Dionis, etc) por lo que ellos dicen que los
exagerados somos nosotros porque “excelentísimo señor” o “persona excelente”
puede ser cualquiera, pero “don” no es más que el rey, cuando lo tenían.

Tres cuarto de lo mismo viene ocurriendo con el criticar que los mejicanos
escriban “México” con equis, cuando nosotros hemos modernizado la palabra y lo
escribimos con jota. Pues, también tienen razones para hacerlo, y como hemos visto
criticar el que lo hagan, vamos a dar las que a nosotros nos dieron, precisamente en
México. Primero hemos de aclarar que aunque escriben “México” con equis, lo
pronuncian siempre con jota. Por lo que la “cursilada” —de haberla— sería la nuestra
de pronunciarlo con equis. Sus razones son las siguientes: cuando México se separó
de España, el nombre de su nación se escribía con equis, y ellos respetan el origen
histórico y ortográfico de aquella designación “clásica” que le pusimos los españoles.
Luego la ortografía del idioma ha evolucionado, pero este idioma no es ya patrimonio
exclusivo de los españoles peninsulares, sino de todos los hispanoparlantes, por lo
que yo estimo que es un deber nuestro respetar las razones históricas de origen de la
designación, y si nosotros evolucionamos y cambiamos la equis por la jota ellos no
quieren hacerlo porque su nación se llamó “México” en la época colonial y “México”
quieren que se siga llamando, aunque lo pronuncien con jota. Razón histórica muy
respetable, que pienso yo debemos acatar.

Diario HOY, 2 de mayo de 1981


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Los viejos cafés cacereños

Obligado es agradecer a Luis Montalbán el haberse acordado de esta sección y


haber dedicado una cariñosísima carta hacia la ventana y al que la firma. Hay algo que
dice en la carta en lo que quiero insistir —sin que esto parezca una “asociación de
bombos mutuos”—, referido a lo mucho que él ha escrito sobre este Cáceres de
nuestros amores y los conocimientos que sobre el mismo tiene por haberse criado en
ese observatorio excepcional que fue el famoso “Café de Santa Catalina”, propiedad de
su familia, que durante muchos lustros fue el centro social cacereño. Yo no lo llegué a
conocer, pero he oído hablar tanto de él que podría escribir algunas historias de
segunda mano que es preferible cuente él de primera mano, como la del perro Curro
que nos ha prometido.
No obstante, es curioso saber que la vida social de Cáceres giró casi siempre
alrededor de un café —y me refiero a la vida del verdadero pueblo, no a la de los
“señores” que tuvieron su casino—. He citado el café de “Santa Catalina” que fue
centro de reunión social de primeros de siglo, pero herederos de él —y ya conocidos
por mí— fueron el “Café Viena” donde cacereños como Pedro de Lorenzo y Leocadio
Mejías, comenzaron a hacer sus primeros pinitos literarios aunque entonces se
firmaran: Viky y Kopolan, lanzando una deliciosa novela con el extraño título de Santa
Lila de la Luna y Lola, en la que se describe, de forma deliciosa, el mencionado café
provinciano.
Después fue el “Jamec”, que fundó Eugenio Alonso, que trajo a Cáceres las
primeras bandas de “jazz” con el negro Arango incluido.
Más tarde sería el “Avenida” el que acaparara la vida social cacereña, con sus
dos barras, la de los “cursis” y los menos cursis, que nos ofreció las primeras
“animadoras” entre las que se cuenta la famosísima cantante lírica Pilar Lorengar,
aunque entonces no se llamara así, sino Lorenza García, más tarde Loren Garcí, y
posteriormente el nombre artístico que ahora tiene.
Todos estos cafés desaparecieron, algunos recientemente, y ahora ¿cuál es el
“café” que ha tomado el testigo?, porque la vida social es menos recoleta que entonces
y puede que haya terminado con el carácter familiar de aquellos “cafés” de entonces
que muy bien pudieron servir para inspirar la letra de tango.
Diario HOY, 3 de mayo de 1981
La carta a la que alude Fernando García Morales en esta ventana se publicó en el
Diario Hoy de 1 de mayo de 1981 y se relacionaba con “Ventana” titulada “Una saeta de
Miguel “El Gacho”, publicada el 24 de abril anterior.
La carta de Luis Montalbán Portillo decía lo siguiente:
(INSERTA AL FINAL DE LOS ARTÍCULOS DEL MES DE MAYO)
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A la próxima me apunto

Me ha gustado a mi ese sistema que se han inventado en Valverde del Fresno


para hacer más llevaderas las manifestaciones, Ya conocen ustedes la noticia: el
medio centenar de manifestantes que se juntaron el día 1 de mayo, se fueron
recorriendo las tascas y tomándose “chatos” por ellas (suponemos que también
alguna “tapa” que otra), dando sus gritos habituales que, al final pensamos, se
convertirían en “cantos de alterne” y en algún “El vino que tiene Asunción” o
canciones por el estilo. Eso es dar amenidad y atractivo a una convocatoria de las
centrales y, si el vino y las tapas las pagan éstas, auguramos un gran futuro en
próximas convocatorias. Es más, yo estoy por decir que hasta cuenten conmigo,
porque todo lo que sea innovación me gusta y hemos de reconocer que hay que
salirse de la rutina en la que ya venimos cayendo con el lógico aburrimiento general y
hasta ya es hora de renovar los “gritos” esos de: “Compañero únete”, ”Dónde están, no
se ven las banderas de UCD” y otros pareados por el estilo. Como simple sugerencia,
propondría yo, si es que “me daban vela en ese entierro” —que no me la van a dar—
otros gritos nuevos que podrían ser: “Vino y tapa con jamón en la manifestación”,
“Compañero, venga vino y no te pongas mohíno”, “Apúntate al sindicato y pasarás
buenos ratos”, “Venga reivindicaciones, pero con vino y jamones”, “Este ilustre
tabernero también es un compañero”, “Queremos cosas sencillas: danos vino con
morcilla”… u otros gritos por el estilo que amenizarían la manifestación y pondrían
una nota original saliéndose de la rutina en la que estamos cayendo.

Decimos esto con todos los respetos para los manifestantes y para esas
centrales que pueden seguir haciendo lo que les venga en gana, porque esto es una
democracia, pero ya es un síntoma el que tenga que ser la “iniciativa privada” de los
de Valverde la que inicie esta modificación que, dicho sea de paso, es bastante más
atractiva que las manifestaciones a “palo seco”.

Porque, oiga, para seriedades ya nos da bastante la vida diaria y cuando a


alguien se le ocurre una modificación hay que aplaudirla sin reservas.

Para el próximo 1 de mayo, si Dios nos da salud, vamos a ser muchos los que nos
apuntemos a la manifestación de Valverde, si es que siguen haciéndola como este año.
Porque, la verdad, eso puede ser hasta un filón con vistas al turismo, del que debería
aprender la propia capital.

Diario HOY, 5 de mayo de 1981


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Las razones de don Felipe

Uno se asombra de la cantidad de amigos que no tiene. Suele pasar que es cierto
eso de que debe ser bueno el tener amigos hasta en el infierno, pero es curioso que
cuando a uno le llega la hora de la verdad —en la que esos que se dicen amigos tienen
que echarte una mano— a lo mejor lo que te echan es un pie para ponerte la
zancadilla. No sé si esto es condición humana que llegó a provocar el dicho de “cuanto
más conozco a los hombres, amo más a mi perro”, por aquello de la fidelidad; o bien
ese otro refrán que dice: “Conocidos, muchos; pero amigos, amigos, si acaso uno o
dos”… Traduzcan ustedes esto que nos pasa a nivel particular, al nivel nacional; se
darán cuenta de los pocos amigos que como nación tenemos, porque a esos niveles
todos van a lo suyo y a tirar de los pies al que, aunque sea de lejos y “por si acaso”,
pueda hacerles sombra.

Como nación algunos nos creímos que cuando llegara la democracia —pega que
se ponía entonces para todo— entraríamos de inmediato en el Mercado Común, nos
devolverían Gibraltar, estaríamos a partir un piñón (no un peñón) con toda Europa,
etc… Pero llegó la democracia y las cosas, en cuanto a amistad y ayuda de otras
naciones, siguen estando igual o quizás peor porque ya no nos valen las razones que
nos daban antes para no entrar. La señora Thatcher ha declarado que la devolución
de Gibraltar va para muy largo; Marruecos anda pidiendo garantías a la CEE ante el
ingreso de España por si afecta a sus cítricos, mientras nos siguen apresando barcos
pesqueros impunemente. Y donde las cosas ya llegan a unos niveles fuera de lo común
es con Francia, ya que mientras por un lado se llaman amigos nuestros, por el otro —
y ésta es constante histórica— tratan de hacernos cuantas faenas pueden: declaración
de todos sus políticos aspirantes a la presidencia de la negativa de entrada de España
en la CEE, amparo de la plana mayor de ETA y otros nidos terroristas, etcétera. Esto
sin contar otros “cariños” de menor cuantía como el de Rusia, que en vez de
diplomáticos nos envía espías con ánimo de desestabilizar nuestro equilibrio interior.

Lo de Francia no debe cogernos de nuevas porque ha sido una constante


histórica de la que los franceses no se han apeado nunca; pasó con la monarquía, con
la república —de la que ello se decían amigos— y sigue pasando ahora por mucho
que traten de disimularlo. Recuerdo que cuando estudiamos bachillerato, por esas
razones hubo algunos que se negaron a estudiar francés, y nuestro profesor don
Felipe Trejo nos decía: “Hay que estudiarlo para poderlos insultar en su idioma y que
se enteren.”

Diario HOY, 6 de mayo de 1981


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Del rosa al negro

A uno le dan cada disgusto que es lógico que no queramos ver la prensa ni la
“tele”, por aquello de que nuestro hígado sufre con las muchas noticias negativas que,
porque se producen, tenemos que recoger en los medios de información y, como la
tendencia normal es la de hacer el avestruz —que dicen mete la cabeza en la arena
para no enterarse de nada— luchamos con ese instinto para que el hígado no se nos
altere, por aquello de la bilis, etc…

Pero hay medios caritativos que tratan de dorarnos la píldora y, por aquello que
el que no se conforma es porque no quiere, nos dicen cosas halagadoras y peregrinas
que suelen tener su gracia. Y conste que no soy yo de los que ven negruras por todos
lados, pero me ha hecho gracia el comentario de la “tele” que oí en su nueva sección
“Al cierre” en la que nos hablaron de que el dólar se nos ha puesto más caro, por no
decir que la peseta ha bajado frente a él, y entre las desventajas nos señalaron el que
los que viajen a los Estados Unidos “tendrían un pelín” más caro el viaje, aunque en
seguida y como contraposición, nos dijeron que ello tendría la ventaja de que al ser
más barato para los norteamericanos el venir a España, por costarles menos todo, en
compensación vendría más turismo del área del dólar. Conste que yo no pienso viajar
a los Estados Unidos, ni tampoco soy comprador de dólares como para preocuparme
grandemente por la noticia, como creo que ocurrirá a una gran mayoría de mis
convecinos, aunque los hay que se preocupan por todo.

Ayer, un cacereño que comentaba eta noticia, decía: “¿Que ha bajado la peseta?...
¡Hombre, a ver si baja lo suficiente como para que yo alcance alguna, porque estoy sin
blanca!”. También hay almas caritativas que andan diciendo que bajará hasta la
gasolina. Pero eso es menos creíble que el que el canon de compensación del
abastecimiento de aguas de Cáceres va a quitársenos. Ya salieron los técnicos del
abastecimiento echándonos un jarro de agua fría (que es lo suyo, porque de agua se
trata) diciendo que tendremos “canon” para nosotros, para nuestros hijos y para los
hijos de nuestros hijos, a lo que habrá que contestar “amén” porque hasta parece una
frase bíblica. Aclaro que nos estamos refiriendo al “canon” del agua, no al de don
Jaime que ese, quizás, por compensación, sí que andan a quitárnoslo o retrasárnoslo
cuanto puedan. Es más, me da a mi hasta miedo tratar de uno y otro porque, como
estamos en un país de sordos, a lo mejor —interesadamente— toman el rábano por
las hojas y nos quitan el de don Jaime basándose en que han entendido mal la
petición.

Diario HOY, 7 de mayo de 1981


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El juego de las estatuas

Recordaba yo cómo nos entreteníamos en mi barrio cuando éramos pequeños,


muy pequeños, jugando al “juego de las estatuas”. Consistía en agarrarnos de las
manos y dar remolinos muy deprisa hasta que el que dirigía daba un grito y,
soltándonos, salíamos despedidos para quedar totalmente quietos unos segundos,
según caíamos —como los perros “puestos”— imitando a cualquier estatua que
hubiéramos visto. El que dirigía elegía el que él estimaba el mejor, que pasaba a
ocupar su puesto de dirigente y continuaba el juego hasta el aburrimiento. Mejor
dicho, en mi barrio no había ocasión de ello, porque un tal Rosendito, que tenía fama
de bruto y tonto, cuando le apetecía y aprovechando la quietud de los demás, largaba
un par de bofetones a los que tenía más próximos, con lo que el juego acababa en
batalla campal.

Estaba yo contando esto a un grupo de amigos, cuando nos llego la noticia del
acuerdo que, en pacto y parto común, habían tenido nuestros partidos políticos sobre
lo de parar todos los españoles unos segundos el día 12 a las doce en “rogativa” por
que desaparezca el terrorismo y se arreglen las cosas. Paco, que es un ingenuo que no
se entera de la “evolución”, peguntó: “¿Y por qué no habrán acordado unas rogativas a
algún santo como se hacía antes?”. La sapiencia de Antonio Belvedere le respondió:
“Pero hombre, ¿cómo quieres que un cúmulo de ideologías tan dispares puedan
acordar algo así? ¿Es que no te has enterado que ya no somos un estado confesional y
que el rezar a un santo sería una antigualla? Han tenido que elegir una especie de
rogativa laica, que todos puedan aceptar.” “Pues mira, a mi —insistió el otro— me
parece mejor un Padrenuestro que un minuto de silencio.” Belvedere, que es un
demócrata, le dijo: “Tú si quieres aprovecha el silencio y reza lo que te parezca, pero
no vas a obligar a los demás a que lo hagan.”

En fin, que Paco y alguno más han quedado en rezarle a Santa Rita, y unos
opinaron de un modo y otros deforma distinta, aunque no teniéndolas todas consigo
sobre la eficacia del “paro laico comunal”. Yo, ligando una cosa a otra, me di en
pensar: “¡Mira que si en estos momentos aparece el Rosendito de turno!”… En fin, que
quizás uno prefiere aquello de: “A Dios rogando y con el mazo dando”, pero allá cada
cual con sus ideas.

Diario HOY, 8 de mayo de 1981


177

Los consumidores también tienen voz

Uno no acaba de comprender por qué el empecinamiento de cargarse el


mercado franco de los miércoles, que tanto éxito de público comprador tiene cada
semana en el Camino Llano. La última permanente municipal trató de una petición de
representantes de la Cámara de Comercio que recogiendo el punto de vista de los
comerciantes de la capital solicitan el traslado de este mercadillo a las inmediaciones
del central de abastos o a los márgenes de la carretera de la Ciudad Deportiva. La
Permanente ha trasladado el tema a la Comisión de Servicios que lo estudiará, y ahí
ha quedado la cosa.

Yo no quiero entrar en las razones que pueden tener los peticionarios para
solicitar ese traslado que, estoy seguro, ellos desearían que fuera hasta de la
población, sino más bien en el sentido de que como el tema del mercado franco es un
tema general en el que no sólo están implicados los comerciantes sino los
consumidores que lo utilizan los miércoles de manera tumultuaria, se ha vuelto a
olvidar, o puede correrse el peligro de olvidar, la opinión que sobre el mencionado
mercadillo puedan tener los usuarios y consumidores en cuanto a su traslado y aun
modificación en cualquier sentido.

Los comerciantes ya instalados son parte interesada, y esto lo ve cualquiera, ya


que cualquier competencia que pueda provocar una baja del precio del producto o
bien una marcha de los clientes hacia otros establecimientos, no debe ser deseable.
Pero si esa competencia (siempre que sea lícita) viene a beneficiar al consumidor —
desgraciadamente tan olvidado— el Ayuntamiento que lo forman tanto los
comerciantes como los consumidores —y estos últimos en mayor número— debe
tener sumo cuidado en inclinarse en beneficio de una “clase” o de otra, porque si los
comerciantes pagan sus impuestos también los pagan los consumidores y, hasta lo de
ahora, no hemos sabido que alguna agrupación de estos últimos haya pedido
modificación de sitio o sistema del “mercado franco”.

Hay un hecho que hay que reconocer, y es que el “mercadillo” ha servido para
frenar precios. Puede aducirse —y los comerciantes lo hacen— que los productos que
allí se expenden son de peor calidad que los suyos, pero la gente se arregla y se
ahorra unas pesetas y, sobre todo, están contentos con esta forma de venta.

Diario HOY, 9 de mayo de 1981


178

La de Santa Lucía y otras ermitas cacereñas

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)

Hoy es la fiesta de Santa Lucía y la tradicional romería a la ermita que está


enclavada en las proximidades de Aldea Moret, romería y fiesta a la que sin duda ha
dado vida esta barriada, aunque justo es reconocer que muchos cacereños del centro
suelen acudir de tradición a ella. Deseamos que este régimen de chubascos —que por
otro lado tan bien viene para el campo— no les estropee el día a los romeros o, al
menos, no les haga correr mucho bajo la lluvia, cosa que también es un aliciente.

Lo que sí nos da ello, es ocasión para decir que tanto esta ermita, como la de San
Benito, próxima a ella y posiblemente una de las más antiguas de la región,
pertenecieron a la parroquia de San Mateo de Cáceres, hasta que en el día 3 de junio
de 1886 fue consagrada y declarada parroquia la de San Eugenio de las Minas de
Aldea Moret que, desde entonces, es la que corre con la fiesta y conservación de estas
ermitas, aunque la de San Benito está casi totalmente perdida.

Es curioso saber que por aquellas inmediaciones hay un verdadero rosario de


ermitas y santuarios entre los que habría que contar también la de Santa Olalla, cuya
tradición afirma que es el “Pago Pociano”, donde vivió la Santa emeritense y que,
desde allí, se trasladó una noche a Mérida para recibir el martirio. Esto y la
proximidad de un cerro conocido por “Cerro de los Romanos” ha hecho pensar a
algunos historiadores locales que por allí hubo, en la época de la dominación romana,
población sobre la que no se ha investigado de una forma científica y seria. Hay que
decir que los antiguos templos romanos solían cristianizarse y muchos piensan que
tanto San Benito, Santa Lucía y Santa Olalla, tuvieron este origen y transformación a
que aludimos.

Pero curiosidades de este tipo hay muchas en los alrededores de Cáceres, como
por ejemplo la ermita de Santo Toribio de Liébana, de la que ya nadie se acuerda y
hoy está convertida en una casa de campo, cerca de Monte Abuela y el predio
conocido por “Pontefuera”, donde en 1632 había aún población de la que ya no
quedan restos. Todas estas ermitas tuvieron su romería pero ya, en muchos casos, no
quedan ni las ermitas. La de Santa Lucía se mantiene de verdadero milagro.
posiblemente por la atención que le presta la barriada de Aldea de Moret. Y esto es
todo, valga de información para los romeros, a los que deseamos pasen un magnífico
día.

Diario HOY, 10 de mayo de 1981


179

Nuestro cura Marcelo y “300 millones”

El hablar de un paisano siempre es agradable, aunque esté lejos. Máxime de un


paisano de la categoría del sacerdote Marcelo Blázquez, que fue a Estados Unidos
poco menos que de visita y lleva allí un montón de años como director del Apostolado
Hispano y haciéndolo tan bien —y el que esto escribe lo ha comprobado sobre el
terreno— que es “páter”, o director espiritual, de los reclusos de origen hispano en
dos prisiones —quizás las más importantes del estado de Nueva York— y “paño de
lágrimas” de cientos de hispanos que tienen su valedor en el padre Marcelo.

Muchas noches ha pasado Marcelo en la celda de los reclusos más díscolos,


hablándole en su idioma, convenciéndolos para que sigan la buena senda, sin
ñoñerías y con un lenguaje directo, que es el que entienden ellos.

“Me ayuda mucho —nos dijo una vez— el que los hispanos tenemos muy
arraigado el sentido de la familia que, por desgracia, ya no tienen los anglosajones. Y
busco a sus madres, a sus esposas, a sus hijos y procuro ayudarlos a todos para que
ese contacto no se pierda.” En fin, que Marcelo tiene su método y, aunque no presuma
de él, le está dando unos resultaos óptimos.

Recordamos una primera anécdota a Marcelo, sucedida cuando apenas había


llegado a una de las prisiones. Sus superiores le dijeron que fuera y les dijera misa. Él
respondió, más o menos: “Iré de momento a ayudarles, y les diré misa cuando ellos
me pidan que lo haga.” No había pasado un mes y todos los reclusos —aun aquellos
que presumían de ateos— le pidieron que dijera misa, y no faltaban ningún domingo
a ella.

Ahora el olfato periodístico de Alfredo Amestoy ha detectado esta labor de un


cura español en Estados Unidos y nos lo va a sacar en “300 millones”. No sabemos
cómo saldrá el programa, lo que sí sabemos es que entre el 11 y 13 se haría la
grabación. Los permisos están pedidos y las credenciales para el personal de Radio
Televisión Española dadas. Aunque lo que salga serán unos minutos, se estima que el
tiempo de trabajo sería no menos de cuatro horas ni más de seis.

Amestoy tiene muy buenas “mimbres” para hacer un buen “cesto”; esperemos
que le salga redondo porque curas como el padre Marcelo los da esta tierra
frecuentemente. Lo que hace falta es darles ocasión para que “se destapen”.

Diario HOY, 12 de mayo de 1981


180

Señor alcalde, “pis”

El tema es, si ustedes quieren, nimio pero habrá que tratarlo porque ha llegado
hasta la “ventana” y no es nuestra sección de las que rechace temas ciudadanos que
puedan importar a un sector. A decir verdad, hay un poco de razón en suscitarlo,
porque existe un contrasentido en nuestro Ayuntamiento que es obligar a los
ciudadanos a hacer algo y no darle los medios para realizarlo. Tienen ustedes, por no
ir más allá, el tema de las papeleras: mucho decir que hay que mantener limpia la
ciudad, que no hay que tirar papeles en el suelo, que es asombroso el poco civismo de
ver una ciudad sucia cuando los ciudadanos —estos mismos ciudadanos de ahora—
fueron limpios no hace tanto tiempo… A todo esto cabe preguntar: “¿Pero dónde
tiramos los papeles si no hay papeleras?” Porque las que hay son tan pocas y tan
distanciadas unas de otras que hay que recorrer media ciudad para encontrar una
sana, y claro, el ciudadano sale a hacer sus cosas pero no a buscar con lupa —como un
nuevo Diógenes “papeleril”— alguna de las papeleras que restan.
Otro tanto diríamos de lo de la “grúa” que se nos lleva los coches, y que la
recomendación que nos hace el Ayuntamiento es que los pongamos en los
aparcamientos autorizados, cuando saben de sobra que todos están saturados. El que
viene a hacer una gestión a Cáceres no va a hacerla con el coche puesto, como si fuera
un traje, y tendrá que dejarlo en algún sitio. Si este sitio no se encuentra, porque no
hay aparcamientos, no le queda otra que “jugársela” con la grúa.
Pues bien, esto mismo ocurre —y es lo que será objeto de nuestro comentario—
con los urinarios. Los pocos que había se han ido suprimiendo: el de san Juan, el de la
calle San José, el que había en la parte alta de Cánovas, etc., y sólo quedan el del
parque de Calvo Sotelo y el del Ayuntamiento por la calle Defensores del Alcázar, pero
se da el caso de que hace más de un mes este último está cerrado, y el de Calvo Sotelo
abre intermitentemente, pero siempre está cerrado cuando el usuario lo necesita…
“¿Qué ha pasado aquí?”, se preguntaba un vecino en un bar donde se hablaba del
tema. “Es que como don Manuel, el alcalde, se ha ido a La Roche – Sur – Yon, a lo
mejor se ha llevado las llaves”, respondió el listo de turno Se habló de que si luego
uno hace el “pis” donde le apetece, a lo peor llega el guardia y te multa, porque no va a
ir uno al Ayuntamiento diciendo: “Don Manuel, que me hago el “pis”, ábrame usted el
urinario”…, y mucho menos puede pensarse en una manifestación de “miccionantes”
(vulgo meones) reclamando las llaves al alcalde, en fin, que es para pensarlo.
Diario HOY, 13 de mayo de 1981

NOTA.- La foto de los urinarios de la calle San José, a cuya puerta aparece la que fue
encargada de los mismos y empleada del Ayuntamiento Dña. Emilia Rubio
Vázquez, ha sido facilitada por su bisnieta Dña. Esperanza Cruz Fuentes.
Las dos fotos de los urinarios de la Plaza Mayor (la primera, con los
urinarios al pie de la escalinata del Ayuntamiento y la segunda con urinarios
donde actualmente está la oficina de turismo) han sido facilitadas por D. Luis
Montes Quijada.
181

La calma turbada

Tiene Wenceslao Fernández Flores una deliciosa novelita titulada “La calma
turbada”, en la que narra —con el salero que tenía este autor— la verdadera
revolución que ocurrió entre los vecinos de un pequeño pueblo con la llegada de un
equipo de peliculeros para hacer allí unas filmaciones. El que más y el que menos se
creían protagonista de la película y fueron presa de la misma locura que invadió a don
Quijote por leer libros de caballería. Don Quijote se vistió de cabalero andante y salió
a buscar aventuras por los caminos, y los vecinos de ese pueblecito comenzaron a
vivir como si estuvieran protagonizando una película.

Pienso yo que algo de esto viene ocurriendo en muchos de nuestros pueblos sin
que yo sepa decir cuál es el agente turbador, aunque muchos piensen que pueda ser el
cine o la televisión, que nos sirven violencia a manos llenas. Por no ir más allá,
tenemos la noticia surgida en Mohedas de Granadilla, donde unos jóvenes de la
localidad: Timoteo Rodríguez, Juan Fernández y Pedro Batuecas, según los partes de
la Guardia civil que intervino en el asunto, comenzaron a hacerle la vida imposible al
pobre maestro, don Virgilio, al que le robaron 700.000 pesetas en joyas, le quitaron
posteriormente un ciclomotor y lo quemaron y, últimamente, comenzaron a mandarle
anónimos amenazándole de muerte si no les daba otras 200.000 pesetas, y firmando
como “ETA – militar”.

La Guardia Civil los ha “trincado” y pagarán su culpa, pero pienso yo que a lo


peor el “torcimiento” de estos jóvenes comenzó por juego y, más tarde, viendo que las
cosas les salían bien, que lograban dinero fácil, se han visto metidos hasta el cuello en
un asunto delictivo de “mayor cuantía”. Pienso yo que todos los delincuentes del
mundo, o una gran mayoría, debieron comenzar de modo similar… y casi como
jugando, o como habían visto hacer en el cine o en la “tele”, porque, oiga, esta última
—a mi modo de ver— no acaba de acertar con sus programas, porque yo veo el
“Raskens” ese que nos están poniendo al mediodía y pienso que, por si era poca la
violencia de todo tipo que nos traen las noticias, tenemos también que enterarnos de
las faenas que le hacen a la pobre familia del “soldado”, lo que sufre su fea mujer y sus
hijitos y acaba uno asqueado de este mundo y deseando “correrle la badana” a todos
esos suecos desalmados… Es más, si hacen una suscripción en beneficio de la familia
“Raskens”, que cuenten con mi óbolo.

Diario HOY, 14 de mayo de 1981


182

Una noche de zozobra e indignación

Los cacereños, creo que al igual que casi todos los ciudadanos españoles y del
mundo, vivimos la tarde del día 13, y parte de la noche, pendientes de la salud del
Santo Padre y consternados porque pueda haber alguien que, aun no siendo católico,
pueda atentar contra un adalid de la paz como es Juan Pablo II, que aparte de ser el
Vicario de Cristo en la Tierra, no ha hecho mal a nadie y ha sido y es el paño de
lágrimas de todo el mundo. Claro que a Cristo, siendo Hijo de Dios y el salvador del
mundo, también le crucificaron. Pero esto no puede ser consuelo, sino más bien la
aceptación de un mundo y una Humanidad en la que hay mucha suciedad en todos los
sentidos y donde se aplaude aín al Barrabás de turno y se sigue crucificando a Cristo a
cada momento.

Dicho esto y aparte de unir mi oración a las que todos, o casi todos —porque
uno no sabe ya a qué carta quedarse—, los cacereños elevan por la pronta salud del
santo Padre, entro en los comentarios tomados al oído.

Lo que pasa es que en cuanto al comentario sobre el atentado en sí hay


opiniones para todos los gustos. Hay quien dice que el asesino es un loco, otros que es
un terrorista movido por algunos oscuros intereses, otros que puede ser alguien con
deseo de notoriedad. A este respecto, se recuerda lo que en el Quijote se cuenta, en
unos consejos de don Quijote a Sancho sobre la mal alcanzada fama, de un pastor que
puso fuego y abrasó, en la antigüedad, el famoso templo de Diana, considerado como
una de las siete maravillas del mundo, sólo por quedar vivo su nombre en los siglos
venideros, aunque se mandó que nadie le nombrase para que no consiguiera tal fin…,
pero la verdad es que se supo se llamaba Eróstrato. ¿Es acaso este asesino un ser de
tal catadura? No llegaremos a saberlo, pero para mí el terrorismo tiene otros
orígenes, que alguna vez he dicho: En el mundo hay dos fuerzas contendientes:
marxismo y capitalismo. Sólo dos jugadores con un tablero en el que los demás somos
peones y donde cada “ficha” se mueve por iniciativa —aunque sea remota— de uno
de los jugadores. Nadie está en posesión de la verdad y puede que yo me equivoque,
pero hoy por hoy, a mi no me quita nadie mi “teoría” de la cabeza, al menos con
argumentos válidos… y que cada cual piense como quiera.

Diario HOY, 15 de mayo de 1981


183

Lo que no debe gustarle a San Isidro

Ayer fue el día de San Isidro Labrador, santo al que nuestro pueblo le tiene gran
devoción y confianza. En nuestra propia capital no se festeja ya, como debió hacerse
de antiguo, pero sí en nuestros pueblos de alrededor, porque no en vano son pueblos
agrícolas que admiraron siempre a san Isidro y tuvieron con él una confianza rayana
ya en el compadreo, de lo que es muestra la copla, cuyo origen desconozco, ya que se
canta en muchos de ellos:
“San Isidro Labrador
pájaro que nunca anidas,
no le pegues al muchacho
que apareció la petaca…”

Como ven la copla no tiene ni pies ni cabeza, pero el hecho es que se sigue
cantando en muchos de nuestros pueblos, como se cantan otras muchas coplas del
mismo corte que no tienen ningún sentido ofensivo, sino más bien el de la confianza
casi fraternal en el labrador santificado que debió ser Isidro.
Isidro era madrileño, nacido en lo que después sería la capital del Reino, y que
entonces se llamaba “Maioritum”; vivió por el siglo XII y estaba casado con María de la
Cabeza —que también fue santificada—. Él fue canonizado por Gregorio XV y desde
entonces fue el patrono y valedor de todos los agricultores y el admirado de todos los
españoles, que más o menos hemos dejado la reja y el arado hace poco… Algunos
todavía siguen con ella, pero como se están poniendo las cosas —y si San Isidro no lo
remedia— van a tener también que dejarla.
Yo muchas veces me he preguntado por qué estaba tan generalizada la
admiración al Santo Isidro, y tengo para mí que tiene sus motivos, no confesados.
Como se recordará, existe la piadosa leyenda de que, mientras Isidro dormía, unos
ángeles le cultivaban los campos —no digo yo que el santo no diera golpe, pero hay
muchos que lo piensan— y ahí cifro, en mi fuero interno, la admiración por el bendito
Isidro que, por bueno, alcanzó esa inestimable ayuda. Nuestro pueblo, nosotros
mismos, quisiéramos conseguir por otros medios —aunque fueran menos santos— lo
que Isidro logró por sus inestimables cualidades, y así echamos la quiniela, jugamos a
la lotería, nos “embarcamos” en el “bingo”, etc., etc… Lo que ya es un síntoma de que
nuestra admiración está más en lo accesorio del santo, que era el que encontraba
ayudas sin pedirlas, que en lo esencial, como es el imitar su vida como siervo de Dios
no regateando el trabajo.
En fin, amigos, que siempre nos quedamos por las ramas, lo que no debe
gustarle a San Isidro.
Diario HOY, 16 de mayo de 1981
184

El “modernismo” de las comisiones de feria

Ahora que casi tenemos nuestra feria de mayo en puertas, bueno será reconocer
que de antiguo las viejas comisiones de festejos que precedieron a la actual —
hablamos casi de principios de siglo— promovieron a nivel popular muchos de los
inventos que estaban entonces, como quien dice, recién hechos. Así, en nuestras
ferias, los cacereños de aquel entonces pudieron ver los primeros globos aerostáticos;
los primeros aviones o aeroplanos —como entonces se decía— con demostraciones
como las de Henry Tixler, que vino varias veces, con uno de aquellos cacharros
voladores que se deshacían con cualquier golpe, pero que ilusionaba a la
concurrencia, y lo mismo podríamos decir de las primeras exhibiciones de cine mudo
que solían hacerse ante el Ayuntamiento, a plaza llena y sobre una pantalla
improvisada en lo alto de la escalinata para que la viera todo el mundo.

El cine arraigó aquí desde los primeros momentos y hubo casetas desmontables
en San Juan, y creo que en la plaza de la Concepción, donde los cacereños vieron las
primeas películas de aquel entonces, movida a manivela, y donde se formaban los
primeros “operadores” que luego fueron famosos en Cáceres, como Toribio López
“Tori”, aunque luego no siguiera por esa profesión, y el famosísimo señor Pulido, más
conocido por “Petola” que fue el maestro de operadores cacereños, hasta que se jubiló
no hace tantos años. Es más, ya con el cine sonoro y en las primeras salas cerradas y
permanentes que hubo, “Petola” era una personalidad popular, hasta el punto de que
cuando había carreras de “cow – boy”, el público exclamada, animándole —ya que la
cinta se movía a manivela—: “¡Siguelá, Petola!” con el fin de que no se parara.

Hay algo que muchos no creen en la actualidad pero que nos consta ocurría, en
el mismo “Gran Teatro” que todavía existe, cuando se ofrecían películas musicales,
Tras de cada canción el público aplaudía pidiendo se repitiera (como si el cantante lo
hiciera en vivo) y el bueno de “Petola” paraba unos momentos, rebobinaba el filme y
volvía a poner la canción aplaudida. Puedo afirmar que con las películas de tangos de
Gardel, las peticiones de repetición eran continuas, y hasta que causó cierta
indignación el que una de las empresas que lo explotaba (creo que la SAGE), al
cambiar los proyectores por otros automáticos, tenía que poner carteles en los que se
decía: “Advertimos al respetable que

Diario HOY, 17 de mayo de 1981

NOTA.- El final de esta Ventana salió cortado y se completa y explica en la Ventana


siguiente.
185

Con permiso del “diablillo”

La “ventana” del pasado domingo llegó a los lectores con el alféizar roto; o sea
—para entendernos— que la parte final quedó cortada y la narración interrumpida,
como en las viejas “hojas del calendario” en las que ponían al final: “La solución
mañana”. Lo malo es que como en dicha “ventana” no se puso esa coletilla final, el
lector se habrá preguntado: ¿Y qué pasó aquí? Pues bien, el “ventanero” tratará ahora
de justificarse con ustedes recurriendo al socorrido dicho: “Es que esos diablillos de
las redacciones, seguro que andaban jugando con las tijeras y dieron el tijeretazo sin
ofrecer explicación ninguna a los seguidores de la “ventana” ni al propio ventanero”.
El “ventanero” lo lamenta sinceramente y ahora está un poco mosca, porque los
referidos diablillos la han tomado con esta sección y no gana uno para justificaciones.

En fin, como lo iniciado hay que terminarlo —siempre que los diablillos nos lo
permitan— les diré que en aquella “ventana” rota me estaba refiriendo a cuando en
los cines de Cáceres, porque el público aplaudía a las canciones de las películas, el
operador había de rebobinarlas y repetir el cantable. Esto era para él una lata, porque
el proyector se movía a manivela, pero duró por costumbre hasta que una empresa
automatizó el sistema de proyección y, con gran indignación de los cacereños de
entonces, hubo que poner unos carteles en los que decía: “Advertimos al respetable,
que por el sistema automático de proyección, no podremos repetir los cantables de
las películas, aunque se aplauda.”

Eso era todo y con ello queda completa la “ventana” defenestrada por los
diablillos; esperemos que el de las tijeras sea esta vez más comedido y no le pegue
otro tijeretazo, porque si no, no habría más remedio que cerrar la ventana y
reunirnos en cualquier sitio para que les complete la historia o les cuente otras como
éstas sin que el diablillo nos moleste.

Diario HOY, 19 de mayo de 1981


186

Derechos y obligaciones

Uno acaba asombrándose de la serie de derechos que exigimos y de cómo nos


olvidamos de las obligaciones que, por lógica, deben ser la contrapartida de esos
derechos. Son pequeñas cosas, nimias si ustedes quieren, pero que dan el pulso de un
estado actual en el que echamos por delante las exigencias, olvidándonos de lo que
nosotros debemos aportar en contrapartida. Por no ir más allá, sucede en el comercio,
donde el olvido del cliente —en muchos casos— es palmario excepto para que pague.
Por ejemplo, usted va a un establecimiento y encarga un regalo, unas flores o una
tarta, para que la lleven a un amigo suyo que festeja algo y con el encargo de que la
lleven, con una tarjeta suya, precisamente, en el momento del festejo. Si es que no
piensan hacerlo, se lo podrían decir de entrada, pero no, allí le dicen que sí, y hasta
usted queda una “propina” para el dador, o al pagar paga algo más por el servicio. Lo
que pasa es que la tarta, el regalo o las flores, llegan dos días después del festejo, o si
llega el regalo no llega a tarjeta, o si llega la tarjeta no llega el regalo, y si usted
reclama se encogen de hombros y le dicen, “pues no lo hubiera usted dejado”, cosa
que le debieron decir antes de cobrarle. La cosa no tiene ya remedio y usted se
aguanta aunque en el interior se juramente a no volver por allí, cosa que tampoco le
importa al empleado porque el dueño del establecimiento es un “explotador”
consumado y quizás lo sucedido es una forma de “venganza” para espantarle la
clientela actuando como una especie de “quinta columna” desde el interior del
negocio.

Yo podría contarles cómo en un hotel de Canarias solían enviar a cada nuevo


cliente una botella de “champaña” a su habitación con una tarjeta que decía: “Con los
deseos de feliz estancia entre nosotros”. Las tarjetas solían llegar, pero las botellas se
las bebía o las vendía el encargado de hacer el servicio y hasta que se averiguó el
“negocio” estuvo bebiendo gratis y “congelando” la buena intención de la dirección
del hotel. Este estado de cosas es casi general y en cualquier servicio: la carta que no
llega, porque tiene el número de la calle equivocado; el funcionario que cierra la
ventanilla, porque se va a tomar café, y deja al “cliente” con la palabra en la boca.. etc.

Relacionen esto con la falta de productividad a cualquier nivel y tendrán el


panorama completo.

Diario HOY, 20 de mayo de 1981


187

Los morosos y su lista

Más de dos y más de tres están que no se les arrima la camisa al cuerpo con la
noticia emanada de la Cámara de Comercio de que van a crear un registro de morosos
para tenerlo a disposición del comercio provincial y que cada cual sepa a qué atenerse
si el “cliente” es uno de los incluidos en el “índice prohibido”. Yo pienso que cada cual
es muy quién para defender sus intereses y que la Cámara defendiendo el de sus
asociados hace bien en recurrir a la creación de ese registro y aun a otras medidas,
para ver quién es “de fiar” y quien no lo es.

En eso de las “letras” se había llegado a unos extremos que era lógico que
aparecieran esas medidas. Ya conocen ustedes lo de aquel que metía todas en un saco,
lo movía bien, y sacaba una cada mes, que era la que atendía, quedando las demás a la
espera de mejor suerte.

Lo que temo yo, y algún comerciante con el que he hablado del asunto, es que la
lista o registro va a ser así como un tomo del “Aranzadi” y que no va a haber forma de
consultarlo en un momento, a no ser que se emplee un orden alfabético como el de los
diccionarios. Ustedes se imaginan a un comerciante que le diga al cliente: “Vuelva
usted mañana, para que nos de tiempo a consultar si está usted en la lista…” En fin,
que hay quien piensa que si en la lista se pone a todos los morosos se corre el peligro
de que el comercio se quede sin clientela.

En Norteamérica, según me han dicho, se recurre a otros sistemas. Según lo que


me contaron, allí hay unas compañías que se encargan de que el moroso pague. Estas
compañías se llaman “los colorados”, porque sus agentes van vestidos de rojo de pies
a cabeza y acompañan al moroso durante toda la jornada, para que sus convecinos
sepan que debe dinero. No suelen incordiarle, sino ir a su lado continuamente. A
algunos, a los muy morosos, les ponen dos o más “colorados” que le acompañan hasta
que avergonzado paga… ¿Ustedes se imaginan que pasaría aquí si se empleara el
método? Y estoy seguro que con la “cara” que tiene alguno de nuestros morosos
acabarían diciendo: “Es que estoy formando un equipo para enfrentarme al
Cacereño.” Y se quedaría tan fresco.

Diario HOY, 21 de mayo de 1981


188

Monumentos y estatuas cacereñas

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)

Ahora que el Ayuntamiento ha hecho un proyecto para una fuente monumental,


con estatuas incluidas, en la Plaza Mayor, respondiendo a la oferta de regalo de dicho
monumento por la Caja de Ahorros, ha surgido el tema de los pocos y escasos
monumentos y estatuas que tenemos en la ciudad y alguien nos ha preguntado el
significado de algunos, por ejemplo el que está en Cánovas —muy deteriorado por los
gamberros— erigido en memoria de don Juan Muñoz Chaves...

—¿Quién fue Muñoz Chaves ?— nos ha preguntado alguno y nosotros vamos a


tratar de dar respuesta a la pregunta porque al menos las nuevas generaciones,
desconocen la personalidad de este cacereño que mereció los honores monumentales.

De entrada diremos que don Juan Muñoz Chaves fue un líder político liberal y un
gran abogado. La antorcha del liberalismo la había ostentado esta familia, que era
originaria de Bienvenida (Badajoz) aunque se afincaron en Cáceres desde mediados
del pasado siglo, casi desde su llegada. Tan es así que en lo local y aún en lo regional al
liberalismo se le conoció por “chavismo”.

Don Juan, incorporado al Colegio de Abogados en 1877, fue decano del mismo,
presidente en la Cámara Agrícola, de la Diputación Provincial, diputado a Cortes por
Hoyos, senador del reino por Granada y por Cáceres y gran amigo de don Segismundo
Moret, que a la sazón era presidente del Consejo de Ministros y que lo nombró, en
primeros de noviembre de 1909, director general de la Administración Local y
miembro de la Comisión de Presupuestos del Senado y se dice que hubiera llegado a
ministro, pues tenía dotes sobradas para ello.

Como abogado fue una lumbrera. El día 23 de marzo de 1917 falleció


repentinamente, al llegar a su casa desde la Audiencia, donde acababa de informar en
un pleito que despertó gran curiosidad por tener como oponente al eminente hombre
público y jefe del Partido Reformista, don Melquíades Álvarez.

El monumento a su memoria fue realizado por el insigne escultor Mateo Inurria


y por encargo y suscripción de los liberales de toda Extremadura, planteándose el
problema de si se ubicaba en Cáceres o en Badajoz, cosa que se resolvió mediante
sorteo, correspondiendo a Cáceres la posesión del monumento. Estuvo donde hoy
está la Fuente Luminosa para pasar al lugar que ocupa en la actualidad.

Lástima es que hoy esté tan deteriorado y nadie se ocupe de repararlo.

Diario HOY, 22 de mayo de 1981


189

“El tío vivo” de la Telefónica

Yo descolgué el teléfono para hablar con Barcelona. Marqué el prefijo 93 y el


número deseado y esperé la llamada. No cogían el teléfono y, por si acaso, volví a
llamar y entonces daba comunicando, lo que me animó a esperar un rato y volver a
hacer el intento. En esta ocasión el teléfono ni llamó ni dio comunicando, sino que en
fondo, bastante lejos, una voz comenzó a preguntarme: “¿Eres Antonio?” “No lo soy —
respondí—, yo sólo quiero hablar con Barcelona.” “Pues esto es Pamplona —me
respondió— y yo estoy tratando de llamar a Bilbao.” “Pues esto es Cáceres”, le aclaré.
“Oiga, bonita ciudad, una vez estuve en ella y fue todo un descubrimiento…” y así
siguió este ignorado comunicante que llegó a ofrecerme su casa y su amistad,
teniendo yo que hacer lo mismo, pero como lo que me urgía era hablar con Barcelona,
se lo dije, cortamos el “rollo” y volvía a intentarlo (supongo que él haría lo mismo con
Bilbao). En este segundo intento, sobre un fondo como de marcapasos, salió una voz
femenina que comenzó diciendo: “Ya parece que llama”… y agregó preguntando:
“¿Eres Carmen?” “No, señora, no soy Carmen, ¿no ve que tengo una voz masculina?”
“Es que como se oye tan mal”…, se justificó, y continuo el diálogo, con bastante
indignación por su parte: “Esto es una cabina de Trujillo, pero llevo una hora tratando
de hablar con Miajadas y no hay forma, y además es que la “bucheta” de este cacharro
no hace más que tragarse “perras” y va a arruinarme… ¡Esto es un timo, y no hay
derecho! Además del tiempo que pierde una, las “perras” que nos cuesta, yo creo que
si me hubiera acerado a Miajadas con un taxi me hubiera gastado menos…”

Iba a contestarle, pero interrumpió otra voz lejana: “¿es Zaragoza?, que llamo a
ver cómo están los niños”; al par de ésta, de nuevo el de Pamplona: “¿Es Bilbao?” La
de Trujillo dijo: “¿Y quién es ahora?”, por lo que hube de aclararle que era un amigo
mío de Pamplona al que había conocido por el mismo sistema, pero terció otro más
desde La Coruña preguntando no sé qué de una mercancía y de si había llegado. La de
Trujillo se desesperaba y sólo hacía reclamar el dinero que aquello le estaba
costando; el de Pamplona le aconsejó que reclamara a la Telefónica y que él estaba
dispuesto a servir de testigo, además de que él pensaba hacer lo mismo porque no
había derecho… Salieron algunos más, que volvían a pedir que colgáramos y lo
intentáramos de nuevo, pero ni por esas; yo creo que hablamos con media España,
pero no con quien nos interesaba.

Diario HOY, 23 de mayo de 1981


190

El medievo que viene

La ignorancia es una mala consejera y cuando vemos en el caso de la neumonía


atípica, sin saber qué produce el mal, cómo se transmite, ni cómo se cura, vemos
hacer declaraciones diciendo que “el asunto está controlado”, y al par echar la culpa
del contagio —sin tener una base cierta— a verduras, perros o pájaros y sacrificar a
estos últimos inocentes animales, tenemos un atisbo de porqué en el medievo se
quemaba a la gente sin razones ciertas y se calificaba de brujo apto para la hoguera —
por un “quítame allá esa epidemia”— a cualquier persona normal que no tenía que
ver nada con el asunto.

Las constantes de la humanidad han sido las mismas siempre y ante lo


desconocido, por un miedo irracional, hacemos las cosas más peregrinas. No vale aquí
el lógico razonamiento de que más muertes produce una simple epidemia de gripe, o
el tráfico en la carretera, porque la ignorancia en la que nos movemos seguirá
señalando a “responsables” posiblemente inocentes, a los que se sacrificará, de uno u
otro modo, en aras de esa misma ignorancia de la que ¡Dios nos libre!

Hablaba yo de esto con mi amigo Belvedere, que es un gran pensador, y me


señalaba el peligro del “medievo que se avecina”. Según él, la humanidad va camino
de otra época en la que la ignorancia se volverá a enseñorear de la masa aunque en
esta ocasión esta ignorancia la provocará el exceso de conocimientos de una minoría,
la que siempre ha manejado a los otros. Dice mi amigo que estamos en el dintel de la
época de los cerebros electrónicos, de las máquinas pensantes. Un atisbo con el que
me ponía ejemplo, es el de los niños que aprenden las reglas elementales: sumar,
restar, multiplicar, extraer raíces, etc… apretando los botones de una calculadora y
esperando el resultado, pero sin saber exactamente lo que hacen. Las máquinas
cerebrales se multiplicarán a todos los niveles y la gran masa, sólo sabrá apretar
botones, porque habrá sólo unos cuantos cerebros que conocerán el proceso íntegro,
los demás no… ¿Y qué pasaría si las pilas que mueven esos cerebros faltan, o si el
hombre masa se queda aislado de los que los fabrican?... ¿Tendrán que volver a
comenzar como Robinson Crusoe desde su isla de ignorancia en la que sólo le
enseñaron a apretar botones?

Piensen en ello y vean que no es tan descaminada su idea.

Diario HOY, 24 de mayo de 1981


191

La lluvia y la cadena

Yo no quiero ser agorero y máxime no sabiendo si la lluvia viene bien o no,


aunque se estropeen las ferias. Uno no sabe a qué carta quedarse y pienso que, en
efecto hay sequía, a la que le viene muy bien la lluvia, pero por otra parte, con la feria
en puertas, el ferial abierto, el concurso hípico en marcha, etc. habrá a quien le venga
bien el que no llueva, por lo que creo que si, andando el tiempo, se lograra que lo del
llover fuera como el tirar de la cadena de la cisterna del “wáter”, o sea, para
entendernos, que desde las nube hubiera una especie de cadena colgando sobre cada
provincia o región con la idea de que, si se necesitaba la lluvia, se tirara de ella.
¿Ustedes se imaginan la guerra que se formaría entre los que quisieran tirar y los que
quisieran impedirlo?

Pensemos que la “competencia” se le daba a la Junta de Extremadura y que el


amigo Bermejo se dispusiera a tirar de la cadena, porque los ganaderos y los
agricultores se lo habían pedido. Pues bien, antes de agarrar el pomo de la cadena ya
habría alguien que —aun pistola en mano— le diría: “Quieto, que la lluvia viene mal
para mis tomates, para mi feria, para mi espectáculo, etc.”

¿Qué haría nuestro buen Manuel Bermejo?, lo inmediato reunir la Junta y tener
una larga discusión, en la que —a lo mejor— los socialistas decían: “Cadena sí, pero
con capitalidad en Mérida. Si no se nos compensa con esa petición, aquí no tira de la
cadena nadie”. Por su parte el grupo de UCD diría que la cadena se intentaba politizar
y exigirían una serie de consejerías a cambio del tirón, o bien harían ver que la lluvia
venía mal para la fruta temprana, para los pastos, para la riqueza cerecera del Valle, y
aun para los industriales feriantes y taurinos, que a lo mejor hasta eran del partido…
En fin, que es mejor que no nos den, entre las competencias, la de la cadena y que siga
lloviendo según Dios quiera.

No obstante, y volvemos a lo del principio, creo que el tiempo se nos ha


estropeado: por anunciar las ferias (cosa que debería haberse llevado más en
secreto), por anunciar su corrida Luis Alviz y por dejar al Nano andar con “la
procesión” a sus anchas. Luego pasa lo que pasa, y a lo mejor habrá hasta gente que
proteste, pero mira, si la lluvia llega, que llegue, y luego salga el sol por donde quiera.

Diario HOY, 26 de mayo de 1981


192

Mi vuelta a Turulandia

Cuando yo estuve en Turulancia, que es un país que está según se va al Senegal a


mano derecha, aquello era un paraíso. Era el presidente de la República el señor
Tartarugo y las características democráticas del país llegaban hasta unos extremos
francamente curiosos en los que la teoría estaba muy por encima de lo práctico, hasta
el punto de que a la guardia fronteriza no le dejaban cargar sus escopetas, si antes no
se reunía el Congreso de los diputados y todos los partidos acordaban que las
cargaran, tras haberles explicado ampliamente que había necesidad de ello. Pero no
quedaba ahí la cosa, porque para poder utilizarlas, cada guardia tenía que enviar una
solicitud al Congreso, reintegrada con catorce pólizas, en la que demostrara que
frente al puesto que guardaba había bandidos, adjuntar además un “currículum vitae”
de cada uno de los bandidos, foto incluida, con filiación política del mismo —del
bandido oponente— y posible intencionalidad de su presencia. Entonces la Cámara,
tras estudiar y discutir cada caso, expedía una credencial al guardia, firmada por
todos los partidos, en la que se decía: “Se autoriza el gatilleo” o bien se denegaba.

Claro que en el caso de defensa propia, el trámite se agilizaba, eximiendo al


guardia de las catorce pólizas preceptivas y autorizándole a emplear sólo un “timbre
móvil” de 0,5 turus —que era la moneda equivalente a nuestros céntimos de peseta—
.

Aquello, como digo, era entonces un paraíso donde todo marchaba a las mil
maravillas, la gente se estimaba, los partidos discutían dentro de un orden y la ley,
aún la que regía para los guardias fronterizos, se respetaba al máximo, aunque a decir
verdad el exceso de papeleo les tenía un poco desazonados, porque lo malo era que
los bandidos que comenzaron a pulular por las fronteras, no observaban esta sana y
sabia ley y apretaban el gatillo sin pedir permiso a nadie… Pero como ensayo
filosófico aquello era una maravilla.

No hace mucho volví a Turulandia en plan de viaje turístico y me interesé por el


presidente, señor Tartarugo: “está exilado”, me dijeron, ahora el presidente es el
señor Bocachón, que era el jefe de los guerrilleros que estaban en la frontera y que ha
establecido un nuevo orden disolviendo el Congreso y los partidos políticos. No me
atreví a preguntar más, pero me temo que algún fallo burocrático deben haber tenido
las teorías filosóficas del anterior presidente.

Diario HOY, 27 de mayo de 1981


193

Otra vez el “seiscientos”

Me decía ayer uno de los jefes militares de la Cruz Roja en Cáceres, que ahora, en
el cuerpo de voluntarios de Cruz Roja, les va siendo cada día más difícil encontrar
soldados conductores para las ambulancias que esta tropa tiene en Cáceres. Antes les
era más fácil encontrar entre los voluntarios conductores, porque casi todos tenían el
carnet de conducir, pero resulta que ahora es cada vez más difícil que entre los
voluntarios se encuentren gentes que tengan este requisito, por lo que se las ven y se
las desean para encontrar los conductores de ambulancia necesarios.

Hablamos del asunto y estimamos que ello era un índice de que el nivel
económico medio, al menos de nuestras gentes, baja rápidamente y las 20.000
pesetas que más o menos costaba hacerse del carnet de conducir —aparte de la
aprobación de exámenes— que antes tenía cualquiera, ahora comienzan a escasear,
máxime cuando —por esa baja del nivel adquisitivo— muchos de estos jóvenes que
antes aspiraban a tener un coche, ahora no pueden aspirar a ello. Es más, se da el caso
curioso de que los que proceden de pueblos, o zonas rurales, sí suelen tener este
requisito quizás porque allí el coche se emplea más como herramienta de trabajo,
para ir al campo o para atender la ganadería, o bien hay la necesidad de sacarlo para
poder conducir el tractor que se emplee en las labores agrícolas. Ello sin duda supone
un sacrificio económico que se acomete por verdadera necesidad, mientras en la
ciudad el coche —que antes tenía cualquiera— comienza a ser ya un artículo de lujo.

Relacionando esto con la producción de coches en España, llega uno a sacar la


conclusión de que los fabricantes andan equivocados o no evolucionan al par del
poder adquisitivo del posible cliente, y así nos ofrecen coches cada vez más caros,
cuando nuestra economía es cada vez más baja.

Un índice de lo que decimos es la atención que se viene prestando a la posible


importación del “600” —que aquí dejó de fabricarse— desde Yugoslavia a un precio
más bajo y asequible que cualquiera de los que aquí se fabrican.

Es, si se quiere, sólo un indicio, pero pienso yo que nuestros fabricantes se lo


deberían meditar para ponerse más acorde con el nivel económico que, a la baja,
venimos alcanzando.

Diario HOY, 28 de mayo de 1981


194

“Sí, sí, corcho…”

Me tiene a mí un poco escamado eso de que la televisión soviética haya enviado


un equipo de filmación a Extremadura, con las cámaras Kudrin y Pridogorin, para
tomar un reportaje de todo el aprovechamiento del corcho y su transformación en
nuestra región Ellos se han ido a San Vicente de Alcántara, que acaba de recibir la “I”
de Importantes de Extremadura, precisamente por esa industria, y allí están
campeando a sus anchas para recoger todo el proceso corchero, desde la producción
de las planchas hasta la transformación en tapones… pero como da la casualidad de
que en su embajada, desde que se estableció aquí, aparecen espías por todo lados, uno
no acaba de tenerlas todas consigo y parece feo el preguntar a un huésped, así como
el que no quiere la cosa: “¿Oiga, y a propósito de corcho, no serán ustedes espías, por
un casual…?”, porque de menos los hizo Dios y a lo mejor del corcho puede hasta
extraerse un material bélico o para la fabricación de bombas atómicas, porque aquí
nos lo creemos todo.

Para que no lo duden, les voy a contar un suceso ocurrido aquí cuando las
primeras bombas atómicas. Sus protagonistas viven y trataremos de evitar nombres
reales. Se dio el caso de que una partida de bromistas convenció a un conocido, al que
llamaremos Felipe, de que el material principal se extraía del “tuétano” de los huesos
de los perros. Felipe era hombre callado y ambicioso y vio que era un negocio el
hacerse de perros y venderlos a los americanos. El grupo le estimuló la idea y hasta le
convencieron de que se estaba preparando un vagón de ferrocarril para, mediante
compra, enviar estos animales a los americanos. Mi buen Felipe reunió hasta medio
centenar de perros y se presentó con ellos a la Estación, donde le enviaron los
bromistas, preguntando por un determinado factor —también del grupo— que
aunque no estaba en el “ajo” se imaginó la broma y le dijo: —“Pero hombre, cómo te
voy a facturar los perros sin saber el peso. Vete a ver a Pedro y que te los pese”. Pedro
era uno de los del grupo, que trabajaba en unos almacenes de ultramarinos y que tuvo
que recibir al bueno de Felipe y su jauría y que, entendiendo la broma, le envió a otro
amigo veterinario, para que le hiciera la “guía”… En definitiva, que Felipe recorrió
medio Cáceres con sus perros —muchos de ellos adquiridos a lazo— hasta que
dándose cuenta de que le embromaban, les dio suelta a todos proporcionando un
gran trabajo a “Sabanilla” el lacero. Broma sí, pero para que vean que aquí nos lo
creemos todo.

Diario HOY, 29 de mayo de 1981


195

La bestialidad de Televisión Española

Una madre de familia nos refería, angustiada, los tremendos apuros que pasó el
jueves cuando, en unión de sus hijos e hijas, veía el segundo programa de Televisión
Española, concretamente el espacio titulado “Entre dos luces”, que se emite sobre las
20,30 horas, o sea, las ocho y media de la tarde, hora en la que muchos niños,
adolescentes y jóvenes en general están viendo el programa.

No vamos a entrar en pormenores, pero en general se refirió a lo que el


diccionario denomina bestialidad, pero no en la acepción de brutalidad o
irracionalidad, sino en la del “pecado de lujuria cometido con una bestia”, dando toda
clase de detalles de los apareamientos sexuales entre humanos y animales, y aun con
los objetos más extraños que pueden imaginarse, pero descendiendo a los detalles
más groseros que uno pueda pensar, hasta el punto de avergonzar a la escucha que,
asombrada de lo que oía y veía, no reaccionó en muchos casos cerrando el receptor, o
bien, si eran niños o jóvenes los que lo veía y oían —sin estar presentes sus padres,
cosa que es lógica a esas horas— se lo “tragaron” de cabo a rabo interpretándolo a su
modo y manera, recibiendo un daño a nuestro modo de ver irreparable porque la
imaginación en esa edad inmadura cuela y aquello estimulaba no ya un vuelo, sino un
viaje interplanetario en muchos casos sin retorno.

“Yo no sabía qué hacer —no confesaba la señora— porque muchas cosas de las
que explicaron yo las desconocía y todo mi afán era hablar para distraer la atención
de mis hijos de la pequeña pantalla, sin llegar a conseguirlo hasta que por las buenas
cerré el receptor.”

Nos explicaba la reacción de sus hijos y la serie de preguntas que le hicieron


sobre lo visto, a lo que no podía quitar importancia, porque la tenía, ni podía dar una
explicación de ese “asalto a la moralidad familiar que se permitió, sin más aviso, la
pequeña pantalla”.

No nos consideramos pacatos y hasta pensamos que esos temas, con la escucha
precisa a la que no pueda hacer daño, pueden tratarse, pero no indiscriminadamente
y cuando se sabe por la hora —8,30 de la tarde—, que la escucha es infantil o juvenil y
el tema abordado puede hacerles más daño que beneficio.

Y no insistimos más en el tema, que tiene mucho en lo que se puede insistir,


pero creemos que TVE ha elegido un camino equivocado.

Diario HOY, 30 de mayo de 1981


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La feria de San Fernando

Mi tocayo, el señor Bullón, tenía gran interés en que a las ferias de mayo de
Cáceres se les acabara llamado “Ferias de San Fernando”, como a las de septiembre —
que inventó el alcalde Francisco Elviro Messeguer— se les llamó de “San Miguel”. Yo,
por aquello de llamarme también Fernando, me veía entre la espada y la pared para
hacer campaña de este nombre, por aquello de que no pensaran que era un
“autobombo” entre los que llevamos el nombre del santo rey, que somos muchos en
esta tierra y, a decir verdad, el nombre viene pegando —cosa que a mí me agrada—
aunque yo les doy ni palabra que no he intervenido para promocionarlo.

Pero, nombre aparte, nuestra feria actual de mayo se remonta —tal y como está,
y aunque descienda de la feria foral— nada más que a principios de siglo, y fue
precisamente el comercio de Cáceres el que más insistió en promocionarla. Lo que sí
pasa es que esta feria ha sido una feria itinerante, en cuanto a parque de atracciones
se refiere. Dicen que se celebró en las inmediaciones del Colegio de San Francisco,
también en la Plaza Mayor, en la plaza de San Juan, donde hoy está el edificio del INP,
cuando aquello era un solar. Yo la he conocido también en la avenida de la Virgen de
la Montaña, cuando las edificaciones llegaban sólo a la actual Escuela de Magisterio,
en el “Rodeo” ha estado varias veces y en varios sitios y, por fin, donde ha arraigado
más tiempo ha sido donde ahora se hace, o sea, en los antiguos terrenos de la estación
vieja, pero al parecer ya para poco tiempo, porque allí se hará el polígono residencial
“Los Fratres”, con lo que el parque de atracciones deberá “emigrar” de nuevo y buscar
otro lugar donde ubicarse.

Creemos que este es un tema municipal que no debería olvidarse, y hasta


pensamos que el municipio debería dedicar un terreno fijo a ella en el que hubiera un
parque de atracciones ya trazado para no continuar en este ir y venir que en nada las
benefician.

¿Y qué lugar? Se viene hablando de un montón de sitios: Cerca del polígono “Las
Capellanías”, en las inmediaciones de la charca Musia, volver de nuevo al “Rodeo”,
llevarla cerca del Espíritu Santo…, en fin, que hay opiniones para todo los gustos, pero
sobre todo, creemos que el Ayuntamiento debe buscarle ya un sitio fijo para próximos
años.

Diario HOY, 31 de mayo de 1981


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Los viejos cafés cacereños

Obligado es agradecer a Luis Montalbán el haberse acordado de esta sección y


haber dedicado una cariñosísima carta hacia la ventana y al que la firma. Hay algo que
dice en la carta en lo que quiero insistir —sin que esto parezca una “asociación de
bombos mutuos”—, referido a lo mucho que él ha escrito sobre este Cáceres de
nuestros amores y los conocimientos que sobre el mismo tiene por haberse criado en
ese observatorio excepcional que fue el famoso “Café de Santa Catalina”, propiedad de
su familia, que durante muchos lustros fue el centro social cacereño. Yo no lo llegué a
conocer, pero he oído hablar tanto de él que podría escribir algunas historias de
segunda mano que es preferible cuente él de primera mano, como la del perro Curro
que nos ha prometido.

No obstante, es curioso saber que la vida social de Cáceres giró casi siempre
alrededor de un café —y me refiero a la vida del verdadero pueblo, no a la de los
“señores” que tuvieron su casino—. He citado el café de “Santa Catalina” que fue
centro de reunión social de primeros de siglo, pero herederos de él —y ya conocidos
por mí— fueron el “Café Viena” donde cacereños como Pedro de Lorenzo y Leocadio
Mejías, comenzaron a hacer sus primeros pinitos literarios aunque entonces se
firmaran: Viky y Kopolan, lanzando una deliciosa novela con el extraño título de Santa
Lila de la Luna y Lola, en la que se describe, de forma deliciosa, el mencionado café
provinciano.

Después fue el “Jamec”, que fundó Eugenio Alonso, que trajo a Cáceres las
primeras bandas de “jazz” con el negro Arango incluido.

Más tarde sería el “Avenida” el que acaparara la vida social cacereña, con sus
dos barras, la de los “cursis” y los menos cursis, que nos ofreció las primeras
“animadoras” entre las que se cuenta la famosísima cantante lírica Pilar Lorengar,
aunque entonces no se llamara así, sino Lorenza García, más tarde Loren Garcí, y
posteriormente el nombre artístico que ahora tiene.

Todos estos cafés desaparecieron, algunos recientemente, y ahora ¿cuál es el


“café” que ha tomado el testigo?, porque la vida social es menos recoleta que entonces
y puede que haya terminado con el carácter familiar de aquellos “cafés” de entonces
que muy bien pudieron servir para inspirar la letra de tango.

Diario HOY, 3 de mayo de 1981

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La carta a la que alude Fernando García Morales en esta ventana se publicó en el


Diario Hoy de 1 de mayo de 1981 y se relacionaba con “Ventana” titulada “Una saeta de
Miguel “El Gacho”, publicada el 24 de abril anterior.
La carta de Luis Montalbán Portillo decía lo siguiente:

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Para Fernando:

Amigo Fernando: Estoy en una cuádruple deuda contigo, y es mucha carga


moral para seguir durmiendo con tranquilidad.

Primero fue por un artículo sobre bolindres y “guindillas” que correspondía a mi


homónimo hijo y me la colgaron a mí. Después, porque fuiste mi eco en lo que, con
muy buena intención, aireaba por obligación y para evitar su repetición. No se
interpretó así mi buena fe y ha quedado en el silencio la definitiva contestación, con
las pruebas autógrafas que quiero enseñarte, para que seas mi heredero espiritual,
quedando de testigo mudo y complicado en el buen consejo que me dieron:

“Mira, Montalbán, vamos a dejarlo porque ya no se adelanta nada más con


seguir liando el asunto”.

Y sigo contigo: La tercera fue que volviste sobre la misma polémica, repitiendo
el eco con mayor sonoridad y a semejanza de esas repeticiones que se dan en esa
Serranía de los Órganos, que sólo conozco por aquella película en la que Joselito,
entonces un niño, interpreta una canción, como solo un ruiseñor podría hacerlo, en la
soledad de aquellas bellísimas montañas.

Y por cuarta vez sales comentando, jocosamente, un episodio de mi antigua


casa, el “Café Santa Catalina”, sobre la actuación de un perro que no se separaba de mí
ni un momento y que, a trancas y barrancas de las personas mayores que me criaban,
compartía conmigo la cama y el rebañar, o relamer, mi colmado plato de natillas o
arroz con leche.

¡Qué bien y que sencillas te han salido tus cuatro intervenciones!

También estoy enterado de tu interés para que yo escriba —¿más?— sobre esta
querida ciudad cacereña de la multitud de anécdotas y sucedidos que, por mi
afortunada y larga vida, presencié, o supe, a través de algunos relatos; para que quede
constancia y, tal vez pudieran tener su utilidad a los futuros historiadores que nos
sucedan.

Sobre esto, no puedo hacer una promesa de complacerte, aparte de que son
muchas las cosas que tengo contadas y publicadas, o archivadas, pues los años no
pasan en balde y cada vez me va gustando más el vivir sin molestias ni
preocupaciones, aunque luego no soy capaz de conseguirlo.

Pero eso sí, de momento voy a hacer una excepción, porque te la mereces, y te
voy a contar la pequeña historia de aquel perro que, a la presencia del “Gachó”, y por
motivo justificado (que conste), le gruñía invariablemente, demostrándole su rencor y
enemistad.

Como este preámbulo ha salido demasiado extenso, lo dejo para un próximo día,
teniendo en cuenta que, para mí el ser un buen periodista (una ilusión de toda mi
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vida) necesita que sus artículos tengan tres condiciones: primera, ser cortos; segunda,
ser claros y tercera, ser instructivos.

Tres sabidurías que el amigo Fernando reúne constantemente en su “Ventana a


la ciudad” y de cuanto sale de su pluma.

Espero que la dirección de HOY, si publica estas líneas, me ceda otro espacio
para que cuente la biografía y andanzas del “fox terrier” de inolvidable recuerdo y
que, en vida, atendía por el nombre de “Curro”.

Así queda esto en un “suspense” de tanto atractivo para lectores asiduos y


curiosos, con la posibilidad de que, al final, salga algún superviviente diciendo:

—Eso ya lo sabía yo, y, además…

Unos puntos suspensivos que podrían servir para que, ese anónimo que
contesta interiormente, nos citara a una charla y, entre todos, enriqueceríamos el
filón – histórico de nuestro Cáceres desde primeros de siglo.

Luis Montalbán

A los que tengan menos de 50 años es probable que los nombres de “Café
Avenida” o “Jamec” no los conozcan más que por lejanas referencias o alguna foto. Es
más probable, aún, que no hayan oído hablar nunca del famosísimo “Café de Santa
Catalina”, que estuvo en la Plaza, esquina con General Ezponda (donde luego “El
Pato”), o del “Café Viena”, en Pintores.

En esta Ventana Fernando García Morales nos habla de ellos. Muy interesante.

https://ventanasalaciudad.blogspot.com.es/2017/06/los-viejos-cafes-
cacerenos.html

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