Está en la página 1de 1

Cambiar nuestros hábitos

El karma tiene sentido porque explica de dó nde provienen nuestras sensaciones e impulsos y por
qué a veces nos sentimos felices y a veces infelices. Todo ello surge como resultado de nuestros
propios patrones conductuales. Por lo tanto, lo que hacemos y lo que nos sucede no está
predeterminado. No existe el destino.

arma” es un término de fuerza activa que


dica que los eventos futuros están en nuestra
anos. – El Decimocuarto Dalái Lama
A pesar de que a menudo sentimos como si fuéramos esclavos de nuestros há bitos (después de todo,
nuestra conducta habitual está basada en patrones neuronales bien establecidos), el budismo dice
que es posible superarlos. A lo largo de nuestra vida tenemos la habilidad de cambiar y forjar vías
neuronales completamente nuevas.

Cuando surge en nuestra mente el deseo de hacer algo, hay un espacio antes de que el impulso
ká rmico nos conduzca a actuar. No actuamos de forma inmediata cualquier sensació n que surja –
después de todo, ¡aprendimos a usar el inodoro! De alguna manera, cuando surge la sensació n de
decir algo desagradable, podemos elegir: “¿Lo digo o no?”. Quizá s experimentemos un alivio
momentá neo al expresar nuestra molestia gritá ndole a alguien, pero tener el há bito de gritarles a los
demá s es un estado mental infeliz. Todos sabemos que resolver los conflictos mediante el diá logo es
un estado mental mucho má s feliz y pacífico. Esta habilidad de discriminar entre una acció n
constructiva y una destructiva es lo que realmente distingue a los humanos de los animales; esa es
nuestra gran ventaja.

Una vez dicho eso, no siempre es fá cil elegir refrenarnos de las acciones destructivas. Se vuelve má s
fá cil cuando tenemos suficiente espacio en nuestra mente para tener presencia mental de las
sensaciones que surgen, y tal es la razó n por la que el entrenamiento budista nos anima a desarrollar
la presencia mental [Ver: ¿Qué es la meditació n?]. Conforme nos tranquilizamos, nos volvemos
mucho má s conscientes de lo que estamos pensando y de lo que estamos por decir o hacer.
Empezamos a observar: “Tengo ganas de decir algo que lastimará a alguien. Si lo digo, causará
dificultades, así que no lo diré”. De esta forma, podemos elegir. Cuando no tenemos presencia mental,
por lo general tenemos tal avalancha de pensamientos y sentimientos que actuamos
compulsivamente lo que sea que se nos ocurre, lo cual nos causa interminables problemas.

También podría gustarte