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QUEHACER DEL

PSICOANALISTA

Recorrido
DELACAN
Jacques-Alain Miller
OCHO CONFERENCIAS

MANANTIAL
HÍL

JACQUES-ALAIN MILLER

RECORRIDO
DE LACAN
OCHO CONFERENCIAS

biblioteca
UNiVEhCLAí ds r-Alírm
Prohibida su neprodjcció>i • Luy /»E?3

LIBRERIA
RAIDOS
DEL FONDO
SANTA FE 1685 - CAP.
V 4812-6685

MANANTIAL
CONFERENCIAS CARAQUEÑAS
Traducción: J.L. Delinont-Mauri
CONFERENCIA EN GINEBRA Y CONFERENCIAS PORTEÑAS
Traducción y establecimiento del texto; Diana S. Rabinovich
Versión nó rivisada por el autor
8»!VEBSI0AD ÍE FAIEE^O
iiClJOTECA

O^ISii¿f ¡
Heche-'c! deposito que marca la Ley 11.723

fecha tíe la Argentina


O 1986. J.-A. Millcr y Ediciones Manantial S.R.L.
Av. de Mayo 1365, 6" piso
(1085) Bücno.s Aires, Argentina
Telefax.:(54 1 1) 4383-7350 /(54 1 1) 4383-6059
Mail: inro@cmanantial.com,ar
www.emanantial.com.ar

Primera edición 1984 Editorial Hacia el Tercer


Encuentro del Campo Freudiano
Reimpresiones: 1986; 1987; 1989; 1990;
199! (abril y diciembre): 1994; 1996; 1998; 2002; 2006

ISBN 950-9515-9-4

Impresos 700 ejemplares en febrero de 2006 en


Talleres Grállcos Leograf SRL,
Rucci 408, Valentín Alsina. Argentina

Derechos rc.scrvados
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RECORRIDO DE LACAN

Sr. Director de la Escuela de Psicología, Señoras y Señores, qui


siera primero agradecer profundamente la invitación que,a presentarles
la obra de Jacques Lacan, me ha hecho la Universidad Central de
Venezuela, que me brinda la ocasión de venir por vez primera a Amé
rica Latina y, espero, de debatir, como lo deseaba el prof. Cadenas,
con los profesores y los estudiantes de Venezuela:
Debo primero pedirles disculpas; me gusta la lengua española, la
leo, puedo incluso comprenderla cuando no se habla demasiado rápi
do, pero, desgraciadamente, no he tenido ocasión de hablarla, y por
ello lamento tener que dirigirme a Uds. en francés.
Tengo que dar tres conferencias, consagraré la pnmera a una
presentación sinóptica de la obra de Jacques Lacan que podrá e^r
a ser, espero, para aquellos que serán sus lectores, una especie e
tabla de orientación, que se dice necesaria, ya que se imagina que el
pensamiento de Lacan es difícil. . ..
Digo que se imagina puesto que, es una de mis tesis, quiza para
dójica, que es fundamentalmente simple. Constato que, a veces,
me resulta difícil convencer acerca de este rasgo. Intentare de todos
modos hacerlo hoy. .,
Voy primero a recordarles, a informarles quiza, que Lacan nació
con el siglo, en 1901, y que, singularmente, no tuvo que rechazar
honores, pues los honores no acudieron a él. Es notable que en Fran
cia, país sumamente respetuoso de la edad y de la gloria, Lacan sea
aún un personaje controvertido. No forma parte de la Academia
Francesa como su amigo Lévi-Strauss; no le gusta presentarse en la
radio o en la televisión, y su único cargo universitario es —como se
dice en francés— el de un modesto encargado de curso en la Escuela
Práctica de Altos Estudios. Además debo agregar que para la Asocia
ción Psicoanalítica Internacional él es anatema; fue, si se quiere,
excomulgado, porque, curiosamente, las prácticas de esta institución
se parecen mucho a las de una iglesia. A pesar de ello, por un contras
te interesante, nada tiene del pensador maldito. No vengo aquí a llo
rar su suerte. Fue primero la prenda esencial de las dos escisiones que
sufrió la comunidad psicoanalítica en Francia, en 1953 y 1963.Fundó
su propia institución la Escuela Freudiana de París, en 1964, institu
ción próspera, y no creo exagerar diciendo que es la más importante
de Francia. Además, su enseñanza, dispensada en un seminario que
durante mucho tiempo fue semanal, goza, desde hace casi treinta
años, de una aSidiencia sin par en Francia. Es un seminario un poco
particular pues se realiza actualmente ante unas quinientas o seiscien
tas personas. Y esta audiencia se amplio aún más luego de la aparición
de la recopilación de sus artículos, denominada Escritos^ en 1966,
El mismo se dice un self-made man, y reconoce, de buena gana, que
el psicoanálisis hizo su fortuna.
Así, es a la vez intratable —no cedió ante ninguna fuerza que se
opusiera a esta enseñanza-, pero al mismo tiempo poderoso dentro
de la intelectualidad francesa. Mantuvo su rumbo con una firmeza
de la cual no tenemos muchos ejemplos entre los intelectuales, diga
mos, franceses.
Actualmente, en un ámbito creciente su nombre se asocia al de
Sigmund Freud. Lacan no se trazó como objetivo reinventar el psi
coanálisis. Colocó los comienzos de su enseñanza bajo el signo de un
retorno a Freud. Sólo se hizo, a propósito del psicoanálisis, una pre
gunta fundamentalmente crítica: ¿Cuáles son sus condiciones de
posibilidad? ¿Cuál fue su respuesta?: el psicoanálisis sólo es posible
si, y sólo si, el inconsciente está estructurado como un lenguaje Lo
que se llama la enseñanza de Lacan es el desarrollo de esta hipótesis
hasta sus últimas consecuencias.
El mconsciente en cuestión, subrayémoslo ya que estamos en una
Escuela de Psicología, es el inconsciente freudiano, el que Freud nom-
bró, que nada tiene que ver con lo que solía llamarse así otrora. El
hecho de que el inconsciente, tal como lo introduce Freud, sea iso-
morfo en su estructura con el lenguaje, puede comprobarse en la obra
de Freud desde sus primeros escritos. Intenten no ver a Freud a tra
vés de lo que han podido leer en otros autores, lean La ciencia de los
sueños, lean la Psicopatología de la vida cotidiana, lean su obra sobre
la agudeza, y verán uds. que la actividad de Freud es una actividad
de desciframiento. Descifra el inconsciente, y los mecanismos que
aisla como mecanismos primarios del inconsciente, a saber, la con
densación y el desplazamiento, tienen sus prototipos en esas figuras
de retórica que son la metáfora y la metonimia. Digo que esto se
constata en el texto de Freud. Pienso que, una vez advertida, esta evi
dencia es difícilmente cuestionable. Me atrevería a decir que percibir
la es cuestión de sentido común.

Hay otra evidencia que también es difícilmente discutible. Lo


propio del psicoanálisis es operar sobre el síntoma mediante la pala
bra, ya sea la palabra de la persona en análisis, ya sea la interpreta
ción del analista. Es esto lo que hay que explicar si el descubrimiento
de Freud es válido.¿Cómo puede ser que la palabra actúe sobre el sín
toma, y especialmente sobre el síntoma neurótico? Es necesario
suponer entre la palabra y el síntoma una común medida si la una
opéra sobre el otro. ¿Sino, qué nos queda? Habría que hablar de ma
gia. O bien, es también posible suponer que la libido de Freud es una
verdadera energía real.
Dicho de otro modo, la pregunta central, con respecto a la pual
se mide toda teoría del psicoanálisis es la siguiente: ¿Cómo el artifi
cio freudiano, es decir el procedimiento de la asociación libre y el dis
positivo de la cura analítica, puede afectar lo real del síntoma? Cabe
objetarle a La can que Freud nunca dijo que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje. Freud es verdad nunca lo dijo. Pero,
la tesis de Lacan es que se puede demostrar que el descubrimiento freu
diano sólo encuentra su coherencia a partir del axioma el inconsciente
está estructurado como un lenguaje". Freud descubrió el inconscien
te, expuso las consecuencias de su descubrimiento a medida que se le
fueron apareciendo las imphcaciones de este descubrimiento. La teo
ría de Freud es un verdadero desbarajuste. Y para calificarlo, hay una
palabra que aprepdí ayer, que me viene como anillo al dedo, una
palabra que es típica del castellano tal como se habla en Venezuela,
diría que hay un zaperoco freudiano. AJiora bien, de este zaperoco
freudiano, Lacan quizo hacer un paseo ordenado, claro y lógico. Su
tesis es que los descubrimientos desacordados de Freud encuentran
su fundamento en la idea de que el inconsciente está estructurado
como un lenguaje.
Freud se preocupó mucho intentando reabsorber al psicoanálisis
en las ciencias de la naturaleza. Se preocupó por ello desde su primer
trabajo, inédito, que sólo se conoció después de su muerte, el Proyec
to de una psicología científica, y esta ambición se manifiesta también
en sus intentos de Metapsicología: reabsorber al psicoanálisis en las
ciencias de la naturaleza. Pero, de hecho, su metapsicología nunca
fue más que un análisis de la estructura radical del lenguaje, lo que
podemos llamar una lógica del significante. Así mismo, los pretendi
dos Ensayos de psicoanálisis aplicado, versan siempre, en Freud,
sobre la experiencia analítica misma. Tótem y Tabú no cuenta en
tanto que antropología. El interés de Tótem y Tabú reside en que en
esta obra, Freud se acerca en forma de mito a la función del padre en
la experiencia analítica. De modo general, diría que para Lacan no
hay teoría del inconsciente en tanto tal. Hay ante todo una teoría de
la práctica analítica y en definitiva es siempre la estructura que se le
reconoce a la experiencia analítica misma, la que se supone es la
estructura del inconsciente. Diría que todos los teóricos serios del
psicoanálisis siempre reconocieron esta exigencia y que asignaron
siempre al analista un lugar en la estructura del inconsciente El ana
lista forma parte del concepto mismo de inconsciente.
Lacan profesa una enseñanza crítica, una de cuyas vertientes es
epistemológica. ¿En el fondo quién es Lacan? Es un analista que se
obligó a sí mismo a dar razón, cada semana, en público, de su prácti
ca. No conozco discurso que recurra menos a la fe ciega, al principio
de autoridad o al entusiasmo. El discurso de Lacan es una argumenta
ción que penetra en el detalle de los fenómenos de la experiencia
analítica, una argumentación que pretende ser demostrativa en un
campo donde el oscurantismo, el recurso al pensamiento mágico, son
la regla. Lacan, por cierto, introdujo la recopilación de sus Escritos
con una referencia al Siglo de las Luces y a la ambición racionalista
Por eso, de hecho, es lo contrario del retrato que se difundió de él.
Su enseñaba está animada por un ideal de sencillez, como lo muestra
la reducción del material que realizó progresivamente sobre el voca
bulario freudiano, hasta introducir -en número restringido— los tér
minos de un álgebra, muy cómoda en cuanto se conoce su manejo.
Evidentemente, su escritura -porque además de los seminarios
que hace oralmente escribe artículos- es a menudo aforística, y
esconde la articulación del razonamiento. Ocurre también que Lacan
moviliza todos los recursos retóricos, homofónicos de la lengua cuan
do escribe. Ilustra así en la forma misma de su discurso la primacía
del significante. Es indiscutible que es difícil seguir el discurso de
Lacan, y creo que eso se debe al contraste que existe entre la alta sis-
tematicidad de su pensamiento, que refundió todos lo términos sobre
los cuales se apoya; y su estilo, que es un estilo de hallazgos, un estilo
a la vez disgresivo y repentino. Si quieren, uno nunca está seguro
cuando Lacan emplea una palabra si hay que entenderla según el uso
habitual, corriente de la lengua. Es que él operó una refundición en el
lenguaje que efectivamente exige estudio. Además, sus referencias
teóricas son de gran amplitud y diversidad tanto en la literatura como
en la ciencia, tanto en la topología como en la lógica. Efectivamente,
hay que seguir sus referencias, si me permiten la expresión, romperse
la cabeza. Esto quiere simplemente decir que es una obra sumamente
opaca para los lectores apurados.
La teoría de Lacan, además, presenta un carácter de sucesión, de
continuidad, que hace difícil captarla en sus pormenores. Es una obra
que se desarrolla desde hace treinta años, sin discontinuidad aparente.
Es posible distinguir estratos en este pensamiento, pero se pasa insen
siblemente de uno a otro. Algunos pensadores proclaman/sy cambio
de opinión, Lacan transforma su teoría sin desgarramiento, como por
una deformación de tipo topológico. Esta es una de sus dificultades.
Por otro lado, al mismo tiempo que existe este deslizamiento,
existen sin embargo esquemas, fórmulas, grafos que constituyen to
pes que los frenan. Lacan pasa y vuelve a pasar por los mismos
tos dándoles sucesivamente diferentes lecturas. Es este un tipo e
trabajo que sideró a la intelectualidad francesa. En París las mo as no
duran mucho tiempo, el existenciahsmo de Sartre a lo sumo estuvo
de moda diez años, Lacan lleva treinta años de moda, y, pese a sus
esfuerzos, los intelectuales franceses no han logrado decir que o an
agotado. Hay una asombrosa resistencia a la b^alizacion en a es ruc
tura misma de este discurso, y hay una difusión que va m s a a e a
comprensión. , + „
Voy a tratar de darles ahora, rápidamente, algunos puntos de
referencia en la obra de Lacan,en su itinerario de treinta ^
poner en el pizarrón una sucesión de letras que encontramos al fin
de uno de los escritos de Lacan TTYEMUPT. Durante mucho tiempo
me pregunté que quería decir esta sucesión de letras, y so o o supe
interrogando al Dr. Lacan. Me dijo que eso es lo que él se decía a sí
mismo en la fecha de ese escrito: empezaste un poco tarde. De hecho,
a su criterio, Lacan comenzó un poco tarde. Lacan fecha el comienzo
de su enseñanza propia tán solo a partir de 1953, considerando lo
que le precede como sus antecedentes. El comienzo de su enseñanza,
a su juicio, es su texto Función y campo de la palabra y del lenguaje
en psicoanálisis. Antes, Lacan era un médico y psiquiatra que había
escrito numerosos artículos sobre puntos muy sutiles de la clínica
psiquiátrica, cuyos trabajos culminaron con su tesis sobre la psicosis
paranoica, que es de 1932, y que es, quizás, la última gran tesis de la
escuela clínica francesa, que tuvo una importancia enorme en el siglo
XIX, y que ahora se ha limitado un poco. Veo ahora a muchos estu
diantes de psiquiatría venir a Vincennes, a la sección clínica que tene
mos, y compruebo que ya no se hacen tesis clínicas de psiquiatría
sino, finalmente, tesis parasociológicas.
Después de su tesis y su entrada en análisis, les diré rápidamente
que la primera teoría del psicoanálisis que Lacan desarrolla, sobre
todo después de la guerra, después de 1945, hace de lo imaginario la
dimensión propia de la experiencia analítica. Los maestros, que reco
noce como tales en esa época, son Clérambault, el psiquiatra que en
esa época, sin duda, había visto más pacientes, porque era psiquiatra
de lo que en París llaman el Depósito, donde se envía a todos aquellos
que son recogidos por la policía -lo cual le había dado a Clérambault
una gran experiencia psiquiátrica- y Alexander Kojéve, a cuyo semi
nario sobre Hegel Lacan asistió en ese entonces.
En 1953, en ocasión de la primera escisión del movimiento psico-
analítico francés, Lacan introduce la proposición el "inconsciente
estructurado como un lenguaje", y la distinción de lo real, lo imagi
nario, y lo simbólico que seguirá siendo la piedra de toque de su ense
ñanza, que no cambiará a través de todas sus variaciones.
A partir de 1953, periodizo la enseñanza de Lacan de la siguiente
forma: entre 1953 y 1963, su enseñanza reviste la forma de un semi
nario de textos freudianos. Cada año está dedicado a un concepto, a
una o dos obras de Freud, y la validez de las estructuras de lenguaje
es verificada en toda la extensión del campo legado por la experiencia
de medio siglo de psicoanálisis. En esta época, es la categoría de lo
simbólico la que es dada como la dimensión esencial de la experiencia.
Al mismo tiempo, Lacan introduce lo que podemos llamar su álgebra^
y la introduce bajo la forma de lo que él llama un organon, según una
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propedeútica que no asciende ningún piso antes de haber medido lo
bien fundado del piso precedente.
En los diez años siguientes, 1964-1974,aprovechando la segada
escisión del movimiento psicoanalítico francés y el desplazamiento
de su enseñanza a la Escuela Normal Superior, por invitación de Luis
Althusser, no comenta ya, directamente, los textos de Freud.
contrario, son sus propios términos los que ritman su enseñanza, el $,
el sujeto tachado; el objeto llamado a minúscula y el A (Otro con ma
yúscula). Son sus tesis las que ocupan el centro de su elaboración.
Después de 1974, estamos en el tercer período que distingo en su
enseñanza propiamente dicha, Lacan toma por objeto los fundamen
tos mismos de su discurso, y, especialmente, la tripartición de lo real,
lo simbólico y lo imaginario. Dió una especie de metateoría en un
lenguaje de una gran sencillez, y al mismo tiempo con términos que
muchas veces son aporéticos. Lacan evoca en estos términos su expe
riencia, y en este último período en curso, lo real se ha convertido en
la categoría esencial. ,
Estoy encargado de redactar y pubücar sus semmanos actuales en
la revista Ornicar?. El conjunto de sus seminmos, desde el primero
que fue grabado, están en curso de publicación —yo os re ac o .
Por lo tanto, conocemos hasta ahora solamente una pequeña p^te de
la obra de Lacan; hay más de veinte tomos en preparación, lenso
que cuando esta publicación esté más avanzada se podra n^ ir
Lacan cubrió los campos principales del pensamiento que oy en la
se refiere a la psique. ,
Considero, entonces, que el discurso de ^can, se
según una lógica irresistible que estaba inscnpta ^^ _
sus inicios, y que en cierta forma su estructura fundamen a ue r
ducida en historia. Tenemos, por un lado, la estructura rea , sim
lica, e imaginaria y, al mismo tiempo, en su discurso, ca a un
estos términos fue sucesivamente ocupando el pnmer ugar. ,
Les voy a decir algo sobre esta teoría de lo
al psicoanálisis —dice Lacan— con una escobilla que se
Estadio del espejo". El estadio del espejo fue en efecto el objeto
de su primera intervención de psicoanálisis, en el Congreso
cional de Marienbad en 1936. Sin embargo, su tema no corresponde
exactamente al psicoanálisis, sino a la obsemción del compor arnien
to, y su descripción depende de la psicología animal tanto como e a
fisiología humana ¿Qué es el estadio del espejo? Se resume en e me
11
res lúdico que el niño, entre los seis y diecioGho meses, testimonia
por su imagen especular, rasgo mediante el cual el niño se distingue,
ciertamente, del animal. Reconoce su imagen, se interesa en ella, y
éste es un hecho que, podemos admitir, es un observable. Lacan a lo
largo de toda su enseñanza acordó la mayor importancia a esta esta
dio, salvo que al final terminó considerando que lo esencial en él no
era ni la idea del estadio, ni la observación. Quiso explicar este interés
singular del niño, y para ello recurrió a la teoría de Bolk, según la
cual el lactante humano es de hecho, desde el origen, en su nacimien
to, un prematuro,fisiológicamente inacabado. Por ello está en una si-
^ción constitutiva de desamparo; experimenta una discordancia
intraorgánica. Por lo tanto, según Lacan, si el niño goza cuando se
reconoce en su forma especular, es porque la completitud de la forma
se anticipa respecto a su propio logro; la imagen es indudablemente
la suya, pero al mismo tiempo es la de un otro puesto que él está en
déficit respecto a ella. Es debido a este intervalo que la imagen, de
hecho, lo captura y que se identifica a ella. Esto llevó a Lacan a la
idea de que la ahenación imaginaria, es decir, el hecho de identificar
se a la imagen de un otro, es constitutiva del yo(moi)en el hombre
y que el desarrollo del ser humano está escandido por identificacio
nes ideales. Es un desarrollo donde lo imaginario está inscripto no
es un puro y simple desarrollo fisiológico. Hay que constatar que la
psicología animal nos da numerosos testimonios de la acción real de
la imagen; la maduración de ciertas especies exige la relación esnecu-
lar con un otro de la misma especie. Al respecto, Lacan desarrolló
muchos rasgos de la psicología animal, me disculparán que me refíp
ra a ello someramente, pues aún estamos en los comienzos.
A partir de este principio, Lacan pensó dar cuenta de lo aue se
conipmeba, me atrevería a decir, en la experiencia cotidiana -no se
hombre respectot a su semejante,
Psicoanálisis-,
que laes agresividad ambivalente
siempre aquél del
que lo suplan-
justamlte%rqures su
modelo de
modelo de esta
ectn imagen
* primera. siendo a la vez él mismo sobre el
noie^^He/hrtmK también la relación fundamentalmente para-
ílomhre objeto. ¿Qué quiere decir que la relación del
intereca en la Paranoica? Quiere decir que el objeto le
es
es, ñor lalTo el nivel de conocimientodispuesto
por otro lado, donde seaubican
quitárselo; éste
los espe-
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cialistas de la publicidad: para crear la demanda hay que dar a enten
der que el producto es raro, es decir, que los otros se los van a arreba
tar. Me discülparán por dar traducciones tan groseras, pero, después
de todo es de este orden, esto da cuenta del carácter histérico del
deseo humano,que es siempre fundamentalmente deseo del otro.
Pero dejemos esta teoría, que es una teoría rudimentaria y que
Lacan rechazó como anterior en sus antecedentes. De entrada, este
abordaje de la cuestión del yo(moi)comprometía a Lacan en una vía
opuesta a la vía anglosajona del psicoanálisis. En la misma época en
que Lacan entraba al psicoanálisis a partir del estadio del espejo tie
nen uds., en Nueva York y en Chicago,a Hartmann,Kns y Lowenstein,
quienes construían una teoría muy distinta. Quisieron reinterpretar a
Freud a partir de la segunda tópica freudiana, y, hay que reconocer
lo, en los países de influencia inglesa y norteamericana, esta concep
ción del psicoanálisis es la que hasta hoy ha triunfado.
Conocen ustedes la tópica freudiana, que distingue las instancias
del yo, el superyó y el ello; es una teoría tardía de Freud, quien la
expuso a partir de los años 1920. Nuestros psicoanalistas de origen
europeo, transplantados a los Estados Unidos, consMeraron que
podían unificar la teoría de Freud a partir de esta concepción, e
esta distinción de tres instancias, y que podían hacer del yo(moi) a
instancia central de la personalidad, dotada de una función de sin e^s.
Supusieron también que el yo era una especie de punto de^químedes
para el psicoanalista, y que el psicoanalista tenía que reforzar el yo
para tratar de llevar ai paciente al nivel de la realidad.
Ahora bien, abordar la cuestión del yo a partir del estadio del
espejo lleva a algo muy distinto. El yo, en esta concepción, no es um
fícador, tampoco es uniñcado, es un desorden de identi icaciones
imaginarias y, en el curso de la cura analítica, según esta concepaon,
estas identificaciones imaginarias reaparecen sucesivamente, üsio
permitió a Lacan, en aquella época, decir que una cura í
tica era una forma de paranoia dirigida. Si quieren, el yo, en e se
do de Lacan, aún cuando esta idea ya está presente en reu ,
ori^nariamente una trampa, y, de hecho, está cons i u ivam
desintegrado. ^
Pensaba al respecto, en lo que Leo Spitzer dice del ^ .
Quevedo. Spitzer critica el estilo de Quevedo en sus retratos icien o
que finalmente, sus personajes no tienen alma, están compues os e
rasgos heteróclitos. Diría que precisamente este estilo queve lano
13
corresponde perfectamente a esta concepción lacaniana del yo. El yo
es un desorden. En todo caso, así es como aparece en la experiencia
analítica; siempre hablamos de este campo. En otros campos es posi-.
ble efectivamente darle otros valores, pero, lo propiamente freudiano
—y es por ello que el psicoanálisis no es una psicología—, es esta
concepción no unificada, no unificante del yo.
Entonces, la primera teoría de Lacan, que les acabo de resumir
brevemente, tiene su coherencia. Pero, sin embargo, tropieza con la
siguiente dificultad: la relación imaginaria del yo y del otro es funda
mentalmente una relación mortífera, una relación en que está el yo
o el otro. Este es uno de los fundamentos del pesimismo de Freud,
quién no pensaba que los hombres se organicen armoniosamente de
manera espontánea. Todo está allí para mostrarlo, incluso no se pue
de hablar de pesimismo, hay que hablar de realismo. Esta relación
imaginaria mortífera en esa época de la teoría de Lacan, tiene co
mo única salida un desenlace identifícatorio, es decir alienante,
Ahora bien, todas las identificaciones no son equivalentes, en Freud
mismo algunas identificaciones son normativas. Lacan utiliza un tér
mino, en esa ^ca,el de imago, que resume toda"ésta dificultad. Por
uri lado esc una imagen sensible, aquello de lo que la etología da fe
que puede tener efectos reales; por otro es un conjunto de rasgos or
ganizados, incluso tipificados. Respecto a este punto, la ambigüedad
se desvanece pues la enseñanza de Lacan empieza con la disyunción
de lo simbólico y de lo imaginario. Puede decirse verdaderamente,
que la enseñanza de Lacan comienza cuando distingue en forma ra
dical lo que pertenece al dominio imaginario y lo que pertenece al
dominio simbólico, al cual ya llegaremos. Al mismo tiempo, distin
gue el yo en su dimensión imaginaria, y el sujeto como término sim
bólico, y éste es uno de los primeros términos que introduce, si se
quiere, en Freud y es también uno de los primeros términos de su
álgebra.
Lo simbólico de Lacan es una noción muy elaborada. Diría in
cluso que^ es muy heterogénea. En este concepto están presentes tan
to la dialéctica como la cibernética, y esta dimensión, en algunos as
pectos, no deja de estar relacionada con lo que Popper llama "el
tercer mundo . Una vez que se ha distanciado el símbolo de la ima-
se confunde a ambos como lo hace Jung—, lo simr
hohcp tiene si se quiere, dos vertientes: la vertiente de la palabra y
la vertiente del lenguaje.

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Tomemos la primera vertiente, la vertiente de la palabra. Mien-
tras que la relación imaginaria, tal como la esbozamos, es fundamen
talmente una dimensión de guerra, de rivalidad mortal, Lacan en
cuentra en la función de la palabra una función pacificadora. Li^^-
labra, opera también identificaciones,pero ellas son, si se quiere, iden
tificaciones salvadoras que permiten superar la rivalidad imaginaria.
Al respecto, habla a menudo, sobre todo al principio de su enseñan
za, de la palabra como función de mediación entre los sujetos.
En esta vertiente ¿qué podemos decir del síntoma? Podemos de-
cir que el síriLtojna_s^ debe a un defecto de simbolización, que cons
tituye un centro de opa^ad_ en ejjuiéto porque no fueyerbsdjzada,
porque nqjp^ó a ^^5hace„en_cuj[ntp^p^a a^^
palabra. Si quieren, la cura analítica aparece ante todo, en esta di
rección, como un cura de simbolización, es necesario señalar que mu
cha gente se detuvo en esta concepción de Lacan. Lo asombroso, si
me permiten la expresión, en su teoría, es que existen montones de
pisos, cada uno de los cuales tiene un tipo de consistencia, y es posi
ble distinguir a los lacanianos, en Francia especialmente, por su año,
así como se distinguen las cosechas de los vinos. Como hay además
cierto número de personas que dejaron a Lacan en diferentes mo
mentos —hasta tal puento que en todas las escuelas psico^alíticas,
en Francia, hay antiguos discípulos de Lacan— se puede reconocer
el momento en que lo abandonaron por el nivel teórico de la teoría
de Lacan en el que permanecieron, porque debe decirse <pie en Fran
cia no se propuso ninguna otra teoría que se sostenga. En_gsta v^-
tiente entonces, la cura es un proceso_^dMn^td^^
jSivo en el cGrso del HiíTl sujeto^ Ueva^Jj;^
nuidad de su historia que_eOíntómaJntei^ o que c^
expresaba diciendo que el inconsiente era un capitu o censura u ®
la historia del sujeto. Ucura opera porque permite dar
retroactiva a lo que pernianeció opaco p^a-el suÍQÍp^B-51L^^----^
cia.^Es'lo que la idea de traumatismo intenta traducir. Ciando se
haWaba de traumatismo en relación al psicoanálisis, cuan o
imaginaba que había un traumatismo real en el ®^
sis, que porque efectivamente tal niña había sido se uci V
pida por un adulto luego se tranformaba en. histenca..., teoría q
Freud abandonó, lo que intentaba aprehender era
idea de una experiencia inasimilable al sujeto que ®ugen ra
ma y que la cura por simbolización debe permitir deshacer. Esta es
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una de las vertientes de lo simbólico. La vertiente de la palabra.
La otra vertiente concierne lo que se puede llamar el orden sim
bólico como conjunto diacrítico de elementos discretos, separados.
I^crítico quiere decir que los elementos adquieren valor unos res
pectj) a los otros, es un concepto que viene de Saussure, de la lin
güística estructural. Estos elementos separados están, en tanto ta-
le^ jjrivados de sratido y forman en su conjugación una estructura
articulada, combinatoria y autónoma.Por un razonamiento muy sen
cillo, comprenden que esta estructura no tiene origen, que, si existe,
no se puede hacer su génesis; está siempre ya allí puesto que los ele
mentos solo valen unos en relación a los otros. Entonces precisemos
que la lingüística estructural sólo comenzó en el momento en que de
jaron de plantearse las preguntas acerca del origen. Por esta razón el
sentido de la enseñanza de Lacan se opone totalmente a toda idea de
psicogénesis. Este es un punto en que habría que insistir, puesto
que muchas veces se consideró que la enseñanza esencial de Freud
fue la teoría de los estadios. Lacan vuelve a leer la teoría de los es
tadios y demuestra, en forma convincente, que lo esencial no es la
concepción histórica del desarrollo psicológico. Si quieren que ilus
tre rápidamente este carácter de "ya allí» de la estructura piensen
que contranamente a lo que uno imagina, no hay adquisición pro
gresiva del lenguaje. Los niños pequeños utilizan formas de lensuaie
sumamente elaboradas ya desde el punto de vista sintáctico el niño
está de entrada en un baño de lenguaje. No hay que permitir que la
idea de aprendizaje nos ciegue frente al hecho de que la estructura
del lenguaje preexiste a la entrada del sujeto en esa estructura sea
cual seá el aprendizaje,el niño no modifica esta estructura, debe so
meterse a ella. En esta vertiente, observarán que se trata de una es
tructura hecha de sin-sentido. —"
Estas dos vertientes de lo simbólico presentan un problema par
ticular. La pnmera vertiente es ante todo significación y la segunda
es ante todo sin-sentido. Se puede decir que el acento de Lacan pa
só mdudablemente de la primera vertiente a la segunda. La primera
vertiente lo acercaba aún alos fenomenólogos y -como, por ejemplo,
era amigo de Merleau-Ponty, quien hizo mucho para d^lo a cono-
cer en rancia muchas personas aún hoy ven en Lacan a alguien que
desciende de HusserI incluso a un heideggeriano; pero,evidentemente,
ésta es una idea totalmente errada. Lacan elaboró, si se quiere, la di
mensión común a estos dos aspectos de lo simbólico.

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Distinguiré aquí tres puntos. En primer lugar, rectificó el para-
lelismo que Saussure postulaba entre,,el_signifi-Qaiit&-y el signifícadcu
insistió sobre el hecho de que el primero, el significante, actúa sobre
fil_segm)Ldfi>,_eL significada,^ contrariamente a la posición que sos
tiene que el significante sirve solamente para expresar el significa
do. La tesis de Lacan es que el significante actúa sobre el significa-
co, e incluso en un senrid^radical que el significante crea el signi
ficado, y es a p^tó del sin-sentido del significante que se engendra la
significación...

En segundo lugar, introdujo el concepto de cadena jignific^aji-


te, para dar cuentá de la sóbredeterminación en ia cú¿ ve, aí igual
que Freud, la condición de toda formación delJn^n^^ Hay
que explicar adecuadamente un concepto como el del automatis
mo de repetición que Freud introdujo, ese concepto tan enigmá
tico de instinto de muerte que es una paradoja en sus propios tér
minos; una paradoja in adjecto. ¿Cómo podría existir un instinto
que, lejos de ser vital, sería un instinto de muerte? Lacan señala que
el automatismo de repetición, en el sentido de Freud,yehiculizauna
huella imborrable, que eí inconsciente está constituido por esta hue
lla de la cual el sujeto no ípgra desenibarazarse. Se cree que el incons
ciente tiene que ver con la memoria. Sin duda, tiene que ver con una
memoria que nada tiene de psicológica. La memoria tal como puede
ser testeada en psicología, no es una memoria imborrable, al contra
rio, es, dado el caso, una memoria que les permite en la experiencia
corregir el comportamiento de ustedes, adaptarlo. Ahora bien, lo
que comprueba Freud es que hay algo en el sujeto humano que^s
fundamentdmeiüe íñádapfabléT'Volveré a este punto, pero es pre
cisamente por este rasgo que el psicoanálisis tiene algo que ver con
la libertad, porque cuando se imagina que el ser humano es comple
tamente adaptable, sólo se tiene una idea: controlar totalitariamen
te su ambiente, poder moldearlo. Pero no creo —lo he creído— que
ninguna doctrina que promete un hombre nuevo sea auténticamente
una doctrina de liberación. Ciertamente,desde Freud no podemos con
fiar en quiénes piensan en la adaptación controlada del ser humano,
y, al respecto, me atrevería a decir que esto apunta al esencial tota
litarismo que entraña— quizás sea una paradoja para muchos de us
tedes —todo empirismo. Esto permite comprender a la vez el valor
revolucionario y subversivo del psicoanálisis, pero también que Freud^
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ng_ piensa_gue la esperanza e_sté fc^zpsamente del lado de la verdad.
Esta es una_pequeña disgresión.
F.ti tercer lugar, Lacan hace funcionar a lo simbólicQ,^a„la estruc
tura íntegr^como un término. Muestra como la relación entre_la.es-
tructura simbólica y el sujeto se distingue de la relación imagmaria
del yo y del otro. Por eso introdujo esa escritura del OtrcLcon mayús^
pula (A), que se distingue del otro con minúscula (que es.re.ciprouo,
simétrico, del yo imaginario). Este concepto del Otro, es ciertamente
difícil de exponer rápidamente, pero eso es sin embargo, lo.que in
tento hacer. Es difícil de exponer rápidamente pues no se dice en un
sólo sentido. En primer lugar, si quieren, el Otro es el gran Otro(A)
del lenguaje que está siempre ya allí. Es el otro del discurso univer
sal, de todo lo que ha sido dicho en la medida en que es pensable. Di
ría que es también el Otro de la biblioteca de Borges, de la Biblioteca
total. Es también el Otro de la verdad,.e-SeOtro.que_es un tercero res-
pecto a todo diálogo, porque en el diálogo del uno y del otro siempre
está l_p__que.funciona como referencia, tanto del acuerdo comande]
desacuerdo, el Otro del pacto como el Otro de la controversia. Todo
el mundo sabe que hay que estar de acuerdo para poder realizar una
controversia, y esto es lo que hace que los diálogos sean tan difíciles.
Hay que estar de acuerdo en algunos puntos fundamentales para po
der escucharse. Al respecto, ese Otro de la buena fe supuesta-£Stá
presente a partir del momento en que se escucha a alguien, supuesto
también a partir del momento en que se había a alguien. Es el ^ro
de la palabra que es el alocutor fundamental, la dirección del discur
so más allá de aquel a quien se dirige. ¿A quién hablo ahora? Hablo
a los que están aquí, y le hablo también a la coherencia que intento
mantener. También la dificultad de hablar aquí se debe precisamen
te a que no conociendo el contexto, no sé como entienden lo que di
go. La teoría de la comunicación olvida algo; que es en el lugar del
código, en el sitio donde está el código que se elabora fundamental
mente el mensaje. Esto llevó a Lacan a adoptar la fórmula parodójica,
pero reflexionando un poco ustedes captarán su verdad, de que en la
comunicación humana, el emisor recibe su mensaje del receptor en
forma invertida. El Otro de Lacan es también el Otro cuyo incons
ciente es el discurso; el Otro que en el seno de mí mismo me agita, y
por ello es también el Otro del deseo, del deseo como inconsciente,
ese deseo opaco al sujeto, y acerca del cual pide, en ciertos casos,
que le informen acudiendo a la cura psicoanálitica. Pero nadie sino

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él mismo puede informarle acerca de su deseo, a través del circuito
de esta comunicación, que, pueden ustedes ver, no es la comunica
ción lineal que se representa en la teoría de la comunicación.
Diría que solamente hice aquí una pequeña sinopsis de ese Otro,
que interviene en la teoría de Lacan en niveles muy diversos, pero
todos estos niveles se distinguen por el hecho de que conciemen una
dimensión de exterioridad en relación al sujeto. Lo que Lacan llama
el Otro, es una dimensión de exterioridad que tiene una función de
terminante para el sujeto. En este sentido es, si se quiere, el nombre
genérico de lo que Freud llamó, retomando una expresión de Fech-
ner, la "Otra escena*', esa otra escena donde se sitúa toda la maqui
naria del inconsciente. Leer a Lacan,como ya pueden ver, supone que
cuando se ve esta palabra "Otro" se tenga una idea de la diversidad
de significaciones ligadas a este significante, que aquí no pude sino
intentar hacerles entrever.
Esta construcción implica que el inconsciente no resiste, contra
riamente a lo que pasó a primer plano de la teoría freudiana, en su
interpretación por parte de los anglosajones. El inconsciente no re
siste, el inconsciente repite, el inconsciente gira como un mensaje
en una calculadora, no deja de girar y dice, además, siempre la mis
ma cosa. Si hay resistencias, ellas estarán ubicadas a nivel de la relá-
ción imaginaria entre el yo y el otro. Lo imaginario existe, y las for
maciones imaginarias han fascinado a los psicoanalistas. Lacan expli
ca,que estasformaciones imaginarias se manifiestan ante todo pw su
inercia, en tanto difuminan las relaciones del sujeto con el gi^ Otro
que es el único determinante fundamental para el sujeto. A par
de este momento, la operación analítica se juega esencialmen e en
lo simbólico. ,. t. u 1 ^
¿Cuál es la función del psicoanalista? ¿A que debe haberlo pre
parado su formación? Su función es desaparecer en t^to que
yo (moi), no permitir a la relación imaginaria dominar la situación.
En este sentido, su posición misma en el dispositivo analítico ma
nifiesta esta sustración a la relación imaginaria. Por el rantrano, en
la experiencia analítica debe estar en el lu^ del gran
terpreta, debe interpretar desde esta posición excénti^a, s o Q e
ese lugar tiene posibilidad de deshacer el síntoma. Debo e
diato agregar que es ésta una primera teoría de Lacan acerca de a
posición analítica, hay tres o cuatro sucesivas, que tratan, cada vez,
de deümitar en forma más precisa la operación analítica. Pero és a
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es valiosa, está en la base de numerosos esquemas de Lacan que con
sisten en oponer el eje de la relación imaginaria y el eje de la rela
ción simbólica. Dibujaré simplemente una cruz, por un lado tienen
el eje de la relación imaginaria entre los ténninos recíprocos yo:
a y d'(otro con minúscula), y en el otro eje, cruzado, están el sujeto
y el gran Otro. Como pueden ver, no les mentía cuando les decía
que los esquemas de Lacan eran sencillos.

a' otro

(yo (mo¡l a) ^ -A a Otro

Me doy cuenta que aún no he llegado a la mitad de la conferencia


que había preparado y que estoy ya a punto de sobrepasar el tierppo
estipulado, sin embargo, es necesario que haga ante ustedes la pregun
ta: ¿es Lacan estructuralista?
En un primer sentido, Lacan es estructuralista y su noción de
estructura le viene de Román Jakobson, por intermedio de Claüde
Lévi-Strauss, y también directamente de su trabajo con Jakobson
que, efectivamente, puede ser a la vez colocado entre sus maestros y
sus amigos. ^
En un segundo sentido, Lacan es estructuralista pero es un estru^
turalista radical. Porque se ocupa de la conjunción entre la estructura
y el sujeto, mientras que para los estructuralistas, la cuestión misi¿a
del sujeto no existe, queda reducida, es un cero. Lacan intentó, por
el contrario, elaborar cuál es el estatuto del sujeto que es compatible
con la idea de estructura. ;
En un tercer sentido, Lacan no es para nada un estructuralista
porque la estructura de los estructuralistas es una estructura coherehr
te y completa (por principio la estructura diacrítica es completa)
mientras que la estructura lacaniana es fundamentalmente antinómica

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y descompletada. Diría que el primero de los tres aspectps es bien co
nocido y que los otros dos son mucho menos conocidos.
El sujeto de Lacan, no es un dato inicial, el único dato inicial es
el gran Otro. De allí la pregunta ¿cómo puede constituirse el sujeto
en el lugar del Otro que lo preexiste? Es una pregunta que recibió,
en la enseñanza de Lacan, respuestas cada vez más precisas a medida
que su concepción de la estructura se logifícó, se hizo máscercana a la
lógica en el sentido formal del término. La estructura de Lacan no
es una potencia invisible que actúa imperceptiblemente. Saben como
hablaba Adam Smith, en los albores del capitalismo, de la mano in
visible que pone en su lugar las actividades humanas y las hace com
patibles y armoniosas. No somos nosotros, evidentemente, a quienes
nos pueden venir a contar esto... Pero la estructura de Lacan no es
en modo alguno una mano oculta. La estructura de Lacan es una es
tructura que captura a un viviente particular, al viviente que habla.
En el fondo, esto hace una diferencia con toda forma de psicología,
tanto humana como animal. El rasgo fundamental valorizado por la
experiencia analítica es que el hombre es un viviente, pero un vivien
te que habla, lo cual incluso tiene consecuencias en su cuerpo, que la
estructura esclaviza al sujeto, que lo fragmenta en efectos de signi
ficante. ¿Qué pueden comprender de la histeria sino admiten esta
fragmentación significante del cuerpo mismo? No hay que ver al
lenguaje simplemente como un medio de expresión. En pnmer lu
gar, es algo material, que exige instrumentos, como por ^emplo es
te micrófono —por cierto muy pesado—, que exige bandas magne
tofónicas, que es material,pero que más allá moviliza los afee os mas
profundos del cuerpo. El significante, la estructura ®
un efecto de desvitalización sobre el cuerpo,lo mortifica, s o
ca que la pulsión de Freud esté absolutamente fuera del dommio e
toda psicología, la pulsión freudiana no es de ningún mo o un empu
je del instinto. Si no me creen, lean el texto sobre as u siones y
sus Vicisitudes que está en la Metapsicología de Freud, verán que o
que se llama pulsión obedece a una gramática. , .• x
Es a partir de esta captura de la estructura sobre el viviente que se
explica también esta pérdida constitutiva del objeto a a que reu se
aproximó en su teoría de los estadios.Lo fundamenta en a eoria
los estadios es que cada uno está organizado ^^
perdido. Tanto el seno, que es abordado a partu de
las heces que son abordadas a partir de la relación ana , e a cap
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ra de esta dimensión por la educación, pues sin ella el niño nunca se
separaría de ellas, sólo anhela jugar con ellas como todo el mundo sa
be. También la castración y el estadio genital, que está lejos de ser
en Freud una plenitud, son abordados a partir del falo como perdido,
como faltante. Esto constituye el núcleo de la teoría del Edipo, que
el falo, allí, también está fundamentalmente perdido. No se trata, ob
viamente, del órgano real, y la cuestión es saber que se trata del falo
en su dimensión simbólica e imaginaria.
Digamos, en forma general, —porque de todos modos debo ya in
terrumpir— que las necesidades del hombre están completamente
transformadas en él por el hecho de que habla, por el hecho de que
dirige demandas al Otro, y se le puede colocar a ese otro una O ma
yúscula, ese Otro que Lacan llama el Otro omnipotente de la de
manda. En forma general, en el hombre, el significante es sustituido
a la necesidad, ya que la demanda al Otro tiende por su propio mo
vimiento a convertirse en la demanda pura de la respuesta del Otro,
allí se coloca el amor. El amor, está más allá de lo que sería la satis-
fación de la necesidad. Ustedes pueden satisfacer perfectamente la
necesidad de comer, pueden satisfacer el hambre; pueden satisfacer
tanto esa necesidad que pueden llegar a fabricar anoréxicos. La de
manda de ser alimentado no se sitúa a nivel de la pura y simple ne
cesidad de comer. Lo más importante que se tiene para dar es lo que
no se tieiie como una propiedad, como un bien, y esa es, por cierto
la definición lacaniana del amor, dar lo que no se tiene. Esa respues
ta del Otro, la pura respuesta del Otro es más importante que 1¡
satisfacción de la necesidad, y es allí precisamente donde encuentra
Lacan el principio de la identificación simbólica: a partir del signifi
cante de la respuesta del gran Otro se opera la primera identifica
ción del sujeto. A esto se agrega que es el intervalo entre la necesi
dad y el amor lo que explica lo que Freud descubrió en el sueño con
el nombre de wunsch" —anhelo—, y que es el deseo.
Terminaré aquí diciendo que el deseo freudiano no es una fun
ción vital. El deseo en el sentido de Freud, el deseo inconsciente, es
un deseo siempre particular de cada uno de nosotros, excéntrico,
que no camina en el sentido de la supervivencia y la adaptación.
Es un deseo, que por el contrario, daña. Es al mismo tiempo, revela
do en la asociación libre, un deseo indestructible, Freud lo llama así
"indestructible", no es un deseo que se pueda olvidar. Y este deseo es
esencialmente insatisfecho. No es una función que pueda satisfacerse.

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No hay satisfacción para el deseo, y por eso Lacan llamó a uno de sus
seminarios "Aún". El deseo está capturado en el deslizamiento de
la cadena significante hasta tal punto que Lacan lo identifica con este
deslizamiento, habla de la metonimia del deseo. Este lema de
can se volvió popular, por lo menos en Francia, el analista es quien
no responde a la demanda, y así intenta situarse e interpretar a nivel
del deseo. El deseo no es educable, no es susceptible de una pedago
gía, tampoco de una sexología que se sitúa en otro nivel, en un nivel
puramente instrumental. El deseo es solamente susceptible de una
ética, ética que Lacan formuló en los años 50 en la forma siguiente,
no ceder en cuanto a su deseo, y el síntoma es precisamente eso, ce
der en cuanto a su deseo .Esto no quiere decir que el deseo pueda ser
liberado. Claro, no faltaron interpretaciones de Lacan en este sentido,
puesto que en cierta forma la mayor parte de los discursos produa-
dos en Francia en este campo desde hace diez años, constituyeron va
riantes de Lacan. No es posible liberar el deseo, porque el desea freu-
diano no está prometido a la plenitud. El deseo está coordmado con
una función de falta, de carencia, y lejos de ser mfmitamente plásti
co, sus formas son limitadas en número. Lacan lamentaba que la ex
periencia analítica no hubiese permitido crear una nueva foima de
perversión. Pero no se crean así tan fácilmente las formas e a per
versión... Existe un determinado número. níptiso nue
Hasta aquí llega la mitad de mi pnmera conferencia I^ienso^q^^^
en la segunda retomaré estas cuestiones a partir de
niana del lenguaje, la cual tiene ^
teoría de la literatura como para la teoría de la Z""
tercera hablaré del psicoanálisis y la teoría de la ciencia. Gracias.

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