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ECONÓMICO
Y DE LA EMPRESA
§§
ADÁN NIETO MARTÍN
EDITORIAL DYKINSON
DERECHO PENAL ECONÓMICO Y DE LA EMPRESA
DYKINSON
2018
© 2018 Autores
Editorial Dykinson
c/ Meléndez Valdés, 61 – 28015 Madrid
Tlf. (+34) 91 544 28 46
E-mail: info@dykinson.com
http://www.dykinson.com
Preimpresión: TallerOnce
ISBN: 978-84-9148-622-0
Depósito Legal: M-11491-2018
INTRODUCCIÓN
286 bis- 286 quater), la propiedad industrial (arts. 273 ss.), el mercado de
valores (arts. 284.2 y 3 y 285) o el funcionamiento de las sociedades mer-
cantiles, a través de los delitos societarios y la administración desleal (arts.
290-297 y 252).
– En este grupo de delitos debería también incluirse el blanqueo de ca-
pitales (art. 301). Aunque el bien jurídico protegido por este delito es tre-
mendamente discutido, qué duda cabe que una de sus funciones es la sepa-
ración del sistema económico legal del sistema económico que procede de
actividades delictivas. La confusión o mezcla de ambos sistemas, permitiendo
por ejemplo que las enormes cantidades de dinero que proceden del tráfico de
drogas, de la corrupción, etc., sirvieran para financiar la economía legal, sería
tremendamente perjudicial para el funcionamiento de la economía.
Pese a que el concepto de Derecho penal de la empresa y el económico
tienen, tal como acabamos de ver, orígenes y utilidades diversas es innegable
que entre ambos conceptos exista una estrecha relación, con una amplia coin-
cidencia de contenidos. Además se trata de visiones complementarias y
no excluyentes. Los delitos económicos, por ejemplo, el fraude fiscal o el
insider trading pueden cometerse fuera de una organización, pero su reali-
zación dentro de la empresa comporta problemas específicos (vgr., deber de
garantía del titular de la empresa).
La introducción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas en
2010, que responde a la visión del corporate crime, acentúa aún más la uni-
dad entre ambos conceptos. El núcleo duro de los delitos que dan lugar a res-
ponsabilidad de la empresa son delitos económicos, si bien es cierto que co-
rrectamente pueden dar lugar a responsabilidad penal de la persona jurídica
delitos que nada tienen que ver con lo económico como el tráfico de órganos,
de drogas o la pornografía.
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por supuesto el tipo penal, en virtud del carácter de ultima ratio, no deba
añadir algún requisito ulterior que aumente el desvalor del resultado o de la
conducta prohibida. Así, por ejemplo, en el delito fiscal se exige que la cuantía
del fraude supere una determinada cantidad y además el tipo penal deja claro
que el mero incumplimiento de la normativa tributaria no constituye delito, a
no ser que exista una “defraudación”.
La accesoriedad del Derecho penal de la empresa tiene gran importancia,
en primer lugar, para la redacción e interpretación del tipo penal, pues abun-
dan los elementos normativos de carácter jurídico y las normas penales en
blanco. No hay, prácticamente, delito económico que no contenga uno u otro
recurso legislativo como elemento del tipo.
En el caso de los elementos normativos, dado su carácter jurídico, resul-
ta esencial realizar una lectura conjunta del tipo penal con la normativa extra-
penal para establecer su significado. La regla básica de esta lectura y que deriva
del principio de unidad del ordenamiento jurídico es que la interpretación del
elemento normativo no puede contradecir la normativa extrapenal, conside-
rando delictivos comportamientos que son admisibles en el ámbito extrapenal.
Más aún, este principio y el de seguridad jurídica exigen que los elementos nor-
mativos sean entendidos de modo conforme a la interpretación que existe en
el sector del Derecho del que provienen. Este criterio debe matizarse en aque-
llos supuestos en que el elemento normativo, en el sector del que proviene, es
objeto de interpretaciones extensivas o, más aún, analógicas. El principio de
determinación penal, conectado en este caso con el de ultima ratio, requiere
que el Derecho penal se restrinja al núcleo, a los casos indiscutidos que entran
dentro del elemento normativo, dejando fuera los casos dudosos o debatidos.
La inmensa mayoría de los delitos que van a estudiarse están compuestos de ele-
mentos normativos o constituyen normas penales en blanco. Como es bien conocido, el
TC (vid. por ejemplo STC 127/1990) ha establecido la compatibilidad de esta técnica le-
gislativa con la reserva de ley, siempre que el tipo penal contenga el contenido esencial
de la conducta prohibida y la remisión se deje para cuestiones de detalle y puesta al día.
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Es decir, en la mayoría de los países el delito fiscal se encuentra en la ley general tribu-
taria, los delitos contra la propiedad industrial en las leyes de patentes marcas, e igual
ocurre con la mayoría de los delitos que vamos a estudiar que se encuentran fuera del
Código Penal. Ésta es la forma en que se visualiza el carácter accesorio del Derecho
penal de la empresa en países como Alemania, Francia o Italia, donde existen infinidad
de leyes penales especiales en la materia. Estos tipos penales se caracterizan por que
contienen remisiones estáticas: conforman la infracción remitiendo a un precepto es-
pecífico situado en la norma administrativa. Es decir, a través de una técnica legislativa
similar a la que en nuestro país se utiliza en la tipificación de infracciones adminis-
trativas. Por el contrario, nuestro legislador usa y abusa de las remisiones dinámicas:
fundamenta el injusto penal a través de remisiones genéricas a un conjunto de normas
indeterminadas, presentes y futuras (remisiones dinámicas). Es en este contexto en el
que debe enmarcarse la crítica a las normas penales en blanco y la doctrina del Tribu-
nal Constitucional a la que antes se hacía referencia.
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Esta jurisprudencia concuerda con el ne bis in idem, que no es una regla, sino un
principio sometido a ponderación con otros intereses. Es decir la forma de aplicar el
principio de ne bis in idem puede admitir determinadas modulaciones dependiendo
de las situaciones en que se presente: sanciones penales y administrativas, sanciones
administrativas, sanciones penales de dos Estados, sanciones penales de un estado y
administrativas de otro Estado, sanciones administrativas de dos Estados, sanciones
penales de un Estado y de un tribunal internacional etc. Los ordenamientos jurídicos
actuales no siempre solucionan la confluencia de procesos y de sanciones del mismo
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modo, sino de manera flexible teniendo en cuanta los distintos intereses en juego. En
su forma más rígida la imposición de una sanción impediría un segundo proceso y la
imposición de otra sanción (aunque fuera más grave). Esta forma rígida de entender el
principio es la que ha construido el Tribunal de Justicia de la Unión Europea entre san-
ciones procedentes de diversos estados miembros (vid. Tema 2). En este punto la im-
portancia de la construcción de un espacio judicial europeo, de la ciudadanía europea
y la seguridad jurídica han llevado a una construcción muy rígida del principio. En el
caso de sanciones penales y administrativas nacionales el TC en su sentencia de 2003
admite la existencia de un segundo proceso, y la imposición de una segunda sanción,
lo que se acerca al denominado “principio de cuenta” que se utiliza en muchos países
para resolver el ne bis in idem entre sanciones penales propias y las de otro Estado. En
este caso se quiere mantener el carácter más disuasivo y grave de la sanción penal o, en
el ne bis in idem internacional, no restar importancia al ejercicio del ius puniendi como
una manifestación de la soberanía estatal que no puede ser limitada por el sólo hecho
de que otro Estado haya sancionado en primer lugar.
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