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LA VIDA MILENARIA EN AMÉRICA

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Además de las unificaciones que siglo a siglo fueron obrando los grandes imperios,
muchos indicios prueban que las comunicaciones entre los pueblos eran antiguas. Los
vestigios de la labor de los hombres de Puerto Hormiga, de la costa norte colombiana,
encontrados en el delta del Mississippi; los panes de sal de los Muiscas utilizados en
el Perú; los objetos rituales de oro de los Chibchas, encontrados entre los Incas; el
modo como las lenguas de los pueblos amazónicos están emparentadas con las
lenguas del Caribe, hechos que podrían multiplicarse con la memoria de cada pueblo,
son prueba de largas peregrinaciones, de influencias recíprocas, de comercios
establecidos, y esto nos lleva a comprobar una de las muchas paradojas de nuestra
historia: estaban mejor comunicados entre sí los pueblos nativos que las comunidades
de esta América al final de la colonia española o a comienzos de la existencia de las
Repúblicas. Para entenderlo, es necesario postular una secuencia de hechos
históricos.
Puede decirse que: 1. La historia milenaria no había unido plenamente, pero había
aproximado a los pueblos, y en algunas partes del territorio había configurado
naciones y culturas homogéneas. 2. La llegada de los europeos, con su campaña de
conquista obró un vasto y trágico proceso de destrucción y de ocultamiento de toda
esa realidad previa, pero al mismo tiempo aportó las lenguas y las costumbres que
finalmente propiciarían una cultura continental. 3. Los siglos de la Colonia nos
hicieron europeos, trasladaron a América los elementos que unieron definitivamente
al continente americano con el orden de la cultura occidental, aunque mantuvieron a
nuestras naciones en una suerte de Edad Media tardía, la misma a la que se había
replegado, después de su brillante Época Imperial, la sociedad española. 4. El proceso
de la Independencia puso el énfasis en nuestra condición americana, pero menos
como un esfuerzo radical por reconocernos que como una tentativa de romper con
España y de buscar inspiración en las otras naciones de Europa. 5. El comienzo de
nuestra vida independiente nos aisló en repúblicas aldeanas, muy dependientes, y
rompió aún más los vínculos originales entre las distintas regiones. 6. Grandes
reformas liberales en muchos países y el modernismo cultural de fines del siglo XIX
renovaron los lazos entre las naciones, abrieron las puertas de la Modernidad
largamente postergada, y nos hicieron contemporáneos del resto del mundo. 7. La
historia convulsiva del siglo XX nos convirtió en complejos y dramáticos
protagonistas de la modernidad, en realidades confusas y violentas, pero también en
uno de los continentes más llenos de recursividad humana y en una de las culturas
más influyentes del mundo contemporáneo.
Es bueno mirar en detalle ese proceso, advertir nuestras posibilidades y también
nuestras limitaciones, y entrever de ese modo los horizontes y los deberes históricos
de la América Mestiza, de la que bien podemos decir que es un gran país posible, uno
de los países más ricos, más recursivos y más esperanzados del mundo.

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