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"Náufrago del Tiempo"

En los confines del océano Pacífico, donde las olas azotan las costas rocosas y el
sol brilla implacablemente sobre el agua cristalina, se encuentra una isla remota
apenas marcada en los mapas. Esta isla, conocida como Isla Tempus, es un lugar
misterioso donde el tiempo parece fluir de manera diferente al resto del mundo.

Un día, un joven llamado Alex, un aventurero intrépido y curioso, partió en un


viaje en solitario a través del océano en busca de nuevas experiencias. Sin
embargo, una tormenta feroz lo sorprendió en alta mar, y su barco fue
arrastrado hacia aguas desconocidas. Después de horas de lucha contra las olas
embravecidas, el barco finalmente se estrelló contra las rocas de Isla Tempus,
dejando a Alex como único sobreviviente.

Al despertar en la playa, Alex se dio cuenta de que algo no estaba bien. El sol
brillaba más intensamente de lo normal, y el aire parecía impregnado de una
extraña energía. Al explorar la isla, descubrió que no había señales de vida
humana, solo una exuberante vegetación y ruinas antiguas cubiertas de musgo.

Los días se convirtieron en semanas, y Alex luchó por sobrevivir en la isla,


construyendo refugios improvisados y buscando comida y agua. Pero lo más
extraño de todo fue el descubrimiento de un reloj de bolsillo antiguo entre los
restos de un naufragio anterior. Cuando lo abrió, se dio cuenta de que las
manecillas del reloj no se movían, como si el tiempo mismo se hubiera detenido
en ese lugar.

Con el paso del tiempo, Alex comenzó a notar fenómenos aún más extraños: el
día y la noche parecían fundirse en un ciclo interminable, y las estaciones
cambiaban sin seguir un patrón coherente. Se dio cuenta de que estaba
atrapado en un lugar donde el tiempo se había detenido, una prisión temporal
de la cual no había escapatoria.

A medida que los meses se volvían años, Alex se aferró a la esperanza de algún
día ser rescatado. Pero a medida que su cabello se volvía gris y su piel se
arrugaba con la edad, se dio cuenta de que el tiempo no avanzaba en Isla
Tempus de la misma manera que en el mundo exterior.

Sin embargo, a pesar de su situación desesperada, Alex encontró consuelo en la


belleza etérea de la isla y en la tranquilidad que encontró en su soledad.
Aprendió a apreciar cada momento como si fuera el último, encontrando paz en
la incertidumbre del tiempo y en la promesa de un futuro desconocido.
Y así, como un náufrago del tiempo, Alex continuó su existencia en Isla Tempus,
una isla perdida en el océano, donde los relojes no marcaban las horas y el
tiempo se deslizaba entre sus dedos como la arena en una playa interminable.

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